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jueves, 2 de noviembre de 2023

MERCADO LABORAL. Trabajar a doble jornada y no llegar a fin de mes: Jóvenes trabajando en un campo de cultivo de manzanas al norte de Grecia.

 La reforma laboral de Grecia condena a la precariedad

La norma que acaba de aprobar Grecia deroga el límite de la jornada laboral de ocho horas hasta ahora vigente y lo extiende hasta un máximo de 13 horas
Jóvenes trabajando en un campo de cultivo de manzanas al norte de Grecia
Jóvenes trabajando en un campo de cultivo de manzanas al norte de Grecia

Konstantinos Zafeiris repasa su tesis en un ordenador apoyado en la barra de un bar. Le queda un día para defenderla ante un tribunal y ser doctor en antropología por la Universidad de Egeo, en la isla griega de Lesbos. Konstantinos, de 33 años, tiene el ordenador en la barra porque es el camarero y aprovecha que a las dos de la tarde el establecimiento no está muy concurrido para estudiar. No puede hacerlo en sus ratos libres porque no tiene. Compagina ser camarero con las prácticas en la universidad; y con un tercer empleo para una importante fundación del sector cultural. Ninguna de sus tres ocupaciones le basta para cubrir el mínimo vital, por lo que asume con resignación que su jornada laboral habitual se acerque a las 14 horas.


La reforma laboral que acaba de aprobar Grecia deroga el límite de la jornada laboral de ocho horas hasta ahora vigente y posibilita que un empleado tenga dos contratos, con dos empresas diferentes, hasta un máximo de 13 horas al día. La reforma fue aprobada gracias a la mayoría absoluta de los conservadores de Nueva Democracia, que cuenta con 158 de los 300 escaños del Parlamento. La oposición votó en contra en bloque: desde los comunistas del KKE a la extrema derecha, pasando por la izquierda de Syriza, aunque los socialistas del Pasok votaron a favor de algunos artículos de menor importancia que consideraban obligatorios para armonizar la legislación helena a la comunitaria.

Para trabajadores como Konstantinos estar 13 horas en el tajo no es una novedad. El ministro de Trabajo, Adonis Georgiadis, defiende la medida con el argumento de que ya no lo harán en la economía sumergida. “Si los empresarios quieren”, puntualiza el antropólogo, “porque el gobierno en ningún momento ha manifestado que quiera aumentar las inspecciones laborales, y pone la responsabilidad en los trabajadores, en vez de en los empresarios”. El doctorando opina que el objetivo de la reforma es recaudar más vía impuestos, en ningún caso mejorar las condiciones de trabajo.

Gracias a sus tres empleos, Konstantinos gana aproximadamente 1.100 euros mensuales. Es prácticamente el mínimo que necesita para vivir de forma independiente. Si cobrara menos tendría que compartir casa porque no podría cubrir el alquiler. Con dos trabajos solo llegaba a los 800 euros, por eso buscó el tercero. A menudo, si queda con algún amigo, lo hace en el propio bar donde trabaja. No solo porque apenas tiene tiempo libre, sino porque así no gasta. “Los jefes lo saben y les parece bien que ocasionalmente invite a mis amigos, porque este tipo de favores les permiten pagarnos menos sin que nos quejemos”, dice con media sonrisa. No tiene familia. “Apenas me puedo permitir tener perro y me pienso mucho cuándo le llevo al veterinario”, lamenta.

Masoud Soleymaniilkhechi tiene la misma edad que Konstantinos. Es iraní y reside en Lesbos desde hace cinco años. Hace tres que trabaja con contrato y siempre ha metido más horas que las que marcaba la ley hasta la reforma. Por las mañanas, de 9.00 a 13.30, es traductor en una ONG que ayuda a otros refugiados como él. De 14.00 a 20.00 coordina los turnos de una clínica gestionada por otra ONG. Le pagan 300 y 600 euros mensuales respectivamente; parte del sueldo en b. Dice que son 100 euros menos de lo que necesitaría para vivir sin ahogos. Es ingeniero informático, pero no tiene esperanzas de trabajar en su sector. La única alternativa a su alcance es la hostelería. “Sinceramente, esto es peor que en Irán, pero en Grecia, a diferencia de allí, se puede empezar de cero”, cuenta con un toque de optimismo.

En Lesbos, donde viven Konstantinos y Masoud, los empleos más comunes son, por este orden, profesor de primaria o secundaria, militar y funcionario del Servicio de Asilo dependiente del Ministerio de Migraciones. Los trabajadores de los tres sectores son mileuristas. Según Masoud, lo peor del pluriempleo es el agotamiento físico y la imposibilidad de tener días completos libres, por la dificultad de librar en los dos puestos en el mismo día. Casi nunca come platos cocinados por él, porque no le da tiempo. “La reforma debería garantizar sueldos dignos, en vez de impulsar que tengamos varios trabajos”, se queja. Tiene novia, pero no se plantea casarse y tener hijos porque no sabría cómo afrontarlo con su sueldo.

Reforma del derecho a huelga
La ampliación de la jornada laboral no es el único punto polémico de la ley. Los sindicatos se oponen a un nuevo sistema que informatiza el conteo de horas trabajadas porque aumenta el control sobre los trabajadores, mientras el Gobierno lo defiende como la mejor manera de medir la productividad. Se aumenta el plazo de prueba de los contratos indefinidos hasta los 12 meses, en los cuales el despido es libre, sin preaviso y sin indemnización. Se crea una nueva modalidad de contratos de cero horas por el que una empresa puede tener en guardia a una persona durante días o meses, sin garantizar que en ese tiempo le vaya a contratar en algún momento. Y fija que el trabajador estará obligado a aceptar el horario decidido unilateralmente por la empresa cuando su jornada sea “imprevisible”.

Para Nikos Bosinakos, funcionario y delegado sindical en el Ministerio de Trabajo, “la ley manda un mensaje a los empresarios que se resume en ‘podéis hacer lo que queráis”. Katerina Yanoula, que también es delegada sindical pero en otro ministerio, el de Desarrollo Rural, cree que la nueva regulación es muy perjudicial, pero no es sino la continuación de revisiones anteriores aprobadas por gobiernos de Nueva Democracia, pero también Syriza, especialmente en lo relativo al punto que más escuece a los sindicatos: la modificación del derecho de huelga y la criminalización de los piquetes.

El diputado de Nueva Democracia, Thanos Plevris, representante del ala más dura del partido gobernante, fue el encargado de defender la reforma en el hemiciclo. “Nosotros no representamos a los sindicalistas profesionales que nunca han trabajado y lo único que saben hacer es cortar carreteras”, exclamó dirigiéndose a la bancada de la izquierda, antes de añadir que “en todas las regiones que ustedes llaman obreras, populares o rurales, quien gana las elecciones es Nueva Democracia”. La derecha cree que la penalización de los piquetes es la vía para acabar con “la dictadura de los comunistas”.

La ley califica la actividad de los piquetes como “violencia psicológica” contra los trabajadores que no quieren secundar la huelga y decreta penas de prisión de “al menos seis meses”, sin fijar un máximo, para los participantes en dicha actividad o para quien intervenga en ocupaciones de empresas. Bosinakos cree que esto no detendrá a las secciones sindicales “más combativas”, pero sí provocará dudas, reservas e inacción en las más moderadas. Yanoula considera que la respuesta social a la reforma laboral no ha estado a la altura. Entiende que el paro no tuvo un seguimiento masivo como convocatorias anteriores y culpa a los sindicatos que convocaron la huelga “tarde” y con apenas días de antelación al debate parlamentario. “Nadie quiere perder días de sueldo si cree que la batalla está perdida”, señala esta ingeniera agrónoma.

Konstantinos advierte de que la continua precarización de las condiciones de trabajo puede provocar, a medio plazo, falta de mano de obra: “Muchos jóvenes de mi generación se han acostumbrado tanto a los trabajos de temporada y a los trabajos inseguros que se han dado cuenta de que es mejor irse a Noruega a pasar el verano que quedarse a malvivir aquí”.

https://elpais.com/economia/2023-10-08/trabajar-a-doble-jornada-y-no-llegar-a-fin-de-mes-la-reforma-laboral-de-grecia-condena-a-la-precariedad.html

jueves, 11 de junio de 2020

Manolis Glezos, el último partisano de Europa. Hansgeorg Hermann 24/05/2020

El 31 de mayo se cumplirán 79 años de un acto heroico de dos miembros de la resistencia griega a la ocupación nazi que los elevó a la categoría de “héroes del pueblo”. 
El pasado mes de marzo murió el último de ellos, luchador antifascista y anticapitalista hasta el último día. SP

Dos escenas son significativas de la en ocasiones impetuosa vida del griego Manolis Glezos. La primera se desarrolla entre sombras. En la noche del 31 de mayo de 1941, por entonces un estudiante con 19 años, trepó la “roca sagrada” de la Acrópolis junto con su amigo Apóstolos Santas, conocido por “Lakis”, pocos meses mayor que él, y arrancaron la bandera de la esvástica, plantada allí por los soldados del ejército alemán un mes antes, el 27 de abril de 1941. En su lugar izaron la bandera nacional griega, escapando sin ser descubiertos.

La segunda escena ha sido mil veces filmada, fotografiada y publicada. Se puede ver a “Manolis”, como así se le conocía en todo el país 70 años más tarde, y a su viejo amigo Mikis Theodorakis el 12 de febrero de 2012, en medio de una furiosa multitud en la Plaza Sintagma de Atenas ante el Parlamento griego. Manolis empuja a Mikis, tres años más “joven”, en la silla de ruedas. Ambos protestaban junto con miles de personas contra las políticas de austeridad aplicadas por la comisión europea a instancias de los alemanes, llevando al país a los límites del colapso social y económico.

Los alemanes y Manolis Glezos...
Nacido en septiembre de 1922 en el pueblo de Apeiranthos, en la cíclada Naxos, dedicó su larga vida ante todo, como político municipal, nacional y europeo, a la lucha por la reparación económica para su país, los griegos y sus familias, exigiéndola a los diferentes gobiernos que se sucedían en Bonn y Berlín.

El historiador austro-griego y profesor de universidad Hagen Fleischer describía estos días cómo de importante y sin embargo exasperante parecía resultarle en el fin de sus días la resistencia contra la gran potencia del norte -antes militar, después económica-, a aquel hombre elevado a “héroe del pueblo” aquella noche de mayo de 1941:

“En la primavera de 1944 los invasores arrestaron, torturaron y ejecutaron al hermano menor de Manolis, Nikos, quien también había destacado en la resistencia. Manolis recibió veinte años más tarde una “compensación” dentro del marco de los acuerdos globales greco-alemanes de 18 de marzo de 1960, concedida a los griegos perseguidos, o a sus familiares supervivientes, por “motivo de raza, religión o ideología”. Los 115 millones finalmente acordados entre Bonn y Atenas, fueron divididos entre un total de 96.880 “beneficiarios” reconocidos, dependiendo de los daños sufridos. Con el dinero recibido por su hermano asesinado, Manolis colocó la primera piedra para una Biblioteca de la Memoria en su Naxos natal.”

