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sábado, 19 de febrero de 2011

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL: NO BASTA LA AUTOCRÍTICA

El documento que acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional contiene un análisis crítico de su actitud ante la crisis que algunos han calificado como demoledor. Es así porque en él se reconocen fallos de todo tipo en su gestión de la crisis, en la percepción de los problemas que la originaron, en su tratamiento e incluso en la actitud intelectual de quienes tienen medios sobrados como para conocer bien lo que ocurre en la economía mundial.
En el documento se reconoce que no se percibió adecuadamente la naturaleza del problema que se estaba gestando porque se asumía la creencia de que los mercados financieros iban a ser suficientemente sólidos. Es decir, que simplemente se dio por buena la creencia que los economistas ortodoxos propagan sin cesar gracias al apoyo de la banca y las grandes empresas que los financian.
También se admite que no se percibió correctamente el riesgo que se acumulaba en el sistema financiero y que no se prestó suficiente atención a la supervisión para haber evitado la propagación o contagio de la crisis. Esto es, que se hizo la vista gorda ante los desmanes de los bancos para poder dejar que acumularan beneficios a sus anchas.
Se reconoce así mismo que los economistas del Fondo no fueron capaces de reconocer la magnitud de los problemas ni la urgencia de las respuestas que había que darle y que no se entendió que los desequilibrios constituían un verdadero riesgo sistémico. O sea, que no se preocuparon ni siquiera de leer a quienes mantienen posiciones distintas a su credo neoliberal, a quienes simplemente desprecian, a pesar de que éstos han demostrado haber sido capaces de analizar muchos mejor lo que estaba ocurriendo y de prever lo que se venía encima mientras que los ortodoxos se limitaban a quitarle importancia a los hechos.
Las razones que el propio Fondo da para explicar que se produjesen esos errores tan graves en la detección y tratamiento de la crisis son igualmente claros y se basan en reconocer que predominó lo que el documento llama el "pensamiento de grupo". Es decir, el sectarismo y la ceguera intelectual que tantos economistas críticos venimos denunciando desde hace años como propios de la economía ortodoxa y que sencillamente consiste en que para quienes la defienden no hay otro pensamiento ni análisis que no sea el que reafirma sus posiciones y creencias.
Se trata de una enfermedad intelectual sumamente arraigada y que no solo es propia de los economistas del Fondo. Ellos, al menos, lo acaban de reconocer. Entre nosotros están los famosos economistas reunidos en torno a FEDEA, defensores en líneas generales de exactamente las mismas posiciones y principios intelectuales "de grupo" que los del Fondo, financiados justamente por ello por la banca y las grandes empresas, y en cuyos escritos puede comprobarse paladinamente que sufren su mismo mal aunque en nuestro caso no sean capaces de reconocerlo: el desarrollo de un mismo pensamiento cerrado que nunca contempla tesis que contradigan las que interesa a sus financiadores que sostengan, lo que incluso materialmente se manifiesta en la ausencia de referencias bibliográficas o de consideraciones analíticas que sean distintas a las propias, y que es la manera más segura, como ahora reconoce el propio Fondo Monetario Internacional, de alejarse de la verdad en lugar de acercarse a ella.
Finalmente, el texto del Fondo reconoce que lo que hizo que se produjeran esos fallos de análisis fue "un débil régimen de gobierno interno, la falta de incentivos para integrar el trabajo de las distintas unidades y plantear opiniones contrarias, y un proceso de revisión que no lograba atar cabos o asegurar que se siguieran todos los pasos necesarios". Algo sencillamente sorprendente y escandaloso en una institución que cuenta con recursos prácticamente ilimitados y que alardea de disponer de los mejores economistas y directivos del mundo. Una circunstancia que una vez más demuestra que las anteojeras ideológicas de la economía convencional pesan mucho más que los grandes títulos y las autoalabanzas que se da a sí misma con la ayuda de los poderes financieros que la sostienen.
Hay que reconocer que el hecho de que el Fondo haya publicado un documento de este tipo reconociendo meridianamente su incompetencia es algo valioso pero no se puede aceptar que eso baste para dejar las cosas como están.
Hay que tener en cuenta que el Fondo ha seguido manteniendo prácticamente el mismo piloto automático que lleva utilizando desde hace años a la hora de proponer políticas en plena crisis y mientras que se detectaban estos fallos. Y que este empeño ha tenido y sigue teniendo consecuencias muy graves en países enteros.
Si un documento realizado por la propia institución reconoce de modo tan flagrante su inoperancia y su incapacidad para ver lo que sucede en la economía a dos palmos de sus narices, uno realizado por expertos independientes iría más lejos y descubriría lo que de verdad hay detrás de esa incompetencia: el servilismo ante los grandes poderes financieros y ante los intereses de Estados Unidos, la falta de sustentación científica de las políticas que se proponen, la arbitrariedad con que se imponen y, lo que es más importante, el daño material que se ha hecho a millones de personas.
Cuando el propio Fondo reconoce lo que está reconociendo, se hace cada vez más urgente que la comunidad internacional se plantee la necesidad de juzgar su actuación y establecer responsabilidades. No se está hablando solo de simples errores de apreciación intelectual sino de la continua justificación sin más base que la de favorecer a los grandes poderes de políticas que han provocando y siguen provocando millones de muertes, el empobrecimiento constante de seres humanos y la ruina de países enteros para favorecer le beneficio de una minoría reducida de privilegiados.
Hay que empezar a tratar el comportamiento del Fondo Monetario como lo que efectivamente es, un crimen orquestado contra la Humanidad... Seguir leyendo a Juan Torres en Sistema

