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viernes, 19 de mayo de 2017

Un añadido a una carta de siete ciudadanas sobre Lluís Llach y L’estaca.

Rosa Guevara Landa



Siete ciudadanas enviaron una carta al director de El País que se publicó el pasado jueves, 27 de abril. Muy breve, decía lo siguiente: “Creíamos que cantar L’estaca era cantar contra Franco, contra el franquismo, contra la dictadura. Ahora resulta que L’estaca éramos nosotras, mujeres de Madrid, de Segovia, de Murcia, de A Coruña… Y ahora nosotras señor Llach, ¿qué hacemos con su música?” ¿Qué hacemos con su música, preguntan estas compañeras? Lo que mejor estime cada una por supuesto. Yo ya no la escucho a pesar de haber sido durante muchos años parte esencial (al lado de Raimon, Paco Ibáñez, Labordeta, Oskorri, Prada, Morente, Gerena y Luis Pastor) de mi marco musical popular. No por sectarismo político-cultural. Es que no puedo. La rabia y la indignación me lo impiden. Me siento absolutamente traicionada. No entiendo que alguien que pudo componer, escribir y cantar Abril del 74 o Campanades a mort sea ahora diputado (al lado de Mas, Junqueras o Turull) de una coalición secesionista (y de ricos o bien situados), profundamente antiespañola sin matices y fuertemente neoliberal como Junts pel sí.

Pero no es ese el punto de esta nota. Es este: no se trata de que compañeras antifascistas que viven fuera de Cataluña sientan que son L’estaca en tanto que españolas (España contra Cataluña, .Cat es esclava de Cataluña, los españoles nos ahogan, nos impiden ser lo que queremos ser, nos roban cada año 16.000 millones de euros, etc.) sino que muchas otras, de aquí, de .Cat, de otra .Cat que apenas conoce el empresario vinícola Llach, yo por ejemplo que vivo en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad obrera pegada a Barcelona, también somos parte de esa estaca. ¿Y eso por qué? Porque no somos secesionistas y para nosotras son tan importantes Salvat Papasseit o Rosselló-Pòrcel como Celaya, Castelao, Cernuda, Aresti, Gamoneda, Jorge Riechmann, Alberti, Gil de Biedma o don Antonio Machado. ¿Cómo, si no fuera así, podríamos pensarnos?

Para entendernos: un himno antifranquista, no es el único caso, lo han transformado en una canción nacionalista-secesionista. Con la señera lo mismo; la única válida es la suya, la estelada. Que Podemos usara la canción -no sé si lo sigue haciendo- en algunos de sus reuniones o encuentros es absolutamente incomprensible (sabiendo lo que sabemos de ese cambio de significantes no vacio). El despiste, como ocurre con la inclusión de autodeterminación (independencia!) en la marcha obrera, en la marcha de la dignidad del 28 de mayo, no tiene parangón. Así no hay forma, cómo vamos a ser, digamos lo que digamos, una alternativa nacional-popular. ¿Dónde situamos nuestra tradición federalista? ¿Dónde ubicamos la unión fraternal de todos los pueblos de España? ¿Es música trasnochada?

Por debajo de todo esto una idea tan básica como la siguiente: no valen currículums (o curricula como decía, dándoselas de culto, aquel ministro franquista que firmó penas de muerte): somos lo que ahora somos, no lo que fuimos. Llach fue un autor y cantante antifranquista; ahora es un diputado secesionista que da charlas, cuenta cuentos falsarios, un empresario al que, por todo lo que dice, el resto de trabajadoras españolas le importa un higo. No somos de los suyos, no somos parte de su Patria. La de Mas, Millet, Pujol junior, Ferrusola y don Pujol i Soley. ¡Menuda compañía! ¡Todo un proceso de liberación hacia Itaca!

Por lo demás, y puestos a hablar de L’estaca y de sus miembros, ¿dónde situarle a él después de sus declaraciones sobre los funcionarios, el cumplimiento de las nuevas “leyes catalanas” y las sanciones?

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Le llaman democracia (en España, incluyendo Catalunya) pero no lo es.

En las últimas elecciones autonómicas en Catalunya, los partidos independentistas consiguieron una mayoría parlamentaria que presentan como prueba de que “tienen un mandato del pueblo catalán” para independizarse y separarse de España, y ello a pesar de que la mayoría del voto expresado en las urnas aquel día no fue para partidos independentistas, sino para partidos no independentistas. Ni que decir tiene que los primeros consiguieron un voto minoritario muy elevado, pero, a pesar de ser muy elevado, no fue la mayoría del pueblo catalán. Tenemos así una situación en la que las opciones políticas hoy mayoritarias en el Parlamento catalán no tienen el apoyo de la mayoría del electorado catalán para alcanzar su principal promesa programática –la independencia de Catalunya-. Su constante énfasis en que sí que tienen un mandato mayoritario no se apoya en lo que los catalanes votaron en aquellas elecciones. En realidad, consiguieron una mayoría parlamentaria como consecuencia de que la ley electoral catalana (que es prácticamente idéntica a la española) es de las menos proporcionales que existen en Europa, realidad que he estado denunciando desde hace tiempo. Tanto en España como en Catalunya, los gobiernos constantemente aplican leyes aduciendo un mandato popular que no se corresponde con los deseos de la mayoría de la población.

Uno de los muchos indicadores del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen sobre el Estado es precisamente el sesgo antidemocrático de las leyes electorales, que discriminan claramente a favor de unos territorios y de unas clases sociales a costa de otros territorios y otras clases sociales, discriminando a las ciudades (a favor de las zonas rurales) y a la clase trabajadora (a favor de otras clases sociales). Y un ejemplo de ello son las últimas elecciones en Catalunya. La mayoría de los no independentistas reside en las grandes ciudades de Catalunya, y muy en especial en los barrios obreros. Y ahí están las bases del diferencial entre voto y escaños parlamentarios. El punto débil del independentismo es su limitado atractivo entre las clases trabajadoras en Catalunya debido, en parte, a la mayor identificación con España entre estos sectores de la población y también al hecho de que el movimiento independentista está liderado por un gobierno liberal que ha apoyado las medidas (como la reforma laboral y los recortes de gasto público) que han perjudicado con mayor intensidad a las clases populares.

El sesgo de la ley electoral española (y de la catalana) tenía y continúa teniendo el propósito de discriminar a la clase trabajadora

Este sesgo antidemocrático no es casualidad, pues el objetivo de dicha ley electoral fue precisamente este: el de frenar al Partido Comunista (cuya base electoral era mayoritariamente de clase trabajadora), condición que impuso la asamblea del Movimiento Nacional en las últimas etapas de la dictadura antes de disolverse. Tal condición era el establecimiento de una ley electoral que discriminara a las zonas urbanas a costa de favorecer a las zonas rurales, de claro cariz conservador. El hecho de que incluso hoy se requieran casi 49.000 votos para conseguir elegir a un parlamentario en Barcelona, y solo 21.000 votos en Lleida, se debe a esta decisión política. Otro tanto ocurre en el resto de España.

Esta motivación en el diseño de la ley electoral ha sido reconocido por dirigentes de la derecha española que jugaron un papel clave en la Transición, como el Sr. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, y el que fue presidente del mayor partido de derechas (que se definía como de centro, como las derechas siempre se han definido en España) durante aquel periodo, el Sr. Leopoldo Calvo Sotelo. Este último, el mismo año de su fallecimiento, subrayó que el diseño de la ley electoral (que se inició en las últimas fases de la dictadura) tuvo como objetivo la intención de frenar la presencia del Partido Comunista en las instituciones que llamaron representativas, forzando un sistema que tuvo poco de representativo.

Una consecuencia de ello es que, como he documentado en varias ocasiones (ver mi artículo “Cuestionando algunos de los análisis que se han hecho sobre las elecciones del 9 de marzo”, El Viejo Topo, julio-agosto 2008), en todas las elecciones generales durante el período democrático desde 1977 a 2008, la suma de votos a partidos de izquierdas en España había dado una cifra superior a los partidos de derechas (excepto en 1977, las primeras elecciones democráticas, en 1979, y en 2000, debido a la enorme abstención). Otros estudios más recientes confirman este análisis de la situación. En un excelente artículo de la ley electoral española aparecido en la revista El Siglo (“Una democracia por mejorar”, 09.11.15) se muestra que la ventaja de los votos de izquierda sobre los votos de derecha fue de más de dos millones y medio en 1982, de casi dos millones y medio en 1986, de menos de dos millones en 1989 y en 1992, de más de un millón en 1996, de menos de dos millones en 2004, y de casi un millón y medio en 2008. A pesar de ello, las izquierdas han gobernado con mayoría parlamentaria solo durante el periodo de 1982 a 1993 y el periodo de 2004 a 2008.

Muchas son las consecuencias de esta realidad, desde el enorme subdesarrollo y subfinanciación del Estado del Bienestar español (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, 2006), hasta el enorme fraude fiscal y las regresivas políticas tributarias. Añádase a esta situación de escasa calidad democrática, la escasísima diversidad ideológica de los medios de información que sistemáticamente discriminan a las izquierdas (ver mi artículo “El ‘New York Times’ lleva razón: no existe pluralidad en los medios”, Público, 19.11.15), siendo el gran apoyo de los mayores medios al nuevo partido de derechas Ciudadanos (la esperanza de las derechas) frente a la gran hostilidad hacia el nuevo partido Podemos y hacia IU, un indicador de ello.

Y la escasa proporcionalidad del sistema electoral se ha ido acentuando con añadidos y modificaciones a la ley electoral que hacen más difícil el ejercicio del voto. Un caso claro es la reforma del año 2011 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (aprobada por el gobierno Zapatero con el apoyo del PP, de CiU y del PNV) que tuvo como consecuencia aumentar la dificultad para votar a los ciudadanos españoles que viven en el extranjero (1.875.272 ciudadanos españoles que viven o están fuera de España del total de 36,5 millones de personas que tienen derecho al voto en España). Es un ejemplo más de clara manipulación mediática del gobierno conservador-neoliberal de la Generalitat de Catalunya, que acusó al gobierno central del partido conservador-neoliberal español de dificultar las votaciones de los catalanes que vivían o estaban en el extranjero, cuando, en realidad, ambos partidos –el español y el catalán- habían dificultado, con la nueva ley, el ejercicio de tal derecho.

