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viernes, 23 de diciembre de 2016

Así crearon la web de arquitectura con más visitas del mundo. Además, enlaces a las cuatro siguientes. En total, las 5 suman más de 3.528.561 visitas

En plena crisis de 2008, dos arquitectos chilenos lanzaron ArchDaily, un site que aúna miles de proyectos y los materiales para su construcción David Basulto (Santiago de Chile, 1981) tiene muy presente un dato: de los 3.300 millones de personas que viven hoy en ciudades se pasará a 6.400 en 2050. “Eso quiere decir que en 40 años vamos a tener que construir lo mismo que en los últimos 3.000 años, y los responsables de que se haga bien son los arquitectos”, afirma. Con esa idea en mente, este arquitecto y programador cofundó en 2008  ArchDaily, la web de arquitectura con más visitas del mundo. Su objetivo es difundir a escala global proyectos ejemplares de urbanismo eficiente, proveer de planos, imágenes y herramientas a los encargados de esbozar el diseño de las macrociudades.

La Universidad Católica de Chile, cantera de algunos de los arquitectos chilenos más reconocidos en el mundo, como  Alejandro Aravena -premio Pritzker 2016-, Mathias Klozt -premio Borromini de Arquitectura en 2001- o el propio David Basulto, consideró la web ArchDaily como uno de los proyectos más innovadores liderados por antiguos alumnos en sus 128 años de historia.

¿Qué tiene ese espacio de innovador? "Cuando a un arquitecto le encargan un proyecto, busca obras previas parecidas para saber qué materiales y qué técnicas se usaron. Antes de nuestro lanzamiento, esas búsquedas se hacían en revistas de papel. Nosotros lo hemos trasladado a Internet; cualquiera desde cualquier parte del mundo puede documentarse", explica Basulto. En su web se pueden encontrar más de 300.000 imágenes y planos de más de 32.000 proyectos de arquitectos internacionales. El usuario puede filtrar por autor, país o materiales.

A esa base de datos se suman otros contenidos, como noticias relacionadas con el sector -que se actualizan varias veces por hora- y un catálogo de materiales de construcción de más de 300 empresas de los países donde tienen sede: Chile, México, Brasil, Colombia, Perú, Estados Unidos y China. "Cubrimos una necesidad mutua: unos quieren vender y otros saber dónde encontrar los mejores materiales". Esta última parte, la venta de los materiales de construcción de los proyectos que muestran en la web es la base de su modelo de negocio, su principal fuente de ingresos. De cada venta se llevan un porcentaje. Aunque Basulto prefiere no dar cifras, en un artículo publicado en Forbes en 2014, se hablaba de ventas por un importe de tres millones de dólares al año. "Somos rentables desde que cumplimos un año", apunta.

En la sede de Archdaily en Santiago de Chile, una casa de los años 60, de dos plantas y paredes cubiertas por grandes ventanas de cristal y acero, se respira el ambiente de las startups. Los 43 empleados que trabajan allí -la plantilla suma 62 personas en todo el mundo- no tienen horarios fijos, trabajan por objetivos, pueden liderar a sus jefes en ciertos grupos de trabajo y cada dos semanas las últimas horas del viernes son para la Happy Hour. Los cofundadores llenan la nevera de cerveza y se puede echar la tarde en los jardines que envuelven la casa. También hay una sala de yoga. La media de edad de los empleados es de 27 años. No solo hay arquitectos, también programadores, diseñadores gráficos o periodistas.

Así crearon la web de arquitectura con más visitas del mundo

Basulto no tiene despacho, acaba de regresa de un viaje a Hong Kong y se reúne con la directora financiera de la empresa en un banco de madera junto a la piscina. "Nos parecemos a las startups en la forma de operar; tenemos objetivos muy claros, la plantilla está en continua rotación y crecemos exponencialmente a escala global. Eso sí, nunca hemos pedido un préstamo y acudido a rondas de financiación", aclara Basulto, que fundó la web con fondos propios en 2008 junto a David Assael, otro estudiante de arquitectura de la Católica.

La innovación: el usuario puede filtrar por autor, país o materiales 300.000 imágenes y planos de más de 32.000 proyectos de arquitectos internacionales

Les han tentado varias veces a trasladar su base de operaciones a Silicon Valley, pero ven dos inconvenientes. "Allí se mira hacia adentro, se buscan soluciones enfocadas a las necesidades que surgen dentro de esa burbuja, se pierde la perspectiva global. Chile está en la periferia, Internet funciona pésimo y eso nos acerca a lo que pasa en muchos lugares del planeta", defiende Basulto. El otro problema de instalarse en la cuna de los negocios de alta tecnología es el empeño de los inversores de librar la batalla en Estados Unidos. "Nuestro éxito se debe a que nos hemos enfocado en los mercados donde crecíamos de forma natural, especialmente en Asia".

Hace años que ArchDaily superó a Architect Magazine, la revista del American Institute of Architects, con 251.000 usuarios únicos al mes. Ellos suman más de 1,5 millones y 13 millones de visitas según Comscore. Otra de las anécdotas que cuentan es el intento de World Architecture News, el sitio más influyente de Europa, de comprarles. El éxito de su web ha llevado a los dos cofundadores a dar charlas en el Harvard Graduate School of DesignTEDx Santiago o el Center for Architecture de Nueva York.

ArchDaily suma más de 1,5 millones de usuarios únicos al mes y 13 millones de visitas

¿Cómo lo consiguieron? Empezaron por contactar con los principales arquitectos chilenos para subir sus proyectos a ArchDaily. Los propios autores consiguieron viralizar esos documentos y pronto arquitectos de toda Latinoamérica comenzaron a llamarles para aparecer en el site. La publicación de los proyectos del arquitecto colombiano Gian Carlo Mazzanti llamó la atención de webs de arquitectura de China, Japón, Italia y Estados Unidos. "Estaban consumiendo un producto en español. Nos habíamos convertido en una fuente fresca de arquitectura para el mundo", cuenta Basulto. Poco tiempo después, lanzaron las ediciones en inglés, portugués y chino. La mayor parte del contenido que publican les llega por iniciativa de los propios arquitectos.

La criba de los proyectos es lo más complejo. "Desde una tienda de Chanel hasta una panadería bien hecha o una escuela en una zona rural. Todo lo que sea útil para el arquitecto". El 85% de sus usuarios son arquitectos o profesionales del sector.
-dezeen
-Architonic
-Architizer
-Archinect
http://elpais.com/elpais/2016/12/08/talento_digital/1481220445_071211.html

lunes, 5 de diciembre de 2016

WERNER HOFMANN / FÍSICO. “Queremos estudiar los límites de las teorías de Einstein”

El director del Instituto Max Planck de Física Nuclear en Heidelberg habla sobre las posibilidades que ofrecen los rayos gamma para conocer el universo

En el año 1800, el astrónomo alemán William Herschel descubrió que había más luz que la que ven nuestros ojos.
Midiendo las distintas temperaturas de los colores que tomaba la radiación del Sol al pasar a través de un prisma, colocó un termómetro justo en el extremo del arcoiris, un poco más allá de la luz roja. El objetivo era medir la temperatura ambiente de la habitación, pero el resultado del experimento fue inesperado. La temperatura medida por ese termómetro era superior a la de la luz visible y el científico concluyó que debía haber algún tipo de luz invisible que hacía subir el mercurio. Había descubierto la radiación infrarroja.

Aquel hallazgo abrió, entre otras cosas, una nueva ventana a la observación del universo. Los telescopios que capturan la luz infrarroja han permitido observar procesos cósmicos invisibles con la luz normal.  Herschel, por ejemplo, un telescopio de la Agencia Espacial Europea lanzado en 2009, ha permitido observar la formación de galaxias y estrellas con un detalle imposible para los telescopios ópticos.

Con los años, se descubrieron otros tipos de radiación que han ampliado nuestra capacidad de observación del cosmos. Es el caso de los rayos gamma, cien trillones de veces más energéticos que los fotones visibles, un tipo de luz que se encuentra más allá del límite violeta del arcoiris. Este rango es el que va a servir a físicos como Werner Hofmann (Baden-Baden, Alemania, 1952) para explorar algunos fenómenos superenergéticos y, quizá, revolucionar la física.

Hofmann, director del Instituto Max Planck de Física Nuclear en Heidelberg (Alemania), participó el martes en el ciclo de astrofísica y cosmología de la Fundación BBVA, en Madrid, para hablar de la Red de Telescopios Cherenkov (CTA, por sus siglas inglés), dos observatorios gemelos que explorarán hasta su límite las posibilidades de los rayos gamma. Uno de esos observatorios estará en la isla canaria de La Palma.

Pregunta. ¿Qué podemos aprender observando el universo a través de los rayos gamma?

Respuesta. La forma en que se producen los rayos gamma es muy diferente de la de la luz normal. La luz normal surge de cuerpos calientes que irradian porque están calientes y no hay nada lo bastante caliente en el universo para irradiar rayos gamma. Lo que creemos es que se producen cuando hay partículas muy energéticas en el universo que se aceleran de alguna manera interactúan con la materia y producen rayos gamma. Los rayos gamma nos hablan de estas partículas de muy alta energía en el universo y nos cuentan dónde han sido creadas, cómo se propagan o cómo interactúan con su entorno.

