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miércoles, 11 de julio de 2018

Acabar con las pensiones públicas y, de paso, con la democracia

 CTXT

El autor responde a los argumentos de César Molinas en El País

Hace unos días se publicó uno de esos artículos que tanto abundan en las últimas décadas en los que, para tratar de combatir al sistema de pensiones públicas, se recurre a trampas del pensamiento y al engaño.

Nadie puede poner en duda que es legítimo criticar que una sociedad se gaste buena parte de sus recursos en proporcionar ingresos a las personas que ya no pueden obtenerlos por sí mismas, pero creo que igualmente se puede acordar que no lo es tanto mentir para defender esa preferencia.

Esto último es lo que ocurre con el artículo reciente de César Molinas en El País (Los ‘baby boomers’ desestabilizan España), en el que se falsean argumentos para criticar al sistema público de pensiones y se quiere hacer creer que su supuesta insostenibilidad se debe al egoísmo de un grupo social compuesto por millones de personas acostumbradas, para colmo, a imponer sus preferencias a los demás mediante la violencia.

Los argumentos que utiliza Molinas son endebles y tramposos y voy a comentarlos rápidamente.

1. En primer lugar, afirma que la idea extendida de que las pensiones en España son bajas “es una opinión desinformada, equivocada e interesada”. Podríamos entrar a comparar la cuantía de las nuestras con las de otros países y veríamos que esa afirmación es efectivamente discutible porque depende de con quién nos comparemos y, sobre todo, porque hay un abanico tan amplio de casos que los niveles medios no son del todo homologables. Pero lo curioso es que el propio Molinas pone en cuestión su afirmación cuando unas líneas más abajo dice que “si son más bajas que en otros países, es porque los salarios en España son más bajos que en otros países”. ¿En qué quedamos? Molinas asegura primero que decir que las pensiones españolas son más bajas que en otros países es una opinión desinformada, equivocada e interesada, pero luego proporciona la razón de por qué aquí son más bajas.

2. En segundo lugar, Molina afirma (y lleva razón) que “los pensionistas españoles recuperan todas las cotizaciones pagadas a la Seguridad Social a los 12 años de jubilarse, cuando aún les queda una esperanza de vida de 10 años más”. Lo que significa, dice, que la financiación de estos últimos años “es un regalo añadido que también corre a cargo del Estado”.

Se trata de una afirmación cierta pero tramposa porque critica que un sistema de pensiones de reparto, basado en la solidaridad, haga lo que debe hacer un sistema de reparto basado en la solidaridad: proporcionar la pensión sin dependencia estricta de lo cotizado por quien la recibe. Esto sólo se podría plantear como un problema indeseable si el sistema se basara en el ahorro privado de cada persona, de modo que se disfrutara de la pensión en proporción exacta a lo que cada cual hubiera ahorrado. Pero este no es el caso de nuestro sistema público de pensiones. Mencionar esa realidad para poner en solfa el sistema público de pensiones basado en la solidaridad, como hace Molinas, es tan demagógico y absurdo como decir que una persona gasta lo que ha cotizado a la Seguridad Social o a través de impuestos cuando la sanidad pública lo opera por segunda vez, cuando acude cuatro veces a la administración de justicia o cuando es atendido diez veces por la policía… y que, a partir de ahí, lo que recibe es un regalo del Estado. Se puede estar a favor o en contra de un sistema basado en el reparto y en la solidaridad, es decir, en el acceso universal a los bienes públicos con independencia de lo cotizado, pero, si se acepta, no se puede criticar que el sistema funcione como debe funcionar.

3. El tercer argumento de Molinas es que lo anterior “sólo es sostenible en la medida en que la base de la pirámide de población sea mucho más amplia que su parte superior”. Una afirmación que es completamente falsa, una mentira más, porque la sostenibilidad financiera de un sistema público de pensiones no depende sólo de ese factor demográfico. El propio Molinas dijo antes que las pensiones dependían de la cuantía de los salarios y lo cierto es que la sostenibilidad o equilibrio financiero de un sistema de reparto como el español depende, además, de la productividad, de la distribución de la renta, o de la tasa de crecimientos económico, entre otros factores.

Se puede estar de acuerdo con la cuarta tesis de Molinas, cuando dice que “la situación de las finanzas públicas españolas, con una deuda que no para de crecer, es dramática”. Pero también es materialmente falso que el enorme crecimiento de la deuda se haya debido al gasto en pensiones. De 1995 a 2017, la deuda española ha aumentado la escalofriante cifra de 848.694 millones de euros. Pero el 64% de esa cantidad (539.908 millones de euros) corresponde a intereses. Por tanto, antes que culpar a las pensiones públicas del incremento dramático de la deuda se debe apuntar a su causa real: la existencia de un modelo de crecimiento cuyo motor es el crédito como consecuencia de haber concedido a un grupo social tan poderoso políticamente como la banca privada el privilegio de financiar al Estado creando dinero de la nada.

Afirma Molinas que el déficit de nuestro sistema contributivo de pensiones es “una enormidad”. No puedo criticar que tenga esa opinión sobre la cuantía, pero sí que hace trampa cuando utiliza la expresión “déficit”. ¿Hablaría Molinas del déficit de la administración de justicia, del déficit de la Policía, del déficit de la casa Real o del déficit del ejército español o de nuestra diplomacia? Seguro que no. Podría hablar de suficiente o insuficiente financiación para mantener el nivel de provisión deseado de cada uno de esos bienes públicos. ¿Por qué lo hace entonces cuando habla de pensiones públicas? Sencillamente, porque las palabras tienen poder performativo, es decir, capacidad para conformar la realidad, y Molinas sabe perfectamente que si habla de déficit de las pensiones públicas lo que inmediatamente crea es una “realidad”: que se gasta en ellas más de la cuenta y, por tanto, que hay que gastar menos. Si se hablara de financiación insuficiente del sistema de pensiones, por el contrario, la conclusión sería diferente: hay que buscar más recursos si deseamos mantenerlo. No es que Molinas mienta con este argumento es que actúa como un auténtico trilero del lenguaje.

4. El último argumento –si es que se puede llamar así a lo que sostiene Molinas– es ya la guinda. En su opinión, la culpa de todo esto que pasa con las pensiones públicas es que hay un grupo social muy amplio en España, los baby boomers, que no sólo es la generación más numerosa de nuestra historia sino también la más egoísta y que, además, tiene “gran destreza en el lanzamiento de bolas de rodamiento con potentes tirachinas” o para abollar “los cascos de los policías”.

Decir que toda esta generación española ha logrado los derechos de los que disfruta mediante la violencia es algo tan exagerado y ruin (sabiendo, por ejemplo, que protagonizó una Transición tan pacífica como la española) que ofende a la inteligencia y es muy difícil de poner cuestión sin ofender, a su vez, a quien lo afirma. Por eso prefiero centrarme en algo que desliza entre líneas (o, mejor dicho, sostiene expresamente) Molinas y que es lo que me parece más peligroso de sus afirmaciones. Dice literalmente que esa generación ha impuesto sus preferencias al resto de los demás porque controla las urnas y que eso es algo que “España no puede permitírselo”.

El círculo se cierra: como las pensiones públicas son deseadas por una gran mayoría social que expresa esta preferencia en las urnas, lo que España no puede permitirse, en opinión de quienes no quieren pensiones públicas, es la democracia.

Este es el único momento del artículo en que Molina dice la verdad. La mayoría de la población expresa democráticamente en las urnas que desea el mantenimiento de las pensiones públicas y el Estado de Bienestar, y para ello es imprescindible un reparto más igualitario de la renta y la riqueza y políticas económicas diferentes. Es por eso que la democracia, para quienes no quieren asumir esa mayor equidad y el sacrificio que les supone reducir la desigualdad, es un estorbo que, como dice con total sinceridad Molinas, no se pueden permitir.

Es innegable que las pensiones públicas se encuentran hoy día en una situación de financiación insuficiente si su única fuente de ingresos son los salarios. Pero eso no ocurre porque se esté produciendo el cambio demográfico al que alude Molinas. Las pensiones públicas y el Estado de Bienestar están en peligro porque las políticas económicas que se vienen aplicando en las últimas décadas generan menos actividad económica, productividad más baja e ingresos más reducidos y peor repartidos. Si se cambian esas políticas (a costa, eso sí, de quienes ahora se benefician muy privilegiadamente de ellas), no habrá problemas en el futuro para financiar más y mejores pensiones.

Juan Torres López es economista. Miembro del Consejo Científico de Attac España y catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Sevilla.

Fuente:
http://ctxt.es/es/20180627/Firmas/20463/Juan-Torres-Lopez-Cesar-Molinas-pensiones-Espa%C3%B1a-Estado-de-Bienestar.htm

viernes, 6 de julio de 2018

Entrevista a Suso de Toro, escritor "Que un tipo como Mariano Rajoy gobierne España sólo es posible en un país infantilizado"

Miguel Ángel Villena
El diario


- El novelista gallego regresa a la literatura con Fuera de sí, la historia de un médico maduro en crisis que rompe con su pasado

- "Los avances de las mujeres han dejado desorientados a los hombres, también a los jóvenes. Basta con dar clases en un instituto para comprobarlo"

- "La sociedad española se ha vuelto más acomodaticia y sumisa, y una mayoría opina que las cosas deben conseguirse gratis y sin esfuerzo"

Suso de Toro (Santiago de Compostela, 1956), uno de los escritores más brillantes de su generación, regresa a la literatura tras unos años de silencio narrativo con la novela Fuera de sí, que acaba de publicarse en gallego, castellano y catalán. En 2010, el premiado y celebrado autor decidió libremente abandonar la literatura y volver a su puesto de profesor en un instituto de Galicia.

"Perdí la fe en la literatura –confiesa en la entrevista– en unos momentos terribles donde entró en crisis también la figura del escritor profesional. Fue una auténtica cura de humildad y una purga regresar a la docencia". Pero ahora, ya jubilado, cuenta que redescubrió hace poco "el goce de hablar de literatura y cuánto me gustaba ser escritor" en un taller literario que impartió.

A pesar de que Suso de Toro ha mantenido sus colaboraciones periodísticas, entre ellas en eldiario.es, la literatura había estado ausente en los últimos años en la trayectoria de este prolífico autor, con más de una veintena de novelas y otros tantos ensayos a sus espaldas. "No cabe duda", reflexiona, "de que mi compromiso político con causas progresistas y nacionalistas perjudicó mi carrera en un país donde se eliminan cada vez más las disidencias y donde solamente han sobrevivido aquellos escritores amparados por grandes grupos editoriales y de comunicación".

Un neurocirujano al borde de la jubilación, hastiado de su vida personal y profesional, se convierte en el protagonista de Fuera de sí(Alianza) que ajusta cuentas con un pasado marcado por un padre autoritario y despótico. A través de una narración en paralelo de monólogos de este médico con un padre moribundo y de diálogos entre distintos personajes secundarios, Suso de Toro traza una novela donde se abordan los problemas de identidad de los varones, las relaciones entre las generaciones o la búsqueda en la infancia de las claves de su vida.

