miércoles, 30 de noviembre de 2016

Manifiesto de Oviedo contra la deuda ilegítima y la adhesión de personalidades internacionales

El proceso de Oviedo, por el que más de 700 cargos electos han firmado para constituir un frente contra la deuda ilegítima, adquiere una nueva dimensión. En las últimas horas, personalidades internacionales como Susan George, Yanis Varoufakis, Zoe Konstantopoulou o Tariq Alí, entre otras, se han adherido al Manifiesto de Oviedo.

La investigadora y filósofa Susan George, presidenta del Transnational Institute TNI (Amsterdam) y presidenta de honor de ATTAC Francia, ha saludado la iniciativa, que cuenta con el asesoramiento de Eric Toussaint, portavoz de la Red Internacional del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM). El también miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia asesoró a Ecuador contra la deuda ilegítima y coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda griega, creada por la presidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulou, también firmante del Manifiesto de Oviedo.

Además, desde Grecia se han sumado el exministro de Finanzas griego y co-fundador de DIEM25, Yanis Varoufakis; el director de los documentales ‘Debtocracy’ y ‘Catastroika’, Aris Chatzistefanou; y los miembros de la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública griega, el jurista Ilias Bantekas y el periodista Leonidas Vatikiotis, además del profesor del King’s College, Stathis Kouvelakis.

Catherine Samary, economista y miembro del Consejo Científico de Attac Francia; Tariq Alí, escritor (Reino Unido), Feliz Kerestecioglu, HDP, diputada del Parlamento de Turquía; Alberto Acosta, expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador; Piedad Mancero, miembro de la Comisión de Auditoría Integral del Crédito Público (CAIC) de Ecuador; Francisco Louça, economista de la Universidad de Lisboa, Bloco de Esquerda (Portugal), Srećko Horvat, co-fundador DiEM25 (Croacia); Stefano Fassina, ex-vice-ministro de Economia y Finanzas del Gobierno italiano, diputado de Izquierda Italiana; Per A. Eklund, Diem 25 (Suecia); Mick Barry, diputado del Socialist Party (Irlanda); Denik Beny, Lista Unitaria (Dinamarca); Soren Sondergaard, diputado de Alianza Verde-Roja (Dinamarca); y Peter Wahl, miembro del Comite ejecutivo de WEED (Alemania) también han firmado.

Estas firmas internacionales se vienen a sumar a las de más de 700 cargos electos entre regidora/es, concejala/es, diputada/os y eurodiputada/os del Estado español, que se declaran conscientes de la necesidad de un verdadero cambio en las políticas de austeridad, rechazan el endeudamiento ilegítimo y los recortes que impiden garantizar derechos, servicios de calidad y mejora de las condiciones de vida de sus pueblos.

Entre sus firmantes figuran medio centenar de alcaldes/as, cientos concejala/es y decenas de diputada/os provinciales, estatales y europea/os de distintos partidos políticos. La/os regidora/es de Zaragoza, Pedro Santisteve; Badalona, Dolors Sabater; Pamplona, Joseba Asirón; o Cádiz, José María González ‘Kichi’; la vicealcaldesa de Oviedo, Ana Taboada; el concejal de Economía y Hacienda de Madrid, Carlos Sánchez Mato; la/os parlamentaria/os Teresa Rodríguez (Andalucía) o Pablo Echenique (Aragón); la presidenta del Parlament Balear, Xelo Huertas; la/os diputada/os Alberto Garzón, Sonia Farré o Rafael Mayoral, y la/os eurodiputada/os Miguel Urbán, Marina Albiol, Lidia Senra, Lola Sánchez y Tania González son alguna/os de ella/os.

El Manifiesto de Oviedo, presentado el pasado 19 de octubre en el Congreso de los Diputados, exige un cambio radical en la política de asfixia financiera, la derogación del artículo 135 de la Constitución, de la Ley de Estabilidad y de la Ley Montoro, la devolución por parte de los bancos de los intereses abusivos cobrados (a través del Plan de Pago a Proveedores o del FLA, por ejemplo) y el cese inmediato de los recortes y la austeridad, revirtiendo sus consecuencias, identificando a sus culpables e indemnizando a sus víctimas. Y sus firmantes se comprometen a apoyar la constitución de un frente contra la deuda ilegítima y a iniciar auditorías con participación ciudadana de la deuda de las Administraciones Públicas. (Ver el manifiesto)

En las últimas semanas, han sido decenas los ayuntamientos repartidos por todo el territorio que han tomado la iniciativa de aprobar mociones en sus respectivos plenos exigiendo, entre otras cosas, la derogación de la Ley Montoro -declarada parcialmente inconstitucional-, inspirados en la filosofía del Manifiesto de Oviedo.

Del 24 al 27 de noviembre de 2016 tiene lugar en Oviedo el I Encuentro Municipalista contra la deuda ilegítima y los recortes’. El programa incluye la conferencia-debate de Eric Toussaint ‘¿Hay que auditar la deuda ilegítima y desobedecer a los acreedores?’ en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo el día 24; el taller sobre auditoría ciudadana impartido por Yago Álvarez, autor del libro ‘Descifra tu deuda’ y la proyección del documental ‘Deudocracia’ el viernes 25; una jornada de trabajo y un acto público en el que intervendrán Ana Taboada, vicealcaldesa del Ayuntamiento de Oviedo, Carlos Sánchez Mato, concejal de Economía y Hacienda de Madrid, y Eric Toussaint el sábado 26.

Uno de los objetivos del encuentro es constituir un frente formado por municipios, CCAA y nacionalidades del Estado español que cuestione la deuda ilegítima y que trabaje para su anulación. Consciente de que es fundamental su participación y apoyo, el proceso está abierto a movimientos sociales, activistas y toda la ciudadanía. Entre la/os activistas firmantes figuran miembros de organizaciones como Attac o el Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM); de sindicatos como ELA, de plataformas como No al TTIP, o de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD).

www.manifiestodeoviedo.org
https://www.facebook.com/manifiesto...
@manifiestOviedo

Fátima Martín es periodista, miembro del CADTM y de la PACD del Estado español. Es coautora, junto con Jérôme Duval, del libro Construcción europea al servicio de los mercados financieros, Icaria editorial 2016.
Actualmente está desarrollando el periódico ’online’ FemeninoRural.com.

http://www.femeninorural.com/

martes, 29 de noviembre de 2016

Angelina Gatell: "Los últimos testigos de la guerra no podemos callar sobre aquello"

"Mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas no se ha terminado la guerra civil", advierte la poeta barcelonesa, protagonista en la sombra de los últimos 80 años de nuestra historia.

"Molestaba", pero no se calló nunca. Angelina Gatell (Barcelona, 1926), poetisa en carne viva, no se calló jamás: a costa de acabar siendo, como ella misma bromea, "la mujer más echada de España" durante el franquismo. Lo vio todo siendo aún niña, en la Cataluña de la guerra y las caravanas al exilio. En Valencia, de adolescente, colaboró en la clandestinidad con el Socorro Rojo Internacional; y fundó con su marido, Eduardo Sánchez, uno de los primeros teatros de cámara de España: El Paraíso. Creció como escritora, traductora, actriz y profesional del doblaje por sus propios medios: para toparse una y otra vez contra el medio único de entonces, que la vetó al no poder comprarla (y todavía, a veces, se lo recuerda). Se "cargaron" su vida, asegura. Pero la lucidez y el arrojo que sigue abanderando a sus 88 años lo desmienten en absoluto.

Superviviente es, quizás, el apelativo que más justicia puede hacer a esta mujer que se consideró siempre, y a pesar de tanto, "absolutamente libre" porque "la libertad está contigo y no te la tiene que conceder nadie, la llevas tú". Molestaba, hace ya más de medio siglo, y sigue molestando hoy a algunos resistiéndose a olvidar en sus más recientes libros: en sus Memorias y desmemorias (Aisge, T&B Editores), por ejemplo. O en Cenizas en los labios (Bartleby), lacerante retablo poético en que levanta acta de los amores de su vida "en la ciudad que se llamó posguerra".

¿Cómo recuerda todo aquello, hoy día?
Yo aún no había cumplido cinco años cuando se proclamó la República; y sin embargo recuerdo perfectamente ir a hombros de mi padre por las Ramblas de Barcelona aquel día, y con mi hermano mayor. Recuerdo incluso el aroma que venía del mar, el aire; con una enorme claridad. Me impresionó aquella multitud de gente, las banderas… Me tuvo que impresionar forzosamente. Siempre he tenido la convicción de que en aquel momento yo me sentí unida a algo, a alguien, y no te creas que es literatura. Yo supe que pertenecía a aquella gente.

Aquella infancia, ¿cómo fue?
Muy dura. Mi padre era charolista, curtidor (todos los hombres de mi familia fueron charolistas; las mujeres, tejedoras), e inmediatamente después de proclamarse la República se declaró el cierre empresarial en Barcelona y fue despedido. Yo comí siempre en comedores públicos, antes y durante la República. La guerra fue muy dura, pero la posguerra fue más dura todavía. Porque una guerra siempre lleva consigo algo grandioso al menos, algo de esperanza. Pero la posguerra no tenía nada de grandioso. Era la consciencia de que éramos vencidos, de que nunca levantaríamos cabeza. Por eso, cuando ahora se protesta sobre lo que se cedió [en la Transición], yo estoy de acuerdo. Porque yo fui de cárcel en cárcel y de cementerio en cementerio. Mi hijo Eduardo estuvo preso y una de las cosas que tengo muy clavadas es que no conseguimos que se hiciera un juicio para que se aclarase aquello de una maldita vez. Pero no quisieron, ni los unos ni los otros… Había mucho miedo, todavía en democracia. Un día le dije a alguien -que ha muerto hace poco-: "Es que mi hijo va a tener que arrastrar esto toda su vida". Y ella me respondió: "Da gracias a que tienes hijo, porque otras lo tenemos muerto".
Hoy se juzga quizás muy a la ligera todo lo de entonces;

¿Cómo podía ser la vida de alguien señalado durante la dictadura?
Muy difícil. Porque ellos no olvidaron nunca a quién tenían enfrente… Yo fui Premio Valencia de poesía en 1954, por un libro llamado Poema del soldado. Sucedió que en tres años consecutivos premiaron libros de mujeres, de los primeros en España (en el 53 fue María Beneyto). Y cuando abrieron la plica… "¡Otra mujer! ¡Tres seguidas!"… Quisieron quitármelo. Pero alguien que había en el jurado, pariente de la familia Gaos, se puso brava: "Se publica"… Luego me hicieron una entrevista en Radio Mediterráneo, y dije que mi libro, de religioso –como ellos lo entendían– nada, porque yo no era creyente: era un libro imprecatorio, de exigencia de cuentas a Dios… También me ofrecieron hacer una serie de reportajes para el periódico Las Provincias, sobre el tema de la mujer en África… Sólo llegué a publicar cuatro, porque hablé de los movimientos en Ceuta y Melilla. Ya caí muy mal en Valencia. Y me negaron el pan y la sal.

Y se trasladaron a Madrid.
Lo pasé mal al principio, pero tenía muchos amigos. Y cuando empecé a tener un nombrecito como actriz y como guionista [en RNE y TVE]… firmé cierto documento [ la carta de los intelectuales al ministro Fraga, en 1963, a raíz de los crímenes sufridos por mineros asturianos y sus familias]. Un alto cargo ministerial me llamó a su despacho, donde tuvimos una conversación muy interesante en la que me sugirió que, si yo publicaba una carta diciendo haber sido engañada para firmar ese manifiesto, mi relación con TVE podría ser mucho más próspera a partir de entonces. Decliné la oferta -por decirlo suave-.Un año después, ya en el 64, TVE me aceptó el guión de una biografía novelada de Marie Curie en cinco capítulos; pero en el último momento suspendieron la emisión… La emitieron un año después de esto, pero firmada por otra persona. Lo cual me llevó entonces, cuando exigí una reparación -que conseguí-, al jefe de Programación de TVE: un hombre de espléndidos ojos verdes llamado Adolfo Suárez, que también me aconsejó que "me dejara de firmitas". Le dije: "Perdone pero tengo treinta y ocho años, y actuaré según mi conciencia". No volví a trabajar para TVE.

