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sábado, 16 de abril de 2016

El exceso de tareas agobia no solo a los niños, también a los padres. Eva Bailén, madre que consiguió más de 200.000 firmas por unos 'deberes justos', da algunas recomendaciones. Cinco consejos para sobrevivir a los deberes

Cuando vas a tener un bebé, familiares y amigos te avisan de lo mucho que se va a complicar tu vida, del mucho tiempo que el bebé requerirá de ti, de las noches sin dormir, los pañales, los biberones, los cólicos del lactante… Algunos te avisan de que la paternidad o maternidad es una carrera de fondo y que nunca jamás tu vida será como antes, que ya no vais a ser 2, sino 3 o 4, con todas las consecuencias. Se aventuran a predecir una adolescencia difícil, complicada, casi imposible; pero a mí al menos nadie me dijo que lo peor de todo no iba a ser nada de todo eso. Lo que más tiempo me ha robado, lo que más fines de semana me ha fastidiado, más tardes me ha estresado, lo que ha jorobado más nuestras vacaciones, y lo que de verdad hace imposible planear un fin de semana fuera con otros amigos con todos los niños en una casa rural no son los bebés; los bebés son unos santos. Lo que se ha instalado en nuestras vidas y ha hecho que no seamos ya 2, ni 3, ni 4, ni 5 sino cerca de 20 son los deberes. Llegan sigilosamente, se sufren en silencio, y se quedan en tu vida en forma de una pesadísima mochila que no puedes dejar de cargar mientras tus hijos están en edad escolar.

De un tiempo a esta parte, parece que todo el mundo por fin se ha decidido a hablar de los deberes. La campaña de recogida de firmas por los deberes justos que inicié en change.org alcanzó las 200.000 adhesiones en un año. También en marzo de este año la  OMS aportaba nuevos datos que avalan esta campaña: un 25% de las niñas y un 34% de los niños españoles de 11 años aseguran sentirse presionados por los deberes. Pero atención, porque el porcentaje aumenta con la edad: un 55% de las niñas y un 53% de los niños a los 13 años y un indecente porcentaje del 70% de las chicas frente a un 60% de los chicos a los 15 años. Si los deberes desbordan tu vida y tu hijo está aún en primaria, puedes hacerlo más llevadero con estos 5 consejos para sobrevivir, aunque puede que sean los menos ortodoxos que te hayan dado nunca:

1. No le pidas a tu hijo hacer los deberes en el mismo sitio todos los días Si para tu hijo los deberes son aburridos, estudiar es tedioso, y estar todo el día encerrado en el cole es un rollo, no puedes esperar que recluyéndolo en su habitación para hacer sus tareas su motivación incremente, haga los deberes más rápido y sea más feliz. Hacer los deberes o estudiar a solas siempre en el mismo sitio está bien para estudiantes más mayores, pero para niños de primaria, sobre todo de los primeros cursos, es una crueldad. Después de estar sentados en una silla dura, delante de una mesa, sin poder moverse durante horas, lo que menos le apetece a un niño es seguir sentado delante de una mesa, y encima a solas. No tengas remordimientos en dejar a tu hijo hacer los deberes en la terraza, al solecito, o en la cocina, evita eso sí la televisión, pero no aísles a tu hijo después del colegio, tras un montón de horas sin haber visto a sus padres. Déjalo estar contigo mientras cocinas, planchas, lees, o revisas lo que sea en tu ordenador.

2. Ayúdale si lo ves bloqueado Las responsabilidades se adquieren poco a poco, no puedes esperar que a los 8 años tu hijo sea tan responsable como un adulto. Si los deberes le desbordan, no permitas que se bloquee y esto os suponga llegar a una situación conflictiva, desagradable, porque poco le ayudará en su aprendizaje. Odiar los deberes no propicia una buena actitud ante la escuela, los niños tienen que volver al colegio con ganas cada día, si salen cansados y además se estresan con las tareas, no les beneficiamos en nada. No dudes en echarle una mano, en dictarle lo que tenga que copiar, en proporcionarle alguna experiencia valiosa relacionada con sus deberes, e incluso en como hizo el profesor Alfonso González Balanza, en hacerle tú algunas cuentas si ya has comprobado que sabe hacerlas. A Alfonso le ha funcionado, su hija pasó a la secundaria y sigue sacando buenas notas.

