Mostrando entradas con la etiqueta UE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta UE. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de enero de 2018

_- Macron y el momento de Hegel. Carrère ha trazado un agudo retrato del primer presidente culto de Francia en mucho tiempo.

_- Cuenta Emmanuel Carrère que, en relación con la Unión Europea, Macron quiere situarse en la línea de los visionarios y no de los gestores, de los filósofos y no de los burócratas. En Atenas, este septiembre, en la colina de Pnyx, alcanzó este punto alto de su oratoria: “Miren el tiempo que vivimos: es el momento del que hablaba Hegel, el momento en que la noche cae y donde la lechuza de Minerva levanta el vuelo”.

Macron, primer presidente culto de Francia en mucho tiempo, habló al atardecer con la Acrópolis al fondo. Era esencial ir a Atenas, dijo, porque significaba regresar a las fuentes para hablar de la democracia. Habló en la misma colina de los oradores en la que, sesenta años antes, Malraux pronunciara un discurso memorable. Y estuvo a la altura de las circunstancias, aunque la cita de Hegel quizás sobrevaloró la cultura filosófica de sus oyentes, porque no explicó la metáfora: Minerva es la diosa de la sabiduría, la lechuza su atributo y esta lechuza, decía Hegel, espera la noche para sobrevolar el gran campo de batalla de la historia. Dicho de otro modo, la filosofía llega después de la acción y con cierto retraso. Sí explicó, en cambio, Macron que la lechuza trae la sabiduría, aunque siempre mira hacia atrás “porque es más fácil y tranquilizador mirar lo que tenemos, lo que conocemos, más que lo desconocido...”.

El agudo retrato que de él ha realizado Carrère en Una semana con Macron es una nueva demostración del talento del autor de Limonov, al servicio en esta ocasión de la búsqueda de las virtudes y contradicciones de un político brillante que por ahora parece distinto de los demás. Su retrato de Macron es la clase de documento periodístico-literario que tantas veces se echa a faltar en la prensa internacional. Carrère, por cierto, escribe sin los prejuicios tan corrientes entre nosotros a la hora de abordar a una personalidad de posible genio; prejuicios que aumentan si para colmo percibimos que no es exactamente uno de esos perdedores de poca monta que tanto nos agradan. No sé, pero es como si no pudiéramos acercarnos a analizar el brillo o la inteligencia y solo pudiéramos especializarnos en aquellas “pasiones tristes” que despertaban tanto desdén en Spinoza: la amargura, el resentimiento, el derrotismo: esas pasiones a las que alguien como Macron no parece, por el momento, proclive precisamente.

Para la Unión Europea, para ese “último bastión” como la llama Marías, podría resultar crucial, cuando tantos y tan diferentes monstruos la quieren borrar del mapa, que aún queden gentes con arrestos como Macron que piensen que en algún momento Minerva levantará el vuelo y sabrá recordarnos que, a pesar de que no paramos de retroceder hacia lo irracional, el fin último de la historia es un fin universal y conduce al desarrollo pleno del saber. No nos queda otra salida que reencontrar la constancia de la razón y buscar con fuerza un renacimiento de Europa. Ha llegado el momento del coraje y de la sensatez y de tomar decisiones que encaucen el gran camino de la Unión.

https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515406833_442352.html

P.D.:
Europa, la UE, tiene un sistema monetario que ayuda a los grandes, y en concreto, a Alemania. La UE no coordina ni intenta unificar los impuestos, ni los salarios. La desigualdad es enorme entre unos países y otros. Y en vez de intentar acortar esas diferencias con políticas que ayuden, vemos todo lo contrario, a Grecia, se le está maltratando injusta e impunemente. De hecho la UE funciona como un gran mercado para los negocios de los poderosos. El R.U. ha votado separarse, mientras que ingresan países del Este con unas economías destrozadas, arrasadas, en quiebra, condiciones que facilitan adueñarse de ella a los mismos países poderosos que dominan la economía y la política de la UE. Los derechos sociales y laborales siguen disminuyendo, las desigualdades y la pobreza sigue aumentando. En ese contexto es donde crece la extrema derecha y gobierna ya en Polonia, Hungría, algunas antiguas regiones del Baltico y en Ucrania con ayuda de occidente.

En esas condiciones tan poco esperanzadoras, vemos caer la noche, sí, pero Minerva no aparece y la lechuza de la sabiduría no levanta el vuelo. Los que levantan el vuelo son aviones supersónicos porque parece que no podemos fiarnos de Rusia y en vez se construir puentes y diálogos para mejorar las relaciones de vecinos, aumentamos el gasto militar atribuyendo a otros su necesidad y no sólo eso sino que bombardeamos países como Irak, Siria, Libia, Afganistán, haciendo la guerra sin declararla, o sea ilegalmente, y destrozamos sus ciudades matando a sus habitantes impunemente bajo el increíble pretexto de imponer a sangre y fuego nuestra "democracia".

Que un presidente francés, antiguo miembro del gobierno socialista, sea culto (*) no sirve de nada de cara a los grandes problemas pendientes. Esa sabiduría es una forma más de camuflar sus verdaderos objetivos y disfrazar su política antipopular. Al contrario, por lo que anuncia, viene a implantar en Francia más neoliberalismo, es decir a desmontar la normativa de protección social y laboral construida desde la II G M a base de luchas de los trabajadores, su objetivo es imponer la "TINA", (There Is No Alternative) el "no hay alternativas" de la Thatcher, a esta política neoliberal que enriquece a unos pocos escandalosamente y empobrece a la mayoría. Más privatizaciones, más precariedad, más desigualdad, más pobreza, más paro, menos salida para los jóvenes, menos democracia, más intento de desmovilización social, acabar con las jubilaciones públicas, etc. En esa tesitura, como no va a aumentar "la amargura y el derrotismo", aunque se tergiverse una cita del gran filósofo Spinoza quien padeció la persecución y expulsión de su ciudad, por defender el conocimiento contra el oscurantismo, el saber contra la ignorancia, la justicia contra la iniquidad. Si aumenta la pobreza y la desigualdad, si se enriquece un 1% y se empobrece la mayoría, ¿qué nos queda? Un juego diabólico dominado por el miedo, entre votáis a la extrema derecha o me votáis a mi, que represento y hago también política para los grandes grupos financieros e industriales. Con este panorama, apelar a la cultura destacada del citado presidente no sirve de mucho. Cuando se den cuenta de la realidad de su política, es posible que sea demasiado tarde,... Y a esa Europa ideal de las libertades y los derechos humanos políticos y sociales, no la defenderá ya nadie, pues nadie creerá en ella.
(*) Entendiendo por culto que conoce la mitología griega y la filosofía.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Bruselas sitúa a España a la cabeza de la desigualdad por renta en la UE. "Las persistencia de desigualdades de ingresos genera preocupación por la inclusión social y crecimiento sostenible", apunta un informe de la Comisión.

Bruselas sitúa a España a la cabeza de la desigualdad por renta en la UE 

La economía española mejora. El desempleo y el riesgo de pobreza descienden. Sin embargo, la Comisión Europea suspende a España por su elevado grado de desigualdad. En su informe sobre empleo en la UE divulgado esta semana, Bruselas sitúa a España en la peor posición de este parámetro, en un grupo junto a Bulgaria, Grecia y Lituania. Mientras que en la Unión Europea el 20% que más gana consigue cinco veces más que el 20% que menos, en España esa proporción está ligeramente por encima de seis veces y media. Pese a la recuperación, el Ejecutivo comunitario llama la atención sobre el hecho de que en España no se hayan restablecido los niveles de igualdad por rentas anteriores a la crisis. Entre los aspectos positivos, destaca la sanidad.

Un tercio de países de la UE no ha recuperado aún los índices de igualdad previos a la crisis. Esta es una de las conclusiones que resalta el borrador del informe de la Comisión sobre empleo, elaborado con datos de 2016 y con 14 indicadores sociales. “Las recientes ganancias en empleo no han sido distribuidas de forma uniforme entre los distintos grupos de población [...]. La diferencia en las tasas de empleo de los más y los menos cualificados resulta elevada”, afirma. Y añade que “la persistencia de relativamente grandes desigualdades de ingresos —a menudo ligadas a la desigualdad de oportunidades en el acceso a la educación, la formación, la protección social y los pobres resultados del mercado laboral— genera preocupación en términos de equidad, inclusión social y crecimiento sostenible”.

Entre esos países con un camino por recorrer para volver a la situación precrisis, se encuentra en un lugar destacado España. Su economía ha logrado recuperar este año las cotas de actividad previas a la Gran Recesión. Pero no para todos igual. La desigualdad es un problema. En su tabla de 14 indicadores sociales, la Comisión coloca a España en este apartado concreto en una “situación crítica”. ¿Qué significa esta calificación para Bruselas? “Una situación mucho peor que la media europea y deteriorándose o no mejorando lo suficientemente rápido”, dice el informe.

En cuanto al riesgo de pobreza, España ha mejorado la posición de los últimos años, aunque sigue “bajo vigilancia”. Y en la tasa de empleo se encuentra todavía “débil pero mejorando”. Aun así, el número personas que viven en hogares que apenas tienen trabajo permanece elevado: un 14,9%. Una década de crisis de caballo ha dejado unas heridas muy difíciles de sanar.

El Ejecutivo comunitario recrimina, además, al Gobierno español el escaso impacto de sus políticas sociales a la hora de reducir la pobreza. En España apenas se rebaja un 25% de la pobreza monetaria tras la actuación de las transferencias sociales, sin contar en ellas las pensiones. Este porcentaje se sitúa demasiado cerca de países como Bulgaria o Grecia. Y dista mucho del 50% o más que se corrige la pobreza tras las transferencias en los países nórdicos. En este capítulo también se pone a España “bajo vigilancia”. A este respecto, el documento señala, para el conjunto de países, soluciones como “mejorar el diseño de los impuestos, los sistemas de prestaciones e impulsar la igualdad de oportunidades en educación y formación”.

Otro problema social subrayado es la alta tasa de abandono escolar. Esta se cifra en el entorno del 19%, lejos del 10,7% de media de la UE. De ahí que en esta rúbrica España también figure en “situación crítica”. Relacionado con este fenómeno, la ratio de jóvenes que ni estudian ni trabajan se halla cerca del 15%, casi cuatro puntos por encima de la media.

Por el contrario, España aparece mejor en competencias digitales y en retribución por hora trabajada, donde se sitúa en el promedio. Y se coloca por encima en el cuidado de los niños menores de tres años y en la sanidad.

UN CHOQUE GENERACIONAL POR LAS PENSIONES

El informe de la Comisión Europea advierte de que en la UE el envejecimiento “añade presión a las generaciones más jóvenes para garantizar los ingresos de los sistemas de pensiones y asegurar su sostenibilidad”. Y lo hace sobre “aquellas generaciones que tienen más dificultades para acceder a empleos estables y de calidad”, destaca. El envejecimiento, continúa el documento, “hace que las vidas laborales sean más largas y ejerce presión sobre las pensiones en el futuro” por el mayor periodo cotizado.

Todo esto lleva a Bruselas a lanzar una advertencia sobre el riesgo que supone la situación para la confianza entre generaciones. Este es el pilar básico de los sistemas públicos de pensiones de reparto: los trabajadores de hoy pagan las prestaciones presentes con sus cotizaciones porque confían recibirlas en el futuro. “En los términos más amplios, esto pone en riesgo el contrato social entre generaciones, creando una potencial división generacional y cuestionando la justicia entre generaciones”, apunta el informe.

