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miércoles, 2 de agosto de 2017

España es el paraíso (Más bien el infierno) de los trabajadores pobres (empobrecidos)

Jose A. Llosa
Ctxt

Jóvenes, mujeres, mayores de 45 años y autónomos sufren especialmente la precariedad laboral, que anula las tradicionales funciones del trabajo: seguridad, bienestar, dignidad, salud y ciudadanía

Sucede que al hablar de “juego estadístico” contamos con dos partículas: la primera es el juego, y no conviene olvidar que jugar, en último término, es un ejercicio de manipulación; la segunda es la estadística, la autoproclamada diosa de la nueva era social. La unión del juego y la estadística tiende a confluir en discurso político. Así, resulta escalofriante la cualidad legitimadora de los porcentajes cuando simplemente se descontextualizan. No es necesario más que situar el foco sobre un par de datos convenientes de la Encuesta de Población Activa para envolver en rigor científico lo que en realidad acaba siendo una mirada simplista, sesgada y posiblemente malintencionada de la realidad del trabajo.

El reciente hincapié sobre el descenso del desempleo en España sirve como ejemplo. Todo un discurso de recuperación económica sustentado sobre una tasa de paro, un indicador que viene rondando el 18%, que efectivamente desciende respecto a los datos cercanos al 25% de los últimos años, pero que duplica con holgura la media europea, situada en el 8,5% en 2016. Hacer discurso de un dato pésimo parece un juego peligroso, máxime cuando, tal y como indican los últimos datos de FOESSA, el 70% de familias españolas no ha percibido ninguna clase de mejoría respecto a su situación durante la crisis.

En una mesa redonda en la que tuve la suerte de participar recientemente, el profesor Josep M. Blanch afirmaba que los occidentales seguimos pensando como trabajadores fordistas aunque estemos trabajando en precario.
Trabajo líquido, casi gaseoso, frente al sólido trabajo de antaño. Un millennial, continuaba argumentando, maltrabaja hoy en condiciones de perpetua flexibilidad sin mayor inquietud, pero, si se le pregunta por su futuro a diez años vista, describirá el trabajo estable y asentado propio del Estado del bienestar. Tras el discurso de la recuperación en torno al empleo está la ilusión de rebobinado al mercado de trabajo estable, lo que ya es animal mitológico. El problema es que, mientras despertamos de la ensoñación, los derechos laborales están siendo triturados en un agresivo proceso de desregulación de las condiciones de trabajo. Y esto también nos lo muestran las cifras. Las cifras, las mismas que sirven para dar las buenas noticias por el incremento de la ocupación, muestran que el trabajo temporal alcanza cifras históricas con una tasa del 26,1% (tasa anual de 2016), la más alta desde 2008. Aquí la tendencia sí está clara: más del 90% de los nuevos contratos firmados en España son temporales.

No es necesario realizar un análisis especialmente profundo para concluir que, tras ese descenso en picado del mercado de trabajo, la recomposición no tiene como finalidad volver al estatus anterior, no es “el retorno al Sueño Americano” que promete Trump, sino que tiene como destino la precarización. La crisis ha servido de estrategia para amparar una nueva reconversión del mundo laboral, una más, en este caso diseñada bajo el dogma del empleo de mala calidad y la precariedad normalizada. Y la cara más extrema de estos nuevos modos de operar se encuentra en los trabajadores pobres: población ocupada que vive por debajo del umbral estandarizado de pobreza. Familias que, pese a contar con puestos de trabajo, sufren una situación económica extrema. En España nos situamos también a la cabeza en esta cuestión, con un 13,1% de trabajadores pobres; únicamente por detrás de Grecia y Rumanía, y alejados de la media de la Unión Europea.

Más allá de los fríos números, la cruda realidad nos presenta a cuatro grupos principalmente afectados por el trabajo en pobreza.

1. En primer lugar, los jóvenes como termómetro perpetuo de la incipiente precariedad. Los analistas europeos contemplan perplejos la alta edad de emancipación de los jóvenes españoles, mientras realmente nadie se está preguntando por las implicaciones de diversa índole que esta situación va a generar en un futuro inmediato. Ante la escasa cantidad y calidad de ofertas de trabajo, seguir viviendo en casa de los padres se convierte en la única salida para evitar, en muchos casos, entrar en procesos de exclusión. Eso aquí se sabe bien.

2. El segundo caso, también relacionado con la edad, es el denominado “edadismo”: personas mayores de 45 años que han perdido su trabajo a raíz de la crisis y descubren lo fatídico del reenganche al mundo laboral.
La recuperación del empleo no pasa por el retorno al estatus perdido; tras la Reforma Laboral de 2012, las nuevas oportunidades laborales se dibujan en el mundo de la precariedad. El sociólogo Robert Castel se refería a este reenganche como “la desestabilización de los estables”. Lo terrible es que este proceso es una condena vitalicia. Al mermar la posibilidad de nuevas oportunidades laborales por encima de los 45 años, y especialmente por encima de los 55, la salida tras el agotamiento de las insuficientes prestaciones por desempleo pasa por el acceso a pensiones no contributivas, lo que penaliza sustancialmente la cuantía de la jubilación, condicionando el resto de la trayectoria vital en la vejez. En España, cabe recordar que más del 50% de los parados supera los 40 años, fenómeno que se entrelaza con el edadismo y que da lugar a una situación dramática. No sólo en lo económico, también en el plano psicológico, pues hablamos de edades de importantes cargas familiares, que al menos en lo material no se pueden satisfacer. En estos días, Netflix estrena la segunda temporada de F is for Family, una serie de animación que narra el desempleo en personas de mediana edad como consecuencia de la crisis del petróleo. El momento de ese retrato venido desde los 70 parece especialmente pertinente, porque expone los procesos de reevaluación personal repetidos en cada crisis. Sin embargo, la crisis actual tiene sus propias reglas: la individualidad se ha apoderado del modo de vida y, con los sindicatos arrinconados, al trabajador actual se le ha convencido de que la incapacidad de encontrar un trabajo digno queda bajo su responsabilidad. Su fracaso. Quizá por no estar lo suficientemente formado. O por estar formado hasta el absurdo y entonces no disponer de las competencias adecuadas, lo cual es difícil de controlar. O simplemente por no compartir los valores de las organizaciones, y esto ya no hay quien lo controle. La desazón de no lograr satisfacer el rol que cada uno se impone acarrea en último término un proceso existencial con el que es difícil lidiar, y de ahí emerge el alcoholismo, el consumo abusivo de psicofármacos, y, como recuerda Ángeles Maestro en Salud mental y capitalismo (Cisma Editorial, 2017), los suicidios en las vías ferroviarias de Madrid de los que nadie habla.

3. Por otro lado está el caso de las mujeres,
que tampoco se libran de trabajar en pobreza. Trabajadoras o no, sufren el complejo proceso de la feminización de la pobreza. Centrándonos en el plano laboral, sabemos que las mujeres son protagonistas de las jornadas laborales más insólitas, a fin de combinar el trabajo fuera de casa y las tareas domésticas y de cuidado. El caso de la jornada parcial en España es un buen ejemplo de esto: el número de mujeres triplica al de hombres. Lo más alarmante es que los hombres que trabajan en este tipo de jornada de manera voluntaria lo hacen para mejorar su formación, mientras que las mujeres lo hacen por motivos relacionados con el cuidado de familiares. Emerge, una vez más, la muestra de que la pobreza en el trabajo está vinculada de manera íntima a los procesos familiares patriarcales, y que, en España, la nula política familiar desarrollada y destinada a ofrecer apoyo lleva a situaciones tan absurdas como que tener hijos se pueda convertir en factor de pobreza para una familia.

4. Por último, nos encontramos con los (llamémosles así) emprendedores. 
Uno ya no sabe cómo llamar a los autónomos entre la colección de neolenguaje que se ha dibujado para impulsar de manera fraudulenta el mercado de trabajo. La figura del emprendedor se ha presentado como el héroe del nuevo milenio, apoyado en sus primeros pasos, claro está, por el Estado, que entiende el mercado de trabajo como un juego de dominó en el que, impulsando la primera pieza, la del emprendedor, se logrará activar el resto a continuación. Un mecanismo infalible… Pero no comprender, o no querer hacerlo, que el problema de lo laboral es estructural hace que el empujón al emprendedor sea un empujón al vacío. La realidad tras el neolenguaje del emprendedurismo muestra el autoempleo como último recurso del que no logra reengancharse. Así, los trabajadores autónomos tienden a terminar sin nada y con deudas, reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo como grupo vulnerable al tender a “carecer de protección social y de redes de seguridad para protegerse frente al descenso de la demanda económica”, y siendo a menudo “incapaces de generar suficiente ahorro para mantenerse a sí mismos y a sus familias en épocas de crisis”.

En último término, lo amplio de los grupos vulnerables descritos para el riesgo de convertirse en trabajadores pobres indica dos cosas:
1. que prácticamente cualquier trabajador puede terminar siendo trabajador pobre, y
2. que nos encontramos ante una problemática integral y estructural.

Integral en la medida en la que afecta a la persona a todos los niveles: económico, social, familiar, pero también físico y psicológico. Si el éxito del ciudadano pasa por desarrollar una actividad laboral, pero su desarrollo no le impide salir del riesgo de exclusión social, el mensaje contradictorio que se fragua en cada trabajador pobre concluye en un evidente y marcado deterioro de su salud psicológica. La premisa de que el trabajo proporciona una buena salud mental, mientras que el desempleo se asocia a la depresión y a otros trastornos psicológicos pierde el sentido en este caso. Los datos no dejan lugar a dudas: la salud psicológica de los trabajadores pobres es tan mala como la de las personas en situación de desempleo, y siempre claramente peor a la del resto de trabajadores. Miguel Laparra expone, de forma tan brillante como dura, la implicación integral del fenómeno cuando afirma que “el fenómeno de los trabajadores pobres es especialmente llamativo por poner en cuestión algunos de los valores más básicos de sociedades que se pretenden meritocráticas”.

En definitiva, la existencia de trabajadores pobres evidencia que algo funciona mal en la sociedad actual y pone de manifiesto que han quedado anuladas las tradicionales funciones del trabajo: económicas, de seguridad, de bienestar, de dignidad, de salud mental, y de ciudadanía. Por todo ello, es preciso dejar a un lado la obsesión con las cifras de desempleo, pues no son más que una cortina de humo que nos impide acudir al verdadero problema: la penosa calidad del empleo generado.

Jose A. Llosa. Equipo de investigación Workforall, Universidad de Oviedo.

Fuente:
http://ctxt.es/es/20170719/Politica/14094/Trabajo-pobreza-mujeres-jovenes-autonomos-CTXT.htm

lunes, 17 de julio de 2017

La desigualdad de la riqueza se ha doblado en 12 años. Las deudas ahogan a los hogares empobrecidos

La quinta edición de la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España confirma un reforzamiento de la desigualdad en el reparto de la riqueza: desde 2011 sólo los más ricos han incrementado su patrimonio, siendo el tramo de hogares pobres el que más ha perdido, hasta el punto de que sus deudas superan por primera vez a sus activos.

La Encuesta Financiera de las Familias (EFF) es la fuente más consistente para conocer la distribución de la riqueza en España[1]. En enero de 2017 se ha publicado la última edición de la Encuesta, con datos del año 2014; llama la atención el silencio mediático respecto a los efectos catastróficos, en términos de desposesión y endeudamiento, que la crisis ha tenido para los hogares más pobres. Aquí presentamos algunos de los más relevantes.

La riqueza se distribuye con mucha más desigualdad que la renta[2]
Si distribuimos el total de hogares en cuatro tramos (cuartiles, el 25% de los hogares) del mismo tamaño, de menos a más patrimonio, y comparamos su volumen medio de riqueza con la renta media obtenida por esos mismos hogares en 2014, se constata que el reparto de la riqueza (todo el patrimonio acumulado por los hogares a lo largo de su trayectoria) es mucho más asimétrico que el de la renta. Esto resulta especialmente evidente entre el cuartil más rico y el más pobre: el primero con un patrimonio medio de 728.000 euros y el segundo con uno negativo de 1.300 euros (es decir, sus deudas son mayores que sus activos y propiedades).

La renta (los ingresos obtenidos a lo largo del año) se distribuye también con desigualdad, pero en este caso las diferencias son menores. El cuartil más rico –que concentra el 74% de la riqueza- se apropia del 42% de la renta anual y el más pobre –cuyo patrimonio medio es negativo- obtiene el 16% de la renta del conjunto de los hogares. En una posición intermedia se sitúan los otros dos cuartiles, que obtienen el 18 y el 8% de la riqueza y el 23 y 19% de la renta, respectivamente (ver Gráfico 1).

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https://barometrosocial.es/archivos/1392

viernes, 14 de julio de 2017

Entrevista al sociólogo Rubén Juste, autor de “Ibex 35. Una historia herética del poder en España” (Capitán Swing) IBEX 35: el gobierno de los grandes negocios

En 2016 la multinacional petrolera Repsol obtuvo unos beneficios netos de 1.736 millones de euros, el resultado más brillante del último cuatrienio. Los ingresos de los próceres de la entidad caminaron por la misma senda. El consejero delegado, Josu Jon Imaz, percibió 2,9 millones de euros; el presidente de Repsol, Antonio Brufau, 2,75 millones de euros y los miembros del consejo de administración de la petrolera se repartieron 12,75 millones de euros. Repsol es un ejemplo de esplendor en el IBEX 35 (índice de referencia en la bolsa española). Otro es el Banco Santander, que en el primer trimestre de 2017 alcanzó unos beneficios netos de 1.867 millones de euros, un 14% más que en los tres primeros meses de 2016. Las remuneraciones de la cúpula directiva son tan pingües como las de la entidad financiera. La presidenta, Ana Botín, percibió 7,37 millones de euros en 2016; el sueldo del vicepresidente, Rodrigo Echenique, se situó en 3,8 millones de euros, y el consejo de administración obtuvo retribuciones por un valor de 25,8 millones de euros.

El sociólogo Rubén Juste (Toledo, 1985) revela las vías por las que acumularon poder, los entresijos, las conexiones con la política y el modo de operar de las empresas del IBEX 35, cuyo valor en bolsa representa el 50% del PIB español, pero sólo pagan el 7% del total de los impuestos. En el libro “IBEX 35. Una historia herética del poder en España” (Capitán Swing), este sociólogo que realizó su tesis doctoral sobre las “puertas giratorias” explica en detalle los orígenes del “selectivo” en 1992, el peso del sector público en el impulso inicial, la orientación que imprimieron a los grandes negocios los gobiernos de Felipe González y Aznar, y aspectos como el aterrizaje de las corporaciones españolas en América Latina, convertida en un “centro importantísimo para la apropiación de excedentes”. Ruben Juste ha pasado los últimos años indagando entre los papeles de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y otras instituciones, con el fin de pergeñar un libro de cerca de 300 páginas que caracteriza lo que Podemos llama “La Trama”. De hecho, “en las moradas del IBEX habitan las cinco mayores fortunas de España”, resume el sociólogo.

-El año 1992 no sólo fue el de la Exposición Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona. El 14 de enero de ese año nació el índice bursátil IBEX 35. Mencionas a 35 consejeros que proceden del Estado franquista. ¿Puede hablarse de un hilo de continuidad con las oligarquías de la dictadura? ¿Qué importancia tienen estos viejos apellidos en el IBEX de 2017?
Mil novecientos noventa y dos, como digo, es el año en que se prueban alianzas heterodoxas. Un símbolo claro es el del ex ministro de Economía, Miguel Boyer, que ese enero de 1992 posaba en la revista Hola mostrando su mansión y su familia junto a Isabel Preysler. Ese matrimonio, como símbolo de la beautiful people del PSOE, mostraba que las alianzas entre las viejas élites de la dictadura y los cuadros del partido socialista estaban de moda. Además, está el hecho de que Boyer ese año estuviera en la nómina de las Koplowitz, como consejero de Focsa. Casualmente, una empresa que se había llevado el 30% de la obra pública de las Olimpiadas, aunque no fuera la empresa más grande en ese momento.

Esas Olimpiadas son un ejemplo claro del transformismo que logra el PSOE con las viejas élites franquistas, a las que ponen en forma de cara a la incorporación al mercado único. La puesta en forma pasaba por reformular sus dominios clásicos: la banca y la industria. El partido socialista puso en forma al Banco Santander, al Banco Bilbao, al Central, pero no desbancó a sus dirigentes. Más bien, como ilustro en el caso de Banesto y Conde, el PSOE mostraba una cierta predilección por un núcleo asociado al OPUS y que hundía sus garras en el desarrollismo franquista. Era el núcleo de los tres “súper López”, con los que Solchaga y Mariano Rubio tenían mejor relación que con las bases del PSOE.

-¿Por qué fue tan importante el Estado y las empresas públicas en los inicios del “selectivo” español?
Las 7 empresas públicas en 1992 aportaban un tercio de la capitalización del índice, es decir, un quinto de las empresas del Ibex valían un tercio del Ibex35. De hecho la empresa de mayor valor del Ibex era Telefónica, la primera multinacional española, que bajo los mandos de un Solana, Javier, había ya empezado a expandirse por Latinoamérica.

Las empresas fuertes de capital privado pasaban por la banca o la energía, sectores productivos que no eran de gran tamaño si se compara con las grandes empresas industriales del Instituto Nacional de Industria. La reconversión industrial de los 80, promocionada y dirigida por Solchaga, tenía claro que las grandes empresas pasaban por heredar una parte de lo público. En los 80 se privatiza a una media de 7,5 empresas por año, empresas que eran rentables, ya que aportaban unos beneficios en su conjunto por valor de 4.700 millones de euros antes de su privatización, mientras las que generaban pérdidas lo hacían por valor de 700 millones. En cambio, el sector privado tenía poco músculo, y debían heredar parte del potencial de la empresa pública para competir internacionalmente, en un momento en que España se incorporaba al mercado común. Ejemplo lo dieron los bancos, que en los 90 luchaban por hacerse con la industria que se ponía en venta. Era el proyecto de Mario Conde, pero también el de Solchaga a través del Banco Central.

-“Las reformas estructurales no han ido mal en general, aunque mi partido no las comparta”, afirmaba el exministro de Industria y Economía del PSOE, Carlos Solchaga. ¿Por qué fue importante este político y economista en la historia del IBEX 35? ¿Qué fue la “Beautiful People del PSOE?
Hay que empezar aclarando que Carlos Solchaga no nace en el PSOE. Se lo encuentra una vez que ha salido del Banco de España y ha conocido a Luis Angel Rojo, Miguel Boyer, a Mariano Rubio, o a Carlos Bustelo. Se afilia al PSOE después de esta etapa, cuando ingresa en el Banco Vizcaya. A pesar de esta tardía afiliación, disfrutará de un inmenso poder sobre el PSOE, principalmente sobre Felipe González, que nunca torció una decisión del ex ministro. Esto lo acredita Jorge Semprún en su autobiografía, que retrata a un Alfonso Guerra solitario, sin capacidad de contestar una decisión del grupo de Solchaga. El poder de Solchaga se basaba en una red de relaciones que tenía el navarro, y que no tenía ningún otro de los miembros del gobierno. Era un intermediario necesario con la ortodoxia económica del franquismo y sus élites económicas, es decir, garantizaba la continuidad del círculo que controló el país desde el Plan de Estabilización de 1959. Ejemplo es la colocación de muchas piezas claves de ese grupo en el área industrial del Estado durante la etapa de Solchaga como Ministro de Industria.

-¿Quiénes formaban este sector tan influyente?
Un núcleo fundamental del grupo era Ferrovial, donde coincidían Leopoldo Calvo-Sotelo, Claudio Boada, Rafael del Pino, José María Amusátegui, José María López de Letona, o Mariano Rubio. Era un núcleo que ambicionaba el poder político y que lo consiguió plenamente en el tardofranquismo, con Carrero Blanco, con UCD, y luego con el PSOE. Tenían su propio Lobby, el Círculo de Empresarios, así como un proyecto: hacerse con el control del sistema financiero y el mercado de valores. Eso fue la beutiful people, y la síntesis es Ibercorp, un banco de inversión donde participaron los miembros socialistas del grupo y que supuso finalmente su caída. Es más, en 1988, Mariano Rubio, el gobernador del Banco de España, hizo 600 operaciones en bolsa a través de esta instrumental.

-Aznar empezó, llegó al gobierno en 1996. Su programa de “modernización” económica se resumía en devolverle el poder a la empresa. ¿Cómo se materializó esta idea?
Se materializó liquidando el poder que tenía el Estado sobre las grandes empresas públicas, al vender las participaciones que le quedaban. No es una estrategia muy diferente a la del PSOE, lo que le diferenciaba era el ritmo, ya que lo completaron en un corto periodo de tiempo. También las formas eran diferentes, y en vez de centralizar las relaciones en un grupo afín vinculado a un ministerio o a un pasado común, Aznar incluye a Génova 13, que se constituirá como el centro de creación de grandes empresarios. Era el momento de colocar a afines en las grandes empresas privatizadas, pero también en cajas de ahorros que financiarían años después las operaciones de la segunda beautiful people, la del PP, que abarcará a los constructores que hoy aparecen en los papeles de Bárcenas, y en muchos casos de financiación irregular que recorren todo el territorio.

-¿De qué modo actuaban?
El sistema era claro: detrás de un candidato debía ir un empresario. Eso agrandaba el sistema de coalición entre el poder económico y político que había en el PSOE. Aznar creo un gigante que creció durante el boom de la construcción y de las infraestructuras, y que hoy no sabemos cómo deshacernos de él.

-Uno de los grandes hitos se produce en 2010. Ese año las compañías no financieras del IBEX acumulan grandes apuros. Telefónica acumula deudas por valor de 45.000 millones de euros; y entre las seis grandes constructoras (Ferrovial, Sacyr, ACS, FCC, Acciona y OHL) suman una deuda de 65.334 millones de euros. ¿Cómo logran salir del pozo?
Los años de crisis fueron muy duros para las constructoras. En 2012 el Wall Street Journal escribió un artículo en el que hablaba de un riesgo sistémico en España, y apuntaba directamente a ACS como centro neurálgico y símbolo de ese riesgo. Ese año todos mirábamos a las cajas de ahorros, pero el problema era el valor de un negocio vinculado al ladrillo y las infraestructuras. En 2010, año de la campaña #Estoloarreglamosentretodos estas empresas presionaron para que se impusiera un marco laboral más favorable, lo hicieron primero con esta campaña tan mediática que financiaron, y después en verano con un ataque directo al gobierno para que aprobara una reforma laboral.

Mientras, el gobierno lanzó un programa de inversión de 17.000 millones destinado a grandes infraestructuras, justo el año de los primeros grandes recortes de Zapatero. Desde entonces, las constructoras han ido saliendo gracias a que el gobierno rescató a las Cajas de Ahorro y pudieron refinanciar muchos de los grandes préstamos que tenían con estas entidades. Con eso, y con la ayuda del ICO que les ayudó a salir al exterior. Pasaron de tener el 70% del negocio en España a un 30% actualmente. En la operación fueron fundamentales los cuadros del Estado que ficharon para la operación, así como el rescate de Bankia, la madre de las entidades de crédito de las grandes constructoras. Si hubieran dejado caer Bankia, las constructoras hubieran quebrado. El rescate tenía un fin claro: que no cayera la beautiful people del PP. Y el PSOE colaboró en esa operación.

