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jueves, 24 de septiembre de 2015

El niño (litle boy) más pequeño. Veinte años después de Hiroshima, tropas estadounidenses de élite se entrenaron para impedir una invasión soviética, con armas nucleares atadas a la espalda.

Mientras el capitán Tom Davis espera de pie junto a la puerta posterior del avión militar de carga, el aire nocturno barre la bodega. Davis recorre con los ojos la tierra negra 400 metros más abajo. Agarra con fuerza la lona de su paracaídas de reserva y respira hondo.

Davis y los hombres que forman su equipo-A (equipo Alfa de operaciones) de las Fuerzas Especiales están entre los soldados más preparados del ejército norteamericano. Estamos en 1972, y el capitán ha vuelto hace poco de un periodo de servicio en Vietnam, donde estuvo combatiendo en la frontera con Camboya. Su sargento de comunicaciones sirvió en el Mando y Control Norte, que era responsable de algunas de las operaciones más audaces en el corazón del territorio norvietnamita. Pero ninguno de ellos había estado antes en una misión como esta.

Su plan es saltar en paracaídas en Europa del este, avanzar sin que los descubran por unas montañas cubiertas de bosques y destruir una planta de agua pesada utilizada en la fabricación de armas nucleares.

Durante los cuatro días de preparación para la misión, militares expertos en la región les han informado sobre rutas de infiltración y las patrullas enemigas que pueden esperar. El equipo ha examinado fotografías aéreas y una elaborada simulación del objetivo, un gran edificio vagamente en forma de U. La planta está situada en una zona amplia y abierta, con guardias que la recorren sin cesar, pero, por lo menos, el equipo no necesita introducirse en el edificio. Del arnés del paracaídas que lleva el sargento de información de Davis cuelga en curiosa postura una bomba nuclear de 26 kilos. Con un arma tan poderosa, pueden limitarse a colocarla junto a un muro, activar el temporizador y dejar que la fisión cumpla su papel.

Davis tenía pensado seguir los pasos de los destacados juristas existentes en su familia --su padre era abogado, y su abuelo, juez de un tribunal federal-- hasta que la junta de reclutamiento puso un anuncio durante su primer año de Derecho. Sin esperar a que le llamaran, Davis se presentó voluntario a la escuela para formación de oficiales y en concreto a las Fuerzas Especiales, y terminó el durísimo “curso Q”, el curso de calificación, con el grado de subteniente. De ahí pasó a estudiar la lengua vietnamita y luego partió a la guerra en el sureste asiático, donde sirvió como oficial de asuntos civiles y operaciones psicológicas.

Cuando le nombraron teniente, Davis obtuvo su propio equipo-A. Su sargento sugirió que se ofrecieran voluntarios para entrenarse en lo que el ejército llamaba las Municiones Atómicas Especiales de Demolición (SADM en sus siglas en inglés), unas armas nucleares tácticas concebidas para utilizarse en el campo de batalla, en caso de una guerra con los soviéticos. “Qué demonios, ¿por qué no?”, respondió. El comandante de la compañía propuso sus nombres y el equipo fue aceptado en el entrenamiento.

A medida que el avión se acerca a la zona de salto, empiezan a oírse a toda velocidad las órdenes sobre el viento helado y ensordecedor. “¡Comprobad líneas de interferencia!” Los hombres responden para comprobar los equipos, empezando por atrás. “¡Preparados!” Se encienden las luces verdes y empiezan a dar un golpecito a cada hombre: “¡Adelante!” Los soldados, cada uno cargado con unos 30 kilogramos de material además de los 14 kilogramos de cuerda del paracaídas, más que saltar se tambalean y se dejan caer por la puerta trasera para saltar a tierra a alrededor de 6 metros por segundo.

Sus siluetas van saliendo del avión a intervalos de medio segundo, con los paracaídas deshinchados flotando detrás como colas de cometas hasta que se llenan de aire y se expanden, y el equipo vuela hacia abajo a la velocidad suficiente para evitar que les vean (o les disparen), pero con la lentitud necesaria para no matarse al chocar con el suelo. Después de aterrizar y soltar y esconder los paracaídas, se aproximan a un punto de reunión fijado previamente, oculto entre árboles y sombras, y allí abren el contenedor especial para comprobar si el contenido ha sufrido algún daño o está intacto y no se ha filtrado nada de radiación. Meten la bomba en una mochila, entierran el contenedor y se disponen a atravesar las montañas, avanzando solo de noche para no ser vistos.

Tardan aproximadamente dos días en llegar a su objetivo. En día D, colocan el dispositivo en la planta de agua pesada y salen corriendo.

La “misión” del capitán Davis, por supuesto, era un ejercicio. En realidad, sus hombres y él no se lanzaron sobre Europa del este, sino cerca del Bosque Nacional de White Mountain, en New Hampshire. La planta de agua pesada era en realidad una fábrica de papel abandonada en el pueblo vecino de Lincoln, y la bomba era una imitación para entrenamiento.

La misión no era real, pero el trabajo sí.

Durante 25 años, en la segunda mitad de la guerra fría, Estados Unidos desplegó unos dispositivos nucleares portátiles con capacidad de destrucción, la Munición Atómica Especial de Demolición B-54 (SADM).

Soldados de varias unidades de élite de las Fuerzas Especiales y el cuerpo de Ingenieros del Ejército, además de SEAL de la Armada y marines escogidos, se entrenaron para manipular las bombas, denominadas “bombas de mochila”, en frentes de batalla de Europa del este, Corea e Irán, como parte de los esfuerzos de las fuerzas armadas estadounidenses para asegurar la contención y, en caso necesario, la derrota de las tropas comunistas.

Durante el largo pulso con la Unión Soviética, Occidente tuvo que lidiar con el hecho de que, en personal y en armamento convencional, las fuerzas del Pacto de Varsovia superaban con mucho a sus homólogos de la OTAN. Para Estados Unidos, las armas nucleares fueron el gran factor capaz de igualar la situación. En los años cincuenta, el presidente Dwight Eisenhower fue un poco más allá y presentó la política del New Look, la nueva perspectiva consistente en tratar de disuadir a la Unión Soviética de posibles agresiones sin incurrir en grandes costes, mediante la amenaza de responder a cualquier ataque con una ofensiva nuclear de proporciones apocalípticas: la doctrina denominada de “la represalia masiva”. Ike pensaba que así podría mantener a raya tanto el comunismo en el extranjero como el complejo militar industrial en su propio país.

Sin embargo, esa estrategia tenía un fallo importante. Aunque la represalia masiva era barata, no permitía a Estados Unidos tener ninguna flexibilidad en su respuesta a una agresión del enemigo. Si las fuerzas comunistas lanzaban un ataque limitado y no nuclear, el presidente tendría que escoger entre la derrota frente a una fuerza convencional superior o un enfrentamiento nuclear estratégico totalmente desproporcionado (y tal vez incluso suicida) que mataría a cientos de millones de personas.

Para tener más opciones entre los extremos de caer ante los “rojos” y acabar “muertos”, Estados Unidos adoptó el concepto de guerra nuclear limitada, y empezó a proponer armas atómicas tácticas diseñadas para su utilización en combate. Si las fuerzas del Pacto de Varsovia saltaban alguna vez de Alemania del este y Checoslovaquia hacia Europa occidental, Estados Unidos podría recurrir a armas nucleares con el fin de, por lo menos, retrasar el avance comunista lo bastante como para dar tiempo a llegar a los refuerzos. Estas armas “pequeñas”, muchas de ellas más poderosas que la bomba arrojada sobre Hiroshima, habrían aniquilado cualquier campo de batalla e irradiado gran parte del área circundante. Pero ofrecían una alternativa.

La estrategia de la guerra fría estaba llena de oximorones como el concepto de “guerra nuclear limitada”, pero el dispositivo nuclear de mochila fue quizá el ejemplo más cómico y siniestro de una era obligada a afrontar la perspectiva muy real del Apocalipsis. La SADM fue un caso de realidad que imitaba a la sátira. Al fin y al cabo, igual que Slim Pickens en el simbólico final de Dr. Strangelove, volamos hacia Moscú, los soldados estadounidenses debían atarse a la espalda unas bombas atómicas y lanzarse desde unos aviones para dar paso a la Tercera Guerra Mundial.

Los años cincuenta y sesenta del siglo pasado fueron la edad de oro del diseño de armas nucleares. Los científicos y los técnicos de los laboratorios de armamento nuclear en Los Álamos y Sandia consiguieron miniaturizar los llamados “paquetes físicos” en el núcleo de las bombas atómicas, que dejaron atrás el monstruo de más de 4.500 kilogramos empleado en la primera prueba nuclear de la historia para constituir cabezas más pequeñas que podían encajarse en un misil. Y sus colegas especialistas en cohetes desarrollaron misiles balísticos de tierra y submarinos que, junto con los bombarderos, pronto formaron la “tríada” nuclear en la que se basaba la disuasión estratégica contra los soviéticos.

Desde el punto de vista del Ejército, el problema era que los bombarderos y los misiles estaban en manos de la Fuerza Aérea y la Armada, con lo que las fuerzas de tierra se habían quedado al margen del que probablemente era el avance más significativo en la historia de la guerra, a pesar de que serían sus soldados los principales encargados de detener una invasión soviética de Europa occidental. Por suerte para el Ejército de tierra, muchos estrategas norteamericanos seguían considerando las bombas nucleares como bombas convencionales salvo que más grandes, y el dominio que tenía Estados Unidos de la ciencia de la destrucción atómica desde Hiroshima había hecho que los diseñadores de armas pensaran mucho más en las posibilidades que en la prudencia. El resultado fue una serie de curiosas creaciones que llegaron al arsenal del Ejército, desde artillería atómica hasta misiles de defensa aérea con cabezas nucleares.

El Ejército empezó a fabricar municiones atómicas de demolición (ADM) en 1954. Los primeros productos eran armas engorrosas, que pesaban cientos de kilogramos y necesitaban a varios hombres para transportarlas, con la ayuda de camiones y helicópteros. Su principal objetivo era lo que podríamos llamar paisajismo nuclear: crear cráteres irradiados e intransitables o hacer que laderas de montañas se derrumbaran en algún paso estrecho para obstruir cualquier ruta de invasión e impedir el paso a las fuerzas enemigas. Un ingeniero recuerda colocar un ADM en medio de un bosque: “La idea era hacer volar aquellos árboles a través de un valle para crear un obstáculo físico radiactivo al paso de vehículos y tropas”, cuenta.

El manual de campo de contramovilidad del Ejército enseñaba a los soldados a utilizar los ADM para hacer “cráteres río”, explosiones atómicas junto a vías de agua de pequeño tamaño que “formaran un pantano temporal, un lago, una inundación, y de esa forma constituyeran un auténtico obstáculo hidrológico” para las fuerzas enemigas.

En el peor de los casos, los ingenieros atómicos del Ejército preveían impedir que las fuerzas enemigas utilizaran las infraestructuras, es decir, destruir puentes, túneles y pantanos. Explanadas ferroviarias, centrales eléctricas, aeropuertos... Todos esos elementos eran blancos apropiados para llevar a cabo una destrucción nuclear preventiva.

