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sábado, 25 de octubre de 2014

Las cinco cifras sobre pobreza infantil de las que se burla el PP

Las alarmas llevan sonando mucho tiempo, aunque muchos se empeñan en no escucharlas.

Desde que a principios de año el informe de Save The Children sobre pobreza infantil en Europa puso en la mesa datos muy preocupantes relacionados con la situación de casi un tercio de los niños y las niñas en España, el Partido Popular ha esquivado en no pocas ocasiones cualquier tipo de debate en torno a la cuestión apelando casi siempre al mismo argumento: no se puede hacer uso político de un problema tan grave.

El martes, durante el debate en el Congreso de los Presupuestos Generales del Estado, volvió a ocurrir. Esta vez, la mención al tema que hizo Pedro Sánchez en su discurso generó un sonado "¡ohhh!" en la bancada popular del hemiciclo, al que le siguieron acusaciones varias de demagogia.

Los indicadores, las cifras, los presupuestos decididos por los Gobiernos retratan la realidad sobre la pobreza infantil más allá de lo que al partido del Gobierno le cueste admitir:

1. Uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza relativa.
Aunque la pobreza infantil ya era un problema estructural en España (la cifra no bajaba del 20%), la crisis ha disparado los números hasta extremos dramáticos. Entre 2006 y 2008 la tasa bajó ligeramente hasta situarse en el 26,2%, pero desde 2010 el porcentaje ha aumentado año tras año. Hasta 2014.

Hoy, 2.500.329 niños viven en España en hogares con ingresos por debajo d el umbral de pobreza relativa. O, lo que es lo mismo, un 29,9% de nuestra población infantil, según datos de Eurostat que recoge el informe sobre pobreza infantil de la ONG Save The Children presentado en enero. La cifra trepa hasta 2.826.549 si lo que se mide es el número de menores que están en riesgo de pobreza o exclusión social (33,8%).

Este miércoles, la propia ONG, que ha leído las reacciones de los diputados del PP ante el discurso de Sánchez como una falta de apoyo en la lucha contra la pobreza de los menores, ha enviado una carta al portavoz del Grupo Popular en el Congreso en la que manifiesta su preocupación ante la ausencia de reconocimiento político del problema en España.

"Los datos oficiales y las evidencias de quienes trabajamos día a día en esta realidad han fundamentado nuestra reivindicación sobre la necesidad de un acuerdo de Estado para la lucha contra la pobreza infantil. Este acuerdo debería implicar un firme compromiso de todas las fuerzas políticas y debe tener carácter urgente. Los niños no pueden esperar a la recuperación económica", demanda Andrés Conde, director general de la organización.

2. El segundo país con la tasa más alta de pobreza infantil de Europa.
España es, según un informe de Cáritas Europa, el segundo país de la Unión Europea con más menores afectados por circunstancias de verdadera necesidad, solo por detrás de Rumanía. Casi a la cabeza del continente en pobreza infantil, el documento define a la población española como una de las más afectadas por la crisis económica. Mientras la tasa de pobreza media entre los países miembros fue del 25,1% en 2012, la de España escaló hasta el 28,2%.

Unas cifras cuyo agravamiento señala directamente a las medidas de austeridad impulsadas por la UE: "Estas políticas han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento", afirmaba el secretario general de Cáritas Europa, el español Jorge Nuño, en la presentación de un informe muy contestado desde el Gobierno.

"Esto de que la pobreza se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para las sociedades centralizadas", pero no para España. Fue la respuesta del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a unos datos que no dejaban en buena posición la política del Ejecutivo. Montoro también pidió a la organización responsable del informe que no provocara "un debate que no se corresponde con la realidad, la de una España que está superando la crisis con el esfuerzo económico y también con medidas de cohesión social".

3. La mitad de los estudiantes sin recursos repite curso
La escasez de recursos afecta a todos los ámbitos de la vida de los menores. También a su rendimiento en la escuela. Los alumnos y alumnas en situación socioeconómica desfavorable tienen hasta tres veces más posibilidades de repetir curso en la educación obligatoria que el resto de estudiantes. Más de la mitad (53%) han pasado dos veces por el mismo nivel.

Así lo revela un reciente informe de la OCDE del que se ha hecho eco el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y que señala que los chicos y chicas de familias más pobres no sólo tienen más dificultad para alcanzar cierto nivel de competencias, sino que, a igualdad de competencias, están abocados a fracasar más en los estudios que otros compañeros de familias con ingresos más altos.

En estos casos, que en los últimos años se han multiplicado, la educación compensatoria es el bote salvavidas que puede rescatar a los menores de la exclusión social. Una balsa de emergencia ya tocada que está a punto de hundirse. La partida de educación de los Presupuestos Generales del Estado de 2015 dedicada a programas especiales de apoyo es de 5,2 millones de euros. En 2014 fueron 70, lo que representa un recorte de más del 92%. En 2012 esa misma partida sumaba 169,8 millones.

4. Reducciones de hasta el 50% en becas de comedor y de libros
Las becas de libros y de comedor son recursos básicos para las familias con menos ingresos. A nivel nacional, las ayudas para la compra de libros de texto se han mantenido, con una ligera subida (de 64,2 a 64,7 millones de euros), para el año 2015, aunque en el curso 2012-2013 el presupuesto cayó a la mitad, de 130 a 64,2 millones. Los bocados presupuestarios tienen una traducción bien palpable: 700.000 estudiantes se han quedado sin beca desde 2010. Sólo en el último curso, los beneficiarios han pasado de casi un millón a 300.000.

A esto se le añade que no da igual dónde viva cada menor. Las comunidades autónomas tienen políticas distintas. Según la Confederacion Española de Asociaciones de Padres (CEAPA), Navarra y Andalucía tienen un modelo de gratuidad para todo el alumnado. Por su parte, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Galicia, un sistema de reutilización mixto. Aragón, Cantabria, Castilla La Mancha y Murcia otorgan ayudas.

Fuera de esta clasificación se encuentra Madrid, que asigna un presupuesto a cada centro escolar con el que se compran lotes de libros (reutilizables) para repartir entre las familias más desfavorecidas, aunque no siempre llegan a todas. Antes, se entregaba un cheque canjeable por cada niño para que fueran las propias familias las que adquirieran los materiales escolares.

Si hablamos de ayudas para comedor, también muy diversas en función de la comunidad autonóma, el panorama no es mucho más alentador. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el Gobierno de Ignacio González (PP) ha congelado en 2014 el presupuesto destinado a estas becas y en dos años el hachazo a estas ayudas ha dejado en la mitad los alumnos apoyados para su alimentación al pasar de 120.000 alumnos a alcanzar solo a 52.000, según los sindicatos. El presupuesto reservado para apoyar a las familias con más necesidades se ha reducido un 50 % desde 2011: de 32 millones de euros a 16.

Además, desde ese mismo año, todas las familias madrileñas están obligadas a pagar al menos una cuota reducida para que sus hijos coman en la escuela. La gratuidad no llega ni siquiera a los casos más extremos: los hogares que sobreviven con la Renta Mínima de Inserción (375 euros) y que deben abonar 1,20 euros diarios por cada menú.

Esos hogares pueden afrontar a duras penas un largo verano sin ayudas para que sus hijos mantengan una alimentación equilibrada. Por eso, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, recomendó a las comunidades autonómas que durante los meses estivales mantuvieran operativos los comedores de los colegios para proveer al menos de una comida completa a los niños y niñas con menos recursos. Una propuesta que fue negada sistemáticamente por el Partido Popular en muchas de las autonomías en las que gobierna para "no estigmatizar" a los menores.

5. Un presupuesto desinflado para infancia y protección social
En términos más generales, el presupuesto dedicado a infancia no es tampoco para tirar cohetes: las partidas han caído en un 14,5% entre 2010 y 2013, según datos de Unicef. Además, España invierte en políticas de protección a la infancia y la familia casi la mitad que la media europea: un 1,4% del PIB frente al 2,2% de nuestros vecinos comunitarios. Así, el gasto per cápita es de 270 euros frente a los 510 de la Unión Europea.

