miércoles, 30 de septiembre de 2020

El mundo no es como crees, los pobres no son pobres porque quieren

Publicamos un fragmento del libro dedicado a desmontar mitos, de la web de información internacional El Orden Mundial


Imagina que naces en Dinamarca y el destino ha querido que tu familia esté en el 10 % más pobre de sus habitantes. Aunque el país nórdico no es ni mucho menos de los peores sitios para nacer en el mundo, no cabe duda de que tampoco es sencillo formar parte del estrato más humilde. Tu intención, como es lógico, es salir de la pobreza a base de trabajo y también gracias al amplio sistema de bienestar danés. Lo más probable es que no lo consigas y mueras perteneciendo a ese mismo estrato. Eso mismo les ocurrirá a tus hijos, que en buena medida heredarán la falta de oportunidades que te tocó a ti a lo largo de la vida y desaparecerán del mundo sin haber disfrutado de una posición acomodada. Sin embargo, tus nietos es probable que estén cerca de la media del país. En aproximadamente sesenta años tu familia danesa habrá dejado atrás la pobreza para vivir en unas condiciones más o menos similares a las de la mayoría de la población del país.

Dos generaciones y más de medio siglo parece mucho tiempo, pero es el ascensor social más rápido que existe entre los países de la OCDE, las economías más avanzadas del planeta. En el resto de los países nórdicos serán tres generaciones (noventa años); en lugares como Canadá o España, cuatro generaciones; en Estados Unidos, cinco; en Francia, Alemania o Argentina, seis; mientras que en Colombia, el extremo opuesto, harán falta once generaciones (trescientos treinta años).

Es evidente que estas grandes disparidades encierran complejas explicaciones. La pobreza suele ser la consecuencia de multitud de cuestiones entrelazadas. Es complicado no ser pobre si tu país está constantemente arrasado por los conflictos armados, si la corrupción campa a sus anchas, si apenas tiene recursos que poder explotar o si permanece ajeno a las dinámicas internacionales, entre otras muchas variables. Sin embargo, para explicar todo esto a menudo se recurre a una llamativa simplificación: los pobres son pobres porque quieren. Según esta tesis, la pobreza y la riqueza son cuestiones de voluntad personal, un deseo sin ningún otro tipo de condicionante.

Compremos esta tesis por un segundo, aunque sea difícil entender las razones por las que una persona querría ser pobre. Supongamos que las personas que ya son ricas quieren seguir siendo ricas. Entonces ¿por qué en Estados Unidos desde hace cincuenta años existe una probabilidad del 60 % de que una nueva generación tenga menos ingresos que sus predecesores y una probabilidad superior al 50 % de que la riqueza de los hijos sea menor que la de los padres? Quizá existan factores más allá del simple deseo.

Esta lógica también es aplicable a otro mantra relativamente extendido según el cual los pobres son pobres porque no se esfuerzan. Se esfuercen o no, ¿por qué en muchos países, también desarrollados, lo más probable es que sigan siendo pobres al final de su vida? ¿Por qué en muchos países las personas más adineradas siguen siendo ricas al final de su vida, con independencia del empeño que pongan en ello? De nuevo, tal vez haya más factores aparte del esfuerzo personal. Los que tienen una influencia considerable en el desarrollo intergeneracional se pueden agrupar en dos niveles, más allá de que siempre existe un componente de imprevisibilidad que puede afectar (accidentes fortuitos, cuestiones genéticas como enfermedades, etc.).

El primero sería la simple y llana herencia, aunque no en un sentido estrictamente económico. Cada uno de nosotros tenemos, además de un sueldo y ciertos bienes, otros activos tales como un capital cultural (conocimientos) y un capital social (amistades, conocidos o distintos contactos personales o laborales). Todo suma a la hora de traspasar esa riqueza a la generación siguiente. Quizá tus descendientes no reciban propiedades inmobiliarias o acciones de bolsa, pero sí que pueden aprovecharse de una importante red de contactos que has desarrollado a lo largo de tu vida y que, de una forma u otra, les abre la puerta a distintas oportunidades educativas o laborales. Además, la tendencia natural a relacionarnos con personas de nuestro círculo cercano, que tendrán un perfil socioeconómico similar al nuestro, dificulta en algunos aspectos la movilidad social tanto en sentido ascendente como descendente. Quienes más activos heredan tienen muchos más recursos para poder mantenerse en el mismo estrato o incluso ascender, y quienes menos activos reciben de sus progenitores es más probable que se queden en el mismo punto o incluso que desciendan al tener muchas menos cartas que jugar.

Esta situación era lo que se venía produciendo hasta finales del siglo xix y principios del xx en la gran mayoría de los países occidentales: quienes más tenían (clases acomodadas o nobles) perpetuaban su estatus social y económico gracias a esa herencia. Para poner cierto freno a dicha retroalimentación, que solo creaba más desigualdad al acumular la riqueza en unas pocas manos y familias, se crearon los primeros impuestos sobre sucesiones, aunque no lograron reequilibrar la balanza. Esto solo se consiguió con el auge de los Estados del Bienestar.

Uno de los objetivos de los sistemas públicos de bienestar es, precisamente, corregir las ineficacias del modelo implantado hoy en día, y permitir que todo el mundo tenga las mismas oportunidades para adquirir una serie de mínimos activos que luego emplearán en la etapa adulta. Así, la educación pública garantiza que cualquier persona que lo desee o lo necesite tenga un mínimo capital cultural con el que luego manejarse con cierto margen para optar a distintos trabajos; la sanidad pública garantiza que una enfermedad no supone un desembolso importante para quien la padece, dejándolo sin recursos o con deudas (como a menudo ocurre en Estados Unidos), y las transferencias públicas (seguros de desempleo, jubilaciones, becas, etc.) hacen posible que una persona mantenga un mínimo nivel de vida y eso suponga, a su vez, un colchón de seguridad para la generación siguiente. Si alguien en una posición más o menos acomodada de pronto perdiese el trabajo y padeciese una enfermedad costosa, probablemente se quedaría en una situación de indigencia, y obligaría a sus hijos a partir desde ese punto en un futuro, no desde el que estaban. Así pues, ambos sistemas buscan a su manera impulsar hacia arriba y también evitar que caigan por debajo quienes ya han alcanzado ese nivel.

El resultado de estas políticas que distribuyen la riqueza está más que comprobado. El Índice de Gini mide la distribución de los ingresos en una sociedad. Un índice 100 significaría la desigualdad absoluta (una persona tiene todo y el resto, nada) y un índice 0 significaría que todas las personas ganan absolutamente lo mismo. Por los datos disponibles en Eurostat se puede comprobar que los ingresos antes de cualquier redistribución en todos los países de la Unión Europea se sitúan en una banda de entre 60 y 40 puntos; tras realizar transferencias (pensiones, ayudas, etc.), en la mayoría de los países cae por debajo de los 30 puntos.

Los países donde más se reduce la brecha son, precisamente, Suecia, Dinamarca o Finlandia, aquellos en los que se tarda menos generaciones en salir de la pobreza.

martes, 29 de septiembre de 2020

CONTRA LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES' Las trampas de la meritocracia

César Rendueles denuncia las estrategias que, en nombre de la libertad individual, perpetúan la desigualdad y sus derivados: del fracaso escolar a la violencia social 

FRANCESC ARROYO 19 SEP 2020

La Revolución Francesa proponía libertad, igualdad, fraternidad. Todo al mismo tiempo. Luego, la historia ha conocido momentos en los que teóricos de la política y políticos en la práctica enfatizaban un elemento u otro; incluso sugerían que algunas limitaciones no sobraban. Unas veces se pretendía limitar la libertad, otras la igualdad y casi siempre ambas. No pocos liberales sostienen que las desigualdades sociales no son sino consecuencia del uso que los individuos hacen de su libertad, de modo que es innecesaria una política correctora de la desigualdad. Una cosa queda clara: proclamar un derecho no es llevarlo a la práctica. Todo Occidente se declara igualitario. Pero ahí están los datos sobre las crecientes desigualdades entre ciudadanos. El libro de César Rendueles, que él mismo asume que tiene tono y voluntad panfletaria, es decir, de soflama para incitar a la acción, es una defensa de los valores igualitarios con el objetivo de lograr “una sociedad ilustrada, libre y fraterna”.

Ése es el punto de llegada (la cita recoge las últimas palabras del volumen); éste el de partida: “La igualdad no es la condición para nada, sino un fin en sí misma porque es una de las bases de nuestra vida en común”. Rendueles analiza las ventajas (políticas y morales) de la igualdad y, sobre todo, los inconvenientes de la desigualdad, porque, sostiene, “la desigualdad destruye el tipo de vínculos sociales que nos resultan imprescindibles en cualquier proyecto de vida buena”. La desigualdad se impone (desde el Neolítico, dice) porque los poderosos han encontrado el medio para imponerla. Y cuenta con vigorosos propagandistas que fingen defender un proyecto igualitario. A lo sumo admiten cambios paulatinos. Replica Rendueles que la paciencia es un don que solo pueden permitirse los que tienen tiempo, no los que carecen de todo.

La desigualdad aumenta desde los setenta y se acrecienta con la crisis de 2008. En España las propiedades de las 20 personas más ricas suman tanto como las de las 15 millones más pobres. Y las políticas redistributivas no se estilan. Al contrario. Medidas fiscales que se aplicaban en Estados Unidos y otros países occidentales en los años posteriores a la II Guerra Mundial serían hoy catalogadas de bolcheviques. Los partidos “hegemónicos” hablan poco de igualdad. Como mucho propugnan la igualdad de oportunidades o se “indignan moralmente” por las desigualdades extremas, tal vez porque se dirigen, fundamentalmente, a una difusa clase media. La aceptación de la desigualdad social se ha generalizado tanto entre los académicos como en las políticas públicas y empieza a consolidarse como cosmovisión de la mayoría. Sólo a veces se quiebra esta tendencia: señala Rendueles la perplejidad que produce ver, como efecto de la pandemia, a entusiastas liberales reclamando la intervención del Estado. Una reclamación coyuntural; la actitud más frecuente es exaltar los merecidos logros individuales.

Las trampas de la meritocracia
Aunque el libro analiza la renta básica, la evolución de los partidos o la noción de clase media, destaca el capítulo dedicado al sistema educativo, que su autor ve como fuente de desigualdad y factor de consolidación de las diferencias de partida. En España el 56% de estudiantes hijos de profesionales de clase media-alta con notas malas alcanzan la educación posobligatoria. Este porcentaje se reduce al 20% entre los hijos de trabajadores. “Una democracia igualitaria es simplemente inconcebible sin las posibilidades de ilustración”, dice Rendueles, aunque hoy la educación promete igualdad pero reproduce las desigualdades heredadas. A ello colabora una escuela concertada subvencionada establecida en zonas ricas. La pública queda para las más pobres. Una concertada con un sistema de admisión que envía al 85% de los hijos de inmigrantes a la pública. La escuela concertada es, afirma, la base de los privilegios de familias ricas sobrerrepresentadas en los mecanismos de formación de opinión pública.

El sistema no corrige la desigualdad, la reproduce, aunque los estudios muestren que “la desigualdad genera más violencia, más cárcel, menos asociacionismo, más fracaso escolar, embarazos adolescentes y menos movilidad social”. Impone la idea de que los ricos deben sus éxitos al mérito y no a la suerte ni a la herencia, de modo que están justificadas las diferencias salariales. Y de pronto, “la pandemia nos hace descubrir trabajos mal pagados muy importantes” que hasta ahora eran considerados alienantes cuando no “trabajos de mierda”, susceptibles de ser robotizados. Robotización que “a menudo consiste en tratar a los seres humanos como si fueran robots”. Eso sí, en nombre del desarrollo y de la patria, pese a que “las élites globales se han emancipado, su patria es el paraíso fiscal más cercano”.

Entre los discursos igualitarios recupera el mito platónico del reparto de bienes entre los animales, incluido el hombre. Su resumen, correcto en lo general, resulta impreciso en los detalles. Sobre todo, al traducir un tanto forzadamente por “justicia” el bien concedido al hombre: la areté politiké, que es más bien “virtud política” o “sentido de la convivencia”. Es un asunto menor y no afecta a la coherencia de un discurso que, contra tantos, defiende que la igualdad debe ser el eje central de las políticas emancipatorias, además de un “objetivo político a largo plazo que requerirá una férrea voluntad colectiva”. Porque, sostiene Rendueles, “la igualdad no es el fin del camino, sino el camino mismo”.

lunes, 28 de septiembre de 2020

_- Cada persona es un mundo inmunológico. Hay un factor común a los casos más graves de covid, y está en tu sistema inmune.

_- La lotería genética y biográfica tiene un gran papel en la susceptibilidad a la covid-19. Hay gente que ni se entera de que ha sufrido el contagio –los ya célebres asintomáticos—, gente que ha pasado algo parecido a un catarrillo, muchos que las han pasado canutas para superar la enfermedad y otros que simple y llanamente se han muerto. La mayoría de los pacientes graves padecen síntomas pulmonares, como cabía esperar de un virus respiratorio, pero otros ven infectados sus riñones y sus páncreas, sus corazones y sus cerebros. Estas enormes diferencias individuales conforman uno de los enigmas centrales de la covid-19, y los científicos saben que es urgente resolverlo. La gestión de los pacientes y la aplicación de los tratamientos óptimos depende críticamente de ello.

Carolyn Rydyznski Moderbacher y sus colegas del Instituto de Inmunología de La Jolla, California, acaban de presentar en Cell una investigación que muerde el núcleo del problema. Según sus datos, la cuestión central es la coordinación del sistema inmune del individuo. Todos hemos oído la murga de que nuestras defensas son un ejército que lucha contra el invasor como si aquello fuera el desembarco de Normandía, pero lo cierto es que el sistema inmune representa uno de los productos más sofisticados y exquisitos que haya generado la evolución biológica. Comparado con él, el mayor ejército dirigido por el estratega más brillante palidece como Saturno al lado de Júpiter, un dueto celestial que hemos observado este verano en todo su esplendor.

Para empezar, una parte del sistema inmune es “innata”. Consiste en células que se despiertan en cuanto detectan prácticamente cualquier cosa que no hayan visto antes. Son las más rápidas, pero también las más brutas. Les da igual si entra el SARS-CoV-2 o la bacteria de la peste, y disparan mucho antes de preguntar. Más lenta y mucho más refinada es la respuesta inmune “adaptativa”. Esta palabra tiene un significado muy concreto en biología. Quiere decir que una entidad biológica —una especie, un organismo o el sistema inmune— ha respondido al entorno y ha alcanzado algún tipo de acuerdo con él: se ha adaptado a él. En el caso del sistema inmune, nuestras células sanguíneas responden al SARS-CoV-2 generando unos anticuerpos y unos receptores celulares exquisitamente especializados en reconocer y destruir al virus.

