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domingo, 17 de marzo de 2024

_- ¿Acabarán la austeridad y la precariedad con la especie humana?

_- Fuentes: Sin permiso


Por James K. Galbraith | 29/12/2023 | Economía 

El destino último de una sociedad humana depende de su capacidad y voluntad de reproducirse a largo plazo. La combinación entre el descenso de la población y el aumento de la longevidad, típica de las sociedades ricas, puede tener consecuencias mucho más destructivas que la explosión de unas cuantas bombas, escribe James Galbraith. La creciente inseguridad económica exacerba estas tendencias. Sin embargo, la economía de la decisión de reproducirse ha sido de interés marginal para los economistas.

Al principio de la pandemia de Covid-19, muchos con un interés menor por las matemáticas se familiarizaron con un concepto conocido como «R»: el valor R o tasa de reproducción de las infecciones por coronavirus. R es un factor multiplicativo, que se aplica al número de casos en un momento dado «t» para obtener el número que prevalecerá en un momento posterior, «t+1». Si R supera 1, la epidemia crecerá; de lo contrario, disminuirá y, finalmente, se extinguirá (Delamater et al., 2019).

La lógica es idéntica para muchos procesos, incluida la reacción de fisión en el corazón de una bomba atómica. En ese ejemplo, cada neutrón que choque contra el núcleo de un átomo de uranio-235 o plutonio-239 provocará la expulsión de dos neutrones, que se desplazarán hacia otros núcleos. Así, R=2 y tras 80 generaciones en una fracción de segundo, la energía liberada es suficiente para hacer estallar la masa, con una fuerza adecuada para destruir una ciudad. Por el contrario, si la reacción se amortigua, de modo que R1 y la reproducción avance. Más bien, la sustitución de individuos más jóvenes por otros de más edad dentro de la población es una ventaja; aumenta la cuota de los activos y reduce la de los que ya han dejado de hacer aportaciones productivas. Sólo en los casos más extremos -me viene a la mente el invierno nuclear- es probable que las nuevas amenazas maltusianas sean fatales para el conjunto de la especie.

Sin embargo, el destino último de una sociedad humana -la nuestra, al igual que las que ya han surgido y desaparecido- depende de su capacidad y voluntad de reproducirse a largo plazo. Sobre este tema, por lo que he podido saber tras un somero examen de la bibliografía, la profesión económica no ha dicho gran cosa. Como se ha señalado, la dinámica de la población es exógena a la teoría neoclásica del crecimiento. Las disputas malthusianas y neomalthusianas han ocupado bastante espacio y tiempo, pero afectan a la tasa de crecimiento exógena. Como se ha señalado, hay bastantes trabajos sobre las implicaciones de un crecimiento demográfico más lento para el crecimiento económico (ONU, 2020), para el nivel de vida, para el clima y también – un inconveniente – para la viabilidad financiera de los sistemas de pensiones. Por último, está bien establecido que la fertilidad es menor en los países más ricos. El descenso de la fecundidad se inició durante los prósperos años sesenta, pero se aceleró en los setenta, cuando el mundo de altos ingresos atravesaba una serie de crisis, como la inflación, el desempleo y el elevado coste de la energía. El descenso de la fecundidad ha seguido acentuándose tras las crisis posteriores. Evidentemente, no es sólo la riqueza la que suprime la fecundidad; en las sociedades ricas intervienen otros factores.

La economía de la decisión de reproducirse atrajo la atención temprana de Gary Becker (Becker, 1960, 1981, 1992), y más recientemente varias contribuciones de la economía feminista (Tertilt et al., 2022). Estos economistas son conscientes de que las condiciones y los incentivos económicos son importantes, incluidos el nivel de ingresos, la política fiscal y la disponibilidad de guarderías y seguros médicos. Pero, en términos generales, se centran en la igualdad de género y el bienestar de las mujeres, y no tanto en el resultado social general.

En el análisis de Becker, los niños son un «bien de consumo duradero» que proporciona «ingresos psíquicos» a sus padres. Al escribir en la época del baby boom, Becker pensaba que el aumento de los ingresos incrementaba la fertilidad, pero argumentaba que las mujeres más ricas podían preferir la «calidad» a la «cantidad» y, por tanto, optar por dedicar sus mayores ingresos a la crianza de una prole más pequeña y de mejor calidad. Escritores posteriores, teniendo en cuenta el descenso de la fertilidad, se han centrado en facilitar el camino, para las mujeres adultas, hacia la conciliación de la maternidad (en cantidades limitadas) con las carreras, especialmente las carreras profesionales. Una opinión generalizada sostiene que las políticas pronatalistas pueden (y deben) fomentar la compatibilidad entre familia y carrera profesional para las mujeres de las sociedades de renta alta (Doepke et al., 2022).

Todos coinciden en que la decisión de reproducirse está ahora firme e irrevocablemente bajo el control de los individuos directamente implicados; ya no está bajo el control coercitivo del Estado, la tribu, el grupo religioso o incluso la familia extensa, en la mayoría de los casos. ¿Debemos tener hijos o no? Y si es así, ¿cuántos? Son cuestiones privadas, incluso de derechos humanos. Sin embargo, tomadas en conjunto, tienen un impacto decisivo en las condiciones a las que se enfrentarán las generaciones posteriores.

Permítanme argumentar que la cuestión principal es si, en conjunto, las decisiones privadas de reproducirse conducen a un valor R igual o superior a 1. Se trata de las consecuencias de las microdecisiones, tomadas en condiciones sociales y económicas específicas, para la macroestructura. En esta cuestión, tres factores parecen muy pertinentes. Se trata de (a) la capacidad de controlar la reproducción; (b) el coste esperado de criar a los hijos hasta la edad adulta; y (c) la ganancia o pérdida esperada, para los adultos, asociada a tener o no tener un hijo o un hijo más. Esa ganancia o pérdida puede ser en gran medida económica, pero también incluye incentivos sociales e instintos biológicos. La magnitud de la pérdida o ganancia dependerá de las condiciones económicas específicas y de las tensiones a las que se enfrente el hogar. Además, como la mayoría de los seres humanos tienen cierta aversión al riesgo, tanto los costes como las ganancias están sujetos a incertidumbres considerables, que actúan como elemento disuasorio.

En lo que respecta a la capacidad de controlar la reproducción, la batalla ha terminado en gran medida y así ha sido desde la llegada de la anticoncepción química a mediados del siglo XX. Sigue habiendo escaramuzas importantes, que afectan sobre todo al acceso a los servicios reproductivos, pero son acciones de retaguardia del patriarcado. Los efectos sobre las mujeres directamente afectadas son duros, pero es poco probable que tengan un gran impacto en las tasas de reproducción, como ocurrió una vez, por ejemplo, en Rumanía en la década de 1970 (Mackinnon, 2019). La llegada de soluciones farmacéuticas a los embarazos no deseados es un factor que probablemente reducirá aún más las consecuencias prácticas, en conjunto, de los ataques legislativos a las clínicas abortistas.

Los otros dos factores son, por tanto, decisivos. Y aquí nos enfrentamos a dos realidades de las sociedades «avanzadas» -o, en cualquier caso, ricas-. La primera es que los niños son muy caros. Hay que alimentarlos, alojarlos, vestirlos, educarlos y entretenerlos, por no hablar de tolerarlos, tiempo durante el cual, en los entornos urbanos en los que casi todos vivimos, su contribución económica al hogar es nula, y su uso en otras capacidades -lavar los platos, sacar la basura- es muy limitado. Además, a medida que aumentan las exigencias de la educación para una vida de éxito – hasta la universidad y los estudios de postgrado – también aumenta la parte del coste que recae en el presupuesto privado de los padres. Todo esto hay que tenerlo en cuenta de antemano. Y existe el riesgo de complicaciones aún más costosas, como una discapacidad, un accidente, una crisis de salud o un encontronazo con el sistema de justicia juvenil. Las ventajas económicas compensatorias -como dar a luz a un prodigio de la música o a una estrella de cine- pueden figurar, pero sólo como las posibilidades más remotas.

La ausencia de ventajas económicas compensatorias es relativamente reciente. En épocas anteriores -hace apenas un siglo- los niños eran útiles en la granja e incluso en la casa desde una edad temprana. Pero no sólo eso. Los hijos adultos eran el principal apoyo de sus padres ancianos, que generalmente vivían con algunos de sus vástagos o razonablemente cerca. La perspectiva de ser cuidado si uno llegaba a una edad en la que esto se hacía necesario era un fuerte incentivo para tener hijos en primer lugar, para cuidar de ellos, y también para renunciar a los ingresos externos asociados con el hecho de que ambos padres tuvieran un trabajo. La familia era el sistema de seguridad. En los países ricos, este mundo de obligaciones intergeneracionales en ambos sentidos ha desaparecido en gran medida.

Es cierto que este sistema estaba (y donde aún prevalece, sigue estando) plagado de otras formas de injusticia. Los adultos que no podían tener hijos, o que no los tenían, o que los perdían, o que se distanciaban, o cuyos hijos resultaban inútiles por una u otra razón, carecían de cualquier forma de protección. Entre los hogares multigeneracionales intactos, la armonía no era una regla universal. Los padres que habían tiranizado a sus hijos serían tiranizados por ellos en la vejez. Sin duda, ambas partes anhelaban a menudo la liberación. Sin duda, los funerales, si llegaban en el orden adecuado, eran a menudo escenas de emociones encontradas.

La Seguridad Social en Estados Unidos -junto con Medicare y Medicaid 30 años después- supuso una transformación revolucionaria de la vida familiar estadounidense. También lo hicieron los sistemas de pensiones, seguros sociales y asistencia sanitaria, aún más completos e igualitarios, introducidos en Europa, sobre todo después de la segunda guerra mundial. Lo mismo ocurrió en el norte de Asia. Estos sistemas se describen a menudo (por sus oponentes) como una transferencia de los jóvenes a los mayores, mientras que son defendidos (por sus partidarios) como planes de inversión autosuficientes. Ninguna de las dos caracterizaciones es del todo exacta, ya que ambas no tienen en cuenta las formas anteriores de organización familiar y cómo éstas se vieron modificadas por los seguros sociales.

En realidad, lo que hacen las pensiones públicas y los seguros de enfermedad es repartir entre toda la comunidad una carga que antes era específica de la familia. De este modo, los adultos mayores que no tienen hijos dispuestos o capaces de mantenerlos tienen prestaciones de pensiones y sanitarias suministradas por el conjunto de la población trabajadora. Y la población trabajadora, incluidos los que no tienen padres a los que mantener (o no estarían dispuestos a hacerlo), está obligada a contribuir, en EE.UU. a través del impuesto sobre la nómina, a mantener a sus propios padres y a los de los demás. La colectividad sustituye a la familia en esta función.

La Seguridad Social, otras pensiones y el seguro de enfermedad liberan así a cada parte de la colectividad de la otra. Permiten a las personas mayores vivir de forma independiente (o en comunidades de personas mayores), al tiempo que liberan a las familias trabajadoras para que se concentren (tras pagar el impuesto sobre la nómina) en sus propias necesidades, y en los gastos de sus propios hijos. Estas nuevas disposiciones han demostrado ser muy populares, al menos entre los mayores de muchos países ricos, al menos durante las primeras etapas de la vida de la tercera edad. No parece que haya mucha nostalgia por el modelo anterior de dependencia y cuidados.