jueves, 10 de febrero de 2011

El FMI hace una crítica demoledora de su actuación en la etapa de Rato

Las deficiencias internas y la autocensura impidieron prevenir la crisis. -No se prestó suficiente atención a las voces de alerta. -El Fondo puso a la banca de EE UU y a Islandia como ejemplos a seguir.
El Fondo Monetario Internacional vivió en una burbuja en la que reinaba el optimismo mientras se gestaba la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión. Un informe interno hace una crítica despiadada a la actuación del organismo entre 2004 y 2007, un periodo en el que tuvo tres directores gerentes, pero que cubre toda la etapa en la que Rodrigo Rato estuvo al frente de la institución (del 7 de junio de 2004 al 1 de noviembre de 2007). La conclusión es demoledora: las deficiencias internas impidieron prevenir la crisis.
"El FMI no anticipó la crisis, su ritmo ni su magnitud y, en consecuencia, no pudo advertir a sus miembros", reconoce el informe de su auditor. El Fondo puso como ejemplo a seguir alguna de las prácticas más destructivas, desoyó las señales de alerta y tuvo una doble vara de medir. Mientras era muy duro con los países emergentes, se mostraba complaciente con los países ricos, en especial Estados Unidos, que acabó siendo el foco de la crisis. Entre las causas que impidieron al FMI alertar sobre los riesgos, el informe cita múltiples deficiencias organizativas, batallas internas, falta de comunicación, sesgos analíticos, presiones políticas, autocensura, y falta de supervisión y control por parte de la dirección del Fondo. El informe, elaborado por la Oficina de Evaluación Independiente (IEO, por sus siglas en inglés) del fondo, reconoce que muchos de esos problemas no aparecieron con Rato, sino que se han ido arrastrando en el organismo durante más de una década. Rato, actual presidente de Caja Madrid año y medio antes de concluir su mandato por razones personales. Los informes de evaluación del FMI no tratan de hacer un balance de los logros y los fracasos, sino básicamente de señalar lo que se hizo mal, lo cual introduce un sesgo negativo. Así ha sido con otros informes sobre la gestión de la crisis asiática o Argentina. Ningún otro organismo internacional ni las autoridades monetarias y supervisoras hacen ejercicios de autocrítica con una dureza comparable.
Fuentes próximas a Rodrigo Rato ven saludable ese ejercicio de autocrítica, pero indican, por otro lado, que el informe olvida que desde la crisis asiática las competencias de supervisión de la estabilidad financiera no correspondían al FMI, sino al G-7, y dentro de él al Foro de Estabilidad Financiera. Fue en otoño de 2006 cuando el FMI empezó a publicar informes de estabilidad financiera, un encargo que Rato hizo a Jaime Caruana. En esos informes del Fondo sí se alertó de algunos de los riesgos financieros, aunque no se acertó a ver sus repercusiones macroeconómicas. El informe que acaba de recibir el sucesor de Rato, Dominique Strauss-Kahn, pone ejemplos sangrantes al destacar, por ejemplo, que se pusiera a Islandia como modelo de un sistema financiero "robusto" y "resistente". La historia de cómo la banca islandesa se derrumbó arrastrando al país a una grave crisis es de sobra conocida.
Pero hay errores más graves. El informe recuerda una y otra vez cómo el FMI llegó a recomendar a otros países avanzados que se siguieran las políticas y prácticas de innovación financiera de EE UU y Reino Unido, que acabaron con buena parte de sus sistema financiero en quiebra. El Fondo, en cambio, criticó a los bancos de Canadá (cuyo sector financiero quedó a salvo de la crisis) por no imitar esas prácticas y ser conservadores...
Ver todo el artículo de El País aquí.