No obstante, el Ejército quería tener también un papel nuclear más activo. Sus partidarios decían que la doctrina de la represalia masiva dejaba a Estados Unidos sin preparación para toda una amplia gama de conflictos. Varios documentos de la Comisión de la Energía Atómica (CEA) muestran que los diseñadores de las armas nucleares estadounidenses estaban deseosos de apoyar al Ejército en ese intento de tener armas nucleares tácticas. En 1957, según varios relatos, el presidente de Sandia Corporation, James Mcrae, se lamentó de que “el uso indiscriminado de armas nucleares de alto rendimiento generara inevitablemente una reacción adversa de la opinión pública”. Dado que el futuro de la guerra iba a consistir en una “sucesión interminable de pequeños brotes bélicos, más que conflictos a gran escala”, McRae recomendaba que “se diera más importancia a las armas atómicas de pequeño tamaño”, que podían utilizarse en “combates de tierra locales”.

Los consejos de McRae prepararon el terreno para el desarrollo del Davy Crockett, un misil nuclear con rendimiento inferior a un kilotón que cabía en la trasera de un todoterreno. En 1958, cuando el Ejército empezó a buscar una munición atómica de demolición que pudiera llevar un soldado por sí solo, la CEA recurrió a la cabeza ligera Mark 54, de la serie de Davy Crockett. El arma así obtenida sería una versión más pequeña y portátil de las ADM. Sin embargo, el Ejército tendría que compartir el dispositivo con la Armada y los marines.

El último producto de la CEA, la munición atómica especial de demolición B-54, se incorporó al arsenal estadounidense en 1964. Tenía 45 centímetros de alto, con una carcasa de aluminio y fibra de vidrio. Un extremo estaba redondeado, en forma de bala, y el otro tenía un panel de control de 30 centímetros de diámetro. Según un manual militar, el rendimiento explosivo máximo del arma era inferior a 1 kilotón, es decir, el equivalente a mil toneladas de TNT. Para impedir un uso no autorizado de la bomba, el panel de control estaba tapado por una placa con un cierre de combinación. El cierre tenía pintura fosforescente para que los soldados pudieran abrirlo y colocar la bomba de noche.

A medida que las fuerzas soviéticas se adentraran en países como Alemania occidental, el SADM permitiría a las unidades de las Fuerzas Especiales (denominadas equipos de “Luz verde”) deslizarse tras las líneas enemigas con el fin de destruir infraestructuras y material. Pero su misión no se habría limitado solo a los países miembros de la OTAN. Lo que no saben muchos historiadores nucleares es que los equipos de Luz Verde estaban también preparados para utilizar los SADM en territorio del Pacto de Varsovia si era necesario para impedir una invasión. Los equipos estaban entrenados para destruir aeródromos, depósitos, núcleos de la red de defensas antiaéreas y cualquier infraestructura de transporte que pudiera ser útil para dificultar la circulación de vehículos acorazados enemigos y permitir que los aliados emplearan su fuerza aérea. Según un informe interno, el Ejército pensó también en enterrar SADM cerca de búnqueres enemigos “para destruir instalaciones esenciales de mando y comunicaciones”.

Los SEAL de la Armada y las Fuerzas Especiales del Ejército se entrenaban para alcanzar sus objetivos por aire, tierra y mar. Podían lanzarse en paracaídas desde aviones de carga o helicópteros para caer tras las líneas enemigas. Los equipos especializados en misiones submarinas eran capaces de bucear para llevar la bomba hasta su destino en caso necesario. (La CEA construyó un contenedor hermético y a presión que permitía a los buceadores sumergir la bomba hasta una profundidad de 61 metros.) Un equipo de las Fuerzas Especiales llegó a entrenarse para esquiar transportando el arma en los Alpes de Baviera, aunque con ciertas dificultades. “El arma esquiaba montaña abajo; tú, no”, dice Bill Flavin, que dirigió un equipo de SADM de las Fuerzas Especiales. “Si se movía solo un poco, no había nada que hacer. Con aquella cosa no había forma de mantener el control en la pendiente”.

Por consiguiente, las Fuerzas Especiales recurrieron a equipos entrenados en saltos de paracaídas a gran altitud y buceadores. Los jefes de equipo podían escoger cuáles de sus hombres se iban a entrenar en el uso del arma para garantizar que sus unidades superasen las exigentes inspecciones periódicas de seguridad nuclear que hacía el Ejército. “Los que tenían mejor historial, más experiencia, solían ser los que acababan incorporándose al equipo de la SADM, porque tenían que pasar la inspección de seguridad”, dice Flavin. Para recibir la autorización de manipular una SADM, los soldados además tenían que someterse al programa de fiabilidad del Departamento de Defensa, con el fin de asegurarse de que eran dignos de confianza y no tenían problemas mentales.

Algunos hombres a los que se proponía la misión eran de lo más entusiastas; otros, no tanto.

“Por supuesto, todo el mundo se presentaba voluntario. ese no era el problema”, dice el capitán Davis. “Lo hacíamos porque era, no sé, algo increíble, y yo quería aprender a hacerlo”. Pese a ello, cuando Ken Richter, miembro de un equipo Luz Verde, empezó a entrevistar a posibles candidatos, se encontró con que no todos tenían el mismo entusiasmo: “Entrevisté a mucha gente para nuestro equipo. Cuando se enteraban de en qué consistía la misión, decían: ‘No, gracias. Prefiero volverme a Vietnam’”.

Cuando le enseñaron el arma, Richter no daba crédito a lo que se había inventado la CEA. “Creo que mi primera reacción fue no creérmelo”, dice. “Porque todo lo que había visto hasta entonces, la Segunda Guerra Mundial, era un arma gigantesca. ¿Y nos la íbamos a atar a la espalda para transportarla? Creí que me estaban tomando el pelo”.

No era así. Los equipos de SADM de las Fuerzas Especiales como el de Davis asistían a un curso de una semana, entre ocho y 12 horas de clase cada día, en un aula de cemento en Fort Benning, Georgia. Además, recibían otros cursillos periódicos de actualización que impartía el comité de SADM de las Fuerzas Especiales, formado por suboficiales veteranos y expertos en SADM, y se sometían a inspecciones periódicas para evaluar su aptitud en el manejo de armas nucleares. Aun así, dado todo lo que estaba en juego, el entrenamiento no siempre inspiraba una gran confianza.

Para ser un arma nuclear, la bomba era compacta y ligera, pero, como material de infantería, era pesada e incómoda, y su peso muchas veces se inclinaba hacia un lado u otro sobre la espalda. “Cuando [el encargado de los saltos] dijo “Adelante”, prácticamente me empujó fuera del avión con la bomba”, recuerda Danny Powers, sargento de comunicaciones en un equipo de SADM.

El transporte del arma a pie era todavía más difícil. Dan Dawson, ingeniero de ADM, recuerda lo complicado que era correr con una bomba de mochila. Durante un ejercicio de entrenamiento, su unidad simuló una misión en la que tenían que hacer estallar un túnel de ferrocarril, pero descubrió que le costaba mucho trasladar una SADM a través de un terreno abierto. “Para llevar [al que transportaba la SADM] deprisa a través de aquel terreno, dos de nosotros tenían que agarrarle por los brazos y trotar con él para ayudarle. El arma se podía llevar, pero era imposible correr con ella a cuestas”.

Además, la norma de los dos hombres, que todavía hoy establece que ningún soldado sea capaz de montar por sí solo un arma nuclear, exigía que los equipos de Luz Verde se repartieran el código para abrir la placa que cubría el dispositivo. Y eso podía ser un problema si de camino al objetivo moría uno de los dos. “Llegaba uno al sitio con aquella mierda tan enorme en la mochila y sin poder hacer nada con ella”, dice Flavin. “Así que pensamos que no podíamos arriesgaros a que pasara”, y su equipo decidió que, en caso de una misión de verdad, todos sabrían el código.

Por otra parte, tampoco podían abandonar la SADM a mitad de misión si las cosas se ponían feas. Era un arma tan extraordinaria que no podían permitir que cayera en manos del adversario, y las placas que la cubrían, con un simple cierre de combinación, no iban a ofrecer una gran protección si las fuerzas enemigas capturaban a un equipo. “Se podía abrir con una barra de hierro”, dice Flavin. Por consiguiente, los equipos se entrenaban también para destruir el arma. “Siempre teníamos que llevar encima la cantidad necesaria de explosivos para destruirla sin que estallara”, dice Powers. “Quizá podía esparcir residuos nucleares, pero no habría una explosión con nube en forma de seta”.

Si el equipo alcanzaba el objetivo, los hombres debían quitar la cobertura y fijar los temporizadores. Luego metían la mano en el hueco de seguridad --un pequeño compartimento en la esquina superior izquierda del panel de control-- y sacaban una carga explosiva del tamaño de una mano que era la que detonaría la reacción nuclear en cadena de la bomba. Después de colocar la carga en posición activada y encender el interruptor, retrocedían a toda prisa.

Como es natural, en las horas o en los minutos previos a la detonación, cabía la posibilidad de que las tropas enemigas descubrieran y manipularan la bomba, así que se encargaba a algunos equipos que la mantuvieran vigilada hasta justo minutos antes. La distancia “correcta” para garantizar la seguridad del arma y la de los soldados variaba según cada inspector, recuerda Frank Antenori, que fue técnico de mantenimiento de armas nucleares del Ejército en un equipo de las Fuerzas Especiales y más tarde fue condecorado por el valor mostrado como Boina Verde en Irak y Afganistán. Algunos inspectores decían a los equipos que abandonaran la zona inmediatamente después de colocar el arma; otros insistían en que tenían que mantenerla a la vista hasta que estallara.

Incluso desde una distancia “segura”, los equipos de SADM se sentían demasiado cerca de la detonación. “Estábamos fuera de la zona de vaporización”, dice Antenori, “pero dentro de la zona de ‘Mmmm, cuando estalle, dentro de un segundo, voy a sentir el maravilloso aire caliente’”.

Por si resultaba poco absurda la idea de estar agazapados cerca de un arma nuclear que estaba a punto de explotar, los soldados no podían saber exactamente cuándo iba a explotar. La SADM era una bomba que tenía muy pocos componentes electrónicos, probablemente porque la CEA quería que así fuera resistente a las pulsaciones electromagnéticas de cualquier explosión nuclear próxima, que era algo previsible en caso de que estallara una guerra con los soviéticos. En su lugar, el dispositivo dependía de dos temporizadores mecánicos que, por desgracia, eran menos precisos cuando se fijaban con mucha antelación, y podían llegar a estallar incluso con ocho minutos de adelanto y 13 de retraso. Los manuales de campo del Ejército advertían que “no es posible estar seguros de que [los temporizadores] van a saltar en un momento determinado”, por lo que los equipos de las SADM se entrenaban para ser capaces de predecir el momento con cierta aproximación.

Aun así, dice Powers, “siempre pensábamos que, después de seguir todos aquellos meticulosos procedimientos y fijar los temporizadores para varias horas después, en cuanto apretáramos el botón íbamos a desaparecer”.

