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martes, 13 de agosto de 2024

Mogens Herman Hansen (1940-2024), historiador de la democracia ateniense

El término “democracia” surgió en la ciudad-Estado clásica de Atenas para designar el poder ejercido por la gente del común, en aquel entonces hombres que no eran esclavos. Desde el siglo VI a. C. aproximadamente, los funcionarios eran elegidos por sorteo y quedaban subordinados a una asamblea de ciudadanos que tomaba las decisiones.

Los autores que escribían sobre este proceso solían describirlo en términos teóricos. Pero el historiador danés Mogens Herman Hansen, fallecido a los 83 años tras una corta enfermedad, transformó la comprensión del funcionamiento de la democracia ateniense al abordarlo empíricamente, a través de una serie de preguntas sencillas.

Lo hizo desde dos puntos de vista: práctico y constitucional. En primer lugar, se fijó en las limitaciones físicas, preguntándose cuántos hombres cabían en el Pnyx, la colina del centro de Atenas que albergaba la asamblea, en sus diferentes configuraciones; cuánto duraban las sesiones; cuánto duraban los discursos; cómo votaba la asamblea; con qué frecuencia se reunía; cómo afirmaban los líderes su autoridad y establecían la continuidad de la política; y de qué clases sociales procedían.

Hansen estableció las prácticas reales de la asamblea democrática directa, la naturaleza del liderazgo ejercido por las distintas clases de oradores y generales en ausencia de cualquier forma de estructuras políticas partidistas, y la importancia del estado de ánimo y la retórica en las opiniones de la asamblea de masas. Respondió a muchas de estas preguntas por analogía con las únicas formas institucionales modernas de democracia directa que han sobrevivido, las asambleas locales, o Landsgemeinde, de Suiza, en la mayoría de las cuales las mujeres no empezaron a votar hasta 1972.

Su segunda idea se basaba en el hecho de que las interpretaciones anteriores de la democracia ateniense habían ignorado cómo había cambiado a raíz de la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso contra Esparta y las reformas constitucionales que se iniciaron en el año 403 a.C.

Se había pasado de un sistema en el que la asamblea era soberana a otro que se regía por la distinción entre leyes (nomoi), que eran permanentes, y decisiones (psephismata), que debían adoptarse de conformidad con las leyes y podían impugnarse ante los tribunales si no lo eran.

Las pruebas de Hansen procedían de discursos de asambleas existentes en el siglo IV, y el libro resultante se tituló La democracia ateniense en la época de Demóstenes (1991) [edición en castellano, Capitán Swing, Madrid, 2022]. En él contrastaba el periodo en el que el estadista Demóstenes utilizaba su oratoria para persuadir a la asamblea en asuntos como la amenaza de invasión de Macedonia con la democracia del siglo V de Pericles, de la que poco se podía saber. En su obra posterior, Hansen analizó de forma empírica semejante las tradiciones, diferencias y similitudes entre la democracia antigua y la moderna, y en A Comparative Study of Thirty City-State Cultures [Estudio comparativo de las culturas de 36 ciudades estado] (2000) investigó los rasgos comunes de la cultura de las ciudades-estado desde la antigua Mesopotamia hasta el Magreb -el norte de África occidental y central- y el estrecho de Malaca.

Su último gran trabajo fue An Inventory of Archaic and Classical Poleis [Inventario de poleis arcaicas y clásicas] (2004), siendo poleis el plural de polis, la ciudad-estado. Hansen organizó un equipo internacional para crear un enorme nomenclátor en el que se enumeraban las 1.035 ciudades-estado griegas conocidas del mundo clásico, con todas sus instituciones sociales; fue el resultado de diez años de conferencias internacionales patrocinadas por la Fundación Nacional Danesa de Investigación, y estableció definitivamente la concepción de la polis.

El proyecto también arrojó un hallazgo inadvertido y curioso: como le recordé a Hansen en una celebración de la finalización del libro en Copenhague, a diferencia del Copenhague moderno o de la antigua Roma, parece que las ciudades griegas no contaban ni con bares ni con burdeles.

Nacido en el barrio de Frederiksberg en Copenhague, Mogens era hijo de Gudrun Heslet, traductora, y Herman Hansen, ingeniero. Asistió a las escuelas Øregård y Østre Borgerdyd; inconformista desde la infancia, enfurecía a sus profesores con trucos como falsificar sus firmas con toda profesionalidad.

En la Universidad de Copenhague estudió Griego Antiguo e Historia, y se licenció en 1967. Al año siguiente fue nombrado profesor de griego. En 1975 empezó a publicar artículos y fue nombrado miembro de la Real Academia Danesa, el Deutsches Archäologisches Institut y la Academia Británica. Aunque recibió otras distinciones nacionales e internacionales, no solicitó el ascenso a catedrático y siguió almorzando todas las semanas con sus alumnos.

Hansen relató cómo, una vez concluidas sus principales publicaciones, "volví a mi puesto de griego clásico en la universidad y, en consecuencia, a la nómina de la universidad. Tenía 63 años y esperaba seguir siete años más en la universidad. Sin embargo, inmediatamente me ordenaron acudir a una reunión con el profesorado, que me preguntó si quería jubilarme de una vez. Respondí, un poco decepcionado, que aceptaría si me substituía algún joven especialista académico de 40 años. Pero ese no era el plan. El plan era suprimir el puesto. ‘En ese caso, me quedo’, dije. Y me quedé hasta 2010".

Despreciaba totalmente las jerarquías y animaba las conferencias internacionales con su contagioso entusiasmo, su forma de tocar la flauta, sus espontáneos epigramas y sus obsequios de extraño pescado azul ahumado.

En su juventud sufrió un accidente de coche. Su prometida murió y él tuvo que pasar varios meses hospitalizado. Le ayudó a recuperarse la médica Birgitte Holt, que también era música y filóloga nórdica. Posteriormente se casaron; ella murió en 2021, y a él le sobrevive su hijo Toke.

Mogens Herman historiador, nacido el 20 de agosto de 1940 y fallecido el 22 de junio de 2024.

Oswyn Murray distinguido especialista en el mundo clásico, es miembro del Balliol College de la Universidad de Oxford y uno de los editores conjuntos de “The Oxford History of the Classical World”.

Fuente:

The Guardian, 8 de julio de 2023

martes, 6 de agosto de 2024

_- ISLAM. Emilio González Ferrín, historiador: “No hubo una conquista islámica en la Península Ibérica” .

El doctor y profesor de Islamología Emilio González Ferrín, en el Rectorado de la Universidad de Sevilla.
_- El doctor y profesor de Islamología Emilio González Ferrín, en el Rectorado de la Universidad de Sevilla.
El doctor en Estudios Árabes recibe una de las Medallas de Oro del Círculo Intercultural Hispano Árabe y defiende que “el islam todavía no existía” en el año 711.

El doctor e islamólogo Emilio González Ferrín (Ciudad Real, 58 años) lleva inmerso casi dos décadas en negar la invasión islámica de la península Ibérica en el 711. “No sabemos lo qué pasó. Lo que sí sabemos es lo que no pasó. Lo que no pasó es que hubo una conquista en nombre de un poder extranjero o algo adjetivado como islámico o musulmán, porque el islam todavía no existía y porque no hay constancia de que pasara”, expone. Su tesis, desarrollada en Historia General de Al Ándalus en 2006 (Almuzara), desvirtúa por ende la reconquista cristiana y replantea así la Historia de España y lo que es considerado español.


Defender esta propuesta le acarrea vivir en una vorágine de polémicas contra medievalistas, pero también arrastra una corriente de colegas que reflexionan sobre su investigación. Acaba de recibir una de las Medallas de Oro del Círculo Intercultural Hispano Árabe en Casa Árabe y está en plena promoción de su último libro ¿Qué es el islam? (Senderos). Ha formulado esta pregunta a 450 personas, la mitad educadas en la religión y la otra mitad no. Y ha dedicado el libro a Salman Rushdie y Mahsa Amini “para que el islam prefiera ser representado por ellos”. Atiende en el rectorado de la Universidad de Sevilla, donde imparte clases y ha participado en las protestas propalestinas.

Pregunta. ¿Qué pasó en el 711?
Respuesta. Tengo la hipótesis de una larguísima guerra civil peninsular porque las crónicas latinas desde el 400 al 600 hablan de gente del norte de África en la península Ibérica en un permanente flujo de ideas, personas y bienes. Era la herencia de Roma. Cuando uno va a la ciudad sevillana de Itálica o a Leptis Magna (Libia), donde acabo de estar, se ve que las grandes ciudades de Roma están en el sur. Había lo mismo allí que aquí. Lo que creo que se hizo en el 711 es agrupar toda una corriente que llevaba pasando durante siglos. El paradigma es entender el islam como sistema comercial, no como imperio. No había una capital. Había como sucursales. El Califa de Bagdad nunca mandó más allá de Egipto, jamás.

P. Es el sur de Europa visto como el norte de África.
R. Hay ADN de los mauris, que son los moros, desde la época del Imperio romano. Y hasta el año 800, con la fundación de la ciudad de Bagdad, no existe el islam. Los que nos dedicamos a su origen no le damos ninguna importancia al 711, pero en España, la base del nacionalcatolicismo es la reconquista. Y sin conquista no hay reconquista, y ya es un tren ideológico al servicio de una interpretación histórica.

Sin conquista no hay reconquista, y ya es un tren ideológico al servicio de una interpretación histórica”

P. ¿Cuál es la prueba más irrefutable de su tesis?
R. Las únicas pruebas que lo argumentan son unas monedas en las que dice Muhammad Rasul Allah y eso puede significar “bendito el que viene en nombre del Señor” o “Mahoma es el enviado de Dios”, pero sin implicar una religión nueva.

P. Pero hasta el momento se ha dado por válido.
R. Todo lo que se sabe sobre el origen de Al Ándalus es una narración restrospectiva. Lo que ocurre es que se juega mucho todo aquel que lleva años dando clases sobre eso. Incluido yo antes, pero bueno, la ciencia está para refutarla.