Para amortiguar ese peligro, receta la fórmula: “Aumentar las tasas de empleo y productividad”. Además, se recomienda la aplicación de fondos complementarios privados. El informe destaca que las mujeres sufren un problema mayor por los menores sueldos y la interrupción de su carrera laboral para cuidar a los hijos.
https://elpais.com/economia/2017/11/23/actualidad/1511465471_017133.html

jueves, 28 de septiembre de 2017

Europa nos salvará

La Vanguardia

Hay una esperanza infantil en que «Europa», léase la Unión Europea, acabe resolviendo de alguna forma la crisis catalana. Es una tesis que sugieren todo tipo de vendedores de alfombras, sean periodistas o políticos.

La simple y cruda realidad es que a la Unión Europea no le impresionan mucho los referéndums ni los movimientos populares. Lo demostró de forma bien clara en Grecia. En 2015 hubo allá un referéndum, ordenado e impecable, en el que el 61% votó contra la austeridad. La respuesta de la UE fue castigar a la sociedad griega con un programa de austeridad aun más estricto. En las crisis griega o chipriota la UE demostró que es perfectamente capaz de organizar situaciones parecidas a las de un golpe de estado. Con el brexit no ha tenido más remedio que aceptar el resultado de un referéndum, pero lo ha hecho con manifiesto mal humor.

Con el intento de referéndum catalán el asunto tiene pocos secretos. La UE nunca se pondrá del lado de las aspiraciones populares, incluso si estas estuvieran unidas al 80% y dirigidas por políticos hábiles, lo que no es el caso.

En los últimos años del siglo XX muchos países lograron su independencia, en la ex URSS, en los Balcanes y hasta en Sudan, pero todas esas independencias contaban con la bendición de los grandes poderes hegemónicos; Estados Unidos, la OTAN, la UE, el FMI. La disgregación de la URSS y de Yugoslavia formaba parte del programa histórico de ese poder hacia esos países adversarios. Es algo que no puede decirse de España, cuyo gobierno es socio fiel de la OTAN y aplicado vasallo de los designios del neoliberalismo. Mencionar a Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Croacia, etc., como precedentes para Catalunya, es perder de vista lo más básico en la comprensión del mundo.

Dejando de lado el consensuado divorcio checoslovaco, que no contradijo ningún interés esencial, la actitud de la UE hacia los separatismos ha venido siempre guiada por el mismo norte: favoreció la independencia de Kosovo, incluso militarmente, pero se opuso a otros separatismos en Abjazia, Osetia o en Crimea y Ucrania oriental.

El factor popular la Unión Europea se lo pasa por el arco del triunfo, a menos que esté en línea con los intereses oligárquicos y hegemónicos que son los suyos.
Seguir leyendo:

http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/09/21/europa-nos-salvara-34457/

lunes, 29 de mayo de 2017

¿Existe hoy la izquierda?

Isidoro Moreno
Diario de Sevilla

La adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado han producido la espectacular pérdida de apoyos de los partidos "socialistas"

Una de las noticias internacionales más relevantes de estos días ha sido el hundimiento del Partido Socialista Francés. Teniendo hoy la Presidencia de la República y del Gobierno, no ha pasado del 6% en las elecciones presidenciales. Su candidato ha quedado en quinto lugar, con tres veces votos menos que el cuarto. Hace pocos años, algo similar ocurrió en Grecia al Pasok, y el PS italiano desapareció hace más tiempo, envuelto en escándalos. En Gran Bretaña, el Partido Laborista entró en crisis tras el supuesto descubrimiento de la "tercera vía" por Toni Blair. Aquí, el PSOE está como sabemos: destrozado internamente y actuando para garantizar la continuidad de Rajoy en la Presidencia del Gobierno. Existe un denominador común en este hundimiento general: los partidos denominados socialistas pasaron de ser social-demócratas a convertirse en social-liberales, apuntándose a ser uno de los dos pilares políticos, junto a la derecha tradicional, del sistema económico-social dominante.

Desde hace décadas, en cada uno de los países europeos y en las instituciones de la UE, "populares" y "socialistas" se han repartido en exclusiva los gobiernos, los parlamentos y demás instancias, coaligándose o alternándose. En periodos electorales sacaban siempre a relucir cuestiones en las que pudieran diferenciarse para, luego, realizar políticas muy similares en todo lo fundamental. El comportamiento de unos y otros durante la crisis que comenzó en 2008 despeja toda duda: han sido fieles ejecutores de las decisiones de los poderes financieros, de la troika y de Merkel.

Esta adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado en muy amplios sectores de la población -trabajadores, empresarios autónomos, estratos medios, pensionistas, jóvenes sin perspectivas de empleo…-, es lo que está produciendo en todos los países la espectacular pérdida de apoyos, reflejada en votos, de los partidos "socialistas". Produciendo con ello la quiebra del bipartismo de la alternancia como régimen político sostenedor del sistema. Cada vez es más claro, para más gente, que los dos pilares de ese régimen están hechos de una misma sustancia, aunque se tiñan con colores diferentes.

Descartada la resurrección de los partidos comunistas -que desaparecieron o se hicieron irrelevantes por sus insuficiencias teóricas (considerar la clase social como única base de todas las desigualdades, menospreciando la importancia del género, de las identidades nacionales y de otros marcadores), su incapacidad para construir modelos propios que no fueran los de la socialdemocracia tras la desaparición del "modelo" soviético, y su dogmatismo y falta de democracia interna-, los dos espacios político-electorales clásicos de la izquierda han dejado prácticamente de existir o se han minimizado aunque puedan continuar vivas organizaciones que se autocalifican con esos términos.

Pero la desaparición o creciente irrelevancia, hoy, de los partidos de la izquierda tradicional no significa, en modo alguno, que hayan dejado de tener vigencia los valores, ideas y aspiraciones que siempre han sido definidos como de izquierda: lucha contra las desigualdades, sentido de la justicia, solidaridad… Valores que hoy han de complementarse necesariamente con otros valores "nuevos" o no plenamente asumidos antes, como el respeto a la naturaleza (al ecosistema) y a los bienes comunes (los llamados generalmente recursos naturales), prioridad de lo colectivo (sobre todo de lo comunitario) frente a los intereses privados, democratización de todas las relaciones sociales, defensa de la diversidad cultural frente a la homogeneización que impone la globalización capitalista, cauces de participación directa en los debates y decisiones sin dejar estos en manos de políticos profesionales, oposición al patriarcalismo, al sexismo y al racismo, derecho de los pueblos-naciones a decidir por sí mismos…

¿Alguna organización o partido en Andalucía, el Estado español o Europa responde a estos valores en su programa y, sobre todo, en su práctica política y electoral? Si partimos de que existen valores y objetivos de izquierda que confrontan el sistema, ¿alguna organización los asume hoy realmente y actúa en consecuencia sin caer en dogmatismos ni oportunismos electoralistas? Pienso que cada quién debe sacar sus propias conclusiones. Y no debemos sorprendernos, y menos deprimirnos, si lo que contemplamos es mucha confusión. Ello siempre ocurre en épocas en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Como ya escribió Blas Infante, en estos casos nuestra principal aportación sería actuar de parteros.

Isidoro Moreno.Catedrático emérito de Antropología de la Universidad de Sevilla.

Fuente:
http://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/Existe-hoy-izquierda_0_1132687309.html

martes, 9 de mayo de 2017

La carrera hacia el Elíseo. "Quince años nos contemplan"

Rafael Poch
La Vanguardia

A diferencia de la final del 2002, la clasificación del Frente Nacional para la presidencial ya no es seísmo en Francia

“Franceses, quince años nos contemplan”, podría decir hoy Napoleón bajo la pirámide del Louvre. Fue hace quince años, el 21 de abril del 2002, cuando el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen se clasificó por primera vez para una final de las presidenciales francesas. Le Pen, padre de la actual candidata del mismo partido ultraderechista, obtuvo entonces el 16,8% de los votos. Fue un seísmo político con crujir de dientes y general rasgadura de vestimentas.

La gente salió a la calle embargada por una mezcla de vergüenza nacional e indignación: era increí­ble que la ultraderecha se hubiera clasificado contra Jacques Chirac para la final. Aquella misma noche hubo manifestaciones espontáneas en todo el país; 2.000 personas en Rennes, 10.000 en Estrasburgo y Lyon, al día siguiente, banderas y pancartas en las calles de Toulouse, manifestaciones “contra el fascismo” en Marsella y para “parar a Le Pen” en París. Tres días después 2.000 bachilleres se manifestaban en Toulon, 3.000 en Cannes. Los diarios dedicaban sus portadas y las procesiones laborales del Primero de Mayo estuvieron marcadas por el evento. Nadie se lo esperaba. La movilización general del frente republicano, la unión sagrada contra el Frente Nacional, resultó en una aplastante victoria del candidato conservador, Jacques Chirac: elegido por el 82,2 % del voto contra el 17,7 % de Le Pen.

Quince años después, la situación es mucho más grave: Marine Le Pen se ha clasificado con el 21,3 % del voto. La única sorpresa es que no ha sido la primera clasificada (como auguraban todos los sondeos), sino la segunda. Le Pen será derrotada el 7 de mayo no por los 60 puntos de ventaja de Chirac, sino por unos 20 puntos, indican los sondeos. A los franceses ese avance ya no les sorprende.

Muchos electores de la derecha, alrededor de un 20% de los votantes de François Fillon, se abstendrán en la segunda vuelta del 7 de mayo. Alrededor del 50% votarán por el otro finalista, Emmanuel Macron. Otros de la izquierda tampoco votarán, o lo harán en blanco. Algunos de la derecha, alrededor del 30% de los fillonistas, votarán incluso por Le Pen. El voto de la izquierda melenchonista a Le Pen será nulo o insignificante. Algunos de ellos votarán a Macron, aunque sea tapándose la nariz. Pero lo verdaderamente grave no es este cambio de actitudes, sino la ausencia de un diagnóstico realista sobre el enredo que rodea a estas elecciones y que se proyecta hacia el futuro.

En París, Bruselas, Berlín y Madrid, legiones de comentaristas miopes respiran con el candidato liberal­ europeísta Macron, el caballo blanco que encarna, en palabras del portavoz de Jean­Claude Juncker, “la alternativa a la destrucción de Europa”. Tras las elecciones en Austria, Holanda y lo que se espera en Francia, “se ha roto la ola populista de derechas”, dice un diario alemán. Se ignora que en los tres países la ultraderecha no sólo ha obtenido más votos que nunca, pese a no ganar, sino que en muchos casos, en Holanda y Austria, los partidos “europeístas” han integrado parte de sus ideas.

La Unión Europea sigue con el “más de lo mismo”. En su última cumbre de Roma se propuso convertirse en un puntal social, pero no sólo no va a tocar asuntos fundamentales como el salario mínimo o la protección del empleo, sino que su único avance propuesto es establecer el permiso de paternidad para los padres en un mínimo de cuatro meses.

No hay diagnóstico. El necio mira al dedo en lugar de a la luna hacia la que se apunta. Y hay luna llena.

No es la extrema derecha ni el populismo los que se están cargando la UE, sino la actual política socioeconómica. Los políticos tranquilizadores del “más de lo mismo” son el problema que causa esta enfermedad degenerativa. Tener que elegir entre el candidato de las finanzas y la sembradora de odio es el enredo francés que estas elecciones proyectan hacia el futuro. “Quince años nos contemplan”, diría Napoleón bajo la pirámide del Louvre.

