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sábado, 25 de noviembre de 2017

Entrevista a Susan George, referente del pensamiento altermundialista. “La socialdemocracia se ha entregado por completo al neoliberalismo”

La Marea

Cataluña, hundimiento de la socialdemocracia, cambio climático, evasión fiscal, auge de la ultraredecha, crisis de los refugiados…

Susan George es un referente del pensamiento crítico y altermundialista. Nació en Estados Unidos y vive en Francia desde hace muchos años, pero mantiene intactos dos rasgos muy anglosajones: el tono directo a la hora de responder y la humildad de reconocer que no sabe algo cuando no sabe algo. Estos días se encuentra en Barcelona para participar en las jornadas anuales del Centro Delàs de Estudios por la Paz –que comienzan este jueves poniendo el foco sobre ‘el negocio de las fronteras’–, donde hablará de algunos de los temas que mejor conoce: el fenómeno de la globalización, la transferencia de desigualdades y la amenaza del cambio climático.

A sus 83 años, la presidenta del Transnational Institute y presidenta de honor de ATTAC responde a La Marea sobre temas de actualidad tan aparentemente dispares como el procés en Cataluña, la evasión fiscal o la crisis de la socialdemocracia.

¿Es usted optimista?

Nunca respondo si soy optimista o pesimista. Desconozco el porvenir pero tengo esperanza, y es gracias a eso que creo que no hay que rendirse. Si decimos que somos pesimistas, transmitimos desmotivación. Hay quien cree que el destino está escrito y no merece la pena pelear por él, y esa es precisamente la actitud que no quiero fomentar ni en mí misma ni en los demás. Tengo esperanza en que las acciones de personas determinadas puedan cambiar las cosas.

En su opinión, ¿cuál es el problema principal que enfrentamos hoy en día?

El cambio climático. Puede representar el fin de la raza humana. Los cambios que se están produciendo en la naturaleza pueden ser definitivos.

Usted vivió la Gran Guerra, muy ligada al crash económico de 1929, ¿qué le diría a la juventud que se ha topado con la crisis global actual?

Tengo cuatro nietos de entre 22 y 28 años, así que respondo con gusto a esa pregunta. Debo decir que mis propios nietos son personas bien preparadas para la vida, y mi preocupación es saber si llegarán a mi edad y en qué condiciones. No tengo un mensaje como tal para los jóvenes, vivimos un periodo de neoliberalismo, de desigualdades extremas reforzadas estos días por Trump y su intento de aprobar una ley que solo beneficiará a los más ricos y reforzará el reinado de su plutocracia. Los jóvenes no han conocido ningún periodo en su propia vida fuera del neoliberailsmo y quizás piensesn que es el único sistema posible, pero eso es algo antinatural, podríamos encontrar formas de gobierno en las que el poder y el dinero estuvieran mejor distribuidos, en el que la riqueza no vaya automáticamente a lo más alto de la pirámide, al 1%, como sucede hoy. Hay otros sistemas en los que existe redistribución y esa es la clave: cuanta menos redistribución y más desigualdad, más crecen los problemas que aquejan hoy en día a la sociedad. Lo demuestran infinidad de estudios. Si crece la desigualdad, aumentan la criminalidad, las enfermedades físicas y mentales, aunque esta última esté infravalorada; crece la población carcelaria, el absentismo escolar, etcétera. Las cifras muestran cómo todo esto se está incrementando en economías desarrolladas. Fíjate en la obesidad y cómo crece en Europa. En Estados Unidos el 35% de la población ya es obesa: más desigualdad, más obesidad.

¿Qué relación ve entre el aumento de la desigualdad y la evasión fiscal?

Esa es una relación totalmente evidente. Si nuestros gobiernos dicen ‘sí, vamos a hacer algo contra el cambio climático’ pero no tienen dinero, la respuesta debería ser clara: organícense para poner fin a los paraísos fiscales y tendrán todo el dinero que necesiten para poner en marcha la transición verde. Los paraísos fiscales favorecen el enriquecimiento de los más ricos y las consecuencias son las mismas que expuse en la respuesta anterior.

¿Cómo interpreta el auge de la extrema derecha?

El éxito de la ultraderecha me parece, tristemente, algo normal en estas condiciones económicas. Mucha gente siente que los políticos no se preocupan por ellos, que les da igual su situación y que solo se preocupan por sí mismos. Ahí aparece la extrema derecha con un discurso nacionalista, populista… Mira el Brexit, mira a Trump en la presidencia de EEUU, incluso fenómenos como el separatismo en España o el norte de Italia… Mira a la AfD [Alternativa por Alemania, mayor partido de extrema derecha alemán], o cómo el este de Europa se vuelve autoritario… Es evidente que hay una reacción y habrá más.

¿Cómo interpreta lo que está pasando en Cataluña?

Prefiero no tomar posición, no conozco hasta ese punto la política general de España, pero sí puedo decir que no soy fan del señor Rajoy. Pienso que debería haber una salida democrática y que los catalanes deberían tener derecho a votar y decidir por sí mismos, pero también deseo que no se separen. Creo que en este momento de la historia la gente debe estar unida en torno a la democracia, y comprendo sus demandas y el malestar que generó la decisión del Constitucional de tumbar el Estatut en 2006. Más democracia nunca sienta mal.

Cambiando de tema, ¿ve relación entre la crisis de los refugiados, la industria armamentística y el cambio climático?

No me siento calificada para responder. Creo que las causas de la emigración son variadas. Permítame citar a Alfred Sauvy, muerto hace más de quince años. Sauvy decía que mientras la riqueza esté acumulada en el norte y la pobreza en el sur, la gente del sur se desplazará al norte. Si a eso añadimos guerras y bombardeos, ataques de EEUU que han matado a millones de personas… No hay lugar a dudas. Factores como la pobreza o el cambio climático, la imposibilidad de vivir donde se está. No es normal que la gente se desplace en masa, la mayoría quiere vivir donde está. Yo soy emigrante en Francia, en buenas condiciones por supuesto, pero en mi época no había miles de jóvenes de mi edad que quisieran irse de EEUU.

Existe un gran negocio en torno al desplazamiento de refugiados: venta de armas, construcción de muros fronterizos…

No me gusta hablar de temas en los que solo tengo nociones básicas. Sobre la industria armamentística, creo que mientras las condiciones no cambien, siempre habrá gente que saque beneficio de la desesperación de los demás.

¿Cuánto tiempo va a durar la incompatibilidad del capitalismo con la democracia?

Creo que la socialdemocracia, si se cumple realmente, es perfectamente aceptable. Siempre habrá una economía de mercado, el mercado ha estado presente desde hace miles de años, en todos los periodos de la vida humana. Mercado y capitalismo no son lo mismo. Se puede tener mercado sin fenómenos como la desigualdad o un sistema donde la redistribución no es respetada y los ciudadanos, tampoco. Creo que la socialdemocracia está en proceso de desaparición ahora, fíjate en Alemania, Francia… Eso muestra que la gente no cree en los socialdemócratas, y yo lo entiendo, porque ellos se han entregado por completo al neoliberalismo. La gente no ha conocido el sistema de economía keinesiana, siempre ha vivido bajo una economía de derechas, neoliberal, donde impera la idea de que el mercado puede decidirlo todo porque lo sabe todo y es mejor que la política, por lo que hay que dejarlo actuar. El objetivo de Trump es dejar claro que los ricos no le deben nada a los pobres. Ahora Macron está quitando fondos a los ayuntamientos, son miles de millones. Es una actitud que viene a decir ‘no te debo nada, nadie debe nada a nadie, los ricos no deben nada a los pobres, las grandes ciudades que van bien no le deben nada a las más pequeñas y pobres’, etcétera. Es la destrucción de la solidaridad, son crímenes contra la fraternidad.

¿Cree que la lucha contra el cambio climático puede ser una oportunidad para cambiar este sistema?

Podría serlo, pero haría falta una mayor conciencia de este fenómeno. Tengo la sensación de que la gente no entiende lo rápido que avanza esto. Siempre hemos visto huracanes en ciertas épocas y cambios de estación, pero no conocemos los extremos, ni esperamos inundaciones, ni vientos de 200 kilómetros por hora, no estamos preparados para fenómenos en los que la temperatura sube tan rápido que la vida se hace invivible. Esa es mi mayor preocupación. Este podría ser el principio del fin de la raza humana. No es con riqueza que algunos se salvarán de esto.

¿Cree que haría falta una gobernanza mundial para hacer frente al cambio climático y el aumento de la desigualdad?

Creo que estamos muy lejos de una gobernanza mundial y que es mejor tratar de gestionar espacios más pequeños. De momento no estamos suficientemente de acuerdo para gobernar junto con China o India, por ejemplo. Me gustaría que lográramos gobernar nuestros Estados y que eventualmente Europa evitara su propio suicidio. La idea de un gobierno mundial me parece tan utópica e indeseable, que prefiero poner mis energías en otras cosas.

¿Es posible compatibilizar a las instituciones públicas con un sistema de banca ética?

Sí, es un problema que podemos resolver.

¿Cómo?

Poniendo al poder financiero bajo supervisión. Podríamos nacionalizar bancos, ponerlos al servicio de la sociedad y evitar que sean tan grandes que, en caso de quiebra, todo el sistema se vea en riesgo y se exija al ciudadano aportar billones de dólares.

Las ventajas de la evolución tecnológica contrastan con la destrucción de empleo, ¿qué opina al respecto?

Siempre dijimos que la tecnología iba a destruir empleos pero se iban a crear otros. Viene sucediendo así desde que el mundo es mundo. Por ejemplo, piensa en las revueltas en Inglaterra contra los telares industriales, cuando todas las máquinas fueron vistas como destructoras de empleo. Creo que hace falta un sistema interino que forme a la gente en nuevos puestos de trabajo, que la prepare para nuevas oportunidades y cambios que van a venir. Evidentemente me parecen muy peligrosas otro tipo de tecnologías, como la que defiende el transhumanismo, porque representa una forma de aumentar las desigualdades: elegir genes, cambiar la raza humana, reservar oportunidades para una cierta clase que tiene características físicas e internas diferentes… Pero usted me considera un espíritu universal y yo no soy capaz de responder a todo, aunque tenga mis opiniones (risas).

Fuente:
http://www.lamarea.com/2017/11/23/entrevista-susan-george/

sábado, 4 de febrero de 2017

“La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no le hace falta defenderlas”. ENTREVISTA a Susan George de ATTAC.

"En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado"
La presidenta de honor de ATTAC, la politóloga Susan George.
"Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. 
Todo su gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés"

En 2018 cumple 20 años el movimiento ATTAC. Nacido en Francia como grupo de presión a favor de la introducción de una tasa a las transacciones financieras internacionales (conocida popularmente como Tasa Tobin), su propósito es organizar a la sociedad civil para “poner freno a la dictadura de los poderes económicos, ejercida a través de los mecanismos de mercado”. A finales de enero, Madrid ha acogido una reunión de ATTAC Internacional, en la que participa su presidenta de honor y del Transnational Institute de Ámsterdam, Susan George. Esta lúcida filósofa y analista política nacida en Ohio (EEUU) hace 82 años (desde 1994 tiene la nacionalidad francesa) es la autora de la célebre distopía “El Informe Lugano”.

