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lunes, 1 de mayo de 2023

Manifiesto del 1 de Mayo: Subir salarios, bajar precios, repartir beneficios

En este 1o de Mayo CCOO y UGT quieren poner de relieve las conquistas sociales y laborales que a través del diálogo social hemos conseguido. Conquistas que suponen ganar derechos y mejorar la vida de las personas trabajadoras. Además, queremos manifestar nuestro compromiso para seguir trabajando para lograr más y mejores derechos.

En esta fecha queremos mostrar también nuestra solidaridad internacional, y nuestro compromiso con la paz y por ello denunciamos la persistencia del conflicto bélico originado por la invasión ilegítima de Rusia sobre Ucrania en febrero de 2022. Esta invasión, que los sindicatos rechazamos categóricamente, significa, en primer lugar, un terrible drama humano. Supone también una nueva fuente de tensiones geopolíticas a escala global, que ha incidido de una manera decisiva en el incremento de los precios, como consecuencia de las subidas del suministro energético, los alimentos y las materias primas en el ámbito de la Unión Europea. La subida de tipos de interés por el Banco Central Europeo, el debilitamiento de la demanda, la desestabilización de la cadena global de suministros, o subida de los precios de la vivienda y el alquiler contribuyen a proyectar una incertidumbre sobre el comportamiento de la actividad económica y la renta disponible de millones de hogares en España.

EL EXCESO DE BENEFICIOS EMPRESARIALES CAUSA DEL AUMENTO DE LA INFLACIÓN

Pero la crisis de la inflación no solo ha estado propiciada por los efectos exteriores. En una parte muy importante la subida de los precios viene determinada por el exceso de beneficios empresariales. Las empresas han repercutido el coste de las subidas de los productos energéticos, en el precio final de los bienes y servicios, especialmente en los productos alimenticios y de primera necesidad, para mantener sus márgenes de beneficios, generando que los efectos de esta crisis estén recayendo sobre las mayorías sociales, las trabajadoras y los trabajadores, y afectando de forma grave a los segmentos más vulnerables de la población.

LAS PERSONAS EN EL CENTRO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

La respuesta pública para hacer frente a la subida de los precios ha sido importante, pero aun así, está mostrando importante limitaciones para hacer frente al deterioro de las rentas reales de millones de personas y, por tanto, es necesario evaluarlas medidas implementadas y los efectos reales de las mismas, para reforzarlas y dotarlas de eficacia, pues no siempre han tenido las consecuencias deseadas. Como ejemplo, las bajadas del IVA y su limitado o inexistente efecto sobre la contención de precios, o las dificultades para que las políticas de protección social más novedosas lleguen de manera eficiente a las personas destinatarias y quienes más lo necesitan.

LA SUBIDA DE LAS PENSIONES, EL SMI y LAS PRESTACIONES POR DESEMPLEO

Los acuerdos alcanzados entre el gobierno y los sindicatos UGT y CCOO sobre pensiones y salario mínimo suponen la protección de las rentas de aproximadamente 13 millones de personas. Se ha mantenido el poder adquisitivo de más de 10 millones de personas pensionistas con un incremento del 8,5%, unida a la subida del 8% del SMI para este año, que acumula ya una subida del 47% durante la legislatura y afecta en torno a los 2 millones de personas trabajadoras. Situar el SMI en 15.120 euros anuales, supone instalarlo en el objetivo de la Carta Social Europea, es decir, en el 60% del salario medio del país. Igualmente se han incrementado las prestaciones por desempleo tanto contributivas como asistenciales. Este conjunto de medidas ha contribuido de forma decidida a luchar contra la pobreza y la desigualdad social, y ha reducido la brecha salarial de género.

DESARROLLAR Y FORTALECER LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA Y EL V AENC

La inflación, aunque se modere, va a seguir siendo alta. La subyacente o estructural se prevé que sea superior a la general, lo que denota la importancia decisiva que está teniendo la imputación de costes por parte de las empresas, a los precios al consumo. Por tanto, para los sindicatos la apuesta por los incrementos salariales es la reivindicación central en la negociación colectiva. Necesitamos salarios decentes que crezcan en parámetros equivalentes a la inflación, garantizando el poder de compra. Para ello, la cláusula de garantía salarial es imprescindible.

Son miles los convenios que hay que negociar en 2023 y vamos a tratar de hacerlo bajo el paraguas del V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC). Un acuerdo en el ámbito bipartito que debe de servir, no solo para orientar los incrementos salariales, sino también para desarrollar los contenidos de la reforma laboral del 2021 y abordar los impactos y los retos que suponen las transiciones y tomar medidas que garanticen un desarrollo justo de las mismas, prevenir los impactos en el empleo y apostar por un nuevo modelo económi- co más sostenible.

CCOO y UGT vamos a negociar con el objetivo de conseguir el acuerdo, pero a la vez hemos lanzado la negociación de los convenios colectivos, con la implicación directa de las personas afectadas y con la necesaria combinación del binomio negociación- movilización. La negociación no se puede demorar sine die. La actitud dilatoria de la CEOE no es tolerable. Si no se alcanza un acuerdo, se estará enterrando una herramienta que ha sido muy útil para desarrollar los procesos de negociación colectiva en un país como España, con múltiples unidades negociales. El cortoplacismo y la avaricia patronal pueden finiquitar un instrumento singular en nuestro país y con pocas referencias similares en el contexto europeo.

SALARIO O CONFLICTO

La campaña Salario o conflicto desarrollada durante 2022 dio buenos resultados y debe de seguir adelante. En aquellos sectores donde hay organización sindical, cultura negocial, vínculo de la clase trabajadora al convenio, y se fomenta la participación directa de las trabajadoras y los trabajadores en los procesos de negociación y, llegado el caso, de movilización, los convenios colectivos han sido mejores. Han mantenido el poder adquisitivo y han sentado las bases para seguir avanzando en la mejora de las condiciones laborales, revitalizando a su vez el papel de la negociación colectiva. Tenemos un reto por delante y vamos a por él. Si la clase empresarial no se sienta en las mesas de negociación con propuestas realistas, que recuperen el poder de compra de los salarios, se incrementará el conflicto y serán los únicos responsables.

EL EMPLEO, OBJETIVO SINDICAL

La reforma laboral acordada a finales de 2021, está contribuyendo de manera palpable a la mejora de los derechos de las personas trabajadoras. De una forma relevante en materia de empleo, tanto en creación de empleo -superando los 20 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social- como en la calidad del mismo, poniendo freno a la temporalidad abusiva que venía siendo la seña de identidad de nuestro mercado de trabajo. En solo un año de vigencia de la reforma laboral la temporalidad se ha reducido un 7’5% (según datos de la EPA han pasado del 25,4 al 17,9%), la contratación indefinida ha pasado de una media mensual en torno al 10 % a situarse en torno al 46,8%. Se mejora el empleo de las personas más afectadas por la precariedad, como son los jóvenes y las mujeres. La reforma laboral está dando sus frutos y hay que seguir trabajando en esta línea, para ello es necesario aumentar de forma importante las plantillas de la Inspección de Trabajo para situarla en los niveles de los ratios europeos; igualmente es preciso reforzar los servicios públicos de empleo y las políticas activas para hacer frente al problema del paro que, aunque se ha reducido en los últimos años, seguimos teniendo casi tres millones de personas que no encuentran un empleo y ese sigue siendo el principal problema del país.

CONSTRUIMOS UN FUTURO CON PENSIONES GARANTIZADAS

Los acuerdos de reforma de la Seguridad Social vienen a garantizar la revalorización de las pensiones en base a la inflación media, derogando la reforma del PP que, de facto, limitaba los incrementos de las pensiones al 0.25%. De haberse mantenido hubiera sido letal en 2022 y 2023 por las altas tasas de inflación. Pero las reformas pactadas también garantizan el futuro de las pensiones a través de la aportación de ingresos que refuerzan su suficiencia y sostenibilidad. Abordamos el doble reto de la evolución demográfica y la incorporación a la jubilación de la generación del baby boom. Y lo hacemos otorgando más protección y generando más certezas a las personas pensionistas, actuales y futuras. Sin perder nada del carácter contributivo del sistema, reforzamos su vertiente redistributiva, reduciendo la brecha de género y reforzando legalmente el papel del Estado como garante financiero del sistema.

Estos acuerdos, junto con la reforma laboral, suponen recuperar y mejorar los derechos que el Partido Popular, con sus políticas de austeridad, eliminó tanto para las personas activas como para quienes son pensionistas.

EL COSTE DEL DESPIDO EN ESPAÑA

Los dos sindicatos, UGT y CCOO, hemos puesto respectivas demandas contra el Reino de España ante el Comité de Derechos Sociales del Consejo de Europa por el precio del despido. La firma por parte de España en 2021 de la Carta Social Europea, que es de obligado cumplimiento, obliga a proteger el empleo. En nuestro país aún es demasiado fácil y barato despedir. Tenemos que avanzar hacia un precio del despido disuasorio, justo y adecuado a las circunstancias sociales, vitales y de rempleabilidad de las personas afectadas. Esperamos que antes de fin de año salga la sentencia, pero ya hay algunos juzgados que empiezan a contemplar este nuevo despido.

