En contra de lo que nos decían quienes dicen que lo saben todo, 2021 no fue el año de la recuperación. Y me temo que 2022 no abrirá -como también aventuraban- una nueva etapa de normalidad sin sobresaltos. Tenemos demasiados frentes por delante que aventuran intranquilidad.
La pandemia no termina de apagarse y el haber dado prioridad a los intereses comerciales y al egoísmo de los países más ricos puede provocar que sigan apareciendo nuevas variantes del coronavirus que impidan una recuperación completa de la actividad económica.
La inflación tardará meses en desaparecer, si es que no vuelve a hacerse crónica. Y la respuesta que avanzan los bancos centrales, subir los tipos de interés, solo va a provocar otro frenazo, con menos inversión y empleo, además de un incremento que puede llegar a ser muy problemático de la deuda pública y privada.
Los mercados no terminan de ajustarse y los bloqueos se dan por todas su esquinas, los suministros no llegan, los transportes se bloquean y miles de empresas no encuentran al personal que necesitan.
La economía internacional está viviendo una singular combinación de problemas de oferta y demanda en un clima en donde los mercados financieros, en lugar de dedicarse a financiar respuestas en el ámbito productivo, se dedican a inflar burbujas que tendrán que explotar sin remedio en algún momento.
Son problemas de nuevo tipo que no es posible resolver con respuestas del viejo libro de estilo que son las única que parece que tengan en cartera los bancos centrales. Mientras que los gobiernos hacen lo que pueden cargándose, eso sí, de una deuda creciente que en algún momento habrá que amortizar sin que nadie sepa decir cómo ni cuando.
A todo ello hay que añadir la tensión militar que se están generando, ahora con más intensidad en el este de Europa, en diversos lugares del mundo. Sus consecuencias pueden ser catastróficas al menor descuido pero, en cualquier caso, van a provocar problemas económicas importantes; por ejemplo, en forma de subida de los costes de la energía, más problemas de suministro, sanciones financieras con efecto dominó o crisis migratorias.
Europa no parece capaz de forjar un proyecto alternativo al de continua tensión que diseñan las potencias imperiales. Se contenta con hacer de monosabio de Estados Unidos, haciendo creer que desempeña un papel que en realidad no es otro que el de comparsa de los estadounidenses y pagano de sus privilegios: los americanos ya se han convertido en los primeros exportadores mundiales de gas y nos venden el gas a Europa un 40% más caro que el que recibimos de Rusia.
En todas esas condiciones será muy complicado que se pueda lograr una recuperación efectiva de las economías. Lo normal, si no cambian, es que se vayan deteriorando de nuevo sus bases estructurales, ya en crisis desde antes de la pandemia, aunque se registren tasas de crecimiento que puedan dar la falsa impresión de que comienzan a levantar vuelo.
España sufrirá esas tensiones, sobre todo, porque nuestro gobierno no dispone de apoyo parlamentario suficiente y leal y porque sus disensiones internas no están permitiendo que se genere la amplia complicidad social que sería necesaria para sacar adelante los proyectos reformistas que se propuso poner en marcha. Lo que está pasando con la reforma laboral es buena parte de ello.
Si el gobierno de Pedro Sánchez no es capaz de acelerar la agenda de reformar, invirtiendo con más celeridad y eficacia los fondos de recuperación, dándole más protagonismo a la sociedad civil y mostrando que avanza a pesar de todas las dificultades, podríamos estar entrando ya en el final adelantado de la legislatura.
La pandemia ha puesto en jaque al neoliberalismo porque ha demostrado que los principios que había venido vendiendo como todopoderosos frente a cualquier situación son, en realidad, un fiasco y que solo sirven para aumentar la riqueza de los más ricos. Y el efecto de esta crisis de legitimación es el mismo que han tenido otras anteriores del capitalismo: la promoción del populismo fascista. Es es la razón del crecimiento de una extrema derecha que no surge de la nada sino que nace financiada por las grandes empresas y bancos y bien acogida por los medios de comunicación. Es otro peligro en el horizonte.
Andalucía, como no puede ser de otro modo, está metida de lleno en este escenario. La derecha está empeñada de momento en aplicar la misma agenda que llevó a cabo en otras comunidades, la del desmantelamiento del ya de por sí delicado sistema de bienestar social y servicios públicos de nuestra comunidad, para privatizarlos en la mayor medida de lo posible; y, al mismo tiempo, eliminar todo tipo de trabas para que las grandes corporaciones financieras y fondos de inversión se queden con los trozos más apetitosos de nuestro aparato productivo. Se está produciendo el descuartizamiento progresivo de lo que iba quedando de nuestra economía, curiosamente, ante el silencio de una clase empresarial que solo piensa ingenuamente que puede tocarle alguna pedrea de las operaciones de compra que se vienen haciendo.
Enfrente, desgraciadamente, las fuerzas políticas de izquierda no dan la talla y solo podemos confiar en que la sociedad civil se dé cuenta de lo que le vendrá encima cuando hayan terminado con la sanidad y la educación públicas, cuando nuestras explotaciones agrarias, los hoteles y principales empresas queden en manos de fondos de inversión que solo buscan la rentabilidad más elevada posible a corto plazo y con independencia de producto que se obtenga o del servicio que se ofrezca.
Esperemos que 2022 sea el año en que las gentes corrientes de Andalucía se den cuenta de todo esto, despierten, levanten la voz y confluyan con la dignidad y la valentía que siempre ha tenido la buena gente de nuestro pueblo.
https://juantorreslopez.com/2022-la-normalidad/
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viernes, 18 de marzo de 2022
viernes, 24 de diciembre de 2021
Covid: cómo tu dieta te puede ayudar a recuperarte después de contraer el coronavirus
La receta para que el cuerpo enfrente cualquier infección no suele cambiar: generar energía a través de los alimentos, mantenerse hidratado y una pizca de proteínas que ayuden a reparar los tejidos y las células.
El de la covid-19, sin embargo, es un virus distinto a todos los que conocíamos.
Es nuevo, así que nuestros sistemas inmunológicos no estaban preparados para enfrentarlo. Tampoco existían medicamentos para combatirlo.
Aun así los expertos en nutrición afirman que la alimentación es crucial para enfrentar la enfermedad.
Comer es una parte tan rutinaria de nuestra vida diaria que es fácil pasar por alto su importancia, sobre todo cuando una persona se recupera de la covid-19.
Ante esto, expertos ofrecen recomendaciones sobre distintas dietas que podrían ayudar a un paciente de covid en etapa de recuperación a manejar los síntomas.
¿Cómo la comida ayuda a la recuperación?
Antes de explicar los consejos de varios nutricionistas, es importante entender cómo el cuerpo combate las enfermedades. Como dicen, conocer la teoría facilitará la fase de práctica. El sistema inmunológico es una red de órganos, células y químicos que luchan contra las infecciones de muchas formas. Los glóbulos blancos, anticuerpos y otros mecanismos destruyen los microorganismos dañinos, y además reparan las células y tejidos afectados por cualquier enfermedad. De la misma forma, las proteínas y los aminoácidos de los cuales están hechas estas células son importantes. Durante una infección, el cuerpo extrae proteínas de los músculos que se descomponen y se transforman en aminoácidos, que a su vez el sistema inmunológico usa para producir nuevas proteínas, explicó Philip Calder, profesor de inmunología nutricional de la Universidad de Southampton. Por esta razón es que muchas personas pierden peso y sienten sus músculos débiles cuando están enfermas. "Durante la recuperación, [la persona] debe volver a agregar la proteína", dice el profesor Calder. "Esto proporciona los componentes básicos que su cuerpo necesita para realizar sus actividades... especialmente para aquellos que han estado inmóviles en una cama de hospital". En un escenario de enfermedad el cuerpo también necesita más energía porque trabaja más de lo normal. "El sistema inmunológico necesita mucha energía cuando está activo y se enfrenta a patógenos", añadió Calder. Es por esto que comer alimentos ricos en carbohidratos como avena, pan y pasta, además de alimentos ricos en proteínas y ricos en energía como yogur con toda la grasa, huevos y nueces ayudará a la recuperación, incluso si el apetito de la persona es poco. Vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales
Igualmente, consumir las vitaminas y minerales adecuados es esencial durante el proceso de recuperación. Estos micronutrientes se encuentran en muchos alimentos, como en las frutas y verduras, carne, huevos y lácteos. Es aquí cuando entra en juego la importancia de disfrutar de una dieta amplia. "Son los trabajadores de la fábrica que llevan a cabo todos los procesos y son realmente importantes", expuso Calder.