Fuente:
http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170426/422050514865/quince-anos-nos-contemplan.html

domingo, 8 de enero de 2017

“Han demolido la UE”. Entrevista a Marie-Hélène Caillol, presidenta del "think tank" europeo LEAP.


La Vanguardia

En el universo de los think tanks, el LEAP (Laboratoire Européen d’Anticipation Politique) es una rara avis: es independiente.
De ahí su heterodoxia e interés. En 1998 adelantó el regreso al viejo continente de los “nietos de Hitler, Franco, Mussolini y Petain”, en 2006 predijo la crisis de las subprimes y desde hace muchos años predice el fracaso de la Unión Europea si no se democratiza. Fundado en 1997 por el desaparecido politólogo europeísta Franck Biancheri (1961-2012), el LEAP está establecido en París. Marie-Hélène Caillol es su presidenta.

La actual crisis de la Unión Europea es múltiple y total; la integración de la Europa del Este ha sido un fracaso, en la Europa del Sur toda la “magia” del sueño europeo también ha desparecido: la UE ya no significa más democracia y prosperidad, sino al contrario, austeridad e imposición. El eje franco-alemán es un matrimonio en divorcio no reconocido. Además ha tenido lugar el Brexit y el referéndum italiano, mientras que en el norte se sueña con una “Kerneuropa” de matriz luterana sin los meridionales… Todo eso configura una situación inaudita.

-¿Esta UE es reparable, o hay que demolerla para reconstruirla?
-No hay que demolerla porque ya lo está. Treinta años de completo desvío del proyecto original de construcción europea en beneficio de una serie de intereses esencialmente económicos y desconectados de los ciudadanos, han conducido al Brexit que marca la muerte de la UE tal como la conocíamos. Es una ironía de la historia que hayan sido los británicos quienes hayan acabado con la Europa que deseaban, pues, efectivamente, las derivas a las que me he referido están esencialmente vinculadas a la visión de la Europa económica propugnada por el Reino Unido y su patrón americano.

En cualquier caso, el fin de la UE tal como la conocíamos no significa el fin del proyecto de construcción europea que se libera, para bien o para mal, del modelo de UE establecido en 1992 con el acuerdo de Maastricht.

-Hace muchos años que ustedes advirtieron contra la transformación de la Comunidad en Unión, y dicen que el enredo de la crisis europea comienza en 1992, ¿podría explicarlo?
-En 1992 el tratado de Maastricht aumentó considerablemente el presupuesto y los ámbitos de competencias de Europa. Tendría que haber impuesto un cambio completo del método de gobernanza fundado sobre la afirmación de los principios de transparencia, eficacia y democratización (lo que Franck Biancheri llamaba TED en los años 90). En eso fracasó. Junto con ese incremento de responsabilidades se hizo el cambio de nombre: de la “Comunidad Europea” a “Unión Europea”. Piense en Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido… y comprenderá por qué Biancheri advertía desde 1992 contra los riesgos de deriva en relación con los principios de los padres fundadores, a saber: puesta en común de riquezas -carbón y acero puestos en común en el cuadro de la CECA, después abandonado-, respeto de la diversidad, especialmente lingüística -las instituciones europeas desconectadas de los ciudadanos solo hablan inglés-, y equilibrio y complementariedad entre el nivel supranacional y los estados miembros, en lugar de esta guerra a los estados miembros librada por la UE en asociación con los neoliberales, guerra perdida de antemano porque los estados siguen estando en la cumbre de la pirámide democrática y son, por tanto, dueños de los pueblos europeos, como se ve actualmente.

La única manera de hacer armonioso el vínculo entre el nivel europeo y el nacional era democratizar el primero, lo que habría fortalecido las democracias nacionales en lugar de debilitarlas. Dicho esto, desde este punto de vista las responsabilidades por el fracaso de la democratización europea son compartidas entre un nivel europeo que pensaba ahorrarse a los pueblos, y unos sistemas políticos nacionales centrados en sus privilegios y que bloqueaban la idea de cualquier emergencia de una clase política europea que no fuera esta disfuncional combinación de clases políticas nacionales Tenemos así tres ejes para el completo derrumbamiento en 2016. Hoy Europa se reinventa y los populistas tienen una gran ventaja sobre los pueblos, pese a las advertencia de Franck Biancheri a lo largo de 30 años.

-La Crisis del neoliberalismo, manifiesta desde 2008, no impide que su ideología siga dominando. ¿Por cuánto tiempo? ¿Cree que vamos a una síntesis entre su programa y el pujante populismo autoritario de los “nietos de Petain, Horthy, Mussolini, Hitler” y demás, una especie de “lepenización de Goldman Sachs”, por así decirlo?
-Las señales a ese respecto son contradictorias. Es verdad que los neoliberales defienden con uñas y dientes sus “logros” y que están bien situados para ello, pues tienen en sus manos las riendas europeas. Al mismo tiempo, no puede negarse que la tendencia de fondo apunta en realidad hacia su debilitamiento: incluso si las políticas de regulación no han sido todo lo ambiciosas que debieran, han tenido lugar. La City ya no es ni la sombra de lo que era hace diez años. Los bancos ponen mala cara, pero son obligados a obedecer los principios de capitalización y regulación que se han puesto en marcha.

Los estados han retomado considerablemente la gestión del continente, de ahí las divergencias observadas entre Alemania y Grecia a propósito de la crisis griega, entre el grupo de Visegrado y Alemania sobre la crisis de los emigrantes, etc. Y esos populismos nacionalistas en ascenso son el signo cierto de que los estados están retomando las riendas y de que la construcción europea vuelve a politizarse. Sobre esto dos observaciones: por un lado los populistas nacionalistas acabarán todos por hacer Europa, contrariamente a lo que hacen creer a sus electores. Y eso porque son, ante todo, políticos y un verdadero político busca los verdaderos niveles del poder que son europeos. Por otro lado, esa alianza aparente entre neoliberales y populistas hacia la que apuntan, por ejemplo, ciertos aspectos del discurso de Trump, es, para nosotros, un efecto de la realpolitik: estos populistas no tienen ninguna posibilidad de acceder al poder sin hacer concesiones al sistema, pero eso no les impide que estén formateados para crear cambios, una vez más, para bien o para mal…

-Renegar de la OTAN desde Washington es lo mismo que abandonar el “principal instrumento que convierte a USA en la potencia decisiva en Europa” (De Gaulle dixit). ¿En qué cree que quedará la retórica de Trump en ese aspecto y qué consecuencias puede tener para la “defensa europea”?
-En primer lugar hay una enorme incertidumbre sobre lo que Trump ha dicho o ha dado a entender y lo que hará. En cuanto fue elegido dijo que abandonaría el TPP, pero del TTIP se cuidó mucho en no decir nada. Sobre la OTAN lo que quiere, más que dejarnos ir, es que los europeos paguen por el “servicio de defensa de Estados Unidos”. Así que, en cierto modo la pelota está en el campo europeo. Está claro que estas intenciones liberan potentes impulsos de aceleración del proyecto de defensa europeo, ¿pero están los europeos verdaderamente preparados para ello? No estamos seguros. Nos arriesgamos a no tener más remedio que pagar y fortalecer nuestra implicación en la OTAN, invirtiendo la tendencia de desconexión de las últimas décadas, por lo menos hasta la crisis euro-rusa de 2014. Pero si los europeos pagan más, también podrían ganar en influencia, pues ya hay proyectos que quieren construir la Europa de la defensa a partir de la OTAN, separando cada vez más los mandos europeos y americanos… En conclusión, nosotros identificamos tres periodos: desde ahora hasta mediados de 2017, una gran movilización alrededor del proyecto de la Europa de la defensa; de 2017 a 2018-2020, un fortalecimiento del vínculo estratégico transatlántico, a falta de otra cosa mejor (esperamos grandes riesgos en ese periodo); luego, a partir de 2018-2020, finalización del proyecto de independencia estratégica de Europa. En definitiva: Trump abre la vía hacia esa independencia, pero el camino será seguramente sinuoso.

-Michel Moore que pronosticó muy bien la victoria de Trump dice que éste no terminará su mandato. ¿Puede entrar USA en un periodo serio de turbulencias internas? En tal caso, ¿qué efectos podríamos anticipar para Europa?
-Nosotros habíamos anticipado riesgos de turbulencias en el caso de una victoria de Clinton, incluyendo un riesgo de guerra civil vinculado a la toma de armas por parte del electorado de Trump desengañado. No olvidemos que Trump representa a esa franja de la población que está armada hasta los dientes. En cuanto a la victoria de Trump, ciertamente podría desencadenar movimientos de calle pero con un régimen duro esas protestas serán puestas en cintura, de la misma forma que la esfera internet será puesta bajo estrecha vigilancia, tendencia considerablemente iniciada ya, y no solo en Estados Unidos. Los negros, hispanos y liberales en la calle son mucho menos peligrosos que las milicias del Mid-West, de ahí que el establishment de EE.UU tuviera miedo de las consecuencias de una victoria de Clinton. Recordemos que solo un 25% del censo electoral votó por Trump, lo que no es una opción democrática. Las tendencias que hemos descrito en materia de endurecimiento del control de las poblaciones en Estados Unidos, tendrán su reflejo en Europa.

Pronosticamos que la población europea, mucho menos aislada que la americana, resistirá mejor a esta puesta bajo control y será mejor defendida por las democracias nacionales más centrales del edificio político europeo, que las democracias de los Estados americanos de EE.UU. De manera general, nuestro análisis estima que la presidencia de Trump permitirá a los europeos tomar conciencia de su diferencia con Estados Unidos y contribuirá así al reequilibrio ideológico y geopolítico de Europa. Por ejemplo, allí donde Trump se explaya en vulgaridad, racismo, falocracia, provocaciones y violencias verbales, los populistas europeos, con algunas excepciones en los países anglosajones que son el Reino Unido y Holanda, tienen que descafeinar su mensaje si quieren lograr victorias electorales.

-El candidato presidencial de la derecha, François Fillon, usa tonalidades gaullistas, ¿queda algo del gaullismo en Francia?
-Fillon ha tenido verdadero coraje al reclamar alto y fuerte un acercamiento a Rusia, y sus declaraciones a favor de una actitud más firme hacia Estados Unidos evocan los principios de independencia de un De Gaulle. Sobre la cuestión rusa no hemos dejado de decir que Europa debía retomar la relación, por más que somos conscientes de que tal posición es igualmente característica de la extrema derecha. ¿A qué campo pertenece verdaderamente Fillon desde ese punto de vista? Es una buena pregunta.

En cuanto a Estados Unidos, a Fillon le ha venido muy bien que las perspectivas de distensión americano-rusas estén a la vista con Trump, porque su pro putinismo no afectará, por lo menos de momento, al atlantismo de rigor. Por lo demás, el programa de Fillon es una negación de los valores del Consejo Nacional de la Resistencia, cuyo programa de inspiración comunista fue aplicado por De Gaulle en la posguerra: seguridad social, democracia, nacionalizaciones. Aquella herencia ya fue maltrecha por Sarkozy. Si Francia hubiera continuado siendo gaullista, Europa se habría evitado la crisis libia de 2011, la crisis siria del mismo año, la crisis euro-rusa de 2014, la crisis de los emigrantes de 2015, etc. La traición de las élites francesas (periodistas y potencias económicas, y luego políticas, que fueron los primeros promotores del French bashing instaurado a partir de 2003, a raíz del rechazo francés a seguir a los americanos en Irak), tiene mucho que ver con el actual fracaso del proyecto europeo, con el hundimiento de la credibilidad de Europa en la escena internacional en la crisis en las fronteras de la UE, e incluso con la elección de Trump, porque una Europa más firme ante Estados Unidos habría evitado determinadas derivas americanas.