Cuando uno examina las tripas de ese sistema, no puede evitar sentirse deslumbrado por el poder creativo de la evolución. Los propios genes humanos mutan y se recombinan para organizar la respuesta frente al invasor, producen un vasto abanico de anticuerpos y receptores celulares y, cuando uno de ellos neutraliza al virus, la célula que los ha inventado recibe la señal para proliferar por encima de las demás. La investigación de Rydyznski Moderbacher revela una buena correlación entre la descoordinación de la respuesta inmune de cada individuo y la gravedad de su caso. Hay que destacar que esa coordinación suele deteriorarse a partir de los 65 años, lo que explica que ese grupo de edad exhiba un mayor riesgo de muerte. Estos resultados serán útiles en el futuro inmediato.
JAVIER SAMPEDRO

domingo, 27 de septiembre de 2020

El efecto Dunning-Kruger puede resumirse en una frase: cuanto menos sabemos, más creemos saber. Es un sesgo cognitivo según el cual, las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos tienden a sobrestimar esas mismas habilidades, capacidades y conocimientos.

Como resultado, estas personas suelen convertirse en ultracrepidianos; gente que opina sobre todo lo que escucha sin tener idea, pero pensando que sabe mucho más que los demás.

El problema es que las víctimas del efecto Dunning-Kruger no se limitan a dar una opinión ni a sugerir sino que intentan imponer sus ideas, como si fueran verdades absolutas, haciendo pasar a los demás por incompetentes. Obviamente, lidiar con ellos no es fácil porque suelen tener un pensamiento muy rígido.

El delincuente que intentó volverse invisible con zumo de limón
A mediados de 1990 se produjo en la ciudad de Pittsburgh un hecho que podríamos catalogar, cuanto menos, de sorprendente. Un hombre de 44 años atracó dos bancos en pleno día, sin ningún tipo de máscara para cubrir su rostro y proteger su identidad. Obviamente, aquella aventura delictiva tuvo una vida muy corta ya que al hombre lo detuvieron rápidamente.

Cuando lo apresaron, McArthur Wheeler, que así se llamaba, confesó que se había aplicado zumo de limón en la cara ya que este le haría aparecer invisible ante las cámaras. “¡Pero si me puse zumo de limón!”, fue su respuesta cuando lo arrestaron.

Más tarde se conoció que la idea del zumo fue una sugerencia de dos amigos de Wheeler. Wheeler puso a prueba la idea aplicándose zumo en su cara y sacándose una fotografía, en la cual no apareció su rostro. Es probable que se debiera a un mal encuadre, pero aquella “prueba” fue definitiva para Wheeler.

La historia llegó a oídos del profesor de Psicología social de la Universidad de Cornell, David Dunning, quien no podía dar crédito a lo que había sucedido. Aquello le llevó a preguntarse: ¿Es posible que mi propia incompetencia me impida ver esa incompetencia?

Ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra junto a su colega Justin Kruger. Lo que hallaron en la serie de experimentos los dejaron aún más sorprendidos. El estudio que dio origen al efecto Dunning-Kruger

En una serie de cuatro experimentos, los psicólogos analizaron fundamentalmente la competencia de las personas en el ámbito de la gramática, el razonamiento lógico y el humor.

A los participantes les pidieron que estimaran su grado de competencia en cada uno de esos campos. A continuación realizaron una serie de tests que evaluaban su competencia real.

Entonces los investigadores notaron que cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Paradójicamente, las personas más competentes y capaces solían infravalorar su competencia y conocimiento. Así surgió el efecto Dunning-Kruger.

Estos psicólogos concluyeron además que las personas incompetentes en cierta área del conocimiento:
Son incapaces de detectar y reconocer su incompetencia.
No suelen reconocer la competencia del resto de las personas.
La buena noticia es que este efecto se diluye a medida que la persona incrementa su nivel de competencia ya que también es más consciente de sus limitaciones.

Por qué cuanto menos sabemos más creemos saber

El problema de esta percepción irreal se debe a que para hacer algo bien, debemos tener al menos un mínimo de habilidades y competencias que nos permitan estimar con cierto grado de exactitud cómo será nuestro desempeño en la tarea.

Por ejemplo, una persona puede pensar que canta estupendamente porque no tiene ni idea de música y todas las habilidades necesarias para controlar adecuadamente el tono y timbre de la voz y llevar el ritmo. Eso hará que diga que “canta como los ángeles” cuando en realidad tiene una voz espantosa.

Lo mismo ocurre con la ortografía. Si no conocemos las reglas ortográficas, no podremos saber dónde nos equivocamos y, por ende, no seremos conscientes de nuestras limitaciones.

De hecho, el efecto Dunning-Kruger se puede aplicar a todas las áreas de la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Wellington desveló que el 80% de los conductores se califican por encima de la media, lo cual, obviamente, es estadísticamente imposible.

Este sesgo cognitivo también se aprecia en el ámbito de la Psicología. Tal es el caso de las personas que afirman que “mi mejor psicólogo soy yo mismo”, simplemente porque desconocen por completo cómo les puede ayudar este profesional y la complejidad que encierran las técnicas psicológicas. En la práctica creemos que sabemos todo lo que es necesario saber. Y eso nos convierte en personas sesgadas que se cierran al conocimiento y emiten opiniones como si fueran verdades absolutas.

Cómo minimizar el efecto Dunning-Kruger, por nuestro propio bien
Todos cometemos errores por falta de cálculo, conocimientos y previsión. La historia está repleta de errores épicos, como el de la emblemática Torre de Pisa, que comenzó a inclinarse incluso antes de que terminara la construcción, y hace relativamente poco el gobierno francés gastó miles de millones en una flota de trenes nuevos, para después descubrir que eran demasiado anchos para unos 1.300 andenes de estación.

En nuestro día a día también podemos cometer errores por falta de experiencia y por sobrestimar nuestras capacidades. Los errores no son negativos y no debemos huir de ellos sino que podemos convertirlos en herramientas de aprendizaje, pero tampoco es necesario tropezar continuamente con la misma piedra ya que llega un punto en que resulta frustrante.

De hecho, debemos mantenernos atentos a este sesgo cognitivo porque la incompetencia y la falta de autocrítica no solo hará que lleguemos a conclusiones equivocadas sino que también nos impulsará a tomar malas decisiones que terminen dañándonos.

Esto significa que, en algunos casos, la responsabilidad por los “fracasos o errores” que experimentamos a lo largo de la vida no recae en los demás ni es culpa de la mala suerte sino que depende de nuestra deficiente autoevaluación.

Para minimizar el efecto Dunning-Kruger y no convertirnos en esa persona que opina sobre todo sin tener idea de nada, lo más importante es aplicar estas sencillas reglas:

Sé consciente al menos de la existencia de este sesgo cognitivo.
Deja siempre un espacio para la duda, para formas diferentes de pensar y hacer las cosas.
Opina siempre desde el respeto a los demás, por muy seguro que estés de tu opinión, no intentes imponerla.
Debemos recordar que nadie es experto en todas las materias de conocimiento y ámbitos de la vida, todos tenemos carencias e ignoramos muchas cosas. Por tanto, lo mejor es enfrentar la vida desde la humildad y con la actitud del aprendiz.

Cómo lidiar con las personas que no reconocen su incompetencia o desconocimiento
Las personas que opinan tajantemente sobre todo sin tener ni idea y que subestiman a los demás suelen generar un gran malestar. Nuestra primera reacción será irritarnos o enfadarnos. Es perfectamente comprensible, pero no servirá de nada. En su lugar debemos aprender a mantener la calma. Recuerda que solo puede afectarte aquello a lo que le das poder, lo que consideras significativo. Y sin duda, la opinión de una persona que no es experta en la materia y ni siquiera sabe de lo que habla, no debería ser significativa.

Si no deseas que la conversación vaya más allá, simplemente dile: “He escuchado tu opinión. Gracias”, y zanja el asunto. Si realmente te interesa que esa persona salga de su estado de desconocimiento y sea más consciente de sus limitaciones, lo único que puedes hacer es ayudarle a desarrollar sus habilidades en esa área. Evita frases como “no sabes de lo que hablas” o “no tienes ni idea” porque de esta forma solo lograrás que esa persona se sienta atacada y se cierre a tus propuestas. En su lugar, plantea una nueva perspectiva. Puedes decir: “ya te he escuchado, ahora imagina que las cosas no fueran exactamente así”. El objetivo es lograr que esa persona se abra a opiniones y formas de hacer diferentes.

También puedes recalcar la idea de que todos somos inexpertos o incluso profundos desconocedores en algunos campos, no es algo negativo sino una increíble oportunidad para seguir aprendiendo y crecer como personas.

Fuentes:
Kruger, J. Y Dunning, D (1999) Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments. Journal of Personality and Social Psychology; 77(6): 1121-1134.
McCormick, A. et. Al. (1986) Comparative perceptions of driver ability— A confirmation and expansión. Accident Analysis Y Prevention; 18(3): 205-208.

Artículo original:
Efecto Dunning-Kruger, o por qué la gente opina de todo sin tener ni idea.
Jennifer Delgado Suárez (Psicóloga).

UN TEMA DE NUESTRO TIEMPO: EL EFECTO DUNNING-KRUGER, O POR QUÉ LA GENTE OPINA DE TODO SIN TENER NI IDEA.

sábado, 26 de septiembre de 2020

El escandaloso problema del elevado coste del alquiler

Una situación insostenible: la enorme crisis social urbana
Uno de los mayores problemas sociales que existen en España (y muy en especial en las grandes ciudades) es el elevado coste del alquiler. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), España es el país en la OCDE (el colectivo de países más ricos del mundo) que peor relación tiene (después de Polonia) entre los precios de la vivienda (incluyendo el alquiler) y los ingresos familiares. Según el Global Housing Watch del FMI, en España más del 40% (en Barcelona el 42,7%) de los ingresos familiares se dedican a pagar el alquiler, porcentajes mucho más altos, por ejemplo, que en Francia, Suiza o Alemania, donde tales porcentajes son del 16,5%, el 18,2% y el 23% respectivamente (para mayor información sobre las consecuencias sociales de la enorme carestía de viviendas de alquiler asequibles, ver mi artículo Uno de los derechos constitucionales más ignorados en España: el derecho a la vivienda, Público, 10.05.2018).

La ignorada y/o silenciada crisis social urbana
Esta enorme carga está significando un sacrificio enorme para las clases populares, que constituyen la mayoría de la población en las urbes más grandes del país, que ha visto como su capacidad de adquisitiva se reducía de una manera muy notable durante el fenómeno económico conocido como la Gran Recesión. Mientras los alquileres han subido a unos porcentajes elevadísimos (según un estudio del ayuntamiento de Barcelona, el precio del alquiler en los últimos cinco años ha aumentado un 40%), los salarios han bajado de tal manera que los salarios de los trabajadores de la región metropolitana de Barcelona –que representa el 43% de la población de Catalunya– siguen por debajo de los que había en el año 2010. Esta situación está creando una de las mayores crisis sociales de Barcelona, que paradójicamente es ignorada, cuando no silenciada, en los fórums del establishment político-mediático del país, que se centra en la gran recuperación que ha experimentado, en teoría, la economía española. Según los indicadores utilizados en las noticias económicas de tal establishment, la ciudad de Barcelona, hasta hace unos meses, estaba recuperándose magníficamente: el PIB creció nada menos que un 2,6% en 2018; el número de empresas exportadoras, un 4% en cinco años; la ocupación ha crecido un 13%; las tasas de paro se han reducido; y un largo etcétera. Pero el punto clave que define el nivel de vida, los salarios, sin embargo, han bajado y el alquiler ha subido, disminuyendo con ello de una manera significativamente la calidad de vida de la mayoría de las clases populares, que por fuerza están abandonando la ciudad. La gentrificación (que es la expulsión de la clase trabajadora de la ciudad) es la característica de la «deseada nueva» Barcelona soñada por el establishment político-mediático neoliberal de Catalunya y del resto de España.

La protesta popular
No es, pues, sorprendente, que haya habido una protesta generalizada por tal situación, liderada por unos movimientos sociales que fueron determinantes en el cambio que tuvo lugar en el ayuntamiento de Barcelona, encabezado desde 2015 por una alcaldesa, Ada Colau, que en su día había liderado dichos movimientos. También como resultado de este y otros movimientos sociales que se crearon como protesta hacia las políticas neoliberales (llevadas a cabo por el Estado central bajo los gobiernos Zapatero y Rajoy en Madrid, y primordialmente bajo Artur Mas y Puigdemont en Catalunya), como el 15-M, han aparecido nuevas formaciones políticas como Podemos, En Comú Podem y Galicia en Común que al establecer un espacio compartido, en alianza con una renovada IU, han alcanzado fuerza suficiente para establecer una coalición, con el también renovado PSOE, que gobierna hoy en España, con un programa que incluye una serie de medidas para corregir esta situación, que ha alcanzado niveles dramáticos en este país. Y una de ellas es regular el precio del alquiler. Como era también previsible, tales propuestas han generado una movilización de los economistas neoliberales (de distintas sensibilidades) cuyas políticas (que protegieron excesivamente al propietario a costa del inquilino) han sido responsables de la enorme crisis social derivada del aumento desmesurado del alquiler, y que ahora han utilizado las cajas de resonancia que les ofrecen la mayoría de los medios de información y persuasión en España (de clara tendencia neoliberal) para promover sus fake news a fin de desacreditar tales propuestas.

Las falsedades neoliberales
Una de las falsedades más reproducidas por tales gurús es que en aquellos países donde esta intervención (la regulación de los precios del alquiler) se ha llevado a cabo ha fracasado. Es interesante que tales fake news se hayan estado distribuyendo casi al mismo tiempo que haya ido creciendo el número de países donde se han ido aprobando leyes que permiten a las ciudades regular el precio de los alquileres. Uno de ellos es EEUU, el país que los neoliberales suelen tomar como punto de referencia. En realidad, este país tiene muchas ciudades que aplican un control de los alquileres, siendo el caso más conocido el de Nueva York, donde nada menos que el 50% de las viviendas de alquiler en aquella ciudad tiene regulado su precio. Tales medidas han sido reforzadas por el Estado de Nueva York hace solo unos meses frente a la oposición del sector inmobiliario, pero con un gran apoyo entre la mayoría de la población. El gobernador del Partido Demócrata de aquel Estado, el Sr. Cuomo, firmó una ley en esta línea, propuesta por el parlamento de dicho Estado. El objetivo de esta ley es, como indicó el presidente del Parlamento de Nueva York, «eliminar el excesivo poder del sector inmobiliario para ayudar y proteger al inquilino» (ver el artículo Landmark Deal Reached on Rent Protections For Tenants in New York, The New York Times, 19.06.2019). Les aseguro que ni el alcalde de Nueva York ni el gobernador del Estado del mismo nombre son extremistas radicales o «ultraizquierdistas», tal y como son definidos aquellos que en España sugieren medidas semejantes. Como he dicho, hay muchos Estados en Estados Unidos que permiten a las ciudades regular el precio del alquiler.

