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domingo, 5 de noviembre de 2017

El héroe de tu infancia. Los cuentos despertaron en nuestra niñez la imaginación, la creatividad y la fantasía. ¿Por qué no volver a ellos para adentrarnos en nuevos desafíos?

Érase una vez…
Cuando oímos estas palabras, algo se despierta en nuestro interior. Una conexión con aquellas ganas de saber qué pasará, a qué desafíos tendrán que enfrentarse los protagonistas. Pero hay más. También conectamos con la infancia, cuando conseguimos crecer más que en cualquier otra etapa de nuestra vida. Era un tiempo en el que teníamos expectativas, todo estaba por hacer y nada de lo que queríamos parecía imposible. Poco a poco, sin grandes lecciones, sino a través de la emoción de las aventuras, fuimos capaces por primera vez de experimentar los grandes sentimientos que nos definen como personas: justicia, valentía, lealtad, heroísmo, amor…

Con estos compañeros fuimos capaces de interiorizar valores positivos. A fuerza de querer actuar como ellos, algo de su esencia nos ayudó a formarnos. Porque, tal y como asegura Bruno Bettelheim, autor de Psicoanálisis de los cuentos de hadas, el relato infantil “al mismo tiempo que divierte al niño, le ayuda a comprenderse y alienta el desarrollo de su personalidad. Le brinda significados a diferentes niveles y enriquece su existencia de muy distintas maneras”. El famoso psiquiatra infantil nos advierte de la importancia de los cuentos de hadas en la educación, ya que ejercen una función liberadora a la vez que forman nuestra mentalidad, proporcionándonos herramientas morales, emocionales y relacionales. Es decir, ese equipo de supervivencia que necesitábamos para enfrentarnos al mundo y sus desafíos.

Si es así, ¿por qué no recuperarlos? ¿Por qué no regresar a ellos para seguir creciendo? Si lo hacemos, seguro que nos sorprenderemos y descubriremos que, como afirma G. K. Chesterton, “los cuentos de hadas son más que reales; no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos enseñan que se puede vencer a los dragones”. ¿Y quién no tiene dragones en su vida para vencer?

Joseph Campbell, en su libro El héroe de las mil caras, describió la estructura narrativa de los cuentos populares y de toda narración épica. Según el mitógrafo norteamericano, puede variar la historia, los personajes y las circunstancias, pero el esqueleto sigue siendo el mismo. Da igual que se trate de las aventuras de Simbad el Marino, o de Pinocho, o de Blancanieves; todos tienen los elementos e ingredientes del esquema de Campbell, conocido como el viaje del héroe. Y no solo ellos. Incluso La guerra de las galaxias los tiene. Y es que George Lucas fue el primer autor en reconocer que se había basado en el viaje del héroe para crear, en 1974, la más famosa saga de la historia del cine. Y en parte fue gracias a este esquema que Lucas consiguió realizar lo que muchos analistas reconocen como el cuento de hadas de nuestros días. Una narración que ha cautivado a niños de cualquier edad y que, como las grandes historias, tiene una frase mágica de entrada, que en este caso no es “Érase una vez…”, sino “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…”.

Así, teniendo presente la estructura del héroe, podemos usarla a nuestro favor. Podemos ver por las fases por las que debe pasar todo protagonista de un cuento que merezca la pena ser contado. Tal vez no habrá emperadores galácticos ni brujas que se miran al espejo preguntándose quién es la más bonita del reino, pero habrá un desafío que nos preocupa, que nos paraliza, que nos impide avanzar. Un villano, pero en forma de jefe, de falso amigo, de relación tóxica, de nuevo negocio… Y sea como sea, deberemos emprender este viaje, no renunciar a la aventura que nos propone la vida y convertirnos en el héroe de nuestra propia existencia. Es decir, estar más cerca de la persona que queríamos ser cuando escuchábamos esas historias antes de ir a dormir.

• El mundo ordinario.
Así empieza el esquema del viaje del héroe de Campbell; es decir, con nuestra vida tal y como es antes de emprender nuestra búsqueda. La realidad en la que estamos y de la que nos va a costar salir. Nos sentimos, a pesar de todo, cómodos y seguros. Es lo conocido y rutinario.

• La llamada de la aventura.
Es cuando nos damos cuenta de que en nuestro tranquilo mundo hay algo que ya no funciona. Algo se ha colado en la tranquilidad del día a día. Se empieza a plantear un desafío, un reto, una aventura. Puede ser, por ejemplo, que, sin saber muy bien por qué, empecemos a no sentirnos realizados en nuestro trabajo o consideremos la necesidad de más responsabilidades y nuevos horizontes profesionales. O que aparezca una nueva vocación en nuestro interior, o las ganas de cambiar de sector. Cualquier cosa que avecine nubes en el despejado cielo de nuestro día a día. Cada uno tendrá su llamada y cada uno sabrá que no es algo pasajero, una incomodidad que se despejará sola. Es algo que reconocemos como que necesitamos probar.

• El rechazo.
Intentamos convencernos de que se trata de nubes de paso. En esta etapa aparecen pensamientos del tipo “Estoy bien en mi trabajo, cobro un buen sueldo y tengo un horario cómodo”, “Esto no va conmigo, yo ya no tengo edad”, “A mí no me pasan estas cosas”. Seguro que todos hemos tenido esos pensamientos que pretenden salvar nuestro mundo ordinario. Nos resistimos a abandonar nuestra zona de comodidad porque tenemos miedo a lo desconocido.

• Maestro, mentor o ayuda sobrenatural.
Aquí, en este punto de la historia, aparece el maestro. Puede tener muchas formas. A veces es simplemente una influencia positiva que da alas a nuestros sueños. Puede tratarse de un business angel, en el caso de un emprendedor, o de un head hunter, si estamos buscando trabajo. O de un amigo que nos brinda un buen consejo. Puede tener forma, incluso, de “ayuda sobrenatural”, que llevado fuera del cine debemos entenderlo como aquel cúmulo de casualidades inexplicables que ocurren cuando estamos en la fase de búsqueda.

• Cruzar el umbral.
En las cinco anteriores etapas aún nos encontramos, según el esquema de Campbell, en nuestro mundo ordinario. Ahora sí. Decidimos cruzar. Salir de nuestra zona de comodidad. Hemos aceptado esa llamada que ha crecido en nuestro interior, ya sea perseguir esa vocación, o presentarnos a esa oposición, o aspirar a ese ascenso, o lanzarnos a esa relación amorosa que nos atemorizaba. Da igual. Lo cierto es que hemos decidido cruzar el umbral y adentrarnos en un nuevo mundo.

• Pruebas, aliados y enemigos.
Imaginemos que hemos decidido convertirnos en emprendedores. Aquí, en este punto, aparecen las primeras pruebas, conocemos a gente que se convierte en nuevos amigos, en inesperados compañeros del viaje. Pero todo tiene su reverso, así que también conoceremos enemigos y adversarios. Aparecerán nuevos problemas que requerirán de nuevas soluciones.

• Acercamiento.
Las nuevas circunstancias y las cosas que ya hemos vivido consiguen que estrechemos lazos con nuestros nuevos aliados. Crecemos con ellos, compartimos momentos de aprendizaje y vulnerabilidad. Poco a poco nos vamos sintiendo preparados para afrontar los desafíos que se presentan en el horizonte. Y, sobre todo, para la primera gran prueba del viaje. Todo ha sido una preparación que nos lleva hasta el próximo punto de nuestra propia historia.

• La gran prueba.
Es ese momento para el que nos hemos estado preparando. Es esa presentación a unos inversores, es ese leer el primer capítulo de la novela delante de nuestros compañeros de taller literario, es lo que sea, pero es una prueba que nos enfrentará a nuestros propios miedos y a nosotros mismos.

• Tesoro.
Nos hemos enfrentado a la gran prueba y a nosotros mismos, y salimos reforzados y recompensados. Conseguimos algo importante, un tesoro personal que nos indica que estamos avanzando. Ya no somos los mismos que decidieron abandonar la zona de confort. Podría parecer que aquí acaba la aventura. Pero no es así. Aún faltan tres pasos para completar nuestro viaje.

• Regreso.
Hay un momento en el que deberemos regresar a nuestro mundo ordinario e incorporar nuestras nuevas vivencias en él. En el camino de vuelta nos encontraremos con nuevos desafíos y una prueba final que nos hará dudar. Es el primer fracaso. Una derrota que hará que nos tambaleemos.

• Resurrección del héroe.
El héroe que hemos despertado en nosotros saldrá victorioso de la última gran prueba. Es la victoria final. Esto no significa que no habrá más derrotas, más piedras en el camino o más dificultades. Significa que ya tenemos las herramientas necesarias para seguir avanzando, que ya hemos incorporado todo lo necesario para que miremos los desafíos con confianza. Hemos ampliado nuestra área de comodidad.

• Regreso con el elixir.
Volvemos a nuestro mundo ordinario. Ya no somos los mismos. Ahora debemos compartir con los demás todo lo que hemos aprendido. Porque no hay mejor manera de seguir aprendiendo que enseñar a los demás lo que ya sabemos.

PARA SABER MÁS
El héroe de tu infancia ANNA PARINI

Libros
El héroe de las mil caras Joseph Campbell (Fondo de Cultura Económica)
En él descubriremos el viaje del héroe y cómo este esquema subyace en los relatos épicos de las más diversas culturas.

Psicoanálisis de los cuentos de hadas Bruno Bettelheim (Planeta)
Es una obra que nos revelará la importancia que tienen los cuentos populares en el desarrollo del niño y, por extensión, de nosotros mismos.

