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martes, 16 de julio de 2024

Cómo ayudar a una persona que fue víctima de abuso sexual infantil.

Una mujer se columpia en un atardecer.
Una mujer se columpia en un atardecer.
Todo trauma psicológico deja huellas, pero el abuso sexual en la infancia especialmente. Cuando ya ha ocurrido, son fundamentales la escucha, la calma, el apoyo y la esperanza.

Hubo una época en la que el abuso sexual a los niños y adolescentes estaba normalizado o banalizado, pero esto ya se ha acabado. Hoy sabemos que la experiencia de ser —o el doloroso recuerdo de haber sido— un mero objeto de satisfacción erótica por parte de un adulto produce una profunda y duradera herida personal. Conlleva una íntima vivencia de indefensión ante el mundo, que abre el camino a nuevos traumas, y pulveriza el sentido de dignidad personal. Algunos autores hablan de la “brújula interna rota”, el desconcierto de haber sido por momentos una cosa, un elemento de satisfacción, no un ser humano, y de recordar que donde debía haber ternura y protección sólo hubo jadeos y el aliento del monstruo.

Todo trauma psicológico deja huellas, pero el abuso sexual en la infancia especialmente. Multiplica por 3,5 el riesgo de desarrollar un trastorno mental, especialmente depresión, estrés postraumático, ideación suicida, bulimia, disfunción sexual y problemas psicosomáticos. El cuerpo a veces grita. Al desvelarse los hechos terribles, aparecen profundos sentimientos de vergüenza, culpa, pena o miedo.

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El perpetrador se encarga de tejer una red de señuelos, mentiras y ocultaciones para no ser descubierto, y la víctima se tortura por haber aceptado ese regalo secreto elegido exclusivamente para ella, haberse creído el favorito del equipo de baloncesto —y tener además “unos ojos azules muy bonitos”—, haber aceptado ese absurdo y secreto pacto de silencio en el vestuario o en el aula de teatro. El pederasta puede utilizar la estrategia del favoritismo, aliarse con el rebelde adolescente contra sus padres o recurrir al chantaje personal —“si lo cuentas, estás muerta”—; puede utilizar y manosear los ideales nobles del deporte, la familia, la cultura o, como tantas veces, la religión. Su único propósito es profanar la infancia, porque le satisface sexualmente.

Afortunadamente, hay muchas personas que fueron víctimas de abuso sexual que han seguido adelante, sin llegar a desarrollar psicopatología o requerir ayuda profesional. Pero hay factores que dificultan este heroico proceso: la permisividad del delito, el silencio familiar, la falta de castigo, el encubrimiento y la negativa a colaborar con la justicia. En EE UU, las cifras dan bastante pavor: el 13% de las mujeres y 1,2% de los hombres han experimentado penetración forzada, y aparte, un 14% recuerda haber sufrido algún otro tipo de coerción sexual. Más de un tercio de estos abusos sexuales se producen en el hogar, con familiares varones de mayor o menor grado (padrastros y padres, abuelos, tíos, algún hermano mayor en el despertar de su adolescencia, vecinos) como principales perpetradores.

Se juntan en ellos dos tendencias: una atracción sexual atípica hacia los niños o adolescentes (pedofilia o hebefilia, respectivamente) —mostrada en una preocupación aumentada por el tema, consumo de pornografía, gustos inusuales por elementos infantiles— y unos rasgos antisociales, es decir, poco respeto hacia las normas y los sentimientos ajenos, insensibilidad al dolor, asunción de riesgos y comportamiento inestable e irresponsable. Algunos pederastas están encubiertos y parecen las mejores personas del mundo. A menudo la rabia de las víctimas se dirige hacia aquellas personas que permitieron o no detectaron el abuso: “¿Pero no lo veíais?”, claman. Sin caer en un alarmismo paranoide, la protección a la infancia empieza por no abandonar a los niños a su suerte, en manos de desaprensivos. Cierta vigilancia inteligente es preventiva.

Escuchar con atención y ofrecer apego
Lo primero es escuchar. Si la víctima tiene tanta confianza en nosotros como para contarnos esto, no debemos decirle “de todo se sale” o “eso ya quedó atrás”, ni tampoco introducir puntos de cuestionamiento o culpabilización. Toca escuchar con calma, sin juzgar ni tratar de solucionarle las cosas ni decirle “sé cómo te sientes” (porque no es así, solo nos lo podemos imaginar de lejos). Darle todo el apoyo que podamos, sin fisuras, favorece que reciba apoyo social y legal, que normalice sus actividades, que no haga de ese recuerdo el centro de su vida, pero respetando su propio ritmo.

Sin alarmarnos, al observar su comportamiento, es posible que aparezcan síntomas o conductas autolesivas. Entonces, si lo requiere, podemos ofrecerle ayuda profesional. Hay terapias psicológicas como la cognitivo-conductual o el EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) que han demostrado eficacia. A veces, un fármaco puede aliviar mucho el tormento. Darle seguridad, apego seguro —no intermitente—, genera un espacio de diálogo para que comparta su experiencia y, ojalá, su historia de superación.

El psicólogo Georges Politzer recomendaba a los estudiosos de la mente que “lean ficción, donde los dramas biográficos fluyen, antes de enfrentar monografías científicas que los congelan”. Pensé en ello leyendo la maravillosa novela En la boca del lobo, de Elvira Lindo, en la que fluye una niña de once años llamada Julieta, que no colabora, que encuentra dolor y paz produciéndose lesiones, que se disocia y no sabe a veces quién es quién, que vive en la vergüenza perpetua y tiene un pasado secreto. Afortunadamente, encuentra a alguien que la escucha con atención y le da un lugar en el mundo. Es un ejemplo de cómo la buena literatura puede retratar la psicología humana y trascenderla.

sábado, 6 de abril de 2024

De donde nace el resentimiento.

Vania o Iván, ruso o riojano, es un pobre hombre que no entiende el presente y que se siente estafado
 
Escena de la obra 'Vania x Vania'.

Últimamente escucho teorizar sobre las razones que provocan que haya hombres que se sienten excluidos, ninguneados, alimentados por el resentimiento, las ideas conspiranoicas, el rencor hacia las mujeres, la nostalgia de un pasado que creyeron sólido. Pero lo teórico, sea de orden sociológico o filosófico, se mueve con frecuencia en terrenos demasiados abstractos. Lo que hace la ficción es el mecanismo contrario: en vez de observar a un colectivo, concentra la mirada en seres humanos concretos; por eso cuando hablamos de verdad literaria nos referimos a estar sintiendo en ella los latidos de un corazón. He estado viendo las dos asombrosas versiones que sobre El tío Vania de Chéjov ha escrito y dirigido Pablo Remón,interpretadas por un excelente reparto, y en ellas he encontrado tanto los ecos de la verdad chejoviana como una manera poco frecuentada de contar el presente. Hay algo paralelo en aquel 1900 en que Chéjov estrenó su función y este 2024 que ahora nos atenaza. Un escritor tan intuitivo como él debió presentir, a cuatro años de su muerte, que un cambio brutal se iba a producir en Rusia, dado que sus personajes parecen estar al borde siempre de un abismo vital: no paran de rumiar deseos incumplidos, frustraciones, son protagonistas de biografías nada épicas que en algún momento de la juventud prometieron cierta grandeza. 

El tío Vania de esta doble función se convierte en un tío Iván del campo español, un hombre que se ve entrando en la vejez habiendo errado todos los tiros. No es un estúpido, intuimos en él trazas de hombre sensible, pero la suerte no le ha sonreído: las mujeres hermosas lo han rehuido y ha vivido alimentando los proyectos de otros, resignándose a una existencia estrecha que ahora le pesa como una losa. A pesar de que las tierras que administra no le han permitido vivir holgadamente, él ha perdido la vida ayudando a su cuñado, el pomposo intelectual, con la creencia de que valía la pena financiar a quien posee el conocimiento. Vania sobrelleva con humildad esa existencia de escasas emociones hasta que un verano aparecen por allí pontificando, dándoselas de no se sabe qué, el hombre de letras y su hermosa mujer, y entonces todas las rutinas que sostienen su día a día se desmoronan: el rencor le empuja a hacer recuento de su vida miserable. 