Una inversión estatal que choca de frente con un escenario de crisis que impacta con más dureza en los hogares con hijos a cargo. Según las estadísticas de Unicef, mientras que la tasa de pobreza en familias con dos adultos sin hijos era de un 14,8% en 2013, la de hogares con uno o más hijos ascendía hasta el 23,3%. El índice de pobreza se eleva para los núcleos monoparentales hasta el 38% y para las familias numerosas hasta el 46,9%. Es decir, en las casas donde hay hijos e hijas, la necesidad económica se va agravando según desaparece el poder compensador del estado.

España además se va quedando rezagada respecto a su entorno. El porcentaje del PIB español dedicado a políticas de protección social es del 25,19%, 3,7 puntos por debajo de la media de la Unión Europea. España invierte actualmente 17 millones de euros (repartidos entre las comunidades autónomas) en combatir la pobreza infantil en el marco de un plan de inclusión social impulsado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y aprobado en diciembre.

Una cantidad que, a juzgar por la situación de desigualdad actual, no es suficiente. España se sitúa, según un estudio de la fundación Bertelsman Stifing, a la cola de la igualdad social en Europa: ocupa el puesto 21 de los 28, solo por delante de los países del este (Hungría, Bulgaria, Rumanía), Italia o Grecia.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/cifras-pobreza-infantil-gracia-PP_0_316368713.html

Más: Qué hacemos contra la pobreza. Fernández, Guillermo et al. Akal. 2014

jueves, 23 de octubre de 2014

España, el tercer país con más pobreza laboral de Europa. El 12,3% de las personas con un empleo están por debajo el umbral de la pobreza, una cifra que solo superan Rumanía y Grecia

España lidera dos de los ranking más preocupantes de Europa, uno bien conocido -el de paro- y otro cuya importancia ha ganado peso en los últimos años, el de pobreza laboral.
Los últimos datos disponibles sitúan a nuestro país como el tercero con más trabajadores pobres (un 12,3% de las personas con empleo lo son), solo superado por Rumanía (un 19,5%) y Grecia (un 15,1%), según recoge el último informe de la Fundación Primero de Mayo, vinculada al sindicato CCOO. Por el contrario, Finlandia, República Checa, Países Bajos y Bégica apenas alcanzan un 5% de pobreza laboral.

Más allá del dato general, el informe señala varias circunstancias que agravan la exclusión social de las personas con empleo. El autoempleo es, por ejemplo, un factor que aumenta la vulnerabilidad: el riesgo de pobreza entre autónomos es mayor que entre asalariados. Si la tasa de pobreza entre las personas ocupadas es del 12,3%, entre los trabajadores por cuenta propia llega al 35,5%. Solo Rumanía, con un 54%, supera a España en número de autónomos pobres.

La temporalidad y los contratos a tiempo parcial son otros dos factores que condicionan la pobreza laboral. El 16,2% de las personas con contrato temporal están bajo el umbral de la exclusión, una cifra que se reduce al 5,4% en el caso de las que están contratadas de forma indefinida. "Es una tendencia similar, aunque más acusada, de lo sucedido en el conjunto de Europa, donde las personas con contrato temporal registran una tasa de pobreza del 14% y aquellas que tienen un contrato indefinido muestran una tasa del 5,5%", dice el informe.

Tal es la tendencia, que las previsiones para el año 2013 subrayan que la pobreza entre los trabajadores fijos se reducirá "ligeramente" mientras que aumentará entre los temporales. En el caso de los contratos parciales, el riesgo de pobreza llega al 19%, una cifra nueve puntos mayor que para las personas que trabajan a tiempo completo.

Bajos salarios
"Las diversas estadísticas que registran la estructura de los salarios en España muestran que existe un proceso de empobrecimiento de la población asalariada en España, vinculado al aumento de los bajos salarios", afirma también el documento. Ha aumentado, por ejemplo, el porcentaje de población que cobra el salario mínimo (645 euros al mes), según el INE: si en 2010 era el 10,3% de la población asalariada, dos años después representaba ya el 12,3%.

Otras estadísticas muestran datos aún más elevados. Es el caso de la estadística de la Agencia Tributaria, que señala que el 33% de las personas asalariadas en España (5,6 millones de personas) cobra un sueldo igual o inferior al salario mínimo. En cualquier caso, el informe de la Fundación subraya que en los últimos años ha crecido el número de trabajadores que tiene salarios más bajos, mientras que aquellos con sueldos más altos "son menos y sus salarios crecen mucho más que el resto".

A más formación, menos pobreza
La formación es otra de las claves que inciden en la probabilidad de que un trabajador caiga en la pobreza. Las personas ocupadas que no superaron la primera etapa de la educación secundaria tienen cinco veces más probabilidades que las que alcanzaron los estudios universitarios. "Si se relaciona la elevada tasa de abandono escolar con la mayor incidencia de la pobreza en las personas con menor formación se puede señalar que la peor situación de España en la comparación internacional está lejos de solucionarse y que perdurará en el tiempo", apunta el informe.

La existencia de personas dependientes en el hogar condiciona también la pobreza laboral. Los ocupados que viven en hogares donde hay menores dependientes tienen una tasa de pobreza que duplica a la de aquellos que están en hogares donde no existe esta circunstancia.

Por otro lado, las familias donde una mujer trabaja de forma remunerada presentan menos tasas de pobreza. De hecho, el informe resalta que aunque las mujeres están más afectadas por la parcialidad, la temporalidad o los bajos salarios, tienden a presentar menores tasas de riesgo de pobreza que los hombres en su misma situación.
Fuente: El Pais,

viernes, 17 de octubre de 2014

La Renta Básica es la medida más eficaz para erradicar la pobreza

«No dejar a nadie atrás: pensar, decidir y actuar juntos contra la pobreza extrema» es el lema de la ONU para el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.>>

La Renta Básica es la protagonista en nuestro país en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. La comunidad internacional, por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, señaló el 17 de octubre como el día en el que se ha de poner especial atención en visibilizar la pobreza y a los pobres del mundo, así como las iniciativas de todo tipo que pretenden contribuir al objetivo de acabar con la indigencia, fundamental dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de la agenda para el desarrollo después de 2015. Este año, el lema atañe particularmente a la lucha por una renta básica: «No dejar a nadie atrás: pensar, decidir y actuar juntos contra la pobreza extrema».

Para el Movimiento contra el Paro y la Precariedad, la sociedad debe situar la erradicación de la pobreza y la exclusión social en lo más alto de las prioridades, y eso implica replantear el reparto de la riqueza a través de la acción de los poderes públicos. Para ello, la herramienta más eficaz, la que puede acabar de un plumazo con la pobreza extrema y la creciente exclusión social, es la Renta Básica incondicional. De ahí que los promotores de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por una Renta Básica estatal hayan decidido sacar a la calle las mesas de firmas el 17 de octubre, uniéndose al clamor internacional por la erradicación de la pobreza.

El Congreso de los Diputados admitió a trámite la ILP por una Renta Básica el pasado 14 de marzo, fecha que abre el plazo de nueve meses de que dispone la ciudadanía para reunir más de quinientas mil firmas válidas que obliguen al poder legislativo a tramitar la aprobación o no del texto propuesto. La iniciativa propone un modelo de renta básica universal e incondicional implementado en dos fases, una primera de urgencia para que ninguna persona se quede sin cobertura económica por debajo del umbral de la pobreza (645 euros al mes), y una segunda que consistirá en la extensión del derecho a todos los ciudadanos y ciudadanas.

Daniel Raventós: "Una renta básica para la ciudadanía acabaría con la pobreza y nos sacaría de la crisis"
Asociación Red Renta Básica.
Mil ONG presentan un plan para contrarrestar el poder económico en la lucha contra la pobreza

martes, 16 de septiembre de 2014

"Los que mandan tienen muy claro que hay que desplazar la culpa (responsabilidad) (1) a la gente". Antonio Baños describe la asfixiante desigualdad venidera.