-En el libro destacas que las 35 grandes empresas del IBEX representan, además del 50% del PIB español, un estado dentro del propio Estado. ¿Por qué el IBEX “se hace gobierno” con la crisis? ¿En qué punto radica el salto cualitativo respecto a la etapa anterior?
Los ingresos del Estado actualmente representan el 70% de los ingresos de las 35 empresas del Ibex35. Por otro, su valor en bolsa equivale al 50% del PIB, es decir, lo que indica su carácter de entidades “demasiado grandes para caer”. Además de ello, tiene la característica de estar nutrida por un numero significativo de ex altos cargos del Estado y altos cuerpos de la administración. En concreto, de un 20% a un 25% de los miembros de sus consejos de administración a lo largo de sus 25 años de historia.

En 2010 este poder se hace visible cuando presionan a Zapatero para que haga ajustes en el mercado de trabajo, así como en el propio Estado. Fue un imperativo que evidenciaba que un Ibex35 endeudado era más fuerte que un Estado menos endeudado, además de más importante para aquellos que entonces gobernaban. A partir de entonces Zapatero dejo de tener sentido, y él mismo se dio cuenta. El artículo 135 fue el punto álgido de una operación que trataba de desviar la deuda corporativa al propio Estado, y de ajustar los riesgos por esa vía.

-Sin embargo, los fondos de inversión extranjeros tienen una penetración cada vez mayor en las energéticas españolas; y cerca de la mitad del valor en bolsa de las empresas del IBEX está en manos extranjeras. ¿Invalida esto las tesis de tu libro sobre “una historia herética del poder en España?
Para nada, lo que indica es que el Ibex es un instrumento de dominación política, social, y económica para aquel que lo posee. Es un grupo de empresas que controlan la mayor parte del mercado bancario, hipotecario, el energético, telecomunicaciones, licitaciones públicas, infraestructuras, etc… El Ibex, como muestro al final, es una pantalla desde la que sus dueños pueden ejercer un inmenso poder. Y ahora son los grandes fondos de inversión los que controlan esta máquina. Después de haber desbancado a las constructoras, los grandes fondos buscan los sectores de mayor rentabilidad de este entramado: el bancario y en el energético.

Pero vamos, es una tesis que aparece claramente dibujada en el libro: España (concentrada en el Ibex), queda en manos extranjeras, y en esa operación aparecen los grandes fondos de inversión extranjeros, y Blackrock como su máximo exponente.

-En el capítulo de “puertas giratorias”, resaltas que por ejemplo en la compañía Enagás había diez consejeros que desempeñaron un cargo previo en la Administración del Estado; seis en AENA, cinco en la empresa Técnicas Reunidas y cuatro en Iberdrola, entre otras. ¿Qué casos te han llamado especialmente la atención?
Luis Ángel Rojo, gobernador del Banco de España y máximo responsable de la intervención y subasta de Banesto, como consejero del Santander, la entidad a la que se adjudicó el banco presidido por Mario Conde. Luego están los casos de los que llamo los “sacerdotes”: Felipe González, Pedro Solbes, Miguel Boyer, Ángel Acebes, José María Aznar (aunque de asesor). Todos ellos altos cargos del PP y del PSOE que han acabado en eléctricas. Hay un indicio claro, dónde acaba uno de ellos, hay negocio. Por eso animo a los inversores a que busquen políticos en los consejos de administración. Es un indicador de posible negocio. El problema es que esos negocios implican muchas veces la ruina de la empresa. Es el caso de Abengoa, casa de Josep Borrell, de Carlos de Borbón y otros, y que utilizó información privilegiada para favorecer a inversores que apostaban a su caída.

-¿En qué áreas de negocio se concentran estos vínculos estrechos con la política?
El que ahora la mayoría de puertas giratorias se centren en el sector bancario y el energético coincide con la apuesta de los inversores internacionales. Justamente en septiembre del año pasado presentaron un nuevo producto de inversión, los ETF sectoriales que replicarían los valores de empresas del sector bancario y energético. Es la apuesta actual, y coincide con la apuesta del PP y del PSOE.

-¿Por qué llamas a Isidre Fainé, presidente de Gas Natural Fenosa y de la Fundación Bancaria La Caixa el “consejero de oro”?
Bueno, es el que más asientos ocupaba en empresas del Ibex35. Eso indicaba que era muy codiciado. El porqué ya aparece en el libro… y es su función como patriarca. Los ex altos cargos del PP y PSOE suelen acabar en consejos de administración donde el manresano está. Así pues, el poder ha sabido ser generoso con su protector. Es una ley básica que no tiene que ver con la eficiencia del mercado, sino con la estructura de poder.

-En el extenso currículo de Guillermo de la Dehesa figura que fue asesor del FMI sobre gestión de la deuda externa, consultor del Banco Mundial en materia de liberalización del comercio y asesor de los gobiernos de Brasil y Polonia en materia de privatizaciones. ¿Por qué es importante en la historia del IBEX 35?
Guillermo de la Dehesa es el arquitecto de la expropiación de Rumasa, como secretario general de comercio. Fue la mano derecha de Miguel Boyer y luego de Carlos Solchaga, para pasar después a Goldman Sachs, y luego dar el salto a la vicepresidencia del Banco Santander. De la Dehesa es una pieza fundamental para articular la “trama”, que consiste en estar en el centro de la vida política, económica y social del país. Por eso es también miembro del patronato del museo del Reina Sofía, del museo del Prado, o del Círculo de Bellas Artes. Es un enlace fundamental con la ortodoxia neoliberal global, a través de su participación en numerosos círculos exclusivos y su prolífica obra sobre los beneficios de la globalización. Es el “intelectual” neoliberal del PSOE, un cuadro muy apreciado arriba, aunque no tanto abajo.

-Por último, ¿qué importancia ha tenido América Latina en los balances y cuentas de las grandes empresas españolas?
Ha sido fundamental. En la era Aznar Telefónica era el primer inversor institucional en América Latina. Eso dice mucho. Por eso habría que ver la liberación frente a la trama en una dimensión global. El Ibex ha sido un centro importantísimo de extracción de excedente de América Latina, en una época marcada por el consenso de Washington y las privatizaciones a precio de saldo. Cosas de la historia, ahora España está abocada a repetir esas historia, al ser ahora nosotros el eslabón final de una cadena de extracción de excedente que va a Berlín, Gran Bretaña y EE.UU. Las grandes empresas españolas han expoliado literalmente los recursos públicos de Latinoamérica. Ahora toca sentir lo que es ser víctima de un experimento de la ortodoxia neoliberal.

sábado, 17 de junio de 2017

_-"La pobreza es un estado mental": desigualdad y el mito de la meritocracia.

_-José María Agüera Lorente

«La injusticia siempre exige justificaciones y argucias; las causas justas mucho menos»
(Robert Trivers: La insensatez de los necios) 

 Oigo la escueta noticia a través de la radio: Ben Carson, el secretario de vivienda estadounidense, afirma que la pobreza es «un estado mental». Busco en internet qué hay tras lo que aparece en forma de titular en varios medios digitales. Así me entero de que el señor Carson, neurocirujano de oficio, fue el primer afroamericano en ser nombrado jefe de neurocirugía pediátrica en el Centro Infantil Johns Hopkins de Baltimore.

Negro, es decir, hombre perteneciente a una minoría que, atendiendo a los datos estadísticos de toda índole, es el grupo de la ciudadanía que más sufre la pobreza en un país de por sí con un importante índice de desigualdad; para ponerlo en cifras, el índice de Gini, que cuantifica la desigualdad en los Estados, se situó en la república norteamericana en 0,48 puntos según informe de 2015 , siendo en España de 0,33 puntos y del entorno de 0,25 en los países nórdicos, los de menor desigualdad del mundo dado que el máximo lo marca el 1. Pero como ciudadano de la desfavorecida minoría negra el secretario Carson es un magnífico exponente del american dream, igual que el personaje que interpreta Will Smith –antaño irreverente príncipe de Bel Air– en la película titulada En busca de la felicidad, en la que un desgraciado padre cambia su situación de patético loser por la de ejecutivo triunfador merced a su «mentalidad ganadora», la que precisamente el exneurocirujano ahora miembro de la administración Trump propugna que han de inculcar los padres a sus hijos. Por eso, seguramente y dicho sea de paso, en nuestro sistema educativo postLOMCE se haya considerado conveniente la implantación de una asignatura denominada «Cultura emprendedora y empresarial» con el fin de inculcar en nuestros jóvenes el «espíritu emprendedor» y promover el «autoempleo».

De modo que la pobreza –según cabe inferir de este planteamiento– es, principalmente, el efecto natural de un modo de afrontar los retos de la vida desde el derrotismo, actitud que bien pudo ser herencia de unos padres que fallaron a sus hijos a la hora de dotarles del sano espíritu emprendedor que les insuflara la fuerza moral del triunfador. O expresado en versión corta: si eres pobre, tú te lo buscas por cultivar el espíritu perdedor; ya que, como dicta la ética capitalista, el que trabaja, innova y emprende, siempre recibe su merecido premio.

Si la estructura social del Antiguo Régimen legitimaba las desigualdades entre los integrantes de los diversos estamentos mediante el discurso religioso, el cual hacía del designio divino el fundamento moral del orden establecido, en el caso de nuestro actual statu quo, que tiene en las desigualdades económicas el elemento decisivo que marca las diferencias sociales, habrá que buscar su legitimación no ya en la dimensión trascendente, que no es válida en una cultura secularizada, sino en la inmanente de la propia responsabilidad individual, muy acorde con la concepción liberal de la democracia, que es la preeminente. Así la aristocracia viene a ser reemplazada por la meritocracia. Es el mérito ahora y no la superioridad del linaje el que da razón de la riqueza material que viene a ser moralmente aprobada, puesto que ha sido ganada en buena lid por el individuo en un contexto de competición en igualdad de condiciones. En consecuencia, la desigualdad resultante del enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros no tiene por qué ser objeto de corrección, puesto que en nada contradice el canon de la ética capitalista. Meritocracia y aristocracia comparten el núcleo legitimador, que no es otro que la virtud (areté en griego), lo que otorga valor a algo o alguien (meritum en latín); y en el que se sustenta una jerarquía moralmente justa.

Considero que este constructo ideológico de la meritocracia es parte primordial de la ética de los trabajadores de las democracias modernas; y permite explicar en parte la casi inexistente resistencia y hasta resignación que caracteriza la actitud mayoritaria de la ciudadanía ante el crecimiento de la desigualdad económica y social. Cuando el ciudadano no trabaja, o tiene un trabajo indigno, cuando no logra darse a sí mismo la vida a la que el sistema le dicta que ha de aspirar como ideal, le ahoga la vergüenza del loser, del perdedor que no ha hecho méritos suficientes para obtener los favores del capital (yo lo he visto en personas de carne y hueso que conozco; apelo a la experiencia del lector). Aquí, como señala certeramente el filósofo Byung-Chul Han, descansa una parte principal de la estabilidad del orden establecido, que ha logrado en más de los que creemos hacer de su persona amo y esclavo a partes iguales; o dicho de otro modo, ha convertido al individuo en empresario empleador de sí mismo. No cabe, pues, la crítica a la sociedad, pues sólo uno es culpable de su propio fracaso.