Dos personajes destacan con fuerza como contrapunto a la crisis del médico maduro: un tío generoso e ilustrado y una mujer sencilla y luchadora a partir de los que el protagonista aspira a una vida más libre. "Al fin y al cabo –explica el autor– se trata de la historia de un varón herido que busca cómo construirse una nueva masculinidad. Creo que hoy es más necesario que nunca que los hombres construyamos una nueva masculinidad que rompa con el machismo y luche por la igualdad". Es más, el escritor continúa diciendo que "resulta evidente que los avances de las mujeres han dejado desorientados a los hombres, también a los jóvenes. Basta con dar clases en un instituto para comprobarlo".

Preocupado siempre en su obra por las voces literarias, Suso de Toro descarta esa voz del narrador omnisciente que impone su relato a los lectores. Por ello el novelista gallego apuesta por dar voz a sus personajes y de ahí la estructura de su novela, narrada en monólogos y diálogos. "Me gusta", afirma, "poner a hablar a los personajes, es decir, que ellos cuenten lo que hacen y lo que dicen. Es un enfoque que ya utilicé en novelas anteriores mías porque, en definitiva, escribo sobre adultos que investigan su propia vida y sus historias familiares".

Autor de novelas como Calzados Lola (Premio Blanco Amor), Trece campanadas(Premio Nacional de Narrativa en 2003) o Siete palabras, Suso de Toro rechaza que esta reciente obra sea autobiográfica, aunque reconoce que "la búsqueda de la identidad sí representa algo autobiográfico".

El peligro de una sociedad sumisa
Desde su retiro en la aldea gallega donde vive, el novelista enlaza la literatura con la política al abordar el conflicto entre generaciones que late al fondo de Fuera de sí. "Por supuesto que se plasma un choque generacional entre padres e hijos en la novela. Además, soy bastante pesimista sobre la influencia de la democracia en las nuevas generaciones vista desde la perspectiva de alguien como yo que ha cumplido los 60 años", señala.

Además, considera que, pese al tiempo transcurrido, "mucha gente sigue modelada por esa educación de curas y militares que nos dieron en la dictadura y que ha pervivido en buena medida". Para ello, según el novelista, "solo hay que observar los constantes atentados a la libertad en nuestro país en los últimos años", ya que "la sociedad española se ha vuelto más acomodaticia y sumisa, y una mayoría opina que las cosas deben conseguirse gratis y sin esfuerzo". Como ejemplo de ello, remite al propio presidente. "Dicho de otro modo, que un tipo como Mariano Rajoy gobierne España sólo es posible en un país infantilizado", asegura.

A pesar de que Suso de Toro siempre ha intentado deslindar con claridad su compromiso con la izquierda nacionalista gallega de su trayectoria literaria, la etiqueta de escritor incómodo y crítico con el poder lo ha perseguido y lo persigue. Indignado con la actitud del Estado hacia las reivindicaciones independentistas de Catalunya y defensor de unas lenguas minoritarias (catalán, gallego y euskera) que, a su juicio, continúan discriminadas en España, Suso de Toro afirma con vehemencia que "la sociedad española vive bajo el miedo y la amenaza y está modelada por un autoritarismo salpicado de caramelos que adormecen a mucha gente".

De todos modos, el trasfondo de crisis que todavía sufre nuestro país apenas está presente en Fuera de sí, una novela salpicada por un humor sutil y escéptico. Escrita originalmente en gallego, la novela iba a titularse Turismo rural, todo un guiño irónico a la trama, pero al final Suso de Toro se decantó por el que figura en la portada del libro y que revela el doble mensaje de la historia. "Por un lado –aclara el autor– la expresión fuera de sí alude a alguien que explota, que dice basta porque no puede más. Por otra parte, también se refiere a aquella gente que se desnuda y que se despoja de su anterior identidad".

Fuente:

https://www.eldiario.es/cultura/entrevistas/necesario-hombres-construyamos-nueva-masculinidad_0_768873632.html

Ultraje a la democracia. El Valle de los Caídos tiene que reflejar la memoria de todas las víctimas de la guerra civil.

La declaración del presidente del Gobierno (“El traslado de los restos de Franco queremos que sea inmediato”) obliga a plantearse una solución de mucho mayor alcance. Sobre todo, conociendo sus orígenes y su dimensión actual.

Cuando aún alguien duda de cuál debe ser el destino de ese monumento al criminal de guerra y genocida general Franco, es necesario, una vez más, tener presente cuáles fueron las consecuencias del golpe militar de 1936.
Una política de terror que se implantó a través de la aplicación brutal de bandos de guerra, asesinatos impunes, bombardeos sobre la población civil, desapariciones forzadas, sentencias radicalmente injustas de muerte o prisión, cárcel, campos de concentración, trabajos forzados, multas arbitrarias, incautación de bienes, torturas, exilio, persecución laboral y profesional y tantas consecuencias lesivas para los derechos humanos de los vencidos y los demócratas.

Ante esta enorme tragedia, el dictador, derrotada la República, ya decidió construir un gran monumento en su memoria —con “la grandeza de los monumentos antiguos”— y en la de los vencedores que habían fallecido durante la guerra. Pese a ello, los Gobiernos del PSOE y del PP han consentido la continuidad de ese infame monumento. Y la ley, llamada de la Memoria Histórica, de 2007, se limitó a prohibir en su sede “actos… exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo”.

Pero veamos cuáles son sus orígenes.
El general Franco, por decreto del 1-4-1940, dispone la elección de “un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos que, por los siglos, se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria”. Y continuaba, “lugar perenne de peregrinación, en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposan los héroes y mártires de la Cruzada”. Espacio, el de Cuelgamuros, para “perpetuar la memoria de los que cayeron en nuestra Gloriosa Cruzada”. ¿Cómo han podido olvidar nuestros Gobiernos democráticos esta terrible, por absolutamente sectaria e injusta, decisión?

A continuación, constan diversas disposiciones, como el decreto del 31-12-1941, en el que se hace referencia al “monumento a los que cayeron en nuestra Gloriosa Cruzada”. Y, muy especialmente, el decreto ley del 23-8-1957, en el que, concluidas las obras, se crea la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, con la colaboración activa de la Orden Benedictina, en el que reitera la “erección de un magno monumento destinado a perpetuar la memoria de los Caídos de la Cruzada de Liberación, para honra de los que dieron su vida por Dios y por la Patria”. Y, en su preámbulo, se reitera la “fe religiosa de nuestro pueblo”, “el sentido profundamente católico de la Cruzada”, “el signo social del nuevo Estado nacido de la Victoria” y, por todo ello, “la Cruz grandiosa que inspira el Monumento imprime a esta realización un carácter profundamente cristiano”. Pero lo que ya resultaba, desde hace mucho tiempo, absolutamente inaceptable para toda la sociedad española y, desde luego, para los Gobiernos de la democracia, es acatar pasivamente el siguiente texto de dicho decreto: “Los lustros de paz que han seguido a la victoria han visto el desarrollo de una política guiada por el más elevado sentido de la unidad y hermandad entre los españoles”. Lo que, como ya está completamente acreditado, es radicalmente falso. Era evidente, frente a lo que decía el decreto ley, que no estábamos en “los mejores tiempos españoles”.

Y aún rigen acuerdos, como el Convenio de la Citada Fundación con la abadía de Silos, del 29-5-1958, firmado por Carrero Blanco, en el que se dispone que: “El primero de abril, día en que terminó nuestra Cruzada… cantar una Misa solemne de acción de gracias y un Te Deum” o “celebrar una Misa solemne… el día primero de octubre por su Excelencia el Jefe del Estado”. Y, finalmente, el dictador, el 15-1-1959, aprueba el reglamento que desarrolla la disposición de 1957, que comienza así: “La finalidad de la Santa Cruz del Valle de los Caídos es la de rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada nacional…”.

El actual Gobierno de un Estado democrático, laico y moderno, no puede consentir que continúen vigentes una institución y unas normas dictadas por un Estado totalitario y confesional, que pueden resumirse en el decreto ley de 1957. Es inexcusable reconvertir dicha institución, secularizarla y que refleje, con plena objetividad, la memoria de todas las víctimas de la Guerra Civil.

Carlos Jiménez Villarejo es miembro de Federalistes d‘Esquerres.

https://elpais.com/elpais/2018/06/29/opinion/1530299124_341877.html

lunes, 30 de abril de 2018

Consejos para tiempos sombríos. Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros para que nos guíen en el laberinto de la cacofonía omnipotente, donde Internet se ha convertido en el campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias

Thomas Jefferson, uno de los padres de la democracia norteamericana, anotó en 1786: “La opinión pública es la base de nuestro sistema, y la tarea más importante es mantener este derecho. Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin prensa o prensa sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”.

Ojalá que estas palabras —un sólido acto de fe en el sentido de la existencia de la prensa independiente, así como en la necesidad de periodistas valientes y honrados— sean nuestra guía.

Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros en busca de ayuda y consejo, pues son más sabios que nosotros. Son ellos quienes pueden guiarnos por el laberinto de estos tiempos sombríos.

Por eso deberíamos recordar el caso Dreyfus, cuando un periódico independiente francés, gracias a la pluma del gran escritor Émile Zola, salvó a un hombre inocente, así como el honor de todo Francia frente a una acusación falsa, formułada por el statu quo de depravados acólitos del chovinismo, el militarismo, el antisemitismo... el estatus de una élite enfundada en uniformes militares y elegantes trajes de la clase dirigente: la élite francesa.

Recuperamos hoy la memoria de Jefferson y Zola, reafirmados por la importancia de la prensa independiente en los escándalos de los Papeles del Pentágono y el Watergate. Incidimos en ello, pues tenemos la sensación de que los valores entonces amenazados y defendidos, vuelven a ser objeto de una agresión por parte de los sectores populistas, chovinistas e intolerantes de la ultraderecha, cuya fuerza no hace sino aumentar. Vuelven así los demonios de las ideologías totalitarias, con su desprecio al pluralismo, al Estado de derecho, a la igualdad de los ciudadanos, el diálogo y el compromiso. Vuelve el desprecio al Otro, a la persona de otra religión, nacionalidad o color de la piel. En nuestro mundo vemos cada vez más xenofobia y homofobia, mientras que en otros lares crece el fundamentalismo islámico, el cual suele empuñar el arma criminal del terrorismo.

La prensa independiente, cercenada en Turquía y Rusia, y liquidada en Budapest, además de en otros países de Europa central, resulta ser el último baluarte en defensa de la constitución y del orden democrático.

El populismo de la ultraderecha —como sucede también con la izquierda radical— manifiesta su desprecio por el sistema de valores cristiano y por la razón ilustrada; suplantar los argumentos con invenciones no es sino eliminar el respeto a la verdad, aparte de igualar esta con la mentira. Y es que la verdad y la mentira no son dos puntos de vista diferentes. Al igual que el negro y el blanco no son dos tipos de blanco. La mentira y las fake news no son más que veneno al servicio de la estupidez más intransigente, que considera a la libertad como su mortal enemigo.

John Milton preguntó en Areopagítica (1644): “Y aunque todos los vientos de la doctrina hubieran de desatarse para azotar la tierra (...) ¿acaso se ha visto alguna vez que la Verdad sea derrotada en una confrontación franca y leal?”. John Stuart Mill añadió que ello significa la necesidad de “una búsqueda de la verdad concienzuda y consciente”. Y precisó: “Debido a la condición imperfecta de la mente humana, el interés en la verdad exige la diversidad de opiniones”.