Cuando la economía, como un engendro monstruoso, se vuelve contra las personas, no cabe esperar que sea uno de sus secuestradores quien la rescate. Tomando la economía como asunto político, Antonio Baños (Barcelona, 1967) le pega un buen repaso a los dogmas de una fe deshumanizada. La economía no existe fue el título de su primer libro, y la tesis estaba bien resumidita en el título. “No existe, pero jode”, puntualiza este barcelonés, periodista –aunque no fue a recoger el título porque “costaba como 20.000 pelas”– y músico, que se enorgullece de no haber pisado jamás una escuela de negocios no fuera que se le contagiara algo. Su (de)formación como (anti)economista comenzó de crío con unos fascículos de la editorial Orbis y se ha ido construyendo al margen de las grandes escuelas de pensamiento económico: “Yo soy anticapitalista. Esa es la gran escuela. Este es el marco general: capitalismo, caca. El capitalismo funciona muy bien, pero es agotador y destruye muchas vidas. No compensa”.

Mucha gente ha comprado esa idea que da tanta rabia de 'con la que está cayendo', como si la crisis fuera un fenómeno atmosférico, algo inevitable. Y eso tiene mucho que ver con la manera en la que el lenguaje económico se ha blindado. “Lo que hay que hacer es devolver el debate económico al juego político, es decir, a la discusión pública. Mucha gente ha comprado esa idea que da tanta rabia de “con la que está cayendo”, como si la crisis fuera un fenómeno atmosférico, algo inevitable. Y eso tiene mucho que ver con la manera en la que el lenguaje económico se ha blindado”, remata.

Nos dirigimos a una era de ricos asquerosamente ricos y pobres casi en el estatus de esclavos. De ahí todo ese discurso de la reinvención y del emprendedor, que si te va mal no es porque el sistema no funcione, es porque tú no estás bien formateado o porque no tienes los huevos emprendedores ...y según apunta Baños, el capitalismo ... ya lleva tiempo ensayando nuevos discursos con los que preparar el camino a una nueva era, lo que él llama una Nueva Edad Media (NEM) con ricos asquerosamente ricos y pobres casi en el estatus de esclavos, como argumenta en su segundo libro, Posteconomía: Los que mandan tienen muy claro que hay que desplazar la culpa a la gente. De ahí todo ese discurso de la reinvención y del emprendedor, que si te va mal no es porque el sistema no funcione, es porque tú no estás bien formateado o porque no tienes los huevos emprendedores. O, como dicen, el espíritu emprendedor, que es algo que te cae del cielo, como el Espíritu Santo”.

El modelo de la opresión futura es Google o Amazon. Son los que aumentan la desconexión entre quienes saben cómo funciona el mundo, y los que somos usuarios sin entender nada. La esclavitud no tiene por que ser a látigo, puede ser a base de apps Y puestos a ser históricamente rigurosos, Baños está convencido que esa NEM ya tiene sus aristócratas, y no son solo los banqueros y los gobiernos: “El modelo de la opresión futura es Google o Amazon”, explica. “La NEM no tiene por que ser a látigo, puede ser a base de apps. Antes, si se te rompía el carro, más o menos todo el mundo sabía cómo arreglarlo. Ahora el conocimiento es cada vez más críptico. Aumenta la desconexión entre quienes saben cómo funciona el mundo, y los que somos usuarios sin entender nada. La tecnología es cada vez más restrictiva”.

“Lo peor vendrá cuando comprendas que ya no hay otra opción”, cantaban Los Punsetes. Se acaba la crisis, empieza la miseria.

Fuente: El País.

(1) El problema es que los que en teoría deberían ser los máximos responsables, buscan la manera de no serlo, evitan responder de sus obligaciones y tareas, no responden ante los administrados. Esto ocurre cada vez más en los gobiernos; estatal, regional o local. También ocurre cada vez más en las empresas y bancos. Así un gerente se aumenta el sueldo o lo "blinda" independientemente de los malos resultados obtenidos y no responden de ellos. Y vemos como más empresas o bancos que han sido llevados a la quiebra, despiden a los trabajadores pero los gestores, que han conducido a esa quiebra, disfrutan de grandes sueldos y jubilaciones como si ellos no fuesen responsables de los catastróficos resultados. El gobierno de turno concede préstamos a fondo perdido de los presupuesto generales, sin consecuencias para ellos y si para el país que dispone de menos inversión en educación, sanidad, servicios sociales, etc., con el aumento consiguiente del paro y la pobreza.

Un caso muy clarificador es lo que está ocurriendo en educación. El proceso muy sutil proviene de los EEUU., con el objetivo aparentemente bueno de diagnosticar y evaluar los resultados de la enseñanza en el aprendizaje del alumnado, se imponen unos exámenes a nivel estatal para llevarlo a cabo. Ahora bien la responsabilidad exclusiva de los resultados recaen en los profesores. De esta forma  los factores educativos como los gestores del sistema, funcionarios directivo de educación, servicio de inspección, centros de formación del profesorado, inicial y permanente, son exonerados de los resultados. También los importantes factores socioeconómicos y culturales, como la clase social del alumnado, la cultura, sus conocimientos de la lengua, su origen étnico o social, el nivel cultural de su familia, la lengua materna, etc. Se ignoran y por lo tanto no se toman también como causas de esos resultados. Cuando se sabe que un factor fundamental es el nivel cultural y, sobre todo, socioeconómico de la familia el principal indicador del éxito en los estudios. Todos ellos desaparecen en la práctica y queda solo el profesorado y el alumnado como únicos responsables de los resultados. Uno tendrán éxito o no dependiendo de "su esfuerzo" en exclusiva y otros de su "dedicación y habilidades naturales". Los altos responsables ministeriales de la gestión educativa y del gobierno se han lavado las manos. Y sigue sin mejorarse la formación, la supervisión y la pobreza en la que millones de niños sobreviven a duras penas en nuestra sociedad, donde, desde la llamada crisis ha aumentado la marginación, desigualdad y penuria económica.

En los EE. UU. la comprobación empírica de los resultados, el cúmulo de evidencias obtenido del ingente número de pruebas y estudios, han hecho que se cambie la Ley Bush, por unanimidad de las Cámaras y aquí continuamos con un remedo de copia de esa Ley.

Esperemos que las evaluaciones cambien de procedimientos, de contenidos, de objetivos y sirvan para tomar decisiones de mejoras a todos los niveles; de aula, de centro, de región y ministeriales. Que se mejore la formación, inicial y permanente, la supervisión y los presupuestos que hagan posible todo ello.

jueves, 9 de enero de 2014

El progreso en la guerra contra la pobreza. El caso paradigmático de Norteamérica

"Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema"
Borja Monreal Gainza

La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"

Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".

Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.

Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.

Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.

En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.

No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.

Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.

Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.

Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.

Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.

La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados ​​de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.

Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.

Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.

Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.

Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.

Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.

Fuente: The NYT Nicholas Kristof

sábado, 23 de noviembre de 2013

El asco. El Hambre. La pobreza.

El escritor reflexiona sobre el hambre tras años de trabajo
Es "el menos cacareado de los grandes problemas del planeta"

Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. No hay nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre –y, al mismo tiempo, para la mayoría de nosotros, nada más lejos que el hambre verdadero.

Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. Pero entre ese hambre repetido, cotidiano, repetida y cotidianamente saciado que vivimos, y el hambre desesperante de quienes no pueden con él, hay un mundo de diferencias y desigualdades. El hambre ha sido, desde siempre, la razón de cambios sociales, progresos técnicos, revoluciones, contrarrevoluciones. Nada ha influido más en la historia de la humanidad. Ninguna enfermedad, ninguna guerra ha matado más gente. Ninguna plaga sigue siendo tan letal y, al mismo tiempo, tan evitable como el hambre.
* * *
Llevo más de dos años trabajando en un libro sobre el hambre: viajando por África, Asia, América para contar el menos importante, el menos cacareado de los grandes problemas del planeta: que hay casi novecientos millones de personas que no comen suficiente. Para contar sus logros, sus problemas, sus horizontes cortos, su desesperación: sus vidas. Para escucharlos y pensar. Lo bueno es que no le importa a casi nadie. Aprendemos a vivir con ese peso, practicamos, practicamos; nos sale cada vez mejor. Desidia sin esfuerzo, ombligos relucientes.

