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domingo, 17 de marzo de 2024

‘Oh, weh!’, dijo Einstein.

Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer, en 1947.
Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer, en 1947.
Estaría bien que la historia de la bomba atómica lanzada sobre Japón en dos ocasiones no se contara como fruto de lo inevitable.

Cuenta la leyenda que cuando a Albert Einstein le informaron de que Estados Unidos acababa de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima exclamó Oh, weh!, que viene a querer decir algo así como ¡Qué horror! Puede que si le hubiera tocado enterarse del premio Oscar para la película Oppenheimer hubiera exclamado algo parecido.

Se sabe que Einstein, que aparece en la película en una secuencia tan enigmática, para bien, como poco esclarecedora, para mal, no estaba al corriente del programa nuclear estadounidense. Quien pasa por ser una de las mentes más brillantes de la historia de la humanidad sostenía con ahínco que la única solución para la política internacional era la unidad mundial. Qué poco caso hacemos a las personas inteligentes, la unidad mundial nunca ha estado más lejos del programa, si tan siquiera logramos unidad dentro de los países. Se sabe que en un programa de televisión de 1950 sí expresó una advertencia clara: “Desarrollar la bomba de hidrógeno como hace Estados Unidos, cuyo presidente persigue ese fin, obliga a avisar de que el envenenamiento radiactivo de la atmósfera causaría la aniquilación de la vida humana sobre la tierra. Bajo el carácter aparentemente inexorable se nos hace creer que cada paso aparece como la inevitable consecuencia del que se ha dado antes. Pues el final, cada vez más claro, será la aniquilación general”.

Es obvio que este discurso fue ignorado, la guerra ha vuelto a ser un recurso. Y los países poderosos siguen presentando como inevitable no solo el uso y fabricación de la bomba, sino la amenaza persistente y el efecto disuasorio. Tenemos actualmente al mando de naciones fuertes a hombres que pasarán a la historia como asesinos y eso es permitido y aplaudido por una gran parte de sus ciudadanías, que tienden a confundir el patriotismo con la tolerancia al crimen. En este sentido, a uno le gustaría percibir que la historia de la bomba atómica lanzada sobre Japón en dos ocasiones sucesivas no fuera contada como fruto de lo inevitable. Carecería de sentido desvincularla del ascenso del ultranacionalismo y del racismo que encumbraron a Hitler y a los líderes que se asociaron con él tanto en Europa como en Asia. Pero la bomba también estableció las relaciones políticas futuras.

En la segunda parte de la película de Nolan, donde quizá no es tan acelerado ni tan abrumador el avance de la anécdota, se repasa el modo en que el Gobierno de Estados Unidos persiguió hasta la humillación pública al científico Oppenheimer. Sus evidentes llamamientos al desarme y a la pacificación no se correspondían ya con los intereses de unos líderes y una industria armamentística que harían del miedo y la amenaza su gran negocio. Asusta que caiga en la superficialidad la lectura de la película Oppenheimer, que se disfrute solo como la audacia de un hombre por superar a los rivales bélicos, como un reto heroico triunfante, otro más. La precipitación en las descripciones de su vida personal impiden ahondar en la espiritualidad que lo acosaba enfrentándole a su propia actividad profesional. Es ahí, en esa contradicción, donde la expresión de Einstein cobra toda su magnitud.

En un mundo en el que se adora sin reparos cada avance tecnológico, ajenos todos a las consecuencias, convendría no olvidar la medida humana. Nos hemos alejado de nosotros mismos. Y en las películas también.

 David Trueba 

miércoles, 7 de febrero de 2024

"Einstein es el padre, Turing es el hijo, pero él es el espíritu santo": quién era John von Neumann, el genio olvidado del siglo XX

 Jhon von Neumann

21 enero 2024, 04:42 GMT

"En este mundo solo hay dos tipos de personas: Jancsi von Neumann y el resto de nosotros".

Así -cuenta el escritor chileno Benjamín Labatut- describió el físico húngaro Eugene Wigner a su compatriota Von Neumann, el matemático que protagoniza su última novela, MANIAC.

En "Un verdor terrible" -el libro que lo hizo conocido a nivel mundial a partir de su selección como finalista del Booker Prize International 2021- Labatut ya se había adentrado en las oscuridades y paradojas de la ciencia y los científicos del siglo XX.

Pero en su última obra, titulada con las siglas de la computadora que creó Von Neumann (Mathematical Analyzer Numerical Integrator and Automatic Computer), todos los avances científicos de las últimas décadas parecen darse cita en un solo cerebro, el del matemático húngaro.

Von Neumann participó en el proyecto Manhattan, que desarrolló la bomba nuclear; es considerado junto a Alan Turing el padre de la computación; fue uno de los creadores de la Teoría de los Juegos y de la estrategia detrás de la Guerra Fría, y, sin embargo, su nombre pasa desapercibido para una gran mayoría.

El matemático, quien durante su exilio en Estados Unidos cambió el Jancsi de su nacimiento por un mucho más americano John, es definido por el autor chileno como "un tipo de una enorme complejidad".

Y para adentrarse en él, Labatut hace lo que nunca había hecho: recurre a muchos para hablar de uno (además de Wigner, otras 14 personas describen etapas de la vida de John Von Neumann).

"A mí, en realidad, no me gusta la chorrera de voces, realmente no lo disfruto", le dijo a BBC Mundo desde Chile antes de participar en el HAY Festival de Cartagena, que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 25 y el 28 de enero.

¿Por qué, entonces, el personaje de Von Neumann necesitaba "esa chorrera de voces"?

Porque Von Neumann requiere algo distinto.

Los milagros que han descubierto otros científicos, por lo general, se circunscriben a un área.

Son genios en la física o en la matemática, descubrieron un monstruo dentro de una ecuación, abrieron nuestra visión del mundo hacia un ámbito específico.

Pero Von Neumann es único, en el sentido de que prácticamente no hay área de la ciencia moderna que no haya tocado con su pensamiento, y muchas de sus ideas siguen teniendo impacto.

Tú hablas con gente que está estudiando la forma en que se comunican las células con cáncer y están aplicando ecuaciones de Von Neumann, un matemático puro.

Yo en realidad hubiese querido usar un narrador, porque me interesan más las ideas que las técnicas de la novela clásica. Y, sin embargo, acá era imposible.

Es una lección medio sacada del libro anterior, en el que el matemático Alexander Grothendieck dice que mientras más complejo es un objeto, más puntos de vista son necesarios para verlo.

En el caso de Von Neumann eso se aplica al 100%.

Es algo tan colosal que la única manera de no amarrarlo, de no disminuirlo con una perspectiva autoritaria única, simplista, era el coro.

Al comienzo de la novela, tú -que apelas a la ficción- lo defines como "el hombre más inteligente del siglo XX", mientras que su biógrafo Ananyo Bhattacharya -que escribe desde la no ficción- lo llama "el hombre del futuro". ¿De qué manera su inteligencia es superior a todas las demás?

Hay dos aspectos fundamentales.

El primero es la velocidad... una velocidad incomparable... inhumana.

Von Neumann construyó el primer computador moderno, que se convirtió en la base de todos los computadores, y estos de alguna manera nos han dado una perspectiva similar a la que él tenía sobre las cosas: esa capacidad inmediata, el cómputo, el cálculo.

Su mente es sinónimo de computar.
Benjamín Labatut

FUENTE DE LA IMAGEN,JUANA GÓMEZ

Pie de foto,
Benjamín Labatut

Benjamín Labatut nació en 1980 en Rotterdam, Países Bajos.

Lo segundo es la abstracción y la lógica.

Von Neumann era capaz de tomar algo y verlo en aspectos lógicos, y eso te permite cosas maravillosas.

Por ejemplo, se sienta y dice, "bueno, cómo tendría que funcionar cualquier organismo que se replique a sí mismo", sea mecánico o biológico, y pone las ecuaciones en el papel.