P.¿Cuál es su balance ahora?
R. Jamás me darán la razón, pero en 20 años se estudiará que no hubo una conquista islámica en la península Ibérica.

P. ¿Qué implicaciones políticas tiene su posición?
R. Cuando la sucesión en la jefatura del Estado de España se basa en el Principado de Asturias, se está institucionalizando una tradición que es mentira, y es que España se forjó desde el norte. Todo lo que ocurrió en la vida cultural española desde los fenicios entró por Oriente y por el sur. Yo no hablo de la España como Estado, hablo de la territorial. El emir de Córdoba es la primera persona que utiliza el título de rey de España en la Península como Rex Hispania a mediados del IX. ¡Y está en latín! Es que todavía el árabe no es una lengua que se pueda codificar para usos sofisticados. Lo será después.

P. Pero lo español también se construye desde el norte.
R. Basar el origen de España en Asturias, en las Asturias latinas y cristianas, es una falacia. Porque cuando España se arabizó, Asturias y Cantabria ni estaban latinizadas ni estaban cristianizadas. Esa zona tiene la influencia del cristianismo francés de Cluny con Carlomagno. Y a partir de ahí se implanta una memoria colectiva, es como un injerto de pelo. Se inventa la cruz de la Victoria, que es del año prácticamente 1000, pero se dice que era la cruz del Pelayo y se construye todo un andamio mitológico para la idea de España que se refuerza ideológicamente en el siglo XIX, cuando se conquista Marruecos, y se hace ver que nosotros estamos respondiendo a lo que hicisteis vosotros antes [los árabes].

P. La implicación política es total.
R. Completa. Es empezar a decir que la reconquista no existió como concepto, que la toma de Granada fue expulsar a españoles, que la expulsión de los judíos fue expulsar a españoles... Es entender la historia como continuidad, y no como una centrifugadora. Aquí se está echando siempre a todo el mundo porque hay una idea previa de ser español, cuando lo lógico es definir a los españoles como la gente que vive en España. Fíjate la implicación que tiene eso hoy día.

Lo lógico es definir a los españoles como la gente que vive en España”

P. ¿Y qué se ha encontrado más llamativo por su camino?
R. Que el mayor medievalista francés, Pierre Guichard, me dijo en un congreso: “No puedes seguir así, estás anteponiendo la lógica al sentido de la historia”. Y pensé: pues me acabas de dar mi epitafio.

P. ¿Se ha sentido solo?
R. Sobre todo al principio, no sé qué habría sido de mí si no hubiera escrito el libro siendo ya funcionario. Me habrían echado en media hora. Hubo uno que pidió que no me renovaran el contrato, pensando el pobre que era renovable.

P. ¿Cómo ve la enseñanza y difusión de la historia de Al Ándalus?
R. Observo algo que me resulta un poco vergonzoso. Los profesores de instituto están más interesados en la novedad que mis propios colegas. Una chica en un instituto hace unos meses me preguntó: “¿Y lo que tú enseñas, cuando va a aparecer en los libros de Historia?”. Y yo le dije: “Cuando tú lo escribas”.

P. ¿El estudio de esta época ha tenido la dimensión que se merece?
R. No. Debería tener mucha más presencia porque hay elementos de la vida cotidiana del Renacimiento europeo que provenían de la vida andalusí como el libre pensamiento en Filosofía, el antropocentrismo en la literatura o el aparataje científico de los astrolabios y observatorios, que Johannes Kepler tenía en su despacho y todos eran árabes. Alfonso X El Sabio hace la gran traducción de los libros de Medicina, de Física, de Astronomía del árabe. Había una conciencia en la Edad Media de que la cultura estaba en árabe y eso no se traslada en los libros de Historia.

P. ¿Cómo se configuran los libros de historia?
R. Siguen un modelo romántico de una religión, un territorio, una nacionalidad. De te voy a enseñar la Historia a través de nombres propios y de fechas, y sobre todo nombres propios masculinos.

P. Matice nombres de hombres.
R. El patriarcado en la historia medieval es impresionante. Yo no he visto nunca a nadie que a la hora de estudiar la repercusión que pueda haber tenido el género en nuestra historia hable de la princesa Wallada de Córdoba, que está a la altura de Virginia Wolf en su forma de escribir. Se pasa por el forro todas las convenciones sexuales culturales de su época y nadie le puede toser porque es una mujer perfectamente empoderada. Y su gran rival era una a la que ella había criado. Eran dos mujeres llevando a la vida cultural de un califato en ruinas porque se acababa de destruir. Nunca se ha aprovechado la historia de Al Ándalus para lo que después implicó una sociedad mucho más moderna

P. ¿Qué otras líneas de investigación ve reseñables?
R. El mundo árabe contemporáneo lleva 30 años a la deriva. Está pensando en términos medievales y tiene que ser combatido intelectualmente. Es fundamental recuperar lo que fue verdaderamente su libre pensamiento. Tienes que decirle al árabe, a la árabe, que durante la Edad Media fueron la civilización de guardia del mundo y que hay algo de lo que sentirte orgulloso, no simplemente leer el Corán.

P. ¿Cómo diferencia los términos islam, musulmán y árabe?
R. El islam con minúsculas es la religión, y su adjetivo es musulmán. El Islam con mayúsculas es la civilización, y su adjetivo es islámico. Y lo árabe es un idioma y una cultura.

P. ¿Qué es el islam?
R. El islam, tal y como yo lo defino, es la apertura del pueblo elegido. Es la agrupación de todos los judeocristianismos de la antigüedad tardía. Es decir, después del Concilio de Nicea, que fue el que estableció el credo cristiano, hubo muchos judíos y muchos cristianos de muchas comunidades desconectadas en Oriente Medio que nunca pensaron que Jesús fuera hijo de Dios. Todos hablaban árabe, por lo tanto, es la arabización del monoteísmo. El verdadero problema es haber creado en la Edad Media, mucho después del nacimiento del islam, una alteridad completa, el otro. Si hay una tradición es judecristianomusulmana. Es fundamental entender que el judaísmo y el cristianismo son dos religiones orientales. Surgen en el mismo sitio que el islam y se expanden igual.

P. ¿Estarían al mismo nivel?
R. Al mismo nivel. De hecho, teológicamente probablemente es la primera. Porque el islam dice de sí mismo que nace en el comienzo de los tiempos y es la más primitiva en su forma de entender a Dios, porque está muy lejos. El judaísmo establece que tenemos una alianza con Dios, y el cristianismo ya se pega y dice que somos hijos de Dios. En el islam el ser humano está completamente sometido por el destino. Si tú naces en Suiza y hay un manzano, tienes más o menos un seguro de vida, pero en el desierto, la naturaleza no es madre, es madrastra. El desierto en la expresión local es la espalda del infierno. Entonces, tú necesitas crear una relación con un Dios para el cual tú eres una hormiga. Es decir, sin margen de actuación. Lo único que puedes hacer es ser bueno y salvarte, pero tú no puedes cambiar el entorno. El gran logro de la religión cristiana es que hay una forma de retar a Dios.

P. ¿Cómo ve la situación en Palestina?
R. Desde la universidad hay que pegar fuerte ahí. Porque ya está bien de esencialismo genético. Diga lo que diga el tribunal de la Haya los palestinos están siendo asesinados por ser palestinos. Por lo tanto, hay un genus a destruir, que es ser palestino, y a eso se llama genocidio.

¿Puedo hacer una crítica final?

P. Diga.
R. A mitad del siglo XIII, Alfonso X el Sabio ordenó que en Sevilla hubiera estudios superiores del árabe para lo moderno y del latín para lo clásico. Este año es la primera vez que no se va a ofertar el grado de Estudios Árabes en la Universidad de Sevilla. Esto tiene su origen en el Gobierno de Aznar cuando eliminó unas becas para estar un par de años en el mundo árabe. La reclamación es que Asuntos Exteriores vuelva a establecerlas. Tenemos que hacer ver que hay algo intelectual detrás del mundo árabe, lo hemos abandonado. Los gobiernos europeos deben establecer liguillas de fútbol con el mundo árabe, ciclos de cine, intercambios de estudiantes, humanizar lo que ahora simplemente son delegaciones diplomáticas. Lo árabe se está convirtiendo en objeto de economistas, sociólogos, antropólogos, criminalistas que se dedican al yihadismo...

P. ¿Conocer lo árabe disuadiría el yihadismo?
R. La radicalización y la creación del yihadismo no es la herencia del Corán, es la herencia de los grupos que tenía la Unión Soviética en África y Oriente Medio. Hace 30 años no había apenas velos por el mundo árabe, por lo tanto, no es tradición, es revolución. Fíjate lo que implica decir que el islam no se expandió por las armas y por la conquista. Fíjate si un niño musulmán se entera de que su religión fue una revolución ética igual que el cristianismo. Pero si desde pequeñito le dicen que Mahoma fue un hombre de Estado que mandó a los generales, él entiende que la violencia es consustancial a su cultura, por eso hay que racionalizar la tradición árabe.

domingo, 7 de abril de 2024

ÁNGEL VIÑAS. Una vida entregada a desmontar los mitos del franquismo.

El historiador Angel Viñas, el pasado viernes,  en la redacción de EL PAÍS.
El historiador Angel Viñas, el pasado viernes, en la redacción de EL PAÍS.
En ‘La forja de un historiador’, Ángel Viñas repasa, a los 83 años, sus grandes líneas de investigación. Diplomático español en la dictadura, fue de los primeros en bucear en los archivos extranjeros. 

“En un momento, el locutor informó de que los tanques subían por Atocha para aplastar una huelga. No era cierto. La falsedad me produjo tal impresión que no la he olvidado”, escribe Ángel Viñas en su último libro, La forja de un historiador (Crítica), donde, a sus 83 años, recoge sus grandes aportaciones a la historia contemporánea y cómo llegó hasta ellas. Era un niño aquel día que, mirando por la ventana,  descubrió las mentiras adultas, con público y objetivo, pero recuerda el impacto del hallazgo porque sobre él terminó construyendo una carrera profesional. "Quedaba inaugurada la etapa de querer comprobarlo todo por sí mismo, lo que en el futuro lo llevaría a bucear en los archivos alemanes, soviéticos, británicos, italianos, españoles... para desmontar el relato franquista sobre la Guerra Civil y la dictadura.