Estaba claro para Glezos, y ello alimentó su indignación, que la ridícula suma que había sido arrancada a los alemanes después de años de disputas una vez finalizada la guerra, solo representaba una pequeña parte de lo que la Wehrmacht y sus comandantes fascistas habían destruido y robado a los griegos. El “último partisano de Europa” fue descendiente de un guerrillero cretense de Sfakiá, en el sudoeste de la isla, quien el siglo anterior había liderado una interminable guerra de guerrillas contra la fuerza de ocupación otomana. Como parlamentario ateniense y diputado europeo, Glezos exigió tenazmente “la liquidación de las deudas alemanas.”

Con este término genérico clasificó "no sólo los llamados ‘préstamos de ocupación’, que se recaudaron mensualmente de 1942 a 1944 y fueron reconocidos histórica y moralmente -con la excepción del gobierno federal- en todo el mundo, sino que incluso fueron reconocidos y registrados en la correspondencia de guerra del Ministerio de Asuntos Exteriores nazi como 'deuda del Reich con Grecia'", dice el historiador Fleischer. Glezos también exigió una suma de hasta 270 mil millones de euros, como calculó para JW en su casa de Atenas hace ocho años. "Un montón de dinero", como bien dijo, "con el que podemos devolver lo que supuestamente debemos al capital financiero". No le sorprendió que ni en Bonn ni en la "República de Berlín", posteriormente constituida como una dura potencia hegemónica europea, respondieran a sus cartas y solicitudes.

Conocía la arrogancia de la clase dirigente de su país. A lo largo de su vida política, había luchado contra los oligarcas como comunista y socialista, más recientemente en la dirección de Syriza y después en su escisión de izquierdas Laïki Enotita (Unidad Popular). No más de diez a quince familias, como él y Theodorakis sabían, formaban la élite histórica que tan bien se llevaban con los industriales y los propietarios de capital alemanes. Manolis Glezos, el partisano, filántropo, escritor y ex editor jefe del periódico Rizospastis del KKE, dejó de luchar el pasado lunes 30 de marzo a la edad de 97 años. Su ataúd seguramente habría sido seguido por cientos de miles de griegos si no hubiera muerto en medio del confinamiento debido al coronavirus. Quedan para la posteridad las palabras de su amigo Mikis: "Manolis rompió la esvástica y se envolvió en la bandera griega. Él y nuestro pueblo son uno, símbolo eterno de la libertad".

Hansgeorg Hermann escritor y periodista cultural, ha escrito la biografía de Mikis Theodorakis.

Fuente:
https://www.jungewelt.de/2020/04-04/index.php

Traducción: Jaume Raventós

domingo, 5 de abril de 2020

Manolis Glezos, héroe de la resistencia griega

Estandarte de la izquierda helena, labró su leyenda al arriar la bandera con la esvástica de la Acrópolis durante la ocupación nazi de Atenas

La noche del 30 al 31 de mayo de 1941, dos chavales treparon a la entrada de la Acrópolis, donde ondeaba la bandera con la esvástica desde que, apenas un mes antes, las tropas nazis entraran en Atenas. Apóstolos Lakis Santas, de 19 años, y Manolis Glezos, de 18 años, arriaron la enseña y desaparecieron en la oscuridad, mientras daban a luz una leyenda. Lakis Santas murió en 2011 y Glezos, estandarte de la izquierda griega, soltó amarras a los 98 años este lunes, en Atenas, de una insuficiencia cardiaca.

Corrían los duros años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Grecia era un bocado apetitoso en disputa entre las fuerzas del Eje y el Tercer Reich. La ocupación nazi (1941-1944) desencadenó uno de los periodos más negros de la historia reciente del país: las matanzas de civiles en Dístomo o Kalávryta; una hambruna que mató a cientos de miles de personas; ejecuciones sumarias, como la del hermano menor de Glezos. Más tarde, una guerra civil (1946-1949) que hizo jirones a la izquierda griega. Desde el primer día de la ocupación, como un resistente y fecundo sarmiento, el combatiente Glezos encarnó entre la escombrera de siglas la llama de la resistencia, así como el compromiso sin componendas. A un superviviente como él no le dolieron prendas en romper con Syriza, formación de la que fue diputado (2012) y europarlamentario (2014), cuando la izquierda gobernaba por primera vez el país, tras el vergonzante rescate que Alexis Tsipras se vio obligado a aceptar en 2015.

Como otro gran titán, el compositor Mikis Theodorakis –compañero de viaje y de protestas–, las de Glezos fueron verdades del barquero: incluso dentro de Syriza se asumían por pertinentes sus tirones de orejas, mientras seguían acudiendo a él como quien va de romería a un santo laico. Numerosos dirigentes del partido, así como de la conservadora Nueva Democracia, en el poder, glosaron este lunes su figura como “símbolo de la nación”. El Gobierno anunció también que su sepelio será sufragado con fondos públicos.

El que el general De Gaulle llamó en su día “el primer resistente de Europa” ha muerto como vivió, peleón hasta el punto de batirse el cobre en primera fila, tragando gases lacrimógenos como cualquiera, en las infinitas protestas antiausteridad en Atenas. Glezos nunca dejó de reclamar a Berlín las compensaciones de guerra por la ocupación nazi, lo que no impidió que durante una ceremonia en memoria de las víctimas de la invasión, en 2017, auxiliara al embajador alemán en Grecia, abucheado por los asistentes, arguyendo que los hijos de los criminales no deben pagar por los delitos de sus padres.

Originario de Apírazos, un hermoso pueblecito de la isla de Naxos del que también fue alcalde, Glezos se trasladó a Atenas de pequeño con su familia. Y como Grecia era pobre, con una pobreza mansa, limpia y honesta como gusta recordar el escritor Petros Márkaris, hizo de todo para sobrevivir: fue mancebo en una farmacia, estudiante frustrado por la guerra, periodista amateur, escritor, poeta, librero. Y político sobre todas las cosas, con ese aspecto de viejo lobo de mar, una sonrisa inmarcesible bajo la fronda del bigote, y su pelambrera blanca como un golpe de luz entre la marea de claveles rojos que cada noviembre conmemoran la masacre del Politécnico de Atenas de 1973, que precipitó el fin de la dictadura de los coroneles.

En la hoja de servicios a la siempre menguada izquierda griega, Glezos apuntó torturas, dos condenas a muerte, 16 años de cárcel y periodos de destierro y extrañamiento en las islas-prisión del Egeo. La movilización internacional, con De Gaulle, los escritores Albert Camus y Jean Paul Sartre y el pintor Pablo Picasso a la cabeza, le sacó en dos ocasiones del atolladero.

En una de sus últimas entrevistas, Glezos rememoraba la hazaña que protagonizaron él y su amigo Lakis en 1941. “Me preguntan siempre por la bandera, pero el principal recuerdo que tengo de esa noche es mi madre. Cuando llegué a casa, pasada la medianoche, la vi esperándome en la escalera. Me cogió de la oreja, me llevó a la cocina y en voz muy baja, para no despertar al resto de la familia, me preguntó dónde había estado. Entonces yo abrí la bolsita que llevaba y le enseñé un trozo de la esvástica que había recortado. Me abrazó, me besó y me dijo: ‘Vete a dormir’. A la mañana siguiente, mi padrastro le preguntó dónde me había metido la víspera. Mi madre respondió: ‘Subió a la terraza a ver la Acrópolis’. Es el recuerdo más conmovedor que tengo [de aquella noche], el de mi madre”.

https://elpais.com/internacional/2020-03-30/manolis-glezos-heroe-de-la-resistencia-griega.html

https://www.sinpermiso.info/textos/adios-al-rebelde-manolis-glezos-primer-partisano-de-europa

jueves, 11 de julio de 2019

_- Grecia, regreso al pasado. La izquierda en su laberinto

_- Dabid Lazkanoiturburu
Gara

El electorado griego ha optado por castigar la incapacidad –¿imposibilidad?– de la Syriza de Alexis Tsipras de enfrentarse a las exigencias de la Unión Europea en materia de recortes sociales, lo que le ha llevado a votar mayoritariamente por un viaje al pasado devolviendo el gobierno a la derecha de Nueva Democracia, corresponsable junto con el socialdemócrata Pasok de una deriva que descubrió en el contexto de la crisis global de 2008 que Grecia era un Estado económica y socialmente fallido.

El triunfo por mayoría absoluta de Kyriakos Mitsotakis –posible por los 50 diputados adicionales con los que la derogada en 2016 pero el domingo aún vigente ley electoral premió a la formación más votada– supone además el regreso al poder de las grandes dinastías políticas del país heleno. El primer ministro electo es hijo de Konstantinos Mitsotakis, quien ejerció el mismo cargo en los noventa, su tía fue ministra de Exteriores y de Cultura y su sobrino ostenta hoy la Alcaldía de Atenas.

El incontestable triunfador de las elecciones del pasado domingo aduce que sus relaciones familiares habrían supuesto más dificultades que impulsos a su carrera y se presenta como «liberal» en relación a sus ancestros pero engaña a pocos en Grecia. Menos cuando se echa un simple vistazo a su biografía, con estudios en las prestigiosas universidades de Harward y Stanford, su trabajo en consultoras financieras y bancos y su etapa de ministro de Reforma Administrativa entre 2013 y 2015 durante el mandato de Antonis Samaras.

Una etapa en la que a Konstantinos Mitsotakis no le tembló el pulso para impulsar recortes draconianos contra funcionarios y empleados laborales, recortes que al fin y a la postre posibilitaron por aquel entonces la victoria electoral de la coalición de izquierdas de Syriza, liderada por Tsipras.

¿Cómo es posible que Nueva Democracia haya logrado cuatro años después el 39,8% de los votos –en 2015 se quedó en un 28%– , condenando a la sociedad griega a viajar en una máquina del tiempo a un pasado que está en buena parte, y con la complicidad de la UE y de los acreedores alemanes, en el origen del drama que sufre el país?

El primer factor a tener en cuenta es el voto de castigo a Syriza. Más que ante un voto de castigo sensu stricto, estaríamos ante una suma de factores como la movilización del voto contra la izquierda, alimentada por la ira de sectores de la clase media irritados por el incremento de impuestos decretado por Tipras.

Su rival ha hecho campaña prometiendo una rebaja no menos draconiana de impuestos, que tendrá como primeros beneficiarios a las empresas con una reducción en casi 10 puntos del impuesto de sociedades. Mitsotakis, que prometió ayer el cargo «en nombre de la santísima e indivisible Trinidad», asegura que la disminución de ingresos fiscales será suplida por un crecimiento económico anual del 4%, una previsión que los economistas miran con una mezcla de sorna y desconfianza.

A ese voto seducido por el falso axioma neoliberal –la bajada de impuestos genera riqueza ¿para todos?– se le suma la deserción del voto joven, que en 2015 optó por las esperanzas generadas por Syriza.

De poco le ha servido a Tsipras haber rebajado la edad para votar a los 17 años. Ya en las elecciones al Parlamento de Estrasburgo del 26 de mayo fueron más los jóvenes que votaron a Nueva Democracia que a la coalición de izquierda. Pero ha sido la abstención juvenil, más que el voto activo, lo que ha castigado a Syriza.

