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lunes, 14 de mayo de 2018
_- La fuerza de los hechos y las mentiras de la propaganda.
_- Hace ya años que llegaron al gobierno los "alcaldes del cambio" en las principales capitales del país. Los que siempre habían gobernado intentaron atemorizar con esa posibilidad y ahora intentan vender un fracaso en su gestión para dañar la imagen de Podemos en las próximas elecciones generales. Sin embargo, como suele se habitual, sus vaticinios no se cumplen y el desastre que venden no solo no es tal sino que estos gobiernos municipales no dejan de dar lecciones de buena gestión y gobierno.
Carmena vuelve a cerrar sus cuentas con 1.120 millones de superávit y devuelve 450 millones de deuda en 2017.
El Ayuntamiento de Madrid pide al Estado que habilite las medidas oportunas para destinar el remanente de tesorería de 2017 (1.116 millones) a la realización de…
ELDIARIO.ES
miércoles, 2 de mayo de 2018
“Existe una verdad periodística” Soledad Gallego-Díaz defiende el oficio como principal soporte de la democracia.
Soledad Gallego-Díaz (Madrid, 1951) se dio ayer cuenta de que lleva muchos años en el oficio y de que ha tenido “mucha suerte” al trabajar en lo que le gusta. Convencida de que el periodismo tiene “una función social imprescindible para las democracias avanzadas”, defiende a capa y espada la “verdad periodística”. “El periodismo trata de hechos, no de opiniones. Consiste en contar hechos y a partir de ahí formular opiniones. Los hechos tienen una verdad demostrable y no existen verdades alternativas ni hechos alternativos”. En un momento en el que proliferan los bulos y las mentiras fabricadas para moldear las opiniones, Gallego-Díaz sostiene que nada desprestigia más el oficio que la oleada de noticias falsas y considera que la manera de luchar contra este fenómeno es “el periodismo independiente”. Contraria a legislar contra las fake news, aboga por la transparencia para saber de dónde salen, quiénes las financian y cómo se distribuyen.
“Estamos”, dice, “en un momento muy interesante. Hoy existen grandes posibilidades gracias a los medios técnicos, pero estos medios entrañan una serie de peligros”. Y uno de esos riesgos es confundir el periodismo con la comunicación. “El periodismo exige cumplir una serie de reglas. Es quizá menos brillante que la comunicación pero es más importante para el desarrollo de la democracia”. Después de años de crisis, en los que los reporteros han contado lo mal que vivía la gente, cree que ha llegado el momento de contar cómo viven “los superricos”.
Vinculada a EL PAÍS, durante casi cuatro décadas, Gallego-Díaz ha sido corresponsal en Bruselas, París, Londres, Buenos Aires y Nueva York, además de Defensora del lector. Actualmente escribe un artículo semanal, es analista de la cadena SER y socia de Ctxt. Sus inicios profesionales discurrieron en la agencia Pyresa y ayer quiso rendir homenaje a aquellos profesionales, “extraordinariamente valientes”, que en países como México o Guatemala se juegan la vida por contar “las cosas que pasan” en circunstancias difíciles. Del trabajo del que se siente más orgullosa, con el que más ha disfrutado y en el que más pasión ha volcado es el de la construcción europea. “La UE es un proyecto decisivo. Ha cometido errores y a veces tiene atracones de ideología que le producen enfermedades, pero es el mecanismo más inteligente para hacer frente al futuro”.
https://elpais.com/elpais/2018/04/03/opinion/1522779450_614829.html
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domingo, 14 de mayo de 2017
Periodismo de ficción en Yemen
El periodismo en este país ha alcanzado tal grado de perfección que basta una palabra para resumirlo: Marhuenda. Lo imputaron el jueves y lo desimputaron el martes. La justicia de marcha atrás también requiere de un léxico con caja de cambios. Primero se investiga a un señor y luego se lo desinvestiga. Por en medio nos enteramos que, en la intimidad de la conversación telefónica, el director de La Razón llamaba “zorra” a la presidenta de la Comunidad de Madrid y “puta” a su directora de comunicación. Quién iba a decirnos que detrás de la prosa razonable y adhesiva de Marhuenda se ocultaba un poeta. Sucede que hablaba mediante metáforas, suponemos que es lo que ha querido decir el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, cuando explica en su auto del martes que ni Marhuenda ni Casals “habrían conseguido” coaccionar a Cristina Cifuentes. Según las grabaciones que se hicieron pública, conseguirlo no: sólo lo habrían intentado.
“¿Con qué cara me presentaría ante mis alumnos de Derecho si fuera verdad lo que se me imputa?” se pregunta Marhuenda. Más que con una cara, podría presentarse con una portada de su periódico, una al azar, porque La Razón cuenta con algunas de las portadas más fastuosas del arte posmoderno. Entre ellas, todavía recuerdo una de Aznar vestido de portero y parando un penalti, otra con Tsipras abierto de brazos titulada con increíble ingenio “Desgrecia” (“los helenos se lanzan al abismo populista” rezaba debajo) y otra de un militar ruso listo para zamparse una hamburguesa y abriendo una bocaza donde se veía hasta el esófago (titular: “Putin traga”). La semana pasada tuvieron el cuajo, en medio de la tormenta de mierda que afectaba al país y a su propio periódico, de abrir con la crisis política en Venezuela.
Gracias a una prensa omnívora y a una ciudadanía rumiante, en España la gente está mucho mejor informada de lo que sucede en el país caribeño que de lo que sucede en el propio. Desde los tiempos de Chávez, Venezuela es el mantra informativo con el que muchos periódicos e informativos, no sólo La Razón, distraen al personal de las cacicadas, putiferios y latrocinios que asolan la geografía patria. Es cierto que en los últimos tiempos la situación en Caracas roza la catástrofe, con manifestaciones diarias, brotes de violencia callejera y casi una treintena de muertos en disturbios. Al lado de este desastre, es cierto que el saqueo del Canal de Isabel II y la podredumbre de las instituciones españolas pasan a segundo plano, pero da la casualidad de que los periódicos españoles no se imprimen en Caracas.
Si de verdad les importaran las vidas humanas en calidad de algo más que de maniobra de distracción, todos los días desayunaríamos con postales de la guerra civil en Yemen, un país en estado de sitio desde hace dos años, bombardeado por los amigos saudíes con apoyo logístico y militar y beneplácito de Estados Unidos y de un montón de potencias occidentales, entre ellas, España. El conflicto en Yemen ha alcanzado la categoría de hecatombe, con una alarma internacional pregonada por la ONU que advierte que puede desembocar en la mayor catástrofe humanitaria de la historia: siete millones de personas están a punto de morir de hambre. Un niño muere cada diez minutos en Yemen pero ¿a quién le importa?
Fuente:
http://blogs.publico.es/davidtorres/2017/04/28/periodismo-de-ficcion-en-yemen/
“¿Con qué cara me presentaría ante mis alumnos de Derecho si fuera verdad lo que se me imputa?” se pregunta Marhuenda. Más que con una cara, podría presentarse con una portada de su periódico, una al azar, porque La Razón cuenta con algunas de las portadas más fastuosas del arte posmoderno. Entre ellas, todavía recuerdo una de Aznar vestido de portero y parando un penalti, otra con Tsipras abierto de brazos titulada con increíble ingenio “Desgrecia” (“los helenos se lanzan al abismo populista” rezaba debajo) y otra de un militar ruso listo para zamparse una hamburguesa y abriendo una bocaza donde se veía hasta el esófago (titular: “Putin traga”). La semana pasada tuvieron el cuajo, en medio de la tormenta de mierda que afectaba al país y a su propio periódico, de abrir con la crisis política en Venezuela.
Gracias a una prensa omnívora y a una ciudadanía rumiante, en España la gente está mucho mejor informada de lo que sucede en el país caribeño que de lo que sucede en el propio. Desde los tiempos de Chávez, Venezuela es el mantra informativo con el que muchos periódicos e informativos, no sólo La Razón, distraen al personal de las cacicadas, putiferios y latrocinios que asolan la geografía patria. Es cierto que en los últimos tiempos la situación en Caracas roza la catástrofe, con manifestaciones diarias, brotes de violencia callejera y casi una treintena de muertos en disturbios. Al lado de este desastre, es cierto que el saqueo del Canal de Isabel II y la podredumbre de las instituciones españolas pasan a segundo plano, pero da la casualidad de que los periódicos españoles no se imprimen en Caracas.