Su padre, tendero, quería que fuese inspector de Hacienda. “Entonces los impuestos se decidían por un método de ‘estimación objetiva’ que era de todo menos objetivo y que terminaba con mi madre llorando en la tienda, así que mi padre pensó que metiéndome ahí podría ablandar a mis futuros compañeros para que no fueran tan duros con los pequeños comerciantes”. Viñas obedeció, más o menos. Sacó la oposición de técnico comercial del Estado, pero una estancia en Alemania activó la conversión del economista a historiador. Tras trabajar en el FMI en Washington, a principios de 1971 llegó a Bonn como agregado comercial. Enrique Fuentes Quintana, director del Instituto de Estudios Fiscales, le propuso que aprovechara para investigar las relaciones económicas entre Alemania y España durante la Guerra Civil. “Cuando empecé a ver los archivos pensé: ‘¡Esto es lo mío!’. Me fascinó. En ese momento, ante los alemanes, yo era un diplomático de Franco, así que me dieron acceso total. Además, entonces seguía viva gente del servicio de seguridad, militares, de las SS… Algunos me decían que no recordaban nada, pero otros sí”.

Franco y Hitler en Hendaya, en 1940.
 
Franco y Hitler en Hendaya, en 1940.

Primera línea de investigación: la ayuda de Hitler a Franco

“En el Berlin Document Center encontré el expediente personal de un miembro del partido nazi, Johannes E. F. Bernhardt, que, con otro camarada, llevó a Hitler la petición de ayuda de Franco en julio de 1936. Le escribí a Argentina, donde vivía entonces, me dijo que iba a venir a Alemania y nos encontramos en julio de 1972. Entonces yo era bastante pipiolo como investigador, y él exageró un poco su papel. Pero para mí quedó claro que las tesis expuestas hasta ese momento sobre un acuerdo previo entre el Tercer Reich y los conspiradores contra la República pertenecían al reino de las leyendas. A Hitler no le interesaba España. Lo que ocurrió es que tras la ocupación de Renania, en marzo de 1936, estaba en un periodo de euforia, de acumulación de poder, y viendo papeles y más papeles, llegué a la conclusión de que en ese momento buscaba reforzar su posición frente a Francia. Ahí es cuando aparece la petición de Franco. Hitler ve la oportunidad, ayudando a Franco, de tener su apoyo en una eventual confrontación con Francia, que ya quería entonces. Con los años, fui haciendo más sofisticado ese planteamiento, con la aproximación de Mussolini a Hitler, cómo se organiza la ayuda, quiénes participan…”

El hispanista Paul Preston, autor, entre otras obras de referencia, de la biografía de Franco y el libro El holocausto español, cuenta que descubrió al historiador español gracias a esa primera investigación: “Mi maestro, el gran Herbert Southworth, me escribió para anunciar la publicación de un libro innovador, La Alemania nazi y el 18 de julio (1974) de un profesor de económicas, Ángel Viñas. Al leerlo, coincidí totalmente: se trataba de un libro que cambiaba radicalmente la comprensión de la dimensión internacional de la Guerra Civil española y publiqué una reseña elogiosa del libro en la revista literaria del Times”.

¿Quién quiso la Guerra Civil?

“Era”, prosigue Viñas, “la pregunta del millón porque la conspiración del 18 de julio no fue como nos la habían contado. El golpe de Estado de 1936 se dio con falsos pretextos de sovietización o golpe comunista en España y con la ayuda fascista, pero de Mussolini, no de Hitler.

 El Duce necesitaba a los monárquicos españoles que desde el primer momento conspiraron contra la República, y estos, a su vez, el apoyo del dictador. Evidentemente, la parte activa fueron los primeros, ya que Mussolini no puso a España en su punto de mira hasta que consiguió su principal objetivo: la conquista de Abisinia. En cuanto lo logró, prestó atención a las demandas monárquicas. No tardó más de dos semanas en instrumentarlas tras los contratos del 1 de julio de 1936 [para suministrar aviones y armas a los insurgentes españoles]. Por eso no se puede escribir la historia de la Guerra Civil sin documentación de archivos extranjeros”.

El oro de Moscú y los papeles de Negrín

“Este tema me acompañó por lo menos 30 años”, recuerda Viñas, quien celebra haber “desmontado la mitología franquista y contribuido a la rehabilitación de Juan Negrín”, al que el PSOE de Indalecio Prieto expulsó en 1946 acusándolo de ser un títere de la URSS y haber enviado el oro de la República a Moscú y al que el partido devolvió, simbólicamente, el carné en octubre de 2009, cinco décadas después de su muerte. “La dictadura se pasó su vida denunciando el ‘robo’ del oro”, recuerda Viñas, “pero en los archivos departamentales del Banco de España encontré un yacimiento de diamantes. Desde el primer momento de la sublevación, el gobierno republicano había empezado a vender oro al Banco de Francia. Pero no me dejaban ver el expediente Negrín. En una cena con el gobernador del Banco de España se lo afeé. Después de echarme una bronca, por fin, lo sacaron de una caja fuerte y me dejaron examinarlo. Y ahí se ve que el oro se vende. Posteriormente, pagándome los viajes y la investigación de mi bolsillo, consulté los archivos soviéticos. Tuve suerte porque en Nueva York había conocido al ministro de Exteriores ruso, Lavrov, y me dio la autorización para verlos. Después, con los papeles de Negrín en la mano, demostré que la idea fue suya, que convenció a Largo Caballero y con este al resto del gobierno; que, además, había tratado de vender oro en Londres... También, que era preciso romper el cerco que a la República había impuesto, con malas artes, pero contundente eficacia, la banca internacional. La derrota de la República hubiera sido mucho más rápida de no haber tomado decisiones dramáticas, pero indispensables para no rendir las armas”.
El archivo de Juan Negrín guarda también fotografías personales, como esta realizada en su casa de Londres en 1945.
El archivo de Juan Negrín guarda también fotografías personales, como esta realizada en su casa de Londres en 1945.
El archivo de Juan Negrín guarda también fotografías personales, como esta realizada en su casa de Londres en 1945. ARCHIVO J.N.L

A principios de los noventa, le ofrecieron ir a Nueva York, a Naciones Unidas, o a Buenos Aires, y el Viñas diplomático eligió la primera ciudad para satisfacer al Viñas historiador porque allí vivía el hijo de Juan Negrín y confiaba en convencerlo para que le dejara ver sus papeles. Una vez instalado, comprobó que tras el fallecimiento de su esposa, este se había mudado a Niza. Aún así, fue a verle e insistió, sin éxito. Cuando Juan Negrín hijo murió, los documentos pasaron a manos de Carmen Negrín, en París. La nieta del último jefe de Gobierno de la II República permitió a este periódico acceder al archivo secreto en 2008 y por supuesto también a Viñas antes de digitalizar todos los documentos y depositarlos en la Fundación Juan Negrín de Canarias y en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. “En raras ocasiones he sentido tanta emoción al buscar documentos”, recuerda. Entre ellos, encontró “la copia de un acuerdo, firmada por el secretario del Consejo de Ministros de la República el 6 de octubre de 1936, en el que se autorizaba al presidente, Francisco Largo Caballero, y al ministro de Hacienda, Juan Negrín, a que tomasen todas las medidas que consideraran oportunas para poner a salvo el resto de la reserva metálica del Banco de España. Tuve en mis manos la prueba clara y terminante de que Negrín no había obrado a su antojo al decidir trasladar el oro desde Cartagena a Moscú. Esta era una afirmación que la dictadura había aireado como prueba de la vesania del gran contrincante de Franco durante la Guerra Civil”.

Más. La última palabra de Juan Negrín

La cláusula secreta del pacto con EE.UU.

.“En un expediente muy delgadito, dentro de un voluminoso legajo lleno de operaciones comerciales que no parecían interesantes”, Viñas encontró una cláusula secreta del “convenio defensivo entre los Gobiernos de España y de los Estados Unidos”. Decía: “En caso de evidente agresión comunista que amenace la seguridad de Occidente, podrían las fuerzas estadounidenses hacer uso de las zonas e instalaciones situadas en territorio español como bases de acción contra objetivos militares, en la forma que fuera necesario para la defensa de Occidente...”. Viñas pidió una valoración de esa cláusula a Juan José Rovira y Sánchez-Herrero, diplomático clave en la ejecución de los acuerdos con EEUU, quien le dijo: “Creo que es totalmente inadmisible y que viola de lleno la soberanía española”. Para Viñas, “la historia de España hubiera cambiado de no haber habido esos pactos con Estados Unidos, el país que más ha influido en la España de la dictadura y que más contribuyó a la estabilidad y la normalización exterior de la política española”.

Los sobornos británicos

“En 2013,” cuenta Viñas, “los británicos desclasificaron unos documentos que eran oro puro. Fui corriendo a Londres. Se conocía, en líneas generales, por la tesis de Dennis Smyth, que habían pagado sobornos a generales españoles para evitar la entrada de Franco en la segunda Guerra Mundial, pero la operación, que se hizo con la ayuda de Juan March [banquero mallorquín], iba mucho más allá. Entre los receptores figuraron ‘héroes de la Cruzada’ como Aranda, Galarza, Kindelán u Orgaz, que también jugaba con los nazis, y el propio hermano de Franco, Nicolás. Los objetivos de esos millones de libras en dinero negro fueron cambiando con el paso del tiempo, pero respondían a la lógica de la política británica hacia nuestro país entre 1931 y 1975, esto es, una aplicación fría de los principios que orientan sus relaciones con otras naciones y por la cual el Reino Unido no tiene ni enemigos ni amigos permanentes, solo intereses permanentes”. En su reseña del libro sobre este asunto, Operación Sobornos (2016), el historiador Santos Juliá, fallecido en 2019, destaca: “Los documentos ahora desvelados por Viñas confirman que se trató de una de las más brillantes operaciones encubiertas que llevó a cabo Reino Unido y la principal operación oculta de índole estratégica que los británicos montaron en España”.