Fábulas de Esopo (Anaya)
Tenemos una buena manera de reconectar con aquello que escuchábamos en nuestra infancia y sacar nuevas lecciones para nuestro día a día.

https://elpais.com/elpais/2015/11/04/eps/1446649030_381033.html

domingo, 20 de agosto de 2017

Día internacional la felicidad: aprender a ser felices desde la infancia. Educar niños dichosos ayuda a mantener una perspectiva optimista y esperanzadora a lo largo de la vida.


Dia internacional de la felicidad
Cuenta el psiquiatra Luis Rojas Marcos una anécdota que relató en su momento el propio Charles Darwin sobre la felicidad. Según señaló el naturalista, un día le preguntó a un pequeño de unos cuatro años qué significaba para él ser feliz. El niño le respondió: “hablar, reírme y dar besos”. Una sensación o emoción a la que Naciones Unidas (ONU) decidió dedicar, en 2013, un Día Internacional como reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo. La fecha elegida es este lunes 20 de marzo.


Medir la felicidad no resulta nada sencillo. En 2015, la Jacobs Foundation presentó el estudio Children´s World. Los investigadores de la fundación intentaron diseñar un "mapa de la felicidad" y para lograrlo hablaron con 53.000 niños de 15 países con el fin de averiguar lo que piensan sobre sus familias, derechos, vida escolar y aficiones. El objetivo del proyecto era conocer cómo mejorar el bienestar de los pequeños mediante la concienciación de los propios niños, sus padres y sus comunidades, pero también entre los líderes de opinión, los políticos, los profesionales y el público, en general.

El estudio se sumó a uno realizado previamente por Unicef y supuso un cambio de paradigma: por primera vez se preguntaba directamente a los niños y se les daba voz. Una de las conclusiones que se extrajo en relación con nuestro país es que los niños y niñas españoles eran los terceros del mundo que se mostraban más satisfechos con su vida.

Rojas Marcos, quien compagina su labor académica como profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York con la gestión, como director ejecutivo, de Médicos Afiliados de Nueva York, señala que cada persona entiende la felicidad a su manera. “Hay personas que la definen como una emoción intensa que les invade súbitamente, como cuando se enamoran o conectan íntimamente con personas muy queridas. Para otras”, añade el prestigioso psiquiatra, “supone un estado de éxtasis ante una imagen bella o una melodía que les llega al alma. Algunos describen la dicha con ejemplos de situaciones en las que se sienten triunfantes al haber conseguido una meta muy deseada. Para muchos, entre los que me incluyo, la felicidad es un sentimiento placentero y apacible de satisfacción con la vida en general, que alimenta el gusto por la vida y la idea de que vivir merece la pena. La verdad es que, aunque no nos pongamos de acuerdo a la hora de definir la felicidad, todos la reconocemos cuando la sentimos”, concluye Rojas Marcos.

Alcanzar la tan soñada felicidad parece que se encuentra estrechamente relacionada con nuestro ADN, según estudios recientes. Las investigaciones llevadas a cabo evidencian que en nuestro material genético existe una explicación a la clasificación mundial de percepción subjetiva de la felicidad. La clave se encontraría en el denominado “gen de la felicidad”, correspondiente al alelo -una de las formas alternativas que puede tener un mismo gen que se diferencian en su secuencia- A de la amida hidrolasa de ácidos grasos. Esta variante del gen frena la degradación química de la anandamida, un cannabinoide endógeno que aumenta las sensaciones placenteras y reduce la percepción del dolor.

Las conclusiones del estudio son compartidas por Rojas Marcos, pues opina que “todos venimos al mundo equipados con genes que nos impulsan a perseguir aquello que nos hace felices. El medio familiar y social en el que nos desarrollamos moldea este equipaje genético. Sin duda, los avatares diarios y la calidad de nuestras relaciones pueden fortalecer o debilitar nuestra tendencia innata hacia la felicidad. Padres y cuidadores pueden contribuir a fomentar la alegría y la autoestima saludable que son pilares de la felicidad de los pequeños y facilitar actividades gratificantes que propicien los estados de ánimo placenteros. A fin de cuentas”, subraya Rojas Marcos, “no solo nacemos, también nos hacemos y aprendemos”.

¿Puede ser la felicidad objeto de aprendizaje durante la infancia? Según Luis Pedreira Massa, psiquiatra de la Unidad de Trastornos Mentales de la Infancia, Adolescencia y Adulto-Joven del Hospital La Luz, la felicidad no es materia de aprendizaje por parte de los niños y niñas; muy al contrario, es de vivencia y de experiencias placenteras. Pedreira indica que, “más que aprender, la felicidad se vivencia y, sobre todo, se consigue si las interacciones que los niños y jóvenes realizan son placenteras y contienen seguridad y asertividad”. En su opinión, “la crítica, en caso de existir, debe ser positiva, teniendo una vía de salida y de acompañamiento por parte del adulto de referencia”.

Por su parte, la jefa del Servicio de Psiquiatría del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, Montserrat Graell, sostiene que los niños pueden alcanzar la felicidad “mediante una crianza afectiva y una adecuada educación”. Asimismo, Graell destaca la necesidad de que los padres dispongan a sus hijos hacia la felicidad, “promoviendo progresivamente su autonomía y, especialmente, la seguridad en sí mismos. Además de estimularles un comportamiento empático y solidario para conseguir establecer relaciones sociales de calidad”.

Aunque los especialistas aseguran que una infancia feliz no garantiza mantener este estado de satisfacción y bienestar para siempre, sí es un soporte básico en la preparación para afrontar las otras etapas de la vida. Para Rojas Marcos, autor de libros como “Nuestra felicidad”, “La fuerza del Optimismo” o “La autoestima”, disfrutar de una infancia feliz ayuda a mantener una perspectiva optimista y esperanzadora, todos ellos factores que, según el conocido psiquiatra, “fortalecen nuestra capacidad de adaptación, nuestra confianza y vigoriza esa mezcla natural de resistencia y flexibilidad que hoy llamamos resiliencia, y que nos ayuda a superar adversidades”. Unos elementos que, en su opinión, pueden hacer que los niños y niñas de hoy se conviertan en “hombres y mujeres flexibles que se adapten a los cambios y vicisitudes que les plantee el paso por el mundo, y acepten las reglas imperfectas del juego de la vida sin amargarse”

https://elpais.com/elpais/2017/03/20/mamas_papas/1489997531_166770.html

lunes, 14 de noviembre de 2016

¿‘In vino veritas’?

SE DICE que los niños, los locos y los borrachos dicen la verdad, que el alcohol elimina las inhibiciones y permite que todas las opiniones fluyan sin censura. Sin embargo, no es el alcohol el que crea y alimenta nuestras opiniones. Tendríamos que definir si realmente cuando hablamos siendo niños, o cuando lo hacemos bajo los efectos de sustancias o estados psíquicos que favorecen la desinhibición –como la psicosis o, simplemente, la ansiedad o la ira–, hablamos “sin censura” o lo hacemos “con madurez”.

La  formación de un sistema de valores es un procedimiento dinámico, individual, rico en matices y que consta de una serie de elementos que vamos adquiriendo a lo largo de toda la vida.

En la infancia nuestras opiniones son muy limitadas. Adquirimos nuestros valores y no los ponemos en duda, no nos los planteamos, los damos por ciertos ya que todavía no tenemos capacidad de juicio; prácticamente solo contamos con los pareceres de nuestra familia más próxima, en general las de nuestros padres.

Más tarde, llegan las de la escuela, profesores y compañeros. Por cierto, es característico de estas etapas que vayamos dando por aceptables únicamente los valores de nuestro entorno pues todavía no tenemos un criterio propio y son los de estas personas cercanas los que nos aportan la necesaria sensación de pertenencia a un grupo: creencias políticas más o menos radicalizadas, gustos musicales o una manera de vestir que de una u otra forma nos posiciona.

Más adelante vamos enriqueciendo nuestro “estar en el mundo” con lecturas, conversaciones, canciones, viajes, películas…, multitud de estímulos imposibles de resumir que van dejando una impronta.

Para que con todos los estímu­los que vamos recibiendo a lo largo de la infancia, la adolescencia y la madurez se vaya generando un criterio propio es imprescindible la reflexión. Es un proceso continuo, circular. A medida que el hombre madura y se enriquece el criterio, nos hacemos más reflexivos y más sensatos.

Sin embargo, aquellos valores que adquirimos en la infancia y en la adolescencia y que posteriormente pusimos en duda después de llegar a nuestras propias conclusiones, tal vez opuestas a aquellas que nos enseñaron de niños, esos principios aprendidos, de algún modo, permanecen almacenados en el cerebro.

LOS VALORES QUE ADQUIRIMOS EN LA INFANCIA Y EN LA ADOLESCENCIA PERMANECEN ALMACENADOS EN EL CEREBRO

La reflexión y la madurez los descartan como propios. Consideran que nos fueron dados y llega un momento que nos parecen primitivos. Decidimos, por nuestra propia voluntad, que no son válidos para la persona que somos en la actualidad. Tal vez lo fueran para aquel niño, para aquel adolescente y en aquel contexto social, familiar y cultural, pero no lo son para este adulto reflexivo, sensato y educado.

A medida que maduramos vamos añadiendo límites, acotando situaciones, definiendo circunstancias y tomando decisiones sobre cómo actuar, qué decir, qué hacer en función de quiénes somos y qué queremos conseguir teniendo en cuenta cuáles son nuestros valores. De este modo, el cerebro funciona en constante conflicto.

