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miércoles, 28 de febrero de 2024

Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937″

Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por el inolvidable historiador Manuel Tuñón de Lara (redactó el volumen cuarto) y publicó igualmente una Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008).

Sobre la historia del PSUC ha publicado hasta el momento, además del libro comentado en esta entrevista, Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002).

Su publicación más reciente, de 2011, es Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937). Nuestra conversación, como se señaló, se centra básicamente en su última publicación: La reraguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937, La retaguardia en guerra, casi 500 páginas de densa prosa publicadas por la editorial L’Avenç, Barcelona, 2012.

 ***

Déjeme felicitarle en primer lugar por su magnífico y, ciertamente, voluminoso ensayo (¡462 páginas de densa y documentada prosa!). Carles Santacana señalaba en un “Quadern” de El País que, aunque pareciese imposible, un período tan atractivo y clave como los primeres meses de la guerra civil en Catalunya no disponían todavía de un libro que sintetizase los hechos, las interpretaciones más fundamentales”. ¿Su libro, “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937”, pretende llenar ese vacío? ¿Este ha sido el objetivo fundamental de su trabajo?

Nunca me lo había planteado así. En realidad yo pretendía responder a la reiteración de tópicos e interpretaciones sesgadas que dominan en el discurso mediático sobre la guerra civil y también, aunque parezca mentira, en el discurso historiográfico. Más que a un vacío yo siempre quise enfrentarme a un espacio repleto de basura cultural. Los tópicos de Bollotten, que se parecen mucho a los tópicos que ya escribiera Brasillach sobre la supuesta traición de los comunistas a la verdadera revolución; los tópicos de Payne; el tópico nacionalista de “la guerra contra Cataluña”. Y quería enfrentarme a él con la mayor cantidad que pudiera de, por así decirlo, “argumentos de archivo”.

¿Y cuáles son los tópicos de Payne?
En esencia no son diferentes a los de Bolloten, el papel satánico y taimado del comunismo en España. No querría darles demasiada publicidad. Ya lo hacen otros.

¿Podía resumir los nudos básicos del tópico nacionalista sobre la guerra contra Cataluña?
La tesis básica es que en Cataluña no se producía la fractura social y política que en el resto de España. Que los catalanes habrían resuelto pacíficamente sus diferencias, si los hubieran dejado. Que en Cataluña no había fascismo ni fascistas, de importancia. Y que la guerra civil fue impuesta a Cataluña. Porque era una guerra contra Cataluña como nación. Y en este punto hay un cierto desdoblamiento. Guerra contra Cataluña desencadenada desde luego por la reacción española, por los rebeldes, por Franco, uno de cuyos primeros objetivos habría sido precisamente ese: la liquidación de nuestra identidad nacional. Pero guerra impuesta a Cataluña y también en parte contra Cataluña, contra la identidad nacional, por parte del Gobierno de la República, de Negrín en particular. Así Carles Pi i Sunyer, alcalde de Barcelona y luego Conseller de Cultura, en sus memorias reflexiona sobre los errores de las batallas de Teruel y del Ebro y por qué habrían atraído sobre Cataluña, de manera directa, las invasiones rebeldes! Marià Rubió i Tudurí, diputado de ERC en las Cortes españolas, clamará en 1937 que aún ganando la República la guerra, Cataluña la puede haber perdido, etc, etc. De manera que en 1939 la derrotada fue toda Cataluña; si claro, también la de Valls i Taberner, la de la patronal textil, la del “Vichy catalán”….

Por lo demás, si me permite una pregunta casi de primero de ESO, ¿cuándo una interpretación histórica es un tópico desteñido e infundado?
A mis alumnos les digo que un tópico lo es cuando se trata de una idea, una tesis, que se mantiene por reiteración sin ningún argumento demostrativo objetivable y por ello también criticable. En el caso de la historia, cuando se mantiene por la fuerza de las hegemonías culturales y no por su sustento documental.

¿Qué nuevas fuentes ha usado para realizar su investigación? ¿Qué importancia tienen estas nuevas fuentes?
He utilizado las fuentes que están al alcance de todos. Las que están en los archivos españoles: el Archivo Histórico Nacional, el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca, el Archivo Histórico Militar de Ávila; el del Partido Comunista de España, y otros. Los de Cataluña, entre otros el Arxiu Nacional de Catalunya, el Arxiu Montserrat Tarradellas Macià. Los Archives Nationales de Paris. El Instituto de Historial Social de Amsterdam. No sé ruso y no he podido consultar los archivos de la antigua Unión Soviética, pero he podido aprovechar los trabajos de Llibert Ferri y Josep Puigsech. He utilizado también historiografía local. No es que haya encontrado exactamente una nueva fuente, si no que he intentado trabajar a partir de la consulta directa de todos los archivos fundamentales, que están disponibles para el investigador. Con eso ya hay material suficiente para impugnar y superar el relato tópico. Un caso singular es el del Instituto de Historia Social de Amsterdam; en él están los archivos de la CNT, que casi nadie utiliza. Es más cómodo leerse a Federica Montseny, a Abad de Santillán, a Borkenau, y repetir cansinamente sus argumentos. En las historias de la guerra civil en Cataluña hay un exceso de utilización de “memorias” – muchas veces desmemorias o simples textos de polémica ideológica – y un déficit clamoroso de trabajo de archivo.

¿Y por qué cree que es así o que ha sido así hasta el momento? ¿Por qué no se consultan apenas, como usted mismo dice, los archivos de la CNT que están ubicados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam? ¿Pereza, comodidad, son “explicaciones” suficientes?
No se por qué no se consultan. No hay ningún problema para hacerlo. Lo único que puedo es aventurar algunas interpretaciones: no se consultan por que, en un tema histórico tan abultado de escritos polémicos y de memorias, resulta más cómodo no hacer el trabajo de archivo, que siempre es más fatigoso; y además obliga a replantearte conocimientos incompletos, ideas preconcebidas… En nuestro país es más potente la divulgación histórica que la investigación histórica y eso también se refleja en una menor inversión en el trabajo de archivo.