La meritocracia va camino de convertirse, si no lo es ya, en una de esas creencias de las que hablaba José Ortega y Gasset hace casi un siglo en su ensayo titulado Creer y pensar; es decir, en una de esa clase de ideas que conforman el estrato más profundo de nuestro pensamiento, de las que no somos conscientes, pero con las que contamos sin más para hacer nuestras vidas, de tal modo que bien se puede decir que constituyen el continente de nuestras acciones. No vivimos con tales creencias, sino que estamos en ellas.

Hagamos méritos, entonces, y el sistema nos otorgará sus bendiciones. Seamos mejores, hagámoslo mejor que los otros, como dicta la regla dorada de la competición, y tendremos lo que nos merecemos. Y los que tienen más y son, en consecuencia más, es porque se han hecho merecedores de ello. Son mejores que los otros. Este sería el cuadro de la denominada por el economista francés Thomas Piketty «sociedad hipermeritocrática», un invento dice él de los Estados Unidos armado a lo largo de las últimas décadas con el fin de justificar la magnitud creciente de la desigualdad. Ésta va camino de alcanzar las cotas de concentración de riqueza extremas en las sociedades del Antiguo Régimen y en la Europa de la Bella Época (con típicamente el 90% de la riqueza total para el decil superior y el 50% para el percentil superior en sí mismo). Es el reparto según el modelo de la «sociedad hiperpatrimonial» o «sociedad de rentistas». Sólo que en este imperio del libre mercado global en el que nos hallamos instalados en nuestros días y que camina firme año tras año hacia el mayor crecimiento de la desigualdad el modelo es de una «sociedad de superestrellas» o una «sociedad de superejecutivos».

En cualquier caso los ganadores de semejante sociedad justifican la jerarquía que la estructura por el valor del mérito. Ahora bien, éste no es objetivo ni absoluto. Es muy difícilmente cuantificable y varía a lo largo del tiempo. Fijémonos por un momento en el salario de los altos ejecutivos, que no ha hecho más que crecer de forma exagerada en las últimas décadas, aumentando la brecha con respecto a los asalariados con menos sueldo de las empresas. ¿Cómo evaluar con objetividad su productividad marginal? ¿Cómo se mide la productividad individual cuando se forma parte de un equipo, de una estructura, de una empresa? Sus ganancias dependen más de las normas sociales vigentes entre ellos y los accionistas, así como de la tolerancia de los trabajadores de bajo nivel salarial y de la sociedad en su conjunto, para lo cual la batalla ideológica es decisiva. Como precisa el mismo Piketty: «Estas normas sociales dependen principalmente de los sistemas de creencias respecto a la contribución de unos y otros en la producción de las empresas y en el crecimiento del país. Teniendo en cuenta las enormes incertidumbres a este respecto no sorprende que estas percepciones varíen respecto a las épocas y a los países, y dependen de cada historia nacional particular. El punto importante es que, teniendo en cuenta lo que son estas normas en un país determinado, es difícil que una empresa particular se oponga a ellas». (A este respecto, el visionado de la película titulada El capital del incisivo director Costa-Gavras hará las delicias del lector con sensibilidad masoquista.)

La creencia, no obstante, del pensamiento liberal, que impregna la atmósfera mental que respira la ciudadanía, es que las notables diferencias en las retribuciones reflejan una desigualdad en el talento y la ejecución, necesaria para incentivar y alentar el trabajo duro, así como el reconocimiento del mayor esfuerzo, responsabilidad y estrés que conlleva el desempeño de los altos cargos. Este cuadro legitimador se resiente, sin embargo, cuando uno se entera de la ineptitud e incompetencia de muchos altos directivos, los cuales, empero, no dejan de cobrar sus escandalosas indemnizaciones, pensiones y bonus (¿necesitamos evocar la figura de nuestro ínclito Rodrigo Rato como referencia?). A ello hay que añadir que en el mundo real la productividad no es mero resultado del talento y esfuerzo de los individuos, sino del sistema socioeconómico en el que se desenvuelven.

El heterodoxo economista Ha-Joon Chang, profesor de Economía Política del Desarrollo en Cambridge, plasma meridianamente lo mucho que de mito tiene la meritocracia en este párrafo extraído de su libro 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo: «Esa idea tan extendida de que la única manera de que todas las personas reciban un salario correcto, y por lo tanto justo, pasa por que los mercados sigan su curso, es un mito; un mito del que habrá que olvidarse, comprendiendo lo que tiene de político el mercado y de colectiva la productividad individual, si pretendemos construir una sociedad más justa, en la que se decida cómo retribuir a las personas tomando en cuenta como se lo merecen la herencia de la historia y los actos colectivos, no solo el talento y el esfuerzo individual.»

Hay quien percibe, incluso, un proceso de secesión que pone en peligro la integridad del sistema democrático asociado a la legitimación meritocrática de la creciente desigualdad en la posesión de la riqueza. Los muy ricos constituirían ya un grupo de personas que han adquirido pautas de comportamiento e idiosincrasia exclusivas, resultantes en gran medida de identificar sus riquezas y las posiciones conquistadas en las últimas tres décadas con lo que conciben como su talento y su mérito singulares. Entienden que alcanzar las más altas cimas de la opulencia conlleva unos determinados derechos, que en realidad son privilegios, y que hacen todo lo posible por asegurar y acrecentar, segregándose del común de los mortales al mantenerse a salvo de los riesgos vitales e incertidumbre que no hacen más que aumentar en un mundo dominado por el omnipotente y veleidoso capital financiero. Es la tesis mantenida por los profesores Antonio Ariño y Juan Romero en su libro de hace un año titulado, precisamente, La secesión de los ricos, donde advierten, en efecto, del quebranto que se causa al fundamento mismo de la democracia cuando la ideología del mérito socava –como hemos apuntado más arriba– los principios políticos de la justicia y la igualdad legitimando la concesión de un poder tan desmesurado a determinados grupos.

La empatía social se resiente cuando no hay reconocimiento de la afinidad en la vulnerabilidad, que es el requisito casi indispensable según la filósofa norteamericana Martha C. Nussbaum para que los seres humanos se compadezcan. La meritocracia contribuye a reforzar el punto de vista desde el cual contemplamos a los perdedores del sistema como objetos distantes cuyas experiencias no tienen nada que ver con la vida propia. Su desdicha –pobreza, paro, exclusión social, pérdida de estatus...– es percibida no como algo inmerecido; es decir, la creencia es que la persona de la que se trate, de algún modo, ha provocado su propio sufrimiento. Las desigualdades devienen justas al asumir como evidencia irrefutable un terreno social en el que todos los individuos compiten en presunta igualdad de condiciones, ya que pueden recibir la educación que necesitan y son juzgados al margen de la colectividad en la que crecen. La socialización afirma la individualidad y sus virtudes, de forma que el triunfo y el fracaso se convierten en resultados de la actuación personal, incluida la pobreza, claro está, que es la consecuencia natural de la conducta de quienes no han sabido aprovechar las oportunidades que la vida y una sociedad abierta les ha brindado.

Es menester una buena dosis de autoengaño para no caer en la cuenta de las consecuencias políticas que todo esto acarrea, y que tienen que ver con la deslegitimación del estado de bienestar. El mito de la meritocracia es un barreno en el pilar de la solidaridad, uno de los que sustenta dicho estado de bienestar, cuyo presupuesto es que las desigualdades no son producto exclusivo de las acciones de los individuos que forman parte de él, o sea, que hay factores en la dimensión colectiva que objetivamente perjudican a unos y favorecen a otros al margen de sus méritos personales.

domingo, 28 de mayo de 2017

_--Las ocultadas causas políticas del crecimiento de las desigualdades

_--Una de las características del tiempo que vivimos es el crecimiento de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales, tanto entre como dentro de la mayoría de países capitalistas desarrollados. En este artículo me centraré en las causas del crecimiento de las desigualdades económicas, analizando las desigualdades salariales, las desigualdades en los ingresos familiares y las desigualdades en la propiedad del capital (productos que generan renta), analizando tales desigualdades en Estados Unidos, por dos razones: una, por ser representativo del capitalismo más avanzado y desarrollado del mundo capitalista occidental (punto de referencia para el pensamiento liberal); y otra, porque lo que estamos viendo desde los años ochenta, a partir de la revolución neoliberal iniciada por el presidente Reagan, es la “americanización de Europa”, expresión que refleja el dominio del pensamiento liberal a los dos lados del Atlántico Norte. En realidad, tal crecimiento de las desigualdades económicas se debe primordialmente a la aplicación (e imposición) de las políticas neoliberales en la gran mayoría de tales países, siguiendo el modelo neoliberal estadounidense.

Las desigualdades salariales
Si analizamos la evolución de los salarios, ya sea considerando el salario por hora, ya sea el salario anual, podemos ver que los salarios del decil superior han crecido de una manera muy marcada, casi exponencial a partir de la década de los años ochenta (cuando se inició la revolución o, mejor dicho, contrarrevolución neoliberal), mientras que los salarios de los cuatro deciles inferiores han ido creciendo muy lentamente desde entonces (e incluso han descendido durante la Gran Recesión 2007-2015, lo cual nunca ocurrió en el decil superior, cuyos salarios continuaron aumentando durante la Gran Recesión). Y lo que sí que disminuyó en la gran mayoría de la población asalariada fueron los beneficios sociales, relacionados con los sueldos. Así, por ejemplo, el porcentaje de la población laboral que tenía alguna cobertura de beneficios sanitarios, financiados conjuntamente por los empresarios y por los trabajadores y empleados (la mayoría de la financiación del aseguramiento sanitario privado en EEUU proviene del lugar de trabajo a través de aportaciones de empleadores y empleados) descendió durante el mismo periodo de tiempo considerablemente, descenso mucho más marcado entre los deciles salariales inferiores, pasando de un 42% en 1980 a un 25% en 2010, que en el decil superior (de un 92% a un 78%). Una situación semejante ocurrió con las pensiones privadas financiadas a través de puestos de trabajo (la mayoría de los datos presentados en este artículo proceden del documento Three Key Economic Distributions, del profesor John Schmitt, del Washington Center for Equitable Growth).

Ingresos familiares
En los ingresos familiares vemos también, durante el mismo periodo 1980-2015, un crecimiento muy acentuado de los ingresos de las familias del decil superior de ingresos familiares. En cambio, en los deciles inferiores hemos visto un crecimiento muy lento de los ingresos familiares desde 1980, crecimiento interrumpido, sin embargo, durante la Gran Recesión. La causa de que los ingresos familiares no hayan descendido (como descendieron los salarios) en los deciles inferiores se debe al incremento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo, más acentuado en los deciles inferiores que en los deciles superiores, en los que el crecimiento de los ingresos familiares se debe al crecimiento tan marcado de los ingresos salariales de las mujeres pertenecientes a las clases de ingresos superiores.

De estos datos de deriva que los deciles superiores, y muy en particular el decil más alto, han visto crecer sus ingresos de una manera muy acentuada durante la contrarrevolución neoliberal, crecimiento muy marcado a medida que el nivel de renta subía. Así, el 1% de mayor renta salarial pasó de tener el 10% de toda la renta del país en 1980 a un 23% en 2015.

El crecimiento de las desigualdades en la distribución de la propiedad
Si en lugar de la distribución de las rentas analizamos la distribución de la propiedad, vemos que esta última se ha ido concentrando mucho más. En realidad, el 1% de propietarios ha pasado de tener el 34% de toda la propiedad en 1980 a un 37% en 2013 (y pasó de tener el 10% de toda la renta al 20%). En realidad, el 20% de propietarios tiene el 88% de toda la propiedad (y el 61% de toda la renta), mientras que el 40% no solo no tiene propiedades, sino que debe dinero para pagarlas. Es decir, están endeudados, primordialmente pagando su vivienda. Es la población hipotecada. Este porcentaje de endeudamiento y la profundidad del mismo crecieron espectacularmente durante la Gran Recesión. Este 40% tiene solo el 9% de toda la renta del país.