Hasta hace algo más de una década, se pensaba que procedían de algún rincón exótico del cosmos que no tenía un gran impacto, pero ahora, la actual generación de instrumentos nos ha mostrado que hay un gran número de aceleradores de partículas cósmicas en el universo. Estos aceleradores crean partículas muy energéticas y estas partículas también influyen en la forma de evolucionar de nuestro universo. Porque hay mucha energía en estas partículas y la galaxia tendría un aspecto diferente y habría evolucionado de otra manera sin estas partículas.

P. ¿Qué tipo de objetos producen este tipo de radiación?
R. La fuente clásica predicha para los rayos gamma eran las supernovasHemos visto cómo estos objetos aceleran las partículas, lo que no sabemos es si solo con ellas se puede justificar la cantidad de partículas de alta energía que hay en el universo o si hay otros objetos.

P. ¿Cuáles son los principales objetivos para los nuevos observatorios de rayos gamma que se van a empezar a construir?
R. Tenemos tres grandes objetivos científicos para la CTA. 
Uno es entender cómo se crean las partículas de alta energía, especialmente en nuestra galaxia. Intentar comprender la formación y la propagación de rayos cósmicos.

El otro gran objetivo es intentar entender lo que sucede cerca de los agujeros negros. Sabemos que los agujeros negros producen unos chorros de eyecciones altamente relativistas, pero no sabemos cómo se generan estos chorros o cómo se aceleran las partículas en el chorro. También estamos intentando entender cómo se convierte en radiación el material que cae en los agujeros negros.

El tercer gran objetivo es buscar nueva física. Uno de los fenómenos fundamentales que queremos estudiar es la aniquilación de materia oscura. En el centro de la galaxia hay partículas de materia oscura que son nuevas partículas elementales. En algunos modelos se predice que cuando colisionan se aniquilan y crean rayos gamma que producen una señal distinguible. Si esas partículas existen, la CTA debería ser capaz de detectarlas.

También queremos estudiar los límites de las teorías de Einstein en energías muy elevadas.
Hay teorías que predicen que en escalas de distancia muy cortas el espacio tiempo tiene una estructura espumosa. Los rayos gamma tienen longitudes de onda muy cortas, así que sienten ya un poquito esta estructura espumosa. En algunos modelos los rayos gamma de alta energía se propagan más rápido o más lento que la luz normal, lo que significa que la velocidad de la luz no es constante dependiendo de la energía, algo que violaría la ley de Einstein. Eso sería un indicio de que hay algo como esta espuma del espacio tiempo de gravedad cuántica. Tanto la gravedad cuántica como la materia oscura serían ambos grandes descubrimientos que revolucionarían nuestra forma de pensar sobre el universo.

P. ¿Pueden existir fuentes de rayos gamma que envíen señales de objetos cósmicos que aún no conocemos?
R. Entre las fuentes de rayos gamma que conocemos, hay algunas donde no vemos cuál es el objeto que los produce. Es una zona oscura del universo y de allí vienen rayos gamma. Puede ser que tengamos que mirar con nuevos instrumentos o que se trate de un mecanismo totalmente nuevo.

P. ¿De qué nuevos objetos podríamos estar hablando?
R. Una posibilidad serían conglomerados de materia oscura. La materia oscura es muy densa en el centro de la galaxia, pero también hay conglomerados en otras zonas y podría ser que fuesen el origen de algunos de esos rayos gamma porque solo lo ves en forma de aniquilación de rayos gamma. De todos modos, es mucho más probable que sea de un tipo de fuente que conocemos, como una estrella de neutrones que acelera las partículas y aún no hayamos encontrado esa estrella de neutrones.

http://elpais.com/elpais/2016/11/23/ciencia/1479900732_768230.html?rel=lom
vídeo sobre la vida de Einstein.
https://youtu.be/pItb8zKxnW0

domingo, 4 de diciembre de 2016

Tres filósofos contra la prisa y el ruido. EL PAÍS reúne a los pensadores César Rendueles, Manuel Cruz y Daniel Innerarity para hablar de las sociedades de hoy.

Asumiendo la no existencia de piedras filosofales que resuelvan nuestros extravíos, se trataba en este caso –más que de dar aventuradas respuestas- de buscar las buenas preguntas. O al menos de desbrozar caminos. Así que  César RenduelesManuel Cruz y Daniel Innerarity, tres de los nombres más activos e inquietos del pensamiento en español, aceptaron la invitación de EL PAÍS para hablar de todo y de nada. Esta conversación se desarrolló recientemente en Burgos, tras la intervención de los tres autores en el II Foro de la Cultura. Una de las conclusiones de la charla: todo va demasiado deprisa en nuestras sociedades de hoy.

Pregunta. Entonces… ¿cultura… o culturas?
Manuel Cruz. Yo estoy de acuerdo en lo de culturas, en plural. Y a veces la cultura no es que esté viciada por una lógica mercantil, sino que responde además a una lógica de subalternidad. Se habla siempre del creador, y la izquierda a lo más que llega es a reclamar que el máximo de gente tenga acceso a la obra de ese creador. Y ahí se entrecruzan los conceptos de obra de arte y de autoridad. Hay que revisar ese vínculo.

César Rendueles. Tendemos a hablar de la cultura en términos de prácticas profesionales, y despreciamos una riquísima cultura amateur, y esto tiene que ver con la precarización. O nos olvidamos de prácticas estéticas o artesanales no estrictamente culturales pero que rondan ese territorio, como pueden ser algunas manifestaciones deportivas. En los periódicos hay cosas que salen en las páginas de Cultura cuando deberían salir en las de Consumo, y en cambio algunas de Deportes podrían ir en Cultura.

Daniel Innerarity. La cultura ya no se puede entender como un mundo de espacios contenedores. Como pasa en la universidad, las mejores ideas suelen surgir entre chispazos, entre espacios que se están peleando y colaborando y una excesiva especialización trae cosas normalmente poco interesantes.

M. C. Suele darse una identificación entre cultura y saber… y eso nos lleva a las academias. O sea, el saber como aquello de lo que hay academia, y si no, no es saber. Y pienso si ahí no ha habido un retroceso en planteamientos que se llegaron a hacer pero que no han tenido más recorrido, pienso en aquello que  Vázquez Montalbán defendía como subcultura.

P. Que un rapero improvise durante 24 horas rimando letras y poniéndoles música, para algunos es subcultura. Para otros es cultura con mayúsculas. Y por cierto: ¿no creen que esos mensajes improvisados –lo mismo que el replanteamiento crítico de ideas y situaciones mediante la filosofía- pueden estar interesando tanto a la gente más joven porque los dos se enfrentan a los mensajes estáticos, oficiales?
D. I. Hay un libro muy interesante de Von Kleist, aunque de título horrible, Sobre la formación de nuestro pensamiento a medida que se habla. Trata de que, en el fondo, no hay pensamiento allí donde no se da un cierto bricolaje personal. Vivimos en un mundo atravesado de discursos oficiales, prácticas institucionales y lugares comunes. En esos circuitos mecánicos hay que introducir elementos de reflexividad, y por lo tanto de apropiación. Pensar es tener un interruptor. E interrumpir.

P. Sí, pero para eso de pensar por uno mismo hace falta silencio y tiempo, justo lo que empieza a faltar. Más bien hay ruido y prisa.
C. R. Totalmente. Y enlazando con lo de antes: yo desconfío de la espontaneidad. Y creo que si alguna fuerza tienen la filosofía y el pensamiento racional es esa capacidad de someter esa espontaneidad. Y efectivamente, hay un ruido de fondo que nos inunda, es como una rueda de hámster…

P. ¿Se llama inercia?
C. R. Sí, la inercia simbólica y social que nos rodea.

M. C. A la gente le hace gracia que el filósofo piense de las cosas concretas… en el fondo espera que el filósofo vea en ellas más cosas de las que uno ve. Pero por otro lado creo que la gente necesita también esquemas teóricos, elementos que le organicen un poco el mundo.

D. I. Hacen falta mapas, referencias a la totalidad…

M. C. Sí, y otra cosa: el tiempo ha desaparecido. Ya no funcionamos con tiempo, sino con una sucesión de instantes de los que se espera la máxima intensidad.

D. I. Decía  Wittgenstein que si los filósofos formáramos una secta y tuviéramos una expresión que nos desvelara como tales, una clave que marcara esa pertenencia, sería precisamente “tómate tu tiempo”…

C. R. Los espacios culturales privilegiados, al menos en las dos últimas décadas, han sido muy refractarios a los espacios de desconexión. A mí me alarma lo poco que se habla de las bibliotecas, unas instituciones milenarias que funcionan particularmente bien. Y resulta que lo único que dicen de ellas los programas culturales de los partidos políticos es que su problema es de conectividad. ¡Cuando justamente es al revés, son espacios de desconexión que funcionan muy bien! Y lo mismo está pasando en la Universidad, donde los espacios académicos que implican pausa y perspectiva son demonizados.

P. ¿Temen que el estudio de las humanidades acabe muriendo de muerte lenta al no ser vistas como saberes útiles?
D. I. Totalmente. En el mundo de la investigación filosófica, la rentabilidad que se nos exige es una rentabilidad pensada con criterios de las ciencias de la naturaleza.