Preston está a punto de cumplir “medio siglo de amistad con Viñas”. Con motivo de la efeméride y de la publicación de La forja de un historiador destaca su “contribución a la historiografía y su estatus como figura de la primera importancia”: “El conjunto de sus obras tuvo un efecto monumental revindicando la reputación de Juan Negrín, cambiando para siempre la visión de los historiadores serios de los factores internacionales que decidieron el resultado del conflicto. Luego, sus obras sobre Franco y su corrupción han cambiado la visión del legado del Caudillo”. Además de una veintena de libros, Viñas ha impartido, recuerda el hispanista, “un montón de conferencias amenas y, como profesor nato, se ha dedicado de manera generosa a ayudar a los jóvenes profesionales”. Durante la entrevista con EL PAÍS, Viñas comenta que tiene previsto entregar los papeles atesorados durante toda su vida a los archivos públicos. A sus 83 años le brillan los ojos cuando habla de su siguiente libro: “He encontrado un documento increíble, fundamental, que cambia todo lo que sabe...” La historia, repite a menudo, “nunca es definitiva...”.

miércoles, 28 de febrero de 2024

Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937″

Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por el inolvidable historiador Manuel Tuñón de Lara (redactó el volumen cuarto) y publicó igualmente una Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008).

Sobre la historia del PSUC ha publicado hasta el momento, además del libro comentado en esta entrevista, Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002).

Su publicación más reciente, de 2011, es Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937). Nuestra conversación, como se señaló, se centra básicamente en su última publicación: La reraguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937, La retaguardia en guerra, casi 500 páginas de densa prosa publicadas por la editorial L’Avenç, Barcelona, 2012.

 ***

Déjeme felicitarle en primer lugar por su magnífico y, ciertamente, voluminoso ensayo (¡462 páginas de densa y documentada prosa!). Carles Santacana señalaba en un “Quadern” de El País que, aunque pareciese imposible, un período tan atractivo y clave como los primeres meses de la guerra civil en Catalunya no disponían todavía de un libro que sintetizase los hechos, las interpretaciones más fundamentales”. ¿Su libro, “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937”, pretende llenar ese vacío? ¿Este ha sido el objetivo fundamental de su trabajo?

Nunca me lo había planteado así. En realidad yo pretendía responder a la reiteración de tópicos e interpretaciones sesgadas que dominan en el discurso mediático sobre la guerra civil y también, aunque parezca mentira, en el discurso historiográfico. Más que a un vacío yo siempre quise enfrentarme a un espacio repleto de basura cultural. Los tópicos de Bollotten, que se parecen mucho a los tópicos que ya escribiera Brasillach sobre la supuesta traición de los comunistas a la verdadera revolución; los tópicos de Payne; el tópico nacionalista de “la guerra contra Cataluña”. Y quería enfrentarme a él con la mayor cantidad que pudiera de, por así decirlo, “argumentos de archivo”.

¿Y cuáles son los tópicos de Payne?
En esencia no son diferentes a los de Bolloten, el papel satánico y taimado del comunismo en España. No querría darles demasiada publicidad. Ya lo hacen otros.

¿Podía resumir los nudos básicos del tópico nacionalista sobre la guerra contra Cataluña?
La tesis básica es que en Cataluña no se producía la fractura social y política que en el resto de España. Que los catalanes habrían resuelto pacíficamente sus diferencias, si los hubieran dejado. Que en Cataluña no había fascismo ni fascistas, de importancia. Y que la guerra civil fue impuesta a Cataluña. Porque era una guerra contra Cataluña como nación. Y en este punto hay un cierto desdoblamiento. Guerra contra Cataluña desencadenada desde luego por la reacción española, por los rebeldes, por Franco, uno de cuyos primeros objetivos habría sido precisamente ese: la liquidación de nuestra identidad nacional. Pero guerra impuesta a Cataluña y también en parte contra Cataluña, contra la identidad nacional, por parte del Gobierno de la República, de Negrín en particular. Así Carles Pi i Sunyer, alcalde de Barcelona y luego Conseller de Cultura, en sus memorias reflexiona sobre los errores de las batallas de Teruel y del Ebro y por qué habrían atraído sobre Cataluña, de manera directa, las invasiones rebeldes! Marià Rubió i Tudurí, diputado de ERC en las Cortes españolas, clamará en 1937 que aún ganando la República la guerra, Cataluña la puede haber perdido, etc, etc. De manera que en 1939 la derrotada fue toda Cataluña; si claro, también la de Valls i Taberner, la de la patronal textil, la del “Vichy catalán”….

Por lo demás, si me permite una pregunta casi de primero de ESO, ¿cuándo una interpretación histórica es un tópico desteñido e infundado?
A mis alumnos les digo que un tópico lo es cuando se trata de una idea, una tesis, que se mantiene por reiteración sin ningún argumento demostrativo objetivable y por ello también criticable. En el caso de la historia, cuando se mantiene por la fuerza de las hegemonías culturales y no por su sustento documental.

¿Qué nuevas fuentes ha usado para realizar su investigación? ¿Qué importancia tienen estas nuevas fuentes?
He utilizado las fuentes que están al alcance de todos. Las que están en los archivos españoles: el Archivo Histórico Nacional, el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca, el Archivo Histórico Militar de Ávila; el del Partido Comunista de España, y otros. Los de Cataluña, entre otros el Arxiu Nacional de Catalunya, el Arxiu Montserrat Tarradellas Macià. Los Archives Nationales de Paris. El Instituto de Historial Social de Amsterdam. No sé ruso y no he podido consultar los archivos de la antigua Unión Soviética, pero he podido aprovechar los trabajos de Llibert Ferri y Josep Puigsech. He utilizado también historiografía local. No es que haya encontrado exactamente una nueva fuente, si no que he intentado trabajar a partir de la consulta directa de todos los archivos fundamentales, que están disponibles para el investigador. Con eso ya hay material suficiente para impugnar y superar el relato tópico. Un caso singular es el del Instituto de Historia Social de Amsterdam; en él están los archivos de la CNT, que casi nadie utiliza. Es más cómodo leerse a Federica Montseny, a Abad de Santillán, a Borkenau, y repetir cansinamente sus argumentos. En las historias de la guerra civil en Cataluña hay un exceso de utilización de “memorias” – muchas veces desmemorias o simples textos de polémica ideológica – y un déficit clamoroso de trabajo de archivo.

¿Y por qué cree que es así o que ha sido así hasta el momento? ¿Por qué no se consultan apenas, como usted mismo dice, los archivos de la CNT que están ubicados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam? ¿Pereza, comodidad, son “explicaciones” suficientes?
No se por qué no se consultan. No hay ningún problema para hacerlo. Lo único que puedo es aventurar algunas interpretaciones: no se consultan por que, en un tema histórico tan abultado de escritos polémicos y de memorias, resulta más cómodo no hacer el trabajo de archivo, que siempre es más fatigoso; y además obliga a replantearte conocimientos incompletos, ideas preconcebidas… En nuestro país es más potente la divulgación histórica que la investigación histórica y eso también se refleja en una menor inversión en el trabajo de archivo.

Por curiosidad laboral e intelectual, ¿cuánto tiempo le ha llevado su investigación y la escritura del libro?
En el trabajo previo – investigación y maduración del análisis– he trabajado desde que acabé “Rojos contra Franco”, unos diez años; en la redacción final de esta primera parte año y medio largo. Durante ese tiempo he ido publicando algún artículo, sobre las patrullas del control, el frentepopulismo del PSUC, la política de Esquerra republicana, que me han servido como “trabajos sonda”. Y un elemento fundamental para contrastar lo que estaba haciendo y las conclusiones a que iba llegando han sido mis alumnos de la licenciatura de Historia, de la asignatura de Movimientos Sociales, a los que vengo explicando –en una parte del programa, que representa una cuarta del total– la guerra civil.

¿Y a sus alumnos de Historia, de la asignatura de movimientos sociales, les interesa sus indagaciones sobre la retaguardia en Cataluña en 1936-1939? Curiosos y singulares alumnos los suyos. ¿De dónde han salido?
Son los alumnos de segundo ciclo de la licenciatura de Historia de la UAB. Nuestra universidad es la única que ha tenido y mantenido, desde prácticamente su fundación, un ciclo de asignaturas de Historia del Movimiento Obrero, que por razones formales fue rebautizada como Historia de los Movimientos Sociales. La asignatura, que vengo impartiendo desde hace una veintena de años es la correspondiente a la primera mitad del siglo XX y en ella es evidente que tiene una presencia importante la guerra de España. El ensayo lleva un subtítulo “Catalunya, 1936-1937”. 

Pero la guerra, no le hablo ya de la dramática y criminal posguerra, finalizó dos años después. ¿Prepara otro volumen acaso? ¿Qué nos va a contar en él?
Si. Mi proyecto es sobre toda la guerra civil. Por razones logísticas decidí –fue un gran consejo de Giaime Pala– dividirlo en dos volúmenes. El segundo, hasta la caída de Catalunya, en febrero de 1939, espero tenerlo listo en 2013; estoy ya en su fase de redacción. Es la etapa en la que la guerra “entra” definitivamente en Cataluña, primero con las movilizaciones de las levas, los bombardeos, el agravamiento de la escasez, el “retorno” de los muertos en el frente y, finalmente, la invasión del territorio por los rebeldes; la etapa de la instalación del Gobierno de la República en Barcelona; la etapa de la disyuntiva entre la persecución de una salida negociada, imposible, a la guerra y la resistencia; de las conspiraciones políticas, también.