¿Cómo cree que pueden afectar al comercio internacional las recientes decisiones del nuevo presidente estadounidense Donald Trump de dinamitar distintos tratados comerciales internacionales?
Estoy encantada de que Trump se haya desembarazado del Tratado Transpacífico (TTP), y espero que también lo haga con el europeo TTIP. Creo que probablemente lo hará, porque ha dicho que quiere establecer acuerdos bilaterales. Si se deshace de estos dos grandes tratados, no creo que perjudique al comercio mundial en absoluto, porque no se trataba de comercio, sino de dar más privilegios regulatorios a las grandes compañías transnacionales. Si se llega a acuerdos bilaterales, puede incluso ser beneficioso. No digo que todas las decisiones económicas (de Trump) sean beneficiosas, pero usted me ha preguntado por el comercio.

En los últimos meses hemos vivido una sucesión de filtraciones, como los Papeles de Panamá. ¿Cómo contempla esta nueva forma de conocer los desmanes de las empresas para defraudar impuestos?
Es muy buena, los periodistas realmente están haciendo su trabajo. Cientos de miles de personas pueden comprender ahora mejor lo que significa un paraíso fiscal y cómo funciona, y cómo están robando dinero que pertenece a los ciudadanos. Por ejemplo, en Francia se ha hecho un estudio parlamentario que muestra que entre 60.000 y 80.000 millones de dólares han desaparecido de los fondos del Tesoro. Impuestos que no se han pagado porque transferencias que se tendrían que haber hecho en el país no se hicieron. La mayoría de la gente no supo estas cosas hasta que se publicaron en los periódicos. Gracias a filtraciones como "Los Papeles de Panamá" mucha más gente sabe que les han estado robando a ellos, directamente, de sus hospitales, de su transporte público.

Una de las razones de la desigualdad es que las multinacionales no estén pagando todos los impuestos que deberían.

Tengo un amigo que es inspector de hacienda retirado, y le planteé esa pregunta hace muchos años: “¿Están las transnacionales pagando todos los impuestos que deben?”.
Y me contestó: “Siempre pagan algo, pero pagan lo que quieren”. Deberían decir en cada país en el que operan cuáles son sus volúmenes de ventas, cuáles son sus beneficios, cuántas personas tienen empleadas, lo básico, y entonces podemos decidir cuánto tienen que pagar. No sería tan difícil, resolvería muchas cosas, pero no tenemos los instrumentos legales adecuados para ello. Y Trump probablemente va a hacer que continúe siendo así.

Varios países, entre ellos España, han dicho que estarían dispuestos a implementar una tasa a las transacciones financieras internacionales, una suerte de tasa Tobin como la que defiende ATTAC.
¿Ve posible este escenario?
Por desgracia, fue Francia, mi país, el que evitó que se implementase en el pasado. Pero me parece muy bien que España se haya mostrado a favor. En algún momento tendrán que aplicarla, porque de nuevo volvemos a la cuestión de que nuestros ahorros están siendo robados. Una vez que la gente lo sabe, piensa que su dinero puede gastarse mejor que ir al bolsillo de los más ricos del mundo.

Por eso la información es tan importante. Cuando yo comencé en el activismo y en la política, decíamos “debéis salir de Vietnam”. Y la gente quizá estaba de acuerdo, o quizá no, pero sabían de lo que estabas hablando. Ahora las respuestas son más largas y complejas. La información es muy importante y es muy importante seguir repitiéndola.

Los índices de desigualdad están creciendo incluso si nuestros gobiernos hablan de subidas de PIB. ¿Cree que se puede decir que la crisis económica forma parte del pasado?
Es que no creo que sea una crisis. Una crisis significa algo terminal, significa que o vas a recuperarte o vas a morir, pero no dura casi diez años. Esto no es una crisis, es una enfermedad que está siendo fomentada por las políticas económicas actuales. En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo a arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado.

¿Qué opina de la idea de que el desempleo está creado por los gobiernos y por los poderes para mantener a la gente con miedo, para que no se rebelen?
No sé si es deliberado crear miedo. Pero escuché una charla de Tony Benn (un destacado diputado laborista británico, fallecido en 2014) en la que empezaba diciendo “el miedo es la disciplina de la economía capitalista”. Es una manera muy elegante de decirlo. Si los gobiernos lo hacen aposta, no lo sé, porque tendrían mucho más éxito y serían reelegidos si luchasen contra el tipo de desigualdad que vivimos en nuestros países.

A mediados de los años 70, en Europa las rentas del trabajo eran el 70% y las del capital del 30%. Ahora las rentas del trabajo son del 60% y las del capital del 40%. Así que se ha perdido un 10% de riqueza en el bolsillo de la gente. Un 10% del PIB europeo son algo así como 1,6 billones. Es mucho dinero que no va a ir al consumo y la inversión europeas, y que no pagará impuestos por ello.

Así que no es un misterio que en los últimos años la gente tenga menos que gastar, que la gente esté corta de dinero. Entonces la pregunta es pertinente. ¿Es que los gobiernos lo hacen aposta o es que no saben economía? Pero lo que es cierto es que hay una economía equivocada (la de la austeridad) que se ha convertido en la biblia. Y para convencer de ella hay enormes inversiones en think tanks, en libros, artículos, tribunas universitarias, jueces, instituciones religiosas.

Gramsci en los años 20 ya dijo “puedes ganar a través de la violencia, pero también a través de sus cabezas. Y para hacer eso tienes que usar las instituciones”. Y eso es lo que la izquierda no ha entendido y la derecha, sí. La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no hay que defenderlas (somos generosos, somos simpáticos, defendemos los derechos humanos). Pero el problema es que la derecha ha logrado enmarcar estas cuestiones de manera que han dicho a la gente, y les han convencido: “Si no tienes trabajo y eres pobre, es tu culpa. No eres organizado y te mereces lo que tienes”. Mucha parte de este mensaje ha sido interiorizada.

¿En qué se nota?
Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, vota a Trump. Todo su Gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés. El Brexit es parecido, creo que la gente corriente tiene una idea equivocada de lo que va a pasar allí, porque las leyes sociales británicas son peores que las europeas, en cuanto a salario mínimo, horas extra, en aspectos sociales van a estar peor, pero lo votaron probablemente por miedo a la inmigración, aunque estén equivocados.

Fuente:
http://www.eldiario.es/economia/Susan-George-izquierda-estupendas-defenderlas_0_606140272.html

Desigualdad y pobreza.

Aquí Leonard Cohen en tve.
http://rtve.es/v/453198

sábado, 19 de septiembre de 2015

Sólo la ciudadanía puede frenar la grave amenaza del TTIP

Espacio Público me ha pedido que presente el debate sobre el polémico Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP), y estoy encantada y orgullosa de hacerlo. Este tratado, entre la Unión Europea y los Estados Unidos, se está negociando desde mediados de 2013 pero mucha gente, tanto en España como en el resto de Europa, nunca ha oído hablar de él. Por eso este debate es vital: creo que el TTIP es una de las iniciativas más perniciosas que se hayan planteado jamás en una mesa de negociación.

Quien espere de esta introducción un punto de vista neutral más vale que deje de leer en este mismo instante. A mi entender, pedir una valoración equitativa del TTIP es como intentar mantener una discusión objetiva sobre los pros y los contras del cáncer o de la guerra nuclear.

Antes de explicar por qué sostengo que el TTIP es un peligro indiscutible para todos nosotros, déjenme señalar que también creo que podemos derrotarlo; y cuando hablo de “nosotros” me refiero a los ciudadanos corrientes, tanto estadounidenses como europeos. La gente corriente es, de hecho, la única que puede decir No con total firmeza, porque cada uno de los 28 gobiernos que conforman la Unión Europea ha delegado en la Comisión Europea para negociar este tratado y todos lo han hecho sin informarnos de ello. Y, al hacerlo, nuestros gobiernos han decidido primar los intereses de las corporaciones internacionales (TNCs), verdaderos arquitectos de este tratado, por encima del bienestar y de la seguridad de sus propios ciudadanos.

Hoy, sin embargo, después de dos años de negociaciones, la gente se está uniendo para luchar, en Europa y en Estados Unidos, y evitar así que el TTIP adquiera categoría de ley. Estoy segura que los dos meses de debate en Público demostrarán que el TTIP perjudicaría los intereses de los ciudadanos europeos y nuestras tradiciones democráticas. La mejor arma de que disponemos para hacerle frente es la información. Como en los casos del cáncer y de la guerra nuclear, la única opción decente, la única alternativa, es que TTIP desaparezca.

Este tratado es una creación de las más grandes y poderosas corporaciones transnacionales de los Estados Unidos y Europa. Comenzaron a preparar su golpe de Estado hace veinte años cuando, con el conocimiento y el apoyo de sus gobiernos, fundaron en 1995 el TABD (Diálogo Empresarial Transatlántico). El TABD asumió el desarrollo de un acuerdo de libre comercio e inversión de amplio alcance que constituye el gran proyecto para situar los intereses de las multinacionales por encima de la soberanía nacional, del imperio de la ley y de los derechos ciudadanos. Su objetivo es la “integración” y “armonización” de las economías europea y estadounidense según los deseos de las empresas y su eslogan era: “Aprobado una vez [por el TABD], aceptado en todas partes”.

Por tanto, no debe sorprendernos que este Tratado Europa-EEUU, si llega a ser aprobado, promueva gobiernos de, por y para estas mismas multinacionales transatlánticas. El TTIP es una grave amenaza para las atribuciones ejecutivas, legislativas y judiciales de todos nuestros gobiernos y pretende reemplazarlas de forma permanente por normativas y procedimientos favorables para las corporaciones.

Las grandes empresas no quieren gobernar directamente –tienen de su parte a los políticos afines para hacerlo– pero, a diferencia del resto de nosotros, pueden seguir las negociaciones paso a paso. El texto del TTIP se mantiene en secreto así que, para conocer su contenido, incluso los parlamentarios europeos de la Comisión de Comercio han de solicitar permiso para entrar en una habitación especial de Bruselas, cerrada a cal y canto, en la que no se les permite hacer copias ni siquiera tomar notas. Recientemente, hasta a los altos funcionarios de los gobiernos de los países miembros se les ha comunicado que también tendrán que pasar por esa misma habitación de Bruselas si quieren echar un vistazo al texto. Los ciudadanos dependen de las publicaciones especializadas y de las filtraciones.

A pesar de su nombre, esta “Asociación de Comercio e Inversión” trata poco sobre comercio. Los aranceles entre Estados Unidos y Europa son ya bajos y, excepto para la agricultura, su media está en torno al 2% o 3%, por lo que no merece la pena mantener largas y complicadas conversaciones para reducirlas más aún. Pero precisemos que si la UE renuncia a los aranceles de protección a la agricultura, gran parte de los 13 millones de familias europeas que aún dependen del campo no podrían competir con las gigantescas granjas industriales norteamericanas de utilización intensiva de capital. Las pequeñas familias de granjeros y agricultores que quedan en Europa serán aniquiladas, exactamente igual que ocurrió con los dos millones y medio de campesinos mejicanos que fueron arruinados por la importación masiva de maíz subvencionado y barato tras el acuerdo de libre comercio firmado hace 20 años entre Estados Unidos, México y Canadá (NAFTA). ¿Dónde hallarán estas personas una nueva forma de vida, otro empleo? Lo más probable es que acaben engrosando las filas de los parados europeos.