Las muy insuficientes reformas del supuesto sistema democrático
La gran mayoría de reformas que se están proponiendo por parte de los partidos políticos se basan en deseados cambios en la gestión de los partidos, lo cual es importante, pero muy insuficiente. Que los partidos políticos españoles (incluyendo los catalanes) son partidos con escasa vocación democrática, queda ilustrado en el estudio Ranking 2015 sobre la calidad democrática de los partidos políticos españoles, que muestra que solo dos partidos (ambos de izquierda), Podemos y el Bloque Nacionalista Gallego, pueden ser considerados como partidos -en términos comparativos con los existentes en el Reino Unido y Alemania- merecedores de ser considerados partidos con democracia interna. Ni que decir tiene que incluso estos dos partidos tienen todavía un largo recorrido para alcanzar los niveles de democracia que deberían exigirse. Pero están claramente en la dirección de alcanzarlo. No así en el resto de partidos.

Ahora bien, otro tema esencial para que el sistema electoral pudiera definirse como democrático, sería conseguir que todo ciudadano tuviera la misma potestad de configurar la gobernanza del país (es decir, conseguir la representatividad proporcional). Esta es una reforma urgente y necesaria y que tendría un enorme impacto en la vida política del país. Pero se requeriría otra reforma igualmente necesaria y urgente, que es el establecimiento de formas de democracia directa, como los referéndums, a todos los niveles del Estado, desde el central, al autonómico y municipal. Y ahí estamos en pañales.

Existe una oposición antidemocrática por parte de los establishments político-mediáticos –lo que se define como la casta- hacia el ejercicio del derecho a decidir a todos los niveles. La oposición a que el pueblo catalán pueda ejercer tal derecho -que la mayoría de la población en Catalunya apoya- es un ejemplo de ello. La derecha española, PP y Ciudadanos, y la dirección del PSOE (de escasa vocación democrática), se oponen a dicho ejercicio. El PP y el PSOE, los máximos beneficiarios del sistema bipartidista, bases del Estado español, han sido los que se han opuesto más a la democratización del Estado. Ambos partidos de baja calidad democrática, se oponen al ejercicio de estas formas de democracia directa, que debilitarían su protagonismo. Y Ciudadanos se opone también, aunque por motivos diferentes. Su oposición al derecho a decidir es porque desea conseguir rentabilidad política de su supuesta defensa de la “unidad de España” (aunque el ejercicio de tal derecho resolvería precisamente las tensiones artificiales creadas por los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y también por CDC en Catalunya, pues tal deseo mostraría que la voluntad de la mayoría de los catalanes es permanecer en España, desmontando así los argumentos independentistas). Son precisamente estos partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) –que Pablo Iglesias ha definido correctamente como el búnquer- los que están incrementando el hastío y frustración en Catalunya hacia el Estado central, aumentando el independentismo.

Esta breve crítica del sistema llamado democrático aparece con plena evidencia en la nula diversidad ideológica que existe en los mayores medios de información (tanto públicos como privados) españoles, instrumentalizados por los poderes económicos y financieros y por los gobiernos, y que no ofrecen la pluralidad, veracidad y rigor que un sistema democrático exige. El artículo del New York Times que ha creado un gran revuelo en España no descubre nada que la mayoría de la población no conociera ya en España, pero que los medios continúan negando. Tanto los medios televisivos como la prensa en papel carecen de credibilidad en España, otro tema que he estado denunciando por mucho tiempo. En el último programa de Salvados, los dirigentes de los medios entrevistados atribuyeron el resultado de una encuesta realizada en Europa (que mostraba que la ciudadanía española era la que desconfiaba más de sus medios) a que los ciudadanos españoles tienen una vocación más crítica que los ciudadanos de otros países. No aceptaron –a pesar de la enorme evidencia de lo contrario- que el problema mayor era la abusiva instrumentalización de los medios por el poder financiero (la banca) con el cual están endeudados, y por los partidos gobernantes. Hoy, tales medios son un enorme obstáculo para el pleno desarrollo democrático de España. En realidad, el programa La Sexta Noche es un programa que –sin quererlo y sin ser su intención- muestra claramente el bajo nivel de democracia existente en España. Lo que se presenta como un debate, es una sarta de insultos, mezquindades, gritos y un largo etcétera (procedentes en su mayoría de los tertulianos de derechas) que muestra muy bien, por desgracia, la escasa calidad democrática existente en España. Así de claro.
Vicenç Navarro. Autor de Ataque a la democracia y al bienestar (Anagrama, 2015)

Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2015/11/23/le-llaman-democracia-en-espana-incluyendo-catalunya-pero-no-lo-es/

Público.es

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mejor unidos, como siempre. En memoria de Cipriano García y Ángel Rozas

I- Si algo ha demostrado la historia es que las derrotas de los trabajadores siempre han venido por la división o cuando se han dejado arrastrar por proyectos insolidarios. Los que firmamos este artículo somos personas que, en momentos difíciles, hemos dirigido las luchas de los trabajadores por la democracia y el bienestar social. Ahora vemos, con gran preocupación, que se nos quiere separar. Se pretende poner por encima de nuestros valores y compromisos solidarios unos proyectos identitarios, con el objetivo de dividir un Estado democrático que los trabajadores, más que nadie, fueron capaces de conquistar. Este problema se ha agravado por la crisis económica, por una sentencia del Tribunal Constitucional que modificó el nuevo Estatuto de Cataluña y por la política de los nacionalistas de encubrir sus medidas antisociales y la corrupción bajo la bandera de la separación.

Pero no olvidemos que las libertades y los derechos sociales conquistados —hoy en peligro— son el producto de las luchas de todos los españoles. Porque en todos los lugares hay hombres y mujeres que se levantan contra las injusticias, sabiendo que formamos parte de un proyecto común de avance social y que si nos va mal a unos les irá mal a todos.

II- Luchamos juntos contra la dictadura, fuimos represaliados, muchos perdieron la vida y otros conocimos la cárcel. Nuestros represores pertenecían a todos los territorios de España. Así se forjó el movimiento obrero de nuestro país, que fue decisivo en la conquista de las libertades. En las movilizaciones por la libertad sindical, la amnistía y los estatutos de autonomía, los trabajadores estuvieron a la cabeza, mientras los que hoy se presentan como adalides de confusas liberaciones nacionales, o no se enfrentaron a la dictadura con igual decisión o ni siquiera lo intentaron.

III- Se defendieron todas las causas justas sin pensar a qué territorios afectaban. Y si hoy existen notables diferencias de desarrollo entre distintas autonomías, no se debe a que unos seamos más listos o laboriosos que otros sino a que la desigualdad es una constante en el desarrollo del capitalismo y a que los diversos sectores de ese capital siempre han pactado repartirse las zonas de influencia. Eso explica, históricamente, las grandes corrientes migratorias en el interior de España, de las zonas más pobres a las más ricas. Pero también es indiscutible la contribución de esos emigrantes al desarrollo económico y a la conquista de las libertades en Cataluña. Nos interesa recordar que ya en junio de 1967, la Primera Asamblea Nacional de CC OO reconocía las reivindicaciones nacionales del País Vasco, Cataluña o Galicia "sin anteponerse a las de tipo social o sindical ni a la unidad de acción de todos los trabajadores españoles".

IV- Hoy la crisis económica se aborda provocando millones de desempleos, reduciendo salarios y pensiones, desahuciando a los más pobres, reduciendo las inversiones en educación y sanidad, facilitando el despido. Todo ello en el contexto de la corrupción más vergonzosa jamás conocida en el periodo democrático. Medidas antisociales y corrupción que afectan sobre todo a PP y a CiU, por mucho que este último se envuelva en la "independencia" con el fin de ocultar sus vergüenzas y sus políticas antisociales.

V- Siempre se han defendido, desde el mundo del trabajo, los derechos democráticos que han sido la expresión de su fuerza unitaria. Todo quebranto de dicha unidad conduciría a la debilidad del movimiento de los trabajadores, y de la izquierda. Es más, en la época de la globalización, en una UE que decide cada vez más sobre nuestros asuntos, las opciones de ruptura y división nos debilitarían hasta hacernos irrelevantes. No deberíamos olvidar nunca que la solidaridad es la esencia del sindicalismo y no hay acto más insolidario que desgajar una parte del conjunto cuando, como en este caso, es una de las más ricas. El que haya afiliados a favor de la independencia no debe ser obstáculo para que las organizaciones sindicales tengan una posición clara ante lo que supone un atentado contra los intereses de los trabajadores. Desde luego, no estamos por el inmovilismo actual. Apostamos por una reforma de la Constitución que amplíe los derechos sociales, que mejore nuestra convivencia democrática y el encaje de todos en una España mejor. Por eso los que luchamos juntos queremos seguir unidos dentro de una España y una Europa federales, garantía de que podremos avanzar en las conquistas sociales y democráticas.

 /  /  23 SEP 2015
Este artículo lo firman también Paco Acosta, Pedro Santiesteban y Miguel Ángel Zamora. Los autores son cofundadores de CC OO y fueron represaliados por la dictadura.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Independentismo, nacionalismo… y algunas alertas sobre “el parafascismo” Manuel Vázquez Montalbán y Lluís Llach conversaban hace trece años sobre lo que ahora es un debate en las calles

Como ocurre con algunos personajes (Ortega, Einstein, Bertrand Russell…), muchos nos preguntamos hoy qué dirían algunos de los nos preceden acerca de los debates de hoy. Manuel Vázquez Montalbán, el autor de Galíndez o Asesinato en el Comité Central y de la también inolvidable saga de Carvalho, es uno de esos personajes. De padre gallego y madre catalana, el prolífico escritor y pensador, nacido en 1939 y fallecido en 2003 en el aeropuerto de Bangkok, se pronunció sobre todo lo que ocurría en este país y en el mundo, desde el Papa a la cocina pasando por las heridas abiertas de la historia española. Un año antes de su muerte se sentó con el escritor y profesor Víctor Sampedro y con el cantautor Lluís Llach (Gerona, 1948). El propósito era charlar para un libro (que se publicó en 2002, con el título Ciudadanos de Babel, publicado por la Fundación Contamíname y Punto de Lectura). El asunto que les correspondió tratar en ese volumen, en el que participaron otros dúos, fue nacionalismo y memoria histórica. Aquí publicamos extractos de esa conversación que hoy arroja luz sobre lo que decía entonces Manuel Vázquez Montalbán y lo que aportaba a la discusión de aquel momento Lluís Llach. Este último es actualmente candidato de la coalición independentista Junts pel Sí.