La sospecha de que sustancias como el alcohol o estados psíquicos de desinhibición como la ansiedad o la ira liberan creencias más primitivas del ser humano es antigua. El Talmud babilónico contiene una frase lapidaria: “Entró el vino y salió un secreto”, y dice después: “En tres cosas se revela un hombre: en su copa de vino, en su bolsa y en su cólera”. Según el historiador romano Tácito, los pueblos germánicos aconsejaban beber alcohol a sus políticos para impedir que estos mintieran en los consejos. De hecho, la expresión In vino veritas, de Plinio el Viejo, no es más que la traducción de la expresión popular En oino álétheia, acuñada por el poeta griego Alceo de Mitilene.

No cabe duda de que en ocasiones la desin­hibición que producen el alcohol, la ira, la ansiedad o la inmadurez pueden hacernos revelar “verdades” que no somos capaces de expresar cuando dominamos nuestra consciencia. Lo que se debe distinguir es si en ese estado de llamémosle liberación, exteriorizamos cosas que hubiésemos preferido callar o lo que provoca es que olvidemos por un rato una opinión que ya hemos elaborado, madurado y reflexionado. Algo, esto último, que nos puede situar en una posición peligrosa o dañina.

No todos sabemos o podemos

- La etapa de reflexión en la que nos cuestionamos las enseñanzas y la educación recibida es, casi por definición, un periodo difícil y de soledad. Pero también se trata de un momento clave porque a partir de entonces el núcleo de nuestro pensamiento dejará de ser la opinión heredada y comenzará a ser la propia. A partir de entonces nuestro criterio debe permanecer permeable pero no dependiente de las opiniones de los demás. No necesitamos líderes de opinión, sino ideas que enriquezcan las nuestras, las maticen o incluso las contradigan.

- Si bien es cierto que esta fase es necesaria y enriquecedora, no es tarea fácil porque se puede sentir que se traiciona a la tradición recibida y porque siempre resulta más cómodo no tener que repensar nuestra identificación y pertenencia a un grupo. Una buena parte de la población permanece estática en esa herencia. El gran riesgo de quien no se toma la molestia de crear su propio mundo ideológico y sus principios es que se convierten en las víctimas más fáciles para la radicalización, el conservadurismo extremo o el populismo.
Lola Morón
Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/in-vino-veritas/#leer

sábado, 24 de septiembre de 2016

Unicef: “España no ha entendido que un niño primero es un niño y luego un inmigrante o refugiado”

InfoLibre

Sara Collantes, experta en políticas de infancia de Unicef Comité Español, denuncia situaciones como la de los jóvenes que intentan saltar la valla de Ceuta y Melilla y son devueltos sin comprobar si son menores. También preocupan los casos de niños y adolescentes que, solos o junto a sus familias, son encerrados en los Centros de Internamiento de Extranjeros.

La experta en políticas de infancia de Unicef Comité Español, Sara Collantes, opina que en España “no se ha entendido bien que un niño primero es un niño y luego, un inmigrante o un refugiado" y esa es la razón por la que teniendo ya cierta tradición tanto en flujos migratorios como en acogida de menores que llegan sin adultos que se hagan cargo de ellos, se siguen repitiendo deficiencias que tienen un impacto directo sobre la protección y el interés superior de estos niños.

“En España los dos sistemas, el de protección a la infancia y el de extranjería y asilo, tienen que darse la mano y aliarse lo suficiente como para otorgar esa doble protección a los niños migrantes o refugiados, que tienen por eso una doble vulnerabilidad. Hay un margen importantísimo para conseguir blindar esa protección en España”, afirma en una entrevista con Europa Press.

Se refiere a situaciones como la de jóvenes que intentan saltar la valla de Ceuta o la de Melilla y son entregados de vuelta a las autoridades marroquíes sin que nadie haya comprobado si eran menores de edad; a la de los niños refugiados que se ven privados del derecho a estar con toda su familia porque los requisitos para la reagrupación familiar dejan fuera a los hermanos mayores de 18 o a los que habiendo entrado en territorio español, malviven en las calles de una ciudad autónoma.

“Nos preocupan mucho las devoluciones automáticas y pedimos su fin así como que se garantice que se identifica correctamente a los niños que intentan acceder por la valla. España, como frontera terrestre con África, tiene el reto de crear un mecanismo de identificación rápida de los menores de edad que intentan acceder a Europa porque si ésta no se lleva a cabo, no se pueden poner en marcha los mecanismos de protección previstos en las leyes y así, estaríamos vulnerando la Convención de los Derechos del Niño, afirma.

Contra las devoluciones automáticas en la valla
Insiste en este sentido en que si los adultos han de tener garantías en un proceso de devolución, en el caso de los niños estas se multiplican, pues han de tener un tutor, un representante legal, que se disponga del tiempo necesario para poder determinar su interés del menor y que se haga mediante personal cualificado capaz de hacer entrevistas en condiciones con los niños. “Nos parece casi imposible que en procedimientos tan sucintos como las devoluciones automáticas se puedan abordar todas estas garantías”, señala.

Según afirma, en UNICEF son “conscientes de que hay un número importante de menores de edad en Marruecos con intención de acceder a territorio español” y de la existencia de ONG que denuncian que algunos de quienes saltan la valla efectivamente lo son. Por eso, piden que se cumpla "de forma estricta" y se paralicen esas prácticas porque “no permiten desplegar el marco de protección que contempla la ley”.

Misma preocupación tiene la agencia de la ONU para la Infancia en lo que respecta a los menores que viajan solos y a quienes no se identifica como potenciales refugiados porque “hay muy poca proactividad”. Collantes recuerda que las cifras de solicitudes de asilo de niños en España “no cuadran”, con 25 casos frente a los 95.000 que se cursaron en la UE el año pasado, siendo frontera sur y teniendo más de 3.000 niños extranjeros tutelados por las comunidades autónomas.

“No se escucha a los niños, ni a los que vienen solos ni a lo que vienen en familia, que son tratados en el paquete familiar, lo que provoca que no podamos hacer identificación de casos que se dan y que no vemos, ya no sólo de trata de seres humanos o reclutamiento forzoso, sino necesidades que se dan dentro de las propias familias y que nos pasan completamente desapercibidas”, lamenta.

Niños en la calle de Melilla
Algunos de esos niños que llegan solos acaban en las calles de Melilla, lo que no escapa tampoco a UNICEF. Collantes lo relaciona con el cambio legislativo en el que se introdujo que si un menor abandona un centro de protección durante seis meses, la administración cesa la tutela. A juicio de la Agencia de la ONU, esta situación no debería darse, como tampoco pierden la responsabilidad los padres de un hijo que por circunstancias, se va de casa y acaba en una situación de absoluta desprotección y vulnerabilidad social “como la que se está viendo en Melilla”.

“Pedimos que se intensifique el trabajo a pie de calle con estos niños, hay que acompañarles. Somos conscientes de que algo se está haciendo y que se dan los primeros esfuerzos y el propio Defensor del Pueblo lo ha valorado, pero creemos que hay margen para seguir reforzando este trabajo y conseguir un objetivo fundamental: la integración plena de estos niños en nuestra sociedad y no esperar a que cumplan la mayoría de edad para tomar otras decisiones con ellos”, añade.

Niños que acaban en los CIE
Se refiere en la misma línea a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde según un informe del Servicio Jesuíta a Migrantes con datos del Ministerio del Interior, estuvieron encerrados 19 menores el año pasado porque no se les había identificado como tales. “Es muy grave. Creemos realmente que la apreciación de la edad debe basarse primero en la documentación que lleva el menor, en línea con las sentencias del Tribunal Supremo, y recurrir exclusivamente como último recurso y sólo con objeto de protección a las pruebas de determinación de la edad”, asegura.

UNICEF defiende que si el caso no está claro, se debe aplicar el beneficio de la duda para conseguir el tratamiento más garantista “y eso significa evitar el internamiento y poner en marcha otras medidas ya previstas como las comparecencias periódicas o un sistema de supervisión”. “Hay que evitar el internamiento, también de niños con sus familias, porque tiene efectos muy duraderos y físicos e incluso de somatización que deben ser evitados a toda costa”, añade.

Collanes incide en que “hay margen de mejora ya sea a nivel de inclusión como de protección”. “Creo que todos los actores nos tenemos que encaminar en ese sentido porque los niños migrantes están entre los más vulnerables del mundo y por supuesto de España, y porque no hay que olvidar un niño es ante todo un niño, por encima de cualquier estatus migratorio que en el fondo lo que hace es pervertir esa categoría de niño, que es la categoría por excelencia como casi todos los Estados del mundo han consensuado firmando la Convención de la ONU al respecto”, afirma.

Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/politica/2016/09/18/ni_refugiados_inmigrantes_los_ninos_son_solo_ninos_54969_1012.html

lunes, 16 de noviembre de 2015

Si quiere un hijo listo, quítele el iPad y dele una guitarra. Las clases de música potencian la inteligencia de los niños. No así la tecnología, que fomenta ciertas cualidades, pero no altera el fondo.

El 50% de la inteligencia de su hijo vendrá determinada por sus genes, según un estudio reciente publicado en la revista Psiquiatría Molecular. Su relación con el medio a lo largo de la infancia, la adolescencia y la vida adulta terminarán de construir el jeroglífico. ¿Y qué pinta usted, progenitor de la criatura, en todo esto? “Sin los padres, el potencial intelectual del niño no se puede desarrollar”, asegura Álvaro Bilbao, doctor en Psicología, neuropsicólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres. “La llave del desarrollo potencial del cerebro del niño está en las relaciones con sus padres. Aunque la genética tenga un peso importante, sin esa presencia no se convertiría en realidad. Es como un niño que puede llegar a medir 1,90 metros, pero si sus padres no lo alimentan bien, no lo logrará”.

