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jueves, 28 de junio de 2018

La causa de los 140.000 (desaparecidos). La dictadura franquista continúa impune

Carlos Jiménez Villarejo
Ctxt

Este texto se leyó originalmente en las Jornadas organizadas por la Asociación “Dejadme llorar”. El autor lo ha actualizado ahora para su publicación en CTXT.

El Gobierno tiene que revisar la Ley de Memoria Histórica para que las Administraciones Públicas asuman la responsabilidad de encontrar a los asesinados, y para dar plena rehabilitación moral, jurídica y económica a todas las víctimas de la dictadura.

“Es imprescindible recordar y honrar a quienes se esforzaron por conseguir un régimen democrático en Andalucía y a quienes sufrieron las consecuencias del conflicto civil, a quienes lucharon contra la dictadura franquista en defensa de las libertades y derechos fundamentales”.

Frente a la “aplicación de bandos de guerra, desapariciones forzadas, sentencias de muerte, cárcel, campos de concentración, multas e incautación de bienes, torturas, exilio y persecución laboral y profesional y grupos guerrilleros…”

(Exposición de Motivos de la Ley 2/2017, de 28 de marzo, de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía)

1. El estado actual de los “desaparecidos” durante la guerra civil y la dictadura

La cita anterior es obligada en unas Jornadas como éstas que afrontan, esta vez en Andalucía, el deber de la memoria y, una vez más, la denuncia de la impunidad. Ante una Ley que representa un compromiso más enérgico y amplio con aquellas víctimas que la Ley estatal 52/2007, además de su derogación de facto durante el último gobierno del Partido Popular (PP).

Es necesario resaltar y agradecer que la Ley andaluza incluya la referencia a la Resolución de la ONU de 1946 que calificaba el régimen de Franco como “de carácter fascista”, establecido en parte gracias a las ayudas de Hitler y Mussolini.

En 1986, con motivo del 50 aniversario de la sublevación militar de 1936, la Presidencia del Gobierno emitió un comunicado que concluía así: "Y recuerda además con respeto a quienes desde posiciones distintas a las de la España democrática, lucharon por una sociedad diferente, a la que también muchos sacrificaron su propia existencia”. La “sociedad diferente” era el golpe militar, la dictadura franquista y la planificación del terror desde 1936 hasta 1975. Habrían de pasar más de treinta años para que un Gobierno se atreviera a llamar a la dictadura por su nombre, como lo había hecho la ONU en 1946. Así lo hizo, pese a todas sus insuficiencias, la Ley 52/2007, llamada de la Memoria Histórica, que, además, proclamó la “condena del franquismo”. Y, complementariamente, la Ley incluyó una Disposición derogatoria que, de forma expresa, priva de vigencia jurídica a aquellas normas represoras dictadas bajo la Dictadura por ser manifiestamente contrarias a los derechos fundamentales, desde los primeros Bandos de Guerra hasta la Ley del Tribunal de Orden Público, “con el doble objetivo de proclamar su formal expulsión del ordenamiento jurídico e impedir su invocación por cualquier autoridad administrativa y judicial”. Derogación que evidencia las carencias de la Constitución democrática de 1978 en cuanto no afrontó directamente la ruptura con el régimen totalitario anterior incorporando una norma como la que se aprobó veintinueve años después. Todo ello refleja las debilidades de nuestra democracia por razón de la pervivencia en su seno, ciudadanos e instituciones, de ciertos rasgos de una cultura autoritaria. Por ello, dicha Ley solo alcanzó unos objetivos moderados y dominados por una cultura privatizadora de la memoria.

Dice el Preámbulo que, entre otros, es cometido de la Ley proteger “el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía democrática”. La consecuencia de este planteamiento ha sido un progresivo abandono de las reivindicaciones en orden a la plena rehabilitación moral, económica y jurídica de los vencidos y sus descendientes. El 9 de Febrero de 2011, en el CCCB de Barcelona, en el marco de una Exposición sobre “Desaparecidos”, el profesor de la Universidad de Columbia (Nueva York) Andreas Huyssen mantenía: "¿Qué sería del movimiento internacional de los derechos humanos sin memoria de los campos de exterminio del siglo XX?”. Y reclamaba la necesidad de preservar “la dignidad de las víctimas, sus luchas y su destino”. Lo mismo puede decirse del genocidio franquista y de sus responsables. Sobre todo, cuando aún persisten entre nosotros consecuencias gravísimas, dolorosas y punibles del genocidio, como son los desaparecidos. Y continúan considerados como culpables los condenados por las jurisdicciones represivas franquistas por un delito que jamás cometieron, el de rebelión militar. Y siguen sin ser plenamente rehabilitados los guerrilleros contra la dictadura, como última expresión del Ejército de la República. Por el contrario, el dictador aprobó una Ley el 22/12/1949 para recompensar a militares y guardias civiles que reprimieron a los guerrilleros. Les reconoció como “abonos de tiempo de campaña”, por la persecución de “partidas de rebeldes” a finales de 1944 en los que se calificaban como “Hechos de Armas”. La democracia aún no ha hecho un reconocimiento similar a los guerrilleros que sufrieron dicha persecución. Las víctimas ya no pueden esperar más y el Gobierno, las administraciones públicas y los tribunales están obligados a la satisfacción inmediata de sus derechos.

En julio de 2016, se cumplieron 80 años desde que la II República fue asaltada por el golpe militar dirigido por el General Franco, implantando desde sus inicios un régimen totalitario regido por el terror y la represión. Entre muchas de las consecuencias de dicho terror, estuvieron las víctimas republicanas de asesinatos que fueron enterradas clandestinamente en fosas comunes. La gran mayoría de ellas no han sido localizadas ni identificadas y, lo que es más grave, nunca, salvo contadísimas excepciones, las Administraciones y el poder judicial asumieron la investigación y esclarecimiento de conductas que constituían crímenes contra la humanidad.

En este contexto, los familiares de aquellas víctimas quedaron en un absoluto desamparo, viéndose obligadas al silencio y, en limitados casos a recurrir a procedimientos civiles para lograr el reconocimiento de estos derechos: la recuperación de los restos de sus ascendientes asesinados, su identificación y darles una digna sepultura. Prácticamente nunca conocieron quiénes y cómo los asesinaron.

Las víctimas de desapariciones forzadas del 17 de julio 1936 a diciembre 1951 ascenderían a 114.226
Hubo que esperar a que el Grupo de Trabajo de NNUU sobre las Desapariciones Forzadas o involuntarias, en el Informe sobre su visita a España en septiembre de 2013 (de 23 a 30 de este mes), exigiera al Gobierno español que “todas las desapariciones forzadas sean investigadas de manera exhaustiva e imparcial…”. Recomendación abiertamente incumplida. Por cierto, dicho organismo de la ONU visitó “Las Murallas de la Macarena y la fosa común del Cementerio de Sevilla”.

Decía así: “En España se cometieron graves y masivas violaciones a los derechos humanos durante la Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura (1939-1975)”. Este es el punto de partida de dicho Informe. Con un dato muy relevante. Las víctimas de desapariciones forzadas del 17 de julio 1936 a diciembre 1951 ascenderían a 114.226.

La intervención de este Comité fue la primera respuesta internacional al desamparo que sufren a diario las víctimas –incluidos sus familiares– de los crímenes de la dictadura franquista.

El abandono institucional y, particularmente, el judicial lo acreditó el Informe elaborado por el forense Francisco Etxeberria, que ha intervenido en la exhumación de 300 fosas en las que se encontraron restos de 5.000 personas. Afirmó: “Las autoridades judiciales han estado ausentes en este proceso”.

El desamparo judicial es ya antiguo, pero se agudizó cuando, tras la denuncia formulada en 2006 ante el Juzgado Central de Instrucción nº 5, el proceso fue cerrado, dividido y repartido entre más de 60 Juzgados de Instrucción por razón de la localización de las fosas. La inmensa mayoría de los Juzgados archivaron las actuaciones, sin personarse siquiera en la fosa donde pudieran hallarse los restos de los desaparecidos para practicar las diligencias a que les obligaba la Ley. Con razón, dicho Informe de la ONU exigía “Jueces en las fosas”: “Que los representantes de la administración de justicia se personen en el momento de la ejecución de las exhumaciones y luego analicen los resultados que las mismas arrojan y actúen de acuerdo con ellos”.

Y, cuando se aprueba la Ley de la Memoria Histórica (LMH) en 2007, el Estado renuncia a su deber de asumir “la indagación, localización e identificación de las personas desaparecidas” para atribuírselas a los familiares y particulares. Privatizando una responsabilidad eminentemente pública, ya fuera judicial o administrativa. En efecto, el art. 11 de la misma se limita a afirmar que las Administraciones Públicas se limitarán a “facilitar” a los familiares y asociaciones la práctica de las exhumaciones. Lo que, evidentemente, contrasta con los términos del Art. 8.1 de la Ley andaluza, cualquiera que sea su posterior proceso de ejecución: “La Consejería competente en materia de memoria democrática llevará a cabo las actuaciones necesarias para recuperar e identificar los restos de las víctimas desaparecidas…”, con arreglo a los Protocolos a que se refiere.

Pero la desprotección llegó a ser más intensa cuando el Tribunal Supremo (TS), por sentencia 101/2012, que absuelve al juez Garzón, complementada por el Auto de 28/3/2012, clausura definitivamente las puertas de los tribunales para investigar los crímenes de la dictadura. Porque, con una completa vulneración del Derecho Internacional Humanitario, declara que no pueden ser perseguidos penalmente. Cuando ha sido una constante de este Derecho que ciertos delitos, por su gravedad y dimensiones cualitativas y cuantitativas, eran siempre perseguibles, con independencia de su codificación estatal, precisamente por atentar al género humano.

Además, los Pactos de Nueva York, vigentes en España desde el 30/4/1977, proclamaban que la irretroactividad de la ley penal no era aplicable a delitos que, por su gravedad, tenían aquel alcance. Los Pactos establecen que nada se opone a su persecución y condena si los hechos “en el momento de cometerse fueran delictivos según los principios generales del derecho, reconocidos por la comunidad internacional”. Tratado vigente en España cuando se aprobó la Ley de Amnistía de 1977, lo que impedía que fuera aplicada al genocidio franquista.

El deber de investigar dichos crímenes está, además, respaldado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En la sentencia de 16/4/2012 justificó la investigación judicial de los asesinatos masivos de Katyn.

Y el Tribunal Supremo de Italia autorizó la persecución judicial de Priebke, el dirigente nazi que ordenó los asesinatos de las Fosas Ardeatinas.

Y, ya en España, la Sección 10ª de la Audiencia Provincial de Barcelona (Auto 22/1/2013) ordenó la investigación de los bombardeos fascistas sobre la población civil de Barcelona durante la guerra civil con centenares de víctimas. El tribunal, con fundamento en las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, afirma que “el ejército italiano podía conocer la ilicitud de los bombardeos sistemáticos y de carácter exterminador sobre la población civil de Barcelona”. Y, desde luego, con fundamento en dichas Convenciones y en la Constitución de la República, declara que los ataques aéreos sobre Barcelona son perseguibles “como derecho penal no codificado”, pues los “principios” del Derecho consuetudinario internacional “están por encima de las leyes internas de cada país, y por tanto son directamente aplicables aunque la legislación interna del Estado donde se perpetraron no los tuviera formalmente tipificados”. Así se desprende expresamente de la Convención de La Haya de 1907, donde “constan expresamente las matanzas masivas de la población civil” y los “bombardeos de ciudades sin que existan objetivos militares” y, en particular, de la Cláusula Martens de 1899, que apelaba a los Estados en guerra a la vigencia de “los principios del derecho de gentes”. Como consecuencia de estos principios, el citado Informe de la ONU disponía que “la búsqueda de los desaparecidos no puede depender de los familiares, sino que debe de ser asumida como una obligación del Estado”.

