sábado, 8 de diciembre de 2018

JFK (1991), de Oliver Stone: La denuncia con rigor para goce de los justos

Muy pocas veces en la historia del cine se ha tenido la oportunidad de asistir a un filme en el que a la eficacia dramatúrgica se suma una capacidad de síntesis y de esclarecimiento tan contundentes como en JFK

 – La pregunta que no quiere callar (1991) o JFK: Caso abierto, como también se retituló, del cineasta estadounidense Oliver Stone (15/sept/1946), ganador de los premios Oscar a la Mejor Fotografía, para Robert Richardson, y al Mejor Montaje, para Joe Hutshing y Pietro Scalia. Y aquí debe señalarse algo previsible: JFK, con sus ocho nominaciones a los premios de la Academia, no es un filme para tales galardones y no porque no los merezca, sino porque no los necesita y, además, porque los mismos no están destinados para semejante tipo de cine: no cabe, precisamente, dentro del cine espectáculo, más bien dentro del cine/memoria/denuncia, que tanto daño hace a los fans de los pactos de silencio y que a toda hora hablan de “conspiraciones”: claro, porque son ellos los que las producen y ya decía Wilde que “solo hablamos de lo que nos interesa”, en especial, exorcizar, já, o, en otros casos, confesar, porque para nadie es un secreto que el asesino siempre se confiesa: aunque, en este caso, no sea, propiamente, que el asesino, EE.UU, se confiese, sino que un hombre, un artista, ético por honesto, traduce ese malestar general en una ocasión particular de esclarecer un asunto, objetivo del que el Informe de la Comisión Warren está muy lejano.

Las iniciales JFK corresponden, obviamente, a John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), el trigésimo presidente de los EE.UU, asesinado en Dallas, Texas, el 22/nov/1963. El filme de Stone, con guion de él mismo y de Zachary Sklar, está basado en los libros On the Trail of the Assassins o En la pista de los asesinos, de Jim Garrison, por esa época fiscal del distrito de New Orleans, y Crossfire: The Plot That Killed Kennedy, literalmente, Fuego cruzado: El complot que mató a Kennedy, de Jim Marrs. Nacido en NY, Stone trabajó como maestro y marino mercante en el sureste de Asia entre 1965 y 66, antes de incorporarse al ejército para participar en la Guerra de Vietnam del 67 al 68; hecho que, a la postre, determinó la mayor parte de su quehacer posterior a 1971, cuando se graduó en la Escuela de Cine de la U. de NY. Dos años después escribió y dirigió Seizure (1974) o Reina del mal y, más tarde, redactó los guiones de filmes tan desiguales, en argumento y calidad, como Midnight Express (1978) o Expreso de medianoche, para el filme de Alan Parker, basado en la autobiografía de Billy Hayes; Conan the Barbarian (1982) o Conan, el bárbaro, coescrito con John Milius para el filme de éste, sobre el cómic de Robert E. Howard; y Scarface o Caracortada (1983) o El precio del poder, según la novela de Armitage Trail (1902-1930), autor gringo de pulp fiction (1). Coescribió, también, con Michael Cimino, el de The Year of the Dragon (1985) o El año del dragón, sobre la novela homónima de Robert Daley; también escribió/dirigió The Hand (1981) y Platoon (1986), su mea culpa sobre Vietnam, por la que recibió ocho nominaciones en Hollywood, de las cuales obtuvo cuatro premios, sin duda merecidos, entre ellos a la Mejor Película y al Mejor Director, al igual que Globo de Oro al Mejor Filme.

Asimismo, Stone ha dirigido Salvador (1986), coescrita con Richard Boyle, quien cuenta su propia historia sobre las guerras civiles en Centroamérica, donde fue reportero durante la década de 1980 y descubrió el entramado de la corrupción, así como aspectos de la realidad que ignoraba y que lo llevaron al compromiso y a la toma de partido; Wall Street (1987), y su secuela Wall Street: El dinero nunca duerme: la matriz, su obra más lograda antes de JFK y en la que actúa una pareja básica de oposición: Bud Fox, literalmente el amigo zorro o el zorro camarada, encarnado por Charlie Sheen, joven y ambicioso corredor de bolsa que termina su universidad gracias a su esfuerzo y al de su padre mecánico y jefe sindical, rol a cargo de Martin Sheen, el recordado protagonista de Apocalypse Now, de Ford Coppola. Él, Bud, ansía trabajar con su admirado Gordon Gekko (Michael Douglas), sujeto sin escrúpulos, típico self-made-man que en poco tiempo ha hecho fortuna en la bolsa: ¿el resultado?, la muestra más despiadada de lo que significa el capitalismo, con su lucha implícita entre el afán de figuración, el prurito de la competitividad, la impúdica exhibición de vanidad y de desprecio por lo que represente el mundo de los seres humanos o una sociedad humanizada y no destruida aun por la cosificación, el patriarcado, el poder, con el telón de fondo de la crisis financiera; Talk Radio (1988), a un tiempo el poder del dúo teléfono/radio, con base en el guion del propio protagonista, Eric Bogosian, y del mismo Stone. Aquél, como Barry Champlain, locutor de un programa radial nocturno en Dallas, se mueve entre el cinismo y la crueldad, entre la simpatía y el odio: dadas la claridad y firmeza con que expresa su credo, por contraste, termina por recibir serias amenazas. Partes del filme y del guion, con coautoría de Tad Savinar, se basaron en el asesinato del locutor radial judío Alan Berg, en 1984, y en el libro Talked to Death: The Life and Murder of Alan Berg o Hablando a la muerte: Vida y crimen de Alan Berg, de Stephen Singular, por el que recibió el Oso de Plata en el XXXIX Festival Internacional de Cine de Berlín y que también sirvió de inspiración para los filmes Betrayed (1987) o El sendero de la traición, del greco-francés Costa-Gavras y Brotherhood of the Murder (1999) o La hermandad del crimen, de Martin Bell; Born on the Fourth of July (1990) o Nacido el cuatro de julio, regreso a Vietnam como recurso adicional al exorcismo, la desgarrada/desgarradora aventura autobiográfica del voluntario Ron Kovic, coautor del guion, que va a defender a su país con la idea de estar al tiempo probándole su amor: al regreso, ya como veterano de guerra, su convicción cambiará de modo radical cuando se le vea postrado en silla de ruedas y atendido en un mugriento hospital, lo que, a su vez, proyecta la idea de la estulta valentía patriotera cuando se la contrasta con la idea de la sobria dignidad sin fronteras ni límites, o sea, la libertad, y con el recurso a la guerra trocado por el de la paz.

Más recientemente, The Doors (1991), filme underground elevado a la categoría de superproducción, en la que predomina la cantidad sobre la calidad: muy elaborado técnicamente, sí, pero con una más bien poco asequible, casi esotérica, visión personal no sobre el grupo musical que le da nombre y que operó entre 1965 y 73, sino sobre su cantante, Jim Morrison, la que de paso se olvida de su estrella, el compositor y organista/teclista Ray Manzarek, así como de su creador y guitarrista Robert Alan Robby Krieger, los dos cerebros de la banda formada en Los Ángeles (lo que va sin hablar del baterista John Densmore). Los que, básicamente, hicieron de ella, uno de las cuatro exponentes claves de la psicodelia en los años 60 del siglo XX al lado de Grateful Dead, Jefferson Airplane y Pink Floyd. Obra en la que la aparente crítica de lo real está al servicio del espectáculo, al contrario de lo que pasa en JFK, filme en el que el espectáculo está al servicio de la crítica de lo real. De entre los 17 largos realizados desde The Doors hasta hoy, no puede dejar de mencionarse títulos como Heaven and Earth (1993) o Entre el cielo y la tierra, una visión de Vietnam por una mujer; Natural Born Killers (1994) o Asesinos por naturaleza, dura/ácida crítica al sensacionalismo mediático; Nixon (1995), retrato político del líder de nuestra pandilla (Philip Roth) y uno de los peores ejemplos de esa entelequia llamada democracia, dentro de la cual, justamente, su antítesis es EE.UU, país que ha invadido 70 países entre 1945 y hoy, ha asesinado entre 20 y 30 millones de personas en 37 países, lo que, de hecho, lo convierte en el mayor violador de los DD.HH en el mundo (2); U Turn (1997) o Giro en U o al infierno, con guion de John Ridley, basado en su libro Stray Dogs (Perros callejeros), con un extraño triángulo en el que la amante le propone al suyo matar a su marido y este le devuelve la oferta a ella para que mate a su amante, Bobby (Sean Penn), en una trama parecida a la del filme del colombiano Felipe Aljure, El colombian dream (2005), en la que la mujer traiciona con el esposo al amante; Comandante (2003), documental que evidencia la admiración por ciertos personajes de la izquierda latinoamericana, para el caso por Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana, al lado del Che Guevara y de Camilo Cienfuegos; Alexander (2004), su particular visión del rey macedonio Alejandro Magno, quien a los 30 años ya era el más poderoso de su tiempo llegando a dominar Asia Menor, Egipto (donde funda la biblioteca y universidad más grandes de su tiempo) para luego dirigirse a Babilonia, sede central del imperio persa: muere, se cree que envenenado, a los 33 años, tras una larga y difícil relación con su padre, como era la de éste con su esposa Olimpia, quien se cree que planeó el asesinato de Filipo II llevado a cabo por su guardia Pausanias; La historia no contada de EE.UU (2012), una serie para TV de diez episodios, cuyo título alude a un tratamiento de la historia distinto al de la versión oficial, por el estilo de lo que hizo Howard Zinn en La otra historia de los EE.UU, cuyo pdf, 512 pp, está en Internet (3). Por último, Mi amigo Hugo (2014), un homenaje a Hugo Chávez Frías, comandante y fundador de la República Bolivariana de Venezuela y artífice de la idea, puesta en práctica, de un socialismo para el siglo XXI, la que solo EE.UU puso en entredicho, dada la avidez del Imperio por proveerse de recursos, y a cuyo líder persiguió, vía Golpe Suave, según la teoría harto criminal e ínfimamente política de Gene Sharp, que llevan al trágico final de Chávez, no por causa de mal natural alguno sino por un cáncer inoculado a través de nanotecnología, entre 2011 y 2013: la justicia venezolana llamaría luego a juicio, por este hecho, a su ex jefe de seguridad, Adrián José Velásquez Figueroa, y a su esposa, la ex directora del Tesoro de Venezuela, Claudia Patricia Díaz Guillén, quienes extrañamente terminaron depositando el fruto de sus hazañas conspirativas, vía USA, en el barril sin fondo de los Panamá Papers. Y, cómo no, Snowden (2016), una re-visión (sic) sobre los avatares que ha pasado el hacker gringo más famoso de la historia de EE.UU que filtró información clasificada de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) al NYT, al Washington Post y a otros medios relevantes, a partir de jun/2013, lo que desató una feroz cacería de los sistemas de control, tan solo comparables a los sufridos por esos otros verdaderos héroes nacionales como son Julian Assange, director de WikiLeaks, y Chelsea Elizabeth Manning, llamada así a partir de abr/2014, pero nacida como Bradley Edward Manning, en Crescent, OK, 17/dic/1987 (4).

