domingo, 14 de diciembre de 2025

Por cuatro esquinitas de nada

Una de las ventajas que tienen los congresos es todo lo que se aprende en los descansos, en los pasillos, en las entradas y salidas, en las comidas, en los paseos, en las conversaciones ante un café… Es un tipo de aprendizajes que no se programa, que no es jerárquico, que no procede de los discursos de los expertos y que nos llega a todos por igual...

Me gusta decir que todo lo aprendemos entre todos. Esa dicotomía entre enseñantes y aprendices se rompe fuera de los escenarios preparados para el desarrollo de las actividades por los organizadores del Congreso. La rigidez de los espacios (el conferenciante suele hablar desde un lugar elevado y distante), la alineación de los que escuchan mientras contemplan el cogote del que está delante, la distribución de los tiempos (una hora y media para el conferenciante y media hora para distribuir entre quinientos asistentes, a quienes se recomienda que formulen de forma breve la pregunta para que puedan intervenir otras personas, la carencia de imágenes e incluso de micrófono para hacerse oír y entender de quienes piden la palabra), el dinero que se paga a quien imparte la conferencia y el que se cobra al que escucha… imponen una dirección vertical y descendente a la circulación del conocimiento o de la experiencia. Hay uno que enseña y, supuestamente, otros que aprenden. En los tiempos y los espacios no formalizados el conocimiento circula en todas las direcciones.

Es más, cuando termina la disertación del experto se abre ‘un tiempo para preguntas’. Es decir, y ahora quienes no saben, formulan preguntas al único que sabe. No es verdad. Estoy seguro de que el experto tiene muchas preguntas y de que los asistentes tienen capacidad y conocimientos para dar respuestas. Por eso a mí me gusta más hablar de intervenciones. Puede haber preguntas, claro. Pero también discrepancias, sugerencias, aclaraciones, aportaciones y comentarios de los asistentes.

He dicho todo lo que precede porque acabo de participar en el Congreso Internacional de Educación para un mundo globalizado: sostenibilidad, inclusión y justicia social, organizado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, celebrado los días 13 y 14 del presente mes de octubre. Y puedo dar fe de muchos aprendizajes que he realizado durante esos días en conversaciones con los docentes y con los estudiantes de Pedagogía. El conocimiento no solo circula de modo descendente. Me gusta decir que las personas inteligentes aprenden siempre y que las otras tratan de enseñar a todas horas. Los profesores tenemos muchas cosas que aprender y los alumnos tienen muchas cosas que enseñar. Mi primer libro (del año 1980) se titula así: ‘Yo te educo, tú me educas’. Creo que todos tendríamos que circular por la vida con la L de aprendices que llevan en el coche quienes están comenzando a conducir. A medida que vamos aprendiendo nos vamos dando cuenta de lo mucho que ignoramos. Nicolás de Cusa hablaba de la docta ignorancia. Los sabios suelen ser humildes y los ignorantes suelen ser petulantes.

Aprendí en el Congreso muchas cosas relacionadas con la experiencia de los docentes en sus aulas y en sus escuelas, con las inquietudes y los problemas de los directivos, con los vaivenes de la legislación educativa, con los problemas de la sociedad a los que debe dar respuesta la escuela… Y, lo que quiero subrayar, es que esos aprendizajes los han vivido y disfrutado todos los asistentes, muchas veces sin ser conscientes de ello.

Esos aprendizajes a los que me refiero suelen tener un componente práctico y otro emocional. Porque tienen mucho que ver con lo que el informante hace, con lo que vive y con lo que siente.

Una profesora de la etapa de Infantil (en la que suelen florecer las inquietudes más hermosas, los materiales más creativos, las relaciones más auténticas y los compromisos más exigentes) me habla de un cuento que de forma ingeniosa, clara y contundente habla de la necesidad de que la escuela se adapte a las necesidades de los niños y las niñas, en lugar de exigir precisamente lo contrario. He dado al artículo el título del cuento. ‘Por cuatro esquinitas de nada’. Un título que me gusta porque cautiva, expresa y atrae. Las ilustraciones son sencillas y elocuentes y las voces que hacen la narración son a la vez melodiosas y contundentes.

Voy a compartir con todos los lectores y lectoras ese cuento al que, tomando café, me remitió entre sonrisas la profesora de infantil y que, en su simplicidad y su belleza, explica muy bien la necesidad que tiene la escuela de tener en cuenta la diversidad de los alumnos y las alumnas. Una diversidad infinita que yo expreso diciendo que en la escuela hay dos tipos de alumnos. Solo dos: los inclasificables y los de difícil clasificación. El cuento no es de reciente publicación ni de difícil hallazgo pero tengo que reconocer que no tenía la menor idea de su existencia. Por lo que veo, algunas amigas ya hace tiempo que lo utilizan en sus clases.

El cuento se titula ‘Por cuatro esquinitas de nada’, título preciso y precioso, a mi juicio. El autor es Jérôme Ruillier y está editado en España por la Editorial Juventud. Se puede encontrar en cualquier buscador. Tiene un montaje hermoso de voces infantiles, efectos sonoros y música sugerente. Dice así:

Cuadradito juega con sus amigos.

¡Ring! Es hora de entrar en la Casa Grande.

Pero Cuadradito no puede entrar, no es redondo como la puerta.

Cuadradito está triste.

Le gustaría entrar en la Casa Grande.

Entonces se alarga, se tuerce, se pone boca abajo, se dobla…

Pero sigue sin poder entrar.

- ¡Sé redondo!, le dicen los Redonditos.

Cuadradito lo intenta con todas sus fuerzas.

- ¡Te lo tienes que creer!, dicen los Redonditos.

- Soy redondo, soy redondo, soy redondo, repite Cuadradito.

Pero no hay nada que hacer.

- ¿Qué podemos hacer? Cuadradito es diferente, nunca será redondo.

- Pues te tenemos que cortar las esquinas, dicen los Redonditos.

- ¡Oh, no! Me dolería mucho.

Los Redonditos se reúnen en la Casa Grande y hablan durante mucho, mucho tiempo hasta que descubren que no es Cuadradito el que tiene que cambiar ¡Es la puerta!

Entonces recortan cuatro esquinitas, cuatro esquinitas de nada que permiten a Cuadradito entrar en la Casa Grande junto a todos los Redonditos.

He reflexionado (y escrito artículos y libros) sobre esta exigencia de la escuela que es la atención a la innegable diversidad. Uno de ellos, publicado hace años por la Universidad Uniminuto de Bogotá, se titula ‘La gallina no es un águila defectuosa’. Cada vez me resulta más inquietante ese carácter homogeneizador que tienen las instituciones educativas: todos, todos a la vez, todos lo mismo, todos de la misma manera y todos en los mismos tiempos. Por supuesto: todos y todas con la misma evaluación.

Me imagino a los treinta o cuarenta pacientes que un médico de familia atiende en una mañana, esperando su llegada a causa del retraso que ha provocado un desafortunado accidente de tráfico del doctor. Imaginemos que, cuando llega, les pide silencio e inmovilidad para diagnosticarlos. Les observa brevemente e, inmediatamente, extiende una receta de lo que todos y cada uno tienen que tomar y de lo que todos y cada uno tienen que hacer para solucionar el problema de salud que padecen y para mejorar el funcionamiento de su organismo. ¿Qué sucedería? No es difícil imaginarlo. Uno tendría graves problemas por ser alérgico al producto recetado, a otro no le serviría para nada y a un tercero le podría venir bien por pura casualidad. Cuánta razón tiene mi amigo José Antonio Bravo al poner el siguiente el título a un pequeño libro: ‘Enseñar desde el cerebro del que aprende’.

También he propuesto, para reflexionar sobre el tema de la atención a la diversidad la historia de Procusto, un bandido del Ática que construyó en la casa un lecho de hierro. Salía por las calles y detenía a los viandantes, les invitaba a cenar en su casa. Después de la cena les tendía sobre el lecho. Ajustaba la cabeza del individuo a la cabecera de la cama de hierro, lo extendía a lo largo y, si le sobresalían los pies o las piernas se los cortaba. Si el invitado era más corto que la cama, lo descoyuntaba para que se ajustase a las dimensiones de la cama. Es decir, que en lugar de ajustar las camas al tamaño del individuo, ajustaba el individuo al tamaño de la cama. Me preguntaba al finalizar el texto si la escuela no sería como el lecho de Procusto: un lugar en el que en vez de acomodar el currículum al tamaño de los alumnos, acomoda a los alumnos a las exigencias del currículum. Procusto significa el que descoyunta y fue ajusticiado por el rey Teseo que le aplicó el mismo castigo que él infligía a sus víctimas.

Importante cuestión sobre la que reflexioné en otro pequeño libro titulado ‘El pato en la escuela o el valor de la diversidad’. Una cuestión que no solo exige actitudes y prácticas sensibles a los docentes sino políticas inteligentes y generosas a los políticos.

sábado, 13 de diciembre de 2025

Málaga, la ciudad que cautivó al viajero más grande de la historia, Ibn Battuta, tras recorrer África, Asia y Europa: "Es una de las capitales más hermosas"

El aventurero superó a Marco Polo con el recorrido más largo por el globo, con más de 120.000 kilómetros transitados

Mucha gente conoce la historia de Marco Polo, su figura y su viaje por el mundo, pero lo que la mayoría desconoce es que existió un personaje que le superó en cuanto al recorrido más largo y que se convirtió durante el siglo XIV en el viajero más grande del mundo tras recorrer 120.000 kilómetros por Asia, África y Europa: Ibn Battuta. Un trayecto de 20 años que le llevó por los rincones más inhóspitos del planeta y que le hizo descubrir la ciudad que le enamoró por encima de todas: Málaga.

Así lo expresó el propio Battuta en la obra 'La Rihla', en la que dictó al granadino Ibn Yuzayy por orden del sultán sus dos décadas de travesía por lo que en la actualidad son más de 40 países, y en la que señaló que Málaga era "una de las capitales más hermosas de Al-Ándalus, que aúna las ventajas de mar y tierra, y abunda en productos y frutos".

Tal y como explican los expertos en viajes de 'National Geographic', este hombre que a día de hoy sigue siendo uno de los viajeros más grandes de toda la historia de la humanidad nació en 1304 en Tánger y comenzó su viaje por el mundo como otros muchos musulmanes, de camino a La Meca, lo que le llevó a visitar Egipto, el mar Rojo y lo que hoy es Siria y Palestina. Tras llegar a La Meca, Battuta decidió no regresar a Tánger y continuar descubriendo otros territorios como los que en la actualidad son Irak, Persia y Kurdistán, hasta regresar de nuevo a La Meca.

Este viajero recorrió 120.000 kilómetros y llegó a Málaga, tierra de la que se enamoró Tras esto, decidió ampliar su recorrido por el mundo y viajar a Yemen y la costa africana hasta continuar hacia la India donde, tras ser puesto bajo sospecha del sultán, aceptó el encargo de ser embajador en China para continuar su viaje por el continente.