Es precisamente esta diversidad la que ataca el populismo de la ultraderecha —o de la izquierda radical— cuando se erige en el dueño y señor de la Verdad única y definitiva. De esta forma, consciente o inconscientemente reproduce las ideas totalitarias de los años 30, tristemente famosas, cuando los nazis y los bolcheviques proclamaron la muerte de la democracia liberal. Aquello fue entonces —al igual que hoy— un campo abonado para la dictadura de la mentira en la vida pública.

El gran escritor francés Michel de Montaigne era de la opinión de que la mentira es “la mayor ofensa que se nos puede infligir con la palabra” y añadió: “¡el vicio de mentir es algo que repugna! Hubo un autor clásico que lo describió de forma sumamente ofensiva, diciendo que ello implica “dar testimonio de que se tiene a Dios por menos que nada, al tiempo que se teme a los demás”. “Resulta increíble alabar una y otra vez la repugnancia de semejante vileza:¿qué cabría imaginar más repulsivo que ser cobarde con los demás, y osado con Dios? Al realizarse nuestro entendimiento únicamente por la palabra, aquel que la falsea traiciona la relación pública. Es la única herramienta que aúna voluntades e ideas, pues viene a ser el traductor de nuestra alma. Si llega a faltarnos [la verdad] dejamos de sostenernos, dejamos de reconocernos mutuamente. Si nos engaña, rompe nuestro trato disolviendo todos los lazos de nuestra sociedad”.

Estas palabras del sabio francés tienen hoy un gran peso, cuando la mentira prolifera en Internet, y la cacofonía omnipresente ha liquidado el antiguo fantasma de la censura. Internet —ese gran descubrimiento de nuestros tiempos— amplía el espectro de libertad, pero este mismo Internet abre de par en par las puertas a la mentira, el odio y la manipulación. Cuando la razón se anestesia y se despiertan los fantasmas, el debate político suele convertirse en puro espectáculo.

Internet es el nuevo campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias, enemigas del sistema democrático constitucional. La libertad de prensa es condición indispensable para la existencia de una democracia constitucional. Si los medios de comunicación mueren, la democracia constitucional se queda indefensa. Cuando se infringe la constitución, se está condenando a la prensa libre a la pena de muerte.

Cabe resaltar, sin embargo, que los enemigos a la libertad no son hoy el filósofo del derecho alemán Schmitt ni tampoco Vladímir Lenin, sino sus caricaturas, los demagogos Marine Le Pen, Trump, Orbán o Kaczyński, y sobre todo Vladímir Putin. Su misión es la destrucción del imperio de la democracia, sembrar la confusión y el caos. Tras la organización de los troles internautas a cargo de Putin se oculta siempre el mismo denominador común: apoyar al populismo y las tendencias antidemocráticas más radicales de la Unión Europea y EE. UU. Un camino que destruye la confianza en las instituciones del Estado democrático de Derecho, vistas como un hatajo de corruptos. De esta forma, se destruye a los referentes, tildadas élites mentirosas, granujas y ladrones, además de agentes extranjeros. En Rusia se ha presentado bajo esta luz a los galardonados con el Premio Nobel Pasternak y Solzhenitsyn, Sájarov y Brodsky. En Polonia, por su parte, a Miłosz y a Szymborska, a Andrzej Wajda y Bronisław Geremek. A estas autoridades de la vida pública se les ha embarrado y tratado exactamente igual que antaño a los “apátridas cosmopolitas” o representantes del “arte degenerado”. Los motivos para indignarse y mantenerse alerta son evidentes. Las formaciones chovinistas y xenófobas acrecientan su empuje. El estancamiento puede paralizar al mundo democrático, lo que favorecerá a las fuerzas autoritarias, si no sabemos defender nuestro mundo frente a sus agresores, disfrazados con la máscara del nacionalismo y del fanatismo religioso. Por eso merece la pena recordarnos a nosotros, los periodistas, aquellas palabras pronunciadas en las postrimerías de la Segunda Guerra mundial por el extraordinario escritor y periodista polaco Ksawery Pruszyński. Pruszyński escribió:

“Siempre debemos hacer lo que hay que hacer, independientemente de que nuestra acción pueda tener efectos seguros o aunque solo podamos tener probabilidades de conseguir efectos e, incluso, aunque tengamos el temor de que no los conseguiremos, por mucho que alguien nos garantice que sí. La tarea del comentarista no es, pues, tocar un interminable sztajerek [una polca briosa] para satisfacer el gusto del público. La tarea del comentarista es explicar lo que ha entendido con su mente, independientemente de que el razonamiento en cuestión guste o no guste al poder, a la Iglesia, a las masas, a la sociedad, al pueblo, a la opinión pública. Siempre defender la convicción de que los consejos que da o las advertencias que hace son justos, aunque no gusten. La tarea del comentarista es también defender sus opiniones hasta el fin, a pesar de otros e, incluso, en contra de otros. Como dicen los anglosajones, again and again. Y el escritor tiene que defenderse solamente en el búnker de su propia conciencia ante los reproches de que no gusta, que no cumple las esperanzas depositadas en él o, lo que es aún peor, que se está quemando, que está acabado. Tiene que saber decir lo que debe cumplir, tiene que repetirlo hasta el fin, aunque todo sea cada vez peor, y, en particular, cuando todo es peor, o cuando nadie le haga caso; especialmente cuando no le hacen caso”. Ksawery Pruszyński se mantuvo además fiel a esta declaración de principios.

Un gran maestro de nuestra profesión, un hombre de un inconformismo total y absoluto y de una honradez sin par fue Georges Orwell

En 1944 escribió Orwell a sus colegas periodistas: “No vayan a creerse que durante años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Basta con que una vez te prostituyas, para que te conviertes en una puta”.

Estas recetas son de incalculable valor para nosotros, redactores y periodistas, en nuestros tiempos nada fáciles y teñidos de negro.

Adam Michnik es el director de Gazeta Wyborcza.

https://elpais.com/elpais/2018/04/22/opinion/1524408875_814839.html

viernes, 20 de abril de 2018

La constitución y la monarquía, charla de Javier Pérez Royo.



Carlos I de Inglaterra y Escocia. Rey de Inglaterra e Irlanda 27 de marzo de 1625 - 30 de enero de 1649

Carlos Estuardo nació en el palacio de Dunfermline, el 19 de noviembre de 1600, siendo el segundo hijo varón de los nueve vástagos de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra y Ana de Dinamarca. Fue un niño subdesarrollado que todavía no podía caminar o hablar a la edad de tres años. Cuando la reina Isabel I murió en 1603 y Jacobo VI fue proclamado rey de Inglaterra como Jacobo I, dejaron a Carlos en Escocia bajo el cuidado de enfermeras y criados porque se temía que el viaje dañara su frágil salud. Finalmente, hizo el viaje a Inglaterra en julio de 1604 y fue puesto posteriormente a cargo de Lady Carey, que le enseñó a caminar y hablar. Al llegar a adulto no medía más que 1 m y 62 cm.

viernes, 23 de febrero de 2018

Henry Giroux: El neoliberalismo y el asedio a la educación superior




Desde hace varias décadas Henry Giroux viene denunciando el auge y despliegue de lo que hoy podemos denominar el autoritarismo del siglo XXI. La consumación de un proceso originado a partir de la reestructuración total del poder por parte de las élites norteamericanas, cuyo eje central y estratégico es el ataque directo sobre las instituciones fundamentales para la democracia y el control pleno sobre ellas.

En parte, este proyecto surge como respuesta a la ola democratizadora que afectó significativamente a mediados del siglo pasado los Estados Unidos. La amenaza que supuso esta fuerza democratizadora al poder y privilegios de los grupos hegemónicos empresariales, les hizo tomas consciencia de la urgente necesidad de transformar la política en una cuestión privada, que debía tener lugar al margen de los ciudadanos. Este es uno de los principales rasgos del nuevo autoritarismo; la conformación de un tipo de estado fundido y dominado completamente por el minoritario grupo empresarial dominante que concibe a sus propios ciudadanos como enemigos y ve con urgencia la necesidad de despolitizarlos, convirtiéndolos en meros consumidores, mediante la imposición de una propaganda que hace concentrar la atención sobre las cosas más superficiales. Lo que Chomsky ha llamado una “filosofía de la futilidad” (Chomsky, 2004, p.203).

En buena medida uno de los principales blancos de ataques han sido las universidades, las cuales tienen una enorme importancia, en tanto dispositivos culturales, en la configuración de los deseos, las identidades, el accionar de los sujetos y la creación de imaginarios. Henry Giroux, uno de los más destacados críticos culturales y representante de la pedagogía radical norteamericana, pone el acento a lo largo de su vasta obra, sobre el peligro que acecha a las universidades, y a la educación pública en general. El curso de los acontecimientos no ha hecho hasta ahora más que confirmar sus “predicciones”.

La actual etapa de capitalismo neoliberal se caracteriza por un constante ataque hacia la democracia, y consecuentemente hacia sus instituciones fundamentales (Giroux, 2015a, p. 16). Las raíces de este ataque tienen que ver con el peligro que la democracia le representa al poder. Hay que hacer notar que en una democracia verdadera la opinión pública tiene peso e incide directamente sobre las decisiones del gobierno. Por esta razón a los poderosos nunca les ha gustado la democracia pues implica restarles poder y ponerlo en manos de la población mayoritaria.

Hoy en día el poder de las corporaciones alcanza niveles apenas imaginables hace algunas décadas. Esto no es más que la culminación de un proceso que inició aproximadamente en la década de los 60 la cual estuvo marcada por un enorme activismo social y expansión democrática. Ello movió a las élites estadounidenses a poner en marcha un ambicioso plan para contener lo que llamaron un “exceso de democracia” (Giroux, 2006, p. 18). Ante la ausencia de propuestas alternativas definitorias de los conceptos básicos constitutivos de un discurso progresista, fue tomando fuerza creciente un discurso público cuyo pilar era la ausencia de ciudadanía crítica y un patriotismo despojado de las notas emancipatorias propias de la democracia. En la práctica, este discurso ha derivado en una serie de agresiones militares externas y en la militarización interna de la sociedad norteamericana (Giroux, 2006, p. 15). Mediante la amnesia total respecto del importante papel que históricamente ha jugado la lucha popular en la historia de la democracia, ha tenido lugar una deconstrucción de la noción de ciudadanía y, con ello, la subordinación de las libertades individuales a la seguridad nacional y el orden interno. Bajo este esquema las universidades, la prensa independiente y los movimientos sociales se conciben como un peligroso desafío a la autoridad gubernamental (Giroux, 2006, p. 18). Es fácil entender la necesidad imperiosa sentida por los dueños de la sociedad estadounidense para lanzar la ofensiva en contra de las instituciones fundamentales encargadas de limitar el sufrimiento de los más débiles. La crisis que vive actualmente la educación superior debe verse enmarcada en esta crisis mayor de la democracia (Giroux, 2015a, p. 16).

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Marlon Javier López es profesor de filosofía en la Universidad de El Salvador (UES)

domingo, 12 de noviembre de 2017

Naomi Klein: "No podemos ganar a los nacionalistas siendo mejores nacionalistas que ellos"

La autora canadiense está en Barcelona para hablar de su libro, del independentismo y del Gobierno de Mariano Rajoy, al que acusa de estar practicando la "doctrina del shock" con la población española

Ser independiente sin más no cambia el poder hegemónico del capital transnacional.