Otra cuestión es si esto seguirá siendo así al final de la vida en las residencias de ancianos. Pero para entonces, el poder de decisión ha pasado generalmente a la generación más joven, que tiene pocas ganas de soportar una carga de la que pueden encargarse profesionales, reembolsados por el Estado.

Pero entonces surge la pregunta: ¿por qué tener hijos en primer lugar? Si uno ya tiene un hijo, o dos, ¿por qué tener más? Son un compromiso a largo plazo, costoso y arriesgado. No aportan ningún beneficio económico cuando son jóvenes. Cuando crecen, devuelven poco o nada, en concreto, en términos económicos. De adultos son, en el mejor de los casos, una fuente de orgullo, placer y apoyo moral; en el peor, evocan un discreto silencio, o incluso vergüenza activa, según los casos. Y luego están los beneficios económicos de limitar el tamaño de la familia o de renunciar a tener hijos. Son muy importantes.

La unidad familiar típica de un país rico, una vez establecida, recibe unos ingresos elevados según los estándares mundiales, pero se enfrenta a una serie de costes fijos a largo plazo. Hay un alquiler o una hipoteca. Hay facturas de servicios públicos. Hay impuestos, incluidos los impuestos sobre la propiedad que no varían en función de los ingresos. Hay seguro médico, seguro de propiedad, seguro de vida. Hay gastos de desplazamiento. Hay que comprar alimentos básicos. Y luego están los costes de tener hijos. Así, incluso las personas bastante acomodadas operan con un estrecho margen de «recursos gratuitos». Este margen puede verse erosionado por el aumento de los costes fijos: energía, servicios públicos, tipos de interés. Se erosiona con el aumento de la precariedad del empleo. Lo erosiona la política de austeridad.

El problema de los márgenes estrechos se ve agravado por el aumento de la desigualdad de ingresos en la sociedad en general. Los ricos establecen normas de consumo y seguridad a las que aspiran las clases medias y bajas. Esto aumenta las horas que los trabajadores están dispuestos a pasar en el trabajo. El fácil acceso al crédito hace posible vivir en una casa más grande, poseer mejores vehículos y disfrutar de un nivel de vida más alto a corto plazo. Sin embargo, la carga de la deuda tiende a acumularse, lo que aumenta la presión sobre los ingresos. Si los tipos de interés suben, una carga de deuda manejable puede volverse difícil, o incluso inmanejable, en poco tiempo.

Sin hijos, los dos miembros de la pareja pueden desarrollar carreras independientes y remuneradas y disfrutar plenamente de sus propios ingresos y de los del otro. No están atados a los horarios de los colegios y a las citas para jugar, ni a los gastos de la educación superior de un vástago que se irá pronto. Las mujeres no tienen por qué interrumpir su trabajo ni retrasar su carrera profesional. La llegada desde los años 80 de un mercado de trabajo precario, que ofrece empleos de servicios con salarios mediocres, prima fuertemente el hecho de tener varios adultos asalariados en cada hogar. Dos ingresos son a menudo necesarios para mantener un nivel de vida de clase media, y también proporcionan un poco de seguro contra la pérdida de empleo de uno u otro miembro de la pareja.

La decisión de renunciar a los hijos puede tener un efecto dramático en la capacidad de hacer frente a otros gastos fijos y en la disponibilidad de recursos libres para disfrutar de la vida. Es obvio que este efecto es más poderoso cuando los costes de los recursos – que afectan a gastos inevitables como la calefacción, la luz y la gasolina – aumentan, que cuando los recursos son baratos. Es más poderoso cuando los presupuestos militares se hinchan mientras los bienes públicos y las infraestructuras mueren de hambre. Es más fuerte cuando las perspectivas de crecimiento futuro de los ingresos son débiles o inciertas. Es más poderosa cuando la desigualdad de ingresos aumenta, agudizando el impulso de buscar mayores ingresos pero reduciendo los medios para conseguirlos. Y éstas, más allá de cualquier argumento razonable, son las principales razones por las que las tasas de fertilidad cayeron en los países ricos durante las crisis económicas de los años setenta y de nuevo en EE.UU. tras la gran crisis financiera de 2008 (Macrotrends, 2023). Muchos adultos jóvenes de los países ricos se han dado cuenta de que los hijos son, en el mejor de los casos, una bendición mixta y, en el peor, un mal negocio.

Por supuesto, lo anterior es exagerado. La gente tiene hijos por muchas razones no económicas, como las creencias religiosas, la costumbre, esperanzas que pueden o no ser realistas de contar con la compañía de la progenie en etapas posteriores de la vida, instintos biológicos, amor y -también- por error. Puede que las razones económicas no predominen. Pero son un factor. Y el punto clave es que parecen ser inequívocas en la dirección de su efecto. En los países ricos, militan en contra de la maternidad. En los países pobres y agrarios, que carecen de seguridad social a gran escala y de otros costes fijos, no actúan con tanta fuerza. Si se quiere entender por qué la fecundidad ya ha caído por debajo del nivel de reemplazo en todas las regiones del mundo, salvo en las más pobres y «menos avanzadas», ésta es casi con toda seguridad la razón principal.

En los países de renta baja, la población es más joven que en los ricos. En estos países, aunque las tasas de fecundidad disminuyan, la población aumentará durante un tiempo. Por tanto, la composición demográfica del mundo se desplazará necesariamente hacia las regiones agrarias de renta baja. Éstas se encuentran sobre todo en el sur de Asia y en el África subsahariana, donde las poblaciones son jóvenes y las cohortes de natalidad numerosas. Sin embargo, en la India, la fecundidad pasó por debajo de la tasa de reemplazo en torno a 2017; en Bangladesh, en torno a 2013. En Pakistán y Nigeria, sigue siendo más alta, aunque ha ido disminuyendo en ambos desde aproximadamente 1970. (Banco Mundial, 2023)

Para las regiones ricas, la migración es un factor atenuante. ¿En qué medida? Sin duda, un gran diferencial en los ingresos disponibles atraerá a la gente. Pero la disponibilidad de ese diferencial es una amalgama de factores, entre ellos la dificultad de cruzar la frontera, la probabilidad de obtener un empleo remunerado, el poder adquisitivo del salario del país rico cuando se transmite como remesas al país pobre, el riesgo de deportación, etcétera. Mientras los diferenciales sigan siendo razonablemente grandes, la inmigración continuará. Cuando disminuyan, la inmigración neta se ralentizará o se detendrá.

Una vez tenida en cuenta la inmigración, una sociedad cuya R de población se mantenga por debajo de 1 experimentará un envejecimiento general. Esto tiene tres consecuencias previsibles. En primer lugar, aumenta la proporción de personas mayores que no trabajan y son dependientes, muchas de ellas con costosas necesidades de apoyo, que deben ser atendidas de alguna manera. Suponiendo que se mantengan los ingresos y los recursos disponibles para los mayores, esto proporciona empleo e ingresos a parte de la próxima generación. Pero también supone una mayor carga fiscal para el conjunto de la población. Y los costes sociales compiten con la provisión de infraestructuras para los jóvenes: las residencias de ancianos compiten con las guarderías, los hospicios con los parques y zonas de juego. A menos que se tomen medidas enérgicas para mantener los servicios para los jóvenes, con un coste social adicional, la calidad de la crianza tiende a disminuir.

En segundo lugar, a medida que aumenta la edad media, más mujeres superan la edad de procrear, habiendo dado a luz a una cohorte menor de mujeres a las que seguir. El menor número de mujeres que se crían, con una fecundidad sin cambios, conlleva necesariamente un nuevo descenso de los nacimientos futuros. Incluso si esta tendencia se compensa con una potente política pronatalista, una cohorte limitada limita el efecto sobre el crecimiento global de la población. Un ejemplo llamativo de este fenómeno es Rusia, donde el desplome demográfico de los años noventa tiene su eco en una pequeña cohorte de nacimientos en la década de 2020, a pesar de que las tasas de fecundidad se han recuperado en cierta medida (Shcherbakova, 2022). Esto se ve mitigado (por ahora) por la inmigración a gran escala procedente de Ucrania, y también de otros Estados postsoviéticos en una situación aún peor. Pero la inmigración tiene un límite, incluso en situaciones tan extremas.

En tercer lugar, a medida que la población envejece, aumentan las probabilidades de que se produzca un sacrificio maltusiano, ya que los ancianos son más vulnerables a las enfermedades, al frío y al calor, y al impacto de una pauperización repentina. Estas fuerzas, sin embargo, hacen poco para reducir la carga de cuidar a los ancianos, ya que las inversiones fijas en la infraestructura de atención deben, por lo general, mantenerse. Por lo tanto, el coste por persona del cuidado de los que siguen sobreviviendo aumenta.

La implicación general es que una vez que la tasa de reemplazo de la población R cae por debajo de 1, lo que corresponde a una tasa de fertilidad por mujer de menos de aproximadamente 2,1 en una estructura de edad equilibrada, entonces, aparte de la inmigración que es inherentemente una solución temporal, el coste/beneficio económico de tener hijos empeora inexorablemente con el tiempo. En la medida en que una sociedad rica necesite realmente ciudadanos con una educación especializada y costosa – y quizás no sea así – es difícil ver algún camino para invertir este equilibrio desfavorable. Podría lograrlo una reducción drástica del coste de los recursos, un milagro tecnológico o el éxito de las guerras de conquista, pero nada de esto parece muy probable.

La previsión de la ONU para Estados Unidos es que la actual tasa de fertilidad, ligeramente por debajo de 1,8, se mantendrá indefinidamente (Macrotrends, 2023). Si no hubiera inmigración y la estructura por edades estuviera equilibrada, esto correspondería a un valor R de aproximadamente 0,9, sin tener en cuenta que incluso en los países ricos algunos niños no llegan a adultos. A este ritmo, harían falta unas diez generaciones para reducir la población estadounidense en unos dos tercios. Pero no parece haber ninguna base firme para tal optimismo (relativo). Del mismo modo, algunas proyecciones demográficas a largo plazo sostienen que, incluso después de una grave despoblación durante muchos años, la población mundial podría estabilizarse (Wilmoth et al., 2023). Como señala Spears (2023), tampoco existe una base clara para ello. Ninguna sociedad con una fecundidad por debajo del nivel de reemplazo se ha recuperado todavía.

Lo que parece más probable es una situación en la que la carga que supone el cuidado de los mayores, con la austeridad, la desigualdad y el aumento de los costes de los recursos que someten a los presupuestos familiares a una presión cada vez mayor, siga degradando la fertilidad de los jóvenes. Es probable que los intentos de extender el control sobre los recursos, por la fuerza o mediante el fraude, para hacer más llevadera la carga, sean rechazados por las poblaciones robustas y más jóvenes de las regiones que siguen siendo ricas en recursos. La gran desigualdad de ingresos y los elevados presupuestos de defensa agravan la situación. Incluso cuando los ancianos pasen a mejor vida, los sistemas establecidos para su mantenimiento, incluida la asistencia sanitaria avanzada y especializada, seguirán exigiendo y absorbiendo recursos. A medida que los recursos básicos sigan agotándose, su coste unitario seguirá aumentando. La reducción, el desguace y el abandono de las instalaciones innecesarias, junto con la reducción de los sectores financiero y militar depredadores, son requisitos previos para la renovación. Pero éstos no se consiguen fácilmente ni sin dolor.

