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miércoles, 16 de enero de 2019

Por qué conviene tener una economía mixta. Paul Kugman

La mente es algo terrible que perder, sobre todo si se trata de la mente del presidente de Estados Unidos. No obstante, creo que necesito tomarme un descanso de debatir ese tema.

Así que vamos a hablar sobre algo totalmente distinto y probablemente irrelevante para Trump.

Me han preguntado en varias entrevistas recientes si el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida y si es necesario cambiar a algo más. Nunca estoy seguro de qué piensan los entrevistadores cuando hacen esa pregunta y sospecho que ellos tampoco. No creo que estén hablando sobre planificación central o una economía centralizada, que todos consideran que está desacreditada. Tampoco he visto siquiera una propuesta inverosímil de un sistema descentralizado que no dependa de los incentivos económicos por precios y el interés propio: por ejemplo, una economía de mercado con propiedad privada, que muchos considerarían capitalismo.

Así que tal vez esté falto de imaginación, pero parece ser que las únicas opciones siguen siendo los mercados o un sistema de control público, tal vez con algo de descentralización, pero que aún sería más o menos aquello a lo que solíamos referirnos como socialismo. Y, pues, casi todos piensan que el socialismo está desacreditado o les ponen la etiqueta de socialista a cuestiones —como los programas de seguridad social— que no son a lo que solíamos referirnos cuando usábamos esa palabra.

No obstante, me he estado preguntando exactamente qué tan desacreditado está el socialismo. Es cierto, ahora nadie se imagina que lo que el mundo necesita es la segunda llegada del comité de planificación central soviética Gosplán, pero ¿acaso ya determinamos que los mercados son la mejor forma de hacerlo todo? ¿Realmente deberíamos hacerlo todo a través del sector privado? No lo creo.

De hecho, hay algunas áreas, como la educación, en las que es evidente que al sector público le va mejor en la mayoría de los casos, y otras, como los servicios médicos, en las que el argumento para recurrir a la empresa privada es muy débil. Esos dos sectores en conjunto son bastante grandes.

En otras palabras, aunque el comunismo fracasó, todavía hay un muy buen argumento a favor de una economía mixta en la cual la propiedad y el control público podrían ser un componente importante, si bien no mayoritario de la mezcla. Al hacer un cálculo muy general encuentro que, dado lo que sabemos sobre el desempeño económico, es posible imaginar una economía bastante eficiente que sea dos tercios capitalista y un tercio propiedad pública; es decir, algo que podríamos denominar más o menos algo socialista.

Llegué a la conclusión de ese reparto de dos tercios a partir de los datos del empleo en Estados Unidos. Lo que salta a la vista es que incluso ahora, con toda la privatización que ha tenido lugar, el gobierno estadounidense a varios niveles da empleo a aproximadamente el quince por ciento del las personas en el mercado laboral: casi la mitad en el sector educativo, otra gran parte en los servicios médicos y, por último, en una combinación de servicios y gestión públicos.

Si revisamos las cifras del empleo en el sector privado de Estados Unidos, encontramos que otro quince por ciento de la mano de obra se emplea en la educación, la salud y la asistencia social. Ahora, una gran parte de ese empleo se paga con fondos públicos; piénsenlo, por ejemplo, como los dólares del sistema Medicare (para cobertura a personas en situación de pobreza) que se gastan en hospitales privados. Casi todo el resto se paga a cuenta de aseguradoras privadas, que en Estados Unidos existen como lo hacen en la actualidad solo gracias a enormes subsidios y regulación.

No hay razón para pensar que el sector privado ejecuta esas actividades mejor que el público. Las aseguradoras privadas obviamente no proveen un servicio que no pueda proporcionar un seguro de salud nacional tal vez más barato. Los hospitales privados obviamente no son ni mejores ni más eficientes que los públicos. La educación privada es, de hecho, una zona de desastre.

Así que es posible imaginar una economía en la que gran parte de la educación, la salud y la asistencia social en general, que actualmente está en el sector privado, se vuelva pública y en la que la mayoría de la gente esté casi tan bien como está ahora.

Existen otras actividades privadas que bien podrían ser públicas. Los servicios como la electricidad se regulan fuertemente y, en algunos casos, ya son propiedad pública.

En general, otras áreas como el comercio minorista o la manufactura no parecen adecuadas para el sector público, pero hasta en esas industrias podemos ver algunos ejemplos. La senadora estadounidense Elizabeth Warren ha sugerido que haya fabricación pública de los medicamentos genéricos y no es una mala idea.

Si sumamos todo esto, es posible ver una economía que funciona bien con, digamos, una tercera parte de propiedad pública.

Ahora, esto no satisfaría a la gente que odia el capitalismo. De hecho, ni siquiera estaría a la altura del viejo lema sobre el gobierno que controla las “alturas dominantes” de la economía. Esto sería más como si el gobierno tuviera la caldera encendida en el sótano. Además, me parece que no hay ninguna posibilidad de que esto ocurra durante mi vida laboral.

Pero pienso que vale la pena tratar de pensar un poco más allá de nuestro actual paradigma, que establece que todo aquello que podríamos llamar socialista ha sido un fracaso total. Quizá no ha fracasado tanto, ¿no? Paul Krugman en NYT

https://www.nytimes.com/es/2018/12/26/paul-krugman-economia-privatizacion/?emc=edit_bn_20190103&fbclid=IwAR2FPm3E9Z20X_hEmsJVCaXzi4JnjSzcA22WozNre5QjAPEFVJz_WZZSy9M&nl=boletin&nlid=81903942emc%3Dedit_bn_20190103&smid=fb-espanol&smtyp=cur&te=1

miércoles, 12 de diciembre de 2018

_- El abecedario de Toni Morrison

_- Revue Ballast El Salto

De la b de Beloved —su novela más conocida— a la z de Zigzag. Una introducción al pensamiento de Toni Morrison a través de sus artículos, entrevistas en prensa y conferencias.

Toni Morrison

Toni Morrison en una lectura de su obra.

Una docena de novelas, numerosos ensayos, dos obras de teatro y algunos libros de literatura juvenil: Toni Morrison, hija de una familia obrera y antigua profesora de literatura en New Jersey, disecciona desde comienzos de los años 70 el “lenguaje de la opresión”. Comenzando por el que sufren los afroamericanos. Decidida, como afirma, a “neutralizar el racismo mezquino, a destruir la obsesión ordinaria, fácil y accesible por el color de la piel”, Morrison no se ha dejado de preguntar por las raíces y la organización social de su país. “Tengo 87 años y voy a sobrevivir a Donald Trump”, afirmó riendo la primavera pasada.

‘Beloved’: “La novela ofrece un vasto páramo controlado, una ocasión para ser y volverse el Otro. El extranjero. Con compasión, lucidez y el riesgo de un examen de consciencia. En esta repetición, para mí como autora, la joven Beloved, la que atormenta, es el Otro último, quien reivindica, para siempre reivindica un beso”.

(El origen de los otros)

Cantidad: “Para mí, la literatura incluye esta cantidad increíble de historias escritas por gente que, a través de la escritura, se sacudían el yugo de la esclavitud y entraban en el mundo de la libertad. No conozco en la historia de la humanidad otro pueblo que haya meditado, escrito y publicado tanto sobre su propia situación”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Color: “Lo que me ha interesado es que en aquella época también llegaban a suelo americano empleados domésticos blancos. Estos domésticos eran en realidad esclavos, al igual que los esclavos negros. Pero es preciso interesarse por las condiciones en las que estos esclavos blancos llegaban: muchos de ellos morían durante el trayecto o bien cuando llegaban, y su servidumbre podía ser transmitida a sus mujeres e hijos. Estos esclavos blancos trabajan codo a codo con los esclavos negros en las plantaciones de tabaco. La sola diferencia entre ellos era la siguiente: los blancos podían escaparse y confundirse entre la multitud, mientras que los negros no podían hacerlo a causa de su color de piel. Esos tiempos son los verdaderos comienzos de este país”.

Entrevista publicada en L’Express, septiembre 2009) Definir: “Astuto, pero Maestro de Escuela le azotó de todos modos para mostrarle que las definiciones pertenecen a los definidores, no a los definidos”.

(Beloved)

Esclavitud: “Sin duda, estaba universalmente claro —para los vendedores como para aquellos que vendían— que la esclavitud era una condición inhumana, aunque rentable. Aquellos que vendían no querían, sin duda, volverse esclavos. Muy a menudo, aquellos que compraban se suicidaban para evitar esta condición. Entonces, ¿cómo funcionaba? Uno de los medios por los que las naciones podían tolerar la degradación que suponía la esclavitud era el recurso a la fuerza bruta. Otro consistía en embellecerla”.

(El origen de los otros)

Estadounidense: “Los mecanismos culturales por los cuales uno se vuelve estadounidense son claramente comprensibles. Un ciudadano de Italia o de Rusia emigrado a los Estados Unidos conserva en gran medida, o al menos en parte, la lengua y las costumbres de su país de origen. Pero si desea ser americano —ser reconocido en cuanto tal y encontrar realmente su lugar— debe volverse algo inimaginable en su país: debe volverse blanco”.

(El origen de los otros)

Fond: “No quedará nada de Fond (la pasarela sobre el río ya ha desaparecido), pero quizás puede ser bueno, ya que no era realmente una ciudad, solamente un barrio donde, cuando el tiempo era sereno, la gente del valle podía escuchar a veces cantar o tocar el banjo, y si sucedía que algún hombre del valle tenía algún asunto que hacer en las colinas allá arriba —cobrar un alquiler o la prima de un seguro— podía ver alguna mujer de piel oscura ejecutar algunos pasos de cakewalk,improvisar un black bottom, mover las caderas al ritmo de una armónica. […] La gente de color que la miraba reía y se frotaba las rodillas y el hombre del valle no tenía ningún problema en oír la risa sin reparar en el dolor humano que se encontraba en algún lugar bajo los párpados, en algún lugar bajo los paños de la cabeza, los sombreros de fieltro ligero, en la palma de las manos, tras las solapas usadas, en algún lugar en la curva de los tendones”.

(Sula)

Gente: “Escribir novelas es hacer aparecer a la gente ordinaria que no aparece en los libros de historia”.

(Entrevista en Téléréma, agosto 2012)

Inhumano: “Por muy fascinante que sea la ignominia de esos episodios de violencia, la cuestión que se revela, creo yo, mucho más reveladora que la severidad del castigo, es la de saber quién es esa gente. Qué encarnizamiento ponen en definir al esclavo como inhumano, salvaje, cuando la definición de lo inhumano describe en realidad considerablemente a aquel que castiga”.

(El origen de los otros)

Jazz: “También ha estado esta mina inagotable de canciones, de letras, de cantos espirituales, que era y que seguirá siendo por siempre la voz del jazz. Esta forma de poesía me habló inmediatamente”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Liberar: “Liberarse era una cosa, reivindicar la propiedad de ese yo liberado era otra”.

(Beloved)

Minoría: “Siendo una minoría, a la vez como casta y como clase, vivíamos en los dobladillos de la vida, luchando contra nuestra debilidad y peleando para agarrarnos, o para escalar sin ayuda, en los grandes pliegues del vestido”.

(Ojos azules)

Mirada: “Oponer el poder negro a la dominación blanca continuaba siendo una forma de ser prisionero de la mirada del otro”.
(Entrevista para Psychologies, 2012)

Negro: “No me bastó más de una hora después de que la sacaran de entre mis piernas para comprender que algo no iba bien. Que no iba bien en absoluto. Me daba tanto miedo de tan negra que era. Negra como la noche, negra como el Sudán. Yo soy de piel clara, con un hermoso cabello, lo que llaman una mulata de tonos rubios, y el padre de Lula Ann también. Nadie en mi familia se acerca a este color”.
(Una bendición)

Odio: “Es el odio el que produce este efecto. Él consume todo, salvo a él mismo, sea cual sea vuestro sufrimiento, vuestro rostro se vuelve exactamente el mismo que el de vuestro enemigo”. (Love)

Ojos: “Desde hace algún tiempo, Pecola se decía que si sus ojos —sus ojos, que retenían las imágenes y sabían lo que podían ver— hubieran sido diferentes, es decir bellos, ella misma habría sido diferente. Tenía bellos dientes y una nariz menos grande y aplanada que las de ciertas chicas reputadas de lindas. Si ella hubiera sido diferente, bella quizás, Cholly habría quizás sido diferente también, y Mrs. Breedlove. Se habría dicho quizás: mira, esta Pecola de ojos tan bonitos. No debemos hacer ninguna grosería delante de ojos tan bellos. Cada noche, sin faltar, rezaba para tener los ojos azules”.
Ojos azules)

Olvidar: “Su pasado había sido parecido a su presente –intolerable–, y como ella no ignoraba que la muerte era cualquier cosa menos el olvido, utilizaba la poca energía que le quedaba para meditar sobre los colores”.