-¿Cuánto tiempo el sistema mayoritario y la alergia de una mayoría de franceses al Frente Nacional de la Sra. Le Pen continuarán impidiendo su victoria electoral en unas presidenciales?
-Creemos que por lo menos todavía cinco años. Y eso solo porque Fillon le ha robado protagonismo. Hace tiempo que analizamos que el riesgo en Europa es menos la victoria de candidatos populistas que la integración de las agendas populistas en los gobiernos. En Inglaterra, el UKIP ha ganado el referéndum pero es la derecha de los muy respetables Tories la que toma el poder. En Francia nuestro establishment ha inventado el impecable republicano Fillon. Los anticuerpos europeos contra las dictaduras son potentes pero la capacidad de las elites de traicionar a sus pueblos sigue siendo muy eficaz. Mientras la comunidad de los pueblos europeos no encuentre el medio de hacer sentir su voz directamente, es la era de los Petain, más que de los Hitler, la que comienza en Europa.
Fuente original:

http://www.lavanguardia.com/internacional/20161230/412976984957/marie-helene-caillol.html

martes, 3 de enero de 2017

Siempre mira el lado brillante de la vida. Parece que 2016 nos sepultó con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.” Charles Dickens.


Compartimos la idea nosotros, la élite cosmopolita que lee diarios como EL PAÍS o que escribe en ellos, de que 2016 ha sido un annus horribilis. Mientras la guerra y el terror asolan Oriente Próximo, generando olas de refugiados, el populismo arrasa en dos de las más ancianas y venerables democracias, Estados Unidos y Reino Unido, y amenaza a buena parte del antiguo continente europeo. La idiotez vence a la inteligencia, los payasos a los sensatos, el cinismo a la decencia, las mentiras a los hechos. Nadie encarna mejor la era política en la que vivimos en Occidente que el ignorante, inestable, irresponsable Donald Trump.

Con semejante energúmeno al mando del arsenal militar más potente de la tierra puede pasar cualquier cosa en 2017. Pero no todo es oscuridad. Miremos, como nos encomendaban los Monty Python, el lado brillante de la vida. Si nos distanciamos de las circunstancias que seguimos en la noticias, aquellas que reconfirman nuestra fe en la congénita imbecilidad de la especie, si ampliamos la mirada a las tendencias que marcan el progreso material de la humanidad, detectaremos razones para pensar que lejos de vivir en el peor de los tiempos, vivimos en el mejor.

La desigualdad es uno de nuestros grandes temas de conversación y aunque es verdad que crece dentro de los países, también es verdad que la desigualdad entre los países disminuye. Los que tenemos la fortuna de haber nacido en los países ricos podemos sentirnos un poco menos culpables que antes. Las cifras de las Naciones Unidas demuestran que desde 1990 la enorme mayoría de los países en desarrollo han avanzado respecto a los desarrollados en cuanto a ingresos, longevidad y acceso a la educación.

El año 2016 no ha sido ninguna excepción: por primera vez, seguramente en la historia humana, el número de habitantes de la tierra que vive en la extrema pobreza ha caído por debajo del 10 por ciento. El hambre en el mundo ha descendido también a su nivel más bajo en un cuarto de siglo.

Las buenas noticias no se limitan a los países pobres. Hay una crisis general de expectativas en los ricos pero la demagogia catastrofista de, por ejemplo, Donald Trump ignora el hecho de que en Estados Unidos el desempleo descendió de 7,8 por ciento cuanto Obama llegó a la Casa Blanca a 4,6 por ciento hoy. En Reino Unido, donde la percepción de que los inmigrantes europeos se estaban llevando todos los nuevos empleos contribuyó al voto por el Brexit, el porcentaje de gente con trabajo no ha sido tan alto en más de una década.

España es un país en el que llama la atención la discrepancia entre la propensidad de sus habitantes a quejarse y una calidad de vida que es la envidia del mundo. El desempleo sigue siendo alto pero va a la baja y el crecimiento de la economía ha sido el doble del de la media de la Unión Europea en 2016. Un artículo en el Financial Times a finales de noviembre se titulaba: “Brilla la historia de la recuperación española”.

Volviendo al destino del resto del planeta, queda por ver qué harán los bárbaros de la futura administración Trump pero el hecho hoy es que por tercer año consecutivo se ha frenado la emisión mundial del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles, la principal causa del cambio climático.

Los habitantes de la tierra, mientras, gozamos de mejor salud que nunca. La expectativa de vida sigue creciendo en todo el mundo y las enfermedades más letales cobran menos víctimas. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de muertes ocasionadas por la malaria ha bajado en más de 50 por ciento desde el año 2000 y las víctimas mortales del VIH-SIDA se han reducido en similares proporciones. En enero de este año la OMS anunció que la epidemia del Ebola en África occidental había sido erradicada. La mortalidad infantil mundial es la mitad de lo que fue en 1990.

En cuanto a las guerras, no son lo que eran. La de Siria es un espanto pero si apartamos la vista un momento de las imágenes de televisión que nos acosan cada día desde Alepo y abrimos los ojos al panorama global vemos que vivimos en una era de paz sin precedentes. Desde 1946 el número de víctimas de la guerra ha disminuido en proporciones gigantescas; los índices de homicidio en el mundo también bajan. La tendencia general, ejemplificadas por el proceso de paz de Colombia, dejan claro que el mundo es menos salvaje de lo que fue.

Lo cual quizá ayude a explicar el miedo que nos genera en la por lo demás pacífica Europa—más pacífica que en cualquier momento de su historia--el relativamente inocuo fenómeno del terrorismo del ISIS. Para los familiares de las víctimas de Berlín la semana pasada, y anteriormente de Bruselas, Niza y París la tragedia es total, por supuesto, y no hay consuelo posible. Pero tampoco lo hay para aquellos cuyos seres queridos mueren en accidentes de tráfico, como nos recordó la semana pasada Robert Neild, profesor de economía de la universidad de Cambridge. Neild señaló que según las estadísticas de la Unión Europea murieron 151 personas en atentados terroristas en 2015, un mal año, pero en los mismos 12 meses murieron 26.100 en las carreteras. Lo cual demuestra la irracionalidad de que nos asuste más irnos de vacaciones a París que conducir al trabajo cada mañana. El profesor de Cambridge hizo el cálculo: para un europeo la probabilidad de morir en un coche es 172 veces mayor que la de morir en un acto de terrorismo.

Todo puede cambiar en 2017. Quizá tengan razón los que temen que estemos, como en los años 30, en el umbral de una catástrofe. Pero no está mal recordar hoy, con el 2016 llegando a su fin, que la humanidad aún tiene más motivos para darse un pequeño aplauso que para hundirse en la desesperación.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/25/actualidad/1482683809_556944.html

jueves, 10 de noviembre de 2016

La desaparición de los derechos sociales en la UE

Vicenç Navarro
Público

Uno de los principios básicos que Jacques Delors había enunciado para crear un sentido de pertenencia a la UE era crear una comunidad europea, identificando la pertenencia a tal comunidad con el ejercicio de derechos sociales aplicados a toda ella. Incluso el concepto de establecer un pasaporte europeo tenía como objetivo el de ir avanzando en esta línea en el desarrollo de tal comunidad.

Hoy, sin embargo, la Unión Europea está yendo en dirección contraria, es decir, se está diluyendo y destruyendo esta percepción de pertenencia. Uno de los primeros pasos en esta dirección ha sido la aceptación por parte de las autoridades europeas correspondientes de la demanda del gobierno conservador británico, liderado por el Sr. Cameron, como condición para permanecer en la Unión Europea, de que los ciudadanos de la Unión Europea que emigren y trabajen en el Reino Unido no tengan los mismos derechos sociales, como el seguro de desempleo, hasta después de una larga estancia en el país. Se establece así la categoría de trabajador extranjero, dentro de la UE, con distintos derechos a los que tienen los trabajadores locales.

Esta medida ya ha dado pie a otra propuesta, incluso más dura, por parte –nada menos- que del gobierno Merkel, en Alemania, el país que, por cierto, se ha beneficiado más de la supuesta libre circulación de trabajadores dentro de la UE. Nada menos que la Ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, la socialdemócrata Andrea Nahles (que fue, en su día, la dirigente de las juventudes del Partido Socialdemócrata, y gran esperanza de las izquierdas de tal partido), ha propuesto que los trabajadores extranjeros procedentes de otros países de la UE tengan que haber vivido en Alemania durante cinco años antes de recibir los derechos sociales relacionados con el trabajo. Y, con cierto cinismo, ha dicho que “yo apoyo completamente la libertad de movimientos, pero no la libertad de acceso a los derechos sociales, lo cual es distinto”.

De esta manera se establecen tres tipos de trabajadores. Uno, los trabajadores locales. Otro los extranjeros procedentes de la UE. Y un tercero que incluye los refugiados, inmigrantes de países que no son de la UE. Ni que decir tiene que esta división reforzará el mundo empresarial, pues la falta de unidad de derechos imposibilita la unidad de acción de los instrumentos en defensa de la clase trabajadora, tales como los sindicatos, que se sienten debilitados con estas divisiones, aprovechadas cínica y constantemente por el mundo empresarial.

El ataque frontal al mundo del trabajo
Pero esta disolución de los derechos sociales ha alcanzado su máxima expresión en la nefasta (y no hay otra manera de definirlo) decisión de la Tribunal de Justicia de la UE, tomada en el periodo 2007-2008, que indica que la libertad económica de los empresarios en Europa tiene prioridad sobre los derechos sindicales a los convenios colectivos. Es sorprendente (y es un indicador de la enorme debilidad de los sindicatos) que no haya habido movilizaciones generales frente a tal decisión (ver Esther Lynch, “If Europe Takes Trade Union Rights For Granted… We Risk Losing Them”, Social Europe Journal, 09.05.16). Ni que decir tiene que tal decisión de dicho tribunal viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, que indica que “toda persona tiene el derecho a formar y/o formar parte de un sindicato para la protección de sus intereses”. Ahora bien, la Europa que era el sueño de las fuerzas progresistas se está transformando en una pesadilla.

Fuente original:
http://www.caffereggio.net/2016/06/04/la-desaparicion-de-los-derechos-sociales-en-la-ue-de-vicenc-navarro-en-publico/#

lunes, 15 de febrero de 2016

Una vergüenza: todo es retroceso. Lo peor del paquete Tusk es el recorte de ciertos beneficios sociales a los emigrantes comunitarios

Los seis documentos (y la carta) del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para aplacar el euroescepticismo británico son una vergüenza. Desde una perspectiva europea y europeísta, contiene infinidad de retrocesos y solo un avance relativo, la simplificación regulatoria.

Podría serlo la consagración de la doble velocidad en la UE, de los más integracionistas y los que no, para lo que Tusk propugna el “respeto mutuo”, sobre todo en asuntos bancarios y monetarios, ay, la City.

Pero es fútil palabrería, porque a los integracionistas no les añade ningún mecanismo y a los reticentes sí, la capacidad de devolver los proyectos normativos al Consejo y la promesa de buscar una “solución satisfactoria” para el quejica: un casi-veto. A eso se le llama engaño y asimetría.

Lo peor del paquete Tusk es el recorte de ciertos beneficios sociales a los emigrantes procedentes de Rumania, Bulgaria... o España. Ese freno de emergencia que logra Londres se aplicará hasta todo un cuatrienio cuando haya un desbordante flujo de trabajadores que pongan en peligro el Estado de bienestar del país de acogida.