Pero, tras 20 años de viajes sin fin desentrañando los secretos del mundo, decidió volver a su tierra, Marruecos, donde se encontró con la dura noticia de que tanto su padre como su madre habían fallecido. Esto le hizo querer retomar la actividad que más alegrías le había dado para sobrellevar este complicado momento, viajar. Y para esta nueva gesta, decidió poner en su punto de mira Al-Ándalus.

Ibn Battuta, el mayor viajero de la historia, mostró su admiración por esta ciudad andaluza / Instituto Cervantes

"Llegué al país de Al-Ándalus, donde la soldada es copiosa para sus habitantes y donde se atesoran los premios para residentes o viajeros", señaló el viajero sobre este recorrido, que le llevó por Gibraltar para, seguidamente, seguir su camino hacia Ronda, que señaló como "un pueblito hermoso y fértil". Pero su principal descubrimiento fue en Málaga, que aseguró que era "una de las capitales más hermosas de Al-Ándalus".

Los aspectos de Málaga que enamoraron al viajero más grande del mundo De este territorio destacó su mezquita, "con patios de naranjos inmensos sin semejante", sus cerámicas locales, su mezcla de mar y montaña, su Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro y sus calles históricas. Un territorio repleto de belleza y encanto que, a pesar de haberse transformado con el paso de los siglos, sigue manteniendo su esencia en su casco antiguo, su puerto y murallas, y la Catedral de Málaga, levantada sobre la gran mezquita.

Málaga tiene su propia 'Puerta del cielo': una escalera 'eterna' con 250 escalones en plena sierra para llegar a un impresionante mirador .Este es el barrio de Málaga que tiene su propio ‘Sacromonte granadino’: con casas cueva ocultas y excavadas en la roca. Este es el curioso motivo por el que la Catedral de Málaga está rodeada de cadenas: es por ley y no por decoración "Viajar te deja sin palabras y, después, te convierte en un narrador de historias", afirmó este viajero de sus gestas por el mundo, que le llevó a recorrer 120.000 kilómetros por África, Asia y Europa hasta encontrar su territorio soñado: Málaga.


viernes, 12 de diciembre de 2025

Adiós, Botones

Os presento a Botones. Botones era un precioso yorkshire. Durante dieciséis largos y veloces años, ha vivido bajo la amorosa tutela de Noe y de Fran, una pareja de adorables amigos ovetenses. Unos amigos que aman a los perros, que los cuidan, que los protegen. No solo a los seis con los que conviven sino a todos los perros del mundo, especialmente a los que no tienen casa, a los que están perdidos o abandonados o maltratados.

Pues bien, el día 16 del presente mes de octubre llegué a la ciudad de Oviedo procedente de Chile, después de un accidentado vuelo desde Madrid, a causa de una avería que los técnicos pudieron solucionar. Tenía que pronunciar a las seis de la tarde la conferencia de clausura del IV Congreso Internacional sobre empatía animal que organiza MASPAZ (Movimiento Asturiano por la Paz) con periodicidad anual. He acudido a las anteriores ediciones del Congreso que se han celebrado siempre a mediados del mes de octubre. Es una cita a la que no puedo faltar porque me convocan Fran y Noe, porque también participa Marga Malgorzata Zakrzewska, porque se celebra en Oviedo, porque tiene su sede en la Facultad de Formación del Profesorado y porque son protagonistas los perros. Esta vez acudí desde Santiago de Chile, a donde tenía que volver a los tres días. Pero vendría desde el fin del mundo. No porque tenga mucho que enseñar sino porque tengo mucho que aprender.

El título de la conferencia que figuraba en el programa era ‘La muerte de mi mascota’. Dos motivos me habían decidido por esa delicada cuestión. Uno, el que mi perra Miluca esté enfilando ya su undécimo cumpleaños, es decir que esté entrando en una fase próxima a su partida. Y otra, el anuncio de un libro de Julia Navarro titulado ‘Cuando ellos se van’. Un libro dedicado a la muerte de Argos, su pastor alemán, con el que compartió la casa y la vida durante catorce largos/cortos años. A través de ChatGPT he podido anticipar el contenido de este libro que se aproxima a las quinientas páginas y que, cuando salga a la luz dentro de unos días, leeré con emoción. Estoy seguro de que Julia no se dirigirá solo a la mente sino que interpelará el corazón de sus lectores y lectoras.

Asistí a la conferencia anterior que impartió mi amiga Marga, que llenó la sala de imágenes impactantes, de palabras sabias y sentidas y de numerosos perros acompañados por sus dueños o sus dueñas. Historias emotivas que me hicieron pensar en la buena suerte de algunos perros que han podido compartir la vida con personas sensibles y con la desgracia de muchos perros abandonados o maltratados por personas insensibles y crueles.

En el breve receso entre las dos conferencias que cerraban el Congreso, cuando Alberto Hidalgo Tuñón se preparaba para hacer mi presentación, llegó una noticia sobrecogedora: Botones, que estaba ingresado en un Hospital de Oviedo, atendido en sus últimos días, reclamaba la presencia de Noe y Fran para que asistieran a su último suspiro.

No tengo que explicar que los asistentes fueron testigos de las inevitables lágrimas que provocó la noticia de una despedida que todos sabemos que tiene que llegar pero que, cuando llega, abre un vacío que solo puede llenar el cúmulo de hermosos recuerdos.

La coincidencia no pudo ser más impactante. Después de un año de preparativos, cuando llega el momento de pronunciar la última conferencia sobre la muerte, los organizadores se tienen que ausentar porque la vida convierte en una dura y dolorosa realidad lo que allí se iba a explicar con imágenes y palabras dedicadas a reflexionar sobre esa ineluctable, definitiva, inexorable y única realidad que es la muerte. No recuerdo en qué país para hablar de la muerte se dice «no aparece por ninguna parte». Eso es lo que sucederá con Botones. Noe y Fran van a comprobar que Botones ya nunca aparecerá por ninguna parte. Ha llegado el momento de convertir el dolor en memoria.

Impartí mi conferencia con el corazón dividido entre lo que hacíamos en aquella sala y lo que pasaba en el Hospital en el que Noe y Fran despedían para siempre a su querido Botones. La conferencia tenía dos sedes, en una se hablaba con palabras y en la otra con lágrimas.

La muerte es un tabú. No hablamos de la muerte. Vivimos como si no tuviéramos que morir. Ni nosotros ni nuestros seres queridos. En el mes de abril del presente año participé en el Primer Congreso Internacional sobre Pedagogía de la muerte. Un grupo de profesores y profesoras de la Universidad Autónoma de Madrid, coordinado por el incansable profesor Agustín de la Herrán, viene investigando desde hace más de treinta años sobre este espinoso tema. Con las ponencias de aquel Congreso la prestigiosa editorial Routledge publicará un libro del que he tenido el honor de escribir el prólogo. Agustín de la Herrán y Mar Cortina publicaron hace años un libro titulado ‘La muerte y su didáctica. Manual para la Educación Infantil, Primaria y Secundaria’. Aunque la obra no se centra en la muerte de animales, hay muchas ideas que son perfectamente aplicables a la muerte de una mascota.

Las fases del duelo que, por supuesto, no todas las personas atraviesan con la misma secuencia, duración e intensidad, pasan por la negación inicial (no es cierto, no es posible, no es soportable), la rabia (por qué me pasa a mí, ahora precisamente, qué mala suerte…), la negociación (es ley de vida, no iba a durar eternamente…), la tristeza (qué pena, qué dolor…), y la aceptación (es así la vida, ya tenía muchos años, nadie es eternos...). No es necesario aclarar que esas etapas no tienen una separación rígida. Es importante hacer un duelo emocionalmente sano que no se tiña de dimensiones patológicas.

Conviene recurrir al carpe diem cuando tenemos al lado a las personas y a los animales que amamos. «Es cuando pierdes aquello que más amas cuando te das cuenta cuánto has desaprovechado el tiempo», dice Javier Castillo en su última novela ‘El susurro del fuego’, que acabo de leer.

Dije también en la conferencia que el humor es una buena forma de quitarle hierro a un momento tan decisivo de la vida como es la muerte. Timor mortis, morte peior (el temor de la muerte es peor que la muerte misma). Cuando nos reímos de algo, le quitamos hierro, eliminamos el miedo y reducimos el dolor. Los filósofos estadounidenses Daniel Martin Klein y Thomas Cathcart abordan con humor la muerte y el más allá en su libro ‘Heidegger y un hipopótamo van al cielo’. Tercer libro de la trilogía ‘Platón y un ornitorrinco entran en un bar’ y ‘Aristóteles y un armadillo van a la capital’.

He contado alguna vez que dos amigos, forofos empedernidos del fútbol, se preguntan un buen día si en el cielo habrá afición a este deporte. Les gustaría que hubiese competiciones, rivalidades, grandes partidos de fútbol. Piensan que, de no ser así, el cielo sería muy aburrido, del todo insoportable. Intrigados por esta decisiva cuestión deciden que, el primero que muera, se le aparezca al otro para informarle sobre este asunto capital. Pasan muchos años hasta que uno de los dos muere, ya muy mayor. Pasados unos días el fallecido se le aparece a su amigo.

-Vendrás a informarme de aquella inquietud que teníamos sobre el fútbol en el cielo. ¿Es así?

-Ciertamente.

-Cuéntame, por favor. Te estaba esperando con mucha ansiedad.

-Pues verás, tengo que darte dos noticias. Una es estupenda. En el cielo hay una afición al fútbol mayor que la que hay en la tierra. Hay competiciones, equipos rivales, verdadera pasión por el fútbol.

¿Y la otra noticia?

-Esa no es buena para ti porque tengo que informarte de que el próximo domingo tú juegas de titular.

Lo importante es la memoria, cargada de hermosos y entrañables recuerdos. Estoy seguro de que Botones ha dejado una estela imborrable en el corazón de mis amigos, a quienes tengo que recordar que más importante que lamentar lo ocurrido es alegrarse por la maravillosa vida que le regalaron a Botones y por las enormes alegrías que pudieron vivir en su compañía.

Quiero cerrar este artículo con el emocionante epitafio que Lord Bayron escribió en memoria de su perro Boatswain, con el que solo convivió cinco años. Fran y Noe tuvieron la fortuna de compartir una larga y feliz vida de dieciséis años con Botones. Gracias a la vida que os dio tanto, a vosotros y a él. Si tuviera que escribir un epitafio sobre las cenizas de Botones, yo diría: «Nunca sabré a ciencia cierta quién hizo más feliz a quién».

Estas son las hermosas palabras de Lord Bayron: «Cerca de este lugar están depositados los restos de alguien que poseía belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, valor sin ferocidad y todas las virtudes del hombre sin sus vicios. Este elogio, que sería un halago sin sentido si estuviera escrito sobre cenizas humanas, es solo un justo tributo a la memoria de Boatswain, un perro que nació en Terranova en mayo de 1803 y murió en Newstead el 18 de noviembre de 1808».