Hace unos años, Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas, puso en circulación una cifra que quedó repetida y arrumbada: cada menos de cuatro segundos una persona se muere de hambre, desnutrición y sus enfermedades. Diecisiete cada minuto, cada día 25.000, más de nueve millones cada año: un Holocausto y medio cada año.

¿Entonces qué? ¿Apagar todo e irnos? ¿Sumirnos en esa oscuridad, declarar guerras? ¿Declarar culpables a los que comen más que una ración razonable, a los que tiran lo que tantos necesitan? ¿Declararnos culpables? ¿Entregarnos? Suena hasta lógico. ¿Y después?

* * *
Cuando deben enunciar las causas del hambre, los gobiernos y los grandes expertos y los organismos internacionales y las fundaciones millonarias suelen repetir cinco o seis mantras:

1. Que hay desastres naturales –inundaciones, tormentas, plagas. Y sobre todo la sequía: “La sequía es la mayor causa individual de falta de alimentos”, dice un folleto del Programa Mundial de Alimentos.

2. Que el medio ambiente está sobreexplotado por prácticas agrarias abusivas, exceso de cosechas y de fertilización, deforestación, erosión, salinización y desertificación.

3. Que el cambio climático está “exacerbando condiciones naturales que ya eran adversas” y va a empeorar los problemas en las próximas décadas.

4. Que los conflictos de origen humano –guerras, grandes desplazamientos– se han duplicado en los últimos veinte años y que provocan crisis alimentarias graves, por la imposibilidad de cultivar y pastorear en ese contexto o, más directamente, porque alguno de los bandos usa la destrucción de cultivos, rebaños y mercados como un arma.

5. Que la infraestructura agraria no alcanza: que faltan máquinas, semillas, riego, almacenes, carreteras. Y que muchos gobiernos prefieren ocuparse de las ciudades porque es donde hay poder, dinero, votos.

6. (Los más osados hablan incluso de la especulación financiera que disparó los precios de los alimentos y de la ineficiencia y corrupción de los gobiernos de esos pobres países pobres.)

Y después hay algo que llaman “trampa de la pobreza”. Textos del PMA la describen someros: “En los países en vías de desarrollo, con frecuencia los campesinos no pueden comprar las semillas para plantar lo que daría de comer a sus familias. Los artesanos no pueden pagar las herramientas que necesitan para sus oficios. Otros no tienen tierra o agua o educación para sentar las bases de un futuro seguro. Los que están golpeados por la pobreza no tienen suficiente dinero para producir comida para ellos y sus familias. Así, tienden a ser más débiles y no pueden producir suficiente para comprar más comida. En síntesis: los pobres tienen hambre y su hambre los atrapa en la pobreza”.

En este relato –en estos relatos oficiales– solo el hambre tiene causas. La pobreza solo tiene efectos.

* * *
Todos los organismos, estudiosos, gobiernos que se interesan por el asunto están de acuerdo en un hecho: hoy la Tierra produce comida más que suficiente para alimentar a todos sus habitantes –y cinco mil millones más.

Y mientras tanto el mundo sigue ahí, tan bruto, tan grosero, tan feo como de costumbre. A veces pienso que todo esto es, antes que nada, un problema estético. Repugna a cualquiera de las formas de la percepción la grosería de personas poseyendo, desperdiciando sin vergüenza lo que otras necesitan a los gritos. Ya no es cuestión de justicia o de ética; es pura estética. La humanidad debería tener por lo que hizo con sí misma esa desazón que tiene el creador cuando da el paso atrás, mira su obra, y ve una porquería. La conozco.

Llevo años escribiendo un libro sobre la fealdad más extrema que puedo concebir. Un libro sobre el asco –que deberíamos tener por lo que hicimos y que, al no tenerlo, deberíamos tener por no tenerlo.
Callado, el asco se acumula, se amontona.
Como el hambre.
Fuente: MARTÍN CAPARRÓS El País.

Cinco armas contra la desnutrición
Siete verdades sobre el hambre que descubrimos leyendo a Caparrós.
Los que alimentan el hambre
“El hambre todavía no se ha curado porque no es contagiosa”

martes, 10 de septiembre de 2013

Una joven de Murcia entrega su bebé a la asistencia social. Volveremos a los tornos?

Una joven, en Murcia, entra a la consulta de atención directa de los servicios sociales locales, deja a su bebé en su canastilla y con varias mudas de repuesto sobre la mesa y dice, con cara avergonzada, que no tiene recursos para mantenerlo. “Cuídenlo bien”. Y se va. La escena se produjo hace pocos meses. La relata José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales. “En 30 años de carrera nunca había conocido esto”, asegura.

Los profesionales empiezan a alertar de que situaciones como esta son cada vez más comunes. El caso de unos padres que el pasado junio dejaron a sus hijos en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina (Toledo), aduciendo carencias económicas, abrió un escenario repleto de interrogantes. Cuando unos padres no pueden mantener a sus hijos, ¿qué deben hacer? ¿Están los servicios sociales y los poderes públicos preparados para actuar cuando la pobreza aprieta hasta este límite? ¿Es lo mismo dejar a unos niños abandonados en la calle que entregarlos a una institución pública?

Consuelo Madrigal, fiscal coordinadora de menores, responde con rotundidad: “No es lo mismo ni mucho menos”. Independientemente del motivo. Lo primero, explica, es un delito, “porque pone en peligro al menor, incluso su vida”. Eduardo Esteban, ex fiscal provincial de Madrid, tampoco duda: “Es distinto dejar a unos niños en una institución pública o incluso en una iglesia, donde sabes que van a estar atendidos, que dejarlos en un parque”, dice. “Puede haber un incumplimiento de las obligaciones. Pero para que haya delito tienen que dejarlos solos, en una situación de riesgo. Ese es el matiz”, apunta. “No se culpa a los padres porque no hay dolo, no hay mala intención, sino una situación de pobreza”, explica Madrigal. “Pero cuando la situación pasa de riesgo a desamparo, porque al niño le falta sustento material o moral, la Administración asume la tutela”, detalla la fiscal. A partir de ahí, “se investiga y se intenta apoyar a la familia para evitar la separación”.

Sanidad redujo un 65% el plan que incluye la atención de emergencia
Ramírez añade que la Administración “debe tener en cuenta la actitud de los padres, si han pedido ayuda y no han dejado de atender a los niños pese a la miseria” antes de asumir su tutela y separar al menor de su familia. Almudena Escorial, portavoz de Save the Children, cree que “no se debería llegar a esa situación”. Pero la realidad es compleja.
 
Todos los agentes implicados en este tipo de procesos sostienen que la pobreza nunca puede ser el único motivo para que unos padres pierdan la tutela de sus hijos, ni tampoco para impedir que puedan recuperarla. Así lo aseguran el Ministerio de Sanidad, los servicios sociales, la Fiscalía de Menores, las ONG y el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Este último, con una sentencia reciente en la que condenaba a España a indemnizar a una madre por separarla de su hija solo por su precaria situación económica. Tras presentarse con la niña en los servicios sociales de Motril (Granada) para pedir “trabajo, comida y alojamiento”, la pequeña fue trasladada a un centro de menores, la declararon en desamparo e impulsaron su acogimiento preadoptivo en una familia.
 
Lo prioritario, dicen los expertos, es sacar a las familias de la miseria. “La ley prioriza la protección del menor, pero apoyando a los hogares para que no se produzca el desamparo. La retirada tiene que ser solo porque haya un riesgo muy elevado”, detalla Idelfonso Sánchez, técnico de protección de menores en Almería. Marta Arias, responsable de políticas de infancia de Unicef, añade: “Unos padres sin recursos no son malos padres. Hay que ayudar a las familias porque es donde mejor están los pequeños, salvo que haya malos tratos”.
 
Pero la crisis no perdona y 2,2 millones de niños viven, según un informe de Unicef de 2012, en hogares por debajo del umbral de la pobreza en España (con menos de 16.400 euros anuales para dos adultos y dos menores). La Guía para las Ayudas Sociales para la Familia 2013, publicada por el Ministerio de Sanidad, prevé distintas prestaciones para colectivos en riesgo, como las rentas mínimas de inserción, los centros de acogida para “personas, familias o grupos carentes de un medio adecuado”, y recursos para personas sin hogar de “alojamiento, alimentación, vestido e higiene”.
 