Cuando un bebé nace ya cuenta con la práctica totalidad de las 86.000 millones de neuronas que tendrá en la edad adulta. La principal diferencia entre su cerebro y el de una persona mayor es que esas neuronas habrán desarrollado trillones de conexiones entre sí. Cada una de esas conexiones puede traducirse en un aprendizaje que el cerebro del niño ha realizado, según explica Bilbao en su trabajo. Los primeros seis años de vida son muy importantes, porque a partir de esa edad el niño empieza a perder parte de esas conexiones, concretamente las que utiliza menos.

Ahora que sabemos que los padres tienen la llave para el desarrollo de la inteligencia de su hijo, ¿qué podemos hacer? La respuesta del neuropsicólogo es sencilla y a la vez compleja, pero podría resumirse en quererlos, cuidarlos y compartir la vida con ellos, reforzando conductas positivas, apoyándolos, jugando ("tirados en el suelo si es necesario"), socializando, dejando que se equivoquen, dialogando todos los problemas. En eso coinciden otros expertos como Maximino Fernández Pérez, pediatra del centro de salud de La Felguera (Asturias), psicólogo y vocal de Psiquiatría Infantil de la Sociedad Española de Pediatría (AEPED). “El niño debe saber que tiene detrás unos padres que lo quieren y se preocupan por él”, afirma, y además recuerda la importancia del aprendizaje por imitación. “Los padres somos el modelo de nuestros hijos”. Tirando de refranero español, no se puede estar rogando y con el mazo dando. Si no dejamos que vean televisión durante la cena, no lo haga tampoco usted, ni siquiera el informativo.

Pero hay otras muchas cosas que hacer en la vida cotidiana para estimular el desarrollo cerebral de los pequeños y también otras muchas que tienen buena fama pero en realidad no son tan útiles. Las repasamos.

Apuntarlo a actividades artísticas: mejor música que teatro
Hay investigaciones que han relacionado el desarrollo cognitivo con el aprendizaje de la música (no con su mera escucha). Un estudio de la Universidad de Toronto publicado en la revista Psychological Science comparó a cuatro grupos de niños de seis años. Durante un año, un grupo estudió piano; otro, canto; otro, arte dramático; y otro grupo no recibió lecciones de ninguna clase, aparte de las clases regulares. A todos se les practicaron pruebas de inteligencia antes y después, y se encontró que en los dos grupos que recibieron lecciones de música hubo un aumento en varias medidas de inteligencia mayores que en los otros. El grupo que recibió lecciones de arte dramático también tuvo un aumento, pero no fue en las áreas relacionadas con el desarrollo cognitivo, sino en las de conducta y adaptación social. El grupo que no recibió lecciones registró un aumento menor en las pruebas.

DVD con imágenes y música para menores de 2 años: ni se moleste
Si en su casa ha habido un bebé en los últimos 10 o 12 años, conocerá estos DVD con imágenes sencillas de dibujos, muñecos o niños que van pasando al ritmo de piezas de Mozart o Beethoven. Se comercializaron con la idea de ser educativos, pero, tras un litigio, la compañía (Disney) terminó por anunciar que devolvería el dinero a quienes se sintieran afectados porque, después de verlos, sus niños no parecían más listos y porque hubo estudios que así lo desmintieron. De hecho, la Academia Americana de Pediatría advierte de que los menores de dos años ni siquiera deben ver televisión.

Programas de entrenamiento cerebral: para la memoria a corto plazo
En los últimos años han proliferado escuelas y programas, juegos electrónicos y hasta aplicaciones para móviles con el objetivo de entrenar y estimular el desarrollo cerebral… Sin ninguna base científica. Un grupo de niños de entre siete y nueve años de edad formó parte de un estudio de la Universidad de Cambridge para el que recibieron 25 sesiones de entrenamiento de memoria a corto plazo y comprobaron que, si bien hubo ciertas mejoras en esa parcela, no sucedía lo mismo para otras habilidades más amplias como matemáticas, lectura o escritura. “Si a un niño lo llenamos de conocimientos pero no permitimos que desarrolle su capacidad, no lo hacemos más inteligente. Lo hacemos más sabiondo. Quizá con estos programas parezca que el niño avanza más que sus compañeros en determinadas áreas, pero al final los compañeros lo alcanzan y ellos habrán perdido otras capacidades que tienen que ver con el juego libre y el desarrollo de la creatividad. El desarrollo cerebral no es un proceso que pueda acelerarse sin perder sus propiedades”, advierte Bilbao.

Dispositivos tecnológicos: solo a partir de 3 años
“¡Este niño, qué listo es! Tan pequeño y mira cómo maneja el móvil y la tableta”. Se trata de una frase de abuelos y tíos muy común. Pero un estudio de la Universidad de Boston publicado en la revista Pediatrics sostiene que el uso frecuente de estos dispositivos por parte de menores de entre uno y tres años puede afectar no solo a su cerebro, sino también a sus capacidades de desarrollo social y emocional. El smartphone y las tabletas generan estímulos tan rápidos e intensos que el cerebro de los pequeños no tiene capacidad para manejarlos. “La tecnología nunca va a mejorar la capacidad de inteligencia de base. Puede ser un complemento y fomentar algunas cualidades, pero nunca va a mejorar el patrón de fondo”, apunta Fernández Pérez.

Ver películas en inglés: el camino al bilingüismo
O dibujos animados. Cada día un ratito. Con el apoyo de un profesor nativo en la escuela o en las extraescolares. “Esto es más efectivo que un colegio bilingüe sin profesores nativos”, asegura Bilbao. Según el Estudio Europeo de Competencia Lingüística, los españoles no entendemos inglés porque siempre hemos escuchado la televisión doblada al español, cuando la escucha y visionado de productos audiovisuales en versión original mejora un 21% los resultados de los estudiantes en comprensión oral.

Lectura nocturna: siempre entre dos
El cuento de por la noche no puede ser una lectura rápida para que se duerman pronto y todo lo que los niños hagan en esos minutos sea mirar los dibujos. Según un estudio realizado en Canadá, lo que realmente mejora sus habilidades y estrategias de aprendizaje es compartir esa lectura: una página cada uno.

Música para el feto: hay reacción, pero sin consecuencias

EVA CARNERO
Lo que realmente oye el feto cuando usted le habla es una especie de murmullo, algo así como el ruido de fondo de un bosque. Y aunque según un estudio publicado en The Journal of the Acoustical Society of America las palabras emitidas desde el exterior son ininteligibles aproximadamente en un 50%, un equipo de investigadores liderado por Marisa López-Teijón, jefa de Reproducción Asistida del Institut Marqués, considera que es posible hacer que las palabras o la música lleguen con claridad al interior del útero vía vaginal. "A partir de las 16 semanas de gestación, el feto ya es capaz de responder a estímulos musicales", explica la coautora del estudio Expresión facial fetal en respuesta a la emisión de música vía vaginal, publicado recientemente en la revista Ultrasond.
Pero, ¿qué sucedía cuando a los fetos de las embarazadas del estudio se les ponía música de esta manera? "Cuando aplicamos música vaginal [hay un gadget específico para ello], el 87% de los fetos movieron la boca o la lengua y cerca del 50% reaccionó abriendo muchísimo la mandíbula y sacando la lengua al máximo", explica García Faura, quien asegura que al aplicar la música al abdomen o vibraciones sonoras no observaron los mismos resultados.
Las respuestas motoras que describe García Faura y que el profesor Prats identifica con movimientos de vocalización, constituyen "unos resultados interesantes", pero, en opinión de la doctora Ana Riverola de Veciana, médico adjunto de Neonatología del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), "no nos permiten extrapolar que este tipo de estimulación prenatal sea beneficiosa para los fetos a largo plazo". La experta cree que lo que el estudio muestra son respuestas faciales, y, de ahí, lo que se puede deducir es que los fetos oyen desde la semana 16, lo cual ya es muy novedoso. "Sin embargo, esto no quiere decir que el feto esté disfrutando o que ese estímulo sea positivo para su desarrollo", dice. El doctor Fernández Pérez también añade que no hay evidencia empírica de que este acto influya en la posterior inteligencia del niño.

martes, 14 de julio de 2015

Cuba es el primer país en eliminar la transmisión de madre a hijo del VIH

La Organización Mundial de la Salud ha validado que el país caribeño ha sido el primero en lograr erradicar la transmisión en el embarazo o el parto de este virus y de la sífilis.

Leer la noticia: http://elpais.com/elpais/2015/06/30/ciencia/1435677308_417885.html

 PD.:
¡¡¡No me lo puedo creer!!!.

Pero si Cuba es un país del tercer mundo y, además, tiene sanidad pública que nos machacan con que no es, ni eficiente, ni eficaz. Carecen de la sanidad privada, que es la buena.

¿No nos estarán engañando? Es muy fuerte esta noticia.

Aquí nos sacan hasta en la TVE, cuando operan a un niño, repito a un niño, para evitarle parte del sufrimiento o malformación que padecía. Lo que me crea vergüenza ajena, pues pienso en los otros miles de niños que mueren simplemente de hambre y nos gastamos el dinero en una fragata o un avión de combate, diciendo que es para nuestra defensa. Lo cual ya causa millones de muerte por hambre de inocentes que podrían, sin necesidad de atacar ni hacer daño a nadie, ser evitadas.

Y allí, en Cuba, con estos procedimientos, evitan el sufrimiento, la enfermedad y la muerte prematura de miles de niños, y además, se podrán copiar los procedimientos, pues a esos países no se les respeta los derechos de propiedad intelectual o copyright, si es que los reivindican.