Si de verdad les importaran las vidas humanas en calidad de algo más que de maniobra de distracción, todos los días desayunaríamos con postales de la guerra civil en Yemen, un país en estado de sitio desde hace dos años, bombardeado por los amigos saudíes con apoyo logístico y militar y beneplácito de Estados Unidos y de un montón de potencias occidentales, entre ellas, España. El conflicto en Yemen ha alcanzado la categoría de hecatombe, con una alarma internacional pregonada por la ONU que advierte que puede desembocar en la mayor catástrofe humanitaria de la historia: siete millones de personas están a punto de morir de hambre. Un niño muere cada diez minutos en Yemen pero ¿a quién le importa?
Fuente:
http://blogs.publico.es/davidtorres/2017/04/28/periodismo-de-ficcion-en-yemen/
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viernes, 25 de noviembre de 2016
Negativo (experimentos que contradicen lo esperado, sabido o dado como sentido común)
El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico
Esta es una columna de castigo y recompensa. Vamos con lo primero. El sentido común y Aristóteles dictaban que las piedras grandes (más pesadas) cayeran más deprisa que las pequeñas (o más ligeras), pero a Galileo le bastó subirse a la torre de Pisa (hay quien dice que no se subió, que es una leyenda, hizo otros experimentos sobre planos inclinados) para demostrar que no era así (la prueba empírica), en lo que puede considerarse el primer resultado negativo de la historia de la ciencia; en él se basan las teorías gravitatorias de Newton y de Einstein, y por tanto toda nuestra cosmología.
En las postrimerías del siglo XIX, Michelson y Morley diseñaron un pulcro y minucioso experimento para medir la velocidad de la Tierra respecto al éter luminífero, el medio en el que se movía la luz, y lo que les salió fue que allí no había éter luminífero ninguno, en otro glorioso resultado negativo que reveló a Einstein que la velocidad de la luz era una constante fundamental de la naturaleza. Einstein, en realidad, ya sospechaba eso por razones de consistencia matemática, pero nadie le habría hecho caso sin el crucial resultado negativo del éter (la prueba empírica).
El anatomista norteamericano Vernon Mountcastle, que murió el año pasado, descubrió en los años cincuenta la estructura fundamental del córtex cerebral, la sede de la mente humana, y se concentró en buscar las diferencias entre unas zonas y otras que pudieran explicar la asombrosa subdivisión del córtex en módulos (visuales, auditivos, sintácticos, semánticos, emocionales, morales y todo lo demás). Redondeando un poco, no encontró ninguna. Las “columnas corticales” descubiertas por Mountcastle se las apañan de algún modo para realizar todas esas tareas tan distintas. Otro resultado negativo fundamental (otra prueba empírica).
Y, tras el castigo, la recompensa. Si la ciencia se hubiera comunicado desde tiempos de Galileo de la misma forma en que nos informamos ahora los legos, el conocimiento seguiría estancado en el siglo XVI. Al informarnos mediante nuestros amigos de Facebook, nuestros contactos de WhatsApp, nuestros seguidores de Twitter y nuestra red de Google, lo que estamos haciendo es ignorar los resultados negativos y garantizar que las opiniones que nos llegan son solo aquellas con las que sabemos que vamos a estar de acuerdo de antemano, y que solo recibamos las informaciones que confirman nuestros prejuicios miopes. Esto es un error garrafal.
El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico. No se puede pensar con claridad sin aprender a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos contrarios. Sin resultados negativos no hay progreso.
Javier Sampedro. El País.
http://elpais.com/elpais/2016/11/16/opinion/1479308380_498827.html
Esta es una columna de castigo y recompensa. Vamos con lo primero. El sentido común y Aristóteles dictaban que las piedras grandes (más pesadas) cayeran más deprisa que las pequeñas (o más ligeras), pero a Galileo le bastó subirse a la torre de Pisa (hay quien dice que no se subió, que es una leyenda, hizo otros experimentos sobre planos inclinados) para demostrar que no era así (la prueba empírica), en lo que puede considerarse el primer resultado negativo de la historia de la ciencia; en él se basan las teorías gravitatorias de Newton y de Einstein, y por tanto toda nuestra cosmología.