Y un tanto igual ocurre en muchos países de la UE. Naturalmente que hay varias formas de regulación o control del precio del alquiler, como las de Berlín, París, Viena, etc., ciudades todas ellas que tienen una legislación en cuanto a ello autorizada por sus respectivos Estados (que todavía no existe en España y es precisamente lo que está proponiendo el gobierno de coalición de izquierdas, definido como de «extrema izquierda» por las ultraderechas, que se definen de «centro»). El que aún no se haya hecho es debido al enorme dominio que el pensamiento neoliberal -que favorece los derechos de la propiedad por encima de todos los demás- tiene en los establishments político-mediáticos del país. Pero es necesario recordar a tales establishments que la tan manida y manipulada Constitución Española establece en su artículo 33 que los derechos de la propiedad privada estarán condicionados por la función social de tales derechos, y entre ellos está el artículo 47, que dice que «todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada«. El Estado tiene que garantizar este derecho empoderando a las ciudades (como el Ayuntamiento de Barcelona) para que puedan aplicar medidas que lo garanticen. Así de claro.

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra.

Fuente:
https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/03/11/el-escandaloso-problema-del-elevado-coste-del-alquiler/

viernes, 25 de septiembre de 2020

Franco y el fin de la II G M.


Fuentes: Conversaciones sobre la Historia

Presentación

Las líneas fundamentales del nuevo orden mundial se establecieron por acuerdos previos entre las tres grandes potencias vencedoras, Estados Unidos, Unión Soviética y Gran Bretaña. En el terreno de la economía se perfilaron en julio de 1944 (conferencia de Bretton Woods) que creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (IBRD), origen del Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional como reguladores de la economía financiera. Las grandes líneas en el terreno de la política se diseñaron en las conferencias tripartitas de Yalta (4 al 11 de febrero de 1945) y Potsdam (17 de julio al 2 de agosto de 1945), cuando resultó evidente que los Estados Unidos iban a asumir un papel dirigente en la política europea y que no aceptaban la existencia de esferas de influencia que les restasen protagonismo Habiendo fallecido Roosevelt en abril de 1945, el nuevo presidente norteamericano Harry S. Truman retrasó la fecha de la reunión unas semanas con el fin de dar tiempo a que se realizase la primera prueba de la bomba atómica, que tuvo lugar el 16 de julio. Le acompañaron J. Stalin y Winston Churchill que sería reemplazado desde el día 28 de julio por el nuevo jefe del gobierno británico, el laborista Clement Attlee. Los dos problemas más urgentes que había que resolver en Potsdam eran el de decidir qué hacer con Alemania y cómo acelerar el final de la guerra contra Japón.

Josep Fontana, «Por el bien del imperio», Pasado y Presente 2011, pp. 35-41

Todo esto no impidió que la reunión de Potsdam casi se iniciara con la “cuestión española”, un día después de que Franco realizara cambios ministeriales importantes. Profundamente consciente de la amenaza de Potsdam “el buen capitán se apresuró a renovar su tripulación”, comenta Preston en la biografía de Franco. La bandera del Eje, si bien no la de Falange, fue arriada y reemplazada por una variante ideológica de la democracia cristiana extremadamente conservadora. El 18 de julio de 1945 los ministros más claramente desprestigiados por ser afectos al Eje fueron depuestos sin un solo signo de remordimiento. Mientras tanto en Potsdam, Stalin consideraba al régimen franquista como una amenaza para la paz mundial y para las Naciones Unidas, por lo que creía que había que actuar de forma contundente lo antes posible.

Nosotros los rusos consideramos que el presente régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.

Churchill por su parte no quería poner en peligro la valiosa relación comercial que Inglaterra tenía con España; la delegación británica buscaba “alguna forma relativamente anodina de resolución antifranquista”. Paul Preston, «Franco, Caudillo de España», 2015, 592-593

A partir de los documentos desclasificados por el Departamento de Estado de Estados Unidos se ha seleccionado el tema relativo a la «cuestión española» que se edita íntegro en en el enlace que figura al final. Se reproduce a continuación un fragmento traducido de la conversación de los tres líderes que se publicó parcialmente en «Stalin, Churchill y Truman hablan sobre Franco y España, Potsdam, julio de 1945 («Sociología crítica, 20 de octubre de 2009) o en «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM» que no difiere apenas del publicado por E. Juliana, Aquí no hemos venido a estudiar, (Arpa, 2020) pp. 17-22.

Conversación sobre la Historia

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Fragmento de la conversación del 19 de julio de 1945

Stalin: Es necesario examinar la cuestión del régimen de España. Nosotros los soviéticos consideramos que el actual régimen de Franco fe impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones necesarias para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.

Churchill: Estamos debatiendo todavía las cuestiones que vamos a incluir en la agenda. Convengo que la cuestión de España debería ser incluida en ella.

Truman: ¿Quiere el generalísimo [Stalin] hablar sobre la cuestión?

Stalin: Se han distribuido copias de la propuesta. No tengo nada más que añadir a lo que en ella se expresa.

Churchill: Señor presidente [se dirige al presidente de Estados Unidos, Harry Truman], el gobierno británico también está muy disgustado con Franco y su gobierno. […] El hecho de que hayan sacado a los prisioneros que han estado en prisión durante años y les hayan disparado por hechos ocurridos mucho tiempo atrás indica que España no es una democracia de acuerdo con las ideas británicas sobre este tema. Cuando Franco me envió una carta proponiéndome hacer una alianza de Occidente contra Rusia, le envié una respuesta fría. Esto demuestra que los sentimientos de Gran Bretaña son contrarios al régimen de Franco.

Stalin: Yo no he recibido ninguna copia de la respuesta británica a Franco.

Churchill: Veo alguna dificultad para aceptar el borrador propuesto por el generalísimo [Stalin] en el primer párrafo, el que trata de la ruptura de toda relación con el gobierno de Franco, que es el gobierno de España. Considerando que los españoles son orgullosos y susceptibles, semejante medida causaría el efecto de unir a los españoles entorno a Franco, incluso los que ahora reniegan de él, en lugar de apartarlos de él. […] El resultado sería un fortalecimiento de la posición de Franco. Y él tiene un ejército, aunque no sea muy bueno. Si con esta acción que se nos propone él resultara fortalecido, sería necesario considerar si tendríamos que intervenir por la fuerza. Y yo estoy en contra de usar la fuerza. En contra de interferir en los países que tienen diferentes regímenes que el nuestro, a menos que seamos molestados por ellos. Por lo que toca a los países que han sido liberados en el curso de la guerra, no podemos permitir que se establezca en ellos un régimen fascista, pero aquí tenemos un país [España] que no tomó parte en la guerra. Por eso es por lo que soy contrario a interferir en sus asuntos internos. El gobierno de Su Majestad [el gobierno británico] necesitará debatir muy detenidamente esta cuestión antes de decidir romper relaciones con España. Estoy preparado para tomar cualquier medida que sea necesaria dentro de la diplomacia para acelerar la salida de Franco del poder.

Truman: No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco, pero no deseo tomar parte en una guerra civil española. Ya ha sido más que suficiente con la guerra en Europa. Nos alegraríamos mucho de reconocer a otro gobierno de España en vez del gobierno de Franco, pero pienso que es una cuestión que ha de resolver la propia España.

Stalin: ¿Es decir, que no habrá cambios en España? España está ganando fuerza ya. Se está alimentando de regímenes semifascistas de otros países [posible alusión a la Argentina del general Juan Domingo Perón]. Esto no es un asunto interno. El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler y Mussolini, cuyos regímenes a su vez estaban en proceso de destrucción. Me creo que no sintáis ningún tipo de afecto por Franco, pero esto tiene que ser demostrado con hechos. No estoy proponiendo ninguna intervención militar, ni que desencadenemos una guerra civil que se podría perder. Solamente deseo que el pueblo español sepa que nosotros, los dirigentes de la Europa democrática, adoptamos una actitud negativa con respecto al régimen de Franco. A menos que lo declaremos así, el pueblo español tendrá motivo para pensar que no somos contrarios a dicho régimen. Podrán decir que, dado que hemos dejado en paz al régimen de Franco, esto significa que lo apoyamos. La gente entenderá que lo hemos aprobado o que le hemos dado nuestra bendición tácita. Esto constituye un grave riesgo para nosotros. No me agrada estar entre los acusados.

Churchill: La URSS ya no tiene relaciones diplomáticas con el gobierno español, así que nadie podrá acusarle de lo que está diciendo ahora.

Stalin: Pero lo que sí tengo es el derecho y la posibilidad de plantear la cuestión y resolverla. ¿Por qué tendría que estar callado? Todo el mundo cree que las tres grandes potencias pueden resolver estas cuestiones. Y yo represento a una de ellas, como el señor Churchill. ¿Debemos mantenernos en silencio ante lo que está pasando en España con el régimen de Franco y abstenernos de llevar a cabo una acción contra España, si tenemos en cuenta que ha recibido el apoyo del fascismo? No deberíamos mirar al suelo ante el peligro que representa la España de Franco.

Churchill: Nosotros tenemos antiguas relaciones comerciales con España. Si nuestra intervención no diera los frutos deseados, yo no querría que este comercio se detuviera. Por otra parte, comprendo totalmente la actitud adoptada por Stalin contra España. Franco envió su División Azul a Rusia [para luchar junto a la Alemania nazi contra la URSS], por lo que entiendo que esté molesto. […] Pero en lo que respecta a Gran Bretaña, España se abstuvo de realizar ninguna acción contra nosotros en una época en la que si lo hubiera hecho podría habernos provocado un desastre. […] Nadie duda de que el generalísimo Stalin no siente ningún afecto hacia Franco, y creo que la mayoría de los británicos comparten esa antipatía. Yo únicamente deseo subrayar que la URSS ha sido perjudicada por Franco como ningún otro país.

Stalin: No es una cuestión de perjuicios. Aun así, creo que Inglaterra también ha sido perjudicada por el régimen de Franco. Durante mucho tiempo, España puso su costa a disposición de Hitler para que la usasen sus submarinos. Puede usted decir, por tanto, que ha sufrido daños causados por Franco de una forma u otra. Pero no deseo que este asunto se valore desde ese punto de vista. Lo que importa no es la División Azul, sino el hecho de que el régimen de Franco es una amenaza grave para Europa. Esto debería tenerse en cuenta. Por eso creo que deberían tomarse algunas decisiones, incluso si eso significa romper las relaciones diplomáticas. Creo que debemos hacer algo contra ese régimen. Podemos encontrar otros medios. Solo tenemos que decir que no simpatizamos con el régimen de Franco y que consideramos justa la exigencia de democracia por parte del pueblo español. Solo tenemos que indicarlo y no quedará nada del régimen de Franco, se lo aseguro. Propongo que nuestros ministros de Asuntos Exteriores debatan si puede encontrarse otra forma más suave o flexible para hacer patente que las grandes potencias no apoyan a Franco y a su gobierno.

Truman: Me parece bien. Propongo pasar el asunto a los ministros.

Churchill: Debo oponerme a esto. Creo que este es un asunto que debe ser resuelto en esta reunión por los líderes de los gobiernos. Interferir en los asuntos internos de otros países es una cuestión peligrosa.

Stalin: No lo considero un asunto interno de España, puesto que su régimen se creó desde el exterior y es un peligro para Europa.

Churchill: Todo el mundo puede decir esto del régimen de cualquier otro país.

Stalin: No, no hay ningún régimen como el de España en ningún país. No queda ningún régimen como ese en país alguno de Europa.

Churchill: Portugal también podría ser condenado por tener un régimen dictatorial.

Stalin: No es la dictadura lo que importa. El régimen de Portugal es el resultado de un proceso interno, mientras que el régimen de Franco fue instaurado desde el exterior, por medio de la intervención de Hitler. Franco se comporta de manera provocadora y da asilo a nazis.

Churchill: […] En la Guerra Civil española hubo una intervención por ambas partes. La URSS intervino en un bando y Hitler y Mussolini, en otro. Pero, además, eso fue hace ya mucho tiempo. Creo que las acciones que pudiéramos decidir en esta reunión con respecto a ese problema servirían más para consolidar a Franco en su cargo. Y el gobierno británico no va a apoyar en lo más mínimo a este régimen, más allá de las relaciones comerciales.

Truman: Propongo que sean los ministros de Asuntos Exteriores quienes debatan si se puede encontrar otra forma más suave de llegar a un acuerdo sobre este asunto.

Stalin: Creo que este tema debemos resolverlo aquí. Propongo hacer una evaluación del régimen de Franco, incluyendo las observaciones hechas por el señor Churchill sobre la posible evolución de los acontecimientos en España. La situación del régimen de Franco debería ser uno de los puntos en la declaración que hagamos sobre Europa. Debería ser una declaración breve en la que dejáramos claro que nuestras simpatías son con el pueblo español y no con su régimen. Y sugiero dejar la forma en que debemos realizar esta declaración a los ministros de Asuntos Exteriores.

Churchill: No estoy de acuerdo con esta declaración. […] Hay muchas cosas que no nos gustan de otros países, como Yugoslavia o Rumanía. Yo no sé qué opinan realmente los españoles [sobre su régimen]. Hay muchas sombras en la opinión de los españoles. Creo que a la mayoría de ellos les gustaría deshacerse de Franco sin la interferencia de extraños.

Truman: Sugiero que pasemos a otro tema y ya volveremos al punto de España más tarde.

Atlee, Truman y Stalin al final de la conferencia de Potsdam (foto: Wikimedia Commons)

Después de Potsdam *
El día 2 de agosto de 1945 se hizo pública finalmente la declaración de la conferencia de Potsdam, que incluía un párrafo sobre España. Decía así: «Nuestros tres gobiernos creen que tienen el deber de señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no dispone, por razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los estados agresores, de los títulos necesarios para justificar su ingreso». El 5 de agosto, el gobierno de Franco respondió a esta declaración con una nota del ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo:

«Ante la insólita alusión a España que se contiene en el comunicado de la Conferencia de los Tres en Potsdam, el Estado español rechaza, por arbitrarios e injustos, aquellos conceptos que le afectan y los considera consecuencia del falso clima creado por las campañas calumniadoras de los rojos expatriados y sus afines en el extranjero».

Stalin murió en 1953 y Churchill, que dejó de ser primer ministro británico en su segundo mandato en 1955, nunca volvió a establecer relaciones con España. Por su parte, Estados Unidos también las rompió poco después, y su presidente no perdió su oportunidad de declarar públicamente en varias ocasiones que «nunca había sentido mucha simpatía hacia España». Mientras, sin embargo, negociaba en secreto con Franco la implantación de bases militares en la Península y le concedía al régimen ayudas económicas millonarias.

*Estos dos párrafos proceden de Israel Viana «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM, ABC 5 de septiembre de 2019. https://www.abc.es/historia/abci-reunion-secreta-stalin-truman-y-churchill-discutieron-sobre-como-destruir-franco-tras-iigm-201909050154_noticia.html. 

jueves, 24 de septiembre de 2020

_- 75 años de la derrota del fascismo

_- Hace 75 años, en mayo de 1945, el Estado Mayor Hitleriano firmó la rendición de Alemania en la II Guerra Mundial. Cuando cayó el telón de la escena, el fascismo había sido derrotado, pero la lucha dejó una dolorosa estela de muerte y de sangre. Más de 50 millones de personas ofrendaron su vida por esa causa, centenares de ciudades, y millares de aldeas, fueron arrasadas por los ejércitos en marcha; pueblos enteros desaparecieron, y se destrozaron fronteras. La guerra fue un precio muy alto que el mundo debió pagar para librarse de la tiranía y de la esclavitud.

EL OSCURO ANTECEDENTE
En realidad los sucesos que se desencadenaron en Europa a partir de 1939, tuvieron un antecedente definido: la I Guerra mundial, librada entre 1914 y 1918, que dejó un continente destruido y mutilado. Esa guerra, originalmente fue ideada por las grandes corporaciones financieras como un modo de hacer frente a la aguda crisis que afectaba la estabilidad del sistema de dominación capitalista. Forjar una economía de guerra, que alentara la instalación de fábricas de armas, produjera ingentes cantidades de artefactos de ese orden, diera empleo al gran número de desocupados que pululaban en todos los países y reflotara la economía a partir de la comercialización de productos bélicos; pareció ser -entre 1912 y 1914- el modo de enfrentar una crisis que corroía las bases mismas de la sociedad de entonces. Para ejecutar esa política, se dio inicio a la Primera Gran Guerra.

Ocurrió, sin embargo, que estas previsiones no se cumplieron. Los pueblos no hicieron suya a causa de la guerra, aunque esta vinera envuelta en fina papelería de patriotismo. Como en otras circunstancias, en ésta, la Patria fue sólo un pretexto para enfrentar a unos contra otros; pero los trabajadores de distintos países percibieron que eso no era así. Que los obreros franceses nada tenían contra los obreros alemanes; y que los obreros alemanes no tenían por qué ver en los obreros franceses, a sus adversarios históricos. En todo caso, unos y otros debían ajustar las cuentas con sus propias burguesías, las de cada país, responsables de la crisis que se vivía en cada territorio y beneficiarias directas de la explotación inicua que ejercían contra sus pueblos.

Los que se dieron cuenta de esa realidad, levantaron estandartes de paz, pero no fueron “pacifistas”. Enarbolaron la consigna de “¡Guerra a la guerra!” y llamaron a los pueblos a voltear los fusiles disparando no contra sus hermanos de otros países, sino contra los explotadores que tenían al frente. Fue esa, una lucha revolucionaria que estalló como una luz cuando los cañones del Crucero Autora alumbraron el nacimiento de la Revolución Rusa.

Después de los sucesos de Petrogrado y Moscú, surgió en el mundo una verdadera Ola Revolucionaria –“La Ola Revolucionaria de los años 20”, se le llamaría-. En distintos confines del planeta, pero sobre todo en Europa, estallaron diversos procesos revolucionarios de corte socialista. Finlandia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y Alemania; fueron escenario de los principales episodios de esos años. Para enfrentarlos, las grandes corporaciones construyeron su propio parapeto: el fascismo.

EL SURGIMIENTO DEL FASCISMO
El fascismo fue ideado como una barrera contra la insurgencia del proletariado. Ante la fuerza de la clase obrera. Las corporaciones construyeron la fuerza de la burguesía. Y para hacerle efectiva, se valieron de los segmentos más pauperizados en la sociedad capitalista: el Lumpen del proletariado. Así forjaron una herramienta de masas y la pusieron bajo la égida de aventureros sin principios que hicieron del terror su manera de administrar el Poder.

Años más tarde, Jorge Dimitrov definiría al fascismo como “la dictadura terrorista de los grandes monopolios, con apoyo de masas” Y llamaría a todos los pueblos a cerrar filas contra ese enemigo, que era ya el enemigo principal de la humanidad.

Derrotada la Ola Revolucionaria de los años 20, en el mundo asomaron dos poderes: La Rusia Soviética que construía el socialismo; y el régimen fascista que asumiría la defensa de los intereses de los Monopolios.

El fascismo optaría, desde un inicio, por una política belicista. No sólo habló de la guerra interna contra los trabajadores en cada país, sino también de una guerra de conquista y expansión, que se desarrollaría en el tiempo, y que buscaría convertir a los Estados Fascistas en los conductores de la humanidad.

En la idea de sus jerarcas, el fascismo llegó para quedarse. Adolfo Hitler, diría después, que construirían “un milenio de dominio Pardo”

DE LA ITALIA FASCISTA A LA ALEMANA NAZI
El fascismo se originó en Europa central. Cuando en Hungría fue aplastada en sangre la República de los Concejos liderada por Bela Kun; el almirante Horty apareció a la cabeza de un régimen siniestro. En Bulgaria ocurrió un fenómeno parecido. Depuesto el gobierno progresista de la Unión Agraria, de Alesxander Stamboliinski, el general Tshankov se hizo del Poder con métodos siniestros. Pero fue en Italia donde el fascismo logró su principal victoria. En octubre de 1922, la Marcha Sobre Roma, ejecutada por las huestes del fascismo, permitió que el rey Victor Manuel entregara la Jefatura del Estado al “Ducce”, Benito Mussolini para instaurar el régimen fascista.

Mussolini, en el Poder, no dio tregua a los trabajadores. Socialista converso, radical y chovinista, desplegó una violenta ofensiva contra los sindicatos a los que consideró “responsables” de la crisis italiana. Contra ellos, forjó la alianza de los grandes industriales con los segmentos emergentes de la sociedad – el lumpen del proletariado- Con ella, concibió la idea de construir un “Estado Nuevo”, el Estado Corporativo Fascista.

El ejemplo fue seguido poco después en Portugal por Oliveira Salazar, quien, en 1925, se hizo del Poder en Lisboa con las mismas banderas. Y luego en Alemania, con el ascenso de Adolfo Hitler, a partir del 31 de enero de 1933.

Con Hitler en el Poder, las grandes corporaciones consideraron salvado su régimen de dominación. El líder Nazi se entendió, rápidamente con los segmentos más altos de la gran burguesía alemana y enfiló sus baterías contra el socialismo. Para ese efecto emprendió dos tareas: aplastar al proletariado alemán y extender sus dominios conquistando Europa. Su objetivo era ser fuerte para enfrentar a Rusia, y aplastar al Socialismo.

De eso, fueron conscientes los gobiernos de Europa Occidental y de los Estados Unidos. Por eso, su tarea fue esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Cuando en 1939 en España cayó la Republica y se impuso el régimen fascista de Francisco Franco, la Alemania Nazi consideró cumplida la primera etapa de sus planes bélicos. Había logrado, en efecto, consolidar su fuerza y crear las condiciones para extender su dominio sobre el continente europeo y aún más. Italia, incursionó en Africa, ocupando Etiopia y Libia, y la Alemania Nazi haría lo propio en el norte africano más tarde. Ambas potencia, además, tenderían sus lazos hacia el Japón, entendiéndose con las camarillas guerreristas niponas sin obstáculo alguno.

En 1939, Alemania invadió Polonia, y en 1940 se apoderó de Francia e instauró allí un régimen fantoche. Tenía todo, entonces para atacar a la URSS. Y lo hizo a partir del 22 de junio de 1941

LA RESISTENCIA SOVIETICA
La “Operación Barba Roja” –el ataque a la URSS-fue prevista para una ejecución rápida. En los planes hitlerianos estaba el desmoronar al régimen soviético en tres meses, y acabar con el socialismo. Por eso, enfiló sus ejércitos en tres direcciones: Moscú, Leningrado –la antigua Petrogrado- y Stalingrado, al ciudad del Volga.

En pocas semanas, en efecto, las tropas germanas llegaron a 30 kilómetros de la Plaza Roja, el corazón de la capital soviética, pero no lograron avanzar más. Encontraron la más firme resistencia del pueblo y del Ejército Rojo. Ella asomó desde el inicio del conflicto y se confirmó con las más elevadas expresiones del heroísmo. Rusia peleó con todo en la guerra y pudo detener, en una primera etapa, el avance del enemigo en las puertas de Moscú, en las cercanías de Leningrado y en las afueras de Stalingrado. Ninguno de estos baluartes, cayeron en manos del ejército hitleriano.

La historia ha recogido el legendario heroísmo del pueblo soviético y la fuerza de su ejército. Cuando el 7 de octubre del 41 las tropas nazis se disponían a tomar Moscú, Stalin salió a la calle para alentar a su pueblo, y demostrarle que estaba dispuesto a la batalla. Ese fue un gesto decisivo. Moscú repelió a los agresores.

Leningrado resistió un cerco de casi 900 días. Solo se podía ingresa a la ciudad por el extremo ártico, la región del Lago Lagoda, pero ellos resultaba absolutamente insuficiente para abastecer la urbe. Más de un millón de personas murió por hambre en la cuna de la Revolución de Octubre, pero Leningrado no se rindió. Aún se conserva en el principal hotel de la ciudad, la tarjeta que hizo el alto mando alemán convocando allí una recepción -el 7 de noviembre de 1943- para celebrar la caída de la ciudad.

La batalla de Stalingrado fue la más grandes epopeya militar del siglo XX. Se inició en octubre de 1942 y concluyó el 2 de febrero de 1943 con la capitulación del ejército alemán conducido por el mariscal Paulos. Miles de soldados germanos debieron rendirse ante la imposibilidad de conseguir la victoria. Stalingrado fue defendida casa a casa, campo a campo, piedra a piedra, hombre a hombres. Fue esa la batalla decisiva en la guerra; pero no fue la última. Luego vendría la batalla del Arco de Kurts y después la liberación –una a una- de todas las ciudades de Rusia y Ucrania tomadas por asalto por las tropas nazis. El papel del ejército, y de los guerrilleros soviéticos, fue legendario.

EL OCASO DE LOS DIOSES
Prácticamente desde inicios del 45 el Ejército Soviético, ya vencedor, liberaba varios países de Europa del Este y apuntaba hacia Berlín.

Luego de Stalingrado, la guerra había tomado un nuevo giro. Las potencias capitalistas de occidente vieron muy lejana la victoria de Alemania sobre Rusia y -aunque lentamente- resolvieron participar en el conflicto enfrentando el Poder Nazi. Eso explica el Desembarco de Normandía, el 6 de junio del 44, y las operaciones del ejército norteamericano en la península italiana, partiendo de Sicilia. Ya entonces, la derrota germana estaba consumada.

El régimen Nazi, sin embargo, estaba dispuesto a combatir hasta el fin, y no dejar piedra sobre piedra en suelo europeo. Eran muy fuertes los intereses que representaba e incubaba –hasta el fin- la idea de hacer “una paz por separado” -con occidente- para revertir el curso de la guerra en Europa Oriental.

Ese fue el sentido de las “negociaciones secretas” impulsadas por Allen Dulles dese Ginebra, y celebradas con representantes de diversos jerarcas nazis que buscaban su propia salvación a cambio de una paz concertada con las potencias occidentales. Era ya, el “ocaso de los dioses” como se auguraba en las óperas de Richard Wagner.

LA CAIDA DEL FASCISMO
El último periodo de la guerra, fue muy ilustrativo. En Roma, el 25 de julio del 43, el Gran Consejo Fascista resolvió deponer a Mussolini y devolver el Poder al Rey Víctor Manuel, quien designó como nuevo Jefe del Gobierno al general Badoglio quien se propuso terminar la guerra. El Ducce fue detenido y confinado en los Alpes; pero el 12 de septiembre de ese año fue espectacularmente liberado por un Comando Alemán enviado por Hitler para esa misión. En enero del 44, desde el norte de Italia, Mussolini proclamo la “República Social” que tuvo una vida efímera. Poco más tarde, en abril del 45, Mussolini fue capturado por la Guerrilla Garilbaldina, cuando huía protegido por una columna germana, rumbo a la frontera Suiza. El 28 de ese mes fue fusilado y con sus colaboradores más inmediatos, colgado boca abajo en una plaza importante de Milán.

Hitler, finalmente, correría una suerte similar. Frenético y virtualmente enloquecido, resolvió “resistir hasta el fin” lanzando a la muerte a soldados niños de 12 y 15 años que integraban los “escalones infantiles de los SS”, la jungvolk. Fueron ellos -más algunos millares de soldados- los que libraron la batalla de Berlín que virtualmente terminó con la muerte de Fuhrer, el lunes 30 de abril a las 3.15 de la tarde en el Bunker de la Cancillería Nazi. Poca después, en horas de la noche. La bandera roja fue izada por el soldado Egorov en el Parlamento Alemán, el Reischtag, confirmando la derrota de la Alemania Nazi.

Los primeros días de mayo del 45 fueron tensos, y no exentos de violencia. Hubo focos de resistencia, gradualmente apagados y negociaciones en la sombra. Las potencias occidentales querían que Alemania negociara la paz con ellos, reconociendo a Estados Unidos y a Inglaterra como las “potencias vencedoras”; pero este operativo, también fracasó.

Por eso, el 9 de Mayo -hace 75 años- finalmente, se firmó y el gobierno alemán capituló ante el Alto Mando Militar Soviético.

No fue ése, sin embargo, el final de la guerra. En Estados Unidos, en abril de ese año, murió el presidente Roosevelt –hombre de paz- y asumió el gobierno Harry Truman -hombre de guerra- Este dispuso, el 6 y el 9 de agosto el lanzamiento de bombas (atómicas) sobre Hiroshima y Nagasaki a fin de intimar la rendición de Japón, que ocurrió en forma inmediata. Este ataque a ciudades indefensas y en las que perecieron millares de civiles inermes, bien puede considerarse un crimen de Lesa Humanidad.

DESPUÉS DE LA GUERRA
Después de la guerra el mundo pudo haber sido reconstruido en un clima de paz y de cooperación entre los Estados. Pero eso, no ocurrió. Las grandes corporaciones volvieron a temer “la expansión del socialismo”. Winston Churchill, en 1947 –el discurso de Fulton- proclamó la necesidad de alzar “una cortina de hierro” para impedir “la expansión del comunismo”. Fue ese el inicio de la llamada “guerra fría”, que se “calentó” después con la Guerra de Corea y más tarde con la Guerra de Vietnam.