El escritor Manuel Vázquez Montalbán en 2002. / C. BAUTISTA

Manuel Vázquez Montalbán.
En mi opinión, la política cultural de la Generalitat cometió la torpeza de entender que sólo se tenía que dedicar a normalización lingüística del catalán, sin asumir una posición con respecto al castellano. Esto produjo la impresión de que se creaban pautas lingüísticas para que el catalán se convirtiera en la lengua hegemónica. Se imponía la lógica de que Cataluña es una nación que tiene una lengua propia, que es el catalán. Pero, en cambio, se ignoraba o no se asumía que el castellano era una lengua totalmente viva, coexistente y cohabitante; que además se correspondía con casi el 50% de la población. Esto hubiera implicado el desarrollo de una política lingüística hacia el castellano, no como la lengua propia. Pero tampoco se puede considerar impropia una lengua que hablan la mitad de los habitantes de un país, que entiende el resto y que sirve a todos para comunicarse con el resto del Estado.

Lluís Llach.
Cuando los mismos que dirigen la Transición la ven peligrar renuncian primero (…) a la unión de las izquierdas y los nacionalismos. Aquí esto provoca rechazo porque (siendo muy esquemático, y que Manolo me disculpe) a los nacionalistas nos deja en muy mala posición. De alguna manera perdemos aquel cuerpo de alianzas que considerábamos casi naturales. El nacionalismo, además, poco a poco se convierte en Catalunya en un patrimonio totalmente falso. Lo intenta monopolizar una gente que se define sólo o principalmente como nacionalista, porque quiere esconder sus intereses de derechas de toda la vida. Cosa que también se debe matizar, porque es más complicado

El cantautor Lluís Llach. / PERE DURAN
Convergencia i Unió es una cosa muy rara como para identificarla con el PP. Para entendernos, no es una derecha normal. Sobre todo (…), aún no ha cambiado. Y todavía esperamos un poco ese cambio, mientras que aquí ya podríamos… Es complicado.

MVM. Remontándonos un poco, tras la Guerra Civil quedan dos grandes núcleos supervivientes del nacionalismo: una tendencia moderada que, en definitiva, capitalizan Jordi Pujol y el nacionalismo de las capas populares, liderado por Esquerra republicana. Este partido fue mayoritario hasta el punto que hegemonizó el gobierno en Cataluña durante buena parte de la Guerra Civil. Sus precedentes en la Generalitat, así como sus ministros, ofrecen una lectura diferente del hecho nacionalista a la que hace CiU. Ahora bien, el pujolismo resulta complejo porque aglutina desde exalcaldes franquistas, que para seguir en el cargo se transformaron en pujolistas, hasta capas populares con posturas nacionalistas e, incluso, independentistas. Una mezcla típicamente pujolista.

LL.LL. Y a menudo olvidamos un dato clave. Convergència consiguió resultados muy escasos en las primeras elecciones que hubo en este país, donde la gente se expresó de manera limpia –coaccionada por toda la historia—pero aún así con claridad –no hubo tiempo de manipularla demasiado—sobre esos asuntos. El pujolismo apenas alcanzó, no sé, el 12 u 11% de los votos.

MVM. [Tras el 23 F] El PSOE y el PP alcanzaron un pacto antinacionalista para ir recortando el proyecto autonómico, porque consideraban que había sido una de las causas que forzaron a los militares a intentar dar el golpe de Estado. Eso generó un sentimiento de retroceso que Pujol capitalizó. Luego capitalizará otro hecho que considero un craso error histórico. Le procesaron por [el caso] Banco Catalana, quince días después de ganar las elecciones. Esto le proporcionó el hábito de perseguido por el centralismo madrileño, encarnado en los fiscales de aquí. Eran muy próximos a la izquierda, pero que se equivocaron clarísimamente de vía. Pujol, además, reúne un cúmulo de atributos. Para empezar es el único personaje político actual que ha sido torturado por Franco. Deberíamos conservarlo en algún museo del hombre, porque es el único [risas de Lluís]. También a nivel europeo, porque allí se recuperaron derechistas que sirvieran como recurso democrático. Él, en cambio, sí es un torturado. Ese pasado le confirió otro halo que le sirve para coincidir con muchos sectores. (…) Un último elemento que sirve de referente externo de la singularidad catalana son las diferencias de este nacionalismo con el vasco. Sin embargo, juzgados desde Madrid, me he encontrado muchas veces la sorpresa de que casi irrita más el nacionalismo catalán por fijar el hecho diferencial en la lengua. Además dicen que es una cosa tacaña, tan usurera que incluso aplica la usura respecto a la violencia, mientras que el nacionalismo vasco al menos se muestra más explícito, claro y campechano.

Víctor Sampedro. De la identidad de objetivos entre izquierdas y nacionalismos se ha pasado a otro imaginario más actual y presente en muchos que ya no se definen como izquierdistas sino sólo progresistas. Cada vez más se expresa y cunde en aquellas zonas del Estado que no son el País Vasco o Cataluña. Me refiero a la identificación del nacionalismo con ritos atávicos, irracionalismo y, directamente, con el germen de las manifestaciones fascistas. Sin dudar de las razones, evidentes a veces, para establecer esa igualdad, pudiera llevar a la deslegitimación absoluta de ciertas ideologías y actores políticos, de los que habéis hablado y que colaboraron mucho en la transición.

MVM. Bueno, creo que el nacionalismo tiene un cierto riesgo de derivar hacia una forma de fascismo, según como se interprete o analice.

LL. LL. Está clarísimo.

MVM. Cabría recuperar alguna de las afirmaciones de Lenin que, a pesar de que haya caído el Muro de Berlín, de vez en cuando sirven. Dice que existen nacionalismos opresores y a la defensiva y que es preciso apostar por los últimos. Puede que sirva como principio teórico. La defensa del derecho nacional me parece legítima hasta que no se produzca una situación de auténtica igualdad de oportunidades y para evitar que se manipule la propia identidad. Ahora bien, cuando pasa a ser un factor excluyente, que persigue todo aquello que no adopta exactamente la misma posición, reproduce el discurso único al que se opone por otros procedimientos.

LL.LL. Me preocupa que se crea que el nacionalismo se reduce al mero sentimiento. Aunque es verdad que mucha gente lo vive de ese modo. Pero lo mismo se puede decir del socialismo o la preocupación por lo social. (…) Para muchos de nosotros el nacionalismo ofrece, ante todo, una teoría y una praxis de liberación colectiva. Responde a la aspiración de que los ciudadanos de cierto país se puedan realizar mejor, en sus vidas y en el plano colectivo. Porque es muy difícil separar lo uno de lo otro. La manipulación de reducir el nacionalismo a los sentimientos y olvidar todo el proyecto de liberación colectiva que hay detrás, me parece demasiado sesgada. Y no ayuda nada a la comprensión. En mi caso, por ejemplo, me niego a ser nacionalista de barretina, bandera y fronteras. Es que me niego. Me jodería mucho haber participado en alguna cosa de ese tipo. Y si lo he hecho dimito inmediatamente de mi nacionalismo. De los símbolos de la nación que circulan, algunos son legítimos y otros, el resultado del mercadeo de las ideas y nociones de la identidad. Posiblemente tengan que cambiar muchas cosas en el contexto estatal y diría que también en el marco europeo. En ambos niveles resultan evidentes las secuelas y ostentaciones parafacistas del nacionalismo. (…) Todo en sociedad se presenta de forma plural, el nacionalismo también. Aunque es cierto que el imaginario de identidad que se nos está proponiendo en Cataluña choca con la mezcla y el matiz, que son casi la esencia misma del país. Pero estamos época de pocos matices, de barbaridades malsonantes y a veces nosotros también caemos en esa tentación. (…) El nacionalismo ha de estar al servicio del ser humano; si no, no sirve para nada.

MVM. (…) Las razones para defender la identidad catalana resultan obvias. Los motivos para sentirte integrado dentro de una comunidad española yo, al menos, las tengo claras también, por cuanto reconozco muchas raíces comunes con el resto de la gente. No tengo, en cambio, ninguna conexión con la idea metafísica de España.

LL. LL. Para que la gente pueda entenderse ha de disponer de un léxico más o menos de verdad. España y ninguna otra entidad nacional no se construyen si funcionamos desde mentiras históricas. (…) Siempre me he mantenido muy en contacto con el independentismo, pero personalmente no me siento independentista. Se podría afirmar que el independentismo catalán se justifica sólo porque no hay un proyecto español capaz de desmotivarnos. Si España se plantea como un proyecto de convivencia, libertad y autogestión de los diferentes pueblos que la conforman; independentista, ¿por qué? Pero, ¿para qué? Si ya no tendría ninguna gracia. (…) En suma, cuando discutan sobre nacionalismo o independentismo deberían entender que si a nosotros España nos ofrece un proyecto de futuro magnífico, entonces ¿para qué? ¿Por qué seguir con las etiquetas?

MVM. Los modelos posibles, alternativos al autonómico, ya están ahí: el federalista, el confederalista y el debate sobre el nacionalismo simétrico o asimétrico. (…) Tenemos que llegar a una especie de nuevo pacto de Estado que refleje esas diversidades y considere factores de soberanismo, que es una palabra que ahora está mucho en el candelero.
http://politica.elpais.com/politica/2015/09/11/actualidad/1441990802_278107.html

domingo, 11 de enero de 2015

La Historia contra la termodinámica. La tentación de explicar las cosas recurriendo a entes esenciales a los que se atribuyen intenciones, voluntad, aspiraciones e identidad colectiva tiene consecuencias desastrosas. Entre ellas, la pérdida del sentido común

Entre artistas, o al menos entre algunos artistas, no es raro escuchar la boutade de que el presente determina el pasado. Algunos, campanudos, apelan, con descuido y apresuramiento, a extravagantes interpretaciones de ciertos resultados de la mecánica cuántica, aunque lo más común es referirse a una particular genealogía de genios, siempre estupenda, que inexorablemente conduce a ellos mismos. Su obra iluminaría a los clásicos que, en una suerte de principio antrópico-estético, habrían venido al mundo para que ellos pudieran llegar a cuajar. Una vanidad adolescente que, en todo caso, nada tiene que ver con el extravío según el cual el presente modifica el pasado. Sin ir más lejos, cuando Borges, que medía con precisión de agrimensor el calibre de sus palabras, sostenía que “todo escritor elige a sus predecesores”, se limitaba a constatar que nuestra mirada nos lleva a seleccionar ciertas trazas del pasado. Nuestra mirada presente, la de hoy. El pasado queda intacto. Cosas de las leyes de la termodinámica, las más firmes entre las firmes. Las que nadie se puede saltar.

Tampoco los historiadores. Incluso cuando sostienen, como Josep Fontana en una entrevista reciente, que una manifestación de hace un par de años está en el origen de su reciente libro sobre una identidad colectiva, la catalana, que, según él, se remonta a varios siglos atrás. Una identidad que contrapone a la española. Así, a lo grande. La contraposición la juzga tan rotunda y de principio que, como si hiciera suya la versión más radical de la endeble tesis de Sapir-Wolf, se ha negado a traducir su libro al castellano porque “quería explicar cosas a gente que tiene la misma cultura, que ha tenido las mismas experiencias, que se ha encontrado con los mismos problemas y con la que tenemos una visión del mundo compartida, que es lo que acaba fabricando toda esta identidad”. Para aclarar el sentido de sus palabras precisa: “He escrito este libro pensando en lectores catalanes. Si he de hacer los mismos razonamientos a lectores castellanos, lo tendría que reescribir completamente. Y no sé si vale la pena el esfuerzo”.

No es una rareza la vocación nacionalista de los historiadores, calificados con frecuencia como nation-builders. Está bien documentada la versión turbulenta de ese vínculo, una común genealogía entre romanticismo, nacionalismo étnico-cultural e historicismo. Es seguramente la veta más honda del pensamiento reaccionario, en sentido literal, el que reacciona contra la Ilustración y, al servicio de esa operación, invoca la existencia de un particular espíritu de cada pueblo (Volksgeist), a medio camino entre la biología (la raza) y la cultura (la lengua), como fuente de legitimidad de las comunidades políticas contrapuesta a los principios universales y emancipadores de las revoluciones democráticas.

Aunque tales trazos espesos ya nadie, o casi nadie, los repite, es cierto que, con independencia de los fervores patrióticos de cada cual, hay algo de inevitable en el oficio y la perspectiva que allana el camino a la proliferación de sesgos nacionalistas. La simple idea de biografiar una comunidad conduce con naturalidad a presumir la existencia una entidad esencial que experimenta la historia, una entidad con un origen y un perímetro, unas fronteras. A esa entidad le pasan cosas, pero ella, por así decir, persiste. Le transcurren los acontecimientos, en lugar de ser ella misma un transcurso, o, por mejor decir, una trama de transcursos más o menos deshilachada.

Es la veta más honda del pensamiento reaccionario: el que reacciona contra la Ilustración

Ese peaje resulta casi inexorable: el acto de elegir el objeto de investigación propicia la disposición a convertirlo en (clase) natural. Viene a ser algo parecido a lo que sucede con quienes investigan asuntos como “el deporte”, “las emociones” o “la enfermedad”, que, si no andan con cautelas, acaban por dar por supuesto que hay una suerte de esencias inmutables compartidas lo bastante relevantes como para justificar teorías generales de deporte (desde la halterofilia al ajedrez), de la emoción (desde el miedo al amor) o la enfermedad (desde la tuberculosis hasta el cáncer).

En todo caso, cuando el investigador se toma en serio su quehacer y se compromete en la búsqueda la verdad, controla ese tributo, se previene frente a las tentaciones esencialistas y matiza el alcance de sus juicios. Desde luego la tarea no es sencilla. Y es que diversas peculiaridades metódicas de la disciplina contribuyen a que se multipliquen las posibilidades de dejarse vencer por las anteojeras y entregarse a unas esencias que facilitan mucho la tarea de levantar “explicaciones”, tan falaces como económicas.

Cualquier acontecimiento es el resultado de un conjunto innumerable de causas. Quien apela al frío para explicar la muerte de unos indigentes omite la pobreza (y mil circunstancias más: estado físico, ignorancia, la termodinámica, etcétera). Normalmente, al explicar destacamos, entre las causas concurrentes, la menos obvia, la que ignora nuestro interlocutor. Pero la mera existencia de la tal diversidad permite que, del saco de las causas, cada uno extraiga la que quiera.

El problema se ahonda cuando se trata de procesos o secuencias de acontecimientos. Entonces el surtido se dispara y cada cual encuentra lo que viene a buscar. No es raro ver cómo se expurgan cuatro informaciones parciales, que pueden ser correctas, para levantar edificios de ficción, sin ponderar si hay otras contrapuestas o su peso real, cualitativo o cuantitativo, porque no es lo mismo una hoja parroquial o un diario personal que una portada de The Economist o el preámbulo de una Constitución.

Caben más posibilidades para cultivar la arbitrariedad, entre ellas la más importante: la identificación del momento cumbre que fija la esencia de la sociedad provista de todas las virtudes que, retrospectivamente, se recrearán. Lo demás, anterior o posterior, sería simple aderezo. Lo hemos visto en este tiempo. La Cataluña de 1700, igualitaria, democrática, cívica, dialogante y pacífica, sería la genuina y, lo que venga después, sobre todo si se juzga mal, aparecerá como resultado de una contaminación “externa”, de España.

En ese relato, la Cataluña de 1700 es la genuina: igualitaria, democrática, dialogante y pacífica

La operación se complementa mediante un uso incontrolado de los contrafácticos: lo que no sucedió no se utiliza como la inevitable herramienta para explicar lo que sucedió, sino para conjeturar historias fantásticas que como consecuencia de la contaminación, no llegaron a puerto y que, de no haberse frustrado, habrían conducido al mejor mundo posible. Una secuencia de (falaces) cadenas de plausibilidad (esto habría llevado a lo otro, lo otro a lo de más allá, etcétera) refuerzan un delirio que aumenta con el número de eslabones intermedios entre el recreado pasado glorioso y el fascinante mundo posible que pudo haber sido y no es y que ahora sirve para cultivar un inacabable reproche retrospectivo: ¡con lo que nosotros podríamos haber sido! Está de más decir que, en esta operación, resulta muy conveniente disponer de un arsenal de palabras que hoy designan realidades diferentes de —si no opuestas a— las que designaron en otro tiempo: constituciones, libertades, parlamentos.

En ese relato el marco conceptual no es un entramado de clases, relaciones económicas o luchas de poder, sino un conflicto entre entes esenciales (España y Cataluña) a los que se atribuyen intenciones, aspiraciones, voluntad y, sobre todo, identidad colectiva. El guión se repite en estos días cuando se utilizan fórmulas como “España odia a Cataluña” o —la mejor intencionada, pero no menos imbécil— “España ha de resultar atractiva para Cataluña”.

En disciplinas con protocolos imprecisos la falta de cautela autocrítica, como de otras virtudes epistémicas, tiene desastrosas consecuencias, incluso entre los mejores. Entre ellas, la pérdida del sentido común. La tesis de la identidad de los pueblos quiere decir, operacionalizada, que yo tengo más que ver con un tipo vestido de sayo de velarte o calzas de velludo, incapaz de entender cosas como el derecho al voto de la mujer, la luz eléctrica, el alcantarillado, el transporte público y hasta la idea misma de identidad cultural, que con otro con el que discuto en Facebook, comparto el miedo al ébola, el cambio climático o el IS y, juntos, hemos visto cambiar hasta tal punto nuestro país que ni siquiera nuestros abuelos entenderían lo que acabo de contar.

Félix Ovejero es profesor de la Universidad de Barcelona. Su último libro publicado es El compromiso del creador (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).
http://elpais.com/elpais/2014/12/17/opinion/1418825824_130081.html

sábado, 2 de agosto de 2014

Jordi Pujol o Blancanieves

A Jordi Pujol, un día de 1960, lo pillaron in fraganti entonando a grito pelado El cant de la Senyera en el graderío del Palau de la Música delante de cuatro ministros. He aquí las consecuencias: dos años y ocho meses de prisión para el cantante, 100 millones de beneficios en el primer ejercicio bancario; el mártir orina sangre en los interrogatorios, 200 millones de ganancias; el héroe sale de la cárcel y es confinado a Gerona, 300 millones de superávit; Jordi Pujol vuelve en olor de reunión clandestina, en plan adalid de sótano, el abad le bendice, y ya tiene 400 millones en el haber, aparte de la fe y el descuento de letras.

Jordi Pujol nació en Barcelona en el año 1930, nieto de unos payeses de Premià de Dalt. En aquel tiempo cualquier catalán con futuro tenía la obligación de llegar a este mundo en el seno de una familia de fabricantes de hilatura o de menestrales con botica, gorra y guardapolvo, pero el padre de Jordi Pujol, vástago de un industrial del corcho venido a menos, con negocios de tapones para champaña francés, sólo trabajaba de empleado en la banca Marsans. Era uno de esos subalternos de botones dorados que sella pólizas de crédito con estampilla, se alimenta de escudella, vota a Esquerra Republicana, pero teme a Dios y a los guardias. Entonces la infancia parecía un abril lleno de himnos y por las Ramblas corría la libertad con barretina, había alegres escopetazos sindicalistas y pasteles de crema para burgueses con canotier, novios anarquistas con cananas bajaban de la Font del Gat repartiéndose cartuchos, las criadas cantaban la Santa Espina por el patio de luces, el camarada Companys saludaba a la senyera con el sombrero en la tetilla y los hombros salpicados de caspa, el señor Esteve tomaba la última zarzaparrilla en el bar La Puñalada y el parvulillo Pujol iba a la escuela Blanquerna, donde en el teatrillo de fin de curso él siempre hacía el papel de enanito del bosque en el cuento de Blancanieves. De pronto, en medio de la fiesta comenzó una lluvia de hierros.