Adiós, Botones. Miguel Ángel Santos Guerra

jueves, 11 de diciembre de 2025

Una sentencia no respetable

Si el “cuadro probatorio sólido, coherente y concluyente” no permite tal identificación individualizada del autor del delito, es que tal cuadro no existe. Así de simple. No puede haber condena sin identificación inequívoca del delincuente — El Supremo ha cantado gordo

El pasado 27 de noviembre, en el artículo 'La condena del fiscal general: ¿dónde está el umbral de la prevaricación?', avancé que la sentencia que se dictara por la Sala Segunda del Tribunal Supremo tendría “fundamentos jurídicos”, pero no “fundamentación jurídica”. No había posibilidad de fundamentar jurídicamente una condena ante la inexistencia no ya de pruebas, sino de indicios inculpatorios que merezcan tal calificación.

Una vez conocida la sentencia, la falta de fundamentación jurídica de la condena salta a la vista. Seguimos sin saber por qué ha sido condenado Álvaro García Ortiz. En la sentencia se dice que hay un “cuadro probatorio sólido, coherente y concluyente”, que, sin embargo, no permite a los cinco magistrados que redactan la sentencia identificar quién y de qué manera ha cometido el delito.

De ahí que los cinco magistrados atribuyan el delito a “el Fiscal o alguien de su entorno”, desconociendo que en el derecho penal no se juzga “entornos”, sino personas. No delinque la Fiscalía, sino un determinado fiscal. Si el “cuadro probatorio sólido, coherente y concluyente” no permite tal identificación individualizada del autor del delito, es que tal cuadro no existe. Así de simple. No puede haber condena sin identificación inequívoca del delincuente. Y en la sentencia no la hay.

Esta es la razón por la que en el programa Mañaneros, el mismo día en que se hizo pública la sentencia, y habiéndola simplemente ojeado, afirmé que en la sentencia había “cantinfleo jurídico”, pero no argumentación jurídica.

Y digo cantinfleo, porque no de otra manera se pueden entender ni el aval que se proporciona a la decisión del juez instructor de allanar la sede de la Fiscalía General del Estado y la de Madrid con el clonado de toda la información disponible en todo tipo de dispositivos durante ocho meses, ni la valoración extraordinariamente positiva de los periodistas que comparecieron como testigos en el ejercicio del derecho a transmitir “información veraz”, incluyendo el derecho a no revelar sus fuentes, para a continuación negar valor alguno a sus declaraciones, justamente porque no se conocen sus fuentes. El cantinfleo llega a su máxima expresión en la valoración del testimonio del periodista de la Cadena SER Miguel Ángel Campos al que se considera receptor de la filtración por parte del propio fiscal general del Estado, a pesar de la negativa de ambos. Se acusa a Miguel Ángel Campos de faltar a la verdad, pero no se deduce testimonio para que pueda ser investigado y eventualmente condenado por haber cometido un delito de falso testimonio. Esa es la coherencia argumentativa de la sentencia.

El cantinfleo se prolonga de una manera particularmente hiriente en el fundamento dedicado al borrado del teléfono móvil del fiscal general del Estado, que es un asunto completamente irrelevante, ya que el derecho a la presunción de inocencia excluye que el acusado tenga que colaborar con la investigación. Solamente desde la presunción de culpabilidad se puede dar relevancia a dicho borrado. Todo lo que se contiene en ese fundamento jurídico supone un desconocimiento de lo que es el contenido y alcance de la presunción de inocencia, que va mucho más allá del principio in dubio pro reo. Pues “una vez consagrada constitucionalmente, la presunción de inocencia ha dejado de ser un principio general del derecho que ha de informar la actividad judicial (in dubio pro reo), para convertirse en un derecho fundamental que vincula a todos los poderes públicos y que es de aplicación inmediata (STC 31/1981). El fundamento jurídico es un alegato anticonstitucional, que descansa en considerar que no es el órgano juzgador el que tiene que demostrar la culpabilidad destruyendo la presunción de inocencia del acusado, sino que es este el que tiene que colaborar en dicha destrucción.

El cantinfleo concluye con el baile del principio acusatorio que se descarta inicialmente respecto de la nota informativa para desmentir el bulo puesto en circulación por Miguel Ángel Rodríguez, para dejarlo reducido al correo electrónico de 2 de febrero de 2024. En la página 121 de la sentencia se dice textualmente: “Pero solo la (filtración) del correo de 2 de febrero es la que es objeto de acusación”. Sin embargo, se volverá a la nota desmentidora del bulo con posterioridad. De ahí que el Abogado del Estado afirmara que no sabía de qué se acusaba a su defendido.

Hace también unos días afirmé que las sentencias no son en sí mismas “respetables”. Las hay que son respetables y las hay que no lo son. La mayoría suelen ser respetables. Pero algunas no lo son. En la historia hay ejemplos de todas ellas.

La respetabilidad de la sentencia se tiene que conseguir con la solvencia de la fundamentación jurídica. La sentencia tiene que ser susceptible de ser entendida y compartida por la opinión pública. De no ser así, la sentencia no solo puede, sino que debe ser criticada. Considero incluso que es una obligación para quienes nos hemos dedicado toda nuestra vida profesional a la enseñanza del Derecho, en mi caso del Derecho Constitucional. Siempre he considerado que mi tarea docente no tenía por qué circunscribirse al ámbito estrictamente académico, sino que podía e incluso debía proyectarse más allá. De ahí que, ya en los años sesenta del siglo pasado, empezara a colaborar en medios de comunicación, colaboración que iría ganando en intensidad creciente con el paso del tiempo hasta hoy mismo.

El Supremo ha cantado gordo
La condena del fiscal general del Estado se ha producido por una de las sentencias menos respetables de las que he estudiado. Confío en que así acabará siendo reconocido.

Javier Pérez Royo

Para estudiar y disfrutar del Manifiesto comunista

Manifiesto comunista
Fuentes: Rebelión [Imagen: Al faro de la Internacional comunista; el texto de la balsa en ruso dice: Karl Marx, trabajadores del mundo, uníos. Créditos: litografía de V. Spassky (1919), creada para conmemorar la celebración del I Congreso de la III Internacional]




Reseña de Un espectro recorre el mundo. Sobre el Manifiesto comunista (Akal, 2024; ed. orig. 2022), de China Miéville; traducción de Antonio A. Antón

Por Salvador López Arnal

«A mediados del siglo XIX, un pequeño grupo de réprobos, izquierdistas y perseguidos, declararon con grandilocuencia que no eran ellos sino sus enemigos, los grandes poderes de Europa, quienes sufrían el acoso de un fantasma. Así comienza el Manifiesto comunista». Con estas palabras abre esta magnífica y apasionante aproximación (de obligada lectura para lectores comunistas… y no comunistas) a uno de los escritos clásicos de la tradición marx-engelsiana.

Las coordenadas poliéticas de China Miéville (autor multipremiado –tres veces el Arthur C. Clarke, dos veces el British Fantasy Award, cuatro veces el Locus Award a la mejor novela fantástica–f de numerosas obras de ficción y no ficción, por ejemplo Octubre, La historia de la revolución rusa): «Al igual que los autores del Manifiesto, no creo que sea irrelevante la generalizada y masiva miseria del mundo, los insoportables listados de privaciones y depravaciones; y tampoco que todo ello carezca de conexión con el sistema económico que domina el actual orden de cosas». Tampoco cree CM que la pobreza de los pobres esté desconectada de la riqueza de los ricos «ni que la importancia de aquellos a los que se les ha arrebatado el poder no guarde relación con el poder de los poderosos».

El libro que tienes en tus manos, señala CM, «no pretende ser una evaluación exhaustiva del Manifiesto o sus argumentos» (aunque está muy cerca de ello en mi opinión). Está pensando como una introducción a «un texto indispensable, teniendo en mente el lector curioso y de mente abierta». No se presupone ningún conocimiento previo. Incluye resúmenes y Miéville cita muchas secciones del Manifiesto. El autor «ha intentando hacer que este libro, en la mayor medida posible, se mantenga en pie por sí solo, sin dejar de hacer honor al trabajo de académicos y activistas del que se nutre». Por esa razón el ensayo está lleno de ecos: «no dejar de citar, de nombrar, aunque sea de paso, y de decir lo que otros dijeron antes». Por si faltara algo, para lectores interesados en investigar la literatura al respecto (básicamente anglosajona), «en las notas he mencionado y profundizado en diversos debates, discusiones y referencias, a las que solo puedo aludir en el texto principal».

Un espectro recorre el mundo consta de una introducción, seis capítulos: 
1. Sobre el Manifiesto y la forma de manifiesto. 
2. El Manifiesto Comunista en su época. 
3. Un panorama general del Manifiesto. 
4. Evaluando el Manifiesto. 
5. Críticas del Manifiesto. 
6. El Manifiesto Comunista, hoy, 
el epílogo: «Un catecismo comunista (a partir de Engels)», y cinco anexos complementarios: el texto del Manifiesto del Partido comunista (en la edición original se da la traducción de Samuel Moore, con la cooperación de Engels, de 1888; en la edición castellana se da la traducción a nuestro idioma de Juanmari Madariaga publicada por la propia editorial en 2023, añadiendo la numeración especial de China Miéville y sus notas al pie) y los prefacios a la edición alemana de 1872, la rusa de 1882 y la alemana de 1883, más el prefacio de Engels (en solitario, Marx ya había fallecido) a la edición inglesa de 1888.

Sobre su contenido (p. 15): 
el primer capítulo es una breve nota sobre el propio formato de «manifiesto»; 
el 2º recrea el contexto histórico del MC y explora el lugar que ocupa el texto dentro del marco general del pensamiento de Marx y Engels; 
el 3º incluye una exposición abreviada del Manifiesto y los epílogos de mayor relevancia que acumuló con el paso del tiempo. 
En el 4º el autor desentraña algunas de las afirmaciones clave del MC, para evaluarlo en cuanto obra de historia, política, economía y ética (en nota: «estos no son todos los posibles enfoques… Por ejemplo, quedan pendientes debates de cierta importancia alrededor de la aproximación fascinante del Manifiesto a la cultura, aunque sea muy parcial y defectuosa»). El margen entre los capítulos 4º y 5º es poroso: «en general, el primero pretende explicar y evaluar las afirmaciones y conceptos centrales del MC, y abordar con relativa concisión las críticas como parte integral del mismo proceso, mientras que el foco del siguiente capítulo 
[el 5º] se sitúa más directamente sobre algunas de las críticas del documento que me parecen más importantes». 
El 6º sopesa el valor del MC en nuestra época febril, «para aplicar sus invectivas y exhortaciones a las crisis que afrontamos, cada vez más aceleradamente, y para preguntarnos qué es lo que debemos descartar y lo que podríamos tomar ahora del Manifiesto: es decir, si de algún modo puede servirnos de guía. Si sirvió de guía en algún momento».

El epílogo, «Un catecismo comunista (a partir de Engels)» (Miéville, afortunadamente, está años-luz alejado de cualquier desconsideración antiengelsiana), se estructura en tres preguntas con sus respectivas respuestas. Las preguntas: 
1. ¿Eres comunista? (Miéville responde con tres palabras: «Sí, somos comunistas»), 
2. ¿Cuál es el objetivo de los comunistas?. 
3. ¿Cómo deseáis lograr este objetivo?

