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domingo, 10 de agosto de 2014

La crisis nos pone enfermos

Enfermedades y dolencias relacionadas con el estrés asociado a la situación económica y laboral
Fuente: El País.

Alimentos contra el estrés.

1. Leche.
2. Chocolate.
3. Vino tinto, un vaso.
4. Pistachos.
5. Nueces.
6. Limones.
7. Lentejas.
8. Lombarda.
9. Tisanas.
10. Yogur.
Fuente: HUFFINGTON POST. http://www.huffingtonpost.es/2014/08/09/como-saber-que-tienes-estres_n_5657198.html

sábado, 7 de junio de 2014

La generación robada

Si todavía hay alguien que no alcance a interpretar bien qué ha significado la gran crisis para la sociedad española, y cuáles son sus legados más destructivos, se ruega que vaya a ver a la mayor brevedad posible la estremecedora película de Jaime Rosales Hermosa juventud. La trama es muy sencilla: dos jóvenes, de tan solo 20 años, viven en la España de hoy y tratan de sobrevivir de cualquier modo. Sus limitados recursos y la falta de un trabajo que buscan con avidez les impiden avanzar como les gustaría. Ninguno de los dos tiene grandes ambiciones y no las tienen porque no albergan apenas esperanzas. No poseen el mínimo proyecto cotidiano.

Son parte de la generación robada, de esos casi 900.000 jóvenes sin empleo en nuestro país (el 16% de todos los de la UE) que están bloqueados e impedidos de la normalidad. Para estos jóvenes en desempleo, además del hecho en sí mismo es muy importante el impacto social negativo que tiene estar inactivo porque la inserción en el mercado de trabajo representa uno de los hitos cruciales en su incorporación a la vida adulta y en su integración o no como miembros de pleno derecho en la sociedad.

En Hermosa juventud la realidad supera a la ficción. Contaba en estas mismas páginas Carlos Boyero (Crónica de la intemperie, EL PAÍS del 30 de mayo) cómo se ha pasado de Los lunes al sol, de Fernando León —parados entre los 30 y los 50 años, que sabían lo que es una nómina y cobrar todos los meses durante una larga etapa de su existencia, hasta que les llegó la reconversión industrial— hasta esta juventud que todo lo más tiene un contrato por horas y sin salario mínimo (las dos entradas al cine para ver la película, 17 euros, cuestan más de lo que cobra el protagonista en una larga jornada laboral; parafraseando a Sastre, todos somos casta respecto a otros). La irónica hermosa juventud es la de aquellos que nunca han tenido un trabajo continuado y están llegando a la sospecha o a la certidumbre cotidiana de que jamás dispondrán de un contrato digno o ni siquiera indigno.

Hay que recomendar también esta película al presidente de Gobierno y a sus ministros, que ya vuelven a lanzar las campanas al vuelo por las cifras del paro registrado del mes de mayo, "desconocidas en mucho tiempo", y que se harán públicas mañana, aunque el Gobierno ya haya privatizado su tendencia dentro de su intensa campaña de propaganda sobre la recuperación. Mal síntoma para la calidad de la democracia. Con realidades como las del paro juvenil (más del doble de la media) no se puede banalizar la recuperación económica ni cantar demasiado alto el "España va mejor".

La última Encuesta de Condiciones de Vida ha proporcionado datos muy concretos de la situación: el 17% de los hogares españoles manifestaba llegar a fin de mes con "mucha dificultad", el 41% de los hogares no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, el 45,8% de los hogares no puede permitirse irse de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año, o el 9,3% de esos hogares tiene retrasos en los pagos a la hora de abonar gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, electricidad, comunidad...), etcétera. Estas son las tendencias profundas de la sociedad española, más allá de los cambios de la coyuntura.

Las mejores aportaciones para explicar lo que ha pasado en el mundo en el último septenio las está haciendo el cine. Desde Enron, los tipos que estafaron a América (que explica los antecedentes de la Gran Recesión) hasta la oscarizada Inside job, sobre las complicidades obtenidas por los golfos apandadores, pasando por los filmes que recrean la caída y posterior rescate del sistema financiero (Malas noticias, Los últimos días de Lehman Brothers, El Capital, La doctrina del shock o Margin Call) o los relacionados sobre las consecuencias sociales de tanta tropelía (Las nieves del Kilimanjaro, Gente en sitios —del español Juan Cabestany—, The Company Men, Indignados, o la estupenda 15M. Libre te quiero, de Basilio Martín Patino), etcétera A todas ellas se les une ahora Hermosa juventud.
Joaquín Estefanía. El País.

martes, 6 de mayo de 2014

Michael Marmot, La injusticia social provoca problemas de salud y muerte prematura a gran escala

BERTA CHULVI
Michael Marmot ha coordinado el informe “Los determinantes sociales y las desigualdades en materia de salud en Europa”, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013. Marmot es una autoridad en este campo y dirige el Instituto de Equidad y Salud del University College de Londres. En la presentación del informe en España, Michael Marmot afirmó que el alto desempleo juvenil en nuestro país es una emergencia sanitaria. Sobre esta y otras cuestiones se pronuncia en esta entrevista.

Tal y como expresó usted al inicio del informe final de la OMS, la injusticia social mata a gran escala. Sin embargo, en Europa no pensamos en esos términos, ¿por qué? Nos hemos acostumbrado a pensar en las causas inmediatas de los problemas de salud, como el hábito de fumar, el alcoholismo, los hábitos de alimentación, la falta de ejercicio físico, pero es necesario pensar a otro nivel para determinar el origen de las causas de los problemas de salud, es decir, las circunstancias en las que la gente crece, vive, trabaja y envejece y los factores políticos, sociales y económicos que moldean esas condiciones. Analizados en conjunto, estos factores crean desigualdades de salud que son evitables. Nuestra incapacidad de solucionar esta situación no solo es algo socialmente injusto, sino que además conlleva problemas de salud y la muerte prematura en gran escala.

¿Considera que la actual crisis económica y las políticas de austeridad aplicadas por los gobiernos europeos implican un nuevo escenario de desigualdades en materia de salud en Europa?
Hay evidencias de situaciones pasadas que demuestran que muchas de las consecuencias de las crisis económicas y de las medidas tomadas para controlarlas pueden tener efectos a largo plazo en la salud. Las consecuencias más inmediatas son el desempleo de larga duración, mayor precariedad en el empleo, peores condiciones de trabajo (por ejemplo, contratos de cero horas), la reducción de la protección social y la educación, y otras políticas que afectan las condiciones sociales. En la medida que estos cambios tengan un impacto diferencial en distintos países, en las diferentes regiones de esos países y entre diversos grupos sociales, existen más probabilidades de que se perpetúen las desigualdades y la brecha social en el campo de la salud.

El informe señala que en España más del 40% de los jóvenes menores de 25 años está desempleado, ¿cuáles son en su opinión las consecuencias de esa situación para la salud?
El alto desempleo juvenil en España es una emergencia sanitaria que, si no se ataja, tendrá consecuencias para futuras generaciones. El Gobierno español debe introducir medidas de protección social para evitar el deterioro de la generación joven, que afronta el riesgo de problemas mentales y una tasa de mortalidad más alta. Es urgente promulgar políticas económicas y sociales que posibiliten a estas personas un futuro.

Tras analizar los determinantes sociales de las desigualdades en salud, ¿qué papel le atribuye usted a las condiciones de trabajo?
Las condiciones de trabajo pueden afectar a la salud a través de la exposición directa a agentes físicos, químicos y biológicos peligrosos, de un entorno ergonómico desfavorable y de factores psicosociales que generan estrés. Este último factor incluye los desequilibrios entre las exigencias del trabajo y el control que tienen de estas los individuos, así como el desequilibrio entre el esfuerzo requerido para realizar un trabajo y su recompensa psicológica. También depende de aspectos como deficiencias en la gestión y dirección y de la precariedad. En general existe un gradiente social en todos estos factores que conlleva al empeoramiento de la salud en las ocupaciones de la escala socioeconómica más baja.

El informe final mencionado anteriormente propone mantener o desarrollar servicios de salud que se financien con fondos públicos y sean independientes de los empresarios. ¿Hasta qué punto es importante esa independencia? ¿Puede darnos algunos ejemplos que soporten este razonamiento?
Los empresarios son responsables de las condiciones en el lugar de trabajo, tanto de los aspectos relacionados con la organización del trabajo, la estructura de la dirección como de los contratos y las condiciones de trabajo cotidianas de los trabajadores. En la medida en que cualquiera de estos aspectos tenga un impacto negativo en la salud de los trabajadores en un ámbito concreto, una de las obligaciones de la salud laboral es señalar la responsabilidad del empresario. Para que esta dinámica sea eficaz, requiere de independencia y de una legislación laboral adecuada. La principal evidencia de esta afirmación es el gradiente social de las condiciones adversas de salud y trabajo: los empresarios sufren menos adversidades y los trabajadores de las escalas más bajas se enfrentan a las peores. Por ejemplo, desequilibrios en la demanda y el control, en el esfuerzo y recompensa, exposición a cancerígenos.

El informe subraya la necesidad de alcanzar una mayor coherencia en la acción en todos los sectores y todos los agentes implicados en la salud, ¿puede darnos algún ejemplo de falta de coherencia y sus consecuencias?
Los Ministerios de Sanidad se centran fundamentalmente en el tratamiento de problemas de salud. Tienen muy poca influencia en el impacto sobre la salud del empleo, la reducción de las ayudas sociales y otros determinantes sociales de las condiciones de vida cotidianas. Esa es una muestra clarísima de descoordinación: lo que un ministerio procura el otro lo deshace.

Entre las recomendaciones del informe, ¿puede señalar algunas que sean de especial relevancia en el caso de España?
Lo primero es asegurar a todos los niños y niñas un buen comienzo en la vida. Es especialmente importante que se realicen esfuerzos para mitigar el impacto de las actuales condiciones económicas en la futura salud de los niños y niñas españoles. Se trata fundamentalmente de asegurar condiciones adecuadas de alimentación, educación y un nivel de vida digno en los primeros años de vida. En segundo lugar es necesario reducir el período en el que los jóvenes se ven afectados por el desempleo o la falta de formación adecuada para el futuro. El tercer aspecto es la protección de todos los grupos en situación vulnerable frente a los más duros impactos de las adversidades económicas que atraviesan los países.

1,3 billones al año
El informe de la OMS cifra el coste evitable de las desigualdades en salud en la Unión Europea en 1,3 billones de euros al año. Una cifra que supera el producto interior bruto de todos los países europeos, excepto Alemania (2,6 billones), Gran Bretaña (1,9 billones), Francia (2 billones) e Italia (1,5 billones). Esta cifra es el resultado de calcular los costes de las enfermedades y discapacidades laborales a través de su impacto en la producción más los impuestos dejados de pagar y el coste de los tratamientos adicionales sufragados por las Administraciones públicas. El informe de la OMS plantea que la forma más efectiva de reducir las desigualdades en salud es actuar sobre las condiciones sociales en las que la gente nace, crece, vive, trabaja y envejece. Es decir, los determinantes sociales de la salud.

