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lunes, 9 de diciembre de 2024

Por qué EE.UU. es el único país del mundo que se niega a ratificar la Convención de los Derechos del Niño

Niños estadounidenses de diversas razas y géneros frente a una bandera de EE.UU.

Fuente de la imagen,Getty Images

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El 20 de noviembre de 1989, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín, la Organización de Naciones Unidas aprobó uno de sus acuerdos más exitosos y emblemáticos: la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

El tratado, diseñado para proteger a los menores, fue el primero que reconoció que los niños y adolescentes tienen derechos propios y que los adultos son responsables de garantizarlos.

A partir de la firma, los Estados miembro de la ONU comenzaron a ratificar la CDN a través de votaciones en sus respectivos Parlamentos.

A día de hoy, 196 países han sancionado la Convención, convirtiéndola en el tratado de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia.

Sin embargo, hay un solo país que no ha completado este proceso y que, por ende, no está comprometido legalmente a acatar el acuerdo: Estados Unidos.

Aquí te explicamos cuál es la importancia de la CDN, por qué a 35 años de su aprobación EE.UU. sigue sin ratificarla y qué impacto tiene esa decisión.

¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño?

Se trata de un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de los niños, definidos como personas menores de 18 años.

Hasta la firma de este acuerdo los niños no eran reconocidos como sujetos de derecho. De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial se consideraba legal que trabajasen a la par de los adultos en muchos países.

La CDN no sólo estableció los derechos básicos a los que deben acceder todos los niños, sino que también hizo a las personas adultas responsables de esos derechos.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), "la convención ve al niño como individuo y como miembro de una familia y una comunidad, con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y su etapa de desarrollo".

Dos niños refugiados somalíes 
 
Dos niños refugiados somalíes

Fuente de la imagen,Getty Images

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La Convención busca proteger a los niños en todo el mundo.

Definida por el organismo como una "ley internacional", brinda los siguientes derechos a "todos los niños, sin discriminación de ninguna clase":

  • Medidas especiales de protección y asistencia
  • Acceso a la educación y la atención de la salud
  • Que puedan desarrollar plenamente sus personalidades, capacidades y talentos
  • Que crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión
  • Que reciban información sobre la manera en que pueden alcanzar sus derechos y participar en el proceso de una forma accesible y activa

¿Por qué no lo ratifica EE.UU.?

A pesar de que Washington firmó la CDN en 1995, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, el país nunca cumplió con la obligación de ratificar el tratado a través de su Congreso.

Ninguno de los gobernantes que lideraron el país en estas casi tres décadas desde la firma, ya sean demócratas o republicanos, enviaron el tratado ante el Senado para su ratificación, dejando su aplicación inválida desde el punto legal.

El último intento por llevarlo ante la Cámara Alta fue en 2020, cuando la legisladora demócrata Ilhan Omar presentó una resolución llamando a que se vote, intento que no prosperó.

La principal traba tiene que ver con el hecho de que quienes adhieren a la convención se comprometen a adecuar su marco normativo para incluir los 54 artículos que conforman la CDN, y así garantizar su aplicación en ese país, un paso que EE.UU. nunca ha dado.

Los defensores del tratado en ese país sostienen que la convención representa un estándar internacional básico de protección infantil y advierten que la falta de ratificación deja a EE.UU. en una posición única y aislada a nivel mundial.

Sin embargo, hasta ahora los partidarios de la convención no han logrado reunir el consenso necesario para que sea tratado por el Senado.

Incluso a pesar de que muchos gobiernos estadounidenses han dicho que respaldan los derechos descritos en la CDN.

La diputada demócrata Ilhan Omar

La diputada demócrata Ilhan Omar

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La diputada demócrata Ilhan Omar intentó ratificar la convención en 2020. 

Uno de los principales escollos que enfrentan quienes abogan por su ratificación es que, para que un tratado internacional sea ratificado en EE.UU., se necesita el apoyo de una mayoría de dos tercios en la Cámara Alta, un consenso difícil de lograr dadas las objeciones de quienes temen que la CDN pueda limitar la autoridad del país en ciertos temas.

Tres preocupaciones

Los grupos que se resisten a la ratificación, principalmente alineados con el Partido Republicano, consideran que suscribir legalmente la Convención podría llevar a interferencias en tres áreas:

1. Autoridad parental

La CDN incluye derechos como el de los niños a expresar sus opiniones en asuntos que los afectan (Artículo 12), lo que algunos grupos conservadores interpretan como una amenaza a la autoridad parental.

Estos objetores creen que otorgar a los niños derechos legales podría interferir en la capacidad de los padres para tomar decisiones en la crianza y educación de sus hijos.

Según la ONG Parental Rights, la convención le da demasiado poder al Estado, haciendo que los padres "pierdan su derecho a ser padres", y "socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y devastadores" para los mismos niños.

"(La CDN) establece que 'en todos los asuntos relacionados con los niños, la consideración primordial será el interés superior del niño'. Pero, ¿quién decide cuál es el 'mejor interés' de su hijo? Usted, no el gobierno", afirma el organismo en su sitio web.

Jo Becker, directora de incidencia de la división de derechos infantiles de Human Rights Watch (HRW) le dijo a BBC Mundo que "esta fuerte oposición de organizaciones conservadoras" es la principal causa por la que no se ha ratificado la CDN en EE.UU.

"Algunos críticos incluso han dicho que les daría a los asistentes sociales más poder que a los padres para decidir sobre sus hijos", señala.

"Pero esta creencia es falsa. Hay numerosas referencias en la convención a los roles y responsabilidades de los padres y la importancia de su lugar en la crianza de los niños. Así que están leyendo incorrectamente la CDR", asegura.

"Los únicos casos en los que un Estado puede suplantar el rol de los padres es cuando hay claros indicios de violencia, abandono o maltrato de niños. Y creo que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que en esos casos es apropiado que los niños sean puestos bajo el cuidado del Estado", afirma.

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

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Donald Trump cree que EE.UU. podría perder poder si ratifica un tratado que es gobernado por la ONU.

2. Soberanía nacional

Los sectores conservadores también temen que ratificar la CDN afecte la soberanía del país al permitir que una convención internacional tenga influencia sobre las leyes internas relacionadas con los derechos de los niños.

"Nunca entregaremos la soberanía de EE.UU. a una burocracia global no electa e irresponsable... EE.UU. está gobernado por estadounidenses", dijo en 2018 ante la Asamblea General de la ONU el entonces presidente Donald Trump.

"Según el Artículo VI de nuestra propia Constitución, un tratado ratificado se convierte en 'la ley suprema del país'", advierte, por su parte, Parental Rights.

El organismo resalta que, mientras que para otras naciones la ratificación de este tratado "es, en el mejor de los casos, una declaración de aspiraciones (y para muchas, como Irán, China y Corea del Norte, una mera cortina de humo política)", en EE.UU. una ratificación le daría a la convención rango de ley federal.

"Algunos, en especial miembros del Partido Republicano, están preocupados de que ratificar cualquier instrumento internacional socavará la soberanía de EE.UU., y por eso han pasado unos 20 años desde que EE.UU. ratificó cualquier tratado de derechos humanos", observa Becker, de HRW.

La experta reconoce que si EE.UU. ratificara la convención "efectivamente estaría legalmente obligado a cumplirla", pero asegura que "las leyes estadounidenses seguirían aplicando y no le daría a la ONU la autoridad para intervenir en las vidas de familias o de sustituir la ley de EE.UU.”, como temen quienes se oponen a la ratificación.

3. Impacto legal

Este teórico conflicto entre el derecho internacional y las leyes estatales y federales del país es la tercera cuestión que frena la sanción de este tratado.

En particular preocupa un tema en el que las leyes estadounidenses se contradicen con la convención.