De la fuerza literaria y política del autor este paso de su tercera respuesta es muy significativo: «Sí, cambiaremos el estado actual de cosas. No lo haremos en el sentido de que sea inevitable, sino que lo haremos en el sentido de que no es imposible; en el sentido de que es necesario, de que la apuesta y la lucha valen absolutamente la pena. En el sentido de que vivir con ese «Sí» ardiendo en lo más íntimo de tu ser, de forma simultánea, y con tanta fuerza, o finalmente más fuerte incluso, que el ardiente «No» de esa parte de odio necesario, es la única manera de acercarse a existir, y a vivir como un ser humano en un sistema tan repulsivo, monstruoso, inhumano y antihumano». Sí, concluye, cambiaremos el actual estado de cosas.

Material ideal para seminarios de aprendizaje, estudio y profundización. Un buen comentario de Naomi Klein: «Es emocionante acompañar a Miéville en su lidia –de buena fe crítica y compromiso incandescente– con un manifiesto que todavía nos llama a construir un mundo nuevo».

Sugerencia de lectura: empezar la lectura del ensayo leyendo el Manifiesto (con anotaciones), seguir luego por la explicación de China Miéville y finalizar con una nueva lectura del Manifiesto.

Leer con Miéville, ha señalado Ruth Wilson Gilmore, «agudiza nuestros sentidos hacia los movimientos internacionalistas contemporáneos desde abajo.» Tiene razón.

Nota final.- Una versión abreviada de esta reseña se publicó en El Viejo Topo, septiembre de 2025.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

_- Matemáticas ¿Por qué son tan importantes los números primos?

_- Los mejores matemáticos, desde Euclides, han investigado sobre ellos

Números primos
Los números naturales son aquellos que usamos para contar: 1, 2, 3, 4… Y un número primo es un número natural mayor que 1 que tiene únicamente dos divisores positivos, él mismo y el 1. Así que el 2 es un número primo porque solo puede dividirse por 2 y por 1 con un resultado exacto. También el 3 lo es por la misma razón. Pero el 4 no lo es porque puede dividirse por 1, por 2 y por 4. Existen infinitos números primos, según demostró el matemático griego Euclides.

Como dices en tu pregunta, son muy importantes. Y lo son desde distintos puntos de vista. El primero está centrado en las propias matemáticas porque estos números son la columna vertebral de muchas de las ramas de esta ciencia, por ejemplo, son fundamentales para la teoría de números.

Pero, además, son un buen ejemplo de cómo evolucionan las matemáticas. Inicialmente comenzaron a estudiarse con el único interés de aumentar el conocimiento. Es decir, los número primos no se investigaban para buscar aplicaciones sino simplemente por la curiosidad de comprenderlos mejor. Se investigó cuáles eran sus propiedades, si existe alguna fórmula para calcular números primos, cuántos números primos hay menores o iguales que un número dado, si hay algún patrón para identificarlos, como saber si un número natural grande es primo, etc. Los mejores matemáticos han investigado sobre ellos. Ya te he hablado de Euclides, al que se conoce como el padre de la geometría, pero también otros matemáticos griegos como Eratóstenes; y más recientemente, Pierre de Fermat, Leonhard Euler, Gottfried Leibniz, Sophie Germaine o Carl Friedrich Gauss, entre muchos otros. La hipótesis de Riemann, todavía sin demostrar, uno de los problemas del milenio del Instituto Clay de Matemáticas dotado con un millón de dólares para el que lo resuelva, está íntimamente relacionada con los números primos.

En la investigación básica, aquella que se hace para ampliar el conocimiento y no pensando en una aplicación inmediata, la mayoría de las veces, cuando ya tenemos ese saber, se encuentra alguna aplicación. Y eso que ocurre muchas veces en las matemáticas es lo que ha pasado con los números primos. Por ejemplo, gracias a ellos, hubo una gran revolución de la criptografía que es la ciencia que se encarga de cifrar o codificar los mensajes para hacerlos inaccesibles a usuarios no autorizados y que es clave para que internet y las aplicaciones que utilizamos funcionen correctamente. Así que nos encontramos con que las propiedades de los números primos nos han abierto el camino para tecnologías tan importantes como las de las comunicaciones, el correo o el comercio electrónicos, entre otras muchas.

Una de las propiedades clave de los números primos para estas aplicaciones es que no siguen un patrón. Parece que su distribución es impredecible, aleatoria. Por eso se utilizan programas para buscar nuevos números primos. En algunas de estas búsquedas, se pide la colaboración ciudadana, es decir, cualquier persona puede prestar su ordenador para que se utilice, juntos a otros miles o cientos de miles, en esa búsqueda.

El número primo con más dígitos que se ha encontrado hasta ahora tiene más de 41 millones de dígitos y se halló gracias a uno de estos programas de colaboración ciudadana en los que participan personas voluntarias de todos los países.

Hay algunas otras cuestiones relacionadas con los números primos que son realmente interesantes. Por ejemplo, yo trabajo con modelos de poblaciones. Y resulta que en el estudio de poblaciones aparecen números primos en ciertos ciclos de insectos. Existen algunas cigarras que tienen ciclos vitales de 13 o 17 años, dos números primos. Estos insectos están bajo tierra y cada cierto tiempo, esos 13 o 17 años, emergen a la superficie durante unos pocos días para reproducirse. La explicación que se ha dado es que esto les da una ventaja evolutiva, así lo defendió el paleontólogo Stephen Jay Gould en su trabajo Of Bamboos, Cicadas, and the Economy of Adam Smith. Si sus ciclos vitales fueran de números no primos, 6, 8, 10…, coincidirían con muchos más de sus depredadores que tienen ciclos cortos y regulares.

Y hay una cosa divertida relacionada con las croquetas. Parece que los números primos han llegado hasta el marketing. Muchas veces cuando pides una tapa de croquetas te ponen un número primo, generalmente 5, porque la mayoría de las veces ese número primo no puede dividirse entre las personas que las han pedido (excepto si en ese caso son 1 o 5), lo que obliga a pedir otra tapa más. Otra opción, claro está, es repartirlas con diplomacia, pero así se pierde un poco la emoción del pequeño dilema matemático del aperitivo.

Victoria Otero Espinar es catedrática de Análisis Matemático en el Departamento de Estadística, Análisis Matemático y Optimización de la Universidade de Santiago de Compostela e investigadora del Centro de Investigación y Tecnología Matemática de Galicia (CITMAga), también es presidenta de la Real Sociedad Matemática Española.

Coordinación y redacción: Victoria Toro.

Pregunta enviada vía email por Carla Gómez Inaraja.

Las científicas responden es un consultorio científico semanal, patrocinado por el programa L’Oréal-Unesco ‘For Women in Science’ y por Bristol Myers Squibb, que contesta a las dudas de los lectores sobre ciencia y tecnología. Son científicas y tecnólogas, socias de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), las que responden a esas dudas. Envía tus preguntas a nosotrasrespondemos@gmail.com o por X #nosotrasrespondemos.

martes, 9 de diciembre de 2025

Estudio de mujer que vivió 117 años revela algo fascinante

La dualidad entre juventud y vejez extrema en una misma persona desafía lo que sabemos sobre longevidad.

La superanciana española Maria Branyas, que batió el récord mundial de vivir 117 años, tenía características biológicas asociadas a una longevidad saludable, como un buen microbioma, pero a la vez presentaba señales de envejecimiento extremo.

Son las principales conclusiones de un estudio del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, publicado este miércoles (24.09.2025) en la revista Cell Reports Medicine.

El estudio más exhaustivo sobre supercentenarios
El nuevo estudio –liderado por el jefe del grupo de Epigenética del cáncer del Instituto, Manel Esteller– incluye el análisis completo de las muestras obtenidas de Maria Branyas antes de fallecer y constituye el estudio más exhaustivo hasta la fecha sobre una supercentenaria.

Branyas, nacida en San Francisco (EE. UU.) en 1907 y fallecida en Olot (Gerona, noreste de España) en 2024, es por ahora la persona más longeva del mundo, gracias a una salud de hierro que ni siquiera el covid pudo derribar.

La excepcionalidad del caso llamó la atención de Esteller, que se propuso analizar qué características diferenciales tenía su cuerpo para prácticamente no enfermar nunca, pues no tuvo ni cánceres ni demencia u otras patologías graves propias del envejecimiento.

Branyas y su familia accedieron a que el equipo de Esteller recogiera muestras de la superanciana, como saliva, sangre y orina, para dilucidar el porqué de su longeva vida.

Los investigadores del Instituto Josep Carreras analizaron muestras de sangre, saliva y orina de la supercentenaria española. 

Longevidad saludable vs. envejecimiento extremo
Tras analizar las muestras, los investigadores han concluido que quienes alcanzan edades supercentenarias no lo logran por un retraso general del envejecimiento, sino, en palabras de Esteller, gracias a una "fascinante dualidad: la presencia simultánea de señales de vejez extrema y de longevidad saludable".

En este sentido, el equipo observó que Branyas presentaba características genéticas asociadas a la neuroprotección (que evitan la demencia) y la cardioprotección (que preservan el correcto funcionamiento cardiovascular).

También tenía un microbioma muy joven, como el de una niña, dominado por bifidobacterias beneficiosas, así como una edad biológica inferior en diecisiete años a la cronológica, según conclusiones parciales del estudio que ya se dieron a conocer el pasado marzo.

Pero a la vez, el equipo investigador detectó signos inequívocos de envejecimiento, como telómeros muy cortos (son los extremos de los cromosomas, que se acortan con la edad), un sistema inmunitario proinflamatorio y una población envejecida de linfocitos B (células del sistema inmunitario que se forman a partir de las células madre en la médula ósea).

María Branyas aparece como una niña de cuatro años (tercera desde la izquierda, vestida de blanco) junto a su familia en Nueva Orleans en 1911, antes de trasladarse a España. María Branyas aparece como una niña de cuatro años (tercera desde la izquierda, vestida de blanco) junto a su familia en Nueva Orleans en 1911, antes de trasladarse a España.

Implicaciones científicas del caso Branyas
Como Branyas no tuvo patologías graves, este estudio permite distinguir claramente entre envejecimiento y enfermedad.

El caso de Branyas ofrece una visión global de los efectos del envejecimiento sobre el organismo que podrían ser útiles para buscar formas de contrarrestarlos, según los investigadores.

En este sentido, con esta información, científicos de todo el mundo podrán comprender mejor el proceso natural de hacerse mayor y plantear estrategias para abordarlo específicamente, del mismo modo que se trataría una enfermedad.

Dado que el envejecimiento del sistema sanguíneo se asocia estrechamente con una mayor incidencia de cánceres hematológicos, como la leucemia y los síndromes mielodisplásicos, los resultados de este estudio sobre supercentenarios también podrían ofrecer valiosas pistas para profundizar en la comprensión de estas enfermedades, según Esteller.

