Mostrando entradas con la etiqueta maltrato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta maltrato. Mostrar todas las entradas

viernes, 3 de noviembre de 2023

_- La huella del maltrato infantil: “Mi padre me decía que no servía para nada”.

_- Miles de niños padecen abusos constantes que cada vez son más visibles, aunque es un fenómeno difícil de cuantificar. 

 Alejandro —nombre ficticio— sufrió todos los días los insultos, gritos y palabras hirientes de su padre. Durante casi 18 años, tuvo que oír, una y otra vez, la misma frase, que se ha quedado grabada en su memoria: “No sirves para nada”. A sus 27 años, Alejandro reconoce que aunque “el maltrato lo tiene más cicatrizado”, hay días en los que confiar en sí mismo se le hace cuesta arriba: “Me ha afectado en mi autoestima y en la confianza en mí mismo”. La violencia que vivió toda su infancia y adolescencia no es un hecho aislado, sino que representa la realidad de miles de niños, niñas y adolescentes, aunque es un fenómeno difícil de cuantificar.

“Cuando hablamos de maltrato, se tiende a pensar en los golpes, en situaciones extremas. Pero hay un tipo de maltrato, el emocional, que tiene que ver con situaciones mucho más sutiles. Y, a veces, ni siquiera con insultos, sino con invalidar al niño, con no hacerse cargo de sus emociones, con limitar su autonomía o aislarlo”, explica la psicóloga clínica María Marín. Muchos de estos comportamientos están normalizados en las familias.

Cristina Sanjuán, especialista en protección a la infancia de Save The Children, confirma que una de las características del maltrato infantil es que se legitima y normaliza la violencia como forma de corrección y disciplina. “Se percibe a los niños y niñas como propiedad de sus padres y no se hace un enfoque de la infancia como sujeto de derechos”, dice Sanjuán.

El maltrato infantil en España es una lacra cuya extensión resulta difícil de calibrar. Una de las formas de abordarlo es a través de las denuncias: según los últimos datos del Ministerio del Interior, en 2021 se registraron 55.000 denuncias por comportamientos presuntamente delictivos que tenían como víctima a niños y adolescentes. Un año antes, coincidiendo con el periodo de confinamientos más estrictos de la pandemia, la cifra alcanzaba las 35.778 denuncias. El Ministerio de Derechos Sociales cuenta, por su parte, con el Registro Unificado de Maltrato Infantil (RUMI), en el que se incluyen los avisos realizados por profesores o familiares advirtiendo de la posibilidad de que un niño esté siendo maltratado. En 2021 dicho registro recogió 21.521 notificaciones; un año antes, fueron 15.688, y en 2019, 15.365.

¿Están aumentando las agresiones o existe menos tolerancia social ante este tipo de violencia? “Sospechamos que se están sacando a la luz más casos que antes estaban ocultos”, afirma la directora general de derechos de la infancia y de la adolescencia del Ministerio de Asuntos Sociales, Lucía Losoviz. Por su parte, el director de la Plataforma de la Infancia —una alianza de ONG del sector—, Ricardo Ibarra, admite que es imposible saber si la evolución responde a que existe una mayor sensibilización o si es están aumentando los delitos.

Lo más doloroso es que los menores que son víctimas de violencia la viven a menudo a diario. Alejandro recuerda, con un “nudo en la garganta”, los insultos que recibía de su padre por no encajar en el estereotipo de chico bueno en deportes. “Mi padre buscaba un chico ‘normal’, al que le gustara el fútbol, el baloncesto… y yo era muy torpe. Me insultaba y me decía inútil y que no valía para nada”. Otras veces, su padre se enfadaba y le gritaba o le daba una colleja. “Desde siempre, desde muy pequeño, fui maltratado por mi padre. Mi hogar no era un espacio seguro”, relata. Para Alejandro, estar en casa era una verdadera pesadilla: “Llegaba y no recibía ningún beso, ninguna caricia. Me encerraba en mi cuarto y lloraba solo, sin que nadie me escuchara. Si mi padre me veía llorar, me decía que era un maricón”.

Como Alejandro, la violencia contra la infancia forma parte de la cotidianidad de muchos niños, niñas y adolescentes. El director técnico y portavoz de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, dice que de los casi 5.500 casos de maltrato reportados en su teléfono de ayuda, en más de la mitad (55%) la frecuencia de la violencia contra la infancia era diaria y en un 56% se describían situaciones que duran más de un año, lo que aumenta la gravedad de las secuelas: “Estamos hablando de traumas más complejos. No es lo mismo vivir la experiencia un día, que te impacte y haga daño, que estar viviéndolo diariamente”. Ballesteros añade: “Llega un momento en el que muchos menores lo normalizan. Cuando hablan con nosotros lo justifican y hasta piensan que son merecedores de ese tipo de violencia”.

Los expertos coinciden en que al ser sus padres quienes les maltratan se genera una ambivalencia afectiva: por un lado, son figuras de referencia que deberían cuidarles y, por otro, les están haciendo daño. Eso provoca un proceso de normalización, de interiorización de la violencia, también como una forma de resolver conflictos o problemas. “Al final el niño crece con esa imagen de sí mismo, que no es válido, con que se merece el castigo y que el amor va ligado a la violencia. Con la idea de que si alguien me cuida, también está legitimado para agredirme”, señala la psicóloga María Marín.

Esa normalización tiene entre sus efectos que las víctimas, con frecuencia, tarden en revelar lo que les sucede. Alejandro nunca contó a nadie lo que vivió durante años. “Me lo quedaba todo para mí. Tanto en secundaria como en primaria. De hecho, creo que nadie sabe lo que viví”, dice. Marín asegura que cuando son pequeños “tienen miedo de contarlo porque no hay una persona fiable en el entorno” y se sienten culpables. Otras veces, añade, los niños no saben que no está bien: “Todos estos comportamientos de maltrato, que ejercen las figuras primarias, se revisten de cariño con frases como: ‘Lo hago por tu bien’, o: ‘Mira lo que me haces hacer’”. Ricardo Ibarra, de la Plataforma de la Infancia, tercia: “Muchos casos se denuncian años después, precisamente, porque el niño ha entendido, cuando ha sido adulto, lo que ha sufrido y lo que ha vivido. Estamos viendo la punta del iceberg”.

Las secuelas a largo plazo

El abuso emocional que Alejandro vivió durante más de una década ha dejado huellas en su vida. Muchas veces es “bastante negativo” consigo mismo y tiene una baja autoestima: “Cuando no me sale algo enseguida, me sale el pensamiento negativo de: soy un inútil, no valgo para nada. Esa frase sigo teniéndola, es verdad que con menos intensidad que cuando era pequeño, pero no se ha ido, sigue ahí”.

María Marín resalta que el maltrato en la infancia afecta a todo el desarrollo, tanto físico como emocional. “Vemos que un porcentaje nada desdeñable de adultos que están en las consultas de salud mental, han sufrido maltrato en su infancia”, explica. En otros casos, si no se trata el problema a tiempo, dice la especialista en protección Cristina Sanjuán, se puede perpetuar el círculo de la violencia.

El maltrato que sufrió Alejandro cesó cuando sus padres se separaron. Él tenía 18 años. Desde entonces, no ha vuelto a hablar con su padre. Alejandro lleva cuatro meses en terapia psicológica y ha logrado gestionar mejor sus emociones. “La psicóloga me ha dicho que tengo bloqueo emocional con ciertas etapas de mi vida”, relata. Ha encontrado sus “lugares seguros” en su pareja, madre y amigos. Y en un cuadernillo donde escribe todos sus recuerdos felices. “Cuando estoy pocho o me siento mal, tomo la libreta, lo leo y hace que me sienta mejor. Me reconforta”.

martes, 14 de marzo de 2023

Cuando los patrones eran terroristas

Los historiadores tendieron a definir las élites comerciantes estadounidenses de fines del siglo XIX como elementos progresistas en una época de rápidas transformaciones económicas y sociales. Pero si consideramos el rol que cumplieron en organizaciones como el Ku Klux Klan, habría que definirlas más bien como terroristas.

Fragmento de Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century (University of North Carolina Press, November, 2022)

Pocos escritores utilizaron la categoría de terrorista para definir las élites organizadas de la segunda revolución industrial, entre las que había gerentes y grandes, medianos y pequeños propietarios. Sin ningún análisis crítico, la mayoría de los historiadores de la economía los definen como hombres culturalmente sofisticados, prudentes y testarudos que establecieron y promovieron métodos de gestión modernos en una economía que estaba creciendo a un ritmo vertiginoso.

No cabe duda. Después de todo, es cierto que supervisaron la construcción de fábricas, crearon empleo y brindaron beneficios a sus trabajadores, desarrollaron patentes útiles y marearon a los consumidores con una enorme cantidad de productos. Estos hombres solían dirigir sus negocios y actividades sociales desde la comodidad de oficinas espaciosas, restaurantes lujosos y bares exclusivos.

Pero muchos tenían un lado oscuro y no dudaban en recurrir a la violencia para lograr su objetivo: someter a los trabajadores y mantener bajo control el establishment de lo que denominaban la «la ley y el orden». Con esto en mente, muchos patrones formaron y participaron de varias organizaciones secretas brutales, entre las que cabe mencionar el Ku Klux Klan, que operó a fines de 1860 y comienzos de 1870, distintas ligas de «ley y orden» de los años 1880 y 1890 y un surtido de asociaciones patronales y alianzas ciudadanas de la «era progresista». Como otros terroristas, los patrones compartían el supuesto de que los métodos extralegales —secuestros, persecución, golpizas, linchamientos y asesinatos— eran los adecuados a la hora de solucionar sus problemas.

Estos terroristas generalmente contaban con la asistencia de personajes bien posicionados en el sector público. A fines del siglo diecinueve y principios del veinte, policías, jueces, políticos, militares de la Guardia Nacional y hasta tropas federales estaban más inclinados a castigar a los trabajadores rebeldes que a las bandas mafiosas. Y en algunos casos, las autoridades del sector público se unían a los patrones y otras élites en la organización de actividades antiobreras.

Los ejemplos de mano dura público-privada abarcan un amplio espectro que va desde la huelga ferroviaria de 1877 hasta la deportación de miles de mineros de Bisbee, Arizona, en 1917. Por supuesto, también hubo excepciones importantes, entre las que destacan las severas medidas que tomó el gobierno federal, a comienzos de los años 1870, contra la asociación patronal más famosa de la historia de Estados Unidos, el Ku Klux Klan. Sin embargo, muchos investigadores demostraron que, incluso en este caso, las autoridades lograron pocas condenas y la mayoría de los dirigentes de la organización evadieron toda responsabilidad legal.

