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miércoles, 8 de mayo de 2024

Cambiando actitudes

Ante la llegada de un nuevo curso, hacemos listas de objetivos como ir al gimnasio, comer mejor o aprender un idioma. Sin embargo, hay propósitos más profundos que, si logramos incorporarlos a nuestro software mental, nos ayudarán a cumplir cualquier meta que nos fijemos.

Vamos a hablar de algunas actitudes y hábitos que configuran nuestra realidad diaria, y de si son los más adecuados para alcanzar lo que deseamos. Concretamente nos centraremos en desactivar cinco vicios mentales que sobrecargan nuestra vida y que entorpecen la realización personal.

Dispersión

“El cazador que acecha dos conejos, no atrapa ninguno” proverbio zen

¿Cuántas veces nos hemos sentido agotados antes de empezar una tarea importante? Imaginemos un hombre que, al regresar del trabajo, realiza a distancia la carrera de sus sueños. Se ha reservado ese tiempo en casa y está motivado, pero no logra avanzar y antes de una hora apaga el ordenador totalmente agotado. ¿Qué sucede?

Libros para una actitud positiva

‘No te ahogues en un vaso de agua’, de Richard Carlson (DeBolsillo). Uno de los manuales más útiles y prácticos que se han escrito para relativizar problemas y afrontar el día a día con una actitud positiva.

Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida’, de Dale Carnegie (Elipse). Sesenta años después de la muerte del autor, sigue siendo un referente por su lúcida simplicidad y la forma directa y expeditiva de abordar lo que no funciona. Habría que analizar cómo está estudiando. Es muy posible que, mientras intenta sumergirse en la materia, tenga abierto el Whatsapp, el correo electrónico, el Twitter, Facebook o todo a la vez. O bien que durante el curso online intente controlar lo que sucede en la casa, sean sus hijos, su esposa o las tareas que va atendiendo al mismo tiempo.

Entrar y salir de una tarea resulta más agotador que la actividad misma. Cada vez que este hombre abandona la lectura de un artículo de historia, por ejemplo, necesita un esfuerzo extra para luego volver a entrar. Resultado: fatiga y bajo rendimiento, lo cual deriva en desmotivación y quizás abandono.

La solución es hacer una sola cosa a la vez, desactivando todo lo demás. Un buen propósito para empezar el curso con más eficacia.

Procrastinación

“Vuelva usted mañana”, Mariano José de Larra

Nuestra vida está llena de planes que se posponen una y otra vez hasta que, cuando ya es demasiado tarde, nos lamentamos por lo que desearíamos haber hecho.

El mal hábito de aplazar se denomina técnicamente abulia o procrastinación. Esta actitud cotidiana es un verdadero lastre para los planes personales, pero lo peor de todo es el precio psicológico que pagamos por ello. Según el profesor William J. Knaus, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, “la gente pospone tareas con la esperanza de encontrarla ‘realizada’ al día siguiente como por arte de magia; todo ello viene acompañado normalmente por sentimientos de culpa, autoengaño y desesperanza”.

Según este mismo autor, el hábito de procrastinar esconde estas dos minas personales:

La creencia de que somos incapaces de llevar a cabo lo que nos hemos propuesto. Es decir: miedo al fracaso.

Exceso de perfeccionismo, lo cual hace que nos exijamos numerosas condiciones previas, a menudo absurdas, para empezar. Pero son sólo excusas.

Trucos

Tres reglas para mantener a raya las preocupaciones. En su libro Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, Dale Carnegie ofrece tres reglas fundamentales para controlar este agente cotidiano de ansiedad y sufrimiento:

Regla 1: viva solamente el día de hoy. No viva en el ayer ni el mañana. Compartimentos estancos al día.
Regla 2: haga frente a los problemas.
a. Pregúntese a sí mismo: ¿qué es lo peor que puede suceder?
b. Prepárese para aceptar lo peor.
c. Trate de mejorar la situación partiendo de lo peor.
Regla 3: recuerde el precio exorbitante que puede pagar con su vida y salud por las preocupaciones.

Contra la inercia paralizante de posponer, un remedio eficaz es ser tan estrictos y cumplidores con nuestra misión como lo somos en nuestro empleo.

Preocupaciones y miedos

“Hoy es el mañana por el que ayer te preocupabas”, autor desconocido

Tenemos dos lugares donde vivir nuestra existencia: desde los hechos del presente, fluyendo con lo que nos sucede en este momento y lugar, o bien desde la ansiedad por lo que podría suceder.

Las pre-ocupaciones no sólo nos impiden ocuparnos de las cosas verdaderamente importantes, sino que agotan nuestra energía mental y promueven un estado de ánimo negativo que a su vez cansa a los que tratan con nosotros. Por si fuera poco, esta clase de miedos sobre situaciones hipotéticas son inútiles. Se ha medido estadísticamente que la mayoría de cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder.

Contra esta lacra para las cosas útiles y positivas que podríamos realizar, el psicoterapeuta Richard Carlson proponía tomar, entre otras, las siguientes medidas: 
Proponernos no sufrir por pequeñeces. 
Tomar conciencia del efecto bola de nieve de nuestros pensamientos. 

