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miércoles, 15 de agosto de 2018

Samir Amin falleció a los 86 años de un tumor cerebral.

El prestigioso economista egipcio Samir Amin falleció ayer a los 86 años en París debido a un tumor cerebral. Fue uno de los pensadores neomarxistas más influyentes de su generación y dedicó gran parte de su obra al estudio de la relación entre los potenciales centrales y los países subdesarrollados.

Nació en El Cairo en 1931 y pasó su infancia y adolescencia en Port Said. Cursó el bachillerato en el Liceo Francés de esta ciudad y en 1947 partió a París para iniciar sus estudios universitarios. En 1952 obtuvo su diploma en Ciencias Políticas y al año siguiente su licenciatura en Economía. En junio de 1957 presentó su tesis de doctorado titulada “Los orígenes del subdesarrollo - la acumulación capitalista a escala mundial”. En 1988 publicó “La desconexión”, donde planteó la necesidad de que los países subdesarrollados se “desconecten” del sistema capitalista mundial para poner en pie un internacionalismo de los pueblos frente al capitalismo.

Página 12 publicó una entrevista a Amin el pasado 7 de junio donde fue crítico sobre el futuro del capitalismo. “Es preciso saber que la supervivencia del capitalismo es imposible sin crecimiento y no veo posibilidad de otra fase del capitalismo con un crecimiento sostenido. Lo que no significa que el régimen vaya a morir lenta y silenciosamente de muerte natural. Al contrario, el capitalismo senil se vuelve más agresivo con contradicciones internas más grandes. Para los pueblos, la crisis sistémica del capitalismo implica la creciente desigualdad en la distribución de los beneficios y de las riquezas dentro de las sociedades, que se acompaña de un profundo estancamiento, por un lado, y la profundización de la polarización global, por el otro”, aseguró. 

Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/134872-murio-el-economista-egipcio-samir-amin

martes, 15 de agosto de 2017

_- Cómo ayudar a los niños a superar la muerte de una mascota

_- El fallecimiento de una mascota a menudo es la primera experiencia que un niño tiene con la muerte. Entender las formas únicas en que los niños ven a sus mascotas y responden a su muerte puede ayudar a los padres a facilitar el proceso del duelo.

Joshua Russell, profesor asistente de ciencias ambientales en el Canisius College de Búfalo, Nueva York, quien ha estudiado los efectos de la muerte de mascotas en niños, explicó que, para muchos de ellos, las mascotas son más que solo animales. “Muchos niños describen a sus mascotas como hermanos o mejores amigos con quienes tienen fuertes conexiones”, dijo.

En un estudio de 12 niños cuyas edades oscilan entre los 6 y los 13 años y que habían perdido una mascota, publicado en la revista Environmental Education Research, Russell halló que incluso años después de la muerte de la mascota, algunos niños todavía describían la pérdida como “el peor día de mi vida”.

También descubrió que a los niños se les ocurren maneras únicas de racionalizar el deceso de su mascota y que la forma en que muere una mascota influye en cómo los niños manejan el duelo.

Al igual que los adultos, los niños tienden a aceptar más fácilmente la muerte de su mascota cuando era esperada. Por ejemplo, los niños del estudio resultaban menos afectados cuando sabían de antemano que el animal tendría una vida corta. Parecían saber que un pez o un hámster, por ejemplo, no vivirían tanto como un perro o un gato. Cuando un animal estaba enfermo, generalmente aceptaban que la eutanasia aliviaba el sufrimiento de la mascota. Si un animal tiene una enfermedad terminal, los padres pueden ayudar a preparar al niño hablando de la pérdida inminente, así como de los sentimientos de tristeza que evocará.

Sin embargo, cuando las mascotas mueren de forma trágica e inesperada, la pérdida es más difícil para el niño. “Cuando una mascota muere repentinamente, enfatiza lo imprevisible que es el mundo. Les dice a los niños que las personas y los animales que aman pueden morir sin previo aviso”, dijo Abigail Marks, psicóloga clínica de San Francisco especializada en el duelo infantil.

Desde luego, la edad del niño y el nivel de desarrollo afectan cómo entiende la muerte y el dolor de un niño es notorio de maneras muy distintas al de un adulto. Los niños no siempre lloran ni muestran emoción inmediatamente. Pero esto no significa que no estén profundamente afectados por la pérdida.

“Los niños menores de cinco años tendrán dificultades para entender que la mascota se ha ido para siempre porque les es difícil captar el concepto de la muerte”, dijo Jessica Harvey, psicoterapeuta de San Francisco especializada en el duelo por la muerte de mascotas.

Una forma en que los niños pequeños pueden expresar su pena es a través del juego. Después de la pérdida de una mascota, pueden fingir, por ejemplo, que un gato o un perro de peluche se enfermó y falleció. Los padres pueden ayudar a sus hijos a través del proceso de duelo participando activamente en este tipo de juegos imaginarios.

Leer libros acerca de la muerte de mascotas apropiados según la edad también puede ser útil. Goodbye, Brecken de David Lupton, es un ejemplo de lectura para niños de entre 4 y 8 años.

Los niños en edad escolar a menudo tienen preguntas acerca de la muerte del animal, y el diálogo que se produce a raíz de ellas puede abrir conversaciones más amplias sobre el amor, la pérdida y lo que sucede después de morir. Cuando se habla con un niño en edad escolar sobre la muerte de una mascota, Marks recomienda ser honesto acerca de lo que sucedió. Hacerlo le permite saber al niño que no es un tabú hablar de la muerte o de sentimientos dolorosos, lo cual puede sentar las bases para procesar otros tipos de pérdidas en el futuro. Los padres también deben validar cualquier emoción que surja cuando el niño está de luto.

La Dra. Marks dijo que el dolor de un niño se iría y vendría; puede llorar un minuto y luego volver a jugar o hablar de otras cosas al minuto siguiente. Los padres deben estar más preocupados si un niño tiene pesadillas, mayor ansiedad o dificultad para dormir. Si esos síntomas persisten, la orientación psicológica puede ayudar.

Marks dijo que también es importante que los padres sigan el hilo de conversación de su hijo. “Si están preguntando acerca de los detalles de la muerte de la mascota, es una señal de que quieren hablar de eso”, dijo. “Están buscando tu consuelo”.

Para muchos niños, también es importante tener un ritual de despedida. “Los rituales en torno a la muerte son algunas de las formas más significativas que tenemos de reconocer la vida de alguien, pero estas ceremonias no están definidas socialmente para la muerte de mascotas”, dijo Marks. Las familias pueden crear sus propios rituales, como tener un pequeño funeral, dispersar las cenizas de la mascota, plantar un árbol para recordarlo o crear un álbum de fotos.

“Esa es una forma de procesar la pérdida y honrar el lugar que tenía la mascota en tu familia”, dijo Marks.

https://www.nytimes.com/es/2017/06/12/mascota-muerte-ayuda/

jueves, 18 de mayo de 2017

Cuatro hermanos de 110, 109, 103 y 101 años iluminan los genes de la longevidad. Un proyecto que estudia el ADN de personas centenarias busca retrasar el envejecimiento.

"¿Nadie te ha recomendado que dejes de fumar?", le preguntó en Nueva York el médico Nir Barzilai a Helen Kahn. “Sí, claro, pero los cuatro médicos que me recomendaron dejar de fumar han muerto”, respondió ella. Kahn, a la que todos llamaban Happy (Feliz), fumó durante casi 95 años. Falleció, tras una vida saludable, pocas semanas antes de cumplir 110 años.

Su hermano, Irving Kahn, fue una leyenda de Wall Street. Empezó a trabajar en la Bolsa de Nueva York poco antes del Crac de 1929. Y siguió yendo a trabajar como analista financiero hasta poco antes de su muerte, en 2015, a la edad de 109 años. Antes murieron su hermano Peter, a los 103, y su hermana Lee, a los 101.

“Los hermanos Kahn demuestran que tenemos la capacidad como especie de vivir hasta los 110 años de manera saludable. Los cuatro tuvieron salud hasta el final de su vida. Y también muestran que existe un factor genético”, explica Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York.

Barzilai, nacido en Haifa (Israel) en 1955, tuvo una juventud movida, como médico del Ejército israelí. Participó en 1976 en una misión de rescate de 102 judíos secuestrados por palestinos en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), trabajó en un campo de refugiados durante la Guerra de Camboya hasta 1980 y ayudó a levantar una aldea en la tierra de los zulúes, en Sudáfrica, en 1983.

Ahora, Barzilai dirige el Proyecto de los Genes de la Longevidad, un ambicioso estudio para investigar el material genético de 670 personas que han vivido alrededor de 100 años o más. Todos son judíos asquenazíes, una población históricamente homogénea que constituye un laboratorio perfecto para estudiar su genética. El trabajo arrancó en 1998. La mayoría, como los hermanos Kahn, ya ha muerto. Pero su ADN sigue hablando.

“El 60% de nuestros hombres centenarios y el 30% de nuestras mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo. Casi el 50% eran obesos durante su vida y menos del 50% hacían ejercicio. No hacen nada saludable. Tienen genes que los protegen. Y los tenemos que encontrar”, proclama Barzilai, de paso por Madrid para inaugurar el Congreso Interdisciplinar de Genética Humana, invitado por la Fundación Instituto Roche.

Los hermanos Kahn, relata, tenían una mutación en un gen asociada a niveles más altos de colesterol bueno. “Y hay más proporción de personas con esta mutación entre los centenarios que en cualquier otro rango de edad”, señala el médico israelí. Las personas que presentan esta mutación tienen, además, menos probabilidades de sufrir alzhéimer.

El 60% de los hombres centenarios y el 30% de las mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo: sus genes, aparentemente, los protegen

En el congreso de Madrid, el médico israelí adelantó un nuevo hallazgo. “Los ponis viven más que el resto de los caballos. Y los perros pequeños viven más que los grandes. Yo pensaba que esto no iba a ocurrir en los humanos, pero estaba equivocado. Más de la mitad de mis centenarios no tienen una actividad correcta de la hormona del crecimiento, por varias razones”, detalla. Sus resultados, afirma, se publicarán próximamente en la revista especializada Science Advances.

Estos mecanismos son más habituales en las mujeres. “Una cantidad baja de hormona del crecimiento las protege de morir. Incluso las mujeres de 100 años, si tienen muy poca hormona del crecimiento, vivirán el doble de tiempo más que las mujeres de 100 años con niveles más altos”, subraya Barzilai.

