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sábado, 2 de marzo de 2024

La hechicera, el gato y el demonio: De Zenón a Stephen Hawking: 12 experimentos imaginados que cambiaron la historia. (Ensayo y Pensamiento)– 13 abril 2023 de Manuel Lozano Leyva (Autor)

Un estimulante viaje a través de los experimentos imaginados de la física que han puesto a nuestras mentes a jugar.

¿Qué relación guarda una competición de atletismo entre una tortuga y el campeón Aquiles con nuestra noción de infinito?

¿En qué medida afectan los movimientos de un demonio del siglo XIX a la hora de refrigerar nuestros ordenadores?

¿Pueden ayudar a explicar dos hermanos nadando en un río la teoría especial de la relatividad?

Con el mismo estilo ameno y didáctico que ya empleó en De Arquímedes a Einstein, Los diez experimentos más bellos de la historia de la física, el célebre físico nuclear Manuel Lozano Leyva vuelve a acompañar al lector en este nuevo libro por un viaje humanista, didáctico y creativo a través de los doce experimentos imaginados más ingeniosos y productivos de la historia de la física, aquellos cuya teoría (y paradojas) mejor explican nuestro mundo sin siquiera necesitar probarse empíricamente.

Sobre el autor: «Uno de nuestros mejores cerebros». ABC Sobre De Arquímedes a Einstein: «Un derroche de amenidad y capacidad divulgativa».

Emilio Lahera, sobre El fin de la ciencia: «El fin de la ciencia se ocupa, principalmente, de revelar errores de juicio, supercherías notorias y campos donde la ciencia será decisiva en un futuro inmediato: la pesca, la alimentación, el suministro de agua, la prevención y el combate de enfermedades endémicas, etc». 

Diario de Sevilla, sobre Los hilos de Ariadna: «Lozano Leyva ha escrito un libro entretenido y de lenguaje claro que ayuda a acercarse a la ciencia».

Santiago Belausteguigoitia, El País, sobre El cosmos en la palma de la mano: «Plantea un cosmos con proporciones humanas». ABC «Se nota que en el libro ha unido sus dos pasiones: la astrofísica y la docencia». Revista Fusión El Corte Inglés. 

lunes, 19 de febrero de 2024

FÍSICA. Alba Moreno, divulgadora: “Nadie debería tener que cambiar su forma de ser, vestir o expresarse para dedicarse a lo que quiere”.

La joven sevillana es la nueva estrella de la divulgación científica en las redes sociales, donde explica conceptos de física a su millón de seguidores.
Alba Moreno
Alba Moreno, divulgadora de ciencia y física en redes sociales, en la biblioteca municipal de la localidad de Alcalá de Guadaíra, Sevilla. PACO PUENTES
Alba Moreno tiene 22 años, es de Alcalá de Guadaíra, municipio a escasos diez minutos de Sevilla, y se ha convertido en un fenómeno de las redes sociales: ha conquistado el corazón y la mente de cientos de miles de jóvenes españoles hablando sobre ciencia. Estudia el tercer curso de la carrera de Física por la UNED, pero su pasión por la disciplina nace de un amor ineludible, por encima de un interés académico. “Desde que tengo conciencia me han gustado el universo y las estrellas. De pequeña señalaba todo el rato al cielo y le decía a mi madre: ‘Eso es para mí. No sé qué es, pero a mí me gusta”, cuenta. Se refería a la astrofísica, pero ni ella ni su madre lo sabían todavía.

Moreno explica conceptos de termodinámica, óptica y física cuántica con un lenguaje más accesible que el de los libros de texto, en vídeos cortos que publica en redes sociales. Su naturalidad, las horas de trabajo que dedica a cada publicación, el mimo que pone a la edición de los vídeos y una estética que destruye cualquier prejuicio que le quede pendiente por resolver a la generación Z, la han convertido en una de las más destacadas divulgadoras de ciencia del país y estrella del momento en internet.

Las publicaciones de Moreno rebosan naturalidad y frescura, igual que su personalidad, aunque ella asegure que es más bien tirando a tímida y que lo de hablar sobre física en las redes sociales surgió de una necesidad. “La física es mi pasión. Siempre he sido la típica pesada que ha querido hablar mucho sobre física, y ya llegó un punto en que me daban pena mis amigos. Reconozco que es un tema pesado. Cuando entré en la carrera, pensé que todo el mundo iba a ser igual que yo, flipados que hablaríamos sobre noticias o libros. Pero no me encontré eso. Así que me creé la cuenta para ver si ubicaba a gente como yo con la que hablar”, recuerda.

De momento ha encontrado, sin esperarlo, un millón de seguidores en Instagram y medio millón en TikTok que siguen de cerca sus publicaciones. En los comentarios, jóvenes y adolescentes las comentan y discuten como lo harían con las de una influencer, con la particularidad de que Moreno apenas tiene haters: la gente escucha sus vídeos completos, pide más, analiza los conceptos, la alaban, le llaman “reina” y aseguran hacer trabajos para el colegio sobre ella.

Sobre las claves de su éxito y por qué cree que la audiencia conecta con ella de esa manera tan visceral, Moreno tiene tres respuestas. La primera, que su contenido es atractivo para todos los públicos porque surge de la vida cotidiana. Por ejemplo, de un plato de macarrones se le ocurre una explicación para las turbulencias de un avión. La segunda respuesta, el uso de un lenguaje accesible: “Yo no voy a cambiar mi forma de expresarme. Si tengo que explicarte un tema de física y quiero que te llegue, que lo entiendas, lo tengo que hacer como nos sentimos cómodos. Mi información es igual de válida, aunque emplee expresiones comunes y no solo tecnicismos”. Por último, reconoce que le ha ayudado a enganchar al público su estética urbana, alejada del imaginario típico de un científico en el laboratorio.

Moreno luce una especie de estilo raxet, ahora de moda, normalmente asociado con las chicas de barrio: pelo casi kilométrico, coletas estiradas, uñas largas, tatuajes, pantalones de tiro bajo y tops ajustados. “Me encantan las uñas, el maquillaje, buscar inspiraciones distintas. Me flipa”, aclara antes de asegurar que, de no estudiar física, habría cursado algo relacionado con la estética. “A la gente le llama la atención. Yo también he tenido prejuicios a lo largo de mi vida sobre que una persona con mi estética pueda estar estudiando física y pueda ser igual de válida que el típico señor que estudia física, con batita y gafas”.

Detrás de cada uno de sus vídeos hay horas de trabajo. “Al preparar un tema me estudio todo. Para poder explicarlo tienes que sabértelo perfecto. Si no, es imposible resumirlo”, argumenta. Moreno tira de papers científicos, información en libros que lee por gusto y contenidos que estudia en clase. “Pero el tiempo que dedico a cada publicación cambia. Siempre que hago un vídeo de agujeros negros es rápido. Grabo directamente, porque llevo desde chica leyendo sobre ellos. Ahora, si hago un vídeo de algo que no he tocado mucho, como, por ejemplo, el electromagnetismo, puedo estar investigando un día entero. Al día siguiente escribo el guion y luego lo grabo. Repito muchas tomas. Y ya después lo edito, que me lleva una horita y media o así”, cuenta. Lo más complicado del proceso, asegura, es condensar toda la información. “Hay cosas que simplemente no se pueden resumir en un minuto”.

Moreno es igual de metódica en sus estudios, hasta el punto de haber repetido una asignatura que ya ha estudiado y aprobado, pero que no ha entendido. “Es que yo también soy muy picky [exigente] con eso. Necesito comprender las cosas para poder seguir, ¿sabes? Aunque apruebe una asignatura, si siento que no la he entendido, la hago otra vez. Me quito todo el derecho a las becas, por ejemplo. Y siempre tengo que estar currando para pagarme la universidad y es una paliza, pero no puedo estudiar un tema que no entiendo y después pasar al siguiente como si nada”, afirma.

Estudió el segundo curso de física en la Universidad de Córdoba, pero el transporte de ida y vuelta diario se le hacía muy pesado, y ahora termina la carrera a distancia, en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Además, le agobian las ciudades grandes y prefiere quedarse en Alcalá de Guadaíra. “Yo en verdad soy superpueblerina”, apunta. Además, prefiere la gestión del tiempo que le ofrece la universidad a distancia. Se levanta, estudia algunas horas, da clases particulares —“no les puedo dejar, son mis niños”— y dedica otro rato a preparar los vídeos. Hasta las ocho de la tarde. A las ocho ya es momento de la calle y los amigos: “No me gusta mucho la vida universitaria, tener que ir a las clases todos los días, que haya tanta gente. Prefiero estudiar en mi casa, tener mi ritmo”.

A Moreno le cambió la vida el lanzamiento el pasado octubre del cohete Miura I, fabricado por la empresa española PLD Space. Cogió el coche y fue a Huelva para poder verlo desde la playa a altas horas de la madrugada. “Lo vi en directo y eso fue una locura. O sea, yo desde ese momento soy otra persona”. Su entusiasmo por la física traspasa la pantalla a través de la que concede esta entrevista a EL PAÍS. Lleva la cara de Stephen Hawking tatuada, aunque tiene muchos más referentes. “Mis favoritas son Jocelyn Bell, Vera Rubin. Esas son mis ídolas. Rosalind Franklin también”, añade.

Hay de todo, mayores y jóvenes, pero quien más interactúa con su contenido son niñas apasionadas por la ciencia como lo fue ella, que se acercan a Moreno para pedirle consejo sobre su carrera universitaria y laboral, dominada por una fuerte presencia masculina. “Me hablan un montón y me hace mucha ilusión. Es mucha responsabilidad, pero las entiendo porque yo cuando entré también tenía miedo. A mí siempre me han faltado referentes femeninos en los libros, en el cole, en la universidad y en todos lados. Por eso las animo, intento que vean que no hay ningún impedimento”.