En resumen, el desarrollo de una gran estructura de costes fijos y seguros sociales -el mayor logro del Estado del bienestar del siglo XX-, combinado más recientemente con las cotizaciones obligatorias a pensiones de aportación definida, los planes de ahorro a largo plazo protegidos de impuestos, el aumento de los costes de los recursos y de la sanidad, la austeridad inducida por las políticas, el militarismo y una estructura de ingresos sobrecargada, ha obligado a la gran masa de jóvenes de los países más ricos a hacer economías donde pueden. La mayor economía a su alcance, dadas las circunstancias, está en el ámbito privado de la reproducción humana. Muchos han tomado el camino que quedaba abierto. Nadie puede culparles, ya que ellos no tomaron las decisiones que fijaron las condiciones de esta elección.

Pero una sociedad – o una especie – en esta situación parece estar en vías de autoextinción. No inmediatamente, desde luego, pero sí a lo largo de varios siglos, con la posibilidad de una grave crisis una vez que la situación supere las circunstancias que podemos imaginar actualmente. Este zapato parece encajar en prácticamente todas las sociedades ricas y casi ricas del mundo moderno, especialmente Japón, Europa, China, Brasil y Rusia, junto con Estados Unidos.

Y cuando los países pobres finalmente se «desarrollen», ¿qué les impedirá seguir el mismo camino?

Referencias. 

 Adam, D.,A Guide to R – the pandemic’s misunderstood metric Nature, 03 July 2020.; Nature, 03 July 2020. 

 Becker, G., An Economic Analysis of Fertility. Demographic and Economic Change in Developed Countries, 11:209–231. 1960

— A Treatise on the Family. Harvard University Press. 1981.

— Fertility and the Economy. Journal of Population Economics, 5:185–201. 1992.

Bricker, D. and Ibbitson, J., Empty Planet – The Shock of Global Population Decline. Crown. 2019.

Burger, J. R., Malthus on Population. Springer. 2021.

Delamater, P. L. et al., Complexity of the Basic Reproduction Number (R0). Emerging Infectious Diseases vol. 25,1 (2019): 1-4. doi:10.3201/eid2501.171901. 2019.

Doepke, M. et al., The New Economics of Fertility. International Monetary Fund. 2022.

Galbraith, J.K., The Affluent Society. Cambridge: Houghton-Mifflin Co. 1958.

Keynes, J.M., The Economic Consequences of the Peace. London: MacMillan, 1919.

Mackinnon, A., What Actually Happens When a Country Bans Abortion. Foreign Policy. 2019.

Macrotrends, US Fertility Rate, 1950-2023, Accessed September 29, 2023.

Malthus, T. R., An Essay on the Principle of Population. 1798

Meadows, D. H., Meadows, D. L., Randers, J., Behrens, W. W., Limits to Growth.1972. Dartmouth College Library Digital Production Unit.

Shcherbakova, E M., Population Dynamics in Russia in the Context of Global Trends. Studies on Russian Economic Development, vol. 33,4 (2022): 409-421. doi:10.1134/S1075700722040098

Solow, R. M., A Contribution to the Theory of Economic Growth. The Quarterly Journal of Economics, Vol. 70, No. 1 (Feb., 1956), pp. 65-94.

The MIT Press.1956.

Spears, D., The World’s Population May Peak in Your Lifetime. What Happens Next? The New York Times. 2023. September 18.

Tertilt, M. et al., A New Era in the Economics of Fertility. VoxEU. 2022.

United Nations, Department of Economic and Social affairs. World Fertility and Family Planning, 2020: Highlights. 2020.

James K. Galbraith es Lloyd M. Bentsen, jr. de Relaciones Gobierno/Empresa en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas en Austin. Es Doctor en Economía por Yale. Agradece a Deepshikha Arora su ayuda en la investigación de este artículo.

Fuente: https://sinpermiso.info/textos/acabaran-la-austeridad-y-la-precariedad-con-la-especie-humana

sábado, 11 de julio de 2020

_- La periodista Brenda Chávez presentó el libro "Al borde de un ataque de compras" (Debate), en la sede de Oxfam Intermón-Valencia. “La frugalidad es sostenible y deseable, el austericidio no”

_- El pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción otorgó el Premio Caballo de Atila 2020 a la naviera Carnival Corporation, la mayor compañía de cruceros del mundo; con sede corporativa en Miami, Carnival cuenta con 10 marcas y una flota de más de un centenar de barcos que visita 725 puertos de escala en todo el mundo, informa su página Web. En un contexto de crisis del sector a causa del coronavirus, el fondo soberano de Arabia Saudí adquirió el 8% de las acciones de la multinacional. Ecologistas en Acción hacía referencia a un estudio de Transport & Environment (junio de 2019), en el que se apunta que en 2017 los cruceros de Carnival emitieron en aguas europeas diez veces más óxido de azufre –“causante de enfermedades”- que los más de 260 millones de vehículos de pasajeros que existen en Europa.

Entre los países más expuestos a esta contaminación, Transport &   Environment destacaba a España, Italia, Grecia, Francia y Noruega (según un comunicado del Ministerio de Fomento español, titulado “España, un país de cruceristas”, los pasajeros de cruceros se multiplicaron por 20 en los últimos 25 años, al pasar de 480.000 visitantes en 1992 a 10 millones en 2018). Por otra parte, hace un año Carnival alcanzó un acuerdo con la justicia estadounidense para el pago de 20 millones de dólares en concepto de multa por delitos ambientales en aguas de las Bahamas y Alaska.

Carlos Marx, el economista chileno Manfred Max Neef, Marcuse, Braudillard, Rousseau o Epicuro se refirieron en su obra a las “falsas necesidades”, recuerda Brenda Chávez (Madrid, 1974) en su libro Al borde de un ataque de compras. 73 claves para un consumo consciente, publicado por Debate en octubre de 2019 y presentado en la tienda de Oxfam Intermón en Valencia. “¿De verdad sabemos bien qué estamos haciendo?”, se pregunta. El calentamiento global es uno -entre otros muchos- de los efectos del modelo económico sobre el planeta.

Desde que en el último cuarto del siglo XVIII se inventara la máquina de vapor y con el consumo masivo de combustibles fósiles, así ha evolucionado la concentración de CO2 en la atmósfera: 280 partes por millón (siglo XVIII), 330 ppm (en 1970) y 375 ppm -en progresivo aumento- ya en el siglo XXI; del mismo modo se ha producido un incremento sensible de las temperaturas (en la era del apogeo neoliberal, entre 1983 y 2012, “se ha cuadruplicado el consumo y la producción, y ha sido la más cálida en 1.400 años”, subraya Brenda Chávez, que forma parte del colectivo de periodistas independientes Carro de Combate).

La publicidad y la mercadotecnia se sitúan en el eje del sistema para la creación de necesidades artificiales. En la terminología del neuromarketing, explica Chávez, “sólo hay que activar el córtex prefrontal ventromedial y el orbitrofrontal medial (encima de las órbitas oculares) para generar esa sensación placentera”; el gasto mundial en publicidad pasó de 503 mil millones de dólares en 2012 a 646.700 millones en 2019 (Statista). “En ningún momento histórico se ha identificado tanto la felicidad con el consumo como hoy”, resume la periodista. Otro elemento relevante es el poder de las marcas, con las que el consumidor se identifica. La investigadora cita al psicólogo evolucionista estadounidense, Geoffrey Miller, para quien el placer de consumir reside, en buena medida, en un deseo inconsciente: que el producto aumente –o proyecte- las presuntas virtudes del consumidor.

Más allá del fetichismo mercantil, la autora de Tu consumo puede cambiar el mundo (Península, 2017) advierte de la importancia de leer los etiquetados. Así, la identificación Made in Bangladés en la ropa podría implicar salarios para las obreras entre 1,67 y 3 dólares diarios; en India, entre 1,7 y 3,3 dólares al día; en Camboya (1,6 a 4,2 dólares); en China 5,8 dólares; y Rumanía (4,4 dólares); también afrontan, en la manufactura, situaciones de explotación laboral mujeres de Turquía (8,4 dólares al día), México (7,7 dólares) y Brasil (6,8 dólares).

“¿Nos gustaría cobrar eso en un día?” La pregunta de Brenda Chávez enlaza con otras consecuencias -en Occidente- del modelo hiperconsumista: la angustia, el sufrimiento y la tristeza; de hecho, “los ansiolíticos son uno de los fármacos más consumidos según el Ministerio de Sanidad español; y en 2030 también lo serán los antidepresivos, porque se prevé que la depresión se posicione como la primera causa de incapacidad en todo el mundo”, explica (el consumo en España de antidepresivos pasó de 61,2 dosis diarias por cada mil habitantes en 2010 a 77,2 en 2018, según Statista con datos de la OCDE). Al borde de un ataque de compras defiende, frente a la farmacología y la ingesta masiva de pastillas, tejer redes con amigos, familiares y compañeros, además de los cuidados y el apoyo mutuo.

El consumo cotidiano de alimentos, bienes y servicios en el estado español también expresa los desequilibrios en el sistema productivo. El libro publicado por Debate recoge el ejemplo de un agricultor de Alicante o Murcia: si vende a 0,24 euros el kilogramo de limones para competir con los cítricos del norte de África, el mayorista los ofrece a un precio de 0,78 euros y las grandes superficies a 1,56 euros. “Entre el campo y la mesa el incremento es del 550%”, concluye Chávez, quien presenta la sección Consuma crudeza dentro del programa radiofónico Carne Cruda, adscrito a eldiario.es.

No sólo se trata de que cerca de 25.000 personas mueran de hambre diariamente en el planeta (ONU, 2015) y la obesidad afecte a 1.000 millones (OMS, 2013). La investigadora de Carro de combate apunta que una de cada cinco muertes está relacionada con la mala alimentación, debido -por ejemplo- al abuso de las grasas animales, el sodio o los azúcares. Además de la responsabilidad de la industria agroalimentaria en las emisiones de gases de efecto invernadero, se refiere a un informe de Kistiñe García y Dolores Romano, publicado en 2018 por Ecologistas en Acción: una pera puede llegar a contener 49 pesticidas.

“Para dar de comer a los 10.000 millones de habitantes que seremos en 2050, el consumo mundial de frutas, vegetales, frutos secos o legumbres debería duplicarse, y el de azúcar y carne roja disminuir a la mitad”, resume Brenda Chávez (la producción de un kilo de vacuno requiere cerca de 15.000 litros de agua, a lo que se agrega una gran cantidad de vegetales y cereales que podrían dedicarse a la alimentación humana).

El ensayo está atravesado por apelaciones directas al lector, como “no les des más poder a las multinacionales, ya tienen bastante”. La autora justifica con datos y ejemplos esta afirmación: las 500 multinacionales más importantes representaron en 1999 el 38% del PIB mundial, cifra que se elevó al 43% en 2008; y la tendencia continuó en aumento. Asimismo, la facturación anual de petroleras como Shell y Exxon cuadruplica el PIB de Angola; en 2012, Coca-Cola dobló el PIB de Tanzania y triplicó el de Mozambique. Otra cuestión es el poder de los archimillonarios y las desigualdades en el mundo (Carlos Slim tardaría cerca de 220 años en gastar su fortuna, si lo hiciera a un ritmo de un millón de dólares diarios; Amancio Ortega, 172 años; y Bill Gates, 218 años, según un informe de Oxfam Intermón de 2014).