(Beloved)

Política: “Mis libros no responden únicamente a preocupaciones estéticas, así como tampoco exclusivamente a preocupaciones políticas. Pienso que, para poder ser tomado en serio, el arte debe hacer las dos cosas a la vez”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Secuestrar: “Examino de nuevo la palabra ‘esclavo’ para hacerla íntima. Sobre todo, no quería que fuese una palabra anodina. […] Quería que el lector fuera secuestrado, sin memoria literaria, sin estar preparado para ello, exactamente como el esclavo. Los dos se enfrentaban a la urgente necesidad, y no podían contar más que con su buena voluntad y su participación. El lector debía ser despojado de la misma manera, y aprender por acumulación”.
(Entrevista con Toni Morrison, AFRAM newsletter, 1990)

Siglo XX: “Permitidme citar solamente algunos de los linchamientos que tuvieron lugar en el siglo XX: Ed Johnson, 1906 (linchado en el puente de Walnut Street, en Chattanooga, Tennesse, por una multitud que entró a la fuerza en la prisión donde estaba convicto, después de que fuera suspendida la pena de muerte que pesaba sobre él). Laura y D. L. Nelson, 1911 (madre e hija acusadas de asesinato, secuestradas en su celda y ahorcadas en un puente ferroviario a proximidad de Okemah, Oklahoma). Elias Clayton, Elmer Jackson e Isaac McGhie, 1920 (tres empleados de circo acusados de violación sin pruebas, linchados en Duluth, Minnesota, sin que sus asesinos sufrieran ninguna sanción). Raymond Gunn, 1931 (acusado de violación y asesinato, rociado con gasolina y quemado hasta morir por una multitud en Maryville, Missouri). Cordie Cheek, 1933 (linchado y mutilado por una multitud en Maury, Tennesse, tras haber sido puesto en libertad por una falsa acusación de violación). Booker Spicely, 1944 (abatido por un conductor de autobús en Durham, Carolina del Norte, tras haberse negado a sentarse al fondo del autobús). Maceo Snipes, 1946 (sacado de su casa en el condado de Taylor, Georgia, y abatido por haber votado en las primarias demócratas de Georgia; un cartel pegado en el muro de una iglesia negra de la localidad decía “El primer negro en haber votado no volverá a votar nunca más”). Lamar Smith, 1955 (figura del movimiento por los derechos civiles, abatido sobre el césped del tribunal del condado de Lincoln, en Brookshaven, Mississippi). Emmett Till, 1955 (a la edad de 14 años fue golpeado y abatido en Money, Mississippi, después de haber, según se decía, intentado ligar con una mujer blanca, que confesó haber mentido sobre esto en un primer momento)”. (El origen de los otros) Soledad: “Hay una soledad en la que uno se puede acunar. Los brazos cruzados rodeando las rodillas, nos mantenemos, nos agarramos, y este movimiento, a diferencia del de un barco, apacigua y calma al solitario que se acuna. Es una soledad interior, que envuelve como una piel. Luego hay una soledad vagabunda, independiente. Los pasos de esta otra soledad, seca e invasiva, parecen venir de algún lugar lejano”. (Beloved) Tom: “Harriet Beecher Stowe no escribió La cabaña del tío Tom para que Tom, Chloe ni nadie de entre los negros lo leyeran. Los lectores de su época eran blancos, necesitados de este embellecimiento, que querían o podían saborear”. (El origen de los otros)

Universal: “Esta investigación ficticia [acerca del libro Le regard du roi, de Camara laye] sobre las percepciones limitadas de una cultura nos permite ver la raza desaparecer de la experiencia que un occidental tiene de África cuando no hay el respaldo, protección o consignas de parte de Europa. Ella nos permite redescubrir o imaginar de nuevo el efecto que produce ser marginal, ignorado, superfluo, extranjero, de no escuchar nunca su nombre en boca de otros; de ser privado de historia o de representación, de ser una fuerza de trabajo vendida o explotada en el interés de una familia, de un hábil empresario o de un régimen local. En otras palabras: de volverse un esclavo negro. Es un encuentro perturbador que puede ayudarnos a hacer frente a las presiones y a las fuerzas desestabilizadoras del recorrido de los pueblos a través del mundo. A las presiones que pueden hacer que nos aferremos a nuestra propia cultura, a nuestra propia lengua, rechazando las de los demás. Hacernos clasificar el mal según la última moda, hacernos legislar, expulsar, conformarnos, purgar y dar crédito a las fantasías y a la imaginación. Sobre todo, estas presiones pueden hacernos negar al extranjero que hay en nosotros y resistir a muerte al carácter universal de la humanidad”.
(El origen de los otros).

Vender: “Has visto, dijo Jeri. Lo negro se vende. Es la materia prima más en boga del mundo civilizado. Las blancas, incluso las chicas color café con leche, tienen que desnudarse para obtener este tipo de atención”.
(Una bendición)

Woolf: “De Virginia Woolf, lo que amo es el uso que hace de la lengua, esta economía de la lengua. De Faulkner lo que me gusta es exactamente lo contrario, una suerte de abundancia, la repetición de las cosas”.

(Entrevista, “Toni Morrison, la memoria en herencia (1/5)” en France Culture, 2012)

Zigzag: “Había dejado su corbata. La de zigzags amarillos en diagonal sobre un fondo azul marino. Colgada en la puerta del armario, la punta hacia abajo, esperaba tranquila y pacientemente el retorno de Jude. ¿Es posible que se haya marchado si su corbata sigue aquí? Se acordará de ella y volverá, y entonces ella… uh. Ella podrá… decírselo. Sentarse tranquilamente y decírselo. Pero Jude, tú me conocías. Después de todos estos días, de todos estos años, tú me conocías. Mis maneras de hacer las cosas, mis manos, los pliegues de mi vientre, aquella vez en que quisimos destetar a Mickey y aquella otra en que el propietario dijo… y tú dijiste… y yo lloré, Jude. Tú me conocías, tú me escuchabas hablar por la noche, me oías en el baño y te burlabas de mi vieja faja usada y yo me reía porque yo también te conocía, Jude. ¿Cómo has podido abandonarme si me conocías?”.
(Sula)

Traducido por Pablo Lapuente Tiana.

Fuente:

https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/el-abecedario-de-toni-morrison

domingo, 27 de mayo de 2018

Pólitica, en defensa de la clase política,

Política En defensa de la clase política
 26 MAY 26 mayo, 2018 

Sé que este artículo puede sorprender y hasta molestar. ¿Defensa? ¿Con la que está cayendo? La trama Gürtel, cuya sentencia se conoció anteayer, resulta vergonzante. El caso de los ERE que se está juzgando en estos días, resulta no menos repulsivo… Y así podríamos seguir hasta el hartazgo. No voy a defender a los políticos corruptos sino a los políticos y a las políticas decentes. Que son muchos, que son más.

Es raro encontrarse hoy día con un texto en defensa de la clase política. Es más popular criticar, denostar, descalificar a todos los políticos, colocando sobre cada uno de ellos la etiqueta de indeseable y de indecente. Quien así proceda recibirá, más que probablemente, el aplauso unánime de los lectores y lectoras. Existe un estado de opinión que identifica política con corrupción. No es justo. No es cierto.

No me gusta descalificar a la clase política en su conjunto. Creo que hacerlo es un gesto antidemocrático. En primer lugar porque la democracia es el mejor régimen entre los posibles, en segundo lugar porque ni todos los políticos son malos ni todos son iguales y, en tercer lugar, porque se suele hacer esa descalificación sin la menor piedad y con escasa intención de que sirva para mejorar el clima moral.

Deberían dedicarse a la política los ciudadanos y ciudadanas más inteligentes y más responsables de la sociedad. Porque se van a dedicar a gestionar el bien común. En una democracia el poder está al servicio de los ciudadanos y no a la inversa. Los políticos son los servidores del pueblo, no sus dueños. Y son los ciudadanos quienes tienen el deber de elegir a los mejores. Para ello, deben estar bien formados y bien informados. Otra vez la educación. ¿Cuántos hay que ni siquiera votan, excusándose en la idea de que todos los políticos son iguales (de malos, se entiende)? Es muy cómodo y muy cínico dejar en manos de los demás la responsabilidad de elegir. Y luego despotricar de los elegidos.

Nadie debería decir: “a mí no me gusta la política”, “yo no entiendo nada de política”, “a mí no me hables de política”. Porque la política es necesaria, importante y hermosa. Y es de todos y de todas. Todos somos seres políticos. Todos pertenecemos a la polis.

Estoy contra la generalización que mete a todos los políticos en el mismo saco y que luego arroja el saco a la basura. Hay muchos políticos honestos y muchos que se dedican a la política no por interés sino perdiendo dinero. No me cabe la menor duda de que hay personas en la política con un compromiso de mejora de la sociedad y de servicio al prójimo ejemplares. De agradecer.

Por eso creo que tiene que ser muy duro escuchar descalificaciones despiadadas, juicios de valor infundados, bromas crueles que identifican al político con la corrupción y con el egoísmo más descarado.

Esta postura que ahora defiendo es compatible con el ataque contundente hacia aquellos que, por avaricia desmedida o egoísmo exacerbado, consiguen que se castigue a todos haciendo extensiva la etiqueta de la perversión. Corruptio optimi pésima. No solo porque es más elaborada, sino porque se convierte en un ejemplo y en un motivo de descalificación general.

Por eso resultan tan indignantes comportamientos abusivos como los de Bárcenas y Correa. Se convierten en un arma arrojadiza no solo contra ellos sino contra todos los que se dedican a lo que se dedican ellos. Destruyen el prestigio de la buena gente que se dedica a la política. Como el cura pederasta no solo pone sobre él la etiqueta de pervertido sino que es una invitación para despreciar a todos los que se dedican al sacerdocio.

Hace unos días oí contar la historia de un individuo que quiere cursar los estudios de Ciencias Políticas. Acude a la Facultad y en la secretaría le dicen:

– Coja un sobre.
El solicitante, sorprendido, dice:
– ¿Ya?
El funcionario puntualiza:

– El sobre de matrícula.

El chiste sobre políticos suele ser muy celebrado por las audiencias. En los bares, en las tertulias, en las conferencias… Pocos piensan en el efecto demoledor que tienen esos chistes en la valoración que se hace de la política.

Ya sé que son ellos mismos quienes tienen que ganarse el prestigio. Y muchos se lo ganan a pulso. Y aguantan las pullas y las agresiones que otros se merecen.

En todos los colectivos hay personas corruptas. Médicos, arquitectos, profesores, pilotos, comerciantes, diplomáticos, farmacéuticos… En pocos, como en el de los políticos, funciona tan bien el mecanismo de la generalización. Si uno ha delinquido, es que todos delinquen. Si uno es corrupto, es que todos lo son.

Tiramos piedras sobre nuestras cabezas. Porque nosotros hemos elegido a esos políticos. Y nosotros hemos dicho que el sistema democrático es el que deseamos para organizar nuestra sociedad. No queremos que una persona piense por todos y decida por todos. No queremos una dictadura. Pero, claro, proponer como sistema de organización una democracia exige la confianza en aquellos que van a gestionarla porque hemos depositado en ellos la confianza.

De cualquier manera, hay algunas garantías que permiten asegurar la pureza del sistema democrático. Voy a proponer un decálogo en el que hay exigencias ascendentes (de a ciudadanía hacia el poder) y descendentes (desde el poder ala ciudadanía).