Y tú puedes ver en su texto el funcionamiento del ARN y del ADN, más o menos 10 años antes de que supiéramos de ellos.

Entonces, para mí eso sigue siendo profundamente misterioso, que la lógica matemática nos muestre estas cosas.

Dices que parece que no hay ámbito que no haya tocado, su biógrafo lo llama "el Einstein olvidado" y en la película "Oppenheimer", de Christopher Nolan, es el gran ausente. Si estuvo en todo, ¿C ñómo es que su nombre parece perdido?

Porque es como el Espíritu Santo, es la tercera persona divina que está en todos lados y en ninguna parte. No es fácilmente comprensible.

Si tú le tratas de explicar a un niño lo que es el Espíritu Santo no lo va a entender. Luego le dices, el padre y el hijo, y eso sí lo entiende.

En esta trinidad, el padre es Albert Einstein y, considerando hacia donde va el siglo XXI, el hijo podría ser Turing. Pero el espíritu santo es Von Neumann.

Es alguien que opera a todo nivel, y por ende es tan grande que es invisible, pero está metido en cada uno de los aspectos del mundo moderno.
Oppenheimer y Von Neumann

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Robert Oppenheimer, director del proyecto Manhattan, y Von Neumann, en 1952.

También hay que reconocer que nuestra comprensión es limitada. No tenemos las herramientas intelectuales para entender la mayor parte de sus aportes.

Yo escribí cientos de páginas, porque quise tocarlo todo, y era imposible. No sé cuántas tuve que sacar por razones obvias: yo -y la mayoría de la gente- no comprendemos la matemática pura, pero lo que hizo él en matemática pura también fue colosal.

Por ejemplo, a los 14 años hace una investigación con un matemático, y ese matemático le dedica el resto de su carrera a desarrollar el área que Von Neumann había inventado en un paper en el colegio.

Eso pasa una y otra vez. Llega, toca un área y sigue adelante. Y luego la gente tiene que empezar a tratar de ver qué fue lo que nos mostró.

En el libro aparece la primera mujer de Von Neumann diciendo que, en temas prácticos era un inútil. ¿Cómo se inserta una inteligencia "inhumana" en el mundo cotidiano?

Yo creo que la mejor forma de entender a Von Neumann es empezar a analizar su "progenie", y el mejor ejemplo que tenemos ahora son sistemas como el ChatGPT, que manejan toda la información del mundo, pero no entienden nada.

Es un tipo de inteligencia que está desacoplada de cosas que a los demás nos parecen obviedades. No es que sean ignorantes, sino que no tienen ninguna experiencia en los aspectos más básicos de la existencia, los más esenciales.

Es una suerte de compromiso... o un sacrificio.

O sea, si tú eres un tremendo deportista, que le has tenido que dedicar hasta el último segundo de tu vida a cultivar tu cuerpo, vas a tener huecos en otros lados.

Es lo que ocurre con la inteligencia de Von Neumann: cuando se afila hasta ese punto, cuando se vuelve tan cortante, interactúa con un área de la realidad cada vez más pequeña.

Y la maravilla de la inteligencia humana es la generalidad, que sirve para lavar platos, para abrazar, para saber cómo apartarte en la calle cuando viene alguien caminando, para entender al otro de estas formas tan intuitivas que nos permiten coexistir con millones y millones de personas.

Esta cotidianidad que vivimos los que no somos genios es un preciosidad continua, a la que no tenemos que prestarle mucha atención para poder operar.

Pero a una persona que tiene sobredesarrollada la razón, una capacidad de abstracción brutal, le va a ser muy difícil ir a un cumpleaños, celebrar la Navidad o cocinarse el desayuno.

Es lo que mismo que hemos aprendido ahora que estamos desarrollando sistemas o robots para que hagan estas cosas, y nos damos cuenta de que lo más difícil no es que le apunten a un avión en la estratósfera, sino que sepan recoger una taza de la mesa.
Eisenhower y Von Neumann

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El presidente de EE.UU. Dwight Eisenhower le entrega en 1956 la "Medalla de la Libertad" a Von Neumann.

En una entrevista con BBC Mundo hace dos años, citaste una frase de Von Neumann que dice que la ciencia es algo útil para cualquier propósito, pero indiferente ante todo. ¿Se trata entonces de una inteligencia amoral, o es que categorías como moral e inmoral, ético o no ético, no tienen sentido cuando las aplicamos a una mente como la de suya?

No, los criterios de moralidad y de ética tienen sentido siempre.

Von Neumann no es amoral, para nada. El problema es otro. El problema es qué puede ver del mundo una mente como la suya.

Lo que nosotros nos deberíamos preguntar, ante personas como él, es qué son capaces de ver de la realidad que nosotros no somos capaces.

Porque todos creemos que vemos el mundo más o menos igual, pero no es necesariamente así.

Y es algo que no solo aplica a gente como él.

Cuando uno estudia a los grandes maestros del pensamiento oriental, por ejemplo, las perspectivas que tienen sobre la realidad no son las mismas que tiene uno, no ven al individuo ni la conciencia de la misma manera.

Una de las primeras cosas que uno aprende cuando se pone a meditar en serio es que tú tienes un mecanismo instalado en la cabeza que te presenta todo en categorías de cosas buenas o malas, lindas o feas.

Y esos juicios morales no es que no sean importantes, pero te muestran solo un ámbito.

Los grandes maestros morales de Occidente -Cristo, Nietzche, Kant- nos han enseñado una forma de ser humano.

Pero hay momentos en que uno tiene que apagarlos, apagar a Cristo, a Kant, no continuamente, pero tiene que poder ver el mundo sin esos filtros.

Ponerse en la cabeza de otras formas de ser humano es tan fundamental como ver el mundo, por ejemplo, desde la matemática o la física.
 
Dyson presenta una serie de metáforas fundamentales como esa donde dice que el invento más creativo y el más destructivo de la humanidad surgen básicamente en el mismo instante y se potencian el uno al otro.

Por supuesto que no son coincidencias.

Es algo profundamente misterioso, que yo no sé si surge de lo humano o es algo que está un poco codificado en cómo opera la realidad.

Lo estamos viendo ahora con la inteligencia artificial. La gente está contemplando milagros, un mundo como nunca hemos conocido, y al mismo tiempo la extinción de la humanidad.

Ese tipo de balances son los que a mí me atraen, porque no tienen ninguna respuesta sencilla, jamás; son una contradicción en su esencia.

Y la literatura para mí es eso; es uno de los aspectos que los humanos hemos creado para lidiar con la paradoja, para abrazarla, que es lo único que uno puede hacer.

Yo en libros me ocupo de la ciencia, su lenguaje y sus metáforas para interactuar con lo que me parece más fundamental, que es el misticismo, el estudio del misterio, para el cual no hay ningún camino seguro y del cual uno no sale igual si se acerca mucho.

Y no elijo a los científicos porque están locos; lo hago porque es gente que se ha atrevido a abrazar con las dos manos lo que quema, lo que arde, lo que te rompe la cabeza en mil pedazos.

Porque nuestras cabezas están construidas de forma muy frágil, y el cerebro no está hecho para soportar la contradicción.
Jhon von Neumann

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Pie de foto,

John von Neumann encontró refugio en Estados Unidos y ayudó a otros científicos como él a escapar del nazismo en Europa.

En tu ensayo "La piedra de la locura" dices que la irrupción de lo nuevo es un proceso traumático que solo nos deja temblando, y que quizás la única respuesta es encontrar nuevas historias en los escombros que dejó el colapso de las grandes narrativas. MANIAC cierra justamente con la inteligencia artifical. Quiero preguntarte cómo nos enfrentamos a este nuevo fenómeno.

Solamente hay un camino posible cada vez que el ser humano se enfrenta a un límite: matar o morir.

No solo desarrollamos estos pequeños semidioses de la racionalidad, sino que al mismo tiempo desarrollamos toda nuestra materia oscura, que es lo más importante. No hay que olvidar eso.