Componen el libro un prólogo y trece capítulos (mal número aparentemente, como recordó Andreu Mayayo el día de la presentación del libro en Barcelona). Déjeme preguntarle por algún tema de filosofía de la historia que usted apunta en la presentación: la historia, afirma, es un proceso de reconstrucción constante para el que siempre hay una perspectiva nueva. Así, pues, ¿nada puede ser dicho de forma definitiva en asuntos históricos? ¿Qué alimenta esas nuevas perspectivas?
No hago una afirmación de relativismo histórico. Hay algunas cuestiones que si van siendo definitivas, de la misma manera que una reconstrucción no es una creación. Pero para mí el historiador es, siempre, incluso aunque se encerrase en una torre, un hombre de su tiempo y por tanto su mirada a la historia es una mirada de su tiempo; es la mirada de su ideología. El historiador no reproduce la historia, eso es obviamente imposible; la construye, la reconstruye, la representa, con sus conocimientos, o la selección de sus conocimientos, con su pensamiento, con sus identidad social, incluso, en el sentido más amplio de esa identidad.

¿Por qué cree que sigue teniendo tanto interés y para tantas personas, y no sólo para los expertos, lo sucedido en la guerra civil española?
Es el gran tema de la historia contemporánea de España. El período de máxima aceleración histórica, que ilumina cien años anteriores y cuyo desenlace condiciona no sé si cien años posteriores. Como la guerra de Secesión de los Estados Unidos, el Rissorgimento italiano o la Revolución francesa. Fue el gran movimiento sísmico de la onda larga de la historia española reciente. Y, para más abundancia, buena parte de sus secuelas humanas, culturales, morales y políticas no se han superado todavía. Y como muestra un Garzón.

Un Garzón es una muestra pero sólo una muestra. ¿No hay más pruebas de esa afirmación gruesa que acaba de trazar? ¿Tan hacia atrás estamos?
Hay muestras a diario. El desprecio hacia las políticas de memoria; por ejemplo el manifestado por el actual Gobierno de la Generalitat. La exagerada importancia que se les ha dado a publicistas mentirosos como Pío Moa, el autor que más libros ha vendido sobre la guerra civil. Pero también y para no hacer el trazo tan grueso, el error – en mi opinión – de la mayoría de las políticas de memoria, que se han centrado sobre todo en la memoria del trauma, quizás por mimesis con las políticas de memoria del Holocausto; en la memoria de la violencia, de las víctimas y de los victimarios. Las políticas de memoria habrían de incidir mucho más en el recuerdo de la aportación republicana a las transformaciones sociales y culturales. No sólo hemos de recordar nuestros muertos; les haremos un mayor homenaje si recordamos la reforma del magisterio, el CENU, las políticas asistenciales y sanitarias… No se si estamos muy atrás, o es que todavía no arrancamos para adelante.

¿Se puede hacer una historia de Cataluña durante la guerra civil, separada de la historia de España en su conjunto?
Categóricamente, no. Pero se puede hacer la historia de la guerra civil, de la guerra de España, en Cataluña.

Discute usted algunos de los lugares más asentados en la historiografía de aquellos años. Le pregunto por algunos de ellos. ¿Hubo una revolución y una contrarrevolución como a veces se ha afirmado?
Hubo una contrarrevolución: la que empieza el 17 de julio en Marruecos, la de la sublevación, que fue mucho más que una militarada. La sublevación que catalizó al fascismo español. Sólo esa. Contra ella no se produjo exactamente una revolución sino la eclosión de diversos discursos, que todos ellos se consideraron revolucionarios, que quisieron responder a la grave desestabilización del estado republicano y, al mismo tiempo, a la defensa ante la sublevación. Profundizar más en esta cuestión nos llevaría a un debate sobre el concepto y el hecho de la revolución; un concepto que es siempre polisémico y un hecho que es siempre singular – y por tanto difícilmente preconcebido-. Y al análisis del proceso histórico concreto, que es lo que explico en el libro y que yo no me atrevería a resumir/simplificar. Lo que sí quiero precisar es que resulta una sandez, por decirlo suave, considerar que sólo había un discurso “verdadero” de la revolución y que, en todo caso, el discurso, la política del PSUC era “contrarrevolucionario, porque no coincidía con aquel supuestamente “verdadero” discurso de la revolución.

¿ Y quiénes han mantenido eso que usted ha llamado sandez?
No me hagas dar nombres de colegas. Es algo demasiado extendido en la literatura histórica como para señalar a alguien de manera individualmente. Si me lo permites, para irme del gremio citaré la novela que pretende escribir Lluís Llach.

¿Hubo o no en Cataluña una situación revolucionaria de doble poder?
Nunca hubo una situación de doble poder. Desde Pierre Broué ese doble poder se identificó en la supuesta confrontación antagónica entre el Gobierno de la Generalitat y el Comité Central de Milicias Antifascistas. En primer lugar el Comité fue el producto de un pacto político ofrecido a las organizaciones obreras, y no solo a la CNT, por el Presidente de la Generalitat, Lluís Companys; significó, precisamente, la alternativa a la “revolución social” que pretendieron proclamar muy contados dirigentes de la CNT, García Oliver y casi nadie más. A partir de ese pacto se produjo una dualidad de funciones. Lo que si sucedió es que en el ejercicio de esa dualidad funcional hubo invasiones parciales de territorio y tensiones, sobre todo en el control de la violencia; y también, y sobre todo, una creciente incapacidad de ambos organismos, por razones diferentes que explico en el libro, por controlar sus propios ámbitos. Por ello, finalmente, desde finales de agosto ya se empieza a plantear la renovación del pacto político mediante la formación de un nuevo Gobierno de la Generalitat, integrado por todos los que formaban parte del Comité, y la disolución de éste. No creo que ese sea el proceso lógico de una situación de doble poder.

Un tema controvertido: la violencia en la retaguardia republicana en los primeros momentos de la guerra. Te pregunto a continuación sobre ello. ¿De acuerdo?
De acuerdo, el tema fue y sigue siendo muy importante.

martes, 14 de noviembre de 2023

Marcus Rediker, historiador: “Todos vivimos con los fantasmas de la esclavitud”. El estadounidense sostiene que los marineros y piratas del siglo XVIII son precursores de los movimientos anticapitalistas modernos.

Markus Rediker, profesor, historiador y ensayista estadounidense, en un hotel en Madrid.
Markus Rediker, profesor, historiador y ensayista estadounidense, en un hotel en Madrid.JAIME VILLANUEVA

El estadounidense sostiene que los marineros y piratas del siglo XVIII son precursores de los movimiento anticapitalistas modernos

El historiador Marcus Rediker (Kentucky, 71 años) pronuncia con sosiego palabras cargadas de rebelión. No le hace falta alzar la voz. Avala su contenido con un estudio profundo de los testimonios y acciones de “las personas de abajo” que claman justicia histórica. Otorga el protagonismo de su investigación a los esclavos africanos llevados por millones a mejorar la vida de otros en otras latitudes durante siglos y defiende que los marineros y piratas del XVIII son precursores de los movimientos anticapitalistas modernos. Como muestra de su activismo por reescribir una Historia dominada por los vencedores comparte que en todas las cárceles de Texas está prohibido su libro La hidra de la revolución (2022), que ha presentado este mes en España junto a Villanos de todas las naciones (2023), los dos de Traficantes de Sueños

Pregunta. ¿Qué lecciones dejaron los piratas?
Respuesta. Los piratas eran marineros, trabajadores comunes con bajos salarios, mala alimentación y castigos violentos infligidos por los todopoderosos capitanes de barcos. Ellos se organizaron de manera diferente. Elegían a su capitán, establecían límites a su poder, dividían los recursos en partes iguales y le daban a la tripulación el poder de establecer los castigos... El barco pirata era una utopía democrática e igualitaria para el marinero común. Desafiaron los modelos existentes sobre cómo gestionar un barco.

P. ¿Y quiénes serían los piratas del siglo XXI?
R. Probablemente la comparación más cercana serían los hackers. Ocupan una posición estratégica. Así como los piratas provocaron una crisis comercial mundial, los piratas informáticos tienen un poder similar en el sistema de comunicaciones, algunos con intenciones subversivas.

P. ¿Siente que ahora tiene el poder para renegociar la Historia con su trabajo?
R. Siento que hago un aporte a la sociedad. Pero la historia es colectiva, no individual, y muy amplia. Se necesita una revisión con nuevas miradas, de la esclavitud o de las mujeres. Esto puede conducir a resultados que para algunos no son lo suficientemente patrióticos o desafían el nacionalismo de una historia pasada de moda.

P. ¿Detecta cambios en los discursos históricos?
R. Sí. Crecí durante la Guerra Fría con una historia dominada por una élite de hombres blancos. Ahora hay más personas incluidas y representadas, pero todavía tenemos trabajo por hacer; que el público en general comprenda la importancia de la esclavitud, por ejemplo. Y esto es controvertido.

P. ¿Se pueden sentir todavía en África los efectos de millones de personas desarraigadas de sus tierras durante siglos?
R. Definitivamente. Todos vivimos con los fantasmas de la esclavitud. No es casualidad que en África Occidental se encuentren muchos de los países más pobres del mundo. Durante siglos, los europeos y sus aliados africanos capturaron y se llevaron a millones de los más jóvenes y fuertes de su población. Los europeos también han explotado allí sus recursos naturales. No hay duda de que se han causado graves daños.

P. ¿Qué recomienda ahora?
R. En mis estudios veo una conexión directa entre la violencia deliberadamente calculada utilizada en el sistema esclavista y el racismo y la violencia que existen hoy. Debemos comenzar con un reconocimiento honesto de lo que sucedió en el pasado. Hay disculpas, pero necesitamos ir más allá. Necesitamos reparar los daños causados por la trata de esclavos y la esclavitud, eliminar los prejuicios, la pobreza, la desigualdad y las muertes prematuras. Las reparaciones no son solo una cuestión de dinero, sino de educación, de justicia social y de creación de una vida mejor para todos. Si no afrontamos el daño causado por nuestra historia violenta, persistirá una injusticia masiva.

P. ¿Dónde encuentra las evidencias de las personas a las que llama “sin rostro” o “sin voz”?
R. He encontrado que los registros judiciales son muy útiles, entre otras cosas porque los pobres casi siempre están en el lado equivocado del mundo. En esos documentos legales se pueden encontrar sus testimonios con su versión de los hechos, sus creencias, sus culturas... Hay muchos secretos dentro de esas fuentes.