– Garantizar que nadie se perpetúe en el poder. Lo cual exige limitar los mandatos de gobierno en cualquiera de los niveles del sistema democrático. Me da igual un alcalde que un presidente de Gobierno.

– La separación de poderes. Cuando el sistema judicial está sometido, vinculado o en connivencia con el poder legislativo y o el ejecutivo no existen garantías de pureza democrática.

– Leyes justas que persigan y castiguen de forma ejemplar la corrupción política. Leyes que busquen la transparencia, la rendición de cuentas, la persecución ejemplar de la corrupción, sea del propio partido sea del partido adversario.

– Dignificación de la política como un medio de servicio a la comunidad. Hay que honrar a quienes velan por el bien común.

– Erradicar de la vida pública los métodos mafiosos, el navajeo, las trampas, las zancadillas, el todo vale con tal de acceder o de mantenerse en el poder.

– En lugar de hablar de oposición, hablar de alternativa. Porque la oposición parece tener la misión de oponerse a todo, incluso a lo que es bueno para el pueblo.

– Procurar que exista democracia interna en los partidos. Es decir, que haya posibilidad de ejercer la crítica de forma libre.

– Votar con listas abiertas y no solo mediante siglas de partido. Porque no pueden meterse en un mismo saco a quienes responden a las mismas siglas.

– Hacer más frecuente la dimisión de quienes cometen errores o se descuidan en el cumplimientos de las exigencias éticas del cargo. Es decir, darle más fuerza a la responsabilidad política de las actuaciones.

– Formación ciudadana para saber discernir cuándo el gobernante actúa de manera honesta o deshonesta y para saber castigar con el voto a quien no ha respondido a las expectativas exigidas por la votación anterior.

El camino hacia la dignificación de la política es infinito. No es solo un compromiso de los profesionales de la política. Es un compromiso de todos los ciudadanos y ciudadanas del país. Hay que avanzar constantemente aunque tengamos la seguridad de no poder llegar al final nunca. En esta cuestión todos estamos interpelado. Me gusta decir (y pido que cada uno diga lo mismo): Que por mí no quede.

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Escrito por: Miguel Ángel Santos Guerra 10 comentarios

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10 thoughts on “En defensa de la clase política”
Antonio Del Pozo Dice:
26 mayo, 2018 at 09:47
LOS POLÍTICOS ESTÁN MAL PAGADOS

Estimado MAS:

Una vez más, y ya se está volviendo costumbre, tengo que felicitarte por tu artículo de esta semana. Lo suscribiría prácticamente al completo. Yo también creo que los políticos son frecuentemente objeto de generalizaciones tan injustas como facilonas. Creo que esto se debe a que muy poca gente practica la “funesta manía de pensar”, y se limitan a repetir, aumentado si pueden, el rumor, el cotilleo o la descalificación prepotente. Los políticos no son extraterrestres. Han salido del mismo sitio que todos nosotros y, como todos nosotros, los hay de todos los talantes: fanáticos y razonables, honestos y corruptos, torpes e inteligentes, formados y semianalfabetos. Incluso es probable que las cualidades positivas de cada una de estas parejas adornen a muchos más políticos que su correlato negativo. Pero, claro, que un político gestione bien y sea honesto es mucho menos noticioso que lo contrario.

A tu valiente “defensa de la clase política” añadiré un matiz de osadía: LOS POLÍTICOS ESTÁN MUY MAL PAGADOS Y MAL CONSIDERADOS. Me explicaré: Si, como muy bien apuntas, habría que atraer a la política a los mejores, a los más inteligentes y mejor preparados, la retribución, en haberes y en honores, debería ser proporcional a la responsabilidad y confianza otorgadas. No tiene ningún sentido que cualquier consejero de un consejo de administración de una empresa medio-grande cobre muchas veces más que el Presidente del Gobierno de España, teniendo miles de veces menos responsabilidad. Tampoco es de recibo que a nuestros máximos responsables se les dediquen todo tipo de insultos e injurias de grueso calibre, incluso se les someta a acosos cuasi-violentos con la más completa impunidad. Al responsable público, que además es nuestro representante democrático, se le deben una retribución y un respeto acordes a su alto cometido.

Dicho lo anterior, desglosaré a continuación algunas contrapartidas que me parecen indispensables:

1. La inflación siempre reduce drásticamente el valor de lo afectado por ella. Es un hecho palmario que en España hay actualmente DEMASIADOS políticos profesionales. A los 350 diputados que se sientan en el Congreso hay que añadir los 266 senadores del Senado (pakistaní). A todos ellos habría que sumar los 1.248 parlamentarios que asientan sus posaderas en los 19 parlamentos autonómicos. Cada uno de ellos con su correspondiente cohorte de secretarios y asesores “de confianza”. Al llegar a este punto, prefiero detener la cuenta, pues sumar los miles de concejales, diputados provinciales y otros cargos resultaría mareante. Pero los cargos electos no son sino la punta del iceberg. Muchos de ellos tienen la potestad de designar a su antojo los llamados “cargos de confianza”, que sumarían un número mucho mayor y ni siquiera están sometidos al escrutinio de una elección popular. ¿Alguien duda de que, reduciendo el número total de cargos electos a un 25 % de los actuales, la representatividad seguiría asegurada y el funcionamiento de las instituciones sería más ágil y MÁS BARATO?

2. A mucho honor, mucha responsabilidad. He empezado afirmando que los políticos deben estar mejor pagados y mejor considerados. Una reducción drástica de su número ayudaría, sin duda, a conseguirlo… También ayudaría una gradación racional en la regulación de sus haberes, para evitar que un concejal de Barcelona, por ejemplo, cobre más que un ministro del Gobierno. Pero ¡ay de aquel que traicione la confianza que sus conciudadanos han depositado en él! La actividad pública debe estar sometida a controles más rigurosos que los actuales para evitar cualquier conducta deshonesta. Si, a pesar de todo, se demostrara corrupción, prevaricación o nepotismo, el castigo debería ser ejemplar y la inhabilitación automática y permanente.

3. La vida pública no admite vida privada. Si yo encomiendo a alguien que gestione mis impuestos, mi política de educación, de sanidad, energética, de defensa, de seguridad… mi vida toda, tengo derecho a saberlo todo sobre esa persona. Si engaña a su pareja… ¿no va a engañarme a mí? Si toma drogas… ¿tomará “decisiones de cocaína”? Si tiene amantes… ¿será objeto de chantajes inconfesables? A cambio de una retribución y una consideración decentes, quiero saber si lleva una vida decente. No se trata de cesar o inhabilitar a un político por tomar drogas o tener amantes. Ni una cosa ni la otra son ilegales. Pero, como votante, tengo derecho a saber “con quién me juego los cuartos”.

4. La política no debe ser una profesión para toda la vida. Conectado con el punto anterior, no se trata de exigir a nadie que renuncie a su privacidad permanentemente; solo mientras dure su dedicación a la “cosa pública” que debería estar, como pide MAS, limitada en el tiempo: nunca más de dos períodos electorales seguidos. No queremos políticos profesionales que no han hecho en su vida otra cosa. Queremos que nuestros asuntos los lleven personas que hayan salido de la ciudadanía y tengan la perspectiva de volver a ella. Personas con una profesión real y un conocimiento real de la vida diaria. La mala imagen actual de los políticos se debe, en parte, a la percepción de ellos como una casta o una clase DISTINTA del ciudadano de a pie. La mayoría de ellos no ha conocido en su vida una ocupación distinta que la política y las luchas por el poder.

5. Participar es implicarse. También los ciudadanos debemos estar implicados en la política. Como acertadamente apuntaba MAS, política deriva de “polis” (ciudad) y viene a ser sinónimo de ciudadanía. Las democracias antiguas regulaban el derecho al voto. Solo podían votar los que estaban incluidos en el censo y, para estarlo, había que acreditar la posesión de un mínimo de bienes. Pensaban los antiguos griegos y romanos que solo alguien que se jugaba algo estaba suficientemente implicado con los intereses comunes. Es innegable que los tiempos han cambiado, pero subsiste la antigua pregunta: ¿tienen todos los votos el mismo valor? Proponía Robert Heinlein que, en el futuro, solo los que hubieran dedicado un tiempo a servir a su país, militar o civilmente, tendrían derecho al voto. Yo no sé cómo se podría regular, pero apostaría por favorecer el voto informado y responsable en detrimento del ignorante e irresponsable. Parece que caminamos en la dirección contraria. Hace poco se ha aprobado el derecho al voto de discapacitados psíquicos. Algunos reclaman rebajar la edad para votar a los 16 años… ¿Más democracia o más facilidad para manipular?

En fin, me despido disculpándome con los que hayan tenido la paciencia de leer el comentario completo porque, aunque me he esforzado en resumirlo, sigue siendo demasiado extenso.

Buen fin de semana para todos.

El Adarve

lunes, 30 de abril de 2018

Consejos para tiempos sombríos. Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros para que nos guíen en el laberinto de la cacofonía omnipotente, donde Internet se ha convertido en el campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias

Thomas Jefferson, uno de los padres de la democracia norteamericana, anotó en 1786: “La opinión pública es la base de nuestro sistema, y la tarea más importante es mantener este derecho. Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin prensa o prensa sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”.

Ojalá que estas palabras —un sólido acto de fe en el sentido de la existencia de la prensa independiente, así como en la necesidad de periodistas valientes y honrados— sean nuestra guía.

Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros en busca de ayuda y consejo, pues son más sabios que nosotros. Son ellos quienes pueden guiarnos por el laberinto de estos tiempos sombríos.

Por eso deberíamos recordar el caso Dreyfus, cuando un periódico independiente francés, gracias a la pluma del gran escritor Émile Zola, salvó a un hombre inocente, así como el honor de todo Francia frente a una acusación falsa, formułada por el statu quo de depravados acólitos del chovinismo, el militarismo, el antisemitismo... el estatus de una élite enfundada en uniformes militares y elegantes trajes de la clase dirigente: la élite francesa.

Recuperamos hoy la memoria de Jefferson y Zola, reafirmados por la importancia de la prensa independiente en los escándalos de los Papeles del Pentágono y el Watergate. Incidimos en ello, pues tenemos la sensación de que los valores entonces amenazados y defendidos, vuelven a ser objeto de una agresión por parte de los sectores populistas, chovinistas e intolerantes de la ultraderecha, cuya fuerza no hace sino aumentar. Vuelven así los demonios de las ideologías totalitarias, con su desprecio al pluralismo, al Estado de derecho, a la igualdad de los ciudadanos, el diálogo y el compromiso. Vuelve el desprecio al Otro, a la persona de otra religión, nacionalidad o color de la piel. En nuestro mundo vemos cada vez más xenofobia y homofobia, mientras que en otros lares crece el fundamentalismo islámico, el cual suele empuñar el arma criminal del terrorismo.

La prensa independiente, cercenada en Turquía y Rusia, y liquidada en Budapest, además de en otros países de Europa central, resulta ser el último baluarte en defensa de la constitución y del orden democrático.

El populismo de la ultraderecha —como sucede también con la izquierda radical— manifiesta su desprecio por el sistema de valores cristiano y por la razón ilustrada; suplantar los argumentos con invenciones no es sino eliminar el respeto a la verdad, aparte de igualar esta con la mentira. Y es que la verdad y la mentira no son dos puntos de vista diferentes. Al igual que el negro y el blanco no son dos tipos de blanco. La mentira y las fake news no son más que veneno al servicio de la estupidez más intransigente, que considera a la libertad como su mortal enemigo.

John Milton preguntó en Areopagítica (1644): “Y aunque todos los vientos de la doctrina hubieran de desatarse para azotar la tierra (...) ¿acaso se ha visto alguna vez que la Verdad sea derrotada en una confrontación franca y leal?”. John Stuart Mill añadió que ello significa la necesidad de “una búsqueda de la verdad concienzuda y consciente”. Y precisó: “Debido a la condición imperfecta de la mente humana, el interés en la verdad exige la diversidad de opiniones”.