Las multinacionales no están muy interesadas en reducir los aranceles, pero se están concentrando duramente en lo que se conoce como barreras “no-arancelarias” o “detrás de las fronteras”. Estas pueden ser cualquier cosa de la que una corporación quiera deshacerse. Por ejemplo, “impedimentos para acceder al mercado” como las regulaciones gubernamentales en materia de alimentación, productos farmacéuticos, químicos, medio ambiente, etcétera.

En la actualidad, los europeos disponen de un sistema de regulación mejor que el de Estados Unidos prácticamente en todas las áreas, exceptuando las finanzas. Si el TTIP se aprueba tal como las multinacionales desean, todos los ciudadanos estarán en peligro –por los productos alimenticios, las sustancias tóxicas, los costosos medicamentos no genéricos, los pesticidas y otros muchos productos–. Por tanto, si los europeos se niegan por ejemplo a comer ternera criada con antibióticos y hormonas, o pollos lavados con cloro; si no quieren comer alimentos procesados con organismos modificados genéticamente; si se resisten a usar cosméticos y productos de uso diario en el hogar que contengan elementos químicos hasta ahora prohibidos en Europa, ¿cuál será el escenario?

Los norteamericanos argumentarán que eso “no es científico”

Las agencias de control de calidad de los alimentos europeas y los legisladores han sido obligados hasta ahora a aceptar el “principio de cautela”, porque así consta en los tratados de la fundación de la Unión Europea y afirma que este principio debe aplicarse en aquellos casos en los que “un fenómeno, producto o proceso pueda tener un efecto peligroso” para el medio ambiente, la alimentación o la salud de los humanos, los animales o las plantas. En otras palabras, “si existe un riesgo apreciable de que algo puede ser dañino, no lo permitas”. Si una empresa quiere colocar un producto equis en el mercado, es el fabricante quien debe demostrar que es sano y seguro. Al importador potencial no se le puede exigir que pruebe que no lo es.

Los norteamericanos adoptan el punto de vista opuesto y por eso presionan en las negociaciones del TTIP: si los europeos quieren rechazar sus productos o procesos, deberían ser obligados a proporcionar pruebas cien por cien científicas que demuestren que el producto es peligroso. Especialmente cuando está en juego algo tan complejo como el cuerpo humano, esto puede ser imposible –al menos en cuanto a que satisfaga a los estadounidenses. ¿Cómo puede usted estar seguro al cien por cien de que un ingrediente o producto A tiene un impacto dañino sobre la función B del cuerpo humano? Se pudo demostrar con el amianto porque causa un cáncer poco común en personas que han trabajado o vivido con él, pero no se puede disponer de una prueba irrefutable en cada caso. Los lobbies corporativos son capaces de retrasar una regulación durante años, y provocar así muchas muertes innecesarias. Un ejemplo flagrante es la forma en que el lobby del tabaco fue capaz de postergar durante décadas la prohibición de fumar y la inserción de textos en los paquetes avisando de los perjuicios de este hábito para la salud.

Europa cuenta aproximadamente con tres mil “indicaciones geográficas” sobre gastronomía y vinos –los negociadores norteamericanos del TTIP quieren convertir todos nuestros quesos, vinos, jamones, etc. en genéricos– de modo que se pueda producir queso Cheshire o feta, champán o rioja, Parma o Jabugo en cualquier sitio… y seguir denominándolos con esos términos.

Una queja de todas estas compañías –estadounidenses o europeas– es la inutilidad y el elevado coste que supone analizar los productos en ambos lugares. De acuerdo. Todos podrían acceder a evitar duplicidades si y sólo si los análisis tanto en Estados Unidos como en Europa fueran exactamente iguales –pero esto no es necesariamente cierto. Estados Unidos, por ejemplo, tiene una agencia de seguridad del automóvil. Pero General Motors fue obligada recientemente a revisar 12,8 millones de coches porque su sistema de ignición corría riesgo de apagarse y dejar a los conductores sin frenos o sin dirección. ¿Con qué meticulosidad se había llevado a cabo el control de calidad? ¿Y por qué la agencia de “seguridad” tardó más de una década en reconocer que estos coches eran peligrosos, a pesar de los numerosos informes de accidentes con heridos y muertos?

Esto nos lleva a otra de las demandas corporativas: deshacerse de todos los problemáticos “impedimentos para el comercio”, con la cooperación incondicional de sus respectivos gobiernos. Quieren un sistema para lo que la Comisión Europea denomina “Mejor Regulación” o “Cooperación Regulatoria”, en el que las multinacionales se involucren plenamente como “expertos” y que –según denuncia la red medioambiental ciudadana Amigos de la Tierra Europa– levantará “más y más barreras para impedir el establecimiento de nuevos estándares medioambientales, laborales, de salud y seguridad que protejan a los ciudadanos”… y que “amenaza con debilitar los criterios actuales sobre alimentación, productos químicos o biodiversidad”. Es fácil ver que esto es un potencial golpe de Estado, al servicio de los negocios, contra nuestros representantes democráticamente elegidos. Las multinacionales podrán así sentarse a la misma mesa que las instituciones y agencias reguladoras, e influir en sus resoluciones antes de que se adopten.

El TTIP es un tratado de comercio y de inversión, y en nombre de la protección de esa inversión otorga a las empresas la capacidad de demandar a los gobiernos ante tribunales privados de arbitraje cuando entienden que una normativa gubernamental puede perjudicar sus beneficios, tanto ahora como incluso en el futuro. Esto es una característica habitual de los tratados bilaterales de comercio e inversión conocidos como ISDS (de la siglas inglesas de Arbitraje de Diferencias entre Inversor y Estado) y es el aspecto del TTIP que hasta ahora ha sido objeto de mayor rechazo público. “entre Inversor y Estado” o Inversor contra Estado pudo haber sido una propuesta justa en 1959, fecha del primer tratado bilateral de inversión entre Alemania y Pakistán, cuando nadie podía estar plenamente seguro de la imparcialidad de, digamos, un tribunal paquistaní. Pero en el caso del TTIP estamos hablando de sistemas judiciales maduros, equitativos y comprobados en Estados Unidos y Europa, en los que se da por descontado que garantizarán un juicio justo cuando una empresa recurra porque estime que ha sido expropiada o tratada injustamente por alguna regulación gubernamental.

Hoy en día tenemos ya un conjunto de más de 600 tratados privados de arbitraje, concluidos o en proceso, y se puede comprobar cómo están siendo utilizados continuamente de forma arbitraria para deshacerse de regulaciones molestas y para obligar a los gobiernos –es decir, a sus contribuyentes– a pagar enormes cantidades de dinero a las compañías. Los gobiernos en Europa, especialmente los de países más pequeños y débiles, se lo pensarán dos veces antes de arriesgarse a aprobar cualquier nueva ley que pueda desagradar a los inversores. Algunos de los casos más conocidos son amenazas evidentes al clima, promovidas por empresas decididas a evitar la transición hacia un futuro libre de combustibles fósiles, como el caso de la empresa Lone Paint contra Quebec, demandando una indemnización de 250 millones de dólares porque Quebec impuso una moratoria sobre el fracking y Lone Paint quiere perforar en la cuenca del río San Lorenzo.

O si no, el caso de Occidental Petroleum en Ecuador, que ganó un contencioso de 1.800 millones de dólares ante un tribunal de arbitraje de tres jueces privados porque el país suramericano se negó a permitir la perforación para buscar petróleo en una zona natural protegida. Otros casos son amenazas directas a la salud pública o al deber de los gobiernos de proteger el bienestar de sus ciudadanos. Como el de Philip Morris contra Australia y Uruguay por requerir cajetillas sin marcas y avisos ostensibles de los graves peligros del tabaco para la salud. O el caso de Veolia contra Egipto porque el Gobierno egipcio aumentó el salario mínimo.

Yo espero que ustedes ya se estén planteando hacer algo para detener este Tratado que ataca las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales de los gobiernos democráticos y para evitar que tanto su Gobierno como la Unión Europea lo lleven adelante. Las negociaciones están empezando a vacilar en varios puntos gracias a las protestas de los ciudadanos –los gobiernos esperaban firmar antes del final de 2015; ahora están hablando, de manera “más realista”, de 2017. La UE ha intentado justificarlo aduciendo que traerá “empleos y crecimiento”, pero sus argumentos han sido desbaratados y se ha mostrado que sus “investigaciones” son en realidad propaganda.

El conocimiento es la mejor arma. Continúen con este debate, aprendan más e informen a todos sus conocidos y allegados. Pueden firmar la Iniciativa de los Ciudadanos Europeos que, en el momento en que escribo estas líneas, supera ya los dos millones y medio de firmas en 18 países distintos, España incluida. Nuestro objetivo es reunir tres millones de firmas. Pueden ir a https://stop-ttip.org/es/?noredirect=es_ES. Firmen, pidan y busquen firmas. Pueden unirse a Attac, Amigos de la Tierra u otras campañas de organización contra el TTIP. Pueden presionar a los políticos usando argumentos y frases como “O le dices No al TTIP o te diremos no a ti” (o “Si le dices No al TTIP, te diremos sí a ti”). Los españoles han demostrado que tienen mucha imaginación política. La lucha contra el TTIP puede acabar con una victoria y ustedes pueden ser parte de ella.
http://www.espacio-publico.com/solo-la-ciudadania-puede-frenar-la-grave-amenaza-del-ttip

Susan George es presidenta de honor de ATTAC Francia y presidenta del Transnational Institute de Ámsterdam. Comprometida desde hace mucho tiempo en los combates internacionales contra los efectos devastadores de la globalización capitalista, es autora de ensayos como “Informe Lugano I y II”, “El pensamiento secuestrado”, “Otro mundo es posible si…”, “Sus crisis, nuestras soluciones” y “Los usurpadores”

sábado, 21 de marzo de 2015

Susan George: "Antes pedíamos que EEUU se fuera de Vietnam; era más fácil que explicar el TTIP"

Entrevista a la filósofa y politóloga, que presenta el libro Los usurpadores. Cómo las empresas transnacionales toman el poder: "En el ámbito financiero, Europa es más neoliberal que Estados Unidos"

Susan George vuelve a la carga en su denuncia contra una globalización que beneficia a un grupo selecto de empresas y ciudadanos. Es lo que esta filósofa y politóloga llama Los usurpadores, título de su último libro, que acaba de publicar en castellano Icaria Editorial, y que lleva por subtítulo Cómo las empresas transnacionales toman el poder. Ha superado los 80 años pero sigue firme en el activismo que le ha llevado a presidir el Comité de Planificación del Transnational Institute de Amsterdam o a ser vicepresidenta de ATTAC Francia, entidades que reclaman un sistema financiero más justo.

