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lunes, 28 de noviembre de 2022

DEPRESIÓN TRIBUNA i Consejos (útiles) si tienes un ser querido con depresión

Convivir con una persona con depresión puede ser una experiencia abrumadora, pero hay acciones que pueden ayudar: generar un clima de seguridad y comprensión, acceder a información de calidad sobre el trastorno, fomentar el autocuidado y confiar en los profesionales

Cuando eres psiquiatra, a veces ocurre. Fuera de la consulta, en el colegio de tus hijos o en una entretenida presentación de libro, de repente se te acerca alguien conocido, una amiga con la que tienes poco trato y quiere preguntarte algo “personal”, y ves aquella mirada: asustada, desvalida, marcada por el dolor. Te suelen decir: “es horrible.., nunca le había visto así.., no sé cómo ayudarle”. Pueden referirse a su marido, a su hermana, a su padre. Han sido informados (como diría Martin Amis) de que la depresión no es tristeza, sino vacío. De que lo contrario de la depresión no es la felicidad, sino la vitalidad. Nunca habían visto a su ser querido con tan poca capacidad ni fuerza para amar, por eso sienten frío, soledad, impotencia y miedo. Convivir con una persona con depresión puede ser una experiencia abrumadora, pero hay acciones que pueden contribuir a mejorarla:

1- Trata de no entrar en pánico y ofrece naturalidad, cariño y comprensión. 
Crea un clima tranquilo en el que el paciente pueda hablar —si así lo desea— de su terrible experiencia, evitando reproches, discusiones y un estrés añadido. Los humildes actos cotidianos, rutinarios, pueden convertirse en heroicamente sanadores. Sin forzar, trata de mantener las antiguas rutinas, las actividades, los momentos que algún día fueron felices.

2- Confía en los profesionales. 
La psiquiatría y la psicología no son disciplinas científicas duras, como la física o las matemáticas, y no te proporcionarán la objetividad y la precisión que anhelas, y, a poco que profundices, comprobarás que hay en ellas vastos terrenos de desconocimiento. Pero eso no quiere decir que en salud mental todo valga. La ciencia, con sus grandes limitaciones, ha dado pasos importantes. Deja las iluminaciones y teorías conspiratorias para Twitter, ahora necesitas un ancla que te proporcione seguridad. Las guías internacionales de práctica clínica recomiendan que la persona sea evaluada lo antes posible por un profesional experto (un médico de familia -en el caso de que el sistema de Atención Primaria no se haya estrangulado, claro-, un psicólogo clínico o, en los casos moderados o graves, un psiquiatra). Y recomiendan administrar tratamientos validados empíricamente: terapias psicológicas, fármacos o ambos. No tengas prejuicios, ahora lo importante es proporcionar a tu ser querido la máxima ayuda. No hace falta que finjas ejercer tú de psicólogo o psiquiatra, tu papel -en realidad más importante- es otro: estar ahí, recuérdale al paciente que no está solo.

3- Colabora con el terapeuta.
Asegúrate de que el médico le ha pedido una analítica de sangre, dado que un porcentaje de pacientes deprimidos tienen en realidad hipotiroidismo o anemia y mejoran cuando son tratados. Fomenta que tu ser querido abandone el consumo de tóxicos, como el alcohol, el cannabis o la cocaína. Muchas veces son estrategias desesperadas y erróneas de auto-tratamiento. El alcohol proporciona un inicial efecto euforizante, embriagador, pero en realidad es un potente depresor del sistema nervioso; en concreto, aumenta por 7 el riesgo de suicidio del paciente deprimido. La cocaína produce, entre otras muchas formas de destrozar el cerebro, un efecto rebote que empeora la intensidad de los síntomas depresivos. Si es necesario, quizá tengas que reducir o eliminar tu propio consumo tóxico para ayudar a tu ser querido. Cuéntale a tu terapeuta si el paciente tuvo algún episodio, aunque fuera breve, en el que estuvo muy hablador, expansivo, desinhibido: podría tratarse de un trastorno bipolar tipo 2.

4- No te tomes la depresión de tu ser querido como un rechazo personal, no busques culpables. 
Aunque tu mente tienda a buscar compulsivamente causas y soluciones —estamos diseñados para ello—, trata de frenarla, no tomes decisiones personales drásticas. Cuando la tempestad haya amainado, habrá tiempo. Transmítele que no es culpable de tener depresión y que ello no es signo de debilidad ni falta de carácter, sino que se trata de una enfermedad. Esto puede resultar liberador. No le digas “pon de tu parte” (consejo inútil), probablemente está haciendo lo posible, pero le falta aliento.

5- Infórmate sobre la enfermedad depresiva. 
Lee libros de testimonios de escritores depresivos, recomendaciones de sociedades científicas, información de asociaciones de pacientes y familiares. Verás que una cosa es una depresión y otra el malestar, la frustración, la insatisfacción de una sociedad más o menos justa. La banalización y generalización del término (“todos estamos mal”, “la sociedad está enferma”, etc) es cruel con los pacientes graves. Aquí hablamos de cuando la persona no tiene fuerzas ni para ducharse, cuando coger el teléfono supone una auténtica tortura, cuando en realidad preferiría no seguir viviendo, por haberse producido una quiebra del sentido.

6- Infunde esperanza. 
Tu ser querido aún no lo sabe, pero todo esto pasará. Como dice Jorge Drexler en una bonita canción, “el tiempo se va, se va y no vuelve, y tu corazón va a sanar”. Con un correcto tratamiento, los episodios depresivos mayores desaparecen en su totalidad en al menos 2/3 de los casos. En otros, las llamadas depresiones resistentes, afortunadamente tenemos herramientas para optimizar la respuesta, aunque cuesta algo más de tiempo y esfuerzo. Eso sí, toma nota de que, cuando mejore, habrá riesgo de recurrencia. Para hacernos una idea: tras dos episodios, el 70% de pacientes tendrá un tercero. Pero la prevención de recaídas y la intervención sobre los factores de riesgo serán el siguiente capítulo, ahora hay que salir de este.

7- Cuídate
La depresión de tu ser querido no puede arrastrarte. Necesitamos tu serenidad y tu salud. Para ello, no te hagas responsable único de la evolución, haz que el cuidado se reparta entre varias personas, no descuides tus aficiones, tus rutinas; no te aísles, comparte con otros tu experiencia de convivir con el sufrimiento, la van a entender.

El día menos pensado, el paciente recuperará la ilusión por verte, hablar contigo, besarte. No desesperes. Cuando lo haga sabrá que tú has estado ahí y que le esperaste hasta su retorno. Lo cuenta William Styron en su conmovedor libro testimonial. En mitad de una de sus profundas depresiones y con intensas ideas de suicidio, casi definitivas, comenzó a sonar en la radio una rapsodia de Brahms. Pese a haber estado durante meses insensible a cualquier placer artístico, esa melodía le “traspasó el corazón como un puñal” y le hizo pensar en todas las alegrías que esa casa había conocido: “los niños que habían hecho carreras en las habitaciones, las celebraciones, el amor y el trabajo, el descanso honestamente ganado”. Ahí decidió, y fue el inicio de su ascenso, que “todo eso era más de lo que yo era capaz de abandonar”.

viernes, 6 de marzo de 2020

Ay, los amigos.

De ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso

Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?

Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.

Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?

Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.

https://elpais.com/elpais/2020/02/29/opinion/1582984882_924266.html
Artículo original de Elvira Lindo.
P.D.:
Qué buen artículo, y qué bien ha expuesto los argumentos, las emociones y dudas que tantas veces he sentido pero me ha costado lo imposible verbalizar y argumentar.

Recuerdo que en un caso tan delicado o más que este, le preguntaba a una amiga por la razón de que hubiese firmado una carta a favor de la defensa de la persona que reunía casi todas las probabilidades de haber incurrido en una falta grave. Ella me contestó que la razón principal era que se lo habían pedido amigas. Y ella lo hacía por amistad. Le contesté que lo más importante en ese caso, en mi criterio, no era la amistad, sino la verdad. Y mi amiga volvió a insistir que la amistad estaba por delante de la posible verdad.

 Aquí se afirma, "se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras" y "la compasión es compatible con admitir que alguien debe ser reprendido" y en fin también es de destacar que es "una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima"...

El proceso a seguir ya es conocido; investigar para averiguar y conocer la verdad, hacer justicia y, dentro de lo posible, cumplir con la reparación, tan necesaria aunque en la mayoría de los casos por múltiples causas se torne, en realidad, imposible.

En fin, lo dicho, un formidable artículo en mi opinión.

jueves, 8 de noviembre de 2018

'The Times' se pregunta por qué los españoles vivimos tanto, si bebemos y fumamos: "Más sexo y tapas", dice.

España será el país con más esperanza del mundo en 2040, según un estudio de la Universidad de Washington. Algo estamos haciendo bien

En España vivimos potencialmente más años que en Reino Unido. Es un hecho refrendado por diversos estudios; el último, del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (EE UU), lo conocíamos hace unas semanas tras su publicación en The Lancet y auguraba que el nuestro sería el país más longevo del mundo en 2040, con una esperanza de vida de 85,8 años, frente a los 83,3 años que proyectaba para los británicos, quienes ocuparían el puesto 23 de las 195 naciones analizadas.

Para los británicos, los protagonistas imbatibles del turismo de sol y playa -y sangría y fiesta- en España, este ranking puede resultar difícil de entender. "¿Por que viven tanto los españoles, si fuman y beben?", se preguntaba en un reciente artículo el diario The Times. Sí, bebemos. Pero según los datos de la OCDE estamos haciendo los deberes y de los 17,5 litros puros de alcohol per cápita que se consumían en nuestro país en 1980, hemos bajado a los 9,8 en 2010 y a los 8,6 en 2016. La misma estádistica muestra que en Reino Unido, el consumo por persona mayor de 15 años pasó de 10,8 litros en 1980 a 10,6 en 2010, con un pico de aumento muy importante en 2002, cuando casi llegaron a los 12 litros; un consumo que han logrado reducir a 9,5 litros en 2016.