Socorrer a las familias sería más barato que retirar al menor de su casa

Esta es la teoría. Pero en la práctica, los recursos para reflotar a las familias han pasado por la tijera, desde las becas de comedor en colegios hasta las ayudas de emergencia. Esta última, además, llega con un retraso de hasta ocho meses en algunas autonomías. En este sentido, la asociación que preside Ramírez denuncia la situación de “desamparo de las familias”. Lo que, según esta organización, supone una vuelta al modelo de la beneficencia. “En vez de recibir una ayuda de la Administración, la gente se ve abocada a salir en la televisión, dar lástima y que un alma caritativa les asista”, se queja Ramírez. “Conocí a dos inmigrantes con tres hijos. Él trabajaba en la construcción y se quedó en paro. A la madre le diagnosticaron esquizofrenia. Cuando fueron a pedir ayuda a ella le dio un brote psicótico y él, abrumado, huyó. Los pequeños pasaron a protección de menores. Pero esto no hubiera pasado si hubieran tenido un salario social y ayuda psicológica. El padre hubiera tenido un colchón para mantener a la familia y no sentirse desbordado”, relata.
 
Santiago Agustín, psicólogo con experiencia en centros de menores de Madrid, asegura que el trabajo con las familias “es muy pobre”. “La inversión en centros de protección es desmesurada (la estancia de cada menor puede costar hasta 4.000 euros al mes), y en los barrios no se percibe el trabajo con las familias”, afirma.

“La Administración se tiene que adaptar”, reconoce la fiscal coordinadora de menores. “Con la crisis se ha elevado el nivel de marginación y se ha incrementado la demanda de protección. Los servicios sociales y las entidades de protección a la infancia están desbordados, tanto en recursos materiales como profesionales”, afirma. “Las intenciones de la Administración son buenas sobre el papel, pero tienen que estar dotadas económicamente, con profesionales e infraestructuras”, reclama Ramírez. Denuncia que el plan concertado de servicios sociales de Sanidad, en el que se incluyen las ayudas de emergencia, se ha reducido un 65% en los dos últimos años. Las autonomías también han metido la tijera, algunas más que otras. En el País Vasco una de cada 13,5 personas recibe una renta mínima de inserción (cuando se agotan el paro y los subsidios); en Murcia lo hacen una de cada 316 y perciben, además, una cuantía mucho menor.

La miseria suele traer otros problemas, que son los que se aducen para retirar la tutela Cuando la ayuda no llega, ¿qué deben hacer los padres sin recursos? Gustavo García, director del albergue social de Zaragoza, el primero que habilitó módulos para familias en España, subraya: “Lo correcto es solicitar la guarda voluntaria de los niños. Los padres tienen que pedir la guarda a los servicios sociales cuando no pueden hacerse cargo de sus hijos, por motivos económicos u otro tipo de circunstancias. La Administración se hace cargo temporalmente de ellos, y los padres no pierden la patria potestad”.

Esta modalidad de ayuda con los hijos ha descendido desde 2006. Ese año había 9.598 menores en guarda, frente a 4.537 en 2011. La bajada tiene una doble explicación, según García: la salida de inmigrantes del país y el temor de algunos padres a acudir a los servicios sociales a solicitar auxilio porque creen que les van a arrebatar a sus niños. “Algunos pasan hambre por temor a pedir ayuda”, dice. Recuerda que una paciente de un hospital en Zaragoza fue pillada echando la comida al bolso. Cuando los profesionales le preguntaron por qué, ella respondió: “Mi hijo pasa hambre en casa”. García quiere desmontar el mito: “Esa imagen de que vamos retirando niños es falsa”.

José Luis Calvo, vicepresidente de Prodeni, entidad defensora de los derechos de los niños, discrepa. Afirma que en ocasiones sí se producen retiradas de niños por situación de pobreza. “Es evidente que este factor no aparece como único fundamento de ninguna retirada de niños. Tampoco como motivo para que los padres no los puedan recuperar. Pero subyace más o menos explícito en no pocos informes”, afirma. La miseria suele estar acompañada de otros problemas de salud, emocionales o inestabilidad en la vivienda, según Calvo. “Estas circunstancias son las que se alegan como agravantes para quitarles la tutela”, asevera. Y una vez retirada, en su opinión, “no se promueve la reagrupación”. “Para recuperar a los hijos casi hay que pasar una oposición”, ejemplifica.

2,2 millones de niños viven en hogares bajo el umbral de la pobreza en España

En la memoria de Calvo hay muchos ejemplos. Su organización defendió recientemente a una madre que pasó siete años visitando a sus hijos, bajo la tutela de la Junta de Andalucía, una hora al mes. “En ese tiempo su situación económica y personal cambió. Pero tenía la etiqueta de que ‘no era colaboradora’ y no se los devolvían”, relata. Al final, con intermediación de Prodeni, recuperó a los pequeños.

Santiago Agustín opina que “los niños acogidos deberían relacionarse con sus familiares de origen diariamente”. En la mayoría de las regiones, las visitas son, por defecto, de una hora al mes. “Esto solo puede calificarse como maltrato institucional”, asevera. El psicólogo no ve lógico que, salvo que existan malos tratos o riesgo grave, se restrinjan los encuentros y el sistema sea tan rígido para la recuperación.

Con todo, la actuación de la Administración tendrá que adaptarse a una casuística que aumenta con la crisis: padres que no tienen qué llevar a la boca de sus hijos. “Y entender que las situaciones, con el tiempo, cambian”, zanja Calvo. 

Fuente: El País.

jueves, 29 de agosto de 2013

La pobreza consume las capacidades mentales

Investigaciones realizadas en EE UU y en India indican que los apuros económicos limitan los “recursos cognitivos disponibles”.

Diferentes estudios parecen indicar que entre las personas con escasos recursos económicos es más habitual desenvolverse peor en la vida que entre aquellos que no tiene problemas de dinero. Posibles explicaciones las hay para todos los gustos: que una persona en dificultades financieras tiene menos margen de error y que las consecuencias de equivocarse pueden ahondar el problema, que los bajos niveles educativos pueden provocar malentendidos en documentos y contratos... Así presentan el espinoso problema de la correlación entre pobreza y recursos mentales unos investigadores del Reino Unido, Canadá y Estados Unidos que han intentado arrojar alguna luz al respecto. Y su conclusión es que la pobreza en sí misma, al margen de la alimentación, el estrés o la influencia del entorno sociocultural, consume recursos mentales del individuo y reduce sus capacidades cognitivas. Es decir, que al estar inmerso en la preocupación económica que afecta directamente a su vida, la persona tiene mermados sus capacidades mentales tal y como se miden en los test de inteligencia.

"La gente pobre, a menudo actúa, con menos capacidad, lo que puede perpetuar la pobreza", señalan Anandi Mani (Universidad de Warwick, Reino Unido) y sus colegas, en el artículo en la revista Science en que presentan sus experimentos y sus conclusiones. “El sistema cognitivo humano tiene capacidad limitada y las preocupaciones monetarias dejan menos recursos cognitivos disponibles para guiar acciones y decisiones”, señalan los investigadores. Igual que un controlador aéreo concentrado en una situación de potencial colisión en el aire es más fácil que descuide el seguimiento de otros aviones en vuelo, dicen, la persona pobre, cuando está pendiente de agobios de dinero, pierde capacidad para dedicar a otros problemas toda su consideración. “La situación de pobreza bloquea los recursos mentales”, resume Kathleen D. Vohs, profesora de la Universidad de Minnesota, en su comentario en Science acerca del asunto.

Mani y sus colaboradores diseñaron dos tipos de experimentos y los realizaron en EE UU (para comprobar su hipótesis de que los retos económicos de magnitud similar pueden tener impacto cognitivo muy diferente entre gente rica y gente pobre) y en una zona rural de India (para medir el efecto de los altibajos económicos que sufren las personas).