Adolescente con cantimplora
Jordi Pujol pasó la guerra con los abuelos payeses en el pueblo del Ampurdán. Su niñez campestre está dorada con pan de maíz y butifarra casera, lejanas noticias del bombardeo de la ciudad, cunetas con milicianos, carretas con colchones que van al exilio y primeros ejercicios solitarios con la gramática catalana de Marvá entre vacas de estilo románico. También hay en su adolescencia la melancolía de una gripe en cuyo ámbito evanescente el infante leyó El sentiment de la pátria, de Maragall, y Elogi a Catalunya, de Vallés i Pujals, empanado con dos cataplasmas de harina de linaza, mientras en la Díagonal tropas nacionales y obispos con correajes, falangistas, rentistas y monjas redivivas celebraban una misa de victoria sobre los escombros.
...

Fuente: Artículo publicado en El País por Manuel Vicent en el 83. Leer todo aquí,
http://elpais.com/diario/1983/11/12/sociedad/437439602_850215.html

lunes, 16 de diciembre de 2013

El debate que todo lo oscurece

Se nos distrae a los españoles con la excusa de Cataluña y se distrae a los catalanes con la excusa de España


A la vuelta de las vacaciones navideñas se pondrán en marcha las maquinarias electorales: en mayo se celebrarán las elecciones europeas y algunos no descartan la posibilidad de que se junten con unas elecciones andaluzas, en el caso de que la nueva presidenta de la Junta decida adelantarlas para someterse al voto directo de los ciudadanos.

Sea como sea, empezará un año delicado desde el punto de vista político: la recuperación económica, de producirse, no tendrá efectos apreciables sobre los ciudadanos; por el contrario, se empezará a notar cómo los recortes se han transformado en auténticas reformas estructurales que dañan el núcleo del sistema sanitario, educativo, judicial y asistencial. Cubriéndolo todo, e impidiendo casi cualquier otro análisis, se acelerará el debate catalán, colocado ya en el disparadero por la intención de Artur Mas de convocar antes de fin de año una consulta sobre la independencia.

La situación va a depender mucho de cómo se quiera conducir este último capítulo. De un lado, por parte de CiU, por supuesto, pero también por parte del PP. El presidente del Gobierno advirtió ya que la consulta catalana se sitúa fuera de la Constitución, por lo que ningún Gobierno español podrá nunca autorizarla. Rajoy cuenta con el apoyo del PSOE (295 diputados sobre un total de 350). Rubalcaba fue terminante al calificar la hipotética consulta de “referéndum de autodeterminación”.

A la vuelta de las vacaciones navideñas se pondrán en marcha las maquinarias electorales: en mayo se celebrarán las elecciones europeas y algunos no descartan la posibilidad de que se junten con unas elecciones andaluzas, en el caso de que la nueva presidenta de la Junta decida adelantarlas para someterse al voto directo de los ciudadanos
...Más en El País. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ.

jueves, 12 de diciembre de 2013

El ataque a la Catalunya social

Los últimos datos del Eurostat, la agencia de recogida de datos de la Unión Europea (UE), y del Idescat, la agencia de recogida de datos de Catalunya (con datos homologables a los del Eurostat), permiten conocer la situación social de España, incluyendo Catalunya. Tales datos muestran un gran deterioro de la situación social en España y en Catalunya. En este artículo me centro en Catalunya, donde tal deterioro ha sido incluso más acentuado, y en las razones para tal deterioro comparando la situación de Catalunya con el promedio de los países de la UE-15.

Empecemos por el mercado de trabajo. La tasa de ocupación de la población es mucho más baja en Catalunya que en el grupo de países de la UE de similar desarrollo económico al nuestro (es decir, a la UE-15), y esto se debe a la escasa disponibilidad y gran destrucción de puestos de trabajo que caracterizan el espectacular deterioro del mercado de trabajo. Esto también explica la elevadísima desocupación (especialmente elevada entre los jóvenes), una de las más altas de la UE-15, una situación que no cambia. El porcentaje de personas que están paradas durante más de un año es casi tres veces más elevado en Catalunya que en la UE-15. Catalunya es también uno de los países de la UE-15 con mayor precariedad entre los trabajadores. Es más, y en contra de la opinión de los economistas ultraliberales que tienen gran visibilidad en los medios de información, tanto privados como públicos, incluyendo los medios públicos catalanes, como TV3 y Catalunya Ràdio, Catalunya es uno de los países con mayor flexibilidad laboral, como lo muestra el hecho de que Catalunya tenga uno de los porcentajes más bajos de trabajadores con contrato fijo de la UE-15. Y es también uno de los que tiene salarios más bajos (y que han bajado incluso más durante los años de crisis).

Una situación igualmente preocupante aparece en cuanto al gasto público social (que financia la sanidad pública, la educación pública, los servicios sociales públicos, las escuelas de infancia públicas, los servicios de dependencia públicos, la vivienda social, y un largo etcétera). Catalunya tiene uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, y esto a pesar de ser uno de los países más ricos de la UE-15 (su PIB per cápita es el 110% del de la media de la UE-15). Este menor gasto público no se debe al hecho de que Catalunya tenga menos necesidades. Todo lo contrario. En educación, por ejemplo, el porcentaje de la población de 20 a 64 años que ha conseguido al menos la enseñanza secundaria es de los más bajos de la UE-15. Una cosa parecida ocurre en la sanidad pública, una de las sanidades europeas con menor gasto público sanitario por habitante.

Y en contra de lo que la sabiduría convencional mediática y política promueve en Catalunya, la mayor causa de este deterioro de la Catalunya social no se debe primordialmente al déficit fiscal (llamado belicosamente por los independentistas catalanes “expolio de Catalunya por el Estado español”) –que existe, aunque en cantidades menores de las que se presentan por ellos, como he documentado en mis trabajos–, sino en el “expolio de una clase (las clases populares) por una minoría (que vive en Catalunya y es catalana)”. Las leyes que han causado este deterioro de la situación social de Catalunya, perjudicando a las clases populares (con las sucesivas reformas laborales y los recortes sociales), las han aprobado partidos políticos catalanes en las Cortes españolas, que sistemáticamente han favorecido a una minoría a costa de la mayoría de la población. Y algunos de ellos (representantes de las minorías), como CiUhan prometido, como ocurrió hace unos días, al mundo empresarial que cuando consigan la independencia bajarán sus impuestos, mientras que algunos de los gurús ultraliberales independentistas que aparecen en TV3 son conocidos defensores de la total privatización de las pensiones públicas.

La mayor causa del atraso histórico de la Catalunya social es el enorme dominio que las fuerzas conservadoras y liberales (en alianza con las fuerzas políticas de la misma sensibilidad política existentes en el Estado español) han tenido en la vida política y mediática de Catalunya (y España, de la cual Catalunya es parte) desde los años cuarenta, tanto durante la dictadura como durante el periodo democrático. No es por casualidad que los países que están también a la cola de la UE-15, que son Grecia y Portugal, hayan sido países que han tenido dictaduras ultraconservadoras sustituidas por democracias muy limitadas, altamente influenciadas por intereses económicos y financieros que han configurado sus políticas públicas. Hablar solo de nación sin hablar de clase es insuficiente para entender el problema social de Catalunya. Esta es la realidad ignorada, cuando no ocultada, en los mayores medios de información y persuasión en Catalunya.
Vicenç Navarro.
El Plural

viernes, 18 de octubre de 2013

Entrevista a Francisco Morente Valero, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona "Los que están al mando de las máquinas han apostado por el choque de trenes"

Jordi Bernal. Crónica Global

El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Francisco Morente Valero (Granada, 1961) no es precisamente optimista con la resolución del debate (o batiburrillo) sobre consultas decisorias y referéndums soberanistas. Piensa que los que están al mando de las máquinas (tanto en Barcelona como en Madrid) no tienen la más mínima intención de entender al otro, el primer y fundamental paso para el diálogo y la negociación. El profesor Morente aboga por la elaboración de una nueva Constitución que "contemple el federalismo como una opción para acabar con la cuestión territorial española". A menudo, a los federalistas se les tacha de bienintencionados con nula influencia ni respaldo en sus tesis allende el Ebro. A esta crítica, el profesor Morente responde con una pregunta: "¿Va a ser más fácil negociar la independencia que una reforma constitucional que permita un buen modelo federalista?". En su reciente artículo en El País, apuntaba un modelo federal para, entre otras cosas, profundizar en el autogobierno. ¿El actual Estado de las Autonomías no otorga ya más autogobierno a las Comunidades Autónomas que, por ejemplo, un sistema federal como el alemán?

Creo que a día de hoy los límites del actual modelo están muy claros, y un sistema federal, de los muchos que hay, pues el alemán es sólo uno de los posibles, podría, bien diseñado, aumentar el autogobierno de los estados federados.

Desde los partidos de izquierda hablan de federalismo pero da la sensación de que no acaban de concretar. Incluso hay un sector importante del PSOE que directamente no acepta un cambio de modelo.

Hay una tradición federalista de la izquierda más importante de lo que se ha querido aceptar. Y es cierto que hasta ahora no ha habido por parte de los que defendían formulaciones federales, PSOE, PSC e IU, una propuesta concreta de reforma de la Constitución en un sentido federal. Por ejemplo, la declaración de Granada del PSOE no deja de ser bastante vaga en muchos aspectos, e incluso algunos autores no le reconocen ni siquiera el carácter de verdadera propuesta federal. Pienso que es una consideración excesivamente poco generosa, pero es verdad que hasta ahora no ha habido un planteamiento claro. Para mí sería necesario la elaboración de una nueva Constitución que incluyera no sólo la cuestión de la organización territorial sino que abordara otras cuestiones en las cuales el articulado actual ha quedado claramente desfasado.

