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sábado, 25 de julio de 2015

Don Quijote en Syntagma

Rafael Poch
La Vanguardia

Los señores de Bruselas y Berlín no contaban con Don Quijote. Aquel personaje que huyó de España, malherido y derrotado, en 1939 no aparecía, por lo visto, en los ordenadores del Banco Central Europeo y del eurogrupo, tan atentos a los índices de las agencias de calificación y a las encuestas de una opinión convenientemente arrullada. Algunos historiadores, manifiestamente pasados de moda, recordaban, sin embargo, haberlo visto veinte años después en las calles de La Habana. Fue asesinado luego en las selvas de Bolivia, revivió mucho después en insólitas albas latinoamericanas, inmediatamente vilipendiadas desde España con el característico encono del iluso nuevo rico que no quiere saber nada del hermano díscolo.

En Europa asomó un 25 de abril en Portugal, pero ya en los años noventa la incompatibilidad del personaje con los asfaltados nuevos senderos de la España hijoputecada era manifiesta. No había nada más “tercermundista” que el espíritu quijotesco. La lucha por la verdad y la justicia era ilusión. La solidaridad “buenismo”, un concepto canalla acuñado por Joseph Goebbels en los años treinta. Se hablaba incluso de su completa extinción, pero eh aquí que en la nueva Europa sin fronteras, el espíritu de aquel caballero se mudó a Grecia. ¿Cómo pudo ocurrir?

Para comprender la mudanza, algunos estudiosos recordaron que ya un año después de aquella primigenia e histórica derrota ibérica de 1939, sellada ya la derrota de Francia, un 28 de octubre de 1940, el “no” de los griegos al ultimátum de Mussolini puso un punto de dignidad quijotesca en Europa, precisamente cuando las hordas pardas marcaban su triunfal paso de la oca en el continente. Setenta y cinco años después, de nuevo la dignidad crucificada, y recordando aquello que los griegos convirtieron en su fiesta nacional, reaparece aquel mismo “no”. Don Quijote en Syntagma.

De nada sirvieron el facineroso chantaje que ha rodeado a este referéndum. Al revés, la conciencia de ese abuso se volvió contra los ordenadores de Bruselas y Berlín. Presiones a las empresas griegas, contubernios con la derecha griega para reinstaurar al Presidente del Banco Central Heleno en el gobierno de Atenas, como ya hicieron antes en Italia y con la propia Grecia, una intoxicación mediática impresionante con su especificidad nacional en cada uno de los Estados europeos, pero particularmente vomitiva en Alemania. Y como guinda: una crisis financiera, un corralito, especialmente organizada y diseñada por el Banco Central Europeo, para enloquecer al elector. Sin precedentes en la historia financiera.

Con todos esos datos en su memoria, el ordenador de Bruselas/Berlín, los cálculos de todos esos grises personajes y de su bien pagado ejército de periodistas y expertos del Atlántico Norte, deducía una inexorable victoria del “si”. No podía ser de otra manera. Olvidaron que Don Quijote se mudó a Atenas.

Se ha disparado la primera salva soberanista en Europa. ¿Habrá continuidad? Recuerden que sin soberanía no hay democracia, ni siquiera los resquicios de democracia de baja intensidad de los que gozábamos. Tampoco Estado social. Sin soberanía regreso al XIX, bajo el imperio de una nueva oligarquía. El espectáculo continúa. Dirán que “si” o “no”, en el fondo poco importa. Importa mucho, aunque no aparezca en sus pantallas.
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=123

jueves, 13 de noviembre de 2014

El buen morir. La vejez extrema está siendo a menudo extremadamente penosa, solitaria, incapacitante