Sí que molestaba, sí…
Y aún hoy… Porque no se dan cuenta algunos de que ciertas historias no se han terminado. De que, mientras los huesos de los muertos estén en las cunetas, no se ha terminado la guerra. Hoy oí en la televisión que creían haber encontrado los restos de una muchacha desaparecida, pero no; y decía el periodista: "Una pesadilla que dura cinco años". La nuestra dura setenta y cinco. Y es la misma pesadilla. Yo vi el éxodo de los republicanos [en la comarca del Vallés, en Barcelona]. Yo vi caer a la gente muerta por los caminos… Un día, un hombre, con los pies envueltos en trapos ensangrentados, se detuvo en la puerta de la casa en que nos refugiamos. Me dijo: "Niña, dame algo de comer, que no puedo más". Le dimos algunas cosas, de lo poco que teníamos. Lo estoy viendo perfectamente, cómo dejó el fusil apoyado en un árbol. De repente se oyeron unos disparos. Le dijo a mi padre: "¿Oyes? Son ellos. Nos vienen siguiendo los talones, ya están aquí". Le preguntó mi padre: ¿Qué vas a hacer? Y el hombre respondió (esto lo tengo yo clavado en el corazón desde entonces): "Me queda una bala, y será para mí". Al irse me acarició el pelo. No sé qué fue de él.

No sé si te imaginas lo que es eso para una niña de doce años y medio que yo tenía...
Pues no lo sé, no…
No, no puedes. Porque no se lo imagina nadie. Aquello está todo lleno de huesos de gente que caía muerta. Los ponían al lado de la carretera, con una manta encima. Y los que venían detrás, dejaban que se alejaran un poco los familiares y cogían la manta, porque tenían que abrigarse… Por eso te digo que nosotros somos los últimos testigos de aquello, y no podemos dejar de hablar.

http://www.eldiario.es/andalucia/Angelina-Gatell-ultimos-testigos-podemos_0_275772479.html

lunes, 28 de noviembre de 2016

La cura de Yalom. La vida del prestigioso psicoterapeuta Irvin Yalom llega a los cines en forma de película autobiográfica.

Todos somos criaturas de un día, tanto el que recuerda como el recordado.
Todo es efímero, tanto la memoria como el objeto de la memoria.
Está por llegar el momento en que habrás olvidado todo; y está por llegar el momento en que todos se habrán olvidado de ti.
Piensa siempre que pronto no serás nadie y no estarás en ningún lado.
Marco Aurelio.
Meditaciones. 26-04-121 DC, 17-03-180, DC.


"No me gusta trabajar con pacientes que están enamorados. El buen terapeuta combate la oscuridad y busca la iluminación, mientras que el amor romántico se sostiene en el misterio y se desmorona ante la inspección. Y yo odio ser verdugo del amor." Irvin Yalom.


Irvin Yalom es uno de los psicoterapeutas más conocidos e influyentes de nuestro tiempo. Un prestigioso académico y existencialista, autor además de varios bestsellers como El día que Nietzsche lloró (1992) o la más reciente “Criaturas de un día” (2015), que ha sido uno de los grandes éxitos de ventas de la Feria del Libro de Madrid.

Presentada en el último Festival de Locarno, La cura de Yalom se estrena en España precedida por su gran éxito de público en Alemania, Suiza, Grecia, Austria y más recientemente en Francia.

Narrada en primera persona por el propio Irvin Yalom, La cura de Yalom nos descubre su vida, su profesión como psiquiatra y psicoterapeuta, sus inquietudes, su forma de entender el mundo y la terapia,… En sus primeros años como profesional de la medicina Yalom descubrió que se sentía incómodo dentro de la rígida praxis de la psicoterapia, y en ese momento inició un profundo viaje existencialista y de experimentación a través de distintas formas de terapia alternativa cuyo objetivo fundamental era aumentar la sensibilidad de los terapeutas con respecto a cuestiones existenciales de primer orden. Para Yalom los conflictos internos que nos atormentan no son sólo atribuibles a la lucha con nuestras pasiones rebeldes y nuestros recuerdos traumáticos interiorizados, sino que siempre se deben a nuestra confrontación con las condiciones básicas de la existencia, incluidas la muerte, la búsqueda del sentido de la vida, el aislamiento y la libertad.

Con un amplio bagaje periodístico y gran experiencia como documentalista, la directora suiza Sabine Gisiger, que superó una crisis vital gracias a las enseñanzas de Yalom, se planteó La cura de Yalom como una película que debía trascender las fronteras de una biografía clásica, adentrando al espectador en un apasionante e inspirador viaje emocional en el que pudiera beneficiarse de la sabiduría y reflexiones del profesor Yalom.

¿Qué ha dicho la crítica de La cura de Yalom?
En LA CURA DE YALOM su fuerza radica en hacer universales inquietudes que parecen íntimas e individuales. Sabine Gisiger nos ofrece un recorrido a través de la vida de este hombre fuera de lo común, mostrando la figura pública pero también dejando ver su “yo” más íntimo. La realizadora nos revela con ingenio la complejidad de esa dicotomía entre imagen profesional y vida privada (su rol como esposo, padre y guía espiritual), haciéndonos olvidar el presente y llevándonos a un mundo donde la temporalidad no existe.

LA CURA DE YALOM es el magnífico relato de la vida de un sabio, de un erudito que conecta con su audiencia gracias a la sencillez, el humor y la humildad. Una película que no deberías perderte, aunque sólo sea por el bienestar de tu alma.


http://www.espaciomenteysalud.es/tag/psicoterapia/

http://www.yalom.com/

LO QUE SABEN LOS IGNORANTES

Llevamos un año de victorias de la irracionalidad. Más que los votantes, me parecen culpables los políticos que se han olvidado de servir a la sociedad.

ESCRIBO estas líneas en el calentón del triunfo de Trump, y para cuando aparezcan (la impresión de El País Semanal se toma 15 días) quizá otros comentaristas hayan dicho lo mismo. Ojalá, porque eso indicaría que empezamos a tomarnos en serio este problema. En el primer ar­tícu­lo que publicó tras las elecciones, mi admirado John Carlin decía: “Los analfabetos políticos que votaron a Trump han caído en lo que la historia juzgará como un acto de criminal irresponsabilidad hacia su propio país”. Muy cierto. Esos votantes son unos incultos y también los culpables directos del desastre. Han ganado los supremacistas blancos, los partidarios del rifle, los sexistas irredentos. Que nadie se llame a engaño: el machismo, ese prejuicio tan soterrado y poderoso, ha sido una de las causas por las que Clinton perdió.

Pero, además de esto, yo creo que hay gente con una responsabilidad aún mayor por lo que está sucediendo en el mundo. Llevamos un año de victorias de la irracionalidad, del retrogradismo, de la demagogia. Y los analistas políticos, ante cada derrota del sentido común, llámese Brexit o trumpismo, se limitan a decir: son unos ignorantes y se han equivocado.

Pues sí, son ignorantes y se equivocan, de la misma manera que se equivocó trágicamente el pueblo alemán en 1932 cuando votó a Hitler (1). Pero ¿por qué está sucediendo de repente todo esto? ¿Qué es lo que saben esos ignorantes para portarse así? Pues saben, o sienten, que no pintan nada. Que esta democracia supuestamente representativa no les representa en absoluto. Que hay una distancia sideral entre sus problemas y la clase política. Que la mayoría de los políticos no trabajan para el bien común, sino para su propio provecho. Y que el sistema es una maquinaria férrea, inmutable y ajena que les aplasta una y otra vez: la crisis mundial la están pagando los ciudadanos más desfavorecidos.

Los profesores Vitali, Glattfelder y Battiston estudiaron en 2011 más de 43.000 empresas multinacionales y descubrieron que el 80% de ellas estaba controlado por tan sólo 737 personas. Hay un millar de individuos que poseen el mundo, y los políticos deberían estar de nuestra parte, de parte de todos los demás ciudadanos, para intentar controlar a los potentados. Pero ¿acaso alguien siente que están de nuestro lado? Yo, desde luego, no. La democracia, que tiene a su favor la transparencia, nos muestra una y otra vez todos los fallos del sistema, su corrupción, su hipocresía. Y la gente ignorante, harta de no sentirse ni siquiera escuchada, se vuelve hacia los profetas antisistema, hacia los neonazis, los neoestalinistas o los tiranos teocráticos como el ISIS, creyéndolos puros y distintos. Un trágico error que vamos a pagar todos con sangre, porque fuera del sistema democrático sólo está el infierno. Pero, claro, para que la democracia siga funcionando hace falta devolverle la legitimidad y la credibilidad que ahora parece haber perdido.

De modo que sí, querido Carlin, esos analfabetos que votaron a Trump han cometido un acto de criminal irresponsabilidad, pero a mí aún me parecen más culpables los políticos que se han olvidado de su condición de servidores de la sociedad y que se diría que sólo viven para sus propios intereses. Creo que muchos de los votantes de EE UU no se sienten representados ni por los demócratas ni por los republicanos y, por otra parte, ¿qué ejemplo de veracidad dan todos esos sectarios como Susan Sarandon que prefieren seguir empecinados en las luchas partidistas en vez de pensar en los ciudadanos, en el bien común? El mismo ejemplo que dio la izquierda aquí tras las primeras elecciones, cuando, en vez de pactar, como les ordenaban las urnas, prefirieron convocar nuevos comicios porque creyeron que sacarían más tajada, más poder personal, sillones, cargos.

Cuando, días antes de las elecciones, Trump rompió con los republicanos, ya sospeché que ganaría. Porque eso le daba aún más credibilidad al energúmeno: “Ha roto con los políticos corruptos, él sí que va a ser capaz de hablar por nosotros”, me imagino que pensaron los analfabetos de Carlin. Equivocadamente, desde luego. Y, aun así, algo saben. Algo fundamental que deberíamos ser capaces de escuchar.
Rosa Montero.
 http://elpaissemanal.elpais.com/columna/lo-saben-los-ignorantes/



Nota:
(1) A Hitler le entregó el poder el presidente Hindenburg, el 30 de enero de 1933, no había obtenido mayoría absoluta en las últimas elecciones ni en ninguna de las realizadas en democracia, es más, en las últimas de noviembre del 32, antes de ser nombrado canciller, obtuvo el 33%. Había perdido más de 2 millones de votos en 2 meses, con respecto a la anterior de septiembre del 32, -con más de un 37% de votos, en 8 años, cuando había comenzado con un 3% en 1924-. Es decir, que los alemanes después de ir votándole cada vez más a los nazis, comenzaron a ser conscientes del profundo error de darle la confianza y empezaron a cambiar sus votos. Por primera vez, en noviembre del 32, la carrera ascendente se interrumpió, bajó y perdió votos.

Ya resultó en vano, los poderosos que habían ayudado con grandes sumas de dinero y apostado por los nazis, lo tenían más que decidido. De ahí que, ante la bajada en solo 2 meses de más de 2 millones de votos que no esperaban, e intuyendo, después de ese fracaso, que Hitler ya nunca lograría la mayoría absoluta democráticamente, le entregaran el poder aún sin conseguir dicha mayoría.

Los partidos de izquierda también cometieron errores pues valoraron mal lo que les aguardaba el futuro con los nazis. Cuando llamaron a la estrategia de Frentes Populares era tarde para contrarrestar los planes que los poderes fácticos tenían programados.