¿Lo imitarán para evitarlo también en el mundo?
¿Descubrirán que es una falsedad de sus políticos?
¡Será una conspiración de la OMS? En ese caso ¡¡¡Abajo con ella!!!
 ¿Alguien me puede explicar esto?

miércoles, 17 de junio de 2015

“El paraíso“ de los niños pobres

Carlos Ampié Loría

Las noticias de adolescentes negros ultimados a balazos por policías estadounidenses, le han dado la vuelta al mundo y desatado multitudinarias protestas y un acalorado debate en ese país de ilimitadas (im)posibilidades.

Son múltiples las voces y opiniones en busca de las razones de ese estallido de violencia estatal en contra de la población civil, y una de esas voces es la del economista Jeff Madrick quien en su artículo titulado “El costo de la pobreza infantil” dice que entre las causas “una en particular ha sido poco reconocida: La crisis de pobreza infantil en EE.UU.” Según un estudio de UNICEF realizado en 35 países desarrollados en 2012 y citado por el autor, en EE.UU. viven unos 13 millones de niños y adolescentes menores de 18 años en la pobreza. Eso significa que aproximadamente 20% de la población joven es pobre, y entre la población negra esa cifra alcanza casi el 50%. Para un país tan rico y poderoso, una vergüenza.

En opinión del autor, decenas de estudios han demostrado que existe un vínculo directo entre la pobreza infantil y lo que él llama la disfunción social de los niños afectados: Dificultades de aprendizaje, retardos en el desarrollo en general, propensión a contraer enfermedades crónicas, bajos rendimientos escolares, deserción escolar, criminalidad y encarcelamiento antes de los 16 años.

Según el economista se han implementado algunos programas para combatir el problema: reducción de impuestos a familias de bajos ingresos, plan de visitas domiciliares y Asistencia Temporal a Familias Necesitadas. Sin embargo, estos programas han sido poco menos que una gota de agua en el mar, pues hasta hoy sólo han beneficiado a 115 mil familias. Además su fin es mejorar la salud de los niños pobres y no erradicar la pobreza infantil. Pero Madrick no niega los efectos positivos de estos programas, los cuales han sido constatados en estudios recientes.

Antes de proponer una solución concreta, Madrick cita al experto de la Universidad de Georgetown Harry Holzer quien ha calculado las pérdidas ocasionadas al país por la pobreza infantil -valoradas en productividad perdida, altas tasas de criminalidad y elevados gastos en salud – en unos 500 billones de dólares anuales. Basándose en este dato y en los efectos positivos de los programas hasta ahora implementados, el autor propone un plan dirigido a terminar con la pobreza infantil. Para ello parte del modelo que ya existe en algunos países suramericanos y europeos: Ayuda financiera directa para todos los niños, sean pobres o ricos.

Madrick sugiere el modelo británico implemetado en 1999 por el Presidente Tony Blair que proporciona en ayuda financiera directa y programas complementarios cerca de 5000 dólares a cada familia al año, y mediante el cual se ha reducido la pobreza infantil en Gran Bretaña en un 50% en 15 años. Según datos proporcionados por el autor, Inglaterra invierte en ese programa el 1% del PIB.

Los adversarios de Madrick objetan que invertir el 1% del PIB de EE.UU en ese plan sería demasiado caro, ya que equivaldría a invertirt en los niños estadounidenses unos 100 billones de dólares al año. El argumento del economista, más que económico, es de índole humanitaria cuando dice que, aparte de los beneficios financieros de corto y mediano plazo, “la reducción del sufrimiento de los inocentes podría ser lo que más cuente.”

Como dice el autor, el problema es que “hasta hoy ha habido poco interés en atacar la pobreza infantil a gran escala”. Tiene razón Madrick si se toma en cuenta que el Congreso estadounidense aprobó $581 billones para gastos militares en 2014 y $614 billones en 2013. La guerra que Washington dirigió en contra del pueblo iraquí les costó a los contribuyentes cerca de $800 billones. Dinero suficiente para haber implementado el plan de Madrick y haber, tal vez, salvado la vida de todos los jóvenes que desde entonces han muerto víctimas de la pobreza y la discriminación racial y social.

viernes, 2 de enero de 2015

La desigualdad y los niños de EE UU. De todo el daño que puede hacer la pobreza, el que causa a los menores es el que más nos debe preocupar

Hace ya mucho tiempo se reconoce que los niños conforman un grupo especial. Ellos no eligen a sus padres, y mucho menos las condiciones generales en las que nacen. No tienen las mismas capacidades que los adultos para protegerse o cuidar de sí mismos. Es por ello que la Sociedad de Naciones aprobó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño en 1924, y la razón por la que la comunidad internacional adoptó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña en 1989.

Lamentablemente, Estados Unidos no está cumpliendo con sus obligaciones. De hecho, ni siquiera ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño y de la Niña. EE UU, con su altamente valorada imagen de tierra de oportunidades, debería ser un ejemplo a seguir en cuanto al tratamiento justo e ilustrado de los niños. En cambio, emana la luz del fracaso —un fracaso que contribuye al aletargamiento global de los derechos del niño en el ámbito internacional.

Si bien puede que una infancia estadounidense promedio no sea la peor del mundo, la disparidad entre la riqueza del país y la condición en la que sus niños se encuentran no tiene parangón. Cerca de 14,5% de la población estadounidense en general es pobre, pero el 19,9% de los infantes —es decir, unos 15 millones de niños— viven en condiciones de pobreza. Entre los países desarrollados, únicamente Rumanía tiene un nivel de pobreza superior. La tasa de EE UU es dos tercios más alta que la del Reino Unido, y hasta cuatro veces la tasa de los países nórdicos. Para algunos grupos, la situación es mucho peor: más del 38% de los niños negros, y del 30% de los hispanos, son pobres.

Nada de esto ocurre porque los estadounidenses no se preocupan por sus hijos. Esto ocurre porque Estados Unidos durante las últimas décadas ha adoptado un programa de políticas que ha causado que su economía se torne en salvajemente desigual, dejando a los segmentos más vulnerables de la sociedad cada vez más y más atrás. La creciente concentración de la riqueza —y una reducción significativa de los impuestos sobre dicha riqueza— se tradujo en que se tiene menos dinero para gastar en inversiones destinadas al bien público, como por ejemplo en educación y protección para los niños.

Como resultado, la situación de los niños en Estados Unidos empeora. Su destino es un doloroso ejemplo de la forma como la desigualdad no solamente socava el crecimiento económico y la estabilidad —tal como al fin lo reconocen economistas y organizaciones, como el Fondo Monetario Internacional— sino que también viola nuestras más preciadas nociones sobre cómo debería ser una sociedad justa.

La desigualdad de ingresos se correlaciona con inequidades en los ámbitos de salud, acceso a la educación, y exposición a riesgos ambientales; todas estas desigualdades agobian más a los niños en comparación con el resto de segmentos de la población. De hecho, se diagnostica con asma casi a uno de cada cinco niños estadounidenses pobres; esta es una tasa superior en un 60% a la de los niños que no son pobres. Los problemas de aprendizaje son casi dos veces más frecuentes entre los niños de las familias que ganan menos de 35.000 dólares al año en comparación a lo que ocurre en los hogares que ganan más de 100.000. Y hay quien en el Congreso de Estados Unidos quiere eliminar los cupones de alimentos —pese a que 23 millones de hogares estadounidenses dependen de ellos— amenazando así con llevar al hambre a los niños más pobres.

Dichas desigualdades en resultados están estrechamente ligadas a desigualdades en oportunidades. Inevitablemente, en los países en los que los niños tienen una alimentación inadecuada, un acceso insuficiente a los servicios de salud y educación, y una mayor exposición a los riesgos ambientales, los hijos de los pobres tendrán perspectivas de vida muy distintas que los hijos de quienes son ricos. Y, en parte debido a que las perspectivas de la vida de un niño estadounidense dependen más de los ingresos y educación de sus padres en comparación con lo que ocurre en otros países avanzados, EE UU tiene la menor igualdad de oportunidades entre todos los países avanzados. Por ejemplo, en las universidades estadounidenses de más alta categoría sólo aproximadamente un 9% de los estudiantes proviene de la población con ingresos que se ubican en la mitad inferior de la distribución de ingresos, mientras que el 74% provienen de la población con ingresos ubicados en el cuarto superior.

La mayoría de las sociedades reconocen la obligación moral de ayudar a garantizar que los jóvenes puedan alcanzar su potencial. Algunos países incluso imponen un mandato constitucional de la igualdad de oportunidades educativas.

Sin embargo, en Estados Unidos se gasta más en la educación de los estudiantes ricos que en la educación de los pobres. Como resultado, el país está perdiendo algunos de sus activos más valiosos, y algunos jóvenes —al verse desprovistos de habilidades— se dedican a actividades disfuncionales. Hay Estados, como por ejemplo California, que gastan casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más.

Si no se toman medidas compensatorias —incluyendo una educación preescolar que idealmente comience a una edad muy temprana— la desigualdad de oportunidades se traduce en resultados desiguales durante toda la vida en el momento que los niños llegan a la edad de cinco años. Esto debería incentivar a que se realicen acciones para implementar políticas.

En los hechos, si bien los efectos nocivos de la desigualdad son de amplio alcance, e imponen costos enormes a nuestras economías y sociedades, son también evitables en su gran mayoría. Los extremos de desigualdad observados en algunos países no son el resultado inexorable de las fuerzas económicas y de las leyes. Las políticas adecuadas —como tener redes de protección social más fuertes, aplicación de impuestos progresivos, y una mejor regulación (especialmente del sector financiero), por nombrar sólo unas pocas políticas— pueden revertir estas tendencias devastadoras.