Repetirnos el lema: “La vida no es una emergencia”. Aprender a vivir con la incertidumbre del mañana.

Si incorporamos a nuestro día a día estos propósitos, lograremos reprogramar nuestra mente para una vida activa y a la vez serena.

Estrés y ansiedad

“El campo de la conciencia es diminuto. Sólo acepta un problema a la vez”, Antoine de Saint-Exupéry

Prima hermana de la emoción que acabamos de ver, el estrés es la respuesta emocional y fisiológica a las situaciones de alta exigencia a las que nos somete la vida cotidiana.

Al ver nuestra mesa a rebosar de trabajo, al recibir un correo con una reclamación o al echar una ojeada a nuestra agenda del día, de repente nuestra respiración se acelera y el corazón late más rápido. Nuestro cuerpo se ha puesto en estado de alerta para afrontar algo que no sabemos si superará nuestras fuerzas.

Daniel Goleman, el gran divulgador de la inteligencia emocional, analiza así este fenómeno:

“Desde un punto de vista evolutivo, la ansiedad tal vez resultara útil cuando cumplía con la función de predisponernos a afrontar algún tipo de peligro, pero en la vida moderna suele manifestarse de forma desproporcionada e inoportuna. En tal caso, la angustia no constituye tanto una respuesta de activación ante un peligro real como una reacción ante una situación cotidiana o que no es más que el producto de nuestra imaginación. En este sentido, los ataques repetidos de ansiedad constituyen un indicador de un elevado nivel de estrés (…) que contribuyen a incrementar los problemas médicos”.

No es casual que Goleman utilice la palabra imaginación al referirse a las situaciones de estrés, ya que cada persona interpreta de manera diferente lo que está viviendo y reacciona en consecuencia.

El psicólogo de Berkeley Richard Lazarus afirma que “si dos personas pueden vivir una misma situación potencialmente estresante de formas distintas es porque en ellas hay diferencias individuales como la percepción, el aprendizaje o la memoria que afectan su forma de enfrentarse a dicha situación, por lo que la variable importante del estrés no es tanto externa como interna”.

Tomarse los acontecimientos con calma, relativizar las urgencias y hacer una cosa detrás de otra son formas efectivas de reprogramar nuestra mente para que no caiga en las redes de un estrés excesivo.

Pesimismo

“El 31 de diciembre, el optimista espera la medianoche para recibir el año nuevo, mientras que el pesimista lo hace para asegurarse de que el viejo se acaba” Bill Vaughan

Pronosticar en negativo antes que las cosas sucedan es el quinto ladrón de energía mental. Como bien han explicado los psicólogos a partir de la llamada “profecía de autocumplimiento”, cada vez que trazamos un oráculo pesimista, de forma inconsciente nuestra mente se pone a trabajar para que eso suceda y poder decir al final: “¿Lo ves? Tenía razón”.

Algunas iniciativas que podemos tomar para promover el optimismo en nuestra vida diaria: 
  • Centrarnos en las soluciones, no en los problemas. 
  • Rodearnos de amistades agradables y nutritivas. 
  • Practicar la gratitud hacia las cosas que salen bien y las personas que nos facilitan la vida. 
  • Establecer pequeñas metas para cada gran objetivo. 
  • Vivir, en lo posible, sin endeudarnos. 
  • Retomar el contacto con la naturaleza. 
  • No analizar tanto. 
  • Destacar lo bueno y relativizar lo malo. 

Contrariamente a lo que muchas personas creen, el optimismo también se aprende y se puede practicar.

Se acerca un nuevo curso. Si reducimos el protagonismo de estos cinco hábitos negativos, nuestros mejores planes estarán mucho más cerca de cumplirse.

jueves, 19 de octubre de 2023

Antídoto al pesimismo

Fuentes: La Jornada - Imagen: Feligreses en una misa en memoria de las tres víctimas del tiroteo motivado por odio racial. Foto Ap


Justo cuando se recuerda el 60 aniversario de la marcha por la igualdad racial encabezada por Martin Luther King en Washington, el pasado sábado en Jacksonville, Florida, un supremacista blanco armado con un rifle AR-15, motivado por odio racial, asesinó a tres afroestadunidenses en una tienda, en un estado cuyo gobernador está anulando la enseñanza sobre el movimiento de derechos civiles y la historia del racismo en Estados Unidos.