Pocos discreparan con la tesis de que el supersecreto Klan era una organización terrorista. Esta asociación patronal descentralizada, dirigida sobre todo por dueños de plantaciones en decadencia, comerciantes, abogados y dueños de diarios, utilizaba distintas formas de terrorismo para controlar y explotar a las masas negras evitando toda interferencia del exterior. Los hombres del Klan quemaban escuelas de negros y libros, y perseguían a los docentes de las comunidades. En otros casos recurrían a campañas de intimidación que no necesariamente culminaban en la violencia física. Por ejemplo, hombres encapuchados visitaban las casas de los docentes, transmitían crueles ultimátums, y, en general, les exigían que abandonaran la comunidad en un tiempo determinado.

Los miembros del Klan golpearon y mataron a miles de afroestadounidenses. Lo hicieron por dos motivos básicos: para disciplinar a los «infractores» y para enviar un mensaje inconfundible. Con una intolerancia absoluta por todo acto de disentimiento, los hombres del Klan torturaban a mujeres y hombres negros por vagancia, por intentar votar, por participar en las ligas de la Unión después de la guerra civil o simplemente por abandonar las granjas y las plantaciones. También secuestraban y devolvían a los antiguos esclavos a las granjas y a las cocinas. Si pensaban que un afroestadounidense era rebelde y particularmente desafiante, simplemente lo mataban.

Las miles de acciones terroristas del Klan ayudaron a empoderar a la clase dominante de la región y a fundar lo que W. E. B. Du Bois denominó la «contrarrevolución de la propiedad». Pero había muchas organizaciones que aplicaban tácticas similares en su combate contra la indisciplina de los trabajadores. A fines de los años 1880 y comienzos de los 1890, no había organizaciones del sector privado más mafiosas y efectivas que las Ligas de Ley y Orden, asociaciones patronales que combatían a los manifestantes durante las huelgas y expulsaban a socialistas y anarquistas de las comunidades. Nacidas en pequeñas comunidades y ciudades grandes como Kansas y Missouri durante la huelga contra el imperio ferroviario de Jay Gould en la primavera de 1886, las ligas rápidamente crecieron hacia el sur y hasta el oeste.

En estas comunidades, propietarios, gerentes, abogados y políticos se reunían en secreto en casas «seguras», portaban armas, amenazaban a izquierdistas y sindicalistas y acompañaban a los esquiroles en el combate contra las barricadas. Estas organizaciones eran fundamentales cuando había que desarmar huelgas, y restauraban rápidamente los negocios y «la ley y el orden».

Los miembros de las ligas también practicaban métodos de represión menos agresivos aunque no menos terribles, como despedir a los activistas sindicales y compartir listas negras. Este proceso, en el que no solo participaban patrones, sino también periodistas, servía para asustar y disciplinar tanto a las víctimas directas como a los trabajadores que permanecían en sus puestos laborales.

La prensa muchas veces repetía la información de las listas negras y causaba un daño prácticamente irreparable a los trabajadores despedidos. Muchos de los que permanecían en sus puestos vivían con miedo y los perseguía la fantasía de un futuro sombrío y precario. En un estudio sobre las condiciones del trabajo industrial realizado en 1891, Eleanor Marx Aveling y Edward Aveling mostraron que muchos trabajadores temían «los horrores de la lista negra».

Los autoproclamados campeones de la ley y el orden también utilizaban métodos terroristas mortíferos. En 1887, en Thibodaux, Louisiana, los patrones masacraron por lo menos a treinta huelguistas negros de los ingenios azucareros y expulsaron a muchos miembros de los Caballeros del Trabajo. Los portavoces de la alianza público-privada que perpetuó estos crímenes se autodenominaron «Comité del Orden y la Paz».

Un patrón que simpatizaba con los asesinos celebró el resultado como una victoria a la vez racial y de clase: «Creo que esto zanjará la cuestión de quién debe gobernar, si los negros o los blancos, durante los próximos cincuenta años». Si los violentos miembros de la clase dominante de Thibodaux no eran terroristas, entonces nadie es terrorista.

Vino viejo en botella nueva
A comienzos del siglo veinte, en respuesta al malestar creciente de la población frente a la represión de las prácticas sindicales, los patrones y sus aliados cambiaron de enfoque y organizaron cientos de alianzas de ciudadanos en lo que tal vez haya sido el primer movimiento populista de la época. Los miembros de estas organizaciones, básicamente hombres viejos que habían sido parte de antiguas organizaciones terroristas como los Montana Vigilantes, el Klan, la Asociación de Productores de Wyoming y las Ligas de Ley y Orden, combatían contra los sindicatos y generaban lugares de trabajo «open-shop» porque, en palabras de uno de los portavoces del movimiento, querían «proteger a la gente común» (entiéndase, a quienes no participaban de sindicatos).

Aunque las alianzas ciudadanas intentaban presentarse como defensoras de la gente común, seguían aplicando las mismas viejas prácticas mafiosas. Basta considerar el comportamiento de los miembros del Comité Ciudadano de Tampa durante una huelga de trabajadores de una tabacalera en 1901: casi cien hombres armados secuestraron a trece dirigentes sindicales a altas horas de la noche, los retuvieron hasta el día siguiente y después los pusieron en un barco hacia Honduras. Según un informe, una víctima de estas redadas, Luis Barcia, fue literalmente arrancado de su cama mientras dormía con su mujer. La joven esposa, que había sido madre hacía poco, murió de terror y de ansiedad.

Los trece sobrevivientes lograron volver a Tampa, donde exigieron que el gobierno de William McKinley interviniera a su favor. J. N. Stripling, el fiscal del distrito, investigó y concluyó que «fue incapaz de obtener evidencia de transgresiones a la ley estadounidense». El secuestro recibió mucha atención de la prensa. Pero está claro que Stripling —que además de abogado era miembro activo de la Cámara de Comercio de Jacksonville— simpatizaba más con los empresarios terroristas de Tampa que con los huelguistas multiétnicos.

Poco después de este secuestro, los miembros de una alianza de ciudadanos de Colorado iniciaron sus propias rondas de abducción, aunque no tomaron el paso audaz de expulsar a sus víctimas del país. En 1903 y 1904, con asistencia de la Guardia Nacional y asentimiento del gobernador, atacaron a decenas de miembros de la Federación Occidental de Mineros, los forzaron a subir a un tren y los amenazaron para que no volvieran.

Los observadores más perspicaces comprendieron que estaban frente a acciones terroristas. En un artículo publicado en International Socialism en 1904, Max S. Hayes notó que los ataques de las alianzas de ciudadanos constituían un «reino de terror». «Todos los sindicalistas y todos los simpatizantes», se quejaba Hayes, «fueron cazados por soldados, diputados armados y guardianes de la alianza ciudadana ‘‘ley y orden’’, puestos en una celda y luego deportados a Kansas y Nuevo México». Aparentemente, después de esta acción, la alianza de ciudadanos de Colorado llegó a tener casi treinta mil miembros.

Estos hombres, y muchos otros, empleaban técnicas terroristas porque realmente funcionaban. De hecho, debemos reconocer que existe una relación entre el desarrollo económico y la violencia patronal.

Consideremos las palabras de J. West Goodwin, que dirigió la Liga de Ley y Orden en los años 1880 y organizó las alianzas de ciudadanos a principios del siglo veinte. En 1903, en un artículo sobre la situación de las empresas publicado en American Industries, publicación mensual de la Asociación Nacional de Productores, Goodwin proclamaba con orgullo que confrontar directamente a los trabajadores desobedientes era necesario para garantizar «la prosperidad permanente y continua de las industrias que hicieron famoso a este país». En efecto, Estados Unidos ganó celebridad a la vez por convertirse en el centro neurálgico de la economía mundial y por sus altos niveles de represión, que superaban los de otros países industrializados. La violencia patronal era rentable.

Hoy los think tanks, la prensa dominante y los políticos parecen tener el privilegio exclusivo de definir la palabra «terrorismo». La usan sobre todo para referirse a hombres musulmanes de países de Medio Oriente. Pero un ajuste de cuentas honesto con el pasado distante y reciente requiere que apliquemos este término a los patrones y sus aliados, que lejos de proteger a la «gente común» —educadores republicanos y antiguos esclavos en la Reconstrucción, sindicalistas en las décadas recientes— pusieron todo su empeño en aterrorizarla. Lamentablemente, las instancias de terrorismo patronal nunca desaparecieron y hoy están presentes en la práctica de los abogados antisindicales, en los regímenes laborales tiránicos, en la violencia policial y en esos conductores enloquecidos que están dispuestos a pasar por encima de los manifestantes.

CHAD PEARSON. Profesor de historia en el Collin College. Está terminando un libro titulado Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century, de próxima publicación en la University of North Carolina Press.

Traducción: Valentín Huarte

jueves, 6 de mayo de 2021

Las orejas de Pablo

Es fácil reírse de alguien cuando se tiene poder. La burla es un arma terrible que se puede manejar de forma cruel sobre quien no tiene posibilidad alguna de defenderse. Es bueno tener sentido del humor, pero no lo es utilizarlo como un arma contra los demás. Me preocupa especialmente el ingenio que se manifiesta de forma hiriente por parte de quien goza de una situación ventajosa. Pasa, a veces, en las aulas. Ante la broma del profesor o de la profesora, los compañeros se ríen mientras el zaherido sonríe desde el fondo de su impotencia. Qué ocurrencia. Qué gracia. Mientras más ingenio, más risa.

Escribí hace unas semanas sobre el bullyng en las escuelas. Una tragedia, decía, que pervive y causa víctimas inocentes que sufren en silecnio bajo la amenaza de los agresores. Lo hacía al hilo del prólogo que he escrito para un libro coordinado por Arnaldo Canales en Santiago de Chile. El libro se titula “Historias que sanan” y ha sido promovido y editado por la Fundación Lidererazgo Chile. Mi prólogo lleva por título “Radiografía del horror”.

Uno de los relatos tiene una peculiaridad que quiero destacar. Porque el agresor no es un alumno o un grupo de alumnos que actúan con crueldad a la espalda de los docentes sino un profesor que, desde el poder que le confiere el cargo, hace bromas que causan un grave daño a su destinatarios. La autora del relato se llama Macarezza Meléndez y voy a utilizar básicamente sus propias palabras.

“De niña yo tenía una gran inseguridad: mis orejas. No podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba recogerme el cabello en una cola, utilizaba siempre mi pelo suelto cubriéndolas o usaba gorros y evitaba que la gente las mirara por mucho tiempo, porque me sentía insegura y en casa lloraba por ello. Algunos compañeros míos me molestaban sistemáticamente, incluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas, e incluso llegué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible porque me acomplejaban.

