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domingo, 3 de octubre de 2021

Qué es la felicidad eudaimónica, el concepto que explica porque muchos siguen trabajando cuando ya no necesitan el dinero. Lis Ku The Conversation*

Encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal no es de ninguna manera un tema nuevo en nuestra sociedad.

Pero la tensión entre los dos se ha visto intensificada por la pandemia, y los trabajadores se preocupan cada vez más por la naturaleza de su trabajo, su significado y propósito, y cómo estos afectan su calidad de vida.

Diversos estudios muestran que muchas personas se están yendo o planean dejar a sus empleadores en números récord en 2021, una "gran renuncia" que parece haber sido precipitada por estas reflexiones.

Pero si todos estamos reconsiderando dónde y cómo encaja el trabajo en nuestras vidas, ¿a qué deberíamos apuntar?

Por qué trabajamos
Es fácil creer que si no tuviéramos que trabajar, o si pudiéramos trabajar muchas menos horas, seríamos más felices y llevaríamos una vida plena de experiencias hedónicas en todas sus formas saludables y no saludables...

martes, 15 de junio de 2021

El Banco de España vuelve a engañar a los españoles

Hace unos días, el Banco de España ha publicado un informe sobre el efecto que supuestamente tuvo la subida del salario mínimo (aquí) cuyos resultados han sido ampliamente difundidos por los medios de comunicación en términos como los siguientes:

El País: El Banco de España calcula que la subida del salario mínimo en 2019 restó al menos 100.000 empleos

20 Minutos: El Banco de España asegura que la última subida del salario mínimo lastró la creación de hasta 180.000 empleos

El Mundo: El Banco de España constata que la subida del SMI redujo el empleo en hasta 174.000 puestos en pleno intento de Díaz por volver a aumentarlo

Expansión: El Banco de España calcula que la subida del SMI pudo destruir hasta 173.500 empleos en 2019

Cinco Días: La subida del salario mínimo en 2019 privó de empleo a mayores y jóvenes, según el Banco de España

El efecto del informe del Banco de España es, por tanto, evidente: la subida del salario mínimo que realizó el Gobierno de Pedro Sánchez fue negativa para la economía española pues dañó al empleo, el problema que más duele a todos nuestros compatriotas desde hace años. Tratar de subirlo de nuevo, como pretende el Gobierno, sería insistir en algo que ha funcionado mal, así que el informe del Banco de España constituye un clarísimo aviso a navegantes: no se les ocurra volver a subirlo.

Así, el Banco de España se constituye, una vez más, en lo que no debe ser porque no tiene competencias para ello, el árbitro que decide qué medida de política económica es deseable y cuál no. Algo curioso, como he señalado ya muchas veces, porque resulta que falla estrepitosamente a la hora de llevar a cabo las funciones de control y supervisión financiera que sí le corresponden (provocando costes elevadísimos para todos los españoles) y, sin embargo, se mete a dar consejos donde nadie se los pide ni tiene por qué darlos.

Muchas personas creerán de buena fe que si este tipo de informes del Banco de España sirven para orientar y resaltar lo que está bien o mal hecho deben ser, al fin y al cabo, bienvenidos, aunque eso le lleve a suplantar las funciones que corresponden a los poderes democráticamente elegidos para tomar las decisiones de política económica.

El problema radica en que el Banco de España no suministra en sus informes una opinión objetiva, técnica, científica, neutra o indiscutible, sino subjetiva, ideologizada y sesgada por las hipótesis, valores y métodos de análisis que utiliza. La realidad es que el Banco de España, como cualquier organismo o economista, puede llegar a las conclusiones que previamente haya deseado alcanzar según los presupuestos de los que parta. Y eso es justamente lo que ocurre con el informe sobre el salario mínimo que acaba de publicar.

Los titulares de prensa que he presentado al comienzo de este artículo no dejan lugar a dudas sobre lo que ha conseguido el Banco de España con su reciente informe: hacer creer a la inmensa mayoría de la población que la subida del salario mínimo ha sido negativa porque destruyó empleo, a la vista de los análisis sofisticados y aparentemente científicos que han utilizado sus autores.