De antemano exponen su definición amplia de pobreza: la distancia entre las necesidades de un individuo y los recursos de que dispone para satisfacerlos. Como se trata de necesidades subjetivas, la definición sirve en un país desarrollado y en uno en desarrollo, al igual que en situaciones de deficiencia económica transitoria, como puede ser el desempleo. Y puntualizan que ellos se centran en el efecto inmediato de la pobreza en las capacidades cognitivas, quedando abiertas, por tanto, otras cuestiones de suma importancia: el desarrollo mental infantil deficiente asociado a la pobreza (que puede condicionar las capacidades mentales en el adulto) o si tiene efecto a largo plazo la merma de recursos cognitivos provocados por la incertidumbre económica.

El primer experimento se realizó con un centenar de voluntarios reclutados en un centro comercial de Nueva Jersey, de 35 años de edad media, 65 de los cuales eran mujeres, y con una distribución de nivel económico personal representativa de la población de EE UU, atendiendo a los ingresos y tamaño de la vivienda de cada uno. En las pruebas, se les presentaba un dilema: cómo afrontar una factura imprevista de reparación del coche. Mientras pensaban al respecto, se les hacían dos test de funciones cognitivas habituales en las pruebas de cociente de inteligencia, uno de fluidez mental y otro de control cognitivo. En diferentes fases se varió, por ejemplo, el precio de la hipotética factura, y la conclusión es que las personas adineradas sacaron mejor puntuación en los test de inteligencia que aquellos con escasos recursos.

Claro que es posible, por ejemplo, que los ricos tengan preocupaciones económicas a otro nivel pero que provoquen la misma sobrecarga mental que en los pobres la factura inesperada del coche. Para aclarar los resultados, Mani y sus colegas diseñaron el segundo experimento. Un total de 464 pequeños agricultores de caña de azúcar en el sur de India participaron en el estudio. Se les hicieron dos test, uno de fluidez mental y otro de control cognitivo (una versión numérica apropiada para personal de escasa alfabetización) antes y después de la cosecha anual, es decir, cuando su mayor preocupación es la perspectiva económica y cuando esta se ha despejado. Tras la cosecha, los resultados de estas dos pruebas de inteligencia fueron claramente superiores. Lo que mejor explica la caída del rendimiento cognitivo es el mecanismo de atención secuestrada por el problema económico.

No ignoran Mani y sus colaboradores las implicaciones sociopolíticas de su investigación. “Los datos que presentamos sugieren una perspectiva diferente sobre la pobreza: ser pobre significa no solo afrontar escasez de dinero, sino también escasez de recursos cognitivos”, escriben. “Los pobres, con esta perspectiva, son menos capaces no debido a rasgos heredados sino porque el mismo contexto de la pobreza impone una carga y obstruye las capacidades cognitivas”.

Como conclusión, sugieren los investigadores algunas medidas políticas que pueden aliviar el efecto que han estudiado. Lo primero sería evitar lo que ellos llaman los “impuestos cognitivos”, como rellenar cuestionarios largos y complejos, preparar entrevistas de trabajo o descifrar nuevas reglas laborales, en las que las personas con preocupaciones económicas pueden estar en desventaja frente a quienes no las padecen. O, al menos, prestar ayuda institucional a las primeras. Otra idea, más centrada en el caso de los cultivadores de caña de azúcar indios, pero no limitado a estos, sería sincronizar las actuaciones y programas —por ejemplo, de formación— con las fases cíclicas de las cosechas para desarrollarlas en los períodos en que esa población sea más receptiva mentalmente y esté mejor capacitada para aprovechar la información.

“Las estimaciones recientes muestran que aproximadamente un 20% de la población mundial vive en la pobreza”, recuerda Vohs. Para muchos economistas, añade, cuanta más gente haya, mejor, pues mayor cantidad de buenas ideas habrá para solucionar los grandes retos como curar el cáncer, encontrar formas de energía renovables o alcanzar la paz mundial. “Pero este argumento se basa en la idea de que todo el mundo tiene capacidad mental adecuada, una premisa ahora cuestionada por Mani y sus colegas para una quinta parte de la población mundial”, añade.

Inteligencia antes y después de la cosecha
Los campesinos de Tamil Nadu (sur de India) que se dedican al cultivo de la caña de azúcar reúnen, al parecer, características especialmente idóneas para los experimentos de Anandi Mani y sus colegas sobre pobreza y rendimiento mental. Tienen una cosecha anual, pero no todos al mismo tiempo porque la recolección está repartida a lo largo de cuatro o cinco meses para que la caña llegue escalonadamente a los molinos. Esto evita en los experimentos efectos que pudieran alterar los resultados, como la influencia de festividades locales o las condiciones meteorológicas, explican los investigadores en Science. Los campesinos afrontan mayor preocupación económica antes que después de la cosecha, pero no todos al tiempo.

En total participaron 464 cultivadores de caña de 54 pueblos en el estudio y la puntuación media obtenida en uno de los test fue 5.45 después de la cosecha frente a 4.35 antes. Cabría pensar que el esfuerzo físico de recoger la caña influye negativamente en el rendimiento mental, pero los investigadores puntualizan que, en muchos casos, los agricultores contratan a peones para el trabajo y, además, en la mayor parte de los casos tuvieron el cuidado de hacer los test después de la fase de recogida de la caña, pero antes de recibir el pago por la cosecha.

Otra posible interferencia sería que, al hacer las pruebas por segunda vez —después de la cosecha— los agricultores estuvieran más entrenados. Para descartar este efecto, Mani y sus colegas incorporaron a un centenar de personas a los test postcosecha que no los hicieron antes. Y el resultado general fue el mismo, luego no es achacable a la familiaridad adquirida con las pruebas.

Tal vez la mejor nutrición después de cobrar la caña tenga algo que ver. Tampoco. Un estudio previo realizado por este equipo, en 2009, mostró que los agricultores de caña no comían menos antes que después de la cosecha. Una vez eliminados los factores principales que podrían afectar el resultado, la respuesta de los investigadores es que la pobreza en sí misma resta capacidad mental.
Fuente: El País.

viernes, 7 de junio de 2013

Desnutrición infantil, efecto devastador de 5 años de crisis económica en España

Más del 28 por ciento de los menores no se alimentan como aconseja Naciones Unidas

Armando G. Tejeda. La Jornada

En Andalucía firman decreto para garantizar tres comidas al día a los niños

El hambre y la pobreza se han extendido sin piedad entre los niños españoles. En Andalucía, la región con mayor desempleo y desigualdad en el país, se puso en marcha un plan para atajar un fenómeno que amenaza con llevar a la exclusión a buena parte de la sociedad, el cual consistirá en dar desayuno o merienda a alrededor de 50 mil menores en los próximos meses. Este programa llegará a 5 por ciento de la población infantil andaluza, gracias a un decreto del gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), en el que se declaró obligatorio que todos los niños coman tres veces al día. El almuerzo consistirá en una torta de chorizo, un jugo de frutas, galletas, mantequilla y una manzana.

Como en los peores años de la posguerra o de la gran depresión de principios del siglo XX, España vive una pesadilla que no da tregua y que enfrenta a la población con el pasado, cuando la gente se alimentaba de pan, chorizo y vino. Es la peor cara de la crisis que afecta a este país desde hace cinco años y que ha multiplicado el desempleo: 27.1 por ciento, es decir, casi seis millones de personas; la pobreza, que afecta ya a 25 por ciento de la población, y la desnutrición infantil con dos de cada cinco niños mal nutridos.

Los últimos informes, tanto públicos como de organizaciones internacionales, confirman que la crisis y sus efectos devastadores han provocado un enorme incremento en la desnutrición infantil. En el conjunto del país más de 28 por ciento de los niños no se alimentan como aconseja la Organización de Naciones Unidas, mientras en la región de Andalucía la cifra alcanza 35 por ciento.

Este panorama fue el detonante para que el pasado abril, en un gesto insólito de los gobiernos autonómicos de España, la Junta de Andalucía, por medio de la Consejería de Igualdad, aprobara un decreto de lucha contra la exclusión social, en el que se desarrolla una línea de trabajo alimentaria que se enfoca en la desnutrición infantil, al garantizar, por ley, que todos los niños de la región coman tres veces al día, y deja un margen legal al gobierno para dotar los recursos que hagan posible dar de comer a los niños más pobres y con más desnutrición (5 por ciento).