El historiador Howard Zinn escribió: «puedo entender el pesimismo, pero no creo en eso. No es sencillamente un asunto de fe, sino de evidencia histórica. No es evidencia abrumadora, sólo suficiente para dar esperanza, porque para la esperanza no necesitamos certidumbre, sólo posibilidad».
Howard
En sus charlas y entrevistas siempre recordaba qué cosas después llamadas históricas solían empezar sin anuncio de que algo histórico estaba ocurriendo. Recordaba que un 1º de febrero de 1960, cuatro estudiantes universitarios afroestadounidenses se sentaron en una barra sólo para blancos de un restaurante en Greensboro, Carolina del Norte. Ignoraron órdenes de retirarse y fueron arrestados. En dos semanas, acciones similares de desobediencia civil se multiplicaron en 15 ciudades sureñas y para fines de ese año unas 50 mil personas habían participado en manifestaciones y acciones en 100 ciudades, miles de ellos arrestados. Nos contó que justo al mismo tiempo que apenas empezaba esto expertos y analistas de izquierda se la pasaban lamentando que en este país ya no había señales de una oposición. No sólo estaba naciendo el movimiento nacional de derechos civiles que sacudiría al país, sino que éste mismo nutriría después un movimiento antiguerra y el movimiento de las mujeres, entre otros, generando cambios políticos, sociales y culturales, algo que en su conjunto, sostenía Zinn, era sólo un comienzo.

Hay invitaciones diarias para ser pesimistas en este país. La semana pasada, el senador Bernie Sanders repitió que la pregunta real aquí es si la democracia perdurará. El país que sigue presentándose como guía democrático para el mundo, sigue enfrentando una crisis política existencial ante una amenaza neofascista.

Y es que nunca antes ha habido un expresidente acusado criminalmente (por ahora con un total de 91 cargos, incluyendo el de intentar anular el fundamento de esta democracia electoral: el sufragio efectivo). Ese acusado es por ahora el favorito, y por mucho, de ser el próximo candidato presidencial republicano. Donald Trump es peor que cualquier cuento de horror que he escrito, comentó el maestro de literatura de horror Stephen King.

Al mismo tiempo, mientras se marca el 60 aniversario de la famosa marcha en Washington por la igualdad racial y los derechos económicos encabezada por Martin Luther King, y el 63 aniversario, este domingo, de un ataque armado por más de 200 blancos contra jóvenes afroestadunidenses por sus actos de desobediencia civil no violenta, en Jacksonville, Florida, un supremacista blanco armado con un rifle AR-15, motivado por odio racista, asesinó a tres afroestadunidenses en una tienda de esa misma ciudad, en un estado que permite portar armas abiertamente y cuyo gobernador y sus cómplices están anulando la enseñanza sobre el movimiento de derechos civiles y la historia del racismo, y a la vez impulsando algunas de las medidas antimigrantes más severas de Estados Unidos.

No fue una semana extraordinaria en este país, donde a diario se extienden más invitaciones al pesimismo, aunque si uno se asoma un poquito abajo y a los lados, las señales no sólo de una resistencia, sino de posibles rebeliones necesarias, están a la vista.

No es por nada que Florida y varios estados más están buscando prohibir materiales didácticos sobre la historia real del país, mientras agrupaciones conservadores continúan prohibiendo libros en bibliotecas escolares. Trump acusó esta semana que el sistema educativo está en manos de la extrema izquierda y marxistas. Vale recordar que cuando era presidente declaró que recuperaremos nuestra historia y nuestro país, y prometió que la nación buscaría marginar libros, películas y videos como aquellos de Howard Zinn.

Resulta que los historiadores son peligrosos para las fuerzas derechistas, y los historiadores buenos son el mejor antídoto contra el pesimismo. El futuro requiere de la memoria.

Ben Harper. Like a King/I’ll Rise.


Fuente: 

viernes, 6 de noviembre de 2020

_- Cómo puedes aprender a ser optimista y qué beneficios trae para tu salud

_- Las mujeres que ven el lado positivo de la vida tienen menos riesgo de padecer algunas enfermedades potencialmente mortales.

Esa es la conclusión de un nuevo estudio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.
La investigación, que involucró a más de 70.000 mujeres, determinó que las optimistas tienen menos posibilidades de padecer cánceres letales, enfermedades coronarias, y pulmonares, y sufrir derrames cuando son mayores.

Si leer esto ya te está deprimiendo porque tú no eres una de esas personas que se despierta con una sonrisa en el rostro, no te desesperes: los investigadores de Harvard creen que el optimismo es una actitud que todos podemos aprender.

De hecho, "estudios sugieren que el 25% del optimismo puede ser de origen genético o heredado, lo cual significa que hasta un 75% puede ser modificable", señaló Eric Kim, codirector de esta investigación publicada en la revista American Journal of Epidemiology.

Pasos simples y prácticos
En parte el beneficio se debe a que los optimistas eligen un estilo de vida más saludable, pero el optimismo en sí mismo tiene una influencia positiva, dice el estudio.

Según explicó Kim, de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, hay varias estrategias que la gente puede poner en práctica para incrementar sus niveles de optimismo:

Pensar cómo "tu mejor versión de ti mismo" se vería en situaciones vinculadas a la familia, a pareja o el trabajo. Por ejemplo, imagina cómo te sentirías en una situación futura en la oficina si trabajaste mucho y lograste alcanzar una meta que te propusiste.
Escribe tres cosas por las que estás agradecido todos los días. Prueba por una semana y mira cómo te sientes.
Lleva un registro durante dos semanas de las cosas que haces por otra gente.

Otras sugerencias de Kim son tomar un curso de conciencia plena (lo que se conoce más comúnmente como Mindfulness).

