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jueves, 15 de febrero de 2024

Descubrirse, entenderse y sanar, ¿por qué es bueno escribir un diario?

La práctica del diario íntimo y de la escritura terapéutica nos hace adentrarnos en el terreno de nuestros deseos, miedos y tragedias, brindando un espacio para el desahogo emocional.

Cuando escribimos un diario íntimo en la edad adulta solemos entrar más en profundidad en nuestros pensamientos y nos suele servir como desahogo emocional.
Cuando escribimos un diario íntimo en la edad adulta solemos entrar más en profundidad en nuestros pensamientos y nos suele servir como desahogo emocional.

En un artículo publicado en 1976 en The New York Times, titulado Por qué escribo, la autora estadounidense Joan Didion afirmó: “Escribo estrictamente para averiguar qué estoy pensando, qué estoy mirando, qué veo y qué significa. Para averiguar lo que quiero y lo que temo”. La escritora resolvía así, en pocas palabras, con ese estilo tan directo y frugal del que siempre hizo gala, lo que muchas personas sienten cuando cogen lápiz y papel, o se ponen delante de su ordenador o de la aplicación de notas de su teléfono móvil, y, simplemente, escriben. Y escriben especialmente, como también hacía la autora californiana, sobre las cosas que les pasan o que piensan; sobre sus deseos, sus miedos o sobre sus tragedias.

No piensan en publicar sus escritos, ni siquiera en que los vaya a leer nadie (de hecho, probablemente no quieran que nadie los lea nunca), y suelen tomar la forma de diarios personales o de textos terapéuticos. Probablemente, a nivel personal, la escritura de estos textos hace la misma función que los de la autora de El año del pensamiento mágico: descubrirse, entenderse y sanar.

Diario íntimo vs escritura terapéutica

Más o menos todos tenemos bastante claro lo que es un diario íntimo y muchos tuvimos uno, especialmente de niños o adolescentes. Volver a esas páginas suele resultar una experiencia tierna y divertida. A veces triste. En ocasiones, también es sorprendente, ya que, entre las líneas, habitualmente mal escritas, emborronadas y algo torcidas, se reconocen algunas de las piezas del carácter que todavía nos definen hoy.

Cuando escribimos un diario íntimo en la edad adulta solemos entrar más en profundidad en nuestros pensamientos y nos suele servir como una especie de desahogo emocional. También, a través de él, reflexionamos sobre las cosas que nos han ocurrido. Su escritura suele constituir un momento de tranquilidad y de recogimiento.

Según la doctora Teresa Martín, psicoterapeuta que, entre otras cosas, también imparte talleres de escritura terapéutica, el diario íntimo y la escritura terapéutica no tienen diferencias notables: “El punto de partida es idéntico”, afirma. “Pararse para intimar con uno mismo y que, de esa relación de escucha, resulte un mayor, más completo, justo y adecuado autoconocimiento”. La escritura terapéutica suele tener un enfoque más decididamente dirigido a conseguir el bienestar de la persona y al autoconocimiento, y suele estar dirigido y pautado por un profesional de la salud mental. Según Adrián Montesano, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universitat Oberta Catalunya, y que dirige un Seminario de Prácticas de Terapia Narrativa en ese mismo centro, “la escritura terapéutica puede ser útil en cualquier proceso terapéutico. Por ejemplo, la escritura de cartas siempre marcan un antes y un después en el tratamiento de un paciente. El poder de la palabra escrita no lo tiene ninguna conversación”.

Una forma de reelaborar la mente

“La escritura contribuye al proceso de ordenar el pensamiento y mejorar el autoconocimiento”, afirma Montesano. “A nivel de procesos psicológicos básicos, la información se procesa de una manera completamente diferente cuando uno escribe que cuando uno piensa o incluso cuando habla. Digamos que, a nivel de producción narrativa, podemos hacer un falso escalafón: el pensamiento sería la forma más simple. Cuando hablamos interactuando con otra persona, hay un discurso un poco más elaborado. Pero escribir nos obliga a ordenar y estructurar el pensamiento de una forma diferente. Conectamos más áreas del cerebro y procesamos la información de una forma más compleja”.

Los expertos aseguran que la escritura contribuye al proceso de ordenar el pensamiento y mejorar el autoconocimiento. 
Los expertos aseguran que la escritura contribuye al proceso de ordenar el pensamiento y mejorar el autoconocimiento.Los expertos aseguran que la escritura contribuye al proceso de ordenar el pensamiento y mejorar el autoconocimiento.
LECHATNOIR (GETTY IMAGEn
De todos modos, Montesano señala que no toda escritura de un diario tiene los mismos efectos. “Uno puede escribir un diario con unos efectos prácticamente nulos sobre su bienestar psicológico si es un diario simple, que hable de dónde ha estado, con quién, etcétera, pero en el que no refleje pensamientos más profundos, emociones, sentimientos, reflexiones o caracterizaciones que ayuden a maximizar o a obtener los beneficios de la escritura”. “Un diario terapéutico, no hace otra cosa que responder a ¿quién soy?”, explica Teresa Martín. “Pero el resultado no es automático. Es un proceso sorprendente e inesperado”. La doctora explica que, gracias a este tipo de escritos, uno puede descubrirse a sí mismo, tanto en la escritura como posteriormente en la relectura. Y añade: “Nos da la oportunidad de decidir, con firmeza, honestidad y fuerzas renovadas, sobre la posibilidad de cambiar el curso, la deriva de nuestra vida actual”.

Por lo tanto, según Martín, un diario es una potente fuente de transformación. “Todos arrastramos experiencias. Tramas mal vividas, atadas a los pies”, afirma. “Es posible que ni siquiera sepamos de su existencia. Está silenciada por la fuerza de la costumbre o por la obediencia debida. Hasta que la escritura te hace toparte con ellas”. Según la doctora, una vez que descubres ese tipo de cargas, de incoherencias, ya nada es igual, no hay marcha atrás.

En este sentido, Montesano cita una técnica que se utiliza en el ámbito de la escritura terapéutica llamada el paradigma de la escritura expresiva, que consiste en hacer que la persona escriba sin detenerse durante 15 o 20 minutos cada día, a lo largo de tres o cuatro días, sobre algún hecho traumático o un acontecimiento que la haya afectado profundamente. “Puede ser cualquier cosa, un accidente, la llegada de una enfermedad, una pérdida, cualquier cosa que pueda estar relacionada con un trauma”, explica el doctor. “El escrito debe ser totalmente privado y, sobre todo, se tiene que centrar en los efectos que ha tenido en la vida de quien escribe, en los pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con ese trauma o ese suceso”. El último día, se le pide al paciente que haga una valoración general indicando los aprendizajes obtenidos y algún tema que ha quedado pendiente. “Las personas que consiguen mejores resultados son aquellas que en los escritos son capaces de identificar mejor las emociones tanto positivas como negativas, las que tienen la capacidad de ver la historia desde diferentes puntos de vista”, asegura. “Personas que nunca habían hablado de un suceso traumático por el que pasaron se benefician muchísimo de este paradigma de escritura expresiva”, continúa el especialista. “Estas personas incrementan su capacidad para organizar la emocionalidad y la complejidad de sus traumas al subjetivar la experiencia, multiplicar las perspectivas y dar coherencia a su relato”.

Cómo maximizar los beneficios terapéuticos de un diario

A pesar de todos los beneficios que puede traer, a muchas personas les cuesta ponerse a escribir un diario o un texto con ánimo terapéutico. La doctora Martín reconoce que es cierto que se aprecia una especie de miedo o reparo en algunos a dar el paso. “Nos aterra la libertad”, defiende. “Me recuerda a una historia que escribió Eduardo Galeano, la tituló El miedo, y dice así: ‘Una mañana nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad’. Apliquémonos el cuento”. 
Un diario es una potente fuente de transformación.Un diario es una potente fuente de transformación.
LUIS ALVAREZ (GETTY IMAGEn
“A quien desee escribir un diario, le sugiero que reconozca la impaciencia por los resultados y los logros”, continúa. “Y, como quien se controla la presión sanguínea, se vigile esa debilidad y su tendencia a la tiranía con dosis infinitas de empatía. Un antídoto para el ansia de poder y gloria: ponerse un tiempo concreto, siete o diez minutos cronometrados. Cuando salte la alarma, se acabó por hoy. No tengas prisa en aumentar las sentadas, si nos precipitamos, corremos el riesgo de entrar a la jaula. Cuando veamos que nos atascamos, que nos abruman nuestros enredos mentales, busquemos ayuda. Los talleres de escritura terapéutica funcionan muy bien para observar tu historia con protección, te invitan a tomar perspectiva y a desdramatizar el exceso de intensidad que paraliza el relato”.

“Evidentemente, la escritura es como un gimnasio”, apunta Montesano. “Además, y esto es importante remarcarlo, para practicar este tipo de escritura no es necesario saber redactar bien, con calidad literaria. En este caso, escribir es una vía de expresión personal y eso todo el mundo lo tiene. Según mi experiencia, todas las personas pueden beneficiarse muchísimo de escribir, y conforme más practican más cosas pueden descubrir de ellos mismos, pero es un trabajo que se tiene que mantener a lo largo de un cierto tiempo para poder experimentar los beneficios, todo y que estos se pueden experimentar desde los primeros momentos”. 


martes, 21 de noviembre de 2023

_- Henry Marsh: "Muchos de los que se oponen a la muerte asistida tienen enraizada la idea, bastante cruel, de que hay que sufrir al morir para ganarse el cielo"

Henry Marsh

_- Desde que tiene 12 años, el neurocirujano inglés Henry Marsh lleva un diario. Nunca pensó publicarlo y creía que se iba a convertir en un engorroso (aunque quizás interesante) legado para sus nietos. Hasta que alguien le aconsejó escribir un libro. Y todo cambió.

“Ante todo, no hagas daño”, publicado en 2014, fue traducido a casi 40 idiomas y vendió millones de ejemplares.

Su estilo directo, sencillo y sin embargo trufado de profundas reflexiones sobre su profesión y sobre la vida tocó un nervio profundo en sus lectores.