Pere Aragonès, expresidente de la Generalitat de Cataluña, visitó a María Branyas en la residencia de Olot donde vivía la persona más longeva del mundo antes de fallecer a los 117 años.Pere Aragonès, expresidente de la Generalitat de Cataluña, visitó a María Branyas en la residencia de Olot donde vivía la persona más longeva del mundo antes de fallecer a los 117 años.

Pere Aragonès, expresidente de la Generalitat de Cataluña, visitó a María Branyas en la residencia de Olot donde vivía la persona más longeva del mundo antes de fallecer a los 117 años.Imagen: Govern/Europapress/dpa/picture alliance 

Factores de estilo de vida y longevidad 
En cuanto al estilo de vida, el equipo investigador destaca que elementos como una alimentación saludable, una red de relaciones estimulante y diversa y la ausencia de hábitos tóxicos podrían explicar la larga vida de Branyas.

En todo caso, los investigadores consideran que, con los datos obtenidos, es prematuro poder vincular las características biológicas de Branyas a estos hábitos concretos.

FEW (EFE, Cell Reports Medicine)

Y, según contaba la propia familia en redes sociales, había un detalle curioso: María comía cada día tres yogures de la marca La Fageda, una cooperativa catalana sin ánimo de lucro, hace 3 días 

lunes, 8 de diciembre de 2025

Mi sentido del gusto se está debilitando con la edad. ¿Puedo evitarlo? Los expertos comparten algunas recomendaciones.

Una variedad de alimentos, incluidos brócoli, espárragos, chuletas de pollo, camarones, maíz y muslo de pollo pintados con aerosol blanco, se encuentran sobre un fondo blanco.
Credit...Eric 
P: Estoy perdiendo el sentido del gusto a medida que envejezco. ¿Qué puedo hacer al respecto? 

 Todos los sentidos disminuyen con la edad, pero la pérdida del sentido del gusto es sorprendentemente común. Un estudio de 2016 estimó que alrededor de tres cuartas partes de los adultos mayores tienen problemas con el gusto, más que cualquier otro déficit sensorial. 

 Pero muchas personas no se dan cuenta de que están perdiendo el sentido del gusto, ya que ocurre de forma muy gradual, dijo Paule Joseph, codirectora del Centro Nacional del Olfato y el Gusto de los Institutos Nacionales de la Salud. Cuando los pacientes sí notan cambios en el “gusto”, a menudo lo que experimentan es una pérdida del olfato, añadió, puesto que gran parte del sabor procede del olfato.

El Times Una selección de lecturas que no encontrarás en otro lugar, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox. Independientemente del problema subyacente, tanto la pérdida del gusto como la del olfato pueden afectar tu salud en general. Algunas personas pueden perder el apetito y volverse frágiles, mientras que otras recurren a alimentos salados, dulces y grasos para realzar el sabor, lo que aumenta potencialmente el riesgo de padecer afecciones como diabetes de tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

La pérdida de gusto y olfato está incluso vinculada a la depresión, ya que estos sentidos están conectados a los circuitos cerebrales de la emoción y la recompensa, y la comida suele estar ligada a la cultura, la familia y la identidad.

“El gusto y el olfato no son solo sentidos menores”, dijo Joseph. “Están profundamente ligados a la supervivencia, la nutrición, la seguridad y la salud mental”.

¿Qué causa estas pérdidas?
En general, los expertos dicen que hay cinco razones principales para estas alteraciones: traumatismos, virus, inflamación, salud bucodental y edad.

Los traumatismos craneoencefálicos y las conmociones cerebrales, así como las cirugías alrededor del oído, la nariz y el cerebro, pueden dañar los nervios del gusto y el olfato, dijo Jayant Pinto, cirujano de cabeza y cuello de la Universidad de Medicina de Chicago.

Los virus pueden dañar de forma similar el sentido del olfato, ya sea temporal o permanentemente. La COVID-19, por ejemplo, parece atacar a las células de soporte de la nariz, al alterar las neuronas que gobiernan el olfato y a veces incluso impidiendo que se regeneren, añadió Pinto.

La inflamación nasal crónica, normalmente de 12 semanas o más, también puede bloquear los olores y dañar el revestimiento nasal, dijo Pinto, ya sea por infecciones sinusales, pólipos nasales o alergias. El tratamiento precoz de estas afecciones puede evitar problemas olfativos a largo plazo, dijo.

Y los problemas de salud bucodental —como las enfermedades de las encías, las infecciones, la sequedad bucal y la acumulación de bacterias, alimentos y células muertas en la lengua— pueden causar problemas de gusto, dijo Sukirth Ganesan, cirujano dentista de la Universidad de Iowa. Por eso, acudir al dentista con regularidad, mantenerse hidratado y limpiarse la lengua puede ayudar. Sin embargo, no todos los problemas tienen fácil remedio: las dentaduras postizas, por ejemplo, limitan la capacidad del portador para apreciar la textura y consistencia de los alimentos, lo que afecta al sabor.

En última instancia, el mayor factor de riesgo tanto para la pérdida del gusto como del olfato podría ser la edad, dijo Jay Bhatt, geriatra de Illinois. A nivel biológico, el número de papilas gustativas y receptores olfativos disminuye a partir de los 60 años, ya que el organismo pierde la capacidad de regenerarlos.

Muchas afecciones, como la diabetes de tipo 2, los accidentes cerebrovasculares, el alzhéimer y el párkinson, y diversos medicamentos, como ciertos antibióticos, antidepresivos, medicamentos para la presión arterial y fármacos de quimioterapia, también están relacionadas con problemas de gusto y olfato, dijo Bhatt.

Los adultos mayores tienden a combinar con mayor frecuencia estas afecciones y medicamentos, lo que aumenta su riesgo de pérdida del gusto y el olfato, añadió. Es posible que su médico pueda ajustar algunos de sus medicamentos, encontrar alternativas o tratar los efectos secundarios con saliva artificial, por ejemplo. Pero nunca debe dejar de tomar los medicamentos recetados por su cuenta, dijo Bhatt.

¿Existe algún tratamiento?
Si bien los problemas a corto plazo, como la congestión, generalmente se pueden abordar, los médicos a menudo pueden hacer poco para revertir la pérdida del gusto o el olfato, dijo Linda Bartoshuk, profesora de investigación de la Universidad George Washington.

La gente suele probar los suplementos de zinc y la acupuntura, pero las pruebas de que ayudan son de tan baja calidad que Bartoshuk no los recomienda. Algunas personas también prueban los suplementos de B12 y hierro, pero solo ayudan si se tiene una deficiencia, dijo Joseph.

Otra opción habitual para mejorar el sentido del olfato es el entrenamiento olfativo, que consiste en una terapia física para la nariz en la que se inhalan fragancias dos veces al día. Tiene pocos inconvenientes y algunos pacientes mejoran, dijo Joseph, sobre todo si se es más joven, si se ha tenido una infección vírica en el último año o si se sigue con el entrenamiento olfativo durante periodos más largos (hasta seis o nueve meses).

Pero los resultados pueden variar: un ensayo reciente no encontró ningún beneficio general, aunque la gente sí recordaba mejor olores específicos.

Con opciones médicas limitadas, la cocina puede ser el mejor lugar para que la gente contrarreste la pérdida del gusto y el olfato. Utilizar más hierbas y especias, por ejemplo, puede potenciar el sabor, así como comer alimentos ricos en umami como setas, tomates y queso parmesano, dijo Joseph. También puede considerar el uso de glutamato monosódico, que solo tiene un tercio de la cantidad de sodio de la sal de mesa.

Variar los colores, las texturas y las temperaturas de sus alimentos también puede hacer que las comidas sean más agradables, dijo Pinto, aunque esto no restablecerá el sabor ni el olor.

Lo más importante es evitar perseguir el sabor con sal, azúcar y grasa adicionales, dijo Pinto. “Gran parte de lo que obtenemos de la comida es placer”, añadió. “Pero definitivamente se puede aumentar el sabor de forma saludable”.

Simar Bajaj cubre salud y bienestar.

domingo, 7 de diciembre de 2025

Carta abierta de Adolfo Pérez Esquivel a Corina Machado. De Nobel a Nobel



Te envío el saludo de paz y bien que tanto necesita la humanidad y los pueblos que viven en la pobreza, conflictos, guerras y hambre. Esta carta abierta es para expresarte y compartir algunas reflexiones.

Me sorprendió tu designación como Premio Nobel de la Paz que te otorgó el Comité Nobel. Me vinieron a la memoria las luchas contra las dictaduras en el continente y en mi país, dictaduras militares que soportamos desde 1976 hasta 1983. Resistimos las cárceles, torturas y el exilio con miles de desaparecidos, niños secuestrados y desaparecidos y los vuelos de la muerte de los cuales soy un sobreviviente.

En 1980 el Comité Nobel me otorgó el Premio Nobel de la Paz; han pasado 45 años y continuamos trabajando al servicio de los más pobres y junto a los pueblos latinoamericanos. En nombre de todos ellos asumí esa alta distinción, no por el Premio en sí, fue por el compromiso junto a los pueblos que comparten las luchas y esperanzas para construir un nuevo amanecer. La paz se construye día a día y debemos ser coherentes entre el decir y el hacer.

A mis 94 años, continúo siendo un aprendiz de la vida y me preocupa tu postura y tus decisiones sociales y políticas. Por lo tanto te envío estas reflexiones.

El gobierno venezolano es una democracia con sus luces y sombras. Hugo Chávez marcó el camino de libertad y soberanía del pueblo y luchó por la unidad continental, fue un despertar de la Patria Grande. Estados Unidos lo atacó permanentemente: no puede permitir que ningún país del continente salga de su órbita y la dependencia colonial; continúa sosteniendo que América Latina es su “patrio trasero”. El boqueo a Cuba por los Estados Unidos durante más de 60 años es un ataque a la libertad y derecho de los pueblos. La resistencia del pueblo cubano es un ejemplo de dignidad y fortaleza.

Me sorprende cómo te aferras a los Estados Unidos: debes saber que no tiene aliados, ni amigos, solo tiene intereses. Las dictaduras impuestas en América Latina fueron instrumentadas por sus intereses de dominación y destruyeron la vida y la organización social, cultural y política de los pueblos que luchan por su libertad y autodeterminación. Los pueblos resistimos y luchamos por el derecho a ser libres y soberanos y no colonia de los Estados Unidos.

El gobierno de Nicolás Maduro vive bajo amenaza de los Estados Unidos y del bloqueo, basta tener presente las fuerzas navales en el Caribe y el peligro de invasión a tu país. No has dicho una palabra o apoyas la injerencia de la gran potencia contra Venezuela. El pueblo venezolano está listo para enfrentar la amenaza.