En Italia ya habían aplicado en 1922 la estrategia de dar el gobierno a partidos fascistas, mediante la farsa llevada a cabo por Mussolini y su marcha sobre Roma, una parodia -a las que nos quieren hacer ver son aficionados bastantes italianos- de golpe de estado con el acuerdo del Rey.

La Historia, que editan y promocionan los poderosos, se empeña una y otra vez en afirmar que Hitler fue votado por la mayoría del pueblo alemán, lo que es falso.

Después, ya con una dictadura feroz y la izquierda ilegalizada, exiliada o prisionera en campos de concentración, si hubo remedo de elecciones. No fueron democráticas. Incluso unas de 1937, en los centros de trabajo para elegir "sindicalistas", no obtuvo más del 30% de representantes nazis, lo que provocó que no se volvieran a repetir en contra de sus mismas normas que figuraban como anuales).

Lo sorprendente es que, una y otra vez, se mantenga la mentira de que el pueblo alemán dio el poder, mediante elecciones democráticas, a Hitler.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Juan Diego Botto: “Marcos Ana era lo que este país debería haber sido”. Cientos de personas despiden al poeta que pasó 23 años en las cárceles franquistas

Fueron tantos, que no cabían todos. Muchos aguardaron bajo la lluvia su turno para poder despedirse. El auditorio madrileño Marcelino Camacho se ha llenado esta tarde de gente que quería o admiraba a Marcos Ana, el preso político que más tiempo pasó en las cárceles franquistas, 23 años. Falleció el pasado jueves, ya cumplidos los 96, y pese a su avanzada edad, uno de los comentarios más repetidos en el homenaje de esta tarde ha sido la sorpresa que les había causado su muerte. El líder de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, ha recordado que el poeta era el último en irse de todas las manifestaciones. "Pensábamos que era eterno", ha dicho el secretario general del Partido Comunista, José Luis Centella. En el centro del escenario, cubrían el ataúd de Marcos Ana dos banderas: la republicana y la roja.

Juan Diego Botto ha recitado, muy emocionado, el poema que da título a la autobiografía de Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol. "Es un hombre que permitió que este país pudiera mirarse a la cara y sostenerse la mirada. Porque él es lo que este país debería haber sido", ha añadido el actor de origen argentino.

Marcos Ana se hizo poeta en la cárcel. Escribía en el revés del plato de la comida y se apañaba para sacar sus poemas de prisión con la ayuda de un guardia o haciendo que otro preso que iba a salir en libertad memorizara los versos. Poetas en el exilio, como Rafael Alberti, y el comité de ayuda a los presos ayudaron a difundir su obra. Cuando salió de la cárcel, en 1961, dedicó todos sus años de libertad a homenajear a sus compañeros presos, especialmente, a los que no lograron salir de la cárcel porque murieron antes de hambre, de frío o fueron ejecutados por el Régimen.

La cantautora Lucía Sócam ha intepretado durante el homenaje un poema que Blas de Otero compuso para Marcos Ana cuando el poeta cumplió 22 años entre rejas.

El ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo ha leído sobre el escenario fragmentos de este discurso del poeta: "Conocí, como tantos compañeros, la pérdida de la libertad. Sufrí la tortura, viví al borde de la muerte... podía haberme convertido en una bestia, pero al contrario, mi experiencia personal me llevó a la conclusión de que nunca sería capaz de ejercer la violencia contra nadie precisamente porque la he sufrido. La única venganza a la que yo aspiro es ver triunfando algún día los nobles ideales por los que yo he luchado y por los que miles de demócratas antifranquistas perdieron su vida o su libertad".

Uno de los momentos más emotivos ha sido cuando el hijo del poeta ha recitado, junto al ataúd de su padre, sus versos. "El mejor homenaje que le puedo hacer es leer un poema suyo. Los he leído muchas veces, pero creo que él nunca me oyó". Durante una entrevista con este diario, Marcos Ana explicaba que el peor momento de su vida en prisión eran los días de visita, cuando veía a sus compañeros presos abrazar a sus niños. "A mí se me caían las lágrimas pensando que yo nunca iba a tener eso. Mi hijo ha sido, sin ninguna duda, el amor de mi vida", decía. Fue Vida Sender, hija de unos anarquistas aragoneses, la mujer que le permitió cumplir el sueño de ser padre tras salir en libertad, en 1961. Hoy, en el auditorio Marcelino Camacho, apretaba emocionada la mano de su hijo, que también se llama Marcos, y es documentalista.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se acercaron durante el día al auditorio para despedir al poeta. Durante el homenaje, esta tarde, dirigentes del Partido Comunista han incluido referencias a Fidel Castro, fallecido este viernes. Entre el público había militantes del Partido Comunista, de Izquierda Unida y representantes del mundo de la cultura, como Luis García Montero o Almudena Grandes. La actriz Pilar Bardem, también muy emocionada, recordaba así al poeta: "Su corazón era su casa y la tenía abierta a todos. Marcos no ha muerto, sois todos vosotros, todos los jóvenes que tenéis que seguir luchando contra las injusticias, para que ningún viejecito muera de frío".

Alberto Garzón, de Izquierda Unida, ha alabado la poesía militante de Marcos Ana, y ha lamentado que haya jóvenes que no conozcan su vida y obra. El poeta dedicó precisamente su último libro, escrito en 2013, en el contexto de la crisis económica, "a la juventud". Su título: Vale la pena luchar.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/26/actualidad/1480185432_869998.html

“A Marcos Ana”

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?
Quevedo

No hablo por hablar. Escribo
hablando sencillamente:
como en un cantar de amigo.

Nãzim, Marcos, Lina Odena,
Nina van Zandt, compañeros,
en la libertad más bella.

La libertad del que forja
un pueblo libre: Miguel
Hernández cavó la aurora.

¡Ah de la vida! Preguntas
a tientas: «el mar», «el campo»…
Las olas se han vuelto mudas.

Veintidós años… Decidme
cómo es un árbol. Quién silba
arriba en el aire libre.

Quién me recuerda. Quién llama
desde el fondo de una mina.
Espaciosa y triste España.

La libertad por el suelo.
Tú la levantas, la apoyas
en el hombro del obrero.

El olivo y las espigas
te dan la mano, se pasan,
brisa a brisa, la consigna.

Como en un cantar de amigo,
escribo lo que me dictan
la fábrica y el olivo.

Blas de Otero

De: “Que trata de España” – 1960-1964 Recogido en “Blas de Otero – Obra Completa” – 1935 – 1977 Ed. Galaxia Gutenberg – 2013©

Blas de Otero Muñoz nació en Bilbao, el 15 de marzo de 1916.
Miembro de la llamada Generación de los 50′, fue uno de los principales representantes de la poesía social o la conocida como poesía desarraigada, fruto de los tiempos duros que le tocó vivir, la guerra civil española y la terrible dictadura franquista.
Fue un duro opositor de la dictadura franquista, que vio nacer, crecer y morir, lucha que fue constante hasta el final de su vida. Anheló y cantó la democracia durante 40 años, aunque no llegó a ver completamente realizado su sueño, murió en Majadahonda, Madrid el 29 de junio de 1979.

- See more at:

http://trianarts.com/blas-de-otero-a-marcos-ana/#sthash.R7Xrkdn0.dpuf

Marcos Ana, comentó que estando en prisión, le llegó desde fuera el sonido de una melodía que le gustó especialmente, cuando salió la buscó y al fin un día díó con ella; resultó ser Candilejas de Charles Chaplin. Aquí la tenéis.

La lista de los restaurantes con estrella Michelin de España y Portugal. Nueve restaurantes españoles consiguen la máxima distinción gastronómica, 28 establecimientos obtienen dos y ya hay 166 locales con una estrella

http://elpais.com/elpais/2016/11/23/estilo/1479921816_495721.html?rel=lom

sábado, 26 de noviembre de 2016

La empresa criminal. Por qué las corporaciones deben ser abolidas. Steve Tombs y David Whyte. Icaria Barcelona. 2016. 208 pag.


     CAPITALISMO. Con rigor académico y sencillez divulgativa, los autores explican a lo largo de seis capítulos cómo y por qué las corporaciones definen y destruyen nuestra vida diaria. Fuentes diversas, pruebas empíricas, análisis históricos y argumentos teóricos demuestran más allá de toda duda razonable que las empresas privadas con ánimo de lucro son criminales habituales y rutinarios. La corporación tiene licencia para matar, mutilar y robar en beneficio propio. Su facultad para dañar a las personas y al medio ambiente se construye desde el derecho y la política. Los autores sostienen que la corporación no puede reformarse. "La tarea política más acuciante de nuestro tiempo es la abolición de la corporación y los fundamentos económicos, políticos y jurídicos que la sostienen. De no lograrlo, las corporaciones seguirán engañando, mintiendo, robando, mutilando, matando y envenenando hasta extinguirnos". Si no podemos imaginar un mundo sin empresas, Advierten Tombs y Whyte, no habitaremos jamás ese mundo; y la destrucción seguirá siendo un hecho natural. Para estos autores el pensamiento utópico no es lo contrario a la búsqueda de reformas. "Las segundas no solo coexisten sino que a menudo se apoyan en el primero. Se ahí que las reformas carentes de espíritu utópico tiendan a quedarse en el reformismo y, mejoras parciales aparte, puedan tener el efecto contraproducente de reforzar a las corporaciones mientras fingen domesticarlas."


Steve Tombs es catedrático de Criminalogía de la Open University. Estudia la naturaleza, incidencia y regulación del crimen corporativo.
David Whyte es catedrático de estudios Sociológicos en la Universidad de Liverpool.
Julia García Lapuente.
Le Monde Diplomatique en español. Noviembre 2016.

En mayo de 2015, el mes en que fue publicada la edición en inglés de este libro, un regulador estadounidense, la Junta de Recursos del Aire de California (California Air Resources Board – carb), emprendió una serie de pruebas en respuesta a las inquietudes planteadas sobre la exactitud de las mediciones de emisiones contaminantes en los coches producidos por el fabricante alemán Volkswagen. La carb encontró incoherencias importantes y luego informó a Volkswagen y a la Agencia de Protección Medioambiental (Environmental Protection Agency – epa). De ahí acabó surgiendo un caso paradigmático de crimen corporativo.

Volkswagen había instalado un software que permitía manipular los datos de emisiones de sus coches. El software detectaba cuándo se encontraba el automóvil en un banco de pruebas y cambiaba de posición para reducir al mínimo las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx). Fuera del banco de pruebas, el coche volvía a la posición «normal» de mayor eficiencia para multiplicar hasta 40 veces el límite legal de emisiones. El 4 de noviembre, vw admitió que los dispositivos manipulados también fueron instalados en los motores de gasolina y enmascararon sus emisiones de CO2. La empresa también admitió haber instalado ese software en una lista de marcas propiedad de VW mucho mayor que la admitida previamente, incluidas Porsche, Audi, Seat y Skoda. El número de vehículos afectados aumentaba cada día, entre ellos 700.000 coches en España (McHugh, 2015). Los delitos de Volkswagen —y claramente eran delitos— incluían el fraude organizado para asegurar la dispersión incontrolada del que puede ser nuestro mayor asesino contaminante, el NOX, responsable de la mitad de las muertes relacionadas con la contaminación en el mundo desarrollado, así como del principal causante del cambio climático: el CO2.