Por curiosidad laboral e intelectual, ¿cuánto tiempo le ha llevado su investigación y la escritura del libro?
En el trabajo previo – investigación y maduración del análisis– he trabajado desde que acabé “Rojos contra Franco”, unos diez años; en la redacción final de esta primera parte año y medio largo. Durante ese tiempo he ido publicando algún artículo, sobre las patrullas del control, el frentepopulismo del PSUC, la política de Esquerra republicana, que me han servido como “trabajos sonda”. Y un elemento fundamental para contrastar lo que estaba haciendo y las conclusiones a que iba llegando han sido mis alumnos de la licenciatura de Historia, de la asignatura de Movimientos Sociales, a los que vengo explicando –en una parte del programa, que representa una cuarta del total– la guerra civil.

¿Y a sus alumnos de Historia, de la asignatura de movimientos sociales, les interesa sus indagaciones sobre la retaguardia en Cataluña en 1936-1939? Curiosos y singulares alumnos los suyos. ¿De dónde han salido?
Son los alumnos de segundo ciclo de la licenciatura de Historia de la UAB. Nuestra universidad es la única que ha tenido y mantenido, desde prácticamente su fundación, un ciclo de asignaturas de Historia del Movimiento Obrero, que por razones formales fue rebautizada como Historia de los Movimientos Sociales. La asignatura, que vengo impartiendo desde hace una veintena de años es la correspondiente a la primera mitad del siglo XX y en ella es evidente que tiene una presencia importante la guerra de España. El ensayo lleva un subtítulo “Catalunya, 1936-1937”. 

Pero la guerra, no le hablo ya de la dramática y criminal posguerra, finalizó dos años después. ¿Prepara otro volumen acaso? ¿Qué nos va a contar en él?
Si. Mi proyecto es sobre toda la guerra civil. Por razones logísticas decidí –fue un gran consejo de Giaime Pala– dividirlo en dos volúmenes. El segundo, hasta la caída de Catalunya, en febrero de 1939, espero tenerlo listo en 2013; estoy ya en su fase de redacción. Es la etapa en la que la guerra “entra” definitivamente en Cataluña, primero con las movilizaciones de las levas, los bombardeos, el agravamiento de la escasez, el “retorno” de los muertos en el frente y, finalmente, la invasión del territorio por los rebeldes; la etapa de la instalación del Gobierno de la República en Barcelona; la etapa de la disyuntiva entre la persecución de una salida negociada, imposible, a la guerra y la resistencia; de las conspiraciones políticas, también.

Componen el libro un prólogo y trece capítulos (mal número aparentemente, como recordó Andreu Mayayo el día de la presentación del libro en Barcelona). Déjeme preguntarle por algún tema de filosofía de la historia que usted apunta en la presentación: la historia, afirma, es un proceso de reconstrucción constante para el que siempre hay una perspectiva nueva. Así, pues, ¿nada puede ser dicho de forma definitiva en asuntos históricos? ¿Qué alimenta esas nuevas perspectivas?
No hago una afirmación de relativismo histórico. Hay algunas cuestiones que si van siendo definitivas, de la misma manera que una reconstrucción no es una creación. Pero para mí el historiador es, siempre, incluso aunque se encerrase en una torre, un hombre de su tiempo y por tanto su mirada a la historia es una mirada de su tiempo; es la mirada de su ideología. El historiador no reproduce la historia, eso es obviamente imposible; la construye, la reconstruye, la representa, con sus conocimientos, o la selección de sus conocimientos, con su pensamiento, con sus identidad social, incluso, en el sentido más amplio de esa identidad.

¿Por qué cree que sigue teniendo tanto interés y para tantas personas, y no sólo para los expertos, lo sucedido en la guerra civil española?
Es el gran tema de la historia contemporánea de España. El período de máxima aceleración histórica, que ilumina cien años anteriores y cuyo desenlace condiciona no sé si cien años posteriores. Como la guerra de Secesión de los Estados Unidos, el Rissorgimento italiano o la Revolución francesa. Fue el gran movimiento sísmico de la onda larga de la historia española reciente. Y, para más abundancia, buena parte de sus secuelas humanas, culturales, morales y políticas no se han superado todavía. Y como muestra un Garzón.

Un Garzón es una muestra pero sólo una muestra. ¿No hay más pruebas de esa afirmación gruesa que acaba de trazar? ¿Tan hacia atrás estamos?
Hay muestras a diario. El desprecio hacia las políticas de memoria; por ejemplo el manifestado por el actual Gobierno de la Generalitat. La exagerada importancia que se les ha dado a publicistas mentirosos como Pío Moa, el autor que más libros ha vendido sobre la guerra civil. Pero también y para no hacer el trazo tan grueso, el error – en mi opinión – de la mayoría de las políticas de memoria, que se han centrado sobre todo en la memoria del trauma, quizás por mimesis con las políticas de memoria del Holocausto; en la memoria de la violencia, de las víctimas y de los victimarios. Las políticas de memoria habrían de incidir mucho más en el recuerdo de la aportación republicana a las transformaciones sociales y culturales. No sólo hemos de recordar nuestros muertos; les haremos un mayor homenaje si recordamos la reforma del magisterio, el CENU, las políticas asistenciales y sanitarias… No se si estamos muy atrás, o es que todavía no arrancamos para adelante.

¿Se puede hacer una historia de Cataluña durante la guerra civil, separada de la historia de España en su conjunto?
Categóricamente, no. Pero se puede hacer la historia de la guerra civil, de la guerra de España, en Cataluña.