Este hartazgo se explica perfectamente por el hecho de que uno de cada dos jóvenes está en paro y que muchos de los que no están en la lista de desempleo huyen al exilio europeo o canadiense en busca de futuro.

Otro elemento sobre el que los grupos mediáticos que desde Europa saborean la derrota de Tsipras tiene que ver con su decisión de acordar una salida al contencioso histórico con la Antigua República Yugoslava de Macedonia, por el que esta ha pasado a llamarse Macedonia del Norte, lo que le abre oficialmente las puertas de la UE y de la OTAN pero que ha indignado al 60-70% del electorado griego, sobre todo en la región de Macedonia y su capital, Salónica.

La decisión, fuertemente aplaudida en Europa Occidental, y que supone el arreglo pacífico de un litigio en los siempre convulsos Balcanes, supuso el final de la coalición de gobierno entre Syriza y la formación panhelena de los Griegos Independientes, que ha desaparecido del mapa. Es difícil calibrar el impacto de esta cuestión en las elecciones pero no hay duda de que lo ha tenido, más en el seno de una sociedad que suple sus crisis existenciales con antiguas nostalgias y viejas rivalidades, como la que históricamente le enfrenta a Turquía.

Con todo eso y más, sorprende incluso que Syriza haya cosechado el 31,5% de votos, cuando las encuestas le auguraban un descalabro por debajo del 25% y apuntaban a que quedaría 15 puntos por detrás de la derecha. La coalición de izquierda pierde solo cuatro puntos con respecto a 2015, cuando tras convocar y ganar un referéndum contra los recortes-amenazas de la UE dio marcha atrás y volvió a convocar elecciones para legitimar su aggiornamiento.

Fue el 23% que Syriza cosechó en las elecciones europeas de mayo el que llevó a Tsipras a adelantar en unos meses las elecciones en un salto adelante con el que soñó que podía retomar la iniciativa y dar un vuelco a los pronósticos, táctica que a lo largo de su legislatura le ha dado no pocos resultados.

Es evidente que esta vez ha fallado, pero sin duda sorprende el hecho de que los mismos que vieron con malos ojos la irrupción de Syriza en medio de la grave crisis iniciada hace una década le acusen ahora de haber incumplido las promesas por las que acusaban de populista al movimiento. Y que saluden ahora las promesas no menos populistas –desde el otro extremo– y posiblemente menos realizables de Mitsotakis.

En la misma línea, muchos análisis certifican el regreso de la estabilidad política y del bipartidismo a Grecia. Y no les falta razón, salvo por el hecho de que uno de los dos protagonistas de esa bipolarización es la propia Syriza, que junto con Nueva Democracia suma el 70% de los votos.

Tras su paso por el poder –ha sido el único partido en completar la legislatura en la historia reciente del país– la formación de Tsipras se convierte en la alternativa a la derecha frente a un Pasok (histórica formación socialdemócrata helena) que, bajo las siglas de la coalición de centro Kinal, se quedó con un 8%, dos escasos puntos por encima respecto a 2015. Por lo que toca al partido MeRa25, del exministro de Finanzas Yanis Varoufakis, consiguió con un 3,4% superar el umbral para lograr la representación en el Parlamento, lo que permite la irrupción de quien fue abanderado del rechazo al chantaje de la UE durante las «negociaciones» de 2015. Totalmente distanciado con Tsipras, la formación de Varoufakis ha recogido parte del voto desencantado con Syriza pero está a años luz de conformar una alternativa. Como lejos están los comunistas, una formación endogámica y de ribetes estalinistas que siempre consigue los mismos –parcos pero dignos– resultados en las elecciones griegas.

Otra cosa es el debate en torno al futuro de la izquierda, no solo griega sino a escala europea, en unos tiempos en los que la derecha está a la baja pero sigue teniendo pulso, sobre todo en el este, y en los que la socialdemocracia se escora al centro incluso en sus históricos feudos, como los países nórdicos.

Sin olvidar a la extrema derecha que, frente a análisis prematuros, no ha desaparecido en Grecia sino que se ha diversificado al irrumpir en el Parlamento una nueva formación, Solución Griega, que ha dejado a los neonazis de Amanecer Dorado a décimas del 3% para tener representación y escaños.

En fin, que a la izquierda griega, como a la europea, le aguardan años de oposición y de una tarea hercúlea en la que deberá superar la dicotomía entre unas promesas que es incapaz de cumplir y un posibilismo que le limita como proyecto.

Fuente:
https://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2019-07-09/hemeroteca_articles/regreso-al-pasado-en-grecia-y-la-izquierda-en-su-laberinto

miércoles, 6 de febrero de 2019

Estados Unidos intervino tras la Segunda Guerra Mundial en Corea, Filipinas, Indochina, Italia, Grecia o Guatemala

_- La “injerencia” rusa en la política de Estados Unidos, un doble rasero

Enric Llopis
Rebelión

Es la primera condena por la llamada “trama rusa” de apoyo al candidato Trump en las elecciones de 2016. George Papadopoulos, exasesor en Política Exterior del actual presidente de Estados Unidos, fue condenado el cinco de septiembre a 14 días de prisión. En mayo de 2017 el exdirector del FBI, Robert Mueller, fue designado Fiscal Especial para la investigación del denominado “Rusiagate”; Mueller ha imputado a 12 agentes de la Inteligencia rusa por el presunto “pirateo” de la red informática de la campaña electoral del Partido Demócrata.

El Secretariado del Comité Nacional Demócrata (DNC) presentó el pasado 20 de abril una demanda en un tribunal federal de Nueva York contra Trump, el Gobierno de la Federación Rusa y WikiLeaks por las supuestas “interferencias”. “Rusia lanzó un asalto total a nuestra democracia y encontró un socio voluntario y activo en la campaña de Trump”, afirmó Tom Pérez, líder del Partido Demócrata. Los medios informativos han dado cuenta de estas “conexiones”; por ejemplo, “Los nexos del secretario de Comercio de Estados Unidos, con amigos de Putin y PDVSA” (petrolera estatal venezolana), tituló en noviembre de 2017 la edición española de The New York Times.

Una perspectiva diferente puede hallarse en una entrevista del economista y politólogo C. J. Polychroniou a Noam Chomsky en el libro “Optimismo contra el desaliento. Sobre el capitalismo, el imperio y el cambio social” (Ediciones B, 2017). Según el lingüista y activista estadounidense, “tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos se dedicó a restaurar el orden conservador tradicional (…); a veces la tarea requería una considerable brutalidad”. Chomsky menciona el ejemplo de Corea del Sur, donde las fuerzas de seguridad dirigidas por Estados Unidos asesinaron a cerca de 100.000 personas a finales de la década de 1940, antes del inicio de la Guerra de Corea (1950-1953).

Así, el Gobierno Militar de Estados Unidos en Corea (USAMGIK) constituyó la autoridad principal entre septiembre de 1945 y el verano de 1948; su hombre fuerte para la parte sur de la península era el político derechista Syngman Rhee, “quien utilizó a la nueva policía para aplastar por la fuerza a la izquierda; las detenciones arbitrarias, extorsión, tortura y represión de las manifestaciones en la calle se convirtieron en moneda común”, escribió la activista Kim Bullimore (Red Flag, agosto 2018). El Informe de la Comisión de las Naciones Unidas para Corea (1949) señaló que -de acuerdo con la ley de seguridad nacional- 89.710 personas fueron detenidas entre septiembre de 1948 y abril de 1949; además, la represión de las insurrecciones populares en la provincia de Cholla Namdo y la isla de Jeju se saldó con decenas de miles de muertos.

Imagen: blog de El Viejo Topo El investigador William Blum dedica a Filipinas un capítulo del libro “Asesinando la esperanza: intervenciones de la CIA y el ejército de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial” (Oriente, 2005 y Blog del Viejo Topo, 2016). El ejército estadounidense desembarcó en las islas en 1944; mientras las fuerzas norteamericanas combatían la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, “desarmaron numerosas unidades huks (apócope de Hukbalahap: “Ejército del Pueblo contra Japón”, en Tagalo), quitaron las autoridades locales que habían establecido los huks y arrestaron y encarcelaron a muchos de sus altos dirigentes, al igual que a los líderes del Partido Comunista Filipino”; en la acción represiva, Estados Unidos se apoyó en terratenientes, grandes propietarios y oficiales de la policía que habían colaborado con los ocupantes.

Los huks fueron unas guerrillas organizadas en 1942 -a iniciativa básicamente del Partido Comunista- para enfrentarse a la ocupación nipona y cuya reivindicación principal era la reforma agraria. En las elecciones presidenciales de 1946 resultó vencedor Manuel Roxas, del Partido Liberal de Filipinas, quien contaba con el apoyo de Estados Unidos; tras los comicios, subraya William Blum, se produjo la destrucción de aldeas, más de 500 campesinos y sus dirigentes fueron asesinados y cerca de 1.500, desaparecidos, encarcelados o torturados. En enero de 1946, The New York Times informó que Estados Unidos estaba entrenando y equipando a 50.000 soldados filipinos; “un acuerdo de 1947 proporcionaba localizaciones para 23 bases militares (norteamericanas) en el país”, añade el historiador y periodista independiente.

Otro ejemplo es el de Indochina (tres regiones de Vietnam, además de los protectorados de Laos y Camboya) cuya primera guerra de independencia concluyó con la derrota del imperialismo francés -en 1954- ante el ejército del Viet Minh. “Las guerras de Indochina son el caso más extremo, el crimen más atroz posterior a la Segunda Guerra Mundial”, afirma Noam Chomsky. Militante de la IV Internacional y autor del libro “Communisme et nationalisme Vietnamien”, Pierre Rousset subraya que la intervención de Estados Unidos fue –en el contexto de la Guerra Fría- anterior a la derrota francesa en la batalla de Dien Bien Phu.

En el artículo “Sobre la importancia de la guerra estadounidense en Indochina” (Europe Solidaire y Viento Sur, 2015), Rousset destaca que Vietnam se convirtió, tras el triunfo de la Revolución China, en 1949, y el revés al colonialismo francés en 1954, en uno de los ejes de la geopolítica mundial. Estados Unidos promovió una “guerra total” en Indochina durante dos décadas (1955-1975); menciona como ejemplo el uso del Napalm, los defoliantes y las bombas de fragmentación; “los bombarderos gigantes B52 operaban, devastadores, desde gran altura; se arrojaron contra el territorio indochino el doble de toneladas de bombas que las lanzadas por el conjunto de los aliados en todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial”, concluye el autor de “Le Parti Communiste Vietnamien”.

Las “interferencias” se extendieron por todo el planeta. El historiador suizo Daniele Ganser ha investigado las injerencias estadounidenses en Europa. Publicó el libro de 388 páginas “Los ejércitos secretos de la OTAN. La Operación Gladio y el terrorismo en Europa Occidental” (El Viejo Topo, 2010 y Red Voltaire en Internet), que dedica capítulos a la guerra secreta en Italia, Francia, Grecia, España, Portugal, Bélgica, Alemania, Dinamarca y Noruega, entre otros países. Sobre Italia, afirma este autor, “el ejército Gladio, dirigido por los servicios secretos italianos, participó activamente en esa guerra no declarada, con la complicidad de los terroristas de extrema derecha; a falta de invasor soviético, las unidades paramilitares anticomunistas entrenadas por la CIA se dedicaron a realizar operaciones internas para influir en la vida política nacional”.

El magistrado Felice Casson reveló la existencia de la red Gladio durante la investigación, en 1984, de un atentado con bomba perpetrado 12 años antes en la localidad de Peteano, que causó la muerte de tres carabineros y el gobierno atribuyó a las Brigadas Rojas. “El juez Casson logró probar que el explosivo utilizado en Peteano era el C4, la sustancia explosiva más poderosa de aquel entonces y que también formaba parte del arsenal de las fuerzas de la OTAN”, explica Ganser; además el magistrado descubrió que, tras el auto-atentado, se hallaban grupúsculos de extrema derecha –Ordine Nuovo- y los servicios secretos del ejército (SID).

En 1990, una resolución del Parlamento Europeo sobre el asunto Gladio protestaba por el hecho de que determinados “ámbitos militares estadounidenses del SHAPE (Cuartel General de las Fuerzas Aliadas en Europa) y la OTAN” hubieran promovido en el continente esta “estructura clandestina de información y actuación”. Por otra parte, en el contexto de la guerra civil griega y la proclamación de la doctrina Truman (1947), Daniele Ganser destaca que Grecia se convirtió en el primer país invadido por Estados Unidos durante la Guerra Fría; el precedente griego se extendería a Corea, Irán, Cuba, Camboya y Panamá, entre otros países.

En “Cómo funciona el mundo. Conversaciones con David Barsamian” (Katz y Clave Intelectual, 2012), Chomsky menciona un documento de la CIA de 1952 sobre Guatemala, que describe la coyuntura del país como “adversa a los intereses estadounidenses” por la “influencia comunista (…) basada en la militancia por la reforma social y las políticas nacionalistas”; el informe advertía que las políticas “revolucionarias y nacionalistas”, que incluían la “persecución de los intereses económicos extranjeros, sobre todo en el caso de la United Fruit Company” contaban con apoyo popular. La Revolución de Octubre de 1944 en Guatemala terminó con la dictadura del general Jorge Ubico Castañeda, en el poder desde 1931. Al triunfo del movimiento revolucionario, en el que participaron maestros, universitarios, obreros y militares, siguió la convocatoria de elecciones presidenciales libres (diciembre de 1944) y la aprobación de la Constitución de 1945. Entre los logros del primer presidente electo, Juan José Arévalo, figura la creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y el Código de Trabajo.

En 1950 ganó las elecciones Jacobo Arbenz, uno de los jóvenes oficiales que lideró la Revolución de Octubre. Arbenz impulsó una Ley de Reforma Agraria que pretendía la “liquidación de la propiedad feudal en el campo” (Prensa Libre, mayo 1952). El informe “Guatemala, Memoria del Silencio” (1999) de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) resalta que en 1954 se habían beneficiado de la reforma agraria más de 138.000 familias campesinas, la mayoría indígenas; a la compañía United Fruit Company, que mantenía sin cultivar el 85% de sus 220.000 hectáreas, se le expropiaron 156.000 hectáreas (el 64% de su superficie). El documento de la CEH añade que, en agosto de 1953, “J. C. King, jefe de la CIA para el hemisferio occidental, informó al presidente Eisenhower sobre el plan PBSUCCESS, que consistía en desplegar una enorme operación de propaganda anticomunista en la que también se llevaría a cabo una invasión armada de Guatemala”. Un golpe de estado orquestado por la CIA forzó la renuncia -en junio de 1954- de Jacobo Arbenz y elevó a la presidencia a Castillo Armas, que derogó la Ley de reforma agraria.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Geometría e imaginación



La Geometría nace en los albores de la humanidad, pues el hombre primitivo clasifica los objetos que le rodean según sus formas, tarea abstracta que lo impulsa a acercarse a esta ciencia intuitivamente. La geometría tiene en Egipto un carácter práctico, ya que los funcionarios del faraón usan las fórmulas para calcular áreas y longitudes, conocen así la configuración de cada parcela y la reconstruyen luego de que el Nilo vuelve a su cause después de una inundación; también, determinan de antemano la producción para el cobro de los impuestos.

Fue en Grecia donde la geometría se convierte en el estudio del orden espacial por medio de la relación de las formas y se considera a los objetos como entes ideales, que pueden ser manipulados mentalmente o con la sola ayuda de la regla y el compás. Pitágoras convierte a la Geometría en el ideal de su doctrina, en la que el concepto de demostración es aceptado como única la vía para el establecimiento de la verdad. Su conocimiento fue considerado básico para acceder a etapas superiores del desarrollo del espíritu humano. Su aporte es fundamental, pues eleva el concepto de número a la categoría de elemento primigenio, lo que también se da en las ciencias actuales.

El teorema de Pitágoras genera la primera crisis de la matemática. Sucede que si se asigna el valor de uno a cada cateto de un triángulo rectángulo, la hipotenusa mide raíz de dos, número que para los griegos no existe por ser inconmensurable. Llaman a estos números irracionales y los imaginan excepcionales. Veinticuatro siglos después, Cantor demuestra que los racionales son una parte insignificante de los irracionales.

Para Platón, la geometría y los números son la quinta esencia del lenguaje filosófico y el ideal simbólico de la verdad espiritual. Por eso inscribe a la entrada de su escuela Nadie entre aquí si no es geómetra ; a él mismo se le atribuye la frase de que Dios hace siempre Geometría. Cuando habla del dios geómetra, hace referencia al hijo de Zeus, Apolo, al que los griegos otorgan el dominio de las ciencias y las artes y en cuyo templo está grabada la inscripción: Gnothi séauton, o sea, conócete a ti mismo, que evoca al conocimiento adquirido por la vía de la Geometría.

En Grecia aparece también un problema de lógica pura: Para demostrar un resultado, denominado tesis, se parte de una o de varias hipótesis. La veracidad de la tesis depende de la validez del razonamiento con que se la obtiene y de la veracidad de las hipótesis. Entonces se debe partir de hipótesis ciertas para poder confirmar la tesis. Determinar la veracidad de la hipótesis exige considerarla como una tesis, cuya hipótesis se deberá comprobar también. Se entra así en un proceso sin fin en el que, a su vez, cada hipótesis se convierte en tesis a probar.

Euclides zanja esta dificultad al proponer un sistema en el que se acepta sin demostración la veracidad de ciertas hipótesis, a partir de las cuales se deduce la tesis. Su sistema se halla sintetizado en su obra cumbre “Los Elementos”, modelo axiomático deductivo que se basa en cinco postulados y definiciones precisas, que constituyen toda la geometría y la aritmética de entonces. Euclides sintetiza el método deductivo y esquematiza la Geometría del mundo antiguo y medieval.

A pesar de que veracidad del quinto postulado está fuera de toda duda, trae desde sus inicios el problema de si puede ser deducido de los otros cuatro. Durante los siguientes milenios, uno de los principales trabajos en la geometría va a consistir en determinar si el quinto postulado es dependiente de los otros cuatro o no, o sea si puede ser considerado un teorema deducible de los otros. Hasta la alta Edad Media en las escuelas y en las universidades se enseña “Los Elementos”, pero aunque nunca se logra deducir si el quinto postulado es o no dependiente de los otros cuatro, se le dan formulaciones equivalentes, una de estas formulaciones dice que por un punto fuera de una recta pasa una sola recta paralela a dicha recta.

Axioma es una palabra que en griego significa “lo que parece justo o evidente”, para los filósofos antiguos de Grecia era aquello que no necesita ser demostrado; entonces, si se razona con axiomas se puede revelar el resto del conocimiento humano. Para la matemática, un axioma es una expresión lógica utilizada para racionalmente llegar a una conclusión. Resta por saber si hay contradicciones que se deducen de un sistema de axiomas y si, por lo tanto, existen afirmaciones cuya veracidad o falsedad no pueden ser probada; de ser así, el sistema es inconsistente.

Gauss deduce una geometría no contradictoria en la que no se cumple el quinto postulado de Euclides, pero le asusta tanto el resultado que no lo publica. Posteriormente, Lobachevsky y Bolyai dan a conocer al mundo, de manera simultánea e independiente, una geometría con cinco postulados idénticos a los de Euclides, excepto el quinto. Lobachevsky sostiene que por un punto, que no pertenece a una recta, pasan por lo menos dos rectas paralelas a la recta dada, intenta así llegar a una contradicción sobre el quinto postulado, al que niega y sustituye por otro aparentemente absurdo, lo que, aunque parezca falso, es válido desde el punto de vista de la lógica formal. Para su asombro obtiene una nueva geometría que es verdadera si es verdadera la de Euclides. Para negar el quinto postulado, Riemann sostiene que por un punto que no pertenece a una recta no pasa ni una recta paralela a la misma, lo que, aunque parezca falso, es válido desde el punto de vista de la lógica formal; asimismo, su geometría es verdadera si es verdadera la de Euclides.

Las tres geometrías, la de Lobachevsky, Riemann y Euclides, se diferencian sólo por la curvatura de Gauss de una superficie, que puede ser negativa, positiva o cero, respectivamente. En el primer caso, la suma de los ángulos interiores de un triángulo es menor que 180 grados, en el segundo es mayor a 180 grados y en el tercero es igual a 180 grados. En la geometría de Riemann esto es fácil de observar, pues si nos situamos en el ecuador, donde dos paralelos caen perpendicularmente al meridiano ecuatorial, si a la suma de dos ángulos rectos, que es 180 grados, si se le agrega el valor del ángulo que los dos paralelos forman en el polo, el resultado da un valor mayor que 180 grados, para cualquier triángulo así formado.

El 10 de junio de 1854, Riemann dicta una conferencia en la Universidad de Gotinga. El tema es: “Sobre las hipótesis que están en los fundamentos de la geometría”. Su contenido constituye uno de los mayores logros científicos de la humanidad. De los presentes sólo su antiguo profesor, Gauss, escucha entusiasmado porque tal vez es el único que lo comprende.

En su conferencia generaliza el concepto de superficie para cualquier número de dimensiones, demuestra que la geodésica es la curva que minimiza la distancia entre dos puntos sobre cualquier superficie, es decir, un concepto análogo al de la recta en el plano, donde la línea recta minimiza la distancia entre dos puntos. Como ya se dijo, encuentra que hay superficies en las que los triángulos formados por geodésicas suman más de ciento ochenta grados y otras, en las que suman menos, lo que contradice al quinto postulado de Euclides y a la intuición humana.

Según Riemann, es la métrica del espacio, o sea la manera con que se mide la distancia que separa a dos puntos, lo que determina la geometría del espacio. Por ejemplo, el plano no es por sí mismo el plano euclidiano sino que con una métrica se cumple el quinto postulado, pero, con otra métrica, como la de Lobachevsky, no se verifica dicho postulado. Debe transcurrir más de medio siglo para que en 1915 sus ideas sean aplicadas por Einstein para crear la Teoría General de la Relatividad.