JFK muestra de tal forma la misteriosa trama que rodea al magnicidio de Kennedy, el Rey de Camelot, como obliga la fábula/farsa política estadounidense, para, por contraste, terminar por hacer percibir con nitidez el modo como fue urdida dicha trama; y lo más impresionante: hace que el público tome conciencia de la situación y de sus profundos mecanismos. Para lograrlo le lanza un desafío de principio a fin. JFK se inicia con un epígrafe de la escritora Ella Wilcox: “Pecar callando cuando se debe protestar, convierte a los hombres en cobardes”. Hasta aquí, muchos podrán pensar que el filme no dice nada nuevo; es decir, nada que no sea la confirmación de lo que muchos, sobre todo mayores de 50 o 60 años, han intuido acerca del asesinato del mandatario demócrata John F. Kennedy, así como en relación con los posteriores asesinatos de Malcolm X, dirigente negro y musulmán muerto a bala en 1965, a quien extrañamente no se cita en JFK y de quien aún hoy se desconoce su victimario incluso cuando el principal incriminado, Louis Farrakhan, ministro/líder de La Nación Islámica, ni siquiera ha sido llamado a juicio, pese a haber dicho, a comienzos de los años 60, “Malcolm X debe morir” (5); Martin Luther King, a quien eliminó no “el loco que actuó solo”, James Earl Ray (6), como tantas veces se ha dicho, sino Henry Clay Wilson, como informó al NYT su hijo el pastor Ronald D. Wilson, quien lo hizo y “no por motivos racistas sino políticos pues lo creía comunista” (7); y Robert Kennedy, de quien hasta ahora se sabe que lo ultimó un tal Sirhan Bishara Sirhan, 24 años, de ascendencia palestina, después de que aquél, el 4/jun/1968, obtuviera la mayor victoria en su carrera hacia la nominación demócrata al ganar las primarias en South Dakota y California, así que pasada la medianoche dio un discurso de agradecimiento a sus electores en el Hotel Ambassador, de Los Ángeles. Mientras iba por un pasillo, atestado de gente, hacia las cocinas del hotel, Sirhan, de repente disparó contra la multitud hiriendo a muchas personas, entre ellas al senador, a quien se dice disparó a quemarropa; luego, reconoció su crimen por oponerse al apoyo que aquél daba a Israel y, finalmente, fue condenado a cadena perpetua. Nadie, entonces, cuestionó esta versión (8). No deja de ser curioso, además, que uno de los tres libros que RFK escribió se titule El enemigo interior: La cruzada del Comité McClellan en contra de Jimmy Hoffa y los sindicatos laborales corruptos (1960), cuando se sepa que ambos, Robert y John F., recurrían a préstamos del propio Hoffa, presidente del Sindicato de Camioneros, quien extrañamente desapareció en 1968 y jamás se le volvió a ver. Aquí cabe recordar que, con ocasión de los disturbios en Birmingham, se detuvo a 2.500 manifestantes negros, Robert, azuzado por John, empezó a buscar “discretamente” los 160 mil dólares necesarios para pagar las fianzas que, en lo fundamental, salieron “de las arcas de los principales sindicatos del país”, como señala Marshall Frady en su biografía sobre Martin Luther King (9). Por eso, tampoco es gratuito que uno de los capítulos del libro de Wolfe se titule Jack y su pandilla, que es el apodo de John F., en la que también figura, obvio, su adorable hermano Robert Francis (10).

Pese a las conclusiones de la Comisión Warren, en el sentido de que hubo un solo asesino, Lee Harvey Oswald, y de que se hicieron apenas tres disparos en 5.6 segundos, Stone no solo muestra que la primera aseveración es simplemente una farsa, sino que, además, sobre la segunda, aporta evidencias que permiten saber que se trató de una conspiración. En la que se hallan implicados desde los más altos jerarcas de la política gringa, empezando por el entonces vice Lyndon B. Johnson, dueño del 20% de las acciones de Helicópteros Bell, declarado militarista y el principal opositor a que JFK retirara a mil oficiales de Vietnam, y siguiendo con Gerald Ford, quien a la sazón fungía como diputado: curiosamente, ambos serían presidentes; hasta individuos de la más baja ralea, como el hipócrita “partidario de Kennedy” y rabioso anticastrista, Clay Bertrand o Clay Shaw, tantas veces mostrado en el filme y al final llevado a juicio, su homólogo David Ferrie, El Buitre, magistral rol de Joe Pesci, el “traficante” y mafioso del transporte, Jimmy Hoffa, quien después se desvanecería en el aire quizás por ser un testigo “sólido”, y el mismísimo Jack Ruby, amigo y, no obstante, victimario de Oswald, el supuesto criminal que “actuó solo”, que no tenía más que 14 dólares en el banco y que, sin embargo, compraba tiquetes aéreos por una cuantía superior a los 1.500 dólares, que viajaba por cuenta del Departamento de Estado y que trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Conspiración en la que, según Stone mismo, también estuvieron involucrados funcionarios del Pentágono, del FBI, de la ya citada CIA, de la OIN y de las llamadas Black Operations: al respecto, recuérdese la escalofriante confesión que el Coronel X le hace, frente al obelisco de Washington, al fiscal Garrison, que a grandes rasgos devela todo lo que la historia oficial gringa ha escondido a lo largo de su turbio devenir.

La farsa de la que habla Stone está contenida en un informe de 26 tomos, elaborado por aquella comisión que fue nombrada por el principal implicado, según el mismo cineasta, en el complot contra Kennedy: Lyndon Baines Johnson, oriundo del estado donde aquél fue eliminado y quien, tras la muerte del dirigente, llegaría a la presidencia de los EEUU. La Comisión Warren estaba integrada por Earl Warren, de ahí su nombre, presidente de la misma y uno de los principales opositores republicanos a JFK; los senadores Richard Russell Jr. (1897-1971) y John Sherman Cooper (ya fallecido); los congresistas T. Hale Boggs y Gerald Ford, luego vicepresidente y presidente de EEUU; el ex director de la CIA Allen Dulles, quien había sido despedido y no “jubilado” por Kennedy, tras el fracaso de la invasión a Bahía Cochinos, en Cuba, 1962; y el ex director del BM John McCloy. Fuera del sospechoso designio de Warren y de Dulles, cabe agregar que las dos páginas de Russell Jr. con su disenso en torno a la teoría de “un solo asesino”, fueron separadas del Informe Final. Pero, mientras la Comisión se preocupó, en apariencia, por averiguar quién mató a Kennedy, Stone se preguntó: ¿Por qué? Detrás de su interrogante hay una honda tristeza por el descalabro moral, la traición que vuela por los siniestros corredores del poder, el cinismo de que hacen gala quienes lo detentan: no hay que olvidar la certera alusión en JFK a la tragedia Julio César, de Shakespeare, que refleja la angustia de Inglaterra a causa del miedo sobre el sucesor del liderazgo. Aunque tras el real protagonista, Bruto, se quieran esconder causas de honor y lealtad a la patria, se ve que no está menos impulsado que el resto por la envidia y la lisonja, los mismos factores al fondo del argumento en JFK. De ahí que, atando lo anterior, Stone haya descrito su filme de ficción como un “contra mito” al “mito ficticio”, de la Comisión Warren. Mito que a propósito puede extrapolarse a Colombia para hablar del Fiscal General y Jorge Enrique y Alejandro Pizano, hoy en el centro del huracán mediático salpicado de cianuro. Daniel Coronell: “Congresista que investigará al Fiscal General es hijo de delincuentes”, refiriéndose al representante por Santander del CD Óscar Villamizar, cuyo padre, Alirio, fue condenado por la Corte Suprema a nueve años de cárcel por delito de concesión, multa fiscal e inhabilidad para ocupar cargos públicos por otros nueve años (11).

Stone no se paró en nimiedades. JFK atesora una estricta síntesis de hechos tan espinosos como la desaparición y/o eliminación de testigos (algo también similar a lo que ha pasado en el país con la historia detrás del senador Uribe relativa a la creación de Los 12 apóstoles, concierto para delinquir y homicidio, de un campesino, já); el número de disparos hechos a Kennedy: seis o siete y no tres; el tiempo requerido para efectuarlos, algo inverosímil dada la dificultad para cambiar proyectiles en un viejo fusil italiano Carcano M-38 (posterior al M-91 usado en la I GM) y más exactamente Paraviccini-Carcano, erróneamente llamado Mannlicher-Carcano, y la teoría del fuego cruzado, con las debidas pruebas de balística y la mención que se hace de la “bala mágica”; la renuencia oficial a permitir conocer la comprometedora película en 8mm de Abraham Zapruder; el montaje fotográfico sobre Oswald en la portada de Life; la omisión de testimonios en el Informe Warren, v. gr., el de Julie Ann Mercer, etc. Hechos a los que se puede agregar la revocatoria que hizo Johnson de los decretos firmados por Kennedy sobre el retiro de mil oficiales de Vietnam, como un primer paso al desarme total; el recorte al presupuesto militar para 1964, por JFK, y también derogado por LBJ; la negativa de aquél a invadir de nuevo a Cuba; el fin de la mal llamada Guerra Fría pues, de acuerdo con el politólogo Juan C. Monedero, dejó más muertos que las otras dos, por lo que “quizá le convendría mejor llamarse II Guerra Interimperialista, toda vez que la condición supranacional de la guerra estuvo motivada esencialmente por las tensiones de dominación imperial de los actores implicados. Es por esto mismo por lo que lo que para muchos es la III Guerra Mundial se convino en llamar con el eufemismo Guerra Fría que ocultaba la enormidad de víctimas que implicó” (12); y, cómo no, el acercamiento a los rusos, en particular a Kruschev, a quien los gringos usaron de pretexto para hacer filmes de guerra, al grito mercantil de “ahí vienen los rusos”, y a quien por la crisis de los misiles, y su papel moderado, los cubanos le cantaron: “Nikita, mariquita, Nikita, mariquita, lo que se da, no se quita” (13). Todo ello mostrado de una forma que inquieta, sacude, aterra, y que, de algún modo, terminará por cambiar la mirada que hasta ahora se pudiera tener sobre cómo se articulan los resortes del poder, cuando todos los objetivos están cifrados en el dinero.

Desde la óptica estrictamente cinematográfica y pese a una compleja estructura o, mejor, gracias a ella, basada en un montaje alterno y en superposiciones temporales, flashbacks y elipsis, Stone consiguió que no fuera nada difícil seguir la trama, obteniendo a la vez un soberbio clima de seriedad y de fluidez narrativa, sin caer en métodos vulgares, caricaturas o panfletos. Con todo, tal vez para algunos puedan parecer excesivos tanto el filme en sí como la información, y tanto cualitativa como cuantitativamente, en que se basa. Para otros, quizás sea un filme sensacionalista, provocador, subversivo. Sin embargo, lejos de semejante fardo se halla su obra. En realidad, JFK no posee información en exceso, sino una magnífica demostración de síntesis cinematográfica: 120 horas de edición final, para 188 minutos de proyección; una insuperable simbiosis de documental y ficción y una muestra sinigual de meticulosidad en el montaje, lo que a la larga deriva en el rigor de la denuncia. La que se hace mediante el argumento como fuerza y no al revés, un reparto versátil, convincente y magistralmente dirigido, que no intenta seducir o arrastrar al espectador, pero que termina por seducirlo, arrastrarlo y conmoverlo; bastaría la escena del juicio para comprenderlo, así como la trascendencia implícita del filme JFK – La pregunta que no quiere callar, o sea, ¿por qué mataron a Kennedy?, que ya ha comenzado a dilucidarse gracias al trabajo de un cineasta que no ha fracasado porque nunca ha dejado de ser él mismo, duélale a quien le duela, como se dice aquí para cosas que así se banalizan aunque, obvio, sean muy graves. Como le diría el Coronel X, inspirado en Leroy Fletcher Prouty (1917-2001), coronel de la Fuerza Aérea gringa, autor, banquero y crítico de la política exterior de EEUU, en especial respecto a la CIA, al fiscal del distrito en Nueva Orleans, de 1962 a 73, Jim Garrison (1921-1992), nacido como Earling Carothers Garrison, cuyo primer nombre cambió en los años 60: “No me crea Usted… saque sus propias conclusiones”. Palabras que en realidad van dirigidas al público, al igual que las palabras y la mirada del fiscal mismo, luego de su intervención en el juicio contra Clay Shaw: “De ustedes depende…”: conocer la verdad, claro.