Si los equipos de Luz Verde tenían la suerte de seguir vivos después de detonar la bomba, todavía tendrían que superar enormes obstáculos para salir bien librados. Detrás de las líneas enemigas y sin ningún apoyo en el momento de comenzar la Tercera Guerra Mundial, tendrían que utilizar su ingenio y su entrenamiento para no acabar muertos o capturados. Contaban con ciertos recursos que se habían dispuesto para ayudarles: las Fuerzas Especiales que huyeran de la detonación de una SADM sabían que deberían buscar armas y suministros escondidos en determinados lugares de Europa del este que estaban señalados en mapas especiales. “Cuando cayó el Muro [de Berlín], recuperamos parte de todo lo que había oculto”, recuerda Flavin. “Me sorprendió ver que las armas y las demás cosas estaban en perfecto estado”.

Además de sus reservas, algunos equipos de SADM tenían acceso a otra arma secreta que les ayudaría a volver a casa: un sargento de las Fuerzas Especiales nacido en Checoslovaquia, llamado Julius Reinitzer. Cuando era adolescente, Reinitzer se había escapado dos veces de un campo de trabajo nazi en Polonia. Después contactó con los servicios militares de inteligencia de Estados Unidos y se movió por la frontera checa para establecer redes de resistencia. Después de que le detuvieran y le encarcelaran por espionaje en la Checoslovaquia comunista, volvió a escaparse. Al llegar al mundo libre, Reinitzer se alistó en el Ejército estadounidense, obtuvo la nacionalidad y se convirtió en Boina Verde. Le llamaban “el Oso”, y llegó a ser un profesor muy solicitado por los equipos de las Fuerzas Especiales que, como el de Flavin y sus hombres, querían un cursillo acelerado en el delicado arte de vivir a escondidas tras el Telón de Acero.

No obstante, los miembros de este mundo eran muy conscientes de que las misiones de Luz Verde serían con toda probabilidad unos viajes sin retorno. Volar a través del espacio aéreo enemigo, llevar a cabo operaciones clandestinas tras las líneas enemigas, aproximarse a las fuerzas hostiles con un arma nuclear y esperar increíblemente cerca de la bomba hasta que estallara: las misiones eran verdaderamente absurdas. Como dice Flavin: “Había muchas dudas sobre la sensatez operativa del programa, y los que íbamos a llevar a la práctica la misión estábamos seguros de que los que las habían pensado se habían fumado algo en mal estado”.

El humor servía para suavizar la siniestra realidad de trabajar con municiones atómicas de demolición. Las unidades de ingenieros de ADM creaban parches y logotipos adornados con nubes en forma de seta. Pronto surgió un lema extraoficial: “Bombardéalos hasta que reluzcan, y entonces dispárales en la oscuridad”. Lo que facilitaba las ganas de hacer chistes era que algunos pensaban que había muy pocas posibilidades de que la cadena de mando autorizara una de aquellas misiones. “En el fondo, sabíamos que nadie iba a dar el control de los dispositivos a un puñado de veteranos correteando por el campo”, dice Davis. “No creíamos que fuera a ser nunca realidad”.

Aparte de la “sensatez operativa” del programa, como dice escuetamente Flavin, algunos equipos de las Fuerzas Especiales se preguntaban si llegarían a recibir los aviones que debían transportarlos, y mucho más las armas propiamente dichas, en medio del caos y la destrucción que supondría el comienzo de la Tercera Guerra Mundial. Las unidades de SADM no solían tener acceso a armas nucleares reales, que se encontraban guardadas en depósitos muy controlados, como las instalaciones del Ejército en Miesau, Alemania occidental. En caso de guerra, transportarían las armas hasta unos aeródromos cercanos en los que estarían esperando los equipos de SADM. Flavin resume así las dificultades: “Había que llevarnos a nosotros a algún sitio. Había que llevar el arma a algún sitio. Había que llevar el avión a algún sitio. ¿Y cándo se iba a hacer todo eso? Supongo que, en teoría, antes de que el otro bando decidiese atacar”.

Otro obstáculo eran las susceptibilidades políticas. Los aliados de la OTAN, en particular Alemania occidental, sentían una lógica aprensión ante la idea de que las fuerzas estadounidenses activaran decenas de pequeñas bombas nucleares en su territorio. Se suponía que los ingenieros no debían utilizar las armas hasta después de que se hubiera evacuado a las poblaciones locales, pero el requisito no acababa de tranquilizar los nervios. Enterrar las bombas podía limitar los efectos radiactivos, pero la República Federal protestó públicamente cuando Estados Unidos pidió permiso para cavar por anticipado los hoyos en los que pensaba colocar las armas nucleares, cerca de sus infraestructuras de transporte.

Al final, las dudas sobre las SADM nunca tuvieron respuesta. En 1984, 20 años después de que se creara el arma, la opinión pública pudo hacerse una idea de cómo era y lo que podía hacer cuando William Arkin y sus colegas esbozaron una descripción a partir de documentos y manuales militares para presentársela al Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de Estados Unidos. Sus revelaciones provocaron alguna reacción indignada en el Congreso y conmoción en los medios, pero las SADM tenían ya los días contados.

Al apagarse las tensiones de la guerra fría, Estados Unidos empezó a retirar las SADM. El fin oficial del arma llegó en 1989, cuando los Departamentos de Defensa y Energía declararon que era “obsoleta” y que “ya no existía ninguna necesidad operativa” para ella. Con la desaparición de la Unión Soviética en 1991, George H. W. Bush hizo grandes recortes en la armas nucleares no estratégicas de todos los sectores.

Seis años después se levantó oficialmente el secreto sobre algunos aspectos relacionados con el arma. Pero los detalles operativos de cómo se habrían utilizado las mochilas nucleares --las misiones en territorio del Pacto de Varsovia, las demandas que suponían las armas para los hombres encargados de desplegarlas y los riesgos que entrañaban las misiones-- no se han conocido hasta ahora, a través de entrevistas, documentos desclasificados en virtud de la Ley de Libertad de Información y manuales militares que se han obtenido ahora.

Lo que fue un arma del máximo secreto es hoy una atracción turística. Quienes visitan el Museo Nacional de Ciencia e Historia Nuclear en Albuquerque, Nuevo México, pueden hacerse una foto delante de un contenedor de SADM con su paracaídas. La Munición Atómica Especial de Demolición ha pasado de ser un arma de lo más seria, aunque extravagante, a ser un recuerdo pintoresco de la guerra fría.

Con la distancia que da la historia, es tentador decir que las SADM no fueron más que una aberración nacida de la histeria de la guerra fría. Pero Estados Unidos sigue teniendo armas nucleares tácticas en Europa, aunque en una forma menos osada, las bombas B-61, aerotransportadas. Y más inquietante resulta el hecho de que otros países están adoptándolas cada vez más como instrumentos de defensa nacional. Por ejemplo, al parecer, Pakistán tiene armas nucleares deplegadas en posiciones avanzadas, y sus tropas sobre el terreno tienen concedida de antemano la autoridad para utilizarlas, todo ello con el fin de compensar el hecho de que el ejército indio es mucho mayor. Y, con la situación contraria a la que era, ahora que Rusia está en una situación de inferioridad convencional respecto a la OTAN, Moscú ha dado más importancia al papel de las armas nucleares tácticas en su doctrina estratégica.

Ahora bien, para los veteranos de las SADM del Ejército, su pasado nuclear ha quedado muy atrás. Algunos tenían dudas sobre la misión; otros la aceptaron con entusiasmo. Todos llevaron el peso de las peores pesadillas de la guerra fría, literalmente sobre sus espaldas.

© Foreign Policy
Adam Rawnsley vive en Washington y escribe sobre tecnología y seguridad nacional.
David Brown es autor de Deep State: Inside the Government Secrecy Industry
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/12/actualidad/1392228807_342184.html

miércoles, 9 de septiembre de 2015

USA. Volver a la usura en una sociedad plagada de crédito

En los EE.UU., el arte de rescate de pobres
Imposible, casi, vivir en los EE.UU. sin un préstamo. Dadas las dificultades de sus clientes para pagar, los bancos aumentan las penas ... y los beneficios. Sin embargo, en algunos barrios pobres, se niegan a abrir sucursales. El pueblo debe entonces recurrir a los puestos de "prestamistas depredadores".

Maxime Robin, septiembre 2015
PANORAMA
En el mostrador de un cambiador de cheques, a lo largo de Broadway, una calle de Brooklyn central oscurecido por la vía del metro aéreo de Nueva York, Carlos Rivera solicita una estancia. "No tengo los 10 pesos" ("No tengo los $ 10"), dice al empleado detrás del vidrio. En Brooklyn, estas tiendas están en todas partes: en las Páginas Amarillas identifican 268. Son reconocibles por sus fachadas de colores y decrépita, sus luces de neón, el signo del dólar y la palabra "efectivo" en las ventanas. Además de las transferencias de efectivo, se aseguran el cobro de cheques a nombre de personas que no tienen una cuenta bancaria: la cantidad se convierte a cobrar una comisión (en torno al 2% a $ 100, más gastos diversos). También ofrecen préstamos a muy corto plazo a muy altas tasas de interés.

A nivel nacional, estos miles de puestos forman una poderosa industria financiera, multiforme, designado por los prestamistas depredadores término genérico, o "prestamistas depredadores". Un apodo debido a un modelo de negocio agresivo: nunca deja un prestatario que suele pagar la deuda contraída durante un primer préstamo por sacar uno nuevo.

Cientos de desiertos bancarios
A pesar de su gran éxito, estos prestamistas sin escrúpulos no tienen buena prensa en el país. Unidos están tratando de alguna manera de frenar sus actividades. El producto más devastador financiera que está prohibido en Nueva York, pero legal en California: el préstamo de día de pago, o "pago de préstamos" o un préstamo de ultra corto plazo (quince días como máximo) que reembolsa el día de su sueldo con gran interés. Un cliente puede obtener un préstamo para pagar $ 300 $ 346 el día que toca su sueldo.

Esta industria, que no existía hace veinte años, el año pasado generó $ 46 mil millones de ganancias. Ahora hay los Estados Unidos más "prestamistas rapaces" que McDonalds y Starbucks combinado. El Centro de Finanzas responsables (Center for Responsible (...)

Retour de l’usure dans une société gangrenée par le crédit

Aux Etats-Unis, l’art de rançonner les pauvres Impossible, ou presque, de vivre aux Etats-Unis sans contracter un emprunt. Devant les difficultés de leurs clients à rembourser, les banques augmentent les pénalités et... leurs profits. En revanche, dans certains quartiers défavorisés, elles refusent d’ouvrir des agences. Les habitants doivent alors avoir recours aux échoppes de « prêteurs rapaces ».

par Maxime Robin, septembre 2015
Au comptoir d’un check casher, le long de Broadway, une artère de Central Brooklyn assombrie par le métro aérien de New York, M. Carlos Rivera demande un sursis. « No tengo los 10 pesos » (« Je n’ai pas les 10 dollars »), lance-t-il à l’employée derrière la vitre. A Brooklyn, ces boutiques sont omniprésentes : les Pages jaunes en recensent 268. On les reconnaît à leurs façades colorées et décrépites, à leurs néons, au symbole du dollar et au mot « Cash » sur les vitrines. Outre les transferts d’argent liquide, elles assurent l’encaissement des chèques à l’ordre d’habitants qui n’ont pas de compte en banque : le montant est converti en espèces moyennant une commission (autour de 2 % pour 100 dollars, plus frais divers). Elles proposent aussi des prêts de très court terme à des taux d’intérêt très élevés.

A l’échelle nationale, ces milliers d’échoppes forment une industrie financière puissante, multiforme, désignée par le terme générique depredatory lenders, ou « prêteurs rapaces ». Un surnom dû à un modèle commercial agressif : on ne lâche jamais un emprunteur, qui rembourse souvent une dette contractée lors d’un premier emprunt en en souscrivant un nouveau.

Des centaines de déserts bancaires Malgré leur succès fulgurant, ces prêteurs sans scrupules n’ont pas bonne presse dans le pays. Les Etats essaient tant bien que mal de brider leurs activités. Le produit financier le plus ravageur est interdit dans celui de New York, mais légal en Californie : c’est le payday loan,ou « prêt sur salaire », soit un emprunt à ultracourt terme (quinze jours au plus) que l’on rembourse le jour de sa paie avec de gros intérêts. Un client peut ainsi obtenir un prêt de 300 dollars qu’il rembourse 346 dollars le jour où il touche son salaire.

Cette industrie, qui n’existait pas il y a vingt ans, a généré l’an dernier 46 milliards de dollars de profit. Il existe désormais aux Etats-Unis plus de «prêteurs rapaces» que de McDonald’s et de Starbucks réunis. Le Centre pour une finance responsable (Center for Responsible (...) Le Monde Diplomatique.

http://www.monde-diplomatique.fr/2015/09/ROBIN/53713

lunes, 7 de septiembre de 2015

Día del trabajador en USA

En el Día de los Veteranos, pensamos en los que sirvió. En el Día de los Caídos, recordamos a los caídos en la batalla. Heck, Día de la Raza, al menos, vigoriza el debate acerca de si el tipo era un idiota. Pero viene el Día del Trabajo que aparentemente pasan la mayor parte de nuestro tiempo preguntándose si realmente ese tabú vestir de blanco más adelante en la semana. ¿De que va todo eso? ¿No deberíamos centrarnos más en lo del Día del Trabajo realmente todo? Mientras estamos en este tema: ¿Qué es el Día del Trabajo realmente todo?

Time Magazine crónica de un tiempo en Estados Unidos cuando los sindicatos fueron en aumento: "Cuando el primer reconocimiento nacional del Día del Trabajo se celebró en 1894, el día consistió en un desfile de la calle de enviar un mensaje de" la fuerza y ​​el espíritu de cuerpo del comercio y organizaciones laborales, "en las palabras de la revista oficial de la Federación Americana del Trabajo, seguido de un festival para los trabajadores y sus familias".

"Cuando el primer reconocimiento nacional del Día del Trabajo se celebró en 1894, el día consistió en un desfile de la calle de enviar un mensaje de" la fuerza y ​​el espíritu de cuerpo de las organizaciones comerciales y laborales ... '"

Es fácil olvidar que hace 100-150 años la gente estaba literalmente muriendo por una semana laboral de 40 horas. Incluso el conservador acérrimo no puede negar que el movimiento laboral de Estados Unidos tuvo efectos positivos en las condiciones de trabajo, los salarios, las estructuras sociales y la calidad de vida en general. Si usted está disfrutando de un día de descanso de hoy, puede agradecer a un líder sindical finales del siglo 19 por el privilegio.

En cuanto a algunos hechos: La primera fiesta nacional del Día del Trabajo tuvo lugar en 1894, siete años después del Día del Trabajo se hizo la primera ley en cinco estados. El día festivo cae en septiembre, ya que su primera celebración coincidió con una conferencia de trabajo celebrada en Nueva York. Exhortaciones posteriores para mover el Día del Trabajo a mayo cayó plana.

El día festivo cae en septiembre, ya que su primera celebración coincidió con una conferencia de trabajo celebrada en Nueva York.

Otra nota: Nuestros amigos el norte, en Canadá también celebran una Labo(u)r día de hoy y en cada primer lunes de septiembre. Versión de la fiesta de México cae el primero de mayo, el primer día de ese mes. Esto en cuanto a la solidaridad continental. Y si usted se está preguntando, sí - todavía puede definitivamente llevar la próxima semana blanca.

Es un día de fiesta después de todo, así que trate de desconectar con la tecnología que puede mantenernos atados a trabajar 24/7. Dedique su tiempo con los que te rodean en vez - no estamos diciendo de forma permanente, sólo por un poco de tiempo este fin de semana. Arianna Huffington le apoya.
fuente: http://bigthink.com/ideafeed/happy-labor-day-heres-why-americans-are-probably-not-at-work-today

jueves, 6 de agosto de 2015

70 aniversario del bombardeo atómico sobre Japón



“Como único pueblo atacado por una bomba nuclear, tenemos la misión de conseguir un mundo sin armas nucleares”. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, renovaba así el compromiso de su país contra ese armamento, en la ceremonia para conmemorar el 70 aniversario del lanzamiento contra Hiroshima de la primera bomba atómica. Alrededor de 55.000 personas, según las cifras oficiales, habían acudido a rendir homenaje a las cerca de 140.000 víctimas de aquel ataque y participar en un llamamiento para la paz mundial. Frágiles, algunos de ellos en silla de ruedas, decenas de hibakusha -supervivientes de la bomba- habían desafiado al fuerte calor para recordar el peor día de su historia y rendir homenaje a sus padres, hermanos, familiares o amigos que perdieron la vida aquel 6 de agosto de 1945 o en los días y meses que le siguieron.

A las 8.15, los sonidos de una campana marcaron el momento preciso en que estalló la bomba. Los participantes, entre los que se encontraban representantes de un centenar de países, y dignatarios como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, guardaron un minuto de silencio, solo roto por el silencio de las cigarras. El homenaje había comenzado con una ofrenda de agua recolectada en 17 puntos de la ciudad, en recuerdo de las víctimas que, con terribles quemaduras, murieron suplicando algo de beber.

En su intervención, Abe anunció que su país presentará una nueva propuesta de resolución ante la Asamblea General de la ONU en los próximos meses sobre la abolición de las armas nucleares, y dar un nuevo empuje a la idea como anfitrión el año próximo de la cumbre anual del G7. “Es nuestra tarea dar a conocer la inhumanidad de las armas nucleares, sin barreras generacionales ni fronterizas”, afirmó el primer ministro.

Su llamamiento contra las armas nucleares tenía este año un contexto especial. Abe se encuentra en pleno proceso para lograr la aprobación en el Parlamento de una serie de leyes que permitirán que, por primera vez y en determinadas circunstancias, este país pueda participar en misiones de combate fuera de su territorio para ayudar a aliados en peligro. Para el Gobierno nipón, la reinterpretación de la Constitución pacifista vigente desde la posguerra es algo necesario que permitirá al país una relación militar más equilibrada con sus aliados, principalmente con Estados Unidos. Para sus críticos, representa una iniciativa anticonstitucional que pone al país más cerca de verse implicado en un conflicto bélico tras 70 años de paz ininterrumpida.

Entre las voces más críticas se encuentran, precisamente, la de los hibakusha. “Es algo anticonstitucional”, afirma Hiromi Hasai, catedrático jubilado de Física Nuclear en la Universidad de Hiroshima y superviviente del ataque atómico, que se hace eco de la opinión que ya han expresado algunos catedráticos de Derecho nipón. “Abe quiere estar del lado de los ganadores, pero en una guerra nunca hay ganadores. Nosotros decimos no a la guerra, no a que las cosas se decidan mediante el uso de la fuerza”. Un grupo de hibakusha, Nihon Hydankyo, criticó duramente al Gobierno después de que la Cámara baja aprobara los proyectos de ley el mes pasado.

Los que vivieron la guerra temen también que el primer ministro intente rebajar el próximo día 15, en su discurso de conmemoración de fin de la II Guerra Mundial, las disculpas que han repetido Gobiernos previos.

Esta semana, el ministro de Defensa, Gen Nakatani, reavivó la polémica al admitir que en teoría los proyectos de ley que se debaten, y a los que la Cámara baja ya ha dado su visto bueno, podrían permitir que Japón transportara armas nucleares para sus aliados. Inmediatamente, no obstante, se apresuró a precisar que se trataría de un supuesto muy improbable.

Abe fue reelegido en las elecciones anticipadas del pasado diciembre pero su popularidad ha caído progresivamente desde entonces y se encuentra por debajo del 40%, según las encuestas. El primer ministro no aludió en absoluto a la polémica durante su breve discurso en Hiroshima. Sí se oyeron gritos aislados entre el público, cuando el jefe de Gobierno terminó su intervención, de “¡no queremos guerra!”.

El resto de participantes se ciñó también al mensaje pro abolición de las armas nucleares.“Para coexistir debemos abolir el mal absoluto y la total inhumanidad que representan las armas”, señaló el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui. Pero, a diferencia de Abe, Matsui sí pareció aludir a la polémica sobre la nueva actitud más militarista del Gobierno japonés. “Trabajar con paciencia y perseverancia (para lograr sistemas de seguridad que permitan eliminar la amenaza nuclear) será vital, y requerirá que promovamos por todo el mundo el camino a la paz verdadera revelado por el pacifismo de la Constitución japonesa”, subrayó Matsui.

miércoles, 8 de julio de 2015

Consejo de Seguridad de Francia se reúne, convocado por Hollande, para tratar caso de espionaje por parte de EEUU

Agencias
El presidente de Francia, François Hollande, convocó a su gabinete, servicio de inteligencia y altos mandos militares a una reunión de emergencia para tratar el tema de espionaje por parte del gobierno aliado de Estados Unidos entre 2006 y 2012. El jefe de Estado galo calificó este miércoles de “inceptable entre aliados” que EEUU espiara a los tres últimos presidentes como indican los diarios Libération y Médiapart, en relación con las interceptaciones hechas durante seis años por la Agencia de Seguridad estadounidense (NSA).

"Francia y EEUU son a menudo aliados en el mundo en nombre de la democracia y de la libertad. Que haya habido esa cobertura evidentemente no es aceptable ni comprensible", señaló en la cadena "i-Télé" el ministro de Agricultura y portavoz gubernamental, Stéphane Le Foll.

Al mismo tiempo, el canciller francés, Laurent Fabius, llamó a la embajadora estadounidense, Jane Hartley, para que explique la razón de la llamada "operación de envergadura" contra gobiernos de París (capital).

La noche de este martes, la organización mediática de investigación, WikiLeaks, filtró al menos cinco documentos que revelan que la NSA puso en marcha "una operación de gran envergadura" para pinchar a los expresidentes Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy, así como al actual mandatario y sus colaboradores más próximos como diplomáticos o jefes de gabinete.

Foll, adelantó en la reunión de urgencia Hollande conversará con los principales ministros del gobierno, jerarcas militares y de los servicios de inteligencia para definir nuevos patrones de protección de la seguridad nacional. El gobierno de Hollande dejó claro, tras conocer la noticia, que no tolerará que acciones de ninguna clase expongan o vulneren al seguridad de la nación.

La Casa Blanca asegura que no espió las comunicaciones del presidente Hollande, tras la divulgación de las documentos por parte de WikiLeaks, aunque no mencionó si interceptaba a los dos exmandatarios. Estas nueva difusión de información secreta se da a tres años del refugio político de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, otorgado por Ecuador.

En abril medios alemanes divulgaron informaciones extraídas de las investigaciones internas de los servicios secretos de ese país y de la Cancillería, que constataban el espionaje de EE.UU. a la sede de la Presidencia francesa (el Elíseo), al Ministerio galo de Exteriores y a la Comisión Europea (CE).