La aparente lógica del invento quiebra cuando se constata que la invasión de europeos a Gran Bretaña es un prejuicio, no un problema actual. Pudo serlo en época de Blair, cuando entraron hasta un millón y medio porque Londres los atrajo acortándoles los períodos de transición pactados: claro que el coste social de asumirlos fue inferior a los beneficios económicos que aportaron (The long term economic impact of reducing migration, National Institute of Economic and Social Research, 2013).

Pero es increíble darle ahora la “plena expectativa de obtener” ese embudo para filtrar a otros europeos, cuando la isla recibe menos oleadas que Italia, España o Alemania; el paro es del 5,1%; y los flujos son mucho más discretos. Claro que a David Cameron le servirá de combustible.

Políticamente lo peor es la nueva exención (opt out) a Reino Unido de cumplir el principio de una “unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa” (artículo 1 del Tratado). Y el refuerzo de los Parlamentos nacionales, que hasta ahora podían exhibir la tarjeta amarilla, o sea, devolver un borrador legislativo a la Comisión, que estudiaba la queja y tomaba la última decisión, según el Protocolo 2, artículo 7. Y que ahora podrán suspender, con un quórum más reforzado, el proceso normativo.

Ambos suponen reformas del Tratado por la puerta de servicio, y del peor sesgo intergubernamentalista. Y aunque todo el paquete lo respetase formalmente —habrá que comprobarlo—, supone en el mejor caso su interpretación restrictiva, lesiva a los ciudadanos, a la libre circulación de trabajadores esencial a todo mercado interior... y no digamos ya que como complemento a un área monetaria de inicio no óptima. En suma, un pésimo signo social y político.

Para más inri, tanto premio y tanta prima al free rider, al polizón, no garantizan su alegría, pueden preludiar más cesiones, incentivan a otros desafectos y no se equilibran con nada tangible a cambio.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/02/02/actualidad/1454439798_394388.html

lunes, 9 de noviembre de 2015

Entrevista al economista y docente Xabier Arrizabalo. “La educación pública, laica y de calidad es incompatible con el euro”

¿Es posible una educación pública, no vinculada al poder de compra, laica y de calidad en el escenario de la Unión Europea y la eurozona?

Lo considera incompatible Xabier Arrizabalo, profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro “Capitalismo y economía mundial”, publicado en 2014 por el Instituto Marxista de Economía.

“La educación pública debería ser una exigencia democrática elemental”,
a pesar de que se la vincule a objetivos como el pago de la deuda o los criterios de déficit, impuestos por la UE y el BCE, que –apunta el economista- “se hallan al servicio del FMI, es decir, el capital financiero estadounidense”.

Doctor en Ciencias Económicas, licenciado en Sociología y Máster en Planificación, Políticas Públicas y Desarrollo de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas, Xabier Arrizabalo ha participado en un acto público organizado por el sindicato Acontracorrent en la Facultat de Geografia i Història de València, sobre la posibilidad de una educación pública y de calidad en el marco de la Unión Europea y el sistema euro. En 2002 los estudiantes alemanes propagaron la consigna “el euro viene, la educación se va”, recuerda el economista.

-Comentas que resulta imposible entender los recortes en cualquier ámbito –educativo, sanitario, la dependencia, sin considerar el contexto. ¿Cuál sería, en la actual crisis, ese contexto?
No podemos entender un fenómeno económico, político o social de forma ajena al trasfondo de la sociedad capitalista, que se caracteriza en primer lugar por un conflicto de clases entre el capital y la clase trabajadora; y también por una competencia entre capitalistas. Podemos explicar teóricamente y contrastar empíricamente que la economía capitalista es crecientemente contradictoria. Las leyes que rigen el capitalismo desembocan en una contradicción cada vez mayor, que al final se expresa en lo que coloquialmente denominamos una “huída hacia delante”. Creo que éste es el marco en el que hay que situar los procesos, lo contrario sería un disparate. Sería pretender que las explicaciones se encuentran en el terreno moral. En el (des)orden capitalista lo primero es la rentabilidad, después vienen el resto de factores.

-¿Son factibles las “reformas” de la educación pública? Se integrarían siempre en el marco capitalista que describías…
La clave de la educación pública es que debería ser una exigencia democrática elemental. Como trabajadores deberíamos defender una educación pública y no vinculada al poder de compra de cada uno. ¿Eso es factible en el marco de la economía capitalista y, más en concreto, de la Unión Europea y el euro? Claramente, no. Y no podemos dejar de que se condicione la reivindicación de una enseñanza pública, laica y de calidad al objetivo de pago de deuda o un determinado nivel de déficit, como impone la UE y el BCE al servicio del FMI, es decir, del capital financiero dominante que es el estadounidense (eso y no otra cosa es el eufemísticamente llamado “proceso de integración europea”, desde sus orígenes en el Plan del General Marshall hasta la troika como “caballo de Troya” del FMI). En el fondo, late una oposición cada vez más frontal entre democracia y rentabilidad económica.

-En este contexto general, y con una mirada a gran escala, ¿en qué situación se halla la enseñanza pública en el estado español? ¿Dónde se hallan las verdaderas instancias de poder que la controlan?
En el caso de España, cuando aún no se había institucionalizado como conquista al nivel de otros países, ya se empezó a retroceder. Una característica de la situación actual es que no son los gobiernos nacionales los que deciden, sino que imponen lo que les es mandado, cosa que, contrariamente al mandado democrático más elemental, efectivamente aceptan. Desde Bruselas en primera instancia, pero finalmente desde Washington. Bruselas, la Unión Europea, el BCE y el euro actúan como correa de transmisión del imperialismo estadounidense que, quiero insistir en esto, sigue siendo el dominante.

-¿Resulta exagerado, entonces, hablar de una Europa “alemana” en referencia a la hegemonía de este país sobre el viejo continente?
Los grados importan. No es lo mismo el imperialismo estadounidense que, por ejemplo, la “pequeña burguesía compradora” hondureña, pero entre las potencias también hay grados. Aunque se nos presente como que todas las políticas se deciden en Alemania, en realidad el país germano, que es muy importante en el ámbito productivo, comercial y financiero, es un “enano” en los terrenos político y militar. Esto no es una cuestión de mera retórica, puede verificarse en el modo en que se afrontan los conflictos. Incluso en la actual crisis de los refugiados, probablemente Estados Unidos ya esté interviniendo. Desde luego intervino mediante la destrucción siria que está en el origen de este movimiento de refugiados. Ante el que, por cierto, la UE no reconoce ni siquiera un derecho democrático tan elemental como es el derecho de asilo. Podemos mencionar asimismo la intervención directa del imperialismo estadounidense en la antigua Yugoslavia, bombardeando Belgrado; o en la crisis en Grecia y también en Portugal, Italia, España…

-¿De qué modo el yugo de la Unión Europea y el euro somete la educación pública de los estados nacionales?
La Unión Europea es el instrumento para disciplinar las políticas de ajuste, esto ocurre en diferentes ámbitos y también en la enseñanza. Por ejemplo, ¿en qué consisten, al final, más allá de toda su retórica, el Plan Bolonia y el Espacio Europeo de Educación Superior? Es una forma de obligar a los que gobiernan, de cualquier color político pero aceptando el marco de la Unión Europea y del euro, a que impongan las políticas de un desmantelamiento cada vez mayor de la universidad pública. Esto se conecta con otros aspectos que trata de imponer la Unión Europea, siempre relacionados con la rentabilidad económica. Por esta razón la Estrategia 2020, formulada retóricamente como “Europa del Conocimiento”, incorpora elementos de privatización creciente sobre la base de la identificación de la enseñanza como una mercancía más. Es decir, que no sea un derecho, sino volver plenamente a la época en que la enseñanza, como la sanidad, era un negocio con quien tenía dinero y simplemente caridad, beneficencia, para la mayoría, para la clase trabajadora.

-Como profesor de Economía Política en la Universidad Complutense de Madrid, ¿qué pensamiento se enseña actualmente en las facultades de Ciencias Económicas?
Hay un fraude gigantesco en nuestras facultades, que consiste en presentar de facto como teoría económica, lo que no es solamente que se trate de un enfoque entre otros, sino que además es el planteamiento más débil, el neoclásico o más bien, marginalista. Es lo que Marx caracterizaba como “economía vulgar”, puramente propagandístico e ideológico en un sentido peyorativo. Cada año constato con mis alumnos el fraude que se les impone, ocultándoles incluso el hecho elemental de que se les explica “economía” (supuesto que se le pudiera llamar así) desde una perspectiva que, por otra parte, está totalmente cuestionada tanto teóricamente como sobre todo desde el punto de vista empírico, habida cuenta de que su capacidad explicativa de los problemas reales es simplemente nula.

-¿Hay planteamientos “clásicos” que podrían considerarse vigentes, y que sin embargo han sido expulsados de las aulas?
Nos dicen que el capitalismo siempre podrá “redesplegarse”, que finalmente la crisis consiste en pequeños “tropezones”, pero podemos constatar que esto no es así, que se trata de un fenómeno más profundo. Hay una tendencia histórica hacia una diferencia cada vez mayor entre las posibilidades materiales que podría alcanzar la humanidad gracias a los avances científicos y técnicos, respecto a las condiciones de vida de la inmensa mayor parte de la población, que es la que vive de su trabajo, la clase trabajadora. Por eso, planteamientos de hace cien años como la definición de imperialismo de Lenin, que podría pensarse que hoy deberían ser anacrónicos por el tiempo transcurrido, observamos que resultan plenamente vigentes: sigue prevaleciendo la exportación de capitales sobre la de mercancías, sigue configurándose el capital dominante como capital financiero y a escala mundial, cada vez de forma más oligopólica. Sigue, en definitiva, el reparto territorial del mundo por las grandes potencias.

Es interesante porque el propio Lenin, en un terreno más concreto, señalaba que el estadio imperialista es las crisis, las guerras y las revoluciones. ¿Anacrónico? Seguimos en una crisis verdaderamente muy profunda, que no tiene nada de coyuntural, sino que es expresión de una crisis crónica del capitalismo, en cuanto a su incapacidad de abrir períodos amplios de expansión (al contrario, la destrucción de fuerzas productivas es cada vez más sistemática). Seguimos con las guerras, incluso en el mismo continente europeo (Ucrania), guerras de las que proceden los graves problemas sociales como el mencionado de los refugiados. Y seguimos, desde luego, con estallidos revolucionarios (Palestina, Grecia, América Latina…). Y digo revolucionarios porque no son hitos aislados, sino que forman parte de un gran proceso que el propio Marx o Trotsky formulaban certeramente como revolución permanente…

-¿Cuál sería, por tanto, la esencia de la actual crisis económica?
En efecto, podemos hablar de una crisis “crónica” del capitalismo. Desde luego, incluso en el caso hipotético de que en algún momento pueda haber un período breve de crecimiento económico esto obviamente no significaría que se hubiera salido definitivamente de la crisis. Si hubo una gran crisis en los años 70, y otra crisis en la actualidad, podría parecer que no estamos ante una crisis “crónica”, sino ante episodios puntuales. Bastaría alegar que, entre ambas crisis, se dio un gran periodo expansivo o de recuperación. Pero los hechos lo desmienten, lo que realmente hubo fue un ritmo de acumulación muy limitado, irregular, inestable y asimétrico a pesar de y, a la vez, por causa de, las políticas de ajuste tan duras que se impusieron (“a pesar de” porque se aplicaron para estimular la rentabilidad y con ello la acumulación; “por causa de” porque son políticas destructivas, de “tierra quemada”, de “huida hacia delante”). El ajuste fondomonetarista, tratando de ofrecer una respuesta a la crisis de los años 70, para abrir la puerta a un nuevo relanzamiento de la acumulación del capital, preparaba el terreno para una crisis todavía más aguda, la actual.