Así, poco importa que la verdad sobre el magnicidio de Kennedy solo sea revelada en 2029 o 2038, como decidió la señora Jacqueline Bouvier o Jackie Kennedy, luego Onassis, al acordar con la comisión investigadora que todos los documentos relacionados con el crimen, del hombre que tenía una amante que compartía con su hermano, no pueden saberse hasta entonces, porque con el coraje, la sinceridad y la decisión vertidos en su denuncia, Stone dejó sin validez alguna el informe de la Comisión Warren, compuesto por los ya inservibles 26 tomos de omisiones, componendas y mentiras. Stone termina su filme con otro desafío de cara al público, inmerso en el sutil aroma del homenaje: “Dedicado a los jóvenes en cuyo espíritu continúa la búsqueda de la verdad”. Sin embargo, la verdad ya está dicha. Y el mundo entero se la debe a JFK, si no una obra maestra, que lo es, en todo caso uno de los más rigurosos, reveladores y difícilmente refutables filmes de denuncia de la historia del cine: si bien el arte solo muestra, JFK, para beneplácito de los justos, a la vez, muestra y demuestra.

Notas:

(1) O ficción pulpa, eufemismo para el papel barato hecho con base en pulpa de madera, cuyas revistas se publicaron entre 1896 y 1950, en contraste con las de alta calidad, glossies, glosas o de papel brillante, y slicks, manchadas.

(2) https://criterio.hn/2015/08/09/estados-unidos-ha-invadido-70-paises/

http://www.annurtv.com/nota/51776-norteamerica-eeuu-ha-asesinado-a-mas-de-20-millones-de-personas-en-37-paises.html?fbclid=IwAR3jmqW4i5ywkheFXyYgYBijMmtmSe2n-BZmiegXb9JHtQNz8PP5D7h_2rg#.W9_NnTxBtwB.facebook

http://www.annurtv.com/nota/20477-annurtv-es-eeuu-el-mayor-violador-de-derechos-humanos-en-el-mundo.html

(3) https://humanidades2historia.files.wordpress.com/2012/08/la-otra-historia-de-ee-uu-howard-zinn.pdf

(4) Exsoldado y analista de inteligencia del ejército de EE.UU. Cobró fama internacional por filtrar a WikiLeaks miles de documentos clasificados: los Diarios de la Guerra de Afganistán y de Irak, así como numerosos cables diplomáticos de diversas embajadas gringas y el video del ejército Collateral Murder. Tras tres años de prisión provisional, en condiciones controvertidas por períodos, el Pentágono le acusó formalmente​ y un tribunal militar le condenó en ago/2013 a 35 años de cárcel y a su expulsión del ejército con deshonor. El 17/ene/2017, Obama, antes de dejar la Casa Blanca, conmutó el resto de la pena de Manning, quien dejó la prisión el 17/may/2017. ​El 22/ago/2013, se declaró mujer transgénero, decidió iniciar un tratamiento hormonal para modificar su cuerpo y pidió en adelante ser llamada Chelsea Elizabeth, nombre que hizo legal en abr/2014. Hay un texto en Rebelión de Glenn Greenwald, premio Pulitzer en periodismo, hoy residente en Brasil, imprescindible para conocer el viacrucis que le hizo pasar el ejército y, más allá, el Gobierno: Bradley Manning – Historia sobre las libertades perdidas en EEUU.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=160214

(5) https://www.webislam.com/noticias/41128-ante_la_indignacion_de_la_comunidad_negra_farrakhan_lider_de_la_nacion_del_islam.html

(6) Igual ocurriría en 1980, con Mark Chapman, lector de Salinger y de El guardián entre el centeno que asesinó, a quemarropa, a un inmigrante más que también iba, como King, contra Vietnam: John Lennon. Después se supo que era un ex veterano y que, si no se arrepintió al inicio, lo hizo en ago/2010, ante la Junta de Libertad Condicional que negó su excarcelación: “Siento que ahora, a los 55, tengo una mayor comprensión de lo que es una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. […] Lamento lo que hice.” Wikipedia.

(7) https://www.nytimes.com/2002/04/05/us/a-minister-says-his-father-now-dead-killed-dr-king.html?rref=collection%2Ftimestopic%2FRay%2C%20James%20Earl&action=click&contentCollection=timestopics®ion=stream&module=stream_unit&version=latest&contentPlacement=6&pgtype=collection Dana Canedy, 5/abr/02.

(8) Aunque se diga que RFK tuvo una relación íntima con Marilyn Monroe, después de que JFK “diera por terminado el amorío con la actriz a principios de los 60” y que es citado en muchas investigaciones “como uno de los implicados” en su “deceso” (Wikipedia), también JFK lo está, como lo sostiene Donald H. Wolfe en su libro Marilyn Monroe: Investigación sobre un asesinato (Emecé, 1999, 415 pp.): “El FBI y la CIA sospechaban que el presidente Kennedy y su hermano Robert, […] revelaban a Marilyn secretos de Estado que ésta, a su vez, transmitía ingenuamente a un hombre del partido Comunista [sic]”. Al establecer fuera de dudas que la actriz no murió en su “dormitorio cerrado”, Wolfe confirma que Marilyn fue víctima de un homicidio, explica cómo ocurrió y quienes participaron en el encubrimiento. […] Fruto de siete años de investigación y de entrevistas con más de 85 personas, el libro expone toda la verdad sobre la secreta relación de Marilyn con los Kennedy y “cambia para siempre la imagen que el público tiene de quien fue, sin lugar a dudas, una de las grandes estrellas del siglo veinte”.

(9) Frady, Marshall. Martin Luther King . Mondadori, Barcelona, 2003, 287 pp.: 161.

(10) Wolfe, Donald H. Marilyn Monroe – Investigación sobre un asesinato. 1999, 415 pp.: 300 a 305.

(11) https://colombianoindignado.com/congresista-que-investigara-al-fiscal-es-hijo-de-delincuentes-daniel-coronell/?fbclid=IwAR3G9mnsj16Hp5-Qkna3ArOn7FLT3GaEwAV98dGsekZkpHlThPppbBjeRDw

(12) Monedero, Juan Carlos. En: El gobierno de las palabras: de la crisis de legitimidad a la trampa de la gobernanza. UPN, Bogotá, 2005: p. 54.

(13) http://www.diarionorte.com/article/77845/fidel-castro-enfadado-por-final-de-la-crisis-nikita-mariquita-

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de El Espectador (EE). Su libro Ocho minutos y otros cuentos, fue lanzado en la XXX FILBO (7/may/2017), Colección 50 Libros de Cuento Colombiano Contemporáneo (Pijao Editores, 2017). Mención de Honor por su trabajo sobre MLK, en el XV Premio Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Autor, traductor y coautor de ensayos para Rebelión y desde el 23/mar/2018, columnista de EE.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Bertolucci, unas notas en el acordeón

Mundo obrero


Resultado de imagen de novecento

La muerte de Bernardo Bertolucci, en Roma, en su casa de Monteverde Vecchio, debajo del Gianicolo, a los setenta y siete años, nos llega cuando creíamos, en uno de los muchos espejismos que la vida nos depara, que el director italiano era mucho más viejo, casi de una edad venerable, porque hacía veinte años que estaba enfermo, primero en una cama, y después en una silla de ruedas, y, sobre todo, por la evidencia de que Novecento se estrenó hace más de cuarenta años, y los jóvenes que la vieron entonces son hoy ya casi unos apacibles jubilados. En ese barrio donde se dio cuenta de que Roma e Italia habían cambiado hasta el punto de que no se reconocían a sí mismas, Bertolucci documentó en sus últimos años la difícil vida que sus pintorescas callejuelas llenas de baches y de adoquines perdidos forzaban a una persona que debía moverse en silla de ruedas por el Trastevere, como si recordase las quejas de Rafael Alberti, sobre el mismo barrio romano. Bertolucci fue el único director italiano que consiguió un Oscar en esa tramposa fiesta del cine norteamericano, y aún rodó una última película en 2012, Tú y yo, antes de mirar el sombrío escenario en que se ha convertido Italia, contemplando los fantasmas que la Italia roja creyó un día que nunca volvería a ver: la sucia xenofobia, el nacionalismo miserable, la degradación de Roma, la nueva derecha y el viejo fascismo que se asoman en tantas insinuaciones al odio y en los llamamientos a la furia y al egoísmo, como si la fraternidad fuera un engaño absurdo del pasado, en un país que se reconstruyó con el antifascismo y la justicia.

Nació durante la Segunda Guerra Mundial, en Parma, como Verdi; hijo del poeta Attilio Bertolucci, y empezó a trabajar con Pasolini, también emiliano, y que, como él, se estrenaba en el cine, a quien siempre consideró uno de los mayores directores y dedicó su Novecento para responder, según sus palabras, al “pesimismo antropológico” del poeta. Bertolucci tenía apenas veintitrés años cuando rodó Prima della rivoluzione, donde recogió el sueño libertario de la militancia obrera, y treinta años cuando rodó El último tango en París, que muchos años después daría lugar a una desagradable polémica por la infame e imperdonable escena de la violación, donde Marlon Brando forzaba a Maria Schneider, una joven actriz a quien Bertolucci engañó, dejando una mancha imborrable en su trayectoria vital, una sucia cicatriz que no puede olvidarse.

Tuvo en gran estima al cine francés de Godard, y a Kurosawa, y siempre estuvo preocupado por el pasado fascista de Italia, sus orígenes, el rastro viscoso, corrupto y sangriento que había dejado en la piel del país, como se muestra en La estrategia de la araña o en El conformista, películas que rodó el mismo año, 1970, cuando las redes fascistas seguían actuando en Italia, al amparo de los servicios secretos italianos (SISMI), del Gladio de la OTAN, y de la Logia masónica de Licio Gelli, todos empeñados en cerrar el paso al Partido Comunista italiano con la siniestra estrategia de la tensión, que culminó en esos años con el feroz atentado de Bolonia, donde los fascistas causaron una matanza que acabó con la vida de ochenta y cinco personas colocando una bomba en la sala de espera de la estación de ferrocarril.

Novecento, tal vez su obra más recordada, la rodó con treinta y cinco años, ilustrando la dignidad y la alegría, el sufrimiento y el coraje con que generaciones de trabajadores y campesinos italianos lucharon contra el fascismo, por la libertad, por el socialismo. No hizo nunca la tercera parte, que debería haber narrado las luchas obreras entre 1945 y el fin de siglo, entre la derrota del fascismo y la inútil operación de Achille Occhetto que disolvió el Partido Comunista y abrió paso a la desarmada, grasienta y desconsolada Italia que se vería forzada a soportar al grotesco empresario amigo de mafiosos, Silvio Berlusconi.

De la mano de Stefania Sandrelli, Dominique Sanda, Liv Tyler o Eva Green, Bertolucci nos hizo temblar ante la belleza, y nos llevó a los años de Pu Yi, para descubrir la Ciudad Prohibida de Pekín y mostrarnos la vida de quien había sido primero emperador y después jardinero en la nueva China socialista. Allí pudo rodar escenas donde miles de personas actuaban a sus órdenes. La historia de Italia está recogida en su Novecento, que pensó en su casa del Trastevere romano, una película que él quiso iniciar con la muerte de Verdi (ese aviso incrédulo, y al tiempo desolado, de Rigoletto: Verdi è morto, Verdi e morto!, con que Bertolucci inaugura el siglo XX), y donde quiso mostrar que, gracias al socialismo, gracias al empeño de los campesinos emilianos y de los militantes comunistas, Italia iba a poder salvar su propia alma y su vieja cultura popular, ante el inquietante aviso que Pasolini había hecho de la transformación del capitalismo italiano, de la degradación de las cloacas televisivas, y de la pérdida de los rasgos de identidad de las periferias pobres que guardaban el alma de Italia.