C. R. Se está uniformizando muchísimo la producción científica, cada vez es más difícil desarrollar investigaciones un poco marginales o arriesgadas. Se busca el rendimiento inmediato. Todo esto es una catástrofe.

D. I. Vivimos en una sociedad que no está muy interesada en replantearse la cuestión de qué significa que algo sea útil. Es una cuestión que incomoda.

M. C. ¿Utilidad? Mira, es muy normal que cualquier persona de la calle te diga de los políticos: “¡Bah, es que no quieren otra cosa que el poder!”, como hablando de algo asqueroso. Pero ¿y si en vez de querer el poder quisieran acumular mucho dinero? ¿Es que eso sería mejor?

P. Ahí sale la figura del idiotes aristotélico … la abdicación de muchísima gente ante la política, ¿no?
C. R. Bueno, yo soy más optimista. Cada vez veo más gente consciente de llevar “vidas dañadas”, como decía Adorno. De haber vivido y seguir viviendo una mentira. Y lo veo también en la Universidad. Frente a una inercia heredada del pasado, cada vez veo más gente, sobre todo estudiantes, que hace grandes esfuerzos para vivir de otra manera.

P. En lo referente a cierta lógica de la volatilidad y la obsolescencia programada de las cosas, ¿hasta qué punto ha incidido en ello la apuesta furiosa por el avance tecnólogico/digital? ¿No desemboca eso a veces en la chuchería digital?
C. R. El solucionismo tecnológico es el síntoma de una aceleración consumista, de un consumismo llevado a ámbitos de nuestras vidas que de otra manera sería más difícil comercializar… como el ámbito de las emociones o el de la información. Así que, por ejemplo, sistemáticamente buscamos una especie de ídolo en las tecnologías digitales ¡como si fueran las únicas tecnologías que hay!

M. C. Ojalá que lo tecnológico fuera una chuchería, pero no lo es. Eso que llamamos el complejo científico-técnico no para de crecer.

P. “Un mundo de todos y de nadie”, escribió Daniel Innerarity…
D. I. Bueno, pero hay formas de desaceleración que son muy emancipadoras. Yo creo, por ejemplo, que no responder el correo electrónico o el tuit o el whatsapp de forma inmediata es una fuente de ganancia de racionalidad. Las cosas que se hacen inmediatamente se hacen mal. Evitar los automatismos y no estar sujetos a la lógica de lo inmediato es liberador.

C. R. Hay una larga tradición de reaccionarios de izquierda, como  Benjamin o Pasolini, que fueron premonitorios, con una enorme capacidad para vislumbrar hacia dónde nos llevaba el desarrollismo brutal. Y creo que el pensamiento ecologista y eco-socialista sí que está planteando algunos desafíos políticos urgentes en esa dirección.


TRES MOSQUETEROS PARA PENSAR
César Rendueles (Gerona, 1975). Sociólogo y doctor en Filosofía, enseña actualmente Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus ensayos recientes destacan Sociofobia. El cambio político en la era de la utopía digital (2013) y Capitalismo canalla. Una historia personal del capitalismo a través de la literatura (2015). Rendueles fue uno de los fundadores, en 2002, del movimiento social y cultural de izquierdas Ladinamo.

Daniel Innerarity (Bilbao, 1959). Catedrático de Filosofía Política y Social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática. Entre sus obras destacan La democracia del conocimiento (Premio Euskadi de Ensayo 2012), La sociedad invisible (Premio Espasa de Ensayo 2004) o La transformación de la política (Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo de 2003). Fue número 2 en las listas de la coalición navarra Geroa Bai en las elecciones generales del pasado 20 de diciembre.

Manuel Cruz (Barcelona, 1951). Catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona e investigador en el Instituto de Filosofía del CSIC (Madrid). Algunos de sus principales ensayos son Las malas pasadas del pasado (Premio Anagrama de Ensayo 2005), Amo, luego existo (Premio Espasa de Ensayo 2010) y Ser sin tiempo, que acaba de publicar en Herder Editorial. Es diputado independiente por el PSC-PSOE en el Congreso.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/25/actualidad/1480078930_220108.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

viernes, 25 de noviembre de 2016

Negativo (experimentos que contradicen lo esperado, sabido o dado como sentido común)

El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico

Esta es una columna de castigo y recompensa. Vamos con lo primero. El sentido común y Aristóteles dictaban que las piedras grandes (más pesadas) cayeran más deprisa que las pequeñas (o más ligeras), pero a Galileo le bastó subirse a la torre de Pisa (hay quien dice que no se subió, que es una leyenda, hizo otros experimentos sobre planos inclinados) para demostrar que no era así (la prueba empírica), en lo que puede considerarse el primer resultado negativo de la historia de la ciencia; en él se basan las teorías gravitatorias de Newton y de Einstein, y por tanto toda nuestra cosmología.

En las postrimerías del siglo XIX, Michelson y Morley diseñaron un pulcro y minucioso experimento para medir la velocidad de la Tierra respecto al éter luminífero, el medio en el que se movía la luz, y lo que les salió fue que allí no había éter luminífero ninguno, en otro glorioso resultado negativo que reveló a Einstein que la velocidad de la luz era una constante fundamental de la naturaleza. Einstein, en realidad, ya sospechaba eso por razones de consistencia matemática, pero nadie le habría hecho caso sin el crucial resultado negativo del éter (la prueba empírica).

El anatomista norteamericano Vernon Mountcastle, que murió el año pasado, descubrió en los años cincuenta la estructura fundamental del córtex cerebral, la sede de la mente humana, y se concentró en buscar las diferencias entre unas zonas y otras que pudieran explicar la asombrosa subdivisión del córtex en módulos (visuales, auditivos, sintácticos, semánticos, emocionales, morales y todo lo demás). Redondeando un poco, no encontró ninguna. Las “columnas corticales” descubiertas por Mountcastle se las apañan de algún modo para realizar todas esas tareas tan distintas. Otro resultado negativo fundamental (otra prueba empírica).

Y, tras el castigo, la recompensa. Si la ciencia se hubiera comunicado desde tiempos de Galileo de la misma forma en que nos informamos ahora los legos, el conocimiento seguiría estancado en el siglo XVI. Al informarnos mediante nuestros amigos de Facebook, nuestros contactos de WhatsApp, nuestros seguidores de Twitter y nuestra red de Google, lo que estamos haciendo es ignorar los resultados negativos y garantizar que las opiniones que nos llegan son solo aquellas con las que sabemos que vamos a estar de acuerdo de antemano, y que solo recibamos las informaciones que confirman nuestros prejuicios miopes. Esto es un error garrafal.

El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico. No se puede pensar con claridad sin aprender a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos contrarios. Sin resultados negativos no hay progreso.

Javier Sampedro. El País.

http://elpais.com/elpais/2016/11/16/opinion/1479308380_498827.html

jueves, 27 de octubre de 2016

El físico y comunicador científico Richard Feynman propuso otro criterio para distinguir ciencia de seudociencia, al que puede recurrir cualquier profano en ciencia tentado por una terminología sofisticada que le suena a científica...

"No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".
Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia. 



Richard Feynman propuso un método sencillo para distinguir entre ciencia y pseudociencia

¿Cómo podemos saber si una afirmación es científica? Se trata de una pregunta de suma importancia, puesto que estamos rodeados de proposiciones que tienen visos de ser creíbles, utilizan el lenguaje de la ciencia y a menudo lo hacen así precisamente para tratar de refutar algún consenso científico. Como hemos visto en el caso de la cruzada anti-vacunas, ser víctima de los argumentos pseudocientíficos puede tener efectos terribles. De modo que es pertinente preguntarse sobre cómo la gente corriente, los padres corrientes y los ciudadanos corrientes pueden evaluar este tipo de argumentos.

El problema de la demarcación, o qué es y qué no es ciencia, ha ocupado a los filósofos durante cierto tiempo, y la respuesta más famosa procede del filósofo de la ciencia Karl Popper, que propuso su teoría de la “falsabilidad” en 1963. Según Popper, una idea es científica si es posible imaginarse un enunciado de la misma que pueda demostrarse falso. Aunque la definición estricta de ciencia de Popper ha tenido cierto uso durante años, también ha sido objeto de críticas, tanto porque una parte de la ciencia aceptada ya fue refutada en su día (la teoría de la gravedad de Newton, la teoría atómica de Bohr), como porque una parte de la ciencia teórica actual no puede falsarse (por ejemplo, la teoría de cuerdas). Sea como fuere, para los legos en la materia el problema sigue sin resolverse. Si una teoría científica escapa a nuestra comprensión es improbable que podamos vislumbrar el modo de refutarla.

El físico y comunicador científico Richard Feynman propuso otro criterio, al que puede recurrir cualquier profano en ciencia tentado por una terminología sofisticada que le suena a científica. Simon Oxenham, en Big Think pone como ejemplo al médico y comunicador Deepak Chopra, alguien que puede calificarse de “infame por abusar del lenguaje científico para hacer parecer como profundas afirmaciones sin sentido” (lo que Daniel Dennett llama “deepities”). A modo de lenitivo para hacer frente a este tipo de proposiciones confusas, Oxenham nos remite a una conferencia que Feynman pronunció en 1966 en un encuentro de la National Science Teachers Association. En vez de sugerir que los no expertos se enfrenten derechamente a afirmaciones formuladas con ropaje científico, Feynman les recomienda traducirlas primero al lenguaje corriente con el fin de asegurarse de que lo que la proposición asevera sea un concepto lógico y no simplemente una colección de términos especializados.