Al final de este verano, el médico pretende comenzar un ensayo clínico que será revolucionario si confirma sus sospechas. La hipótesis de Barzilai, como la de muchos expertos, es que las enfermedades asociadas al envejecimiento —como el cáncer, el alzhéimer, los ataques cerebrales y los problemas cardiovasculares— se pueden retrasar en bloque.

Barzilai cree que un fármaco, la metformina, retrasará en bloque las enfermedades del envejecimiento

El ensayo, que costará 70 millones de dólares, reclutará a 3.000 personas de entre 65 y 80 años. La mitad de ellas tomará metformina, un fármaco muy utilizado para controlar la cantidad de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2. Pero, en este caso, nadie tiene diabetes. La otra mitad de los participantes no tomará nada.

El equipo de Barzilai cree que la metformina retrasará las enfermedades del envejecimiento respecto al grupo de control. Pruebas en animales y datos epidemiológicos en humanos asocian la metformina a una mayor longevidad y a menos casos de cáncer, alzhéimer y enfermedades cardiovasculares.

El ensayo clínico, según reconoce Barzilai, además de una prueba de concepto en realidad es una excusa. En la actualidad, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) evalúa los fármacos y los aprueba para una determinada indicación, pero no posee ninguna indicación para el retraso en bloque de las enfermedades asociadas al envejecimiento. Si la metformina funciona, siendo un fármaco genérico y barato cuya seguridad está sobradamente demostrada, la FDA abrirá la puerta a ensayos con otros fármacos más prometedores contra el envejecimiento, pero con mayores riesgos, como la rapamicina.

Barzilai, conocido por sus colegas por empalmar un chiste con otro, es optimista respecto al futuro. En el congreso de Madrid, arrancó su charla contando el caso de un hombre de 100 años que fue a hacerse un seguro de vida. “No hacemos pólizas a personas de 100 años”, le informaron. “¿Cómo que no? Mi madre se acaba de hacer un seguro de vida aquí”, respondió. Tras pedirle disculpas, los empleados de la aseguradora le citaron para que firmara los papeles el siguiente martes. “El martes no puedo. Se casa mi abuelo”, lamentó el hombre de 100 años. “¿Su abuelo?”, exclamaron los trabajadores. “Sí, él no quería, pero sus padres le han presionado”, contestó el centenario.

http://elpais.com/elpais/2017/04/28/ciencia/1493394455_199979.html

jueves, 6 de abril de 2017

Gibson: “He llorado por España. Me duele que no esté en paz consigo misma”. El hispanista recoge en 'Aventuras ibéricas' seis décadas de trabajo de campo sobre los españoles.

Desembarcó en España con 18 años, hace casi 60. Tiene la nacionalidad desde 1984: es, probablemente, lo más castizo que hay en su barrio, Lavapiés (Madrid) y hace una tortilla “bastante buena”, pero Ian Gibson asegura que no ha perdido la distancia necesaria para ejercer su oficio de hispanista, esto es, una especie de perito de lo español. “Yo soy dublinés. Aquí no soy uno más, aunque sí me siento como en casa", aclara. Presenta Aventuras ibéricas (Ediciones B), un largo paseo de 412 páginas en el que recorre libros, lugares y personajes para resumir esas seis décadas de peritaje.

Al principio, antes de enamorarse de la historia y la obra del "desaparecido más famoso del mundo", el poeta Federico García-Lorca, fueron los pájaros. Lo confiesa en el libro. “Mi pasión era la ornitología y sobre todo, los ánsares o gansos salvajes. Me fascinaban. Cuando me enteré por un conocido naturalista, Michael Rowan, de que casi 100.000 invernaban en el Coto de Doñana apenas me lo podía creer”. La posibilidad de verlos hizo que entre Italia y España eligiera lo segundo. Entonces, explica, “no sabía nada de la Guerra Civil, ni de la dictadura, ni de la censura, era una oveja irlandesa descarriada”, así que lo más que le sorprendió en su primera impresión del país en el que ha terminado pasando la mayor parte de su vida, fue “el miedo”. Era una España de uniforme: el luto de las viudas -Gibson vivía entonces en casa de una que jamás se atrevió a contarle qué le había ocurrido a su marido- y el gris de los hombres que corrían detrás de otros: "Eran muy altos y fuertes. Antes de ver a los grises nunca había tenido miedo a la policía", recuerda.

Con 26 años se instaló definitivamente en España con su familia y el propósito de hacer una tesis doctoral sobre las raíces juveniles y populares de la obra de Lorca que se convirtió "en una investigación casi detectivesca sobre su asesinato”. En el libro revela que cometió "pequeños delitos" para obtener información. "Robé algunos documentos, nada importante. Quise robar otro y al final no me atreví, y me hice unas tarjetas de visita falsas". Siguiendo el rastro del poeta, Gibson se presentó en una comandancia militar como Michel Groyane, "catedrático de Botánica de la Universidad de Grenoble" para hacerse con unos mapas de la localidad granadina de Víznar. Y fue así como España le "atrapó".

Pregunta. De todos los nativos a los que ha entrevistado en estos 60 años, ¿cuál le ha impresionado más? ¿Quién le ayudó a entender mejor este país?

Respuesta. El encuentro con Salvador Dalí fue fascinante. Me recibió vestido de seda blanca y con una barretina roja. Tenía párkinson y le salían tubos por todos los orificios de la cara. Me habló en una mezcla de catalán y francés de su relación con Federico [García Lorca]… Fue uno de los momentos cumbre de mi vida. También Santiago Carrillo, y Gil Robles…

P. En el libro recuerda a algunos de sus predecesores, como el británico Richard Ford, autor de la que usted considera "la mejor guía de España”. Decía Ford que el principal problema de los españoles es que, salvo alguna excepción, llevaban siglos “malgobernados por corruptos”. Lo escribió en 1845. ¿Cuál cree usted que es el principal problema hoy?
R. España tiene muchos problemas. Uno es de identidad. No promociona esa mezcla maravillosa de razas, culturas, lenguas… ¿por qué no se enseña a los niños unos rudimentos básicos de árabe? Luego, la gente se queja de que los líderes se forran y se van. Piensan que si tienes un puesto hay que aprovecharlo, como decía Ford. Hay constantes, como esa, que se repiten. En la Segunda República todo empieza a florecer, pero la izquierda está dividida y la derecha unida. Queremos una democracia sólida pero todo es demasiado provisional. Ahora, Rajoy tiene la espada de Damocles de las elecciones mientras en el PSOE no saben qué va a ser, si Susana Díaz o Pedro Sánchez… Lo que está pasando me recuerda a la segunda república, a Largo Caballero e Indalecio Prieto. Si a Prieto le hubiesen dejado ser jefe de gobierno en 1936 no creo que hubiese pasado lo que pasó porque él no hubiera mandado a Franco a Canarias, lo habría tenido cerca para controlarlo. Pero los de Largo Caballero no le dejaron. En fin, el libro es una llamada a la sensatez. España tiene todos los ingredientes para ser un gran país si resuelve todos los problemas pendientes, si deja de tejer y destejer, como decía Larra. Si hay una verdadera cámara territorial en la que se utilicen todos los idiomas. Es importante que los otros españoles sepan algo de catalán. Sueño con la República Federal Ibérica.

P. ¿Le duele España?
R. Sí. Claro que he llorado por España. Me da pena ver sus posibilidades y me duele profundamente que este país no esté en paz consigo mismo, me produce rabia y dolor el tema de la guerra.

P. El periodista estadounidense David Rieff acaba de publicar Elogio del olvido, un libro en el que rechaza que la memoria histórica sea "un deber moral" y alerta “del peso del rencor y de la venganza". ¿España debe olvidar?
R. ¿Qué se gana olvidando? Se puede olvidar cuando se sabe toda la verdad. Ya se puede afrontar porque estamos a muchos años del 36. La Guerra Civil debería estudiarse en todas las escuelas y los muertos deben salir de las cunetas. La derecha de este país tiene que reconocer que aquí hubo un holocausto y no oponerse a las exhumaciones. El PP se ha comportado de una manera vil con este tema. Ellos [el bando nacional y sus descendientes] exhumaron a los suyos y no darles un entierro digno a los demás cae en el ámbito del pecado. Lorca simboliza todo eso. Alguno ha dicho que quiero hacerme una foto con su calavera cuando la realidad es que no sería capaz de ver sus restos, me daría un infarto. Lo que quiero es saber dónde está y qué hicieron. Seguiré queriendo saber hasta que me muera.

P. ¿Cuál es su lugar favorito en este país que ha recorrido de arriba a abajo?
R. Dos. Granada y el Cabo de Creus en L'Empordà, epicentro del mundo de Dalí, donde he pasado horas de intensa felicidad investigando. El territorio lorquiano y el daliniano en toda su diversidad. Ahí me muevo como pez en el agua.

P. ¿Y a qué lugar no volverá jamás?
R. Al Valle de los Caídos. Es el sitio más siniestro que conozco. Jamás he visitado algo tan tétrico. Ver al que probablemente sea el mayor asesino español de todos los tiempos bajo esa descomunal cruz me parece terrible. No pienso volver a poner los pies ahí hasta que saquen a Franco, el único español frío que ha existido, el que firmaba penas de muerte tomándose un café.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/23/actualidad/1490227728_499409.html?rel=lom

jueves, 18 de agosto de 2016

20 canciones para Lorca

Federico García Lorca fue detenido y posteriormente asesinado la madrugada del 18 de agosto de 1936. 80 años después, hoy es considerado el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx.
lorca
 “Cuando se hundieron las formas puras /
bajo el cri cri de las margaritas, /
comprendí que me habían asesinado. /
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, /
abrieron los toneles y los armarios, /
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. /
Ya no me encontraron. /
¿No me encontraron? /
No. No me encontraron. /
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, /
y que el mar recordó ¡de pronto! /
los nombres de todos sus ahogados.”