Recomendaciones varias
Chade-Meng Tan, expionero de Google, ingeniero y autor del libro "Busca en tu interior", recomienda tres pasos para mejorar nuestra actitud frente a la vida y alcanzar la felicidad que coinciden bastante con las recomedaciones del experto de Harvard.

1. En primer lugar sugiere la meditación, Anota por dos semanas las cosas que haces por los demás, dice Kim.

2. En segunda instancia, recomienda registrar los momentos alegres del día. Según Meng, tendemos a aferrarnos a las cosas malas que nos ocurren, mientras que las experiencias buenas se esfuman con más facilidad.

Por eso, al hacer un esfuerzo por reconocer los buenos momentos, aumentamos las probabilidades de hacer un balance positivo y concluir que fue un día feliz.

3. Y el tercer paso consiste en desearles felicidad a los demás.

Según Meng, los pensamientos altruistas nos benefician porque dar nos proporciona una gran alegría, incluso más que recibir.

Otras recomendaciones incluyen enfocarnos en el momento presente, usar un lenguaje positivo y aceptar que no todo es perfecto.

domingo, 10 de septiembre de 2017

_- Ni sonreír ni salir: esto es lo que necesita cuando está triste. Y que dejen de darle consejos sobre cómo superarlo

_- Si la vida le da limones, haga limonada. Muy bonito. Pero es que a usted no le gusta la limonada. Es ácida y le hace poner esa cara… picassiana. Pero mejor que no lo diga en alto, que no lo verbalice, porque todos le tacharán de pesimista. Dirán que es un flojo, que no sabe disfrutar. Así que toca seguir sonriendo. Porque, si sonríe a la vida, esta le devolverá una sonrisa. Porque, si se convence, todo irá bien. Porque, si puede soñarlo, puede hacerlo. Y demás. Ese es el camino a la felicidad. ¿Seguro? Docenas de estudios aseguran que no, que tan malo es dejarse arrastrar por la depresión y el abatimiento como evitar los problemas y sonreír sin ningún fundamento, creando así una tendencia contraria al optimismo mal entendido y defendiendo la necesidad de, por qué no, estar de morros de vez en cuando.

Una de las voces más decididas en la lucha contra el empacho de felicidad es la de la activista americana Bárbara Ehrenreich. En su libro “Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo”, lanza su alternativa a lo que denomina una “realidad a medias”, esa caravana de mensajes ilusorios que la sociedad parece haber dado por buenos. Ehrenreich padeció un cáncer de mama y, durante su proceso de curación, comprobó cómo nadie le permitía sentirse asustada, preocupada. Y se plantó: ¿por qué no iba a tener miedo en una situación tan crucial? En sus tesis afirma lo que para ella resulta más lógico: mirar hacia otro lado no soluciona los problemas ni te hace sentir mejor, y solo aprendiendo a gestionar correctamente las emociones se puede vivir auténticamente conectado con los sentimientos y llevar una vida consecuente con aquello que está ocurriendo.

“Pretender que solo se experimenten emociones positivas es tan absurdo como imposible”, afirma Rosana Pereira, psicóloga del gabinete Haztúa y experta en Psicología positiva, que añade: “Es evidente que, ante una situación normal, es preferible ser optimista, pero las emociones mal llamadas negativas cumplen una función adaptativa que nos ayuda a sobrevivir”. Porque la ira, la tristeza, el estrés o el miedo son mecanismos que, bien gestionados, nos permiten adaptarnos a nuestra realidad y alumbrar soluciones o vías de escape. “Esto es así desde que el hombre es hombre: el cavernícola no trataba de dialogar con un guepardo ni hacía caso omiso cuando este iba a atacarle; simplemente, escapaba a toda prisa movido por el miedo a ser devorado”, constata Pereira.

Ahora bien, ese temor, enfado, agotamiento o frustración deben servir como motor de cambio, deben revelarse como el germen que dispare el pensamiento crítico y la búsqueda de alternativas. Negarlos fomenta únicamente la rigidez emocional y provoca además que quien se siente mal por una situación negativa sume un grado extra de malestar, al saberse incapaz de sonreír a la vida. Y más. Según Ángel Luis Sánchez, psicólogo y director del Instituto de Desarrollo, soslayar estas alertas es peligroso: “Un miedo no escuchado puede desembocar, con el tiempo, en ataques de pánico descontrolados, igual que una tristeza ignorada puede convertirse en depresión”.

Por eso, no deben ser obviadas, pero tampoco hay que permitir que dobleguen la voluntad. “Lo importante es que nadie se quede enganchado en el derrotismo y que entienda que todo lo que siente es una respuesta lógica a lo que le sucede”, continúa Pereira, estableciendo así la línea entre los fundamentos de la Psicología positiva y las frases categóricas de los gurús de la felicidad. Y define a la primera como un complemento de la Psicología tradicional, puesto que “no se queda únicamente en arreglar una situación de dolor emocional, sino que muestra las pautas para gestionar mejor esas emociones adaptativas negativas y enseña a afrontar los problemas y a lograr un mayor bienestar”.