En las postrimerías del siglo XIX, Michelson y Morley diseñaron un pulcro y minucioso experimento para medir la velocidad de la Tierra respecto al éter luminífero, el medio en el que se movía la luz, y lo que les salió fue que allí no había éter luminífero ninguno, en otro glorioso resultado negativo que reveló a Einstein que la velocidad de la luz era una constante fundamental de la naturaleza. Einstein, en realidad, ya sospechaba eso por razones de consistencia matemática, pero nadie le habría hecho caso sin el crucial resultado negativo del éter (la prueba empírica).
El anatomista norteamericano Vernon Mountcastle, que murió el año pasado, descubrió en los años cincuenta la estructura fundamental del córtex cerebral, la sede de la mente humana, y se concentró en buscar las diferencias entre unas zonas y otras que pudieran explicar la asombrosa subdivisión del córtex en módulos (visuales, auditivos, sintácticos, semánticos, emocionales, morales y todo lo demás). Redondeando un poco, no encontró ninguna. Las “columnas corticales” descubiertas por Mountcastle se las apañan de algún modo para realizar todas esas tareas tan distintas. Otro resultado negativo fundamental (otra prueba empírica).
Y, tras el castigo, la recompensa. Si la ciencia se hubiera comunicado desde tiempos de Galileo de la misma forma en que nos informamos ahora los legos, el conocimiento seguiría estancado en el siglo XVI. Al informarnos mediante nuestros amigos de Facebook, nuestros contactos de WhatsApp, nuestros seguidores de Twitter y nuestra red de Google, lo que estamos haciendo es ignorar los resultados negativos y garantizar que las opiniones que nos llegan son solo aquellas con las que sabemos que vamos a estar de acuerdo de antemano, y que solo recibamos las informaciones que confirman nuestros prejuicios miopes. Esto es un error garrafal.
El conocimiento, como la ciencia, requiere cultivar una mente abierta y un espíritu crítico. No se puede pensar con claridad sin aprender a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos contrarios. Sin resultados negativos no hay progreso.
Javier Sampedro. El País.
http://elpais.com/elpais/2016/11/16/opinion/1479308380_498827.html
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miércoles, 10 de agosto de 2016
Las intenciones y los hechos
Es tan tonto juzgar a un movimiento por las supuestas intenciones de sus líderes como juzgar a ésos por sus declaraciones y discursos...
Los procesos sociales siguen cursos que poco tienen que ver con las intenciones de quienes los desencadenan. No dependen sólo de dichas intenciones ni tampoco de los líderes iniciales o de los organizadores. Porque esos procesos, al crecer, son cada vez más complejos. Y porque su crecimiento mismo aumenta y cambia la conciencia colectiva bajo el impulso de la necesidad de derrotar la reacción y la represión de las clases dominantes que se aferran al poder.
La revolución rusa de 1905, por ejemplo, fue el resultado de una gran procesión organizada y dirigida por un cura- provocador de la policía zarista- para rogarle al Zar pan y paz y a la que éste respondió con represión salvaje. La acción pensada para desviar la protesta popular le dio, por el contrario, mayor alcance y fuerza.
Más cerca de nosotros, Estados Unidos apoyó la lucha contra Fulgencio Batista y a los guerrilleros que encabezaba Fidel Castro creyendo que de la caída del dictador surgiría un gobierno formalmente democrático pero proimperialista. En efecto, el primer gobierno revolucionario cubano, en 1959, tuvo como presidente un juez liberal (Urrutia), un primer ministro (Carmona) y muchos ministros conservadores y a Fidel Castro sólo como vicepresidente. Pero la participación rápida y masiva de los trabajadores cubanos desbordó y anuló las intenciones continuistas del gobierno y lo dividió ya que Fidel y su grupo escogieron seguir ese impulso revolucionario “de abajo” y respondieron con medidas radicales a la presión y las sanciones estadounidenses mientras que Urrutia y sus ministros emigraron a Estados Unidos. Washington, que creyó poder utilizar la revolución antibatistiana para blanquear la fachada del sistema conservándolo y manteniendo su dominación terminó poniendo en riesgo al primero y perdiendo la segunda.