No todo su viaje en redes sociales ha sido de buen gusto. Cuando empezó a divulgar, la mayoría de personas solo hablaban sobre su físico. “Antes de abrirme la cuenta era muy inocente, pensaba que el tema de los prejuicios no estaba tan al día, que había pasado de moda. Me sentí superdefraudada, porque me curraba temas que a la gente era lo último que le importaba”, lamenta. También han juzgado su acento. “Sinceramente, al principio me afectaba un montón. Ahora ya me da igual. No voy a neutralizar mi acento para que tú creas que lo que yo te cuento es más verdad. Tampoco creo que yo tenga que hacer el doble de esfuerzo que otra persona que actúa según lo establecido para demostrar que soy válida. Nadie debería tener que cambiar su forma de ser, vestir o expresarse para dedicarse a lo que quiere, mientras no le esté faltando al respeto a nadie”.

Seguirá con los vídeos y quiere terminar la carrera en un par de años para poder dedicarse profesionalmente a la investigación, aunque la falta de financiación en España le desanima. Mantiene la ilusión, eso sí, de trabajar en PLD Space y participar en el lanzamiento de un futurible Miura X. “Eso sería increíble, imagínate. Mi sueño desde niña”.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Premio Nobel de Física 2023: qué son los pulsos de luz de attosegundos por los que Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L'Huillier recibieron el galardón

Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L'Huillier

FUENTE DE LA IMAGEN,ILL. NIKLAS ELMEHED © NOBEL PRIZE

Pie de foto,

Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L'Huillier

  • AuthorEl Premio Nobel de Física de este año fue para Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L'Huillier por sus experimentos con luz que capturan "el momento más corto".
La Real Academia Sueca de Ciencias concedió el premio a los tres físicos "por sus métodos experimentales que generan pulsos de luz de attosegundos para el estudio de la dinámica de los electrones en la materia".

Pierre Agostini nació en Francia en 1968 y es profesor emérito de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidosñ.

Ferenc Krausz, nacido en Hungría en 1962, es director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Alemania, y Anne L’Huillier, que nació en Francia en 1958, es profesora de la Universidad de Lund en Suecia.

El trabajo de los físicos “demostró una forma de crear pulsos de luz extremadamente cortos que pueden usarse para medir los rápidos procesos en los que los electrones se mueven o cambian de energía”, declaró la Academia.

Los ganadores compartirán el premio en metálico de 10 millones de coronas suecas (US$966.000).

Qué es la física de los attosegundos
Igual que usamos la luz para observar el mundo macroscópico que nos rodea, también puede usarse para sondear el mundo subatómico.

Pero como partículas como los electrones pueden moverse más rápido que la duración de un pulso de luz, se pueden perder muchos detalles sutiles de su movimiento.

La Real Academia Sueca de Ciencias dijo que “con sus experimentos, los galardonados de este año han creado destellos de luz que son lo suficientemente cortos para tomar fotografías de los movimientos extremadamente rápidos de los electrones”.

Sus experimentos produjeron “pulsos de luz tan cortos que se miden en attosegundos”. (Un attosegundo es una quintollonésima de segundo).

“Un attosegundo es tan corto que el número de ellos en un segundo es igual al número de segundos que han transcurrido desde que surgió el universo, hace 13.800 millones de años", explica la Academia.

Pero ¿cuál es el objetivo de detectar procesos tan insondablemente rápidos?

La respuesta es que el attosegundo es la escala de tiempo natural del movimiento de los electrones en átomos, moléculas y sólidos.

Los electrones son partículas dentro de los átomos y se mueven increíblemente rápido: en milmillonésimas de segundo.

Antes de los avances de los galardonados, aparecían efectivamente borrosos bajo los microscopios más avanzados: su movimiento y comportamiento eran demasiado rápidos para seguirlos.

Pero como explicó Eva Olsson, presidenta del Comité Nobel de Física: "Ahora podemos abrir la puerta al mundo de los electrones. La física de attosegundos nos brinda la oportunidad de comprender los mecanismos que se rigen por los electrones".

La "física de attosegundos" está poniendo de relieve procesos importantes dentro de los átomos y moléculas.

El estudio y la comprensión de los electrones en escalas de tiempo tan cortas han dado lugar a avances en la electrónica ultrarrápida, que algún día podrían conducir al desarrollo de chips de computadora más potentes.

También ha permitido distinguir moléculas entre sí en función de sus propiedades electrónicas.

Como resultado, los expertos consideran que la ciencia de los attosegundos tiene un enorme potencial para avanzar en la investigación fundamental, no sólo en física cuántica sino también en biología, química, medicina y otras.

Por ejemplo, este desarrollo podría conducir a microscopios electrónicos aún más precisos, dispositivos electrónicos mucho más rápidos y nuevas pruebas capaces de diagnosticar enfermedades en una etapa mucho más temprana.

La quinta Nobel de Física 

La profesora L'Huillier es apenas la quinta mujer que gana un Nobel de Física.

En una llamada que se interrumpió brevemente, y mostrándose algo aturdida, se dirigió a la conferencia de prensa en la Real Academia Sueca.

"Es increíble", dijo. "No hay tantas mujeres que obtengan este premio, por lo que es muy, muy especial", afirmó.

Explicó que el Comité Nobel la había llamado tres veces antes de que ella contestara el teléfono.

"Estaba enseñando", dijo, y bromeó que la última media hora de su lección, después de enterarse, fue "bastante difícil".

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina, anunciado el lunes, fue otorgado a los profesores Katalin Kariko y Drew Weissman, quienes desarrollaron la tecnología que condujo a las vacunas de ARNm contra el Covid.


martes, 28 de noviembre de 2023

De los ceniceros a la taroterapia.

Este mundo inexplicable funciona gracias a las aplicaciones tecnológicas del conocimiento científico más avanzado, pero cada vez más personas exhiben con orgullo su recelo o su abierto desprecio a la ciencia.

La nueva vida municipal española abarca tareas inusitadas, algunas de ellas de máxima urgencia, como devolver al tráfico calles recién dedicadas al uso prioritario de los caminantes o reventar con excavadoras carriles-bici que atentaban contra la sagrada libertad de circular en coche. No hay límites para el activismo de concejales recién llegados a sus cargos. Uno de ellos, precisamente de Sanidad, ha salido a las calles de Valladolid a repartir 7.500 ceniceros, en una campaña patrocinada por una llamada Mesa del Tabaco, en cuya página web se explican los múltiples beneficios sociales y económicos de ese producto, que aporta 9.000 millones al año en impuestos, y del que, según dicen, viven 53.000 personas en España. Lástima que por el tabaco mueran tantas personas como las que viven de él y que el coste del tabaquismo y sus secuelas para el sistema sanitario sea el triple de los ingresos fiscales que produce. El concejal de Sanidad de Valladolid sonríe publicitariamente con sus ceniceros, flanqueado por unas azafatas, y es probable que además del humo del tabaco inhale y celebre con orgullo el de la gasolina, igual de beneficioso para la salud, según la prontitud con que los ayuntamientos gobernados por la derecha y la extrema derecha están eliminando las ya escasas limitaciones al tráfico privado en las ciudades. Las muertes por efecto de la contaminación del aire son todavía más numerosas en el mundo que las derivadas del tabaco, pero esas cifras, certificadas por organismos internacionales del máximo rigor, no afectan a los adalides de la derecha municipal española, que se ha afiliado al oscurantismo anticientífico de los extremistas republicanos en Estados Unidos, según contaba hace unos días Javier Salas en estas páginas.

“La ciencia oficial no lo explica todo”, aseguraban con misterio los expertos en ocultismo de nuestra ignorante juventud, los ufólogos y parapsicólogos y astrólogos que nos adivinaban el carácter según la conjunción de los astros en nuestro nacimiento y nos leían el porvenir en la palma de la mano. La ciencia oficial no explicaba que algunos aviones desaparecieran sin rastro en el triángulo de las Bermudas y que en ciertos bajorrelieves mayas, igual que en numerosos pasajes de la Biblia, se encontraran pruebas indudables de las visitas de naves extraterrestres. Algo fundamental permanecía oculto: cadáveres congelados de alienígenas en un laboratorio de Arizona; fotografías y documentos clasificados como de máximo secreto en los archivos del Pentágono. Javier Salas atribuye a la derecha la primacía del oscurantismo, pero hubo épocas no lejanas en las que la negación de la ciencia y del pensamiento racional eran fomentadas también por una confusa actitud alternativa, un rechazo contracultural de todo lo que pareciera establecido y ortodoxo. Hemos asistido, embarazosamente, a conatos de viajes astrales bajo los efectos del hachís y los letargos sinfónicos de Pink Floyd, y hemos tenido amigos que a la beata admiración de todo lo que pareciera artesanía originaria o misticismo tribal sumaban el estudio y la práctica del tarot.

Precisamente, el tarot es otra de las disciplinas que han merecido la protección de la derecha municipal española. Un organismo del Ayuntamiento de Alicante llamado Escuela de Talento Femenino estuvo ofreciendo hasta hace unos días un “taller de tarot para el éxito empresarial”, impartido por Almudena Polo, fundadora de Al(mu)Quimia Terapias Holísticas, y también, según sus propias palabras, “taroterapeuta y coach estratégico”. Me acuerdo de los escaparates con luces rosadas o rojizas y cortinajes prometedores de las adivinas echadoras de cartas en el Greenwich Village de Nueva York. Mujer de su tiempo, Almudena, o Al(mu)Quimia, atiende por WhatsApp o videollamada, pero esa distancia tecnológica no disminuye la eficacia de sus taroterapias: “Ahora podrás disfrutar de una experiencia más personalizada y cercana de nuestras lecturas”. Tristemente, un concejal de la oposición, empujado sin duda por el resentimiento de los perdedores, levantó la liebre sobre el taller para el éxito empresarial a través del tarot, y el Ayuntamiento de Alicante se ha visto obligado a cancelarlo.

Este es un mundo inexplicable que se ha levantado y funciona a cada momento y en cada aspecto de la vida gracias a las aplicaciones tecnológicas del conocimiento científico más avanzado, pero en el que cada vez más personas exhiben con orgullo su recelo o su abierto desprecio a la ciencia. No se fían del consejo de un médico o de la predicción de un meteorólogo, pero sí de las conjeturas de una adivina sobre el porvenir escrito en las estrellas, o en las líneas de la mano, o en las figuras de un mazo de naipes. Lamentamos con razón que el deterioro de la enseñanza de las humanidades y las ciencias entorpece el ejercicio de la racionalidad y el espíritu crítico, pero me temo que el problema más grave no es la ignorancia, sino la predisposición humana a no mirar las cosas tal como son si esa mirada contradice las creencias o incomoda la pura poltronería de quien no está dispuesto a saber ni a cambiar.