Los usurpadores llega tras el éxito de las dos ediciones de El informe Lugano (2001 y 2012) y Sus crisis, nuestras soluciones (2010). El gran objetivo por el que lucha ahora es que no se apruebe el Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión (TTIP) que negocian la Unión Europea y los Estados Unidos. A su entender, sería un nuevo triunfo de los lobbies empresariales que pretenden mover los hilos de la política saltándose los principios democráticos y los intereses de la mayoría.

¿Quiénes son estos usurpadores de los que habla en su libro?
Son corporaciones transnacionales, muy grandes, y quienes las ayudan, que son las compañías y las personas que les hacen de lobistas. Confluyen en entidades como la Mesa Redonda Europea de Industriales, que agrupa a la mitad de los presidentes de las mayores empresas industriales y negocian con los estados siempre que quieren. Hay organizaciones similares en todas partes, trabajando para un sector o para varios sectores al mismo tiempo. Si vas a Bruselas, puedes hacer un tour por todos los lobbies que hay, especializados por sectores o clientes.

Usted habla del crecimiento de una autoridad ilegítima. ¿Quién es esta autoridad?
Están tomando poder de forma ilegítima, por eso los califico de usurpadores. Son corporaciones que desplazan a personas elegidas democráticamente. O que trabajan tan acopladas que no podemos ver la diferencia entre unas y otras. Corporaciones que dictan a los políticos lo que tienen que hacer.
Por ejemplo, el Pacto por la Competitividad fue preparado y presentado por un alemán y un francés, presidentes de grandes corporaciones, para que lo firmara François Hollande. Y lo hizo. Dos dirigentes de la Mesa Redonda Industrial Europea escribieron este pacto y, además, lo hicieron con el apoyo de técnicos de los gobiernos. Utilizaron la Comisión Europea para hacer aprobar el texto. La Comisión hizo 127 reuniones para preparar el pacto, de las cuales el 93% fueron con empresarios y representantes de los lobbies de todos los sectores afectados. Sólo el 7% de los consultados fueron consumidores, ecologistas, sindicalistas y representantes de la ciudadanía.

Dedica gran parte del libro a alertar sobre los peligros que conllevaría la puesta en práctica del Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión (TTIP). ¿Por qué le preocupa tanto?
Empezaron a prepararlo hace veinte años. No hay ningún problema entre las corporaciones europeas y las de los Estados Unidos. Están totalmente de acuerdo en lo que quieren. Como ciudadanos tenemos regulaciones mejores, más protectoras en Europa que en Estados Unidos, salvo en el ámbito de las finanzas. A las corporaciones europeas ya les va bien acabar con las regulaciones actuales.
Por ejemplo, en la mayor parte de Europa no se puede vender comida o semillas modificadas genéticamente. Pero las corporaciones quieren hacerlo, y sin tener que explicitarlo en las etiquetas de los productos. Y también quieren practicar el fracking. O tribunales privados que diriman los litigios con los estados. Este tipo de tribunales ya han dado la razón a grandes corporaciones que han contaminado países como Ecuador. Hay muchos ejemplos. Uno, que aún está por resolver, es el de la empresa de servicios francesa Veolia, que ganó el contrato de eliminación de residuos de Alejandría, y que ha demandado a Egipto porque aprobó un aumento del salario mínimo que considera que la perjudica.

Por este motivo, las corporaciones quieren estos tribunales privados. Pueden tener sentido si estamos hablando de países pequeños, débiles y corruptos, pero en Estados Unidos y Europa no hay ninguna justificación posible.

Mal papel de Europa en cuanto a regulación financiera si está peor que Estados Unidos.
Sí. Las regulaciones financieras en Estados Unidos son mejores que en Europa. Tienen un poco más de control sobre los bancos, los bonus, determinadas transacciones. En el ámbito financiero, Europa es más neoliberal que Estados Unidos.

De todos modos, el TTIP todavía está en fase de negociación.
Pretenden terminar las negociaciones este año. En 2016 hay elecciones presidenciales en Estados Unidos y lo quieren resolver antes. Estamos progresando. Hemos conseguido un millón y medio de firmas en once países europeos contra el Tratado. Intentamos hacer una campaña oficial de recogida de firmas de acuerdo con la Unión Europea, pero se negó. Continuaremos recogiendo firmas hasta octubre. Confiamos en doblar las firmas que la Unión exige en una campaña de este tipo. Además, el 18 de abril se hará un Día Internacional contra el TTIP.

¿Qué podría interpretarse como una victoria en esta lucha contra el TTIP?
Que no se apruebe. Que no se pongan en marcha ni los tribunales privados de arbitraje que resuelvan los litigios entre las corporaciones y los estados, ni las comisiones regulatorias que quieren poner en marcha en ámbitos como la alimentación, la salud, la educación, los salarios, leyes laborales, energía, ...
Estados Unidos quiere comercializar pollos tratados con productos químicos, lo que los europeos no aceptan. Si se aprueba el Tratado, pueden intentar que se acepte en los años siguientes. Europa ha prohibido 1.200 tratamientos químicos mientras que Estados Unidos sólo ha prohibido 12, desde los años setenta.

Pensar que esta negociación puede ser reversible y que la Unión Europea podría convencer a Estados Unidos de adoptar regulaciones más favorables a los ciudadanos y a su salud, ¿es soñar?
Al principio, había sindicatos de Estados Unidos que lucharon para conseguir los derechos que tienen sus equivalentes europeos. Allí no se reconoce el derecho a la negociación de los sindicatos y un puñado de derechos laborales. El año pasado intentaron conseguir los derechos sindicales de los europeos pero no lo consiguieron.

Así las cosas, calificar de democracia a Estados Unidos requiere hacer algunos matices.
No estoy tampoco segura de que Europa sea una democracia de verdad. Los griegos votaron y no sé qué pasará ahora. El 80% de la gente apoya a Syriza tras las elecciones y para la Unión Europea parece que la democracia no cuenta. Probablemente empujarán a Grecia fuera del euro, contra la voluntad de Syriza.

La Comisión Europea no es una organización democrática, ni mucho menos. Votamos en Francia y en los Países Bajos contra la Constitución, en 2005, y pusieron el Tratado de Lisboa en su lugar, que era lo mismo. Luchamos para conseguir gobiernos democráticos y el libro va en esta dirección.

¿Cómo consiguen estos usurpadores imponer su voluntad?
Tienen mucho dinero. Están muy bien organizados. Tienen acceso a los políticos. Pagan mucho dinero a los lobistas. Tienen mucha presencia en los gobiernos. Tienen mucha más capacidad de influencia que ninguna ONG. Están en todos los comités de expertos europeos, de todos los sectores.
François Hollande, en julio de 2012, hizo muchas promesas pero dio marcha atrás rápidamente. Jean-Claude Juncker ha hecho lo propio y ha renunciado a todas las promesas que hizo durante la campaña electoral europea.

¿Por qué lo han hecho?
No estoy en sus reuniones, pero pienso que se dejan convencer por la dialéctica del "crecimiento y trabajo". Un estudio de un think tank para la Unión Europea ha calculado, en su visión más optimista, que el TTIP provocará un incremento de los ingresos en 540 euros anuales para las familias de cuatro personas y que se crearán 600.000 puestos de trabajo, en 2027. Otro estudio, con un modelo diferente, calcula que, por el contrario, se perderán 600.000 puestos de trabajo, se reducirá mucho el crecimiento y Francia será la más perjudicada.

El acuerdo NAFTA, firmado por Canadá, Estados Unidos y México, en 1994, provocó la pérdida de casi 700.000 puestos de trabajo en la industria de los Estados Unidos y los pequeños agricultores mexicanos desaparecieron prácticamente. Siempre hablan de "trabajo y crecimiento", pero no es verdad.

La información sobre cuestiones como esta no llega al gran público.
El papel de los periodistas es esencial. En la lucha en la que estamos metidos, tenemos que utilizar la "estrategia Drácula", que significa exponer los vampiros a la luz. Si no, perderemos. Podemos ganar, pero depende de tu profesión, que los periodistas sean suficientemente libres para explicar bien el TTIP. Es la razón por la que he escrito este libro.

Una investigadora hizo un estudio durante 17 meses, hasta el pasado mes de febrero, y detectó que ni la CBS, ni la ABC, ni la NBC y otra cadena televisiva nacional, habían hecho ninguna mención del TTIP. Son empresas privadas y no quieren que se discuta esta cuestión.

Una cosa es la voluntad de los periodistas y otra, la de los propietarios de los medios.
Es un problema para todos. Nadie es completamente libre. Bueno, yo puedo escribir lo que quiero. Ganamos en 1998 la batalla contra el MAI ( Multilateral Agreement on Investment). Cuando conseguimos que apareciera en la primera página del Libération pensé que habíamos ganado. Y fue así. El gobierno tuvo que escucharnos. Francia se salió y el MIA colapsó. Fuimos capaces de crear suficiente conciencia en la gente. Hay esperanza. Hay un puñado de malas noticias pero podemos ganar. Depende de nosotros.

Nosotros, dicen, somos el 99%; y ellos, los ricos, los poderosos, un 1%. Entonces ¿por qué perdemos?
¿Qué parte de este 99% está realmente bien informada? La política es muy complicada hoy. Cuando empecé en el activismo pedíamos que Estados Unidos se fuera de la guerra de Vietnam. Era un mensaje sencillo, claro, comprensible. Se podía no estar de acuerdo, pero todo el mundo lo entendía.
Ahora, si hablo del TTIP lo tengo que explicar bien. ¿Cuánta gente tiene tiempo para escuchar las explicaciones? Sobre todo si no tienen trabajo, si tienen grandes problemas en casa, si tienen que buscar los alimentos más baratos... Necesitamos movilizar a los líderes de opinión. Hay mucha gente movilizada. En España, por ejemplo, Ecologistas en Acción está haciendo muy buen trabajo.

Es un combate desigual.
Naturalmente. Lo sabemos. Ellos nunca se rinden. Tienen todo el dinero que necesitan. Mucha gente trabajando para ellos las 24 horas del día. Publicistas propios. Acceso a los medios cuando lo desean, en las páginas de opinión, los editoriales. De todos modos, cuando se entiende el peligro que representan los lobistas y que este Tratado es perjudicial para la salud de los ciudadanos, su alimentación, su salud, la educación, la calidad del medio ambiente, el transporte... la gente dice no.

Movimientos como Syriza o Podemos ¿representan un cambio político y social en la dirección que usted considera acertada?
Estoy preocupada por Syriza. He perdido dos horas de sueño esta noche pensando en un artículo para planteae preguntas del tipo: ¿está usted contento ahora, Mario Draghi, por empujar a Grecia fuera del euro? ¿Está usted contenta Christine Lagarde porque el Fondo Monetario Internacional no dará dos semanas más al nuevo Gobierno para hacer frente a sus problemas económicos? ¿Está usted contento señor Schäuble por mantener la presión al máximo sobre Grecia?