Corina, te pregunto. ¿Por qué llamaste a los Estados Unidos para que invada Venezuela? Al recibir el anuncio que te otorgaron el Premio Nobel de la Paz se lo dedicaste a Trump. El agresor a tu país que miente y acusa a Venezuela de ser narcotraficante, mentira semejante a la de George Bush, que acusó a Saddam Hussein de tener “armas de destrucción masiva”. Pretexto para invadir Irak, saquearla y provocar miles de víctimas, mujeres y niños. Estuve al final de la guerra en Bagdad en el hospital pediátrico y pude ver la destrucción y muertes por aquellos que se proclaman los defensores de la libertad. La peor de las violencias es la mentira.

No olvides Corina que Panamá fue invadida por los Estados Unidos, que provocó muertes y destrucción para capturar un exiliado, el general Noriega. La invasión dejó 1200 muertes en Los Chorrillos. Hoy Estados Unidos pretende apoderarse nuevamente del Canal de Panamá. Es una larga lista de intervenciones y dolor en América Latina y el mundo por Estados Unidos. Aún continúan abiertas las venas de América Latina, como decía Eduardo Galeano.

Me preocupa que no hayas dedicado el Nobel a tu pueblo y sí al agresor de Venezuela. Creo Corina que tienes que analizar y saber dónde estás parada, si eres una pieza más del coloniaje de Estados Unidos, sometida a sus intereses de dominación, lo que nunca puede ser para el bien de tu pueblo. Como opositora al gobierno de Maduro, tus posturas y opciones generan mucha incertidumbre, recurres a lo peor cuando pedís que Estados Unidos invada Venezuela.

Lo importante es tener presente que construir la paz requiere mucha fuerza y coraje en bien de tu pueblo, que conozco y quiero profundamente. Donde antes había chabolas en los cerros que sobrevivían en la pobreza e indigencia hoy hay viviendas dignas, salud, educación y cultura. La dignidad del pueblo no se compra ni se vende.

Corina, como dice el poeta: caminante no hay camino, se hace camino al andar. Ahora tienes la posibilidad de trabajar para tu pueblo y construir la paz, no provocar mayor violencia, un mal no se resuelve con otro mal mayor. Solo tendremos dos males y nunca la solución del conflicto.

Abre tu mente y corazón al diálogo, al encuentro de tu pueblo, vacía el cántaro de la violencia y construye la paz y unidad de tu pueblo para que entre la luz de la libertad e igualdad.

Fuente: 

_- Entrevista a John Ioannidis La ciencia bajo presión, la humanidad en riesgo

_- Fuentes: Viento Sur


Ioannidis ha dedicado su carrera a exponer los débiles cimientos de gran parte de la medicina moderna. Su artículo de 2005, Why Most Published Research Findings Are False (“Por qué la mayoría de los hallazgos de investigación publicados son falsos”), se convirtió en el más leído en la historia de PLOS Medicine y ayudó a encender un debate global sobre la reproducibilidad. Desde entonces ha advertido sobre cómo la medicina basada en la evidencia puede ser secuestrada por la influencia de la industria, cómo los sistemas de recompensas sesgados en la academia favorecen la cantidad sobre la calidad y cómo incluso las revisiones sistemáticas pueden reciclar datos defectuosos. Sus críticas se extienden a la psiquiatría, donde los ensayos financiados por farmacéuticas suelen inclinarse hacia resultados positivos, las guías son moldeadas por personas con intereses dentro del campo y los hallazgos en neurociencia son más frágiles de lo que parecen.

Es profesor titular en Stanford y cuenta con una amplia formación en medicina, epidemiología, salud poblacional y ciencias de datos. Tanto como es 
n defensor de la buena ciencia, Ioannidis también es amante de las artes y las humanidades. Es novelista, enseña poesía, ama la ópera y él mismo ha escrito libretos para cuatro óperas.

En esta entrevista, aborda el extenso sesgo que impregna la investigación científica, las prácticas problemáticas y presiones que permiten que la ciencia defectuosa prospere, y los problemas significativos con la investigación sobre antidepresivos. Al mismo tiempo, nos recuerda por qué la buena ciencia es un regalo para la humanidad y algo que debemos proteger por nuestro bienestar y dignidad.

La transcripción a continuación ha sido editada por extensión y claridad.

Entrevista a John Ioannidis
Ayurdhi Dhar (AD): Siempre dices que la ciencia es lo mejor que nos ha pasado, y tu trabajo ha sido hacer y proteger la buena ciencia. También tienes un amor igual por las artes y las humanidades. Me gustaría saber un poco sobre cómo llegaste a amar la ciencia y cómo te diste cuenta de que necesitaba protección.

John Ioannidis (JI): Creo que la ciencia es un esfuerzo humano muy vulnerable y sensible. Tuve experiencias tempranas con científicos, incluidos científicos en mi propia familia. Vi cómo trabajaban: lo difícil que es llevar a cabo una buena ciencia e investigación, cuántos obstáculos existen para hacer las cosas bien y cuántos cálculos son difíciles o defectuosos. Todo eso era intrigante, emocionante y, al mismo tiempo, esencial para intentar hacerlo mejor.

La ciencia no es perfecta. Es algo que está en una lucha continua por mejorar. Me atrajo muy pronto, aprendiendo de mis propios errores y luchas por hacer buena ciencia, viendo lo fácil que es estar sesgado y cometer errores.

AD: Probablemente te han preguntado sobre tu artículo de 2005 miles de veces, así que lo haré breve. Ese artículo ha sido visto más de 3 millones de veces. Cuéntanos un poco sobre lo que encontraste que te llevó a determinar que la mayoría de los hallazgos de investigación médica son falsos.

JI: Ese artículo intentó estimar la probabilidad de que un hallazgo de investigación que supera un cierto umbral de detección (típicamente un cierto nivel de significación estadística en la mayor parte de la investigación biomédica) refleje un hallazgo verdadero, en lugar de uno espurio. Intenta modelar diferentes características, empezando por qué tan bueno es el poder del estudio, los sesgos, y el hecho de que la ciencia es llevada a cabo por múltiples científicos con distintos objetivos.

Nos ayuda a calcular cuáles son las probabilidades de que una afirmación de un resultado significativo sea correcta, en diferentes circunstancias, en diferentes campos, en diferentes fases del desarrollo de una disciplina, y con diferentes factores, incluidos sesgos, presiones de patrocinadores, conflictos y otros poderes desestabilizadores que pueden operar alrededor de la ciencia.

En la mayoría de los contextos, resulta que lo que obtenemos es poco probable que sea correcto. La probabilidad de que no lo sea es mayor del 50%. Por supuesto, eso varía. Si tenemos un ensayo aleatorizado muy grande en fase avanzada y obtenemos un resultado significativo, la probabilidad de que sea correcto es mucho más del 50%. Pero en la gran mayoría de las iniciativas científicas, tanto en 2005 como en 2025, la probabilidad es menor del 50%, y en muchos casos, es mucho menor del 50%.

AD: Ese artículo se volvió realmente famoso. ¿Te enfrentaste a reacciones negativas por escribir algo que decía: “Atención, muchos de estos hallazgos de investigación médica podrían ser falsos”? Lo pregunto porque pienso en el trabajo de Carl Elliott sobre los que denuncian irregularidades en la medicina y cómo se les trata.

JI: Por supuesto, hubo reacciones, y eso es muy apropiado y científico. La ciencia depende de la retroalimentación crítica, del debate, del escepticismo saludable y organizado. Hubo una variedad de críticas, algunas muy superficiales y otras profundas, interesantes y constructivas. Creo que el trabajo en este campo ha evolucionado desde entonces y se ha vuelto más rico, profundo, interesante y quizás también más preciso.

Evité los ataques que pueden recibir los denunciantes de irregularidades cuando intentan revelar que un solo artículo o un solo científico es fraudulento. El artículo de 2005 no trataba de la manipulación o de los resultados fraudulentos de un único científico o un único artículo. Trataba del conjunto de la empresa científica, y paradójicamente, la gente está más dispuesta a escuchar que “millones de artículos pueden estar equivocados” en lugar de que “mi artículo está equivocado”. Cuando se vuelve personal, la gente tiende a reaccionar de manera muy negativa y emocional.

Cuando describes problemas a gran escala, la gente es más tolerante porque piensa: “Bueno, ¿no te estarás refiriendo a mi propio trabajo, verdad?”. En realidad, el artículo habla del trabajo de todos nosotros. No hace excepciones. Muestra que cualquiera, en muchas circunstancias diferentes, podría sucumbir a esos sesgos que configuran la literatura científica problemática.

AD: La conclusión general de tu trabajo sobre los sesgos parece mostrar que hay sesgo en cada paso, en cada nivel de la investigación. Tomemos mi disciplina, la Psicología. Tú escribiste que puede haber sesgo en la observación, y en Psicología eso suele ser cierto, ya que hay mucha subjetividad en qué se observa y cómo. Puede haber sesgo en la medición: tomamos cosas complejas como el duelo y las reducimos a números. Hay problemas con la clasificación: las clasificaciones del DSM están constantemente bajo escrutinio. Hay sesgo en el análisis: los investigadores ejecutan múltiples análisis hasta encontrar lo que quieren (“¡Ya tengo significación!”). Hay sesgo en la difusión de la investigación, un tema sobre el que ha escrito Erik Turner, particularmente en relación con los antidepresivos y el problema del sesgo de publicación.

Escribes que la neuroimagen y la ciencia cognitiva están especialmente plagadas de esto, y estoy de acuerdo. Cada dos días aparece un nuevo estudio que “encuentra” el TDAH en el cerebro, y la gente lo toma en serio, pensando que las imágenes cerebrales significan evidencia dura.

¿Podrías describir los sesgos específicamente presentes en la literatura de neurociencia cognitiva y psicología?

JI: Existen literalmente cientos de sesgos. Publiqué otro artículo con David Chavalarias sobre un catálogo de sesgos utilizando una extracción de información textual a partir de toda la base de datos PubMed. Por supuesto, eso ni siquiera fue un catálogo completo, porque algunos sesgos pueden no estar nombrados como “sesgo X”, pero encontramos varios cientos diferentes. Una parte significativa de esos sesgos fue identificada primero en las ciencias psicológicas o sociales y luego fue aplicada en otros campos, incluida la biomedicina.

La psicología y las ciencias cognitivas no son necesariamente peores que otros campos. No solo han contribuido a la teoría del sesgo, ya que muchos sesgos fueron descritos por primera vez allí, sino que también fueron uno de los primeros campos en reconocer la necesidad de autoexaminarse. Comenzaron a realizar verificaciones de reproducibilidad a gran escala, y típicamente cerca de dos tercios de los experimentos no pudieron reproducirse.

Los campos con mediciones muy confusas y cuestionables tienden a hacerlo peor que aquellos más rígidos y específicos. Los campos con más presión de los patrocinadores o de otros interesados que desean un resultado particular también lo hacen peor. A veces basta con el sesgo de lealtad, cuando alguien ha construido su carrera sobre una observación o publicaciones específicas, y la defiende a toda costa.