Discute usted algunos de los lugares más asentados en la historiografía de aquellos años. Le pregunto por algunos de ellos. ¿Hubo una revolución y una contrarrevolución como a veces se ha afirmado?
Hubo una contrarrevolución: la que empieza el 17 de julio en Marruecos, la de la sublevación, que fue mucho más que una militarada. La sublevación que catalizó al fascismo español. Sólo esa. Contra ella no se produjo exactamente una revolución sino la eclosión de diversos discursos, que todos ellos se consideraron revolucionarios, que quisieron responder a la grave desestabilización del estado republicano y, al mismo tiempo, a la defensa ante la sublevación. Profundizar más en esta cuestión nos llevaría a un debate sobre el concepto y el hecho de la revolución; un concepto que es siempre polisémico y un hecho que es siempre singular – y por tanto difícilmente preconcebido-. Y al análisis del proceso histórico concreto, que es lo que explico en el libro y que yo no me atrevería a resumir/simplificar. Lo que sí quiero precisar es que resulta una sandez, por decirlo suave, considerar que sólo había un discurso “verdadero” de la revolución y que, en todo caso, el discurso, la política del PSUC era “contrarrevolucionario, porque no coincidía con aquel supuestamente “verdadero” discurso de la revolución.

¿ Y quiénes han mantenido eso que usted ha llamado sandez?
No me hagas dar nombres de colegas. Es algo demasiado extendido en la literatura histórica como para señalar a alguien de manera individualmente. Si me lo permites, para irme del gremio citaré la novela que pretende escribir Lluís Llach.

¿Hubo o no en Cataluña una situación revolucionaria de doble poder?
Nunca hubo una situación de doble poder. Desde Pierre Broué ese doble poder se identificó en la supuesta confrontación antagónica entre el Gobierno de la Generalitat y el Comité Central de Milicias Antifascistas. En primer lugar el Comité fue el producto de un pacto político ofrecido a las organizaciones obreras, y no solo a la CNT, por el Presidente de la Generalitat, Lluís Companys; significó, precisamente, la alternativa a la “revolución social” que pretendieron proclamar muy contados dirigentes de la CNT, García Oliver y casi nadie más. A partir de ese pacto se produjo una dualidad de funciones. Lo que si sucedió es que en el ejercicio de esa dualidad funcional hubo invasiones parciales de territorio y tensiones, sobre todo en el control de la violencia; y también, y sobre todo, una creciente incapacidad de ambos organismos, por razones diferentes que explico en el libro, por controlar sus propios ámbitos. Por ello, finalmente, desde finales de agosto ya se empieza a plantear la renovación del pacto político mediante la formación de un nuevo Gobierno de la Generalitat, integrado por todos los que formaban parte del Comité, y la disolución de éste. No creo que ese sea el proceso lógico de una situación de doble poder.

Un tema controvertido: la violencia en la retaguardia republicana en los primeros momentos de la guerra. Te pregunto a continuación sobre ello. ¿De acuerdo?
De acuerdo, el tema fue y sigue siendo muy importante.

martes, 12 de diciembre de 2023

_- Las siete carreras con peores sueldos a los cuatro años de graduarse

_- Pese a la precariedad laboral de quienes estudiaron Psicología y grados audiovisuales, aumenta el número de estudiantes de estas titulaciones El 54% de los universitarios habría escogido otros estudios si hubiera tenido asegurado su futuro económico, según una encuesta de la Fundación SM, pero aún hay muchos vocacionales: de hecho, los orientadores recomiendan estudiar lo que a uno le gusta. Eso explica que los estudiantes de artes y humanidades hayan crecido un 7%, pese a que su futuro laboral parezca complicado. Estas son las siete carreras con un peor sueldo a los cuatro años de graduarse, según el cruce de datos de la Seguridad Social y de los estudiantes hecho por el Sistema Integrado de Información Universitaria del Ministerio de Universidades y analizado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo (FCyD), una entidad conformada por grandes empresas españolas. 

Desde 2015, con el Plan Bolonia, que estableció nuevos planes de estudio, ha habido grandes vaivenes de oferta y demanda en estas carreras. 
 Artes 
♦ Salario medio a los cuatro años: 22.898 euros 
♦ 72% de los graduados en Bellas Artes afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 1,5 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, +7,8%: 33.900 (2015) / 36.600 (2022) 
 Estudiar arte es muy vocacional y seis universidades piden más de un 10 sobre 14 para acceder a Bellas Artes, aunque las perspectivas laborales sean inciertas. 

Con el Plan Bolonia han surgido nuevos grados relacionados con la imagen ―Fotografía y Creación Audiovisual o Cine y Ficción Audiovisual― y la escena ―Artes Escénicas e Interpretación Audiovisual o Composición Laboral― y aunque el catálogo de salidas laborales se va ampliando, los sueldos son bajos. 

También en Historia del Arte (el 35% trabaja en su área y solo el 25% gana más de 1.500 euros) y Conservación y Restauración (el 60% se emplea en lo suyo, pero apenas un 16% supera los 1.500 euros de sueldo) que ocupan el último y penúltimo puesto de un ranking de un centenar de profesiones del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Informática
32.654,68
Salud y Servicios sociales
31.428,77
Medicina
38.273,14
Enfermería y atención a enfermos
31.322,63
Otras ciencias de la salud
26.064,16
Trabajo social y orientación
24.534,38
Ingeniería, industria y construcción
30.293,67
Ingenierías
31.133,3
Arquitectura y construcción
27.760,76
Educación
26.948,46
Formación de docentes enseñanza primaria
28.809,05
Formación de docentes enseñanza infantil
25.013,33
Otra formación de personal docente y ciencias de la educación
24.062,93
Negocios, administración y derecho
26.806,79
Derecho
27.794,12
Administración y gestión de empresas
26.937,85
Otra educación comercial y empresarial
24.539,3
Agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y veterinaria
25.817,34
Sector primario
27.211,6
Veterinaria
22.838,91
Servicios
25.402,26
Otros servicios (transporte, prevención de riesgos...)
36.920,14
Deportes
24.644,06
Turismo y Hostelería
23.212,79
Ciencias sociales, periodismo y documentación
25.105,99
Economía
27.341,74
Otras ciencias sociales y del comportamiento
26.173,23
Psicología
23.984,62
Periodismo e información
23.080,74
Artes y humanidades
24.981,19
Lenguas
26.960,66
Humanidades
24.754,69
Técnicas audiovisuales y medios de comunicación
22.941,97
Artes
22.898,83
Ciencias
24.376,66
Matemáticas y Estadística
30.964,32
Ciencias Físicas, Químicas, Geológicas
24.222,24
Ciencias de la Vida
22.916,7

Veterinaria 
♦ Salario medio a los cuatro años: 22.838 euros 
♦ 73% afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 8,5 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, +2,3: 9.373 (2015) / 9.600 (2022) 

 Veterinaria es la segunda carrera con más candidatos por cada plaza para ingresar en una universidad pública: 8,5 de ratio. Solo está por delante Medicina con 13. Esta enorme demanda se explica, en parte, porque apenas se oferta en 10 facultades públicas. Son unos estudios carísimos ―exigen muchos laboratorios y contar con una clínica con animales vivos― y las universidades y gobiernos autonómicos se resisten a implantar el grado. Las privadas han visto un nicho de negocio para disgusto de la profesión. El colegio de veterinarios de Madrid se opuso a la apertura del grado en la Universidad Europea en 2020, pues en su opinión iba a “agravar la precariedad laboral, cuyos datos son alarmantes”. Según el INE, nueve de cada 10 nuevos veterinarios empleados tiene un trabajo acorde a su nivel de estudios y área de conocimiento, pero solo un 39% gana más de 1.500 euros mensuales. 

Ciencias de la vida 
♦ Salario medio a los cuatro años: 22.916 euros 
♦ 80% de los biólogos afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años y el 77% de los bioquímicos 
♦ 2,2 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, -2%: 40.300 (2015)/ 39.500 (2022) 

 Las carreras relacionadas con la biología ―Bioquímica, Biomedicina, Biotecnología...― viven un auge por la apertura de nuevos grados que las vinculan con las ciencias de la salud, un área de conocimiento que se ha disparado, especialmente tras la pandemia. De forma que los candidatos han pasado de 1,7 por plaza en 2015 (cuando se establecieron los nuevos planes de estudio y grados) a los 2,2 del pasado curso y las notas de acceso a estos grados están a la altura de muy pocos. Y, sin embargo, los salarios no acompañan. A los cuatro años de graduarse, el 92% está empleado, pero la mitad no llegan a los 1.500 euros netos mensuales. El biólogo Francisco Castillo, presidente de la Asociación Nacional de Investigadores Hospitalarios (ANIH), recordaba en un reciente reportaje en este diario el éxodo de titulados. En medio año había recibido seis ofertas para irse. “Con el bloqueo en la empleabilidad del sector público, muchos graduados buscan pastos más verdes. Es una pena con lo que se ha invertido en ellos, que se marchen”. Desde la Federación Española de Biotecnólogos (FEBiotec) lamentan que sin un máster en ese campo ―suelen superar los 10.000 euros― es muy complicado encontrar trabajo en la industria. 

 Técnicas audiovisuales y medios de comunicación 
♦ Salario medio a los cuatro años: 22.941 euros 
♦ 83% afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 1,7 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos,+14,1%: 17.600 (2015) / 20.500 (2022) Frente a la evidente caída de alumnos en Periodismo, en un mundo cada vez más sometido a la imagen, los inscritos en estas titulaciones crecen, en especial en las universidades privadas con buenos medios para hacer prácticas. “El periodismo está perdiendo prestigio porque cualquiera puede emitir noticias (...), mientras que las profesiones audiovisuales están más de moda por el tema audiovisual”, sostiene el decano de Ciencias de la Información de la Comoplutense, Jorge Clemente. Según datos del INE, el 77% tiene a los cuatro años de graduarse un trabajo acorde a su nivel de estudios, pero solo el 60% vinculado a su especialización. Este ámbito de conocimiento engloba desde cine, a comunicación audiovisual o creación artística de videojuegos. 

 Periodismo 
♦ Salario medio a los cuatro años: 23.080 euros 
♦ 69% afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 1,3 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, -18,4%: 19.000 (2015) / 15.500 (2022) 


Los estudios de Periodismo han perdido el tirón que tenían y las facultades se van a ver forzadas a modernizar la titulación ―más contenidos digitales, de análisis de datos, redes sociales― y más prácticas. Conscientes de ello, hay quien ha optado ya por tomar medidas, como la Complutense ―que cuenta con la facultad más grande― que ha menguado sus ocho grupos en primero de 120 alumnos a 50. Apenas el 67% trabaja en algo relacionado con lo que ha estudiado, pero se abren nuevas vías de empleo. José Fernández-Álava, director general de Dircom (Asociación de Directivos de la Comunicación), cree que en periodismo corporativo, el que se hace desde las compañías, las facultades lo están haciendo bien: “Están cada vez más especializadas y existen, además, programas que te ayudan a formarte como directivo después de unos años de desempeño profesional”. 

Turismo y Hostelería 
♦ Salario medio a los cuatro años: 23.212 euros 
♦ 80% afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 0,6 candidatos por cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, -57%: 25.600 (2015) / 16.300 (2022) El turismo es uno de los puntales de la economía española y, sin embargo, la situación de sus graduados, que encuentran en otros titulados en Derecho o Económicas a serios competidores, es muy precaria. Por eso, su conferencia de decanos planea un giro radical en los estudios que se han quedado obsoletos en temas como la digitalización, gestión pública o consultoría. En 2015 casi se llenaban casi las clases (0,9 candidatos por plaza), pero ahora sobran el 40% de los puestos, ningún área de conocimiento sufre tal brecha. La pandemia ha sido su puntilla. 