Ella siempre me decía que se me pasaría, y que mis orejas eran lo más bello del mundo y que estuviera agradecida de tenerlas, y tuvo razón. A medida que fui creciendo le fui quitando importancia, pues supe que es mejor tener que no tener y que no había nada de malo conmigo. Mis compañeros dejaron de molestarme gradualmente, por lo que me sentí aliviada y tranquila, olvidando lo que era tener complejos hasta que un día me di cuenta de que otras personas también sufrían de ellos.

Cuatro años después de ese período doloroso de mi vida tenía una importante prueba que dar, a mis doce años, con el profesor favorito de todos, el profe de historia. En este examen, dio las instrucciones en voz alta, pero mi amigo y compañero de clase, Pablo, no le entendió.

– Profesor, ¿puede repetirlo?
El aludido repitió la instrucción, y nuevamente Pablo se vio confundido y preguntó otra vez.
– Disculpe, ¿cómo dijo?
Era el profesor favorito de todos, un hombre de barba simpático que nos hacía reír en cada clase por sus ocurrencias y bromas, pero cuando le respondió de nuevo a mi amigo no me reí con sus palabras.
– ¡Por Dios! ¡Tienes unas orejas enormes y no escuchas nada!

Todos se carcajearon hasta que Pablo, nervioso y con las mejillas encendidas por la vergüenza, se cubrió su cabeza y orejas con el gorro de su chaqueta con los ojos empapados en lágrimas, sollozando en voz baja y poniéndose muy triste y apenado. Entonces se hizo un silencio en la sala, las caras de mis compañeros se llenaron de arrepentimiento y vergüenza y el profesor de historia intentó disculparse con él, pero este no le respondió y lo ignoró hasta que la prueba terminó.

No era la primera vez que molestaban a Pablo por sus orejas, pues siempre sus compañeros e incluso sus amigos decían algún chiste o se burlaban de él en algún momento del día. Sabía que lo molestaban, pero nunca hice nada. Yo era su amiga y jamás le di importancia, no caí en la cuenta de que para él no era fácil y que estaba viviendo algo que también me pasó a mí y que le puede pasar a cualquier persona, que es tener una inseguridad con la que los demás se divierten. Es un sentimiento que nadie debería sufrir nunca, pues yo lo sufrí por años y nadie nunca, más que mi familia, corrió en mi auxilio.

Con este pensamiento, al terminar el examen fui corriendo donde la directora para explicarle la situación, pues yo le consideraba un amigo y no podía creer que un profesor tratara así a un alumno. Cuando terminé de contarle lo sucedido, ella asintió con la cabeza, mostrándose comprensiva, y luego me tranquilizó diciendo que verían de inmediato al profesor y a Pablo para conversar con ellos y arreglar las cosas; llegaron al despacho y conversamos entre todos, luego de una corta charla de la directora, el profesor pidió disculpas y Pablo las aceptó.

Me sentí feliz y al volver a casa le conté a mi madre y ella me felicitó por haber visto más allá de las cosas y pensado en mi amigo, cenamos y luego me dormí nerviosa pensando en qué pasaría al día siguiente.

Cuando llegué a la escuela, me percaté de que nos tocaba con aquel profesor de historia a primera hora del día, por lo que cuando entré a la sala me sentí inquieta y me senté en mi lugar en silencio. Luego de un rato de las clases, nadie mencionó nada, y Pablo estaba tan risueño y normal como siempre, también se reía con las bromas del profesor y con las de los demás. Supuse entonces que todo se había arreglado ayer, pues todo el ambiente era grato y tranquilo, hasta que el profesor hizo un comentario que me dejó perpleja.

Oigan, les quiero contar un secreto, pero me da un poco de miedo que alguien pueda acusarme. Dirigió su mirada hacia a mí y preguntó:
– ¿No es así?
Me quedé en silencio y mis compañeros se rieron.
– ¿Qué?, le pregunté, perpleja.
– Que si no te vas a poner sensible si cuento algo, dijo, socarrón.
– Usted hizo sentir mal a mi amigo. Yo solo hice lo que fue correcto hacer, le dije, sintiendo las mejillas calientes por la situación y nerviosa porque un profesor me estaba tratando de una manera muy inapropiada.
– Pero si no fue para tanto, ¿o sí, Pablo?, le preguntó entonces a mi amigo, y este no fue capaz de mirarme cuando respondió.
– No, yo no le pedí a nadie que hablara por mí. Sé defenderme solito, además, no soy un acusete.
Me sentí triste, decepcionada y humillada, como si hubiera cometido un error, como si me hubiera inmiscuido en los asuntos de los demás. Pero entonces comencé a reflexionar y concluí que no. No estaba equivocada. No era la primera vez que Pablo era molestado. Siempre lo molestaban, y si bien él siempre se reía, había momentos en que no. ¿Por qué entonces él mentía ahora, quitándole importancia al asunto?

Me di cuenta más temprano que tarde de que Pablo con tal de ser aceptado entre sus compañeros y el amado profesor, con tal de no ser el objeto de esa burla, mintió y me hizo hacer sentir mal a mí, para que él no fuera el herido.

Independiente de si somos niños o adultos…Si somos maltratados, si somos golpeados, si somos el hazmerreír, entonces las cosas no son fáciles. Entonces, las personas por ser aceptadas aguantan. Las personas con tal de ser incluidas fingen. Las personas con tal de pertenecer, aparentan. Y eso no está bien…”.

La historia sigue. Con muchas cuestiones de interés. Pero yo no tengo más espacio. Quiero agradecer a Macarezza el relato. Y felicitarla por su valentía. Era más fácil reirse con todos y callarse, que es lo que suele suceder. Es más fácil situarse del lado del agresor y reirle las gracias. Es más fácil quitarle importancia al asunto y decir con el bromista: “no es para tanto”. O quizás: hay que tener sentido del humor.

Lo que pretendo con estas líneas es destruir ese arsenal de armas que son las burlas sobre los demás. Sobre todo, de esas burlas que maneja impunemente quien tiene poder. Lo que deseo es terminar con ese martirio que son las risas que despiertan los comentarios ingeniosos y mordaces de quien se esconde en el burladero que tiene el que manda. Esas risas que se repiten en el silencio de la noche, mientras quien las ha provocado duerme a pierna suelta. Me preocupan en la polìtica, en la industria, en el comencio, en el deporte, en el ejército… Pero, sobre todo, en el escenario segrado de la educación. El Adarve.

martes, 18 de junio de 2019

_- ¿Hablamos de prostitución libre, de libre mercado, de economía liberal? Riverita y Arrimadas junto a toda esa trupe canalla de timadores y manipuladores mentirosos, de asesorados por "relaciones públicas" un montaje a base de "marketing político" eso es vuestro llamado partido, como si las personas fuesen objetos a comprar y vender... Como en los tiempos de la esclavitud y servidumbre. Con vuestro "feminismo liberal", al que no aceptan las feministas, y del que vosotros os lamentáis hipócritamente, cínicos canallas... habéis venido a mentir y confundir, a timar a nuestro pueblo, a hacer retroceder el mundo a tiempos peores, al anterior a la Revolución Francesa, en nombre de la LIBERTAD. No se puede ser más canalla.

 _- Aquí tenéis un ejemplo de vuestros "principios" y engaños despóticos, la llamada  

OPERACIÓN CARIOCA, lo muestra con diáfana claridad a que nivel de trato se puede llegar,...

“Ustedes no son nada. Les pego un tiro, las entierro en una gruta y nadie pregunta”. 

La instructora del mayor caso (no el único) sobre proxenetismo en España describe el "terror" de las víctimas en los clubes de Lugo. Y hay cientos de ellos por toda España.
Esta crónica es una pequeña parte de la verdad sobre la prostitución y la trata de blancas.
Los crímenes, la explotación, los abusos, las palizas, el mal trato y las injusticias que se dan cotidianamente en ese sórdido mundo de explotación de seres humanos... Y encima hay quien se permite hablar de libertad de mercados...


El juzgado guarda un fúnebre dibujo infantil pintado por la hija del "tipo más duro de Lugo". Durante la instrucción del caso Carioca, la mayor causa contra el proxenetismo que ha habido en España (275 tomos), la niña explicó que su pintura representaba a "una chica enterrada". La pequeña vivió durante un tiempo en el Queen's, uno de los dos prostíbulos de su padre, José Manuel García Adán, y allí jugaba entre las mujeres víctimas, los clientes y los agentes del orden que supuestamente tejían la red corrupta que blindaba al proxeneta. Algunos de estos funcionarios de los cuerpos de seguridad habían estado en la vida de la cría desde el principio, tanto que hasta aparecen como invitados en el vídeo de su gran fiesta de bautizo, que forma parte de las pruebas del sumario.

Adán "se había granjeado la amistad de varios funcionarios policiales y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado", afirma en el auto de transformación en procedimiento abreviado Pilar de Lara, titular del Juzgado de Instrucción 1 de Lugo. "Algunos eran asiduos a sus clubes", Queen's y La Colina, y esto "coartaba la voluntad de las mujeres prostituidas a la hora de interponer cualquier denuncia". A lo largo de un centenar de folios, el escrito judicial desmonta la propuesta de las fiscales del caso, que a finales del año pasado defendieron librar del banquillo a todos los agentes imputados en una de las principales piezas de la causa. Tras una década de investigación, el auto de De Lara es uno de los últimos antes de que el asunto caiga en manos de la Audiencia Provincial para su juicio y posiblemente también uno de los postreros antes de la marcha de la magistrada. A falta de resolver un recurso de la juez, el Consejo General del Poder Judicial ha acordado apartarla de su plaza y de sus casos por lo que considera que son "retrasos injustificados" en la instrucción de las mayores causas anticorrupción de Galicia, que están a su cargo.

La magistrada mantiene las imputaciones, además de para los proxenetas, para un policía local que cree que era socio del negocio del Queen's; para otro municipal del que sospecha que suministraba munición al jefe de la trama; y para un agente nacional investigado por colaborar supuestamente desde el aeropuerto de Barajas al tráfico ilegal de personas.

Entre unos 370 testigos de la Carioca que relataron en el juzgado sus vivencias, Y.C. declara que cuando acudió a la comisaría a denunciar que Adán le había pegado una paliza y le había puesto una pistola en la cabeza, se encontró con que el jefe de la trama había llegado antes y "los policías se negaron" a recogerle a ella la denuncia. S.F.O., otra de las trabajadoras de los clubes, reproduce en otra parte del sumario la amenaza con la que supuestamente el proxeneta imponía su ley y les recordaba su indefensión: "¿Quiénes son ustedes? Nadie, ustedes no son nada. Si les pasa algo, ¿quién va a preguntar por ustedes? Nadie. Yo les pego un tiro y las llevo a enterrar a una gruta y nadie pregunta", narraba esta mujer traída de Latinoamérica, utilizando en su declaración pronombres de cortesía más propios de su país de origen que de un burdel donde, según De Lara, las mujeres "trabajaban en régimen de auténtica esclavitud".