Aunque en el camino la URSS desapareció, los ideales del socialismo perviven en nuestro tiempo. Los pueblos, con enorme esfuerzo y sacrificio, levantan sus banderas solidarias.

Hoy, en el siglo XXI el mundo conoce de nuevas convulsiones. Las Grandes Corporaciones llevan la guerra al Medio Oriente en busca de Gas y de Petroleo. Y a África, en procura de ricos minerales. Pero buscan parapetarse en América Latina, a la que buscan someter al dominio de los grandes monopolios.

El destino de la humanidad está en juego. Aunque el fascismo fue derrotado; su huella aún subsiste. Asoman vestigios del fascismo en distintos paíse, y ellos ponen en riesgo la paz y el porvenir de los pueblos.

Julius Fucik, un destacado periodista antifascista, nos exhortó a estar atentos ante la amenaza constante del fascismo, antes de ser ejecutado en Praga el 8 de septiembre de 1944, “Hombres. Yo os amé, Velad!”. Y sí, hay que estar atentos siempre.

https://rebelion.org/75-anos-de-la-derrota-del-fascismo/

miércoles, 23 de septiembre de 2020

_- Ensaladilla (Sí, la llamada rusa)

_- MIKEL LÓPEZ ITURRIAGA
07/05/2020

El confinamiento se ha relajado levemente, pero nosotros no. Así que seguimos haciendo nuestro directo semanal de los miércoles, ésta vez con una superestrella del tapeo, el terraceo, el vermuteo y el patateo: la ensaladilla rusa.

El miércoles 6 de mayo hicimos la versión clásica panespañola -pero con algunos truquillos para intensificar el sabor- y otra que miraba más bien hacia Murcia. Lo podéis ver en riguroso diferido en el vídeo de arriba. Como siempre os pedimos que, si la preparáis en casa con nosotros, le saquéis una foto y la compartáis en las redes sociales con el jasca #EnsaladillaConfinada.

Los ingredientes que se necesitan para 4 personas son:

400 g de patatas aprox.
2 zanahorias
200 g de bonito o atún en aceite (¡no tirar este último!)
3 huevos
1 bote pequeño de picadillo de variantes (pepinillos, zanahoria y coliflor encurtidas) o de pepinillos (opcional). Ojo porque usaremos también su líquido.
2 cucharadas de mayonesa (puede ser de bote, la vamos a tunear para que no lo parezca)
Aceite de oliva
Sal
Anchoas o boquerones (opcional)

Y el instrumental:
Microondas o vaporera
Cazuela pequeña
Bol
Unas varillas o un tenedor
Tabla de cortar
Pelador
Cuchillo


Preparación

1. Poner agua abundante a hervir con un puñado de sal. Lavar bien las patatas y las zanahorias. Cocerlas enteras y sin pelar. A los 25 minutos, pinchar las patatas y las zanahorias. Si el pincho o cuchillo entra con facilidad, es que están. Si no dejarlas 5 minutos más. Usar el mismo agua para cocer los huevos durante 10 minutos. Pasarlos por agua fría y pelarlos. Dejar que todo se enfríe.

2. Hacer medio litro aproximadamente de mayonesa: poner un huevo, un chorro de vinagre, otro de aceite y sal en un recipiente alto. Batir con la batidora hasta que se mezcle y emulsione. Ir añadiendo aceite a hilo mientras se sigue batiendo y moviendo la batidora arriba y abajo con suavidad. Corregir de vinagre y sal, y si está demasiado espesa, añadir un par de cucharadas de agua y remover bien.

3. Pelar las patatas y las zanahorias y cortarlas en dados pequeños de 1 cm. aproximadamente. Juntarlas en un bol con los guisantes lavados y bien escurridos, las aceitunas cortadas en dos mitades y el atún escurrido y desmigado.

4. Rociar la ensaladilla con un chorrito de aceite y mezclar todo bien. Sumar la mitad de la mayonesa y mezclar. Ir añadiendo el resto de la mayonesa hasta dar con la densidad justa: ni muy pastosa ni demasiado cremosa o líquida. Corregir de sal, meter en la nevera y servir fría.

https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2010/09/17/receta/1284703200_128470.html

martes, 22 de septiembre de 2020

LAS LEYES DE LA ENSALADILLA RUSA ¿Se puede vivir sin ensaladilla rusa? Algunos creemos que no. Aquí tienes unos cuantos consejos para hacerla y comerla a la manera clásica, sin que te den gato por liebre.

La ensaladilla es uno de esos platos raros que me apetece siempre: para comer, para acompañar cualquier plato de verdura o de carne... y hasta para desayunar. Una tostadita con ensaladilla por la mañana, y te quedas más ancho que largo (recomiendo llevar a cabo esta práctica sólo de forma ocasional, para no quedarte más ancho que largo para siempre). Por la noche, puedo prometer y prometo que es mano de santo contra la resaca: cuando llegas a las 4 de la mañana a casa, te metes un buen pincho de ensaladilla y a la mañana siguiente estás como una rosa. Bueno, vale, como una rosa un poco pocha y despeluchada, pero rosa al fin y al cabo.

Hay trillones de recetas diferentes de ensaladilla, y no encontraréis una más en este vídeo. Las proporciones y los ingredientes son cosa vuestra: nuestra tarea es daros algunos trucos para mejorar la receta y no caer en errores demasiado frecuentes en lo que se sirve en algunos bares. Muchos de los consejos del vídeo provienen de Antonio Casado, presidente del Observatorio de la Ensaladilla Rusa, y Jesús Becerra, del restaurante Becerrita. Ambos son de Sevilla, la ciudad de España en la que más culto se rinde a la ensaladilla: hacedles caso que saben de qué hablan.

La ensaladilla rusa es un plato de lo más vulgar. Está en todas partes. ¿Pero por qué es cada vez más complicado encontrar muestras decentes en bares y restaurantes? Las diferentes versiones de la ensaladilla-engendro acechan en los establecimientos de toda España: la escarchada hecha con patatas y hortalizas congeladas de bolsa, la rácana que es todo patatorra, la crujiente y "sana" en plan nueva cocina -¡qué manía con las cocciones cortas!-, la mazacote que no lleva suficiente mayonesa, la semilíquida que lleva demasiada... y la peor: la que se ha convertido en cemento portland después de pasar tiempo inmemorial en la barra refrigerada.

El caso es que, a pesar de su omnipresencia, la ensaladilla es un plato que tiene su dificultad. Aparte de la calidad de los ingredientes y sus proporciones, para mi gusto el punto de cocción de las patatas y las zanahorias es fundamental: debe ser el justo para que estén bien hechas pero no se deshagan del todo. Otra clave es la cantidad de mayonesa: el exceso o el defecto pueden convertirla en intragable.

Mi ensaladilla rusa favorita, gran sorpresa, es la que se ha comido en los últimos 40 años en casa de mis padres. Su artífice es Juli, la supermujer que ha cuidado de la familia durante toda esa era. Probablemente mi juventud habría sido otra si cuando llegaba de juerga los fines de semana no hubiera encontrado en la nevera un bol de tamaño XXXXL con su ensaladilla, dispuesta a ser maridada con unas insuperables albóndigas. Desde luego, mis resacones habrían sido mucho peores.

En cuanto a los ingredientes, a mí me gusta con mayonesa hecha con aceite de girasol, porque es más neutro, pero si se quiere hacer con oliva, adelante. Y sí, los guisantes son de bote: creo que es el único plato del mundo en el que me encantan así. En cuanto a posibles extras -judías verdes, pimiento rojo asado, jamón, cebolla, anchoas-, que cada cual dé rienda suelta a sus perversiones.

Dificultad
Alta. La ensaladilla es un arte.

Ingredientes
Para cuatro personas

3 patatas grandes
2 zanahorias grandes
150 gr. de bonito en aceite
100 gr. de guisantes finos de bote
100 gr. de aceitunas rellenas de anchoa
3 huevos
Aceite de girasol
Vinagre
Sal

Preparación

1. Poner agua abundante a hervir con un puñado de sal. Lavar bien las patatas y las zanahorias. Cocerlas enteras y sin pelar. A los 25 minutos, pinchar las patatas y las zanahorias. Si el pincho o cuchillo entra con facilidad, es que están. Si no dejarlas 5 minutos más. Usar el mismo agua para cocer los huevos durante 10 minutos. Pasarlos por agua fría y pelarlos. Dejar que todo se enfríe.

2. Hacer medio litro aproximadamente de mayonesa: poner un huevo, un chorro de vinagre, otro de aceite y sal en un recipiente alto. Batir con la batidora hasta que se mezcle y emulsione. Ir añadiendo aceite a hilo mientras se sigue batiendo y moviendo la batidora arriba y abajo con suavidad. Corregir de vinagre y sal, y si está demasiado espesa, añadir un par de cucharadas de agua y remover bien.

3. Pelar las patatas y las zanahorias y cortarlas en dados pequeños de 1 cm. aproximadamente. Juntarlas en un bol con los guisantes lavados y bien escurridos, las aceitunas cortadas en dos mitades y el atún escurrido y desmigado.

4. Rociar la ensaladilla con un chorrito de aceite y mezclar todo bien. Sumar la mitad de la mayonesa y mezclar. Ir añadiendo el resto de la mayonesa hasta dar con la densidad justa: ni muy pastosa ni demasiado cremosa o líquida.

Corregir de sal, meter en la nevera y servir fría.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Thomas Piketty, una denuncia ilusoria del capital, de Alain Bihr y Michel Husson



Los dos libros de Thomas Piketty: El capital en el siglo XXI publicado en 2013 y Capital e ideología, publicado en 2019 1/, han tenido un impacto mundial. A esto hay que añadir el trabajo del Laboratorio sobre las Desigualdades Mundiales 2/, así como el Manifiesto para la democratización de Europa 3/.

Piketty interviene en el debate público defendiendo un proyecto de socialismo participativo basado en la reducción de las desigualdades de renta y patrimonio mediante la fiscalidad, en la participación de las y los asalariados en la dirección de las empresas y en la democratización de Europa.

Por tanto, se agradece el libro de Alain Bihr y Michel Husson: Thomas Piketty, une dénonciation illusoire du capital (Thomas Piketty, una denuncia ilusoria del capital) 4/, que ofrece una lectura crítica de la obra de Piketty. Esta se hace, en gran medida, en nombre del marxismo. Lo que los autores justifican señalando que, como demuestra el título de sus dos libros, Piketty se propone escribir El Capital de nuestro siglo, superando a Marx. Pero la comparación es cruel. Piketty no está más allá de Marx, sino muy por debajo.

Alain Bihr y Michel Husson plantean desde la introducción cuatro críticas a la problemática de Piketty: éste olvida las relaciones sociales de producción, que dictan el funcionamiento de cualquier economía y en particular de las economías capitalistas, en beneficio del análisis estadístico de distribución de ingresos y patrimonios; Piketty usa el concepto de capital de una manera ateórica: su análisis de las ideologías es sumario, basado en la introducción ahistórica de la norma de igualdad; finalmente, sus propuestas de reforma resultan utópicas: son incompatibles con el capitalismo, sin que Piketty proponga claramente una salida del capitalismo, y son inaceptables para las clases dominantes, sin que Piketty analice las alianzas de clases que podrían ponerlas en práctica.

En el capítulo 1 del libro Bihr y Husson denuncian las debilidades teóricas del trabajo de Piketty. Así, en Capital e ideología, éste utiliza el concepto de capital, pero sin definirlo con precisión: el capital sería cualquier activo que reportara una ganancia, independientemente de las relaciones de producción. Asimismo, las desigualdades se analizan únicamente desde el ángulo estadístico de las desigualdades en ingresos o patrimonio, olvidando las desigualdades de estatus y de poder. La insistencia en las desigualdades enmascara la negativa a cuestionar fundamentalmente las relaciones de producción: por supuesto, las clases dominantes pueden entregarse al consumo lujoso y ostentoso, pero sobre todo organizan las relaciones de producción, orientan la evolución económica y definen e imponen la ideología que justifica su dominación. Ciertamente Piketty denuncia el papel de justificación de las ideologías, pero lo limita a la justificación de las desigualdades y no a la del conjunto del orden social. Los autores muestran acertadamente que Piketty subestima el papel de las relaciones de producción y las relaciones de clase para sobreestimar el de las ideologías, lo que tiene serias consecuencias para su programa político.

El capítulo 2 denuncia la ligereza con la que Piketty utiliza la historia económica y social. Así, santifica la distribución de la sociedad feudal en tres órdenes, la nobleza, el clero y el tercer Estado, negándose a ver que esta distribución no es universal, que enmascara la realidad de las relaciones de producción, que ha evolucionado a lo largo del tiempo bajo el efecto de su dinamismo próximo y propio (y no solo bajo el efecto de shocks políticos, como la Revolución Francesa). Así, utiliza la noción de “sociedad de propietarios” para definir el capitalismo, enmascarando así que el capitalismo se caracteriza por una masa de individuos que no poseen nada. El capítulo 3 ilustra esta misma frivolidad en el caso específico del Reino Unido, donde Piketty apenas nos explica los debates que acompañaron al surgimiento del capitalismo.

El capítulo 4 analiza un aspecto esencial de la evolución de las economías capitalistas desde 1914 hasta 1980: la creciente importancia del Estado social, es decir, un compromiso entre el capitalismo y el movimiento social, que hizo que progresivamente el Estado distribuyera más del 40% de la producción. Aquí también, los autores reprochan a Piketty sobrestimar el papel de los factores ideológicos (el debilitamiento de la fe en la autorregulación de los mercados) mientras subestima tanto el de las fuerzas sindicales como sociales (que defendían a la vez reivindicaciones reformistas a corto plazo y objetivos revolucionarios de puesta en cuestión del capitalismo), así como el de las necesidades mismas del funcionamiento del capitalismo (que necesita una regulación macroeconómica, gasto público y social, infraestructuras, empleados competentes, gestión pacífica de los conflictos entre las grandes potencias imperialistas, etc.). Sin embargo, ¿deberíamos escribir, como los autores, que “las sociedades capitalistas occidentales han seguido siendo realmente, durante estas pocas décadas, sociedades plenamente capitalistas”? Yo no lo pienso así. Este punto de vista no rinde cuenta del auge de las instituciones sociales (educación pública, salud para todos, pensiones por reparto, prestaciones por desempleo, prestaciones asistenciales), instituciones cuyo mantenimiento e importancia son objeto de un conflicto permanente entre las clases dominantes y las fuerzas sociales, instituciones que introducen una parte ya presente del socialismo en el corazón mismo del capitalismo.