En 2017 publicó “Confesiones”, en la misma vena, y ahora se tradujo al español la tercera y última entrega de sus memorias, “Al final, asuntos de vida o muerte”, el cual es presentado en el HAY Festival de Arequipa, donde estará presente el autor.

Es, de alguna manera, su libro más íntimo y frágil, pero con su bisturí estilístico igual de afilado: cuenta cómo, después de algunos años de retiro, fue diagnosticado con un cáncer avanzado de próstata, el cual probablemente le provocará la muerte.


Cubierta del último libro de Henry Marsh


En el libro, usted reflexiona sobre la experiencia de pasar de ser un prestigioso doctor a paciente con una enfermedad grave. ¿Cuáles fue el cambio más grande?

Que tengo un tiempo limitado para vivir. Pueden ser años, pero todos nosotros, incluso cuando envejecemos, creemos que vamos a vivir para siempre.

Cuando te diagnostican con la que probablemente va a ser tu última enfermedad -como lo es cáncer de próstata- pues cambia las cosas un poco. La vida luce un poco más seria.

Usted escribe mucho sobre la figura del médico, la cual es muy poderosa para el paciente, casi un semidios. ¿Fue muy difícil pasar a ser un paciente después de haber sido un neurocirujano de renombre?

Fue difícil en el sentido de aceptar que yo estaba hecho de la misma carne y sangre que mis pacientes. Tan pronto como nos volvemos doctores tenemos que aprender, en cierta medida, a diferenciarnos de los pacientes.

Todos los médicos enfrentan este problema de encontrar un balance entre amabilidad y desprendimiento científico. Todos sabemos que los doctores se han vuelto muy fríos y alejados. Y los neurocirujanos somos a menudo acusados de eso.

Volverme un paciente, como tal, no me trajo ninguna sorpresa. Yo sabía que era humillante, degradante, intimidante... Lo sabía en parte porque mi hijo tuvo un tumor cerebral cuando era un bebé y sobrevivió, así que sabía lo que era enloquecer de ansiedad.

Pero lo sabía también por mis antecedentes académicos, yo me volví médico de manera tardía. Yo inicialmente estaba interesado en política y regímenes totalitarios. Y los hospitales y sus médicos son instituciones bastante totalitarias.

Ser médico también exige mucho a nivel personal. Mi padre era médico, cardiólogo, y lo pude ver de cerca

La responsabilidad es muy estresante si eres un persona bondadosa. Y la mayoría de los médicos lo son. La responsabilidad por la vida de otras personas es algo muy difícil. Todos cometemos errores y la neurocirugía es un área particularmente peligrosa.

Cuando empecé estaba lleno de ingenua excitación. Sabía que lo que hacía era muy riesgoso y peligroso, pero no sabía que no solo lo era para los pacientes sino también para mí. Porque es terrible cuando cometes un error y un paciente resulta afectado.

Pero yo también estaba profundamente enamorado de mi profesión y es algo que nunca me abandonó. Ya no ejerzo como doctor, pero enseño y doy conferencias y sigo pensando que es una profesión maravillosa.

Pero a veces es muy difícil encontrar un balances entre, como le dije, preocuparse y mantenerse alejado. O ser un individualista, como yo lo soy, y trabajar en equipo.

Porque hoy en día ser médico es sobre todo trabajar en equipo.

Usted dice en su libro que no recuerda sus triunfos sino sus fracasos.

No recuerdo para nada mis triunfos. Me sorprende genuinamente cuando me encuentro con alguno de mis antiguos pacientes y veo que están bien.

Pero eso es porque cuando una operación va bien, pues haz hecho bien tu trabajo y pasas a otra cosa. Pero cuando las cosas van mal, te dejan una herida.

Pero también dice que, como doctor, uno no podría hace su trabajo si fuera totalmente empático, si de alguna manera pudiera sentir todo lo que el paciente siente

Exacto, porque si sintieras como si fuera un miembro de tu familia, no podrías hacer tu trabajo. Tienes que estar emocionalmente alejado, pero no demasiado. Y es algo muy difícil.

Yo me especialicé en pacientes con tumores cerebrales, una condición que puede tomar muchos años en matarte. Me volví muy cercano de algunos de ellos, a veces llegando casi a ser amigos.

En mi primer libro cuento un caso en el que no debí haber operado de nuevo. Debí haber dejado morir a esa persona. Al operarla de nuevo solo hice que todo fuera peor.

Y los pacientes no quieren ver a sus doctores romper a llorar. Quieren que les importes, pero no en exceso. No quieres ver que el médico pierda el control.

Me impactó leer que, a pesar de que lo que más le entusiasmaba era operar y mientras más difícil mejor, después de retirarse no lo extraña para nada. Algo parecido ocurrió con mi papá. Se retiró a los 55 años después de una exitosa carrera y nunca más se interesó por la medicina. Se volvió agricultor

Sí, y me sorprende.

Tuve una vida muy ocupada. Por muchos años operaba cuatro días a la semana. Y creo que a medida que envejeces tu apetito por el riesgo -que es de lo que se tratan las cirugías: es como escalar montañas para altruistas- disminuye.

Lo que también paso es que, aunque creo en el sistema de salud nacional británico (NHS) -al que los estadounidenses consideran socialista-, se volvió terriblemente burocrático, algo que encuentro muy frustrante.

Entonces dejé de trabajar a tiempo completo a los 65 años. Pero todavía enseño y doy conferencias por todo el mundo.

Neurocirugía 
Neurocirugía

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,
Henry Marsh es un reconocido neurocirujano en Reino Unido, pionero en operaciones con anestesia local, en las que el paciente está consciente durante la cirugía.

En su libro usted menciona que sus primeros intereses fueron la filosofía y la política. Y eso es evidente en lo que escribe, usted habla de temas muy profundos…

De una manera muy simple…

Sí, pero son grandes preguntas sobre mente vs materia, consciente e inconsciente, muerte asistida... ¿Algún filosofo lo influyó en particular?

Yo estudié historia, filosofía y economía en la universidad.

En esa época, hace 50 años, todo era sobre análisis lingüístico y positivismo lógico, realmente aburrido. No enseñaban metafísica ni nada parecido.

Entonces terminé enfocado sobre todo en política y economía, en particular de Europa del Este y la Unión Soviética, lo que explica por qué años después me involucré con Ucrania.

El filósofo que más me influyó es Karl Popper. Mi padre me recomendó “La sociedad abierta y sus enemigos” cuando tenía 14 años. Fue un libro muy importante para mí.

También habla mucho sobre contar historias y la verdad es que usted es un gran narrador…

Sí, algunas personas me lo han dicho.

Desde muy niño me gustaban los cuentos de hadas, leí muchísimos libros. Mi madre era alemana y me leía los cuentos de los Hermanos Grimm. Y aún leo mucho.

Hay dos elementos clave para escribir bien : uno, someterse a la crítica, leerle tus cosas a otros y aceptar sus críticas. Y la otra es leer mucho.

¿Hay un escritor en particular que le guste?

He leído tanto que les he perdido la pista.

En términos de escritura autobiográfica hay un escritor inglés muy bueno, un poco olvidado ahora, llamado Norman Lewis, que tenía un estilo muy claro, preciso y agudo.

Ahora leo muy poca ficción, aunque leí mucha cuando era joven, en particular los grandes escritores rusos, y sobre todo a Tolstoi y Mijail Bulgakov.

En una entrevista usted dice que es muy emotivo

Sí, lo soy. Y es algo que he tenido que aprender a controlar.

Lo hace muy bien porque, por ejemplo, la manera como describe lo que va a ocurrir con sus cuerpo cuando su enfermedad avance es sorprendentemente fría y clínica…

Bueno, yo escribo para enfrentar mis sentimientos. Al explorarlos en mi escritura trato de controlarlos un poco.

Y también amo escribir. Me encanta el proceso creativo y el idioma inglés es un lenguaje maravillosamente flexible. Hay tantas palabras para definir algo que es ligeramente parecido pero no igual. Fue algo que destacó Borges.

¿Por qué decidió empezar a escribir?

Siempre lo he hecho. Escribo un diario desde que tengo 12 años. Nunca pensé escribir libros. Y cuando me preguntan por qué lo hago, digo la verdad: porque mi esposa me lo pidió.

Mi segunda esposa, Kate Fox, es una escritora y antropóloga social inglesa muy conocida.

Cuando nos conocimos le leí partes de mi diario y me dijo que debería convertirlo en un libro. Y lo hice, diez años después.

¿Le sorprendió el éxito de sus libros?

Sí, me sorprendió. Yo no sabía realmente lo que estaba haciendo. Los médicos han escrito sus memorias desde siempre, pero tienden a entrar en dos categorías:

Las que escriben los doctores jóvenes, que tienden a ser denuncias satíricas. Son médicos que, en última instancia, no llevan el peso de la responsabilidad por la vida de sus pacientes, porque siempre hay alguien por encima de ellos que la tiene.

Y las de médicos veteranos, a menudo después de que se retiran, que usualmente son memorias más “políticas”. Es un ejercicio en autojustificación, autopromoción y normalmente dejan por fuera los aspectos negativos de la profesión, que son los errores y los períodos de gran angustia.

Yo fui muy abierto en todo esto, porque era mi diario.

Mi primer libro fue traducido a 37 idiomas, en parte, creo, porque escribo bien y de manera simple, por lo que puede traducirse con facilidad, pero también hablar del cerebro es interesante y es inusual que un doctor sea tan penosamente honesto.

En el libro yo discuto algunos éxitos, pero es principalmente sobre riesgos y fracasos y lo que sentía al respecto, lo cual es más interesante. El éxito es aburrido.

Henry Marsh 
Henry Marsh
Pie de foto,
Marsh ya no ejerce como médico, pero da conferencia y clases por todo el mundo.

En el libro usted menciona las diferentes metáforas que a lo largo de la historia se han hecho sobre el cerebro, generalmente con los últimos avances científicos, como la hidráulica o la máquina de vapor. La última, por supuesto es con el computador. Desde que empezó su carrera hasta ahora, ¿qué ha cambiado en su conocimiento sobre el cerebro?

Entendemos tan poco sobre el cerebro. Mientras más sabemos sobre él, menos lo entendemos. Y mientras más lo estudiamos, más evidencia encontramos de lo complicado que es. No se parece ni remotamente a un computador.

Ahora sabemos que hay centenares de diferentes tipos de células nerviosas. Cuando yo era estudiante solo sabíamos de dos neurotransmisores, los químicos que se mueven entre las células. Ahora conocemos más de cien.

Tenemos que aceptar que el cerebro obedece a las leyes físicas, es un sistema físico. Y cuando ves pacientes con daños en la parte frontal, sufren de terribles cambios de personalidad. Es un sufrimiento moral causado por heridas físicas en el cerebro.

Si aceptamos que el cerebro tiene que obedecer las leyes de la física, lo interesante es que esas leyes no tienen nada que decir sobre cómo esa materia física produce sufrimiento, ansiedad e ideas.

Y creo que es una tontería pensar que la inteligencia artificial puede llegar a reemplazar todo eso.

Volviendo al tema principal de su libro, ¿haría algo de manera diferente como médico después de su experiencia como paciente?

No lo creo… aunque los doctores viejos siempre creemos que somos mejores de lo que realmente somos.

Lo que entendí cuando me convertí en un paciente es la enorme distancia que existe entre médicos y enfermos. Como doctor sólo ves una parte muy pequeña de lo que está viviendo el paciente.

Pero creo que de alguna manera lo sabía y me gusta creer que fui un médico amable y considerado. Lo que puedo decir es que cada noche iba a visitar mis pacientes, que siempre llamé a las familias tan pronto como la operación terminaba… Y la verdad es algo poco usual entre los doctores.

Si hubiera tenido este cáncer cuando aún practicaba la medicina, ¿habría hecho algo diferente? La verdad es que lo dudo, pero puedo estar equivocado.

Otro de los grandes temas que usted enfrenta en su libro es la muerte. ¿Ha esta experiencia cambiado sus ideas sobre ella?

Antes de enfermarme ya hacía campaña a favor de la muerte asistida. Y descubrir que tenía cáncer sólo ha reforzado mis ideas al respecto. Incluso países católicos como España y Francia la han adoptado o lo van a hacer, pero no Inglaterra.

Ahora es un tema de evidencias y pruebas. La pequeña minoría en Inglaterra que se opone -a la que escuchan los políticos- está compuesta sobre todo de médicos que dan cuidado paliativo.

Pero la evidencia muestra que en los muchos países en los que se aplica con salvaguardas legales, la gente no es obligada o presionada a matarse. Y no hay pruebas de que se haya abusado de esas leyes.

Creo que en Inglaterra va a pasar. Es como el matrimonio gay. ¿Destruyó la institución de la familia? No. Pero eso toma tiempo. Y obviamente la Iglesia católica y buena parte de la protestante se oponen.

Creo que tienen enraizada de manera muy profunda esa idea, bastante cruel, de que hay que sufrir al morir para ganarse el cielo.

Habla mucho de muerte, pero usted es una persona increíblemente activa…

Claro, quiero hacer el mejor uso del tiempo que me queda.

Henry Marsh Pie de foto,
Henry Marsh
Pie de foto,
El primer libro de Henry Marsh fue traducido a 37 idiomas.

Usted ha tenido una vida larga y plena. A estas alturas ¿hay algo que aún quiera conseguir?

No. No tengo una lista de cosas que me faltan por hacer (bucket list). He tenido una vida muy completa. He tenido mucha suerte. Obviamente no quiero morir -nadie lo quiere- pero hay que ser realista al respecto.

Quiero escribir un libro para niños como un regalo para mis nietas y pasar el mayor tiempo posible con ellas y con mi esposa.

Voy a continuar haciendo campañas en favor de Ucrania y de la muerte asistida y continuaré dando clases.

Esta entrevista forma parte de nuestro cubrimiento del Hay Festival de Arequipa, que se realiza en esa ciudad peruana del 9 al 12 de noviembre. 

domingo, 30 de abril de 2023

Se venden camas para matrimonios de hierro, correcciones al escribir,

Mañana se celebra el Día del Libro (día 23). De cuando en cuando suelo dedicar un artículo a la expresión escrita. Bueno, escrita y hablada. Porque algunos errores se comenten en ambos sistemas de comunicación. He pensado que esta es una buena ocasión para hacerlo.

Confesaré para empezar que tengo un tic de profesor que me hace estar pendiente de la corrección de estilo. No puedo leer un trabajo sin prestar atención a la forma de expresión, no solo al contenido. Porque estilo es precisión, no solo elegancia. Me pasa lo mismo cuando leo artículos de prensa y cuando escucho telediarios, tertulias o programas de radio.

Puede ser que alguien me considere un pedante cuando corrijo una expresión:

– ¿Está el señor director?, pregunto por teléfono después del saludo.

– El señor director está reunido, me contesta quien atiende la llamada.

Y, alguien pensará que de forma indiscreta, digo:

Eso quiere decir que lo tiene todo unido. ¿Es así?

Luego viene la explicación (hay que decir está en una reunión), la justificación y la disculpa. La inmensa mayoría de las veces, por no decir todas, la persona que estaba al otro hilo del teléfono me ha dado las gracias. Desde luego, yo lo haría con cualquier persona que me advirtiese de un error que he cometido.

La frase del título es una muestra clara de que, cuando se incurre en errores o incorrecciones, no se expresa lo que se quiere decir. Si dijéramos que se venden camas de hierro para matrimonios habríamos expresado una idea muy distinta y más certera.

En las tertulias televisivas o de radio es frecuente escuchar formas incorrectas de expresión: yo me parece que (en lugar de a mí me parece que), o tú dijistes hace un momento (en lugar de dijiste), habían muchas personas en el acto (en lugar de había muchas personas)…

Si no… es la introducción de una oración condicional negativa, mientras que sino es una conjunción adversativa o un sustantivo sinónimo de «destino». Puede verse este error en muchos mensajes de whatsapp, en artículos de prensa, en cartas y en trabajos de clase.

Algunas personas usan las palabras atribuyéndoles acepciones imprecisas y, a veces, disparatadas:leer el periódico espasmódicamente (por esporádicamente), tomar un jarabe en pequeñas diócesis (por dosis), es bueno intimidar (por intimar) con la gente, no hay que dilapidar (por lapidar) a nadie, se destornillaba de risa (por desternillaba)… Cuando se dice que los partidos políticos buscan la confrontación, se suele querer decir que buscan el enfrentamiento. Pero confrontación quiere decir comparación, no choque, no encontronazo.

Le acabo de oír decir al señor Feijóo que no es el momento de hacer un pronunciamiento sobre la maternidad subrogada. No sabe que un pronunciamiento es un tipo de rebelión o levantamiento militar. Ningún momento es el adecuado para ese menester.

Oigo una y otra vez decir que “el gobierno debe de…” o que “la oposición debe de…”. Cuando la expresión contiene la idea de obligación, es necesario decir “el gobierno debe…”, “la oposición debe…”. Otra cosa es cuando en la expresión existe duda. Lo explico con este ejemplo, fácilmente comprensible.

¿A qué hora pasa el tren?

Debe de pasar a las ocho (hay duda).
Debe pasar a las ocho (obligación, es su hora).

Las expresiones “delante mío”, “detrás tuya”, “encima mío”, “debajo tuyo”… son incorrectas. Porque mío y tuyo son adjetivos posesivos. Este libro es mío. Esta cartera es tuya. Lo correcto es decir “delante de mí”, “detrás de ti”, ”encima de mí”, “debajo de ti”…

Es muy importante, para hablar y escribir bien, ser un buen lector, una buena lectora. Aprender de quienes saben hacerlo. No siempre los periodistas que hablan en la televisión o en la radio, ni los políticos que lo hacen en el parlamento, son buenos ejemplos. Critiqué en esta misma sección al periodista Carlos Herrera por el título de una sección de su programa de radio matinal en la Cope que se titula “Pienso de que…”. Me parece un atentado al lenguaje. Mientras los profesores y las profesoras nos afanamos en la escuela por enseñar a cultivar la lengua, un periodista de postín, para hacerse el gracioso, hace propaganda de un error de bulto. Digo para hacerse el gracioso porque estoy seguro de que sabe perfectamente que se trata de una incorrección gramatical. Todos los oyentes que intervienen en la sección comienzan diciendo: “Pienso de que…”. Es un atentado al bien hablar.

Se puede aprender de quienes saben hablar y escribir. Esas personas han de ser un estímulo y un motivo de superación, no de desaliento. No podemos desconfiar de que nosotros podamos hacerlo bien. Jacinto Benavente era muy respetado por sus colegas. Después de un estreno al que asiste entre otros Pedro Muñoz Seca, dice uno de los amigos:

Desde luego, al lado de Don Jacinto, todos somos una mierda.

Y Muñoz Seca apostilla:

– Y yo, seca.

Es curioso cómo se quebrantan las reglas del buen uso del lenguaje. En el aeropuerto he escuchado en estos días: “Señores pasajeros del vuelo X, embarquen puerta 10”. Deberían decir por la puerta 10, porque lo que literalmente dicen es que hay que embarcar una puerta. Al aterrizar el avión en el aeropuerto de destino la azafata dice: “Señores pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de X”, pero no tiene mucha lógica que quien viaja contigo te dé la bienvenida. Quien lo puede hacer es alguien que está esperando a los pasajeros en tierra.

Cuántas veces he oído (y cuántas corregido) las expresiones a nivel de y en base a. En castellano no hay más pasos a nivel que los de las vías del tren. Y no hay más envases que los de las botellas.

He visto ¡en algunas escuelas! carteles en las puertas que contienen faltas. Por ejemplo: Sala Profesores, Despacho Dirección, Sala Música… ¿Para qué queremos las preposiciones? ¿Solo para estudiarlas? Tendremos que escribir Sala de Profesores, Despacho de Dirección y Sala de Música. Es como si en la entrada de un Academia se hiciese el siguiente anuncio: Aquí se dan clases de hortografía.