Con el propósito de generar la voluntad política que tales reformas requieren, debemos confrontar la inercia y falta de acción de los formuladores de políticas mostrando los sombríos datos fácticos relativos a la desigualdad y sus efectos devastadores en nuestros niños. Podemos reducir las privaciones que se sufren durante la infancia y podemos aumentar la igualdad de oportunidades, con lo que sentaríamos las bases para un futuro más justo y próspero —un futuro que refleje los valores que nosotros mismos profesamos—. Entonces, ¿por qué no lo hacemos?

Del total del daño que inflige la desigualdad en nuestras economías, sociedades y ámbitos políticos, el daño que causa a los niños debería ser el más preocupante. Cualquiera que sea la responsabilidad que pudiesen tener los adultos pobres por su destino en la vida —puede ser que no trabajaron lo suficientemente fuerte, no ahorraron lo necesario o no tomaron buenas decisiones— las circunstancias particulares de los niños recaen bajo su responsabilidad, sin que ellos tengan ningún tipo de opción al respecto. Los niños, más que cualquier otra persona, necesitan recibir la protección que les brindan sus derechos, y EE UU debería proveer al mundo con un brillante ejemplo de lo que esto significa.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente, en coautoría con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.

Fuente: El País. http://economia.elpais.com/economia/2014/12/26/actualidad/1419590452_449014.html

lunes, 3 de noviembre de 2014

De 395 iniciativas parlamentarias, sólo dos tuvieron que ver con la pobreza infantil y fueron rechazadas

Una de las peores consecuencias de la interminable lista de casos de corrupción es que no se puede hablar de otra cosa, excepción hecha, tal vez, de Cataluña. Hipnotizados entre la impotencia y la atracción que ejercen las espectaculares llamadas a la “regeneración”, estamos paralizados, quizás a la espera de unas elecciones en las que poder decir algo. Pero hay cosas que no pueden esperar. Cosas de las que tenemos que hablar urgentemente, porque responden a necesidades ineludibles que, si no se corrigen rápido, tendrán consecuencias muy graves en nuestro futuro.

Necesitamos un debate serio sobre la corrupción, por supuesto, lo necesitamos por razones políticas, para infundir un cierto grado de confianza y autoestima en la sociedad y para que se implanten normas sociales y controles administrativos que detecten las redes de corrupción y los comportamientos inmorales de los dirigentes políticos y que obliguen a actuar en consecuencia, en el plano político y judicial. Pero necesitamos todavía con mayor urgencia un debate sobre los niveles de pobreza infantil a que hemos llegado y sobre sus terribles consecuencias.

La debilidad del debate público español es inquietante. Falta seriedad y precisión, exigencia en el debate parlamentario, incapaz de satisfacer ninguno de los elementos que estableció en su día el Índice de Calidad del Debate Democrático (el llamado DQI, siglas en inglés de Discourse Quality Index):
-elevado número de interlocutores,
-ausencia de discursos ofensivos,
-más amplia y mejor argumentación,
-mayor disponibilidad para el compromiso.
La debilidad del debate es tan grande que las propias autoridades no comprenden a veces el auténtico alcance de algunos de los problemas que afrontan.
¿Cómo es posible que en el Parlamento español, de 395 iniciativas en lo que va de legislatura, solo dos hayan estado directamente relacionadas con la pobreza infantil y que las dos hayan sido rechazadas?

Estamos hablando de que España es el país con mayor pobreza infantil de Europa, detrás de Grecia y Letonia, y que la tendencia no mejora. Hablamos de que la protección de los niños en España es ínfima, peor que la que obtienen los mayores de 65 años. De que los países de nuestro entorno, al margen de matices ideológicos, no han dudado un minuto en desplegar instrumentos para combatir esa feroz desigualdad. En el Reino Unido, por ejemplo, el Gobierno conservador se somete, periódica y voluntariamente, a un riguroso examen parlamentario para saber qué se ha logrado en esa lucha y qué hay que seguir mejorando... Más.  2 NOV 2014 - El País.

sábado, 25 de octubre de 2014

Las cinco cifras sobre pobreza infantil de las que se burla el PP

Las alarmas llevan sonando mucho tiempo, aunque muchos se empeñan en no escucharlas.

Desde que a principios de año el informe de Save The Children sobre pobreza infantil en Europa puso en la mesa datos muy preocupantes relacionados con la situación de casi un tercio de los niños y las niñas en España, el Partido Popular ha esquivado en no pocas ocasiones cualquier tipo de debate en torno a la cuestión apelando casi siempre al mismo argumento: no se puede hacer uso político de un problema tan grave.

El martes, durante el debate en el Congreso de los Presupuestos Generales del Estado, volvió a ocurrir. Esta vez, la mención al tema que hizo Pedro Sánchez en su discurso generó un sonado "¡ohhh!" en la bancada popular del hemiciclo, al que le siguieron acusaciones varias de demagogia.

Los indicadores, las cifras, los presupuestos decididos por los Gobiernos retratan la realidad sobre la pobreza infantil más allá de lo que al partido del Gobierno le cueste admitir:

1. Uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza relativa.
Aunque la pobreza infantil ya era un problema estructural en España (la cifra no bajaba del 20%), la crisis ha disparado los números hasta extremos dramáticos. Entre 2006 y 2008 la tasa bajó ligeramente hasta situarse en el 26,2%, pero desde 2010 el porcentaje ha aumentado año tras año. Hasta 2014.

Hoy, 2.500.329 niños viven en España en hogares con ingresos por debajo d el umbral de pobreza relativa. O, lo que es lo mismo, un 29,9% de nuestra población infantil, según datos de Eurostat que recoge el informe sobre pobreza infantil de la ONG Save The Children presentado en enero. La cifra trepa hasta 2.826.549 si lo que se mide es el número de menores que están en riesgo de pobreza o exclusión social (33,8%).

Este miércoles, la propia ONG, que ha leído las reacciones de los diputados del PP ante el discurso de Sánchez como una falta de apoyo en la lucha contra la pobreza de los menores, ha enviado una carta al portavoz del Grupo Popular en el Congreso en la que manifiesta su preocupación ante la ausencia de reconocimiento político del problema en España.

"Los datos oficiales y las evidencias de quienes trabajamos día a día en esta realidad han fundamentado nuestra reivindicación sobre la necesidad de un acuerdo de Estado para la lucha contra la pobreza infantil. Este acuerdo debería implicar un firme compromiso de todas las fuerzas políticas y debe tener carácter urgente. Los niños no pueden esperar a la recuperación económica", demanda Andrés Conde, director general de la organización.

2. El segundo país con la tasa más alta de pobreza infantil de Europa.
España es, según un informe de Cáritas Europa, el segundo país de la Unión Europea con más menores afectados por circunstancias de verdadera necesidad, solo por detrás de Rumanía. Casi a la cabeza del continente en pobreza infantil, el documento define a la población española como una de las más afectadas por la crisis económica. Mientras la tasa de pobreza media entre los países miembros fue del 25,1% en 2012, la de España escaló hasta el 28,2%.

Unas cifras cuyo agravamiento señala directamente a las medidas de austeridad impulsadas por la UE: "Estas políticas han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento", afirmaba el secretario general de Cáritas Europa, el español Jorge Nuño, en la presentación de un informe muy contestado desde el Gobierno.

"Esto de que la pobreza se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para las sociedades centralizadas", pero no para España. Fue la respuesta del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a unos datos que no dejaban en buena posición la política del Ejecutivo. Montoro también pidió a la organización responsable del informe que no provocara "un debate que no se corresponde con la realidad, la de una España que está superando la crisis con el esfuerzo económico y también con medidas de cohesión social".

3. La mitad de los estudiantes sin recursos repite curso
La escasez de recursos afecta a todos los ámbitos de la vida de los menores. También a su rendimiento en la escuela. Los alumnos y alumnas en situación socioeconómica desfavorable tienen hasta tres veces más posibilidades de repetir curso en la educación obligatoria que el resto de estudiantes. Más de la mitad (53%) han pasado dos veces por el mismo nivel.

Así lo revela un reciente informe de la OCDE del que se ha hecho eco el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y que señala que los chicos y chicas de familias más pobres no sólo tienen más dificultad para alcanzar cierto nivel de competencias, sino que, a igualdad de competencias, están abocados a fracasar más en los estudios que otros compañeros de familias con ingresos más altos.

En estos casos, que en los últimos años se han multiplicado, la educación compensatoria es el bote salvavidas que puede rescatar a los menores de la exclusión social. Una balsa de emergencia ya tocada que está a punto de hundirse. La partida de educación de los Presupuestos Generales del Estado de 2015 dedicada a programas especiales de apoyo es de 5,2 millones de euros. En 2014 fueron 70, lo que representa un recorte de más del 92%. En 2012 esa misma partida sumaba 169,8 millones.

4. Reducciones de hasta el 50% en becas de comedor y de libros
Las becas de libros y de comedor son recursos básicos para las familias con menos ingresos. A nivel nacional, las ayudas para la compra de libros de texto se han mantenido, con una ligera subida (de 64,2 a 64,7 millones de euros), para el año 2015, aunque en el curso 2012-2013 el presupuesto cayó a la mitad, de 130 a 64,2 millones. Los bocados presupuestarios tienen una traducción bien palpable: 700.000 estudiantes se han quedado sin beca desde 2010. Sólo en el último curso, los beneficiarios han pasado de casi un millón a 300.000.