Patrocinador del fútbol de los policías
Según la magistrada, Adán "las sometía a un régimen de control absoluto", "amenazándolas, gritándoles, insultándolas y agrediéndolas", "en un extremado clima de violencia". En los primeros registros le fueron incautadas cinco pistolas y abundante munición. Buena parte de los proyectiles aparecieron escondidos en el pozo del Queen's. El proxeneta, pendiente de los juicios de la Carioca pero ya en prisión por violencia de género contra su esposa, "exhibía armas y hacía gala del poder que ostentaba", "presumía de sus magnificas relaciones" con policías y guardias civiles, a los que invitaba a sexo y copas. Incluso "patrocinaba un equipo de fútbol" formado por agentes, y así "desmotivaba por completo a las mujeres" a la hora de denunciar el "absoluto clima de presión, sometimiento, intimidación y terror" que reinaba.

"Muchas fueron agredidas o amenazadas por Adán", que solía "hacer prácticas de tiro sobre la parte de atrás del club, en la zona del gallinero, del pozo y en una furgoneta", recuerda De Lara. Algunas declaran que "las humillaba lanzando el dinero por los aires para que se agacharan a recogerlo", o que las llamaba "putas fracasadas", "vacas gordas", “sinvergüenzas”. E.P. asegura que presenció "cómo Adán se subió a la mesa del comedor, se quitó su pantalón, se quedó en calzoncillos y tiró al suelo un montón de billetes". "Allí había más de 2.000 euros y gritó: 'quien me la chupe, se queda con el dinero", cuenta la testigo.

Después de una noche que ella recuerda como terrorífica, Y.C. comunicó al jefe su intención de abandonar el club y él, recoge el último auto, "reaccionó de forma violenta". La chica dice que la llamó "muerta de hambre" y que la "agredió brutalmente", la "golpeó", la "agarró por el pelo", la "arrastró por el suelo" y siguió pegándole hasta que "pudo ponerse en pie". Entonces, Adán ordenó a un empleado que "fuera a buscar la pistola que tenía guardada en la oficina": "José, búscame la 38, que le voy a dar a esta, que a los huevos mismos va a quedar". Luego le puso la pistola en la cabeza: "Te voy a matar". S.F.O. describe también un momento en que fue encañonada por el dueño del Queen's con un arma "que sacó del cinturón": "Mira lo que te puede pasar", asegura que le dijo el hombre entre risas, al comprobar que a ella le "temblaban las piernas". Otras veces les pegó "puñetazos" y "patadas" a ella y a una amiga. La mujer explica que después Adán "cogió sus cosas, las tiró a la calle" y la amenazó de muerte si denunciaba.

E.P. narra cómo un día el cabecilla de esta supuesta mafia de proxenetismo "lanzó un cuchillo desde la puerta de entrada al salón hasta la puerta del baño", y allí "quedó clavado" después de pasarle a ella "como a cuatro centímetros de la cabeza". En otro episodio de "cólera" distinto, Adán la golpeó, la arrastró afuera "cogiéndola por los pelos", le siguió pegando y le gritó: "Quédate fuera, puta, que si vuelves a entrar te mato". La víctima tuvo que acudir al hospital. Dice que allí le preguntaron a qué se debían las heridas, un corte en el labio y hematomas "por todo el cuerpo". Y que mintió por miedo: sostuvo ante el médico que se había "caído por las escaleras".

En otra pieza de la Carioca pendiente de juicio, Adán supuestamente obliga a abortar a una chica de 18 años que no quería hacerlo, en una intervención sin anestesia y con la máquina de aspirado de la clínica atascada. El niño no podía llegar a nacer porque su existencia podría complicar la vida del supuesto padre, un conocido empresario local que gastaba miles de euros en el club.

Tanto Adán como, sobre todo, su encargado, José Manuel Pulleiro Núñez, aprovechándose del miedo, la soledad, el aislamiento y la vulnerabilidad y debilidad de las mujeres, mantenían relaciones sexuales con ellas, especialmente con las que llegaban nuevas a los establecimientos", afirma la magistrada de Lugo. "Numerosas declaraciones ponen en evidencia cómo Pulleiro solía 'catar' o 'probar' a las jóvenes", continúa en su auto, e incluso "no cobraba la suma diaria de 43 euros" en concepto de alojamiento "ni imponía multas a las que mantenían relaciones sexuales con él". "Entre los amigos lo llamaban El Semental", detalló en su declaración un allegado: "Le gustaban sobre todo las brasileñas y colombianas"; "todas acababan acostándose con él".

En el Queen's y en La Colina "existía un consumo generalizado de drogas, particularmente cocaína, que facilitaba el propio dueño". Muchas mujeres esnifaban "para soportar las duras condiciones laborales", dice el escrito judicial. "Adán conseguía engancharlas, y garantizar la permanencia en sus locales, tanto de las mujeres como de los clientes, mayoritariamente reconocidos empresarios" entre los que alguno "llegó a gastar más de 4.000 euros en una sola noche".

LA JUEZ OFRECE A LA XUNTA PERSONARSE COMO ACUSACIÓN POR LA LEY DE VIOLENCIA DE GÉNERO S. R. P.
En el auto, De Lara ofrece a la Xunta de Galicia personarse como acusación en virtud de la ley gallega de violencia de género. Recuerda al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, además, que, en 2009 en el Queen's ejercía una menor. La muchacha fue localizada durante una redada pero "inexplicablemente", en palabras de la juez, ni los policías ni los funcionarios de Extranjería "detectaron" la falsedad de su pasaporte, con un año de nacimiento ficticio, sobrescrito por ella misma a bolígrafo. Más tarde la niña, con 17 años, ejerció en otro burdel lucense. Pero las fiscales decidieron exculpar, en otra pieza del sumario, al dueño de este segundo negocio, famoso entre la clientela por las supuestas facilidades que daba para practicar sexo sin condón.

Las mujeres llegaban, sobre todo, del Estado brasileño de Goiás, con una deuda contraída de entre 3.000 y 4.000 euros, en viajes orquestados por la trama con operadores del país americano. Los investigadores lograron identificar a más de 40 chicas que entraron así en España, muchas, supuestamente, con la instrucción específica de acceder por la puerta 16 del aeropuerto de Barajas, donde la magistrada sostiene que había un policía nacional conchabado al que mantiene imputado en este auto. Uno de los contactos que gestionaban los viajes de las mujeres desde Brasil llegó a recibir 89.682 euros en 84 operaciones de envío de dinero de la red lucense. Ya en los clubes, las trabajadoras tenían que saldar sus deudas ejerciendo la prostitución. Según la juez, ocurrió varias veces que, tras el viaje, alguna de las mujeres escapaba y la amiga que quedaba bajo el control de Adán y Pulleiro era obligada a asumir el precio y pagar el doble.

Fuente:

https://elpais.com/sociedad/2019/06/16/actualidad/1560702688_907602.html?rel=lom

miércoles, 10 de abril de 2019

__ “¡No quiero putos rojos de mierda en mi pelotón!” Un tribunal ordena procesar a un sargento por maltratar a un soldado a pesar de que el fiscal quería archivar el caso

_- “Mira a ver si encuentras un cartucho tirado por ahí y te puedes pegar un tiro y nos dejas en paz de una puta vez”. Para cualquier otra persona, esta frase podría sonar como una broma macabra. Pero en boca de su sargento, el soldado Francisco F. la interpretó como una incitación al suicidio. No hacía falta que le insistiera mucho. Según un soldado de su mismo pelotón, “se le veía afectado, hundido, apenado”, por lo que todos sus compañeros intentaban “arroparlo”.

La vida de Francisco se había convertido en un infierno desde que cayó bajo la férula del sargento Guillermo F. en la Compañía de Plana Mayor y Servicios del Batallón de Zapadores VII de la Brigada Galicia.

ordi, otro soldado, contó al juez que el sargento obligaba a Francisco a limpiarle su arma, le hacía dar vueltas de un lado a otro del cuartel sin justificación, le daba órdenes contradictorias y, cuando estaban comiendo, le mandaba dejar de comer para hacer café. Una vez preparado, no le permitía tomárselo. Si lo encontraba fumando un cigarrillo, se lo quitaba de las manos para fumárselo él.

“En ocasiones, mientras sus compañeros descansaban, el sargento le ordenaba bombear el fusil [hacer flexiones con el fusil sobre las manos], colocar minas o subir alguna cota”, añadió.

El suboficial le dijo al soldado Francisco que ojalá se pegara un tiro

Los epítetos con los que el sargento se refería al soldado eran “puta rata de mierda”, “rata de alcantarilla” o “perroflauta”. Además, se dirigía a él diciendo: “No quiero putos rojos de mierda en mi pelotón” o “haré de ti un hombre o un magullado cadáver” y “te voy a reventar”. Durante unas maniobras en Valladolid, Francisco se quedó dormido en el puesto de tirador. El sargento reunió a los soldados y, delante de todos, le amenazó: “Te juro por mi puto hijo que como te quedes dormido te saco del vehículo y te paso todo el pelotón por encima”.

Cuando tuvo que rellenar el Ipec de Francisco, el informe personal que marca el futuro profesional de los soldados (si siguen en el Ejército o son despedidos), el sargento escribió: “La mili a la que te apuntaste es la de zapadores. La mili de dar barrigazos y pasarlo mal en el campo. No la puta mierda de estar en la banda [de música] tocándote los cojones. Ahora si quieres renovar [el contrato] tomas por el culo”. El informe oficial tuvo que ser anulado y sustituido por otro sin palabras soeces, pero también negativo para el soldado.

Las humillaciones y malos tratos incluían golpes. El sargento le daba “pechazos” (puñetazos en el pecho), le tiraba piedras al casco e incluso ordenó hacer un pasillo para que pasara Francisco mientras le daban collejas (palmadas en la nuca).

“No se trataba de una situación anecdótica, sino habitual”, respondió el soldado Gabriel, compañero de la víctima, cuando se le preguntó con qué frecuencia sucedían estos hechos. Más lacónico, el soldado Jordi contestó: “Prácticamente a diario”.

Preguntado si el sargento discriminaba a los subordinados por sus ideas políticas, el soldado Diego explicó que Francisco y Esteban tenían una ideología que el suboficial calificaba de “roja”, por lo que “el trato que recibían era más duro”. Esteban reconoció que a él le llamaba “el rojo” y a Francisco “el segundo rojo”, aunque no le dio importancia.

A pesar de que cinco testigos confirmaron los malos tratos, el fiscal militar pidió el sobreseimiento provisional del caso, por considerar que “no han quedado acreditados los insultos, amenazas o agresiones que el soldado asegura haber sufrido”. Pero el tribunal militar, a petición de la abogada del soldado, Silvia Robledo, del despacho Suárez-Valdés, ha rechazado dar carpetazo y ha ordenado procesar al sargento por un delito de abuso de autoridad, castigado con penas de hasta cinco años de prisión.