El tío Vania, tan nuestro como ruso, está interpretado por Javier Cámara, que lo ha convertido en campesino riojano, dejándose mecer por sus propios recuerdos hasta el punto de que en cada función el cómico se nutre del espíritu de su padre, el hombre que fuera músico y agricultor en Albelda de Iregua, y quién sabe si es hasta posible que gracias a ese juego actoral algo se le haya desvelado del alma paterna, eso algo misterioso que jamás entendemos de los padres, y que aquí se nos descubre gracias a amalgamar el discurso de un campesino ruso con el de un agricultor español. 

Vania o Iván, ruso o riojano, es un pobre hombre que no entiende el presente y que observa la injusta diferencia entre aquellos que llegan de la ciudad, sea Madrid o San Petersburgo, sintiéndose profundamente estafado. Es al considerar el notable contraste entre los forasteros y los que se quedan cuando a este soñador frustrado la realidad se le desmorona. La literatura, al menos la buena, no juzga, sino que asiste asombrada a la comedia humana, mostrándose compasiva con la peripecia del que lleva las de perder, incluso en sus irritantes errores. Viendo este Vania entra uno de lleno en el corazón de un resentido.

Dice Vania, “Día y noche, como un espíritu maligno, me sofoca la idea de que he gastado mi vida sin remedio. No tengo un pasado, todo él lo he derrochado tontamente en fruslerías, y el presente me aterra por lo absurdo”. Cuando escucho una disertación sobre a qué responde la rabia de los que se creen olvidados, procuro imaginar los delirios de un hombre concreto.

ELVIRA LINDO 

martes, 26 de marzo de 2024

Sexo duro.

No solo hay que hablar sobre las prácticas sexuales no normativas, sino dejar de estigmatizar a las mujeres que las disfrutan.

En los últimos días se discute mucho la dicotomía entre sexo duro y violencia contra las mujeres. Es una discusión falsa. No importa cuantas veces tengamos las mujeres que hablar de nuestra capacidad para el placer y la fantasía, se acaban mezclando violencia no deseada con prácticas no normativas. Se habla de la mala influencia del porno. Se discute sobre si en los famosos testimonios recientemente publicados en una investigación en este periódico contra Carlos Vermut hubo violencia sexual.

Pero se suele llevar el foco a lo teórico, y no a lo que pasa. La asfixia puede considerarse una disciplina erótica. Como toda disciplina erótica, tiene que partir de un consenso. Hemos hablado de esto hasta la saciedad. Quizás lo que tenemos que empezar a poner en el centro del debate es qué pasa exactamente cuando ignoramos esa premisa: lo consentido, lo deseado, lo que las dos (o más) partes ponen en el acto sexual.

Elvira Lindo apuntaba hace unos días al meollo del asunto: no es el sadismo lo que se pone en juego en este caso, sino lo no deseado y la violencia empleada. No es puritano arrojar luz sobre este tema, sino todo lo contrario. No solo hay que hablar sobre las prácticas sexuales no normativas, sino dejar de estigmatizar a las mujeres que las disfrutan. Porque las consecuencias de no hacerlo pueden determinar mucho más de lo que pensamos.

Hace no mucho, una investigación de The Guardian ponía en alerta sobre el estrangulamiento como una de las principales causas de muerte entre las mujeres por parte de sus parejas sexuales. Pese a que está documentado que estrangular a una mujer suele ser uno de los principales antecedentes violentos antes del asesinato en manos de una pareja, sigue considerándose una falta leve en muchos países.

Según el informe sobre víctimas mortales de violencia de género de 2020 en España, el 80% de los asesinatos por violencia machista ocurren en el domicilio del agresor, o la pareja conviviente. Aunque solamente el 15% de la causa principal de la muerte es la asfixia, la privación de aire por parte del maltratador suele estar presente en la mayoría de autopsias realizadas.

La novedad que encontramos en el relato de cómo se ejerce la violencia y en quién se pone el foco no cambia, o al menos no de manera aparente. En aquellos casos en que una víctima de violencia de género vive para contarlo, su versión se cuestiona. Lo hace la opinión pública y, en el caso de que denuncie y haya un juicio, es el deber del abogado defensor intentar demostrar que las lesiones que presente no responden a un hecho violento por parte de su defendido, o que estas lesiones fueron deseadas de alguna manera.

La perversión aparece cuando la víctima no puede defenderse, es decir, cuando ha fallecido. En los últimos años se ha empezado a usar como atenuante en casos en los que la mujer ha sido asfixiada —sea o no la principal causa de muerte— la tesis de que se trató de sexo duro que se fue de las manos. La asfixia erótica ha salido de las prácticas alternativas y forma parte no solo de la pornografía mainstream, sino de cualquier foro sobre sexo contemporáneo. En muchos casos, si la mujer muerta, particularmente si es joven, y le gustaba el sexo no estrictamente convencional, esto se usa en su contra para reducir la pena de su muerte a manos de su pareja sexual. En el Reino Unido, el escalofriante caso de la joven Natalie Connolly fue un precedente. Tras mantener una relación sexual con el millonario John Broadhurst, él le propinó tal paliza que sufrió más de 40 lesiones y una hemorragia interna. Él recibió una condena de tres años por homicidio involuntario. Que a ella le gustara el sexo duro fue un agravante. Para ella, no para él.

¿En qué momento que a una mujer le guste el sexo, de cualquier tipo, se convierte en un atenuante para un maltratador? El discurso neoconservador insiste en que las feministas contemporáneas son puritanas y quieren poner límites al imaginario sexual. Por eso cada polémica —ser una zorra o no en una canción, por ejemplo— se convierte en un debate nacional. Pero el foco no está en la violencia ni en como esta se visualiza, ni siquiera en cómo se interioriza y disemina. Las mujeres que divulgan sobre la igualdad de derechos no son puritanas, ni siquiera se les pregunta sobre prácticas sexuales, sino que se espera de ellas que se indignen, una y otra vez, por una polémica volátil. Aun así, se insiste, una y otra vez en que estamos en una de las eras más censoras de la historia, se habla en los medios de “lapidación” o “ejecución pública” de aquellos investigados por agresión sexual pero la violencia contra las mujeres sigue siendo una constante. Se presentan debates sobre consentimiento sexual sin atender lo suficiente a lo acostumbrados que estamos en todos los estamentos sociales a la violencia contra las mujeres.

Lo que sigue aquí, frente a nosotros no es el placer, ni el sexo duro, sino el enmascaramiento de una violencia. Y lo que es peor, la rancia consecuencia social que se impone. Una consecuencia religiosa: practicar sexo, es decir, pecar castiga. Y siempre a la mujer. 

lunes, 18 de marzo de 2024

Ayuso humorista

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha encontrado su estilo, un estilo desprejuiciado que se ha saltado las normas de lo que hasta ahora ejercían los políticos conservadores.

Cuando Isabel Díaz Ayuso accedió al poder en 2019 mediante un pacto que la convertiría en lideresa de la derecha en toda su extensión, tendimos a subestimar su potencial; era entonces algo común pensar que su desacomplejada manera de ejercer el cargo, con declaraciones chocantes y burlescas, estaba dictada por un hombre que le susurraba al oído esas ocurrencias que poseían la facultad de hacerse populares y que habrían de convertirla en icono pop de la derecha madrileña, aún no se sabe si exportable al resto de España. Pero estos cinco años de reinado han confirmado que partíamos de un error: por mucho que su entrenador se empleara a fondo, la presidenta se ha desvelado como una mujer no solo capaz de liderar la derecha macarra sino de fracturar las normas de lo aceptable con discursos en los que bascula entre lo despreciativo y lo humorístico, a veces mezclando los dos tonos como parte de su estratagema. El poder la ha empoderado, algo que suele sucederle a quienes ostentan el liderazgo durante el tiempo suficiente como para regodearse en su astucia. Ya no es la mujer en manos de un perverso ventrílocuo, ya no necesita que le escriban el guion porque la astracanada sale de manera natural de su boca. Ella es rotundamente ella.