P. En Barco de esclavos (Capitán Swing, 2021) se lee que un capitán mató a latigazos a una chica de 15 años que se negaba a bailar desnuda, entre otras atrocidades. ¿Cómo afrontó el dolor de realizar esta investigación?
R. Es doloroso, pero hay que estar dispuesto a decir la pura verdad. Cuando uno escribe sobre un tema como la trata de esclavos, también debe intentar hacer justicia a las víctimas de tanta violencia y terror. Lo que pasé al escribir el libro no es nada comparado con lo que ellos sufrieron.

https://elpais.com/cultura/2023-09-23/marcus-rediker-historiador-todos-vivimos-con-los-fantasmas-de-la-esclavitud.html

jueves, 19 de octubre de 2023

Antídoto al pesimismo

Fuentes: La Jornada - Imagen: Feligreses en una misa en memoria de las tres víctimas del tiroteo motivado por odio racial. Foto Ap


Justo cuando se recuerda el 60 aniversario de la marcha por la igualdad racial encabezada por Martin Luther King en Washington, el pasado sábado en Jacksonville, Florida, un supremacista blanco armado con un rifle AR-15, motivado por odio racial, asesinó a tres afroestadunidenses en una tienda, en un estado cuyo gobernador está anulando la enseñanza sobre el movimiento de derechos civiles y la historia del racismo en Estados Unidos.

El historiador Howard Zinn escribió: «puedo entender el pesimismo, pero no creo en eso. No es sencillamente un asunto de fe, sino de evidencia histórica. No es evidencia abrumadora, sólo suficiente para dar esperanza, porque para la esperanza no necesitamos certidumbre, sólo posibilidad».
Howard
En sus charlas y entrevistas siempre recordaba qué cosas después llamadas históricas solían empezar sin anuncio de que algo histórico estaba ocurriendo. Recordaba que un 1º de febrero de 1960, cuatro estudiantes universitarios afroestadounidenses se sentaron en una barra sólo para blancos de un restaurante en Greensboro, Carolina del Norte. Ignoraron órdenes de retirarse y fueron arrestados. En dos semanas, acciones similares de desobediencia civil se multiplicaron en 15 ciudades sureñas y para fines de ese año unas 50 mil personas habían participado en manifestaciones y acciones en 100 ciudades, miles de ellos arrestados. Nos contó que justo al mismo tiempo que apenas empezaba esto expertos y analistas de izquierda se la pasaban lamentando que en este país ya no había señales de una oposición. No sólo estaba naciendo el movimiento nacional de derechos civiles que sacudiría al país, sino que éste mismo nutriría después un movimiento antiguerra y el movimiento de las mujeres, entre otros, generando cambios políticos, sociales y culturales, algo que en su conjunto, sostenía Zinn, era sólo un comienzo.

Hay invitaciones diarias para ser pesimistas en este país. La semana pasada, el senador Bernie Sanders repitió que la pregunta real aquí es si la democracia perdurará. El país que sigue presentándose como guía democrático para el mundo, sigue enfrentando una crisis política existencial ante una amenaza neofascista.

Y es que nunca antes ha habido un expresidente acusado criminalmente (por ahora con un total de 91 cargos, incluyendo el de intentar anular el fundamento de esta democracia electoral: el sufragio efectivo). Ese acusado es por ahora el favorito, y por mucho, de ser el próximo candidato presidencial republicano. Donald Trump es peor que cualquier cuento de horror que he escrito, comentó el maestro de literatura de horror Stephen King.

Al mismo tiempo, mientras se marca el 60 aniversario de la famosa marcha en Washington por la igualdad racial y los derechos económicos encabezada por Martin Luther King, y el 63 aniversario, este domingo, de un ataque armado por más de 200 blancos contra jóvenes afroestadunidenses por sus actos de desobediencia civil no violenta, en Jacksonville, Florida, un supremacista blanco armado con un rifle AR-15, motivado por odio racista, asesinó a tres afroestadunidenses en una tienda de esa misma ciudad, en un estado que permite portar armas abiertamente y cuyo gobernador y sus cómplices están anulando la enseñanza sobre el movimiento de derechos civiles y la historia del racismo, y a la vez impulsando algunas de las medidas antimigrantes más severas de Estados Unidos.

No fue una semana extraordinaria en este país, donde a diario se extienden más invitaciones al pesimismo, aunque si uno se asoma un poquito abajo y a los lados, las señales no sólo de una resistencia, sino de posibles rebeliones necesarias, están a la vista.

No es por nada que Florida y varios estados más están buscando prohibir materiales didácticos sobre la historia real del país, mientras agrupaciones conservadores continúan prohibiendo libros en bibliotecas escolares. Trump acusó esta semana que el sistema educativo está en manos de la extrema izquierda y marxistas. Vale recordar que cuando era presidente declaró que recuperaremos nuestra historia y nuestro país, y prometió que la nación buscaría marginar libros, películas y videos como aquellos de Howard Zinn.

Resulta que los historiadores son peligrosos para las fuerzas derechistas, y los historiadores buenos son el mejor antídoto contra el pesimismo. El futuro requiere de la memoria.

Ben Harper. Like a King/I’ll Rise.


Fuente: 

martes, 13 de septiembre de 2022

Howard Zinn y la otra historia de los EE.UU.

El legado perdurable del historiador del pueblo estadounidense en el centenario de su nacimiento. 


El 24 de agosto se cumplieron seis meses desde que Rusia inició la guerra contra Ucrania, un conflicto bélico que ha causado el desplazamiento de millones de personas y la muerte de decenas de miles de civiles y militares. Ese mismo día, 24 de agosto, se conmemoró el centenario del nacimiento del difunto historiador, escritor, profesor y activista estadounidense contra la guerra Howard Zinn. Su obra trascendental, “La otra historia de Estados Unidos”, reveló una perspectiva distinta y disidente sobre el arco histórico del hemisferio occidental, desde la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 hasta la llamada “Guerra contra el terrorismo”. Publicado por primera vez en 1980, “La otra historia de Estados Unidos” se ha convertido en un texto de referencia, con más de dos millones de copias impresas. Howard Zinn murió en 2010, a la edad de 87 años. Sus palabras, más de una década después

“La guerra envenena a todos los que participan en ella”, dijo Howard Zinn en un discurso que pronunció en 2006 en la ciudad de Madison, estado de Wisconsin. Estados Unidos estaba librando dos grandes guerras en ese momento, en Irak y Afganistán, y apoyaba conflictos bélicos que se estaban desarrollando en otros lugares del mundo. Howard Zinn continuó: “Hemos tenido una historia de guerra tras guerra tras guerra. ¿Qué han solucionado? ¿Qué han hecho?”.

Howard Zinn se ofreció como voluntario para prestar servicios en las fuerzas armadas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en piloto de bombardero. En abril de 1945, Zinn participó en el bombardeo de Royan, una pequeña localidad costera de Francia.

En una conversación que mantuvo con Democracy Now! en 2005, el historiador expresó al respecto: “Eso fue unas semanas antes de que terminara la guerra, cuando todos sabían que iba a terminar. Había un pequeño grupo de soldados alemanes rondando por esa pequeña localidad de Royan, [situada] en la costa atlántica de Francia, y la Fuerza Aérea [de Estados Unidos] decidió bombardearlo: 1.200 bombarderos pesados —yo estaba en uno de ellos— sobrevolaron ese pequeño pueblo de Royan y lanzaron napalm. Fue la primera vez que se utilizó esa sustancia en el escenario europeo. No sabemos cuántas personas matamos ni cuántas personas sufrieron terribles quemaduras como resultado de lo que hicimos. Pero lo hice, de forma irreflexiva y mecánica, al igual que lo hacen la mayoría de los soldados: pensando que nosotros estamos en el bando correcto y ellos en el bando equivocado, y que, por tanto, podemos hacer lo que queramos y está bien”.

Howard Zinn regresó al balneario francés en 1966 para hablar con los sobrevivientes y luego escribió una historia detallada de esa incursión militar y sus consecuencias. Dijo en Democracy Now!: “Fue […] una experiencia muy aleccionadora sobre las llamadas ‘guerras buenas’”.

En el discurso que pronunció en Wisconsin en 2006, Zinn, habló sobre las víctimas de la guerra: “la proporción de muertes de civiles y militares en las guerras [ha ido cambiando]: en la Primera Guerra Mundial hubo diez militares muertos por cada civil muerto; en la Segunda Guerra Mundial, la proporción fue de 50 a 50, mitad militares, mitad civiles; en Vietnam, hubo 70% de civiles muertos y 30% de militares muertos; y en las guerras a partir de ese entonces, entre el 80% y el 85% de las muertes correspondieron a población civil.

Durante el apogeo del movimiento por los derechos civiles, Howard Zinn se desempeñó como profesor en la universidad Spelman College, una institución universitaria ubicada en la ciudad de Atlanta, estado de Georgia, a la que históricamente han asistido mujeres negras. Entre sus estudiantes se encontraba una joven Alice Walker, posteriormente reconocida escritora y autora de “El color púrpura”, y la fundadora de la organización Children’s Defense Fund, Marian Wright Edelman. Zinn explicó en Democracy Now!: “En Spelman participé junto con mis estudiantes en las movilizaciones que estaban ocurriendo en el sur [de Estados Unidos]: las sentadas, las manifestaciones, los piquetes”. A raíz de esta muestra de solidaridad, Zinn fue destituido de su cargo. En 2005, el profesor Zinn fue invitado a volver a la universidad Spelman College para pronunciar el discurso de graduación de ese año.

Howard Zinn se convirtió en un destacado oponente de la guerra de Vietnam. En 1968, Zinn y el activista y sacerdote católico Daniel Berrigan viajaron a Vietnam del Norte para coordinar la primera liberación de prisioneros de guerra estadounidenses recluidos allí. Cuando el renombrado denunciante Dan Ellsberg filtró la serie de documentos conocidos como los “Papeles del Pentágono” que revelaban la historia secreta de la participación del Gobierno de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, Howard Zinn y su difunta esposa Roz escondieron una copia de los documentos en su casa. El activismo por la paz y contra la guerra fue una constante en la vida del legendario historiador.