Tampoco se le escapa que la Psicología positiva, en ocasiones, es vinculada a esas frases categóricas y al optimismo irresponsable y mal entendido. “Existe mucho intrusismo y los gurús hacen flaco favor a la Psicología. Cualquier sentencia contundente nos tiene que hacer sospechar; no hay que olvidar que la Psicología es de todo menos contundente”, porque habla y trabaja con personas, y cada una reacciona de una forma distinta. Y en esa línea caminan también otros estudios que señalan los peligros de una Psicología positiva mal aplicada.

La investigadora María Prieto-Ursúa, del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, habla de la tiranía de la actitud positiva. Explica que, efectivamente, en ocasiones es complicado sentirse feliz viendo el telediario, pero que prescindir de esa carga de sufrimiento nos aleja de la solidaridad, la sensibilidad y el ánimo por mejorar la situación. Y evidencia que muchos seguidores entusiastas de la Psicología positiva pueden haber malinterpretado su mensaje y haberlo llevado al extremo, a la “necesidad de mantener una actitud positiva o de optimismo en todas las circunstancias”.

Entonces, al mal tiempo, ¿solo buena cara?

No. Porque, así, será imposible afrontar lo que está ocurriendo y concentrarse en darle una solución. “Un optimismo excesivo puede llevar a que confiemos demasiado en el futuro y a que no pongamos lo suficiente de nuestra parte para que aquello que pretendemos termine por llegar”, confirma Ángel Luis Sánchez.

Así que, al próximo que le invite a mirar hacia otro lado y a sonreírle a la vida, quizá deba explicarle la utilidad de estar triste, enfadado, colérico, de atravesar todas las fases emocionales que desencadenan los problemas. Tal vez deba contestar a su sonrisa sacándole la lengua. Y si la vida le da limones… vaya con la vida. Habrá que seguir trabajando para convertirlos en naranjas.

https://elpais.com/elpais/2017/08/29/buenavida/1504000199_685876.html?por=mosaico

domingo, 13 de agosto de 2017

_- Cómo ser un adulto resiliente



_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?


Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.

La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.

“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.

El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.

Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.

Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:

• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.

Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.

Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.

• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.

Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.

“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.

• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.

“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.

• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.

“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.

Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.

• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.

En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.

“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.

• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson &  Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.

La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.

“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.

• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.

“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.

https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

Más aquí.

lunes, 13 de febrero de 2017

_--Levántate y muévete. Puede hacerte más feliz.

_-Cuando las personas se levantan y se mueven, incluso un poco, tienden a ser más felices que cuando están todavía, de acuerdo con un nuevo e interesante estudio que utiliza los datos del teléfono móvil para realizar un seguimiento de las actividades y estados de ánimo. En general, los investigadores encontraron, las personas que se mueven son más contenido que las personas que se sientan.

Ya hay pruebas considerables de que la actividad física está relacionada con la salud psicológica. Estudios epidemiológicos han descubierto, por ejemplo, que las personas que ejercen o están activas normalmente son menos propensas a la depresión y la ansiedad que las personas sedentarias.

Pero muchos de estos estudios se centraron sólo en estados de ánimo negativos. A menudo también se basaban en la gente recordando cómo se habían sentido y cuánto se habían movido o sentado en la semana o mes anterior, con pocos datos objetivos para apoyar estos recuerdos.

Para el nuevo estudio, que fue publicado este mes en PLoS One, los investigadores de la Universidad de Cambridge en Inglaterra decidieron intentar un enfoque diferente. Ellos buscarían, decidieron, en las correlaciones entre el movimiento y la felicidad, esa emoción más positiva. Además, examinarían lo que la gente informó acerca de su actividad y la compararon con medidas objetivas de movimiento.

Para lograr estos objetivos, primero desarrollaron una aplicación especial para teléfonos Android. Disponible gratuitamente en la tienda de aplicaciones de Google y, en última instancia, descargado por más de 10.000 hombres y mujeres, se anunció como ayudar a la gente a entender cómo las opciones de estilo de vida, como la actividad física, podría afectar el estado de ánimo de las personas. (La aplicación, que ya no está disponible para su descarga, se abrió con un formulario de permiso explicando a la gente que los datos que ingresaron se utilizarían para la investigación académica).

La aplicación envió aleatoriamente solicitudes a las personas a lo largo del día, pidiéndoles que introdujeran una estimación de su estado de ánimo actual respondiendo a preguntas y también utilizando cuadrículas en las que colocarían un punto mostrando si se sentían más estresados ​​o relajados, deprimidos o excitados, y así en general.

Periódicamente, se les pidió a las personas que evaluaran su satisfacción con la vida en general.

Después de unas semanas, cuando la gente se sentía cómoda con la aplicación, empezaron a responder preguntas adicionales sobre si, en los últimos 15 minutos, habían estado sentados, de pie, caminando, corriendo, acostado o haciendo otra cosa.

También se les preguntó sobre su estado de ánimo en ese momento.

Al mismo tiempo, durante los 17 meses del estudio, la aplicación recopiló datos del monitor de actividad que está integrado en casi todos los teléfonos inteligentes de hoy. En esencia, comprobó si el recuerdo de alguien de cuánto se había estado moviendo en el último cuarto de hora se correspondía con los números del monitor de actividades.