La falta de exigencia ejemplar me recuerda la historia de aquel alumno al que un profesor le había escrito una sugerencia en la hoja de examen. El alumno acude al profesor con el texto y le dice:

No entiendo lo que me ha escrito aquí.

Y el profesor contesta:

Ahí te digo que escribas con la letra más clara.

Es un galicismo la expresión “temas a tratar”, “problemas a solucionar”… Deberíamos decir: temas que vamos a tratar, problemas que deseamos solucionar…

Hace unos días, se inauguró en Jerez un museo dedicado a la cantante Lola Flores. Es famosa su frase pronunciada en la boda de su hija Lolita y de Guillermo Furiase, ante la avalancha de gente (se dice que más de cinco mil) que obligó a los novios a darse el sí quiero en la sacristía: ¡Si me queréis, irse! El uso del imperativo es objeto de frecuentes incorrecciones. En este caso debería haber dicho idos o iros.

He corregido miles de veces la expresión modal sobre todo cuando se escribe unido y se quiere decir principalmente, especialmente. Un sobretodo es un abrigo.

Es un error tan grave como frecuente, sobre todo en el ámbito deportivo, hablar de favoritismo (trato de favor) cuando se habla de la condición de favorito de uno de los equipos que compiten.

El infinitivo viudo, también llamado infinitivo suelto, es un error muy socorrido. Se trata de iniciar la frase diciendo, por ejemplo: “terminar diciendo que…”. Lo correcto es decir: Quiero terminar diciendo, voy a terminar diciendo, deseo terminar diciendo…

No se debe utilizar el gerundio de posterioridad; la acción que indica el gerundio no puede ser posterior a la del verbo principal. No es correcto decir: “Nació en Madrid en 1970, marchándose a Nueva York veinte años después”. Debe decirse: “Nació en Madrid en 1970 y se marchó a Nueva York veinte años después”.

Los periódicos suelen tener su libro de estilo. Tengo delante el “Libro de estilo de El País” y el “Libro de estilo de El Mundo”. Hace ya algunos años tres compañeros de la Facultad de Educación escribimos un “Libro de estilo para universitarios”. Una de las secciones del libro recoge, de la A a la Z, los errores más frecuentes que se suelen cometer.

Del filósofo Savater dice Fernando Subirats, prologuista de su libro “Misterios gloriosos”: “La definición de su estilo lo lleva a estar más preocupado por una clase de lucha, que es la lucha de frases, que por la lucha de clases; su rebeldía está más cerca de Camus que de Sartre”. Nuestra lucha ha de estar en el cultivo del lenguaje. Hablar bien es una forma de mejorar la sociedad. Feliz Día del Libro. 

miércoles, 5 de abril de 2023

La asombrosa historia de la científica que por un derrame cerebral que la paralizó temporalmente hizo un gran descubrimiento



Jill Bolte Taylor

Un derrame cerebral cambió para siempre la vida de la neurocientífica estadounidense Jill Bolte Taylor.

Tenía 37 años cuando una mañana de 1996 sintió que algo no andaba bien. Un vaso sanguíneo estalló en su cerebro y en pocas horas perdió la capacidad de caminar, hablar, leer, escribir o recordar.

"Esencialmente me convertí en un bebé en el cuerpo de una mujer", dice en diálogo con BBC Mundo.

Le tomó ocho años recuperarse. "Lo más difícil fue volver a leer".

Pese a las dificultades del camino, cuenta que si pudiera volver atrás en el tiempo no haría nada para evitar su derrame cerebral. "Lo tendría otra vez, absolutamente".

Elegida como una de las "100 personas más influyentes del mundo" por la revista Time, Bolte es autora de dos libros.

El primero, My Stroke of Insight (publicado en español como "Un ataque de lucidez"), fue traducido a más de 20 idiomas, y el segundo, Whole Brain Living, también ha sido un éxito editorial.

En este último libro, la neurocientífica propone que cada hemisferio del cerebro tiene una parte emocional y una parte racional.

Libro
FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Entonces, explica Bolte, esos cuatro módulos (dos en el hemisferio derecho y dos en el hemisferio izquierdo) operan como si se tratara de cuatro personajes que conforman lo que somos.

Lo increíble es que cuando estos cuatro personajes trabajan juntos y se equilibran entre sí como un cerebro completo, vivimos mejor.

"Todos estamos cableados en el cerebro para tener una profunda paz interior", dice la científica.

"¿Qué pasaría si no viviéramos en modo automático?, ¿qué tal si pudiéramos elegir qué partes de nuestro cerebro queremos utilizar en un momento dado y convertirnos en verdaderos maestros de nuestro propio cerebro?".

"Para mí esa es la evolución de la humanidad".

Actualmente Bolte vive la mitad del año en Bloomington -donde, entre otras cosas, trabaja como profesora adjunta de Anatomía, Biología Celular y Fisiología en la Universidad de Indiana- y la otra mitad del año en un bote en un lago de Kentucky.

Es portavoz del Centro de Recursos de Tejido Cerebral de Harvard (Harvard Brain Bank), pertenece a la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales y tiene su Fundación Jill Bolte Taylor BRAINS, dedicada a entregar servicios educativos.

La clave para "una buena vida" según la Universidad de Harvard: qué dice el estudio más largo sobre la felicidad jamás realizado A continuación presentamos un extracto editado de la charla Ted Talk que Jill Bolte Taylor ofreció en California, Estados Unidos, donde explica cómo el derrame cerebral cambió su vida y cómo llegó a hacer un gran descubrimiento a partir de esa experiencia.

Crecí para estudiar el cerebro porque tengo un hermano que fue diagnosticado con esquizofrenia.

Como hermana y científica, me preguntaba ¿qué pasa con el cerebro de mi hermano y su esquizofrenia que no puede conectar sus sueños a una realidad común y compartida, y en su lugar se convierten en delirios?

Así que dediqué mi carrera a la investigación de las enfermedades mentales graves. Y me mudé de mi estado natal de Indiana a Boston, a trabajar en el laboratorio de la doctora Francine Benes, en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Harvard.

Jill Bolte Taylor FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR En el laboratorio nos hacíamos la pregunta: ¿cuáles son las diferencias biológicas entre los cerebros de las personas diagnosticadas con trastornos mentales y aquellas sin ese diagnóstico?

Básicamente, estábamos mapeando los microcircuitos del cerebro. En esa época, tenía una vida con mucho significado porque hacía este tipo de investigación durante el día y luego, por las tardes y los fines de semana, viajaba como defensora de NAMI, la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales.

Pero la mañana del 10 de diciembre de 1996 me desperté y descubrí que yo tenía un trastorno cerebral.

Un vaso sanguíneo estalló en la mitad izquierda de mi cerebro y en el transcurso de cuatro horas vi cómo mi cerebro se deterioraba por completo y perdía su capacidad para procesar información.

En la mañana de la hemorragia no podía caminar, hablar, leer, escribir o recordar nada de mi vida. Esencialmente me convertí en un bebé en el cuerpo de una mujer.

ilustración cerebro FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES "He traído para ustedes un cerebro humano real" Si alguna vez has visto un cerebro humano, es obvio que los dos hemisferios están completamente separados el uno del otro. Y he traído para ustedes un cerebro humano real.

Entonces, este es un cerebro humano real. Esta es la parte frontal del cerebro, la parte posterior del cerebro con una médula espinal colgando, y así es como se colocaría dentro de mi cabeza.

Jill Bolte Taylor en una conferencia. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Nuestro hemisferio derecho tiene que ver con este momento presente. Se trata de aquí y ahora. Nuestro hemisferio derecho piensa en imágenes y aprende cinestésicamente a través del movimiento de nuestros cuerpos.

La información en forma de corrientes de energía entra simultáneamente a través de todos nuestros sistemas sensoriales.

Mi hemisferio izquierdo es un lugar muy diferente. Nuestro hemisferio izquierdo piensa lineal y metódicamente. Nuestro hemisferio izquierdo tiene que ver con el pasado y con el futuro.

"Mis manos parecían garras primitivas" Y esta fue la parte de mi cerebro que perdí la mañana de mi derrame cerebral. En la mañana del derrame cerebral, me desperté con un dolor punzante detrás de mi ojo izquierdo. Y era un tipo de dolor, dolor hiriente, que sientes cuando muerdes un helado.

Y simplemente me agarró y luego me soltó. Era muy inusual para mí experimentar algún tipo de dolor, así que pensé: "ok, simplemente comenzaré con mi rutina normal".

Jill Bolte Taylor y su madre tras la operación. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Jill Bolte Taylor y su madre tras la operación.

Así que me levanté y me subí a mi planeador cardíaco, que es una máquina de ejercicios para todo el cuerpo. Y estoy empujando esta cosa, y me doy cuenta de que mis manos parecían garras primitivas sujetando la barra.

Pensé "eso es muy peculiar" y miré mi cuerpo y pensé, "vaya, soy una cosa rara".

Y fue como si mi conciencia se hubiera alejado de mi percepción normal de la realidad -donde soy la persona en la máquina que tiene la experiencia- a un espacio esotérico donde soy testigo de que tengo esta experiencia.

Y todo era muy peculiar y mi dolor de cabeza estaba empeorando, así que salgo de la máquina y estoy caminando por el piso de mi sala de estar, y me doy cuenta de que todo dentro de mi cuerpo se ha ralentizado mucho.

Y cada paso es muy rígido y muy deliberado. No hay fluidez en mi ritmo, y hay una constricción en mi área de percepción, así que solo estoy enfocada en los sistemas internos.

"¿Qué tengo, qué está pasando?"
Estoy parada en mi baño preparándome para entrar en la ducha y podía escuchar el diálogo dentro de mi cuerpo. Escuché una vocecita que decía: "está bien, tus músculos, tienes que contraerlos, tienes que relajarlos".