Sin embargo, no es muy difícil mostrar que la realidad de las cosas es bastante diferente al mensaje que traslada el Banco de España.

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), durante el año 2019 la población ocupada en España aumentó en 402.300 personas.

En ese mismo periodo, la población de entre 16 y 19 años ocupada aumentó en 10.400 personas, la de 20 a 24 en 46.700, la de 25 a 29 en 23.000 y la de más de 65 en 19.600 personas.

Por tanto, no es verdad que el aumento del salario mínimo haya destruido empleo en España en ese año, y ni siquiera entre los más jóvenes o los de mayor edad. Y, si lo hubiera destruido por un lado, se ha ganado por otro.

Es verdad que el informe del Banco de España no dice exactamente lo que señalan los titulares de los medios, sino que el efecto de la subida fue un menor crecimiento del empleo en el colectivo con menos salarios. Pero es imposible saber si esa subida del salario mínimo destruyó el empleo de esas personas que podría haberse generado si no se hubiera dado porque el propio informe reconoce que es muy difícil determinar de forma inequívoca qué personas lo perciben. Y, por otro lado, no se puede concluir que fue la subida del salario mínimo la que produjo un menor aumento de la creación de empleo sin haber analizado la incidencia de otros factores que hubieran podido contribuir a ello.

Si el Banco de España fuese una institución responsable y trabajara con independencia y pluralidad al servicio de los intereses generales y no del poder financiero privado, no haría este tipo de anuncios. Haría una evaluación general y sin sesgos de los efectos de las medidas de política económica sobre el empleo y no solo de los que le interesa descalificar por motivos ideológicos.

¿Por qué no analiza y denuncia el Banco de España el efecto sobre el empleo de la desigual carga fiscal que soportan las empresas españolas como consecuencia del fraude y la elusión de las grandes? ¿Por qué no cuantifica los costes que soportan las pymes y el empleo que pierden como consecuencia de que las grandes empresas no cumplan la ley en materia de pago a proveedores? ¿Y por qué no señala la destrucción de empleo que conlleva la falta de competencia que eleva artificialmente el coste de los suministros o los financieros, o los obstáculos que tienen las pymes para concurrir a la contratación pública?

El Banco de España vuelve a extralimitarse en sus funciones, vuelve a ofrecer conclusiones ideológicas a partir de análisis sesgados y vuelve a mentir a los españoles haciéndole creer que no deben adoptarse las medidas que aumentan su bienestar y mejoran el funcionamiento de la economía para defender así los intereses exclusivos de las grandes empresas y la banca. 

viernes, 5 de febrero de 2021

_- Los mitos sobre la paga y el valor. El valor social de tu oficio o profesión.

_- Los mitos sobre la paga y el valor
Este informe se propone romper algunos mitos sobre la remuneración y el valor. El principal de ellos, y el objetivo de la investigación, es mostrar que no existe una relación directa entre las altas recompensas financieras y los buenos resultados sociales. Este no es solo un ejercicio intelectual, tiene grandes implicaciones para la forma en que se estructuran nuestra sociedad y nuestra economía. Los incentivos financieros son muy poderosos y tendemos a derramarlos sobre algunas de las profesiones que son más costosas desde el punto de vista social y ambiental. Esto promueve un comportamiento indeseable, mientras que se desalientan las actividades positivas.

Mito 1: 
La City de Londres es esencial para la economía del Reino Unido
El acceso a la financiación para todos es vital para el funcionamiento de la economía del Reino Unido. Sin embargo, la City de Londres se ha preocupado principalmente por una búsqueda agresiva de ganancias. Esto ha acumulado la peor crisis financiera en un siglo en todas las partes de la economía. Incluso los más cercanos a la ciudad son cada vez más escépticos sobre su valor para la economía del Reino Unido. Según las mejores estimaciones, aporta el 3 por ciento anual en valor agregado en comparación con el 12,5 por ciento del valor agregado aportado por la fabricación.