-¿Podría decirse, visto lo ocurrido en Grecia, que no hay lugar para las “alternativas”?
El caso griego –particularmente en la fase final, a partir del referéndum del 5 de julio- aporta dos grandes enseñanzas. La primera, que en el marco del euro no hay salida a los problemas. Aceptando, que es mucho aceptar, la ingenuidad de alguien como Varoufakis: él pensaba que iba a convencer a los miembros del Eurogrupo, pero discutió con ellos seis meses y vio que realmente no había debate alguno. No lo había, no podría haberlo habido. Lo que se produjo fue una escenificación para disciplinar la aplicación de políticas muy duras. Porque eso y no otra cosa es la UE y el euro: un instrumento para el disciplinamiento del ajuste del FMI. La segunda gran conclusión son las limitaciones de la vía electoral. Por ejemplo, hay fuerzas políticas aquí que nos dicen que si les votamos resolverán nuestros problemas. En el ámbito municipal, nos prometen cosas incompatibles con el compromiso de seguir pagando deuda (a los 8.000 ayuntamientos se les atribuye una deuda de más de 30.000 millones de euros). Cuando sabemos que es imposible pretender que se pague la deuda y a la vez se resuelvan los problemas de vivienda, sanidad, educación y otros.

-En esta mirada de largo alcance, que trata de recuperar los contextos, ¿cómo han evolucionado dentro del sistema capitalista derechos básicos como la educación y la sanidad?
Históricamente, hace 150 años, quien tenía dinero pagaba para que el médico o el instructor fueran a su casa, podía costearse las medicinas y llevaba a sus hijos a un colegio privado. A quien no tenía dinero, le quedaba la beneficencia. La escuela pública era prácticamente un “aparcaniños” y la sanidad beneficencia, es decir, caridad y negocio. Gracias a las conquistas sociales, la enseñanza y la sanidad se van convirtiendo en un derecho del que se benefician los trabajadores. Por eso lo llamamos “salario indirecto”, no se trata de un salario individual que se le paga a cada trabajador sino del acceso a una serie de prestaciones que están institucionalizadas como tales. Por más que ciertamente sean contradictorias con el propio carácter de clase del Estado. Por eso son conquistas y por eso mismo la clase capitalista busca desembarazarse de ellas…

-Pero actualmente se constata un retroceso…
Después de la crisis de los años 70 y con las consiguientes políticas de ajuste, lo que se pretende es una vuelta atrás. Se retorna al esquema de negocio, en el que se distingue entre quien tiene dinero para pagar la educación y la sanidad, y la caridad para el resto. Se cuestiona su condición de derecho para sustituirla por el eje mercancía-caridad. En la universidad, por ejemplo, se pretende establecer una distinción social entre aquellos estudiantes cuyas familias puedan más o menos pagar un grado de tres años, y aquellas otras que también se puedan costear un postgrado de dos años, de los que eventualmente puedan llegar a resultar útiles para el mercado laboral. Estas distinciones sociales habían podido mitigarse gracias al salario indirecto.

-¿El objetivo es orientar totalmente la universidad a las necesidades de las empresas?
Sí, las primeras “cuñas” se produjeron con medidas como la privatización de la reprografía o de las cafeterías, pero el proceso ha continuado. Así, hay numerosas líneas de investigación pública que exigen previamente financiación privada. No es una cuestión baladí. Se está preparando el terreno para que sea la inversión privada la que decida qué se investiga, y la investigación pública vaya a remolque. Es decir, para destinar los fondos públicos a los intereses privados. Pero la privatización va mucho más allá. Es como cuando nos dicen desde el “pensamiento crítico único” (que también existe), que se cree un banco público. En lugar de defender que en un contexto tan grave como el que padecemos, el conjunto de los recursos financieros de la nación se pongan al servicio de las necesidad de la población. Es decir, en lugar de nacionalizar el sistema financiero. Porque un banco público entre los demás privados, compitiendo con ellos, acaba siendo en última instancia uno más. Como las universidades públicas compitiendo con las privadas, es decir, pervirtiendo lo que debía ser su función social, la promoción del conocimiento y la formación de los jóvenes, de forma totalmente ajena a las exigencias de rentabilidad del capital privado.

-¿Cómo afecta todo ello a la formación de los estudiantes?
Pretenden que olvidemos que antes las licenciaturas eran de cinco años y las diplomaturas de tres. Pero incluso en las licenciaturas, si alguien tenía aprobados los tres primeros cursos, podía opositar. Hoy se plantea un “pseudogrado” de cuatro años, que debilita la formación. De hecho, en la decisión de cursar estudios universitarios, muchas familias prevén desde el principio que los hijos cursen el grado y el postgrado. Lo que llamamos 3+2 (grados de tres años más dos de máster) es en realidad la desreglamentación de la duración de los títulos, es decir, que cada Universidad haga lo que quiera. Lo que llevará a la existencia de títulos de primera, de segunda… y de séptima, segmentándose de manera enorme la universidad. Con ello, además, se abre el terreno a una mayor privatización y precarización del trabajo.

-¿Cómo afecta esta política de privatizaciones, mercantilización y desregulaciones al profesorado?
En primer lugar, la reducción de las plantillas, sobre todo porque no se renuevan los contratos y estos se vuelven más precarios. Por esta razón, además, envejecen las plantillas. Hay una generación completa que apenas incorporándose a la universidad, ya está siendo expulsada. La precariedad se dispara, casi no salen ya los contratos verdaderamente acordes al trabajo que se desarrolla, que son los de titulares y catedráticos. En segundo lugar, el deterioro de las condiciones de trabajo, con más grupos, más alumnos y menos recursos. De mantenerse en el tiempo, por más que los profesores redoblemos nuestro esfuerzo, inevitablemente acabaría afectando a la calidad… que es precisamente lo que se busca para mejor promover el negocio económico y también ideológico de las privadas. Por otra parte, en el campo de las ciencias sociales y particularmente la economía, el panorama es dantesco además por la actuación de entes burocráticos y profudamente antidemocráticos como las “agencias de calidad” que, en este ámbito, actúan en gran medida como meros comisarios políticos en coalición con el capital privado. Los planteamientos más serios, los que se encuadran en la crítica de la economía política, quedan marginados, excluidos en una grandísima medida de financiación para investigar.

-Por último, ¿quedan espacios para la resistencia, el dogal es tan fuerte?
En el año 2002, los estudiantes alemanes acuñaron un eslogan verdaderamente certero y premonitorio: “el euro viene, la educación se va”. En eso estamos. Pero la voluntad de resistencia de los trabajadores y estudiantes ante ello, de defender los derechos, es inequívoca. No elucubro, sino que lo constato en el grado de movilización desplegado incluso en condiciones muy difíciles. El problema estriba en las direcciones de las organizaciones que no están a la altura de las exigencias, por sus compromisos, seguramente inconfesables… Hay un hecho muy elocuente: el mismo viernes 30 de enero pasado que se aprobó el “decreto 3+2”, ya hubo concentraciones de protesta ante los rectorados. Sin embargo, el día siguiente había una manifestación ya convocada por uno de los nuevos partidos, que sus dirigentes definían expresamente que era “no para protestar”.

miércoles, 29 de julio de 2015

Por qué he votado primero No y después Sí

Yanis Varufakis
Sin Permiso

Me decidí a participar en política por una razón: para apoyar a Alexis Tsipras en su lucha contra la servidumbre de la deuda. Por su parte, Alexis Tsipras me honró al reclutarme por una razón: una comprensión particular de la crisis basada en el rechazo del dogma de Papakonstantinos; a saber, la idea de que, si hay que elegir entre una quiebra anárquica y unos préstamos tóxicos, estos últimos son siempre preferibles.

Es un dogma que rechacé porque es una amenaza permanente, que ayuda a aplicar políticas que garantizan la quiebra permanente y, finalmente, conducen a la servidumbre de la deuda. La noche del miércoles, se me pidió en el Parlamento que eligiese entre (a) la defensa de dicho dogma votando a favor del documento que nuestros "socios" habían impuesto a Alexis Tsipras en la Cumbre del Euro por medios golpistas y una agresión inimaginable, o (b ) decir "no" a mi Primer Ministro.

El primer ministro nos preguntó: "¿es el chantaje real o un farol?", planteando el dilema horrible que todos teníamos en nuestras conciencias – la suya también. Claramente, el chantaje era real. Esa "realidad" me golpeó por primera vez cuando el 30 de enero J. Dissjenbloem me visitó en mi oficina para presentar el dilema "memorándum o bancos cerrados". Sabíamos desde el principio hasta qué punto serían despiadados los prestamistas. Y sin embargo, decidimos hacer lo que nos seguíamos repitiendo unos a otros durante las largas noches y días en la sede del gobierno: "Vamos a hacer todo lo posible para conseguir un acuerdo viable financieramente. Llegaremos a acuerdos, pero no nos dejaremos chantajear. Solo cederemos lo imprescindible para asegurar un acuerdo dentro de la Eurozona. Sin embargo, si somos derrotados por las políticas catastróficas del memorándum, dimitiremos y cederemos el poder a aquellos que creen en tales medidas; que sean ellos los que las apliquen: nosotros volveremos a las calles".

El primer ministro preguntó el miércoles "¿Hay alguna alternativa?" Creí que sí, que la había. Pero no voy a detenerme en eso ahora. No es el momento apropiado. Lo importante es que la noche del referéndum, el Primer Ministro llegó a la conclusión que no había alternativa.

Y por eso dimití, para facilitar su viaje a Bruselas y que pudiese volver con las mejores condiciones que pudiese conseguir. Pero eso no quiere decir que estuviésemos comprometidos automáticamente con la aplicación de esas medidas, ¡sin importan cuales fueran!

El presidente del Gobierno, en la reunión parlamentaria del miércoles, nos pidió decidir juntos, compartir la responsabilidad. Vale. Pero ¿cómo? Una forma sería actuar, todos juntos, como habíamos dicho una y otra vez que haríamos en caso de derrota. Declararíamos que habíamos sido derrotados, anunciaríamos que en teníamos nuestras manos un acuerdo que consideramos inviable y pediríamos a todos aquellos políticos que creyesen el acuerdo era aún potencialmente viable, independientemente de a que partido perteneciesen, que formasen un gobierno y lo aplicasen.

La otra opción sería hacer lo que el primer ministro sugirió: proteger al primer gobierno de izquierda, aunque fuese aplicando el acuerdo - producto del chantaje - que el propio Primer Ministro consideraba inviable.

Ambos aspectos del dilema eran igualmente despiadados. Como Alexis Tsipras anunció con razón, nadie tiene el derecho a pretender que el dilema tortura más su propia conciencia que la de los demás - ya sea primer ministro o miembro del gobierno. En consecuencia, esto de ninguna manera implica que los que decidieron que el gobierno debía aplicar el acuerdo "inviable" lo hicieran por tener un mayor sentido de la responsabilidad que aquellos de nosotros que defendíamos que debíamos dimitir y dejar la aplicación de las medidas a aquellos políticos que creían que el acuerdo era viable.