¿Hace falta algún tipo de revolución?
No, una revolución no. No hace falta ir tan lejos. Tenemos que decir basta. Debemos exigir que mantengan los negocios en su sitio. Han venido preparando el TTIP durante veinte años. Hace treinta años no estaban tan bien organizados. La globalización y el neoliberalismo les han permitido organizarse en todas partes. Es lo que yo llamo la clase Davos.

Nosotros no tenemos este nivel de organización y no tenemos tanto dinero como ellos, pero lo estamos haciendo mejor que hace diez años. Es lento. Pero la campaña para la recogida de firmas está funcionando muy bien, en muchos países. Tenemos una coalición en Francia que reúne entre cuarenta y cincuenta organizaciones. Muchos países tienen sus propias coaliciones.

Algunos analistas dicen que los poderosos sólo aceptan los cambios que benefician a la ciudadanía cuando tienen miedo. ¿Hay alguna manera de meter el miedo en el cuerpo de los "usurpadores"?
Están asustados ya. Porque están dejando que veamos algunos de los documentos que están negociando. Están recurriendo a mejorar sus relaciones públicas. Ven que estamos ofreciendo estudios que demuestran que los suyos son basura. Los socialdemócratas, que están en coalición con el partido de Angela Merkel, han mostrado su oposición a los tribunales administrativos privados.
Esto está subiendo muy arriba...
Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/Susan-George-EEUU-Vietnam-TTIP_0_367813952.html

domingo, 3 de noviembre de 2013

Entrevista a Susan George, presidenta del Transnational Institut “Van a por la democracia”

María Rodríguez Bajo Público.es

Lo promulga en cada conferencia: “Hay que dejar de ser tan educados y decirles a los políticos de la austeridad que estamos más que indignados”. La presidenta de la junta del ‘think tank’ Transnational Institute charla con Números Rojos sobre Europa, la crisis y cómo pasar a la acción.

Pocas personas disfrutan tanto como Susan George (Ohio, 1934) de desnudar el cinismo de las grandes corporaciones y los gobiernos al servicio del capital. George, quien no se despeina al declarar que no es economista sino activista y voz incómoda para las injusticias, retó a los poderosos con su blasfemo “Informe Lugano” que, junto con otros 13 títulos de los que es autora, sigue su lema de “estudia al rico, el pobre ya sabe qué va mal”.

Los líderes europeos han invocado la austeridad como el ‘hada madrina’ que solventará los problemas financieros. ¿Qué le parece esa tendencia?
¡Que no es nada más que una fantasía! Los alemanes lo llaman “austeridad expansiva”, algo totalmente absurdo porque, obviamente, la austeridad no puede conducir a una economía al crecimiento. Pero no creo que ese sea el problema esencial.

¿Cuál sería entonces?
Creo que hay un grupo, compuesto por el BusinessEurope, la Mesa Redonda Europea de Industriales y los mercados financieros, que ha decidido rejuvenecer el capitalismo deshaciéndose de muchas de las leyes y protecciones de los trabajadores, cosas por las que el modelo europeo y la gente han luchado durante décadas. Así que, si los dirigentes no hacen nada, seguirán yendo en la misma dirección. Por eso, hablar de crecimiento e inversión no nos beneficia, ya que puede que haya inversiones, pero estarán dedicadas más que nada a productos financieros. Quienes mueven los hilos de los mercados quieren libertad total y, hasta ahora, han sabido conservarla. Supongo que ya habrán empezado a especular sobre Grecia, porque lo que está pasando allí es totalmente desconocido. No veo cómo van a solucionarlo y solo espero que puedan hacerlo sin demasiadas pérdidas, y sin tener que recurrir a un ‘divorcio’ de Europa. Eso, además de arrastrar a otros gobiernos, podría repetir en la propia Grecia otra ‘Dictadura de los Coroneles’, cuando el ejército tomó el mando –en 1967– y, con él, los fascistas. ¿Quién sabe? Cosas así son de esperar, sobre todo después de ver a Aurora Dorada –partido de ultraderecha– en el Parlamento… Es un momento muy duro.

¿Puede llegar ese punto en el que los políticos supriman la democracia para sacar adelante las reformas que planean?
Está claro que van a por la democracia, a por los derechos humanos, a por todo lo que los trabajadores han conseguido. Va a ser un fascismo moderado o duro. Ahí es adonde nos quieren llevar si es necesario y si nosotros se lo permitimos. ¿Han prohibido ya las manifestaciones en España?
Aún no, pero quieren reformar el código penal para que la resistencia pacífica pueda ser penada con dos años de cárcel.
Bueno, eso es claramente un paso más hacia el fascismo. Si la resistencia pacífica se castiga con dos años de cárcel, estamos ante una clara violación de los derechos humanos. Incluso podría ser anticonstitucional, al menos en Estados Unidos o Francia.

¿Estamos probando ahora en Europa las recetas neocolonialistas que en los 70 y 80 aplicaron el FMI y el Banco Mundial en América Latina y África?
Pero no es la única razón por la que el sur tiene problemas, aunque es totalmente cierto que llevan sometidos a ajustes estructurales desde los 80. Se les obligó a aceptar programas de austeridad, mediante los cuales colegios y hospitales dejaron de ser gratis; tuvieron que exportar en lugar de concentrarse en la economía y producción locales; tuvieron que ganar dinero para pagar su deuda, ya que nadie, excepto el FMI, quería prestarles. Estamos básicamente ante la misma historia en la que los inocentes pagan y los culpables no. La diferencia es que en este caso en Europa se parte de una posición mucho más favorable que la del sur. Es una historia muy conocida, con la única diferencia de que ahora no hace falta encubrir nada y pueden llegar mucho más lejos debido a la crisis, porque la gente está asustada, porque los gobiernos no sirven para nada, porque los mercados financieros tienen tantísimo poder ahora mismo que pueden hacer lo que quieran, a no ser que les paremos los pies.

Pero, ¿cómo?
Quién sabe, quizás la única forma sea mediante una huelga general que dure semanas. Tal vez la política que llevamos –o llevo– haciendo durante años no sirva para nada. No sé, pero nos encontramos ante un momento muy serio.

Internet ha jugado un papel crucial en los movimientos sociales, ¿deberíamos tenerlo más en cuenta como herramienta?
Creo que cuando haya eventos importantes tendríamos que organizar acciones de soporte en los demás países. Tenemos que reforzar el sentido de ser europeo. Así, si hay una gran acción, debería haber un comité que informe a todo el mundo y otro que recoja ideas y cosas que se pueden hacer como, por ejemplo, reuniones delante del banco nacional de cada país y acciones mediáticas. No hace falta que haya miles de personas, pueden ser simplemente flashmobs, pero tienen que mostrar que sabemos lo que está pasando; informar a la población y decirles: “Mirad, todos somos europeos, estamos unidos”. Esto de coger aviones, como hago yo, para ir a las conferencias, no puede hacerlo todo el mundo. La gente tiene un trabajo y no puede permitírselo, por eso debemos contar con un sistema con el que podamos mostrar nuestra solidaridad con otra gente desde nuestros países.

¿Y eso se puede hacer eficientemente desde internet?
Es una buena herramienta, pero también creo que la gente solo es capaz de darse cuenta de lo que quiere cuando se encuentra cara a cara con los otros. Solo pueden programarse demandas en internet con gente a la que conoces muy bien, no con grupos enormes, y creo que la democracia directa no permite conseguir ninguna demanda cuando se aplica en grandes grupos como, por ejemplo, los ‘indignados’, u Occupy, en los que todo el mundo puede hablar y durante el tiempo que quiera.

¿Considera el decrecimiento como una alternativa viable?
Tiene buenas ideas pero, al igual que todos estos programas que dicen “yo sé qué es lo mejor para la sociedad y para el futuro, voy a contártelo y tienes que hacerlo”, no me parece el mejor punto de vista. Algunas cosas tienen que crecer, otras no y otras tienen que detenerse. Yo apoyo la economía de estado estable, que Herman Daly explicó muy bien en los 80, por lo que no necesito otra doctrina económica y los decrecentistas viven en un mundo bucólico, creen que podemos volver atrás y criar gallinas. Le tengo mucho cariño a algunos de sus defensores, como Serge Latouche, a quien conozco desde hace años, y creo que algunas de sus ideas son buenas, pero también pienso que muchas cosas tienen que crecer: el conocimiento y la ciencia, la democracia en la economía, etc.

Un estudio del Credit Suisse Institute dice que en 2050 el 70% de la población vivirá en ciudades. ¿Es sostenible esa perspectiva de vida?
Bueno, ya estamos al 50% y, a no ser que se tome una decisión consciente de proteger la agricultura local y detener el crecimiento de los enormes latifundios de monocultivos, la respuesta es que sí, que vamos a comer menos y peor, que casi todos lo haremos, aunque habrá mercados de lujo para la gente que pueda permitírselo. El proyecto de Bill Gates para África –que promueve el monocultivo de soja– va a echar a montones de pequeños agricultores de sus tierras que, probablemente, emigren a las afueras de las ciudades. En Estados Unidos ya hace mucho tiempo que se está echando a los agricultores y hoy solo un 2% de la población se dedica a trabajar la tierra. Lo mismo ha pasado en México, Indonesia, India, etc., a causa de la ‘Revolución verde’ –que fomenta el monocultivo–. Y lo mismo va a pasar en África, donde los agricultores van a tener que realizar grandes inversiones, con lo que solo los más prósperos sobrevivirán. Se han realizado algunos experimentos interesantes, como en Brasil, para intentar organizar enormes ciudades como São Paulo. Pero creo que decir que la gente vivirá en las ciudades es una forma de simplificar las cosas demasiado. La gente va a vivir en poblados chabolistas y habrá cantidades enormes de pobres. Los disturbios que se produjeron en 2008 debido a la subida del precio de la comida sucedieron en 30 países distintos porque se importa demasiada comida. Y estos disturbios, que estaban por todas partes, no sucedieron en las ciudades, sino en las afueras de las mismas, donde la gente es pobre y no puede pagar alimentos más caros.

Stephen King se sumó a Warren Buffet, el multimillonario que pidió a la Hacienda estadounidense que le subieran los impuestos. ¿Son necesarias más voces como estas que, dentro de los grupos de ricos, piden una mejor distribución de la riqueza?
Desde 1980 se han ido rebajando los impuestos a quienes más ganan. Se trata de una transferencia de valor, de riqueza, de abajo a arriba. No se aplican los mismos impuestos a los ingresos financieros que a los salarios y el trabajo. Si trabajas, recibes un salario por el que tendrás que pagar unos impuestos a un porcentaje determinado en Estados Unidos, pero si te dedicas a las inversiones, lo que haces es sentarte delante del ordenador, después vendes unas acciones y pagas menos impuestos por esos ingresos que por tu salario. Por eso la gente que, como Warren Buffet, saca su dinero del dinero, no paga los mismos impuestos que la gente que saca su dinero de su salario, trabajando de nueve a seis. Y todo esto forma parte del mismo patrón.