Es especialmente significativa la Sentencia del TEDH en el caso Zdanoka c. Letonia (16/3/2006): “2. En derecho internacional, el proceso de Núremberg es una ilustración histórica de la manera en que el estado de derecho responde a la barbarie, de que el poder de la lógica jurídica prevalece ex post facto sobre la lógica hobbesiana del poder... El Tribunal aplica la doctrina fijada por la Sentencia de Núremberg, según la cual el concepto de crímenes contra la humanidad comprende los hechos de esta naturaleza cometidos desde el 23 de marzo de 1933. De la misma forma que el Convenio sobre el Genocidio, de 1948, no instituye ni crea este delito sino que “confirma” su existencia como “delito de derecho internacional”.

El Comité de NNUU expresó su “preocupación” por el criterio mantenido por el TS en la sentencia citada al invocar la “existencia de una ley de amnistía” y por rechazar en las desapariciones su carácter de delito permanente. Asimismo, “exhorta” al Estado a que “asegure que todas las desapariciones forzadas sean investigadas de manera exhaustiva e imparcial...”.

El Comité, frente al criterio mantenido por la LMH, recuerda que “la búsqueda de las personas que han sido sometidas a desaparición forzada y el esclarecimiento de su suerte son obligaciones del Estado” y que “los familiares tienen el derecho a conocer la verdad sobre la suerte de sus seres queridos desaparecidos”.

Para estos fines, como ya se ha reclamado desde diversas instancias, el Comité plantea que el Estado español “debería considerar la posibilidad de establecer un órgano específico encargado de la búsqueda de las personas sometidas a desaparición forzada…”.

Finalmente, entre otras muchas recomendaciones, el Comité reitera lo que ya solicitó el Consejo de Europa en 2006, “la creación de una comisión de expertos independientes encargada de determinar la verdad sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el pasado, en particular las desapariciones forzadas”.

Las víctimas de la dictadura ya no pueden esperar más. Llevan 40 años esperando saber, ser auténticamente reparados por el inmenso daño sufrido y, en la medida de lo posible, que se haga justicia como lo está haciendo la juez argentina.

El Estado, las Administraciones y, particularmente, los jueces no pueden continuar quebrantando el derecho internacional que regula las obligaciones de los Estados ante las desapariciones forzadas e incumpliendo el deber legal de proteger a las víctimas y proporcionarles la satisfacción adecuada fijada en las leyes internacionales. Acabar con el “olvido de las víctimas de la represión franquista”. Las víctimas más “invisibilizadas”, según Reyes Mate.

Más recientemente, el pasado 15 de abril de 2015, la ONU ha vuelto a reiterar al Estado español que cumpla sus obligaciones morales y, sobre todo, legales con las víctimas de la represión de la dictadura franquista. Era la consecuencia del Examen Periódico Universal a que nuestro Estado fue sometido en enero de ese año en el extenso ámbito de los derechos humanos.

A casi cuarenta años de la muerte del dictador, continúa sin resolverse cómo afrontamos definitivamente nuestro pasado totalitario

Las Recomendaciones fueron fundamentalmente tres: “Abordar la cuestión de las desapariciones forzadas en todos sus aspectos” y “promover cambios en el ordenamiento nacional que permitan la investigación exhaustiva e imparcial de las desapariciones forzadas”, ambas en el marco de “una estrategia amplia e incluyente para abordar los problemas del pasado…”.

A casi cuarenta años de la muerte del dictador, continúa sin resolverse cómo afrontamos definitivamente nuestro pasado totalitario, el franquismo, de forma que se resuelvan a favor de las víctimas del mismo las deudas contraídas por un sistema, la dictadura, que aún no están completamente saldadas. La responsabilidad es compartida por los Gobiernos democráticos y los Tribunales de Justicia. Porque no habrá en España un sistema plenamente respetuoso de los derechos humanos mientras aquellas víctimas no hayan sido plenamente reparadas.

2. El concepto de “víctima” de violaciones graves de derechos humanos
Incorporado a la Ley andaluza en el art. 4 A. b). La utilización del término “víctimas” resulta necesario en cuanto genera un determinado estatuto jurídico, sobre todo a la hora de situarlo en relación con los instrumentos jurídicos de Derecho Internacional en la materia. A este respecto, es necesario hacer una especial mención de la Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 60/147 (16. 12. 2005, publicada 21. 04. 2006) relativa a los: “Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”.

El concepto de víctima se define así: “8. A los efectos del presente documento, se entenderá por víctima a toda persona que haya sufrido daños, individual o colectivamente, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas económicas o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan una violación manifiesta de las normas internacionales de derechos humanos o una violación grave del derecho internacional humanitario. Cuando corresponda, y en conformidad con el derecho interno, el término “víctima” también comprenderá a la familia inmediata o las personas a cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para prestar asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización. 9. Una persona será considerada víctima con independencia de si el autor de la violación ha sido identificado, aprehendido, juzgado o condenado y de la relación familiar que pueda existir entre el autor y la víctima. "Desde esta perspectiva, el Estado español y, en consecuencia la magistratura, están obligados a actuar para la plena satisfacción de dichos derechos”.

3. La dictadura franquista continúa impune
La Fiscal General dictó el 30 de septiembre de 2016 una Instrucción ordenando a los fiscales que se opusieran a los requerimientos de la Justicia argentina solicitando auxilio judicial para la investigación de los crímenes de la dictadura fascista del General Franco.

En su escrito, se refería en varias ocasiones al “franquismo”, nunca en términos críticos. Y el modo habitual de aludir al objeto del requerimiento de la juez argentina es que se trata de “hechos cometidos por ciudadanos españoles en España contra ciudadanos españoles” entre 1936 y 1977. O bien a “hechos acaecidos durante la guerra civil”. Nunca se refiere a la dictadura.

Fue un verdadero escándalo. Esa fiscal, ya cesada, representó la continuidad de esa contemporización de ciertos sectores judiciales con el franquismo.

La categoría de Crímenes contra la Humanidad de los cometidos por los sublevados desde el inicio de la guerra civil y durante la dictadura no permite ninguna duda. La naturaleza criminal de los mismos, su gravedad y el carácter de crímenes planificados desde el Estado y su alcance masivo exigen aún su investigación judicial penal y, cuando fuera posible, la persecución de sus responsables. Es lo que pretende hacer la Justicia argentina ante la gravísima pasividad de los Gobiernos democráticos y de las autoridades judiciales.

No puede olvidarse que hasta el 2000 –cuando se exhuman los restos de trece fusilados en octubre de 1936 en Priaranza del Bierzo (León)– no se inició un auténtico movimiento reivindicativo de la memoria de los crímenes del franquismo. Y hasta 2007 no se aprueba una Ley, la de Memoria Histórica, que reconoció tibiamente la criminalidad de la dictadura. Ello sitúa en su justo lugar el valor limitado de la Ley de Amnistía y, desde luego, la enorme dificultad de que dichos crímenes fuesen perseguibles.

Son muchas más las consecuencias gravemente lesivas a los derechos humanos de los cuarenta años de dictadura. Pero que conste que no habrá un cambio político real en nuestro país sobre el olvido y el desamparo legal de las víctimas del franquismo.

Y el Estado y las Comunidades Autónomas tienen una gran responsabilidad. Pero, muy especialmente, el actual Gobierno, obligado a revisar la LMH para que las Administraciones Públicas asuman directamente la responsabilidad respecto a los desaparecidos; pero también para reconocer sin reserva alguna la competencia que les corresponde respecto a la plena rehabilitación -moral, jurídica y económica- de todas las víctimas de la dictadura y, particularmente, entre ellas, los miembros de la Unión Militar Democrática y de la guerrilla antifranquista. Además de impulsar y respetar la competencia judicial-siguiendo el ejemplo de la Audiencia de Barcelona-para investigar y perseguir los gravísimos Crímenes contra la Humanidad que se cometieron desde 1936 hasta 1975 por las autoridades y funcionarios del franquismo y la dictadura.

Concluimos:
“El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión pertenece a su patrimonio… Lo que obliga a todos los poderes públicos “a preservar del olvido la memoria colectiva”. Y, además, a evitar “la impunidad”. Creo que este llamamiento de NNUU debería haberse aplicado, especialmente en nuestro país, desde que entró en vigor en 2005. (“Principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad.8/2/2005).

Fuente: http://ctxt.es/es/20180613/Politica/20208/Memoria-historica-franquismo-desaparecidos-Carlos-Jimenez-Villarejo.htm

sábado, 19 de mayo de 2018

El fin del dinero barato y el desmantelamiento del Estado social


Manuel Gabarre
El Salto

El fin de las políticas de estímulo promulgadas por el Banco Central Europeo amenaza con devolver a la población perjudicada por la crisis a una situación peor que la de 2012, cuando la institución de Draghi "ganó tiempo" y los poderes de la UE impusieron una política de reformas que el PP ha dirigido

Desde la crisis financiera desencadenada en el año 2007, la política de desmantelar los servicios públicos es una tendencia que parece imparable. En este artículo se trata el caso del Estado español. Primero se trata su origen, en segundo lugar se analiza la situación actual de calma chicha propiciada por el dinero prestado por el Banco Central Europeo y en tercer lugar las consecuencias que tendrá previsiblemente el enorme endeudamiento que está acumulando el estado español.

El origen: la crisis de 2007
Tras la introducción del euro en el año 2002, la banca europea apostó por el crecimiento infinito del sector residencial y turístico del Sur de Europa. Sin embargo, el estallido de la burbuja en 2007 provocó que la banca mediterránea se fuese desmoronando como un castillo de naipes. Debido a la magnitud de lo que los inversionistas europeos habían invertido en nuestro país, la quiebra del sistema financiero español les hubiese arrastrado hacia su propio hundimiento. Quizá este fue el motivo por el que las instituciones internacionales presionaron para que el Estado asumiese la deuda bancaria. De esta manera, la sociedad española ha asumido el coste de salvar el sistema financiero francés, alemán u holandés. Este salvamento se ha hecho mediante la subida de impuestos, los recortes en el gasto social y el incremento desmesurado de la deuda pública.

Tras la quiebra de Grecia, los mercados comenzaron a sembrar dudas sobre la capacidad del Estado español para devolver la deuda que este había ido acumulando por haber asumido una quiebra bancaria tras otra. Esta política de despilfarro, que todavía no ha tocado a su fin, generó los ataques especulativos del año 2012, en el que se hizo famosa la prima de riesgo, concepto usado como medida de presión política.

Los países más expuestos a los ataques especulativos, entre los que comenzaba a asomarse Francia, forzaron la bajada de los tipos de interés del Banco Central Europeo a prácticamente el 0% y otro tipo de medidas. Entre ellas, el rescate financiero y la intervención de la Unión Europea en el estado español que tuvieron lugar durante 2012.

Aunque tales medidas fueron efectivas para terminar con los ataques especulativos, no fueron eficaces para la sociedad en su conjunto: la economía seguía instalada en la deflación y las cifras de paro eran superiores al 20% en España o en Grecia. La inestabilidad política llegó a su punto álgido en la primavera de 2015 con el referéndum promovido por Syriza y con la victoria de las candidaturas populares en las principales ciudades españolas.

Se manifestó así una tendencia política capaz de acceder al gobierno del estado español si no se aliviaba la virulencia de la crisis. Por lo tanto, algo tenían que hacer los poderes de la Unión Europea para preservar el orden político. Con este fin la Unión intervino a través de una de sus principales instituciones: el Banco Central Europeo. Así la Unión Europea optó por una medida que beneficiase a las élites como la expansión cuantitativa o quantitative easing, en su traducción inglesa (QE), que es el motivo de la calma chicha actual.

La expansión cuantitativa o el aluvión de dinero barato para España
El interés de un préstamo depende del riesgo de que el deudor no lo devuelva. Por tanto, cuanto mayor sea el riesgo de que el deudor no devuelva el préstamo, mayor será el interés con el que el banco compensará este riesgo. Para rebajar el riesgo, y por tanto el interés, el Banco Central Europeo decidió comprar a la banca los préstamos concedidos a las administraciones públicas y también a determinadas entidades privadas mediante el programa de expansión cuantitativa (QE).

Estas decisiones de compra se han tomado con total opacidad por el Banco de España, en quien el BCE delegó la selección de los beneficiarios para su territorio. En este sentido, solo se publica la identidad del beneficiario pero no la cantidad, a pesar de que estas compras distorsionan el mercado, ya que alteran la competencia en favor de las entidades beneficiadas.

Entre las empresas beneficiadas hay dieciséis españolas, la mayoría provenientes de las privatizaciones de los noventa. Estos datos quizá se oculten porque revelarían asuntos turbios, por ejemplo las compras de deuda de Redexis Gas, S.A. empresa que era propiedad de Goldman Sachs, entidad plenipotenciaria de la que el propio Mario Draghi fue vicepresidente en Europa.

El objetivo de los QE era inundar el sistema financiero de dinero, ya que la banca al liberarse de los préstamos concedidos a las administraciones públicas y a otras compañías, supuestamente, concedería nuevos créditos al sector privado. Del mismo modo, ya no sería tan atractivo prestar dinero a las administraciones públicas porque los intereses fijados eran artificialmente bajos.

El crecimiento de los precios de la vivienda y la —endeble— recuperación de la economía española desde 2015 provienen de esta política monetaria, por la que el Banco Central Europeo a través del banco de España ha comprado 235.000 millones de euros de deuda pública española.

El fin del dinero barato
Una de las promesas de Trump era reflotar la industria de EE UU Para ello ha devaluado el dólar. Con un dólar más barato los productos made in USA resultan más económicos y por tanto, EE UU vende más fuera de sus fronteras al tiempo que reduce sus importaciones.

A su vez, el petróleo se comercializa en dólares, por lo que si baja el dólar, los países productores de petróleo deben subir el precio al que venden el petróleo para mantener sus ingresos. Ingresos que son necesarios para preservar la estabilidad política en sus países, muy dependientes de las importaciones. La subida de precios del petróleo conlleva un incremento generalizado de los precios en Europa, porque esta es su principal fuente de energía y tiene que importarla casi en su totalidad.

Por su parte, los QE también hacen que suban los precios, ya que la banca dispone de más dinero para conceder préstamos. Esto se produce porque al incrementarse los préstamos, se incrementan los precios ya que hay más compradores. Este fenómeno se plasma perfectamente en el sector de la vivienda, donde se puede constatar la aparición de una nueva burbuja.

La suma de estos factores provoca la subida general de los precios, es decir, la inflación. La inflación hace que la banca pierda capacidad adquisitiva porque si hay inflación resulta más barato para los deudores devolver los préstamos contraídos con interés fijo, afectando también a los préstamos con interés variable y, por tanto, perjudicando gravemente a la banca. Y la Unión Europea ha demostrado que puede tolerar cualquier cosa menos esa.

Por lo tanto, y teniendo en cuenta por un lado que el principal acreedor europeo son las entidades financieras alemanas y, por el otro, que Europa poco puede hacer para bajar el precio del petróleo, podemos estar seguros de que nos encontramos cerca del fin del dinero barato proporcionado a la economía española a través de los QE.

¿Cómo nos afectará el fin de los QE?
Sabine Lautensläger representante de Alemania en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo manifestó acerca de los QE que “han servido para comprar tiempo, pero no han arreglado las causas estructurales de una recuperación económica endeble”. Y es que, durante este tiempo prestado por la Unión Europea con el fin de acometer reformas estructurales, el estado español se ha endeudado de manera masiva mientras la sociedad ha estado mirando hacia otro lado.

La deuda pública ha pasado de 440.000.000.000 de euros en 2007 a 1.158.379.000.000 en febrero de 2018. Es decir, casi se ha triplicado en una década. Para hacernos a la idea, hoy cada residente en España tocaría a una media de 25.000 euros de deuda pública, sea menor de edad, pensionista o directivo de Amazon.

Esto sin contar las enormes deudas de las empresas españolas, en particular, de las multinacionales (2,5 veces el PIB) ni los préstamos que haya contraído cada cual.

Les pido que hagan un ejercicio muy simple: cuando salgan a la calle, observen a las personas con las que se crucen y, tras ello, plantéense si esta deuda se puede devolver. A mí me parece que no, lamentablemente.

Por otro lado, la recuperación ficticia de la economía española depende del petróleo y del dinero barato. Por lo tanto, conforme vaya subiendo el precio del petróleo, cualquier subida de los tipos de interés del BCE, por nimia que pueda parecer, tendría unos efectos devastadores para la economía española.

Por esto, está previsto que la eliminación de los QE se haga teniendo en cuenta que la recuperación económica ha sido meramente artificial. Una subida brusca de los tipos de interés llevaría a los actores de la economía española a la posibilidad de no poder afrontar el pago de sus deudas y, por tanto, a otra crisis grave. En este sentido, Draghi ha manifestado que la eliminación de los QE se haría conforme se vaya incrementando la inflación hasta llegar el 2%. En otras palabras, que la eliminación de los QE será paulatina e irá acompasada a la subida de los precios del petróleo.

El futuro: las consecuencias del fin del dinero barato para el estado español
La subida de los intereses está al caer. Desde los centros de poder de la Unión Europea se considera que ya se ha concedido el tiempo suficiente para que las economías de los países mediterráneos hayan implantado las reformas que consideraban necesarias. Pero, a pesar de la propaganda oficial, la deuda de España no ha hecho sino aumentar irresponsablemente durante el gobierno de Rajoy. Este ha optado por hipotecar el futuro del país para consolidar la posición de un partido atenazado por la corrupción. Por otro lado, el marco legal europeo no deja lugar a dudas: en 2011 se consagró la primacía de los acreedores frente a la democracia mediante la reforma del artículo 135 de la Constitución. Son ellos quienes tienen la prioridad de cobrar por encima de las necesidades y de las decisiones de la ciudadanía.

Por lo tanto, cuando esta subida de tipos de interés se produzca, el gobierno tendrá que equilibrar sus cuentas bajo la presión de los fondos especulativos. Quienes con certeza desencadenarán otra tormenta en la que aumentarán los intereses de las deudas españolas.

En este punto aparece Ciudadanos, un partido aupado por las élites financieras a través de algunos medios de comunicación que manejan a su antojo. A este respecto, conviene tener en cuenta que el Partido Popular cuenta con una importante autonomía que proviene de la victoria de sus ancestros en la Guerra Civil, verdadero hecho constituyente del régimen español, lo que le permite controlar los poderes del estado.

Su autonomía puede llevarle a no adoptar medidas impopulares que demanden las élites financieras, cuando las consideren perjudiciales para sus intereses electorales. Un ejemplo de esto sería la rebaja de las pensiones de jubilación, a la que el Partido Popular es renuente. Sin embargo, en el caso de Ciudadanos su posición sería mucho más endeble, puesto que es evidente que las élites podrían defenestrar a este partido del mismo modo que lo han promovido.

Nos encontramos ante una encrucijada en la que se está jugando el desmantelamiento del estado del bienestar. Debido al endeudamiento que se ha alcanzado y a los límites en la política económica establecidos por la Unión Europea, la única alternativa para evitar la descomposición del sistema público es una subida importante de los ingresos fiscales cuya aportación debería provenir de quienes tengan más capacidad para ello.

Las instituciones neoliberales han fomentado la evasión fiscal, verdadera clave de la globalización. Por ejemplo, la Unión Europea, diga lo que diga, promueve esta evasión, pues de otra manera no se explicaría su connivencia con que algunos de sus miembros como Luxemburgo u Holanda hayan establecido regímenes fiscales mediante los que las multinacionales eluden sistemáticamente el pago de impuestos.

El resultado de esta política neoliberal en España es un sistema fiscal regresivo, basado en la recaudación sobre las rentas del trabajo y sobre el consumo. Esto es, el IVA, que paradójicamente no ha dejado de aumentar durante los últimos años, a pesar de la bajada del consumo y, por tanto, del incremento del paro. Sin un sistema fiscal progresivo, donde quienes más ganen o tengan sean quienes más aporten, el estado de bienestar no puede tener lugar.

Es así de simple. Pero, como dice el inspector de hacienda Raúl Burillo, la política la fiscal ha sido única en España durante el bipartidismo; daba lo mismo quien gobernara, y así, salvo ligeros matices, con todos los ejes de las estructuras económicas del país.

Dado que el principal partido de la izquierda, Podemos, parece irremediablemente instalado en la banalidad, sería más necesario que nunca que alguien enunciase un proyecto político solvente que sea capaz de preservar el estado social, dado que para su desmantelamiento ya han sido designados los ejecutores.

Fuente:
http://www.elsaltodiario.com/crisis-financiera/fin-dinero-barato-banco-central-europeo-expansion-cuantitativa

lunes, 30 de abril de 2018

Honrar a los muertos

A veces me parece sentir el peso de nuestros antepasados hundiéndose entre las sombras. Aquellas mujeres y hombres guardan una historia digna del mejor relato.

menudo siento que estos artículos son como una playa en la que las olas depositan objetos venidos del tumulto del mar: nacaradas conchas, algas como flores o un inesperado patito de plástico. Quiero decir que hasta mi mesa, y supongo que hasta la de todos los columnistas, llegan numerosos mensajes que a veces contienen peticiones de ayuda pero que, sobre todo, son historias, relatos, fragmentos de vidas procedentes de un mundo tan vasto como el océano.

Hace unas semanas recibí una carta de papel escrita a mano. La enviaba Laura Savater desde Ciudad Real, y con una letra firme y clara decía lo siguiente: “No sé si esta carta pensada y repensada terminará en tus manos y si te interesará. Soy una mujer de 93 años que vivía en Barcelona cuando era una niña; allí pasé la guerra. Mi madre, como tantos otros, enfermó de tuberculosis y se tuvo que ir a un sanatorio en Castellón de la Plana. Escribía un diario del que he sacado fotocopias de la última parte (por aquello de la memoria histórica) contando su tristísimo viaje de regreso a Barcelona. Si te interesa me lo haces saber”. Le pedí que me lo enviara, claro está: cómo no me va a interesar el ofrecimiento de esta mujer nonagenaria, de esta conmovedora Laura que en los confines de su larga vida mira con amor el diario de su madre y piensa en darlo a conocer al mundo, en rescatarlo de la creciente oscuridad. Que otros puedan llevar en la memoria a la madre muerta, además de ella.

A los pocos días recibí las fotocopias. Son ocho y reproducen, ampliadas, las hojas cuadriculadas de un pequeño cuaderno de espiral. Imagino sus sobadas tapas de cartón azul. E imagino a la mujer joven y enferma que escribe, con una letra muy parecida a la de Laura, angustiadas palabras. “Esta noche pasada he llorado mucho porque me enteré de los bombardeos de Barcelona y pienso que no sé si tengo hijos o no (…) pues hace doce días que estoy aquí y no sé nada de ellos y esto es más de lo que puedo soportar”. Y al día siguiente: “Hoy han bombardeado este pueblo (…) y no cesan de llegar camiones cargados de soldados (…) han echado un bando en el pueblo prohibiendo terminantemente hablar de la guerra y al sanatorio han traído un aviso de que si se oyen sirenas no nos asustemos y que no se enciendan las luces (…) El miedo que tenemos todos no es para descrito” (sic). Hay algo en esas palabras tan sencillas y en la humilde cuadrícula que hace que te sientas transportada allí, a ese hospital de tuberculosos, a esos años de plomo, a la indefensión aterrorizada de quien espera la llegada de las bombas (recordemos Siria, por favor).

La madre, en fin, decide abandonar el sanatorio y regresar a Barcelona. Junto a otras dos enfermas, intenta subir a un camión de soldados. Pasan más de 20 vehículos antes de que un conductor se apiade y las transporte, en un trayecto matador, hasta un pueblo cercano a Villafranca. El lugar está lleno de milicianos voluntarios que van para el frente de Teruel: “Había hombres hasta con el pelo blanco y también jovencitos de 16 y 18 pero todos con un entusiasmo grande”. Hubo más camiones, más penurias. La mujer acabó en Valencia. Ahí termina el diario. Laura dice que murió sola, en 1942, en un hospital de tuberculosos de Murcia. Se llamaba Agustina Ortuño y tenía 45 años.

Honrar a los muertos. Es lo que hace Laura. Y lo que yo hago al contar todo esto. A veces casi me parece sentir el peso de nuestros antepasados sobre los hombros. Esa cadena de mujeres y hombres que fueron niños y crecieron y se sintieron felices y sufrieron; que compartieron comida o que se pelearon; que gozaron del fuego del conocimiento o se pudrieron de odio. Desde que el invento de la escritura nos sacó de la prehistoria hace 6.000 años, sólo ha habido 200 generaciones de humanos (si calculamos 30 años para cada una). Casi me parece verlos, una fila de individuos hundiéndose en las sombras. Ojalá pudiera nombrar a mis 200 antepasados para rescatarlos del olvido. Tantas vidas insignificantes y pequeñas, acumuladas a nuestras espaldas como granos de polvo, y sin embargo para cada una de esas personas su existencia fue enorme, fue un tesoro. Y en verdad lo es. Hermosa y breve vida.
Rosa Montero

https://elpais.com/elpais/2018/03/28/eps/1522250324_580441.html

sábado, 28 de abril de 2018

Los 'malditos bastardos' de la guerra civil española.

La más audaz misión de comandos de España cumple 80 años de silencio por el pecado de ser republicana

El Ejército de la República fue quizá el primero que dispuso de forma reglada de una unidad como después serían los Boinas Verdes de EEUU o las Ratas del Desierto del Reino Unido
Carles Cols. Barcelona

Los bombardeos de Barcelona en 1938 han sido ya debidamente rememorados, los de enero y los de marzo, a cuáles más terribles. Y vendrán otras conmemoraciones este 2018, pues 80 años, que tiene algo de cifra redonda, son los que se cumplen ahora de aquel cruento tercer año de la guerra civil española. En ese álbum de recuerdos no debería faltar, incluso despuntar por encima de los demás, un episodio no siempre conocido, la más audaz y tal vez única operación de comando de un ejército regular español, en este caso el republicano, tras las líneas enemigas, una misión ejecutada, y ahí está el bonus track de esta historia, por la versión real y avant la lettre de los Malditos bastardos de Quentin Tarantino. Fue el 23 de mayo de 1938. Fue la operación Carchuna, comandada por un par de Fernández, los tenientes José y Joaquín, y ejecutada, entre otros, por los exbrigadistas internacionales Irving Goff (un judío bregado en las calles de Brooklyn en peleas contra pandillas antisemitas) y William Aalto, también neoyorkino, y además comunista y homosexual, y años más tarde amante del poeta W. H. Auden. Vamos, malditos bastardos con letras de oro.

La operación Carchuna, por ir primero al final, a lo que comportó, fue una incursión republicana tras las líneas del bando nacional en la costa granadina, a pocos kilómetros de Motril. Allí, de noche y con lanchas, un grupo de soldados de lo que hoy en día se consideraría un comando de operaciones especiales, se infiltraron en el Castillo de Carchuna, reconvertido entonces en prisión, asesinaron a cuatro crueles cárceleros ("por justicia poética", parece que dijo uno de los asaltantes) y liberaron a los alrededor de 300 asturianos allí presos, más ocho soldados del bando nacional que aprovecharon la oportunidad para cambiar de ejército. Es esta, con independencia del color político, la más audaz y cinematográfica operación de un ejército español en la retaguardia del enemigo y, sin embargo, es una acción durante casi 70 años silenciada, hasta que un grupo de historiadores con título y otros simplemente aficionados (Jesús Castillo, Txema Prada y Floren Dimas, entre otros) la repescaron hace unos 10 años y consiguieron dar incluso con supervivientes de aquel rescate, como Marcelono Díaz: "Aquello fue una cosa espectacular, una maniobra relámpago con la que lograron sacarnos del presidio. Éramos cientos de personas y salimos de allí con vida... ¡Y que hoy nadie se acuerde de nosotros!".

Largo Caballero
No, Federico Trillo, no fue la de Perejil en el 2002 una operación que le pueda toser a la de Carchuna. Es más, puede que el exministro de Defensa ("al alba, y con tiempo duro de levante... "; cuanto más pasa el tiempo, más ridículo parece) ni siquiera sepa de lo que fueron capaces, de noche, y tras unos preparativos que duraron apenas 48 horas, un grupo de 35 soldados de ese cuerpo al que el Gobierno de la República destinaba 200.000 pesetas mensuales por orden de Francisco Largo Caballero para que fomentara el desorden en la zona enemiga, a veces de formas inauditas, como hizo un tal Currito, en otra misión, cuando se hizo con un uniforme de legionario y así disfrazado se coló en Zaragoza para recabar información sobre qué se cocía en la retaguardia fascista. Lo bueno de su caso, casi berlanguiano, es que para no ser descubierto se alojó durante semanas en un burdel, un tiempo que, tal vez, fue el más feliz de su vida.

Según Castillo y sus colegas, el español fue el primer ejército que dispuso de forma reglada de una unidad de comandos como la que después serían los Boinas Verdes de Estados Unidos o las Ratas del Desierto del Reino Unido.

¿Por qué se ignora ese dato?
Qué fácil es la respuesta. Porque la historia la escriben los vencedores, sobre todo, en España. Si la batalla de Little Bighorn (la gran derrota del Séptimo de Caballería) hubiera sucedido en La Mancha, por poner un lugar, Errol Flynn no habría interpretado jamás al general Custer.

La cuestión es, por volver al título, hasta qué punto el sobrenombre ahora de malditos bastardos les resulta adecuado a los protagonistas de aquella hazaña. Se lo merecen por quiénes y cómo eran y por lo que hicieron.

En primer lugar está la biografía personal de quienes llegaron a España como brigadistas internacionales y terminaron en esa unidad, con el plus de que, terminada la guerra, no sufrieron el silencio al que obligaba el franquismo y relataron en su casa aquello que habían llevado a cabo.

Irving Goff, nacido en Nueva York en 1900 en el seno de una familia judía originaria de Odessa, antes de partir hacia España compatibilizó sus empleos como bailarín, acróbata circense y vigilante de las playas de Coney Island, con peleas pandilleras contra grupos antisemitas de las calles de Brooklyn. Es la fuente más rica de la operación Carchuna, pues de él se conservan grabaciones en las que relata con minucioso detalle su participación. Fue el responsable también durante la guerra civil de una misión de captura de un grupo de oficiales fascistas en el frente de Serós (Segrià) y de la voladura de un estratégico puente en Albarracín, una acción en la que se supone que, con más almíbar del necesario, se inspiraron los guionistas que adaptaron Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway al cine. Si Ingrid Bergman hubiera estado por ahí -bromeó años más tarde Goff-- él no se habría ido de España.

En Carchuna, Goff lideró uno de lo comandos. Otro lo dirigió su buen amigo de batallas William Aalto, nacido en el Bronx aunque de origen finlandés. Llegó a España con solo 19 años. Era un convencido comunista y declarado homosexual, una doble condición que, como descubrió años más tarde, era incompatible a ojos de algunos. Tras la guerra civil ingresó en la OSS de los Estados Unidos, el embrión de la futura CIA, pero fue expulsado de allí por su orientación sexual. Tampoco sus camaradas comunistas le perdonaron que fuera homosexual. Puede que fuera él quien tras fusilar a cuatro carceleros calificara el rescate de Carchuna como una "justicia poética", pues, al cabo de unos años, terminadas las guerras y expulsado del partido, terminó en brazos en W. H. Auden.

Hubo más malditos bastardos, como Alex Kunslich, políglota, estibador de Nueva York, un hombre culto, pero con menos relato, porque su historia se interrumpió en Córdoba, donde murió capturado por las tropas fascistas, pero no participó en el rescate de Carchuna, que, llegados a este punto, merece ser rememorado.

En aquel lugar lo que hay es un castillo levantado en 1777 junto a la playa para defender la zona de los ataques piratas. Cuando el frente de guerra quedó estancado al este de aquella fortificación, entre Castell de Ferro y Calahonda, el bando nacional lo reconvirtió en penal de trabajos forzados. Llevó hasta allí a tres centenas de presos republicanos asturianos, pues se daba por hecho que, algunos de ellos bregados en las minas, eran perfectos para el trabajo duro de acondicionar los alrededores del castillo como pista de aterrizaje de la Legión Cóndor.

De noche y por mar
El caso es que cuatro oficiales presos en Carchuna (Joaquín Fernández Canga, Secundino Alvarez Torres, Esteban Alonso García y Cándido Adolfo Muriel López) se fugaron y cruzaron las líneas republicanas en busca de refugio. No les fue fácil convencer a los mandos del lugar de dónde venían y quiénes eran, pero, superados los recelos, se organizó en menos de 48 horas una misión de rescate que se encomendó a Los Niños de la Noche, que es como se hacían llamar los miembros de esa unidad de comandos. Los cuatro fugados no solo dieron datos precisos y valiosos para organizar la misión, sino que, a la pregunta de "¿estáis dispuestos a volver al infierno?", se pusieron a las órdenes de, entre otros, Goof y Aalto.

Tras un primer intento fallido, la operación Carchuna dio comienzo la noche del 23 de mayo tal y como estaba previsto, por mar, no con lanchas neumáticas, sino con barcas de pescadores. Los asaltantes llevaban sus subfusiles shmeisser (eran la única unidad republicana con ese privilegio) y decenas de granadas de mano para dar después a los presos, por si se complicaba la huida. Una vez en tierra, un reloj suizo no hubiera funcionado mejor. A los celadores se les pilló desprevenidos, murieron cuatro de ellos, se repartieron las armas disponibles y, en silencio, se enfiló el camino de regreso a la zona republicana, desde donde se lanzó un ataque de artillería para despistar al enemigo. A la altura de Calahonda, los fugados tuvieron una pequeña refriega con los guardias civiles de un cuartel, que acoquinados ante el lanzamiento de granadas (qué buena ida fue llevarlas) se retiraron. Solo al final la operación pasó contratiempos, pues cuatro de los comandos se descolgaron del grupo y tuvieron que regresar a nado. El resto, mientras, llegó a su destino tal y como estaba planificado. Cantaban alegres Asturias, patria querida.

'Los Niños de la Noche', el homenaje de Paco Santana a aquellos soldados
La historia completa y pormenorizada de quiénes fueron y qué hicieron aquellos primeros comandos de la historia militar española está aún pendiente de ser escrita. Hay, no obstante, buenos esbozos, como la Historia del Ejército Popular de la República, de Ramón Salas Larrazábal, donde se les dedica algún capítulo. También Jorge Martínez Reverte echa mano de la trayectoria vital de Bill Aalto como hilo conductor de Guerreros y traidores. Ahora, un autor de Santa Coloma de Gramenet, Paco Santana, le ha dedicado directamente el título al sobrenombre con el que se daban a conocer aquellos soldados, Niños de la Noche, una novela en la que el viaje a través de España de un guardia civil y el preso al que escolta hasta un penal le permite recorrer las tremendas historias de la guerra civil española. A la leyenda de los Niños de la Noche y su sorprendente hazaña del castillo de Carchuna le dedica Santana, por supuesto, un entregado capítulo.

https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180328/operacion-carchuna-los-malditos-bastardos-de-la-guerra-civil-espanola-6713759

sábado, 14 de abril de 2018

¡Por la III República española, contra las falsas repúblicas que nos dividen y distancian!

Salvador López Arnal

Rebelión

Para Federico García Lorca (1898-1936), el poeta republicano asesinado por el fascismo a los 38 años. In memoriam et ad honorem.

Para Carlos Jiménez Villarejo, un jurista machadiano de la cabeza a los pies, de la mente al corazón.

Para Mario Gaviria (1938-2018), del que tanto aprendimos. In memoriam et ad honorem.

Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la ruta que desciende de Hegel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por el influjo, acaso de una educación demasiado idealista, me falta simpatía por la ideal central del marxismo, me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, sea el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es ésa la gran experiencia humana de nuestros días, a la que todos de algún modo debemos contribuir.
Antonio Machado (1º de mayo de 1937)



Para nosotros, la cultura ni proviene de energía que se degrada al propagarse ni es caudal que se aminore al repartirse; su defensa, obra será de actividad generosa que lleva implícita las dos más hondas paradojas de la ética: solo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.
Antonio Machado (1937)


España, por fortuna, la España leal a la nuestra gloriosa República, cuantos combaten la invasión extranjera, sin miedo a lo abrumador de la fuerza bruta, habrán salvado, con el honor de la Europa occidental, la razón de nuestra continuidad en la Historia.
Antonio Machado (1939)

Porque la República solo puede llegar de las manos populares: tiende a olvidarse que la II República española representó, en la Europa que veía agitarse el monstruo fascista de otra racionalidad capitalista, una esperanza en la capacidad de resistencia de la honradez y la decencia democráticas; simbolizó la confianza, aunque fuera derrotada, en el valor de la resistencia a la barbarie, el aliento antifascista; pero también las certezas depositadas en un horizonte que quería restaurar la dimensión humana donde pudiese vivirse de otra forma.
Higinio Polo (2018)

Por último, y no menos sino más importante, que igual que a mucha gente le interesó destacar, a mucha más, parece haberle importado también con una constancia igual de admirable durante todo el tiempo de la historia humana, mantener la igualdad y el que ‘nadie sea más que nadie.
Víctor M. Fernández Martínez (2007)

Al poeta, a nuestro poeta, siempre ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar, le hubiera complacido la reflexión con la que Víctor M. Fernández Martínez cierra Prehistoria. El largo camino de la Humanidad [1]. También, por supuesto , las consideraciones republicano-democráticas de Higinio Polo. Las suyas, las palabras del autor de Juan de Mairena, del poeta que conversaba con el hombre que siempre iba con él, también siempre en nuestra memoria. En la de todos, en la de todas (y aunque no se aproximara bien, ese 1º de mayo de 1937, no es eso, no es eso, a la que llama, sin serlo, idea central del marxismo).

Una reflexión del profesor José Luis Martín Ramos, sobre una arista esencial de la política internacional que nos preocupa a todos en tiempos bélicos que pueden ser aún más bélicos:

Macron dice que tiene pruebas del ataque de Al Assad con armas químicas; Teresa May dice que también; Merkel no se arriesga tanto y dice que probablemente fue así. De Trump no hace falta hablar. Hasta el editorial de La Vanguardia ya cae en la tentación de hablar del "cada vez más evidente nuevo ataque con armas químicas", en el que el "nuevo" no es inocente y revalida anteriores ataques de los que también se dijo que habían pruebas… que nunca han sido mostradas de manera irrefutable. Ahora no lo son de ninguna manera. Toda la prueba son una curiosas imágenes con niños limpiados a manguerazos o con máscaras impuestas sobre la cara, que no demuestran absolutamente nada, y la información que procede de la organización "Cascos blancos", una ONG islamista financiada por los gobiernos de la OTAN. Repito que ni siquiera el Observatorio Sirio de DD.HH. de Londres -nada imparcial- se ha atrevido a convalidar. Y se afirma que ya hay pruebas cuando todavía no se ha hecho la encuesta sobre el terreno de la organización Internacional para la Prohibición de Armas Químicas, que ya ha llegado a Damasco y que la hará, sin que el gobierno sirio lo haya impedido.

Extraño, muy extraño. Claro que nuestras sospechas podrían ser fruto de esa inveterada costumbre de los rojos recalcitrantes de caer en la tentación de la teoría del complot (por cierto, ¿por qué Tomás Alcoverro no ha hablado en su artículo de La V de “El complot”, convicto y en gran parte confeso, del trío de las Azores, fabricando "pruebas" y mostrándolas impúdicamente al mundo para justificar el mal que está en el origen del embrollo actual: la invasión y destrucción de Irak como estado unificado?). Podrían ser fruto de nuestros prejuicios… si no fuera porque en la misma LV, que editorializa con la ligereza que lo hace, su corresponsal de Estambul nos informa que ayer el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, "reconocía que no tenía pruebas, más allá de lo que había visto y leído en las redes sociales". ¿Increíble? Y Mattis no ha dimitido, ni ha sido obligado a dimitir por desmentir a Trump, Macron, May, Merkel.

Si Mattis no tiene pruebas y todo lo que sabe es por las redes sociales y esto no es un montaje que baje Dios y lo vea.

El tema de hoy, sin más preámbulos.
Nos lo enseñó Brecht a propósito de Galileo: “Se impone tanta verdad en la medida en que nosotros la impongamos; la victoria de la razón sólo puede ser la victoria de los que razonan”. Razonemos, pues, digamos y luchemos por la verdad (y tengamos muy en cuenta la advertencia de Martin Luther King: “Lo que dices puede ayudarte a conseguir una beca de una fundación, pero no te hará entrar en el Reino de la Verdad”), y recordemos también las sabias palabras del cante del maestro Fosforito: “Ni toda el agua del río ni toda el agua del mar podrán apagar el fuego de un corazón encendido”. Y el nuestro, nuestro corazón, es hoy, 14 de abril, un corazón encendido. No alimentaremos sin embargo ningún mito encubridor, ninguna falsedad histórica interesada, ni olvidaremos momentos oscuros, negros, criminales incluso, durante aquellos años llenos de esperanza y esperancismo pero también de reacción: la derecha no cesó de acechar desde el primer momento. Pero, eso sí, pensaremos (y sentiremos) lo que significó y significa para nosotros, para la historia de nuestro país (pensada y sentida desde abajo, desde los más desfavorecidos) aquella República democrática de trabajadores y trabajadoras de toda clase, que se organizaba en Régimen de libertad y justicia y renunciaba a la guerra como instrumento de política nacional. Aquella República que representó una verdadera y real esperanza de transformación, de cambio, de avance social, de equidad, de justicia, de solidaridad, de libertad real, para millones y millones de ciudadanos-trabajadores, de obreros y campesinos pobres (muy pobres) de nuestro país. Aquella República que hizo huir a los Borbones. La misma que -¡por fin!- posibilitó que las mujeres pudieran ejercer su voto (adelantándonos de mucho a otras “naciones civilizadas”). Aquella República que permitió que niños y niñas de clases empobrecidas, que apenas nunca antes habían podido ir a la escuela

(Philipon de La Madeleine, una especie de Bravo Murillo del siglo XVIII: “No hay arma más peligrosa que el conocimiento en manos del pueblo al que hay que engañar para que no rompa sus cadenas”), poblaran sus aulas. Aquella República que logró extraer de mucha gente, y no solo de gente proletaria, su mejor yo-nosotros, su mejor ser y estar en comunidad libre, fraternal y equitativa.

La misma República que dio pasos gigantescos en los avances autonómicos de las nacionalidades españolas y en la consideración de sus lenguas y que afirmaba en su Constitución que el Estado español carecía de religión oficial. La misma República de trabajadores que supo a qué atenerse en asuntos de reforma agraria (Miguel Hernández -¡Josefina, Josefina, Josefina!-:

“Andaluces de Jaén, /
aceituneros altivos,/
decidme en el alma, quién,/
quién levantó los olivos,/
andaluces de Jaen”),

consciente de la temible y probable reacción de los terratenientes y de sus grupos de acción.

Pensaremos también en el triunfo del Frente Popular, objeto hoy de revisión por parte de historiadores, criticados y refutados, entre otros, por el profesor José Luis Martín Ramos.

Recordaremos los nombres de Manuel Azaña, de Juan Negrín, de Joan Comorera, de Buenaventura Durriti (“A nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante”), de José Díaz, y de tantos otros. También los de Federica Montseny, de La Pasionaria, de Clara Campoamor, de María Teresa León, de María Zambrano (“Lo que hoy he sido, y soy, es republicana”), de Rosa Chacel. No olvidaremos tampoco los nombres de Salvador Seguí, Joan Salvat Papasseit ("Vosaltres no sabeu que és guardar fusta al moll!”), Salvador Espriu, Mercè Rodoreda y Bartomeu Rosselló-Pòrcel. Recordemos con tristeza e indignidad la bajeza moral de los que se levantaron en armas contra la democracia republicana (León Felipe: “La verdad es que, cuando Franco, ese sapo iscariote y ladrón, con su gran escuadrón de cardenales y banqueros, se atrevió a decir que la guerra de España era una “cruzada religiosa“ y que Dios estaba con ellos… al poeta le entraron unas ganas irrefrenables de blasfemar”).

Recordaremos, con deseos de justicia pero no de venganza, sus incontables y casi inenarrables prácticas criminales (Víctor Pardo Lancina: “Hay historias que sobrepasan lo imaginable como la del alcalde de la localidad de Loporzano, Rafael Montori Ara, de 39 años, padre de cuatro hijas, encarcelado en Huesca desde el primer momento tras la sublevación. El 12 de agosto, cuando su hija Presentación, de 15 años, le llevó a la cárcel la fiambrera con la comida le devolvieron la cesta con la cabeza cortada de su padre. Presentación enloqueció, enfermó gravemente y murió muy joven. Esa cabeza fue expuesta en la plaza más céntrica de Huesca para escarmiento y amenaza de toda la población”). No habita nuestro olvido en el heroísmo -palabra ajustada- de millones y millones de ciudadanos-trabajadores resistentes, muchos de ellos antepasados nuestros, culpables, se les dijo, infundio sobre indignidad, de “rebelión militar” por defender la Constitución y legalidad republicanas, para ser luego condenados a muerte, fusilados y arrojados al estiércol. Sentiremos de nuevo y haremos nuestro el “recuérdalo tú y recuérdalo a otros” del poeta sevillano de los placeres prohibidos. Volveremos a homenajear en nuestras almas a los brigadistas internacionales (¡y a las brigadistas!), a aquellos luchadores imprescindibles nunca olvidados. Pensaremos en su antifascismo, en su entrega, en su generosidad, en muchas de sus vidas arrebatadas por ladrones de vidas hace mil siglos

(“Gracias, Compañero, gracias/
Por el ejemplo. Gracias porque me dices/
Que el hombre es libre/
Nada importa que tan pocos lo sean: /
Uno, uno tan sólo basta/
Como testigo irrefutable/
De toda la nobleza humana”).

Pensaremos en ellos y también en nuestros muertos, en nuestros desaparecidos, en nuestros torturados, en nuestros vejados, en nuestros asesinados, en las mujeres del pueblo que resistieron lo indecible, plantando cara en circunstancias que ni siquiera somos capaces de imaginar y sin que apenas nadie hable de ellas una vez muertas. Recordaremos los bombardeos de la aviación fascista italiana y los de la Legión Cóndor alemana. Pensaremos en la Operación Rügen, en Gernika, en Barcelona, en Madrid

 (Octavio Paz: “Madrid, 1937,/
en la Plaza del Ángel las mujeres/
cosían y cantaban con sus hijos,/
después sonó la alarma y hubo gritos,/
casas arrodilladas en el polvo,/
torres hendidas, frentes esculpidas/
y el huracán de los motores, fijo:/
los dos se desnudaron y se amaron/
por defender nuestra porción eterna...”)

y en tantas otras ciudades y pueblos. Pensaremos en las gentes de las que provenimos, en sus luchas, en sus trabajos, en el “pagaron con su vida la lucha por la dignidad”. Somos ellos, nos han hecho. No lo olvidaremos. Recordemos los nombres de nuestros poetas, de los poetas de todos. Pensaremos en Antonio Machado, en León Felipe

(“Y he visto:/
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,/
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,/
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,/
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,/
y que el miedo del hombre…/
ha inventado todos los cuentos...” ), en el poeta asesinado

(“... porque queremos el pan nuestro de cada día, /
flor de aliso y perenne ternura desgranada, /
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra/
que da sus frutos para todos”)

y en tantos otros… y otras que a veces no recordamos suficientemente. Tampoco habita nuestro olvido sobre las puñaladas por la espalda que algunos dieron a la II República. Recordaremos las cínicas políticas de las “democracias occidentales”, la hipocresía antihumanista de la no intervención, y la decisiva solidaridad de los pueblos de la Unión Soviética y de México y de otros lugares y países del mundo.

Recordaremos a Norman Bethune, a César Vallejo, la “España en el corazón” de Pablo Neruda

(“Chacales que el chacal rechazaría,/
piedras que el cardo seco mordería escupiendo, /
víboras que las víboras odiaran!/
Frente a vosotros he visto la sangre /
de España levantarse/para ahogaros en una sola ola /
de orgullo y de cuchillos!”).

Pensaremos con emoción en el Winnipeg y en los amigos chilenos, Salvador Allende entre ellos (“La historia es nuestra y la hacen los pueblos”), en los que fueron a recibir a nuestros refugiados republicanos. Pensaremos también en los exiliados (estos sí, de verdad) y en las duras condiciones de su exilio. Recordaremos Argelès-sur-Mer (Argelers) y yo pensaré en Eduard Rodríguez Farré (y también en Álvaro Iglesias Barriga, el abuelo paterno de mi esposa-compañera). También en los presos políticos (también estos de verdad), y en las gentes que se confiaron por no haber participado en actos violentos y fueron asesinados en tiempos de posguerra (que fueron propiamente de guerra), durante diez o quince años, en Barcelona, por ejemplo, en el Camp de la Bota, sin ningún miramiento, sin piedad, sin ninguna compasión (José Arnal, no Josep Arnau, por ejemplo). Recordaremos, admirados, a aquellos luchadores antifascistas que siguieron combatiendo el fascismo en Europa, que liberaron París, prisioneros algunos de ellos en campos de concentración y exterminio donde tantos y tantos perdieron sus vidas. Pensaremos en Montserrat Roig y en otras escritores que nos hicieron conscientes de ello. Recordaremos el Movimiento Democrático de Mujeres, como recordamos también a las Mujeres Libres.

Rechazaremos infundios -que duelen en lo más hondo- como la falsa afirmación de una guerra española contra Cataluña. Recordaremos toda las personas, todos las compañeras y compañeros que lucharon, casi desde el primer momento, en una España llena de falangistas, tradicionalistas, militares fascistas y aguiluchos, en todos los que dedicaron tiempo, esfuerzo e incluso su vida con el objetivo de traer de nuevo una República federal de trabajadores a nuestro país. Una República para todos, una República que nos uniese en nuestras diversas diversidades. Recordaremos, conviene hacerlo para no equivocarnos, los días de la abdicación del Borbón corrupto y como aquí, en Barcelona, en la plaza de Cataluña y de los indignados, mientras unos hablábamos de la III República, otros (ERC y grupos de Revolta global) hablaban de República catalana, sin relación alguna con el sentimiento republicano que irrumpió en muchos lugares de España (a pesar de la dura represión borbónica sufrida). Un sentimiento, una tradición, que nada tiene que ver con falsas repúblicas de opereta que nos rompen por la mitad y aspiran a levantar muros entre nosotros y nuestros hermanos, mientras dicen, publicitan y cuentan que esas, las suyas, son finalidades democráticas y revolucionarias (Higinio Polo: “esa “república” teatral y falsaria que proclamaron lo único que ha hecho ha sido dañar a la reivindicación de la República, favorecer a la monarquía, poner dificultades a la imprescindible y necesaria III República española”).

No en nuestro nombre, no en nombre de una tradición que ellos, los que ahora se dicen republicanos, apenas han cultivado mientras otros, que ellos nunca han considerado (ni incluso en actos conjuntos), hemos intentado llenar calles y plazas en este día, tan nuestro, recordando lo que es parte de nuestra historia común, de la historia de todos. También de ellos aunque quieren arrojarla a la cuneta de la historia cuando afirman, sin matices ni miramientos, que España -el estado español dicen en su lenguaje ofensivo- siempre ha sido un país de fachas, carcas y corruptos, no como su país, que quieren para ellos y en exclusiva, más culto, más moderno, más democrático, más justo, más de todo. Nos han contado todos los cuentos y no queremos más cuentos falsarios. No queremos ser piedras de ninguna iglesia ni de ningún palacio ni de ningún centro de poder. Solo guijarros humildes de carreteras. No padecemos verbo (logo) fobia ni gefidrofobia. No tenemos miedo a las palabras ni a transitar por los puentes de nuestros caminos, que queremos compartir, pero no estamos dispuestos a hablar de cualquier forma, insultando a veces, distinguiendo entre los que vivimos más acá del Ebro, dicen sin saber lo que dicen, de los que viven más allá, los que han llamado murcianos o xarnegos cuando ha venido a nuestra tierra a desempeñar, la mayor parte de las veces, los trabajos más duros, los más ingratos, los menos considerados, los peor remunerados. Los trabajos de los que nunca hablan. No están en su mundo.

Seguir https://www.rebelion.org/noticia.php?id=240303

lunes, 9 de abril de 2018

Josep Renau. La obra malograda (más bien denigrada y perseguida) del hombre que salvó el tesoro artístico español. Su identificación con el temible (?) régimen de la RDA (no) explica el olvido de Josep Renau, protagonista de un nuevo documental

La obra de Josep Renau, el hombre que salvó el tesoro artístico español, languidece, peligra o ha desaparecido. Como director general de Bellas Artes de la República, Renau encargó el Guernica a Picasso y organizó con éxito la puesta a salvo de las joyas del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, El Escorial y la catedral de Toledo en refugios alejados del frente de la Guerra Civil, como las Torres de Serrano de Valencia. Su identificación con el temible (?) régimen de la República Democrática Alemana explican en gran medida (Intentan justificarlo pero no explican nada) el escaso reconocimiento del que ha sido objeto y el malogrado destino de sus murales, fotomontajes y otras creaciones, que transitaron entre el dadaísmo alemán, el constructivismo ruso y una versión subvertida del arte pop.



Renau se labró* una biografía de película y pasó la mayor parte de sus últimos años en pijama, bebiendo café y fumando de forma compulsiva, sin dejar de trabajar en su casa de Alemania oriental, el país donde murió en 1982. Fue un tipo complicado*. Fernando Bellón, autor de una voluminosa biografía del artista, lo resume de forma cruda: “En lo político era un anarcoestalinista de acero (total nada!!!), café, copa y puro. En lo profesional, un técnico muy cualificado y versátil. En lo personal, era una persona seductora, pero despótica e inaguantable*”.

Nacido en Valencia en 1907, el posicionamiento político llevó a Renau a defender primero la República y a instalarse décadas después en Alemania del Este, de cuyo régimen nunca renegó pese a que la censura comunista rechazó algunos de sus diseños por no reflejar suficiente ideología. Aquella fidelidad ha marcado la imagen que el artista proyecta desde la caída del muro de Berlín en el país que lo acogió. Varios de sus más espectaculares murales, como La conquista del cosmos, realizado para la sede de la televisión de la RDA, La juventud marcha hacia el futuro, y España hacia América (este pintado en México) han sucumbido, (esa es la palabra? o en realidad los han destruido) y otros están en riesgo de desaparecer.

“Renau cayó con el Estado”, afirma Oliver Sukrow, historiador del arte especializado en Renau en El arte en peligro, un documental sobre la vida del creador español dirigido por Eva Vizcarra y producido por Endora, del que proceden los entrecomillados de este artículo. “En general, en Alemania se sospecha (tampoco es la palabra, más bien se destruyen estas obras y en cambio, por ejemplo, se llena Berlín de osos de plástico en colores,... que serán muy modernos pero no dicen ni evocan nada, ni de la Historia ni de la realidad alemana de ayer ni de hoy) de la mayoría de obras de este tipo”, agrega Philip Kurz, gerente de la fundación cultural Wüsterot.

La visibilidad relativamente baja del autor de la celebrada serie American way of life es atribuible también a su negativa (ya estamos culpando a la víctima, la eterna canción), que dejó grabada a modo de testamento, a que su obra fuera expuesta en un museo. O, todavía menos, a que se abriera un museo Renau, según explicó al editor Eliseu Climent y al artista Doro Balaguer en sus visitas a Valencia, que se hicieron frecuentes durante la Transición. Él aspiraba a que sus trabajos fueran mostrados en fábricas (¿se hizo?). Y consideraba el mural la forma más perfecta de arte. Renau entregó finalmente buena parte de sus creaciones y su archivo a una fundación —aunque la fórmula tampoco le convencía— que lleva su nombre y que los depositó, a su vez, en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), en cuya cámara acorazada se conservan.

Tampoco (por qué?) ha recibido reconocimiento oficial el hombre que, según recuerda Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes, logró con ayuda de otros pocos intelectuales levantar en tiempo récord el pabellón español en la Exposición Internacional de París de 1937, involucrando para ello a los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa, y a pintores y escultores como Picasso, Miró, Alberto Sánchez, Julio González y Alexander Calder. Ni hay mención (¿por qué? Tan difícil es poner una placa con la mención?) en el Museo del Prado a su papel en la protección de sus fondos durante la guerra, que Miguel Cabañas, jefe del departamento de Historia del Arte y Patrimonio del CSIC, califica de muy relevante.

En una entrevista con Televisión Española, ya mayor, Renau recordaba aquel episodio. “Es el trabajo que más me satisface de los que he hecho y el que menos tiene que ver con mis principios. Hubo algunas destrucciones, pero se salvó la parte sustancial del tesoro artístico español. Las obras del Museo del Prado están en su sitio y pudieran no estar ahí, no existir. Ese tesoro es del pueblo español, sea quien sea quien lo dirija”.

CARTELES Y MUJERES DESNUDAS
Un ejemplo de la distancia que las Administraciones han guardado con Renau puede observarse en el techo del cuarto de baño de una casa de la calle Caballeros, la más noble de Valencia. El único fresco que se conserva en España del artista, pintado en estilo art decó, ha sido hasta ahora ignorado por las autoridades. Renau, hijo de un profesor de la Escuela de Bellas Artes San Carlos de Valencia, lo pintó en 1932 para un matrimonio burgués, a pesar de que ya militaba en el Partido Comunista (será esta la causa de tanta injusticia y olvido con su persona? No sé por qué creo que por ahí van las cosas, ... el olvido, la destrucción de su obra y la ignominia.).

No fue su único trabajo de supervivencia. Tras llegar a México como exiliado para pintar con el muralista Siqueiros, Renau hizo numerosos carteles de películas producidas en la España franquista. Y al llegar a la RDA, tuvo que dibujar caricaturas políticas en televisión, algo que detestaba. Renau, que cobró mucho dinero (lo dudo, entre otras cosas, la moneda apenas tenía valor y los sueldos eran bajos en comparación a occidente, el arte no se comercializaba como en el mundo occidental) en Alemania oriental por su trabajo y como víctima del fascismo, dedicó en la recta final de su vida muchas horas a enseñar a alumnos de forma altruista y a hacer fotomontajes de mujeres jóvenes desnudas.

https://elpais.com/cultura/2018/02/26/actualidad/1519661590_092124.html

P. D. El artículo deja mucho que desear y desde luego no le hace justicia al artista, por el contrario le tira a dar y a denigrarlo. ¿Tal vez porque defendió siempre a la II República, fue el director de Bellas Artes que protegió El Prado durante la Guerra Civil (de los bombardeos indiscriminados contra los ciudadanos civiles de Madrid y sus monumentos, los que se autotitulaban nacionales pero traían extranjeros al pais para matar a españoles) y encargó el "Guernica"?

Más opiniones sobre la RDA aquí.

Más aquí.

domingo, 25 de marzo de 2018

_- La buena nueva, película pasada el viernes 23 de marzo, en la 2 de tve y que me impresionó vivamente.

_- Una película que me sorprendió gratamente, sobre nuestra guerra, llamada civil, dirigida por una mujer y que retrata verazmente lo que fue en realidad la llamada por los sublevados "Cruzada Nacional". Y que ni fue nacional (pues participó Alemania, Italia, Portugal y mercenarios marroquíes, sin cuya ayuda y la falta de armamento del ejercito legal, la derrota de la República no habría sido posible. Ni fue cruzada por la participación de mahometanos,...
Un film totalmente recomendable, para ver, estudiar y dialogar sobre él.

“En el tema de la Guerra Civil no hay que buscar venganzas, pero sí recordar a quienes fueron valientes”
Helena Taberna Directora de cine

ANA OLIVEIRA LIZARRIBAR

IRUÑEA. Alegre y vitalista en su vida cotidiana, Helena Taberna prefiere para su cine historias hondas que contribuyan a horadar siquiera milímetros en las profundidades que encierra la existencia.Y con La buena nueva lo ha vuelto a hacer. En un intento de arrojar luz a un período oscuro de la historia reciente de Navarra, la directora retrata el drama de quienes se convirtieron en héroes a su pesar y lo hace a través de “una hermosísima historia de amor” y de la convicción de quien cree que, aún en las situaciones más duras y tremendas, si uno se esfuerza se puede encontrar belleza. Y la belleza “nunca estorba y siempre conmueve”, afirma Taberna, que en este caso también hace las veces de productora de la película, con el riesgo que ello conlleva, así que agradecería que “esta vez el Gobierno de Navarra síme apoye”.
Quedan apenas unos días para dar comienzo al rodaje de su segundo largo de ficción, y parece que ya lo tiene casi todo atado, escenarios incluidos.

Sí, la fase de preparación está siendo muy intensa. Estoy encantada porque hemos encontrado unas localizaciones espléndidas, con una presencia especial del gris en distintos lugares como las piedras de la plaza de Leitza, las de la casa del cura, la cantera de Aldatz... Hemos encontrado una iglesia preciosa en Itxaso (Gipuzkoa), que esunrareza, porque conserva el púlpito y tiene unos frescos iguales a los que imaginamos en el guión.

Llegados a este punto, seguramente tendrá ya ganas de lanzar el primer ‘¡acción!’

Ganas y susto (risas). Sí, porque el rodaje es, por supuesto, muy importante, pero esta vez de alguna manera siento que esta película es más mía que otras, porque no solamente he escrito el guión con Andrés Martorell, sino que estoy implicada en toda la producción como empresaria, y por eso tengo más capacidad de decisión, lo cual supone más responsabilidad, pero también más placer, ya que puedo incidir en los aspectos estéticos y artísticos de la película.

Después de Yoyes, aborda un proyecto diferente en la época y el tema concreto, pero también reconoce que ambas historias guardan similitudes, ¿el cineasta, como cualquier artista, en el fondo apuesta siempre por el mismo tipo de relato?

Eso se suele decir, y en parte puede que así sea, porque, en el fondo, los temas que te interesan siempre están ahí. Una escritora de cine que sigue mi carrera leyó el guión y me dijo que en ambos proyectos está presente la lucha entre la libertad individual y el compromiso social. Y es cierto que es un tema que mí me importa mucho: esa posibilidad del individuo de volar solo sin alejarse demasiado de los demás, y que el compromiso con ellos nunca suponga una losa para él. Y puede que, en efecto, estos elementos estén presentes en mi trabajo, porque, al final, las pasiones humanas son eternas y siempre estamos contando historias en las que el amor y el odio ocupan un lugar fundamental.

También es cierto que tanto en Yoyes como en La buena nueva, la ficción parte de hechos reales. Teniendo en cuenta, además, su faceta como documentalista, está claro que la realidad le interesa como foco generador de historias.

Me gusta la realidad, y fantasear a partir de ella. De hecho, en este caso la ficción está más presente, ya que Yoyes sí era un personaje real y Miguel, el cura que protagoniza La buena nueva, no. Tiene elementos de mi tío, pero he tenido total libertad para construir personajes y situaciones dentro, eso sí, de un marco histórico fiel a la época.

Hay una corriente de opinión que enseguida se muestra contraria a cualquier proyecto intelectual y artístico que aborde la Guerra Civil, por aquello de no revolver el pasado, dicen sus defensores. ¿Qué opina de estos postulados?

Si hiciésemos caso a esas opiniones, no hubiésemos podido disfrutar de una película tan bella como El laberinto del fauno, por ejemplo. Además, ese planteamiento contiene varias mentiras. Una de ellas es decir que a la gente no le interesan estas historias, porque, cuando se hacen bien, llenan las salas de cine.Y lo que está claro es que en una sociedad que realmente sea libre se debe hablar de todo. Respecto a este tema en concreto, creo que hace falta entrar a limpiar una herida que dura ya 70 años. Desde luego, soy prudente y sé que una película no lo puede hacer todo, pero sí quiero que esta película sirva de homenaje a quienes sufrieron en aquel momento y creo que mucha gente se va a sentir identificada y reconfortada al saber que su silencio, su bondad y su sufrimiento de tantos años va a tener un lugar en el cine y en la historia de nuestro pueblo.

Además, según ha comentado en alguna ocasión, esta historia, lejos de ser revanchista, quiere ser sanadora y dejar un lugar a la esperanza.

Por supuesto. No hay que buscar venganzas, pero sí recordar a esa gente que fue capaz de ser valiente. Además, creo firmemente en que el cine tiene una función catártica y que, por ejemplo, con Yoyes hubo una sanación de la mirada hacia ese momento y ese personaje. Y estoy convencida de que La buena nueva va a ser un proyecto que va a reconocer, y el reconocimiento siempre es bueno. Sería muy ambicioso por mi parte querer contar toda una época y unos acontecimientos, pero todo lo que cuento es verdad y habrá quien complete esta propuesta con su propia información y quien se identifique con la historia, porque hechos similares sucedieron en muchas partes. En mi caso,me hace especial ilusión que vayan a participar figurantes de Alsasua y que vayan a visitar el rodaje los chavales del instituto para saber cómo se hace una peli, pero también para conocer parte de su historia.Todo esto, como es lógico, dificulta la producción, pero no me importa, porque me apetece hacer un homenaje a las gentes que me precedieron y que han tenido que estar tantos años en silencio.

Ha mencionado a su tío, el sacerdote alsasuarra Marino Ayerra, autor del libro No me avergoncé del evangelio, ¿qué ha supuesto esta figura en su vida para que le sirviera de inspiración para su nuevo filme?

Es una figura muy atractiva desde el punto de vista dramático; una especie de héroe romántico que es capaz de llegar hasta las últimas consecuencias por defender aquello en lo que cree, que en su caso es el evangelio. Mi gran pena es no haberle conocido, recuerdo que en mi infancia existía un cierto silencio en torno a su persona, aunque había mujeres en Alsasua que me contaban el bien que les hizo su presencia. Por ello, y siempre desde el afecto, este personaje me llevó a conocer ese episodio tan terrible de nuestra historia y comprobar que entonces, además de los dos bandos, también hubo dos iglesias. Siempre me pareció un período interesante para retratar, de hecho ya estaba presente en mi primer trabajo, Alsasua 1936, así que ahora, con madurez y sintiéndome más cineasta, me ha parecido que era el momento de hacerlo.Yeso que el proyecto es ambicioso y tiene dificultades de todo tipo... Parece que tengo tendencia a cosas que no son precisamente fáciles (risas).

¿Dónde reside esa ambición?
Me interesa contar bien el contexto histórico, y para eso, como es lógico, hace falta dinero: tienen que estar los figurantes adecuados, los desfiles deben ser correctos, el vestuario...Y tengo que decir que dispongo de un equipo estupendo que lo está gestionando todo muy bien. Me tranquiliza saber que llevo un gran soporte detrás y que ya se han localizado todos los escenarios, porque creo que los espacios son importantísimos, cuentan muchas cosas.

Y el reparto resulta fundamental para la credibilidad de una historia. ¿Por qué se decidió por Unax Ugalde?
Es un actor excelente, pero, sinceramente, al principio no pensaba que pudiera contar con él, porque está en un nivel muy alto. Hizo Alatriste, pronto estrenará El amor en los tiempos del cólera y ahora mismo tiene proyectos para elegir por todo el mundo.Pero el no ya lo tenía, así que, como creía mucho en mi historia y sabía que los buenos actores suelen tener la sensibilidad suficiente como para detectar un proyecto interesante, le cité a tomar un café y, si ya me gustaba en el cine, en persona mucho más.Le entregué el guión justo un día antes de se fuera a rodar a Londres y me llamó antes de las 24 horas, cosa que me encantó porque yo soy muy apasionada y me gustó que siguiera sus impulsos. Me dijo que el guión le había conmovido y que hacía la película seguro.Es más, me confesó que ya antes de reunirnos conocía parte del guión a través de Gorka Aginagalde, que hará el papel de Hugo, el antagonista, porque ambos son muy amigos y cuando Gorka fue a hacer la prueba a Madrid, durmió en casa de Unax, que le ayudó a ensayar su parte.

¿Y el resto del reparto?
Estoy muy contenta, porque están entrando actores de primer nivel con una generosidad sin límite.Por ejemplo, a Guillermo Toledo le ha gustado tanto el proyecto que trabajará en condiciones especiales.Y los ensayos han sido una delicia. Bárbara también está genial y funciona muy bien con Unax.

Con Yoyes, primero, y con Extranjeras, después, ha visitado medio mundo de festival en festival, ¿le gustaría repetir experiencia con La buena nueva? ¿Para cuándo el estreno?

Me gustaría llevarla al Festival de Berlín de 2008, y creo que podrá verse en cualquier país porque es una historia universal. Con Yoyes pensé que sólo iba a interesar a gente de mi generación y que conociese la historia del País Vasco y resulta que gustó en los sitios más insospechados. Si aciertas y la película tiene esa verdad y ese pálpito universal, llegará a todo el mundo. No hay nada más universal que lo que sale del propio corazón y de las vivencias de uno.

Pero antes de hablar de estrenos, lanzarse a producir y dirigir una película hoy en el cine español es, cuando menos, todo un riesgo teniendo en cuenta cómo están las cosas.

Es todo un riesgo, así que estoy esperando a ver si esta vez el Gobierno de Navarra se decide a apoyarme con una cantidad significativa como ha apoyado antes otros proyectos similares. Su ayuda nos es imprescindible para culminar con éxito La buena nueva.

Lo que está claro es que Helena Taberna está entregada a este proyecto como antes lo hizo con otras historias que, de algún modo, sentía la necesidad de contar. ¿Cree en el compromiso del artista, del creador, con un tiempo y una sociedad?

Me asusta hablar del compromiso como una carga. Yo me veo comprometida sobre todo con la vida, soy una persona vital y apasionada, y entiendo que la vida en plenitud consiste en ver las luces y las sombras, y creo que un cineasta debe estar al lado de la sombra para reconfortar a la gente, reconociendo su dolor y transformándolo en arte, sublimando, así, la existencia.

https://web.archive.org/web/20080508142639/http://www.deia.com/es/impresa/2007/05/07/bizkaia/kultura/362451.php?print=1

sábado, 17 de marzo de 2018

El Guernica Andaluz

El Guernica Andaluz
Rafael Calero
Rebelión

Al activista social y poeta malagueño Paco Doblas lo conocí en Moguer, Huelva, la tierra del genial Juan Ramón Jiménez, en el caluroso verano del año 2016. En aquellos días se celebraba la XVIII Edición de los Encuentros Poéticos Voces del Extremo, que el poeta Antonio Orihuela dirige y coordina cada año en su pueblo natal, auspiciados por la fundación Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Durante aquellos días tuve ocasión de charlar alguna que otra vez con Paco y sobre todo, tuve ocasión de escucharlo declamar sus versos, con esa forma tan personal, tan llena de música, tan hermosa, que el poeta malagueño tiene de decirlos. Algunos meses más tarde, a comienzos de octubre de ese mismo año, nos volvimos a juntar una mañana de sábado. Esta vez el lugar era La casa invisible, ese espacio libertario y mágico que está en el corazón mismo de la ciudad de Málaga, a tan solo unos metros del Museo Pablo Picasso de la capital andaluza. Esta vez nos encontrábamos en torno al lema “Poesía y Activismo Social” en unas jornadas que el actor y poeta Alejandro Ruíz Morillas se sacó de su chistera de mago de la palabra poética y donde gente de distinto pelaje (poetas, activistas, trabajadores de la hostelería, de la enseñanza, etc.) nos juntamos a teorizar sobre la relación entre el binomio poesía/activismo social.

Visto con la distancia que da el tiempo, creo que era inevitable que el camino de Paco y el mío se cruzaran en algún momento y en algún lugar. Y es que dedicándonos los dos a esto de la poesía, y además haciéndolo desde los mismos planteamientos ideológicos y estéticos era harto difícil que nuestros destinos no se cruzaran.

Y es que, tanto Paco Doblas como yo, nos movemos por los mismos parámetros estéticos e ideológicos. De esta manera, tanto su poesía como la mía, se pueden encontrar en las mismas antologías, por ej, poemas de ambos se pueden leer en “Disidentes”, la magnífica antología poética de poesía crítica que realizó Alberto García Teresa hace un par de años y los dos hemos tratado, de una manera preferente, el tema de la recuperación de lo que se ha dado en llamar Memoria Histórica en nuestras obras. Yo lo hice con mi libro El llanto, la sangre, el fuego (Relatos y Poemas de la Memoria) y él con su libro El Guernica Andaluz,un libro extraordinario que estos días vuelve a ser reeditado con el añadido de 4 extensos poemas.

El Guernica Andaluz es el trabajo conjunto de tres creadores: Paco doblas, poeta; Leonor Jiménez, directora de La historia del silencio documental que acompaña al libro; y Antonio Zamorano, que se ha encargado de ilustrar los poemas de Doblas. Así pues, El Guernica andaluz es el homenaje de estos tres creadores malagueños a toda aquella gente que en el invierno de 1937 vivió uno de los peores momentos, por cruel, por sanguinario, por inhumano, de toda la contienda civil, cuando miles de mujeres y hombres, niños y niñas, ancianos y ancianas, se vieron obligados a desplazarse, principalmente a pie, desde la ciudad de Málaga, que había sucumbido al ataque y al cerco fascista, hasta la de Almería que aún se mantenía en manos del legítimo gobierno republicano. Como digo, miles de personas se vieron obligados a iniciar un éxodo, a pie, sin comida y sin ropa, sin calzado preparado para tan largo camino, en fin, en las peores condiciones que imaginarse puedan, y encima siendo bombardeados y cañoneados desde el aire y desde el mar por la aviación italiana y por los buques de guerra franquista. Un holocausto en toda regla que, a día de hoy, tenemos la obligación moral de recordarlo para que nunca jamás se vuelva a repetir algo tan criminal como lo que ocurrió en aquellos días aciagos.

Y eso es lo que han hecho tanto Paco Doblas con sus poemas y sus versos, como Leonor Jiménez con su documental y Antonio Zamorano con sus ilustraciones: denunciar que en aquella guerra (y en todas las guerras que han sido, son y serán) la población civil se llevó la peor parte. Y un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió en la carretera Málaga-Almería.

Conviene recordar todos estos acontecimientos hoy, en este mismo momento, cuando miles de personas huyen de sus países en guerra, y esperan en las fronteras de esta Unión Europea de los mercaderes y los insolidarios, porque, como digo, sus países son víctimas de guerras que, en la mayoría de las ocasiones, han sido promovidas, auspiciadas y financiadas con el dinero de los contribuyentes europeos o estadounidenses.

Voy a terminar esta breve introducción tomando prestadas unas palabras que el poeta y profesor Miguel Ávila Cabezas escribió a propósito de mi libro El llanto, la sangre, el fuego, y que vienen como anillo al dedo aplicadas a El Guernica andaluz ya que esta gran obra de Paco Doblas “nos restituye limpiamente la voz de la memoria que tanto se ha intentado, y aún hoy, en aras de una torticera conciliación histórica, se intenta cercenar, acallar, hacer abortar para que la verdad, la pura verdad de aquella masacre y represión planificadas nunca salga a la luz desde el fondo letal de las incontables cunetas y fosas comunes, de tantas cárceles, campos de concentración y calabozos que jalonan el dominio del horror y el oprobio.”

Tengo que acabar dando las gracias a Paco, a Leonor, a Antonio, y a todo las mujeres y hombres que han contribuido a poner en pie este proyecto, porque está muy claro que mientras haya personas que sigan luchando porque la capa pesada y negra del olvido no se lo trague todo, aún hay esperanza.

jueves, 25 de enero de 2018

_- Un siglo de Marcelino Camacho

Público.es

“Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”


Estos días de enero Marcelino Camacho hubiera cumplido cien años. Un siglo de lucha, dignidad y compromiso, tres de las características definitorias de la trayectoria vital, sindical y política del sindicalista y militante comunista soriano. Conviene recordar especialmente en estos tiempos a figuras imprescindibles del movimiento obrero de nuestro país como Camacho, y la conmemoración de su centenario se antoja como una oportunidad de oro para reivindicar la vigencia de los valores que él defendió durante toda su vida. Desde aquí quiero aplaudir la iniciativa de su sindicato, CCOO, y sus partidos, el PCE e Izquierda Unida, de organizar diversos actos con motivo de la efeméride. La ocasión lo merece.

Cuatro notas biográficas: Marcelino Camacho fue un trabajador metalúrgico, hijo de ferroviario, comprometido desde muy joven con los valores de izquierdas. Luchó defendiendo a la República durante la Guerra Civil. Sufrió en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. Organizó las Comisiones Obreras en la clandestinidad y fue su primer secretario general, cargo que desarrolló hasta 1987. También fue diputado por el PCE en las Cortes Generales en la legislatura constituyente y en la primera legislatura de la restauración democrática, hasta su dimisión a principios de 1981.

Cierto es que las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos y que el mantra del fin de las ideologías ha ido calando en amplios sectores de nuestra sociedad, pero para combatir determinados discursos es conveniente armarse de argumentos y reivindicar el legado de personas como Marcelino Camacho, estandarte de una generación que nos ha ido dejando pero cuyo recuerdo debe permanecer más vivo que nunca. Se dice que esto ya no va ni de izquierdas ni de derechas. Se insiste en que no hay clases sociales y se machaca a los jóvenes insistentemente con la idea de que el paraíso está en el consumo y el individualismo. Háztelo tú. Todo está en tu interior. Si quieres puedes. Los sindicatos están anticuados, ya no sirven. Los políticos son todos iguales…

Pero si algo ha demostrado la tozuda historia de la humanidad es que si las personas no nos agrupamos y organizamos para conseguir nuestros objetivos comunes las élites del poder siempre llevarán las de ganar. Y sabemos que van ganando aunque nosotros seamos más. Esto Marcelino Camacho y muchos militantes de su generación lo tuvieron meridianamente claro, y de ahí la importancia del movimiento obrero (y especialmente el PCE y CCOO) durante la larga noche del franquismo, algo que interesadamente poco a poco va desapareciendo de los libros de historia. Sin su lucha, sin su sacrificio y sin su trabajo muchas de las conquistas sociales de nuestro país nunca hubieran llegado. Porque, a pesar de lo que muchos creen, no llegaron gratis.

Y conviene tener presente que aún quedan muchas conquistas pendientes, máxime en tiempos de retroceso, corrupción y expolio. Conviene recordarlo ahora que empieza a calar cierto discurso desde la izquierda que reniega del papel del PCE o CCOO en la Transición. Sí, quizá las cosas se pudieron hacer mejor, de eso no hay duda, pero hoy jugamos con ventaja cuando decimos que se cedió demasiado en aquellos tiempos tan complicados y violentos, con una correlación de fuerzas extraordinariamente favorable a los sectores conservadores y herederos del régimen totalitario de Franco. No digo que se estén despreciando los años de cárcel, torturas, exilio y sufrimiento de personas como Marcelino Camacho, pero quienes nacimos ya en los ochenta o incluso más tarde tenemos la obligación de ponernos en el sitio de aquella generación heroica que se lo jugó todo por nosotros. Todo, también la libertad y la vida. ¿Cuántos hoy estaríamos dispuestos sinceramente a ello? Por eso creo que cuando hablamos hoy de presos políticos o exilio debemos ser muy cuidadosos, recordar a esta generación y huir de la frivolidad velozmente. Y no todo el mundo lo hace.

Hoy me pregunto qué pensaría Marcelino Camacho de la situación política que nos está tocando vivir. ¿Qué pensaría de todo lo que estamos perdiendo las clases populares en los últimos años? ¿Cómo reivindicaría la vigencia de sus ideales de juventud? ¿Qué pensaría de las victorias de las derechas y la falta de entendimiento de las izquierdas? ¿Qué papel jugaría en la construcción de Unidos Podemos y la unidad de la izquierda transformadora en las Españas? ¿Qué pensaría de Catalunya y de cómo cierta izquierda ha antepuesto la identidad nacional a la clase social, pactando incluso con la derecha? ¿Qué pensaría de Trump, del auge de la extrema derecha en Europa o del Brexit? Nunca lo sabremos, desgraciadamente. Y no seré yo quien aventure los supuestos pensamientos de alguien que ya no está entre nosotros.

Hoy debemos brindar todos por la memoria de Marcelino Camacho. Todos: sindicalistas de clase, comunistas y gentes de izquierdas en general los primeros, sí. Pero cualquier demócrata de convicción y corazón debe saber que tiene mucho que agradecer a aquella generación que Camacho representa como pocos. Porque aquellos valores que él defendía hoy tienen la máxima vigencia: la defensa de los derechos de la mayoría ante los injustos abusos de las élites del poder.
Miguel Guillén Burguillos es politólogo
Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/12375/un-siglo-de-marcelino-camacho/