A esto se le añade que no da igual dónde viva cada menor. Las comunidades autónomas tienen políticas distintas. Según la Confederacion Española de Asociaciones de Padres (CEAPA), Navarra y Andalucía tienen un modelo de gratuidad para todo el alumnado. Por su parte, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Galicia, un sistema de reutilización mixto. Aragón, Cantabria, Castilla La Mancha y Murcia otorgan ayudas.

Fuera de esta clasificación se encuentra Madrid, que asigna un presupuesto a cada centro escolar con el que se compran lotes de libros (reutilizables) para repartir entre las familias más desfavorecidas, aunque no siempre llegan a todas. Antes, se entregaba un cheque canjeable por cada niño para que fueran las propias familias las que adquirieran los materiales escolares.

Si hablamos de ayudas para comedor, también muy diversas en función de la comunidad autonóma, el panorama no es mucho más alentador. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el Gobierno de Ignacio González (PP) ha congelado en 2014 el presupuesto destinado a estas becas y en dos años el hachazo a estas ayudas ha dejado en la mitad los alumnos apoyados para su alimentación al pasar de 120.000 alumnos a alcanzar solo a 52.000, según los sindicatos. El presupuesto reservado para apoyar a las familias con más necesidades se ha reducido un 50 % desde 2011: de 32 millones de euros a 16.

Además, desde ese mismo año, todas las familias madrileñas están obligadas a pagar al menos una cuota reducida para que sus hijos coman en la escuela. La gratuidad no llega ni siquiera a los casos más extremos: los hogares que sobreviven con la Renta Mínima de Inserción (375 euros) y que deben abonar 1,20 euros diarios por cada menú.

Esos hogares pueden afrontar a duras penas un largo verano sin ayudas para que sus hijos mantengan una alimentación equilibrada. Por eso, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, recomendó a las comunidades autonómas que durante los meses estivales mantuvieran operativos los comedores de los colegios para proveer al menos de una comida completa a los niños y niñas con menos recursos. Una propuesta que fue negada sistemáticamente por el Partido Popular en muchas de las autonomías en las que gobierna para "no estigmatizar" a los menores.

5. Un presupuesto desinflado para infancia y protección social
En términos más generales, el presupuesto dedicado a infancia no es tampoco para tirar cohetes: las partidas han caído en un 14,5% entre 2010 y 2013, según datos de Unicef. Además, España invierte en políticas de protección a la infancia y la familia casi la mitad que la media europea: un 1,4% del PIB frente al 2,2% de nuestros vecinos comunitarios. Así, el gasto per cápita es de 270 euros frente a los 510 de la Unión Europea.

Una inversión estatal que choca de frente con un escenario de crisis que impacta con más dureza en los hogares con hijos a cargo. Según las estadísticas de Unicef, mientras que la tasa de pobreza en familias con dos adultos sin hijos era de un 14,8% en 2013, la de hogares con uno o más hijos ascendía hasta el 23,3%. El índice de pobreza se eleva para los núcleos monoparentales hasta el 38% y para las familias numerosas hasta el 46,9%. Es decir, en las casas donde hay hijos e hijas, la necesidad económica se va agravando según desaparece el poder compensador del estado.

España además se va quedando rezagada respecto a su entorno. El porcentaje del PIB español dedicado a políticas de protección social es del 25,19%, 3,7 puntos por debajo de la media de la Unión Europea. España invierte actualmente 17 millones de euros (repartidos entre las comunidades autónomas) en combatir la pobreza infantil en el marco de un plan de inclusión social impulsado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y aprobado en diciembre.

Una cantidad que, a juzgar por la situación de desigualdad actual, no es suficiente. España se sitúa, según un estudio de la fundación Bertelsman Stifing, a la cola de la igualdad social en Europa: ocupa el puesto 21 de los 28, solo por delante de los países del este (Hungría, Bulgaria, Rumanía), Italia o Grecia.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/cifras-pobreza-infantil-gracia-PP_0_316368713.html

Más: Qué hacemos contra la pobreza. Fernández, Guillermo et al. Akal. 2014

jueves, 3 de julio de 2014

“Hay que enfrentarse a los miedos para evitar ser sus prisioneros”

El filósofo José Antonio Marina, autor de ‘Los miedos y el aprendizaje de la valentía’, reclama que se enseñe a los niños a manejar las emociones


El filósofo José Antonio Marina (Toledo, 1939) lo explica en su libro Los miedos y el aprendizaje de la valentía (Ariel), en el que se recoge un estudio de los diferentes tipos de miedos que existe desde la infancia a la madurez. Marina es partidario de la educación emocional para que el niño adquiera buenos hábitos y sepa manejar las emociones. “Existen miedos que no son malos porque nos avisan del peligro y nos sirven de ayuda y en cambio hay otros que nos obstaculizan y perjudican el desarrollo personal. Estos últimos son nuestros enemigos y hay que declararles la guerra y enfrentarse a ellos para evitar que nos hagan sus prisioneros”, puntualiza el escritor.

En la infancia es frecuente que aparezcan los miedos una vez que desaparece la luz, en otras ocasiones los adultos los transmitimos casi sin darnos cuenta. “Los miedos se copian, los adultos tratan de no transmitirlos pero los más pequeños aprenden de aquello que les narramos en los cuentos, de lo que ven en las imágenes de televisión o en los juegos de Internet. Los adultos tratan de ser demasiado protectores y esa sobreprotección impide que aprendan a enfrentarse a situaciones de verdadero peligro”, señala el profesor.

El miedo, según Marina, “nos impide disfrutar de las cosas, tomar decisiones e incluso nos llega a paralizar el corazón. A los niños hay que acompañarles y enseñarles a superarlo porque el miedo nos muestra el camino al peligro. Hay que tener en cuenta que hay peligros reales y otros irreales, los que crea la mente, que nos pueden llevar a la angustia y resultar destructivos para el ser humano”. En el libro, el autor traza una especie de mapa de los miedos y enseña cuáles son y el modo para enfrentarse a ellos o cómo nos gustaría plantarles cara.

Este catedrático, que ha dedicado muchos años a investigar sobre la inteligencia y los mecanismos de la creatividad, confiesa no haber sido miedoso nunca. De niño vivía en un gran caserón en Toledo por lo que tenía que atravesar largos pasillos y escaleras interminables para ir de un lugar a otro de la vivienda. Recorrerlos en la oscuridad resultaba algo normal para él. “Los niños de mi época teníamos menos miedos que ahora. Vivíamos en la calle porque los árboles, las piedras o las murallas eran nuestros lugares de juego y nunca veíamos el peligro. Ahora, los más pequeños tienen una protección exagerada y eso les hace más vulnerables”. El filósofo, autor de una numerosa bibliografía, propone en su libro crear un proyecto para vivir con valentía y explica los métodos que existen para enfrentarse a los miedos en la infancia y la adolescencia. El trabajo de Marina va acompañado de un cuaderno para que los más pequeños jueguen con él y hagan de los monstruos sus amigos.
Fuente: El País. http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/13/actualidad/1399979494_788433.html

lunes, 30 de junio de 2014

Con los niños no se juega. La infancia es el sector que más acusa los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene para defenderse

Podría publicar el mismo artículo que escribí hace dos años. Sólo tendría que cambiar alguna cifra. Por ejemplo, que en 2012 Unicef alertó de que dos millones de niños en España vivían bajo el umbral de la pobreza y ahora, en el nuevo informe que ha visto la luz esta semana, el número ha ascendido a dos millones trescientos mil niños. Las cifras hay que meditarlas, porque tienen alma, en este caso, doscientas mil almas más, con nombres y apellidos, niños que padecen la pobreza del primer mundo, que puede traducirse en que no están bien alimentados, pasan frío en invierno, no pueden incorporarse a ciertas actividades escolares por no tener dinero para afrontarlas y se ven expulsados, poco a poco, de la infancia que disfrutan sus compañeros. Son niños condenados a la exclusión social. Mientras habitan los años de la infancia son casi invisibles a nuestros ojos, su padecimiento no perturba la convivencia y, por tanto, no suelen asomar la naricilla en los discursos políticos. Pero la infancia es un tiempo limitado, los niños se convierten en adolescentes, luego en hombres y mujeres, que si antes no se remedia, recordarán con su comportamiento a la sociedad el olvido y la penuria a que fueron sometidos en el primer capítulo de sus vidas.

Todo esto se dijo, se dijo hace dos años. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en España. En aquel entonces se entregó un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un artículo a la lista de los más leídos) dejamos que los niños habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los críos ocupan poco espacio en el debate político español. Se nos explicó, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qué es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un país europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un país pobre. Se señaló que la infancia era y es el sector de la población que más está acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirtió, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendrían de esa exclusión. No recuerdo si entonces se relacionó el informe con la caída de la natalidad en España, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pronóstico aterrador de convertirnos en un país estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.

Se pidió hace dos años al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ¿Quién tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera también nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio público que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideológicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupación impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los más urgentes. En estos días, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra íntima selección de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los demás expresamos nuestra sagrada indignación. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid había abierto para la gestión de este centro. ¿A quién se está concediendo por sistema la organización de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo más barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino Pérez. Y ya sabemos quiénes serán los que finalmente sufran el abaratamiento de la educación.

También esta semana se hacía público el informe que Intermón Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en España, Tanto tienes, ¿tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces más que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma recién anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relación, una relación con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deberían empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deberíamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos están señalando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los niños. Y con los niños, amigos, no se juega.
Fuente: El País 29 JUN 2014 -

miércoles, 25 de junio de 2014

Cómo cuidar cuando se sufre de hambre. No es sencillo sacar adelante a un niño desnutrido. Tampoco a su madre. Se aíslan. Se abandonan. Se deprimen...