No cambia tu destino, no cambia el hecho de que el cambio climático va a redibujar las fronteras por ti, no cambia las desigualdades

El jueves participa en un único acto público de apoyo a la alcaldesa Ada Colau

Viene de comer con Yanis Varoufakis, que está en Barcelona para hablar del conflicto catalán. Están de acuerdo en casi todo: "Creo que se debería suprimir el artículo 155 y liberar a las personas que han sido encarceladas, llevar a cabo un proceso democrático y que el conflicto se solucione a través de la no violencia", ha dicho esta mañana en la presentación de su último libro, Decir NO no bastaeditado por Paidós.

También ha dicho que Rajoy está practicando la doctrina del shock que describió en su segundo libro, y que consiste en inyectar políticas neoliberales, como la privatización o la austeridad, aprovechando o produciendo una catástrofe que deje aterrorizada a la población. Puede ser un tsunami, una crisis financiera o, aparentemente, la crisis catalana. Klein asegura que Rajoy ha creado "una atmósfera de crisis nacional permanente" y que se trata de una estrategia premeditada "para desviar la atención de los fracasos de su Gobierno centrándose en una retórica hipernacionalista".

La canadiense se declara defensora de la autodeterminación de los pueblos y observa que sería inimaginable que el Gobierno de Justin Trudeau arrestara al de Quebeq por organizar un referéndum independentista. Su último libro es un manifiesto urgente para contrarrestar, precisamente, las "políticas del shock", con Donald Trump como modelo protagonista. Klein lo considera una especie de obra de arte distópico que nos muestra el mundo en el que vivimos, llevado a su conclusión lógica y devastadora.

Como Adam Curtis, que estuvo en Madrid esta semana, la famosa autora de No Logo piensa que la única manera de combatir la ola nacionalista pasa por ofrecer una visión utópica del futuro, un plan que complemente la resistencia (a la guerra, a los recortes, a las políticas de inmigración) con un pacto ilusionante que limpie el desencanto de la población. Sus ejemplos en este sentido son Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico. Y Ada Colau, con la que comparte cartel en una esperada conferencia que tendrá lugar este jueves 9 de noviembre a las 19h en el Auditori del Centre Cívic Cotxeres de Sants.

El título del libro viene de una conversación con Alexis Tsipras justo antes de ser elegido como presidente de Grecia.

Tsipras estaba seguro de que era el momento de decir no, de oponer resistencia. Pero yo creo que ya no basta: necesitamos nuestra propia estrategia, nuestras propias soluciones. Y creo que lo que ha sucedido en Grecia es un ejemplo del peligro que corremos si no establecemos una visión alternativa de futuro y conseguimos traer a la ciudadanía a ese lugar. No basta con estar furiosos contra las élites y resistir a un gobierno injusto. El gran triunfo del neoliberalismo ha sido convencernos de que sin ellos no hay alternativa.

Nosotros o el caos.
Exacto: sin nosotros es el caos: terrorismo, inflación, colapso económico. Expulsión de la UE.

Usted encuentra esas visiones alternativas en Bernie Sanders y Jeremy Corbyn.
Sí, pero también en ciertas políticas municipalistas. Creo que la energía que ha puesto a Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona es una política diferente, una nueva política, un nuevo espacio híbrido entre la política tradicional y los movimientos por los derechos civiles. En Italia también, a nivel municipal, hay algunas alternativas, al menos en lo que respecta al tratamiento de los refugiados. El alcalde de Palermo [Leoluca Orlando] es un gran ejemplo: estar en la primera fila de lo que llaman una crisis de refugiados puede ser una magnífica expresión de humanidad, solidaridad. En EEUU tenemos a Pittsburgh, Pennsylvania. Cuando Trump dijo públicamente que sacaba a los EEUU del Acuerdo de Paris porque le había elegido la gente de Pittsburgh, no la gente de París, el alcalde de Pittsburgh salió a declarar que, de hecho, habían votado por Hillary Clinton, y presentó un plan de 100% energías renovables para 2030.

En cuanto a los estados, también hay esperanza. El partido verde holandés tuvo unos prometedores resultados en las últimas elecciones [ganaron 14 escaños en 2017] y es un ejemplo de partido que no está centrado en la personalidad de un líder. Por otra parte, Corbyn es más bien un antilíder, y cuando cantan el himno en un estadio lo hacen de manera irónica. ¡Si parece un profesor de geografía!

Ha dicho que la respuesta de Rajoy a la crisis entre Catalunya y el estado es un ejemplo clásico de Doctrina del Shock. ¿Qué ha querido decir con eso?

Está claro que ha visto una oportunidad de mejorar su fortuna política haciéndose pasar por un líder fuerte, cambiando la conversación hacia el ultranacionalismo. Este es un terreno en el que claramente se siente mucho más cómodo y seguro de sí mismo, donde no se discute la economía ni el paro ni el fracaso de sus medidas. Y está por verse cómo aprovecha el método, aún no hemos visto el efecto que va a tener a largo plazo. Lo que está claro es que no está reduciendo el shock de la población sino que aprovecha cada paso para subirlo al máximo posible.

Ha comparado el movimiento independentista quebequés con el catalán, y ha dicho que las medidas tomadas por Rajoy le parecen incendiarias e impensables en otros sitios. Pero su crítica principal es a la Unión Europea.

Totalmente, porque es una postura moralmente corrupta. Y coincido con Varoufakis en que no es una posición sostenible por parte de la UE. Las fronteras cambian y cambiarán aún más, hay otros movimientos independentistas. Tiene que haber una manera de gestionar eso que no sea tomar partido por el Estado, independientemente de lo que haga.

Usted misma ha dicho esta mañana que la Unión Europea ha hecho cosas que el propio Trump no se atrevería a hacer, como dejar morir a decenas de miles de inmigrantes en sus costas o colaborar para que los manden a sitios que son lo más parecido que tenemos a campos de concentración. ¿Podemos esperar que defiendan la autodeterminación de Catalunya cuando han asimilado y burocratizado estos procesos?

Es verdad. El linaje progresista del proyecto europeo se ha caído en pedazos. Y lleva mucho tiempo cayéndose.

¿Hay un futuro para la Unión Europea?
Yo estaría dispuesta a darle a Varoufakis una oportunidad. Están construyendo un movimiento para transformar la Unión Europea. Es muy ilusionante.

Y una nueva visión del futuro.
Exacto. ¡Hoy he aceptado formar parte de su gabinete de asesores!

La independencia catalana también ofrece una visión, pero no es nueva.
Dentro del proyecto independentista catalán hay más de una visión. Y es peligroso asumir que la que a ti te gusta es la que va a prevalecer al final. No podemos ganar a los nacionalistas siendo mejores nacionalistas que ellos. Está pasando en toda Europa. Como [Jean-Luc] Melenchon vistiéndose con la bandera con este discurso de ser el más francés de los franceses.

¿Qué sentido tiene crear nuevas fronteras cuando sabemos que el cambio climático las va a cambiar de manera poco democrática en un futuro no muy lejano?

Soy agnóstica en lo que se refiere a la independencia. Un movimiento independiente es excitante siempre que se trate de liberar a un grupo grande de gente para recuperar el poder en este contexto de crisis que vivimos ahora. Ser independiente sin más -tener tus propias fronteras- no cambia el poder hegemónico del capital transnacional. No cambia tu destino, no cambia el hecho de que el cambio climático va a redibujar esas fronteras por ti, no cambia las desigualdades. Solo si cambias estas estructuras, entonces la independencia será liberadora.

Pensar que la independencia sola puede hacerte fuerte contra los poderes transnacionales es una fantasía peligrosa. Especialmente ahora que la gente necesita desesperadamente algo que les haga recuperar el control de sus vidas. Eso fue lo que pasó con el Brexit, con Trump. Un intento desesperado de una población desesperada por demostrar que todavía pueden tener poder sobre algo. El sistema está roto y te quieres salir. Pero lo que importa no es cómo sales sino lo que haces después.

http://www.eldiario.es/internacional/Naomi-Klein-podemos-nacionalistas-mejores_0_705880501.html

sábado, 11 de noviembre de 2017

Desde Londres con amor

La Vanguardia

Me levanto aquí en Londres antes del amanecer, leo lo último sobre Catalunya y pienso qué feo que es todo esto. Qué feo y qué doloroso y qué decepcionante.

Esperaba más de España, el país donde nació mi madre, donde he vivido quince de los últimos diecinueve años, donde me he propuesto vivir –en Catalunya, sea independiente o no– la mayor parte del resto de los días que me quedan. La gente es más simpática, noble y generosa que en cualquiera de los otros siete países en los que he vivido. Comparado con los más de 70 países que he visitado es un buen lugar para ser un inmigrante, es un buen país para ser homosexual, para ser mujer, para ser un niño o un anciano. Hay tanto en España que es admirable, envidiable, moderno y ejemplar.

Es por todo esto que me decepciona y me deprime tanto constatar lo primitiva que sigue siendo la joven democracia española, en particular lo desquiciada que se vuelve cuando entra en juego el tema de la soberanía territorial. Tanto yo como mis muchos amigos extranjeros que conocen bien España y la aman hemos descubierto en las últimas semanas del drama catalán algo oscuro en el alma política de este país que hubiéramos preferido no ver.

Esto no es tomar una posición a favor de la independencia. Creo que sin excepción todos mis amigos nacidos fuera comparten mi rechazo al independentismo. No me gusta el antagonismo que define la esencia del sentimiento nacionalista siempre y en todos los lugares; sospecho que el precio económico de abandonar ­España sería catastrófico para Catalunya, en cuyo suelo, por cierto, tengo todos mis ­ahorros.

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http://www.lavanguardia.com/opinion/20171101/432516063870/desde-londres-con-amor.html

martes, 7 de noviembre de 2017

Cómo triunfa la oligarquía: Lecciones de la Antigua Grecia

Hace unos cuantos años, mientras investigaba para un libro acerca de cómo afecta la desigualdad económica a la democracia, un colega mío preguntó si Norteamérica corría verdaderamente el riesgo de convertirse en una oligarquía. Nuestro sistema político, afirmaba, es una democracia. Si la gente no quiere verse gobernada por élites opulentas, podemos votar para echarlas.

El sistema, dicho de otro modo, no se puede “amañar” para que funcione en favor de los ricos y poderosos, a no ser que la gente esté como mínimo dispuesta a aceptar un gobierno de los ricos poderosos. Si la opinión pública en general se opone al gobierno de las élites económicas, ¿cómo es, entonces, que los opulentos controlan tanto del gobierno?

La pregunta era buena y si bien yo tenía mis propias explicaciones, no disponía de una respuesta sistemática. Afortunadamente, dos libros recientes sí la proporcionan. La oligarquía funciona, en una palabra, gracias a las instituciones. En su fascinante y perpicaz libro, Classical Greek Oligarchy, Matthew Simonton nos lleva de vuelta al mundo antiguo, en el que se acuñó el término oligarquía. Una de las amenazas primordiales consistía en que los oligarcas llegaran a dividirse y que alguien de entre sus filas desertara, se pusiera al frente del pueblo y derribara a la oligarquía.

Para impedir que esto ocurriera, las élites de la antigua Grecia desarrollaron instituciones y prácticas para mantenerse unidas. Entre otras cosas, aprobaban leyes suntuarias, que impedían extravagantes demostraciones de su riqueza que pudieran atizar la envidia, y utilizaban el voto secreto y las prácticas de creación de consenso para garantizar que las decisiones no condujeran a a un mayor conflicto dentro de sus cuadros.

De modo adecuado para un especialista académico en los clásicos, Simonton se centra en detalle en estas antiguas prácticas concretas. Pero su intuición clave estriba en que a las élites en el poder les hace falta solidaridad si desean permanecer en el poder. La unidad podía provenir de relaciones personales, de la confianza, de las prácticas de votación, o bien – como es más probable en la sociedad meritocrática de hoy – de la homogeneidad de cultura y valores que resulta de deambular por los mismos círculos limitados.

Si bien la clase dominante debe permanecer unida para que la oligarquía permanezca en el poder, la gente tiene asimismo que estar dividida, de modo que no pueda derribar a sus opresores. Los oligarcas de la antigua Grecia utilizaban por tanto una combinación de coacción y cooptación para mantener a raya a la democracia. Concedían recompensas a los informantes y encontraban ciudadanos maleables que desempeñaran cargos en el gobierno.

Esos colaboradores legitimaban el régimen y le proporcionaban cabezas de puente para llegar hasta el pueblo. Por añadidura, los oligarcas controlaban los espacios públicos y los medios de vida para impedir que la gente se organizara. Echaban a la gente de las plazas ciudadanas: una población difusa en el campo se veía incapaz de protestar y derrocar a un gobierno de un modo tan efectivo como un grupo urbano concentrado.

Trataban también de mantener la dependencia de la gente común de oligarcas individuales concretos para su supervivencia económica, de modo semejante a cómo los jefes de la mafia de las películas mantienen relaciones paternalistas con el vecindario. Leyendo el relato de Simonton, resulta difícil no pensar en cómo la fragmentación de nuestras plataformas de medios de comunicación constituye una ejemplificación moderna de división de la esfera pública, o de cómo a empleados y trabajadores se les disuade de expresarse.

La discusión más interesante se centra en cómo los antiguos oligarcas utilizaban la información para preservar su régimen. Combinaban el secreto en la gobernación con mensajes selectivos dirigidos a públicos determinados, de un modo no muy distinto del de nuestros modernos asesores y consultores de comunicación. Proyectaban poder mediante rituales y procesiones.

Al mismo tiempo, trataban de destruir los monumentos que eran símbolos del éxito democrático. En lugar de proyectos de obras públicas, dedicados nominalmente al pueblo, se atenían a lo que podemos entender como filantropía para sostener su poder. Los oligarcas financiaban la creación de un nuevo edificio o el embellecimiento de un espacio público. Resultado: la gente apreciaba el gasto de la élite en esos proyectos y la clase alta, que quedara memoria de su nombre para todos los tiempos. Al fin y al cabo, ¿quién podía estar en contra de oligarcas que demostraban tal generosidad?

Profesor ayudante de Historia en la Universidad del Estado de Arizona, Simonton recurre abundantemente a los conocimientos de las ciencias sociales y los aplica bien para diseccionar antiguas prácticas. Pero si bien reconoce que las antiguas oligarquías salían de entre los opulentos, una limitación de su trabajo es que se centra primordialmente en cómo perpetuaban su poder político los oligarcas, no su poder económico.

Para comprender eso, debemos pasar a un clásico inmediato de hace solo unos años, Oligarchy, de Jeffrey Winters. Winters sostiene que la clave de la oligarquía estriba en que un conjunto de élites dispone de suficientes recursos materiales para gastarlos en asegurar su estatus e intereses. A esto lo llama “defensa de la riqueza”, y lo divide en dos categorías. “Defensa de la propiedad” implica protección de la propiedad existente: en los viejos tiempos esto significaba construir castillos y muros, hoy implica el imperio de la Ley. La “defensa de la renta” se refiere a proteger las ganancias; en nuestro tiempo, significa abogar por impuestos reducidos.

El desafío de observar cómo opera la oligarquía, afirma Winters, es que normalmente no pensamos en el dominio de la política y el de la economía como algo fusionado. En su núcleo central, la oligarquía entraña concentrar poder económico y utilizarlo para fines políticos. La democracia se hace vulnerable a la oligarquía porque los demócratas se centran tanto en garantizar la igualdad política que pasan por alto la amenaza indirecta que surge de la desigualdad económica.

Winters sostiene que existen cuatro clases de oligarquías, cada una de las cuales persigue la defensa de la riqueza por medio de diferentes instituciones. Estas oligarquías se categorizan basándose en si el dominio de los oligarcas es personal o colectivo, y en si los oligarcas recurren a la coacción.

Las oligarquías guerreras, como los señores de la guerra, son personales y están armadas. Las oligarquías de dominio como la mafía son colectivas y están armadas. En la categoría de las oligarquías desarmadas, las oligarquías de sultanato (como la Indonesia de Suharto) se gobiernan por medio de conexiones personales. En las oligarquías civiles, la gobernación es colectiva y se aplica mediante leyes, en lugar de serlo por medio de las armas.

Equipado con esta tipología, Winters declara que Norteamérica es ya una oligarquía civil. Por usar el lenguaje de campañas políticas recientes, nuestros oligarcas tratan de amañar el sistema para defender su riqueza. Se centran en rebajar impuestos y reducir regulaciones que protegen a trabajadores y ciudadanos de las fechorías empresariales.

Erigen un sistema legal que está distorsionado para que obre a su favor, de manera que su comportamiento ilegal rara vez resulta castigado. Y sostienen todo esto mediante la financiación de campañas y un sistema de cabildeo que les permite influir de modo indebido en la política. En una oligarquía civil, estas acciones se sostienen no a partir del cañón de un fusil o por la palabra de un hombre, sino mediante el imperio de la Ley.

Si la oligarquía funciona gracias a que sus dirigentes institucionalizan su poder mediante la ley, los medios de comunicación, los rituales políticos, ¿qué hacer? ¿Cómo puede tomar la delantera la democracia? Winter hace notar que el poder político depende del poder económico. Esto sugiere que la única solución consiste en crear una sociedad más económicamente igualitaria.

El problema, por supuesto, estriba en que si son los oligarcas los que están al mando, no queda claro por qué iban a aprobar leyes que redujeran su riqueza e hicieran más igualitaria la sociedad. Mientras puedan mantener dividida a la sociedad, tienen poco que temer de la ocasional revuelta o protesta.

Ciertamente, algunos comentaristas han sugerido que la igualdad económica de finales del siglo XX resultó excepcional porque dos guerras mundiales y una Gran Depresión liquidaron las propiedades de los extremadamente opulentos. A este respecto, no es mucho lo que podemos hacer sin una catástrofe global de envergadura.

Simonton ofrece otra solución. Sostiene que la democracia derrotó a la oligarquía en la antigua Grecia debido a la “descomposición oligárquica”. Las instituciones oligárquicas están sometidas a la corrosión y el derrumbe, como cualquier otra clase de instituciones. Conforme la solidaridad y las prácticas de los oligarcas comienzan a descomponerse, aparece la oportunidad de la democracia de devolver al pueblo el gobierno.

En ese momento, el pueblo podría unirse durante un tiempo suficiente para que sus protestas lo llevaran al poder. Con todas las sacudidas de la política de hoy, resulta difícil no pensar que este es un momento en el que el futuro del sistema político podría estar más al alcance de lo que ha estado durante generaciones.

La cuestión estriba en saber si surgirá la democracia de esta descomposición, o si los oligarcas reforzaran su control de las palancas del gobierno.

Ganesh Sitaraman profesor de la Facultad de Derecho de la universidad norteamericana de Vanderbilt. (en Nashville, estado de Tennessee). Autor de The Crisis of the Middle-Class Constitution, fue director de política de la campaña al Senado de Elizabeth Warren, una de las líderes del ala izquierda del Partido Demócrata.

http://www.sinpermiso.info/textos/como-triunfa-la-oligarquia-lecciones-de-la-antigua-grecia

domingo, 2 de julio de 2017

_- Un libro corrige a Pérez-Reverte y su versión "neutral" de la guerra civil para jóvenes.

_«¡Las historias de la guerra suenan tan distintas según
quién las cuenta! Los libros hablan siempre de batallas, de
fuerzas, de armas, de ayuda internacional, de frentes y de todas
esas cosas. Están escritos por los que dirigieron la guerra
o por otros que toman como fuentes los papeles de los que
dirigieron la guerra.
Pero luego hablas con los que la vivieron como soldados
o con los que la sufrieron sin combatir y te cuentan cosas que
parecen tratar de otro tema: es como si la guerra que cuentan
unos y la que cuentan otros fueran guerras distintas».

Severino Pallaruelo, Papeles de la guerra1



-¿Qué fue la llamada guerra civil? Nuestra historia contada a los jóvenes es una réplica a la obra publicada por Arturo Pérez-Reverte que dibuja una guerra entre "hermanos"

- Carlos Fernández y Silvia Casado copian el mismo formato de novela gráfica para rebatir las verdades que "silencia" el novelista con un relato de "víctimas y verdugos"

Arturo Pérez-Reverte vende en La guerra civil contada a los jóvenes una versión, según él, "objetiva" de la historia reciente de España. La guerra española, como un enfrentamiento entre "hermanos". Pero este relato equidistante chirría, según la historiadora Silvia Casado Arenas y el filósofo Carlos Fernández Liria, que han replicado al escritor con su propio libro también en formato cómic: ¿Qué fue la guerra civil? Nuestra historia explicada a los jóvenes. Porque sí hubo "víctimas y verdugos".

Los autores de la obra replicante explican que Reverte, con su "visión neutral", ahonda en la idea del "todos fueron iguales", "silencia muchas verdades" y peca de falsa "equidistancia".

Y como "es importante no perder la batalla cultural de la memoria histórica", Silvia Casado y Carlos Fernández han editado un libro "idéntico en su forma editorial" al de Reverte pero más completo y crudo en el contenido. ¿Qué fue la guerra civil? (Akal, 2017) tiene la "clara intención", sostienen, de reivindicar con otra memoria colectiva y corregir el "peligroso" escenario dibujado por La guerra civil contada a los jóvenes (Alfaguara, 2015).

Reverte dice que escribe "sin clichés partidarios ni etiquetas fáciles" sobre la "espantosa" guerra que enfrentó "al hermano contra el hermano", según introduce en el prólogo del libro. Con él, asegura querer "evitar que tan desoladora tragedia vuelva a repetirse nunca".

Sin embargo, los autores de la réplica señalan que en realidad está "descontextualizando históricamente las causas políticas", como si la guerra civil fuera "un fenómeno natural inevitable", apunta Casado. "Ser equidistante cuando se trata de víctimas y de verdugos, consiste en identificar a las primeras y señalar a los segundos", remata Fernández.

Cómo narrar los acontecimientos es la diferencia radical entre ambos libros. Las causas del golpe de Estado, los actores que lo ejecutan, la represión y el ejercicio del terror... o la llegada de la democracia, una "decisión personal" del rey Juan Carlos, según Arturo Pérez-Reverte. Con formato calcado de novela gráfica, la obra del novelista está ilustrada por Fernando Vicente y la réplica, por David Ouro.

Este medio ha intentado, sin éxito, obtener declaraciones de Pérez-Reverte sobre la polémica en torno a su libro y la obra que le responde. Analizamos las diferencias entre ambos libros en cinco claves.