"La CDN establece claramente que los niños nunca deben ser sentenciados a cadena perpetua sin libertad condicional por delitos cometidos antes de los 18 años y en EE.UU. aún tenemos más de 20 Estados que permiten condenas de por vida sin libertad condicional para crímenes cometidos antes de los 18", detalla la defensora de derechos infantiles.

Maños de un niño esposado

Maños de un niño esposado

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EE.UU. permite encarcelar a los menores de edad de por vida, algo que la convención prohíbe. Sin embargo, Becker afirma que esto no debería ser una barrera para la ratificación.

"EE.UU. podría presentar una reserva sobre este tema en particular, diciendo que está preparado para cumplir con todas las otras obligaciones de la convención", sostiene.

Consecuencias

Los defensores de la CDN consideran que es fundamental para la protección de niños y niñas porque establece una obligación legal y moral de los Estados a garantizar su derecho a la salud, educación y seguridad social, y su protección contra la violencia, los conflictos armados, el matrimonio infantil y la explotación.

En ese sentido, señalan que la no ratificación de EE.UU. no solo deja a ese país a contramano del mundo, dañando su reputación internacional y socavando su autoridad en cuestiones que afectan a los niños, hasta el punto de quedar como hipócritas en esta área.

También denuncian que no adherirse a la convención deja a los menores estadounidenses desprotegidos.

"HRW realizó una evaluación de las leyes en los 50 Estados del país y podemos afirmar que ni uno solo tiene leyes que cumplan con los estándares de la convención", afirma Becker.

"Por lo tanto todos los días, los niños en EE.UU. están viviendo con menos protección legal de la que tendrían si EE.UU. ratificara la convención".

Sin embargo, algunos defensores de los derechos infantiles creen que organismos como HRW y otros que hace décadas abogan por la ratificación deberían cambiar su enfoque.

"Debido a la oposición conservadora y a la norma de política internacional de EE.UU. de no ratificar los tratados internacionales de derechos humanos, es probable que EE.UU. nunca ratifique la Convención sobre los Derechos del Niño", escribió en la Revista de Derechos del Niño la académica de la Universidad de Plymouth Charlotte Galvin.

"Si bien algunos activistas pueden estar en desacuerdo, probablemente sería mejor invertir los recursos en presionar al gobierno para que reforme las leyes nacionales que actualmente están en conflicto con las disposiciones de la convención", opinó.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

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Los defensores de la CDN sostienen que los niños estadounidenses están en desventaja por la negativa del país a ratificar el tratado.

Gaza

Por otra parte, también hay quienes relativizan la importancia de la CDN, remarcando que la ONU tiene poco poder para hacerla cumplir, incluso entre quienes la han ratificado.

El caso que hoy genera más polémica es el de Israel, país que firmó la convención en 1990 y la ratificó al año siguiente.

Según Unicef, la guerra que lleva a cabo ese país contra Hamás en la Franja de Gaza, en represalia por los ataques del 7 de octubre de 2023, ha causado la muerte de más de 14.000 niños palestinos.

En septiembre pasado, a Israel le tocó comparecer ante el Comité de los Derechos del Niño, el grupo de expertos que tiene la responsabilidad de supervisar de manera periódica si los países cumplen con las obligaciones legales establecidas por la convención.

En sus conclusiones, el comité realizó una condena muy enérgica de las acciones militares de Israel en Gaza e instó al país a que ponga fin de inmediato a la matanza y las lesiones de niños allí.

"La muerte atroz de niños es casi única en la historia", denunció a la prensa el vicepresidente del comité, Bragi Gudbrandsson.

Sin embargo, esta condena no ha frenado las acciones de Israel, que acusó al comité de tener una "agenda política" y responsabilizó de las muertes de niños palestinos a los dirigentes de Hamás que "se esconden" entre la población civil.

miércoles, 30 de octubre de 2024

La dramática vida de los hibakusha, los sobrevivientes de las bombas atómicas que vivieron con miedo y culpa y ganaron el premio Nobel de la Paz

6 Hibakusha en fotos en blanco y negro

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Pie de foto,Los hibakusha son el testimonio vivo de la devastación y la tragedia que causaron las bombas atómicas


Las bombas de Hiroshima y Nagasaki terminaron con la vida de miles de personas en un instante. Para los sobrevivientes fue solo el comienzo de años de dolorosas heridas, enfermedades, miedo, sentimiento de culpa y discriminación. 

La organización Nihon Hidankyo, que agrupa a los hibakusha o sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades japonesas en 1945, ganó el Premio Nobel de la Paz este año. 

El movimiento representa a los 174.080 sobrevivientes de los bombardeos atómicos que residen en Japón, Corea y otras partes del mundo.

No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos del 6 y el 9 de agosto de 1945.

Los cálculos más conservadores estiman que cinco meses después de los ataques unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades.

Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.

Escombros de edificios en Hiroshima.
Escombros de edificios en Hiroshima.

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Hiroshima quedó arrasada tras la explosión de la bomba.

El mundo ha conocido el relato del horror gracias a los sobrevivientes, a quienes se les conoce como hibakusha, que en japonés significa “persona afectada por la bomba atómica”.

Sus testimonios no solo dan cuenta de lo que vieron, sino de los traumas que aún llevan dentro.

“Hay muchos hibakusha que son narradores sociales, pero no son capaces de contarle su propia historia a sus hijos”, le dice a BBC Mundo Yuka Kamite, profesora de Psicología en la Universidad de Hiroshima, quien ha estudiado la salud mental de los hibakusha.

Una dura batalla

Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.

¿Cómo ha sido la vida de los hibakusha y por qué sobrevivir a la bomba fue solo una parte de la dura batalla que han dado para llevar una vida digna?

Miedo

Los hibakusha que recibieron el impacto de la bomba sufrieron quemaduras y heridas que marcaron sus cuerpos y sus rostros.

Una sobreviviente con quemaduras en la cara
Una sobreviviente con quemaduras en la cara

Fuente de la imagen,Getty Images


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Muchos sobrevivientes sufrieron quemaduras y de los efectos de la radiación.

Aquellos que estuvieron expuestos a mayores dosis de radiación, aunque a primera vista parecían ilesos, luego mostraron síntomas como pérdida del pelo, sangrado y diarrea.

Luego se reportó un aumento en enfermedades como el cáncer y la leucemia.

"Todavía siento miedo de que se me puedan manifestar las consecuencias de la radioactividad y morir en cualquier momento", le dice a BBC Mundo Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de Nagasaki que tenía 6 años el día de la explosión y hoy vive en México.

Ese miedo los llevó a una vida de estrés, confusión, incertidumbre y ansiedad. Incluso vivían con temor de pasarle los efectos de la radiación a sus hijos.

“Los efectos de la radiación son invisibles, eso los hizo sentirse inestables e intranquilos, sin saber qué iba a pasar con su futuro”, le dice a BBC Mundo Hibiki Yamaguchi, investigador en el Centro para la Abolición de Armas Nucleares de la Universidad de Nagasaki.

Dos sobrevivientes con heridas

Dos sobrevivientes con heridas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Las bombas causaron heridas físicas y psicológicas.

El miedo marcó para siempre la salud mental y emocional de muchos hibakusha.

Luli van der Does, profesora en el Centro para la paz de la Universidad de Hiroshima que ha estudiado los efectos de la bomba en los sobrevivientes, menciona algunos ejemplos de cómo el miedo se quedó grabado en sus mentes.

“Algunos no pueden comer pescado seco porque les recuerda el olor de los cuerpos quemados”, le dice van der Does a BBC Mundo.

“Otros se tuvieron que ir de Hiroshima y nunca volvieron a visitar su ciudad, otros dicen que no pueden comer pepinos, porque ante la falta de medicinas tras la bomba era lo único que podían usar para curar sus heridas”.

Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente
Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente

Fuente de la imagen,Cortesía/Marcos González


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Yasuaki Yamashita tenía 6 años cuando explotó la bomba en Nagasaki. Hoy, a sus 81 años, vive en México.