Estos mecanismos que estamos creando son profundamente poderosos y misteriosos, pero los grandes saberes del ser humano son todos inconscientes.

Lo que te mantiene a ti vivo, lo que nos mantiene como fenómeno humano, todo eso brota del inconsciente y eso siempre va a ser un misterio para el individuo.

No importa cuánto avancen la ciencia o los algoritmos, siempre vamos a ser un misterio para nosotros mismos, y los demás siempre van a ser un misterio para nosotros.

¿Entonces, cuáles son las herramientas con que sondeamos la oscuridad? No puede ser solo la ciencia. Y yo veo un rebrote de todo a mi alrededor.

Cuando gente que tiene 70 años te empieza a decir "Benjamín, qué tal si nos tomamos unos honguitos en la montaña" es porque las personas, incluso las más conservadoras, entienden que llegó la hora de cultivar cosas que se han dejado de lado.

No vamos a salvarnos solamente con la razón. Porque nunca lo hemos hecho. Eso es una ignorancia absoluta, es no entender cómo funcionan las cosas.

Ya lo decía (el poeta chileno) Nicanor Parra: somos un injerto de ángel y bestia. Y hay que saber cuándo estar con el ángel y cuándo con la bestia.

Hemos tenido descuidada a la bestia y solamente la asociamos a lo destructivo.

Sin embargo, está ahí, nos habita, somos nosotros. Y mucho tiempo encerrada en el departamento le hace muy mal. Hay que sacarla para fuera.

Volviendo a Von Neumann: después de leer y escribir sobre su vida y su trabajo, ¿sientes que sabes más o menos de él?

Mira, la razón por la cual la literatura se me ha vuelto algo muy feliz es porque llevo todo lo lejos que puedo mi limitada comprensión.

Como no se me han dado las matemáticas -lo que yo veo como un regalo divino-, estoy muy limitado a las palabras, a lo que pueda entender el lenguaje.

Y he hecho una educación bastante prolija de lo irracional.

Desde ese punto de vista, Von Neuman es uno de los santos de mi altar. Y tengo cada vez más. Con cada libro voy coleccionando otro.

Las perspectivas que te puede dar gente así sobre ti mismo y sobre el mundo son realmente un regalo.

Yo no trato de entender a Von Neumann. Yo lo que quiero es ser infectado, poseído, quiero que parte de su espíritu se cuele dentro del mío.

Si no, no sirve escribir. Si es solamente un ejercicio de redacción, para eso hago una biografía.

Hay que comerse un pedacito de Von Neumann como en la misa. Así se te mete dentro del ADN.

jueves, 16 de noviembre de 2023

_- ELON MUSK. “Aún hay mierda que no funciona por eso”: cuando Elon Musk desenchufó los servidores de Twitter con una navaja.

_- El célebre periodista Walter Isaacson ha tenido acceso al magnate durante cientos de horas y personas de su entorno, para relatar en una biografía sus logros, pero también sus problemas mentales y familiares, sobre todo con una de sus 10 hijos: trans por culpa del “virus woke”.

Elon Musk, director general de Tesla y SpaceX, además de propietario de la red social X (antes Twitter), hace un gesto de triunfador en una conferencia en París el pasado junio.
Elon Musk, director general de Tesla y SpaceX, además de propietario de la red social X (antes Twitter), hace un gesto de triunfador en una conferencia en París el pasado junio.CHESNOT (GETTY IMAGES)
Elon Musk tiene una biografía definitiva con 52 años. Walter Isaacson, célebre biógrafo de genios como Steve Jobs, Albert Einstein o Leonardo da Vinci, ha publicado este martes su nuevo libro, titulado Elon Musk (disponible el 14 en España, editado por Debate). El magnate es hoy la persona más rica del mundo, dirige simultáneamente seis empresas que llenan titulares y tiene 10 hijos de tres mujeres. Además, tiene una influencia social enorme: su cuenta de X, antes Twitter, es la más seguida de la red social, de la que es propietario, y su peso es innegable en acontecimientos dispares como la guerra de Ucrania, la exploración espacial o la batalla por la libertad de expresión.

Musk dice que todavía no ha leído el libro. El estilo de Isaacson es poco combativo: deja que Musk se explique aunque muestra docenas de dramas y peleas de su personaje. Cuando Musk preguntó a Isaacson si quería escribirlo, el periodista le pidió a cambio horas de acceso directo a reuniones y momentos privados, y mantuvieron “docenas de entrevistas y charlas de madrugada”. Además, conversaciones con más de 100 personas que le rodean, entre ellas familiares, exmujeres y ejecutivos de sus empresas. El libro revela incontables nuevos detalles y pliegues de un personaje ya bien conocido y cuyo legado está aun por definir. En 2015 salió su primera biografía, pero más de la mitad de las 700 páginas del libro de Isaacson son sobre los últimos ocho años.

Estos son algunos de los fragmentos más reveladores de la nueva biografía de este “hombre-niño”, como lo define Isaacson.

Walter Isaacson, biógrafo: “Elon Musk tiene múltiples personalidades. A veces es divertido. A veces entra en ‘modo demonio”

1. Formación a puñetazos
Elon Musk nació y creció en Sudáfrica, de padres de origen británico y canadiense. Isaacson cuenta una infancia y adolescencia donde cada anécdota es una variante de violencia distinta. Siendo pequeño, un pastor alemán le mordió la espalda y Musk pidió que no mataran al perro, pero luego se enteró de que le pegaron un tiro. En otra ocasión, fue a un concierto con su hermano, Kimbal, vieron a un muerto con un cuchillo en el cerebro y pisaron su charco de sangre, que se les pegó en las zapatillas. Se narran campamentos de verano donde las peleas eran promovidas; una paliza en el colegio de la que aún se resiente décadas después o viajes al Reino Unido o Hong Kong, donde a los hermanos Musk preadolescentes les dejaban deambular solos por las calles.

“Tenía problemas para captar normas sociales”, escribe Isaacson. “La empatía no era algo natural y no tenía ni el deseo ni el instinto de ser conciliador. Como resultado, los matones se burlaban de él con regularidad, se le acercaban y le daban puñetazos. ‘Si nunca te han dado un puñetazo en la nariz, no tienes idea de cómo te afectará el resto de tu vida’, afirma [Musk]”.

Todas esas cicatrices reales son “menores”, añade Isaacson, comparadas con las que le infligió su padre, Errol. Al salir del hospital por la paliza que le dio un compañero, su padre aún le abroncó durante una hora. Kimbal, hermano de Elon, dice que es “el peor recuerdo” de su vida.

Isaacson logra hablar varias veces con Errol, que trata de justificarse con poco éxito: aplicó, admite, una “dictadura callejera extremadamente severa con sus hijos”. Los padres de Musk se divorciaron cuando él tenía 8 años, pero Elon pasó la adolescencia con su padre. Uno de los rumores más persistentes de esa etapa es que Errol tuvo participaciones en una mina de esmeraldas ilegal. Errol admite a Isaacson que traficó clandestinamente una temporada con piedras preciosas, pero nunca tuvo parte de una mina.

2. Aversión a la satisfacción
Musk ha tenido éxito. No solo tiene más dinero que nadie, sino que ha logrado revolucionar sectores como el coche eléctrico o la exploración espacial. Sin embargo, al contrario que otros en una situación similar como Bill Gates, Larry Page o Jeff Bezos, que han dado un paso al lado, Musk se lía en nuevos retos.

“El trastorno de estrés postraumático de su infancia también le inculcó una aversión a la satisfacción”, escribe Isaacson. ”’No creo que sepa cómo saborear el éxito y oler las flores’, dice Claire Boucher, artista conocida como Grimes, madre de tres de sus [10] hijos. ‘Creo que en la infancia le condicionaron a que la vida es dolor’. Musk está de acuerdo. ‘La adversidad me marcó’, dice. ‘Mi umbral del dolor se volvió muy alto”.