Antes de explicar los consejos de varios nutricionistas, es importante entender cómo el cuerpo combate las enfermedades. Como dicen, conocer la teoría facilitará la fase de práctica. El sistema inmunológico es una red de órganos, células y químicos que luchan contra las infecciones de muchas formas. Los glóbulos blancos, anticuerpos y otros mecanismos destruyen los microorganismos dañinos, y además reparan las células y tejidos afectados por cualquier enfermedad. De la misma forma, las proteínas y los aminoácidos de los cuales están hechas estas células son importantes. Durante una infección, el cuerpo extrae proteínas de los músculos que se descomponen y se transforman en aminoácidos, que a su vez el sistema inmunológico usa para producir nuevas proteínas, explicó Philip Calder, profesor de inmunología nutricional de la Universidad de Southampton. Por esta razón es que muchas personas pierden peso y sienten sus músculos débiles cuando están enfermas. "Durante la recuperación, [la persona] debe volver a agregar la proteína", dice el profesor Calder. "Esto proporciona los componentes básicos que su cuerpo necesita para realizar sus actividades... especialmente para aquellos que han estado inmóviles en una cama de hospital". En un escenario de enfermedad el cuerpo también necesita más energía porque trabaja más de lo normal. "El sistema inmunológico necesita mucha energía cuando está activo y se enfrenta a patógenos", añadió Calder. Es por esto que comer alimentos ricos en carbohidratos como avena, pan y pasta, además de alimentos ricos en proteínas y ricos en energía como yogur con toda la grasa, huevos y nueces ayudará a la recuperación, incluso si el apetito de la persona es poco. Vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales
Igualmente, consumir las vitaminas y minerales adecuados es esencial durante el proceso de recuperación. Estos micronutrientes se encuentran en muchos alimentos, como en las frutas y verduras, carne, huevos y lácteos. Es aquí cuando entra en juego la importancia de disfrutar de una dieta amplia. "Son los trabajadores de la fábrica que llevan a cabo todos los procesos y son realmente importantes", expuso Calder.
Ciertas vitaminas y minerales juegan un papel clave en el apoyo al sistema inmunológico y la recuperación, como por ejemplo:
Vitaminas: A, C, D, E, B6, B9 (folato) y B12
Minerales: zinc, cobre, selenio y hierro
El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) recomienda que las personas tomen un suplemento de vitamina D (10 microgramos por día) en los meses de invierno, pues este nutriente se produce por el contacto con la luz solar. Mientras, la vitamina B12 solo se encuentra en productos de origen animal, por lo que las personas veganas deberían tomar suplementos de esa sustancia.
Vitaminas: A, C, D, E, B6, B9 (folato) y B12
Minerales: zinc, cobre, selenio y hierro
El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) recomienda que las personas tomen un suplemento de vitamina D (10 microgramos por día) en los meses de invierno, pues este nutriente se produce por el contacto con la luz solar. Mientras, la vitamina B12 solo se encuentra en productos de origen animal, por lo que las personas veganas deberían tomar suplementos de esa sustancia.
Ciertas vitaminas y minerales juegan un papel clave en el apoyo al sistema inmunológico.
Además de las vitaminas, en el proceso de producir energía las grasas saludables, incluidas las que se encuentran en el aceite de oliva, el aceite de colza y el pescado azul, son importantes.
Así también las grasas Omega-3, ácidos grasos esenciales que el cuerpo no puede producir lo suficiente y deben provenir de la alimentación. Son especialmente beneficiosos para el sistema inmunológico. Algunas fuentes de Omega-3 son las sardinas, el salmón y el verdel.
Si el paciente no tiene apetito durante la enfermedad, por lo que le cuesta obtener todas sus vitaminas vía alimentos, puede considerar tomar un suplemento multivitamínico enriquecido con Omega-3.
Ninguna sustancia, vitamina o mineral acelerará milagrosamente la recuperación; cada uno tiene un papel diferente.
Lo que se debe comer para recuperarse de la covid-19
El experto indicó que una dieta de estilo mediterráneo, rica en alimentos vegetales, es ideal para recuperarse de la covid-19. Y es que contiene todos los nutrientes que el cuerpo necesita después de recibir el "martilleo" de la infección. "Esto significa que lo ideal es una dieta con abundantes frutas, verduras, bayas, nueces, semillas y legumbres, y también algo de pescado azul y aceites saludables", sostuvo Calder. La carne es una buena fuente de proteínas, pero algunas plantas también son excelentes. Por ejemplo, la quinoa, legumbres (frijoles, lentejas y guisantes), tofu y nueces. Para que una persona vegana o vegetariana obtenga los aminoácidos que necesita lo mejor es combinar más de una fuente de proteínas. Este tipo de dieta variada y rica en fibra también proporciona una amplia gama de bacterias intestinales buenas y un revestimiento intestinal saludable, los cuales desempeñan un papel importante en la regulación del sistema inmunológico.
Frutas y verduras: 5 porciones de 80 g (aproximadamente un puñado), incluso frescas, congeladas o enlatadas, idealmente en una gama de colores.
Lácteos / alternativas lácteas: tres porciones del tamaño de un pulgar de leche, queso y yogurt o alternativas lácteas ricas en proteínas que están fortificadas con calcio (más leche de soja fortificada y menos productos a base de aceite de coco)
Enfrentar la fatiga
Si a consecuencia de la covid-19 el paciente se siente débil, debe intentar minimizar la pérdida de peso, aumentar la energía y recuperar la fuerza muscular, comentó por su parte Kirsten Jackson, dietista y portavoz de la Asociación Dietética Británica. "Muchas personas se involucran en tratar de comer de manera saludable, pero si se siente tan mal que no puede cocinar y su energía es baja, entonces es importante consumir calorías en cualquier forma", detalló.
El experto indicó que una dieta de estilo mediterráneo, rica en alimentos vegetales, es ideal para recuperarse de la covid-19. Y es que contiene todos los nutrientes que el cuerpo necesita después de recibir el "martilleo" de la infección. "Esto significa que lo ideal es una dieta con abundantes frutas, verduras, bayas, nueces, semillas y legumbres, y también algo de pescado azul y aceites saludables", sostuvo Calder. La carne es una buena fuente de proteínas, pero algunas plantas también son excelentes. Por ejemplo, la quinoa, legumbres (frijoles, lentejas y guisantes), tofu y nueces. Para que una persona vegana o vegetariana obtenga los aminoácidos que necesita lo mejor es combinar más de una fuente de proteínas. Este tipo de dieta variada y rica en fibra también proporciona una amplia gama de bacterias intestinales buenas y un revestimiento intestinal saludable, los cuales desempeñan un papel importante en la regulación del sistema inmunológico.
Las legumbres son una fuente de proteína.
El científico agregó que si la persona pasó por un tiempo en el que injirió pocos alimentos, lo ideal es que retome su dieta poco a poco.
"Hágalo con cuidado", comentó. "Los alimentos más blandos son más fáciles de manejar para el intestino. Restaurar el intestino será razonablemente rápido, pero podría llevar algunos días, ya que los pacientes vuelven a comer más ".
Según el NHS, si no bajó de peso durante la enfermedad, la persona puede intentar incluir lo siguiente en su dieta diaria para optimizar su recuperación de la covid-19:
Proteína: tres porciones del tamaño de la palma de la mano de carne, pescado, huevos, frijoles, legumbres, nueces, garbanzos y alternativas a la carne como Quorn o tofu. (Más frijoles y legumbres, menos carnes rojas y procesadas).
Frutas y verduras: 5 porciones de 80 g (aproximadamente un puñado), incluso frescas, congeladas o enlatadas, idealmente en una gama de colores.
Lácteos / alternativas lácteas: tres porciones del tamaño de un pulgar de leche, queso y yogurt o alternativas lácteas ricas en proteínas que están fortificadas con calcio (más leche de soja fortificada y menos productos a base de aceite de coco)
Enfrentar la fatiga
Si a consecuencia de la covid-19 el paciente se siente débil, debe intentar minimizar la pérdida de peso, aumentar la energía y recuperar la fuerza muscular, comentó por su parte Kirsten Jackson, dietista y portavoz de la Asociación Dietética Británica. "Muchas personas se involucran en tratar de comer de manera saludable, pero si se siente tan mal que no puede cocinar y su energía es baja, entonces es importante consumir calorías en cualquier forma", detalló.
Los batidos que incluyen algún tipo de lácteos son buenos para mantener la hidratación y recibir energía.
Las bebidas con leche como el chocolate caliente y los batidos que incluyen algún tipo de lácteos son buenos para mantener la hidratación y recibir energía.
Las bebidas sustitutivas de comidas y las comidas preparadas saludables también pueden ser un recurso provisional en medio de la fatiga. Sin embargo, Jackson instó a tener precaución al comprar estos líquidos.
"Muchos batidos en el mercado son en realidad para bajar de peso, por lo que son muy bajos en calorías, o son batidos de proteínas, que son simplemente ricos en proteínas y no en calorías", mencionó.
Comer poco y con frecuencia puede ser más fácil y atractivo que preparar tres comidas abundantes al día. La Asociación Dietética Británica sugirió optar por tres comidas nutritivas más pequeñas, además de refrigerios y bebidas.
Pérdida de olfato y gusto
Cerca de la mitad de todos los pacientes con covid-19 pierden el sentido del olfato (anosmia) y con ello su capacidad para saborear los alimentos. Para la mayoría de las personas volverá después de dos o tres semanas, pero para el 10% de los pacientes puede tomar meses.
Pérdida de olfato y gusto
Cerca de la mitad de todos los pacientes con covid-19 pierden el sentido del olfato (anosmia) y con ello su capacidad para saborear los alimentos. Para la mayoría de las personas volverá después de dos o tres semanas, pero para el 10% de los pacientes puede tomar meses.
El yogur es una alternativa para adquirir proteínas.
"Esto puede tener un impacto significativo en su apetito porque no tiene todas esas señales normales, los olores y sabores, para activarlo", dice Sarah Oakley, directora ejecutiva de Abscent, una organización benéfica que apoya a las personas que han perdido su sentido del olfato. La experta sugirió probar alimentos con distintas cualidades sensoriales. "Pruebe alimentos con elementos crujientes y suaves, o piense en diferentes colores y temperaturas", acotó Oakley. "De esa manera, obtienes una variedad de sensaciones que son importantes cuando has perdido el sentido del gusto y el olfato". También recomendó "entrenar" el olfato para ayudar a que se recupere. Esto implica inhalar activamente los mismos aromas dos veces al día bajo una intensa concentración. Esta práctica debe repetirse durante cuatro meses. "El entrenamiento del olfato es esencialmente fisioterapia para la nariz", dijo Oakley. "Las neuronas se han dañado y la terapia del olfato es un proceso de curación". Los olores y sabores distorsionados y desagradables (parosmia) también son una parte común de la recuperación de la covid-19.