El tribunal ha descalificado así a la Fiscalía, que se basó para pedir el sobreseimiento en las declaraciones de dos superiores, un teniente coronel y un capitán, quienes declararon “rotundamente no haber tenido conocimiento de malos tratos, insultos o amenazas ni haber recibido parte verbal ni escrito” de la víctima o de sus compañeros.

Un capitán instó a un compañero de la víctima a no denunciar el caso

No solo Francisco dijo que había hablado con los dos superiores, sino que también Jordi ha declarado que informó al capitán y que este le prometió llamar la atención al sargento, pero le pidió “que la cosa no saliera de allí, pues en los juzgados se lleva la situación al extremo y así nos vamos a cargar al Ejército”. La acusación cree que podrían haber incurrido en un delito de obstrucción a la justicia.


https://elpais.com/politica/2019/04/04/actualidad/1554395265_116493.html

martes, 18 de septiembre de 2018

_- Los peligros de limitar derechos. Sindicación de las trabajadoras* sexuales

Viento Sur

El debate sobre prostitución en el Estado español no es nuevo. Esta semana, la creación de un sindicato de trabajadoras sexuales ha dado lugar a un nuevo episodio, con declaraciones de la Ministra de Trabajo y la intervención del Gobierno, que se propone revocar la legalidad de este sindicato. Este marco de debate facilita tener en cuenta la doble perspectiva de la prostitución, que con frecuencia se olvida: es un asunto de género, sí, pero también de clase, concretamente de derechos laborales.

Este no es un artículo para defender la prostitución. No defiendo la prostitución, como no defiendo el trabajo asalariado. Todo lo contrario, defiendo una sociedad en la que ninguna persona se vea obligada a vender su fuerza de trabajo en ninguna de sus formas. Lo que digo es que mientras estemos en esta sociedad en la que hay explotación, cualquier restricción a los derechos sindicales perjudica a las trabajadoras y trabajadores. En él uso la expresión "trabajadoras del sexo", esto es importante en la segunda parte, como explico en el apartado de concepto de trabajo, pero toda la parte de derechos sindicales se podría leer igual sustituyéndola por "prostitutas". Ante los derechos laborales, debe ser indiferente si somos abolicionistas o no.

La libertad de formar sindicatos y afiliarse a ellos: un derecho democrático
La ley de Libertad Sindical, de 1985, permite formar sindicatos a cualquier trabajador (sic). Solo excluye a sectores muy específicos: militares y jueces y fiscales. Y durante todos estos años la polémica se ha limitado a estos sectores 1/. Formar un sindicato es bastante sencillo, el art. 2.1 recoge "El derecho a fundar sindicatos sin autorización previa", y para registralos basta con cumplir unos requisitos formales y no entrar en contradicción con la Constitución. El control solo se ejerce a posteriori por el poder judicial, en caso de incumplimiento de las leyes (art. 2.2.c). Esta normativa es un logro democrático, resultado de la fuerza de los sindicatos en la transición y de la memoria de la lucha contra el Sindicato Único del franquismo.

Todo ha cambiado con el registro de OTRAS, un sindicato que -según sus estatutos- desarrollará sus actividades "en el ámbito funcional de las actividades relacionadas con el trabajo sexual en todas sus vertientes" y que persigue " la plena consecución de los derechos laborales de los y las trabajadoras, la mejora de la actividad laboral en todos los ámbitos del trabajo sexual, el diálogo social" o "la asistencia, asesoramiento y defensa individual y colectiva de los trabajadores y trabajadoras". El Gobierno ha afirmado que hará todo lo posible por impugnar el registro de este sindicato. Eso supone un cambio brutal en las reglas de juego, ya que supone sustituir la normativa vigente, con rango de Ley Orgánica, por una forma de examen previo, cambio que me parece que no se ha valorado bien y que puede tener consecuencias muy negativas para los derechos de las trabajadoras y trabajadores en general 2/.

El problema que aduce el Gobierno -y un sector del feminismo- es que hablan de trabajo sexual "en todas sus vertientes". Pero el trabajo sexual es legal. Todo, también la prostitución, al menos mientras estemos en un Estado en que lo que no es ilegal es legal. Por supuesto, lo que es delito no puede ser trabajo (la trata, el uso de violencia, intimidación, engaño o abuso de superioridad o vulnerabilidad, ver Código Penal, art.187). Pero evidentemente no es a esto a lo que se refiere OTRAS con "en todas sus vertientes". Es más, hay que señalar que si forman un sindicato, si hablan públicamente... es precisamente porque no son víctimas de trata 3/. Por supuesto, si esto no fuera así, si actuaran de forma delictiva o apoyando el delito, el sindicato podría ser disuelto por un juzgado, pero en una forma extrema de Minority Report, no solo se anticipan al delito, sino que se anticipan a que no va haber delito, por lo que no van a tener ocasión de ilegalizarlo.

Por tanto se trata de impedir que se cree un sindicato:
a) Saltándose el derecho básico a fundar sindicatos sin autorización previa. Me parecen terribles las declaraciones de la ministra diciendo que "preguntará a la persona encargada de dicho expediente por qué no se le informó de su tramitación" o que "no contiene errores de forma pero sí de fondo". ¿No conoce la ley de Libertad Sindical? ¿La conoce pero se la salta? Es muy grave que una Ministra de Trabajo desprecie así los derechos fundamentales que tanto costó conseguir. b) Basándose en que puede incluir entre las actividades que protege una que, aunque es legal, actualmente no se considera trabajo. Esto es algo que la ley no prevé. Las actividades excluidas están definidas en la ley (art. 1). Para poder impugnar su creación habría que a) obligarles a explicitar si incluyen el "acceso carnal"; b) crear una nueva norma (o jurisprudencia) que impidiera formar un sindicato si alguna de las actividades no está reconocida como actividad laboral.

c) Con un objetivo de moralizar la sociedad. Si es un peligro para los derechos sindicales excluir lo que no está protegido como trabajo legal, aun más peligroso es excluir lo que no es moral. Lamentablemente en el capitalismo el fin de gran parte de la actividad económica es inmoral, desde los bancos y los fondos que desahucian, las empresas de recobros que acosan, la prensa amarilla, las fábricas de armas, los productos de consumo innecesarios... Según esta lógica, sus trabajadores y trabajadoras deberían quedar excluidas del derecho sindical. Algo tan vago lo moral supone un peligro aún mayor de ser utilizado en el futuro en contra de las trabajadoras y trabajadores.

Y el ataque es mayor de lo que parece. La libertad de sindicación tiene dos vertientes: formar un sindicato y afiliarse a uno ya creado. Según la ley, la única diferencia entre quienes detentan estos derechos es la situación laboral (art. 3.1: autónomos, jubilados o parados no pueden formar sindicatos solo para defender a estos colectivos, pero sí sindicarse). No hay ninguna diferencia por actividad -recordemos que se trata de una ley de máximo rango- por lo que si se impide crear un sindicato por incluir determinada actividad también sería imposible para esta actividad afiliarse a sindicatos, lo que supondría retirar este derecho a las trabajadoras del sexo que ya están afiliadas.

Me parece que quien estará frotándose las manos con todo esto es la patronal, la de la prostitución, como después explicaré, pero sobre todo la gran patronal, el capital. Creo que UGT comete un gran error apoyando al gobierno, porque, ¿qué sindicatos querrán impedir C’s y el PP cuando gobiernen? ¿El mismo PSOE, no cederá a presiones del capital para evitar la sindicación de tal o cual sector? Pienso que si se abre esta vía, para quien supone un peligro mayor es para los colectivos clave de la clase obrera, sectores masculinos, a los que históricamente se ha visto que hay que quebrar primero, colectivos a los que primero se desprestigia tachándolos de privilegiados y cuyos derechos se machacan "para proteger a los demás" (controladores aéreos, ferroviarios, mineros...).

También con OTRAS se está haciendo la labor de desprestigio. Se está diciendo que detrás está una asociación que da cursos cobrando (como si los demás cursos, incluidos los de feminismo, no se cobraran, aunque sea porque están subvencionados); que el tesorero es un hombre; que ¿quién sería la patronal, los proxenetas?; incluso cosas tan disparatadas y sin ningún fundamento como "lo único que pretende legalizar es un negocio criminal como es el proxenetismo y la trata de personas", como si no tuviéramos bastante con Inda o Marhuenda para esto. Todas ellas son razones que no tienen que ver con el derecho a sindicarse, porque lo fundamental es que tiene que ser indiferente quien sea OTRAS, lo único importante es si hacen algo ilegal o no.

Y no es que OTRAS sea el sindicato que me gusta a mí. Como no soy neutral entre los sindicatos en otros asuntos, tampoco lo soy en este. Yo apoyo la sección sindical que han formado en IAC un grupo de trabajadores del sexo. Pero es importante para todas que puedan existir otras alternativas. Así lo han entendido las compañeras de IAC, que se han pronunciado a favor del derecho de OTRAS a constituirse.

Concepto de trabajo
El motivo por el que consideran que no debería existir este sindicato es que supondría aceptar que la prostitución es un trabajo. El término trabajo tiene muchos usos, unos de la vida cotidiana, otros legales, unos con efectos simbólicos, otros con efectos prácticos. Me parece que la mezcla puede producir daños colaterales.

En el terreno legal, trabajo es un concepto mas parecido al de empleo en la consigna feminista "Queremos empleo, trabajo nos sobra". Para la libertad sindical, y para todos los derechos laborales, es importante que el concepto de empleo sea lo más amplio posible (y si no que se lo digan a los y las trabajadoras de Uber, Deliveroo...). Si bien la ley no preve definir ni examinar a priori si algo es un empleo, los tribunales sí pueden rechazar que algo lo sea. Al parecer al Gobierno le preocupa que si un sindicato puede defender todas las vertientes del trabajo sexual, se pueda mover el límite del trabajo para incluir esta actividad, pero, ¿qué repercusión práctica tendría esto?

Como decía antes, la patronal del sexo estará frotándose las manos. En las últimas décadas los juzgados de lo social han tramitado diversas reclamaciones de trabajadoras contra propietarios de clubs de alterne en los que se ejerce la prostitución, sobre todo por despidos, procedimientos que en algunos casos han llegado a las Audiencias Provinciales y al Tribunal Supremo. En todos estos procesos, como es normal en los juzgados de lo social, las demandantes alegaban que trabajaban para los propietarios y estos se defendían alegando que no había relación laboral. Una vez demostrado que se daban las condiciones propias de una relación laboral (ajenidad, dependencia...) la vía que encontraron los y las empresarias del sexo fue alegar que no podían ser sus trabajadoras porque la prostitución no puede ser un trabajo, ya que según sentencias anteriores, atenta contra la dignidad de las mujeres. Por tanto la patronal asume y aprovecha el discurso abolicionista convertido en normal legal por la jurisprudencia. Como era evidente que se estaba aprovechando la protección de la dignidad de las mujeres para negarles sus derechos laborales, especialmente para permitir el despido libre y sin indemnización, y como se trataba de clubs en los que además de la prostitución, las mujeres ejercían el alterne, los tribunales recurrieron a la vía de reconocerlas como trabajadoras por ejercer el alterne. Y aunque los empresarios-proxenetas se empeñaron en afirmar que allí había prostitución (para quienes dicen que la prostitución es ilegal: si lo fuera los dueños de clubs no insistirían en decírselo a un tribunal), los tribunales sentenciaban que esto no era contradictorio con que hubiere alterne, y por tanto podía había relación laboral 4/.Esta forma de proteger, aunque sea parcialmente, los derechos laborales de las trabajadoras sexuales ha sido fijada por el Tribunal Supremo en una sentencia de 2017. Por tanto actualmente en este terreno el concepto legal de trabajo, al menos como trabajo por cuenta ajena, lo establece la jurisprudencia y deja fuera la prostitución como acceso carnal. Quienes trabajan en clubs, como además "alternan", tienen cierta protección. Ni la actividad de la prostitución en sí ni quienes trabajan en pisos, para agencias... tienen ninguna protección 5/. Esta es la situación que el Gobierno quiere mantener y que los empresarios-proxenetas quieren seguir aprovechando.

Mientras que los conceptos legales tienen que estar bien definidos, el lenguaje fuera de las leyes es más esquivo. Nadie es ama o amo del lenguaje y las batallas por la resignificación del lenguaje siempre han sido importantes en el feminismo (quizá más importantes para el feminismo que necesitaba menos de las batallas materiales). En este tema la batalla dura años y es enconada.

Es lógico que las propias afectadas quieran dejar atrás el término prostituta, uno de los términos que peores connotaciones tiene: desde los insultos "puta" o "hijo de puta" a "el político X se prostituyó". El término prostuida, que cambia la connotación de mal moral por la de víctima, no es menos ofensiva. Pero además el término trabajadora tiene otras ventajas y por eso se ha convertido en caballo de batalla. Lo expresa a la perfección Paula Ezquerra en la presentación de la sección sindical de la IAC cuando dice "El reconocimiento del trabajo sexual como trabajo nos saca de una condición de criminales y de víctimas y nos introduce en la situación de ciudadanas", o "Que un sindicato, una estructura reconocida por el Estado, nos diga que somos compañeras, que somos trabajadoras, es un paso adelante y un triunfo enorme".

Es este el terreno que realmente está en disputa: ¿somos compañeras, como mujeres, y como trabajadoras o somos víctimas y redentoras? Derivarlo a una cuestión legal, como en tantos casos, solo puede servir para empeorar los problemas y, en este caso, para crear problemas nuevos.

Algunas cuestiones más desde un feminismo anticapitalista
- Una vez más el feminismo del PSOE se presenta como si fuera todo el feminismo. Lo hace cuando está en la oposición, pero lo hace aún más cuando está en el gobierno. Una parte del movimiento feminista, que incluye al PSOE, es abolicionista. Y esta parte es hegemónica en el acceso a los medios y a las instituciones. Pero hay mucha vida feminista fuera de ella, como demostró la mayor movilización feminista de las últimas décadas, la huelga feminista del 8 de marzo de 2018 y sus multitudinarias manifestaciones y concentraciones.

- Nadie dice que las trabajadoras sexuales vayan a estar mejor sin el sindicato. Por el contrario, es de suponer que si lo crean es porque esperan que les beneficie. Sin embargo se les dice que tienen que renunciar a los posibles beneficios materiales o simbólicos que puedan obtener de sindicarse por un supuesto beneficio simbólico para otras. Estoy de acuerdo con que en algunas ocasiones debe haber sacrificios materiales en pos de beneficios simbólicos, pero no estoy de acuerdo con que se le pida precisamente a uno de los sectores menos privilegiados cuando no se le pide a los hombres ni a otras mujeres, que posiblemente hacen más por perpetuar la opresión de estas.

- Estoy de acuerdo con que la prostitución es una institución del patriarcado capitalista. Pero una institución más, no la única ni siquiera la principal. Incluso respecto al sexo, entiendo que la institución principal (por su pretendida universalidad, sus connotaciones de ser algo positivo y deseable...) es el matrimonio heterosexual, sobre todo por dos de sus características: la mujer debe satisfacer sexualmente al hombre y este tiene derecho a controlar la sexualidad de la mujer. Aunque ahora formalmente en estos dos aspectos debe haber reciprocidad, el cambio es demasiado reciente y superficial para suponer una transformación real. Basta ver la frecuencia de la violación conyugal en que la víctima es la esposa (no el esposo), o en cuántos casos los hombres y las mujeres ejercen la violencia para controlar sexualmente a su pareja. Los datos no dejan dudas de quién sirve sexualmente a quién.

- Este artículo pretende criticar lo que considero un ataque, equivocado e injusto, a los derechos sindicales, no es un artículo sobre la prostitución, pero dado que el debate está tan ligado quiero esbozar unas líneas de qué hacer. Pienso que las líneas de acción son varias: prevenir y combatir eficazmente la trata, para lo que precisamente es un enorme obstáculo confundir prostitución no forzada y trata; mejorar las condiciones sociales, laborales y de políticas migratorias de todas las mujeres, de manera que ninguna se vea obligada a ejercer la prostitución o a seguir en ella si no lo desea; proteger el derecho de las trabajadoras sexuales que quieran seguir siéndolo a organizarse para mejorar su situación y defender sus derechos y establecer alianzas con ellas como parte del movimiento feminista y del movimiento obrero. Y aquí es donde entra la importancia que tiene la libertad de organización, incluida la sindical. Porque desde Marx sabemos que la liberación de las oprimidas será obra de las oprimidas mismas... o no será liberación.

Notas:

1/ Especialmente se ha dado en la Guardia Civil, excluida del derecho a sindicarse por su carácter militar.

2/ Por cierto, me parece significativo que se pretenda limitar la libertad de sindicación ahora cuando no se había planteado ni siquiera ante el abuso de este derecho por la -presunta- organización criminal Manos Limpias, con una enorme presencia en la vida judicial y mediática de este estado durante años.

3/ Por desgracia los sindicatos no son una panacea que soluciona todo. Difícilmente servirá a las víctimas de trata, a las que les intentarán impedir acceder a ellos, y por supuesto no servirán a quien como en la historia que corre por Twitter, el trabajo sexual les haga vomitar, como no serviría a mí ningún sindicato si tuviera que hacer otros trabajos que prefiero no enumerar pero que me producen una aversión insuperable.

4/ La magistrada de lo social y presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas, Glòria Poyatos dice que la vía de conceder derechos laborales a las trabajadoras del alterne es una forma de proteger de facto a mujeres que ejercen la prostitución, puesto que el ordenamiento actual impide dar de alta a mujeres como prostitutas y reconocer su ejercicio como una actividad laboral. https://www.eldiario.es/economia/Supremo-delimita-diferencia-prostitucion-relacion_0_610339227.html.

5/ Recuerdo que estamos hablando de derechos laborales. Si hay una agresión, si un cliente se niega a pagar... las trabajadoras sexuales tiene los mismos derechos que cualquiera que realice una actividad legal.

Gloria Marín es miembro de la redacción de Viento Sur 

Fuente:

http://vientosur.info/spip.php?article14135

* No hay acuerdo en llamar trabajadores a estas personas por su actividad.

miércoles, 26 de agosto de 2015

La Magdalena. Cuando se debate sobre prostitución chirrían la demagogia, la hipocresía o el puritanismo ?

A nadie le hace gracia que su hermana acabe en un burdel, pero a las putas se les guarda un cariño ancestral. Hasta el final del franquismo, un llamativo porcentaje de españoles perdió la virginidad con alguna de ellas y esa sensación es de las que no se entierran. Luis Buñuel —que las adoraba— sostenía que España era el país más reprimido de Europa. El clima moral era de risa. Muchos matrimonios nunca se veían desnudos y la que no llegaba virgen a la noche de bodas se sentía sucia y, sí, un poco golfa. Cómo no iban a ir de putas.

Contra todo pronóstico, entre los jóvenes de hoy, está de moda ir en pandilla a los puticlubs para hacerlo por primera vez. Les puede la ansiedad por saber qué se siente y no desperdician ni un minuto en tratar de seducir a una chica. Ellos también son espejo de su tiempo, uno de los menos románticos de la historia, dominado por la prisa, la negación del esfuerzo, el pragmatismo salvaje y el sentido del espectáculo. Los chicos acuden en grupo a olvidar la virginidad porque así es más divertido. El polvo espectáculo.

Pero alrededor de las putas florece un negocio escandalosamente sórdido que atrae a todo tipo de canallas. Es un inframundo en el que la degradación humana toca fondo. En España el problema se nos ha atragantado. Nuestra propuesta es una completa chapuza: aquí la prostitución es ilegal, pero de aquella manera. Se amaga estos días con un debate nacional e internacional que no termina de cuajar y, cuando se encara el asunto, suelen chirriar la demagogia, la hipocresía o el puritanismo.

Aspirar a liquidar la prostitución es como empeñarse en contar la arena del mar. (Se decía lo mismo de la esclavitud en occidente y se pudo contar -pues aún perdura en otros países-) Y no es sencillo dar en el clavo. Pero urge liberar de su tortura a las explotadas y humilladas y facilitar, a las que decidan ser putas, una vida decente (? ¡Qué bueno! ¿cómo se hará?). Y quien se acerque a ellas que lo haga con delicadeza (!toma¡, ¿será como él lo hace?). Sea por placer o porque, como inmortalizó Joaquín Sabina en Una canción para la Magdalena, esté más solo que la luna.

¡¡¡El artículo no tiene desperdicio, lleno de todos los tópicos típicos de los puteros, eso sí, que no les toquen a sus madres!!! ¿Las demás?, ¡¡¡ya es otra cosa!!!

Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/08/05/estilo/1438791345_321037.html
Más: http://elpais.com/tag/prostitucion/a/

lunes, 24 de agosto de 2015

El mal comportamiento de tantos líderes visionarios

Elon Musk: Tesla
Steve Job: Apple
Jeff Bezos: Amazon.

Mientras leía, Elon Musk: Tesla, Espacio X y la búsqueda de un futuro fantástico," de Ashlee Vance, yo estaba alternativamente asombrado y descorazonado, casi exactamente la misma ambivalencia que sentía después de leer  “Steve Jobs” de Walter Isaacson y "La Tienda de Todo: Jeff Bezos y la Edad del Amazon" de Brad Stone.