Pese a esas devastadoras revelaciones, VW siguió vendiendo coches con sus emisiones medidas por dispositivos manipulados incluso después del «escándalo» conocido en septiembre de 2015, mientras negaba todo conocimiento de la dirección sobre el fraude perpetrado. En marzo de 2016, justo cuando estábamos a punto de terminar este texto, VW admitió que su exdirector general, Martin Winterkorn, recibió en mayo de 2014 un memorándum que detallaba cómo algunos coches VW producían hasta 35 veces más emisiones de óxido de nitrógeno de lo permitido. Antes de marzo de 2016, la compañía había dicho que Winterkorn —que renunció después del escándalo en septiembre de 2015— desconocía el tema. Por supuesto, nunca había resultado creíble que los directivos en VW no llevaran años al tanto. Los técnicos de VW habían advertido sobre prácticas ilegales de las emisiones en 2011, y Bosch había informado a VW en 2007 sobre los riesgos del uso ilegal de su tecnología de software. Además, no era la primera vez que VW usaba esa tecnología. El investigador André Spicer señaló que VW llevaba montando dispositivos defectuosos en sus coches desde 1973. Esta fue una historia arquetípica, pues ocurrió en una industria que ha sido acusada de utilizar métodos fraudulentos en las pruebas de emisión como práctica sistemática. Y también lo fue en la medida que Volkswagen no fue la única empresa automovilística envuelta en un gran escándalo por la seguridad o la integridad de sus vehículos.

Los motores de GM habían sido objeto de una importante demanda en 2014 a causa de unos interruptores de arranque defectuosos que causaban bloqueos y fallos de seguridad. La compañía pagó indemnizaciones por 124 muertes. También en 2014, BMW, Chrysler, Ford, Honda, Mazda, Nissan y Toyota anunciaron la retirada de vehículos por un problema con el inflado de sus airbags (que arrojaba fragmentos de metralla metálica a alta velocidad). La metralla había matado a un número indeterminado de personas. La demanda, que afectó a 40 millones de vehículos en todo el mundo, fue la más importante en la historia de la industria. Durante 2014 y 2015, Fiat Chrysler se vio envuelta en un caso similar porque los depósitos de su Jeep Cherokee explotaban al romperse por impacto trasero. Un informe del Centro para la Seguridad del Automóvil (Center for Auto Safety) ha documentado 185 accidentes fatales por explosiones del depósito del Jeep Cherokee, con un saldo de 270 muertes y numerosos heridos por quemaduras graves. El veterano activista Ralph Nader, autor del libro pionero en el tema Unsafe at Any Speed, describió en 2011 al Grand Cherokee como «el Pinto moderno para las mamás futboleras».

Hoy es habitual que los estudiantes de empresariales en el mundo angloparlante (y gran parte del resto) cursen una asignatura de «ética de los negocios» como parte de su grado. El caso más común que estudiarán en dicho módulo es el del «Ford Pinto» (Shaw, 2011; Birsch y Fielder, 1994). El caso salió a la luz en 1977, tras la publicación de un detallado artículo de prensa (Dowie, 1977). Tras la fase de pruebas, Ford estaba al corriente del grave riesgo de explosión de los depósitos de combustible de su nuevo modelo «Pinto» en caso de impacto trasero. La corporación empleó una serie de cálculos (para comparar el valor de los posibles daños y lesiones con el coste de retirarlos) La empresa optó por no retirarlos basándose en una estrategia de rentabilidad si únicamente morían 180 personas por colisiones traseras. El coche salió al mercado y allí siguió durante 10 años, mientras se amontonaban los cadáveres por los choques de impacto trasero.

Si el caso del «Ford Pinto» puede ser el más citado a propósito de la ética en los negocios, es en parte por el extraordinario nivel de profundidad con que el caso ha sido estudiado, pero también debido a que al tiempo transcurrido proporciona seguridad. Los libros de texto sobre los negocios no suelen recoger los casos en que la historia se repite trágicamente. De hecho, las estimaciones oficiales muestran que tres de los casos recién señalados se han cobrado más de 20 veces el número de vidas que el Ford Pinto. Pero el estudio de caso que se propone a los estudiantes de empresariales sucedió en 1977.

Una de las razones por las que hemos escrito este libro era mostrar que el crimen corporativo está en todas partes. En su carrera por la acumulación de ganancias, todas las grandes corporaciones de todos los sectores se ven obligadas a romper las reglas en algún momento. Todas acaban poniendo el beneficio por delante de la salud humana o el interés general. Queremos mostrar que esta dinámica no es solo un resultado desafortunado de las decisiones tomadas en una sala de juntas o del error de un inversor «codicioso». El impulso a delinquir y causar daño a expensas de la corporación está en el ADN de las estructuras políticas y jurídicas que dan vida a la corporación. Recorreremos la historia de esas estructuras para explicar que la corporación —esa forma de propiedad que fue ganando importancia social desde principios del siglo XIX—, nació como mecanismo para asegurar la impunidad ante cualquiera de los daños humanos que produzca.

La historia de la corporación es la historia de sus crímenes, una historia muy anterior a la industria del automóvil moderno. Es, de hecho, más antigua que cualquiera de las industrias modernas. La corporación fue concebida como una «persona» idealizada, con su propia identidad, con capacidad de poseer propiedades y reclamar «derechos» hasta entonces reservados a algunas personas físicas. Es este mismo proceso el que permite atribuirle también ciertas formas de falsa racionalidad —incluida la capacidad de comportarse de modo «responsable» y «ético».

Pero incluso los mayores entusiastas del capitalismo admiten que la persona corporativa con capacidad para pensar, actuar y comportarse con facultades humanas es poco más que una artimaña. El famoso gurú neoliberal Milton Friedman ya se burlaba en 1970 de que las corporaciones pudieran ser más responsables que un edificio o que un escritorio dentro de ese edificio.

A raíz del caso del Ford Pinto, Friedman pronunció otra asombrosa declaración en apoyo de Ford, esta vez en un coloquio televisado con estudiantes de economía. De acuerdo con su enfoque teórico sobre la regulación, Friedman defendió la decisión de Ford desde una lógica de mercado. Su argumento fue este: la decisión sobre el valor de la seguridad del coche no debe ser un asunto público, pues el público no participa en la transacción original. El valor de la seguridad del coche debe dejarse en manos de las partes directamente involucradas en la compra y uso del coche. Desde esta perspectiva, el consumidor es «libre» para decidir si prioriza la seguridad o el precio, y la injerencia del gobierno no es deseable —más allá de fijar los mecanismos legales básicos de aplicación y adjudicación.

Esta afirmación presume, a su vez, que los consumidores racionales son capaces de emplear su conocimiento sobre los productos para tomar decisiones informadas. En pocas palabras, esto significa que toda una lógica de mercado como la articulada por Milton Friedman se basa en esa presunción. De ahí que, llegado el momento, Friedman diga: «Sabemos que cuando compramos un Pinto, las probabilidades de ser asesinado son mayores que las de morir en un camión Mack. [...] Cada uno en esta sala podría, por cierto precio, reducir sus probabilidades de morir mañana».

Pero todos esos casos en la industria del automóvil muestran que la noción idealizada del consumidor racional es falsa. En todos esos casos, las corporaciones evitan activamente que los consumidores cuenten con información suficiente para tomar tal decisión. En todos los casos analizados se ocultó al público, a los consumidores y a los propietarios de vehículos una información que sin duda podría haber salvado muchas vidas. Para proteger su reputación y su posición en el mercado, los ejecutivos de las empresas decidieron guardar cada sucio secreto mientras pudieron.

En un sentido más amplio, este nivel de engaño corporativo no solo se activa en respuesta al descubrimiento de los crímenes de la corporación. Una forma de fraude estratégica (más que reactiva), se observa en las actuales previsiones de impacto social de la empresa. VW, por ejemplo, había presentado sus coches como contribuciones «verdes» a la protección medioambiental. Y los gobiernos, tragando esa mentira, pervirtieron el presunto «libre» mercado al apoyar el desarrollo de los coches diésel mediante subsidios y exenciones de impuestos.

Los neoliberales como Friedman aceptan que, cuanto más incompleto o «imperfecto» es el conocimiento de un producto, más se pervierte la transacción, pero no admiten la capacidad del poder para distorsionar las transacciones en el mercado. Las corporaciones no solo cometen delitos sino que mienten sobre esos delitos y luego encubren sus mentiras. Además, como sostenemos en este libro, nuestros supuestos representantes políticos —los gobiernos y reguladores— les otorgan la facultad de hacerlo en cada pequeño paso del proceso.

El gobierno español, por poner un ejemplo, concedió ayudas de 1.000 euros para la compra de cada «coche diesel limpio» (McHugh, 2015), transfiriendo una fortuna desde el estado a las empresas —en un contexto de austeridad severa para la mayoría de la población. Mientras tanto, el Banco Europeo de Inversiones venía concediendo préstamos por unos 4.600 millones de euros a Volkswagen desde 1990. Al mismo tiempo, muchos gobiernos europeos llevaban tiempo presionando a la Unión Europea para mantener ciertos «agujeros» legales en las pruebas de emisiones. Todo esto se aleja mucho del mundo friedmanista del libre mercado y sus empresas libres.

Pero también debemos tener claro qué lleva a VW a querer posicionarse como líder del mercado en tecnologías diésel verdes y cómo afecta esto a la «elección» del consumidor: ser «verde» era un requisito clave en su estrategia de dominio del mercado. VW buscaba ese dominio pese a ser el segundo fabricante de automóviles del mundo, después de Toyota, con casi 600.000 empleados, participando de un oligopolio mundial en que cinco fabricantes producen más de la mitad de los coches del mundo. Tales niveles de concentración del mercado son típicos de la era de capitalismo corporativo global.

Dada su posición dominante en un mercado oligopolístico, es probable que el perjuicio sobre el precio de las acciones y las ventas de VW sea relativamente leve y le suponga poco o ningún daño a largo plazo. Dicho esto, cualquier daño que pueda producirse no será asumido por los accionistas de la empresa —sus réditos se recuperarán porque la responsabilidad limitada les evitará toda repercusión legal o financiera en cualquier caso penal o civil. Los más altos directivos estarán igualmente protegidos —aunque pueda sacrificarse una o dos manzanas podridas. Por el contrario, los trabajadores pagarán el precio cuando la compañía reúna los fondos para recuperar el coste de cualquier reclamación, indemnización o multa— VW advirtió a sus trabajadores que la recuperación del escándalo «no será sin dolor» (Ruddick, 2015). Y, por supuesto, el incalculable daño a nuestra salud ya está hecho. Nunca se señalará como causantes de ese daño a los 11 millones de coches VW vendidos en el mundo por medios intencionalmente fraudulentos y que siguen emitiendo partículas mortales de diesel y NOX.

Como este libro pretende demostrar, el caso VW ilustra perfectamente que la corporación moderna puede ser entendida como un dispositivo criminógeno y externalizador. Criminógeno porque viola la ley de forma calculada y como parte de su modus operandi. Externalizador porque las corporaciones suelen socializar los costes reales de producción —hacia la pérdida de vidas humanas, las muertes prematuras, la transferencia de la riqueza del erario público al balance empresarial o una destrucción medioambiental que pone en peligro la existencia misma del planeta.

Por eso sostenemos que la corporación no puede reformarse. Todas las razones expuestas en este libro demuestran que no podremos alterar el curso de la historia y evitar la destrucción del planeta a menos que encontremos una forma de frenar el poder político y económico de la corporación. La tarea política más acuciante de nuestro tiempo es la abolición de la corporación y los fundamentos económicos, políticos y jurídicos que la sostienen. De no lograrlo, las corporaciones seguirán engañando, mintiendo, robando, mutilando, matando y envenenando hasta extinguirnos.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Negativo (experimentos que contradicen lo esperado, sabido o dado como sentido común)

El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico

Esta es una columna de castigo y recompensa. Vamos con lo primero. El sentido común y Aristóteles dictaban que las piedras grandes (más pesadas) cayeran más deprisa que las pequeñas (o más ligeras), pero a Galileo le bastó subirse a la torre de Pisa (hay quien dice que no se subió, que es una leyenda, hizo otros experimentos sobre planos inclinados) para demostrar que no era así (la prueba empírica), en lo que puede considerarse el primer resultado negativo de la historia de la ciencia; en él se basan las teorías gravitatorias de Newton y de Einstein, y por tanto toda nuestra cosmología.