Fábula y rueda de tres amigos (Poeta en Nueva York – 1929-1930)

https://open.spotify.com/embed/user/altafidelidad.org/playlist/3MOr767eQ3UF7FwhUiTLG9


01.Compay Segundo – Son de negros en Cuba (1998)
02.Silvia Pérez Cruz – Pequeño vals vienés (2014)
03.Tim Buckley – Lorca (1970)
04.Robert Wyatt – Canción de Julieta (2007)
05.Enrique Morente – Cantar del alma (1998)
06.Camarón – La leyenda del tiempo (1979)
07.Enrique Morente & Lagartija Nick – Omega (1996)
08.Leonard Cohen – Take this waltz (1986)
09.Enrique Morente & Lagartija Nick – La Aurora de Nueva York (1996)
10.Carlos Cano – Casida de las palomas oscuras (1978)
11.Lole Y Manuel – El balcón (1984)
12.Paco Ibáñez- Mi niña se fue a la mar (1964)
13.Camarón – Nana del caballo grande (1979)
14.The Pogues – Lorca´s novena (1990)
15.The Clash – Spanish bombs (1979)
16.Carlos Cano- Casida de la muchacha dorada (1979)
17.Camarón – La tarara (1979)
18.Enrique Montoya – Baladilla de los tres ríos (1958)
19.Carlos Cano – Gacela de la raíz amarga (1980)
20.Manzanita- Verde (1978)

Fuente:
 http://www.altafidelidad.org/20-canciones-para-lorca/

viernes, 5 de febrero de 2016

Los miserables somos nosotros

(Previamente los bombardeamos terriblemente, destruimos sus casas, ciudades, sus centrales eléctrica, depuradoras de agua, distribuidoras de gas, los mercados, los hospitales, etc,...)
 -A continuación, cuando se ven forzados a huir del infierno en que hemos convertidos a sus países-
Los dejamos ahogarse en el mar o morir extenuados en interminables marchas. A los que sobreviven los dejamos caer en manos de mafias que se lucran a costa de su desgracia, literalmente les ponemos zancadillas en su carrera hacia la libertad, les imponemos cupos o los retenemos en las fronteras y les lanzamos comida al aire. A los que acceden a un país, les confiscamos sus bienes o los criminalizamos tachándoles de terroristas. A los que permanecen en sus casas asoladas, los dejamos morir de inanición. ¿Hace falta que siga? Pues parece que sí, porque, y me incluyo, seguimos igual. No nos conmovemos ante nada, no nos movemos ni ponemos el grito en el cielo. Estamos alcanzando cotas de deshumanización ciertamente preocupantes. La vileza ha sepultado toda sensibilidad y capacidad de empatía. Eso sí, maldigamos nuestra existencia cuando en nuestra burbuja de comodidad no nos funcione la conexión wifi o nos quedemos una mañana sin poder ducharnos por la dichosa caldera.—  Barcelona 

lunes, 5 de octubre de 2015

Las fronteras movedizas del mal. Los avances de la ciencia, Hitler y la globalización han replanteado los límites de la maldad. Varios libros analizan el cambio en uno de los grandes elementos de la literatura.

¿Cuándo entró el mal en Adi, como llamaba su madre a Hitler de niño? Aunque el mal no es un ente, ni un ser abstracto que se encarna en nadie, hay quienes se hacen esta pregunta cuando piensan en alguien considerado muy malo. La filosofía busca una explicación al origen de la maldad. La sociología y la ciencia también tratan de armar el rompecabezas que ha podido causarla. Pero donde la razón no alcanza entra la imaginación.

La verdad es que “el descrédito de la maldad es hoy absoluto. Ha llegado el momento de restaurar y restablecer el mal, teniendo siempre en cuenta los avances de la racionalidad y la ciencia”, reclama Salvador Giner, que publica Sociología del mal (Los Libros de La Catarata). Durante muchos siglos el hombre se debatió entre la bondad y la maldad en un mundo moralmente bipolar, recuerda el sociólogo. “No obstante”, agrega,“la llegada de la ciencia moderna fue socavando la noción de responsabilidad, y con ello la de la mala conducta y el daño intencional. Resultaba así que hasta el malvado era víctima de pasiones incontrolables, genes equivocados o ADN heredado. Se hizo imposible así una biología, una psicología y hasta una sociología del mal. La culpa se desvaneció: la ‘culpa’ de los males la tenía ahora el capitalismo, el instinto territorial innato, la psicopatología, y así sucesivamente”. A Giner esta deriva no le parece correcta y aboga por que “la filosofía moral y la teoría sociológica vuelvan a incorporar el mal a sus pesquisas, y a considerarlo con rigor. En un mundo presa del terrorismo, de los daños evitables y los horrores innecesarios, esa es hoy la tarea de la razón”.

Y no un rosario de especulaciones. Tras el paso de Adolfo Hitler por el mundo nada volvería a ser lo mismo. Todo lo concerniente al mal empezó una sigilosa relativización, se empequeñecieron las maldades pasadas y futuras; las fronteras del mal se hicieron más flexibles y móviles; la información de y sobre malos y maldades en un mundo hiperconectado parece impermeabilizar a la gente. Una huella que no deja de rastrear la literatura con personajes reales y ficticios. Un asomo a ese enigma se celebrará este fin de semana en las Conversaciones Literarias de Formentor: La novela más mala del mundo. Maldad, perfidia y espanto en la literatura.

La solución poética de la imaginación y de la literatura es una ventana ante la incapacidad de la razón para explicar el mal y la maldad en ciertas personas. Una aporía. Norman Mailer lo hizo con Hitler, en 2007. Fue la salida que encontró: novelar la infancia del führer y subir por el río de aquella vida en busca de desentrañar un misterio al que llamó El castillo en el bosque, a la sazón su último y póstumo libro. De sus páginas salieron más preguntas.

Jackie Cooper y Wallace Beery como Jim Hawkins y Long John Silver.
Esos interrogantes cobran vida en un momento en que las fronteras del mal y sus diferentes formas, explica la filósofa Amelia Valcárcel, “se han hecho más móviles en lo social. Más innovadoras en términos morales. Cosas que antes eran consideradas como malas ya no lo son, o empiezan a dejar de serlo. Un ejemplo es la homosexualidad, que hoy en varios países no es condenada y los Estados velan por la igualdad de derechos de las personas”. Valcárcel asegura que “no existe ninguna sociedad o cultura a lo largo de la historia que considere que el mal sea la norma. Los especialistas en él son las formas religiosas morales”.

¿Un invento o una banalidad?
“El mal no existe. La libertad tampoco. Dios tampoco. Las tres cosas están interre­lacionadas”, argumenta José Ovejero, novelista y autor del ensayo La ética de la crueldad. “Spinoza”, añade Ovejero, “escribió que los humanos se creen libres porque conocen sus actos, pero no las causas de estos. Y la neurociencia nos dice que nuestras decisiones están tomadas antes de que seamos conscientes de ellas. Nuestras decisiones no son tales: son resultado de la herencia genética y de la experiencia”. Así es que para Ovejero, “el mal es solo un invento tranquilizador: justifica nuestro odio y nuestro miedo”.

Pero es un tema que ha desvelado a los pensadores a lo largo de la historia. Cuando Immanuel Kant dijo que “el hombre es malo por naturaleza”, no se refería a que eso era lo que primaba en él, sino a que el mal es algo que se puede dar en el ser humano, no es sobrenatural. Recalca que el individuo se mueve entre su principal inclinación, hacer el bien y lo social para poder avanzar, y alguna pulsión opuesta. Es cuestión del libre albedrío. El mal no obra sobre sí mismo. Surge cuando en el acto normal de alguien al mirar alrededor y compararse con otros se antepone su amor propio al bien común.

Hannah Arendt abordó la cuestión desde otra esquina. Lo recordó el Nobel sudafricano J. M. Coetzee en su ensayo de la novela de Norman Mailer sobre Hitler: “La lección de Adolf Eichmann, nos enseña Arendt en la conclusión de Eichmann en Jerusalén, es la de ‘la temible, más allá de toda palabra y pensamiento, banalidad del mal”. Para Mailer, explica Coetzee, si la filósofa “tiene razón y el mal es banal, eso es infinitamente peor que la posibilidad opuesta de que el mal sea satánico”. Cuando Arendt escribió el libro, añade el Nobel, “se propuso mantener viva la paradoja de que si bien las acciones de Hitler y sus secuaces pueden superar nuestra capacidad de entendimiento, no hay en su concepción profundidad de pensamiento, ni grandeza de intenciones. Eichmann nunca fue consciente, en el pleno sentido filosófico, de lo que estaba haciendo”.
… Y llega la fascinación…

Lo que sí ha cambiado, insiste Amelia Valcárcel, es la metamorfosis que ha vivido el mal al haberse hecho más atractivo a algunos ojos: “Hay una tendencia hacia la fascinación por él. Esa cercanía aumenta desde el Romanticismo”. La literatura amplió su espectro y le dio otra carta de naturaleza. Todo eso, según Valcárcel, se afianza y diversifica en tiempos digitales que muestran un catálogo de maldades a un solo clic.

Crueldad, crimen, vileza, perfidia, daño, perversidad, injusticia, insidia o infamia son algunas formas de maldad cuyos conceptos y coordenadas se han alterado o suavizado.

Son los ecos nacidos en 1667 con El paraíso perdido, de John Milton. Los de “mal, se tú mi bien”. Ese libro es un punto de inflexión, analiza Rafael Argullol. El escritor y pensador recuerda que “el mal siempre ha estado presente en la literatura, desde Gilgamesh, pero hay un momento en que los escritores lo empezaron a hacer más visible”. La influencia de aquel paraíso se extendería por la Ilustración, y “con la llegada del Romanticismo aumentaría”. El ser humano miró dentro de sí, reconoció luz y descubrió oscuridad. Fue el hallazgo de los grises. Semillas del cambio del canon estético, ético y moral al que contribuyeron autores como el Marqués de Sade y Lord Byron. “Los malos no solo eran seres encarnados de malignidad. Tenían motivos y causas. Surgieron personajes magnéticos”. El autor de La atracción del abismo cita como ejemplo El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Allí, Kurtz es la representación de una persona que se pasa a las tinieblas, y Marlow, que va en su busca, sin darse cuenta, siente fascinación por él.

La imaginación como salida
Si la moral y la ética de los dioses griegos son más flexibles según sus intereses, el catolicismo predica el blanco y negro. Así, Caín es el primer malo sobre la faz de la Tierra, según la Biblia. ¿O fue Eva, tentada por la serpiente? El mal se esparce por la Tierra. Siglos después, san Juan narra en el Apocalipsis la llegada de un monstruo de siete cabezas que se encarnará en un niño como el anticristo. Es la venganza por la batalla librada en el origen de los tiempos cuando el ángel Luzbel se rebeló contra Dios, y, tras pelear con el arcángel, Miguel cayó a los infiernos, desde entonces siembra el mal.

Hasta allá va Norman Mailer en la historia de Hitler. Un ángel caído cuenta la historia de su libro, y de paso refleja las raíces de otros malos terrenales… Nerón, Atila, Torquemada, María I la Sanguinaria, Rasputín, Josef Stalin, Pol Pot, Idi Amin.