Solo una vez se la ha visto descolocada: cuando un periodista en absoluto agresivo como Carmelo Encinas apeló a la humanidad de la presidenta para preguntarle por los ancianos muertos en las residencias. Es probable que, dado que se encontraba en un medio favorable, no se esperara el puro cuestionamiento de su falta de piedad y respondió furiosa, desabrida, afirmando que nadie tiene derecho a hacerle ese tipo de preguntas. Pero la realidad es que Ayuso ha encontrado su estilo, un estilo desprejuiciado que se ha saltado las normas de lo que hasta ahora ejercían los políticos conservadores. Ayuso se sirve de la broma como si fuera una humorista, se salta los límites de cualquier cortesía asumida en el espacio público y al hacerlo genera una complicidad con aquellos que dicen sentirse constreñidos por una corrección en el habla que les provoca ira. Esta utilización tramposa del humor que permite decir cualquier grosería en nombre de la libertad es homóloga de un estilo transnacional que está dando asombrosos resultados y de la que Trump es, sin duda, la estrella rutilante a la hora de destrozar el consenso democrático. Como escribe el periodista Fintan O´Toole en Laugh riot (el motín de la risa), un ensayo publicado en The New York Review of Books sobre el uso del humor como arma política en el discurso de Trump, lo que consigue el expresidente cada vez que recurre a bromas despreciativas es hacer desaparecer los tabús a fin de crear una comunidad en la que los que se sienten excluidos puedan expresar barbaridades sin ser señalados. Entre el vodevil y el insulto todo es permisible. Si alguien se molesta en exceso queda el recurso de decir: “¡Si solo era una broma!”.

De esa manera podría responder Ayuso a las que nos hemos llevado las manos a la cabeza al escuchar su grotesco discurso del 8 de marzo: hay más hombres asesinados que mujeres, dijo, más conductores muertos en accidentes, dijo, más soldados víctimas de guerra. Siendo esta la realidad, concluyó, ¿por qué no un Día del Hombre? Ella sabe que cada una de esas afirmaciones en nada contradicen la verdad demostrada, que hay una violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo y que si atendemos a las guerras, miremos a Gaza, son las mujeres y los niños los que engrosan masivamente el número de víctimas. De los conductores que hable la DGT. Yo tengo mi teoría, pero no viene a cuento.

Ella sabe que en este reivindicar un día para el hombre hay una burla sobre el feminismo que tiene aún más impacto por expresarla en un día tan señalado. Lo sabe y se relame, porque hay hombres que le ríen la gracia y piensan, al fin alguien lo ha dicho.

Elvira Lindo.

sábado, 4 de febrero de 2023

Lo normal es que los niños no obedezcan: cómo guiarles con paciencia cuando transgreden la norma.

Además de cerciorarse de que el pequeño ha entendido las órdenes, cuando surge un conflicto padres y madres deben invitarle a buscar una solución o preguntarle si tiene alguna idea sobre cómo actuar en un futuro.

Olivia no quiere ir al colegio. Ella está feliz con su abuela en casa, en pijama y en zapatillas, mirando cómo hace ganchillo o cocinando garbanzos como una chef estrella. La abuela le viste entre gritos y llantos, la arrastra por toda la calle y la niña le dice que está hartísima de ir al cole y tener que colorear sin salirse de la raya. En otros cuentos, Olivia no quiere ducharse o se enfada muchísimo si pierde jugando. No obedece y los adultos se afinan la paciencia. Escritos por Elvira Lindo e ilustrados por Emilio Urberuaga (equipo Manolito Gafotas), la editorial SM ha reeditado en letra caligráfica esos cuentos. Y lo cierto es que a los padres y las madres (incluso a la comunidad educativa) les preocupa y les frustra la falta de obediencia de las Olivias.

La maestra de Educación Infantil Coni La Grotteria es experta en educación para la paz y en dificultades del aprendizaje. Acaba de publicar Educar en la tolerancia (Plataforma Actual, 2023) y afirma que la naturaleza en la primera infancia lleva a los niños y a las niñas a explorar, a experimentar con los límites y con el grado de poder de sus referentes. Lo normal es que no acaten, sean libres, no entiendan lo que se les impone y tengan sus momentos de rebelión y hartazgo. La naturaleza de los niños se basa en cubrir sus necesidades y deseos, y la libertad es parte indiscutible para que así sea. ¿Y los padres? “Más que preocuparnos, debemos revisar nuestra actitud porque la integración de límites y normas es un proceso que requiere paciencia y coherencia”, explica La Grotteria.

Para la maestra de Educación Infantil Ainhoa Carmona Ponce también es normal que los niños y niñas no obedezcan: “En ocasiones, sobre todo de pequeños, les damos demasiadas consignas a seguir y simplemente no entienden lo que les decimos porque aún no tienen el desarrollo del lenguaje o la comprensión para entenderlo”. Sería pertinente hacerse preguntas como ¿puedes contarme qué has entendido? ¿puedes recordarme cuál era la norma? Otras veces, muchísimas, niños y niñas se guían por el deseo de lo que quieren o necesitan en ese momento, ya que, según Carmona, cuanto más pequeños, más primitivo es el cerebro y la capacidad de autorregulación es menor. “Tratamos de enseñarles cómo encajar en la sociedad en la que viven, pero muchas veces no tenemos en cuenta lo que realmente necesitan”, afirma la maestra.

Tania García-Medina es neuroeducadora, docente y asesora educativa. Explica que neurológicamente “venimos precableados” para aprender y explorar, y en ese proceso de descubrimiento está el hacer malabares con los límites impuestos. “Es normal que de primeras el instinto de los niños les empuje a sobrepasar los límites, a desobedecer y a descubrir qué ocurre si se transgrede esa norma o esa orden”, reflexiona. Afirma que a partir de los 18 meses es cuando comienzan a tener conciencia de individuo (conciencia del yo) y es en esa etapa en la que, aunque aún no pueden valerse por sí mismos, es frecuente escucharles decir “yo, yo”, “yo solo”, “no, no”. “Esa desobediencia es fruto de una búsqueda de la autonomía y de la autoafirmación que comienza a despertar”, asegura.

La neuroeducadora anima a revisar el concepto de hacerles entrar por el aro y de educar en la obediencia sin peros: “Se trataría de buscar que nuestros niños sean cooperativos y colaborativos y eso está lejos de una comunicación basada en órdenes”. Propone revisar el estilo comunicativo y usar otras estrategias, como cambiar las órdenes por preguntas del tipo: ¿Me puedes ayudar a guardar los zapatos en el armario? O ¿cuándo puedes encargarte de recoger la habitación? Ofrecer tiempos y espacios para reflexionar y pactar normas y necesidades contribuye a que desarrollaren el pensamiento crítico, la adaptación, las funciones ejecutivas y la autorregulación.

“Cuando las normas y pautas sociales son pactadas con ellos, teniéndolos en cuenta y haciéndolos partícipes de su creación, es realmente sorprendente observar cómo desde muy pequeños, desde los dos o tres años aproximadamente, empiezan a colaborar y cumplir misiones que han decidido que son importantes para su bienestar”, prosigue García-Medina.

Para la psicóloga y cocreadora de la llamada disciplina positiva Jane Nelsen hay que mantenerse amable y firme. Los límites con menores de cuatro años los deben poner los padres, pero “haciéndolos cumplir con amabilidad y firmeza”. Y avisa: “Cuando un niño viole un límite, no le dé un sermón ni lo castigue”. La conocida educadora aboga por hacerles “preguntas de curiosidad”: ¿Qué ha pasado? ¿Qué crees que lo ha provocado? ¿Qué se te ocurre para resolver este problema?