3. No le castigues Aprender no es sinónimo de castigo, y la palabra educación no debería ir acompañada de la palabra obligatoria, como ocurre en las siglas ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Aprender es una necesidad innata, un instinto de supervivencia, no lo podemos convertir en un castigo. Pero los deberes tradicionales, a edades tempranas, se asemejan más a un castigo que a un placer. Los deberes no deberían usarse nunca como castigo, ni por parte del docente, ni de los padres. Es más, deberían ser valiosos para el aprendizaje, copiar enunciados o textos enteros del libro usado en clase parece más un castigo que un proceso de aprendizaje. Hay tantos castigos relacionados con los deberes que inevitablemente se convierten en algo negativo: se castiga a los niños sin jugar después del cole, hasta que no acaben sus deberes; se les castiga sin poder socializarse, sin ir a fiestas de cumpleaños; se les pone más deberes como castigo y lo que es peor, se les castiga sin recreo. No castigues a tu hijo con los deberes, ya sea directa o indirectamente. No permitas que los deberes sean un castigo. Reclama su derecho al juego, y su derecho a disfrutar del recreo.

4. Permítele saltarse alguna obligación Además de los deberes, los niños tienen, con mucha frecuencia, numerosas extraescolares. Sus tardes están llenas de obligaciones, y en nuestro afán porque sean unas personas responsables no les damos tregua. Les exigimos llevar los deberes hechos todos los días, ir a todas las extraescolares, ducharse todos los días, y al final de la jornada muchos veces llega la hora de cenar e irse a la cama sin que hayan podido disfrutar un ratito de juego libre y no supervisado. Es bueno priorizar y darle a los niños un respiro, liberarle de alguna obligación. Debería ser obligatorio jugar, eso es lo que un niño pequeño necesita, lo mejor para su desarrollo, las extraescolares, los deberes y el baño son menos prioritarios, déjale que se los salte algún día, o varios, dale tiempo para jugar.

5. Comunícate con el maestro de tu hijo Los deberes no son hemorroides, aunque lo parecen, deja de sufrirlos en silencio y comunícate con el maestro de tu hijo. Cuéntale cuánto complican tu vida los deberes, cómo condicionan tus fines de semana, tus tardes, tus noches, tus vacaciones. Con todo el respeto, explica cómo os sentís en casa ante esa intromisión escolar en el templo de vuestro hogar, intenta que comprenda que tu hijo no es un recipiente que llenar de contenidos, ni un robot que se pueda programar todos los días para ir al colegio, hacer deberes, cenar y dormir. Seguro que tu infancia y la del profe fueron muy distintas, y no por haber hecho menos deberes os ha ido mal. No te sientas mal por querer darle una infancia feliz a tu hijo.

Eva Bailén es ingeniera en Telecomunicaciones y autora del blog todoeldiaconectados.com sobre nuevas tecnologías para niños. Inició la campaña de Change.org "por unos deberes escolares justos".

http://elpais.com/elpais/2016/03/22/actualidad/1458661104_789679.html

sábado, 19 de marzo de 2016

Siempre tengo deberes. Los padres de la escuela pública quieren trasladar al Congreso y al debate político su protesta contra las tareas escolares.

"¿En qué ley pone que los profesores pueden sancionar a sus alumnos que no hacen deberes? ¿Dónde está escrito cómo se deben evaluar?”, pregunta Jesús Salido, presidente de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa). “Queremos respuestas para que las familias puedan solventar una cuestión que está condicionando sus vidas”, añade. Ahora la Ceapa ultima un escrito sobre la base legal para poner deberes que será enviado al ministro y al Congreso de los Diputados.

La protesta por los deberes se reactivó en 2012 en Francia cuando decenas de miles de padres y alumnos secundaron una huelga contra los “trabajos forzosos” fuera del horario lectivo. Debió de ser divertida: consistió en obligar a los niños a tener las tardes libres.

En España, que nunca ha ido tan lejos, la petición “por la racionalización de los deberes” que lanzó una madre, Eva Bailén, en la plataforma digital Change.org, ha superado esta semana las 200.000 firmas. La acompaña con un vídeo que termina con la siguiente pregunta: “¿No es hora de que les devolvamos la infancia?”.

España está entre los países industrializados en los que los alumnos de 15 años destinan más horas a las tareas en casa, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Según sus comparaciones de 2012, los chicos españoles dedican 6,5 horas a la semana frente a las 4,8 de media. El organismo alerta de que estas tareas, a veces ingentes, que asumen pueden aumentar la brecha entre quienes pueden pagar clases extraescolares y los que no. ¿Es mucho o poco? Y sobre todo, ¿es útil?