"Esto puede tener un impacto significativo en su apetito porque no tiene todas esas señales normales, los olores y sabores, para activarlo", dice Sarah Oakley, directora ejecutiva de Abscent, una organización benéfica que apoya a las personas que han perdido su sentido del olfato. La experta sugirió probar alimentos con distintas cualidades sensoriales. "Pruebe alimentos con elementos crujientes y suaves, o piense en diferentes colores y temperaturas", acotó Oakley. "De esa manera, obtienes una variedad de sensaciones que son importantes cuando has perdido el sentido del gusto y el olfato". También recomendó "entrenar" el olfato para ayudar a que se recupere. Esto implica inhalar activamente los mismos aromas dos veces al día bajo una intensa concentración. Esta práctica debe repetirse durante cuatro meses. "El entrenamiento del olfato es esencialmente fisioterapia para la nariz", dijo Oakley. "Las neuronas se han dañado y la terapia del olfato es un proceso de curación". Los olores y sabores distorsionados y desagradables (parosmia) también son una parte común de la recuperación de la covid-19.
El pescado, como el salmón, puede ser una fuente de proteína.
Esto puede hacer que comer sea muy difícil, especialmente si la parosmia hace que algunos alimentos tengan un mal sabor.
Los alimentos que provocan esta reacción varían de persona a persona, pero a menudo incluyen café, ajo, cebollas, pan y carnes asadas o fritas. "Esto puede volverse bastante angustioso y difícil", dijo Oakley.
Aunque la condición sea intensa y los sabores desagradables, el paciente necesita obtener sus calorías de la manera que pueda.
"Los batidos sustitutivos de comidas sin sabor y los alimentos fríos como el helado tienden a ser menos desencadenantes", dice Oakley. "En esas primeras etapas, no se trata tanto de preocuparse por el equilibrio nutricional, se trata de mantener altos los niveles de energía.
Una vez que las cosas mejoran la persona puede comenzar a consumir frutas o verduras.
lunes, 16 de septiembre de 2019
Los perdedores silenciosos de la recuperación económica
Carrión i Huguet
Cuarto Poder
Hace unos días conocíamos datos que apuntan a una desaceleración del crecimiento de la economía en un contexto de turbulencias y guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y China, y de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Así pues, parece que a los trabajadores nos toca volver a preocuparnos por nuestros puestos de trabajo en el enésimo avatar al que nos somete el capitalismo, después de un periodo de bonanza generalizada.
Pero, ¿ha percibido usted esa bonanza? Las cifras macroeconómicas indican que la economía ha ido a mejor desde que tocamos fondo en 2012-2013 y que se han recuperado muchos de los indicadores, que han alcanzado o superado las cifras previas a la crisis. Quizás usted ha sido uno de esos afortunados que ha mejorado su situación, pero aunque ello no ocupe portadas en los medios de comunicación, no todo el mundo se ha recuperado del golpe. Nadie habla de los que se han quedado atrás, quizás porque supondría quebrantar el relato oficial de la economía con viento en popa, pero allí están, silenciosos, sufriendo todavía las consecuencias de una crisis que, a lo mejor, nunca se fue. Hay varios indicadores que nos permiten saber quiénes son esas personas, y en esta ocasión nos centraremos en los datos que nos proporciona la Encuesta anual de estructura salarial a través del INE para el periodo 2008-2016.
Efectivamente, si observamos dichos datos podemos afirmar que, en general, los asalariados españoles cobramos más ahora que antes de la crisis en términos absolutos. Así, el salario mediano bruto anual (es decir, aquel punto en el que se sitúan por debajo el 50% de salarios y por encima el otro 50%) pasó de 18.244,40 euros en 2008 a 19.432,62 euros en 2016, esto es, un incremento interanual acumulado del 6,4% (1.188,22 euros más al año). La recuperación, pues, habría llegado a los salarios. Sin embargo, si ahondamos en los datos y observamos su evolución en los distintos niveles salariales veremos que este incremento no ha sido, ni mucho menos, homogéneo.
Así, tras la crisis y varios años de recuperación económica, los datos muestran que el 10% de trabajadores con un salario bruto más bajo tuvieron un descenso salarial interanual acumulado del 9,1% entre 2008 y 2016, o lo que es lo mismo, pasaron de tener un salario de 8.903,52 euros a uno de 8.095,44 euros (808,08 euros menos al año). Aunque entre 2014 y 2016 este grupo de trabajadores tuvo un aumento salarial de casi 470 euros anuales, este incremento no fue suficiente para compensar las pérdidas que acumularon entre 2008 y 2014, que fueron de unos 1.277 euros. Así pues, durante el periodo 2008-2016 los salarios de estos trabajadores descendieron, como decíamos, un 9,1%; si a ello sumamos que durante el mismo periodo el crecimiento acumulado de la inflación fue del 7,6%, nos daremos cuenta de la magnitud del desastre que están sufriendo los trabajadores con salarios más bajos.
Pero las complicaciones no terminan aquí, no al menos para el resto de asalariados. Si observamos qué ha ocurrido en otros niveles salariales, podemos ver que el 25% de los trabajadores con salarios brutos más bajos han experimentado un crecimiento salarial interanual acumulado de solamente el 0,3% durante el periodo 2008-2016. Esto equivale a un incremento de 27,21 euros (de 13.342,53 a 13.369,74 euros anuales). Al mismo tiempo, y como ya habíamos indicado anteriormente, el salario bruto mediano creció un 6,4% durante el mismo periodo. Con todo ello podemos concluir que entre 2008 y 2016 la mitad de los trabajadores (es decir, los que tiene salarios por debajo de la mediana) tuvieron pérdidas en su poder adquisitivo (con las distintas intensidades que hemos observado), ya que la inflación acumulada (7,6%) fue superior a las ganancias o pérdidas que tuvieron sus respectivos salarios.
Pero, efectivamente, no todo el mundo ha perdido entre 2008 y 2016. Mientras el 10% de los trabajadores con salarios más bajos han visto como su salario descendía en 808,08 euros anuales, el 10% de trabajadores con salarios brutos más elevados han experimentado un incremento salarial de 3.297,09 euros anuales , ya que su salario ha pasado de 38.558,29 a 41.855,38 euros. Esto representa un aumento interanual acumulado del 8,3%, con lo que este 10% de trabajadores ha ganado poder adquisitivo a pesar de la crisis, a diferencia de la mitad de los trabajadores con salarios más bajos. Como último apunte cabe resaltar que este escenario de ganancias reales también ha sido experimentado por el 25% de trabajadores con mayores salarios brutos anuales, los cuales han visto como su salario crecía en 2.317,54 euros entre 2008 y 2016, con un aumento interanual acumulado del 8,4%.
Podemos ver, pues, que a pesar del discurso oficial la recuperación económica en términos salariales sólo ha existido y ha sido tangible para una parte, seguramente minoritaria, de la ciudadanía . Ello hace que sea todavía más preocupante imaginar el escenario que podría producirse a nivel social si los tambores de recesión que resuenan ahora acaban concretándose en el futuro, ya que lo más probable sería que la nueva contracción económica se cebara sobre la clase trabajadora en general y, más concretamente, sobre sus estratos más débiles. Ante este panorama se hace patente que sólo con un giro de 180º en las políticas económicas y laborales de los poderes públicos se conseguirá proteger a estos trabajadores. Medidas como por ejemplo el aumento de la productividad, el incremento del salario mínimo, la mejora en la redistribución de las plusvalías entre capital y trabajo, o la orientación de la economía hacia la competitividad en calidad y no en salarios se convierten en esenciales para garantizar el progreso del conjunto social y de la clase trabajadora en particular.
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/economia/2019/09/08/los-perdedores-silenciosos-de-la-recuperacion-economica/
Hace unos días conocíamos datos que apuntan a una desaceleración del crecimiento de la economía en un contexto de turbulencias y guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y China, y de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Así pues, parece que a los trabajadores nos toca volver a preocuparnos por nuestros puestos de trabajo en el enésimo avatar al que nos somete el capitalismo, después de un periodo de bonanza generalizada.
Pero, ¿ha percibido usted esa bonanza? Las cifras macroeconómicas indican que la economía ha ido a mejor desde que tocamos fondo en 2012-2013 y que se han recuperado muchos de los indicadores, que han alcanzado o superado las cifras previas a la crisis. Quizás usted ha sido uno de esos afortunados que ha mejorado su situación, pero aunque ello no ocupe portadas en los medios de comunicación, no todo el mundo se ha recuperado del golpe. Nadie habla de los que se han quedado atrás, quizás porque supondría quebrantar el relato oficial de la economía con viento en popa, pero allí están, silenciosos, sufriendo todavía las consecuencias de una crisis que, a lo mejor, nunca se fue. Hay varios indicadores que nos permiten saber quiénes son esas personas, y en esta ocasión nos centraremos en los datos que nos proporciona la Encuesta anual de estructura salarial a través del INE para el periodo 2008-2016.