En general, la información proporcionada por los usuarios y los datos de los monitores de actividad era casi exactamente la misma.

De mayor interés para los investigadores, las personas que usaban la aplicación resultaron sentirse más felices cuando se habían estado moviendo en el último cuarto de hora que cuando estaban sentados o acostados, aunque la mayor parte del tiempo no estaban ocupados en actividades rigurosas .

De hecho, la mayor parte de la actividad física que la gente reportó fue un paseo suave, con poca carrera, ciclismo u otro ejercicio más extenuante.

Pero los vínculos entre moverse de cualquier manera y sentirse feliz fueron consistentes para la mayoría de la gente durante el día, de acuerdo con los datos de sus aplicaciones. Tampoco importaba si era un día de trabajo o un fin de semana.

Los investigadores también encontraron que las personas que se movían con más frecuencia tendían a informar una mayor satisfacción con la vida sobre todos aquellos que informaron pasar la mayor parte de su tiempo en una silla.

En general, los resultados sugieren que "las personas que generalmente son más activas generalmente son más felices y, en los momentos en que las personas son más activas, son más felices", dice Gillian Sandstrom, coautora del estudio y investigadora postdoctoral en Cambridge y es ahora profesora de psicología en la Universidad de Essex.

En otras palabras, el movimiento y la felicidad estaban estrechamente vinculados, tanto a corto como a largo plazo.

Por supuesto, este tipo de estudio no establece la causalidad. No puede decirnos si ser más activos realmente nos hace más felices o, a la inversa, si ser feliz nos hace movernos más. Sólo muestra que más actividad va de la mano con mayor felicidad.

El estudio también está limitado por su dependencia de los datos del teléfono celular, dice la Dra. Sandstrom, porque puede no haber capturado información sobre el ejercicio formal. La gente a menudo no lleva sus teléfonos cuando se ejecutan, el ciclo o participar en otros tipos de actividad vigorosa, ella y sus colegas señalan en el estudio. Por lo tanto, esos tipos de entrenamientos no se reflejarían en la aplicación o en el monitor de actividad de los teléfonos, por lo que es imposible saber de este conjunto de datos si el ejercicio formal está vinculado a la felicidad, para bien o para mal.

Sin embargo, el tamaño del grupo de estudio y la consistencia de los resultados son convincentes, dice la Dra. Sandstrom. Indican que si se levanta y se mueve con frecuencia, es más probable que se sienta alegre que si no lo hace.

https://www.nytimes.com/2017/01/25/well/move/get-up-and-move-it-may-make-you-happier.html?emc=edit_tnt_20170129&nlid=31217582&tntemail0=y

jueves, 25 de junio de 2015

Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard. Existe una asignatura sobre la dicha en el prestigioso centro educativo. "La alegría también se aprende, como el golf o el esquí"

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es  atesorar felicidad,  un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí  Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.

Con su superventas  Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.

Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? "Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.

Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:

1. Perdone sus fracasos.
Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo.
Cosas grandes y pequeñas. "Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista".

3. Haga deporte.
Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo.
“Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar.
Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque  no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxitosí le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia.
La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o "lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos", un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como "oportunidad", que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. "En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos” ("No tira la toalla" "Conmigo no han podido"), afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.



Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html

viernes, 10 de octubre de 2014

El humor y el optimismo como herramientas para educar. Humor de mis amores

En la Librería Homo Sapiens de Rosario, haciendo esa tarea que tanto me gusta de leer títulos de libros y nombres de autores, de buscar obras que me interesen y de tomar nota de novedades, descubrí un hermoso título. Parafraseando la clásica expresión “amor de mis amores”, vi sustituida la palabra amor por la de humor. El título del libro era ”Humor de mis amores”. Editado por Planeta y obra del humorista gráfico argentino Caloi.

El humor es una forma de bondad. Es una herramienta para la construcción de un mundo más hermoso y una convivencia más feliz. Al ojear el libro pude comprobar que el autor es un verdadero humorista. Alguien que nos hace pensar sonriendo. “Quien nos hace reír es un cómico. Quien nos hace pensar y luego reír es un humorista”, dice Georg P. Burns.

El humor es una forma de bondad. Es una herramienta para la construcción de un mundo más hermoso y una convivencia más feliz. El sentido del humor está en captar y entender las bromas que otros hacen y está también en poner una pizca de sal en las conversaciones y en la vida. No me gustan las personas sombrías, las que siempre están malhumoradas, las que solo saben ver los agujeros en el queso. Me gustan las personas como el escritor francés Edmond Rostand quien, el día de su ochenta aniversario, se miró en el espejo y dijo: “Desde luego, los espejos ya no son lo que eran”.

Decía Winston Churchil: “La imaginación consuela a los hombres de lo que pueden ser. El humor de lo que son”. Y es que el sentido del humor nos hace ver con cálida y tierna simpatía todas las formas de la existencia. Incluso a nosotros mismos.