¿Ha llegado el momento de dejar de ser tan políticamente correctos con los responsables de todo esto?
Evidentemente, hay que controlar la parte violenta, pero realmente tenemos que estar más enfadados y decir lo que está pasando sin tapujos. Y cada vez que esta gente nos diga que la austeridad puede ayudar a crear empleo, simplemente tenemos que decirles que eso no son más que tonterías. Tenemos que manifestarnos, dejar muy clara nuestra posición. Los ‘indignados’ españoles forman parte de este movimiento, aunque no han dejado muy claro qué es lo que quieren, pero también entiendo que muchos son muy jóvenes, que para muchos de ellos esta es la primera vez que participan en algo y hay que darles un tiempo.

Sin embargo, en España el movimiento 15M ha pasado a la acción en cuestiones concretas. Por ejemplo, ha evitado numerosos desahucios.
Muy bien, es el tipo de acción que estoy recomendando. Pero, dejando claro que no soy una experta en todo, no creo que los ‘indignados’ contasen con una lista, algo como: “Mira, estas son las diez cosas que queremos y las queremos ya”.
Fuente: http://blogs.publico.es/numeros-rojos/2013/10/30/susan-george-van-a-por-la-democracia/
Foto: Porto, marcha por el puente contra los recortes. BBC.

lunes, 5 de agosto de 2013

Deuda, austeridad y devastación. Llegó el turno de Europa

Susan George
Transnational Institute (TNI)
Traducido por Beatriz Martínez para Transnational Institute.

Al igual que la peste en el siglo XIV, el azote de la deuda ha ido migrando paulatinamente del Sur al Norte. La Yersinia pestis del siglo XXI no se propaga a través de las ratas infestadas de pulgas, sino del letal fundamentalismo neoliberal, infestado de ideología. Antes, sus adalides tenían nombres como Thatcher o Reagan; ahora suenan más bien a Merkel o Barroso. Pero el mensaje, la mentalidad y la medicina prescrita son básicamente los mismos. La devastación provocada por ambas plagas también es similar. Sin duda, se registran menos muertes relacionadas con la deuda en Europa hoy en día que en África hace tres décadas, pero seguramente se está causando un daño más permanente a lo que en su día fueron las prósperas economías europeas.

Los fieles –y más veteranos– lectores de la revista New Internationalist recordarán la temida expresión ‘ajuste estructural’. ‘Ajuste’ era el eufemismo para el paquete de recetas económicas impuestas por los ricos países acreedores del Norte a otros menos desarrollados en lo que entonces llamábamos ‘el Tercer Mundo’. Una gran parte de estos países había pedido prestado demasiado dinero para demasiados fines improductivos. A veces, los líderes se limitaban a ingresar los créditos en sus cuentas privadas (recordemos a Mobutu o Marcos) y endeudar aún más a sus países. Devolver los préstamos en pesos, reales, cedis u otras ‘monedas raras’ era inaceptable; los acreedores querían dólares, libras esterlinas y marcos alemanes.

Además, los líderes del Sur habían suscrito los préstamos a tipos de interés variable, que al principio eran bajos pero que subieron a niveles astronómicos a partir de 1981, cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos puso fin a la era del dinero barato. Cuando países como México amenazaron con no pagar la deuda, cundió el pánico entre los ministros de Economía de los países acreedores, los grandes banqueros y los burócratas internacionales, que se pasaron unos cuantos fines de semanas sin dormir, alimentándose con comida para llevar e improvisando planes de emergencia.

Plus ça change, plus c’est la même chose.* Pasadas unas décadas, aún se suceden las reuniones de crisis, esta vez en Bruselas y, pese a algunas variaciones, la respuesta es idéntica: solo consigues un rescate si te comprometes a seguir una serie de estrictas exigencias. En su día, estas se hacían eco del neoliberal ‘consenso de Washington’; ahora se denominan, más acertadamente, ‘paquetes de austeridad’, pero ambas requieren las mismas medidas. Firme aquí, por favor, con sangre.

Para el Sur, los contratos rezaban: ‘Limiten la producción de alimentos y dedíquense a cultivos comerciales rentables. Privaticen las empresas estatales y abran actividades lucrativas a las compañías transnacionales extranjeras, sobre todo en el sector de las materias primas y las industrias extractivas, la silvicultura y la pesca. Reduzcan drásticamente el crédito, y eliminen los subsidios y las prestaciones sociales. Presenten propuestas para el pago de la salud y la educación. Economicen y obtengan divisas fuertes a través del comercio. Su principal responsabilidad es para con los acreedores, no para con su pueblo’.

Ahora llegó el turno de Europa. A los países del sur de Europa y a Irlanda no se les deja de repetir: ‘Han estado viviendo por encima de sus posibilidades. Ahora les toca pagar’. Los Gobiernos aceptan órdenes dócilmente y sus ciudadanos y ciudadanas suelen asumir que deben pagar la deuda de inmediato porque la deuda de un Estado soberano es exactamente igual que la deuda de una familia. Pero no lo es; un Gobierno acumula deuda emitiendo bonos en los mercados financieros. Esos bonos son adquiridos fundamentalmente por inversores institucionales, como bancos, que reciben un pago anual de intereses: bajo cuando el riesgo de impago es bajo y alto cuando dicho riesgo también lo es. Es totalmente normal, deseable e incluso necesario que un país tenga una deuda que plantee cero problemas y que genere muchos beneficios si el dinero se invierte con prudencia y a largo plazo en actividades productivas como educación, salud, prestaciones sociales, infraestructuras sólidas y similares.

En efecto, cuanto mayor es el porcentaje de gasto público en el presupuesto de un Gobierno, más elevado es el nivel de vida y más empleos se crean, incluido en el sector privado. Esta norma se ha visto confirmada sin falta desde que se apuntó a la correlación entre la inversión pública y el bienestar nacional por primera vez, a fines del siglo XIX.

Lógicamente, el dinero prestado también se puede derrochar y gastar sin ton ni son, y los beneficios pueden repartirse injustamente. La gran diferencia entre el presupuesto de una familia y el de un Estado es que los Estados no desaparecen sin más, como una compañía en bancarrota. Las inversiones productivas y bien gestionadas que se financian con el dinero que toman prestado los Gobiernos deberían entenderse, en general, como algo bueno.

Los números mágicos
En 1992, los países europeos votaron ciegamente ‘sí’ al Tratado de Maastricht, que debido a la insistencia de Alemania incluía dos números mágicos: el 3 y el 60. Nunca dejes que tu déficit presupuestario supere el tres por ciento; nunca contraigas una deuda pública que supere el 60 por ciento de tu producto interior bruto ( PIB ).** ¿Por qué no el 2 o el 4 por ciento, o el 55 y el 65? Nadie lo sabe, salvo quizá algún vetusto burócrata que andaba por allí, pero estos números se han convertido en las Tablas de la Ley.

En 2010, dos famosos economistas anunciaron que, por encima del 90 por ciento del PIB , la deuda acarrearía problemas a un país y su PIB se contraería. Es algo que suena lógico porque el pago de los intereses se comería un porcentaje mayor del presupuesto. Sin embargo, en abril de 2013, un estudiante de doctorado norteamericano intentó replicar sus resultados y se encontró con que no podía. Usando las mismas cifras, obtenía un resultado positivo para el PIB, que aún seguiría aumentando en más de un dos por ciento al año. El tándem de economistas famosos –y ahora también avergonzados– tuvo que admitir que había sido víctima del Excel y que habían colocado mal una coma.

Incluso el Fondo Monetario Internacional ha confesado errores parecidos, esta vez sobre el tema de los recortes y las medidas de austeridad. Ahora sabemos –porque el Fondo ha sido lo bastante sincero como para explicárnoslo–, que los recortes perjudicarían al PIB dos o tres veces más de lo previsto en un principio. Europa debería tomárselo con calma, dice el FMI y no ‘conducir la economía pisando el freno’. El límite mágico del 60 por ciento del PIB en la deuda es ahora más sagrado que el límite del tres por ciento para el déficit; las políticas, sin embargo, siguen siendo las mismas, ya que los halcones neoliberales aprovechan cualquier atisbo de prueba dudosa que parezca promover su causa.

Nos enfrentamos a dos preguntas básicas. La primera sería por qué aumentó la deuda de los países europeos de forma tan pronunciada después de que estallara la crisis en 2007. En apenas cuatro años, entre 2006 y 2010, la deuda se disparó en más de un 75 por ciento en Gran Bretaña y Grecia, un 59 por ciento en España y una cifra récord del 276 por ciento en Irlanda, donde el Gobierno anunció que se haría responsable de todas las deudas de todos los bancos privados del país. El pueblo irlandés, por lo tanto, asumiría la falta de responsabilidad de los banqueros irlandeses. Gran Bretaña hizo lo mismo, aunque en menor medida. Los beneficios se privatizan y las pérdidas se socializan.

Así pues, los ciudadanos y las ciudadanas deben pagar por la austeridad, mientras que los banqueros y otros inversores que adquirieron los bonos del país o productos financieros tóxicos no aportan nada. Después de la crisis de 2007, el PIB de los países europeos cayó un promedio del cinco por ciento y los Gobiernos tuvieron que compensar. El incremento de los fracasos empresariales y el desempleo masivo significaban también más gastos para los Gobiernos justo en el momento en que estaban recaudando menos a través de los impuestos.

La nueva moralidad
El estancamiento económico sale caro. El aumento de los gastos y la bajada de los ingresos se traduce en una única respuesta: solicitar más préstamos. Rescatar a los bancos y asumir las consecuencias de la crisis que estos crearon son el principal motivo de la crisis de la deuda y, por lo tanto, de la dura austeridad que se impone hoy en día. La gente no estaba ‘viviendo por encima de sus posibilidades’, pero es evidente que el lema de la nueva moralidad es ‘castiguemos a los inocentes y recompensemos a los culpables’.

Esto no es una defensa de las políticas ineptas ni corruptas, como las que permitieron que se inflara la burbuja inmobiliaria en España o que la clase política griega contratara a un gran número de nuevos funcionarios después de cada elección. Los griegos tienen un presupuesto militar hinchado y se niegan, inexcusablemente, a gravar a los grandes magnates navieros y a la Iglesia, la mayor titular de propiedades del país. Pero si la bañera pierde agua y la pintura del salón se está cayendo, ¿qué haces? ¿Quemas toda la casa o arreglas las tuberías y vuelves a pintar?

Las consecuencias humanas de la austeridad son ineludibles y bien conocidas: los jubilados rebuscan en los contenedores de basura a mitad de mes esperando encontrar algo que llevarse a la boca; los y las jóvenes de talento y con formación de Italia, Portugal y España huyen de su país mientras la tasa de desempleo para su grupo de edad alcanza el 50 por ciento; a las familias se les impone una carga insoportable; la violencia contra las mujeres aumenta con el incremento de la pobreza y la angustia; los hospitales carecen de fármacos básicos y de personal; las escuelas y los servicios públicos se deterioran o desaparecen. A la naturaleza también se le pasa factura: no se invierte nada en revertir la crisis climática ni en poner fin a la destrucción del medio ambiente. Es demasiado caro. Como sucede con todo lo demás, ahora no nos lo podemos permitir.