Efectivamente, si observamos dichos datos podemos afirmar que, en general, los asalariados españoles cobramos más ahora que antes de la crisis en términos absolutos. Así, el salario mediano bruto anual (es decir, aquel punto en el que se sitúan por debajo el 50% de salarios y por encima el otro 50%) pasó de 18.244,40 euros en 2008 a 19.432,62 euros en 2016, esto es, un incremento interanual acumulado del 6,4% (1.188,22 euros más al año). La recuperación, pues, habría llegado a los salarios. Sin embargo, si ahondamos en los datos y observamos su evolución en los distintos niveles salariales veremos que este incremento no ha sido, ni mucho menos, homogéneo.
Así, tras la crisis y varios años de recuperación económica, los datos muestran que el 10% de trabajadores con un salario bruto más bajo tuvieron un descenso salarial interanual acumulado del 9,1% entre 2008 y 2016, o lo que es lo mismo, pasaron de tener un salario de 8.903,52 euros a uno de 8.095,44 euros (808,08 euros menos al año). Aunque entre 2014 y 2016 este grupo de trabajadores tuvo un aumento salarial de casi 470 euros anuales, este incremento no fue suficiente para compensar las pérdidas que acumularon entre 2008 y 2014, que fueron de unos 1.277 euros. Así pues, durante el periodo 2008-2016 los salarios de estos trabajadores descendieron, como decíamos, un 9,1%; si a ello sumamos que durante el mismo periodo el crecimiento acumulado de la inflación fue del 7,6%, nos daremos cuenta de la magnitud del desastre que están sufriendo los trabajadores con salarios más bajos.
Pero las complicaciones no terminan aquí, no al menos para el resto de asalariados. Si observamos qué ha ocurrido en otros niveles salariales, podemos ver que el 25% de los trabajadores con salarios brutos más bajos han experimentado un crecimiento salarial interanual acumulado de solamente el 0,3% durante el periodo 2008-2016. Esto equivale a un incremento de 27,21 euros (de 13.342,53 a 13.369,74 euros anuales). Al mismo tiempo, y como ya habíamos indicado anteriormente, el salario bruto mediano creció un 6,4% durante el mismo periodo. Con todo ello podemos concluir que entre 2008 y 2016 la mitad de los trabajadores (es decir, los que tiene salarios por debajo de la mediana) tuvieron pérdidas en su poder adquisitivo (con las distintas intensidades que hemos observado), ya que la inflación acumulada (7,6%) fue superior a las ganancias o pérdidas que tuvieron sus respectivos salarios.
Pero, efectivamente, no todo el mundo ha perdido entre 2008 y 2016. Mientras el 10% de los trabajadores con salarios más bajos han visto como su salario descendía en 808,08 euros anuales, el 10% de trabajadores con salarios brutos más elevados han experimentado un incremento salarial de 3.297,09 euros anuales , ya que su salario ha pasado de 38.558,29 a 41.855,38 euros. Esto representa un aumento interanual acumulado del 8,3%, con lo que este 10% de trabajadores ha ganado poder adquisitivo a pesar de la crisis, a diferencia de la mitad de los trabajadores con salarios más bajos. Como último apunte cabe resaltar que este escenario de ganancias reales también ha sido experimentado por el 25% de trabajadores con mayores salarios brutos anuales, los cuales han visto como su salario crecía en 2.317,54 euros entre 2008 y 2016, con un aumento interanual acumulado del 8,4%.
Podemos ver, pues, que a pesar del discurso oficial la recuperación económica en términos salariales sólo ha existido y ha sido tangible para una parte, seguramente minoritaria, de la ciudadanía . Ello hace que sea todavía más preocupante imaginar el escenario que podría producirse a nivel social si los tambores de recesión que resuenan ahora acaban concretándose en el futuro, ya que lo más probable sería que la nueva contracción económica se cebara sobre la clase trabajadora en general y, más concretamente, sobre sus estratos más débiles. Ante este panorama se hace patente que sólo con un giro de 180º en las políticas económicas y laborales de los poderes públicos se conseguirá proteger a estos trabajadores. Medidas como por ejemplo el aumento de la productividad, el incremento del salario mínimo, la mejora en la redistribución de las plusvalías entre capital y trabajo, o la orientación de la economía hacia la competitividad en calidad y no en salarios se convierten en esenciales para garantizar el progreso del conjunto social y de la clase trabajadora en particular.
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/economia/2019/09/08/los-perdedores-silenciosos-de-la-recuperacion-economica/
viernes, 16 de febrero de 2018
_- ¿Realidad o ficción? La recuperación económica en manos de una minoría.
Viento Sur
Al iniciarse el cuarto trimestre del año 2011, un grupo de ciudadanos americanos, en principio muy pequeño, inició el movimiento Occupy Wall Street, que seguía las coordenadas de los movimientos de indignados que habían crecido como setas en muchas partes del mundo. Seguramente fue el intelectual anarquista David Graever, presente allí, el que puso en circulación el afortunado lema “¡Somos el 99%!, aludiendo al inmenso porcentaje de la población que se sentía explotado por el 1 % restante. Una diferencia muy significativa entre esos movimientos protagonizados fundamentalmente por jóvenes (aunque no sólo) y otros que surgieron en el pasado, de raíz obrerista, es que para establecer la comparación, los de ahora no sólo se fijan en las condiciones de vida de la parte baja y media dela población, sino también en la de las clases altas: en las del 1 %.
La gente que está en la cúspide de la escala social es tan inmensamente rica (lo que gana y lo que posee) que se ha convertido en los “nuevos invisibles” de la actual situación: no quieren aparecer en público ni hacer ostentación de su riqueza para no ser objeto de la indignación de la gente.
Cuanto menos se los vea o se hable de ellos, mejor. En ocasiones se analizan las distancias entre lo que se gana, pero no tanto entre lo que se posee. Sin embargo, tener patrimonio es imprescindible para la calidad de la vida y el bienestar, ya que se puede acudir a él en estados de necesidad o para acceder a nuevas rentas; el patrimonio es, además, hereditario y contribuye a perpetuar la desigualdad a través de generaciones.
En los países occidentales -en los que tuvieron más presencia los movimientos de los indignados- tan significativo era el análisis de las situaciones de pobreza absoluta y pobreza relativa, como de la desigualdad: lo que separa crecientemente a unos ciudadanos de otros.
El informe de Oxfam aporta datos muy significativos de esta distinta realidad social en un país como España:
• Mientras el 10 % más pobre ha visto disminuir un 17 % su participación en la renta nacional durante la década de la Gran Recesión (años 2007 a 2016), el 10 % más rico la ha visto incrementada en un 5 %. Y el 1 % de la cima, en un 9 %.
> • El 10 % más rico concentra más de la mitad de la riqueza total del país (un 53,8 %); más que el 90 % restante. El 1 % de ricos entre los ricos posee la cuarta parte de la riqueza, casi el mismo porcentaje que el 70 %.
• En el último año contabilizado, de 2016 a 2017, el 1 % más rico capturó el 40 % de toda la riqueza creada mientras el 50 % más pobre apenas consiguió repartirse un 7 % de ese crecimiento.
Durante los últimos años, la mayor parte de los informes que Oxfam ha presentado en el Foro de Davos han estado sumergidos en los efectos de la Gran Recesión y sus consecuencias sobre el empobrecimiento, la desigualdad, la precarización estructural, la reducción de la protección social y el aumento de la desconfianza ciudadana frente a las respuestas políticas tradicionales.
Desde hace ya casi cuatro años, España ha salido de la Gran Recesión y está experimentando porcentajes de crecimiento muy notables. Y sin embargo, una parte amplia de la población no lo nota: con el crecimiento económico no ha revertido la redistribución negativa de la renta, la riqueza, el poder económico y el poder político (gobernar para las élites). La recuperación está siendo tan asimétrica como la propia crisis económica, seguramente porque la gestión de la recuperación está siendo tan desequilibrada como lo fue la Gran Recesión.
Nuestro país se ha de enfrentar a datos como los siguientes:
• Más de 10 millones de ciudadanos (el 22,3 % de la población total) tienen rentas que se sitúan por debajo del umbral de la pobreza. Entre ellos, casi el 29 % de los menores de 16 años.
• España es el tercer país más desigual de la Unión Europea, sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria y empatado con Lituania. Es el país en el que más ha crecido la desigualdad durante la década perdida (2007-2016).
• En la recuperación (desde 2013 a 2016), 29 de cada 100 euros provenientes del crecimiento han ido a parar al 10 % de los ciudadanos con las rentas más altas. Sólo ocho de cada 100 euros han quedado en manos del 10 % más pobre. La recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres.
• Desde el primer trimestre del año 2012 la productividad por hora trabajada ha crecido 10 veces más que el salario por hora trabajada. Las mejoras de la productividad se han destinado en buena medida a privilegiar el crecimiento de las rentas del capital, mientras que la masa salarial se ha estancado desde el año 2008.
• Casi el 14 % de la población ocupada son personas que a pesar de tener un empleo no logran salir de la pobreza. El 58 % de ellas son mujeres.
Esta es la cara oculta de la prosperidad; aquella que es difícil encontrar en los discursos del poder. Los silencios sociales son una de las trampas del sistema y por ello conviene descorrer sus cerrojos como hace una vez más el informe de Oxfam. La desigualdad de oportunidades se está convirtiendo en estructural no sólo en la crisis sino también en la recuperación, de tal manera que los beneficios del crecimiento van a parar a las manos de quienes ya viven holgadamente; éstos multiplican sus oportunidades de acceso a servicios, educación y formación, herramientas y canales de elusión fiscal y acumulación de los espacios económicos y políticos. El bienestar de los jóvenes depende cada vez más de la renta y la riqueza de sus antecesores que de sus propios esfuerzos, peligroso, dice la historia.
