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miércoles, 13 de enero de 2016

El coco

“Los hombres nacen bajo el yugo, y, criados y educados después en la servidumbre, sin mirar más allá, se acomodan a vivir tal y como han nacido; sin pensar disponer de otro bien ni de otro derecho que aquellos que han encontrado, aceptan la situación en que han nacido como condición natural.”
                                                                 Étienne de La Boétie, Sobre la servidumbre voluntaria, 1548.

Algunos de los cientos de miles de españoles que vivimos en el extranjero hemos vuelto a casa para votar en las elecciones y el horizonte que hemos encontrado en provincias es desolador. Los partidos de siempre, los del “si usted lo dice… señorito” de Delibes, han arrasado en regiones asoladas por el paro, la pobreza y la emigración, como si todo lo que nos pasase fuera un castigo a nuestra particularidad endémica. Ninguna estadística ni encuesta señala una buena situación económica, social o política, ningún ciudadano siente que su territorio prospera. En los pueblos pequeños doblan a diario las campanas y las calles principales de las capitales extremeñas están plagadas de “Se traspasa”, con miles de jóvenes preparándose oposiciones que no se convocarán con el mismo ímpetu que antes se rezaba a San Antonio. Vivimos en una constante decadencia soportada sólo por la expectativa de un milagro, en forma de lotería o de oposición, un cruce del destino que nos garantice la supervivencia en la mediocridad cotidiana. Sin embargo, elección tras elección, elegimos a los mismos gobernantes, a nuestros “señoritos”, movidos por un secreto afán sociológico de perpetuar en el poder al cacique sin valorar su gestión.

Desde fuera las cosas se ven bastante claras: gobiernos corruptos e inmorales sin ningún aprecio por el estado ni por la ciudadanía llevan años repartiéndose cargos y prebendas. Estos partidos-mafia, aplaudidos y refrendados electoralmente cada cuatro años por una ciudadanía complaciente: “lo que usted diga, señorito…”, han puesto a su servicio todo el poder de las instituciones para vender y arruinar el país en nombre de un nacionalismo mal entendido, resignificado en la órbita de las narrativas hasta el punto de identificar la patria con intereses privados. A partir de complejos sistemas imaginarios proyectados por los medios de comunicación –que subsisten a veces por la “generosidad” de partido o por el interés de grupos de poder en el control de la opinión-, han inoculado el mensaje de la no alternativa o de la seriedad de estado frente a la inexperiencia o el peligro.

Cánovas arriba y Cánovas abajo, no hay conversación en la que se haya justificado el voto a PPSOE a partir de la gestión, sino que la sombra de Podemos ha actuado como agente movilizador. Estos días he escuchado barbaridades que no superan la condición de falacia, pero por su fortaleza ejemplarizante construyen modelos dicotómicos. Dos señores decían que por la ley electoral Podemos había tenido más diputados de los que le correspondían, que lo “habían oído”; otros, que Podemos iba a expropiarnos las casas; en la pescadería unas señoras hablaban que el “coletas” iba a quitar las pensiones; y unos jóvenes “habían leído” que unas mujeres de Podemos habían profanado una iglesia y habían introducido en su vagina Formas Consagradas. Como sabrán, todas estas informaciones son falsas, pero atemorizan más si cabe a una sociedad precarizada. Que tenga que aclarar el alcalde de Valencia que no va a prohibir la paella desmintiendo una noticia dice mucho de nuestra cultura política y nutre las memorias del cine nacional, de Berlanga a Cuerda. La lectura codifica los mensajes políticos en la prensa y de esta forma defender el referéndum en Cataluña equivale a pedir su independencia; cobrar el IBI a la Iglesia se transforma con el teléfono “escacharrao” en la quema de conventos y la violación de monjas, “que lo he oído o lo he escuchado, señorito…”; subir impuestos a las grandes fortunas se convierte en quitar las pensiones y expropiar casas; y así hasta un sinfín de disparates que culminan en el aquelarre de podemitas desnudas y hombres con coleta copulando con el diablo las noches de luna llena. Un jefe de mesa me comentó asombrado: “pues estuve con una de interventora de Podemos y era maja y pacífica, una cosa muy extraña…” Si alguno de los “¿está bien, señorito?” se hubiera preocupado al menos de informarse comprobaría atónito que Podemos lo conforman principalmente personas de mediana edad, médicos, profesores y funcionarios, con presencia también importante de jóvenes de alta cualificación académica, ciudadanos con experiencia en asociaciones sociales e incluso cristianos de base. Pero no importa, porque la maquinaría mediática ha funcionado y más en provincias que languidecen a la espera.

No he vivido la guerra civil, pero estos días he comprendido aquel lamento de Max Aub en Campo de los Almendros. Y ahora sé que estos optimistas –no sólo de Podemos-, buscadores del bien común, desinteresados y justos, “son lo mejor de España”, los únicos que de verdad se han alzado sin fuerzas contra una economía que mata, insolidaria y esclavista, y contra una clase política que del poder ha hecho opresión y de la responsabilidad, corrupción. “Por la sola justicia, cada uno a su modo, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero”, lo han intentado con dignidad. Éstos, “no lo olvides”, imperfectos y contradictorios, son “lo mejor de España.” Una España maltrecha y decente que volverá por mera inercia generacional, aunque seamos en provincias los últimos en verla aparecer.

  in Artículo

lunes, 28 de diciembre de 2015

“La no-ocultación del objetivo rupturista y autodeterminista por las 3 alternativas periféricas influyó decisivamente en los buenos resultados de Podemos”

la carta personal de Xosé Manuel Beiras a Antoni Domènech, fechada el 24 de diciembre de 2015. Xosé Manuel Beiras 28/12/2015


Querido Toni: Acabo de ver la  entrevista que te hizo la TV argentina el día antes de las elecciones aquí, en el corral nublado que es el Reino de España. Aquí te van seis comentarios, también sobre lo ocurrido después, sabidos los resultados electorales, y la valoración de urgencia que me pides sobre la campaña en Galiza.

*Primero: estás 'muy lucido' de aspecto, incluso rejuvenecido -te sienta muy bien Argentina, por lo visto.

*Segundo: estás 'muy lúcido' de coco -aunque, a balón pasado, te quedaste corto en el pronóstico de resultados del 'espacio Podemos', es decir, del conjunto de alternativas electorales en las que Podemos participaba.

*Tercero (a modo de 'disección' del comentario precedente): es curioso que ese pronóstico tuyo dio cerca del blanco en cuanto a los resultados de Podemos en 'la España estricta', pero resultó ampliamente superado por las alternativas de unidad popular (participadas por P) en Galiza, Catalunya y País Valencià, y por la de Podemos en Euskadi. Ojo al parche!! para Bildu, que actuó análogamente al BNG -éste desaparecido en combate, por necio.

* Cuarto (en ampliación del anterior): en la 'remontada' del 'espacio P' influyeron: 1. la (parcial)recuperación por P del discurso heredado de la 'rebelión cívica'; 2. la explícita asunción del problema plurinacional; 3. la no-ocultación del objetivo rupturista y autodeterminista por las 3 alternativas periféricas. Dicho sea de paso: el discurso de Anova dentro de En Marea reiteró que no bastaba con un cambio de inquilinos en las Cortes y la Moncloa, sino que había que darle el finiquito al régimen 'bubónico', aunque no se lograría ahora, pero había que mantenerlo como eje troncal de la estrategia, y no 'irnos por las ramas'.

*Quinto: 'En Marea', cuando menos (y especialmente yo mismo, que sin ser candidato me eché, como sabes, a la espalda toda la campaña -terminé exhausto), sí que hablamos de Europa y la UE, sobre todo como espacio político en el que había que contextualizar los problemas cardinales y dimensionar un combate internacionalista indispensable. (Incluso con respecto a Grecia me permití invertir el diagnóstico dominante en las izquierdas: lo más relevante no había sido la claudicación del gobierno griego, sino la victoria democrática del referéndum contra la Wehrmacht virtual de la UE, protagonizada por el pueblo griego en 'estado de sitio').

* Sexto: en Galiza, 'En Marea' proporcionó al pueblo gallego un triunfo histórico: 25% de los votos; por encima del PSOE en las cuatro provincias; 34% (primera fuerza) en el Vigo del 'arrase Caballeresco' en las recientes municipales; ampliamente superado en la Galiza 'interior' (Lugo y Ourense) el 15% exigido para computar esos escaños para formar GP propio; 6 escaños en el Congreso y 2 en el Senado (!) -en Pontevedra y Coruña, donde el PSOE no obtuvo ninguno. En la época más 'gloriosa' del BNG no se había logrado nada semejante.

En fin: no creas que estoy eufórico, pero sí reconfortado... y muy cauto, porque ahora empieza lo más difícil. Y t también nosotros dos (y no sólo yo) tenemos muchas ganas de veros y conversar a modo. Abrazos muy fuertes. Xose.
Fuente: Sin Permiso.
http://www.sinpermiso.info/textos/la-no-ocultacion-del-objetivo-rupturista-y-autodeterminista-por-las-3-alternativas-perifericas

sábado, 19 de diciembre de 2015

La demonización de la clase obrera.

Escribe Owen Jones en su espléndido libro Chavs: La demonización de la clase obrera, “La Cámara de los Comunes no es representativa, no refleja al país en su conjunto. Es demasiado representativo de abogados, periodistas metidos a políticos, diversas profesiones, sobre todo profesores de universidad…Hay pocos que hayan trabajado en centros de atención telefónica o en fábricas, o hayan sido funcionarios municipales de rango bajo… Antiguamente había una tradición, sobre todo en los escaños laboristas, de diputados que habían empezado trabajando en fábricas y minas. Esa época pasó hace mucho”. Si trasladamos esa reflexión a la composición del Congreso de los Diputados y de los parlamentos de las comunidades autónomas llegaríamos a una conclusión bastante parecida. El neoliberalismo no solo ha representado un ataque a los derechos de las clases trabajadores sino también, entre otras cosas, una modificación de la representación política y ha dedicado un ingente esfuerzo para cambiar la percepción de la sociedad respecto a las clases sociales. Algo así como “si parece que las clases sociales se han difuminado lo tendremos mejor para que siga gobernando nuestra clase social”. Volviendo al libro citado, algo que lograron en el Reino Unido Margaret Thatcher venciendo a los mineros en 1985 y descabezando y desorganizando al potente movimiento sindical y posteriormente el dirigente laborista Toni Blair pretendiendo que “todos somos clase media”.