Mito 2: 
Los trabajos mal pagados crean una escalera para que las personas asciendan; las oportunidades para avanzar están abiertas a todos 
El nivel de desigualdad de ingresos en el Reino Unido significa que las personas con altos ingresos pueden proteger su posición y la de sus hijos comprando educación, activos y ventajas. La escalera que podría ofrecer un camino hacia arriba para aquellos con bajos ingresos es efectivamente eliminada. La única forma de mejorar la igualdad de oportunidades y resultados es acortar la escalera en primer lugar.

Mito 3: 
Las diferencias salariales no importan, siempre que erradiquemos la pobreza 
Por supuesto que la pobreza importa. Pero cada vez más, no son solo los niveles absolutos de pobreza, sino las diferencias entre las personas las que contribuyen a problemas sociales como la delincuencia, la mala salud, el bajo nivel educativo y la adicción. Al centrarnos tanto en mejorar la situación de quienes tienen ingresos muy bajos, hemos ignorado las diferencias que sustentan lo que se ha convertido en una sociedad de dos niveles. ¿Un poco rico?

Mito 4: 
Necesitamos pagar salarios altos para atraer y retener talento en el Reino Unido
Nuestros estudios de casos muestran que los salarios altos no reflejan necesariamente el talento. Incluso si lo hicieran, no está claro si los mejores y más brillantes estarían preparados para desarraigar a sus familias y caminar por todo el mundo por salarios más altos. La evidencia sugiere que los países más igualitarios logran retener su parte justa de innovación y capital cultural.

Mito 5: 
Los trabajadores en trabajos altamente remunerados trabajan más duro 
Las personas que se encuentran en la parte inferior de la escala de distribución de ingresos dedican más tiempo a las responsabilidades domésticas y de cuidado que sus contrapartes altamente remuneradas. También es más probable que tengan más de un trabajo y, para muchos, esa es la única vía para salir de la pobreza. Cuando tenemos esto en cuenta, queda claro que aquellos a los que se les paga menos trabajan tanto (o incluso más) que los que están en mejor situación económica.

Mito 6: 
El sector privado es más eficiente que el sector público 
El trabajo barato no es necesariamente un trabajo eficaz. Este mito de que el sector privado es más eficiente ha motivado el aumento de licitaciones competitivas de servicios públicos a contratistas privados y se ha utilizado para justificar menores costos unitarios (y menores salarios). Sin embargo, a veces se consiguen precios más bajos a costa de la calidad del servicio, lo que sugiere que pagar salarios más altos podría ser más eficiente.

Mito 7: 
Si cobramos impuestos a los ricos, ellos tomarán su dinero y correrán. 
Intuitivamente entendemos que las decisiones sobre si emigrar son mucho más complejas que cuánto ganan las personas. Dependen de una multitud de factores, no solo de las circunstancias económicas, sino también de la familiaridad cultural, el entorno, la proximidad a amigos y familiares y la calidad de los servicios públicos.

Mito 8: 
Los ricos contribuyen más a la sociedad
Los ricos pagan proporcionalmente menos impuestos que los pobres, y muchas de nuestras corrientes impositivas, como el impuesto municipal y el IVA, son muy regresivas. Los ricos incluso dan menos en términos relativos a la caridad que los pobres.

Mito 9: 
Algunos trabajos son más satisfactorios, por lo que requieren un pago menor
La satisfacción laboral está relacionada con varios factores. La autonomía, el control en el lugar de trabajo, los ingresos y el estatus contribuyen a una sensación de satisfacción y realización en el trabajo. Si un salario alto está destinado en parte a compensar el riesgo, el estrés y las largas horas de trabajo, esperaríamos que los trabajos peligrosos sean bien recompensados. La pesca es el trabajo más peligroso en Gran Bretaña, con techadores y andamios también en los primeros lugares de la lista de peligros, y los recolectores de reciclaje de desechos están en el número 18. Sin embargo, en ninguna de estas industrias los trabajadores de base están bien remunerados.