“En casos más severos, dicen que no pueden cruzar puentes ni ver ríos, porque comienzan a recordar los cadáveres que veían flotando tras la explosión”.

El miedo les afectó su salud emocional pero, además, los lanzó a una realidad que hizo aún más difícil su lucha por llevar una vida soportable después de la bomba.

Discriminación

Las heridas físicas, el temor a que los efectos de la radiación pudieran ser contagiosos y los traumas psicológicos de los hibakusha llevaron a que muchos comenzaran a ser discriminados por su condición.

“La gente temía que los sobrevivientes tuvieran una enfermedad contagiosa”, recuerda Yamashita.

“Decían: ‘Hay que separarlos, no hay que casarse con ellos, no hay que tener amistad con ellos’”.

El temor a la discriminación llevó a que muchos ocultaran su condición de hibakusha o se negaran a hablar de ello.

“Aquellos que tenían queloides [crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz] en el cuerpo usaban mangas largas para cubrir sus cicatrices, incluso en pleno verano”, dice la profesora Kamite.

Una persona muestra sus cicatrices abultadas
Una persona muestra sus cicatrices abultadas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Los sobrevivientes ocultaban sus cicatrices queloides por miedo a la discriminación.

También se les hacía difícil conseguir y conservar sus trabajos. Así lo recuerda Yasuaki Yamashita:

“Cuando salí de la preparatoria comencé a trabajar y casi al mismo tiempo comencé a sufrir los efectos de la radiación.

Empecé a perder la sangre, evacuaba sangre, vomitaba sangre, entonces no podía trabajar.

Si conseguía un trabajo, venía esa enfermedad y tenía que renunciar, así duré como dos años.

Mucha gente me decía que yo era un flojo, que no quería trabajar, pero no era eso, era que simplemente no podía trabajar. Yo necesitaba trabajar, pero no podía”
.

Para las mujeres la situación muchas veces era aún más difícil.

En esa época casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

Setsuko Thurlow

Setsuko Thurlow

Fuente de la imagen,Getty Images


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Setsuko Thurlow recuerda que cuando era joven, poder casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

“Era casi la única cosa que una mujer esperaba”, recuerda Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima, quien en julio compartió sus recuerdos durante un evento en línea para conmemorar el 75 aniversario de las bombas.

“Con esas cicatrices queloides, esas mujeres perdían la fe y la esperanza en la vida”, dijo Thurlow, quien en 2017 recibió en nombre de los sobrevivientes el Premio Nobel de Paz que se le otorgó a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés).

Keiko Ogura, otra sobreviviente de Hiroshima, recuerda que vivió esa discriminación en carne propia. Así lo contó en conversación con BBC Mundo:

“Tenía 8 años, era solo una niña pequeña en la escuela elemental, pero sabíamos que no debíamos decir que habíamos estado en la ciudad ese día. Si decíamos algo relacionado con la radiación, no nos podríamos casar.

No decíamos que éramos sobrevivientes. Teníamos un certificado de sobrevivientes y al mostrarlo en el hospital podíamos recibir tratamiento médico que ayudaba a pagar el gobierno. Sin embargo, la gente nos decía ‘no muestres eso’
.

Keiko Ogura 
Keiko Ogura

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A Keiko Ogura le enseñaban que no debía decir que era una sobreviviente de la bomba.

Al principio yo no le prestaba atención, sentíamos que todos compartíamos el mismo destino, pero cuando ya era una mujer en edad de casarme, a los 18 o 20 años, los hombres jóvenes de fuera de la ciudad me preguntaban "Keiko, ¿dónde estabas al momento de la bomba?Por mi parte no hay problema, pero a mis padres les preocupa".

Sé que muchas otras personas también tuvieron esa experiencia
”.

La profesora Van der Does cuenta que cuando llegaba el momento de casarse, algunas personas contrataban detectives para investigar si la pareja había estado en Hiroshima al momento de la bomba.

Otros, por su parte, sintieron esa discriminación de una manera más sutil o indirecta, y los puso en una posición vulnerable ante la sociedad. Una "discriminación silenciosa", como la llama la profesora Van der Does.

Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.
Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.

Fuente de la imagen,Cortesía Yoshiro Yamawaki


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Yoshiro Yamawaki lamenta no haber podido estudiar una carrera porque tras la muerte de su padre tuvo que dedicarse a trabajar. 

“No sabes exactamente qué tipo de discriminación estás sufriendo, pero simplemente la sientes en tus interacciones sociales, o al darte cuenta de que a lo largo de tu vida has recibido un trato injusto”, explica.

Yoshiro Yamawaki, sobreviviente de Nagasaki, es uno de esos casos de discriminación silenciosa.

"La bomba mató a mi padre, mi madre tenía siete hijos y no podía hacerse cargo de ellos. Por eso, tuve que dedicarme a trabajar, sin poder ir a la universidad, creo que eso fue una forma de discriminación", dice Yamawaki en conversación con BBC Mundo.

Según explica Van der Does, es difícil conocer el daño psicológico y emocional que sufrieron los hibakusha porque muchos murieron sin ser capaces de hablar de ello.

Keiko Ogura con 8 años.

Keiko Ogura con 8 años.

Fuente de la imagen,Cortesía Keiko Ogura


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Keiko Ogura tenía 8 años cuando estalló la bomba en Hiroshima.

"Hay muchos que no han admitido ser hibakusha por el miedo a la discriminación", dice la investigadora.

En una reciente encuesta que Van der Does realizó entre 1.652 hibakusha de Hiroshima y Nagasaki, encontró que el 31% de ellos ha sufrido varios tipos de trato discriminatorio a lo largo de su vida.

Esa discriminación en ocasiones se dio entre los mismos hibakusha.

“Los hibakusha conocían mejor que nadie lo que les ocurría, por eso muchas veces se discriminaban entre ellos”, dice Hibiki Yamaguchi, de la Universidad de Nagasaki.

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

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En 2017 Thurlow asistió a la ceremonia del Premio Nobel representando a las víctimas de los bombardeos.

Según Van der Does, esa discriminación era fruto del miedo y de la desesperación por vivir. “Estaban luchando por sobrevivir, tenían que competir entre ellos por lograr algún tipo de ayuda”, dice la profesora.

Culpa

Al miedo y a la discriminación con que cargaban los hibakusha muchas veces se les sumó un sentimiento de culpa por haber escapado con vida o haber sido incapaces de ayudar a quienes pedían auxilio.

Ese sentimiento de culpa de los sobrevivientes les causó sufrimiento a largo plazo, explica la psicóloga Kamite.

Hiroshima destruida tras la bomba
Hiroshima destruida tras la bomba

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Muchos hibakusha desarrollaron un sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a las personas heridas. Así lo recuerda la sobreviviente Keiko Ogura:

“Yo, al igual que el 90% de los sobrevivientes, tuve un sentimiento de culpa porque vi morir a familiares y amigos. Después de la explosión vimos gente bajo los edificios derrumbados pidiendo ayuda, pero no podíamos ayudarlos, estaban atrapados. Las madres trataban de sacarlos pero era muy difícil.

Luego, el fuego se esparció tan rápido que no tuvieron más opción que irse del lugar.

Eso los hizo preguntarse: ¿por qué no pude cumplir con el deber de ayudar a mis hijos hasta el último momento?

Tras la explosión, dos personas muy heridas se me acercaron y solo decían 'agua, agua'. Yo les di de beber y luego murieron frente a mí. En ese momento no lo entendía, era solo una niña de 8 años, pero comencé a culparme porque sentía que los había matado. Sentía que si no les hubiera dado agua, ellos no estarían muertos. Me sentí así durante más de 10 años"
.

Yasuaki Yamashita hablando en un foro
Yasuaki Yamashita hablando en un foro

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Algunos hibakusha cuentan su historia en eventos públicos, pero otros prefieren permanecer en silencio. Según los expertos, la dificultad que muchos sobrevivientes tienen para hablar de su experiencia les ha afectado sus vidas.

“El velo de silencio sobre estos temas funcionó para ocultar las transgresiones ocasionadas por las secuelas atómicas”, dice Kamite.

Contra el silencio

Algunos hibakusha, sin embargo, han combatido ese silencio y comparten sus historias con los medios o como parte de campañas en contra de la proliferación de armas nucleares.

“Algunos están motivados por la ira, otros por un sentido de misión social, y otros pueden estar motivados por la respuesta al trauma”, dice Kamite.

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

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Algunos hibakusha se convirtieron en activistas en contra de las armas nucleares.

La profesora, sin embargo, advierte que son solo unos pocos quienes participan en estas actividades sociales y que es probable que muchos hibakusha hayan sido una “mayoría silenciosa”.

Van der Does, por su parte, explica que con el tiempo los hibakusha lograron construir un sentido de comunidad que los ayudó a ganar aceptación en la sociedad.

“Se convirtieron en líderes en la lucha por el desarme nuclear”, dice la profesora. "Pasaron de ser víctimas a creadores de un mundo nuevo".
 
 *Este artículo fue publicado originalmente en 2020, a propósito del 75 aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. 


"Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos": quién fue Robert Oppenheimer, el arrepentido padre de la bomba atómica

domingo, 11 de febrero de 2024

"EE.UU. prometió que no se ampliaría la OTAN y ha sucedido cinco veces": 6 frases destacadas de la entrevista a Vladimir Putin con Tucker Carlson

Desde que lanzó su invasión de Ucrania en febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no había concedido entrevistas a ningún periodista occidental. Hasta ahora.

Este jueves, se transmitió una inusual entrevista que Putin le dio esta semana al polémico periodista estadounidense Tucker Carlson.

Carlson tenía el programa de mayor audiencia en Fox News hasta abril de 2023, cuando la cadena lo despidió sin dar explicaciones. En la actualidad, tiene su propia empresa independiente, la Tucker Carlson Network, y también realiza transmisiones en X.

Allí difunde principalmente entrevistas amigables con políticos de derecha, incluyendo al exmandatario Donald Trump.

Durante la entrevista de este jueves, Putin ha puesto en cuestión el carácter nacional de Ucrania y ha justificado su “operación militar especial” contra Kiyv con sus conocidos argumentos sobre la amenaza que supone para Rusia la ampliación de la OTAN.

Además, ha asegurado no tener ningún interés en invadir Polonia o algún otro país de la OTAN.

La entrevista llegó precedida de controversia. Algunos analistas la interpretan como un intento de Putin de influir al electorado estadounidense en un año en que de nuevo deberá elegir a su presidente.

También destacan que se produce en un momento en el cual el Congreso de Estados Unidos está teniendo dificultades en las negociaciones para aprobar más fondos para dar ayuda militar a Ucrania debido a la negativa de legisladores republicanos cercanos a Donald Trump.

El exmandatario se ha quejado por los miles de millones de dólares en ayuda que ha enviado Washington a Ucrania y ha abogado por una desescalada del conflicto.

También hubo polémica por un video promocional difundido previamente por Carlson en el que aseguró que "ningún periodista occidental" se había interesado en entrevistar a Putin desde 2022 para escuchar sus argumentos.

Sus comentarios provocaron críticas pues hay gran cantidad de periodistas de distintos medios que aseguran haber pedido repetidamente entrevistas con el mandatario ruso que nunca fueron concedidas. Entre estos se encuentra Steve Rosenberg, editor para Rusia de la BBC.

El portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, confirmó que han rechazado otras entrevistas antes de la de Carlson.

Estos han sido algunos de los mensajes más destacados de Putin durante la entrevista.

1. Invadir Polonia, Lituania u otro país de la OTAN “está absolutamente fuera de discusión” Carlson y Putin FUENTE DE LA IMAGEN, REUTERS

El líder ruso descartó invadir Lituania, Polonia o cualquier otro país de la OTAN, afirmando que esa posibilidad “está absolutamente fuera de discusión”.

La invasión de Ucrania alimentó los temores de los países bálticos, Polonia y otros países europeos de que Rusia podría lanzar sus fuerzas también contra ellos.

De hecho, preocupados por esa posibilidad, Finlandia y Suecia, países que tradicionalmente habían permanecido neutrales en el pulso entre Moscú y Occidente decidieron solicitar su ingreso en la OTAN

En la entrevista, Putin ha descartado la posibilidad de otra invasión. Ha dicho que solo sucedería en un caso, “si Polonia ataca Rusia”.

En las semanas previas a la ofensiva de las tropas rusas contra Ucrania, Moscú también negó reiteradamente que estuviera planeando la invasión de la que alertaba Estados Unidos y sus servicios de inteligencia.

Aunque el mandatario ruso rechazó toda posibilidad de ataque contra un país de la OTAN, subrayó que la alianza atlántica debe aceptar que Rusia se quede con los territorios ucranianos que ha conquistado desde el inicio de las hostilidades.

2. Si EE.UU. quiere que se acabe la guerra "tiene que dejar de suministrar armas [a Ucrania]. Se acabaría en unas pocas semanas"

Tucker Carlson FUENTE DE LA IMAGEN, REUTERS Pie de foto,

El periodista estadounidense Tucker Carlson entrevistó a Putin en Moscú

Carlson le preguntó al presidente ruso si había considerado dialogar directamente con el mandatario estadounidense, Joe Biden, para buscar un acuerdo que acabe con la guerra de Ucrania.

Putin fue enfático en asegurar que hay contacto entre algunas agencias rusas y estadounidenses pero que “no hay nada de qué hablar” mientras EE.UU. siga enviando armas a Ucrania, una política que calificó como "error estratégico".

“Te diré realmente lo que estamos queriendo hacerle entender al liderazgo estadounidense: si realmente quieres dejar de pelear, tienes que dejar de suministrar armas. Se acabaría en unas pocas semanas”, dijo.

La respuesta de Putin se da en un momento en el que el Senado estadounidense aprobó una propuesta de ley que ampliaría la ayuda militar a Ucrania en US$61.000 millones, pero que enfrenta una fuerte oposición en la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, entre los cuales hay decenas de aliados de Trump que reiteradamente han votado en contra de la ayuda a Kyiv.

En contraposición a esta postura de Putin, los partidarios de Ucrania suelen decir que es Moscú el que debe dejar las armas.

"Si Rusia deja de atacar, se acaba la guerra. Pero si Ucrania deja de defenderse, se acaba Ucrania", aseguran.

3. "No pueden infligir una derrota estratégica a Rusia"

El líder ruso se refirió al desarrollo armamentístico que ha impulsado en Rusia.

Lo justificó a partir de la negativa de sucesivos gobiernos estadounidenses a aceptar sus propuestas de desarme y desnuclearización.

Aunque rechazó que su país esté planeando iniciar acciones ofensivas contra nadie, Putin recordó los que considera avances de la industria militar rusa, como los sistemas hipersónicos de armamento, más avanzados, según dijo, que los de otros países.

Advirtió que los gobernantes occidentales se han percatado de que "no pueden infligir una derrota estratégica a Rusia", dijo.

4. "Ucrania es un Estado artificial que se formó por voluntad de Stalin"

Joseph Stalin FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Gran parte de la entrevista se fue en recuentos históricos

Durante la entrevista, Putin hizo una gran cantidad de referencias históricas, algunas yéndose tan lejos como el siglo XIII.

Sin embargo, hizo gran énfasis en los detalles de la historia de la Unión Soviética en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

En particular, dijo que la idea de Ucrania como un estado que formaba parte de la URSS había surgido “inexplicablemente” de la mente del líder soviético Vladimir Lenin.

Aseguró que la creación de Ucrania fue producto de un programa de “indigenización” de las regiones que había impuesto la URSS en sus territorios, buscando promover lenguajes y culturas nacionales.

Agregó que al terminar la guerra, bajo el mandato de Stalin, Ucrania había recibido regiones tanto de Polonia como de Hungría, en las que aún vivían personas que hablaban húngaro o polaco.

Su conclusión: “Ucrania es un estado artificial que se formó a la voluntad de Stalin”.

Sin embargo, el historiador Matthew Lenoe, de la Universidad de Rochester, ha señalado que si bien es probable que la historia del estado ucraniano no pueda hallarse antes de 1918, no hay duda de que en la actualidad es un estado nación.

“Putin asegura que no hay una historia ucraniana separada de la rusa, pero eso no es verdad”, dijo Leone en una entrevista en marzo de 2022.

“Entre los hablantes de ucraniano y en las tierras que ahora componen Ucrania, hubo muchas experiencias diferentes. En ocasiones pertenecieron a diferentes estados y reinos. Pero hubo interacción entre hablantes de ucraniano a lo largo de gran parte de esta historia y desarrollaron una identidad común, especialmente después de mediados del siglo XIX”, agregó.

5. “Se puede alcanzar un acuerdo” para la liberación del periodista estadounidense encarcelado en Rusia Evan Gershkovich FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES Pie de foto,

El periodista estadounidense Evan Gershkovich está en poder de las autoridades rusas desde marzo de 2023

Putin se refirió a la situación de Evan Gershkovich, el periodista de “The Wall Street Journal” encarcelado en Rusia bajo cargos de espionaje.

Putin dijo que creía que se podría llegar a un acuerdo para liberar a Gershkovich, de 32 años, "si nuestros socios toman medidas recíprocas".

"Los servicios especiales están en contacto. Están hablando... Creo que se puede llegar a un acuerdo".

Gershkovich, reportero del Wall Street Journal, fue arrestado en la ciudad de Ekaterimburgo, a unos 1.600 kilómetros al este de Moscú, el 29 de marzo del año pasado.

En enero, Rusia volvió a prorrogar su prisión preventiva hasta finales de marzo. Se enfrenta a hasta 20 años de prisión si es declarado culpable.

Carlson preguntó a Putin si estaría dispuesto a liberar al periodista inmediatamente y dijo: "Lo traeremos de regreso a Estados Unidos".

El diario para el que trabaja y el gobierno estadounidense aseguran que el reportero fue detenido ilegalmente.

Putin insinuó a quién aceptaría Rusia en un intercambio de prisioneros. Mencionó "una persona, por sentimientos patrióticos, [que] eliminó a un bandido en una de las capitales europeas... durante los acontecimientos en el Cáucaso".

Es casi seguro que era una referencia a Vadim Krasikov, un asesino del FSB actualmente en prisión en Alemania después de matar a tiros a un oficial militar georgiano, Zelimkhan Khangoshvili, en un parque de Berlín en 2019.

6. “Estados Unidos prometió que no se ampliaría la OTAN y ha sucedido cinco veces” Putin durante la entrevista FUENTE DE LA IMAGEN, REUTERS

Parte de la larga explicación histórica que Putin le dio a Tucker Carlson se refirió a las distintas ocasiones en las que EE.UU. le habría dicho a Rusia que la OTAN no se expandiría hacia el este, al vecindario de Rusia.

Según el presidente ruso, varios mandatarios (aunque no nombro a ninguno concretamente) le prometieron al Kremlin que la OTAN no se extendería. Para Putin, con la disolución de la URSS, ya no existía necesidad para tal organización.

Sin embargo, el argumento de Putin no es nuevo. El predecesor de Putin, Boris Yeltsin, aseguró que la expansión de la OTAN hacia el este era “ilegal” en 1993.

Argumento parecido hizo Yevgeny Primakov, ex canciller ruso, al decir que había recibido el compromiso de que “ningún país que salga del Pacto de Varsovia ingresará en la OTAN”.

Sin embargo, según Kristina Spohr, profesora de Historia Internacional de la London School of Economics, el único compromiso que se hizo con Rusia ocurrió tras la caída de muro de Berlín, cuando Moscú aceptó sacar 380.000 soldados que tenía posicionados en Alemania Oriental y se remplazarían con fuerzas de la OTAN.

En ese momento, James Baker, secretario de Estado de George H.W. Bush, le habría dicho que las tropas de la OTAN no se moverían “ni una pulgada al este”, pero refiriéndose a la frontera entre Alemania occidental y oriental.

línea Lo más revelador fueron las cosas que no se discutieron

Análisis de Will Vernon, periodista de la BBC en Washington

Lo más probable es que Vladimir Putin esté contento con el desarrollo de esta entrevista.

Tucker Carlson permitió que el líder del Kremlin hablara extensamente con muy pocos desafíos.

Putin recicló sus trilladas falsedades sobre la historia de Ucrania (cree que es una invención moderna y no un país “real”), sus quejas históricas sobre la desintegración de la Unión Soviética y la expansión de la OTAN.

También habló extensamente sobre el inicio de la invasión a gran escala en Ucrania, repitiendo sus falsas afirmaciones de que Rusia no atacó a Ucrania; Moscú, según Putin, sólo estaba respondiendo a amenazas a su seguridad nacional.

Lo más revelador no fue lo que se discutió, sino las cosas que no se discutieron.

Tucker Carlson no hizo ningún intento de presionar a Vladimir Putin sobre los crímenes de guerra cometidos por soldados rusos, el traslado forzoso de niños ucranianos a Rusia (por lo que la CPI emitió una orden de arresto contra Putin), el asesinato de rivales políticos o el encarcelamiento del líder de la oposición Alexei Navalny.

Sin embargo, se habló del periodista encarcelado del Wall Street Journal, Evan Gershkovich. Vladimir Putin afirmó: “Los servicios especiales están en contacto entre sí. Están hablando... Creo que se puede llegar a un acuerdo”.

A continuación, el presidente ruso dejó caer una insinuación. Mencionó a “una persona, [que] por sentimientos patrióticos, eliminó a un bandido en una de las capitales europeas… durante los acontecimientos en el Cáucaso”.

Es casi seguro que se refiere a Vadim Krasikov, un asesino del FSB actualmente en prisión en Alemania después de matar a tiros a un georgiano, Zelimkhan Khangoshvili, en un parque de Berlín en 2019. El año pasado, hubo informes no confirmados de que Rusia está tratando de involucrar a Krasikov en una especie de intercambio de prisioneros por Evan Gershkovich.

jueves, 14 de septiembre de 2023

_- "En La Moneda se respiraba el aliento de la muerte": los detalles del golpe del 11 septiembre en Chile revelados por Joan Garcés, el asesor más cercano a Allende

Joan Garcés
Pie de foto,

_- El doctor en Ciencias Políticas, Joan Garcés, fue asesor y amigo de Salvador Allende.

De traje y corbata, el abogado Joan Garcés (Valencia, 1944) abre la puerta de su oficina con una sonrisa.

Son las 5 de la tarde de un día de septiembre en Madrid, la capital de España.

Sobre su escritorio hay una fotografía donde aparece junto al expresidente de Chile, Salvador Allende (1970-1973), y Óscar Agüero, exembajador de Chile en España.

“Eso fue un fin de semana de 1972. Estábamos en la casa de campo que [Allende] tenía en las afueras de Santiago”, recuerda, con algo de nostalgia.

Joan Garcés es un testigo privilegiado de lo que ocurrió en Chile el 11 de septiembre de 1973.

El español llegó al país sudamericano un par de años antes, atraído por la historia de Allende, con quien forjó una fuerte amistad.

En 1970, cuando Allende se convirtió en el primer presidente socialista del mundo en llegar al poder a través de la vía democrática, Garcés pasó a ser su asesor más cercano.

