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sábado, 17 de diciembre de 2016

Silvio Rodríguez, detrás de la guitarra. “Fidel es como Prometeo, que repartió la luz entre los hombres”, dice el cantautor en esta entrevista.

Javier Larraín Parada



“Sigo creyendo que las canciones pueden ser buena compañía para quienes cambian el mundo”. “Me mueve lo mismo que cuando empecé: la infinita plasticidad de la música y la posibilidad de compartir ideas”.

En memoria de Natalia Coronel,
que me incitó a dar este pasito

Hijo de Argelia y Dagoberto, Silvio Rodríguez es uno de los trovadores más emblemáticos de lo que se dio en llamar el Movimiento de la Nueva Trova en Cuba, y quizás también –en palabras de Mario Benedetti–:
“uno de los poetas más talentosos de su generación”.

Nacido el 29 de noviembre de 1946 en San Antonio de los Baños, pueblo donde “una loma y un río” le fueron vecinos y que perpetuó en El papalote, Yo soy de donde hay un río, Trovador antiguo y Anoche fue la orquesta, en estos días cumplió 70 años y por esta razón, en exclusiva para Correo del Alba, le hemos preguntado acerca de su vida y otras cuestiones.

¿Cuánto ha influido en su vida y trayectoria artística el provenir de una familia modesta de provincia?
Son mis orígenes, y por eso están en mis canciones; incluso están en algunas más que las que usted menciona. Por ejemplo: En mi calle, Llegué por San Antonio de los Baños, Me veo claramente, y todavía algunas otras.
En el estribillo de una de ellas ha dicho “guajirito soy”, ¿qué le significa eso?
El origen de la palabra es otro, pero en Cuba se le llama guajiro a la gente que nace y trabaja en el campo. Es como decir campesino pero de forma más entrañable.

Durante su infancia y adolescencia fue un devorador de literatura de ciencia ficción y un ávido consumidor de cine del mismo género.
He defendido la ciencia ficción por ser un género un tanto subestimado, a pesar de haber dado a grandes escritores y muy importantes obras. Pero más bien empecé leyendo libros de aventuras. El placer de leer me fue llevando a los clásicos universales y después recalé en la literatura latinoamericana.
También se inclinó por las artes plásticas, matriculando en la Academia de San Alejandro en La Habana, ¿cuándo comenzó a cultivar su afición por el comic y por qué decidió laborar en eso?
A los 15 empecé a estudiar y a trabajar en el semanario Mella. Inicialmente entintaba algunos dibujos a lápiz de Virgilio Martínez, pero terminé a cargo de una página que se llamaba: El Hueco, una historieta muy profunda. Luego seguí dibujando, emplanando y diseñando en publicaciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, durante mi servicio militar. Después me desmovilicé y empecé a dedicarme solamente a hacer canciones.

¿Continúa dibujando?
A veces garabateo un poco.

¿Cree que hay puntos de “contacto” entre el arte plástico y el musical? (Lo pregunto porque de inmediato se me viene a la mente la canción Viñeta, donde sus andanzas resultan auténticas imágenes).
Creo que las imágenes que hay en mis canciones en parte se deben a que primero fui dibujante. Siempre he sido un gran admirador de las artes plásticas.

Volviendo a lo “fantástico”, le ha cantado al “espacio”, reclamando en una ocasión que “quiere ser cosmonauta”, ¿esa afición por el mundo exterior proviene de su primera infancia? ¿Le sigue apasionando la astronomía y la física?
Los mundos “exteriores” suelen ser muy interesantes, como también los interiores. Me siguen gustando la astronomía, la física, la biología y en general las ciencias. Y por supuesto las letras, el cine, la danza, todas las artes.

¿Cuándo y por qué se decidió a hacer canciones? ¿Cómo eran sus primeras composiciones y qué temáticas abordaban? ¿Recuerda cómo tituló la primera?
La primera la hice jugando, en el semanario Mella, se llamaba El rock de los fantasmas; Virgilio la cantaba muy bien. Después, en el ejército, empecé a tocar la guitarra y aparecieron otras canciones; allí empecé a inclinarme a componer canciones, en la medida en que la vida militar me lo permitía.

¿Cuándo se sube por primera vez en un escenario para cantar sus canciones?
En los Festivales de Aficionados de las Fuerzas Armadas. Tenía un dúo con un compañero llamado Luis Gómez.
Al día siguiente a mi desmovilización del ejército, el 13 de junio de 1967, debuté en un programa de televisión llamado Música y estrellas. Faltaban meses para que conociera a Pablo y a Noel. Unas semanas después de mi debut en tv, hice mi primer concierto, junto a los poetas de El Caimán Barbudo, en un homenaje que ellos le hacían a la trovadora Teresita Fernández.

¿Cómo evalúa su incursión en televisión –tanto en Música y estrellas como en Mientras tanto–? ¿Fue un estímulo para su posterior carrera musical? ¿Pensó alguna vez dedicarse a la tv?
Para mí fue una gran suerte que el extraordinario pianista y director orquestal Mario Romeu se fijara en mis canciones y me pusiera ante las cámaras de la televisión. Esto ocurrió porque Guillermo Rosales me llevó a casa de Mario, para que conociera a su hija, Belinda, que también hacía canciones. Todos estos sucesos ayudaron mucho a mi proyección posterior porque me dieron a conocer, pero nunca pensé en dedicarme a la televisión.

¿Cuándo y cómo nace la nueva trova cubana? ¿A quién se le ocurre denominarse “trovador” o quién los denomina “trovadores”?
En los 60s, en Cuba, a los que hacíamos canciones y las cantábamos se nos llamaba “compositores e intérpretes”. Después se nos dijo “cantautores”, que fue un término tomado del festival de San Remo, en Italia. Pero yo siempre pedía que me llamaran “trovador”. Era una forma de solidarizarme con los trovadores, que eran los músicos que menos cobraban y estaban marginados de los medios. Otros compañeros también se identificaban con eso. Los periodistas, por su parte, nos iban poniendo nombres, según las modas y sus gustos. Lo mismo nos decían “cantautores” que la “joven trova”, y también nos llamaban “nueva trova”.

En 1972 se oficializó lo que fue nombrado como Movimiento de la Nueva Trova. Recuerdo que nosotros mismos nos reíamos de ese nombre porque sabíamos que pronto dejaría de ser considerada “nueva”.

¿Cuál fue su experiencia musicando filmes del ICAIC? A la luz de los años, ¿cuál fue el real impacto del Grupo Experimentación Sonora (GES) del ICAIC?
El GES reunió a muchos talentos desconocidos, o poco conocidos, y después casi todos se fueron destacando como individualidades. Allí tuvimos la oportunidad de estudiar con grandes maestros. Leo Brouwer fue fundamental porque hizo el plan de estudios y personalmente nos enseñó muchísimo. Leo, que es un genio, tiene una forma propia, abreviada, de enseñanza, gracias a ser autodidacta. Ha sido capaz de condensar cosas que académicamente resultan mucho más extensas y complejas. Ese conocimiento sintetizado lo puso a nuestra disposición y cada cual atrapó lo que pudo.
También contamos con otros dos excelentes maestros: Frederic Smith, un norteamericano genial, aún no descubierto, y Juan Elósegui, un músico de la Orquesta Sinfónica Nacional que nos enseñaba solfeo a los que no sabíamos. Elósegui fue fundamental para mí porque gracias a él pude escribir mis canciones y orquestar un poco.

