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jueves, 2 de marzo de 2017

Conversación con Yayo Herrero, militante incansable del ecologismo social. "Igual caminamos hacia el colapso, pero yo lo hago acompañada de la mejor gente que hay en el mundo"


El Salmón Contracorriente


En los últimos días, Yayo Herrero [1] ha estado dando charlas en Barcelona, Bilbao, Lanzarote y Palencia. Después de una semana agotadora para cualquier mortal, Yayo hace hueco en su agenda para tomar algo en el barrio y charlar sobre el colapso y las necesarias transiciones. Nos citamos en uno de esos clásicos bares del centro de Madrid que se ha ido reconvirtiendo en una mezcla de galería de arte retro y taberna castiza a la vez. Yayo llega con la sonrisa puesta, con las pilas cargadas y derrochando alegría. Hablamos de la vida, del ecologismo y otros cotilleos.

“Hemos perdido un tiempo precioso”.
Es una de las frases con las que empieza el libro La Gran Encrucijada. Hace cuatro décadas que se publicó el informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento y, hoy, hemos conseguido que importantes figuras e instituciones de las más diversas procedencias, como el Papa Francisco, Naciones Unidas u Obama reconozcan el desafío ecológico, energético y climático que supone este cambio de ciclo histórico. Hace cuatro décadas, también nacía el ecologismo social organizado en AEDEN, la Asociación de Estudio y Defensa de la Naturaleza. No es comparable, por supuesto. La sociedad organizada ha hecho más por la preservación del planeta que muchas figuras políticas. Empezamos hablando de las alternativas creadas desde abajo.

Alternativas para transitar: ¿Cómo, quiénes y para qué?
Ya sabemos que el colapso está a la vuelta de la esquina. La acuciante escasez de materiales, el pico del petróleo, la pérdida de biodiversidad, el ciclo del agua; tenemos un problema con el incremento de los residuos, y con su gestión, ¡ya ni te cuento! La calidad de vida en las ciudades es cada vez peor... y cada vez más insostenible. ¿Sabías que en 2050 la población urbana se multiplicará por dos y podemos llegar a ser más de 8.000 millones de personas viviendo en entornos urbanos? Calla, calla.

Con todo esto que sabemos, tenemos la certeza que debemos transitar hacia otro modelo y pensar otras formas de organizarnos como sociedad. Hay gente que ya se ha puesto manos a la obra y a día de hoy, disponemos de una gran cantidad de alternativas: “Existen los grupos de consumo y diferentes formas de producción agroecológica; iniciativas que tienen que ver con los cuidados compartidos, tanto de pequeños y pequeñas, como residencias o espacios en los que los mayores comparten su vida. Han surgido diferentes medios de comunicación con fórmulas organizativas muy distintas. Hay todo un abanico de posibilidades con todo el tema de la financiación ética, muy importante para ver como podemos financiar las transiciones”. Y un largo etcétera.

En el campo de las alternativas, digamos, está todo inventado y las tenemos desde hace tiempo.
Sin embargo, la activista ecofeminista profundiza en el análisis: “Yo creo que donde puede haber una dimensión diferente es en procesos de alianza entre iniciativas pequeñas que dialogan para aumentar la escalabilidad”. Para escalar, la clave no es imitar el modelo de la economía convencional sino “crecer por multiplicación donde múltiples iniciativas están conectadas y cada una de ellas, bien contextualizada en el territorio”. Otro ingrediente de la receta de la escalabilidad para Yayo es “ir copando diferentes dimensiones del ciclo de vida de la economía: No podemos conformarnos con tener solo iniciativas en la producción primaria. Necesitamos iniciativas productivas locales metidas dentro del ciclo de distribución, producción y consumo capitalista”.

Precisamente, Yayo conoce bien el entorno cooperativista porque ella es socia fundadora de Garúa, una cooperativa orientada a la educación, la investigación y la intervención, social y ambiental, desde 2006. Pero, ¿es esa la mejor fórmula jurídica para impulsar las transiciones?
“A mí, personalmente, la forma legal que más me seduce es la cooperativa. Ha sido la estructura donde yo he podido vivir la profundidad de construir verdadera democracia en la economía y en la forma de producir. He sentido Garúa como una estructura donde nos hemos preocupado porque cada una de las integrantes, además de tener un salario, creciera personalmente y que hubiera un espacio de apoyo mutuo donde satisfacer esas otras necesidades que no se pueden medir en términos monetarios”.

Desde el año 2012, es directora de una fundación consolidada como institución educativa y con una larga trayectoria en investigación en temas ecosociales. Es la primera mujer que ocupa este cargo en los más de 50 años de historia de esta institución. Sin embargo, para Yayo, la forma de fundación no es un formato que le guste especialmente: “Es una fórmula antidemocrática. Hay un patronato que se elige a sí mismo y que marca las líneas, muchas veces, con poca participación. En el caso de FUHEM, yo lo llevo bien porque es un patronato muy alineado y trabaja en colaboración estrecha con los equipos operativos que existen. Pero no me parece una buena fórmula, aunque haya fundaciones que hagan un papel excelente”.

Nos empieza a convencer de que la clave no es la fórmula jurídica sino la naturaleza de la actividad qué se hace y cómo se generan los excedentes sociales. “Incluso he conocido algunas iniciativas que tienen forma de Sociedad Limitada pero están metidas dentro de los mercados sociales, trabajan bajo los criterios de la economía social y solidaria y su trabajo puede jugar un papel importante en las transiciones”. Continúa hablando de su trayectoria profesional: “No puedo decir lo mismo de las empresas de corte transnacional donde el propósito de tu tarea como trabajadora está centrada en generar beneficios. Ahí dejas de preguntarte si lo que estás haciendo contribuye a mejorar el mundo o a dejarlo bastante peor”.

Yayo comenzó su carrera en la gran empresa formando parte del cuerpo ejecutivo de Indra. Desmonta el mito de la eficiencia de la empresa privada; recuerda cómo muchos medios cargos se convirtieron en verdaderos capataces; cómo los ritmos extenuantes de trabajo rayaban la explotación en muchos casos, y otras tantas experiencias que le han hecho ser quien es hoy. Pero, sobre todo, recuerda a un compañero suyo en la sección sindical: Bernardo Díaz Petrel, una de las personas que más le ha marcado en la vida. “Yo era muy jovencita y pensaba: «Yo quiero ser como Bernardo. Quiero ser una persona íntegra, coherente, profesional, honesta y buena. Una persona súper querida». Y claro, eso no cuadraba con la finalidad de mi trabajo, que era muy poco coherente con las cosas que yo creía que se debían hacer”.

Convencidas del todo, concluimos que si hay democracia económica y se hace algo que no destruye a las personas ni el medioambiente, nos vale casi cualquier fórmula. “¡Espera!” Como no podía ser de otra manera, Yayo sigue profundizando en el análisis y emerge la perspectiva ecofeminista:

¿Y las iniciativas que no tienen ni siquiera forma legal?
“Claro. Los centros sociales autogestionados no tienen fórmula jurídica -ni aspiran a tenerla- y para mí son centros productores de bienes y servicios imprescindibles que generan un bienestar social enorme. ¡Y los hogares! Tampoco tienen una forma empresarial... Bueno, a veces se sostienen en una fórmula legal bastante discutible en muchas cosas -hablo del vínculo del matrimonio, entendido como ese contrato social del patriarcado-. Pero son estructuras que se rigen por otra lógica y son núcleos de producción de bienes y servicios esenciales, como los cuidados”.

No es problema de fórmula sino de propósito; de ver a qué está orientada la actividad y cómo se realiza. Lo que está claro es que para llegar a esta conclusión hemos tenido que integrar en el análisis la dimensión de cuidados y la corporeidad de la vida humana. Yayo ha dedicado una gran parte de su tiempo a teorizar y descubrirnos el ecofeminismo. Gracias a integrar estas tesis en el ecologismo, tenemos constancia del problema de separación entre cultura y naturaleza. “En ese abismo que han creado las sociedades occidentales, las únicas personas que han establecido ese puente constante y permanente entre cultura y naturaleza han sido las mujeres y decir esto, no es esencialista; es profundamente materialista”. Para Yayo, sin la visión del ecofeminismo no es posible realizar un análisis material completo del sistema. Y añade: “Cuando no miras la corporeidad de la vida humana te olvidas de que es inmanente y tenemos que construir comunidades cohesionadas que, de forma corresponsable, traten de mitigar esa vulnerabilidad de la vida individual”. La idea de que todo lo personal es político, es una idea central del feminismo y, además, según la activista “ayuda a colocar bien las prioridades de lucha”.

Cuidados, territorios y municipalismos
Los resultados de las elecciones municipales de 2014 han supuesto un cambio del panorama político español. Nueve importantes ciudades del país están siendo gobernadas por plataformas ciudadanas (en alianza con algunos partidos) lo que supone un éxito sin precedentes. Le preguntamos a Yayo qué pintan los nuevos municipalismos en la transición hacia ciudades más sostenibles y, con cierta pesadumbre, comenta que lo que se puede hacer en el marco de las instituciones se está revelando limitado. “Aunque no diría que es inútil, pero la institución tiene una lógica extraordinariamente lenta y conflictiva, por los ataques de medios de comunicación y otras posiciones políticas. Por otro lado, los propios movimientos de corte político que están impulsando esos cambios parece que son ollas a presión en sus propios interiores. La lógica del conflicto está muy instalada dentro”.

Se basa en su experiencia personal:
“Estoy participando en un proyecto del Ayuntamiento de Madrid que se llama “Ciudad de los cuidados”, impulsado por el delegado de Seguridad, y después de estar meses trabajando en él y una vez presentados una serie de documentos, no tenemos respuesta ni se sabe nada de cómo vamos a seguir”. Con este proyecto, el Ayuntamiento de la capital pretende trabajar sobre los ejes de la salud y sus determinantes sociales para aplicar una política que, entre otras cosas, dinamice en los barrios estructuras comunitarias corresponsables con el cuidado. ¿Por qué? Yayo explica que los hogares, y en especial, las mujeres, son las que han amortiguado las consecuencias de la crisis: “Y esto ha ocurrido porque un eje importante de la seguridad y bienestar de las personas lo proporciona un actor que hoy está muy debilitado en la ciudad: el barrio”. Prosigue con el análisis: “La sostenibilidad de la vida humana debería articularse en torno al primer eslabón que es la naturaleza; luego, la familia; después, la comunidad; el cuarto eslabón, el Estado y el quinto, lo privado. Pero del terreno de los hogares, estamos pasando directamente al terreno de lo público o al mundo mercantil. Y, sin embargo, la escala comunitaria está vacía”.

A pesar de esto, España está siendo un punto de mira interesante para muchos movimientos sociales europeos porque es de los pocos países donde no está surgiendo una fuerza fascista organizada y esto tiene que ver con una tremenda red de solidaridad en el territorio.
¿Algún ejemplo? “Plataformas como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) o como la Red de Solidaridad Popular (RSP) han sabido ver que es necesario coser la política pública con el activismo social, la protesta y la organización en la base más local”. Sin embargo, para Yayo, el movimiento ecologista no ha conseguido conectar con las preocupaciones de las clases más empobrecidas que están siendo literalmente expulsadas del sistema: “En EE.UU., el movimiento de justicia climática sí que ha conectado con estos sectores desfavorecidos porque las causas directas del cambio climático están impactando en población muy empobrecida y están siendo más conscientes de que la destrucción de la base material física tiene una correlación directa con el empobrecimiento de las personas. Eso aquí no lo hemos conseguido”. Y propone aprender de la pedagogía que ha hecho la RSP visibilizando la relación entre la degradación de la naturaleza y la destrucción de las condiciones de vida de las mayorías sociales. “Tengo la sensación de que teniendo tan claro en lo teórico la importancia de la relocalización de la economía, tenemos menos instrumentos para relocalizar la política, y Ecologistas en Acción tiene experiencia en resistir y defender los ecosistemas locales pero deberíamos trabajar también sobre la militancia en el entorno local para ayudar a conectar esas luchas”.