Fuente: http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=35708:consejo-de-seguridad-de-francia-se-reune-convocado-por-hollande-para-tratar-caso-de-espionaje-por-parte-de-eeuu-&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

miércoles, 17 de junio de 2015

“El paraíso“ de los niños pobres

Carlos Ampié Loría

Las noticias de adolescentes negros ultimados a balazos por policías estadounidenses, le han dado la vuelta al mundo y desatado multitudinarias protestas y un acalorado debate en ese país de ilimitadas (im)posibilidades.

Son múltiples las voces y opiniones en busca de las razones de ese estallido de violencia estatal en contra de la población civil, y una de esas voces es la del economista Jeff Madrick quien en su artículo titulado “El costo de la pobreza infantil” dice que entre las causas “una en particular ha sido poco reconocida: La crisis de pobreza infantil en EE.UU.” Según un estudio de UNICEF realizado en 35 países desarrollados en 2012 y citado por el autor, en EE.UU. viven unos 13 millones de niños y adolescentes menores de 18 años en la pobreza. Eso significa que aproximadamente 20% de la población joven es pobre, y entre la población negra esa cifra alcanza casi el 50%. Para un país tan rico y poderoso, una vergüenza.

En opinión del autor, decenas de estudios han demostrado que existe un vínculo directo entre la pobreza infantil y lo que él llama la disfunción social de los niños afectados: Dificultades de aprendizaje, retardos en el desarrollo en general, propensión a contraer enfermedades crónicas, bajos rendimientos escolares, deserción escolar, criminalidad y encarcelamiento antes de los 16 años.

Según el economista se han implementado algunos programas para combatir el problema: reducción de impuestos a familias de bajos ingresos, plan de visitas domiciliares y Asistencia Temporal a Familias Necesitadas. Sin embargo, estos programas han sido poco menos que una gota de agua en el mar, pues hasta hoy sólo han beneficiado a 115 mil familias. Además su fin es mejorar la salud de los niños pobres y no erradicar la pobreza infantil. Pero Madrick no niega los efectos positivos de estos programas, los cuales han sido constatados en estudios recientes.

Antes de proponer una solución concreta, Madrick cita al experto de la Universidad de Georgetown Harry Holzer quien ha calculado las pérdidas ocasionadas al país por la pobreza infantil -valoradas en productividad perdida, altas tasas de criminalidad y elevados gastos en salud – en unos 500 billones de dólares anuales. Basándose en este dato y en los efectos positivos de los programas hasta ahora implementados, el autor propone un plan dirigido a terminar con la pobreza infantil. Para ello parte del modelo que ya existe en algunos países suramericanos y europeos: Ayuda financiera directa para todos los niños, sean pobres o ricos.

Madrick sugiere el modelo británico implemetado en 1999 por el Presidente Tony Blair que proporciona en ayuda financiera directa y programas complementarios cerca de 5000 dólares a cada familia al año, y mediante el cual se ha reducido la pobreza infantil en Gran Bretaña en un 50% en 15 años. Según datos proporcionados por el autor, Inglaterra invierte en ese programa el 1% del PIB.

Los adversarios de Madrick objetan que invertir el 1% del PIB de EE.UU en ese plan sería demasiado caro, ya que equivaldría a invertirt en los niños estadounidenses unos 100 billones de dólares al año. El argumento del economista, más que económico, es de índole humanitaria cuando dice que, aparte de los beneficios financieros de corto y mediano plazo, “la reducción del sufrimiento de los inocentes podría ser lo que más cuente.”

Como dice el autor, el problema es que “hasta hoy ha habido poco interés en atacar la pobreza infantil a gran escala”. Tiene razón Madrick si se toma en cuenta que el Congreso estadounidense aprobó $581 billones para gastos militares en 2014 y $614 billones en 2013. La guerra que Washington dirigió en contra del pueblo iraquí les costó a los contribuyentes cerca de $800 billones. Dinero suficiente para haber implementado el plan de Madrick y haber, tal vez, salvado la vida de todos los jóvenes que desde entonces han muerto víctimas de la pobreza y la discriminación racial y social.

miércoles, 20 de mayo de 2015

EE UU deja atrás la era de la ley y el orden ("irracional") en la lucha contra el crimen. Baltimore acelera el debate sobre la represión policial y el sistema carcelario. Todo el montaje de la llamada "tolerancia cero", se viene abajo al estudiar en la práctica sus consecuencias; cárceles llenas con un coste que duplica al dedicado a educación en California, por ejemplo.

Eran otros tiempos: los del crimen rampante en las calles de Estados Unidos, la epidemia del crack que devastaba los barrios negros y pobres y las políticas de tolerancia cero, que permitían a la policía detener a un ciudadano por infracciones mínimas y a un juez imponer a pequeños traficantes de drogas sentencias de cinco, diez o más años de prisión.

El crimen bajó. Las prisiones se llenaron. Y las políticas de mano dura están ahora bajo revisión. Los casos de abusos policiales y los disturbios en Ferguson, el verano pasado, y Baltimore hace unos días aceleran el debate. La prioridad ya no es la lucha contra el crimen, sino reducir la población carcelaria, que se ha cuadruplicado en los últimos 35 años, y redefinir los métodos policiales: de la represión a la cooperación; de la policía como “ejército de ocupación”, según la definición del sociólogo Orlando Patterson, al ideal de la policía comunitaria, que coopera con los vecinos y les protege. Más bobbies que antidisturbios.

Existe una coalición transversal, de demócratas y republicanos, en favor del cambio. Habría resultado extraño escuchar hace unos años a un aspirante del Partido Republicano a la Casa Blanca lamentando que las prisiones de EE UU estén “llenas de hombres y mujeres negros y morenos que cumplen sentencias demasiado largas y duras por errores no violentos de juventud”. Son palabras de Rand Paul, senador por Kentucky y candidato republicano. Estados conservadores como Texas han iniciado un esfuerzo por vaciar las prisiones. Las prisiones cuestan millones a los contribuyentes y la eficacia a la hora de rehabilitar a los internos está en duda.

También cambian los demócratas, ideológicamente reticentes a las políticas de ley y orden pero obligados a demostrar que no eran blandos y que podían garantizar la seguridad pública tan bien o mejor que los republicanos. Bill Clinton, presidente en los noventa, era uno de ellos. Su centrismo no era sólo económico: tenía que ver con la lucha contra el crimen. La semana pasada, su esposa y candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, pronunció un discurso en el que se distanció y abogó por “terminar con la era del encarcelamiento masivo”.

Esa era de encarcelamiento masivo comenzó a finales de los sesenta, cuando la segregación quedó fuera de la ley. Las convulsiones sociales de la época alarmaban a la mayoría blanca y conservadora. Películas como Harry el sucio, de Clint Eastwood, reflejan el ambiente. Los legisladores reforzaron las penas por crímenes no violentos y establecieron cadenas perpetuas para reincidentes. Washington lanzó la guerra contra las drogas.

EE UU tiene el 5% de la población mundial pero el 25% de la población carcelaria. De los 2,3 millones de personas en prisión, un millón son negros: cerca del 40% para una minoría que representa el 13% de la población. Y son negras el 30% de víctimas de disparos de la policía.

Ferguson y Baltimore descubren la herida de la marginación y la represión, seis años después de que el primer presidente negro, Barack Obama, llegase a la Casa Blanca. Pero sitúan en el centro del debate unos problemas ignorados. La era de la ley y el orden, en la que los políticos competían por quién endurecía más las penas y quién contrataba a más policías, toca a su fin.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/04/actualidad/1430773942_874432.html

lunes, 22 de diciembre de 2014

Jeffrey Sachs: La lección de la Primera Guerra Mundial que la economía global olvida.

Jeffrey Sachs es uno de los más destacados economistas del mundo. Entre los muchos gobiernos a los que ha asesorado durante tres décadas están Bolivia, Polonia y Rusia al final de la Guerra Fría. En esta reflexión escrita para la BBC, señala que la forma en la que se comportan los vencedores al final de un conflicto determina lo que ocurrirá en el futuro.

Este ha sido un año de grandes aniversarios geopolíticos. Hace 100 años empezó la Primera Guerra Mundial, un evento que, más que ningún otro, le dio forma a la historia durante el siglo pasado. Hace 25 años cayó el Muro de Berlín, el primer capítulo de la desaparición del Imperio soviético y el fin de la Guerra Fría. Y sin embargo, dolorosamente observamos algo que va más lejos que el mero recuerdo.

Como dijo William Faulkner, "el pasado nunca muere. Ni siquiera es pasado".

La Primera Guerra Mundial y el Muro siguen moldeando nuestras realidades más urgentes en la actualidad. Las guerras en Siria e Irak son un legado del cierre de la Gran Guerra, y los dramáticos eventos en Ucrania se desarrollan bajo la larga sombra de 1989.

1914 y 1989 son momentos bisagra, puntos decisivos en la historia que cambian el rumbo de los eventos subsecuentes. La manera en la que se comportan tanto las naciones grandes como las pequeñas en esos momentos determina el curso futuro de la guerra y la paz.

Yo participé directa y personalmente en los eventos de 1989, y vi cómo se desarrollaba esa lección: positivamente en el caso de Polonia y negativamente en el de Rusia. Les puedo decir que mientras me desempeñaba como asesor económico durante 1989-92, constantemente recordaba preocupado lo ocurrido en 1914. Y hoy en día sigo con la misma preocupación.

En 1919, al final de la Primera Guerra Mundial, el gran economista británico John Maynard Keynes nos enseñó una lección invaluable y perdurable sobre esos momentos bisagra: cómo las decisiones de los vencedores impactan las economías de los vencidos, y cómo los pasos falsos de los poderosos pueden fijar el rumbo de las guerras futuras.

Con una visión astuta, clarividencia y dotes literarias, "Las consecuencias económicas de la paz" de Keynes (1919) predijo que el cinismo y miopía de la base del Tratado de Versalles, especialmente la imposición de reparaciones de guerra punitivas para Alemania, y la falta de soluciones para las crisis financieras de los países deudores, condenaría a las economías europeas a crisis continuas que de hecho incitarían el surgimiento de otro tirano vengativo en la próxima generación.

El apasionado llamado de Keynes es uno de esos admirables estallidos geniales que retumba por generaciones. Ese libro y sus lecciones se convirtieron en una guía formativa para mí durante mi carrera como asesor y analista económico.

De la angustia de Bolivia a la de Polonia
Como un economista recientemente formado hace unos 30 años, de repente me vi a cargo de asistir a un pequeño y casi olvidado país: Bolivia, en la búsqueda de una salida a su rotundo desastre económico. Los escritos de Keynes me ayudaron a entender que la crisis financiera de Bolivia debía considerarse en términos sociales y políticos y que el acreedor de ese país, Estados Unidos, compartía la responsabilidad de resolver la angustia económica boliviana.

Mi experiencia en Bolivia en 1985-86 me llevó a Polonia, en la primavera de 1989, invitado por el último gobierno comunista y el sindicato Solidaridad, que era su fuerte opositor. Polonia, como Bolivia, estaba en la bancarrota financieramente. Y Europa en 1989, como Europa en 1919, estaba en un gran momento bisagra de la historia.