En 1872, Felix Klein publica El Programa de Erlangen, que se considera una gran revolución de la geometría y, en general, de la matemática, porque da una nueva definición de geometría. En este programa de investigación Klein descubre que la geometría euclidiana y las no euclidianas son casos particulares de la geometría proyectiva y que la geometría euclidiana es consistente, o no contradictoria, si y sólo si son consistentes las geometrías no euclidianas. Esta memoria, la Conferencia de Riemann y los Elementos de Euclides son los puntos más esenciales de la geometría.

El Programa de Erlangen es bastante sencillo y trata de dar una definición formal sobre qué es geometría, más allá de la idea intuitiva que sobre ella se tenga. La pregunta es lógica pues por haber tantas geometrías no se sabe lo que son, sólo está claro que no se trata del estudio de puntos, rectas, circunferencias y planos. Klein da la respuesta a esta pregunta introduciendo en la geometría el concepto de grupo, o sea un conjunto en el que está definida una operación y sus reglas. Descubre que la geometría es el estudio de las propiedades invariantes, o sea que no cambian al aplicarles una transformación de tipo grupal. Las transformaciones que permanecen invariantes deben tener estructura de grupo para la operación de composición, o sea, para la aplicación sucesiva de la misma transformación al resultado de la primera. Así descubre, por ejemplo, que la geometría euclidiana es el estudio de los invariantes mediante el grupo de los movimientos rígidos (como son las simetrías, los giros y las traslaciones paralelas). El descubrimiento de Klein es fundamental ya que permite clasificar a las geometrías y comprender cuál es la estructura general de cada una de ellas. Klein consagra a la geometría proyectiva como la reina de las geometrías. Con él, una ciencia fue capaz de definirse a sí misma de manera rigurosa, por lo que su pensamiento constituye el punto culminante del intelecto humano.

En 1920, Hilbert propuso investigar si la matemática puede enunciarse sobre razones sólidamente lógicas, si toda la ciencia deviene de un conjunto finito de axiomas escogidos correctamente y si se puede probar que este sistema es consistente, o sea que con sus reglas no se puede demostrar al mismo tiempo la verdad y la falsedad de una proposición formulada con toda precisión. Pretendía, así, crear un sistema matemático formal completo y consistente; de cumplirse con este objetivo, cualquier problema bien planteado podría ser resuelto mediante la razón.

Gödel, en contra de esta idea, obtuvo en 1931 el Teorema de la Incompletitud y demostró que incluso la aritmética, sólo mediante sus propios axiomas, no se podía demostrar a la vez que es consistente y completa; por lo tanto, no se podía demostrar la consistencia de ningún otro sistema más complejo que la contuviera; de esta manera, demostró que era indemostrable la completitud de un sistema que incluya la aritmética.

Según Gödel, un sistema axiomático, por definido y consistente que sea, posee serias limitaciones y siempre habrá en él una proposición verdadera P no demostrable; además, si la misma pudiera ser demostrada, el sistema sería contradictorio. Por ejemplo, si se afirmara que esta sentencia no puede ser demostrada, entonces el sistema formal donde se la pudiera demostrar sería inconsistente porque demostraría una sentencia que ella misma afirma que no puede ser demostrada, lo que es contradictorio. Si una sentencia no se puede probar dentro de un sistema formal, entonces lo que ella afirma es verdadero y, por tanto, la sentencia es consistente, pero como el sistema contiene una afirmación cierta, que no se puede probar, entonces el sistema es incompleto.

El teorema de Gödel demuestra que cualquier sistema es necesariamente incompleto y contiene afirmaciones que no se pueden refutar ni demostrar. Para ello, Gödel construyó una fórmula verdadera, que no podía ser demostrada; esto significa que todo sistema consistente no es completo. La existencia de un sistema incompleto no es sorprendente y simplemente significa que en él no se hallan todos los axiomas necesarios; pero éste no puede ser completado, pues cada vez que se añade un nuevo axioma, habrá por lo menos uno que haga falta; así, de esta manera, nunca se podrá encontrar un conjunto completo de axiomas. Consecuentemente, es imposible implementar el sistema formal planteado por Hilbert. Una versión posterior del teorema de Gödel indica que ningún sistema deductivo, en el que esté incluida la aritmética, puede ser a la vez consistente y completo. La incompletitud afecta a la lógica formal, que usa el formalismo para definir sus principios, pues nunca se podrá encontrar un sistema axiomático que sea capaz de demostrar todas las verdades matemáticas y ninguna falsedad.

El segundo teorema de la incompletitud afirma que ningún sistema consistente puede ser usado para demostrarse a sí mismo, lo que es inquietante para los fundamentos de la matemática, puesto que, según éste nuevo teorema, si un sistema axiomático puede a partir de sí mismo demostrar que es consistente, entonces es inconsistente. Así, indirectamente se ha demostrado que nunca se podrá desarrollar un programa informático que cumpla con el requisito de demostrar si una aseveración cualquiera es verdadera o falsa.

Estos resultados son devastadores para el intento de formalización de Hilbert, quien había propuesto que la consistencia de los sistemas más complejos se podría probar en términos de sistemas más sencillos. Sin embargo, Minsky asegura que Gödel le había sostenido que sus teoremas no limitaban la capacidad cognoscente del hombre, porque los seres humanos no sólo son racionales sino que también poseen intuición, importante soporte para la búsqueda de la verdad por ser un conocimiento que se obtiene sin seguir un patrón racional y cuya formulación no puede ser racionalmente explicada. Se puede relacionar a la intuición con experiencias previas, pero no siempre es posible explicar el cómo y el porqué se llega a cierta conclusión valedera. Así, en la constitución del conocimiento hay una habilidad que transciende la razón pura, por lo tanto, la razón y la intuición, además de la imaginación y la inspiración, no mencionadas por Gödel, se complementan en la búsqueda de la verdad.

Para terminar, el Universo tiene un lenguaje en el que la Geometría es el código que utiliza como alfabeto. Sus huellas las encontramos en las ciencias, en las artes, en la arquitectura, en la música, en el lenguaje animal y humano, en la Cábala, en el ADN, en las retículas terrestres, en nuestro corazón, en la geología y, en general, en toda la Flor de la Vida. La Geometría estudia las proporciones y las medidas de la materia y la tierra, y su relación con el principio de auto sustentación. Se puede sostener, sin temor a equivocarse, que así como la Lógica no es más que la crítica del pensamiento, la Geometría es la crítica del espacio-tiempo.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249403

lunes, 10 de septiembre de 2018

Algunas píldoras estivales (y Gregorio Morán)

Han pasado demasiadas cosas este último agosto y, por una vez, vamos a tirar con perdigones para ponernos al día aunque solo sea en algunas de ellas.

Ha muerto Samir Amin. Gran pensador del tercermundismo, del desarrollo desigual. En sus últimos libros y artículos diagnosticó muy bien el Imperio del caos y la crisis de la Unión Europea. Nació en Egipto, era francófono y vivía en Dakar (Senegal). Tras la muerte del entrañable Giovanni Arrighi, fallecido en 2009, desaparece otro gran maestro.

En EE.UU se murió un canalla. Se llamaba John McCain, senador, glorificado como héroe por su participación en la criminal guerra de Vietnam, partidario e inductor directo de todas las intervenciones militares de su país de los últimos treinta años: trece guerras desencadenadas por Estados Unidos al precio de 14 billones de dólares con millones de muertos: mas de 3,5 millones de muertos entre Irak y Afganistán desde 2001, según la cuenta de Nicolas J.S. Davies. Eso ni se ha mencionado.

Trump se enfría con Kim. El deshielo en Corea sigue lejos. ¿Confiar en quien se ha desdicho del acuerdo alcanzado y firmado con Irán en julio de 2015? Nadie en su sano juicio. Desde luego no el régimen de Corea del Norte, que ya llegó a un acuerdo de desarme nuclear con la administración Bush en septiembre de 2005, acuerdo que los Estados Unidos violaron a continuación en sus principales preceptos.

¿Hay peligro de guerra con Irán? Su consecuencia inmediata sería el cierre del estrecho de Ormuz y la interrupción de un flujo petrolero vital para Europa y Asia Oriental. Quizás aún más catastrófico que la última guerra de Irak. Depende cómo evolucione en Washington la presión institucional interna contra Trump, por ejemplo si se llegara a la perspectiva de un procedimiento de destitución, desencadenar una guerra podría ser el gran recurso salvador de este bufo presidente…

¡Grecia sale de la crisis! El 20 de agosto se celebró el fin de la “ayuda” redentora. Lástima que la deuda griega haya pasado del 135% del PIB en 2009 al 180%, que el paro haya pasado del 10% al 20%, y que el país haya perdido 400.000 habitantes… “Grecia lo ha conseguido, nosotros lo hemos conseguido”, declaró el comisario Pierre Moscovici. ¿Se refería al hecho de que Alemania se ha embolsado 3000 millones en concepto de intereses? Todo puede ser. ¿Son idiotas o nos toman por idiotas? Da un poco igual: hasta que el asunto no les estalle en las manos, las elites viven en su mundo.

Merkel quiere más. Los alemanes controlan los principales puestos en la UE. El frente económico lo tienen copado. Allí donde no tienen a su hombre, si el puesto es importante tienen a un comisario alemán de número dos por si acaso. Ahora anuncian que quieren poner al bávaro Manfred Weber en el puesto de número uno cuando Jean Claude Juncker deje la presidencia de la Comisión. La derecha alemana no tiene mesura.

A Corbyn ya lo acusan de “antisemitismo”. El líder laborista es demasiado de izquierdas para gobernar y hay que frenarlo como sea. El recurso es muy viejo. Criticar el racismo y los crímenes de Israel desencadena esa acusación. ¿Hasta cuando podrán justificar la loca carrera de Israel con estos desesperados recursos?

Gregorio Morán vuelve a quedarse sin trabajo. Lo de menos es su reputada bilis. El problema es que se mete con los poderosos de uno u otro signo. Por eso lo echaron de La Vanguardia y ahora lo echan de Crónica global. Fue de los primeros en denunciar la omertá catalana, en definir la Generalitat pujoliana como “institución corrupta” y poner en evidencia a los medios del “movimiento nacional”. Eso no se perdona. Mucho ximple con lazo amarillo entre sus enemigos. Ahí quedan sus artículos y sus libros. El siguiente será el prodigioso Albert Soler, del Diari de Girona, que se ha atrevido a calificar a la ANC como “Asociación Catalana del Rifle” y llama “presidentorra” al honorable supremacista. Yo me divierto cada semana con Albert Soler y siempre aprendo con Morán. Por lo demás, como dijo Labordeta: “¡A la mierda!”

https://rafaelpoch.com/2018/09/09/algunas-pildoras-estivales-y-gregorio-moran/

martes, 7 de noviembre de 2017

Cómo triunfa la oligarquía: Lecciones de la Antigua Grecia

Hace unos cuantos años, mientras investigaba para un libro acerca de cómo afecta la desigualdad económica a la democracia, un colega mío preguntó si Norteamérica corría verdaderamente el riesgo de convertirse en una oligarquía. Nuestro sistema político, afirmaba, es una democracia. Si la gente no quiere verse gobernada por élites opulentas, podemos votar para echarlas.

