martes, 19 de agosto de 2025

Kepler

Cuando Johannes Kepler nació en 1571, la astronomía aún se sostenía en ideas heredadas de los griegos: los planetas debían moverse en círculos perfectos. Pero la realidad no encajaba con esa geometría.

Con las observaciones precisas de Tycho Brahe en sus manos, Kepler dedicó años de cálculos y correcciones hasta descubrir algo que cambió la historia: los planetas no trazan círculos, sino elipses con el Sol en uno de sus focos.

Así nació la primera de sus tres leyes del movimiento planetario.

Luego vino la segunda: los planetas recorren áreas iguales en tiempos iguales, lo que explica por qué se aceleran cuando están cerca del Sol y se ralentizan al alejarse.

Finalmente, formuló la tercera: el cuadrado del tiempo orbital es proporcional al cubo de la distancia media al Sol, una relación sencilla que unifica a todos los planetas.

En el corazón de estos descubrimientos está la ecuación de Kepler, una fórmula que conecta el tiempo con la posición real de un planeta en su órbita. Gracias a ella, hoy podemos calcular con precisión dónde estará la Tierra —o una nave espacial— en cualquier momento. Kepler mostró que el cosmos no era un misterio impenetrable ni un escenario de círculos perfectos, sino un lugar gobernado por leyes matemáticas claras. Con números y paciencia reveló la danza real de los planetas, abriendo el camino para Newton y, siglos después, para toda la exploración espacial moderna.

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