La campaña electoral que finalizará el próximo 20 D anuncia un cambio, más allá de quien gane o de las combinaciones de gobierno que puedan formarse, las cosas ya no podrán hacerse de la misma manera. Habrá que reconocer que ese cambio puede quedar lejos aún del que hace unos meses podía vislumbrarse, destinado a abrir un proceso o procesos constituyentes y a cambios en las políticas económicas y sociales favorables a las clases trabajadoras. Pero sí podemos constatar que tanto entre los candidatos de las izquierdas como en los contenidos de las campañas hay muy poca presencia de la clase obrera organizada. Cuando podamos hacer un análisis sociológico de los nuevos diputados y diputadas es muy probable que encontremos un panorama parecido al que denuncia Owen Jones en su libro. Y eso es una anormalidad.

El proceso de cambio que desde posiciones de izquierda se ha ido gestando es el resultado de varios factores: la rebelión del 15M, las huelgas generales contra las reformas laborales, las luchas y mareas contra los recortes en los derechos públicos, las movilizaciones contra los desahucios, el movimiento soberanista en Catalunya… y en todos ellos ha habido un peso importante, si no fundamental, del mundo del trabajo y de su expresión organizada, el movimiento sindical. Las candidatas y candidatos, allí donde hay confluencia (Catalunya, Valencia y Galicia) en Podemos, en Unidad Popular-IU, en Bildu… representan una gran renovación, son el reflejo del conjunto de esas protestas ciudadanas, pero se nota la falta de representantes del mundo del trabajo.

Sindicalismo de clase
Si compartimos “que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores” hay que apostar por colocar ese problema en el centro porque sino estamos mareando la perdiz a la hora de buscar alternativas para salir de la crisis y organizar un cambio real a favor de las clases trabajadoras. Hay, además, otro aspecto fundamental: difícilmente podrá haber mayorías sociales de cambio a la izquierda sin la presencia activa y visible del movimiento obrero.

El objetivo de los capitalistas y sus políticas neoliberales para afrontar la crisis ha consistido en reducir salarios, enviar al paro a millones de personas, recortar derechos, generalizar aún más la precariedad y debilitar al sindicalismo, especialmente a través de la última reforma laboral. Un proceso de cambio político y social exige reconquistar todo lo que ha sido arrebatado. Por eso el trabajo debe situarse en el centro, porque no hablamos sólo de un empleo sino de todo lo que está relacionado con él: un salario decente para tener independencia económica, derechos (un convenio colectivo, una jornada laboral, vacaciones, salud, formación, etc.) pero también trabajo en el sentido de organización de clase de los trabajadores. Existe una relación mutua: si hay trabajo puede haber sindicato, si hay sindicato hay derechos.

La política neoliberal, la del PP y la que anuncia Ciudadanos, persigue lo contrario. Sabe que sin trabajo no hay organización. Si el salario es bajo hay menos sindicación. A mayor precariedad hay menos sindicalismo y si hay menos sindicato hay menos derechos, salarios inferiores, jornadas más largas, salud laboral más precaria. No nos limitamos a los derechos laborales, porque la defensa de los derechos de ciudadanía, salud, educación, formación, vivienda, cuya defensa incumbe al conjunto de la sociedad, necesita también de organización y de confluencia entre los diversos actores. Por ejemplo, las mareas contra los recortes en sanidad o educación se basaron en la colaboración de intereses entre los trabajadores y la población.

Se puede debatir y confrontar opiniones sobre si la política de las direcciones sindicales ha sido la adecuada para la actual situación, pero no hay ninguna duda de que el sindicalismo es la base para la resistencia.

A través del sindicalismo de clase, tanto de los grandes sindicatos como de los alternativos, es como se organiza la clase trabajadora, porque aunque el nivel de afiliación sea relativamente bajo (alrededor de un 15%) no lo es a través de la representación que significa la elección de los delegados sindicales. Con datos cerrados del 2011, se eligieron más de 300.000 delegados, votaron más de 4,7 millones de personas sobre un censo de 7,2, un 65% de participación. Si añadimos los miles de convenios negociados y firmados, incluso con las restricciones impuestas por la reforma laboral, y las negociaciones y acuerdos de empresa, y las asambleas y movilizaciones de protesta, tanto a nivel de empresa o sector como en defensa de derechos generales de la ciudadanía, sanidad, educación, etc., tendremos un panorama del instrumento organizador y movilizador del sindicalismo de clase, completamente imprescindible para cualquier cambio social por la izquierda. No se puede ignorar.

Sindicalismo y política
Pero también en el sindicalismo hay que reflexionar sobre qué papel y qué iniciativas puede tomar para jugar un papel más activo en los procesos de cambio. En su momento tuvo que luchar para defender su autonomía e independencia en la toma de decisiones, pero eso no puede entenderse como una abstención o separar artificialmente los ámbitos de la política y los del sindicalismo. Es cierto que son relaciones complejas y no siempre tienen un único sentido, pero también es necesario ponerlas a debate.

Ante los ataques brutales que se han vivido el sindicalismo por sí mismo no ha podido defenderse ni defender los derechos de las clases trabajadoras. Se necesita el máximo de alianzas posibles para derrotar a un enemigo fuerte. Alianzas con otros movimientos sociales, alianzas con los partidos, con las asociaciones de vecinos, mareas, etc. Con todo quien esté dispuesto a luchar contra las políticas neoliberales. Y hay que hacerlo con espíritu unitario, sin pretender hegemonías de uno u otro, sino con la convicción de que sólo la suma y la movilización pueden lograr volver a conquistar los derechos. Para que la clase obrera esté en el centro del cambio social, el sindicalismo también tiene que reivindicar su lugar y su papel en la política.

Toda lucha laboral o social es una expresión de lucha de clases y por lo tanto política: unas veces se expresa en la negociación de un convenio colectivo o en la lucha contra la precariedad y otras en la exigencia de nuevas leyes o derechos universales para la sociedad y en todas ellas la participación del “trabajo asalariado” es determinante (ya sea como trabajador o como ciudadano)

La perspectiva de un cambio político y social exige cambios en las organizaciones y en las relaciones entre ellas, será el esfuerzo colectivo lo que permitirá derrotar a la derecha, tanto con los votos como con la movilización social.

Porque para el día después del 20 D hay amenazas bien concretas: la Unión Europea ya ha anunciado que exigirá una reducción de 7.000 millones al próximo gobierno que surja de las urnas, o sea más recortes; también que debe ampliar aún más la reforma laboral, menos derechos y/o abaratamiento del despido y /o reducción de pensiones, y sino pondrán por delante la propuesta de contrato único de Ciudadanos, que es otra vuelta de tuerca a las anteriores reformas laborales.

Por eso hay que colocar el empleo y la recuperación de los derechos laborales en el centro del debate y la acción. Tal como lo explican los sindicalistas, cambio es también poner en el centro el conflicto capital-trabajo, o sea la lucha de clases.

Miguel Salas Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso Fuente: www.sinpermiso.info, 13 de diciembre 2015

jueves, 5 de noviembre de 2015

¿Por qué la derecha ha dejado tirados a Passos Coelho y a Portas?

Passos Coelho y Portas saben que su gobierno será rechazado por el parlamento. Saben también lo que tienen que hacer después: van a jugar la carta de la victimización y a protestar contra la perfidia que los sacó del gobierno. Si todo les sale bien, harán olvidar el empobrecimiento que impusieron a Portugal y se presentarán a las elecciones como políticos magullados por el desprecio popular, pero dispuestos, a pesar de todo, a salvar al país. Si todo les va mal, la patria se librará de ellos, y en realidad sólo lo sentirán ellos mismos.

Para conseguir tan alto objetivo, han diseñado una hoja de ruta (como se dice ahora) y tienen que llevarla a cabo. La aplicación de la hoja de ruta ya comenzó con la campaña electoral: camuflar las cuentas y atenerse firmemente a la narrativa (pero esto puede degenerar, como ocurre con el déficit de 7% y el episodio grotesco en plena campaña electoral de anunciar la "devolución" del 35% de la sobretasa, que ahora después de todo ya es solamente del 9%, lo que viene a ser nada). Hasta aquí, todo más o menos, pero a pesar de ello perdieron 750 000 votos y con ellos la mayoría. El resto del plan era presentar un gobierno como si no hubiera mañana, contar con el descaro del Presidente de la Republica y crear un entorno institucional para sobrellevar la crisis política, confiando que del lado del PS sólo hubiera la misma inepcia que demostró en la campaña electoral.

Ahora el plan está a punto de descarrilar. El Presidente se armó de una prosapia que no conmovió al pueblo. Por el contrario, el electorado, astuto, sabe que en estas cosas de Belén y San Benito quien más grita es quién tiene más que perder. El PS salió de su confortable estupor y está haciendo gala ahora de la frialdad que no supo tener a la hora de contar los votos. Pero, lo peor de todo, el gobierno apoyado solemnemente por el Presidente, que debería estar formado por una élite respetable, con una impresionante capacidad técnica, la reserva señorial de la República todos tan arregladitos, ha acabado siendo una balsa salvavidas de gente que quiere verse libre de esta molestia cuanto antes.

Para alivio general saldrán los que deseaban verse por fin libres (Justicia) y los más impresentables, que pronto serán olvidados (Educación e Interior), se escaparon los que tienen negocios que concluir y puestos administrativos de oro donde aposentarse (Economía y Sanidad), se quedarán los que esperan medallas el 10 de junio y luego se irán en paz a casa (Relaciones Exteriores) y se promovió a los que no había más remedio porque no había otros en su lugar (Asuntos Parlamentarios, Sanidad). Se decoró con clase a una Ministra de Cultura que nada despachó y que solo estuvo en comisión de servicio.

Pero esto no llega a comité electoral, y mucho menos a gobierno político y combativo, capaz de resolver el lío de cuentas que han dejado los anteriores gobiernos de Passos y Portas, y convencer al país de que sin él, el trigo crece para abajo. Los caballeros no se presentaron, la élite no contestó al teléfono en sus oficinas, los dignatarios del partido se escondieron, nadie quiere saber nada de la hoja de ruta: que se quemen otros a fuego lento.

La derecha ha abandonado a su suerte al gobierno de Passos y Portas. Se dio cuenta de que, al menos por ahora, el PSD y el CDS ya no forman parte del arco de la gobernabilidad.

Sólo queda Europa para poner orden. Volvimos a lo de siempre: cuando la democracia no sigue el guión, alguien tiene que tirar de las orejas al pueblo recalcitrante. La derecha, aterrorizada, ni siquiera quiere verse envuelta en el barullo y espera que la salvación venga, como siempre, de Berlín. Por eso muchos jefes ni siquiera se molestarán en fingir que querían ayudar al pobre Passos y al tenaz Portas. No les conviene tener en su currículum haber participado en un gobierno provisional, no queda nada bien. Para resumir, Passos y Portas no han convencido a la aristocracia de sus partidos para participar en esta comedia de gobierno que nadie toma en serio, empezando por los propios ministros. Y se han quedado solos, porque en realidad todo el mundo sabe que no importan un bledo.

Francisco Louça es un economista portugués de reputación académica internacional y, hasta hace poco, el principal dirigente del Bloco de Esquerda

Fuente: Publico, 29 de octubre 2015
http://www.sinpermiso.info/textos/portugal-por-que-la-derecha-ha-dejado-tirados-a-passos-coelho-y-a-portas
SinPer

viernes, 23 de octubre de 2015

La izquierda de Portugal forja un Gobierno para combatir la austeridad. El mensaje del hipotético tripartito es claro: combatir las políticas de austeridad europeas


A punto de culminar su segundo y último mandato, el presidente portugués, Aníbal Cavaco Silva, está en una tesitura que pocos envidiarían: designar un jefe de Gobierno en minoría o encargar la tarea de gobernar a una coalición de tres grupos de izquierda con suficiente mayoría parlamentaria. La tercera opción es repetir las elecciones. Los comunistas confirmaron este miércoles su apoyo al líder socialista a cambio de sustanciales mejoras sociales que podrían comprometer el equilibrio presupuestario del país. Los tres quieren combatir las políticas europeas de austeridad. Portugal va a experimentar la troika buena.

Cuando el veterano político conservador Cavaco Silva, de 76 años, tome su decisión, ésta tendrá una consecuencia de doble filo: si otorga el mandato a su correligionario Passos Coelho, la mayoría izquierdista del Parlamento tumbará su programa. De las preferencias de Cavaco no cabe duda, ya que el presidente se inclinó dos días después de las elecciones por la opción de la coalición conservadora PSD-CDS-PP —aunque sin nombrarla— para garantizar “las obligaciones internacionales de Portugal tanto en la OTAN como en Europa y la zona euro”.

Son precisamente las exigencias en materia económica de los comunistas y del Bloco de Esquerda (BE) las que más dudas suscitan, por cuanto podrían desbaratar los objetivos de déficit del país. El líder del Partido Socialista (PS), António Costa, ha reiterado que si gobierna no vulnerará el equilibrio presupuestario.

El jefe del Partido Comunista (PC) portugués, Jerónimo de Sousa, confirmó este miércoles su apoyo estable a un Gobierno liderado por Costa. Un apoyo parlamentario tan estable como firmes sean las mejoras sociales promovidas por ese hipotético Ejecutivo. Pero un solo paso atrás, y el PC y el Bloco retirarán su apoyo a Costa.

Para llegar a un acuerdo con PC y Bloco capaz de formar una mayoría absoluta, los tres partidos han renunciado a buena parte de su programa. PC y Bloco han abandonado los grandes principios (salir de la OTAN, salir del euro, perdón del 50% de la deuda o nacionalizar la banca), pero han conseguido que el PS acepte la letra pequeña (medidas sociales).

Cumplir los compromisos
En el caso del PS de António Costa, ha ocurrido lo contrario y ha renunciado a los detalles mientras que se mantiene el fundamento: cumplir los compromisos europeos, es decir, mantener el presupuesto del Estado con un déficit por debajo del 3%, algo que la coalición en el Gobierno no consiguió nunca.

Sobre una hoja de Excel trabajan las comisiones técnicas de uno y otro partido, sumando de aquí y restando de allá. De momento, casi todo lo que ha trascendido va en contra de conseguir ese objetivo de déficit inferior al 3%. El eslogan que aúna a la llamada troika buena es “pasar página a la austeridad”.

La troika buena está de acuerdo en que suba el salario mínimo. El actual Gobierno lo situó en 505 euros en septiembre de 2014, tras cuatro años de congelación. PC y Bloco desean que al final de la legislatura llegue a 600 euros. Si la subida es a 550 en 2016, el gasto del Estado subirá unos 100 millones de euros.

También quieren bajar el IVA. En el caso del PS, es sobre la restauración (del 23% al 13%), lo que supondría una pérdida de recaudación de unos 400 millones de euros. El Bloco prefiere rebajar el IVA del recibo de la electricidad (del 23% al 6%).

PS, PC y Bloco están de acuerdo en devolver el sueldo recortado a los funcionarios. La discrepancia era de ritmo. La coalición de centroderecha prometía reponer un 25% por año; el PS, el 50%; y PC y BE, todo de una vez. El acuerdo alcanzado por la troika buena es una reposición del 25% por trimestre. Eso significa que el Estado pagará 600 millones de euros más a sus funcionarios y otros 250 millones por reposición de pensiones.

La factura de los acuerdos que se conocen —a falta de saberse las contrapartidas— supera los 2.000 millones de euros, lo que elevaría en varios puntos el objetivo del déficit del 3%. Dadas las pocas noticias sobre la recaudación, todo parece indicar que el presupuesto extra se obtendrá mediante el aumento de impuestos a empresas y en los tramos superiores de la declaración de la renta.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/21/actualidad/1445454460_322740.html

Parálisis política

Presupuesto no presentado. El 15 de octubre acabó el plazo que exige Bruselas. Ha sido el primer país que ha incumplido esta norma. Passos Coelho se niega a entregar un presupuesto de 2016. Dice que es tarea del futuro Gobierno.
Retraso del nuevo Gobierno. La imposibilidad de que Passos Coelho forme Gobierno continuista puede retrasar el nuevo Ejecutivo hasta diciembre.
Pactos a tres. El pacto entre PS y las otras fuerzas de izquierdas no es unitario, sino que el PS lo formalizará por separado con PC y el Bloco.
Un presidente casi en funciones. Aníbal Cavaco Silva termina su mandato a final de año. En este tiempo no puede disolver parlamentos y debe administrar una situación que heredará el próximo presidente.

El PC portugués confirma su apoyo a Costa para formar Gobierno
El acuerdo contempla subir el salario mínimo de 505 a 600 euros y eliminar los recortes en pensiones y salarios de funcionarios
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/21/actualidad/1445420786_704359.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

sábado, 5 de septiembre de 2015

Hacia un programa común: ¿Decrecimiento o resiliencia?

Si algo han mostrado las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo es que las candidaturas unitarias populares han tenido más éxito que las de los partidos en solitario en las principales capitales, aunque no en el conjunto de las circunscripciones. Sería imperdonable que los partidos de la izquierda radical de ámbito estatal (Equo, IU y Podemos) no alcanzaran acuerdos sobre un programa común por dificultades organizativas o mero cálculo electoral que no vamos a valorar aquí. Con ser muy positivos los resultados de estas elecciones al desalojar al PP de algunas Comunidades y Ayuntamientos importantes, son insuficientes para realizar el cambio que se requiere. Como escribe Rosa (1), claro que sí se puede, pero no solos. En la medida en que las fuerzas de la izquierda radical se consoliden y se avance en el desarrollo de un programa común, los pactos futuros con otras fuerzas (PSOE, principalmente) podrán inclinar la balanza en favor de una economía más social frente a otra más neoliberal. Ante la época que nos va a tocar vivir, valores como los de la solidaridad, cooperación y colaboración serán imprescindibles para la defensa de una vida digna. Valores que han de ser transmitidos en las escuelas e institutos y que serían mucho más creíbles si, desde ahora mismo, empezaran a ser percibidos por la ciudadanía.

Pero, si bien los obstáculos para llegar a un programa común en el terreno social y económico parecen superables, las dificultades para alcanzar un programa que a la vez afronte las consecuencias de la crisis ecológica se nos antojan insalvables. La percepción de la situación económica y social es compartida básicamente por los tres partidos a los que hemos hecho referencia, pero la de emergencia ecológica, derivada de la crisis energética y del cambio climático, está lejos de ser valorada por igual por estos partidos. Salvo Equo y muchos ciudadanos no necesariamente adscritos a partido alguno, el resto de la izquierda parece subestimar la irreversibilidad de problema ambiental y sus consecuencias, quizá debido a una concepción de la cuestión ambiental permanentemente postergable o, sencillamente, al efecto Casandra, según el cual la gente hace oídos sordos ante las malas noticias. Y, sin embargo, ignoremos o no la crisis ambiental, ya empezamos a entrar en la era de sus consecuencias: con el petróleo cada vez más escaso y caro no podremos salir de la crisis económica (2) y con el cambio climático acelerando la desertización de nuestro país, más pronto que tarde, se desencadenarán graves problemas en el suministro de agua y de alimentos. El caso de la crisis actual del agua de California -el estado más rico de EE.UU- es paradigmático (3), así que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”Para muestra el conflicto por el agua desencadenado este verano entre las Comunidades de Castilla La Mancha y de Valencia. Evitar en la medida de lo posible estas consecuencias disminuyendo la vulnerabilidad de la ciudadanía para así garantizar el futuro de nuestro país, debe ser la tarea prioritaria de una política de izquierdas. Sirvan estas líneas para contribuir a este gran objetivo.

Decrecimiento o resiliencia

Sabemos que el crecimiento se detendrá porque las leyes que gobiernan la economía en última instancia no son financieras sino físicas. Respecto a la salida de la crisis, Crespo (4) sostiene que nos hallamos en un terreno desconocido ya que ninguna de las dos estrategias diseñadas para regresar a la senda del crecimiento, la americana, expansiva para estimular el consumo y la europea, basada en una política de austeridad, han tenido éxito para lograr superar la misma. ¿No será que el sistema capitalista está entrando en una fase de contradicciones que hacen inviable el crecimiento; un crecimiento que, además, se está convirtiendo en indeseable para la sociedad?

Así parece defenderlo Hinton en un artículo clarividente (5) al indicar que el capital ya no extrae suficientes beneficios del trabajo y ahora trata de hacerlo de los bienes y servicios públicos de los Estados hasta el punto de llevar a la destrucción de los mismos, como en el caso de Grecia, provocando, al mismo tiempo, una desigualdad cada vez más obscena y un paro creciente que entran en contradicción con la necesidad del sistema de un perpetuo crecimiento. Como señala Luengo: “la relación existente entre el avance del PIB y la tasa de desempleo es débil o inexistente” (6) debido seguramente, entre otras razones, a que el aumento de productividad a causa de la mecanización del sistema productivo se ha traducido en más beneficios para los empresarios en lugar de beneficiar a los trabajadores, bien económicamente, bien mediante la reducción de la jornada laboral.