Es precisamente esta diversidad la que ataca el populismo de la ultraderecha —o de la izquierda radical— cuando se erige en el dueño y señor de la Verdad única y definitiva. De esta forma, consciente o inconscientemente reproduce las ideas totalitarias de los años 30, tristemente famosas, cuando los nazis y los bolcheviques proclamaron la muerte de la democracia liberal. Aquello fue entonces —al igual que hoy— un campo abonado para la dictadura de la mentira en la vida pública.

El gran escritor francés Michel de Montaigne era de la opinión de que la mentira es “la mayor ofensa que se nos puede infligir con la palabra” y añadió: “¡el vicio de mentir es algo que repugna! Hubo un autor clásico que lo describió de forma sumamente ofensiva, diciendo que ello implica “dar testimonio de que se tiene a Dios por menos que nada, al tiempo que se teme a los demás”. “Resulta increíble alabar una y otra vez la repugnancia de semejante vileza:¿qué cabría imaginar más repulsivo que ser cobarde con los demás, y osado con Dios? Al realizarse nuestro entendimiento únicamente por la palabra, aquel que la falsea traiciona la relación pública. Es la única herramienta que aúna voluntades e ideas, pues viene a ser el traductor de nuestra alma. Si llega a faltarnos [la verdad] dejamos de sostenernos, dejamos de reconocernos mutuamente. Si nos engaña, rompe nuestro trato disolviendo todos los lazos de nuestra sociedad”.

Estas palabras del sabio francés tienen hoy un gran peso, cuando la mentira prolifera en Internet, y la cacofonía omnipresente ha liquidado el antiguo fantasma de la censura. Internet —ese gran descubrimiento de nuestros tiempos— amplía el espectro de libertad, pero este mismo Internet abre de par en par las puertas a la mentira, el odio y la manipulación. Cuando la razón se anestesia y se despiertan los fantasmas, el debate político suele convertirse en puro espectáculo.

Internet es el nuevo campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias, enemigas del sistema democrático constitucional. La libertad de prensa es condición indispensable para la existencia de una democracia constitucional. Si los medios de comunicación mueren, la democracia constitucional se queda indefensa. Cuando se infringe la constitución, se está condenando a la prensa libre a la pena de muerte.

Cabe resaltar, sin embargo, que los enemigos a la libertad no son hoy el filósofo del derecho alemán Schmitt ni tampoco Vladímir Lenin, sino sus caricaturas, los demagogos Marine Le Pen, Trump, Orbán o Kaczyński, y sobre todo Vladímir Putin. Su misión es la destrucción del imperio de la democracia, sembrar la confusión y el caos. Tras la organización de los troles internautas a cargo de Putin se oculta siempre el mismo denominador común: apoyar al populismo y las tendencias antidemocráticas más radicales de la Unión Europea y EE. UU. Un camino que destruye la confianza en las instituciones del Estado democrático de Derecho, vistas como un hatajo de corruptos. De esta forma, se destruye a los referentes, tildadas élites mentirosas, granujas y ladrones, además de agentes extranjeros. En Rusia se ha presentado bajo esta luz a los galardonados con el Premio Nobel Pasternak y Solzhenitsyn, Sájarov y Brodsky. En Polonia, por su parte, a Miłosz y a Szymborska, a Andrzej Wajda y Bronisław Geremek. A estas autoridades de la vida pública se les ha embarrado y tratado exactamente igual que antaño a los “apátridas cosmopolitas” o representantes del “arte degenerado”. Los motivos para indignarse y mantenerse alerta son evidentes. Las formaciones chovinistas y xenófobas acrecientan su empuje. El estancamiento puede paralizar al mundo democrático, lo que favorecerá a las fuerzas autoritarias, si no sabemos defender nuestro mundo frente a sus agresores, disfrazados con la máscara del nacionalismo y del fanatismo religioso. Por eso merece la pena recordarnos a nosotros, los periodistas, aquellas palabras pronunciadas en las postrimerías de la Segunda Guerra mundial por el extraordinario escritor y periodista polaco Ksawery Pruszyński. Pruszyński escribió:

“Siempre debemos hacer lo que hay que hacer, independientemente de que nuestra acción pueda tener efectos seguros o aunque solo podamos tener probabilidades de conseguir efectos e, incluso, aunque tengamos el temor de que no los conseguiremos, por mucho que alguien nos garantice que sí. La tarea del comentarista no es, pues, tocar un interminable sztajerek [una polca briosa] para satisfacer el gusto del público. La tarea del comentarista es explicar lo que ha entendido con su mente, independientemente de que el razonamiento en cuestión guste o no guste al poder, a la Iglesia, a las masas, a la sociedad, al pueblo, a la opinión pública. Siempre defender la convicción de que los consejos que da o las advertencias que hace son justos, aunque no gusten. La tarea del comentarista es también defender sus opiniones hasta el fin, a pesar de otros e, incluso, en contra de otros. Como dicen los anglosajones, again and again. Y el escritor tiene que defenderse solamente en el búnker de su propia conciencia ante los reproches de que no gusta, que no cumple las esperanzas depositadas en él o, lo que es aún peor, que se está quemando, que está acabado. Tiene que saber decir lo que debe cumplir, tiene que repetirlo hasta el fin, aunque todo sea cada vez peor, y, en particular, cuando todo es peor, o cuando nadie le haga caso; especialmente cuando no le hacen caso”. Ksawery Pruszyński se mantuvo además fiel a esta declaración de principios.

Un gran maestro de nuestra profesión, un hombre de un inconformismo total y absoluto y de una honradez sin par fue Georges Orwell

En 1944 escribió Orwell a sus colegas periodistas: “No vayan a creerse que durante años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Basta con que una vez te prostituyas, para que te conviertes en una puta”.

Estas recetas son de incalculable valor para nosotros, redactores y periodistas, en nuestros tiempos nada fáciles y teñidos de negro.

Adam Michnik es el director de Gazeta Wyborcza.

https://elpais.com/elpais/2018/04/22/opinion/1524408875_814839.html

domingo, 25 de marzo de 2018

Haga de su hijo un gran filósofo. Jordi Nomen plantea aprovechar aquello que los niños tienen en común con los pensadores, capacidad de asombro y admiración, para fomentar su espíritu crítico

Se trataba de dibujar el silencio. Y plasmó un pájaro. “Cuando voy al bosque, todo es silencio: solo está su canto y nada más”, explicó. El silencio, por exclusión. Podría haberlo planteado un filósofo, pero fue un alumno del profesor de Filosofía y Ciencias Sociales Jordi Nomen, un niño, porque estos tienen curiosidad y admiración, las mismas cualidades de todo gran pensador: ambos miran igual el mundo. Por ello cree Nomen (Barcelona, 1965), cual particular Prometeo, que hay que dar el fuego de la filosofía cuanto antes a los infantes, para que así “aprendan a pensar por ellos mismos, para convertirlos en ciudadanos críticos, creativos, para que lleven una vida menos impulsiva y más autónoma”, sostiene. Y tiene un método, a partir de una supuesta sacrílega trinidad antipedagógica, cuentos-juego-arte, que desarrolla en el libro  El niño filósofo (Arpa).

La premisa de Nomen es que tenemos una inteligencia filosófica. “Huyo de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, que dice que te dediques a lo que sirves; yo creo que la inteligencia se puede trabajar, estimular, es una capacidad que puede ser entrenada”, afirma. Con eso, y pertrechado con las ideas del filósofo y educador norteamericano Matthew Lipman (creador del programa Filosofía para niños a partir de novelas filosóficas, que les permiten abordar temas de la vida cotidiana), el autor ha escogido a 12 filósofos que ha asociado a 12 preguntas frecuentes que se plantean los niños sobre la vida. Así, Platón responde a si debemos actuar con la cabeza o el corazón; Séneca, a si hay que tener miedo a la muerte; Montaigne, a si es importante tener buenos amigos o Arendt a qué es la maldad, por ejemplo.

A una breve introducción del personaje y su pensamiento le sigue un relato y una propuesta de juego (un baile de minué para testar a Spinoza sobre cómo se puede conseguir la alegría; escoger una pareja independientemente de que en la frente tenga pegado un atributo moral sin que él lo sepa para decidir, vía Kant, qué debemos hacer en cada momento; continuar un dibujo iniciado por otro, pero del que apenas divisamos un centímetro, para responder a Nietzsche si es necesario ser creativo para vivir…). Cierra cada capítulo una oferta plástica y el análisis de una obra artística (unas creativas imágenes de Chema Madoz para el Rousseau que inquiere para qué sirve la educación; unas fotografías de una familia norteamericana y otra del Chad con sus cestas de comida semanal para ilustrar al Erich Fromm de si es más importante tener o ser…).

Las reflexiones están enfocadas para niños de entre 9 y 12 años, y siempre bajo el formato de diálogos socráticos en clase. “No son debates, donde hay una posición A contra B, sino diálogos, que implica no posiciones fijas sino dar razones y argumentar”, insiste Nomen, que justifica que las historias sean de naturaleza muy distinta (fábulas tradicionales, un Chéjov, un Jorge Bucay…) y no de los filósofos en cuestión: “Se trata de que sus ideas se puedan utilizar más allá de sus libros; además, sus textos no siempre son de la comprensión de los niños; por eso utilizo lo que tienen más cerca, lo que hacen todo el día: el cuento, el juego, el arte; lo importante es que lleven a aprender a pensar”.

También es consciente el autor, en un descanso entre dos clases en el colegio Sadako de Barcelona donde imparte (“es una escuela inclusiva: aquí el niño es el centro de la educación”), de que son tiempos que “caminan hacia una menor curiosidad intelectual” y de que, si se les enseña a pensar, los niños son más conscientes, pero, en consecuencia, menos felices, algo que parece sacrílego. “La felicidad está sobrevalorada y mal explicada: la felicidad entendida como plenitud total, completa y continuada, es una engañifa, no existe, y darse cuenta de eso es ser lúcido; hay que revindicar la alegría, que es concreta y de hoy”. Además, hay que luchar contra el concepto de inutilidad práctica de la Filosofía en una sociedad cada vez más mercantilista. “No hay que practicarla tanto por utilitaria por razón laboral como porque sin ella es difícil lograr un poco de plenitud; o, al menos, para ser conscientes de que la plenitud tiende a desestabilizarse fácilmente, que no es permanente”.

Los griegos llamaban idiotés a aquellos faltos de juicio crítico y que no participaban en política. “La filosofía ha de ser un tábano, ha de obligar a los otros a dar explicaciones, ha de interrogar a nuestra sociedad, como hace hoy el coreano Byung-Chul Han, dice Nomen. El pensar, sostiene, ayuda a frenar la aceleración loca de la vida digital y “a crear una ciudadanía crítica que evitará que la democracia caiga pervertida por intereses económicos, como vemos”. Tiene claro el también profesor de Ciudadanía de la Universidad Autónoma de Barcelona quién no quiere ese ciudadano crítico: “Ese poder que se plantea no dar explicaciones de nada, por ejemplo; toda la sociedad debería estar interesada en crear niños así si no queremos que la democracia se pierda”.

“Una vida vivida sin reflexión no vale la pena”, defendía Sócrates, como recuerda Nomen, quien atribuye a todo pensador crítico una postura humilde, pero de carácter, alguien que es sincero y “abocado a la acción: ser ciudadano es eso, participar en la vida de la ciudad porque no todo acaba en el voto, como nos quieren hacer creer… Pero si no se trabaja en la familia y en la escuela, no salen ciudadanos críticos. Hay que educar en la razonabilidad, el sentimiento, que no en el impulso, y en la acción”. Y ahí asoma Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Pero para todo eso no queda, alerta Nomen, demasiado tiempo más: “Es el momento para que no se pierda del todo; si no se hace ahora, se acabará el espíritu crítico”.

"A LOS PROFES NO SE NOS ENSEÑA A ESCUCHAR"
Admite Jordi Nomen que su método —que ya compendió en formato de libro en catalán el año pasado, que lleva tres décadas practicando y que fomenta en el marco de GrupIREF, grupo de investigación y enseñanza de la Filosofía para niños— demanda un profesorado distinto y un cambio de programa educativo notable. “A los profesores no se nos enseña a preguntar, a escuchar ni a responder, ni tan siquiera a ser dúctiles a cambiar de opinión… Y todo eso es lo que conforma el diálogo socrático”. A ello y a la habilidad de pensamiento (“nunca pensamos cómo estamos pensado”), añade la necesidad de saber crear una comunidad, una atmósfera (“requerimos confianza en el grupo porque los niños se mojan, se desnudan”) y llegar a la mayoría de las decisiones por consenso (“es prioritario en democracia y cuando se logra en clase es mágico: se produce un silencio porque se dan cuenta de que lo han logrado cuando parecía imposible; genera bienestar”).