¿Cree que debería incluir la posibilidad de un referéndum soberanista?
Eso debería ser resultado de una negociación. Me resulta difícil pensar en una constitución que incluya un referéndum de ese tipo. Si uno mira el constitucionalismo comparado no encuentra por el mundo muchas constituciones que reconozcan explícitamente el derecho a la separación de sus territorios y que incluyan los mecanismos para llevarlo a cabo. Otra cosa es que, sin reconocerlo de una manera expresa, esos estados puedan arbitrar este tipo de procedimientos. Pero me gustaría que alguien me dijera una constitución de los países homologables a España que lo recoja en el propio articulado constitucional.

¿En la consulta debería votar el conjunto de los españoles?
Si se llegara a la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña dentro de los marcos legales, creo que no tendría sentido que votara toda España. En Québec no votó todo Canadá ni en Escocia va a votar toda la población del Reino Unido. Otra cosa es si previamente se tuvieran que hacer cambios constitucionales para que todo fuera legal. Evidentemente, ahí tendría que opinar el conjunto de los españoles. No olvidemos que, al fin y al cabo, la independencia de Cataluña implica un cambio de la estructura territorial del resto de los españoles. Por lo tanto alguna cosa tendrían que decir, pero no creo que en el momento de decidir sí o no a la independencia sino en otra fase del proceso.

Apunta que se está actuando de manera "urgente" y con una fecha que "no es neutral".
Parto de la base de que realmente es muy difícil, por no decir imposible, que en 2014 se pueda realizar un referéndum acordado o, como sugería el presidente autonómico Mas, tolerado por parte del Gobierno español. Creo que en estas condiciones no se va a producir. Por otro lado, parece que hay una urgencia enorme por parte de los que defienden la opción secesionista por llevar a cabo el referéndum cuanto antes. 2014 no es razonable por muchos motivos. Primero porque el año no es neutral, y de ahí parte de las prisas. Se trata de una fecha en la que desde el punto de vista institucional hay una programación de actos en torno al tricentenario que fácilmente pueden llevar a la creación de un ambiente que no sería en absoluto neutral para una decisión tan importante. Pero además creo que hace falta un debate sereno sobre la cuestión. Hasta el momento el tema se está discutiendo sobre el derecho a decidir, que no significa lo mismo que la independencia. Y los argumentos a favor o en contra de la independencia brillan por su ausencia. No se ha producido una explicación seria, detallada, rigurosa, no partidista de las ventajas o de los inconvenientes de la independencia. Eso requiere un tiempo y serenidad. Recordemos que en Escocia se dieron dos años desde que se acordó la realización del referéndum hasta su celebración para poder discutir con tranquilidad, con seriedad sobre la cuestión.

En el caso de Escocia el referéndum no ha congelado la política del país. En Cataluña es innegable una parálisis de gobierno, una incapacidad para abordar problemas sociales y económicos muy serios.
Eso es fundamental. No soy de los que opinan que esto es un montaje para tapar los recortes. Creo que es una interpretación simplista y que no atiende a la corriente de fondo que hay detrás del movimiento secesionista. Pero la realidad es que sin ser un montaje para tapar los recortes está sirviendo para taparlos. Algunos lo están utilizando para tapar los recortes de la política social, los recortes absolutamente liquidadores del Estado del bienestar, que el gobierno de Mas ha llevado a cabo en los últimos tres años. Por lo tanto, hay una realidad de parálisis de la actividad de gobierno y legislativa en Cataluña. Tenemos al único Gobierno autonómico que no ha sido capaz de aprobar unos presupuestos para este año. Debe de ser un caso prácticamente único de gobierno que en su primer año de mandato, de los cuatro que tiene, ya no consigue aprobar los presupuestos. Además, los casos de corrupción en Cataluña no van a la zaga de los que están ocurriendo en el resto de España, y eso sí que se está tapando clarísimamente con la bandera.

¿Cree que se está utilizando la historia como arma propagandística?
Es bastante inevitable. La historia es utilizada sistemáticamente como arma propagandística en este tema y en cualquier otro importante del debate político. Siempre ha sido así. También existe una manipulación clara en medios españolistas en Madrid y otros lugares de lo que ha sido la trayectoria de España y Cataluña en los dos últimos siglos. Pero eso no me sorprende, no es ninguna novedad.

También hay un interés reiterado por equiparar los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil a partir de las barbaridades que se cometen en toda guerra e incluso justificar el alzamiento militar pretextando la deslealtad que una parte de la izquierda tuvo durante la II República.

Los dos nacionalismos se dan la mano. Siempre he pensado que al nacionalismo catalán nada le iba mejor que, por ejemplo, un Rodríguez Ibarra soltando las tonterías que acostumbraba a soltar, al igual que a un nacionalista español no le va nada mejor que cualquier exabrupto que algún líder nacionalista catalán más próximo al independentismo pueda soltar. Los ejemplos de burradas abundan por los dos lados. Esta interpretación de la historia a la que hace referencia también parece darse la mano. Desde medios de la derecha española prácticamente parece que nos situamos en los prolegómenos de 1936, lo cual no tiene sentido. Pero en los medios nacionalistas catalanes es frecuente leer o dejar entrever que estamos en un episodio más de la vieja, antigua y persistente agresión del Estado español de la cual la Guerra Civil fue uno de los últimos ejemplos. En fin, esa idea según la cual la Guerra Civil fue una contienda de España contra Cataluña, que obviamente no se sostiene desde ningún punto de vista.

De hecho, a menudo se presenta la Guerra de Sucesión como una contienda de secesión...
Exactamente. La Guerra de Sucesión fue además de carácter internacional y una guerra civil. Pero una guerra civil no solo entre súbditos de la monarquía española, sino una guerra dentro de territorios de la geografía española. No suele decirse que de felipistas y austriacistas hubo en Cataluña, en Castilla y en otros lugares. No hubo un alineamiento inequívoco de Cataluña con un bando y Castilla con otro. Esto no quita que el resultado tuviera las repercusiones para las instituciones del gobierno de Cataluña que tuvo.

¿La comparación del nacionalismo catalán con el nazismo y el fascismo no es una banalización histórica?
No es sólo una banalización sino también una comparación injustificable. Y en este caso pienso que los nacionalistas catalanes tienen toda la razón. Cuando desde tribunas sólidas, medios de prensa importantes y a veces desde declaraciones de políticos de cierto nivel de partidos de ámbito español, se equipara el nacionalismo catalán con el nazismo, se está haciendo un flaco favor a la convivencia, se está falseando la realidad y, por lo tanto, se está actuando de una manera ignominiosa. Dicho esto también hay que señalar que en Cataluña es muy habitual llamar fascista a un españolista de derechas. Y esto es tan ignominioso e igualmente banal. Curiosamente no se acostumbra a denunciar.

Llamar fascista o franquista...
El PP y sus más de 10 millones de votantes no pueden ser calificados de franquistas. Sin embargo, no deja de ser chocante o significativa esa dificultad que tiene el PP para deshacerse definitivamente de los lazos que le unen con la dictadura de Franco, aunque sólo sea porque una parte de su militancia se identifica en mayor o menor medida con aquella etapa.

Aquí, un nacionalista catalán se declara como tal, en el resto de España es difícil que alguien se declare nacionalista español. Es más, mayoritariamente se niega su existencia.

Cierto. Me imagino que ocurre en todas partes. El nacionalismo de Estado no necesita expresar su nacionalismo porque dicho Estado ya provee del espacio identitario correspondiente. El PP es sin lugar a dudas un partido nacionalista, y el PSOE tiene una parte de sus cuadros y de su militancia que también lo es.

¿Comparado con los EEUU o Francia podríamos decir que España es poco nacionalista?
No lo diría tan claro. El nacionalismo español tiene un problema que se llama franquismo. La bandera constitucional es la de la dictadura y antes la de la monarquía borbónica. El himno es la marcha real, pero también es el de la dictadura. Entonces, para cierta gente de una determinada edad que vivió la dictadura, la identificación con esos símbolos es muy problemática. Es un problema que los franceses y los estadounidensenses no tienen en absoluto. La bandera tricolor en Francia no es discutida. Franco y quienes sustentaron su régimen consiguieron todo lo contrario de lo que pretendían. Ellos pretendían fortalecer un sentimiento de identidad española que lograra excluir otras posibles identidades nacionales.

¿Qué le parece la nueva reforma educativa?
Me parece una muy mala ley. Aunque sólo fuera por el hecho de que se trata de la séptima ley de educación que se aprueba en la etapa constitucional. Esto no debe de haber ocurrido en ningún lugar del mundo. Someter al sistema educativo a un cambio de marco legal prácticamente cada cuatro o cinco años es absolutamente demencial. Esta ley ha sido aprobada en solitario por el PP aprovechando una mayoría absoluta. Y nace con el compromiso de la oposición de derogarla cuando el PP pierda la mayoría absoluta. Puede ocurrir perfectamente, y así lo indican las encuestas, dentro de dos años. Es una ley que en el mejor de los casos va a tener dos años de aplicación. Pero, además, hay partes de la misma que significan un claro retroceso hacia modelos que ya se ha visto que no han funcionado. Volver sobre la religión como materia evaluable me parece algo peor que una broma de mal gusto. Tampoco creo que la ley responda a la realidad plurilingüe de España. Aparte de no estar bien planteada en el plano técnico, políticamente es de una inoportunidad espectacular.