El ejemplo que utiliza Feynman procede de la fuente más rudimentaria, un “manual de ciencia de primer curso” que “empieza a enseñar ciencia de un modo desafortunado”: muestra al alumno la imagen de un “un perro de juguete al que se le da cuerda”, después una imagen de un perro de verdad y después una motocicleta. Para cada caso se le pregunta al estudiante: “¿qué hace que se mueva?”. Feynman cuenta que la repuesta que da “el manual del profesor (…) ‘es la energía la que hace que se muevan’”. Sólo uno pocos estudiantes habrán intuido un concepto tan abstracto como éste, a menos que hayan aprendido la palabra previamente, que de hecho es lo único que la lección les enseña. Feynman nos muestra que la respuesta bien podría haber sido: ‘lo mueve Dios’ o ‘un espíritu provoca su movimiento’ o ‘la movilidad es lo que hace que se mueva’.

Bien al contrario, afirma, una buena lección de ciencia “debe partir de la reflexión acerca de qué habría respondido un ser humano corriente”. El empleo del concepto de energía en el lenguaje corriente permite al estudiante explicarlo, y Feynman sostiene que esto constituye una prueba para determinar “si has enseñado una idea o si has enseñado una definición. Puedes probarlo del siguiente modo”:

Sin utilizar la nueva palabra que acabas de aprender, trata de reformular con tus propias palabras lo que has aprendido. Sin utilizar la palabra “energía”, cuéntame qué sabes acerca del movimiento de un perro.

La insistencia de Feynman en el leguaje corriente recuerda a la afirmación que suele atribuirse a Einstein de que no puedes decir que has entendido algo a menos que seas capaz de contárselo a tu abuela. Este método, sostiene Feynman, impide que acabemos aprendiéndonos “recetas místicas para responder a las preguntas”. Oxenham lo describe como “un procedimiento valioso para poner a prueba si realmente hemos aprendido algo o si sólo creemos que hemos aprendido algo”.

Este procedimiento resulta igualmente útil para poner a prueba las afirmaciones de los demás. Si alguien es incapaz de explicar algo en su lenguaje corriente, entonces debemos preguntarnos si realmente comprende lo que afirma. En palabras de Feynman: “es posible presentarlo en la forma debida y llamarlo ciencia, pero es pseudociencia”.

¿La prueba del lenguaje corriente de Feynman resuelve el problema de la demarcación? No, pero si la utilizamos como guía cuando nos enfrentamos a afirmaciones que están formuladas en una jerga científica, y por eso nos parecen verosímiles, sin duda puede ayudarnos a ser más claros y a advertir cuándo algo carece de sentido. Y si alguien quiere saber cómo los científicos pueden explicar ideas complicadas de un modo llano y accesible, no tiene más que leer o escuchar al propio Feynman.

Josh Jones doctor en filología inglesa, escritor, editor y músico. Cofundador de la revista virtual Guernica y editor y colaborador habitual en Open Culture.

Fuente: Open Culture, abril de 2016 Traducción: Jordi Mundó

http://www.sinpermiso.info/textos/richard-feynman-propuso-un-metodo-sencillo-para-distinguir-entre-ciencia-y-pseudociencia

jueves, 1 de septiembre de 2016

Un país de espaldas a la ciencia. EE UU, Suecia o Japón no invierten en I+D+i porque sean ricos, son ricos porque invierten en I+D+i

Carl Sagan, el reconocido divulgador, lo definió como nadie: “Estamos rodeados de ciencia y tecnología, pero nadie sabe nada sobre ciencia y tecnología”.

La vida digital, las consecuencias de conocer qué hay dentro de nuestro genoma, la inteligencia artificial, el big data, los coches autoconducidos y hasta WhatsApp; las innovaciones científicas y tecnológicas nos admiran, nos rodean y nos hacen la vida mejor, aun cuando nos neguemos a comprenderlas. Solo el 14% de los ciudadanos españoles asegura estar interesado por la ciencia y la tecnología, frente al 25% que no lo está, según datos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Y este clásico desinterés ciudadano, que podría ser simplemente un error, se ha trasladado a la esfera política, y ha convertido ese error en un desastre.

La ciencia, la tecnología y la innovación constituyen el factor productivo primordial de las grandes economías mundiales, y su fuente principal de riqueza. Estados Unidos, Suecia, Finlandia, Japón o Corea del Sur no invierten en I+D+i porque sean ricos, son ricos porque invierten en I+D+i.

Estados Unidos gasta más de un 2,8% de su PIB en ciencia y tecnología y, según asegura su Gobierno, ese esfuerzo es responsable de más de la mitad del desarrollo económico e industrial del país desde la II Guerra Mundial. La inyección de dinero en ciencia y tecnología es constante, y se ha ido manteniendo incluso en los peores años de la crisis. “La ciencia y la tecnología han conseguido que Estados Unidos sea el mejor país sobre la Tierra”, ha dicho su presidente, Barack Obama. La inversión española, mientras, da tumbos según sople el viento económico: entre el año 2002 y el 2008 se realizó un considerable esfuerzo por ponernos a la altura del resto de los socios de la UE, pero desde 2010 hasta 2014, el descenso acumulado en los presupuestos ha sido del 10%, según datos del último informe Cotec. Esa caída es muy dolorosa para los científicos españoles, obligados a buscar fondos europeos para sus proyectos o a emigrar. Pero es solo el principio: “Están por ver los efectos del recorte del gasto público sobre los resultados de la actividad investigadora, debido al desfase temporal propio de los procesos de investigación”, ha advertido la OCDE al Gobierno español.

Las empresas y cuidadanos españoles son, sin embargo, pioneros en la adopción de los resultados de la innovación y la tecnología. Las empresas españolas están por encima de la media mundial en su digitalización, según un reciente informe de PwC, y España es el país europeo con mayor adopción de aplicaciones de redes sociales y mensajería electrónica entre sus ciudadanos. Es, sin embargo, innovación y tecnología que producen otros. “Ser pro-ciencia es la única manera de asegurarse de que Estados Unidos siga liderando el mundo”, ha dicho Obama. Durante su primer y único debate televisado, ninguno de los cuatro principales candidatos a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones españolas fue preguntado por su política de inversión en ciencia e innovación, ni creyó conveniente ni relevante explicar las consecuencias para los ciudadanos de vivir en un país de espaldas a la ciencia. Pero las hay: según un informe del Círculo Cívico de Opinión, si España hubiera invertido anualmente en I+D el mismo porcentaje que el resto de países de la OCDE desde 1970, en el año 2005, habríamos sido, por cabeza, un 20% más ricos.

http://politica.elpais.com/politica/2016/06/13/actualidad/1465830050_964684.html

lunes, 15 de agosto de 2016

Neil DeGrasse Tyson: “Es difícil enseñar ciencia a los niños porque los responsables no tienen idea de lo que es”

Cuando tenía siete años, Carl Sagan visitó el Planetario Hayden de Nueva York y quedó impactado. La visión de las estrellas, constelaciones, planetas, cometas y asteroides inflamó de tal forma su imaginación que le hizo tomar la decisión, siendo sólo un niño, de dedicar su vida a la ciencia. 75 años después de aquella visita, cada vez que Neil DeGrasse Tyson atraviesa las puertas del Museo de Historia Natural de Nueva York para acceder a su despacho como director del planetario de la ciudad, seguro que recuerda la imagen de su maestro y mentor. Como si un agujero de gusano -ese monstruo teórico que todo astrofísico quisiera demostrar- doblara el eje temporal, Sagan y DeGrasse dialogan a diario. Profesor y alumno pisan los mismos lugares y sus vidas están conectadas desde que el joven DeGrasse viajara hasta Ithaca para conocer la universidad de Cornell donde deseaba estudiar. Sagan, entonces ya un científico reconocido y una celebridad por sus libros y apariciones en televisión, causó tal impresión en el aspirante a astrofísico que desde aquel día “no sólo supe que quería ser científico, sino el tipo de persona que quería ser”. Finalmente DeGrasse estudió en Harvard, pero de Sagan aprendió el compromiso con todo aquel que esté interesado en la ciencia. Una lección que ha venido aplicando en sus muchos años como profesor universitario y divulgador científico.

DeGrasse Tyson, que tiene voz de cantante de soul y planta de luchador (deporte que practicó en el instituto), nació en el popular barrio del Bronx y no es difícil imaginarle defendiéndose de una banda callejera lanzándoles logaritmos neperianos. Porque, a pesar de su extraordinario expediente académico y sus aportes científicos en el campo de la astrofísica, DeGrasse siempre parecerá un tipo normal. Tal vez de ahí venga su gran éxito como divulgador científico: su capacidad para explicar las cosas más complejas con la sencillez de un conductor de autobús o de un tendero mientras te despacha unas uvas. The New Yorker, rendido a esa familiaridad socarrona del astrónomo, le dedicó un perfil en el que comparaba su estilo con el de su predecesor en la serie Cosmos: “Sagan tenía una gran deferencia hacia la alta cultura: sus comparaciones siempre estaban extraídas de la Historia Antigua y su vocabulario provenía de la literatura. Tyson prefiere referirse a la cultura pop. Pero eso no significa que no tenga gustos sofisticados (…) Posee una biblioteca de libros de ciencia raros y antiguos, que incluye una tercera edición de los Principia de Isaac Newton, que considera el libro más importante que jamás se haya escrito. Pero cuando explica temas de ciencia prefiere ilustrar sus ejemplos con películas como Bichos”.