Como “pensar es más lento que aprender de memoria y reflexionar, que es volver a mirar, o estimular requiere tiempo”, admite Nomen que cuesta que esa metodología se vaya implantando, a pesar de que cree que empieza a notarse ya más en Primaria (“los profesores son más flexibles, de siempre”) que en la Secundaria (“implica cambiar el currículo y la metodología, temarios, objetivos… Ningún profesor de filosofía discute qué dicen los filósofos: se intenta que los alumnos los entiendan más o menos y se les examina de ello”).

https://elpais.com/cultura/2018/03/23/actualidad/1521830362_563550.html

Por qué los niños deberían aprender filosofía

jueves, 22 de febrero de 2018

_- Negación de la ciencia frente al placer de la ciencia

_- "No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".
Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia.


Que los conservadores dudan de que los hallazgos científicos y las teorías que entran en conflicto con sus creencias políticas y religiosas sean evidentes incluso a partir de un escaneo superficial de los medios de derecha. La negación de la evolución y del calentamiento global y la resistencia contra la investigación con células madre son los ejemplos más atroces en las últimas décadas. No es sorprendente, porque esperamos que los que están a la derecha dejen que su política triunfe sobre la ciencia, lo que equivale a una historia de perro muerde a hombre.

Que los liberales son tan culpables de tendencias anticientíficas como los relatos de humanos mordisqueando caninos y, sin embargo, los de la izquierda son tan escépticos de la ciencia bien establecida cuando los hallazgos chocan con sus ideologías políticas, como con los OGM (Organismos Genéticamente Modificados), la energía nuclear, la ingeniería genética y psicología evolutiva-escepticismo de lo último que llamo "creacionismo cognitivo" por su aprobación de un modelo de pizarra en blanco en el que la selección natural operaba en los humanos solo desde el cuello hacia abajo.

En realidad, las actitudes anticientíficas se forman en ventanas cognitivas muy estrechas, aquellas en las que la ciencia parece oponerse a ciertos puntos de vista políticos o religiosos. La mayoría de las personas adoptan la mayor parte de la ciencia la mayor parte del tiempo.

¿Quién es escéptico de la ciencia y cuándo?
Esa pregunta fue el título de una conferencia de octubre de 2017 a la que asistí Asheley R. Landrum, psicóloga de la Texas Tech University, que estudia los factores que influyen en la comprensión y la percepción del público sobre la ciencia, la salud y las tecnologías emergentes. Comenzó citando encuestas que encontraron que más del 90 por ciento de republicanos y demócratas coincidieron en que "la ciencia y la tecnología brindan más oportunidades" y que "la ciencia mejora nuestras vidas". También revisó evidencia modesta en apoyo de la "hipótesis del déficit de conocimiento". "Que postula que el escepticismo público de la ciencia es el resultado de un conocimiento científico inadecuado. Aquellos que saben más acerca de la ciencia del clima, por ejemplo, son un poco más propensos a aceptar que el calentamiento global es real y causado por humanos que aquellos que saben menos sobre el tema.

Pero ese efecto modesto no solo se borra cuando se toma en cuenta la ideología política, sino que tiene un efecto opuesto en un extremo del espectro político. Para los republicanos, mientras más conocimiento tengan sobre la ciencia climática, menos probable es que acepten la teoría del calentamiento global antropogénico (mientras que la confianza de los demócratas aumenta). "Las personas con más conocimiento solo aceptan la ciencia cuando no está en conflicto con sus creencias y valores preexistentes", explicó Landrum. "De lo contrario, usan ese conocimiento para justificar más fuertemente sus propias posiciones".

Landrum y sus colegas demostraron el efecto experimentalmente e informaron los resultados en un documento de 2017 en el Journal of Risk Research titulado "Memes culturalmente antagónicos y el virus Zika: una prueba experimental", en el que los participantes leen una noticia sobre los riesgos para la salud pública del zika que estaba relacionado con el cambio climático o la inmigración. Previsiblemente, cuando Zika estuvo conectado con el cambio climático, hubo un aumento en la preocupación entre los Demócratas y una disminución en la preocupación entre los Republicanos, pero cuando el Zika se asoció con la inmigración, los efectos fueron revertidos. El escepticismo, al parecer, depende del contexto. "Somos buenos para ser escépticos cuando la información entra en conflicto con nuestras creencias y valores preexistentes", señaló Landrum. "Somos malos para ser escépticos cuando la información es compatible con nuestras creencias y valores preexistentes".

En otro estudio de 2017 publicado en Avances en psicología política, "Curiosidad científica y procesamiento de información política", Landrum y sus colegas encontraron que los demócratas liberales eran mucho menos propensos que los republicanos fuertes a leer voluntariamente una "historia sorprendente escéptica del clima", mientras que un "la sorprendente historia relacionada con el clima"era mucho más probable que la leyeran los de la izquierda que los de la derecha". Un factor mitigante alentador fue la "curiosidad científica", o la "motivación para buscar y consumir información científica para el placer personal", que "parece contrarrestar en lugar de agravar las características de la firma del razonamiento con motivación política".

Los autores concluyeron que "las personas que tienen el deseo de ser sorprendidas por la información científica -que les resulta agradable descubrir que el mundo no funciona como esperaban- no quitan esta característica de su personalidad cuando se involucran en información política, sino que complacen también en ese contexto, exponiéndose más fácilmente a la información que desafía sus expectativas sobre los hechos en cuestiones controvertidas. El resultado es que estos ciudadanos, a diferencia de sus contrapartes menos curiosos, reaccionan con una mente más abierta y responden de manera más uniforme en todo el espectro político a la mejor evidencia disponible ".

En otras palabras, valorar la ciencia por placer puro es más un baluarte contra la politización de la ciencia que hechos solamente.

Este artículo fue publicado originalmente con el título "Por amor a la ciencia" 

https://www.scientificamerican.com/article/science-denial-versus-science-pleasure/

domingo, 11 de febrero de 2018

_- Cómo hacer razonar a alguien que no está dispuesto a cambiar de opinión. Parece que ser inconvencible es una señal de liderazgo y el resultado es que cada vez hay más líderes dogmáticos. ¿Dónde está la virtud?

_- Si no por una cosa, por otra: religión, política, tradiciones. Siempre aupados por ellos, los dogmáticos —cada vez más numerosos— se escudan tras sus ideas cerrándose a cualquier otra opinión que ataque sus firmes e inamovibles creencias.

En todos los planos, de profundidad y más triviales, siempre habrá un defensor de la tortilla de patata seca que peleará con todas sus armas contra aquel que le ponga cebolla, encontrando una barrera igual de firme al otro lado. Dos polos irreconciliables sin voluntad de hablar, utilizando el "porque lo digo yo" como único argumento.

Ahora, un estudio publicado en Journal of Religion and Health se ha ocupado de analizar los rasgos más íntimos de estas personas inconvencibles, las que sientan cátedra y no atienden a razones, por más que se les rebata con argumentos solventes y la realidad se les imponga.

Conscientes de que la sociedad moderna parece revelarse como una generadora de nuevos perfiles de personas inamovibles, los investigadores de la Case Western Reserve University en Cleveland (Ohio) han tratado de entender los dogmas religiosos y también los no religiosos.

Jared Friedman, coautor del estudio y doctorando en Comportamiento organizacional, explica que "algunas personas religiosas se aferran a determinadas creencias porque estas concuerdan con sus valores morales", y por eso son más tendentes al inmovilismo. Por su parte, los defensores de pensamientos no religiosos son muchas veces incapaces de ver algo positivo en aquello que contradice sus conclusiones.

Friedman establece que en cada caso —el religioso y el no religioso— se activa una red neuronal diferente: mientras las redes empáticas son propias de los pensamientos religiosos, las analíticas serían las que activamos en los temas no religiosos; cada persona elige la más adecuada para cada decisión. Moralidad o lógica pueden ser llevadas al extremo, anulando la posibilidad de abrir la mente a nuevas ideas y corrientes de opinión y convirtiendo al individuo en dogmático.

En la raíz de ambos perfiles, según el psicólogo y director del Centro de Psicología comportamental,Enrique Cervantes, hay un problema de educación: "Nuestro sistema no nos enseña a ser objetivos sino a tomar partido, a vivir en la idea de estás conmigo o contra mí. Por eso los dogmas —aunque son verdades no demostradas— se asumen como ciencia y anulan la capacidad de discusión".

El experto apuesta por encontrar un equilibrio entre la razón y la emoción, tanto en planos religiosos como mundanos, y elevar el nivel de reflexión para "luchar contra la intoxicación general y acabar con cualquier dogmatismo". Esa es, según Cervantes, la receta para los porquelodigoyoistas.

¿Hemos perdido la capacidad de debatir?
"Definitivamente, no. Vivimos en la sociedad que más promueve el diálogo de la Historia", afirma Helena Soleto, directora del Máster en Mediación, negociación y resolución de conflictos de la Universidad Carlos III de Madrid. Pero completa: "Otra cosa es que hoy haya muchos dogmatismos a los que acogerse, porque el sujeto siempre busca diseñar su identidad para formar parte de un grupo. Y lo que está claro es que, para poder hablar, hay que querer hacerlo".

"Cualquiera puede ser convencido, siempre y cuando el punto de encuentro buscado sea razonable y sano", (Helena Soleto, directora del Máster en Mediación, negociación y resolución de conflictos de la Universidad Carlos III de Madrid).

He aquí el quid de la cuestión: intercambiar opiniones y no quedarse únicamente en su exposición. En esta línea, el experto en lenguaje y comunicación Julio García Gómez se muestra más escéptico y recuerda con añoranza aquellos "auténticos debates mediáticos" que Jesús Hermida importó a nuestra televisión en los 90, con el precedente histórico de La Clave, de José Luis Balbín, 10 años atrás.

"Hoy tan solo se expone una batería de opiniones, una detrás de otra, pronunciada por los portavoces de las distintas corrientes que se suben al púlpito sin voluntad de escuchar a los demás", explica García, y continúa: "¿Están entonces resurgiendo los debates, a la vista de lo que vemos en los medios? Sí, pero no con los mismos preceptos".

Aunque no sólo en la tele se cuecen los debates. Barras de bar, ascensores, mesas de restaurante. O paradas de autobús. Cualquier lugar es susceptible de convertirse en un foro en el que… ¿debatir? Resultará complicado hacerlo con personas que, como apunta el estudio, no admiten ninguna oposición a sus ideas. No obstante, para Helena Soleto "cualquiera puede ser convencido, siempre y cuando el punto de encuentro buscado sea razonable y sano".

Cómo negociar con un inconvencible
Sabiendo ya cómo son los porquelodigoyoistas, hay que preguntarse ahora cómo tratar de negociar con ellos. "La opinión que mantienen está ligada a su definición como persona", avanza la experta en negociación Helena Soleto. Las personas inconvencibles consideran que sus ideas no son negociables y que ponerlas en duda supone una amenaza para todo lo que son. Por eso, conviene ir con cuidado.

Con cuidado y practicando la escucha activa. Hay que preguntar al otro cómo se siente para tratar de delimitar los principales puntos de tensión (el objetivo es saber qué es, en concreto, lo que molesta a la otra persona de nuestra opinión). También hay que expresar los sentimientos propios, las necesidades, pero sin enjuiciar al otro. Y todo combinando el lenguaje verbal y el no verbal. No es lo mismo preguntar a alguien cómo se siente mostrando interés por su respuesta con la expresión de la cara que acompañándolo de un gesto insultante como, digamos, una vulgar peineta.

Julio García Gómez aconseja aplicar a los debates las bases de la comunicación: concisión, brevedad y titulares efectivos. "Debemos evitar el ruido con palabras que no conducen a nada y mantener una mirada franca y generosa. Con movimientos pausados, lograremos rebajar el nivel de tensión de las palabras del otro y abriremos la vía del diálogo constructivo".