En las postrimerías del siglo XIX, Michelson y Morley diseñaron un pulcro y minucioso experimento para medir la velocidad de la Tierra respecto al éter luminífero, el medio en el que se movía la luz, y lo que les salió fue que allí no había éter luminífero ninguno, en otro glorioso resultado negativo que reveló a Einstein que la velocidad de la luz era una constante fundamental de la naturaleza. Einstein, en realidad, ya sospechaba eso por razones de consistencia matemática, pero nadie le habría hecho caso sin el crucial resultado negativo del éter (la prueba empírica).

El anatomista norteamericano Vernon Mountcastle, que murió el año pasado, descubrió en los años cincuenta la estructura fundamental del córtex cerebral, la sede de la mente humana, y se concentró en buscar las diferencias entre unas zonas y otras que pudieran explicar la asombrosa subdivisión del córtex en módulos (visuales, auditivos, sintácticos, semánticos, emocionales, morales y todo lo demás). Redondeando un poco, no encontró ninguna. Las “columnas corticales” descubiertas por Mountcastle se las apañan de algún modo para realizar todas esas tareas tan distintas. Otro resultado negativo fundamental (otra prueba empírica).

Y, tras el castigo, la recompensa. Si la ciencia se hubiera comunicado desde tiempos de Galileo de la misma forma en que nos informamos ahora los legos, el conocimiento seguiría estancado en el siglo XVI. Al informarnos mediante nuestros amigos de Facebook, nuestros contactos de WhatsApp, nuestros seguidores de Twitter y nuestra red de Google, lo que estamos haciendo es ignorar los resultados negativos y garantizar que las opiniones que nos llegan son solo aquellas con las que sabemos que vamos a estar de acuerdo de antemano, y que solo recibamos las informaciones que confirman nuestros prejuicios miopes. Esto es un error garrafal.

El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico. No se puede pensar con claridad sin aprender a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos contrarios. Sin resultados negativos no hay progreso.

Javier Sampedro. El País.

http://elpais.com/elpais/2016/11/16/opinion/1479308380_498827.html

Avances de Cuba a pesar del bloqueo.


jueves, 24 de noviembre de 2016

Dictados del más allá

Vivir del mismo modo, con independencia de que se crea o no en que hay algo más tras la muerte, obliga a alinear las creencias religiosas y los derechos terrenales. También ayuda a ser más libres.


EN LA PELÍCULA Qué bello es vivir (1946), del director Frank Capra, el protagonista, George Bailey, encarnado por James Stewart, está a punto de suicidarse. Antes, un ángel le permite ver cómo sería el futuro sin su presencia. Visualiza un mundo peor. Así que cuando regresa de nuevo al momento previo al suicidio, en lugar de lanzarse por el puente, decide regresar a su hogar para que el mundo sea mejor gracias a estar él con vida. Son muchas las películas donde el protagonista tiene oportunidad de observar su futuro o su pasado desde el más allá. De casi toda ficción de ese tipo, libros, relatos, filmes…, se infiere algo fundamental: que, según lo que pensamos que nos espera, decidimos vivir de un modo determinado

La historia de las civilizaciones está plagada de costumbres que nos obligan a sacrificarnos por lo que pueda haber tras la muerte. Hay creencias que incluso obligan a tareas y conductas concretas, algunas realmente exigentes. Podríamos pensar que estos comportamientos son propios de culturas pasadas. Sin embargo, la religión protestante sigue considerando que el juicio final depende en gran medida de lo que uno haya aportado a la sociedad en lo material y económico durante la vida. En la católica, por su parte, se considera que los malos o buenos comportamientos determinan la salvación o condena de las almas.

Bajemos la cuestión a la tierra.
Existen solo dos posibilidades. Que tras la muerte haya algo o que no haya nada. Veamos las conductas en cada caso.

Entre aquellos que piensan que sí hay algo, lo interesante desde un punto de vista conductual es que, por lo general, establecen una correlación entre lo que encontrarán y su comportamiento. Sistemáticamente se considera la vida una especie de prueba para determinar si merecemos una existencia mejor, más larga o eterna. ¿Por qué? Establecer relaciones causa-efecto entre vida presente y eventual vida futura allana el camino a la manipulación del individuo.

Si nadie sabe a ciencia cierta qué hay después de la vida, ¿cómo puede defenderse que existen reglas causa-efecto entre ambas existencias? La vida eterna es una cuestión de fe, pero lo que nos espere después y de qué dependa está impregnado de tanta suposición como las religiones de antiguas civilizaciones.

Supongamos por un momento que alguien de ferviente fe y que creía en el más allá pasa a considerar que no hay nada tras la muerte. Absolutamente nada. ¿Cómo actuaría? ¿Dejaría de hacer el bien? ¿Modificaría su moral? ¿Su ética? Y, lo más importante, ¿sus conductas y comportamientos? Este es un supuesto muy terapéutico. La creencia en un Dios se ha asociado tradicionalmente a la de una vida eterna o prolongación de la existencia. Con el único objetivo de revisar conductas, permítanme esta pregunta: ¿puede existir un Dios creador pero no una vida eterna? Supongamos que sí. Esta hipótesis permitiría a los creyentes liberarse en vida de cualquier eventual manipulación por parte de los administradores de las religiones, sean cuales sean estas. Abrazar una fe sería una cuestión de principios, no de futuros indemostrables.

Las religiones son un modo de acercarse a un concepto de Dios y de vivir según un mandato divino o una determinada moral. ¿Por qué se ha hecho preciso un incentivo o castigo para que los fieles acaten las normas? Probablemente por cuestiones educativas, religiosas, sociales y, por supuesto, organizativas.

Actuar conforme a una fe o principios independientemente de una vida futura dejaría de condicionar cómo vivimos la actual y respondería a lo que sabemos: que la vida póstuma no es segura y la presente sí. Eso no significa caos, desorden, amoralidad o falta de ética. Significa libertad máxima. Se puede vivir plena y libremente sin pasar por encima de las libertades de los demás. ¿Puede una vida ser plena si está vinculada a una eventual futura existencia? Para los santos, mártires y muchos creyentes, sí. A otros les causa mucho sufrimiento, contradicciones y conflictos.

Queda una tercera solución interesante. Se trata de creer ambas cosas al mismo tiempo. Que hay algo y no hay nada. ¿De qué serviría en nuestro día a día? Probablemente, uno alcanza la máxima virtud cuando vive de la misma forma tanto si cree que hay vida en el más allá y un Dios que le juzgará como si piensa que no hay nada, que uno cierra los ojos y se acabó la película, sin salvación ni condena. Si bajo ambas premisas el comportamiento y valores con los que uno vive son los mismos, esa persona estará actuando libre de coacción, manipulación, presunciones o posibles falsas creencias. Y no está reñido con cualquier modo de fe. Vivo hoy según mi fe por lo que al presente le reporta, no por lo que al futuro pueda suponerle. Lograrlo hace a una persona completamente dueña de su libertad y la lleva a vivir una vida plena, sin importarle lo que vendrá, o no vendrá, después. Alguno esgrimirá que en eso consiste la salvación. Puede ser. No me lo planteo.

Lo que sí sé es que vivir de un mismo modo haya o no haya vida después obliga a una persona a alinear sus creencias religiosas y las humanas, los mandatos divinos y los derechos terrenales, y que su fe en Dios, en caso de darse, coincida con la naturaleza que ese Dios le ha dado. Somos seres humanos. Y pienso humildemente que, de existir un Dios, lo único que espera de nosotros es que nos comportemos como tales.

Fernando Trias de Bes Economista y escritor español nacido en Barcelona en 1967

http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/dictados-del-mas-alla/

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Sam Tsemberis, el hombre que empezó la revolución por el techo


2094 CON Visionario01
Este psicólogo afincado en Estados Unidos ha creado un modelo para sacar de la calle a miles de personas. Empezó en su país y se ha extendido por media Europa. ¿El método? Tan simple –y controvertido– como proporcionar un piso a los que no tienen hogar.


DURANTE ALGÚN TIEMPO, muchos pensaron que el método del psicólogo Sam Tsemberis era disparatado. Había ideado un modelo para ayudar a las personas que llevan años viviendo en la calle: consistía en alojarlos en una casa. Era tan simple como proporcionar un piso a quienes estaban en peor situación, a los sin techo crónicos que padecían enfermedades mentales y adicciones. Lo revolucionario es que no se les exige que antes estén sobrios o equilibrados. Eso viene después, una vez que han salido de la calle. Han pasado 24 años y su locura, el programa Housing First, ha cambiado la vida de miles de personas en decenas de ciudades desde Estados Unidos y Canadá hasta los países nórdicos, Italia, Francia y España.



Tsemberis, de 67 años, da clase en la Universidad de Columbia y dirige la organización con la que expande su modelo, Pathways to Housing. Las calles de la Nueva York de finales de los ochenta le mostraron de cerca una maquinaria asistencial que engullía a muchos llevándolos al hospital, a la cárcel o a los centros de desintoxicación para terminar en el mismo hueco de cartones en el que se los había encontrado por primera vez. Él trabajaba en un hospital, en un servicio de emergencias móvil para ayudar a los sin techo. “Había muchos. Íbamos a la calle para buscar a los que tuvieran problemas de salud, gente que tosía sangre, que llevaba los pies con ampollas… Muchos mejoraban en el hospital, pero el problema es que después volvían a la calle. Pensamos: este sistema no va a ninguna parte”, cuenta en una cafetería del centro de Madrid, adonde ha venido para apoyar el trabajo de la ONG Rais Fundación, pionera en aplicar su modelo en España. “No querían ir al hospital primero, ni al dentista primero, ni a un tratamiento de desintoxicación primero… No. Querían una casa. Yo pensaba: ‘¡Dios mío! ¿Una casa? No tengo una casa. Tengo una clínica, una furgoneta, un sándwich, una manta…’ Una casa. Así que dejé el hospital y empecé mi ONG”.

En España, Rais Fundación tiene una red de 117 pisos en varias ciudades y, un año y medio después de empezar, el 96% de los beneficiarios –que llevaban de media nueve años en la calle– siguen alojados. El coste por día para la Administración es de 34 euros, igual o superior, dice la organización, que en un servicio asistencial ordinario. Los pisos están diseminados por edificios y barrios tan normales como cualquiera, porque se trata de integrar. Solo hay tres condiciones para entrar en un piso: no molestar a los vecinos, permitir la visita del equipo al menos una vez por semana y que, si el antiguo sin techo los tiene, destine el 30% de sus ingresos para sufragar el servicio.

A Tsemberis, de origen griego y asentado en EE UU desde los ocho años, le llevó tiempo entender el problema y pensar de forma alternativa. Quizá por eso parece acostumbrado al escepticismo y las críticas que genera la estrategia, y despliega sus argumentos con una gran sonrisa. Explica que al principio él también tenía dudas: “Yo no sabía si alguien podía realmente manejarse en un piso. Eso supone un montón de ansiedad porque estás preocupado –¿va a encender el fuego de la cocina? Y cosas terribles del tipo: ¿qué ocurre si empieza a oír voces, si hace daño a los vecinos?–, así que tienes que asumir el riesgo y confiar en la persona. Hicimos muchísimas visitas para asegurarnos de que todos estaban bien”.