Clara Usón indagó en La hija del Este en un malo contemporáneo: Ratko Mladic, acusado de crímenes de guerra y genocidio por el asedio a Sarajevo, en la guerra de Bosnia, entre 1992 y 1996. Tras esa investigación y haberlo llevado a la literatura, Usón se pregunta: “¿Existe el Mal, así, con mayúsculas, o solo hay actos malos o buenos, y su maldad o bondad vendrá determinada por la moral, la religión y la cultura predominantes? Es la vieja disputa entre Platón y Aristóteles, entre nominalistas y universalistas, para los cuales el mal, el bien, la libertad, la patria, la fe no son palabras abstractas, sino realidades.

Quien está dispuesto a morir por la patria o la fe está dispuesto también a matar por ellas: Mladic es un ejemplo. Y también era un hombre honrado, un buen marido y un buen padre, un hombre muy religioso. Da que pensar”.

La literatura también se ha ocupado de malos “corrientes”. Truman Capote lo hizo en A sangre fría. Indagó en el atroz asesinato de la familia Clutter por parte de Perry Smith y Dick Hickock. Leila Guerriero ha rastreado la vida de varios criminales latinoamericanos al coordinar el libro de perfiles Los malos (Ediciones UDP), hecho bajo la pregunta ¿de qué está hecho un malo?

La periodista y escritora no piensa que “el mal duerma agazapado en cada persona y sea una circunstancia determinada la que lo despierte. Creer eso sería quitarle al malo toda responsabilidad sobre sus actos”. No duda en afirmar que hay una elección personal, “y en esa elección pesan diversas cosas: una convicción, una manera de ver el mundo, una circunstancia. Los malos nos interpelan como sociedad: ¿cómo es posible que en nuestras sociedades hayan prosperado tipos de esa naturaleza? Por otra parte, aunque el mal es diverso, preferimos pensar en el mal como arquetipo. Esa idea nos resulta tranquilizadora: si existiera una fórmula —si, por ejemplo, tuviéramos la certeza de que alguien que ha sufrido maltrato en la infancia resultará, sin dudas, un individuo malo— podríamos detectarlo. Mi sensación es que el mal está, muchas veces, en manos de gente perfectamente común”.


Irene Worth como Lady Macbeth.
Maldades cotidianas
El interés por conocer los entresijos del mal y sus formas y manifestaciones es tal, que la novela negra o policiaca vive un momento de esplendor. Acerca ese territorio a predios que recuerdan maldades más comunes. La infamia es una de ellas. La conoce el poeta y narrador Francisco Ferrer Lerín. La noveló en Familias como la mía: “La actividad principal del protagonista es considerada jurídicamente infamante, es la de esparcidor o expositor de cadáveres en el monte, como suministro complementario de comida a las grandes aves necrófagas y a otras especies amenazadas de extinción. Y así, la descripción en un libro de una actividad beneficiosa para el medio ambiente es catalogada como infamia de hecho”.

En un espacio más corriente y del que todos han sido por lo menos testigos circula la calumnia. “Según Dante, en un profundo foso del infierno gime el calumniador”, recuerda Basilio Baltasar, autor de Pastoral iraquí y director de la Fundación Santillana, organizadora de las Conversaciones de Formentor. Explica que “el asesino posee frialdad o cólera; el ladrón, una cierta intrepidez; los glotones, avaros y adúlteros calman su apetito con relativa modestia; pero el difamador necesita una gran imaginación narrativa. Como encarnación del mal, el calumniador no supera a los grandes criminales, pero la corrosión que produce es más perfecta: incesante, despiadada, impune. En el teatro del mundo, las dotes escénicas del difamador son muy influyentes”.

Como Yago, en Otelo, de William Shakespeare: “Señor, veo que sois juguete de la pasión, y ya me va pesando mi franqueza. ¿Queréis pruebas?”. Y su destino será como las preguntas del mal que van al mar de las respuestas perdidas.

En la lista negra
La Biblia es un vergel de malos. El mundo se abre con el asesinato de Abel a manos de Caín y se cierra con el anticristo liderando el Apocalipsis.

Shakespeare creó grandes malos, desde el Yago que susurra su veneno calumniador a Otelo hasta Lady Macbeth, que desliza el suyo para ayudar a que su marido sea rey.

En el mundo fantástico reina Sauron, que desata sus fuerzas oscuras en la Tierra Media de El señor de los anillos, de Tolkien. Magia negra es la que despliega Lord Voldemort en el colegio Hogwarts de Harry Potter, de Rowling.

Entre los malos incansables figuran el inspector Javert, que persigue a Jean Valjean, en Los miserables, de Victor Hugo, y un contemporáneo como Anton Chigurh, el psicópata asesino de No es país para viejos, de McCarthy.

Relaciones especiales con el mal son las de Kurtz en El corazón de las tinieblas, de Conrad, y la del músico Faustus y su pacto con el demonio en Doktor Faustus, de Thomas Mann.

Entre los malos más populares están el profesor Moriarty de la serie de Sherlok Holmes, de Conan Doyle; el tirano cerdo Napoleón de Rebelión en la granja, de George Orwell, y Mister Hyde, la personalidad criminal del Doctor Jekyll, de Stevenson.

Entre las bandas de violentos malvados porque sí figuran los cuatro amigos, encabezados por Alex, de La naranja mecánica, de Anthony Burgess.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/24/babelia/1443104690_168865.html

jueves, 3 de septiembre de 2015

La ciencia descubre que trabajar mucho es malo para la salud y que trabajar mucho puede matarnos de golpe.

Más de 55 horas semanales en el puesto laboral pueden dañar las arterias y aumentar el riesgo de ictus en un 33%.
El peligro de sufrir un ataque al corazón es un 13% mayor.

Trabajar en exceso resulta agotador. Y a lo bestia puede provocarnos un ictus o un ataque al corazón. Ambas son las sorprendentes conclusiones de un estudio de casi 10 años publicado en la revista  The Lancet. Sorprendentes por la obviedad de sus resultados. ¿Cuántos recursos humanos y financieros se han movilizado para tamaña hazaña científica?

El estudio de marras viene a decirnos que las personas que trabajan más de 55 horas a la semana en Europa, EE.UU. y Australia adquieren mayores riesgos mortales que las que no superan las 35 o 40 horas, la frontera legal más o menos establecida en los países de referencia. Por tanto, las sociedades capitalistas aún tienen un margen de hasta 20 horas para apretar las tuercas de la productividad y de la explotación laboral. Esa es una de las razones ideológicas e intereses ocultos del estudio que ahora se hace público de una forma aséptica y casi neutral por la mayoría de los medios de comunicación que repiten la noticia en estas fechas de sopor veraniego como relleno de sus portadas.

Dos preguntas inmediatas. ¿Por qué no se ha llevado a cabo el seguimiento y análisis exhaustivo en África, Asia y los países árabes? Es evidente: a las multinacionales y a Occidente no les interesa sacar a la luz las condiciones esclavistas de los trabajadores y trabajadoras de la periferia del mundo globalizado y tampoco la imagen sucia de niños y niñas en el duro tajo del día a día para subsistir en la miseria absoluta. ¿Por qué no se ofrecen datos por sectores de actividad, grupos de responsabilidad, edad y sexo? No se quiere entrar al detalle para no ver la realidad real, aquella que se encuentra dividida en clases sociales enfrentadas, inmigrantes, mujeres, jóvenes y otros grupos marginados de especial riesgo y acuciante necesidad por trabajar de lo que sea y por cualquier salario.

La redactora del artículo que glosamos, quizá también ella becaria o digna representante de la precariedad laboral, se deje llevar por los lugares comunes para no incurrir en lecturas políticamente incorrectas. Para enganchar al lector de una manera expresiva asocia trabajo a oficina y ordenador, dejando fuera, tal vez inconscientemente, a los empleos manuales y el trabajo doméstico. Ella también es prisionera del orden establecido y de los clichés ideológicos habituales del neoliberalismo. Probablemente no quiere meter la pata por el peligro de que su contrato en prácticas o basura deje de ser renovado ante su inminente conclusión. En la misma situación están millones de trabajadores en el mundo rico.

La espesura ideológica del capitalismo no deja entrever a la redactora la dimensión del bosque ni la textura de los árboles que lo conforman. Así, se permite escribir sin indagar en otras fuentes críticas con el sistema (sindicatos, por ejemplo) que “Aunque todavía no están muy claros los mecanismos que están detrás de esta asociación, los investigadores sugieren que el exceso de horas en el trabajo se vincula con conductas que aumentan el riesgo cardiovascular, como la inactividad física, un mayor consumo de alcohol y una respuesta constante y repetitiva al estrés.” En el texto hay contradicciones flagrantes de peso: una persona trabajadora sobreexplotada difícilmente tendrá tiempo para practicar deporte pues su ocio es escaso: reponerse del esfuerzo sostenido para ganarse la vida, tomarse una caña rápida con los amigos y salvar como pueda la fatiga física y existencial (ella lo llama estrés porque ostenta mayor pedigrí psicológico) es todo lo que puede permitirse en sus mínimos ratos de descanso para evadirse de la realidad objetiva. Y dormir y comer, claro está.

Otro párrafo memorable del artículo nos informa que en los países de la OCDE el 12 por ciento de los hombres (sic) trabajan más de 50 horas a la semana. ¿Y las mujeres cuánto trabajan? ¿Qué hombres dedican tanto tiempo a lo laboral: empresarios, banqueros, altos dignatarios o inmigrantes y personas de la escala más baja y precaria? El machismo se escapa por estas líneas tan impropias de un artículo bien documentado y no sesgado por las fuentes viciadas en origen. Hay que pedir un mayor rigor y compromiso con la objetividad a los profesionales de la comunicación.

El reportaje se redondea con las consultas a los expertos de rigor. Las perlas recogidas son más que elocuentes. El doctor sueco Janlert, de la universidad Umea, dice textualmente: “El tiempo que se pasa trabajando al día es una decisión humana. Esencialmente, si trabajar mucho genera un daño en la salud, debería ser posible cambiarlo…”. Cortamos aquí. ¿Decisión humana libre sin responsables? ¿Es el trabajador en solitario el que opta por jornadas extenuantes que dañan su salud? Janlert no quiere ver desde su ceguera doctrinal la estructura capitalista que condiciona todo el entramado laboral de explotación laboral, resguardándose en la decisión humana para no desvelar las causas objetivas de fondo y eludir de este modo tan elegantemente académico el tener que señalar con el dedo acusador a los autores de tamaños desafueros. La ciencia encerrada en su presunta objetividad al servicio del mercado: el punto de vista de Janlert es insustancial, pero muy dañino; no da más de sí, se agota en su misma evanescencia.