El crecimiento de los ingresos del decil superior se debe al crecimiento de los sueldos de los grandes propietarios y gestores de las empresas, que ha sido casi exponencial en las rentas superiores, y al crecimiento de las rentas derivadas de la propiedad que poseen. El ligero crecimiento, estancamiento o descenso de las rentas inferiores (del 40% de la población laboral en EEUU) se debe al ligero crecimiento, estancamiento o descenso de los salarios, y al crecimiento del endeudamiento de dichas rentas inferiores.

La disminución de la movilidad vertical
A raíz de estos datos, se puede concluir que las desigualdades inherentes al sistema capitalista han crecido notablemente en el periodo 1980-2015. Pero un fenómeno igualmente importante y que apenas ha tenido visibilidad mediática ha sido el descenso de la movilidad vertical. Uno de los argumentos que han sido utilizados con mayor frecuencia por parte de los economistas neoliberales ha sido que la estabilidad política del capitalismo avanzado está basada en la movilidad social, es decir, que una persona de origen “humilde” (expresión que se utiliza para definir a las familias de rentas inferiores) pueda alcanzar los niveles superiores de poder económico y/o político. Y se señala como prueba de ello que EEUU ha tenido dos presidentes, Clinton y Obama, de origen “humilde”. En realidad, se considera a EEUU como uno de los países con mayor movilidad vertical, y ello como resultado de las grandes oportunidades que ofrece el modelo económico liberal.

Esta supuesta movilidad vertical también se expresa en que, aparentemente, los hijos e hijas tienen mayor nivel de rentas que sus padres. La movilidad intergeneracional se presenta como una muestra del “sueño americano”, causa mayor de la estabilidad política del país y del atractivo del modelo liberal estadounidense. El único problema con tal supuesto es que no es verdad. Los datos no avalan esta percepción, promovida por el establishment político-mediático del país. Los datos muestran que la movilidad vertical, incluida la intergeneracional, es mucho más limitada de lo que se ha supuesto.

En realidad, EEUU es uno de los países con menos movilidad social. Como bien ha señalado Paul Krugman, EEUU (y el Reino Unido) son los países con menor movilidad social vertical de entre los que se ha estudiado la extensión de tal movilidad (Francia, Japón, Alemania, Nueva Zelanda, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca). En estos países se analizaba el nivel de renta de los hijos comparándolo con el de sus padres (a la misma edad y con la misma capacidad de compra de la moneda utilizada), viéndose que EEUU era en el que menos se daba el supuesto de que los hijos vivían mejor que los padres, siendo en los países escandinavos donde la movilidad intergeneracional era mayor.

Y lo que es importante señalar es que durante el periodo neoliberal ha descendido la movilidad vertical, a la vez que han crecido las desigualdades de ingresos, de renta y de propiedad.

Las ocultadas causas políticas del crecimiento de las desigualdades
Mucho se ha escrito sobre las causas de tal crecimiento de las desigualdades, desde la revolución digital a la globalización, entre muchos otros factores. En esta discusión se oculta o ignora el elemento político, que es el determinante de dicho crecimiento y que configura todas las otras causas a la que se atribuye tal crecimiento. Qué forma tienen la revolución tecnológica o la globalización depende del contexto político que configura cada una de ellas. Los datos muestran que el crecimiento de las desigualdades adquiere una dimensión mayor a partir de la década de los años ochenta, que es cuando se aplican las políticas neoliberales, que son las políticas que el mundo de las grandes empresas (lo que en EEUU se llama la corporate class) aplica a través de las instituciones políticas, frente y en contra del mundo del trabajo.

Las políticas públicas de corte neoliberal como responsables del crecimiento de las desigualdades
Como consecuencia de ello han tenido lugar los siguientes hechos, todos ellos indicadores del poder de clase del mundo empresarial:

La disminución, desde 1980, del poder adquisitivo del salario mínimo, establecido por ley por el Estado. Descenso de la población laboral sindicalizada, que ha pasado de ser el 30% de la población laboral en 1980 a un 12% en 2014, como resultado del enorme descenso de la sindicalización en el sector privado, que hoy no llega ni al 9% (en el sector público se mantiene en el 38%), y ello a pesar de que la mayoría de los trabajadores señalan, a través de las encuestas, que les agradaría tener sindicatos que defendieran sus intereses. Este descenso, pues, no se debe a la falta de interés, sino a las crecientes dificultades que el mundo empresarial, con ayuda del Estado, impone para que los trabajadores puedan sindicalizarse, siendo EEUU uno de los países donde la sindicalización es más difícil de llevar a cabo. Esta realidad -la creciente dificultad en poder sindicalizarse- produce el crecimiento de la capacidad de decisión, así como de la influencia política y mediática, del mundo empresarial, lo que ha determinado un enorme debilitamiento de las clases populares, y muy en particular de la clase trabajadora. En realidad, hay una relación inversa entre el nivel de sindicalización en el sector privado y el crecimiento de las desigualdades de renta -tanto individuales como familiares-, tal como ha documentado el respetado y conocido Economic Policy Institute de Washington. Y también está documentado el crecimiento de la brecha salarial dentro de una misma empresa cuanto menor sea la sindicalización y la fuerza de la clase trabajadora dentro de la misma. En realidad, desde 1980 la diferencia salarial entre los ejecutivos de las grandes empresas y los salarios (mediana) de los empleados y trabajadores ha crecido, pasando de ser en 1980 de 29 veces, a 303 en 2015.

La desregulación de los mercados de trabajo
Otra medida neoliberal que tenía como objetivo debilitar al mundo del trabajo han sido las reformas laborales orientadas a desregular el mercado de trabajo, lo cual ha conseguido disminuir los salarios y la protección social de los trabajadores.

La privatización de los servicios públicos
La privatización de los servicios tiene como objetivo el cambio de las relaciones laborales, dificultando la sindicalización y protección de los empleados y trabajadores, menor en el sector privado que en el público. La subcontratación y externalización de actividades y servicios de las empresas (tanto públicas como privadas) tienen como objetivo el debilitamiento de la población empleada, pues en las empresas subcontratadas hay menor protección social y salarios más bajos que en las empresas que subcontratan.

La globalización en el contexto político actual
La movilidad de capitales busca la apertura de los mercados y el abaratamiento de los costes de producción, entre los cuales los costes salariales juegan un papel determinante. De ahí que los tratados mal llamados de libre comercio que regulan la movilidad de capitales tengan como principal objetivo el garantizar las inversiones en países con menores costes laborales, movilidad que se hace a costa de destruir puestos de trabajo con salarios altos en EEUU. La evidencia de ello es abrumadora, habiendo sido tal movilidad una de las mayores causas del descenso de la cantidad de puestos de trabajo en la manufactura en EEUU. La popularidad de tales tratados en el mundo empresarial contrasta con su gran impopularidad entre la clase trabajadora.

La inmigración apoyada por el mundo empresarial
La inmigración ha contribuido a la bajada de los salarios, pues el precio del trabajo depende, en cierta manera, de la demanda de puestos de trabajo y de la oferta de tales puestos. A mayor número de demandantes -de personas que buscan trabajo- menor es el salario ofrecido por los empresarios. De ahí que el mundo empresarial favorezca la entrada de inmigrantes, no solo para aumentar el número de personas que quieren trabajar, sino también por su disponibilidad para aceptar salarios más bajos y en peores condiciones que los nativos.

¿Qué hay que hacer?
A la luz de estos datos es lógico que la solución sea precisamente el desarrollo de políticas opuestas a las neoliberales, empoderando a las clases populares a través de los instrumentos disponibles, para revertir el deterioro de su bienestar. Tales medidas pasan por:
-aumentar el salario mínimo;
-aumentar la ocupación y la creación de buen empleo;
-dificultar la creación de mal empleo orientando la revolución tecnológica a la supresión de tal tipo de trabajos;
-facilitar la sindicalización, alcanzando los niveles del norte de Europa;
-regular el mercado de trabajo para reforzar al mundo del trabajo en su negociación con el mundo empresarial;
-desprivatizar los servicios, y extender la responsabilidad pública a los sectores de la energía, las finanzas y sociales (desde sanidad a educación, pasando por servicios sociales, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, vivienda, seguridad y protección social);
-desanimar y desfavorecer la subcontratación prohibiendo este fenómeno en los servicios públicos, a no ser que los contratantes se comprometan a respetar los derechos laborales (salarios y protección social) existentes en el sector público;
-desarrollar medidas proteccionistas en la movilidad de capitales y de personas;
-sindicalizar a la población inmigrante;
-facilitar la integración de la mujer en el mercado del trabajo, en lugar de enfatizar la inmigración; y
-eliminar las desigualdades sociales entre géneros y entre razas en el país.
-Y, naturalmente, políticas fiscales auténticamente progresivas que tengan como objetivo aumentar las rentas del trabajo a costa de reducir las rentas del capital, incluyendo medidas de control público de la propiedad y de la gestión en sectores clave de la economía.
Estas son las líneas generales de lo que debe hacerse para reducir las desigualdades, empoderando a las clases populares para que vayan aumentando su nivel de exigencias, de manera que puedan transcender las coordenadas de poder existentes hoy en los países capitalistas de elevado nivel económico. Estas medidas son tan aplicables en EE.UU. como en España, así como en cualquier otro país a los dos lados del Atlántico Norte que han estado sufriendo las políticas neoliberales implementadas por las clases dominantes. Así de claro.

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Director del JHU-UPF Public Policy Center.

Fuente:
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2017/05/04/las-ocultadas-causas-politicas-del-crecimiento-de-las-desigualdades/

Bibliografia:
James K. Galbraith. 2016. Desigualdad. Edt. Deusto. Barna

viernes, 26 de mayo de 2017

No nos los podemos permitir ni social, ni económica, ni ecológicamente. Nos sale carísimo mantener a los ricos.

Luis I. Prádanos
El Salmón Contracorriente

No conviene confundirse de enemigo: lo que resulta socialmente corrosivo y peligroso es la desigualdad y la asimetría de poder, no sus víctimas. El dinero público y la riqueza generada por las personas trabajadoras no está subvencionando a los pobres, sino a los ricos.

El sistema legal, económico, político y cultural dominante que sufrimos promueve los comportamientos egoístas y predatorios. Se admira a quienes con más eficacia y de manera no recíproca vampirizan y acaparan la riqueza generada por ecosistemas o el trabajo de comunidades humanas. En un planeta finito y ecológicamente degradado, la acumulación de riqueza de unas personas es siempre a costa de la desposesión de otras.

Una sociedad sostenible y saludable debería, en cambio, dotarse de mecanismos que penalicen el abuso de lo común e incentiven aquellos comportamientos que mejoren la vida de toda la comunidad y regeneren el medio ambiente del que depende todo ser vivo (humano y no humano). Hasta que no comprendamos que la prosperidad, la seguridad y la felicidad solo se consiguen mediante colaboración, confianza y reciprocidad seguiremos atribuyendo la causa de la enfermedad a sus síntomas. Pensaremos, erróneamente, que las víctimas de un sistema perverso—y no el sistema en sí que funciona aplastando a cada vez más personas en beneficio de unos pocos privilegiados—son nuestro problema.

No conviene confundirse de enemigo: lo que resulta socialmente corrosivo y peligroso es la desigualdad y la asimetría de poder, no sus víctimas (las personas más vulnerables). Los que se apropian del bien común son los ricos y poderosos, no los pobres e inmigrantes. Solo hay que recordar que un puñado de personas que caben en un bar pequeño de barrio acaparan más riqueza que el 50% de la población mundial o que el 1% de los humanos dispone de tanta riqueza como el 99% restante. Con estas cifras en mente, nadie puede argumentar que a la sociedad le sale caro mantener a las personas en riesgo de exclusión social sin que suene a distorsión malintencionada de la realidad.