Según la OMS, una acción eficaz exige políticas públicas que promuevan un adecuado crecimiento en la infancia, mayor calidad de la educación y la formación, un trabajo justo y seguro, calidad del hábitat, adecuada protección social e inclusión social, envejecimiento en condiciones de igualdad, comunidades cohesivas y sistemas universales de salud pública.
Fuente: Por Experiecia.com de CC.OO.

martes, 8 de abril de 2014

Seis ideas para aprovechar su tiempo libre si está desempleado

Si perdió su trabajo, recibió un paquete de indemnización, fue despedido o se ha aventurado al mundo desconocido del tiempo libre entre trabajos, quizás las primeras semanas de desempleo le parezcan tan aterradoras como liberadoras.

Los temores por el dinero y por encontrar el siguiente trabajo en algunos casos pueden estar precedidos por un suspiro de alivio temporal, especialmente si cuenta con varios meses de sueldo para sacarlo del apuro.

De repente tiene tiempo para ponerse al día, para comenzar a hacer esos ejercicios que ha estado posponiendo, dejar atrás años de falta de sueño, hasta de pasar más horas con la familia y amigos. "Si usted ha trabajado en márketing durante diez años y ahora toma un curso de finanzas con la esperanza de convertirse en un gerente de finanzas, no va a funcionar" Jorg Stermann, Kennedy Executive Search & Outplacement

Pero no se relaje por mucho tiempo. Una vez que el desempleo se extienda más allá de unas pocas semanas, tenga cuidado de no dejar pasar los días uno tras otro, como si se tratara de unas vacaciones prolongadas.

En algunos lugares, como en Estados Unidos, puede ser mucho más difícil encontrar un trabajo cuando se está desempleado, así que el control de las horas es crucial para optimizar su tiempo...

Use su tiempo libre entre las 9 y las 5 para tomar las acciones pertinentes para darse a conocer...

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jueves, 23 de enero de 2014

España destruye empleo por sexto año consecutivo y el paro supera el 26%

El desempleo baja en el cuarto trimestre de 2013 en apenas 8.400 personas, hasta los 5,89 millones. Se destruyen 65.000 puestos de trabajo en el periodo, según los datos de la EPA. Leer más en El País.

martes, 7 de enero de 2014

El fin de la fiebre fiscal. Por fin empezamos a hablar de cuestiones reales, como la desigualdad, y no de falsas crisis fiscales

En 2012, el presidente Obama, que no pierde la esperanza de que prevalezca la razón, predijo que su reelección acabaría por fin con la “fiebre” del Partido Republicano. No fue así.

Pero la intransigencia de la derecha no era el único trastorno que alteraba el cuerpo político estadounidense ese mismo año. También sufríamos de fiebre fiscal: la insistencia de prácticamente toda la clase dirigente política y mediática en que los déficits presupuestarios eran nuestro problema económico más urgente e importante, aun cuando el Gobierno federal podía tomar préstamos a tipos de interés increíblemente bajos. En vez de ocuparse del desempleo masivo y de la desigualdad creciente, Washington tenía la mirada puesta casi exclusivamente en la supuesta necesidad de recortar el gasto (lo cual agravaría la crisis del empleo) y desmantelar la red de asistencia social (lo cual agravaría la desigualdad).

Así que la buena noticia es que esa fiebre, a diferencia de la del Tea Party, se ha acabado por fin.

Es cierto que los cascarrabias fiscales todavía andan por ahí, y que aún reciben la veneración de algunos medios informativos. Como se señalaba recientemente en Columbia Journalism Review, muchos periodistas mantienen la costumbre de “referirse al recorte del déficit como un objetivo no ideológico, al tiempo que presentan otros puntos de vista como partidistas o politizados”. Pero los cascarrabias ya no son capaces de fijar los límites de la opinión respetable. Por ejemplo, cuando hace poco tiempo los sospechosos de rigor se abalanzaron sobre la senadora Elizabeth Warren por instar a ampliar la Seguridad Social, claramente terminaron por resaltar su talla.

¿Qué ha cambiado? Yo insinuaría que han ocurrido al menos cuatro cosas que han desacreditado la ideología de la reducción del déficit.

Primero, la premisa política detrás del “centrismo” —que los republicanos moderados estarían dispuestos a reconciliar sus diferencias con los demócratas en un Gran Pacto que combinase un aumento de los impuestos con un recorte del gasto— ya no es defendible. No hay republicanos moderados. Cuando se producen debates entre las alas Tea Party y no Tea Party del Partido Republicano, giran en torno a la estrategia política, y no a la esencia de la política.

Segundo, la combinación de una recaudación fiscal en aumento con un gasto en descenso ha provocado el hundimiento de los préstamos federales. En realidad esto es malo, porque la reducción prematura del déficit perjudica a nuestra aún débil economía; de hecho, seguramente ahora estaríamos cerca del pleno empleo de no ser por la austeridad fiscal sin precedentes de los últimos tres años. Pero el descenso del déficit ha socavado las tácticas de terror tan centrales para la causa “centrista”. Hasta los pronósticos a más largo plazo sobre la deuda federal ya no parecen alarmantes en absoluto.

Hablando de tácticas de terror, 2013 ha sido el año en que los periodistas y la gente por fin se han cansado de los chicos que gritan “¡que viene el lobo!”. Hubo una época en que la gente escuchaba embelesada los pronósticos de ruina fiscal; por ejemplo, cuando Erskine Bowles y Alan Simpson, copresidentes de la comisión de deuda de Obama, advertían de que era probable que en el plazo de dos años se produjese una grave crisis fiscal. Pero de eso hace casi tres años.

Por último, a lo largo del ejercicio 2013, el razonamiento intelectual que sostenía el pánico a la deuda se ha derrumbado. Por lo general, los debates técnicos entre economistas tienen relativamente poco impacto en la esfera política porque los políticos logran casi siempre encontrar expertos —o, en muchos casos, “expertos”— que les dicen lo que quieren oír. Pero lo ocurrido en el año que hemos dejado atrás puede haber sido una excepción.

Para los que lo echan de menos o lo han olvidado, durante varios años los cascarrabias fiscales tanto de Europa como de Estados Unidos se han apoyado en gran medida en un artículo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, dos economistas profundamente respetados, que proponen que la deuda del Estado tiene efectos seriamente negativos para el crecimiento si excede el 90% del PIB. Desde el primer momento, muchos economistas manifestaron sus dudas respecto a esa afirmación. En particular, parecía inmediatamente evidente que el crecimiento lento suele provocar un alto endeudamiento, y no viceversa, como con toda probabilidad ha sido el caso, por ejemplo, de Japón y de Italia. Pero, no obstante, en los círculos políticos la proclamación del 90% se convirtió en palabra divina.

Entonces, Thomas Herndon, un estudiante de posgrado de la Universidad de Massachusetts, reelaboró los datos y descubrió que el aparente abismo del 90% desaparecía cuando se corregía un error sin importancia y se añadían algunos datos más...
Leer todo en Paul Krugman El País.

lunes, 22 de julio de 2013

Fuga a Londres. Un viaje de ida, una maleta, un vuelo barato. Desde 2007, 100.000 españoles han huido a Reino Unido persiguiendo un empleo. Así es la odisea de nuestros emigrantes del siglo XXI en la capital británica.

El Bradley’s se encuentra ubicado en una callejuela que nace de Oxford Street, por donde un rickshaw cruza el asfalto en la noche. La madera pintada de un rojo vivo le confiere al local el aspecto típico de un pub anglosajón, y al otro lasdo del cristal los clientes beben en vasos de pinta. En el interior se ven carteles de corridas de toros y banderillas y banderas de España y un escudo del Barça. Por una escalera estrecha y oscura se desciende hasta otra estancia en la que la música se encuentra aún más alta, la luz más tenue y se respira la humedad de los cuerpos hacinados. Isabel Sánchez viste chaqueta vaquera y falda negra; lleva el pelo suelto y tiene el rostro duro de una aragonesa. Aprieta los labios mientras seca unos vasos al otro lado de la barra y unos ingleses le piden una ronda y sirve una decena de chupitos de Jägermeister que luego hunden los clientes en un vaso con Red Bull. Tiene 25 años. Sus últimos meses en España resumen el 55% de paro juvenil. Le salió algún evento como azafata. Y el verano pasado le ofrecieron un puesto en una discoteca. Poco más. Estudió una diplomatura de Relaciones Laborales. Ha seguido un par de cursos del INEM. Y decidió comprarse un billete de ida el día en que le pidieron hacer en inglés la entrevista de trabajo para una tienda de ropa de Zaragoza. Aterrizó en la ciudad el 19 de diciembre de 2012. “Sabía que pasaría las Navidades sola”, dice. Sobre su voz se oye un ritmo de bongos y crecen los aullidos de Mick Jagger y el diablo se presenta poco a poco y el tema de los Stones llena la sala cuando los ingleses estallan: “¡Please to meet you!”.

Bienvenidos a Londres, la capital de las oportunidades. Este es un viaje a uno de los rincones de Europa a los que huyen los españoles. Sobre todo jóvenes. La mayoría sin empleo. Donde un recién llegado “es como un puñetero recién nacido”, en palabras de un catalán con un año de bagaje. Una “ciudad de supervivientes”, según un politólogo que vivió otro par de años allí, en la que “no importa quién seas ni de dónde vengas; solo lo que vienes a hacer y las cartas con las que puedes negociar”. Un lugar en el que casi todos recuerdan cuándo aterrizaron.

Entre España y Londres se mueven 315 aviones a diario. Por delante de París (141) y Berlín (38)
El 8 de octubre de 2012, dice Jonathan Goya. Era lunes, un vuelo de EasyJet. Cerró el bar en quiebra que había montado en Coslada (Madrid). Y aterrizó con la intención de saldar los créditos impagados. Pasó mes y medio en casa de un amigo. Se pateó Londres sin una palabra de inglés. “Spain, crisis, corruption”, le decían al entregar currículos. Una conocida de su tierra le consiguió el primer empleo, un puesto de kitchen porter (lavaplatos) en el restaurante Pinchito, regentado por otro español que llegó en 1996. “No me avergüenzo, agradezco este trabajo”, dice Goya sentado en una de las mesas del local. Trabaja de lunes a sábado. Cobra 880 libras mensuales (1.000 euros). Y ahorra unas 350, que envía a casa regularmente en la maleta de algún conocido. Vive en la zona 3, a 13 kilómetros del centro; comparte habitación con una peluquera, come y cena en el Pinchito acompañado de una familia española (casi todos los empleados lo son). Estudia el idioma en una academia para personas con ingresos mínimos. Y continúa con sus entrenamientos de boxeo. Peleaba como amateur cuando abandonó España. Hace poco organizó un combate en la competición privada White Collar. El boxeador se lleva un porcentaje de la entrada. “Me partí la cara por 30 pounds”, resume la noche. Pero sonríe. Tiene 34 años. Dice que ha empezado a ver algo de luz. Y regresa al cubículo adonde le van llegando los platos sucios. En el neón sobre la fachada del restaurante se lee: “Tapas”. Más allá comienzan los rascacielos de la City bajo un cielo como una plancha de plomo.