Galve, de la Sociedad Española de Cardiología, también aporta al texto su sabiduría profesional de experto incuestionable en la materia.

Refiriéndose al análisis de The Lancet, que le parece genial, matiza que “Si algo tiene de problemático, es que los estudios observacionales a veces no explican las causas.” En casos como el que nos ocupa, las causas son lo de menos porque la causa primera y casi única es la estructura, el sistema, el régimen de explotación capitalista. Por tanto, su pero o reticencia es menor, meramente de aliño, no atreviéndose a más para no salirse de los márgenes de la amabilidad científica y del buen rollo neoliberal.

Agrega Galve desde su altar metafísico que “Las personas que pasan muchas horas en el trabajo, suelen ser muy cumplidoras, con un compromiso laboral muy fuerte y, por este motivo, tienden a minimizar sus síntomas porque no pueden permitirse dejar su puesto para ir al médico.” La obviedad elevada a recurso de experto asimilado por el sistema. No son cumplidoras por que sí y renuentes a quejarse: sucede que la necesidad imperiosa individual y de sus familias les obliga a callarse, trabajar sin rechistar y a no ir al médico para no ser mirados como absentistas laborales. La terminología que usa Galve es típica de adictos a las tesis neutrales de aquellos que toman parte por el statu quo con apariencia de estar más allá del conflicto social y político cotidiano. Esto es, para no utilizar subterfugios y eufemismos: seguidor de las ideas patronales más rancias y extremas. Da la sensación de no mojarse por nadie pero su mente rezuma humedad ideológica de derechas de una manera más que palpable.

Galve remata su ideario trasnochado de este modo tan sutil: “Es un buen motivo de reflexión (el estudio) para hacer un llamamiento al reparto laboral... (y para que) se fomenten trabajos a tiempo parcial.” Que es lo que se está haciendo ya: trabajos por semanas, minijobs, tareas por horas y días sueltos sin derecho alguno… Súbitamente, el experto se muestra transparente. Y el lector poco avispado no atisba en esa opinión el sesgo ideológico y político del autor. Todo muy limpio, blanco, objetivo y científico.

Y estas son, repetimos, las conclusiones que se quieren trasladar a través de un artículo en apariencia inocuo, muy alejado de las controversias políticas y sociales: aún existe margen suficiente para una mayor explotación laboral en Occidente (por tanto, sufrido trabajador no te quejes tanto y baja tus afanes reivindicativos) y lo que debemos llevar a cabo es una reforma (otra más) del mercado laboral buscando una mayor flexibilidad y movilidad geográfica de la mano de obra, esto es, repartir el trabajo con menos salario manteniendo, e incluso aumentando, los beneficios empresariales. Ese es el doble mensaje que intenta colarse entre bastidores como científico por las élites dominantes. Hay otro subyacente que se escapa a la redactora del panfleto derechista: trabajando nadie se hace millonario.

¿Dónde quedó el eslogan publicitario compartido por las derechas y las izquierdas posibles a finales del siglo XX de una sociedad anunciada por el horizonte inmediato del ocio, el conocimiento y el pleno empleo? Por favor, no piense demasiado, si usted pertenece a la clase trabajadora, trabaje y nada más.
Armando B. Ginés
 The Lancet

domingo, 2 de agosto de 2015

“Mi hijo el cabo Soria no es un héroe” Israel protege a sus militares. España solo les rinde homenajes.

“¿Por qué no abre Israel diligencias judiciales por la muerte del cabo Soria? Así evitaría que lo haga España”, le pregunté a un diplomático israelí. “Porque tenemos que defender a nuestros soldados”, me respondió. Es decir: el Gobierno israelí no quiere dar a sus militares el mensaje de que se exponen a terminar ante un juez, ni siquiera si han cometido una imprudencia grave, como sería el caso. ¿Y qué mensaje quiere dar el Gobierno español a sus militares?, me pregunté.

La justicia castrense se ha inhibido de investigar la muerte del casco azul español, el pasado 28 de enero en el puesto 4-28 de la ONU en la frontera entre Israel y Líbano. El juzgado togado estima que la Audiencia Nacional “aparece, en principio, como competente” para tramitar las diligencias, pero será el juez al que le toque quien decida si las admite a trámite...

La investigación del caso Soria ni siquiera ha empezado. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, expuso el 14 de abril en el Congreso las conclusiones de los informes de la ONU, el Ejército español y el israelí. Todos, según el ministro, coinciden en que el proyectil que mató al cabo Soria fue disparado por una batería de artillería israelí que cometió una “cadena de errores e imprudencias”.

Pero estos informes, clasificados como secretos, no han sido entregados a la Justicia, y el pago de una indemnización, pactada entre los dos ministerios de Defensa, no puede suplantar la investigación judicial. Tampoco la liturgia con la que el Ejército honra a sus muertos en acto de servicio (homenaje a los caídos, condecoraciones, funerales solemnes) puede privar a las familias del derecho a saber cómo, por qué y quién es responsable de la pérdida de sus seres queridos.

Margarita Toledo, madre del cabo Soria, lo expresa con palabras que desnudan toda retórica: “Mi hijo no es un héroe. Me tocó a mí llorar como le hubiera tocado a cualquier otra madre. Si hubiese ido a la guerra, habría podido luchar, pero España lo mandó en misión de paz ¿para qué los manda si no los va a defender?”. Como defiende Israel a sus soldados, nada más.

http://politica.elpais.com/politica/2015/06/25/actualidad/1435249744_244305.html

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sábado, 18 de julio de 2015

Admiración. Hacía mucho tiempo que no me sorprendían tanto unas declaraciones de nadie

Vivimos tiempos huérfanos de admiración. Los líderes políticos, que lo saben mejor que nadie, recurren a escenografías insólitas, como Sánchez, o a viejos lemas admirables, como Rivera, para tratar de encender una chispa que alumbre siquiera un instante. La admiración parece hoy reservada para simples ciudadanos que intentan aportar un poco de honestidad, de serenidad o de cordura al panorama nacional, presentándose o no a unas elecciones. Por eso, quiero reflejar aquí mi admiración por el comunicado de Irene Villa acerca de los desdichados tuits difundidos por Guillermo Zapata. Nunca lo habría creído de mí misma pero así ha sido, y así lo reconozco. Irene Villa habría tenido muy fácil cualquier otro camino, habría encontrado cientos de voces que jalearan una declaración de honor maltrecho, de ofensa irreparable, de venganza imprescindible, miles de personas la estaban esperando para levantarla como una bandera del sacrosanto combate entre la España inmortal y los luciferinos radicales, pero ella ha escogido el camino de la ecuanimidad, de la cordura y, me atrevo a suponer, de la sinceridad. Ha dicho, igual que ciertos anónimos portavoces de la Audiencia Nacional que sin embargo no han dado la cara, que le parece una barbaridad que se juzgue a alguien por un chiste de una especie que ni la molesta ni la molestará. El problema, ha añadido, no es mío, sino de la gente capaz de hacer esa clase de chistes. Hacía mucho tiempo que no me sorprendían tanto unas declaraciones de nadie. Y más allá del escándalo, otro más, que supone que algunos jueces desautoricen en secreto la actuación de la fiscalía y de su propio tribunal en un caso cargado de repercusiones políticas, su actitud me parece admirable. Y lo digo.

 29 JUN 2015 - 

viernes, 1 de mayo de 2015

Crimen de Lesa Humanidad. La UE quiere las riquezas de África, pero a las personas no

Cecilia Zamudio
Miles de personas fallecen todos los años en su intento de llegar a Europa. Miles de personas huyendo de la miseria a la que el saqueo perpetrado por el gran capital transnacional somete a África. No van hacia el *"sueño europeo"*, huyen de la pesadilla en que las transnacionales han convertido a África; siguen la ruta que previamente han seguido las inmensas riquezas extraídas de sus países. Pero la UE quiere las riquezas de África, pero a las personas no. La Dictadura del Capital obliga a las personas a emprender éxodos terribles, en condiciones de peligro extremas.

En la madrugada del 19 de abril 2015, un barco con más de 900 personas migrantes se hundió en el estrecho de Sicilia: intentaba llevar a centenares de personas desde Libia hasta Italia. La Fiscalía de Catania señaló que se estima que podrían haber fallecido unas 950 personas; los procuradores expresan que *"aún es imposible determinar con precisión el número de muertes" (1)*. Por el momento se han encontrado 24 cadáveres, y solamente 28 supervivientes. Carlotta Sami (ACNUR Italia), expresó que el barco se hundió a unos 110 km de la costa. Los Guardacostas italianos habían recibido una llamada de socorro en la noche, avisándoles de que el barco se encontraba en peligro. Pero, según informaron los guardacostas, cuando se inició la operación de rescate, el barco naufragó porque todos los que iban a bordo se colocaron del mismo lado en la desesperación por sobrevivir (2).

Las fauces de un mar sorprendido se tragaron la vida de otras 900 personas. En el mismo mes de abril de 2015, más de 400 personas migrantes desaparecieron y unas 150 sobrevivieron, tras naufragar en su viaje clandestino rumbo a Italia, el día 15. Y es que el Mediterráneo se ha convertido en una inmensa tumba. En total unas 90 mil personas cruzaron a Europa entre el 1 de julio y el 30 de septiembre 2014, y al menos 2.200 perdieron la vida. En el trimestre anterior fueron 75 mil personas y 800 muertes, según ACNUR.

Estas tragedias representan un largo sufrimiento para los familiares de las víctimas; y por otro lado una larga sucesión de malabarismos mediáticos para los políticos de la UE, que salen a intentar tapar el sol con un dedo. Quieren tapar que el saqueo y las *"guerras humanitarias"* perpetradas por la UE y EEUU contra África tienen al éxodo masivo como lógica consecuencia. Salen los políticos, los representantes de las instituciones *internacionales*, a cual más "caritativo", a cuál más "legalista", a cuál más ufano a proponer *soluciones*. Y cada *solución* es menos solución que la anterior. Parecen obsesionarse con las supuestas "mafias" de transporte de personas, cuando es bien sabido que en muchas ocasiones el supuesto "mafioso" no es otra cosa que un pescador que ya no puede sobrevivir de la pesca en un mar saqueado por el arrastre de las grandes transnacionales, reconvertido en conductor de embarcaciones que clandestinamente intentan pasar las fronteras de la Europa fortaleza. Incluso, si bien puede ser cierto que muchos transportistas de estos viajes clandestinos, se aprovechan de las personas en situación de éxodo y migración clandestina, estos transportistas no pueden ser tenidos por los responsables de esta tragedia, de estos crímenes de Lesa Humanidad. A menos que se quieran ocultar a los verdaderos responsables. Algunos salen incluso a decir que hay que bombardear las embarcaciones en las costas de salida: el fascismo de la Unión Europea deja completamente caer sus máscaras.