En la España de 2018 se cumple a rajatabla en trilema de Stiglitz:
1) los mercados no son eficientes (y el desiderátum de mercado ineficiente es el laboral);
2) la política, como es su función, no logra corregir los fallos de los mercados;
3) el sistema económico (la economía de mercado) y el sistema político (la democracia) están sometidos a la tensión extraordinaria de una desafección ciudadana creciente.
De esto es de lo que hay que hablar. Lo demás es añadido.
Índice del dossier:
1. Una recuperación desigual
La desigualdad, la trastienda de la recuperación económica
La pobreza es la otra cara de la riqueza
La desigualdad en la riqueza
Percepción de la desigualdad
2. Fragilidad salarial en la recuperación económica
Salarios menguantes en una economía en expansión
Las ganancias de productividad van a parar a manos de unos pocos
3. Desigualdad salarial
El abanico salarial que no se corrige trabajadores y trabajadoras vulnerables
Externalizando la desigualdad
4. Un sistema fiscal que no redistribuye
5. Conclusiones y recomendaciones
Leer el informe completo: https://oxfamintermon.s3.amazonaws.com/sites/default/files/documentos/files/recuperacion-economica-una-minoria.pdf
Fuente: http://www.vientosur.info/spip.php?article13429
domingo, 13 de agosto de 2017
_- Cómo ser un adulto resiliente
_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?
Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.
La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.
“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.
El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.
Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.
Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:
• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.
Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.
Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.
• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.
Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.
“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.
• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.
“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.
• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.
“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.
Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.
• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.
En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.
“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.
• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson & Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.
La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.
“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.
• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.
“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.
https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
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martes, 22 de septiembre de 2015
La cárcel, un tragapersonas improductivo. Una amplia investigación en Estados Unidos demuestra que la prisión no ayuda a reducir el delito
Realizado por la prestigiosa New York University, el informe Brennan fue presentado en Buenos Aires. Sostiene que la cárcel mantiene a 2,3 millones de personas tras las rejas (en EE.UU. el país con la tasa mundial más alta de personas encarceladas), a un costo de 80 mil millones de dólares anuales, y no ayuda a reducir el delito.
“Desde la década del 80, el encarcelamiento redujo su efecto en el control del delito. A partir del 2000, el impacto que tuvo el crecimiento de la encarcelación, en otras palabras, agregar gente a la cárcel, sobre la tasa de criminalidad fue esencialmente cero”. La conclusión surge de un riguroso estudio realizado por un equipo de investigadores de la prestigiosa Escuela de Leyes de la New York University sobre las cincuenta principales ciudades de Estados Unidos, en los 50 estados que componen el conglomerado del Norte. El informe cuenta con consenso entre demócratas y republicanos. “De hecho –remata el informe–, mientras que grandes estados como California, Michigan, Nueva Jersey, Nueva York y Texas reducen sus poblaciones carcelarias la tasa delictiva continúa en descenso”. El informe fue presentado en Buenos Aires ante la presencia, entre otros, de lobbistas y prácticos del manodurismo local.
El informe, titulado “What caused the crime decline?” (¿Qué causa la baja de la criminalidad?), y producido por el Brennan Center for Justice, de la afamada Escuela de Leyes de la NYU, investiga una serie de variables popularmente mencionadas como solución a las tasas de criminalidad: la incidencia del uso de drogas en los delitos, el despliegue masivo de uniformados, la baja en la edad de punibilidad de los adolescentes, la construcción de cárceles y el encierro de personas, entre otras. El resultado que comprueban los investigadores es que ninguna de esas variables tuvo efectos visibles sobre la baja de la tasa de criminalidad, y en algunos casos demostraron que el efecto era cero. Y lo que también los inquieta es que Estados Unidos invierte anualmente 80 mil millones de dólares en mantener el sistema carcelario.
Lo sorprendente del estudio no reside tanto en el descubrimiento de que la relación más cárcel-menos delito no es vinculante, sino en que se llegue a esa conclusión en el país que tiene la más alta tasa de encarcelamiento del mundo –alrededor de 500 presos por cada cien mil habitantes–, con 2,3 millones de personas alojadas tras las rejas, lo que representa la cuarta parte del total de presos de todo el mundo. “Desde los años ‘70 –señala el informe Brennan–, el encarcelamiento en EE.UU. creció constante y dramáticamente. Las políticas de justicia criminal decretaron durante el pico de la Guerra contra las Drogas en los ‘80 y ‘90 la expansión de la encarcelación como respuesta al crecimiento del crimen y el miedo que desataba. Esto incluye mínimos más altos en las penas, el cumplimiento de la pena, las leyes del ‘tres detenciones y fuera’ (la tercera detención por el motivo que fuera provoca una condena definitiva, también llamada tolerancia cero), aporte de fondos federales para la construcción de cárceles”, entre otros.
El estudio del Brennan Center analiza la tasa de criminalidad desde 1990 hasta 2013, y la compara con el delito violento (DV) (homicidio, violación, robo, asalto agravado), el delito a la propiedad (DP) (robo en vivienda, hurto, robo de vehículos), y el encarcelamiento. Y determina que en ese período el DV se redujo en un 50 por ciento, el DP, en 46, y el encarcelamiento creció el 61 por ciento. Al analizar la década ‘90-’99, los autores –Lauren-Brooke Eisen, Julia Bowling y Oliver Roeder– determinaron que el DV se había reducido 28 por ciento; el DP, 46; y la carcelación creció esos años el 61 por ciento. “Lo más sorprendente –citan los autores– es que la tendencia no muestra una relación coherente. Especialmente a partir del 2000, el crimen continúa cayendo (en la misma proporción) mientras que el encarcelamiento creció muy lentamente (uno por ciento)”.
Bajó el delito pero no motivado por el encarcelamiento, que no tuvo modificación. Para los autores éste fue un indicio de que la relación directa, más prisión-menos delito, es al menos poco efectiva para explicar el descenso de la criminalidad.
Los investigadores afinaron la búsqueda analizando los efectos de otras 12 variables con posible impacto en la reducción de la tasa delictiva, entre 2000 y 2013:
En el área de políticas de justicia criminal:
- Incremento de la encarcelación: no tuvo efecto en el descenso del DV.
- Tampoco la pena de muerte.
- El aumento masivo del número de policías no tuvo incidencia.
- Tampoco tuvo incidencia la promulgación de leyes sobre portación de armas.
Entre los factores económicos:
- No encontraron evidencias de que el desempleo tuviera efectos.
- El crecimiento de los ingresos tuvo una repercusión de entre 5 y 10 por ciento.
Y entre los factores sociales y ambientales:
- La baja en el consumo de alcohol tuvo un efecto en la caída del crimen entre 5 y 10 por ciento.
- El envejecimiento de la población no tuvo evidencias de efecto.
- Y la baja en el consumo de crack tampoco tuvo efectos.
Entre las evidencias que los investigadores encontraron como más efectivas (entre un 5 y un 15 por ciento) en la caída del delito aparece el modo en que es utilizada eficientemente la policía.
Policías y cadalso
Otra de las bases del relato de la inseguridad que se puso en discusión en Estados Unidos fue la contratación y despliegue masivo de fuerzas policiales como medida para combatir la delincuencia. El estudio realizado por Brooke Eisen, Bowling y Roeder, avanza sobre el punto y propone que la contratación masiva es ineficaz. “Este informe encuentra que el aumento en la cantidad de oficiales de policía tuvo un modesto efecto descendente en el delito en los 90, de entre 0 y 10 por ciento”, dice, y agrega que el efecto empezó a ser “insignificante en los 2000”.
Por otro lado determinaron que la relación entre la aplicación de la pena de muerte y la reducción del delito es tan débil que es comparable a cero.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-282066-2015-09-20.html
“Desde la década del 80, el encarcelamiento redujo su efecto en el control del delito. A partir del 2000, el impacto que tuvo el crecimiento de la encarcelación, en otras palabras, agregar gente a la cárcel, sobre la tasa de criminalidad fue esencialmente cero”. La conclusión surge de un riguroso estudio realizado por un equipo de investigadores de la prestigiosa Escuela de Leyes de la New York University sobre las cincuenta principales ciudades de Estados Unidos, en los 50 estados que componen el conglomerado del Norte. El informe cuenta con consenso entre demócratas y republicanos. “De hecho –remata el informe–, mientras que grandes estados como California, Michigan, Nueva Jersey, Nueva York y Texas reducen sus poblaciones carcelarias la tasa delictiva continúa en descenso”. El informe fue presentado en Buenos Aires ante la presencia, entre otros, de lobbistas y prácticos del manodurismo local.
El informe, titulado “What caused the crime decline?” (¿Qué causa la baja de la criminalidad?), y producido por el Brennan Center for Justice, de la afamada Escuela de Leyes de la NYU, investiga una serie de variables popularmente mencionadas como solución a las tasas de criminalidad: la incidencia del uso de drogas en los delitos, el despliegue masivo de uniformados, la baja en la edad de punibilidad de los adolescentes, la construcción de cárceles y el encierro de personas, entre otras. El resultado que comprueban los investigadores es que ninguna de esas variables tuvo efectos visibles sobre la baja de la tasa de criminalidad, y en algunos casos demostraron que el efecto era cero. Y lo que también los inquieta es que Estados Unidos invierte anualmente 80 mil millones de dólares en mantener el sistema carcelario.
Lo sorprendente del estudio no reside tanto en el descubrimiento de que la relación más cárcel-menos delito no es vinculante, sino en que se llegue a esa conclusión en el país que tiene la más alta tasa de encarcelamiento del mundo –alrededor de 500 presos por cada cien mil habitantes–, con 2,3 millones de personas alojadas tras las rejas, lo que representa la cuarta parte del total de presos de todo el mundo. “Desde los años ‘70 –señala el informe Brennan–, el encarcelamiento en EE.UU. creció constante y dramáticamente. Las políticas de justicia criminal decretaron durante el pico de la Guerra contra las Drogas en los ‘80 y ‘90 la expansión de la encarcelación como respuesta al crecimiento del crimen y el miedo que desataba. Esto incluye mínimos más altos en las penas, el cumplimiento de la pena, las leyes del ‘tres detenciones y fuera’ (la tercera detención por el motivo que fuera provoca una condena definitiva, también llamada tolerancia cero), aporte de fondos federales para la construcción de cárceles”, entre otros.
El estudio del Brennan Center analiza la tasa de criminalidad desde 1990 hasta 2013, y la compara con el delito violento (DV) (homicidio, violación, robo, asalto agravado), el delito a la propiedad (DP) (robo en vivienda, hurto, robo de vehículos), y el encarcelamiento. Y determina que en ese período el DV se redujo en un 50 por ciento, el DP, en 46, y el encarcelamiento creció el 61 por ciento. Al analizar la década ‘90-’99, los autores –Lauren-Brooke Eisen, Julia Bowling y Oliver Roeder– determinaron que el DV se había reducido 28 por ciento; el DP, 46; y la carcelación creció esos años el 61 por ciento. “Lo más sorprendente –citan los autores– es que la tendencia no muestra una relación coherente. Especialmente a partir del 2000, el crimen continúa cayendo (en la misma proporción) mientras que el encarcelamiento creció muy lentamente (uno por ciento)”.
Bajó el delito pero no motivado por el encarcelamiento, que no tuvo modificación. Para los autores éste fue un indicio de que la relación directa, más prisión-menos delito, es al menos poco efectiva para explicar el descenso de la criminalidad.
Los investigadores afinaron la búsqueda analizando los efectos de otras 12 variables con posible impacto en la reducción de la tasa delictiva, entre 2000 y 2013:
En el área de políticas de justicia criminal:
- Incremento de la encarcelación: no tuvo efecto en el descenso del DV.
- Tampoco la pena de muerte.
- El aumento masivo del número de policías no tuvo incidencia.
- Tampoco tuvo incidencia la promulgación de leyes sobre portación de armas.
Entre los factores económicos:
- No encontraron evidencias de que el desempleo tuviera efectos.
- El crecimiento de los ingresos tuvo una repercusión de entre 5 y 10 por ciento.
Y entre los factores sociales y ambientales:
- La baja en el consumo de alcohol tuvo un efecto en la caída del crimen entre 5 y 10 por ciento.
- El envejecimiento de la población no tuvo evidencias de efecto.
- Y la baja en el consumo de crack tampoco tuvo efectos.
Entre las evidencias que los investigadores encontraron como más efectivas (entre un 5 y un 15 por ciento) en la caída del delito aparece el modo en que es utilizada eficientemente la policía.
Policías y cadalso
Otra de las bases del relato de la inseguridad que se puso en discusión en Estados Unidos fue la contratación y despliegue masivo de fuerzas policiales como medida para combatir la delincuencia. El estudio realizado por Brooke Eisen, Bowling y Roeder, avanza sobre el punto y propone que la contratación masiva es ineficaz. “Este informe encuentra que el aumento en la cantidad de oficiales de policía tuvo un modesto efecto descendente en el delito en los 90, de entre 0 y 10 por ciento”, dice, y agrega que el efecto empezó a ser “insignificante en los 2000”.
Por otro lado determinaron que la relación entre la aplicación de la pena de muerte y la reducción del delito es tan débil que es comparable a cero.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-282066-2015-09-20.html
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sábado, 2 de mayo de 2015
Cómo se recupera la felicidad tras un desastre, según la ciencia. Un grupo de investigadores estadounidenses pudo medir los niveles de satisfacción de gente que ha superado desastres
En 2003, unas mil parejas con hijos y bajos ingresos se apuntaron a un estudio universitario que se estaba haciendo en Nueva Orleans (EE UU). Tenía como objetivo aumentar el nivel de la educación en los centros públicos de enseñanza superior (los community colleges) y, para ello, se estudiaría el estatus económico, los lazos sociales y la salud mental y física de los participantes a lo largo de los años. El 29 de agosto de 2005, todo cambió: el huracán Katrina tocó tierra y dejó tras su paso 1.800 muertos y más de la mitad de la ciudad destruida. De repente, la encuesta trocó en una oportunidad única para analizar mediante nuevas preguntas cómo afecta un desastre de tales proporciones en familias desfavorecidas. Usando esos datos, acaba de publicarse en Journal of Happiness Studies un análisis que asegura que los niveles de felicidad se recuperan mucho más rápido de lo que se podría imaginar.
“Uno de los elementos más interesantes de nuestra investigación es que teníamos datos sobre la felicidad de los supervivientes de Katrina, en nuestro caso mujeres, un año antes del huracán, un año después, y cuatro años después”, explica en un correo electrónico Rocio Calvo, ayudante de docencia en el Boston College’s School of Social Work y autora principal del estudio. “Dado lo impredecible de los desastres naturales y la dificultad de localizar a los supervivientes después de que hayan sido desplazados, teníamos una base de datos única que permitía investigar las consecuencias de uno de los peores desastres naturales ocurridos en el país en las felicidad de las supervivientes”.
Con una de 491 mujeres, el análisis define la felicidad o satisfacción vital como "la evaluación personal de la vida en general compuesta por una dimensión congnitiva a largo plazo y por una dimensión temporal afectiva". Para medirla, usaron la siguiente pregunta: "Si considera su vida en general en este momento, ¿cómo de feliz o infeliz diría usted que es?" Había cuatro grados de respuesta, desde "No soy nada feliz" a "Muy feliz".
Lógicamente, la felicidad de los supervivientes descendió significativamente cuando la pregunta se realizó al año del desastre. La sorpresa vino al repetirla cuatro años después. La mayoría de las mujeres habían vuelto a niveles previos al desastre. “No deja de ser sorprendente y esperanzador porque es un indicador de la gran capacidad de superación y adaptación del ser humano, incluso tras haber experimentado circunstancias extremadamente difíciles”, razona Calvo.
“Una vez observado el patrón de felicidad de la mayoría de supervivientes, estábamos interesados en investigar que factores estaban asociados con la recuperación de las satisfacción vital, o felicidad, de las mujeres”, cuenta. De la muestra, solo 38 mujeres no recuperaron los niveles previos. Todas tenían en común que vivían solas y percibían que tenían menos gente a su alrededor que las valorara. Calvo arguye que al trabajar con supervivientes de desastres naturales u otras circunstancias traumáticas, permitirles restablecer sus mecanismos de apoyo comunitario es tan vital como proporcionar recursos y dinero.
“Estos resultados van en línea con otros estudios que demuestran que una de las claves de la felicidad se encuentra en las relaciones personales y en el apoyo que recibimos de los demás”, concluye. Aplíquense el cuento.
http://elpais.com/elpais/2015/04/23/icon/1429808641_739650.html
“Uno de los elementos más interesantes de nuestra investigación es que teníamos datos sobre la felicidad de los supervivientes de Katrina, en nuestro caso mujeres, un año antes del huracán, un año después, y cuatro años después”, explica en un correo electrónico Rocio Calvo, ayudante de docencia en el Boston College’s School of Social Work y autora principal del estudio. “Dado lo impredecible de los desastres naturales y la dificultad de localizar a los supervivientes después de que hayan sido desplazados, teníamos una base de datos única que permitía investigar las consecuencias de uno de los peores desastres naturales ocurridos en el país en las felicidad de las supervivientes”.
Con una de 491 mujeres, el análisis define la felicidad o satisfacción vital como "la evaluación personal de la vida en general compuesta por una dimensión congnitiva a largo plazo y por una dimensión temporal afectiva". Para medirla, usaron la siguiente pregunta: "Si considera su vida en general en este momento, ¿cómo de feliz o infeliz diría usted que es?" Había cuatro grados de respuesta, desde "No soy nada feliz" a "Muy feliz".
Lógicamente, la felicidad de los supervivientes descendió significativamente cuando la pregunta se realizó al año del desastre. La sorpresa vino al repetirla cuatro años después. La mayoría de las mujeres habían vuelto a niveles previos al desastre. “No deja de ser sorprendente y esperanzador porque es un indicador de la gran capacidad de superación y adaptación del ser humano, incluso tras haber experimentado circunstancias extremadamente difíciles”, razona Calvo.
“Una vez observado el patrón de felicidad de la mayoría de supervivientes, estábamos interesados en investigar que factores estaban asociados con la recuperación de las satisfacción vital, o felicidad, de las mujeres”, cuenta. De la muestra, solo 38 mujeres no recuperaron los niveles previos. Todas tenían en común que vivían solas y percibían que tenían menos gente a su alrededor que las valorara. Calvo arguye que al trabajar con supervivientes de desastres naturales u otras circunstancias traumáticas, permitirles restablecer sus mecanismos de apoyo comunitario es tan vital como proporcionar recursos y dinero.
“Estos resultados van en línea con otros estudios que demuestran que una de las claves de la felicidad se encuentra en las relaciones personales y en el apoyo que recibimos de los demás”, concluye. Aplíquense el cuento.
http://elpais.com/elpais/2015/04/23/icon/1429808641_739650.html
lunes, 5 de enero de 2015
Silenciar la realidad. En economía, la distancia entre la España real y la gubernamental es abismal. Rajoy ve en los datos de empleo “un estímulo” para lograr la recuperación.
El ministro de Economía, Luís de Guindos, empezó el año por lo grande, siguiendo la estela de su jefe, el presidente de Gobierno. En las primeras declaraciones del año, en la cadena SER, afirmó que los que han mantenido su puesto de trabajo durante la crisis, unos 17 millones de personas, han perdido el miedo que tenían hace dos o tres años a quedarse sin empleo. Seguramente quería decir que si no fuese así, no se podría explicar que el consumo lleve creciendo cuatro meses consecutivos. Hasta hace poco no consumían ni los que tenían empleo.
Unos días antes, y por dos veces casi consecutivas con una diferencia de 15 días (en conferencia de prensa en La Moncloa, y en Telefónica, ante los grandes empresarios) Mariano Rajoy había hablado del “despegue definitivo” de la economía y de “las Navidades de la recuperación”.
Se ha iniciado la escapada de las consignas propagandísticas con el objeto de ganar las elecciones. Pronto Guindos será sustituido por otro dirigente popular, y éste por otro, y todos convendrán en que “la recuperación es una realidad”, y se guardarán la espalda retóricamente afirmando que “esto no quiere decir que hayamos dejado atrás la crisis”.
Estas afirmaciones no se corresponden con la opinión de los ciudadanos. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 40% de los españoles cree que la situación económica es mala y el 42,3%, que es muy mala; el 47,5% entiende que es igual que un año antes y el 39,2%, que es peor que entonces; el 45,3% piensa que dentro de un año será igual y el 25%, que será peor. En cuanto al paro, un 76% afirma que es el principal problema del país.
¿A qué se debe tal distancia entre la España real y la España gubernamental? Negar la realidad sería no admitir que muchos indicadores macroeconómicos (no todos) han mejorado en los últimos meses, pero negar la realidad es, también, minusvalorar o silenciar los rasgos que hacen de España un país devastado por la crisis y por la gestión de la crisis que ha practicado el Gobierno (los últimos gobiernos). Gilliam Tett, periodista destacada del Financial Times en el seguimiento de la Gran Recesión —sobre todo en su fase financiera— ha escrito mucho sobre los “silencios sociales”, aquellos temas sobre los que se procura no hablar o se marginan del discurso oficial en materia económica. Dice que esos silencios sociales, aspectos de la vida cotidiana que habitualmente se omiten o se ignoran, suelen ser tan importantes o más que las cuestiones que son desveladas, ya que son esos silencios los que ayudan a reproducir un sistema y las estructuras de poder a lo largo del tiempo.
En los discursos de Rajoy y de Guindos no se ha mencionado el crecimiento espectacular de la precariedad entre la gente que aún trabaja, facilitada sobre todo por la reforma laboral del PP (empleos a tiempo parcial, temporales, falsos autónomos, becarios,…); la devaluación salarial que ha dado lugar a una caída permanente de la renta disponible familiar, muy superior a la de los principales países de nuestro entorno; la multiplicación de la desigualdad de la renta y la riqueza, que ha crecido de manera muy acelerada y que ha hecho de nuestro país uno de los más desiguales de Europa, acompañado de otros que no forman parte de nuestro entorno más cercano; el deterioro sumamente alarmante de algunos pilares del sistema de protección social, que ha dejado de ser universal (sanidad, educación y, sobre todo, seguro de desempleo,…).
El Gobierno del PP se ha apuntado, cuatro meses antes de las elecciones municipales y autonómicas y casi un año antes de las generales, a la ideología del pensamiento positivo que se basa en el optimismo de los dirigentes, no en la esperanza de los ciudadanos; que se trata de diseminar por contagio repitiendo mil veces el mismo discurso; y que cree que multiplicando el mensaje de esa mejora de la macroeconomía las cosas irán menos mal (sobre todo para quienes lo expanden políticamente).
A partir de ahora tratarán de que la gente vea la botella medio llena, aunque esté rota y hecha añicos en el suelo desde hace tiempo.
http://economia.elpais.com/economia/2015/01/04/actualidad/1420404572_799607.html
Unos días antes, y por dos veces casi consecutivas con una diferencia de 15 días (en conferencia de prensa en La Moncloa, y en Telefónica, ante los grandes empresarios) Mariano Rajoy había hablado del “despegue definitivo” de la economía y de “las Navidades de la recuperación”.
Se ha iniciado la escapada de las consignas propagandísticas con el objeto de ganar las elecciones. Pronto Guindos será sustituido por otro dirigente popular, y éste por otro, y todos convendrán en que “la recuperación es una realidad”, y se guardarán la espalda retóricamente afirmando que “esto no quiere decir que hayamos dejado atrás la crisis”.
Estas afirmaciones no se corresponden con la opinión de los ciudadanos. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 40% de los españoles cree que la situación económica es mala y el 42,3%, que es muy mala; el 47,5% entiende que es igual que un año antes y el 39,2%, que es peor que entonces; el 45,3% piensa que dentro de un año será igual y el 25%, que será peor. En cuanto al paro, un 76% afirma que es el principal problema del país.
¿A qué se debe tal distancia entre la España real y la España gubernamental? Negar la realidad sería no admitir que muchos indicadores macroeconómicos (no todos) han mejorado en los últimos meses, pero negar la realidad es, también, minusvalorar o silenciar los rasgos que hacen de España un país devastado por la crisis y por la gestión de la crisis que ha practicado el Gobierno (los últimos gobiernos). Gilliam Tett, periodista destacada del Financial Times en el seguimiento de la Gran Recesión —sobre todo en su fase financiera— ha escrito mucho sobre los “silencios sociales”, aquellos temas sobre los que se procura no hablar o se marginan del discurso oficial en materia económica. Dice que esos silencios sociales, aspectos de la vida cotidiana que habitualmente se omiten o se ignoran, suelen ser tan importantes o más que las cuestiones que son desveladas, ya que son esos silencios los que ayudan a reproducir un sistema y las estructuras de poder a lo largo del tiempo.
En los discursos de Rajoy y de Guindos no se ha mencionado el crecimiento espectacular de la precariedad entre la gente que aún trabaja, facilitada sobre todo por la reforma laboral del PP (empleos a tiempo parcial, temporales, falsos autónomos, becarios,…); la devaluación salarial que ha dado lugar a una caída permanente de la renta disponible familiar, muy superior a la de los principales países de nuestro entorno; la multiplicación de la desigualdad de la renta y la riqueza, que ha crecido de manera muy acelerada y que ha hecho de nuestro país uno de los más desiguales de Europa, acompañado de otros que no forman parte de nuestro entorno más cercano; el deterioro sumamente alarmante de algunos pilares del sistema de protección social, que ha dejado de ser universal (sanidad, educación y, sobre todo, seguro de desempleo,…).
El Gobierno del PP se ha apuntado, cuatro meses antes de las elecciones municipales y autonómicas y casi un año antes de las generales, a la ideología del pensamiento positivo que se basa en el optimismo de los dirigentes, no en la esperanza de los ciudadanos; que se trata de diseminar por contagio repitiendo mil veces el mismo discurso; y que cree que multiplicando el mensaje de esa mejora de la macroeconomía las cosas irán menos mal (sobre todo para quienes lo expanden políticamente).
A partir de ahora tratarán de que la gente vea la botella medio llena, aunque esté rota y hecha añicos en el suelo desde hace tiempo.
http://economia.elpais.com/economia/2015/01/04/actualidad/1420404572_799607.html
jueves, 8 de mayo de 2014
Bruselas augura una recuperación débil y casi sin empleo en España
La previsión de déficit difiere en 20.000 millones de las cifras de Madrid en 2015
Las previsiones de la Comisión agravan la fractura entre el Norte y el Sur de Europa
Frente a la débil evolución de Italia o Francia, augura un sólido crecimiento para Alemania
El entusiasmo del Gobierno sobre la economía española contrasta con el tono sobrio que, una vez más, llega desde Bruselas. La Comisión Europea anunció este lunes una mejoría general en sus pronósticos para España, pero en un tono general mucho más templado, que matiza el acusado optimismo de Madrid. El Ejecutivo europeo vislumbra una recuperación de baja intensidad y sin lo fundamental: prácticamente sin creación de empleo. El PIB crecerá el 1,1% este año y el 2,1% en 2015, según las previsiones de primavera, y la tasa de paro no bajará del 24% el año próximo, con España de nuevo al frente de la eurozona. El Gobierno vaticina más crecimiento para este año (1,2%) y algo menos el próximo (1,8%), y un descenso más acusado del desempleo, hasta el 23,3%.
Las divergencias entre el Ejecutivo comunitario y el español se extienden también al agujero fiscal. La Comisión considera que el déficit público cerrará este ejercicio en el 5,6% del PIB —en línea con los objetivos—, pero repuntará hasta el 6,1% el próximo año, lejos de la meta del 4,2%. De cumplirse esas previsiones —que no contemplan los efectos de una reforma fiscal que todavía no se ha aprobado e incluyen el final de las subidas del IRPF y el IBI— el Gobierno español afrontaría la cita electoral de 2015 con una brecha de 20.000 millones entre su previsión de ingresos y el cálculo comunitario. Además, dejaría una tasa de desempleo superior a la que se encontró a su llegada al poder en noviembre de 2011 y unas cuentas públicas que siguen sin dar los signos de estabilización que desearía la Comisión.
