Mostrando entradas con la etiqueta ÁRBOLES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ÁRBOLES. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de octubre de 2020

Contando los (muchos) árboles del desierto

Imágenes por satélite de una agencia de inteligencia muestran la verdadera extensión vegetal en el desierto y el Sahel 

La imagen de la arena del desierto es tan poderosa que distorsiona la realidad. Aunque el Sáhara o el Sahel y la sabana más al sur no tienen selvas, sí esconden millones de árboles invisibles hasta ahora. El uso de imágenes por satélite de muy alta resolución, combinadas con un sistema de inteligencia artificial para barrer parte de una extensión tan enorme, han desvelado que hay mucho más verde de lo que se creía en esta porción de África. No forman bosques, pero cada solitario árbol cumple una función ecológica, a veces vital. 

Hasta no hace mucho, el instrumental a bordo de los satélites para estudiar la superficie terrestre tenía una resolución que no iba más allá de los 30 metros. Eso supone que un árbol que no tenga una copa de ese diámetro no exista para el satélite. Sin embargo, los sistemas de radar, láser o espectrometría han ido afinando hasta lograr resoluciones de menos de un metro. Los datos obtenidos con estas tecnologías son aún de uso casi exclusivamente militar (de los militares estadounidenses, en especial) o industrial.

Pero esta vez, un grupo de científicos ha podido estudiar miles de imágenes de la Agencia Nacional de Inteligencia (perteneciente al Departamento de Defensa de EE UU) registradas por una constelación de cuatro satélites de la empresa privada DigitalGlobe. Y se han encontrado con una verde sorpresa donde se supone que solo hay el marrón de la arena y la tierra: más de 1.800 millones de árboles y grandes arbustos.

La cantidad de árboles depende de las lluvias pero incluso en las zonas del desierto donde menos llueve hay 0,7 árboles por hectárea

La investigación, publicada en Nature, se centra en la porción más occidental del Sáhara, el Sahel y la sabana africana (entre los 12º y los 24º latitud norte), que ocupa amplias zonas de Argelia, el Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal o Malí. Diseñaron un sistema de aprendizaje de máquinas que pudiera detectar los cambios de forma y color en el espectro reflejado por la superficie para que distinguiera entre arena, tierra desnuda, simple hierba, arbustos o árboles. Para entrenarlo, los autores del estudio revisaron personalmente imágenes con casi 90.000 árboles.

“Marqué las áreas con copa en las imágenes del satélite con una resolución de 50 centímetros y entrenamos el modelo con estos ejemplos”, dice el investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y principal autor del estudio Martin Brandt. “Luego el modelo buscó en miles de imágenes y marcó las copas de los árboles de la misma forma que hicimos a mano”, añade el también científico del centro de vuelo espacial Goddard de la NASA. Para no confundir un árbol con un matorral, el sistema fue ajustado para que solo contara las copas con un área mayor de tres metros cuadrados.

Cantidad de árboles por hectárea en el área del estudio, en la porción occidental del Sáhara y el Sahel. MARTIN BRANDT
 
El trabajo muestra que fueron demasiado pesimistas, ya que la media del área de las copas fue mucho mayor, hasta los 12 metros cuadrados. Es decir en esta región tan árida hay 1.800 millones de árboles y cada uno cubre la superficie de una habitación más o menos grande. Eso es mucha sombra, pero también muchos recursos y servicios ecológicos en una parte del mundo donde hacen mucha falta.

“Son extremadamente importantes para la población rural local, que suelen depender de productos forestales. También fertilizan el suelo y aumentan el rendimiento de las cosechas, son claves para los ciclos del agua y nutrientes y el almacenamiento del carbono”, explica Brandt. Eso sin mencionar los servicios ecológicos que ofrecen a otras plantas y animales.

El número de estos árboles solitarios depende, como era de esperar, de las lluvias. En las zonas hiperáridas del desierto de arena, la densidad arbórea es de menos del 1% (0,7 árboles por hectárea) y va subiendo a medida que, yendo hacia el sur, aumentan las precipitaciones. La cifra sube a 9,9 árboles por hectárea en las áridas (precipitaciones anuales de entre 150 a 300 mm) o 30,1 árboles en las semiáridas (entre 300 y 600 mm anuales).

Son extremadamente importantes para la población local, fertilizan el suelo y son claves para los ciclo del agua y nutrientes" MARTIN BRANDT, GEOCIENTÍFICO DE LA UNIVERSIDAD DE COPENHAGUE Y DEL CENTRO GODDARD DE LA NASA

Todas estas cifras son solo una parte de la arboleda del desierto. Si incluyeran a los árboles con copas menores de tres metros cuadrados o arbustos más pequeños, los autores del estudio estiman que debe de haber otro 20% más de árboles. Más aún, el trabajo se ha centrado en los 1,3 millones de kilómetros cuadrados más occidentales de la región. Pero el Sáhara y el Sahel tienen una superficie conjunta 10 veces mayor. “Conocíamos bien esta zona por varios trabajos de campo y era también una prueba de concepto antes de proponernos hacer lo mismo en zonas mucho más grandes”, confía Brandt.

“En zonas áridas o semiáridas, con condiciones limitantes, hay especies con esa copa tan pequeña, casi arbustiva, y siguen siendo árboles” recuerda el investigador forestal de la Universidad Pablo de Olavide Raúl Sánchez, no relacionado con el estudio. Para Sánchez, este es un trabajo imponente si se puede extrapolar a otras regiones del planeta similares. “Combinado con el Sentinel y Copernicus [plataforma de satélites impulsada por la Agencia Espacial Europea] podríamos saber realmente la cobertura vegetal que tenemos en el planeta”.

Por debajo de los 300 milímetros de precipitaciones anuales (una cifra que en España se da en Almería y Murcia), los árboles empiezan a tenerlo complicado. “Su estrategia es la dispersión, abarcar el mayor espacio posible”, comenta el biólogo Luis Gonzaga. Este profesor de la E.T.S. de Ingenieros de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) participó en 2017 en el mayor estudio realizado hasta entonces para cuantificar los árboles de las tierras secas usando imágenes de Google Earth. “Pero entonces descubrimos que había un 40% más de bosque en estas regiones. Ahora los han contado de forma individual”, destaca. Y cada uno de estos árboles, recuerda, “es un punto caliente de la biodiversidad en entornos donde la vida no debería existir”

lunes, 31 de julio de 2017

Árboles. La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques

Mientras que, como cada verano, el fuego convierte en cenizas parte de la masa forestal de un país que no está sobrado de árboles, una nueva enfermedad acaba de hacer su aparición en la península Ibérica amenazando con diezmar diversas especies, los almendros y olivos entre ellas, como antes sucedió con las palmeras, que hoy aparecen decapitadas por miles en nuestros paseos marítimos y jardines, y antes aún con los olmos, que desaparecieron en su totalidad por culpa de la grafiosis, incluido aquél al que el portugués Miguel Torga dedicó uno de sus más bellos poemas: “Na terra onde nascí há um só poeta / Os meus versos sâo folhas dos seus ramos…” (En la tierra donde nací sólo hay un poeta / Mis versos son hojas de sus ramas). La nueva enfermedad arboricida tiene un nombre pintoresco, xylella fastidiosa, pero de gracioso poco. Los agricultores y responsables de Agricultura de Alicante, que es donde se ha detectado el brote, están muy preocupados por cómo pueda afectar a sus diversas especies de árboles y los de Andalucía más: en la región de Apulia, en Italia, que es de donde procede el brote, tuvieron que arrancar más de dos millones de olivos por culpa de la enfermedad.

La afectación sucesiva de especies arbóreas por diferentes plagas y enfermedades preocupa a los agricultores pero no parece quitarle el sueño al resto de la población, la urbana en especial, para gran parte de la cual los árboles son sólo adornos o, en el mejor de los casos, una compañía agradable cuando el calor aprieta con fuerza y obliga a buscar la sombra. La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro, pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques.

Y eso en un país donde el desierto avanza imparable día tras día no deja de ser una irresponsabilidad que habría que trasladar a cada uno de nosotros y no sólo a aquéllos que con su negligencia o acción delictiva provocan incendios o a los que con su analfabetismo paleto arrancaron del borde de las carreteras los miles de chopos que, como en Francia siguen haciendo, les daban sombra con el argumento de su peligrosidad. Porque todos somos responsables de que en España el árbol se siga considerando un adorno si no da fruto o dinero, como sucede con el paisaje en sí.

¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que comprendamos la dimensión de la frase del poeta francés Claude Bobin que yo le leí a otro poeta, mi paisano y amigo José Antonio Llamas: “Me gusta apoyar la mano en el tronco de un árbol no para asegurarme de su existencia sino de la mía”?

https://elpais.com/elpais/2017/07/12/opinion/1499881246_246173.html

miércoles, 27 de abril de 2016

Los árboles mas grandes del planeta se desvanecen. La deforestación y el cambio climático están acabando con los ejemplares más antiguos de secuoyas, fresnos gigantes o baobab

















Algunos de los árboles más grandes y viejos del mundo ya estaban en el planeta cuando la mayoría de los humanos vivía literalmente en la Edad de Piedra. Sin embargo, un abanico de acciones humanas, como la tala, la degradación de ecosistemas y ahora el cambio climático están acabando con los ejemplares más antiguos de secuoyas, eucaliptos de 100 metros o árboles tan mágicos como el baobab. Lo peor es que ya no existen las condiciones para que los ejemplares más jóvenes alcancen la altura y edad de sus antecesores.

Aunque hay muchas especies de  árboles milenariossolo unas pocas crecen durante siglos hasta alcanzar los 50, los 100 y hasta los 115 metros que superan algunos ejemplares de secuoya roja. No hay una categoría bien definida de lo que los botánicos llaman LOT, Large Old Trees (grandes árboles viejos, en inglés). Tampoco hay fijado un mínimo de altura o envergadura para determinar qué es un gran árbol. Un dato objetivo es el carácter central que juegan en su ecosistema. Y un dato subjetivo es la majestuosidad que inspiran a los humanos.

 Fuente: Białowieża Forest, Poland  © Adam Lawnik/WWF
Por eso LOT son las dos especies de secuoyas que crecen en la costa oeste de EE UU, el fresno de montaña (Eucalyptus regnans) que crece durante 400 años hasta los 100 o más metros o el Petersianthus quadrialatus, una especie de palo rosa que crece en Filipinas. Pero también son árboles viejos y grandes los abetos de más de 50 metros que hay en el viejísimo bosque de Bialowieza (Polonia) o el baobab africano que en algunas especies alcanza los 30 metros de altura y más de 10 de circunferencia. Casi todos ellos están en retirada.

Un estudio publicado en 2013 daba solo unas décadas a dos de las especies de baobab presentes en MadagascarEn el Parque Nacional del Yosemite (California, EE UU), hogar de las secuoyas y otros gigantes como el pino real americano, que puede alcanzar los 70 metros de altura, otra investigación mostraba en 2009 que la densidad por hectárea de estos grandes árboles se había reducido en un 25% desde los años 30 del siglo pasado. Mientras, el árbol floral más alto del mundo, el fresno de montaña australiano, pasará de una ratio de 5,1 árboles por hectárea que tenía a comienzos de siglo a apenas 0,7xHa en 2070.


The European Commission has been called on to investigate an illegal plan to log Poland’s Białowieża Forest.© WWF/LawnikAdam

"El declive se ha acelerado en muchos ecosistemas", dice el ecólogo de la Universidad Nacional de Australia,  David Lindenmayer. Este investigador, especializado en grandes árboles, recuerda que estas especies son particularmente susceptibles a las sequías, pero también han sufrido y aún sufren una tala insostenible en muchas zonas. "En algunos ecosistemas del norte de Europa, se ha producido un incremento, pero partían de poblaciones muy reducidas", añade.

La nueva amenaza es el calentamiento global. calentamiento global. "El cambio climático lleva las condiciones climáticas a niveles fuera del rango normal del nicho idóneo para el crecimiento y desarrollo del árbol", explica Lindenmayer. "Por ejemplo, la reducción de las lluvias en el sureste y suroeste de Australia provocará que estos grandes y viejos árboles no vuelvan a alcanzar la altura y tamaño que solían. En otros casos, las condiciones cuando se produjo la primera germinación hace 500 años son tan diferentes en la actualidad que no podrán volver a germinar en las mismas áreas donde crecen ahora", añade.

El declive de los LOT puede desencadenar efectos en cadena. Los árboles más viejos de estas especies cumplen funciones clave en sus ecosistemas que no pueden ejercer los ejemplares más jóvenes. Las oquedades y recovecos del fresno de montaña son el ambiente en el que nacen, crecen y mueren unas 40 especies de vertebrados, por ejemplo. Con la desaparición de los baobabs de Madagascar, otras muchas especies vegetales y animales podrían ir detrás. La deforestación, tanto de grandes como pequeños árboles, ya ha puesto en riesgo la supervivencia de al menos 500 especies de mamíferos, aves y anfibios en lo que va de siglo, según un estudio en el que ha intervenido  BirdLife.

Pero la relevancia de estos árboles casi eternos va más allá de la ecología. Muchos de ellos han cumplido misiones sociales y hasta religiosas para las comunidades humanas que han vivido bajo ellos. En 2014, dos investigadores suecos publicaban un estudio sobre la relevancia social y cultural de los grandes y viejos árbolesEscribían entonces: "Creemos que el reconocimiento de los LOT como parte de la identidad humana y su patrimonio cultural es esencial para abordar la cuestión de su declive en todo el planeta".

Uno de los autores de aquel trabajo, la investigadora de la Universidad de Uppsala, Malgorzata Blicharska, sostiene que apenas se ha hecho nada desde entonces para incluir las dimensiones no ecológicas de los grandes árboles en las políticas de gestión y conservación. Si se incorporaran de forma explícita a estas medidas, "se podría mejorar la conservación de los LOT", comenta.

Pero la tarea no es sencilla. Ahora mismo, en pleno corazón de Europa se prepara una gran tala de árboles centenarios, quizá milenarios, en  Białowieżauno de los últimos bosques primigenios que quedan en el continente. "Incluso este Patrimonio de la Humanidad está sometido a presión, con los silvicultores que quieren talar viejos ejemplares de pícea europea [una conífera] debido a una plaga de escarabajo de la corteza, algo a lo que se oponen rotundamente tanto las comunidades científicas y conservacionistas locales e internacionales", recuerda el profesor de la Universidad Sueca de Ciencias Agrarias, Grzegorz Mikusinski, coautor del artículo sobre las dimensiones sociales y culturales de los LOT.

Uno de los mayores obstáculos para una política de protección eficaz es el diferente marco temporal de humanos y grandes y viejos árboles. Con motivo del  Día de la Tierra,  Lindenmayer y su colega de la Universidad James Cook (Australia), Bill Laurance, publican en la revista  Trends in Ecology & Evolution  una serie de medidas que habría que tomar ya para salvar a los LOT. Pero, como dice Laurence: "Tenemos que asegurarnos de que pensamos a largo plazo, para coincidir con la manera en que estos árboles han existido durante miles de años".

http://elpais.com/elpais/2016/04/22/ciencia/1461312729_887184.html
(Fotos de El País)
En España hay olivos, encinas, pinos de más de 1000 años y se considera al tejo el árbol más antiguo: 
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:%C3%81rboles_milenarios_en_Espa%C3%B1a

El olivo más viejo de España tiene 1.701 años y está en Ulldecona (La Vanguardia)
Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha determinado que se habría plantado en el 314, durante el mandato del emperador Constantino I

Los olivos milenarios de la Península Ibérica rejuvenecen.

jueves, 9 de julio de 2015

El datador de árboles. El portugués José Luis Lousada patenta una fórmula para garantizar la edad de olivos y castaños milenarios

En Santa Iria da Azóia ya crecía este olivo 800 años antes de Cristo. Es el ejemplar más viejo de Portugal, según lo garantiza José Luis Lousada, datador de árboles. Lousada pertenece al Centro de Investigación y Tecnología Agro Biológica de la Universidad de Tràs os Montes y Alto Duero. Desde hace unos años certifica la edad de viejos olivos con un margen de error del 2%, “una insignificancia cuando hablamos de miles de años”, explica.

Un día, André Soares dos Reis, propietario de Oliveiras Milenares, pensó que añadir un certificado de nasciturus aportaría valor a sus ejemplares. “Le dijimos que era imposible”, recuerda Lousada. “Los dos métodos clásicos no sirven para árboles huecos. El de recuento de anillos vale en especies con madera original; en el caso del carbono 14 se necesitan las células más viejas, y esas ya murieron. A partir de los 150 años, olivos y castaños pierden su primera materia”.

El empresario no aceptó la negativa y, ante la insistencia —y la promesa de sufragar los gastos—, Lousada y dos compañeros comenzaron a investigar. Fueron cinco años midiendo anillos de cientos de troncos. “Tuvimos la suerte de coincidir con la época de construcción de embalses y autopistas. Lo que sobraban eran árboles cortados”, recuerda.
...
Leer toda la noticia aquí: http://elpais.com/elpais/2015/06/29/ciencia/1435560941_512118.html