Psicología 
♦ Salario medio a los cuatro años: 23.984 euros 
♦ 70% afiliados a la Seguridad Social a los cuatro años 
♦ 3,3 candidatos para cada plaza en una universidad pública 
♦ Alumnos, 14,5%+ : 69.300 (2015) /81.000 (2022) 

La carrera de Psicología ya no se encuadra dentro de las ciencias sociales, sino en las ciencias de la salud ―el objetivo de muchos bachilleres― y eso ha tenido su reflejo en los candidatos por plaza en las universidades públicas: de 2,4 en 2015 a 3,3 ahora. Y eso que hay un boom de facultades que ofertan la titulación: está en 75 de las 90 universidades. Salen al mercado un 28% más de titulados y aún un puñado de campus no han graduado a su primera promoción. “Las universidades han respondido a la preferencia de los alumnos, pero en el mercado laboral se ha generado una cierta atomización y un preocupante crecimiento en las tasas de desempleo debido a la elevada competitividad”, alerta un informe de FCyD sobre la titulación. Pero rema a favor de Psicología que el número de profesionales en el sistema público de salud es muy bajo y la tendencia debería virar. “La psicología clínica se ha convertido en una especialidad más que esencial”, recuerda FCyD, especialmente tras la pandemia, que ha agudizado los problemas de ansiedad, depresión o miedo a la enfermedad. 

martes, 14 de noviembre de 2023

Marcus Rediker, historiador: “Todos vivimos con los fantasmas de la esclavitud”. El estadounidense sostiene que los marineros y piratas del siglo XVIII son precursores de los movimientos anticapitalistas modernos.

Markus Rediker, profesor, historiador y ensayista estadounidense, en un hotel en Madrid.
Markus Rediker, profesor, historiador y ensayista estadounidense, en un hotel en Madrid.JAIME VILLANUEVA

El estadounidense sostiene que los marineros y piratas del siglo XVIII son precursores de los movimiento anticapitalistas modernos

El historiador Marcus Rediker (Kentucky, 71 años) pronuncia con sosiego palabras cargadas de rebelión. No le hace falta alzar la voz. Avala su contenido con un estudio profundo de los testimonios y acciones de “las personas de abajo” que claman justicia histórica. Otorga el protagonismo de su investigación a los esclavos africanos llevados por millones a mejorar la vida de otros en otras latitudes durante siglos y defiende que los marineros y piratas del XVIII son precursores de los movimientos anticapitalistas modernos. Como muestra de su activismo por reescribir una Historia dominada por los vencedores comparte que en todas las cárceles de Texas está prohibido su libro La hidra de la revolución (2022), que ha presentado este mes en España junto a Villanos de todas las naciones (2023), los dos de Traficantes de Sueños

Pregunta. ¿Qué lecciones dejaron los piratas?
Respuesta. Los piratas eran marineros, trabajadores comunes con bajos salarios, mala alimentación y castigos violentos infligidos por los todopoderosos capitanes de barcos. Ellos se organizaron de manera diferente. Elegían a su capitán, establecían límites a su poder, dividían los recursos en partes iguales y le daban a la tripulación el poder de establecer los castigos... El barco pirata era una utopía democrática e igualitaria para el marinero común. Desafiaron los modelos existentes sobre cómo gestionar un barco.

P. ¿Y quiénes serían los piratas del siglo XXI?
R. Probablemente la comparación más cercana serían los hackers. Ocupan una posición estratégica. Así como los piratas provocaron una crisis comercial mundial, los piratas informáticos tienen un poder similar en el sistema de comunicaciones, algunos con intenciones subversivas.

P. ¿Siente que ahora tiene el poder para renegociar la Historia con su trabajo?
R. Siento que hago un aporte a la sociedad. Pero la historia es colectiva, no individual, y muy amplia. Se necesita una revisión con nuevas miradas, de la esclavitud o de las mujeres. Esto puede conducir a resultados que para algunos no son lo suficientemente patrióticos o desafían el nacionalismo de una historia pasada de moda.

P. ¿Detecta cambios en los discursos históricos?
R. Sí. Crecí durante la Guerra Fría con una historia dominada por una élite de hombres blancos. Ahora hay más personas incluidas y representadas, pero todavía tenemos trabajo por hacer; que el público en general comprenda la importancia de la esclavitud, por ejemplo. Y esto es controvertido.

P. ¿Se pueden sentir todavía en África los efectos de millones de personas desarraigadas de sus tierras durante siglos?
R. Definitivamente. Todos vivimos con los fantasmas de la esclavitud. No es casualidad que en África Occidental se encuentren muchos de los países más pobres del mundo. Durante siglos, los europeos y sus aliados africanos capturaron y se llevaron a millones de los más jóvenes y fuertes de su población. Los europeos también han explotado allí sus recursos naturales. No hay duda de que se han causado graves daños.

P. ¿Qué recomienda ahora?
R. En mis estudios veo una conexión directa entre la violencia deliberadamente calculada utilizada en el sistema esclavista y el racismo y la violencia que existen hoy. Debemos comenzar con un reconocimiento honesto de lo que sucedió en el pasado. Hay disculpas, pero necesitamos ir más allá. Necesitamos reparar los daños causados por la trata de esclavos y la esclavitud, eliminar los prejuicios, la pobreza, la desigualdad y las muertes prematuras. Las reparaciones no son solo una cuestión de dinero, sino de educación, de justicia social y de creación de una vida mejor para todos. Si no afrontamos el daño causado por nuestra historia violenta, persistirá una injusticia masiva.

