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martes, 2 de enero de 2018

_- La muestra sobre Auschwitz reivindica el deber de recordar. La mayor exposición sobre el campo nazi se inaugura en Madrid

_- Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y premio Nobel de La Paz, mantenía que el Holocausto no se podía describir a través de la ficción, que solo era posible transmitir lo que ocurrió a través de los testimonios de los que estuvieron allí. La exposición sobre Auschwitz, que se abre hoy al público en Madrid, parte de ese principio para tratar de recrear toda la dimensión del horror del exterminio de los judíos de Europa.

Bajo el título; Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, la muestra ofrece 2.500 metros cuadrados de muestra que se recorren en una hora media (como mínimo). Se trata de la mayor exposición que se ha organizado nunca en el extranjero sobre el campo de concentración y exterminio que los nazis construyeron en la Polonia ocupada entre 1940 y 1945 y en el que murieron 1,1 millones de personas, lo que le convierte en el mayor centro de asesinato de la historia.

Organizada por Musealia, una pequeña empresa con sede en San Sebastián, la muestra se puede ver hasta junio en la sala Arte Canal antes de recorrer diferentes ciudades del mundo en siete años. Ofrece unas mil piezas procedentes, en su mayoría, del Museo Estatal Auschwitz Birkenau, que gestiona el antiguo campo de exterminio alemán situado hoy en la ciudad polaca de Oswiecim. También han participado los museos del Holocausto de Jerusalén —el Yad Vashem— y de Washington, entre otras instituciones.

Incluso para los que conocen Auschwitz-Birkenau, la exposición es una experiencia sobrecogedora y difícilmente olvidable. Además de objetos originales que reflejan el horror de lo que ocurrió allí —el zapato rojo de una víctima, una alambrada, un látigo, un traje a rayas de los presos, maletas de los deportados que desconocían su suerte inminente, las botas de un oficial nazi— ofrece un discurso narrativo que nos demuestra cómo fue posible construir la espiral del odio que desembocó en la barbarie nazi.

La mesa de Mengele
Luego describe el funcionamiento de la máquina de asesinato masivo de Auschwitz, basada en la crueldad y la anulación de la humanidad, pero también en la mentira para engañar a aquellos que eran conducidos a las cámaras de gas. Entre las piezas más impresionantes están un vagón y un segmento de un barracón de madera. La pieza más atroz es la mesa de operaciones que probablemente usó el doctor Josef Mengele, el sádico médico nazi que realizó experimentos con seres humanos.

La exposición no habla solo del pasado, sino del presente, no solo de lo que ocurrió, sino de lo que puede ocurrir. De hecho, cuando se anunció su apertura, los organizadores se enfrentaron a decenas de mensajes de odio y antisemitas en las redes sociales.

En la presentación, el director del Museo Auschwitz Birkenau, Piotr M. A. Cywinski, señaló:
“Ahora estamos viviendo con una presencia creciente del racismo, de la xenofobia, del antisemitismo en nuestra vida cotidiana, con grupos de neonazis multiplicándose.
El recuerdo no es solo una manera de ver el pasado. Es una forma de ver el presente e imaginar el futuro. Eso nos obliga a recordar y tener responsabilidad”.

https://elpais.com/cultura/2017/11/30/actualidad/1512070781_890141.html


Más sobre la Historia y la importancia de su enseñanza aquí en este blog 

martes, 12 de diciembre de 2017

“Auschwitz era un lugar de muerte en el que cada uno se aferraba a la vida”. La autora Magda Hollander-Lafon sobrevivió a cinco campos de concentración y cuenta su experiencia en el libro ‘Cuatro mendrugos de pan’.

A la frívola pregunta de si el infierno existe, Magda Hollander-Lafon (Záhony, Hungría, 1927) responde que sí, porque estuvo.
Pero a diferencia de las supuestas almas condenadas entre las llamas de las creencias religiosas, ella volvió de entre las reales: las de los hornos crematorios de los campos de la muerte. Entre mayo de 1944 y abril de 1945, su cuerpo —un desecho— y su mente —un búnker— pasaron por cinco infiernos sucesivos: Auschwitz-Birkenau, Walldorf, Ravensbrück, Zillertal y Morgenstern. Otros tantos siniestros mojones dentro de la Solución Final orquestada por Hitler, Himmler, Heydrich y Eichmann: el genocidio organizado de casi seis millones de judíos de toda Europa.

Magda escribe libros, libros estremecedores y a la vez luminosos como Cuatro mendrugos de pan, recientemente publicado en España por Editorial Periférica. Lleva 40 años viviendo en las afueras de la ciudad francesa de Rennes. Allí recibió a EL PAÍS con café, pastas y muchas ganas de contar su historia. Increíble si no fuera porque ocurrió.

Pregunta. Lleva años contando su experiencia en Auschwitz a estudiantes de instituto y universitarios. ¿Cómo reaccionan?
 Respuesta. No se trata solo de contarles mis cosas, porque aquello resulta intransmisible. Además, si yo me pongo a contar mis batallitas, puedo desanimar a un regimiento. Lo que hago es tratar de convocarles a la vida, dinamizarles interiormente. Nuestros jóvenes son un regalo de la vida, pero nadie se lo dice nunca. Sé de lo que hablo, habré hablado ante unos 16.000. Le he dado muchas vueltas a cómo dar testimonio.

P. ¿Y a qué conclusión llegó?
R. Elaboré unos cuestionarios, que son distribuidos entre los alumnos y ellos escriben ahí por qué quieren escuchar estas historias. Mire, se los voy a enseñar… [Magda Hollander-Lafon se levanta y se dirige a un salón, abre un armario enorme y ahí están: montañas de clasificadores y carpetas con las preguntas y respuestas que los alumnos le han dado durante tantos años]. Ahora estoy trabajando en un libro sobre esto.

P. ¿Cómo se titulará ese libro?
R. Tu vida y tu devenir están en tu mano. Es un mensaje para que no vuelva a ocurrir aquello. Hay que cuidar la memoria.

P. Blindar la memoria es lo que hace usted en Cuatro mendrugos de pan. “Una meditación sobre la vida, no sobre la muerte”, avisa al principio. ¿Es esa la lección que extrajo, vivir la vida como si cada día fuera el último?
R. Justo es esa. Pero no solo hoy. Incluso allí, en los campos de concentración, todo el mundo quería vivir, se aferraba a la vida. ¡Tantas personas —niños, jóvenes, adultos, ancianos— desaparecieron…! Pero hasta el último aliento quisieron seguir viviendo. Auschwitz-Birkenau era un lugar de muerte en el que cada uno se agarraba a la vida.

P. ¿Nunca quiso suicidarse, poner fin al infierno?
R. Si sentías una sola vez que ya no merecía la pena vivir, todo estaba perdido. Así que huías de esa tentación. Yo siempre había sido muy rebelde, odiaba las injusticias. Cuando odias significa que estás vivo, como cuando amas o cuando sufres. Yo, en Auschwitz, quería vivir pero lo que me permitió hacerlo fue darme cuenta de que iba a morir. Y lo acepté. Y a partir del momento en que llegas a la conclusión de que vas a morir, tienes como una sensación de que la vida se hace sitio en ti.

P. No estoy seguro de entenderle
R. En ese momento todos los miedos se van. Y cuando todos los miedos se van te entran unas fuerzas enormes de vivir.

P. ¿Sabía que era tan valiente?
R. ¡Qué va! Pero eso no viene de la cabeza, sino de ese instinto de supervivencia, de la formidable intuición de vida que hay en todos nosotros. Un día salíamos de los barracones, íbamos con los cuerpos en carne viva. De pronto, no sé por qué, supe que íbamos directos a la cámara de gas. Me dije: “Magda, se acabó”. Pero sin que nadie me viera, me pasé a la otra fila, donde la gente estaba en mucho mejor estado. La otra fila fue directa a la cámara de gas.

P. Jorge Semprún escribió sobre sobre Büchenwald: “No rozamos la muerte, la vivimos desde dentro”. ¿Lo comparte?
R. Sí. Estuvimos dentro de la misma muerte, fuimos muertos vivientes. Y yo me sigo preguntando: ¿Por qué los judíos? No tengo respuestas. Pero le digo una cosa: Dios está en peligro cada vez que los judíos están amenazados.

P. ¿Cree que los nazis quisieron exterminar a los judíos porque se creían Dios?
R. Claro, ¿qué persiguen los grandes dictadores? Ponerse en el lugar de Dios. Los nazis tenían el poder de vida y de muerte sobre nosotros. ¿Qué les molestaba? Que se decía que éramos el pueblo elegido. Eso les provocaba celos y envidia. Éramos peligrosos.

P. ¿Qué es ser judío?
R. Creer en alguien que está por encima de ti. No. Creer en alguien que está contigo. Un judío es alguien que tiene fe. Cuidado, no es lo mismo creer que tener fe; puedes creer hoy en algo y mañana ya no. Pero la fe es distinta, te habita. Y lo digo yo, que vengo de una familia judía que ni siquiera era practicante. Yo, que llegué a odiar a Dios cuando era joven.

P. ¿Por qué lo odió?
R. Pues porque cuando mi madre y mi hermana pequeña rezaron, él no vino a salvarlas.

P. Perdón por esta pregunta, ni siquiera sé si tengo derecho a hacerla. ¿Cómo recuerda el momento en que aquella celadora de Auschwitz señaló con el dedo el humo de la chimenea y le dijo que allí estaban su madre y su hermana?
R. Claro que tiene derecho a hacerla. ¿Sabe? No pienso en ello todos los días. Pero mi madre y mi hermana están siempre ahí, y creo que todo este trabajo con los jóvenes que sigo haciendo, es por ellas. Eso da sentido a mi vida, que es lo que persigo.

P. ¿Qué fue lo que la salvó?
R. Me salvó la bondad de algunas personas. Y hacerme preguntas. Aun en los peores momentos yo me hacía preguntas sin parar, hablaba sola, le hablaba a mi cuerpo, a mis pies, a mis manos, y cuando los guardianes nos pegaban casi no sentía los golpes.

P. ¿Qué piensa hoy cuando come pan? ¿Se acuerda de aquellos trozos de pan mohoso?
R. ¡Mire! [se acerca a la alacena y saca una enorme barra de pan de molde]. Solo compro de este, porque tiene la misma forma que aquel. Lo cortaban en ocho trozos y nos daban uno a cada una para todo el día. ¡Cómo lo saboreábamos! Pero ahora lo tengo entero para mí sola (risas). Nos robábamos el pan. Nos quitábamos todo.

P. Hasta que aquella mujer le dio los cuatro mendrugos de pan que da título a su libro
R. Debía de ser un domingo por la tarde, el único momento en que no trabajábamos. Salía del barracón y entonces la vi, tumbada y casi ya sin mirada. Pensé: “Se va a morir pronto”. Me llamó con un gesto. Me dijo: “Eres joven y tienes que vivir para contarle al mundo lo que está pasando aquí”. Abrió sus manos y vi los cuatro trozos de pan con moho. Me dijo: “Cómetelos”. Y fue un banquete.

P. ¿Ha perdonado?
R. No tengo nada que perdonar porque nadie me ha pedido nunca perdón. Pero tuve que perdonarme a mí misma cuando volví del campo de concentración.

P. ¿Tuvo remordimientos por estar viva?
R. Sí, claro que sí… ¿por qué yo sí y otros no?, me decía. Y fue en aquellos momentos cuando quise morir, no cuando estaba en Auschwitz. Pero un día me dije que no podía seguir concediéndole a Hitler, 30 años después, el poder sobre mi vida.

https://elpais.com/cultura/2017/11/24/actualidad/1511539758_597235.html

domingo, 3 de diciembre de 2017

_- Poner en palabras el genocidio. Calle Este Oeste, relato del origen de la figura de derecho genocidio. “¿Es posible que el antónimo de ‘olvidar’ no sea ‘recordar’, sino justicia?”

_- Lisa Appignanesi

El 20 de noviembre de 1945, exactamente diez infernales años después de que las Leyes de Nuremberg de los nazis hubieran instituido la legalidad del antisemitismo – despojando a los judíos de su ciudadanía, derechos, propiedad y, finalmente, de su vida – la antigua ciudad bávara albergó los juicios por crímenes de guerra que dieron nacimiento al moderno sistema de justicia internacional.

Por primera vez en la historia, se procesó a líderes nacionales por sus hechos homicidas ante un tribunal internacional. Hermann Göring y otros destacados nazis como el “carnicero de Polonia”, Hans Frank, preeminente asesor legal de Hitler y cabeza del “Gobierno general” de la Polonia ocupada, afrontaron su último juicio. Allí fue también donde los conceptos de “crímenes contra la humanidad” y “genocidio”, tan centrales para la vida contemporánea, tuvieron su primera aparición en una sala de vistas.

Philippe Sands comienza en Nuremberg este libro importante y atractivo. El juicio de Frank le dota de su momento culminante. No resultará una sorpresa que Sands sea un destacado abogado de derechos humanos que participó en el juicio para la extradición de Pinochet, así como en muchos casos claves que llegaron hasta el Tribunal Penal Internacional. La sorpresa es que incluso rastreando las complejidades de la ley, la escritura de Sands mantiene la intriga, el ímpetu y la densidad material de una novela de suspense de primera.

Pero, al cabo, no se trata únicamente de la historia de los juicios de Nuremberg y de las leyes sobre derechos humanos inscritas en el mapa global. Un hilo del libro, y acaso el que lo provoca, es una memoria familiar que desentierra la vida del abuelo materno de Sands, bastante taciturno, Leon Buchholz, y de su esposa Rita. De niño, y luego ya de joven, Philippe visitaba a sus abuelos en París, donde vivían. Nunca supo mucho de su historia, salvo que se trataba de judíos que procedían, en el caso de Leon, de Lemberg, y en el de Rita, de Viena. Los lúgubres años de la guerra, la pérdida de progenitores y parientes en los campos de la muerte, o el penoso periodo anterior a la guerra, rara vez se mencionaban.

La madre de Sands nació también en Viena. Luego, misteriosamente, la trajeron a París, siendo una niña, en el verano de 1939 para reunirse con su padre, mientras su madre se quedaba en una ciudad que suponía ya un riesgo para los judíos. Las razones de esta separación no le quedaban claras a nadie cuando Philippe empezó a hacer preguntas. .

Su relato insinúa que su primera curiosidad acerca de estos asuntos del pasado cristalizó solo cuando le llegó una invitación pidiéndole que diera una conferencia sobre derechos humanos en la ciudad de Lviv. Dependiendo del punto de la historia y los desplazamientos de las regiones de precarias fronteras de Europa oriental, Lviv es una de esas ciudades cuyo nombre se metamorfosea fácilmente en Lwów o Lemberg. Avanzadilla oriental del imperio de los Habsburgo en la región de Galicia, esquina occidental de Rusia, orgullosa ciudad de la Ucrania de breve independencia, luego de Polonia, luego de Rusia, luego de Alemania y vuelta otra vez, la única constante de Lwów hasta los terrores de la II Guerra Mundial era su considerable población judía, de unas cien mil personas.

Entre ellos se contaban dos brillantes pensadores jurídicos cuyas vidas ofrecen otras hebras del relato entretejido por Sands. Hersch Lauterpacht, profesor de Derecho Internacional, y abogado ya de derechos humanos en la década de 1920 y 1930, creció en Lwów, no lejos de la misma familia Buchholz de Sands. Es esta la “Calle Este Oeste” de su título.

Ahuyentado por uno de los estallidos regulares de antisemitismo (el barrio hebreo fue incendiado en 1918) y la imposibilidad como judío de presentarse a los exámenes de Derecho, Lauterpacht se marchó a Viena en 1919. Esa ciudad era sólo ligeramente menos alérgica a los judíos en los años inmediatamente posteriores a la I Guerra Mundial, y pronto él y su nueva esposa viajaron a Inglaterra y a la London School of Economics. La tesis doctoral de Lauterpacht ya había puesto los cimientos de las obligaciones internacionales que refrenarían el poder que el Estado tenía sobre los individuos. Acabaría aceptando un puesto en Cambridge, donde su hijo, Sir Elihu Lauterpacht, sería un día profesor de Philippe Sands. Lauterpacht incluyó la acusación de “crímenes contra la humanidad” – es decir, actos homicidas contra individuos por parte del Estado, con bastante frecuencia contra sus propios ciudadanos – en los juicios de Nuremberg y preparó una parte substancial de las alocuciones de Sir Hartley Shawcross, el fiscal jefe británico.

Al igual que Lauterpacht, Raphael Lemkin estudió también en la Facultad de Derecho de Lwów. Se convirtió en un significado fiscal polaco antes de que los acontecimientos le obligaran a marcharse a los EE.UU. Fueron su pensamiento y sus presiones sobre el equipo legal norteamericano las que pusieron en movimiento el delito de genocidio – crímenes contra una raza o un grupo sobre la base de su identidad – en Nuremberg, y en 1948 vio cómo lo adoptaba la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Aunque el genocidio se ha convertido en nuestra época de derechos humanos en el crimen de los crímenes en los tribunales internacionales, Sands se mantiene un poco receloso frente Lemkin. Evoca una vida personal que es, si acaso, un poco turbia, sexualmente hablando. Entretanto, la conducta social de Lemkin resalta como un tanto decidida en exceso, hasta febril, en el previo de los juicios de Nuremberg, cuando apremia acerca de la necesidad de que se reconozca el genocidio como crimen dominante de los nazis, algo que precede a la guerra misma. En un pasaje fascinante, Sands confiesa que la sospecha de Lauterpacht respecto a ello ha aparecido como algo justificado en juicios más recientes por genocidio, cuando la necesidad de demostrar solidaridad con las víctimas y activar una identidad de grupo ha reforzado a veces los errores y ha convertido la reconciliación política en algo casi imposible.

Junto a su abuelo “de sangre”, Leon, los otros dos judíos de Lwów, Lauterpacht y Lemkin, se convierten para Sands en una suerte de manto profesional de abuelos. Escruta detenidamente lo que llama la “mugre de las evidencias” con tanta diligencia como en el caso de su familia. Sands demuestra celo de abogado en las pruebas, adentrándose en un trabajo de detective de largo alcance y cribando lo que encuentra con magistral inquisición forense. Puede conjurar mágicamente historias completas de heroísmo en tiempos de guerra sacadas de direcciones de ocho décadas atrás. O bien, persiguiendo la pista de una foto desvaída, puede desenterrar posibles abuelos alternativos y relaciones ilícitas solo verificables con una prueba de ADN.

A veces, la pura energía de su ojo inquisitivo sugiere que está dispuesto a juzgar de nuevo una vez más a los perpetradores del Holocausto, no tanto por rabia o rectitud sino porque la evidencia de sus crímenes resulta tan abrumadora. En Treblinka, el campo de la muerte que los nazis trataron de sepultar, ve la impronta del Gobierno general de Frank, que tenía jurisdicción sobre Lemberg, así como sobre Treblinka, junto al comandante del campo, Franz Stangl. Es “una señal negra, indeleble y definitiva respecto al asunto de la responsabilidad”.

El retrato que hace Sands de Frank, el abogado que siguió el mal camino, y su juicio en Nuremberg, ofrecen el potente hilo final de este relato. El hijo de Frank, Niklas, trabó amistad con Sands durante la investigación, y junto a Horst, hijo de Otto Von Wächter – gobernador de Galicia y por tanto el hombre inmediatamente a cargo de la solución final en Lemberg – fue tema de la película de Sands, My Nazi Legacy.

East West Street constituye un volumen memorial de excepción. De paso, subraya que fueron abogados judíos, hombres con experiencia directa de la persecución, los que pusieron los cimientos del Derecho humanitario. Acaso Sands se haya inspirado en ese gran erudito e historiador, Yosef Yerushalmi, que preguntaba conmovedoramente: “¿Es posible que el antónimo de ‘olvidar’ no sea ‘recordar’, sino justicia?”

The Guardian, 22 de mayo de 2016 
http://www.sinpermiso.info/textos/lemberg-fuente-del-derecho-internacional-la-ciudad-que-invento-la-verdad-dossier

Lisa Appignanesi (1946), escritora, novelista, profesora de Literatura, crítico y activista por la libertad de expresión, preside la Royal Society of Literature.

jueves, 5 de enero de 2017

Entrevista al historiador y periodista Carles Senso, coautor de “La ignomínia de l'oblit” (Universitat de València). Campos de exterminio nazis: entre la mayoría silenciosa y el lucro empresarial.

Enric Llopis

Una mayoría de los alemanes se mantuvieron en silencio o participaron de la barbarie nazi. De hecho se beneficiaron de un modelo de economía fundamentado en la expansión bélica y la explotación de la mano de obra “importada” de países ocupados o rivales. El historiador y periodista Carles Senso, coautor del libro “La ignomínia de l'oblit” junto al docente Ximo Vidal, lo resume en una frase categórica: “La minoría movilizada a favor del nazismo no fue tan minoría y la mayoría silenciosa en ocasiones supo y en otras no quiso saber”. Publicado en 2016 por la Universitat de València, el libro aborda el internamiento de los “rojos” de la comarca valenciana de La Ribera en campos de concentración como Mauthausen, Buchenwald, Neue Bremm, Dachau o Ravensbrück. Son bien conocidas las miles de violaciones en estos centros de exterminio, los perros despedazando a prisioneros, la “experimentación” con seres humanos o las permanentes duchas de agua fría durante los inviernos extremos. Pero constituyeron asimismo una fuente de mano de obra esclava. “Empresas automovilísticas como Audi o BMW (entonces en manos de Quandt) utilizaron a miles de trabajadores forzosos”, subraya el historiador. También lo hicieron Bosch, Krupp, Adidas o Siemens.

-En “La ignomínia de l'oblit” abordas el internamiento de los republicanos de una comarca valenciana, La Ribera, por los campos de concentración nazis. ¿Deben considerarse el genocidio y los campos de exterminio como un producto de la perversidad intrínseca del régimen nazi, o se trató más bien de un proyecto político? Si es así, ¿en qué consistía?
Jorge Dimitrov, en su libro “El fascismo y la clase obrera” defendió que la subida del fascismo al poder no supone un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de clase de la burguesía por una dictadura terrorista abierta. A través del Estado de excepción se generan condiciones específicas de gobierno sin las que sería imposible entender la Alemania de los años treinta. El nazismo facilita un Estado al servicio de una clase dominante que anula la autonomía a los garantes de la libertad en las democracias burguesas “tipo”, caso de los partidos políticos, los sindicatos, la ciudadanía como sujeto político o los medios de comunicación, además de otros poderes fácticos que quedaron subyugados (en algunos casos una subyugación benévola) al designio del régimen hitleriano. En dicha situación, los campos de exterminio aparecen como una solución bélica pero también como un mecanismo de Estado al servicio del gobierno. El fascismo crea un sistema absolutamente represivo que busca el aniquilamiento del adversario primero a través de una policía política y más tarde a través del engranaje de los campos de exterminio.

-En la película “¿Vencedores o Vencidos? (El Juicio de Nuremberg)” (1961), de Stanley Krammer, un juez estadounidense retirado, Dan Haywood (Spencer Tracy), conversa con un matrimonio alemán de la clase trabajadora. En un momento del diálogo, ella recuerda al magistrado que Hitler hizo cosas positivas por Alemania. ¿Hubo un consentimiento, o al menos un silencio cómplice, de la población germana con los campos de tortura y extermino?
Es uno de los temas que están centrando mis estudios en los últimos meses. Esa responsabilidad de la población por acción u omisión en la que también veo paralelismos con la actualidad cuando observo el trato que se les está ofreciendo a los refugiados o cuando analizo lo cómodo que es el machismo para muchos hombres y que, por ende, callan. A colación de tu referencia, Esperanza Aguirre ha dicho recientemente algo parecido de Millán Astray. La memoria histórica, en ciertos sectores de este país, es el ejercicio de blanqueamiento del pasado para ocultar todos los asesinatos de la dictadura. Respecto al nazismo, sería injusto no recordar el protagonismo del Partido Comunista Alemán justo antes de la llegada de Hitler al poder y que por lo tanto hubo una resistencia activa que en muchos casos se pagó con la muerte. Pero lo cierto es que el pueblo alemán participó o calló durante toda la barbarie y se benefició de un modelo económico que basó su expansión en la guerra y en la explotación de las clases subalternas que llegaron de países ocupados o rivales. El fascismo organiza de arriba abajo la sociedad, la economía y la política según los intereses de la gran burguesía, oprimiendo y explotando a la clase obrera.

Pero dichos beneficios se generalizaron durante el período prebélico y más tarde con la política expansionista, y buena parte de la población se benefició de una economía de guerra que les llevó al silencio cómplice. Pike recopila, en su magnífico estudio sobre los republicanos españoles presentes en los campos, cómo los prisioneros se sorprendían en los primeros meses al ver que la población alemana era consciente de su situación y no movía un dedo. Hay casos de decencia pero son tan escasos que se han acabado por mitificar. La minoría movilizada a favor del nazismo no fue tan minoría y la mayoría silenciosa en ocasiones supo y en otras no quiso saber. Las décadas posteriores al final de la II Guerra Mundial son un periodo de redefinición de Alemania como país, fruto de un profundo trabajo de recolocación de valores por parte de cada uno de los alemanes y las alemanas.

-¿Se aprovecharon o lucraron las grandes empresas alemanas de la mano de obra esclava? ¿Procedían estos trabajadores de los centros de internamiento? ¿Pueden citarse nombres de las compañías implicadas?
Son múltiples las empresas que cimentaron en el periodo nazi su expansión internacional posterior y su conversión en multinacionales monopolísticas. Y no sólo alemanas, que es lo que más sorprende en ocasiones. Evidentemente también empresarios franceses o austriacos pero también norteamericanos. Por citar ejemplos, Standard Oil, Siemens, Ford o Bayer. El intervencionismo del Estado nazi fue crucial en la economía, lo que no fue óbice para que empresarios de muchos países realizasen importantes negocios que no dudaron en explotar a los prisioneros sometidos a la barbarie de los campos de concentración y exterminio. Las SS crearon empresas propias de pingües beneficios pero las necesidades del momento prebélico o bélico (con la presencia de buena parte de la masa salarial joven alemana en el ejército o en los grupos paramilitares) obligaba a buscar nueva mano de obra. Y en los campos se encontró bien barata. Las condiciones fueron simplemente esclavistas. La complicidad de los principales magnates americanos con el nazismo (al que generalmente al principio repudiaron pero después adularon dados los beneficios económicos) fue absoluta, como analiza Jacques R. Pauwels en “El mito de la guerra buena”.

-¿Qué papel desempeñaron realmente los Estados Unidos?
Pauwels protagoniza uno de los libros que considero vitales para entender el ordenamiento internacional de antes y después de la guerra mundial. Estados Unidos ha sido vendido como el salvador de la guerra y de la libertad pero lo cierto es que el gobierno decidió intervenir más bien tarde y su participación no fue tan determinante como se ha mostrado desde Hollywood. Durante los años de la preguerra y los primeros de conflicto en la sociedad americana (entiéndase sobre todo en los poderes fácticos y en el gobierno) no se tenía excesivamente claro quién era el enemigo y no se descartó la alianza con Hitler, al que algunos magnates consideraban una figura casi divina. La oligarquía americana era abiertamente filofascista y el enfrentamiento con el nazismo se interpretó en algunos casos como un error. EE UU decidió intervenir, sobre todo, porque la URSS había conseguido dar la vuelta al conflicto y estaba en capacidad de surgir de la II Guerra Mundial como vencedor absoluto del nazismo, con lo que ello hubiese repercutido en la política geoestratégica. Es por ello, que Pauwels desmitifica la intervención norteamericana y muestra la complicidad del capital norteamericano con el nazismo. Pero el negocio de las empresas con el régimen hitleriano (como la avaricia capitalista) no tuvo fronteras.

Por citar ejemplos conocidos, empresas automovilísticas como Audi o BMW (en manos por entonces de Quandt) utilizaron a miles de trabajadores forzosos a los que prácticamente no remuneraban. Las cifras se sitúan entre los 20.000 y los 50.000 trabajadores explotados. También Bosch, Krupp (actualmente Thyssenkrupp), Adidas o Siemens. Otras empresas fueron grandes colaboradoras del régimen nazi, favoreciendo su expansión a través del suministro de material innovador. Es el caso de las americanas General Motors (que facilitó camiones militares que sirvieron para ocupar Austria), Ford (que también fabricó camiones para los nazis y se negó a manufacturar motores para los aviones del ejército británico), Standard Oil (que proporcionó combustible) o IBM, que creó el sistema informático con los que se censaron a los judíos. James Mooney, director ejecutivo de General Motors, recibió la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana, mientras Henry Ford fue considerado por Hitler como “su inspirador”. La mayoría de los españoles (y ribereños) estuvieron controlados por las empresas de Himmler y su entorno en Mauthausen y sus subcampos pero de ellos también se beneficiaron empresas como la Steyr-Daimler-Puch, con varios ribereños de nuestro libro explotados entre sus trabajadores.

Como ha constatado el historiador Carlos Hernández, las prisioneras españolas deportadas a Ravensbrück trabajaron en diversas empresas que fabricaban armamento y piezas para vehículos y aviones del Ejército alemán. La más conocida de ellas fue Siemens y Halske, que en 1942 construyó una fábrica junto al campo para la producción de componentes electrónicos destinados a los misiles V1 y V2. En Ravensbrück estuvo Virtudes Cuevas, de Sueca. Eran negocios. Y muy buenos. El capitalismo sólo entiende de dinero y ni los supuestamente puristas americanos pudieron hacer ascos a las opciones de mercado que se planteaban en Europa. Y no se limitó a la II Guerra Mundial, sino que era un conflicto económico internacional que también se visibilizó en el Estado español. No hay que olvidar que el mayor aliado internacional con el que contó Franco fue Texaco, que proporcionó el combustible necesario para poder hacer volar a los Junkers Ju 52. El FBI interrogó a sus dirigentes pero a pesar del incumplimiento de la ley estadounidense de no intervención, sólo se le obligó a pagar 22.000 dólares. El suministro a los golpistas no se detuvo.

-Mauthausen, Buchenwald, Dachau, Gusen, Ravensbrück.... Trabajos extenuantes, alimentación terriblemente precaria, enfermedades irreversibles... ¿Hasta qué grado llegó el trato vejatorio, la crueldad y el sadismo? ¿En qué medida afectó a los republicanos españoles?
Es uno de los apartados más conocidos de los campos de exterminio porque existe una amplia literatura al respecto y una difusión escabrosa por parte del cine norteamericano, que ha eludido investigar sobre las salvajadas que el ejército patrio realizó en suelo europeo. Se habla de miles de violaciones. La crueldad en los campos fue la mayor que puede considerar el ser humano. Desde el segundo uno se les aniquilaba como seres humanos y se les robaba su consideración de personas. A partir de ahí, todo valía. Ejemplos sobran. Constantemente los perros de las SS se lanzaban sobre los prisioneros y los despedazaban hasta la muerte. En inviernos de temperaturas extremas como los del 41 y 42, los prisioneros eran sometidos a noches enteras bajo duchas de agua fría y posterior caliente a la intemperie. Cualquier atrocidad pensada se desarrolló en los campos y los españoles estuvieron sometidos a ellas. En los casos que hemos trabajado Ximo Vidal y yo no constan datos específicos en las razones de las muertes. Lo hacían constar de forma genérica y por lo tanto ha sido difícil la reconstrucción. Pero claro, no estuvieron exentos y entre ellos constan algunos que fueron asesinados en el Castillo de Hartheim, donde se llevaron a cabo experimentos científicos.

-¿Qué peso tenía la llamada investigación “científica”, la experimentación con seres humanos, y cuál era su finalidad última?
La finalidad no era otra que la búsqueda del hombre perfecto. Las muertes y enfermedades causadas por el duro invierno que tenían que enfrentar los militares en el Frente Este llevaron a los médicos a realizar experimentos pseudocientíficos para prevenir en sus ejércitos la congelación o la hipotermia. Para ello a los prisioneros se los situaba en grandes recipientes de agua helada con una sonda rectal para controlar la temperatura de su cuerpo. Para su reanimación se les sometía a rayos ultravioleta, se los duchaba con agua ardiendo o los intentaban excitar sexualmente con mujeres. Los resultados eran presentados en conferencias en las que se compartían experimentos con humanos. Son ejemplos de una lista inacabable de salvajadas que fueron posibles por la deshumanización, primero de los prisioneros y después de los criminales nazis, que se escudaron en la cadena de mando para llevar a cabo los experimentos. A algunos prisioneros o prisioneras se les inyectaba cianuro en los pulmones y se les obligaba a hacer deporte o los exponían al gas fosgeno para buscar antídotos, dado que se estaba utilizando en el frente. A otros les extirpaban extremidades u órganos para transplantarlos a otros y a las mujeres se les inseminaba artificialmente. En ocasiones, tanta crueldad nos aleja de dicha realidad pero lo cierto es que fue fruto de una sociedad próxima temporal y geográficamente y en nuestro país, nuestros vecinos también fueron artífices o víctimas de dichas represiones inhumanas.

-En la primera parte del libro figuran textos del escritor italiano de origen judío, Primo Levi, y del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, ¿qué parte de sus ideas ayudan a recordar “la ignominia del olvido”?
Levi nos permite introducirnos en la más despiadada de las realidades de los campos pero lleva sus reflexiones mucho más allá, y sus teorizaciones nos hacen comprender de qué forma se reduce la esencia humana cuando las necesidades son básicas. De Levi se puede aprender cómo el capital siempre beneficia al capital y que iniciar un conflicto en posición de privilegio material hace que tengas mayor facilidad para salir indemne o mejor parado. Es decir, el posicionamiento social por la posesión inicial es clave incluso en las situaciones más extremas, en las que se pierdes o difuminan otros valores como la valentía, el compromiso o el compañerismo. Cuando todo queda reducido a la nada, el capital busca y privilegia al capital. Por su parte, Bauman analiza como las personas, cuando son sometidas a elecciones demasiado costosas, se autoconvencen y alejan de la cuestión del deber moral, adoptando los preceptos del interés racional y la propia conservación. Bauman dirá que en un sistema en el que la racionalidad y la ética apuntan en direcciones opuestas, la humanidad es la principal derrotada. Resistirse al mal es a menudo imprudente y por tanto el instinto de conservación personal juega a su favor ya que mayormente la falta de compromiso facilita la abstención.

-¿Por qué vía llegaron los republicanos del exilio francés a los campos de concentración? ¿Se establecieron mecanismos de solidaridad internos, entre los presos, para sobrevivir ante condiciones tan extremas? ¿Has podido documentar para la publicación del libro algún ejemplo de relación fraternal entre los prisioneros de La Ribera?
El compromiso político de miles de republicanos españoles les llevó a combatir en tierras francesas a las tropas nazis, razón principal que provocó su detención y traslado a los campos de exterminio. Hubo españoles en todos los aparatos de contestación a los fascistas, desde el ejército francés, a la intervención en las empresas armamentísticas o la lucha política, con especial actividad de anarquistas y comunistas. La solidaridad entre los españoles fue ejemplar y la conexión entre las diferentes opciones de oposición al fascismo plena. De Sueca, por ejemplo, era Virtudes Cuevas, conocida en Francia como Madame Carmen. Después de luchar contra el franquismo, siguió defendiendo la democracia en el país galo, en el que trabajó como enlace secreto entre comunistas, socialistas y anarquistas. Era una transmisora de información, sobre todo, pero no solo e incluso trasvasó armas entre unos y otros. Acabó siendo detenida e internada en Ravensbrück, donde pudo entablar una intensa relación con Genneville de Gaulle, la hija de Charles De Gaulle, lo que le valió después (no por la amistad, sino por su trabajo y lucha) ser condecorada con la Legión de Honor del Ejército Francés, la máxima distinción.

En su magnífico libro, Pike rememora la consideración que los republicanos españoles tenían en los campos. La juventud (la media de edad de los españoles en su entrada a los campos era de veintisiete años), su disciplina militar y su experiencia eran factores que ayudaron a su mayor capacidad de resistencia. Pero también su espíritu de solidaridad, fruto de su implicación política tantas veces vinculada a movimientos de esencia colectivizadora como el PC, la CNT u otros. Internos franceses, ingleses o polacos (por situar algunas referencias conocidas) mostraron su admiración por los prisioneros españoles, a los que consideraban modelos por su educación, solidaridad, dignidad y fortaleza. Edmond Michelet decía que nunca estaban tiempo de más en los lavabos o no tomaban más de lo que les correspondía en las raciones. Dicha solidaridad también depuró entre ellos muchas diferencias que se arrastraban de la diferente interpretación en la guerra de España o de la lucha contra el fascismo en Europa. Sobre la relación de la que me hablas en la pregunta, Joaquín Olaso y su compañera sentimental, Dolores García, fueron, según comenta Pike, la única pareja que oficialmente pudo verse y mantener cierta relación en los campos. Ella fue secretaria de Neruda y una mujer de una inteligencia destacada. Su historia también es apasionante.

-En algunos pasajes del libro señalas algunos reparos a las biografías que han legado los protagonistas o sus familias. ¿Es éste uno de los grandes riesgos de la Historia Oral? ¿Tendría que asumir la Academia, tal vez, que la memoria histórica y los testimonios orales tienen mucho de género literario?
Aunque evidentemente no ha sido lo usual, hemos encontrado familiares que interiorizaron con el tiempo el relato impuesto por el franquismo y pensaron aquello de que si los deportados acabaron pasaron o muriendo en los campos de exterminio nazis “por algo sería”. Sin embargo, como digo, lo normal ha sido el orgullo silencioso. La generación actual de historiadores que estamos realizando una mirada más crítica y que estamos configurando una memoria “sin complejos”, sin relatos impuestos, hemos llegado tarde en la mayoría de los casos. Las fuentes orales son escasas y excesivamente mayores o alejadas de la problemática de estudio. Es por ello que, por una parte, debemos aplicar la máxima cautela porque sabemos que las miradas atrás siempre son caprichosas y tienden a aplicar mecanismos de autoafirmación y, por otra, estamos en la obligación de avasallar los datos documentales para suplir las carencias orales.

Entendiendo las particularidades de la historia oral, no debemos estigmatizar en exceso la voz del participante. Una generación de españoles y españolas falleció sin ser escuchados y la democracia no se recuperará nunca de una pérdida así. El golpe de Estado franquista provocó una rápida y contundente reacción que alargó la “conquista de España” durante tres años. El golpe de Estado de Tejero fue contestado con un cierre inmediato de la puerta de cada una de las casas y una delegación de competencias. Este país cambió para siempre con el franquismo y debemos seguir entendiendo por qué y cómo. Y eso lo sabían quienes lo sufrieron y quienes configuraron aquella realidad alternativa que fue la esporádica II República. No hay que temer a la historia oral, eso sí, aplicando siempre, como decía Joan Fuster (y como he aprendido del profesor Ferran Archilés), el “dubte metòdic”, la duda metódica.

-¿Consideras que ha reconocido el Estado español a los “rojos” españoles que sufrieron la ignominia nazi? ¿Tiene ello algo que ver con el modo en que se desarrolló la Transición?
Evidentemente de la dictadura asesina de Franco no se podía esperar una reconstrucción y rehabilitación de la memoria y la dignidad de los españoles que contra él lucharon y después no cejaron en su compromiso y combatieron al nazismo por Europa. Pero claro, después llegó la democracia y los homenajes fueron puntuales, nimios y privados. Y claro que sí, la Transición y sus artífices políticos tuvieron buena parte de culpa. Fueron los franquistas y la oposición más conservadora quienes condujeron el proceso de llegada de la democracia y, bajo la amenaza de la reversión a tiempos armados, impusieron el silencio y el olvido. Pero sólo a los demócratas. Porque al igual que pasó con la amnistía (que sacó de la cárcel a cuatro luchadores contra la dictadura pero de la que se beneficiaron sobre todo los franquistas que vieron perdonados sus asesinatos y su represión salvaje), sí se aplicó memoria para trasladar a la democracia (al imaginario colectivo de la nueva modernidad) el nombre y la historia de franquistas que hoy siguen poblando nuestras calles y que permiten que la desvergüenza se adueñen de personas como Esperanza Aguirre para sacar pecho de las aportaciones sociales de Millán Astray, creador de la Legión.

-¿Dónde sitúas la derrota?
El nuevo relato de la democracia se hubiese tenido que configurar sobre los cimientos de la lucha antifascista, como sí se hizo en otras partes de Europa, caso de los partisanos italianos o como hicieron los franceses, que incluso han realizado homenajes a los republicanos españoles que liberaron París, cosa que nosotros no hemos hecho. Es el caso de Amado Granell, que sobrevivió a tres guerras pero murió en un accidente de tráfico en el término municipal de Sueca. Sin embargo, el nuevo relato se creó sobre el miedo impuesto, la violencia generalizada en un momento de caos y el olvido a aquellos que lucharon por la democracia durante décadas. Hay datos irrebatibles que explican el todo: España sigue siendo el segundo país del mundo con más desaparecidos enterrados en cunetas, sólo por detrás de Camboya. Con todas las dictaduras y los horrores que ha habido en el mundo, tenemos ese “honor”. Somos campeones del mundo en desvergüenza. La científica Clara Valverde ha estudiado a través de magníficos trabajos como la represión acaba afectando a nietos y nietas de los perseguidos, incluso a pesar de que no los conocieran. Como ese miedo y frustración configura la personalidad tres generaciones después. Pero aquí no hubo recuerdo, no se reseteó la dignidad y, en cambio, sí se persiguió el duelo. Y en eso los nuevos medios de comunicación de masas tuvieron mucha culpa, como también la población que no empujo suficiente para la lograr el cambio real.

Como ha defendido el profesor Pepe Reig, los medios de comunicación pasaron del oficialismo al oficialismo pasando por el desconcierto. En la dictadura decía lo que podía decir y en la democracia pasaron a defender los que debían decir en pos del consenso, esa esencia incorpórea que se vendió como un logro y realmente fue una losa. El llamado Parlamento de Papel no estuvo en “El País” o “ABC”, enraizó en medios prácticamente marginales de recursos materiales y apoyos ciudadanos. Fueron ellos los que realmente asumieron su papel con verdadera convicción democrática. Y lo pagaron. Fueron víctimas de bombas, amenazas y agresiones, a diario verbales, en ocasiones físicas. Medios como “Cuadernos para el Diálogo”, “Triunfo”, “Destino”, “Valencia Semanal”, “Interviu” o “Dos y Dos”, por situar algunos ejemplos de gran simbolismo. La práctica clandestinidad de estos medios les dio una credibilidad que los otros, por mucho que ahora se mide atrás y se edulcore la historia, no deberían tener.

-Uno de las biografías a la que el libro dedica más páginas es la de Virtudes Purificación Cuevas Escrivà, una vecina del municipio valenciano de Sueca. ¿Por qué es importante su recorrido vital y político? ¿Resume las aspiraciones y contradicciones de una época?
Virtudes Cuevas resume el compromiso político sin desdén. Falleció hace unos años y dejó su vivienda en Sueca al ayuntamiento, con el objetivo de que se crease allí un museo antifascista. El consistorio no lo ha visto conveniente todavía y los homenajes han sido escasos y facilitados por un grupo de amantes de la historia y la democracia. Madame Carmen, como era conocida, luchó contra el golpe de Estado y en el exterior, en Francia, trabajó de enlace de las diferentes versiones de lucha contra el fascismo. Acabó pasando por Ravensbrück y como he dicho, coincidiendo con la hija de De Gaulle y siendo condecorada por su valentía con la mayor distinción del ejército galo. Nunca dejó de luchar y cuando regresó a su localidad valenciana, en 2003, mantenía viva su fuerza y su pundonor. En los años cincuenta volvió por su tierra natal con el objetivo de conseguir que su madre fuese enterrada en Sueca. Fue saludada incluso por el alcalde franquista. Eran demostraciones de una valentía extrema.

-¿Ocurre lo mismo con Joaquín Olaso Piera, vecino de Carcaixent y miembro del NKWD (Comisario del Pueblo de Asuntos Interiores de la URSS), que en agosto de 1943 ingresó en el campo de Neue Bremm? ¿Por qué es relevante su biografía?
La vida de Olaso es la historia del compromiso político a pesar de todas las consecuencias. Desde sus primeros años ya mostró una curiosidad que con poco más de veinte primaveras le llevó a la URSS, donde conoció una sociedad y una realidad política totalmente diferente. En sus cartas a la familia se mostró apasionado con las colectivizaciones y los logros económicos que rápidamente provocaban y de la forma en la que el sistema socialista había sido capaz de “recuperar” (si es que alguna vez habían formado parte de la historia) una parte de la sociedad rusa marginada durante siglos y esclavizada salvajemente. Olaso nos permite conocer los entresijos del movimiento comunista español entre la década de los veinte y los cincuenta, con la configuración de un buen número de partidos (en los que siempre acaba jugando un papel fundamental).

Siempre digo que cada descubrimiento de Olaso (a quien se le conocía con el sobrenombre de Kim) abre cinco nuevos secretos, lo que es normal en un espía de la URSS. Sin ir más lejos, era conocido como el Ojo de Moscú. Su pareja sentimental (con la que no llegó a casarse) engrandece su trayectoria. Dolores Echeverría era la secretaria de Pablo Neruda, con el que marchó al exilio francés. Incluso sus muertes se produjeron en una situación enormemente sospechosa pero eso lo dejo en manos de los lectores y lectoras del libro. Un avance, fue en 1955 y en su casa de París. Una historia que Hollywood hubiese convertido ya en una película de éxito.

-Por último, ¿consideras importante la “Microhistoria” y las Historias Locales? ¿Se corre el riesgo de que, ante el declive de las grandes narrativas y las historias globales, prolifere tal número de investigaciones parciales que la síntesis se haga imposible?
La aproximación del relato histórico a la realidad social de los núcleos más pequeños ha permitido que algunos sectores menos especializados se muestren interesados, al intervenir nuevos elementos de sensibilidad e identificación. La masiva información que circula hoy ante nuestros ojos, desgraciadamente nos obliga a cribar buena parte de ella, por lo que se utiliza la identidad para la selección. Los grandes números, la historia más matemática, nos habla de que aproximadamente 9.000 españoles pasaron por los campos de exterminio de los nazis. Sin embargo, estudios como el que hemos configurado (en un campo en que estaba virgen y que es posible porque el marco general ya ha sido interiorizado) permite a la vecina conocer a su conciudadano asesinado en Gusen, recordar al abuelo de una amiga que salió libre en mayo del 45 de Mauthausen o reconocer por la calle a un luchador por la democracia que ayudó a liberar París. Evidentemente, como digo, la historia no puede segmentarse en exceso porque de lo contrario no es comprensible y no ayuda a la edificación de valores colectivos. Debe formar parte de un todo y debe contener una perspectiva amplia.

En nuestro estudio creo humildemente que se consigue porque no eludimos, por ejemplo, analizar la pertenencia social de los deportados a una clase social humilde e históricamente perseguida, lo que nos permite analizar su herencia familiar y observar en algunos casos como miembros de sus núcleos más próximos ya lucharon contra la subida generalizada de alimentos en la segunda década del siglo XX o como aparecen vinculados a la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera. Sólo el conocimiento general nos permitirá entender las historias más próximas y solamente la mirada micro nos dejará visualizar “la piel” (que diría aquel) de las sociedades pasadas. El historiador debe entender por qué las personas que vivieron en el pasado tomaron ciertas decisiones y no otras y eso se consigue aproximándose a los personajes que formaron parte de la lucha colectiva tantas veces anónima.

martes, 23 de agosto de 2016

El genocidio franquista según el profesor Daniel Feierstein. "Parte del objetivo de la Transición fue que no se transformara el orden que levantó el genocidio franquista"

Daniel Feierstein es uno de los mayores expertos en el estudio y análisis de las prácticas genocidas que asolaron al mundo en el siglo XX.

Daniel Feierstein es sociólogo y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como profesor titular de la cátedra Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos A., y como director del Centro de Estudios sobre Genocidio y de la Maestría en Diversidad Cultural, ambos en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es experto independiente por las Naciones Unidas para la elaboración de las Bases de un Plan Nacional de Derechos Humanos argentino.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

MADRID.- Describir la trayectoria profesional de Daniel Feierstein (Buenos Aires, Argentina, 1967) ocuparía más líneas que paciencia tiene el lector para leer cargos, títulos y publicaciones varias. Una manera breve de resumir la importancia del personaje pasa por señalar que Feierstein es uno de los mayores expertos en el estudio y explicación de las prácticas genocidas que asolaron al mundo durante el siglo XX.

Recibe a Público antes de participar en una mesa redonda en la librería Traficantes de Sueños de Madrid sobre los crímenes de la dictadura franquista. Antes de llegar a la capital de España ha ofrecido conferencias en Londres, Atenas y Barcelona, entre otros lugares. La conversación con Fierstein, no obstante, corre el riesgo de derivar en complejos conceptos y referencias a tratados internacionales y/o convenciones de las Naciones Unidas. Es un riesgo.

El objetivo de la entrevista, sin embargo, pasa por aclarar conceptos básicos y fundamentales para conocer más y mejor la historia reciente de España.

¿Qué es un genocidio? ¿Cometió el franquismo un genocidio en España? ¿Repercute en la actualidad española aquel genocidio?
Sin duda. En los dos sentidos: en el sociológico y en el jurídico. En el sociológico, el eje del genocidio es la destrucción de la identidad de un pueblo y creo que está muy claro que en el caso español se buscó destruir la identidad del pueblo español. Y en el sentido jurídico del término también se puede decir que existió un genocidio porque la Convención sobre Genocidio de la ONU incluye la intención de la destrucción parcial de un grupo nacional. Y aún cuando no deja claro si el grupo nacional puede ser el mismo entre los perpetradores y las víctimas, y está abierto a interpretación, creo que en el caso español es absolutamente interpretable que el objetivo del franquismo fue destruir parcialmente el grupo nacional español. Querían transformar España a través del terror.

La Convención sobre el genocidio señala que se trata de la destrucción total o parcial de un "grupo nacional, étnico, racial o religioso". Hay quien interpreta que en España no hubo genocidio porque se trata de una lucha fratricida entre miembros de un mismo grupo nacional.

Exacto. Esa es la discusión. Pero la idea de que hay dos grupos es la idea del genocida. Todos los genocidios siempre se implementaron para transformar al propio grupo. El nazismo pretendió transformar Alemania y después transformar a Europa. Y convencer a la población de que había determinados grupos que no formaban parte del grupo nacional. Y esto fue lo que sucedió en España. Los genocidas planteaban que los rojos no formaban parte del grupo y por eso tenían que ser expulsados, erradicados. Todos los genocidios son intentos de transformar al propio grupo.

El Gobierno español y la Justicia han dicho que en España no hubo genocidio. Y ante esta posición parece que estamos ante el eterno debate de dos posturas enfrentadas y sin una verdad.

¿Cómo explicar que sí hubo un genocidio?
El Gobierno español impide la discusión. Para decir que sí o que no hubo un genocidio hay que abrir las causas y un Tribunal tiene que analizar las evidencias, escuchar a los testigos, que pueda tomar pruebas históricas del caso y luego, analizando la Convención sobre Genocidio, dirimir si lo hubo o si no lo hubo. Cuando alguien impide la discusión no está diciendo que no hubo genocidio sino que lo que está diciendo es que no se puede discutir el asunto.

¿El genocidio es sólo el asesinato de miles de personas?
"Los genocidas planteaban que los rojos no formaban parte del grupo y, por eso tenían que ser expulsados, erradicados". El genocidio es principalmente la matanza de miembros del grupo pero tiene cinco acciones:

1. La matanza;

2. El sometimiento del grupo a condiciones que provoquen su destrucción;

3. Las lesiones al grupo tanto físicas como psíquicas;

4. Impedir los nacimientos dentro del grupo; y

5. Transferir los hijos del grupo que sufre la represión al otro grupo que la aplica.

En España se han dado las cinco acciones. Hay genocidios, condenados, que sólo han implementado dos o tres de estas acciones. España implementó los cinco ejes de la Convención de la ONU. Por eso, la decisión de la Audiencia Nacional contraviene toda la normativa internacional. Habría que revisarla y ponerlo a discusión con juristas internacionales.

Un argumento habitual es que la izquierda también cometió asesinatos y que, por tanto, también habría cometido un genocidio. La gran diferencia es el control del monopolio de la violencia. Esto es: quién tiene la capacidad de llevar a cabo determinadas acciones organizadas sistemáticamente. En estos casos, hay dos cuestiones a analizar.

1. La primera es si había un aparato de poder con la capacidad de monopolio de la violencia para implementar esas acciones genocidas.

2. En segundo término, tener en cuenta el riesgo que implica equiparar las acciones de quienes llevan a cabo un plan sistemático de destrucción de quienes resisten ese plan sistemático de destrucción.

Esta equivalencia es muy dañina para la sociedad porque pone en un plano de igualdad lo que de ninguna manera puede ser igual.

En España lo que había era un gobierno democrático elegido por la población con su determinado porcentaje de votos y una oposición, que disentía de este Gobierno y apostaba por otra opción política con un determinado porcentaje de voto. En esta situación, hubo un golpe de Estado militar que a través de la violencia y el terror intenta destruir esa experiencia política. Estas dos situaciones no son equivalentes. Lo que no quiere decir que no tenga que ser revisado políticamente, moralmente, las acciones de la República española o de determinados grupos de izquierdas que defendían a la República. Creo que sí merece ser revisado, pero que la Justicia no es el lugar, pero sí un debate político que puede ser enriquecedor.

¿Se puede afirmar, sin ninguna duda, de que las élites militares y políticas que prepararon el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 tenían un "plan sistemático de destrucción" del adversario?
Sin duda. Está muy claro. Es un trabajo de la Justicia el comenzar a revisar documentos militares del franquismo y comenzar a abrirlos a la discusión para ver el papel que tuvo el terror en esta transformación social que acometieron. Dice que el objetivo de un genocidio es eliminar la identidad de un pueblo e imponerle la identidad de las élites.

¿España sufre aún los efectos de ese genocidio de hace 80 años y de la imposición de la identidad de la élite al pueblo?
España es uno de los casos paradigmático donde se siente el efecto en la actualidad. Todo genocidio tiene sus niveles de efectividad y de logros, pero me parece que el caso español destaca por la imposibilidad de abrir la discusión. España y Turquía son los dos casos donde fue más difícil abrir una discusión colectiva. No sólo jurídica. Sino incluso una discusión social y política sobre lo que ocurrió. Esto tiene que ver con varios efectos: lo extensa de la dictadura franquista, que atravesó a varias generaciones. El otro elemento que no se tomó en cuenta suficientemente es la importancia de la apropiación sistemática de menores que se calcula en no menos de 30.000 casos. Es inconcebible. En Argentina hubo alrededor de 500 y se considera una barbaridad. Esto es importante porque atraviesa con el terror a toda la segunda generación. De tener siempre la duda con el origen. Es un elemento fundamental para entender el silencio de la Transición. La mayoría de los casos históricos logran determinados efectos pero cuando termina el régimen que lo implementó comienzan a abrirse discusiones a veces con la posibilidad de plantear acciones jurídicas.

"España tiene una gran oportunidad ante sí para poner en cuestión todo ese proceso de la Transición"

En España hasta los 90 no se abrieron con cierta fuerza los debates sobre el pasado. Tenemos 20 años de Transición con una especie de pacto de silencio particularmente emblemático. Es algo para revisar en el presente y plantearse cuáles fueron los elementos del caso español que generaron tanto nivel de silencio y aún hoy tanta insistencia en que no hay que mirar para atrás, en que la Transición debe ser rescatada, que fue el modo de pacificar el país... Estas peticiones consisten en asumir los objetivos de los genocidas muchos años después y dentro de un un régimen muy distinto de lo que fue el régimen genocida.

¿Una de las consecuencias es que esas mismas élites pueden seguir en una situación de poder privilegiada que se ganó con las armas durante la Guerra Civil?
Sí. Pero el poder no es sólo seguir gobernando. Se trata de que la transformación de la sociedad no se toca. En ningún nivel. En general, podríamos decir que ha sido difícil tocar las transformaciones de la sociedad después de un proceso genocida. Parte del objetivo de la Transición fue que no fuera transformado el orden económico, que no fuera transformada la Justicia, el orden político... que los cimientos que levantó el genocidio a través del terror no se puedan discutir.
Y eso está en la base de la idea de la reconciliación.

Siempre plantean la reconciliación en los términos del genocida, que no se pueda tocar o cuestionar nada de lo que el genocidio construyó. Este es el desafío fundamental para la sociedad española: el revisar toda la estructura concebida por las autoridades genocidas.

Un ejemplo: cuando finaliza la dictadura de Argentina los organismos de derechos humanos señalaron que había que dar de baja a todos los jueces, a todos los funcionarios que habían trabajado en relaciones exteriores avalando al gobierno militar. A toda la estructura del Estado que habían participado en el genocidio. Esto implicaba poner en cuestión el aparato y el presidente, que era Alfonsín, dijo que no había suficientes jueces para nombrar si había que sustituir a los jueces que habían colaborado. La respuesta de los organismos de derechos humanos fue muy sólida. Les dijo que cualquier estudiante, cualquier abogado joven sería infinitamente mejor que un juez que había desarrollado su acción durante un genocidio. Este es el gran desafío para cualquier sociedad tras un proceso genocida.

Ahora se habla mucho de cambio político, ¿es necesario revisar nuestro pasado para poder cambiar España?
España tiene una gran oportunidad ante sí para poner en cuestión todo ese proceso de Transición. La pregunta es si esa oportunidad va a ser aprovechada o no. Si este nuevo proceso lo que va a hacer es simplemente cambiar algunos discursos y sostener esa estructura de impunidad y esa estructura política construida por el terror o si se va a animar a abrir la discusión y a ponerlo en cuestión. Ese es el gran desafío de España en el presente. Puede ser una oportunidad. La estructura política española ha comenzado a estar en jaque y la pregunta es si habrá fuerza política para ponerla realmente en cuestión. Ese es el desafío del presente. "Apelan a ese terror. La pregunta es si ese terror seguirá siendo efectivo o no cuarenta años después del fin del régimen de terror"

Desde el Partido Popular están lanzando el mensaje de que cuidado que vienen los rojos, los comunistas, los radicales, en definitiva. ¿Esto tiene que ver con aquel genocidio fundacional del que habla?
Claro. Es apelar a ese terror. La pregunta es si ese terror seguirá siendo efectivo o no cuarenta años después del fin del régimen de terror. Hay dos generaciones, como mínimo, actuando más. Este es el gran desafío.

Apelan al terror de hace 80 años, pero, ¿será efectivo aún?
La trampa sería si esos sectores políticos que reciben los ataques quisieran desprenderse de esa actuación y tratar de pactar con los autores ideológicos de ese proceso genocida para demostrar que no son disruptivos y que no van a llevar a cabo ninguna transformación ni a poner en cuestión el orden político de la Transición.

En España, para las víctimas de la dictadura y las asociaciones memorialistas, Argentina es una referencia. No sólo porque ha abierto la única causa judicial que investiga a la dictadura de Franco sino porque están revisando y juzgando su propio pasado.

¿Qué está pasando ahora con este proceso con el Gobierno de Macri?
 El Gobierno de Macri es un retroceso en Argentina e implica un intento de destruir algunas conquistas de la última década. No obstante, en este campo precisamente, las conquistas no han sido realizadas por un gobierno y sí por una lucha social. Por tanto, les resulta más difícil revertirlo. Ha habido un desmantelamiento de algunas áreas específicas o el intento de reponer a algunos represores en puestos públicos, pero no ha sido Macri el único. El jefe del Ejército del gobierno anterior tenía vínculos con el régimen genocida también. Me resulta llamativo, en el buen sentido, pese al retroceso que implica el gobierno de Macri, que no se ha puesto en cuestión el proceso de juzgamiento porque tiene un nivel de apoyo popular que implicaría un desgaste importante. "El Gobierno de Macri es un retroceso en Argentina e implica un intento de destruir algunas conquistas de la última década"

¿Macri tiene vínculos con la élite golpista?
Macri tiene relaciones con sectores vinculados, más que con los golpistas, con los sectores económicos que estuvieron detrás del proceso genocida sosteniéndolo, participando en algunos casos directamente y beneficiándose de ese proceso. No sólo tiene vínculos sino que él mismo es el hijo de un empresario que se hace millonario en los negocios estatales con la dictadura militar.

A largo plazo, ¿está planteando el macrismo una batalla por la memoria?
Sí. Justo. Y es una estrategia más inteligente. En lugar de avalar la impunidad y asumir la defensa directo de los represores, lo cual implicaría un costo político altísimo, lo que está haciendo es retrotraer la discusión a comienzos de los años 80 e intentar reinstalar la teoría de los dos demonios. Es lo mismo que sucede en España: plantean que la memoria debe ser completa y que es cierto que hubo hechos muy graves de los represores pero que también habría que revisar los hechos cometidos por los grupos de izquierdas. La política del macrismo tiende a eso. A la igualación de las víctimas y los victimarios. Esto es algo que tiene mucha fuerza en España y que era absolutamente marginal en Argentina y que ahora comienza a cobrar fuerza gracias al apoyo gubernamental.

Entiendo que es una estrategia que busca captar a los más jóvenes. A los que no vivieron la dictadura. Absolutamente. Lo que buscan es esta igualación con mucho trabajo 'periodístico', sin sustento histórico, que busca distorsionar la historia con esta igualación. Esto ha sido bastante fuerte durante los últimos tres o cuatro años en Argentina. Es decir, antes del triunfo del Gobierno de Macri. Hay una verdadera campaña de bombardeo a la población con el intento de equiparar.

http://www.publico.es/politica/genocidio-espanol-transicion-franquista.html

martes, 21 de junio de 2016

"Parte del objetivo de la Transición fue que no se transformara el orden que levantó el genocidio franquista". Entrevista a Daniel Feierstein, uno de los mayores expertos en el estudio y análisis de las prácticas genocidas que asolaron al mundo en el siglo XX

Daniel Feierstein es sociólogo y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como profesor titular de la cátedra Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y como director del Centro de Estudios sobre Genocidio y de la Maestría en Diversidad Cultural, ambos en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es experto independiente por las Naciones Unidas para la elaboración de las Bases de un Plan Nacional de Derechos Humanos argentino.

Describir la trayectoria profesional de Daniel Feierstein (Buenos Aires, Argentina, 1967) ocuparía más líneas que paciencia tiene el lector para leer cargos, títulos y publicaciones varias. Una manera breve de resumir la importancia del personaje pasa por señalar que Feierstein es uno de los mayores expertos en el estudio y explicación de las prácticas genocidas que asolaron al mundo durante el siglo XX.

Recibe a Público antes de participar en una mesa redonda en la librería Traficantes de Sueños de Madrid sobre los crímenes de la dictadura franquista. Antes de llegar a la capital de España ha ofrecido conferencias en Londres, Atenas y Barcelona, entre otros lugares. La conversación con Fierstein, no obstante, corre el riesgo de derivar en complejos conceptos y referencias a tratados internacionales y/o convenciones de las Naciones Unidas. Es un riesgo.

El objetivo de la entrevista, sin embargo, pasa por aclarar conceptos básicos y fundamentales para conocer más y mejor la historia reciente de España. ¿Qué es un genocidio? ¿Cometió el franquismo un genocidio en España? ¿Repercute en la actualidad española aquel genocidio?

¿Cometió el franquismo un genocidio en España?
Sin duda. En los dos sentidos: en el sociológico y en el jurídico. En el sociológico, el eje del genocidio es la destrucción de la identidad de un pueblo y creo que está muy claro que en el caso español se buscó destruir la identidad del pueblo español. Y en el sentido jurídico del término también se puede decir que existió un genocidio porque la Convención sobre Genocidio de la ONU incluye la intención de la destrucción parcial de un grupo nacional. Y aún cuando no deja claro si el grupo nacional puede ser el mismo entre los perpetradores y las víctimas, y está abierto a interpretación, creo que en el caso español es absolutamente interpretable que el objetivo del franquismo fue destruir parcialmente el grupo nacional español. Querían transformar España a través del terror.

La Convención sobre el genocidio señala que se trata de la destrucción total o parcial de un "grupo nacional, étnico, racial o religioso". Hay quien interpreta que en España no hubo genocidio porque se trata de una lucha fratricida entre miembros de un mismo grupo nacional. Exacto. Esa es la discusión. Pero la idea de que hay dos grupos es la idea del genocida. Todos los genocidios siempre se implementaron para transformar al propio grupo. El nazismo pretendió transformar Alemania y después transformar a Europa. Y convencer a la población de que había determinados grupos que no formaban parte del grupo nacional. Y esto fue lo que sucedió en España. Los genocidas planteaban que los rojos no formaban parte del grupo y por eso tenían que ser expulsados, erradicados. Todos los genocidios son intentos de transformar al propio grupo.

El Gobierno español y la Justicia han dicho que en España no hubo genocidio. Y ante esta posición parece que estamos ante el eterno debate de dos posturas enfrentadas y sin una verdad. ¿Cómo explicar que sí hubo un genocidio? El Gobierno español impide la discusión. Para decir que sí o que no hubo un genocidio hay que abrir las causas y un Tribunal tiene que analizar las evidencias, escuchar a los testigos, que pueda tomar pruebas históricas del caso y luego, analizando la Convención sobre Genocidio, dirimir si lo hubo o si no lo hubo. Cuando alguien impide la discusión no está diciendo que no hubo genocidio sino que lo que está diciendo es que no se puede discutir el asunto.

¿El genocidio es sólo el asesinato de miles de personas? El genocidio es principalmente la matanza de miembros del grupo pero tiene cinco acciones: la matanza; el sometimiento del grupo a condiciones que provoquen su destrucción; las lesiones al grupo tanto físicas como psíquicas; impedir los nacimientos dentro del grupo; y transferir los hijos del grupo que sufre la represión al otro grupo que la aplica. En España se han dado las cinco acciones. Hay genocidios, condenados, que sólo han implementado dos o tres de estas acciones. España implementó los cinco ejes de la Convención de la ONU. Por eso, la decisión de la Audiencia Nacional contraviene toda la normativa internacional. Habría que revisarla y ponerlo a discusión con juristas internacionales.

Un argumento habitual es que la izquierda también cometió asesinatos y que, por tanto, también habría cometido un genocidio. La gran diferencia es el control del monopolio de la violencia. Esto es: quién tiene la capacidad de llevar a cabo determinadas acciones organizadas sistemáticamente. En estos casos, hay dos cuestiones a analizar. La primera es si había un aparato de poder con la capacidad de monopolio de la violencia para implementar esas acciones genocidas. En segundo término, tener en cuenta el riesgo que implica equiparar las acciones de quienes llevan a cabo un plan sistemático de destrucción de quienes resisten ese plan sistemático de destrucción. Esta equivalencia es muy dañina para la sociedad porque pone en un plano de igualdad lo que de ninguna manera puede ser igual.

En España lo que había era un gobierno democrático elegido por la población con su determinado porcentaje de votos y una oposición, que disentía de este Gobierno y apostaba por otra opción política con un determinado porcentaje de voto. En esta situación, hubo un golpe de Estado militar que a través de la violencia y el terror intenta destruir esa experiencia política. Estas dos situaciones no son equivalentes. Lo que no quiere decir que no tenga que ser revisado políticamente, moralmente, las acciones de la República española o de determinados grupos de izquierdas que defendían a la República. Creo que sí merece ser revisado, pero que la Justicia no es el lugar, pero sí un debate político que puede ser enriquecedor.

¿Se puede afirmar, sin ninguna duda, de que las élites militares y políticas que prepararon el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 tenían un "plan sistemático de destrucción" del adversario? Sin duda. Está muy claro. Es un trabajo de la Justicia el comenzar a revisar documentos militares del franquismo y comenzar a abrirlos a la discusión para ver el papel que tuvo el terror en esta transformación social que acometieron.

Dice que el objetivo de un genocidio es eliminar la identidad de un pueblo e imponerle la identidad de las élites.
¿España sufre aún los efectos de ese genocidio de hace 80 años y de la imposición de la identidad de la élite al pueblo?
España es uno de los casos paradigmático donde se siente el efecto en la actualidad. Todo genocidio tiene sus niveles de efectividad y de logros, pero me parece que el caso español destaca por la imposibilidad de abrir la discusión. España y Turquía son los dos casos donde fue más difícil abrir una discusión colectiva. No sólo jurídica. Sino incluso una discusión social y política sobre lo que ocurrió. Esto tiene que ver con varios efectos: lo extensa de la dictadura franquista, que atravesó a varias generaciones.

El otro elemento que no se tomó en cuenta suficientemente es la importancia de la apropiación sistemática de menores que se calcula en no menos de 30.000 casos. Es inconcebible. En Argentina hubo alrededor de 500 y se considera una barbaridad. Esto es importante porque atraviesa con el terror a toda la segunda generación. De tener siempre la duda con el origen. Es un elemento fundamental para entender el silencio de la Transición.

La mayoría de los casos históricos logran determinados efectos pero cuando termina el régimen que lo implementó comienzan a abrirse discusiones a veces con la posibilidad de plantear acciones jurídicas.

En España hasta los 90 no se abrieron con cierta fuerza los debates sobre el pasado. Tenemos 20 años de Transición con una especie de pacto de silencio particularmente emblemático. Es algo para revisar en el presente y plantearse cuáles fueron los elementos del caso español que generaron tanto nivel de silencio y aún hoy tanta insistencia en que no hay que mirar para atrás, en que la Transición debe ser rescatada, que fue el modo de pacificar el país...
Estas peticiones consisten en asumir los objetivos de los genocidas muchos años después y dentro de un un régimen muy distinto de lo que fue el régimen genocida.

¿Una de las consecuencias es que esas mismas élites pueden seguir en una situación de poder privilegiada que se ganó con las armas durante la Guerra Civil?

Sí. Pero el poder no es sólo seguir gobernando. Se trata de que la transformación de la sociedad no se toca. En ningún nivel. En general, podríamos decir que ha sido difícil tocar las transformaciones de la sociedad después de un proceso genocida.

Parte del objetivo de la Transición fue que no fuera transformado el orden económico, que no fuera transformada la Justicia, el orden político... que los cimientos que levantó el genocidio a través del terror no se puedan discutir. Y eso está en la base de la idea de la reconciliación.

Siempre plantean la reconciliación en los términos del genocida, que no se pueda tocar o cuestionar nada de lo que el genocidio construyó.

Este es el desafío fundamental para la sociedad española: el revisar toda la estructura concebida por las autoridades genocidas.

Un ejemplo: cuando finaliza la dictadura de Argentina los organismos de derechos humanos señalaron que había que dar de baja a todos los jueces, a todos los funcionarios que habían trabajado en relaciones exteriores avalando al gobierno militar. A toda la estructura del Estado que habían participado en el genocidio. Esto implicaba poner en cuestión el aparato y el presidente, que era Alfonsín, dijo que no había suficientes jueces para nombrar si había que sustituir a los jueces que habían colaborado.

La respuesta de los organismos de derechos humanos fue muy sólida. Les dijo que cualquier estudiante, cualquier abogado joven sería infinitamente mejor que un juez que había desarrollado su acción durante un genocidio. Este es el gran desafío para cualquier sociedad tras un proceso genocida.

Ahora se habla mucho de cambio político,

¿es necesario revisar nuestro pasado para poder cambiar España?
España tiene una gran oportunidad ante sí para poner en cuestión todo ese proceso de Transición. La pregunta es si esa oportunidad va a ser aprovechada o no. Si este nuevo proceso lo que va a hacer es simplemente cambiar algunos discursos y sostener esa estructura de impunidad y esa estructura política construida por el terror o si se va a animar a abrir la discusión y a ponerlo en cuestión.

Ese es el gran desafío de España en el presente. Puede ser una oportunidad. La estructura política española ha comenzado a estar en jaque y la pregunta es si habrá fuerza política para ponerla realmente en cuestión. Ese es el desafío del presente.

Desde el Partido Popular están lanzando el mensaje de que cuidado que vienen los rojos, los comunistas, los radicales, en definitiva.

¿Esto tiene que ver con aquel genocidio fundacional del que habla?
Claro. Es apelar a ese terror.

La pregunta es si ese terror seguirá siendo efectivo o no cuarenta años después del fin del régimen de terror.

Hay dos generaciones, como mínimo, actuando más.
Este es el gran desafío. Apelan al terror de hace 80 años, pero, ¿será efectivo aún? La trampa sería si esos sectores políticos que reciben los ataques quisieran desprenderse de esa actuación y tratar de pactar con los autores ideológicos de ese proceso genocida para demostrar que no son disruptivos y que no van a llevar a cabo ninguna transformación ni a poner en cuestión el orden político de la Transición.

En España, para las víctimas de la dictadura y las asociaciones memorialistas, Argentina es una referencia. No sólo porque ha abierto la única causa judicial que investiga a la dictadura de Franco sino porque están revisando y juzgando su propio pasado.

¿Qué está pasando ahora con este proceso con el Gobierno de Macri?
El Gobierno de Macri es un retroceso en Argentina e implica un intento de destruir algunas conquistas de la última década. No obstante, en este campo precisamente, las conquistas no han sido realizadas por un gobierno y sí por una lucha social. Por tanto, les resulta más difícil revertirlo. Ha habido un desmantelamiento de algunas áreas específicas o el intento de reponer a algunos represores en puestos públicos, pero no ha sido Macri el único. El jefe del Ejército del gobierno anterior tenía vínculos con el régimen genocida también. Me resulta llamativo, en el buen sentido, pese al retroceso que implica el gobierno de Macri, que no se ha puesto en cuestión el proceso de juzgamiento porque tiene un nivel de apoyo popular que implicaría un desgaste importante.

¿Macri tiene vínculos con la élite golpista?
Macri tiene relaciones con sectores vinculados, más que con los golpistas, con los sectores económicos que estuvieron detrás del proceso genocida sosteniéndolo, participando en algunos casos directamente y beneficiándose de ese proceso. No sólo tiene vínculos sino que él mismo es el hijo de un empresario que se hace millonario en los negocios estatales con la dictadura militar.

A largo plazo, ¿está planteando el macrismo una batalla por la memoria?
Sí. Justo.
Y es una estrategia más inteligente. En lugar de avalar la impunidad y asumir la defensa directo de los represores, lo cual implicaría un costo político altísimo, lo que está haciendo es retrotraer la discusión a comienzos de los años 80 e intentar reinstalar la teoría de los dos demonios. Es lo mismo que sucede en España: plantean que la memoria debe ser completa y que es cierto que hubo hechos muy graves de los represores pero que también habría que revisar los hechos cometidos por los grupos de izquierdas. La política del macrismo tiende a eso. A la igualación de las víctimas y los victimarios. Esto es algo que tiene mucha fuerza en España y que era absolutamente marginal en Argentina y que ahora comienza a cobrar fuerza gracias al apoyo gubernamental.

Entiendo que es una estrategia que busca captar a los más jóvenes. A los que no vivieron la dictadura. Absolutamente. Lo que buscan es esta igualación con mucho trabajo 'periodístico', sin sustento histórico, que busca distorsionar la historia con esta igualación. Esto ha sido bastante fuerte durante los últimos tres o cuatro años en Argentina. Es decir, antes del triunfo del Gobierno de Macri. Hay una verdadera campaña de bombardeo a la población con el intento de equiparar.

Fuente: http://www.publico.es/politica/genocidio-espanol-transicion-franquista.html

sábado, 5 de septiembre de 2015

El genocidio armenio. Reconocimiento histórico de un crimen de Lesa Humanidad

Carmen Victoria Montes
Barómetro Internacional

El 24 de abril de 2015 se cumplieron 100 años del genocidio de Armenia, calificado por muchos historiadores como el primero del siglo XX. Se estima que cerca de un millón y medio de armenios perdieron sus vidas, al llevarse a cabo actos de limpieza étnica, por parte del Imperio Turco-Otomano. Esta matanza ha sido olvidada de la historia mundial y muchas personas desconocen el exterminio sufrido por este pueblo y la impunidad que aún persiste.

La República de Armenia se encuentra ubicada en el sur del Cáucaso. Este país fue el primero en declarar el cristianismo como religión oficial en la segunda mitad del Siglo III. Comparte frontera al oeste con Turquía, al norte con Georgia, al este con Azerbaiyán y al sur con Irán y la República Autónoma de Najicheván de Azerbaiyán. Los armenios vivieron sometidos al yugo del Imperio Otomano desde 1375 hasta la creación de la República en 1918. Los otomanos disputaban el control del territorio con la Rusia Zarista y los Persas.

El contexto internacional presente en 1915, año que inicia la masacre contra el pueblo Armenio, fue la Primera Guerra Mundial y el derrumbe del Imperio Otomano, también conocido como Imperio turco otomano. En Turquía, un grupo de oficiales llamados los Jóvenes Turcos, que luego se autodenominó Comité de Unidad y Progreso, se unió a Alemania para combatir a los Aliados. La propaganda turca de ese entonces mostraba a los armenios como saboteadores y como una "quinta columna" al servicio de los rusos. Bajo estas consideraciones el pueblo Armenio (cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos destacados) fueron sujetos a deportaciones, expropiaciones, secuestros, tortura, masacre e inanición. La gran mayoría de la población armenia fue forzosamente removida desde Armenia y Anatolia a Siria, donde una gran parte de la población fue enviada al desierto para morir de hambre y sed. Mujeres y niños fueron raptados y brutalmente abusados. Toda la riqueza del pueblo armenio fue expropiada. Después de menos de un año de calma al final de la Primera Guerra Mundial, las atrocidades contra el pueblo armenio fueron reanudadas entre 1920 y 1923, donde los restantes armenios fueron víctimas de más masacres y expulsiones.

Sobre el genocidio armenio existen testigos que afirman haber presenciado las deportaciones y las atrocidades cometidas contra el pueblo armenio, entre ellos, destacan diplomáticos y ciudadanos de los Estados Unidos, Alemania, Rusia, árabes de Siria. Igualmente oficiales turcos fueron testigos de la masacre mientras tomaban parte de ésta. Dieron sus testimonios bajo juramento en los tribunales de posguerra donde se sometió a juicio a los Jóvenes Turcos, organizadores del Genocidio Armenio.

La Comunidad Internacional también ha reconocido esta matanza como un genocidio. Hasta la fecha, más de 22 países del mundo han expresado su reconocimiento entre ellos, Argentina, Bélgica, Bolivia, Canadá, Chile, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Holanda, Polonia, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, el Vaticano y Venezuela. Uruguay fue el primer Estado en reconocer la causa del pueblo de Armenia, en 1965.

El Papa Francisco condenó recientemente el crimen y lo calificó como el primer Genocidio del Siglo XX y “una tragedia inaudita”. Esta condena generó ataques verbales y amenazas por parte del gobierno turco de Tayyip Erdogan, quien considera que no existen pruebas que vinculen al Imperio Otomano con el exterminio de la población armenia.

De la misma manera las Naciones Unidas, parlamentos nacionales y regionales se han unido a la causa del pueblo Armenio.

-En 1985 la Subcomisión de Derechos Humanos de la ONU reconoció el Genocidio Armenio como un crimen de lesa humanidad. Los crímenes de guerra y de lesa humanidad no prescriben, es decir, no cesa la responsabilidad penal por el transcurso del tiempo.

- El presidente del Parlamento alemán, Norbert Lammert, reconoció, en el mes de abril de 2015, el "genocidio" armenio, utilizando por primera vez ese término para calificar los hechos impulsados por el Estado turco contra la población armenia. Lammert se refirió a la muerte de millón y medio de armenios en 1915 como "crimen masivo" y "limpieza étnica" en la que reconoció además la responsabilidad alemana como aliada de Estambul.

- El Parlamento Latinoamericano (Parlatino), aprobó el viernes 31 de julio de 2015, casi por unanimidad (solo una abstención), una resolución de reconocimiento del Genocidio Armenio. Este nuevo reconocimiento del crimen de lesa humanidad perpetrado por el Estado turco, se suma a las resoluciones aprobadas por parlamentos sudamericanos durante este año, como es el caso de la Cámara de Diputados de Chile, el Senado Federal de Brasil y la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro.

Por su parte, los países que no utilizan el término genocidio para referirse a las matanzas contra los armenios son: Israel, Estados Unidos, Reino Unido y España.

Turquía, como heredera política del Imperio Turco Otomano es señalada como responsable de la matanza, pero este país se niega a reconocer que haya sido un genocidio y los interpreta como un capítulo más en el contexto de la Gran Guerra, que había comenzado en 1914. Las autoridades turcas aceptan que se cometieron atrocidades, pero rechazan que hubiese la intención sistemática de destruir a los cristianos armenios. De hecho, afirman que muchos turcos musulmanes también murieron durante lo que definen como el caos de la guerra.

Cabe destacar que el genocidio tiene graves implicaciones legales ya que obliga a Turquía a castigar a los responsables, si están vivos (no es el caso actual); reconocer formalmente el crimen; e indemnizar a las víctimas. El Estado turco estaría obligado internacionalmente a asumir la responsabilidad de los hechos. El artículo número dos de la Convención sobre Genocidio de 1948, de la Organización de Naciones Unidas, describe genocidio como las acciones llevadas a cabo con la intención de "destruir, total o parcialmente, una nación, una etnia, raza o grupo religioso".

El reconocimiento efectuado por algunos países al genocidio armenio ha generado el rechazo por parte de Turquía. El gobierno turco retiró a su embajador en el Vaticano y acusó al Papa de "discriminar en el sufrimiento de las personas". El canciller de Turquía, Mevlüt Çavusoglu, expresó al respeto: “El Papa desestimó las atrocidades que turcos y musulmanes sufrieron durante la Primera Guerra Mundial y sólo resalta el sufrimiento de los cristianos, especialmente de los armenios.

Años previos, el gobierno turco también había reaccionado contra la posición de Francia y los Estados Unidos en este tema. En 2006, Turquía condenó la posición del parlamento de Francia, el cual aprobó una propuesta para declarar como crimen la acción de rechazar el "genocidio" armenio. En 2012, la propuesta se convirtió en ley, pero fue suspendida por el más alto tribunal constitucional de Francia.

De la misma manera en marzo de 2010, el embajador turco fue llamado por su país en protesta por la decisión del congreso estadounidense de aprobar una resolución que tipifica los sucesos como "genocidio". El gobierno de Barack Obama objetó esta iniciativa y solicitó que la resolución no fuese aprobada por el Congreso.

La República de Turquía y la República de Armenia firmaron un acuerdo en octubre de 2009, para el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la reapertura de su frontera común, aún no concretado, sin embargo tanto el gobierno de Armenia, como la diáspora dispersa en países como Francia, Rusia, Líbano, EEUU, Argentina, las instituciones como el Consejo Nacional Armenio y el Centro Armenio de la República Argentina continúan su lucha incansable para tratar de sensibilizar al mundo sobre esta causa.

La Comunidad Internacional debe continuar apoyando a Armenia en su lucha por el reconocimiento del genocidio del que fueron víctima por parte de Turquía. Es importante que los organismos internacionales de integración tales como la Unasur, la Celac, Mercosur y la ALBA, se unan al reconocimiento efectuado por mas de 22 países, además del Parlamento Alemán y el Parlamento Latinoamericano, entre otros. Es difícil que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), obligue con una Resolución a Turquía a reparar esta deuda histórica, pues como es bien conocido por muchos de nosotros, este país es aliado tradicional de EE.UU en Oriente Próximo y miembro de la OTAN, por lo que cualquier sanción sería vetada.

En la actualidad las relaciones internacionales y la geopolítica internacional se han reconfigurado. Los países que históricamente han sido objeto de injusticias, despojos e intervenciones, como lo ocurrido en Armenia, encuentran cada vez mas la solidaridad de países dispuestos a hacerle frente a los atropellos de los países imperialistas, a fin que se imponga la legalidad internacional, cese la impunidad y se respete el derecho internacional.

Fuente original: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/por-carmen-victoria-montes-reconocimiento-historico-de-un-crimen-de-lesa-humanidad

sábado, 29 de junio de 2013

Novedad editorial (El Viejo Topo). Manuel Sacristán Luzón, "Sobre Gerónimo"

[…] los indios por los que aquí más nos interesamos son los que mejor conservan en los Estados Unidos sus lenguas, sus culturas, sus religiones incluso, bajo nombres cristianos que apenas disfrazan los viejos ritos. Y su ejemplo indica que tal vez no sea siempre verdad eso que, de viejo, afirmaba el mismo Gerónimo, a saber, que no hay que dar batallas que se sabe perdidas. Es dudoso que hoy hubiera una consciencia apache si las bandas de Victorio y de Gerónimo no hubieran arrostrado el calvario de diez años de derrotas admirables, ahora va a hacer un siglo.
Manuel Sacristán Luzón (“Genocidio conseguido o frustrado”, 1974)

En 1975, para la colección “Hipótesis” de Grijalbo que él mismo codirigía junto a Francisco Fernández Buey (1943-2012), Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) tradujo, presentó y anotó la autobiografía del indio Gerónimo que había sido recogida a principios del siglo XX por S. M. Barret y reeditada con ligeras modificaciones en 1970 por F. W. Turner III.

Las razones de su interés por la biografía de Gerónimo fueron señaladas unos años después en una conversación con Jordi Guiu y Antoni Munné para las páginas de El Viejo Topo. Estaba, en primer lugar, su vieja pasión por las culturas amerindias. De joven Sacristán estudió náhuatl y confeccionó, con la ayuda de traducciones inglesas y alemanas, su propio diccionario castellano. Estaba, además, una motivación que enlazaba con sus finalidades esenciales (a menudo incomprendidas) de aquellos años, el estudio del ecologismo de las culturas amerindias.

Sacristán recordaba en su presentación del volumen las palabras con las que Turner abría su edición de la historia de Gerónimo: “Para los apologistas de los indios, los aficionados a las cosas indias en general y los anticuarios de tendencia sentimental, el estudio de los chiricahuas y de su historia y la carrera de Gerónimo representan una verdadera piedra de toque. Muchas de esas personas preferirían concentrarse en torno a la historia y las costumbres de otras tribus, como los cheyennes, los navajos o los sioux, ninguna de las cuales fue jamás tan agresiva como la de los chiricahuas. Pero precisamente por eso es tan interesante esta tribu”. Esa era también una motivación central de la redacción de la colección Hipótesis para escoger la narración de Gerónimo como primer ofrecimiento en memoria de Bartolomé de las Casas en el quinto centenario de su nacimiento. Por detrás un gran asunto, el sentido político de la palabra justicia.

Sobre Gerónimo incorpora la presentación y anotaciones de la edición de Grijalbo, junto con fragmentos de la entrevista de Guiu y Munné y una selección de los ensayos comentados –de, entre otros, Pierre Clastres, Lévi-Strauss y H. Dee Brown- que Sacristán usó en su preparación de la edición. Dos breves textos del editor, junto con unas notas complementarias, se suman a esta publicación que se cierra con un hermoso texto de Francisco Fernández Buey sobre las tesis sobre los choques culturales del que fuera su maestro, compañero y amigo... Seguir leyendo aquí.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170241 Salvador López Arnal. Rebelión