ANTE EL NUEVO CICLO ELECTORAL. NO ES LO MISMO QUIEN GOBIERNE

Estamos en un año electoral con elecciones municipales y autonómicas en mayo, y generales a partir de noviembre. Finaliza un periodo del primer gobierno de coalición y progresista en España desde la II República, con unos resultados muy positivos en materia laboral y social. Se ha fortalecido el diálogo y la concertación social como forma de afrontar los cambios que se producen en el mercado de trabajo y, con ello, las relaciones laborales y las políticas sociales. Seis acuerdos sociales en defensa del empleo para hacer frente a la situación inédita que originó la COVID-19, las subidas del SMI, laboralización de los riders, la ley del teletrabajo, la nueva regulación de las relaciones laborales para quienes prestan servicios en el ámbito del hogar familiar, con el reconocimiento del derecho a las prestaciones por desempleo; el desarrollo reglamentario de los planes de igualdad entre mujeres y hombres y el registro salarial en las empresas, medidas necesarias para acabar con las desigualdades en el mercado de trabajo y con la brecha salarial; resaltando las dos grandes reforma: la reforma laboral y la reforma de la Seguridad Social y las medidas sociales y económicas tomadas para afrontar las crisis vividas Seguir construyendo en esa dirección, depende mucho del resultado de estos procesos electorales. Las personas trabajadoras nos jugamos el seguir avanzando en la mejora de la calidad de vida y de nuestros derechos laborales y sociales, o poner en riesgo todo lo conseguido hasta ahora. 

Desde CCOO y UGT apostamos por seguir fortaleciendo las políticas sociales, los servicios públicos, la mejora de la sanidad y la enseñanza pública; por el derecho a una vivienda digna , cumpliendo con el mandato constitucional; por las políticas de cuidados y de dependencia como un derecho de ciudadanía; por el empleo de calidad y por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres; para seguir avanzando en los derechos de todos los colectivos, LGTBI, personas migrantes o con discapacidad, por vivir la diversidad y la pluralidad sin ninguna discriminación ni social ni laboral; por la solidaridad y la lucha contra la desigualdad y la pobreza. Instamos a la ciudadanía a participar masivamente en los procesos electorales y a apoyar las propuestas electorales de progreso, que apuesten por la profundización democrática, el refuerzo de los servicios públicos, la fiscalidad suficiente y progresiva, la igualdad como condición de ejercicio de la libertad, los salarios dignos y el empleo de calidad. El riesgo reaccionario está más presente en la sociedad española que nunca desde la transición a la democracia y nuestro país no puede retroceder.

Tenemos que continuar avanzando en derechos, libertades y dignidad para que las mayorías sociales vivamos mejor.

SUBIR SALARIOS, BAJAR PRECIOS, REPARTIR BENEFICIOS

¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

CCOO y UGT

https://www.sinpermiso.info/textos/manifiesto-del-1-de-mayo-subir-salarios-bajar-precios-repartir-beneficios

lunes, 9 de mayo de 2022

_- 1 de mayo: La necesidad de solidaridad es mayor que nunca

_- De Ucrania a la crisis del coste de la vida, pasando por la pandemia, los retos sociales del momento exigen una respuesta solidaria.

El 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, suele ser un día de celebración en todo el mundo. Pero en 2022 tiene lugar bajo una sombra: la sombra de la guerra en Europa, la crisis del coste de la vida para los trabajadores y los continuos perjuicios a la salud y al empleo tras la pandemia. Puede dar la impresión de que hay poco que celebrar.

Sin embargo, la solidaridad que se encuentra en la base del sindicalismo – tema principal del Primero de Mayo– nunca ha quedado mejor demostrada que en la respuesta de los sindicatos europeos a la brutal guerra de Ucrania. Esa solidaridad y dedicación ya se pusieron de manifiesto a lo largo de la pandemia. Los trabajadores han sufrido una crisis tras otra, con pérdida de puestos de trabajo, recortes en el valor de los salarios y disminución del nivel de vida.

La Unión Europea y los gobiernos nacionales deben mostrarse hoy aún más proactivos en la defensa del futuro de la Europa social. Se necesita una enorme inversión para asegurar una recuperación sostenible e inclusiva, para garantizar los ingresos de los trabajadores, lograr una transición justa en el abandono del petróleo, el gas y el carbón rusos, y mantener las normas sociales y medioambientales frente a desafíos sin precedentes.

La Confederación Europea de Sindicatos ha pedido que se tomen medidas de emergencia para reducir los precios de la energía y proteger a hogares, empleos y empresas del impacto de las sanciones. No se debe volver a la desastrosa política de austeridad.

Movilización masiva
La guerra ha desencadenado una movilización sindical masiva, con manifestaciones a favor de la paz, acciones de huelga y boicots espontáneos a productos y envíos rusos. Los sindicatos han iniciado negociaciones con los empresarios y las autoridades para mitigar el impacto de las sanciones en los trabajadores de toda Europa y para integrar a los refugiados ucranianos en los mercados laborales nacionales. La ayuda humanitaria a gran escala ha llegado a los desplazados de Ucrania y a los millones de refugiados que huyen de la invasión de Putin.

Los sindicatos ucranianos han abierto sus locales para acoger a miles de personas, con el apoyo de los trabajadores ferroviarios rumanos del ferrocarril, que han ayudado a transportar colchones y ropa de cama al país. En Polonia, los sindicatos han creado centros de acogida y asesoramiento y han ofrecido alojamiento a cientos de refugiados.

Los sindicatos húngaros y moldavos han creado fondos de ayuda, y también en Moldavia y Eslovaquia los sindicatos están proporcionando camas gratuitas en sus propios hoteles y sanatorios. En Lituania, los sindicatos de profesores transmiten en directo lecciones de historia a los estudiantes ucranianos, mientras que los periodistas griegos han enviado equipos a sus colegas ucranianos que luchan por contrarrestar las mentiras rusas y relatar la verdadera historia de la guerra.

Estos son sólo algunos ejemplos de la abrumadora respuesta sindical y de su oposición al conflicto. A escala europea, estamos muy orgullosos de esta muestra de solidaridad. La CES se ha manifestado con fuerza y claridad para pedir el fin de la guerra y contribuir al esfuerzo de ayuda humanitaria.

Derechos vulnerados
Los ojos del mundo están puestos en Ucrania, pero el 1 de mayo no nos olvidamos de los habitantes de otros países donde se vulneran los derechos de los trabajadores. En Bielorrusia, al menos 14 dirigentes y funcionarios sindicales fueron detenidos recientemente. En Colombia, los sindicalistas ponen su vida en peligro y en Brasil la mala gestión de la pandemia por parte del presidente, Jair Bolsonaro, ha dejado un gran número de muertos. En Turquía, la inflación desenfrenada está causando dificultades crecientes y las actividades sindicales están siendo atacadas.

La UE tiene la responsabilidad de defender los derechos humanos y de los trabajadores en todo el mundo. Por ello, la CES está luchando por una sólida ley de la UE sobre diligencia debida en materia de derechos humanos, para garantizar que las empresas que operan en Europa respeten los derechos de los trabajadores y los sindicatos en todos los países. Se necesita algo más de l que contiene la propuesta de la Comisión Europea, publicada en febrero, para que los trabajadores y los sindicatos participen en la elaboración y el seguimiento de planes empresariales sostenibles sólidos, para que las empresas rindan cuentas y cambien su comportamiento. La semana pasada se cumplió el noveno aniversario de la catástrofe del Rana Plaza en Bangladesh, en la que murieron más de mil trabajadores. No se deben seguir sacrificando vidas en aras de los beneficios.

Los precios se disparan
En Europa, los trabajadores han hecho enormes sacrificios para frenar la propagación del Covid-19. Pero ahora, incluso los que arriesgaron sus vidas en la batalla están viendo cómo se hunde su nivel de vida, debido a la guerra, la pandemia y la crisis logística mundial. Los precios se disparan, pero los salarios no están a la altura.

La CES exige una Europa más justa, con negociación colectiva para todos y salarios mínimos adecuados. Los datos demuestran que la negociación colectiva por parte de los sindicatos está vinculada a unos salarios más altos. La propuesta de directiva sobre salarios mínimos justos no sólo debe poner fin a la creciente desigualdad salarial en la mayoría de los países de la UE, sino también exigir a los Estados miembros que promuevan y apoyen niveles elevados de negociación colectiva, en consonancia con la postura del Parlamento Europeo.

La crisis energética ha puesto de manifiesto la necesidad de una actuación más rápida para eliminar los combustibles fósiles y pasar a fuentes renovables. Los datos más recientes y alarmantes subrayan que la creciente amenaza del cambio climático sólo puede abordarse mediante la solidaridad mundial. Los sindicatos exigen una transición socialmente justa hacia una economía verde y respetuosa con el clima, haciendo hincapié en el apoyo a aquellos cuyas comunidades y medios de vida son más vulnerables.

Igualdad de derechos
Como sindicalistas, luchamos por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Sin embargo, 65 años después de que el Tratado de Roma consagrara el principio de igualdad salarial, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue estancada en torno al 14%. La tan demorada directiva sobre transparencia salarial transparencia salarial puede ser un paso importante hacia la nivelación, pero debe aplicarse a todas las empresas y dar a los representantes sindicales las herramientas para actuar y acabar con la injusticia.

Los sindicatos a nivel europeo y nacional también luchan por mejorar los salarios y las condiciones del creciente número de personas que trabajan en empresas de plataforma. A menudo colaborando a través de las fronteras, han desafiado las afirmaciones de las empresas de que los trabajadores que gestionan son autónomos. Como resultado, muchos trabajadores de plataformas han logrado nuevos derechos a la seguridad y a unos salarios y condiciones laborales decentes, y la comisión ha presentado una legislación que debería confirmar que las empresas de plataformas son empleadores.

El 1 de mayo de 2022 podría ser un día de reflexión tanto como de celebración. Pero una cosa es segura: la necesidad de solidaridad sindical y de los trabajadores nunca ha sido mayor.

