En España, creo que nunca tuvimos fineza, pero tampoco llegamos a los esperpentos de otros lares, lo que nos mantenía en un terreno indefinido con salidas de pato de banco, miserables intervenciones en el Parlamento o a través de los medios, agudizado en los últimos años desde que Vox hizo acto de presencia.
Sin que nuestros políticos en general, hayan practicado la finneza, algunos si han caído en la manca finneza. Cuando esto se practica desde la oposición a quien gobierna está feo, pero tiene algo de sentido en el marco de la lucha por el poder como latinos que somos. Pero hacerlo y practicarlo desde quien tiene la alta misión de gobernar y de representar a tu país, como es el caso de nuestro Vicepresidente de Gobierno, Pablo Iglesias, la verdad no hay por dónde cogerlo y, habrá que buscar un nuevo término porque manca finezza no encaja.
Si lo de equiparar al prófugo Puigdemont con los exiliados que huían del terror fascista ya fue una indignidad, de la cual no se ha retractado todavía pese a que se lo han pedido familiares de las víctimas, ha vuelto a las andadas, haciendo bueno el refrán que decía mi madre, “este no sólo mete la pata, sino que la retuerce”. “En España no hay una situación de plena normalidad política y democrática… Es evidente que hay una situación de excepcionalidad y como miembro del Ejecutivo, debo reconocerlo”.
Así se ha pronunciado en una entrevista, ante la pregunta de un periodista del Diario Ara que le preguntaba sobre las palabras que el Ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Zar de todas las Rusias había dicho, comparando la situación del opositor Alexéi Navalni, con la de los políticos del procés. procés Casi nada.
Si esto lo dice Echenique o Mayoral (Podemos) puede tener un pase porque responde a estrategias electorales enmarcada en la campaña electoral catalana y más todavía si lo dicen los independentistas, les va en el sueldo. Pero dicho desde la Vicepresidencia del Gobierno, recalcando su condición de tal (“lo digo como miembro del Ejecutivo”), sinceramente hay que tener muchas tragaderas por parte del Presidente del Gobierno y de sus compañeros de Gabinete. Para mayor dislate, ha puesto a los pies de los caballos a España y a la Unión Europea, en un momento en el que el sátrapa del Kremlin anula todo atisbo de oposición con represiones masivas a ciudadanos inocentes, envenena a todo el que se ponga por delante, persigue a las minorías, odia a los homosexuales. Se burla del derecho internacional y se prepara para eternizarse en el poder. Por algo ocupa el puesto 144 en el democracy index (entre 167 países), considerado de facto, como estado fallido. En el mundo hay 23 países calificados como democracias plenas. España ocupa el puesto 18, por delante incluso de Francia, Italia, Portugal, Bélgica y, por supuesto de EE.UU. (25). Los países nórdicos lideran un año más la clasificación.
Las estúpidas e infundadas declaraciones se producen en un momento en el que el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrel, está siendo cuestionado por su “tropiezo” al intentar “poner firmes” al gobierno ruso exigiendo la liberación de Navalni, en su visita a Moscú y cuya respuesta ha sido la equiparación con lo que ocurre en Cataluña y un discreto “métase en sus asuntos”, que a su vez se ha saldado con la expulsión de tres diplomáticos representantes de Europa en Rusia. A Borrel, le aconsejaron que no fuera. No era el momento ni había “agua en la piscina” para una intermediación europea. Volvió con el rabo entre las piernas y fortaleciendo indirectamente al Zar. Muchos piden la dimisión de Borrel. Lo de Borrel fue un error. Lo de Iglesias una estupidez más.
Nadie pide la dimisión de Iglesias (salvo la oposición) porque si dimitiera se llevaría por delante al Gobierno entero. Se terminaría la experiencia del primer gobierno de coalición. Todos lo saben. Él lo sabe. Lo increíble es que no tenga nadie a su alrededor que le recuerden que él, es gobierno. Qué no está en Vistalegre, ni en la Facultad de Ciencias Políticas. Que algo de finezza es imprescindible también en la política española y qué, con ello, no renuncias a tus principios ni a los que representas. Quizás por mi parte es pedir peras al olmo…¿o no? ¿Tanto se juega en las elecciones catalanas?
Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre