se non è vero, è ben trovato
Locución
Literalmente: "Si no es verdad, está bien compuesto".
1.Se usa para justificar una anécdota verosímil que retrata bien a un personaje o una situación, pero que puede no ser verdadera.
2. Como figura del lenguaje, alude a algo que puede no ser verdad, pero está tan bien contado o narrado o es tan interesante o valioso que debería haber ocurrido.
Referencias y notas.
La variante "se non è vero, è molto ben trovato" se encuentra en Giordano Bruno: De gl'eroici furori - Seconda parte - Dialogo terzo
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sábado, 28 de septiembre de 2024
Manca Finezza
Los italianos utilizaban el término finezza, que podría traducirse al castellano por finura pero, con solo eso no tendríamos la idea correcta de lo que significa la expresión especialmente en el marco de la política, que va mucho más allá, porque supone además comportamiento inteligente, sutileza en el trato, elegancia en la expresión, discreción y, sobre todo, sentido de la oportunidad. Cuando todo eso falla o se carece de ello los italianos utilizan el término, "manca finezza ". Empecé señalando lo anterior en “pasado” porque desde que irrumpió en el panorama político italiano el magnate de la comunicación y execrable personaje, Silvio Berlusconi, Italia jamás recuperó la fineza. La política se llenó de Beppe Grillos, Mateo Salvinis, mama chichos…que impusieron su lenguaje y maneras. Su vulgaridad en la tierra de Puccini. En todo caso, Italia, no es más que el reflejo de lo que ocurre en gran parte del mundo, especialmente en los países que emergieron tras la caída del Muro y en América Latina.
En España, creo que nunca tuvimos fineza, pero tampoco llegamos a los esperpentos de otros lares, lo que nos mantenía en un terreno indefinido con salidas de pato de banco, miserables intervenciones en el Parlamento o a través de los medios, agudizado en los últimos años desde que Vox hizo acto de presencia.
Sin que nuestros políticos en general, hayan practicado la finneza, algunos si han caído en la manca finneza. Cuando esto se practica desde la oposición a quien gobierna está feo, pero tiene algo de sentido en el marco de la lucha por el poder como latinos que somos. Pero hacerlo y practicarlo desde quien tiene la alta misión de gobernar y de representar a tu país, como es el caso de nuestro Vicepresidente de Gobierno, Pablo Iglesias, la verdad no hay por dónde cogerlo y, habrá que buscar un nuevo término porque manca finezza no encaja.
Si lo de equiparar al prófugo Puigdemont con los exiliados que huían del terror fascista ya fue una indignidad, de la cual no se ha retractado todavía pese a que se lo han pedido familiares de las víctimas, ha vuelto a las andadas, haciendo bueno el refrán que decía mi madre, “este no sólo mete la pata, sino que la retuerce”. “En España no hay una situación de plena normalidad política y democrática… Es evidente que hay una situación de excepcionalidad y como miembro del Ejecutivo, debo reconocerlo”.
Así se ha pronunciado en una entrevista, ante la pregunta de un periodista del Diario Ara que le preguntaba sobre las palabras que el Ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Zar de todas las Rusias había dicho, comparando la situación del opositor Alexéi Navalni, con la de los políticos del procés. procés Casi nada.
Si esto lo dice Echenique o Mayoral (Podemos) puede tener un pase porque responde a estrategias electorales enmarcada en la campaña electoral catalana y más todavía si lo dicen los independentistas, les va en el sueldo. Pero dicho desde la Vicepresidencia del Gobierno, recalcando su condición de tal (“lo digo como miembro del Ejecutivo”), sinceramente hay que tener muchas tragaderas por parte del Presidente del Gobierno y de sus compañeros de Gabinete. Para mayor dislate, ha puesto a los pies de los caballos a España y a la Unión Europea, en un momento en el que el sátrapa del Kremlin anula todo atisbo de oposición con represiones masivas a ciudadanos inocentes, envenena a todo el que se ponga por delante, persigue a las minorías, odia a los homosexuales. Se burla del derecho internacional y se prepara para eternizarse en el poder. Por algo ocupa el puesto 144 en el democracy index (entre 167 países), considerado de facto, como estado fallido. En el mundo hay 23 países calificados como democracias plenas. España ocupa el puesto 18, por delante incluso de Francia, Italia, Portugal, Bélgica y, por supuesto de EE.UU. (25). Los países nórdicos lideran un año más la clasificación.
Las estúpidas e infundadas declaraciones se producen en un momento en el que el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrel, está siendo cuestionado por su “tropiezo” al intentar “poner firmes” al gobierno ruso exigiendo la liberación de Navalni, en su visita a Moscú y cuya respuesta ha sido la equiparación con lo que ocurre en Cataluña y un discreto “métase en sus asuntos”, que a su vez se ha saldado con la expulsión de tres diplomáticos representantes de Europa en Rusia. A Borrel, le aconsejaron que no fuera. No era el momento ni había “agua en la piscina” para una intermediación europea. Volvió con el rabo entre las piernas y fortaleciendo indirectamente al Zar. Muchos piden la dimisión de Borrel. Lo de Borrel fue un error. Lo de Iglesias una estupidez más.
Nadie pide la dimisión de Iglesias (salvo la oposición) porque si dimitiera se llevaría por delante al Gobierno entero. Se terminaría la experiencia del primer gobierno de coalición. Todos lo saben. Él lo sabe. Lo increíble es que no tenga nadie a su alrededor que le recuerden que él, es gobierno. Qué no está en Vistalegre, ni en la Facultad de Ciencias Políticas. Que algo de finezza es imprescindible también en la política española y qué, con ello, no renuncias a tus principios ni a los que representas. Quizás por mi parte es pedir peras al olmo…¿o no? ¿Tanto se juega en las elecciones catalanas?
En España, creo que nunca tuvimos fineza, pero tampoco llegamos a los esperpentos de otros lares, lo que nos mantenía en un terreno indefinido con salidas de pato de banco, miserables intervenciones en el Parlamento o a través de los medios, agudizado en los últimos años desde que Vox hizo acto de presencia.
Sin que nuestros políticos en general, hayan practicado la finneza, algunos si han caído en la manca finneza. Cuando esto se practica desde la oposición a quien gobierna está feo, pero tiene algo de sentido en el marco de la lucha por el poder como latinos que somos. Pero hacerlo y practicarlo desde quien tiene la alta misión de gobernar y de representar a tu país, como es el caso de nuestro Vicepresidente de Gobierno, Pablo Iglesias, la verdad no hay por dónde cogerlo y, habrá que buscar un nuevo término porque manca finezza no encaja.