También está la cuestión de la multiplicidad. ¿Es un campo donde solo se pueden hacer pocas preguntas, o es un campo donde se pueden hacer millones de preguntas? ¿Cuánta transparencia hay y qué medidas se están tomando para abordarlo? La ciencia psicológica, en principio, puede estar en un punto intermedio comparada con otros campos. No es tan mala. No es perfecta.

Probablemente hay mucho sesgo de lealtad. Creencias y discursos fuertes impregnan el campo, sobre las que la gente construye carreras y luego se aferra a ellas. Una cosa que quizá lo ponga en peor estado que otros campos es que los resultados y las mediciones pueden ser poco claras. Los estados mentales o psicológicos no son tan concretos como medir una proteína u otra entidad tangible.

Los estudios de neuroimagen son altamente complejos: cada pequeño vórtice y píxel puede contar, y hay tantos que intentas hacer inferencias a partir de ellos.

AD: Entonces, ¿qué campo está funcionando realmente mal en este sentido?

JI: Todos los campos. Probablemente la ciencia de la nutrición destacaría como muy deficiente en cuanto a estándares, métodos, transparencia, potencial de reproducibilidad y también en su disposición a corregirse, debido a: 1) lo difícil que es obtener resultados precisos, y 2) cuánto se hace para llegar ahí. Algunos campos pueden ser horribles, pero luego dar los pasos correctos y volverse fuertes.

La genética probablemente estaba entre los peores hace 20 años; casi nada correcto se publicaba en genética, excepto efectos monogenéticos muy fuertes. El campo dijo: “Ya basta. Hemos publicado 100.000 artículos que no llevan a ningún lado. Necesitamos prácticas de validación muy sólidas, mejores estadísticas, más transparencia y compartir datos”.

Entonces empezaron a obtener resultados reproducibles, pero de nuevo, puede que no sean útiles en la práctica. Esto aplica aún más para la salud mental y para los resultados y fenotipos psicológicos. La genética es increíblemente compleja. Incluso si algunas señales ahora son más reproducibles, no estoy seguro de que puedan usarse para cambiar resultados en pacientes o en personas que quieren modular sus comportamientos.

AD: Hace veinte años la genética estaba en problemas, y han avanzado tratando de mejorar. Por ejemplo, existían relatos populares pero erróneos de que un solo gen causaba la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Incluso ahora, esos relatos persisten aunque sean falsos. Una vez que entran en el mundo, son difíciles de erradicar. Lo mismo con la depresión: en la cultura popular sigue viéndose como causada por la serotonina. No importa cuánto haya cambiado la cosa; en la práctica no ha cambiado nada.

Parece que cuando un relato es realmente simple, como “es tu biología, es solo un gen”, se difunde como pólvora. Pero los relatos complejos nunca se vuelven masivos. No llegan a la portada de la revista TIME

JI: Tienes toda la razón. Hay una ventaja competitiva para los relatos simplificados. La hipótesis de la serotonina es una teoría en gran medida desacreditada, pero persiste porque ofrece una explicación conveniente de qué está mal contigo y qué podemos hacer al respecto. Pero obviamente las cosas no funcionan de manera tan simple, especialmente para los fenotipos psicológicos y la salud mental.

Sin embargo, los relatos simples tienen una ventaja competitiva para periodistas, autores de bestsellers, organizaciones y muchos interesados que quieren decir: “Sé lo que está mal en ti y tengo una solución fácil”. Para la salud mental, eso no es el caso, con muy, muy raras excepciones.

AD: ¿Puedes hablar de algún estudio o algo que recuerdes como uno de los ejemplos más flagrantes de sesgo?

JI: El estudio promedio que leo cada día. No quiero señalar a nadie porque ya lo hice en otro artículo. El sesgo del que hablábamos era un sesgo en un método que detecta sesgo. Estábamos listos para publicarlo, ya que miles de estudios lo habían hecho antes y habían exagerado lo que podían lograr con este método de detección de sesgo. El editor dijo: “Publicaremos el artículo. Pero dices que revisaste miles de estudios. Por favor, incluye un ejemplo de un único estudio que lo ejemplifique”.

No queríamos señalar a nadie, pero el editor insistió. Incluimos ese ejemplo, y unos meses después conocí al primer autor de ese estudio en particular. Obviamente, estaba enojado porque había sido señalado como el del estudio horrible, mientras que los otros decenas de miles de científicos que hicieron lo mismo no lo habían sido.

Me lo preguntan muchas veces: ¿Cuál es el peor estudio? No, simplemente hay millones de estudios. Es tentador decir: “Este es el más horrible”, y quizás quienes trabajan en el campo sientan aún más intensamente la ira y el dolor cuando encuentran un estudio pésimo. Pero deberíamos ir más allá, porque literalmente hay decenas de millones de estudios con problemas graves.

AD: Hay una rabia asociada al encontrarse con ciencia realmente defectuosa. Pero hay tantos de esos estudios. Si lo enfocamos como un problema sistémico, quizá pueda haber respuestas sistémicas al problema, distintas de las respuestas de rabia.

JI: Estoy muy a favor de respuestas sistémicas. Las respuestas de rabia tienen su valor en cuanto a sensibilizar a la gente y aumentar la conciencia. Pero pueden llevar a la mala conclusión de que los estafadores producen ciencia, de que la ciencia es una causa perdida o de que no debemos confiar en ella.

Los problemas van desde cuestiones comunes de las que los científicos no son conscientes y en donde caen por falta de conocimiento y preparación metodológica inadecuada, hasta el fraude completo. Hoy en día tenemos una producción masiva de artículos fraudulentos. En el pasado, crear un artículo fraudulento era una obra de arte: tomaba tiempo y esfuerzo. Ahora puedes tener IA generando literalmente millones de artículos fraudulentos en una noche.

AD: Cuando enseño sobre el sesgo y corrupción de la industria en mis clases, mis estudiantes a veces se sienten desanimados y preguntan: “¿Cómo distinguir entre buena y mala investigación? Parece que necesitaríamos una formación extensa en estadística”. Yo me quedo titubeando, así que quiero preguntarte: dado que consumimos tanta investigación médica, ¿Cuáles son algunas señales de alerta que la gente puede identificar?

JI: No hay una lista de verificación sencilla. Eso aplica tanto al ciudadano promedio, bombardeado de información, como al experto. Algunos aspectos probablemente aumenten o disminuyan la credibilidad de un trabajo.

Un estudio experimental, aleatorizado, tiene más probabilidades de arrojar resultados precisos que un estudio observacional. Los estudios grandes pueden ser más confiables que los pequeños, no porque un único estudio pequeño no pueda ser bueno, sino porque muchos estudios pequeños pueden ser defectuosos y desaparecer.

¿Quién financia el estudio? ¿Hay un posible conflicto? ¿El patrocinador quiere obtener un resultado específico? ¿Será la intervención estudiada un producto superventas con el que el patrocinador ganará miles de millones? Ahora bien, incluso si fuera así el resultado del estudio podría ser correcto, pero son casos en que hay que ejercer un mayor nivel de escepticismo.

¿Cuánta transparencia hay? ¿El estudio fue prerregistrado para que se supiera que estaba en marcha? ¿Se conocía con detalle cómo se iba a realizar, cuales fueron los desenlaces que se iban a estudiar, cual el diseño y los análisis? ¿Los investigadores siguieron lo que prometieron o se desviaron? ¿Qué tan concretos parecen los números? ¿Parecen surgir de muchos análisis, pero de los cuales solo se informaron unos pocos?

No es fácil. Para el ciudadano promedio y para el experto, es un problema significativo. ¿Hasta qué punto podemos enseñar a la gente a aprender más sobre esos métodos? Aquí reconozco mi sesgo: creo que deberíamos hacer un esfuerzo por enseñar más desde etapas tempranas. Dar más énfasis a la educación científica, porque pienso que es central para la civilización, el bienestar y el futuro humano.

AD: Esto nos lleva a la formación. Me horrorizó aprender en tus escritos que incluso expertos en un campo suelen recibir una formación inadecuada en estadística. Dijiste que los médicos tienen una formación rigurosa en medicina, pero a menudo muy pobre en investigación, y especialmente en estadística.

Has escrito repetidamente que hay una analfabetización estadística rampante entre investigadores. La significación estadística es un concepto básico de licenciatura, y ya hay debates sobre si siquiera deberíamos seguir tomándola en cuenta, dado que puede no ser clínicamente relevante. Hay llamados a elevar el valor p (NdeT: la significación estadística estándar para considerar relevante el resultado de un análisis), o incluso a acabar con este enfoque. Pero tú argumentaste que debemos conservarlo porque los científicos suelen equivocarse incluso con este método básico. Dado este panorama ¿cómo podemos incorporar métodos más avanzados?

JI: Es un gran desafío, y la estadística impregna la gran mayoría de la investigación hoy en día. En principio, eso es bueno.

La estadística es una ciencia madura. Tiene herramientas muy sólidas y puede mejorar la calidad del trabajo. Pero publicamos siete millones de artículos al año, y solo una pequeña minoría tiene a un estadístico o metodólogo experto en el equipo. Los demás dependen del conocimiento estadístico de los autores, y muy a menudo ese conocimiento es rudimentario; no saben bien qué herramientas están usando.

Cualquiera puede conseguir un software estadístico que ejecute análisis extremadamente sofisticados, y con la inteligencia artificial es aún más fácil realizar análisis que no solo son complicados sino a veces poco transparentes. Tenemos herramientas poderosas y mucha gente que no está entrenada para usarlas; es muy fácil usarlas mal.

Luego está la revisión por pares, que debería detectar errores, pero la mayoría de los revisores tampoco está entrenada en estos aspectos, así que gran parte de lo incorrecto probablemente pasará. La revisión pospublicación puede identificar algunos de estos problemas, pero también es limitada, y aun cuando se realiza, no impacta el artículo: la mayoría de las revistas rara vez retracta o corrige.

Necesitamos enseñar a los investigadores a ser más cuidadosos con la estadística. Por favor, no uses algo a menos que sepas cómo funciona, cuáles son sus supuestos, qué significa, cómo funciona y cómo falla.

Es muy tentador hacerlo, especialmente con los LLMs (Modelos de Lenguaje a Gran Escala). Un LLM puede generar análisis impresionantes para quienes tienen poca experiencia, y casi siempre estarán completamente equivocados porque la forma en que fueron solicitados no era apropiada. Lo he visto una y otra vez.

No debemos presionar a la gente para que publique artículos por razones que no tienen nada que ver con la ciencia y con ayudar a las personas, sino por cosas como “Necesito graduarme, por lo tanto debo publicar X artículos”, o peor aún, “Soy un residente médico cuidando pacientes, lo cual es una ocupación muy respetable, y al mismo tiempo debo publicar artículos para terminar mi residencia”. ¿Por qué? No hay absolutamente ninguna razón.

Forzamos a la gente a hacer cosas para las que no está preparada, y no deberíamos culparlos si las hacen mal.

AD: Una de las cosas que me llama la atención de tu trabajo es que incluso después de identificar y escribir tanto sobre todos estos problemas en la investigación, aún pareces optimista acerca de lo que la ciencia puede lograr. ¿De dónde viene ese optimismo?