Mito 10: 
Pagar siempre recompensa la rentabilidad subyacente
Cada vez es más evidente que existe una correlación débil entre la remuneración y el desempeño ejecutivo. En 2008, por ejemplo, las principales empresas del Reino Unido perdieron casi un tercio de su valor, mientras que los jefes de estas empresas disfrutaron de un aumento del 10% en sus salarios básicos. Los estudios empíricos han demostrado que los acuerdos salariales están orientados a servir los intereses financieros de los administradores, no de los accionistas.

Conclusiones
Este informe no trata de apuntar a ninguna persona en los trabajos bien remunerados que analiza. Tampoco se trata simplemente de sugerir que las personas con trabajos mal remunerados deberían recibir una remuneración mayor. El punto que estamos planteando es más complejo: que debe haber una relación entre lo que nos pagan y el valor que genera nuestro trabajo para la sociedad.

Necesitamos superar problemas estructurales profundos para actuar sobre las implicaciones de este informe. Muchos de estos se detallaron recientemente en un informe de nef The Great Transition, que traza el cambio de nuestro actual sistema económico basado en el crecimiento a uno más sostenible y equitativo.2 Hay mucho en juego: sin los controles y contrapesos adecuados, creemos que nuestra economía El sistema podría exprimir aquellos aspectos de la vida que las personas más valoran. Necesitamos con urgencia alinear los incentivos con el valor social y ambiental que genera la fuerza laboral.

Fuente:
Y el trabajo original integro en inglés de donde proviene la información nos lo podemos descargar gratis desde aquí, o desde aquí.

En formato PDF, tiene 44 páginas y está colgado en la página Web http://www.neweconomics.org/


En este mismo blog, ya se publicó aquí en esta pagina de 15 de mayo de 2013.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Antonio Gramsci y los intelectuales


En la sociedad capitalista el trabajo se especializa y requiere mayor conocimiento generando que la distinción entre intelectuales y no intelectuales se refiera a la profesionalización.

Durante siglos el intelectual ha ocupado un lugar privilegiado en la sociedad, justamente por eso, su responsabilidad es mayor, aunque en los últimos años, su imagen y papel se ha puesto en entredicho con el surgimiento de las nuevas tecnológicas y el supuesto “fin de las ideologías”. En este panorama, el pensamiento del marxista Antonio Gramsci, adquiere relevancia para el replanteamiento de la función social de los intelectuales, obras como La formación de los intelectuales y Cuadernos de la Cárcel, son referencias indispensables, que, al cumplirse 130 años de su natalicio en Ales, Italia, el 22 de enero de 1891, adquieren vigencia.

Para Gramsci “todos los hombres son intelectuales, pero no todos tienen en la sociedad la fusión de intelectuales”. La formación de los intelectuales responde a las necesidades de los grupos sociales con una función esencial en el mundo de la producción económica. Menciona que todo grupo en el poder necesita producir y reproducir su hegemonía y para ello se vale de los intelectuales, quienes están “encargados de elaborar y difundir mediante los más diversos tipos de organizaciones e instituciones las relaciones económicas, jurídicas, políticas, filosóficas, artísticas, científicas, ideológicas y religiosas”. Son ellos los que construyen la hegemonía, un concepto fundamental en su legado filosófico.

Los intelectuales llevan a cabo la instrumentación del carácter dirigente de la clase dominante, contribuyendo a crear las condiciones políticas e ideológicas que le posibilita conseguir la aceptación de la clase y sectores oprimidos. Pero, al mismo tiempo, son ellos los que construyen las ideas y organizan a los grupos sociales para liberarse de la hegemonía del otro, y, para desarrollar sus propios sistemas hegemónicos. Gramsci habla de dos tipos de intelectuales: el orgánico y el tradicional. No concibe la existencia de intelectuales independientes, ya que según los vínculos que tengan con las distintas categorías actúan a favor de los intereses de una o de otra clase social. No se olvide que en su artículo “Odio a los indiferentes” escribió: “Vivir significa tomar partido […] La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes”.