Si lo de equiparar al prófugo Puigdemont con los exiliados que huían del terror fascista ya fue una indignidad, de la cual no se ha retractado todavía pese a que se lo han pedido familiares de las víctimas, ha vuelto a las andadas, haciendo bueno el refrán que decía mi madre, “este no sólo mete la pata, sino que la retuerce”. “En España no hay una situación de plena normalidad política y democrática… Es evidente que hay una situación de excepcionalidad y como miembro del Ejecutivo, debo reconocerlo”.
Así se ha pronunciado en una entrevista, ante la pregunta de un periodista del Diario Ara que le preguntaba sobre las palabras que el Ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Zar de todas las Rusias había dicho, comparando la situación del opositor Alexéi Navalni, con la de los políticos del procés. procés Casi nada.
Si esto lo dice Echenique o Mayoral (Podemos) puede tener un pase porque responde a estrategias electorales enmarcada en la campaña electoral catalana y más todavía si lo dicen los independentistas, les va en el sueldo. Pero dicho desde la Vicepresidencia del Gobierno, recalcando su condición de tal (“lo digo como miembro del Ejecutivo”), sinceramente hay que tener muchas tragaderas por parte del Presidente del Gobierno y de sus compañeros de Gabinete. Para mayor dislate, ha puesto a los pies de los caballos a España y a la Unión Europea, en un momento en el que el sátrapa del Kremlin anula todo atisbo de oposición con represiones masivas a ciudadanos inocentes, envenena a todo el que se ponga por delante, persigue a las minorías, odia a los homosexuales. Se burla del derecho internacional y se prepara para eternizarse en el poder. Por algo ocupa el puesto 144 en el democracy index (entre 167 países), considerado de facto, como estado fallido. En el mundo hay 23 países calificados como democracias plenas. España ocupa el puesto 18, por delante incluso de Francia, Italia, Portugal, Bélgica y, por supuesto de EE.UU. (25). Los países nórdicos lideran un año más la clasificación.
Las estúpidas e infundadas declaraciones se producen en un momento en el que el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrel, está siendo cuestionado por su “tropiezo” al intentar “poner firmes” al gobierno ruso exigiendo la liberación de Navalni, en su visita a Moscú y cuya respuesta ha sido la equiparación con lo que ocurre en Cataluña y un discreto “métase en sus asuntos”, que a su vez se ha saldado con la expulsión de tres diplomáticos representantes de Europa en Rusia. A Borrel, le aconsejaron que no fuera. No era el momento ni había “agua en la piscina” para una intermediación europea. Volvió con el rabo entre las piernas y fortaleciendo indirectamente al Zar. Muchos piden la dimisión de Borrel. Lo de Borrel fue un error. Lo de Iglesias una estupidez más.
Nadie pide la dimisión de Iglesias (salvo la oposición) porque si dimitiera se llevaría por delante al Gobierno entero. Se terminaría la experiencia del primer gobierno de coalición. Todos lo saben. Él lo sabe. Lo increíble es que no tenga nadie a su alrededor que le recuerden que él, es gobierno. Qué no está en Vistalegre, ni en la Facultad de Ciencias Políticas. Que algo de finezza es imprescindible también en la política española y qué, con ello, no renuncias a tus principios ni a los que representas. Quizás por mi parte es pedir peras al olmo…¿o no? ¿Tanto se juega en las elecciones catalanas?
Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre
viernes, 14 de junio de 2024
Torricelli
Evangelista Torricelli (Faenza, Italia, 15 de octubre de 1608-Florencia, Italia, 28 de octubre de 1647) fue un físico italiano que inventó el barómetro de mercurio y demostró que podía tener un recipiente sin contenido al extraer el aire.
Primeros años de vida
Sus progenitores no tenían mucho dinero, en cambio tenían mucho afecto hacia él, le llamaron Evangelista, y al ver el potencial que tenía Torricelli decidieron enviarlo con su tío Jacobo, un fraile camaldulense, que lo educó bajo su tutela.3 En 1627 fue enviado a Roma para que estudiara ciencias con el benedictino Benedetto Castelli (1579-1645), llamado por el papa Urbano VII para enseñar matemáticas en el colegio de la Sapienza y uno de los primeros discípulos de Galileo.
Estudió una de las obras de Galileo Galilei, Discorsi e dimostrazioni matematiche, intorno a due nuove scienze (Discurso y demostración matemática, en torno a dos nuevas ciencias, 1638), lo que le inspiró el desarrollo de algunos de los principios mecánicos allí establecidos que recogió en su obra De motu. En 1632, Castelli se puso en contacto con Galileo para mostrarle el trabajo de su pupilo y solicitarle que lo acogiera, propuesta que Galileo aceptó, por lo que Torricelli se trasladó a Arcetri, donde ejerció de amanuense de Galileo los últimos tres meses de la vida del sabio italiano, quien falleció a principios del año siguiente. Tras la muerte de Galileo, Torricelli, que deseaba volver a Roma, cedió a las ofertas de Fernando II de Médici y, nombrado filósofo y matemático del gran duque y profesor de matemáticas en la Academia de Florencia, se estableció definitivamente en esta ciudad.
Trabajos científicos
En 1643, Torricelli utilizó el mercurio haciéndolo ascender en un tubo cerrado, creando vacío en la parte superior, empujado por el peso del aire de la atmósfera. Demostró que el aire tiene peso, e inventó el barómetro. La unidad de presión torr se nombró en su memoria. El teorema de Torricelli es una aplicación del principio de Bernoulli y estudia el flujo de un líquido contenido en un recipiente, a través de un pequeño orificio, bajo la acción de la gravedad. Publicó su trabajo sobre el movimiento bajo el título Opera geométrica. La publicación, junto a esta obra, de varios trabajos sobre las propiedades de las curvas cicloides le supuso una agria disputa con Roberval, quien le acusó de plagiar sus soluciones del problema de la cuadratura de dichas curvas. Aunque no parece haber dudas de que Torricelli llegó al mismo resultado de forma independiente, el debate sobre la primicia de la solución se prolongó hasta su muerte.
Principio del barómetro.
Entre los descubrimientos que realizó, se encuentra el principio que dice que si una serie de cuerpos están conectados de modo tal que, debido a su movimiento, su centro de gravedad no puede ascender o descender, entonces dichos cuerpos están en equilibrio. Descubrió además que la envolvente de todas las trayectorias parabólicas descritas por los proyectiles lanzados desde un punto con igual velocidad, pero en direcciones diferentes, es un paraboloide de revolución. Así mismo, empleó y perfeccionó el método de los indivisibles de Cavalieri.
También realizó importantes mejoras en el telescopio y el microscopio, siendo numerosas las lentes por él fabricadas y grabadas con su nombre que aún se conservan en Florencia.
Fallecimiento
Torricelli falleció a los 39 años en Florencia, el 25 de octubre de 1647, a pocos días de haber contraído fiebre tifoidea. Fue enterrado en la Basílica de San Lorenzo. Dejó todas sus pertenencias a su hijo adoptivo, Alessandro Di Almagro. Wiki
viernes, 19 de mayo de 2023
Obituario. La muerte del legendario Gianni Minà, defensor de las más bellas utopías
El mundo del periodismo está de luto por la muerte de Gianni Minà, histórico periodista italiano, quien fue además un reconocido escritor y presentador de televisión. Falleció a pocas semanas de cumplir 85 años, tras una breve enfermedad cardíaca. Unos recuerdan sus notas sobre Fidel y el Che, otros las referentes a su amigo Diego Maradona.
Gianni inició su carrera periodística en 1959 en el periódico deportivo Tuttosport, donde además fue director entre 1996 y 1998. En 1960 Minà debutó en la Rai como reportero deportivo para los Juegos Olímpicos de Roma. Cinco años después fue su bautismo en el reconocido programa deportivo Sprint, dirigido por Maurizio Barendson. Sus reportajes comenzaron a ser muy reconocidos, lo mismo que sus documentales y largometrajes que marcaron una época en la TV italiana de aquellos tiempos.
Nacido en Turín el 17 de mayo de 1938, Minà comenzó su carrera como periodista deportivo en 1959 en Tuttosport, de la que luego fue director de 1996 a 1998. En 1960 debutó en la RAI colaborando en la creación de reportajes deportivos sobre la Juegos Olímpicos de Roma.
Tras incorporarse a la revista deportiva Sprint desde 1965 trabajó en documentales e investigaciones para numerosos programas, entre ellos Tv7, AZ, un fatto come e perché, Dribbling, Odeon. All eso es espectáculo y Gulliver. Con Renzo Arbore y Maurizio Barendson dio vida a L’altra Domenica.
En 1981 ganó el Premio San Vicente como mejor periodista televisivo del año. Después de colaborar con Giovanni Minoli en Mixer, debutó como presentador de Blitz, un programa de RAI 2 del que también era autor, que recibió a invitados como Eduardo De Filippo, Federico Fellini, Jane Fonda, Enzo Ferrari, Gabriel García Márquez y Muhammad Ali.
Minà ha recorrido unos sesenta años de actividad periodística al más alto nivel. Entrevistó a protagonistas del deporte, el entretenimiento y la cultura, la política. Con algunos de ellos había formado amistades de toda su carrera. Fue un testigo del siglo XX. “No soy un sabelotodo”, quien no rehuía hablar del papel del periodismo, un tema también presente en su último libro titulado Así va el mundo. Conversatorios sobre periodismo, poder y libertad.
Es una obra que cruza personajes y hechos que han marcado una época. De Barack Obama a Hugo Chávez pasando por el Papa Francisco. Y cuando se le preguntó si cree que el periodista puede ser imparcial, responde, molesto: “Nadie puede ser verdaderamente imparcial. Ser sincero ya es mucho”.
Minà, miembro del Partido Comunista de Italia y de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, defensor de las más bellas utopías, dio cobertura a ocho Copas del Mundo de fútbol y siete Juegos Olímpicos, así como a decenas de combates mundiales de boxeo, incluidos los históricos de la época de Muhammad Ali.
Entre sus entrevistas más memorables figuran la que le hizo a Fidel Castro en 1987. También al Dalai Lama, Jane Fonda, Franco Battiato, Massimo Troisi y Pino Daniele.
Autor de más de 60 documentales, con varios premios, en 1987 se hizo famoso mundialmente por una memorable entrevista al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, de 16 horas, de la cual nació un documental de reconocido valor histórico, Fidel cuenta al Che, y en el que se inspiró un libro publicado en varios idiomas en todo el mundo.
Sus más reconocidos documentales fueron Fidel cuenta al Che (1987), El Che 40 años después (1992) y La última entrevista de Fidel (2015).
Al presentar Fidel cuenta al Che, el periodista italiano recordó el privilegio de entrevistar en varias ocasiones a Fidel, incluyendo esa famosa entrevista de 1987. “Cuba es un ejemplo para el mundo, para mí representa la realización de la utopía, aun bajo un bloqueo que ha durado más de 50 años”, declaró a los asistentes ese día.
La conversación de Minà con Castro forma parte de un ciclo de entrevistas a la que pertenecen también Fidel y la religión, del brasileño Frei Betto; Nada podrá detener la marcha de la historia, de los estadounidenses Jeffrey Elliot y Mervin Dymally, y Cien horas con Fidel, del hispanofrancés Ignacio Ramonet. Un encuentro con Fidel, el volumen donde Minà habló con Fidel sobre múltiples temas, fue reimpreso varias veces.
En su amplia obra como escritor, periodista y documentalista sobresalen el ensayo Continente desaparecido, realizado con entrevistas a Gabriel García Márquez, Jorge Amado, Eduardo Galeano, Rigoberta Menchú, Mons. Samuel Ruiz, Frei Betto y Pombo y Urbano; libros como Fidel; Un encuentro con Fidel; El papa y Fidel; Un mundo mejor es posible; El continente desaparecido ha reaparecido y Políticamente incorrecto, un periodista fuera del coro.
Con Diego Armando Maradona y Pelé tuvo una relación muy fuerte. Una de sus imágenes que ha recorrido el mundo fue cuando lo retrataron sonriendo en una cena en Roma con Muhammad Ali, Sergio Leone, Robert De Niro y Gabriel García Márquez. Entre sus documentales más reconocidos se encuentran el realizado a la figura del Che Guevara, Rigoberta Menchú, el subcomandante Marcos y el mismo Diego Maradona.
Incluso viajó a la Argentina para presenciar su casamiento con Claudia Villafañe y lo acompañó mientras el astro argentino realizaba su rehabilitación en Cuba. En la entrevista, Maradona repasó su carrera, incluso un tema sensible como fue su problema con las drogas y sus debilidades.
En el artículo que estuvo guardado durante más de dos años, Diego aseguró que nunca pensó en matarse por su adicción. “En muchos momentos de mi vida sentí dolor por mi madre, por mi esposa Claudia y mis hijas. A veces, un diario decía ‘Maradona se quiere matar’. Eso no es verdad. Pienso que quien quiere matarse es un cobarde que no quiere enfrentar la vida. Y yo acepté enfrentar la vida”.
Diego confesó que comenzó con las drogas en Barcelona a los 22 años. “¿Por qué lo hiciste, Diego?”, preguntó Minà. Tras una larga pausa, Maradona contestó: “Es una enfermedad que me ha hecho perder mucho tiempo. Al comienzo era una cosa que me hacía fuerte, que me levantaba de la silla. Cuando dejó de ser una diversión y se transformó en una pesadilla, entonces hice sufrir mucho a las personas que me aman”.
Además, el documental Maradona: jamás seré un hombre común (2001) y otros dedicados a figuras como Michel Platini, Ronaldo, Edwin Moses, Pietro Mennea y Cassius Clay-Muhammad Ali. También, entre otros líderes sociales y políticos, dedicó un documental a Rigoberta Menchú.
*Periodista chilena residente en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Gianni inició su carrera periodística en 1959 en el periódico deportivo Tuttosport, donde además fue director entre 1996 y 1998. En 1960 Minà debutó en la Rai como reportero deportivo para los Juegos Olímpicos de Roma. Cinco años después fue su bautismo en el reconocido programa deportivo Sprint, dirigido por Maurizio Barendson. Sus reportajes comenzaron a ser muy reconocidos, lo mismo que sus documentales y largometrajes que marcaron una época en la TV italiana de aquellos tiempos.
Nacido en Turín el 17 de mayo de 1938, Minà comenzó su carrera como periodista deportivo en 1959 en Tuttosport, de la que luego fue director de 1996 a 1998. En 1960 debutó en la RAI colaborando en la creación de reportajes deportivos sobre la Juegos Olímpicos de Roma.
Tras incorporarse a la revista deportiva Sprint desde 1965 trabajó en documentales e investigaciones para numerosos programas, entre ellos Tv7, AZ, un fatto come e perché, Dribbling, Odeon. All eso es espectáculo y Gulliver. Con Renzo Arbore y Maurizio Barendson dio vida a L’altra Domenica.
En 1981 ganó el Premio San Vicente como mejor periodista televisivo del año. Después de colaborar con Giovanni Minoli en Mixer, debutó como presentador de Blitz, un programa de RAI 2 del que también era autor, que recibió a invitados como Eduardo De Filippo, Federico Fellini, Jane Fonda, Enzo Ferrari, Gabriel García Márquez y Muhammad Ali.
Minà ha recorrido unos sesenta años de actividad periodística al más alto nivel. Entrevistó a protagonistas del deporte, el entretenimiento y la cultura, la política. Con algunos de ellos había formado amistades de toda su carrera. Fue un testigo del siglo XX. “No soy un sabelotodo”, quien no rehuía hablar del papel del periodismo, un tema también presente en su último libro titulado Así va el mundo. Conversatorios sobre periodismo, poder y libertad.
Es una obra que cruza personajes y hechos que han marcado una época. De Barack Obama a Hugo Chávez pasando por el Papa Francisco. Y cuando se le preguntó si cree que el periodista puede ser imparcial, responde, molesto: “Nadie puede ser verdaderamente imparcial. Ser sincero ya es mucho”.
Minà, miembro del Partido Comunista de Italia y de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, defensor de las más bellas utopías, dio cobertura a ocho Copas del Mundo de fútbol y siete Juegos Olímpicos, así como a decenas de combates mundiales de boxeo, incluidos los históricos de la época de Muhammad Ali.
Entre sus entrevistas más memorables figuran la que le hizo a Fidel Castro en 1987. También al Dalai Lama, Jane Fonda, Franco Battiato, Massimo Troisi y Pino Daniele.
Autor de más de 60 documentales, con varios premios, en 1987 se hizo famoso mundialmente por una memorable entrevista al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, de 16 horas, de la cual nació un documental de reconocido valor histórico, Fidel cuenta al Che, y en el que se inspiró un libro publicado en varios idiomas en todo el mundo.
Sus más reconocidos documentales fueron Fidel cuenta al Che (1987), El Che 40 años después (1992) y La última entrevista de Fidel (2015).
Al presentar Fidel cuenta al Che, el periodista italiano recordó el privilegio de entrevistar en varias ocasiones a Fidel, incluyendo esa famosa entrevista de 1987. “Cuba es un ejemplo para el mundo, para mí representa la realización de la utopía, aun bajo un bloqueo que ha durado más de 50 años”, declaró a los asistentes ese día.
La conversación de Minà con Castro forma parte de un ciclo de entrevistas a la que pertenecen también Fidel y la religión, del brasileño Frei Betto; Nada podrá detener la marcha de la historia, de los estadounidenses Jeffrey Elliot y Mervin Dymally, y Cien horas con Fidel, del hispanofrancés Ignacio Ramonet. Un encuentro con Fidel, el volumen donde Minà habló con Fidel sobre múltiples temas, fue reimpreso varias veces.
En su amplia obra como escritor, periodista y documentalista sobresalen el ensayo Continente desaparecido, realizado con entrevistas a Gabriel García Márquez, Jorge Amado, Eduardo Galeano, Rigoberta Menchú, Mons. Samuel Ruiz, Frei Betto y Pombo y Urbano; libros como Fidel; Un encuentro con Fidel; El papa y Fidel; Un mundo mejor es posible; El continente desaparecido ha reaparecido y Políticamente incorrecto, un periodista fuera del coro.
Con Diego Armando Maradona y Pelé tuvo una relación muy fuerte. Una de sus imágenes que ha recorrido el mundo fue cuando lo retrataron sonriendo en una cena en Roma con Muhammad Ali, Sergio Leone, Robert De Niro y Gabriel García Márquez. Entre sus documentales más reconocidos se encuentran el realizado a la figura del Che Guevara, Rigoberta Menchú, el subcomandante Marcos y el mismo Diego Maradona.