El dinero público y la riqueza generada por las personas trabajadoras no está subvencionando a los pobres, sino a los ricos. Los ricos se subvencionan devorando lo público y lo común (lo generado por la sociedad y por los ecosistemas) y reproducen su capital sin necesidad de trabajar (intereses, rentas, herencias, especulación). El trabajo y la riqueza, en cambio, lo crea la sociedad, no las macro-corporaciones o la adicción estructural al crecimiento económico (mucho menos la especulación financiera); dichos actores, de hecho, generan dinámicas que precarizan o destruyen tanto el empleo de calidad como el medioambiente del que depende todo ser vivo que habite nuestro planeta (incluidos los seres humanos millonarios).

Las personas vulnerables no quitan el trabajo a nadie. Realmente, además de la creciente automatización que sustituye al trabajo humano, es la dinámica del capitalismo neoliberal la que condiciona que no florezcan empleos de calidad necesarios para la reproducción y el mantenimiento de una vida humana próspera (en agroecología, diseño sostenible y biomímesis, economía ecológica, construcción de casas pasivas, energías renovables, ecología urbana y un largo etcétera).

En lugar de dar más poder a las corporaciones y a los dueños del capital (la falacia de que desregulando y privatizando lo público y facilitando la vida a las macro-corporaciones se crea empleo) deberíamos, por el contrario, tasar intensamente los bienes inmuebles y el capital a partir de cierto umbral (pues se trata de la riqueza que se reproduce rápidamente no solo sin necesidad de contribuir al bien común, sino acaparándolo y destruyéndolo), no el trabajo (la contribución, monetarizada o no, al bien común y la sostenibilidad socioeconómica) para, de este modo, reducir la desigualdad y subvencionar con lo recaudado una disminución general de las horas semanales de trabajo con salarios mínimos más altos para acabar con el desempleo, el estrés y la explotación laboral y medioambiental.

Ahora bien, la deliberación sobre qué trabajos son necesarios para la reproducción social y cuáles son social y ecológicamente indeseables debería ser decidido por la sociedad en su conjunto, no por la dinámica, facilitada por el poder estatal, de crecimiento económico a toda costa o por las corporaciones transnacionales cuyo objetivo no coincide, en la mayoría de los casos, con el bien común.

Obviamente, si se generasen debates abiertos entre el conjunto de los habitantes de una ciudad para decidir qué empleos hay que fomentar y cómo diseñar el espacio urbano, muy poca gente defendería la necesidad de endeudar masivamente a la ciudad y buscar inversiones extranjeras millonarias para construir autopistas o aeropuertos innecesarios y obras faraónicas disfuncionales que dejan infraestructuras monstruosas carísimas de mantener, deudas eternas, corrupción urbanística y degradación ambiental (estadios olímpicos, macro-casinos, expos, rascacielos). Estos proyectos siempre subvencionan, con dinero público, una dinámica de acumulación que beneficia a los que ya son ricos y generan un espacio urbano deplorable para los demás.

La mayoría de vecinas y vecinos preferirían, sin duda, espacios públicos a escala humana para el disfrute común y cotidiano, mucho más asequibles y fáciles de mantener, y que mejoren la calidad del aire y el agua, reduzcan el ruido y el estrés, favorezcan las relaciones sociales, y no dejen una mella en las arcas públicas: parques, huertos urbanos, zonas verdes y peatonales, bibliotecas y centros sociales, etc. Espacios donde la comunidad pueda encontrarse, sin necesidad de gastar y consumir, para jugar, enamorarse, charlar, hacer ejercicio o aprender y enseñar taichí, yoga, permacultura, carpintería, reparación de electrodomésticos, etc. ¿Cuántos niños y ancianos necesitan o van a usar un estadio olímpico que cuesta millones? ¿De qué manera va a mejorar dicha construcción el día a día de la ciudad para las personas de a pie? Un parque agradable es mucho mejor para la vida cotidiana, la salud y el bienestar, cuesta muy poco si se planea bien, es positivo para el medio ambiente y cohesiona la comunidad.

No nos podemos permitir a los ricos alimentando sus excentricidades, megalomanías y porfolios financieros a costa del bienestar social y ecológico. Que no nos engañen, los que sufren las consecuencias más dolorosas de este sistema perverso no son la causa del problema, sino sus víctimas. Equivocarnos al identificar las causas de nuestro malestar tiene el contraproducente efecto de enfrentar a los oprimidos y, en consecuencia, fortalecer al opresor. Centrarnos en las causas de los problemas, y no solo en sus síntomas, es el primer paso para intentar crear un sistema socialmente deseable, económicamente estable y ecológicamente viable.

Luis I. Prádanos. Academia.edu 

Fuente:
http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Nos-sale-carisimo-mantener-a-los

No es verdad que cuanto más se gana más útil seamos, ver aquí.

sábado, 6 de mayo de 2017

La desigualdad medida con otra “vara”: el índice de Palma.

El Estado como tal (Blog)



La última estimación oficial de la desigualdad en Cuba, hace veinte años, se hizo con el índice de Gini. Ahora existe un indicador nuevo: el índice de Palma. Para el diseño de políticas,  hay expertos que opinan que el índice de Palma es superior al índice de Gini.

Hasta donde conozco, nunca ha sido calculado para el caso de Cuba. No sería muy difícil hacerlo pues se utiliza la misma base de datos que se emplea para calcular el índice de Gini. Sería como decir “te llevas dos por el precio de uno”. Su cálculo no es complicado, pero muy probablemente se enfrentaría a las mismas dificultades que ha encontrado la divulgación del índice de Gini en el país, respecto al cual no hemos noticia en las últimas dos décadas.

Considero que la utilización del índice de Palma tendría dos grandes ventajas a la hora de diseñar las políticas que pudieran encaminar a Cuba en una trayectoria de crecimiento inclusivo, es decir un alto crecimiento económico cuyos beneficios son distribuidos de manera equitativa.

En primer lugar, esta nueva “vara” para medir la desigualdad permitiría a los funcionarios cubanos hacerse una representación precisa no solamente de la desigualdad de la sociedad en su conjunto (algo que refleja el índice de Gini) sino, sobre todo, informar lo que ocurre con la desigualdad al interior de la sociedad.

En segundo lugar, el índice de Palma les facilitaría a los funcionarios disponer de evidencia concreta que permitiera pensar en acciones efectivas para movilizar, como inversión, un ingreso nacional que pudiera estar muy desigualmente distribuido y que, por tanto, requiere de medidas segmentadas y no generales.

El coeficiente de Palma se calcula a partir de la división de la parte del ingreso nacional bruto que va hacia el 10% de la población más rica del país entre la parte del ingreso nacional correspondiente al 40% de la población más pobre.

La metodología utilizada por Palma divide la población total en diez “deciles” (resultado de dividir una serie de datos en diez partes iguales). El “medio” se define por los “deciles” del 5 al 9 (D5 a D9), mientras que “los extremos” están formados por dos grupos: el “decil” más rico (D10) y el 40% más pobre de la población, que abarca los “deciles” del 1 al 4 (D1 a D4).

El propio Palma ha explicado con claridad en que consiste el índice que ha desarrollado:

“Encontré que cuando se compara la desigualdad entre países, nunca se debe a lo que sucede en el medio de la población, es decir, en lo que se lleva la mitad que se ubica en el medio y el medio alto, deciles 5 a 9 del ingreso“.

“Esa mitad se lleva algo muy cercano a la mitad del ingreso de una sociedad en casi todos los países, sean ricos o pobres, grandes o chicos, democracias o dictaduras, tengan o no recursos naturales, un buen nivel de educación o de gobernabilidad“, agrega.

“Es un fenómeno asombroso. Toda la gran diversidad distributiva en el mundo se debe a lo que pasa en la otra mitad de la torta. En específico, lo que se lleva el 10% más rico“.

Los resultados del estudio de Palma se ilustran el siguiente gráfico:

Gráfico tomado de: Palma, José Gabriel. “Homogeneous middles vs. heterogeneous tails, and the end of the ‘Inverted-U’: the share of the rich is what it’s all about”. Cambridge Working Papers in Economics (CWPE) 1111, January 2011. Pag 22. Disponible en http://www.econ.cam.ac.uk/dae/repec/cam/pdf/cwpe1111.pdf

Los países se han organizado a lo largo del eje horizontal según el orden creciente del por ciento del ingreso nacional que va al subconjunto más pobre de la población (D1 a D4). Esto significa que los países con mayor desigualdad se ubican a la izquierda del eje horizontal (p.ej. Africa del Sur) y los que tienen menos desigualdad se ubican hacia la derecha (p.ej. Japón).

No agrego nada más a las consideraciones técnicas sobre el índice de Palma.  texto original publicado por Palma en 2011, los interesados en leer más sobre el tema pudieran revisar una versión revisada publicada en 2016, y otros textos  aquíaquí y aquí.

Me concentraré en la dimensión política de la utilización del índice de Palma. Para empezar, ese autor ha expresado que la medición de la relación entre el porcentaje del ingreso que se lleva el 10% más rico y lo que se lleva el 40% “nos habla de un fenómeno político fascinante. Mientras en todo el mundo la clase media tiene la misma capacidad para apropiarse de una mitad de la torta, el poder relativo de los ricos y pobres varía enormemente cuando llega al momento de distribuir la otra mitad“.

Palma cita el caso de su país: “En Chile, por ejemplo, el 10% más rico ha resistido con mucho éxito los intentos distributivos de los cinco gobiernos de centro-izquierda desde el retorno a la democracia…Por eso, la desigualdad apenas se ha reducido en un mínimo vergonzoso. La así llamada nueva izquierda de América Latina ha tenido mucho más éxito en bajar los niveles de pobreza que en mejorar la distribución del ingreso“.

Existe un interesante artículo publicado por BBC en el que Palma explica las diferencias que se observan en América Latina en los resultados de los dos índices (Gni y Palma).

Dice Palma que la medición de la desigualdad tiene claras consecuencias a nivel de políticas públicas, mencionando el caso de los primeros años del siglo XXI en América Latina, cuando el boom de las materias primas permitió avances en la lucha contra la pobreza, pero no en la lucha contra la desigualdad. “En realidad lo que se hizo mediante políticas públicas como el salario mínimo, la formalización del trabajo o la bolsa familia en Brasil, fue sacar a muchos que vivían debajo de la línea de la pobreza y colocarlos en un nivel de pobreza…Pero como ahora se hace evidente, cuando los pobres ganan más les es más difícil sostener sus logros en el tiempo. Para los ricos es diferente pues siempre pueden recuperar el terreno perdido… Esta asimetría ayuda a entender porque ha sido tan difícil mejorar la desigualdad en América Latina en forma sostenida”.

Citando el caso de Brasil, Palma considera que, en países de ingreso medio, especialmente medio alto, no es tan complicado sacar a la población de la pobreza. “Todo el plan Bolsa de familia en Brasil que sacó de la pobreza a muchas de las 13 millones de familias que beneficiaba costó 0,5% del PIB por año“.

“Cambiar la desigualdad es otra cosa. Ello necesariamente pasa por cambiar la estructura tributaria, como en la OCDE, por reducir la evasión y elusión de impuestos, aumento del salario y formalización del trabajo, transferencia a los pobres. Es muy fácil saber lo que hay que hacer, otra cosa es tener la voluntad para hacerlo“.

Anoto, de paso, que Palma ha sido muy crítico con las políticas económicas y sociales tanto de la izquierda tradicional como de la llamada “nueva izquierda” latinoamericana, de las que ha expresado que “representa cada día menos a los agobiados”. No estoy diciendo aquí que Palma tenga la razón o no. Lo que digo es que expresa argumentos interesantes.