Bruselas valora la reducción del gasto público derivada de la caída del desempleo y la reforma del sistema de pensiones pero, a renglón seguido, detalla en el informe dos factores que podrían incrementar ligeramente el endeudamiento del Estado: la decisión del tribunal de Luxemburgo de declarar ilegal el céntimo sanitario —un recargo sobre las gasolinas para financiar la sanidad—, que podría suponer la devolución de en torno a 1.000 millones de euros según los cálculos de Bruselas, y la tarifa plana de cotizaciones sociales para nuevos contratos indefinidos. Lejos de “salirle gratis a los Presupuestos”, tal y como anunció el Gobierno, esta medida podría lastrar hasta en un 0,1% el déficit de 2014: en torno a 1.000 millones adicionales.
Más en El País.
Las previsiones de la Comisión agravan la fractura entre el Norte y el Sur de Europa
Frente a la débil evolución de Italia o Francia, augura un sólido crecimiento para Alemania
El entusiasmo del Gobierno sobre la economía española contrasta con el tono sobrio que, una vez más, llega desde Bruselas. La Comisión Europea anunció este lunes una mejoría general en sus pronósticos para España, pero en un tono general mucho más templado, que matiza el acusado optimismo de Madrid. El Ejecutivo europeo vislumbra una recuperación de baja intensidad y sin lo fundamental: prácticamente sin creación de empleo. El PIB crecerá el 1,1% este año y el 2,1% en 2015, según las previsiones de primavera, y la tasa de paro no bajará del 24% el año próximo, con España de nuevo al frente de la eurozona. El Gobierno vaticina más crecimiento para este año (1,2%) y algo menos el próximo (1,8%), y un descenso más acusado del desempleo, hasta el 23,3%.
Las divergencias entre el Ejecutivo comunitario y el español se extienden también al agujero fiscal. La Comisión considera que el déficit público cerrará este ejercicio en el 5,6% del PIB —en línea con los objetivos—, pero repuntará hasta el 6,1% el próximo año, lejos de la meta del 4,2%. De cumplirse esas previsiones —que no contemplan los efectos de una reforma fiscal que todavía no se ha aprobado e incluyen el final de las subidas del IRPF y el IBI— el Gobierno español afrontaría la cita electoral de 2015 con una brecha de 20.000 millones entre su previsión de ingresos y el cálculo comunitario. Además, dejaría una tasa de desempleo superior a la que se encontró a su llegada al poder en noviembre de 2011 y unas cuentas públicas que siguen sin dar los signos de estabilización que desearía la Comisión.
Bruselas valora la reducción del gasto público derivada de la caída del desempleo y la reforma del sistema de pensiones pero, a renglón seguido, detalla en el informe dos factores que podrían incrementar ligeramente el endeudamiento del Estado: la decisión del tribunal de Luxemburgo de declarar ilegal el céntimo sanitario —un recargo sobre las gasolinas para financiar la sanidad—, que podría suponer la devolución de en torno a 1.000 millones de euros según los cálculos de Bruselas, y la tarifa plana de cotizaciones sociales para nuevos contratos indefinidos. Lejos de “salirle gratis a los Presupuestos”, tal y como anunció el Gobierno, esta medida podría lastrar hasta en un 0,1% el déficit de 2014: en torno a 1.000 millones adicionales.
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viernes, 30 de agosto de 2013
El ‘crowdfunding’ permite exhumar los restos de un represaliado del franquismo. La familia del represaliado del franquismo reúne 6.850 euros gracias a 299 donaciones a través de Internet
A José Valls Casanova lo fusilaron un 2 de septiembre de 1938 en Borriol (Castellón). Tenía 48 años. Su hija Antonia, que tenía once cuando le mataron, lo explica en un video para captar la ayuda de desconocidos con la que exhumar su cuerpo. “Ahora está enterrado como un perro”, dice. La familia sabe que yace junto a otro represaliado del franquismo en una zona del cementerio del pueblo porque así se lo dijo el enterrador a Antonia a los pocos días del fusilamiento. Su hija, la única viva, tiene ahora 86 años y su deseo era sacar a su padre de la fosa para enterrarlo junto a su madre. Pero la esperanza de juntarlos se quebró con la retirada de las subvenciones a los proyectos de recuperación de la memoria histórica. Sin fondos, sólo quedaba el camino de la solidaridad. Y el Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica (GPRMH) acudió al ‘crowdfunding’ con la sorpresa de recaudar en pocos días los 6.850 euros necesarios para los trabajos que realizarán, también de forma altruista, un grupo de quince voluntarios. “La solidaridad ha funcionado y esto demuestra que existe una sensibilidad y apoyo que no ha tenido el Gobierno”, explica Matías Alonso, portavoz del GPRMH en la Comunidad Valenciana. En la tarde del jueves obtuvieron el permiso del Ayuntamiento de Borriol, el único que les faltaba para iniciar los trabajos.
La fosa común de Borriol será la primera que se exhume con las donaciones de personas anónimas (299 han apoyado la campaña), con el esfuerzo de voluntarios y el empeño de la familia. “Un trabajo como este necesita de entre 20.000 a 40.000 euros, lo vamos a hacer sin cobrar (salvo un mínimo importe en dos casos) y con la manutención de los familiares”, explica Miguel Mezquida, director del grupo de arqueólogos. En un principio, incluso se habían planteado vivir en la casa de los Valls. “Finalmente nos han buscado una casa rural en la que alojarnos durante la semana que durarán los trabajos”, apunta.
Carlos Balaguer es bisnieto de José Valls. Apenas ha hablado durante todo este proceso porque su objetivo era cumplir el deseo de Antonia y sacar a su padre de la fosa común en la que yace junto a Luis Meseguer. Los únicos que fueron fusilados a primera hora de ese 2 de septiembre de 1938 en Borriol. “Estamos muy agradecidos al alcalde (Adelino Santamaría, del PP) por su apoyo. Ya se lo hemos dicho a Antonia, está muy contenta”, dice parcamente. No quiere remover más la historia ni hablar de su bisabuelo, del que solo sabe lo que de él pone en el proceso sumarísimo. “Y ahí ponían cualquier cosa”. Los silencios en casa se encargaron de borrar la memoria.
Balaguer pudo leer en ese proceso que a su bisabuelo lo detuvieron junto a otros siete vecinos el 12 de junio de 1938, el mismo día en que las tropas franquistas entraron en el pueblo. “Los familiares saben que era una persona comprometida, de izquierdas, y poco más”, detalla Matías Alonso. El procedimiento sumarísimo se instruyó el 28 de junio. El 19 de julio su sentencia a muerte se hizo firme. Sus familiares explican que José Valls y Luis Meseguer fueron obligados a cavar su propia fosa antes de ser fusilados. El lugar exacto se lo contó quien fue el enterrador a Antonia poco después del ajusticiamiento: un camino que dividía el cementerio.
A sus 86 años, y cuando se van a cumplir 75 años del crimen, Antonia verá cumplido su sueño. Su nieto Carlos respira: “Ahora, después de tanto tiempo, lo podrá ver”. Fuente: El País.
La fosa común de Borriol será la primera que se exhume con las donaciones de personas anónimas (299 han apoyado la campaña), con el esfuerzo de voluntarios y el empeño de la familia. “Un trabajo como este necesita de entre 20.000 a 40.000 euros, lo vamos a hacer sin cobrar (salvo un mínimo importe en dos casos) y con la manutención de los familiares”, explica Miguel Mezquida, director del grupo de arqueólogos. En un principio, incluso se habían planteado vivir en la casa de los Valls. “Finalmente nos han buscado una casa rural en la que alojarnos durante la semana que durarán los trabajos”, apunta.
Carlos Balaguer es bisnieto de José Valls. Apenas ha hablado durante todo este proceso porque su objetivo era cumplir el deseo de Antonia y sacar a su padre de la fosa común en la que yace junto a Luis Meseguer. Los únicos que fueron fusilados a primera hora de ese 2 de septiembre de 1938 en Borriol. “Estamos muy agradecidos al alcalde (Adelino Santamaría, del PP) por su apoyo. Ya se lo hemos dicho a Antonia, está muy contenta”, dice parcamente. No quiere remover más la historia ni hablar de su bisabuelo, del que solo sabe lo que de él pone en el proceso sumarísimo. “Y ahí ponían cualquier cosa”. Los silencios en casa se encargaron de borrar la memoria.
Balaguer pudo leer en ese proceso que a su bisabuelo lo detuvieron junto a otros siete vecinos el 12 de junio de 1938, el mismo día en que las tropas franquistas entraron en el pueblo. “Los familiares saben que era una persona comprometida, de izquierdas, y poco más”, detalla Matías Alonso. El procedimiento sumarísimo se instruyó el 28 de junio. El 19 de julio su sentencia a muerte se hizo firme. Sus familiares explican que José Valls y Luis Meseguer fueron obligados a cavar su propia fosa antes de ser fusilados. El lugar exacto se lo contó quien fue el enterrador a Antonia poco después del ajusticiamiento: un camino que dividía el cementerio.
A sus 86 años, y cuando se van a cumplir 75 años del crimen, Antonia verá cumplido su sueño. Su nieto Carlos respira: “Ahora, después de tanto tiempo, lo podrá ver”. Fuente: El País.
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