Y perdí el equilibrio y estoy apoyada contra la pared. Y me miro el brazo y me doy cuenta de que ya no puedo definir los límites de mi cuerpo. No puedo definir dónde empiezo y dónde termino, porque los átomos y las moléculas de mi brazo se mezclaron con los átomos y las moléculas de la pared.

cerebro de Bolte cuando tenía el derrame cerebral

FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Así se veía el cerebro de la neurocientífica antes de la cirujía.

Y todo lo que podía detectar era esta energía. Energía. Y me pregunto: "¿qué tengo, qué está pasando?" Y en ese momento, mi parloteo cerebral, el parloteo cerebral de mi hemisferio izquierdo quedó totalmente en silencio. Como si alguien hubiera tomado un control remoto y presionado el botón de silencio y… silencio total.

Y al principio me sorprendió encontrarme dentro de una mente silenciosa. Pero luego me cautivó de inmediato la magnificencia de la energía que me rodeaba.

Y como ya no podía identificar los límites de mi cuerpo, me sentía enorme y expansiva. Me sentí una con toda la energía, y era hermoso.

Entonces, de repente, mi hemisferio izquierdo vuelve a estar en línea y me dice: "¡Oye! tenemos un problema, tenemos un problema, tenemos que buscar ayuda".

Entonces pienso: "está bien, está bien, tengo un problema", pero luego volví de inmediato a la conciencia y me refiero cariñosamente a este espacio como La La Land. Pero era hermoso allí.

Imagina cómo sería estar totalmente desconectado de tu charla cerebral que te une al mundo exterior.

Así que aquí estoy en este espacio, y cualquier estrés relacionado con mi trabajo desapareció. Y me sentí más ligera en mi cuerpo. Imagina: todas las relaciones en el mundo externo y los muchos factores estresantes relacionados con cualquiera de ellas, desaparecieron. Tuve una sensación de paz.

"Tenemos que conseguir ayuda"
¡Imagina cómo se sentiría perder 37 años de equipaje emocional! Sentí euforia. La euforia era hermosa, y luego mi hemisferio izquierdo se conecta y dice "¡Oye!, tienes que prestar atención, tenemos que conseguir ayuda".

Y yo pensaba: "Tengo que conseguir ayuda, tengo que concentrarme". Así que salgo de la ducha y me visto mecánicamente y camino por mi apartamento y pienso: "tengo que ir a trabajar, tengo que ir a trabajar, ¿puedo conducir?, ¿puedo conducir?".

Jill Bolte Taylor

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Y en ese momento mi brazo derecho quedó totalmente paralizado. Y me di cuenta: "¡Oh, Dios mío! ¡Estoy teniendo un derrame cerebral! ¡Estoy teniendo un derrame cerebral!".

Y lo siguiente que me dice mi cerebro es: "¡Guau, esto es genial, esto es genial! ¿Cuántos neurocientíficos tienen la oportunidad de estudiar su propio cerebro de adentro hacia afuera?".

Y luego se me pasa por la cabeza: "pero yo soy una mujer muy ocupada. ¡No tengo tiempo para un derrame cerebral!". Así que luego pienso, "está bien, no puedo evitar que suceda el derrame cerebral, así que haré esto durante una o dos semanas, y luego volveré a mi rutina, está bien".

Así que tenía que pedir ayuda, tenía que llamar al trabajo, pero no podía recordar el número del trabajo. Entonces recordé que en el estudio de mi casa tenía una tarjeta de presentación con mi número.

"Solo podía ver pixeles"
Entonces, entro y saco una pila de siete centímetros de tarjetas de presentación. Estoy mirando la parte superior de la tarjeta y aunque podía ver claramente en mi mente cómo era mi tarjeta de negocios, no podía reconocer si era mi tarjeta o no, porque todo lo que podía ver eran pixeles.

Y los pixeles de las palabras se mezclaron con los pixeles del fondo y los pixeles de los símbolos, y simplemente no los podía reconocer. Tenía que esperar por lo que denomino como una ola de claridad.

ilustración cerebro
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES En ese momento, logré volver a unirme a la realidad normal y pude darme cuenta de que esa no era la tarjeta. Me tomó 45 minutos bajar tres centímetros dentro de esa pila de tarjetas.

Mientras tanto, en esos últimos 45 minutos la hemorragia en mi hemisferio izquierdo aumentó. No entiendo de números, no entiendo de teléfono, pero es el único plan que tengo.

Así que tomo el teléfono y pongo la tarjeta de presentación aquí y hago coincidir la forma de los garabatos de la tarjeta con la forma de los garabatos del teclado del teléfono.

Pero luego regresé a La La Land. No recordaba cuándo volví, ni si ya había marcado esos números.

"Whoo woo wooo woo woo"
Así que tuve que empuñar mi brazo paralizado como un muñón, y cubrir los números a medida que avanzaba y los empujaba, para que cuando volviera a la realidad normal pudiera decir, "sí, ya marqué ese número".

Jill Bolte Taylor FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Bolte dedica parte de su tiempo al arte.

Eventualmente, se marca el número completo, y estoy escuchando el teléfono, y mi colega levanta el teléfono y me dice: "Whoo woo wooo woo woo". Y pienso para mis adentros: "¡Oh, Dios mío, suena como un golden retriever!".

Y le digo, con claridad mental, le digo: "¡esta es Jill! ¡necesito ayuda!". Y lo que sale de mi voz es, "Whoo woo wooo woo woo". Entonces pienso, "Oh, Dios mío, sueno como un golden retriever".

Entonces, no sabía que no podía hablar o entender el lenguaje hasta que lo intenté.

"Me despedí de mi vida"
Así que él reconoce que necesito ayuda y me consigue ayuda. Y un poco más tarde, estoy viajando en una ambulancia desde un hospital en Boston hasta el Mass General Hospital. Y me acurruco como una pequeña bola fetal.

Y al igual que un globo con la última gota de aire, sentí que mi energía se elevaba y sentí que mi espíritu se rendía.

ilustración cerebro FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Y en ese momento supe que ya no era la coreógrafa de mi vida. O los médicos rescataban mi cuerpo y me daban una segunda oportunidad de vida, o este era quizás mi momento de transición.

Cuando me desperté en la tarde, me sorprendió descubrir que todavía estaba viva.

Cuando sentí que mi espíritu se rendía, me despedí de mi vida, ymi mente quedó suspendida entre dos planos de realidad muy opuestos.

La estimulación que entraba a través de mis sistemas sensoriales se sentía como puro dolor. La luz quemó mi cerebro como un reguero de pólvora y los sonidos eran tan fuertes y caóticos que no podía distinguir una voz del ruido de fondo y solo quería escapar.

Como no podía identificar la posición de mi cuerpo en el espacio, me sentía enorme y expansiva, como un genio recién liberado de su botella.

Euforia silenciosa
Y mi espíritu voló libre como una gran ballena deslizándose por el mar de la euforia silenciosa. Armónico. Recuerdo haber pensado que no había forma de que pudiera volver a exprimir la enormidad de mí misma dentro de este pequeño cuerpo.

Pero me di cuenta: "¡todavía estoy viva! Todavía estoy viva y he encontrado el Nirvana. Y si he encontrado el Nirvana y todavía estoy viva, entonces todos los que estén vivos pueden encontrar el Nirvana".

Trabajo de arte de Bolte. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Bolte dedica parte de su tiempo a hacer vitrales.

Me imaginé un mundo lleno de personas hermosas, pacíficas, compasivas y amorosas que sabían que podían venir a este espacio en cualquier momento.

Y que podrían elegir deliberadamente dar un paso a la derecha de sus hemisferios izquierdos y encontrar esta paz.

Y luego me di cuenta del tremendo regalo que podía ser esta experiencia y cómo esta revelación del derrame cerebral podía mostrarnos cómo vivimos nuestras vidas. Y eso me motivó a recuperarme.

El poder del hemisferio derecho
Dos semanas y media después de la hemorragia, entraron los cirujanos y me quitaron un coágulo de sangre del tamaño de una pelota de golf que estaba presionando mis centros lingüísticos. Estaba con mi mamá, que es un verdadero ángel en mi vida.

Me tomó ocho años recuperarme por completo. Entonces, ¿quiénes somos?. Somos el poder de la fuerza vital del universo, con habilidad manual y dos mentes cognitivas.

Casa-bote donde la científica vive la mitad del año. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

En este bote, llamado "Ondas cerebrales", vive Bolte la mitad del año.

Y tenemos el poder de elegir, momento a momento, quién y cómo queremos ser en el mundo. Justo aquí y justo ahora, puedo entrar en la conciencia de mi hemisferio derecho.

Yo soy el poder de la fuerza vital del universo y el poder de la fuerza vital de los 50 billones de hermosos genios moleculares que componen mi forma. Soy uno con todo lo que es.

O puedo optar por entrar en la conciencia de mi hemisferio izquierdo donde me convierto en un solo individuo, sólido, separado del flujo, separado de ti. Soy la doctora Jill Bolte Taylor, intelectual, neuroanatomista.

Estos son el "nosotros" dentro de mí.

¿Cuál escogerías?, ¿cuál eliges?, ¿y cuándo? Creo que cuanto más tiempo pasemos eligiendo hacer andar el circuito de paz interna profunda de nuestros hemisferios derechos, más paz proyectaremos en el mundo y más pacífico será nuestro planeta.

Y pensé que esta era una idea que valía la pena difundir.

sábado, 9 de abril de 2022

_- A 80 años de la muerte de Miguel Hernández. Para la libertad, sangro, lucho, pervivo


_- ¿Es necesaria la poesía? Para quienes creemos que sí, la vida y obra de Miguel Hernández es una referencia imprescindible.

Miguel comenzó a publicar a los veinte años y murió a los treinta y uno, en solo una década su intensa aventura lírica sobresale por su capacidad creadora del poeta, logrando una obra extensa y hermosa, que ostenta hoy un lugar privilegiado en la historia de la poesía.