La otra contradicción del sistema capitalista parte del supuesto inverosímil de que el crecimiento económico es ilimitado y que la tecnología solucionará las limitaciones de los recursos y de los sumideros, supuesto que nos está llevando a la colisión con los límites planetarios e introduciéndonos en la era del decrecimiento físico impuesto por la naturaleza. El resultado de esta colisión en el terreno económico es una espiral de destrucción de la oferta (de los recursos menguantes) seguida de una destrucción de la demanda (cuando la crisis arrecia) (7).

Frente a la política de “más de lo mismo” que apuesta por el crecimiento y las soluciones tecnológicas milagrosas, un análisis racional de las políticas posibles y de sus riesgos nos decantaría por un cambio en la orientación política encaminado hacia el decrecimiento y la sostenibilidad. Si tuviera razón la política del crecimiento y se lograran poner a punto las tecnologías necesarias para evitar la crisis energética en ciernes y lo peor del cambio climático, lo único que perderíamos, de escoger la prudente política decrecentista, serían oportunidades económicas. Pero de tener razón la opción decrecentista y no dispusiéramos de tales tecnologías, la obsesiva política del crecimiento nos llevaría a un callejón sin salida.

La élite neoliberal y sus acólitos han elegido ya. A pesar de los abundantes datos de las investigaciones y avisos de la comunidad científica, continúan impertérritos escuchando las señales y oráculos de su único dios, el dios mercado, a la espera de un milagro tecnológico. Curiosa forma de entender la ciencia y la tecnología; confían en ellas para aumentar la producción y combatir los riesgos inducidos por los seres humanos, pero no para anticiparse a los mismos y modificar su causa, que no es otra que un sistema económico fagocitador de la vida que nos sostiene. Aunque la escasez de petróleo y su repercusión en el crecimiento ya empiezan a dar señales perturbadoras en los mercados, el sistema necesita “buenas noticias” para embarcar a los Estados y ciudadanía en la trampa de la deuda. Antes de reconocer que está herido de muerte, la élite sembrará los medios de explicaciones tranquilizadoras. Y es que tras la jerga mercadotécnica se esconden los intereses y privilegios de las grandes compañías y poderes financieros (8) por lo que, antes de renunciar a ellos, la élite neoliberal está dispuesta a tensar la cuerda hasta llevarse por delante el clima del planeta y con él a la humanidad.

Dado el dominio que ejerce a escala mundial la ideología neoliberal y su inacción ante los problemas ambientales globales más urgentes, no parece que se pueda evitar ya la colisión con algunos de los límites planetarios (9). Nuestra civilización se verá abocada a un colapso, a una pérdida de complejidad socioeconómica y ecológica. A tenor de los indicios (pico del crudo y otros picos a la vista, manifestaciones del cambio climático, crisis económica persistente, aumento de las tensiones geopolíticas, entre otros), creemos que tal colapso está a la vuelta de la esquina, si no se ha desatado ya. Así parecen haberlo entendido los redactores y firmantes del Manifiesto Última Llamada (10) lanzado en el verano de 2014 a la sociedad.

Descartada la solución del sentido común a escala global -y, al parecer, también a escala europea- no queda otra opción que tratar de mitigar las consecuencias del colapso en nuestro país, ahora que puede abrirse una ventana de oportunidad para un gobierno o una oposición decisiva de la izquierda radical y, posiblemente, del PSOE.

Con motivo de la firma del citado Manifiesto en el que se reclama el cambio del actual modelo económico y social que haga frente a la crisis ecológica por parte de dirigentes de los partidos de la izquierda radical, entre ellos Pablo Iglesias, y de la elaboración de un documento base del programa económico de Podemos, titulado “Un proyecto económico para la gente” encargado a Viçent Navarro y a Juan Torres (11), se ha suscitado un debate en el que han participado algunos firmantes del Manifiesto, como Prieto, Turiel, Torres, Gadrey. En esencia, el debate se centra en la contradicción que supone firmar un manifiesto de corte decrecentista para luego abrazar fórmulas socialdemócratas keinesianas de estímulo al crecimiento, como las que proponen estos economistas en el documento citado.

Sin duda alguna, la política más razonable consistiría en implementar un decrecimiento organizado y controlado. Sin embargo, hoy por hoy, sería contraproducente poner en marcha una política decrecentista sin realizar previamente un amplio debate transversal en nuestra sociedad, como el que intenta promover el citado Manifiesto. Son demasiados años de dependencia del consumo como para que el mensaje de que cada vez va a haber menos recursos y que hay que cambiar nuestro modo de vida por otro más austero y menos consumista sea aceptado por la sociedad. Sencillamente no lo entendería la ciudadanía y provocaría su distanciamiento del propio concepto de decrecimiento y de los partidos que lo propusieran. Monedero lo sabe y de ahí que despachara la alternativa del decrecimiento con la expresión: “Hablando de decrecimiento no se ganan elecciones“(12).

Más allá de establecer y agrandar las diferencias entre partidarios del decrecimiento y del crecimiento, es necesario y urgente llegar a puntos de encuentro entre ambas posiciones si se pretenden paliar los efectos del colapso, encauzándolo de una manera más o menos ordenada y reducir así el sufrimiento de la población española actual y de las próximas generaciones.

Afortunadamente, todavía es posible la convergencia entre ambas posiciones. Debemos abandonar las políticas de crecimiento y aprovechar la ventana de oportunidad para una supervivencia digna. De acuerdo con Heinberg (13), comenzar a tomar medidas de resiliencia, es decir, medidas que aumenten nuestra capacidad para superar la adversidad, es quizá la mejor manera de adaptar las sociedades al colapso. En torno a un programa basado en la idea de resiliencia pueden alcanzarse acuerdos programáticos muy positivos con el fin de dotar a nuestro país de mayor capacidad para afrontar y sobreponerse ante las presentes y futuras crisis que se avecinan. El diagnóstico de los puntos más vulnerables (14) de la economía y sociedad españolas, así como de los sistemas naturales amenazados, resulta imprescindible y previo a proponer medidas de resiliencia tanto de índole ecológica, como económica y social.

A grandes rasgos, el colapso supondrá la transformación radical del sistema financiero, problemas en el transporte (aviación, buques, camiones), problemas en la agricultura industrial (riego, maquinaria, abonos), muy posiblemente la disolución paulatina del comercio global y la consiguiente relocalización de las economías y un aumento de los riesgos naturales que cada vez tendrán mayor incidencia social y económica (15).

Los partidos de izquierda han recogido en sus programas de las pasadas elecciones del 24 de Mayo, medidas tanto sociales, como económicas y ambientales para mitigar los efectos de la crisis económica, intentar revertir los daños de las políticas del gobierno del PP y así disminuir la vulnerabilidad de la ciudadanía. Muchas de estas medidas coinciden con las que se pueden proponer adoptando el punto de vista de la resiliencia, por lo que nos limitaremos a indicar algunas que nos parecen especialmente relevantes y que, en esencia, se engloban en los siguientes principios:

1. Mayor intervención del Estado: frente a la tendencia actual a la privatización, más nacionalización, frente a la desregulación, mayor control estatal, frente a la mercantilización, imposición de límites y más derechos ciudadanos y obligaciones del Estado.

2. Las sociedades humanas son ecodependientes. Los ecosistemas poseen límites. Aplicación de principios de sostenibilidad para compatibilizar las actividades humanas con la protección de los recursos renovables y los ecosistemas. Desmaterialización en la medida de lo posible de la economía.

3. El ser humano vive en sociedad, es interdependiente. Promoción de la vida en comunidad y de la solidaridad y la cooperación frente al individualismo instalado en la sociedad. Profundización de la democracia. La economía social al servicio de la población.

Vulnerabilidad y resiliencia social

Entre los puntos más vulnerables de la sociedad española destacamos los siguientes: una gran desinformación de la población acerca de los problemas ambientales globales (el cambio climático se ve como un problema episódico y lineal que se manifestará gradualmente, mientras que el pico del petróleo es desconocido por la gran mayoría de la población), así como un desconocimiento bastante generalizado de la responsabilidad de las políticas del crecimiento en la generación de los mismos, el desempleo insoportable que afecta principalmente a los jóvenes, la desigualdad creciente entre ricos y pobres y la exclusión social.

El crecimiento económico es un aspecto del capitalismo extraordinariamente arraigado en la población por haber sido imbuido en nuestros cerebros por los políticos, economistas y medios de comunicación como un bien “per se”. Además de haberse asentado ya como una cuestión de fe, la fórmula del crecimiento parece de sentido común para crear empleo y salir de la crisis y, por ello, se encuentra aún más enraizada. Decía Margaret Tatcher, “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” (16). El neoliberalismo no solo es una ideología, es también, y sobre todo, una práctica generalizada de la que hemos interiorizado sus reglas de juego. De una u otra manera, nos han cambiado el alma a través de la presión que se ejerce sobre la inmensa mayoría de la población en situaciones de competencia cotidiana y de inversión de los pequeños ahorros. Esta presión se ejerce a través de la imposición de una serie de convenciones, prácticas y normas, en definitiva, reglas del juego establecidas política, institucional y jurídicamente (17).

¿Cuál ha sido el antídoto hasta ahora para hacer frente a la crisis económica que, por definición, es una situación de la economía con un débil o negativo crecimiento? Lógicamente, el de activar el crecimiento. Eso es lo que espera la gran mayoría de ciudadanos, que se pongan en marcha políticas de crecimiento para generar trabajo, activar el consumo y salir de la situación actual.

Cualquier convocatoria electoral que se produzca ocultando a la población los límites del crecimiento, rebajaría su calidad democrática. Si bien es cierto que la ciudadanía intuye, de alguna manera, que esta crisis es diferente y que los hijos van a vivir peor que sus padres, la apertura de un debate, tanto en las Cámaras de nuestros representantes como en la sociedad, permitiría tomar conciencia de la situación tan delicada y llena de riesgos que atravesamos y lograría que estos problemas, junto a los sociales, ocuparan la centralidad de la política, aumentando así la resiliencia social. Es de esperar entonces que la sociedad acabara siendo más proclive a admitir la adopción de medidas de mayor alcance, a medio y largo plazo.

Junto a esta iniciativa, un gobierno con sensibilidad ecológica y social debe potenciar los movimientos decrecentistas y de ciudades y pueblos en transición (18), generando así dinámicas favorables al lema decrecentista de” vivir mejor con menos” en detrimento del modo de vida BAU (Bussines As Usual), o sea, el negocio como actividad normal.

España es uno de los países con mayor paro, desigualdad económica y exclusión social de la Unión Europea. Sin la defensa del Estado de bienestar y sin la adopción de medidas sociales como la distribución más equitativa de la riqueza, la generación y el reparto de trabajo reduciendo el periodo de trabajo semanal y la adopción de medidas que eviten la exclusión social, no se podrían entender políticas ecológicas que son absolutamente necesarias para conservar los recursos naturales para la presente y futuras generaciones.

A juzgar por los programas electorales actuales, pensamos que sería relativamente sencillo llegar a acuerdos en el terreno social entre estos partidos. Quizá el punto donde se manifiestan las diferencias más notorias sea el de optar por la inicial propuesta de Renta Básica de Podemos, o por el Trabajo Garantizado, propuesta de IU, aunque no parece que llegar a un acuerdo sea insalvable pues el propio Eduardo Garzón (19), padre de la propuesta del Trabajo Garantizado, ya ha formulado una solución mixta.

No obstante, para llevar a cabo estas iniciativas sociales habrá que tener presente la advertencia de Trainer (20); en una época de decrecimiento impuesto por la naturaleza no se podrán realizar políticas de igualdad de corte socialdemócrata basadas solamente en el reparto de la menguante riqueza. Además de la solidaridad, la austeridad, entendida dentro de una justicia social, tendrá que ser otro de los pilares para poder desarrollarlas.

Vulnerabilidad y resiliencia ecológica

La vulnerabilidad ecológica de nuestro país es elevada. Los recursos renovables que han constituido y constituirán la principal riqueza de este país: como suelo, aguas superficiales y subterráneas, fuentes de energía dependientes del sol, pesca, bosques, humedales y demás ecosistemas y paisajes se encuentran cada día más amenazados por distintos problemas: desertización, erosión, salinización, fragmentación del territorio, sobrexplotación, etc.

Si necesarias son las medidas de resiliencia social para cohesionar el país, las medidas ecológicas son imprescindibles para la conservación de los recursos naturales renovables, fundamento de una economía sostenible a largo plazo.

Como medida administrativa más importante para frenar el deterioro ecológico (21) y proporcionar resiliencia se encuentra la Ordenación del territorio.

La Ordenación del territorio se fundamenta, desde el punto de vista de la sostenibilidad, en un principio de integración de actividades, según el cual la huella humana no debe exceder la biocapacidad del territorio. Aunque la palabra austeridad está hoy en día muy vituperada (austericidio, austerocracia, austeritarismo) debido a las políticas aplicadas por los gobiernos neoliberales, lo cierto es que, desde el punto de vista ecológico, no solamente los españoles, sino la gran mayoría de los ciudadanos de los países desarrollados han vivido por encima de sus posibilidades, apropiándose “de facto” de un territorio mayor a costa de otras naciones.

La salida civilizada a la situación actual consiste en construir una economía que no rebase la biocapacidad de cada territorio, con un comercio local y regional estrictamente necesario y que sea socialmente justa. De figurar algún tipo de déficit en las constituciones de los países, debería ser el déficit ecológico cero. Ateniéndonos a él, a los españoles nos tocaría vivir a un nivel de vida menor de la mitad del que disponemos actualmente, pues nuestra huella ecológica supera unas dos veces y media la biocapacidad del territorio nacional. Sabemos que, con un nivel de renta más austero pero bien repartido, se pueden mantener todavía unos buenos servicios públicos indispensables para que la ciudadanía pueda tener una vida tan digna o más que en la actualidad. Así lo indican los índices de felicidad/PIB y problemas sociales/desigualdad (22). En el primero se comprueba que, a partir de un nivel de riqueza, la felicidad no aumenta significativamente, mientras que en el segundo aparece una clara correlación entre el aumento de los problemas sociales y la desigualdad.

Aunque limitar el déficit ecológico a cero no es posible todavía, sin embargo, es necesario avanzar en esa línea tanto para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, pico del petróleo y pérdida de biodiversidad, como para aumentar nuestra autonomía y resiliencia en caso probable del colapso de la red de comercio mundial.

En este sentido, con la Ordenación del territorio se propone cubrir los siguientes objetivos:

- Uso y protección de nuestros recursos naturales (suelos, aguas, bosques, pesca y biodiversidad…) atendiendo a los principios de sostenibilidad para recursos de Daly

- Evitar impactos (contaminación, incendios, introducción de especies foráneas, etc.) utilizando los principios de sostenibilidad de Daly para los desechos, además de los de eficiencia y precaución.

- Prevención de riesgos naturales e inducidos (erosión, salinización, incendios, sequías, temporales) aplicando el principio de precaución.

- Regulación de las actividades humanas (agrícola, industrial, construcción de infraestructuras, asentamientos humanos, turismo) a través de la promulgación de leyes: Ley del suelo, Ley de aguas, Ley de costas, etc.

Otra estrategia relevante es la de avanzar en la soberanía alimentaria ya que el colapso, como hemos dicho, puede llegar a suponer la disolución del comercio global y la relocalización de las economías. España importa aproximadamente un 40% de los alimentos que consume (23). Se trata de hacer compatible una producción agrícola nacional suficiente para alimentar a la población con la conservación de los suelos y recursos hídricos, frenando así la desertización y la salinización. Dicho de otra manera, se trata de sustituir paulatinamente el modelo de agricultura industrial imperante por el de la agricultura ecológica, aumentando la diversificación de cultivos (un estudio de Gómez Cantero (24) del IPCC para Grupo Los Verdes del Parlamento Europeo revela que en el plazo de 35 años habrá un incremento de la aridez que, junto a la erosión y las plagas, puede acabar con las grandes extensiones de monocultivos como las viñas, naranjos y olivos), utilizando abonos orgánicos, desechando malas prácticas agrícolas (como el cultivo en pendiente arando a favor de la misma y el riego sin control), etc.

Aunque parezca un tanto paranoica esta preocupación por la soberanía alimentaria y pudiera levantar sospechas de proteccionismo en la UE, se pueden dar algunos pasos obviando este problema como, por ejemplo, el fomento de la repoblación de pueblos, la formación en agricultura ecológica, la creación de un banco de semillas tradicionales, el fomento de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas en detrimento de las grandes explotaciones, la prohibición de cultivos transgénicos, la promoción de una campaña para la paulatina modificación de la dieta de los españoles hacia una dieta más vegetariana,…

Quizá algunas de las medidas que se vayan a tomar en este terreno se encuentren entre las más controvertidas entre partidarios del crecimiento y de la resiliencia. Por ejemplo, ¿Cómo llevar a cabo la protección de nuestros recursos naturales al tiempo que los utilizamos? ¿Hasta qué punto y cómo pueden aplicarse las reglas de Daly en una economía capitalista? ¿Puede la agricultura ecológica alimentar a todo el país o ha de convivir con la industria agrícola y ganadera actuales? Este tipo de cuestiones son las que hay que debatir y ponderar con el fin de priorizar unas medidas sobre otras y de establecer plazos para llevarlas a cabo.

Vulnerabilidad y resiliencia económica y política

La vulnerabilidad de la economía española es crítica. La elevada deuda pública y privada, la dependencia financiera del Estado de la banca privada y del BCE, la fuerte dependencia de los combustibles fósiles y de la industria manufacturera a causa del declive industrial de nuestro país, la escasa diversidad del modelo productivo, su reducido I+D con una financiación que no está enfocada hacia el cambio del modelo productivo (25), la pérdida de derechos de los trabajadores y una fiscalidad retrógrada que grava las rentas del trabajo y las de los pequeños y medianos empresarios muy por encima de las del gran capital, hacen que la economía española sea muy sensible a futuras eventualidades, como, por ejemplo, crisis financieras, fluctuaciones de los precios del petróleo, consecuencias del cambio climático en la agricultura, etc.

El principal objetivo entonces no será el crecimiento económico (aumento de productividad, aumento del valor añadido), ni tampoco el decrecimiento, sino dotar a nuestro país de un sistema económico con mayor resiliencia y encaminado a lograr la sostenibilidad ecológica. Podría pensarse que la mejor manera de aumentar la resiliencia es potenciar el crecimiento y así obtener ventajas comparativas respecto a otros países pero, como se ha comentado anteriormente, el capitalismo es un sistema que nos lleva a la destrucción y en este contexto no hay ventajas comparativas que valgan.

Creemos que un aspecto esencial para el futuro de nuestro país es el cambio del modelo productivo actual. Dada su fuerte dependencia del exterior, su escasa diversificación y su insostenibilidad ambiental, el modelo actual es muy vulnerable a un contexto de decrecimiento de energía y materiales, de agravamiento del cambio climático o de una crisis financiera.

Queda fuera de nuestra capacidad y de los objetivos de este artículo la elaboración de una propuesta de un modelo productivo, por lo que solo nos limitaremos a enunciar unos criterios e indicar algunas medidas a modo de ejemplos.

Creemos que el nuevo modelo productivo ha de basarse en los siguientes criterios:

- El sistema productivo está enclavado en el territorio por lo que ha de ajustarse a la legislación derivada de la nueva Ordenación del Territorio.

- En un contexto de decrecimiento energético y material, el sistema productivo ha de iniciar el camino hacia una relativa desmaterialización de la economía, mediante el ahorro, la eficiencia, el reciclado y el desarrollo de economías con bajos insumos de materiales y energías, como la economía de cuidados.

- Ha de ser más sostenible con predominio de un uso de energías y materiales renovables, adoptando medidas como, por ejemplo, la reforestación de zonas próximas a pueblos y ciudades para el aprovechamiento comunitario dentro de unos años de biomasa para cocina y calefacción elevando así la Tasa de Retorno Energético de esta fuente de energía y preservando la diversidad biológica.

- Ha de ser más adaptable aumentando la diversificación y la localización de la producción, fomentado la empresa cooperativa y la reestructuración de los sectores estratégicos actuales: agroalimentario, transporte y automoción, turismo y construcción.

- Promover el desarrollo de una tecnología apropiada a la escala de nuestro sistema productivo y que sea coherente con sus objetivos mediante un Plan I+S+i (denominación más apropiada que la de I+D+i en una economía encaminada a la Sostenibilidad)

- El trabajo no es una mercancía, por lo que han de garantizarse los derechos de los trabajadores; en primer lugar, el derecho al trabajo.

- El Estado se reserva el derecho de planificar democráticamente la economía y la producción y nacionalizar total o parcialmente los distintos sectores productivos para garantizar los objetivos del modelo productivo. Por ejemplo, habría que crear una banca pública no solo para facilitar el crédito a familias y empresas sino para financiar las nacionalizaciones y un Plan I+S+i, así como aminorar las consecuencias de un posible colapso del sistema financiero internacional. Nacionalizar Red Eléctrica Española con la perspectiva a medio plazo de hacer lo propio con las empresas eléctricas. Recuperar la gestión pública del agua.

No obstante, el principal problema de la sociedad y economía españolas es político y viene determinado por la existencia de una oligarquía que domina las finanzas, es dueña de los grandes medios de comunicación privados y que, aliada del poder político, acaba imponiendo la política económica. El crecimiento económico español, que con la crisis nos ha llevado al endeudamiento actual del Estado y a un alto grado de corrupción, es resultado de esta alianza. El movimiento 15M ya denunció este pacto. Con el gobierno del PP se puso de manifiesto la falta de escrúpulos para mentir con tal de conseguir el poder y desmontar el estado de bienestar con la anuencia de la UE, mientras los numerosos escándalos de corrupción distanciaban cada vez más a los ciudadanos de la clase política.

La emergencia de Podemos, como partido que ha sabido recoger las demandas del 15M, ya ha empezado a airear las estructuras de los partidos y a modificar el discurso de sus dirigentes. Pero sería muy importante para empoderar a la ciudadanía, revitalizar la política, mejorar la democracia representativa con sistemas de control eficaces y promover la democracia participativa. Sin duda alguna, estas medidas aumentarían la confianza de la gente en el sistema político y la resiliencia, en general.

Pero todos los logros carecerán de sentido si no se detienen la implantación del TTIP y del TiSA (Acrónimos en inglés del Tratado de Libre Comercio e Inversión y de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión, respectivamente).

Si ya es fuerte la dependencia del Estado de las reglas del juego de corte neoliberal surgidas de Maastricht, con la firma de estos tratados la dependencia y vulnerabilidad de los Estados, de los trabajadores y de la ciudadanía sería extrema e irreversible por mucho tiempo debido a las cláusulas de indefensión de los mismos frente a las compañías privadas. El TTIP es un tratado entre EEUU y la UE. Con este tratado, la población europea se encontraría indemne ante las empresas de transgénicos, de la ganadería hormonada y de los agroquímicos (26) y los agricultores quedarían a merced de las compañías multinacionales. Con el TTIP, España perdería no solo la seguridad alimentaria sino la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaria. En la negociación del TiSA, participan, además de la UE y EEUU, 21 países más. El secretismo más absoluto preside la negociación de este tratado cuyos términos no se podrán dar a conocer hasta 5 años después de su implantación. Con este Tratado unas cuantas compañías privadas van a monopolizar el sector servicios de los países firmantes.

Sería de desear que la población española apoyara a la izquierda en las próximas elecciones generales. Pero de no ganar, hay tres compromisos que el conjunto de la izquierda radical debería asumir en la próxima legislatura:

- Informar y promover un debate sobre la emergencia de la situación que vivimos a causa del pico del petróleo y del cambio climático.

- Promover sendos debates sobre el contenido y consecuencias del TTIP y del TiSA para España, en general, y la clase trabajadora, en particular.

- Formar una comisión de científicos y técnicos que elabore un Plan de Ordenación del territorio que garantice el uso sostenible de nuestros recursos renovables.

Es la hora de las grandes decisiones y para eso se requieren grandes estadistas. Las autoridades de un pequeño Estado, el archipiélago de Kiribati, pretenden comprar 20 kilómetros cuadrados de tierra en las islas Fiji para poder alojar a 103.000 compatriotas ante la irreversible subida del nivel del mar y la salinización de sus acuíferos. Sin duda se trata de una medida radical (27). ¿Por qué no se percibe en España una situación de emergencia como la que se nos viene encima y comienzan a tomarse medidas para mitigar el sufrimiento de la población actual y asegurar el futuro de las próximas generaciones?
Máximo Luffiego García y Julio Soto López


Referencias
(1) Rosa, I (2015). Sí se puede, pero solos no podemos. http://www.eldiario.es/
(2) Turiel, A (2010). Digámoslo alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca.http://crashoil.blogspot.com.
(3) Deroeux, I (2015). California se seca y las autoridades imponen severas restricciones al consumo de agua.http://www.infolibre.es/
(4) Crespo, J.I (2015). En los límites de lo desconocido. http://www.elmundo.es/opinion/
(5) Hinton, J (2015). Esta búsqueda incesante del crecimiento es lo que está llevando a Grecia a la autodestrucción. http://www.15-15-15.org/
(6) Luengo, F (2015). Crecimiento y desempleo. Más falacias. http://blogs.publico.es/
(7) Turiel, A (2014). La espiral. http://crashoil.blogspot.com.
(8) Harich, J. Citado por Mediavilla, M (2015). Matar para sobrevivir. https://contadashabas.
(9) Foley J. Límites de un planeta sano. Investigación y Ciencia, Junio 2010.Nº 405
(10) VV. AA. (2014). Manifiesto última llamada https://
(11) Navarro, V y Torres, J (2014). Un proyecto económico para la gente. Podemos.
(12) Monedero, J.C. Citado por Noguero, E (2014). Podemos y el techo de cristal. The oil crash.http://crashoil.blogspot.com.
(13) Heinberg, R (2015). Después del Pico. http://laencrucijadasistemica.
(14) Carpintero, O y Bellver, J (2013). ¿Es posible la sostenibilidad ambiental en la economía española? La situación del mundo en 2013. Worldwatch Institute.
(15) Fenández Durán, R y González Reyes, L (2014). En la espiral de la energía. Libros en Acción, Baladre y Autores (Eds.)
(16) Laval, Ch y Dardot, P. Entrevista realizada por Fernández-Savater, A, Malo, M y Ávila, D (2014). El neoliberalismo es una forma de vida, no solo una ideología o política económica. http://www.eldiario.es/
(17) Laval, Ch y Dardot, P. (Op. Citada)
(19) Garzón, E. (2014). La renta básica estaría muy bien, pero la garantía de empleo estaría mejor. Blog Saque de esquina. http://eduardogarzon.net/la-
(20) Trainer, T (2011). ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero? http://www.sinpermiso.info/
(21) Carpintero, O y Bellver, J (2013). Op. Citada.
(22) Jackson, T (2009). Prosperidad sin crecimiento. Eds. Icaria, Intermón Oxfam. Barcelona, 2011.
(23) Agencia Estatal de Administración Tributaria (2012). Información estadística sobre el comercio exterior. Ed. Ministerio de Hacienda.
(24) Gómez Cantero, J. (2014). Cambio climático en Europa: Percepción e impactos 1950-2050. Eds. Los Verdes-ALE / EQUO
(25) Torres, J (2010). Cambio de modelo productivo ¿de qué estamos hablando? Temas para el Debate, nº 194
(26) Vivas, E (2014). TTIP ¡Sacad las manos de la comida! http://blogs.publico.es/
(27) La Voz del Interior (2012). Kiribati, el país que se mudaría a Fiji para evitar desaparecer. http://noticias-ambientales-

jueves, 16 de julio de 2015

Esperanza en el infierno: sobre las elecciones municipales y autonómicas en el Reino de España

26/5/2015
Noi siam venuti al loco ov' io t' ho detto /
Che tu vedrai le gente dolorose /
Ch' hanno perduto il ben dell' intelletto [Dante]
(Hemos llegado al sitio donde te dije /
Verá la gente miserable /
Que han perdido el bien del intelecto)

Unas elecciones municipales pusieron en abril de 1931 final a una larga crisis agónica de la I Restauración Borbónica. No pocos analistas han apelado a esta comparación para destacar la importancia de las presentes elecciones municipales (y parcialmente autonómicas) en la actual crisis de la II Restauración Borbónica.

Si hubiera que resumir sumariamente la actual situación socio-política crítica española, tal vez podría hacerse con un dato tres diagramas.

El dato: campeones de la corrupción política
El dato desnudo —procedente de una investigación del profesor Perico García Azorín— es muy modesto. Lo proporcionó ayer el New York Times en artículo incorporado a portada sobre las elecciones españolas: 467 alcaldes de municipios españoles –sobre un censo de cerca de 8.000 municipios— se han enfrentado a imputaciones judiciales por casos de corrupción, la mayor parte de ellos registrados luego de la irrupción de la crisis de 2008. Y de éstos, 89 han sido ya condenados. En su modestia, simboliza el rimero –aún inconcluso— de graves y conocidísimos escándalos de corrupción en que se han visto envueltos los grandes partidos del arco político dinástico de 1978, empezando por un PP con su tesorero encarcelado y su exministro de economía, Rato –emblema donde los haya de la pseudo prosperidad española de las últimas décadas—, detenido en riguroso directo televisivo e imputado por blanqueo de capitales y alzamiento de bienes, entre otros delitos. Claro que no hay corrupción política o administrativa sin corruptores ubicados en la llamada “sociedad civil”. Y no hay muchedumbre de corruptores sin un particular tipo de configuración económico-política de la vida social y civil.

Un primer cuadro: campeones de la rebaja fiscal inmobiliaria
Es cosa sabida desde muy antiguo que las economías fundadas principalmente en el crecimiento del rentismo inmobiliario y financiero son particularmente “corruptogénicas”, es decir, causantes mayores de fenómenos de corrupción política a gran escala. Naturalmente, el Reino de España no ha sido el único país en que se ha registrado una burbuja inmobiliaria y financiera gigantesca: los EEUU o la Gran Bretaña, por ejemplo, vienen inmediatamente a la mente. El siguiente cuadro, sin embargo –procedente del reciente informe de la OCDE—, resulta particularmente aleccionador sobre la singularidad de la economía política de la II Restauración Borbónica. Fíjense ustedes bien: ¡hasta en la patria chica del “capitalismo popular” thatcheriano los impuestos sobre los bienes raíces han sido muy superiores a los españoles:

O dicho de otro modo: ¡hasta en el crisol europeo del experimento neorentista que ha sido la contrarreforma liberal de las últimas décadas, hasta en la Inglaterra de Margaret Thatcher y Tony Blair han sabido que no se puede tener “capitalismo popular”, propiedad inmobiliaria a destajo, privatización y saqueo del sector público y liberalización del suelo sin un mínimo esquema fiscal que amortigüe el desastre y proporcione ingresos a las arcas públicas. ¿Bajar los impuestos es de izquierdas? Bajar los impuestos al trabajo asalariado, desde luego que sí; bajarlos a los autónomos y a la pequeña y mediana empresa productiva, también; bajarlos a la mediana empresa productiva de bienes tangibles, tal vez. Bajarlos a la propiedad inmobiliaria y a sus rentas (o a las rentas patrimoniales financieras) no sólo no es de izquierdas, sino que es económicamente insensato. Y políticamente catastrófico: genera cosas como la inaudita epidemia de corrupción a la que asistimos en el Reino de España. A eso hemos venido llamando desde estas páginas en los últimos años el “capitalismo de amiguetes políticamente promiscuos”.

Segundo cuadro: campeones de la pérdida de crecimiento económico
El siguiente cuadro muestra el particular estrago que ha sufrido esa pseudo prosperidad de la economía política de la Segunda Restauración desde el comienzo de la crisis en 2008:

Se dice pronto: entre 2008 y 2015, el Reino de España ha perdido un 26% del crecimiento potencial (conforme a la tendencia histórica) de su PIB. Y luego hay quien se queja de que el populacho no aprecia la “recuperación” económica.

Tercer cuadro: campeones de la devaluación salarial y del crecimiento de la polarización social

Naturalmente, no todas las clases sociales han sufrido por igual este tremendo descalabro económico. El siguiente cuadro –también procedente del informe reciente de la OCDE— muestra que las principales afectadas por la crisis no han sido desde luego las clases “altas”, ni siquiera las clases “medias”, sino las clases trabajadoras y populares. Y de una forma incomparablemente más aguda que en todo el resto de países de la OCDE, salvo Grecia (aunque se observará que en el Reino de España, a diferencia de Grecia, las clases populares comenzaron a perder drásticamente renta desde el comienzo mismo de la crisis):

Las clases rectoras españolas y sus mayordomos políticos del arco político dinástico (muy particularmente el PSOE de Zapatero, el PP de Rajoy y Aguirre y la CiU de Pujol, Más y Durán Lleida— se aprestaron desde el minuto uno de la crisis a lanzar una verdadera ofensiva deconstituyente tendente a la destrucción de derechos sociales y civiles básicos blindados por la Constitución del 78. Parece evidente que la violencia y la saña difamatoria que tan llamativamente está marcando el lenguaje de la discusión política pública en nuestro país, incluido el regreso de expresiones groseramente clasistas (y machistas), señaladamente por parte de escritorzuelos y tertulianos a sueldo de los poderes que realmente son, es un eco no demasiado mediato de este inaudito incremento –políticamente inducido— de la polarización social: “acentos de ira, altivas y roncas voces, con puñadas”.

Véase, por reducirnos a un sólo ejemplo, lo que acaba de escribir sobre el triunfo de Ada Colau en Barcelona uno que precisamente oscila entre la máscara de carácter del locoide y la del mercenario:

“Ayer, en las urnas, el fenómeno se reprodujo y una Ada Colau de la que nadie, incluida ella misma, sabe nada a ciencia cierta fue la más votada entre los aspirantes a ocupar la alcaldía de Barcelona. Una mujer sin partido, sin programa, con un lenguaje rudimentario y una visión del mundo soez se sentará en el mismo sillón que Rius i Taulet, Carles Pi i Sunyer o Pasqual Maragall.”

Claro que no sólo proliferan los letratenientes locoidamente excitados. Esperanza Aguirre acaba de proponer un “cordón sanitario” contra Manuela Carmena en el ayuntamiento de Madrid y se propone -ella, la responsable política de Gürtel- encabezar la regeneración política del PP madrileño. Como en el Infierno del Dante, pululan ahora también por el infernal Reino “las tristes almas” de quienes se empeñan en vivir esta situación como si nada o muy poco ocurriera, y escriben o hablan tan ternes sobre las travesuras de anacrónicos chiquillos ignorantes, tal vez –sólo tal vez— comprensiblemente descarriados. Son los intelectuales beneficiarios de la llamada “cultura de la Transición” que los encumbró (en general, sin demasiado mérito de su parte). Han vivido durante años “sin infamia y sin honor”, y ahora sus almas están condenadas a vegetar “mezcladas con aquel malvado coro de los Ángeles que no fueron rebeldes, sino sólo para sí fueron”.

Cuarto ( y último) cuadro: campeones de la desigualdad
No sólo somos campeones del incremento de polarización social. El siguiente cuadro comparativo –tomado asimismo del informe de la OCDE— muestra que también somos ahora los campeones del crecimiento de la desigualdad (medida por el coeficiente de Gini) durante la crisis: Desigualdad y polarización social que van de la mano del aumento constante de la pobreza. En la nota de prensa del 26 de mayo de 2015 del INE sobre les resultados definitivos de la Encuesta de Condiciones de Vida, el porcentaje de población en riesgo de pobreza pasa del 20,4% en el 2013 al 22,2% en el 2014.

Las elecciones de 24 de mayo: aumento de la movilización popular y brecha generacional Pues bien; en ese infierno económico, político y social se desarrollaron las elecciones el pasado domingo. Se podía temer que, como en el infierno del Dante, toda esperanza estuviera perdida. Porque la corrupción no sólo destruye el carácter del corrupto victimario; puede terminar por arruinar moral y cognitivamente a las víctimas: “hemos venido al lugar donde te dije habías de ver la gente adolorida, que ha perdido el bien del intelecto”.

¿Qué pasaría en Játiva (Valencia), en donde su alcalde, Alfonso Rus, que repetía impunemente como cabeza de lista electoral del PP tras ser imputado por corrupción y del que todo el mundo ha podido oír en las últimas semanas una grabación contando soezmente los dineros del soborno recibido? ¿Qué pasaría en Badalona –la tercera ciudad por peso demográfico de Cataluña—, en donde un alcalde del PP, Albiol, aspiraba a repetir mandato con una campaña electoral abierta, desnudamente xenófoba (“limpiemos Badalona”)? ¿Qué pasaría en la comunidad y en la ciudad de Valencia, epicentro donde los haya de los más chabacanos casos de corrupción del PP? ¿Y qué pasaría en las dos grandes capitales, Madrid Y Barcelona? ¿Qué pasaría en Madrid, en donde una casi improvisada candidatura de unidad popular (Ahora Madrid) de las izquierdas encabezada por la veterana jueza Manuela Carmena se enfrentaba a a una candidatura del PP encabezada por uno de los grandes símbolos de la corrupción y la desfachatez populista del neoliberalismo españolista más reaccionario, Esperanza Aguirre?
¿Qué pasaría en Barcelona, en donde una laboriosamente urdida candidatura de unidad popular, hermana de la madrileña y encabezada por una joven pero ya histórica y experimentada dirigente de los movimientos sociales barceloneses, Ada Colau, se enfrentaba a un alcalde, Trías, uno de los símbolos del vergonzoso uso torticero del pujante soberanismo democrático catalán como tapadera y aun coartada de la corrupción política y las descarnadas políticas antisociales y privatizadores de CiU?

¿Qué pasaría por lo pronto con la abstención, que en las últimas elecciones venía cebándose sobre todo en el voto de unas clases populares creciente y visiblemente escépticas con la eficacia política del derecho de sufragio?

La abstención se ha mantenido en los parámetros habituales de las últimas convocatorias municipales, aumentando incluso en 1,29 puntos. Lo mas destacable es que afecta más significativamente esta vez a los barrios de ingresos más altos en las grandes ciudades como Madrid (en donde hubo casi 2 puntos más de participación) y Barcelona (¡en donde hubo 8 puntos más!), mientras que se ha producido una movilización de cierta envergadura en los barrios populares, a diferencia de lo ocurrido en 2007 y 2011. Ligada a esta mayor movilización de las clases populares hay que situar la brecha generacional muy pronunciada entre “viejos” y “nuevos” partidos que ya recogía la encuesta de intención de voto del CIS de enero de 2015.

Ganadores y perdedores a grandes trazos
En lineas generales, el PP ha perdido diez puntos y más de 2,5 millones de votos en comparación con 2011. El PSOE, 2 puntos y más de 700.000 votos. Pero si la comparación se retrotrae al comienzo del actual ciclo electoral en 2007, el PP acumula una pérdida de 11 puntos y el PSOE de 12. En 2007, la suma de los dos principales partidos dinásticos sumaba el 71,4% de los votos, y en 2015, el 52%. Aunque en otro plano, también es destacable la caída de CiU en número de votos (6 puntos). Solo Podemos y Ciudadanos, lejos de perder votos en relación con las elecciones europeas, crecen.

El PP ha visto cómo se desmadeja la trama de su tejido institucional urdido con aplastantes mayorías: pierde 500 de 3.300 ayuntamientos, pero sobre todo las capitales de provincia; retiene sólo... ¡Ceuta! En el nivel autonómico, el PP ha perdido todas las mayorías absolutas, incluidas la de Castilla-León y la de Castilla La Mancha, autonomía esta última en la que, además, perderá el gobierno a manos de una coalición PSOE-Podemos que habría sido imposible con la anterior ley electoral que modificó ventajistamente el propio PP precisamente para poder eternizarse en el poder (Ciudadanos ha quedado fuera del Parlamento autonómico, con más del 8% de los votos). El PP necesitará de la muleta de Ciudadanos –y está por ver a qué precio y con qué— para conservar los gobiernos regionales de Madrid, Rioja, Murcia y Melilla. La derecha, en este caso UPN, perdería también el gobierno foral de Navarra, como era previsible (véase el artículo de Pello Erdociain en SP).

El PSOE conserva Asturias (además de Andalucía, cuyas elecciones se celebraron en marzo) pero condicionado por una alianza con Podemos, que le daría además Aragón, Castilla la Mancha, Valencia (ver el artículo de Manuel Colomer), Baleares y Extremadura. El PSC sigue en caída libre en Cataluña, y deja de ser el principal partido de las izquierdas catalanas. Se producirá alternancia en el gobiernos autonómico de Cantabria con una coalición PRCPSOE. Y Coalición Canaria necesitará de una coalición con el PSOE para mantenerse en el Cabildo Insular.

En Euskadi, el PNV impone su hegemonía en las tres Juntas Generales y se hace con una serie de ayuntamientos significativos en Gipuzkoa, como San Sebastián, Arrasate, Bergara, Zarauz... hasta 17 municipios perdidos por EH Bildu, que ve como cae su voto un 5,5% en su feudo. Está por ver qué pasará en el ayuntamiento de Vitoria.

En Galicia, el PP pierde frente a las candidaturas de unidad popular de las izquierdas, las llamadas Mareas, en Santiago –cuyo más que probable alcalde será el amigo y colaborador de SinPermiso Martiño Noriega—, A Coruña y Ferrol, en un auténtico maremoto político (véase el articulo en SP de Antón Sanchez). El PSOE mantiene Vigo, desbancando al PP como partido más votado y logrando una mayoría absoluta.

En Cataluña, el heteróclito grupo de partidos declaradamente independentistas (CiU, ERC, CUP) aumenta de un 38,2% en 2011 al 45% en 2015. La pérdida de 6 puntos de la derechista CiU es compensada por los otros partidos de centroizquierda e izquierda en lo que no cabe sino interpretar como deslizamiento hacia la izquierda del voto independentista en el conjunto de la geografía catalana. Pero el voto de Barcelona y su cinturón rojo, en cambio, ha priorizado claramente el eje izquierda-derecha, configurando el embrión de un bloque alternativo de unidad popular -como tan exitosamente en las últimas elecciones del Reino Unido realizó el partido independentista escocés SNP-, dispuesto a ligar claramente el ejercicio del derecho democrático de autodeterminación de todos los pueblos de España (incluido el catalán) a la defensa de los derechos sociales y civiles populares: ese bloque representaría aproximadamente el 60% del sufragio emitido.

A pesar de haber conservado un importante número de concejales, por encima de 2.000, donde ha contribuido a las candidaturas unitarias de izquierda, conseguir la alcaldía de Zamora y mantener un grupo parlamentario de cinco diputados, con Gaspar Llamazares a la cabeza, en Asturias, Izquierda Unida sufre serios descalabros en Madrid y Valencia cuando se ha presentado sola y dividida. UPyD se ha convertido ya en una anécdota histórica.

Ciudadanos, el partido emergente de la nueva derecha, ha tenido un éxito menos espectacular del previsto por las encuestas y por los augures mediáticos: ha avanzado casi siempre a costa del voto perdido por la desacreditada vieja derecha del PP, y lo que es más importante, ni siquiera ha sido capaz de recoger todo el voto españolista liberal-conservador refugiado en la abstención.

Clarificar las hipótesis estratégicas
Tras las elecciones europeas en 2014 y el pico en expectativa de voto de Podemos, recogido por la encuesta del CIS de enero de 2015, los primeros indicios de un estancamiento de esta tendencia abrieron un importante debate de reorientación en Podemos. Pablo Iglesias resumió sus conclusiones, en un símil sobre los tempos de un partido de baloncesto, combinando la ofensiva inicial, el posicionamiento y la acumulación de fuerzas y la ofensiva final cara a las elecciones de noviembre recuperando la radicalidad de la crítica y la defensa de los intereses de los perdedores de la crisis. Este debate es ampliamente conocido (consultar aquí).

Paralelamente, se han desarrollado tres hipótesis estratégicas alternativas en otros sectores de la izquierda que, a fuer de esquematismos, podríamos resumir así:

a) hipótesis “destituyente”: para amplios sectores de sindicales, la crisis económica ha supuesto tal retroceso en la correlación de fuerzas con la imposición de un mercado laboral dominado por la precariedad y el paro, que la característica dominante de la situación es la perdida de derechos sociales y laborales en relación con la transición y la Constitución de 1978. La hegemonía de la derecha económica es tal que tiene un amplio margen para gestionar las grietas institucionales y políticas del régimen del 78. Frente a ello es necesario un frente defensivo a partir de la clase obrera organizada sin crear falsas ilusiones sobre un programa democrático radical ni la capacidad de movilización de las Mareas sectoriales o las Marchas de la Dignidad. En parte, esta visión es mayoritaria en los sectores más politizados de CCOO y UGT y ha sostenido la candidatura de IU a la alcaldía de Madrid.

b) hipótesis “revolución pasiva”: la crisis del régimen del 78 es real, pero la debilidad de la izquierda y del movimiento obrero organizado favorecen que sea la derecha la que este imponiendo sus intereses en la salida de la crisis, en una especie de “revolución pasiva” - por utilizar la terminología de Gramsci-. La “unidad popular” debe ser capaz de aglutinar a un nuevo bloque de izquierdas alrededor de una alianza Podemos-IU y recuperar la iniciativa con un programa de defensa del estado del bienestar y el empleo garantizado, su principal proponente ha sido Alberto Garzón, candidato de IU a las elecciones generales.

c) hipótesis “vía catalana”: la crisis del régimen del 78 es real, pero su principal componente, ante la falta de una alternativa real de la izquierda española, es el movimiento soberanista en Cataluña, a condición de que se produzca un desplazamiento de su hegemonía de CiU -definitivamente comprometida con los intereses de la derecha neoliberal tras el escándalo Pujol- a ERC y las CUP. La declaración unilateral de independencia por una mayoría parlamentaria soberanista tras las elecciones catalanas del 27 de Septiembre podría relanzar la resistencia y alentar una alternativa de las izquierdas españolas, encabezadas por Podemos. El mejor resumen de ella es la entrevista de Quim Arrufat con Vilaweb.

Elementos de balance y perspectivas
El resultado de las elecciones municipales y autonómicas permite recuperar, a partir de sus resultados y la constatación de la capacidad de movilización popular, este debate estratégico cara a las elecciones generales de noviembre a partir de los siguientes elementos:

1- La crisis del régimen del 78, impulsada y agravada por las consecuencias sociales de la crisis económica del 2007-2013 y de la débil recuperación posterior, especialmente en términos de empleo y salarios, es el marco real y duradero de la actual coyuntura. La crisis de hegemonía social de la derecha es paralela a la erosión de legitimidad y representatividad del PP, que no tiene solución sostenible ni al crecimiento de la deuda soberana, ni a la débil recuperación, ni a las consecuencias sociales de la crisis económica ni a la crisis fiscal que ha hecho implosionar el estado de las autonomías. Lo que no quiere decir que pueda seguir gestionando este desastre social a favor de los intereses de las oligarquías por un tiempo indeterminado si no se construye una alternativa de izquierdas creíble y eficaz. Las clases dominantes, apoyadas en la UE, tienen un amplio margen de maniobra y capacidad de iniciativa, como ha puesto de manifiesto la sucesión de la corona o el apoyo meditado a Ciudadanos, convirtiéndolo en una alternativa al descontento de sectores urbanos de derechas con el PP.

2- El sesgo generacional que hemos mencionado, que es una de las herencias del 15 M con la aparición de una nueva generación política, ha encontrado en las candidaturas de unidad popular su expresión organizativa. Que choca con la experiencia política y organizativa de la generación de izquierda de la transición, cuyo sector activo sigue estructurando la red de cuadros y las direcciones de los sindicatos mayoritarios y las organizaciones de izquierda, como IU y BNG, por poner dos ejemplos. Al superar los límites organizativos de la izquierda tradicional con los métodos de democracia participativa -aunque algunas expectativas se hayan visto frustradas en Podemos- las candidaturas de unidad popular se han convertido en un modelo de funcionamiento programático.

3- La crisis del bipartidismo y del estado de las autonomías es irreversible sin una reforma constitucional profunda. Pero el PP y el PSOE no cuentan ya con una mayoría institucional capaz de llevarla a cabo de forma controlada. El ascenso de Podemos y el éxito de las candidaturas de unidad popular bloquean por el momento un posible acuerdo post-electoral del PP y el PSOE, que produciría una rápida erosión de legitimidad de este último, después de perder más de un tercio de su electorado desde 2007. Pero la capacidad de condicionar en un frente de izquierdas al PSOE, obligando a su dirección a un giro de su política económica y social, exige un equilibrio de fuerzas más favorable a la izquierda agrupada en la unidad popular Ello implica una serie de alianzas de las izquierdas alternativas, federalistas y soberanistas, que aúnen en su programa la defensa de los derechos sociales con el derecho de autodeterminación, como base de un nuevo pacto territorial y constitucional. No existe en este momento la correlación de fuerzas necesaria para abrir procesos constituyentes: se trata de construirla en la movilización social y electoral, cuyo primer eslabón táctico es la derrota del PP en las elecciones generales de este año. Pero para la acumulación de fuerzas es necesario un horizonte estratégico de la izquierda, voluntad unitaria y un método de participación democrática que aliente y estructure la movilización popular.

4- La política de alianzas a nivel municipal tiene su propia dinámica legal, que exige la constitución de mayorías en un plazo de 10 días o pasa a gobernar la lista más votada. Este debe ser el terreno de constitución de frentes de izquierdas que desalojen del mayor número posible de ayuntamientos al PP, reforzando socialmente la implantación de la unidad popular. A nivel autonómico, tras estas elecciones, Podemos e IU deben facilitar la constitución de gobiernos del PSOE (Aragón, Asturias, Castilla la Mancha, Valencia, Baleares y Extremadura) o de Geroa Bai (Navarra), condicionar parlamentariamente su programa y su gestión, pero no integrarse en los gobiernos como socio minoritario, aprendiendo de las lecciones de los resultados de la experiencia de IU en Andalucía. Solo el resultado de las elecciones generales permitirá una revaluación de la situación y de la correlación de fuerzas entre el PSOE y la izquierda alternativa.

Junto a ello, las izquierdas harían mal en despreocuparse de la evolución de la negociación del Gobierno de Syria con la UE, el BCE y el FMI. El desarrollo de esa negociación afectará directamente la coyuntura y las expectativas de cambio en toda Europa, pero muy especialmente en el Reino de España de aquí a las elecciones generales, como un ariete para dividir un frente de izquierdas.

En conclusión
Los dirigentes de Podemos parecen haber comprendido que su audaz apuesta inicial por un Blitzkrieg que les llevara derechos en solitario –y con su propia “marca” (sic)— al gobierno del Reino en las próximas elecciones generales de otoño fue un error, y que, lejos de restar, las candidaturas bien construidas de unidad popular democrática y capilarmente armada, y sólo ellas, multiplican las posibilidades electorales de las izquierdas. Barcelona, Madrid o las Mareas gallegas lo han mostrado tan concluyente como paradigmáticamente. Una verdadera “crisis de régimen” nunca tiene un desenlace rápido. Ni fácil. Ni cómodo. Suelen ser procesos históricos prolongados, difíciles y peligrosos y aun infernales, en los que proliferan –como advirtió sabiamente el manoseado Gramsci hace muchos años— “monstruos” políticos de todo tipo: ¡también entre las propias filas! Los monstruos más peligrosos de nuestro particular infierno son los que pugnan ahora mismo, no por evitar un ilusionante –y acaso ilusorio por ahora— “proceso constituyente” democrático popular, sino quienes están evidentemente empeñados en aprovechar la crisis para “deconstituir” y erradicar derechos sociales y civiles fruto luchas populares pasadas y más o menos precariamente blindados en muchas constituciones europeas de postguerra (incluida la española de 1978). Comprender eso cabalmente es tal vez un buen primer paso para tender puentes entre la vieja y la nueva izquierda, en lo estrictamente político; y en lo generacional, entre las naturales tentaciones adanistas de los más jóvenes y la inaceptable autosatisfacción acomodaticia de los más viejos.

Ada Colau, Manuela Carmena, Mónica Oltra: mujeres de distintas generaciones, mujeres de la vieja izquierda decente y de la nueva izquierda ya experimentada. Símbolos ahora mismo de la esperanza en nuestro infierno. Y entretanto, ¡Esperanza en el infierno!

Antoni Domènech es el Editor general de SinPermiso. Gustavo Buster y Daniel Raventós son miembros del Consejo de Redacción de SinPermiso.

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