A fines de 1969 se enrola en la Flota Cubana de Pesca, que le lleva a las costas africanas. Allí compone 62 canciones, ¿qué lo motivó a realizar esa travesía?
Cosas de muy diversa índole, que podrían resumirse en que nací isleño y quería ver lo que había después del horizonte.

Pero, ¿pudo dimensionar –en el viaje o al retorno– la trascendencia de esa expedición creadora que le permitió componer canciones como Playa Girón o Al final de este viaje?
Ni antes ni después he vuelto a pasar tantos meses en tan óptimas condiciones para la creación. Eso lo explica todo.

En aquella época tuvo algunos incidentes con funcionarios de distintos organismos de gobierno que le reprocharon algunas de sus formas de asumir lo artístico y también la crítica, ¿cuál es la relación que debe haber entre el arte –en su caso la canción– y la política y los organismos políticos en una revolución socialista?
Era la primera década de la Revolución y creo que todos estábamos aprendiendo. También había mucha hostilidad contra Cuba y eso creó un instinto de supervivencia acaso un poco desmesurado. Por supuesto que también había oportunismo, gente más papista que el papa, fuera para guardar las apariencias o para destacarse. Pero no me gusta analizar las complejidades esquemáticamente, como si estuviera dictando recetas. Mucho menos pretender dictaminar como se debe ser. Cada persona, cada artista debe ser dueño de escoger cómo es su relación con lo que le rodea. Esa es una responsabilidad y un derecho inalienable de cada cual. Yo había tomado partido por la Revolución por causas de mucho más peso que mi suerte personal, y así me mantuve.

¿Cuánto puede afectar la rigidez ideológica a la creación artística? ¿Cuál debe ser el rol de un artista revolucionario?
Artista-revolucionario. Son dos palabras, aunque las dos debieran ser lo mismo porque los mejores artistas siempre han sido revolucionarios. No en el sentido político, aunque muchas veces también en ese sentido. Lo cierto es que yo no fui un niño prodigio, como Mozart, que desde que nació estaba rodeado de música y haciéndola. En mi caso, lo primero que llegó fue la persona, con sus orígenes de clase y sus consecuentes nociones de vida. Una persona, además, en una circunstancia muy especial como la Revolución Cubana. La vocación se me acabó de definir cuando ya mi persona estaba bastante conformada y había hecho unas cuantas elecciones. Por eso a veces puse mi vocación en función de lo que pensaba como gente. Pero aclaro que esto es sólo mi caso, no tiene que ser igual para todos. Es humano que el compromiso ocurra, o no, de muy diversas maneras.

Es conocida su afición por la poesía, sus preferencias por Vallejo –cuya tumba visitó en París en 1979–, Martí, Guillén, Maikovski y la musicalización de poemas de Rubén Martínez Villena y Miguel Hernández, ¿qué lugar ha ocupado y ocupa la poesía en su vida?
La poesía, afortunadamente, no ocupa mucho espacio; y puede llegar a ser parte de quienes se interesan por ella. Puede que eso me haya sucedido un poco.

¿Cuáles son los poetas que más admira?
Aprendí mucho de Martí, aunque no me di cuenta hasta que pasó mucho tiempo. Siendo un adolescente me impactó la poesía de César Vallejo, porque hablaba como para sí mismo. Me iluminaron las universalidades de Whitman y de Neruda; pero no voy a hacer una lista de poetas: son muchos a los que se les debo algo.

En una ocasión señaló que en la década del setenta se propuso hacer una o más canciones al estilo de Nicolás Guillén, ¿de qué canción o canciones hablaba?
Hay una canción mía que identifico con la manera de usar el ritmo de Guillén: Rabo de nube.

A mediados de la misma década se inscribe como voluntario para integrar una delegación cultural que cantó a los internacionalistas cubanos en Angola.
Yo me inscribí como voluntario para ir a combatir a Angola. Las Fuerzas Armadas, al ver que habíamos varios trovadores en el mismo caso, decidieron hacer una brigada con tres de nosotros (Vicente Feliú, el mago José Álvarez Ayra y yo) para que recorriéramos los frentes. Esa fue la orden que recibimos y a eso nos dedicamos durante algunos meses. Íbamos con guitarras y también armados hasta los dientes. Quiero aclarar que no fuimos los únicos que hicimos eso. Los grupos musicales Los Cañas y Manguaré integraron también brigadas que recorrieron media Angola. El grupo de Teatro Escambray, con Sergio Corrieri al frente, hizo lo mismo. También está el caso del trovador Lázaro García, que fue como soldado de filas en un batallón de Lucha Contra Bandidos.

¿Qué lo motivó ir a la guerra?
Me motivó defender la independencia recién ganada de Angola, un país de donde llegaron parte de mis ancestros. Cuando aterrizamos allá, en febrero de 1976, el ejército de Sudáfrica (el del apartheid) tenía ocupado la mitad del país. Angolanos y cubanos, juntos, logramos expulsarlos.

¿Qué recuerdos guarda de esa experiencia?
Muchos. Puede que algún día me extienda un poco más sobre todo aquello; llevaba un diario.

¿Qué canciones compuso en tierras africanas?
Canción para mi soldado la hice en Cabinda; Pioneros en Maquela do Zombo. Hice algunas otras que sólo tenían sentido en aquellas circunstancias.

Trayéndolo a la actualidad, ¿qué le atrae en el ámbito musical y de presentaciones?
En todas mis presentaciones hay algo de deber asumido, pero hacer música y canciones es un goce. En el disfrute me mueve lo mismo que cuando empecé: la infinita plasticidad de la música y la posibilidad de compartir ideas.

¿Qué lo motiva a realizar la ya famosa “gira por los barrios” en Cuba? ¿En qué consiste esa gira?
Precisamente hoy, que estoy contestando este cuestionario, se cumplen seis años del comienzo de la gira por los barrios. El de hoy va a ser el concierto número 76. Todo empezó porque un policía tocó a mi puerta y me contó que el barrio que él cuidaba merecía “un estímulo”. Era un barrio muy precario, llamado La Corbata. Sólo fui a tratar de ser el “estímulo” que deseaba aquel compañero; no sabía que allí iba a encontrar un camino, pero eso fue lo que hallé y todavía lo sigo.

Igualmente, ¿cómo y por qué se decidió a realizar, durante los años 2007 y 2008, conciertos en los recintos penitenciarios en Cuba?
Siempre he dicho que la cultura tiene que ser constante en las prisiones, que es un trabajo que hay que sistematizar. Las personas que cumplen condenas largas a veces sienten que ya no son parte del mundo, que han sido olvidadas. La cultura tiene el don de aliviar hasta eso. He hecho otras giras por prisiones, y las seguiré haciendo. Aquella fue más grande y se divulgó más porque la anuncié cuando me despedía de la Asamblea Nacional, donde había estado durante tres períodos. Pero el mes que viene vamos a hacer otros dos o tres conciertos en prisiones, sin tanta propaganda.