Mijaíl Gorvachov estaba en el poder en la Unión Soviética, y estaba dispuesto a ver a Europa reconciliada en paz y democracia. Ese gran hombre deseaba llevar a su propio país hacia un nuevo orden democrático. Polonia fue la primera nación de la región en tomar el camino de la democracia en ese año trascendental. Pronto me convertí en el principal asesor económico foráneo del nuevo gobierno polaco. Una vez más, basándome en Keynes, abogué por el tipo de asistencia internacional que me parecía vital para que Polonia pudiera hacer una transición pacífica y exitosa a un gobierno democrático postcomunista.

Específicamente, apelé a la Casa Blanca, 10 Downing Street, el Palacio del Elíseo y la Cancillería alemana para que proveyeran una asistencia progresista, como un elemento clave en la construcción de una Europa nueva, unida y democrática.

Fueron días embriagadores para mí como asesor económico. Había momentos en los que parecía que mis deseos eran órdenes para la Casa Blanca. Una mañana, en septiembre de 1989, recurrí al gobierno estadounidense para que le diera a Polonia US$1.000 millones para estabilizar la moneda. En la tarde del mismo día, la Casa Blanca confirmó la entrega del dinero. No es chiste: ¡ocho horas entre la solicitud y el resultado!

Convencer a la Casa Blanca de que apoyara una cancelación de las deudas polacas tomó un poco más de tiempo, con negociaciones de alto nivel que se extendieron por cerca de un año, pero al final en eso también tuve éxito.

El resto, como dicen, es historia. Polonia introdujo fuertes medidas de reforma, basadas en parte en las recomendaciones que yo había ayudado a diseñar. EE.UU. y Europa apoyaron esas medidas con ayuda generosa y oportuna. La economía polaca fue restructurada y empezó a crecer, y 15 años después, se convirtió en un miembro de pleno derecho de la Unión Europea.
Ojalá pudiera suspender aquí mi rememoración, con este final feliz.

Pero la historia del final de la Guerra Fría no comprende sólo aciertos de Occidente -como en Polonia- sino también un tremendo desacierto: Rusia.

Para Moscú, Versalles
Mientras que la generosidad estadounidense y europea prevaleció en Polonia, la actitud en el caso de la Rusia postsoviética recuerda mucho más los errores garrafales del Tratado de Versalles. Y hasta el día de hoy estamos pagando las consecuencias.

En 1990 y 1991, el gobierno de Gorvachov, habiendo visto los resultados positivos en Polonia, me solicitó que lo asesorara respecto a las reformas económicas. En esa época Rusia enfrentaba el mismo tipo de calamidad financiera que había hundido a Bolivia a mediados de los 80 y a Polonia en 1989.

En la primavera de 1991, trabajé con colegas de la Universidad de Harvard y MIT para ayudarle a Gorvachov a obtener apoyo financiero de Occidente, para poder reformar la política y transformar la economía. No obstante, nuestros esfuerzos fracasaron completamente.

Ese verano, Gorvachov regresó a Moscú de la cumbre del G7 con las manos vacías. A su retorno, una conspiración intentó derrocarlo en el notorio Golpe de Agosto, del que nunca se recuperó políticamente. Cuando Boris Yeltsin ascendió, y la disolución de la Unión Soviética estaba a puertas, su equipo económico nuevamente me pidió asistencia, tanto para lidiar con los desafíos técnicos de la estabilización como en la tarea de obtener la vital ayuda financiera de EE.UU. y Europa.

Yo le vaticiné al presidente Yeltsin y a su equipo que esa ayuda llegaría pronto. Después de todo, la asistencia de emergencia para Polonia se organizó en cuestión de horas o semanas. Estaba seguro de que lo mismo sucedería en el caso de la nueva Rusia independiente y democrática. Sin embargo, perplejo y horrorizado, me fui dando cuenta de que no sería igual.

Mientras que a Polonia le habían perdonado las deudas, a Rusia le exigieron que las siguiera pagando.

Mientras que a Polonia le habían concedido asistencia financiera generosa y rápida, Rusia recibió visitas de grupos de estudio del FMI pero nada de fondos.

Yo le supliqué a EE.UU. que hiciera más. Apelé a las lecciones de Polonia, pero todo fue en vano. Washington no cedió.

Al final, la maligna crisis financiera rusa aplastó los intentos de reformar y regularizar. El gobierno de Yegor Gaidar cayó en desgracia. Yo renuncié tras dos años duros de tratar de ayudar y lograr muy poco. Unos años más tarde, Vladimir Putin reemplazó a Yeltsin y tomó el timón de la nación rusa.

El botín de los vencedores
A lo largo de esa debacle, los expertos estadounidenses culparon a los reformadores en Rusia en vez de a la cruel negligencia de EE.UU. y Europa.

Me tomó 20 años entender bien qué pasó después de 1991. ¿Por qué EE.UU., que se había comportado con tanta sabiduría y visión en Polonia, actuó con una negligencia tan cruel en el caso de Rusia? Paso a paso, recuerdo tras recuerdo, la verdadera historia salió a la luz.

Occidente había ayudado a Polonia financiera y diplomáticamente porque Polonia se iba a convertir en el baluarte oriental de una OTAN en expansión. Polonia era Occidente, por lo tanto, era digna de ayuda. Rusia, en contraste, era vista por los líderes estadounidenses más o menos de la misma forma en la que Lloyd George y Clemenceau habían considerado a Alemania en Versalles: como un enemigo vencido que merecía ser aplastado, no auxiliado.

En su libro recientemente publicado, el general Wesley Clark, antiguo comandante de la OTAN, relata una conversación que tuvo en 1991 con Paul Wolfowitz, quien era el director de política del Pentágono.

Wolfowitz le dijo a Clark que EE.UU. sabía que podía actuar con impunidad en Medio Oriente, y ostensiblemente en otras regiones también, sin la amenaza de la interferencia rusa.

En resumen, EE.UU. podía comportarse como un vencedor y un matón, cosechando los frutos de la victoria en la Guerra Fría de ser necesario a través de guerras. Washington estaría a la cabeza y Moscú sería incapaz de impedirlo.

En un reciente discurso pronunciado en Moscú, Putin describió la conducta de EE.UU. en casi los mismos términos que Wolfowitz.

"La Guerra Fría llegó a su fin", dijo Putin, "pero no terminó con la firma de un tratado de paz con acuerdos claros y transparentes sobre el respeto de las reglas existentes o la creación de nuevas reglas y estándares. Eso creó la impresión de que los llamados 'vencedores' de la Guerra Fría decidieron presionar y moldear al mundo para que satisfaga sus propios intereses y necesidades"... sigue
Fuente: BBC,

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141218_jeffrey_sachs_problemas_globales_finde_dv

miércoles, 21 de agosto de 2013

Penelope Casas, divulgadora de la cocina española. La estadounidense de origen griego escribió varios libros sobre gastronomía mediterránea

Si la cocina española es reconocida en Estados Unidos, parte del mérito es de Penelope Casas. La escritora neoyorquina contribuyó en gran medida a divulgar los platos típicos de la gastronomía mediterránea con sus libros, que tuvieron un gran éxito de crítica y ventas en EE UU. Casas falleció el pasado 11 de agosto en Nueva York, víctima de una leucemia.

Nacida como Penelope Fexas en 1943, era hija de inmigrantes griegos en Nueva York. Sus estudios de Filología y Literatura Española en la universidad de Vassar le inculcaron un gran interés por las tradiciones y las costumbres españolas. En 1962 viajó a Madrid para realizar un curso en la Universidad Complutense y allí conoció al que sería su marido, el español Luis Casas, un joven estudiante de Medicina. Penelope regresó a España al año siguiente y se casó con Luis en 1964.

La joven pareja pasó sus primeros años juntos en España, una época en la que la estadounidense se enamoró de la gastronomía española, ya que su suegra era una cocinera vasca. La joven también se encandiló de los bares y tascas donde se servían las tapas que acompañaban a las bebidas.

En 1968 el matrimonio se trasladó a Estados Unidos para que Luis comenzase su especialización en cirugía. Penelope daba clases de español en colegios e institutos y tenía una curiosa afición: escribir cartas al director en The New York Times. “Escribía muy bien y por eso le publicaban los textos frecuentemente”, recuerda su marido. Una de esas cartas fue la que cambió la vida de Penelope. Sucedió a finales de los setenta, cuando se dirigió a Craig Clairborne, el famoso crítico gastronómico del periódico, para corregirle un dato. El periodista había escrito un artículo sobre cocina española y cometió el error de llamar “anguilas” a las angulas y además contaba mal la receta. La carta, muy educada y correcta, fue respondida por el crítico, pero este se negó a reconocer el fallo. Penelope, muy pacientemente, intercambió correspondencia con el periodista y le invitó a casa para que probase las verdaderas angulas cocinadas como en España. Clairborne se presentó con un fotógrafo y pocos días después publicó un extenso y entusiasta artículo que hablaba de la tortilla española, las perdices y, por supuesto, de las angulas, los manjares que había probado en el hogar de los Casas.


La cosa no acabó ahí, de hecho, solo fue el comienzo. Clairborne puso en contacto a Penelope con una editora amiga y esta le propuso escribir un libro sobre cocina española.  The foods and wines of Spain (Las comidas y los vinos de España). Fue todo un éxito del que se han publicado 12 ediciones. Continuó escribiendo y en 1985 salió a la luz Tapas: The little dishes of Spain (Tapas: Pequeños platos de España), un libro que desató la pasión por las tapas en Estados Unidos. Posteriormente escribió, Paella!: Spectacular Rice Dishes From Spain, La Cocina de Mama: The Great Home Cooking of Spain, Delicioso! The Regional Cooking of Spain, One Pot Spanish: More Than 80 Easy, Authentic Recipes y Discovering Spain: An Uncommon Guide.
 “Tuvo mucha suerte”, cuenta Luis Casas, “normalmente quien escribe un libro tiene que buscarse editores, aquí fue al revés”. Penelope Casas se dedicó en exclusiva a escribir y publicó su primer libro en 1982, Penelope Casas escribió siete libros en total, además de varios artículos en medios como The New York Times. Tras su primer obra, obtuvo el Premio Nacional de Gastronomía por parte del Gobierno español y también recibió la Medalla al Mérito Turístico.

domingo, 18 de agosto de 2013

10 rutas legendarias en Estados Unidos

Desde la Ruta 66, la carretera madre, a la Blue Ridge Parkway, que cruza los montes Apalaches, itinerarios míticos en coche de punta a punta del país

Hay que llenar el depósito, abrocharse el cinturón, escoger la banda sonora adecuada y disponerse a disfrutar del paisaje y de la experiencia durante miles de kilómetros. El viaje por carretera es probablemente la mejor forma de recorrer los Estados Unidos: gozar del pasado en la clásica Ruta 66, admirar las puestas de sol de la Pacific Coast Highway, abrirse camino a través de los Apalaches o seguir el curso del grandioso Misisipi.  Ver más en El País.
Por qué viajamos, ver aquí unas diapositivas del NYT

martes, 23 de julio de 2013

JOSEF FOSCHEPOHT/PROFESOR DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA: “Alemania es el país más espiado de toda Europa”

El historiador sostiene que Berlín siempre ha consentido el espionaje estadounidense

Cuando el libro Alemania vigilada, escrito por Josef Foschepoht, llegó a las librerías en diciembre de 2012, causó un impacto que podría obligar a reescribir la historia de posguerra del país. El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Friburgo afirma que Alemania es un país vigilado por los servicios de inteligencia estadounidenses desde 1955 y que siempre han contado con el beneplácito de los distintos gobiernos, incluido el actual. El libro ha cobrado actualidad en las últimas semanas por el escándalo en torno a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA en sus siglas en inglés) y convertido a su autor en una estrella mediática nacional.