Mi padre, que llevó con enorme dignidad, coraje y alegría una enfermedad deteriorante que terminó amarrándole a una bombona de oxígeno y una silla de ruedas, siempre repetía una conocida frase: “Nadie es tan joven como para no poder morir al día siguiente ni tan viejo como para no poder vivir un día más”. Le consolaba recordar este dicho porque su gusto por la vida era legendario. Era una de esas personas, mi madre lo es también a sus 93 años, capaces de disfrutar con la mera contemplación de una nube que se deshilacha. Hace falta mucho valor para soportar las traiciones del cuerpo, el marchitamiento de la salud, el constante empequeñecer del futuro y de sus posibilidades. Si tienes la gran suerte de llegar a viejo, la vida te va quitando todo. Pero algunos hombres y mujeres siguen ahí, incólumes, serenos, guerreros formidables de la existencia, gozando de sus horas hasta el final. Admiro su temple y su inmensa capacidad de adaptación.

Viniendo de dos padres tan valientes, yo he salido sorprendentemente cobardilla. O quizá, más que cobardilla, vehemente, voraz e inadaptable. No soporto la pérdida. No soporto la decadencia. No soporto crecer. Me gustaría poder decir que, con los años, se aprende a convivir con el tiempo que te deshace, pero, la verdad, yo no he aprendido. Y me temo que hay muchísima gente que es como yo. Ya lo decía Oscar Wilde: “Lo peor no es envejecer; lo verdaderamente malo es que no se envejece”. Y con esto se refería a que no envejecemos por dentro, a que nos seguimos viendo siempre iguales, eternos Dorian Gray de tersas mejillas enfrentados al retrato pavoroso de nuestra carne cada vez más marchita, de modo que se va creando una disociación entre nuestro ser real y el yo ilusorio interior. Creo que la mayoría de los humanos somos inmaduros peterpanes.

Todas estas reflexiones algo lúgubres me las ha suscitado la tremenda historia de Brittany Maynard, la mujer estadounidense que, con 29 años y cáncer de cerebro terminal, se ha mudado con su familia al Estado de Oregón, en donde se permite la eutanasia. Tiene previsto abandonar este mundo el 1 de noviembre; mientras escribo este artículo, que tardará dos semanas en publicarse, esta mujer sigue viva y está haciendo la formidable y heroica travesía de sus días finales. Cuando lo lean ustedes, ya habrá desaparecido de este mundo. Un puñado de células que detienen su combustión y rápidamente decaen. Una memoria, una voluntad, un deseo, esa ligera voluta de aire que es el yo, o el alma, o el espíritu, deshaciéndose en la bruma del atardecer. En un abrir y cerrar de ojos, en fin, no queda nada. No me extraña que las religiones hayan inventado tantos mundos de ultratumba, paraísos e infiernos, porque nos es insoportable asumir ese vacío. “Os voy a echar mucho de menos”, he oído decir una y otra vez a los moribundos, incluso a los ateos, dirigiéndose a sus seres queridos. “Os voy a echar de menos”: el yo se empeña en seguir siendo contra toda razón.

Y en realidad eso es algo bello, porque demuestra que, mientras vives, eres. Y cuando ya no vives, simplemente no eres. Si no nos angustia la oscuridad que precede a nuestro nacimiento, ¿por qué permitimos que nos angustie la que nos espera?

Eso sí, es crucial la manera en que la salida se produce. En Occidente estamos batiendo récords de longevidad. Nunca tanta gente ha sido tan mayor en toda la historia de la Humanidad. Pero ¿a qué precio? La vejez extrema está siendo a menudo extremadamente penosa, solitaria, dolorosa, incapacitante. La sociedad no está preparada para este aluvión de ancianos con achaques. Necesitamos medios para ofrecer una vida más sana y más protegida a todos los mayores (es de justicia y también puro egoísmo, porque ese será nuestro futuro). Que el entorno social sea lo suficientemente acogedor para que los viejos disfrutones y valientes como mis padres sigan extrayendo hasta la última gota de placer a la vida. Pero también tenemos que regular la eutanasia, tenemos que formalizar y facilitar los protocolos de una muerte digna. Porque puede haber muchas personas que no quieran seguir adelante en según qué condiciones. La muerte puede ser una opción de la vida. Una bella, emocionante, heroica opción, como lo ha demostrado esa mujer de Oregón tan joven, tan guapa, tan rodeada de amor, que ha sido capaz de tomar las riendas de su existencia, pese a todo.
Rosa Montero. P @BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com