Tres años más tarde -y tras meses de polarización y tentativas de alzamientos militares fracasadas-, las Fuerzas Armadas, lideradas por Augusto Pinochet, derrocaron al gobierno de la Unidad Popular (UP), dando lugar a un régimen militar que duró 17 años y dejó cerca de 40.000 víctimas, entre ellas más de 3.000 muertos y desaparecidos.

El día del ataque, Joan Garcés estuvo en el palacio presidencial junto a Allende. Se mantuvo a su lado hasta que el mandatario le ordenó abandonar La Moneda con el fin de que le transmitiera al mundo lo que allí había ocurrido. Allende moriría poco después.

Garcés no solo cumplió con la tarea que le encomendó -con libros como “Allende y la experiencia chilena” o conferencias-; también acabó convirtiéndose en artífice de la histórica detención de Pinochet en Londres, en 1998.

Reacio a dar entrevistas, y sobre todo a revelar fragmentos de su vida personal, Joan Garcés cuenta a BBC Mundo detalles inéditos sobre el 11 de septiembre y los días posteriores, como su compleja huida de Chile.

También hace especial énfasis en la responsabilidad de Estados Unidos en el quiebre democrático en Chile y pide una condena pública a la Casa Blanca, luego de que la desclasificación de diversos registros evidenciara su rol en el golpe.

Salvador Allende junto a Joan Garcés,

En esta fotografía inédita aparece Salvador Allende junto a Joan Garcés y Óscar Agüero, exembajador de Chile en España, en 1972.

Quiero partir transportándolo al 11 de septiembre de 1973. ¿Qué recuerda de ese día?

Ese día era una fecha importante porque al mediodía el presidente Allende tenía previsto pronunciar un discurso anunciando al país medidas económicas de emergencia y la convocatoria de un referéndum para que los ciudadanos pudieran elegir el camino a seguir: el que le ofrecía el gobierno o el que le ofrecía la oposición.

Entiendo que, ese día, usted estaba en la casa presidencial desde temprano…

La noche del 10 de septiembre hubo una reunión que terminó a la 1:30 de la madrugada con el presidente, el ministro de Defensa (Orlando Letelier), el del Interior (Carlos Briones), el director de Televisión Nacional (Augusto Olivares) y yo.

Preparamos el discurso que Allende iba a pronunciar al día siguiente.

Y yo pasé la noche en la residencia del presidente porque la reunión de trabajo iba a continuar en la madrugada.

Pero el director de Televisión Nacional, que también había dormido ahí, me despertó a eso de las 7:15am diciéndome que había una sublevación en el puerto de Valparaíso, de la Marina.

Y entonces…

Entonces nos fuimos al palacio presidencial, junto al presidente.

El presidente ingresó con la información de que el Ejército era leal y ocupó su puesto de mando para dirigir la defensa del sistema constitucional y a medida que fueron pasando los minutos fue entrando la información de que el golpe estaba en desarrollo.

A las 8:30 de la mañana entró el primer mando de la junta pidiéndole a Allende que entregara su legitimidad como jefe de Estado a la junta militar, cosa a la que evidentemente él se negó.

Alrededor de las 9, el presidente pronunció su última alocución y cuando terminó, se inició el asalto de infantería, el ataque de blindados y aéreo que duró hasta cerca de las 13:30 horas, en el que el palacio estaba ardiendo, con humo, no se podía respirar.

El presidente le ordenó a sus colaboradores que abandonaran el palacio porque era imposible continuar allí por el humo y el fuego.

¿Usted se mantuvo al lado del presidente todo el tiempo?

Sí, yo estuve con él. Lo acompañé toda la mañana hasta las 11:15 horas, que fue cuando él me dijo que saliera y me preservó la vida.

¿Cómo fue ese diálogo, cuando Salvador Allende le ordenó que abandonara La Moneda?

Fue en el momento en el que él reunió a todos sus colaboradores, a eso de las 11 de la mañana. Él explicó que su obligación y deber era defender lo que él representaba como jefe de Estado y jefe de las Fuerzas Armadas. Pero que no tenía sentido que los demás muriéramos y nos dejó en libertad.

En ese momento se dirigió a mí, no sé por qué, y me pidió que saliera. Y yo le pregunté por qué, por qué a mí. Y me dio razones.

Una de ellas fue que alguien tenía que contar lo que ahí había pasado.

“Y solamente usted puede hacerlo”, me dijo. Porque yo era su más directo colaborador. Miró a los demás compañeros y todos asintieron.

Me acompañó hasta la puerta y salí. Por eso estoy vivo

La Moneda protegida por la policía chilena, Carabineros, a las 8 de la mañana del 11 de septiembre de 1973. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

La Moneda protegida por la policía chilena, Carabineros, a las 8 de la mañana del 11 de septiembre de 1973.

En el momento en el que estaba en la puerta de La Moneda, ¿dudó en salir?

Dudé, manifesté mi desacuerdo y por eso Allende me dio razones. Porque yo objeté su decisión. Pero evidentemente tenía toda la razón.

¿Alguna vez se arrepintió de salir?

No puedo arrepentirme puesto que me salvó la vida.

Le cuento una anécdota.

Dos días después del golpe, el director general de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, perteneciente a la ONU), Enrique Iglesias, se dirigió al almirante (Ismael) Huerta, que dirigía el Ministerio de Relaciones Exteriores de los golpistas, para interceder por mí.

Y este le dijo que si había una persona a la cual querían detener por encima de todas era al secretario general del Partido Socialista (Carlos Altamirano) y a mí, el asesor personal del presidente.

Y de hecho, en las actas secretas de la junta, en la número dos, fechada el día 13 de septiembre, hay tres líneas en la que la junta acuerda detenerme si yo era localizado.

Es decir, manifiestamente Allende me salvó la vida.

Volviendo al ataque en La Moneda. ¿En algún momento estuvo incrédulo de lo que estaba pasando? Se lo pregunto por la cantidad de intentos de golpe que hubo antes de ese 11 de septiembre...

Yo traía una pequeña radio portátil y a las 8:30 de la mañana, cuando escuché al bando de los insurrectos pidiéndole a Allende la transmisión del mando, me quedó clarísimo que la información que teníamos hasta ese momento, de que el Ejército era leal, era incorrecta.

Cuando empezó el ataque, que fue mi bautismo de fuego, fue realmente impresionante... Cuando uno ve que están ametrallando, atacando con cañonazos.

Nosotros, los colaboradores del presidente, estábamos muy impactados por lo que estaba pasando. Lo que contrastaba con la absoluta serenidad y tranquilidad del presidente.

Ese día, él estuvo muy sereno y dueño de sí mismo.

¿Y usted cómo estaba?
Sentía que podía morir. En ese momento se piensa en la muerte.

Tomé un teléfono y llamé a una persona amiga. Le di la dirección y el teléfono de mis padres en España para que les explicara por qué había muerto.

Me estaba despidiendo de la vida.

¿Estaba dispuesto a morir allí?
No solo yo.

Cuando el presidente reunió a todos sus colaboradores civiles, diciéndoles que estaban en libertad de salir, ninguno salió.

Todos se quedaron con él.

Después del asalto, los detuvieron a todos, a la mayoría los torturaron, los asesinaron y algunos desaparecieron.

El equipo personal del presidente de Chile fue exterminado en exactamente 48 horas.

¿Qué más recuerda de ese día?
Recuerdo que esa mañana llegué a La Moneda con mi cartera con los documentos de trabajo, con el discurso que para ese día estaba previsto.

Cuando iba a salir, el presidente me acompañó hasta la puerta principal y me preguntó: “¿Qué lleva usted en esa cartera?”. “Bueno, los documentos con los que hemos estado trabajando”. Y me dijo: “Mejor la deja”.

Se la dejé a su jefe de prensa, que lo llamaban el Negro Jorquera porque era muy moreno. Pero me di cuenta de que la tez de su cara estaba verde…

Es decir, se respiraba el aliento de la muerte en ese momento dentro del Palacio.