“Como sucede con casi todo lo que concierte a educación, nos falta un diagnóstico certero”, señala el presidente Consejo Escolar del Estado, Francisco López Rupérez. “Necesitamos saber cuál es el impacto negativo exacto que el exceso o falta de deberes escolares puedan estar produciendo en el rendimiento de los alumnos y en su vida personal, porque seguro que hay centros y profesores que se pasan y otros que no llegan”.

La política también ha empezado a fijarse en este tema. El PSOE incluía en su programa electoral “promover un acuerdo con las comunidades autónomas para ordenar y limitar” estas tareas. Hasta el ministro Méndez de Vigo admitió al inicio de curso que le parecía un motivo "de reflexión”. Los deberes que el niño se lleva a casa dependen directamente de la decisión de su profesor. Hay una vieja recomendación, la regla de 10 minutos, que goza de cierto consenso entre los docentes, aunque no debe ser la norma general a la vista de las quejas. Se trata de añadir 10 minutos al tiempo diario para las tareas conforme se avanza en los cursos: 10 minutos en 1º de Primaria, 20 en 2º…

El catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita recuerda esta regla en su libro La educación en la encrucijada (Fundación Santillana). “La estructura tradicional del tiempo escolar y de su proyección sobre el tiempo familiar está hoy en crisis. Es un tiempo aparentemente insuficiente, si se presta atención a las elevadas tasas de fracaso escolar, por un lado, y al malestar con los deberes o la proliferación de actividades extraescolares, por otro”, señala.

La OCDE y los expertos coinciden en que la mesura viene bien, pero los deberes no pueden desaparecer. Sirven para fijar los conceptos y profundizar en el aprendizaje. “Un mínimo de trabajo después de clase es necesario. Hay un momento de estudio y silencio en la casa que ayuda al estudiante”, considera Ricardo Moreno, catedrático de instituto y profesor durante más de 35 años, que acaba de publicar La conjura de los ignorantes. De cómo los pedagogos han destruido la enseñanza (Pasos Perdidos). “Se trata de mandar cosas que el niño pueda abarcar solo: sumas, fracciones, 10 líneas de redacción o un poema, en lugar de todas estas cosas innovadoras de ahora que acaban involucrando a toda la familia y ocupando la tarde entera”.
http://politica.elpais.com/politica/2016/03/04/actualidad/1457114229_994730.html

viernes, 22 de mayo de 2015

Niños agobiados por exceso de deberes. Una madre logra más de 100.000 apoyos para su propuesta de racionalizar las tareas escolares en casa

Ni demasiado, ni demasiado poco. Con los deberes escolares pasa como con tantas otras cosas, que con frecuencia el péndulo oscila entre un extremo y el otro, y no hay forma de alcanzar el equilibrio. Que una madre preocupada por la educación pero también por la felicidad de sus tres hijos haya obtenido más de 100.000 apoyos a su propuesta de “racionalización de los deberes en el sistema educativo español” en Change.org quiere decir que algo no acaba de funcionar bien.


El problema de los deberes no es que los niños tengan que hacer tareas en casa; es que no hay una regla, una pauta que tenga en cuenta los objetivos académicos, por supuesto, pero también el bienestar de los niños. La cantidad de deberes depende de cada profesor y eso hace que algunos se queden cortos y otros se pasen. Las diferencias no dependen solo del nivel de exigencia del docente, sino de sus habilidades: unos consiguen impartir el programa con buenos resultados y sin más esfuerzo que el que se hace en clase, y otros no logran cumplir el objetivo sin que los chicos se lleven a casa gran cantidad de tareas. Pero es muy probable que los primeros no estén tan bien valorados por los padres como los segundos, porque en la cuestión de los deberes también influyen factores culturales. El que tengan muchos deberes tranquiliza a los padres estresados por el miedo a que sus hijos no sean suficientemente competitivos para triunfar en la vida.


