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martes, 30 de enero de 2018

El debate filosófico se traslada a las tablas en el siglo XXI. Voltaire y Rousseau y María Zambrano protagonizan dos montajes teatrales en el Centro Dramático Nacional.

La escena mira a la filosofía. El teatro más que nunca busca ese lugar de encuentro y reflexión conjunta, de pensamiento. Los filósofos, María Zambrano, Voltaire y Rousseau protagonizan dos montajes, La tumba de María Zambrano, dirigido por Jana Pacheco, y Voltaire/Rousseau. La disputa, por Josep Maria Flotats, con los que el Centro Dramático Nacional, estrena el año y abre espacios para subir la filosofía a las tablas.

La llegada de un panfleto anónimo deriva en una escena doméstica en la que se asiste a un intenso debate de ideas entre Voltaire (Josep Maria Flotats) y Rousseau (Pere Ponce) acerca de Dios, la educación, la igualdad y el teatro. El texto de Jean-François Prévand se estrenó en Francia en 1991 y para representarse en España el autor ha retocado y modificado la pieza original. Flotats, actor y director teatral, tenía pendiente interpretar a Voltaire y La disputa le permitirá, a partir de mañana y hasta el 4 de marzo en el Teatro María Guerrero, mostrar en el siglo XXI las ideas revolucionarias de dos hombres que se odiaban y admiraban, sino al mismo nivel si con similar fuerza. En un escenario austero y a través de esta obra, Flotats asegura que “la discusión, brillante e inteligente, entre ambos filósofos nos invita a reflexionar con la misma intensidad que nos da placer y abre una puerta para conocer más sobre Voltaire y Rousseau”.

Pere Ponce pone voz y cuerpo al revolucionario Rousseau, al autor de El contrato social, al defensor de la igualdad absoluta en la sociedad, no exento de contradicciones como cuando manifestaba un marcado desprecio por la mujer o atacaba a la cultura y, en especial, al teatro. “Rousseau era un revolucionario con sus contradicciones, que hoy en día estaría sentado en una plaza en el 15-M y se preguntaría por qué es así la sociedad”, explica Ponce sobre su personaje, al que contrapone frente al “académico y miembro del establishment” Voltaire. Flotats habla del autor de Cándido como “un defensor de la cultura que se jugó el pellejo” con su lucha por la separación de poderes entre Estado e Iglesia, en una época en que la Inquisición estaba a pleno rendimiento y con una monarquía absolutista. “En la España de hoy, algunas personas hablan de república y a otros les parece escandaloso, a pesar de que estamos en 2018 y en una democracia donde se tolera la libertad de expresión: hay que imaginar lo que las palabras de Voltaire significaban en 1760. El siglo XXI necesita unos cuantos Voltaire, pero no es fácil”, ha lamentado durante la presentación de la obra en Madrid.

Encuentro poético

Como una ventana abierta a la filosofía de María Zambrano (Vélez-Málaga 1904 - Madrid 1991), como una antesala al encuentro poético y vital con la primera mujer en recibir el Premio Cervantes (1988), una escritora que sufrió la guerra y el exilio. Así se presenta La tumba de María Zambrano (pieza poética en un sueño), la obra escrita por Nieves Rodríguez y dirigida por Jana Pacheco que se representará en el Teatro Valle Inclán de Madrid hasta el 11 de febrero. Es un viaje emocional, visual y atemporal que sale al encuentro de la razón poética y la fenomenología del sueño tan presente en la obra de la filósofa, con una puesta en escena en la que se juega con el realismo mágico y la fábula y que busca que el espectador tenga una experiencia estética completa con la palabra, el sonido, el cuerpo, la música y hasta los olores.

“No es una biografía, aunque aparecen dos personas fundamentales en la vida de María Zambrano: su padre, maestro de la República, y su hermana Araceli, sino una búsqueda de las palabras de esta autora, esas que ella tanto persiguió”, explica Rodríguez que escribió la obra hace más de cuatro años y que está protagonizada por Aurora Herrero, en el papel de María Zambrano, Óscar Allo, Isabel Dimas, Daniel Méndez e Irene Serrano.

Jana Pacheco, para quien llevar la filosofía a escena es todo un reto como directora, sostiene que “el teatro al final es un espejo del mundo, un escaparate desde el que contar y transmitir. Es una manera de juntarnos en el teatro a pensar y reflexionar”. Tal y como pedía María Zambrano a su padre: “Papá, enséñame a pensar”.


https://elpais.com/cultura/2018/01/10/actualidad/1515604867_873850.html

lunes, 25 de septiembre de 2017

_- En la muerte de Antoni Domènech (1952-2017)

_- Daniel Raventós 

21/09/2017

El 17 de septiembre murió Antoni Domènech y el 20 tuvo lugar su sepelio. Dos días después hubiera cumplido 65 años. En este acto hablaron, por este orden: Ernest Urtasun y David López, por la familia, y sus amigos Concha RoldánDavid Casassas y Daniel Raventós. Reproducimos a continuación, traducidas y con los enlaces a los textos originales, las palabras que éste último dirigió a los asistentes en la despedida de Antoni Domènech, editor general de Sin Permiso. SP

Tener que hablar unos minutos en este acto por la muerte de Toni es duro para mí, como lo es para los miembros de su familia, pero lo hago porque nada me podría impedir dirigir estas breves palabras de homenaje que me han pedido que haga.

Tiempo habrá de hacer actos en recuerdo de su inmenso legado académico y también político, ambos difícilmente separables, pero hemos acordado con su compañera María Julia, su hija Marta, su yerno David, su hermana Roser, sus sobrinos Ernest y Eduard, y su cuñado Xavier, que hoy sea una despedida del Toni más político, porque así lo hubiera deseado él, como todos sus más íntimos estamos convencidos. No será pues hoy que me extenderé sobre su lúcida y aguda opinión sobre las miserias académicas, que comportaban como él decía sin concesiones a la galería hacer "amiguetes" (fer amiguets, suena más duro en la lengua en la que nosotros hablábamos) de forma creciente. No éramos ninguno de los dos demasiado comprensivos con determinadas tonterías que además afectan al erario público y a miles de estudiantes. Pero él menos. Era muy inclemente con quienes confundían un buen currículum académico con una buena y meritoria investigación. Me comentaba muchas veces, aunque no me está permitido decir nombres ¡lástima!: "el currículum se puede fabricar con contactos, devolución de favores, citas cruzadas y mezquindades similares ... pero sólo los necios y pobres de espíritu pueden confundir estos juegos de manos con una genuina investigación." He elegido "necios y pobres de espíritu" para no tener que escribir más duras y merecidas palabras que Toni disparaba sin manías.

Y ¿qué decir en pocas palabras de su pensamiento político? Mencionaré sólo 6 aspectos que no abarcan ni mucho menos todo su inmenso legado, pero que lo definen creo que muy bien. Y preferiré decirlo más con sus palabras que con las mías. Las suyas son mejores.

1. Enemigo implacable del posmodernismo y de su no inútil sino perniciosa aportación a las ciencias sociales y, por supuesto, a la política.

Le gustaba emplear una frase de su amigo Mario Bunge algo ampliada y modificada con el fin de liquidarse en un plis-plas al postmodernismo: "El postmodernismo, como los artículos adulterados, corrompen la cultura, ponen en peligro la búsqueda de la verdad y hacen perder tiempo a todos". Cuando quería dedicar páginas eruditas a la miseria postmoderna lo hacía con menos clemencia.

2. Algún medio de comunicación y en este caso creo que sin la menor mala intención, sino simplemente ignorancia extrema, ha llegado a decir que Toni continuó su formación con Wolfgang Harich y… ¡Walter Ulbricht!, que como todos sabéis fue del 50 al 71 el principal dirigente del Partido en el poder en la estalinista RDA. Harich pasó 8 años en las cárceles de la RDA de 1956 a 1964 por haber firmado un manifiesto democrático. En las cárceles del régimen de Ulbrich. Comprobar cómo salió de la cárcel Harich, 8 años después de haber entrado, conmocionó mucho a Toni, como me contó varias veces. Con Harich tenía una especial admiración. “Si tu dices que tengo memoria, tendrías que haber conocido a Wolfgang, ¡aquello sí que era una memoria prodigiosa!”. Y me contaba unas anécdotas sobre esta memoria de Harich que no tienen desperdicio.

En diciembre de 2005 escribía: “Todos los totalitarismos de la pasada centuria –el nazi-fascista y el estalinista del segundo cuarto del siglo XX y el neoliberal del último cuarto— se han apoyado de uno u otro modo en filosofías relativistas: en filisteísmos epistemológicos o éticos.”

En una entrevista de finales de 2006 decía:

“Muy pronto los dirigentes comunistas más cultos y valiosos, como Joaquín Maurín y Andreu Nin (ambos procedentes del anarcosindicalismo), se percataron de la naturaleza sectaria y políticamente tornadiza del fenómeno estalinista y de la involución burocrático-tiránica de la URSS, y se alejaron o fueron expulsados del pequeño Partido Comunista de España. Pero ese pequeño partido sectario, que había saludado el advenimiento de la II República el 15 de abril de 1931 con la estólida consigna de ‘abajo la república burguesa’, creció exponencialmente a partir del golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

El grueso de las corrientes socialistas –socialdemocracia clásica (Bernstein, Rosa Luxemburgo, Kautsky, Largo Caballero), anarquismo (Bakunin, Kropotkin, Durruti), comunismos de izquierda (Trostsky, Korsch, Andreu Nin) o de derecha (Paul Levi, Bujárin, el último Gramsci, Joaquín Maurín)— no sobrevivieron entre 1930 y 1950 a la máquina trituradora combinada del fascismo, el estalinismo y la guerra fría.”

3. Defensor e innovador muy original del republicanismo democrático. Éste, en mi opinión, es el legado más importante y propio de Toni, si tuviera que escoger solamente uno. Sus libros están dedicados al republicanismo y una buena parte de sus artículos, por no decir la inmensa mayoría, también. Imposible ni siquiera de forma groseramente esquemática apuntar ahora algo al respecto que le haga una mínima justicia, pero una cita de una entrevista hace poco más de 4 años puede servir:

“Si queremos ser fieles al espíritu ético-moral del republicanismo democrático clásico y del socialismo marxista clásico que se deriva de él, nuestra tarea es civilizar al Estado, democratizarlo en serio. El Estado es un monstruo burocrático a medio civilizar, porque las repúblicas democráticas que trajo a Europa el movimiento obrero después del final de la I Guerra Mundial fueron truncadas por el fascismo, por un lado, y el estalinismo, por el otro.”

4. Defensor del derecho de autodeterminación de las naciones. Tema muy actual. Hoy, día de su sepelio, algunas calles de Barcelona están llenas de gente concentrada para protestar por el atropello de las libertades democráticas por parte del Gobierno del partido Popular. Cuando en el año 2012, una persona (iba a poner el nombre, pero no vale la pena) le pidió a Toni la firma de un documento supuestamente federalista, la respuesta fue:

“Gracias, amigo C. Ya lo había recibido por otros lados. Pero yo no puedo suscribir un manifiesto pretendidamente federal que no reconoce claramente de entrada, sin reservas, el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, referéndum incluido. No es ni política ni intelectualmente creíble un ‘federalismo’ así, y estoy convencido de que no hará sino cargar de razón democrática a los independentistas. Con respeto y afecto.”

¡Qué habría dicho del mezquino manifiesto “1-O estafa antidemocrática. No participes. No votes!” que hace pocos días acaba de salir! O del manifiesto firmado por profesores de universidades españolas en contra del derecho de autodeterminación de Catalunya. No es difícil de imaginar, en realidad es muy fácil.