Y termina con una advertencia:
“Se nos plantea el mayor reto que hemos tenido nunca. Ya no vamos a tener que pegarnos con el negacionismo ni contra el reconocimiento de la crisis ecológica. Tenemos que pelear para mostrar que las soluciones no son soluciones de capitalismo verde ni meramente tecnológicas, sino que las soluciones pasan por una redistribución radical de la riqueza y del acceso a la misma. Que las soluciones pasan por establecer mecanismos de vida más austeros para todas, no solo para las personas más desposeídas. Un ecologismo social en el que nos merezca la pena invertir nuestro esfuerzo es un ecologismo que tiene que ir de la mano con las luchas de la gente más desposeída y precaria”.

¿Cómo hacemos frente a esta gran encrucijada?
La activista acaba de publicar el libro La Gran Encrucijada con Alicia Torrego y Fernando Prats, en el marco del Foro Transiciones. Un libro sobre la crisis ecosocial y el cambio de ciclo histórico cuyo diagnóstico no aporta nada nuevo, según comenta Yayo, pero que recoge el mejor conocimiento científico que tenemos ahora mismo con un estilo narrativo que conecta con personas a las que no estábamos siendo capaces de llegar. “Nos han dicho muchas veces «basta ya de diagnósticos, vamos a las soluciones», pero creo que hay que seguir insistiendo porque aún no se ha conseguido un relato universal sobre lo que está pasando. Es necesario salir de nuestros núcleos para atraer a capas de la sociedad más amplias a este empeño por transitar hacia sociedades ecologistas, justas e igualitarias. Con este libro estamos conectando con entornos más socialdemócratas o de corte más neokeynesiano o de economía verde”.

Es necesario abrir los debates más polémicos de las transiciones y debatir con cuantos más sectores de la opinión pública, mejor. Por ejemplo, si hablamos de transitar hacia renovables, habrá que estudiar cómo se financia para que dé cobertura a las necesidades de las mayorías sociales, y por otro lado, habrá que planificar esa transición, ya que la fabricación de generadores y placas solares supone la emisión de gases de efecto invernadero y la utilización de materiales escasos. Para Yayo, esta dinámica de planificación requiere “autoorganización en lo local y políticas macro que cuenten cuántas toneladas de materiales, cuánto gasto energético y cuántas emisiones se pueden generar con estos procesos sin empeorar las dinámicas de colapso”.

En la parte de propuestas sí hay novedades.
El libro establece estrategias, dinámicas y planes sectoriales sobre qué hacer con los residuos, el agua, la energía, etc. Más allá de participar en construir alternativas locales, también piensa en cómo desde la política pública o de lo común podemos tratar de generar procesos ilusionantes de transición. “Si se quisiera, podría haber toda una batería de políticas públicas bien pensadas que podrían empujar esas dinámicas de autoorganización en lo local. Visibilizar eso es muy importante porque ahora mismo se percibe un salto enorme entre esas iniciativas autorganizadas y la percepción que tiene mucha gente de que no nos ayudan a frenar las dinámicas de apisonadora o de doctrina del shock”.

No existe una receta con sus ingredientes y tiempos de cocción exactos que nos hagan transitar con éxito.
Pero al menos, tenemos claro qué queremos. ¿Cuál es el aceite que permitirá cocinar las necesarias transiciones? “El lubricante para mí sería la construcción de poder ciudadano. La disputa de la hegemonía cultural que nos conduzca a la disputa de la hegemonía política. Construir un tejido social que pueda impulsar, sostener y apoyar a aquellas instituciones que quieran ir por el camino de las transiciones socioecológicas y que pueda forzar a otras instituciones a que se sumen a la dinámica”. Para Yayo, la clave es conseguir que estos temas sean una preocupación generalizada.

¿Cómo involucrar a más gente en este cambio cultural?
Dice Manuel Castells que la lucha de poder fundamental es la batalla por la construcción de significados en las mentes. En el libro hay un capítulo titulado “Sin reconfigurar los imaginarios sociales no será posible el cambio”.

¿Cómo hacemos eso y qué nos falta?
Empezamos con la autocrítica. “Nos ha fallado el no haber sabido conectar con la gente normal”, dice Yayo con rotundidad. Añade que la eclosión de Podemos nos tendría que proporcionar algunos elementos para el aprendizaje: “Hay muchas cosas de Podemos que ni comparto ni me gustan, pero hay que reconocer que supo aprovechar las grietas que dejaba el modelo hegemónico para colarse ahí. Utilizó algunas nuevas categorías como lo de la “casta” y la idea de “los de arriba y los de abajo”, conceptos del 15M, que consiguieron amplificar el mensaje a otros públicos. Nosotros no hemos sabido aprovechar esas grietas”. ¿Por qué? “Creo que no acabamos de encontrar fórmulas o no terminamos de atrevernos a pisar ciertos espacios”.

Desde hace unos meses, Yayo participa en las tertulias del programa radiofónico “A vivir” de la Cadena Ser: “El programa dura unos 45 minutos, a repartir entre unas 6 tertulianas. No es mucho tiempo y explicar la dimensión de la crisis ecológica requiere de un buen rato. Pues a pesar de eso, lo hago y me llegan comentarios muy positivos de gente a quien he hecho reflexionar a raíz de participar en espacios tan pequeños de alta audiencia”. Y añade que tampoco hemos tenido fuerzas, ni estrategia ni capacidad para meternos en asociaciones de vecinas o en los barrios cuando hablamos del activismo ecologista en ciudades grandes como Madrid. “Estamos muy alejadas de la vida cotidiana de la gente”.

Entonces, ¿cómo nos acercamos a la gente?
Dependiendo a quién queramos llegar, debemos pensar en un mensaje o en otro y en cuál es la forma más eficaz para comunicarlo. Vamos a la práctica. “Por ejemplo, con personas mayores es fácil empezar hablando de austeridad porque lo tienen aún en su marco de referencia cultural. Son personas que, en su mayoría, se han educado en pueblos donde todo se aprovechaba. Entonces, cuando te diriges a esas personas puedes empezar por ahí”. Sin embargo, desde hace unos años, se ha ridiculizado a muchos de estos perfiles austeros estereotipándolos como tacaños, atrasados o poco modernos. Tal ha sido el cambio que, cuando te diriges a personas entre 45 y 65 años, la estrategia cambia. “Generalizando enormemente, estos perfiles adultos que han vivido el despliegue del crecimiento económico, la llegada del «progreso» y la cultura del usar y tirar, es mucho más difícil empezar por las alternativas porque estas pasan por la reducción drástica del consumo material. Si no lo pones en relación con el problema al que ha llevado vivir como si no hubiera limites, a la gente le cuesta entender porque presentamos estas medidas tan radicales que van en contra del confort y la buena vida, entendida esta a través del consumo”.

Es decir, la deconstrucción de falsa idea de confort requiere de la fase de diagnóstico. “No es el caso de los mayores, como contaba, o cuando son pequeños, que antes de ser poseídos por el consumo ven las cosas con una claridad y una nitidez increíble. No es lo mismo la gente que vive en lo rural o en ámbito insular, que ven en su territorio los límites. No nos vale una receta de comunicación única para todos los lugares y perfiles. Nos falta mucho en el terreno de comunicar la alternativa y, como digo, hay que construirla de forma distinta dependiendo del territorio y el contexto de cada lugar”.

Además, hay que comunicar la alegría.
Si algo caracteriza las charlas de Yayo es la energía con la que sales de ellas. A pesar de contar una realidad crudísima, tras escuchar las palabras de Yayo, tienes ganas de pasar a la acción. ¿Cuál es el truco? “He tenido la suerte de encontrar y poder conectar con la mejor gente del mundo que es, precisamente, la que quiere cambiar las cosas. Cuando voy a dar una charla me encuentro gente que me cuida, que me acoge, gente bien articulada, gente que piensa como darle la vuelta a las cosas, gente solidaria que se preocupa por quien no tiene cómo pagar la luz... Vivir al lado de esta gente es la caña. Y yo eso, lo comunico y lo digo mucho en Ecologistas en Acción: Igual caminamos hacia el colapso pero no es lo mismo caminar sola y rodeada de hostilidad que hacerlo acompañada de la mejor gente que hay en el mundo”.

¿Cómo conciliar vida privada, activismo y trabajo?
“Con alegría”. La pregunta es sencilla. “Yo me río mucho en el curro, me río mucho en Ecologistas en Acción, con mis amigos... Esa posibilidad de reírse con la gente y de disfrutar es lo que te da fuerza para poder seguir haciendo cosas”. Acude a su trayectoria vital: “Cuando trabajaba en la gran empresa, tenía la sensación de que una parte de mi vida la tenía dedicada a algo que no me importaba en el fondo. Entonces cuando tuve la posibilidad de dar el salto en el vacío, dejar el curro y empezar a explorar el mundo del cooperativismo y otras cosas, a mí se me produjo una armonización de repente entre las cosas que me preocupaban, lo que me parecía importante y con lo que me ganaba la vida, y eso te genera una salud mental impresionante”.

¿Y cuando hay momentos en los que no puedes más?
“Hay momentos de cansancio, pero creo que es un momento en el que necesitamos mucho activismo y para mí la solución no está en restarle tiempo a la militancia. La cuestión está en crear espacios que sean gratos, que te refuercen y te hagan sentirte muy bien. A mí me parece difícil cuidarme a mí misma si no genero esa estructura de cuidado en los espacios en los que yo quiero estar y estoy”.

El problema es cuando los espacios activistas son hostiles.
“A veces, se reproducen muchas lógicas del mundo público o de la empresa privada o de la familia, donde hay relaciones de subordinación, de poder y de jerarquía, y a veces nos tratamos mal. Igual que existe un homo economicus alejado de la vida, creo que también existe un hommo militantus”. Tenemos que superar a esos antiguos militantes que decían «Yo no he venido aquí a hacer amigos» o «Aquí lo importante es que cambiemos el mundo», comenta Yayo.

Ella es partidaria de dedicar tiempo y energía a las organizaciones: “a resolver conflictos, a hablar las cosas y a generar formas de tratarnos que haga que la gente se sienta bien”. Y para eso, las organizaciones tienen que regenerarse y “dar cancha” a otras personas más jóvenes o nuevas. Una de las cosas que valora de Ecologistas en Acción es que las personas con una trayectoria larga y cierta responsabilidad en la organización saben retirarse sin dejar de estar. “A veces, por haber ocupado espacios de decisión, tu opinión tiene un peso distinto al de las demás y eso es un problema. Aunque seas abierta y democrática, terminas teniendo un peso que, aunque jerárquicamente ya no te corresponde, el grupo te lo concede”.

Yayo Herrero dejó la Coordinación y luego la Secretaría, pero no ha dejado de participar en Ecologistas en Acción, ya sea pintando una pancarta o viajando al punto que sea de la geografía española para mediar en un conflicto. Siempre a disposición de las personas y de las transiciones. Hay teorías conspiratorias que dicen que en realidad, Yayo no es solo una, sino que hay dos y por eso ella puede estar en todas partes. Se van turnando, dicen las malas lenguas. Después de muchos años de militancia en el ecologismo social, quienes la conocen saben que Yayo Herrero, no hay más que una; solo que es... mucha Yayo.

Nota:
[1] Esta entrevista ha sido originalmente publicada y escrita en la revista Ecologista que publica Ecologistas en Acción.

Fuente:
http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Igual-caminamos-hacia-el-colapso

sábado, 25 de febrero de 2017

El INTI desarrolla inodoros y mingitorios secos. Cómo funcionan. Detalle del consumo en los baños Baños sin agua, una realidad de la tecnología argentina

Un baño totalmente seco todavía no es tecnológicamente posible. Es decir, que no utilice agua. Sobre todo por las necesidades de lavado. Sin embargo, inodoros y mingitorios ya han alcanzado esa posibilidad.

El punto es crucial especialmente en lugares en donde el agua potable es escasa. Sobre todo porque, para la limpieza de esos artefactos se usa agua potable, diseñada y acondicionada para ser bebida. Un verdadero derroche.

Cada vez que se utiliza, un inodoro se traga entre 8 y 10 litros. En un departamento para dos personas se usaría 20 veces al día. Lo que en un año da un desperdicio de no menos de 70 mil litros. El caso de los mingitorios públicos es peor: los expertos aseguran que utilizan 100 mil litros en el año.