¿Tan importantes son los deberes para el éxito educativo? Un estudio (Falch y Rønning, 2012) demuestra que puede haber hasta tres puntos de diferencia en la nota entre los niños que hacen deberes y los que no. Pero cuidado. Eso depende del sistema educativo. El estudio se hizo en 2007 en 16 países de la OCDE utilizando como base los exámenes TIMSS sobre matemáticas y ciencia (España no participa en esta prueba). Curiosamente, en algunos países los deberes mejoraban la nota, pero en otros, como Suecia, la bajaban. La clave está en cómo se plantean. Si se conciben como un sustituto de las tareas de clase, si consisten en que los niños aprendan solos en casa, no solo no ayudan, sino que el resultado es peor. Si, por el contrario, son un complemento para reforzar lo ya aprendido, entonces mejora.


Los deberes son necesarios y convenientes, pero bien orientados y en su justa medida. Permiten reforzar lo aprendido y ayudan al niño a entrenarse en el esfuerzo, la organización y la planificación del tiempo. A condición de que sean tareas atractivas y tengan la ayuda necesaria, porque a veces, no saber gestionar bien los deberes es una fuente de frustración y angustia. En todo caso no hay que olvidar que los niños son niños y necesitan jugar y explayarse. En el aprendizaje de la vida, tan importante es saber matemáticas como aprender a jugar y a relacionarse con otros niños en la plaza. Claro que ahora tampoco hay demasiadas plazas en las que jugar y muchas veces resulta más fácil o más cómodo llenar el tiempo con deberes que buscar alternativas estimulantes y socializadoras.
Recomendar en Facebook34Twittear23Enviar a LinkedIn1Enviar a Google +4 Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/05/17/opinion/1431887233_269430.html

Deberes, ¿rutina necesaria o condena?

¿Qué tipo de deberes son los adecuados para el aprendizaje?

Todos los días, al acabar su jornada, Diego se lleva a casa entre dos horas y media y tres horas de trabajo extra. Apenas tiene tiempo libre, y acusa los efectos del estrés. Diego no es un ejecutivo incapaz de desconectar o un asesor fiscal en época de impuestos. Es un niño de 10 años que cursa 5º de Primaria e intenta hacer todos los deberes que le mandan sus profesoras. Sus hermanas, Lara, de 12 años, y Nadia, de 8, tienen mucha menos tarea aunque van al mismo colegio público de Tres Cantos (Madrid). Mientras Diego está encerrado en su habitación, ellas salen a jugar o ven la televisión. Muchos días, cuando acaba, solo le da tiempo a cenar, ducharse e irse a la cama.

Es un niño que saca notables y sobresalientes, que según sus propias maestras es rápido en los exámenes y tiene buena comprensión lectora. Cuando su madre, Eva Bailén, fue a hablar con ellas, le propusieron que le limitara el tiempo para completar las tareas a una hora u hora y media. “Y si no termina, que asuma las consecuencias”, recuerda que le dijeron. “Les contesté que no, porque él quiere hacer los deberes”, cuenta esta ingeniera de Telecomunicaciones y autora de un blog en plan familiar "http://todoeldiaconectados.com/" en el ámbito de las nuevas tecnologías. Y añade: “Es muy duro contarle a los profesores que el niño ha necesitado que le enseñen técnicas de relajación y a gestionar la presión por el exceso de deberes y que ni se compadezcan”.

Tras hablar con el director y no conseguir tampoco ninguna solución, Bailén inició una petición de firmas en  Change.org “por la racionalización de los deberes en el sistema educativo español”, que ha superado los 100.000 apoyos. Actualmente, las tareas en casa no están reguladas a nivel estatal, y normalmente, deciden los profesores o los centros. “Yo no era contraria a los deberes, pensaba que era bueno que los niños hicieran algo en casa y no estuvieran toda la tarde holgazaneando", explica. "Hasta que ves que tu hijo día tras día acaba llorando, que no ha podido jugar, que no es feliz”.

La petición vuelve a poner sobre la mesa un debate recurrente desde hace años en países como Estados Unidos, Canadá y Francia, donde se llegó incluso a convocar una huelga de deberes por parte de los padres en 2012.

El caso de Diego refleja, llevado al extremo, los males del sistema actual en España, en los que coinciden los expertos consultados: deberes excesivos, falta de coordinación entre profesores, y tareas repetitivas, mecánicas e iguales para todos, sin tener en cuenta las necesidades de cada niño. También algunas de las consecuencias: tensión entre padres e hijos; familias cuyo tiempo libre está condicionado a lo que han decidido los profesores; niños que acaban por aborrecer el estudio y el colegio por aburrimiento; y aumento de las desigualdades por el nivel cultural y económico, que permite dar más o menos apoyo ante las dudas del alumno.