El sistema, dicho de otro modo, no se puede “amañar” para que funcione en favor de los ricos y poderosos, a no ser que la gente esté como mínimo dispuesta a aceptar un gobierno de los ricos poderosos. Si la opinión pública en general se opone al gobierno de las élites económicas, ¿cómo es, entonces, que los opulentos controlan tanto del gobierno?

La pregunta era buena y si bien yo tenía mis propias explicaciones, no disponía de una respuesta sistemática. Afortunadamente, dos libros recientes sí la proporcionan. La oligarquía funciona, en una palabra, gracias a las instituciones. En su fascinante y perpicaz libro, Classical Greek Oligarchy, Matthew Simonton nos lleva de vuelta al mundo antiguo, en el que se acuñó el término oligarquía. Una de las amenazas primordiales consistía en que los oligarcas llegaran a dividirse y que alguien de entre sus filas desertara, se pusiera al frente del pueblo y derribara a la oligarquía.

Para impedir que esto ocurriera, las élites de la antigua Grecia desarrollaron instituciones y prácticas para mantenerse unidas. Entre otras cosas, aprobaban leyes suntuarias, que impedían extravagantes demostraciones de su riqueza que pudieran atizar la envidia, y utilizaban el voto secreto y las prácticas de creación de consenso para garantizar que las decisiones no condujeran a a un mayor conflicto dentro de sus cuadros.

De modo adecuado para un especialista académico en los clásicos, Simonton se centra en detalle en estas antiguas prácticas concretas. Pero su intuición clave estriba en que a las élites en el poder les hace falta solidaridad si desean permanecer en el poder. La unidad podía provenir de relaciones personales, de la confianza, de las prácticas de votación, o bien – como es más probable en la sociedad meritocrática de hoy – de la homogeneidad de cultura y valores que resulta de deambular por los mismos círculos limitados.

Si bien la clase dominante debe permanecer unida para que la oligarquía permanezca en el poder, la gente tiene asimismo que estar dividida, de modo que no pueda derribar a sus opresores. Los oligarcas de la antigua Grecia utilizaban por tanto una combinación de coacción y cooptación para mantener a raya a la democracia. Concedían recompensas a los informantes y encontraban ciudadanos maleables que desempeñaran cargos en el gobierno.

Esos colaboradores legitimaban el régimen y le proporcionaban cabezas de puente para llegar hasta el pueblo. Por añadidura, los oligarcas controlaban los espacios públicos y los medios de vida para impedir que la gente se organizara. Echaban a la gente de las plazas ciudadanas: una población difusa en el campo se veía incapaz de protestar y derrocar a un gobierno de un modo tan efectivo como un grupo urbano concentrado.

Trataban también de mantener la dependencia de la gente común de oligarcas individuales concretos para su supervivencia económica, de modo semejante a cómo los jefes de la mafia de las películas mantienen relaciones paternalistas con el vecindario. Leyendo el relato de Simonton, resulta difícil no pensar en cómo la fragmentación de nuestras plataformas de medios de comunicación constituye una ejemplificación moderna de división de la esfera pública, o de cómo a empleados y trabajadores se les disuade de expresarse.

La discusión más interesante se centra en cómo los antiguos oligarcas utilizaban la información para preservar su régimen. Combinaban el secreto en la gobernación con mensajes selectivos dirigidos a públicos determinados, de un modo no muy distinto del de nuestros modernos asesores y consultores de comunicación. Proyectaban poder mediante rituales y procesiones.

Al mismo tiempo, trataban de destruir los monumentos que eran símbolos del éxito democrático. En lugar de proyectos de obras públicas, dedicados nominalmente al pueblo, se atenían a lo que podemos entender como filantropía para sostener su poder. Los oligarcas financiaban la creación de un nuevo edificio o el embellecimiento de un espacio público. Resultado: la gente apreciaba el gasto de la élite en esos proyectos y la clase alta, que quedara memoria de su nombre para todos los tiempos. Al fin y al cabo, ¿quién podía estar en contra de oligarcas que demostraban tal generosidad?

Profesor ayudante de Historia en la Universidad del Estado de Arizona, Simonton recurre abundantemente a los conocimientos de las ciencias sociales y los aplica bien para diseccionar antiguas prácticas. Pero si bien reconoce que las antiguas oligarquías salían de entre los opulentos, una limitación de su trabajo es que se centra primordialmente en cómo perpetuaban su poder político los oligarcas, no su poder económico.

Para comprender eso, debemos pasar a un clásico inmediato de hace solo unos años, Oligarchy, de Jeffrey Winters. Winters sostiene que la clave de la oligarquía estriba en que un conjunto de élites dispone de suficientes recursos materiales para gastarlos en asegurar su estatus e intereses. A esto lo llama “defensa de la riqueza”, y lo divide en dos categorías. “Defensa de la propiedad” implica protección de la propiedad existente: en los viejos tiempos esto significaba construir castillos y muros, hoy implica el imperio de la Ley. La “defensa de la renta” se refiere a proteger las ganancias; en nuestro tiempo, significa abogar por impuestos reducidos.

El desafío de observar cómo opera la oligarquía, afirma Winters, es que normalmente no pensamos en el dominio de la política y el de la economía como algo fusionado. En su núcleo central, la oligarquía entraña concentrar poder económico y utilizarlo para fines políticos. La democracia se hace vulnerable a la oligarquía porque los demócratas se centran tanto en garantizar la igualdad política que pasan por alto la amenaza indirecta que surge de la desigualdad económica.

Winters sostiene que existen cuatro clases de oligarquías, cada una de las cuales persigue la defensa de la riqueza por medio de diferentes instituciones. Estas oligarquías se categorizan basándose en si el dominio de los oligarcas es personal o colectivo, y en si los oligarcas recurren a la coacción.

Las oligarquías guerreras, como los señores de la guerra, son personales y están armadas. Las oligarquías de dominio como la mafía son colectivas y están armadas. En la categoría de las oligarquías desarmadas, las oligarquías de sultanato (como la Indonesia de Suharto) se gobiernan por medio de conexiones personales. En las oligarquías civiles, la gobernación es colectiva y se aplica mediante leyes, en lugar de serlo por medio de las armas.

Equipado con esta tipología, Winters declara que Norteamérica es ya una oligarquía civil. Por usar el lenguaje de campañas políticas recientes, nuestros oligarcas tratan de amañar el sistema para defender su riqueza. Se centran en rebajar impuestos y reducir regulaciones que protegen a trabajadores y ciudadanos de las fechorías empresariales.

Erigen un sistema legal que está distorsionado para que obre a su favor, de manera que su comportamiento ilegal rara vez resulta castigado. Y sostienen todo esto mediante la financiación de campañas y un sistema de cabildeo que les permite influir de modo indebido en la política. En una oligarquía civil, estas acciones se sostienen no a partir del cañón de un fusil o por la palabra de un hombre, sino mediante el imperio de la Ley.

Si la oligarquía funciona gracias a que sus dirigentes institucionalizan su poder mediante la ley, los medios de comunicación, los rituales políticos, ¿qué hacer? ¿Cómo puede tomar la delantera la democracia? Winter hace notar que el poder político depende del poder económico. Esto sugiere que la única solución consiste en crear una sociedad más económicamente igualitaria.

El problema, por supuesto, estriba en que si son los oligarcas los que están al mando, no queda claro por qué iban a aprobar leyes que redujeran su riqueza e hicieran más igualitaria la sociedad. Mientras puedan mantener dividida a la sociedad, tienen poco que temer de la ocasional revuelta o protesta.

Ciertamente, algunos comentaristas han sugerido que la igualdad económica de finales del siglo XX resultó excepcional porque dos guerras mundiales y una Gran Depresión liquidaron las propiedades de los extremadamente opulentos. A este respecto, no es mucho lo que podemos hacer sin una catástrofe global de envergadura.

Simonton ofrece otra solución. Sostiene que la democracia derrotó a la oligarquía en la antigua Grecia debido a la “descomposición oligárquica”. Las instituciones oligárquicas están sometidas a la corrosión y el derrumbe, como cualquier otra clase de instituciones. Conforme la solidaridad y las prácticas de los oligarcas comienzan a descomponerse, aparece la oportunidad de la democracia de devolver al pueblo el gobierno.

En ese momento, el pueblo podría unirse durante un tiempo suficiente para que sus protestas lo llevaran al poder. Con todas las sacudidas de la política de hoy, resulta difícil no pensar que este es un momento en el que el futuro del sistema político podría estar más al alcance de lo que ha estado durante generaciones.

La cuestión estriba en saber si surgirá la democracia de esta descomposición, o si los oligarcas reforzaran su control de las palancas del gobierno.

Ganesh Sitaraman profesor de la Facultad de Derecho de la universidad norteamericana de Vanderbilt. (en Nashville, estado de Tennessee). Autor de The Crisis of the Middle-Class Constitution, fue director de política de la campaña al Senado de Elizabeth Warren, una de las líderes del ala izquierda del Partido Demócrata.

http://www.sinpermiso.info/textos/como-triunfa-la-oligarquia-lecciones-de-la-antigua-grecia

jueves, 25 de mayo de 2017

Las bambalinas de la alta política contadas por un forastero prodigioso: Yanis Varoufakis. Adultos en la habitación

Una vez Yanis Varoufakis me compró un gin tónic. Y una vez su esposa me sirvió una taza de té. Y aunque evitó muchas de mis preguntas, como suelen hacer los ministros de Finanzas, nunca me mintió descaradamente. Y fui su presentador en dos eventos. Enumero estas transacciones por lo que estoy a punto de decir: Varoufakis ha escrito una de las mejores autobiografías políticas de todos los tiempos. Podría compararla a la de Alan Clark por su honestidad, a la de Denis Healey por sus ataques a antiguos aliados y, como manual para explorar los peligros del arte de gobernar, seguramente tiene la misma estatura que la biografía de Lyndon B. Johnson escrita por Robert Caro.

Sin embargo, el libro de Varoufakis sobre la crisis que ha marcado a Grecia desde 2010 hasta hoy se encuadra en una categoría propia: es la historia entre bastidores de la política de primer nivel contada por un forastero. Varoufakis comenzó como un outsider, tanto de la élite política como de la extrema izquierda griega, luego se metió dentro y acabó abandonándolo todo abruptamente después de que su antiguo aliado, el primer ministro griego Alexis Tsipras, le pidiera la dimisión en julio de 2015.

Varoufakis escenifica su dilema durante la crisis con una anécdota reveladora. Estaba en Washington para reunirse con Larry Summers, el antiguo secretario del Tesoro de los Estados Unidos y confidente de Barack Obama. Summers le preguntó a bocajarro: ¿Quieres estar dentro o fuera? “Los de fuera priorizan la libertad de contar su versión de la verdad. El precio es que son ignorados por los de dentro, que toman las decisiones importantes”, le advirtió Summers.

Los políticos electos tienen poco poder; el verdadero poder lo tienen Wall Street y una red de fondos de inversión, multimillonarios y dueños de medios de comunicación, y el arte de permanecer en la política es poder reconocer este hecho e intentar lograr hacer algo sin alterar el sistema. Ésa era la oferta. Varoufakis no sólo la rechazó, sino que al escribir sobre ella en detalle nos protege de la estupidez de las fantasías ocasionales de la izquierda de que el sistema construido por el neoliberalismo puede de alguna forma inclinarse o ceder ante nuestros deseos de justicia social.

En este libro, Varoufakis ofrece una de las descripciones más detalladas y precisas del poder moderno, un logro aún más importante que su deseo de justificar su propio accionar durante la crisis griega. Explica cómo se construye la red del poder moderno, con el agotamiento de haber pasado tantas noches en fríos hoteles y salas de reuniones mal iluminadas. Aris obtiene un préstamo del banco de Zorba; Zorba le perdona el préstamo, pero la empresa constructora de Zorba obtiene un contrato en un ministerio de Aris. Al hijo de Aris le dan trabajo en la cadena de televisión de Zorba, que por alguna razón siempre está en bancarrota y por eso no puede pagar impuestos; y así.

“La clave de estas redes de poder es la exclusión y la turbiedad”, escribe Varoufakis. A medida que se va intercambiando información sensible, “alianzas de dos personas se van vinculando con otras alianzas…involucrando a conspiradores que conspiran de hecho, sin ser conspiradores conscientes”. En el proceso de contar su historia, Varoufakis no sólo revela secretos, sino que son secretos gordos y jugosos.

Grabaciones en secreto en sus reuniones El primer secreto es que no sólo Grecia estaba en la bancarrota cuando la UE la rescató en 2010 –y que el rescate fue diseñado para salvar a los bancos franceses y alemanes– sino que Angela Merkel y Nicolas Sarkozy lo sabían; y sabían que sería un desastre.

Esta acusación no es nueva, fue lanzada en su momento por activistas de izquierdas y economistas de derechas contra la élite financiera. Pero Varoufakis la confirma con citas, algunas recogidas de cintas de conversaciones que grabó en ese momento sin que lo supieran los otros participantes.

Incluso ahora, dos años después de las últimas elecciones griegas, este libro trasciende el interés académico. Grecia sigue aplastada por una deuda de miles de millones de euros que no puede pagar. Por las decisiones que se tomaron en 2010 y 2011, al rescatar bancos privados y endosarles deudas enormes a los países europeos del norte, serán los contribuyentes franceses y alemanes los que acabarán pagando la deuda griega cuando inevitablemente sea perdonada.

La segunda revelación es que miembros de la familia de Varoufakis fueron amenazados violentamente cuando, con una multitud controlando las calles y plazas, él comenzó a alinearse con aquellos que denunciaban que el rescate era inviable. Varoufakis afirma que esas amenazas, que se efectuaron de forma anónima, por teléfono y con una calma oligárquica, fueron la causa de su salida de Grecia hacia Estados Unidos.

Como resultado, cuando regresó, mientras comenzaba a apoyar activamente al partido de izquierda radical Syriza, Varoufakis vivió la crisis como un outsider, pero en un sentido diferente. Cuando le pidieron que hablara ante la multitud que ocupaba la Plaza Síntagma en mayo-junio de 2011, recuerda: “La última vez que había hablado ante una manifestación había sido en Nottinghamshire, ante un piquete de mineros en huelga en 1984”.

Estaba a punto de unirse a un grupo de políticos de izquierdas —liderado por Tsipras y secundado por su jefe de Gabinete formado en Glasgow, Nikos Pappas— en la lucha por acabar con el neoliberalismo. Pero tenía poca experiencia en la izquierda griega organizada y ellos lo veían como un neoliberal.

El fracaso del órdago Los logros académicos de Varoufakis se habían basado en la aplicación de la teoría de juegos a la economía. Así que, cuando diseñó la estrategia de confrontación de Syriza, fue explícito: el enemigo tenía que creer que Syriza estaba preparado para incumplir pagos, o para salir de la zona euro, lo suficiente como para convencer a los poderosos de la UE de renegociar los préstamos que estaban por vencer y evitar que hicieran estallar el sistema bancario griego.

Esto funcionó, aunque el precio fue un gran retroceso retórico y la retirada del programa nacional de Syriza en febrero de 2015. Pero en julio falló porque, habiendo luchado y ganado la campaña emocional del referéndum, Tsipras eligió hacer concesiones ante la posibilidad de una guerra civil griega.

Entrevisté a Varoufakis la noche en que ganaron el referéndum. Parecía asombrado por la magnitud de la victoria (en el libro confiesa que esperaba una derrota) y seguro de que le daría a Tsipras las municiones para enfrentarse a Troika. Sin embargo, ahora está claro que los dos calcularon mal. Varoufakis entendió —por la autoridad del ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble— que Alemania no intentaría sacar a Grecia del euro. Para cuando hicieron justamente eso, dos semanas de bancos cerrados y desarrollo al borde del colapso habían llevado la apuesta a un todo o nada.

Cuando le echaron, Varoufakis se libró de tener “prontuario”, aunque el precio que pagó fue, una vez más, un autoexilio de la política activa en Grecia. Si, tal como parece posible, la situación escala hacia el desplome económico, su voz —junto con la de los comunistas veteranos antieuro que se separaron de Syriza— podría ser lo único que quede de una izquierda que pueda darle la batalla final al fascismo y la dictadura.

Pero yo sigo creyendo que Tsipras hizo bien en ceder ante el ultimátum de la UE y que Varoufakis tuvo parte de la culpa por la forma en que diseñó la estrategia “del juego”. Para Tsipras, y para la generación de exdetenidos y víctimas de torturas que reconstruyeron la izquierda griega después de 1974, permanecer en el poder como un escudo abollado contra la austeridad era preferible a entregarle el poder a un grupo de políticos mafiosos respaldados por una horda enardecida de jóvenes millonarios bien vestidos.

Al final, el gobierno de Tsipras resultó no ser un escudo muy efectivo para proteger a la clase trabajadora griega, pero sí al más de un millón de refugiados sirios que llegaron a las costas griegas en las semanas tras la rendición económica. Las fuerzas armadas griegas, el poder judicial y la policía están llenas de personas a quienes les encantaría ver hundirse las pateras y poder deportar en masa o encerrar a los supervivientes.

Aunque la forma en que Syriza manejó la inmigración masiva fue por momentos equivocada, en el momento crucial, de julio a diciembre de 2015, el gobierno de izquierdas de Grecia ofreció un refugio para aquellas personas que huían del terror y la destrucción. Un gobierno conservador y de derechas le hubiera dado a los sirios un recibimiento mucho peor.

En ese contexto, el relato de Varoufakis de la historia de Tsipras debe ser cuestionado. Varoufakis argumenta que Tsipras es propenso a la frivolidad, la melancolía y la indecisión y que está determinado a probar que no es “una estrella fugaz”. Pero a diferencia de Varoufakis, Tsipras construyó un partido capaz de vencer a la élite política que ha dejado a Grecia sin riqueza y sin credibilidad y ha sido capaz de gobernar. Tsipras —junto a Pappas, su jefe de Gabinete, a quien Varoufakis describe correctamente como muy influyente en los acontecimientos— construyó algo que él pensó que sobreviviría a una derrota.

Varoufakis construyó una reputación, no un partido. De hecho, el mundo de los partidos —de activistas apiñados contra las ventanas lluviosas de cafeterías suburbanas, de repartir folletos, de huelgas y manifestaciones anti-fascistas— está ausente en su libro.

Si la izquierda mundial, que estuvo de buena racha entre 2011 y 2013, quiere recuperar terreno, necesita líderes como Tsipras, que encuentren pensadores y ejecutores como Varoufakis y que los estimulen. Pero sobre todo necesita hablarle al pueblo en el idioma que nace de años de lucha para construir un partido y un movimiento.

Traducido por Lucía Balducci
Fuente:
http://www.eldiario.es/theguardian/Varoufakis-mejores-biografias-politicas-historia_0_640087101.html
https://open.spotify.com/embed/user/elpaissemanal/playlist/5DBfunuPk3faTn5BV6Grv4

lunes, 19 de diciembre de 2016

Diez propuestas para no repetir la capitulación que hemos conocido en Grecia

Para no repetir la capitulación que hemos conocido en Grecia en 2015, hago diez propuestas sobre el empoderamiento popular |1|.

La primera propuesta es la necesidad de un Gobierno de izquierda de desobedecer, de manera muy clara y anunciada, a la Comisión Europea. Negándose a obedecer las exigencias austeritarias desde el inicio - el partido que pretende o la coalición de partidos que pretende ser Gobierno y, por supuesto, yo estoy pensando por ejemplo en el Estado español - y comprometiéndose a negarse al equilibrio fiscal. Decir: "no vamos a respetar la obligación decretada por los tratados europeos para garantizar el equilibrio fiscal”, porque queremos aumentar el gasto público para luchar contra las medidas antisociales, austeritarias y para emprender la transición ecológica. Por lo tanto, el primer punto es declarar de manera clara y determinada el compromiso de desobedecer. Para mí, es fundamental la idea de que después de la capitulación griega NO se puede seguir con la falsa ilusión de obtener de la Comisión Europea y de los demás gobiernos europeos el respeto de la voluntad popular. Mantener esa falsa ilusión, sería un desastre. Hay que desobedecer.

Segundo punto. Comprometerse a llamar a la movilización popular. Tanto a nivel de país, como a nivel europeo. También eso faltó el año pasado en Grecia. Por supuesto, los movimientos europeos sociales no estuvieron a la altura en las movilizaciones que hubo, que tuvieron lugar, pero que fueron insuficientes en solidaridad con el pueblo griego. Pero es cierto también que dentro del marco de la orientación estratégica de Syriza, no cabía llamar a la movilización popular a nivel europeo, ni siquiera llamar a la movilización popular en Grecia. Y cuando llamaron a la movilización a través del Referéndum el 5 de julio del 2015, fue para LUEGO no respetar la voluntad popular del 61,5% de los griegos, que se negaron a obedecer las exigencias de los acreedores.

Tercer punto. Comprometerse a organizar una auditoría de la deuda con participación ciudadana. Yo diría, una auditoría que tiene que ser simultánea a la suspensión del pago de la deuda. Hay situaciones diferentes en los 28 países que conforman la Unión Europea. Hay países europeos donde la suspensión de pagos es una medida de absoluta necesidad prioritaria, como es el caso de Grecia, como sería el caso de Portugal y Chipre. En el Estado español habría que ver. En otros países se puede empezar solamente por la auditoría y luego llegar a la suspensión de pagos. Estas medidas hay que implementarlas tomando en cuenta la situación concreta de cada país.

Cuarta medida. Imponer control de movimientos de capitales. Y tomando en cuenta lo que quiere decir esto. Es decir, ir en contra de la idea de que se va a impedir a los ciudadanos transferir unos cientos de euros a sus socios fuera del país. Por supuesto, transacciones financieras internacionales hasta un cierto nivel, estarían permitidas. Pero sería implementar un control sobre los movimientos de capital, hacia arriba de un cierto monto de transferencias.