Actores y causas del golpe de Estado
Pérez-Reverte describe en su libro un escenario reinado por desórdenes públicos e inestabilidad política, un caldo del que salen soluciones "extremistas" basadas en modelos enfrentados: "la Italia fascista o la Alemania nazi" y "la Rusia comunista". España, abocada a una "confrontación inevitable", vive una sublevación "para instaurar una dictadura militar", pero "las cosas se complicaron por la resistencia".

Carlos Fernández y Silvia Casado difieren en el enfoque. El "problema de fondo" era el "poder electoral" ganado por las "clases populares más pobres". Una situación que las "élites" afrontan apoyando "a grupos sociales violentos" de corte nazi y fascista con el objetivo de finiquitar la democracia. Señalan que Franco, además, tuvo "grandes patrocinadores", Hitler y Mussolini, y mecenas como Juan March.

La "espantosa" guerra civil
Cuenta Reverte que la "tragedia española" fue un campo de "experimentación"para los regímenes enfrentados luego en la Segunda Guerra Mundial. Nazis y fascistas "tomaron partido por las tropas rebeldes". El escritor subraya la intervención soviética "confiando en que una victoria republicana acabaría convirtiendo a España en un país comunista".

Según la réplica editorial, el "relativo fracaso" del golpe de Estado dio paso a la guerra civil. Alemania e Italia acuden "rápidamente" a asistir a los golpistas, coinciden, pero la República acusó la no intervención de los gobiernos occidentales democráticos y la tardía ayuda de la URSS. Aún con la participación de las Brigadas Internacionales, "los dos bandos no estuvieron en pie de igualdad en ningún momento".

Represión, "caos" y terror
Los dos libros coinciden en el "sangriento" inicio de la guerra. España queda cubierta de luto, con paradigmas como Paracuellos del Jarama o las miles de fosas comunes del franquismo. La guerra civil contada a los jóvenes de Reverte subraya las "terribles represalias" rebeldes, como la masacre de Badajoz o el bombardeo nazi de Gernika, y también las "innumerables atrocidades" en zona republicana, caso de las "matanzas" de religiosos.

La diferencia está en un dato crucial: la represión golpista era un plan organizado y en zona gubernamental fue fruto de "grupos incontrolados", como incide la respuesta al cómic del escritor murciano. Los golpistas dejan en cunetas al menos el triple de desaparecidos forzados. La República logró dominar el "caos" mientras los militares fascistas "impusieron el terror" asesinando "a miles de civiles", como también explica Francisco Espinosa en La Columna de la Muerte. Llamaban al "exterminio", dicen Casado y Fernández, que transcriben como muestra fragmentos de discursos y declaraciones de Mola, Franco, Yagüe y Queipo.

Una "férrea" dictadura
La guerra no acabó con la victoria franquista. España vivió una represión "despiadada y sistemática" y el exilio era la única salida para los derrotados y "expuestos a las represalias de los vencedores", cuenta el escritor. Era una "férrea dictadura" dispuesta a aplastar "cualquier resto de libertad y democracia". Pero el régimen, dice más tarde, "se fue suavizando" sin perder nunca su "carácter autoritario".

La guerra duró "40 años más", toda la dictadura, insisten la historiadora y el filósofo. Y el combate, dicen, continuó también para los vencidos: muchos siguieron luchando contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial o luego en la lucha antifranquista que perseguía recobrar las libertades perdidas. La "persecución y castigo" de la dictadura de Franco dejó cifras como los 50.000 ejecutados tras la guerra civil, el centenar de campos de concentración con "medio millón" de presos esclavos o los 30.000 niños robados.

¿La democracia del rey Juan Carlos?
"España se convirtió en una monarquía parlamentaria por decisión personal del rey Juan Carlos". La frase de Arturo Pérez-Reverte es tajante. Franco designó a su "sucesor" y éste "liquidó el régimen franquista", legalizó los partidos políticos y reconcilió la nación. "Devolvió a España la democracia". De un plumazo, según el novelista.

Disienten de esta versión los autores del libro que corrige a Reverte. "Franco había dejado las cosas bien atadas a través de la monarquía", escriben. El príncipe Juan Carlos de Borbón "juró los principios del Movimiento franquista" y el futuro rey "expresó su fidelidad al Caudillo, comprometiéndose a continuar su obra".

El "régimen de terror" y el "adoctrinamiento ideológico" del franquismo tiende sus tentáculos marcando "profundamente a varias generaciones de españoles", refieren Silvia Casado y Carlos Fernández. La "versión revisionista de la guerra civil" es un claro ejemplo en manos de historiadores "neutrales" que crean "una falsa simetría" dibujando "dos bandos", fascista y comunista, que fueron "supuestamente todos culpables". Es la equidistancia que "silencia verdades".

Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/libros/guerra-civil-dibujo-Perez-Reverte_0_651985579.HTML

martes, 25 de abril de 2017

Cruzada (?) contra la República

«Todavía rodaba hacia Cartagena el coche en el que Alfonso XIII se dirigía al destierro, cuando, sustrayéndose al clamor popular que se elevaba por calles y plazas, campos y ciudades, los hombres más impacientes, que veían escapárseles el poder político de las manos, pensaban ya en la necesidad de una contrarrevolución que se opusiera a las decisiones expresadas por el sufragio universal», escribe Manuel Tuñón de Lara (Historia 16, Extra III de junio de 1977). El cardenal Segura llegó a insinuar la conveniencia de derrocar al gobierno mediante la lucha armada.

La tarde del 14 de abril, representantes de las «grandes familias» se reunieron en casa de Guadalhorce, ex-ministro de la Dictadura y directivo de Unión Monárquica (Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera entre otros), porque «algo hay que hacer», para impedir que la República tenga una vida en paz y derrocarla. Luca de Tena, el conde de Gamazo, Urquijo, Gabriel Maura y el duque de Hornachuelos, obtienen la autorización de constituir un Circulo Monárquico (quienes provocaron los acontecimientos del 10 mayo de 1931) y alquilar un piso en la calle de Alcalá. Junto a la aristocracia, financieros, militares, políticos del antiguo régimen y representantes de los grupos fascistas, cuyas acciones violentas ya se dejaban notar por Madrid.

La jerarquía eclesiástica, que no había visto con simpatía el cambio de régimen, no podía faltar a esta fiesta. El primado Cardenal Segura, se lanzó a elogiar a la monarquía y al rey, amenazando a la República. No se trataba de monarquía o república y aceptar o no la nueva legalidad, sino de crear Acción Nacional (AN), para la propaganda y actuación política, bajo el lema de «Religión, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad». El Vaticano ordenó que los católicos apoyaran a la coalición decididamente. En AN coexistían quienes, como Gil Robles, optaban por la vía legal, la contrarrevolución desde dentro y quienes, como Goicoechea y el conde de Vallellano, preferían la vía violenta y la asociación para conquistar el poder.

En Valladolid, de la mano de Onésimo Redondo, surgieron las «Juntas Castellanas de Acción Hispánica», que se fusionarían después con el grupo de Ledesma en Madrid, creando las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). Falange Española, de ideología fascista y nacionalsindicalista, se fundó el 29 de octubre de 1933, por José Antonio, primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, quien ya había actuado contra la Primera República. Como capitán general de Madrid, disolvió el Gobierno en 1874, tras el golpe de Estado de Martínez Campos en Sagunto.

El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la Constitución y como jefe del Estado se eligió a Alcalá Zamora. El Gobierno, con base parlamentaria republicana de izquierda, con colaboración socialista, estuvo presidido por Manuel Azaña. Desde un principio se vio la necesidad de aprobar una ley para la reforma agraria, que contó con la drástica oposición de la derecha, dándose una aparente contradicción. La «Unión Económica», declaraba en sus bases: «El fundamento básico de la riqueza nacional lo constituyen sus producciones agrícola, forestal y ganadera». La Falange hablaban siempre del agro y no de la industria y Onésimo quería salvar a España desde la rural Castilla. En defensa de sus privilegios ancestrales se opusieron a toda reforma novedosa.

La derecha sentía la nostalgia de la «dialéctica de los sables» y la de los puños y de las pistolas (discurso de José Antonio Primo de Rivera, en el acto de fundación de Falange Española. Teatro de la Comedia de Madrid). Prefería la violencia a los debates en el Parlamento. Había quienes estimaban que un buen golpe de Estado valía más que millones de votos. Los partidarios de la acción violenta se reagrupaban y España se encontró ante una serie de conspiraciones militares.

El 8 de agosto de 1932, un número determinado de militares se reunieron para organizar la «Sanjurgada». Sanjurjo se encarga de Sevilla, Vareta de Cádiz, Ponte de Valladolid y Sainz de Lerin de Navarra. El bando militar del general decía: «Queda declarado el estado de guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando concentrado en mi autoridad de todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército español a la Victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes, y la paz a todos los Espíritus. ¡Viva España Única e inmortal!»

En Madrid, el general Fernández Pérez sacó a la calle las fuerzas de la remonta y los regimientos acantonados en Alcalá. En el plan de los conspiradores se preveía que las columnas del sur y del norte caerían sobre Madrid. Con el pueblo al margen, ocurrió lo que tenía que ocurrir: un fracasó estrepitoso al fallar los conspiradores. Sanjurjo y sus correligionarios fueron detenidos a las seis de la mañana en la barrida Isla Chica de Huelva, por una pareja de guardias civiles, que reconoció al general, que huía vestido de paisano. Precisamente ahora, el Gobierno del PP, ha enterrado al general golpista en Melilla, con honores militares y en secreto.

En las elecciones de noviembre de 1933, pacíficos y violentos de la derecha se unieron en un solo frente para obtener mayor número de diputados. La izquierda se presentó fragmentada, dando comienzo una nueva etapa que, momentáneamente, separaría más a las dos corrientes de derecha. La CEDA y sus amigos declararan su «acatamiento leal al Poder público» y se abrió un período de apoyo condicionado a los gobiernos de centro-derecha de Lerroux y Samper. La extrema derecha, mientras tanto, continuó preparándose para tomar el poder mediante un golpe de fuerza.

Mussolini recibió al general Barrera, a Goicoechea y a los carlistas Olazábal y Lizarza. Firmaron un acuerdo según el cual Italia ayudaría a monárquicos y tradicionalistas a derribar el régimen republicano y sustituirlo por una regencia que prepararía la instauración de la monarquía corporativa y orgánica. El acuerdo preveía la entrega a la ultraderecha española de 20.000 fusiles, 20.000 granadas, 200 ametralladoras y un millón y medio de pesetas. Desde entonces, jóvenes tradicionalistas fueron enviados a Italia para instruirse en el manejo de las armas.

Calvo Sotelo abrigaba la idea de reunir a la extrema derecha en un bloque nacional en defensa de la patria. Primo de Rivera va a Alemania y celebra una «larga entrevista con Hitler» y vuelve entusiasmado. En aquel invierno se había constituido la Unión Militar Española, que, aunque sin militares de máxima graduación, mantiene contacto con los generales Goded y Mola. La UME mantenía posiciones de extrema derecha.

El talante agresivo de las escuadras de Falange se generaliza. Asaltan la Casa del Pueblo de Cuatro Caminos, el Fomento de las Artes de Madrid y una exposición en el Ateneo. Es asesinada la joven socialista Juanita Rico y el joven comunista Joaquín de Grado, cuyo entierro constituyó una demostración impresionante de obreros y de jóvenes. Se decía que los socialistas preparaban la revolución, cuando lo que preparaban era la defensa de la legitimidad republicana, frente al asalto fascista, como había ocurrido en Italia y Alemania. El «búnker» mientras tanto se preparaba para la guerra.