Frente a este panorama, el Programa de Tecnologías Sustentable del INTI viene trabajando en el diseño y aplicación de sistemas de saneamiento sustentables, entre ellos baños y urinales secos.

Estos innovadores sistemas podrían dar solución a las necesidades de casi la mitad de los habitantes del territorio nacional que carece de conexión a la red cloacal. Unos 20 millones de personas.

A mediados del mes pasado, en la sede central del INTI, fueron inaugurados dos mingitorios secos, convirtiendo al organismo en el primer organismo nacional en implementar esta tecnología verde. “Hoy vemos la implementación de saneamientos secos como una solución para las poblaciones que no tienen acceso al agua o a un sistema correcto de tratamiento de los efluentes del baño. Sin embargo, la iniciativa también impulsa la creación de proveedores locales de estos artefactos”, indicó Jorge Schneebeli, responsable de la Gerencia de Proyectos Especiales INTI.

A simple vista, los mingitorios secos son iguales a los tradicionales pero no requieren una fuente constante de agua, no tienen problemas de olor, no atraen insectos y son fáciles de limpiar.

Existen distintos diseños de trampa de olor, los mingitorios instalados en el auditorio del INTI cuentan con un cartucho plástico que contiene un líquido con una densidad menor a la orina. Esta sustancia siempre queda por encima de la orina y así evita las evaporaciones de olores. Su formulación hasta el momento no se desarrolla en el país, pero el Centro INTI-Química está trabajando en diversas formulaciones para sustituir la importación de este producto. Otra ventaja de los dispositivos es que pueden ser construidos con materiales disponibles localmente.

Sobre su valor de fabricación, los expertos indicaron que el costo de producción de estos mingitorios se equipara a los costos de los mingitorios tradicionales.

La diferencia se muestra en el ahorro de agua, el menor costo de tratamiento (al minimizar el volumen del efluente) y el potencial que presenta la recuperación de los nutrientes como nitrógeno y fósforo contenidos en la orina.

En cuanto al desarrollo de nichos de mercado a nivel local, el gerente de Comercialización del INTI, Juan Pedro Córica, destacó: “Este tipo de tecnologías está siendo adoptada en el mundo, por lo cual las ventajas están claras. En la Argentina necesitamos poner a disposición los beneficios del sistema, sus costos y potencialidad, para que el producto despierte interés en los fabricantes y futuros usuarios”.

En la actualidad, en países como Alemania o los Estados Unidos, los urinales secos son una alternativa implementada en áreas públicas como hoteles, estaciones de servicio, estaciones de tren o shopping center. El ahorro de agua en inodoros y mingitorios es crucial, por el alto consumo que tienen estos dos artefactos en comparación a otros de uso diario.

Por caso, una ducha de 10 minutos gasta aproximadamente 100 litros de agua. En un año, dos personas podían consumir la misma cantidad que requiere el inodoro.

Para tener una idea del gasto diario que ocasiona cada actividad cotidiana, hay que considerar que cepillarse los dientes con la canilla abierta consume 5 litros de agua; lavar el auto con manguera, 12 litros por minuto; lavar los platos, 50 litros, en tanto que una canilla goteando puede consumir 50 litros al día. Y el peor de todos los casos: una carga de lavarropas consume 200 litros.

El INTI también desarrolla la tecnología de inodoros secos, un sistema de saneamiento aplicable a instalaciones hogareñas, industriales, públicas y comunitarias. El diseño de estos artefactos está basado en la separación desde el origen de la materia sólida y líquida, la operación sin agua y la existencia de cámaras ventiladas o contenedores para el almacenamiento y tratamiento de los residuos. Hay muchos ejemplos exitosos de esta tecnología en el Perú y Sudáfrica.

Los baños secos con separación de líquidos fue promovida originalmente para el manejo seguro de los residuos, pero el foco fue cambiando hacia crear un inodoro versátil que se pueda usar en distintos contextos geográficos y económicos.

La principal ventaja de los baños secos con separación de líquidos, comparados con las letrinas secas convencionales, es que convierten los desperdicios en un residuo seco y sin olor. Esto, además de liberarlos de insectos, suma el hecho de que una vez que el contenedor de desperdicios se llena, el manejo de las materias sólidas es mucho más simple e inofensivo.

Además, el riesgo de contaminación acuífera se ve minimizado a través de la contención segura de los sólidos en cámaras enterradas, lo que también permite la construcción de estos inodoros en lugares donde los sistemas basados en pozos no son apropiados.

Los baños secos pueden ser construidos con dos cámaras de deshidratación adyacentes o una sola cámara con contenedores intercambiables. Algunos baños secos (con separación de líquidos) optan por incluir lombrices en la o las cámaras de deshidratación para la reducción del volumen a tratar y conformación de humus de lombriz. En el INTI señalan que un ejemplo de estos baños secos existe en la ecovilla Gaia en Navarro, Provincia de Buenos Aires, una experiencia que está en proceso de sistematización.

Fuente:
http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Banos-sin-agua-una-realidad-de-la-tecnologia-argentina

miércoles, 1 de febrero de 2017

Jorge Riechmann un poquito de física, un poquito de matemáticas, un poquito de economía política1. Para entender el mundo en que vivimos. El fracaso de una sociedad basada en el crecimiento y en su destrucción de los sistemas vivos de la Tierra

“El fracaso inescapable de una sociedad basada en el crecimiento y en su destrucción de los sistemas vivos de la Tierra son los hechos apabullantes de nuestra existencia. Como resultado, casi no son mencionados en ninguna parte.

Constituyen el gran tabú del Siglo XXI, los temas garantizados para enajenar a amigos y vecinos. Vivimos como si estuviésemos atrapados dentro de un suplemento dominical: obsesionados por la fama, la moda y los tres elementos básicos aburridos de la conversación de clase media: recetas culinarias, innovaciones tecnológicas y centros turísticos.” 2 George Monbiot

Pero cómo puede ser, nos preguntamos una y otra vez, que en esta sociedad pomposamente autobautizada “del conocimiento”, donde ciertamente hemos acumulado más saber científico que en ningún momento anterior de la historia de la humanidad, toda esa masa de información y conocimiento no parezca servir de nada a la hora de evitar el colapso socioecológico hacia el que nos encaminamos…

Quizá habría que comenzar aquí con un chiste, el de Groucho Marx en Sopa de ganso: “Claro que lo entiendo, incluso un niño de cuatro años podría entenderlo. ¡Que traigan a un niño de cuatro años: a mí esto me parece chino!”3

¿Entendemos lo que deberíamos entender como niños de cuatro o diez años? Necesitamos entender tres cosas

Creo que para entender el mundo en que vivimos (y donde probablemente moriremos la mayor parte de los seres humanos, por hambre, falta de asistencia sanitaria y violencia armada, consecuencias de la crisis ecológico-social, antes de que acabe el siglo XXI) hacen falta esencialmente tres conocimientos básicos.

Un poquito de física, un poquito de matemáticas, un poquito de economía política.

El primero de estos conocimientos es la termodinámica básica, y especialmente el significado de la entropía (codificado en el segundo principio de la termodinámica).

El segundo es la dinámica de los crecimientos exponenciales (particularmente cuando se dan dentro de ambientes finitos: esto es matemática sencilla, pero habría que enmarcarla dentro de unas nociones básicas de teoría de sistemas).

El tercero de los conocimientos lo recogen las fórmulas de la reproducción ampliada del capital (D - M - D+ΔD) que Marx explica al comienzo del libro primero del Capital.

Si falta alguna de las tres piezas, no entenderemos casi nada (al propio Marx le faltó comprensión de lo que significaban las piezas uno y dos funcionando dentro de un planeta finito; pero no podemos reprochárselo demasiado, los angustiosos problemas evidentes en la segunda mitad del siglo XX sólo eran perceptibles por indicios en la segunda mitad del siglo XIX). Si entendemos cabalmente las tres piezas en su conexión recíproca, yo diría que habremos dado pasos importantes para saber en qué tipo de mundo, de verdad, estamos viviendo. Habremos encajado tres piezas de conocimiento en el mosaico que hoy nos hace falta –en esa “ecología de los saberes” que preconiza Boaventura de Sousa Santos— para tratar de hacer frente a la crisis ecológico-social.

Un poquito de física: termodinámica básica 4

Si –por la primera ley de la termodinámica-- la materia-energía no se pierde, sino que solamente se transforma, ¿no desaparecen como por ensalmo todos los problemas de límites al crecimiento económico que preocupan a los ecologistas?

Pues no, a causa del segundo principio (o la segunda ley) de la termodinámica – entre otras razones--. Los diversos tipos de energía no son igualmente convertibles en trabajo útil. Si se quiere decir de otra forma: existen formas de energía de “buena” y “mala” calidad para nosotros. La segunda ley establece que, en un sistema aislado, la entropía (desorden atómico o molecular) aumenta inevitablemente.5

DOS CANTARES DE ANTONIO MACHADO PARA EXPLICAR TERMODINÁMICA 
[Primer principio de la termodinámica] [Segundo principio de la termodinámica]

¿Dices que nada se crea? No te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que beba tu hermano.

¿Dices que nada se pierde? Si esta copa de cristal se me rompe, nunca en ella beberé, nunca jamás.

Antonio Machado: Proverbios y cantares, EL PAÍS/ Clásicos del siglo XX, Madrid 2003, p. 19 y 21.

La entropía es una medida de la disponibilidad de la energía: mide la cantidad de energía que ya no se puede aprovechar transformándola en trabajo. Un aumento de la entropía supone una disminución de la energía disponible: ni el carbón ni el petróleo pueden quemarse dos veces. Podemos vincular la idea de entropía con los recursos naturales que empleamos para nuestra subsistencia de la siguiente forma: el recurso natural más básico y fundamental es la materia-energía de baja entropía (vale decir: materia-energía con alto grado de orden y disponibilidad). 

El mineral de hierro con alta concentración de metal es un recurso precioso para nosotros, mientras que el hierro disuelto en el océano es prácticamente inutilizable.

En la Tierra existen de forma natural “depósitos de baja entropía”, islas de entropía negativa o “neguentropía” que desde los comienzos de la Revolución Industrial hemos ido agotando rápidamente: se trata de las reservas de combustibles fósiles, los yacimientos minerales, etc. Dilapidar de forma irresponsable la riqueza natural que constituyen estos “depósitos de baja entropía” restringe cada vez más las opciones vitales de los seres humanos que nos sucederán. En cierto sentido, el imperativo de una sociedad ecológicamente sustentable podría formularse como un imperativo de minimización de entropía.

5 La tercera ley de la termodinámica viene a decir, más o menos, que nada puede enfriarse hasta el cero absoluto. “Si, para un jugador, la primera ley equivaldría a no puedes ganar, la segunda ley sería no puedes no perder y la tercera no puedes abandonar el juego” (Eric D. Schneider y Dorion Sagan, La termodinámica de la vida, Tusquets, Barcelona 2008, p. 73).

La economía convencional ha tenido en cuenta, más o menos, la primera ley de la termodinámica (conservación de la materia-energía); pero no la segunda, que es incomparablemente más importante que la primera a efectos prácticos. Si uno observa la representación clásica del proceso económico en los manuales al uso, verá que en realidad se trata de una máquina de movimiento perpetuo, o sea, un objeto imposible. La termodinámica enseña que esos diagramas circulares, ese movimiento pendular entre producción y consumo en un sistema completamente autárquico, no corresponde a la realidad. El hecho de que el sistema económico se halle inserto dentro de sistemas biofísicos que forman una biosfera altamente compleja, y que dependa para su funcionamiento de fuentes de materiales de baja entropía y de sumideros para los desechos de alta entropía producidos; el hecho de que el principio de entropía gobierna todos los procesos del mundo material, sencillamente se ignora en la economía convencional.

En cierta ocasión, en una audiencia ante el Congreso estadounidense en 1973, el economista Kenneth E. Boulding (1910-1993) afirmó que “quien crea que el crecimiento exponencial puede durar eternamente en un mundo finito, o es un loco o es un economista”. 6

Podríamos parafrasear la humorada del modo siguiente: quien crea que se puede violar la ley de la entropía, o es un loco o es un economista convencional. Pues, en efecto, los economistas convencionales tienen tantos problemas con la ley de la entropía como con los fenómenos de crecimiento exponencial en sistemas cerrados (y por razones parecidas).