Londres no es ni mejor ni peor destino que otros. Pero está a dos horas y media y conectado por una lluvia de vuelos (315 conexiones diarias con España, frente a las 141 de París y las 38 de Berlín, según AENA). Hay tradición de españoles. Uno siempre encuentra un colchón. Y demanda un ejército para el sector servicios. La odisea londinense no es un fenómeno reciente, pero quienes llevan tiempo allí hablan de un aluvión de dos años a esta parte. No hay cifras oficiales. Sí estimaciones. Para trabajar en Reino Unido hay que darse de alta en el National Insurance (servicio de empleo). En 2007 se inscribieron 11.840 españoles. En 2011, última cifra publicada, sumaron 30.000 nuevas altas. Casi tres veces más. El dato acumulado en cinco años roza las 97.000 altas. En 2013 se habrá cruzado la barrera de los 100.000. No todos encontraron empleo, y muchos se habrán vuelto. Pero el registro refleja una tendencia; es, digamos, una declaración de intenciones.
Imagen de la manifestación de expatriados organizada en Londres el 7 de abril con el lema ‘No nos vamos, nos echan’ / JORDI ADRIÀ

“Trabajo hay. Pero son los que no quieren hacer los ingleses”, había avisado el encargado español de un pub. Lo difícil es dar el siguiente paso. A media tarde llegamos a la coqueta Alloa Road, al sur del Támesis, donde apenas circulan coches entre las hileras de viviendas estrechas y alargadas, y una joven abre una puerta y nos guía a la cocina, y sirve un té para entrar en calor y ofrece unas pastas del súper Tesco. En este hogar de escaleras empinadas y enmoquetadas, en las que los listones de madera crujen bajo los pies, viven dos madrileñas de 26 años (y otras cuatro personas de distinta nacionalidad). Ambas, amigas desde el colegio, llegaron hace dos años. Encontraron un hueco en una tienda de Zara donde no pedían apenas inglés. Paola del Río estuvo allí un mes y ahora trabaja en una empresa que canaliza inversiones hacia territorios offshore. Digamos que ha cumplido los pasos para alcanzar ese segundo escalón y trabajar, más o menos, de lo suyo (estudió Recursos Humanos y un máster en Asesoría Fiscal). Lucía Navarro está en ello. Tras 14 meses en el local de Inditex, donde la mitad de los 50 empleados eran españoles, y de cursar un diploma en la London School of Marketing, y de cuatro meses de becaria en una organización benéfica, cuando hablamos con ella está a punto de empezar con contrato fijo en un puesto relacionado con sus estudios de Empresariales en esta organización. Dice que más de una vez ha querido volver a casa. Cada vez que lo intenta, su padre le quita la idea de la cabeza. Suena el timbre y llegan dos amigas que viven a la vuelta de la esquina. La tertulia del té prosigue:
–Es preferible quedarse aquí y trabajar medio explotado.
–Londres abre la mente.
–Yo creo que vamos a volver muy cualificados. Una generación muy fuerte.

Hay otras formas de decirlo. “La ciudad es como un puto animal, man”, cuenta Israel Jamal, de 34 años, un diseñador de ropa que se vio a punto de tirar la toalla cuando se rompió las dos muñecas montando en bicicleta. “Es una batalla. Si no estás preparado, te come. Está hecha para que te alimentes de comida rápida, para que no tengas seguridad en ti mismo, para que gastes y gastes. Como no te cuides, el animal te come. Mucha gente se pierde. Pero esta ciudad, si tienes un sueño, es tu motor”. Uno ha de fijarse un objetivo. Y tenerlo siempre en mente. Lo cuenta Óscar Pérez, un ingeniero industrial tinerfeño que reconoce cómo alguna vez se ha visto sepultado bajo cajas de zapatillas en la tienda Sport Zone de Oxford Street, y se ha preguntado: “¿Por qué vine?”.

Cuando acudimos a visitarlo al comercio, el encargado, de rasgos indios, lo contacta de malos modos por un walkie-talkie. Óscar aparece y basta una mirada reprobatoria para que el español regrese de un brinco al almacén. No está bien visto recibir visitas. Lo que contó, lo hizo luego, a la salida. Pérez apenas ha cotizado un par de años en España y en su relato las empresas quiebran o se queda a un paso de sacar una plaza pública. “Pensé en irme a Alemania. Pero preferí empezar por algo que conociera un poco”. Presentó su proyecto de fin de carrera en 2008. Era sobre energía fotovoltaica. En Londres debutó como vendedor de molinillos en Candem Town. Pasó por un catering. Y un bar. Repartió publicidad. Encontró su sitio en el local de deportes. Cuando lo entrevistamos, trabajaba cinco horas diarias. Cobraba un subsidio para cotizantes a tiempo parcial. El resto del día lo dedicaba a estudiar para examinarse del Advanced. “Me siento realizado entre comillas”, nos contó. “Porque tengo 34 años. Y no quiero pasarme la vida moviendo cajas”. Al poco del encuentro, dejó Londres. Le salió algo en España, nos contaron en la residencia en la que vivió durante un año. Un microcosmos español en una de las zonas más exclusivas de la ciudad.

Cuando llegamos allí, la calle Belsize Park Gardens duerme con el sueño algodonado de los suburbios ricos de Londres. No se ve una rendija en el cielo oscuro y el frío se cuela en la vieja mansión victoriana. El edificio es simétrico, blanco, de tres alturas, con relieves de yeso en la fachada. Una casa idéntica a las vecinas, levantadas a mediados del siglo XIX. No hay timbre, sino una cerradura electrónica. Al otro lado del recibidor, dejando atrás la recepción, se encuentra la sala de estar, donde se concentra ahora mismo el calor humano. Al adentrarnos en la estancia, de aspecto señorial, gruesos cortinones y una enorme chimenea, en el televisor acribillan a balazos a Don Vito Corleone y, mientras las naranjas ruedan por el asfalto neoyorquino en versión original, la luz de la pantalla se refleja en los rostros de veteranos y recién llegados. Hay una decena de españoles en los sofás. Un profesor de magisterio musical que toca la guitarra en la calle para redondear los números; y un socorrista de Benidorm que ahora vigila una piscina del Ayuntamiento por 6,19 libras la hora (el salario mínimo). Y ahí están María Leiva y Nerea Díez, de 19 y 20 años, en Londres desde hace una semana, haciendo planes para mañana. Al parecer, hay jornada de puertas abiertas en las oficinas de reclutamiento de la cadena de comida Prêt-à-Manger. Quieren madrugar para llegar las primeras; las colas de aspirantes suelen dar la vuelta a la manzana. O eso les han dicho.

Ángela García y Javier Lozano, sentados a su lado, nos guían hasta su dormitorio con lavabo de unos tres por cuatro metros. Han juntado las camas para crear el nido. Ella, diplomada en Magisterio Musical, estudió dos años de oposición para ser profesora de primaria en España y ahora cuida niños ingleses. Con su primer sueldo se compró un piano Casio, para no perder técnica. También imparte clases de música. Javier, exestudiante de Ingeniería Informática, se vino algo después y aquí sigue buscando empleo (poco después le salió un puesto de lavaplatos). Tienen 29 años, y cada cajón de una cómoda en la esquina contiene un universo. Desde calcetines hasta especias. Cocinan con ayuda de una kettle y una sandwichera de doble hueco para los platos a la plancha. Su nevera es la intemperie: sobre el marco de la ventana, en contacto con el cristal, se encuentran los productos perecederos: leche, yogures, fruta. De noche, los meten en bolsas y lo cuelgan hacia fuera, al modo de los pesos de un globo aerostático.

La residencia Belsize tiene capacidad para 135 personas. Solía alojar a funcionarios británicos. Hoy, el 60% de sus inquilinos son españoles. En cierta medida recuerda a un limbo o un purgatorio de almas sin empleo. Así lo cuenta Renato Rossi, un italiano de 40 años que dirige el lugar: “Este es el punto de partida. Un lugar desde el que puedes progresar. Aunque hay muchos que se quedan estancados aquí. O se vuelven. En cualquier caso, el patrón ha cambiado. Los españoles solían venir de vacaciones-estudio, pasaban aquí seis semanas, de fiesta. Ahora viene gente con educación, solidaria y humana, que no encuentra posibilidades de florecer en su país. Personas mayores. Pasan aquí un año o más. Es algo cercano a la inmigración; aunque ellos no se dan cuenta”.

Muchos españoles mantienen un acuerdo con la dirección para ahorrarse el alojamiento (unas 100 libras a la semana, desayuno y cena incluidos) a cambio de ayudar con el housekeeping. De noche, por ejemplo, hace guardia en la recepción Javier Orera, un zaragozano musculoso de 26 años. Mientras come patatas fritas, y sale a pedir silencio entre los compatriotas que fuman fuera, sigue un curso online de análisis de divisas. Para aprovechar las 20 horas a la semana que pasa ahí sentado. “No quería que se me derritiera el cerebro”. De día trabaja cocinando pollos en la cadena Nando’s desde que aterrizó hace casi dos años, tras acabar Empresariales, seguir un máster de Comercio Exterior y terminar unas prácticas. Asegura que ha llegado a tener picos de 80 horas de trabajo; 2.400 minutos a la semana entre pechugas. “Esta ciudad se encarga de echar a los débiles. A los que no soportan esto”, dice su novia, Nuria Fernández, de 28 años, los últimos tres aquí (se conocieron en Belsize). Con la carrera de Filología Inglesa y un máster de Formación de Profesorado, ha trabajado en pubs, restaurantes y en una guardería. Su objetivo, dicen, es volver a España con “un currículo tan lleno” que nadie pueda reclamar nada. Trabajar donde sea. Cuando se escriben estas líneas, se encuentran de regreso. Él, con un empleo en Barajas en una casa de cambio de divisas. Ella, de profesora de inglés en una academia y un colegio.
Entre los huéspedes hay una periodista que pide anonimato. Tras pasar por varios medios, Efe y TVE entre ellos, se vio a sí misma: “Sin nada, muerta del asco, tirada en el sofá, echando currículos y paseando a mi perra”. Solo le llamaron de una tienda china de ropa. Una broma. Por eso cogió el avión. Quizá no trabaje en lo suyo. Pero se paga los cursos de inglés del método Callan y el alojamiento, gracias a un empleo en un McDonald’s de una zona árabe en la que huele a humo de shishas y pasean mujeres con burkas y Nike. Allí son siete españoles trabajando. Más el gerente, Miguel Seoane, de 43 años. Llegó en 1994 a Londres y se ha convertido en un faro al que sus empleados escriben por WhatsApp pidiéndole consejo. Si alguien le dice que se ve demasiado inocente para lidiar con los mandos intermedios (la mayoría paquistaníes), responde: “Espérate cuatro meses”. Y también ha dicho: “No le cojas cariño a nadie porque se acaban yendo”. Mientras atraviesa el bullicioso local, comenta: “Londres te puede escupir. Pero también te puede acoger en su seno”. Luego, sentado en la oficina de la hamburguesería, mientras Carmen Rubiano, extremeña de 31 años, extécnico de realización, come un chicken sandwich antes de ir a limpiar un colegio (su segundo empleo), Seoane dice que no se ve como inmigrante. Prefiere “ciudadano europeo”. Daniel Santana, de 24 años, un grancanario que estudió un ciclo medio de Comercio antes de llegar aquí, responde: “Yo sí. Huí para buscarme otra vida mejor”.