Durante el ataque a La Moneda, ¿usted tuvo que tomar armas en algún momento?
No. El riesgo de un golpe de Estado estuvo presente desde antes que Allende asumiera.

Hubo una decena de intentos de golpe de Estado que fueron sofocados por la jerarquía constitucionalista de las Fuerzas Armadas.

Si Allende pudo asumir la presidencia en noviembre de 1970 es porque en las Fuerzas Armadas había oficiales constitucionalistas, un Ejército republicano.

Y eso estuvo presente durante los tres primeros años y fue lo que sostuvo al gobierno frente a la conspiración impulsada por Estados Unidos. Hasta que a fines del mes de agosto del 73 se produce la traición.

Joan Garcés
Así como el comandante en jefe (René Schneider) en octubre de 1970 se negó a cumplir las órdenes de Washington y dar el golpe, lo que le costó la vida*, el general que comandó el Ejército a fines de agosto (Augusto Pinochet) encabezó la traición.

Por consiguiente, desde octubre de 1970, Allende formó unos escoltas personales de jóvenes militantes del Partido Socialista que estaban identificados con el programa de gobierno.

Y esos jóvenes, unos 15 o 20, estaban dentro del palacio (el 11 de septiembre), eran sus escoltas personales, y todos tenían formación en manejo de armas.

Son ellos los que hicieron frente al ataque. Son los héroes, junto al presidente, de una batalla que militarmente no tenía desenlace equívoco.

Para el presidente, fue una batalla de carácter política y moral, frente a una traición y un ataque tan brutal contra las instituciones del Estado.

Y esa batalla Allende la dio por sentido político. Él era un político. Y fue su última batalla política.

Y si estamos hablando de ese día hoy, 50 años después, es porque política y moralmente esa batalla la ganó al costo de su vida.

Salvador Allende en medio del ataque a La Moneda el 11 de septiembre de 1973. 

Esta es la última fotografía que muestra a Salvador Allende con vida en medio del ataque a La Moneda.

¿Dónde se refugió después de salir de La Moneda?

Al salir de La Moneda me fui a la residencia de una persona (Joaquín Leguina), amigo de mi hermano, con la que no había estado nunca y que no formaba parte de mi círculo personal y, aunque me buscaban, no lo hacían ahí.

¿Y qué pasó allí?

No podíamos salir porque había toque de queda.

Él (Leguina) es un escritor y en uno de sus libros cuenta esas 72 horas en que yo estuve en su casa y todavía está temblando… Por lo que significaba en ese momento, en medio de una dictadura brutal, donde asesinaban y mataban, donde tu nombre está en la televisión y la radio… Él era consciente de que si me encontraban en su casa, él mismo podía ser detenido y podían matarlo.

En ese momento, la vida no valía nada.

¿Y usted también temblaba?
No, yo tengo un temperamento en que ante un desafío, me tranquilizo.

Cuando se levantó el toque de queda, me llegó la información de que los tres cuerpos diplomáticos españoles, el nuncio del Vaticano, el representante de la Cepal y el embajador (español) me ofrecían su residencia. Un gesto muy bonito.

Tras un análisis político y militar, decidí ir a la residencia de quien tenía un ejército detrás, es decir, del embajador de España.

Y fue una opción decisiva.

¿No le generó incomodidad abandonar Chile con la ayuda del embajador español, que representaba a Francisco Franco?
Lo primero que dije cuando entré a la embajada fue: embajador, lamento conocerlo en estas circunstancia. Porque me habían invitado a las recepciones de la embajada pero yo no iba, era una manera de manifestar que yo estaba en oposición al franquismo.

(Enrique Pérez Hernández) era un embajador del general Franco y además conservador.

Y sin embargo, me acogió en su casa e hizo una gestión brillantísima para conseguir un salvoconducto y poder salir del país sin consultar a Madrid. Ese fue el mérito. Porque si hubiese consultado, posiblemente el gobierno le hubiera dicho que de ninguna forma. Los militares me estaban buscando.

Él me contó que una noche, estando ya en la cama, una patrulla militar le pidió permiso para entrar (a su residencia).

Le dijeron: “Queremos saber si Joan Garcés está aquí”. “Yo les digo que aquí no está”, respondió él, apuntando con sus dedos hacia la planta baja. Y claro, ahí yo no estaba, estaba arriba.

La junta militar conformada por Gustavo Leigh, Augusto Pinochet, José Toribio Merino y César Mendoza.

¿Cómo se fue de Chile?
En la semana siguiente al golpe, España envió a Chile un avión chárter, de esos que se prestan en situaciones de catástrofe, con mantas, medicinas, etc.

Y la junta militar citó al embajador para agradecerle a España el gesto que había tenido de enviar ese avión.

En ese momento, en una situación en que el jefe de la junta militar le estaba dando las gracias, fue cuando el embajador le dijo: “Tengo un favor que pedirle: un salvoconducto para Joan Garcés”.

“¿Pero cómo es posible que usted, embajador del general Franco, me pida un salvoconducto para un socialista, asesor personal de Salvador Allende?”, le respondió.

Y el embajador le dijo: “Efectivamente, las ideas del general Franco son muy distintas pero es un español y está en territorio español. Y en estos asuntos está por el medio el honor y la bandera. España no se los va a entregar a ustedes”.


“Pero es una decisión que yo no puedo tomar, la junta ya decidió detenerlo”.

Y entonces el embajador le dijo: “¿Pero cómo si usted es el jefe de la junta? ¿El comandante en jefe del Ejército no tiene autoridad para hacer un salvoconducto?”. Y le picó el amor propio.

La conversación terminó diciendo: “Bueno, haré lo que pueda”.

Y efectivamente llevó el tema a la junta militar y el general (Gustavo) Leigh (comandante en jefe de la Fuerza Aérea) se negó, argumentó en contra, diciendo que si yo salía del país podía hacerle mucho daño a la junta, pero ya el jefe de la junta estaba comprometido con el embajador de España y se aprobó el salvoconducto.

Así que yo volví en el mismo avión chárter, naturalmente vacío.

Íbamos 4 en un avión para 150 personas. Iba yo, mi hermano, un exministro que se llamaba Ernesto Torrealba, y otro ciudadano español que no recuerdo el nombre.

¿En qué minuto usted se enteró que el presidente se había muerto?
La radio transmitía solo música militar y bandos militares.

Cuando ingresé a la residencia del embajador, no sé si ya se había hecho público que había muerto.

Pero para mí no ofrecía ninguna duda. En su última alocución, él hizo esa reflexión: pagaré con mi vida. Ese manifiesto lo dijo por la radio. Y yo conocía perfectamente su mentalidad, sabía que iba a morir combatiendo.

Siempre me han preguntado cómo murió el presidente. Yo digo que no lo sé. Porque tengo dos versiones, pero ambas versiones para mí son indistintas.

Desde el momento en que él está dispuesto a morir en combate, quien dispara la bala que le mata es irrelevante.

Lo que importa es su decisión de combatir hasta la muerte.

Joan Garces sobre Allende
¿Cómo recuerda a Salvador Allende?
Sigmund Freud tiene un segmento para clasificar a las personas entre dos extremos: el necrófilo y el biófilo. Allende estaba manifiestamente en el extremo de los biófilos.

Era un hombre que amaba la vida, las cosas buenas y los placeres de la vida. Ése era Allende. Era un hombre afable, de diálogo fluido. Solía hacer bromas y a su vez era una persona de unas convicciones extraordinarias.

(En Allende había) un pensamiento y un análisis de la realidad y valores que fueron constantes en su vida. Valores de la Revolución Francesa liberal democrática que arranca del siglo de las luces.

Una visión del socialismo que incorpora raíces de libertades, de racionalidad y de humanidad.

Allende era una persona realmente humana. Y el último día de su vida lo demostró cuando su preocupación estuvo en salvar vidas.