Al borde de un ataque de compras recorre otras áreas del negocio global y su impacto en el medio ambiente. Procedentes del petróleo, los plásticos se insertan en la vida cotidiana del ciudadano occidental; el PE (polietileno) en el envoltorio de los alimentos, el PET (tereftalato de polietileno) en envases y botellas; o el PEAD (polietileno de alta densidad) en bolsas, detergentes y champús, recuerda. Así, corporaciones como Coca-Cola, PepsiCo, Danone, Nestlé, Unilever o Johnson & Johnson tienen responsabilidad en el impacto de la “plaga plástica” (Greenpeace, 2019). Por otra parte, “la industria textil (y de la moda) es la más contaminante del mundo tras la del petróleo”. Brenda Chávez concluye con dos ideas medulares: “Huye de la supuesta comodidad, nos vuelve inútiles”; y “sé frugal, no austericida”.

https://rebelion.org/la-frugalidad-es-sostenible-y-deseable-el-austericidio-no/

martes, 5 de julio de 2016

El FMI contiene su "revolución". El economista jefe sale al paso de la polémica por un artículo de la institución que cuestionaba el neoliberalismo y la austeridad.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) no reniega ni de la austeridad ni del liberalismo más decidido. Aunque alimentó las dudas durante las últimas semanas, el economista jefe de la institución, Maurice Obstfeld, ha salido al paso para calmar las aguas. Hay poca épica en el Fondo, los conatos de revuelta se producen en forma de artículos y se sofocan con las mismas armas.

Un artículo publicado a finales de mayo por tres importantes economistas del FMI dio la campanada al cuestionar las bondades de las recetas económicas neoliberales, admitir que muchas no habían dado los resultados esperados y vincular los efectos de la austeridad con el aumento de la desigualdad. "Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han dado los frutos esperados", señalan Jonathan D. Ostry (subdirector del departamento de Análisis), Prakash Loungani (jefe de división) y David Furceri (miembro del mismo departamento).

Los expertos del Fondo hallaron tres conclusiones "preocupantes" al analizar las políticas de austeridad y la retirada de restricciones al movimiento de capitales: que "los beneficios en términos de mayor crecimiento son difíciles de identificar cuando se mira un amplio grupo de países", si bien "los costes en cuanto a mayor desigualdad son prominentes". En cambio, certifican que "la mayor desigualdad daña el crecimiento". Así, aunque ese ideario liberal busque la expansión económica, "sus defensores deben prestar atención a los efectos en su distribución".

El artículo, publicado en una revista del FMI bajo el título Neoliberalism: Oversold? (algo así como Neoliberalismo: ¿sobrevalorado?) también cuestiona los objetivos del Fondo en cuanto a la reducción de la deuda pública de los Estados. "Muchos países (como los del sur de Europa) no tienen mucha más elección que adoptar consolidación fiscal", señalan, pero esa necesidad "en algunos países" no es aplicable "a todos los países", resaltan.

Ajustes más suaves
El propio FMI, desde su ex economista jefe Olivier Blanchard, hasta su actual directora gerente, Christine Lagarde, han manifestado en los últimos años que los ajustes fiscales no deben ser bruscos para evitar castigar el crecimiento (sobre todo después de ver las secuelas de la crisis griega) y que los Estados con margen para gastar deben hacerlo. Los economistas cuestionan algo más en su artículo y se habla mucho de un giro keynesiano en los análisis del Fondo. "Pero el FMI también ha defendido bajar la deuda en el medio plazo en algunas economías emergentes y desarrolladas, sobre todo como seguro ante futuros shocks. Pero ¿es realmente defendible para países como Alemania, Reino Unido o EE UU?", se preguntan.

Hace unos días, el FMI publicó una entrevista con su economista jefe para matizar a sus compañeros. "No se trata de que el Fondo esté a favor o en contra de la austeridad, nadie quiere austeridad innecesaria", señaló Obstfeld, sino de que los gobiernos deben vivir acorde a sus posibilidades o asumir medidas más duras como el impago de la deuda. "Esto es un hecho, no una posición ideológica", dijo. "El artículo se ha malinterpretado, no significa un gran cambio en el Fondo". Si algo se ha sobreestimado es la capacidad de revolución en el Fondo.

EL FONDO AVISA DE LA ALTA DEUDA DE CHINA
El subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, urgió ayer a China a tomar "medidas inmediatas" para reducir la creciente deuda de sus empresas, o de lo contrario se encontrará con "consecuencias peligrosas" en su transición hacia una economía de consumo.

Lipton recordó que el país asiático es el miembro del G20 que ha acumulado deuda de forma más rápida, y estimó que ya equivale al 225% de su PIB, o el 145% si solo se atiende a su deuda corporativa. "La deuda empresarial sigue siendo un grave y creciente problema que debe ser afrontado de inmediato y con un compromiso para adoptar reformas serias", señaló.

http://economia.elpais.com/economia/2016/06/11/actualidad/1465663527_582337.html

sábado, 2 de julio de 2016

El Nobel Deaton: “Austeridad más corrupción crean una bomba social”. El economista advierte contra los populismos que buscan "alguien a quien culpar"

Angus Deaton, Nobel de Economía en 2015, ha advertido este lunes en Valencia de que la mezcla de recortes y escándalos políticos como la que se ha vivido en los últimos años en España constituye un cóctel de alto riesgo: "La combinación de pedir austeridad y después mostrar debilidad frente a la corrupción es una bomba social. Cuando uno pide esfuerzos a la población tiene que ser muy riguroso para no soliviantar a la gente", ha afirmado.

Deaton, uno de los 22 Nobel que integran el jurado de los Premios Jaime I que se conocerán este martes en Valencia, ha avisado en un encuentro con periodistas de que ese malestar social aviva el fuego del populismo que sacude buena parte del mundo occidental.

El economista nacido en Edimburgo, contrario a la independencia de Escocia y afincado en Estados Unidos ha evitado extenderse sobre el caso español por falta de conocimiento. Y ha puesto como ejemplo del fenómeno al candidato republicano a la presidencia norteamericana Donald Trump. "La clase trabajadora de Estados Unidos, sobre todo los blancos, han visto cómo perdían poder adquisitivo a raíz de la crisis financiera. Y cómo algunos banqueros que cometieron delitos han salido libres o prácticamente sin ninguna condena. Esa mezcla ha sido lo bastante explosiva como para que ahora haya un sentimiento que busca una revancha desde el populismo", ha afirmado.

Premiado por la Academia Sueca por sus estudios sobre la pobreza, la desigualdad y el bienestar, Deaton ha vinculado el éxito de Trump en las primarias republicanas, la convocatoria de un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE —el Brexit, al que se opone— y la reacción europea ante la llegada de refugiados. "Se trata de buscar a alguien a quien echar la culpa. En un caso pueden ser los inmigrantes, en otro los burócratas de Bruselas...".

Crece, ha advertido el Nobel admirador de John Maynard Keynes, el apoyo a propuestas "que tienen la idea de romper el sistema liberal que ha funcionado bien desde la Segunda Guerra Mundial y ha contribuido a mejorar el bienestar de las sociedades". En parte, ha proseguido, porque "en este momento hay un buen porcentaje de la población" que ha dejado de apreciar sus ventajas como consecuencia de la crisis y "no está a favor del mismo".

Conocido crítico de las políticas de austeridad, Deaton ha considerado, sin embargo, que un país pequeño como España tiene poco que hacer frente a ellas. "No así la Unión Europea o Estados Unidos, que son economías grandes". "Creo que había alternativas que seguramente habrían sido mejores para evitar el aumento de la desigualdad y para salir antes de la crisis", ha afirmado. "Los economistas no hemos sido capaces de persuadir a los políticos de que se necesitan estímulos adicionales. Se ha convertido en un tema ideológico. Y la cuestión ha entrado en el ámbito de los valores, lo que puede ser bastante trágico".

Un ejemplo de las cosas que podrían haberse hecho es, según el Nobel, un clásico keynesiano. Un gran programa de infraestructuras en Estados Unidos para renovar carreteras, aeropuertos, pantanos y otras grandes obras públicas que se hallan deterioradas en el país como forma de estimular la economía, aprovechando unos tipos de interés excepcionalmente bajos.

El presidente Barack Obama empezó bien en la respuesta ante la crisis gracias en gran medida, ha opinado, al "conocimiento" y las "herramientas" que los economistas aprendieron de la Gran Depresión de los años treinta, lo que ha contribuido a que la Gran Recesión no haya sido tan devastadora. "Obama tomó la buena dirección, pero no fue lo bastante intenso". Europa fue aún más tímida, lo que ha sido especialmente negativo para países como España, ha añadido. Y la lentitud en la salida de la crisis se explica en parte por ello.

El Nobel, que este martes participará en la elección de los premios Jaime I 2016, ha criticado especialmente manifestaciones de la austeridad como las que han llevado al recorte del presupuesto de educación y de las becas. "La educación es muy, muy importante. Dar oportunidades para que un chico estudie cuando es brillante es la mejor forma de fortalecer un país".

A pesar del mazazo de la crisis y del alto nivel de paro, Deaton ha dicho haberse sorprendido al estudiar la desigualdad en España —"esperaba que fuera mayor"—. Y descubrir que se mantenía por debajo de la de países como Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur o Japón.

En la desigualdad intervienen muchos factores, ha indicado. Uno de ellos es el cambio tecnológico "que hace que una parte de la sociedad sufra la sustitución de sus habilidades por las máquinas". El economista ha diferenciado entre una desigualdad "buena", como la que ha hecho muy rico al creador de Facebook, Mark Zuckerberg, porque este ha contribuido a "mejorar la sociedad". Y otra "mala", que se produce en su opinión cuando el enriquecimiento proviene de la presión sobre los políticos, "el capitalismo de amigos y la corrupción". http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/06/06/valencia/1465208792_230902.html

martes, 14 de junio de 2016

¿Austero Aznar? La austeridad neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por ellos mismos.

Y va Josemari Aznar y le pega un rapapolvo a Mariano Rajoy por “relajar la corrección del déficit”. Y le instruye a hacer lo contrario: “España debe acelerar el proceso de consolidación fiscal”, reduciendo el gasto público. O como, más claro, dejó escrito: el Gobierno tiene “el deber” de aplicar “políticas de máxima austeridad” (España puede salir de la crisis, Planeta).

Más vale reír que llorar. El incumplidor fiscal, el que vocea que denunciará a Cristóbal Montoro por revelar sus infracciones y sanciones, el amigo de sobrios de lujo como Rupert Murdoch, Bernie Ecclestone, Flavio Briatore, Paco Camps, Jaume Matas, Rita Barberá y la tribu gurtélida-escurialense, dando lecciones de frugalidad. La austeridad neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por nosotros mismos.

Pincha Aznar a Mariano con que la bonanza económica de su tiempo se debió a esa política; le replican la vice y Luis de Guindos que ellos lo han hecho mejor. Oculta un factor clave del crecimiento económico bajo el aznarato: su ley del suelo. Fue esa la que disparó desde 1998 la burbuja inmobiliaria, bajo el principio de que todo era urbanizable salvo lo prohibido, y que incubó la Gran Recesión a la española. Pero el máximo austero lo olvida.