¿Cuál ha sido el aporte de la cancionística y el arte en general al proyecto político revolucionario cubano?
Lo ignoro. Pero debe haber significado algo porque conozco a mucha gente de la cultura que ha enfocado su trabajo hacia el mejoramiento humano. Y siempre se recoge algo de lo que se siembra. Martí lo resumió en una frase: “Amor con amor se paga”.

Dentro de unos meses se conmemoran los 50 años de la captura y asesinato del Che y sus compañeros en La Higuera – Bolivia, ¿por qué cree sigue siéndonos tan próximo?
Muchas virtudes del Che siguen vigentes. Su capacidad de sacrificio es un ejemplo humano para los siglos por venir. También la radicalidad de su pensamiento. Hubiera sido interesante ver la evolución del Che si hubiera vivido todos estos años. No hay forma de construir algo valioso y duradero si no es desde el apego a la claridad, sin oscurantismos de ningún tipo. Él demostró ser un hombre dispuesto a mantener esa divisa en alto.

¿Tuvo la oportunidad de conocerlo personalmente? ¿Pudo verlo en alguna concentración o marcha?
Choqué con él una madrugada, saliendo de casa de un amigo con el que estudiaba matemáticas. También lo vi avanzando por la calle 23 hacia la esquina de 12, el 16 de abril de 1961, brazo con brazo con Fidel y con el Presidente Dorticós. Marchaban hacia el entierro de las víctimas del bombardeo del día anterior. Era el preludio de la invasión por Playa Girón, el mismo día que Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución, y también el día en que Alberto Korda le hizo al Che su famosa foto.

Recientemente ha dicho que compartió con Vilo Acuña “Joaquín”, ¿en qué circunstancias?
Vilo era jefe de una unidad militar subordinada al Ejército de Occidente, donde se hacía Venceremos, una revista en la que trabajé entre 1965 y 1966. Yo hacía unas historietas críticas con situaciones internas del ejército y Vilo entró un par de veces a saludar a mi jefe, Óscar Azúa, y de paso a mirar los dibujos. Lo recuerdo como un hombre sencillo, de trato sumamente amable.

Desde sus comienzos como trovador el Che está presente en muchas de sus canciones, ¿por qué esa recurrencia? Y, en lo más íntimo, ¿qué le significa su figura?
No me motiva su figura sino su carácter: el Che no sólo era radical hacia afuera, también sabía ser muy franco hacia adentro. Es una virtud que siempre le admiré. Creo que el pueblo cubano lo amaba justamente por eso.

Ya desde principios de la Revolución había una tendencia triunfalista en nuestra prensa. Pero el Che visitaba una fábrica y decía todo lo que encontraba mal. Tampoco ocultó sus reservas con los errores del socialismo. Siempre he identificado a los verdaderos revolucionarios con esas actitudes. Haydée Santamaría, en el sentido de la autocrítica, fue muy parecida al Che. Alfredo Guevara también. Raúl Roa traspasó generaciones con su iconoclasia revolucionaria. Son los ejemplos que me formaron, incluyendo a Fidel, que ha sido ejemplarmente autocrítico. Nuestro Presidente Raúl también ha dicho cosas muy sinceras. Pero hay algunos que consideran que ventilar públicamente nuestros problemas es hacerle el juego al enemigo. Yo considero que el juego se lo hacemos si ocultamos los problemas.

En mayo de 1983, junto a Vicente Feliú, realizó una gira en solidaridad con los damnificados por las sequías en Bolivia, ¿qué recuerdos tiene de esas presentaciones?
Recuerdo que en las minas de Siglo XX, o sea a unos 4 mil metros de altura, cantábamos en el sindicato de los mineros y usábamos un balón de oxígeno entre canción y canción. Aún así no logramos cantar mucho entre los dos, porque no podíamos más, estábamos sin aire. Cuando nos levantábamos para irnos, alguien gritó: Fusil contra fusil... Era demasiado que allí, en Bolivia, aquellos mineros legendarios me pidieran esa canción. Entonces volví a sentarme y la canté como pude.

¿Qué sintió al regresar después de veinte años a la tierra “hija” del Libertador?
Me sentí muy honrado con la invitación del Presidente Evo y poder saludarles a él y a Álvaro.

El día del concierto se nos acercaron unos jóvenes, entre ellos un muchacho, hijo de un minero que también era artesano; su padre me mandaba una máscara preciosa, con elementos extraídos de mis canciones. La conservo cerca. Fue hermoso regresar a Bolivia, aunque por la altura no pudiera volver a La Paz, o a Oruro, o a Cochabamba, como la primera vez.

En el blog que administra (segundacita.blogspot.com) suele intercambiar con los “segundaciteros” un sinfín de criterios y las más disímiles lecturas, ¿qué prefiere leer hoy?
Siempre he leído gran variedad de cosas.

¿Cuál fue el último libro que leyó?
Un cuento oscuro, de Naomi Novik.

¿Cuál es o cuáles son sus escritores preferidos? ¿Los que más le han influido?
Muchos me gustan, pero no sé quienes me han influido más. Seguramente los primeros que leí.

En el campo de la cancionística trovadoresca cubana, ¿pudiera recomendarnos algunos nuevos talentos?
Tres dúos: Lien y Rey, Cofradía y Karma.

Pasando a otro tema, en agosto Fidel cumplió 90 años, ¿qué tan presente ha estado en su vida y obra?
Supe de Fidel cuando yo era un niño y seguramente estará en mí mientras conserve la razón. Fidel es como Prometeo, que repartió la luz entre los hombres.

¿Cuál cree es el legado que nos deja el Comandante?
Algo parecido a lo que nos enseña el Universo: todo está en movimiento.

¿Sigue creyendo que las canciones pueden cambiar el mundo?
Sigo creyendo que las canciones pueden ser buena compañía para quienes cambian el mundo.

Por último, ¿continúa siendo “enemigo” de sí y “amigo” de lo soñado que es? Y, ¿cómo ve su llegada “al club de los 70”?
La verdad es que no me siento enemigo de casi nada. Y, mientras pueda trabajar y disfrutar de los míos, no me importan los años.

Javier Larraín Parada. Profesor de Historia y Geografía, Equipo Editorial Correo del Alba -

www.correodelalba.com, Fundación PINVES – Bolivia.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Cohen: el legado inolvidable de un gran poeta. El escritor y poeta canadiense murió a sus 82 años, no sin antes dejar su último álbum como recuerdo a sus seguidores You want it darker.

Hace poco tiempo el cantautor Leonard Cohen dijo que estaba “preparado para morir”. Sus palabras, como una sentencia, se cumplieron en cuestión de días. Hoy el mundo despide a uno de los grandes.

Y es que nadie susurra como él, nadie canta como él y nadie interpreta como él. Cuando abría su boca se oía una voz grave fascinante. Cohen articulaba cada palabra como revelando un secreto con una dosis de misterio en cada espacio de silencio.