Los tres líderes son sin duda (unos de) los más extraordinarios visionarios de negocios de nuestro tiempo. Cada uno de ellos ha introducido productos únicos que han cambiado -o en el caso del Sr. Musk, tienen un enorme potencial de cambiar- la forma en que vivimos.

Yo estaba impresionado por las formas innovadoras, valientes, persistentes y creativas, como los tres construyeron sus negocios. También me encantan sus productos. Tengo un Mac Pro y un iPhone, y yo he sido un cliente leal de Apple durante 20 años. Compro muchos libros y otros productos en Amazon, atraídos por una combinación de precios bajos, facilidad de compra y entrega fiable y rápida. El Tesla Model S es sin duda el mejor coche que he conducido nunca, y todo es eléctrico, recargable en el garaje.

Evidentemente, he comprado lo que estos chicos están vendiendo.

Lo que me desanima es la poca atención y el poco aprecio que ellos dan (o en el caso del Sr. Jobs, dio) a trabajadores y empleados leales, y cómo de innecesariamente crueles y degradantes pueden ser su comportamiento con las personas que les ayudaron a hacer sus sueños realidad.

Para ser justos, los líderes tienen también defensores leales. En Apple, por ejemplo, los sucesores del señor Jobs -incluyendo a Tim Cook, el jefe del Ejecutivo, y Jonathan Ive, jefe de diseño- han argumentado que el Sr. Jobs maduró significativamente como líder en sus últimos años. Sr. Musk y el Sr. Bezos tienen altos dirigentes que han trabajado con ellos durante muchos años. Pero incluso un admirador como el Sr. Ive se quedó desconcertado por la forma en que el Sr. Jobs trataba a la gente.

"Él es un tipo muy sensible," dijo el Sr. Ive Isaacson poco antes de que Jobs muriera en 2011. "Esa es una de las cosas que hace que su comportamiento antisocial, su mala educación, sea inconcebible. Puedo entender por qué las personas que tienen la piel dura y sin sentimientos puedan ser groseras, pero no a las personas sensibles."

Dado el extraordinario éxito de estos hombres, la pregunta obvia es si siendo implacablemente duros con la gente, e incluso crueles, pueden conseguir que se obtengan mejores resultados.

Al igual que lo dicen sus biógrafos, creo que la respuesta es no. Nuestra investigación en el Proyecto de Energía ha demostrado que más empleados sienten que sus necesidades están siendo satisfechas en el trabajo -sobre todo, por el respeto y el aprecio- y que lo realizan mejor.

Como el Sr. Isaacson escribe de Jobs:  "No era necesario ser desagradable. Impidió más de lo que ayudó".

Del mismo modo, una persona que trabajó con el Sr. Musk dijo al Sr. Vance: "Él puede ser tan dulce y leal, y luego desprecia con fuerza a la gente cuando no le es necesaria."

En Amazon, los arranques de ira del Sr. Bezos llegaron a ser llamados "de locos". "Era capaz de hipérbole y crueldad en estos momentos", escribe el señor Stone, "y con los años dió algunas reprimendas devastadoras para los empleados."

¿Por qué esos hombres tan brillantes se comportaban de una manera tan destructiva?
La primera respuesta es que pueden. E genio cubre una gran cantidad de pecados. Un gran producto es un gran producto, y usted no tiene que hacer todo bien para tener éxito. La mayoría de los clientes no les importa cómo se hizo la salchicha, ni el tiempo durante el que tiene buen sabor.

Los empleados, por su parte, están dispuestos a sacrificar mucho para trabajar por un visionario. Por mucho que el Sr. Jobs fuera, el Sr. Musk y el Sr. Bezos son líderes apasionados, inspiradores y carismáticos.

"Numerosas personas entrevistadas para este libro denunciaron las horas de trabajo, estilo contundente de Musk y sus expectativas a veces absurdas", escribió el Sr. Vance. "Sin embargo, casi todas las personas -incluso aquellos que habían sido despedidos- todavía adoraban a Musk y hablaron acerca de él en términos generalmente reservados para los superhéroes o deidades.

 Por ejemplo Job no tenía licencia en su coche, y aparcaba regularmente en los espacios reservados para minusválidos. Como dijo el Sr. Ive de su actitud: "Yo creo que él siente que tiene libertad y licencia para hacerlo. Las reglas normales de compromiso social, siente como que no se aplican a él."

Empleados de Amazon recogen ejemplos de más humillaciones vicerales del Sr. Bezos, incluyendo: "¿Estás perezoso o es simplemente incompetente?" "¿Por qué me haces perder la vida?" Y "Lo siento, me tomo mis pastillas estúpidas hoy?"

Cuando asistente ejecutivo leal del señor Musk de 12 años pidió un aumento significativo, él le dijo que tomara unas vacaciones de dos semanas, mientras pensaba en ello. Cuando regresó, le dijo que la relación no iba a funcionar. Según el Sr. Vance, no han hablado desde entonces.

Abusivo como todo esto suena, yo diría que la mayoría de la mala conducta de estos hombres están basadas en el miedo, es impulsiva y reactiva más que consciente de que hacen daño. No nace de un sentimiento de superioridad, sino de inseguridad.

Algunos de mis datos, por desgracia, son de mi propia experiencia. Pasé la mayor parte de mi vida adulta temprana sin descanso tratando de demostrar mi valía y preocupándome de que yo siempre estaba a la altura. He pasado mis últimos años mucho más centrado en tratar de convertirme en un líder cariñoso y alentador. Aún así, yo conozco bien la sensación de ansiedad que puede surgir cuando un acuerdo viene deshecho, un proyecto no está cuajando o un empleado parece estar cayendo corto. Sé lo aterrador que puede ser sentirse fuera de control.

La gente como estos tres visionarios anhelan profundamente el control. Cada uno de ellos era mucho más probable que actuase de repente y se comportase mal cuando no estaba haciendo exactamente lo que quería -cuando sentía que los demás estaban fallando respecto al nivel esperado normal. Los tres han invertido horas y horas y toda su energía en la construcción y gestión de sus negocios- y mucho menos en todo lo demás, incluyendo el cuidado de las personas que trabajaban para ellos o incluso la comprensión de lo que hacían podría ser similar a ellos. En gran medida, la gente era simplemente un medio para un fin.

Entiendo lo que es tener uno mismo completamente atado algo con éxito externo. Ninguna cantidad es siempre suficiente.

La cuestión que su estilo de gestión plantea no es si ser duro, duro y exigente sin descanso, hace que la gente trabaje mejor.
Por supuesto no es así, y ciertamente no es sostenible. ¿Puede alguien realmente dudar de que las personas son más productivas en los lugares de trabajo cuando les ayuden a ser más saludable y más felices?

La pregunta más apta es cuánto estos hombres podrían haber mejorado más las miles de vida de las personas -y tal vez tendrían aún más éxito- si hubieran invertido tanto en el cuidado de ellos como lo hicieron en concebir grandes productos.

"Trate de no convertirse en un hombre de éxito", dijo Albert Einstein, "sino más bien en un hombre de valor."
NYT


http://www.nytimes.com/2015/06/27/business/dealbook/the-bad-behavior-of-visionary-leaders.html?WT.mc_id=2015-AUGUST-INYT-INTL_REG_ENG-0804-0808&WT.mc_ev=click&ad-keywords=IntlAudDev&_r=0

miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿Recorte o maltrato?

Me caí y se me fracturó el brazo derecho, el húmero en concreto. Soy maestra, funcionaria. Nunca he faltado a mi trabajo, con el que disfruto cada día. Llevo 35 años de vida laboral y he tenido tres bajas: la primera de un mes, la segunda de cuatro meses y esta que nos ocupa. Me han comunicado que del día uno al cuatro de la baja me van a descontar el 50%; del día 4 al 21, el 25%; y después del 21 no habrá descuento. En total suponen casi 500 euros. ¿Quiere esta fórmula decir que los cuatro primeros días, de mucho dolor, puedo estar abusando del sistema? ¿Quiere decir que los 16 días siguientes abuso un 25% menos? ¿Quiere decir que a partir del día 21 mi fractura se considera motivo suficiente de baja, por no decir “motivo serio”? Tal vez se pretenda que vaya a trabajar atentando contra mi salud o tal vez que vaya a trabajar y no trabaje porque no puedo. La verdad, no lo entiendo.

¿Cómo es posible que a mí, una trabajadora, el Gobierno me quite casi 500 euros y ese mismo Gobierno permita que se vayan del país millones de euros con los que se podrían construir colegios, hospitales, parques…? El Gobierno lo llama recorte, yo lo llamo maltrato, porque así me siento.— Valladolid 25 NOV 2014 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Los hijos más inesperados. Andrew Solomon firma un conmovedor libro sobre las implicaciones de ser padre


Seres humanos, no simplemente casos. Este es un libro con nombres propios, que muestra hasta qué punto el conocimiento comporta el enigma y el misterio de lo imprevisto y de lo inclasificable de la vida. Más exactamente, el dolor y el sufrimiento, o el encuentro con formas inauditas de sentido y hasta de alegría, en situaciones verdaderamente límite. Es un libro sobre las relaciones entre padres y madres y sus hijos e hijas, y no un catálogo que pretende clasificar experiencias, muchas de las cuales se ordenan como enfermedades o anomalías, algo sin duda polémico para quienes desconfían, con razón, de la tipificación de “lo normal”. Baste el índice para ratificarlo: “Hijo, Sordos, Enanos, Síndrome de Down, Autismo, Esquizofrenia, Discapacidad, Prodigios, Violación, Crimen, Transgénero, Padre”. Con trescientas páginas de bibliografía, índices y notas, y aún más en su edición digital, el volumen, que supera las mil, muestra una decidida voluntad de corresponder a los avatares y progresos de la ciencia, también en su dimensión social y humana. Los terrenos son, sin embargo, tan resbaladizos y los avatares de la existencia tan desconcertantes que pronto comprendemos, a pesar de su atractiva lectura, que ni es tan fácil, ni tan posible saber en muchas ocasiones qué es mejor. Más concretamente, qué es mejor hacer.

Andrew Solomon, profesor de psiquiatría en la Universidad de Cornell, tras ser reiteradamente galardonado con El demonio de la depresión, se muestra también en esta ocasión concernido, hasta conmocionado, más allá de su voluntad de presentar un estudio elaborado, en al menos diez años, con alrededor de trescientas familias que han aprendido a vivir, a convivir y a sobrevivir en situaciones de enorme complejidad, incluso extremas. La propia historia de Solomon se ofrece como una suerte de relato de alumbramiento. “Emprendí esta obra para perdonar a mis padres y la concluí concibiendo un hijo. Comprender el pasado me ha dado libertad para vivir el presente”. “Solo reconocí que era gay cuando comprendí que la homosexualidad no tiene que ver con la conducta, sino con la identidad”. Tal vez únicamente en este sentido define su obra como de autoayuda, como una suerte de proceso para convertirse en padre, en creador y descubridor, más aún que en reproductor, para proyectar y aceptar simultáneamente. “Este es un manual para aprender a ser receptivo”, para “tolerar aquello que no puede curarse y una ilustración de que curar, aunque sea factible, no siempre es lo apropiado”. Se trata de elegir, de poder elegir. Y en esto no se sabe qué es peor, estigmatizar o atribuir un aire romántico a lo que nos enfrentamos.

En cada página del libro hay algo que problematizar o discutir, algo que cuestiona nuestras posiciones o prejuicios, que nos inquieta, que nos da que pensar, que nos convoca a debatir. No nos deja indiferentes. Todos sentimos más o menos cerca la irrupción de lo más inesperado. Ni los imprescindibles diagnósticos y pronósticos logran finalmente esquivar lo que llega a calificarse en el libro como “un sufrimiento infinito”, que conlleva en determinados momentos la necesidad de los padres de proteger de su propia desesperación a sus hijos. No falta aliento, ni ánimo, ni fuerzas, pero tampoco Solomon claudica ante fáciles alivios o consuelos. Se trata de afrontar y de procurar acompañar, de cuidar y de remediar, pero sin precipitarse en el uso de la palabra “enfermedad”, ni en el abuso de la palabra “curar”. Llega a decirse que es una puesta en duda y en evidencia de las diversas formas de amar y de los conceptos divergentes del amor, y de entender lo que cabe esforzarse por hacerlo cuando hay que cruzar líneas divisorias. Tanto que Solomon viene a señalar que “la pasión confunde, y la mayoría de estos padres actúan de tal modo arrastrados por ella que identificarla como amor o como odio es quitarle importancia. Ellos no saben lo que sienten; solo conocen la fuerza de su sentimiento”. Las historias y las experiencias de estas relaciones no permiten precipitadas tomas de posición. Se trata, en ocasiones, de buscar simplemente no hacernos daño cuando la autonomía tarda en llegar, y ya cuesta esperarla.

Se precisa, sin embargo, intervenir. No son espacios de pasividad. Y hay conocimiento y oficio y ayuda, y es necesario buscarlos, requerirlos, pero ello no siempre libera de lo que incluso la palabra “temor” parece no alcanzar a decir. Y hay entrega, la que Solomon encuentra hasta extremos insospechados. “Si un ángel glorioso descendiera de los cielos hasta mi salón para decirme que me cambiaría mis hijos por otros que fueran más listos, amables, divertidos, cariñosos, disciplinados o dotados, me aferraría a los que tengo y, como la mayoría de los padres, le rogaría a ese atroz espectro que volviera por donde había venido”. No es simple resignación, es expresión de una sociedad para Solomon cada vez más diversa y tolerante. La regularización, la inclusión, la desinstitucionalización, el movimiento por los derechos de los discapacitados y las políticas de identidad son el camino. Y esta tarea nos compromete. Más aún, Solomon no olvida el valor y la generosidad de tantas personas para abrazar la más inesperada y concreta diferencia.

Lejos del árbol. Andrew Solomon. Traducción de Sergio Lledó Rando y Joaquín Chamorro Mielke. Debate. Barcelona, 2014. 1.064 páginas. 39,90 euros (electrónico: 12,99)
Fuente: El País, Babelia.

viernes, 20 de junio de 2014

Basta ya. “Nos hemos acostumbrado a la esclavitud femenina y echo de menos un movimiento mundial”

Un amigo que, por otra parte, es un encanto, me dijo el otro día que la India goza de un estado espiritual superior a Occidente; que nosotros estamos en el tercer chacra, que es el ego, y los indios en el cuarto, que es el amor universal.

Me dejó atónita porque demuestra hasta qué punto somos capaces de no ver los horrores que se cometen contra las mujeres. Llevamos mucho tiempo sabiendo de los atroces asesinatos sexistas de la India. Por citar los más recientes: una muchacha ultrajada y luego obligada a beber ácido, y dos niñas violadas en grupo y después colgadas de un árbol.

Comentario ante esto de un ministro del Gobierno indio: “La violación es un crimen social que algunas veces está bien y algunas veces está mal”. Puro amor universal. Claro que también llevamos toda la vida sabiendo (y olvidando) las monstruosidades que cometen todos los días los talibanes; los tres millones de niñas cuyo clítoris es rebanado cada año; las muertas de Ciudad Juárez; los millones de feminicidios, mujeres lapidadas, azotadas, torturadas, ultrajadas, abrasadas con ácido, quemadas vivas. O secuestradas, como las niñas de Nigeria.

¿Pero qué demonios nos pasa? ¿Cómo podemos asistir a estas brutalidades e ignorarlas? “Nos hemos acostumbrado a la esclavitud femenina y echo de menos un movimiento mundial”, me dice Paco Cuéllar, secretario general de Proyecto Gran Simio. Y lo compara con el movimiento antiesclavista de hace 150 años, cuando los ingleses abordaban y liberaban barcos de negreros.

¿Por qué no sucede lo mismo con las mujeres? Paco reclama un grupo de trabajo en la ONU, una Cruz Rosa Internacional, convenios mundiales defendidos por cascos azules.
Tiene razón. Es urgente, esencial.
Hay que hacer algo.

Rosa Montero

miércoles, 27 de marzo de 2013

Vrindavan. El pueblo con 6.000 viudas

Anthony Denselow BBC
Última actualización: Martes, 26 de marzo de 2013

Miles de viudas han hallado un nuevo hogar en un pueblo del norte de India. Expulsadas por sus familiares o simplemente solas en el mundo, algunas han viajado cientos de kilómetros para llegar allí y nadie sabe bien por qué.

India está repleta de sitios sagrados y destinos de pegrinajes. Pero pocos lugares están tan asociados con Krishna, una de las principales deidades, como la localidad de Vrindavan, a orillas del río Yamuna, en el estado norteño de Uttar Pradesh, a escasas horas en auto de Delhi.

En esta ciudad colmada de templos, el nombre de Krishna y el de Radha está en boca de todos.

Krishna, de acuerdo al texto conocido como Mahabharata, nació y pasó su infancia y adolescencia en los bosques de Vrindavan. En India todos conocen los cuentos relacionados con el bebé dios, llamado a veces Krisná khir-chor ("el ladrón de mantequilla"), que le roba a su madre la mantequilla recién hecha. Uno de los relatos más famosos narra como su madre adoptiva, al hacerle abrir la boca a Krishna para ver si se estaba comiendo la mantequilla, vio el universo entero contenido dentro de ella.

La deidad pasó su niñez entre pastores y pastoras y tuvo encuentros amorosos con una de ellas, Radha.

Radha y Krishna son los dos nombres unidos para siempre en la mente de los muchos peregrinos que llegan a Vrindavan para cumplir el ritual recorrido por el circuito de templos.

Pero la ciudad tiene un lado más oscuro. Cuando uno comienza a observar los peregrinos que ingresan y salen de sitios sagrados, puede verse numerosas mujeres entradas en años, vestidas de blanco y muchas veces mendigando.

Las viudas en India ya no se lanzan a las piras funerarias de sus maridos, como en tiempos pasados, pero su vida puede ser extremadamente dura.

Muchas viudas son expulsadas de sus pueblos, a veces excluidas del círculo familiar por los parientes del marido para evitar que reclamen alguna herencia.

Historias de quebrantos
Nadie ha podido explicar exactamente por qué Vrindavan atrae tantas viudas, especialmente de la región de Bengala.

Se estima que hay por lo menos 6.000 viudas en Vrindavan y muchas más en las zonas rurales cercanas.

Algunas llegan para dedicar el resto de su vida a la oración y el servicio a Radha/Krishna. Pero muchas otras lo hacen para escapar de contextos familiares brutales o han sido expulsadas por sus yernos o nueras como si fueran una carga no deseada.

Este es un aspecto de la sociedad india que el gobierno prefiría mantener lejos de la atención internacional, a pesar de sus genuinos esfuerzos por combatirla.

La organización no gubernamental Maitri, basada en Delhi, provee alojamiento y comida para algunas de las viudas.

En un pequeño templo algunas están sentadas en el patio mientras jóvenes voluntarios reparten arroz y guiso de legumbres.

La mayoría ha viajado desde el estado de Bengala Occidental, en el este del país, en una travesía de cerca de 1.600 kms. Muchas lo han hechos solas, dejando atrás a sus nietos y amigos.

Saif Ali Das tiene solo 60 años pero parece mucho mayor y camina cojeando. Su marido era alcohólico, cuenta, y murió hace 12 años luego de una caída.

Su hija murió en el hospital y su hijo fue asesinado en una disputa por tierras. Luego de su muerte de sus hijos y sintiéndose sola en el mundo, Saif se dirigió hacia el lugar en el que, según había escuchado, podría encontrar seguridad.

Sondi es una mujer fuerte de 80 años. Su esposo murió siendo muy joven y tuvo que criar sola a sus cuatro hijos. Su nuera la echó de la casa, diciendo que su esposo mantenía el hogar "pero tú no tienes marido así que deberás arreglárterlas por ti misma".

Para muchas de estas viudas originarias de Bengala Occidental, donde se habla otra lengua, vivir en Vrindavan rodeadas de personas que hablan Hindi es como haber llegado a otro país. Algunas luchan y no se permiten caer, otras se ven asustadas y quebrantadas.

Muchas viudas han sido abandonadas por sus familias.

Supersticiones
Las autoridades han abierto cuatro ashrams o comunas espirituales, donde algunas mujeres tienen alojamiento. Pero muchas se ven forzadas a pedir limosna para pagar la renta. Algunos testigos señalan que las viudas son maltratadas por la población local y son sólo los peregrinos quienes les dan dinero para ganar méritos.

Gauri Dasi abandonó su hogar en la frontera debido a la tensiones de la guerra que derivó en la independencia de Bangladesh en 1971. Llegó a Vrindavan con su marido, con quien tuvo tres hijas, pero su esposo la abandonó y sus tres hijas fueron prometidas en matrimonio cuando cumplieron 10 años.

Dasi ha vivido sola en Vrindavan durante los últimos 15 años y dedica su vida a la devoción a Radha, recibiendo algunas monedas a cambio de cantar en los templos.

Muchas de las devotas parecen protagonizar vidas trágicas en las calles de Vrindavan.

El gobierno y los peregrinos pueden salvar a las viudas de la inanición, pero será mucho más difícil acabar con las injusticias y las supersticiones en la región de Bengala.

Para algunas personas aquí, incluso mirar una viuda es considerado mal agüero.

Más aquí en El País semanal.