¿Por qué el proyecto socialdemócrata está en dificultades después de 1980, cuestionado por la contrarrevolución neoliberal? Para Piketty, no se ha impulsado lo suficiente la cogestión de empresas, pero los autores muestran que la misma sólo podría ser ficticia si no se abandonaba la lógica del capital; al contrario que Piketty, ven la autogestión o la nacionalización como estrategias más prometedoras. Piketty cuestiona la falta de democratización de la educación superior, su incapacidad para lograr la igualdad de oportunidades, olvidando que esto es siempre un mito engañoso en una sociedad fundamentalmente desigual, en la que las posiciones sociales son en gran parte hereditarias. Finalmente, Piketty critica a la socialdemocracia haber pensado la fiscalidad y la protección social en un marco nacional, pareciendo olvidar que las clases dominantes han utilizado precisamente la mundialización, la apertura de fronteras, la construcción europea para cuestionar los compromisos nacionales, para poner en competencia a los trabajadores y a los sistemas sociofiscales de cada país y que no hubo movimientos organizados a nivel mundial (ni siquiera a nivel europeo) para establecer una protección social y una fiscalidad transnacionales. Donde Piketty ve una debilidad ideológica de la socialdemocracia, los autores ven la tendencia casi inevitable de ciertas capas sociales a subyugarse a las clases dominantes, una tendencia reforzada por los desarrollos sociales en los países desarrollados (el debilitamiento de la clase trabajadora como fuerza política).

El capítulo 5 discute las propuestas clave del libro El capital en el siglo XXI. La identidad en la que se basa Piketty es: r=a/b, en la que r es la tasa de ganancia, a la parte de las ganancias y b la ratio capital/producto.

Piketty considera que la tasa de ganancia está determinada por la productividad marginal del capital, de forma que el aumento de la ratio capital/producto se traduce mecánicamente en un aumento de la parte del capital en el valor añadido. De hecho no distingue entre capital productivo y capital inmobiliario, por lo que el fuerte aumento que describe en la ratio capital / producto proviene casi en su totalidad del aumento del precio relativo de la vivienda, que su diagrama teórico no toma en cuenta. Por el contrario, los autores recuerdan la característica esencial de la evolución económica de los últimos cincuenta años: la ralentización de las ganancias de productividad del trabajo y la caída de la relación producto/capital han sido compensadas por un aumento de la parte de los beneficios en el valor añadido, de modo que la tasa de ganancia se ha mantenido en niveles excesivos en relación con la tasa de inversión. Así, la caída de la parte de los salarios, así como el estancamiento de la inversión, plantean problemas de mercado, resueltos por el consumo de las clases privilegiadas, por mercados externos (para algunos países), pero sobre todo por el aumento del crédito y la financiarización.

Los autores destacan la ligereza con la que Piketty elabora sus previsiones para las próximas décadas, en particular la de una brecha persistente entre la tasa de rendimiento del capital y la tasa de crecimiento, que le lleva a pronosticar un próximo incremento casi automático de las desigualdades en rentas y patrimonio.

Los autores reconocen el mérito de Piketty: “hacer del tema de las desigualdades un tema muy importante de debate público”, pero a costa de olvidar lo esencial: lo que caracteriza al capitalismo es que las y los capitalistas dirigen la producción y ejercen presión sobre los salarios y las condiciones de trabajo para obtener el máximo beneficio. Al no cuestionar esta base del capitalismo, ni la distribución primaria de la renta, Piketty se ve reducido a abogar por soluciones ingenuas, la redistribución mediante la fiscalidad, la aceptación por parte de las y los capitalistas de una tasa de ganancia más baja.

Piketty propone una imposición muy fuerte a los altos patrimonios, para redistribuir patrimonio a las personas más jóvenes, lo que resolvería la cuestión de las desigualdades de patrimonio, pero no plantea la cuestión de la valoración del patrimonio de la gente más rica fundamentalmente poseído en forma de acciones de las empresas; no examina las consecuencias macrofinancieras de dicha transferencia; el precio de las acciones se hundiría; ¿Quién poseería el capital de las empresas? Asimismo, no se aborda con seriedad la cuestión del uso de este patrimonio de 120.000 euros para otorgar a cada joven de 25 años. Su propuesta solo tiene sentido si va acompañada de una socialización del capital inmobiliario (para resolver el tema de la vivienda) y del capital de las empresas, que Piketty no contempla.

El capítulo 6 analiza el proyecto político de Piketty de un socialismo participativo. Éste se basaría en tres elementos: la tributación de los patrimonios y las rentas sería altamente progresiva; las y los representantes de los trabajadores tendrían derecho a la mitad de los puestos en los consejos de administración; todas las personas tendrían derecho a una renta mínima garantizada del 60% del PIB per cápita y a los 25 años recibirían un patrimonio equivalente al 60% del patrimonio medio. Los autores reprochan a este proyecto reformista el no sacarnos del capitalismo: las empresas deberían seguir teniendo en cuenta las normas vigentes en materia de salarios y productividad laboral, despedir trabajadores si es necesario, como las SCOPs (sociedad cooperativa y participativa) hoy. Deberían tener en cuenta las exigencias de rentabilidad de las y los accionistas (que ocuparían la mitad de los puestos en el Consejo de Administración). Observo, por mi parte, que Piketty no explica cómo se gestionarían tales empresas, cómo se arbitrarían las divergencias de objetivos entre capitalistas y empleados, por lo que su proyecto tiene poca consistencia.

Los autores señalan que Piketty acepta la visión de la propiedad privada, como emancipadora, garante de la libertad individual, olvidando la realidad del capitalismo, en el que la masa de las personas asalariadas no disfruta de esta libertad. Los autores denuncian también la visión idílica de la formación continua (que compensaría milagrosamente las desigualdades sociales de acceso a la formación inicial).

Para Piketty el aumento del impuesto sobre el carbono podría compensarse con un aumento de las transferencias, de modo que solo tendría un efecto incentivador, “sin gravar el poder adquisitivo de la gente más modesta”. Como señalan los autores, esta propuesta técnica minimiza el alcance de la crisis ecológica. Piketty se niega a ver que la propiedad privada de los medios de producción, la competencia capitalista, la búsqueda de rentabilidad y crecimiento no son compatibles con el control social de la evolución económica que la crisis ecológica hace necesario.

Piketty desarrolla su idílico proyecto a escala europea, incluso mundial: los países acordarían una fiscalidad unificada y altamente progresiva sobre las grandes empresas, altos ingresos y patrimonios, una fuerte tasación de las emisiones de gases de efecto invernadero, etc.

Los autores reprochan acertadamente a Piketty no tener en cuenta las correlaciones de fuerzas, ni la reacción de las clases dominantes, ni la necesaria movilización de las clases populares, como si su bien pensado proyecto se fuera a imponer por sí mismo.

El libro nos propone dos conclusiones. La primera, escrita antes de la crisis sanitaria, opone dos visiones de la lucha progresista. Según la que los autores atribuyen a Piketty (pero también a Joseph Stiglitz y Bernie Sanders), el capitalismo es reformable, a través de un programa verde-rosa: por un lado, un gasto público significativo para luchar contra las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la descarbonización de la energía, el ahorro energético, la reestructuración y relocalización de la producción, la economía circular y cierta sobriedad; por otro, por la lucha contra las desigualdades de ingresos a través de una fiscalidad redistributiva. Esta visión puede ganar el asentimiento de una gran parte de la población, especialmente en las clases medias. La otra, la de los propios autores, el capitalismo verde-rosa es una ilusión engañosa; no es compatible con el capitalismo en su funcionamiento real, con la propiedad privada de los medios de producción, la frenética búsqueda de ganancias, la ceguera y codicia de las clases dominantes. Nada es posible sin una clara ruptura con el capitalismo, sin la movilización y organización de las masas para imponer nuevas relaciones sociales y nuevas relaciones de producción. Yo soy menos categórico que los autores; la experiencia de la socialdemocracia y del Estado social me parece que prueba que una inflexión es posible, que las y los capitalistas pueden tener que resignarse a ella dados los desequilibrios ecológicos, económicos y sociales, pero sobre todo si la movilización de las fuerzas sociales es suficiente.

Un epílogo, escrito durante la crisis sanitaria, actualiza esta primera conclusión. Los autores ven en la crisis sanitaria un nuevo síntoma de los límites del capitalismo: el crecimiento ilimitado choca con los límites de nuestro planeta; la destrucción de los ecosistemas acaba poniendo en peligro a la especie humana. Piketty ha tomado conciencia de esto imaginando un derecho individual a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI); este proyecto sigue siendo poco realista, basado en compensaciones individuales (utilizar, vender o comprar mis derechos de emisión) y no en una reorganización socialmente pensada de la producción y el consumo. Básicamente su discurso no cambia, abogando por un capitalismo rosa-verde en el que la reducción de las desigualdades de ingresos (en particular a través del impuesto a la riqueza) contribuiría a la reducción de las emisiones de GEI (ya que los ricos emiten mucho más que los pobres), el crédito se utilizaría para financiar la transición ecológica (y no la especulación financiera), las y los capitalistas abrirían en gran medida las juntas directivas de las empresas a la representación de las y los trabajadores. Según los autores, este proyecto no tiene ninguna credibilidad: olvida las correlaciones de fuerzas y de poder; las clases dominantes no abandonarán sus planes de crecimiento ilimitado simplemente por el poder persuasivo de los intelectuales reformistas. Los autores terminan denunciando: “El planteamiento de Piketty, lleno a rebosar de la buena voluntad conciliadora de un reformismo muy templado, que no está manifiestamente a la altura de lo que está en juego y de la violencia anidada en la situación actual”.

Esperamos haber convencido al lector del interés del trabajo de Alain Bihr y Michel Husson 5/. Su lección fundamental es que toda sociedad conoce relaciones de poder basadas en las relaciones de producción, con sus clases dominantes y la ideología justificadora que desarrollan. Desde este punto de vista, es posible denunciar la ingenuidad del proyecto de capitalismo verde-rosa que defiende Thomas Piketty. Por el contrario, el lector puede reprochar a los autores no proponer un proyecto alternativo. ¿Qué proyecto, compatible con las exigencias ecológicas, puede hoy movilizar a las y los precarios, las clases populares y una gran parte de las clases medias? ¿Cómo conciliar los objetivos ecológicos y el deseo de aumentar el poder adquisitivo? ¿Cómo reemplazar la hegemonía de las clases dominantes?

Notas:

1/ El capital en el siglo XXI. RBA Libros. ISBN 978-84-9056-547-6. Capital e ideología. Editorial Deusto. ISBN 978-84-234-3095-6 ndt

2/ http://www.cadtm.org/IMG/pdf/wir2018-summary-spanish.pdf ndt

3/ https://www.lavanguardia.com/internacional/20181209/453460993963/manifiesto-para-la-democratizacion-de-europa-thomas-piketty.html ndt

4/ Se publicará (en francés) en octubre de 2020, por Éditions Syllepse, París y Page 2, Lausanne.

5/ Aunque pueda ser criticado por aparecer como la yuxtaposición de los capítulos escritos por cada uno de los autores; pasar demasiado rápido los análisis históricos de Thomas Piketty para concentrarse en su proyecto político; evocar las relaciones de producción como deus ex machina, olvidando las actuales contradicciones del capitalismo entre capitalismo financiero y capitalismo industrial, sin tener en cuenta el actual debilitamiento político de las fuerzas populares.

Henri Sterdyniak es economista y animador, junto a otra gente, de Économistes Atterrés.

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Fuente: https://vientosur.info/thomas-piketty-una-denuncia-ilusoria-del-capital-de-alain-bihr-y-michel-husson/

domingo, 20 de septiembre de 2020

“Tengo sangre en las manos”: una exingeniera de Facebook denuncia el desinterés de la red por los problemas que crea en el mundo. La exempleada se encargó de suprimir una red global de ‘bots’ que apareció en abril dando ‘likes’ en la página del Ministerio de Sanidad español.

15 SEP 2020 - 17:15 CEST Facebook apenas muestra interés por los graves problemas políticos y a menudo violentos que crea la red social en países fuera de Occidente. “Seguro que tengo sangre en las manos”, explica Sophie Zhang, exingeniera de datos de Facebook, en un informe interno un día antes de ser despedida. Zhang era miembro del equipo encargado de descubrir operaciones que intentaban influir artificialmente en elecciones y en la política de otros países. El nivel de detalles que da en un informe no destinado a la luz pública lo convierte probablemente en la mayor denuncia del desinterés y arrogancia de los problemas que crea la red social por todo el mundo.

La filtración del largo informe de 6.600 palabras a Buzzfeed permite ver por dentro el poder increíble de una empleada intermedia y el desprecio de la compañía por problemas que no ocurren en Estados Unidos ni en Europa occidental: “En los tres años que pasé en Facebook, he encontrado intentos escandalosos de Gobiernos extranjeros de abusar de nuestra plataforma a una escala enorme para engañar a su propia ciudadanía y en varias ocasiones incluso provocar titulares globales”, escribe Zhang, que aspiraba a que su informe sirviera internamente para reformar Facebook y no para que se hiciera público. No fue ella quien lo filtró y pidió a Buzzfeed que no lo sacara, pero la web creyó que había suficiente información de interés público para hacerlo. Zhang renunció a un finiquito de 64.000 dólares (más de 54.000 euros) para poder criticar a la compañía en este informe destinado a sus colegas.

Facebook investiga cientos de perfiles falsos que daban ‘like’ a mensajes del Ministerio de Sanidad
Uno de los países afectados por las revelaciones de la ingeniera es España. Sobre su equipo recayó la tarea de analizar los likes de chicas jóvenes que recibía en abril la página de Facebook del Ministerio de Sanidad. Aquellas acciones, destinadas presuntamente a elogiar la gestión del Gobierno, fueron un mini escándalo local. A Zhang le sirvieron para borrar de un plumazo 672.000 cuentas falsas de Facebook, que operaban también en Estados Unidos y otros países. La compañía dijo tras la investigación que la presunta red no tenía como objetivo España, pero no reveló la cantidad exacta de cuentas suprimidas. Buzzfeed ha decidido no publicar el informe entero para no revelar información personal, con lo que no se sabe si Zhang da más detalles sobre la acción española. EL PAÍS se ha puesto en contacto con uno de los periodistas que ha publicado la información, sin respuesta aún al cierre de esta pieza.

Reacción
España, sin embargo, como país de Europa occidental, es de los lugares donde Facebook reacciona rápido cuando hay quejas. No ocurre lo mismo en América Latina, donde crisis en Honduras, Bolivia o Ecuador han sobrevivido años sin que nadie en Facebook les prestara atención. La preocupación principal de Zhang era que la inacción de la compañía podía llevar a que algunos Gobiernos manipularan su opinión pública con la creación de miles de cuentas de presuntos ciudadanos o medios.

Así ocurrió en Bolivia, por ejemplo, donde Zhang decidió obviar por falta de tiempo redes opositoras al entonces presidente Evo Morales y se encontró con que un día había sido depuesto. “Había tantos comportamientos que violaban las normas en todo el mundo que dejaban a mi juicio personal qué casos investigar, ordenar tareas y ver qué priorizaba”.

En Honduras llevó meses desintegrar una red que llevaba un administrador de la página del presidente, Juan Orlando Hernández: “Operaba felizmente cientos de páginas sin ningún tipo de ofuscación en una muestra de descaro extremo”. Los equipos de inteligencia y revisión de políticas de Facebook tardaron meses en reaccionar a la denuncia de la exempleada.

Zhang en cambio descartó interesarse por una operación similar en Ecuador. El posterior desastre en la gestión de la pandemia en ese país llevó a pensar a Zhang que si hubiera optado por activar esa vía igual hubiera evitado esa desgracia en Ecuador.

En un comunicado, Facebook relativiza las acusaciones de Zhang: “Trabajar contra el comportamiento inauténtico coordinado [el eufemismo de Facebook para referirse a campañas con cuentas falsas] es nuestra prioridad, pero también afrontamos los problemas de spam e interacciones falsas. Investigamos cada caso con esmero, incluidos los que describe Zhang, antes de tomar acción y hacer declaraciones públicas como compañía”. Una de las quejas de Zhang es precisamente la mayor atención que recibe el spam o las interacciones falsas -crear likes, por ejemplo- ante los problemas políticos de países poco importantes.

Este nivel de poder muestra la capacidad de influencia de Facebook, o al menos la que creen desde California que puede tener la red. También el desprecio por la parte del mundo que conforma la mayoría de sus usuarios: “Un responsable de Respuestas Estratégicas me dijo que la mayor parte del mundo fuera de Occidente era efectivamente el salvaje Oeste con alguien como yo como dictador a tiempo parcial”, explica Zhang. “La frase era una especie de elogio, pero ilustraba la presión que tenía encima”.

Zhang detalla historias similares en Azerbaiyán, India, Brasil o Ucrania. Tanto detectar los casos como perseguirlos quedaba a menudo bajo su criterio. Facebook solo se preocupaba, según Zhang, por problemas que pudieran darle dificultades con la opinión pública. Si salía en los grandes periódicos norteamericanos, aquello se convertía en una urgencia. Mientras solo afectara a ciudadanos de países del tercer mundo, el abuso podía seguir ocurriendo. Pocos informes reflejan con este nivel de claridad la mezcla de poder, desinterés, influencia e imposibilidad de reforma de una plataforma como Facebook.

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sábado, 19 de septiembre de 2020

_- Entrevista al politólogo y activista Noam Chomsky «La supervivencia de la democracia está en juego»

_- Bernarda Llorente | 15/09/2020 | Noam Chomsky

Fuentes: Télam

El pensador norteamericano definió a las elecciones presidenciales de noviembre próximo en su país como «las más importantes en la historia de la humanidad» y habló del deterioro de la democracia y la catástrofe medioambiental en una entrevista exclusiva con Télam.

El lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky, uno de los intelectuales más elocuentes para leer los escenarios complejos que se articulan por debajo de la pandemia que hoy paraliza al mundo, sostiene que estamos ante una confluencia crítica generada por el deterioro de la democracia, la inminencia de una catástrofe medioambiental y la amenaza de una guerra nuclear: la evolución de ese panorama depende de las próximas elecciones en su país, a las que define en una entrevista exclusiva con la Presidenta de Télam como «las más importantes no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad».

A los 91 años, el brillante pensador y autor de obras como «El nuevo orden mundial (y el viejo)» o «Poder y terror» mantiene la potencia de su voz disidente y antibelicista que a lo largo de más de sesenta años lo llevó a compatibilizar sus aportes académicos con intervenciones públicas que le han valido represalias de los sucesivos gobiernos de su país, como ser detenido por condenar la guerra de Vietnam, figurar en la lista negra del ex presidente Richard Nixon o recibir duros cuestionamientos por denunciar la guerra sucia de Ronald Reagan.

Acusado a veces de «antiamericano» por la dureza de sus críticas, Chomsky tiene un rol activo en causas colectivas -hace pocos meses firmó junto a 150 intelectuales un manifiesto donde alertan sobre el riesgo de la censura a los contenidos que no se ajustan a los parámetros impuestos por la corrección política- sin dejar de atizar sus cruzadas personales: el combate a las multinacionales, al neoliberalismo y al actual presidente Donald Trump, a quien caracteriza en una entrevista con Télam, vía Zoom desde su casa en Tucson (Arizona), como «una especie de dictador de pacotilla que ha creado en Washington un pantano de corrupción».

Entrevista exclusiva a Noam Chomsky
Dr. Chomsky, mientras una parte importante de la humanidad pareciera centrada en el impacto del Coronavirus y sus consecuencias, usted redobla la apuesta y advierte que la sobrevivencia de nuestra especie humana es lo que verdaderamente está en peligro.

Debemos reconocer que este es un momento histórico notable. Estamos en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear, la crisis del deterioro de la democracia, que es el único medio para combatir estas crisis. Y, además, las crisis de pandemias. El Covid-19 en particular -del que saldremos- tendrá un costo innecesario, terrible. Pero no será el último. Hemos tenido mucha suerte hasta ahora porque las repetidas epidemias de coronavirus que hemos vivido lograron contenerse. El Ébola, por ejemplo, fue altamente letal pero no demasiado contagioso. El SARS es muy contagioso, pero no muy letal. La próxima pandemia que se presente podría ser ambas: altamente contagiosa y altamente letal. Entonces nos enfrentaremos a algo así como la Peste Negra del siglo XIV. Podemos prevenirlo, pero hay que hacerlo.

¿Por qué tenemos una pandemia hoy?
Es una pregunta importante para hacer. Tuvimos la epidemia de SARS en 2003, un virus muy similar. Los científicos advirtieron que vendrían otros, que debíamos prepararnos y sabíamos cómo hacerlo: aislar los virus, planificar cómo desarrollar una vacuna, fortalecer un sistema de prevención de pandemias. Todo está bastante claro. Pero no basta con tener la información, alguien tiene que hacerlo. Las grandes empresas farmacéuticas tienen los recursos, los laboratorios, etc. No lo hacen, sin embargo, porque hay algo que se llama Capitalismo. El capitalismo dicta que siempre intentes aumentar tus ganancias. No gastas dinero en algo que podría suceder dentro de diez años y en lo que no se ganará mucho dinero, de todos modos. Tienes la vacuna, la gente la usa, se acabó. Las compañías farmacéuticas invierten en cosas que puedan seguir vendiendo mañana.
¿Tal vez las crisis están mostrando la necesidad de que el Estado retome su protagonismo?
El gobierno tiene recursos inagotables, laboratorios maravillosos, pero no puede hacerlo por algo llamado neoliberalismo. Como lo expresó Ronald Reagan en su discurso inaugural, “el gobierno es el problema, no la solución”. Esto significa que las decisiones tienen que pasar de las manos del gobierno al poder privado. ¿La razón? Ellos creen que el gobierno es una institución defectuosa porque responde a la población, al menos en parte, y ese es un problema grave. No podemos permitirlo. Por tanto para ellos es necesario trasladar las decisiones a tiranías privadas que no rinden cuentas al público en absoluto. Se llama “libertad” en el discurso orwelliano contemporáneo. Volviendo a la pandemia, significa que el gobierno no pudo intervenir, porque nunca pensaron en la gente. Así que no hubo esfuerzos para desarrollar la vacuna y así sucesivamente. No obstante, hubo algunos avances.

¿Se refiere a las políticas del presidente Obama y su propuesta de seguro médico? Cuánto devastó Trump de ese legado?
La administración Obama puso en funcionamiento un plan de respuesta ante una pandemia que era bastante esperable que estallara. Hubo investigaciones conjuntas entre científicos estadounidenses y chinos para tratar de identificar coronavirus en cuevas de China e intentar secuenciar los genomas. Se ejecutaron programas de demostración para ver qué pasaría si el virus se propagaba. Todos estas iniciativas sucedieron hasta enero de 2017. Si bien no eran suficientes, al menos eran algo.

A los primeros días de asumir, Trump desmanteló estos proyectos. Todos los años ha intentado retirar los fondos. La última vez fue en febrero de 2020. Cuando la pandemia se desata, el presidente recorta los gastos relacionadas con la salud pública, incluidos los del Centro para el Control de Enfermedades. Como resultado, Estados Unidos estaba singularmente mal preparado cuando golpeó la pandemia. Ha habido todo tipo de incompetencia y malicia en relación a su manejo.

Lo que aparecen como serios desatinos del presidente Trump ha contado, en realidad, con respaldos institucionales sólidos.

El Congreso Republicano ha aprobado cientos de esfuerzos legislativos para acabar con la ley de atención asequible, la ley de Obama, y no dejar nada en su lugar. La ley algo avanzó. No se acerca a lo que tienen otros países, pero al menos fue un adelanto y quieren matarla, porque para ellos ,no debería existir nada fuera del mercado. Si puedes sobrevivir bien o si no mal. Se llama “Libertario”, lo que es una broma de mal gusto. Es totalitario. Te están diciendo que si eres lo suficientemente rico para sobrevivir, genial; si no lo eres, mala suerte. Eso se está manifestando en la crisis del COVID-19. Hay mucha gente que se niega a hacerse la prueba porque es demasiado cara. Me refiero a que técnicamente el gobierno paga pero luego la gente recibe copagos que su compañía de seguros no pagará. Los ciudadanos de los Estados Unidos son el cuatro por ciento de la población mundial y el 25 por ciento de los casos. No hay mejoría. De hecho, está empeorando. Yo no he salido de mi casa en cuatro meses.

¿Hay un momento en que estas ideas tomaron mayor fuerza?
Echa un vistazo a los hospitales, especialmente desde Reagan. Los programas neoliberales de Reagan fueron realmente duros con la población en general. Los hospitales funcionan con un modelo comercial, deben ser eficientes, solo tienen los recursos a utilizarse en una situación normal. Se asemejan a una línea de montaje en la empresa Ford Motors. Con los recursos justos. Cuando se presenta cualquier situación excepcional, el desastre es total. De hecho, este modelo de negocio Reaganiano tuvo un efecto en todo el mundo. Esas son las batallas que se libran internamente en Estados Unidos, pero lo mismo está sucediendo en todas partes. Los movimientos populares están tratando de moverse hacia una sociedad viable y habitable. Y la pregunta es ¿quién va a ganar?

¿Como revertirse algunas de estas políticas frente a tantas urgencias?
Por supuesto que es mucho lo que puede hacerse, pero hay que superar barreras serias. Hay que superar la lógica capitalista, hay que superar la plaga neoliberal y hay que superar el liderazgo malévolo; tres barreras principales. No va a ser fácil, pero no es imposible. Las otras crisis: calentamiento global, guerra nuclear, deterioro de la democracia, sabemos cómo afrontarlas y es imprescindible hacerlo. No queda mucho tiempo.

¿En este contexto, ¿El resultado electoral del próximo 3 de noviembre puede ser la bisagra para superar o agravar las distintas crisis que viene enumerado y describiendo?
Claro, las elecciones de 2020 son probablemente las más importantes que ocurran no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad, por una razón que no se discute y que es en sí misma asombrosa. Es la pregunta más importante que hoy enfrenta la humanidad y, de no se responderse pronto, podría significar el fin de la vida humana organizada en la Tierra. Se trata de la catástrofe medioambiental que se avecina. No está lejos, no se puede retrasar y debemos decidir si la vamos a enfrentar. Este es el tema principal que está en juego en la elección. El presidente Trump y su partido han dejado muy claro que quieren acelerar la carrera hacia el desastre. Quizás sea una señal de que la especie humana es simplemente inviable, si no puedes lidiar con un problema como este. Y no es el único. La segunda cuestión crucial que enfrentan los seres humanos -y que tampoco se menciona- es la creciente amenaza de guerra nuclear. Es muy alta, mayor que durante la Guerra Fría según los principales expertos en el tema, y sigue elevándose considerablemente. Tenemos que preguntarnos en qué tipo de sociedad vivimos. Qué clase de especie somos si no estamos dispuestos a parar estos desastres.

¿Cuál es la razón para que estos temas tan vitales y urgentes no sean la prioridad en la agenda política estadounidense?
Estados Unidos es un país muy libre, más que cualquier otro en el mundo. Por otro lado, es la más empresarial de las democracias occidentales. Los empresarios estadounidenses tienen una elevada conciencia de clase. Son marxistas hasta la médula, en una especie de marxismo vulgar invertido. Libran conscientemente una guerra de clases, sin descanso, sin retroceder, sin detenerse nunca. Y hay resultados.

Las instituciones financieras son tan poderosas que no permiten resolver estos temas porque para ellos no son un problema. La población lo quiere, pero cada vez que se hace algo las instituciones financieras vienen y lo aplastan. Bueno, ¿por qué deberían existir? ¿Por qué deberíamos tener el 40 por ciento de las ganancias en Estados Unidos en manos de instituciones depredadoras, que no hacen nada por la economía y probablemente la perjudican? ¿Por qué deberíamos tener una industria de combustibles fósiles, que cumplió su función en las primeras etapas del desarrollo capitalista, pero ahora es una institución que se dedica a matar personas y destruir la vida en la Tierra? ¿Por qué conservarla? ¿Por qué no hay un rechazo masivo? Ni siquiera sería tan caro actualmente con el precio del petróleo a la baja. Por mucho menos gasto del que se dedica a otras cosas, el gobierno podría acabar con la industria de los combustibles fósiles. Por qué no tapar los pozos que tienen fugas de metano o avanzar hacia una energía sostenible?. Son tareas factibles, pero antes que nada deben elevarse al nivel de conciencia.

En este sentido, se observa el surgimiento de nuevos tipos de activismo político sumados a las protestas masivas, con una intensa participación de los jóvenes, o fenómenos como el movimiento Black Lives Matter. ¿Qué significa la aparición de estos nuevos factores y actores en la política estadounidense?