Musk no tuvo una infancia económicamente difícil, pero tampoco fue plácida. “Desarrolló una mentalidad de asedio que incluía la atracción, a veces el anhelo, por el drama, tanto en el trabajo como en las relaciones románticas”, escribe Isaacson. “Cuando se enfrentaba a retos tortuosos, la tensión a menudo lo mantenía despierto por la noche y le hacía vomitar. Pero también le dio energía. ‘Es un imán para el drama’, dice [su hermano] Kimbal”.

En 2022, Musk vivía uno de los mejores momentos de su vida. Tesla y SpaceX crecían sin parar. Sus beneficios y fortuna, también. Pero no supo conformarse: “Necesito cambiar mi forma de pensar y dejar de estar en el modo crisis en el que he estado durante 14 años, o posiblemente la mayor parte de mi vida”, reconoce Musk a Isaacson.

“Mi salud mental va por rachas”, admite Musk a Isaacson en septiembre de 2022. “Es malo cuando existe una presión extrema. Pero si muchas cosas empiezan a marchar bien, tampoco es demasiado bueno para mi salud mental”. Apenas un mes después de esas palabras, Musk ejecutó su oferta para la compra de Twitter. Era un nuevo y enorme follón.

Según los cálculos de Isaacson, Musk dirige ahora seis compañías: “Tesla, SpaceX con su unidad [de satélites] Starlink, Twitter [ahora X], la Boring Company, Neuralink y xAI [la nueva competencia de OpenAI y DeepMind]”.

3. Twitter, el ‘virus woke’ y la hija trans
Musk fue en abril de 2022 unos días a descansar a Hawái, en una isla propiedad de Larry Ellison, fundador de Oracle. Musk iba con una novia con quien se ve a menudo, la actriz australiana Natasha Bassett. En lugar de desconectar estuvo cuatro días elucubrando si debía comprar Twitter.

De Hawái voló a Vancouver (Canadá), donde su entonces mujer Grimes le quería llevar a conocer a sus abuelos. Pero Musk estaba en “modo estrés” y le dejó en el hotel. Desde allí, mandó la oferta que acabó llevando a la compra de Twitter en octubre.

El cruce entre vida familiar o privada y grandes decisiones se repite otras veces. Musk tiene 10 hijos de tres mujeres: los gemelos Griffin y Xavier, los trillizos Kai, Saxon, Damian, con su primera mujer, Justine. Luego X, Y y Techno Mechanicus (que revela el libro por primera vez) con Grimes y los gemelos Strider Sekhar Sirius y Azure Astra Alice, que tuvo in vitro en 2021 con una ejecutiva de una de sus empresas, Shivon Zilis, que además es amiga de Grimes. Aunque parezca todo incomprensible, la lectura del libro hace pasar todo este jaleo de nombres y parejas como pequeños saltos en una increíblemente ajetreada vida, sin vacaciones seguidas desde 2001, cuando además cogió una malaria que casi le mata.

Su hijo Kai anunció a los 8 años que era vegetariano: “Para reducir mi huella de carbono”. El hijo que más se ha alejado de Musk es Xavier, cuyo nombre original venía de su personaje favorito de los X-Men. “Xavier tenía una voluntad fuerte y desarrolló un profundo aborrecimiento por el capitalismo y la riqueza”, escribe Isaacson. “Mantenían largas y amargas conversaciones, en persona y por mensajes de texto, en las que Xavier le expresaba repetidamente: ‘Te odio a ti y odio todo lo que representas’. Fue uno de los factores que hizo que Musk decidiera vender sus casas y vivir con menos lujo, pero, en su relación, tuvo poco efecto”.

Pero Xavierprovocó otras reacciones en su padre. A sus 16 años decidió transicionar a mujer y cambiarse el nombre, Jenna, y el apellido. Musk se enteró por un miembro de su seguridad. Este distanciamiento, escribe Isaacson, le ha provocado más dolor que “ninguna otra cosa en su vida desde que muriera su primer hijo, Nevada”, cuando era un bebé, de muerte súbita. Musk achacó al “virus woke” los cambios de Jenna. “Culpó en parte a la ideología que Jenna absorbía en Crossroads, la escuela privada progresista a la que iba en Los Ángeles. En su opinión, Twitter se había infectado con una mentalidad similar que suprimía las voces de derecha y antisistema”, dice Isaacson. La compra de Twitter era un modo de frenar la “infección woke”.

4. El “modo demonio”
“Musk está loco a veces”, dice Isaacson. Musk puede ser alguien encantador y gracioso. También odioso y terrible. Son conocidos sus capítulos de gritos e insultos contra empleados. El libro está repleto de ejemplos donde Musk trata a la gente que le rodea como objetos. “El feedback que doy a la gente es hardcore [una de sus palabras favoritas] y en su mayoría preciso, e intento no hacerlo de una manera ad hominem. Todos cometemos errores. A la física no le importan los sentimientos. Le importa si has construido el cohete correctamente”.

Grimes es quien da más detalles sobre las distintas caras de Musk: “Tiene numerosas mentes y muchas personalidades bastante distintas. Y se mueve entre ellas con mucha rapidez. De un momento a otro, sientes que el aire de la sala cambia y, de pronto, toda la situación se ha desplazado hacia otro de sus estados”, dice. “Mi versión favorita de E [Elon] es la que se apunta al Burning Man y es capaz de dormir en un sofá y comer sopa de sobre tan tranquilo”. El modo contrario es el “demonio”: “Es cuando se pone todo oscuro y se mete en el centro de su tormenta mental”. Su asperger y la terrible influencia de su padre son dos de los motivos apuntados para estos cambios.

5. La nueva peor época de su vida
En 2008, SpaceX se jugó su futuro en un cuarto lanzamiento de un cohete tras tres fracasos. En Tesla no había dinero para pagar los sueldos por la crisis global y problemas de costes internos. Ese año había sido descrito como el peor año de la vida de Musk.

Musk dice a Isaacson que 2018 fue aún peor. “Fue la época de mayor concentración de dolor que he tenido nunca. 18 meses de locura incesante [empezó en verano 2017]. Un sufrimiento aturdidor”.

En esos meses se juntan los problemas para producir suficientes coches en sus plantas, sus tuits falsos sobre un buceador pedófilo en un rescate de Tailandia, las dudas de los inversores sobre su fiabilidad como jefe de sus empresas y su foto fumando marihuana en el podcast de Joe Rogan. Tomaba decisiones sobre la marcha, cuenta Isaacson. “Al menos un 20% de ellas van a ser erróneas y después vamos a tener que alterarlas. Pero si no tomo decisiones, morimos”, reconoce el magnate.

6. No quería meterse en guerras
Cuando estalló la guerra de Ucrania, Rusia cortó las telecomunicaciones de Ucrania. Musk se ofreció a ayudar con Starlink, su empresa de satélites. Mandó miles de receptores a Ucrania. Su intención era la ayuda humanitaria. El libro de Isaacson revela por primera vez cómo Musk se negó a ampliar la cobertura de sus satélites para que Ucrania hiciera un ataque con drones contra la flota rusa en Crimea.

Este fragmento apareció antes de la publicación del libro y le llovieron las acusaciones a Musk de colaborar con Putin. Esta es su respuesta en el libro: “¿Cómo he acabado yo en esta guerra? Starlink no estaba destinado a implicarse en guerras. Era para que la gente pudiera ver Netflix y relajarse y conectarse online para hacer los deberes y cosas buenas y pacíficas, no ataques con drones”. Starlink acabó por crear una unidad militar que pudiera firmar contratos con el Pentágono.

7 ¿Y si cortamos este cable?
Otra expresión repetida de Musk es “zafarrancho”. Consiste en crear la sensación de urgencia extraordinaria poniendo plazos y objetivos imposibles. Hay varios pasajes en el libro donde se irrita al ver que casi nadie trabaja por la noche en algunas de sus plantas.