La razón es más frágil de lo que parece. La inteligencia no se extiende por igual en todas direcciones. Vemos en nosotros mismos que podemos ser en unas cosas lúcidos y juiciosos y en otras romos o desastrosamente impulsivos. Don Quijote es un hombre sosegado y sensato hasta el momento en el que se le mencionan los disparates de la caballería andante. Queremos pensar que la superstición y el fanatismo religioso son propios de personas ignorantes, pero sabemos de científicos que pasan sin esfuerzo del rigor experimental al rezo del rosario, y de ingenieros formados en las mejores universidades alemanas que en septiembre de 2001 se inmolaron a sí mismos en el nombre de Dios pilotando dos aviones llenos de pasajeros contra las Torres Gemelas. El conocimiento, a diferencia de la fe y de las lecturas de la tarotista Al (mu) Quimia, no puede ser “personalizado y cercano”: las constelaciones en el cielo nocturno no tratan de ti; la Historia, estudiada en serio, no le da a nadie alegrías patrióticas; cualquiera que prometa el paraíso, o el cumplimiento inminente de necesidades y deseos, está mintiendo y es peligroso; el talento no es gratuito ni instantáneo, ni depende de las ganas o de la voluntad, y ni siquiera está garantizado por el esfuerzo; no basta desear algo para poder alcanzarlo; no se puede tener todo, entre otras cosas porque, como indicó Isaiah Berlin, dos fines igualmente deseables y justos pueden a veces ser incompatibles entre sí.

Javier Salas cita en su reportaje estudios según los cuales, dice, “la cosmovisión derechista choca con el propio sistema científico”, pero yo tengo la impresión de que el mal está bastante más repartido. No hay extremismo político ni ceguera ideológica ni pasión narcisista individual o colectiva que estén dispuestos a aceptar los límites que la realidad, las leyes naturales y el sentido común imponen a su delirio. Teóricos universitarios de gran sofisticación y presunto progresismo aseguran que no existen hechos ni datos objetivos, sino tan solo figuraciones variables, “constructos culturales”, por usar la jerga depravada en la que trafican. Pero lo más peligroso del oscurantismo y de la sublevación contra la ciencia, del negacionismo climático, de la irresponsabilidad sobre el tabaco, no son unos botarates que regalan ceniceros por la calle o que promueven cursos de tarot para mujeres empresarias: el enemigo último y verdadero de la ciencia son los poderes económicos, poderes económicos, perfectamente adiestrados en el saber científico y en el dominio de la tecnología, que compran conciencias, financian campañas, corrompen a dirigentes políticos y siembran la ignorancia para seguir multiplicando beneficios inmensos a costa de volver inhabitable este mundo.


sábado, 28 de octubre de 2023

Salto científico de gigante. El atlas del cerebro recién divulgado supone un enorme avance para la investigación neurológica

El atlas del cerebro humano que hemos conocido estos días es un ejemplo perfecto de gran ciencia, al estilo del proyecto genoma o la caza de ondas gravitacionales. Organizado por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH), ha implicado a decenas de científicos de diversos laboratorios, se ha publicado simultáneamente en 21 papers (artículos técnicos revisados por pares) y sus resultados se han puesto a disposición de cualquier investigador. Al igual que ocurrió con el genoma humano hace dos décadas, el atlas del cerebro no es un descubrimiento, sino un cimiento para acelerar el conocimiento del órgano que nos hace humanos. Las aplicaciones para aliviar las enfermedades neurológicas vendrán más tarde, pero se apoyarán sin duda en este mapa.

Con todo, los datos ya obtenidos dibujan un panorama asombrosamente detallado de la sede de la mente humana. Los investigadores han catalogado nada menos que 3.000 tipos celulares distintos, entre neuronas y sus células ayudantes, muchos de ellos desconocidos hasta ahora. Sus técnicas son tan avanzadas que han podido secuenciar el material genético activo de tres millones de células, una por una.

Una primera conclusión es que hay notables diferencias en estos detalles moleculares entre unas áreas cerebrales y otras. Los distintos tipos celulares presentan correlaciones interesantes con algunas de las enfermedades neuropsiquiátricas más comunes, como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la depresión. Las células llamadas microgliales, que se ocupan de limpiar los desechos que generan las neuronas durante su actividad, tienen una relación clara con el alzhéimer, la enfermedad neurodegenerativa más prevalente. El atlas ha producido ya un alud de datos que imprimirá a la investigación neurológica un estímulo inédito.

Los mapas que se habían construido hasta ahora se basaban en la resonancia magnética y otras técnicas de imagen relativamente imprecisas. De ahí provienen esas fotos del cerebro en acción que ya resultan familiares, donde se ilumina una zona u otra según qué tarea esté ejecutando un voluntario metido en un escáner. Por pequeña que sea una de esas estructuras iluminadas, siempre consiste en millones de neuronas activadas simultáneamente. El atlas actual es el primero que tiene una precisión celular, lo que en sí mismo supone un salto de gigante. El inconveniente es que estas técnicas son inaplicables a una persona viva. Todos los datos se han obtenido de tres pacientes recién fallecidos. El proyecto sigue ahora añadiendo individuos para esbozar un paisaje de la variabilidad humana.

Se dijo hace 20 años que el genoma era como enviar un astronauta a la Luna, que lo difícil era traerle de vuelta a la Tierra. Lo mismo vale para el atlas del cerebro. Ha producido un tesoro de información. Ahora debe transformarse en conocimiento.

https://elpais.com/opinion/2023-10-16/salto-cientifico-de-gigante.html

miércoles, 18 de octubre de 2023

CERN Science Gateway .El museo CERN Science Gateway, en Ginebra (Suiza), es un proyecto del arquitecto Renzo Piano. CERN

 En los años cuarenta del siglo pasado,Robert Oppenheimer levantó una ciudad entera en medio del desierto de Nuevo México con el único objetivo de construir una bomba atómica. En la década siguiente, en las afueras de la ciudad de Ginebra, en Suiza, nació el Laboratorio Europeo para la Investigación Nuclear (el CERN), cuyos fundadores establecieron desde el primer momento que ninguna tecnología allí desarrollada podía ser utilizada con fines bélicos o armamentísticos, sino solo como instrumento para el avance del conocimiento humano. Mucho ha llovido desde entonces, pero el espíritu sigue siendo el mismo. En sus casi 70 años de historia, el CERN ha ensanchado enormemente las fronteras del conocimiento acerca del mundo en el que vivimos, con hitos tan importantes como el descubrimiento del Bosón de Higgs en 2012, que vino a completar el modelo estándar de la física dándonos la posibilidad de entender por qué las partículas tienen masa, es decir, por qué existe todo lo que existe, incluidos nosotros mismos.

Este 8 de octubre, a punto de celebrar su setenta cumpleaños, el CERN abre las puertas del CERN Science Gateway, un game changer en términos de educación y de divulgación científica, una experiencia inmersiva e interactiva que ayudará a las personas de todas las edades a entender el trabajo que desde hace décadas se viene desarrollando ahí dentro, así como a incentivar las vocaciones científica


Dos niños en el nuevo museo CERN Science Gateway.

Si bien el grueso de las instalaciones se encuentra en territorio suizo, el LHC, el acelerador de partículas más grande del mundo, un anillo circular de 27 kilómetros que constituye el experimento estrella de la institución y el mayor artilugio técnico jamás construido por el ser humano, se extiende bajo tierra a ambos lados de la frontera entre Francia y Suiza. Con cerca de 4.000 empleados fijos, más otros 13.000 usuarios e investigadores que van y vienen, el CERN ha transformado radicalmente la fisonomía de la región.

En líneas generales, según nos explican, los extranjeros viven en el lado francés, principalmente en la localidad de Saint-Genis-Pouilly; los franceses habitan las localidades de las que provienen y los suizos se instalan en Ginebra o en la cercana Meyrin, que en su momento fue un pueblo ubicado a mitad de camino entre Ginebra y el CERN y que hoy ha sido absorbido por el tejido urbano de la ciudad. En esas localidades —y en algunas otras como Ferney-Voltaire, donde se puede visitar el castillo del famoso pensador francés— es en donde los investigadores desarrollan sus vidas, crían a sus hijos y socializan en los más de 50 clubes de deportes, música o baile, y en pubs como el tradicional Charly’s o el desenfadado O’Brasseur.

Más allá de la ciencia
Pero no solo superconductores y fábricas de antimateria se pueden encontrar en las inmediaciones del CERN. Quien decida acercarse al Science Gateway puede combinar la visita con un recorrido por los viñedos que rodean las instalaciones, en donde se producen unos vinos cuya calidad supera ampliamente el reconocimiento internacional que hasta ahora han recibido. Hacia allí nos dirigimos montados en unos tuctucs eléctricos de la compañía Welo para, luego de un idílico paseo por las viñas, terminar recalando en La Cabuche, casa rural de la bodega Domaine-Dugerdil, para catar sus vinos y disfrutar de una tradicional raclette en las mesas que han preparado entre las vides.

Por la tarde decidimos hacer un reconocimiento aéreo de la zona. Para ello, nos acercamos al pie del monte Salève, desde donde un teleférico lleva en menos de cinco minutos a 1.100 metros de altura, regalándonos unas vistas de infarto de todo el cantón de Ginebra con el lago Lemán de un lado y una privilegiada perspectiva de Los Alpes del otro, con el Mont Blanc destacando majestuoso entre los picos nevados. Una caminata de media hora a través del bosque nos deposita en la cima del Salève, emplazamiento del restaurante L’Observatoire, donde cenar vislumbrando cómo el atardecer deja paso a una postal nocturna de los pueblos que, poco a poco, van encendiendo sus luces en el valle.

Al día siguiente, y ya que nos encontramos a escasos kilómetros del centro de la ciudad de Ginebra, se nos presenta la oportunidad de entrar en contacto con dos de los pilares básicos de la gastronomía suiza: la fabricación de chocolates en La Bonbonnière y una clase de fondue en el restaurante Edelweiss.