Concluyo con una invitación a reflexionar sobre la implicación del posible uso del índice de Palma en el proceso de diseño de las políticas de la “actualización” en Cuba. Resultaría interesante poder comprobar si el patrón de distribución identificado por Palma es válido para Cuba. Es decir, si el 50% del ingreso nacional se distribuye en “el medio” y el otro 50% es disputado por “los extremos”. Obviamente eso requiere primero que se mida la desigualdad del país y ello no está ocurriendo.

Más interesante aun sería poder estudiar quiénes constituyen “los extremos” sociales en Cuba (el 10% más rico y el 40% más pobre), quiénes representan “el medio”, cuánto habría cambiado esa estructura social respecto a la época anterior a la crisis, así como tratar de comprender la manera en que pudieran manifestarse eventuales contradicciones distributivas en la política nacional.

El asunto es importante, para poder entender –entre otras cosas- dónde debería enfocarse la captación del ingreso nacional para convertirlo en inversión nacional, un tema urgente porque se estima que el país no podrá crecer entre 5 y 7 por ciento anual si no logra cubrirse la brecha inversión de aproximadamente 10 mil millones de pesos que hoy existe.

 Fuente:
http://elestadocomotal.com/2017/04/26/la-desigualdad-medida-con-otra-vara-el-indice-de-palma/

miércoles, 12 de abril de 2017

La Justicia no investigó al torero e hijo de la diputada del PP que pidió convertir en “abono para las cunetas” a los de Podemos

El pasado miércoles, la Audiencia Nacional condenaba a Cassandra -también conocida como Kira_95 en los fueros tuiteros-, a un año de prisión por un delito de humillación a las víctimas y de "enaltecimiento del terrorismo". A raíz de su condena, ELPLURAL.COM ha recordado a la Audiencia Nacional los tuits más bestias contra PSOE, Podemos e IU que dejaron 'pasar por alto'. Son las otras amenazas en redes sociales que la fiscalía nunca ha perseguido y que evidencian la existencia de un doble rasero judicial que varía en función de la ideología del protagonista que recibe los insultos y ataques en Twitter.

Entre las amenazas más destacadas y que nunca investigó la Justicia destaca la protagonizada por parte del torero e hijo de la diputada en la Asamblea de Madrid, María Josefa Aguado, Gabriel Picazo, en abril de 2014. En concreto, el torero lanzó la siguiente advertencia: “Querremos convertir en abono para las cunetas a toda esa panda de rojos radicales”.

Advertencia a Podemos
Un aviso que Picazo publicó en su página oficial de Facebook a los dirigentes de Podemos por llevar en su programa electoral la abolición de la tauromaquia. En la misma publicación, el torero advertía que no estarían exentos de convertirse en abono para las cunetas las “personas humildes y desesperadas que se dejen llevar por el populismo y el clima de corruptos que hay en España” y por tanto acabasen votando en las urnas al partido que lidera Pablo Iglesias.

Tras ser desvelado por ELPLURAL.COM, el comentario de Gabriel Picazo se convirtió en tendencia en Twitter. En parte debido a que Picazo es hijo de María Josefa Aguado, concejala presidenta del Distrito madrileño de Barajas, exportavoz del Partido Popular de San Sebastián de los Reyes, e integrante en el puesto 39 en la lista del PP con la que Cristina Cifuentes se presentó a la Comunidad de Madrid. Se trata de la diputada autonómica que ahora se enfrenta a la Justicia por el ‘caso Gürtel’.

Disculpas y justificación de las amenazas
Tres días después del escándalo, el torero pidió disculpas también a través de Facebook: “Pido disculpas por parte de las palabras dichas en un desafortunado y equivocado comentario. Mi corazón no les desea el mal que ellos quiere para los taurinos. Me reitero en mi error”, afirmó Picazo. Sin embargo, a renglón seguido, el torero justificó sus amenazas ante la pasividad de la Justicia: “Mis palabras nacen de un sentimiento de indefensión, humillación, miedo, acoso y maltrato que sentimos muchos taurinos. Es el grito de la agonía de la muerte en vida a la que los radicales antitaurinos nos tienen sometidos apuntillándonos diariamente sin obtener una respuesta contundente de los que formamos parte de la fiesta más importante y representativa por la que se conoce a España en el mundo”.

http://www.elplural.com/…/la-justicia-no-investigo-al-torer…

lunes, 13 de marzo de 2017

“Ningún talento justifica los sueldos escandalosos en el IBEX 35”. Entrevista a Miren Etxezarreta, catedrática Emérita de Economía Aplicada y miembro del Seminari Taifa.

Enric Llopis


Corren vientos muy favorables para los grandes empresarios, que se están beneficiando en los últimos años de la devaluación salarial y la precariedad en el trabajo.

Uno de los casos más notables es el de los presidentes y Consejeros Delegados de las empresas del IBEX 35, cuyos ingresos anuales suman cifras estratosféricas. Esto no se justifica por ningún talento especial ni por tratarse de compañías privadas. Opina de este modo la catedrática Emérita de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Miren Etxezarreta (Ordicia, 1936). Miembro del Seminari d’Economia Crítica Taifa, es autora de “¿Para qué sirve la economía?” (Paidós) y coautora de “Sin pensiones públicas, ¿Qué futuro?” (Icaria).

La entrevista tiene lugar antes de una conferencia-debate organizada en el Ateneu Popular de Xàtiva. -El presidente de Mercadona, Juan Roig, apareció ayer con aspecto triunfal en las portadas de los periódicos. La principal cadena de supermercados de España batió récords de ventas y contrataciones. Según el listado Forbes, Roig y su esposa, Hortensia Herrero, poseen la segunda mayor fortuna del estado español (8.000 millones de euros). “Nuestros trabajadores son de los más ricos de España”, afirmó en el acto de presentación del balance.

Son años muy buenos para los empresarios, que están obteniendo beneficios muy jugosos a costa de la disminución de los salarios y de la precariedad laboral, que en el estado español se está produciendo desde los años 70 pero sobre todo desde 2008. Que el señor Roig se permita decir que sus empleados son ricos, quiere decir que no tiene ni idea de cómo se vive con lo que paga a sus empleados. Es un señor al que le va muy bien, y que incluso afirmó: “Estoy totalmente a favor de la reforma laboral, y yo hubiera ido más lejos”. (El fue uno de los que aparecieron en algunas lista de los que donan al PP. ¿A cambio de nada?)

-El Gobierno celebra que febrero se haya cerrado con 74.080 nuevos afiliados a la Seguridad Social y 9.355 parados menos inscritos en las oficinas públicas de empleo. Mientras, según el Servicio Público de Empleo Estatal, más de un tercio de los contratos firmados en enero duraron menos de un mes. ¿Son realidades compatibles? (Uno de los objetivos de la política implícita del PP es hacerlas compatibles a costa del aumento de la desigualdad y la pobreza y, a la vez, convencer al máximo número de españoles de que es la ÚNICA política posible)

Encajan perfectamente. Podemos afirmar que hay más inscritos a la Seguridad porque cada contrato que dura menos de 30 días es una afiliación más. Si se firman contratos muy precarios, de pocos días, al final la suma de filiaciones es mayor. Pero si miramos cuántos afiliados en la Seguridad Social en días de trabajo completo, seguramente las cifras serían distintas.

-Uno de los sectores estratégicos, el de la estiba, se halla durante los últimos tiempos en el punto de mira. A los trabajadores se les califica de “privilegiados” y de hallarse blindados en una organización casi gremial…

Se está utilizando contra los trabajadores el argumento de los salarios. El hecho de que haya unos trabajadores que parece que ganen un sueldo decente en absoluto significa que se trate de unos “privilegiados”. Si les pagan ese jornal, es porque se lo han ganado. Creo que sería gravísimo que perdieran esta batalla, porque se pretende desregular el sector. Me quiero pronunciar públicamente a favor de la huelga de los estibadores. Si se les remunera con 60.000 euros anuales, supongamos, es porque se lo ganaron trabajando. Además, me gustaría saber cuántos pequeños y grandes empresarios perciben cantidades superiores, sin que nadie lo ponga en cuestión.

-Por otro lado el gobierno alardea de macrocifras, por ejemplo el superávit de la balanza por cuenta corriente.
¿Hay una utilización interesada de la estadística?
Es cierto que, en general, los datos macroeconómicos están funcionando bien. Pero se trata de cifras estadísticas de carácter general, y siempre que trazamos medias hay datos que se sitúan por encima y otros por debajo. En el caso de la balanza por cuenta corriente, es verdad que España está exportando bastante bien, pero es lógico, ya que nuestros salarios han disminuido con lo que se abaratan los costes. Y también se reducen las importaciones de la economía española, precisamente porque hay menos ventas en el interior. Pero todo esto tiene muy poco que ver con el bienestar de la población.

-Tal vez sí tenga que ver este titular reciente del periódico Cinco Días, basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE): “El consumo de los hogares toca máximos e impulsa el PIB un 3,2% en 2016”.

El dato del consumo de los hogares me cuesta más entenderlo, porque no casa bien con la disminución de los salarios que se está produciendo. Es una media, que seguramente sea correcta, y a la que sólo encuentro dos posibles explicaciones.
La primera es que aquellos trabajadores que en los años de crisis no hayan perdido su empleo, no tengan ya el miedo que había en 2008 al hundimiento del euro. De hecho, muchas familias frenaron su consumo por lo que pudiera pasar. Si ese miedo ha desaparecido, estos trabajadores pueden empezar a consumir algo más.
Otra razón, menos positiva, es que posiblemente esté aumentando el crédito y el endeudamiento familiar. De hecho, cada día se están dando más facilidades al crédito para el consumo de los hogares: un automóvil, una televisión de plasma…

-Sin embargo, el INE señala que las remuneraciones de los trabajadores acumulan tres años consecutivos de alza.

Este aumento depende de la manera en que se mire. Hace unos años la porción de la riqueza nacional que correspondía a los salarios era superior al 50%, mientras que en 2016 se situó en el 47,23%. Lo importante es el año que se tome como punto de comparación. El porcentaje representado por los salarios seguramente haya disminuido respecto a 2006 y los años anteriores a la crisis.

-Algunos ingresos no han disminuido tanto. En 2016, los del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, fueron de 15,2 millones de euros; los del presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, 9,3 millones de euros; la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, percibió 7,3 millones de euros; y el de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, 5,3 millones de euros.

¿Se justifica por el hecho de ser empresas privadas?
Es un escándalo. Se trata de empresas privadas, pero en un país hay que considerar no sólo lo que ocurre en los ámbitos estrictamente privados, sino también el impacto en el resto de la población. Mientras haya tanta gente en el paro y sobre todo con salarios insuficientes, hay personas que cobran esos sueldos sin que ello se justifique por su actividad. En todos los países capitalistas se producen estas diferencias.
¿Un premio al talento? Rotundamente, no. Hay mucha gente trabajando, investigando e impartiendo clases con un gran talento que no se corresponde con su salario.

-En 2016 las empresas del IBEX 35 ganaron en total 34.170 millones de euros, un 67% más que en 2015. El Banco Santander sumó unos beneficios de 6.204 millones de euros, el BBVA de 3.475 millones de euros (un 31,5% más que en 2015) e Inditex de 3.193 millones de euros.

Y normalmente las cifras se dan sin tener en cuenta muchos ítems que se incluyen como gastos, y que realmente se trata de partidas de beneficios. Pero dejémoslo así. Me parece que estas cifras de beneficios de los bancos se tendrían que justificar, sobre todo los que más dinero han recibido para su “rescate”. Tendrían que estar devolviendo al erario público una parte de lo que han recibido, y no hay mucha constancia de ello; o lo que se devuelve son pequeñas cantidades. Además, la “reestructuración” bancaria agrupa y disimula los beneficios, lo que hace más difícil la exigencia de devoluciones.