Isaacson describe una así: “Yo ya había visto a Musk sumirse en ese humor demoniaco antes, así que pude intuir lo que presagiaba. Como sucede con frecuencia —al menos dos o tres veces al año— estaba creciendo en su interior la compulsión de dar orden de zafarrancho, una erupción de actividad sostenida las 24 horas del día. El objetivo era darles un meneo a las cosas y ‘purgar la mierda del interior del sistema’, como dice él”.

En una variante de estos momentos en Twitter, Musk quiso trasladar servidores entre dos centros de datos para ahorrarse millones de dólares. Sus ingenieros le avisaron de que no era fácil ni rápido. Además era Navidad. Musk llamó a su gente de confianza y empezó a hacer aquello de los jefes obcecados: esto es más fácil de lo que parece. Muchas veces le ha salido razonablemente bien. Su modo de jugar con el riesgo sin red de protección es otro de los temas de su vida.

“Musk se volvió hacia su guardia de seguridad y le pidió que le prestase su navaja de bolsillo. Con ella, fue capaz de levantar una de las rejillas de ventilación del suelo, lo que le permitió forzar la apertura de los paneles. Él mismo se deslizó por debajo del suelo del servidor, utilizó la navaja para abrir un cuadro eléctrico haciendo palanca, desenchufó el servidor y esperó a ver lo que ocurría. No explotó nada. El servidor estaba listo para su traslado. A esas alturas, Musk estaba totalmente emocionado. Aquello era, exclamó con una sonora carcajada, como un remake de Misión imposible”.

En esta “operación”, están los problemas de estabilidad de Twitter meses después, como la desastrosa presentación de la candidatura del gobernador Ron DeSantis. Musk admitió a Isaacson que se había equivocado: “Aún hay mierda que no funciona por eso”, le dijo. Pero, añade Isaacson, “la aventura demostró a los empleados de Twitter que Musk iba en serio cuando hablaba de la necesidad de un sentido maniaco de la urgencia”.

8. La última gran preocupación
Musk ha levantado muchas más cosas: Neuralink o los robots humanoides Optimus. Pero su legado está por decidir. Cuando a Isaacson se le quejan por los tuits maleducados, carcas o ridículos de Musk, él dice variantes de esta frase: “Puede que no gusten ciertos aspectos de lo que tuitea, pero este año [2023] ha enviado hasta ahora más masa en órbita que todos los países y empresas juntos. Ha creado una empresa de coches que vale tanto como las siguientes nueve empresas automovilísticas juntas”. También, admite Isaacson, miente al prometer túneles futuristas o sistemas autónomos de conducción que nunca parecen llegar.

Parece increíble, además, que esa misma persona sea descrita luego de este modo: “Sus chistes solían estar llenos de referencias petulantes al 69 y diversos actos sexuales, fluidos corporales, hacer caca, tirarse pedos, fumar porros y otros temas que harían partirse de risa a un colegio mayor de universitarios fumados”.

Estos logros y ambigüedad pueden quedar pequeños ante lo que haga con la inteligencia artificial (IA). Al ritmo de Musk, en los próximos 20 años puede haber cambiado el foco de sus negocios e ideas. “No puedo quedarme sentado sin hacer nada”, dijo a Isaacson en una de sus últimas conversaciones en Austin (Texas) con uno de sus gemelos en el regazo. “La IA está a la vuelta de la esquina, me estoy preguntando si merece la pena dedicar tanto tiempo a pensar en Twitter. Probablemente podría convertirlo en la mayor institución financiera en el mundo. Pero tengo un número limitado de ciclos cerebrales y de horas al día”.

Isaacson le preguntó entonces por sus prioridades: llegar a Marte, le dijo, y “centrarme en que la IA sea segura”. Musk cree que la humanidad está en sus manos de genio. La épica del superhéroe le encanta. De momento ya tiene su libro.

martes, 7 de noviembre de 2023

Cómo se explicaba la gravedad antes de la manzana de Newton

El físico inglés Isaac Newton formuló ​​la ley de la gravitación universal.

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El físico inglés Isaac Newton formuló ​​la ley de la gravitación universal. 

 La historia de la manzana que cae sobre la cabeza del físico inglés Isaac Newton (1643-1727) es anecdótica.

Pero está aceptado que lo que se conoció como la ley de la gravitación universal, el principio que explica por qué caen las cosas, fue formulado por él en la obra 'Philosophiae Naturalis Principia Mathematica', en 1687.


Aunque, obviamente, las cosas ya se caían antes de Newton. ¿Cómo entonces explicaban este fenómeno aquellos que se dedicaban a pensar? ¿Qué explicación tenía, hasta el siglo XVII, lo que ahora llamamos gravedad?

Muchos años después de Newton, el físico Albert Einstein (1879-1955) diría que "la gravedad es lo primero en lo que no pensamos". Porque nos parece natural esa idea de que una piedra tirada cae, que una fruta que no se toma del árbol también cae y, bueno, que un tropiezo tonto es presagio de una caída.

En el libro "¿Por qué se caen las cosas? Una historia de la gravedad", publicado por Zahar en 2009, los astrónomos Alexandre Cherman y Bruno Rainho Mendonça parten de la observación de que la gravedad, sin duda, "es especial".

"Si no fuera así, ¿cómo explicar que los dos mayores genios de la ciencia, Isaac Newton y Albert Einstein, se dedicaran a ella? Y no solo eso: fueron elevados a esta condición de genios precisamente porque habían vislumbrado parte de sus secretos", escribe Cherman.

Desde Grecia hasta la India

Según el astrónomo, la importancia de la gravedad reside en dos factores: es universal, "para usar una palabra querida por Newton", y general, "para usar un término querido por Einstein".

Universal y general. ¿Cómo se explicaba entonces?

Si tenemos que retroceder en la historia de la ciencia, vayamos hasta Aristóteles (384 a. C. - 322 a. C.) porque el sabio griego es considerado uno de los pensadores más influyentes de la historia occidental, y gran parte de la lógica misma del pensamiento científico se debe a sus prerrogativas.


Árbol

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Tendemos a no pensar en la gravedad porque nos parece natural esa idea de que una piedra tirada cae, o que una fruta que no se toma del árbol también.

"Él separó un poco los fenómenos de los elementos, y entendió que había una tendencia natural del objeto que pertenecía a cierto elemento a volver a la posición de ese elemento", le explica a la BBC el físico Rodrigo Panosso Macedo, investigador de posdoctorado del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.

"Entonces, si un objeto estaba hecho de tierra, su tendencia natural sería volver a caer hacia la tierra, y por eso caería. Un objeto hecho de aire gaseoso tendría una tendencia natural a volver a caer en el aire, por lo que se elevaría".

En el libro del que es coautor, el astrónomo Mendonça retrocede un poco más en el tiempo y cita algunas referencias a la comprensión del fenómeno por parte de estudiosos hindúes incluso antes de Aristóteles.

Una representación pictórica posiblemente del siglo VIII a. C. revela que los filósofos de allí ya creían que la gravitación mantenía unido al Sistema Solar y que el Sol, como la estrella más masiva, debería ocupar la posición central en el modelo.

"Otro registro interesante también realizado en la antigua India se puede encontrar en el trabajo de un sabio hindú llamado Kanada, que vivió en el siglo VI aC", describe. "Fue él quien fundó la escuela filosófica de Vaisheshika".

Rainho Mendonça explica que Kanada asoció "el peso" con la caída, entendiendo al primero como la causa del fenómeno. "La intuición del sabio hindú iba por buen camino, pero aún quedaba mucho por recorrer en términos conceptuales".

Lugar natural

El astrónomo coincide, sin embargo, en que el punto cero en el concepto de gravedad hay que atribuirlo a Aristóteles, "porque aunque su obra sobre este tema no representa la realidad actual, el conocimiento difundido por esta perduró muchos siglos después de su muerte".

Aristóteles

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La influencia de Aristóteles en el campo del conocimiento se extendió por todo Occidente.

"Hasta la modernidad, con las nuevas investigaciones y teorías desarrolladas en el Renacimiento (...), la física aristotélica predominó en muchos centros de estudio de la Antigüedad y la Edad Media", le explica a la BBC el físico, filósofo e historiador José Luiz Goldfarb, profesor de Historia de la Ciencia en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP).