El CERN es el mayor laboratorio de partículas del mundo y la meca de los estudios en ciencia fundamental para los científicos. Asomarse a sus instalaciones supone entrar en contacto con el lugar en el que más se ha avanzado en la comprensión de la estructura que compone nuestro universo. Toda la tecnología involucrada en sus experimentos ha tenido que ser desarrollada allí mismo, lo cual ha supuesto avances en los más diversos campos del hacer humano, y ha posibilitado valiosos efectos colaterales como el desarrollo del escáner PET, el grid computing o la World Wide Web. Nada de eso, sin embargo, es lo que más emociona al visitarlo, sino la extraordinaria aventura humana que el proyecto supone, con miles de personas venidas de todos los rincones del planeta trabajando codo con codo con una pasión y un compromiso pocas veces visto, y sin ningún otro interés que el de hacer avanzar un poco más el conocimiento del mundo en el que vivimos.

Esta catedral de la ciencia se ofrece hoy como una nueva e inmejorable manera de entrar en contacto con el espíritu con el que la institución fue fundada: como un esfuerzo, y un ejemplo, de cooperación internacional en favor de la paz y del conocimiento.

https://elpais.com/elviajero/2023-10-08/viaje-al-corazon-de-la-ciencia-asi-es-el-nuevo-museo-cern-science-gateway.html

sábado, 24 de diciembre de 2022

El arte y la ciencia de reconocer los errores.

Un grupo de 87 investigadores se retracta sobre las conclusiones de su artículo sobre el origen de la variante ómicron. Así avanza el conocimiento

Se puede argumentar que las noticias científicas son las únicas buenas noticias que aparecen en un periódico. Mientras el mundo cae en un infierno geoestratégico, el precio de la lombarda despega hacia la estratosfera y los poderes del Estado se enzarzan en un altercado con dudoso beneficio para los ciudadanos y para las inauditas partes implicadas, las noticias científicas nos hablan de un telescopio espacial que penetra en el origen del universo, de una inteligencia artificial cada vez más creativa y de la reconstrucción de un paisaje de Groenlandia que desapareció hace dos millones de años. Incluso en los años de plomo de la covid, fue la ciencia la que aportó paliativos y soluciones al problema, y se lo dice uno que se ganó el apodo de “el cenizo de la pandemia” entre sus propios amigos. Para qué quiere uno enemigos.

Pero los investigadores cometen errores, como todo el mundo, y el avance científico depende críticamente de su capacidad para detectarlos y corregirlos. Esta es una de las marcas de agua de la práctica científica, una que los tutores graban a fuego en los estudiantes y doctorandos. Si te has equivocado, reconócelo o te quedas fuera de juego. No estoy hablando de fraudes perpetrados por investigadores de manera consciente y retorcida, sino de genuinos errores que habían pasado inadvertidos en el momento de publicar el trabajo. La retracción de un paper (artículo científico revisado por pares) no hace titulares, pero es una práctica esencial que merece reflexión. Y acabamos de conocer un caso muy ilustrativo que se refiere al origen de ómicron, la variante del coronavirus que ha barrido el planeta este año y que está poniendo al gobierno chino ante la perspectiva de que mueran un millón y medio de personas en los próximos meses.

El trabajo en cuestión iba firmado por 87 investigadores coordinados por Jan Felix Drexler, del Hospital Universitario Charité de Berlín, y se publicó en ‘Science’ el pasado 1 de diciembre. Su tesis central era que los ancestros de ómicron circulaban ya por varios países africanos durante 2021, meses antes de que esa variante se detectara en Botsuana y Sudáfrica y conquistara el mundo desde allí. El resultado reforzaba una de las hipótesis sobre el origen de ómicron: que sus mutaciones se fueron acumulando lentamente mientras circulaba indetectado por unos países africanos donde no abundan los servicios de secuenciación genómica.

En cuanto se publicó el trabajo, los genetistas levantaron una ceja. Eso no cuadraba con lo que ya sabían de la evolución del virus. Cuando el SARS-CoV-2 evoluciona parsimoniosamente mientras circula por una población amplia deja unos rastros inconfundibles en el genoma de las nuevas variantes, y esos rastros no están en ómicron. Kristian Andersen, un evolucionista del Scripps Research de San Diego, California, y otros investigadores publicaron en Twitter esas objeciones. Tenían razón. Las muestras estaban contaminadas, y los 87 autores lo han admitido este miércoles en una retracción pública del ‘paper’.

Sé que esto no parece una columna de Navidad, pero créanme que lo es. En un panorama político irrespirable como el actual, que los científicos reconozcan sus errores con balcones a la calle es un verdadero regalo de Papá Noel.

miércoles, 3 de agosto de 2022

_- Marcel Grossmann, el talentoso matemático a quien Einstein le pedía los apuntes y le ayudó a conseguir empleo (y con su teoría)

 

_- Albert Einstein no economizaba elogios para uno de sus amigos más cercanos.


"Sus apuntes podrían haberse impreso y publicado", le dijo a la esposa de Marcel Grossmann sobre la época en que eran compañeros de clase en Suiza.

"Cuando llegaba el momento de prepararme para mis exámenes, él siempre me prestaba aquellos cuadernos de apuntes, que eran mi salvación. Ni siquiera imagino lo que habría hecho sin aquellos libros".

Esas palabras del genio de la física las reproduce Walter Isaacson en su extraordinaria biografía "Einstein, su vida y universo".

El matemático también vería con admiración a su amigo: "Este Einstein un día será un gran hombre", les dijo a sus padres.

A veces, después de clases, iban a una cafetería a conversar.

Se trató de una amistad que fue más allá de la vida estudiantil.

Isaacson describe a Grossmann como "el ángel guardián" de Einstein.

"Como estudiantes, nosotros, Albert Einstein y yo, a menudo analizábamos psicológicamente a conocidos comunes así como a nosotros mismos.

Durante una de esas conversaciones, una vez hizo la observación precisa: tu principal debilidad es que no puedes decir 'no'", escribió Grossmann.

En el Politécnico
Grossmann nació en Budapest en 1878. Su familia era de Suiza, a donde se fue, junto a sus padres, cuando tenía 15 años.

Marcel Grossmann 
FUENTE DE LA IMAGEN,ETH-BIBLIOTHEK ZÜRICH, BILDARCHIV 

Asistió al Politécnico de Zúrich, hoy conocido como ETH, donde conoció a Einstein, que estudiaba para convertirse en maestro de física y matemáticas.

"Hay gente que dice que Einstein faltaba a clases. No estoy seguro de eso, tengo mis dudas, creo que Einstein era buen estudiante, asistía a las clases, pero sí sabemos que para prepararse para los exámenes, usó los apuntes de Grossmann", le dice a BBC Mundo Tilman Sauer, profesor de Historia de las matemáticas y las ciencias naturales en la Universidad de Mainz, en Alemania.

Y es que las anotaciones de su compañero eran de lujo. Cuando volvía a casa, Grossmann pasaba sus anotaciones en limpio y las trabajaba meticulosamente.

"En sus exámenes parciales de octubre de 1898 (Einstein) había terminado el primero de su clase, con una media de 5,7 sobre un máximo de 6. El segundo, con un 5,6 era su amigo y encargado de tomar apuntes de matemáticas Marcel Grossmann", cuenta Isaacson.

"Me conmovió"
Aunque ahora parezca increíble, Einstein tuvo dificultades para encontrar un empleo académico.

Mileva Maric, la primera esposa de Einstein, también fue compañera de Grossmann en el ETH.

"De hecho, habrían de pasar nada menos que nueve años desde su graduación en el Politécnico de Zúrich, en 1900 -y cuatro años tras el milagroso año en el que no solo puso la física patas arriba, sino que logró finalmente que se le aceptara una tesis doctoral-, antes de que le ofrecieran un puesto como profesor universitario", señala el autor.

En el otoño de 1900, tuvo unos ocho empleos esporádicos como maestro particular y envió varias cartas a profesores de universidades europeas para que fuese considerado para un puesto.

"Quería ser asistente de algún profesor", señala Sauer, quien fue editor colaborador de los Collected Papers of Albert Einstein.

Cuando Einstein ya empezaba a desesperarse, "Grossmann le escribió diciéndole que era probable que hubiera una plaza de funcionario en la Oficina Suiza de Patentes, situada en Berna. El padre de Grossmann conocía al director y estaba dispuesto a recomendar a Einstein", indica Isaacson.

"¡Querido Marcel! Cuando encontré tu carta ayer, me conmovió profundamente tu devoción y compasión que no te permitieron olvidar a tu viejo desafortunado amigo (...)", le respondió en una misiva.

Einstein consiguió ese empleo en 1902 y fue allí, en la ahora famosa Oficina de Patentes, que en 1905, el genio desconocido de 26 años publicó su teoría de la relatividad especial.

Precisamente, en ese puesto escribió cinco estudios científicos que revolucionaron la física de inicios del siglo XX.

Ayudarlo a obtener ese empleo, sería descrito por Einstein como "lo más grande que Marcel Grossmann hizo por mí como amigo".

De hecho, ese año, el físico le dedicó su tesis doctoral.

En 1909, conquistaría una plaza como profesor asociado en la Universidad de Zúrich y, en 1911, se iría como profesor a la Universidad de Praga.

Grossmann, el profesor
Desde el principio, Grossmann pisó fuerte en el mundo académico. Poco después de graduarse como docente especializado en matemáticas, consiguió una posición como asistente de un profesor en el mismo ETH.

Se convertiría en un experto en geometría no euclidiana y en geometría proyectiva y publicaría varios estudios sobre ese campo.

Su devoción como maestro y pedagogo lo caracterizaría a lo largo de su carrera, como lo cuenta el libro Marcel Grossmann: For the Love of Mathematics, que escribió su nieta Claudia Graf-Grossmann.

"Nunca se permite dar clases durante horas y horas sin asegurarse de que sus alumnos entiendan lo que intenta enseñarles, como hicieron sus profesores cuando estaba en la escuela secundaria en Budapest.

Por sus propias experiencias escolares, sabe que el placer de aprender y el éxito resultante son incomparablemente mayores cuando el material se enseña de una manera apasionante y fácilmente comprensible".

En 1905, se mudó a Basilea, donde enseñó y publicó dos libros de textos sobre geometría, de los que aprenderían varias generaciones de estudiantes.  