En Orihuela
Nació en 1910 en Orihuela, tercer hijo de un criador de ganado, asiste a las escuelas del Ave María y al Colegio de Santo Domingo de los jesuitas a donde concurre gratuitamente a las aulas de Santo Domingo, donde accede a la lectura de los clásicos del siglo de oro español. Allí conoce a su gran amigo José Marín Gutiérrez, su primer mentor literario, quien firmó sus poemas con el seudónimo de Ramón Sijé. A los 15 años su padre lo retira del colegio para que contribuya con el sustento familiar ocupándose del pastoreo de cabras. No es difícil comprender como sus padres casi analfabetos veían las inquietudes literarias como fuera de lugar. El joven aprovecha el tiempo vacío, mientras cuidaba el rebaño, para leer y escribir sus primeros poemas.

Junto a Ramón Sijé, Manuel Molina y los hermanos Carlos y Efrén Fenoll, en cuya panadería se reunían, tenía lugar la tertulia del pequeño grupo de aficionados a las letras, discutiendo de poesía y recitando versos. Allí conoció la obra de los poetas modernos como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. De ese tiempo son sus primeras colaboraciones en periódicos de Orihuela, Alicante y Murcia.

En diciembre de 1931, Miguel viaja por primera vez a Madrid con un puñado de poemas, donde se expresa la influencia religiosa de su formación inicial y con unas recomendaciones que al final de poco le sirvieron. Aunque un par de revistas literarias, La Gaceta Literaria y Estampa, publicaron algunas de sus poesías, después de semanas, tuvo que volverse a Orihuela con una sensación de amargura por el fracaso, pero que no lo doblega. Conoce a quien sería su esposa, Josefina Manresa, una joven modista, hija de un guardia civil, nacida en la provincia de Jaén, aunque vive en Orihuela.

El Rayo que no cesa
En la primavera de 1934 emprendió un segundo viaje a Madrid, donde fue creando su círculo de amigos: Rafael Alberti, Luis Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Mientras tanto, evolucionó desde una postura formalista, esteticista y hermética, desarrollada en Perito en lunas hasta un interés explícito por la vida, el amor y la muerte. Miguel se formó en un ambiente de catolicismo rector, tanto por el ambiente general de la sociedad oriolana cuanto por sus años en el colegio de jesuitas. En la estancia en Madrid, lo impulsan otros vientos, otros horizontes, otra manera de mirar el mundo. Escribe, “me libré de los templos, sonreídme/ donde me consumía con tristeza de lámpara/ encerrado en el poco aire de los sagrarios” El amor deja de pertenecer al universo del pecado para franquear las puertas de la felicidad, del goce natural, de la naturaleza, volviendo así a su formación infantil en los campos: “Salté al monte de donde procedo”

Se vivía un momento excepcional de la producción literaria, donde los poetas de la generación del 27 crearon sus más significativas obras. La llamada generación del 27 integrada por un conjunto de escritores/as y poetas españoles que se dieron a conocer en el panorama cultural en 1927 con motivo del homenaje a los 300 años de la muerte de Luis de Góngora. Entre ellos estaban Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, León Felipe, Vicente Alexaindre, Jorge Guillen, María Teresa León y Concha Medez-Cuesta. La proclamación de la II República en abril de 1931 puso fin al oscurantismo de la España gobernada por el dictador Miguel Primo de Rivera tras encabezar, el 13 de septiembre de 1923, un golpe de Estado que contó con el apoyo del rey Alfonso XIII y la jerarquía eclesiástica.

En la generación del 27, entre aquéllos ya por entonces jóvenes maestros encuentra Miguel apoyo. En enero del 36 se publicó su segundo libro El rayo que no cesa en la colección Héroe dirigida por sus amigos poetas Concha Méndez y Manuel Altolaguirre. Que presenta al poeta ya dueño de una voz personal.

En la dedicatoria del libro, está el carácter de todo el libro, la glorificación y la pena por el amor perdido. “A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya”. Dirigida a su musa, la artista Maruja Mallo.

“Umbrío por la pena, casi bruno/porque la pena tizna cuando estalla/donde yo no me hallo no se halla/hombre más apenado que ninguno”.

En este libro se publica su famosa Elegía dedicada a su amigo Ramón Sijé, ante su temprana muerte a los 22 años, en diciembre del 35, el poema es un canto de dolor y de amor fraterno. En ella hay una visión de la muerte enemiga y un profundo sentido de la tierra a la que el amigo muerto se une, que le lleva a la sublimación del reencuentro en la naturaleza. “Volverás a mi huerto y a mi higuera/ por los altos andamios de las flores/ pajareará tu alma colmenera/de angelicales ceras y labores. /Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores”. Su biógrafo, José Luis Ferris, nos dice: “el poemario amoroso de El rayo que no cesa, es un libro hermosísimo y redondo esencial en la vida y obra de Miguel»

Vientos de pueblo, poesía de guerra
El 18 de julio de 1936 Miguel Hernández tenía 25 años y se encontraba en Madrid cuando decide tomar parte activa con las armas y una poesía combativa que duele y perdura en el tiempo más que las heridas de las balas. A dos meses de iniciada la asonada franquista en Marruecos escribe: ”Sentado sobre los muertos/que se han callado en dos meses/beso zapatos vacíos/y empuño rabiosamente/la mano del corazón/ el alma que lo sostiene/Que mi voz suba a los montes/y baje a la tierra y truene/eso pide mi garganta/desde ahora y desde siempre”.

El 36 fue también un año doloroso para la cultura: asesinan a Federico García Lorca en Víznar, mueren Valle-Inclán y Miguel de Unamuno y José María Hinojosa es fusilado en Málaga.

A comienzos del otoño del 36 Miguel se afilia al Partido Comunista e ingresa voluntario en el ejército de la República, al Quinto Regimiento de Zapadores le destinan a la 1ª Compañía del Cuartel General de Caballería. Así, fue pasando por diversos frentes: Teruel, Andalucía y Extremadura. En febrero del 37 es destinado al periódico «Frente Sur». En plena guerra pasa brevemente por Orihuela para casarse, el 9 de marzo de 1937, con Josefina Manresa. Pasa a ocuparse de las labores de cultura y propaganda mientras desarrolla una intensa labor literaria. Pública en numerosos periódicos y revistas, aparecen unas de sus piezas teatrales. Participa en el II Congreso de Intelectuales en defensa de la Cultura, en Madrid y en Valencia, donde conoce al poeta peruano Cesar Vallejo, uno de los mayores innovadores de la poesía universal del siglo XX, al que lo unen múltiples coincidencias personales.

En ese tiempo se edita el Romancero de la guerra civil, que contiene 35 poemas de diferentes autores reconocidos, jóvenes, milicianos y espontáneos cantores populares. Entre los que se halla Migue Hernández, junto a Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre y Vicente Aleixandre Intensamente unidos por y contra la guerra, con una fuerza expresiva de hondo calado en la moral de combatientes y civiles.

En septiembre de 1937 pasa unos días en Rusia, invitado al V Festival de Teatro Soviético. El 19 de diciembre de 1937 nace su primer hijo Manuel Ramón.

Ese mismo año se edita su libro Viento del pueblo que subtitula como Poesía de Guerra “Vientos del pueblo me llevan: Cantando espero a la muerte, / que hay ruiseñores que cantan/ encima de los fusiles / y en medio de las batallas”.

Miguel canta en medio de las batallas, un poeta que crea con el alma mientras suenan los obuses y se rompen las entrañas. Como confiesa en la dedicatoria del libro a Vicente Aleixandre: «A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. (…) Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas”.

La poesía de guerra de Miguel Hernández contiene un carga de heroísmo y amargura a la vez Las circunstancias de la guerra civil lo inducen a una poesía no sólo testimonial, sino beligerante. Según José Manuel Caballero Bonald “se trata de uno de los libros más emocionantes, limpios y fervorosos que ha producido la poesía española en la primera mitad del siglo XX”.

En su viaje a Jaén en el órgano Altavoz del frente publica el poema Andaluces de Jaén, que popularizó el cantautor Paco Ibáñez. “Andaluces de Jaén/aceituneros altivos/decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?/No los levantó la nada/ni el dinero, ni el señor/sino la tierra callada/el trabajo y el sudor”.

El hombre acecha es el segundo libro de poesía de guerra, escrito entre 1937 y 1938. Está compuesto por 19 poemas precedidos por una dedicatoria a Pablo Neruda, está atravesado por el dolor y el penar que siente el poeta orcelitano, son poemas de ira y rabia ante la derrota de los republicanos.

Dando un giro respecto a Vientos de pueblo, está escrito en varios tonos desde lo épico de: “Herido estoy, miradme: necesito más vidas/La que contengo es poca para el gran cometido/de sangre que quisiera perder por las heridas/Decid quién no fue herido/Mi vida es una herida de juventud dichosa/¡Ay de quien no está herido, de quien jamás se siente/herido por la vida, ni en la vida reposa/herido alegremente! hasta lo íntimo de Canción última: Pintada, no vacía/pintada está mi casa/del color de las grandes/pasiones y desgracias”.

Dijo Juan Ramón Jiménez, con su acritud habitual: «Los poetas no tenían convencimiento de lo que decían. Eran señoritos, imitadores de guerrilleros, y paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta, joven entonces, que peleó y escribió en el campo y en la cárcel fue Miguel Hernández».

Desde el comienzo de la guerra, en Miguel se expresan el deseo de libertad para su pueblo y su odio a la violencia y la muerte, a medida que se acerca el final de la contienda, dos hechos cercanos en el tiempo lo acongoja y se reflejan en su poesía, la derrota de los republicanos y la muerte de su hijo.

Cancionero y romancero de ausencias
En enero de 1939 nació su segundo hijo, Manuel Miguel. En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Hernández cruzó la frontera hacia Portugal, pero fue devuelto a las autoridades españolas por la policía del dictador portugués Oliveira de Salazar, apresado y devuelto a Madrid y en la cárcel de Torrijos hecho prisionero. En la prisión compuso la mayor parte del Cancionero y romancero de ausencias, considerado como el punto más alto de su creación literaria, escrito en trozos de papel higiénico, se publicó en Buenos Aires, Argentina, después de su muerte. Contiene entre otros, Hijo de la luz y la sombra, Tristes guerras, Menos tu vientre, Llegó con tres heridas y Nanas de la cebolla.

En prisión durante el mes de septiembre de 1939, escribe Nana a mi niño, luego retitulado Nanas de la cebolla, dedicado a su hijo Manuel Miguel, tras recibir una carta de su esposa, en la que le decía que no comía más que pan y cebolla. Según la crítica literaria Concha Zardoya estas «Nanas» es la más trágica canción de cuna de la poesía española.

“Frontera de los besos/serán mañana/cuando en la dentadura/sientas un arma/Sientas un fuego/correr dientes abajo/buscando el centro /.Vuela niño en la doble luna del pecho/Él, triste de cebolla/Tú, satisfecho/No te derrumbes/No sepas lo que pasa/ni lo que ocurre”.

Miguel modula una voz que construye en el discurso un espacio de supervivencia frente a las prácticas deshumanizadoras del sistema carcelario. Sostiene Bagué Quílez que el libro se despliega a lo largo de los cuatro ejes principales del libro: la elegía por la muerte del primer hijo, el ciclo amoroso, el examen de conciencia y la esperanza en el futuro, gracias al nacimiento del nuevo hijo.

Boca que arrastra mi boca/ boca que me has arrastrado/boca que vienes de lejos/ a iluminarme de rayos/Alba que das a mis noches/ un resplandor rojo y blanco/Boca poblada de bocas/pájaro lleno de pájaros.

En el que fue probablemente su último poema, fechado en mayo de 1941, nos dice: De aquel querer mío/¿Qué queda en el aire? /Sólo un traje frío/donde ardió la sangre.

Luego de un periplo que, como dijo con amargura, lo llevo “haciendo turismo” por las cárceles de Madrid, Ocaña, Alicante, hasta que en su indefenso organismo se declaró una tuberculosis pulmonar aguda que se extendió a ambos pulmones, a las 5.32 de la mañana del sábado 28 de marzo de 1942 falleció, en la enfermería de una prisión de Alicante. Tenía 31 años y cumplía una condena a 30 años de cárcel, tras serle conmutada la pena de muerte a la que había sido condenado por su participación como voluntario en las filas republicanas durante la Guerra Civil Española y conocido como Poeta de la Revolución. Poco antes de su prematura muerte escribió en los muros de la cárcel de Alicante: “Adiós, hermanos, camaradas y amigos. Despedidme del sol y de los trigos”. Se apagaba así la vida de uno de los mayores poetas en lengua castellana del siglo XX.

Llegó con tres heridas, la de la vida, la del amor, la de la muerte
El franquismo quiso infringir otra herida, la del olvido eterno. En la primavera de 1939 fueron destruidos los 50.000 ejemplares recién terminados del Hombre que acecha, solo se salvaron dos copias que permitieron recién en 1981 la edición completa del libro. Sus obras fueron prohibidas, y su nombre borrado por completo en la posguerra. Los poetas de la generación del 36, de la cual Miguel es considerado el iniciador, integrada entre otros por Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo y los novelistas Camilo José Cela, Carmen Laforet, Gonzalo Torrente Ballester, Jorge Campos y Miguel Delibes, fue llamada por mucho tiempo como la generación fantasma.

Joan Manuel Serrat fue para muchos jóvenes de nuestro país, quien dio a conocer a través de su música, algunos de los más bellos e intensos versos del poeta orcelitano. Paradojalmente el cantautor catalán reconoció que, como muchos de sus compatriotas, conoció a Hernández y otros poetas silenciados por la dictadura española, a través de ediciones publicadas en Argentina.

El reconocimiento mundial a su obra y la admiración por la ética y compromiso de su vida, desata el odio de la elite reaccionaria, incluso en estos días. En febrero de 2020, antes de que la pandemia confinase al mundo entero, el Ayuntamiento de Madrid encabezado por la presidenta de la comunidad Isabel Díaz Ayuso del Partido Popular, decidió resignificar el memorial de las víctimas de la guerra civil del cementerio de la Almudena. De esta manera, argumentando que no respetaba la ley de memoria histórica y de que no era imparcial, se eliminaron los 3.000 nombres de represaliados por el franquismo. Retiraron la placa que presidia el monumento en la que se leían los versos de Miguel Hernández:

“Para la libertad/Sangro, lucho, pervivo/Para la libertad/ Mis ojos y mis manos/Como un árbol carnal/ generoso y cautivo/ Doy a los cirujanos”.

Actos tan miserables como este, no podrán mellar el legado de quien «Humanamente es un ejemplo de coherencia, integridad y literariamente es un poeta necesario porque supo ocupar el espacio que en un momento de la historia casi nadie supo ocupar, fundió la poesía de compromiso con la poesía de calidad literaria». Luis Ferris.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

https://rebelion.org/para-la-libertad-sangro-lucho-pervivo/

viernes, 10 de septiembre de 2021

Sally Rooney: “Aceptar la intimidad es aceptar la posibilidad de que otra persona nos hiera”

La escritora irlandesa Sally Rooney, el pasado mes de julio en Mount Falcon Estate, en Ballina (Irlanda). LINDA BROWNLEE (EYEVINE / CONTACTO)
Anatxu Zabalbeascoa
03 SEPT 2021

Es la reinventora de la novela de amor decimonónica en la era de la hiperconectividad. La escritora superventas de los mileniales. Disecciona con precisión las relaciones sentimentales y eróticas en un mundo sin modelos y que se mueve a toda velocidad. A sus 30 años, con ‘Gente normal’ convertida en serie de éxito, la autora irlandesa publica su tercer libro.

Ha crecido en y con sus propias novelas: de adolescente a universitaria; de joven que publica un poema a autora consagrada. También de pobre a rica. Como cronista de nuestro tiempo, la irlandesa Sally Rooney (County Mayo, 30 años) explora la incomprensión. Sus novelas analizan la fragilidad del amor. Millones de lectores y telespectadores —Gente normal se convirtió en serie de televisión— aguardan la tercera novela, Dónde estás, mundo bello (Literatura Random House), que se publica el 9 de septiembre. Con una prevención casi de secreto de Estado, su editor británico anuncia que nuestra conversación —por Zoom— se desconectará a los 45 minutos. Al otro lado de la pantalla, Rooney, somnolienta, contesta sentada en una cama deshecha, esquivando temas personales.

Pregunta. “Es imposible tener una relación amorosa en la que nunca causes dolor y nadie te lo cause”. ¿Habla de sí misma?
Respuesta. Dejar que una persona entre en tu vida íntima es correr ese riesgo. Da igual que se trate de una relación romántica o entre padres e hijos. Uno abre la puerta a los malos entendidos y al dolor cuando se acerca profundamente a otro ser humano. Madurar es entender que el amor no consiste en llevarse siempre bien, sino en tener la fuerza para solucionar los problemas que se presentan por malos entendidos o inseguridades. Aceptar la intimidad es aceptar la posibilidad de que otra persona no nos entienda y nos hiera. Evidentemente, no hablo de relaciones abusivas, pero me interesa escribir que nuestra capacidad para conocer a otras personas es imperfecta y limitada.

P. ¿Sin sufrimiento no hay amor?
R. Difícilmente puede existir una relación profunda, sincera y libre sin algún tipo de conflicto o discrepancia. El dolor forma parte del amor. Bien asumido lo hace crecer. Esa es la naturaleza de la intimidad: contiene vulnerabilidad, implica la posibilidad de que aparezca el dolor. Ese sufrimiento no debería cuestionar el amor. Al revés: nos indica que es más una conquista que una lotería.

P. ¿La debilidad une y repele a la vez?
R. Justamente. Uno puede temer defraudar mostrándose débil o puede temer la debilidad del otro. Nos podemos proteger frente a la fortaleza, o admirarla, pero nos cuesta manejar la debilidad ajena. En mis libros, los protagonistas buscan poder mostrarse vulnerables sin tener que sufrir por ello.

P. En sus tres novelas, la mayor aspiración es ser amado incondicionalmente.
R. Tiene razón. Hablo sobre el amor entre amigos o entre parejas. Y en esos dos tipos de relación se da la aspiración al amor incondicional. No es que crea que deberíamos aspirar a eso, pero me interesa investigarlo.

P. ¿Quiere decir que lo ve posible?
R. Es una búsqueda con la que me identifico: desear ser amado sin condiciones y llegar a amar sin filtros. Hay muchos tipos de fantasías y una muy común es querer ser amado. Como deseo es de los más interesantes porque implica algo más que conseguir lo que quieres. Uno puede desear ser rico o tener éxito. Pero lograr algo material no es interesante: no te dice nada de ti mismo y no implica ningún tipo de aprendizaje. Mientras que aspirar a ser amado y conseguir serlo es interesante porque terminas por aprender mucho de ti mismo y de la otra persona.

P. ¿La incondicionalidad amorosa no es una losa romántica?
R. Es un deseo, pero contiene la posibilidad de aprender: uno acumula conocimiento en los riesgos y las decisiones que va asumiendo en la vida.

P. ¿Se ama o se aprende a amar?
R. Se aprende a amar y a quererse. Es un esfuerzo, no solo una bendición. Me interesa lo que la gente quiere y lo que ocurre cuando lo consigue.
 
P. Plegarias atendidas, de Truman Capote.
R. Exacto: no saber qué hacer cuando por fin logras lo que buscabas. Iniciar una relación es abrir la puerta a cambios y transformaciones.

P. ¿Termina entonces el romanticismo y empieza el aprendizaje?
R. Conocer profundamente a una persona es uno de los mayores retos de la vida porque somos cambio. Exige mucho esfuerzo llegar a conocer y conocerse a fondo y suele implicar dolor. El principal trabajo es mirar desde otro punto de vista, desde otros valores, y no dar por hecho que los nuestros son inmutables.

“Los personajes que tienen relaciones con los dos sexos consiguen un nexo más abierto e impredecible con el poder”.

P. Es la superventas de los mileniales, pero escribe de asuntos eternos.
R. Los protagonistas de mi último libro se preguntan qué tenemos para reemplazar las antiguas costumbres porque estas están desapareciendo sin que les hayamos encontrado sustitutas. No quisiera caer en la nostalgia. No defiendo las maneras de vivir que dominaron el siglo XX, pero mis personajes se preguntan cómo vivir sin modelos.