Es tan tonto juzgar a un movimiento por las supuestas intenciones de sus líderes como juzgar a ésos por sus declaraciones y discursos. Por un lado porque al rengo se le reconoce sólo cuando camina. Por otro, porque la interacción e interinfluencia entre los “dirigentes” y sus “bases” hace que los primeros no puedan lanzar o frenar movilizaciones apretando un botón de comando y que las segundas no acepten pasivamente cualquier decisión e impongan en cambio medidas al Líder supuestamente omnipotente. Así sucedió con el presidente argentino Perón, en el apogeo de su influencia, cuando la guerra de Corea. Por anticomunismo y por oportunismo hacia Washington Perón y el canciller Hilario Paz querían entonces mandar tropas y granos para combatir junto al imperialismo pero la rápida respuesta obrera y de los marineros de la flota de guerra paralizaron los planes gubernamentales.
Un movimiento conservador y burgués pero que se apoya en los trabajadores desempeña siempre un doble papel: por un lado, frena el avance de sus bases hacia el anticapitalismo y es un poderoso factor en la difusión de la ideología capitalista. Pero, por otro, es un cauce que permite a grandísimas masas de trabajadores dar sus primeros pasos políticos, sentir su propia fuerza, expresarse y organizarse, sin lo cual es imposible superar esa dirección transitoria y llegar a ser anticapitalista.
Tal como los sindicatos oficiales - que forman parte del aparato estatal ampliado ya que se limitan a discutir las condiciones de venta de la mercancía fuerza de trabajo en el mercado capitalista-, los movimientos de masas con dirección y políticas capitalistas quieren reformar el sistema capitalista en beneficio de quienes los dirigen. Pero también, como los sindicatos -si llegan a romper las relaciones verticales que les hacen dependientes de los dirigentes y a vencer las prácticas y las ideas caudillistas conservadoras de los mismos- podrían ser instrumentos de los sectores más avanzados de los trabajadores para organizarse y avanzar hacia su independencia política
No me preocuparon nunca las intenciones políticas de “Marcos-Galeano” (critiqué puntualmente durante años sus posiciones sectarias, no sus intenciones- y sí en cambio, me interesa el nivel de conciencia, el grado de organización, las reivindicaciones de los indígenas-campesinos neozapatistas de Chiapas y de todo México, en cuya lucha me siento incluido. No le pongo tampoco el intencionómetro ni a AMLO ni a los dirigentes de MORENA. Pero me interesan mucho las capacidades potenciales –no sólo los límites actuales, que podrían ser transitorios- de los millones de personas que se reúnen en MORENA aunque crean todavía en el capitalismo y en la posibilidad de reformarlo y estén educados en la aceptación de relaciones de mando verticalistas que considero nefastas.
Las revoluciones sociales las hacen trabajadores hasta entonces conservadores que nunca pensaron hacerlas. Porque en ciertas condiciones, los gobiernos capitalistas sin consenso obligan a patadas a los oprimidos a ir mucho más allá de su comprensión y organización actual y a tomar en sus propias manos su destino, autoorganizándose, practicando la autogestión, desarrollando la solidaridad, la fraternidad, el uno por todos y todos por uno. Si los oprimidos y dominados están unidos y organizados en la lucha democrática antes de esos momentos de ruptura lo que hoy es un canal para controlar las crecientes podría pasar a ser el lecho de un impetuoso río anticapitalista.
Todas las organizaciones que enfrentan hoy la barbarie de un gobierno que demuestra a cada paso su aislamiento y su debilidad tienen en su pasado algún error grave. Pero es posible su unión sobre la base, no del pasado, sino de los objetivos presentes y futuros. Eso podría depurar sus direcciones marginando a los que tienen intereses inconfesables o, simplemente, no saben ni quieren cambiar. Los saltos cualitativos en la subjetividad de las masas no cambian sólo el curso del proceso sino también a todos los que en él participan.
Guillermo Almeyra
http://www.sinpermiso.info/textos/las-intenciones-y-los-hechos
Los procesos sociales siguen cursos que poco tienen que ver con las intenciones de quienes los desencadenan. No dependen sólo de dichas intenciones ni tampoco de los líderes iniciales o de los organizadores. Porque esos procesos, al crecer, son cada vez más complejos. Y porque su crecimiento mismo aumenta y cambia la conciencia colectiva bajo el impulso de la necesidad de derrotar la reacción y la represión de las clases dominantes que se aferran al poder.
La revolución rusa de 1905, por ejemplo, fue el resultado de una gran procesión organizada y dirigida por un cura- provocador de la policía zarista- para rogarle al Zar pan y paz y a la que éste respondió con represión salvaje. La acción pensada para desviar la protesta popular le dio, por el contrario, mayor alcance y fuerza.