Euclides Tsakalotos resumió perfectamente la realidad cuando se dirigió al Parlamento; dijo que aquellos que creían que el gobierno de Syriza no debía cargar con la tarea de hacer cumplir este acuerdo tenían argumentos tan fuertes como los que creían que el gobierno de Syriza está moralmente obligado ante la gente a aplicar este mal acuerdo para evitar una quiebra caótica.

Ninguno de nosotros es más "anti-memorándum", pero tampoco más "responsable". Simplemente, cuando te encuentras ante semejante encrucijada, bajo la presión de una alianza poco santa de potencias internacionales, es aceptable que unos compañeros elijan una opción y otros la contraria. En estas circunstancias, sería criminal que unos calificasen a los otros de "vendidos" y los otros a los primeros de "irresponsables".

Ahora, en medio de estas disputas de fondo, la unidad de Syriza y la gente que creyó en nosotros, que le otorgaron el 61,5% en el referéndum, la unidad es la prioridad. Y la única manera de asegurar esto es comprender los argumentos de cada uno, teniendo en cuenta como un axioma que el lado contrario se mueve por intenciones que son igual de buenas, responsables y revolucionarias que las nuestras.

Dicho esto, la razón por la que he votado "NO" el miércoles pasado es simple: deberíamos haber entregado el poder, como habíamos dicho que haríamos, a quienes pueden mirar en los ojos a la gente y decir lo que nosotros no podemos: "El acuerdo es duro, pero se puede cumplir de tal manera que haya espacio para la esperanza de que podemos recuperarnos y superar la catástrofe humanitaria".

El gobierno de la izquierda no puede prometer a Europa lo que sabe que no puede conseguir. El activo fundamental que el gobierno de Syriza necesita proteger es la promesa que repetidamente hemos hecho en nuestras visitas a las capitales europeas: a diferencia de los otros, no prometemos lo que no podemos cumplir (por ejemplo, un cierto superávit primario). Por otra parte, el gobierno de la izquierda no tiene derecho a saquear más a las víctimas de una crisis que dura ya más de cinco año sin ser capaz, por lo menos, de responder afirmativamente a la pregunta: "¿Por lo menos se han recuperado de las políticas recesivas? "

Muchos de mis colegas preguntan: "¿No es mejor que seamos nosotros quienes gobernemos? Nosotros, que nos preocupamos por la gente y queremos luchar contra la corrupción y la oligarquía". Sí, es mejor. Pero, ¿qué instrumentos tenemos para ello? La decisión de la Cumbre del Euro consagra y amplia la completa falta de control social sobre los bancos, mientras que la sociedad deberá pagar más entre10 y 25 mil millones de deuda para apoyarlos.

Y para empeorar las cosas, la creación de un súper-HRADF (Fondo de Desarrollo de Activos de la República Helénica) que tomará el control total de todos los activos públicos, privando a la República Helénica de todos los beneficios de gestión. Y ¿cómo vamos a controlar la austeridad cuando la troika, con todos los datos de la ELSTAT (Autoridad Helénica de Estadística) -cuyo control cedimos de este miércoles- decida unilateralmente cual debe ser el superávit primario?

Y cuando la dura realidad de los resultados de esta nueva austeridad aflijan a la sociedad, cuando los jóvenes y los viejos, por igual, salgan a las calles o se queden en casa pudriéndose de desesperación ante esas medidas, esa gente - las personas en cuyo nombre hemos hablado hasta ahora- ¿quién las representará políticamente? ¿El mismo partido que planteó esas mismas medidas ante el Parlamento? Las medidas que los ministros bienintencionados se ven obligados a defender ante el parlamento y los medios de comunicación, mientras son ridiculizados por la oposición anti- memorándum?

Me preguntan: "Pero ¿no están ayudando a los planes de Schauble cuando votan contra el acuerdo?". Y yo respondo con otra pregunta: "¿Está seguro de que el acuerdo a estas medidas no es parte del plan de Schauble?"

Observe lo siguiente:

El último informe del FMI que calcula que la deuda supone más del 200% del PIB, lo que en esencia prohíbe al FMI conceder nuevos préstamos.
La petición del ESM, bajo la batuta de Schauble, de que haya nuevos préstamos del FMI a Grecia. Un gobierno griego que aplica reformas en las que no cree, pero que además considera abiertamente resultado de chantaje.
Un gobierno alemán que hace aprobar al Bundestag un acuerdo para Grecia, a cuyo gobierno considera de entrada indigno de confianza y fracasado.

¿No considera, querido lector, que estos hechos son poderosos aliados de Schauble? ¿Hay realmente otra forma más seguro para el país sea excluido de la zona euro que este acuerdo inviable que otorga tiempo y razones al ministro alemán de finanzas para planificar el Grexit que tanto desea?

Basta ya de argumentos. Mi conciencia me hizo votar en contra del actual acuerdo, creyendo, como todavía creo, que el dogma de Papakonstantinos debe ser rechazado. Por otra parte, respeto totalmente mis colegas que opinan lo contrario. Ni soy el más revolucionario / ético, ni ellos los más responsables. Hoy se nos juzga por nuestra capacidad para proteger con todas nuestras fuerzas nuestra unidad, el compañerismo y el colectivo, manteniendo nuestro derecho a divergir.

Para concluir, permítaseme señalar un matiz filosófico del dilema que grava la conciencia de cada uno de nosotros; ¿Cuándo está más allá del utilitarismo la idea de que ciertas cosas no se deben hacer en nuestro nombre? ¿Ha llegado ese momento?

No hay respuestas correctas. Sólo la intención honesta de respetar las respuestas de nuestros compañeros, incluso si no están de acuerdo con la nuestra.

¿Por qué he votado “SI” esta noche?
En la decisión del Eurogrupo de 20 de febrero conseguimos que la palabra Memorándum (MoU) no apareciese en ninguna parte.

En su lugar, como requisito previo para la evaluación positiva de nuestro progreso, hay una lista de reformas, que debíamos preparar y proponer en los próximos tres días. La lista sería inmediatamente aceptada por las "instituciones".

De hecho, el 23 de febrero, la lista fue presentada con mi firma. Durante el fin de semana del 20 al 23 de febrero se trabajó febrilmente. Naturalmente, estábamos en contacto permanente con los representantes de las instituciones con el fin de garantizar que no se plantearía ningún problema, y que nuestra propuesta sería apoyada por ellas en la teleconferencia del Eurogrupo del 24 de febrero que, a su vez, la aprobó.

La lista definitiva, que envié a las instituciones a altas horas de la noche el 23 de febrero, incluia nuestra prioridades (por ejemplo, superación de la crisis humanitaria, la reintroducción de la negociación colectiva, cambio de la política de gestión de los bienes públicos, no reducción de las pensiones complementarias, etc.). También incluyó algunas de sus exigencias.

Había acordado incluir algunas de sus exigencias en un quid pro quo para la inclusión de nuestros principales objetivos. Las exigencias que habíamos aceptado son las que se someten hoy a votación del Parlamento griego: a) reformas en el Código Civil (CC), y b) la inclusión del mandato de la UE 2014/59 relativo a la "consolidación" de los bancos y otras entidades de crédito (BRRD).

Incluso entonces, sabía que las reformas en el CC estaban llenas de amenazas para los derechos humanos de las partes más débiles en la quiebra de las empresas u hogares. Por otra parte, lo mejor que se puede decir de las relativas a las BRRD es que son puro aire, ya que se supone que debía ofrecer garantías legales a los depósitos bancarios sin haber obtenido ningún tipo de financiación para el fondo que debía garantizarlos. Además de saber todo eso, calculé que en un acuerdo honesto, para garantizar nuestras "líneas rojas" (por ejemplo, que los superávit primarios fuesen entre el 1% y el 1,5% como máximo, que se protegiesen los derechos laborales y un IVA bajo), las reformas del CC y las BRRD supondrían una pequeña concesión. Esa es la razón por la cual incluí esas exigencias en nuestra lista.

Hoy, obviamente, las cosas son completamente diferentes.
Hoy nuestra lista de reformas, dentro de los límites de un acuerdo honesto, no existe.

Hoy la única lista es la que la Troika ha impuesto en su totalidad.

Hoy estamos ante las secuelas de un golpe humillante en lugar de un acuerdo honesto.

En febrero sacrificamos las reformas del CC y las BRRD con el fin de obtener concesiones importantes.

Ahora estamos regalando las reformas del CC y las BRRD y nos exigirán reformas aún más venenosas en unas cuantas semanas.

Por otra parte, en el documento que envié a las instituciones, estaba simplemente aceptando la responsabilidad de un "nuevo Código Civil" y no desde luego el que dictasen ellos. Tampoco imaginé nunca que nuestro gobierno (bajo la supervisión de la Troika) aceptaría someter todos esos cambios al Parlamento bajo la etiqueta de "urgentes", lo que constriñe todos los debates y niega la función del Parlamento.

El miércoles pasado no tuve más remedio que votar con un NO atronador. El mío se situó junto al NO que el 61,5% de nuestros compatriotas emitió para evitar una capitulación a la infame TINA (no hay alternativa). Me he negado a ello los últimos 35 años en los 4 continentes donde he vivido. Hoy en día, esta noche, esas dos medidas, que yo mismo había propuesto en febrero, se presentan ante el Parlamento griego de una manera que nunca había imaginado; de una manera que no honran al gobierno de Syriza.

Mi desacuerdo con la forma en que se han conducido las negociaciones después del referéndum es de fondo. Y, sin embargo, mi objetivo principal es proteger la unidad de Syriza, apoyar a A. Tsipras, y a E. Takalotos. Ya he explicado todo lo que había que explicar antes. En consecuencia, hoy voy a votar SÍ, a las dos medidas que yo mismo había propuesto, aunque en condiciones y con requisitos radicalmente diferentes.

Desafortunadamente, estoy seguro que mi voto no será de ninguna ayuda al gobierno para alcanzar nuestros objetivos comunes. Y es porque las "acciones previas" de la Cumbre del Euro fueron diseñadas para fracasar. Sin embargo, formularé mi voto con la esperanza de que mis compañeros ganen un poco de tiempo y que nosotros, todos nosotros, unidos, planearemos una nueva resistencia a la autocracia, la misantropía y la (impulsada) aceleración y profundización de la crisis.

(I) Esta mañana, cuando participé en el Comité de Finanzas del Parlamento, me cercioré de que ningún colega mío, ni siquiera el ministro de Justicia, estaba de acuerdo con el nuevo código civil. Fue un triste espectáculo.

Yanis Varufakis, exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.
Traducción para www.sinpermiso.info : Gustavo Buster
Textos originales en inglés aquí y aquí.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=8195

viernes, 17 de julio de 2015

Inverosímil. En resumen: ¿lo de Tsipras ha sido un accidente o un ajuste de cuentas?

Un coche negro entra como un rayo en la plaza de Sintagma, aminora la velocidad, se abre una puerta y un fardo es arrojado fuera. Cuando el automóvil desaparece, la gente se acerca al bulto, que resulta ser un hombre con la cara hinchada a golpes y la nariz rota. Los párpados abultan como pelotas de tenis y los labios parecen una masa informe de carne picada entre la que brillan fragmentos de lo que debió de ser la dentadura. No es difícil suponer, por el silbido que a modo de respiración escapa del agujero donde estaba la boca, que tiene tres o cuatro costillas clavadas en los pulmones. El resto de su cuerpo no está mejor: una de las piernas aparece extrañamente retorcida y le falta un zapato. Es Alexis Tsipras, el mensajero que los griegos enviaron a Europa para renegociar su deuda. He aquí nuestra respuesta, parecen responder los acreedores.

Debe de haber en todo este asunto aspectos que se nos escapan.