Incluso viajó a la Argentina para presenciar su casamiento con Claudia Villafañe y lo acompañó mientras el astro argentino realizaba su rehabilitación en Cuba. En la entrevista, Maradona repasó su carrera, incluso un tema sensible como fue su problema con las drogas y sus debilidades.
En el artículo que estuvo guardado durante más de dos años, Diego aseguró que nunca pensó en matarse por su adicción. “En muchos momentos de mi vida sentí dolor por mi madre, por mi esposa Claudia y mis hijas. A veces, un diario decía ‘Maradona se quiere matar’. Eso no es verdad. Pienso que quien quiere matarse es un cobarde que no quiere enfrentar la vida. Y yo acepté enfrentar la vida”.
Diego confesó que comenzó con las drogas en Barcelona a los 22 años. “¿Por qué lo hiciste, Diego?”, preguntó Minà. Tras una larga pausa, Maradona contestó: “Es una enfermedad que me ha hecho perder mucho tiempo. Al comienzo era una cosa que me hacía fuerte, que me levantaba de la silla. Cuando dejó de ser una diversión y se transformó en una pesadilla, entonces hice sufrir mucho a las personas que me aman”.
Además, el documental Maradona: jamás seré un hombre común (2001) y otros dedicados a figuras como Michel Platini, Ronaldo, Edwin Moses, Pietro Mennea y Cassius Clay-Muhammad Ali. También, entre otros líderes sociales y políticos, dedicó un documental a Rigoberta Menchú.
*Periodista chilena residente en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Fuente:
lunes, 10 de mayo de 2021
Antonio Scurati: “El daño a la democracia está en la derecha populista, aunque no sea violenta”
El escritor italiano publica el segundo de los cuatro volúmenes de su monumental biografía novelada de Mussolini, una de las más ambiciosas empresas literarias de nuestro tiempo
El mundo cambia demasiadas veces en una década como para andarse con cálculos políticos y editoriales. Cuando su proyecto termine, Antonio Scurati (Nápoles, 51 años) habrá dedicado más de 10 años a construir un monumental retrato del fascismo italiano y del hombre en el que cristalizaron el miedo, la ambición imperial y los sueños propagandísticos de una nación algo acomplejada y todavía en pañales que esperaba —y puede que siga haciéndolo— el advenimiento de un líder total. Y aun así, todo se parece demasiado al ruido que empezó a llegar a través de la ventana de su estudio milanés mientras construía una extraordinaria criatura en evolución de la que publica ahora su segundo volumen en España y que se encuentra solo en el ecuador de su recorrido. Un retrato sobre las heridas de la Europa del siglo XX que tendrá también una serie y, acaba de decidirlo, llegará hasta un cuarto volumen para conformar uno de los más ambiciosos ciclos literarios de nuestro tiempo.
M. El hombre de la providencia (Alfaguara, 2021) combina el método histórico y el literario para diseccionar la consolidación del régimen fascista en Italia. Y comienza justo donde terminó M. El hijo del siglo (que en Italia obtuvo el prestigioso premio Strega): con el asesinato del político y periodista antifascista Giacomo Matteotti. Esa fue la chispa que transformó las vísceras del fascismo y del propio dictador, reconstruida a través de diálogos, pensamientos y fuentes primarias obtenidas del Archivo de Estado. “Cuando empecé a estudiarlo me desconcertó que, en febrero de 1925, Mussolini estuviera unas tres semanas fuera de la escena política a causa de una úlcera duodenal que casi lo mata. Me di cuenta de que los estudios más importantes, como el de Renzo de Felice, liquidaban ese pasaje en dos o tres líneas. ¡Pero es una enfermedad de naturaleza psicosomática! Profundicé y me pareció completamente evidente que aquel dolor que le acompañó toda la vida estaba estrechamente ligado al fantasma insepulto de Matteotti. No es demostrable científicamente, pero esa es la verdad del novelista y hay que contarla”, explica al otro lado de la pantalla de la videollamada.
Un Estado corrupto
El Mussolini de la consolidación del fascismo de Scurati, que alcanza hasta octubre de 1932, cuando el régimen se autocelebra y repasa su trayectoria 10 años después de la Marcha sobre Roma con una gran muestra, es una paradoja. El régimen gozaba de su mayor apoyo y arraigo en Italia, pero el dictador siente en su propio cuerpo el vacío de un experimento que, antes que nadie, percibe que no funciona. La utopía es solo un Estado corrupto. Las promesas de transformación de Italia, como tantas construcciones del populismo actual, son solo hojalata hueca. “Mussolini sabe ya, incluso cuando arenga a la masa a pecho descubierto, que no podrá mantener muchas de sus promesas. Sabe que no ha logrado cambiar a los italianos y que el partido fascista está vacío. Es consciente de que no creará una nueva clase dirigente y que sus jerarcas no valen nada: eran matones y ahora son solo ladrones corruptos. Así entra en un estado esquizoide: se exalta, pero también se sume en la melancolía. Tiende a hablar de las futuras generaciones porque sabe que él no logrará la Italia fascista que soñó”.
Una de las escenas más representativas del libro muestra a Mussolini frente al busto de bronce que le ha hecho el escultor Adolfo Wildt. El dictador tiene ya 55 años, dolores y un humor de perros. La espera del veredicto es muy tensa. Pero el Duce termina apreciando su propio retrato: el de “un hombre dentro de la historia”. “Magnífico, es así como me siento”, proclama ante el alivio del artista. El momento subraya cómo el cuerpo constituye el eje central de la política del dictador y también de la visión de Scurati sobre el periodo. “Se convirtió en el punto de partida. De un lado porque yo sabía que Mussolini fue el primer político del siglo XX en poner el cuerpo en el centro de la escena. Entendió que la política en la era de las masas, la comunicación entre un líder y su pueblo, no es intelectual. Se construye a través de una vibración física. Y el cuerpo del líder se convertiría en un fetiche: para adorarlo o masacrarlo, como le pasó a él”. Pero por la ventana del escritor, de nuevo, empezó a llegar un ruido familiar. “Sucedió que un presidente de EE UU se convirtió inconscientemente en heredero de esa tradición iniciada por Mussolini. Porque Donald Trump también transformó su propio cuerpo en una amenaza a la democracia en plena pandemia. Lo curioso es que esta es una novela sobre la historia de la historia. Pero que, a la vez, vive en su propio tiempo histórico”.
Pier Paolo Pasolini acuñó el concepto de la poshistoria en su célebre poema Yo soy una fuerza del pasado. Una idea que iluminó siempre la obra de Scurati y que le hizo plantearse hace poco algunos límites. La pandemia funciona ya como grieta espaciotemporal entre lo que sucedió y se escribió antes, y lo que vino después. “Pensé que tenía que especificarlo en unos ensayos que habían sido escritos antes de la pandemia. Si no, es casi una falta de respeto al lector”. Esa sensación es parecida a la que manifiesta toda una generación de escritores, explica, que ha retratado las heridas del siglo XX sin haberlas sufrido.
Scurati se refiere a obras como Las benévolas, de Jonathan Littell. Pero también a la mayoría de premios Goncourt de los últimos 10 años, donde escritores de su generación, sin vínculos con aquellos periodos, cuentan la Primera o la Segunda Guerra Mundial, así como las contiendas poscoloniales. Por eso, en parte, los dos volúmenes de M. pueden ahora contar el fascismo sin ser rehén de una implicación personal. “Esta generación de escritores, que ha producido buena parte de la literatura europea más significativa de estos años, puede leer libre y arbitrariamente la tragedia política del siglo XX. Básicamente, porque puede adueñarse de ella a través de la narración literaria, porque no le pertenecen a la manera de un destino. Y eso permite reconocerla como propia. Pero si juzgar es responder al mundo, a sus torturas, violencias o injusticias con la facultad de discernimiento, entonces sí hay un juicio, claro”.
Un proceso de este tipo comienza por sentar en el banquillo las responsabilidades colectivas. Y quizá desde el propio título, un epíteto (el hombre de la providencia) que acuñó alegremente Pío XI para referirse a Mussolini, se apunta hacia algunos sectores que, en su momento, salieron poco manchados. “El clero, la curia, así como la monarquía, tuvieron una grandísima responsabilidad en el ascenso al poder del régimen. El punto cenital de su carrera política es 1929. Ese año Mussolini, todavía joven y fuerte, en pleno ascenso, gana un enorme plebiscito popular en unas elecciones fuertemente antidemocráticas: con una lista única. Solo podías decir sí o no, una farsa. Pero un número enorme de italianos, que no estaba obligado a hacerlo, fue ahí y le dio su apoyo. Esas elecciones, que son la negación de cualquier democracia y que serán las últimas, llegan poco tiempo después de los Pactos Lateranenses: el acuerdo entre Estado e Iglesia que sana una herida abierta con el Resurgimiento: porque los católicos italianos lo sufrían. El Papa, en suma, contribuye mucho al apogeo de Mussolini”.
El regreso estos días de los términos fascista o comunista para polarizar la política, como ha sucedido en España, no es nuevo. Pero la violencia, el paso inequívoco para llegar al matonismo de entonces —”no al término, del que se ha abusado contraproducentemente en los últimos años”, señala Scurati—, no debe distraer el análisis de la grave situación actual. “La pregunta sobre la violencia presupone la convicción de que ese momento llegará. Pero también de que si no llegase, no pasaría nada grave. Sin embargo, no es un pasaje necesario. El autoritarismo de esta nueva derecha populista es también una grave amenaza para la vida democrática. No hace falta esperar a que el escuadrista o el falangista venga a golpear con el martillo tu puerta. La democracia, escríbalo, por favor, el daño a la democracia, está ya en los actos, en los movimientos y partidos autoritarios populistas de derechas. Aunque no se precipiten hacia la violencia fascista”, señalaba el día en que se celebraban las elecciones en la Comunidad de Madrid.
"¿COMUNISMO O LIBERTAD? UN ESLOGAN REACCIONARIO" El día de la entrevista con Antonio Scurati, Madrid decidía quién tomaría el mando de su Gobierno en los próximos años. La ganadora decidió plantearlo en términos más primitivos, desde el punto de vista político: “Comunismo o libertad”. El escritor, muy familiarizado con este tipo de etiquetas que han perdido su significado de tanto banalizarlas, se muestra algo desconcertado. "No juzgo la situación política de Madrid, que no conozco lo suficiente. Pero este eslogan es un claro síntoma de regresión de la comunicación política. Además de reaccionario, claro”.
Scurati advierte de los peligros de usar y abusar de términos como comunismo o fascismo. “La inteligencia política no está evolucionando, sino que vuelve al siglo XX. Para ser defensores de los valores democráticos no hace falta militar bajo banderas de colores. En cambio, reproducir esta contraposición antihistórica es una forma de infantilismo de la mente colectiva. Reaccionaria y oscurantista. Es algo que no trae nada bueno. Y lo digo en general”.
No hay nada nuevo, en realidad. Berlusconi, de hecho, fue el primero en hacerlo, recuerda Scurati. “Usaba de la manera más desacomplejada la acusación de comunista contra sus adversarios. Hizo campaña tras campaña usando esa idea del comunismo cuando ya ni existía en la Unión Soviética. Eso es la caradura de un gran publicitario, y el prejuicio radicado en todo su electorado ante un cierto perfil antropológico. Cuando él decía 'comunistas', en el fondo guiñaba el ojo a sus votantes como diciendo: 'Estos tocahuevos', 'estos pringados', 'esta gente que no tiene buen gusto".
El mundo cambia demasiadas veces en una década como para andarse con cálculos políticos y editoriales. Cuando su proyecto termine, Antonio Scurati (Nápoles, 51 años) habrá dedicado más de 10 años a construir un monumental retrato del fascismo italiano y del hombre en el que cristalizaron el miedo, la ambición imperial y los sueños propagandísticos de una nación algo acomplejada y todavía en pañales que esperaba —y puede que siga haciéndolo— el advenimiento de un líder total. Y aun así, todo se parece demasiado al ruido que empezó a llegar a través de la ventana de su estudio milanés mientras construía una extraordinaria criatura en evolución de la que publica ahora su segundo volumen en España y que se encuentra solo en el ecuador de su recorrido. Un retrato sobre las heridas de la Europa del siglo XX que tendrá también una serie y, acaba de decidirlo, llegará hasta un cuarto volumen para conformar uno de los más ambiciosos ciclos literarios de nuestro tiempo.