El apoyo psicosocial a ambos es clave para detener la desnutrición.
Una experiencia en el hospital de Madaoua, en Níger

En el hospital de Madaoua había un bebé de cinco meses que llevaba días ingresado. La madre había perdido a dos hijos y la familia del marido consideraba que era culpa de la leche materna, así que decidió no amamantar al tercer hijo. El niño ingresó en el hospital por desnutrición severa con complicaciones médicas. La recomendación de los doctores era que le diera el pecho al mismo tiempo que tomaba la leche terapéutica. El promotor de salud trabajó con esta madre escuchando sus preocupaciones y haciéndole valorar las recomendaciones del médico. Hicimos un par de sesiones con ella y luego vino la familia del marido. Entre todos decidieron que ella le diera el pecho, y también aceptó participar en otras actividades de grupo. Al final de mi visita, pocos días después, ya podíamos ver que el bebé había mejorado mucho, igual que la relación entre la mamá y su hijo.

Los niños desnutridos tienen cambios en su comportamiento: son menos activos y tienen menos tendencia a explorar su entorno. También hay cambios en sus emociones y en su relación con los demás; es habitual que rechacen relacionarse con otros niños y adultos. Estos cambios retroalimentan el círculo de la desnutrición. Por ejemplo, como el niño desnutrido tiende a aislarse de su entorno, es habitual que no quiera ingerir alimentos, agravando todavía más su estado porque ya que de por sí un niño desnutrido tiene menos apetito. Al mismo tiempo, al relacionarse menos con la madre o el cuidador, se ralentiza todo el crecimiento, imposibilitando que el pequeño tenga un desarrollo sano. Todo esto puede afectar a su evolución, por eso es importante contar con un apoyo psicosocial dentro de los programas de nutrición.

Los meses más complicados para Níger están a la vuelta de la esquina. Los casos de malaria y desnutrición, las enfermedades más comunes en esta zona, se disparan de julio a octubre, coincidiendo con la estación de lluvias y el periodo de escasez de alimentos. Para responder a este pico, es muy importante trabajar a nivel comunitario y gestionar de manera adecuada la pediatría y la unidad de nutrición de los hospitales de referencia de Madaoua y Bouza. El componente psicosocial está presente tanto en la atención hospitalaria como ambulatoria.

Un aspecto básico y esencial del trabajo psicosocial es asegurar la humanización de los cuidados médicos, teniendo en cuenta los aspectos culturales para que sea una asistencia efectiva. En el hospital, por ejemplo, tenemos que trabajar con todo el personal para asegurarnos que todos conocen y cuidan estos aspectos. Deben informar bien a la madre o al cuidador de cuál es la situación del niño, cómo va a ser el tratamiento y cómo funciona el hospital. También deben dar un espacio a las personas para ser escuchadas y poder resolver sus dudas. Humanizando la atención, damos un apoyo a la salud integral de los niños y sus familias, no solo la salud física. Así podemos conseguir mejorar la eficacia de los programas.

Un niño desnutrido agudo severo con complicaciones médicas debe ser ingresado en el hospital para recibir tratamiento. Normalmente, el niño ingresa en la fase uno del programa, donde recibe leche terapéutica y atención más continuada; cuando empieza a mejorar, pasa a la fase dos, donde toma alimentos terapéuticos preparados (RUTF, por sus siglas en inglés). ...
Fuente: El País.

MÁS INFORMACIÓn



800 madres y 18.000 menores de cinco años mueren al día por causas evitables El informe Estados Mundial de la Madres 2014, de Save the Children, advierte de las elevadas tasas de mortalidad materna e infantil en el mundo

martes, 24 de junio de 2014

Cae un 14% el gasto para la protección de la infancia desde 2010. Unicef España pide que el Estado dé 1.200 euros anuales a las familias por cada menor

Las estrecheces económicas y carencias materiales que cada vez sufren más hogares en España se dan sobre todo en aquellos en los que hay niños. Ellos son las principales víctimas de la crisis, el desempleo y los recortes en ayudas públicas, sobre todo educativas y sociales. Lo denuncia Unicef en su informe bianual  La infancia en España 2014 presentado este martes que desvela que el 23,3% de las familias con uno o dos hijos viven en situación de pobreza, una tasa que se dispara al 46,9% de las formadas por dos adultos y tres o más pequeños. Ambas cifras superan ampliamente al porcentaje de hogares sin niños que padecen penurias, 14,8%. El aumento del número de menores en riesgo no se ha traducido, sin embargo, en una mayor inversión pública en combatirlo. En cambio, el gasto ha caído casi un 15% (6.370 millones de euros) desde 2010, año hasta el que se había mantenido una tendencia alcista. En 2013 se destinaron 772 euros menos por niño. Por eso, la organización pide un pacto de Estado que asegure la protección y seguridad económica de la infancia.

“El tener hijos se ha convertido en un factor de riesgo de pobreza”, advierte Marta Arias, directora de sensibilización y políticas de infancia en Unicef España. Con más de 2,3 millones de niños (el 27,5%) bajo el umbral de la pobreza relativa en 2013, es decir, con menos de 14.784 euros para dos adultos y dos hijos (308 euros al mes por miembro de la familia), los menores se han convertido en el colectivo más empobrecido del país...
Fuente: El País.

lunes, 12 de marzo de 2012

Son padres, no los dueños de sus hijos

El derecho a corregir a los menores tiene que ejecutarse sin maltrato físico ni psicológico.

Los límites no siempre están claros. El castigo en muchas ocasiones llega tarde y mal.

El castigo es necesario cuando la situación lo requiere. Su función más importante debe ser la educativa, explica María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. “Hay que aplicarlo para ayudar al hijo a cambiar una conducta inadecuada”, añade. Sin embargo, también advierte de que implica ciertos riesgos: “Supone aplicar una medida que genera rechazo, y este puede quedar asociado a la persona que lo aplica. Si es muy intenso puede originarlo hacia el adulto”. Además, en algunos castigos, los menores son obligados a cambiar de conducta sin entender qué han hecho mal. Esto es contraproducente. Pone un ejemplo: “Si lo encierras en la habitación porque saca malas notas, la indignación producida por el castigo puede impedir la concentración necesaria para estudiar. Es mejor sentarte a analizar con tu hijo por qué ha suspendido, cómo se ha organizado y tomar una medida correctora consensuada. Esto es más eficaz para que los adolescentes aprendan a tomar las riendas de su vida y entiendan que su conducta tiene consecuencias. También suele serlo premiar conductas positivas alternativas a la que deben evitar”.

En 2010, Díaz-Aguado encabezó el estudio del Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar. Se les preguntó a 11.000 padres de estudiantes de la ESO sobre múltiples factores alrededor de la educación de sus hijos. Muestra que las familias son partidarias de salidas dialogadas a los conflictos. La primera solución que proponen (el 71,9%) es “analizar en cada caso por qué se ha producido y ayudar al estudiante a resolverlo de otra forma”. Le sigue “ayudar al menor castigado a anticipar las consecuencias de su conducta inadecuada y el daño que produce” (40,2%). Solo un 6,6% escogió “aplicar el castigo lo más próximo posible a la conducta castigada” y un 10,4% “aplicar las normas con más rigor y dureza”. La catedrática subraya que ha habido un gran cambio en sociedad: “Ha avanzado el rechazo al autoritarismo. Las medidas consideradas mejores por los padres son las más coherentes con los valores de la democracia: comunicación, racionalidad, respeto a dignidad de la persona, tratar de convencer, respeto a los límites. Pero, en la práctica, hay contradicciones. La mayoría de las familias sigue justificando pegar al menor como una medida educativa. Nadie puede enseñar a no pegar pegando”...

Disciplina educativa eficaz antes que comportamientos punitivos.

La catedrática de Piscología Educativa María José Díaz-Aguado analizó en un artículo el castigo y sus alternativas. Considera que supone muchos riesgos para la educación del menor y para la relación con sus padres según cómo se aplique y propone unas premisas para ejecutar una disciplina educativa y eficaz. Lo que sigue es un resumen de los consejos.

“Las normas deben estar claramente definidas y los adultos se deben comportar coherentemente con ellas”. Así se consigue que los niños participen “activamente en su definición y en el establecimiento de lo que deberán hacer si no las respetan”.
Hay que evitar la permisividad con comportamientos extremos para que el menor no interprete que hay un “apoyo implícito” a estos. “La eficacia de las normas se reduce cuando las transgresiones graves quedan impunes”.

La disciplina debe promover cambios de comportamiento y ayudar a que los niños “entiendan por qué es inadecuada la conducta que deben cambiar”. Hay que intentar que no solo haya una enmienda, sino que el menor se arrepienta del mal que ha hecho e intente “reparar el daño originado”.

“Para prevenir que las conductas inadecuadas vuelvan a repetirse es necesario favorecer alternativas”.

“La disciplina debe ayudar a ponerse en el lugar de aquellos a los que se ha hecho daño, estimulando esta importante capacidad, la de ponerse en el lugar de los demás, la empatía”.

“Hay que evitar reñir continuamente a los hijos por conductas de escasa relevancia”.
La corrección de una conducta negativa no debe plantearse en cualquier momento, conviene tener en cuenta varias premisas: se debe evitar las situaciones de tensión; hay que analizar “conductas específicas, sin caer en las descalificaciones globales, ni en las expresiones que puedan ser interpretadas como cuestionamiento del afecto incondicional” al hijo; conviene “evitar monólogos para estimular la participación del niño”; es positivo favorecer que el hijo se explique y reflexione sobre lo que ha hecho para que se enmiende.

“La eficacia de los adultos para enseñar a respetar límites aumenta cuando tienen una relación de calidad con los hijos”.

Leer aquí todo el artículo en El País.