Para aquellos contextos en los que no se puedan pactar y dialogar esas normas (por ejemplo, el volumen de voz en una biblioteca o el comportamiento en un médico o ir al colegio), para García-Medina es importante cerciorarse de que la norma o lo que se espera de ellos ha sido entendido, así como explicarles los motivos que llevan a que esa regla sea por un bien común: “No es lo mismo que te digan ‘Silencio’ a secas a que te expliquen y comprendas que la biblioteca es un espacio en el que las personas leen o estudian, y que para esa actividad hace falta poco ruido”.

¿Qué hacer si no obedecen?
En caso de que los pequeños no obedezcan, el primer paso es mantener la calma dice Coni La Grotteria: “Si es una conducta que les pone en peligro, marcar el límite con firmeza y poner al infante seguro”. Y prosigue: “Si la conducta está acompañada de una emoción como el enfado, hay que legitimar esa expresión e intentar que sienta que su necesidad es atendida y no estamos negando o prohibiendo sus emociones”. Si es una conducta negativa que se repite con frecuencia, es recomendable dedicarle tiempo a hablar de las consecuencias de sus actos, establecer límites más claros, darle opciones para que pueda resolver sus problemas.

Jane Nelsen propone algunas formas para obtener la colaboración de un menor. “Mostrar empatía sin excusar la conducta. La empatía no significa que esté de acuerdo con la conducta o lo justifique. Significa únicamente que comprende su percepción”. Y leemos en Cómo educar con firmeza y cariño (Medici, 2007): “Invite al niño a centrarse en una solución. Pregúntele si tiene alguna idea sobre qué hacer en un futuro para evitar ese problema. Si no la tiene, hágale algunas sugerencias”.

Por tanto, no se trata de educar en la obediencia sino de que exploren la vida a través de diversas experiencias, tomando decisiones y asumiendo consecuencias adaptadas a cada edad con un acompañamiento adulto que les proporcione seguridad, firmeza y amor.


miércoles, 28 de abril de 2021

¿Quién puede debatir con Monasterio? Son muy astutos en provocarnos, en que quienes los vemos y los escuchamos acabemos también salpicados de su mierda

A nuestras puertas irrumpe una nueva forma de hacer política, para la cual no es necesario ser mínimamente culto, ni respetar las reglas del juego limpio, ni ser educado. Muy al contrario, cuando estos nuevos políticos echan pestes de las élites, no se refieren a la élite económica (a la que ellos pertenecen) sino a las personas cultivadas, a las que respetan las reglas, a las que son educadas. Su discurso anti élites es viejo, se remonta a los años treinta, responde a esa antigua retórica fascista que se dirige al pueblo llano, un discurso que se ha visto renovado en este siglo en Estados Unidos, en Hungría, en Polonia, en los populismos italianos. Por eso erró tanto el tiro Podemos, en los primeros tiempos, cuando arremetió en bloque contra las castas, entre las que incluía a una clase media a la que las sacudidas económicas han obligado a amparar a sus mayores y a los hijos, ya maltratados por dos crisis. Ahora, cuando ellos mismos, aquellos nuevos políticos, han mejorado su nivel económico, estoy convencida de que habrán aprendido una gran lección en sus propias carnes: para defender la igualdad social no hace falta ser pobre. De hecho, el cambio cultural más notable de los años veinte del pasado siglo en España fue el insólito compromiso de la burguesía para sacar al país de su miseria y de su ostracismo cultural. Obligar a los ciudadanos a defender una ideología por el dinero que se tiene en el banco es una estupidez, si es este un dinero ganado honradamente.

En esta nueva fase de nuestra bronca vida política, son muchos los que han allanado el terreno a las estrellas de la extrema derecha, excusando sus desmanes o silenciándolos. Era difícil eludir las triquiñuelas ilegales de Rocío Monasterio para firmar proyectos de arquitectura sin tener el título reglamentario, pero de tanto ignorar esta irregularidad ha acabado desapareciendo del debate; de la misma manera que de tanto machacar con la casa de Pablo Iglesias e Irene Montero se ha legitimado ese argumento en cualquier foro. No importa que uno se pague las cosas con su dinero, la cuestión es que, amigo, el chaletazo, como así lo denominó Ayuso en el primer y único debate al que asistió, no te corresponde. Ese es el estilo. Ataques personales, provocaciones que acaban abroncando a todos los asistentes. Es inevitable no verse ensuciado cuando se comparte mesa con alguien que desprecia, insulta, no calla, miente con descaro. Por supuesto, numerosos opinadores políticos han señalado a Pablo Iglesias como el culpable de que el debate, el que abandonó y los que quedaban, se haya frustrado. Nadie culpa en cambio a Díaz Ayuso de dejar la silla vacía. Y de las groserías de Monasterio muchos disfrutan en silencio, porque se encargó de expulsar al demonio del cuarto (algunos viejos socialistas llaman a ese demonio “anomalía democrática”). El Partido Popular celebró el abandono de Iglesias en un tuit que luego borró. Los tuits que se borran son los que más valor tienen, porque exhiben lo que de verdad se piensa.

Muchos han pavimentado el discurso de Monasterio. Dice Adama Dieng, asesor de la ONU para la prevención del genocidio, que los crímenes de odio están precedidos por discursos de odio. Esto es lo que ha venido estudiando la Fundación por Causa, advirtiendo desde hace años de que España no estaba libre de la legitimación de una ideología xenófoba. Isabel Díaz Ayuso dice no estar de acuerdo con los carteles racistas referidos a los chavales no acompañados (desterremos menas, es ya un insulto), pero advierte de que comparte con ese partido otras muchas cosas. ¿Y qué cosas se pueden compartir con un partido racista? La cuestión en este asunto es si merece la pena debatir con quien siembra el odio. Mi opinión es que no hay conversación posible: son muy astutos en provocarnos, en que quienes los vemos y los escuchamos acabemos también salpicados de su mierda. ELVIRA LINDO. El País.

viernes, 6 de marzo de 2020

Ay, los amigos.

De ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso

Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?

Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.

Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?

Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.

https://elpais.com/elpais/2020/02/29/opinion/1582984882_924266.html
Artículo original de Elvira Lindo.
P.D.:
Qué buen artículo, y qué bien ha expuesto los argumentos, las emociones y dudas que tantas veces he sentido pero me ha costado lo imposible verbalizar y argumentar.

Recuerdo que en un caso tan delicado o más que este, le preguntaba a una amiga por la razón de que hubiese firmado una carta a favor de la defensa de la persona que reunía casi todas las probabilidades de haber incurrido en una falta grave. Ella me contestó que la razón principal era que se lo habían pedido amigas. Y ella lo hacía por amistad. Le contesté que lo más importante en ese caso, en mi criterio, no era la amistad, sino la verdad. Y mi amiga volvió a insistir que la amistad estaba por delante de la posible verdad.

 Aquí se afirma, "se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras" y "la compasión es compatible con admitir que alguien debe ser reprendido" y en fin también es de destacar que es "una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima"...

El proceso a seguir ya es conocido; investigar para averiguar y conocer la verdad, hacer justicia y, dentro de lo posible, cumplir con la reparación, tan necesaria aunque en la mayoría de los casos por múltiples causas se torne, en realidad, imposible.

En fin, lo dicho, un formidable artículo en mi opinión.

sábado, 8 de abril de 2017

_-TRIBUNA. Miente Aznar. Una vez más, el expresidente perdió la oportunidad de disculparse por haber involucrado a España en la guerra de Irak

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El expresidente José María Aznar visitó el miércoles la casa que Bertín Osborne mantiene abierta en Telecinco. Con un presentador que más parecía un cofrade, que proclamó haberle votado siempre y se medio quejó de que nunca le hubiera convocado a jugar la liga del PP, Aznar hizo un insólito despliegue de narcisismo en personaje tenido por austero. Lástima que le faltara público. Su autoproclamación como mejor presidente de España pilló a la audiencia en otra parte. Nunca antes Osborne había caído tan bajo en el share.