Es muy significativo. Black Lives Matter después del asesinato de George Floyd no se parece a nada en la historia de Estados Unidos, literalmente. Nunca ha habido un movimiento social que se haya desarrollado a tal escala con un enorme respaldo popular. Dos tercios de la población lo apoyaron, eso es más que lo que Martin Luther King logró en pleno apogeo. Es solidaridad entre negros y blancos, marchando del brazo, buscando temas importantes que abordar; no solo los ataques policiales contra los negros -que ya es bastante escandaloso- sino también problemas mucho más profundos. Si bien es un cambio notable en la sociedad estadounidense no es un fenómeno aislado. Es uno de los muchos signos de una conciencia creciente acerca de los problemas más enraizados y complejos. Han transcurrido 400 años desde que trajeron esclavos a los Estados Unidos; 400 años de continua violencia y opresión sin tregua hasta el presente, con un lúgubre legado. Y finalmente se está considerando con bastante seriedad. Hace un par de meses el New York Times publicó una serie muy significativa llamada “1619” (fecha del comienzo del trafico de esclavos), en la cual se exponía los crímenes atroces de la esclavitud y la post esclavitud hasta el presente. Hace unos años hubiera sido inimaginable, ni siquiera se le hubiera ocurrido a alguien hacerla.

¿Cuánto influye el racismo y antirracismo en las próximas elecciones del 3 de noviembre?
Está teniendo un efecto sustancial. Para la administración Trump, para el Partido Republicano, es la pieza absolutamente central de su campaña. Hacen hincapié abiertamente sobre la supremacía blanca. El tema central es mostrar una América cristiana blanca en peligro; mientras disminuye su número y crece sobre ella la amenaza de personas de color, de minorías, de sectores con ideas progresistas, hay que preservar la América cristiana supremacista, blanca y racista. Ese es el tema abierto de la campaña. Nunca ha existido nada parecido. He visto corrientes subterráneas de este tipo a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero nada tan abiertamente racista. No es solo la campaña, son los tweets, los comentarios, cada declaración que está haciendo Trump es una incitación a la supremacía blanca, al odio blanco. Su base son ahora los evangélicos, ese 25 por ciento de la población que es republicana, rural, tradicional, conservadora, cristiana blanca.

Hoy se refleja en el clima social un nivel de polarización que no se veía desde hace décadas. Una parte importante esta movilizada con cuestionamientos profundos. ¿Las protestas pueden ser el motor del cambio?
Si, es posible con un activismo popular comprometido. Es el tipo de cosas que se están viendo en las calles después del asesinato de Floyd. Ese tipo de movilización intergeneracional y multiétnica puede generar cambios. De hecho, ha llevado a todos los cambios positivos que han tenido lugar a lo largo de la historia: abolición de la esclavitud, derechos de la mujer, oposición a la agresión, lo que sea; siempre ha venido del mismo lugar y eso puede pasar ahora. Pero hay que hacerlo. Todo lo que hemos mencionado tiene soluciones que no son utópicas, están al alcance. Es necesario que alguien recoja la pelota y corra con ella. Algunas de las formas de hacerlo es manifestarse en las calles u ocupando oficinas del Congreso, como lo hizo el grupo de jóvenes Sunrise Movement con la oficina de Nancy Pelosi. Bueno, obtuvieron apoyo de los representantes jóvenes elegidos en la ola de Sanders, especialmente Alexandria Ocasio-Cortez, y se logró poner un New Deal Verde en la agenda legislativa por primera vez. Ese es un prerrequisito para la supervivencia, la enorme oposición en los centros de poder, la industria de combustibles fósiles, las industrias financieras, los bancos, etc. Es el tipo de cosas que ofrecen esperanza de una supervivencia y una vida digna. Se puede hacer, pero no ocurre por sí solo.

¿Como juega el Partido Demócratas en este nuevo escenario político y con un panorama electoral en el que lleva ventaja pero puede ser imprevisible?
Los movimientos populares son tremendamente significativos, también al interior del Partido Demócrata. Cuál se impondrá? El partido de la base popular, que es una especie de socialdemócrata, o el de los clintonistas, orientado hacia los donantes, particularmente los más ricos. La oposición demócrata está dividida entre estas dos tendencias y sus diferencias se plasman en muchos temas importantes. Uno, por ejemplo, el cambio climático. Joe Biden y Kamala Harris, los nominados a la presidencia y vicepresidencia, pedían el fin de los subsidios para las empresas de combustibles fósiles, demanda explicitada en la plataforma electoral de 2016. La idea de que el gobierno subsidie a las empresas que se comprometen a destruir la vida en la Tierra está más allá de las palabras. Y no solo en los Estados Unidos, sucede en todo el mundo. El Partido Demócrata, dirigido por burócratas seguidores de Clinton, la eliminó del programa, ante el riesgo de que estas empresas dejarán de contribuir a la campaña.

¿Cuán profundas son las diferencias entre el ala más “progresista” y la “burocracia recaudadora”, como usted llama a los seguidores de Clinton?
Echa un vistazo a la campaña de Sanders. Las posiciones de Bernie son condenadas en un espectro amplio, incluso por liberales que dicen: “son agradables, son buenas, pero el país no está preparado para ellas”. Repasemos el programa para el que el país “no está preparado”. Sanders tiene dos propuestas principales: una es la atención médica universal. ¿Se te ocurre algún país que no tenga salud universal? No, existe en todas partes. Entonces, lo que se afirma en todo el espectro mediático es que es demasiado radical decir que Estados Unidos podría llegar al nivel de cualquier otro país avanzado, incluso al de los países pobres. “Es imposible. No podemos llegar tan alto ”.

El otro programa es la educación superior gratuita. Está en todas partes; en los países capitalistas más avanzados, aquellos con mayores récords y logros: Alemania, Finlandia, Francia, dondequiera que mires hay educación superior gratuita. Los países pobres también la tienen. Pero suena como algo demasiado radical para los estadounidenses. Para los clintonistas -burócratas, conservadores, preocupados por los donantes ricos – estas propuestas no se pueden permitir. Para la base popular son fundamentales; desean elevarse al nivel del resto del mundo.

Casi habiendo terminado su primer mandato, ¿Qué cree que ha significado la presidencia de Trump para la democracia estadounidense?
Abrís los periódicos casi todos los días, por ejemplo, en el New York Times, y ves un titular que dice “¿Es este el fin de la democracia estadounidense?”, “¿Es esta la última elección estadounidense?”. No son teorías conspirativas marginales. La supervivencia de la democracia está en juego. La democracia no se basa solo en reglas y leyes. Se basa en la buena fe y la confianza. La democracia moderna más antigua, Gran Bretaña, tiene 350 años, su constitución se puede escribir en una pequeña tarjeta, es una oración o dos. Y ha existido gracias a la buena fe y la confianza. Cuando Boris Johnson prorrogó el Parlamento, para poder aprobar su versión del Brexit, hubo un gran alboroto en Inglaterra y la Corte Suprema reaccionó. Eso no sucedería en Estados Unidos con la Corte que tenemos. Lo que está haciendo Trump es mucho más extremo. El Poder Ejecutivo ha sido casi totalmente depurado de cualquier voz crítica o incluso independiente. Quienes quedan son sólo aduladores, como Mike Pompeo o Mike Pence. Constitucionalmente, los nombramientos realizados por el presidente deben ser ratificados por el Congreso, por el Senado. No está sucediendo. Ni siquiera los envía para su confirmación. Simplemente los nombra en un puesto temporal. Trump ha creado en Washington un pantano de corrupción. Es como una especie de dictador de pacotilla.

¿En la era Trump no solo se redujeron derechos, también se vio afectada la calidad institucional de una democracia que aparecía como “ejemplar”?
¿Qué queda de la democracia? No demasiado. Hay mucho de qué culpar a los demócratas. Mucho. Pero lo que está pasando en el Partido Republicano nunca ocurrió en la historia de la Democracia Parlamentaria, bajo el liderazgo de un dictador de pacotilla. El Senado en manos de Mitch McConnell, cómplice cercano del Presidente, simplemente se niega a actuar. No hace nada más que aprobar leyes para enriquecer a la porción del electorado súper rico de Trump: recortes de impuestos, exenciones corporativas, etc. También se dedica a copar de lleno el poder judicial, con abogados jóvenes de ultraderecha que permanecerán por más de una generación y podrán bloquear cualquier legislación que se aleje de sus posiciones extremadamente reaccionarias. Este es el Senado. El Poder Ejecutivo se acabó.

Como ha señalado muy claramente, en Estados Unidos conviven un gobierno que se va corriendo cada vez más a la extrema derecha del espectro político, con enormes movimientos políticos de participación masiva en medio de esta profunda crisis de salud, que ha agudizado muchas de las contradicciones subyacentes. En ese contexto, ¿Cómo imagina el mundo post-covid-19?
Quienes produjeron la crisis en la que estamos ahora (la pandemia, el calentamiento global -que es mucho más grave-, la amenaza de una guerra nuclear, la destrucción de los procesos democráticos, básicamente todo el programa neoliberal) están luchando sin descanso para asegurarse que el sistema que crearon, del que se han beneficiado, persista de una forma aún más dura, con mayor vigilancia y control. Una tendencia mundial que se ejemplifica en la política exterior de Trump. No es fácil encontrar demasiada coherencia en el caos de la administración actual, aunque destacan algunas ítems. En asuntos internacionales la intención descrita abiertamente por Steve Bannon (uno de los principales estrategas de Trump en los primeros años) ha sido crear una internacional reaccionaria; una internacional de los Estados más derechistas del mundo, dirigida por la Casa Blanca. Eso significa en Medio Oriente alentar las dictaduras familiares del Golfo, MBS [Mohammad bin Salman, príncipe de Arabia Saudita] y el resto. O apoyar la peor dictadura en la historia de Egipto, (Trump la llama su dictadura favorita), o que Israel se haya movido muy a la derecha. En el hemisferio occidental, respaldar países como el Brasil de Bolsonaro o a otras figuras de ultraderecha. Moviéndonos más hacia el este tenemos la India de Modi, que intenta desmantelar la democracia secular. El grupo gobernante radical hindú es su candidato preferido. En Europa, Victor Orban de Hungría, quien atenta contra el sistema democrático y además de otros ejemplos que abundan por el mundo. Básicamente, una iniciativa internacional reaccionaria de la Casa Blanca.

Se trata de una estrategia global que se combina a nivel nacional con los programas neoliberales que han perjudicado gravemente a la población y han beneficiado enormemente a una minoría minúscula. Persistirán en una forma aún más dura, esa es una tendencia internacional.

¿Que alternativas hay frente a esto? ¿Cuál sería la respuesta?
En todo el Planeta hay fuerzas populares que dicen “ese no es el mundo que queremos”, “ese no es un mundo en el que la gente pueda vivir una vida digna, en el que la sociedad pueda sobrevivir, en el que habrá políticas dirigidas a las necesidades no lucrativas”. Se están reuniendo de hecho. En unos días se realizará el primer encuentro de La Internacional Progresista. Fue fundada por la gente de Bernie Sanders en los Estados Unidos, Young 25 en Europa con la gente de Varoufakis (ex ministro de economía de Grecia), un movimiento europeo transnacional que está tratando de preservar lo que es valioso en la Unión Europea y superar sus serias fallas. Tienen candidatos en el Parlamento Europeo y han traído voces del Sur Global. La primera reunión tendrá lugar en Islandia, el Primer Ministro es miembro de la organización. Eso representa otra fuerza en distintos lugares del mundo. Representa una especie de guerra de clases a escala internacional, enfrentando riesgos que nunca han existido en la historia de la humanidad. Son colosales. Se trata literalmente de la supervivencia de la humanidad. Esa es la situación que tenemos ahora mismo, no se puede hacer una predicción.

El líder demócrata Bernie Sanders promueve la conformación de una Internacional Progresista.
Si sabemos muy bien cómo actuarán las fuerzas reaccionarias. Tienen recursos económicos, poder estatal, tienen programas, están comprometidos. La pregunta es cómo reaccionará la población general del mundo. Tienen opciones, tienen posibilidades, tienen números. La pregunta es si pueden montar una fuerza contraria que de alguna manera permita a la humanidad escapar de la actual confluencia de crisis que enfrentamos.

¿Qué tipo de liderazgos políticos se requiere en estas circunstancias? ¿Cuales imagina emergiendo de esta pandemia?
Ahora mismo es difícil ser particularmente optimistas al respecto, pero sabemos qué tipo de liderazgo político nos gustaría que saliera. La cuestión es si podemos hacer que asuman. Tomemos la Internacional Progresista. Creo que gente como Bernie Sanders y Yanis Varoufakis y otros asociados con su movimiento, AOC [Alexandria Ocasio-Cortez] en los Estados Unidos, y algunos otros con este perfil, serían el tipo de líderes políticos que podrían lidiar con estas grandes crisis. No solos, por supuesto. Los líderes políticos no pueden hacer nada [solos]. Primero necesitan un apoyo popular masivo. Y luego tienen que romper el poder que poseen las instituciones y que controlan la sociedad. Hay que recordar que vivimos en mundos de Estado-Capitalismo y cada país tiene una forma u otra de Estado-Capitalismo. Eso significa una concentración extrema de poder en instituciones privadas con enorme voluntad y poder enorme y que suelen tener una gran influencia en todo lo que sucede. Eso tiene que ser eliminado.

Dr. Chomsky, una pregunta final. En lo que respecta a América Latina, en la cual vemos esta batalla entre gobiernos más progresistas y gobiernos de derecha o extrema derecha como es el caso del Brasil de Bolsonaro. ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la Región en este momento?
Brasil envía mensajes muy claros. El Banco Mundial, que no es una organización particularmente de izquierda, hizo un análisis detallado de la economía en 2016, un par de años después de que Lula dejará el cargo. Calificaron los años de Lula como una década dorada en la historia de Brasil, con fuertes reducciones de la pobreza, incorporación de gran parte de las poblaciones que habían sido marginadas, inclusión, grandes avances en el desarrollo social. Dijeron que fue una década dorada, nada comparable. En ese momento Brasil fue probablemente el país más admirado del mundo, estaba en foros internacionales, era una voz para el Sur Global, estaba uniendo a Sudamérica. Lula era probablemente la figura política más respetada del mundo. ¿Qué es ahora? Brasil es simplemente objeto del desprecio y el ridículo del mundo, dirigido por un payaso virulento, una persona que apoya la dictadura militar, que busca destruir. La devastación de la selva amazónica aumentó aproximadamente el 30% sólo en el último año. Acabemos con todo, enriquezcamos aún más a los ricos, matemos a quien no nos guste, dejemos que la pandemia continúe. Es el gobierno quizás más reaccionario en la historia de Brasil. Un objeto de burla en todo el mundo. Bueno, esas son lecciones. Contamos con un plazo de diez años. La lección es que tienes el futuro en tus manos. Puedes hacerlo de una manera, puedes hacerlo de otra manera. No hay forma de predecirlo. Eso es Brasil, se podría aplicar lo mismo a los demás.

Dr. Chomsky, gracias una vez más por todo.
Bernarda Llorente. Presidenta de Télam.