El plan tiene un presupuesto de 16 millones de euros y se apoyará también en las ONG que trabajan en la región para hacer más eficiente el reparto, así como de los centros escolares, donde también se distribuirán los paquetes de alimentos. La consejera de Igualdad, Susana Díaz, explicó en su día que este plan de trabajo pretendía poner rostro a la crisis a través de nuestros menores, que son los más vulnerables en un momento de mucha debilidad y de una crisis brutal como la que estamos viviendo. Hay que reconocer que casi seis de cada cien infantes en Andalucía están situación de pobreza extrema, algo ante lo que hay que ser contundentes, porque estamos influyendo en el desarrollo y el futuro de los niños.

El programa pretende, en su primera fase, repartir estos paquetes de alimentos a 11 mil escolares, pero la idea es que poco a poco se amplíe la red para llegar hasta 50 mil niños andaluces que necesitan de esta protección del Estado y que viven sobre todo en zonas marginales de las grandes ciudades de la comunidad: Sevilla, Córdoba, Granada y Málaga.

María Jesús Montero, consejera de Salud y Bienestar Social, que procede de IU, advirtió que cuando finalice el curso escolar el próximo 24 de junio, el reparto de los paquetes de alimentos se realizará en los barrios con ayuda de voluntarios de la Cruz Roja y Cáritas. Explicó que el plan viene a paliar una situación de pobreza, pero no se pueden distraer las soluciones, que pasan por luchar contra el desempleo mediante la inversión..

Cabe recordar que Andalucía es la región con la peor tasa de desempleo: 36.87 por ciento de la población económicamente activa, lo que representa un millón 400 mil personas. Además, con los severos recortes aprobados por el gobierno del conservador Mariano Rajoy, se han suprimido numerosos planes de ayuda pública, se han congelado las pensiones, se han recortado los recursos para salud y educación –incluidas becas infantiles– y se ha contraído aún más la economía local con los incrementos fiscales y del IVA.

El plan de exclusión social de Andalucía también pretende llegar hasta los adultos mayores, sobre todo a las personas que no puedan desplazarse a los centros de salud para recibir tratamiento o algún tipo de ayuda en alimentos.

La situación de emergencia en la que vive parte de la sociedad andaluza fue el detonante para adoptar esta medida, según el presidente de la región, Juan Antonio Griñán. Sin embargo, el conservador Partido Popular (PP) criticó el plan alimentario por populista y aseguró que esto no es política social, sino un plan para sacar rédito electoral.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/06/04/index.php?section=mundo&article=021n1mun

 El bocadillo mágico: pan con pan. 
ONG, padres y profesores reclaman actuar ante el hambre.
El Gobierno desvía la responsabilidad a las autonomías

234 entidades reparten comida en Barcelona para luchar contra el hambre.
El Ayuntamiento quiere unificar la distribución solidaria de alimentos.

sábado, 28 de abril de 2012

Creadores de escasez. Dos años después del inicio de las políticas de austeridad extrema el panorama es desolador

Se multiplica el paro, la exclusión, las clases medias se empobrecen y mueren empresas.

Durante la década de los años treinta, cuando los rostros de muchos hombres se tornaron duros y fríos como si miraran hacia un abismo, nuestro hombre advirtió los signos de la desesperanza generalizada que conocía desde niño. Vio hombres buenos destruidos al ver roto su concepto de una vida decente, les veía caminar desanimados por las calles y los parques, con la mirada vacía como añicos de cristal roto; les veía entrar por las puertas de atrás, con el amargo orgullo de los hombres que avanzan hacia su propia ejecución, a mendigar el pan que les permitiera volver a mendigar, y también vio personas que una vez caminaron erguidos mirarle con envidia y odio por la débil seguridad que él disfrutaba.

Más o menos así describe el novelista John Williams el espíritu de los años de la Gran Depresión en su maravillosa novela Stoner. No es difícil establecer una analogía con lo que se observa ahora, en las capitales y en los pueblos de algunos países intervenidos o con posibilidades de serlo, del sur de Europa. Con todas las diferencias que se le quiera poner. La Gran Recesión que comenzó en el verano del año 2007 ha dejado de ser planetaria, pero ha adquirido otras características: de EE UU ha pasado al Viejo Continente; de crisis financiera privada ha devenido en una crisis de la deuda pública; su origen estuvo en los abusos y las estafas del sistema financiero en la sombra, y las ayudas estatales al mismo (cuando algunos se atrevían a defender que salvar a la banca era salvar a la calle, que proteger a Wall Street era proteger a Main Street) están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y de endeudamiento de muchos países. A este fenómeno se le ha denominado “neoliberalismo de Estado”, una paradoja por la cual mientras los beneficios (de unos pocos) continúan siendo individuales, los riesgos (de la mayoría) se socializan. En ella, el papel del Estado ya no consiste en limitar el poder económico sino en facilitar su predominancia; el Estado solo debe actuar para favorecer el libre funcionamiento de la competencia (excepto la citada socialización de pérdidas), allanar los conflictos sociales y mantener el orden público.

Muchos de los problemas económicos que trajeron la recesión no han cedido. Hay posibilidades de marcha atrás en los sitios que han abandonado el fondo del abismo y a que en una nueva fase se multiplique el contagio en sentido inverso. No en vano algunos medios de comunicación norteamericanos han llegado a publicar algo que en otra coyuntura podría resultar muy exagerado: que la reelección del presidente Barak Obama estaría condicionada en parte por la solución de los problemas económicos y financieros de países tan distantes de EE UU como España o Italia. Eso es la globalización.

Se acaban de cumplir dos años de la primera intervención de un país europeo, Grecia, por la troika de poderes fácticos contemporáneos y externos a la soberanía de los países de la zona: la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego controlaron a otros dos países, Irlanda y Portugal, y la próxima semana coincide con el segundo aniversario de la noche en la que los ministros de Economía de la eurozona hicieron morder el polvo a la política económica de José Luis Rodríguez Zapatero y la cambiaron de sentido en un santiamén, causando la ruina electoral de los socialistas españoles y esbozando la estructura de un fondo de rescate para países en problemas que todavía —más de setecientos días después— anda ajustando su fórmula y su monto definitivo.

Desde entonces, la Unión Europea ha abandonado la política económica común de estímulos que se había aprobado en las reuniones del G-20 en Washington, Londres y Pittsburgh, y ha desarrollado una senda de consolidación fiscal y de austeridad a ultranza. Mientras prácticamente el resto de las zonas del mundo consideran que el problema principal de la economía es su falta de crecimiento (EE UU, China, América Latina…), Europa asume que lo prioritario es volver a los equilibrios macroeconómicos para, más adelante, comenzar a crecer. La desavenencia se manifiesta en el dilema de ajustar para crecer o crecer para ajustar. Hasta ahora la razón empírica parece manifestarse a favor de los partidarios del crecimiento como prioridad para solucionar los problemas más urgentes. Crecimiento o barbarie...