Una vez más Aznar perdió la oportunidad de disculparse ante los españoles por haberles involucrado en la guerra de Irak, algo que de forma más o menos elíptica han hecho ya sus dos colegas de las Azores: George W. Bush y Tony Blair. Lejos de eso, Aznar proclamó con énfasis que repetiría cien, diez mil veces, aquel pacto que, según él, permitía a España sentarse a la mesa de las grandes potencias. Ninguna referencia a las armas de destrucción masiva que se invocaron para aquella guerra, aquellas de las que dijo entonces en televisión: “Créanme, hay armas de destrucción masiva”, y que Aznar prefiere olvidar para poner de relieve cómo se codeaba con Bush o cómo le envidiaba Clinton por los ataques que le dirigía Chávez.

Y a los olvidos añadió alguna mentira sobre el 11-M que forma parte ya de su repertorio. Insistió como suele en que no hubo ninguna manipulación por su parte y que se limitó a transmitir en directo a la opinión pública la información de la que disponían las fuerzas de seguridad, poniendo el acento en que fue el último en comparecer tras las declaraciones de Ibarretxe, Zapatero y tutti quanti que señalaban a ETA.

En ese proceso mencionó la ronda de llamadas que mantuvo con los directores de los periódicos de Madrid y Barcelona. Y una vez más mintió al manifestar que el director de EL PAÍS le había expresado que 15 minutos antes de esa llamada había decidido cambiar el titular de primera página incorporando la autoría de ETA. Matanza terrorista en Madrid se había transformado en Matanza de ETA en Madrid.

Aunque en su día (21 y 27 de marzo de 2004) expliqué a los lectores de EL PAÍS con el máximo detalle cómo se había producido este desdichado cambio, retomo hoy el asunto porque a nadie cabe pedirle tal esfuerzo de memoria y para que la mentira de Aznar no quede acuñada definitivamente, como ya lo ha pretendido al incorporar esta versión a su segundo tomo de memorias.

Entonces y hoy el argumento principal de Aznar y sus ayudantes es que la edición especial del periódico del 11-M estaba datada a la una de la tarde y que la llamada de Aznar se produjo hacia las 13.10. Todos los que nos hemos dedicado a hacer periódicos sabemos que la hora de cierre es con demasiada frecuencia más una aspiración que una realidad. De hecho, aquella primera página fue filmada a las 13.53 y el primer ejemplar salió de la rotativa a las 14.28, como demostramos en su día con la reproducción de los correspondientes registros informáticos.

Los hechos ocurrieron de la siguiente forma. A las 12.59 de aquel 11 de marzo el secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timmermans, me devolvió una llamada que yo le había efectuado dos minutos antes y le urgí a que me diera una versión oficial del Gobierno dado el retraso que estaba produciéndose en la comparecencia del ministro de Interior. Me informó de que el Gobierno tenía la absoluta seguridad de que era ETA la autora del atentado y que así lo iba a proclamar Acebes en unos 10 minutos. Señaló los antecedentes de la maleta con explosivos capturada en Nochebuena en el tren Irún-Madrid y la furgoneta con 500 kilos de explosivos interceptada unas semanas antes en Cuenca.

Tras este breve diálogo introduje un cambio en el titular que quedó registrado a las 13.02. A las 13h 06m y 45s se produjo la llamada de Aznar, que duró 1 minuto y 51 segundos, según los registros de nuestra central telefónica. El presidente repitió casi literalmente la línea argumental seguida por Timmermans y estableció que la autoría de ETA no era una deducción, ni tampoco la “hipótesis principal”, como ha pretendido luego: era un hecho.

Un equipo de Antena 3 TV había filmado minutos antes la versión inicial de la primera página y tuvimos que cazarlo a la puerta del periódico para que registraran la definitiva. En la entrevista que me habían grabado yo había aludido a las Torres Gemelas y a recientes atentados en Oriente Próximo en busca de antecedentes que ayudaran a entender la barbarie de Atocha.

Estos son los hechos y no podrá cambiarlos la mentira interesada de Aznar, que pasado el tiempo trata de atribuirse una falsa neutralidad informativa. Aznar mintió a los españoles en aquellos tres días de marzo y es probable que esto le costara la derrota a su partido. Para ello no hay que apoyarse en citas de Churchill sobre el desagradecimiento en el que incurren a veces las grandes naciones. En su caso fue el resultado de tres días de mentiras, una práctica a la que sigue aferrado, aunque haya abandonado la política.

http://elpais.com/elpais/2017/04/07/opinion/1491586368_120602.html


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martes, 1 de noviembre de 2016

El Tolstói de los zulús. El libro 'Entre el mundo y yo', de Ta-Nehisi Coates, debería leerse en España tanto como se ha leído en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficción.

“Cuando los zulús produzcan un Tolstói nosotros lo leeremos”. ¿A quién se refería  Saul Bellow con esa primera persona del plural en una de sus más célebres y denostadas citas? Ese “nosotros” que el gran novelista utilizó incluía a los blancos y excluía a los negros. No podía ser de otra manera siendo Bellow un estadounidense de Chicago y un judío descendiente orgulloso de la gran tradición literaria europea. Es muy probable que el novelista lo dijera sin ánimo de ofender, que no pensara que la misma ciudad en la que él vivía y escribía estaba poblada en sus afueras por negros descendientes de esclavos. Bellow se metió en muchos jardines en sus últimos años, probablemente por no percibir que cuando dices algo hay al otro lado personas sometidas a la injusticia, que ven mermados sus derechos a diario y que han nacido para servirnos. No imaginaba que sus palabras llegarían a un escritor negro nacido en 1975,  Ta-Nehisi Coates, que se crió en un barrio pobre de Baltimore y que, aún habiendo crecido en una familia comprometida con el activismo radical, heredó el terror de sus antepasados, respiró el miedo a veces agresivo de sus padres a que le pasara algo, padeció el miedo que le provocaban las pandillas, tembló cada vez que la policía asomaba la nariz por sus aceras y fue consciente desde niño de que su color le convertía en un cuerpo a merced de los abusos policiales. Todo eso lo cuenta este periodista editor de la revista The Atlantic en un libro,  Between the World and Me (Entre el mundo y yo) que debiera leerse en España tanto como se ha leído en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficción 2015. Las palabras de Coates están dirigidas a su hijo, al que cuenta lo que significa ser negro en el país de los grandes sueños; de hecho, llama "soñadores" a los blancos y los culpa absolutamente de perpetuar un sistema que les condena a la exclusión o a ser ciudadanos de tercera.

Los datos económicos le dan la razón a Coates: los cien multimillonarios americanos que encabezan la lista Forbes suman más dinero que toda la población negra. Aun con medidas correctoras, a los negros les costaría doscientos años ponerse a la altura económicamente de sus compatriotas blancos. Solo el 40% de los negros posee una vivienda, comparado con el 70% de los blancos. La propiedad de una vivienda supone grandes ventajas fiscales para sus dueños, por lo tanto, se da más al que más tiene. Para colmo, en los barrios con población negra las viviendas se revalorizan menos, dado que los blancos evitan vivir en una zona donde haya un 25% de población negra. Esto se traduce en menos compradores y en unos precios más bajos. El resultado es que tras el fin formal de la segregación racial prosiguió una segregación económica. Es decir, las diferencias y por tanto las heridas entre las dos comunidades jamás se han cerrado. Si no fuera por los frecuentes casos de brutalidad policial, este asunto estaría fuera del debate político.