Tal y como aprendió de Carl Sagan, DeGrasse Tyson continúa comprometido con los jóvenes que desean acercarse a la ciencia. Su carácter y seductora capacidad para brillar en el showbusiness le permite además a expandir este mensaje a cualquier terreno: ha aparecido en un episodio de The Big Band Theory, en películas (como Batman vs Superman o Zoolander 2) y presta su voz a uno de los personajes de Ice Age: el gran cataclismo. Cuando le preguntan cómo hacer para que los niños se enamoren de la ciencia, responde con la ironía que le caracteriza: “Nos pasamos el primer año de la vida de un niño enseñándole a hablar y caminar. Y el resto de sus vidas les decimos que se callen y se estén quietos”. Un consejo que debería hacer reflexionar porque el método científico -les guste o no a esos mayores que prefieren que los niños estén quitecitos- consiste en probar. Probar siempre. Los genios siempre son inquietos.
Edición: Juanlu Ocampos / George Karja Texto: José L. Álvarez Cedena

http://one.elpais.com/neil-degrasse-tyson-dificil-ensenar-ciencia-los-ninos-los-responsables-no-tienen-idea-lo/

lunes, 25 de julio de 2016

Mayonesa o mahonesa, su ciencia,

Ingredientes

Para unos 220 g de mayonesa

1 huevo mediano o 2 yemas a temperatura ambiente
4 g (media cucharadita) de sal
7 g (una cucharada) de zumo de limón o vinagre
160 ml aprox. de aceite (girasol, oliva o mezcla)


Preparación
Cascar en un bol aparte el huevo y una vez comprobado que no contiene nada de cáscara echarlo en un recipiente alto y estrecho (como el vaso de la batidora) completamente limpio y seco.

Añadir la sal, el vinagre y un poco de aceite (20g o una cucharada). Introducir el brazo de la batidora hasta el fondo y batir todo junto durante un par de minutos hasta que se amalgame la mezcla.

Verter poco a poco el resto del aceite en un hilo fino mientras se sigue batiendo, más rápido a medida que espese la salsa.

Cuando tenga el espesor deseado, probar el gusto y rectificar de sal si es necesario.

 http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2016/06/30/receta/1467272904_066484.html

El comidista, El País.

viernes, 22 de julio de 2016

MIRAR LAS ESTRELLAS

Los astrofísicos son los exploradores modernos y se internan en los secretos esenciales. La ‘terra incognita’ de nuestros días está ahí fuera.

SIEMPRE HE sentido una especial fascinación por la astronomía, probablemente porque a los seis años viví un suceso maravilloso. Me recuerdo de noche y en la calle, una situación ya en sí poco usual para mi corta edad. Yo colgaba de la mano de mi madre y a mi lado se encontraban mi padre y mi hermano. Los cuatro estábamos parados en mitad de la acera y contemplábamos el cielo sin pestañear, al igual que otras decenas de personas que ocupaban la avenida, todas quietas, todas en silencio, todas mirando hacia el firmamento. Hasta que al fin apareció allá arriba una estrellita luminosa que recorría a buen ritmo el arco de la noche. Era el Sputnik de los rusos, el primer satélite artificial colocado en órbita, el primer objeto lanzado por los humanos más allá de la atmósfera. Nuestra primera salida de la Tierra.

La mágica visión de aquella estrella que habíamos sido capaces de poner en el cielo me hizo decidir aquella noche que de mayor sería astronauta. Evidentemente no lo he sido, pero aquel suceso fundacional debió de ser la base de mi amor por la ciencia-ficción y quizá por la ciencia. Aunque he estudiado letras, la ciencia me encanta y siempre he lamentado el tremendo acientifismo de la sociedad española. Por eso considero un precioso regalo el proyecto del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en el que he tenido el privilegio de participar.

Pero empezaré por el principio. Los tres mejores lugares del mundo para observar las estrellas están en Chile, para el hemisferio sur, y en Hawái y Canarias para el norte. Y por una vez en nuestra historia, y en buena medida gracias al empeño visionario del astrofísico Francisco Sánchez en los años sesenta, España supo aprovechar estas circunstancias geográficas para crear y desarrollar el IAC, que es uno de los diez mejores centros de astrofísica del mundo. Posee dos observatorios, uno en el Teide y otro en el Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma, ambos a unos 2.400 metros de altitud. En cada uno hay dos decenas de telescopios cuya propiedad se reparte entre 20 países. Nosotros tenemos ahí el Gran Telescopio óptico e infrarrojo Canarias, el mayor del mundo, un bicharraco resplandeciente y monumental. Somos una potencia en astrofísica, pero como vivimos de espaldas a la ciencia no lo sabemos.

Para intentar paliar esta ignorancia, al IAC se le ha ocurrido la preciosa idea de invitar a una serie de escritores a visitar sus instalaciones y pedirnos que después escribamos un cuento para un libro. Durante cuatro días me he paseado por esos territorios espectrales de belleza salvaje. El Teide y el Roque tienen una geografía primordial y volcánica que te remite al principio del mundo y que se une a la tecnología más rompedora del planeta, a la ciencia del futuro. Sé que la noche que pasé en el Roque será inolvidable: al atardecer, los observatorios, que eran solitarios búnkeres blancos cerrados a cal y canto, empezaron a abrir sus bóvedas con bostezo de gigantes, y por las aberturas asomaron los telescopios como bichos colosales que salían de sus crisálidas, como grandes lenguas de insectos dispuestos a lamer los lejanos secretos del universo. Y todo en la más completa oscuridad, porque cualquier fuente artificial de luz empeora la calidad de lo observado, y en un silencio apenas rasgado por el chirrido de las cúpulas al girar, de las lentes al rotar para apuntar a las estrellas. Era mágico, era extraño, era sobrecogedor. Era la indecible menudencia del ser humano enfrentándose a la enormidad del universo.

Los astrofísicos son los exploradores modernos y se internan en los secretos esenciales. La terra incognita de nuestros días está ahí fuera, en lo muy grande y lo muy pequeño, desde las galaxias con miles de millones de soles a los quarks infinitesimales. En el IAC se estudia el principio de lo que somos, el corazón mismo de la vida; y, de paso, se desarrolla nuestra capacidad tecnológica y científica, se crean empresas competitivas, se coloca a España en el siglo XXI. Deberían obligarnos a todos los ciudadanos a visitar los observatorios al menos una vez al año. Para que aprendamos a mirar a Andrómeda en vez de estar absortos en nuestro ombligo.

 http://elpaissemanal.elpais.com/columna/mirar-las-estrellas/

jueves, 21 de julio de 2016

NEIL DEGRASSE TYSON / ASTROFÍSICO: “Quizás el próximo Einstein se está muriendo de hambre en Etiopía”. El sucesor de Carl Sagan incide en que la educación y la ciencia son la mejor arma contra el fanatismo religioso.

Neil deGrasse Tyson (Bronx, EE UU, 1958) es uno de los divulgadores científicos más reconocidos del mundo. Este astrofísico ha sido el relevo del gran Carl Sagan al frente de la nueva versión de la serie Cosmos, que despertó tanto éxito como vocaciones científicas en todo el mundo. De Grasse estudió en el Instituto de Ciencia del Bronx (Nueva York), un centro público de enseñanza media muy selectivo especializado en matemáticas y ciencia. Al terminar, el propio Carl Sagan lo llamó para que fuera a verle con la intención de ficharlo para su universidad, Cornell. De Grasse prefirió Harvard, pero dice que aprendió de Sagan “el tipo de persona en quien quería convertirse”. El astrofísico asiste por primera vez al festival Starmus, que se celebra hasta el sábado en Tenerife, donde ofreció esta entrevista a Materia.

Pregunta. España atraviesa una crisis económica durante la que se ha recortado mucho en ciencia y conocimiento ¿Qué le diría al próximo presidente del Gobierno de España si le pidiera consejo?
Respuesta. No, mis palabras no serían para el presidente, sino para quienes le han elegido. Necesitas que entiendan por qué un político debería o no tomar ciertas decisiones. Parecería que lo eficiente es hablar con el líder del Gobierno porque él está al mando, pero supón que tu presidente dice: ”Sí, vamos a invertir más en investigación y desarrollo”, y el público dice: “No, pero espera, tengo hambre ahora, soy pobre”. Entonces deja de funcionar, las políticas no consiguen hacerse realidad. Tienes que entender el valor de la investigación y el desarrollo. Y entonces, cuando el jefe de Gobierno decida hacerlo, todo el mundo le apoyará, no habrá debate, porque todo el mundo entiende la importancia. Si pones en marcha una serie de inversiones, unas que esperas rentabilizar en el corto plazo, otras a medio y otras a largo, siempre hay un flujo de descubrimientos que puedes señalar como resultados de tu inversión. Eso podría funcionar, siempre habría algo de qué hablar, algo inventado en España, una nueva máquina, un nuevo tratamiento médico, tecnología... Esas son las economías que liderarán la civilización a lo largo del siglo XXI.