Luca Visentini es secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

jueves, 7 de junio de 2018

Eduardo Galeano: El trabajo y la dignidad humana

Este bello y poderoso texto fue leído por Eduardo Galeano en la sesión magistral de clausura de la VI Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, llevada a cabo del 6 al 9 de noviembre de 2012 en la Ciudad de México. Más de 5 mil participantes, gran parte de ellos jóvenes, acompañaron su presentación en aquellas jornadas promovidas por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la UNESCO. Más abajo puede accederse al video completo de su conferencia.



No sé cómo podremos acostumbrarnos a la ausencia de Eduardo Galeano, a sus siempre necesarios y oportunos relatos, a su compromiso y militancia incansable a favor de la justicia, la libertad y la igualdad. El mejor homenaje que podemos rendirle es leerlo y escucharlo, contagiando a las nuevas generaciones el valor de la palabra para hacer del nuestro, un mundo más humano.

Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo de CLACSO y coordinador del blog Contrapuntos.

No se asusten, empezaré diciendo “seré breve”, pero esta vez es verdad. Y es verdad porque yo estoy empeñado en una inútil campaña contra la “inflación palabreria” en América Latina, que yo creo que es más jodida, más peligrosa que la inflación monetaria, pero se cultiva con más frecuencia. Y porque además lo que voy a hacer es leer para ustedes un mosaico de textos breves previamente publicados en revistas, periódicos, libros. Pero no reunidos como ahora en una sola ocasión, reunidos en torno a una pregunta que me ocupa y me preocupa como –estoy seguro– a todos ustedes, que es la pregunta siguiente: ¿los derechos de los trabajadores son ahora un tema para arqueólogos? ¿Sólo para arqueólogos? ¿Una memoria perdida de tiempos idos? Este en un mosaico armado con textos diversos que se refieren todos –sin querer queriendo, yendo y viniendo entre el pasado y el presente– a esta pregunta más que nunca actualizada: ¿“Los derechos de los trabajadores” es un tema para arqueólogos? Más que nunca actualizada en estos tiempos de crisis, en los que más que nunca los derechos están siendo despedazados por el huracán feroz que se lleva todo por delante, que castiga el trabajo y en cambio recompensa la especulación, y está arrojando al tacho (cubo) de la basura más de dos siglos de conquistas obreras.

La tarántula universal
Ocurrió en Chicago en 1886. El 1º de mayo, cuando la huelga obrera paralizó Chicago y otras ciudades, el diario Philadelphia Tribune diagnosticó: “El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate”. Locos de remate estaban los obreros que luchaban por la jornada de trabajo de ocho horas y por el derecho a la organización sindical. Al año siguiente, cuatro dirigentes obreros, acusados de asesinato, fueron sentenciados sin pruebas en un juicio mamarracho. Se llamaban George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons y Auguste Spies; marcharon a la horca mientras el quinto condenado (Louis Lingg) se había volado la cabeza en su celda.

Cada 1º de mayo el mundo entero los recuerda.
Dicho sea de paso, les cuento que estuve en Chicago hace unos siete u ocho años, y les pedí a mis amigos que me llevaran al lugar donde todo esto había ocurrido, y no lo conocían. Entonces me di cuenta de que en realidad esto, esta ceremonia universal – la única fiesta de veras universal que existe –, en Estados Unidos no se celebraba; o sea, era en ese momento el único país del mundo donde el 1 de mayo no era el Día de los Trabajadores. En estos últimos tiempos eso ha cambiado, recibí hace poco una carta muy jubilosa de estos mismos amigos contándome que ahora había en ese lugar un monolito que recordaba a estos héroes del sindicalismo, que las cosas habían cambiado y que se había hecho una manifestación de cerca de un millón de personas en su memoria por primera vez en la historia. Y la carta terminaba diciendo: “Ellos te saludan”.

Cada 1º de mayo el mundo recuerda a esos mártires, y con el paso del tiempo las convenciones internacionales, las constituciones y las leyes les han dado la razón. Sin embargo, las empresas más exitosas siguen sin enterarse. Prohíben los sindicatos obreros y miden las jornadas de trabajo con aquellos relojes derretidos de Salvador Dalí.

Una enfermedad llamada "trabajo"
En 1714 murió Bernardino Ramazzini. Él era un médico raro, un médico rarísimo, que empezaba preguntando: “¿En qué trabaja usted?”. A nadie se le había ocurrido que eso podía tener alguna importancia. Su experiencia le permitió escribir el primer Tratado de Medicina del Trabajo, donde describió – una por una– las enfermedades frecuentes en más de cincuenta oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos. Mientras Ramazzini moría en Padua, en Londres nacía Percivall Pott. Siguiendo las huellas del maestro italiano, este médico inglés investigó la vida y la muerte de los obreros pobres. Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín.
El hollín era su verdugo.

Desechables
Más de 90 millones de clientes acuden, cada semana, a las tiendas Walmart. Sus más de 900 mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La exitosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación. Y más, el fundador de Walmart, Sam Walton, recibió en 1992 la Medalla de la Libertad, una de las más altas condecoraciones de los Estados Unidos.

Uno de cada cuatro adultos norteamericanos y nueve de cada diez niños engullen en McDonald’s la comida plástica que los engorda. Los trabajadores de McDonald’s son tan desechables como la comida que sirven. Los pica la misma máquina. Tampoco ellos tienen el derecho de sindicarse.

En Malasia, donde los sindicatos obreros todavía existen y actúan, las empresas Intel, Motorola, Texas Instruments y Hewlett-Packard lograron evitar esa molestia. El gobierno de Malasia declaró union free (libre de sindicatos) el sector electrónico. Tampoco tenían ninguna posibilidad de afiliarse las 190 obreras que murieron quemadas vivas en Tailandia en 1993, en el galpón trancado por fuera donde fabricaban los muñecos de Sesame Street, Bart Simpson, la familia Simpson y los Muppets.
En sus campañas electorales del año 2000, los candidatos Bush y Gore coincidieron en la necesidad de seguir imponiendo en el mundo el modelo norteamericano de relaciones laborales. “Nuestro estilo de trabajo” – como ambos lo llamaron – es el que está marcando el paso de la globalización que avanza con botas de siete leguas y entra hasta en los más remotos rincones del planeta.

La tecnología, que ha abolido las distancias, permite ahora que un obrero de Nike en Indonesia tenga que trabajar 100 mil años para ganar lo que gana en un año – 100 mil años para ganar lo que gana en un año – un trabajador de su empresa en los Estados Unidos. Es la continuación de la época colonial, en una escala jamás conocida. Los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos baratos y productos baratos, aunque ahora produzcan muñecos, zapatos deportivos, computadoras o instrumentos de alta tecnología, además de producir como antes caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial.

Desde 1919 se han firmado 183 convenios internacionales que regulan las relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania 76 y los Estados Unidos… 14. El país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus propias órdenes. Así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones, lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo. Paradójicamente, este país que no reconoce más ley que la ley del trabajo… no reconoce más ley que la ley del trabajo fuera de la ley, es el que dice que ahora no habrá más remedio que incluir cláusulas sociales y de protección ambiental en los Acuerdos de Libre Comercio. ¿Qué sería de la realidad, no? ¿Qué sería de ella sin la publicidad que la enmascara? Estas cláusulas son meros impuestos que el vicio paga a la virtud con cargo al rubro “relaciones públicas”, pero la sola mención de los derechos obreros pone los pelos de punta a los más fervorosos partidarios, abogados, del salario de hambre, el horario de goma y el despido libre.

Desde que Ernesto Zedillo dejó la Presidencia de México, pasó a integrar los directorios de la Union Pacific Corporation y del consorcio Procter &  Gamble, que opera en 140 países, y además encabeza una comisión de las Naciones Unidas y difunde sus pensamientos en la revista Forbes. En idioma “tecnocratés”, se indigna contra lo que llama “la imposición de estándares homogéneos en los nuevos acuerdos comerciales”; traducido, eso significa “olvidemos de una buena vez toda la legislación internacional que todavía protege más o menos, menos que más, a los trabajadores”. El presidente jubilado cobra por predicar la esclavitud, pero el principal director ejecutivo de General Electric lo dice más claro: “Para competir hay que exprimir los limones”, y no es necesario aclarar que él no trabaja de limón en el reality show del mundo de nuestro tiempo. Ante las denuncias y las protestas, las empresas se lavan las manos y “yo no fui, yo no fui”.

En la industria posmoderna el trabajo ya no está concentrado, así es en todas partes, y no sólo en la actividad privada. Los contratistas fabrican las tres cuartas partes de los autos de Toyota; de cada cinco obreros de Volkswagen en Brasil, sólo uno es empleado de la empresa; de los 81 obreros de Petrobras muertos en accidentes de trabajo a fines del siglo XX, 66 estaban al servicio de contratistas que no cumplen las normas de seguridad.

A través de 300 empresas contratistas, China produce la mitad de todas las muñecas Barbie para las niñas del mundo. En China sí hay sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra. “Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social para asegurar un clima favorable a los inversores”, explicó Bo Xilai, alto dirigente del Partido Comunista Chino.

El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden, a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha.

Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman sweatshops (“talleres del sudor”), crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Ocho de cada diez nuevos empleos en la Argentina están en negro, sin ninguna protección legal; nueve de cada diez nuevos empleos en toda América Latina corresponden al llamado “sector informal”, un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. ¿La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores serán de aquí a poco un tema para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de una especie extinguida?

En el mundo del revés, la libertad oprime. La libertad del dinero exige trabajadores presos, presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El Dios del mercado amenaza y castiga, y bien lo sabe cualquier trabajador en cualquier lugar. El miedo al desempleo que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, eso hoy por hoy es la fuente de angustia más universal de todas las angustias.