Conocemos bien las repercusiones, el resultado de lo que la canciller alemana Angela Merkel denomina políticas de ‘austeridad expansionista’. Según esta teoría neoliberal, los mercados ‘se tranquilizarán’ con políticas estrictas y volverán a invertir en los países disciplinados. Pero esto no ha sucedido. Y por todo el sur de Europa están empezando a aparecer imágenes de Merkel decoradas con esvásticas.

Muchos alemanes piensan que están ayudando a Grecia y quieren dejar de hacerlo. En realidad, casi todo el dinero del rescate está siguiendo un circuito cerrado: las aportaciones de los Gobiernos de la UE realizadas a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad se han vuelto a canalizar a través del Banco Central y los bancos privados de Grecia hacia bancos británicos, alemanes y franceses que habían adquirido eurobonos griegos para obtener un rendimiento más alto. Sería más sencillo entregar el dinero de los contribuyentes europeos directamente a los bancos, si no fuera porque los contribuyentes podrían darse cuenta del truco. ¿Por qué montar un drama psicológico en torno al dos por ciento (Grecia) o al 0,4 por ciento (Chipre) de la economía europea? Un cínico podría contestar: ‘Muy sencillo. Para asegurar la reelección de la señora Merkel en septiembre’.

La segunda pregunta básica es por qué seguimos aplicando políticas que son perjudiciales y no funcionan. Esta catástrofe de creación propia puede verse desde dos puntos de vista. Economistas laureados y de renombre como Paul Krugman o Joseph Stiglitz opinan que los líderes europeos sufren de encefalograma plano, muestran una total ignorancia en materia de economía y están abocados a un innecesario suicidio económico. Otros analistas apuntan que los recortes se ajustan perfectamente a los deseos de entidades como la Mesa Redonda Europea de Industriales y BusinessEurope: recortar salarios y prestaciones, debilitar a los sindicatos, privatizar todo lo que se ponga a tiro, etcétera. A medida que han ido aumentando las desigualdades, a las elites no les ha ido nada mal. En estos momentos, hay más ‘particulares con un elevado patrimonio neto’ y con una fortuna colectiva mucho mayor que en el punto álgido de la crisis en 2008. Hace cinco años, se contabilizan en todo el mundo 8,6 millones de particulares de este tipo, con una liquidez conjunta valorada en 39 billones de dólares estadounidenses. Hoy en día, este grupo llega a los 11 millones de personas, con activos por valor de 42 billones de dólares. Las pequeñas empresas caen en tropel, pero las grandes compañías disponen de ingentes sumas de efectivo y están sacando el mayor partido posible de los paraísos fiscales. No ven ningún motivo para dejarlo ahí.

Esta crisis no está afectando a todo el mundo y los líderes europeos no son más necios que sus homólogos en otros países. Si que están, no obstante, totalmente sometidos a los deseos de las grandes finanzas y las grandes corporaciones. Sin duda, la ideología neoliberal desempeña un papel clave en su programa, pero sirve especialmente para emitir densas cortinas de humo y falsas explicaciones y justificaciones, con el fin de que las personas crean que ‘no hay alternativa’. No es cierto: los bancos se podrían haber socializado y transformado en servicios públicos, del mismo modo que cualquier otro organismo que funciona con dinero público. Se podrían haber cerrado los paraísos fiscales, aplicado impuestos a las transacciones financieras y adoptado muchas otras medidas. Pero estas propuestas, a ojos del neoliberalismo, son una herejía (aunque 11 países de la eurozona empezarán a gravar las transacciones financieras a partir de 2014).

Soy una ferviente europea y deseo que Europa prospere, pero esto no es Europa. En contra de nuestra voluntad, se nos ha arrastrado a una guerra de clases. La única respuesta que le queda a la ciudadanía está en el conocimiento y la unidad. Lo que ha impuesto el 1 por ciento puede ser revocado por el 99 por ciento. Pero más vale que nos demos prisa: el tiempo se está agotando.

* ‘Cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual.’
** La deuda pública es dinero que un Gobierno debe en forma de préstamos obtenidos en los mercados financieros más que mediante otras modalidades de empréstito. Fuente: http://www.tni.org/es/article/deuda-austeridad-y-devastacion

domingo, 3 de marzo de 2013

Susan George: "Un nuevo Lehman Brothers podría estar al caer".

"La falta de control del sector financiero ha incrementado el riesgo de un nuevo crash financiero mundial cuyas consecuencias podrían ser peores que el anterior", afirma la autora de 'El informe Lugano II': "Internet es una buena herramienta para organizarse, pero la protesta debe estar en la calle si quiere triunfar".

Son ricos y quieren serlo mucho más. Podrían haberse citado en la última cumbre de Davos o no, porque son a un tiempo realidad y ficción. Se llaman Los solicitantes, y buscan respuestas para mantener el capitalismo por encima de todo, incluso si eso implica acabar con la democracia. Este es el hilo argumental del último libro de Susan George, El Informe Lugano II (Deusto), en el que la politóloga y analista franco americana y presidente de honor de Attac analiza la realidad y la motivación que se esconden tras lo que nos están contando de la actual crisis. A sus 79 años, George sólo tiene un objetivo: que sus lectores se den cuenta que lo que está pasando es un montaje para que los ricos sigan ganando la batalla de la lucha de clases y se conciencien de que sólo con la lucha callejera es posible plantarles cara.

"Esta vez, vamos a liquidar la democracia". Este es el inquietante subtítulo que usted ha elegido para su último libro El Informe Lugano II. ¿Tanto mal hace la democracia al grupo de multimillonarios de Davos que protagoniza su relato?

En mi libro hay un grupo ficticio de ricos, que yo llamo Los solicitantes, y que buscan asesoramiento para consolidar los privilegios del capitalismo. Por su puesto, la democracia es incómoda para ellos. Se han conseguido demasiados avances para las clases medias en los últimos años del siglo XX, un Estado del Bienestar que es muy caro, muy permisivo y que no les interesa. No quieren que los trabajadores tengan tantos derechos, no quieren ayudas para nadie... Lo que quieren es que se vuelva a la situación de sumisión que tenían a principios del siglo XX por lo menos.

Un resultado tan caótico como el de las últimas elecciones italianas, ¿facilita la tarea de destruir la democracia?

Cuando escribí mi libro no tenía ni idea de lo que iba a ocurrir en Italia. Pero la verdad es que no me sorprende. Es normal que el apoyo a Monti se desmorone ya que ha sido él quien ha aplicado las medidas restrictivas dictadas por Europa. Que resurja el apoyo a Berlusconi se puede entender ya que la gente puede pensar que antes se estaba mejor. El problema es que su populismo como el de Beppe Grillo son peligrosos. El nivel de corrupción y manipulación con el populismo en el poder es mucho más alto y eso sí que es un atentado contra la democracia.

El Informe Lugano II ofrece cifras muy inquietantes respecto al poder financiero mundial. Por ejemplo, que el mercado de derivados es mucho más grande, las agencias de rating siguen dominando a pesar de sus fallos reconocidos.

¿Por qué hay tanta negligencia en las élites políticas para aportar soluciones mientras siguen actuando al dictado que marcan los mercados?

Los banqueros tienen mucho poder. Ellos pueden elegir quién es elegido y quién no. Esto es muy claro en EEUU. Pero en Europa también tenemos ejemplos de su poder en la sombra. El Gobierno francés, por ejemplo, presume de haber hecho una ley que separa los bancos de inversión de la banca minorista, que en teoría quiere evitar los riesgos en los que incurrió la crisis de 2008. Ese texto ha sido sometido a debate parlamentario y se ha invitado a los grandes poderes financieros a comentarlo. Uno de los grandes banqueros del país, un representante de Société Générale, dijo que la ley, tal y como estaba redactada apenas le preocupaba ya que en el peor de los casos afectaría al 1% de su negocio. Es decir, los grandes titulares en prensa ensalzarán una nueva legislación de control a la banca, pero la realidad es que siguen igual. Es sólo marketing social. Lo que ocurre es que, básicamente los políticos no quiere enfrentarse al sector financiero que es el más poderoso de la sociedad. Los políticos los temen, o incluso los admiran. Realmente Sarkozy los admiraba y yo creo que Obama también. Y por otro lado, los ricos, como decía Adam Smith,"siempre quieren más para ellos y nada para los otros".

En su primer informe Lugano usted acertó con la predicción de que llegaría una crisis financiera mundial. Ahora, este segundo también advierte de que un segundo crash es posible y de ser así, sí que podría acabar para siempre con el capitalismo.

Temo una nueva crisis del sistema financiero. En mi libro explico que las 50 principales empresas del mundo están muy correlacionadas. Esto no es ficción si miras quién controla a quien en el mundo transnacional. Las más interconectadas están en el borde de cuchillo. Si la economía va bien no pasará nada, pero si algo va mal en alguna de ellas, todas caerán como un dominó. Además, 48 de esas compañías son grandes entidades financieras. Esto significa que sí, que un nuevo Lehman Brothers es posible, porque nadie tras el anterior crash ha sido capaz de poner al sistema financiero bajo control. 

Usted se ha pasado años liderando la reivindicación de una Tasa Tobin para las finanzas. ¿Qué opina de la aprobada ahora por la Unión Europea?

Es un triunfo y una derrota al mismo tiempo. Es una victoria porque por fin han aceptado, algo que nos habían negado una y otra vez, que es posible tasar las transacciones financieras. Pero el problema es lo que van a hacer con el dinero. Nuestras reivindicaciones de que fuera destinado a ayudas al tercer mundo y a los necesitados de nuestras sociedades no han sido escuchadas y lo más probable es que todo lo recaudado, que será alrededor de unos 35.000 millones de euros, vaya directamente al presupuesto de los países. Y eso es una derrota.

Insiste en su libro en decir que es mentira la afirmación tantas veces repetida de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". ¿Tan tontos somos los ciudadanos como para que la mayoría haya interiorizado esa culpa como real y verdadera?

La propaganda institucional es muy potente. Si te están lanzando ese mensaje insistentemente un día tras otro y en todos los lugares, acabas creyendo que es verdad. Los argumentos para desmontarlo no tienen la misma difusión, mucha gente los desconoce. La situación extrema que estamos viviendo es por la crisis que provocaron los banqueros no por lo que ha hecho el pueblo. Una parte del pueblo sí se ha dado cuenta y ha salido a protestar a la calle. Estas protestas inquietan mucho a sus ricos de Davos, aunque en el fondo están tranquilos porque ven que los ciudadanos no consiguen unirse lo suficiente.

¿Están perdiendo potencia movimientos como el 15M?

El pueblo tiene que luchar, reaccionar frente a las agresiones. Estos movimientos sociales son la mayor preocupación de los multimillonarios que quieren mantener el capitalismo más extremo a toda costa. Pero los indignados tiene que saber que la lucha sólo en sus propios países o por sus propios intereses no es suficiente. No es suficiente luchar ante Rajoy o ante Silvio Berlusconi. Porque en el mejor de los casos podrían ganarles a ellos, pero eso ahora en el contexto europeo no significa nada. El poder está en el BCE, en el FMI. Ni Rajoy ni François Hollande pueden hacer frente a esos poderes supranacionales. Tampoco las feministas, los ecologistas, los homosexuales por sí solos tienen mucho que hacer. Lo que más me gustaría es ver cómo los movimientos de los indignados de toda Europa se unen con los sindicatos de toda Europa para hacer protestas a nivel internacional. Ese es el poder del pueblo.