M. El hombre de la providencia (Alfaguara, 2021) combina el método histórico y el literario para diseccionar la consolidación del régimen fascista en Italia. Y comienza justo donde terminó M. El hijo del siglo (que en Italia obtuvo el prestigioso premio Strega): con el asesinato del político y periodista antifascista Giacomo Matteotti. Esa fue la chispa que transformó las vísceras del fascismo y del propio dictador, reconstruida a través de diálogos, pensamientos y fuentes primarias obtenidas del Archivo de Estado. “Cuando empecé a estudiarlo me desconcertó que, en febrero de 1925, Mussolini estuviera unas tres semanas fuera de la escena política a causa de una úlcera duodenal que casi lo mata. Me di cuenta de que los estudios más importantes, como el de Renzo de Felice, liquidaban ese pasaje en dos o tres líneas. ¡Pero es una enfermedad de naturaleza psicosomática! Profundicé y me pareció completamente evidente que aquel dolor que le acompañó toda la vida estaba estrechamente ligado al fantasma insepulto de Matteotti. No es demostrable científicamente, pero esa es la verdad del novelista y hay que contarla”, explica al otro lado de la pantalla de la videollamada.
Un Estado corrupto
El Mussolini de la consolidación del fascismo de Scurati, que alcanza hasta octubre de 1932, cuando el régimen se autocelebra y repasa su trayectoria 10 años después de la Marcha sobre Roma con una gran muestra, es una paradoja. El régimen gozaba de su mayor apoyo y arraigo en Italia, pero el dictador siente en su propio cuerpo el vacío de un experimento que, antes que nadie, percibe que no funciona. La utopía es solo un Estado corrupto. Las promesas de transformación de Italia, como tantas construcciones del populismo actual, son solo hojalata hueca. “Mussolini sabe ya, incluso cuando arenga a la masa a pecho descubierto, que no podrá mantener muchas de sus promesas. Sabe que no ha logrado cambiar a los italianos y que el partido fascista está vacío. Es consciente de que no creará una nueva clase dirigente y que sus jerarcas no valen nada: eran matones y ahora son solo ladrones corruptos. Así entra en un estado esquizoide: se exalta, pero también se sume en la melancolía. Tiende a hablar de las futuras generaciones porque sabe que él no logrará la Italia fascista que soñó”.
Una de las escenas más representativas del libro muestra a Mussolini frente al busto de bronce que le ha hecho el escultor Adolfo Wildt. El dictador tiene ya 55 años, dolores y un humor de perros. La espera del veredicto es muy tensa. Pero el Duce termina apreciando su propio retrato: el de “un hombre dentro de la historia”. “Magnífico, es así como me siento”, proclama ante el alivio del artista. El momento subraya cómo el cuerpo constituye el eje central de la política del dictador y también de la visión de Scurati sobre el periodo. “Se convirtió en el punto de partida. De un lado porque yo sabía que Mussolini fue el primer político del siglo XX en poner el cuerpo en el centro de la escena. Entendió que la política en la era de las masas, la comunicación entre un líder y su pueblo, no es intelectual. Se construye a través de una vibración física. Y el cuerpo del líder se convertiría en un fetiche: para adorarlo o masacrarlo, como le pasó a él”. Pero por la ventana del escritor, de nuevo, empezó a llegar un ruido familiar. “Sucedió que un presidente de EE UU se convirtió inconscientemente en heredero de esa tradición iniciada por Mussolini. Porque Donald Trump también transformó su propio cuerpo en una amenaza a la democracia en plena pandemia. Lo curioso es que esta es una novela sobre la historia de la historia. Pero que, a la vez, vive en su propio tiempo histórico”.
Pier Paolo Pasolini acuñó el concepto de la poshistoria en su célebre poema Yo soy una fuerza del pasado. Una idea que iluminó siempre la obra de Scurati y que le hizo plantearse hace poco algunos límites. La pandemia funciona ya como grieta espaciotemporal entre lo que sucedió y se escribió antes, y lo que vino después. “Pensé que tenía que especificarlo en unos ensayos que habían sido escritos antes de la pandemia. Si no, es casi una falta de respeto al lector”. Esa sensación es parecida a la que manifiesta toda una generación de escritores, explica, que ha retratado las heridas del siglo XX sin haberlas sufrido.
Scurati se refiere a obras como Las benévolas, de Jonathan Littell. Pero también a la mayoría de premios Goncourt de los últimos 10 años, donde escritores de su generación, sin vínculos con aquellos periodos, cuentan la Primera o la Segunda Guerra Mundial, así como las contiendas poscoloniales. Por eso, en parte, los dos volúmenes de M. pueden ahora contar el fascismo sin ser rehén de una implicación personal. “Esta generación de escritores, que ha producido buena parte de la literatura europea más significativa de estos años, puede leer libre y arbitrariamente la tragedia política del siglo XX. Básicamente, porque puede adueñarse de ella a través de la narración literaria, porque no le pertenecen a la manera de un destino. Y eso permite reconocerla como propia. Pero si juzgar es responder al mundo, a sus torturas, violencias o injusticias con la facultad de discernimiento, entonces sí hay un juicio, claro”.
Un proceso de este tipo comienza por sentar en el banquillo las responsabilidades colectivas. Y quizá desde el propio título, un epíteto (el hombre de la providencia) que acuñó alegremente Pío XI para referirse a Mussolini, se apunta hacia algunos sectores que, en su momento, salieron poco manchados. “El clero, la curia, así como la monarquía, tuvieron una grandísima responsabilidad en el ascenso al poder del régimen. El punto cenital de su carrera política es 1929. Ese año Mussolini, todavía joven y fuerte, en pleno ascenso, gana un enorme plebiscito popular en unas elecciones fuertemente antidemocráticas: con una lista única. Solo podías decir sí o no, una farsa. Pero un número enorme de italianos, que no estaba obligado a hacerlo, fue ahí y le dio su apoyo. Esas elecciones, que son la negación de cualquier democracia y que serán las últimas, llegan poco tiempo después de los Pactos Lateranenses: el acuerdo entre Estado e Iglesia que sana una herida abierta con el Resurgimiento: porque los católicos italianos lo sufrían. El Papa, en suma, contribuye mucho al apogeo de Mussolini”.