¿Piensa que el modelo de inmersión lingüística ha funcionado de manera aceptable?
Soy partidario del modelo de inmersión lingüística. Planteado como un instrumento de cohesión social es una opción correcta y adecuada. Lo que pasa es que tengo mis dudas sobre la interpretación que algunas de las fuerzas políticas catalanas hacen de la inmersión. Casi siempre se defiende el modelo desde la cohesión: es la mejor forma de que los ciudadanos de Cataluña aprendan las dos lenguas. Comparto ese planteamiento. Pero, entonces, quizás la inmersión no debería aplicarse igual en Santa Coloma de Gramanet, por poner un ejemplo, que en Vic. En Santa Coloma tiene sentido que el catalán sea la lengua en el 85% del currículum escolar para que los alumnos castellanohablantes estén inmersos y puedan mejorar y aprender la lengua. Con esta lógica en un entorno mayoritariamente catalanohablante el porcentaje de horas en castellano debería ser mayor, si realmente se trata de conseguir el aprendizaje de las dos lenguas y no otra cosa. Y ahí es donde tengo algunas dudas. Dicho de otra manera, ha habido casos en los que se ha actuado con exageración ante determinadas medidas del Gobierno español en materia de uso de las lenguas en la escuela. Recuerdo cuando el Ministerio decidió aumentar de dos a tres las horas semanales de lengua castellana en toda España. El aumento de una hora de castellano en Cataluña fue recibido como un ataque a la línea de flotación del modelo de inmersión. Francamente, me parece una exageración absoluta. Que un alumno en Cataluña tenga tres horas de castellano sobre 25 semanales no creo que ponga en peligro nada. No me parece que reaccionar con esa sobreactuación contribuya demasiado a que las cuestiones lingüísticas se resuelvan con diálogo y amplitud de miras.

¿Se ha producido en las últimas décadas una atomización de la enseñanza de la geografía y la historia en beneficio de aspectos locales?
Desde que se puso en marcha el Estado Autonómico, y las competencias en educación fueron pasando a las Comunidades Autónomas, se ha potenciado la atención por lo más próximo y local. No me parece mal, si no descuida una visión general de las cosas, que debe ser española pero también europea. Tal vez se están desatendiendo los niveles español y europeo.

¿Ha tenido ocasión de visitar la exposición del Borne?
Todavía no he ido.

¿Estas iniciativas son un buen método de divulgación de la historia?
Como no la he visto, no quiero opinar demasiado. Pero pienso que detrás del proyecto museístico, que seguro que está hecho con todo el rigor del mundo, hay una intencionalidad política inequívoca.

¿Vamos hacia el choque de trenes?
Soy pesimista, la verdad. Aunque la sociedad catalana en su conjunto no está por el choque de trenes, los que están al mando de las máquinas han apostado por ese choque. Y me refiero tanto al Gobierno español como a los que lideran el proceso soberanista en Cataluña. Han decidido que se va a resolver a favor de ellos mejor yendo al choque que a la negociación. Es un gravísimo error y un desastre completo lo que se nos viene encima. Soy de los que opinan que por más alejadas que estén las posiciones, siempre será mejor intentar buscar puntos de aproximación y salidas acordadas y pactadas que no ir a un choque del que no puede salir nada bueno ni para Cataluña ni para el conjunto de España.

Objetivamente Cataluña tiene las de perder con el choque.
Parece ser que hay gente que no lo ve así. Como decía antes, no se ha entrado de verdad a argumentar las ventajas o inconvenientes de una posible independencia. No sé si Cataluña llegará a ser independiente en un futuro próximo, pero estoy convencido de que la única vía para conseguirlo será la unilateral. Sea con un referéndum no acorde con la legislación española, sea con unas elecciones que llaman plebiscitarias, que, por cierto, jurídicamente no existen, y que conduzcan a una proclamación unilateral de independencia por parte del Parlamento autonómico de Cataluña. Pero cualquier persona mínimamente seria sabe que eso conduciría a Cataluña a una situación de aislamiento internacional, fuera de la UE y fuera de todas las grandes organizaciones internacionales empezando por la propia ONU. Nos llevaría a una especie de limbo en el que están Kosovo o Palestina. Además, si vamos por la línea unilateral, ¿dónde están los padrinos? Ni se ven ni se les espera. Estos asuntos deberían empezarse a discutir en serio.
Jordi Bernal. Crónica Global
Fuente: http://www.cronicaglobal.com/es/notices/2013/10/-los-que-estan-al-mando-de-las-maquinas-han-apostado-por-el-choque-de-trenes-1323.php

jueves, 12 de septiembre de 2013

La monja que defiende la revolución bolivariana en Cataluña

Anahí Aradas BBC Mundo

Cuando BBC Mundo llegó al monasterio de St. Benet de Montserrat, a las afueras de Barcelona, para entrevistar a la hermana Teresa Forcades, ésta recién terminaba de atender a un grupo de periodistas de una televisora finlandesa.

La plácida vida monástica ha sido últimamente más ajetreada de lo normal para esta monja benedictina que, enfundada en un severo hábito oscuro, defiende a ultranza una reforma política radical en Cataluña inspirada en el Socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez.

Su buzón de correo electrónico colapsa a menudo por el volumen de peticiones de medios y organizaciones que quieren citarse con ella, y así ver brotar de su boca de religiosa palabras como revolución, despenalización del aborto o para saber más sobre última misión: un manifiesto para impulsar una reforma constitucional y la independencia en Cataluña.

Este 11 de septiembre, día de nacional de Cataluña, Forcades participará en los actos reivindicativos que reclaman una consulta electoral sobre la independencia catalana, entre ellos una cadena humana que recorrerá el territorio catalán.

La religiosa fue uno de los fundadores del movimiento social catalán "Procés Constituent" (proceso constituyente, en castellano), que busca un cambio de modelo económico y social.

Pero, ¿quién es esta monja que ha sacudido la escena política catalana?

Fenómeno viral
Forcades se dio a conocer en un video en YouTube, difundido en catalán, castellano e inglés.

Doctora en medicina y máster en Teología protestante por la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, Forcades se dio a conocer al público español en 2009, con un video en internet llamado "Campanas contra la gripe A".

Rodado en el mismo convento y colgado en YouTube, el video recibió más de un millón de visitas. En él criticaba a la Organización Mundial de la Salud y las compañías farmacéuticas por promover una vacuna que calificó de riesgo para la salud pública.

Sus declaraciones desataron airadas críticas por parte de miembros de la comunidad médica, como también lo hicieron sus incendiarias opiniones contra la penalización del aborto, declaraciones públicas a las que el Vaticano respondió con una carta pidiendo explicaciones.

Una república catalana
Forcades no cree que su condición de religiosa sea incongruente con su activismo político.

Hoy, aprovecha el atractivo de sus pocos pelos en la lengua para defender un manifiesto, que escribió junto al economista de cabecera del movimiento de los 'Indignados' Arcadi Oliveres. Un documento base para fundar un movimiento que reclame la independencia y un cambio constitucional para Cataluña.

La reforma constitucional , aseguran, es esencial para que entre otras cosas se pueda nacionalizar la banca, las compañías energéticas, frenar las privatizaciones o defender el derecho de las personas a decidir sobre su propio cuerpo.

Con su activismo político, Forcades genera opiniones encontradas. Algunos no entienden que un miembro de la Iglesia Católica destaque como abanderada de lo que consideran extrema izquierda.

Otros, más allá de tierras catalanas, la llaman "separatista" por sus proclamas catalanistas. Aunque más que catalanismo, subraya, lo que propone es una fórmula republicana e independiente para Cataluña extrapolable a otras autonomías de España.

Su decisión de meterse en política, recuerda sentada en el jardín del convento, tampoco fue recibida con júbilo por todos los integrantes de su orden.

"En mi entorno monástico no pensamos todas igual, y antes de que yo participara en esta propuesta política pública tuvimos una reunión. Hubo hermanas que dijeron de ninguna manera te presentes como candidata, otras que dijeron: esto es estupendo".

"Sin embargo, sí salió un apoyo para que esta credibilidad transversal que tengo la pusiéramos al servicio de un proceso pacífico, democrático, pero contundente".

"Mecanismo perverso"
Forcades reside en el monasterio de St. Benet de Montserrat que pertenece a la orden benedictina.

En un contexto de crisis económica, Forcades no deja títere con cabeza. Critica lo que llama una "alianza del poder político con el poder económico", a una Iglesia Católica "caduca" y a una deuda pública que tilda de "ilegítima".

"Lo que pido", dice respecto a este último punto, "es una auditoría seria, como hizo Rafael Correa en Ecuador, que se distribuyan las responsabilidades correctamente".

"Yo creo que en Europa nos ocurre algo que podríamos llamar un mecanismo neocolonial, no de Europa hacia los países de Latinoamérica, sino del norte de Europa hacia el sur. Es decir, con una deuda que genera unos intereses de un porcentaje del producto interior bruto tan alto como para que el país quede mermado en su potencialidad de desarrollo".

Monja y revolucionaria
Que la llamen revolucionaria no le importa, dice. "Si por revolución se entiende un cambio radical. Entiendo que en el momento en que vivimos no puede ser un cambio en el sistema, sino un cambio de las reglas de juego que hay, ya que en este momento es imposible hacer prevalecer las necesidades de la mayoría".

Su concepto de revolución bebe de los preceptos de teología de la liberación, la regla de San Benito y lo que dice son las enseñanzas del socialismo bolivariano en América Latina.

El manifiesto de Forcades reclama la independencia y una nueva constitución para Cataluña.

"Mi experiencia única ha sido visitar Venezuela. La visité en 2007 por primera vez y mi impacto inmediato fue lo que llamo la subjetividad política: personas que tenían un perfil marginal (…), pero que hablaban desde una posición de convencimiento de que su opinión valía para algo".

"Estuve tres veces más y es lo que yo creí bueno. Eso en Europa nos hace falta urgentemente, esa conciencia de que el sujeto político es una persona de la calle".

Sin embargo, confiesa, no comparte ese "discurso único" que afirma vio a muchos defender en la Venezuela de Hugo Chávez y recuerda el pasaje sobre la Torre de Babel del Génesis de la Biblia, donde según la religiosa se demuestra que "Dios está en contra de la uniformidad".

"Desde el principio hay que potenciar la diversidad y hacer que este proyecto constituyente cuente con gente de distintas opciones políticas, potencie la originalidad de cada cual en su mismo proyecto político".