Más cerca de nosotros, Estados Unidos apoyó la lucha contra Fulgencio Batista y a los guerrilleros que encabezaba Fidel Castro creyendo que de la caída del dictador surgiría un gobierno formalmente democrático pero proimperialista. En efecto, el primer gobierno revolucionario cubano, en 1959, tuvo como presidente un juez liberal (Urrutia), un primer ministro (Carmona) y muchos ministros conservadores y a Fidel Castro sólo como vicepresidente. Pero la participación rápida y masiva de los trabajadores cubanos desbordó y anuló las intenciones continuistas del gobierno y lo dividió ya que Fidel y su grupo escogieron seguir ese impulso revolucionario “de abajo” y respondieron con medidas radicales a la presión y las sanciones estadounidenses mientras que Urrutia y sus ministros emigraron a Estados Unidos. Washington, que creyó poder utilizar la revolución antibatistiana para blanquear la fachada del sistema conservándolo y manteniendo su dominación terminó poniendo en riesgo al primero y perdiendo la segunda.
Es tan tonto juzgar a un movimiento por las supuestas intenciones de sus líderes como juzgar a ésos por sus declaraciones y discursos. Por un lado porque al rengo se le reconoce sólo cuando camina. Por otro, porque la interacción e interinfluencia entre los “dirigentes” y sus “bases” hace que los primeros no puedan lanzar o frenar movilizaciones apretando un botón de comando y que las segundas no acepten pasivamente cualquier decisión e impongan en cambio medidas al Líder supuestamente omnipotente. Así sucedió con el presidente argentino Perón, en el apogeo de su influencia, cuando la guerra de Corea. Por anticomunismo y por oportunismo hacia Washington Perón y el canciller Hilario Paz querían entonces mandar tropas y granos para combatir junto al imperialismo pero la rápida respuesta obrera y de los marineros de la flota de guerra paralizaron los planes gubernamentales.
Un movimiento conservador y burgués pero que se apoya en los trabajadores desempeña siempre un doble papel: por un lado, frena el avance de sus bases hacia el anticapitalismo y es un poderoso factor en la difusión de la ideología capitalista. Pero, por otro, es un cauce que permite a grandísimas masas de trabajadores dar sus primeros pasos políticos, sentir su propia fuerza, expresarse y organizarse, sin lo cual es imposible superar esa dirección transitoria y llegar a ser anticapitalista.
Tal como los sindicatos oficiales - que forman parte del aparato estatal ampliado ya que se limitan a discutir las condiciones de venta de la mercancía fuerza de trabajo en el mercado capitalista-, los movimientos de masas con dirección y políticas capitalistas quieren reformar el sistema capitalista en beneficio de quienes los dirigen. Pero también, como los sindicatos -si llegan a romper las relaciones verticales que les hacen dependientes de los dirigentes y a vencer las prácticas y las ideas caudillistas conservadoras de los mismos- podrían ser instrumentos de los sectores más avanzados de los trabajadores para organizarse y avanzar hacia su independencia política
No me preocuparon nunca las intenciones políticas de “Marcos-Galeano” (critiqué puntualmente durante años sus posiciones sectarias, no sus intenciones- y sí en cambio, me interesa el nivel de conciencia, el grado de organización, las reivindicaciones de los indígenas-campesinos neozapatistas de Chiapas y de todo México, en cuya lucha me siento incluido. No le pongo tampoco el intencionómetro ni a AMLO ni a los dirigentes de MORENA. Pero me interesan mucho las capacidades potenciales –no sólo los límites actuales, que podrían ser transitorios- de los millones de personas que se reúnen en MORENA aunque crean todavía en el capitalismo y en la posibilidad de reformarlo y estén educados en la aceptación de relaciones de mando verticalistas que considero nefastas.
Las revoluciones sociales las hacen trabajadores hasta entonces conservadores que nunca pensaron hacerlas. Porque en ciertas condiciones, los gobiernos capitalistas sin consenso obligan a patadas a los oprimidos a ir mucho más allá de su comprensión y organización actual y a tomar en sus propias manos su destino, autoorganizándose, practicando la autogestión, desarrollando la solidaridad, la fraternidad, el uno por todos y todos por uno. Si los oprimidos y dominados están unidos y organizados en la lucha democrática antes de esos momentos de ruptura lo que hoy es un canal para controlar las crecientes podría pasar a ser el lecho de un impetuoso río anticapitalista.