Como, generoso, obvió en las 219 páginas de ese libro siquiera mencionar a Rodrigo Rato, quien algo tendría que ver con aquella recuperación. Para nada, el generoso Aznar se autoatribuyó el fugaz mérito: “El milagro soy yo”, declaró a The Wall Street Journal. Modesta frase que “era precisamente lo contrario a cualquier planteamientro egocéntrico”, según nos asegura en El compromiso del poder, su segundo volumen de desmemorias selectivas.

Cuando las invectivas de estilo Rottenmeier atenazan a Mariano, asalta a muchos la compasión de minimizar sus fracasos, la pérdida de un ejercicio presupuestario por culpa de bajar los impuestos para subir los votos, el patético papelón ante Europa para evitar la multa por incumplimiento del déficit... Al fin y al cabo, es un tipo apacible que no suele ofender.

Pero entonces comprueban que les promete en España volver a reducir impuestos y al tiempo escribe a la Comisión asegurando que una vez pasen las elecciones volverá a aplicar recortes; qué digo recortes: “nuevas medidas”. Y se sienten burlados.

http://elpais.com/elpais/2016/05/23/opinion/1464021800_997153.html

miércoles, 17 de febrero de 2016

Lo que no se conoce sobre el que lidera la campaña de austeridad contra Grecia y España.

Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, febrero 2016

Cualquier lector que haya seguido de cerca las noticias sobre Grecia recordará que una figura clave de la imposición de las políticas de austeridad al pueblo griego, que han tenido un impacto devastador para aquel país, fue el Presidente del Eurogrupo, el Ministro de Finanzas de Holanda, el Sr. Jeroen Dijsselbloem, que lideró el ataque (y no hay otra manera de decirlo) a Grecia, forzándola a que aplicara las recetas neoliberales que han causado tanto daño, no solo a las clases populares griegas, sino a las de todos los países -incluyendo España- cuyos gobiernos han aplicado dichas recetas. Tal personaje fue especialmente duro en las exigencias fiscales, acusando al gobierno Syriza de no hacer el trabajo que tenía que hacer, a saber, recoger fondos públicos para pagar las deudas que el gobierno griego había heredado del gobierno conservador liberal anterior. Y este mismo señor ha estado presionando con particular insistencia y mano dura al gobierno español para que haga más recortes y ajustes del gasto público, aplicando las mismas políticas públicas que causaron un enorme daño al pueblo griego, liderando el sector más duro del Eurogrupo, el cual forman los Ministros de Economía y Finanzas de los países de la Eurozona, que él preside. Después de Grecia, Dijsselbloem ha escogido España como su punto de mira, exigiéndole unos recortes de nada menos que de 9.000 millones de euros, que desmantelarían todavía más el ya muy subfinanciado Estado del Bienestar español. España es uno de los países con un gasto público social por habitante en sanidad, en educación, en escuelas de infancia, en servicios domiciliarios, en vivienda social, en servicios sociales y un largo etcétera, más bajos de la UE-15. Pero tal personaje ha puesto como prioridad de su labor el que se gaste incluso menos, pues según él, el déficit público de España es hoy el problema mayor que tiene este país, punto de vista que, por cierto, es ampliamente sostenido por la mayoría de economistas neoliberales que tienen gran proyección mediática en los medios de información y persuasión españoles (incluyendo los catalanes).

¿Quién es este personaje, el Sr. Dijsselbloem?
Lo que no se conoce –porque no se ha publicado en ninguno de los mayores medios de información- es quién es este señor. Dicho personaje ha jugado un papel clave en convertir Holanda en un paraíso fiscal en el que las mayores empresas europeas (incluyendo españolas) y norteamericanas evitan pagar sus impuestos en los países donde se realiza la producción, la distribución o el consumo de sus productos. La política impositiva de tal país está diseñada para atraer a compañías multinacionales que establecen su sede en Holanda. Las ventajas fiscales y subsidios públicos, así como su tratamiento sumamente favorable a las rentas del capital, son bien conocidos en el mundo financiero y empresarial.

Ello explica que haya muchas compañías que establezcan su sede en Holanda (desde la compañía minera canadiense Gold Eldorado a la estadounidense Starbucks, la lista es enorme). En realidad, algunas de estas compañías solo tienen en Holanda una dirección postal, sin edificio siquiera, como es el caso de los grupos musicales Rolling Stones o U2, del Sr. Bono, que se ha hecho famoso y rico a base de supuestamente defender a los pobres del mundo (ver el artículo de David Hollanders “What Europe Needs to Know About The Dutch Tax Haven”, Social Europe Journal, 05.01.16). Muchos de los beneficios fiscales y subsidios, así como las transacciones financieras no son públicos, e incluso miembros del Parlamento holandés no tienen acceso a esa información.

Es sorprendente que Holanda, sin embargo, no aparezca en la lista de paraísos fiscales. Y ello se debe a la activa movilización de la coalición gobernante en Holanda, formada por el partido socialdemócrata, al cual pertenece el Ministro de Finanzas, el Sr. Dijsselbloem, dirigiendo la política económica y financiera del país, y el partido radical de derechas, que aprobaron una ley en el año 2013 en la que se indicaba que Holanda no era un paraíso fiscal, por mucho que se le pareciera. El gobierno prácticamente prohibió el uso de tal término, lo cual no fue un obstáculo para que el gobierno holandés haya apoyado la realización de seminarios para empresarios extranjeros (realizados en el extranjero, el último en Ucrania) para enseñarles cómo evitar pagar impuestos en Holanda.

Como bien indica David Hollanders, Holanda es un ejemplo de libro de texto de lo que es un paraíso fiscal. Como muestra tal autor, hay 12.000 empresas (que manejan un total de 4 billones de euros) que tienen una sede postal en Holanda, que incluyen el 80% de las cien empresas más grandes del mundo y el 48% de las mayores compañías que aparecen en la revista Fortune. Entre tales empresas con sede postal en Holanda hay empresas portuguesas, españolas (como la empresa que se benefició de la privatización de la empresa pública Aigües Ter Llobregat por la Generalitat de Catalunya – ver “Tots els camins porten a Holanda”, El Triangle, 23.12.15), griegas y otras, lo cual implica que Grecia, España, Portugal y otros países dejan de ingresar impuestos (millones y millones de euros) a las arcas del Estado debido a las políticas aprobadas por el gobierno holandés, del cual el Sr. Dijsselbloem es uno de los mayores responsables y arquitectos, el mismo personaje que acusa a Grecia y a España de tener excesivos déficits públicos, déficits públicos que no existirían si las grandes empresas pagaran los impuestos que tendrían que pagar si no tuvieran sus sedes fuera del país, incluyendo Holanda, situación favorecida y facilitada por tal señor.

Se sabe que el Sr. Jean-Claude Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, es otro personaje que hacía lo mismo cuando era Presidente y Ministro de Finanzas de Luxemburgo, otro paraíso fiscal donde un gran número de empresas internacionales, incluyendo españolas, tienen su sede.

El Sr. Jean-Claude Juncker es también de los que presiona por todos los medios para que se apliquen las políticas de austeridad en Grecia y en España. Pero no se sabía tanto de este otro personaje, el Sr. Dijsselbloem. El cinismo y la indecencia, por no decir falta de ética, de tales personajes alcanzan ya niveles sin precedentes. Y esta es la Europa a la que se nos pide que pertenezcamos.
http://www.vnavarro.org/?p=13028

martes, 26 de enero de 2016

Varoufakis avisa a Podemos: "No permitan que la troika los divida. Si lo consigue, les destruirá" El exministro de Finanzas griego ultima la fundación del Movimiento por la Democracia Europea ('Democracy in Europe Movement'), una plataforma que busca democratizar las instituciones de la UE

Hace un año, cuando por estas fechas se gestaba la histórica irrupción del partido de izquierda radical Syriza como primera fuerza política en Grecia, el economista Yanis Varufakis se disponía a asumir la cartera de Finanzas del país con un objetivo fundamental: liderar el combate que pondría fin a las “fuerzas destructivas” de la troika en la república helena. Un combate que, según Varufakis, no solo era vital para sacar a Grecia del bucle pernicioso de austeridad, deuda y deflación en el que llevaba sumido el país desde 2010, sino también para liberar al proyecto de integración europeo de un cada vez mayor y peligroso “autoritarismo burocrático”.

Tras seis meses que tuvieron en vilo a la zona euro, Varufakis abandonó la batalla dimitiendo de su cargo cuando se produjo la capitulación del Gobierno griego ante sus acreedores.

Varufakis ni se da por vencido, ni ha perdido la esperanza. Y mucho menos piensa que su diagnóstico sobre el estado actual de la UE y los peligros que esta corre se haya demostrado erróneo, todo lo contrario. El exministro que plantó cara a la troika en 2015 y que llegó a ser acusado de alta traición, vuelve al campo de batalla un año más tarde, solo que esta vez no emprenderá la lucha desde Atenas, sino desde el corazón de Europa.

Cuesta creer que en unos días se cumplirá un año desde que usted entró a formar parte del Gobierno griego que pondría “fin a la troika”, como proclamó el propio Alexis Tsipras la noche del 25 de enero de 2014.

¿Conclusiones?
El año comenzó con unas elecciones en Grecia que electrizaron a Europa con la esperanza de que era posible devolver legitimidad a la política europea. Cuando llegó el verano, los viejos poderes europeos se habían reafirmado tras haber estrangulado la “primavera griega”. También habían logrado restaurar una versión más dura de los dictados autoritarios y políticas económicas inviables que han convertido a Europa en el “enfermo” del capitalismo global.

El ahogamiento de la democracia griega el pasado verano hirió de gravedad a la Unión Europea y reforzó las fuerzas centrífugas que la están rompiendo. Al poco tiempo, cuando los refugiados comenzaron a llegar, la mentalidad de “no en mi patio” y del “¿yo qué gano?” que había sido reafirmada con el aplastamiento de la “primavera griega”, era dominante. El resultado para Europa ha sido dar un paso más hacia la pérdida tanto de su integridad como de su alma.

En el lado positivo, la “primavera griega” desató un proceso imparable que puede desafiar el masivo déficit democrático en Europa. No hay ningún europeo que hoy pueda negar el hecho de que las decisiones importantes en la zona euro son tomadas por un órgano que legalmente no existe y que opera como una sociedad secreta, el Eurogrupo. La “primavera griega” también ha dado lugar a transformaciones, aunque inconclusas, en Portugal y en España, así como a ciertos aires de cambio en el resto de Europa. Nunca antes las demandas de una democracia auténtica y de transparencia habían sido tan sonoras en nuestro continente. Es crucial que 2016 sea el año en el que esas exigencias se consoliden.

Parte de su tesis con respecto a las políticas económicas adoptadas en Europa desde el estallido de la crisis, así como su crítica sobre la propia arquitectura institucional de la Unión, es que, de no corregir el rumbo, estamos abocados al resurgimiento de extremismos peligrosos. Nadie parece compartir esa tesis en las instituciones europeas, a conectar las causas y efectos que usted denuncia.

Eso tiene un nombre: negación. Al ser apabullados por problemas difíciles y por la desesperación, los humanos frecuentemente optamos por liarnos la manta a la cabeza. Los banqueros lo hacen, los políticos lo hacen, sociedades enteras lo hacen.