“No es perjudicial algún tipo de actividad, pero se ha de establecer un tiempo razonable”, opina Luis Miguel Lázaro, catedrático de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad de Valencia. Un máximo de 40 minutos diarios al final de primaria, y cerca de una hora en secundaria le parece suficiente. Para ello, “es básico que los profesores se coordinen, no puede ser que cada uno mande deberes como si la suya fuera la única asignatura”.

Lázaro advierte del riesgo, sobre todo en primaria, de que las tareas quiten tiempo al juego y a la relación con otros niños, “tan importantes como el desarrollo académico”. Pero "cuando el maestro intenta poner menos, muchas veces son los propios padres los que los exigen, porque piensan que si no los niños no van a aprender", asegura Alfonso González, profesor de Biología en un colegio concertado de Murcia. “Muchos padres quieren que los niños estén ocupados, o creen que cantidad es igual a calidad”, critica.

Y es que los deberes están tan arraigados en la cultura escolar que muchos los consideran una rutina indispensable o una suerte de condena ineludible. “Tienen que hacer deberes para coger hábito de estudio”; “así se preparan para la ESO”; “son niños, es lo que les toca hacer”, eran frases repetidas entre los que se negaban a firmar una iniciativa similar a la de Bailén promovida por varios padres del colegio público madrileño Mariano José de Larra. “Desde que los niños van al colegio, deberían existir los deberes”, defiende Luis Carbonel, presidente de la Concapa, la confederación católica de padres, que representa a tres millones de familias, la mayoría de centros concertados. Eso sí, “proporcionales a la edad —un par de horas diarias en secundaria y bachillerato, y mucho menos en primaria”. “Una cosa es recibir explicaciones, y otra, fijarlas en casa con ejercicios, estudio o memorización”, afirma.

Pero la movilización de Bailén, la del colegio Larra y otras que van surgiendo muestran que cada vez más padres, expertos, profesores e incluso colegios se replantean el sistema actual. “España es uno de los países donde más deberes se mandan y donde hay más horas lectivas”, afirma Enric Roca, profesor de Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona y director de la iniciativa Edu21, pese a lo cual, no logra más que puestos mediocres en el informe PISA, que evalúa los conocimientos en Matemáticas, Lengua y Ciencias de los alumnos de 15 años de los países de la OCDE. Mientras, Finlandia sobresale aunque sea el país cuyos alumnos dedican menos horas a los deberes.

González es uno de los abiertamente críticos. Ha cobrado cierta celebridad en las últimas semanas  tras la difusión de una carta, que redactó como una reflexión para los demás profesores de su centro, en la que confesaba que había hecho “docenas de ejercicios de Matemáticas” a su hija, “dictado montones de ejercicios de 'Cono [Conocimiento del Medio]' y traducido incontables páginas escritas en inglés”. “Gracias a eso, mi hija ha tocado la guitarra, hecho piragüismo, ha bajado a la calle a jugar, ha sido feliz...”, afirma. “Ahora está en secundaria y sigue sacando sobresalientes", asegura. "Solo que trabaja de forma autónoma y ya no tenemos que ayudarla”.

“Por ejemplo, si traía 10 divisiones, ella resolvía una para que yo me asegurara de que las sabía hacer, y yo terminaba las demás”, cuenta, mientras admite sin reparos que les hace los deberes a sus dos hijos pequeños, aún en primaria. “Algo no estamos haciendo bien”, es la reflexión que quiere transmitir a sus compañeros de profesión. “Mi esposa y yo somos los dos profesores y hemos tenido que dedicar muchísimo tiempo a ayudar a nuestra hija con los deberes porque queríamos que tuviera tiempo para otras cosas; si no, habría sido imposible”, dice.

La experiencia de este profesor va en la línea que reflejan diversos estudios realizados en Estados Unidos, que apuntan a que no hay correlación entre horas dedicadas a los deberes y resultados académicos en primaria. Laura Bermúdez, tutora de primer curso en un colegio de Murcia lo corrobora: en su clase, se llevan tarea solo los que quieren, y no aprecia diferencias en las notas por ello. Pese a estos datos, los defensores de los deberes en primaria arguyen la necesidad de “crear hábito de estudio”.