JI: A menudo me siento frustrado, pero al mismo tiempo hay motivos para el optimismo. La ciencia ha ayudado a la humanidad a lo largo del tiempo. No ha sido un progreso lineal. Ha habido épocas oscuras y períodos de ilustración, períodos de estancamiento y, en otras ocasiones, hemos experimentado periodos de innovación. Algunos campos pueden estancarse, publicando miles de artículos que no aportan nada, mientras que otros pueden ser más innovadores.

Si pensamos en los cincuenta millones de personas que han contribuido a la publicación de trabajos científicos, se trata de una enorme contribución de talento, esfuerzo, tiempo, recursos y capacidad. Si pensamos en doscientos millones de artículos, aunque solo una pequeña parte de ellos sea fiable, se trata de un logro importante.

Podríamos hacer cosas para reducir los artículos que son malos, horribles e inútiles. Pero todavía se difunden muchos trabajos muy interesantes, muy valiosos, útiles, fiables, reproducibles y dignos de confianza.

El reto es cómo separar esos trabajos del resto. Tenemos algunas herramientas, pero es una lucha. Requiere tiempo y esfuerzo. Habrá algunos avances y algunos retrocesos, y de nuevo más avances. No puedo predecir lo que sucederá en el futuro. Quién sabe, tal vez la humanidad se extinga. Pero quiero mantener una perspectiva optimista como una posibilidad importante.

AD: Sé que además de la ciencia, también te apasionan las artes y las humanidades. ¿Te ayudan a mantener la esperanza?

JI: Los seres humanos son seres fascinantes, y es importante hacer todo lo posible para mantener la dignidad de la humanidad.

Tengo amigos que creen firmemente en la ciencia y la tecnología, y comparto su convicción. Pero creo que los seres humanos son seres multifacéticos y muy complejos, por lo que también necesitamos el arte, la filosofía, necesitamos muchas formas diferentes en las que los seres humanos puedan navegar por su experiencia en el mundo, lo que significa, lo que importa, lo que es importante, lo que puede marcar la diferencia para ellos, para los demás, para las personas que aman y para la comunidad en la que viven.

La ciencia es indispensable, pero no es lo único. Tenemos que fijarnos en todas las demás armas que tenemos y que nos pueden dar la oportunidad de pensar que los seres humanos valen la pena. Como especie, valemos la pena.

AD: Quiero llevar esta conversación a la salud mental y a los antidepresivos. Usted abordó directamente esta cuestión, escribiendo que, durante mucho tiempo, múltiples ensayos clínicos han demostrado que los antidepresivos son eficaces y seguros. Y entonces llegaron dos metaanálisis y reventaron esa burbuja.

Hoy en día, existe un debate amplio en torno a la retirada de los tratamientos con antidepresivos. Ahora sabemos que no es autolimitada, en el sentido de que desaparecerá para todo el mundo en seis semanas, sino que puede durar hasta un año o más. El NICE del Reino Unido cambió sus directrices sobre la retirada de los antidepresivos. Tuvimos una importante revisión general que desacreditó la teoría de la serotonina.

¿Cuáles fueron los problemas de esos primeros ensayos que habían obtenido resultados sorprendentes? Son medicamentos increíblemente populares, aunque he oído rumores de que la industria farmacéutica se está alejando de los psicofármacos.

JI: El problema es que la investigación sobre los antidepresivos, y esto también es válido para otros fármacos y otras intervenciones de salud mental, suele consistir en estudios pequeños de corta duración que estudian desenlaces que no son desenlaces duros. En su mayoría ofrecen los resultados del cambio en algunas escalas para algunos síntomas. Es posible que no reflejen resultados concretos como el suicidio, los intentos de suicidio, la pérdida del empleo, incidentes matrimoniales importantes o la violencia. Eso no es fácil de estudiar.

Para su estudio se emplean muestras de 100 personas a las que se sigue durante ocho semanas o un poco más. Se necesitan estudios a largo plazo con muestras muy grandes. Hay muchos metaanálisis de este tipo de estudios, y yo mismo he realizado algunos.

En promedio, los antidepresivos probablemente ofrecen ciertos beneficios. Es un beneficio muy sutil para la persona promedio. En el metaanálisis más amplio del que fui coautor, observamos una diferencia media estandarizada de aproximadamente 0,3, lo que supone un efecto relativamente pequeño y modesto.

Ahora bien, si se asume la presencia de otros sesgos, ese 0,3 se convierte en un 0,2 o un 0,15. Algunas personas pueden responder que la media no representa la experiencia individual. Muchas personas no obtendrán ningún beneficio, mientras que otras pueden responder mejor y experimentar una mejora significativa.

Las personas también pueden probar diferentes psicoterapias. Estas tienen el mismo tipo de efectos y los mismos problemas, porque también son estudios pequeños de corta duración y con sesgos de lealtad, del mismo modo que tenemos sesgos de patrocinio en los ensayos de medicamentos. Pero vale la pena intentarlo.

El problema es que estos medicamentos no solo los usan personas con síntomas graves. También los usan mucho personas con pocos o ningún síntoma. Claro, no hay ningún beneficio, solo daños.

Incluso con niveles bajos de efectos nocivos, que no creo que sean tan bajos, pero supongamos que lo son, si hay cientos de millones de personas que toman estos medicamentos, entonces hay que multiplicar eso, y el beneficio neto para la población en general es negativo. Estos medicamentos terminan causando más problemas de los que podrían ayudar a algunas personas.

Lo mismo se aplica a los síntomas de abstinencia. Algunas personas tendrán síntomas de abstinencia. Desgraciadamente, tanto en lo que respecta a los beneficios como a la abstinencia, no disponemos de marcadores que nos permitan predecir quién va a responder bien y quién no, o incluso quién va a sufrir daños.

Hemos empezado a obtener cierta información sobre los daños, pero no es suficiente. En cuanto a los beneficios, tenemos muy poca información. La gente simplemente comprueba cómo funciona, e incluso eso se complica por la subjetividad, incluidos numerosos efectos placebo y nocebo, así como la presión circunstancial y la experiencia individual.

Son medicamentos que han sido muy buenos para la industria, la cual ha ganado miles de millones de dólares. Incluso con un precio relativamente modesto, si hay cientos de millones de personas que los toman, se pueden obtener grandes beneficios.

Creo que esto significa que la literatura también se ve influida por la presión de los patrocinadores, lo que da lugar a la creación de expertos que los promocionan, y las organizaciones, reuniones y revistas se ven presionadas para publicar más material positivo sobre ellos.

Como usted dice, aunque ha habido numerosos beneficios para las empresas, tal vez se estén retirando porque ven que están llegando a un callejón sin salida. Es una buena noticia, porque necesitamos nuevos tratamientos, nuevos conceptos.

AD: Me gustaría dedicar un momento a hablar de los daños. Existe un famoso estudio, el Estudio 329, realizado por GlaxoSmithKline (entonces SmithKline Beecham), en el que se afirmaba que dos antidepresivos (la paroxetina y un tricíclico) eran eficaces y seguros para los adolescentes. Sin embargo, los resultados reales demostraron que ambos eran ineficaces y peligrosos. Provocaban ideas y actos suicidas. Sé que ha escrito sobre cómo se minimiza la información sobre los daños y que se utiliza un lenguaje específico para este fin. Lo vi en el estudio 329: había frases como «La paroxetina fue bien tolerada», que es una frase muy vaga y una señal de alarma, como usted dice. Había una frase que decía que algunos adolescentes mostraban inestabilidad emocional en lugar de decir que eran propensos al suicidio.

¿Podría contarnos un poco sobre cómo se minimiza la información sobre los daños?

JI: Lo hemos documentado en diferentes disciplinas. No se trata solo de los antidepresivos, ni solo de la psiquiatría, sino que hemos observado que en casi todas las disciplinas médicas los daños se notifican de forma insuficiente, se subestiman y tampoco se comentan tanto como los beneficios.

En un artículo que publiqué en JAMA, calculé que el espacio dedicado a informar sobre los daños era menor que el dedicado a los nombres de los autores.

Creo que la situación ha mejorado un poco porque mucha gente ha destacado la importancia de ser más minucioso a la hora de documentar e informar sobre los daños. Sin embargo, sigue habiendo un desequilibrio significativo.

Los daños tienen que superar un alto umbral de resistencia para ser aceptados. Lo he experimentado con ensayos cuando estaba en los NIH. Incluso en ensayos que deberían ser independientes —los NIH no son una industria—, el fabricante industrial hacía todo lo posible por suprimir la información sobre los daños. Nosotros luchábamos diciendo: «No, esto está ocurriendo, está ahí». Ellos respondían: «No, no es tan importante, no pasa nada, observemos y no digamos nada».

Lo mismo ocurre con los antidepresivos. El estudio 329 es probablemente un ejemplo extremo, ya que el nuevo análisis arrojó una conclusión exactamente opuesta a la del análisis original. El análisis original sugería que estos antidepresivos son muy seguros y muy eficaces; el nuevo análisis demostró que no son eficaces y que no son seguros.

Fue una situación extrema que afectó al tratamiento de millones de personas, especialmente adolescentes. Los niños y adolescentes no son una población que deba exponerse a estos fármacos, a menos que se trate de una indicación muy, muy, muy especial, que sería una excepción poco frecuente, ya que tienen efectos nocivos.

Tenemos que mejorar en múltiples niveles: reforzar la supervisión de las agencias reguladoras, perfeccionar los requisitos que imponen las revistas para publicar un ensayo, mejorar los procesos de revisión que siguen los comités de ética para aceptar un ensayo para su publicación y, a continuación, garantizar que el ensayo se publique. Cuando la información no sea completa, solicitar la información restante. Se necesitará un trabajo estructural para garantizar que los patrocinadores no tengan un poder de veto para configurar el panorama de los daños y sus intervenciones. Creo que los patrocinadores deberían dejar de configurar el relato sobre los beneficios y los daños.

AD: Tienes esperanza y optimismo, y yo necesito un poco de eso. Cuando considero el alcance y la naturaleza sistémica del problema, pienso en casos como los de Joseph Biederman o incluso Faruk Abuzzahab, a quien en un momento dado le revocaron la licencia, pero más tarde la APA le concedió un premio por su trayectoria profesional. Cuando veo que se reprime, se margina y se aplasta a las personas que intentan hacer lo correcto, y que las instituciones premian a quienes han sido sorprendidos con las manos en la masa, me desanimo. Me alegra saber que tú no has perdido la esperanza.

JI: Muchas gracias por la oportunidad. Sí, no debemos perder la esperanza. Algunas personas malas llegarán muy alto, pero no por mucho tiempo.

John Ioannidis es doctor en medicina, doctor en ciencias, profesor de medicina y codirector del Centro de Innovación en Metainvestigación de Stanford.

Ayurdhi Dhar es entrevistadora para Mad in America y la fundadora de Mad in South Asia. También es profesora y escritora académica en la Universidad de West Georgia.

Texto original: MAD IN AMERICA, traducción: viento sur. 
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