La economía ecológica, por el contrario, sitúa la segunda ley de la termodinámica en el centro de sus reflexiones. Parte de la premisa de que el proceso económico es entrópico en todas sus etapas materiales. 7

La segunda ley de la termodinámica tiene importantes implicaciones económico-ecológicas. Lo que muestra es esencialmente que la actividad económica está constreñida por ciertos límites insuperables:

(I) Límites al reciclado: el reciclado perfecto es imposible. Sólo se puede recuperar una parte; siempre hay un resto que se pierde irrecuperablemente. Los neumáticos pueden reciclarse; las partículas de neumático adheridas al asfalto no. El plomo de las baterías puede recuperarse en un alto porcentaje; el plomo

6 Se atribuye este dicho a Boulding en United States Congress House (1973), Energy reorganization act of 1973: Hearings, Ninety-third Congress, first session, on H.R. 11510. p. 248.

7 El hombre a quien se debe el mayor esfuerzo por integrar termodinámica y economía en una reflexión unitaria es el economista rumano exiliado a EEUU Nicholas Georgescu-Roegen (1906-1994). Una breve introducción a su vida y obra es “La economía ecológica de Nicholas Georgescu-Roegen” de Joan Martínez Alier, capítulo 1 de su libro De la economía ecológica al ecologismo popular (Icaria, Barcelona 1992). Óscar Carpintero nos brindó el soberbio estudio La bioeconomía de Georgescu-Roegen (Montesinos, Barcelona 2006) y preparó la edición de Ensayos bioeconómicos de Nicholas Georgescu-Roegen (Catarata, Madrid 2007).

emitido a la atmósfera junto con los gases de escape de los automóviles no. El cierre total de los ciclos es imposible, y las pérdidas de materia inevitables.

Por lo demás, el problema se desplaza pronto al terreno de la entropía energética (reciclar exige siempre utilizar energía, en cantidades que pueden ser muy grandes, inabordables); y a menudo lo que hacemos es “infraciclar” más que reciclar, como cuando rompemos en mil pedazos valiosos recipientes de vidrio (en vez de reutilizarlos), con la pérdida estructural y energética en que incurrimos entonces…

Algún optimista tecnológico insuficientemente consciente de los límites que las leyes de la termodinámica imponen a la ecologización de la economía ha postulado que “los elementos químicos que constituyen los recursos del planeta pueden ser reciclados y reutilizados indefinidamente, siempre y cuando la energía necesaria para recogerlos y refinarlos esté disponible”.

8 Ahora bien: sin entrar en otros problemas que plantearía la extremosidad de este planteamiento, el reciclado perfecto es un imposible termodinámico, y por eso esta supuesta solución falla. Un ejemplo aducido a veces en este contexto prueba en realidad lo contrario de lo que se supone que tendría que probar. “A pesar de su enorme dispersión, más de la mitad del oro extraído hasta ahora sigue controlado hasta hoy día, siendo reunido cuando es necesario gastando energía”.

" 9 El ejemplo se vuelve contra la intención de quien lo propuso: a pesar de que el oro ha sido un metal valiosísimo para todas las civilizaciones, y de que los seres humanos lo han reunido, atesorado y conservado (o sea, reciclado) como ningún otro material en toda la historia humana, sólo algo más de la mitad de todo el oro extraído en toda la historia humana está hoy disponible. ¡Piénsese lo que ha ocurrido y ocurrirá con materiales menos preciados! Y no vale replicar que, con las escaseces crecientes o con los nuevos impuestos ecológicos, el latón o el papel llegarán a ser tan valiosos como el oro: sería una salida por la tangente fraudulenta, que no tendría en cuenta hechos termodinámicos básicos, por no hablar de los supuestos irreales sobre la organización social y la psique humana. 10

8 Aunque esto lo dice mi admirado Barry Commoner (En paz con el planeta, Crítica, Barcelona 1992, p. 142), en esta ocasión yerra…

9 Commoner, En paz con el planeta, p. 142.

10 El ejemplo anterior muestra que lo valioso desaparece de donde debía estar, pero la entropía crea igualmente problemas de signo contrario: lo dañino aparece donde no debía estar. Así, un estudio de la FDA estadounidense (Agencia Alimentaria y del Medicamento) hecho público en marzo de 2004 muestra que la acrilamida –un potente cancerígeno— está presente en el 27’7% de los alimentos en la cesta de la compra promedio en EE.UU. (en cantidades superiores a 10 microgramos por kilo de alimento). Véase Emilio de Benito, “Hallada acrilamida en el 27% de los alimentos de EE.UU.”, El País, 27 de marzo de 2004.

En definitiva, el reciclado perfecto es imposible; y precisamente podríamos enunciar el segundo principio de la termodinámica también de la siguiente forma: la energía no puede reciclarse, y la materia no puede reciclarse nunca al 100%. 11

(II) Límites al aprovechamiento de los recursos naturales. Detrás de las distintas leyes de rendimientos decrecientes con que tropieza el género humano se halla por lo general la estructura entrópica de nuestro mundo. Por ejemplo, en lo que se refiere a los recursos naturales: a medida que consumimos los mejores yacimientos minerales, los depósitos de combustibles fósiles más accesibles, sólo nos van quedando (en una corteza terrestre progresivamente más desorganizada) depósitos de materia-energía con mayor entropía, y por ello menos disponibles, menos útiles, menos aprovechables y cada vez más caros de explotar. “Cada vez nos acercamos más al momento en que la obtención de una tonelada de petróleo implique el consumo de tanta energía como la que contiene ese petróleo. En esa tesitura de nada sirve ya la sabiduría del economista, según la cual todo es sólo una cuestión de precios, pues el precio debe ser pagado en la única divisa fuerte de este mundo, a saber, en energía”.12 Si la civilización minera que ha desarrollado el capitalismo fosilista prosigue su loca huida hacia adelante, y seguimos desorganizando la corteza terrestre de nuestro planeta y único hogar cósmico, cada vez nos acercaremos más al estadio de ese “puré póstumo” o crepuscular que con humor negro ha evocado en más de una ocasión José Manuel Naredo.13

PRODUCCION Y CONSUMO A LA LUZ DE LA TERMODINAMICA
"Producir es para los economistas [convencionales] llevar a cabo actividades que generen ingresos o valor añadido; se habla de producir petróleo como se habla de producir trigo sin tener en cuenta que las dos actividades son totalmente diferentes respecto a la periodicidad, es decir, a su relación con la naturaleza, a la relación entre el tiempo biogeoquímico y el tiempo económico. Una consiste en extraer una parte de un stock, de un fondo ya existente, mientras que la otra consiste básicamente, en el caso de la agricultura tradicional, en captar energía solar, que llega como un flujo renovable, y transformarla en la energía de los alimentos. O se afirma que la agricultura de los EE.UU. es más productiva que la de México, aunque utilice mucho los recursos energéticos no renovables, y a pesar de que la agricultura del sur de México --en peligro por culpa del NAFTA-- es energéticamente más eficiente y además ha conservado mucha más biodiversidad.

(...) [Para los economistas convencionales] todo es escaso únicamente a corto plazo, porque a largo plazo se cree ciegamente en el cambio técnico, en la posibilidad de la sustitución sin límites: de apropiarse cada vez de nuevos recursos naturales, de utilizarlos sin crear problemas ambientales, y además de sustituir recursos naturales por capital --sin tener en cuenta el hecho elemental de que el capital es también fruto del trabajo y los recursos naturales.

El concepto de consumo como destino final de los bienes producidos también puede cuestionarse si tenemos en cuenta que, por la ley de conservación de la materia, todo lo utilizado por las empresas y los consumidores, antes o después, o bien es reciclado o bien vuelve a la naturaleza.

(...) Por consiguiente no se justifica la distinción habitual de los economistas entre los bienes producidos, que tienen un valor de cambio, y los bienes que se suponen libres --como el aire que respiramos-- de los que se considera que se dispone de una cantidad determinada independientemente de cuál sea la actividad económica. En realidad, los bienes considerados libres se ven afectados a menudo --y a veces de forma irreversible-- por las actividades de extracción, de producción, de consumo y de generación de residuos, aunque las externalidades o costes ecológicos y sociales de estas actividades no entran dentro de la contabilidad de las empresas y de los consumidores."14

(III) Límites al crecimiento. Los productivistas suelen argumentar que la preocupación por el medio ambiente más bien refuerza que debilita la necesidad de crecimiento económico, pues --según ellos-- la protección y la restauración del medio ambiente exigen recursos económicos que previamente deben conseguirse mediante más crecimiento. (Obsérvese que todas las políticas ecokeynesianas y socialdemócratas salpimentadas de verde presuponen este argumento.) Pero este argumento, en primer lugar, encierra una petición de principio, pues el medio ambiente no sólo puede conservarse mediante la reparación del daño causado, sino evitando las actividades que ocasionan el daño.

El ecólogo Antoni Farràs equiparaba el proceder del productivista con el de un hombre que se deja cortar un dedo a cambio de dinero para pagar con ese dinero los trabajos de un cirujano y un ortopedista fabricante de dedos artificiales, que le implantan la prótesis correspondiente: prótesis que naturalmente nunca hubiese necesitado si no se hubiese dejado cortar el dedo.

Y en segundo lugar, se trata de un completo contrasentido cuando nos hallamos ya –como es el caso— en situación de overshoot o extralimitación. Podemos fechar, con cierta exactitud, el momento en que las demandas colectivas de la humanidad superaron por vez primera la capacidad regenerativa de la Tierra: según un grupo de científicos dirigidos por Mathis Wackernagel –uno de los creadores del concepto de “huella ecológica”— eso sucedió hacia 1980, y ya treinta años más tarde nuestras demandas excedían esa biocapacidad de la Tierra en un 50% aproximadamente.15 Usar los recursos y las capacidades regenerativas de una Tierra y media es vivir de manera abismalmente nihilista, como si no hubiera un mañana.

Pretender que para proteger el medio ambiente lo que necesitamos es más crecimiento económico constituye un absurdo que sólo se mantiene mientras se mantenga la desconexión entre la economía monetaria (el “cajón de sastre de la producción de valor”, lo llama José Manuel Naredo) y su soporte biofísico.

Desde la perspectiva de una economía ecológica consciente de los rudimentos de la termodinámica es un disparate: equivale, directamente, a negar el principio de entropía. 16

“La fórmula mágica 'necesitamos crecimiento económico para poder pagar la protección del medio ambiente' es una manifestación fundamental de la ignorancia de la entropía. Las consecuencias negativas para el medio ambiente de la correspondiente adición al crecimiento serían superiores a los beneficios derivados de esa protección técnica del medio ambiente, aun cuando esa adición se dedicase en su integridad a protección técnica. Así lo determina el segundo principio de la termodinámica.”17

Aquí topamos, de nuevo, con una ley de rendimientos decrecientes de fundamento entrópico. Podemos verlo bien con un ejemplo: la eliminación de contaminantes atmosféricos como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre.

18 Es relativamente barato eliminar hasta el 75% de las emisiones por medio de tecnologías “de final de tubería”: a partir de ahí los costes se disparan exponencialmente, hasta hacerse literalmente impagables, y es imposible eliminar el 100% de la contaminación. Queda siempre, por tanto, un resto ineliminable por razones económicas en primer término y entrópicas en última instancia (puede ser entre un 5 y un 15% en el ejemplo que nos ocupa); en un nivel alto de emisiones, este 5-15% puede estar por encima de los niveles asumibles. Más crecimiento económico no puede mejorar el problema, sino sólo empeorarlo.

Por otro lado, es sencillamente falso que todos los efectos perniciosos del crecimiento económico sean reversibles: no lo son la erosión del suelo, ni la eliminación de especies vivas, ni la concentración de tóxicos organoclorados en las cadenas tróficas, ni el agotamiento del petróleo u otros recursos energéticos; ninguna cantidad adicional de recursos permitirá convertir los desechos radiactivos en isótopos fisionables. Siendo la contaminación en lo esencial un amasijo de elementos en intrincada mixtura, su reversión resulta muchas veces desesperadamente costosa o simplemente imposible: pues vivimos en un mundo en el que tiene vigencia el principio de entropía.