El 24 de agosto, además del aniversario del nacimiento de Zinn, es también el día en que Ucrania celebra su independencia de la antigua Unión Soviética. Este año, las autoridades ucranianas cancelaron los eventos públicos de celebración de la independencia por temor a la amenaza de ataques rusos contra objetivos civiles. Efectivamente, ese día Rusia bombardeó una estación de tren de la localidad de Chaplyne, situada en el este de Ucrania. El ataque provocó la muerte de al menos 25 personas, entre ellas dos menores de edad. También este 24 de agosto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que enviará otro paquete de ayuda militar a Ucrania por 3.000 millones de dólares. Este nuevo paquete eleva a 13.500 millones de dólares el total de ayuda que el país ha destinado para Ucrania desde que Biden asumió la presidencia.

Howard Zinn no está entre nosotros para condenar la guerra en Ucrania ni ninguna de las otras guerras que actualmente se libran en el mundo. Pero, a través de su ejemplo, su activismo y la perdurable relevancia de sus obras, en el centenario de su nacimiento podemos asumir el compromiso de repetir uno de los mensajes centrales que nos dejó: la guerra no es la respuesta para solucionar los conflictos en el siglo XXI.

© 2022 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: https://www.democracynow.org/es/2022/8/26/centenario_del_nacimiento_de_howard_zinn

viernes, 21 de enero de 2022

LIBROS. El gran libro de la conciencia estadounidense. Se reedita en español ‘La otra historia de Estados Unidos’,

‘La otra historia de Estados Unidos’, la obra más influyente del historiador Howard Zinn, favorito de Bob Dylan, Ben Affleck o Matt Groening.
                                                           

 Primero fue un libro modesto; luego, uno de culto entre universitarios; después, un superventas; y, finalmente, una obra influyente como pocas en la historia estadounidense. La otra historia de Estados Unidos, el libro escrito por el historiador Howard Zinn (Nueva York, 1922- Santa Mónica, 2010), guarda todos los elementos del triunfo de los ignorados, la misma esencia a la que apela esta obra fundamental sobre los acontecimientos del pueblo estadounidense. Con ingenio y un profundo sentido crítico Zinn fue capaz de dar la vuelta a la historia oficial gracias a que aplicó una visión de abajo arriba sobre los hechos que marcaron a la nación de George Washington desde su fundación y adoptó el punto de vista de los explotados y perdedores política y económicamente.

Howard Zinn: "La Constitución de EEUU se creó para servir a los poderosos"
La otra historia de Estados Unidos se publicó en 1980. Fue un libro de tapa dura de apenas unos miles de ejemplares. La editorial HarperCollins apenas apostó por él, sin ninguna promoción, a pesar de que su autor era un profesor que ya causaba furor entre sus estudiantes del Spelman College y la Universidad de Boston. En pocas semanas se agotó. Alumnos y exalumnos acudieron en tromba a por él. Sin embargo, no se reeditó. La editorial esperaba que podía haber devoluciones y tenía otras prioridades internas. Finalmente, el editor de Howard Zinn, Hugh Van Dusen, convenció a HarperCollins para reimprimirlo en una edición popular y asequible. El libro se empezó a vender sin parar. Se convirtió en un fenómeno editorial, pero algo más importante: fue un referente cultural. A día de hoy, lleva casi tres millones de ejemplares vendidos y ha sido traducido en 20 idiomas.

Uno de esos idiomas es el español. Las Otras Voces, una pequeña editorial alternativa, lo editó en 1997, pero quedó descatalogado. Ahora, Pepitas de Calabaza lo ha rescatado en un formato de tapa dura en el que añade un prólogo de Anthony Arnove, escritor y productor que trabajó con Zinn en el documental The People Speak, una mirada a Estados Unidos a través de temas como la guerra, las clases sociales, la raza o los derechos de las mujeres. Arnove también colaboró en un interesante libro de entrevistas al historiador fallecido, quien sirvió de inspiración para muchos académicos, escritores y pensadores en Norteamérica. “Cambió radicalmente la forma en que millones de personas entendían la historia”, afirma Arnove en su prólogo.

Zinn, quien quedó marcado en la adolescencia por leer las obras completas de Charles Dickens, era el Woody Guthrie de los estudios históricos. De hecho, le admiraba incondicionalmente. Como el aguerrido músico que recorrió el país de costa a costa para combatir a los fascistas y los explotadores capitalistas y cantar a los perdedores de la Gran Depresión, Zinn, que se reconocía activista desde que participó en la lucha de los movimientos civiles, era una mente brillante que guardaba un fuerte compromiso con la realidad. “No debemos aceptar la memoria de los estados como cosa propia. Las naciones no son comunidades y nunca lo fueron. La historia de cualquier país disimula terribles conflictos de intereses entre conquistadores y conquistados, amos y esclavos, capitalistas y trabajadores, dominadores y dominados por razones de raza y sexo”, escribía en el primer capítulo de La otra historia de Estados Unidos dedicado a la llegada de Colón a Norteamérica, un texto que sirvió para elaborar el argumento de un capítulo de Los Soprano, donde se ve en primer plano el libro de Zinn. No fue su única referencia en las pantallas: Matt Damon incluyó una escena en El indomable Will Hunting en la que Ben Affleck lo cita como “un libro que te dejará boquiabierto” y Matt Groening lo hace visible en un episodio de Los Simpsons.

De alguna forma, Zinn tenía algo de personaje contracultural y, por eso, fue boicoteado por el entorno universitario más conservador. No pudieron con él. Su pensamiento era inquebrantable y enlazó también muy bien con algunas de las voces más independientes de la música norteamericana. Bob Dylan, tan esquivo para cualquier llamada, no dudó en participar en The People Speak para aportar su visión sobre las grietas del sueño americano. También lo hicieron Bruce Sprinsgteen, Ry Cooder, Taj Mahal, Alisson Moore, Pink, Van Dyke Parks o John Legend. A su muerte, el mismo día que la de JD Salinger, Eddie Vedder, de Pearl Jam, declaró que “fue una continua fuente de inspiración”. Y Willie Nelson señaló: “Esperaba que una vez que la gente entendiera que tiene el poder de cambiar las cosas, las cambiara”.

La otra historia de Estados Unidos es el gran libro de la conciencia norteamericana. Con prosa ágil y el uso de documentos de la época a modo de testimonios entre libros, manifiestos, poemas, películas, canciones o cómics, es una brillante y conmovedora historia del pueblo desde el punto de vista de los desfavorecidos. Y lo es desde el mismo origen de la nación en la Guerra de la Independencia. “La casta dirigente blanca encontró una artimaña: el lenguaje de la libertad y la igualdad para afrontar una revolución contra Inglaterra, y así reunir los blancos suficientes para desarticular más alianzas como la de la rebelión de Bacon”, escribe Zinn. Una rebelión que en 1676 aterró a la casta colona porque los esclavos negros y criados blancos pobres se unieron por primera vez ante la injusticia, que quedó registrada en la laureada Declaración de Independencia: “Algunos americanos fueron claramente excluidos del círculo de intereses, como los negros, los indios y las mujeres”.

De principio a fin, el libro está atravesado por la mirada solidaria hacia todos los excluidos. “La esclavitud africana carecía de dos de los elementos que hacían de la esclavitud americana la forma más cruel de esclavitud de la historia: el frenesí de beneficio ilimitado que nace de la agricultura capitalista y la reducción del esclavo a un rango infrahumano con la utilización del odio racial”, afirma Zinn. La igualdad racial es una constante en su visión. También los derechos de las mujeres, a las que dedica un valioso capítulo sobre el movimiento feminista: “El control de las mujeres en la sociedad era ingeniosamente efectivo. No lo ejercía directamente el estado. En su lugar se utilizaba a la familia: los hombres para controlar a las mujeres, las mujeres para controlar a los niños. Todos debían preocuparse por ejercer la violencia hacia los demás cuando las cosas no iban bien”.

Y, con todo, este recorrido hasta el siglo XXI -Zinn añadió capítulos en las numerosas reediciones hasta el 11-S y la lucha contra el terrorismo-, es especialmente deslumbrante en repensar la identidad estadounidense desde la desigualdad, fijándose en obreros, sindicatos y todo tipo de trabajadores explotados. Fue extraordinariamente profético sobre lo que llamó “el 99%” frente al “1%” muchos años antes de que el movimiento Occupy Wall Street popularizara esos términos. Como escribió The New York Times Book Review sobre el libro: “Zinn supo invertir las áreas de las sombras y las luces de la historia”. Y lo hizo hasta conseguir que la resistencia y la insumisión fueran concebidas en la conciencia histórica de su país.

https://elpais.com/cultura/2022-01-19/el-gran-libro-de-la-conciencia-estadounidense.html


jueves, 13 de mayo de 2021

Peter Brown. El mayor historiador vivo en lengua inglesa. Además de dominar 20 lenguas y varias disciplinas, Peter Brown es un maestro del estilo al que se lee con placer

Peter Brown es el mayor historiador vivo en lengua inglesa. Además de un erudito de asombrosa brillantez, que domina múltiples disciplinas y más de 20 lenguas, es un maestro del estilo, un académico al que siempre es un placer leer. Su genialidad consiste en introducirse en las mentalidades del pasado lejano, tratar los temas de manera original y sugerente y combinar con coherencia amplitud y concisión.

Una extraordinaria medida de lo anterior la da el hecho de que el más influyente de sus libros tuviese tan solo 200 páginas. El mundo de la Antigüedad tardía, publicado en 1971, parecía la clase de volumen que podría adornar una mesita auxiliar, más que lo que realmente era: una reconsideración decisiva de la periodización convencional de los mundos antiguo y medieval. “Al dirigir nuestra mirada al mundo de la Antigüedad tardía”, escribía Brown en el prefacio, “nos sentimos atrapados entre la triste contemplación de antiguas ruinas y la calurosa aclamación de un nuevo nacimiento”.

Por supuesto, en la práctica, los historiadores que han investigado los siglos que fueron testigos de la implosión del poder romano en Occidente han cargado tradicionalmente el acento en la triste contemplación. Durante mucho tiempo, el periodo se presentó como una época de cielos permanentemente plomizos, termas y sistemas de calefacción abandonados, decadencia y caída.