En 1907, fue nombrado profesor de geometría descriptiva en el ETH.

"Con Grossmann ahora en una posición importante en la facultad de ETH, no es de sorprender que hubiese estado envuelto en traer de regreso a Einstein a Zúrich", escribió Sauer en el ensayo: Marcel Grossmann and his contribution to the general theory of relativity.

En 1912, Einstein fue nombrado profesor de Física teórica en esa institución.

Se reunió con Grossmann y le habló de sus ideas para generalizar su teoría de la relatividad especial.

Einstein le dijo: "Me tienes que ayudar o me volveré loco".

La guía
En un artículo sobre el matemático, John Joseph O'Connor y Edmund Frederick Robertson, profesores de la Universidad de St. Andrews, cuentan que en 1912, Einstein luchaba por "extender su teoría de la relatividad especial para incluir la gravitación".

Bernard Riemann fue un prodigio alemán del siglo XIX.

Y encontró en su amigo una gran guía.

"La necesidad de ir más allá de la descripción euclidiana del espacio-tiempo fue primero articulada por Grossman, quien persuadió a Einstein de que ese era el lenguaje correcto para lo que se convertiría en la relatividad general", le señaló a BBC Mundo, en 2020, David McMullan, profesor de Física Teórica de la Universidad Plymouth.

Grossmann le sugirió el trabajo del alemán Bernhard Riemann y el cálculo tensorial que desarrollaban los italianos Gregorio Ricci-Curbastro y Tullio Levi-Civita.

Él mismo era un experto en cálculo tensorial y sus explicaciones terminaron convenciendo a Einstein.

Y es que -recuerda Isaacson- en los dos cursos de geometría que tomaron en el ETH, Einstein sacó 4,25 de 6, mientras que Grossman obtuvo 6.

"Estoy trabajando exclusivamente en el problema de la gravitación y creo que puedo superar todas las dificultades con la ayuda de un amigo matemático aquí", le escribió Einstein, en 1912, al físico teórico Arnold Sommerfeld.

"Pero una cosa es cierta: nunca antes en mi vida había trabajado tanto y he adquirido un respeto enorme por las matemáticas, cuyos aspectos más sutiles consideré hasta ahora, en mi ingenuidad, como un mero lujo.

"Comparado con este problema, la teoría original de la relatividad es un juego de niños".

Las geometrías no euclidianas
"En la segunda mitad del siglo XIX, se empezaron a desarrollar las geometrías no euclidianas y el concepto de geometría de Riemann, y eso era lo que Einstein necesitaba para establecer la teoría generalizada", le dice a BBC Mundo Manuel de León, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y académico de la Real Academia de Ciencias de España.

Pero había un detalle: "no estaba familiarizado con ellas".

"La labor de Grossmann fue fundamental para despejarle el camino a Einstein y explicarle todo eso que estaba naciendo en el ámbito de las matemáticas".

A Einstein le urgía que sus ideas sobre física pudieran ser "materializadas con un modelo matemático y ese modelo lo daban las geometrías no euclidianas".

Con ese término se denominan las geometrías, como la hiperbólica y la esférica, que difieren de la geometría de Euclides en el axioma, sobre la existencia de una paralela externa a una recta.

Es así como, cuando comenzó a elaborar su teoría de la relatividad general, Einstein se dio cuenta de que tenía que utilizar la geometría diferencial, que habían desarrollado a partir del siglo XIX grandes matemáticos como Gauss, Bolyai, Lobachevskai, Riemann, Ricci, Lévi-Civita, Christoffel, y muchos otros.
"La idea esencial de Einstein es: la masa crea curvatura a su alrededor, pero ¿cómo la crea? ¿Cuál es el modelo matemático que es capaz de expresar esa curvatura si tengo la masa? Para eso necesitaba la geometría diferencial", indica el profesor.

"Lo maravilloso de Einstein es que fue capaz de poner todas esas cosas juntas y con su intuición física, encontrar la ecuación de campo", señala.

Pero antes de llegar a eso, el genio trabajó arduamente.

Juntos
En 1913, los dos amigos publicaron un artículo en el que "unieron las matemáticas sofisticadas que Grossmann sabía y la física de Einstein", indica Sauer.

Ese artículo es considerado un paso importante en el camino hacia la teoría general de la relatividad.

"Juntos trataron de darle sentido a las matemáticas en el contexto de lo que Einstein necesitaba para su teoría".

Sin embargo, no lograron encontrar las ecuaciones correctas del campo gravitatorio.

En 1914, publicaron otro artículo conjunto. Pero ese mismo año, su colaboración terminó. Einstein había aceptado una plaza como profesor en Berlín.

Allí, siguió trabajando en el problema de la gravitación.

A finales de 1915, llegó a la formulación definitiva de su teoría, la publicó y revolucionó la historia de la ciencia y la forma en que entendemos el universo.

"Einstein enfatizó que su teoría general de la relatividad se construyó sobre el trabajo de Gauss y Riemann, gigantes del mundo matemático.

Pero también se construyó sobre el trabajo de figuras destacadas de la física, como Maxwell y Lorentz, y sobre el trabajo de investigadores menos conocidos, en particular Grossmann, Besso, Freundlich, Kottler, Nordström y Fokker", escribieron Michel Janssen y Jürgen Renn en el artículo History: Einstein was no lone genius, de la revista Nature.

En su artículo Sauer, cuenta que meses después de publicar la teoría, Einstein escribió:

"Quiero reconocer con agradecimiento a mi amigo, el matemático Grossmann, cuya ayuda no sólo me ahorró el esfuerzo de estudiar la literatura matemática pertinente, sino que también me ayudó en mi búsqueda de las ecuaciones de gravitación de campo".

"Toda la vida"
En los años 20, la salud de Grossmann se empezó a deteriorar debido a la esclerosis múltiple.
Murió en 1936, en Suiza.
En 1955, Einstein recordó a Grossmann con gratitud en un texto autobiográfico.

En una carta para expresar sus condolencias, Einstein le escribió a la esposa de su amigo sus recuerdos:

"Él, un estudiante modelo, yo, desordenado y soñador".

Elogió que su amigo siempre estuviera en buenos términos con los profesores y que lo entendiera todo fácilmente, mientras él era distante, no muy popular.

"Pero éramos buenos amigos y nuestras conversaciones delante de un café helado en el Metropole cada pocas semanas están entre mis recuerdos más felices".

Cuando se graduaron, "me quedé solo de repente, enfrentando la vida sin poder hacer nada. Pero estuvo a mi lado y a través de él (y su padre) llegué a (Friedrich) Haller en la Oficina de Patentes unos años más tarde".

Estar allí fue como una especie de "salvavidas, sin el cual no podría haber muerto, pero ciertamente me habría marchitado intelectualmente".

Evocó "el trabajo científico conjunto y febril sobre el formalismo de la teoría general de la relatividad".

"No se completó, ya que me mudé a Berlín, donde continué trabajando por mi cuenta".

Y lamentó el impacto de la enfermedad en su amigo.

"Pero una cosa es hermosa. Fuimos amigos y seguimos siendo amigos toda la vida".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-62224392

jueves, 21 de octubre de 2021

Teoría de las cuerdas: cómo comprender el Universo partiendo de las matemáticas de la música de Pitágoras

                            

Desde que los humanos existimos hemos mirado las estrellas y nos hemos preguntado cómo llegaron allí y qué hay más allá de ellas.

Los científicos durante mucho tiempo han estado buscado una teoría simple que explique cómo funciona el Universo.

Una teoría del todo.
Muchas teorías han sido probadas y hasta ahora ninguna no ha logrado explicar completamente lo que vemos en nuestro Universo.
Pero hay una idea particularmente atractiva que algunos físicos teóricos piensan que podría ser la correcta: la teoría de cuerdas.
La teoría de cuerdas es finita. No explota, no colapsa sobre sí misma. Por eso creemos en ella. Otras teorías colapsan, explotan, pero la teoría de cuerdas no", le dijo a la BBC el renombrado físico teórico Michio Kaku.

Kaku ha pasado décadas lidiando con -e intentando responder- algunas de las preguntas más importantes que existen

"¿Qué pasó antes del Big Bang? ¿Hay otros universos? ¿Qué hay al otro lado de la creación? ¿O al otro lado de un agujero negro? ¿Son posibles los agujeros de gusano (o puente de Einstein-Rosen) o las dimensiones más altas? ¿Vivimos en un multiverso?".

Michio Kaku, físico teórico.
"Todas esas preguntas no pueden ser respondidas usando nuestra comprensión actual".

Cuando el doctor Kaku habla de "nuestra comprensión actual", se refiere a nuestras mejores teorías actuales sobre la forma en que funciona el Universo.

En verdad, se contradicen entre sí y, a veces, hasta dan resultados contradictorios.

La teoría general de la relatividad de Albert Einstein funciona perfectamente bien para las predicciones sobre los movimientos de las estrellas y las galaxias, pero no funciona cuando se aplica al comportamiento de las partículas subatómicas.

La teoría de Einstein explica lo inmenso, pero no lo diminuto.

Por el contrario, la teoría cuántica es genial con los átomos, pero predice que todo el Universo debería colapsar en un agujero negro, lo que claramente no hace porque todavía estamos aquí.

Entonces, ¿encontraremos alguna vez una sola teoría que lo explique todo?
"Hace 2.000 años Pitágoras se hizo la misma pregunta.
"El gran matemático griego pensó que debería haber un principio unificador, un paradigma por el cual resumir la vasta creación que vemos a nuestro alrededor en el Universo que conocemos".

Pitágoras de Samos (c. 570 - c. 495 a.C.)
"Miró a su alrededor y vio una lira.
"Cuando pulsas una cuerda de lira, obtienes una nota. Si tocas otra, obtienes otra nota, y él dijo: '¡Ajá! Las matemáticas de la música son lo suficientemente ricas como para explicar la diversidad de todo lo que vemos a nuestro alrededor'".

"Y sólo recientemente se nos ocurrió una nueva idea basada en la idea pitagórica de la música".

En otras palabras, la teoría de cuerdas. Entonces, ¿Cómo pasamos de las reflexiones musicales de Pitágoras a la física?