En el caserón de Belsize, el desayuno se sirve a las siete. Una joven muestra el café y el zumo y el pan de molde, y dice un “Good morning” en el que se distingue el matiz del centro de la Península. Elena Cabello, de 27 años, de Toledo. A cambio de servir la primera comida, se ahorra el alojamiento. Trabajó un tiempo en La Caixa, enganchando contratos temporales. Y pronuncia con sorna: “Aquí estamos los del 85, la generación perdida”. Los hijos de la clase media y el milagro español. Tras el desayuno, Nerea, María y el sevillano Felipe García, de 18 años, otro recién llegado, se encuentran listos junto a la recepción. Salen en busca de empleo, y la calle les golpea con una bofetada. La zona residencial, muy cerca del zoo y de Regent’s Park, sigue durmiendo un sueño mullido, y un perro amigable sale a su encuentro y los acompaña casi hasta la puerta del restaurante Jamón Jamón, en el que trabajan un par de españolas. Enfrente se encuentra el metro. Un ascensor engulle a 30 personas trajeadas y se abre la puerta y los vomita en un túnel abovedado. En algún punto del viaje, Felipe repite una frase que alguien le dijo al llegar: “Aquí, o te mueves, o caducas”. El tren les deja en Victoria Station, donde se encuentran las oficinas de Prêt-à-Manger. Abren a las 9.00; son las 7.45 y en la puerta no hay nadie. Tras preguntar con dificultades a un par de personas, opinan que podrían ser los primeros. Muy pronto aparece otro con aspecto de español. Se miran de reojo. Daniel Flores, de 26 años, de Sevilla. En unos folios lleva escritas a mano las respuestas a la entrevista-formulario. Una chuleta. Llegan un par de personas más, pero eso será todo. La cola que da la vuelta a la manzana debió de ser un bulo. Y la jornada de puertas abiertas consiste en que te colocan frente a un ordenador y piden que respondas a cuestiones tipo: “Creo que disfrutaré trabajando en Prêt porque: a) Necesito dinero y un trabajo. b) Adoro trabajar con comida y de cara al cliente…”.

Entra en el local otro tipo de aire español; rondará los 50. Lo guían hasta una pieza acristalada, donde se lleva a cabo la entrevista cara a cara. A la salida, cuenta emocionado que le han dado el empleo. Su primer contrato en Londres. Se identifica como J. L. Prefiere no dar su nombre porque sigue cobrando el paro español. Es de Barcelona, de 51 años. Dejó su puesto en una fábrica de impresión de papel cuando las cosas pintaban feas y siguió los pasos de su cuñado, que llegó hace un par de años, tras una situación similar. Caminamos hacia el barrio de Pimlico, donde trabaja su familiar. Lo encontramos vestido con un mono y una gorra. Ángel Velázquez, de 54 años; se encarga de limpiar las zonas comunes de un bloque de ladrillos. A la puerta del edificio, se inclina para recoger unas jeringuillas sobre la acera. Es la hora del almuerzo, y ambos marchan a la casa que comparten cerca del río. Dos habitaciones, salón y cocina. Calientan un potaje de emigrantes que recuerda al cocido. Se muestran resentidos con España. “Que le den por culo”, dicen, por ejemplo. Planean quedarse hasta la jubilación. Lo han pasado mal. Velázquez llegó solo, con una mochila, un paraguas y un mapa de Londres, en 2011. Sin palabra de inglés. Pagó a una agencia para facilitarle el alojamiento y los trámites para encontrar empleo. No le sirvió de nada. Si ha salido adelante ha sido gracias a la oficina de inmigración y la comunidad hispana de la zona. Menciona a un gallego que emigró aquí hace años. Y a un ecuatoriano, Lenin. Y el bar Art of Tapas, cuyo dueño, de Bilbao, le pagó durante un tiempo a cambio de que abriera.

Al acabar los garbanzos, Velázquez nos guía hasta el bar. De camino, se encuentra con Albert, un barrendero municipal. Catalán. De 32 años. Llegado en 2012. Suelen compartir el café mañanero en el local del bilbaíno. Albert también habla de España como si fuera el infierno. “Ahí abajo”, suele referirse a su país de origen. Un tipo solitario con tanto tiempo de ocio (quiere ahorrar todo el dinero) que logró abrir un candado de combinación encontrado en la basura. Empezó de cero e hizo clic en el número 1.507. Ahora custodia una bici que ha ido componiendo con piezas abandonadas. “Ya no vuelvo. Quemé las naves. Estoy limpio de ahí abajo”, dice. Si uno pasea por la ciudad, quizá lo encuentre con la escoba entre el Buckingham Palace y el río; entre el Big Ben y Belgrave Street. Allí se despide, en la calle de la Bella Sepultura. (Reino Unido no es territorio Schengen)

lunes, 29 de abril de 2013

El paro que más quema

El desempleo supera el 44% entre los menores de 30 años
La evolución de la cifra pone en peligro a casi un millón de jóvenes con baja cualificación Mañana, lunes, una delegación de eurodiputados llegará a Madrid para examinar el plan de lucha contra el desempleo juvenil al que Europa va a destinar cerca de 1.000 millones de euros. Se encontrarán con una encuesta de población activa (EPA) recién salida del horno que dice que más de seis millones de españoles están en paro, más del 27% del conjunto de la población activa, unas cifras nunca vistas y que los analistas vaticinaban para finales de 2013.

También verán cómo el desempleo entre los menores de 25 años (el colectivo que les interesa) afecta ya a casi seis de cada diez, tras colocarse la tasa de paro en el 57,2%. Es un incremento superior a 30.200 personas sobre el trimestre anterior e ilustra una escalada que no encuentra freno desde 2007. España se ha situado a la cabeza del índice de desempleo juvenil, duplicando con creces la media de los 27 (el 23,2%) y poniendo en riesgo el futuro de una generación, según alerta repetidamente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“Estas cifras son un drama”, opina José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), “sobre todo el de los menores de 24 años, que están estudiando y se desaniman a buscar trabajo ante su inexistencia”. Pero también entre el colectivo de 25 a 29 años, cuya tasa de paro rondó el 36% en el primer trimestre de 2013, rozando los dos puntos de incremento sobre finales de 2012, como los menores. Son 1,8 millones de jóvenes parados en total, el 44,5% de la población activa menor de 30 años.

Los delegados del Parlamento Europeo se encontrarán también con un Gobierno que tiene pocas estadísticas positivas que exhibir. Los resultados de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016, aprobada el pasado 22 de febrero tras su escenificación con los agentes sociales, se traducen por el momento en que casi 20.500 jóvenes se han dado de alta como autónomos desde entonces, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

El secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA), Sebastián Reyna, mantiene que los únicos datos favorables que ha arrojado la EPA del primer trimestre son los trabajadores por cuenta propia sin asalariados que se han dado de alta, 22.000, muy probablemente animados por la tarifa única de 50 euros; y que coincide con los aportados por el ministerio de Fátima Báñez, que prevé poner en marcha unas 213.000 acciones en los cuatro años de duración de este plan, cuya dotación presupuestaria es de 3.500 millones de euros y que ha arrancado con 100 medidas.

La contundencia de Europa sobre la deuda es tal que no deja mucho margen de maniobra El ministerio podrá exponer las medidas, aunque le resultará muy difícil presentar evoluciones positivas ante la contundencia de los datos del desempleo, la reducción de la población activa y el desmesurado aumento que está apuntándose en los últimos seis meses el volumen de inactivos, que desisten en su empeño de buscar trabajo ante la desesperación de no encontrarlo: ya son cerca de 2,8 millones de menores de 30 años. Porque, pese a que la pelota esté en el tejado del Gobierno, la contundencia de las decisiones europeas sobre la relajación del pago de la deuda es tal que tampoco deja gran capacidad de maniobra. Al menos hasta que se celebren las elecciones alemanas de septiembre y la canciller Angela Merkel sea reelegida por unos votantes que no están dispuestos a pagar por los desequilibrios de otros países. Si así fuera, se relajaría la presión sobre el déficit, algo que podría dar un respiro a la inversión, opinan los expertos consultados.

Porque, incluso para quienes consideran apropiadas las acciones contenidas en el plan de lucha contra el desempleo juvenil, como Gayle Allard, profesora de economía de IE Business School, “es comparable a poner tiritas a un problema estructural”. “No hay economía que cree empleo sin crecimiento”, sostiene, en la esperanza de que a finales de 2013 empiecen a darse los primeros síntomas de que la economía se levanta. “No mucho, pero algo”, sostiene, consciente de que el consenso de los analistas prevé que el PIB caiga un 1,5% este año y la tasa de paro se sitúe en el 26,8%, que se ha rebasado en el primer trimestre del año y que solo podría recortarse si la población activa continuase cediendo terreno a pasos más agigantados que los actuales, ya de por sí elevados, según Herce. “Ojalá no supere el 27,5% a finales de año”, exclama el socio de AFI, que prevé que el desempleo entre menores de 25 años suba hasta el 60%.

Allard señala que con un aumento del PIB del 0,8% ya se puede generar trabajo, un objetivo quizás más alcanzable el año que viene, de concretarse las estimaciones recogidas por el panel de expertos que elabora la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que fijan el crecimiento medio del PIB en el 0,7%. El Gobierno espera un 0,5%

“Para resolver el problema del desempleo juvenil no se puede esperar más tiempo. Y las soluciones instrumentadas a corto plazo no sirven de nada. Tienen que ser a largo plazo, cuando tengamos crecimiento y haya una reforma seria de la educación que reequilibre el exceso de universitarios y la escasez de estudiantes de formación profesional, cuyas necesidades se van a duplicar en el futuro. Los jóvenes necesitan un plan de choque con fondos suficientes y que provoque efectos desde el principio. Tenemos que ser conscientes de la gravedad del problema, del peligro que corremos de que haya una generación perdida, de individuos que a los 30 o 40 años tengan trabajos precarios y malvivan dentro de una década”, opina Agustín del Valle, profesor de Economía de la Escuela de Organización Industrial (EOI).