(IV) Límites al progreso técnico. Algunos adictos al crecimiento económico reaccionaron a las malas noticias contenidas en el informe al Club de Roma Los límites del crecimiento (1972) y otros estudios semejantes postulando un hipotético crecimiento exponencial de la tecnología que nos sacaría siempre las castañas del fuego. Pero se trata de una ilusión. Las leyes de la termodinámica también imponen límites inflexibles a la eficiencia de nuestra tecnología.

El teorema de Carnot --bautizado con el nombre del descubridor de la termodinámica, el ingeniero francés Sadi Carnot-- impone límites últimos a la eficiencia de los motores. En esencia, lo que afirma este importantísimo resultado es que el rendimiento de una máquina 19 es igual a la unidad menos el cociente entre la temperatura de la fuente fría y la temperatura de la fuente caliente. Es decir, hay una fracción máxima de energía térmica que se puede transformar en energía mecánica, y esta fracción sólo depende de la diferencia de temperaturas entre la fuente caliente y la fuente fría (entre el estado inicial y el estado final), con independencia del tipo de motor que consideremos y del tipo de sustancia con que opere. Cuanto menor sea la diferencia de temperaturas entre el estado inicial y el final, menor será la eficiencia del motor.

“La mayoría de las modernas centrales eléctricas utilizan vapor a temperaturas de aproximadamente 800 K (527 grados centígrados) y fuentes frías de aproximadamente 373 K (100 grados centígrados). Su rendimiento límite se sitúa por tanto alrededor del 54%, aunque otras pérdidas lo reducen hasta el 40%. Los rendimientos mejorarían si se usaran temperaturas más altas en la fuente caliente, pero esto introduciría nuevos problemas, ya que los materiales empezarían a fallar. Por razones de seguridad, los reactores nucleares operan con temperaturas de la fuente caliente más bajas (unos 620 K, 350 grados centígrados) que limitan su rendimiento teórico al 40%, e incluso al 32% si contamos las pérdidas. Por citar ejemplos de otros sistemas relacionados con la vida cotidiana, el motor de automóvil funciona con una temperatura de entrada de más de 3300 K (alrededor de 3000 grados centígrados) mantenida durante un tiempo muy corto, y expulsa los gases a una temperatura de alrededor de 1400 K (1000 grados centígrados) con un rendimiento teórico del 56%. En realidad, los motores de automóvil siguen un diseño ligero para conseguir buenas prestaciones de facilidad de respuesta y movilidad, por cuya razón alcanzan un rendimiento de menos del 25%”.20

La importancia del teorema de Carnot es que establece un límite absoluto para el rendimiento de las máquinas, un límite independiente de la inventiva de nuestros científicos e ingenieros.

“Una ilustración de la fuerza de las leyes de la termodinámica es que en muchas situaciones se pueden usar para predecir la eficiencia máxima que se puede lograr con una máquina perfecta, sin especificar detalle alguno de ella. (La eficiencia se puede definir en este caso como la proporción entre el trabajo útil y el flujo total de energía.) Así, se puede especificar, por ejemplo, la cantidad mínima de energía necesaria para separar la sal del agua marina, los metales de sus minerales y los contaminantes de los escapes de los automóviles sin conocer detalles de lo que se podría inventar en el futuro para lograr estos propósitos. De manera similar, si se conoce la temperatura de una fuente de energía termal (como, por ejemplo, una roca caliente en las profundidades de la corteza terrestre) se puede calcular fácilmente la eficiencia máxima con que esta energía térmica se puede convertir en trabajo aplicado, independientemente de la habilidad de los inventores futuros. En otras palabras, existen límites fijos a la innovación tecnológica, colocados allí por las leyes fundamentales de la naturaleza”.21

Es hora de ir concluyendo este apartado. En buena medida, la crisis ecológica actual puede interpretarse como un salto en el aumento de entropía dentro de la biosfera, y un debilitamiento de los mecanismos de reducción de entropía de la propia biosfera (que proceden, esencialmente, de la capacidad de conversión de energía solar en energía bioquímica que todos los habitantes de la biosfera debemos a los organismos fotosintetizadores); salto y debilitamiento producidos por la actividad humana. Como ha sintetizado magistralmente Daly:
“Una característica de la Revolución Industrial cuyas implicaciones no se aprecian suficientemente es el cambio al uso de los combustibles fósiles y los materiales minerales. Este es un cambio de la explotación de la superficie de la Tierra a la explotación del subsuelo; o como dice Georgescu-Roegen (1971), es un cambio de la dependencia de la energía proveniente a cada momento del sol a la energía almacenada en la Tierra. (...) La Revolución Industrial ha cambiado la dependencia, de un fuente relativamente abundante [la luz solar] a otra relativamente escasa del recurso final: la materia-energía de baja entropía.”22

Para superar la crisis ecológica y reconstruir nuestras sociedades de forma que resulten sustentables (es decir, ecológicamente compatibles con la biosfera en el largo plazo) es necesario un gran esfuerzo colectivo para invertir la tendencia al desbordamiento de entropía que hoy impera. Esquemáticamente, se trataría de aprovechar la energía disponible de la luz solar para reducir la entropía material de nuestro mundo. Para ello es necesario conservar o regenerar la productividad natural de la biosfera, basada en la fotosíntesis de las plantas verdes, la preservación de la biodiversidad y el correcto funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos del planeta; realizar la transición desde el sistema energético actual (basado en los combustibles fósiles y la energía nuclear) a un sistema energético basado en las energías renovables; y “cerrar los ciclos” de la producción industrial y agrícola, alimentándola con energías renovables.

Finalmente, una observación general: un aspecto de mucho interés en relación con la entropía es que no deberíamos verla sólo como factor limitante, sino también capacitante.

23 La entropía no es sólo, o esencialmente, una fuerza destructiva: también es creativa. “La naturaleza aborrece los gradientes”, vale decir las diferencias naturales de temperatura, presión y concentración química: así reza el que quizá sea el lema principal de la comprensión de la “termodinámica de la vida” que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX.

La reducción de los gradientes energéticos es lo que crea diversas clases de sistemas complejos en el universo y, a la postre, la vida; por eso la segunda ley no es sinónimo de movimiento inexorable hacia la muerte térmica o el equilibrio (contra las metáforas que empleó la termodinámica del siglo XIX). “La vida, como el universo, fluye termodinámicamente corriente abajo. Somos remolinos en un mar termodinámico, parte del proceso de un universo lleno de energía vivificadora”.24 O como dice animosamente Carlos de Castro: “El universo aborrece los gradientes energéticos, la desigualdad. Lo importante no es la meta, lo importante es el largo y creativo camino hacia esa muerte térmica en el lejanísimo futuro (una vez más física y Tao parecen conectar)”.25

Un poquito de matemáticas: Crecimientos exponenciales en ambientes finitos 
Se supone que el comportamiento de las funciones exponenciales se aprende en las matemáticas del bachillerato, ¿verdad? O a lo más tardar en un primer curso universitario de análisis matemático… Pero entonces ¿es posible que nuestras sociedades productivistas/ consumistas avancen con la decisión con que lo hacen hacia la catástrofe preprogramada porque no acaban de entender lo que es una función exponencial? ¿Tan mal andamos de matemática básica?

En lo que hace a nuestro mundo de las muchas crisis, hemos de recordar algunos hechos básicos sobre crecimientos exponenciales en ambientes finitos. Nos servirá un apólogo francés que ya se usó, en su momento, en los primeros informes del Club de Roma: hay un estanque con nenúfar que tiene una sola hoja.

Cada día se duplica el número de hojas, o sea, dos hojas el segundo día, cuatro el tercero, ocho el cuarto, y así sucesivamente. Ahora, si el estanque está lleno el día treinta, podemos preguntar, ¿en qué momento está lleno hasta la mitad?

Respuesta: el día veintinueve. Reparemos además en que en el día 26 apenas 1/16 de la superficie del lago (poco más del 6%) está cubierto de nenúfares… El colapso parece lejano, y sin embargo la rapidísima dinámica de crecimiento lo ha situado ya muy cerca de nosotros. Y lo terrible es que hoy, en realidad, nosotros ya estamos en el día treinta y uno... aunque mayoritariamente nos seguimos negando a reconocerlo. Los psicólogos han mostrado que la gente tiende a subestimar en gran medida las dinámicas de crecimiento exponencial. 26

Veamos un ejemplo, que George Monbiot toma del banquero de inversiones Jeremy Grantham.27 Imaginemos que en 3030 a. de C.28 las posesiones totales del pueblo de Egipto llenaban un metro cúbico; no es gran cosa, en realidad podríamos pensar en las propiedades de un solo egipcio… Propongamos que esas posesiones crecieron al 4,5% por año.

“¿Qué tamaño hubiera tenido esa pila al llegar la Batalla de Actium en 30 a. de C.? (La trayectoria de la tasa de crecimiento compuesto muestra que la erosión del planeta solo acaba de comenzar. Simplemente no podemos seguir por el mismo camino.) Continuemos, adivina.


¿Diez veces el tamaño de las pirámides? ¿Toda la arena del Sahara? ¿El Océano Atlántico? ¿El volumen del planeta? ¿Un poco más? Es 2.500 trillones (1018) de sistemas solares. No se precisa mucho tiempo, al considerar ese resultado, para llegar a la paradójica posición de que la salvación reside en el colapso. Tener éxito sería destruirnos. Fracasar es destruirnos. Es el atolladero que hemos creado. (…) La trayectoria del crecimiento [según tasas de interés] compuesto muestra que la erosión del planeta acaba sólo de comenzar. A medida que el volumen de la economía global se expande, todo sitio que contenga algo concentrado, poco usual, precioso, será buscado y explotado, sus recursos extraídos y dispersados, las diversas y diferenciadas maravillas del mundo reducidas al mismo rastrojo gris.” 29

El “tema de nuestro tiempo”, no me canso de repetirlo, 30 es el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta. Crecimientos exponenciales en el uso de los recursos naturales y de los servicios ecosistémicos son imposibles de mantener, pero las políticas dominantes –al servicio de la reproducción ampliada del capital-- se empecinan en ello 31…

LA IRRACIONALIDAD DEL CRECIMIENTO PERMANENTE DE CUALQUIER MAGNITUD RELACIONADA CON EL MUNDO FÍSICO

(A) Si la población humana siguiera creciendo a una tasa cercana al 2% actual, en menos de dos milenios alcanzaría una masa similar a la de la Tierra. De continuar el crecimiento exponencial, en pocos milenios más su masa se aproximaría a la estimada para el conjunto del universo. 32

(B) Como planteaba elocuentemente George Monbiot en 2002: “El capitalismo es un culto milenarista, elevado al rango de religión mundial. (...) Igual que los cristianos imaginan que su Dios los salvará de la muerte, los capitalistas creen que los suyos los librarán de la finitud. A los recursos del mundo, aseveran, les ha sido garantizada la vida eterna. Basta una reflexión breve para mostrar que esto no puede ser verdad. Las leyes de la termodinámica imponen límites intrínsecos a la producción biológica. Incluso la devolución de la deuda, el pre-requisito del capitalismo, resulta matemáticamente posible sólo a corto plazo.

Heinrich Haussmann ha calculado que un simple pfennig invertido al 5% de interés compuesto en el año cero de nuestra era sumaría hoy un volumen de oro de 134.000 millones de veces el peso del planeta. El capitalismo persigue un valor de producción conmensurable con el reembolso de la deuda…”33 La producción material no puede crecer al ritmo del interés compuesto con que se acumulan las deudas (o los retornos de las inversiones):
pero ese imposible es un supuesto básico del capitalismo.

(C) Si el consumo de energía siguiese creciendo al 2’3% anual (eso supone un incremento de “factor diez” cada cien años), ¿Cuánto tardaríamos en alcanzar el máximo posible de captación de energía solar, por ejemplo con células fotovoltaicas? Suponiendo para éstas un rendimiento del 20% (actualmente no supera el 15%), y teniendo en cuenta que las tierras emergidas suponen el 28% de la superficie del planeta, se podría aspirar a captar un máximo de 7.000 terawatios (Tw; esto es, unas 600 veces el consumo actual de unos 12 Tw).