¿Quién está a salvo del pánico, de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo? ¿Quién no teme convertirse en un obstáculo interno, para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que “hemos eliminado los obstáculos internos”? Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide el mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío.

Un raro acto de cordura
En 1998, Francia dictó la ley de 35 horas semanales el horario de trabajo. Trabajar menos, vivir más. Tomás Moro lo había soñado en su Utopía pero hubo que esperar cinco siglos para que por fin una nación se atreviera a cometer semejante acto de sentido común. Al fin y al cabo, ¿para qué sirven las máquinas si no es para reducir el tiempo de trabajo y ampliar nuestros espacios de libertad? ¿Por qué el progreso tecnológico tiene que regalarnos desempleo y angustia? Por una vez, al menos, hubo un país que se atrevió a desafiar tanta sinrazón. Pero, pero… poco duró la cordura. La ley de las 35 horas murió a los diez años.

Este inseguro mundo
Hoy, vale la pena advertir que no hay en el mundo nada más inseguro que el trabajo. Cada vez son más y más los trabajadores que despiertan cada día preguntando: “¿Cuántos sobraremos, quién me comprará?”. Muchos pierden el trabajo, y muchos pierden, trabajando, también la vida. Cada 15 segundos muere un obrero asesinado por eso que llaman “accidentes de trabajo”.

La inseguridad pública es el tema preferido de los políticos, que desatan la histeria colectiva en cada elección. “¡Peligro, peligro – proclaman – en cada esquina acecha un ladrón, un violador, un asesino!”. Pero esos políticos jamás denuncian que trabajar es peligroso. Y es peligroso cruzar la calle, porque cada 25 segundos muere un peatón asesinado por eso que llaman “accidentes de tránsito”. Y es peligroso comer, porque quien está a salvo del hambre puede sucumbir envenenado por la química en la comida. Y es peligroso respirar, porque en las ciudades, en las grandes ciudades, el aire es… el aire puro es como el silencio: un artículo de lujo. Y también es peligroso nacer, porque cada 3 segundos muere un niño que no ha llegado vivo a los cinco años de edad.

Una historia real para acabar (se me fue la mano con las teorías), un par de cosas que tengan más que ver con la realidad de carne y hueso, como la historia de Maruja. El 30 de marzo, Día del Servicio Doméstico, no viene mal contar la breve historia de una trabajadora de uno de los oficios más ninguneados del mundo. Maruja no tenía edad. De sus años de antes, nada decía; de sus años de después, nada esperaba. No era linda ni fea ni más o menos, caminaba arrastrando los pies, empuñando el plumero o la escoba o el cucharón. Despierta, hundía la cabeza entre los hombros. Dormida, hundía la cabeza entre las rodillas. Cuando le hablaban, miraba al suelo, como quien cuenta hormigas. Había trabajado en casas ajenas desde que tenía memoria. Nunca había salido de la ciudad de Lima, nunca. Mucho trajinó de casa en casa, y en ninguna se hallaba. Por fin, por fin, encontró un lugar donde fue tratada como si fuera persona. A los pocos días, se fue.
Se estaba encariñando.

Desaparecidos
Agosto 30, Día de los Desaparecidos. Los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre, las mujeres y los hombres que el terror tragó, los bebés que son o han sido botín de guerra, y también los bosques nativos, las estrellas en la noche de las ciudades, el aroma de las flores, el sabor de las frutas, las cartas escritas a mano, los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo, el fútbol de la calle, el derecho a caminar, el derecho a respirar, los empleos seguros, las jubilaciones seguras, las casas sin rejas, las puertas sin cerradura, el sentido comunitario y el sentido común.

El origen del mundo
Hacía pocos años que había terminado la Guerra Española, y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda, con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba.

Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo. Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me contó esta historia. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio, me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones. “Pero, papá – le preguntó Josep, llorando –, pero, papá… si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?”. Y el obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo: “¡Tonto, tonto! ¡Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles!”.

Ciudad de México, viernes 9 de noviembre de 2012

https://elpais.com/elpais/2015/04/13/contrapuntos/1428949112_142894.html

martes, 1 de mayo de 2018

Charlot y la escena de la bandera. España es el país que más ha retrocedido en la evolución de los ingresos de los jóvenes.

Se constata “como un hecho lo que era una creencia común: que los jóvenes españoles —como muchos europeos— tienen peores expectativas de futuro que las generaciones precedentes”. Los jóvenes actuales, a pesar de haber crecido en un país más próspero, más abierto, más libre y con muchas más comodidades que sus padres, se han topado en su transición a la vida adulta con una triple crisis (económica, social e institucional), que les ha convertido en los grandes perdedores del cambio en la estructura social.

Esta es la principal conclusión del informe ¿Vivimos peor que nuestros padres?, hecho público por la Fundación Felipe González, en colaboración con otras fundaciones y think tanks europeos y españoles (Resolution Foundation, Foundation for European Progressive Studies, Fundación La Caixa o AgendaPública). En él se analiza la situación relativa de la generación de los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) en relación con las generaciones anteriores (generación X, nacidos entre 1965 y 1980; y la generación del baby boom, entre 1946 y 1965). Estos millennials son más de 100 millones de ciudadanos en Europa y han crecido al albur de la globalización y la crisis financiera, al tiempo que veían nacer Internet y todo lo que deriva de una revolución digital de la que son nativos.

Han existido tres factores causantes de la brecha generacional: las tensiones fiscales generadas por el aumento de la esperanza de vida y del mantenimiento del Estado de Bienestar; los efectos negativos de la Gran Recesión en las generaciones más jóvenes, y la presión que sobre ellos están ejerciendo los precios de la vivienda (propiedad y alquiler).

Según el informe, hay una diferencia clara entre los jóvenes de los países de renta alta (Francia, Bélgica, Reino Unido, España, Italia, Alemania,…) y los de los países de rápido desarrollo (China, India,…): la evolución intergeneracional del nivel de vida de los primeros ha sufrido un retroceso y ya no se cumple esa aspiración social de que las generaciones venideras vivirán mejor que sus padres; los segundos sí tendrán una vida mejor que la de sus progenitores. La segunda conclusión es tanto o más significativa: España es el país en que más ha retrocedido la evolución de los ingresos intergeneracionales de los nueve países analizados (Noruega, Reino Unido, Finlandia, Dinamarca, EE UU, Alemania, Italia, Grecia y España): los jóvenes españoles han padecido una notable involución de renta, no sólo comparable con el grupo de edad anterior (generación X) sino incluso dentro de su propio grupo: la renta media de los millennials que han llegado a la treintena es un 8% mayor de la de los que están en el inicio de la veintena. Prosigue el retroceso.

No debería extrañar que mañana, Primero de Mayo, ocurriese lo que en la película Tiempos Modernos: Charlot agarra una bandera roja que se cae de un camión y que tan solo señaliza la carga, la agita para advertir a los conductores de que la han perdido, y una legión de obreros se pone detrás de él como si se tratase de un líder sindical. Lo raro sería que los jóvenes hicieran lo contrario y continuase la anomalía histórica.

https://elpais.com/economia/2018/04/29/actualidad/1525017857_622005.html

_- Día del Trabajo: por qué se celebra el 1 de mayo. La lucha por conseguir la jornada laboral de ocho horas es el origen de esta festividad, en honor a la clase obrera, que está presente en casi todos los países del mundo.

_- https://elpais.com/economia/2018/04/30/actualidad/1525090659_615433.html?rel=lom

domingo, 1 de mayo de 2016

1º de Mayo. La mirada de Parsons

Higinio Polo
Topoexpress

El 1 de mayo de 1886, decenas de miles de trabajadores norteamericanos se declararon en huelga para conseguir la jornada de ocho horas de trabajo. En Chicago, donde la patronal utilizaba esquiroles para mantener el trabajo en la fábrica McCormick, estallaron enfrentamientos entre los obreros y los rompehuelgas, que terminaron con disparos de la policía que causaron seis muertos. Por ello, los dirigentes anarquistas, con rigor, acusaron a la patronal y a la policía de haber fusilado a obreros ante las tapias de la fábrica, y convocaron una manifestación en la plaza Haymarket de Chicago para el día 4 de mayo. Más de veinticinco mil obreros se congregaron, y, cuando finalizaba la protesta, la policía empezó a reprimir a los asistentes: una pequeña bomba que nunca se supo de dónde había partido, mató a un agente. Después, la policía disparó a quemarropa contra los manifestantes, matando a muchos obreros: nunca se supo a cuántos. En los días siguientes, la policía detuvo a centenares de trabajadores, que fueron torturados, y empezó una feroz campaña contra el movimiento obrero que culminó con un juicio, en junio, a ocho anarquistas, acusados de ser los responsables de la protesta y de los enfrentamientos posteriores. Los portavoces de la patronal y la prensa no escatimaron esfuerzos para imponer un duro escarmiento, utilizando los más duros calificativos contra los obreros detenidos, y recurriendo a la mentira, la xenofobia (de los ocho acusados, cinco eran alemanes; uno, inglés, y dos, norteamericanos) y el odio. “Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación”, clamaban los periódicos. El juicio fue una completa farsa, y no pudo probarse la más mínima implicación de los anarquistas acusados (Parsons ni siquiera había estado en la plaza de la manifestación), pese a lo cual todos fueron condenados. El inglés Samuel Fielden y el alemán Michael Schwab a cadena perpetua; el norteamericano Oscar Neebe, a quince años de trabajos forzados; y otros cuatro alemanes (George Engel, Adolf Fischer, Louis Lingg y August Spies) y un norteamericano, Albert Parsons, fueron condenados a la horca, y asesinados.