En 2008, un colapso del sector financiero que comenzó en Wall Street dio lugar a una serie de bancarrotas en los sistemas bancarios de países en superávit y, poco después, en las finanzas de Estados deficitarios, lo que hizo que la divisa común comenzara a fragmentarse. Para mantenerla se implementaron medidas que combinaban préstamos y políticas de austeridad insostenibles que terminaron por trasladar el coste de la crisis a las clases trabajadoras; medidas a las que yo defino como “austeridad Ponzi”.

Al igual que ocurrió en 1929, cuando un colapso similar en el sector financiero fragmentó la divisa común de esa era, el patrón oro, la secuencia de eventos actual conducen a la desesperanza, a la depresión y al miedo; factores todos ellos que contribuyen al resurgimiento de ultranacionalismos, racismo y, finalmente, al regreso de los neonazis. Mientras tanto, como usted comenta, los poderes fácticos se niegan a conectar las causas y los efectos y se pertrechan en la quimera de que políticas económicas contractivas darán lugar, de algún modo, a crecimiento.

En la República de Weimar, bajo el canciller Heinrich Brüning, la burguesía se había convencido de que la transferencia de riqueza de la clase trabajadora a la suya resolvería la economía, mientras que la extrema derecha mantendría a raya a la creciente autoridad de la izquierda. El resultado fue Adolf Hitler. En la actualidad, de una manera muy similar, la política económica de Brüning ha sido resucitada con la izquierda siendo mantenida a raya por el Eurogrupo y la troika, mientras que el ultranacionalismo, el racismo y el neonazismo campa a sus anchas para convertirse en una amenaza.

Y para contrarrestar todo lo anterior, usted sigue insistiendo en cambiar la arquitectura europea. Desde hace unos meses habla de un “movimiento para democratizar Europa”. ¿Cómo se traduce eso a la acción?

Primero hemos de fundar el movimiento. Eso ocurrirá el 9 de febrero en Berlín. El propósito es movilizar a los europeos bajo una simple agenda común: democratizar las instituciones europeas.

Una vez que hayamos iniciado esta “conversación” sobre nuestra meta de democratizar Europa, en el contexto de un movimiento activista, emergerá un consenso que a partir de entonces tendrá que encontrar su expresión en cada uno de los estados miembros de la Unión Europea.

La fórmula organizativa y electoral que esta expresión cobre en cada país es algo que queda a expensas de ser decidido de manera colectiva y orgánica. En algunos países puede ser en forma de un nuevo partido. En otros, nuestro movimiento podría establecer alianzas con partidos ya existentes. Todo esto está pendiente de ser debatido y decidido.

Sin embargo, lo que realmente importa es que nuestro movimiento invertirá el orden actual. Actualmente los partidos se erigen a nivel estado-nación que luego intentan formar alianzas, débiles, a nivel europeo. Nuestro movimiento comenzará a escala europea, basado en un internacionalismo radical, y se enfocará en el déficit democrático en el corazón de Europa y cada una de sus instituciones y jurisdicciones nacionales. Solo entonces “descenderá” a la mecánica de los procesos electorales a nivel nacional, regional y local.

¿Cómo puede un “movimiento”, sin el respaldo de la fuerza de un Estado miembro, lograr cambios en las autoridades europeas cuando ni siquiera el mismo Parlamento Europeo tiene esa capacidad?

Nuestro movimiento surge como respuesta a una realidad según la cual los políticos pueden estar en el Gobierno, pero no tienen poder. Incluso los primeros ministros, presidentes y los ministros de Finanzas de Estados fuertes dentro de la Unión Europea carecen de poder en una Europa que ha dejado la toma de decisiones cruciales lejos de la esfera política y en manos de un oscuro mundo de burócratas, banqueros y autoridades sin representación democrática.

En cuanto al Parlamento Europeo, es tan sólo la hoja de parra que esconde la ausencia de democracia parlamentaria en Europa.

Así que, para plantarle cara a esta despolitización del proceso de toma de decisiones político que viene reafirmando la crisis económica y de legitimidad en Europa, necesitamos un movimiento que emerja por todo el continente de un solo golpe y con la misma agenda: devolver a la política las decisiones y democratizar el proceso de toma de decisiones. No hay otra forma de poner fin a la perversa asociación entre autoritarismo y políticas económicas fallidas en Europa, que dará como resultado la ruina del proyecto común a favor del ultranacionalismo.

El año pasado usted era muy optimista sobre la posibilidad de lograr un acuerdo con la troika. Se apoyaba en que la lógica económica y política le acompañaría. ¿Qué le hace pensar que esta vez logrará tener éxito ante los mismos adversarios?

Cuando uno emprende el camino hacia el campo de batalla, la obligación es ser optimista y, al mismo tiempo, estar preparado para lo peor. Ese fue el espíritu con el que entré al Eurogrupo y a las negociaciones con la troika.

Sigo convencido de que entonces pudimos haber logrado un acuerdo honorable si hubiésemos mantenido nuestra estrategia original en lugar de ceder ante la presión tras unos meses de lucha. Pero de todo eso hablaremos en el futuro, cuando escriba sobre la historia de la estrangulación de la “primavera griega”. Lo que importa ahora es que aprendamos de ese espléndido episodio y sigamos hacia adelante.

¿Qué me hace ser optimista de un movimiento a escala europea? ¡Que será a escala europea! Que presionaremos en cada Parlamento, en cada Gobierno, en cada jefe de Estado al mismo tiempo. Que cuando la troika esté apretando, por ejemplo, al Gobierno de Madrid, sabrá que el proceso electoral en Alemania, Francia o Portugal castigará a cualquier político local que ceda ante la troika.

¿En qué fase se encuentra el movimiento?
Estamos en los primeros días. Lo lanzaremos el próximo 9 de febrero. El 2016 será el año en el que sembremos nuestras semillas en cada ciudad de cada Estado de la Unión Europea. La nuestra es sin duda una tarea utópica, pero si fracasamos, una terrible distopía aguarda a nuestra deslegitimada Europa en proceso de fragmentación.

Las encuestas en Grecia comienzan a sugerir un retroceso en el apoyo de los ciudadanos a Syriza. El pueblo pierde la esperanza.

¿Es que acaso sorprende que la esperanza sea la víctima de la capitulación de Syriza? ¿Durante cuánto tiempo puede Alexis Tsipras sostener la paradoja de pedir a sus diputados en el Parlamento que voten leyes a favor de las políticas misántropas de la troika y, al mismo tiempo, que las denuncien?

Como dije a mis colegas cuando abandoné el Gobierno y voté en contra de esas leyes, el peor aspecto de la capitulación es que las masas que sufran las consecuencias de esas leyes no tendrán otra alternativa política salvo Amanecer Dorado.

No obstante, hay un lado positivo: el pueblo griego no deja de sorprenderme. Como cuando me sorprendieron el 5 de julio con su magnífico “no” en el referéndum. Así que me siento alentado por su coraje y capacidad de mantener viva la esperanza de que la llama de nuestra “primavera griega” vuelva a brillar. Por mi parte, confío en que, antes de devolver esa llama a Atenas, será necesario llevar el espíritu de nuestra primavera a cada rincón de Europa, y que sirva de inspiración a todos los europeos que claman por una Europa democrática.

Cuando el pueblo griego vea a Europa ponerse en pie ante el autoritarismo que lo aplastó el verano pasado, ellos también volverán a ponerse en pie llenos de esperanza y entusiasmo.

En entrevistas anteriores me afirmó que abandonar el euro estaba fuera de sus planes y deseos, pero que no estaba de acuerdo en permanecer en él a cualquier precio. ¿Cuál es el precio? ¿Cuándo hay que decir “basta”?

Las divisas son instrumentos. Son medios para otros fines, como la prosperidad. El fetichismo por una divisa es lo peor, es un error. No creo que debamos incurrir en un fetichismo sobre el euro, pero tampoco creo que debamos hacerlo con nuestras divisas nacionales.

Para responder a su pregunta de manera directa: yo nunca, como ministro de Finanzas, pediría la salida del euro diciendo “basta”. Al mismo tiempo, tampoco entraría en pánico si alguien me amenazara con expulsarnos del euro, sobre todo cuando no existe un mecanismo para que eso ocurra, lo cual sería ilegal.

Mi punto de vista y mi política, como de costumbre, siempre ha sido: fijemos nuestras líneas rojas, como por ejemplo que acordemos que jamás se volverán a reducir las pensiones mínimas otra vez, y digamos a la troika que ignoraremos sus amenazas de expulsarnos del euro. Y si ellos de manera escandalosa cierran nuestros bancos, como hicieron, establezcamos un sistema de pagos paralelo, en euros, y mantengámonos firmes hasta alcanzar una solución política en Bruselas.

Nada de esto es fácil, pero es la única manera de poner fin a este ciclo interminable de recesión y autoritarismo en manos de una cada vez más despiadada troika. Es, de hecho, ¡la única forma de mantenernos dentro de la zona euro a largo plazo!

Tras su renuncia como ministro de Finanzas me dijo que “el tamaño importa”, que a España no se le hubiese propinado el mismo trato que a Grecia en circunstancias similares. ¿Qué lecciones puede sacar España de la ‘experiencia griega’?

Hay tres lecciones que resultan pertinentes. Primero, que al liderazgo en la sombra del Eurogrupo que mueve los hilos de la troika poco le importa la sostenibilidad económica del país que es enviado a negociar con ella, sino imponer su autoridad. Un Gobierno progresista en España tiene que tener esto presente, siempre.

En segundo lugar, España jamás se recuperará económicamente de manera sostenible si se mantiene dentro de los límites que la troika le ha impuesto. Un Gobierno progresista en España tiene que prepararse para un enfrentamiento con la troika.

En tercer lugar, prepárense para recibir amenazas y sepan que no son creíbles. Un Gobierno progresista en España tiene que exponer el “bluf” de la troika dado que la deuda pública y privada del país no puede ser absorbida por el Banco Central Europeo si la troika intenta amenazar a Madrid como lo hizo con Atenas.

Y a Podemos, el partido que en su día usted identificó como posible aliado de Syriza frente a la troika, y que tras las elecciones generales en España logró posicionarse como tercera fuerza en el país, ¿qué le aconsejaría?

Manténganse unidos. Unidos lo conseguirán, pero divididos caerán. Asegúrense de que el equipo que lleva el liderazgo actúe como uno y no permitan que la troika los divida. Si lo consigue, les destruirá.
http://www.eldiario.es/canariasahora/internacional/Varufakis-vuelve-desafiar-Troika_0_468953333.html

viernes, 23 de octubre de 2015

La izquierda de Portugal forja un Gobierno para combatir la austeridad. El mensaje del hipotético tripartito es claro: combatir las políticas de austeridad europeas


A punto de culminar su segundo y último mandato, el presidente portugués, Aníbal Cavaco Silva, está en una tesitura que pocos envidiarían: designar un jefe de Gobierno en minoría o encargar la tarea de gobernar a una coalición de tres grupos de izquierda con suficiente mayoría parlamentaria. La tercera opción es repetir las elecciones. Los comunistas confirmaron este miércoles su apoyo al líder socialista a cambio de sustanciales mejoras sociales que podrían comprometer el equilibrio presupuestario del país. Los tres quieren combatir las políticas europeas de austeridad. Portugal va a experimentar la troika buena.