Asociación Derecho a Morir Dignamente.
El teólogo Hans Küng, enfermo de Parkinson, se plantea pedir el suicidio asistido
Los enfermos que van a Suiza para suicidarse se duplican en cuatro años

martes, 25 de marzo de 2014

Marcha de la dignidad y modelo económico

Esta semana se ha seguido hablando del informe de los llamados expertos sobre la reforma de la fiscalidad en España, informe que, inmediatamente, ha sido puesto en causa por los inspectores de hacienda y otros fiscalistas de referencia. En Europa, al parecer, se ha llegado a un acuerdo para tener una especie de unidad bancaria y crear un fondo que pueda hacer frente a las futuras bancarrotas, aunque todavía no sabemos muy bien cuándo se va a poner en marcha…¡Hagamos todo lo necesario para salvar a los bancos!…y que la ciudadanía espere que ya llegará su turno…

También se han publicado los nombres de los 55 directivos de empresas españolas cuyo salario anual en 2013 ha sido superior al millón de euros, sabiendo que, según lo publicado, el que ha ganado más (8 millones de euros), es el presidente y consejero delegado de Inditex. ¡Enhorabuena a los agraciados!. Una persona que tenga “la suerte” de percibir el salario mínimo interprofesional alcanzará esos 8 millones de euros en 1.000 años, y “solo” tendrá que trabajar durante 148 años para alcanzar el millón de euros. ¿No sería digno hacer algo para reducir las escandalosas diferencias salariales?. Los que defienden el modelo económico vigente consideran que no es adecuado.

Cuando la semana se terminaba los medios de comunicación decidieron por fin, aunque no todos, otorgar cierto espacio a la marcha de la dignidad, iniciativa que, como su nombre indica, pretendía poner de manifiesto todo lo indigno que está perpetrando el modelo económico vigente. Al final, por el momento, las noticias sobre esa marcha se han centrado en los actos violentos ocurridos en Madrid…como siempre…Las razones profundas que han dado lugar a su existencia importan poco.

Estamos casi como siempre, y decimos casi porque queramos o no, existe una toma de conciencia por parte de una mayoría ciudadana sobre la necesidad de cambiar las cosas, aunque si miramos por el retrovisor podemos constatar en la historia que no es la primera vez. Indicamos como ejemplo una canción de Guy Béart que se cantaba en Francia en los años 1970…pero con una letra que fue escrita en los años 1940. Para los que no entiendan el francés aquí va la traducción.

Aunque esta canción merece reflexión, consideramos que es posible que nuestros hijos y nuestros nietos puedan evitar de estar en la mierda. Para ello, como no dejamos de repetir desde hace años, tenemos que cambiar el modelo económico…y podemos hacerlo, nosotros, tú y yo…si queremos.

Hemos decidido esta semana no grabar nada y proponeros, en lugar de la grabación, que podáis dedicar unos minutos a escuchar la canción y la tertulia que TV3 emitió hace unos días, con la presencia de Christian Felber. La Economía del Bien Común, una propuesta de modelo económico cuyos principios no ha inventado Christian Felber, aunque haya que agradecerle muy mucho que haya sido capaz de darle una estructura coherente que se puede convertir en realidad si nosotros queremos…si tú y yo queremos. Estaré precisamente el 27 de marzo en Jaen y el 29 de marzo en Lyon (Francia) para hablar del modelo económico del Bien Común.
Fuente: http://www.labolsaylavida.org/2014/03/24/marcha-de-la-dignidad-y-modelo-economico/

sábado, 22 de marzo de 2014

Otro tiempo

El presidente de la Comunidad de Madrid recibe a las “marchas de la dignidad” con el hospitalario sambenito de “neonazis”