Las ayudas estatales al sistema financiero están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y endeudamiento

Mientras los beneficios (de unos pocos) siguen siendo individuales, los riesgos ( de la mayoría) se socializan
En resumen, el paisaje después de una batalla que ya ha durado dos años no puede ser más estremecedor. Las políticas de austeridad extrema y de rigor mortis pueden ser calificadas como “creadoras de escasez”, siguiendo las hipótesis de Daniel Anisi, un economista prematuramente desaparecido. La oposición a tales políticas —que ahora empiezan a hacerse más presentes en instancias oficiales de algunos países afectados y diversas instituciones, como el propio FMI, la Comisión y tal vez en el BCE— era de grado y de dosis: nadie ha sugerido incrementos desorbitados del déficit y de la deuda sino una combinación más flexible de los criterios de crecimiento y de estabilidad. Los economistas poskeynesianos, encabezados entre otros por los premios Nobel Krugman y Stiglitz, se quejan de la manipulación del lenguaje que se ha hecho por parte de los partidarios del ajuste duro. La aparición en España del movimiento Economistas frente a la Crisis, se ha sustentado hasta el momento en el principio de “que no nos roben las palabras”. Se trata de impedir que el lenguaje sea tergiversado con conceptos que manipulan el pensamiento que los maestros de la economía han transmitido y que la experiencia que como profesionales de la economía.ha enseñado. Reestructurar no es desregular, reforma estructural no es sinónimo de recortes ni de la dilución de los derechos de la gente, liberalización y regulación son conceptos complementarios e inseparables, los críticos de la austeridad injusta no son partidarios del despilfarro del mismo modo que la estabilidad presupuestaria no es equivalente a déficit cero (un fundamentalismo más) y que quienes critican el Pacto de Estabilidad y las reformas forzadas de las Constituciones nacionales no defienden la inestabilidad... Seguir aquí, Joaquín Estefanía, en El País
Ya en el 2000, se publicaba lo siguiente: El número de pobres se ha multiplicado por 20 en la Europa del Este y la antigua URSS.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Dos economistas investigan científicamente la mejor forma de lucha contra la pobreza desde el MIT

Despojar la lucha contra la pobreza de los prejuicios propios del mundo rico y de condicionantes ideológicos no es sencillo. Pero resulta tremendamente efectivo cuando se acompaña de experiencias de campo.

Ester Duflo (París, 1972) y Abhijit Banerjee (Calcuta, 1961) forman parte de los randomistas —una corriente dentro de la economía del desarrollo que apuesta por trabajar sobre el terreno con pruebas aleatorias para identificar las medidas más efectivas— y aplican sus tesis desde el Laboratorio J-PAL de acción contra la pobreza, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). A ese proyecto destinan buena parte de los numerosos premios que han recibido en su carrera, como el John Bates Clark para Duflo al mejor economista menor de 40 años. La conversación es vía telefónica.

Pregunta. ¿Se consideran unos revolucionarios?
Abhijit Banerjee. No, en absoluto. Creo que más bien hemos cristalizado algo que estaba ahí.
Ester Duflo. Yo diría que en muchos sentidos nuestra postura es justo lo contrario a una revolución. Hay mucha gente en la lucha contra la pobreza que quiere ser revolucionaria, lograr un objetivo que resuelva todo el problema. Y nuestra aproximación es más gradual.

P. ¿En qué se diferencia la lucha contra la pobreza del siglo XXI?
E. D. Aunque parezca increíble, en que hay más dinero, tenemos acceso a una mejor tecnología y sabemos más que hace 100 o 50 años sobre cómo manejar la ayuda. Eso ha hecho el problema más sencillo porque ahora es una cuestión de cómo distribuir esos recursos, de voluntad y de acción. Eso es más fácil que lidiar con un mundo de escaseces.
A. B. Ahora, especialmente en Europa, la gente se siente pobre dadas las dificultades económicas. Pero visto en perspectiva, son tremendamente ricos, como nunca antes en la historia y lo mismo pasa con España. Y no debemos olvidarlo. Con el tiempo nos daremos cuenta de que los problemas en Europa son muchísimo más pequeños que los que tenga cualquier país pobre.

P. ¿La crisis financiera ha restado atención a la pobreza?
E. D. Cuando estalló la crisis muchos temíamos que la ayuda se frenara en seco. Pero por el momento se ha mantenido. Mi percepción es que el interés de la gente se ha reducido pero tampoco se opone a las ayudas. Algo es algo.

P. ¿Es realmente el comercio la solución a la pobreza?
A. B. Creo que el comercio ha sido una fuerza de desarrollo muy importante en el mundo. Miremos el caso de China. Ahora bien, ¿es la solución para todos los países? no es tan claro. Parte del problema es la propia China, que es muy eficiente, muy productiva y competitiva y hace difícil que otros países en desarrollo, como Egipto, puedan colocar sus productos. Los beneficios del comercio se reparten de forma desigual en el mundo.
E. D. Muchos países tienen primero que hacer frente a la pobreza para poder plantearse vender sus productos al exterior. Si eres un país como Senegal y crees que ese es tu camino para salir de la pobreza, primero tienes que tener una fuerza laboral formada y nutrida, necesitas capital y luego lleva bastante tiempo crear una reputación. No es tan sencillo.

P. ¿Los microcréditos suponen realmente un salto cualitativo?
E. D. Es un tema controvertido al que dedicamos un capítulo entero del libro [“Repensar la pobreza”] y no estamos en ninguno de los dos extremos. Creo que es una herramienta útil para las empresas muy pequeñas y para familias del mundo pobre, sin contacto previo con el sistema financiero, no solo los créditos, sino con el ahorro y el pago de facturas... pero no cambia dramáticamente sus perspectivas de salir de la pobreza. Mejora su vida, algo que ya está bien, no pedimos más, pero no supone un cambio radical. Otro factor positivo es su gran alcance, llega a cientos de miles de personas y eso, si miramos pros y contras, es positivo.

P. ¿Por qué muchas veces la ayuda oficial resulta ineficiente?
A. B. Parte del problema es que pensamos que la gente pobre lo es porque no tiene dinero y que con darles dinero eso cambia. No es así y muchas veces desistimos porque ese giro radical no se produce, sin analizar qué hicimos bien o mal. Parte del dinero, además, se asigna por razones ideológicas y no por su efectividad.

P. ¿El enorme crecimiento de los emergentes de los últimos años ha llegado a los más pobres?
A. B. En países grandes, con fuerte crecimiento durante varios años, como Ghana o Bangladesh, la reducción de la pobreza ha sido notable. Pero han sido pocos, hay muchos países que han mantenido solo un crecimiento modesto. En todo caso, no hay una consecuencia automática entre crecimiento y pobreza, aunque estén relacionados. Debe haber voluntad política y los Gobiernos deben adoptar medidas dirigidas a ese objetivo y no siempre se hace de forma efectiva.

P. ¿Apoyan la llamada tasa Robin Hood para financiar la lucha contra la pobreza?
A. B. Yo pienso que hay muchos países, como Estados Unidos o India, que podrían fácilmente hacer que los ricos pagaran más. Esa es, sin duda, una de las principales razones por las que está creciendo la desigualdad.
E. D. No sé por qué tenemos que llamarlo tasa Robin Hood. Tenemos que avanzar hacia un sistema fiscal más progresivo, redistributivo y que genere ingresos suficientes para prestar los servicios que quieren sus ciudadanos. Tanto los países ricos como los pobres tienen que revisar sus sistemas tributarios, demasiado complicados y con muchas vías de escape que lo hacen menos progresivo de lo que nos creemos. En los países pobres, en particular, la tributación no está muchas veces planteada de forma eficiente y provoca un aumento de la inflación, por ejemplo. Es un tema que ambos deben replantear.

P. ¿Cuál es el mayor error sobre las políticas de desarrollo?
A. B. Es difícil porque hay unas cuantas. Pero diría que es la impaciencia. Ese convencimiento generalizado de que si no logramos eliminar la pobreza en, digamos, cinco años hemos fracasado. No es así. Nada cambia en un día.
E. D. Yo lo combinaría con la creencia de que una sola cosa lo conseguirá. Ninguna solución sirve para todos los problemas.

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En 2020, han vuelto a publicar juntos el libro: Buena economía para tiempos difíciles: En busca de mejores soluciones a nuestros mayores problemas Libro de Abhijit Banerjee y Esther Duflo. En Taurus. Los dos recibieron diversos premios y galardones, incluido el Nobel en 2019.

...Su rigor experimental conduce sobre todo a las recomendaciones que cabría esperar de unos académicos progresistas de Boston: impuestos más altos a los ricos para limitar la desigualdad, más ayuda tanto para los pobres nacionales como para los extranjeros, más migración y un comercio más libre, pero con más ayuda para los que salen perdiendo.

Hay pistas para una agenda más imaginativa que lleve la economía global a responder mejor a las necesidades, miedos y deseos de la gente. El libro, sin embargo, rehúye los debates éticos y sociológicos necesarios para dar cuerpo a estas sugerencias... Parte de la crítica de "cinco días".

Más en este blog sobre Esther Duflo, https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2019/11/el-nobel-esther-duflo-premia-una.html