"Él explicó la caída de los cuerpos por la idea de que la Tierra era el centro del Universo y los cuerpos pesados ​​tendían a ocupar su lugar natural en este centro".

En otras palabras, Goldfarb indica que esta idea es como "decir que las cosas caen cuando están sueltas, ya que tienden a ocupar su lugar natural en el centro del Universo, la Tierra".

Etimológicamente, es interesante notar que la palabra gravedad deriva del latín "gravis"; por lo tanto, tiene el mismo origen que la palabra grave. Su campo semántico va desde "pesado" hasta "importante", incluyendo significados como "poderoso".

Según el "Diccionario Etimológico de la Lengua Portuguesa", del filólogo y lexicógrafo Antônio Geraldo da Cunha (1924-1999), el término "gravedad" ya aparece desde el siglo XIII, pero las variaciones "gravitar" y "gravitación" sólo aparecen en el siglo XVIII, indicando una consecuencia de la física newtoniana sobre las terminologías.

En un texto firmado por Cherman en "¿Por qué caen las cosas?", hay una digresión sobre el término en sánscrito para gravedad: "gurutvaakarshan". "Nótese el comienzo de la palabra: 'guru'. Es precisamente el término utilizado para designar a los respetados maestros espirituales y líderes religiosos del hinduismo", dice.

"Y, en una vuelta de tuerca, también deriva del griego 'barus' (pesado), origen de la palabra 'barítono' (voz grave)", añade el astrónomo.

En un capítulo escrito por Rainho Mendonça en el mismo libro, se explica que el uso del término latino "gravis" para designar el fenómeno de la gravedad comenzó en el siglo VIII, con las traducciones de tratados científicos del mundo árabe a Europa.

"Y así surge el término que es objeto de nuestro estudio: gravedad", dice el investigador. "Y en el contexto que nos interesa, porque al referirse a objetos de gran peso, las traducciones latinas usaban la palabra cuya raíz es el adjetivo 'gravis', grave, que significa 'pesado'".

"No es posible precisar la primera vez que se utilizó este término", comenta el autor. Para él, la aparición de las primeras universidades europeas, donde el latín era el idioma oficial en ese momento, contribuyó a la difusión de la nueva nomenclatura. "En las universidades de Bolonia, París, Oxford, entre otras, que utilizaron la mayoría de esas obras (en árabe) traducidas".

Avances

Si bien predominó el pensamiento aristotélico, especialmente en el mundo occidental, y la Edad Media terminaría siendo conocida como la "edad oscura" en cuanto a la evolución del conocimiento, es innegable que hubo avances científicos en los 2,000 años que separan a Aristóteles y Newton.


Isaac Newton

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Newton fue antecedido por muchos científicos en el mundo que trataron de explicar por qué caían los objetos.

"Hoy, los historiadores de la ciencia son capaces de detectar pensadores de la Antigüedad y la Edad Media que ya elaboraron ideas más cercanas a la teoría newtoniana que a la física aristotélica, aunque oficialmente prevaleció la teoría del filósofo griego", señala Goldfarb.

El libro "¿Por qué se caen las cosas?" proporciona una descripción general de este escenario. El astrónomo Mendonça cita, por ejemplo, las investigaciones del filósofo árabe Abu Yusuf al-Kindi (801-873). "En su tratado 'Sobre los Rayos (Solares)', declaró que las estrellas ejercen una fuerza sobre los objetos y sobre las personas", dice.

"Esta fuerza estaría asociada a la radiación de las estrellas, que se propagaría en línea recta por el espacio e influiría en las cosas de la Tierra", dice el astrónomo.

Un poco más tarde, el filósofo de origen judío Solomon Ibn Gabirol (1021-1058) también abordó el tema, "con un razonamiento simple pero incipiente", como señala Rainho Mendonça.

Su contribución fue la noción de inercia. "Según él, las sustancias extensas y pesadas serían más inmóviles que las más ligeras", explica.

El filósofo y astrónomo iraní Abd al-Rahman al-Khazini (1077-1155) planteó la idea de que los cuerpos pesados ​​que caen siempre se mueven hacia el centro del planeta. "Sin embargo, aún más interesante fue su propuesta de que el 'thiql' (en árabe, que muchos autores traducen como 'gravedad') de los cuerpos dependía de su distancia al centro de la Tierra", añade.

Fuerzas motrices

Aunque hubo muchas teorías en ese período de tiempo, prevaleció una idea que, en cierto modo, está muy cerca del concepto de inercia. Como explica a la BBC el físico Fábio Raia, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, en Brasil, "la teoría más difundida (...) era la teoría del ímpetu (...), que decía que el movimiento continuo de un cuerpo se debe a la acción de la fuerza".

"Cuando eso cesara, el cuerpo volvería a su estado de movimiento natural", aclara.

El astrónomo Mendonça destaca, en este sentido, el papel fundamental del filósofo alejandrino Iohannes Philoponus (490-570).

"Según él, al ser lanzado, un cuerpo recibe una especie de fuerza motriz, que sería transferida desde el lanzador al proyectil, permaneciendo en él incluso después del final del contacto. Con el tiempo, tal 'fuerza' se disiparía espontáneamente, provocando terminar el movimiento", explica.

En el caso de la caída de objetos, sin embargo, Philoponus ya entendió que esta fuerza era causada por algo que hoy se define como gravedad.


Albert Einstein

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Muchos años después de Newton, el físico Albert Einstein (1879-1955) diría que "la gravedad es lo primero en lo que no pensamos".

"Según esta idea, la Tierra ejercía una atracción sobre los objetos, que los arrastraba hacia su centro", le aclara a la BBC el filósofo Andrey Albuquerque Mendonça, profesor de la Escuela Superior de Publicidad y Marketing de São Paulo (ESPM-SP).

El filósofo recuerda, sin embargo, que hubo voces disonantes, como la del filósofo y teólogo francés Jean Buridan (1301-1358) que "propuso una teoría alternativa para explicar la caída de los objetos".

"Él argumentaba que los objetos caían debido a una fuerza interna que los empujaba hacia abajo, pero no podía explicar qué causaba esta fuerza".

Tanto Leonardo da Vinci (1452-1519) como Galileo Galilei (1564-1642) estudiaron la caída de objetos. Como afirma Albuquerque Mendonça, el primero "proponía que la velocidad de caída dependía de la densidad del objeto y de la resistencia del aire", mientras que el segundo "determinaba que todos los objetos caían con la misma aceleración, independientemente de su peso".

Ninguno de ellos, sin embargo, logró llegar a una ley universal para explicar este fenómeno.

El avance de Newton fue genial porque logró, ciertamente con el conocimiento acumulado por sus predecesores, no solo comprender una fuerza universal y fundamental, sino también convertirla en un fenómeno explicable.

Fue una verdadera revolución científica. "Incorporó nuevos conceptos cosmológicos a sus teorías, alejándose del universo aristotélico", resume Goldfarb.

"Así ya no se pensó en la caída al lugar natural, sino que surgió el concepto de la atracción entre los cuerpos, la ley de la gravitación: la materia atrae a la materia en razón directa de las masas y por la inversa del cuadrado de la distancia entre los cuerpos".

Según el profesor, fue entonces cuando se dejó de "pensar en tendencias para ocupar el lugar natural" y se pasó a "comprender los movimientos de caída de los cuerpos como resultado de la acción de la fuerza que la Tierra ejerce sobre los cuerpos".

"Podemos concluir que la mecánica introducida por Newton implicó profundas alteraciones en la forma en que el mundo moderno comenzó a concebir el cosmos, los cuerpos y las leyes que rigen sus movimientos", concluye.

viernes, 20 de octubre de 2023

¿Por qué la guerra?: las cartas que se intercambiaron Einstein y Freud hace 90 años

Einstein y Freud

Albert Einstein, el padre de la física moderna, y Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se conocieron en la casa del hijo de este último en Berlín en 1927.

"Él es alegre, confiado y amable, y entiende tanto de psicología como yo de física, así que tuvimos una charla muy placentera", comentó el psicólogo.

Fue la única vez que se vieron en persona, pero mantuvieron una amistad epistolar, ocasionalmente ensombrecida por la amargura de Freud.

"El afortunado [Einstein] lo ha pasado mucho mejor que yo. Ha contado con el apoyo de una larga serie de predecesores desde Newton en adelante, mientras que yo he tenido que abrirme paso solo a zancadas a través de una jungla enmarañada", le escribió a princesa María Bonaparte.

También resentía su "juventud y la energía que le permiten apoyar tantas causas con tanto vigor"

Él mismo le confesó a Einstein "la envidia que no tengo miedo de poseer", excusándose en el hecho de que, como físico, Einstein gozaba del estatus de autoridad en su campo, mientras que él, como psicólogo, tenía que aceptar que hasta los ignorantes se atrevieran a opinar sobre su obra.

Uno de esos ignorantes era el mismo Einstein, quien -cuando se lo solicitaron- se había negado a apoyar la candidatura al premio Nobel que Freud tanto anhelaba. "A pesar de mi admiración por los ingeniosos logros de Freud, dudo en intervenir en este caso. No pude convencerme de la validez de la teoría de Freud", respondió el legendario físico en 1928.

La opinión de Einstein sobre el psicoanálisis mejoraría más tarde, y se lo comunicó a Freud cuando lo felicitó por sus 80 años.

"Realmente debo decirle cuánto me alegró enterarme de su cambio de parecer -le escribió Freud-. Por supuesto, siempre supe que usted me 'admiraba' sólo por cortesía y valoraba muy poco cualquiera de mis doctrinas".

La tarea

La impresión de Freud parecía desatinada a la luz del entusiasmo con el que Einstein lo había escogido unos años antes como su corresponsal cuando el Instituto para la Cooperación Intelectual invitó al renombrado físico a un intercambio interdisciplinario de ideas sobre política y paz con un pensador de su elección.

Mural del mundialmente artista callejero brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de Albert Einstein de 1933.

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Mural del mundialmente artista callejero brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de Albert Einstein de 1933.

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Einstein no albergaba ningún resentimiento (Mural del brasileño Eduardo Kobra basado en una foto de 1933).

"Admiro mucho su pasión por averiguar la verdad, una pasión que ha llegado a dominar todo lo demás en su forma de pensar", le escribió Einstein a Freud en 1931.

La tarea que tendrían era entender lo incomprensible: por qué la guerra.

¿Por qué la tarea?

Con las heridas de la Primera Guerra Mundial aún abiertas y el fuerte declive de las economías de todo el mundo, las tensiones sociales se habían agudizado y el totalitarismo echó raíces.

La amenaza a la paz mundial era palpable.

Jamás imaginaron lo que estaba a punto de suceder. (Afiche de la campaña electorral de Hitler, 1932)

Es por eso que la Liga de las Naciones recurrió a uno de los científicos más influyentes del mundo y pacifista perpetuo para pedirle que explorara cómo se podría lograr la paz mundial y éste, a su vez, invitó a uno de los más grandes estudiosos de la vida interior de los seres humanos.

Sus cartas fueron publicadas en marzo de 1933 en París, en francés, inglés y alemán simultáneamente.

En Alemania, el Partido Nacionalsocialista prohibió su divulgación; estremecedoramente, Adolfo Hitler, quien eventualmente desterraría tanto a Einstein como a Freud, ya había ascendido al poder.

Líderes sin poder

En su carta, fechada el 29 de abril de 1931, Einstein empezó refiriéndose a la "profunda devoción" de Freud "por el gran objetivo de la liberación interna y externa del hombre de los males de la guerra".

Mural con Freud atendiendo a una paciente en pared de México.

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Mural con Freud atendiendo a una paciente en pared de México.

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Para Einstein, los conocimientos de Freud eran valiosos en la búsqueda de una solución. (Mural en México)

"Esta fue la profunda esperanza de todos aquellos que han sido reverenciados como líderes morales y espirituales más allá de los límites de su propio tiempo y país, desde Jesús hasta Goethe y Kant".

"Estoy convencido de que casi todos los grandes hombres que, por sus logros, son reconocidos como líderes (...) comparten los mismos ideales. Pero tienen poca influencia en el curso de los acontecimientos políticos. Casi parecería que el dominio mismo de la actividad humana más crucial para el destino de las naciones está ineludiblemente en manos de gobernantes políticos totalmente irresponsables".

Continuó argumentando que la única forma positiva de avanzar es a través del establecimiento de "una asociación libre de hombres cuyo trabajo y logros previos ofrezcan una garantía de su capacidad e integridad".

Reconoció que, "en vista de las imperfecciones de la naturaleza humana", esa asociación no estaría libre de todos los defectos que a menudo llevan a la degeneración.

"A pesar de esos peligros, ¿no deberíamos hacer al menos un intento de formarla? ¡Me parece nada menos que un deber imperativo!"

Urgente y absorbente

El verano siguiente, el 30 de julio de 1932, Einstein le escribió nuevamente a Freud invitándolo oficialmente a participar en el intercambio del Instituto para la Cooperación Intelectual sobre "este urgente y absorbente problema".

"¡No más guerra!". Cartel del Partido Laborista Noruego, 1930.

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"¡No más guerra!". Cartel del Partido Laborista Noruego, 1930.

"Este es el problema: ¿Hay alguna forma de liberar a la humanidad de la amenaza de la guerra?

"Es de conocimiento común que, con el avance de la ciencia moderna, este tema ha llegado a significar un asunto de vida o muerte para la Civilización tal como la conocemos; sin embargo, a pesar del celo desplegado, todo intento de solución ha terminado en un lamentable fracaso".

Le explicó que quienes se ocupan profesional y prácticamente a abordar el problema estaban "conscientes de su impotencia para enfrentarlo" y por eso deseaban "conocer los puntos de vista de los hombres que, absortos en la búsqueda de la ciencia, puede ver los problemas del mundo en la perspectiva que brinda la distancia".

En su caso, dijo Einstein, el tema que normalmente ocupaba sus pensamientos, la física, "no permite vislumbrar los lugares oscuros de la voluntad y el sentimiento humanos", de manera que no podía hacer mucho más que aclarar la cuestión y "despejar el terreno de las soluciones más obvias" para que Freud pudiera alumbrarlo con "su amplio conocimiento de la vida instintiva del hombre".

Utopía

En la carta, presentó sus propias ideas sobre lo que podría implicar una solución: aquel organismo legislativo y judicial internacional, que resolvería todos los conflictos por consentimiento mutuo, al que había aludido en la misiva anterior.

Primera Asamblea General de la Liga de las Naciones, con representantes de 41 Estados, noviembre 15 de 1920.

Primera Asamblea General de la Liga de las Naciones, con representantes de 41 Estados, noviembre 15 de 1920.

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La Liga de las Naciones ya existía, pero no tenía el poder necesario.


Por supuesto, reconoció que tal utopía enfrentaría fuertes obstáculos.

"En la actualidad estamos lejos de poseer una organización supranacional competente para dictar veredictos de autoridad incontestable y obligar a la sumisión absoluta a la ejecución de sus veredictos.

"Por lo tanto, llego a mi primer axioma: la búsqueda de la seguridad internacional implica la entrega incondicional por parte de cada nación, en cierta medida, de su libertad de acción, es decir, de su soberanía, y es claro más allá de toda duda que ningún otro camino puede conducir a tal seguridad.

"El anhelo de poder que caracteriza a la clase gobernante en todas las naciones es hostil a cualquier limitación de la soberanía nacional".

Pero hay algo más: "Esta sed de poder político a menudo es apoyada por las actividades de otro grupo, cuyas aspiraciones están en líneas económicas puramente mercenarias".