“La responsabilidad se puede enseñar de muchas formas”, disiente Roca. “Recogiendo en casa, ayudando...”. En niveles superiores sí se detecta, como en el último informe PISA, una correlación positiva entre más tiempo de deberes y resultados, pero con un límite de cuatro horas semanales, a partir de las cuales el tiempo adicional no causa apenas impacto. “No tiene sentido que niños de primaria estén haciendo más deberes que lo que recomienda la OCDE a los 15 años”, opina Eva Bailén.

“Yo no recuerdo tener deberes de pequeña. Después me he enterado de que en esa época, en 1984, el ministro de Educación José María Maravall los prohibió en una circular. Sí los recuerdo a partir de sexto”, relata. “Si no hice deberes y aún así sacaba sobresalientes y he estudiado una ingeniería en Telecomunicaciones, ¿qué sentido tiene agobiar a los niños?”, se pregunta.

Los deberes escolares no solo plantean el debate pedagógico sobre su utilidad para reforzar el aprendizaje y el sentido de la responsabilidad. Expertos, y sobre todo padres, lo ven como una intromisión del maestro en la vida familiar. Abel de Céspedes, un padre con dos niños de 4 y 10 años, utilizó este argumento en un recurso ante la inspección educativa de Alicante tras un suspenso de su hijo mayor por no hacer la tarea: “Los deberes están invadiendo mi derecho a la vida familiar, porque alargan la jornada fuera del horario escolar”, explica.

De Céspedes, funcionario de Hacienda separado y con custodia compartida, pactó con el colegio el curso pasado que su hijo mayor hiciera los deberes que pudiera, voluntariamente y sin que contaran para la nota. Antes del acuerdo, tuvo que pasar por la situación de que un profesor llegara a ponerle un horario con la tarea que tenía que completar en casa de cada progenitor.

“No soy antideberes”, dice. “Pero quiero organizar mi casa”. Si hiciera todo lo que mandan en el centro, explica, la mayor parte de las dos horas y media o tres que pasa cada día con sus hijos estarían dedicadas casi en exclusiva a terminar los ejercicios. Este año, el colegio cambió de criterio, y De Céspedes vio cómo su hijo mayor suspendía Lengua pese a tener casi un 7 en el examen, en parte por los negativos acumulados por no hacer los deberes. Tras recurrir a la inspección educativa, y antes de que ésta tomara una decisión, el propio centro le ofreció un acuerdo por el que el niño aprobó la asignatura y no le bajaron la nota.

“Como mera recomendación o directriz, me parece bien que el profesor mande tarea”, afirma. “Pero no con carácter obligatorio. Cuando tienen exámenes, ya me encargo yo de que estudien. Pero fuera de la escuela, tengo derecho a educar a mis hijos en libertad”, concluye.

El riesgo de la desigualdad
Algunos expertos cuestionan la interpretación de los estudios que reflejan una correlación entre horas de deberes y resultados en Secundaria. “Los estudiantes con apoyo en casa tienen mejores resultados, pero no por hacer más deberes, sino porque tienen un ambiente culturalmente enriquecedor”, dice el profesor de Educación Enric Roca.

Un reciente artículo de PISA ponía de relieve este aspecto, uno de los más criticados entre los detractores de los deberes: que tienden a reproducir las desigualdades entre los estudiantes con más y menos recursos. “Es un llamamiento a que los Gobiernos y las escuelas pongan su atención en los alumnos desfavorecidos, que a veces no tienen ni siquiera un sitio en casa para hacer las tareas”, afirma Daniel Salinas, analista del informe PISA.

Este es uno de los argumentos de la Confederación Española de Asociaciones de Padres (CEAPA) para pedir la supresión total de los deberes obligatorios. “Crean unas desigualdades tremendas, porque muchas veces los niños no pueden hacerlos solos, y la ayuda de los padres depende de su nivel cultural, socioeconómico, de sus horarios o de su capacidad de trasmitir conceptos”, opina Jesús Salido, presidente de la organización, que representa a casi 12.000 asociaciones de padres de colegios públicos. “Defendemos que no se pongan deberes evaluables, que puedan bajar nota”, explica. Luis Carbonel, de Concapa, coincide con Salido en que “es muy importante que puedan hacer los deberes solos". "Si necesitan ayuda, algo no va bien", añade. "O el niño no ha entendido, o el profesor no lo ha explicado bien”.

MÁS INFORMACIÓN

http://politica.elpais.com/politica/2015/05/13/actualidad/1431523305_412764.html