Cuando el veterano político conservador Cavaco Silva, de 76 años, tome su decisión, ésta tendrá una consecuencia de doble filo: si otorga el mandato a su correligionario Passos Coelho, la mayoría izquierdista del Parlamento tumbará su programa. De las preferencias de Cavaco no cabe duda, ya que el presidente se inclinó dos días después de las elecciones por la opción de la coalición conservadora PSD-CDS-PP —aunque sin nombrarla— para garantizar “las obligaciones internacionales de Portugal tanto en la OTAN como en Europa y la zona euro”.

Son precisamente las exigencias en materia económica de los comunistas y del Bloco de Esquerda (BE) las que más dudas suscitan, por cuanto podrían desbaratar los objetivos de déficit del país. El líder del Partido Socialista (PS), António Costa, ha reiterado que si gobierna no vulnerará el equilibrio presupuestario.

El jefe del Partido Comunista (PC) portugués, Jerónimo de Sousa, confirmó este miércoles su apoyo estable a un Gobierno liderado por Costa. Un apoyo parlamentario tan estable como firmes sean las mejoras sociales promovidas por ese hipotético Ejecutivo. Pero un solo paso atrás, y el PC y el Bloco retirarán su apoyo a Costa.

Para llegar a un acuerdo con PC y Bloco capaz de formar una mayoría absoluta, los tres partidos han renunciado a buena parte de su programa. PC y Bloco han abandonado los grandes principios (salir de la OTAN, salir del euro, perdón del 50% de la deuda o nacionalizar la banca), pero han conseguido que el PS acepte la letra pequeña (medidas sociales).

Cumplir los compromisos
En el caso del PS de António Costa, ha ocurrido lo contrario y ha renunciado a los detalles mientras que se mantiene el fundamento: cumplir los compromisos europeos, es decir, mantener el presupuesto del Estado con un déficit por debajo del 3%, algo que la coalición en el Gobierno no consiguió nunca.

Sobre una hoja de Excel trabajan las comisiones técnicas de uno y otro partido, sumando de aquí y restando de allá. De momento, casi todo lo que ha trascendido va en contra de conseguir ese objetivo de déficit inferior al 3%. El eslogan que aúna a la llamada troika buena es “pasar página a la austeridad”.

La troika buena está de acuerdo en que suba el salario mínimo. El actual Gobierno lo situó en 505 euros en septiembre de 2014, tras cuatro años de congelación. PC y Bloco desean que al final de la legislatura llegue a 600 euros. Si la subida es a 550 en 2016, el gasto del Estado subirá unos 100 millones de euros.

También quieren bajar el IVA. En el caso del PS, es sobre la restauración (del 23% al 13%), lo que supondría una pérdida de recaudación de unos 400 millones de euros. El Bloco prefiere rebajar el IVA del recibo de la electricidad (del 23% al 6%).

PS, PC y Bloco están de acuerdo en devolver el sueldo recortado a los funcionarios. La discrepancia era de ritmo. La coalición de centroderecha prometía reponer un 25% por año; el PS, el 50%; y PC y BE, todo de una vez. El acuerdo alcanzado por la troika buena es una reposición del 25% por trimestre. Eso significa que el Estado pagará 600 millones de euros más a sus funcionarios y otros 250 millones por reposición de pensiones.

La factura de los acuerdos que se conocen —a falta de saberse las contrapartidas— supera los 2.000 millones de euros, lo que elevaría en varios puntos el objetivo del déficit del 3%. Dadas las pocas noticias sobre la recaudación, todo parece indicar que el presupuesto extra se obtendrá mediante el aumento de impuestos a empresas y en los tramos superiores de la declaración de la renta.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/21/actualidad/1445454460_322740.html

Parálisis política

Presupuesto no presentado. El 15 de octubre acabó el plazo que exige Bruselas. Ha sido el primer país que ha incumplido esta norma. Passos Coelho se niega a entregar un presupuesto de 2016. Dice que es tarea del futuro Gobierno.
Retraso del nuevo Gobierno. La imposibilidad de que Passos Coelho forme Gobierno continuista puede retrasar el nuevo Ejecutivo hasta diciembre.
Pactos a tres. El pacto entre PS y las otras fuerzas de izquierdas no es unitario, sino que el PS lo formalizará por separado con PC y el Bloco.
Un presidente casi en funciones. Aníbal Cavaco Silva termina su mandato a final de año. En este tiempo no puede disolver parlamentos y debe administrar una situación que heredará el próximo presidente.

El PC portugués confirma su apoyo a Costa para formar Gobierno
El acuerdo contempla subir el salario mínimo de 505 a 600 euros y eliminar los recortes en pensiones y salarios de funcionarios
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/21/actualidad/1445420786_704359.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

martes, 4 de agosto de 2015

El hombre endeudado. La deuda de España ha pasado del 253% del PIB al 320% en siete años. ¿Qué austeridad es esta?

Un congreso sobre toda la deuda europea, como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, porque la reestructuración de la mayor parte de la deuda, no solo de Grecia sino de varios países europeos, es inevitable. Esta es la principal propuesta que hace el economista francés Thomas Piketty en una entrevista dedicada a analizar “la ideología alemana” del primer tercio del siglo XXI.

Las declaraciones tienen valor porque se han hecho en la prensa germana y porque Piketty ha puesto negro sobre blanco lo que muchos piensan pero nadie se atreve a decir en voz alta: la imposibilidad de pagar los gigantescos volúmenes de deuda, pública y privada, interna y externa, acumulada en muchos países como factor determinante del modelo de crecimiento desde mucho antes de la crisis.

Los datos los acaba de publicar Analistas Financieros Internacionales (AFI) en un informe para la Fundación de las Cajas de Ahorro (“Endeudamiento de España: ¿quién debe a quién”?). Desde 2007 a 2014 la deuda mundial ha continuado creciendo, tanto en las economías emergentes como en las desarrolladas. En estas últimas, la deuda agregada ha pasado de representar el 230% del PIB al inicio de la crisis al 272% a finales del año pasado, 42 puntos más.

En España, por poner el ejemplo más cercano, esa evolución ha sido aún peor: del 253% al inicio, al 320% del PIB en 2014, ¡67 puntos de PIB más de deuda! Curiosos casos de “austeridad expansiva” con estancamiento (o recesión), enormes recortes presupuestarios, reducción de los déficit... y aumento desaforado de la deuda, que habrán de pagar nuestros descendientes si no se produce esa reestructuración por la que clama Piketty (“Los griegos, sin duda, ha cometido muchos errores; hasta 2009 el Gobierno de Atenas falsificaba sus cuentas, pero a pesar de ello la nueva generación de griegos no tiene mayor responsabilidad por los errores de los más viejos que la nueva generación alemana en los cincuenta y en los sesenta (...) Europa se fundó sobre el perdón de las deudas no sobre la idea de la penitencia eterna”).

En La fábrica del hombre endeudado (Amorrortu Editorial), el sociólogo italiano Maurizio Lazzarato descubre el estupor de que quienes hasta el año 2007 estimularon los créditos para mantener el consumo y la apariencia de una cierta igualdad en los signos externos de los ciudadanos sean ahora los mismos que denuncian sus consecuencias nefastas; cómo experimentar vergüenza y culpa por estar endeudado cuando poco antes la acumulación de préstamos en buenas condiciones (bajos tipo de interés y periodos largos) era una señal de ser buen ciudadano económico.

Lazzarato dice que se ha sustituido la figura del “homo economicus” (aquel que era racional en sus decisiones económicas) por la del “hombre endeudado” cuya vida entera (bancos, aseguradoras, empresas de servicios,...) es su fábrica cotidiana de producción de devoluciones de préstamos.

Más:
Estancamiento autoinfligido
Las recesiones parecen fenómenos naturales, ajenos a la mano del hombre

Creadores de escasez.
Tras las políticas de austeridad el panorama es desolador: se multiplica el paro, la exclusión y mueren miles de empresas.

sábado, 11 de julio de 2015

Cinco destacados economistas advierten a la canciller alemana “La historia la recordará por sus acciones de esta semana, la austeridad ha fracasado” Thomas Piketty, Jeffrey Sachs, Heiner Flassbeck, Dani Rodrik y Simon Wren Lewis ICH/The Nation

La infinita austeridad que Europa está imponiendo al pueblo griego simplemente no funciona. Ahora Grecia ha dicho en alta voz que ya basta.

Como la mayor parte del mundo sabía que sucedería, las demandas financieras hechas por Europa han aplastado la economía griega, producido un desempleo masivo, un colapso del sistema bancario, empeorado aún más la crisis de la deuda externa, con un aumento del problema de la deuda a impagables 175 por ciento del PIB. La economía ahora yace arruinada, con una caída precipitada de los ingresos tributarios, una depresión de la producción y del empleo, y con las empresas privadas de capital.

El impacto humanitario ha sido colosal – un 40 por ciento de los niños vive ahora en la pobreza, la mortalidad infantil aumenta vertiginosamente y el desempleo juvenil se aproxima a 50 por ciento. La corrupción, la evasión de impuestos y la mala contabilidad de previos gobiernos griegos han ayudado a crear el problema de la deuda. Los griegos han cumplido gran parte del llamado a la austeridad de la canciller alemana Angela Merkel – recorte de salarios, reducción de los gastos del gobierno, reducción drástica de las pensiones, privatización y desregulación y aumento de los impuestos. Pero en los últimos años la serie de así llamados programas de ajuste infligidos a países como Grecia han servido solo para crear una Gran Depresión tal como no ha sido vista en Europa desde 1929-1933. La medicina prescrita por el ministerio alemán de finanzas y Bruselas ha desangrado al paciente, no curado la enfermedad.

Juntos instamos a la canciller Merkel y a la Troika a considerar una corrección del rumbo, a evitar más desastre y a capacitar a Grecia para permanecer en la Eurozona. Ahora mismo, se está pidiendo al gobierno griego que se ponga un arma a la cabeza y apriete el gatillo. Por desgracia, la bala no solo destruirá el futuro de Grecia en Europa. El daño colateral matará a la Eurozona como rayo de esperanza, democracia y prosperidad, y podría conducir a consecuencias económicas de largo alcance en todo el mundo.

En los años 50, Europa fue fundada sobre la remisión de pasadas deudas, notablemente las de Alemania, lo que generó una masiva contribución al crecimiento económico y a la paz de la postguerra. Hoy tenemos que reestructurar y reducir la deuda griega, dar a la economía espacio para respirar a fin de que se recupere, y permitir que Grecia pague una carga reducida de la deuda durante un prolongado período. Ahora es el momento para una reconsideración humana del programa punitivo y fracasado de austeridad de los últimos años y de acordar una importante reducción de las deudas de Grecia junto a reformas muy necesarias en Grecia.

Nuestro mensaje a la canciller Merkel es claro; la instamos a emprender esta vital acción de liderazgo para Grecia y Alemania, y también para el mundo. El mundo la recordará por su acción de esta semana. Esperamos y contamos con usted para que dé los pasos audaces y generosos hacia Grecia que servirán a Europa durante generaciones.