“Demasiadas banderas rojas”, dijo el presidente de la Paramount norteamericana, cuando decidió sabotear la distribución de Novecento. Esas banderas rojas que palpitaban en su adiós a Enrico Berlinguer, donde Bertolucci recogió una de las mayores manifestaciones de duelo que se recuerdan en Italia: centenares de miles de personas dejando su último homenaje al dirigente comunista que había muerto hablando en la tribuna de una nueva Italia y del socialismo posible. Ahora, en su despedida, es forzoso recordar esas palabras finales de El cielo protector (o Il tè nel deserto, donde se inspiró en el náufrago y escritor perdido en Tánger, Paul Bowles, a quien hizo aparecer fugazmente en la película), cuando Debra Winger se acerca al viejo Bowles, mientras escuchamos la voz de Enrico Maria Salerno, preguntándose por el espejismo de “creer que la vida es un pozo inagotable, cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia sin la cual ni siquiera serías capaz de concebir tu vida, cuántas mirarás salir la luna, y, sin embargo, todo parece no tener límite”. Es inevitable, también, recordar esa escena de Novecento, cuando el tren parte con las telas saludando a la gran huelga agraria, mientras las banderas rojas se agitan en las ventanillas, entre el humo y el griterío de quienes se asoman, y las mujeres abren paso al hombre de blusa blanca y gorra bolchevique que toca la Internacional con su acordeón, caminando hacia adelante.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Alicia Miyares: "La gestación subrogada es una trampa en la que no deberíamos caer"


www.huffingtonpost.es


Portavoz del movimiento 'No somos vasijas':
"Nadie te va a decir que lo hace por dinero".

Alicia Miyares es filósofa y escritora feminista. Desde que hace un par de años se implicó en el movimiento No somos Vasijas, junto a otras filósofas como Amelia Valcárcel y Victoria Camps, dedica buena parte de su tiempo a luchar contra la gestación subrogada. De momento, recurrir a un vientre de alquiler para tener un hijo es una práctica prohibida en España, aunque su posible regulación ha entrado de lleno en el debate político. Miyares no ahorra críticas a lo que entiende que no es más que un eufemismo bajo el que se esconde un negocio degradante para las mujeres al rebajarlas a meras máquinas reproductivas. La semana pasada Miyares y 50 organizaciones de mujeres y colectivos LGTBI presentaron, en una rueda de prensa en Madrid, la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres en cuya página web dejan clara su postura: "No somos incubadoras, ni vasijas, ni úteros o vientres de alquiler: somos mujeres, vidas humanas con las que pretenden montar un nuevo negocio que lucrará al más fuerte y someterá a las más débiles". Días después de ese acto, Miyares atiende por teléfono a El HuffPost.

Pregunta: ¿Por qué creen necesaria esta Red Estatal contra el Alquiler de Vientres?
Respuesta: Este es un momento en el que hay que trasladar a la ciudadanía que son muchas voces las que están en contra de una práctica absolutamente lesiva para los derechos de las mujeres y para la imagen que se da del embarazo, el parto y la cosificación que ello comporta de las mujeres embarazadas y de los menores que están por nacer.

P: ¿Por qué piensa que la maternidad subrogada en una práctica lesiva para la mujer?
R: Si se regulara esta práctica, daría como resultado un primer contrato que es el contrato mal llamado de gestación subrogada por el cual a una de las partes se le exige la renuncia a un derecho fundamental de manera taxativa. Se pide a las mujeres que renuncien a un derecho fundamental que es el de filiación y custodia, una barbaridad en términos jurídicos. En un contexto de sociedades democráticas es inasumible que se nos pida la renuncia, por contrato, a derechos cuya conquista ha llevado mucho tiempo.

P: Hay países en los que esa práctica sí es legal si se hace de manera altruista. Reino Unido, por ejemplo.
R: En el Reino Unido apenas hay mujeres que se están sometiendo a esta práctica para ceder a su hijo porque no hay compensación económica. Sabemos, porque los datos están ahí, que en el Reino Unido el año pasado hubo 20 casos nada más.

P: ¿Por qué cree que hay personas que quieren regular la gestación subrogada en España?
R: En el momento en el que en un país se regula de manera favorable, lo que eso permite es que se registre de manera automática a los niños nacidos por maternidad subrogada en otro país. Esto es, lo que permitiría es que los padres salieran al turismo reproductivo a terceros países para conseguir un bebé y, después, regularizarlo en España. Es un subterfugio, es una trampa en la que no deberíamos caer. Luego hay salvedades, como siempre, pero las salvedades no necesitan una legislación.

P: Me decía que en el Reino Unido hay pocas mujeres que lleven a cabo una maternidad subrogada porque no se recompensa económicamente. ¿Cree, entonces, que la motivación tras esta práctica es el dinero?
R: Esto es un negocio, es mercantilismo puro del que no se libra ninguna de las partes contratantes. Las personas no pueden ser objeto de transacción mercantil ni contractual. El límite del comercio y del contrato, de lo que se puede comprar y vender, son las personas. Esto no es algo español sino que está presente en buena parte de los corpus legislativos de las sociedades.

P: En El HuffPost publicamos el caso de Nikki Kuska, una mujer norteamericana que fue gestante de una pareja española. Según nos explicó, aunque recibió una compensación de 25.000 dólares, decidió gestar por un motivo altruista, por ayudar a formar una familia a quien no podía crearla.
R: Estamos hablando de una mujer estadounidense, donde las prestaciones públicas básicas no son precisamente algo a lo que quiere acceder la clase media. La clase media quiere acceder a colegios privados cuanto mejores, mejor. Y a seguros sanitarios cuanto más amplios, mejor. Dicho de otra manera, los 25.000 dólares que ella percibe le garantizan un año de matrícula en la universidad de Yale a uno de sus hijos . El término monetario hay que ponerlo en relación con el país del que hablamos. Igual que 6.000 dólares para una mujer ucraniana es una fortuna que le permite durante unos años cubrir las necesidades de su familia. O 2.000 dólares para una mujer india.

Nadie te va a decir que lo hace por dinero. Incluso en programas que hemos visto en televisión, ellas no te confesaban que lo hacían por dinero, sino por ayudar a terceras personas. Nadie quiere reconocer que tiene cierta necesidad económica.

El centro del debate es que, aunque una persona decida individualmente hacer eso, yo no voy a aceptar una práctica en la que se pide que se renuncie a un derecho fundamental porque una barbaridad en sociedades democráticas. Igual que no aceptamos que las personas, que las hay, quieran vender un riñón. Eso no lo aceptamos, ponemos un límite. Pues el límite que ponemos en ese caso es absolutamente extrapolable, si no más, a lo que estamos hablando.

P: ¿Usted cree que la paternidad es un deseo o es un derecho?
R: Pretenden convertir el deseo en un derecho pero eso es un esperpento en términos jurídicos. Si la paternidad o la maternidad fuera un derecho, el Estado tendría que garantizar que todas las personas pudieran acceder a ese derecho. Si la paternidad fuera un derecho en un hipotético futuro, adiós a las leyes de interrupción del embarazo porque alguien siempre podría invocar el derecho a tener a ese hijo frente a la mujer que desea interrumpir el embarazo.

P: En los medios vemos con cierta frecuencia a personajes famosos que han sido padres mediante gestación subrogada. ¿Cree que eso contribuye a normalizar esa práctica?
R: Sí, ayuda a normalizar el asunto. Pese a ser un contrato nulo de pleno derecho, eso no impide que esas personas salgan en los medios haciendo alarde de cómo han conseguido a esa criatura. Hay un ejemplo que para mí es muy clarificador. El de una afamado millonario, que ha hecho sus millones pegando patadas a un balón, en el que le preguntaba a su hermana sobre el sobrino que iba a tener y le preguntaban por la madre y respondía: "La madre no existe". Y eso es en el fondo lo que subyace a esa práctica.

P: Se refiere a Ronaldo, ¿no?
R: Claro. Cómo no va a conmoverse la gente ante la presentación de un menor. Mire, somos seres humanos primarios. Tú te emocionas, empatizas pero, solamente cuando entramos en el fondo del asunto y en lo que conlleva, es cuando la gente empieza a tomar conciencia. ¿Cuál es el problema? Pues que nunca estás en igualdad de condiciones a la hora de trasladar que eso es una barbaridad moral y jurídica. Claro, a todo el mundo nos encanta la felicidad, pero hay que pensar cómo la obtenemos.

P: Dicen ustedes que en España existe un lobby que amenaza los derechos de las mujeres. ¿A qué lobby se refieren?
R: Mientras unas trabajamos todo el día y necesitamos vivir de nuestro trabajo, aquí hay un lobby evidente. Esto es un negocio porque explotan el deseo de unas personas de tener hijos. Les ofrecen un medio para alcanzar ese deseo. Son las agencias de intermediación, los despachos de abogados que son los que realizan la gestión y los que se quedan con la parte nuclear del asunto. Trabajan en España con total impunidad y que tienen un lucro muy llamativo y muy sustancial. Hace un mes, un banco muy potente estaba pensando en sacar una línea de crédito para familias que quisieran recurrir a la gestación. Exactamente igual que una hipoteca.

P: ¿Tienen ustedes contactos con los partidos políticos para hacerles llegar su postura?
R: Como el debate ya se ha iniciado en los partidos políticos, nos están llamando. Cuando salió la plataforma de No somos Vasijas, ya aceleró el debate. Y, de hecho, yo voy a partidos políticos y agrupaciones para hablar de esta práctica. Porque lo cierto es ¿por qué los políticos van a tener una visión más preclara que el resto de la ciudadanía? Necesitan información

También está pasando que cuando escuchan las razones que les damos, las entienden. Dicho de otra manera, si un partido político, por poner un ejemplo, el PSOE o IU, están en contra de la regulación de la prostitución como un trabajo porque es explotación sexual, lo cierto es que, si mantienen un principio de coherencia, deberían estar en contra de la explotación reproductiva de las mujeres. El trabajo está ahí y lo estamos haciendo.

P: ¿Están siendo receptivos los partidos?
R: Bastante, porque todo el mundo necesita argumentos de peso y escapar un poco del magma emocional y de esa adhesión primaria que consiste en decir: "Bueno, si ella lo quiere". Eso no es una justificación que articule el mundo. Porque eso es la ley de la selva, que gane el más fuerte.

P: ¿Creen ustedes que, en el futuro, se aprobará una regulación a favor?
R: Creo que la ley se mantendrá como está. Este asunto está regulado, no desde la época del cavernario, sino desde 2006, diciendo que es un contrato nulo de pleno derecho.

P: ¿En España, con una tasa de natalidad de las más bajas del mundo, va a haber mujeres dispuestas a gestar bebés para otras parejas?
R: Es evidente que no. Si ya las mujeres tenemos problemas para llevar a cabo un embarazo y un parto porque las condiciones laborales no ofrecen seguridad alguna... Habrá todo lo más 5 ó 6 mujeres. Lo que va a permitir es que se puedan ir al mercado reproductivo y registrar automáticamente a los bebés nacidos fuera de España por subrogación.

P: ¿La maternidad subrogada es un problema de demanda social?
R: No solo no lo es sino que creo que los números están hinchados. Los datos supuestos de niños nacidos por subrogación son datos poco fiables porque los ofrecen las asociación favorables a la regulación. Carecemos de datos oficiales. Se ha preguntado al Gobierno en esta legislatura y la respuesta ha sido que no es posible ofrecer datos porque no figura en el registro civil el procedimiento por el que ha nacido cada criatura.


Foto Tribuna Feminista/ Alicia Miyares, primera por la derecha, durante la presentación de la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres

Fuente: 
https://www.huffingtonpost.es/amp/2017/04/30/alicia-miyares-la-gestacion-subrogada-es-una-trampa-en-la-que_a_22054736/?ncid=other_twitter_cooo9wqtham&utm_campaign=share_twitter&__twitter_impression=true

miércoles, 5 de diciembre de 2018

_- Entrevista al periodista Rafael Poch de Feliu. “La izquierda debe salir de esa cárcel conceptual en la que está metida”.