P. ¿Dónde encuentra las evidencias de las personas a las que llama “sin rostro” o “sin voz”?
R. He encontrado que los registros judiciales son muy útiles, entre otras cosas porque los pobres casi siempre están en el lado equivocado del mundo. En esos documentos legales se pueden encontrar sus testimonios con su versión de los hechos, sus creencias, sus culturas... Hay muchos secretos dentro de esas fuentes.

P. En Barco de esclavos (Capitán Swing, 2021) se lee que un capitán mató a latigazos a una chica de 15 años que se negaba a bailar desnuda, entre otras atrocidades. ¿Cómo afrontó el dolor de realizar esta investigación?
R. Es doloroso, pero hay que estar dispuesto a decir la pura verdad. Cuando uno escribe sobre un tema como la trata de esclavos, también debe intentar hacer justicia a las víctimas de tanta violencia y terror. Lo que pasé al escribir el libro no es nada comparado con lo que ellos sufrieron.

https://elpais.com/cultura/2023-09-23/marcus-rediker-historiador-todos-vivimos-con-los-fantasmas-de-la-esclavitud.html

sábado, 9 de septiembre de 2023

Nueva edición de La otra historia de los Estados Unidos, de Howard Zinn (Pepitas de calabaza, 2021). El infame pasado que esconde el país más poderoso del mundo


La publicación por Howard Zinn de A People’s History of the United States (Harper & Row, 1980) supuso un hito importante, porque con esta obra el empeño de historiadores marxistas británicos como E. Hobsbawm o E. P. Thompson, de construir una “Historia desde abajo”, atenta a las voces de los excluidos y olvidados, se materializó por fin en un estudio, tan sugestivo como riguroso, del pasado del país más poderoso del planeta.


El libro se convirtió en un best seller mundial, y cumplió ciertamente el objetivo que se autor le encomendó, según confesó en una entrevista en 1998, de promover una “revolución silenciosa” en las conciencias que propiciara actuaciones desde una nueva visión del mundo. En castellano la obra, presentada como La otra historia de los Estados Unidos, ha conocido varias ediciones, la última de las cuales es la de Pepitas de calabaza en 2021, con traducción de Enrique Alda.

Una vida de estudio y compromiso

Nacido en una humilde familia judía de Brooklyn en 1922, Howard Zinn se opuso en un principio a la entrada de su país en la II Guerra Mundial, pero convencido de la perversidad del fascismo, terminó enrolado como oficial de la fuerza aérea y participó en bombardeos sobre ciudades europeas que produjeron numerosas víctimas civiles, según él mismo investigó después y describe en The Politics of History (1970).

Tras la guerra, Zinn se especializó en historia y desarrolló una carrera académica que lo llevó a profesar en diversas universidades norteamericanas y europeas. Siempre reconoció influencias anarquistas y socialistas en su propio pensamiento, y participó como expuesto activista en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam, a los que contribuyó además con artículos y libros. Especial relevancia tuvo su edición en 1971, junto a Noam Chomsky, de The Pentagon Papers, los documentos filtrados por el analista militar Daniel Ellsberg que revelaron aspectos oscuros de la guerra. Posteriormente, Zinn destacó también por su oposición a la invasión de Irak.

Howard Zinn falleció en 2022 en Nueva York. En una de sus últimas entrevistas, el historiador que le dio la vuelta al relato sobre el pasado de su país, afirmó que le gustaría ser recordado «Por introducir una forma diferente de pensar sobre el mundo, sobre la guerra, sobre los derechos humanos, sobre la igualdad (…) y por tratar de lograr que cada vez más personas se den cuenta de que el poder que hasta ahora está en manos de unos pocos, en última instancia reside en ellas mismas, y pueden usarlo.”

La fase colonial

Ya desde el principio y desafiando la óptica tradicional, La otra historia de los Estados Unidos muestra un interés especial por las víctimas de los hechos que se estudian. Los indios de las Antillas, que conocían la agricultura y sabían tejer e hilar, vieron su forma de vida destruida y fueron esclavizados para el trabajo en plantaciones y minas. Siguiendo a historiadores como S. E. Morison en Cristóbal Colón, marinero, de 1955, Zinn considera que el colapso demográfico desencadenado pudo suponer un genocidio, y aunque ésta es una discusión abierta, es indudable que los europeos manifiestan por doquier a través del continente en esa ápoca una insana pasión por el oro, correspondiente a lo que Marx denominaría después “acumulación primitiva de capital”, que resultó fatal para los pobladores originarios

Los ejemplos que se describen en el este de Norteamérica evidencian el mismo impulso. En este caso, la resistencia de los indígenas condujo a una auténtica guerra de exterminio en la que su sociedad, más igualitaria que la europea, y su cultura, basada en un noble respeto a la naturaleza, desaparecieron de la faz de la tierra.

La sociedad que se establece en las colonias va a estar por mucho tiempo marcada por el esclavismo, pero para Zinn el racismo no es una premisa inicial que condicione el proceso, sino que surge como un instrumento para apuntalar la estratificación social. Una prueba de esto es que en ocasiones los desheredados, blancos y negros, unieron sus fuerzas contra unos opresores cada vez más tiránicos, como ocurrió en la rebelión liderada en Virginia por Nathaniel Bacon en 1676.

En 1700 la población de las colonias ascendía a 250 000 habitantes, y en 1760 a 1 600 000, con agricultura, comercio e industria en expansión, pero el 1 % de los terratenientes acumulaba el 44 % de la riqueza, mientras la miseria causaba estragos y no eran raras las revueltas. En esta sociedad atrozmente desigual, había sin embargo una clase media que los poderosos van a movilizar a su favor con el señuelo de la libertad y la igualdad. Para Zinn, éste es el origen de la revuelta por la independencia, con la que las élites locales van a conseguir el control total.