Si razonamos desde lo que sabemos, o creemos saber, los hechos resultan completamente inverosímiles. Veamos: la UE propone a Grecia una solución imposible. Tsipras convoca un referéndum y vuelve a Bruselas con un mensaje claro de su pueblo. A los dos días, inexplicablemente, firma un acuerdo peor que el que aconsejó la convocatoria de la consulta y regresa a casa humillado, escupido, zarandeado y con muestras de desvarío mental. Al mismo tiempo, nos enteramos de que quienes venían prestando a Grecia el dinero que ahora le reclaman y que consintieron su ingreso en el euro sabían que se trataba de un país sin Hacienda, sin Tesoro, sin catastro y sin instituciones públicas en general, además de corrupto. ¿Por qué hacíamos negocios con él? En resumen: ¿lo de Tsipras ha sido un accidente o un ajuste de cuentas?
Juan José Millás, El País.

jueves, 12 de marzo de 2015

Grecia, la deuda inútil La UE debe acabar la era de los recortes a ultranza e iniciar la del estímulo inversor

Una vez que el Gobierno de Grecia ha alcanzado un acuerdo político solo para cuatro meses con el Eurogrupo, aceptando básicamente las condiciones de este, es un buen momento para analizar la situación de ese país en el contexto europeo. El caso griego es el paradigma de la crisis. Cientos de miles de euros entregados a Grecia desde 2010 para evitar la caída de la banca acreedora europea, que valieron únicamente para refinanciar esa deuda privada y transmutarla en deuda pública en manos de los Gobiernos de la eurozona y del BCE. No sirvieron para sanear la economía griega. Entre otras cosas porque la inoperancia de los sucesivos Gobiernos helenos y las condiciones deflacionistas de los rescates, consistentes en deprimir el consumo, la hundieron aún más. Ha sido una deuda inútil.

Su contrapartida debió ser —y no lo fue— un programa de inversiones, al tiempo que de reformas internas en la Administración, contra la corrupción, y en el sistema fiscal —injusto e inservible— que padece Grecia, junto a un descenso en los abultados gastos en Defensa y la desaparición de los privilegios fiscales y salariales de la poderosa Iglesia ortodoxa. No hay más que ver la “lista de reformas” enviada al Eurogrupo por el Gobierno griego para comprender que está casi todo por hacer. Eso explica que el ministro de Finanzas, Varoufakis, renegase de la deuda considerándola una adicción, una droga. Eso es exactamente.

La pretensión del Gobierno griego era abolir el programa de rescate o asistencia financiera y sustituirlo por un préstamo puente que no condicionara su política económica. O sea, más deuda, aunque incondicional. El programa de rescate se impuso a Grecia porque no era capaz de financiarse en los mercados por sí misma, nadie le prestaba a intereses asumibles. Solo la Unión, naturalmente, y con condiciones, pero hasta hoy han sido demasiado duras para el pueblo griego e ineficaces para salir del hoyo.

Hay otras sendas que se podrían y deberían transitar. En el corto plazo, además de la liquidez monetaria que ha de aportar el BCE, el pueblo griego necesita respirar, recibir ayuda, ya prácticamente humanitaria. No creemos que sea imposible un plan europeo, acotado en el tiempo, dirigido a elevar el consumo y la calidad de vida de los griegos y de los europeos más necesitados, en materias como la salud o el derecho elemental —especialmente de niños y mayores— a la alimentación. Sin embargo, los problemas de fondo de Grecia van más allá. Sin resolverlos, un alivio momentáneo no sería sostenible, ni un tercer rescate clónico de los anteriores. Se requiere política y no otro diluvio de deuda solo para salir del paso. La enésima crisis griega está, efectivamente, más que nunca teñida de política, pues convive con una reciente decisión democrática de los electores, que habría de servir para que, con la participación del Banco Europeo de Inversiones y de la Comisión Europea, Grecia —a cambio de reformas estructurales— dispusiera, no de más deuda pasiva para tapar los vencimientos de cada día, sino de un programa inversor sólido que inyecte energía a su congelado sistema económico.

Ese programa debería insertarse en lo que es verdaderamente estratégico: un giro en la economía europea hacia la política que, con éxito, ha impulsado Obama en Estados Unidos. El último proyecto de presupuesto que ha presentado al Congreso es un ejemplo válido para Europa: subida de impuestos sobre el capital y las herencias a los más ricos, personas y sociedades —particularmente a las multinacionales que se escapan a los paraísos fiscales, algunos de ellos europeos—, inversiones en infraestructuras, ayudas a las clases medias.

Al lado de lo anterior, la UE debería abordar una renegociación de la deuda griega, a todas luces impagable en las actuales condiciones. Se pueden utilizar diversos mecanismos: mayores plazos, reducción de intereses y un objetivo de superávit primario más razonable que el vigente. Cuando se trata de los “grandes” la UE es siempre flexible, como acabamos de ver con los déficits de Francia e Italia. Lo que no pueden hacer ni Grecia ni la Unión es seguir con una política de ajuste hipócrita que solo ha hecho aumentar la deuda pública y no sacarnos del crecimiento plano, del desempleo crónico, de la deflación.

Cambiar esto es lo que realmente puede ayudar a Grecia y nos puede ayudar a los demás. ¿Qué podría hacer Tsipras al respecto? No ir de llanero solitario, o caer en la tentación de liderar radicalismos estériles. Esa inclinación no es sencilla de evitar, cuando Syriza prometió tanto. Pero no conduce a nada bueno. Solamente a dejarse seducir por un neonacionalismo o neosoberanismo aislacionista, incluidos amagos de cambios de alianzas, que llevaría de forma natural al antieuropeismo, igualmente estéril. Grecia haría bien en acercarse a fuerzas y Gobiernos progresistas, como los de Francia e Italia, para empujar a la Unión a acabar con la era de los recortes a ultranza, e iniciar la era del estímulo inversor, que solo se puede conseguir eficazmente desde Europa como algo que beneficie a todos, no solo a Grecia. La idea de las “soluciones en un solo país” ha pasado ya a la historia.

Diego López Garrido es diputado y presidente del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas. Nicolás Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/10/opinion/1426005028_278601.html

lunes, 23 de febrero de 2015

“Hay que mejorar las condiciones de vida en la UE, no rebajarlas”. El jefe de Gobierno sueco apuesta por aplicar políticas socialdemócratas pero ajustadas a las nuevas realidades

De oficio soldador, sindicalista antes que primer ministro. El socialdemócrata Stefan Löfven (Estocolmo, 1957) dirige Suecia tras ganar los comicios en septiembre y evitar en el último minuto la caída de su flamante Gobierno. Gracias al apoyo del centroderecha, su antecesor en el poder y con cuyo presupuesto gobierna, superó el envite del partido antiinmigración Demócratas Suecos, la tercera fuerza (13% de los votos). En Madrid, horas antes de asistir a la cumbre convocada el sábado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, Löfven asegura: “Los socialdemócratas no podemos aplicar soluciones viejas a problemas nuevos”.

Pregunta. Usted ganó las elecciones con el peor resultado en la historia de su partido (31,2%). ¿Por qué ha perdido atractivo la socialdemocracia en Suecia?
Respuesta. No lo ha perdido, aunque los resultados no fueron tan buenos como queríamos. Durante ocho años, el Gobierno conservador no desarrolló el modelo social escandinavo, redujo subvenciones y subsidios sociales. El paro de larga duración es más alto ahora. Además, hay una economía global, empresas suecas que se han ido a otros países. Todo esto creó una sensación de incertidumbre para mucha gente, que no ve un futuro positivo en este entorno de economía global. El partido xenófobo Demócratas Suecos decía “tenemos la solución: que no haya tantos inmigrantes en Suecia”. Es fácil que alguien desesperado pueda sentirse atraído por soluciones desesperadas.

P. ¿Por qué tienen éxito los partidos xenófobos?
R. Tiene que ver con el miedo. En 2008, cuando era líder sindical, lo veía en los ojos de la gente. No entendían. El poder ya no está conectado a nivel nacional, sino internacional. Eso hace más difícil afrontar los cambios, pero por eso necesitamos una socialdemocracia europea y global.

P. ¿Cómo piensa recuperar la confianza?
R. El desempleo juvenil es el peor paro, porque niega el futuro a quien más lo necesita. Estamos introduciendo la garantía de los 90 días. En ese plazo un menor de 25 años recibirá trabajo, formación o ambas cosas. Además, invertiremos mucho más en vivienda, infraestructuras, política industrial. Y tendremos un sistema de bienestar social sólido. Las desigualdades son demasiado grandes. Somos un Gobierno feminista. Si se consigue la igualdad, la economía se potenciará.

P. ¿Qué soluciones ve a la crisis de la socialdemocracia en Europa?
R. La UE es muy importante para nosotros, un país de 9,7 millones de habitantes, porque nos da el tamaño para competir con EE UU y China. Pero el mercado laboral en Europa debe ser justo y hoy no lo es. En Suecia los trabajadores ven que hay una competencia desleal, una presión creciente sobre las condiciones de trabajo. La legislación europea debe garantizar que no haya dumping social. La idea básica de la UE es mejorar las condiciones de vida de las personas, no rebajarlas. Mejorar el mercado laboral es una parte muy importante en la política socialdemócrata. Hay que combinar la economía de mercado con la justicia social.

P. ¿Qué opina de las alternativas de izquierda como Syriza o Podemos?
R. La vía socialdemócrata es mejor. Es muy fácil estar en la oposición, pero hay que estar preparado para gobernar, que no es tan fácil.

P. ¿Les obligan a evolucionar?
R. Debemos cambiar porque cambia la realidad, no por esos partidos. No podemos aplicar soluciones viejas a problemas nuevos. Necesitamos más políticas socialdemócratas, pero hay que basarlas en la economía global; ajustarlas a las nuevas realidades, pero mantener nuestros valores.

P. Suecia ha sido el primer país que, siendo miembro de la UE, ha reconocido a Palestina. ¿Qué balance hace de esta decisión?

R. Reconocimos al Estado palestino porque creemos que es la manera de avanzar para conseguir una solución. Esto no significa que tomemos partido. Somos amigos de Israel y de Palestina, pero durante muchos años no hemos visto nada positivo. No creemos que el reconocimiento deba ser el resultado de una negociación: eso da un poder de veto a la otra parte. Deseamos que ambas estén al mismo nivel, que sean dos Estados que negocien en pie de igualdad. La diferencia entre una parte y otra es demasiado grande y el reconocimiento la reducirá. Tenemos que hacer algo antes de que sea demasiado tarde para aplicar una solución que incluya los dos Estados.

P. ¿Cuándo habrá embajador?
R. Está por decidir. Mantenemos un cónsul general.

P. ¿Cómo combatir el terrorismo?
R. Hay que utilizar la mano dura en el sentido de decir que la violencia no es tolerable. En Suecia estamos trabajando en una legislación similar a la española para que sea ilegal que las personas puedan ir a Siria y unirse al Estado Islámico. Pero al mismo tiempo tenemos que trabajar en la prevención, evitar que los jóvenes se sientan atraídos por estas cuestiones, quieran viajar a estos lugares, hacerse yihadistas. Hay que hacer un trabajo muy amplio en la sociedad civil, implicar a la gente, implicar a los clubes de fútbol... al movimiento scout, lo que sea, para asegurarnos de que todas las organizaciones civiles colaboren en la prevención y ayuden a impedir que los jóvenes se sientan atraídos por esas actividades. Esas son las vías, junto con la mejora de la integración.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/02/22/actualidad/1424624536_013042.html