Parece un margen grande… pero creciendo el consumo al 2’3% anual, ¡se alcanzaría en apenas 275 años! Y eso ¡cubriendo cada metro cuadrado de tierra con paneles fotovoltaicos –suponiendo implausiblemente que existiesen en el planeta suficientes materiales para fabricarlos! No quedaría tierra disponible para cultivar alimentos o construir viviendas, ni aunque se tratase apenas de minipisos para minieuristas…34

D) Otro cálculo sobre energía. “Todo científico afirmará que el crecimiento indefinido de cualquier parámetro físico es imposible. La utilización de energía en todo el mundo ha aumentado aproximadamente un 3% anual durante los dos últimos siglos. A este ritmo, las actuales 16 teravatios (TW) de demanda energética global se dispararían hasta igualar la producción total del sol en unos mil años, y en el plazo de dos mil años igualarían la energía de los 100.000 millones de estrellas que existen en nuestra galaxia. Pero mucho antes de eso –en los próximos cuatrocientos años- el calor directo generado en la Tierra sería suficiente para incrementar su temperatura superficial hasta los cien grados centígrados, la del agua hirviendo. Se podrían hacer cálculos parecidos sobre incremento de la población, consumo de recursos o cualquier otro parámetro que haya experimentado un crecimiento sostenido durante los últimos siglos. Evidentemente, el mundo ‘normal’ del crecimiento es una anomalía pasajera condenada a autodestruirse de forma natural.”35

Entre 1950 y 2000 la economía mundial se multiplicó aproximadamente por cinco. Pero si continuase creciendo al mismo ritmo ¡en 2100 sería ochenta veces mayor que en 1950! Como señala Tim Jackson, “esta extraordinaria aceleración de la actividad económica no tiene ningún precedente histórico, y está completamente reñida con nuestro conocimiento científico relativo a la base finita de recursos y a la frágil ecología de la que depende nuestra supervivencia”.

36 Como en otras dimensiones de la crisis socioecológica, en lo referente al calentamiento climático se nos escapa la rapidez de los cambios movidos por dinámicas de crecimiento exponencial: nuestra intuición no está a la altura. No nos damos cuenta de lo que está pasando… y además hay poderosos grupos de interés que hacen cuanto pueden para que sigamos sin darnos cuenta.

“En los últimos treinta años [1980-2010, aproximadamente] se ha emitido a la atmósfera una cantidad de GEI equivalente a la mitad de la emitida en toda la historia de la humanidad. Es muy probable que, veinte o treinta años antes del final del siglo pasado, hubiéramos estado a tiempo de encontrar una trayectoria colectiva en términos de emisiones que hubiera impedido llegar hasta aquí, cuando las respuestas ya no pueden ser incrementales y no se producirán, en su caso, sin severos sacrificios. (…) Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de cincuenta años, pues ya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el Congreso de los EEUU en los años sesenta [del siglo XX]. Sin embargo, décadas de negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamiento sistémico como elementos de la expansión ultraliberal programada nos han llevado hasta aquí.”37

La reducción en el uso de energía y materiales necesaria para que las economías de los países ricos fuesen más o menos sostenibles (paliando las desigualdades Norte/ Sur) está alrededor del 90% (según los cálculos del proyecto Towards Sustainable Europe en 1993-1996). Si esto se quisiera lograr con medidas de ecoeficiencia, sería posible –comenta Joachim Spangenberg— en medio siglo, operando con un “factor 10”. Pero si en este tiempo la economía siguiera creciendo al 2% necesitaríamos un “factor 27”, y si creciera al 3% --¡el umbral que suele aducirse para la creación neta de empleo en una economía como la española!— un “factor 45”… El crecimiento exponencial dentro de ambientes finitos plantea problemas que sencillamente no tienen solución. En un planeta finito, con seres finitos como somos los humanos, la sustentabilidad es incompatible con un sistema económico que necesita vender cantidades siempre crecientes de mercancías –sin límite—para subsistir. Puedes tener sustentabilidad, o puedes tener capitalismo, pero no puedes tener ambos a la vez. Para terminar de entender esto, nos hace falta asomarnos a la economía política.

Un poquito de economía política: reproducción ampliada del capital 
Numerosos filósofos, a lo largo de la historia del pensamiento, alabaron las virtudes del comercio como práctica pacificadora y civilizadora de las relaciones humanas. Para llegar a tales conclusiones se centraban en el intercambio de bienes equivalentes, donde cada una de las dos partes remediaba una carencia con el bien que recibía de la otra parte, y ambas anudaban así un vínculo social.

Pero importa aquí subrayar que los intercambios comerciales que no buscan satisfacer necesidades, sino amasar capital, no conducirán a esa socialidad enriquecida. Aquí hay que recordar el clásico análisis de Marx al comienzo del libro primero del Capital: el trueque (intercambio de un bien por otro diferente) representa el método más simple y antiguo de intercambio (podemos simbolizarlo así: M-M*).

El uso del dinero como medio de intercambio supera las limitaciones del trueque, dando lugar a la producción simple de mercancías (“vender para comprar”): MD-M*.

Aquí la suma de dinero D es instrumental para lograr una mejora en la satisfacción que procuran los valores de uso. 38

Pero el cambio crítico ocurre con el siguiente paso histórico, que Marx llama circulación mercantil capitalista (“comprar para vender”): D-M-D*, donde D* representa una suma de dinero mayor que D (es decir, D* = D+ΔD).

39 Aquí el objetivo no es lograr mejor valor de uso, sino la expansión del valor monetario de cambio. La dinámica ya no es la satisfacción de necesidades humanas, sino la valorización del valor –que en su esencia carece de todo límite. “El dinero que con su movimiento se ajusta a ese último tipo de circulación se transforma en capital” (p. 180). Y comenta el economista Herman Daly:
“La desviación del enfoque del valor de uso al valor de cambio [que acontece con la circulación mercantil D-M-D*] es crucial. La acumulación de bienes y valores de uso es autolimitante. (...) [Pero] el valor de cambio de los bienes en general, abstraído en forma de dinero, se torna el centro de la acumulación. No hay nada que limite el valor de cambio abstracto que se puede tener. A diferencia de los valores de uso concretos, que se arruinan o se deterioran cuando se acaparan (debido a la entropía), el valor de cambio abstracto se puede acumular indefinidamente sin costes de deterioro o de almacenamiento. De hecho, el valor de intercambio abstracto crece por sí mismo, dando intereses, y luego intereses sobre los intereses. Marx, y Aristóteles antes que él, señalaron el peligro de este fetichismo del dinero.

(...) En nuestra época este proceso histórico de abstraerse cada vez más del valor de uso ha sido llevado quizás al límite en la así llamada ‘economía de papel’ [o de apuntes electrónicos, más bien: J.R.], que puede ser simbolizada como D-D*, la conversión directa de dinero en más dinero sin referencia a los bienes ni siquiera como un paso intermedio.”40

En los mercados capitalistas se produce, vende e invierte con el objetivo de maximizar los beneficios, y la rueda de la acumulación de capital no cesa de girar. (En una economía ecosocialista se perseguiría, por el contrario, el equilibrio: habría que pensar en algo así como una economía de subsistencia modernizada, con producción industrial pero sin crecimiento constante de la misma.) 41

La ciega dinámica valorización del valor es la fuerza que hoy nos está impulsando con tanta fuerza hacia el colapso socio-ecológico. El capitalismo es la civilización de la hybris. Su dinámica lleva a la destrucción de cualquier clase de barreras que pongan trabas a la generación de beneficios y la acumulación de capital. Si las características fisiológicas de los organismos vivos obstaculizan las estrategias de maximización que se valen de la ingeniería genética, el capital aliado con la tecnociencia tratará de dar el salto a la biología sintética (construyendo organismos nuevos desde su misma base molecular). Si el carácter finito de la biosfera terrestre limita la expansión económica, tratarán de dar el salto al cosmos, escapando del planeta Tierra. Si las capacidades físicas y psíquicas del ser humano son factores limitantes, tratarán de dar el salto más allá de Homo sapiens, promocionando un “transhumanismo” que se valdrá de herramientas cibernéticas, informáticas, biotecnológicas, nanotecnológicas… La cultura capitalista es un grito de guerra contra los límites. La sabiduría de la autocontención le resulta por completo ajena.

La conclusión de este mínimo apunte de “ecología de saberes” podría ser entonces: 
I) hemos de asimilar de verdad la dimensión entrópica de los procesos económicos. 
II) Necesitamos con urgencia transitar hacia formas de economía que no precisen el crecimiento constante, y no sólo eso: ha de decrecer el “transumo” o flujo metabólico (la materia-energía de baja entropía) que estamos empleando para generar bienes y servicios. 
III) Para ello resulta imperativo superar el capitalismo.

Mínimo apunte sobre teoría de sistemas
Los seres humanos somos (igual que los demás seres vivos) interdependientes y ecodependientes. Formamos parte de sistemas complejos adaptativos (ecosistemas)42 y del “sistema de ecosistemas” que es la biosfera, con múltiples bucles de retroacción. ¿Qué son estos?
Una noción básica y central en teoría de sistemas es la de los bucles de retroalimentación o retroacción o realimentación (feedback loops). La idea viene de la cibernética...
“Estamos acostumbrados por la experiencia de la vida a aceptar que existe una relación entre causa y efecto. Algo menos familiar es la idea de que un efecto puede, directa o indirectamente, ejercer influencia sobre su causa. Cuando esto sucede, se llama realimentación (feedback). Este vínculo es a menudo tan tenue que pasa desapercibido.

La causa-efecto-causa, sin embargo, es un bucle sin fin que se da, virtualmente, en cada aspecto de nuestras vidas, desde la homeostasis o autorregulación, que controla [entre otros parámetros] la temperatura de nuestro cuerpo, hasta el funcionamiento de la economía de mercado.” 43

Si son bucles positivos, tienden a hacer crecer un sistema y desestabilizarlo (en esa medida, y si se me permite la broma, los bucles positivos resultan negativos).

Si se trata de bucles negativos tienden a mantener la integridad de un sistema y estabilizarlo. Los primeros son “revolucionarios” y los segundos “conservadores”.

“La realimentación positiva sin límite, al igual que el cáncer, contiene siempre las semillas del desastre en algún momento del futuro. [Por ejemplo: una bomba atómica, una población de roedores sin depredadores...] Pero en todos los sistemas, tarde o temprano, se enfrenta con lo que se denomina realimentación negativa. Un ejemplo es la reacción del cuerpo a la deshidratación. (...) En el corazón de todos los sistemas estables existen en funcionamiento uno o más bucles de realimentación negativa.” 44

Al estar inmersos en estas clase sistemas complejos donde “todo está conectado con todo” (o casi) mediante bucles de realimentación, sucede que --como intuyeron muchas sabidurías tradicionales-- los efectos de nuestras acciones acaban por volver sobre nosotros mismos (aquí cabría evocar incluso la noción hindú de karma). Por lo demás, es la misma dinámica de los sistemas complejos adaptativos la que conduce a las ideas de autolimitación y suficiencia:
“Los sistemas autoorganizados existen en situaciones en las que consiguen suficiente energía, pero no demasiada. Si no consiguen suficiente energía de suficiente calidad (por debajo de un umbral mínimo), las estructuras organizadas no tienen base y no se da auto-organización. Si se suministra demasiada energía, el caos se adueña del sistema, pues la energía sobrepasa la capacidad disipativa de las estructuras y éstas se derrumban. De forma que los sistemas autoorganizados existen en el terreno intermedio entre lo suficiente y lo no demasiado.”45

Ay… cuatro gatos “Primero hay que dar de comer a la gente, luego ya nos ocuparemos del medio ambiente”. Esta manera de razonar ya era falaz hace siete decenios, cuando escribía Aldo Leopold su Sand County Almanac; y hace cuatro decenios, en los debates mundiales que siguieron a la publicación de The Limits to Growth. Pues, amigos y amigas, nos pongamos como nos pongamos ¡somos interdependientes y ecodependientes!
(Por lo demás, para la mayoría de quienes así argumentan lo que de verdad está en juego no es dar de comer a la gente, sino vender mercancías obteniendo su buena tajada de beneficio.)