El primer puerto de escala sería un acelerador de partículas como el Gran Colisionador de Hadrones en el CERN, donde las partículas diminutas se rompen en pedazos en colisiones de alta energía y luego se estudian detalladamente.

Estos experimentos son la mejor manera de probar teorías sobre cómo funciona el Universo.

Entonces, ¿Qué predice la teoría de cuerdas que veremos?

¿Pura música?
"Ahora creemos que todos esos cientos de partículas subatómicas que obtenemos rompiendo protones en el Gran Colisionador de Hadrones no son más que notas musicales como creía Pitágoras.

"Si tuviéramos un súper microscopio y pudiéramos mirar en un electrón, ¿Qué veríamos? Una banda elástica. Una banda elástica vibratoria".

Por supuesto, Kaku no quiere decir una banda elástica real, sino más bien algo parecido a una banda elástica.

O para decirlo de otra manera, las cuerdas de la teoría de cuerdas y, al igual que las cuerdas de un instrumento musical, si pones algo de energía en ellas, vibran.

"Si vibra de una manera, lo llamamos electrón, si vibra de otra manera, se llama neutrino. Si vibra de otra forma, se llama quark, pero es la misma banda elástica".

Distintas vibraciones, diferentes nombres.
Así que la teoría de cuerdas ofrece una posibilidad tentadora: una explicación para la gran variedad que vemos en el Universo, desde las colisiones de estrellas hasta las colisiones de átomos.

Por supuesto, la teoría de cuerdas es solo eso, una teoría, o una hipótesis, para ser más exactos.

Sus críticos señalan que muchas de sus predicciones son incomprobables, algo que el propio doctor Kaku reconoce.

Sus defensores, sin embargo, la consideran la mejor esperanza de unificar la física.

Kaku incluso cree que la teoría de cuerdas podría explicar el misterio que es la materia oscura.

La materia oscura, según esta teoría, estaría compuesta de cuerdas que vibran a octavas más altas.

"La materia oscura constituye la mayor parte de la materia del Universo. Es invisible y mantiene unidas a las galaxias. Pero, ¿Cómo lo demostramos?

"Creemos que la materia oscura podría ser la próxima octava de la cuerda.

"Si pudieras magnificar todas las partículas que ves alrededor nuestro, veríamos muchas bandas elásticas vibrando a diferentes frecuencias.

"Pero la banda elástica tiene octavas más altas. Eso creemos que es materia oscura".

Si el doctor Kaku tiene razón, la enorme complejidad de todo el Universo podría reducirse a la simple y elegante vibración de cuerdas.

"Creo que algo que la gente debería entender es que la física en el nivel fundamental se vuelve cada vez más simple pero también más poderosa cuanto más profundo vamos.

"El Universo es más simple de lo que pensábamos".


martes, 12 de octubre de 2021

_- Entrevista a Andrés Martínez Lorca Sobre la melancolía, por la diversidad cultural, contra la guerra. Un diálogo con Aristóteles, Kant, Gramsci y Russell (I) «Me siento ligado a la tradición de Marx, a esta tradición ilustrada y revolucionaria, aunque no solo a ella»

_- Catedrático de Filosofía Medieval en la UNED, Andrés Martínez Lorca es actualmente catedrático emérito, y antes fue profesor de la Universidad de Málaga.

Académico de número de la Academia Ambrosiana de Milán (Italia), Martínez Lorca es también académico correspondiente de las siguientes academias: Real Academia de Córdoba (1995), Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (2010), Real Academia de la Historia (2011) y Real Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona (2014). Miembro también de la Société Internationale pour l’Étude de la Philosophie Médiévale (SIEPM), con sede en Lovaina (Bélgica).

Entre sus numerosas obras cabe citar aquí: Tomás de Aquino, Exposición de la Política de Aristóteles, revisión de la traducción, prólogo, introducción y notas, Madrid: UNED, 2019; Hacia un nuevo Averroes. Naturalismo y crítica en el pensador andalusí que revolucionó Europa, Madrid: UNED, 2017; La filosofía en Al-Andalus, editor, Córdoba: Editorial Almuzara, 2017; La filosofía medieval. De al-Farabi a Ockham, Barcelona: Editorial Batiscafo, 2015, traducida al italiano y al portugués; Averroes, el sabio cordobés que iluminó Europa, Córdoba: Editorial Utopía Libros, 2015, 4ª edición… Su último libro publicado por UMA editorial lleva por título Sobre la melancolía, por la diversidad cultural, contra la guerra. Un diálogo con Aristóteles, Kant, Gramsci y Russell. En él centramos nuestra conversación.

* Es tal la riqueza y diversidad de tu libro que me voy a dejar muchas cosas en el tintero. Abres con una cita de Marx, del joven Karl Marx, de Cuadernos sobre filosofía epicúrea. ¿Te reconoces en la tradición de este filósofo y político revolucionario?

Sí, en efecto, me siento ligado a esta tradición ilustrada y revolucionaria, aunque no solo a ella. Pero del marxismo concebido como una teoría de emancipación basada en la crítica según el lema del propio Marx, “de omnibus dubitandum” (“hay que dudar de todo”). Como miembro de mi generación que fue adoctrinada en el nacionalcatolicismo, el marxismo significó un descubrimiento teórico-práctico a través del cual pudimos recuperar el materialismo filosófico, la Ilustración y la filosofía clásica alemana entroncando al mismo tiempo con la secular lucha por su liberación de los esclavos, de los siervos de la gleba, de los obreros industriales, y en la España de mi juventud con la lucha por las libertades contra la dictadura franquista.

Sigues con una cita de Gramsci. ¿Te reconoces en esa cita de los Quaderni en la que se afirma que “al menos como orientación metódica, hay que llamar la atención sobre las demás partes de la historia de la filosofía, o sea, sobre las concepciones del mundo de las grandes masas, de los grupos dirigentes más restringidos (o intelectuales) y, por último, sobre los vínculos entre esos varios complejos culturales y la filosofía de los filósofos”?

Gramsci ensanchó el campo de lo que llamamos ‘filosofía’ y su distinción me parece acertada. Recordemos la primera línea de la Metafísica de Aristóteles: “Todos los hombres, pántes ánthropoi, desean saber por naturaleza”. Y es que la racionalidad, base de la filosofía, no es exclusiva de los profesores o eruditos. Cualquier ser humano la posee y a veces encontramos un mayor desarrollo de ella en un campesino, por ejemplo, que en un aparente intelectual. Es evidente que la transmisión de la alta cultura a través de centros de enseñanza y de un plan de estudios, iniciada de modo sistemático en la Edad Media, ayudó a avanzar en la especialización de los distintos conocimientos. Por eso, la oligarquía dominante alejó al pueblo, no ya de las universidades sino de las escuelas. En España, poco antes de la II República, que centró sus esfuerzos en la enseñanza primaria y en la difusión de las bibliotecas, la mayor parte de la población era analfabeta.

En el subtítulo del libro se habla de un diálogo con Aristóteles, Kant, Gramsci y Russell pero son muchos más los autores de los que hablas en el libro. Los cuatro citados, ¿son los más importantes para ti, los que más te han hecho filosóficamente hablando?

Hay que ser selectivos en el título de los libros, no como algunos antiguos escritores de kilométrico enunciado. En el título se destacan algunos temas y en el subtítulo algunos autores. Quizás los cuatro que citas sean los más destacados en los trabajos que integran la obra. Pero mi diálogo es con todos los pensadores que figuran en el índice, desde los cínicos y escépticos antiguos hasta Antonio Machado pasando por Al-Farabi, Averroes, Tomás de Aquino y Baltasar Gracián.

En cuanto a los filósofos que más me han influido, debo citar a Aristóteles, Epicuro, Averroes, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Marx, Gramsci y Russell.

En el primer capítulo, “Una indagación sobre la melancolía: de Aristóteles a Cervantes”, Aristóteles, Galeno, Marco Aurelio y Cervantes son los autores estudiados. ¿Don Quijote es, en tu opinión, un ‘héroe’ melancólico?

La secuencia en el tema de la melancolía sería la siguiente: Aristóteles levanta la liebre al afirmar que aunque sufren una tensión humoral, los melancólicos son geniales no por enfermedad sino por naturaleza, y cita entre ellos a Empédocles, Sócrates y Platón; Galeno, el más famoso médico de la antigüedad, en una línea naturalista afirma que los caracteres del alma dependen de los humores del cuerpo; Marco Aurelio, el emperador romano penetrado de estoicismo, no concibe la filosofía como un saber para la acción política sino como una necesaria compañera de viaje en la vida; Don Quijote, la primera gran novela moderna, está tejida de ironía y melancolía.

Frente al conformismo de Lope de Vega, al esteticismo de Góngora y a la amargura de Quevedo, se levanta la ironía de Cervantes que a través de un “loco” sueña una humanidad más justa. Excepto en lo referente a los libros de caballerías, el protagonista razona con lucidez, se opone a la injusticia social y elogia la libertad como “uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”. Oposición al mercantilismo imperante, solidaridad con el moro Ricote expulsado de su pueblo, crítica apenas velada al poder de la Iglesia, rechazo de la aristocracia de sangre, todo ello convierte al personaje cervantino en un héroe moderno, utópico, triste y pensativo.

El segundo capítulo: “Pensar en tiempo de crisis: la Filosofía helenística”. ¿Nos sirven aquellas reflexiones para pensar nuestra crisis, que se acumula a otras crisis pasadas y que anuncia, a su vez, crisis futuras acaso más profundas y dañinas?

La crisis helenística vino provocada por el fin de la ciudad-Estado griega, es decir, la pólis, al surgir el imperio de Alejandro Magno. Alejandría rivalizaría con Atenas por su contribución a la ciencia y al arte. Si pensamos en nuestra época y en la crisis que vivimos, debemos evitar la equivalencia con la época helenística e indagar a fondo sobre las causas de ella.

Distinguiendo diversos planos, en nuestro mundo se advierte un agotamiento del capitalismo en su versión neoliberal, pues ni siquiera ofrece solución en los países más desarrollados, no digamos en les expoliados de sus riquezas naturales. Por otra parte, el hundimiento del bloque del socialismo real llevó al sueño del “fin de la historia” con Estados Unidos como único imperio mundial. Ahora, tras el asalto al Capitolio, y sin olvidar su inmenso déficit presupuestario, vemos de manera gráfica su crisis interna: este imperio tiene los pies de barro incluso en su propio país donde discrimina a la población afroamericana e ignora a millones de emigrantes sin derechos civiles.