_- ¿En qué situación se encuentra la Unión Europea en esta coyuntura mundial de ‘cambio’ y ‘desorden’? ¿Qué papel juega en este tránsito tras la Guerra Fría de un mundo unipolar -con una potencia hegemónica- a otro multipolar?
La crisis que parece desintegradora de la UE, la sensación de que cada vez está más dividida entre los intereses y tendencias del Norte y del Sur, del Este y del Oeste, de Francia y Alemania, así como de algunas regiones, con el resultado de una parálisis fenomenal, ejemplariza, precisamente, ese desorden más general y forma parte de él. En esas condiciones se está mostrando completamente incapaz de configurarse como actor autónomo, como uno de esos actores de ese “mundo multipolar”, con varios centros de decisión que teóricamente sería la alternativa al hegemonismo de una sola potencia que se resiste a morir. La UE cada vez sale menos en la foto del mundo de mañana. Hasta ahora solo la hemos visto en el papel del “ayudante del sheriff”. Su vasallaje de Estados unidos no tiene precedentes. Recordemos la guerra de Vietnam; ni siquiera el Reino Unido envió allí tropas, algunos gobiernos -el de Olof Palme en Suecia- se enfrentaron a Washington y toda Europa era un mar de crítica. Ahora, todos están en Afganistán, una guerra criminal y sin sentido imposible de ganar, casi todos han pasado por Irak y nadie levanta la voz…

Con la segunda guerra de Irak hubo aquel pequeño plante de Francia y Alemania en 2003, pero más allá de eso hubo, como ahora se sabe, una plena cooperación a nivel de servicios secretos y demás. En Libia la iniciativa fue francesa, seguramente para borrar los rastros de la financiación de la campaña de Sarkozy. Luego hemos tenido el caso del espionaje de la NSA a sus aliados y a todo el mundo. En Berlín el teléfono de Merkel se espía desde la embajada de Estados Unidos, a menos de un kilómetro de la cancillería. En París la embajada es el edificio contiguo al Elíseo…Todo esto es del dominio público, ha generado documentos gracias a los Snowden y Assange, los héroes de nuestro tiempo que diría Lérmontov, y no ha pasado nada. Ahora Trump, el presidente broncas, está trabajando activamente para emancipar a la UE de esas tutelas. Todo está resquebrajado y Trump aun lo tritura más; el G-7, la OMC, la OTAN, la OPEP, hay que darle las gracias a Trump por ello, pero no parece que la UE esté en posición de sacar provecho… Así que la Unión Europea, a la que se daba como seguro poder ascendente, está sumida en una seria y paralizante crisis desintegradora pero no es el único aspirante a un papel en el mundo multipolar que se encuentra en esa situación.

Los avances de América Latina sacudiéndose gran parte del tradicional tutelaje del vecino del norte conocen inquietantes reacciones en países clave como Brasil, Argentina y la caótica Venezuela chavista, que cometió, a diferencia de la Rusia de Putin, el imperdonable delito de repartir entre los pobres renta petrolera. Es cierto que un país tan importante como México ha conocido un cambio con la holgada victoria de López Obrador, pero el nuevo presidente no parece tener propósitos de encabezar un liderazgo hacia la soberanía continental semejante a los de Lula y Chávez en la década anterior. Oriente Medio está más desorganizado y tenso que nunca, con la novedad de que ninguna potencia externa –y desde luego tampoco Estados Unidos gran factor de caos allá– es capaz de intervenir con eficacia determinando el curso de los acontecimientos. Rusia se ha restablecido militarmente, pero en todo lo demás, en su estructura económica y en su régimen político, sigue siendo un país atrasado. Y en Asia, más allá de la evidencia del ascenso chino, son fundadas las dudas de que ese paquidermo llamado Organización de Cooperación de Shanghai pueda llegar a bailar un vals y ser verdaderamente operativo en la esfera internacional… Así que podemos concluir que la tendencia mundial, la evolución de la correlación de fuerzas entre potencias y regiones, erosiona ciertamente al hegemonismo, pero, que al mismo tiempo, los aspirantes al relevo multipolar, quizá con la excepción de China, están bastante averiados.

La Unión Europea se ha convertido en una construcción oligárquica y antidemocrática que poco o nada tiene que ver con los teóricos principios fundacionales. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Aclaremos primero eso de los “principios fundacionales”. La integración europea fue, sin duda, un producto de la guerra fría. Como explicaba Eric Hobsbawm, el proyecto evidenciaba la fuerza del miedo que mantenía unida a la alianza antisoviética: miedo a la URSS, pero también miedo de Francia a Alemania, de Alemania a una condena eterna a la falta de soberanía, y miedo de ambos a Estados Unidos, a la certeza de que Washington ponía siempre su propia agenda por delante de los intereses de sus aliados europeos. En cualquier caso, todo venía cosido por (y no habría sido posible sin) la convicción de Estados Unidos de que una Europa (lo mismo vale para Japón) económicamente fuerte e integrada, era la mejor estrategia para la “contención” contra la URSS. En ese marco, lo único que les quedaba a los franceses era vincularse con Alemania en un cuadro superior de integración que imposibilitara el conflicto. De ahí sale el proyecto francés de Unión Europea. Ese impulso de paz continental es positivo y hay que cuidarlo, pero sin idealizar todo eso del “continente de paz”, porque no se puede olvidar la guerra incesante que esa Europa ha venido practicando en el mundo no europeo y colonial después de la Segunda guerra mundial, por no hablar de la desintegración inducida de Yugoslavia, del actual conflicto en Ucrania, ambos con claras responsabilidades de la UE, y del papel de “ayudante del sheriff”. Ese es el “continente de paz” realmente existente. Dicho esto, particularmente desde Maastricht ésta UE ha sido, ciertamente, la autopista de la globalización oligárquica y neoliberal en esta parte del mundo.

¿Cómo hemos llegado?
Pues sin la menor democracia: se ha ido construyendo un corsé de tratados e instituciones a cargo de funcionarios y organismos al servicio del interés empresarial, con gran peso de la economía exportadora alemana, que ha encerrado a los estados y a las ciudadanías en una especie de cárcel.

Esta última década, o mejor dicho desde 1992, cuando la gente ha podido votar sobre diferentes aspectos en referéndum, los postulados del establishment han sido derrotados, desde el Brexit a Grecia, pasando por la ratificación/rechazo de los diferentes Tratados de la Unión.

¿Tiene futuro una Unión que se construye continuamente en contra de la opinión mayoritaria de la gente?
Todo menos el Brexit ha sido ignorado. Los marcos de la soberanía y de la democracia son estatales. La ciudadanía es estatal, no existe el “pueblo europeo”, sino la suma de los pueblos español (multinacional), francés, alemán, polaco, etc. Sin embargo todo se decide en instancias tecnocráticas que están por encima de la soberanía y de la democracia, inalcanzables para la ciudadanía. “No hay democracia fuera de los tratados europeos”, dijo Jean-Claude Juncker hace año y medio. ¿Tiene futuro esto? Yo creo que depende de la gente, de su acción en los estados nacionales. No creo en una “rebelión europea” a la Varufakis, sino en la suma de transformaciones en los Estados, porque es en ellos donde está el marco ciudadano.

Con alguna excepción, la izquierda europea es incapaz de ofrecer una alternativa real que haga frente al actual estatus-quo. ¿Qué responsabilidad tiene la izquierda en esta situación?

En general la izquierda en Europa no cuestionó la integración europea, cultivó el mito del “continente de paz” por miedo al nacionalismo y quedó prisionera de su marco, es decir de la versión local de la globalización capitalista neoliberal “made in USA”. Ahora asiste al espectáculo de que el grueso de la rebelión contra el orden establecido lo capitaliza la extrema derecha. Supongo que la izquierda debería dar una patada a la puerta de esa cárcel conceptual en la que está metida y debería reivindicar el soberanismo para cambiar las cosas en cada país y luego en la Unión Europea. Algo de eso está pasando en Francia con la France Insoumise de Jean-Luc Melenchon y en Alemania con el recién creado movimiento Aufstehen, iniciativa de Oskar Lafontaine, el político europeo de izquierdas más sólido, desgraciadamente en vías de retiro…En España estamos retrasados en ese debate. En Catalunya en lugar de desembocar en la extrema derecha el descontento ha desembocado en la payasada del “procés” y se ha perdido gran parte del positivo impulso del 15-M.

¿Por qué se siguen aplicando recetas capitalistas neoliberales que no funcionan y que tienen graves consecuencias para la mayoría de la gente? ¿Hay condiciones objetivas para construir una alternativa real de izquierdas que haga de contrapeso a quienes imponen estas políticas, tal y como las había para el llamando ‘mundo occidental’ cuando existía la URSS?
Esas recetas funcionan perfectamente para lo que fueron diseñadas: engordar a los ricos, maximizar el beneficio e incrementar la explotación vía deslocalización, privatización, desregularización y emigración de mano de obra. Hasta que la mayoría social perjudicada no les dé un puñetazo en el morro no se inmutarán. Fue el miedo a la insurrección y a la inestabilidad lo que impuso el estado social en Europa tras el shock de la Segunda guerra mundial. Claro, el adversario soviético y su tan poco atractivo modelo, también influyó. Desde el hundimiento del bloque del Este se sienten más fuertes y además con la integración de todo aquello en la economía mundial y el ingreso de India y China en ella, se ha duplicado el número de obreros en el mundo, añadiendo unos 1.400 millones más. La correlación de fuerzas entre capital y trabajo ha cambiado en beneficio del primero. ¿Cómo modificar todo esto en un sentido de mayor justicia social? ¿Cómo crear una fuerza que asuste tanto que obligue a imponer reformas sociales? Son preguntas enormes cuya respuesta está en la historia de la humanidad.

Mientras tanto la extrema derecha está creciendo en los diferentes procesos electorales. ¿Cuáles son los motivos? ¿Hasta qué punto influye la inmigración -o, mejor dicho, la gestión que se está haciendo de este tema?
Desde finales del siglo XX, una creciente desigualdad territorial y social, crisis y conflictos, así como la circulación de la información que estimula la comparación y las ganas de irse, aceleraron y mundializaron las emigraciones. Una encuesta realizada en 2014 por la OIT en 150 países, sugiere que más de una cuarta parte de los jóvenes de la mayoría de las regiones del mundo quiere residir permanentemente en otro país. Nada más comprensible en un planeta en el que 1.200 millones de personas viven en la extrema pobreza y donde a una quinta parte de la población le corresponde sólo el 2% del ingreso global, mientras el 20% más rico concentra el 74% de los ingresos. El vector de esta política apunta hacia una división del mundo en dos categorías, dos castas geográfico-sociales, en la que el estrato superior que podría implicar al 20% de la población del planeta podría vivir en un cuadro de relativa distribución, suficiente para generar un consenso y una fuerza militar capaz de mantener al 80% restante en una posición totalmente subyugada y paupérrima. Evocando este escenario, el sociólogo Immanuel Wallerstein observa con razón que, “el orden mundial que Hitler tuvo en mente no era muy diferente”.

El actual flujo migratorio hacia esta Unión Europea de 500 millones de habitantes es insignificante, pero el futuro y el calentamiento global cambiarán las cosas. Lo que hemos visto hasta ahora ha bastado para cambiar la geografía política de algunos países en beneficio de la extrema derecha. Para la izquierda el problema es irresoluble si no se enmarca en una acción general de transformación del mundo, sin una acción antibelicista, contra el comercio injusto, contra el crecimiento y por el multilateralismo en las relaciones internacionales. Encerrarse en el feliz mundo “sin fronteras” y en el “open arms” que nos vendieron los gringos junto con su globalización, un mundo en el que los estados son sustituidos por ONG´s y la política por la manipulable ideología de los derechos humanos, equivale a practicar una caridad que hace la cama a la ultraderecha. Pero,

¿cómo meter todo esto en un programa y al mismo tiempo evitar el escándalo de las muertes en el Mediterráneo?
Llevas tiempo denunciando la deriva militarista de la Unión Europea y su estrategia de búsqueda de culpables para explicar su fracaso. Rusia es un claro ejemplo. Salvando las distancias y dejando claro que todas las comparaciones son odiosas, ¿estamos ante una nueva ‘Guerra Fría?

Durante 25 años, occidente estuvo metiéndole el dedo en el ojo al oso ruso. La cosa funcionó mientras la clase dirigente rusa se dedicó a la gran juerga de privatizar y enriquecerse, pero pasado eso, a partir de 2008, el oso lanza zarpazos cuando le atosigan y además se ha crecido militarmente. El problema es que Occidente no acepta la recuperación del oso y así hemos llegado a esta segunda guerra fría sin justificación ideológica, pues ya no hay diferencias ni enfrentamientos entre sistemas socioeconómicos. En esta dialéctica la UE en crisis desintegradora encuentra un enemigo hacia el que dirigir su fracaso, mientras que Rusia asume grandes riesgos porque si vuelve a ser humillada su régimen podría hundirse como un castillo de naipes. La situación es particularmente peligrosa porque Estados Unidos fue destruyendo y retirándose de los acuerdos que ordenaban y prevenían desastres nucleares durante la guerra fría y hoy apenas hay canales. Eso hace más imprevisibles posibles incidentes, en el Báltico, Ucrania o Siria, que impliquen a los ejércitos de las potencias nucleares que allí están en contacto. Una solución sería volver a los documentos de 1990 (La Carta de París de la OSCE) sobre seguridad en Europa, que prometían un esquema de seguridad integrado, sin perjuicio de la seguridad del otro, en el continente. La OTAN violó aquello. Todo lo demás, incluida la actual chulería militar rusa, es consecuencia.

La victoria de Trump supone la victoria de la política del ‘Me first’. Trump ha declarado una guerra comercial a los ‘competidores’ de Estados Unidos. ¿Qué consecuencias puede tener esta guerra comercial, tanto a nivel global -postura de China, potencia emergente- como de la UE?
Trump llegó a la Casa Blanca en ese momento. Su “America First” combinaba un refuerzo del proteccionismo desmarcado del discurso liberal con cierta idea de una administración tripartita de los asuntos mundiales en rivalidad con China y Rusia. Trump partió del presupuesto de que el principal adversario de Estados Unidos a medio plazo era China e intentó repetir la jugada de Henry Kissinger de 1972, pero invirtiendo sus términos: si en la época de Nixon se trataba de llegar a acuerdos con China para confrontar a la URSS y alterar así la correlación de fuerzas en perjuicio de quien se consideraba enemigo principal, Trump deseaba un acuerdo con Rusia para debilitar a China.

Eso no va a funcionar, porque nadie se fía de Trump ni sabe cuanto va a durar en el cargo. Supongo que con los competidores europeos se llegará a acuerdos. El problema es con China, y no es comercial -porque el 40% de la exportación china al resto del mundo procede de multinacionales americanas y europeas instaladas en China- sino que tiene que ver el hecho de que el ascenso de China en el mundo solo puede ser detenido por la guerra. De momento guerra comercial, pero no olvidemos que ya con Obama se realizó el llamado “pivot to Asia”, es decir desplegar el grueso de la capacidad militar aeronaval de Estados Unidos alrededor de China. Pekín ha respondido con una estrategia comercial inclusiva, la llamada “nueva ruta de la seda”, pero también está dejando claro que no permitirá atropellos militares en sus fronteras. El actual fortalecimiento militar aeronaval de China en su frontera, en el Mar de China meridional, tiene por objetivo complicar para los militares de Estados Unidos cualquier posibilidad de victoria militar regional (que no global) en esa zona.

La “guerra comercial” forma parte de un pulso general contra el ascenso de China, cuya política internacional, hay que decirlo, no es militarista ni excluyente, sino más bien integradora y prudente.

Publicada por Gorka Quevedo en Alda, revista de ELA. Septiembre/octubre 2018.

Fuente:
https://rafaelpoch.com/2018/11/30/la-izquierda-debe-salir-de-esa-carcel-conceptual-en-la-que-esta-metida/amp/?__twitter_impression=true

_- Los empresarios que se lucran con los clubes de alterne sí están organizados

_- Ter García
El Salto

Mientras la Audiencia Nacional ha rechazado la creación del sindicato OTRAS, en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Interior aparecen asociaciones de empresarios dedicadas a los prostíbulos.

“¿Quiénes formarían la patronal, los proxenetas?”, se preguntaba irónicamente Nuria González, presidenta de la organización L’Escola A.C., a finales de agosto, después de que saliera publicado en el Boletín Oficial del Estado la inscripción del sindicato Organización de Trabajadoras Sexuales (OTRAS). A mediados de noviembre, la Audiencia Nacional revocaba los estatutos del sindicato de trabajadoras sexuales, pero, sin embargo, sí existen —y siguen existiendo— asociaciones de empresarios de clubes de alterne.

A día de hoy, en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Interior figuran dos organizaciones de empresarios bajo la denominación de “alterne”. Una de ellas es La Associació catalana d’empreses de clubs de alterne, conocida como Aceca o Acla, y con domicilio social en Barcelona. Esta asociación se registró en 2003 y tiene como presidente a Tomás Penas, propietario del show-girls New Aribau, en la misma ciudad, según publicaba La Vanguardia. Aceca, que agrupa a empresarios que gestionan 40 locales de alterne, nació con el objetivo de impugnar una ordenanza aprobada por el Ayuntamiento de Barcelona poco antes que restringía las condiciones que debían reunir los locales de alterne. La normativa iba a suponer el cierre del 90% de los clubs, según denunciaba entonces Penas. Uno de ellos era el que él regentaba, cuya clausura había sido demandada por los vecinos de la zona.

Uno de los abogados que daban asesoramiento legal a Aceca, al menos hasta 2007, es Alex Garberí, que en 2009 estaba imputado en el marco de un caso sobre corrupción policial y proxenetismo —del que fue absuelto en 2015— relacionado con los clubes Riviera y Saratoga, en Castelldefels. Garberí era también abogado en este caso, en el que fue condenado el empresario de clubes de alterne Antonio Herrero Lázaro a un año y once meses de cárcel, aunque posteriormente se rebajó la pena a una multa de menos de mil euros. Herrero Lázaro es también propietario del club Pipo’s, en Orihuela (Alicante), y del Club Flowers, en Madrid, contra el que una de las trabajadoras sexuales presentó una denuncia por las malas condiciones de trabajo, en marzo de este año, apoyada por el colectivo Hetaira.

Otro de los empresarios al frente de Aceca es Oriol Gessé, secretario de la asociación entre los años 2003 y 2010, según aparece en su perfil de la red social LinkedIn —visualizado a 26 de noviembre—. Gessé alertaba en 2007, desde Aceca, de que, si se cierran los locales, las prostitutas trabajarán en la calle. Este empresario dirigió varios negocios relacionados con el ocio y la administración de edificios, objetivo social tradicionalmente aplicado a los locales de alterne, como Instituto Indalo SL —entre 2002 y 2004—, o los hoteles por horas Love Hotel, bajo la nominación jurídica Luztal 177 y Luxtelo 123, entre los años 2005 y 2014. Actualmente aparece como administrador único de una sociedad llamada Noukuve2017.

La otra entidad que aparece actualmente en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Interior es la Asociación de Clubs de Alterne de IBIZA (ACAI), cuyo presidente es Adriano D’Indio, propietario del club Infraganti. D’Indio, que en 2015 arremetió contra los taxistas y los locales de alterne sin licencia, aparece actualmente como apoderado en una sociedad llamad Prats Ibiza 2011.

Clubes de alterne y extrema derecha
Pero la asociación de empresarios de clubs de alterne que más eco ha tenido es Anela, la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne. Según publicaba en su día la revista Molotov —antecesora de Diagonal y El Salto—, esta asociación nació en abril de 2001, afirmando que representaban a 200 locales de todo el Estado. Como secretario general, hasta 2011, aparece José Luis Roberto Navarro, impulsor de la plataforma de extrema derecha España 2000 —que compartía local con Falange en Valencia— y jefe de la empresa Levantina de Seguridad, que también se ocupaba de los servicios de seguridad privada en varios de estos locales y que ha sido denunciada varias veces por agresiones en discotecas.

Como presidente de Anela figuró Pablo Mayo Sampedro, de Ourense y propietario del club El Romaní, el más grande de Valencia hasta que fue cerrado y el recinto vendido para ser usado como geriátrico en 2014. Como socio fundador aparece también Balbino García Caruel, propietario del club L’Estel, de Bellvei del Penedés, uno de los tres locales donde los Mossos d'Esquadra realizaron en 2009 una redada contra una trama de trata de mujeres. El Periódico publicaba en ese mismo año de García Caruel habría pagado la fianza de 12.000 euros impuesta a un guardia civil acusado de narcotráfico. Otro de los fundadores de Anela, Juan Rueda Salto, propietario del Club Changó, fue condenado por proxenetismo, según publicaba La Directa en 2011.

El caso Mesalina
Dos años después de que naciera Anela, la Asociación Nacional de Empresarios, Mesalina intentó registrarse como tal, pero la Dirección General de Trabajo lo impidió, dando paso a un proceso judicial conocido como caso Mesalina que, con la sentencia del Tribunal Supremo de noviembre de 2004 —también citada en la sentencia de la Audiencia Nacional del caso OTRAS—, asentaría la jurisprudencia sobre la existencia de asociaciones empresariales de clubes de alterne y la negación a la relación laboral entre las trabajadoras sexuales y los establecimientos. Mesalina tenía su sede social en Mocada, Valencia, y se definía como una asociación dedicada a proveer y gestionar locales hoteleros destinados a ofrecer “servicios o productos” a terceras personas “que ejerzan el alterne y la prostitución por cuenta propia”. El depósito de sus estatutos, ya confirmados por el Tribunal Supremo, apareció publicado en el BOE el 31 de enero de 2005. En el anuncio aparecían como promotores de la asociación Costantin Craciun —en representación de Espacol 2000, SL, empresa dedicada a la gestión de espectáculos—, José Manuel Amela García —en nombre y representación de Hostelería Kasmi Castellón, SL—, Mercedes Pardo Navarro —en representación de Joviana Global, SL— y Juan Antonio Rodríguez Hevia —en representación de Malva y Rosa Negocios, SL—.

Por su parte, la primera asociación de clubes de alterne en Madrid fue Cattelia, creada en abril de 2005. Un año después integraba a más de cien clubes de alterne de Madrid e intentó formar parte de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Su presidente era Jesús Ferreiro, gerente del Club Bombón, en plaza Elíptica.

Fuente:

http://www.elsaltodiario.com/trabajo-sexual/empresarios-lucran-clubes-alterne-patronales

martes, 4 de diciembre de 2018

_- El oscuro camino del neoliberalismo hacia el fascismo

_- El neoliberalismo como teoría económica siempre fue un absurdo. Tenía tanta validez como otras ideologías dominantes del pasado, véase el derecho divino de los reyes o la creencia del fascismo en el Übermensch (Superhombre). Ninguna de sus esperanzadoras promesas eran ni remotamente posibles. Concentrar la riqueza en manos de una élite oligárquica global (ocho familias tienen ahora tanta riqueza como el 50% de la población mundial), y demoler a la vez los controles y las regulaciones gubernamentales no podía sino conducir inexorablemente a la desigualdad de ingresos, a la creación de monopolios, al extremismo político y a la destrucción de la democracia. No hace falta ir a las 577 páginas de “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty para darse cuenta de esto. Pero la racionalidad económica nunca fue el asunto. El asunto era la restauración del poder de clase.

Como ideología dominante, el neoliberalismo tuvo un éxito brillante. A partir de la década de 1970, los principales críticos keynesianos fueron expulsados ​​de la academia, las instituciones estatales, organizaciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como de los medios de comunicación. Cortesanos e intelectuales petulantes que cumplían con los requisitos, léase por ejemplo Milton Friedman, fueron formados en lugares como la Universidad de Chicago y recibieron plataformas prominentes y lujosos fondos corporativos. Difundieron el mantra oficial de teorías económicas desacreditadas y marginales que popularizaron Friedrich Hayek y la escritora de tercera categoría Ayn Rand. Y en cuanto nos arrodilláramos ante los dictados del mercado y se levantaran las regulaciones gubernamentales, se recortaran los impuestos a los ricos, se permitiese el flujo de dinero a través de las fronteras, se destruyeran los sindicatos y se firmaran acuerdos comerciales que enviaban puestos de trabajo a las explotaciones en China, el mundo sería un lugar más feliz, libre y rico. Fue una estafa. Pero funcionó.