La mayor parte del (muy minoritario) movimiento ecologista/ ambientalista no es anticapitalista. La mayor parte del (muy minoritario) movimiento anticapitalista no es ecologista.

A unos les falta comprensión de lo que es la acumulación de capital, y cómo condiciona casi todo. A otros les falta comprensión de lo que es el cenit del petróleo, el calentamiento climático y la Sexta Gran Extinción, y cómo condicionan casi todo. En la intersección de esas dos pequeñas minorías tenemos un minúsculo grupo de ecologistas anticapitalistas (que deberían ser también feministas y animalistas) con una comprensión más o menos adecuada de dónde estamos en realidad, de en qué mundo vivimos de verdad. Los llamamos, para abreviar, ecosocialistas.

Somos cuatro gatos. Entre la realidad y la anestesia prefiero la anestesia, sigue diciendo la mayoría.
Anejo: nociones básicas de teoría de sistemas46
En el decenio de los años cuarenta del siglo XX emerge un nuevo punto de vista o "paradigma" (si empleamos este término en sentido laxo) dentro de las ciencias: el enfoque sistémico. Frente al talante analítico y reductivo de la ciencia clásica, el enfoque sistémico pone a la orden del día el estudio de las totalidades complejas.

"La ciencia clásica procuraba aislar los elementos del universo observado --compuestos químicos, enzimas, células, sensaciones elementales, individuos en libre competencia y tantas cosas más--, con la esperanza de que volviéndolos a juntar, conceptual o experimentalmente, resultaría el sistema o totalidad --célula, mente, sociedad-- y sería inteligible. Ahora hemos aprendido que para comprender no se requieren sólo los elementos sino las relaciones entre ellos --digamos, la interacción enzimática en una célula, el juego de muchos procesos mentales conscientes e inconscientes, la estructura y dinámica de los sistemas sociales, etc. (...) La teoría general de los sistemas es la exploración científica de 'todos' y 'totalidades' que no hace tanto se consideraban nociones metafísicas que salían de las lindes de la ciencia"47 .

Frente a la concepción mecanicista del mundo como caos dominante en la ciencia del siglo XIX y de los primeros decenios del siglo XX (según la cual la vida es un producto accidental de procesos físico-químicos, y la mente mero epifenómeno; se trata del paradigma analítico, positivista, mecanicista y unidireccionalmente causal de la ciencia clásica), surge desde este enfoque sistémico una interpretación del mundo como gran organización: como una jerarquía de niveles complejamente organizados. En suma, una interpretación en términos de sistemas. ¿Pero qué son sistemas?

Como primera aproximación, y si se quiere una definición muy sencilla pero no trivial, sistema es un conjunto de elementos en interacción 48

 Explicitemos:
Sistema es una totalidad, compuesta por elementos y relaciones entre estos elementos, en la que las relaciones entre los elementos son más importantes que los elementos mismos. Precisamente éste es el punto de vista que adopta la ciencia ecológica. Así, Ramón Margalef señala que en el estudio de los ecosistemas "interesa más el conocimiento de las relaciones entre los elementos interactuantes que la naturaleza exacta de estos elementos, los cuales son estudiados por alguna otra ciencia que explica sus características en función de las relaciones entre componentes de un orden inferior.

En ecología no hay que preocuparse demasiado por la organización de los seres que forman los ecosistemas y la biosfera entera, y si se desea saber sobre ellos suele acudirse a la información que proporcionan las ciencias que los estudian expresamente como la botánica, la zoología o la bacteriología."49

Por todo ello, podrían enunciarse las siguientes tres propiedades definitorias de un sistema:
(I) está constituido por elementos que mantienen entre sí relaciones de interdependencia, y estos elementos son potencialmente sustituibles por otros de naturaleza similar (sin que cambie por ello la naturaleza del sistema);
(II) la totalidad formada por el conjunto de los elementos no es reducible a la suma de esos elementos (expresado con la vaguedad tradicional, "el todo es más que la suma de las partes");
(III) las relaciones de interdependencia entre los elementos, y la totalidad resultante, son regidos por reglas susceptibles de ser expresadas en términos lógicos, es decir: las relaciones son interpretables bajo un modelo igualmente aplicable a otros sistemas. Se dan isomorfismos entre sistemas que pertenecen a ámbitos a veces muy distintos de la realidad, y por ello los sistemas son esencialmente modelizables (es posible una formulación matemático-axiomática de la teoría general de sistemas). 50

Esta definición es equivalente a la siguiente, ofrecida por el conocido filósofo argentino Mario Bunge:
"Un sistema es un todo complejo cuyas partes o componentes están relacionadas de tal modo que el objeto se comporta en ciertos respectos como una unidad y no como un mero conjunto de elementos. Y un sistema concreto es un sistema cuyos componentes son objetos concretos o cosas. Cada uno de los componentes de un sistema concreto influye sobre algunos otros componentes del sistema."51

Bunge prosigue distinguiendo diversos géneros de sistemas concretos, cada uno de los cuales constituye un nivel de organización de la realidad:

(A) FISIOSISTEMAS como una roca y un campo magnético;
(B) QUIMIOSISTEMAS como una hoguera y una batería eléctrica;
(C) BIOSISTEMAS tales como una bacteria y un banco de coral (recordemos la definición de ecosistema que ofrecimos antes, y la de biosfera como el sistema de los ecosistemas);
(D) PSICOSISTEMAS tales como un pájaro y un mamífero;
(E) SOCIOSISTEMAS tales como una tropa de macacos y una comunidad humana (podemos definir la sociosfera como el conjunto de los sociosistemas);
(F) TECNOSISTEMAS tales como una fábrica y un hospital (y podemos definir la tecnosfera como el conjunto de los tecnosistemas). 52
En ecología suele emplearse la noción de ecosistema más que la de biosistema. Un ecosistema es el conjunto formado por comunidades vivientes de muchas plantas y animales que interactúan en un ambiente físico, el cual proporciona un escenario de características definibles. Todo ecosistema puede interpretarse en términos de la superposición de un ciclo y un flujo: un ciclo cerrado de materia y un flujo abierto de energía, ambos regulados por los organismos vivos a través de los eslabones tróficos (productores, consumidores y descomponedores). El conjunto de los ecosistemas forman la biosfera. Al conjunto de los sociosistemas humanos podemos llamarlo sociosfera. El conjunto de los tecnosistemas humanos es la tecnosfera.

Bunge sugiere dos criterios para reconocer si una cosa u objeto concreto es un sistema:
"Para reconocer si una cosa u objeto concreto es un ente simple, o bien un mero agregado (o conglomerado), o bien un sistema, se puede recurrir a uno u otro de los criterios siguientes.
Primer criterio: una cosa es un sistema si y sólo si se comporta como un todo en ciertos respectos, o sea, si tiene leyes propias en cuanto totalidad.
Segundo criterio: una cosa es un sistema si y sólo si su comportamiento cambia apreciablemente cuando se quita uno de sus componentes o se reemplaza por otro de clase diferente."53
Muy característico de los sistemas es la aparición de propiedades emergentes. Podemos definirlas del siguiente modo:
P es una propiedad resultante o hereditaria de x si y sólo si también algunos componentes de x poseen P; P es una propiedad emergente o colectiva de x si y sólo si ningún componente de x posee P54

 Lo que importa resaltar aquí es que algunas de las propiedades de cualquier sistema son emergentes. Así, por ejemplo, los seres vivos son emergentes respecto de los sistemas bioquímicos, éstos respecto de los químicos, y a su vez éstos lo son respecto de los físicos.
No hay que pensar que la perspectiva o el análisis sistémico se limite a las ciencias llamadas naturales. En sociología, por ejemplo, cabe denominar análisis sistémico a toda investigación, teórica o empírica, que, partiendo del postulado según el cual la realidad social ofrece las características de un sistema, interprete y explique los fenómenos sociales por los lazos de interdependencia y que hacen de ellos una totalidad. 55

En ciencias sociales, el enfoque sistémico conduce a descartar un atomismo que descuida el estudio de las relaciones, o la "física social" que desprecia la especificidad de los sistemas.
"El análisis sistémico (...) ha sido objeto de una importante crítica, formulada por varios autores. Se le ha reprochado --y se le reprocha aún-- el hecho de ser demasiado exclusivamente estático, de situarse fuera del tiempo, de no tener en cuenta el cambio social, las contradicciones y los conflictos inherentes a la vida social; en resumen, de ignorar la dialéctica social. Es cierto que buen número de sociólogos y antropólogos han utilizado el análisis sistémico de una manera susceptible de ser criticada. En sus investigaciones, muchos sociólogos y antropólogos han subrayado harto exclusivamente las relaciones de interdependencia 'armoniosas', las complementariedades entre los diferentes elementos de la sociedad. Pero, como han precisado no pocos autores, no debe achacarse esto al análisis sistémico en sí mismo, sino al uso demasiado restringido que haya podido hacerse del mismo."56
La teoría de sistemas arroja luz sobre objetos de distintas ciencias, y se nutre de resultados alcanzados en diversas ciencias: cibernética, teoría de la información y de la comunicación, diversas disciplinas matemáticas (como por ejemplo la teoría de juegos, la topología, la teoría de grafos, etc), ciencias de la computación, investigación operativa, teoría de la decisión, ciertas ramas de la física, biología, psicología. La ambición es muy grande: se trataría de aplicar el mismo tipo de análisis científico a todos los niveles de la realidad, desde la célula orgánica hasta el universo sociocultural; conseguir la unidad del saber científico sobre la base de un mismo método en todo el ámbito de las ciencias (tanto las ciencias naturales como las ciencias sociales). Esta unificación se derivaría del principio heurístico según el cual encontramos organización en todos los niveles de la realidad.

Como señalé al principio, la teoría de sistemas tiende a generar un punto de vista particular, un punto de vista sistémico: se concibe al mundo como un haz de pautas de comportamiento interrelacionadas que se desarrollan dinámicamente.

La atención del investigador familiarizado con la teoría de sistemas se dirige a las interconexiones, las causaciones y los vínculos recíprocos, las retroalimentaciones. Un desarrollo de la teoría de sistemas que seguramente resultará familiar a cualquier lector o lectora preocupados por cuestiones ecológicas es la dinámica de sistemas creada por Jay W. Forrester y otros investigadores a partir de los años cincuenta del siglo XX: su trabajo está en la base del modelo Mundo 3 que sirvió para elaborar el primer informe al Club de Roma, Los límites del crecimiento (1972).57

viernes, 6 de mayo de 2016

Entrevista a Frei Betto, teólogo y filósofo referente en el pensamiento latinoamericano. "Los errores de la izquierda son no organizar ni politizar al pueblo"

Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, teólogo, filósofo y antropólogo, es uno de las grandes y escasas personalidades con mucha influencia en Latinoamérica. Sus más de cincuenta libros, el compromiso con los movimientos libertarios de Latinoamérica, su amistad con el líder de Cuba Fidel Castro y otras grandes personalidades como el recién canonizado Monseñor Óscar Arnulfo Romero de El Salvador, le convierten en un referente de la historia contemporánea latinoamericana.

En esta oportunidad, tras ser galardonado por la Universidad Nacional de Costa Rica, en el marco del VII Encuentro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra, por su trayectoria intelectual y humanística, Frei Betto, nos ofrece sus puntos de vista sobre la reciente actividad política de Latinoamérica que está estremeciendo a gobiernos democrático-populares de izquierda.

– ¿Qué te parece cómo se está configurando Latinoamérica? Sube la izquierda y ahora parece que va para abajo.
Bueno, en los últimos cincuenta años tuvimos tres grandes ciclos en Latinoamérica: primero el ciclo de las dictaduras militares, allí fracasaron; después vinieron los gobiernos neoliberales, mesiánicos neoliberales, Collor en Brasil, Fujimori en Perú, Menem en Argentina, García Meza en Bolivia, Caldera en Venezuela [1], y por ahí va. También fracasaron y fueron rechazados por el pueblo en elecciones. Entonces llegaron los gobiernos democráticos-populares, y ahora hay una amenaza: que esos gobiernos van a ser rechazados por, de nuevo, gobiernos neoliberales como Macri en Argentina [2], entonces tenemos que analizar por qué pasa eso.