Josef Foschepotht cree que el silencio de la canciller, Angela Merkel, es una estrategia destinada a eludir la acción de la justicia y que no será capaz de abolir la impunidad de la NSA en el país para evitar un escándalo diplomático.

Pregunta. Usted afirma en su libro que Alemania es un país vigilado por los servicios de inteligencia de EE UU desde 1955. Angela Merkel lo niega: Alemania no es “un Estado vigilado”, afirmó el viernes.

Respuesta. La tesis de mi libro es lo contrario de lo que dice la canciller. El 65% de los alemanes no están de acuerdo en cómo el Gobierno está enfrentado este asunto. Ella se va sonriendo de vacaciones y piensa que todo está solucionado. Esa frase es casi una insolencia. Ella afirma algo que no conoce o no quiere admitir. Es asombroso.

P. También dijo que se había enterado por la prensa del espionaje de la NSA.
R. Puede ser cierto que no estuviera enterada sobre las actividades de la NSA, pero después de ocho años como canciller, tuvo necesariamente que confrontarse con las actividades de los servicios de inteligencia estadounidense en Alemania y el papel de los alemanes a favor de esos servicios. Lo contrario sería un desastre.

P. El trabajo de la NSA es secreto. ¿Existe la posibilidad de que la Agencia no haya informado al Gobierno sobre el espionaje que realizó y realiza en Alemania?
R. Es cierto que la NSA no tenía ningún interés en informar al Gobierno sobre sus actividades. Solo hablan lo necesario. La señora Merkel es una gran política que no tiene una convicción, sino que siempre piensa de forma táctica sobre lo que tiene que decir. Está dando una mala imagen en este escándalo. Alemania es el país más espiado en Europa, pero ella se presenta como la pionera de la protección de datos en Europa aunque durante sus ocho años de Gobierno nunca hizo nada al respecto.

P. El espionaje de la NSA no pudo pasar desapercibido para el Servicio de Inteligencia exterior alemán (BND), cuyos informes llegan al escritorio del ministro de la Cancillería.
R. La señora Merkel lo sabe todo y por eso adoptó una posición ambivalente. Si actuara como debe, se produciría un caos diplomático.

P. Merkel afirmó que en el territorio alemán impera el derecho alemán.
R. Esa frase es infame. La tesis central de mi libro señala que las actividades de los servicios secretos aliados comienzan en 1955, cuando los aliados en el llamado Tratado Alemán definieron sus derechos como “derechos reservados”. En 1968 fueron abolidos, pero al mismo tiempo fueron incluidos literalmente en un contrato suplementario sobre el estatuto de las tropas de la OTAN.

P. Pero la OTAN no tiene poder para imponer sus acuerdos en Alemania…
R. A través de los contratos de la OTAN, el derecho internacional se convirtió en un derecho alemán y fue integrado en la ley G-10 (las famosas leyes de emergencia) de 1968 que restringió el artículo 10 de la Ley Fundamental. Paralelamente se suscribieron contratos administrativos secretos, todos acuerdos internacionales obligatorios que son leyes alemanas. Es increíble lo que dice ahora Merkel.

P. ¿Los servicios de inteligencia siguen gozando de impunidad en Alemania?
R. Los aliados, que siempre han defendido sus intereses y exigencias, siguen gozando de esta libertad en Alemania. El derecho alemán debería ser inmune a los intereses de los aliados, pero en realidad es todo lo contrario. Hay dos documentos fechados el 27 de mayo de 1968, uno redactado por los aliados y el otro por Alemania. En el segundo se estipula que los aliados recibirán información del BND en el tema de la vigilancia y se acepta que los aliados puedan actuar en forma independiente para adoptar todas las medidas de seguridad necesarias para proteger a sus tropas. En esa defensa estaban en primeria línea la vigilancia y las actividades de los servicios de inteligencia.

P. ¿Sigue vigente esta situación?
R. Nada ha cambiado. El escándalo PRISMA es uno de muchos, con la diferencia que ahora estamos informados. La estrategia del Gobierno es mantener la calma e intentar minimizar el problema.

P. La canciller dice que no sabe nada, pero en medio del escándalo, la NSA está construyendo un nuevo centro en Wiesbaden.
R. Su construcción fue negociada con el Gobierno y tampoco hay que olvidar que el BND recibe informaciones de la NSA y, según las leyes alemanas, el BND debe ofrecer servicios Por eso tenemos este simbiosis de los servicios de inteligencia

P. El candidato a canciller del SPD, Peer Steinbrück, denunció que Merkel había violado su juramento. ¿Está usted de acuerdo?
R. Tiene razón. Merkel nunca ha dicho que la principal tarea de su cargo es defender los derechos fundamentales de la gente y siempre menciona la palabra Estado. Es una decisión política y, si los derechos fundamentales tienen que ser restringidos, simplemente se hace. Siempre ha sido así. Ha violado su juramento y cuando dice que ella no sabía nada es una estrategia para impedir una investigación oficial. Lo mismo sucede con el BND. Si sucediera lo contrario, tendría que actuar la Fiscalía General. Son juegos jurídicos.

P. ¿Qué herramientas existen para impedir las actividades de la NSA en Alemania?
R. La única condición previa sería que las leyes alemanas también fueran aceptadas y respetadas por los americanos y que ellos aceptaran que todas las medidas que les favorecían ya no deberían estar en vigor. Pero no creo que una superpotencia como EE UU esté dispuesta a renunciar a sus privilegios.

P. ¿Cree que esta conversación ha sido escuchada?
R. Estoy seguro.
Fuente: El País.

miércoles, 10 de abril de 2013

Propuestas de nuevos currículos en ciencias en varios estados USA. Entre otros se introducen los temas de cambio climático y evolución.

New Guidelines Call for Changes in Science Education
By JUSTIN GILLIS in NYT

New standards for curriculum, which at least 26 states have pledged to consider, take a firm stand on climate change and evolution and emphasize hands-on learning.

Full Story: http://www.nytimes.com/2013/04/10/science/panel-calls-for-broad-changes-in-science-education.html?emc=tnt&tntemail1=y


Why NGSS? from Achieve on Vimeo.


Las nuevas recomendaciones requieren cambios en Ciencias de la Educación.
Por Justin Gillis
Los nuevos estándares para el currículo, con los cuales por lo menos 26 estados se han comprometido a considerar, toma una posición firme contra el cambio climático y la evolución y hacen hincapié en el aprendizaje práctico.

Puedes descargar el informe aquí.

sábado, 23 de marzo de 2013

Angela Davis, luchando por la libertad

En octubre de 2004, la coalición contra la guerra Not In My Name —No en mi nombre— de EEUU sacó un anuncio en el New York Times condenando la guerra en Irak. Entre las personas famosas que se unieron para oponerse a la guerra de Bush estaba Angela Davis, una figura clave del movimiento de liberación negro en la década de los 60 y 70.

Davis fue catapultada a la fama internacional en 1970 cuando el FBI la puso en su lista de las personas más buscadas y publicó un cartel con su foto donde se podía leer “armada y peligrosa”. Sin embargo, para millones de personas negras en EEUU Davis era un símbolo del movimiento para acabar con el racismo institucionalizado y especialmente con su sistema penitenciario.

De niña, en la década de los 40, Davis creció en la segregada ciudad de Birmingham, Alabama, en una zona conocida como Colina Dinamita debido a la gran cantidad de bombas que ponía el Ku Klux Klan tratando de matar a cuantas más personas negras mejor. El movimiento de derechos civiles de los 60 y las campañas contra la guerra del Vietnam fueron trampolines para un cambio radical más profundo, ayudando a involucrar a Davis en la lucha.

A finales de los 60 las campañas no violentas de masas contra la segregación en el sur de EEUU, lideradas por Martin Luther King, se habían extendido por todo el país. Comunidades negras enteras participaron en las luchas contra la discriminación, por el empleo y por una vivienda digna, especialmente en las ciudades del norte como Chicago y Detroit. Una minoría empezó a ver que la verdadera liberación de las personas negras sólo podía ir de la mano de más justicia económica y que se debían vincular las acciones más individuales a una lucha más amplia contra el sistema en su conjunto.

Rechazo
Los elementos más radicales del movimiento de liberación negro comenzaron a rechazar la no violencia frente a la brutal y creciente respuesta por parte del gobierno. Organizaciones como el Partido de las Panteras Negras abogó por llevar armas para poderse defender de la brutalidad policial en sus propios barrios.

Davis era una Pantera Negra y perteneció también al Partido Comunista de EEUU. Tenía muy claro, como comentó más de una vez, que “el único camino verdadero para la liberación de las personas negras es el que conduce hacia un derrocamiento total y completo de la clase capitalista”. Una de sus críticas más feroces a través de varias campañas fue contra el sistema judicial de EEUU, que criticó, y sigue haciéndolo, por la forma en que la ley se utiliza para ir contra la población negra. El caso de George Jackson fue un ejemplo claro. Fue detenido a los 18 años por robar 70 dólares en una gasolinera y se le condenó a más de diez años, siete de ellos en régimen de aislamiento. En 1971 fue asesinado en un motín en la cárcel de Soledad.

Desde su “respetable” posición como profesora de filosofía en la Universidad de California, Angela Davis jugó un papel clave en el Comité de Defensa de los Soledad Brothers. Su compromiso la llevó a que fuera amenazada con su despido más de una vez. Ronald Reagan, entonces gobernador de California, lideró una caza de brujas para conseguir que Davis fuera despedida. La resistencia masiva en todo el campus y más allá lo impidió. A pesar de eso Reagan logró que el gobierno de EEUU encontrara una excusa para perseguir a Davis a un nivel superior.

A medida que el movimiento de liberación negro se disipó, el gobierno llevó a cabo una represión cada vez más generalizada contra las Panteras Negras. Unas 20 personas claves dentro la organización fueron asesinadas en 18 meses y figuras destacadas, como Huey Newton o Bobby Seale, acusadas de asesinato.

Davis fue acusada de suministrar armas a Jonathan Jackson, hermano de George, el cual tomó un juzgado de California en un intento de liberar los Soledad Brothers.

Después de su arresto en Nueva York, Davis fue detenida durante 18 meses y su liberación se convirtió en la principal campaña para muchos movimientos durante meses. Davis podía llegar a recibir 400 cartas al día de todo el mundo.

Sus artículos de este periodo son los más apasionados y polémicos, con un análisis muy profundo de la relación entre raza y clase que no se había llevado a cabo hasta el momento. Mujeres, raza y clase, el libro más leído de Davis, es un intento de comprender la dinámica entre la opresión y la explotación en la sociedad capitalista. Su análisis marcadamente diferente de muchos de los líderes del movimiento de liberación, siempre vio la lucha de las mujeres y las personas negras como una parte de la lucha contra el sistema en general. Moira Nolan. En Lucha.
Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/18385

viernes, 9 de noviembre de 2012

Californians Say Yes to Taxes. Los californianos dicen sí a los Impuestos.

A la vez que se votaba Presidente en EE.UU., se votaban otras muchas propuestas, desde subidas de impuestos como la expuesta, a aprobación de matrimonios gays.

De todos los resultados electorales en los estados de todo el país, pocos pueden superar la sensación tan chocante de los votantes de California (1) con la aprobación de los aumentos temporales de impuestos para recaudar $ 6 mil millones al año a fin de mejorar el estado de las escuelas públicas y los agujeros del sistema universitario. Así es: en estos tiempos difíciles hubo votantes que acordaron someterse a esas subidas de impuestos a pesar del mantra simplista de los políticos conservadores de "no más impuestos".

La medida electoral, la llamada Proposición de ley 30, fue una apuesta audaz del gobernador Jerry Brown. A causa de ello fue ridiculizado a fondo por una oposición bien financiada, dirigida por grupos conservadores contra los impuestos, con donantes no revelados. Al vencer la votación se aumenta el impuesto estatal sobre las ventas en una cuarta parte del 1 por ciento durante cuatro años y esos impuestos aumentarán los ingresos durante siete años en lo que supondrá más de 250.000 dólares al año.

La crisis presupuestaria, que ya dura muchos años, en California ha dado como resultado el aumento de tamaño de las clases en las escuelas, la reducción en el tiempo de instrucción y los despidos de miles de maestros de todo el estado.

Mientras tanto, los estudiantes de las universidades públicas del estado y los Colleges se han enfrentado a aumentos de las matrículas, menos recursos de los campus y la disminución de nuevas plazas para la inscripción. Las autoridades dicen que la aprobación de la propuesta electoral significará que el sistema público de escuelas no tendrá que reducir la duración del año escolar y los Colleges no tendrán que aumentar los precios de las matrículas. También permitirá a los Colleges comunitarios -públicos- restaurar miles de clases y aumentar sus plazas en 20.000 estudiantes.

El caso de California, donde la revuelta contra el aumento de impuestos sobre la propiedad fiscal en 1978 dirigido por Howard Jarvis (la número 13), se convirtió en material del folklore político, un capítulo nuevo e impredecible puede haber sido abierto. Esta semana, los votantes también dieron a los demócratas, encabezados por el gobernador Brown, una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Parlamento del Estado. Esto significa que van a tener "súper mayoría" y con ella el control y la capacidad de recaudar impuestos y aprobar otras medidas sin necesidad de la colaboración en su aprobación por los republicanos.

El Sr. Brown, consciente de que el control absoluto de un solo partido puede dar lugar a problemas, de forma rápida prometió que no habría nuevos dispendios ni se "gastaría mucho". Mantener la promesa requerirá vigilancia de los votantes. Será interesante ver si con la aprobación por mayoría popular del aumento de los impuestos para la educación, California iniciará otro movimiento nacional.
Fuente, noticia en el NYT Californians "Say Yes to Taxes", 8 de noviembre de 2012.

(1)El estado de California, el más rico de los EE.UU., estaba en bancarrota debido a que sus ingresos eran menores que sus gastos, y ello les llevó a una situación de bloqueo. Al no tener mayoría cualificada ninguno de los dos partidos, necesario por ley para poder cambiar las normas sobre impuestos, no se  podía avanzar, ya que los republicanos proponían recortes en gastos sociales y los demócratas subidas de impuestos y no llegaban a acuerdos. Por otra parte en 1978 se había votado una ley -la Jarvis- para bloquear toda posible subida de impuestos sobre propiedades -lo que evidentemente beneficiaba a los propietarios, a los más pudientes.
Con esta última votación se ha entrado en una nueva situación. La mayoría de ciudadanos está de acuerdo en pagar más impuestos, en contra de la tendencia general, hasta ahora dominante, para mejorar la educación pública. La situación es compleja, aquí no se refleja toda la realidad, por ejemplo, hace unos años el sistema de prisiones costaba la mitad que el sistema educativo, ahora es al contrario. California se gasta en prisiones y correccionales el doble que en educación. Ha aumentado por seis el número de encarcelados o vigilados y no dejan de aumentar, siendo su número de los mayores del mundo en proporción por habitantes. ¿Podría tener relación ambas cifras? A menos educación, más pobreza y delitos y más ciudadanos en prisiones, en un círculo infernal que va en aumento y, sobre todo, entre las minorías étnicas como los afroamericanos.
Foto del autor, playa de la Barrosa, Chiclana, Cádiz. agosto de 2012.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Qué ocurrió con "Fair Day's Pay for a Fair Day's Work" (un salario digno mediante un trabajo digno)?

"Nuestro país, dotado de recursos naturales ricos y de una población competente y trabajadora, debería ser capaz de encontrar formas y medios para asegurar a todo hombre y mujer físicamente capaz un salario digno mediante un trabajo digno." Franklin Delano Roosevelt, 1937

Millones de personas en los Estados Unidos a pesar de trabajar siguen siendo pobres. A continuación expongo ocho puntos que muestran por qué los Estados Unidos deben ocuparse de que el trabajo proporcione salarios que permitan vivir.

Uno: ¿Cuántas personas que trabajan siguen siendo pobres?
En el 2011, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos registró al menos 10 millones de personas que seguían por debajo de la más bien poco realista línea oficial (en los Estados Unidos) de la pobreza: 1,5 millones más que la última vez que se estudió. La línea de la pobreza, en este país, es de 18.530 dólares para una madre con dos hijos. Desde 2007 el número de pobres trabajadores ha estado aumentando. Alrededor de un 7 por ciento del total de trabajadores y un 4 por ciento del total de trabajadores a tiempo completo reciben salarios que le dejan por debajo de la línea de la pobreza.

Dos: ¿Qué tipo de trabajo desempeñan los trabajadores pobres?
Un tercio de los trabajadores pobres, más de 3 millones de personas, trabaja en el sector servicios. Sin embargo, también existen trabajadores pobres en otros sectores: el 16 por ciento en el sector ganadero, 11 por ciento en la construcción y otro11 por ciento en ventas.

Tres: ¿Qué tipo de trabajadores tienen más probabilidades de ser pobres a pesar de su trabajo?
Las mujeres trabajadoras tienen más probabilidades de ser pobres que los hombres. Los trabajadores afroamericanos y los hispanos tienen alrededor del doble de probabilidades de ser pobres que los blancos. Los titulados universitarios sufren una tasa de pobreza del 2 por ciento mientras que los trabajadores sin graduado escolar sufren una tasa de pobreza diez veces superior: el 20 por ciento.

Cuatro: ¿Qué beneficios poseen los trabajadores con salarios bajos?
El diez por ciento de los trabajadores estadounidenses gana 8,5 dólares o menos a la hora, según el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Alrededor del 12 por ciento disfruta de seguro sanitario y sobre el 12 por ciento recibirá una pensión de jubilación. Más o menos uno de cada cuatro recibe permiso de baja cobrando su salario y menos de la mitad disfruta de vacaciones.

Cinco: ¿Qué derechos tienen los trabajadores pobres?
La mayoría de los trabajadores tienen derecho a ganar al menos el salario mínimo federal de 7,5 dólares la hora. Los empleados que obtienen propinas se supone que deben recibir del patrón al menos 2,13 dólares cada hora y, en caso de que el empleado no gane lo suficiente en propinas para alcanzar los 7,5 dólares del salario mínimo, el patrón está obligado a suministrar la diferencia. Las personas que trabajan más de 40 horas a la semana tienen derecho a cobrar entre una y una y media veces más su paga regular por cada hora extra.

Seis: ¿Qué ocurre con el salario robado a los trabajadores pobres?
A muchos trabajadores con salarios bajos los patrones les roban parte de sus ganancias. Varios ejemplos incluyen no pagarles el salario mínimo completo, no pagarles el tiempo extra requerido, confiscar propinas a los trabajadores que las ganan, o clasificar de forma fraudulenta a los empleados como trabajadores independientes. Un estudio sobre más de 4.000 trabajadores con salarios bajos en Chicago, Los Ángeles y Nueva York, llevado a cabo por investigadores de universidad y de instituciones sin ánimo de lucro mostró que al 26 por ciento de los trabajadores se les había pagado menos del salario mínimo la semana anterior, a la mayoría se les pagaba más de un dólar menos de lo que les correspondía la hora, un número significativo de ellos había trabajado horas extra la semana anterior y no se les pagaba el correspondiente legal a las horas extra, a muchos se les exigía llegar antes o abandonar su trabajo después de la hora oficial y no se les pagaba por ello, a casi un tercio de los trabajadores que reciben propinas no se les pagaba el salario mínimo, y a más de uno de cada diez de los trabajadores con propinas el patrón o el supervisor les requisaba parte de estas.

Siete: ¿Cuál es el salario que alcanza para vivir en los Estados Unidos?
El doctor Amy Glasmeier de la Universidad de Penn State ha creado un "calculador de salario que alcanza para vivir" que estima el salario por hora necesario para pagar el coste de vida en familias de salarios bajos en los Estados Unidos. Clasifica el coste de vida por estados y localidades en todo el país. En Nueva Orleans, una madre con un único hijo necesita ganar 17,52 dólares para pagar sus necesidades. En Nueva York, la misma madre con un hijo debería ganar 19,66 para satisfacer el mismo fin. Si calculamos de forma realista el número de personas que trabajan y no ganan un salario suficiente para cubrir sus necesidades, el número de trabajadores pobres en los Estados Unidos se dispara a varias decenas de millones.

Ocho: ¿Qué ocurre con los trabajos de los desempleados y subempleados?
El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos estimó recientemente que 13 millones de personas carecían de empleo. Otros 8 millones trabajaban a tiempo parcial pero preferían un trabajo a tiempo completo. Aún hay más millones de personas que no trabajan y no se ven reflejadas en esos números porque llevan sin empleo demasiado tiempo.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad Northeasten halló que en las familias más pobres el desempleo alcanza el 31 por ciento. El subempleo también resulta un grave problema en las familias pobres, con más del 20 por ciento de esos trabajadores que dicen trabajar a tiempo parcial pero preferir un trabajo a tiempo completo.

Podemos hacer mucho más. No podemos decir que nuestro país valora el trabajo y no hacer nada al respecto.

Si los Estados Unidos verdaderamente valoran el trabajo, debemos ayudar a los millones de hermanas y hermanos que reciben salarios bajos. Los pasos necesarios incluyen: incrementar el salario mínimo a un salario que permita cubrir necesidades; proteger a los trabajadores de los robos a que están constantemente sometidos; facilitar que los trabajadores se organicen; y crear puestos de trabajo, puestos públicos si es necesario, para que cualquiera que quiera trabajar lo pueda hacer. Muchas personas ya están trabajando en estos temas.

Aquel interesado en leer más sobre este tema, visite las páginas de Interfaith Worker Justice, the National Employment Law Project, and the National Jobs for All Coalition.

Bill Quigley es professor en la Loyola University New Orleans, es director asociado en el Center for Constitutional Rights y colabora con el Institute for Justice and Democracy in Haiti. También contribuye en Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion , proveniente de AK Press
Trabajo y pobreza en los Estados Unidos Bill Quigley, Sin Permiso. Traducción para www.sinpermiso.info : Vicente Abella. Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4693