La noticia fue confirmada por medio de las redes sociales oficiales de Leonard Cohen. "Con profunda tristeza informamos que el legendario poeta, compositor y artista, Leonard Cohen ha fallecido. Hemos perdido a uno de los músicos más venerados y prolífico visionarios. Un monumento tendrá lugar en los Ángeles en una fecha posterior. La familia pide privacidad durante su momento de dolor".

Su vida
Cohen nació en Montreal el 21 de septiembre de 1934 en una familia judía. Ha sido descrito por el crítico de música Bruce Eder como “uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos de finales de los 60”. Su legado musical forma parte del Salón de la Fama del Rock and Roll de los Estados Unidos y del Salón de la Fama Musical de su país natal. Es miembro de la Orden de Canadá y de la Orden Nacional de Quebec.

El amor, el sexo, el desamor, la religión y las relaciones personales son los temas recurrentes en sus libros de poesía, en sus dos novelas y en sus inmortales canciones.

Llegó a la música a los 33 años porque pensaba que como escritor no podría obtener el dinero necesario para vivir. Su tercer álbum Songs of Love and Hate (1970) obtuvo un notable éxito en Estados Unidos y en Reino Unido. Por aquel entonces una de sus canciones más sonadas era Suzzane.

En esa década su carrera se disparó. Cohen salió por primera vez de gira a Estados Unidos, Canadá y Europa en 1970. Apareció en el Festival de la Isla de Wight. Y durante la gira de 1974 publicó New skin for the old ceremony, una asociación musical con el pianista y arreglista John Lissauer.

En los 80 llegaría Various positions en el que incluía canciones como Dance Me to the End of Love y Hallelujah, su canción con más versiones.


A finales de esa década lanzó su álbum I’m Your Man, en el que reflexionaba sobre temas sociales con canciones como Everybody Knows. En 1992 Cohen publicó su décimo álbum The Future, las canciones de este disco aparecieron en varias películas. Waiting for the Miracle, Anthem y The Future, por ejemplo fueron usadas por Oliver Stone en Asesinos por naturaleza (1994).

Desde 1994 hasta 1999 estuvo recluido en un monasterio. Allí fue nombrado Jikan que significa “el silencio que hay entre dos pensamientos”. A finales de los 90 Cohen volvió al estudio de grabación y comenzó a contribuir con poemas y dibujos para su página web Leonard Cohen Files.

En 2001 lanzó Ten New Songs, su primer disco en casi una década, con una fuerte influencia de Sharon Robinson. En octubre de 2004, Cohen publicó Dear Heather, una colaboración musical con la cantante y compañera sentimental Anjani Thomas. Cuando cumplió 80 también celebró con un álbum, Popular Problems, y este 2016 estrenó You want it darker.

A Leonard Cohen nunca le gustaron las giras internacionales. Lo hizo en 2009 cuando su representante, Kelley Lynch, le robó todos sus ahorros y no tuvo otra opción.

La poesía y las mujeres
En 2011 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Allí recordó que gracias a un guitarrista español se animó a dedicarse a la música, ya que estaba decepcionado por su falta de éxito como escritor.

“Deseo poder decir todo lo que hay que decir en una palabra. Odio todas las cosas que pueden pasar entre el inicio y el final de una frase”, dijo Cohen alguna vez. Y eso hizo y eso hace: ha logrado decir mucho con una canción o con un poema.

La vida amorosa de Cohen estuvo marcada por varias mujeres que lo motivaron a escribir poemas y canciones. Su más amada fue Marianne Ihlen, a quien le dedicó So Long Marianne, una de sus canciones más famosas.

Hace menos de dos meses Marianne murió. Antes de fallecer Cohen se animó a enviarle unas últimas palabras: “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino”.

A ella la conoció en Hydra, la isla griega donde vivió casi una década antes de dedicarse a la música. En ese tiempo escribió el libro de poemas Flowers for Hitler (1964) y las novelas The Favourite Game (1963) y Beautiful Losers (1966). La primera narra la historia de un joven que busca su identidad en la escritura. Y con Beautiful Losers suscitó controversia debido a varios pasajes con detalles sexuales explícitos.

Otra de las mujeres de su vida fue su esposa Suzanne con quien tuvo a sus dos hijos: Adam, quien es cantante, y Lorca, su hija menor a quien puso ese nombre en honor a su poeta favorito Federico García Lorca.

La única que lo ha acompañado durante toda su vida ha sido Anjani Thomas, su cantante de su coro en los primeros años, novia por un tiempo y cantante principal hasta hoy. A ella le dedicó el poema Now and then en el que le dice: “Siempre estoy pensando en una canción para que la cante Anjani”.

"Aleluya" y otras 9 canciones inolvidables del poeta y compositor canadiense Leonard Cohen (BBC)
Fuente:
http://www.semana.com/gente/articulo/leonard-cohen-muere-a-sus-82-anos/504990

lunes, 12 de septiembre de 2016

António Zambujo. “Cantar no es gritar” Hombre de voz extraordinaria, se ha convertido en el gran renovador de la música portuguesa

Lo observo a distancia, mientras desciendo por la Rua das Gaveas bajo el sol ardiente que ha castigado este verano a los lisboetas, poco acostumbrados al calor sin tregua. Lo veo fumándose un cigarrillo, haciendo tiempo entre la comida y nuestro encuentro, y siento una emoción juvenil por encontrarme con alguien que me ha proporcionado esos momentos de alegría íntima que solo la música provoca. António Zambujo, atractivo, de mirada dulce y voz extraordinaria, es el joven que ha renovado la música portuguesa, algo parecido a lo que representara Joao Gilberto para la bossa nova o Chet Baker en el jazz. Ha sido bendecido por Caetano Veloso: "La voz de Zambujo produce escalofríos y hace llorar". En España tiene un público fiel pero aún no tan numeroso como en Europa o Brasil, lo que debería hacernos reflexionar sobre la extraña lejanía entre vecinos. Portugal es destino turístico de numerosos españoles, pero todavía nos cuesta rendirnos a su lengua, que tanta riqueza cultural contiene. Lo pienso un poco avergonzada en este pequeño estudio del Bairro Alto, cuando al celebrarle el buen castellano, me comenta con desarmante naturalidad, "natural, cuando era estudiante viajaba mucho a España".

Lo cierto es que quien escucha a António acude con devoción a sus conciertos, como al último que dio en los Teatros del Canal de Madrid en junio, sufriendo por no poder ver a Portugal en un partido de la Eurocopa, pero feliz al comprobar que ya llena un gran teatro en nuestro país. Su música, fusión delicadísima del fado, los ritmos caboverdianos, la bossa nova y el jazz, posee tanto amor a las raíces como cosmopolitismo, algo habitual en el temperamento portugués.