Los intelectuales orgánicos tienen la función de asimilar y conquistar ideológicamente a los intelectuales tradicionales para beneficio de la clase social que quiere ser dominante y dirigente. Esto con el fin de crear y expandir la hegemonía de la clase que representa, pero además busca evitar que otras clases desarrollen sus propios dirigentes y, en consecuencia, sus proyectos de hegemonía. El intelectual tradicional es aquel que por lo general esta enlazado a una clase que, pudiendo no haber dejado de ser esencial, ya ha sido desplazada de la dirección estatal. Los intelectuales tradicionales tienen experiencia en la organización y dirección política e ideológica de los grupos sociales.

El capitalismo busca incorporar a los tradicionales como intelectuales subordinados y obtener el consenso de los grupos sociales a los que se encuentran ligados. Por ello, la organización de los intelectuales y su consecuente conversión en “educadores nacionales” es, según Antonio Gramsci, una de las necesidades básicas para la lucha contra la hegemonía capitalista.

https://rebelion.org/antonio-gramsci-y-los-intelectuales/

miércoles, 1 de mayo de 2019

Once libros con mucha clase (obrera) para reflexionar sobre el Día Internacional de los Trabajadores

Once libros con mucha clase (obrera) para reflexionar sobre el Día Internacional de los Trabajadores Carmen López
El diario

Para celebrar el día del trabajador proponemos una serie de buenos títulos sobre el mundo laboral con los que pensar y también entretenerse
Chaplin, atrapado por los engranajes de la industria en 'Tiempos modernos'
Chaplin apretando las tuercas a la industria en Tiempos modernos

El primer día de mayo es el Día Internacional del Trabajo y, precisamente, no se trabaja. Es en honor a los sindicalistas estadounidenses que perdieron la vida en 1886 en la Revuelta de Haymarket. Aquellos obreros pedían que la patronal respetase la jornada laboral de ocho horas ya aprobada por ley y que -por ahora- es la habitual si se tiene un contrato a jornada completa.

Ese espíritu reivindicativo se ha ido evaporando con el tiempo y actualmente casi es un día festivo más dentro del calendario laboral. Hay quien sigue asistiendo a las manifestaciones convocadas por los sindicatos y quien decide gastar su tiempo libre en otras actividades. Una buena puede ser leer algún libro relacionado con el tema y reflexionar sobre él. Para bien y para mal, el trabajo es uno de los aspectos más importantes de la vida de todos y todas. El paro es la principal preocupación de los y las españolas actualmente y los derechos que se consiguieron durante tantos años de lucha obrera se tambalean. Esta es una lista de títulos para pensar, aprender, emocionarse, entretenerse e incluso reírse.

No tengo tiempo, de Jorge Moruno (Editorial Akal)

Una reflexión sobre cómo la relación de las personas y el entorno laboral están cambiando gracias a la capacidad del neoliberalismo para jugar con los términos y convencer de que lo que hasta hace poco se veía como un retroceso es lo contrario.

La mal llamada ‘economía colaborativa’ ha convertido a los repartidores en ‘riders’ que disfrutan pedaleando por la ciudad y los arrendadores ahora son anfitriones. No existen las jornadas, sino que las horas son bajo demanda y el trabajador no puede conciliar, sino esperar a que le caiga un encargo.

Jorge Moruno es sociólogo y escritor. Sabe bien de lo que habla porque, entre otras cosas, "ha sido teleoperador, informador turístico, reponedor, administrativo o parado" y, además, investiga sobre las transformaciones del trabajo.

Los obreros contra el trabajo, de Michael Seidman (Pepitas de calabaza)

Este ensayo se publicó por primera vez en 1991 y le costó al autor su puesto de trabajo en Rutgers, la universidad de Nueva Jersey. Pepitas de calabaza lo publicó en España en 2014 traducido por Federico Corriente y obtuvo una repercusión considerable. Seidman desarrolla en el libro una tesis sobre la relación que los obreros con su trabajo en Francia y España durante el periodo comprendido entre 1936 a 1939 (gobierno del Frente Popular y Guerra Civil respectivamente).