5. Toni fue un gran admirador de Robespierre y de su papel en la Revolución francesa. Toni no se cansaba de repetirlo. Catalogar de burguesa la Revolución francesa era para Toni no haber entendido una palabra de aquella revolución. De ahí su admiración por el gran historiador de la revolución y seguramente el mejor conocedor de Robespierre, Albert Mathiez. Para Toni la consideración de la revolución francesa como revolución burguesa era una muestra de la vulgarización de determinado marxismo mainstream. Mainstream lo pongo yo para ser cortés. Toni decía “descerebrado”.

6. Y para terminar en algún lugar:

La construcción de Sin Permiso desde hace más de 12 años fue un legado al que más esfuerzos político dedicó en su última etapa. Él era el editor general y aunque había momentos en que podía dedicarse más y otros, especialmente en los 5 o 6 últimos meses de su vida, mucho menos, siempre ejercía el papel de editor general. Sin Permiso fue algo de lo que se sintió muy feliz de haber empezado y muy orgulloso del éxito que fue teniendo a lo largo del paso de los años. ¿Qué era Sin Permiso para Toni? Él mismo lo contaba en una presentación que hizo de la revista en Buenos Aires y que tiene el valor añadido de representar una muestra de su forma de entender la política:

“SinPermiso está abierto a quienes piensan, con Rosa, con Mariátegui y con Gramsci, que la verdad es "revolucionaria", lo que era su forma, quizá no tan anticuada, de decir que honrar la verdad está por encima de todo.

Abierto a quienes piensan, con Brecht, que cuando la verdad está demasiado amenazada como para defenderse, debe pasar a la ofensiva

Abierto a quienes piensan, con Benjamin, que ni siquiera nuestros muertos están a salvo de la victoria del enemigo

Abierto a quienes piensan, con Cervantes, que la historia es la madre de la verdad

Abierto a quienes piensan, con Machado, que ni el pasado ha muerto ni está el mañana –ni el ayer— escrito. (…)

SinPermiso está abierto en general al pensamiento laico, enemigo por igual de la obscuridad de las jergas sectarias, académicas o no, y de la infertilidad de las escolásticas dogmáticas.” …

Un pequeño comentario muy personal. Como amigo ya no podré disfrutar de nuestras conversaciones, de nuestras comidas (era un cocinero que dejaba boquiabiertos a otros excelentes cocineros y cocineras), de “nuestros” vinos (no puedo poner las marcas preferidas para que no parezca publicidad encubierta) y de los muchísimos momentos que nos reímos gracias a personas que involuntariamente nos aportaron material para tal fin. Y debe entenderse que no diga nombres. Habría muchos y nadie quedaría contento de ser citado. Aunque a algunos, siempre bromeábamos, deberíamos agradecerles los grandes momentos de desproporcionadas risas que nos proveyeron de forma completamente involuntaria. ¡Muy involuntaria!

Uno de sus admirados héroes, el dirigente de los pobres libres en la larga democracia ática, Pericles, en el discurso fúnebre de Tucídides, éste le hace decir unas palabras que eran muy queridas y citadas por Toni:

“Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo.

Tenemos por norma respetar la libertad...”

Descanse en paz.

http://www.sinpermiso.info/textos/en-la-muerte-de-antoni-domenech-1952-2017

lunes, 8 de mayo de 2017

Algunas notas acerca del pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez. Revaloración marxista de la moral en la filosofía de la praxis

Alberto Quiñónez

Los problemas propios de la ética fueron una preocupación constante en el pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez, desde obras relativamente tempranas hasta las últimas que publicara en vida. Tres son los libros en que Sánchez Vázquez desarrolla con suficiente énfasis sus puntos de vista acerca de la ética y la moral: Ética (1969), Entre la realidad y la utopía (1999), Ética y política (2007). Esto no agota que en sus más de treinta publicaciones restantes no aborde, con mayor o menor extensión y profundidad, algunos tópicos propios de la reflexión ética. Casos concretos lo representan algunas secciones de los libros Filosofía de la praxis (1967), Del socialismo científico al socialismo utópico (1975), Escritos de política y filosofía (1987), El valor del socialismo (2000), entre otros.

¿Pero de dónde surge la preocupación de Sánchez Vázquez por la moral y la ética? Para responder a esta pregunta cabe recordar que la corriente predominante en el marxismo, después de la III Internacional, tenía de fondo una concepción teleológica de la historia. Tanto el materialismo dialéctico como el materialismo histórico eran subsumidos, respectivamente, por una metafísica de corte materialista y por una teleología historicista que hacían del ser humano y de la historia simples objetos de conocimiento, para cuyo tratamiento era válido un conjunto de reglas propias de las ciencias positivas. La historia, de hecho, presentaba leyes equiparables a las que rigen en las ciencias físicas, siendo su dinámica incluso predecible: las leyes de la historia explicaban y predecían la ineluctable caída del capitalismo.

Con esto, el marxismo quedaba preso en la cárcel hegeliana de la teleología y el determinismo, lo que significaba, para el ser humano, el vaciamiento moral de sus acciones concretas. Si las leyes de la historia explicaban el paso de un modo de producción a otro como el resultado inmediato de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción, y si por tanto ello derivaría en la caída del capitalismo, el cual además sufría de crisis ingénitas y recurrentes de las que no podía escapar, si –repetimos- todas estas condiciones impersonales se daban de forma forzosa, por leyes que operaban más allá del hacer concreto de los seres humanos, las acciones de estos no importaban ni aportaban al sentido general de la historia.

La infravaloración de la intencionalidad moral ha sido uno de los grandes obstáculos de los movimientos emancipatorios, conduciendo a muchos de estos al fracaso. Si no existe un compromiso radicado en la moralidad de los seres humanos que conforman un proyecto político, difícilmente éste puede hacerle frente a los embates del enemigo de “clase” que, como el mismo Sánchez Vázquez reconoce, está hoy en día configurado por diversos polos de ejercicio de la dominación y no sólo por la burguesía o los poseedores de medios de producción. Sólo un convencimiento y una acción congruente con él, puede hacer de la lucha de clases un proceso verdaderamente emancipatorio, manteniendo el equilibrio entre la efectividad de la acción política y los principios o valores de los sujetos.

En efecto, es en el campo de la moral donde se debate un elemento fundamental de la praxis: la motivación conducente hacia un fin y no sólo la ideación del fin como tal. Ya Marx sostenía que uno de los elementos diferenciadores del ser humano era el carácter proyectivo de su conciencia, su capacidad de proyectar y de fundamentar sus acciones sobre una base racional. La conciencia sería el plano donde se establece la motivación y es el punto de partida de cualquier actividad práctica. No obstante, la motivación misma es configurada alrededor de la valoración de aquello que el sujeto considera bueno o malo. Una praxis auténtica es aquella que asume como propia y moralmente justificada, la finalidad a la que conduce sus acciones.

Marx señala: “Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar por su perfección a más, de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin…”1.

Como ya se dijo, a este ámbito de la proyectividad le acompaña de forma indisoluble la valoración moral y es en dicho terreno donde se encuentra el momento decisorio y diferencial entre una praxis conservadora y una praxis orientada a la transformación del mundo. Es pues la potencia moral del ser humano, su capacidad de establecer gradientes morales (lo bueno y lo malo), y su capacidad ética, su reflexión y valoración de tales gradientes, lo que permitiría aproximarse a unos fines determinados vinculados a la emancipación humana, es decir, ejecutar una praxis que sea efectiva en el logro de los fines, en la medida en que el logro de estos supone una realización de valores que plenifica con su significación la conciencia de los sujetos.

Todo esto ocurre en la historia, es decir, en medio de condiciones históricas dadas y de sujetos sociales concretos y no en un plano abstracto y universal, de entidades y conciencias puras. Si la historia está sujeta a un desenvolvimiento dialéctico, también lo está la moral; ésta tiene pues un carácter dialéctico, que remite a las contradicciones entre materialidad y conciencia, y un carácter histórico, por lo que la moral no posee una referencia fija a principios siempre vigentes, sino que se encuentra en función de las necesidades vitales del ser humano, mismas que son materiales pero también espirituales, no necesariamente religiosas sino relativas a un ámbito de comunión de las instancias diferenciables pero no identificables de sujetos distintos, de un yo y un otro.

La moral, pues, se encuentra estrechamente vinculada a la praxis en un sentido general en la medida en que el solo acontecer práctico, sin mediación moral que sirva de justificación y principio de asunción, es decir, sin que en dicho acontecer haya una realización volitiva del sujeto, tal acontecer adquiere un carácter inauténtico, porque su ejecución tiene a la base una heteronomía, una determinación exógena, o una autonomía falsa, porque no está necesariamente inscrito en el horizonte moral del individuo. La autenticidad de la práctica, que la define propiamente como praxis, contiene esa congruencia moral por la que la práctica posee un carácter autónomo, no impuesto, sino libremente asumido y, en cuanto tal, asentado sobre la estructura y la dinámica identitarias de los seres humanos.

Hay también que mencionar que para Sánchez Vázquez, un tema impostergable, haciendo eco de lo que ha señalado Diana Fuentes2, es la reflexión acerca de la moral, la ética y la praxis, vinculada a las programáticas políticas de las izquierdas. En este sentido, la intención de Sánchez Vázquez, fiel a su ideario político, es fortalecer la práctica de sectores claramente definidos: aquellos que asumen como propia la tarea de cambiar la realidad de forma radical. La moral de la que entonces hablará Sánchez Vázquez es cada vez menos parecida a una moral abstracta y universalizable, sino más bien que encuentra como destinatario e interlocutor a un sujeto específico del espectro social del mundo actual: las mayorías excluidas y sojuzgadas por el sistema mundial de dominación.

La praxis emancipatoria se fundamenta sobre el discernimiento moral de que la liberación de las mayorías explotadas, marginadas, excluidas, es algo bueno y, por ende, algo deseable. En el ámbito de la objetividad, esta praxis encuentra fundamento en las condiciones históricas en que puede concretarse un proyecto político que permita a las mayorías liberarse paulatinamente del yugo del capitalismo, el racismo, la discriminación etaria y de género, entre otras. Pero, en el ámbito de la subjetividad, la praxis emancipatoria tiene su fundamento en la asunción del individuo –y del colectivo- de nuevos valores, nuevas prácticas, nuevas formas de concebir e interpretar la realidad y al ser humano mismo, es decir, se fundamenta en elementos eminentemente axiológicos, en una ética cuyo eje sea el ser humano.

Ahora bien, al hablar de nuevos valores y de nuevas prácticas, el discernimiento ético descriptivo es insuficiente, a pesar de ser indispensable, para fundamentar el camino de una praxis emancipatoria. En este sentido, la descripción ética debe dar paso, necesariamente, a una ética prescriptiva que establezca un marco de valores mínimos que deben ser asumidos y promovidos por los movimientos que se plantean la transformación radical del mundo. Tal marco de valores, no obstante, no debe entenderse como un catálogo abstracto de principios inamovibles en el decurso histórico, sino más bien todo lo contrario: un marco de valores cuyo origen es la realidad histórica concreta en la que el sujeto se desarrolla y ante la cual debe responder de una forma más o menos determinada.

La importancia de una ética prescriptiva es mucho más visible cuando se tiene en cuenta que hacer política implica toda una serie de procesos en los que intervienen diferentes actores sociales, incluso aquellos que forman parte del enemigo de clase o que no necesariamente concuerdan con la necesidad de cambiar la realidad, procesos en los que debe negociarse, en los que deben establecerse tácticas para alcanzar determinados objetivos, en los que debe existir cierto grado de pragmatismo, sin que éste, claro está, subsuma o reemplace la autenticidad y radicalidad de los proyectos de liberación. Igualmente, el asedio de la ideología de la dominación, que ciertamente es multidimensional y diversa, implica el riesgo perenne de la alienación del sujeto revolucionario y la tergiversación de su proyecto.

Muchos movimientos emancipatorios, en efecto, han entrado en crisis precisamente porque han asumido valores y prácticas propias de una moral excluyente. Un claro ejemplo es, actualmente, el viraje de las otrora fuerzas anticapitalistas hacia una agenda de carácter neoliberal, que ha sido más visible en el caso de los partidos políticos. Además de esta inoculación neoliberal en las agendas políticas de la izquierda, ha sido manifiesta la generalización de la corrupción, el nepotismo y el compadrazgo, que no expresan sino el alejamiento de las instituciones y movimientos de izquierda de los valores democráticos y humanistas. La crítica filosófica debe negar el marco axiológico de la dominación de clases, mientras hace de la dignidad humana el punto de partida ineludible de un proyecto político verdaderamente emancipatorio.

De esta manera, hay en la filosofía de la praxis o, más precisamente, en el marxismo entendido como una filosofía de la praxis transformadora del mundo, una revaloración y redimensionamiento de la moral, siendo ésta considerada como una instancia fundamental para la efectualización de procesos sostenibles y radicales, especialmente en el plano político donde tal radicalismo –que no significa ni dogmatismo ni izquierdismo en el sentido que lo entiende Lenin-, se vuelve necesario para abanderar reivindicaciones verdaderamente revolucionarias, por un lado, y para hacer un verdadero trabajo de contrahegemonía, por otro. De esta forma, la filosofía de la praxis, el marxismo crítico, establece el binomio entre ética y política como uno de los polos sobre los que se estructuraría todo intento auténtico de transformación social.

No se ha tratado aquí de agotar una de las vetas más prometedoras del pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez, pues ello requiere profundizar en varios de los elementos que aquí sólo han quedado señalados. Sin embargo, consideramos importante señalar una hoja de ruta que permita ir profundizando, paulatinamente, en los aportes de Sánchez Vázquez al campo de la ética y la filosofía política y, en la medida de las posibilidades, hacer uso de sus planteamientos para interpretar y, más importante aún, transformar la realidad de opresión que circunda a los países latinoamericanos. A diferencia de lo que Hegel concluía, la filosofía tiene mucho que decir; pero la batalla principal contra el sistema no se dará en el campo teorético sino en el de la praxis.

Bibliografía
Sánchez Vázquez, A. De Marx al marxismo en América Latina. Editorial Ítaca. 2012.
Sánchez Vázquez, A. Del socialismo científico al socialismo utópico. Editorial Era. México D. F., 1981.
Sánchez Vázquez, A. Entre la realidad y la utopía: ensayos sobre política, moral y socialismo. FCE. 1999.
Sánchez Vázquez, A. Ética. Crítica. Barcelona, 1978.
Sánchez Vázquez, A. Ética y política. FCE-UNAM. México D. F., 2007.
Sánchez Vázquez, A. La filosofía de la praxis. Siglo XXI editores. México D. F., 2003.

Notas:
1.  Marx, K. El capital. Tomo I. FCE. México, D. F. 1964. Págs. 130 – 131. Subrayados del autor.
2.  Fuentes, D. Intervención en el conversatorio “Los caminos de la praxis y el discurso crítico: Sánchez Vázquez y Echeverría”. Seminario Permanente Pensamiento Crítico Latinoamericano Bolívar Echeverría. CIESPAL. México, D. F. Noviembre, 2016.

Alberto Quiñónez es miembro del Colectivo de Estudios de Pensamiento Crítico (CEPC).

sábado, 18 de febrero de 2017

La larga sombra de Trump se proyecta sobre Europa. Despertar para seguir soñando.

Slavoj Zizek
Página/12

En este artículo el notable ensayista esloveno analiza las causas y consecuencias del triunfo electoral del magnate inmobiliario estadounidense y cómo puede alterar el mapa político en Europa, en particular las cruciales elecciones francesas dentro de tres meses, donde un derechista conservador como Fillon enfrenta a una populista de extrema derecha, Marine Le Pen.

Un par de días antes de la asunción de Donald Trump, Marine le Pen fue vista sentada en el Café Trump Tower de la Quinta Avenida, como si esperara ser llamada por el presidente entrante. Si bien no se realizó ninguna reunión, lo que sucedió pocos días después de la asunción parece un efecto secundario de esa fallida reunión: el 21 de enero, en Koblenz, los representantes de los partidos populistas de derecha europeos se reunieron bajo el lema de Libertad para Europa. El encuentro fue dominado por Le Pen, quien llamó a los votantes de toda Europa a “despertar” y seguir el ejemplo de los votantes estadounidenses y británicos; predijo que las victorias del Brexit y de Trump desencadenaría una ola imparable de “todos los dominós de Europa”. Trump dejó claro que “no apoya un sistema de opresión de los pueblos”: “2016 fue el año en que el mundo anglosajón despertó. Estoy seguro de que 2017 será el año en el que la gente de Europa continental se despierte.”

¿Qué significa despertar aquí? En su interpretación de los sueños, Freud relata un sueño bastante aterrador: un padre cansado que pasaba la noche al lado del ataúd de su joven hijo, se duerme y sueña que su hijo se acerca a él en llamas, dirigiéndose a él con este horrible reproche: “Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?” Poco después, el padre se despierta y descubre que, debido a la vela derribada, el paño del sudario de su hijo muerto efectivamente se incendió. El humo que olió mientras dormía se incorporó al sueño del hijo en llamas para prolongar su sueño. ¿Fue así que el padre despertó cuando el estímulo externo (humo) se volvió demasiado fuerte para ser contenido dentro del escenario del sueño? ¿No era más bien el anverso?: el padre primero construyó el sueño para prolongar su sueño, es decir, para evitar el desagradable despertar; sin embargo, lo que él encontró en el sueño –literalmente la pregunta ardiente, el espectro espeluznante de su hijo reprochándole– era mucho más insoportable que la realidad externa, así que el padre despertó, escapó a la realidad externa. ¿Por qué? Para seguir soñando, para evitar el insoportable trauma de su propia culpa por la dolorosa muerte del hijo. ¿Y no es lo mismo con el despertar populista? Ya en la década de 1930, Adorno comentó que el llamado nazi “Deutschland, erwache! (“¡Alemania despierta!”) significaba exactamente lo contrario: ¡seguir nuestro sueño nazi (de los judíos como el enemigo externo arruinando la armonía de nuestras sociedades) para que uno pueda continuar a durmiendo! ¡Dormir y evitar el rudo despertar, el despertar de los antagonismos sociales que atraviesan nuestra realidad social! Hoy la derecha populista está haciendo lo mismo: nos llama a nosotros a “despertar” a la amenaza de los inmigrantes para que podamos seguir soñando, es decir, ignorar los antagonismos que atraviesan nuestro capitalismo global.

El discurso inaugural de Trump era, por supuesto, la ideología en su estado más puro, un mensaje simple y directo que se basaba en toda una serie de inconsistencias bastante obvias. Como dicen, el diablo mora en los detalles. Si tomamos el discurso de Trump en su forma más elemental, puede sonar como algo que Bernie Sanders podría haber dicho: “Hablo por todos aquellos trabajadores olvidados, descuidados y explotados que trabajan duro, soy su voz, conmigo tienes poder ...”

Sin embargo, a pesar del evidente contraste entre estas proclamaciones y los primeros nombramientos de Trump (¿cómo puede el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, director ejecutivo de Exxon Mobil, ser la voz de los trabajadores explotados?), hay una serie de pistas que dan una giro específico a su mensaje. Trump habla de “élites de Washington”, no de capitalistas y grandes banqueros. Habla de la desvinculación del rol del policía mundial, pero promete la destrucción del terrorismo musulmán, la prevención de las pruebas balísticas norcoreanas y la contención de la ocupación china de las islas del mar de China meridional... así que lo que estamos obteniendo es el intervencionismo militar global ejercido directamente en nombre de los intereses estadounidenses, sin la máscara de derechos humanos y democracia. En los años sesenta, el lema del movimiento ecológico era “Piensa globalmente, actúa localmente”. Trump promete hacer exactamente lo contrario: “Piensa localmente, actúa globalmente”.

Hay algo hipócrita en los liberales que critican el eslogan “América primero”, como si esto no fuera lo que más o menos todos los países están haciendo, como si Estados Unidos no jugara un papel global precisamente porque le venía bien a sus propios intereses ... Pero el subyacente mensaje de “América primero” es triste: en el siglo americano, América se resignó a ser sólo uno entre los países. La ironía suprema es que los izquierdistas que durante mucho tiempo criticaron la pretensión de ser el policía global pueden comenzar a anhelar los viejos tiempos cuando, con toda hipocresía incluida, Estados Unidos impuso normas democráticas al mundo.

Pero lo que hace que el discurso inaugural de Trump sea interesante (y eficiente) es que sus inconsistencias reflejan las inconsistencias de la izquierda liberal. Hay que repetir una y otra vez que la derrota de Clinton fue el precio que ella tuvo que pagar por neutralizar a Bernie Sanders. Ella no perdió porque se movió demasiado a la izquierda, sino precisamente porque era demasiado centrista y de esta manera no logró capturar la rebelión anti-establishment que sostuvo tanto a Trump como a Sanders. Trump les recordó la realidad medio olvidada de la lucha de clases, aunque, por supuesto, lo hizo de una manera populista distorsionada. La rabia anti-establishment de Trump fue una especie de retorno a lo que fue reprimido cuando la política de la izquierda liberal moderada se centró en temas culturales “políticamente correctos”. Esta izquierda obtuvo de Trump su propio mensaje pero al revés. Por eso la única manera de responder a Trump habría sido apropiarse plenamente de la rabia contra el establishment y no descartarlo como primitivismo de basura blanca.

La reacción liberal predominante al discurso de asunción de Trump estaba predeciblemente llena de visiones apocalípticas bastante simples - basta mencionar que el anfitrión de MSNBC Chris Matthews detectó en él “un fondo Hitleriano”. Esta visión apocalíptica es típicamente acompañada por la comedia: la arrogancia de la izquierda liberal explota en su forma más pura el nuevo género de programas de talk shows en clave de humor político (Jon Stewart, John Oliver ...) que en su mayoría promulgan la pura arrogancia de la élite intelectual liberal. Pero el aspecto más depresivo del período post-electoral en Estados Unidos no son las medidas anunciadas por el Presidente electo, sino la forma en que la mayor parte del partido Demócrata está reaccionando a su histórica derrota: la oscilación entre los dos extremos, el horror al Gran Lobo Malo llamado Trump y el anverso de este pánico y fascinación, la renormalización de la situación, la idea de que nada extraordinario ocurrió, que es sólo otro revés en el intercambio normal entre presidentes republicanos y demócratas: Reagan, Bush, Trump... En este sentido, Nancy Pelosi hace referencia repetidamente a los acontecimientos de hace una década. Para ella, la lección es clara: “el pasado es un prólogo. Lo que funcionó antes funcionará de nuevo. Trump y los republicanos se sobreponen, y los demócratas tenemos que estar listos para aprovechar la oportunidad cuando lo hagan.” Tal postura ignora totalmente el verdadero significado de la victoria de Trump, las debilidades del partido Demócrata que la posibilitaron y la reestructuración radical de todo el espacio político que anuncia esta victoria. En Europa occidental y oriental, hay señales de una reorganización a largo plazo del espacio político. Hasta hace poco, el espacio político estaba dominado por dos partidos principales que se dirigían a todo el cuerpo electoral, un partido de centro-derecha (democratacristiano, liberal-conservador, popular ...) y un partido de centro-izquierda, (Socialdemócrata ...), con partidos más pequeños dirigiéndose a un electorado limitado (ecologistas, libertarios, etc.). Ahora cada vez hay más de un partido que representa el capitalismo global como tal, generalmente con relativa tolerancia hacia el aborto, los derechos de los homosexuales, las minorías religiosas y étnicas, etc.; en oposición a ese partido, hay otro partido populista anti-inmigrante cada vez más fuerte que va acompañado de grupos neofascistas directamente racistas en sus márgenes.

De manera que la historia de Donald y Hillary continúa: en su segunda entrega, los nombres de la pareja se cambian por los de Marine le Pen y Francois Fillon. Ahora que François Fillon fue elegido candidato de la derecha para las próximas elecciones presidenciales francesas y con la certeza (casi total) de que en la segunda vuelta de las elecciones la elección será entre Fillon y Marine le Pen, nuestra democracia alcanzó su (hasta ahora) punto más bajo. Si la diferencia entre Clinton y Trump era la diferencia entre el establishment liberal y la rabia populista de derecha, esta diferencia se redujo al mínimo en el caso de Le Pen versus Fillon. Si bien ambos son conservadores culturales, en materia de economía Fillon es puramente neoliberal mientras que Le Pen está mucho más orientada a proteger los intereses de los trabajadores. En resumen, dado que Fillon representa la peor combinación en la actualidad –el neoliberalismo económico y el conservadurismo social–, uno está seriamente tentado a preferir a Le Pen.

El único argumento para Fillon es uno puramente formal: representa formalmente la Europa unida y una distancia mínima de la derecha populista, aunque, en cuanto al contenido, parece ser peor que le Pen. Así que él representa la inmanente decadencia del establishment mismo –aquí es donde terminamos después de un proceso largo de derrotas y de retiros. En primer lugar, la izquierda radical tuvo que ser sacrificada por estar fuera de contacto con nuestros nuevos tiempos posmodernos y sus nuevos “paradigmas”. Luego la izquierda socialdemócrata moderada fue sacrificada por estar también fuera de contacto con las necesidades del nuevo capitalismo global. Ahora, en la última época de este triste relato, la derecha liberal moderada (Juppé) fue sacrificada como desprovista de valores conservadores que hay que enrolar si nosotros, el mundo civilizado, queremos derrotar a le Pen.

Cualquier semejanza con la vieja historia anti-nazi de cómo primero observamos pasivamente cuando los nazis en el poder sacaron a los comunistas, luego a los judíos, luego a la izquierda moderada, luego al centro liberal, incluso a los conservadores honestos... es puramente accidental. La reacción de Saramago –abstenerse de votar– es aquí obviamente lo UNICO apropiado para hacer. La Polonia de hoy ofrece un caso más en esta dirección, sirviendo como una fuerte refutación empírica a la predominante izquierda liberal de rechazo al populismo autoritario como política contradictoria que está condenada al fracaso. Si bien esto es cierto en principio –a largo plazo, todos estamos muertos, como lo expresó J. M. Keynes–, puede haber muchas sorpresas en el (no tan) corto plazo.

La visión convencional de lo que espera a los Estados Unidos (y posiblemente a Francia y los Países Bajos) en 2017, es un gobernante errático que promulga políticas contradictorias que benefician principalmente a los ricos. Los pobres perderán, porque los populistas no tienen esperanza de restablecer puestos de trabajo manufactureros, a pesar de sus promesas. Y la afluencia masiva de migrantes y refugiados continuará, porque los populistas no tienen planes para abordar las causas fundamentales del problema. Al final, los gobiernos populistas, incapaces de un gobierno efectivo, se desmoronarán y sus líderes se enfrentarán o bien al juicio político o no podrán ser reelectos. Pero los liberales estaban equivocados. PiS (Derecho y Justicia, el partido gobernante-populista) se ha transformado de una nulidad ideológica en un partido que ha logrado introducir cambios impactantes con velocidad y eficiencia récord. Ha promulgado las mayores transferencias sociales en la historia contemporánea de Polonia. Los padres reciben un beneficio mensual de 500 zloty ($ 120) por cada niño después de su primer hijo o por todos los niños de las familias más pobres (el ingreso promedio mensual neto es de aproximadamente 2.900 zloty, aunque más de dos tercios de los polacos ganan menos). Como resultado, la tasa de pobreza ha disminuido en un 20-40 por ciento y en un 70-90 por ciento entre los niños. La lista sigue: En 2016, el gobierno introdujo la medicación gratuita para las personas mayores de 75 años. El salario mínimo ahora supera lo que los sindicatos habían buscado. La edad de jubilación se ha reducido de 67 para hombres y mujeres a 60 para mujeres y 65 para hombres. El gobierno también planea alivio fiscal para los contribuyentes de bajos ingresos.

PiS hace lo que Marine le Pen también promete hacer en Francia: una combinación de medidas anti-austeridad –transferencias sociales que ningún partido de izquierda se atreve a considerar– más la promesa de orden y seguridad que afirma identidad nacional y promete lidiar con la amenaza de inmigrantes. ¿Quién puede superar esta combinación que aborda directamente las dos grandes preocupaciones de la gente común? Podemos discernir en el horizonte una situación extrañamente pervertida en la que la “izquierda” oficial está imponiendo la política de austeridad (al tiempo que aboga por los derechos multiculturales, etc.), mientras que la derecha populista lleva a cabo medidas antiausteridad para ayudar a los pobres (continuando con la agenda xenófoba nacionalista) –la última figura de lo que Hegel describió como el verkehrte Welt, el mundo del revés.

¿Y si Trump se mueve en la misma dirección? ¿Qué pasaría si su proyecto de proteccionismo moderado y grandes obras públicas, combinado con medidas de seguridad anti-inmigrantes y una nueva pervertida paz con Rusia, funciona de alguna manera? El idioma francés utiliza el llamado “ne” expletivo después de ciertos verbos y conjunciones; También se denomina “no negativo” porque no tiene valor negativo en sí mismo, sino que se usa en situaciones en las que la cláusula principal tiene un significado negativo (negativa o negativa negada), es decir, como expresiones de miedo, advertencia, duda y negación. Por ejemplo: Elle a peur qu’il ne soit malade (ella tiene miedo de que él esté enfermo). Lacan observó cómo esta negación superflua representa perfectamente la brecha que separa nuestro verdadero deseo inconsciente de nuestro deseo consciente: cuando una esposa tiene miedo de que su marido esté enfermo, bien puede preocuparse de que no esté enfermo (deseando que esté enfermo). ¿Y no podríamos decir exactamente lo mismo acerca de los liberales de izquierda horrorizados por Trump? Ils ont peur qu’il ne soit une catastrophe. (Ellos temen que sea una catástrofe. Lo que realmente temen es que no sea una catástrofe.)

Uno debería liberarse de este falso pánico falso, del temor a que la victoria Trump sea el último horror que nos hizo apoyar Hillary a pesar de todas sus obvias deficiencias. Las elecciones de 2016 fueron la derrota final de la democracia liberal, más precisamente, de lo que podríamos llamar el sueño de la izquierda (Fukuyama), y la única manera de derrotar realmente a Trump y redimir lo que vale la pena salvar en la democracia liberal es realizar una división sectaria del cadáver principal de la democracia liberal –en definitiva, cambiar el peso de Clinton a Sanders–. Las próximas elecciones deberían ser entre Trump y Sanders. Los elementos del programa para esta nueva Izquierda son relativamente fáciles de imaginar. Trump promete la cancelación de los grandes acuerdos de libre comercio apoyados por Clinton, y la alternativa de izquierda a ambos debería ser un proyecto de nuevos acuerdos internacionales diferentes. Los acuerdos que establecieran el control de los bancos, los acuerdos sobre normas ecológicas, sobre los derechos de los trabajadores, la asistencia sanitaria, la protección de las minorías sexuales y étnicas, etc. La gran lección del capitalismo global es que los Estados nacionales por sí solos no pueden hacer el trabajo, sólo una nueva política internacional puede quizás frenar el capital global.

Un viejo izquierdista anticomunista me dijo una vez que lo único bueno de Stalin fue que realmente asustó a las grandes potencias occidentales, y uno podría decir lo mismo de Trump: lo bueno de él es que realmente asusta a los liberales. Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales aprendieron la lección y se centraron también en sus propias deficiencias, lo que les llevó a desarrollar el Estado del Bienestar –¿podrán nuestros liberales de izquierda hacer algo similar?

Para concluir volvamos a Marine le Pen. En un momento, ella definitivamente dio en la tecla: 2017 será el momento de la verdad para Europa. Sola, aplastada entre Estados Unidos y Rusia, tendrá que reinventarse o morir. El gran campo de batalla de 2017 estará en Europa, y en juego estará el núcleo mismo del legado emancipatorio europeo.

* Filósofo y crítico cultural esloveno. Su última obra es Contragolpe absoluto (Editorial Akal). Traducción: Celita Doyhambéhère.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/18082-despertar-para-seguir-sonando

domingo, 22 de enero de 2017

_--Nueve frases memorables para recordar a Zygmunt Bauman. El filósofo polaco, fallecido este lunes, está considerado como uno de los intelectuales clave del siglo XX.

_--El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman ha fallecido el lunes 9 de enero a los 91 años en la ciudad inglesa de Leeds. Era el creador del concepto de la "modernidad líquida" y fue uno de los intelectuales clave del siglo XX. Se mantuvo activo y trabajando hasta sus últimos momentos de vida. En los últimos años ha concedido varias entrevistas a este diario. He aquí una lista con algunas de sus mejores frases:


1. "Las redes sociales son una trampa".

2.“El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido. Estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo”.

3. "Todo es más fácil en la vida virtual; pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad”.

4. "Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra" “Son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos”.

5. “El 15-M es emocional, le falta pensamiento”

6. "Las pandillas de amigos o las comunidades de vecinos no te aceptan porque sí, pero ser miembro de un grupo en Facebook es facilísimo. Puedes tener más de 500 contactos sin moverte de casa, le das a un botón y ya”.

7. "Ha sido una catástrofe arrastrar la clase media al precariado. El conflicto ya no es entre clases, sino de cada uno con la sociedad”. (?)

8."Las desigualdades siempre han existido, pero desde hace varios siglos se cree que la educación podía restablecer la igualdad de oportunidades. Ahora, el 51% de los jóvenes titulados universitarios están en el paro y los que tienen trabajo, tienen un empleo muy por debajo de sus cualificaciones. Los grandes cambios de la historia nunca llegaron de los pobres de solemnidad, sino de la frustración de gentes con grandes expectativas que nunca llegaron".

9. “La posibilidad de que Reino Unido funcione sin Europa es mínima”, dijo en 2011

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/01/09/actualidad/1483979989_377259.html

lunes, 26 de diciembre de 2016

El duro discurso de Martha Nussbaum sobre el futuro de la educación mundial

La filósofa norteamericana recibió el 10 de diciembre el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Antioquia y pronunció un duro discurso sobre las sociedades que están formando los estados con políticas educativas enfocadas en rentabilidad.

Al recibir el pasado jueves 10 de diciembre el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Antioquia, la filósofa norteamericana Martha Nussbaum pronunció un fuerte discurso contra los gobiernos del mundo y sus políticas de educación enfocadas solamente hacia la rentabilidad.

En el discurso, que ya se perfila como tendencia en Colombia en redes sociales, la filósofa plantea que el mundo se está encaminando hacia “naciones de personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones torpes. Las democracias tienen grandes potencias racionales e imaginativas. También son propensas a algunos defectos graves en el razonamiento, al parroquialismo, la prisa, la dejadez, el egoísmo, la deferencia a la autoridad y la presión de grupo. Una educación basada principalmente en la rentabilidad”.

A continuación lea el discurso completo de Nussbaum, el cual colgado en la red por el parque de ciencia y tecnología Explora, de Medellín.

"Estamos en medio de una crisis de proporciones masivas y grave importancia mundial. No me refiero a la crisis económica mundial que comenzó en 2008. Al menos entonces todo el mundo sabía que la crisis estaba ahí y muchos líderes mundiales trabajaron rápida y desesperadamente para encontrar soluciones. Tampoco me refiero a la crisis creada por el terrorismo internacional, eso también es reconocido por todos. No, me refiero a una crisis que pasa desapercibida, una crisis que probablemente sea, en el largo plazo, incluso más perjudicial para el futuro del autogobierno democrático: una crisis mundial de la educación. Dado que las democracias del mundo también están siendo desafiadas ahora por cuestiones de migración, terrorismo y comprensión mundial, esta crisis de la educación es potencialmente devastadora para el futuro de la democracia en el mundo.

Cambios radicales se están produciendo en lo que las sociedades democráticas enseñan a los jóvenes, y estos cambios no han sido bien pensados. Ansiosas de lucro nacional, las naciones y sus sistemas de educación, están descartando descuidadamente habilidades que son necesarias para mantener vivas las democracias. Si esta tendencia continúa, las naciones de todo el mundo pronto estarán produciendo generaciones de máquinas útiles, en lugar de ciudadanos completos que puedan pensar por sí mismos, criticar la tradición y entender el significado de los sufrimientos y logros de otra persona. ¿Cuáles son estos cambios radicales? Las humanidades y las artes están siendo eliminadas, tanto en la educación primaria/secundaria como en la técnica/universitaria, en prácticamente todas las naciones del mundo, vistas por los responsables políticos como adornos inútiles, en momentos en que las naciones deben cortar todas las cosas inútiles con el fin de mantener su competitividad en el mercado global, éstas están perdiendo rápidamente su lugar en los planes de estudio y también en las mentes y corazones de padres y niños. De hecho, lo que podríamos llamar aspectos humanísticos de la ciencia y las ciencias sociales - el aspecto creativo imaginativo y el aspecto del pensamiento crítico riguroso - también están perdiendo terreno, debido a que las naciones prefieren perseguir beneficios a corto plazo cultivando habilidades útiles y altamente aplicables, adaptadas a fines lucrativos.

Analicen estos dos ejemplos, ambos tomados de los EE.UU., pero ejemplos similares surgen en Europa, en la India (donde se ha centrado la mayor parte de mi propio trabajo de desarrollo), en el resto de Asia, en Australia y por supuesto en América Latina - en todas partes donde los políticos ven la educación sobre todo, como un medio para promover el crecimiento económico.

En el otoño de 2006, la Comisión sobre el Futuro de la Educación Superior del Departamento Educación de los Estados Unidos, encabezada por Margaret Spellings, Secretaria de Educación del gobierno Bush, dio a conocer su informe sobre el estado de la educación superior en la nación: El liderazgo a prueba: Un Mapa del Futuro de la Educación Superior en los Estados Unidos. Este informe contenía una valiosa crítica a la desigualdad en el acceso a la educación superior; no obstante, su contenido se centraba completamente en la educación para beneficio económico nacional. El texto apuntaba a las deficiencias en materia de ingeniería, ciencia y tecnología, mas no a la investigación científica en esos campos, sino al aprendizaje de conocimiento aplicado, que sirve para generar velozmente estrategias destinadas a la obtención de renta. Las artes, las humanidades y el pensamiento crítico casi brillan por su ausencia. Al omitirlos, el informe daba a entender que no habría problema alguno si esas capacidades quedaran en el olvido para dar lugar a otras disciplinas de mayor utilidad. (El gobierno de Obama, por desgracia, no ha cambiado este énfasis.)

En 2013, Pat McCrory, gobernador recientemente electo del estado de Carolina del Norte, hablando en un programa conservador de la televisión nacional, dijo que su plan era "ajustar mi currículo de educación a lo que las empresas y el comercio requieren para darle empleo a nuestros hijos", y luego dijo que los cursos tradicionales de humanidades, por esa razón, ya no recibirían fondos. Señaló la filosofía y los estudios de la mujer como dos áreas inútiles y que no serían financiadas. McCrory realmente no tiene poder para decidir lo que se financia, no sin respaldo legislativo; y claramente ignoraba nuestras estadísticas de empleo recientes, que muestran que el desempleo entre los estudiantes de ciencias informáticas es mayor que entre los estudiantes de humanidades; aún así, sus palabras reflejan una opinión generalizada.

Hay cientos de historias como ésta y oigo nuevas cada día. Dado que el crecimiento económico es buscado tan ansiosamente por todas las naciones, se han planteado muy pocas preguntas, tanto en los países desarrollados como en desarrollo, acerca del rumbo de la educación y, con ella, de la sociedad democrática. Con el afán de la rentabilidad en el mercado global, están en peligro de perderse valores preciosos para el futuro de la democracia.

El afán de lucro sugiere a los políticos más preocupados que la ciencia y la tecnología son de crucial importancia para la salud futura de sus naciones. No debe haber ninguna objeción a una buena educación científica y técnica, y no sugiero que las naciones dejen de tratar de mejorar en este sentido. Mi preocupación es que otras habilidades, igualmente cruciales, están en riesgo de perderse en el frenesí competitivo, habilidades cruciales para la salud interna de cualquier democracia, y para la creación de una cultura mundial decente, capaz de abordar de manera constructiva los problemas más apremiantes del mundo. Estas habilidades están asociadas con las humanidades y las artes: la capacidad de pensar de manera crítica; la capacidad de trascender las lealtades locales y acercarse a los problemas mundiales como un "ciudadano del mundo"; y la capacidad de imaginar comprensivamente la situación del otro.

Plantearé mi argumento siguiendo el contraste que ya he sugerido con mis ejemplos: entre una educación que produzca lucro y una educación para una ciudadanía más incluyente. Para pensar en educación para la ciudadanía democrática, tenemos que pensar en qué son las naciones democráticas y por qué luchan. ¿Qué significa entonces para una nación avanzar, mejorar su calidad de vida? Por una parte, significa simplemente aumentar su Producto Interno Bruto per cápita. Esta medida del logro nacional ha sido durante décadas el estándar utilizado por los economistas del desarrollo en todo el mundo, como si se tratara de un buen indicador de la calidad de vida general de una nación.

La meta de una nación, dice este modelo de desarrollo, debe ser el crecimiento económico: sin preocuparse por la distribución y la igualdad social, ni por las precondiciones de la democracia estable, ni por la calidad de las relaciones de raza y de género, ni por la mejora de otros aspectos de la calidad de la vida de un ser humano, como la salud y la educación. Una señal de lo que este modelo obvia es el hecho de que Sudáfrica bajo el apartheid solía disparar los índices de desarrollo a lo más alto. Había una gran cantidad de riqueza en la antigua Sudáfrica, y el viejo modelo de desarrollo recompensaba ese logro (o buena fortuna), haciendo caso omiso de las impactantes desigualdades distributivas, el brutal régimen del apartheid y las deficiencias educativas y de salud que iban con él.

Este modelo de desarrollo ya ha sido rechazado por importantes pensadores del desarrollo, pero sigue dominando una gran cantidad de formulación de políticas. A los defensores del viejo modelo les gusta afirmar algunas veces que la búsqueda del crecimiento económico por sí sola genera las otras cosas buenas que he mencionado: salud, educación, política y libertad religiosa. Por ahora, sin embargo, al examinar los resultados de estos experimentos divergentes, hemos descubierto que el viejo modelo realmente no genera las cosas buenas que proclama. La libertad política y religiosa no realizan un seguimiento del crecimiento, como lo ha demostrado al mundo el impresionante éxito de China, tampoco los logros en salud y educación están, por ejemplo, claramente correlacionados con el crecimiento económico, como podemos ver en los estudios de campo comparativos de los diferentes estados de la India producidos por los economistas Amartya Sen y Jean Drèze.

¿Qué tipo de educación sugiere el viejo modelo de desarrollo? La educación para el crecimiento económico necesita de habilidades básicas, alfabetización y aritmética. También necesita que algunas personas tengan habilidades más avanzadas en ciencias de la computación y tecnología, a pesar de que la igualdad de acceso no es extremadamente importante: una nación puede crecer muy bien, mientras que la población rural pobre sigue siendo analfabeta y sin recursos básicos de informática, mediante la formación de una élite técnica que haga el estado atractivo para los inversionistas extranjeros. Los resultados de este enriquecimiento no alcanzan a mejorar la salud y el bienestar de la población rural pobre, y no hay razón para pensar que el enriquecimiento requiera educarlos adecuadamente. Ése fue siempre el primer y más básico problema con el paradigma PNB/cápita del desarrollo: se deja de lado la distribución, y puede dar una alta calificación a naciones o estados que contienen desigualdades alarmantes. Esto es muy cierto de la educación: Dada la naturaleza de la economía de la información, las naciones pueden aumentar su PNB sin preocuparse demasiado acerca de la distribución de la educación, siempre y cuando creen una élite competente en tecnología y negocios.

Después de eso, la educación para el crecimiento económico necesita, tal vez, una familiaridad muy rudimentaria con la historia y con los hechos económicos - por parte de las personas que van a pasar la educación primaria en primer lugar, quienes probablemente sean una élite relativamente pequeña. Pero se debe tener cuidado no sea que la narrativa histórica y económica lleve a cualquier pensamiento crítico serio acerca de la clase, acerca de si la inversión extranjera es realmente buena para la población rural pobre, acerca de si la democracia puede sobrevivir cuando se obtienen estas desigualdades tan enormes en oportunidades vitales básicas. Así que el pensamiento crítico no sería parte importante de la educación para el crecimiento económico.

He hablado sobre el pensamiento crítico y sobre el papel de la historia. Pero ¿qué pasa con las artes, tan a menudo valoradas por educadores progresistas democráticos tanto en naciones occidentales como no occidentales? Una educación para el crecimiento económico, en primer lugar, despreciará estos aspectos de la formación de un niño, ya que no parecen conducir directamente al crecimiento económico. Por esta razón, en todo el mundo, los programas de artes y humanidades, en todos los niveles, están siendo eliminados a favor del cultivo de los programas técnicos. Pero quienes educan para el lucro harán más que ignorar las artes, les temerán. Ya que una afinidad cultivada y desarrollada es un enemigo particularmente peligroso de la torpeza, y la torpeza moral es necesaria para llevar a cabo programas de enriquecimiento que ignoren la desigualdad. Hablando de la educación en la India y Europa, Tagore dijo que el nacionalismo agresivo necesita nublar la conciencia moral, por lo que necesita gente que no reconozca al individuo, que hable jergas de grupo, que se comporte y vea el mundo como los burócratas dóciles. El arte es el gran enemigo de esa torpeza, y los artistas no son los servidores confiables de ninguna ideología, incluso uno simplemente bueno - ellos siempre piden que la imaginación vaya más allá de sus límites habituales, para ver el mundo de nuevas maneras. La famosa universidad de Rabindranath Tagore en la India (fundada en 1928), Visva-Bharati, "Todo el Mundo", se basó en las artes y las humanidades, porque él quería crear la base para una nueva nación en la que la comprensión amable de las diferencias conformaría la política y en la que las naciones formarían parte de una comunidad global cultivada. Su idea era un experimento radical; es muy poco usual hoy en día con los políticos apuntando al éxito nacional. Por lo tanto, quienes educan para el crecimiento harán campaña en contra de las artes como ingredientes de la educación básica. Este asalto se está llevando a cabo en todo el mundo.

¿De qué otra forma podríamos pensar en el tipo de nación y el tipo de ciudadano que estamos tratando de construir? La principal alternativa al modelo basado en el crecimiento en los círculos internacionales de desarrollo, y con el que he estado asociada, se conoce como el paradigma de Desarrollo Humano. De acuerdo con este modelo, lo que importa son las oportunidades, o "capacidades" que cada persona tiene, en áreas clave que van desde la vida, la salud y la integridad física hasta la libertad política, la participación política y la educación. Este modelo de desarrollo reconoce que cada persona posee una dignidad inalienable que debe ser respetada por las leyes y las instituciones. Una nación decente, como mínimo, reconoce que todos sus ciudadanos tienen derechos en estas y otras áreas, y elabora estrategias para poner a la gente por encima del nivel umbral de oportunidades en cada una. Este modelo encaja bien con las aspiraciones que se persiguen en las constituciones de muchos países modernos. A pesar de que los Estados Unidos se diferencia de muchos en no brindar protección constitucional de los derechos económicos y sociales, el modelo de desarrollo humano todavía corresponde con la antigua idea americana de que un gobierno sólo es legítimo si da a sus ciudadanos oportunidades para disfrutar de "La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad."

Si una nación quiere promover ese tipo de democracia humana, sensible a las personas, una dedicada a la promoción de oportunidades para "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" para todos y cada uno, qué habilidades necesitará producir en sus ciudadanos. Por lo menos las siguientes parecen cruciales:

· la capacidad de deliberar bien acerca de los problemas políticos que afectan a la nación, para examinar, reflexionar, discutir, y debatir, sin deferir de la tradición ni de la autoridad · la capacidad de pensar en el bien de la nación como un todo, no sólo del propio grupo local, y para ver la propia nación, a su vez, como parte de un orden mundial complicado en el que problemas de muchos tipos requieren de una deliberación transnacional inteligente para su resolución · la capacidad de preocuparse por la vida de otros, de imaginar lo que las políticas de muchos tipos significan en cuanto a las oportunidades y experiencias de uno de sus conciudadanos, de muchos tipos, y para la gente fuera de su propia nación.

Antes de que podamos decir algo más acerca de la educación, sin embargo, necesitamos entender los problemas que enfrentamos en el proceso de hacer de los estudiantes ciudadanos democráticos responsables que posiblemente implementen un plan de desarrollo humano. ¿Qué hay en la vida humana que hace que sea tan difícil sostener las instituciones democráticas igualitarias, y tan fácil caer en jerarquías de varios tipos - o, peor aún, en la hostilidad de proyectos de grupos violentos? Sean cuales sean estas fuerzas, en última instancia es contra ellos que la verdadera educación para el desarrollo humano debe luchar: por lo que deben, como lo he planteado, siguiendo las ideas de Mohandas Gandhi, comprometerse con el choque de civilizaciones dentro de cada persona, como el respeto por los demás se enfrenta a la agresión narcisista.

El choque interno se puede encontrar en todas las sociedades modernas, en diferentes formas, ya que todas contienen luchas por la inclusión y la igualdad, ya esté el centro neurálgico de estas luchas en los debates sobre la inmigración, o en la reconciliación de las minorías religiosas, raciales y étnicas, o en la igualdad de género o en la discriminación positiva. En todas las sociedades, también, hay fuerzas en la personalidad humana que militan contra el reconocimiento mutuo y la reciprocidad, así como fuerzas de compasión que dan a la democracia un fuerte apoyo.

Entonces, ¿Qué sabemos hasta ahora sobre las fuerzas de la personalidad que se oponen a la reciprocidad democrática y al respeto? En primer lugar, sabemos que la gente tiene un alto nivel de respeto a la autoridad: el psicólogo Stanley Milgram demostró que los sujetos experimentales estaban dispuestos a administrar un nivel muy doloroso y peligroso de descarga eléctrica a otra persona, siempre y cuando el científico de guardia les dijera que lo que estaban haciendo estaba bien - incluso cuando la otra persona estaba gritando de dolor (que, por supuesto, fue falsificado por el bien del experimento). [1] Solomon Asch, anteriormente, mostró que los sujetos experimentales están dispuestos a ir en contra de la clara evidencia de sus sentidos cuando todas las otras personas a su alrededor están haciendo juicios sensoriales que se encuentran fuera del objetivo: su investigación muy rigurosa y confirmada tantas veces muestra el servilismo inusual de los seres humanos normales frente a la presión de grupo. Tanto el trabajo de Milgram como el de Asch han sido usados de manera efectiva por Christopher Browning para iluminar el comportamiento de jóvenes alemanes en un batallón de policía que asesinó Judios durante la era nazi. [2] Tan grande fue la influencia tanto de la presión de grupo como de la autoridad en estos jóvenes, que muestra, que los que no lograban convencerse a sí mismos de disparar a los Judios se sentían avergonzados de su debilidad.

Pero otra investigación demuestra que la gente de apariencia normal está dispuesta a involucrarse en comportamientos que humillen y estigmaticen si su situación está configurada de una manera determinada, poniéndolos en un papel dominante y mostrándoles que los otros son sus inferiores. Un ejemplo particularmente escalofriante implica niños en edad escolar cuyos profesores les dan a entender que los niños con ojos azules son superiores a los niños con ojos oscuros. Sobreviene un comportamiento jerárquico y cruel. El profesor entonces da a entender que ha habido un error y que de hecho los niños de ojos oscuros son superiores y los de ojos azules inferiores. El comportamiento jerárquico y cruel simplemente se invierte: los niños de ojos marrones parecen no haber aprendido nada del dolor de la discriminación. [3] Quizás el experimento más famoso de este tipo es el de Philip Zimbardo en la prisión de Stanford, en el que se encontró que los sujetos a los que se les asignaron al azar los roles de guardia de la prisión y preso comenzaron a comportarse de manera diferente casi de inmediato. Los prisioneros se hicieron pasivos y depresivos, los guardias usaron su poder para humillar y estigmatizar. Creo que este experimento fue mal diseñado de numerosas maneras, y es por lo tanto menos concluyente: por ejemplo, Zimbardo dio instrucciones elaboradas a los guardias, diciéndoles que su objetivo debía ser inducir sentimientos de alienación y desesperación en los prisioneros. [4]

Otra investigación sobre la repulsión, acerca de la que he pensado escribir un libro sobre el papel de la repulsión en la desigualdad social, muestra que la gente está bastante incómoda con los signos de su propia animalidad y mortalidad: la repulsión es la emoción que vigila la frontera entre nosotros y otros animales. En casi todas las sociedades, no es suficiente mantenernos libres de contaminación por productos de desecho corporal que son en el lenguaje de los psicólogos, "recordatorios animales." En cambio, las personas crean grupos subordinados de seres humanos que son identificados como repugnantes y contaminantes, diciendo que son sucios, malolientes, portadores de enfermedades y así sucesivamente. Se ha trabajado mucho en cómo figura esa actitud en el antisemitismo, el racismo, el sexismo y la homofobia.

¿Qué más sabemos? Sabemos que estas fuerzas cobran mucho más poder cuando la gente es anónima o no se reconoce un responsable. Las personas actúan mucho peor bajo el abrigo del anonimato, como partes de una masa sin rostro, que cuando están vigilados y deben rendir cuentas como individuos. (Cualquiera que haya violado el límite de velocidad, y luego ralentizado al ver un coche de policía en el espejo retrovisor, sabrá cuán generalizado es este fenómeno.) En segundo lugar, las personas se comportan mal cuando nadie levanta una voz crítica: los sujetos de Asch aceptaron el juicio erróneo cuando todas las otras personas a las que consideraban compañeros en el experimento (y que estaban realmente trabajando para el experimentador) coincidían en el error; pero si una sola persona decía algo diferente, se sentían libres para seguir su propia percepción y juicio. En tercer lugar, la gente se comporta mal cuando los seres humanos sobre los que tienen poder están deshumanizados y des-individualizados. En una amplia gama de situaciones, la gente se comporta mucho peor cuando el "otro" se representa como un animal, o sólo como portador de un número en lugar de un nombre. Al pensar en cómo podríamos ayudar a los individuos y a las sociedades a ganar el choque interno de civilizaciones en cada persona, haríamos bien en pensar cómo utilizar estas tendencias para nuestro beneficio.

La otra cara del choque interno es la capacidad creciente de los niños de ser compasivos, de ver a otra persona como un fin y no como un simple medio. Como lo ha demostrado el psicólogo Paul Bloom, niños de tan sólo un año de edad tienen la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona - pero en un primer momento esta capacidad se utiliza para controlar los movimientos de los demás, especialmente de los padres. Sin embargo a medida que pasa el tiempo, si todo va bien, los niños sienten gratitud y amor hacia seres distintos que apoyan sus necesidades, y por lo tanto llegan a sentir culpa por su propia agresión y verdadera preocupación por el bienestar de la otra persona. A medida que la preocupación se desarrolla, conduce a un deseo cada vez mayor de controlar la propia agresión: el niño reconoce que sus padres no son sus esclavos, sino seres independientes con derecho a sus propias vidas. Estos reconocimientos son típicamente inestables, ya que la vida humana es un asunto incierto y todos sentimos ansiedades que nos llevan a querer más control, incluyendo el control sobre otras personas. Aquí es donde la educación es crucial: una buena educación puede llevar a los jóvenes a sentir genuina compasión por las necesidades de los demás, y puede conducir a verlos como personas con derechos iguales a los suyos.

Ahora que tenemos una idea del terreno en el que opera la educación, podemos volver a las ideas que he mencionado antes, diciendo algunas cosas provisionales e incompletas, pero aún radicales en la actual cultura mundial, acerca de las habilidades que una buena educación cultivará. Me centraré en la educación universitaria, pero por supuesto estas habilidades necesitan ser cultivadas a partir de una edad mucho más temprana.

Antes de comenzar, quiero abordar una objeción que sin duda ya está en sus mentes: "¿Pero qué hay de conseguir un trabajo?" Las familias hacen sacrificios para la educación superior, y quieren garantías de que sus gastos darán lugar a oportunidades de empleo. Ya he dicho que, de hecho, al menos en los EE.UU., a los estudiantes de humanidades les va muy bien en el mercado laboral y mejor que a los estudiantes de ciencias de la computación. Pero yo no quiero basar mi argumento en las vicisitudes del mercado. Aquí puedo decir que tenemos motivos para estar muy orgullosos de la sabiduría inherente al modelo estadounidense de educación superior. En la mayoría de países del mundo, el estudiante debe elegir un solo tema en el ámbito universitario y pasar todo el tiempo en él: así, ya sea toda la literatura o ninguna literatura, ya sea toda la filosofía o ninguna filosofía. Teniendo en cuenta esa elección extrema, no es de extrañar, en el entorno económico actual, que muchos padres y jóvenes se aparten de las humanidades - a pesar de la evidencia de que los empleadores valoran realmente las habilidades que producen - e incluso de la parte teórica de la ciencia - y se aferran más estrechamente a estudios preprofesionales. Pero los EE.UU., junto con Corea del Sur, Escocia, y, en parte, los Países Bajos, y junto con un número creciente de nuevas universidades en muchos otros países, toma un camino diferente. Ofrecemos una educación que involucra un tema importante, que a menudo, aunque no siempre, será entendido como preparación para una carrera. Pero combinamos esto con un componente de artes liberales, que está pensado como preparación para la ciudadanía y la vida. El modelo de artes liberales ha sido bien desarrollado en América Latina principalmente por distinguidas universidades jesuitas, que han reconocido desde hace tiempo el valor del estudio de la filosofía y otras humanidades a nivel universitario. Pero las universidades públicas no siempre han seguido este ejemplo. Esperemos que aquí en Colombia, donde hay un interés entusiasta por la filosofía, esta distinguida universidad asuma el liderazgo en la defensa de una preparación rica para la ciudadanía.

Tres valores son particularmente cruciales para una ciudadanía democrática decente. El primero es la capacidad Socrática de autocrítica y pensamiento crítico acerca de las tradiciones propias de cada uno. Como sostiene Sócrates, la democracia necesita ciudadanos que puedan pensar por sí mismos, en lugar de deferir a la autoridad, que puedan razonar juntos sobre sus opciones en lugar de simplemente negociar sus argumentos y contra-argumentos. Él se comparó a sí mismo con un tábano en la parte posterior de la democracia, que comparó con "un noble, pero lento caballo": estaba picándolo para que se despertara y llevara a cabo su negocio de manera más responsable.

El pensamiento crítico es particularmente crucial para la buena ciudadanía en una sociedad que tiene que luchar a brazo partido con la presencia de personas que difieren según la etnia, la casta, la religión y profundas divisiones políticas. Sólo tendremos la oportunidad de un diálogo adecuado que atraviese fronteras si los ciudadanos jóvenes saben cómo participar en el diálogo y la deliberación en primer lugar. Y sólo sabrán cómo hacerlo si aprenden a examinarse a sí mismos y a pensar en las razones por las que son proclives a apoyar una cosa en lugar de otra - en lugar de, como sucede a menudo, ver el debate político simplemente como una forma de jactarse, o conseguir una ventaja para su propio lado. Cuando los políticos traen propaganda simplista a su manera, ya que los políticos de todos los países tienen una manera de hacerlo, los jóvenes sólo tendrían esperanza de preservar su independencia si saben cómo pensar críticamente sobre lo que escuchan, poniendo a prueba su lógica e imaginando alternativas para la misma.

Los estudiantes expuestos a la instrucción en pensamiento crítico aprenden, al mismo tiempo, una nueva actitud frente a los que no concuerdan con ellos. Aprenden a ver a quienes no están de acuerdo no como enemigos a ser derrotados, sino en cambio, como personas que tienen razones para lo que piensan. Cuando se reconstruyen sus argumentos, puede resultar que incluso compartan algunas premisas importantes con su propio "lado", y ambos entenderán mejor de donde vienen las diferencias. Podemos ver cómo esto humaniza al "otro" político, haciendo que la mente vea al oponente como un ser racional que puede compartir por lo menos algunos pensamientos con el propio grupo.

La idea de que cada uno asuma la responsabilidad de su propio razonamiento e intercambie ideas con otros en un ambiente de respeto mutuo a la razón, es esencial para la resolución pacífica de diferencias, tanto dentro de un país como de un mundo cada vez más polarizado por el conflicto étnico y religioso. Es posible, y esencial, fomentar el pensamiento crítico desde que se inicia la educación. Sin embargo, durante la formación universitaria se puede enseñar con nueva sofisticación y rigor, a través de cursos de ética filosófica y el estudio minucioso de grandes textos tales como los diálogos de Platón que muestran el valor de esta capacidad y desafían a los estudiantes a participar en el mismo.

Consideremos ahora la importancia de esta habilidad para el estado actual de las democracias pluralistas modernas rodeadas de un potente mercado global. En primer lugar, podemos reportar que, incluso si sólo estuviéramos apuntando al éxito económico, no sólo a corto sino a largo plazo, los principales pensadores de negocios han hecho énfasis en que los ejecutivos entiendan bien la importancia de crear una cultura corporativa en la que voces críticas no sean silenciadas, una cultura tanto de la individualidad como de la rendición de cuentas. Por estas razones, China y Singapur, que por cierto no están buscando producir ciudadanos democráticos, han tenido recientemente reformas educativas masivas para introducir un pensamiento mucho más crítico en todos los niveles del currículo - a pesar de que no se muestran contentos cuando el pensamiento crítico se filtra en el ámbito político.

Pero nuestro objetivo, lo he dicho, no es simplemente el crecimiento económico, así que dirijámonos ahora a la cultura política. Como he dicho, los seres humanos son propensos a estar al servicio de la autoridad y la presión de grupo; para prevenir atrocidades necesitamos contrarrestar estas tendencias, produciendo una cultura de disidencia individual. Asch encontró que cuando una sola persona en su grupo de estudio defendió la verdad, otros le siguieron, por lo que una voz crítica puede tener grandes consecuencias. Al hacer hincapié en la voz activa de cada persona, también promovemos una cultura de rendición de cuentas. Cuando la gente ve sus ideas como su propia responsabilidad, es más probable, también, que vean sus obras como su propia responsabilidad. La "Vida examinada" de Sócrates despierta la conciencia moral.

La segunda característica clave del ciudadano democrático moderno, diría yo, es la capacidad de verse a sí mismo como miembro de una nación y un mundo heterogéneos, entender algo de la historia y el carácter de los diversos grupos que lo habitan. El conocimiento no es garantía de buen comportamiento, pero la ignorancia es una garantía virtual de mal comportamiento. Estereotipos culturales y religiosos simples abundan en nuestro mundo, por ejemplo, la ecuación simplista del Islam con el terrorismo, y la primera manera de comenzar la lucha contra estos es asegurarse de que desde una edad muy temprana los estudiantes aprendan una relación diferente con el mundo. Ellos deben entender poco a poco las diferencias que entorpecen la comprensión entre grupos y naciones y los intereses y necesidades humanas compartidas que hacen esencial la comprensión, si se busca resolver problemas comunes.

Esta comprensión del mundo promoverá el desarrollo humano sólo si él mismo se inculca buscar el pensamiento crítico, el pensamiento que se centra en cómo las narrativas históricas se construyen, la forma en que pueden estar sesgadas y lo difícil que es ordenar pruebas dispersas. La historia se impartirá con un ojo puesto en pensar críticamente sobre estas cuestiones. Al mismo tiempo, las tradiciones y las religiones de los grupos principales en la propia cultura y en el mundo, se enseñarán con el fin de promover la comprensión de la complejidad y variedad de creencias y prácticas. Esta es una buena manera de llegar a ver a las personas que sostienen una posición religiosa o política menor no como formas inminentes de amenaza, sino como seres humanos plenos que tienen razones complejas para lo que hacen, y que merecen respeto aún si estamos de acuerdo con ellos o no.

En términos curriculares, estas ideas sugieren que todos los estudiantes universitarios deben aprender los rudimentos de la historia del mundo y deben tener una comprensión rica y no estereotipada de las principales religiones del mundo, y luego deben aprender a indagar con mayor profundidad en al menos una tradición desconocida, adquiriendo de esta manera herramientas que luego pueden utilizar en otros lugares. Al mismo tiempo, deben aprender sobre las grandes tradiciones, mayoría y minoría, dentro de su propio país, centrándose en la comprensión de cómo las diferencias de religión, raza y género han sido asociadas con diferentes oportunidades de vida. Todos, en fin, deben aprender bien al menos una lengua extranjera, así: al ver que otro grupo de seres humanos inteligentes ha cortado el mundo de otra manera, que toda traducción es interpretación, le da al joven una lección esencial de humildad cultural. Estoy muy impresionada con el énfasis en el aprendizaje de idiomas en el plan de estudios de la universidad, y me gustaría que universidades estadounidenses hicieran tanto énfasis.

La tercera habilidad del ciudadano, estrechamente relacionada con las dos primeras, es lo que yo llamaría la imaginación narrativa. [5] Esto es la capacidad de pensar en lo que podría ser estar en los zapatos de una persona diferente de uno mismo, ser un lector inteligente de la historia de esa persona, y comprender las emociones y los deseos y los anhelos que ese alguien podría tener. Como he observado, la imaginación moral, siempre bajo el asedio del miedo y el narcisismo, es propensa a entorpecerse, si no se refina enérgicamente y se cultiva a través del desarrollo de afinidad y preocupación. Aprender a ver a otro ser humano no como una cosa sino como una persona completa, no es un logro automático: debe ser promovido por una educación que refine la capacidad de pensar acerca de lo que puede ser la vida interna de otro - y también para entender por qué no es posible captar plenamente ese mundo interior, por qué una persona es siempre hasta cierto punto un enigma para el otro. Esta capacidad brinda un apoyo crucial tanto al pensamiento crítico como a la ciudadanía mundial. Se promociona, sobre todo, a través de la enseñanza de la literatura y las artes. Al igual que con el pensamiento crítico, aquí también: el cultivo de la imaginación es esencial no sólo para la ciudadanía, mi énfasis en esta charla, sino también para el crecimiento económico a largo plazo. Si la gente aprende sólo para aplicar las habilidades aprendidas de memoria, no van a ser capaces de innovar. La innovación necesita imaginaciones capacitadas. Por esta razón, una vez más, China y Singapur, interesados principalmente en el crecimiento, han reformado recientemente su sistema educativo para incluir mucho más el arte y la literatura. Pero al pensar en cómo pueden florecer las democracias, podemos ver que necesitamos las artes y las humanidades de manera más urgente, ya que la comprensión amable entre los grupos es tan esencial.

Las artes pueden cultivar la simpatía de los estudiantes de muchas maneras, mediante el compromiso con diferentes obras de literatura, música, bellas artes y danza. Pero el pensamiento tiene que ofrecerse según los que sean los posibles puntos ciegos de cada estudiante, y los textos se deben elegir en consecuencia. Ya que todas las sociedades tienen en todo momento sus puntos ciegos particulares, grupos dentro de su cultura y también grupos en el extranjero que son especialmente propensos a ser tratados con ignorancia y torpeza. Las obras de arte pueden ser elegidas para promover la crítica de esta torpeza, y una visión más adecuada de lo oculto. El gran novelista afro-americano Ralph Ellison, en un ensayo posterior sobre su clásica novela El Hombre Invisible, escribió que una novela como la suya podría ser "una balsa para la percepción, la esperanza y el entretenimiento" en el que la cultura estadounidense podría "sortear los inconvenientes y remolinos "que se interponen entre nosotros y nuestro ideal democrático. Su novela tiene la "visión interna" del lector de blanco como su tema y su objetivo. El héroe comienza diciendo que él es invisible para la sociedad blanca, pero dice que esta invisibilidad es un defecto imaginativo y educativo de su parte, no un accidente biológico propio: su "visión interna" requiere cultivo; y Ellison, obviamente, pensaba que su novela podría ser una parte de ese cultivo. A través de la imaginación podemos tener una especie de visión de la experiencia de otro grupo o persona que es muy difícil de lograr en la vida diaria - en particular cuando en nuestro mundo se han construido separaciones claras entre los grupos, y las sospechas que hacen difícil cualquier encuentro. Parte de la idea de Ellison era que habitar en el mundo interior de un personaje de raza diferente sería una poderosa manera de minar la repulsión, la cual era una gran parte del racismo estadounidense, con sus prohibiciones en los comedores compartidos, fuentes de agua potable y piscinas, por no hablar de la prohibición de matrimonios interraciales. La empatía es un tipo de intimidad mental con el otro, y una herramienta de gran alcance hacia el cambio de comportamiento.

Hagamos un balance. ¿Cómo están las capacidades de la ciudadanía en el mundo de hoy? Muy mal, me temo. El tipo de educación que recomiendo va razonablemente bien donde lo estudié por primera vez, concretamente en los currículos de secundaria y universidad en la parte de artes liberales de los Estados Unidos. De hecho, es esta parte del plan de estudios en instituciones como la mía, que atrae en particular el apoyo filantrópico, porque los ricos recuerdan con placer el tiempo cuando leían libros que les encantaban, y perseguían cuestiones no concluyentes. Ahora, sin embargo, hay una gran tensión. En el New York Times, el presidente de la Universidad de Harvard, Drew Faust informa que la crisis económica ha reforzado la imagen de que el valor de un título universitario es en gran parte instrumental, y que los líderes universitarios están abrazando cada vez más un modelo de mercado en su misión, en consecuencia, reduciendo las artes liberales. En una reciente visita a Stanford, me encontré con que las artes liberales son un gran problema allí, gracias a la preferencia por la capacidad técnica que es endémica de la cultura de Silicon Valley - pero instigados, creo, por los errores cometidos por varias generaciones de administradores, que han alimentado la ansiedad de los padres y los estudiantes por puestos de trabajo con fines de lucro en lugar de una ciudadanía responsable.

Fuera de los EE.UU., muchas naciones cuyos planes de estudio universitarios no incluyen un componente de artes liberales están ahora luchando para construir uno, ya que reconocen su importancia en la elaboración de una respuesta pública a los problemas de pluralismo, miedo y sospecha que sus sociedades enfrentan. He estado involucrada en este tipo de discusiones en muchos países, y el hecho de que mi libro sobre la educación liberal esté traducido actualmente en veinte idiomas es muy emocionante para mí; sin embargo, es difícil decir si se producirá una reforma en dirección a las artes liberales ya que hay muchas presiones en la otra dirección.

Así que las universidades del mundo tienen grandes méritos, pero también grandes retos y problemas en aumento. Los políticos tienden a tener imaginación a corto plazo, y no están pensando bien, a menudo, sobre lo que es necesario para crear democracias estables y fructíferas.

¿Qué vamos a tener, si estas tendencias continúan? Naciones de personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones torpes. Las democracias tienen grandes potencias racionales e imaginativas. También son propensas a algunos defectos graves en el razonamiento, al parroquialismo, la prisa, la dejadez, el egoísmo, la deferencia a la autoridad y la presión de grupo. Una educación basada principalmente en la rentabilidad en el mercado global magnifica estas deficiencias, produciendo una torpeza codiciosa y una docilidad técnicamente capacitada que amenazan la vida misma de la democracia y ​​que sin duda impiden la creación de una cultura mundial decente.

Si el verdadero choque de civilizaciones es, como creo, un choque dentro de la persona individual, todas las sociedades modernas están perdiendo rápidamente la batalla, ya que se alimentan las fuerzas que conducen a la violencia y la deshumanización y dejan de alimentar las fuerzas que conducen a cultivar la igualdad y el respeto. Si no insistimos en la importancia crucial de las humanidades y las artes, éstas se desplomarán, porque no generan dinero. Sólo hacen algo que es mucho más valioso que eso, hacen un mundo en el que vale la pena vivir, las personas que son capaces de ver a otros seres humanos como personas llenas, con pensamientos y sentimientos propios que merecen respeto y simpatía, y naciones que son capaces de superar el miedo y la sospecha en favor del debate comprensivo y motivado.

http://www.elheraldo.co/educacion/el-duro-discurso-de-martha-nussbaum-sobre-el-futuro-de-la-educacion-mundial-233416

viernes, 9 de diciembre de 2016

Dos matones intelectuales. EL ATIZADOR DE WITTGENSTEIN. UNA JUGADA INCOMPLETA ENTRE WITTGENSTEIN Y POPPER.

Con el apelativo en singular del título, debido al profesor John Watkins, los autores de este libro se refieren en una ocasión a Popper. Pero lo mismo puede decirse de Wittgenstein. Ambos fueron dos polemistas tan rápidos, profundos y lúcidos como desconsiderados, dogmáticos, maleducados, crueles y coléricos. Intimidatorios, agresivos, feroces, intolerantes y absortos en sí mismos, adjetivan los citados autores. Con una sola diferencia en este sentido. Popper era demasiado humano y Wittgenstein, no lo suficiente.

Así, aquella famosa reunión en la tarde del 25 de octubre de 1946, a las 20.30, de la Sociedad de Ciencia Moral de Cambridge en la habitación H3 (habitación 3 de la escalera H) de la primera planta del edificio Gibbs del King's College (todo ello pertenece a la mitología heroica con que recuerdan popperianos y wittgensteinianos este episodio), se prometía tensa y lo fue. Aun sin tener en cuenta la más bien gratuita, cuando no mendaz, presuposición de amenaza con el atizador de la chimenea por parte de Wittgenstein. Fue tensa sobre todo por la enorme carga de recelos con que venía el supuesto amenazado, el conferenciante invitado ese día, Popper, que esperaba un momento así para desquitarse y vapulear al odiado Wittgenstein, a cuya sombra siempre había vivido y vivía para su desgracia. Odiado y envidiado tanto por su prestigio e influjo intelectual, cuyo nivel sir Karl R. Popper (es inimaginable, por cierto, Wittgenstein siendo investido caballero por la reina de Inglaterra) nunca consiguió, como por la libertad y facilidad de vida, movimientos, influencia y relaciones debidas a su alta posición social en Viena, de la que separaba un abismo a la familia Popper, sobre todo después del empobrecimiento del padre tras la Primera Guerra Mundial, cuando Karl Raimund -13 años más joven que Ludwig- contaba 16 años y hubo de marcharse de casa para buscarse solo y como pudo la vida.

Esas pelusas sociales provincianas y el resentimiento -típico en todas partes, como parece- que albergaba Popper por haber tenido que 'sufrir' muchos años como profesor de enseñanza secundaria antes de conseguir entrar a duras penas en la universidad (y no en Oxford ni en Cambridge, donde había que estar, sino en Nueva Zelanda), y él, que, naturalmente, se consideraba un genio, contribuyeron a la personalidad un mucho resentida, vengativa y huraña en general de este pequeño-gran hombre, fijada sobre todo en la figura de su noble paisano, ignorante, al parecer, de todo ello.

Pero a parte de los avatares personales de la vida de ambos filósofos -vieneses y judíos conversos y asimilados los dos-, que confluyen de algún modo en el episodio del atizador, y que los autores de este libro recogen y narran con extraordinario interés y atractivo, en aquella reunión que Wittgenstein abandonó a los diez minutos de no muy buenas maneras, enfadado, se trataba del sentido mismo de la propia filosofía. Ambos pusieron de manifiesto dos posturas ya modélicas respecto a su propia concepción. La de Popper era más o menos la de siempre y la de Wittgenstein era entonces casi exclusivamente suya. Son, más o menos también, las posturas que siguen definiendo hoy a neomodernos y posmodernos, respectivamente, y seguirán previsiblemente separando los talantes filosóficos mucho tiempo.

Popper defendía que la filosofía se preocupa del mundo, se compromete teóricamente con él, que hay verdaderos problemas reales y candentes a los que ella puede dar solución, que con todo derecho, por tanto, pueden considerarse 'problemas filosóficos'. Wittgenstein pensaba que no, que la filosofía sólo es ejercicio crítico y analítico del lenguaje en busca de claridad en él, y que en tal caso esos problemas, si lo son, son problemas de la ciencia, pero no son temas sobre los que los filósofos puedan realizar una contribución válida y significativa. Que los 'problemas filosóficos' de verdad son y siempre han sido meros enredos lingüísticos, cuestiones desconcertantes por su mal planteamiento, que hay que liquidar clarificando éste.

Con ello, la filosofía, como analítica y crítica del lenguaje, destruía su propio modo de comprenderse hasta entonces, liquidando por metafísicos los problemas tradicionales que le habían ocupado y reduciendo su tarea, ya sin contenido doctrinal o teórico alguno, a una especie de terapéutica liberadora del espíritu que los había soportado entre tanto. No era ya esa filosofía 'profesional y académica', cuya 'única justificación', para Popper, efectivamente, consistía en 'la existencia de problemas perentorios y serios y en la necesidad de examinarlos críticamente'. Más bien dejaba sin contenido esa función académica, y sin trabajo a los profesionales de ella. Tampoco en este sentido son de extrañar, pues, los recelos.

Un libro brillantísimo éste. Un libro sobre filósofos y filosofía que, increíblemente, se lee de un tirón. No sólo porque narra, en buena trama literaria y fidelidad a los hechos, todo el entorno de la vida y época de estos dos curiosos personajes, las turbulentas circunstancias que les llevaron a coincidir en Cambridge aquel viernes (nunca más se vieron en su vida) de ese modo, sino porque incluso sus dos capítulos más o menos teóricos son de enorme claridad, interés y acierto al describir lo más esencial del pensamiento de ambos autores. En este aspecto hacen comprensible y atractivo el mensaje filosófico, al que, sobre todo en el caso de los grandes hombres, los clichés académicos roban su fuerza e interés. La academia ha alejado a la gente de la filosofía. Este libro, periodístico pero con muchas citas y sabiduría aunque sin referencia alguna, escandalizará felizmente a más de uno de sus miembros, pero hará gozar y aprender mucho a mucha gente.

La traducción podría haber sido mejor en general, pues hay cosas repartidas por todo el texto que suenan o que se entienden mal en castellano. Podría uno ahorrarse esta expresa mención si no se tradujera la famosísima primera proposición del Tractatus como: 'El mundo es todo de lo que hay que tratar'. Si no aparecieran expresiones como 'tablas de veracidad', 'estados de situaciones', 'principio de falsificación', 'falseabilidad', 'incerteza', etcétera, para lugares comunes conocidísimos de la filosofía del siglo XX. Los menesterosos honorarios del traductor en España no justifica hasta ese punto las cosas.

UN CISMA EN LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XX
A LA VEZ que relatan el famoso encuentro entre los dos pensadores vieneses, David Edmonds y John Eidinow retratan tanto los mundos como las concepciones de la filosofía que representaban cada uno de ellos:

'Wittgenstein y Popper han ejercido una profunda influencia en el modo en que abordamos las cuestiones fundamentales de nuestra civilización, de la ciencia y de la cultura actuales. Sus aportaciones al conocimiento y cómo deberíamos ser gobernados, como en los que se refiere a las dudas contemporáneas sobre los límites del lenguaje y el sentido, y qué es lo que queda fuera de esos límites. Ambos creían haber liberado a la filosofía de los errores del pasado y se sentían responsable son de vital importancia tanto en lo relativo a problemas ya antiguos, tales como qué podemos afirmar que sabemos, de qué manera podemos avanzar en el conocimiento responsables de su futuro.

Popper veía en Wittgenstein al enemigo por antonomasia de la filosofía. No obstante, el incidente del atizador va más allá del carácter y las creencias de los protagonistas, pues resulta inseparable del contexto de la época y abre una ventana a las turbulentas y trágicas circunstancias históricas que conformaron sus vidas y les llevaron hasta Cambridge. Además, es la historia de un cisma en la filosofía del siglo XX sobre el significado del lenguaje, una división entre quienes han determinado que los problemas filosóficos tradicionales son puros embrollos o enredos lingüísticos y quienes piensan que esos problemas trascienden el lenguaje', dice en uno de sus apartes el libro. En otra de sus páginas se lee: 'Wittgenstein no conocía personalmente a Popper. Sin embargo, su historia en Viena nos invita a concluir que, filosofía aparte, el aristócrata del Palais -con lo que se suponía de ropas inglesas, mobiliario francés, mansiones rurales, recursos sin límite, viajes constantes y familiaridad con los gigantes de la cultura- miró instintivamente por encima del hombro al profesor burgués con el que se encontró cara a cara en H3. Y que le trató con toda la condescendencia insolente que le permitían su posición y riqueza...

También para Popper, Wittgenstein era algo más que un adversario académico. Representaba la Viena que había permanecido siempre fuera del alcance del hijo de un hombre de leyes respetado y socialmente responsable. En Wittgenstein veía a la ciudad imperial en la que las riquezas y el estatus garantizaban el respeto y abrían las puertas, un territorio aparte donde la pobreza provocada por la inflación no tenía lugar y en el que se podía comprar a los nazis para mantenerlos fuera. Veía el opuesto de todas las circunstancias que le habían impedido integrarse y le habían impulsado al exilio'.

Isidoro Reguera.

EL ATIZADOR DE WITTGENSTEIN. UNA JUGADA INCOMPLETA ENTRE WITTGENSTEIN Y POPPER.
David Edmonds y John Eidinow Traducción de María Morrás Península. Barcelona, 2001 334 páginas.
http://elpais.com/diario/2001/10/13/babelia/1002929958_850215.html