Cuentan que Albert Parsons estuvo hablando durante ocho horas en el juicio que lo condenó a muerte, mostrando la radical injusticia del capitalismo norteamericano y la inocencia de los acusados que con él se sentaban en el banquillo, a sabiendas de que sus palabras no le servirían de nada ante los jueces. En el patíbulo, la rapidez del verdugo le impidió a Parsons emitir un último grito en defensa de sus ideas y de los trabajadores norteamericanos, como habían hecho sus compañeros. No pudo articular una palabra: sólo pudo lanzar una mirada, una breve y conmovida mirada. Aquella mirada tiene ya más de un siglo, y continúa estando entre nosotros.

Cuando la II Internacional decidió señalar 1890 como el primer año en que se celebraría un día mundial de protestas en la fecha del 1 de mayo, estaba inaugurando una tradición que llevaría, junto a las demandas obreras, la memoria de los anarquistas asesinados en Chicago en 1886. En aquella primera manifestación del 1º de Mayo, además del recuerdo del asesinato de Parsons y sus compañeros en Chicago, todavía estaba muy cercano el eco de la Comuna de París y la ferocidad del mariscal Mac-Mahon fusilando a veinte mil ciudadanos de París ante el gesto delicado y aprobatorio de la burguesía francesa; y no hacía demasiado que las potencias coloniales europeas se habían reunido en Berlín para repartirse el continente africano. Mientras el capitalismo europeo planificaba la rapiña en otros continentes, y el capitalismo norteamericano aplastaba a sus obreros y preparaba la conquista del planeta, las organizaciones obreras crecían y cultivaban el sueño del triunfo inmediato de la revolución. La mirada de Parsons, guardada en la memoria y en los latidos proletarios del mundo, vería a la marina victoriana pasearse desde el Támesis hasta Australia, y recalar en sus posesiones de Egipto, de la India, Canadá o Nigeria, al tiempo que Francia y Alemania implantaban protectorados en Túnez o brindaban por concesiones ferroviarias en Turquía, y Estados Unidos iniciaba sus guerras y agresiones por el mundo.

El impulso hacia la jornada de ocho horas diarias de trabajo había crecido, aunque una modista francesa trabajaba todavía quince horas cada jornada para ganar un franco al día, y no fuese raro que un obrero de Chicago trabajase catorce horas diarias. Pero en algunos estados norteamericanos ya se había conseguido la jornada de diez horas diarias de trabajo. El inicio del nuevo siglo XX será duro para la mirada de Parsons: la revolución anunciada no se produjo, y los países capitalistas culminaron su dominio del mundo. Aquella II Internacional que aglutinaba a las sociedades obreras se rompería con el estallido de la I Guerra Mundial, y la mirada de Parsons vería poco después a los obreros alemanes desfilar con el fusil al hombro, y a los obreros franceses dirigirse hacia el barro de las trincheras para luchar contra sus hermanos.

La guerra cambiaría la faz de Europa, y, tras ella, el reflector del crucero Aurora iluminaría las esperanzas de millones de proletarios desde una lejana ciudad del mar Báltico. La revolución ya no sería un sueño, aunque la ola revolucionaria no llegaría hasta el corazón de Europa. La mirada de Parsons seguiría viendo interminables y luminosos cortejos obreros recorriendo las ciudades del mundo; viendo el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, la revolución húngara de Béla Kun aplastada, y los pistoleros de la patronal catalana asesinando a centenares de anarquistas en las calles del Raval barcelonés. Las marchas del 1 de mayo estaban ya plenamente incorporadas a las tradiciones obreras y seguirían produciéndose pese a las dificultades y la represión.

La Europa de entreguerras vería a los policías británicos a caballo golpear con largos palos a los manifestantes de la huelga general de Londres en mayo de 1926, y disparar a matar contra obreros hindúes, y vería también a las mujeres alemanas arrastrando carros con fajos de billetes de marcos que no valían nada; y organizar sopas populares para los parados, preparadas en grandes cubos, durante la crisis de la década de 1930; y marchas del hambre y el incendio del Reichstag. Una nueva catástrofe se aproximaba, y las organizaciones obreras, pese a su fortaleza, no podrían evitar que Chamberlain trajese desde Múnich la guerra en su maleta, aunque creía llevar la paz.

La entristecida mirada de Parsons verá cómo, en 1939, la carretera de Ribas en Barcelona se llenaría de gente que huía hacia Francia, con sus sueños obreros atados en un fardo o encerrado en una fotografía; y el horror de la guerra de Hitler. Cuando, años después, Europa empiece a curarse sus heridas, las primeras manifestaciones del 1 de Mayo recordarán Auschwitz, Hiroshima, Nagasaki, y sesenta millones de cadáveres del infierno nazi, y también la alegría por la liberación de París, y el despertar de un mundo nuevo oculto en las colonias, y las nuevas sonrisas de revoluciones en China y Cuba. Y mucho más: revueltas triunfantes y revoluciones agotadas, matanzas sanguinarias en Corea, en Indonesia, en Vietnam, y, después, revoluciones arrasadas en el furor y la revancha capitalista de finales del siglo XX que vería la desaparición de la Unión Soviética; y nuevas guerras coloniales, dictaduras sangrientas y derrotas dolorosas, pero la mirada obrera de Parsons, heredada por millones de trabajadores, seguirá fijando sus pupilas en la radical miseria moral del capitalismo, y creerá saber que, pese a las dificultades, un nuevo impulso llevará a los trabajadores del mundo a seguir engrosando las marchas del 1º de Mayo, la larga marcha hacia la libertad y el socialismo. Porque la mirada de Parsons tiene ya más de un siglo, pero sigue estando entre nosotros.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-mirada-de-parsons/

miércoles, 1 de mayo de 2013

El 1º de Mayo y la conciencia de clase

Luis Miguel Busto Mauleón. Nuevo Claridad/Rebelión

El marco europeo
Lo que ya hace unos años calificábamos como la nueva gran estafa del sistema capitalista contra la clase trabajadora se revela en estos momentos con toda su crudeza. El proyecto europeo, tal y como se concibió en Maastrich y el posterior Tratado de Lisboa, era el proyecto de la burguesía europea y, como tal, estaba concebido para exprimir al máximo a la clase obrera. Esa burguesía, utilizando su herramienta política (los gobiernos de los diferentes estados), impidió que los pueblos se definieran a través de plebiscitos una vez visto el rechazo de holandeses (61,5%), franceses (54,68%) e irlandeses (53,4%). La democracia burguesa mostraba, con total nitidez, lo que entendía por democracia. Y revelaba su temor a que el proyecto de acumulación de capital concebido en el marco europeo quedara frenado por la voz de los pueblos.

La paralización de las consultas a los pueblos no fue acompañada por la suspensión de una legislación que les allanara el camino y ya a finales del siglo pasado se aprobaba el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios que les ponía en bandeja de plata todos los servicios públicos. El AGCS significaba la primera agresión contra los derechos adquiridos por la clase trabajadora en materia de Educación, Sanidad, Servicios Sociales, Desempleo o Pensiones por jubilación. Los recortes presupuestarios, el deterioro orquestado de los servicios y la criminalización de los trabajadores de la Administración daban paso a una creciente sensación de que era necesario languidecer la intervención de los estados para ir dando paso a un empresariado que se frotaba las manos ante las nuevas oportunidades de negocio. Aquella legislación aprobada alevosamente y con total opacidad es la que quince años después sufrimos las trabajadoras y trabajadores europeos.

Han sido los países PIGS, a los que en los últimos meses se ha unido Chipre, los primeros en sufrir los desgarros de esta rapiña. En el estado español no han dejado espacio sin inmiscuirse y todas y todos conocemos los perniciosos resultados que van dejando en la Sanidad, la Educación, la gestión del agua, los Servicios Sociales o entre las personas desempleadas. Las últimas ofensivas han ido dirigidas hacia los jubilados y los hipotecados por la vivienda.

El estado español
La crisis del sistema capitalista es mas que evidente en este 1º de mayo de 2013, Día Internacional de los Trabajadores, así como el carácter clasista e internacional de una sociedad donde los ricos son cada vez mas ricos y los pobres cada vez mas pobres. La agresión de la burguesía contra los y las trabajadoras, aletargada en el estado español en los primeros años de la transición mientras la correlación de fuerzas les fue favorable a la clase obrera, ya se ha despojado de todas sus máscaras y se ha lanzado al despojo de todo lo conseguido durante muchos años de luchas obreras.

La nueva Reforma de las Pensiones de 2013 sigue la línea de recortes de los servicios públicos y el abandono a los pies de la patronal de unos recursos generados durante toda la vida laboral; la congelación de las tasas de reposición de los empleados públicos y el robo de parte de sus sueldos para pagar el rescate de la banca; el endurecimiento de las condiciones de acceso a las prestaciones de los trabajadores desempleados; la no revisión del IPC anual de los pensionistas; la verdadera trata de blancos en las zonas rurales que han convertido la libre circulación de ciudadanos de la Unión Europea en un fraude social que enriquece a manijeros sin escrúpulos y a la Política Agraria Común en una nueva forma de trasvase de capital hacia los grandes terratenientes; las mafiosas redes de distribución de alimentos que explotan a los agricultores, vacían los bolsillos de los consumidores y, en su lógica de obtención rápida de beneficios, prefieren deshacerse de los excedentes de alimentos mientras la población pasa hambre; la rapacería de los bancos que, sin ningún tipo de escrúpulo, siguen desahuciando de sus viviendas a la clase trabajadora sin importarles que se traten de niños, ancianos, personas con minusvalías o que la presión ejercida sobre estas personas termine con suicidios, realmente asesinatos.

Las últimas agresiones contra los trabajadores
La gran movilización de la Huelga General del 29 de setiembre de 2010, que debería haber significado un punto de inflexión en las políticas económicas y sociales, se diluyó por obra y gracia de los sindicatos del sistema con la firma, unos meses después, del Acuerdo sobre las Pensiones que rebajaba las futuras pensiones en un alto porcentaje bajo la excusa de la viabilidad del Sistema Público.

Así, el pasado 16 de marzo se aprobaba el Decreto Ley que completaba la última Reforma del Sistema Público de Pensiones y que viene a endurecer las condiciones por las que las trabajadoras y trabajadores en activo se incorporarán al mismo, elevando la edad de jubilación de 65 a 67 años y de 15 a 25 años el tiempo de referencia para el cálculo de la pensión. Pero no podemos pasar por alto que esta Reforma (propuesta por el PP) profundiza en los recortes aprobados por el gobierno anterior (PSOE) y pactado con los agentes sociales (CEOE, CEPYME, UGT y CCOO). Esto viene a confirmar, una vez mas, que las estructuras de dirección y representación de UGT y CCOO se encuentran plenamente integrados en el sistema capitalista, que asumen su escala de valores y que no tienen ningún proyecto de clase sino que simplemente aspiran a ser intermediarios en la gestión de la explotación de la clase trabajadora.

A su vez, y con un descaro vergonzante, se rebajaron un 2% las cotizaciones de los empresarios a la Seguridad Social. Meses después, estas mismas organizaciones sindicales firman el II Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva y el Empleo que vuelve a regular, a la baja, las condiciones laborales.

La otra andanada está siendo dirigida contra los desahuciados de sus viviendas. Miles de familias de trabajadores y trabajadoras están siendo expulsados de sus casas por el sector financiero y donde fueron invirtiendo sus pocos ahorros. Una necesidad básica, un derecho humano como es la vivienda sirve, una vez mas, a banqueros sin escrúpulos para expoliar a la clase obrera. Y decimos una vez mas porque todo el proceso de adquisición de la vivienda ya había sido, en años precedentes, objeto de especulación mediante la hinchazón artificial de la burbuja inmobiliaria y los altos tipos de interés que gravaban los precios. Los impagos, causados por la situación de desempleo de muchos trabajadores y trabajadoras o el encarecimiento de la vida, sirven de pretexto para expulsar a las familias de sus viviendas. Una situación con unos tintes muy dramáticos que vuelve a poner en manos de los banqueros los recursos generados por la clase trabajadora.

La tercera agresión es contra todo lo público. Por un lado se recortan los derechos adquiridos por los trabajadores. Por otro, se recortan y privatizan los servicios públicos. Las embestidas contra la Sanidad Pública, la Educación Pública, los Servicios Sociales… siguen la política coordinada desde la Unión Europea de los mercaderes que lo conciben como otro segmento del mercado de donde sacar beneficios. Políticas que se iniciaron con los recortes presupuestarios, continuaron con el deterioro de la calidad de los servicios, la criminalización de los trabajadores y el continuo martilleo mediático de que es mucho mas eficaz la gestión privada. Aunque la consecuencia no es otra que la pérdida de unos servicios públicos sufragados por todos y la necesidad de tener que pagar de nuevo para poder acceder a esos servicios ya privatizados. Al tiempo que los trabajadores públicos ven recortadas sus contrataciones, sus sueldos y sus derechos convirtiendo a la propia Administración Pública en otro elemento en manos de la patronal y causante de la profundización de la crisis.

La empresa privada, animada por el camino tomado por las diferentes administraciones públicas, no se ha quedado atrás y son continuos los Expedientes de Regulación de Empleo, los recortes salariales, la disminución de derechos laborales, la mayor explotación de trabajadoras y trabajadores… en suma, la posibilidad de volver a la época dorada de la esclavitud.

Mientras a la clase trabajadora se le exige sacrificio tras sacrificio para salir de la crisis, asistimos con verdadera indignación a un nuevo brote verde de la corrupción. Una corrupción inherente al sistema capitalista, que por su carácter siempre está presente pero que, mientras ha existido bonanza económica y sobres para todos, ha permanecido oculta. Pero el financiamiento en negro es un secreto a voces y moneda de cambio entre los partidos del capital, los sindicatos oficiales y la propia jefatura del estado, principio y origen de un sistema incapaz de funcionar sin este tipo de tejemanejes, y que salpica de una manera o de otra a todos los que están colaborando con él. El propio empresariado, elemento corruptor por antonomasia, aparece enfangado hasta el cuello con comisiones ilegales, financiamientos ilícitos y concesiones públicas a dedo.

Que hacer
Ante tamaña agresión solo cabe una respuesta organizada. Una de estas respuestas ha sido la de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con la recogida de firmas suficientes para proponer una Iniciativa Legislativa Popular y los escraches que ponen en evidencia a aquellos legisladores que están permitiendo que las familias sean desahuciadas. Sus propuestas, como la dación en pago retroactiva, el alquiler social y la condonación de la deuda son propuestas de acuerdos de mínimos pero no la solución definitiva. Esta solución solo puede pasar por un cambio de sistema dado el agotamiento paulatino del sistema capitalista basado en extraer al máximo los recursos no solo de las personas sino también de la naturaleza y que lo hace insostenible a medio plazo.

Es necesario, en primer lugar, denunciar el continuo trasvase de recursos de las rentas del trabajo a las rentas del capital. Pero también lo es aportar a nuestra clase soluciones para una salida obrera a la crisis. Las propuestas de la burguesía solo aportan mas paro, mas miseria y mas enriquecimiento para los suyos.

Es necesaria ya la nacionalización de la banca que estamos pagando entre todos los trabajadores, trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas de las rentas del trabajo; trabajo para todos y todas y, por tanto, persecución y encarcelamiento de todos quienes se hayan enriquecido a costa de ello; reducción de la jornada laboral; reposición de los derechos de las trabajadoras y trabajadores mediante un estatuto obrero, reposición y mejora del Sistema Público de Pensiones; Enseñanza Pública y sin subvenciones para la Iglesia; Sanidad Pública; paralización de los desahucios; recuperación de la actividad económica de servicios para el Sector Público, nacionalización de los sectores estratégicos de la Economía; reforma del Código Penal estableciendo medidas contra la corrupción de los empresarios así como la exclusión total de la vida pública y de las estructuras del estado de los corruptos.

Sindicatos y partidos
Pero también es necesario recuperar la dignidad de los trabajadores tras tantos años de retrocesos así como la confianza de la clase obrera en sus organizaciones tras el desbarajuste provocado por los sindicatos incrustados en el sistema y a los que se les han pegado todos los vicios y perversiones del mismo. En contraposición al pacto social que nos ha abocado a esta situación debemos plantear las relaciones como de clases enfrentadas y, por tanto, de contraposición a la patronal. Reivindicando la Huelga General como herramienta frente al pactismo, entendida de forma opuesta a la manera del sindicalismo colaboracionista que ha pervertido su uso para utilizarlo como forma de presión para continuar negociando. No hay negociación posible con quien pretende aumentar la explotación de la clase obrera. Una herramienta que no solo nos hará recuperar lo que es nuestro, a la vez que servirá al desarrollo y concienciación de clase que nuestra sociedad tanto necesita.

Si alguien ha tenido claro que la lucha de clases era un elemento objetivo en las relaciones sociales ha sido la patronal. De ahí su enconado esfuerzo en conseguir un sindicalismo domesticado a sus intereses, a la paz social y a hacer desaparecer el sentimiento de clase entre las trabajadoras y trabajadores. Solo de esa manera podría conseguir sus objetivos de acumulación de capital. Frente a este sindicalismo servil se debe enfrentar también el sindicalismo de clase, confrontando, concienciando, acumulando experiencias, hasta que llegue el momento en que una nueva correlación de fuerzas en la sociedad permita a la clase trabajadora ser dueña plena de su destino.

En 1847, cuando redactaron “El Manifiesto Comunista”, Carlos Marx y Federico Engels, señalaron que el proceso de formación de la conciencia de la clase trabajadora pasa por una serie de etapas. Al principio, cuando el trabajador carece de conciencia de clase, no comprende bien la causa de sus penurias en la sociedad capitalista, no comprende la naturaleza de la explotación a la que es sometido y muchas veces atribuye a otros trabajadores (con quienes compite) o a las máquinas, sus bajos salarios y sus malas condiciones de empleo (o desempleo).

Pero los trabajadores adquieren en el proceso un primer nivel de conciencia ("Conciencia en sí", le llaman), cuando descubren que son los patrones quienes extraen riqueza de su trabajo y que, junto a sus compañeros, constituye una clase explotada por el capital. Este primer nivel de la conciencia de los trabajadores se materializa en la formación de los sindicatos para luchar juntos, como clase, por la defensa y mejora de sus condiciones de trabajo.

En la lucha sindical los trabajadores van descubriendo que cada conquista laboral que logran (por ejemplo aumentos salariales) es efímera porque el capital, que controla todos los resortes de la sociedad, anula o arranca estas conquistas por otras vías, como la subida incesante de los precios o la imposición de leyes antiobreras. Entonces es cuando la conciencia obrera está en condiciones de alcanzar el siguiente nivel, el más elevado ("Conciencia para sí", le llamaron Marx y Engels) porque cae en cuenta que su situación no resolverá mientras los capitalistas detenten el poder político. Es cuando la clase trabajadora descubre que, para cambiar sus miserias, debe organizarse en partido político de clase y proponerse tomar el poder, desplazando a los capitalistas de él, para organizar la sociedad en función de los intereses de la mayoría, que es la propia clase trabajadora.

La desconfianza de la clase obrera no se limita a sus organizaciones sindicales, también a aquellos que les deberían representar políticamente. La evolución de la izquierda política en el estado español ha evolucionado en contra de los intereses de los trabajadores, desde la integración de sus direcciones en el sistema (dejando de jugar su papel como partidos políticos de clase y borrando sin dejar huella cualquier atisbo de los conceptos de “conciencia” que apuntaron Marx y Engels) hasta la atomización sin rumbo (que aún pretendiendo representar ideológicamente los postulados del Manifiesto Comunista se han olvidado de que la revolución solo la harán las masas).

Aquel sindicato o partido político que pretenda ser el representante de la clase obrera solo llegará a serlo cuando en su seno decida con quien está: o al servicio de los intereses de los trabajadores o al servicio de la patronal; o por la lucha de clases o por el pacto social; o por darle continuidad al sistema de explotación o por el socialismo. Quienes en estos momentos dicen representarnos están, en el mejor de los casos, a medias tintas. Y los tiempos de las medias tintas y de las tibiezas hace tiempo que terminaron.

Tampoco les vendría mal releer el Manifiesto Comunista, si alguna vez lo hicieron. Y tal vez descubramos que ese es el problema. Fuente: Nuevo Claridad/Rebelión Luis Miguel Busto Mauleón. Militante de IU Vicálvaro
Fuente: http://www.nuevoclaridad.es/revista/index.php/revista/estado-espanol/483-el-1-de-mayo-y-la-conciencia-de-clase
Leer aquí sobre la historia del 1º de mayo.

martes, 1 de mayo de 2012

1º de Mayo

Los motivos se agolpan. Son casi innumerables y seguramente no hace falta insistir en ellos. El salvaje e interesado ataque contra derechos y conquistas de las clases trabajadoras españolas, europeas y de muchos otros lugares del mundo -¡es la lucha de clases!: Warren Buffett dixit- no tiene casi precedentes. Lo quieren todo y lo quieren ya, y en un momento, además, en el que el desarrollo del capitalismo como sistema-mundo demuestra a las claras sus nudos más débiles, inhumanos e injustos, su inexorable irracionalidad, su ya larga macha hacia la destrucción de comunidades populares, hacia el ecosuicidio -post cambio climático- de la especie humana actual, y hacia la explotación brutal y sin compasión alguna de centenares de millones de trabajadores, por no hablar del paro masivo, de la creciente marginación de sectores sociales, de las enfermedades evitables en aumento, del infame nihilismo cultural, de la cada vez menor tolerancia represiva, de los golpes constitucionales –con nocturnidad y alevosía- de las grandes corporaciones y de la guerra y la violencia como vértices esenciales del escenario apocalíptico al que quieren conducirnos. Definitivamente, el capitalismo no es un humanismo. Pero, ¡no en nuestro nombre! ¡De ninguna manera con nuestra complicidad!Por si fuera poco, en nuestro país de países, en este territorio que una minoría quieren transformar en un cortijo de su propiedad exclusiva y excluyente, hay motivos complementarios para la indignación, la rebeldía y la protesta ciudadanas. Entre otros muchos, luchadores sindicales detenidos por la policía nacional, la guardia civil o los Mossos, tres variantes casi idénticas del mismo Dios maligno represivo; estudiantes en cárceles, en prisión punitiva, con falsarios pseudoargumentos judiciales y un horizonte a corto y medio plazo que pasa, según sus propios cálculos, por cuanto menos el sacrificio económico y social de una generación. Ni las limosnas, ni la caridad, ni las migajas de las copiosas comidas de los Señores nos están destinadas en este caso...
Por lo demás, por si lo habíamos olvidado, estamos abonando una magnífica tradición que no merece, que no es justo olvidar.
Fue hace unos setenta y cinco años. Casi un año después del levantamiento militar contra la II República española (y catalana y vasca y gallega y…), Don Antonio Machado –un poeta, un intelectual concernido, un ciudadano cada vez más imprescindible que falsea para siempre cualquier absurda y pueril identificación de España con el fascismo o la reacción- seguía creyendo que un cristianismo laico, sin Dios por supuesto, era el futuro para un mundo en paz. El amor fraternal propuesto por el cristianismo era totalmente incompatible con los ideales fascistas de aniquilación de etnias, pueblos y personas. El Juan de Mairena póstumo ya había revisado el viejo y practicado dicho romano, si vis pacem para bellum , por un “si quieres la paz, prepárate para vivir en un mundo en paz”. El buen poeta, en el sentido noble de la palabra, estaba en línea con el viejo Marx, quien había comentado a su hija Laura la que consideraba principal virtud del cristianismo: nos había enseñado el amor a los niños.

Para el autor de “Proverbios y cantares” el marxismo era entonces la praxis política que más aproximaba a las enseñanzas de Jesús. Quizás por todo ello, el 1º de Mayo de 1937, dos años antes de su muerte por tristeza y depresión, en el congreso celebrado en Valencia de las Juventudes Socialistas Unificadas, pronunció don Antonio Machado un discurso en el que al mismo tiempo que exponía y reconocía sus diferencias con alguna de las tesis que él (erróneamente) consideraba esenciales del marxismo -como el peso otorgado a los asuntos económicos en la marcha de la historia humana-, señalaba al mismo tiempo su defensa del socialismo como una esperanza para la Humanidad a la que todos, de alguna manera, deberíamos contribuir. Con sus palabras [1]:
“Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la ruta que desciende de Hegel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por el influjo, acaso de una educación demasiado idealista, me falta simpatía por la ideal central del marxismo, me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, sea el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el Socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es ésa la gran experiencia humana de nuestros días, a la que todos de algún modo debemos contribuir”.

Una década después, finalizada la segunda guerra mundial y también poco años antes de su fallecimiento, Albert Einstein se manifestaba también en términos similares a favor del socialismo, un socialismo que él no identificaba simplemente con la planificación económica o nacionalización de los medios de producción, servicios y financiación sino como una forma alternativa de convivencia de la humanidad [2]. Para ambos, ya entonces, otro mundo era posible y necesario.

No sería de extrañar que hoy, en este mayo de 2012, de la mano de Bertrand Russell, de Simone Weil, de Simone de Beauvoir, de Sartre, y de tantos otros, recorrieran con millones de ciudadanas-trabajadoras las calles de las ciudades y pueblos del mundo. Ni que decir tiene que Harich, Lukács, Bujarin, W. Solano, Ibárruri, López Raimundo, Guevara, Allende y Sacristán hubieran estado a su lado.
Notas:
1 Extraído de: Ian Gibson, Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado. Madrid, Aguilar 2006, p. 573.
2. Véase Francisco Fernández Buey, Albert Einstein. Ciencia y consciencia, Retratos del Viejo Topo, Mataró (Barcelona), pp. 259-268.
(De Salvador López Arnal)

domingo, 15 de mayo de 2011

El ataque contra la clase obrera

Hace una década, una palabra útil fue acuñada en honor del 1 de Mayo por los activistas laborales italianos:

"precariedad". Se refería, al principio a la gente trabajadora "en los márgenes". En la mayor parte del mundo, el día 1 de Mayo es una fecha feriada de los trabajadores internacionales, ligada a la amarga lucha de los trabajadores estadounidenses en el siglo XIX en demanda de una jornada laboral de ocho horas. El 1 de Mayo pasado lleva a una reflexión sombría.

Luego se extendió para aplicarse al creciente "precariado" en el núcleo de la fuerza laboral, el "proletariado precario" que padecía los programas de desindicalización, flexibilización y desregulación que son parte del ataque contra la fuerza laboral en todo el mundo.

Para ese entonces, incluso en Europa, había preocupación creciente acerca de lo que el historiador laboral Ronaldo Munck, citando a Ulrich Beck, llama la "brasilinización de Occidente" "...la proliferación del empleo temporal e inseguro, la discontinuidad y formalidad relajada en las sociedades occidentalizadas que hasta entonces han sido bastiones del empleo completo".

La guerra del Estado y las corporaciones contra los sindicatos se ha extendido recientemente al sector público, con legislación para prohibir las negociaciones colectivas y otros derechos elementales.

Incluso en Massachusetts, favorable a los trabajadores, la Cámara de Representantes votó, justo antes del 1 de Mayo, por restringir marcadamente los derechos de los oficiales policíacos, maestros y otros empleados municipales en cuanto a negociar sobre la atención a la salud -asuntos cruciales en Estados Unidos, con su sistema privatizado disfuncional y altamente ineficiente de cuidado a la salud.

El resto del mundo puede asociar el 1 de mayo con la lucha de los trabajadores estadounidenses por sus derechos básicos, pero en Estados Unidos esa solidaridad está suprimida en favor de un día feriado jingoísta.

El día 1 de Mayo es el "Día de la Lealtad", así designado por el Congreso en 1958 para la "reafirmación de la lealtad a Estados Unidos y por el reconocimiento del legado de libertad americana".

El presidente Eisenhower proclamó, además, que el Día de la Lealtad es también el Día de la Ley, reafirmado anualmente con el izamiento de la bandera y la dedicación a la "Justicia para Todos", "Fundaciones de Libertad" y "Lucha por la Justicia".
El calendario de Estados Unidos tiene el Día del Trabajo, en septiembre, en celebración del retorno al trabajo después de unas vacaciones que son más breves que en otros países industriales.

La ferocidad del ataque contra las fuerzas laborales por las clases de negocios de EEUU está ilustrada por el hecho de que Washington, durante 60 años, se ha abstenido de ratificar el principio central de la ley laboral internacional, que garantiza la libertad de asociación.