Coates ha escrito un libro desalentador porque no quiere mentir a su hijo, no es creyente y no se identifica con los negros que alzan sus manos al cielo en los servicios religiosos convencidos de que llegarán a la tierra prometida donde una justicia ciega trate a todos los ciudadanos por igual. El autor de este alegato contra el sistema americano no está dispuesto a tener esperanza, se niega, y así desea transmitirle a su hijo lo que él piensa de la habitual cantinela nacionalista del discurso americano: "Esta es la base del sueño: que sus adeptos no solamente deben creer en él, sino que deben creer que es justo, creer que su posesión del sueño es el resultado natural de las agallas, el honor y las buenas obras". Pero en algo disiento del autor: la esperanza está contenida en estos libro, dado que nos explica sin darnos un minuto de respiro cómo sería vivir en un cuerpo de tez oscura, nos obliga a calcular la cantidad de recelos, miedos y rencor que atesoraríamos desde el nacimiento.

Coates vincula su existencia a la de los esclavos. En realidad, ha pasado muy poco tiempo. Todos los negros descendientes de la esclavitud leerán este libro como si un padre les estuviera hablando, incluida Michelle Obama. Pero también nosotros debemos saber qué ocurre cuando la suerte está echada desde la casilla de salida.

El autor encontró en un ensayo del periodista negro Ralph Wiley una deslumbrante contestación a la ironía de Bellow: "Tolstói es el Tolstói de los zulús. A menos que uno obtenga algún beneficio al vallar el patrimonio universal de la humanidad para otorgarle una propiedad tribal exclusiva". En descargo de Bellow, pensemos que era ya un viejo, inmerso en exceso en un mundo cultural acotado. Pero nosotros ya no tenemos excusa. No hablo de herir la sensibilidad de personas con la piel muy fina, sino la de gente a la que no vemos, porque en el fondo nuestro bienestar se sostiene por su postergación.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/21/actualidad/1477063862_213143.html

sábado, 9 de enero de 2016

La maldad sin eximente. Si algo suele caracterizar a los malvados es que son incorregiblemente vanidosos.

Cada vez que leo una crónica sobre la ingente cantidad de somníferos, ansiolíticos, antidepresivos, que ingiere la población española me siento acompañada. Eso rebaja esa penosa culpabilidad que tan bien conoce el insomne cuando cada noche deja la pastilla al lado del vaso de agua y a la hora, en la oscuridad, con la actividad neuronal totalmente desatada, resonando, por ejemplo, en su memoria, un Mackie Navaja interpretado por Bertín Osborne que escuchó esa tarde en un taxi, palpa la mesita para dar con el comprimido que calmará unos pensamientos obsesivos que le hacen sentir como el hámster que da vueltas en su ruedita.

Que esto sea un mal de muchos no cura el insomnio ni las neurosis, pero te hace sentir parte de una comunidad, y eso es bonito. Aunque este sentimiento consolador se esfuma cuando la misma prensa que informa de lo pastilleros que somos da cuenta de los medicamentos que tomaba el último asesino de la crónica de sucesos. La madre de Asunta tomaba Orfidal. El  piloto suicida tomaba serotonina. ¿Y? ¿De qué comunidad formamos parte ahora, de la de los hijos de puta que prefieren morir matando? Los psiquiatras se nos enfadan mucho, con razón. Llevan años explicando que asociar los trastornos mentales a la maldad es contribuir a la estigmatización de enfermos que tienden a infligirse dolor más que a causarlo.

Hay malos sin justificante del médico. No tantos como podríamos pensar, pero los hay: madres que matan para librarse de sus hijos, hijos que matan para quedarse con dinero de los padres, sacerdotes que predican la bondad y abusan de los débiles, hombres que maltratan a su mujer y son dóciles con el resto, jefes que humillan a sus subordinados, niños que acosan a otros niños hasta hundirles en la desesperación. Y no hay explicación psiquiátrica que ampare semejante maldad. Es muy posible que se pueda reformar el comportamiento cruel de un niño, pero la maldad en los adultos es rocosa y el cerebro menos flexible. Este ha sido uno de los temas del año: nos cuesta comprender que un malvado no es un enfermo mental.

El mejor ejemplo del hijoputa sin trastorno lo ofreció en 2015 una serie documental, The Jinx, que sin duda influirá en la manera en que los cineastas aborden un caso real. Cuenta la historia de  Robert Durst, un millonario neoyorquino sobre el que pesa la sospecha de haber asesinado en 1982 a su primera esposa, a una amiga en 2000, y un año después al vecino. El director, Jarecki, había realizado en 2010 una película de ficción, All Good Things, sobre este personaje que de vez en cuando aparecía en la prensa como sospechoso de crímenes sin resolver, pero nunca hubiera imaginado que el inspirador del filme, tras verse interpretado por Ryan Gosling, le llamaría para proponerle que filmara un documental contando la verdad. Y es que si algo suele caracterizar a los malvados es que son incorregiblemente vanidosos. La serie se basa en las veinte horas de conversación que el director y el millonario mantuvieron durante años. El espectador asiste fascinado al relato de Durst; su infancia de niño rico pero desamparado provocaría compasión si no fuera porque el viejo lo cuenta con una frialdad incontrolada que provoca el efecto contrario, da grima.

Sobre la desaparición de su esposa la policía pasó de puntillas y el pájaro siguió suelto. En 2000 se reabrió el caso y la mejor amiga del sospechoso, la escritora Susan Berman, fue asesinada en su domicilio. Probablemente, Durst sospechó que la policía quería interrogarla y acabó con ella antes de que le incriminara. Permaneció oculto durante meses en una pequeña localidad de Texas, solo charlaba con un vecino que le invitaba a ver la tele en casa. En una de estas sesiones televisivas, apareció de pronto en el telediario. Así es cómo el vecino descubrió la verdadera identidad de su extraño amigo. Según Durst, el tipo quiso sacar tajada del hallazgo, y eso desembocó en una pelea. Una bala (siempre hay una pistola) acabó en el corazón del vecino. Entonces, Durst hizo lo que cualquiera en su lugar: lo descuartizó y lo metió en bolsas de basura. El jurado lo encontró inocente del asesinato, por actuar en defensa propia. En cuanto al descuartizamiento, se encontró justificado dadas las circunstancias.

La vanidad perdió a Durst porque en el documental se fue de la lengua, y eso ha provocado que se encuentre de nuevo en manos de la justicia. Esto no es un spoiler. Hay gente en la actualidad que considera spoiler que digas que al final Luther King muere. El caso es que el director utilizó tramposamente los mecanismos de la ficción: administró la entrevista de tal manera que la escena clave se guardó para el final. Esto provocó críticas severas: ¿es lógico que un documentalista oculte lo que sabe para mantener el interés de la audiencia? Que se lo pregunten a Truman Capote, que hizo lo mismo. Lo que está claro es que nada da más miedo que un malvado interpretándose a sí mismo. No hay actor que esté a su altura.
Elvira Lindo.
http://elpais.com/elpais/2015/12/30/estilo/1451473827_286509.html

domingo, 20 de septiembre de 2015

Mujica: “No vinimos al mundo solo a trabajar y comprar” El expresidente uruguayo inaugura un congreso en Córdoba

El octogenario expresidente de Uruguay y todavía senador, José Mujica, pasó tres lustros en la cárcel durante la dictadura de su país. Aislado, solo y sin hablar con otra persona que no fuese él mismo, empezó a cambiar su visión del mundo. Pero antes, cambió la de sí mismo: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo pero cometió el terrible error de no querer cambiarse antes a ella”.

Una catarsis vital sintetizada en una veintena de palabras que Mujica ha pronunciado en Córdoba, durante la inauguración del Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento, organizado por la Cadena Ser y en el que participan, entre otros, Fernando Savater, Antonio Muñoz Molina o Elvira Lindo. Junto a Mujica se sentaron la presidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, los rectores de las dos universidades de la ciudad y el director general de la Ser, Vicente Jiménez. Una multitud, comparada con la celda de aislamiento y tortura en la que vivió en Uruguay. “Allí pensé que las cosas tienen un principio y un final. Y no. Lo que tiene un principio y un final, simplemente, es la vida. El resto es transitar”, explicó el miércoles, ante un grupo de periodistas e intelectuales, en la Posada del Potro de la Córdoba. “Esto, la vida, es un minuto y se va. Tenemos la eternidad para no ser y solo un minuto para ser”, se indignaba. Por eso, lo que más ofende hoy al exmandatario es “la poca importancia que le damos al hecho de estar vivos”.