¿Cómo vamos a frenar el calentamiento global del planeta? ¿Lucharemos de forma solidaria contra la pandemia en todos los continentes? ¿Se va a respetar el Derecho Internacional en las relaciones entre países impidiendo que aquellos que eligen su propio camino sean aplastados económica o militarmente? Estas y otras preguntas no tienen hoy una respuesta satisfactoria.

Hablas en el tercer capítulo de Lucrecio y De rerum natura. Sostienes que el filósofo romano aporta a la teología epicúrea una nueva modulación, un desarrollo propio. ¿Cuáles serían las características más centrales de esa modulación?

Los epicúreos, en contra de la leyenda cristiana, no eran ateos, creían en unos dioses ni creadores ni providentes (consideraban el universo eterno y a la materia no informe sino viva mediante el movimiento de los átomos) que vivían felices en el espacio celeste como modelo de vida para los humanos. Le debemos al poeta latino la mejor síntesis del materialismo atomista, ya que sus enemigos idealistas hicieron desaparecer las numerosas obras de Epicuro. El poema de Lucrecio representó además esta novedad: fue el primero en hacer del latín una lengua filosófica.

Su modulación del epicureísmo la podemos resumir en los siguientes puntos: una crítica más radical a la religión popular como falsa religión fundada en el miedo; un desinterés mayor hacia el culto religioso; propuesta de una teología ilustrada que concluye en una religiosidad nueva y una original forma de piedad; una visión pesimista del mundo.

¿Por qué alguien de la altura filosófico de Al-Farabi, el autor de La ciudad ideal, sigue siendo un perfecto desconocido para muchos de nosotros?

Se desconoce en general a Al-Farabi en Occidente por una buscada ignorancia, aunque muchas de sus obras ya fueron traducidas al latín en el Medievo por eruditos hispanos e influyeron en la Escolástica cristiana. En el mundo árabe es considerado el Segundo Maestro (el primero era Aristóteles). Se ha luchado contra los musulmanes no solo con las armas, como en las Cruzadas, sino también mediante la ocultación sistemática de su inmenso legado cultural.

Con Al-Farabi renace el aristotelismo en la Edad Media y gracias a él se difunde la Lógica como método de razonamiento demostrativo. “Si ignoramos la Lógica no podremos certificarnos de parte de quién está la verdad”, escribió. Con su amplia obra política sentó las bases de una teorización islámica de la vida social. Desde el reconocimiento de la naturaleza social del hombre, defiende un Estado que busca la perfección a partir de la ciudad como núcleo urbano y mercantil. Defiende un entendimiento entre religión y filosofía basado en el respeto a su respectivo ámbito de influencia, e incluso se atrevió a afirmar que “todas las leyes religiosas virtuosas caen bajo los universales de la filosofía práctica”.

¿Averroes es un grande de la filosofía o un comentarista, muy agudo sin duda, de la obra de Aristóteles?

Averroes es mucho más que un buen comentarista de Aristóteles, quizá el mejor. Como demuestra su imponente producción filosófica y científica, es uno de los grandes pensadores de la historia. Recuperó el racionalismo y el naturalismo aristotélicos que gracias a él echó raíces en el mundo latino medieval. Pero fue más allá de Aristóteles al incorporar los avances de la ciencia árabe, por ejemplo, en la medicina, la farmacología y la astronomía, y al mismo tiempo al repensar la religión desde la filosofía, algo que no le interesó al filósofo griego. Su crítica al conservadurismo de juristas y sabios islámicos, su defensa de la autonomía de la filosofía, su implacable censura de los regímenes políticos árabes y su afirmación de la eternidad del universo lo convierten en un adelantado de su época. Además, representa un nuevo tipo de filósofo, podríamos decir un intelectual moderno, al elaborar un corpus filosófico-científico-jurídico de primer orden mientras ejercía en la vida pública como juez mayor de al-Andalus, médico real y consejero del califa almohade.

Presentas a Maimónides como el sabio andalusí que renovó el judaísmo. Finalizas el capítulo que le dedicas con estas palabras: “Superando los tiempos tormentosos en que vivió durante buena parte de su existencia, llegó a ser uno de los grandes sabios del mundo medieval dejando tras sí un admirable legado filosófico y científico. El judaísmo español puede legítimamente estar orgulloso de este cordobés universal”. ¿Lo está? ¿Está orgulloso de este cordobés universal?

Maimónides, figura relevante del pensamiento medieval, fue un fruto maduro del judaísmo andalusí, de los sefardíes hispanos, protegidos de los omeyas cordobeses. Absorbió en su juventud la enciclopedia griega y conoció de primera mano las enseñanzas rabínicas. Su pretensión central fue hacer compatible el aristotelismo con la religión judía que para él era superior a la filosofía, estaba basada en la profecía y cuyo objetivo es el conocimiento de Dios. Por eso, podemos hablar de un aristotelismo instrumental. Aportó también una innovadora hermenéutica basada en la interpretación alegórica y no literal del texto bíblico.

Los judíos, tan respetuosos con sus tradiciones culturales y religiosas, han colocado siempre en un lugar de honor a Maimónides, reconocimiento sin duda merecido por su excepcional contribución a la filosofía, la teología y la medicina.

Tomemos un descanso si te parece.

De acuerdo, descansemos un momento.

Fuente: El Viejo Topo, septiembre de 2021

martes, 25 de mayo de 2021

Es el momento de despertar vocaciones científicas entre los más pequeños de la casa

Hace unos días, mientras mantenía una video llamada con unos amigos, su hija pequeña nos hacía reír diciendo “Soy Coronavirus, voy a infectaros a todos”, como si de un villano se tratara. Me pareció muy graciosa y ocurrente. Unas horas más tarde, cuando chateaba con mi compañera Noelia, entendí por qué la hija de mis amigos hacía esto.

Noelia es científica, concretamente especializada en microorganismos patógenos, y ese mismo día le comenté que estoy un poco cansada de que la gente diga que esto, todo lo que estamos viviendo, es como una guerra. Y estoy cansada porque lo que está ocurriendo tiene nombre: es una pandemia. Está bien que, en un primer momento, para asimilar la situación e identificarla con algo tal vez más conocido, digamos que es como una guerra. Pero lo cierto es que la mayoría de nosotros no tenemos tampoco referentes propios al respecto, salvo lo que nos hayan contado nuestros abuelos. Así que me pregunto ¿por qué no nos preocupamos de entender bien, desde un punto de vista científico, lo que está ocurriendo? ¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre?

En realidad, lo que sucede es que, como explica muy bien Noelia en los siguientes párrafos, estamos humanizando al virus. La hija de mis amigos también lo hace, lo cual es comprensible en una niña, pero los adultos deberíamos ser capaces de abordar la situación con un poquito más de rigurosidad y de paso, pedagogía. Si lo pensamos fríamente, esta pandemia es una oportunidad única para darle un empujón a nuestros conocimientos en ciencia y a la vez, despertar la vocación científica entre los más pequeños de la casa.

Estos días no deberíamos escatimar a la hora de responder las preguntas de los niños, que, por otra parte, son también las que nos hacemos muchos adultos: ¿Qué es una pandemia? ¿Ha habido pandemias antes? ¿Por qué ha aparecido este nuevo virus? ¿Lo han creado en un laboratorio? Veamos qué nos cuenta la experta.

Las respuestas a todas esas preguntas básicas deberían ser idealmente conocidas por todos, para que pudiésemos explicárselo todo de forma sencilla a los niños. Las pandemias son enfermedades de origen infeccioso que afectan al conjunto de la población mundial sin respetar fronteras. No es esta la primera vez que la humanidad se ha enfrentado a pandemias devastadoras, ni será la última, a no ser que aprendamos de los errores y le demos más protagonismo a las únicas herramientas útiles para prevenir y solventar estos desafíos: las herramientas científicas.

Otras pandemias vividas por la humanidad anteriormente han sido la peste negra (causada por la bacteria Yersinia pestis), que asoló Europa en el siglo XIV; la gripe española (causada por un influenzavirus A, del subtipo H1N1), que acabó con la vida de entre 40 y 100 millones de personas hace 100 años; o el SIDA (causado por el VIH, un lentivirus de la familia Retroviridae), que apareció en los años 80 del pasado siglo y se ha llevado a 40 millones personas.

Incluso los coronavirus ya habían estado dando avisos de su potencial virulento. Muchos recordaremos las epidemias de SARS (síndrome respiratorio agudo y grave) en el 2003 y MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio) en el 2012, causadas precisamente por este tipo de virus. Sin embargo, la gravedad de lo vivido con anterioridad siempre se diluye con el paso del tiempo. La memoria social colectiva es muy débil y la falta de una cultura científica sólida, junto con el miedo, hace que nos olvidemos de lo ocurrido a la vez que aparecen bulos que son aceptados por millones de personas.

Por ejemplo, algunos de esos bulos dicen que el virus ha sido creado en un laboratorio, que puede tener relación con la tecnología 5G, o que se puede prevenir el contagio si se hacen gárgaras con sal o bicarbonato. Esas teorías conspiratorias tienen muy fácil desmantelamiento si se poseen conocimientos científicos básicos, que todos los ciudadanos deberíamos tener para nuestra propia protección, tanto individual como colectiva. Al igual que nadie duda de que leer y hacer operaciones matemáticas sencillas son conocimientos imprescindibles, tenemos que plantearnos seriamente que las competencias científicas básicas deben ser conocidas y compartidas por todos y cada uno de nosotros. De hecho, el método científico, cuyo contenido está presente en el currículo educativo, es decir, la capacidad de contrastar diferentes hipótesis para construir un razonamiento lógico y crítico basado en evidencias, es el mejor regalo que podemos conceder a los niños para su correcta madurez e independencia intelectual dada su aplicación a cualquier ámbito de la vida.