Sin duda, habrá nudos imposibles de desenredar. No vamos a convencer al vegano de que coma huevos, pero sí de que respete a aquel que disfruta haciéndolo. Se trata de entender que el otro piense de una forma diferente, pero que siempre se podrán encontrar realidades que promuevan la convivencia pacífica. Puntos de encuentro. Líneas comunes.

¿No seré yo el inconvencible?
¿Mejillas sonrojadas? Quizá más de uno se haya visto reflejado en este perfil. Más pistas: "Normalmente, estas personas huyen de los foros en los que saben que van a encontrar opiniones contrarias a las suyas", confirma Soleto. "Se ciñen, como recurso de protección, a leer periódicos o a ver programas que alimentan su postura". Porque lo contrario resulta incómodo.

"Los inconvencibles suelen ser poco humildes y no gustan de reflexionar sobre su postura. Simplemente, la esgrimen", afirma García Gómez. El experto invita a "tomar conciencia de que lo más probable es que el otro pueda completar, enriquecer o modificar para bien mis opiniones".

Y estos consejos son válidos para todos. Para altos y bajos. Para rubios y morenos. Mujeres y hombres. Con ligero seseo o de dicción perfecta. Con flequillo tupido o frente despejada. Después de todo, dicen que hablando se entiende la gente, ¿no?

https://elpais.com/elpais/2017/10/26/buenavida/1509030361_841014.html

miércoles, 31 de enero de 2018

‘El joven Karl Marx’ en el Halcón Milenario. A la película le pasa un poco como con 'Star Wars': el protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho, pero es la excusa para que intervengan personajes memorables



Al principio de El Joven Karl Marx se ve un bosque en el que unos campesinos alemanes recogen leña. Un anciano reprende a un niño que estaba intentando arrancar una rama de un árbol, pues solo se llevan la leña caída. En ese momento aparecen a caballo unos soldados armados que masacran a los campesinos. Mientras, se oye una voz en off que resulta ser la de un Marx veinteañero leyendo un manuscrito en la redacción de un periódico de Colonia en 1843, inmediatamente antes de que el ejército irrumpa para clausurar la publicación. Se trata del Rheinische Zeitung, un diario liberal crítico con el absolutismo prusiano en el que Marx publicó una serie de artículos denunciando los cambios legislativos que criminalizaron el derecho consuetudinario a recoger leña de los campesinos de la región de Mosela. Es un tema del que Marx prácticamente no se volvió a ocupar hasta que lo recuperó en El capital, donde relaciona el origen del mercado de trabajo capitalista con la expropiación violenta de los bienes comunes tradicionales. Del mismo modo, durante mucho tiempo los intérpretes de Marx apenas prestaron atención a esta cuestión. En cambio, en las últimas décadas, los “comunes” ocupan un lugar crucial tanto en la práctica política como en la obra de autores marxistas como David Harvey, economistas como Elinor Ostrom o historiadores como Peter Linebaugh o Silvia Federici.
Y ese es solo el primer minuto de la película.

Con El joven Karl Marx pasa un poco como con Star Wars. El protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho, pero es la excusa para que intervengan personajes memorables, como Han Solo o Darth Vader. El Marx de El joven Karl Marx se pasa toda la película con media sonrisa irónica y cara de creerse mucho más listo que el resto de la humanidad (un retrato bastante fiel, probablemente). Pero es un formidable médium de personajes y situaciones históricas que se suceden como una catarata a lo largo de las dos horas de película. El Han Solo de El Joven Karl Marx es, sin duda, el joven Engels: divertido, empático, valiente, un poco alocado y con un gran olfato sociológico. Si no hubiera sido por La situación de la clase obrera en Inglaterra -un informe que aún hoy resulta impresionante y que Engels redactó a los veinticinco años gracias a la colaboración de su compañera, Mary Burns— hoy recordaríamos (o más bien no) a Marx como un filósofo posthegeliano particularmente sarcástico. Pero la película también consigue que Jenny Marx, Bakunin, Proudhon o la propia Burns resulten cercanos e interesantes.

Salvo una secuencia ridícula en la que se escucha una música bélica mientras Marx lee tranquilamente —como si en vez de estar tomando notas para Miseria de la filosofía se estuviera preparando para una misión de comando—, Raoul Peck logra la proeza de introducir cuestiones teóricas de largo alcance con mucha naturalidad. Así, por ejemplo, la influencia del romanticismo en la ruptura generacional de Marx con el universo burgués de su familia se sugiere en una breve y emotiva conversación entre Jenny y Engels. Y, sin duda, debemos a El joven Karl Marx la mejor interpretación de la famosa undécima tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Es un lema irritante, al borde de la literatura motivacional, que en la película, muy verosímilmente, Marx pronuncia completamente borracho, es de suponer que inmediatamente antes de entonar el equivalente renano del Asturias, patria querida.

Especialmente, El joven Karl Marx consigue mostrar con mucha fidelidad lo doméstica e intempestiva que resultó la intervención de Marx y Engels y lo improbable que fueron sus efectos. El proletariado al que interpelaban no existía, como tampoco el partido cuyo manifiesto escribieron. Se dirigían a minúsculas agrupaciones de trabajadores que se sentían mucho más cercanos al lenguaje religioso de Wilhelm Weitling que a la gran teoría alemana. La película muestra a Proudhon o a los líderes unionistas como políticos hábiles y prudentes, mientras Marx y Engels irrumpían en los movimientos políticos como elefantes en una cacharrería. Y esa es justamente la épica que alimenta El joven Karl Marx. El milagro de que dos jovencísimos pequeñoburgueses con un contacto remoto con las condiciones de vida y las organizaciones de trabajadores consiguieran poner en marcha un movimiento que desbordó completamente la política antagonista de su tiempo y ha inspirado las ambiciones emancipadoras de millones de personas de todo el mundo a lo largo de siglo y medio.

https://elpais.com/cultura/2018/01/27/actualidad/1517066304_935792.html?rel=lom

"No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia."

viernes, 15 de diciembre de 2017

Sin Antoni Domènech será mucho más difícil abrir puertas al futuro. El filósofo catalán, autor de 'El eclipse de la fraternidad', ha fallecido a la edad de 65 años

"Ya puedes comprender que muerto
está nuestro conocimiento, desde el instante
en que al futuro queda cerrada toda puerta".

Con estas palabras del Infierno de Dante resumía Antoni Domènech el "nihilismo de cátedra" de aquellos quienes "con la nómina segura a fin de mes, perdida toda esperanza en el futuro" les resulta "más entretenido deconstruir a los compañeros de departamento que molestarse en averiguar cuál es el salario mínimo interprofesional del país en el que uno enseña o dicta sus conferencias".

Unas palabras que podrían servir también como epílogo de una vida dedicada a un proyecto político, moral e intelectual de enorme envergadura: pensar el presente para conquistar el futuro; y dedicada a hacerlo con la radicalidad y el rigor de quien sabe que la filosofía ni puede encerrarse en la comodidad de los despachos, ni puede reducirse a lo panfletario.

Y si hablamos de epílogo es porque Antoni Domènech falleció ayer, a la edad de 65 años.

Editor general de Sin Permiso y catedrático de Filosofía de las Ciencias Sociales y Morales en la Universidad de Barcelona, Domènech fue militante antifranquista y se definía como "socialista sin partido". Su discurso era claro, preciso y provocador: hablaba como si se estuviera riendo, como si en llevarse a la boca sus ideas recordara divertido la fuerza del discurso que se disponía a enunciar.

Para la audiencia que lo escuchaba no siempre era fácil seguir los meandros de su pensamiento. Quizá porque siempre defendió que los conceptos político-normativos no pueden aislarse de la situación histórico-real, en sus explicaciones saltaba con violencia del dato histórico o la cita exacta a una densa reflexión teórica. De hecho, en la última conferencia del filósofo catalán a la que pude asistir, titulada sesudamente "Análisis de la fraternidad como metáfora cognitiva", no solo desafió las ideas preconcebidas con las que ibas armados quienes habíamos leído sus libros, sino que desbordó toda expectativa académica con un discurso que nos llevó desde la Grecia de Aspasia hasta nuestros días.

Tras conocerse la noticia de su muerte, César Rendueles afirmó que Domènech es el "autor del ensayo en lengua castellana más importante en lo que va de siglo que, por supuesto, está descatalogado". Una afirmación potente y elusiva que nos obliga a recordar que Domènech —además de haber traducido al castellano algunas de las principales obras del liberalismo político como son las de Rawls o Habermas- escribió dos libros fundamentales, uno en cada uno de los siglos que vivió, y que -desgraciadamente— ambos son inencontrables.

Por un lado, "De la ética a la política: de la razón erótica a la razón inerte", en el que se propone una relectura de Hobbes, Rousseau y Kant desde la teoría de juegos, un ejercicio cuyo objetivo último es denunciar la transformación de la racionalidad en una "razón inerte", y sentar las bases de una ética racional que posibilite la "rectificación de la cultura moral" del capitalismo tardío y no rehuya la discusión sobre aquello que constituye una vida buena.

Publicado en 1987, suponía una recepción innovadora de la tradición analítica en filosofía política que se oponía a las habituales lecturas posmodernas: sin los aspavientos del rebelde autoproclamado, Domènech siempre pensó en los márgenes y desde los márgenes.

Por el otro, "El eclipse de la fraternidad". Una revisión republicana de la tradición socialista, que propone una revisión histórica del concepto de "fraternidad", centrándose especialmente en el período que va de 1848 a 1936, para revalidar este ideal olvidado. La fraternidad no es solo un sentimiento pospolítico, una vaga forma de solidaridad entre ciudadanos: no es una virtud supererogatoria, como muchas veces se ha interpretado siguiendo la tradición cristiana.

Entonces, la fraternidad constituiría la estructura política que daría sentido a la "igualdad" y la "libertad", la base sin la cual estos seguirían siendo meros espantajos bienpensantes que la clase dominante ondearía para justificar su dominio. Para explicarlo, Domènech siempre recordaba esta frase de Marat: "vemos perfectamente, a través de vuestras falsas máximas de libertad y de vuestras grandes palabras de igualdad, que, a vuestros ojos, no somos sino la canalla".

La fraternidad, a partir de 1790, es lo que unificaba a la población trabajadora: "una horizontalidad conscientemente política, conscientemente emancipada de los yugos señoriales y patriarcales que la venían segmentando verticalmente [...] 'emanciparse' llegó entonces a significar para el pueblo llano 'hermanarse'". Y es la desaparición de esta "bestia horizontal", como la llamó el historiador E.P. Thompson, la que documenta Domènech en El eclipse de la fraternidad.

Desde la publicación del libro, tanto él como su esposa, Maria Julia Bartomeu, también filósofa y especializada en Kant, se dedicaron a continuar pensando el potencial transformador de las ideas revolucionarias y en cómo la historiografía contemporánea ha neutralizado la fuerza de muchas de ellas. Pero también han escrito en otras direcciones: sobre feminismo, renta básica, republicanismo, filosofía en lengua castellana o la idea de utopía.

¿Es El eclipse de la fraternidad el ensayo más importante en lengua castellana en lo que va de siglo?
Probablemente sí, aunque su centralidad debe buscarse menos en esa academia que mide el impacto a golpe de cita en artículos indexados, que en la cantidad de caminos que ha ido abriendo Domènech con sus escritos. Ya sea por su rechazo al mandarinismo o por su abrumadora erudición, de la que gozaba como una golosina, pero que lo alejaba de las columnas de opinión, el catalán nunca protagonizó portadas ni primeros planos: era siempre el pensador que estaba detrás de.

Por todo ello, una cosa es segura: sin Antoni Domènech —y sin sus libros— será mucho más difícil abrir puertas al futuro.

http://www.playgroundmag.net/cultura/books/fraternidad-Antoni-Domenech_0_2049995000.html

domingo, 12 de noviembre de 2017

La política

“Desde que los hombres reflexionan sobre la política, han oscilado entre dos interpretaciones diametralmente opuestas.