En su opinión, los contratos con vinculación formativa, los contratos en prácticas o los de formación introducidos por la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven van en la buena dirección, pero no son suficientes. Algo que demuestra su escasa utilización. A falta de información del Ministerio de Empleo (que ha descartado facilitarla), empresas de trabajo temporal, como Adecco, los autónomos agrupados en UPTA o la empresa líder de búsqueda de empleo online, Infojobs, niegan que haya aumentado su utilización a la vista de sus propios datos.

Desmitificar algunos mantras

A Luis Garrido, catedrático de Sociología de la UNED, le gusta hablar con propiedad, como ideólogo de la EPA que fue en su día. E intentar desmontar mantras que se instalan en el imaginario popular. No cree que España vaya a tener una generación perdida, ya que las estratosféricas tasas de paro, que superan el 57% para los más jóvenes, apenas afectan a una quinta parte de quienes tienen menos de 25 años.
El segundo mito con el que trata de acabar Garrido es ese que se está extendiendo entre la población, preocupada por un éxodo masivo de jóvenes. Con los últimos datos disponibles, de los 114.400 que empezaron a vivir en otros países en 2012, tan solo 3.900 son españoles y están en edad de trabajar. Las salidas de españoles autóctonos en edad laboral han sido de 28.600 personas, y los retornos de 24.700. Los datos no muestran tal éxodo por ahora.
Lo que sí se comprueba, señala el catedrático, es que la edad de la juventud se prolonga, pues está en relación con el trabajo, el domicilio propio y la pareja; es decir, con la independencia. Según las estadísticas, son pocos, muy pocos, quienes viven fuera del hogar paterno, con lo que quizás fuese más aconsejable llevar el concepto de juventud adulta hasta los 34 años.
Garrido ha analizado a los jóvenes de entre 20 y 34 años. Y sus conclusiones son las siguientes. Aquellos de entre 20 y 24 años que trabajaban en 2000 se han reducido a la mitad. Entre este colectivo nunca hubo más de un 8% que dispusiese de casa propia y más de un 6% que tuviese casa y pareja. Los jóvenes de entre 25 y 29 años son otro cantar. Su ocupación ha bajado tanto en hombres como en mujeres (en menor proporción). Pero mientras que un 23% de ellos iniciaba 2000 con casa, hoy ya solo es un 21,5% quienes la poseen. También han bajado los jóvenes con pareja. Justo al contrario que en el caso de las mujeres, que han aprovechado la crisis para independizarse. Han pasado del 23% al 29% las que cuentan con casa y del 21% al 23% las que tienen también pareja. Una evolución que se acrecienta en el caso de las mujeres entre 30 y 34 años, de ellas, cerca del 60% trabaja (frente al 57% de 2000), mientras la ocupación de los hombres de esta franja ha caído, lo mismo que su posesión de domicilio propio y pareja, que para las féminas ha subido del 40% al 53% y del 35,8% al 46,4%.

Del Valle recuerda que en la crisis de los años ochenta, cuando los índices de paro eran similares a los actuales, también se habló de una generación perdida que el futuro no vio nacer. Pero esta crisis es más prolongada y ya ha destruido mucho más empleo, las dos terceras partes entre menores de 30 años, indica.

El colectivo joven es el más afectado por la crisis, con las tasas de actividad y empleo que más han caído y la tasa de paro que más ha crecido desde 2007, señala Carlos Martín, economista de Comisiones Obreras (CC OO). Sin embargo, desde su punto de vista, es más acuciante centrar las acciones y los fondos públicos en los colectivos más vulnerables para que el grado de desigualdad (en cuyo avance España se ha puesto a la cabeza europea) deje de aumentar. Y estas personas son las que cuentan con menos formación (especialmente mayores de 45 años), que corren el riesgo de convertirse en paro estructural. En el caso de los menores de 30 años, cerca de un millón de personas tienen un nivel de estudios bajo. Una cifra muy parecida constituyen los que engrosan el paro de larga duración en el primer trimestre del año. “Hay que definir un programa de recualificación para estos desempleados con urgencia”, defiende.

Martín critica al Gobierno porque cree que este ha impulsado la estrategia contra el paro juvenil porque Europa ha destinado fondos para evitar la escalada del desempleo que vive este colectivo en la UE. “El plan se ha montado para gastar ese dinero. Sin ningún estudio previo. El Ministerio de Empleo está perdido y lo demuestra aprobando un plan que incluye nada menos que cien medidas, que son meramente paliativas”, afirma.

En Comisiones Obreras están preocupados porque el dinero de las bonificaciones, “cuyo fin es proteger a los colectivos más vulnerables”, se destine a los menores de 30 años, que no lo son precisamente por su edad y su capacidad de remontar en el futuro. Algo en lo que coincide Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III.

Dolado hace un retrato de los menores de 30 años, un colectivo de siete millones de personas, de las cuales cuatro millones forman parte de la población activa y el resto son estudiantes (casi dos millones) y ninis, que ni estudian ni trabajan. De los cuatro millones que participan en el mercado laboral, explica, 2,2 millones conservan su empleo y 1,9 millones se han quedado sin trabajo desde 2007. “Y cerca de un millón de estos jóvenes apenas si cuentan con formación (no han acabado la etapa de secundaria obligatoria) porque dejaron sus estudios al calor del boom de la construcción de la primera década del siglo. Ellos son el verdadero problema. Ya que los formados protagonizarán un proceso de migración masiva que todavía no se refleja en las estadísticas. Los jóvenes con estudios básicos necesitan formación dual, no solamente formación, sino empleo asociado a formación para poder mejorar su cualificación al tiempo que disponen de unos pocos recursos”, afirma tajante. A sabiendas, eso sí, de lo costoso que es para las empresas contratar a aprendices.

No en vano, recientemente la CEOE recomendaba a sus empresarios que se abstuvieran de apuntarse al impulso que el Gobierno pretende dar a la formación dual por resultar muy cara su implantación para las compañías. El Ejecutivo tiene que incentivar a los empresarios en esta línea en lugar de hacerlo a través de las bonificaciones a la contratación, que se ha demostrado que son pan para hoy y hambre para mañana, opinan Dolado y Herce.

Combatir la dualidad laboral es una de las principales propuestas
“Es necesario flexibilizar la entrada a los programas educativos, especialmente la formación profesional, y diseñarlos sobre todo para las necesidades de este colectivo, con menor hábito de estudio, incrementar las prácticas, reconociendo la experiencia laboral...”, aboga Elisabet Motellón, profesora de Economía Laboral de la UOC.

El catedrático de la Universidad Carlos III considera que la solución al desempleo juvenil (que tradicionalmente ha duplicado la tasa general) es acabar con la dualidad del mercado laboral, uno de los objetivos de la reforma llevada a cabo en febrero del pasado año, que no se ha producido. Salvo si se mira la tasa de temporalidad, actualmente en el 22,12%, frente a porcentajes por encima del 35% en 2007. La crisis se ha cebado con los contratos temporales, mayoritariamente de jóvenes. Para ello propone, una vez descartado por el Gobierno el contrato único por considerarlo inconstitucional, la existencia de dos contratos, con indemnizaciones por despido crecientes en función de la antigüedad, uno para despidos procedentes y otro para improcedentes. Además de a través de una reforma de las prestaciones por desempleo, de manera que sean más generosas que en la actualidad (su cobertura ha pasado del 78,4% al 63,4% actual, según CC OO), pero duren menos tiempo, hasta año y medio en vez de dos años. “Justo lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno”, dice el catedrático.

Dolado no cree en la generación perdida, al igual que Allard. Son partidarios del éxodo de trabajadores bien formados (especialmente ingenieros) hacia otros países como salida para encontrar trabajo y mejor calidad de vida. Volverán a España con mayor experiencia y formación. Aunque no hay que olvidar, señala la profesora de Economía de IE, “que España ha formado a unos jóvenes que no pueden trabajar aquí, que no pueden independizarse ni formar hogares y ahorrar. Y el país lo va a pagar porque eso supone frenar el crecimiento económico futuro”. Pero no le sorprende porque “España lleva desperdiciando mucho tiempo a sus jóvenes por culpa de las rigideces del mercado laboral” y tampoco cree que haya cambiado nada (salvo los despidos) tras la última reforma laboral. Como tampoco se ha dado el salto a una economía de alta productividad.

La temporalidad y el abandono escolar, cree firmemente Agustín del Valle, son el origen del problema. Y donde se tiene que poner la solución que, desde luego, pasa por la inversión. “En economía no existe la palabra austeridad. Solo existen las políticas fiscales expansivas y contractivas”, zanja.
http://economia.elpais.com/economia/2013/04/26/actualidad/1367007035_296786.html

domingo, 4 de noviembre de 2012

La pobreza se cuela en clase. Los recortes y la crisis dañan las posibilidades de los alumnos con menos recursos. Los centros privados ceden estudiantes a los concertados y estos, a los públicos

El paro en la ciudad de Madrid es una enfermedad social de temperamento injusto: no solo ahoga a unos barrios más que a otros, sino que crece con más fuerza precisamente en los que peor están. En resumen, la crisis no solo está empobreciendo la capital, sino que ha aumentado la desigualdad entre ricos y pobres, reduciendo además la escala intermedia de grises. La tarea de los gobernantes es evitarlo, pero los datos constatan su fracaso. En diciembre tomaron posesión Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y Ana Botella como alcaldesa, ambos de Partido Popular. Medio año después, en mayo, el paro registrado en la capital había crecido un punto porcentual, del 13,1% al 14,14%; la diferencia entre los distritos con mayor o menor desempleo había aumentado 1,6 puntos porcentuales y, a nivel de barrio, en 2,5 puntos.

El Ayuntamiento repite que la tasa de desempleo de la capital (17,75%, según la Encuesta de Población Activa del primer trimestre) es inferior a la media regional (en 0,9 puntos) y nacional (en 6,7 puntos). Pero las medias son el instrumento perfecto para esconder la desigualdad. Así, mientras en algunos distritos, —como Chamberí, Retiro, Chamartín o Salamanca— la tasa es cinco o seis puntos inferior a la media regional y 11 o 12 menor que la nacional, en otros es superior. Es el caso de Puente de Vallecas, donde supera en 6,3 puntos la media regional, y medio punto la nacional. Pero también de Latina, Carabanchel, Usera, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas y Vicálvaro. Ocho de los 21 distritos de Madrid superan la media regional.

Por barrios, la desigualdad se acrecienta. En los más ricos —Vademarín, El Viso—, la media es inferior en 10 puntos a la regional y en 15 puntos a la nacional. En los más pobres, en cambio, las cifras son alarmantes: en Orcasur (Usera), la media es 9,6 puntos superior a la regional y 3,8 mayor que la nacional; en Entrevías (Puente de Vallecas), 10,3 y 4,5 puntos, respectivamente; en San Cristóbal (Villaverde), 12,2 y 6,4. En total, hay 44 barrios de 215 que superan la media regional, y ocho que rebasan la nacional.

Una de las consecuencias de la desigualdad se observa en las cifras de desahucios. De diciembre a mayo (ambos incluidos), se registraron 3.835 lanzamientos en la capital, según cifras judiciales, es decir, 1,18 por cada mil habitantes. El distrito más afectado fue Centro, con 607 en total y una tasa de 4,34 por cada mil habitantes. A partir de ahí, el mapa es muy similar al del desempleo: Villaverde (2,58), Puente de Vallecas (1,9), Carabanchel (1,8) y Usera (1,53) en un extremo; Hortaleza (0,26), Retiro (0,37), Fuencarral-El Pardo (0,48) y Salamanca (0,66) en el opuesto.

El líder municipal del Partido Socialista, Jaime Lissavetzky, denuncia que el Gobierno ha recortado este año un 15% los fondos para políticas activas de empleo, y la Comunidad otro 80%. El Ayuntamiento también ha reducido esa partida, pese a que Botella se comprometió a no hacerlo y el anterior alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, prometió que se crearían 150.000 empleos antes de 2015.

Muestra de estos recortes son los talleres de empleo municipales, que pasaron 23 a 17 este año, y de ellos, solo se están ejecutando la mitad. Además, se ha disparado un 19% el porcentaje de desempleados que provienen de la función pública, un 16% los del sector de la enseñanza y un 25% los de la sanidad y los servicios sociales.

Respecto a los desahucios, Lissavetzky apuesta por cerrar acuerdos con las entidades financieras para ofrecer como vivienda barata de alquiler aquellos pisos que son incapaces de poner en el mercado tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y añade: si se niegan, las Administraciones deberían obligar a las entidades que han recibido dinero público.
Foto del autor: flores en Marvao. Portugal.

lunes, 29 de octubre de 2012

Las patologías aumentan con el paro

Detrás de las cifras del paro hay personas. Vidas rotas de la noche a la mañana, sujetos que tratan de reponerse al aldabonazo que supone la pérdida repentina de un empleo que creían más o menos asegurado. Desempleo y precariedad van de la mano, pero quizás lo nuevo de la situación actual es que sin trabajo se quedan personas que creían que sus vidas laborales estaban más o menos bien orientadas. En paro aparecen nuevas problemáticas de salud, pero sobre todo se agravan las existentes.

Pedro llevaba 15 años trabajando como ingeniero para una empresa de capital público de la Generalitat valenciana. No era funcionario porque el régimen de contratación de esta empresa es laboral, pero daba por hecho que continuaría en un trabajo que le gustaba y en el que tenía gran experiencia: “Yo era el más antiguo del departamento. Quien explicaba a los nuevos lo que tenían que hacer. Me gustaba mi trabajo y la verdad es que no me imaginaba que iba a perderlo a mis 50 años”. La empresa hizo un ERE que afectó a la mayoría de los trabajadores y Pedro se vio en la calle. Para Pedro, que está empezando a experimentar los primeros síntomas del desempleo, lo peor es el desarraigo: “Yo vivo solo y mis compañeros de trabajo eran como mi segunda familia. Y, de repente, te tiran de ahí”. Pedro goza de buena salud, pero él mismo reconoce que durante todo ese estresante proceso incrementó la dosis diaria de tabaco: “Ahora estoy intentando fumar menos, pero sigo teniendo problemas para dormir”. Para sobrellevar la situación ha dejado de consumir: “Cuando estás en paro trabajas mucho más porque todo te lo has de hacer tú”. Más aquí.
Foto del autor, casa de campo de Máximo, cerca de La Nava de Santiago.

domingo, 28 de octubre de 2012

El desempleo en España supera por primera vez el 25%

El número de desempleados en España superó por primera vez el 25% desde el inicio de la crisis económica.

La cifra aumentó en 85.000 personas en el tercer trimestre del año, hasta alcanzar 5.778.100, un nuevo máximo histórico, y la tasa de desempleo subió 0,38 puntos y se situó en el 25,02 % de la población activa, según datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La economía de España se ha visto afectada por la recesión, mientras lucha por recuperarse de las consecuencias de la burbuja inmobiliaria.

La economía española retrocedió el 0,4% en el tercer trimestre de 2012 y continuó con su tendencia de contracción iniciada un año antes, según el informe trimestral económico del Banco de España. Fuente: BBC.

sábado, 6 de octubre de 2012

Mi hija emigró

Esta vez no voy a hablar de ciencia ni políticas de I+D; lo retomaré en el próximo post. Esta vez voy a hablar de lo que ocurre en mi casa, y que refleja lo que con toda seguridad está ocurriendo en muchos otros hogares, porque en el día de hoy la verdad es que no puedo pensar en otra cosa.

 Ayer me despedí de mi hija. Emigra en busca de un futuro que no ha podido encontrar en su país y que la sociedad, o sus padres, no le ha sabido dar. Es extraordinariamente frustrante para un padre ver marchar a sus hijos, pero mantenerlos a costa nuestra no es opción porque supondría llevarles a una situación en la que quedarán atrapados sin futuro.

 Vivir en el extranjero ni es nuevo para ella ni le intimida, porque en los últimos 5 años ha vivido y trabajado en Canadá, Francia e Inglaterra, pero entonces se trataba de mejorar sus cualificaciones profesionales. Ahora se trata de rebelarse contra quienes se refieren a su generación como la generación perdida.

Marchar le ha costado quedarse sin pareja, por lo que el llanto, apagado, que oía por la noche desde mi cama, se me hacía aún más amargo. Como muchos jóvenes de su edad, mi hija ha completado su formación profesional con el paso cambiado. En la primavera regresó a España con la intención de buscar un empleo en España, en lo que fuese pero a poder ser "de lo suyo".

Consiguió algunas entrevistas de trabajo, pero las condiciones siempre eran abusivas: salario de becario, 400 € al mes, para una persona con una licenciatura, un master, que domina cuatro idiomas y con experiencia laboral en el extranjero. Estos sueldos no le darían ni para comer ni para alquilar una habitación en las ciudades donde le ofertaban estos empleos. Tendría que tener una ayuda de sus padres, a lo que, por supuesto, estamos dispuestos. Pero ella no quiere seguir dependiendo de nosotros, con una ayuda que, de hecho, estaría subsidiando a los empresarios que abusan de nuestros jóvenes. 

Este verano han pasado por casa, para despedirse, muchos amigos suyos. Sus conversaciones siempre giraban en torno a lo mismo: la depresión de la crisis, los despidos o el miedo a ser despedido, los abusos de los empresarios que, aprovechándose de la crisis imponen condiciones leoninas, despidiendo a buena parte de la plantilla para que los "supervivientes" hagan el trabajo del resto, intimidados por la amenaza de ir a la calle. Me pareció que se sienten culpables y quizá -como a todos- algo de culpa les corresponde, pero no el peso excesivo que estamos cargando sobre ellos.

 En Mallorca, donde vivo, ha sido un año espectacular de turismo, con cifras récord de viajeros e ingresos. Un amigo que tiene un restaurante me dice que este verano ha hecho un 15 % más de caja. Sin embargo, muchas empresas del sector han despedido a buena parte de sus plantillas, de nuevo forzando al resto a asumir las tareas de los despedidos, aprovechándose del miedo a perder el empleo para aumentar sus márgenes de beneficios. ¿Es esto lo que ha conseguido la reforma laboral?.

 La mayor parte de sus amigos también emigraban, unos a Alemania -sin saber alemán pero cargados de ilusión y desparpajo; otros a Uruguay, para poder desenvolverse en español, otros a Canadá, Australia, Inglaterra, Noruega...

Estoy seguro de que muchos se han ido en condiciones mucho más difíciles que mi hija o sus amigos, o que incluso, queriendo hacerlo, no se hayan podido ir porque tengan dependientes a su cargo a quienes no puedan abandonar.

La emigración no es nueva en nuestro país, pero pensábamos haberla dejado atrás en el siglo XX y haberla cambiado por la movilidad internacional. Pensábamos que nuestros jóvenes se formaban y maduraban en un país moderno, avanzado, miembro destacado de la Unión Europea, con euros en su bolsillo, y pujando por entran en el G8 ante el asombro del mundo. Todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.

Como padre me siento inmensamente frustrado y fracasado. Los padres siempre anhelamos que nuestros hijos conozcan una vida mejor que la que nosotros tuvimos, y así ha sido al menos desde que la Guerra Civil nos hizo tocar fondo. Ochenta años después estamos cayendo en barrena en una involución económica y política que, ya lo escribía hace un año, amenazaba con arrastrarnos por el túnel del tiempo hacia la España de mi infancia en los años 1960, a la que ya estamos llegando en muchas cosas.

También me siento frustrado como formador de jóvenes científicos, aunque estos, estoy convencido, tienen un mejor futuro, porque el largo período de formación de investigadores, que se completa al final de treintena, supone que estos jóvenes, de la misma edad que mi hija, a quienes dirijo tesis de doctorado y master, seguirán progresando como científicos para -espero- completar esa formación cuando nuestro país haya salido del hondo agujero en que se encuentra. Sin embargo, para ellos no será fácil, y también habrán de ser duros y resistentes para salir adelante.

Pero no se trata de compartir mis sentimientos como padre ni como formador de jóvenes investigadores, sino de mis sentimientos como ciudadano español. ¿Qué futuro espera a una sociedad en la que sus jóvenes solo tienen la opción de desaparecer o amoldarse a condiciones laborales las más de las veces abusivas y requiriendo del subsidio de sus padres?...

Nadie pide perdón a nuestros jóvenes. Yo lo quiero hacer desde aquí, por la responsabilidad, quiero creer que poca, que me toca.

Acostumbrados a comulgar con rueda de molino, ya no nos da escalofríos saber que la cifra de desempleo entre nuestros jóvenes supera el 50 % (sin contar, claro está, con los que ya se han ido, que son multitud).

Mientras la Roja siga metiendo goles y Cristiano esté alegre seguiremos embotados y aceptando con resignación estos males que se nos han echado encima, sin que nadie asuma responsabilidades y nadie pida perdón...

Hay quien se felicita, estúpidamente, de que muchos seguimos en silencio, pero algo está cambiando. Ya no nos vale más de lo mismo, ya no nos aplacan con mentiras calculadas, engaños burdos, eufemismos y la cantinela de que lo que nos pasa es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos merecemos lo que pasa...

Deseo que mi hija y todos los que como ella se han ido a la emigración, sean felices y puedan en un futuro cercano regresar a su país para contribuir, con su capacidad, a nuestro futuro.

Me gustaría cerrar este texto recitando a mi hija, y a todos los jóvenes de su generación que, como ella han emigrado, el poema de José Agustín Goytosolo, Palabras para Julia; pero es mejor que lo escuchen cantado por Paco Ibáñez en su concierto en el Olympia de París. Por Carlos M. Duarte, Profesor de Investigación, CSIC, en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA). Fuente, 6 octubre 2012, Huffington Post.

viernes, 5 de octubre de 2012

Culpabilizar al pobre

La criminalización del parado como sospechoso de holgazanería cala en el discurso político

Con ese relato, los poderes buscan justificar el abandono a su suerte del más desfavorecido y neutralizar cualquier resistencia a las medidas de ajuste.