-El Tribunal de Cuentas ha cifrado en más de 120.000 millones de euros los recursos públicos comprometidos en el “rescate” financiero. ¿Son reales estas cifras?

Las considero bastante conservadoras. Otras estimaciones apuntan la cantidad de 250.000 millones de euros, y no me extrañaría que fuera así.
Hay que considerar muchos factores. Por ejemplo, cuando se inició la crisis en 2008, de inmediato se aumentó la cantidad asegurada en los depósitos bancarios de 20.000 euros a 100.000 euros. ¿Cuánta gente tiene en el estado español 100.000 euros ahorrados? Se trataba claramente de un mensaje a los no muy ricos, pero sí bastante poderosos, a quienes se les venía a decir: no os preocupéis que el Estado va a responder.

-Por último, el FMI examinará a la banca española en marzo, según ha informado el diario El País. ¿Constituyen una garantía estos controles?

El FMI es una institución pública organizada exclusivamente para reforzar los valores neoliberales, por lo que le parece muy bien que la banca gane mucho dinero. No sólo responde a los intereses del gran capital internacional, sino que está insistiendo en que España endurezca la reforma laboral y pague más rápidamente la deuda. Dicen que de ese modo la economía será cada vez más competitiva.

lunes, 27 de febrero de 2017

El mundo feliz de Rajoy. La Comisión Europea ha desmontado el relato de hechos alternativos del presidente

¿Quién iba decir que sería la Comisión Europea quien desmontaría el relato de hechos alternativos de Rajoy? Con la oposición deprimida después de un año de exhibiciones de impotencia y entretenida en peleas familiares por las cuotas de poder, ha sido Bruselas quien ha desmontado el obsceno triunfalismo de Rajoy, con el informe que Claudi Pérez ha explicado en este periódico. Puede verse en ello cierto ejercicio de cinismo porque, al fin y al cabo, Rajoy ha seguido con disciplina las órdenes comunitarias y muchos de los desastres que la comisión describe son fruto de sus exigencias, empezando por la reforma laboral. Ya nos lo contó el libro de Job: ser el más obediente de la clase no siempre tiene premio, porque la arbitrariedad es la esencia del poder.

Los signos de recuperación que muestra España se correlacionan con los efectos de la medicina aplicada a la crisis: la fractura crece. Las clases medias se partieron por la mitad, los que salvaron trabajo y rentas, pasado el tiempo de pánico, vuelven a atreverse a gastar, y los que se hundieron y no han recibido otra expectativa que empleos precarios y salarios bajos, van de mal en peor. En síntesis, a pesar del crecimiento, con un Estado del bienestar que redistribuye hacia arriba, la desigualdad, la pobreza y la exclusión social no han dejado de crecer desde que llegó Rajoy. Y están en los máximos niveles europeos. 13% de los que tienen trabajo viven en riesgo de pobreza. Y, por si fuera poco, la comisión detecta poca prevención y mucha maniobra dilatoria frente la corrupción y dejadez en educación e I+D. Este es el mundo feliz de Rajoy.

La estabilidad política de la que alardea el presidente es una ficción que puede quebrarse en cualquier momento. No hay estabilidad sin recambio. El estado de parálisis en que vive el partido socialista, instalado a la sombra del PP, y la empanada mental que ha producido en Podemos la frustración por no haber coronado con la conquista del poder su fulgurante despegue, alejan la posibilidad de la alternativa. Un Podemos colocado en la estrategia de la excepcionalidad puede generar ruido, pero también ganar marginalidad y perder influencia.

En el PSOE la alineación de las primarias se perfila: a la derecha, Susana Díaz, en el centro, Patxi López, a la izquierda Pedro Sánchez, sin ningún signo de renovación. Y su flanco conservador ya lanza anatemas contra Pedro Sánchez por buscar la complicidad de los sindicatos y de Podemos. En toda Europa, los militantes socialdemócratas quieren partidos progresistas, porque para las políticas conservadoras ya está la derecha y a su vera la socialdemocracia languidece irremisiblemente. Lo que es seguro es que la izquierda desunida nunca gobernará.

https://elpais.com/politica/2017/02/22/actualidad/1487787734_107548.html

sábado, 4 de febrero de 2017

“La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no le hace falta defenderlas”. ENTREVISTA a Susan George de ATTAC.

"En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado"
La presidenta de honor de ATTAC, la politóloga Susan George.
"Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. 
Todo su gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés"

En 2018 cumple 20 años el movimiento ATTAC. Nacido en Francia como grupo de presión a favor de la introducción de una tasa a las transacciones financieras internacionales (conocida popularmente como Tasa Tobin), su propósito es organizar a la sociedad civil para “poner freno a la dictadura de los poderes económicos, ejercida a través de los mecanismos de mercado”. A finales de enero, Madrid ha acogido una reunión de ATTAC Internacional, en la que participa su presidenta de honor y del Transnational Institute de Ámsterdam, Susan George. Esta lúcida filósofa y analista política nacida en Ohio (EEUU) hace 82 años (desde 1994 tiene la nacionalidad francesa) es la autora de la célebre distopía “El Informe Lugano”.

¿Cómo cree que pueden afectar al comercio internacional las recientes decisiones del nuevo presidente estadounidense Donald Trump de dinamitar distintos tratados comerciales internacionales?
Estoy encantada de que Trump se haya desembarazado del Tratado Transpacífico (TTP), y espero que también lo haga con el europeo TTIP. Creo que probablemente lo hará, porque ha dicho que quiere establecer acuerdos bilaterales. Si se deshace de estos dos grandes tratados, no creo que perjudique al comercio mundial en absoluto, porque no se trataba de comercio, sino de dar más privilegios regulatorios a las grandes compañías transnacionales. Si se llega a acuerdos bilaterales, puede incluso ser beneficioso. No digo que todas las decisiones económicas (de Trump) sean beneficiosas, pero usted me ha preguntado por el comercio.

En los últimos meses hemos vivido una sucesión de filtraciones, como los Papeles de Panamá. ¿Cómo contempla esta nueva forma de conocer los desmanes de las empresas para defraudar impuestos?
Es muy buena, los periodistas realmente están haciendo su trabajo. Cientos de miles de personas pueden comprender ahora mejor lo que significa un paraíso fiscal y cómo funciona, y cómo están robando dinero que pertenece a los ciudadanos. Por ejemplo, en Francia se ha hecho un estudio parlamentario que muestra que entre 60.000 y 80.000 millones de dólares han desaparecido de los fondos del Tesoro. Impuestos que no se han pagado porque transferencias que se tendrían que haber hecho en el país no se hicieron. La mayoría de la gente no supo estas cosas hasta que se publicaron en los periódicos. Gracias a filtraciones como "Los Papeles de Panamá" mucha más gente sabe que les han estado robando a ellos, directamente, de sus hospitales, de su transporte público.

Una de las razones de la desigualdad es que las multinacionales no estén pagando todos los impuestos que deberían.

Tengo un amigo que es inspector de hacienda retirado, y le planteé esa pregunta hace muchos años: “¿Están las transnacionales pagando todos los impuestos que deben?”.
Y me contestó: “Siempre pagan algo, pero pagan lo que quieren”. Deberían decir en cada país en el que operan cuáles son sus volúmenes de ventas, cuáles son sus beneficios, cuántas personas tienen empleadas, lo básico, y entonces podemos decidir cuánto tienen que pagar. No sería tan difícil, resolvería muchas cosas, pero no tenemos los instrumentos legales adecuados para ello. Y Trump probablemente va a hacer que continúe siendo así.

Varios países, entre ellos España, han dicho que estarían dispuestos a implementar una tasa a las transacciones financieras internacionales, una suerte de tasa Tobin como la que defiende ATTAC.
¿Ve posible este escenario?
Por desgracia, fue Francia, mi país, el que evitó que se implementase en el pasado. Pero me parece muy bien que España se haya mostrado a favor. En algún momento tendrán que aplicarla, porque de nuevo volvemos a la cuestión de que nuestros ahorros están siendo robados. Una vez que la gente lo sabe, piensa que su dinero puede gastarse mejor que ir al bolsillo de los más ricos del mundo.

Por eso la información es tan importante. Cuando yo comencé en el activismo y en la política, decíamos “debéis salir de Vietnam”. Y la gente quizá estaba de acuerdo, o quizá no, pero sabían de lo que estabas hablando. Ahora las respuestas son más largas y complejas. La información es muy importante y es muy importante seguir repitiéndola.

Los índices de desigualdad están creciendo incluso si nuestros gobiernos hablan de subidas de PIB. ¿Cree que se puede decir que la crisis económica forma parte del pasado?
Es que no creo que sea una crisis. Una crisis significa algo terminal, significa que o vas a recuperarte o vas a morir, pero no dura casi diez años. Esto no es una crisis, es una enfermedad que está siendo fomentada por las políticas económicas actuales. En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado.

¿Qué opina de la idea de que el desempleo está creado por los gobiernos y por los poderes para mantener a la gente con miedo, para que no se rebelen?
No sé si es deliberado crear miedo. Pero escuché una charla de Tony Benn (un destacado diputado laborista británico, fallecido en 2014) en la que empezaba diciendo “el miedo es la disciplina de la economía capitalista”. Es una manera muy elegante de decirlo. Si los gobiernos lo hacen aposta, no lo sé, porque tendrían mucho más éxito y serían reelegidos si luchasen contra el tipo de desigualdad que vivimos en nuestros países.

A mediados de los años 70, en Europa las rentas del trabajo eran el 70% y las del capital del 30%. Ahora las rentas del trabajo son del 60% y las del capital del 40%. Así que se ha perdido un 10% de riqueza en el bolsillo de la gente. Un 10% del PIB europeo son algo así como 1,6 billones. Es mucho dinero que no va a ir al consumo y la inversión europeas, y que no pagará impuestos por ello.

Así que no es un misterio que en los últimos años la gente tenga menos que gastar, que la gente esté corta de dinero. Entonces la pregunta es pertinente. ¿Es que los gobiernos lo hacen aposta o es que no saben economía? Pero lo que es cierto es que hay una economía equivocada (la de la austeridad) que se ha convertido en la biblia. Y para convencer de ella hay enormes inversiones en think tanks, en libros, artículos, tribunas universitarias, jueces, instituciones religiosas.

Gramsci en los años 20 ya dijo “puedes ganar a través de la violencia, pero también a través de sus cabezas. Y para hacer eso tienes que usar las instituciones”. Y eso es lo que la izquierda no ha entendido y la derecha, sí. La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no hay que defenderlas (somos generosos, somos simpáticos, defendemos los derechos humanos). Pero el problema es que la derecha ha logrado enmarcar estas cuestiones de manera que han dicho a la gente, y les han convencido: “Si no tienes trabajo y eres pobre, es tu culpa. No eres organizado y te mereces lo que tienes”. Mucha parte de este mensaje ha sido interiorizada.

¿En qué se nota?
Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. Todo su Gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés. El Brexit es parecido, creo que la gente corriente tiene una idea equivocada de lo que va a pasar allí, porque las leyes sociales británicas son peores que las europeas, en cuanto a salario mínimo, horas extra, en aspectos sociales van a estar peor, pero lo votaron probablemente por miedo a la inmigración, aunque estén equivocados.

Fuente:
http://www.eldiario.es/economia/Susan-George-izquierda-estupendas-defenderlas_0_606140272.html

Desigualdad y pobreza.

Aquí Leonard Cohen en tve.
http://rtve.es/v/453198