Febrero de 1936 significó para la derecha el fracaso de la «vía legal», con fuertes críticas a Gil Robles. La extrema derecha preconizó desde un principio el empleo de la violencia y la utilizó en cuanto le fue posible sin apoyarse en un movimiento de masas. Se trataba de organizaciones totalitarias, con programas totalitarios, en constante relación con el extranjero, del que recibían ayuda financiera. Se sirvieron de la religión como doctrina, y predicaban el derecho a la sublevación, que llegó el 18 de julio.

El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones, que serían las últimas que se celebrarían durante la Segunda República. El Frente Popular constituía una nueva fórmula de alianza de las fuerzas de la izquierda, tras las derrotas sufridas en Europa y la llegada de Hitler al poder.

La derecha reaccionaria, financiera y terrateniente, parte del ejército, el fascismo y la iglesia Católica se pusieron en contra del pueblo y en contra de la República, que pretendía dignificar la historia. La sin razón no tenía otro argumento y fuerza que la negación de la democracia.

@caval100 Otros artículos sobre la República en este mes de Abril:

En abril republicano, hablemos de la Primera
Madrid republicano; los sucesos de mayo del 31
La República es posible

domingo, 15 de enero de 2017

Democracia e inviolabilidad

Javier Pérez Royo

La persecución penal del concejal de la CUP Joan Coma se basa en un artículo incompatible no solo con la Constitución, sino con la esencia de la democracia.

La democracia representativa descansa en determinados principios que no pueden ser siquiera sometidos a discusión. Subrayo lo de que no pueden ser siquiera sometidos a discusión. Porque en democracia, en contra de lo que con cierta frecuencia se suele decir, no se puede discutir todo. Se puede discutir casi todo, pero no todo. Es la indiscutibilidad de unos pocos principios lo que nos permite discutir civilizadamente, esto es, políticamente, todo lo demás.

El primer principio operativo de la democracia representativa no susceptible de ser discutido es el de que los representantes elegidos de manera directa por los ciudadanos mediante el ejercicio del derecho de sufragio no pueden ser perseguidos penalmente por las "opiniones manifestadas" o por los "votos emitidos" en el ejercicio de su función representativa. Este principio se extiende a todos los representantes elegidos de manera directa. Únicamente a ellos, ya que no opera para los que tienen legitimación democrática indirecta. Pero opera para todos los que tienen legitimación democrática directa sin excepción. No hay democracia representativa sin la vigencia indiscutible de dicho principio.

Porque la premisa de toda democracia representativa digna de tal nombre es la de que cuando el representante, en el ejercicio de la función para la que ha sido elegido, manifiesta una opinión o emite un voto, son los ciudadanos que lo han elegido los que están manifestando dicha opinión o emitiendo dicho voto. Es él como persona física el que opina o vota, pero políticamente son los ciudadanos que lo han elegido los que lo están haciendo a través de él. Sin esta operación de identificación del representante con los representados en la manifestación de la opinión o en la emisión del voto, la democracia como forma política no sería ni intelectualmente pensable ni técnicamente organizable.

La inviolabilidad del representante elegido directamente por los ciudadanos es simultáneamente una consecuencia inmediata y una exigencia inexcusable del principio de legitimación democrática en el que se asienta la democracia representativa. En el Estado Democrático la inviolabilidad no es una "prerrogativa". Lo fue en el Estado Monárquico predemocrático, pero ya no lo es. La inviolabilidad existiría, aunque la Constitución no la contemplara. No así la inmunidad. Pero la inviolabilidad sí. No hay democracia representativa sin inviolabilidad.

Y es así en todos los niveles en que se expresa la legitimación democrática en nuestra fórmula de gobierno: europea, estatal, autonómica y municipal. Desde el punto de vista de la legitimación democrática no hay diferencia de ningún tipo entre el parlamentario europeo, el estatal, el autonómico y el concejal de un ayuntamiento. Todos son igualmente representantes de los ciudadanos que los han elegido. Cuando expresan una opinión o cuando emiten un voto son los ciudadanos que los han elegido los que lo están haciendo a través de ellos.

Esta es la razón por la que estoy en desacuerdo con la persecución penal de la que está siendo objeto Joan Coma por haber manifestado unas opiniones y emitido unos votos en el Pleno del Ayuntamiento de Vic (Barcelona), del que es concejal. Coma es investigado por la Audiencia Nacional por delitos de rebelión e incitación a la sedición, según recoge el auto del juez Ismael Moreno, que ante la no comparecencia en el Juzgado del edil, dictó auto de detención.

Dicha persecución encuentra cobertura en el artículo 78. 1 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local (LRBRL), que dispone: "Los miembros de las Corporaciones Locales están sometidos a responsabilidad civil y penal por los actos y omisiones realizados en el ejercicio de su cargo". Pero la redacción de este artículo es incompatible con el artículo 23 CE.

No puede caber ninguna duda de que "... el derecho a participar en los asuntos públicos… por medio de representantes elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal", que es el tenor literal del art. 23.1 CE, se extiende a las elecciones municipales exactamente igual que a las demás. El concejal no es menos representante que el parlamentario europeo, estatal o autonómico. Y no puede verse expuesto a exigencia de responsabilidad penal en el ejercicio de esa función, porque en ese momento dejaría de serlo.

En lugar de iniciar actuaciones contra Joan Coma, se debía haber aprovechado la denuncia del Sr. Anglada para elevar al Tribunal Constitucional una cuestión de inconstitucionalidad respecto del art. 78. 1 LRBRL, a fin de depurar el ordenamiento jurídico de un precepto incompatible no ya con la Constitución sino con la esencia de la democracia como forma política.

http://www.sinpermiso.info/textos/reino-de-espana-el-caso-coma-o-los-limites-de-la-democracia-realmente-existente-dossier

martes, 10 de enero de 2017

LA DIGNIDAD DEL PCE. Que Alberto Garzón acuse al eurocomunismo de Santiago Carrillo de izquierda domesticada es faltar al respeto que se ganaron y una injusticia.

QUE NO SABE de dónde viene difícilmente sabe adónde va. Es lo que me digo desde que estalló la polémica entre Gaspar Llamazares, excoordinador de Izquierda Unida, y Alberto Garzón, líder actual de la coalición. Todo empezó cuando Garzón declaró a este periódico que el populismo de Íñigo Errejón cometía el mismo error que el eurocomunismo de Santiago Carrillo, secretario general del PCE durante el cambio de la dictadura a la democracia: la moderación. No es la primera vez que Garzón desdeña el papel desempeñado durante la Transición por el PCE, partido integrado en IU y en el que él mismo milita: hace unos meses afirmó que en aquella época el PCE ejerció de “izquierda domesticada” por los poderes políticos. Ahora, sin embargo, la respuesta de Llamazares no se hizo esperar: afirmó que “asimilar eurocomunismo a populismo es historia ficción”, denunció la superficialidad del análisis histórico de Garzón, concluyó: “Someter a una causa general a la izquierda de la Transición y la estrategia del PCE no es nuevo; lo raro es que lo asuma un dirigente del PCE”.

Llamazares acierta de lleno. Dejemos de lado la disparatada equiparación entre eurocomunismo y populismo: baste decir que el PCE nunca se rebajó a atizar en democracia “el enfrentamiento entre pueblo y representantes”, la forma de demagogia que, como recuerda el propio Llamazares, define al populismo actual. Pero el acierto de Llamazares apunta a algo mucho más importante, que podría formularse así: uno de los errores fundamentales de la izquierda española consiste en haberle entregado el mérito de la Transición a la derecha, lo que a ésta le permite presentarse como casi única constructora de la democracia. Se trata de una flagrante falsificación histórica. La verdad es que la derecha española no quería la democracia, o quería una democracia tan limitada que apenas puede llamarse democracia; fue la izquierda –y muy en especial el PCE– quien empujó hasta conseguir una democracia plena. Por supuesto, el resultado no fue el que la izquierda quería; pero tampoco el que quería la derecha: el resultado fue un pacto. En eso consiste la política democrática: en ceder en lo accesorio para no ceder en lo esencial. Para el PCE de aquella época, al cabo de 3 años de guerra y 40 de dictadura, lo esencial era la democracia: la construcción de un sistema político donde todos cupiésemos. Eso fue lo que se consiguió. Y a eso contribuyó decisivamente el PCE, que desde finales de los años cincuenta apostaba por la reconciliación nacional, por no ajustar cuentas con el pasado y por lo que luego se llamaría la “ruptura pactada”. Si se recuerda que quienes proponían tal cosa eran gentes que habían llevado el peso brutal de la lucha antifranquista y que habían padecido exilio, persecución y a veces cárcel y tortura, se entenderá por qué ésa era una apuesta heroica. El PCE hizo durante la Transición lo contrario de lo que hacen los populistas: no cargó la responsabilidad sobre las espaldas de otros, sino que, como había hecho durante el franquismo –cuando protagonizó casi a solas el combate contra la dictadura–, las cargó sobre sí mismo, responsabilizándose de la construcción de la democracia. Todo hubiese podido salir mejor, claro; pero también hubiese podido salir peor, incluso mucho peor. Sea como sea, acusar a esa gente de ser una “izquierda domesticada” –a ellos, que se jugaron la vida contra el franquismo y le obligaron a aceptar la democracia durante la Transición– me parece no sólo despreciar lo mejor de la historia del comunismo español, sino faltarles al respeto que se ganaron; acusarlos de eso ahora, desde la comodidad de una vida transcurrida por entero en democracia –a ellos, que conocieron medio siglo de penalidades–, me parece una injusticia brutal.

Es una injusticia que quienes no hicimos la Transición cometemos en los últimos tiempos con frecuencia. Si nuestros hijos nos tratan con la misma petulancia ignorante y despectiva con que nosotros tratamos a nuestros padres, lo pagaremos caro. Por lo demás, no me extraña que Garzón tenga problemas en IU. Quien no sabe de dónde viene difícilmente sabe adónde va.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/alberto-garzon-dignidad-del-pce/?id_externo_rsoc=FB_CC

viernes, 14 de octubre de 2016

Los mineros que intentaron defender a la II República del golpe franquista reciben sepultura digna 80 años después


La Marea

Los restos de nueve miembros de la columna minera de Huelva y cinco víctimas más de la represión halladas en otra fosa descansan ya en un mausoleo en el cementerio de Camas (Sevilla)

Lo último que ha hecho en su vida Lida Salgado ha sido dar una muestra de ADN para identificar el cuerpo de su padre, Francisco, asesinado en una emboscada en su intento por reprimir la sublevación franquista en 1936 en La Pañoleta, a las puertas de Sevilla. Este jueves, en una cajita de madera marrón, fue enterrado en un mausoleo en el cementerio de Camas junto con los restos de ocho miembros de la columna minera de Huelva y cinco víctimas más de la represión halladas en otra fosa. Suena Song of the birds, de Pau Casals, interpretada por una chelista. Un avión atraviesa el cielo. Francisco Salgado Mariano, Domingo Pavón Fernández, José Palma Pedrero, Cayetano Muñoz Maestre, Domingo Pachón y un desconocido, y otro, y otro, y otro y otro más. Uno a uno son introducidos en el panteón. “Los que dieron su vida en defensa de la libertad, la democracia y la república”, reza una placa presidida por un algarrobo, el árbol que quitó el hambre a muchos de ellos en otros tiempos. Todas las cajitas descansan ya dentro. Tras arrojar varias palas de arena, dos operarios cierran el hueco con mezcla. Ahora suena el himno de Riego. Y alguien grita un ¡Viva la República!