Desde mi punto de vista, todos esos gobiernos han representado grandes avances sociales, también en la política exterior, soberanía, independencia antiimperialista, pero han cometido dos grandes errores: no han tratado de organizar y politizar al pueblo, un gobierno progresista no se mantiene por consignas, por promesas. Los pueblos pueden soportar la dificultad, como pasa en Cuba, si tiene formación ideológica para comprender esa dificultad y estar dispuestos al sacrificio.

– ¿No se ha luchado por la conciencia social del pueblo?
 No se ha hecho un trabajo de base, en el sentido de organizar políticamente al pueblo, y ese pueblo está sujeto y por tanto vulnerable, a toda la propaganda de la prensa burguesa que sigue dominando a estos países.

– El ascenso de la burguesía, incluso queriendo derribar gobiernos por la vía democrática que ellos mismos proponen, ¿esto va a significar un serio retroceso para Latinoamérica?
¡Sí! Tenemos que pensar ¿y nosotros qué culpa tenemos de ese proceso? O sea, no basta decir que viene el enemigo, que va a pasar eso. Estamos analizando dos factores: primero, no tratamos de organizar y politizar a la gente, por ejemplo, cuando Lula [3] llegó al gobierno mucha gente pensó que ahora el gobierno era una gran vaca que tiene que tener una teta para cada boca, y muchos movimientos sociales ya no actuaron con decisión, con coraje, ‘estamos esperando que el gobierno va a hacer esto, que el gobierno va a apoyarnos’, y el gobierno no apoyó. El gobierno ha sido muy bueno en muchos aspectos, pero ha sido bastante padre de los pobres y madre de los ricos.

– ¿Mucho asistencialismo?
Mucho asistencialismo, es el segundo factor. Han tratado de facilitar o que el pueblo se haga de bienes personales: computadora, nevera, teléfonos celulares, y no los bienes sociales: educación, salud, vivienda, saneamiento, transporte colectivo, etcétera. Entonces creó mucho más una nación de consumistas que una nación de ciudadanos, y la gente ahora tiene rabia porque ya no puede viajar en avión como pasaba en Brasil en los tiempos de Lula, los pobres podían montar en el vuelo ahora ya no pueden. Entonces tenemos que hacer autocrítica, por qué ahora la gente va a la calle, hace crítica dura a los gobiernos progresistas, por ejemplo en el caso de Venezuela, el desabastecimiento es un problema grave, es muy difícil decir a una persona que no tiene el acceso al mercado de bienes esenciales que apoye al gobierno, pero si esa persona fuera formada políticamente podría entender las dificultades. Un militante guerrillero que está en las selvas pasa por muchas dificultades, pero le mantiene seguro la ideología, eso no se trabajó, en esa formación política.

– La oligarquía, el neoliberalismo, están llevando de nuevo el caos a Latinoamérica, ¿tiene esto que ver también con la estrategia de Estados Unidos de “recuperar su patio trasero”?
Sí porque Estados Unidos, un poco entrecomillas, se ha olvidado de América Latina por todas las guerras en oriente, el narcoterrorismo y todo, y ahora se da cuenta que es hora, de nuevo, apropiarse de América Latina, entonces se trata de que Obama va a visitar a Macri, que Obama diga que el pueblo tiene ahora que decidir en la calle las cosas, y por allí va, o sea no hay que subestimar al enemigo, ellos están muy atentos de nuevo en América Latina, sabe la importancia de lo que hay en el continente, entonces nosotros tenemos, claro, que luchar para evitar esa catástrofe, pero estamos bajo la seria amenaza a nuestros gobiernos, de llegar al gobierno, al poder o poder seguir en las mismas manos, ahora ese poder trata de rechazar esos gobiernos.

– ¿Nos estamos enfrentando de nuevo a las dictaduras o al ascenso de posibles dictaduras?
 No dictaduras en el sentido de lo que pasó en Brasil, no veo ninguna señal de que, por ejemplo, los militares en Brasil tengan ningún interés en gobernar porque salieron muy desmoralizados…
–… me refiero a una dictadura económica…
…Si, a una dictadura de mercado. Una dictadura de mercado está denunciada por el papa Francisco en un documento reciente. Eso sí, la dictadura de mercado es una dictadura muy inteligente, muy sutil, una dictadura que se hace por los medios de comunicación, eso va a seguir mientras vivamos en el capitalismo, no hay otra manera, o sea tenemos que tratar ahora, lo que muchos gobiernos progresistas han tratado, la cuestión de Evo Morales de cómo vamos a salir del capitalismo, cómo vamos a crear las condiciones dentro de las contradicciones actuales para una sociedad pos capitalista, ese es un trabajo que tenemos que hacer ahora.

– Dentro de este contexto, bajo tu óptica, cómo analizas la nueva relación de Estados Unidos y Cuba, pero Estados Unidos no deja las amenazas sobre Cuba.

Dos cosas, primero es necesario para Cuba tener relaciones con Estados Unidos y poner fin al bloqueo, es muy costoso para la vida interna del pueblo de Cuba el mantener el bloqueo, Estados Unidos siempre ha sido mercado importante para los productos cubanos y hay muchos cubanos que viven en los Estados Unidos que mantienen relaciones con sus familiares en Cuba, en fin, Cuba quiere, siempre quiso, tener buenas relaciones con Estados Unidos, esa es una cosa; la segunda cosa, lo que Fidel [4] me dijo el año pasado en un conversatorio, de que Obama cambia los métodos, pero él tiene que cambiar los objetivos, y los objetivos de Obama son claros: la anexación simbólica ideológica de Cuba al sistema capitalista llamado eufemísticamente democracia, entonces no hay ninguna duda, no hay que tener ninguna ingenuidad, que quiere que Cuba vuelva a ser un país predominantemente bajo la dictadura del mercado.

– ¿Está preparada Cuba?
Primero Cuba ve con buenos ojos el acercamiento con Estados Unidos en el sentido diplomático y comercial; segundo sabe que va a haber un choque entre el tsunami consumista con la austeridad revolucionaria, los cubanos están muy seguros que eso va a pasar, entonces ahora tratan de tomar una serie de medidas como por ejemplo se va a evitar inversiones individuales como, por ejemplo, tener un McDonald en cada esquina, esas cosas no van a pasar, todas las asociaciones corporativas tienen un cincuenta y un por ciento de capital y dirección cubana. Ahora se va a discutir en el congreso del partido en el mes de abril para tener profundidad en estos temas.

– Conociendo al capitalismo y sus agentes en todo el mundo, conociendo lo que está sucediendo en Latinoamérica, ¿es posible que Cuba empiece a corromperse, en cierta manera, por los espejitos que le ofrecen?
El peligro de Cuba de transformarse en una mini China, o sea en un país de políticas socialistas con economía capitalista es muy serio, muy serio, entonces hay que llamar la atención sobre ese punto, mas yo creo que los cubanos tienen una conciencia política-ideológica mucho más avanzada que los chinos. Los chinos siempre han tenido gobiernos que vienen de la tradición imperial, muy patriarcal, muy de arriba para abajo, no, en Cuba hay una población participativa en el proceso revolucionario que en su mayoría no quiere un gobierno capitalista, entonces yo tengo mucho más confianza en que ese proceso va a ayudar a priorizar el socialismo cubano no que va a amenazar al socialismo cubano.

– Estaba leyendo en la página de Cubadebate algunos artículos que me parecen bastante temerosos. Los escritores cubanos también se preguntan si la sociedad va a aguantar ese embate. Por cierto, una cerveza publicó un anuncio que causó mucho revuelo en Cuba por ir contra los valores morales establecidos. Hay indicios de que algunos eventos están fuera del control del gobierno.

Riesgos siempre hay, hubo cuando Cuba se acercó a la Unión Soviética, tuvo que pagar un precio que no era propio de la identidad cubana, por ejemplo, o sea, un precio que, para que tu tengás una idea, cuando vino el periodo especial después de la caída del muro de Berlín, era más barato importar papas desde Alemania Oriental que cultivarlas en Cuba, o sea, no pasó por ninguna cabeza, mucho menos las de los cubanos, que un día la Unión Soviética iba a desaparecer. O sea, riesgos en todas relaciones siempre hay, no hay otra manera, ahora, creo que Cuba está preparada y tiene que prepararse más todavía para enfrentar ese acercamiento, para que David al enfrentar a Goliat sea consciente que puede vencerlo, eso es muy importante.

– Desde hace cincuenta años que triunfó la revolución, Cuba es un referente muy importante para Latinoamérica, influyente en cómo se mueve Latinoamérica. Esta nueva relación que tiene con Estados Unidos ¿de qué manera va a influir en Latinoamérica?
 Para América Latina va a ser positivo. Primero porque fue un voto del conjunto de países de América Latina la integración de Cuba en la Organización de Estados Americanos, todavía no se llevó por completo ese proceso, pero en Panamá ya se abrieron las puertas, no tiene sentido seguir a esta Organización si Cuba no está dentro de nuevo, son avances importantes, y después los organismos que se crearon como la CELAC [5], son iniciativas que demuestran que América Latina tiene derecho a su independencia y soberanía sin la participación de los Estados Unidos. Hay que tener relaciones de autoridad con los Estados Unidos no de sumisión, entonces eso tiene su reflejo porque los cubanos tienen mucho sentido de cubaneidad, un sano orgullo de su identidad nacional que se reflejó muy bien en la entrevista, en la rueda de prensa que Obama y Raúl dieron durante la visita de Obama a Cuba, cuando preguntaron sobre los derechos humanos la respuesta de Cuba fue mucho más consistente que la de Obama. Qué país, preguntó Raúl garantiza a todos los tres derechos fundamentales de alimentación, salud y educación. Qué hay de salud para la gente en los Estados Unidos, muchos estadounidenses van La Habana para tratarse.

– Dentro de este panorama hay un tema que está pasando muy desapercibido: el tema ambiental.
Sobre el tema ambiental, lo más importante que pasó en estos últimos tiempos fue la Encíclica de Francisco “Laudato Si”, tanto el creyente como el no creyente han dicho que no hay ningún documento en la historia de la Ecología más importante que este, porque todos hablan de los efectos de la degradación ambiental, pero no apuntan a los responsables, las causas, y ese documento del papa apunta a ellos. Tenemos que explotar mucho ese documento, no es un documento solo para católicos, es un documento para la Humanidad. Todavía la izquierda no ha tomado en serio el problema ambiental, la izquierda tiene sus prejuicios. Yo me recuerdo cuando Chico Méndez en Brasil, hablaba de los pueblos, de la selva, de los métodos que ellos utilizaban para defender la selva, había mucha gente de izquierda que decía ‘no, eso no tiene importancia política, y yo estoy convencido, incluso, que hoy el tema de la Ecología puede ser un tema para agregar mucho más gente a nuestra causa de liberación.

– ¿Podría la Ecología, igual que el pensamiento latinoamericano, rejuvenecer el pensamiento de la izquierda?
 Sí, podría y debe, porque en Europa no hay más izquierda, en Estados Unidos tampoco, entonces queda un poco en América Latina, asimismo mucha gente de izquierda no tiene todavía un proyecto de sociedad nueva. La izquierda en muchos países, además de Brasil, se dejó cooptar un poco por el neoliberalismo de allí viene la corrupción y todo esto.

Notas:
[1] Se refiere a los expresidentes: De Brasil, Fernando Collor de Melo; de Perú, Alberto Fujimori; de Argentina, Carlos Menem; de Bolivia, Luis García Meza y de Venezuela Rafael Caldera.
[2] Actual presidente de Argentina Mauricio Macri.
[3] Luiz Inázio Lula da Silva, expresidente de Brasil.
[4] Fidel Castro, líder de la revolución cubana.
[5] Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, organismo que no incluye a los Estados Unidos ni a Canadá.
Néstor Martínez es periodista y escritor. Red Internacional de Escritores por la Tierra.