Tsemberis también se dedicó a hacer números. Quería pruebas, no buenas intenciones. Primero, para someter a evaluación su programa: “Queríamos saber que no era peor que seguir llevándolos al hospital”. Para convencer a los colegas y a las Administraciones: “Después de un año, el 84% de las personas a las que alojamos seguían en los pisos. Genial, pero la gente seguía sin creérselo. Pensaban: ‘Las personas a las que tratas no están tan enfermas como las que yo asisto. Nueva York es diferente de todas las ciudades y no funcionará en otras”. La tercera razón es que así saben que el Estado ahorra dinero: “Si sumas el coste anual que supone el uso de los servicios sociales de alguien que está en la calle (urgencias, ambulancias, desintoxicación, cárcel…), el gasto puede llegar a los 100.000 euros. Si lo alojas en un piso al que llevas los servicios sociales, son unos 15.000 euros al año”. El estudio para saber si funcionaba lo desarrolló la Universidad de Nueva York, y lo pagó y supervisó el Gobierno federal de EE UU. “Siete años después, daba los mismos datos que nosotros teníamos. Ya estábamos hablando de ciencia, no de una historia anecdótica”, explica Tsemberis con énfasis.

El caso de los 70.000 veteranos de guerra sin hogar que había en EE UU es un buen ejemplo de que el programa funciona. La Casa Blanca anunció que algunas ciudades han erradicado el problema y que, en solo tres años, se ha reducido en un 36% en todo el país. Pero si su método tiene unos resultados tan positivos y comprobables, ¿por qué no se generaliza? “No lo sé”, admite Tsemberis. Él cree que el viejo y el nuevo modelo pueden ser complementarios. “El antiguo detectó que las personas en la calle sufrían de enfermedades mentales y adicciones, pero se pensó, incorrectamente, que había que tratarlas antes de darles acceso a un piso. Todavía hoy no tenemos una cura para esos problemas. Así que si esperas hasta que sanen, muchos nunca van a ser alojados. El viejo sistema no es totalmente inútil: tiene éxito con entre el 30% y el 40% de los casos”, explica.

Una de las cosas que dice haber aprendido el profesor en estos 24 años es que, pese a la enfermedad mental o al hecho de estar en la calle tantos años, al entrar en un piso las personas recuperan su capacidad para vivir de forma autónoma. “Puede haber alguien que crea que este fotógrafo es un espía de la Unión Soviética y aun así ser capaz de cocinar, lavarse y hacer la cama”, dice mientras gesticula sin parar. “Han sobrevivido durante años en la calle. Para eso tienen que saber qué lugares son seguros, cómo cuidar de sí mismos y de sus cosas, cómo evitar que les detengan, dónde están los comedores… todo eso son funcionalidades, así que si eres capaz de subsistir en la calle, hacerlo en un apartamento donde el baño está ahí al lado y no a dos manzanas no supondrá un gran problema”, afirma.

También recuperan otras cosas. En un vídeo de la organización, uno de los beneficiarios del programa en España habla de dignidad. “Es impresionante”, dice Tsemberis. “Creo que no somos capaces de darnos cuenta de lo que es no tener casa. De la soledad que supone. Lo más útil de este programa es la rapidez con la que se pasa del modo supervivencia al de la vida. Ocurre de la noche a la mañana. Alguien entra en un piso con sus bolsas y al día siguiente se ha duchado y ha dormido en una cama, tiene una llave en la mano y es como cualquiera de ese edificio. Los demás no te miran cuando eres un sin techo. Aunque te sientas muy expuesto, eres invisible. Y de pronto vives en un apartamento y tus vecinos te dicen: ‘Buenos días, ¿qué tal?”

http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/sam-tsemberis/

martes, 22 de noviembre de 2016

Las inesperadas consecuencias de la aplicación en los centros escolares USA de la "tolerancia cero"


Los agentes de seguridad escolar de Nueva York no tardaron en encontrar su primer arma del nuevo año escolar. El día 1 apenas había comenzado en una escuela secundaria de Brooklyn el mes pasado cuando los oficiales detuvieron a un estudiante de 15 años que había guardado una pistola cargada de calibre 22 en su mochila y pensó que podría pasarla a través de un escáner de metal. En breve, el chico fue llevado por la policía. También en el corto plazo, el Departamento de Educación de la ciudad emitió una declaración invocando una frase de dos palabras que ha sido prácticamente sagrada escritura en las aulas en todo el país durante el último cuarto de siglo: "No hay tolerancia a las armas de ningún tipo en las escuelas."

Es difícil imaginar a muchos ciudadanos respetuosos de la ley que no estén de acuerdo en que el nivel de aceptación para los estudiantes que portan armas, cuchillos, drogas u otros artículos nocivos debería ser inexistente. Pero el concepto de tolerancia cero ha llegado a abarcar una gama tan amplia de acciones disruptivas que aproximadamente tres millones de escolares se suspenden cada año, y varios cientos de miles de personas son arrestadas o reciben citas criminales. Muchos estudiantes son trasladados a las comisarias de policía por conductas antisociales que, hace una generación o dos, no les hubieran enviado más allá del despacho del director.

¿Han ido demasiado lejos estas políticas con los alumnos difíciles? Previsiblemente, las opiniones están divididas. Sin embargo, como muestra el video que acompaña, el péndulo en algunas jurisdicciones se está alejando de las firmes certezas de los libros a los enfoques más suaves de "tratar de razonar con ellos".

Es un cambio que fue alentado por Eric H. Holder Jr. hacia el final de su tenencia como procurador general. Él figura prominentemente en una nueva oferta de Retro Report, una serie de documentales de vídeo que examinan las noticias importantes del pasado y sus consecuencias duraderas. Este informe fue preparado en colaboración con el Centro para la Integridad Pública, una organización de noticias de investigación con sede en Washington que ha escrito una serie de artículos sobre la dura disciplina escolar.

Una figura central en el video es Joe Clark, quien construyó una reputación nacional en los años ochenta como el principal director de la escuela Eastside High School en Paterson, Nueva Jersey. (Algunas personas pueden conocerlo mejor por haber sido interpretado por Morgan Freeman en La película de 1989 "Lean on Me".) Patrullando los pasillos con el megáfono y el bate de béisbol en la mano, el Sr. Clark se lanzó como el azote de los alborotadores, un Rambo haciendo aulas seguras para actividades como las obras de Rimbaud.

En 1982, en su primer año, expulsó a unos 300 estudiantes que terminaron, algunos de ellos más allá de la edad normal de la escuela, y prosiguió con la expulsión de decenas de más a quienes describió como "sanguijuelas, malvados y maltratadores". En su tiempo, los resultados de las pruebas mejoraron. Las ganancias eran apenas impresionantes, sin embargo. El Sr. Clark también lucho en contra de la junta escolar, que lo acusó de usurpar su autoridad sobre las expulsiones. Pero muchos defendieron al Sr. Clark por deshacerse de los estudiantes perturbadores, entre ellos un profesor veterano en Eastside que dice en el video que "no se puede educar a menos que tenga orden en su escuela".

A medida que la década de 1980 cedió a la alta criminalidad a principios de los 90, la "tolerancia cero" se convirtió en un mantra en los distritos escolares de los Estados Unidos. "Hubo una verdadera preocupación", reconoció el Sr. Holder a Retro Report, " ya que estábamos perdiendo el control como sociedad".

Era una época de casi pánico por la violencia de los jóvenes. Los temores generaron la noción de una generación de "superpredadores", una palabra que ha resurgido en la actual temporada política, incluyendo el debate presidencial de la semana pasada. Fue invocada en los años 90 por, entre otros, Hillary Clinton, que ahora renuncia a su uso.

Y entonces, en ese entonces, las expulsiones y arrestos comenzaron a dispararse. Las autoridades locales fueron envalentonadas por la Ley de Escuelas Libres de Armas de 1994, una ley federal que obligaba a los estados que recibían dinero de la educación federal a expulsar por lo menos un año a cualquier estudiante encontrado trayendo un arma a clase.

Pero la red de tolerancia cero llegó a ser cada vez más amplia, atrapando mucho más que las armas, los cuchillos y a los traficantes de drogas. Las infracciones que alguna vez se consideraron la cotidiana norma de trato por la disciplina escolar - llegaron tarde, por ejemplo, a un maestro - a menudo se dirigían directamente a los vigilantes de la policía. Había momentos como el arresto de una niña de 12 años por pintar en su escritorio con un marcador verde, de un niño autista que había pateado un bote de basura, de adolescentes que se metieron en riñas a puñetazos (como lo han hecho los adolescentes probablemente desde los días de Neanderthal).

Hasta cierto punto, los administradores escolares eran como los generales que van a la batalla dependiendo de las tácticas de la última guerra. La tolerancia cero se aceleró, y se quedó allí, después de que la violencia juvenil ya había entrado en lo que se convertiría en un declive pronunciado. Por ejemplo, los homicidios de jóvenes infractores alcanzaron su punto máximo en 1994, según cifras del Departamento de Justicia. Para 2014, su número había caído en dos tercios. Incluso los asesinatos en masa ocasionales en las escuelas, por horribles que sean, no han alterado materialmente el patrón general de reducción del caos.

No se ignora por los investigadores que los estudiantes expulsados, suspendidos o arrestados por cargos como conducta desordenada son desproporcionadamente negros y latinos, o discapacitados mental o físicamente. Desde el jardín de infantes al grado 12, los negros eran 3.8 veces más probables que blancos para recibir expulsiones fuera de la escuela, según el Departamento de Educación de los Estados Unidos. Los jóvenes de esos grados con discapacidad tenían más del doble de probabilidades que los demás de ser expulsados.

Los investigadores hablan de una "tubería de la escuela a la prisión" que se ejecuta de esta manera: Los jóvenes son expulsados de las clases por largos periodos, o son entregados a la policía. Como resultado, se convierten en los principales candidatos para abandonar la escuela por completo. El abandono, a su vez, les hace menos propensos a encontrar trabajo y más posibilidades de convertirse en parte de la clase criminal.

Tal vez no es de extrañar que la sensación de que los sistemas escolares y los departamentos de policía hayan exagerado en el inicio de los adolescentes en su iniciación a arraigar. Un crítico abierto es Steven C. Teske, el juez principal de la corte de menores en el Condado de Clayton, Georgia, justo al sur de Atlanta. Los adolescentes, el juez Teske ha advertido, serán adolescentes.

"La tolerancia cero como filosofía y enfoque es contraria a la naturaleza de la cognición de los adolescentes", dijo a un subcomité del Senado en 2012. Pese a todos los arrestos, suspensiones y expulsiones que había observado, "la seguridad escolar no mejoró", dijo. En todo caso, "la tasa de delincuencia juvenil en la comunidad aumentó significativamente".

"Estos chicos perdieron uno de los mayores factores protectores contra la delincuencia: la conexión escolar", dijo el juez. Para fomentar esa conexión, algunas escuelas están rechazando el castigo severo en favor de hablar de las cosas con infractores de la regla. Son lugares como Furr High School en Houston. Su director, Bertie Simmons, prefiere las consecuencias que son "académicas", como con dos estudiantes que fassificaron un permiso. En lugar de ser expulsados o detenidos, se les pidió que redactaran un documento sobre su falta.

"Si solo trata a las personas con amabilidad, es mucho mejor que ser tan punitivo", dijo Simmons a Retro Report.

Ningún sistema de escuelas públicas en el país es más grande que el de Nueva York, con 1,1 millones de estudiantes. También, se ha alejado de la disciplina dura como una respuesta automática. Las expulsiones en el segundo semestre de 2015 disminuyeron un tercio con respecto al mismo período del año anterior.

Al mismo tiempo, la seguridad mejoró. Los principales delitos -como violación, agresión criminal, robo y asalto- se reportaron en su nivel más bajo desde que la policía comenzó a rastrearlos en 1998.