P. ¿Vivimos una orfandad ideológica?
R. No sabemos qué nos sustenta. En el mundo que hemos dejado atrás había sentido de la comunidad. También mucha represión, claro, pero ahora estamos sin modelos. Y eso sucede también en las relaciones. Solía haber normas no escritas sobre cómo prosperaban y eso se está desmoronando.

P. La normalización de otras maneras de vivir, ¿no es signo de apertura mental?
R. La falta de modelos genera ambivalencia: uno debe decidir por sí mismo lo que es bueno, no por la tradición de un modelo.

P. ¿Qué lo está cambiando todo?
R. La inmediatez, la gran velocidad con que la vida se ha transformado en los últimos 15 años.

P. ¿Cuánto más intensa es una relación, más frágil es?
R. Cuando lo esperamos todo, todo puede fallar. Y un fallo puede vivirse como una traición: ¡Pensaba que me entendías! Las conexiones muy profundas son frágiles porque les exigimos más. Cuando sientes que tu relación con una persona es casi perfecta, que con mirarte sabe qué estás pensando, cualquier interrupción de esa fluidez se siente como un traspié. Es necesario que sepamos que quien nos comprende puede no entendernos en algún momento. Confiar en el entendimiento perfecto es condenar una relación. Las expectativas en una relación superficial son menores. Tenemos más cuidado con quien no vamos a congeniar. Le sucede a la protagonista de mi última novela con su hermana: no se llevan bien. Se dicen cosas terribles. Pero se aguantan porque no esperan más. Es irracional, pero funciona así: asumimos lo más difícil cuando no esperamos nada.

P. ¿Cómo consigue que libros sobre gente que escribe interesen a gente que no escribe?
R. Porque la vida es más importante que la literatura y, aunque escriban, sufren o sienten. En el origen de la novela inglesa, la trama estaba construida en torno a la intriga de con quién se iba a casar el o la protagonista. Eso desapareció en el siglo XX. En parte, claro, porque la propia idea de casarse se ha ido desplomando en las aspiraciones de la gente. Mis novelas no son sobre bodas, pero sí giran en torno a relaciones amorosas y eróticas. Y la intriga no es ya si se casarán, sino si llegarán a estar juntos. Que la gente viera reflejados sus miedos, fracasos y anhelos popularizó la novela en el siglo XIX que hoy se reinventa hacia otras direcciones.

P. ¿La novela romántica del siglo XXI es dolorosa?
R. Es poco romántica. Trata de ser más verdadera que idealista.

P. ¿Sus amigos han leído sus libros?
R. Sí. Muchos sí.

P. Pregunto porque el novio de su última protagonista, una escritora de éxito, no lee sus libros.
R. Es que es un tipo que no lee, como tantas personas en el siglo XXI.

P. ¿Una escritora emparejada con un hombre que no lee?
R. Puede ser hasta saludable. Hay otras afinidades. Las parejas no tienen que estar de acuerdo en todo.

P. Su padre trabajaba para la compañía telefónica y su madre es la responsable del centro de arte de su ciudad. Ambos han sido socialistas y, en general, uno o se opone a sus padres o los sobrepasa. ¿Es más de izquierdas o se ha vuelto conservadora?
R. Posiblemente antes lo era más.

P. ¿Educar a alguien en una ideología política es similar a criarlo dentro de una religión?
R. Sí.

P. ¿Es manipularlo?
R. Puede ser adoctrinar, pero puede ser también informar. Fue el caso de mis padres, que nos transmitieron valores, no solo una ideología política. Eran socialistas y católicos. Íbamos a misa. Pero a la par que el credo cristiano, nos decían que nacemos iguales, que debemos tener los mismos derechos y todo lo que ellos consideran que es innegociable en las relaciones de respeto hacia los demás.

P. Eso también es cristianismo.
R. Justamente. En mi infancia no sentí distinción entre lo que era religioso y lo que era político porque muchos valores coincidían. Digamos que mis padres no nos obligaban a leer ni la Biblia ni el Manifiesto comunista. No nos adoctrinaron, por eso una de sus herencias ha sido el cuestionamiento de cualquier ideología rígida. Discutíamos sobre todo. Los tres hermanos defendíamos nuestro punto de vista ante cualquier tema. Eso quiere decir que nos hacían pensar.

P. En el Trinity College organizó el club de debates. Y allí conoció a su marido.
R. Las dos cosas son ciertas.

P. ¿Debaten mucho en casa para tomar decisiones?
R. [Risas] No. Lo siento. No voy a hablar de nada personal.

P. Por entonces defendía cosas del tipo: el capital privado debería abolirse. ¿Siendo rica piensa lo mismo?
R. Claro que sí. Me hace feliz que mucha gente se interese por mis libros. Intento escribirlos lo mejor que puedo y me gusta que me paguen por hacerlo. Lo que no entiendo es por qué yo tengo que ganar mucho más que personas que realizan trabajos fundamentales para la sociedad, como mi marido, que es profesor de matemáticas, o los profesionales en primera línea de la pandemia: médicos, enfermeras, limpiadores o repartidores. Es imposible imaginar dónde estaríamos si todos hubieran dejado de trabajar y hubieran decidido que iban a ser novelistas. No es que piense que no merezco ser recompensada por mi trabajo. Me pregunto si merezco multiplicar tanto el sueldo de los otros. Y creo que no.

P. ¿Y qué hace al respecto?
R. ¿Qué puedo hacer? Cojo el dinero. Lo mínimo que puedo hacer es no cambiar de opinión simplemente porque ahora gano mucho. He pasado épocas sin blanca y ahora cobro mucho más que la mayoría de las personas. Pero mis opiniones son las mismas.

P. ¿Se puede pensar lo mismo teniendo mucho que teniendo poco?
R. Es una cuestión de coherencia. O de decencia. Creo que todo debería estar más justamente repartido.

P. Vincula el sentido de posesión de las relaciones al capitalismo.
R. Pasamos tanto tiempo trabajando o comprando en ese marco mental que una relación puede ser malentendida como una inversión. Estamos tan acostumbrados a rentabilizar nuestro tiempo que temas no mercantiles —como las relaciones afectivas, sentimentales o sexuales— se infectan y podemos llegar a pensar en ellos como transacciones aunque esa no sea su naturaleza. Aunque el sentido de posesión está ya en la literatura griega, el pensamiento capitalista se ha inmiscuido en áreas de nuestra existencia que, supuestamente, quedan fuera del mercado.

P. ¿Cuándo dejó de ir a misa?
R. Con 14 años. Tras la elección del papa Benedicto XVI. Sus ideas no me permitían ver un buen futuro para la Iglesia católica. Si hubieran elegido a Francisco mi decisión hubiera sido distinta.

P. En sus tres novelas hay constantes: dificultades para comunicarse; presencia —o ausencia— de un padre alcohólico; bisexualidad… ¿Está reflejando su vida o su generación?
R. No doy crédito a cuánto de mí hay en los libros que publico. No quiero decir que sean autobiográficos. Pero, en fin, solo tengo una vida. De modo que, claro, en lo que escribo tiene que haber temas que me hayan hecho pensar o sentir. Pero debo proteger mi intimidad. No voy a hablar de ella.

P. ¿No puede escribir de algo que no conoce?
R. Yo no.

P. ¿Escribe sobre la heterosexualidad como rigidez?
R. Ser heterosexual en un mundo donde abundan otras opciones no te hace más rígido. Pero yo siento una inclinación a escribir sobre seres para los que encontrar pareja no queda definido, o limitado, por una cuestión de género. Me interesa el vínculo entre el género y el poder. Y los personajes que tienen relaciones con los dos sexos consiguen un nexo más abierto e impredecible con el poder.

P. En sus libros también hay mucha autolesión. ¿Qué hace que nos lastimemos?
R. Puede ser una forma de escapar de un dolor mayor. ¿En la última novela también hay?

P. Poco. Parece estar dejándolo atrás. “Si estás pensando en hacer algo para herirte, ni lo intentes: solo montarás una escena y no te sentirás mejor”.
R. Es verdad. No soy consciente, pero supongo que lo hago porque me centro en momentos de crisis vitales. No es que me limite a personalidades profundamente inestables, es que me fijo en la gente normal en circunstancias difíciles: una chica de 21 años que tiene relación con un hombre casado, una adolescente que ha sufrido abuso en su familia o una escritora de éxito que llega de recuperarse en una institución psiquiátrica.

P. ¿Qué le atrae de esos momentos?
R. El límite. La autolesión es una herramienta peligrosa porque funciona cuando causa un dolor mayor al que se padece y consigue distraer al dolor original. Se da también en gente muy enfadada que no consigue averiguar qué la enfada. Cuando esos personajes se sienten superados por la tristeza o las decepciones, solo son capaces de dirigir su rabia contra ellos mismos. Prefieren herirse a herir. No es que me interese la autolesión por ningún asunto personal. Me importa por la frecuencia con la que se relaciona con las crisis más profundas.

P. ¿Cuál es el valor de escribir sobre temas tabú si no se hace en primera persona?
R. No faltan autores exponiendo cuanto les ha sucedido. A mí me interesan las discusiones intelectuales no centradas en personas sino en unas situaciones. Escribo novelas porque creo en el poder de imaginar historias. Necesito que los protagonistas tengan una vida propia más allá de la que tengo yo.

P. ¿Madurar consiste en demostrar cosas o en tratar de entenderlas?
R. El mundo nos hace creer en nuestras contradicciones. Sin embargo, la madurez llega con la aceptación de lo que hay y lo que eres. No es tirar la toalla ni volverse cínico, es aceptar a la gente y al mundo como son.

P. Entonces, dónde estás, mundo bello.
R. Nos cuesta encontrarlo. La novela sugiere que en la experiencia estética que puede llegar del arte o de la naturaleza hay una ventanita abierta a la esperanza. Aunque puedas tener muchas dudas sobre la industria editorial, permite encontrar un libro que todavía puede cambiarte la vida.

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