P. Usted dice que del instituto del Bronx (Nueva York) en el que estudió han salido ocho premios Nobel, igual que en toda España, y la mayoría no son de ciencia, sino de literatura ¿Qué supone eso?
R. Los Nobel en literatura son algo muy bueno. Comunicación, ideas, historias. Es una parte fundamental de ser humano, compartir las historias de otros. Pero os tenéis que preguntar si en España os conformáis con eso, o queréis más. Si la gente no quiere más, está bien, pero entonces no os podéis quejar de que la economía no sea tan competitiva como otras en Europa o el resto del mundo. Yo preguntaría, ¿tenéis ferias de ciencia donde los estudiantes hacen sus proyectos y reciben reconocimiento por pensar de forma científica sobre el mundo? Por ejemplo, ahora estamos en el festival Starmus. Me pregunto dónde están las grandes empresas que deberían estar apoyando un evento así. Posiblemente crean que esto no es importante. Se equivocan. Importa a todo el mundo, para su futuro, incluido el económico. Puedes elegir no hacerlo, pero irás a remolque del resto del mundo, de los que inventan. Tus enfermedades se curarán gracias a los esfuerzos en investigación de otros países. No hay nada malo, pero tendréis que pagar por ello.

P. Igual los empresarios piensan que no hay un retorno económico en este tipo de iniciativas…
R. Ah claro, el retorno no vendrá en este trimestre, nada en el informe anual de actividad, es algo que llegará mucho después. La reina Isabel la Católica sabía eso. Cuando envió a Colón a su expedición no estaba pensando en recuperar su inversión el próximo año. Sabía que estaba apostando a largo plazo en el futuro de España. Y en ese caso particular podemos discutir si el imperio español fue algo bueno o malo, pero desde luego fue algo, reflejaba una visión de país. Así que si no reinviertes tus beneficios en investigación verás cómo van a cero...

P. ¿Cree que los humanos nos hacemos cada vez más irracionales, más fanáticos?
R. Lo primero que puedes pensar es culpar a la gente que se comporta de esa forma, pero yo soy un educador y tengo una visión algo diferente. Creo que hay comunidades enteras que se sienten totalmente olvidadas. Hay un grupo de gente perfectamente formada inventando cosas, ganando más riqueza porque ellos han innovado. Si no eras bueno en tus clases de matemáticas o ciencia, si lo rechazabas o simplemente fuiste formado en otros valores, la primera reacción es rechazar todo eso, pensar: Eestáis todos equivocados, sois mis enemigos". Eso es muy humano. Esto nos lleva a un cambio en el sistema educativo para enseñar a la gente qué es la ciencia y cómo y por qué funciona. No es solo un conjunto de información que podrías ignorar o apartar porque así lo eliges. ¡La ciencia es la vida! Hay ciencia en todas partes, en todo lo que nos rodea, los materiales, los tejidos, los teléfonos, los automóviles... tu móvil se comunica con satélites GPS para que sepas dónde está la casa de tu abuela y que tienes que girar a la izquierda para llegar. Esto nos recuerda que tenemos que involucrar a todo el mundo en los nuevos descubrimientos tecnológicos, no crear un planeta donde unos los tienen y otros no. Porque estos últimos los rechazarán.

P. ¿Y el hecho de que se enseñe religión en las escuelas?
R. Hay dos tipos de verdades en este mundo. Están las personales, las cosas que sabes que son reales porque las sientes. Y luego hay verdades objetivas, esas que existen independientemente de lo que sientas por ellas. E=mc2, esa es una verdad objetiva. No importa si estás o no de acuerdo con ella, es una verdad. Las religiones son verdades personales. Para conseguir que alguien esté de acuerdo con tu verdad personal tienes que adoctrinarlos o hacerlo por la fuerza, por la amenaza de muerte. Ha habido muchísimas guerras en la historia porque unas personas tenían una verdad personal y otras otra. No había forma de resolver el conflicto de forma objetiva, así que se mataron para ver quién acaba dominando a quién. Esto es malo para la civilización. Lo mejor es que te guardes tu verdad personal para ti solo. Y si consigues llegar a ser el jefe del Estado, o alguien con poder y tienes que dictar nuevas leyes, en una sociedad libre no deberías basarlas en tus verdades personales, porque las estarías forzando sobre otros que quizás no las compartan. Si vives en un país con católicos, protestantes, musulmanes, hindúes y haces una ley que no se basa en una verdad objetiva, entonces se convierte en una receta para la guerra. Es el comienzo de una teocracia, no de una democracia. Es el principio del final de una democracia informada.

P. ¿Como civilización cree que evolucionaremos a un punto en el que dejemos de exterminarnos unos a otros?
R. Vivimos en el tribalismo. Los antropólogos saben que los humanos somos tribales por naturaleza. Está mi familia y mi pueblo y, si estás fuera, eres mi enemigo. Puedes preguntarte cómo de grande quieres que sea tu tribu. ¿Incluye a todo el mundo en la Tierra? ¿A todos los humanos? Esa es probablemente la mejor solución para la sociedad. Más que mi familia, mi ciudad, la gente que habla mi idioma, los que tienen mi aspecto... Y así tomas decisiones que benefician a todos y no son excluyentes. Para eso necesitamos que nuestra civilización evolucione, como dice.

P. Stephen Hawking cree que no duraremos otro milenio en este planeta. ¿Está de acuerdo?
R. Yo no estoy de acuerdo con la utilidad de esa idea. Puede que destrocemos este planeta y que tengamos que irnos a vivir a Marte. Pero antes habrá que transformarlo para que sea como la Tierra y enviar a unos cuantos miles de millones de personas allí. Si tienes la capacidad de transformar Marte de esa forma, también puedes cambiar la Tierra para que vuelva a parecerse a lo que era. No hay necesidad de irse. Puedes arreglar las cosas aquí antes que convertir otro planeta. Así que la solución de Hawking funciona muy bien como titular de prensa, pero en la práctica nadie haría eso, simplemente arreglaríamos la Tierra.

P. Antes ha hablado de la desigualdad como razón de rechazo de la ciencia y como raíz de radicalismo. ¿Estamos mejorando o empeorando en ese aspecto?
R. La educación es clave: tener líderes bien formados, ilustrados, no corruptibles. En muchas naciones en desarrollo es su propia corrupción la que impide que todo el país crezca como debería. Podría verlo desde una postura muy egoísta y decir que quizás el próximo Einstein se está muriendo de hambre en Etiopía y nunca lo sabrás porque es un niño sin comida. Como científico quiero que todo el que tenga una posibilidad de pensar en cómo mejorar nuestra civilización tenga una oportunidad. Si Isaac Newton hubiese nacido en África, creo que nunca habría conseguido llegar a donde llegó. Se hubiera preocupado solo de no morir. Es cierto que él se mudó al campo para evitar la peste de Londres, así que sí sabía lo que hacer para sobrevivir en ese contexto. Pero si perdemos gente así en su infancia, estamos reprimiendo el avance de nuestra propia civilización. Es una de las grandes tragedias de la actualidad, que no todo el mundo tenga la oportunidad de ser todo lo que pueden.

P. ¿Qué cuestiones de la astrofísica le interesan más en la actualidad?
R. Amamos lo desconocido. Me interesan las ondas gravitacionales, la materia oscura, la energía oscura, la búsqueda de vida, ¿hay un multiverso? ¿podemos crear un agujero de gusano? ¿hay vida en Europa, una de las lunas de Júpiter?, ¿y en Marte? Me encantan todas esas preguntas. Pero la que más me gusta es esa que ni siquiera sé cómo formular aún.

http://elpais.com/elpais/2016/06/30/ciencia/1467281442_280683.html?rel=lom

domingo, 17 de julio de 2016

La (verdadera) ciencia de la felicidad. El secreto es simple: sexo, ejercicio, música y charla. Lo demás son patrañas que solo sirven para engrosar unas pocas cuentas corrientes y vaciar todas las demás.

¿Tenían razón los hedonistas? “La naturaleza”, escribió el filósofo y economista inglés Jeremy Bentham (1748-1832), padre del utilitarismo, “ha situado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos, el dolor y el placer; a ellos corresponde en exclusiva señalar lo que debemos hacer, así como determinar lo que acabaremos haciendo”. Desde luego, la cuestión del placer y la búsqueda de la felicidad ha supuesto siempre una enorme atracción para los filósofos, de Platón a Nietzsche, de Aristóteles a Mill, de Epicuro a Hume. Y también parece irresistible para la gran masa de gente que no se dedica a la filosofía profesional, a juzgar por los grandes éxitos de ventas que está consiguiendo un enjambre de autoproclamados chamanes, presuntos profetas e irrebatibles cantamañanas que conforman lo que ya se conoce como “la industria de la felicidad”. Pero la ciencia de la felicidad es otra cosa. Lee en Materia las reflexiones de uno de los mejores psicólogos experimentales de nuestro tiempo, el psicólogo de Harvard Dan Gilbert.