Antonio Sandoval, autor de ¿Para qué sirven las aves?,una obra fascinante que anda emigrando de boca en boca, me informa de que todavía no han llegado los primeros cucos. Miles de ellos estarán ahora atravesando el desierto del Sáhara, en una travesía épica que puede superar los 5.000 kilómetros, según el destino en Europa. Aunque una parte sucumbe en el intento, la mayoría cruza el Estrecho y atraviesa la península Ibérica. Toda una red humana, presencial, está alerta para escuchar ese canto que para la naturaleza tiene un efecto germinal, como el aviso de un despertar. ¿Cuándo deciden emigrar las aves? A mediados del siglo pasado, los investigadores situaron el origen de esa inquietud en un “reloj interior” y denominaron Zugunruhe a ese impulso. A la hora de despertar y ponerse en marcha contra la injusticia debe existir algo parecido a ese reloj interior en la especie humana. Las llamadas “marchas de la dignidad” que confluyen en Madrid para denunciar la “emergencia social” en que vive una parte creciente de la población española obedecen a un instinto de supervivencia. Cuando la justicia queda atrapada bajo la resignación, la sociedad se convierte en una naturaleza muerta. Se ha aprovechado la crisis para retrasar todos los relojes. ¿En qué frigorífico se acumulan las entrañas del tiempo perdido? La OCDE alerta que España es el país europeo donde más se ha agrandado la desigualdad. También en el trato entre el Gobierno y los ciudadanos. A la exigencia de sacrificios, se suma la humillación. El ministro de Hacienda avisa de que no va a quedar títere con cabeza. Es decir, los más ricos pagarán menos. El presidente de la Comunidad de Madrid recibe a las “marchas de la dignidad” con el hospitalario sambenito de “neonazis”. Alguien debería explicarles que entramos en otro tiempo. La gente sincroniza el reloj interior y empieza a ejercer el derecho a levantarse del suelo.
Fuente: El País Manuel Rivas.

domingo, 15 de septiembre de 2013

"Allende contribuyó a restituir la dignidad perdida del lenguaje político". Eduardo Galeano en el cierre del I Foro Internacional Antifascista en Caracas

Aporrea / VTV

“Allende no mentía cuando advirtió desde el Palacio de La Moneda: Yo de aquí no salgo vivo (…) Era un hombre de honor”, recuerda el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Durante el cierre del Foro Internacional Antifascista en el Teatro Nacional, tras conmemorar los 40 años del golpe de Estado en Chile, el escritor asegura que “yo sé que el honor es un producto raro de encontrar, pero él contribuyó mucho a restituir la dignidad, la dignidad perdida del lenguaje político”.

Galeano habla de la importancia del legado que deja el presidente Salvador Allende que contiene un mensaje de honestidad y valentía.

“Creo que nos dejó unas cuantas herencias importantes, todas referidas a la valentía, al coraje y la dignidad. (…) Nos enseñó que el lenguaje es sagrado, que la palabra humana puede ser sagrada y que a ella nos debemos; y por eso hay que ser muy cuidadoso en lo que se dice para no romper la difícil identidad que se logra en algunos casos excepcionales entre lo que se dice y lo que se hace”, manifiesta.

El intelectual uruguayo expresa que “estamos acostumbrados a divorciar las palabras de los actos, que rara vez se juntan, y cuando se encuentran las palabras y los hechos ni siquiera se saludan porque no se conocen”.

Explica que en el caso de Allende hubo una identidad perfecta entre lo que decía y lo que hacía, “y esa fue su mejor herencia, esa recuperación de la dignidad del lenguaje”.

El literato trae a colación una frase del Líder chileno, a la que denomina autoprofética: “Vale la pena morir por todo aquello sin lo cual no vale la pena vivir”; e indica que este pensamiento define muy bien la calidad humana de un hombre excepcional que “restituyó a la democracia el prestigio de las palabras secuestradas por los políticos mentirosos que han arruinado el lenguaje de tanto mentir”.
Ver aquí un resumen de las conferencias celebradas en Venezuela.
TeleSURtv.net - Especiais - Antifascista Meeting
Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/n236248.html