En España hay 1.737.000 hogares en los que todos sus miembros están en paro. / JON NAZCA (REUTERS)

La crisis se presenta como catástrofe pero también puede verse como estafa

Si es pobre, por algo será. Si le van mal las cosas, es que no se ha esforzado suficiente. Como una lluvia fina, el pensamiento que culpabiliza al pobre por ser pobre y al parado por no encontrar trabajo va calando en el discurso político. Es en realidad el reverso del ideario del liberalismo económico, que entroniza la figura del emprendedor como modelo social y sitúa la competitividad como motor de cualquier progreso. En fase de bonanza económica, especialmente si está basada en dinámicas especulativas, este ideario tiene una gran aceptación social porque siempre hay historias de éxito fulgurante que mostrar. Pero en tiempos de crisis, puede volverse fácilmente contra los pobres y los parados, a los que se presenta como sospechosos de holgazanería y culpables de haber malbaratado sus oportunidades.

Aunque pocas veces se expresa abiertamente, el desprecio por quienes necesitan ayudas públicas acaba aflorando. A veces de forma inoportuna, como le ha ocurrido al candidato republicano Mitt Romney. Sugerir que casi la mitad de los norteamericanos son parásitos sociales ha arruinado su carrera a la presidencia de Estados Unidos. Otras, de forma estridente, como cuando la diputada Andrea Fabra lanzó en el Congreso de los Diputados aquel burdo “que se jodan” en el momento en que se debatía recortar prestaciones a los parados. Y a veces sibilinamente, como cuando el diputado Josep Antoni Duran i Lleida afirmó que mientras los payeses catalanes lo pasan mal, en otras partes de España “hay campesinos que pueden quedarse en el bar de la plaza y continúan cobrando”.

Estas palabras no son inocentes. “El relato que se hace de lo que ocurre es determinante porque contribuye a construir el marco conceptual que servirá de referencia a la hora de valorar lo que ocurre”, explica Montserrat Ribas, profesora de la Universidad Pompeu Fabra y coordinadora del grupo de investigación sobre Estudios del Discurso. Si en ese relato se introduce la idea de que los parados y los pobres son parásitos, es presumible que cuando se decidan recortes en las prestaciones, estos no encuentren resistencia entre quienes no sufren esa situación.

El sociolingüista George Lakoff, autor del libro No pienses en un elefante, ha definido el papel de estos marcos conceptuales en la conformación de la opinión pública. Cuando la ideología conservadora, afirma Lakoff, utiliza por ejemplo la expresión “hay que aliviar la carga impositiva”, el marco conceptual en el que se inscribe implica una visión de los impuestos como algo que aprieta, que oprime a la sociedad. Del mismo modo, cuando Mitt Romney se refiere a “ese 47% de la población norteamericana que no paga impuestos y depende de las Ayudas del Estado”, que se siente “víctima” y se “cree con derecho a recibir atención médica, comida o vivienda”, está diciendo que ni es víctima ni tiene derecho a esas ayudas. Esa idea forma parte de un marco ideológico según el cual, cada uno ha de espabilarse y si alguien es pobre o fracasa, es por su culpa. Algo habrá hecho mal. En este marco conceptual, los poderes se sienten legitimados para abandonar a su suerte a los desfavorecidos.

Todo discurso político tiene un marco conceptual de referencia. También el de la crisis. Montserrat Ribas ha observado que el relato que se hace de la crisis está orientado a neutralizar cualquier resistencia a las medidas que se aplican. “El relato hegemónico presenta la crisis como una catástrofe natural, que ha ocurrido por una serie de fuerzas que no podemos controlar y que tiene consecuencias graves para todos. Como en las catástrofes, hay que resignarse, aceptar los sacrificios y colaborar para salir de ella”.

Con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera importante determinar cómo se reparten sus cargas... Leer más en El País.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Fuga de cerebros: Españoles suficientemente preparados que emigran por falta de oportunidades.

El exilio laboral ya es un hecho común
Más de 300.000 españoles se han ido al extranjero desde el inicio de la crisis, 15.000 de ellos a Cuba

A diferencia de la emigración de fines del siglo XIX y principios del XX, entre los nuevos exiliados predominan los jóvenes de 25 a 45 años, con un alto perfil profesional y universitario. Solo entre enero de 2011 y enero de 2012 la fuga de capital humano español en busca de mejores oportunidades de vida alcanza la suma de 100.000 personas. En Europa, Reino Unido, Italia y Francia son los países de acogida con más crecimiento de ciudadanos españoles. México, Estados Unidos y Brasil lideran el ranking del otro lado del Atlántico. Una mirada al mapa actual del exilio muestra dónde detectan los españoles oportunidades laborales fuera del país.

Encontrar trabajo: exilio laboral y fuga de cerebros
Numerosos estudios recientes sobre el exilio laboral muestran con claridad lo que ya es un fenómeno instalado desde la crisis. Algunos lo han llamado "fuga de cerebros", debido al perfil altamente cualificado de los emigrantes (sobre todo de las ramas de ingeniería, arquitectura o informática). Lo cierto es que desde el inicio de la crisis en 2008 hasta el cierre de 2011, ha habido un incremento superior al 25% de españoles mayores de edad que viven fuera, tal como se desprende del Censo Electoral de españoles residentes en el extranjero (CERA), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La alta tasa de paro y la perspectiva de su incremento de cara a 2012, sumados a la precariedad de las leyes laborales y el encarecimiento del coste de vida se postulan como los grandes causantes del fenómeno del éxodo.

Las oportunidades son variadas. Según algunos análisis, la panacea de ingenieros y constructores es Brasil, el tercer destino con más crecimiento (8,68% en el último año) del otro lado del Atlántico, tras Estados Unidos y México. Del mismo modo, algunas de las empresas más importantes de empleo anuncian la gestión de ofertas laborales en destinos como República Checa, donde la industria auxiliar automovilística demanda mano de obra cualificada. Pero además del crecimiento o las necesidades propias de los países de destino (el gigante del carnaval muestra una tasa media de aumento del PBI del 4% en los últimos años), la demanda de trabajadores en el exterior puede estar relacionada también con las empresas españolas, que muchos señalan como favoritas al buscar oportunidades laborales en el exilio. Y es que, con el advenimiento de la crisis, las empresas españolas se han focalizado cada vez más en mercados con mayor potencial de crecimiento. La actividad de las empresas del Ibex 35 genera más del 50% de su negocio fuera de España, un dato que revela un punto de partida interesante para quien se plantea buscar una salida al atolladero laboral fuera de casa.

Perfil de quienes salen del país para encontrar trabajo
El promedio de crecimiento de personas en el exterior entre enero de 2011 y el mismo mes de 2012 ha sido del 7,04% y ha alcanzado la cifra de 1.516.646 ciudadanos. A ello se suman las demandas de empleo en el extranjero: entre 2008 y fines de 2011, las demandas contabilizadas por las empresas de trabajo se han duplicado en número.

La mitad de los españoles que emigran elige Europa como destino, con Latinoamérica y Norteamérica en segundo lugar. Quienes optan por abandonar España son en su mayoría jóvenes entre 25 y 35 años, sin responsabilidades familiares y con una elevada cualificación.

Antes de la crisis, los puestos de trabajo que más cubrían los españoles en el extranjero estaban relacionados con la investigación, la medicina y la biología. Esta lista se ha ampliado de modo considerable e incluye a ingenieros, arquitectos e informáticos, que han perdido su empleo o que consideran que su trabajo será más valorado fuera del país.

Destinos más importantes donde se busca trabajo
El país en el que residen más españoles mayores de 18 años es Argentina, seguido por Francia, Venezuela y Alemania. En los años de crisis, ha sido significativo el incremento de la emigración a Cuba: más de 15.000 españoles han elegido este destino en busca de una oportunidad profesional. En el último año, el país con el incremento más significativo en Europa ha sido Reino Unido (7,22%) y en América, EE.UU., México y Brasil.

En general, los países que demandan trabajadores españoles se pueden ordenar en tres grandes grupos. Según los datos disponibles, la mayoría de las ofertas de trabajo en estos países no son para puestos eventuales, sino que contemplan contratos mínimos de uno a dos años de duración:

Los países europeos desarrollados, como Alemania, que sufre el progresivo envejecimiento de la población y no puede dar respuesta al crecimiento económico del país. Aquí se demandan jóvenes cualificados, sobre todo ingenieros y profesionales del sector IT, al igual que en los países escandinavos, en particular Noruega, que suma a sus necesidades perfiles técnicos como electricistas, fontaneros y carpinteros, con alto conocimiento de inglés.

El Reino Unido destaca por la demanda de personal sanitario para incorporar a sus hospitales y mano de obra para hostelería y el turismo en general.

Países de América Latina, como Argentina, Chile, México y, en especial, Brasil, que debido al rápido desarrollo que experimentan en la actualidad, requieren mano de obra cualificada en diversos sectores.

Brasil trabaja en una nueva política de inmigración que agilizará los trámites de contratación de personal cualificado y que gestionará estas incorporaciones a las empresas nacionales. Este país de Sudamérica destaca por su fuerte crecimiento, con una tasa media de aumento del PIB del 4% en los últimos años. A esto se suma el alto potencial de desarrollo que proyectan muchas infraestructuras por construir, la próxima organización del Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016. Un estudio reciente afirma que Brasil necesita casi doblar el número de ingenieros en el país, hasta una cifra de 1,1 millones en 2020. También ha anunciado nuevas políticas inmigratorias Argentina, que ha afirmado en medios locales un incremento en las consultas de españoles en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Los países emergentes de Europa del Este, como Polonia y la República Checa, también están en pleno desarrollo de sus infraestructuras y precisan encontrar perfiles técnicos, como arquitectos o ingenieros de obras públicas. Agencias

lunes, 13 de agosto de 2012

Los jueces ponen límites a los nuevos despidos basados en la última reforma laboral

...La reforma laboral aprobada el 10 de febrero fortaleció las posiciones empresariales en las regulaciones de empleo (despidos colectivos, suspensiones temporales de contratos y reducciones de salario y jornada). Ya no hace falta el permiso de la autoridad laboral, y el pacto con los sindicatos ha dejado de ser una condición casi imprescindible. Además, la caída de ingresos durante tres trimestres consecutivos justifica el despido objetivo (20 días por año trabajado). En definitiva, se facilita y abaratan las extinciones de contrato. Y esto fue una tentación grande para firmas como Tradisa. En cambio, para la Audiencia eso es “fraude de ley”, ya que “supone una manifiesta voluntad de sustraerse del procedimiento legal para beneficiarse de uno más flexible, lo que equivale a cambiar de árbitro y de reglas de juego en pleno partido”.