El analista legal Steve Charnovitz lo llama "el tratado intocable en la política estadounidense", y observa que nunca ha habido un debate sobre este asunto.
La indiferencia de Washington respecto de algunas convenciones apoyadas por la Organización Internacional del Trabajo (ILO, en sus siglas en inglés) contrasta marcadamente con su dedicación a hacer respetar los derechos de precios monopólicos de las corporaciones, ocultos bajo el manto de "libre comercio" en uno de los Orwellismos contemporáneos.

En 2004, la ILO informó que "inseguridades económicas y sociales se multiplican con la globalización y las políticas asociadas con ella, a medida que el sistema global económico se ha tornado más inestable y los trabajadores soportan cada vez más la carga, por ejemplo, mediante reformas a las pensiones y a la atención de la salud".
Este era lo que los economistas llaman el periodo de la Gran Moderación, proclamado como "una de las grandes transformaciones de la historia moderna", encabezada por EEUU y basada en la "liberación de mercados" y particularmente en la "desregulación de los mercados financieros".

Este elogio al estilo estadounidense de mercados libres fue pronunciado por el editor del Wall Street Journal, Gerard Baker, en enero de 2007, apenas meses antes de que el sistema se desplomara -y con él el edificio entero de la teología económica sobre el que estaba basado- llevando a la economía mundial al borde del desastre.

El desplome dejó a Estados Unidos con niveles de desempleo real comparables con los de la Gran Depresión, y en muchas formas peores, porque bajo las políticas actuales de los amos esos empleos no regresarán, como lo hicieron mediante estímulos gubernamentales masivos durante la Segunda Guerra Mundial y en las décadas siguientes de la "era dorada" del capitalismo estatal.

Durante la Gran Moderación, los trabajadores estadounidenses se habían acostumbrado a una existencia precaria. El incremento en el precariado estadounidense fue orgullosamente proclamado como un factor primario en la Gran Moderación que produjo un crecimiento más lento, estancamiento virtual del ingreso real para la mayoría de la población, y riqueza más allá de los sueños de la avaricia para un sector diminuto, una fracción de uno por ciento, en su mayor parte de directores ejecutivos, gerentes de fondos de cobertura y otros en esa categoría.

El sacerdote supremo de esta magnífica economía fue Alan Greenspan, descrito en la prensa empresarial como "santo" por su brillante conducción. Enorgulleciéndose de sus logros, testificó ante el Congreso que dependían en parte de "una moderación atípica en los aumentos de compensaciones (que) parece ser principalmente una consecuencia de una mayor inseguridad de los trabajadores".

El desastre de la Gran Moderación fue rescatado por esfuerzos heroicos del gobierno para recompensar a los autores del mismo. Neil Barosky, al renunciar el 30 de marzo como inspector general del programa de rescate, escribió un revelador artículo en la sección de Op-Ed del New York Times acerca de cómo funcionaba el rescate.

En teoría, el acto legislativo que autorizó el rescate fue una ganga: las instituciones financieras serían salvadas por los contribuyentes, y las víctimas de sus malos actos serían compensadas en cierta forma por medidas que protegerían los valores de los hogares y preservarían la propiedad de los mismos.

Parte de la ganga fue cumplida: las instituciones financieras fueron recompensadas con enorme generosidad por haber causado la crisis, y perdonadas por crímenes descarados. Pero el resto del programa se vino a pique.

omo escribe Barofsky: "las ejecuciones hipotecarias siguen aumentando, con entre 8 y 13 millones de juicios previstos durante la existencia del programa" en tanto que "los mayores bancos son 20% o más grandes de lo que eran antes de la crisis y controlan una parte mayor de nuestra economía que nunca antes. Asumen, razonablemente, que el Gobierno los rescatará nuevamente, de ser necesario.
De hecho, las agencias de clasificación de crédito incorporan rescates futuros del Gobierno en sus evaluaciones de los bancos más grandes, exagerando las distorsiones del mercado que les proporcionan una ventaja injusta sobre instituciones más pequeñas, que continúan luchando por sobrevivir".

En pocas palabras, el programa del presidente Obama fue "un regalo para los ejecutivos de Wall Street" y un golpe al plexus solar para sus indefensas víctimas.

El resultado debe sorprender sólo a aquellos que insisten con ingenuidad inalterable en el diseño e implementación de la política, particularmente cuando el poder económico está altamente concentrado y el capitalismo de Estado ha entrado en una etapa nueva de "destrucción creativa", para pedir prestada la famosa frase de Joseph Schumpeter, pero con un giro: creativa en cuanto a formas de enriquecer y dar más poder a los ricos y poderosos, mientras que el resto queda libre para sobrevivir como pueda, mientras celebra el Día de la Lealtad y la Ley.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/Opinion-Original/Firmas/Noam-Chomsky/El-ataque-contra-la-fuerza-obrera.aspx

domingo, 1 de mayo de 2011

Una vez indignados, ¿qué viene después?

“Cada vez hay más motivos para que la sociedad se movilice, y los actos del Primero de Mayo son de los primeros. -Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO-.

Si ya andaba de capa caída el Primero de Mayo, este año encima coincide con el comercial Día de la Madre, que me temo moviliza más que aquél.

Por si no bastaba con la desmovilización y la división de los trabajadores, y con el boicoteo que el Día del Trabajo sufre en Madrid desde que declararon el dos de mayo Día de la Comunidad -de modo que la manifestación más potente y visible, la de la capital, se diluye en un largo puente-; por si no era suficiente, hoy encima estamos más pendientes de llevar flores a mamá que de salir a la calle por nuestros derechos.

Tampoco ayudan mucho a la movilización los sindicatos mayoritarios, que con su política de agarrarse al diálogo social a toda costa, su incomprensible visto bueno a la reforma de pensiones, y la falta de continuidad en la protesta tras la huelga general, han desconcertado a muchos trabajadores que sí ven motivos para salir a la calle.
He buscado la columna que escribí hace justo un año, en el anterior Primero de Mayo, y en ella recomendaba ir a las manifestaciones con el pañuelo a mano para llorar juntos, porque la situación para los trabajadores era entonces de lágrima fácil. Viendo cómo nos ha ido desde entonces hasta aquí, casi deberíamos haber dicho aquello de “virgencita, que me quede como estoy.”

En un año, de un mayo a otro, nos ha caído encima una reforma laboral, otra de pensiones, y trescientos mil parados más. Y todavía puede ser peor, pues sigue pendiente la negociación colectiva, entre continuos llamamientos a una moderación salarial que, en expresión del ministro de Trabajo, debería durar lustros. Sobran los motivos, y sin embargo la movilización sigue siendo escasa y discontinua.

Todo el mundo habla últimamente del libro del francés Hessel, Indignaos, que por lo visto se está vendiendo mucho, y espero que también leyendo. La indignación se ha puesto de moda, pero está visto que sólo con ella no vamos muy lejos. A ver si, una vez todos indignados, viene alguien y nos da la siguiente instrucción, que bien podría ser “actuad”, o bien “organizaos”. Falta nos hace.
Isaac Rosa. Público

Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/05/01/una-vez-indignados-%C2%BFque-viene-despues/
¿Por qué no se produce un estallido social?

sábado, 1 de mayo de 2010

Hoy es 1º de mayo, día histórico para los trabajadores del mundo entero.

Dos, de las muchísimas razones para justificar la necesidad de la lucha sindical.
1.La crisis social llega al Parlamento Europeo

Le Monde Diplomatique en español Abril 2009. Numero 162

Polémica sobre una decisión demasiado favorable a las empresas
Por Anne-Cécile Robert

Ahora que los partidos políticos preparan las listas para las elecciones del próximo mes de junio, el Parlamento Europeo sigue siendo una institución desconocida. Sin embargo, una jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que legaliza el dumping social, provocó entre los eurodiputados un revelador debate a finales de 2008. Mientras la crisis económica se extiende, los textos adoptados muestran las contradicciones y los límites de una asamblea que quisiera ser la expresión de los pueblos de la Unión Europea.

Varias semanas después de los hechos, aún puede verse la estupefacción en el rostro de Jan Andersson, presidente de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo. En unos pocos meses, desde noviembre de 2007 hasta junio de 2008, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) pronunció cuatro fallos donde se afirma la primacía de los derechos de las empresas por sobre los de los trabajadores. En el caso Viking, un armador finlandés deseaba transferir un ferry bajo bandera estonia para sustraerse de un convenio colectivo. En el caso Laval, un sindicato sueco había intentado, bloqueando las operaciones de una empresa constructora, obligar a un prestador de servicios letón a firmar un convenio colectivo. En el caso Rüffert, una empresa polaca instalada en Baja Sajonia, pagaba salarios inferiores al mínimo local. Y por último, el 18 de junio de 2008, el TJCE fue intervenido por la Comisión Europea, que consideraba excesivas las obligaciones impuestas por Luxemburgo a un prestador de servicios extranjero (ver Tambien "Sindicatos acosados").
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2. Sindicatos acosados


Por Anne-Cécile Robert

Por medio de cuatro fallos, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) legitimó el dumping social en el mercado común (1). En el caso Viking, juzgado el 11 de diciembre de 2007, una compañía finlandesa quería transferir un ferry bajo pabellón estonio, a fin de eludir un convenio colectivo finlandés. El TJCE falló en contra de los sindicatos que se oponían a una maniobra destinada a pagar menores salarios. En el caso Laval, juzgado el 18 de diciembre de 2007, un sindicato sueco buscaba obligar a un prestador de servicios letón a firmar un convenio colectivo, como es costumbre en Suecia, para lo cual bloqueó la obra que la empresa realizaba en ese país. El TJCE le dio la razón a las empresas que se quejaban de una restricción a la libertad de establecimiento y de libre prestación de servicios, derechos reconocidos por los artículos 43 y 49 del Tratado de Roma. Está hecha la UE para los empresarios y los ricos?
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