“Es importante reconocer los orígenes de clase de este proyecto, gestado en la década de 1970 cuando la clase capitalista se encontraba en problemas, los trabajadores estaban bien organizados y tenían la capacidad de hacer retroceder a los empresarios”, me dijo David Harvey, autor de “Una Breve historia del neoliberalismo “, en una conversación que tuvimos en Nueva York. “Como cualquier clase dominante, necesitaban ideas dominantes. Por lo tanto, las ideas dominantes fueron que la libertad de mercado, la privatización, el espíritu empresarial, la libertad individual y todo lo demás deberían ser las ideas dominantes de un nuevo orden social, y ese fue el orden que se implementó en los años 80 y 90″.

“Como proyecto político, fue muy inteligente”, dijo. “Obtuvo un gran consenso popular porque hablaba de la libertad individual y de la libertad de elección. Pero en realidad se refería a la de mercado, principalmente. El proyecto neoliberal dijo a la generación del 68, “Ok, ¿quieres ser libre y tener libertad?” De eso trataba el movimiento estudiantil. “Te lo daremos, pero será la libertad del mercado. La otra cosa que buscas es la justicia social, olvídalo. Te vamos a dar la libertad individual, olvídate de la justicia social. No te organices”. El intento fue desmantelar esas instituciones, que no eran otras sino las instituciones colectivas de la clase trabajadora, particularmente los sindicatos y poco a poco los partidos políticos que representaban algún tipo de preocupación por el bienestar de las masas.

“Lo mejor de la libertad de mercado es que parece ser igualitaria, pero no hay nada más desigual que el trato igualitario de los desiguales”, continuó Harvey. “Promete la igualdad de trato, pero si eres extremadamente rico, significa que puedes hacerte más rico. Si eres muy pobre, es más probable que te empobrezcas. Lo que Marx mostró brillantemente en el volumen uno de ‘El Capital’ es que la libertad de mercado produce niveles cada vez mayores de desigualdad social”.

La difusión de la ideología del neoliberalismo fue organizada por la clase capitalista. Las élites capitalistas financiaron organizaciones como Business Roundtable y la Cámara de Comercio y think tanks como “The Heritage Foundation” para vender el producto al gran público. Ellos financiaron a las universidades con donaciones, siempre y cuando las universidades pagaran y contribuyeran con su lealtad a la nueva ideología dominante. Utilizaron su influencia y riqueza, así como sus plataformas de medios de comunicación, para transformar a la prensa en su portavocía. Y silenciaron a los herejes o les hicieron difícil encontrar empleo. El aumento del valor de las acciones bursátiles en lugar del aumento de la producción se convirtió en la nueva medida de la economía. Todo y todos fueron financiarizados y mercantilizados.

“El valor se fija por cualquier precio que se concrete en el mercado”, dijo Harvey. “Entonces, Hillary Clinton es muy valiosa porque dio una conferencia a Goldman Sachs por 250.000 dólares. Si doy una conferencia a un grupo pequeño en el centro de la ciudad y obtengo 50 dólares por ella, obviamente ella vale mucho más que yo. La valoración de una persona, de su contenido, se infiere de lo que puede obtener de ello en el mercado”.

“Esa es la filosofía que se encuentra detrás del neoliberalismo”, continuó. “Tenemos que poner precio a todas las cosas, aun cuando algunas de ellas no deberían ser consideradas como tales y tratadas como productos básicos. Por ejemplo, el cuidado de la salud, en el mismo momento en que se convierte en una mercancía. La vivienda para todos es otro ejemplo. Y la educación. Por lo tanto, los estudiantes tienen que pedir prestado dinero para obtener la educación que les permita obtener un empleo en el futuro. Esta es la estafa. Básicamente dice que si te comportas como un empresario, si sales ahí afuera y te entrenas, obtendrás tus justas recompensas. Pero si no las obtienes, es porque no te entrenaste bien. O porque tomaste un camino equivocado. Porque te dedicaste a estudiar filosofía o a leer a los clásicos en lugar de inscribirte en un curso de habilidades autopersonales de gestión”.

La estafa del neoliberalismo es a día de hoy ampliamente comprendida en casi todo el espectro político. Es cada vez más difícil ocultar su naturaleza depredadora, incluida sus enormes exigencias de cuantiosos subsidios públicos (Amazon, por ejemplo, solicitó y recibió beneficios fiscales multimillonarios de Nueva York y Virginia para establecer centros de distribución en esos estados). Esto ha obligado a las élites gobernantes a establecer alianzas con demagogos de derechas que utilizan las crudas tácticas del racismo, la islamofobia, la homofobia, la intolerancia y la misoginia para canalizar la creciente rabia y frustración de la sociedad lejos de las élites, canalizándola hacia los vulnerables. Estos demagogos aceleran el saqueo de las élites globales y, al mismo tiempo, prometen proteger a los trabajadores y trabajadoras. La administración de Donald Trump, por ejemplo, ha abolido numerosas regulaciones, desde las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la neutralidad de la red, y ha recortado los impuestos a las personas y corporaciones más ricas, impidiendo el ingreso público de 1.500 millones de dólares durante la próxima década. Todo esto estableciendo al mismo tiempo un lenguaje autoritario y otras formas de control.

El neoliberalismo genera poca riqueza. Más bien, la redistribuye hacia arriba hacia las manos de las élites gobernantes. Harvey llama a esto “acumulación por desposesión”.

“La lógica principal de la acumulación por desposesión se basa en la idea de que cuando las personas se quedan sin la capacidad de fabricar cosas o prestar servicios, siga siendo posible establecer un sistema que extraiga su riqueza restante”, dijo Harvey. “Esa extracción se convierte entonces en el centro de sus actividades. Una de las formas en que puede ocurrir esa extracción es creando nuevos mercados de productos básicos donde antes no existían. Por ejemplo, cuando era más joven, la educación superior en Europa era esencialmente un bien público. Cada vez más -este y otros servicios- se han convertido en una actividad privada. Servicios de salud. Muchas de estas áreas que usted consideraría que no son productos comerciales en el sentido ordinario se convierten en tales tipos de productos. La vivienda para la población de bajos ingresos a menudo era vista como una obligación social. Ahora todo tiene que pasar por el mercado.

“Cuando era niño, el agua en Gran Bretaña se proporcionaba como bien público”, dijo Harvey. “Al cabo de un tiempo, por supuesto, se privatizó. Comienzas a pagar los gastos de agua. Han privatizado el transporte (en Gran Bretaña). El sistema de autobuses es caótico. Existen todas esas compañías privadas corriendo de aquí para allá, en todas partes. No hay manera de encontrar un sistema que necesites realmente. Lo mismo sucede con los ferrocarriles. Pero una de las cosas que suceden en este momento en Gran Bretaña es interesante: el Partido Laborista dice: ‘Vamos a tomar todo eso de nuevo en propiedad pública porque la privatización es totalmente insana y tiene consecuencias insanas y no está funcionando bien en absoluto’. La mayoría de la población ahora está de acuerdo con esto”.

Bajo el neoliberalismo, el proceso de “acumulación por desposesión” está acompañado por la financiarización.

“La desregulación permitió que el sistema financiero se convirtiera en uno de los principales centros de actividad redistributiva a través de la especulación, la depredación, el fraude y el robo”, escribe Harvey en su libro, tal vez el mejor y más conciso relato de la historia del neoliberalismo. “La promoción de acciones cotizadas, los esquemas de Ponzi, la destrucción estructurada de activos a través de la inflación, la desmantelación de activos a través de fusiones y adquisiciones, la exponencial elevación de los niveles de deuda tal que reducen poblaciones enteras incluso en los países capitalistas avanzados al peonaje de la deuda. Por no decir nada del fraude corporativo, la devaluación de activos, el ataque a los fondos de pensiones, su aniquilación por la inducción de colapsos corporativos a través de la manipulación de créditos y acciones, en todo esto se ha convertido el sistema financiero capitalista”.

El neoliberalismo, blandiendo su tremendo poder financiero, es capaz de diseñar crisis económicas para deteriorar el valor de los activos y luego aprovecharse de ellos.

“Una de las maneras en que se puede crear una crisis es cortando el flujo de crédito“, dijo. “Esto se hizo en el este y sureste de Asia en 1997 y 1998. De repente, la liquidez se agotó. Las principales instituciones no prestaban dinero. Había habido un gran flujo de capital extranjero en Indonesia. Cerraron el grifo. El capital extranjero fluyó hacia afuera. Lo cerraron en parte porque una vez que todas las empresas se declararon en bancarrota, podían pasar a ser compradas con grandes descuentos. Vimos lo mismo durante la crisis de la vivienda aquí (en los Estados Unidos). Las ejecuciones hipotecarias posibilitaron posteriores recompras de pisos a precios muchísimo más baratos. Es cuando entra Blackstone, compra todas las viviendas y pasa a convertirse en el propietario más grande de todos los Estados Unidos. Tiene 200.000 propiedades o algo así. Ahora se encuentra esperando que el mercado gire. Cuando el mercado gire, que lo hará brevemente, entonces podrá vender o alquilar y cometer el crimen. Blackstone ha conseguido el pelotazo del siglo gracias a las ejecuciones hipotecarias a partir de las que todo el mundo perdió. En esencia se trata de una transferencia masiva de riqueza“.

Harvey advierte que la libertad individual y la justicia social no son necesariamente compatibles. La justicia social, escribe, requiere solidaridad social y “la voluntad de sumergir los deseos, las necesidades y los deseos individuales en la causa de una lucha más general como, por ejemplo, la igualdad social y la justicia ambiental”. La retórica neoliberal, con su énfasis en las libertades individuales, puede efectivamente “separar el libertarismo, las identidades políticas, el multiculturalismo y, finalmente, hacer oscilar hacia el consumismo narcisista a las fuerzas sociales que persiguen la justicia social a través de la conquista del poder estatal”.

El economista Karl Polanyi entendió que hay dos tipos de libertades. Existen las malas libertades para explotar a quienes nos rodean, obteniendo así enormes ganancias sin tener en cuenta el bien común, incluido lo que se hace con el ecosistema y las instituciones democráticas. Estas malas libertades hacen que las corporaciones monopolicen las tecnologías y los avances científicos para obtener enormes ganancias, incluso cuando, como sucede con la industria farmacéutica, un monopolio implique que las vidas de quienes no pueden pagar precios exorbitantes sean puestas en peligro. Las buenas libertades -la libertad de conciencia, la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libertad de asociación, la libertad de elegir el trabajo- se extinguen finalmente por la primacía de las malas libertades.

“La planificación y la regulación están siendo atacadas como si implicasen una negación de la libertad”, escribió Polanyi. “La libertad de empresa y la propiedad privada se asocian con las esencias finales de la libertad. Se dice que ninguna sociedad construida sobre otras bases merece ser llamada libre. La libertad que la regulación ofrece es denunciada como falta de libertad; La justicia, la libertad y el bienestar que posibilita la regulación se asocia a la esclavitud”.

El concepto de la libertad degenera así en una mera defensa de la libertad de empresa, que significa “plenitud de libertad para aquellos cuyos ingresos, ocio y seguridad no necesitan ser mejorados, y una simple miseria de libertad para las personas, que en vano pueden intentar ‘hacer uso de sus derechos democráticos para obtener refugio del poder de los dueños de propiedades’, escribe Harvey, citando a Polanyi. “Pero si, como siempre es el caso, ‘no es posible una sociedad en la que el poder y la coerción estén ausentes, ni un mundo en el que la fuerza no tenga ninguna función’, entonces la única forma en que esta liberal visión utópica podría sostenerse es por la fuerza, la violencia y el autoritarismo. El utopismo liberal o neoliberal está condenado, en opinión de Polanyi, a derivar en el autoritarismo, e incluso en el fascismo absoluto. Las buenas libertades se pierden, las malas prosperan”.