Heiner Flassbeck, ex secretario de Estado del ministerio de Finanzas alemán
Thomas Piketty, profesor de economía de Escuela de Economía de París.
Jeffrey D. Sachs, profesor de economía sustentable, profesor de política y administración de salud y director del Instituto de la Tierra en la Universidad Columbia.
Dani Rodrik, profesor Ford Foundation de economía política internacional, Escuela Kennedy Harvard.
Simon Wren-Lewis, profesor de economía política, Escuela Blavatnik de Gobierno, Universidad de Oxford.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article42335.htm

domingo, 24 de mayo de 2015

Austeridades

España es ejemplo de devaluación salarial general, fruto de la reforma laboral, aunque con un deterioro muy superior para los que se encuentran en la situación más desfavorable: entre 2007 y 2011 los ingresos de la decila más baja de la población disminuyeron un 12,9%, cuando los de la decila más alta cayeron solo un 1,4%. Nada permite pensar que haya cambiado el panorama. La deuda pública, motivada por la política económica del Gobierno, sigue ascendiendo y ha llegado a récord tanto en términos absolutos (1,04 billones de euros) como relativos (99% del PIB). Esta deuda pública ha crecido más en los cuatro años de Rajoy que en los siete largos de Zapatero.

Son dos maneras distintas, estrecha y ancha, de aplicar la austeridad. Son dos austeridades. Dependen del lugar desde donde se mire. Ocurre algo semejante con otro tipo de cosas. El último Consejo de Ministros, 10 días antes de las elecciones, preanuncia lo que sucederá hasta las generales: paladas de dinero público de ayudas (familias, automóviles, comunidades autónomas…), un nuevo sistema de financiación al cine… Algo inédito en toda la legislatura. Que se aprovechen sus beneficiarios. Se hacían públicas apenas 24 horas después de que la Comisión Europea advirtiese al Gobierno de que su déficit sigue siendo el segundo más alto de la eurozona, que la deuda pública está por encima de la media, que no ha terminado la reestructuración bancaria y que los salarios deben seguir subiendo por debajo de la productividad (es decir, bajando).

El lema “crece ahora, y después preocúpate por los pobres” es una falacia

Mientras por el periscopio se divisan elecciones se inyecta gasto. En cuanto aquellas hayan finalizado llegarán otros ajustes y nuevas vueltas de tuerca a traición en el mercado de trabajo y en pensiones. Distribuidos del modo desigual ya visto. La OCDE ha advertido (y no es sospechosa de igualitarismo) que la desigualdad tiene un efecto negativo y estadísticamente significativo en el crecimiento, creando ineficiencias en la distribución de los factores y en la productividad.

Estos estudios, así como los de Piketty, Sáez, Zucman, Stiglitz y otros, cuestionan el uso ideológico que se ha hecho de la curva de Kuznets. La curva de Simon Kuznets, premio Nobel, tiene forma de campana (una “U” invertida) y muestra que el desarrollo acelerado produce, en una primera fase, desigualdades crecientes hasta llegar a un punto más allá del cual empieza a generar igualdad. Fue utilizada con el fin de neutralizar las críticas contra los efectos desigualitarios de las políticas económicas, bajo el lema de “grow now, worry about poor later” (“crece ahora, y después preocúpate por los pobres”). Estos estudios han demostrado que ese “después” nunca llega o tarda demasiado.
http://economia.elpais.com/economia/2015/05/17/actualidad/1431882784_904381.html

martes, 31 de marzo de 2015

Naomi Klein en Madrid “Hay que fusionar las fuerzas antiausteridad contra el cambio climático”

La escritora y periodista Naomi Klein explicó en el Círculo de Bellas Artes cómo la situación actual de crisis medioambiental pone un plazo final al sistema capitalista.

“Deberíamos entender el cambio climático como un mensaje que nos manda la naturaleza: el de la necesidad de un modelo económico diferente que sea justo y sostenible”. Con estas palabras invita Naomi Klein a pensar de manera diferente en un cambio climático que, sostiene, “no resulta tanto de las emisiones de carbono, como del modelo económico neoliberal en sí mismo”. Un modelo “basado en el crecimiento sin cortapisas” que ha llevado al planeta “a una situación límite” y que “está desahuciando a mucha gente la propia civilización”.

Klein presentó ayer en Madrid de su último libro, Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima en un abarrotado Círculo de Bellas Artes. Allí, lanzó un mensaje claro: no sólo no debemos tener miedo al cambio climático sino que debemos ver en él la posibilidad de cambiar este sistema.

“Si el cambio climático fuera el único problema derivado del capitalismo, les daría la razón a quienes dicen que no se puede cambiar el sistema, pero este sistema pone en riesgo nuestras vidas en muchos sentidos”, sostiene Klein. Lejos de mostrarse catastrofista, la escritora y periodista desprendió una gran dosis de optimismo: “Es la posibilidad de convergencia entre las fuerzas que luchan contra el sistema económico y la urgencia de la crisis climática, que nos pone un plazo final, lo que me da esperanza”, añade. Y defiende, por eso, que “es el momento de fusionar las fuerzas antiausteridad con el movimiento contra el cambio climático”.

Parte de la idea de que los tiempos de crisis son “una oportunidad única” para profundizar en la democracia. “Hay precedentes históricos que así lo demuestran”, asegura. Pero esto no ha sucedido después de 2008 y el motivo, en su opinión, es “que hemos dicho muy claramente lo que no queremos, pero nunca hemos tenido una contranarrativa convincente, que sea una alternativa a la de la austeridad”. El cambio climático, en este sentido, es la clave, lo que “lo cambia todo”, porque, según señala Klein, es “la contranarrativa más potente que tenemos contra la lógica brutal capitalismo”.

Su argumento se basa en las posibilidades que ofrece lo que ella define como “transición energética” como instrumento para combatir “la guerra de la austeridad”. En este sentido habla de nuevas formas de profundizar la democracia y, con ellas, democratizar la energía; de la creación de puestos de trabajo como apuesta por las energías renovables, de una “explosión de la propiedad participativa” en relación, precisamente, a las empresas energéticas y de la aparición de cooperativas energéticas en el ámbito local como una manera de luchar contra la austeridad.

Pero también se refiere a otros “elementos básicos para afrontar el cambio climático” como, por ejemplo, transformar la forma en que nos movemos. “Si quieres reducir el uso del coche, no puedes privatizar el transporte público, ni el sistema ferroviario, ni las compañías aéreas que son, además, sectores clave de la economía”. Se trata, en definitiva, de cambiar de forma radical el sistema político y económico que se ha impuesto en las últimas décadas, y de hacerlo a través de la lucha contra cambio climático.

Esta lucha, insiste, “entra en conflicto con la lógica del liberalismo” y choca de frente con los intereses de un sistema energético privatizado, e integrado por grandes compañías que “sólo buscan maximizar el beneficio” y que “te ven como el enemigo por utilizar paneles solares”. Por eso, dice, “no van a ponérnoslo fácil”. Por eso “Alemania trata de imponer a los países del sur de Europa la privatización, la liberalización y la austeridad, sacrificando la lucha europea contra el cambio climático, mientras en el interior de su país apuesta por recuperar el control de lo público”. Y por eso, añade, debemos “evitar la firma de un tratado de libre comercio que impida invertir la dirección”. Y asegura que podemos hacerlo.

Para lograrlo, “sólo” es necesario redefinir qué es una crisis; combatir que sean sólo las élites las que decidan cuándo la hay y romper, dice, con “el negacionismo de la crisis climática”. Con él romperemos también “el discurso del movimiento verde y liberal que se impuso en Europa y Estados en la última década”, por el que preocuparse por el cambio climático es “un lujo”, algo de lo que uno no se puede preocupar cuando no tiene nada que llevarse a la boca.

Éstas y otras cuestiones son las que plantea Naomi Klein en su último trabajo Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima, un libro que, dice, es “la respuesta atrasada” a las reacciones qué recibió tras su anterior trabajo La Doctrina del Shock, y con el que espera acercar la cuestión del cambio climático a la gente que, como ella misma, “no lee sobre el cambio climático”.
Fuentes: https://www.diagonalperiodico.net/global/26203-naomi-klein-es-momento-fusionar-fuerzas-antiausteridad-con-movimiento-contra-cambio
El Roto, de El País.

lunes, 9 de marzo de 2015

Austero Berlinguer. En qué momento se perdió el concepto de austeridad como modelo alternativo al existente

Ahora que la austeridad ha dejado de ser la moda (aunque se siga aplicando) y que sus autores intelectuales intentan, avergonzados, soltarse de ella como si fuera un chicle pegado en la suela del zapato, la cuestión es en qué momento se perdió la batalla de la austeridad como uno de los medios centrales para impugnar desde la raíz un modelo de crecimiento basado en el derroche y en el desaprovechamiento de los recursos naturales y sustituirlo por otro que tenía como objeto luchar contra el cambio climático, considerado el problema mas grave de la humanidad.

La austeridad fue arrebatada de su significado inicial para devenir, siempre, en sinónimo de las mal llamadas reformas estructurales (recortes) de devaluaciones internas salariales, de reducción de la protección social. Aquella versión de una política de austeridad transformadora y redistributiva fue desarrollada en los años setenta del siglo XX por el partido intelectualmente más imaginativo que ha existido en el pasado inmediato: el Partido Comunista Italiano (PCI). Antes de que Syriza rompiese en Grecia el molde del bipartidismo tradicional de los países europeos, el que estuvo a punto de conseguirlo fue el PCI de Enrico Berlinguer.

En 1977 Berlinguer publicaba un opúsculo titulado Austeridad (editorial Materiales, hoy inencontrable) en el que se defendía ésta como algo radicalmente distinto de una política de rentas y de estabilización económica, pese a que ambas presenten algunas apariencias comunes. Berlinguer diferencia la austeridad concebida como instrumento de depresión económica y de perpetuación de las injusticias sociales, de aquélla considerada como una ocasión para el desarrollo de un modelo de desarrollo económico y social alternativo que, al final, supondría una defensa y expansión de la democracia.

Berlinguer plantea ya entonces un dilema muy actual: o nos abandonamos al curso actual de los acontecimientos, dejándonos caer peldaño a peldaño por la escalera de la decadencia y de la barbarización de la vida, o se afronta la versión redistributiva de la austeridad. Por cierto, que el prólogo a la versión castellana del libro estaba firmado por un jovencísimo catedrático de Política Económica, que se reclamaba del marxismo, llamado Julio Segura. Segura se pregunta por qué antes de la crisis del petróleo (1973) la izquierda no hablaba de la austeridad como estrategia superadora del capitalismo y por qué la misma izquierda defendía ahora (1977) la austeridad cuando antes combatía la política de estabilidad y de rentas tradicionalmente utilizadas para salir de las crisis.

Así se activa un nuevo debate: cómo la austeridad fue concebida como herramienta tanto contra los defensores del injusto orden existente como contra los que la consideraban la única situación posible de una sociedad destinada a permanecer cada vez más desequilibrada y más cargada de desigualdades, y ha devenido para muchos ciudadanos en austericidio.
 8 MAR 2015-
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/06/opinion/1425643550_655488.html

https://www.google.es/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://www.mientrastanto.org/boletin-101/documentos/la-austeridad-1977&ved=2ahUKEwiGkdPp8tXbAhWLQBQKHZYdC-UQFjABegQIBRAB&usg=AOvVaw2QY2tIxztWORt_VpJaA8FK