Para unos, la política es esencialmente una lucha, una contienda que permite asegurar a los individuos y a los grupos que detentan el poder su dominación sobre la sociedad, al mismo tiempo que la adquisición de las ventajas que se desprenden de ello.

Para otros, la política es un esfuerzo por hacer reinar el orden y la justicia, siendo la misión del poder asegurar el interés general y el bien común […].

Para los primeros, la política sirve para mantener los privilegios de una minoría sobre la mayoría.

Para los segundos, es un medio de realizar la integración de todos los individuos en la comunidad y de crear la ciudad perfecta de la que hablaba Aristóteles.” Duverger, M. Introducción a la política.

domingo, 22 de octubre de 2017

LO FÁCIL QUE ES ENGAÑAR. Son millones los que han perdido el empleo, el negocio o aun la vida, los que han engrosado las filas de la pobreza. Ya no se habla de nada de esto.

30 DE SEPTIEMBRE, víspera de la kermés independentista de Cataluña. Salgo a dar una vuelta por mi barrio madrileño, el de los Austrias, poco proclive a votar al PP (decir que vota más “izquierdas” sería grotesco en tiempos en que se tiene por tal a un partido como Podemos, tan parecido al peronismo (1) benefactor y beneficiado de Franco (2))...

No es sólo que reaviven un patriotismo felizmente aletargado, ojalá eso quede en anécdota. Es que gracias a ellos ya no existe ningún grave asunto más: ni corrupción, ni Gürtel, ni Púnica, ni Bárcenas, ni ley mordaza ni recortes laborales, sanitarios, educativos. Hace no mucho la Ministra de Trabajo se fue de rositas tras ensalzar la “gran recuperación” de la economía tras la crisis, y encima se vanaglorió, con el mayor cinismo, de que “nadie ha sido dejado atrás”. A Báñez le fallan las neuronas (es la única alternativa al cinismo), y además no se baja nunca de su coche oficial. Le bastaría pisar la Plaza Mayor de Madrid para ver que todos sus soportales están tomados por masas de mendigos que duermen y velan dentro de sus cartones, despidiendo un hedor que nada tiene que envidiar al de Calcuta en sus peores tiempos. Esa plaza, como otros puntos de la ciudad, son favelas, cada día más. Y si Gallardón y Botella no tomaron medida alguna, imagínense Carmena, a quien el escenario tal vez parezca de perlas y “aleccionador” para los turistas. Báñez se ha olvidado ya de los incontables negocios que debieron echar el cierre desde 2008, a los que de repente los bancos negaban hasta el crédito más modesto; de los infinitos parados súbitos del sector de la construcción y de las empresas afines: gente que llevaba una vida fabricando grifos, pomos o cañerías se quedó en la ruina y a menudo en la calle; tampoco va la Ministra a oficinas ni tiendas, en las que verá cómo se ha reducido el personal brutalmente y cómo quienes conservan el empleo se ven obligados a hacer jornadas interminables, a multiplicar su tarea por dos o tres, para paliar esa falta de compañeros de la que los dueños sacan ganancia. Haga interminable cola en un supermercado y pregúntese por qué hay una sola caja abierta, en vez de tres o seis; pregunte qué sueldo perciben esos trabajadores que mantienen su puesto, se enterará de que no están lejos de ser siervos; pregunte qué tipo de contratos se ofrecen, y verá el abuso del patrono institucionalizado, y protegido por su Gobierno y por ella. ¿A nadie se ha dejado atrás? Son millones los que han perdido el empleo, el negocio o aun la vida, los que han engrosado las filas de la pobreza. Ya no se habla de nada de esto.

Claro que dense un paseo por Cataluña y verán lo mismo, si no peor. Sus gobernantes autonómicos, hoy aclamados por los independentistas, han llevado a cabo las mismas políticas de austeridad y recortes que el PP, con antelación y con el resultado de millares de niños malnutridos. Así que con la kermés también se están haciendo un inmenso favor a sí mismos. Han conseguido que no se hable más del 3%, del saqueo de los Pujol, de la monstruosa corrupción. “Dadnos un país nuevo y puro”, le dicen a la gente. Y callan la segunda parte, la verdadera: “Así nadie nos podrá pedir cuentas de lo que hemos hecho, ni de lo que seguiremos haciendo con las manos libres y jueces nuestros”. Uno se estremece al comprobar lo fácil que resulta hoy engañar.

Javier Marías
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-enganar/

(1) Comparar a Podemos con el Peronismo, un partido-movimiento fruto de un golpe militar -dictadura- en el poder varios años en Argentina, que acogió a criminales nazis, no puede ser más que fruto de la ignorancia más profunda de la Historia o de la maldad interesada o las dos cosas.
(2) Seguir, para rematar la maldad, comparando con el franquismo, raya el odio a un partido que no ha estado en el gobierno y cuyas propuestas son bondades que pueden, en algunos casos, coincidir con ingenuidades al lado de la política aplicada por la dictadura si se conoce la realidad del franquismo y su estelas de crímenes, desde su entrada hasta su salida.
Por qué lo traigo al blog. Porque lo considero un ejemplo de la mentalidad que domina incluso entre los considerados "progres críticos", y lo curioso de la introducción (que sobraba) para dejar claro como piensa respecto a lo nuevo surgido en las calles. No lo vayamos a confundir con uno de esos nuevos!!!
La tesis de que por parte de unos y otros se utiliza el caso para tapar en los medios y ocultar de la realidad a la corrupción, si me parece aceptable y creíble. Cómo acabará todo es una incógnita, jugar con brujerías puede acabar escapando de las manos.

martes, 1 de agosto de 2017

¿Para qué sirve el cine? Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de una película de propaganda en la Segunda Guerra Mundial.

... intento hacer grata la supervivencia mental viendo incansablemente en mi casa programas doble o triples o cuádruples de películas antiguas en blanco y negro. No es casual, las programo con mimo y tampoco pienso recurrir al psicoanálisis para que me lo explique. Veo sucesivamente París, bajos fondos, La evasión, Rocco y sus hermanos, Los viajes de Sullivan, Una mujer para dos, El bazar de las sorpresas, Berlín Occidente, Con faldas y a loco, El hombre que mató a Liberty Valance, El sueño eterno, La noche del cazador, Anatomía de un asesinato, Bola de fuego, Los sobornados, Plácido, Nazarín o La regla del juego. Y así voy a seguir. Arcadia en blanco y negro para todo el verano.

Al repasar la lista de estrenos de esta semana observo que una de ellas, titulada Su mejor historia, la dirige una señora danesa con cuyo cine he disfrutado antes. Se llama Lone Scherfig y es la autora de películas que me gustan bastante, como Wilbur se quiere suicidar e Italiano para principiantes y otra que me conmueve especialmente, que es An Education. Y su nueva entrega no me decepciona. El guion habla con sutileza de cosas variadas, los sentimientos que atan a la vida en tiempos difíciles, los destrozos que pueden ocurrir en el corazón y su progresiva cura, la solidaridad entre la gente cuando todo es guerra, derrota y miedo, el oficio de actor. Pero sobre todo, el gran interrogante es: ¿para que puede servir el cine?

El argumento principal se presta a discusiones. Un señor muy listo, un maestro sin escrúpulos de la manipulación emocional llamado Goebbels, sabía del enorme poder de la propaganda e impulsó hasta límites delirantes los presuntos valores de la raza aria y del nacionalsocialismo través de documentales, noticiarios y películas. Una virtuosa fabricando imágenes como Leni Riefenstahl fue la perfecta transmisora de esas siniestras apologías y loas. Vale, eran los malos utilizando el cine para sus depredadores intereses. En Su mejor historia el Ministerio de Información del gobierno británico durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial ordena hacer una película que glorifique la supuesta hazaña real de dos hermanas gemelas que van en un barquito hasta Dunquerque para ayudar salvar a los acorralados soldados británicos. Esa película debe servir para exaltar el heroísmo, fomentar la solidaridad, donar emoción, felicidad, esperanza y alegría a los espectadores, convencerlos de que la justicia y la razón están de su parte. Vale, aquí son los buenos utilizando la propaganda para su causa. Volvemos al interrogante: ¿para que puede servir el cine en determinadas circunstancias?

Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de esa trascendente película, la complicada labor de una guionista en un universo regido por hombres, una historia de amor muy bien contada. Es una compleja, pequeña, cálida, agridulce y bonita película, un pretexto razonable para volver a la sala oscura en época de sequía.

... Scherfig defiende que la comedia es algo "sensitivo", que no se enseña. "La tiene que sentir en la piel, no puedes reducirla a gestos fáciles. Por eso me preocupaba que encajaran bien esos momentos. A mí, en los momentos más tristes, me apetece hacer comedia". Puede que los actuales momentos no sean tristes, pero sí oscuros, en los que triunfa la posverdad y la mentira -si no son lo mismo-. Y Su mejor historia ahonda en la propaganda de hace 75 años. "Hay diferencias", responde la danesa entre risas. "Como le dicen a Catrin en la película, ellos mostraban una historia auténtica retocada con optimismo. Al menos, en la semilla había verdad". Y prosigue: "Necesitaban un empujón de ánimo, y aun así mantuvieron cierto realismo. Creo que entonces nació ese estilo realista y social que ha seguido hasta nuestros días con Ken Loach". Sobre verdades y posverdades, también tiene su opinión: "Cuando la película se estrenó en Sundance coincidió con el juramento del cargo de Donald Trump. En la película hablamos de la responsabilidad que tienes cuando dominas los medios de comunicación. Eso lo liga con la actualidad. Es curioso: te estás años preparando un filme y de repente en su estreno la actualidad coincide con la trama. Lo digo por Trump y por el ángulo feminista. Coincidencias". Otra: el auténtico edificio del Ministerio de Información británico, recién construido cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, inspiró a George Orwell 1984. "Es bueno que la gente recuerde que toda película, incluidas las superproducciones de Hollywood, tiene siempre un trasfondo político".

La directora danesa volverá a rodar en inglés: su siguiente proyecto se desarrolla en Estados Unidos. "Se titula Secrets from the Russian Tea Room, y se centra en la gente sin hogar en Nueva York. Y por fin vuelvo a dirigir un guion mío". Sí, está abierta a cambios.

https://cultura.elpais.com/cultura/2017/07/12/actualidad/1499868735_223530.html

domingo, 28 de mayo de 2017

_--Las ocultadas causas políticas del crecimiento de las desigualdades

_--Una de las características del tiempo que vivimos es el crecimiento de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales, tanto entre como dentro de la mayoría de países capitalistas desarrollados. En este artículo me centraré en las causas del crecimiento de las desigualdades económicas, analizando las desigualdades salariales, las desigualdades en los ingresos familiares y las desigualdades en la propiedad del capital (productos que generan renta), analizando tales desigualdades en Estados Unidos, por dos razones: una, por ser representativo del capitalismo más avanzado y desarrollado del mundo capitalista occidental (punto de referencia para el pensamiento liberal); y otra, porque lo que estamos viendo desde los años ochenta, a partir de la revolución neoliberal iniciada por el presidente Reagan, es la “americanización de Europa”, expresión que refleja el dominio del pensamiento liberal a los dos lados del Atlántico Norte. En realidad, tal crecimiento de las desigualdades económicas se debe primordialmente a la aplicación (e imposición) de las políticas neoliberales en la gran mayoría de tales países, siguiendo el modelo neoliberal estadounidense.

Las desigualdades salariales
Si analizamos la evolución de los salarios, ya sea considerando el salario por hora, ya sea el salario anual, podemos ver que los salarios del decil superior han crecido de una manera muy marcada, casi exponencial a partir de la década de los años ochenta (cuando se inició la revolución o, mejor dicho, contrarrevolución neoliberal), mientras que los salarios de los cuatro deciles inferiores han ido creciendo muy lentamente desde entonces (e incluso han descendido durante la Gran Recesión 2007-2015, lo cual nunca ocurrió en el decil superior, cuyos salarios continuaron aumentando durante la Gran Recesión). Y lo que sí que disminuyó en la gran mayoría de la población asalariada fueron los beneficios sociales, relacionados con los sueldos. Así, por ejemplo, el porcentaje de la población laboral que tenía alguna cobertura de beneficios sanitarios, financiados conjuntamente por los empresarios y por los trabajadores y empleados (la mayoría de la financiación del aseguramiento sanitario privado en EEUU proviene del lugar de trabajo a través de aportaciones de empleadores y empleados) descendió durante el mismo periodo de tiempo considerablemente, descenso mucho más marcado entre los deciles salariales inferiores, pasando de un 42% en 1980 a un 25% en 2010, que en el decil superior (de un 92% a un 78%). Una situación semejante ocurrió con las pensiones privadas financiadas a través de puestos de trabajo (la mayoría de los datos presentados en este artículo proceden del documento Three Key Economic Distributions, del profesor John Schmitt, del Washington Center for Equitable Growth).