El panorama tras la guerra muestra que la explotación económica y la desigualdad no han remitido, y así surgen motines contra los impuestos que ahogan a los más humildes. La constitución que se aprueba tiene la virtud de servir a los intereses de los más ricos y dejar también satisfecha a la clase media, y será un instrumento contra negros, indios y blancos pobres.

La libertad de prensa consagrada en la Primera Enmienda es matizada después con la posibilidad que se legisla de perseguir a los autores de textos juzgados subversivos. El historiador Ch. Beard lo dejó bien claro al afirmar que: “Los gobiernos -incluido el de los Estados Unidos- no son neutrales, sino que representan los intereses económicos predominantes, y sus constituciones se hacen para servir a estos intereses.”

El siglo XIX: la forja de un imperio

Tras un capítulo destinado a repasar la resistencia de las mujeres ante las injusticias específicas que sufrían en los primeros años de los Estados Unidos, Zinn acomete el análisis de los procesos más relevantes que marcan la historia del siglo XIX en el país. Es el caso de las sucesivas guerras contra las naciones indias que aún subsistían, un rastro interminable de imposiciones, promesas incumplidas y brutalidad, adobadas siempre desde los centros de poder con cínica verborrea. Los datos aportados por Zinn en el libro resultan demoledores.

Se recuerda después la guerra contra México (1846-1848), que puso claramente de manifiesto el imperialismo que animaba a las élites políticas de Washington. Y no sólo a ellas; el poeta Walt Whitman escribió en el Eagle de Brooklyn al estallar el conflicto: “Sí, ¡a México hay que castigarlo severamente! Que ahora se lleven nuestras armas con un espíritu que enseñe al mundo que, mientras no nos perdemos en discusiones, América sí sabe aplastar, como también extender sus fronteras.” Sin embargo, por las mismas fechas, Henry David Thoreau se negó a pagar el impuesto ciudadano, denunciando así la guerra. Hubo oposición a ella también entre algunos políticos abolicionistas, que la veían como una forma de expandir el territorio negrero del Sur. Al fin de la campaña, México perdió aproximadamente un 55 % de su extensión.

A lo largo de las seis primeras décadas del siglo XIX, las revueltas de esclavos fueron frecuentes y nos dejaron muchos episodios heroicos, como el protagonizado por Jim Brown, ejecutado en 1859. Para Zinn, la Guerra Civil supuso una “demolición controlada” del sistema esclavista, planteada para desactivar una posible revolución de consecuencias imprevisibles. En los años que siguieron al conflicto, fructificaron algunos intentos de conceder derechos a la gente de color, pero fueron respondidos rápidamente por terrorismo blanco supremacista en los estados del Sur, y también por retrocesos legislativos en el Norte. Así, por ejemplo, en 1883 la Ley de Derechos Civiles de 1875, que ilegalizaba la discriminación contra los negros en el uso de los servicios públicos, fue anulada por el Tribunal Supremo.

El desarrollo del capitalismo durante el siglo XIX dio lugar a gran número de revueltas, como el motín de la Harina de 1837 o los promovidos por la sociedad secreta de los Molly Maguires, de origen irlandés, entre muchos otros que se estudian en detalle. Estos eventos reflejan la intensidad de la lucha de clases en el país, exacerbada por las crisis económicas que se sucedían. En las décadas finales de la centuria, las grandes industrias, los ferrocarriles y los bancos tomaron el control, imponiendo una dinámica de explotación que fue contestada por los Knights of Labor, asociación pionera fundada en 1869. Zinn repasa las vicisitudes de la lucha obrera en los años siguientes, tanto en el campo libertario, en el que destacan la tragedia del Haymarket y protagonistas como Emma Goldman o Alexander Berkman, como en el socialista, en el que fue muy activo Eugene V. Debs.

La lectura de estos capítulos iniciales resulta especialmente conmovedora. Las luchas sociales que vendrán después van a estar iluminadas por un acompañamiento de imágenes, pero en las que se nos describen hasta aquí la brutalidad contrasta con la lejanía de un sufrimiento apenas adivinado. Tras el prólogo colonial, la del siglo XIX estadounidense es una historia de expansión a través de la guerra y de entronización del poder corporativo en un sistema que tiene como fundamento la explotación salvaje de los seres humanos. El libro tiene el gran mérito de denunciar estos hechos y recordar a los que se esforzaron en combatirlos.

El siglo XX, culminación de la tarea imperial

Los conflictos bélicos, en Cuba y Filipinas, con que comienza el nuevo siglo inauguran la etapa global del imperio, mientras que a nivel doméstico sirven para poner firmes a las masas al pie de la bandera. No obstante, los anarquistas y algunos socialistas se oponían a la guerra, y concluida ésta, muy pronto las luchas obreras se recrudecieron, con incorporación de sindicatos como los Industrial Workers of the World (IWW), fundado en 1905, y la actividad de líderes emblemáticos como Mother Jones, Joe Hill o W. E. B. Du Bois. Al mismo tiempo, famosos escritores, como Upton Sinclair o Jack London, también tomaban partido por los oprimidos. Los IWW combinaban socialismo y anarquismo y con sus tácticas de “acción directa” consiguieron movilizar a la clase obrera en numerosos episodios que se recuerdan en detalle.

Zinn interpreta que los Estados Unidos entraron en la I Guerra Mundial en busca de expandir sus mercados y su influencia económica, aunque para ello hubo que revertir con propaganda el notable sentimiento antibélico existente en el país. La dominación colonial en disputa podía aportar exaltación patriótica y dividendos, todo útil para desactivar la lucha de clases. Y para que nadie cuestionara el montaje, se persiguió con dureza cualquier declaración pacifista, lo que llevó a la cárcel a Emma Goldman, Alexander Berkman o Eugene V. Debs, entre muchos otros.