El regreso estos días de los términos fascista o comunista para polarizar la política, como ha sucedido en España, no es nuevo. Pero la violencia, el paso inequívoco para llegar al matonismo de entonces —”no al término, del que se ha abusado contraproducentemente en los últimos años”, señala Scurati—, no debe distraer el análisis de la grave situación actual. “La pregunta sobre la violencia presupone la convicción de que ese momento llegará. Pero también de que si no llegase, no pasaría nada grave. Sin embargo, no es un pasaje necesario. El autoritarismo de esta nueva derecha populista es también una grave amenaza para la vida democrática. No hace falta esperar a que el escuadrista o el falangista venga a golpear con el martillo tu puerta. La democracia, escríbalo, por favor, el daño a la democracia, está ya en los actos, en los movimientos y partidos autoritarios populistas de derechas. Aunque no se precipiten hacia la violencia fascista”, señalaba el día en que se celebraban las elecciones en la Comunidad de Madrid.
"¿COMUNISMO O LIBERTAD? UN ESLOGAN REACCIONARIO" El día de la entrevista con Antonio Scurati, Madrid decidía quién tomaría el mando de su Gobierno en los próximos años. La ganadora decidió plantearlo en términos más primitivos, desde el punto de vista político: “Comunismo o libertad”. El escritor, muy familiarizado con este tipo de etiquetas que han perdido su significado de tanto banalizarlas, se muestra algo desconcertado. "No juzgo la situación política de Madrid, que no conozco lo suficiente. Pero este eslogan es un claro síntoma de regresión de la comunicación política. Además de reaccionario, claro”.
Scurati advierte de los peligros de usar y abusar de términos como comunismo o fascismo. “La inteligencia política no está evolucionando, sino que vuelve al siglo XX. Para ser defensores de los valores democráticos no hace falta militar bajo banderas de colores. En cambio, reproducir esta contraposición antihistórica es una forma de infantilismo de la mente colectiva. Reaccionaria y oscurantista. Es algo que no trae nada bueno. Y lo digo en general”.
No hay nada nuevo, en realidad. Berlusconi, de hecho, fue el primero en hacerlo, recuerda Scurati. “Usaba de la manera más desacomplejada la acusación de comunista contra sus adversarios. Hizo campaña tras campaña usando esa idea del comunismo cuando ya ni existía en la Unión Soviética. Eso es la caradura de un gran publicitario, y el prejuicio radicado en todo su electorado ante un cierto perfil antropológico. Cuando él decía 'comunistas', en el fondo guiñaba el ojo a sus votantes como diciendo: 'Estos tocahuevos', 'estos pringados', 'esta gente que no tiene buen gusto".
sábado, 20 de junio de 2015
Tareas para el verano propuestas por un profe italiano
En 'El club de los poetas muertos', el profesor Keating (interpretado por "Robin Williams") emplea unos métodos de enseñanza que, de un modo u otro, cambian la perspectiva de sus alumnos. En 'Los simpson', el Sr. Bergstrom es el encargado de llevar a la vida real la teoría, siempre tratando de empatizar con el resto.
Ambos casos son ficciones, pero hay muchos ejemplos de profesores que sacan a relucir la creatividad y la participación para dinamizar sus clases y aportar algo más que apuntes a los alumnos. A comienzos de año, John Zadrozny recorrió las redes sociales a raíz de su forma de motivar a los estudiantes: acabar los garabatos que éstos hacían en los exámenes. Ahora, Cesare Cata, un profesor de un instituto de Fermo (Italia), ha revolucionado las redes con sus particulares deberes para verano.
En lugar de cuadernos y ejercicios de recuperación, Cata ha decidido ofrecer a sus alumnos 15 consejos sobre la vida y sobre la mejor manera de afrontarla. El propio docente ha colgado la lista en su página de Facebook. El post roza los 10.000 Me gusta y se ha compartido ya más de 7.600 veces.
Estos son los 15 'ejercicios':
1. Por la mañana, alguna vez, caminad por la orilla del mar en total soledad. Mirad cómo se refleja el sol en el agua, pensad en las cosas que más amáis de la vida y sentíos felices.
2. Intentad usar los nuevos términos que hemos aprendido juntos durante este año. Veréis como así podréis decir más cosas, pensar más cosas y, cuanto más penséis, más libre seréis.
3. Leed todo lo que podáis, pero no porque debáis hacerlo. Leed porque las vacaciones os inspiran aventuras y sueños, y leyendo os sentiréis como golondrinas volando. Leed porque es la mejor forma de rebelión (para consejos de lectura, preguntadme a mi).
4. Evitad todas las cosas, las situaciones y las personas que os hagan sentir negativos o vacíos. Buscad situaciones estimulantes y la compañía de amigos que os enriquezcan y os aprecien por lo que sois.
5. Si os sentís tristes o asustados, no os preocupéis, las vacaciones, como todas las cosas maravillosas, revolucionan el alma. Probad a escribir un diario para contar vuestros sentimientos (en septiembre, si queréis, lo leeremos juntos).
6. Bailad sin sentir vergüenza. En la pista, en la calle o en vuestra habitación. Las vacaciones son un baile y es una estupidez no formar parte de ello.
7. Al menos una vez, id a ver el amanecer. Quedaos en silencio y respiras. Cerrad los ojos y os sentiréis agradecidos.
8. Haced mucho deporte.
9. Si encontráis a una persona que os encanta, decídselo con toda la sinceridad y la gracia de la que seáis capaces. No importa si él o ella lo entiende. Si no es recíproco, no era vuestro destino. El cualquier caso, las vacaciones de 2015 son una gran oportunidad para caminar juntos (y si no funciona, volved al punto 8).
10. Consultad los apuntes de lo aprendido durante el curso y trasladadlos a lo que os sucede.
11. Divertíos como el sol, sed indomables como el mar.
12. No digáis palabrotas. Sed educados y amables.
13. Mirad una película con diálogos conmovedores (si es posible en inglés) para mejorar vuestra competencia lingüística y vuestra capacidad de soñar. No dejéis que la película termine con los títulos de crédito, revividla mientras vivís vuestras vacaciones.
14. A la luz de la bruma o en las noches cálidas, soñad con cómo puede ser vuestra vida. Durante las vacaciones, reunid fuerzas suficientes para no rendiros nunca y haced todo lo que podáis para perseguir ese sueño.
15. Portaos bien.
viernes, 14 de agosto de 2009
O Sole Mio.
Tres cantantes adolescentes italianos nos dan una lección de canto. Magnífica. Del programa de tv italiano "Te lanzo una canción", Ti lascio una canzone.
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