Le interesa el islam no como la guillotina que cayó sobre el cuello de la Antigüedad tardía, sino como su culminación A decir verdad, el énfasis de Brown en la vitalidad y la creatividad de la Antigüedad tardía no surgió de la nada. Alois Riegl, catedrático de Historia del Arte en Viena, ya había empezado a utilizar el término Spätantike en 1889. Sin embargo, Brown fue, más que ningún otro, quien introdujo en el mundo académico anglohablante la noción de “Antigüedad tardía” como periodo histórico diferenciado. Un periodo hoy en día consagrado como ortodoxia académica. Rara vez una obra tan breve ha tenido un impacto tan duradero.

El hecho de que Brown, a lo largo de su carrera, haya sido capaz de defender como lo ha hecho que la Antigüedad tardía, antes que una época de crisis y decadencia, lo fue de innovación y renovación, no es sino el reflejo de la amplitud de sus horizontes. Siendo muy joven, el futuro historiador pasaba parte de sus vacaciones en Sudán, y el recuerdo del mundo más allá del Mediterráneo parece haberlo acompañado desde entonces. Siempre ha estado tan interesado en Persia como en Roma; en los desiertos en los que los hombres santos establecieron su morada como en los paisajes más civilizados en los que los senadores levantaron sus villas; en el islam no como la guillotina que cayó sobre el cuello de la Antigüedad tardía, sino como la culminación de las tendencias más profundas de esta.

Su logro supremo, fruto de muchas décadas de trabajo académico, ha sido ofrecernos un mundo tan detallado, tan repleto y tan profusamente explicado que cobra vida para nosotros como un universo propio. En conjunto, los libros de Brown brindan sin lugar a dudas el retrato de la Antigüedad tardía más vívido y sensible jamás pintado.

Traducción de Newsclips.

Tom Holland es historiador británico, autor de libros como ‘Dominio. Una nueva historia del cristianismo’, ‘Milenio. El fin del mundo y el origen de la cristiandad’ o ‘Fuego persa. El primer imperio mundial y la batalla por Occidente’ (todos publicados por Ático de los Libros).

jueves, 29 de abril de 2021

Maestro de todos. La mayor recompensa de Miguel Artola han sido sin duda sus discípulos

José Antonio Maravall me dijo: “Consúlteselo a ese joven historiador que acaba de sacar la cátedra en Salamanca, Miguel Artola. Es muy valioso, tiene mucho futuro”. Era a principios o mediados de los sesenta. Había llegado a mis manos un texto de Antonio de Capmany sobre las reformas políticas en la España de 1810 y no sabía si estaba publicado ya. Escribí a Artola y me contestó amablemente; no estaba publicado y me animaba a hacerlo. Fue el comienzo de una relación que se extendió a lo largo de más de medio siglo. Siempre fue igual de respetuoso, de amable, de profesional. Y no sólo conmigo, sino con toda nuestra generación. La última vez que le vi fue en el homenaje a Santos Juliá en la Residencia de Estudiantes, en enero de este año. Se interesaba por nosotros, reconocía nuestro trabajo, se portaba como nuestro colega. Pero era nuestro maestro.

En aquellos interminables últimos lustros del franquismo surgieron esperanzas en nuestro panorama historiográfico. Los cantos a las glorias imperiales se vieron sustituidos por algunos planteamientos críticos de problemas históricos. Muchas novedades venían de fuera, asociadas a nombres como Tuñón de Lara o Ramos Oliveira. Pero otras, y de las más importantes, venían de Salamanca: sus firmantes se llamaban Francisco Tomás y Valiente y Miguel Artola.

A principios de los setenta, Artola fue reconocido como líder de aquella renovación al encargársele dirigir la serie de siete volúmenes sobre historia de España que publicó Alianza, más tarde con Alfaguara. Una serie que tuvo una característica muy peculiar: la supresión de la narración. Casi no había fechas, personajes ni anécdotas. Lo importante era el análisis estructural.

A Artola, en efecto, no le interesaba tanto la narración sobre períodos de pasado como el análisis de problemas. Comenzó especializándose, es cierto, en la guerra de 1808-1814 y el reinado de Fernando VII. Pero más tarde, cuando pudo escribir con mayor libertad, mostró su preferencia por temas de amplia duración: los ferrocarriles en los siglos XIX-XX, la Hacienda del Antiguo Régimen, la del XIX, la monarquía o los modelos constitucionales, todo ello siempre en relación con España. Le recuerdo comentando, en relación con la Guerra Civil de 1936-39: “Yo lo que quiero saber es cuántas locomotoras quedaron en manos del gobierno y cuantas en las de los rebeldes; qué calzado tenían los ejércitos de uno y otro lado; cómo se alimentaban…”

Miguel Artola ha vivido una vida plena, ha escrito mucho, se ha mantenido activo hasta el final y ha recibido todo tipo de reconocimientos: académico, premio Príncipe de Asturias, Premio Nacional de Historia. Pero su mejor recompensa han sido sin duda sus discípulos: Fernando García de Cortázar, Pablo Fernández Albaladejo, Manuel Pérez Ledesma. Otros no hemos tenido la suerte de haber sido tan cercanos. Pero ha sido el maestro de todos. Es una pérdida enorme para todos.

sábado, 10 de octubre de 2020

_- FEDERICO FINCHELSTEIN | HISTORIADOR. “Franco ocupa un lugar jerárquico entre los mentirosos de la historia del fascismo”

_- El historiador argentino Federico Finchelstein expone en su nuevo libro, "Una breve historia de las mentiras fascistas", cómo los extremistas de ultraderecha creen (?) en sus propios embustes

Joseph Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de Hitler, dejó constancia en sus diarios personales de su orgullo por “cómo los medios de comunicación alemanes comentaban lo buenos que eran sus artículos”. La anécdota ilustra, según el historiador argentino Federico Finchelstein (45 años, Buenos Aires), una de las características del fascismo: “Los fascistas creen en sus propias mentiras” (?). “Goebbels controlaba los periódicos y es interesante que, en sus diarios, que no fueron escritos para el público, terminara creyéndose la propia mentira del aparato propagandístico que él mismo creó”, señala Finchelstein, autor de A brief history of fascist lies (Una breve historia de las mentiras fascistas, University of California Press, 2020), que en unos meses publicará en España la editorial Taurus. Es el mismo uso de la mentira que, según el experto en ideologías extremistas, hacen los presidentes de Brasil y Estados Unidos, Jair Bolsonaro y Donald Trump, a los que considera “posfascistas”. Al igual que a los líderes de Vox, a quienes describe como herederos del dictador Francisco Franco.

“Con una lógica semejante a la de la propaganda fascista, Trump mintió sobre el coronavirus y terminó contagiado”, explica Finchelstein, como muestra de hasta qué punto los fascistas asumen sus propios embustes como verdades. El hecho de que “Trump admitiera la realidad empírica” de que el SARS-CoV-2 se transmite por el aire, “no significa que el caudillo no crea en sus propias mentiras”. “Ha estado dispuesto a sacrificar su propia salud personal porque Trump se negó, casi siempre, a usar una máscara para protegerse en público”, al igual que Bolsonaro, que se ha referido a la enfermedad que ha provocado la pandemia como la gripecinha, recuerda el historiador en conversación telefónica con EL PAÍS. Pero el líder brasileño, al igual que Trump, enfermó de gripecinha.

Federico Finchelstien.
“La verdad para el fascismo es una verdad absoluta, no demostrable, entendida como una cuestión de fe”, desarrolla el autor a lo largo de una Breve historia de las mentiras fascistas, un complemento de su libro anterior, Del fascismo al populismo en la historia (Taurus, 2019). En el fascismo, y también el posfascismo, “el líder es un dios y del líder emana la verdad”. Una verdad que no puede ser cuestionada, porque “solo los hechos (y mentiras) prescritas por el líder podían ser aceptadas como la verdad”.

Y “entre los grandes mentirosos de la historia del fascismo, Francisco Franco ocupa un lugar lamentable, casi jerárquico”, considera Finchelstein, que define al dictador español como un “hito de la mentira fascista”. “Después de asesinar a una parte importante de la oposición y de haber obligado al exilio a otros tantos, Franco convocó un referéndum en 1947 para confirmarle como jefe del Estado de España vitalicio”, continúa. Franco “argumentó que esas dudosas elecciones habían sido extremadamente libres y bienvenidas, es decir, su mentira fue que la dictadura y la libertad eran compatibles. “Es el mismo personaje que va a decir que el bombardeo de Guernica fue orquestado por los comunistas”, apuntala el historiador.

Y la historia se vuelve a repetir. Los populistas entendieron que “el fascismo se había vuelto tóxico” y abandonaron rasgos básicos fascistas como el racismo y la xenofobia, tal y como hicieron [el argentino Juan Domingo] Perón o [el italiano Silvio] Berlusconi, que no es que no fueran racistas pero el racismo no constituía el eje básico de su política”, asegura Finchelstein. En cambio, “Trump ganó las elecciones con una estrategia que hasta ese momento no se había mostrado como exitosa para llegar al poder, una campaña con una declaración racista contra los mexicanos, a los que acusó de ser violadores, algo que sería inconcebible para un Perón”. Si los populistas, buscaban legitimarse desde la democracia, los fascistas —y los posfascistas—“promueven el caos y el desorden en las instituciones que lideran”, constata el historiador argentino, que cree que los posfacistas han desandado “la democratización que había implicado el primer populismo para volver a situaciones que se parecen más al fascismo”.

¿Y cómo se combaten mentiras que son presentadas como verdades absolutas? A través del periodismo independiente, “que ofrece a los ciudadanos la posibilidad de pensar con los hechos. Para aquellos que “solo escuchan las mentiras de los líderes”, la realidad les hará, aunque quizá tarde, darse cuenta de su error. Y concluye Finchelstein: “Cuando Franco prometía una gran España, pero en España la gente se moría de hambre, algunos dejaban de creer en sus mentiras”.