La conclusión a la que llega el autor es que las personas, de alguna manera, se resisten a trabajar. Como explicó en esta entrevista concedida a eldiario.es: "Toda la historia laboral analizada desde 1960 está basada en la teoría de que a los obreros les gusta trabajar. Tanto para los comunistas como para los socialistas, los capitalistas… el trabajo define a la clase obrera. Y mi punto de vista define a la clase obrera como la clase que se resiste al trabajo". En el libro se refiere al trabajo asalariado en ciudades industriales durante ese periodo de tiempo concreto, aunque en la época actual sigue existiendo esa reticencia.

La oficina en The New Yorker, (Libros del Asteroide)

El lugar de trabajo como espacio alienante, las relaciones con los compañeros de trabajo, el hastío de la rutina o las jerarquías dentro de la empresa. Los autores de esta compilación de viñetas publicadas en el medio norteamericano desde 1920 ironizan con pluma fina sobre todos esos aspectos del día a día de una oficina de una manera en la que cualquier persona que haya pasado por esos trances se ve identificada. Y provocan sonrisas cuando no carcajadas en cada una de ellas.

El volumen recopila los trabajos de algunos de los viñetistas más importantes de la revista como Robert Mankoff, Leo Cullum, Tom Cheney, Peter C. Vey o Lee Lorenz traducidos al castellano por Miguel Aguayo y con prólogo de Jean-Loup Chiflet. Como explican desde la editorial, el libro podría llevar como subtítulo la frase "Todo lo que me hubiera gustado decir o hacer en el transcurso de mi vida laboral si no hubiera tenido miedo a ser despedido". Garantizado.

Estupor y temblores, de Amélie Nothomb (Anagrama)

Con motivo del quincuagésimo aniversario de su colección ‘Compactos’, la editorial ha reeditado 50 de sus títulos esenciales seleccionados por editores y libreros. Entre ellos se encuentra este libro en el que la autora, nacida en Japón pero criada en Bélgica, regresa a su país natal para trabajar. Allí se encuentra con la realidad del mundo laboral de los japoneses, con una ética del trabajo en la que prima la sumisión y el convencionalismo.

El humor y la manera de escribir de Nothomb son especiales -es decir, no del gusto de todos- pero su novela es un buen reflejo de las diferentes maneras que existen de entender el trabajo. Y la de los japoneses, que no contemplan el escaqueo como una opción, es bastante opuesta a la de los españoles. O al menos por el momento y mientras se pueda. La traducción es de Sergi Pàmies.

Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados Unidos, de Barbara Ehrenreich (Capitán Swing)

La autora del libro, traducido por Carmen Aguilar, decide investigar sobre las condiciones laborales en Estados Unidos haciéndose pasar por una trabajadora no cualificada. Así, va apuntando sus experiencias en empleos mal remunerados para explicar las condiciones de vida de las clases pobres del país. Lo que descubre -¡sorpresa!- es que, pese a tener un trabajo a tiempo completo, una persona que gana seis dólares por hora no llega a fin de mes. Ehrenreich podría haber hecho su experimento en España y habría llegado a la misma conclusión.

Alguno de los trabajos que desempeñó fueron de reponedora de un supermercado, limpiadora y camarera de hotel. Doctora en biología en la Universidad Rockefeller de Nueva York, hasta ese momento no había experimentado la dureza de esas labores. Actualmente forma parte del Partido Socialdemócrata de Estados Unidos, escribe en el periódico The Progressive y es una reconocida activista política.

Asamblea Ordinaria, de Julio Fajardo Herrero (Libros del Asteroide)

El autor se sirve de sus personajes para describir el impacto que la crisis tuvo en la sociedad española. La pareja que se resiente por la precariedad, el joven sin trabajo que se va a vivir con su tía anciana o el empleado que no quiere ver cómo sus condiciones laborales se van al traste son algunos de ellos.

Todos experimentan cambios vitales que no se hubiesen imaginado si el rumbo de la economía no hubiese dado un giro tan demoledor. Julio Fajardo, editor y traductor, publicó este libro hace tres años, pero podría haberlo hecho hoy.