Entre los supervivientes de la tragedia del 19 de abril, los medios han ubicado ya a los dos hombres que les sirven de chivo expiatorio: dos miembros de la tripulación serán el blanco de todo el odio; chivos expiatorios perfectos para ocultar a los verdaderos responsables de estos crímenes contra la humanidad. Se les acusa de homicidio múltiple, y los medios del gran capital intentan responsabilizar de la continua tragedia del Mediterráneo y del Atlántico a las supuestas *"mafias de trata de personas"*.

Esta tragedia del fallecimiento atroz de cientos de personas en proveniencia de Libia, también pone en evidencia otra de las consecuencias de la invasión contra Libia, perpetrada por los "aliados" y su OTAN en el 2011.

La invasión de Libia fue una intervención al servicio del Gran Capital Transnacional, que adelantó la OTAN con la ayuda de mercenarios paramilitares inyectados en Libia desde los servicios secretos europeos y estadounidenses. Esta invasión se articuló con la total complicidad del aparato mediático del capitalismo transnacional, que a los paramilitares mercenarios los llamaba *"rebeldes"* con la finalidad de justificar la invasión y genocidio contra el pueblo libio, y su gobierno de entonces, el de Muammar Al Gaddafi. Durante el gobierno de Gaddafi, Libia era el país con el mayor nivel de vida de toda África; razón por la que en Libia se establecieron muchísimos africanos de otras regiones de África. Estos africanos hoy se suman a los que intentan llegar a la Europa fortaleza: a esa UE que saquea las riquezas de África, pero luego no quiere a las personas.

Libia fue el blanco de la codicia capitalista por varias razones: tiene en su suelo un petróleo de los más livianos del mundo y un potencial productivo estimado en más de 3 millones de barriles diarios. Desde 2009 Gaddafi adelantaba un plan para nacionalizar el petróleo libio. El plan de nacionalización fue impedido por opositores en el mismo seno del gobierno. Muchos de estos opositores a la nacionalización fungieron *de "jefes rebeldes"* al servicio de los intereses de las transnacionales.

Además Libia posee una inmensa reserva hídrica subterránea estimada en 35.000 kilómetros cúbicos de agua, que forma parte del Sistema Acuífero Nubio de Arenisca (NSAS), la mayor reserva fósil de agua del mundo. En los años ochenta Libia inició un proyecto a gran escala de aprovisionamiento de agua: El Gran Río Artificial de Libia, considerado uno de los más grandes proyectos de ingeniería, que proveía agua desde los acuíferos fósiles. El sistema una vez finalizado cubriría a Libia, Egipto, Sudán y Chad, y potenciaría así la seguridad alimentaria de una región aquejada por la escasez de agua para cultivos. Eso evitaría que esos países recurrieran a los fondos del FMI: algo que se oponía a la aspiración del monopolio global de los recursos hídricos y alimentarios por parte de Occidente.

Por otro lado Libia poseía 200 mil millones de dólares de reservas internacionales que fueron confiscadas por sus agresores. Estos fueron los móviles del crimen contra Libia.

Luego de la agresión imperialista, Libia quedó destruida, sin infraestructura acuífera ni vial, ni escuelas, ni hospitales, ya que hasta éstos fueros bombardeados. Antes de la invasión imperialista, en Libia las mujeres vivían con mucha más libertad que en otros países de la región; luego de la invasión, la UE y EEUU aplaudieron al gobierno de sus mercenarios: una de cuyas primeras medidas fue decretar la ley de la Sharia, atrozmente cruel con las mujeres. Otra de las consecuencias de la invasión a Libia, es el surgimiento de grupos de terrorismo paramilitar en diferentes países de la región: los mercenarios empleados por los servicios secretos europeos y estadounidenses se reciclan en otras operaciones del terror. De estas operaciones surge el Estado Islámico.

Libia fue torturada por lo que falsimedia tuvo el cinismo de llamar *"bombardeos humanitarios"*. Fue una operación de neocolonialismo con miras a apropiarse de los inmensos recursos petroleros y acuíferos de Libia. Las transnacionales inflaron sus fortunas en base a la tortura del pueblo Libio.

El capitalismo es el responsable de esta tragedia, y concretamente los grandes capitalistas que se lucran del sudor ajeno y del saqueo del planeta: ellos son los criminales de Lesa Humanidad. Esos que los medios nos mostrarán como "empresarios de éxito" y no como los genocidas que son. 85 multimillonarios poseen una riqueza igual a la riqueza que comparten 3.570 millones de personas, que sobreviven explotadas en infernales socavones, teniendo que vender sus órganos, teniendo que trabajar en fábricas que las sepultan vivas, teniendo que prostituirse desde la infancia, o teniendo que empeñarse en éxodos terribles, cuya culminación no será otra que la muerte por ahogamiento, o el ahogamiento en vida, teniendo que trabajar por migajas en la Europa fortaleza, en caso de sobrevivir al viaje.

Hoy son miles de hombres jóvenes, mujeres y niños, que se ha tragado el mar. Un mar cuyas olas van y vienen entre África y Europa, testigos silenciosas del genocidio capitalista, lamiendo las playas de los países saqueados y también aquellas playas que son las puertas del cinismo más absoluto.

Notas:
(1) http://eldia.es/agencias/8061022-INMIGRACI-N-MEDITERR-NEO-ITALIA-Prevision-Italia-busca-respuestas-naufragio-Cuantos-eran-que-hundieron
(2) http://www.telesurtv.net/news/Barco-con-700-inmigrantes-se-hunde-en-costas-de-Libia-20150419-0010.html

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un paseo por la Sevilla encantada. Un curioso 'tour' descubre historias ocultas y misterios de la ciudad hispalense

Sevilla tiene muchas caras y existen muchas formas de conocer cada una de ellas. La ciudad devota que se engalana en Semana Santa. La ciudad festiva que celebra la Feria de Abril cada primavera. O la ciudad encantada llena de supuestos espectros y experiencias paranormales.

Esa Sevilla es la que muestra la empresa Naturanda, que organiza cada fin de semana una ruta encantada por la ciudad. Para vivir esta experiencia turística hay que tomárselo con humor y estar dispuesto a entrar en un universo que aúna pasado, leyendas y arquitectura. La cita se celebra los jueves, viernes y sábados a las 22.00 horas en la plaza del Triunfo, a los pies de la Giralda y la Catedral. Su precio es de 5 euros por persona (los niños pagan 2 euros) y dura dos horas. Durante el trayecto un guía nos adentra en la Sevilla romana, árabe, judía y cristiana y nos ayuda a revivir hechos singulares que estremecieron a los habitantes de la ciudad, aunque hay anécdotas que nos arrancarán una sonrisa. Al fin y al cabo, no hemos cambiado tanto con el paso de los años y en materia de amor, envidia o celos descubriremos lo poco que se ha evolucionado.

Este particular tour hispalense tiene un total de 15 paradas en las que se descubren historias ocultas, misterios y hasta cuentos de fantasmas que todavía habitan en la ciudad. El recorrido permite incluso escuchar extraños ruidos de edificios como la Facultad de Bellas Artes, en cuyo sótano están enterrados los literatos Gustavo Adolfo Bécquer o Fernán Caballero (su nombre real era Cecilia Böhl).

Susona también es conocida como la calle de la Muerte./ PILAR BERNAL
La primera parada se sitúa en el barrio de Santa Cruz, donde nos adentramos en la calle de la Muerte (ahora Susona), conocida así por la trágica historia de una mujer judía que por salvar a su amante cristiano entregó a su familia a las autoridades. De allí se va a la plaza de Alfaro para contemplar la reja del diablo, cuyos barrotes no están soldados, pegados, ni atornillados, sino entrelazados como si fuese un tejido. La Casa de Murillo (Santa Teresa, 8) será el pretexto para escuchar la leyenda que cuenta cómo una gitana profetizó que el pintor moriría en una boda. Entre relatos llegamos a la Plaza de la Alfalfa, donde aún está el testigo, en forma de escultura en la pared, del rey don Pedro I, apodado el Cruel, y donde un viejo candil colgado de una ventanuca nos recuerda el duelo trágico en el que el rey hirió de muerte al caballero Guzmán.

En el camino hacia la calle Puente y Pellón nos llevan a casas encantadas que, según cuenta el guía, las inmobiliarias de la ciudad no consiguen vender ni alquilar, y que tienen en vigilia constante a los vecinos. La ruta concluye en la calle Laraña, en la que se encuentra la Milla de Oro de los fenómenos paranormales, formada por el antiguo Teatro Álvarez Quintero (hoy sede de la Fundación Cajasol), la Facultad de Bellas Artes y el restaurante Viandas, donde se pueden escuchar más historias de espíritus.

El mágico paseo concluye a medianoche, justo cuando las campanadas de las iglesias cercanas comienzan a sonar, momento ideal para tomarse unas copas en los baretos de la Alameda de Hércules y volver a la realidad.

lunes, 29 de septiembre de 2014

José Saramago vuelve a hablar a los lectores. Se publica la novela inacabada ‘Alabardas’ sobre la violencia y el negocio de armas. En el libro participan Saviano y Günter Grass

 Saviano escribe sobre 'Alabardas'

Con el mar de Lanzarote, a su izquierda, y el jardín de su casa, delante, asomados en dos ventanas, José Saramago empezó a escribir la novela que dejó inacabada y que verá la luz el 1 de octubre: Alabardas (Alfaguara). La escribió en uno de los salones de su casa, en un sillón color teja rodeado de tonos verdes donde nunca antes había escrito ningún libro. Donde para un tema como el de la industria del armamento y el tráfico de armas continuó la exploración de dos rutas literarias: más depuración en lo escrito y más sentido del humor e ironía.

El Nobel portugués (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) relata sobre el negocio armamentístico, sí, pero también le habla al lector, lo interpela, le cuenta una historia y en ella le pregunta por su posición y responsabilidad moral ante esa situación. O, como dice el poeta y ensayista Fernando Gómez Aguilera, “hurga en su conciencia, para incomodar, intranquilizar y depositar en el ámbito personal el desafío de la regeneración: la eventualidad, si bien escéptica, de encarrilar la alternativa de un mundo más humano”.