Desde que el 1 de marzo este antiguo guerrillero tupamaro dejó de ser máximo responsable político de su país, ha viajado por el mundo. Sin querer, Mujica se ha convertido en un referente para muchos. “Tiene ventaja esto de ser viejo, porque de joven uno puede creerse en demasía estos elogios”, dijo anoche al abarrotado auditorio cordobés que le regaló largos aplausos. Su mensaje humanista, su forma de ser sencilla y accesible y su discurso claro han calado en el público. Especialmente en España, poco habituada a este tipo de perfiles políticos. “Pero yo no soy ni un filósofo ni un intelectual. Lo fui hasta los 25. Hasta esa edad lo leía todo, desde la guía telefónica a Séneca”, bromeó.

El filósofo romano nacido en Córdoba fue una constante en su charla. Su visión de la moderación, su concepción de la riqueza y la pobreza sirvieron a Mujica para hilvanar su visión del mundo. “Séneca nos decía no es pobre quien tiene poco, sino quien mucho desea. Y la tribu aimara añade pobre es el que no tiene comunidad. Estos son los valores que realmente importan”, subrayó. Y así puso en la diana a la economía de mercado y al sistema de crecimiento basado en el consumo. “Yo no planteo un atraso ni una paralización, solo lucho contra la identificación de que la felicidad es la capacidad de comprar cosas nuevas”. Para Mujica, uno de los terrores y errores del actual modelo social y económico es la “esclavitud” del trabajo. “No vinimos a este mundo solo a trabajar y comprar; vinimos a vivir. La vida es un milagro; la vida es un regalo. Y solo tenemos una”.

  MADRID.- El octogenario expresidente de Uruguay llegó tarde a su cita con la prensa en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid. Pero llegó. Los medios le aguardaban en la entrada. "Dejen que se siente", señalaban desde el equipo organizador. Pero los periodistas no daban tregua. Aún caminaba hacia su asiento cuando ya tenía la primera pregunta sobre Venezuela. "Ahora está reunido el Unasur y pase lo que pase espero que las decisiones se tomen en América Latina y que no vengan los poderosos de otros países del mundo a decirnos lo que tenemos que hacer", contesta Mujica con una sonrisa. El tono es tan pausado como su paso.

El motivo de la conferencia de prensa es la presentación del libro Una oveja negra al poder, una biografía del político que repasa su trayectoria hasta el poder y su encuentro con figuras como Obama, Fidel Castro, Putin, Chávez o Cristina Fernández de Kirchner. La obra está escrita por los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, dos viejos amigos del expresidente poco sospechosos de comulgar con sus ideas políticas.  

 "[Los autores] han hecho su trabajo con honradez y más de una vez tuvimos lío, pero son mis amigos. Por eso vengo acá, pero yo no escribí eso. Hay un 10% de cosas con las que tuve lío con ellos, pero, básicamente es un relato honrado y real", señala Mujica para concluir la conferencia de prensa.

Antes, había respondido a todas las preguntas de los periodistas. Sin aspavientos, sin precipitaciones y tomándose unos cuantos segundos antes de responder. Llama la atención su facilidad para la autocrítica. En ningún momento presume de su acción de gobierno y sí se lamenta por no haber encarado mejor algunas cuestiones o no haber conseguido algunos de sus objetivos. Intenta mojarse poco en los temas europeos y habla más extensamente de las cuestiones que afectan a América Latina. "No quiero meter la pata", dice.

A continuación, Público ofrece un resumen de las reflexiones que en la tarde del sábado Mujica realizó ante la mirada de la prensa.

1. La unidad de la izquierda y el Frente Amplio de Uruguay
"El problema más grave que tienen las fuerzas de izquierdas en el mundo es la falta de unidad. Nosotros hemos construido una fuerza política donde está todo el espectro de la izquierda. Todo lo que se le pueda ocurrir está ahí. Desde la democracia cristiana al partido comunista. Puede parecer que es una Torre de Babel pero hace 40 años que navegamos juntos y somos el partido más fuerte del país por el hecho de estar juntos. No es una suma aritmética. Es una suma que concita apoyo porque es una alternativa real. No queremos ser testimoniales, queremos hacer. Por eso nos sometemos a los acuerdos colectivos del partido. Dependemos del todo. ¿Saben cuánto nos costó aprender eso? Una vida."

2. Sobre la afirmación de Felipe González de que la Chile de Pinochet respetaba más los derechos humanos que la Venezuela de Maduro

"Es una cosa reciente. No sé si es lo que González ha dicho ni el contexto. En América Latina en los últimos 30 o 40 años Pinochet no tiene parangón. Para comparar a Pinochet hay que hablar de Franco. Y de ahí para arriba. Así que me cuesta entender esa afirmación."

3. Sobre los refugiados sirios
"La gente que se va de Siria, en términos globales, no son estrictamente pobres de máxima necesidad. Con esto no digo que sea gente rica. Estoy diciendo que tienen algún poder de nivel adquisitivo porque entonces no tendrían plata para salir. Los pobres de Siria quedan encerrados debajo de la tierra. Pero, ¿qué pasa? Todos quieren ir a Alemania. En todo caso, como consuelo, Suecia o Noruega. Si les hablas de América Latina los horrorizas. No son aquellos españoles o italianos que fueron a hacer las américas.

A mi país llegaban 40.000 [inmigrantes] por año y nos construyeron el país. A Argentina llegaban 300.000 por años. Cuando terminó la Guerra Civil en España llegaron a México un millón de personas. No son los mismos. Pertenecen a otro tiempo. Y este tiempo, que tiene mejor comunicación, les hace soñar en que país quieren estar. ¿Qué pasa con los que están en Uruguay? Yo pedí que me mandaran campesinos y la ONU me mandó gente macanuda que no se remangaba las mangas. No laboraron fuerte. Han laborado, pero suavecito.

Han hecho trabajos de oficina y en mi país están en el campo. Seguramente que lo que le aportamos no es lo mismo que lo que ofrece Europa. Tampoco nosotros podemos darle lo que no le damos a nuestros compatriotas. Nosotros tenemos compatriotas que viven con 20.000 pesos, que es lo que le damos a ellos.

Comprendo también que tienen una barrera cultural. Mi país es muy laico. En Uruguay va preso el hombre que le pega a una mujer o a los niños. Hay otras sociedades donde el hombres es el rey. Son sociedades que tienen ese choque. En nuestro país tienen que entender que no va eso. La cultura nos mete freno y nos crea cosas que son difíciles. Cuando era joven pensaba que cambiando las relaciones de producción y distribución íbamos a mejorar la sociedad. Hoy estoy convencido de que si no cambias la cultura no cambias nada. Y el cambio cultural es más lento y difícil que el cambio material."

4. El futuro de Grecia
"Pobre Grecia. Me da la impresión, aunque me puedo equivocar, de que han jugado con la honradez de Tsipras y ha estado contenido por unas fuerzas que le superaban a él y a Grecia. Ha tenido que hacer cosas que no le gustan y que no está de acuerdo. La política tiene estas cosas. No sé si Europa está pensando en hacer un protectorado en Grecia o algo por el estilo. Espero que no. La cuenta de Grecia es impagable. Impagable. Las convulsiones van a continuar."

5. El futuro de Europa
"Europa tiene un ingreso per cápita importante está sufriendo algo que está pasando en todas sociedades donde mejora ingreso. Baja la tasa natalidad. Parecería que la fecundidad masiva importante es un don de los pobres. La bajada de natalidad está provocando que la fuerza de trabajo europea tiende a envejecer rápidamente con lo cual los costos futuros de la Seguridad Social van a ser enormes en proporción al nivel población activa. O aumenta la productividad enormemente de los sectores laborales para que soporten un peso impositivo muy serio para transferir recursos a la Seguridad Social. ¿Quién va a pagar la jubilación en el futuro? ¿Las pensiones? O pasa esto o los viejos futuros lo van a pasar mal.