Gilbert se basa en lo que se debe basar un pensador moderno: en los datos, los experimentos y las teorías que nos revelan la realidad de nuestra mente. El mundo es como es, no como nos gustaría que fuera, y esto vale tanto para los planetas y los átomos como para la asombrosa sociedad de 200.000 millones de neuronas que llevamos dentro del cráneo. Y los datos dicen que el secreto de la felicidad está en cuatro actividades cotidianas al alcance de cualquier bolsillo: sexo, ejercicio, música y conversación. Y no, leer libros de autoayuda no aparece en la lista. Esas obras solo reportan felicidad –en efectivo— a quienes las escriben.

El ruido que hacen los beocios sobre esta materia ha alcanzado tal nivel de decibelios que mucha gente piensa que la psicología es una pseudociencia. No lo es. La psicología es una parte fundamental de las llamadas ciencias cognitivas, una aleación de neurobiología, genética, biología molecular, física, matemáticas, computación, inteligencia artificial y –sí— psicología experimental que, en nuestros días, supone nuestra mejor esperanza de entender el cerebro humano, el objeto más complejo del que tenemos noticia en el universo.

Lo que ocurre, como siempre, es que hay un montón de gente dispuesta a pervertir la psicología a mayor gloria de su propio bolsillo, y otro montón aún mayor que prefiere creerse sus falacias y patrañas en vez de guiarse por el mejor instrumento de conocimiento que tenemos –y tendremos—, que es la ciencia. Lee lo que dice Gilbert y sé feliz si puedes. Confórmate con la verdad.

http://elpais.com/elpais/2016/07/15/ciencia/1468582643_207029.html

martes, 12 de julio de 2016

La ciencia de Nabokov. El escritor ruso se veía a sí mismo como un científico que narraba historias. Un nuevo libro trata de relacionar su obra con el vuelo de las mariposas.

Fue Franz Kafka quien dijo aquello de que “en la ciencia uno intenta contarle a la gente algo que nadie sabía hasta ese momento de manera en que pueda ser comprendido por todos. Pero en la poesía sucede exactamente lo opuesto”.

Así, en principio, nada le interesaba menos a ­Kafka (más preocupado por su singular poética que enseguida resulta universal) que, por ejemplo, proponer alguna explicación biológica para lo que Gregor Samsa descubre que le ha sucedido en la primera línea de La metamorfosis. Es más: Kafka dejó instrucciones —en una carta a su editor— para que esa criatura jamás fuese dibujada para ilustrar su libro. Kafka quería que el lector supiese tan poco como Samsa sobre su nuevo cuerpo y apariencia.

Lo que el escritor checo promovía en su entendimiento del yin y yang de lo científico y lo poético era, en realidad, una muestra más de un conflicto tan antiguo como el mundo. La idea es que el inexacto arte escrito es lo que narra, mientras que las ciencias más o menos exactas nos ayudan a contar. Distraerse con uno y concentrarse con las otras entonces. Lo real y lo irreal, mejor cada uno por su lado y cada quien en su sitio, y no agitar ni mezclar antes de su uso.

Al poco tiempo de que Kafka se negara a toda representación visual de su Samsa metamorfoseado —en un mundo nuevo donde todo era ciencia—, semejante prohibición probó ser irresistible de desobedecer para el escritor Vladímir Nabokov, quien concluyó sin dudarlo que se trataba de “un simple escarabajo grande” mientras procedía a bosquejarlo en pizarras y apuntes para sus conferencias en la Cornell University, añadiendo que “Kafka construyó su lenguaje a partir de los términos del derecho y de la ciencia, dándoles una suerte de precisión irónica donde no había sitio para que se inmiscuyesen los sentimientos más íntimos del autor”.

En resumen: para Nabokov, Kafka era un científico que escribía y narraba historias.

Y Nabokov para Nabokov, también.

Gozoso padecedor del don/estigma de la sinestesia (el síndrome de ver letras en colores), Nabokov definió “la textura del tiempo” de su Van en Ada o el ardor a partir de los postulados de Martin Gardner en El universo ambidiestro, y dedicó buena parte de su tiempo al estudio de las mariposas de la subvariedad blue. Luego de años de observación, Nabokov tuvo la intuición de un posible rumbo alternativo para las varias (y no única, como se creía) migraciones de esta especie sudamericana. Los profesionales del asunto de por entonces se rieron del entregado amateur, quien siempre dijo que, de no haber tenido lugar la revolución rusa, jamás hubiese escrito una novela —y hubiera optado por perseguir y alcanzar insectos—. Y restaron importancia a sus sketches de alas y antenas. Ahora estos dibujos, acompañados por estudios donde se relaciona la mecánica del vuelo con la estructura novelesca en la obra del autor, acaban de reunirse en el precioso volumen publicado por Yale University Press, Fine Lines: Vladimir Nabokov’s Scientific Art (que viene a sumarse a los ya editados sobre el tema Nabokov’s Butterflies: Unpublished and Uncollected Writings y Nabokov’s Blues: The Scientific Odyssey of a Literary Genius). Dibujados a lo largo y ancho de los moteles made in USA en los que el hombre se alojaba junto a su red y sus alfileres mientras, de paso, tomaba notas para una novela con nínfula mariposeante de nombre Lolita. El que, mucho tiempo después de muerto Nabokov, se haya probado fehacientemente —más allá y por encima de lo opuesto y lo exacto— que él estaba en lo cierto en cuanto a los movimientos de los colores de los lepidópteros, no deja de ser un acto de justicia poética.

O, si se prefiere —da igual, por encima y más allá de lo opuesto y de lo exacto—, de justicia científica.

A los profesionales de bata les atrae la posibilidad de hallar algún orden secreto en el caos de lo creativo. Esta separación de campos y polaridades es, por supuesto, más que engañosa y muy representativa de nuestro presente. Como bien avisó J. G. Ballard —de formación psiquiátrica—, “en los últimos tiempos, la ciencia se basa más y más no en la tradicional naturaleza de las ecuaciones, sino en los términos inestables de las obsesiones de aquellos sujetos, todos nosotros, para quienes se investiga. Llevamos viviendo ya muchos años en un inmenso laboratorio desbordante de máquinas que no es otra cosa que una inmensa novela”.

Tal vez de ahí el que ahora se multipliquen los textos de divulgación científica ocupándose de inspiraciones súbitas, impulsos narrativos y ocurrencias impredecibles —después de siglos de soportar esas risas operísticas del Fausto de turno entre truenos y rayos y probetas de científicos locos, inventados por la literatura—. Mal que le pese a Kafka, circulan por ahí tesis que apuestan a que el estudio de su obra permite explicar cómo la exposición a amenazas sirve para el aprendizaje de una gramática artificial. O algo así.

Y, claro, el autor de El proceso no fue, ni es, ni será el único en haber sido analizado bajo telescópicos microscopios. Hay libros y tesis que se arriesgan a un seguimiento desde el punto de vista astronómico (y alquímico y astrológico) de Don Quijote; a hacer comulgar al críptico y encriptado Finnegans Wake, de James Joyce, con la física cuántica; a sumar y restar alrededor de Borges; o que se valen de la prosa serpenteante de Marcel Proust (quien aseguraba que “nadie nos entrega la verdad, sino que debemos creerla por nosotros mismos”) para explicar que la descodificación y ordenación de un puñado de signos escritos no está incluida en una simple app del disco duro del hombre que se pueda abrir sin más, sino que se trata de una suerte de más o menos azarosa mutación que todo individuo debe desarrollar mediante el aprendizaje, porque “nuestros cerebros nunca fueron cableados para la lectura o la escritura”. De ahí que a muchas personas les cueste mucho leer y muchísimo escribir. O algo así.

Tras ellos, y en estampida, galopan y arrollan cada vez más todos esos estudios preapocalípticos (como los de Nicholas Carr y Sven Birkerts) que advierten acerca de la erosión que Google & Co. provoca en nuestras mentes, y de lo que en ellas sucede químicamente cada vez que nos adentramos en un “Había una vez…”; los que no titubean a la hora de reducir a todas las historias jamás imaginadas o vividas por el ser humano a siete tramas básicas y que se repiten y funden en diferentes combinaciones; los que se zambullen de cabeza, y con los ojos bien abiertos, en un estudio evolutivo del cómo y por qué y para qué contar historias. Sobre esto trata On the Origin of Stories: Evolution, Cognition and Fiction, un denso pero muy divertido ensayo firmado por Brian Boyd, biógrafo obsesivo y máxima autoridad en la vida y obra de Vladímir Nabokov, quien defiende —por oposición y exactitud, con sentimiento y frialdad, fundiendo tonalidades— que, además de mariposas en el estómago, también, al mismo tiempo, se pueden tener mariposas en el cerebro.

O un simple escarabajo grande.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/09/actualidad/1465487757_770034.html

lunes, 11 de julio de 2016

Réplica a Jesús García Blanca. La ciencia (en general) no es un departamento servicial del Capital y el mal.