Durante muchos meses, la administración del alcalde Bill de Blasio incluso ha planteado la posibilidad de quitar los detectores de metal de algunos de los puntajes de los edificios escolares donde están los accesorios. Muchos estudiantes los consideran "intrusivos y denigrantes", concluyó el año pasado un panel de alcaldes.

Pero transformar la conversación en acción ha sido lenta. Un episodio como el del niño atrapado intentando meter un arma en la escuela el mes pasado es poco probable que disuada a los agentes de seguridad escolar y otros que insisten en que los escáneres salvan vidas.

A pesar de la necesidad de mantener una vigilancia continua contra ese tipo de violaciones de la ley, el Sr. Holder sostiene que son necesarios cambios generales. "Tenemos una conexión entre nuestro sistema escolar y el sistema de justicia penal que no existía antes y que no creo que deba existir ahora", dijo.

El vídeo con este artículo es parte de una serie documental presentada por The New York Times. El proyecto vídeo fue comenzado con una concesión de Christopher Buck. Retro Report cuenta con un equipo de 13 periodistas y 10 colaboradores dirigidos por Kyra Darnton. Es una organización de noticias de vídeo sin fines de lucro que tiene como objetivo proporcionar un contrapeso pensativo al ciclo de noticias de hoy 24/7.
Los episodios anteriores están en nytimes.com/retroreport.
Para sugerir ideas para futuros informes, envíe un correo electrónico a retroreport@nytimes.com. 

Fuente:
http://www.nytimes.com/2016/10/03/us/the-unintended-consequences-of-taking-a-hard-line-on-school-discipline.html?emc=edit_tnt_20161002&nlid=31217582&tntemail0=y&_r=0

lunes, 21 de noviembre de 2016

El trabajo del futuro

El paro es el principal problema de España. Urge crear empleo, y empleo de calidad. Los robots y la inteligencia artificial amenazan los puestos de trabajo como hoy los conocemos.


Alcoi, 2 de marzo de 1821. Un millar de campesinos y jornaleros de pueblos vecinos que cardaban e hilaban lana en sus casas para la industria textil local asaltan la ciudad “reduciendo a cenizas 17 máquinas y otros enseres”, actuando en cuadrillas, a plena luz del día y “con las armas en la mano”, según relata el Diario de Sesiones del Congreso del 18 de marzo de 1821. Era la mayor manifestación hasta el momento en España del ludismo, el movimiento encabezado por artesanos de Manchester a comienzos del siglo XIX contra las máquinas de la revolución industrial que les dejaban sin empleo.

El tiempo ha demostrado que, pese a dejar perdedores a corto plazo, el resultado de los avances tecnológicos ha sido una mejora de la productividad y del nivel de vida del conjunto de la población. Así ha sido con la imprenta, la excavadora, el tractor, el ordenador personal y tantas otras innovaciones.

Con frecuencia surge la discusión sobre si esta vez será diferente, pero con la Cuarta Revolución Industrial (The Future of Jobs, World Economic Forum, 2016) o segunda era de las máquinas (Robots, crecimiento y desigualdad, de Andrew Berg, Edward F. Buffie y Luis-Felipe Zanna), con el auge aparentemente imparable de la robótica y la inteligencia artificial, resuena con fuerza de nuevo el debate sobre el futuro del empleo, la pérdida de puestos de trabajo y la desigualdad.

“La tecnología que llega, tiene por su naturaleza la capacidad de transformar la forma en que el trabajo y la producción se organiza”, admite a EL PAÍS Guy Rider, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“Como consecuencia del retroceso de los salarios y del crecimiento del capital, el trabajo (humano) ocupa una parte cada vez más pequeña de la economía”, señalan Berg, Buffie y Zanna.

El trabajo del futuro

http://politica.elpais.com/politica/2016/11/11/actualidad/1478875024_113738.html

NUESTRA MEJOR BRÚJULA. LA COMPASIÓN.

Los dóciles que prefieren seguir la línea de mando eludiendo todo juicio crítico lo hacen por pereza intelectual o incluso por inseguridad en sí mismos.

EL OTRO día pasaron por televisión la película Lo que queda del día, de James Ivory, basada en la novela de Ishiguro. Resulta extraordinario comprobar cuánto va cambiando nuestra mirada con el tiempo. Cuando vi por primera vez este hermoso filme en 1993, fecha de su estreno, me fijé sobre todo en el desencuentro amoroso de sus protagonistas. De la historia me quedó el recuerdo de dos vidas arruinadas por las inseguridades emocionales y por la mezquindad de una sociedad lastrada por un clasismo demoledor y un sistema de servidumbre casi feudal.

En esta ocasión, en cambio, me he topado con el otro gran tema de la película: la responsabilidad moral individual. Lord Darlington, el aristócrata al que el protagonista sirve con veneración, es un hombre esencialmente bueno y, sin embargo, apoya a los nazis y llega a cometer la suprema vileza de despedir a dos criaditas adolescentes porque son judías. Un año más tarde se arrepiente; dentro de su conciencia sin duda siempre hubo un escozor, un desasosiego ante lo que estaba haciendo. Pero ignoró esa llamada ética porque Lord Darlington es un pusilánime, un hombre que venera las jerarquías: él mismo es un producto privilegiado de ese sistema. Cree que Hitler es la nueva autoridad europea y que, por lo tanto, sabe más que él. Y le obedece.

Esta es la banalidad del mal de la que hablaba Hannah Arendt.
Gentes dóciles que prefieren seguir la línea de mando eludiendo todo juicio crítico. Y lo hacen por pereza intelectual, o por medrar, o por comodidad, por debilidad, por cobardía, incluso por modestia, es decir, por inseguridad en sí mismos. Sea cual sea la causa, los resultados son terribles. El famoso experimento de Milgram de 1963 demostró cómo tendemos a obedecer las órdenes de la autoridad aunque entren en conflicto con nuestra conciencia. A los sujetos se les hacía creer que participaban en un experimento sobre el dolor; supuestamente tenían que propinar descargas eléctricas cada vez más fuertes en otras personas. Escuchaban los gritos de dolor de sus víctimas, sus súplicas para que no siguieran. Pero los instructores les ordenaban continuar y ellos lo hacían. A partir de los 300 voltios, los electrocutados dejaban de dar señales de vida: la descarga podía ser mortal. Ninguno de los participantes se detuvo en el nivel de 300 voltios y el 65% llegaron hasta los 480, una potencia inequívocamente letal. Son unos resultados conocidísimos, pero cada vez que repaso los datos se me ponen los pelos de punta.

Yo misma he sentido esa tendencia a la aceptación acrítica. Con 20 años me consideraba una ignorante (y sin duda lo era) e intentaba aprender de la gente a la que por entonces daba un lugar de autoridad moral: militantes de izquierdas, fundamentalmente del PCE o de otros partidos marxistas más radicales. Muchos de ellos se dejaron la piel en la lucha antifranquista y desde luego parecían admirables, y a veces lo eran. Pero también eran correas de transmisión de un dogmatismo atroz. Me recuerdo, por ejemplo, dando por bueno el primer asesinato de ETA, es decir, la muerte del torturador Melitón Manzanas. O difamando aplicadamente a Solzhenitsin por denunciar el Gulag soviético (había que decir que mentía, que era un derechista repugnante), o llamando gusanos a los críticos de la dictadura cubana. Mientras hacía todo esto, siempre sentí un punto de incomodidad, un rescoldo de angustia en el interior de mi cabeza. Pero lo reprimía, porque creía que ellos, los mayores, sabían más que yo.

Pocos años después fui comprendiendo que esa brasa moral que arde en tu pecho es la única linterna fiable para moverse por las oscuridades de la vida.

A estas alturas ya sé que el único gran valor totalmente seguro es la compasión. Porque todos los otros conceptos sublimes por los que nos movemos pueden ser traicionados. En nombre de la libertad, de la igualdad y de la justicia se han cometido atroces carnicerías. Pero la compasión consiste en ponerse en el lugar del otro, y si haces ese viaje interior no serás capaz de degollar a esa persona. Esforcémonos en escuchar la señal ética y empática de la conciencia, aunque a veces nos llegue muy debilitada: sin duda es nuestra mejor brújula.
Rosa Montero

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/nuestra-mejor-brujula/

domingo, 20 de noviembre de 2016

Por qué no se habla nada de Portugal? El acuerdo de gobierno del que nadie habla. Acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.



Interesante intervención, por parte de José Gusmao, representante portugués del bloco de esquerda y participante en los diálogos y negociaciones que concluyeron en el acuerdo para un gobierno del Partido socialista en Portugal y de Yolanda Diaz, representante de En Marea de Galicia.

Es un posible ejemplo de lo que se podría haber hecho aquí y la derecha ha impedido aunque para ello ha tenido que expulsar de la secretaría general del PSOE al elegido democráticamente dando un auténtico golpe de mano en el partido a fin de que Rajoy siga en el gobierno.

Cuentan las crónicas que en su visita a Alemania para despedir a Obama, la alemana Merkel le dijo a Rajoy que en su país le dirían que tenía la piel de elefante. Una vez más, lo que claramente es una cualidad del pueblo español, se lo atribuyen a un político.

El "dataismo" desprecia el sufrimiento humano. La frialdad del capital.

El salmón contracorriente

Cuando la política se rinde a los pies del capital y los seres humanos son reducidos a la categoría de consumidores y votantes, cuyos suculentos datos se almacenan en los frigoríficos de las redes sociales, el pueblo es amaestrado e imita, consciente o inconscientemente, al burro de la noria que intenta alcanzar la zanahoria.

En su obra Psicopolítica, el filósofo surcoreano de formación germana Byung Chul Han, que concede al “dataismo” la relevancia de una nueva religión, nos dice:

Ya no trabajamos para satisfacer nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias (…) La política acaba convirtiéndose de nuevo en esclavitud. Se convierte en un esbirro del capital. ¿Queremos realmente ser libres?

Chul Han, quien afirma que ahora estamos vigilados por millones de ojos que escrutan el panóptico del Big Data y que la estadística ignora –como sabemos todos– el sufrimiento humano, agrega que:

Hoy los políticos acusan al elevado endeudamiento de su enormemente limitada libertad de acción (…) Quizás incluso nos endeudamos permanentemente para no tener que actuar (…) Porque no es posible liquidar las deudas, se perpetua el estado de falta de libertad.

Este filósofo afincado en Berlín que se doctoró con una tesis sobre M. Heidegger, recalca que vivimos en el mundo de las prisas y de lo efímero y que estamos alejándonos de nuestra naturaleza humana, en su vertiente más hermosa, vaciándonos de todo lo que realmente es importante. Respecto a las consultas electorales, dice lo siguiente:

El votante, en cuanto consumidor, no tiene interés real por la política (…) Sólo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose.

En España ya hemos integrado dos palabras que se usan de forma cuasi lúdica: las redes y los caladeros. Yendo al grano se puede decir que los poderosos son los que manejan las redes y que en los caladeros vive una parte importante de la población, que es valorada teniendo en cuenta su docilidad y poder adquisitivo.

Los individuos que coletean en los buenos caladeros –que son los que tienen una nómina guay y consumen como idiotas– son útiles para los intereses de los grandes grupos empresariales. Los pobres, los excluidos y los que sobreviven con un trabajo precario son considerados un cero a la izquierda.

El filósofo surcoreano señala que la empresa de datos Acxiom comercia con información personal de unos 300 millones de ciudadanos estadounidenses, esto es, prácticamente todos. Asegura que esa firma sabe más de los individuos que el FBI. Así explica en Psicopolítica el método de trabajo de la citada compañía:

En esta empresa las personas son agrupadas en 70 categorías. Se ofertan en el catálogo como mercancías. Aquellos con un valor económico escaso son denominados waste, es decir «basura ». Los consumidores con un valor de mercado superior se encuentran en el grupo Shooting Star (…) El Big Data da lugar a una sociedad de clases digital.