La otra opción es rejuvenecer la fuerza de trabajo. Lo que es un problema hoy, la venida de muchos inmigrantes, si Europa logra que se adapten, más que un problema es una posibilidad para rejuvenecer estas sociedades. Observen las medidas que tomó el Gobierno de China. ¿Se acuerdan que era un hijo? Ahora ya están aflojando las riendas. ¿Por qué? Porque los chinos piensan en el largo plazo. Saben que ese problema se le viene. Europa tiene algo de eso. Alemania se dio cuenta hace rato."

6. América Latina
"América Latina es un continente muy rico en recurso y es el continente más injusto que hay en la Tierra. Es el que reparte peor. Tenemos una gigantesca deuda social con nuestra gente. Dentro de ese panorama, por historia y no por logro de los gobiernos actuales, no me quiero vestir con una camisa que construyó el país, Uruguay siempre fue el que repartió mejor pero en un continente muy injusto. Nadie puede estar conforme con la equidad. Ha habido una reforma sustantiva. El Gobierno de Lula ha significado cuarenta millones pobres menos, pero ¿cuántos pobres hay en Brasil? Brasil tiene una Etiopía dentro y tiene una Francia también adentro. ¡Cuánta falta de equidad y cuánta diferencia entre pobres y ricos! Este es uno de los problemas más graves de la humanidad.

El 1% de la población del mundo tiene el 48%/49% de la riqueza que ha habido en el planeta. En América Latina son más aún. Los problemas son difíciles y algunos no se pueden arreglar desde el Gobierno. Lo más difícil son los hombres. Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perrita. Somos los hombres los que fallamos."

7. Los límites de la acción de Gobierno
"Cuando hablamos de hacer y no hacer tenemos que hablar de los límites que nos imponen las circunstancias de cada uno de los pasos que damos. Todo lo que soñamos o creemos que es mejor siempre encontramos limitaciones fruto de las sociedades en las que vivimos. Limitaciones porque hay contradicciones de clase, contradicciones de interés, de corporaciones… Todo eso vive. Una sociedad tiene múltiples aspectos confrontados entre sí.

En ese marco, podemos lograr algunos resultantes, pero sería vanidoso no reconocer que siempre logramos mucho menos de lo que nos proponemos. Por ejemplo, en mi país, que es pequeño, tenemos un 0,5% de indigentes y alrededor de un 10% de pobreza matemática. No puede haber indigentes en mi país. No debería haber indigentes. Nosotros bajamos mucho el número pero tampoco estamos conformes. Podría haber mucho menos pobreza. Pero hay que reconocer eso. Decía un amigo que gobernar en una democracia no es ejercer una monarquía."

viernes, 7 de agosto de 2015

¿Por qué sufrimos ansiedad? Es un mecanismo de defensa frente al peligro pero puede volverse contra nosotros

"Conducir, hablar en público, relacionarse con un grupo de personas conocidas, apuntarse a un curso de formación interesantísimo, ir al médico, salir de compras, educar a los hijos, presentarse a un examen, ligar, estar a gusto en una sobremesa con amigos, ver una película en el cine, montar en metro o tranvía, salir a correr o hacer un viaje de ocio. Se trata de situaciones cotidianas, en las que podría disfrutar y aprender, pero que se convierten en un auténtico reto, incluso martirio, para las personas que sufren ansiedad", así empieza uno de los artículos más vistos de la sección de Psicología de EL PAÍS SEMANAL.

Vencer la ansiedad

Respire, tómese un momento de calma, y lea a continuación cómo ganarle el partido a la ansiedad. Aplicando los siguientes consejos, aprenderá a ponerla en el sitio que le corresponde. 
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Cuando te come la ansiedad, por Elvira Lindo

El ansioso no suele compartir sus crisis con nadie porque, por un lado, se siente algo avergonzado de generarse a sí mismo tal cantidad de síntomas y, por otro, ni él mismo entiende que sus diversos males sean provocados por la agitación mental.
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El eterno miedo a suspender

Un 20,84% de los estudiantes universitarios sufre ansiedad durante las pruebas académicas. Planificar el estudio o practicar técnicas de relajación puede ayudar
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Stop ansiedad: consejos para acabar con ella

La práctica habitual de meditación es una herramienta magnífica para reconectar con el momento presente. Nos hace más conscientes y nos prepara para ver las situaciones de la vida como son, no como nosotros pensamos que son.

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Estamos ansiosos perdidos, por Luz Sánchez Mellado

Elena se despierta sobresaltada. No ha tenido pesadillas, o no las recuerda. Mira el reloj: las cuatro y cuarenta y cinco de la madrugada. La misma hora que ayer, y antes de ayer, y todas las noches desde hace una semana. Así empieza este reportaje de Luz Sánchez Mellado

miércoles, 25 de mayo de 2011

El enigma de la bondad

En la sociedad actual la bondad está depreciada. Cualquier otro valor, o incluso contravalor, está mejor considerado; la astucia, la inteligencia, la ambición, la dureza, o incluso el egoísmo, la insolidaridad o maldad, están mejor valorados como deseables. Hemos visto que la corrupción ha sido ignorada a la hora de votar en nuestro país, si no ha sido incluso un plus de "valentía" lo que no deja de ser grave,...

No obstante la bondad tiene algo de atractivo aunque sea un enigma. La bondad depende del individuo más que ningún otro valor, de su voluntad, al contrario que por ejemplo su inteligencia que depende más de la naturaleza recibida o heredada. La bondad es un triunfo voluntario muchas veces contra el destino o la injusticia, contra el mundo, contra la naturaleza. Junto a la creatividad es la que más nos acerca a los dioses, a los dioses bondadosos, amorosos, benevolentes, el triunfo del amor contra la maldad y el odio,... el triunfo de lo humano,... El Bien, La Virtud, La Fraternidad.

"Escribir es bueno. Habría que ver cómo estaríamos algunos de la cabeza si no escribiéramos. Cuántas neurosis se desatarían, cuánta actividad mental iría destinada tan solo a manías compulsivas. Escribir es bueno... esto se me venía a la cabeza estos días, mientras leía las memorias del hispanista americano Thomas Mermall que acaba de publicar Pre-Textos. El inicio del libro es abrumador. Mermall fue el único niño judío de una amplia zona de Hungría que sobrevivió a la persecución nazi. Su madre, enferma, acabó sus días en Auschwitz, mientras su padre y él salían huyendo hacia el bosque y sobrevivían gracias a la bondad de un hombre que puso en peligro su vida y la de sus hijos para salvar a aquellos dos fugitivos...

...El otro día, en la presentación que de su libro hizo en el Cervantes de Nueva York, Thomas reflexionaba sobre esa cosa rara que es la bondad. Tantas veces intentamos analizar a los criminales, a los seres que apestan la tierra, y qué pocas dedicamos el mismo esfuerzo a comprender qué puede llevar a un campesino a arriesgar su vida por un hombre y su hijo de seis años, a los que no conoce. Qué nos lleva a ser bondadosos hasta ese extremo y qué nos lleva a superar el dolor sin remordimiento y sin ánimo de venganza. Thomas Mermall ha llamado a sus memorias Semillas de gracia: son las que su madre sembró en él en solo seis años. Un amor que Thomas ha atesorado toda su vida de huérfano y de las que aún hoy, nos confesó, brota su inquebrantable deseo de vivir." Leer todo el artículo de Elvira Lindo en "El País", aquí.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La felicidad

...Si la felicidad es, como se cree, más contagiosa que la tristeza, cuanto más abramos nuestro círculo de relaciones, más elevamos la posibilidad de sentirnos bien. Y créanme, eso de que la felicidad es cosa de idiotas no se lo creía ni Woody Allen... (Elvira Lindo)(Seguir leyendo)