Es cierto que algunos conceptos científicos pueden ser de difícil compresión para los más pequeños. Sin embargo, por mi experiencia como voluntaria en varios colegios, los conceptos fundamentales son entendidos sin problema por todos los alumnos, incluso en la etapa de educación infantil. Por el bien de todos, la conexión entre científicos y centros escolares debería ser fluida y continua para dotar a la población de rigor y sentido crítico, los cuales ha quedado demostrado que son más que necesarios siempre, pero particularmente en situaciones como la actual. Con los conocimientos necesarios, nadie, ni los niños, sentiría la necesidad de decir el “maldito tsunami”, “la maldita radiación nuclear” o “el maldito terremoto”. Si queremos hablar de tú a tú con el virus no deberíamos humanizarlo, sino, más bien animalizarnos nosotros. Es decir, ser conscientes de nuestra naturaleza biológica dentro de la biosfera, de la que no podemos estar al margen, independientemente de nuestra esencia humana. Aunque lo creamos, no estamos por encima del resto de seres vivos.

Continuando con la comparativa bélica, es cierto que las pandemias y las guerras comparten varias cosas: históricamente han definido el destino de las sociedades, saturan los servicios médicos y producen miles de fallecidos directa e indirectamente, y son causa de un desplome económico abrupto y profundo que continua durante un tiempo posterior más o menos prolongado. Sin embargo, la diferencia entre guerra y pandemia es tan grande que es nuestro deber no confundirlos. En una guerra hay dos bandos, pero aquí no existe un enemigo, puesto que no existe una intencionalidad como tal de producir daño por parte del microscópico bando contrario.

No deberíamos hablar de un “bichito malo”, si acaso de un “bichito”. Por tanto, ni podemos ni debemos volcar nuestra rabia y odio contra el “enemigo” invisible. Se trata pues de una lucha común, pero en ningún caso es una guerra. Es cierto que imaginar que somos soldados y combatimos al enemigo con armas puede molar mucho, pero ser científico y vencer al virus con rigor y ciencia, definitivamente, mola más. Mientras tanto, sigamos aprendiendo y siendo responsables. No permitamos que el villano Coronavirus nos infecte a todos. Ya sabemos que es un virus sin más y que el contagio se previene con unas medidas de higiene muy concretas, que para nada podrían considerarse bélicas.

Eva Bailén es diputada en la Asamblea de Madrid y portavoz de Educación de Ciudadanos y Noelia López Montero, es también diputada y portavoz de Ciencia, Innovación y Universidades.

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domingo, 21 de marzo de 2021

Maria Goeppert Mayer, la nobel de Física que explicó los "números mágicos" mientras investigaba sin que le pagaran.

Maria Goeppert Mayer se convirtió en profesora titular apenas a los 54 años.

"Voluntaria", "becaria", "investigadora asociada": esos fueron algunos de los títulos que Maria Goeppert Mayer recibió a lo largo de 30 años liderando investigaciones científicas que la llevarían a ganar el Nobel de Física en 1963.

En otras palabras, la física alemana trabajó la mayor parte de su carrera en distintas universidades estadounidenses sin que le pagaran un sueldo.

Investigaba "solo por el placer de hacer física", indica su biografía publicada por los premios Nobel.

Si bien en aquel entonces regían normas antinepotismo en Estados Unidos, lo cierto es que "ninguna universidad hubiese pensado en contratar a la esposa de un profesor", explica la academia sueca.

Era su marido, el químico estadounidense Joseph Mayer, quien conseguía los puestos de profesor e investigador de tiempo completo, mientras ella recibía las sobras. Literalmente.

Una de las universidades donde la pareja trabajó, la prestigiosa Johns Hopkins University, cuenta: "Ella había visto una oficina vacía y preguntó si podía usarla; se la negaron y, en su lugar, le dieron un salón en el ático".

Su historia, narrada en el marco del proyecto The Women of Hopkins, "es un ejemplo de determinación ante la presencia de obstáculos", reconoce la universidad.

Cuando Goeppert Mayer finalmente se convirtió en profesora titular tenía 54 años.

Séptima generación
Goeppert Mayer nació el 28 de junio de 1906 en Katowice, una ciudad que entonces formaba parte de Alemania, pero que hoy pertenece a Polonia.

Su padre era la sexta generación de académicos, por lo que siempre asumió que su única hija iría a la universidad y seguiría el legado familiar.

"Mi padre me decía: 'Cuando crezcas, no te conviertas en una mujer', en el sentido de ama de casa", contó Goeppert Mayer citada por los Nobel.

"Es una de esas mujeres que pelearon por sus objetivos cuando la sociedad exigía que se quedaran en casa", dice a BBC Mundo la física Louise Giansante.

Si bien en un principio su intención era graduarse en matemáticas, decidió estudiar física tras participar de un seminario sobre mecánica cuántica dictado por Max Born, uno de los padres de lo que entonces era una incipiente rama de la ciencia.

Born se terminaría convirtiendo en el mentor de Goeppert Mayer a lo largo de sus años de estudio en la Universidad de Gotinga, en Alemania.

Pero tras completar su doctorado, la joven se casó y mudó a Estados Unidos, en parte buscando mejores oportunidades académicas, y en parte para alejarse del movimiento político que culminaría con el ascenso al poder de Adolf Hitler.

De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, Goeppert Mayer terminaría trabajando en el Proyecto Manhattan, el programa secreto del gobierno estadounidense que desarrolló la bomba atómica.

Manhattan Project
"La urgencia de la Segunda Guerra Mundial llevó al gobierno de Estados Unidos a tratar la capacidad de Goeppert Mayer con más respeto que el mostrado por sus universidades más importantes", afirman los Nobel.

El 6 y 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón.

Ella incluso llegó a decir que, gracias al Proyecto Manhattan, por primera vez en su carrera logró "pararse" por sí misma como científica, sin "sostenerse" en su marido.

Sus biógrafos coinciden en que, aunque disfrutaba del respeto que recibió de sus colegas y de las responsabilidades que le fueron dando durante esos 3 años de trabajo, ella albergaba la esperanza de que el proyecto fracasara.

Según los Nobel, Goeppert Mayer era "vehementemente anti-Hitler, pero consciente de que el arma que estaba ayudando a crear podría usarse contra amigos y familiares que vivían en Alemania".

Y aunque la bomba sí fue desarrollada y usada sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, matando a decenas de miles de personas, las investigaciones lideradas por ella efectivamente no tuvieron éxito.

"No encontramos nada y tuvimos suerte... escapamos de la punzante culpa que sienten hasta el día de hoy los responsables de la bomba", reconocería luego, según los Nobel.

Los "números mágicos"
Fue después de la guerra cuando Goeppert Mayer comenzó a trabajar en física nuclear, la línea de trabajo que la llevaría a definir la estructura del núcleo atómico y ganar el Nobel.

Cuando Goeppert Mayer ganó el Nobel de Física en 1963 se convirtió en la segunda mujer de la historia en recibirlo.

Sin entrar en muchos tecnicismos, lo que la científica logró demostrar una y otra vez es que los núcleos más estables siempre tenían una determinada cantidad de neutrones o protones. Los "números mágicos" eran 2, 8, 20, 28, 50, 82 o 126.

Pero no se conformó con ello: ahora que sabía que eran números especiales, quería saber el por qué.

Fue así que comenzó a desarrollar lo que ahora es el famoso modelo de capas nucleares.

De acuerdo con un artículo de 2008 de la Sociedad Estadounidense de Física (APS), "el hecho de que los núcleos con cierto número de nucleones (neutrones y protones) eran especialmente estables ya había sido advertido antes, pero los físicos estaban seguros de que un modelo de capas no podía ser correcto".

Es que en aquel entonces prevalecía otro modelo creado nada menos que por Niels Bohr, quien había ganado el Nobel por sus investigaciones sobre la estructura de los átomos.

Según la APS, Goeppert Mayer "tenía una formación menos formal en física nuclear, (entonces) estaba menos sesgada".

Su colega y amigo Edward Teller lo resumiría de una forma más elocuente: "Se le ocurrió la idea absurda de oponerse al modelo del núcleo atómico de Bohr. Fui rotundo en mi crítica. Pero resultó ser que Maria tenía razón y, merecidamente, recibió el premio Nobel".

Una de cuatro
Goeppert Mayer no fue la única capaz de pensar afuera de la caja respecto a la estructura del núcleo atómico.

Cuando estaba por enviar su investigación a la revista Physical Review se enteró de que otro equipo liderado por un tal Hans Jensen había llegado a la misma conclusión en su Alemania natal.

"Pidió que su artículo fuese retrasado para salir publicado en el mismo número que el de ellos, pero el de ella terminó siendo publicado en el número posterior al de ellos, en junio de 1949", cuenta el citado artículo de la APS.

Tiempo después Goeppert Mayer y Jensen se conocieron, convirtiéndose en amigos y colaboradores. Publicaron juntos un libro sobre el modelo de capas nucleares y en 1963 compartieron el Nobel.

En ese entonces solo una mujer en la historia había recibido el Nobel de Física: Marie Curie, 60 años antes.

Marie Curie fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades, física y química, en 1903 y 1911 respectivamente.

Tendrían que pasar otros 55 años para que otra mujer, Donna Strickland, lo volviese a ganar en 2018. La cuarta y última física en obtenerlo fue Andrea Ghez el año pasado.

El legado
En 1960, poco después de llegar a San Diego para empezar a desempeñarse en su primer trabajo como profesora titular en la Universidad de California, Goeppert Mayer sufrió un ataque cardíaco.

Su salud continuaría siendo delicada desde entonces hasta su muerte, en 1972, pero aún así no dejó de investigar y dictar clases.

"Es una de esas mujeres que pelearon por sus objetivos cuando la sociedad exigía que se quedaran en casa", le dice a BBC Mundo la física Louise Giansante, autora principal del artículo "Mujeres en la física: pioneras que nos inspiran" publicado en 2018 en la revista de la Organización Internacional de Física Médica.

"Enfrentó una serie de desafíos en su vida profesional y personal", continúa, "lo que incluyó guerras y muertes, pero también simplemente criar a sus hijos y ser esposa mientras intentaba continuar con sus investigaciones".

"Sus descubrimientos y destacada contribución en gran medida se utilizan hasta el día de hoy. Creo que su historia necesita ser contada y puede servir de inspiración especialmente para las mujeres jóvenes, que todavía tienen que enfrentar numerosos desafíos", concluye Giansante, sobre el legado de la física alemana.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-56286955