—"Una gran ventaja para mí es ser del Alentejo, una región donde la cultura se vive de manera práctica; no es algo de lo que se hable en abstracto, sino que se cultiva, se hereda. Mi abuela me enseñaba canciones tradicionales y yo, ya con 5 años, me pegaba a los hombres de los coros alentejanos que cantaban en una taberna cerca de casa, hombres mayores, muchos de ellos jubilados. Yo trataba de acercarme cada vez un poco más hasta que me subieron a un taburete y me dejaron cantar. Luego mis padres me mandaron al Conservatorio para que tuviera una formación clásica. Pero mi manera de interpretar ha ido cambiando porque me gusta dejarme influir. Recuerdo cuando me vine a Lisboa hace 16 años, contratado para un musical sobre Amália Rodrigues, y escuché de pronto un disco de Joao Gilberto. Mi vida cambió, pensé, 'yo quiero cantar como él". Igual me pasó con Chet Baker, el hombre que le enseñó al mundo que cantar no es gritar, que la voz sirve para contar historias, no para hacer una exhibición de virtuosismo. Y luego llegaron Tom Waits, Caetano Veloso o Elis Regina. A mí me gusta valorar la palabra cuando canto, y tengo la suerte de ser de un país de grandes letristas y de sentirlos muy cerca. Yo me grabo en el iPhone una nueva melodía a la guitarra, y a partir de ahí todo rueda. Fue Amália Rodrigues la que comenzó a introducir novedades en nuestra música, cantó a los letristas de fado pero también se atrevió con los clásicos. Y a mí me gusta ese atrevimiento de provocar cierto caos, sin romper de manera radical con las raíces pero dejándome modelar por lo que me apasiona. Sé de dónde vengo, pero también cuánto he cambiado... A veces me preguntan cómo me definiría o en qué sección de música deberían estar mis discos. No lo sé, ni me preocupa".

Añade con una sonrisa: "Soy un cantante portugués".

Justa definición para un hombre elegante, culto, humilde, cosmopolita. Muy portugués. Escuchen su concierto en vivo en el Coliseo dos Recreios en Lisboa. Presiento que será un flechazo.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/09/03/actualidad/1472921323_251978.html

viernes, 26 de febrero de 2016

Sílvia Pérez Cruz, una voz en libertad

Esta es la historia de una cantante y compositora con una voz en la que el jazz, las habaneras, el flamenco o la música popular conviven pacíficamente y arrastra una legión de seguidores que no para de crecer.


El primer resultado de la aventura es un disco corto e intenso. Y, como suele suceder con el arte difícil de categorizar de su autora, se describe mejor en negativo. No es exactamente la banda sonora de la película; las canciones, no narrativas, figuran en distinto orden que en el filme y de su escucha no se transparenta gran cosa de la trama. Tampoco es un álbum de canción protesta, la denuncia emana más de una partitura melancólica que del realismo de las letras en castellano, portugués e inglés.

Quería tratar problemas universales, no hablar solo de desahucios”, dice ella. Aunque de eso también haya, sobre todo en el corte que abre el disco, ‘No hay tanto pan’, en el que, con un guiño a los gallos rojos y negros del simpar Chicho Sánchez Ferlosio, Pérez Cruz canta sobre una “gran culpa que no es tuya ni mía”, sobre “discursos, banqueros y trileros”, “bolsos, confeti, cruceros y puteros” y aquellos que “te roban” y encima “te gritan”. Y también de lo “indecente” de un mundo de “gente sin casa y casa sin gente”.

“Cuando recibí esa llamada”, recordaba recientemente la cantante durante una tenue tarde del invierno mediterráneo en una conocida coctelería de Barcelona, “estaba obsesionada con Ada, con esa claridad de discurso y el aplomo con el que se dirigió al Congreso”. Y así fue como el primer sí (“hacer la banda sonora”) se convirtió en un salto sin red que incluía un papel protagonista. “Fueron meses de empeño de Cortés hasta lograr convencerme. Yo nunca había actuado antes, salvo en un taller a los 13 años en la escuela. Nunca he terminado de entender el arte de la interpretación. Se comparten cosas, hay emociones, hay incluso melodías. Pero no hay música”. Curiosamente, el punto de acceso lo halló, dice, en su total ausencia: “En el silencio que se hace justo antes y después de que se grita ‘acción’. Es muy concentrado, muy respetuoso. Es una experiencia colectiva, como cuando te subes a un escenario”.

Eduard Cortés (Barcelona, 1959), que la descubrió con el montaje El jardín de los cinco árboles, a partir de poemas de Salvador Espriu, siempre tuvo “claro” que tras la voz se escondía una actriz natural . “Si lográbamos poner toda la verdad que ella tiene cantando en la película, la cosa funcionaría. Además, resultó tremendamente inspiradora para todos durante el rodaje”. Más complicado fue levantar la financiación del proyecto. “Pese a que no es una película política ni nada panfletaria, supongo que la temática no era la más atractiva para las televisiones”, afirma Cortés. Al final, hubo que recurrir a una ronda de crowdfunding (217.000 euros) y los equipos técnico y artístico aportaron parte de su sueldo, que fiaron al resultado de taquilla (en el caso de la protagonista, el porcentaje ha rondado el 40%).

Es tentador pensar como el cineasta. Si algo hace destacar a Pérez Cruz es su asombrosa capacidad interpretativa, el modo en el que solo ella dice las canciones, propias y ajenas (en su mundo, las versiones, obedecen a la lógica de un armario; “es como con los trajes, hay que buscarlos, algunos te gustan pero no te sientan bien”). El verdadero poder de su voz se despliega en directo. Sus recitales, ante audiencias que crecen con cada concierto, acaban convertidos en rituales en los que no es raro ver a la gente, de todas edades y sexos, llorar. Es, si se permite el eslogan, el fenómeno Sílvia Pérez Cruz, una de las historias de éxito más inesperadas de los últimos tiempos en la música popular española.

¿O cómo, si no, se puede explicar que un álbum de versiones haya sido disco de oro en un país que hace tiempo dejó de pagar por la música grabada? Sucedió con granada (así, en minúscula, como la fruta y el explosivo), álbum firmado a medias con Raül Fernandez Miró, Refree, solicitado guitarrista y productor barcelonés. Juntos venían colaborando desde hacía una década, cuando ella, casi aún una adolescente, ya había cambiado su lugar de nacimiento, Palafrugell, bella localidad del Baix Empordà –cuyo “paisaje” y “mar de invierno” son lo que mejor la “definen”–, por la Barcelona del cambio de siglo.

Fernandez Miró (Barcelona, 1976) coprodujo también 11 de novembre (2012), álbum con el que la artista debutó en la multinacional Universal en una asociación que se ha demostrado fructífera para ambas partes. En el argot de la disquera, Pérez Cruz es la perfecta “artista de largo recorrido”, un unicornio blanco en los tiempos que corren. Y al firmar el contrato, recuerda ella, la preocupación fue asegurarse una “libertad” que, de momento, le respetan.

Aquel disco, una refrescante mezcla de música mediterránea, jazz, flamenco o bossa nova, sonaba en catalán, inglés, portugués y español, y marcó el inicio del viaje de su reputación más allá de las fronteras catalanas, donde ella ya llenaba teatros. El álbum estaba dedicado a la memoria de su padre, Castor Pérez (1955-2010), cantante y estudioso de las habaneras, género musical de gran arraigo en el rincón del mundo en el que la niña creció. “Dedicó su vida a eso”, recuerda. “Escribió libros, tenía un archivo en Cuba. Viajó 22 años a la isla en busca de canciones. Hay una melancolía muy poderosa en todo ello… Obviamente, me parecía un rollo cuando era pequeña, pero con la edad he aprendido a apreciar la estampa: dos hombres en una vieja taberna de madera cantando emocionados letras que se saben de toda la vida. Cuando es así, de verdad, me gusta. La postal no me interesa lo más mínimo. Algún día espero hacer un álbum de habaneras”.