"Pienso especialmente en ese grupo pequeño pero decidido, activo en todas las naciones, compuesto de individuos que, indiferentes a las consideraciones y restricciones sociales, consideran la guerra, la fabricación y venta de armas, simplemente como una ocasión para promover sus intereses personales y ampliar su autoridad".

Einstein con una multitud de inmigrantes en un mural del The Roosevelt Public School, Roosevelt, New Jersey.

Einstein con una multitud de inmigrantes en un mural del The Roosevelt Public School, Roosevelt, New Jersey.

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El nazismo haría de Einstein un inmigrante más en EE.UU. (Mural del artista Ben Shahn)

Einstein también formuló una serie de preguntas para enmarcar la discusión:

"¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla [la clase gobernante] doblegue la voluntad de la mayoría, que puede perder y sufrir por una guerra, al servicio de sus ambiciones?"

"¿Es posible controlar la evolución mental del hombre para hacerla a prueba de las psicosis del odio y la destructividad?"

"No estoy pensando de ninguna manera sólo en las llamadas masas incultas.

"La experiencia demuestra que es más bien la llamada "intelligentsia" la más propensa a ceder a estas desastrosas sugestiones colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto directo con la vida en bruto, sino que la encuentra en su forma más fácil y sintética: en la página impresa".

Terminó señalándole a Freud que su contribución "bien podría abrir el camino a nuevos y fructíferos modos de acción".
Firma de Albert Einstein
 Firma de Albert Einstein

La incómoda verdad

Unas semanas más tarde, el 12 de septiembre de 1932, Leon Steinig, director de la Liga de Naciones, le comunicó a Einstein que Freud había aceptado cooperar aunque le advertía que lo que tenía que decir podría ser demasiado pesimista para el gusto de la gente, pues no endulzaría la incómoda verdad:

 íciles de tragar. Ahora que soy viejo, ciertamente no quiero engañarlos".

Einstein le aseguró a Freud que lo que buscaba era una respuesta psicológicamente efectiva, no una optimista.

Acordados los términos, el psicoanalista procedió a plasmar sus pensamientos en su carta ese mismo septiembre.

En su carta, Freud empezó expresando su sorpresa frente a la pregunta que Einstein, un físico, le planteó a él, un psicólogo.

"Quedé estupefacto al pensar en mi (de nuestra, casi escribí) incompetencia; pues me pareció un asunto de política práctica, el estudio adecuado del estadista".

"Pero luego me di cuenta de que usted no planteaba la cuestión en su calidad de científico o físico, sino como amante de sus semejantes... Y, a continuación, me recordé a mí mismo que no estaba llamado a formular propuestas prácticas sino, más bien, a explicar el punto de vista de un psicólogo sobre la cuestión de prevenir las guerras".

Freud


A su edad, dijo Freud, no estaba para endulzar la realidad.
Freud

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Aclarado el asunto, Freud pasó a describir su teoría de la trayectoria evolutiva de la violencia, que determina "lo que debe pertenecer a uno u otro o cuál es la voluntad que debía respetarse".

Un hito es la intervención del arma, que marca "el momento en que la supremacía intelectual comienza a sustituir a la fuerza bruta".

"La fuerza bruta es vencida por la unión; el poderío aliado de las unidades dispersas hace valer su derecho contra el gigante aislado. Así podemos definir 'derecho' (es decir, ley) como el poder de una comunidad.

"Sin embargo, tampoco es más que violencia, rápida para atacar a cualquier individuo que se interponga en su camino, y emplea los mismos métodos, persigue los mismos fines, con una sola diferencia: es la violencia comunitaria, no individual, la que se sale con la suya".

Control central

Eventualmente, Freud trajo su teoría de regreso al presente.

Carta para Einstein escrita por Freud.

Carta para Einstein escrita por Freud.

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Carta para Einstein escrita por Freud.

"Hay una forma segura de poner fin a la guerra y es el establecimiento, de común acuerdo, de un control central que tendrá la última palabra en todo conflicto de intereses. Para ello se necesitan dos cosas: primero, la creación de tal tribunal supremo de la judicatura; en segundo lugar, su inversión con fuerza ejecutiva adecuada".

Sin embargo, no es suficiente una sin la otra.

"En nuestros tiempos, buscamos en vano alguna noción unificadora cuya autoridad sea incuestionable.

"Está abundantemente claro que las ideas nacionalistas, primordiales hoy en día en todos los países, operan en una dirección muy opuesta. […] Por lo tanto, parecería que cualquier esfuerzo por reemplazar la fuerza bruta por el poder de un ideal está, en las condiciones actuales, condenado al fracaso".

Sin embargo, en un pasaje menos pesimista de su escrito, señaló

"En el aspecto psicológico, dos de los fenómenos más importantes de la cultura son, en primer lugar, un fortalecimiento del intelecto, que tiende a dominar nuestra vida instintiva, y, en segundo lugar, una introversión del impulso agresivo, con todos sus consiguientes beneficios y peligros".

"Ahora bien, la guerra va más enfáticamente en contra de la disposición psíquica que nos impone el crecimiento de la cultura; por lo tanto, estamos obligados a resentir la guerra, a encontrarla completamente intolerable".

La humanización
Gustav Stresemann, ministro de Exteriores de Alemania, firmando el pacto Briand-Kellogg, renunciando a la guerra de agresión y prohibiendo el uso de la guerra como instrumento de política nacional excepto en asuntos de legítima defensa en 1928.

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Gustav Stresemann, ministro de Exteriores de Alemania, firmando el pacto Briand-Kellogg, renunciando a la guerra de agresión y prohibiendo el uso de la guerra como instrumento de política nacional excepto en asuntos de legítima defensa en 1928.

A pesar de que "no estaba llamado a formular propuestas prácticas", propuso un modelo.

A diferencia de Einstein, Freud era un elitista que pensaba que el papel de la "intelligentsia" era imponer la dictadura de la razón: "Se debe tener más cuidado que hasta ahora en educar a un estrato superior de la hombres con mentes independientes, no abiertos a la intimidación y ansiosos en la búsqueda de la verdad, cuya misión sería darle dirección a las masas dependientes".

Su idea era la humanización a través de la educación y lo que él llamó "identificación" con "cualquier cosa que lleve a los hombres a compartir intereses importantes", creando así una "comunidad de sentimientos". Esos medios, concedió, podían conducir a la paz.No obstante, Freud concluyó con ambivalencia y mucho escepticismo sobre la eliminación de los instintos violentos y la guerra. "El resultado de estas observaciones, en relación con el tema que nos ocupa, es que no hay probabilidad de que podamos suprimir las tendencias agresivas de la humanidad".

¿Cuánto tiempo?
Postal de la Conferencia Internacional de Desarme en Ginebra 1932
Postal de la Conferencia Internacional de Desarme en Ginebra 1932

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Postal de la Unión Mundial de la Mujer que decía: "Ser o no ser. Desarme o Desastre. Esa es la pregunta. ¿Están conscientes de eso?"

Al final, Freud dejó una pregunta cuyo eco es doloroso dado lo ocurrido durante los 90 años desde las dos luminarias escribieron sus ideas:

"¿Cuánto tiempo tenemos que esperar antes de que el resto de los hombres se vuelvan pacifistas?

"Imposible de decir, y sin embargo tal vez nuestra esperanza de que estos dos factores —la concepción cultural y el temor justificado de las repercusiones de una conflagración futura— puedan servir para poner fin a la guerra en un futuro cercano, no es quimérica.

"Por cuáles caminos o desvíos sucedería, es imposible adivinarlo.

"Mientras tanto, podemos confiar en que todo lo que contribuye al desarrollo cultural está trabajando también contra la guerra.

"Con el saludo más cordial y, si este exposé le resulta decepcionante, mi sincera disculpa, suyo...

Firma de Sigmund Freud
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*Puedes leer una de las cartas de Albert Einstein y la de Sigmund Freud (ligeramente abreviadas) en el sitio web de la UNESCO