 Una queja histórica del empresariado español es que los tribunales deciden abrumadoramente en su contra en las querellas sobre despidos, pese a que desde 2000 la estadística sitúa entre el 30% y el 40% de fallos en su favor. Para atender esta demanda, las dos últimas reformas laborales han acotado el papel de los jueces. El Gobierno de Zapatero introdujo el concepto de “pérdidas razonables o previstas” como causa de despido objetivo y el de Rajoy la citada caída de ingresos. Pero la tutela judicial existe aún en materia laboral y los tribunales están empezando a señalar los límites que la nueva norma marca.

Situación de todo el grupo
 La primera frontera la señalaron los Tribunales Superiores de Justicia de Cataluña y Madrid en sendos despidos colectivos. En estas comunidades, las empresas DOPEC y Talleres A, respectivamente, rescindieron decenas de contratos alegando causas económicas. Los jueces anularon la decisión de las compañías, entre otras cosas, porque forman parte de un grupo empresarial y no sirve que se tome la situación económica solo de una compañía para justificar la aplicación de un ERE. Así, se exige que se tome en consideración —y, por tanto, se documente— a todo el grupo.

En el caso de Talleres A, el tribunal ha ido más allá, al apuntar que pese a que ya no es obligatorio el acuerdo entre las partes, sí que tiene que haber una negociación con voluntad de llegar a un pacto. Lo que de ratificarse por el Tribunal Supremo acabará elevando, de hecho, las indemnizaciones mínimas fijadas en la ley. “Quien se acerca a una mesa de consultas de un expediente de regulación con su posibilidad como única, no negocia ni efectúa concesiones, sino que se limita a cumplir formalmente con un trámite”, señala la sentencia, que abunda que tal actitud supone una negociación de mala fe...
Leer más en El País.

domingo, 12 de agosto de 2012

Sin empleo no hay futuro

El empleo es necesario para el desarrollo personal y profesional. Si la ministra de Empleo no esta convencida de ello, con poco éxito puede afrontar este problema y menos aún dar solución a la altísima tasa de desempleo.

 Los últimos datos del paro del pasado 2 de agosto habrían sido alentadores si no fuera por su carácter coyuntural y precario. Que el paro baje siempre es positivo, pero lo cierto es que el desempleo sigue subiendo desde aquel fatídico día de febrero del presente año en que el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó la contrarreforma laboral.

 Analizando los datos registrados en los Servicios Públicos de Empleo, la precariedad laboral va en aumento porque la temporalidad de los contratos va subiendo en detrimento de los contratos indefinidos. Cómo es posible que nadie en el Gobierno vea con claridad que todas las medidas tomadas hasta la fecha han sido un verdadero fracaso y que, por el contrario, están alimentando el desmantelamiento del Estado del bienestar para enriquecer a los más poderosos, privatizando todo.

 La reforma laboral de Rajoy, aparte de generar desempleo, desprotección social, desigualdad, precariedad y mucha inestabilidad social, deja a los trabajadores sin el paraguas de la protección socio-laboral que les garantiza un convenio colectivo justo. ¿En qué están pensando, señores del Gobierno? VICTORIO MARTÍNEZ ARMERO Móstoles, Madrid El País, cartas al Director, 9 AGO 2012

viernes, 10 de agosto de 2012

Báñez, la ministra de trabajo o la austeridad para los otros, no para los míos.

La ministra de Empleo, que bien podría denominarse de Desempleo, ha decidido que su personal de confianza y altos cargos del Ministerio no pueden perder su poder adquisitivo con la supresión de la paga de diciembre. Como siempre ocurre con los estafadores de la verdad, son pillados in fraganti. La ministra ha firmado su conformidad para que se habiliten recursos financieros para realizar dos pagas por trabajos extraordinarios, que se abonarán una ahora, en verano, y la otra en diciembre, por un valor de 1.500 euros cada una. Estos privilegiados cobrarán 3.000 euros entre las dos gratificaciones. ¿Me puede explicar la señora ministra qué funcionario cobra una paga en diciembre por un importe de 3.000 euros? No solo beneficia a sus paladines, sino que lo hace de forma generosa. ¿Cuál será la partida presupuestaria afectada?

Estos actos no son propios de una persona digna y decente, más bien parece que esté pagando favores por recibir y hacer públicos datos e informaciones que son de carácter confidencial.

 No creo que haya que darle una tercera oportunidad. Su cese debería ser inmediato. JAIME GUALLART Madrid, en cartas al Director de El País. 10 AGO 2012

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Qué ocurrió con "Fair Day's Pay for a Fair Day's Work" (un salario digno mediante un trabajo digno)?

"Nuestro país, dotado de recursos naturales ricos y de una población competente y trabajadora, debería ser capaz de encontrar formas y medios para asegurar a todo hombre y mujer físicamente capaz un salario digno mediante un trabajo digno." Franklin Delano Roosevelt, 1937

Millones de personas en los Estados Unidos a pesar de trabajar siguen siendo pobres. A continuación expongo ocho puntos que muestran por qué los Estados Unidos deben ocuparse de que el trabajo proporcione salarios que permitan vivir.

Uno: ¿Cuántas personas que trabajan siguen siendo pobres?
En el 2011, el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos registró al menos 10 millones de personas que seguían por debajo de la más bien poco realista línea oficial (en los Estados Unidos) de la pobreza: 1,5 millones más que la última vez que se estudió. La línea de la pobreza, en este país, es de 18.530 dólares para una madre con dos hijos. Desde 2007 el número de pobres trabajadores ha estado aumentando. Alrededor de un 7 por ciento del total de trabajadores y un 4 por ciento del total de trabajadores a tiempo completo reciben salarios que le dejan por debajo de la línea de la pobreza.

Dos: ¿Qué tipo de trabajo desempeñan los trabajadores pobres?
Un tercio de los trabajadores pobres, más de 3 millones de personas, trabaja en el sector servicios. Sin embargo, también existen trabajadores pobres en otros sectores: el 16 por ciento en el sector ganadero, 11 por ciento en la construcción y otro11 por ciento en ventas.

Tres: ¿Qué tipo de trabajadores tienen más probabilidades de ser pobres a pesar de su trabajo?
Las mujeres trabajadoras tienen más probabilidades de ser pobres que los hombres. Los trabajadores afroamericanos y los hispanos tienen alrededor del doble de probabilidades de ser pobres que los blancos. Los titulados universitarios sufren una tasa de pobreza del 2 por ciento mientras que los trabajadores sin graduado escolar sufren una tasa de pobreza diez veces superior: el 20 por ciento.

Cuatro: ¿Qué beneficios poseen los trabajadores con salarios bajos?
El diez por ciento de los trabajadores estadounidenses gana 8,5 dólares o menos a la hora, según el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Alrededor del 12 por ciento disfruta de seguro sanitario y sobre el 12 por ciento recibirá una pensión de jubilación. Más o menos uno de cada cuatro recibe permiso de baja cobrando su salario y menos de la mitad disfruta de vacaciones.

Cinco: ¿Qué derechos tienen los trabajadores pobres?
La mayoría de los trabajadores tienen derecho a ganar al menos el salario mínimo federal de 7,5 dólares la hora. Los empleados que obtienen propinas se supone que deben recibir del patrón al menos 2,13 dólares cada hora y, en caso de que el empleado no gane lo suficiente en propinas para alcanzar los 7,5 dólares del salario mínimo, el patrón está obligado a suministrar la diferencia. Las personas que trabajan más de 40 horas a la semana tienen derecho a cobrar entre una y una y media veces más su paga regular por cada hora extra.

Seis: ¿Qué ocurre con el salario robado a los trabajadores pobres?
A muchos trabajadores con salarios bajos los patrones les roban parte de sus ganancias. Varios ejemplos incluyen no pagarles el salario mínimo completo, no pagarles el tiempo extra requerido, confiscar propinas a los trabajadores que las ganan, o clasificar de forma fraudulenta a los empleados como trabajadores independientes. Un estudio sobre más de 4.000 trabajadores con salarios bajos en Chicago, Los Ángeles y Nueva York, llevado a cabo por investigadores de universidad y de instituciones sin ánimo de lucro mostró que al 26 por ciento de los trabajadores se les había pagado menos del salario mínimo la semana anterior, a la mayoría se les pagaba más de un dólar menos de lo que les correspondía la hora, un número significativo de ellos había trabajado horas extra la semana anterior y no se les pagaba el correspondiente legal a las horas extra, a muchos se les exigía llegar antes o abandonar su trabajo después de la hora oficial y no se les pagaba por ello, a casi un tercio de los trabajadores que reciben propinas no se les pagaba el salario mínimo, y a más de uno de cada diez de los trabajadores con propinas el patrón o el supervisor les requisaba parte de estas.

Siete: ¿Cuál es el salario que alcanza para vivir en los Estados Unidos?
El doctor Amy Glasmeier de la Universidad de Penn State ha creado un "calculador de salario que alcanza para vivir" que estima el salario por hora necesario para pagar el coste de vida en familias de salarios bajos en los Estados Unidos. Clasifica el coste de vida por estados y localidades en todo el país. En Nueva Orleans, una madre con un único hijo necesita ganar 17,52 dólares para pagar sus necesidades. En Nueva York, la misma madre con un hijo debería ganar 19,66 para satisfacer el mismo fin. Si calculamos de forma realista el número de personas que trabajan y no ganan un salario suficiente para cubrir sus necesidades, el número de trabajadores pobres en los Estados Unidos se dispara a varias decenas de millones.

Ocho: ¿Qué ocurre con los trabajos de los desempleados y subempleados?
El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos estimó recientemente que 13 millones de personas carecían de empleo. Otros 8 millones trabajaban a tiempo parcial pero preferían un trabajo a tiempo completo. Aún hay más millones de personas que no trabajan y no se ven reflejadas en esos números porque llevan sin empleo demasiado tiempo.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad Northeasten halló que en las familias más pobres el desempleo alcanza el 31 por ciento. El subempleo también resulta un grave problema en las familias pobres, con más del 20 por ciento de esos trabajadores que dicen trabajar a tiempo parcial pero preferir un trabajo a tiempo completo.

Podemos hacer mucho más. No podemos decir que nuestro país valora el trabajo y no hacer nada al respecto.

Si los Estados Unidos verdaderamente valoran el trabajo, debemos ayudar a los millones de hermanas y hermanos que reciben salarios bajos. Los pasos necesarios incluyen: incrementar el salario mínimo a un salario que permita cubrir necesidades; proteger a los trabajadores de los robos a que están constantemente sometidos; facilitar que los trabajadores se organicen; y crear puestos de trabajo, puestos públicos si es necesario, para que cualquiera que quiera trabajar lo pueda hacer. Muchas personas ya están trabajando en estos temas.

Aquel interesado en leer más sobre este tema, visite las páginas de Interfaith Worker Justice, the National Employment Law Project, and the National Jobs for All Coalition.

Bill Quigley es professor en la Loyola University New Orleans, es director asociado en el Center for Constitutional Rights y colabora con el Institute for Justice and Democracy in Haiti. También contribuye en Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion , proveniente de AK Press
Trabajo y pobreza en los Estados Unidos Bill Quigley, Sin Permiso. Traducción para www.sinpermiso.info : Vicente Abella. Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4693