Tengo delante de mí varios libros sobre este decisivo asunto. Uno de ellos, que me gusta y utilizo mucho, es de A. Ziv y J.M. Diem. Se titula “El sentido del humor”. Y va planteando con agudeza interesantes cuestiones sobre las funciones del humor: función agresiva, sexual, social, defensiva e intelectual… , sobre las sus diversas facetas y sobre el papel que desempeña en la configuración de la personalidad. El libro está salpicando de excelentes anécdotas y de frases ingeniosas, como la de Alphons Allais: “Las personas que no se ríen nunca no son gente seria”.

Eduardo Jáuregui Narváez tiene un libro que se titula de idéntica forma: “El sentido del humor. Manual de instrucciones”. Contiene interesantes reflexiones y propuestas. En la introducción nos dice que estamos en un mundo lleno de miseria, dolor y desventura. Pero que todo es diferente cuando se afronta desde el sentido del humor. El libro está lleno de ideas sugerentes. Como ésta de Upton Sinclair: “Con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico. Cuando se necesita, se necesita urgentemente”.

“No hay nada tan bien repartido como la razón. Todo el mundo está convencido de tener suficiente”, se puede leer en el libro de David García “Los efectos terapéuticos del humor y de la risa”.

He leído en el último libro de Milán Kundera titulado “La fiesta de la insignificancia” la historia de las veinticuatro perdices de Stalin... Seguír aquí.
Fuente: Miguel Ángel Santos Guerra.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El lado negativo del pensamiento positivo

El pensamiento positivo dicta que la actitud influye en la evolución de las enfermedades y en el logro de objetivos, lo que, a veces, victimiza al que fracasa. Pero querer no siempre es poder. ¿Qué es más eficaz: cambiar de ideas o de acciones?

Cuando a la escritora Barbara Ehrenreich le detectaron un cáncer de mama descubrió, para su sorpresa, que todo lo que rodeaba a la enfermedad era de color de rosa. Lo importante era mantener una actitud positiva, eso ayudaría a curarla. Las enfermas no eran víctimas, sino luchadoras. Los lazos rosas y ositos de peluche, emblemas de las asociaciones contra este cáncer, acompañaban al tratamiento. Al fin y al cabo la enfermedad no era más que un reto y una oportunidad para reinventarse y evolucionar.

Pero Ehrenreich se encontraba asustada, furiosa y, en medio de tanta positividad, bastante sola. Quería comprensión y no sonrisas. El summun de esta perversión, a ojos de la escritora, son las palabras del ciclista Lance Armstrong (ganador de siete Tours) cuando, una vez recuperado, declaró: "El cáncer es lo mejor que me ha pasado en la vida".

El pensamiento positivo dicta, según explica Ehrenreich, que la actitud personal influye en el desarrollo de la enfermedad y, en general, condiciona unívocamente la consecución o no de los objetivos de los individuos. El éxito o el fracaso dependen exclusivamente de uno mismo y no del azar o de sus circunstancias vitales. Esto produce una victimización del que fracasa: todas las culpas recaen sobre uno mismo. "Cada vez parece que hay menos excusas para no ser felices, comienza a ser una obligación", explica Juan Antonio Huertas, profesor de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

"Los enfermos no te piden ser felices sino que te adaptes a sus demandas y a sus necesidades. Generalizar la obligación de ser feliz siempre es, en ocasiones, una obligación tiránica. Hay estudios que demuestran, por ejemplo, que para mejorar el bienestar y la predisposición de un paciente no hay que intentar que cambie su actitud y empiece a pensar en positivo, es más eficaz cambiar acciones que ideas, por ejemplo, dejar que pueda controlar algo de su vida en el hospital (cuando se despierta, sus visitas, que alguien conteste a sus preguntas, etcétera)", apunta Huertas.

En su ensayo Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo (Turner), Ehrenreich parte de su experiencia con la enfermedad (que superó: es una superviviente) para dar un repaso a las diferentes facetas de este tipo de pensamiento, que considera germen de la autoayuda, los telepredicadores televisivos estadounidenses, la psicología positiva, e, incluso, causante en buena medida de la galopante crisis económica mundial. Todo ello conectado por el hilo del optimismo.

"No abogo por el optimismo ilusorio, que aboca al desastre, pero sí por un optimismo inteligente: los optimistas toman las riendas de su vida, mientras que los pesimistas se rinden a las circunstancias. Lo realmente necesario es un punto de vista realista, aunque el realismo es un arduo problema filosófico, pero con la ilusión de la transformación del mundo", disiente Carmelo Vázquez, profesor de psicología de la Universidad Complutense y coautor, junto con María Dolores Avia, del libro Optimismo inteligente (Alianza).

"La psicología positiva es una aproximación diferente a la psicología, tradicionalmente enfocada en los problemas psicológicos. Intentamos completar la visión desde el otro lado, estudiando el gozo, la alegría, no solo la depresión, sino lo bueno que tenemos", agrega.