Ingresos familiares
En los ingresos familiares vemos también, durante el mismo periodo 1980-2015, un crecimiento muy acentuado de los ingresos de las familias del decil superior de ingresos familiares. En cambio, en los deciles inferiores hemos visto un crecimiento muy lento de los ingresos familiares desde 1980, crecimiento interrumpido, sin embargo, durante la Gran Recesión. La causa de que los ingresos familiares no hayan descendido (como descendieron los salarios) en los deciles inferiores se debe al incremento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo, más acentuado en los deciles inferiores que en los deciles superiores, en los que el crecimiento de los ingresos familiares se debe al crecimiento tan marcado de los ingresos salariales de las mujeres pertenecientes a las clases de ingresos superiores.

De estos datos de deriva que los deciles superiores, y muy en particular el decil más alto, han visto crecer sus ingresos de una manera muy acentuada durante la contrarrevolución neoliberal, crecimiento muy marcado a medida que el nivel de renta subía. Así, el 1% de mayor renta salarial pasó de tener el 10% de toda la renta del país en 1980 a un 23% en 2015.

El crecimiento de las desigualdades en la distribución de la propiedad
Si en lugar de la distribución de las rentas analizamos la distribución de la propiedad, vemos que esta última se ha ido concentrando mucho más. En realidad, el 1% de propietarios ha pasado de tener el 34% de toda la propiedad en 1980 a un 37% en 2013 (y pasó de tener el 10% de toda la renta al 20%). En realidad, el 20% de propietarios tiene el 88% de toda la propiedad (y el 61% de toda la renta), mientras que el 40% no solo no tiene propiedades, sino que debe dinero para pagarlas. Es decir, están endeudados, primordialmente pagando su vivienda. Es la población hipotecada. Este porcentaje de endeudamiento y la profundidad del mismo crecieron espectacularmente durante la Gran Recesión. Este 40% tiene solo el 9% de toda la renta del país.

El crecimiento de los ingresos del decil superior se debe al crecimiento de los sueldos de los grandes propietarios y gestores de las empresas, que ha sido casi exponencial en las rentas superiores, y al crecimiento de las rentas derivadas de la propiedad que poseen. El ligero crecimiento, estancamiento o descenso de las rentas inferiores (del 40% de la población laboral en EEUU) se debe al ligero crecimiento, estancamiento o descenso de los salarios, y al crecimiento del endeudamiento de dichas rentas inferiores.

La disminución de la movilidad vertical
A raíz de estos datos, se puede concluir que las desigualdades inherentes al sistema capitalista han crecido notablemente en el periodo 1980-2015. Pero un fenómeno igualmente importante y que apenas ha tenido visibilidad mediática ha sido el descenso de la movilidad vertical. Uno de los argumentos que han sido utilizados con mayor frecuencia por parte de los economistas neoliberales ha sido que la estabilidad política del capitalismo avanzado está basada en la movilidad social, es decir, que una persona de origen “humilde” (expresión que se utiliza para definir a las familias de rentas inferiores) pueda alcanzar los niveles superiores de poder económico y/o político. Y se señala como prueba de ello que EEUU ha tenido dos presidentes, Clinton y Obama, de origen “humilde”. En realidad, se considera a EEUU como uno de los países con mayor movilidad vertical, y ello como resultado de las grandes oportunidades que ofrece el modelo económico liberal.

Esta supuesta movilidad vertical también se expresa en que, aparentemente, los hijos e hijas tienen mayor nivel de rentas que sus padres. La movilidad intergeneracional se presenta como una muestra del “sueño americano”, causa mayor de la estabilidad política del país y del atractivo del modelo liberal estadounidense. El único problema con tal supuesto es que no es verdad. Los datos no avalan esta percepción, promovida por el establishment político-mediático del país. Los datos muestran que la movilidad vertical, incluida la intergeneracional, es mucho más limitada de lo que se ha supuesto.

En realidad, EEUU es uno de los países con menos movilidad social. Como bien ha señalado Paul Krugman, EEUU (y el Reino Unido) son los países con menor movilidad social vertical de entre los que se ha estudiado la extensión de tal movilidad (Francia, Japón, Alemania, Nueva Zelanda, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca). En estos países se analizaba el nivel de renta de los hijos comparándolo con el de sus padres (a la misma edad y con la misma capacidad de compra de la moneda utilizada), viéndose que EEUU era en el que menos se daba el supuesto de que los hijos vivían mejor que los padres, siendo en los países escandinavos donde la movilidad intergeneracional era mayor.

Y lo que es importante señalar es que durante el periodo neoliberal ha descendido la movilidad vertical, a la vez que han crecido las desigualdades de ingresos, de renta y de propiedad.

Las ocultadas causas políticas del crecimiento de las desigualdades
Mucho se ha escrito sobre las causas de tal crecimiento de las desigualdades, desde la revolución digital a la globalización, entre muchos otros factores. En esta discusión se oculta o ignora el elemento político, que es el determinante de dicho crecimiento y que configura todas las otras causas a la que se atribuye tal crecimiento. Qué forma tienen la revolución tecnológica o la globalización depende del contexto político que configura cada una de ellas. Los datos muestran que el crecimiento de las desigualdades adquiere una dimensión mayor a partir de la década de los años ochenta, que es cuando se aplican las políticas neoliberales, que son las políticas que el mundo de las grandes empresas (lo que en EEUU se llama la corporate class) aplica a través de las instituciones políticas, frente y en contra del mundo del trabajo.

Las políticas públicas de corte neoliberal como responsables del crecimiento de las desigualdades
Como consecuencia de ello han tenido lugar los siguientes hechos, todos ellos indicadores del poder de clase del mundo empresarial:

La disminución, desde 1980, del poder adquisitivo del salario mínimo, establecido por ley por el Estado. Descenso de la población laboral sindicalizada, que ha pasado de ser el 30% de la población laboral en 1980 a un 12% en 2014, como resultado del enorme descenso de la sindicalización en el sector privado, que hoy no llega ni al 9% (en el sector público se mantiene en el 38%), y ello a pesar de que la mayoría de los trabajadores señalan, a través de las encuestas, que les agradaría tener sindicatos que defendieran sus intereses. Este descenso, pues, no se debe a la falta de interés, sino a las crecientes dificultades que el mundo empresarial, con ayuda del Estado, impone para que los trabajadores puedan sindicalizarse, siendo EEUU uno de los países donde la sindicalización es más difícil de llevar a cabo. Esta realidad -la creciente dificultad en poder sindicalizarse- produce el crecimiento de la capacidad de decisión, así como de la influencia política y mediática, del mundo empresarial, lo que ha determinado un enorme debilitamiento de las clases populares, y muy en particular de la clase trabajadora. En realidad, hay una relación inversa entre el nivel de sindicalización en el sector privado y el crecimiento de las desigualdades de renta -tanto individuales como familiares-, tal como ha documentado el respetado y conocido Economic Policy Institute de Washington. Y también está documentado el crecimiento de la brecha salarial dentro de una misma empresa cuanto menor sea la sindicalización y la fuerza de la clase trabajadora dentro de la misma. En realidad, desde 1980 la diferencia salarial entre los ejecutivos de las grandes empresas y los salarios (mediana) de los empleados y trabajadores ha crecido, pasando de ser en 1980 de 29 veces, a 303 en 2015.

La desregulación de los mercados de trabajo
Otra medida neoliberal que tenía como objetivo debilitar al mundo del trabajo han sido las reformas laborales orientadas a desregular el mercado de trabajo, lo cual ha conseguido disminuir los salarios y la protección social de los trabajadores.

La privatización de los servicios públicos
La privatización de los servicios tiene como objetivo el cambio de las relaciones laborales, dificultando la sindicalización y protección de los empleados y trabajadores, menor en el sector privado que en el público. La subcontratación y externalización de actividades y servicios de las empresas (tanto públicas como privadas) tienen como objetivo el debilitamiento de la población empleada, pues en las empresas subcontratadas hay menor protección social y salarios más bajos que en las empresas que subcontratan.

La globalización en el contexto político actual
La movilidad de capitales busca la apertura de los mercados y el abaratamiento de los costes de producción, entre los cuales los costes salariales juegan un papel determinante. De ahí que los tratados mal llamados de libre comercio que regulan la movilidad de capitales tengan como principal objetivo el garantizar las inversiones en países con menores costes laborales, movilidad que se hace a costa de destruir puestos de trabajo con salarios altos en EEUU. La evidencia de ello es abrumadora, habiendo sido tal movilidad una de las mayores causas del descenso de la cantidad de puestos de trabajo en la manufactura en EEUU. La popularidad de tales tratados en el mundo empresarial contrasta con su gran impopularidad entre la clase trabajadora.

La inmigración apoyada por el mundo empresarial
La inmigración ha contribuido a la bajada de los salarios, pues el precio del trabajo depende, en cierta manera, de la demanda de puestos de trabajo y de la oferta de tales puestos. A mayor número de demandantes -de personas que buscan trabajo- menor es el salario ofrecido por los empresarios. De ahí que el mundo empresarial favorezca la entrada de inmigrantes, no solo para aumentar el número de personas que quieren trabajar, sino también por su disponibilidad para aceptar salarios más bajos y en peores condiciones que los nativos.

¿Qué hay que hacer?
A la luz de estos datos es lógico que la solución sea precisamente el desarrollo de políticas opuestas a las neoliberales, empoderando a las clases populares a través de los instrumentos disponibles, para revertir el deterioro de su bienestar. Tales medidas pasan por:
-aumentar el salario mínimo;
-aumentar la ocupación y la creación de buen empleo;
-dificultar la creación de mal empleo orientando la revolución tecnológica a la supresión de tal tipo de trabajos;
-facilitar la sindicalización, alcanzando los niveles del norte de Europa;
-regular el mercado de trabajo para reforzar al mundo del trabajo en su negociación con el mundo empresarial;
-desprivatizar los servicios, y extender la responsabilidad pública a los sectores de la energía, las finanzas y sociales (desde sanidad a educación, pasando por servicios sociales, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, vivienda, seguridad y protección social);
-desanimar y desfavorecer la subcontratación prohibiendo este fenómeno en los servicios públicos, a no ser que los contratantes se comprometan a respetar los derechos laborales (salarios y protección social) existentes en el sector público;
-desarrollar medidas proteccionistas en la movilidad de capitales y de personas;
-sindicalizar a la población inmigrante;
-facilitar la integración de la mujer en el mercado del trabajo, en lugar de enfatizar la inmigración; y
-eliminar las desigualdades sociales entre géneros y entre razas en el país.
-Y, naturalmente, políticas fiscales auténticamente progresivas que tengan como objetivo aumentar las rentas del trabajo a costa de reducir las rentas del capital, incluyendo medidas de control público de la propiedad y de la gestión en sectores clave de la economía.
Estas son las líneas generales de lo que debe hacerse para reducir las desigualdades, empoderando a las clases populares para que vayan aumentando su nivel de exigencias, de manera que puedan transcender las coordenadas de poder existentes hoy en los países capitalistas de elevado nivel económico. Estas medidas son tan aplicables en EE.UU. como en España, así como en cualquier otro país a los dos lados del Atlántico Norte que han estado sufriendo las políticas neoliberales implementadas por las clases dominantes. Así de claro.

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Director del JHU-UPF Public Policy Center.

Fuente:
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2017/05/04/las-ocultadas-causas-politicas-del-crecimiento-de-las-desigualdades/

Bibliografia:
James K. Galbraith. 2016. Desigualdad. Edt. Deusto. Barna