Una cosa me ha sorprendido mucho de su libro. El grupo de Davos aboga por mantener a los activistas protestando en internet, mientras se les mantenga lejos de las calles. ¿No es internet el mejor canal para organizarse socialmente?

Internet es una herramienta estupenda, pero no es el lugar donde tiene que llevarse a cabo la revolución. La revolución no está en la web, está en la calle, con lobbys que planten cara a los lobbys de los ricos en las mismas condiciones, con una buena definición de los objetivos que se quieren conseguir y una buena estrategia de unión para llegar a todos ellos. Internet se puede utilizar para facilitar la información y la documentación que la gente necesita para formase y a apoyar la lucha callejera, pero la protesta sólo en web no tiene potencia. Leer original aquí.
Fuente: http://www.eldiario.es/politica/Susan-George-Lehman-Brothers-podria_0_106390041.html

sábado, 26 de enero de 2013

Susan George nos explica lo que ocurre con la llamada crisis. Es la lucha de clases y como dijo el multimillonario, Warren Buffett; los míos, los ricos, están ganando.



Más sobre Warren Buffett.
Susan George, es una extraordinaria mujer, norteamericana de origen y nacionalizada francesa, residente en París y enamorada de Europa y la Ilustración. Es presidenta de ATTAC y una defensora de la Razón, la Justicia, el Humanismo y los Derechos Humanos. Emociona escucharla por su brillantez didáctica, lucidez expositiva, sencillez de argumentos, certeros conocimientos y claridad de ideas. No dice una palabra de más ni de menos. Es una suerte oírla, un inmenso privilegio tenerla a nuestro lado y un honor inconmensurable que dirija ATTAC ese grupo de luchadores por la justicia y la razón que nació en Francia y se ha extendido por Europa para construir un mundo mejor, pacíficamente mediante la defensa y difusión del conocimiento y el buen saber.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Entrevista a Susan George, en El Levante. El Mercantil Valenciano

«Los españoles son ratas de laboratorio: a ver cuánto castigo toleran sin rebelarse»

La filósofa avisa que «lo importante no es el coche oficial de los políticos, sino que el Estado gobierne para el mercado»

Decir de Susan George que es una activista y pensadora es empequeñecer la figura de esta combativa estadounidense de 78 años afincada en Paris. Ejerce como presidenta de honor de ATTAC, la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras y la Ayuda a la Ciudadanía. Y su ensayo El Informe Lugano, en el que imagina un terrorífico escenario ecológico, económico, laboral y social hacia el que abocaba el capitalismo del siglo XXI constituye una biblia para los movimientos sociales y el anticapitalismo.

Anteanoche, George inauguró en Valencia el IV Máster en Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional de la UV. Aquí comienza con una alerta: «La democracia está en peligro» ante «el ataque de «la clase de Davos: una clase transnacional desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que la democracia es demasiado lenta».

Usted denuncia el «austericidio » de Europa. Es que la actual política de austeridad, en particular en Grecia y España, es inaceptable. Es inaceptable que la mitad de jóvenes españoles no tenga trabajo. 

¿Para quién se gobierna? Porque ésa es la gran cuestión en democracia. Las constituciones de Estados Unidos, Francia —y me imagino que también la de España— subrayan que el pueblo es soberano. Pero con este principio de austeridad aprobado por Europa, ¿se gobierna para la gente o para los mercados financieros?

Cree entonces que el pueblo ya no es soberano…
El pueblo está deviniendo cada vez menos soberano. Y con el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no sólo el poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los ciudadanos. Por tanto, ni tenemos democracia directa, ni democracia representativa. Pero apenas reaccionamos…

Está el frente de los indignados y algunos huelguistas. Pero la última huelga en España no ha tenido éxito. Y pienso que es porque la gente tiene miedo de perder su trabajo. Yo comprendo ese miedo, porque el miedo es la disciplina de una sociedad capitalista, que usa el miedo individual para disciplinar y calmar la población con el objetivo de que acepte lo que le digan. De hecho, creo que los griegos y los españoles son como ratas de laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento puede ser aceptado por esta sociedad sin que la gente se rebele. Eso puede alentar al fascismo.

¿Considera que la extrema derecha saldrá reforzada?
Es el paradigma clásico que ya vimos en los años 20 y 30: el poder de la extrema derecha. Pienso que es normal. ¿Hacia dónde se volverán las personas sin formación? Mirarán al vecino, al inmigrante que tienen al lado… Desgraciadamente, es una reacción que ya hemos visto y para la que hemos de estar preparados.

Con la crisis, la población española ha redoblado sus críticas contra los sueldos y privilegios de los políticos. ¿Eso es desviar la atención de lo importante? ¡Pero si son los banqueros a los que deberían criticar! La actual crisis es la continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de los banqueros y, en España, de la burbuja inmobiliaria, que al final también era culpa de los bancos por dar préstamos imprudentes y alimentar esta burbuja. Sin embargo, cuando estalló la burbuja, fue el Estado el que asumió la deuda privada. La deuda pública de España era muy moderada cuando estalló la crisis. Sin déficit y con el 50% de deuda pública, cuando se permitía tener hasta el 60%. ¡Estabais perfectos, mejor que Alemania! Pero el Estado cargó con la deuda de los bancos. Y ha gastado muchísimo dinero para capitalizar y salvar los mismos bancos que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó muy rápidamente.
Es una respuesta muy larga a la pregunta, pero no es el coche oficial de los políticos lo importante, sino que el Estado gobierna para los mercados financieros y no para el pueblo. Se ha castigado a los inocentes y los culpables han sido recompensados.

¿Y, ante ello, qué pueden hacer los ciudadanos españoles?
Unirse. Unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los trabajadores, los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de unirse contra esta realidad. Porque la clase de Davos, que es la que gobierna por ellos, está muy unida.

En Pakistán, una niña que quería estudiar ha sido víctima de un atentado que casi le arranca la vida. ¿El mundo está loco?
No, el mundo no está loco. El mundo musulmán de los talibanes es sexista, machista y tiene un miedo terrible a la mujer, a la sexualidad de la mujer y al poder de la mujer. Y cuando ellos tienen el poder, lo utilizan para oprimir a las mujeres. Puede llamársele locura, pero responde al interés de los hombres por coartar la sexualidad femenina.

Si Karl Marx resucitara y viera esta Europa, ¿qué pensaría?
Él pensaría que la guerra de clases está acabando y que los ricos la están ganando. De eso trata mi próximo libro, que publicará Planeta en España en febrero y que se titulará El Informe Lugano 2. Cómo ganar la guerra de clases. El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la tercera fortuna del mundo, que escribió: «Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando».

Es cierto. ¡Claro! Y por eso hay que unirse y no dejarse perder. Porque en juego está la democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII. Todo aquello que los europeos hemos hecho desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Todo lo que los españoles han hecho desde el final del franquismo. Paco Cerdà. Valencia.

domingo, 21 de agosto de 2011

Más de 1200 personas reunidas en Friburgo para proponer salidas al caos financiero

Comunicado de la Red Europea de ATTAC.

Más de 1200 activistas de todas las partes del mundo se han unido a la Academia de la Red Europea de ATTAC en Friburgo, Alemania, entre el 8 y el 14 de Agosto para mostrar alternativas al caótico sistema económico mundial. La acuciante situación de los mercados financieros mundiales es objeto de una fuerte crítica por parte de los asistentes.

“ATTAC no esta aquí para decir “ya os lo dijimos” (aunque lo hicimos, y durante años). Tenemos propuestas concretas sobre como poner a las personas y al planeta por delante de los escandalosos beneficios de unos pocos. Estas propuestas funcionarían, si se les diese una oportunidad”, ha declarado Susan George, Presidenta de Honor de ATTAC Francia.

“Durante mas de 10 años los políticos han ignorado nuestras reclamaciones de un control democrático sobre los mercados financieros: incluso cuando los debates sobre la necesidad de una mayor regulación ya se están dando, la implementación de un Impuesto a las Transacciones Financieras y otras herramientas reguladoras esta todavía lejos de aplicarse. A pesar de los bonitos discursos y las declaraciones de solidaridad con el mundo en el G20 y en otros influyentes foros internacionales, la regulación no se ha llevado a cabo, e incluso cuando se ha hecho tímidamente, esta ha llegado demasiado tarde”, declaró Hugo Braun, uno de los organizadores alemanes del evento.

“Los llamados mercados, que no son otra cosa que los grandes poderes financieros, las empresas multinacionales como Telefónica, que despiden a miles de trabajadores cuando ganan miles de millones de euros, o los bancos, que están en las esquinas de nuestras calles y juegan al casino con nuestro dinero, no dejan de atacar a los estados europeos y están a punto de hundir a nuevos países como Italia o España, después de haberlo hecho con Grecia, Irlanda o Portugal. Ellos crearon la crisis, por culpa de ellos se endeudaron los estados y ahora aprovechan la coyuntura para imponer a los pueblos su propio rescate como si fuera el de las naciones a las que están a punto de arruinar”, ha dicho Juan Torres, del Consejo Científico de ATTAC España.

El pánico ha regresado a los mercados financieros. A pesar de que los niveles de deuda de EE.UU. y los países de la Unión Europea eran bien conocidos hace tiempo, la gran crack bursátil esta aumentando incluso mas la irracionalidad de los mercados financieros con la degradación de la deuda de los EE.UU. Los rumores de la posible degradación de los bonos del estado francés han empeorado aun más el mercadeo especulativo.

“Hacemos una llamada a todo el mundo. ¡Levantaos de la televisión y los ordenadores y uníos a los movimientos que están construyendo alternativas a la crisis y trabajando por un mundo mejor!, este es el mejor camino para asegurar a todo el mundo que pueda tener una buena vida sobre unas bases ecológica y socialmente sostenibles”, concluye Benedikte Hansen, líder de ATTAC Noruega.

La Red Europea de ATTAC exige:

* La inmediata introducción de un impuesto a las transacciones financieras para frenar la especulación.
* La inmediata expulsión de los especuladores y los instrumentos financieros de especulación de la economía y las sociedades, incluyendo la modalidad de compra/venta a corto y los CDS.
* No a los rescates bancarios sin condiciones. Los bancos que no puedan sobrevivir deberán ser puestos bajo el control democrático de los poderes públicos con el objetivo de servir a las necesidades de la población y no de los beneficios de los accionistas privados.
* Todas las instituciones financieras que son consideradas “demasiado grandes para caer” se dividirán en otras mas pequeñas.
* Toda la deuda pública deberá ser auditada por una institución ciudadana imparcial. Toda deuda ilegitima será cancelada.
* El Banco Central Europeo debe estar bajo el control democrático, y su mandato revisado de tal manera que permita la financiación de los estados miembros de la Eurozona.
Friburgo, Alemania, 12 de Agosto de 2011
(Foto del autor, Plaza del Comercio de Lisboa al atardecer del 20 del 8 del 2011)