"En autoayuda", continúa Vázquez, "hay libros malísimos, como los de algunos gurús de la felicidad. Es lastimoso. Pero existen autores dignos en la psicología positiva". Pese a todo, Ehrenreich arremete contra todo el negocio de la autoayuda, el coaching, etcétera. Ejemplo: libros como el best seller El secreto, de Rhonda Byrne, y su ley de la atracción, según la cual la visualización de objetos y situaciones y la actitud positiva, conduce a su consecución de forma casi mágica. Para tener el coche de tus sueños, basta con visualizarlo y desearlo con suficiente intensidad.

La excusa perfecta
"Los libros de autoyuda se apropian de unos resultados científicos, aparentemente novedosos, los amplifican y los simplifican. Lamentablemente los trabajos científicos de base que vampirizan no tienen tales aspiraciones. Al pasar del ámbito científico al popular se tiende a banalizar. El secreto, en efecto, habla de cosas imposibles físicamente, es pernicioso, crea ilusiones imposibles", opina el profesor Huertas.

El libro ¿Quién se ha llevado mi queso?, que Ehrenreich critica duramente, entronca el pensamiento positivo con el mercado laboral. En él se explica que cuando uno pierde su empleo (su trozo de queso en la metáfora del libro, que protagonizan unos ratones) no puede cegarse con la protesta o el victimismo, sino que debe correr rápido en pos de un nuevo trabajo (un nuevo y suculento trozo de queso) antes de que un competidor se le adelante.

Es una justificación de la flexibilidad laboral. "Si la psicología positiva se ha instalado tan fuertemente dentro de la cultura y repercute como lo hace en la vida cotidiana de las personas no es tanto por su valor de verdad científico y psicológico, porque resulta muy útil a ciertos intereses particulares. Uno de los campos al que más práctico le ha resultado esta postura es al mundo empresarial", dice Edgar Cabanas, psicólogo investigador sobre este tema en la UAM."El pensamiento positivo crea ciudadanos dóciles, menos críticos. Identifica a los empleados con los valores de la empresa. Se aumenta la productividad al menor coste posible, y se lubrica la salida de los trabajadores de las empresas".

Y de ahí, según Ehrenreich, a la crisis económica. Según se explica en Sonríe o muere, durante la época de bonanza era anatema tener previsiones pesimistas: todo iba viento en popa y los analistas o asesores financieros que preveían el desastre eran mal vistos o, simplemente, despedidos. Nada malo podía pasar.

Ehrenreich concluye que más que vivir autoevaluándose constantemente y tratando de ser positivo puede uno alcanzar el bienestar tratando de mejorar el mundo exterior de forma práctica: "Habrá que construir diques, llevar comida a los hambrientos, encontrar remedios... Quizás no todo nos salga bien, seguramente no salga bien a la primera, pero podemos pasarlo muy bien mientras lo intentamos"...

 SERGIO C. FANJUL El País, 07/09/2011

lunes, 18 de julio de 2011

Optimistas a la fuerza, pase lo que pase

El pensamiento positivo impone que la crisis es una oportunidad y no una desgracia
Demos la bienvenida al cáncer

Esta seudoideología arrasa en EE UU y defiende que no falla el sistema, sino la actitud de cada uno Demos la bienvenida al cáncer La llegada de la crisis más dura desde la Gran Depresión de 1929 ha acentuado esta teoría conocida en Estados Unidos como pensamiento positivo. Esta seudoideología casi infantil es suscrita al alimón por economistas, políticos, psicólogos, médicos y estrellas de la televisión. Según la misma, las víctimas de la crisis no solo tienen que sufrir en silencio su desgracia sino que casi se ven obligadas a estar contentas, como ha denunciado la escritora estadounidense Barbara Ehrenreich en su libro Sonríe o muere (Editorial Turner, 2011), que ha resultado todo un alarido contra "la trampa del pensamiento positivo".

La autora ejemplifica este pensamiento en el acoso psicológico que sufren los parados en los seminarios de motivación y cursos de recolocación, tan de moda ahora, sobre todo tras los ajustes en las grandes empresas. "Había gente a la que habían echado del trabajo y que se dirigía cuesta abajo y sin frenos hacia la pobreza, a la que se decía que debía ver su situación como una oportunidad digna de ser bienvenida. También en este caso el resultado que nos prometían era una especie de cura; la persona que pensaba en positivo no solo se sentiría mejor mientras buscaba trabajo, sino que para ella ese trámite acabaría antes y más felizmente".

Aunque las raíces de este movimiento sean más antiguas (Ehrenreich lo entronca con una evolución del calvinismo norteamericano a partir de 1850), las sencillas premisas en las que se basa se han difundido por el mundo en libros de autoayuda y superación como el archifamoso ¿Quién se ha llevado mi queso?, de Spencer Johnson, que permaneció durante cinco años en la lista de los más vendidos desde que se publicó en 1998. El queso que persiguen cuatro ratoncillos simboliza la felicidad, la riqueza, el empleo y el bienestar que busca cada uno. Y la parábola incita a adaptarse a las nuevas circunstancias en esa búsqueda en lugar de lamentarse cuando te mueven tu queso...

Fuente:
http://elpais.com/diario/2011/07/17/sociedad/1310853601_850215.html