Todo empezó a tomar cuerpo el 15 de agosto de 2009, tras la publicación de Caín, con la primera nota de trabajo: “Es posible, quien sabe, que quizá pueda escribir otro libro. Una antigua preocupación (por qué nunca se ha producido una huelga en una fábrica de armas)”. Alcanzó a escribir tres capítulos que dejó en su ordenador, con copias impresas en una carpeta roja sobre el escritorio. Y en otro documento de word esbozado parte de la historia protagonizada por Artur Paz Semedo que “trabaja desde hace casi veinte años en el servicio de facturación de armamento ligero y municiones de una histórica fábrica de armas”. Un hombre separado de su mujer, “no porque él lo hubiese querido, sino por decisión de ella, que, por ser convencida militante pacifista, acabó no pudiendo soportar ni un día más sentirse ligada por los lazos de la obligada convivencia doméstica”.

Pura coherencia.
Pura pregunta que Saramago lanza en una palabra de diez letras: Coherencia. Y de ahí en adelante más. Una historia de esas que encadenan al mundo gobiernos, empresas y ciudadanos, y que nace de otra pregunta: ¿vendió la empresa donde trabaja Artur Paz Semedo armas a los fascistas de la Guerra Civil española?

Eso es Alabarda, cuyo nombre completo sería “Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas”, título extraído de la tragicomedia Exortaçao da Guerra, del dramaturgo Gil Vicente. Una novela en la que el escritor no solo cambió de lugar a la hora de escribir y ahondó en otros registros, sino que debido a su enfermedad alteró su rutina creativa y lo hizo cada vez que pudo. En otros tiempos, recuerda Pilar del Río, su viuda, “dedicaba la mañana a la correspondencia, escribir artículos de prensa o conferencias; mientras, en las tardes, escribía novelas. Pero últimamente tiempo el tiempo le apretaba y ya no tenía horas. ‘El tiempo aprieta’, decía”.

Alcanzó a Saramago ese tiempo, y lo escrito en esa premura se ve ahora en 149 páginas. Una edición especial que incluye los apuntes del autor, un artículo de Roberto Saviano, un texto de Gómez Aguilera y todo embellecido con los dibujos de Günter Grass… lobos rabiosos y asustados, sombras fantasmales, piernas y brazos en marcha militar, sembradíos de armas, cuervos, cuervos…

Imágenes que acompañan un libro, como escribe Saviano, “de páginas que son un criptograma del murmullo continuo de las misteriosas revelaciones que recibimos. Como un manual de traducción de sonidos, percepciones e indignaciones. En Artur las revelaciones que he visto son las de todos los hombres y mujeres que se han defendido de la idiotez al darse cuenta de haber comprendido los dos caminos que existen: quedarse aquí, soportando la vida, charlando con ironía, tratando de acumular algo de dinero y familia y poco más, o bien otra cosa”.

Cuatro años después de muerto, Alabardas se publica con los sentimientos encontrados de Pilar del Río. Desde el principio tuvo claro que lo editaría: “El lector tiene derecho a conocer aquello que le ocupaba al autor que admiraba y por qué se había preocupado tanto. Más en un hombre como Saramago que estaba entre la vida y la muerte trabajando”. Incluso así, cuando podía, escribía dos hojas diarias, en la impresora hacía dos copias, una para su carpeta roja y otra para su mujer, y al día siguiente matizaba o corregía. Lo sorprendente, cuenta Del Río, eran la bonhomía y la ligereza y el humor que quería transmitir un hombre muy enfermo que no sabía si podía acabar el libro. Una novela que será presentada el 2 de octubre en Lisboa con varios actos especiales: por la mañana habrá una visita con los medios a la Fábrica de Braço de Prata, antigua Fábrica de Armas y hoy día Centro Cultural; por la tarde (17 horas) en el Teatro Nacional D. Maria II se dará una rueda de prensa con Baltasar Garzón, Roberto Saviano y António Sampaio da Nóvoa.

Es el diálogo continuado de José Saramago con los lectores en esta Alabardas que escribió en un sitio inédito para él, con ordenador, en su sillón color teja y frente a la mejor obra de la casa, según él: dos ventanas: una con vista al mar y la isla de Fuerteventura y la otra con los árboles del jardín que plantaron juntos.
Fuente: El País.

Pilar del Río: "Le faltaron unos meses para acabar la novela"
“Es una obra de madurez, con una gran ironía y en donde introduce nuevas técnicas narrativas”. Así juzga Pilar del Río la última obra de José Saramago. Pero la compañera del escritor y directora de la fundación del mismo nombre en Lisboa va más allá de la crítica literaria. “José vivía obsesionado por dos grandes ideas, el poder y su responsabilidad, y la barbarie de las guerras y la violencia. De la primera idea surgió Caín. No podía entender cómo el libro sagrado de los cristianos comenzaba con un fratricidio. Alabardas... nace de su segunda obsesión”.

“Esta novela es una idea recurrente desde que oyó que durante la Guerra Civil española se encontró una bomba con un mensaje en portugués en su interior: “Esta bomba no reventará”. Un ser anónimo, una persona, pese a trabajar en una armería, hace todo lo que está en su mano para evitar la violencia. Ese es el mensaje que José quería transmitir. La indiferencia en la que vivimos mientras dedicamos a la industria del armamento más dinero que a la educación o la sanidad. No es una novela sobre la guerra, es una novela sobre la lucha personal. Un canto al activismo individual para cambiar lo establecido, lo que damos por invariable, consciente o inconscientemente desde que nacemos”.

Pilar del Río cuenta que Saramago tenía en su cabeza la novela. “La escribió a continuación de Caín. En su casa de Lanzarote la desarrollaba pese a su debilidad y sus dolores, pero sin parar, porque decía que no quería perder el tiempo, que le iba a faltar. Le faltaron solo unos meses”.

lunes, 23 de junio de 2014

Una historia antigua. En el corazón de cualquier relato está el misterio de lo que no llega a decirse

"Nos contamos historias a nosotros mismos para seguir viviendo”. Me acordé de esas palabras de Joan Didion conversando con una mujer que probablemente había leído muy poco o nada y que sin embargo era una excelente narradora y hablaba un español empapado de literatura: de novelas sentimentales, de boleros, de telenovelas. Es una mujer de casi sesenta años que no ha tenido mucha suerte en su vida, pero que la cuenta con esa extraordinaria desenvoltura narrativa del habla colombiana, en la que nunca falta el humorismo, y en la que la guasa amortigua o endulza hasta lo más cruel. Emigró a Nueva York cuando era muy joven. Tuvo un hijo con un hombre que desapareció en seguida. Con la esperanza de poder pagarse los estudios de Medicina, su hijo se alistó en el ejército cuando empezaba la invasión de Irak. Lo enviaron allí, y ella dice que le rezaba todos los días al Señor pidiéndole que se lo devolviera vivo y entero. “Dios mío, no me lo devuelvas quemado, o sin piernas, eso no”. Hablaba con él de vez en cuando por Skype y lo notaba trastornado por dentro, horrorizado de lo que veía. “Mamá, esto es el infierno”. Tenía 22 años y se había casado un poco antes de viajar a Irak, “con una gringuita rubia, linda, con los ojos azules”. El hijo la llamó cuando ya solo le quedaba una semana en la zona de guerra. Uno o dos días después de hablar con ella, el blindado en el que viajaba rebotó sobre una mina y murieron él y sus tres compañeros de patrulla...

Se pregunta qué prueba podría ponerle ella a su amante español si volviera a encontrarse con él, si lo mirara y no estuviera segura de reconocerlo, al cabo de una ausencia más larga ya que la de Ulises. Y comprende instintivamente que en el corazón de cualquier historia está el misterio de lo que no llega a decirse.
Fuente:  19 JUN 2014 - El País, Babelia.

martes, 6 de mayo de 2014

Michael Marmot, La injusticia social provoca problemas de salud y muerte prematura a gran escala

BERTA CHULVI
Michael Marmot ha coordinado el informe “Los determinantes sociales y las desigualdades en materia de salud en Europa”, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013. Marmot es una autoridad en este campo y dirige el Instituto de Equidad y Salud del University College de Londres. En la presentación del informe en España, Michael Marmot afirmó que el alto desempleo juvenil en nuestro país es una emergencia sanitaria. Sobre esta y otras cuestiones se pronuncia en esta entrevista.

Tal y como expresó usted al inicio del informe final de la OMS, la injusticia social mata a gran escala. Sin embargo, en Europa no pensamos en esos términos, ¿por qué? Nos hemos acostumbrado a pensar en las causas inmediatas de los problemas de salud, como el hábito de fumar, el alcoholismo, los hábitos de alimentación, la falta de ejercicio físico, pero es necesario pensar a otro nivel para determinar el origen de las causas de los problemas de salud, es decir, las circunstancias en las que la gente crece, vive, trabaja y envejece y los factores políticos, sociales y económicos que moldean esas condiciones. Analizados en conjunto, estos factores crean desigualdades de salud que son evitables. Nuestra incapacidad de solucionar esta situación no solo es algo socialmente injusto, sino que además conlleva problemas de salud y la muerte prematura en gran escala.

¿Considera que la actual crisis económica y las políticas de austeridad aplicadas por los gobiernos europeos implican un nuevo escenario de desigualdades en materia de salud en Europa?
Hay evidencias de situaciones pasadas que demuestran que muchas de las consecuencias de las crisis económicas y de las medidas tomadas para controlarlas pueden tener efectos a largo plazo en la salud. Las consecuencias más inmediatas son el desempleo de larga duración, mayor precariedad en el empleo, peores condiciones de trabajo (por ejemplo, contratos de cero horas), la reducción de la protección social y la educación, y otras políticas que afectan las condiciones sociales. En la medida que estos cambios tengan un impacto diferencial en distintos países, en las diferentes regiones de esos países y entre diversos grupos sociales, existen más probabilidades de que se perpetúen las desigualdades y la brecha social en el campo de la salud.

El informe señala que en España más del 40% de los jóvenes menores de 25 años está desempleado, ¿cuáles son en su opinión las consecuencias de esa situación para la salud?
El alto desempleo juvenil en España es una emergencia sanitaria que, si no se ataja, tendrá consecuencias para futuras generaciones. El Gobierno español debe introducir medidas de protección social para evitar el deterioro de la generación joven, que afronta el riesgo de problemas mentales y una tasa de mortalidad más alta. Es urgente promulgar políticas económicas y sociales que posibiliten a estas personas un futuro.