Hija también de una cantante, Glòria Cruz, que aún vive en Palafrugell, Sílvia comenzó a estudiar música a los cuatro años. A “los 12 o 13” un profesor le dijo que su forma libre de entender la interpretación encontraría mejor acomodo en el jazz que en la clásica. Tocó el saxofón en orquestas y pasacalles y cantó en un coro. Llegó a los 18 años a Barcelona para estudiar en la recién creada Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), con sede en el Auditori. “Allí di con mi propia voz. Al llegar, mi forma de cantar me sonó de pronto como de abuela, así que la tuve que deconstruir. Y eso fue muy bueno”.

El saxofonista Llibert Fortuny (Las Palmas, 1977) fue una de las primeras personas con las que trabó contacto en la gran ciudad. Él acababa de regresar de Estados Unidos y daba clases de su instrumento en un trastero del parking de la casa de sus padres. “Vino a preparar su ingreso en la ESMUC”, recuerda el saxofonista, que en los años siguientes protagonizaría una de las carreras más fulgurantes del reciente jazz español. “En cuanto la vi, tuve claro que era una artista excepcional. Tenía una manera de improvisar muy poco común. Curiosamente, entonces no quiso cantar, decía que le daba corte”.

En la escuela venció las reticencias. Escogió la voz como primer instrumento y el saxofón de segundo. Pronto se vio envuelta en la escena del jazz barcelonés, que vivía a principios de siglo el final de su efímera eclosión, un espejismo de clubes con programación sostenida, revistas especializadas y activos sellos discográficos que en los últimos años ha dejado paso a un panorama acosado por el elevado IVA cultural, la falta de interés de los grandes festivales por la cantera y el excesivo celo de las normativas urbanas contra el ruido.

En aquellos días –pero sobre todo en aquellas noches– era común verla subir a cantar en los más diversos contextos en locales del Raval y el Gótico. En una de esas ocasiones, Javier Colina (Pamplona, 1960), venerable contrabajista, la vio acompañar “a un grupo de folcloristas argentinos” al final de un concierto. “Me recomendaron que la escuchase para un proyecto de canciones que tenía entre manos”, recuerda Colina. “Me fascinó su voz y el carisma sobre el escenario y me enamoré al instante”. De aquel encuentro surgió En la imaginación (2011), disco firmado a medias.

Que la chica ha sido siempre de “flechazo” fácil lo sabe bien el periodista y compositor Luis Troquel. Cuando ella tenía 17 años, la escuchó cantar una nana mezclada entre el público de una obra de teatro amateur. “Desde entonces no he dejado de recomendarla”, explica. También a Fernandez Miró, que la escogió para una colaboración trasatlántica entre músicos catalanes y argentinos titulada Immigrasons. “Tenía 22 añitos”, recuerda ella. “Cuando me quise dar cuenta, estaba embarcada yo sola en una gira por Argentina y Brasil con unos músicos que no conocía”.

Entonces Pérez Cruz era parte de Las Migas, grupo de flamenco mestizo formado por cuatro alumnas del ESMUC de distinta procedencia (Sevilla, Palafrugell, Alemania y Francia) en cuyas filas militó hasta 2011. “En aquellos años estaba en muchos proyectos al mismo tiempo, todo era muy frenético y estimulante, hasta que de pronto, con 24, me quedé embarazada. Eso sí fue un cambio bestia. No lo esperaba. Nadie tenía hijos. Yo era la única y, además, la más joven. Tenías que buscar la manera de combinar un trabajo poco común y la maternidad”. “La pobre hacía unos malabarismos increíbles para llegar a todo”, recuerda Troquel. La hija, que hoy tiene ocho años, participa con unas amigas en los coros de ‘Ai, ai, ai’, una suerte de versión de un tema de Shakira incluida en Domus.

En el entorno de Pérez Cruz, un grupo compacto organizado en círculos concéntricos de confianza (“esto es un estilo de vida, no un negocio; para trabajar conmigo cuenta la humildad y la seguridad”), les gusta contemplar su carrera como un viaje “en constante progresión” con paradas bien definidas; este concierto, aquella portada de revista…, umbrales que la condujeron a otra dimensión. Uno de esos momentos estelares fue la concesión del Goya a la mejor canción original por el tema que compuso para la película Blancanieves. No fue tanto el premio como las circunstancias de su entrega. La actriz Adriana Ugarte, encargada de leer el veredicto, confundió al primero de los candidatos de la lista impresa en el tarjetón con el ganador, en uno de los episodios más surrealistas de tres décadas de premios de la Academia.

“Resultó una experiencia muy extraña y muy fuerte: la sensación de perder y al segundo siguiente el subidón de ganar. El discurso fue improvisado, empecé pidiendo perdón. Después me pasé toda la noche buscando a los pobres chicos que creyeron por un momento que lo habían logrado. Se ve que se fueron de la gala”. El resultado del sainete fue que un galardón que acostumbra a pasar desapercibido ocupó tiempo en los telediarios y acabó destacado en todos los periódicos en el anecdotario sobre la noche. “Me preguntaban si me molestaba ser conocida por eso. Me dio igual. Yo sé que se trata de ir paso a paso; a veces son dos escalones y a veces son tres. He tenido la suerte de tener tiempo para digerir el éxito; mi primer bolo cobrando lo hice con 14”.
En este enlace se pueden oir las canciones de su disco.
http://elpais.com/elpais/2016/02/15/eps/1455555394_023610.html

jueves, 20 de agosto de 2015

Aute rompe las fronteras generacionales. Músicos jóvenes y ajenos a la canción de autor rinden tributo al compositor en ‘Giralunas’

Nunca se imaginó como músico, pero sus canciones han dado cobijo a varias generaciones. Nunca pensó que su afición por tocar la guitarra acústica en aquellas bandas colegiales de principios de los sesenta como Los Sonor o Los Tigres, que versionaban a Elvis Presley, le llevase más lejos que la pintura o el cine, sus otras dos pasiones. Pero Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) ya forma parte del patrimonio de la canción de autor en castellano. Un patrimonio que traspasa edades y consigue fascinar incluso a músicos que poco tienen que ver con un género tan acotado como el de la música tradicional de autor, tal y como se comprueba en Giralunas (Sony), el disco que reúne a varios artistas de estilos dispares con el único fin de rendir tributo al autor de Aleluya número 1.

“Jamás pensé que iba a subirme a un escenario. No me gusta estar bajo los focos. Soy más de trabajar entre bastidores”, confiesa Aute desde el estudio de su casa de Madrid. Pero se subió, aunque tardó casi una década en hacerlo desde que grabó sus primeras canciones. Fue en un acto del sindicato de la CNT en la ciudad de Albacete y, desde entonces, composiciones como Rosas en el mar o Las cuatro y diez forman parte de la banda sonora de la vida de miles de personas.