Salvador Allende
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Salvador Allende murió el 11 de septiembre de 1973, en La Moneda.

Yendo a los meses anteriores a ese 11 de septiembre y a sus causas, el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, ha dicho que el golpe no era inevitable… Pero otros dicen que sí... ¿Qué piensa usted?
No cabe ninguna duda (que
era evitable).


Tiene usted los propios cables de los servicios secretos del presidente (de EE.UU., Richard) Nixon, el último se acaba de desclasificar, en el que dicen que le informaron a Nixon, el día 8 de septiembre del 73 y el mismo 11 de septiembre, que la posición del presidente era una salida política a la situación que vivía el país.

Por consiguiente, el golpe, desde el punto de vista del gobierno de Allende, era evitable porque había una salida política a la crisis que se había provocado como consecuencia de una guerra encubierta e híbrida del gobierno de Estados Unidos contra el gobierno de Chile.

Por otro lado, la traición, por primera vez en la historia de Chile, del jefe máximo del Ejército a un presidente de la República es lo que permitió que se produjera el golpe.

Si el jefe del Ejército en el 73 no hubiera sido un traidor, con un fondo criminal, como después se desveló, el golpe hubiera fracasado, tal como fracasaron los intentos anteriores.

Por consiguiente, con oficialidad republicana en puestos claves en las Fuerzas Armadas, más un presidente dispuesto a evitar una confrontación violenta en el país y una vía política abierta para que se encausara por ahí la crisis, el golpe era no solo evitable sino que no debería haberse producido.

Es la acumulación de esos factores, con el motor e impulso de Estados Unidos, lo que provoca el golpe y la tragedia que siguió en el país.


Por eso yo siempre digo que el origen del golpe en Chile es exógeno, está en la Casa Blanca.

Joan Garcés
Pero después de 50 años, ¿cree que Allende y su gobierno pudieron haber hecho algo más para evitar el golpe?

Yo he respondido a esa pregunta en uno de mis libros, cuando analizo la política militar del gobierno y de los partidos de la izquierda chilena.

Ahí explico mi discordancia con esa política militar.

¿Por qué? Por la diferencia de experiencia vital.

Yo había estudiado por qué fracasó el golpe del 36 (en España), en que un sector del Ejército se sublevó contra el gobierno republicano. Fracasó porque el sector leal al gobierno, con el apoyo de las organizaciones populares, hizo frente a la insurrección.

En cambio en Chile no tenían esa experiencia histórica. Chile era un país de una continuidad y estabilidad singular en toda América Latina. El único país con un ejército con una reputación bien ganada de ser respetuoso de la institucionalidad democrática del país.

Por consiguiente, no tenía los reflejos que yo tenía.

Desde el primer momento en el gobierno, yo lo hablaba con el presidente como lo estoy hablando con usted, en el sentido de que había que prever la posibilidad de que hubiera una nueva insurrección contra el gobierno como la que se había intentado días antes de que él asumiera.

Entonces él tenía que diseñar una política militar de defensa en que pudiera, como jefe de las Fuerzas Armadas, dentro de la Constitución y preservando el estado de Derecho y la democracia, hacer frente a una insurrección.

Él (Allende) lo podía hacer articulando al Ejército profesional bajo dirección política del legítimo presidente de la República y de las organizaciones populares.

Y él lo entendió y lo hizo público en un discurso. Pero pasaron los meses, los años, y no se concretó.


Henry Kissinger y Richard Nixon en 1972.


¿Conoció a Pinochet? ¿Qué opinión tenía de él?
Yo conocí al general (Carlos) Prats. Pinochet llegó a la comandancia en jefe por un azar.

Porque en el momento en que el general Prats presentó su dimisión, el presidente le preguntó: “¿Qué otro general puede asegurar la lealtad del Ejército?”.

Y Prats le recomendó a su jefe de Estado Mayor, a Pinochet. Si Prats hubiese recomendado a otro, Pinochet hubiera pasado a retiro tranquilamente y nadie sabría de su existencia.

Prats tenía la convicción de que era un hombre leal. Si no, no lo hubiera recomendado.


Y hasta tal punto es la villanía de esta persona (Pinochet), que un año después mandó a asesinar a Prats, que estaba refugiado en Buenos Aires, habiendo sido su superior y su compañero de armas.

¿Qué sintió en el minuto en que Pinochet fue detenido en Londres? ¿Sintió una especie de ajuste de cuentas con la historia?
Bueno, sentí que lo había conseguido.

En España el juez no puede ordenar la detención de nadie si no se lo pide el ministerio fiscal o la acusación. El ministerio fiscal estuvo siempre a favor de Pinochet. El juez no podía hacer nada por ese lado. Solamente si la acusación particular, que yo representaba y con mi firma, se lo pedía.

O sea, que si Pinochet fue detenido fue porque yo, con todas las pruebas que había reunido de las víctimas chilenas y no chilenas que yo representaba, pedí la detención.

Cuando se produce la detención, estuve muy tranquilo.

Y ahí empezó otra fase que era la extradición y que termina con la decisión del juez (Roland) Bartle, en octubre del año 99, donde concede la extradición a España.

Judicialmente habíamos ganado el caso, tanto en España como en Reino Unido.

Lo que viene después son los enjuagues políticos para neutralizar la acción de la justicia.

Pero como jurista, mi trabajo estaba hecho.


Pinochet se dirige a un chequeo médico en Londres

Pinochet fue detenido en Londres en 1998.

¿Cómo ve lo que está pasando en Chile ahora y la división que ha provocado la conmemoración del golpe?

En primer lugar, yo quiero manifestar mi respeto y solidaridad con el pueblo de Chile que 50 años después sigue defendiendo los valores democráticos y de vida que fueron aplastados durante la dictadura.

50 años de resistencia que han llevado al gobierno actual a gestos de solidaridad.

En segundo lugar, la burguesía, la derecha, los capitalistas chilenos que empujaron el golpe y que lo pidieron desde antes que el gobierno hubiera asumido, está ahí y sigue siendo favorable a una salida de fuerza y a una interrupción de la vida democrática si a sus intereses les conviene.

En esas circunstancia permítame agregarle la responsabilidad de Estados Unidos.

La administración Nixon es absolutamente el motor de la desestabilización económica y social, y propagandística y mediática que se produce entre el 70 y el 73 para crear el ambiente que permitió el colapso del Estado de Chile y la destrucción del Ejército republicano de Chile.

EE.UU. podría hacer una gran contribución a la situación actual de Chile si hiciera una declaración coherente de condena, de rechazo, respecto a lo que hizo la administración Nixon.

Eso sería un gran apoyo no solo a la democracia en Chile sino un mensaje para todo el mundo.

Joan Garcés
Pie de foto,

¿Por qué no ha vuelto a Chile?
No he vuelto a Chile desde el 73.

No volví en dictadura por razones obvias. Y no he vuelto después de la dictadura porque la forma en cómo ha sido administrada la post dictadura no coincide con mi visión de lo que fue y debiera ser Chile.

Entonces muestro mi discrepancia desde la distancia porque no me corresponde intervenir en los asuntos internos de Chile pero como ciudadano libre manifiesto esa discrepancia no viajando a Chile.

¿Discrepancia con todo lo que se ha hecho después de la dictadura?
Con la llamada transición a la democracia… Tanto en Chile, como también en la transición de España tras el franquismo, que tiene muchos semejantes, yo he discrepado de ella.

¿Por qué?
Los pilares sociales y económicos creados a favor de la dictadura, a sangre y fuego, con el látigo y las torturas, han sido mantenidos después de la caída de la dictadura y están condicionando la vida de millones de trabajadores, tanto en Chile como en España.

Y esa forma de concebir la transición no la he compartido. Es una opción personal mía.

¿Y no volvería tampoco ahora, con Gabriel Boric en el gobierno?
No. Si las circunstancias cambian mañana, haremos un nuevo análisis. Pero hoy, no.