Tras analizar los determinantes sociales de las desigualdades en salud, ¿qué papel le atribuye usted a las condiciones de trabajo?
Las condiciones de trabajo pueden afectar a la salud a través de la exposición directa a agentes físicos, químicos y biológicos peligrosos, de un entorno ergonómico desfavorable y de factores psicosociales que generan estrés. Este último factor incluye los desequilibrios entre las exigencias del trabajo y el control que tienen de estas los individuos, así como el desequilibrio entre el esfuerzo requerido para realizar un trabajo y su recompensa psicológica. También depende de aspectos como deficiencias en la gestión y dirección y de la precariedad. En general existe un gradiente social en todos estos factores que conlleva al empeoramiento de la salud en las ocupaciones de la escala socioeconómica más baja.

El informe final mencionado anteriormente propone mantener o desarrollar servicios de salud que se financien con fondos públicos y sean independientes de los empresarios. ¿Hasta qué punto es importante esa independencia? ¿Puede darnos algunos ejemplos que soporten este razonamiento?
Los empresarios son responsables de las condiciones en el lugar de trabajo, tanto de los aspectos relacionados con la organización del trabajo, la estructura de la dirección como de los contratos y las condiciones de trabajo cotidianas de los trabajadores. En la medida en que cualquiera de estos aspectos tenga un impacto negativo en la salud de los trabajadores en un ámbito concreto, una de las obligaciones de la salud laboral es señalar la responsabilidad del empresario. Para que esta dinámica sea eficaz, requiere de independencia y de una legislación laboral adecuada. La principal evidencia de esta afirmación es el gradiente social de las condiciones adversas de salud y trabajo: los empresarios sufren menos adversidades y los trabajadores de las escalas más bajas se enfrentan a las peores. Por ejemplo, desequilibrios en la demanda y el control, en el esfuerzo y recompensa, exposición a cancerígenos.

El informe subraya la necesidad de alcanzar una mayor coherencia en la acción en todos los sectores y todos los agentes implicados en la salud, ¿puede darnos algún ejemplo de falta de coherencia y sus consecuencias?
Los Ministerios de Sanidad se centran fundamentalmente en el tratamiento de problemas de salud. Tienen muy poca influencia en el impacto sobre la salud del empleo, la reducción de las ayudas sociales y otros determinantes sociales de las condiciones de vida cotidianas. Esa es una muestra clarísima de descoordinación: lo que un ministerio procura el otro lo deshace.

Entre las recomendaciones del informe, ¿puede señalar algunas que sean de especial relevancia en el caso de España?
Lo primero es asegurar a todos los niños y niñas un buen comienzo en la vida. Es especialmente importante que se realicen esfuerzos para mitigar el impacto de las actuales condiciones económicas en la futura salud de los niños y niñas españoles. Se trata fundamentalmente de asegurar condiciones adecuadas de alimentación, educación y un nivel de vida digno en los primeros años de vida. En segundo lugar es necesario reducir el período en el que los jóvenes se ven afectados por el desempleo o la falta de formación adecuada para el futuro. El tercer aspecto es la protección de todos los grupos en situación vulnerable frente a los más duros impactos de las adversidades económicas que atraviesan los países.

1,3 billones al año
El informe de la OMS cifra el coste evitable de las desigualdades en salud en la Unión Europea en 1,3 billones de euros al año. Una cifra que supera el producto interior bruto de todos los países europeos, excepto Alemania (2,6 billones), Gran Bretaña (1,9 billones), Francia (2 billones) e Italia (1,5 billones). Esta cifra es el resultado de calcular los costes de las enfermedades y discapacidades laborales a través de su impacto en la producción más los impuestos dejados de pagar y el coste de los tratamientos adicionales sufragados por las Administraciones públicas. El informe de la OMS plantea que la forma más efectiva de reducir las desigualdades en salud es actuar sobre las condiciones sociales en las que la gente nace, crece, vive, trabaja y envejece. Es decir, los determinantes sociales de la salud.

Según la OMS, una acción eficaz exige políticas públicas que promuevan un adecuado crecimiento en la infancia, mayor calidad de la educación y la formación, un trabajo justo y seguro, calidad del hábitat, adecuada protección social e inclusión social, envejecimiento en condiciones de igualdad, comunidades cohesivas y sistemas universales de salud pública.
Fuente: Por Experiecia.com de CC.OO.

jueves, 20 de febrero de 2014

Todas esas veces que pude haber muerto

Esas son las ironías de la vida: escapas de las balas y las bombas, te das la vuelta al mundo varias veces y al final siempre te atrapa tu destino

Hace un par de semanas murió Manu Leguineche, periodista magnífico, hombre generoso, maestro en tantas cosas. Fue un gran corresponsal de guerra; se jugó el pellejo en muchas ocasiones, pero la muerte le estaba esperando en su casa, vengativa y pérfida, haciéndole antes sufrir durante largo tiempo: llevaba demasiados años muy enfermo. Esas son las ironías de la vida: escapas de las balas y las bombas, te das la vuelta al mundo varias veces y al final siempre te atrapa tu destino, como en el conocido cuento de Las mil y una noches del criado que, asustado al encontrar a la Muerte en el mercado y ver que le hacía llamativos gestos, sale huyendo de su ciudad y no para hasta llegar a Bagdad; cuando los gestos de la Muerte sólo manifestaban la sorpresa de hallarle en aquel sitio, porque esa misma noche tenía una cita con él en la lejana Bagdad. Tanto correr, tanta agitación para acabar en eso.

Recordé entonces que me encontré con Manu Leguineche en Managua, dos o tres días después de que Somoza huyera del país. Los sandinistas habían ganado la guerra, pero el conflicto bélico todavía coleaba. Había muertos en las calles y por las noches dormíamos debajo de la cama porque por las ventanas podían colarse balas perdidas. Y recordé que entré en el país por tierra, junto con una amiga también periodista, la colombiana Ana Cristina Navarro. La salida de Somoza nos pilló estando en Guatemala y para poder llegar a Managua aprovechamos el coche de un jesuita que supuestamente iba a devolver a sus padres nicaragüenses a una adolescente que había pasado la guerra refugiada en Guatemala. Y digo supuestamente porque, en efecto, la niña venía con nosotros y la depositamos con su familia; pero al regresar a Guatemala, el cura nos confesó que su coche iba cargado de “algo” peligrosísimo (lo más probable es que trajera armas de los sandinistas para la resistencia guatemalteca). Y con este contrabando de alto voltaje habíamos atravesado El Salvador (bajo una sangrienta dictadura militar y en estado de excepción), jugándonos Ana Cristina y yo inocente y estúpidamente la vida, la libertad y desde luego indudables torturas si nos descubrían. Odié a aquel jesuita y todavía le odio.

Este recuerdo avivó otros de otras ocasiones en las que mi vida había estado en peligro. Aquella vez en la que la periodista Sol Fuertes y yo estuvimos a punto de naufragar en el lago Titicaca, entre Bolivia y Perú, y nos pasamos horas en una barca infame con el agua helada hasta las rodillas y achicando con un solo cubo (por cierto que achicar a 4.200 metros de altitud asfixia muchísimo). O aquel viaje en un trenecito, también en Perú, en el Valle Sagrado del Urubamba, colgada de los estribos, porque el tren iba lleno; y ver a tus pies los abismos de las montañas de los Andes, y sentir que las manos con las que te agarrabas frenéticamente a la barra se quedaban entumecidas; y pensar que no ibas a aguantar hasta la próxima parada (obviamente aguanté). O bien ese avión de Iberia en el que el fotógrafo Chema Conesa y yo íbamos a ir a Roma para entrevistar al presidente italiano, Sandro Pertini. El vuelo salía a las 8.30 de la mañana y la noche anterior nos llamamos para atrasar el viaje y embarcar dos horas más tarde (eran épocas opulentas del periodismo y los billetes eran enteros y se podían cambiar sin más problemas). Pues bien, ese avión de Iberia se estrelló en la pista de despegue contra uno de Aviaco; hubo cerca de doscientos muertos y heridos muy graves y abrasados (el avión de Iberia se incendió). O aquella vez que cuatro adolescentes marginales me arrinconaron en un descampado con un coche de lujo obviamente recién robado; me salvó mi perra Trasto, una pastora alemana mestiza que se plantó delante,...

...La vida es un puro azar, un milagro renovado en cada instante. Me pregunto cuánto queda, qué me queda...

Leer más aquí, Rosa Montero, El País Semanal.

viernes, 15 de noviembre de 2013

El coste humano de las políticas de recorte. Por qué la austeridad mata.

"La política no es más que medicina a gran escala" Rudolph Virchow, 1848

Interesante libro de David Stuckler y Sanjay Basu, editado por Taurus en 2013. D. Stuckler es investigador en la Universidad de Oxford en Inglaterra y S. Basu es epidemiólogo y trabaja en la Universidad de Stanford en California.

Es el primer libro que aborda el debate político y económico sobre la llamada "crisis" desde una nueva y muy necesaria perspectiva: su coste humano. La recesión económica global ha tenido un impacto brutal sobre la riqueza de los países pero todavía ignoramos cómo afecta a un elemento esencial; el bienestar humano y mental de sus ciudadanos.

¿Por qué tras enfrentarse a la crisis la salud de unos países (como Grecia) se ha deteriorado mientras en otros (como Islandia) ha mejorado? Tras una década de investigaciones los autores nos demuestran que incluso ante las peores catástrofes económicas los efectos negativos de la salud pública no son inevitables. Es la mala gestión de los gobiernos la que puede conducir a un desastroso saldo de tragedias humanas.

El libro presenta una conclusión demoledora; los recortes son seriamente perjudiciales para su salud. Son las recetas de austeridad, las que agravan fatalmente las consecuencias de la crisis, mutilando programas sociales claves justo en el momento en el que más se necesitan, empeorando el desempleo y obstaculizando la recuperación.

En el se defiende que las decisiones económicas no son únicamente una cuestión de ideologías, de tasas de crecimiento y de déficit presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Solo un sistema más justo e igualitario, acompañado de políticas inteligentes que refuercen las redes públicas de protección, garantizará el bienestar de nuestras sociedades.

Y ¿qué propone?
Curar el cuerpo económico.
Ante todo "No hacer daño".
En segundo lugar, ayudar a la gente a volver a trabajar.
Tercero, invertir en salud pública.