Una de ellas es Xoel López, que participa en el álbum. “Ha sido siempre un referente”, asegura el compositor gallego. “Recuerdo que iba en el coche de chaval y escuchaba a saco sus canciones. Me lo ponía mi padre. Solo sonaban Paco Ibáñez, Sabina, Serrat y Aute”. López versiona Al alba, un himno contra la pena de muerte surgido por la oposición frontal de su creador al régimen franquista. También por sus padres le llegó a la cantante Rozalén, quien canta La belleza, que nació de la decepción con el Gobierno socialista a finales de los ochenta. “Es una de las primeras canciones que me aprendí de niña. La genialidad debería llevar la cara de Aute”, afirma. Jairo Zavala, que se esconde tras el nombre artístico Depedro, también reconoce su deuda con él: “Sus canciones eran muy recurrentes en el parque con los amigos. En mi caso, forma parte de mi caminar, de mi crecimiento como persona”.

Una de las ilustraciones de Aute de la serie 'El Giraluna'.

Nuevo homenaje
No es la primera vez que a Aute le rinden homenaje en forma de disco. ¡Mira que eres canalla, Aute!, publicado en 2000, ya contaba con compositores de la misma cuerda que el cantautor español nacido en Filipinas como Serrat, Sabina, Pedro Guerra, Pablo Milanés, Javier Álvarez, Ana Belén, Ismael Serrano o Silvio Rodríguez, aunque por ese trabajo se dejaron ver otros ilustres alejados del género como el rockero Rosendo o el flamenco José Mercé. Giralunasestá formado, en su mayoría, por extranjeros de la canción de autor. Depedro cree que la gracia del disco reside en estar formado por músicos “fuera de su contexto”. Xoel López, por su parte, considera que su influencia, como “gran cantautor iberoamericano”, cruza estilos.

Mediometraje
Aute reconoce que puso dos condiciones a Sony a la hora de hacer este álbum: “Los músicos tenían que sentir afecto por mis canciones y, toda vez que participasen, tenían que llevarlas a su terreno”. Bajo esa premisa, Estopa pone marcha a Una de dos, Abel Pintos hace lo propio con De alguna manera y Natalia Lafourcade y Leiva intercambian voces en Slowly. Vanesa Martín, Andrés Suárez o Santiago Cruz también lucen. “Me gustan todas, pero me han sorprendido Soleá Morente con Aleluya número 7 y Miguel Poveda con Prefiero amar por su terreno flamenco”, explica el cantautor y también pintor y cineasta.

Al principio del mediometraje Vincent y el Giraluna, película de media hora que acompaña al disco, creada por el propio Aute con sus ilustraciones, se lee la siguiente frase del escritor alemán Friedrich Hölderlin (1770-1843): “Pero lo que permanece, lo fundan los poetas”. Y tal y como se comprueba con todas las voces de Giralunas, las canciones de Luis Eduardo Aute permanecen.

Una película “contra la gran mentira”
Decía el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry que su patria era su infancia. Aute también guarda una patria similar. Como ya demostró con su anterior película, El niño y el basilisco, en la que rendía tributo a su niñez y al recuerdo de su adorado y desaparecido padre, el músico y pintor quiere conservar el niño que siempre fue con Vincent y el Giraluna, un filme animado hecho con sus ilustraciones.

“Estoy intentando que no desaparezca del todo, pero está complicado. Vivimos en una selva brutal, en una gran mentira”, asegura el cantante. La película, que acompaña al disco y que Aute dedica a los artistas que le han homenajeado, es “una fábula contra esa gran mentira que es la sociedad actual marcada por el capitalismo salvaje y la corrupción generalizada”.

Aute se asemeja a un “girasol insumiso” que decide no agachar la cabeza por la noche y espera la llegada de la luna. Es el Giraluna, que conoce la luna y las estrellas y es recompensado por su fe, su curiosidad y tener criterio propio.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/08/06/actualidad/1438890799_157830.html

sábado, 30 de junio de 2012

Lo que no se dijo en España sobre Bruce Springsteen

No me tendría que haber sorprendido, pero me sorprendió ver la manera como la mayoría de los medios de información de mayor difusión españoles cubrieron la visita de Bruce Springsteen (BS a partir de ahora) a España en su ciclo de conciertos. Salvo contadísimas excepciones, la figura y la música de tal cantautor se presentó analizando su calidad musical sin referirse al significado de su música y de su narrativa, imposible de entender sin referirse al contexto político que lo configura. Esta manera de cubrir la música es semejante, en la esfera pictórica, a analizar el Guernica de Picasso sin hacer referencia al bombardeo nazi de la ciudad vasca Guernica. Es imposible entender la música de BS (o de cualquier otro cantante) sin conocer el contexto que la ha ido configurando durante su vida artística. Veamos.

 Bruce Springsteen nació en uno de los Estados más industriales de EEUU, Nueva Jersey, en un pueblo llamado Long Branch, de un padre de clase trabajadora que hizo muchos tipos de trabajo durante su vida (desde trabajador textil a conductor de camiones) y de una madre, secretaria, que le influenció enormemente. En su pueblo había una estratificación clara del territorio según clase social y raza. Esta estratificación territorial jugaba un papel clave en dividir a la clase trabajadora según su raza. En su juventud y adolescencia BS fue un rebelde sin conocer, sin embargo, de dónde venía ni a dónde quería ir. Le gustaba la música rock y sus primeros pasos eran de crítica a la música del movimiento estudiantil (de procedencia burguesa, pequeño burguesa y clase media profesional de renta alta) que había hecho de los conciertos y música de Woodstock un símbolo. Su rechazo a la cultura de la droga y del hedonismo que representaba aquella cultura, así como el concepto de libertad que tenía, interpretándola como la satisfacción del individuo (“hacer lo que te dé la gana”) sin frenos y responsabilidades colectivas, marcó sus canciones iniciales como Take LSD and Off the Pigs, que eran una protesta frente a los flower children (los niños flores) de Berkeley y de toda California. Era, sin definirlo así, una lucha de clases dentro del movimiento de protesta. Aunque Bruce Springsteen no había desarrollado todavía su conciencia de clase, su discurso, lírica y narrativa eran de protesta de clase frente a una cultura también anti establishment, pero marcada por el privilegio de clase. Su lírica y narrativa se separaba de la de Joan Baez o Bob Dylan, que representaban el movimiento pacifista, basado en un mundo estudiantil de base universitaria. En Born to Run era una voz alternativa que hablaba directamente a y desde la clase trabajadora, olvidada en las canciones del movimiento pacifista.

Su voz de protesta fue recuperando la tradición fundada por el gran punto de referencia en la música popular de EEUU, Woody Guthrie, y más tarde Pete Seeger, ambos marginados durante muchos años por su pertenencia al Partido Comunista de EEUU. Esta evolución le llevó a escribir Born in the US, inspirado en el libro de Ron Kovic, Born in the Fourth of July, que analiza críticamente la experiencia de un trabajador durante la Guerra del Vietnam. Como civil y como soldado (se olvida en Europa que los que luchan en las guerras del Imperio son hijos de la clase trabajadora estadounidense). Esta voz de protesta intenta denunciar el falso patriotismo del establishment americano, pero lo hizo con cierta ambigüedad que explica que incluso el presidente Reagan, que es el prototipo de este falso patriotismo, intentara utilizar tal canción en su campaña, creando una protesta por parte de él frente a la manipulación política por parte del Partido Republicano. El intento de identificar el país, EEUU, con la clase trabajadora, auténtica constructora del país, con su diversidad étnica y de razas, aparece más claramente en sus discos posteriores. Su Ghost of Tom Joad es, como han documentado Eric Alterman y otros analistas de la poesía y música de BS, el equivalente de The Grapes of Wrath de John Steinbeck. En este disco ya desaparecen todas las ambigüedades y llama a las cosas por su nombre, enriqueciendo una larga lista de aportaciones a la lírica y a la música estadounidense, de clara tradición popular, cuyo mayor componente es la clase trabajadora (por cierto, es importante clarificar que cuando en EEUU se le pregunta a la ciudadanía “usted, ¿qué es? ¿clase alta? ¿clase media? ¿clase baja?”, la mayoría se autodefine de clase media. Cuando se le pregunta, sin embargo, “usted es ¿clase corporativa (Corporate Class, equivalente a la burguesía)? ¿clase media?, o ¿clase trabajadora?” la mayoría contesta clase trabajadora. Un tanto parecido ocurre en España).

En 2008 apoyó al candidato Obama, siendo el momento álgido de la campaña presidencial el festival frente al monumento a Lincoln el día antes de su nombramiento como presidente de EEUU, en que frente a Obama había una multitud de casi medio millón de personas. Springsteen terminó su concierto cantando con Peter Seeger el himno de la izquierda estadounidense This Land is your Land, cantándolo por primera vez en EEUU con los versos completos de la canción (escrita por Woody Guthrie) que habían sido vetados durante todos los años de la Guerra Fría que todavía no habían terminado. Los que estábamos allí nunca lo olvidaremos.
Vincenç Navarro. Público.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5410/lo-que-no-se-dijo-en-espana-sobre-springsteen/

miércoles, 12 de octubre de 2011

John Denver 1943-12 de octubre de 1997

Tal día como hoy, hace 14 años, murió en accidente de aviación John Denver, cantante norteamericano que se hizo famoso a nivel mundial con canciones como Take me home country roads, Annie's Song, Perhaps Love, Love Again, Don't close your eyes tonight, Rhymes And Reasons, nacido Henry John Deutschendorf, Jr., fue un cantante country, compositor, músico y actor estadounidense. Denver murió con 53 años de edad en la costa de Monterey, California cuando pilotaba un Rutan Long-EZ un avión en kit experimental, tipo pato, de fibra de vidrio.

lunes, 3 de octubre de 2011

ENTREVISTA: MARÍA DEL MAR BONET - Cantante

Pregunta. Cuarenta y cinco años cantando. Y ahora, un disco más. ¿No le vale ya?
Respuesta. Pues la verdad es que no tengo este sentimiento. La vida artística no es un trabajo que te canse. Lo que me cansa más es lo que la envuelve: los viajes, las entrevistas.
P. Dice que canta sin red. ¿Nunca se ha caído del trapecio?
R. Muchísimas veces [ríe], y me he hecho daño en las cuerdas vocales, me he quedado en blanco o me han dejado sin sonido.
...
P. ¿Se puede seguir hablando, a estas alturas del partido, de nova cançò?
R. Bueno, las cosas van pasando, y tienen otros nombres. La cançò es el hecho de que hay determinado tipo de cantantes que cantan en nuestra lengua.
P. ¿Seguimos estando para cantautores?
R. Es que todos lo son. Un grupo que se llame Antonia Font, o los Manel. Un grupo de rock también, porque se ha inventado lo que está cantando.
P. Ahora está participando en un documental sobre la muerte de Enrique Ruano. ¿Contra la policía franquista se componía mejor?
R. Creo que el tiempo ha cambiado muchísimo todo. Son muchos años cantando y he tenido etapas. Ahora escribo cosas de tipo muy personal e interiorizado.
P. Dicen que Nacho Duato le inoculó el virus de la danza. ¿Pero usted tiene cuerpo de jota?
R. Pues a ratos. Puede ser. El cuerpo de jota va com va. Pero más que Nacho Duato el que me llevó a la jota fue Javier Mas. Tocamos jotas, y potentes. Nacho ha bailado otras cosas mías.
...
P. Cuando dice que se avecina el fin del mundo, ¿se refiere al 20-N?
R. Yo el 20-N no lo calificaría de fin del mundo, pero sí viene una etapa muy difícil, una vuelta atrás muy considerable.
P. Cuentan que tiene dotes de bruja. Dígame defectos suyos.
R. No he sido nunca dotada para estos menesteres, aunque todos tenemos mucha intuición. Yo soy pesada, tozuda... A veces soy realmente desagradable.
P. Como para ser vecina suya.
R. Bueno, no llega la sangre al río. Es que soy demasiado perfeccionista. Pero en la vida personal no soy así. Por eso me van las cosas tan bien.
P. Menos mal.
R. Aunque creo que no tengo mucha vida personal. Mi vida personal está un poco aparcada.
P. ¿Y eso no es terrible?
R. Bueno, no, porque pasas épocas diferentes.
P. Ha dicho del 15-M que es "irremediable". ¿Qué le indigna?
R. Volver atrás. Que todo lo logrado en libertades, en cultura, se ponga en entredicho. Veo en el cambio que se nos viene un elemento muy sórdido.
P. ¿El nacionalismo le sienta bien a la canción?
R. Ni bien ni mal. El nacionalismo es una forma de ver la vida que en este país está muy arraigada. En Madrid hay un nacionalismo enorme. Veo un centralismo atroz del Estado español, por el que todos tenemos que hablar la misma lengua, y no veo en las televisiones las otras lenguas del Estado.
P. ¿Interpretar La balanguera, himno oficial de Mallorca, le hace sentirse como Plácido Domingo con el del Real Madrid?
R. No, no [ríe]. La ha cantado mucha gente antes que yo. La grabé por primera vez en Francia, el día en que Tejero entró en el Parlamento. El arreglador me dijo: "Oye, hay como una especie de toreros con ametralladoras. Está pasando algo en tu país". Vi las noticias y realmente canté esta canción de otra forma.
...
P. ¿Se siente hija o deudora de la sobrasada?
R. Siempre deudora [risas].
P. ¿Su cuenta de Suiza se ha visto afectada por la crisis?
R. Mi cuenta se ha visto afectada desde siempre. Y no tengo ninguna cuenta en Suiza. Vivo de mi música y estoy muy contenta.
Perfil
Tiene 64 años, y acaba de presentar, con el pianista Manel Camp, un nuevo disco, que combina sus aires de siempre con toques de jazz. Cuenta que la ensaimada tiene música, "cuando entra y sale del horno", y habla con entusiasmo de su faceta de pintora, "vicio oculto" para el que siempre lleva acuarelas en la maleta. Dice que le encanta bailar, mata por un trozo de chocolate y se confiesa devota de la cocina mediterránea.
Leer todo en El País.