Y sí, fumamos. Y más del doble que ellos: mientras aquí quemamos 1.533,5 gramos de tabaco por persona, según los últimos datos de la misma organización, en Reino Unido se inhalan 643,9 gramos per cápita. Entonces, ¿qué es lo que hacemos bien? Aparte de comer paella -y, sobre todo, verduras, legumbres y pescado- el análisis de The Times da algunas claves no solo para ellos, sino para nosotros, que algo podemos celebrar.

Estos son los hábitos de los españoles que, según dicen, "todos deberían adoptar".

1. El paseo. El diario británico remarca que tenemos una palabra para ello (¿se te habría ocurrido pensar que ellos no?). Vamos menos al gimnasio, pero una cosa sí hacemos el 76% de nosotros: pasear al menos cuatro días por semana durante 10 minutos o más, según los datos del Eurobarómetro de 2014, y el 37% caminamos hasta el trabajo o vamos en bicicleta.

2. Dieta mediterránea. Alarga la vida y protege de los efectos de la contaminación. Si hay algo que no debemos dejar de hacer los españoles es comer pescado, frutas y verduras frescas, nueces, legumbres, aceite de oliva... Y, según The Times, vino tinto. Aunque, como ya advertimos en BuenaVida, solo hay un grupo de población que puede beneficiarse de una copa de tinto al día. Según explica en el diario británico Helen Bond, portavoz de la British Dietetic Association, nuetsro consumo de carne roja y sal "es relativamente alto", pero solo el 20% de los españoles, "compra productos ultraprocesados, según un estudio llevado a cabo en Brasil", mientras las familias británicas son las que más alimentos de este tipo consumen en Europa.

3. La siesta. Hace años que redujimos el tiempo destinado a la comida y a la consabida siesta (según un estudio de Simple Logica, que se menciona en el artículo de The Times, solo el 18% de los españoles sigue practicándola), pero quizá deberíamos replantearnos volver a los 26 minutos de ojos cerrados en el sofá que recomienda la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen): mejoran la memoria, el estado de ánimo y la salud cardiovascular, pero solo si se hace de forma regular y sin pasarse de tiempo.

4. Horario laboral más largo, pero con más descansos. En España trabajamos de media 1.687 horas al año, 331 más que en Alemania, 173 más que en Francia, 117 más que en Suiza, pero solo seis más que en Reino Unido. Sin embargo, mientras allí la jornada acaba a las seis de la tarde, aquí muchos la prolongamos hasta las ocho. Es algo que nos criticamos a menudo, ocupa largas discusiones de café (el que nos tomamos en el descanso de la mañana), y queremos cambiar desde hace décadas. Pero no todos están de acuerdo. Dice The Times: "Algunos españoles consideran que una jornada más larga, pero más relajada, es mejor para la salud". En realidad, un café en la oficina aumenta la productividad de los trabajadores, como han demostrado los suecos con su fika, quienes por cierto, trabajan 78 horas menos que nosotros al año.

5. Hacemos más (y mejor) el amor. Llegar más tarde a casa no nos impide tener más relaciones. Los hombres españoles se sitúan como los mejores amantes, según un estudio de onePoll.com con 15.000 mujeres de todo el mundo. Y las mujeres españolas practican sexo, dice el artículo mencionando un estudio de la farmacéutica Gedeon Richter, una media de 2,1 veces por semana, frente a las 1,7 de las británicas. Empezamos más tarde (a los 19 años, mientras allí se arrancan a los 18), pero luego lo incorporamos a nuestra rutina con más asiduidad. Como hemos contado en Buenavida, el sexo reduce el riesgo de accidentes cerebro-vasculares y diabetes tipo 2, y dejar de practicarlo puede tener estos efectos en nuestro cuerpo.

6. Usamos más palabras felices. Un estudio publicado en la National Academy of Sciences por el profesor Peter Dodds, de la Universidad de Vermont, analizaba 100.000 palabras de las 10 lenguas más habladas del mundo y concluyó, que aunque todas tienen un sesgo positivo en su uso -se emplean más palabras como "amor" o "risa" que otras negativas como "triste" o "llanto"-, el español es el idioma más alegre y el que utiliza más vocablos que levantan el ánimo. Aunque el estudio no diferencia entre el español que se habla en España del que se usa en otros países.

7. Tapas por la noche. Sabemos que tenemos a la comunidad internacional despistada con los conceptos tapa, ración y pincho, y que muchas veces no termina de quedar claro que tapear puede llegar a componerse de más alcohol que comida (aunque también de más paseos). Y aunque el diario británico asume que tras un almuerzo más copioso que el suyo, nuestra cena es a base de tapas ("pequeños platos de comida"), nosotros sabemos que esto no siempre es así, pero que una cosa sí es cierta: nuestro refranero nos advierte de que "de grandes cenas están las sepulturas llenas". Reducir la ingesta de calorías en general nos ayuda a vivir más, y si se distribuyen adecuadamente los hidratos, las proteínas y las grasas el beneficio puede ser aún mayor.

https://elpais.com/elpais/2018/11/02/buenavida/1541151962_969962.html