El neoliberalismo transforma la libertad de la mayoría en la libertad de unos pocos. Su resultado lógico es el neofascismo. El neofascismo suprime las libertades civiles en nombre de la seguridad nacional y califica a grupos enteros de la sociedad como traidores y enemigos del pueblo. Es el instrumento militarizado utilizado por las élites gobernantes para mantener el control, dividir y desgarrar a la sociedad y acelerar aún más el saqueo y la desigualdad social. La ideología dominante, ya nunca más creíble, está mutando en abuso y totalitarismo.

* Artículo de Chris Hedges publicado originalmente en inglés en Truthdig
* Ilustración: Mr. Fish

lunes, 3 de diciembre de 2018

_- El parte de la victoria

_- Sobre las últimos “éxitos” del zombi europeo

En la negociación del Brexit, la Unión Europea tenía un solo objetivo principal: que el escenario de una salida del club se hiciera lo menos atractiva posible para otros socios escépticos. De forma declarada o difusa, en esa categoría entran muchos; desde Hungría hasta Italia, pasando por Polonia y acabando con Francia. Palabras mayores. Se trataba, pues, de lograr un Brexit complicado y penoso, con aspecto de castigo, de humillante escarmiento que conjure cualquier tentación de abandonar el club.

Una vez más, los políticos alemanes -al fin y al cabo esta UE es la suya- han sido quienes mejor han dibujado la situación. El manso Michel Barnier era el negociador jefe oficial, pero la que corta el bacalao es Sabine Weyand, la enérgica negociadora principal adjunta. Weyand es la “alemana adjunta al francés”, una figura muy familiar en Bruselas donde casi todos los cargos importantes que no están en manos teutonas tienen a un adjunto de esa nacionalidad controlando que las cosas se hagan bien. Pues bien, Weyand, directora de muchas de las negociaciones secretas con Theresa May, se ha jactado de que prácticamente todas las líneas rojas marcadas por el gobierno de May han sido quebradas por la UE.

“En una abrumadora proporción, la Unión Europea se ha impuesto”, ha resumido Jens Geier, jefe del grupo socialdemócrata alemán en el Parlamento Europeo. Tras su salida del club y durante varios años, la posición del Reino Unido será parecida a la de Suiza, explica este elocuente diputado: “tendrán que asumir el grueso de las reglas europeas pero sin tener ya la menor voz en Bruselas”. Este ha sido el parte de la victoria: “Nos hemos impuesto”.

Y el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el hombre que dice que, “no hay democracia fuera de los tratados europeos” (tratados que no ha votado nadie y que no se pueden cambiar porque están blindados), ha remachado ese parte de victoria diciendo que el acuerdo alcanzado, “es el único posible” y amenazando a los británicos con que si lo rechazan, “quedarán decepcionados a los primeros segundos”.

La situación está imbuida en un ambiente coercitivo y facineroso del estilo de las “propuestas que no podrán rechazar” (las amenazas de muerte del Padrino) o de ese dicho de la mafia rusa según el cual la tarifa de ingreso en la hermandad es de un rublo pero la de baja cuesta dos… ¿Qué tipo de club es este que no se puede abandonar porque si te lo propones te amenazan? Todos se preguntan cómo reaccionará el Parlamento británico.

¿La Unión Europea no se da cuenta de que sus victorias no convencen (“vencen, pero no convencen”) y que eso incluye el riesgo de desatar a Némesis, la diosa de la justicia retributiva, entre las víctimas de sus excesos?

Con Italia está pasando algo semejante: ¿Qué sentido tiene disciplinar a Italia por prever un déficit del 2,4% del PIB en su ley de finanzas. La previsión francesa equivalente es del 2,8% y los italianos tienen a su favor que tras los desembolsos de la deuda su presupuesto es excedentario. El gobierno italiano no parece dispuesto a ceder. Si le retiran las subvenciones europeas, Italia, que es un contribuyente neto al presupuesto europeo, podría dejar de pagar su contribución y su gobierno contaría probablemente con un amplio apoyo popular…

Estas “victorias” agravan la enfermedad de fondo, es decir la desintegración paulatina de la UE como resultado de la aplicación de sus rígidas políticas neoliberales de piñón fijo germano e imposibles de cambiar sin desmontar todo el tinglado. Estas victorias incrementan todo aquello que está desintegrando la UE porque el europeismo impuesto bajo coacción es una potente fuente de euroescepticismo.

Si se atiende a los perjuicios que la Unión Europea germano-neoliberal ha ocasionado en los últimos veinte años a la mayoría de los europeos -incluidos buena parte de los alemanes- en términos de recortes sociales, incremento de la desigualdad y menoscabo de derechos, el euroescepticismo -esa palabra fea en el diccionario del establishment– no es más que un estado de lucidez. Otra cosa es que esa lucidez tenga consecuencias electorales y sociales ambiguas y que sea capitalizada por la derecha. La izquierda cedió a la derecha (por absentismo) todo el terreno que había para defender derechos y conquistas sociales desde los estados nacionales, hasta el punto de haber convertido la crítica a la UE neoliberal en casi una autopista de sentido único para la ultraderecha. Muchos años después, esa crítica sigue bastante carente de argumentos de izquierda, lo que deja a la venganza de Némesis huérfana y a la deriva. Porque la diosa acudirá a su cita, no lo duden.

P.S. Cuando Georgia atacó Osetia del Sur con la bendición de George W. Bush en agosto de 2008, la UE, vía Nicolas Sarkozy, aún pudo desempeñar un papel mediador entre Rusia y Georgia. Ahora con el incidente en el Mar de Azov (un mar de aguas poco profundas no apto para los barcos de guerra de la OTAN), la UE se ha puesto inmediatamente detrás de Ucrania. El presidente, Poroshenko, podría haber escenificado esta situación pensando en las elecciones ucranianas de marzo a las que concurre en muy mala posición y, obviamente, con la bendición del Pentágono. Mientras Moscú habla de “provocación” y Kiev de “agresión”, la UE se posiciona del lado de la tesis ucraniana (y de la OTAN y de Washington), con lo que cualquier papel mediador-apaciguador resulta imposible. ¿Más sanciones contra Rusia?

Publicado en Ctxt.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Carta a Vera Zasulich

Friedrich Engels
El Viejo Topo

Nota de edición: El 28 de noviembre de 1820 nacía en Prusia el gran amigo de Marx, Friedrich Engels. Celebramos esta fecha publicando una interesante y poco divulgada carta suya, escrita en abril de 1885 en respuesta a otra de la revolucionaria rusa Vera Zasulich.

***

Londres, 23 de abril de 1885 [1]

Me pide usted mi opinión sobre el libro de Plejanov, Nashi Raznoglassya [Nuestras diferencias]. Para dársela debiera haber leído el libro, y puedo leer en ruso con bastante facilidad después de una semana de práctica. Pero hay semestres enteros en que ello me es imposible; luego pierdo la práctica y me veo obligado a reaprenderlo, por así decirlo. Así me ha ocurrido con Nuestras diferencias. Los manuscritos de Marx, que le estoy dictando a una secretaria, me tienen ocupado todo el día; por la noche llegan visitas a quienes, después de todo no se puede despedir; hay que leer pruebas y contestar mucha correspondencia, y finalmente están las traducciones de mi Origen [2] , etc. (al italiano, al danés, etc.), que se me pide revise, y cuya revisión no es a veces ni superficial ni fácil. Pues bien, todas estas interrupciones me han impedido leer más de 60 páginas de Nuestras diferencias. Si pudiera disponer de tres días terminaría con la cosa y al mismo tiempo refrescaría mis conocimientos del ruso.

Entretanto creo que es suficiente la parte del libro que he leído para enterarme más o menos de las diferencias en cuestión.

Ante todo, le repito a usted, que estoy orgulloso de saber que en la juventud rusa hay un partido que acepta francamente y sin ambigüedades las grandes teorías económicas e históricas de Marx, y que ha roto resueltamente con todas las tradiciones anarquistas y levemente eslavófilas de sus predecesores. El mismo Marx se hubiera sentido igualmente orgulloso si hubiese vivido un poco más. En un progreso que será de gran importancia para el desarrollo revolucionario de Rusia. Para mí, la teoría histórica de Marx es la condición fundamental de toda táctica razonada y coherente; para descubrir esa táctica sólo es preciso aplicar la teoría a las condiciones económicas y políticas del país en cuestión.

Pero para hacerlo es preciso conocer estas condiciones; y en lo que a mí respecta, conozco demasiado poco acerca de la situación rusa actual como para presumir de competencia, para juzgar los detalles de la táctica requerida por esta situación en un momento dado. Además, desconozco casi por entero la historia interna e íntima del partido revolucionario ruso, especialmente la de los últimos años. Mis amigos narodovoltsy nunca me han hablado de esto. Y es un elemento indispensable para formarse una opinión.

Lo que sé o creo saber de la situación rusa me conduce a la opinión de que los rusos se acercan a su 1789. La revolución debe estallar ahí dentro de un tiempo; puede estallar cualquier día. En esas circunstancias, el país es como una bomba cargada que sólo necesita se le ponga una espoleta. Especialmente desde el 13 de marzo. [3] Este es uno de esos casos excepcionales en que a un puñado de gente le es posible hacer una revolución, es decir, hacer que con un pequeño empujón se derrumbe todo un sistema que (para emplear una metáfora de Plejánov) está en un equilibrio más que inestable, liberando, así de un golpe, en sí insignificante, fuerzas explosivas incontrolables. Porque si alguna vez el blanquismo -la fantasía de revolucionar toda una sociedad por acción de una pequeña conspiración- ha tenido cierta justificación es, por cierto, en el caso de Petersburgo. Una vez que la chispa toca la pólvora, una vez que han sido puestas en libertad las fuerzas y que la energía nacional ha sido transformada de potencial en cinética (otra imagen favorita de Plejánov, y muy buena), la gente que acercó la chispa a la bomba será barrida por la explosión, la que será mil veces más fuerte que esa gente y se abrirá camino por donde pueda, según lo determinen las fuerzas y resistencias económicas.

Y suponiendo que esa gente imagine que pueda tomar el poder, ¿qué importa? Siempre que hagan el agujero que haga estallar el dique, la propia avalancha les despojará de sus ilusiones. Pero si por casualidad estas ilusiones tuviesen por resultado una fuerza superior de voluntad ¿por qué quejarse? La gente que alardeaba de haber hecho una revolución veían siempre, al día siguiente, que no tenían idea de lo que estaban haciendo; que la revolución hecha no se parecía en lo más mínimo a la que les hubiera gustado hacer. Esto es lo que Hegel llama la ironía de la historia, ironía a la que escapan pocas personalidades históricas. Mire a Bismarck, el revolucionario a pesar suyo, y a Gladstone, que ha terminado peleándose con su adorado zar.

Para mí, lo más importante es que en Rusia se dé el impulso, que la revolución estalle. Sea esta o aquella fracción la que dé la señal, ocurra ello bajo esta o aquella bandera, me preocupa poco. Si fuese una conspiración palaciega sería barrida al día siguiente. Allí donde la situación es tan tirante, donde los elementos revolucionarios se han acumulado en un grado tal, donde la situación económica de la enorme mayoría de la población se hace cada día más imposible, donde figuran todas las etapas del desarrollo social, desde la comuna primitiva hasta la industria moderna, en gran escala y las más altas finanzas, donde estas contradicciones son violentamente mantenidas juntas por un despotismo sin precedentes, despotismo que se le vuelve cada vez más insoportable a la juventud en que se unen el valor y la inteligencia nacionales: allí, una vez lanzado un 1789, no tardará en seguirle un 1793.

Notas:

[1] Carta escrita en francés.

[2] El origen de la familia .

[3] Primero de marzo (según el antiguo calendario) de 1881, día en que fue asesinado el zar Alejandro II.

K. Marx F. Engels, Correspondencia Marxists Internet Archive

Fuente:

http://www.elviejotopo.com/topoexpress/carta-a-vera-zasulich/