En el período de entreguerras los IWW, tras la dura represión sufrida durante el conflicto, afrontaron un tiempo marcado por una importante escisión hacia el Partido Comunista. Zinn considera la Gran Depresión una consecuencia de la propia dinámica capitalista, que en este momento extendió al grueso de la población la pobreza de los sectores más desfavorecidos. Los testimonios que se recogen de la situación creada son terribles, con lo que el New Deal de F. D. Roosevelt, que consiguió estabilizar la economía, puede entenderse en parte como un intento de favorecer a las clases bajas en una tesitura en que las monstruosas desigualdades propiciaban un estallido revolucionario.

Zinn reconoce que la II Guerra Mundial tuvo un enorme apoyo popular, pero señala también que éste fue promovido desde el poder, y se detiene en aspectos especialmente odiosos, como los bombardeos de ciudades alemanas. Respecto al holocausto atómico de Hiroshima y Nagasaki, se adhiere a la tesis de los que afirman que la rendición de Japón se hubiera conseguido igual sin recurrir a él. Analiza después el significado de la Guerra Fría, que a su juicio permitió aumentar el control social y establecer un estado de “guerra permanente” que justificara el desarrollo del Complejo Militar-Industrial.

Las revueltas raciales de los 50 y 60 son interpretadas como la deriva inevitable de una situación insostenible. Los intentos en los años anteriores de legislar contra la discriminación no fueron llevados a la práctica y al fin la olla simplemente explotó. Martin Luther King lideró un movimiento no violento que fue ferozmente reprimido, pero logró concienciar a toda la nación de la injusticia que sufrían los negros en los estados del Sur. Sin embargo, para Zinn, esta política no funcionó cuando se produjeron motines en los guetos negros por todo el país y entonces se impusieron tácticas de autodefensa, como la promovida por los Panteras Negras. El sistema reaccionó con una combinación de represión y guerra sucia que desmanteló el movimiento, y realizó después intentos de asimilación de la población negra.

El fracaso de la gran potencia nuclear en Vietnam fue fruto para Zinn del contraste entre la alta moral de los que defendían su país con un liderazgo sólido y los que carecían absolutamente de ella. Se llega a decir: “Fue una confrontación entre una poderosa tecnología y seres humanos organizados, y vencieron los seres humanos.” Se recuerdan las protestas y deserciones en las fuerzas armadas, que alcanzaron un nivel nunca visto, y la impresionante oposición al conflicto que se desarrolló en el país, y que contra lo que suele pensarse no fue un asunto de campus e intelectuales, sino que impregnó a toda la sociedad. En esta época también se presta atención a la segunda ola feminista y los movimientos por la reforma de las prisiones, de los nativos americanos o la contracultura, con un repaso detallado de los protagonistas de cada uno de ellos.

Un recorrido por los acontecimientos más destacados de las décadas siguientes sirve para demostrar que los relevos en el poder entre republicanos y demócratas no alteraban el eje esencial de una política orientada al control imperial global. Se describen también en estos años un gran número de movimientos de resistencia, como los anti-nucleares, los que trataban de defender los derechos de los trabajadores rurales o los que se oponían a las guerras de invasión promovidas por diferentes presidentes.

La adición de capítulos en ediciones sucesivas permitió considerar eventos posteriores a 1980, con lo que la versión definitiva de la obra se cierra con un análisis de los atentados del 11 de septiembre de 2001, resultado para Zinn del odio no a las libertades americanas, como afirmó Bush, sino a los desmanes de una potencia imperial que avasallaba por todo el planeta.

Historia para construir futuro

La otra historia de los Estados Unidos es resultado de decenas de años de minuciosa selección y análisis de datos por parte de su autor, pero lo más notable es que la abrumadora crónica elaborada deja al fin una enseñanza muy clara, que no es otra que contra la injusticia y la explotación seculares la resistencia no ha cesado nunca, aunque haya cambiado en forma e intensidad. La gran pregunta es entonces cuál podría ser el horizonte capaz de poner fin a este conflicto eterno.

En un capítulo final, Zinn reflexiona sobre esto y concluye que resulta imprescindible superar el abismo de desigualdad que impone el capitalismo, aunque ha de conseguirse sin caer en autoritarismos que degradan la dignidad humana. En esta tesitura, su propuesta es profundizar en lo que se encuentra comúnmente en los movimientos sociales más concienciados, esto es, en una democracia que podría asentarse en los barrios y los lugares de trabajo para construir una sociedad basada en una red de cooperativas autónomas y federadas. Las luchas del presente nos ciegan muchas veces, pero el ser humano no está condenado a ellas por su naturaleza o un destino ineluctable. En el mundo hay suficiente para las necesidades de todos, aunque no para la codicia de unos pocos.

En ocasiones el trabajo de Howard Zinn ha sido criticado por otros historiadores, achacándole un uso sesgado de fuentes o escasa atención a los puntos de vista opuestos al suyo. A este respecto, hay que decir que siempre son de agradecer las precisiones oportunas a afirmaciones que puedan ser discutibles, pero la incontestable realidad es que tras el secular empeño glorificador de la historiografía dominante, en La otra historia de los Estados Unidos encontramos al fin algo tan novedoso como ineludible desde una perspectiva humanista. Las páginas de esta extensa obra revelan a cada paso un oído cuidadosamente atento a las voces de los perdedores de la historia y construyen una denuncia bien fundada de los crímenes de la élite propietaria que rige la nación más poderosa del planeta.

Estamos tan acostumbrados al relato imperial que se desgrana cada día en todos los medios y con todas las artes, que somos incapaces de imaginar algo diferente. Con La otra historia de los Estados Unidos, Howard Zinn nos demuestra que la historia del país también puede contarse haciendo que los protagonistas sean los que se rebelaron y muchas veces perdieron todo al tratar de resistir los atropellos.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

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