Todas las organizaciones que enfrentan hoy la barbarie de un gobierno que demuestra a cada paso su aislamiento y su debilidad tienen en su pasado algún error grave. Pero es posible su unión sobre la base, no del pasado, sino de los objetivos presentes y futuros. Eso podría depurar sus direcciones marginando a los que tienen intereses inconfesables o, simplemente, no saben ni quieren cambiar. Los saltos cualitativos en la subjetividad de las masas no cambian sólo el curso del proceso sino también a todos los que en él participan.
Guillermo Almeyra
http://www.sinpermiso.info/textos/las-intenciones-y-los-hechos
domingo, 17 de abril de 2016
Crear consciencia sobre los hechos y las consecuencias. Métodos de reeducación en la adolescencia
Andrés López
No se puede decir que exista un único método para la reeducación de personas que han cometido infracciones penales o administrativas, o ni tan siquiera cuando el hecho no llega al alcance de contemplarse por las normas establecidas, pero representa una conducta incívica o desviada social por parte de sujetos en su minoría de edad. Ante estos casos, habría que tratar la situación con mucha cautela y establecer cauces de conexión entre el educador/a, e inclusive su madre, padre o tutores, en cualquiera que fuera el caso de ostentar la guarda y custodia del menor.
En primer lugar, hay que tener claro que no siempre un método genérico es el más eficaz, si tan siquiera es el que funciona por el hecho de que con otros menores ha funcionado anteriormente. Pues se parte de la base de que cada persona es un mundo, de hecho, su forma de ver el mundo, la realidad social, el papel que desencadena en el contexto participativo social, es muy idiosincrático. A veces, incluso sería necesario echarle un vistazo al contexto familiar, cultural y social donde se desenvuelve el adolescente y a partir de ahí, comprender porque se comporta una persona como lo hace; y es que nadie elige donde, con quien, cuando,… nacer.
De hecho, muchos profesionales buscan las raíces a través de historias de vidas y van más allá de lo que ven en el acto. Digamos que sería como ver un álbum de fotos que comprendería del presente al pasado, y deteniéndose en aquellos aspectos que pueden llegar a intuir que el adolescentes ha ido padeciendo cambios en su desarrollo evolutivo y que se puede observar a través de imágenes, vídeos, etc., Y que se determina en su forma de vestir, de expresarse a través de su imagen, e incluso de quienes se rodean en sus fotos y cómo se distinguen los distintos escenarios sociales. Aspectos que son muy importantes a la hora de considerar que método se debería aplicar con un menor en proceso de reeducación.
Incluso cada método debe responder al acto “desviado” que se comete o se participa en cualquiera de sus modalidades como actor. No es lo mismo el adolescente que decide no asistir a clase para estar con los colegas en un callejón, que el que consume bebidas alcohólicas con su grupo de amigos a escondidas de su padre o madre, o el que le quita las llaves del automóvil a su madre o padre y conduce. Digamos que son circunstancias distintas y por lo tanto, habría que utilizar métodos distintos. Aunque si bien es verdad, que la base de la educación social, tal y como lo estableció el educador Paulo Freire, es aprender a aprender, y para cuyo objetivo en la reeducación debe consistir en crear consciencia entre el hecho presumiblemente erróneo cometido, las consecuencias que pudieran determinar en un fatídico final, y sobre todo, la huella indeleble que podría marcarse en la vida del débil y hábil adolescente que por diferentes motivos le ha llevado a cometer una torpeza, bien imprudente, bien intencionada o bien inconsciente.
Así que el trabajo terapéutico del educador/a social o de otros profesionales de la educación, debe consistir en enseñar y tomar conciencia de que todo eso que un adolescente ignora debido a su falta de conocimiento racional, o bien ante su falta de personalidad para saber adoptar posturas más responsables, debe ser tratado con el más sensible respeto y dedicación. Pues esta fase del diagnostico requiere mucho más esfuerzo que en la aplicación del método en sí. Es decir, si somos capaces de reconocer el problema, sabremos llegar a tiempo y con mejor herramientas para evitar cualquier otra conducta desviada que pudiera llevar a cabo un adolescente.