El autor de El aroma del tiempo, que está ahora de moda en las universidades occidentales y que se ha convertido en un auténtico best seller, añade que el panóptico digital está especializado, entre otras muchas cosas, en identificar “a las personas alejadas u hostiles al sistema”, a quienes se etiqueta de “no deseadas y se las excluye”.

Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para denunciar la ferocidad de las gaviotas. Aquí, en la costa, han empezado a comerse a las palomas. Las desgarran, las devoran las vísceras y solo dejan sangre y plumas.

Javier Cortines Nilo Homérico

Fuente:
http://www.elsalmoncontracorriente.es/?El-dataismo-desprecia-el

Pilar del Río, premio Luso-Español de Arte y Cultura. El galardón a la presidenta de la Fundación Saramago distingue su labor "en el intercambio de la cultura" de ambos Estados

La periodista y traductora Pilar del Río (1950, Castril, Granada), presidenta de la Fundación José Saramago, ha sido distinguida hoy, por unanimidad, con el premio Luso-Español de Arte y Cultura, convocado por los ministerios de Cultura de Portugal y España, por su dedicación "a la defensa de los derechos humanos, la promoción de la literatura portuguesa y el intercambio de la cultura portuguesa, española y latinoamericana", ha señalado la nota del Ministerio español.

"He tenido que controlarme... me he quedado perpleja, encantada", ha declarado a EL PAÍS por teléfono Del Río, que no ha parado de atender llamadas de felicitación y de los medios de comunicación desde que al mediodía se anunció el fallo.

El premio Luso-Español está dotado con 75.000 euros y se concede bienalmente "a la obra de un creador en el ámbito del arte y la cultura que incremente la comunicación y cooperación cultural entre ambos países". La decisión del jurado se ha basado en el reconocimiento del "amplio trabajo intelectual como periodista, traductora y promotora de la cultura luso-española", de Del Río. "Ella misma y la Fundación que dirige, encarna el espíritu y los valores de la fraternidad portuguesa-española", añade la nota del Ministerio.

Del Río ha señalado que la Fundación, creada en 2007 por el autor y ella, tiene varios objetivos fundamentales: "Que se fomente la lectura de libros y autores portugueses que ya no son novedad y han quedado relegados, como el poeta Jorge de Sena, por ejemplo". También, acoger jornadas sobre escritores latinoamericanos, vivos o fallecidos, como ha ocurrido con Cortázar o Borges. "Sin embargo, nuestra mayor dedicación es lo que dijo Saramago cuando se refirió a la necesidad de una declaración universal de deberes humanos, un trabajo que estamos realizando con juristas de varios países, activistas... Nos gustaría que Naciones Unidas asumiera ese texto".

¿Cuál sería el primer artículo de esa declaración de los deberes? "Exigir y contribuir al cumplimiento de los derechos", ha subrayado Del Río, quien ha recordado que el 27 de noviembre se abre la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) con una conferencia de Mario Vargas Llosa y una lectura dramatizada de La balsa de piedra. En línea con el premio recibido hoy, "en esa novela José intenta el acercamiento de Europa y América Latina".

La casa museo
La ceremonia de entrega del premio se celebrará en 2017, en una fecha aún por determinar. El Ministerio español ha propuesto que el acto sea en la casa museo del escritor en Lanzarote. Precisamente, Del Río ha apuntado que el dinero del galardón lo empleará para "darle vida" a ese lugar en el que Saramago escribió Ensayo sobre la ceguera.

Del Río inició su carrera profesional en una emisora sevillana y en la revista Triunfo. También ha trabajado en Televisión Española y ha colaborado con medios como Canal Sur y la cadena SER. En 1988, se casó con José Saramago, pasando a ser la principal traductora de las obras del escritor del portugués al español, y trabajó con editoriales españolas como Aguilar o Alfaguara.

Saramago (16 de noviembre de 1922, Azinhaga, Portugal- 18 de junio de 2010, Tías, Lanzarote) conoció a Del Río cuando ella fue a verle a Lisboa el 14 de junio de 1986 para entrevistarle. De esa relación nació una aventura que llevó a Saramago a Lanzarote en 1993.

El premio Luso-Español, instituido en 2006, fue obtenido en su primera edición —en la que fue jurado Saramago— por José Bento, poeta y traductor, de nacionalidad portuguesa. En 2008, lo logró Perfecto Cuadrado, profesor y escritor español; Álvaro Siza, arquitecto, de nacionalidad portuguesa, en 2010. En 2012, el cineasta Carlos Saura y en 2014 Lidia Jorge, escritora portuguesa.

En esta edición presidió el jurado el director general de Política e Industrias Culturales y del Libro del ministerio español, José Pascual, y formaron parte por Portugal, João Fernandes, subdirector del Museo Reina Sofía; Nuno Júdice, poeta, y José Bragança de Miranda, profesor y ensayista. Los otros españoles del jurado fueron la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos, y el periodista de EL PAÍS Juan Cruz Ruiz.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/15/actualidad/1479216848_264832.html

Inaugurada en Lisboa la sede de la Fundación Saramago. Un edificio de 400 años acoge el centro que será biblioteca y centro de investigación

sábado, 19 de noviembre de 2016

Quienes necesitan formación no son solo los hijos, sino también los padres. Por PAUL TOUGH. NYT.

En 1986, en algunos de los barrios más pobres de Kingston, Jamaica, un equipo de investigadores de la Universidad de las Indias Occidentales llevó a cabo un experimento que influyó mucho para cambiar nuestras ideas sobre cómo ayudar a que los niños prosperen, sobre todo a los que viven en pobreza. Su mensaje: ayudemos a los niños ofreciéndole apoyo y una guía a sus padres.

Los investigadores dividieron en grupos a las familias de 129 bebés y niños pequeños. El primer grupo recibió, una vez por semana, visitas en casa que duraban una hora por parte de un investigador capacitado que alentaba a los padres a pasar más tiempo y jugar activamente con sus hijos: leer libros ilustrados, cantar y jugar al escondite.

Un segundo grupo de niños recibió un kilogramo de un suplemento alimenticio lácteo una vez por semana y el grupo de referencia no recibió nada. Las intervenciones terminaron al cabo de dos años, pero los investigadores monitorizaron a los niños desde entonces.

La intervención que marcó una gran diferencia en la vida de los niños, como se pudo comprobar, no fue la nutrición adicional sino alentar a los padres para que jugaran. Los niños cuyos padres recibieron consejos de cómo jugar más con ellos tuvieron mejores resultados, a lo largo de su infancia, en pruebas de cociente intelectual, comportamiento agresivo y autocontrol.

Actualmente, ya como adultos, perciben un salario anual 25 por ciento mayor en promedio que aquellos cuyos padres no recibieron visitas a domicilio. El experimento de Jamaica nos ayuda a defender la propuesta de que si queremos mejorar las oportunidades de éxito para los niños, una de las palancas más poderosas para el cambio son las actitudes, creencias y comportamientos de los adultos que los rodean.

Algunas investigaciones recientes han ayudado a descubrir exactamente cómo se puede dar ese cambio. Los psicólogos Mary Dozier de la Universidad de Delaware y Philip Fisher de la Universidad de Oregon han estudiado las intervenciones de visitas a domicilio en las que se les da a los padres de bebés y niños pequeños entrenamiento personalizado y apoyo para identificar y reforzar los pequeños momentos –como los intercambios cara a cara que a veces se denominan interacciones de “servir y devolver”— que promueven el apego, la calidez y la confianza entre padres e hijos.

El efecto de este entrenamiento puede ser profundo. En una serie de experimentos, los bebés y los niños en edad preescolar cuyos padres adoptivos temporales recibieron solamente 10 visitas a domicilio mostraron menos problemas de comportamiento que un grupo de referencia, además de niveles significativamente mayores de “apego seguro” (una conexión cercana y estable con los adultos en su vida).

La habilidad de los niños para procesar también mejoró. De hecho, los patrones en sus niveles diarios de cortisol, una importante hormona del estrés, fue similar a los niveles típicos de niños funcionales que no viven en hogares sustitutos. Estas influencias positivas durante el inicio de la vida de los niños pueden tener un efecto profundo en el desarrollo de lo que a veces se denomina habilidades no cognitivas.

En nuestros actuales debates sobre educación, nos referimos a estas habilidades mediante términos con una alta carga moral: como si fueran expresiones de carácter intrínseco, de valor y fuerza. Sin embargo, en realidad, las capacidades no cognitivas son simplemente un grupo de hábitos y actitudes psicológicas que les permiten a los niños negociar de manera efectiva dentro y fuera de la escuela: la capacidad de entender y seguir instrucciones, de enfocarse en una sola actividad por un periodo largo, de interactuar tranquilamente con otros estudiantes, de lidiar con la decepción y de superar la frustración.

Además de que las intervenciones en las casas de bebés y niños pequeños son muy efectivas, realizar intervenciones con los adultos para ayudar a los niños también sirve en las escuelas. El Chicago School Readiness Project, un programa desarrollado por Cybele Raver, psicóloga de la Universidad de Nueva York, provee a los maestros de preescolar en barrios de extrema pobreza de técnicas para crear una experiencia de aula calmada y constante para los niños. Los enseña a establecer rutinas claras, redirigir el comportamiento negativo, ayudar a los alumnos a manejar sus emociones fuertes.

También hay profesionales de la salud mental asignados para trabajar en cada salón y se encargan tanto del bienestar mental del maestro como del de los alumnos. Raver llama a esta técnica “modelo bidireccional de autorregulación”, es decir, una especie de círculo virtuoso.

Si desde el inicio del año el salón de clase es estable y confiable, con reglas claras, disciplina consistente y con mayor énfasis en reconocer el buen comportamiento que en castigar el malo, Raver cree que los estudiantes estresados se sentirán menos amenazados y más capaces de regular sus impulsos poco constructivos.

Ese comportamiento combinado con el apoyo y el asesoramiento de un profesional de la salud mental ayuda a que los maestros permanezcan tranquilos y en equilibrio cuando se enfrentan con las frustraciones inevitables de estar frente a un grupo de niños de cuatro años llenos de energía.

Estos experimentos indican que los efectos del programa van más allá del salón de clases. Los resultados de una prueba aleatoria reciente mostraron que los niños que pasaron su primer año de preescolar en un salón dentro del proyecto tuvieron, al final del año escolar, mejores capacidades de atención, control de impulsos y desempeño en tareas de memoria que los niños del grupo de referencia.

También desarrollaron un mejor vocabulario, reconocimiento de letras y habilidades matemáticas, a pesar de que el maestro no recibió entrenamiento de tipo académico.

Los estudiantes mejoraron académicamente por la simple razón de que fueron capaces de concentrarse en las clases sin que su atención se desviara por conflictos o ansiedades. Cambiar el ambiente del salón hizo que su aprendizaje fuera más fácil.

Proporcionar un ambiente sano para bebés y niños, ya sea en casa o en el salón de clase, es un trabajo difícil y a veces estresante. Lo que ahora entendemos es que el estrés que sienten los padres y maestros puede elevar los niveles de estrés en los niños que están bajo su cuidado, lo que llega a minar el desarrollo intelectual y su salud mental.

La buena noticia es que el proceso se puede revertir, casi siempre con intervenciones relativamente simples y de bajo costo. Para ayudar a que los niños que viven en pobreza prosperen, nuestra mejor estrategia puede ser ayudar a los adultos que los rodean.

http://www.nytimes.com/es/2016/05/28/los-padres-que-juegan-con-sus-hijos-logran-que-sean-mas-seguros-y-prosperos/