Aunque convencidos de que las contradicciones entonces aludidas se han agudizado, sin embargo, ahora nos sentimos un poco menos perplejos (lo que no quiere decir más optimistas) respecto de la tarea que habría que proponerse para que tras esta noche oscura de la crisis de una civilización despuntara una humanidad más justa en una Tierra habitable, en vez de un inmenso rebaño de atontados ruidosos en un estercolero químico, farmacéutico y radiactivo. La tarea, que, en nuestra opinión, no se puede cumplir con agitada veleidad irracionalista, sino, por el contrario, teniendo racionalmente sosegada la casa de la izquierda, consiste en renovar la alianza ochocentista del movimiento obrero con la ciencia. Puede que los viejos aliados tengan dificultades para reconocerse, pues los dos han cambiado mucho: la ciencia, porque desde la sonada declaración de Emil Du Bois Reymond -ignoramus et ignorabimus, ignoramos e ignoraremos-, lleva ya asimilado un siglo de autocrítica (aunque los científicos y técnicos siervos del estado atómico y los lamentables progresistas de izquierda obnubilados por la pésima tradición de Dietzgen y Materialismo y Empiriocriticismo no parezcan saber nada de ello); el movimiento obrero, porque los que viven por sus manos son hoy una humanidad de complicada composición y articulación. Editorial del número 1 de la revista mientras tanto (1979)

Agradezco a Jesús García Blanca [JGß] el tono de su réplica crítica. Más, si cabe, su “apreciada Rosa”. Algunas observaciones sobre el texto del “apreciado Jesús”: “Fundamentalismos científicos contra la salud” [1]:

1. Lo abre con dos citas: a) “Lo que mueve a la Ciencia no es la voluntad de saber sino la voluntad de dominar”. Humberto Galimberti b) “Es precisamente esa pretensión de la ciencia de constituirse en metadiscurso verdadero por encima de las ideologías, saberes y opiniones particulares, lo que la constituye como ideología dominante […] su capacidad de persuadirnos de que no estamos siendo persuadidos, es precisamente esa mentira verdadera de la ciencia la que hace de ella la forma más potente de ideología en nuestros días: la ideología científica”. Emmanuel Lizcano.

No acabo de ver la veracidad general de ninguna de las dos reflexiones. No veo qué voluntad de dominar moviera a Einstein, Gauss, Szilard o Gödel ni veo que esa desmesura criticada por Lizcano valga para la mayor parte de los científicos y prácticas científicas (aunque tal vez para algunos). Presentar a la ciencia como la ideología dominante de nuestro mundo es estar muy alejado de la realidad real.

1.1. No entro en el asunto ciencia-ideología, tema de complejo desarrollo que exige muchos matices. Por si fuera necesario: los científicos, como el resto de ciudadanos (sociólogos, filósofos, escritores, ingenieros, etc), suelen moverse en determinadas coordenadas ideológicas (algunas de ellas, ciertamente, muy masculinas). Pero no veo que eso afecte a las conquistas epistemológicas de la teoría de los números, de la epigenética o de la física cuántica. Otra cosa es como se presente en sociedad, como se “venda” la ciencia por parte de algunos de sus practicantes o de sus vendedores.

1.1.1. No hay ninguna que algunos “divulgadores de la ciencia” (como ocurre en tantas otras disciplinas) juegan a eso que se critica. Algunos, no todos, ni la ciencia.

2. JGB presenta así a los fundamentalistas científicos, “cuyas características y pautas de actuación resumo”:

A. “Proclaman constantemente su supuesto escepticismo mientras su actitud, comportamiento e ideas lo traicionan dejando al descubierto su auténtica naturaleza de cerrado dogmatismo”. ¿Algún ejemplo por favor? ¿De qué dogmatismo hablamos cuando hablamos de dogmatismo?

B. “Conceden a la ciencia el mismo estatus que una religión poseedora de la verdad absoluta fuera de la cual no existe salvación. Para ellos la Ciencia es la única vara de medir, el único camino al conocimiento”. Si existe esos fundamentalistas, no son científicos; son otra cosa, vendedores de humo tal vez. La ciencia es otra cosa, nada que ver con verdades absolutas, lo contrario del espíritu científico.

C. “Se consideran inmersos en una guerra santa. Su vocabulario, discurso y concepto de la realidad es de corte religioso-paranoide. Por supuesto, ellos están en el bando correcto y en posesión de la verdad frente a un enemigo que es irracional y a quien hay que combatir o convertir al precio que sea”. ¿Guerra santa? Sinceramente, no sé de qué se habla. ¿Criticar el irracionalismo anticientífico, el discurso que afirma que se cura el cáncer teniendo pensamiento positivo y mirando nuestro interior es mantener un discurso de carácter religioso-paranoide? Ningún científico que se precie considera que posee la verdad, ninguno. La descripción muestra un conocimiento muy externo de las ciencias.

D. “Su discurso está impregnado de intolerancia, fanatismo, etnocentrismo científico y fascismo subyacente”. ¿Fascismo subyacente? ¿Leo mal o se afirma que el discurso de los científicos tiene esas características? ¿El discurso de todos los científicos, incluso de aquellos que combatieron el fascismo y fueron asesinados en comisarías o en campos de exterminio? ¿Afirmar la validez del principio de incertidumbre, por ejemplo, es estar impregnado de intolerancia fanatismo, etnocentrismo? ¿Cuando los científicos advierten de los peligros atómicos emiten también un discurso fascistoide? ¿Lo mismo cuando alertan del cambio climático o de la existencia de la capaz de ozono o de los límites del crecimiento? ¿Barry Commoner también emitió un discurso impregnado de esas características?

E. “No buscan la verdad sino defender lo establecido. No dudan, niegan”. ¿Qué nudos de lo establecido defienden las comunidades científicas de manera transversal? ¿Un ejemplo? ¿Las desigualdades sociales como en el caso de V. Navarro, Joan Benach, Carles Muntaner, Carme Valls y tantos otros y otras?

F. “Su estrategia básica es la descalificación, el ataque personal, la ridiculización y la difamación. Su “argumentación” –cuando la hay- es una suma de falacias y prejuicios: apelación a la autoridad, a la mayoría, al consenso, al academicismo y hasta a la generalización más burda”. Cualquier científica sabe que todo eso no vale un pimiento, que las falacias son la destrucción de todo saber.

G. “Carecen de capacidad de autocrítica. Todas las cualidades que proclaman como necesarias -dudar, analizar, examinar y racionalizar- jamás las utilizan con sus propias creencias que, curiosamente, coinciden siempre con lo establecido, con los intereses del Poder”. ¿Con los intereses del Poder? Por ejemplo, en los casos de Galileo, Servet, Darwin, Vavilov,.. ¡Vivir para leer!

3. Un campo de actividad particularmente intenso, señala mi crítico, es el de la salud. “Los fundamentalistas son una pieza clave de la guerra contra cualquier alternativa al modelo médico dominante y vienen desplegando una gran actividad en ese sentido: artículos en sus webs, participación en medios de comunicación, intervención en redes sociales, intentos de boicot a todo tipo de actos relacionados con las medicinas naturales...”. ¿Alternativas al modelo médico dominante? ¿Por ejemplo? ¿Las corrientes antivacunas? ¿Las que negaron y niegan a existencia del SIDA?

4. Lo que le preocupa a mi interlocutor “es que una autora que ha demostrado en estas páginas ser una persona crítica con el poder, reproduzca de modo directo o indirecto las diatribas de grupos y personas que se amparan en la ciencia para atacar otras formas de conocimiento y en particular otros enfoques de la salud”. ¿Qué cosas he reproducido? ¿A qué otras formas de conocimiento se refiere? ¿A qué otros enfoque en salud? ¿Las de cuentistas con cuentos sin ningún fundamento que sacan grandes tajadas crematísticas engañando a gentes desesperadas (tengo ejemplos muy próximos)? ¿Está hablando de estas prácticas médicas alternativas?

Lo que explica del caso, del terrible caso de Julián Rodríguez, me parece totalmente desenfocado. Más aún, impropio incluso de un compañero con mirada crítica. Pero no entro en ello. El tiene razón en su descripción y yo estoy equivocada. Eso sí, sus palabras finales -que me producen temblor y algo de horror- resumen su posición:

“Conste que no creo que cualquier cosa sea válida y menos aún en el campo de la salud y de su cuidado y prevención, pero teniendo en cuenta el evidente fracaso de una medicina que se autodenomina científica mientras mantiene su alianza con una industria que pisotea los más elementales criterios del método científico controlando toda la cadena –investigación, publicación, autorizaciones de agencias, formación e información de masas- para que sirva a los fines económicos de unos y académicos de otros, teniendo en cuenta la innegable catástrofe sanitaria que esto viene provocando y teniendo presente las enormes posibilidades de numerosas disciplinas y técnicas alternativas honestas, eficaces y seguras, esta lucha contra ellas es una guerra contra nuestra propia salud”.

Desde mi punto de vista, éste es un ejemplo más de la confusión que domina algunos sectores de izquierda. ¿Alianza de la ciencia con la industria? Pienso en amigos y maestros míos médicos y me escandalizo. ¿Amigos ellos de la industria, gentes que se le han jugado una y mil veces criticando manipulaciones y despropósitos? ¿A qué desastres hará referencia mi interlocutor? ¿De qué disciplinas y técnicas alternativas honestas está hablando? ¿Eficaces, seguras? ¿En qué? ¿Guerra de médicos comprometidas durante décadas en guerra contra nuestra propia salud? ¿Pero de qué estamos hablando?

Notas.

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213332