La fuerza del evangelio
Cuando no atiende a periodistas, sus plegarias o escritos académicos, Teresa Forcades se la pasa de plaza en plaza, asistiendo a asambleas populares y ofreciendo discursos, o cruza el mundo para impartir conferencias. Aunque no siempre encuentra las puertas abiertas, incluso las de la Iglesia.

A principios de agosto, por ejemplo, el cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, suspendió un seminario que Forcades iba a ofrecer en la Conferencia de Superiores y Superiores Mayores de Religiosos en Perú, para "velar por la recta doctrina en su jurisdicción", dijo en un comunicado.

"Por la parte que toca la Iglesia", admite Forcades, "es cierto que la Iglesia católica tiene estructuras caducas, pero tiene la fuerza del Evangelio, que eso para mí no está caduco. Lo entiendo como un motor para una mejora social y personal, y un don para el mundo".

Ya sea por la fuerza del Evangelio o sus conocidas dotes oratorias, Forcades ya ha reunido 40.000 firmas para respaldar a un movimiento que pretende más adelante crear una candidatura unitaria para las próximas elecciones parlamentarias de Cataluña, en 2016.

Sobre su futuro en política, dice mientras se despide de nosotros, se lo toma como algo transitorio. "Entiendo mi vivencia actual como una excepción. Quizás esté más activa en un ámbito público por unos años y quizás luego me retire".

jueves, 11 de julio de 2013

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca presenta un manual con los pasos a seguir para realojar a familias desahuciadas

Pau Rodríguez, eldiario.es

Solo en Cataluña, más de 600 personas, repartidas en 12 edificios, han recuperado ya un techo gracias a la llamada Obra Social de la plataforma de afectados por la hipoteca. El documento recomienda buscar las máximas complicidades una vez hecha pública la ocupación... La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha difundido desde Barcelona un documento en el que detalla todo el proceso que se debe seguir para realojar a las familias que han sido víctimas de desahucios y qué hay que hacer para, tras la ocupación de una vivienda, acabar consiguiendo un alquiler social, el objetivo final de estas acciones. El manual, pensado para facilitar el trabajo a las diferentes plataformas de todo el Estado, contiene información legal para favorecer a los realojados, modelos de documentación para solicitar ayuda a Administraciones y vecinos, o el perfil de edificios más adecuados para esta finalidad.

Solo en Cataluña, cuyas plataformas han sido pioneras en lo que ha pasado a llamarse Obra Social de la PAH, se han ocupado un total de 12 edificios, que dan cobijo a más de 600 personas. En algunos casos se ha conseguido el alquiler social, como sucedió en Terrassa con un bloque de CatalunyaCaixa, y en Sabadell, por ejemplo, la juez llegó a denegar el desahucio de un edificio de 40 viviendas ocupadaspor considerar que prevalecía el uso social del inmueble. Ahora la intención de las plataformas catalanas es "exportar el modelo", en palabras de Ada Colau, una de las portavoces, aunque ya en otras zonas del Estado, como Andalucía, se están llevando a cabo estas ocupaciones.

La fase previa: con discreción escoger el edificio adecuado

El manual de la PAH establece los criterios que habría que tener en cuenta antes de entrar en el bloque. En primer lugar, que las familias en cuestión hayan "agotado todas las vías antes de llegar al desahucio", y que puedan acreditar mediante documentos su situación de necesidad. Entonces, con ayuda de los vecinos y de la PAH, pero en un grupo reducido -sin dar demasiados detalles-, se debe buscar el edificio.

Según la PAH, el bloque de pisos idóneo para este objetivo debe ser de obra nueva, propiedad de una entidad financiera -si puede ser nacionalizada- y que lleve tiempo totalmente vacío. En este sentido, la plataforma recomineda comprovar in situ que no vive nadie en el inmueble. Para saber a qué entidad financiera pertenece, la PAH explica que hay que acceder al Registro de la Propiedad del municipio.

La ocupación: de la discreción a la máxima visibilidad

En su documento, la PAH contempla tanto los realojamientos en grupo -la mayoría de los que se han producido- como los individuales -a menudo la reocupación de la propia vivienda-, pero para ambos prevé protocolos similares de ocupación. Principalmente dos: ocupar tras una manifestación, aprovechando la "legitimidad social" de la PAH, en sus propios términos, o hacerlo a escondidas, con el apoyo de un grupo reducido.

A nivel legal, en ambas situaciones se recomienda "reivindicar públicamente la acción" una vez consumada, para que no se considere un robo. Se trata de una estrategia para dar visibilidad a la ocupación que tiene en cuenta tres flancos: informar a la policia y a las administraciones, mediante carteles y documentos colgados a la puerta; avisar a todos los vecinos y entidades para conseguir el máximo apoyo, y enviar un comunicado a la prensa. Para todos estos casos la PAH tiene modelos de documentos colgados en su página web.

En caso de que aparezca la policía al poco tiempo, la plataforma aconseja que uno de los nuevos inquilinos se identifique, básicamente para que pueda acceder a la información de posibles desalojos.

Una vez consolidada: a por el alquiler social

La rápida campaña de proyección pública tiene como objetivo presionar a la entidad financiera propietaria para que acceda a negociar con los realojados. Durante este proceso, la PAH recomienda enviar cartas a ayuntamientos y al Colegio de Abogados, y seguir dando visibilidad a la situación "para legitimarla". "El alquiler social nunca debe superar el 30% de los ingresos de las familias", detalla la plataforma.

Paralelamente, el manual aporta información sobre cómo dar de alta los suministros y avisa de la importancia de que las familias se empadronen en su nueva vivienda, para que tengan acceso a los centros médicos o a las escuelas.

"De la burbuja a la Obra Social"

La presentación de este protocolo es la enésima campaña de la PAH para dar respuesta a una "situación de emergencia habitacional generalizada", como expresa Colau, que la Administración no ha solucionado "pese a haber recibido más de un millón de firmas en forma de ILP", ha añadido Guillem, uno de los activistas del colectivo. Precisamente ayer la plataforma hizo públicos datos de un estudio -que se publicará integro en septiembre- que revelan como uno de cada tres afectados llegó a destinar todos los ingresos familiares a pagar la hipoteca, o como más del 80% de los afectados no tienen alternativa habitacional a su casa en caso de desahucio.

Durante la presentación del manual, la PAH ha dufundido un vídeo didáctico e ilustrativo sobre el proceso que ha llevado a la creación de la pataforma y posteriormente al nacimiento de la Obra Social.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunyaplural/PAH-presenta-realojar-familias-desahuciadas_0_151885043.html

lunes, 17 de septiembre de 2012

La manía de identificar a España con el extremismo

El presidente de la Generalitat tiene la costumbre de presentar continuamente a España como si fuera una de las partes de un enfrentamiento entre dos principios absolutos opuestos entre sí

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, tiene la molesta costumbre de presentar continuamente a España como si fuera una de las partes de un enfrentamiento entre dos principios absolutos opuestos entre sí. Pero esa imagen maniquea es falsa porque España no es unánime ni uniforme, como tampoco lo es Cataluña.

 Resulta casi insultante esa voluntad de identificar a España con la posición política más extremista, como si no existieran voces que defienden cosas distintas, como si no existieran españoles federalistas igual que existen españoles centralistas, o como si Cataluña y España fueras asuntos de única naturaleza. Como si Andalucía fuera parte de la Castilla de Felipe II y la Comunidad Valenciana una excrecencia de Madrid.

Es Artur Mas quien se empeña en ver una España unánime, igual que ve una Cataluña unánime, donde existen sociedades complejas y múltiples.

 La manifestación celebrada en Barcelona es un síntoma importantísimo del estado de ánimo de una parte decisiva de la sociedad catalana. Pero es un síntoma y no sustituye ni se traduce automáticamente en procesos políticos institucionales. Quien da el paso en esa dirección es Mas poniendo a la Generalitat al frente de una estrategia muy complicada que arrastra a su partido y que, si no lo remedia pronto, puede arrollarle.

 El presidente necesita urgentemente encontrar estaciones intermedias si no quiere ser responsable de una dinámica insensata, que deje en manos de los más radicales la legitimidad, sin la posibilidad de acordar una paz intermedia que no sea la independencia. Afirmar que si no consigue el pacto fiscal (de imposible encaje en la actual Constitución) “se abre el camino a la libertad de Cataluña” es una metáfora desafortunada, primero porque implica que los catalanes no son libres (lo que puede ser una noticia inesperada para la mayoría de ellos) y segundo porque vincula “libertad” con financiación.

 Cuanto más huyan los políticos de las metáforas durante esos días, mejor para todos. De lo que algunos estamos fatigados no es de la relación entre Cataluña y España, por muy tensa que sea, sino de la afición a enmascarar un problema político en un lenguaje metafórico de afectos, en los que es imposible acordar nada porque tan legítimo sería el sentimiento del catalán independentista que quiere un Estado propio como el del español centralista que “siente” que España incluye a Cataluña. Tan legítima sería la falta de afecto de los catalanes por España como la inclinación de los españoles por Cataluña. Con eso no vamos a ningún lado... Soledad Gallego-Díaz. Leer más en El País.

lunes, 6 de agosto de 2012

Alternativas concretas al despilfarro catalán.

Dice el conseller catalán de Economía, Mas-Colell, que no tiene alternativas al impago de los geriátricos y centros de atención social por 70 millones de euros. ¡Y tanto que tiene!. Aquí van un par.

La primera es acabar con los consells comarcals que se inventó Jordi Pujol. La inmensa mayoría de ciudadanos no sabemos ni qué hacen ni a qué se dedican pero en los consells de marras están colocados más de mil políticos, la mayoría de CiU y su eliminación nos ahorraría 560 millones, ocho veces la factura impagada. Y la segunda alternativa es reducir los “sueldazos” de los consellers y altos cargos catalanes.

 ¿Puede Mas-Colell mirar a los ojos de un anciano y decirle que no hay dinero para cuidarle mientras él mismo cobra el doble que un ministro a costa de nuestros impuestos?— Miguel Torres. Lleida. En cartas al director, El País.