Lida no puede escucharlo. No ha podido verlo. Murió con 84 años hace sólo cuatro meses, el pasado mayo. Su padre y las demás víctimas han recibido supultura digna con 80 años de retraso. Lo cuenta entre lágrimas Nieves, la hija de Lida, la nieta de Francisco, a las puertas del Ayuntamiento, poco antes de comenzar el cortejo fúnebre. “Gracias a todos los que habéis hecho posible este momento, porque por mucho que hubiéramos golpeado puertas desde el otro lado del Océano o enviado emails, como hicimos, no lo hubiéramos conseguido”, dijo desde el atril del salón de actos del consistorio Pilar Comendeiro, sobrina de José Palma Pedrero. Ella, que reside en Buenos Aires (Argentina), conoció la historia de su tío por casualidad, al encontrar en internet el libro del historiador Francisco Espinosa La Justicia de Queipo. Luego contactó con el coordinador de todoslosnombres.org , Cecilio Gordillo, también presente en el acto. Y tras momentos esperanzadores y otros no tanto, este jueves, por fin, ha podido cerrar ese capítulo que tanto le dolía. En primera fila, junto al alcalde del pueblo, Rafael Recio (PSOE), escucha Nelly Bravo, otra sobrina de José, que ha venido a despedirse de su tío desde Nueva Jersey.

En ese mismo salón, hace cinco años, el alcalde se comprometió ante la prensa a buscar sus restos en el viejo cementerio -hoy un parque de educación vial-. Cinco años después son homenajeados por el propio ayuntamiento. “De muchos no conocemos sus nombres ni sus apellidos, pero seguro que los han buscado y llorado. Su memoria ha sido recuperada”, afirmó la concejala de Cultura, Participación Ciudadana y Fiestas Mayores, Eva Pérez. “Esto es un asunto de Estado”, insistió después José Esteban Garrido, de la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, que ha participado también en la búsqueda, subvencionada por el Ayuntamiento -22.000 euros- y la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía -12.000-. “Aún recuerdo cuando Pilar y Nelly me pidieron que los buscáramos”, cuenta visiblemente emocionado Javier Giráldez, entonces asesor y hoy director del departamento autonómico.

Los cuerpos fueron localizados en octubre de 2014 en ataúdes. El arqueólogo que dirigió la exhumación, Andrés Fernández, atribuye esta singular situación a que los funcionarios continuaron trabajando de la misma forma que venían haciendo hasta que los falangistas tomaron el pueblo: “Trataron a estos mineros como a cualquier persona que moría: el forense hizo la autopsia y encargaron los ataúdes al carpintero, por los que pagaron, como refleja la documentación, 180 pesetas”. Los cuerpos fueron localizados en el lugar señalado en las actas de enterramiento, en una fosa de siete metros de largo por dos de ancho, sobre la derecha del paseo central mirando al norte. Sobre ella, fueron enterrados posteriormente niños y neonatos.

Un año antes, en una primera intervención, no se halló rastro de ellos, aunque sí fueron localizadas las pruebas de otro horror de la represión: cinco cuerpos con signos de violencia, que no han sido identificados. Según la investigación de Francisco Espinosa, de los hombres que formaron parte de la columna minera, 25 murieron en el momento y 68 fueron fusilados tras un consejo de guerra, la mayoría enterrados supuestamente en el cementerio de Sevilla. La Junta tiene previsto iniciar otra exhumación en Camas para intentar localizar a algunos de ellos. “En este caso teníamos documentación. Pero quedan muchos casos en los que es complicado encontrarlos”, señaló Pilar Comendeiro.

Bien lo sabe Manuel Domínguez, que durante el paseo fúnebre desde el Ayuntamiento al cementerio -que obligó a cortar incluso una salida a la Autovía de la Plata- recordaba el caso de su abuelo, Manuel Vázquez Leal, un hombre de Paterna del Campo (Huelva) al que asesinaron en aplicación del bando de guerra en 1936 y al que la propia justicia de la época, a diferencia de tantos y tantos desaparecidos que siguen sin ser muertos oficiales, se encargó de registrar como fallecido. Según explica, la comisión provincial de incautación de bienes pidió su partida de defunción. Durante el trámite, tanto la Guardia Civil como el juez de paz y los testigos certificaron por escrito al juez de instrucción de La Palma del Condado que Manuel había sido ejecutado en aplicación del bando de guerra. Sin embargo, el juez consideró que esta causa de la muerte tan evidente no podía ponerse y volvió a pedir a la Guardia Civil, al juez de paz y a los testigos nuevos testimonios pero con una advertencia: “Omita la frase de haberles sido aplicado el bando de guerra. Simplemente emplear las palabras de que fueron muertos o que fallecieron en choque con las fuerzas del Ejército Español”. Se refería también al caso del concuñado de Manuel, al que le incautaron un burro. Y el juez de paz, los mismos testigos y la Guardia Civil cambiaron su declaración: “De los datos que obran en este puesto, los muertos hallaron la muerte en lucha con las fuerzas nacionales el 6 de septiembre de 1936″, señala la Guardia Civil en un escrito. Su nieto, al encontrar todos estos documentos, emprendió un lucha para que en la partida de defunción de su abuelo pusiera que fue fusilado. “Pero todavía no lo he conseguido”, dice mientras los féretros de los mineros avanzan. Una señora, a la altura de una juguetería, se persigna. Otra, a la altura de un bazar, susurra: “Lo que hay que ver”. Lo que no pudo ver Lida y lo que sus familiares, hoy, consideran un acto de reconocimiento y justicia. “Si alguien nos dice que iba a pasar eso, no lo creemos”, cuenta su nieta. También Lida.

Fuente:
http://www.lamarea.com/2016/09/30/los-mineros-intentaron-reprimir-golpe-reciben-sepultura-digna-80-anos-despues/

lunes, 3 de octubre de 2016

Berlín recuerda a las Brigadas Internacionales

El embajador español en Alemania, Pablo García-Bedoy Cerezo, recuerda la memoria de aquellos que “dejaron atrás a sus familias” para defender la República española

La asociación Luchadores y Amigos de la República Española organizó un homenaje a los combatientes alemanes en el parque de Friedrichshain

La lluvia no asusta a nadie en la capital alemana. Aunque pasados por agua, más de un centenar de personas acudieron a la cita en el Parque del Pueblo en el barrio de Friedrichshain, en el que hay un monumento a los combatientes alemanes voluntarios que apoyaron a la República en la guerra civil española.

La presidenta de dicha asociación, Kerstin Hommel, se mostró muy feliz con la presencia del embajador español en Alemania, Pablo García-Bedoy Cerezo, que pronunció un discurso en alemán sobre “uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente”.

El embajador recordó que la Guerra Civil española fue un una lucha “de la democracia contra el totalitarismo” y que la embajada organizó hace unos meses una charla sobre los republicanos españoles prisioneros en los campos de concentración alemanes. “Ochenta años después, es una obligación”, declaraba, “recordar la memoria de estas personas que abandonaron a sus familias” para defender la democracia en España.

La diputada del partido Die Linke Gesine Lötzsch también realizó un discurso en el que recordó las importancia de "ser solidarios": "Las Brigadas Internacionales son un ejemplo de cómo estudiantes y trabajadores de todo el mundo, que no eran precisamente ricos, se unieron y se defendieron mutuamente”. La diputada es asimismo presidenta de la asociación Coraje Civil Unido (Zivilcourage vereint e.V), que este verano organizó varios actos con jóvenes en relación con la lucha antifascista en la guerra civil española. el rapero FortyTwo cantó una canción en español en el acto cuyo tema eran las Brigadas.

Hannelore Schiborowski, la hija del minero Otto Schiborowski, de la región de Ruhr que luchó como voluntario en la guerra, hizo un discurso en el que criticó duramente el hecho de que el Estado alemán continúe pagando pensiones de jubilación a los veteranos voluntarios de la División Azul en España. Son en total unos 100.000 euros que el Estado alemán paga a unas 41 personas en España según una respuesta del Gobierno alemán a una pregunta parlamentaria de Die Linke.

El alcalde de Berlín envió una nota diciendo que “estaba con el pensamiento” allí, pero que no podía asistir al acto. Entre el público, Hans Modrow, el último presidente del Consejo de Ministros de la RDA. También estuvo presente el periodista norteamericano Victor Grossmann, que en 2006 escribió un libro en alemán sobre la guerra civil española ( Madrid, du wunderbare).

El acto estuvo acompañado por el Coro de la Calle berlinés, un coro en el que participan sin techo, drogodependientes y personas que les apoyan. Las canciones que cantaron fueron especialmente emotivas, como el himno de las Brigadas Internacionales, escrito por Erich Weinert, cuya versión en alemán tiene un tono mucho más combativo que la versión española: “Nuestros hermanos españoles están en las barricadas, nuestros hermanos son granjeros y proletarios”. Y más adelante: “Sin clemencia contra la chusma fascista, sin clemencia contra el perro que nos traiciona”. También cantaron la famosa canción republicana El Ejército del Ebro en alemán. Como colofón, el coro y los presentes al acto cantaron el himno de la Internacional comunista.

El evento estuvo organizado por la asociación de Luchadores y Amigos de la República Española, fundada en los 90 con el fin de “cultivar la tradición y la historia de los antifascistas alemanes que lucharon en la guerra española”. El término guerra civil española no suelen utilizarlo, porque éste implica que fue una guerra entre partes de la población, y ellos consideran que fue una guerra de agresión.

Ya hace dos décadas, con motivo del 60º aniversario de la formación de las Brigadas Intencionales, un grupo de hijos y nietos de los brigadistas viajó a España. Desde entonces vuelven a la Península Ibérica a conocer los lugares donde lucharon sus parientes y a mantener el contacto con asociaciones republicanas. La asociación se reúne dos veces al mes y sus miembros discuten cuestiones históricas y la actualidad política española. También realizan actos con los pocos brigadistas que quedan, en los que cuentan su experiencia y el valor de ésta en el presente.

La Asociación berlinesa participa, junto con otras asociaciones de amigos de las Brigadas, en un viaje que tendrá lugar en octubre y que tendrá estaciones en París, el 21 de octubre donde se descubrirá un monumento en la estación de Austerlitz para recordar a los 9.000 voluntarios franceses. Luego, irán a Benicassim, Albacete, Madrigueras y Madrid. Desde los países escandinavos viajarán también algunos interesados en el llamado “Tren a España”.

Del 5 al 8 de octubre tendrá lugar un simposio en Austria para recordar asimismo la memoria de los casi 1.400 austríacos que participaron de forma voluntaria en defensa de la república española, organizado entre otros, por la Fundación Pablo Iglesias y la Asociación de los Amigos de las Brigadas Internacionales de Madrid.

http://www.eldiario.es/internacional/Berlin-embajador-homenaje-brigadas_internacionales-republica-guerra_civil-aniversario_0_564843841.html

Documental sobre las Brigadas internacionales: