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lunes, 2 de octubre de 2017

_- El desprecio racista de los "sabios".

_- Una de las características más bajas del pensamiento teórico de izquierda es que ubica los planteamientos, conceptos, análisis, tendencias y teorías que vienen del abajo profundo como parte del folclore de quienes no han sido formados en la academia.

De un plumazo o de un teclazo no sólo se empobrece la historia de la teoría emancipatoria, sino que se miente rotundamente sobre el origen de esa teoría.

No importa si uno es marxista o anarquista o sindicalista revolucionario o blanquista.

Siempre, las diversas teorías emancipatorias estuvieron vinculadas a procesos sociales que no tan sólo las permitieron, sino que las hicieron inevitables.

Así, por ejemplo, la Liga de los Proscritos —luego Liga de los Justos y finalmente Liga de los Comunistas—, estaba conformada por sastres, zapateros, relojeros. El conjunto de esos revolucionarios elaboraron sus teorías no en el medio académico (es más, muchas veces lo hacían en condiciones de hambre o en la cárcel), sino en medio de la gente común con la que trabajaban, práctica y teóricamente y, desde luego, en medio de grandes confrontaciones sociales: la revolución de 1830 en Francia, la revolución de 1848 en gran parte de Europa y, desde luego, la Comuna de París en 1871.

Por eso, Carlos Marx acuñó una frase que todavía hoy causa escozor a muchos comentaristas de la lucha social:

Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas. ("Carta de C. Marx a W. Bracke".Londres, 5 de mayo de 1875. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/c5-v-75.htm ).

Todo esto viene a cuento porque un grupo de comentadores de la realidad, cuya actividad práctica se reduce a atravesar con temor la avenida Eje Central, de la ciudad de México (no sin antes pedir ayuda a alguien porque la gente les provoca asco), desde las redes sociales (aquí se ubica la zona de su praxis) se han sumado al coro de ataques contra el zapatismo, en especial contra el Subcomandante Insurgente Moisés. Su “argumento” —que sería risible si no fuera tan deshonesto— consiste en señalar que él no es realmente anticapitalista (con un dejo bondadoso, este sí muy chic, señalan que... lo puede ser, siempre y cuando estudie y entienda el profundo significado de la ley del valor y de la fetichización de las mercancías).

Uno se podría preguntar: ¿Desde qué ladrillo se ubican esas personas para hacer esta crítica? o ¿cuáles son sus bases teóricas y prácticas para hacer esta crítica?

Desde luego, no es extraño que ahora se sumen al coro antizapatista, tampoco que ubiquen lo fundamental de su crítica con una gran dosis de desprecio racista. La fila es larga. En la práctica, comienzan el camino de Octavio Rodríguez Araujo y escriben su versión cool de “mi paso por el zapatismo”.

La elaboración zapatista, por lo menos la que se ha hecho pública, viene desde 1994. Ellos han planteado una serie de conceptos y categorías que, muchos años después, algún escritor famoso retoma, desde luego, sin citar el origen del planteamiento.

Están también quienes, en el colmo del atraso y el racismo, plantearon la idea de que el zapatismo estaba bien para la selva pero no para la polis. Que la polis era una sociedad compleja y no una simple como la indígena.

La idea era muy sencilla: el zapatismo no debe meterse en los vericuetos de los planteamientos teóricos, sino que debe construir sus Caracoles y quedarse en la selva sin opinar sobre temas candentes como neoliberalismo, mercado, capital financiero, crisis del Estado-Nación, fetichización de la mercancía (para quien quiera una explicación sencilla, pero profunda de lo que significa este último concepto le recomiendo el discurso del difunto Subcomandante Insurgente Marcos en Altepexi, Puebla, sobre las trabajadoras de las maquilas), acumulación por despojo, etcétera.

Pero resulta que sobre todos esos temas el zapatismo no sólo ha hablado sino que ha construido un método de aproximación que, por lo menos, tiene dos variantes:

1. Como ellos lo han dicho: su reflexión teórica es producto de su práctica.

2. Lo que ellos plantean no son juicios terminados ni teorías cerradas, tan queridas por esos que se llenan la boca de hablar de ciencia y no entienden que, desde el punto de vista histórico, la duda ha desempeñado una función saludable. Desde luego, hablamos de la “duda científica”, que ha servido para poner en tela de juicio las verdades reveladas. Entonces, para la ciencia, toda verdad para ser científica ha de ser refutable. Una verdad científica “indiscutible” es por consiguiente un oxímorón. Toda la elaboración teórica de las y loscompañer@s ha tenido como característica el “principio precaución”, que casi siempre va acompañado de la siguiente idea: “bueno, así la vemos nosotros, pero quién sabe cómo la vean ustedes”. Ellos analizan los procesos económicos, sociales, políticos tratando de ubicar las tendencias que ahí se expresan. Y hay que decirlo: casi todas esas tendencias por ellas y los señaldas se han evidenciado como realidades.

¿Por qué esa precaución? Creo que hay tres razones:

a) Son modestos y su forma de explicar las cosas no tiene la pedantería de los teóricos de buró.

b) Parten de un principio ético que, en este caso, es profundamente ajeno no sólo a los teóricos de las redes sociales sino a los intelectuales de la academia, los cuales nunca o casi nunca se hacen responsables de lo que escriben. Una semana se expresa una idea, la realidad demuestra un día después que todo el planteamiento fue equivocado, y no se retoma el análisis para señalar explícitamente el error o el horror, sino que se pasa al siguiente tema sin el menor rubor. En cambio, para las y los zapatistas su palabra tiene valor. Por eso cuando escriben o dicen algo, ese algo ha sido producto de un largo proceso de reflexión y no de la ocurrencia del momento. Y, por eso, ellas y los otros se hacen responsables de lo que dicen.  No se olvidan de lo que dijeron, lo tienen presente y le dan seguimiento a esa tendencia señalada, ve  n si otros tienen otras ideas y luego, por medio de la práctica, saben quién tuvo razón. Pero, sin embargo, eso no los lleva a cantar victoria ni a mostrar superioridad. Una nueva tendencia se abre frente a sus ojos y recomienzan todo el proceso.

c) Como su reflexión teórica es producto de su práctica, pues entonces tienen que estar confrontando permanentemente esas tendencias que señalan con la realidad.

Le dejan a otros la soltura con la que descalifican a todo un movimiento que, cuando se había decretado el fin de la historia, la construcción de un “nuevo orden mundial”, cuando la resignación se había engalanado cubierta de cinismo, dijo ¡NO! y ¡Ya Basta!

Luego se han dicho frases tontas como que el zapatismo es un “eticismo chic” o que no son del todo anticapitalistas (independientemente de que así se definan) porque no entienden la teoría del valor y la fetichización de las mercancías.

Los que han dicho esto último no se caracterizan por ser unos estudiosos serios de los trabajos de Marx. Nunca han leído las obras fundamentales del marxismo, sólo buscan estar a la “moda” sin saber que, como dijo Walter Benjamin:

La moda tiene un olfato para lo actual, donde quiera que lo actual dé señales de estar en la espesura de los antaño. La moda es un salto de tigre al pasado. Sólo que tiene lugar en una arena en donde manda la clase dominante (Walter Benjamin: Tesis sobre la historia.   https://marxismocritico.com/2013/05/31/tesis-sobre-la- historia-y-otros-fragmentos/)

Entonces, interpretan a Marx a través de las gafas de Robert Kurz (muerto en 2012). No me interesa en esta ocasión discutir las tesis de Kurz, que además de cosas muy interesantes, destilan un pesimismo producto de alguien que vomita desprecio hacia la gente común, la que vive, crece y se relaciona en las calles o en los campos. De aquél que nunca habla con la gente común ni busca encontrar un piso común con ella, no busca entenderla, más aún, tampoco la ve.

Pero me llama la atención que estas personitas se agarren de Kurz para criticar a las y los zapatistas y “demostrar” por qué no son realmente anticapitalistas —bueno, que todavía no lo son y que a lo mejor algún día, si les hacen caso a ellos (no lo dicen pero se sugiere), lo llegarán a ser— y que pasen por alto algo fundamental: ¿Cuáles son las expresiones concretas, prácticas, del anticapitalismo zapatista?

Veamos con un poco de detalle el problema:
En una serie de párrafos memorables, el Subcomandante Galeano, a nombre de las y los zapatistas, en referencia a los discursos de cinco generaciones diferentes de mujeres zapatistas señala lo siguiente:

El zapatismo no puede ser explicado por sí mismo, necesita conceptos, teorías y pensamientos críticos para dar cuenta de sí mismo. Porque ustedes han escuchado o leído la maravillosa genealogía de la lucha de las mujeres zapatistas, sí, su heroicidad, sí, su terco empeño, pero faltó algo. Faltó la economía política porque esas rebeldía y resistencia pudieron crecer, desarrollarse y extenderse a lo que ahora nos sorprende y aterra, sólo cuando existieron las bases materiales que las concretaron. Fue hasta que las mujeres se fueron desprendiendo de la dependencia económica de los varones, que se pasó de la teoría a la realidad.

Fue hasta que surgieron sus cooperativas, sus proyectos propios, hasta que se apropiaron de la economía, que despegaron. Porque el trabajo incansable de las Ramonas, las Susanas y todas las mujeres zapatistas que malorientaron (ok, eso fue un desliz machito), que contagiaron a otras mujeres, y éstas a otras y así, pudieron hacerlo y pueden hacerlo porque no dependen económicamente de los varones.

Y déjenme decirles que esto fue posible sólo hasta que ocurrieron al menos dos hechos fundamentales: el uno, el cambio en la propiedad de los medios de producción, y el otro la toma y ejecución de sus propias decisiones, es decir, la política. Al explicarles esto, he usado las herramientas de la economía política. Sin ellas, ustedes podrían llegar a pensar que todo fue y es una cuestión de voluntad, de firmeza, de compromiso, de militancia.

En las ciencias exactas y naturales funciona el llamado Principio del Tercer Excluido. Bueno, en realidad dice “Tercio Excluido”, pero los “Tercios Compas” somos zapatistas y resistimos. Este principio es muy sencillo: una cosa no puede ser y no ser.

Es decir, en condiciones idénticas una premisa siempre tendrá una y sólo una conclusión.

En las ciencias sociales es tal el ritmo vertiginoso de la mutación en las condiciones de las premisas que, cuando el teórico llega “loco de contento con su cargamento” a la realidad, ésta ya se ha modificado.

A menos que sea un cínico que sólo quiera mantener la beca o la plaza, el pensador crítico tendrá que ir y venir continua­mente de la realidad a la teoría, de tal forma y con tal celeridad que no es de extrañar que luego se maree y vomite. Pero el científico social no tiene por qué rehacer todo, qué más quisieran en las redes sociales y en los medios de paga o no. El científico social no vuelve a descubrir el fuego cada vez que quiere dar cuenta de los múltiples incendios que crecen y se extienden en la realidad social. Parte él de un marco teórico, de unas ideas fundamentales, de unos conceptos científicos, de teorías base.

Por ejemplo, en la ciencia de la economía política, la teoría del Valor, o la teoría que nos orienta a buscar las explicaciones generales en las bases materiales. Partir de la propiedad de los medios de producción, circulación y consumo de mercancías (nosotros hemos agregado “los medios de despojo”, por lo que explicaré luego), y de las relaciones sociales de producción que esa propiedad impone.

Esas teorías, esos conceptos ¿son sólo buenas intencio­nes, ocurrencias, ideologías más o menos estructuradas? ¿Sirven para explicar una realidad? Por ejemplo, ¿se puede explicar la genealogía del sistema capitalista sin el concepto de mercancía, sin la teoría del valor? O de forma más provocadora: ¿se puede explicar a cabalidad el nacimiento y desarrollo del capitalismo con conceptos y teorías contrarias y contradictorias a las de la economía política? (El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista. Tomo 1)

¿Así que todavía les falta para ser anticapitalistas? ¿Así que tienen que leer a Kurz? ¡Ja!

En estos párrafos se ubican, desde mi punto de vista, por lo menos cuatro elementos fundamentales de la práctica y la teoría anticapitalista de las y los zapatistas.

Quienes pudimos escuchar la narración de las cinco compañeras zapatistas fuimos tocados profundamente por dicha narración. Lo que oímos fue la evidencia de la lucha por “el tránsito del dolor a la esperanza”. De la vida bajo el finquero a la construcción de nuevas relaciones sociales. Pero la narración no se llevó a cabo a partir de un discurso cerrado, duro y aburrido sino desde la perspectiva de aquéllas que cuentan, de manera completamente natural, su gran creación heroica.

Y luego el SUP, a partir de esa experiencia práctica crea y recrea una serie de conceptos claves:

a) Esto fue posible, sólo gracias a que se dio un cambio en la propiedad de los medios de producción.

Pero el cambio de propiedad se ha dado muchas veces en la historia, la peculiaridad es que no se trató de una estatización de los medios de producción sino de una socialización de los mismos. La diferencia no es baladí. El proceso de organización que ha permitido la creación de las nuevas relaciones sociales tiene como base material la apropiación social de los medios de producción, en especial de la tierra.

A partir de eso, todo cambia. Las leyes mercantiles como tales se modifican. Los nuevos dueños de los medios de producción deciden la forma, el tiempo, la estructura, los ritmos, todo lo que tiene que ver con el trabajo, el producto y la distribución del excedente social llevada a cabo con criterios sociales.

El trabajo deja de ser una relación social impuesta por intereses privados, que determinan las metas y las cadencias de la producción y que se apropian del tiempo de trabajo no pagado, para su beneficio personal.

Pero, igualmente, el trabajo deja de ser algo impuesto por una burocracia estatal que determina las metas y las cadencias de la producción y que, aunque distribuya un poco menos mal el resultado del tiempo de trabajo no pagado, se apropia de una parte fundamental desarrollando la corrupción y el proceso de conformación, a la larga, de una burguesía burocrática.

En ambas formas anteriormente señaladas de control de los medios de producción el resultado del trabajo no sólo no le pertenece a los productores directos, sino que son la base de la explotación y la dominación.

Pero, cuando los productores directos tienen el control del proceso productivo, gracias a que son los dueños de los medios de producción, entonces se hace realidad la idea axial de que la sociedad por la que luchamos es aquélla que está basada en “la asociación libre de los productores”.

b) Pero ese hecho no se ubica únicamente en una relación económica sino en algo igualmente profundo: “la toma y ejecución de sus propias decisiones”.Para los que les obsesiona la ontología, ¿aquí cuál es la diferencia entre el sujeto y el objeto? ¿Se puede separar? ¿Es posible construir otra relación social si la apropiación de los medios de producción no va acompañada de la “toma y ejecución de sus propias decisiones” por parte de los productores? ¿Se pueden tomar y ejecutar (por lo menos completamente) sus propias decisiones sin la apropiación de los medios de producción? ¿No estará aquí la base real del concepto de libertad? ¿No estará aquí la base real del concepto de dignidad? ¿No estará aquí la base real del concepto de democracia? ¿No es esto antagónico a la ley del valor y a la fetichización de la mercancía?

c) ¿Y la ley del valor? ¿Y la fetichización de la mercancía? Si cambian las relaciones sociales de producción y si la comunidad (no un patrón, no el Estado, no el gobierno, no un burócrata, tampoco un revolucionario) decide la forma que van a tener las relaciones de producción y si se definen en función del interés colectivo y no hay apropiación privada del excedente social, entonces pues solamente alguien muy obtuso que no tiene más punto de mira que una pantalla sea grande o chica, puede decir que eso “no es anticapitalismo, pero que a lo mejor algún día lo será”.

Si entendemos que la base fundamental de la ley del valor tiene que ver con la apropiación y control de la vida por medio de la apropiación del trabajo no pagado, pues entonces la respuesta es obvia.

Y si entendemos que la base de la fetichización de las mercancías es el carácter externo, ajeno, que tiene la producción para el productor —lo cual permite que las mercancías cobren vida ante sus ojos azorados y comiencen a bailar—, entonces entenderemos por qué en las comunidades zapatistas la gente baila con exceso, ellas y los son los que bailan y festejan su creación, no al revés.

d) Pero tampoco tienen la idea de que lo que están construyendo es un falansterio que vive al margen de las relaciones sociales de producción capitalista. Tampoco la caricatura que hace Kurz, cuando dice:

En los últimos años, esta fórmula ha sido cada vez más utilizada en el sentido de ser sólo una economía alternativa cooperativista, por así decirlo ‘al lado’ de la síntesis social por el capital, y la que de alguna manera habría que ampliar gradualmente. Esto solo da continuidad al particularismo ‘colorido’ posmoderno. Sin embargo, la formación de una sociedad negativa (negativeVergesellschaftung) del capitalismo solo puede ser superada por entero, o no será superada ("La era del capitalismo pasó".   http://www.sinpermiso.info/textos/la-era-del-capitalismo-pas-la- izquierda-y-la-dialctica-sujeto-objeto-del-fetichismo-moderno).

Las y los zapatistas han hecho de una frase la insignia de su buque: “falta lo que falta”. Su construcción heroica, llevada a cabo en las zonas zapatistas, son sólo la demostración de que la sociedad se puede organizar de otra manera. Que el objetivo no puede circunscribirse a un territorio, una región, un estado, un país, un continente, un mundo... Que sí se pueden construir otras relaciones sociales. Que es mentira que inevitablemente el egoísmo de la humanidad impida una construcción común, pareja, colectiva. Que el capitalismo o es superado del todo o no será superado.

Que hablen los cinco continentes y que todos escuchen. Que la humanidad suspenda un momento su silencio de vergüenza y angustia. Que hable la humanidad. Que la humanidad escuche que…

En el mundo de ellos, los que en el Poder viven y por el Poder matan, no cabe el ser humano. No hay espacio para la esperanza, no hay lugar para el mañana. Esclavitud o muerte es la alternativa que el mundo de ellos ofrece a todos los mundos. El mundo del dinero, el mundo de ellos, gobierna desde las bolsas de valores. La especulación es hoy la principal fuente de enriquecimiento y, al mismo tiempo, la mejor muestra de atrofia de la capacidad de trabajo del ser humano. Ya no es necesario el trabajo para producir riqueza, ahora sólo se necesita la especulación (Segunda declaración de la Realidad, agosto de 1996.  http://enlacezapatista.ezln.org.mx/1996/08/03/segunda-declaracion-de-la-realidad-por-la-humanidad-y-contra-el-neoliberalismo/ )

No, la idea no es hacer seis, siete caracoles —cada quién su modo—, pero lo que sí creo que está en la base del pensamiento anticapitalista del zapatismo es que es indispensable enfrentar las dos cabezas madres del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción y el dominio que permite que la sociedad sobreviva o muera sin tener el control de su vida. ¿Cómo se va a lograr? Los zapatistas nunca le dicen a los demás lo que esos demás deben saber, hacer y, sobre todo, descubrir. Por eso formulan una pregunta clave: ¿Y tú qué?

Porque ningún programa puede sustituir al camino por el cual el movimiento real avanza. Por lo tanto, ese paso es el indispensable para poder generar (con programa codificado o no) las bases de la liberación.

Eso es un poco más complicado que vivir con el placer de contar con un grupo de ocho que abren la boca con cara de ¡Oh ha hablado el científico!

Es una pena. No, no todos lo pueden hacer. No, no todos pueden ser el dron subterráneo llamado Subcomandante Insurgente Moisés, pero por lo menos deberíamos tener un poco de sobriedad en los juicios. Pero, en fin, allá cada quien y su grey.

Una idea diferente solamente podría partir de algo que es profundamente desconocido por este tipo de personas. Para poder llegar a esa visión compleja de la economía política y la vida, las y los zapatistas nos dejan una huella por la cual se podría avanzar, claro, no es sencillo, pero es una huella:

Es necesario reeducar al deseo. Enseñarle al deseo a desear, a desear mejor, a desear más, y sobre todo a desear de un modo diferente. (Subcomandante Insurgente Marcos. Desde las montañas del sureste mexicano, agosto de 1996.) Son 137 caracteres, tres menos que su universo. No sé, puede ser, en una de ésas lo entienden.

http://www.espai-marx.net/ca?id=10465

domingo, 9 de julio de 2017

Como ganar a la izquierda

Slavoj Zizek
CounterPunch

Una vieja maldición china dice “Que vivas en tiempos interesantes!” – Los tiempos interesantes son tiempos de problemas, confusión y angustia. Y parece que en algunos países “democráticos”, estamos asistiendo últimamente un raro fenómeno que muestra que vivimos en tiempos interesantes: surge un candidato de la “nada” y gana las elecciones. Es un momento de confusión pero, es también la construcción de un movimiento en torno a un nombre - Berlusconi y Macron son un ejemplo.

¿De qué signo es este proceso? Definitivamente no se trata de un movimiento popular que vaya más allá de los partidos tradicionales - por el contrario, las nuevas fuerzas políticas cuentan con el pleno apoyo de establishment social y económico. Su función es ocultar los antagonismos sociales reales – y hacer aparecer una unidad mágica contra lo que algunos denominan la amenaza “fascista”.

Hace décadas, Vaclav Havel fue el primero en dejar escapar este sueño: después de haber sido elegido Presidente, hizo una original sugerencia a Helmut Kohl, “¿Por qué no trabajamos juntos para disolver todos los partidos políticos? ¿Por qué no creamos simplemente el gran partido de Europa ?” Podéis imaginar sonrisa escéptica de Kohl.

Este excepcional fenómeno es una las consecuencias visibles de un reordenación, de largo plazo, del espacio político en Europa. Hasta hace poco, el espacio político estaba dominado por dos Partidos que cubrían todo el cuerpo electoral, un Partido de Centro- Derecha (democristiano, liberal-conservador) y un Partido de Centro- Izquierda (socialista, socialdemócratas), acompañados de partidos más pequeños (ecologistas, neofascistas, etc.).

Ahora, esta surgiendo progresivamente un Partido que representa al capitalismo Global, que por lo general tiene una relativa tolerancia al aborto, los derechos de los homosexuales y de las minorías religiosos o étnicas; se opone a este naciente Partido Globalista un Partido anti-inmigración, que, en su periferia, es acompañado de grupos directamente xenófobos.

Un caso ejemplar es Polonia: después de la desaparición de los ex-comunistas, los principales partidos son; el “anti-ideológico” partido liberal centrista del ex primer ministro Donald Tusk y el partido conservador cristiano de los hermanos Kaczynski.

La pregunta es: ¿cuál de estos dos partidos - conservadores o liberales - tendrá éxito en presentarse como la encarnación de la política pos-ideológica contra aquellos que “todavía están atrapados en los viejos espectros ideológicos”? En los años noventa, los conservadores estaban mejor posicionados; más tarde, los izquierdistas liberales parecían haber ganando terreno.

Este proceso nos lleva de nuevo a Berlusconi y Macron: estos nuevos movimientos surgen de la “nada” cuando ninguno de los viejos partidos - conservadores o liberales- logra imponerse como el nuevo “ extremo centro”. Entonces, el establishment entra en pánico y tiene que inventar un nuevo movimiento, precisamente, con el fin de mantener las cosas como están.

Los nombres de estos respectivos movimientos suenan similares por su “universalidad vacía”, que se ajusta a todos y a todo. ¿Quién no está de acuerdo con “Forza Italia”! o con “La Republique En Marche!”. Ambos nombres designan el sentido abstracto de un movimiento victorioso que va hacia adelante sin especificar la dirección y su objetivo.

Hay, por supuesto, una diferencia obvia entre los dos procesos, acentos diferentes:

Berlusconi entró en escena después de una gran campaña contra la corrupción, que derrumbó toda la configuración política tradicional en Italia (solo los ex comunistas se mantuvieron como fuerza viable) mientras Macron entra en escena contra el “populismo xenófobo” de Le Pen. Su papel esta descrito por algunos de sus partidarios: Marine Le Pen gradualmente ha logrado ser “des-diabolizada”, es decir, ahora se le percibe como un político “normal” (aceptable), entonces la tarea consiste en “re-diabolizarla”, para mostrar que sigue siendo la misma xenófobo y no debe ser tolerada por la sociedad.

Como la operación de re-diabolización es claramente insuficiente: hay que levantar, inmediatamente, un líder surgido de la sociedad civil (Macron es una reacción Le Pen). Precisamente la función de la “diabolización” es para ocultar este enlace y para localizar a un político fuera de nuestro espacio democrático.

Como históricamente, la izquierda ha denunciado la xenofobia, no es de extrañar que con un enemigo diabolizado, la izquierda radical no tenga espacio político ante una imagen diabolizada. En las últimas elecciones en Francia, el escepticismo de la izquierda sobre Macron fue denunciado inmediatamente como un apoyo a Le Pen. Así podemos aventurar la hipótesis que la eliminación de la izquierda fue el verdadero objetivo de la operación, y que el enemigo demonizado consistió en un provechosa estratagema.

Julian Assange escribió recientemente que la elite del Partido Demócrata ha adoptado la consigna “No hemos perdido - Rusia ganó” porque si no lo hicieran, la insurgencia creado por Bernie Sanders, en las recientes elecciones, terminaría ganando al Partido para la izquierda. De la misma manera que los demócratas estadounidenses diabolizan a Trump para deshacerse de Sanders (porque este representa una amenaza para el establishment Demócrata) el establishment francés diaboliza a Le Pen para deshacerse de una potencial radicalización de izquierda.

El Reino Unido es un caso especial, allí uno de los viejos partidos – El Partido Laborista, bajo el liderazgo de Corbyn - está resultando ser la principal amenaza. Así que tal vez, debemos imaginar un nuevo “extremo centro ” anti-Brexit compuesto por el ala Blair del Laborismo, los demócratas liberales y los conservadores anti-Brexit. Todos ellos van a utilizar el Brexit como pretexto, pero en realidad su objetivo es deshacerse del Laborismo de Corbyn. Vivimos efectivamente en tiempos interesantes.

Publicada por https://www.counterpunch.org/
Traducción Emilio Pizocaro

miércoles, 5 de julio de 2017

EEUU: Hay que aprender del éxito de Jeremy Corbyn y dirigirse a los votantes jóvenes.

Se podía haber llegado a pensar que las elecciones de noviembre habían trazado con claridad una línea en torno al centrismo demócrata. Pero la derrota de Jon Ossoff en el sexto distrito del Congreso en Georgia puede significar de veras su última aliento. Ni siquiera disponiendo de una cantidad de fondos seis veces mayor que la de su oponente y de un presidente republicano enloquecido e incompetente, pudo Ossoff conseguir que votara por él un número suficiente de republicanos ricos y de elevada formación como para darle la vuelta al distrito.

Cuando Bernie Sanders hizo notar que no estaba seguro de que Ossoff fuera de verdad progresista, no fue algo que resultara agradable de decir, pero tampoco era inexacto. El futuro del Partido Demócrata no se cifra en hombres como Ossoff. Tenemos que aprender de la remontada de Jeremy Corbyn en las elecciones del Reino Unido y empezar a poner nuestra fuerza y nuestro dinero en candidatos que estén de veras a la izquierda.

Nos mofamos de las historias de que el presidente número 45 sigue regalando a los que le visitan en su oficina un mapa que explica su victoria electoral, pero a muchos demócratas les preocupan los detalles de las elecciones y las razones de la derrota de Hillary Clinton. Está claro que el sexismo constituyó un factor significativo, como lo fue la intervención del ex-director del FBI, James Comey y la posible interferencia de Rusia. Pero los que dentro del Partido estén dispuestos a llevar a cabo una verdadera introspección han de reconocer que la ausencia de la aplastante victoria que se había anticipado debe achacarse a la incapacidad de que las políticas del Partido tuvieran eco entre la gente de los estados que decidieron las elecciones, lugares del centro del país que han visto como su medio de vida se ha consumido, en vez de florecer, bajo el capitalismo tardío.

Las promesas de Trump de que resolvería los problemas que asolan a sus comunidades – problemas tales como el desempleo, la pobreza y la crisis de los opiáceos – parecen ser promesas vacías. Pero los demócratas podrían haber hecho un trabajo bastante mejor demostrando que se preocupaban por las comunidades de la Norteamérica media: por ejemplo, apareciendo de verdad en ellas. Que Clinton se codee con estrellas de Hollywood tiene poco atractivo para los norteamericanos que están en el centro del país.

Tenemos que acudir a movimientos como la Marcha de Mujeres [Women´s March], que inspiró a un número sin parangón de personas a salir a la calle, y a la campaña Preséntate por Algo [Run for Something], que ayuda a la gente progresista a presentarse a las elecciones, y que ha conseguido una inmensa y entusiasta respuesta de nuevos candidatos. Son la mejor esperanza que tienen los demócratas de hacer efectivo el cambio en 2018 y más allá de esa fecha. Pero sólo si dan motivos para que vayan a votar los jóvenes que salieron a votar por Obama, pero no se molestaron en votar por Clinton.

Esto significa centrarse en cuestiones reales que significan mucho para los jóvenes: ayuda para las deudas por estudios, empleo regular, atención sanitaria que les permita la posibilidad de crear una familia.

Aunque su continuado compromiso con el Comité Nacional Demócrata [DNC] demuestra la ambición de Bernie Sanders de promover esta agenda, es momento de que se haga a un lado. Su negativa a inscribirse como miembro del Partido Demócrata invalida cualquier pretensión veraz de que tiene que estar al timón del mismo. Son legítimas muchas de sus críticas al Partido, pero si Sanders no está dispuesto a comprometerse a trabajar en su interior en favor del cambio, tiene que prestar su apoyo a alguien que esté dispuesto a hacerlo.

Elizabeth Warren es la elección evidente, comparada con los que se parecen a Nancy Pelosi o Joe Biden, es una “outsider”, pero sigue siendo una demócrata que ha demostrado su compromiso con el Partido. Su populismo económico encara muchos de las mismas preocupaciones que Trump pretendía que mitigaría, pero ella ofrece soluciones que mantengan a flote a la clase media haciendo que los ricos aporten más, en lugar de prometer impulsar el crecimiento por medio de una desregulación que sólo consigue que los megarricos lo sean todavía más. Y está claro su compromiso con valores sociales progresistas, al contrario de Sanders, cuya observación de que “no se puede excluir simplemente a la gente que no está de acuerdo con nosotros [respecto a los derechos reproductivos]” provocó la respuesta de mujeres de la izquierda que no quieren que sus derechos se consideren como objeto de regateo.

Cuando los republicanos del Senado presionan para sacar adelante un proyecto de ley que llevará a la muerte y bancarrota de muchos norteamericanos que tengan la desgracia de estar mal y ser de clase media, eso debería suponer hoy una clara oportunidad para que los demócratas afirmen que pueden ofrecer una alternativa mejor. Se perderá la oportunidad si seguimos debatiendo qué significa ser demócrata. El centro ha tenido su ocasión. Es momento de abrirle el camino a Warren, a la izquierda, a un partido que valore la diversidad y se dirija a los jóvenes.

Jean Hannah Edelstein periodista independiente radicada en Nueva York, es columnista del diario The Guardian.

Fuente: The Guardian, 25 de junio de 2017 

http://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-hay-que-aprender-del-exito-de-jeremy-corbyn-y-dirigirse-a-los-votantes-jovenes

viernes, 23 de junio de 2017

Corbyn ha recogido el ánimo de un Reino Unido cansado de austeridad.


Jeremy Corbyn ha protagonizado, en un lapso de seis semanas, una espectacular resurrección en los sondeos. El margen de resultados plausibles en las elecciones generales de la próxima semana va desde un modesto avance de los “tories” a un parlamento sin mayoría absoluta, pasando por un gobierno laborista en minoría. En el caso de los dos primeros resultados, Theresa May habrá fracasado en sus propios términos, y tendría que dimitir. Aun cuando, tal como parece probable, no pueda ganar Corbyn de calle, volvería a entrar en el Pasrlamento dirigiendo una oposición masivamente envalentonada. Si el laborismo lograra mayoría, Gran Bretaña se convertiría en la segunda democracia occidental después de Grecia en rechazar el modelo neoliberal desde la izquierda.
El contrraataque de Corbyn es resultado de una sagaz combinación: una hábil economía política, su afabilidad personal y la intrusion accidental de obscuras fuerzas globales en lo que había sido una campaña desvaida y provinciana.

Theresa May tenía mucho a su favor: el ejercicio del cargo, la sorpresa, el drama de su rifirrafe con Jean-Claude Juncker sobre las filtraciones de una cena privada sobre el Brexit, más la necesidad de un gobierno estable durante las negociaciones. El laborismo sabía que tenía que ofrecer algo igualmente llamativo e impresionante, y por primera vez en una generación ha podido.

La regla fiscal de John McDonnell, canciller en la sombra [responsable de Economía de la oposición], que permite préstamos para inversiones de capital pero no para gastos cotidianos, fue ridiculizada como un refrito de la vieja metodología de Ed Balls. “¿Qué hay de radical en eso?”, preguntaron los centristas del laborismo. Iban a descubrirlo.

El compromiso de solicitar un préstamo de 250.000 millones de libras para financiar un estímulo de infraestructuras se vio ahora acrecentado con un programa keynesiano de impuestos y gasto por valor de 49.000 millones anuales. La tradición fiscal laborista siempre ha sido favorable a sajar las rentas medias, por medio del impuesto sobre la renta y el IVA. McDonnell planea en cambio cargar el gravamen fiscal sobre los que más ganan, la riqueza y las grandes empresas. El resultado consistió en una medida medible por parte de cada familia en términos monetarios. Matrículas universitarias gratuitas por valor de 9.000 libras anuales; comidas escolares gratuitas por valor de 9 libras; la retirada de los recortes presupuestarios escolares que solían aproximarse a una media de 100.000 euros anuales en una escuela tipo. Más los cimientos de un sistema nórdico de atención infantil.

El equipo de Corbyn calculó que, en vez de responder a la pregunta “tory” de “¿qué clase de Brexit podemos imponer?” deberían reencuadrar el debate: ¿”en qué clase de país quiere usted vivir?”

Para los “baby boomers” fue como descubrir un viejo disco de vinilo de tus favoritos y darse cuenta de que sonaba mejor que la música de los últimos 20 años. Para las familias con hijos era sencillamente cosa de dinero en el bolsillo.

Si se hubiera encontrado con las adustas denuncias ortodoxas de los economistas del Estado pequeño que dieron forma a las medidas políticas de George Osborne, podría haberse producido una respuesta más dura. Pero Theresa May tampoco es entusiasta de la austeridad: su programa se comprometía a un déficit fiscal hasta 2025 como mínimo.

Luego se produjo la atrocidad de Manchester. Alguna gente del círculo de Corbyn se preguntó si debían desconvocarse las elecciones; parecía como mínimo que la campaña se detendría durante una semana. Lo que cambió esto fue el comportamiento de los tabloides. Aunque May se mantuvo presidencial en su tono, sus aliados de la prensa trataron de mezclar las calumnias ya conocidas contra un Corbyn acusado de blando con el terrorismo republicano [irlandés] con las difamaciones alegando que ha sido blando con el terrorismo islámico, una jugada que encolerizó y vigorizó al medio millón de afiliados laboristas.

Mientras tanto, la decisión de May de prescindir de 19.000 policías cuando es elevada e imprevisible la amenaza de terrorismo ha suscitado preguntas respecto a su capacidad de juicio y la sensatez de la austeridad en un momento de inestabilidad geopolítica.

El desafío de Corbyn en esta última semana de campaña estriba en romper la barrera del 40%. Quienes le respaldaban creyeron siempre que una agenda radical de izquierdas contribuiría a devolver al laborismo al objetivo del 35 %, y aun más allá, de la época de Ed Miliband.

El problema se cifra entonces en cómo atraer al centro político. El Reino Unido no es un país de izquierdas, es un país que cree en la equidad que ya está harto de austeridad. Un país dividido que busca una historia en torno a la cual unificarse.

Corbyn debe comprometerse a gobernar desde el centro, incluyendo a pesos pesados de las facciones centristas que se negaron a formar parte de su gabinete en la sombra. Ha declarado que los gobiernos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte tendrán un papel institucional en las negociaciones del Brexit, pero tiene que ir más allá.

El líder laborista debería dar señales de que formaría un gobierno con apoyo interpartidario en el Parlamento, como mínimo de los Verdes y los partidos nacionalistas progresistas. Eso no sería una “coalición del caos”, siguiendo la frase de May. Más bien, se trata de lo que cualquier líder tory pro-globalista habría buscado: una máquina de crear consenso acerca de qué clase de país queremos.

Paul Mason editor de economía de Channel 4 News. Su libro "Postcapitalism: A guide to our Future", ha sido publicado por Penguin en 2015. Ha sido uno de los asesores de Jeremy Corbyn en esta campaña.
Fuente: Financial Times, 5 de junio de 2017 Traducción: Lucas Antón

http://www.sinpermiso.info/textos/corbyn-ha-recogido-el-animo-de-un-reino-unido-cansado-de-austeridad

domingo, 11 de junio de 2017

La izquierda a veces tiene razón. Corbyn ha demostrado que es capaz de ofrecer un estilo diferente y de diseñar una estrategia inteligente.

“El Sistema Nacional de Salud (NHS, en sus siglas inglesas) existirá mientras haya alguien que luche por él”, decía Aneurin Bevan, su creador. “Ese tipo soy yo”, repitió durante la campaña electoral el candidato laborista Jeremy Corbyn. Realmente, la frase no la pronunció nunca el propio Bevan, sino que formó parte del guion de una película sobre la vida del formidable ministro británico de los años cuarenta y cincuenta, y se coló como auténtica en el ideario del socialismo inglés.

Sea como sea, representa muy bien lo que ha hecho Corbyn durante su estupenda campaña electoral. Insistir en que la política social solo tiene dos caminos: la vía conservadora, que coloca en el horizonte la eficiencia y confía en que el camino de la desregularización y la privatización conduzca a esa eficacia y haga que el bienestar, digamos, llegue, poco a poco, a todos. Y dos, la vía laborista, que coloca la igualdad en el horizonte y que cree que es imprescindible actuar con políticas públicas que hagan que la economía reaccione y ayude a financiar ese camino hacia la igualdad. Ser el tipo (o la tipa), como decía Corbyn, que cree que la sanidad, la educación y los transportes son materia de políticas públicas y deben ser defendidas como tal, sin descanso y sin dudas.

El modelo laborista, socialdemócrata, lleva bastante tiempo desacreditado en centros de análisis político de toda Europa, incluso discutido dentro de sus propias filas y solo en los últimos años, a la vista de las consecuencias de la crisis del modelo liberal-conservador, vuelve a encontrar defensores decididos. La repentina vitalidad de las propuestas de Corbyn, en el fondo tan elementales, hacen pensar que quizás se ha dado demasiado espacio a la pretendida falta de credibilidad de la socialdemocracia europea, cuando lo que pasaba es que los ciudadanos no la encontraban, enterrada por líderes políticos que aceptaron como dogma un modelo que era solo eso, uno de los modelos posibles. No tenían claro donde estaba el tipo del que hablaba el falso Bevan.

Quizás se ha dado demasiado espacio a la pretendida falta de credibilidad de la socialdemocracia europea

Lo que sí escribió Aneurin Bevan es que los programas políticos deberían empezar así: “Esta es mi verdad. Dígame usted la suya”. Dígame qué pasa exactamente en la educación con sus propuestas; que pasa en la sanidad pública; qué pasa en el empleo… Por supuesto, las verdades de uno mismo deben llevar datos incorporados. El programa económico de Corbyn, por ejemplo, no fue elaborado por un equipo falto de conocimiento y empachado de ilusiones, sino por un Consejo Consultivo Económico, en el que, junto al ministro de Hacienda en la sombra, John McDonnell (un personaje curioso, que hizo todos sus doctorados en cursos nocturnos, porque trabajaba de día), participó también un equipo de economistas prestigiosos, lleno de talento. El manifiesto final, en defensa del fin de la austeridad, fue así respaldado por 130 profesores de universidades británicas y norteamericanas.

Corbyn llegará o no a primer ministro, pero ha demostrado que es un político bastante más fino de lo que le retrataban, capaz de ofrecer un estilo diferente y de diseñar, llegado el momento, una estrategia inteligente. No es el viejo laborismo, como se le reprochaba, porque nada puede ser ya “viejo”. Como escribe el profesor de Oxford Simon Wren-Lewis, Corbyn ha conseguido algo interesante: que el centro acepte que la izquierda tiene a veces razón. La tuvo al negarse a votar a favor de la guerra de Irak (con sus desastrosas consecuencias) y la tiene al reclamar políticas públicas para la educación, la sanidad y otros servicios esenciales. El centro puede haber aprendido en estas elecciones que tiene que convivir con Corbyn y lo que representa y esa sería una noticia excelente para la socialdemocracia europea.

 http://elpais.com/elpais/2017/06/09/opinion/1497030102_572187.html

domingo, 4 de junio de 2017

¿Giro en el PSOE?

Rafael Silva

"Pero conviene no equivocarse: el PSOE, como cualquier otro partido que pretendiera resucitar la socialdemocracia más allá de las palabras, está condenado al fracaso, sea cualquiera el líder que elija. Porque en la actual época de dominación del capital financiero globalizado no existe posibilidad de practicar ningún tipo de keynesianismo (de Estado "redistributivo"). La diferencia principal entre un PSOE encabezado por Sánchez y un PSOE dirigido por Díaz es que aquel podrá tratar de mantener durante más tiempo la ficción de ser una "alternativa a la derecha", apuntalando el bipartidismo dinástico de la alternancia, y éste (si hubiera ganado ella) se habría mostrado más claramente como una mala copia de esa derecha. Los militantes del PSOE que realmente se sientan de izquierda comprobarán esto más pronto que tarde. Y entonces tendrán que preguntarse qué hacen ellos en un partido como ese" (Isidoro Moreno)

"La victoria de Sánchez debilita al Gobierno de Rajoy, facilita cierta colaboración con Unidos Podemos y convergencias, pero su proyecto está lejos de forjar una deseable alianza de progreso. Para ello, además de un mínimo de confianza y lealtad es imprescindible avanzar en un programa mínimo compartido de giro socioeconómico progresista y democratizador, de regeneración democrática y respecto de la problemática territorial" (Antonio Antón)

"Que el mundo se pare, que el PSOE sigue sin saber qué quiere ser, y mientras lo decide que nadie más actúe. Algo magnífico para seguir ganando tiempo y que el guión pueda completarse" (Olga Rodríguez)

La militancia de base del PSOE, en su mayoría, se expresó en las pasadas Elecciones Primarias del partido de forma rotunda y contundente. Ya conocemos la historia previa: el PSOE, de derrota en derrota electoral, y con su nicho de votantes en continuo descenso, después de muchas indefiniciones y ambigüedades, quiso hacer un acercamiento a Podemos para desbancar al PP del gobierno, lo que propició un golpe de Estado del aparato del partido, para provocar la dimisión de su Secretario General, e implantar una Comisión Gestora presidida y compuesta por afines a la lideresa andaluza y a toda su cohorte de fieles barones, tanto regionales como históricos. Tras las primarias, Susana Díaz, avalada por dicha cohorte de dinosaurios del partido, cayó derrotada ante un Pedro Sánchez que salió fortalecido de dicha gesta. Y así, los Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Zapatero, Pérez Rubalcaba, José Bono, Eduardo Madina, Fernández Vara, Javier Lambán, Ximo Puig, Emiliano García-Page, y tantos otros afines al Susanato, hubieron de retirarse de la primera línea, para dejar paso al flamante Secretario General electo. Hay quien dice que triunfó la militancia, pero...¿de verdad podemos esperar un giro en una de las dos patas del bipartidismo? ¿en serio Pedro Sánchez se atreverá a revolucionar el PSOE hasta situarlo como un referente de la izquierda? Mucho nos tememos que es una ingenuidad supina proclamarlo tan abiertamente.

Por supuesto, un actor fundamental que tendrá enfrente será la caverna mediática, antaño auténtico referente de la prensa progresista, como es el diario El País. Su maquinaria no tardó en reaccionar, y al día siguiente publicaba un patético editorial, que fue muy bien analizado por Rosa Guevara en este artículo. Ha sido derrotado, como decimos, el PSOE del aparato, el PSOE oficialista, el PSOE del régimen, el PSOE de los dinosaurios, el PSOE resignado y domesticado. Fue abatido el PSOE del bipartidismo y de la alternancia...¿pero viene de verdad un nuevo PSOE? ¿Es el nuevo PSOE el PSOE que necesitamos? ¿Será un PSOE que de verdad responda a sus siglas "Socialista" y "Obrero"? Dejadme, queridos lectores y lectoras, que muestre mis más profundas dudas sobre ello. Hasta ahora, Pedro Sánchez hace uso de una retórica discursiva regeneradora y democrática, pero a la hora de las verdades, sigue siendo el mismo Pedro Sánchez de siempre. Hasta ahora, le ha vuelto a mostrar su apoyo a Rajoy para el asunto de la negativa cerrada a celebrar un referéndum en Cataluña, y se ha negado a apoyar la moción de censura al Gobierno de Rajoy presentada por Unidos Podemos. Mal comienzo, pues. El insistente "NO es NO" sólo indica una retórica falaz y vacía, un eslógan mitinero que no esconde ningún proyecto político detrás, si no va acompañado de un conjunto de medidas políticas, económicas y sociales de auténtica ruptura con el régimen actual. Y parece estar claro que Pedro Sánchez y su renovado equipo no están por la labor de apoyar las políticas de la izquierda transformadora.

El renacido líder del partido tiene que abandonar la ambigüedad y situarse claramente, definiendo y situando al partido ante las políticas que sean capaces de ofrecer una clara alternativa, si es que quiere recuperar algo de credibilidad. Porque, ¿quién es realmente Pedro Sánchez? O mejor dicho...¿en qué Pedro Sánchez tenemos que creer? ¿En el que se alineaba y defendía la reforma del artículo 135 de la Constitución, el TTIP, el CETA, la unidad de España, las privatizaciones y las reformas laborales, o el que por el contrario denunciaba el complot de las élites del aparato "socialista" para desalojarlo de Ferraz y confesaba no haber entendido el fenómeno de Podemos? ¿Qué Pedro Sánchez tendremos ahora? Y por otra parte, incluso bajo un Pedro Sánchez renovado y coherente, no le arrendamos sus ganancias, ya que tendrá que luchar contra el aparato del partido, el mismo que se alineó con Susana Díaz en las primarias, y que sigue defendiendo a capa y espada un PSOE social-liberal. Esa parte del régimen bipartidista conserva aún mucho poder, a través de sus relaciones económicas, políticas y mediáticas. Sánchez primero ha de estar profundamente convencido del giro político que debe protagonizar el PSOE (de lo que aún tenemos dudas), pero más allá, deberá poseer una gran valentía para implementarlo con éxito, de lo cual dudamos aún más. Pero el hecho es que no se puede estar en misa y repicando. No se puede estar "próximo a los votantes de Podemos" (como ha declarado recientemente), pero en cambio enfrentarse a Pablo Iglesias continuamente, en vez de entablar un profundo, constante y leal diálogo y entendimiento con la formación morada.

¿Ofrecerá por tanto Pedro Sánchez ese necesario giro a la izquierda en el PSOE? ¿Cambiará el rumbo en asuntos tan significativos como el entendimiento con Podemos, la aceptación del derecho a decidir, el fin de los recortes y de la austeridad, la nacionalización de los bancos rescatados, la desobediencia frente a los mandatos de las instituciones europeas, la ruptura con la Iglesia Católica, o el fin de las puertas giratorias, entre otros muchos asuntos? ¿Defenderá una Renta Básica Universal, un nuevo modelo energético renovable, la salida de la OTAN, o un Proceso Constituyente? Un PSOE que responda a este perfil es el que necesitamos, pues en caso contrario, estaremos ante el mismo perro, sólo que con otra correa. Lo que está claro es que si Pedro Sánchez continúa como en su primera etapa al frente de la Secretaría General, esto es, dando bandazos, ofreciendo incoherencia y cobardía, intentando ganar tiempo, haciéndose amigo de Albert Rivera mientras se aleja de Pablo Iglesias, etc., más tarde o más temprano el PSOE volverá a implosionar, volverá a sufrir una catarsis, pues es un partido que está abocado al fracaso total. Sólo un Pedro Sánchez convencido y valiente, dispuesto a garantizar esa "autonomía" que tanto ha reclamado para el PSOE en sus mítines, será capaz de rescatar para la izquierda a un partido sumido en su más profunda crisis. Tiene el apoyo de una gran parte de la militancia, de la mayoría de las bases del partido, pero eso sólo no bastará. Se necesitarán grandes dosis de "mano izquierda" para lidiar contra un aparato rígido y anclado en el pasado, que no quiere renunciar a las prebendas de un PSOE que ha entablado grandes pero peligrosas amistades.

Por tanto, el necesario giro en el PSOE ni está ni se le espera. Todo parece obedecer, como muy bien afirma José López en su artículo, a una operación de marketing de estrategia muy elaborada para intentar recuperar el terreno perdido, y volver a frenar a Unidos Podemos. De entrada, consiguen tener al PSOE en el candelero (de hecho, su recuperación en las encuestas ya se ha conseguido), intentando volver a crear la esperanza en la ciudadanía de que el partido del capullo representa una regeneración democrática en este país, cuando lo cierto es que han tenido muchos años de gobierno para llevarla a cabo, y lo único que han hecho ha sido enterrar al partido en las miserias de la socialdemocracia. En resumidas cuentas, ¿podemos esperar realmente un cambio de rumbo en el PSOE? Mucho nos tememos que no, ya que el camaleónico Sánchez sigue dando una de cal y otra de arena. Desde la famosa entrevista en el programa "Salvados" de la Sexta con Jordi Évole, donde declaraba abiertamente haberse equivocado rotundamente con PODEMOS, parece haber pasado mucho tiempo, y de nuevo los mensajes del sanchismo vuelven a ser ambiguos, incoherentes y poco creíbles. Su famoso hastag "AquíEstáLaIzquierda" vuelve a ser un truco falaz para mantener la ilusión de los militantes más fieles al sanchismo, pero creemos que dará poco de sí cuando comiencen a aparecer los grandes asuntos en los cuales el PSOE comparte diagnóstico y recetas con el PP: modelo territorial, tratados de libre comercio, defensa cerrada de la monarquía, pacto antiterrorista, reformas laborales regresivas, modelo educativo, etc. Su línea viene siendo la de amagar con algunas reformas sociales que tienden a homologar derechos (mundo LGTBI, muerte digna, feminismo, etc.), pero no variar un ápice el modelo económico neoliberal, que es el verdadero responsable de la tremenda crisis multifacética que vivimos. Por tanto, mucho tendrían que cambiar las cosas para que viéramos a un PSOE que se aleje del PP, de las puertas giratorias, del dogma neoliberal y de las complicidades con los poderes económicos. Y eso es justo lo que necesitamos.

Blog del autor:

http://rafaelsilva.over-blog.es

lunes, 29 de mayo de 2017

¿Existe hoy la izquierda?

Isidoro Moreno
Diario de Sevilla

La adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado han producido la espectacular pérdida de apoyos de los partidos "socialistas"

Una de las noticias internacionales más relevantes de estos días ha sido el hundimiento del Partido Socialista Francés. Teniendo hoy la Presidencia de la República y del Gobierno, no ha pasado del 6% en las elecciones presidenciales. Su candidato ha quedado en quinto lugar, con tres veces votos menos que el cuarto. Hace pocos años, algo similar ocurrió en Grecia al Pasok, y el PS italiano desapareció hace más tiempo, envuelto en escándalos. En Gran Bretaña, el Partido Laborista entró en crisis tras el supuesto descubrimiento de la "tercera vía" por Toni Blair. Aquí, el PSOE está como sabemos: destrozado internamente y actuando para garantizar la continuidad de Rajoy en la Presidencia del Gobierno. Existe un denominador común en este hundimiento general: los partidos denominados socialistas pasaron de ser social-demócratas a convertirse en social-liberales, apuntándose a ser uno de los dos pilares políticos, junto a la derecha tradicional, del sistema económico-social dominante.

Desde hace décadas, en cada uno de los países europeos y en las instituciones de la UE, "populares" y "socialistas" se han repartido en exclusiva los gobiernos, los parlamentos y demás instancias, coaligándose o alternándose. En periodos electorales sacaban siempre a relucir cuestiones en las que pudieran diferenciarse para, luego, realizar políticas muy similares en todo lo fundamental. El comportamiento de unos y otros durante la crisis que comenzó en 2008 despeja toda duda: han sido fieles ejecutores de las decisiones de los poderes financieros, de la troika y de Merkel.

Esta adhesión plena al sistema y el apoyo activo a las políticas que tantos sufrimientos han provocado en muy amplios sectores de la población -trabajadores, empresarios autónomos, estratos medios, pensionistas, jóvenes sin perspectivas de empleo…-, es lo que está produciendo en todos los países la espectacular pérdida de apoyos, reflejada en votos, de los partidos "socialistas". Produciendo con ello la quiebra del bipartismo de la alternancia como régimen político sostenedor del sistema. Cada vez es más claro, para más gente, que los dos pilares de ese régimen están hechos de una misma sustancia, aunque se tiñan con colores diferentes.

Descartada la resurrección de los partidos comunistas -que desaparecieron o se hicieron irrelevantes por sus insuficiencias teóricas (considerar la clase social como única base de todas las desigualdades, menospreciando la importancia del género, de las identidades nacionales y de otros marcadores), su incapacidad para construir modelos propios que no fueran los de la socialdemocracia tras la desaparición del "modelo" soviético, y su dogmatismo y falta de democracia interna-, los dos espacios político-electorales clásicos de la izquierda han dejado prácticamente de existir o se han minimizado aunque puedan continuar vivas organizaciones que se autocalifican con esos términos.

Pero la desaparición o creciente irrelevancia, hoy, de los partidos de la izquierda tradicional no significa, en modo alguno, que hayan dejado de tener vigencia los valores, ideas y aspiraciones que siempre han sido definidos como de izquierda: lucha contra las desigualdades, sentido de la justicia, solidaridad… Valores que hoy han de complementarse necesariamente con otros valores "nuevos" o no plenamente asumidos antes, como el respeto a la naturaleza (al ecosistema) y a los bienes comunes (los llamados generalmente recursos naturales), prioridad de lo colectivo (sobre todo de lo comunitario) frente a los intereses privados, democratización de todas las relaciones sociales, defensa de la diversidad cultural frente a la homogeneización que impone la globalización capitalista, cauces de participación directa en los debates y decisiones sin dejar estos en manos de políticos profesionales, oposición al patriarcalismo, al sexismo y al racismo, derecho de los pueblos-naciones a decidir por sí mismos…

¿Alguna organización o partido en Andalucía, el Estado español o Europa responde a estos valores en su programa y, sobre todo, en su práctica política y electoral? Si partimos de que existen valores y objetivos de izquierda que confrontan el sistema, ¿alguna organización los asume hoy realmente y actúa en consecuencia sin caer en dogmatismos ni oportunismos electoralistas? Pienso que cada quién debe sacar sus propias conclusiones. Y no debemos sorprendernos, y menos deprimirnos, si lo que contemplamos es mucha confusión. Ello siempre ocurre en épocas en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Como ya escribió Blas Infante, en estos casos nuestra principal aportación sería actuar de parteros.

Isidoro Moreno.Catedrático emérito de Antropología de la Universidad de Sevilla.

Fuente:
http://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/Existe-hoy-izquierda_0_1132687309.html

sábado, 7 de enero de 2017

La extrema derecha es hija de la globalización

eldiario.es



Pensemos la globalización como si fuera un juego.
Cada jugador comienza con una determinada dotación de recursos y termina con otra distinta, y por lo tanto durante la partida puede haber ganadores y perdedores. Nos vamos a concentrar en tres jugadores. Por un lado está el jugador llamado «trabajador urbano chino», que comienza con 5 euros. A otro jugador le llamaremos «superrico mundial» y comenzará el juego con 100 euros. Y al tercer jugador le llamaremos «clases populares occidentales», y comenzará con 10 euros. Al cabo de veinte años finaliza el juego y se hace recuento. Ahora el «trabajador urbano chino» tiene 9 euros, lo que no está nada mal porque es un 80% más de lo que tenía de partida. Sin embargo, el «superrico» ha ganado mucho más y tiene ahora 165 euros, pero eso significa «sólo» un crecimiento del 65% sobre sus recursos iniciales. Finalmente, el jugador «clase media occidental» tiene ahora 10 euros, esto es, lo mismo que al comienzo.

Los datos de este juego no han sido inventados sino que forman parte del último trabajo de Branko Milanovic, especialista en desigualdad económica e investigador principal de ese área en las Naciones Unidas y el Banco Mundial. En efecto, lo que este trabajo proporciona es información empírica a favor de una hipótesis con la que trabajábamos desde hace décadas. A saber, que la globalización ha producido ganadores y perdedores que se distribuyen a lo largo del mundo del siguiente modo.
Marine Le Pen, del Frente Nacional francés y Geert Wilders, del Partido para la Libertad de Holanda, también de extrema derecha
Por un lado, aunque los superricos son una minoría (el 5% más rico) pero son los que más se han beneficiado en términos absolutos del proceso (de cada 100 dólares de nuevos ingresos entre 1988 y 2008 se han llevado 44). Los superricos están fundamentalmente en Estados Unidos, pero también en Europa Occidental, Japón y Oceanía. Milanovic los llama plutócratas globales. En el gráfico de más abajo ocupan el punto «C».

Por otro lado, lo que podríamos llamar las «clases medias asiáticas» son las principales ganadoras del juego en términos relativos. Como partían con recursos muy pequeños, las ganancias que han tenido –en torno al 12% del total de los nuevos ingresos absolutos- han supuesto un crecimiento relativo del 80%. Estas personas se sitúan en el centro de la distribución de ingresos de sus países, que es sobre todo China pero también India, Tailandia, Vietnam e Indonesia. Naturalmente «clase media» significa una cosa distinta a lo que significa en Occidente, pero gráficamente podríamos identificarla con las capas urbanas de China. En el gráfico son el punto «A».

Finalmente, a lo que llamamos «clases populares occidentales» son aquellos sectores que son más ricos que los asiáticos que acabamos de describir pero que se encuentran en los estratos más pobres de sus propios países, que son fundamentalmente los de Europa Occidental, Norte América, Oceanía y Japón. Son los que no han ganado nada con la globalización y, de hecho, son sus víctimas porque han sido golpeados por procesos de desindustrialización, el incremento de la competencia económica internacional y un mercado de trabajo global que hace aún menos competitivos a los trabajadores no cualificados. En el gráfico son el punto «B».
GRÁFICO 1 TRIBUNA ALBERTO GARZÓN
Lo anterior es una foto de la distribución de ingresos a nivel mundial, y como tal tiene sus limitaciones. El trabajo completo de Milanovic proporciona mucha más información útil para entender qué está significando la globalización en términos de desigualdad de ingresos y, en cierto sentido, las transformaciones en la estructura de clase. Lo que me interesa resaltar ahora es que lo apuntado aquí conforma el terreno material en el que se mueve la batalla política, por decirlo así. Esto es, sería imposible entender fenómenos como Donald Trump, Le Pen, el crecimiento de la extrema derecha en el norte de Europa, el 15-M o las movilizaciones sociales en Europa del Sur sin atender a estas transformaciones. Igualmente, sin comprender estos cambios es imposible plantear estrategias políticas correctas o adecuadas para la izquierda.

Lo que estamos diciendo es que las clases populares de Europa son parte de las grandes perdedoras de la globalización y que, por eso mismo, buscan, a veces de forma consciente y otras de forma intuitiva, proyectos políticos de protección ante la expansión de la pobreza, inseguridad, precariedad e incertidumbre.

A finales del año 2014 un estudio del Pew Research Center
mostró lo debilitada que estaba la confianza en el libre mercado en Europa del Sur. A la pregunta de si el libre mercado era mejor para la gente, en el mundo occidental respondían afirmativamente el 63% (frente al 30% que respondían negativamente). Pero en España sólo el 45% estaba de acuerdo con la afirmación (el 51% en contra), veintidós puntos menos que en 2007. En Grecia el porcentaje fue del 47% (50% en contra), Italia el 57% (31% en contra), Francia 60% (39% en contra) y en Japón el 47% (51% en contra). Estos datos contrastan con los de los países ganadores de la globalización, como los llamados países emergentes. Por ejemplo, en Vietnam el 95% estaba de acuerdo con que el libre mercado era mejor (frente al 3% que contestaba negativamente), y en China ese porcentaje era del 76% (frente a un 18%). En suma, estos datos abundan en la percepción subjetiva que tienen las poblaciones de diferentes países sobre la globalización. Y es natural, por lo visto más arriba, que los ganadores materiales de la globalización apuesten por más libre mercado mientras que los perdedores materiales de la globalización dejen de confiar en la mano invisible a nivel mundial.

Para la izquierda, esto que acabamos de describir es fundamental. En la teoría marxista del siglo XIX se asumía que bajo el capitalismo se daría un proceso permanente de proletarización, es decir, de conversión de las clases medias en proletariado. Esto provocaría, según las interpretaciones más deterministas, que la inmensa mayoría de la población, ahora convertida en proletaria, viera con claridad su antagonismo con la clase explotadora y, por lo tanto, que se sumara a la revolución socialista. El conocido paso de la clase-en-sí-misma hacia la clase-para-sí-misma. Sin embargo, aquel esquema no encajaba bien en una sociedad en la que iban surgiendo estratos sociales asalariados que no eran proletarios de cuello azul sino «estratos intermedios», o en la que incluso iban emergiendo asalariados y proletarios cada vez mejor remunerados y que se alejaban de las capas más pobres de la sociedad. Si a ello le sumamos un enfoque mundial, en el que los trabajadores pobres de los países ricos son más ricos que los trabajadores ricos de los países más pobres, las cosas se complican. En todo caso no es objeto de este artículo profundizar en esta cuestión particular. Sí, en cambio, preguntarnos por qué en occidente, en donde sí se ha dado cierto proceso de empobrecimiento relativo y absoluto de grandes sectores sociales, la respuesta política tiende a articularse por la extrema-derecha y no por la izquierda.

Si analizamos el proyecto que ofrece la extrema derecha, por ejemplo Le Pen o Trump, encontraremos un patrón común ciertamente general: la promesa de protección material a las víctimas de la globalización y la crisis. Lo singular es que se dirige únicamente a los sectores «nacionales», pues el discurso va acompañado de valores y principios profundamente racistas y nacionalistas, que enfrentan a los pobres en función de su identidad étnica. Y han conseguido calar especialmente en los sectores más empobrecidos y menos cualificados de sus sociedades.

El siguiente gráfico, por ejemplo, refleja el perfil socioeconómico de los votantes de cada partido que se presentó a las elecciones presidenciales francesas de 2002. El eje horizontal describe la actitud económica (más izquierda significa más intervención estatal, más derecha significa más liberalismo) y el eje vertical describe la actitud cultural (más arriba significa mayor tolerancia cultural y más abajo significa menos tolerancia cultural). Como se puede observar, el Frente Nacional (FN) era profundamente hostil al multiculturalismo (que es una característica del ultranacionalismo) pero ambiguo en lo económico. Esto último es algo común a los nuevos partidos de la extrema derecha europea, que no encajan en el tradicional trade off entre Estado y mercado (no son ni liberales ni socialistas) porque defienden una suerte de capitalismo nacional. Esto consiste básicamente en combinar liberalismo paternalista interior y proteccionismo exterior, siempre desde el punto de vista de una población nativa que está siendo atacada desde fuera (de ahí el dominante euroescepticismo). No es cierto, por lo tanto, que la extrema derecha sea neoliberal, y de hecho es habitual encontrar en sus discursos alusiones a la «justicia social», o a lo social en general, siempre referenciadas únicamente para los nacionales.
GRÁFICO 2 TRIBUNA ALBERTO GARZÓN
Lo que me parece relevante es observar cómo la condición socioeconómica sugiere diferencias notables en ambas actitudes. Por ejemplo, los menos tolerantes son los trabajadores sin cualificación y los agricultores, pero tampoco destacan por su tolerancia los trabajadores cualificados y los autoempleados. Por el contrario, los más tolerantes son los directivos, los profesionales técnicos y los profesionales de la industria sociocultural. Más significativa es aún la actitud según cualificación educativa. Como se puede observar, en la línea discontinua, cuanto mayor cualificación educativa formal más propensión hacia la tolerancia cultural (y liberalismo) y cuanto menos cualificación educativa formal mayor propensión hacia la intolerancia cultural (y proteccionismo). El trabajo y el gráfico es de Simon Bornschier en Kriesi, H. (ed) (2008): West european politics in the age of globalization, y cabe anotar que en los años siguientes a 2002, y especialmente tras el inicio de la crisis de 2008, el Frente Nacional subrayó aún más en su perfil antiliberal y proteccionista. En suma, parece que existe una relación entre la intolerancia cultural y la mayor exposición a la competencia económica internacional, lo que parece razonable: es más fácil ser racista cuando ves tu puesto de trabajo peligrar por culpa de «otro», el «diferente».

Hay que recordar que la globalización tiene entre sus víctimas a los trabajadores con menos cualificación formal, debido entre otras cosas a la fuerte competencia internacional que se ha dado en el mercado laboral mundial y que ha hecho muy poco competitivos a los trabajadores sin cualificación. Dicho de otro modo, el nivel de cualificación formal se ha convertido en una gran división política en las últimas décadas porque es una variable que tiende a determinar si estás en el lado de los perdedores o de los ganadores de la globalización.

En definitiva, lo que planteo aquí es que efectivamente la extrema derecha ha conseguido llegar a las víctimas de la globalización a través de proyectos políticos que implican promesas de protección construidas mediante discursos que llevan a guerras entre pobres (entre los de muy abajo y los de abajo de una sociedad). En política un espacio político no ocupado por un actor será ocupado, tarde o temprano, por otro. Esto es insistir en una obviedad: la extrema derecha ha llegado a las clases populares porque la izquierda anticapitalista no lo ha hecho.

España y Portugal son, en gran medida, excepciones
a lo que está sucediendo con la extrema derecha en Europa. Pienso que aquí la izquierda sí ha sido capaz de construir una suerte de cortafuegos a la extrema-derecha, fundamentalmente a través del 15-M y las movilizaciones sociales. Existen otras hipótesis, por supuesto. Hace unos días Íñigo Errejón afirmaba que «donde no hay fuerzas de izquierda capaces de levantar una idea de patria diferente lo capitaliza Le Pen, Orban o el FPO en Austria». Pero esto, sencillamente, no es cierto. Ni el 15-M ni las movilizaciones sociales previas hicieron alusión directa o indirecta al concepto de patria, y no es fácil determinar qué peso ha tenido ese eje discursivo de Podemos en los años siguientes. Sin embargo, parece más probable que los proyectos de denuncia y promesa/esperanza de protección ofrecidos por el 15-M y otras movilizaciones hayan sido mucho más determinantes. Al fin y al cabo, el concepto de patria es complejo porque intuitivamente –que no necesariamente- abunda en la división étnica. Me explico.

El capitalismo siempre ha lanzado a competir a todos contra todos,
y esto que ocurre ahora no es una novedad. Los socialistas del siglo XIX lo sabían y por eso entendieron muy bien que una cosa era la clase, entendida como situación objetiva dentro de las relaciones de producción, y otra la formación de clase, que era la forma en la que esas mismas personas se organizaban colectivamente (como sindicatos y partidos). Una de las razones por las que se organizaban colectivamente era porque así se neutralizaba la competición entre ellos mismos. Por decirlo bruscamente, mediante la organización colectiva se construía conciencia de clase. Y el discurso que lo mediaba era un discurso sobre aquello que compartían como colectivo, como clase: su papel antagonista con las clases explotadoras. Así fueron surgiendo los sindicatos y los partidos socialistas del siglo XIX. Por eso también es tan importante la organización en nuestro tiempo, porque sirve para construir un «nosotros» que evite guerras entre pobres. Pero si uno pretende que el «nosotros» sea inclusivo, sumando a inmigrantes, los discursos han de construirse sobre elementos comunes y no sobre diferencias. Y el concepto de «patria» no permite construir con facilidad un «nosotros» que sume a nativos e inmigrantes, porque además de las connotaciones históricas específicas del concepto en nuestro país, los propios inmigrantes ya tienen su patria y probablemente no quieren renunciar a ella. Parece una aventura complicada, y arriesgada en la medida en que fortalece discursos de la diferencia que pueden ser reapropiados por la derecha. Más sensato parece centrar los «discursos que organizan» directamente en la precariedad, el desempleo, lo social en general o incluso en identidades colectivas como «trabajadores», «clases populares» o «pueblos» que son elementos que compartimos nativos e inmigrantes.

Realismo ante los riesgos
Sin embargo, no sería excesivamente optimista y plantearía tanto los riesgos como las oportunidades de esta situación. Por un lado, en España la extrema derecha no existe porque gran parte de su espacio lo ocupa el Partido Popular (que no es una derecha asimilable a la derecha europea cristiana, con una tradición más democrática y menos autoritaria).

Y, por otro lado, porque la izquierda aún no ha conseguido llegar al conjunto de las clases populares y, lo más preocupante, a los más afectados por la crisis. Esa es nuestra tarea y, de hecho, el objetivo político que nos hemos marcado en Izquierda Unida. Ser pueblo, estar en el conflicto, canalizar demandas sociales, construir organización inclusiva y defender proyectos ético-políticos serios y factibles.

Fuente original:
http://www.eldiario.es/tribunaabierta/extrema-derecha-hija-globalizacion_6_594650534.html

domingo, 1 de enero de 2017

Alepo y las izquierdas. La carnicería ha terminado pero hay más de 40 ciudades sirias bajo asedio.



La reconquista de los barrios del este de Alepo por la coalición internacional que apoya al gobierno Al-Assad en el conflicto sirio, después de cinco años de terribles combates y la destrucción de casi la mitad de la ciudad por ambos bandos –con miles de muertos y decenas de miles de desplazados—, ha desatado un inusitado debate internacional. Tan sectario, por lo pronto, como la guerra siria, y bien anclado en el mundo mental de la que, según el Oxford Dictionary, ha sido la palabra del año en 2016: “Posverdad”.
Decían los clásicos, empezando por Homero, que la primera víctima de la guerra es la verdad. No vamos a pretender nosotros gozar de acceso privilegiado a ella, tan lejos como nos hallamos del escenario del conflicto. Modestamente, en cambio, nos parece que hay una serie de elementos de la vieja tradición del movimiento socialista internacional que podrían orientarnos en un debate de cabo a rabo dominado y sesgado por los aparatos de información y propaganda de las potencias que han acabado determinando decisivamente la evolución de las múltiples fuerzas que se enfrentan en Siria y, en general, en todo Oriente Próximo.

Partamos de la crisis estructural del régimen del Partido Baaz sirio, que se hizo especialmente grave a fines de la década de 1990, con la caída de los precios del petróleo, la escalada del déficit fiscal del sector público y las consecuencias del cambio climático en el sector agrícola. La respuesta de Bashar al-Assad al suceder a su padre fue la aconsejada por el FMI y el BM: la paulatina aplicación de las políticas neoliberales y la ampliación de las bases del régimen, sin cambiarlas sustancialmente –-y entre las que hay que destacar 13 servicios paralelos de seguridad, el aparato del partido y las tres estructuras militares—, a fin de integrar a la burguesía urbana suní de las grandes ciudades sirias. Ni qué decir tiene que esas reformas económicas fracasaron y que la pobreza se incrementó alarmantemente en paralelo a una creciente emigración rural a los barrios miseria que rodearon las urbes. Todo ello sin el menor gesto de democratización del régimen, que se limitó a permitir el desarrollo de redes asistenciales a partir de las mezquitas y las iglesias con financiación privada como respuesta asistencial a la cada vez mayor crisis social.

En el terreno internacional, especialmente tras la retirada de las tropas sirias del Líbano en 2005 –tras el asesinato de Hariri y las protestas masivas de sectores de la población libanesa—, Bashar al-Assad llevó a cabo una remodelación global de su política regional y exterior. En Líbano cambió su alianza con Amal por Hezbollah, apoyó la intervención de EEUU en Irak y participó en los programas de torturas de la CIA, se alineó con Irán en la defensa del gobierno de Al-Maliki y, posteriormente, de Al-Abadi y se alió con Turquía para reprimir al movimiento de liberación kurdo dirigido en ambos países por el PKK. Solo a comienzos del 2012, cuando la “primavera árabe” y la situación militar en Irak acabaron por polarizar la situación en todo Oriente Próximo en dos polos enfrentados –suní y chiíta— y se militarizó por completo el conflicto sirio, Al- Assad buscó en Rusia el apoyo militar que le negaban EEUU y Turquía.

La “primavera árabe” siria, que comenzó con las protestas de marzo de 2011 en Daraa y se extendió en pocos meses por las principales ciudades del país, fueron una respuesta popular en gran medida espontánea a la crisis estructural descrita. La oposición política –desde los Hermanos Musulmanes hasta la pequeña izquierda intelectual laica— se encontraba casi en su totalidad en el exilio. La bifronte política de pequeñas concesiones sociales y represión del régimen resultó incapaz de frenar al movimiento popular.


A fines de abril de 2011, el régimen se vio obligado a anular la Ley de Emergencia –en vigor desde 1963— y conceder la nacionalidad a los refugiados kurdos. Pero después del ataque realizado por grupos yihadistas que provocó la muerte de 120 soldados sirios en junio, la propaganda del régimen dio todo el protagonismo a grupos armados infiltrados desde el norte del Líbano y abrió paso a la represión de las manifestaciones y a la militarización del conflicto. Las deserciones de soldados que cuestionaban la represión del régimen crearon los primeros grupos armados de la oposición interna para defender a las manifestaciones populares. Pero desde que los mandos del Ejército Sirio de Liberación (ESL) se refugiaron en Turquía, la oposición militar se separó ya de la civil, y pasó pronto a ser completamente dependiente de Turquía, Arabia Saudí, Qatar y EE UU.

Los Tansiqiyyat, los Comités de Coordinación Locales (CCL), comenzaron a cumplir funciones de asistencia, gestión de servicios básicos y gobernabilidad. Pero nunca formaron una red nacional. La militarización del conflicto social, impulsada tanto por el régimen como por los distintos grupos armados de la oposición, hizo depender a todas las fuerzas de la financiación y el abastecimiento de las potencias externas, que pasaron a convertirse en sus patrocinadores a cambio de defender sus distintos intereses en el conflicto geopolítico de Oriente Próximo.

A comienzos de 2012, la militarización del conflicto era completa. Y la implacable lógica que eso traía consigo implicaba la subordinación de la movilización popular a los objetivos militares y políticos dictados por una oposición exterior que controlaba dinero y armas. No tardó eso en menguar la autonomía de los Tansiqiyyat, que se transformaron en órganos de control y gestión territorial de las zonas controladas por las diferentes brigadas y milicias. La protesta de una parte de los CCL y del Grupo de Coordinación Nacional por un Cambio Democrático (NCB) contra este proceso de militarización en la zona controlada por la oposición culminó en febrero de 2012 con la dimisión irrevocable de 20 miembros cercanos a sus posiciones de un Consejo Nacional Sirio que se arrogaba la representación del conjunto de la oposición en el exterior.

El ESL fue incapaz de coordinar las distintas brigadas, dirigirlas y abastecerlas frente al Ejército Árabe Sirio (EAS). A lo largo de 2012 y 2013, las brigadas del ESL se fueron independizando, se crearon unidades nuevas y se coordinaron en frentes político-ideológicos condicionados y financiados por las potencias regionales. Durante el verano de 2012 fracasó un segundo intento de coordinación militar de la oposición, el Mando Conjunto del Consejo Militar de la Revolución. A partir de ese momento, el proceso de islamización de la oposición armada –y ya solo quedaba espacio para ella frente al régimen— fue imparable. Del ESL solo quedó prácticamente un núcleo en el sur de Siria, incapaz de mantener un frente por sí solo, apoyado desde Jordania por EEUU, como reconoció la CIA ante el Senado estadounidense.

La zona de Alepo controlada por la oposición ha sido en este sentido, un laboratorio del proceso de islamización y control por Turquía, Arabia Saudí y Catar de las brigadas rebeldes. Así, por hablar de Alepo, la poderosa brigada Tawhid rompió en otoño de 2012 con el ESL y estructuró el Frente de Liberación Islámico (FLI) que, en un año, se transformó en el Frente Sirio Revolucionario (FSR), para coordinarse después con Jabhat an-Nusra, la rama siria de Al Qaeda, y terminar bajo el paraguas Ahrar Al Sham, el diseñado frente post-al-Qaeda. Tras la expulsión de ISIS de la zona urbana del este de Alepo en 2014 por Jabhat an-Nusra, tres frentes islámicos se repartían el territorio: an-Nusra, el FLI y el FSR, además de los restos del ESL y de las Unidades de Protección Popular kurdas (PYD) que controlan una parte importante del norte de la ciudad, en concreto el barrio kurdo de Sheik Maqsud. Los enfrentamientos y alianzas entre esos frentes por el control de barrios, rutas y suministros han sido continuos. Y hay que subrayar que los Tansiqiyyat que habían sobrevivido, cuando no eran meros instrumentos de los frentes islámicos, estaban condicionados en sus decisiones – también en Alepo-- por las sentencias de los ultrarreaccionarios tribunales islámicos y su arbitraria interpretación de unas fabricadas “leyes de la Sharia”.

Durante casi cuatro años, estos frentes islámicos han cercado y bombardeado indiscriminadamente con artillería suministrada por Turquía la parte occidental de Alepo, bajo control del régimen de al-Assad, provocando cientos de muertos y heridos civiles. El régimen, por su parte, ha destruido barrios enteros controlados por la oposición con barriles explosivos y, desde hace cuatro meses, ha lanzado una fuerte ofensiva que, con apoyo aéreo ruso, ha terminado por quebrar la resistencia de la oposición –en su abrumadora mayoría, islamista— en el este de Alepo.

Lo cierto, pues, es que la militarización impulsada por el régimen, por los distintos frentes islamistas y por las potencias internacionales había acabado con el proceso democrático de la “primavera árabe” siria ya a fines del verano de 2012, mucho antes de la caída de Alepo oriental.

Es más, lo que se produjo en las zonas controladas por unos y por otros a partir de ese momento fue la movilización de una base social de orígenes muy similares: los pobres de las zonas urbanas y de las zonas rurales contiguas, sobre la base del sectarismo religioso, étnico o de clan, para tener acceso a los suministros e ingresos distribuidos banderizamente por las organizaciones del régimen y los frentes islamistas de la oposición. En el caso del régimen, los jóvenes de los barrios pobres fueron organizados en los comités populares (lijan shaabiyya) y, más tarde, en las Fuerzas de Defensa Nacional. Y Alepo resulta, de nuevo, paradigmático aquí, porque en la zona oeste la mayoría de sus miembros han sido o sunitas o cristianos, apoyados por la Brigada Jerusalén de los palestinos del campo de refugiados de Neirab. La carne de cañón la han puesto siempre los pobres.

La naturaleza del conflicto cambió a lo largo de este proceso de militarización y movilización sectaria (religiosa y étnica) financiado y apoyado por las diferentes potencias regionales en el conflicto geopolítico de Oriente Próximo. Ha sido ese apoyo externo en un conflicto interimperialista regional lo que ha desangrado al conjunto de la población siria hasta ese extremo de cruel e inaudita inhumanidad. Ejemplo señero de la cual han venido a ser ahora las negociaciones para la evacuación de civiles y combatientes de los últimos barrios del este de Alepo a cambio de que se efectuasen evacuaciones similares de poblaciones controladas por el régimen, bajo el asedio de los islamistas cortacabezas y los intentos de sabotaje de estos últimos.

Desde finales de 2012, la tarea de solidaridad internacionalista no era la de apoyar al régimen o a los distintos frentes islámicos, ni al eje sunita frente al eje chiita, ni a EEUU o a Rusia en la partida geopolítica desarrollada en Oriente Próximo, sino la de buscar y llegar a una tregua negociada del conflicto. Una tregua que permitiera romper la dinámica de la militarización en todas las zonas y abrir un espacio de movilización política y reconstrucción de la sociedad civil siria.

Las negociaciones de Ginebra y de Moscú han estado determinadas en todo momento por los objetivos militares geopolíticos de las potencias regionales. En definitiva: en imponer una solución basada en el “cambio de régimen” o en una “reforma del régimen”, no en la movilización de la población para construir una salida democrática de la crisis estructural del régimen del Baaz sirio que ha acabado provocando la guerra y sofocando a la “primavera árabe” siria.

Es decir, la tarea de la izquierda era y sigue siendo levantar un movimiento antiguerra y antiimperialista contra la intervención de las potencias regionales y su conflicto geopolítico en Oriente Próximo, de solidaridad con los refugiados, de apoyo a los desplazados y víctimas del conflicto. Exigir una tregua inmediata y negociaciones de paz locales y a nivel nacional, que permitan abrir la vía hacia un proceso constituyente, que vislumbre el derecho de autodeterminación kurdo y del conjunto de la población siria, sin que las opciones sean la dictadura monopartidista del Baaz, el fundamentalismo islamista de An-Nusra (se llame ahora como se llame) o el fascismo islámico de ISIS, que se reparten –junto con el PKK en el norte-- la mayor parte del torturado país árabe.

La carnicería de Alepo, los bombardeos indiscriminados en el Este y en el Oeste de la ciudad han acabado por el momento. Pero hay más de 40 poblaciones sirias que viven sus particulares asedios y carnicerías. ¿Vamos a tener que tomar partido en cada una de ellas, o vamos a levantar, por fin, de manera unitaria, un movimiento contra la guerra y contra el imperialismo? Porque queda, desgraciadamente, guerra para rato en Siria.

Firman este texto Antoni Domènech, G. Buster, Carlos Abel Suárez, María Julia Bertomeu y Daniel Raventós
Fuente original:

http://ctxt.es/es/20161228/Firmas/10244/Alepo-guerra-Siria-la-izquierda-tregua-paz-imperialismo.htm

viernes, 18 de noviembre de 2016

Más sobre Trump. La clase de Davos selló el destino de Estados Unidos

Naomi Klein
La Jornada

Le echarán la culpa a James Comey y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI). Le echarán la culpa a la supresión del voto y al racismo. Le echarán la culpa a Bernie y a la misoginia. Le echarán la culpa a los otros partidos y a los candidatos independientes. Le echarán la culpa a los grandes medios por darle una plataforma, a las redes sociales por ser un altavoz y a Wikileaks por sacar los trapitos al sol.

Pero todo esto no toma en cuenta la fuerza más responsable de crear la pesadilla en la cual estamos bien despiertos: el neoliberalismo. Esa visión del mundo –encarnada por Hillary Clinton y su maquinaria– no le hace competencia al extremismo estilo Donald Trump. La decisión de poner a competir a uno contra el otro es lo que selló nuestro destino. Si no aprendemos nada más, ¿podemos por favor aprender de este error?

Esto es lo que necesitamos entender: mucha gente está adolorida. Bajo las políticas neoliberales de desregulación, privatización, austeridad y comercio empresarial, sus estándares de vida han caído drásticamente. Han perdido sus empleos. Han perdido sus pensiones. Han perdido buena parte de la seguridad social que permitía que estas pérdidas fueran menos aterradoras. Ven un futuro aún peor que su precario presente.

Al mismo tiempo, son testigos del ascenso de la clase de Davos, una ultraconectada red de multimillonarios de los sectores banquero y tecnológico, líderes electos por el voto popular que están terriblemente cómodos con esos intereses, y celebridades de Hollywood que hacen que todo se vea insoportablemente glamoroso. El éxito es una fiesta a la cual no fueron invitados, y muy dentro de sí mismos saben que esta creciente riqueza y poder de alguna manera está conectada con sus crecientes deudas e impotencia.

Para la gente que asumía la seguridad y el estatus como un derecho de nacimiento –sobre todo los hombres blancos–, estas pérdidas son insoportables.

Trump le habla directamente a ese dolor. La campaña del Brexit le habló a ese dolor. También lo hacen todos los partidos de extrema derecha en ascenso en Europa. Responden a ese dolor con un nacionalismo nostálgico y un enojo contra las lejanas burocracias económicas, ya sea Washington, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la Organización Mundial del Comercio o la Unión Europea. Y, claro, responden a él atacando a los inmigrantes y las personas de color, vilipendiando a los musulmanes y degradando a las mujeres. El neoliberalismo de élite no puede ofrecer algo contra ese dolor, porque el neoliberalismo dio rienda suelta a la clase de Davos. Gente como Hillary y Bill Clinton son el brindis de la fiesta de Davos. De hecho, ellos la organizaron.

El mensaje de Trump fue: Todo está del demonio. Clinton contestó: Todo está bien. Pero no está bien: está lejos de estarlo.

Las respuestas neofascistas a la desenfrenada inseguridad y desigualdad no se van a ir. Pero lo que sabemos de los años 30 del siglo pasado es que lo que hace falta para enfrentar al fascismo es una izquierda verdadera. Se le podría quitar buena parte del apoyo a Trump si hubiera una auténtica agenda de redistribución sobre la mesa, que enfrente a la clase multimillonaria con algo más que retórica y que use el dinero para un nuevo pacto verde. Un plan de este tipo podría crear una oleada de empleos sindicalizados bien pagados; llevar recursos y oportunidades, tan necesarios, a las comunidades afroestadunidenses e insistir en que quienes contaminan paguen para que los trabajadores vuelvan a ser capacitados y sean incluidos en este futuro.

Podría crear políticas que luchen, a la vez, contra el racismo institucional, la desigualdad económica y el cambio climático. Podría enfrentar los malos acuerdos comerciales y la violencia policiaca, y respetar a los pueblos indígenas como los protectores originales del territorio, el agua y el aire.

La gente tiene derecho a estar enojada, y una poderosa agenda de izquierda, intersectorial, puede canalizar ese enojo adonde debe estar, mientras lucha por soluciones holísticas que unifiquen a una crispada sociedad.

Una coalición así es posible. En Canadá comenzamos a construirla bajo la bandera de una agenda popular llamada El Manifiesto Dar el Salto, suscrito por más de 220 organizaciones, desde Greenpeace Canadá a Las Vidas Negras Importan-Toronto y algunos de nuestros mayores sindicatos.

La impresionante campaña de Bernie Sanders avanzó en la construcción de una coalición de este tipo, y demostró que hay hambre de un socialismo democrático. Pero al inicio la campaña falló en conectar con votantes latinos y negros de mayor edad, quienes son el sector demográfico que más sufre con nuestro actual modelo económico. Esa falla no dejó que la campaña alcanzara su máximo potencial. Esos errores pueden ser corregidos, y una audaz y transformadora coalición ya está ahí para construir sobre ella.

Esa es la principal tarea por delante. El Partido Demócrata necesita ser arrebatado de manos de los neoliberales pro empresariales o ser abandonado. Desde Elizabeth Warren a Nina Turner, a los egresados de Ocupa que llevaron la campaña de Bernie a escala supernova, este el más fuerte conjunto de líderes progresistas, promotores de una coalición, que haya habido en mi vida. Estamos llenos de líderes, como dicen muchos en el Movimiento por las Vidas Negras.

Así que salgamos del shock lo más rápido posible y construyamos un movimiento radical que tenga una auténtica respuesta al odio y al miedo que representan los Trumps de este mundo. Hagamos a un lado lo que sea que nos separa y comencemos ahora mismo.

Naomi Klein es autora de This Changes Everything

(Thischangeseverything.org). @NaomiAKlein

Este artículo se publicó en The Guardian

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/11/11/opinion/022a2pol
Traducción: Tania Molina Ramírez

sábado, 5 de noviembre de 2016

¿Puede un comunista ser profesor de Universidad en Alemania?

eldiario.es

Kerem Schamberger ha estudiado comunicación en la Universidad Ludwig Maximilian (LMU) y pretendía comenzar un doctorado el 1 de octubre. En Alemania, los doctorados por lo general se llevan a cabo mediante un contrato laboral que incluye una parte de investigación y otra de docencia en la Universidad en la que se desarrolla.

El joven, de 30 años, no ha podido comenzar aún su relación laboral con dicha institución porque según un decreto que data de 1972 todos los funcionarios o personas que trabajan en el sector público han de ser controladas por el Estado frente a su posible radicalismo, para lo cual deben presentar una aprobación del servicio secreto alemán interno (lo que vendría a ser el CNI español).

La razón es que Schamberger no solo es comunista, sino que además es portavoz del partido comunista alemán DKP en Múnich. A pesar de que es un partido legal, se encuentra bajo vigilancia de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (el Verfassungsschutz), que lo califica de extremista.

La Universidad conocía la norma y la posición de Kerem en el partido comunista, por lo que pidió a las autoridades dicho consentimiento ya en julio. Sin embargo, este organismo aún no se ha pronunciado sobre la fiabilidad ideológica de Schamberger, con lo cual no ha podido comenzar a trabajar hasta el momento. Según el profesor Michael Meyen, que lleva la tesis de Kerem, en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, éste ha sido un alumno excelente y asegura que tiene interés en contratarle “no porque sea comunista, ni tampoco a pesar de ello”.

Para Kerem, se trata de una exclusión práctica de la función docente para los comunistas. Y ello supondría un hecho anticonstitucional, ya que la Carta Magna alemana garantiza la elección libre de una profesión.

Schamberger asegura a este diario que de esta forma “se demoniza a los comunistas”, y explica que esta medida sirve como forma de intimidación: “Conozco a jóvenes que querían entrar en el partido pero que se lo piensan dos y tres veces antes de hacerlo, porque saben las consecuencias que puede tener en el caso de querer hacer carrera en el sector público”, asegura.

Schamberger explica además que en los últimos días, desde que se hizo pública la noticia, ha recibido numerosas muestras de solidaridad, desde los partidos políticos socialdemócrata SPD, Los Verdes (Die Grüne) y La Izquierda (Die Linke), así como de los sindicatos.

Herta Däubler-Gmelin, abogada de Kerem y ministra de Justicia entre 1998 y 2002– ha declarado al Süddeutsche que la actuación del servicio de protección a la Constitución “seguramente no es legal”. A raíz del suceso, se debatirá en el parlamento regional de Baviera la idoneidad de dicha ley, creada en el contexto de la guerra fría.

Las autoridades han comunicado a la prensa que no se pueden dar a conocer datos del caso por cuestiones de privacidad del afectado, así como que en ocasiones se tarda más tiempo en recibir una respuesta a este tipo de consultas porque hay que “comprobar todos los hechos”.

Esta no es la primera vez que Kerem Schamberger se ve en apuros por sus ideas políticas. En 2014 el Commerzbank cerró sin previo aviso su cuenta bancaria, como se contó en este medio. Kerem veía detrás de esta acción asimismo una motivación política y cómo no pudo hacer nada para impedirla.

Limpieza ideológica de facto
El llamado “Decreto de los radicales” (Radikalenerlass, en alemán) fue promulgado en 1972 bajo el Gobierno de Willy Brandt. En dicha ley se especifica que la fidelidad al orden constitucional actual debe ser un requisito para poder trabajar en el sector público. Pertenecer a una organización catalogada por el servicio secreto interno alemán como peligrosa para dicho orden era excluyente de la función pública.

Ya en los 50 y 60 algunos candidatos a funcionarios fueron rechazados, pero a partir de entonces se mencionaba dicho requisito explícitamente. La guerra fría no solo continuaba su curso, sino que se acentuaba. De ahí que el Estado alemán pretendiese de ese modo acabar con todo tipo de influencia de su enemigo comunista en el interior del Estado.

La prohibición de ejercer una profesión pública por motivos políticos afectó durante décadas a personas que pretendían trabajar por ejemplo como profesores o como conductores de tren, ya que a estas profesiones se accedía únicamente a través del empleo público. Desde que la ley se creó hasta 1991 alrededor de 1,4 millones de personas tuvieron que pasar por dicho proceso de control.

Esta praxis fue muy criticada en el interior de Alemania, así como en el exterior. En Francia por ejemplo François Mitterrand, el entonces presidente del partido socialista, se opuso a dicha ley. Las personas afectadas por el decreto continúan aún hoy reclamando una reparación y rehabilitación de su función pública.

Después de la caída del muro de Berlín, en el este de Alemania hubo una auténtica limpieza en el profesorado, desde infantil a universitario. Cientos de profesores fueron despedidos por su relación con el comunismo. Muchos investigadores se marcharon al extranjero a otras universidades, otros se reciclaron en la empresa privada con otras profesiones. La democracia de mercado de la Alemania reunificada demostraba en aquel momento muy poca flexibilidad.

Aunque la legislación continúa vigente, en cada Estado alemán se aplica de forma diferente. Por una parte existe la autocensura de la que hablaba Kerem Schamberger más arriba, en el sentido de que las personas que ya saben desde muy pronto que quieren dedicarse a la función pública no suelen formar parte oficial en organizaciones vigiladas. Por otro lado, la justicia ha ido dando la razón en parte a quien se ha mostrado contrario a que siga vigente una ley creada en un contexto muy diferente al actual.

En 1995 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que el Estado alemán había actuado en contra de los artículos 10 y 11 de la Convención Europea de Derechos Humanos al haber suspendido a una maestra por el mero hecho de pertenecer al partido comunista DKP. Dichos artículos garantizan la libertad de opinión y reunión. La maestra Dorothea Voigt recuperó su empleo y el Estado alemán fue condenado a pagar una multa.

En 2004 el profesor de instituto Michael Csaszkóczy fue suspendido de la función pública por sus actividades como activista antifascista. A pesar de no haber sido condenado por crimen alguno, durante 25 años el servicio secreto le tuvo sometido a vigilancia y en 2004 le despidieron por formar parte de la comitiva de la asociación Rote Hilfe, que se encarga de ofrecer ayuda jurídica a activistas cuando se encuentran con problemas legales.

En 2007 Csaszkóczy ganó un juicio y volvió a su puesto como profesor. Seguramente Kerem conseguirá su puesto en la Universidad, pero el tufillo a guerra fría y a las dos Alemanias no ha desaparecido del todo en el país.

Fuente original:
http://www.eldiario.es/internacional/Kerem_Schamberger-Universidad-Alemania-comunista_0_572542875.html