Para ello, es muy importante reconocer el hecho, verlo desde una perspectiva comprensiva para que sea mejor llegar al adolescente, y utilizar el método adecuado para evitar en la medida de lo posible, que se repitan nuevos episodios. Por lo tanto, el educador/a social debe acercarse a la realidad del problema con don de enseñar y aprender, porque incluso un caso incívico conlleva detrás una serie de características que definen a una persona, es decir: “se nos conoce por nuestros actos”.
Andrés López, es antropólogo y educador social.
No se puede decir que exista un único método para la reeducación de personas que han cometido infracciones penales o administrativas, o ni tan siquiera cuando el hecho no llega al alcance de contemplarse por las normas establecidas, pero representa una conducta incívica o desviada social por parte de sujetos en su minoría de edad. Ante estos casos, habría que tratar la situación con mucha cautela y establecer cauces de conexión entre el educador/a, e inclusive su madre, padre o tutores, en cualquiera que fuera el caso de ostentar la guarda y custodia del menor.
En primer lugar, hay que tener claro que no siempre un método genérico es el más eficaz, si tan siquiera es el que funciona por el hecho de que con otros menores ha funcionado anteriormente. Pues se parte de la base de que cada persona es un mundo, de hecho, su forma de ver el mundo, la realidad social, el papel que desencadena en el contexto participativo social, es muy idiosincrático. A veces, incluso sería necesario echarle un vistazo al contexto familiar, cultural y social donde se desenvuelve el adolescente y a partir de ahí, comprender porque se comporta una persona como lo hace; y es que nadie elige donde, con quien, cuando,… nacer.
De hecho, muchos profesionales buscan las raíces a través de historias de vidas y van más allá de lo que ven en el acto. Digamos que sería como ver un álbum de fotos que comprendería del presente al pasado, y deteniéndose en aquellos aspectos que pueden llegar a intuir que el adolescentes ha ido padeciendo cambios en su desarrollo evolutivo y que se puede observar a través de imágenes, vídeos, etc., Y que se determina en su forma de vestir, de expresarse a través de su imagen, e incluso de quienes se rodean en sus fotos y cómo se distinguen los distintos escenarios sociales. Aspectos que son muy importantes a la hora de considerar que método se debería aplicar con un menor en proceso de reeducación.
Incluso cada método debe responder al acto “desviado” que se comete o se participa en cualquiera de sus modalidades como actor. No es lo mismo el adolescente que decide no asistir a clase para estar con los colegas en un callejón, que el que consume bebidas alcohólicas con su grupo de amigos a escondidas de su padre o madre, o el que le quita las llaves del automóvil a su madre o padre y conduce. Digamos que son circunstancias distintas y por lo tanto, habría que utilizar métodos distintos. Aunque si bien es verdad, que la base de la educación social, tal y como lo estableció el educador Paulo Freire, es aprender a aprender, y para cuyo objetivo en la reeducación debe consistir en crear consciencia entre el hecho presumiblemente erróneo cometido, las consecuencias que pudieran determinar en un fatídico final, y sobre todo, la huella indeleble que podría marcarse en la vida del débil y hábil adolescente que por diferentes motivos le ha llevado a cometer una torpeza, bien imprudente, bien intencionada o bien inconsciente.
Así que el trabajo terapéutico del educador/a social o de otros profesionales de la educación, debe consistir en enseñar y tomar conciencia de que todo eso que un adolescente ignora debido a su falta de conocimiento racional, o bien ante su falta de personalidad para saber adoptar posturas más responsables, debe ser tratado con el más sensible respeto y dedicación. Pues esta fase del diagnostico requiere mucho más esfuerzo que en la aplicación del método en sí. Es decir, si somos capaces de reconocer el problema, sabremos llegar a tiempo y con mejor herramientas para evitar cualquier otra conducta desviada que pudiera llevar a cabo un adolescente.
Para ello, es muy importante reconocer el hecho, verlo desde una perspectiva comprensiva para que sea mejor llegar al adolescente, y utilizar el método adecuado para evitar en la medida de lo posible, que se repitan nuevos episodios. Por lo tanto, el educador/a social debe acercarse a la realidad del problema con don de enseñar y aprender, porque incluso un caso incívico conlleva detrás una serie de características que definen a una persona, es decir: “se nos conoce por nuestros actos”.
Andrés López, es antropólogo y educador social.
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