Vida de zarigüeyas. Cómo vivir bien sin empleo y (casi) sin dinero, de Dolly Freed (Alpha Decay)

Dolly Freed publicó esta especie de manual para sobrevivir tranquilamente sin tener que trabajar y sin caer en la indigencia. Ella y su padre vivieron durante cinco años a las afueras de Filadelfia cultivando y cazando lo que podían en su casa que, pequeño detalle, tenía un terreno de dos mil metros cuadrados. Catalogaba las necesidades como básicas -una casa- y como prescindibles -médicos, seguros- y así gestionaba los 700 dólares que se gastaban al año.

Aunque sus consejos son difíciles de seguir hoy en día, el libro sirve como reflexión acerca de cómo nos afecta la economía y muestra que existen opciones para vivir sin estar supeditados al trabajo (o no tanto). Esta edición está traducida por Rubén Martín Giráldez e incluye un prólogo de David Gates.

Tea Rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés (Hoja de Lata)

Matilde trabaja en un salón de té cercano a la Plaza del Sol en Madrid. Corren los años 30 del siglo pasado y tanto ella como sus compañeras Antonia, Paca y Marta, trabajan por sueldos irrisorios atendiendo a clientes de postín. Matilde va adquiriendo cada vez más conciencia de su situación y, por lo tanto, rebelándose ante un destino desierto de expectativas.

Las condiciones laborales y los problemas a los que se enfrentan sus personajes -insalubridad, aborto, prostitución, derechos laborales- siguen tan presentes que la obra no ha perdido ni ápice de vigencia. Carnés, otra de las autoras de la Generación del 27 que no obtuvieron reconocimiento hasta décadas después, se sirvió de sus propias experiencias para elaborar este título y Natacha, su otra novela.

Andando, de Albert Carreres, Alejandro Torres y Daniel Riego (Norma Editorial)

Claudia tiene una carrera exitosa hasta que se queda embarazada y su situación en el trabajo cambia. Sergi tiene una pequeña empresa de servicios eléctricos y mantenimiento que iba bien hasta que llegó la crisis y con ella los problemas para sacarla adelante. Andrés se queda sin empleo después de estar toda la vida en la misma empresa que le despide con una indemnización más que cuestionable cuando aún le quedan años para jubilarse.

Esas son las realidades de los protagonistas de este cómic que radiografía la situación del país cuando la economía se desmorona. El retrato de los autores es el de unas vidas que se quiebran pero que no pierden del todo el humor y que mantienen la esperanza pese a la adversidad.

El pueblo. Auge y declive de la clase obrera, (1910-2010) de Selina Todd (Akal)

El recorrido de la clase obrera británica desde su ascenso en la I Guerra Mundial, pasando por su resistencia a la dura época de Margaret Thatcher y su declive hasta la época actual. Una historia de lucha obrera y de orgullo de clase que hoy en día parece haber desaparecido aunque no lo haya hecho del todo.

Todd, escritora y profesora de Historia contemporánea en la Universidad de Oxford, estuvo diez años documentándose para escribir este libro, que ha traducido al castellano Antonio José Antón Fernández. En palabras de Owen Jones: "Todd aborda la misión de pintar la clase obrera de nuevo contra el lienzo de la historia".

Esclavos del trabajo, de Daria Bogdanska (Astiberri)



Daria Bogdanska llegó a Suecia con la esperanza de una vida mejor. Después de dejar su casa en Polonia, viajó por Europa hasta que, cansada de trabajos precarios, decidió que ya era hora de conseguir un buen empleo. Malmö parecía un buen lugar para ello, al fin y al cabo está en el Estado del Bienestar con mayúsculas. Pero nada que ver.

Viñeta a viñeta desgrana cómo, poco a poco, va experimentando la realidad de una extranjera en el país. Los problemas delirantes para conseguir un permiso de trabajo, la precariedad y las injusticias se sucedían hasta que un día, harta, decide rebelarse y se pone en contacto con un sindicato. El cómic perfecto para el 1 de mayo.

Fuente:

https://www.eldiario.es/cultura/libros/libros-recomendados-Dia-Internacional-Trabajo_0_894160995.html