Quinta medida. Socializar el sector financiero y el sector energético. Para mí, socializar el sector financiero no es solamente desarrollar un polo público bancario. Es decretar el monopolio público sobre el sector financiero incluyendo bancos y seguros. Una socialización del sector financiero bajo el control ciudadano. Es decir, transformar el sector financiero en servicio público. Dentro del marco de la transición ecológica, por supuesto, la socialización del sector energético es una medida también de primera prioridad. No puede haber una transición ecológica sin monopolio público sobre el sector energético, tanto a nivel de la producción, como de la distribución.

Propuesta número seis. Creación de una moneda complementaria, no convertible. Ya sea en el caso de salida del euro o de mantenerse en la zona euro, de todos modos es necesaria la creación de una moneda complementaria no convertible. Es decir, una moneda que sirva en circuito corto a los intercambios dentro del país. Por ejemplo, para pagar aumentos de jubilaciones, aumentos de salarios a funcionarios públicos, para pagos de impuestos, para pagos de servicios públicos... Se puede utilizar una moneda complementaria que permita aliviar y salir de manera parcial de la dictadura del euro y del Banco Central Europeo. Claro, tampoco se puede evitar el debate de la salida de la zona euro. Creo que en varios países, la salida de la zona euro es también una opción que hay que defender como partidos y, sindicatos de clase. Varios países de la zona euro no pueden emprender realmente una ruptura con la austeridad y emprender una transición ecosocialista sin salir de la zona euro. En caso de salir de la zona euro, para mí, hay que emprender una reforma monetaria redistributiva. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir decretar, por ejemplo, que hasta 200.000 euros líquidos, el cambio en caso de volver a la peseta sería un 1 euro por 100 pesetas. Pero por encima de 200.000 (puede ser por encima de 100.000) el cambio para tener 100 pesetas sería de un 1,5 euros. En otro nivel superior, habría que entregar 2 euros. Llegando a los niveles más altos de 500.000, entregar 10 euros para tener 100 pesetas. Eso se llama reforma monetaria redistributiva. Que disminuye el circulante y redistribuye el patrimonio líquido de los hogares. Evidentemente, eliminando una parte del patrimonio líquido del 1% más rico. Sabiendo que, no sé exactamente los datos del País Vasco o del Estado Español, pero casi el 50% de la población ni siquiera tiene ahorro. Un 30% de la población, los de abajo, tiene deudas, no tiene patrimonio líquido. Puede tener patrimonio en términos de vivienda (hipotecada o no), pero no tiene patrimonio positivo esa gran parte de la población.

La medida siete. Por supuesto, reformar radicalmente la fiscalidad. Eliminar el IVA sobre productos de consumo básicos, alimenticios por ejemplo, servicios de luz y agua, otros servicios de primera necesidad. Sin embargo, un aumento del IVA sobre productos de lujo y productos que contaminan etc. Pero fuera de los productos y servicios de base, hace falta un aumento de la fiscalidad sobre la ganancia de las empresas privadas y sobre las ganancias e ingresos por encima de un cierto nivel. Es decir, fiscalidad progresiva sobre los ingresos y sobre el patrimonio.

Octava medida. Desprivatización. Recomprar empresas privatizadas con el euro simbólico. Así, a ese nivel, usar el euro podría ser muy simpático, pagar un euro simbólico a los que se aprovecharon de las privatizaciones. Y fortalecer y extender los servicios públicos bajo control ciudadano.

Medida nueve. Reducir el tiempo de trabajo manteniendo, protegiendo el salario. Abrogar las leyes antisociales y adoptar leyes para solucionar la situación de la deuda hipotecaria. Se podría realizar perfectamente vía leyes, evitando juicios (porque hay múltiples juicios sobre deuda hipotecaria en los cuales los hogares se enfrentan a los bancos). Un Parlamento puede decretar vía ley, por ejemplo, la anulación mediante ley, de las deudas hipotecarias por debajo de 150.000 euros, por ejemplo. Eso permitiría no ir a juicio.

Medida diez. Abrir un verdadero proceso constituyente. No se trata de cambios constitucionales dentro del marco del Congreso o de las Cortes actuales. Se trataría de disolver el Parlamento y convocar a la elección directa de una Asamblea Constituyente. Claro, convocarlo teniendo en cuenta la cuestión de las nacionalidades etc. pero abrir un verdadero proceso constituyente, ya sea en las nacionalidades o a nivel del estado como tal. Y, buscar cómo encajar esto en otros procesos constituyentes a nivel europeo.

Éstas son para mí diez medidas básicas a someter a debate. Pero pongo esas medidas a un nivel alto. Porque creo que sin medidas radicales anunciadas desde el inicio, no habrá ruptura ni siquiera con las políticas de austeridad. No hay margen de maniobra para romper con las políticas de austeridad sin tomar medidas radicales contra el gran capital. Los que piensan que se puede evitar esto, son «vendedores de humo», de fórmulas que no pueden encontrar realmente forma concreta de realización. El nivel europeo, la arquitectura europea es tal, y el nivel de crisis del capitalismo es de tal dimensión, que no hay más espacio real para políticas neokeynesianas productivistas. Para mí, el ecosocialismo no es el discurso del domingo. Es el discurso diario, del cual tienen que bajar las propuestas inmediatas que hay que concretar. Y complementar la lucha contra la austeridad y emprender el camino y la transición ecosocialista es una necesidad absoluta e inmediata.

Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de diversos libros, entre ellos: Procès d’un homme exemplaire , Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad , Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global , El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos , Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique , Le Seuil, París, 2012. Este último libro ha recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro político de Lieja. Ultimo libro: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015.

Es coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda.
Fuente: http://www.cadtm.org/Sobre-empoderamiento-popular-Diez

jueves, 4 de agosto de 2016

La deuda pública, un siglo de enfrentamiento

Todas las reclamaciones deben ser respetadas a menos ...

La deuda pública, un siglo de enfrentamiento
El fracaso de sus políticas privó a los partidarios de la austeridad del argumento de sentido económico. De Berlín a Bruselas, los gobiernos y las instituciones financieras ahora basado su Evangelio en la ética: Grecia debe pagar por principio! Pero la historia demuestra que la moral no es el principal árbitro de las disputas entre acreedores y deudores. por Renaud Lamber

Hubo un tiempo en que los estados son liberados fácilmente de la carga de la deuda. Era suficiente, por ejemplo, a los reyes de Francia ejecutar a sus acreedores para mejorar sus finanzas: una forma incipiente, pero común, de "reestructuración" (1). El derecho internacional ha privado del deudor de dicha práctica. Se agrava su situación imponiendo el principio de continuidad de los compromisos.

Si los abogados se refieren a esta obligación por una fórmula latina - pacta sunt servanda ( "Las convenciones deben ser respetados") - las más diversas traducciones han circulado en las últimas semanas. Versión moralizante: "Grecia tiene un deber ético para pagar la deuda" (Frente Nacional). Versión nostálgica del campo de juego: "Grecia tiene que pagar, son las reglas del juego" (miembro de la junta Benoît Cœuré del Banco Central Europeo). Versión insensible a la sensibilidad popular: "Las elecciones no cambian nada" compromisos de Estado (Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán) (2).

La deuda griega supera los 320 millones de euros; en proporción a la producción de riqueza, se ha saltado un 50% desde el año 2009. Según el Financial Times, "exigiría la devolución de Grecia, que funciona como una economía de esclavos" (27 de enero de 2015). Pero los "principios" para dar cabida a una gran cantidad de aritmética. "Una deuda es una deuda", insiste el director del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde (Le Monde 19 de enero de 2015). En otras palabras, no importa si Grecia puede pagar o no, tiene que pagar ...

"No es lo suficientemente estúpido para pagar"
La doctrina de pacta sunt servanda, sin embargo, nada de granito (3): "La obligación de que el derecho internacional fórmula para pagar la deuda nunca ha sido considerado absoluto y es frecuentemente limitada o visión matizada", dice una documento de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (Unctad) (4). La denuncia de las deudas "odiosas" (préstamos realizados por un poder despótico (5)), la deuda "ilegítima" (efectuados sin respetar el interés general de la población (6)) o "consentimiento de los vicios", los argumentos legales sin que les falte para justificar la suspensión de pagos o la supresión de la totalidad o parte de las deudas que asolan el país. Empezando por el artículo 103 de la (ONU) Carta de las Naciones Unidas, que proclama: "En caso de conflicto entre las obligaciones de los miembros de la ONU por la presente Carta y sus obligaciones en virtud de cualquier otro acuerdo internacional prevalecerá. "Entre ellos, encontramos, en el artículo 55 de la Carta, el compromiso de los Estados para promover" estándares de vida más elevados, trabajo permanente y condiciones de progreso y desarrollo en el orden económico y social".

Un joven griego en dos está en el paro; 30% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza; 40% pasó el invierno sin calefacción. Una parte de la deuda se generó durante la dictadura militar (1967-1974), durante el cual se ha cuadruplicado; otra fue contraída en detrimento de la población (como se le conoce ampliamente para rescatar a las entidades de crédito de Francia y Alemania); otro resultado directo de la corrupción de los líderes políticos por transnacional que desean vender sus productos, a veces defectuoso en Atenas (ya que la empresa alemana Siemens (7)); por no hablar de los bancos de la depravación, como Goldman Sachs, que ha ayudado al país para ocultar su fragilidad económica ... Los griegos tienen mil justificaciones para recurrir a la ley internacional y aliviar la carga de una auditoría de la deuda establecería personajes odiosa, ilegítima e ilegal (léase "Ecuador dijeron "no""). Pero la capacidad de hacer oír su voz se basa principalmente en la naturaleza de la relación de fuerzas entre las partes interesadas.

En 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España alegando una explosión a bordo del USS Maine, que ancló en el puerto de La Habana.
Ellos "liberan" a Cuba, que se transforman en un protectorado - la reducción de "la independencia y la soberanía de la República de Cuba con el mito de la condición (8)," de acuerdo con el general cubano Juan Gualberto Gómez, que había participado en la guerra de la independencia. España requiere el pago de las deudas que la isla había "contraído con él"; en este caso, los costes de su agresión. Se basa en lo que el Sr. Cœuré probablemente habría llamado las "reglas del juego". Como investigador ha señalado Anaïs Tamen, "la solicitud española se basó en hechos similares, incluyendo la conducta de sus antiguas colonias que habían sufragado la parte de la deuda pública española provenientes de la liquidación." Los propios Estados Unidos si no hubieran "donaron más de 15 millones de libras en el Reino Unido durante su independencia" (9)?

Washington no escucha bien y avanzan en una idea que no se ha generalizado (lo que ayudará a establecer el concepto de deuda odiosa) no puede ser requerido por una población para pagar una deuda de esclavizar. La prensa estadounidense transmite la fuerza de esta posición: "España no debe mantener ninguna esperanza de que los Estados Unidos son lo suficientemente estúpidos o sin valor para aceptar la responsabilidad y se utilizan para aplastar al pueblo cubano", proclama el Chicago Tribune 22 de de octubre de 1898. Cuba no va a pagar un centavo.

Hace algunas décadas, México trató de desarrollar argumentos similares. En 1861, el presidente Benito Juárez suspendió el pago de la deuda, en gran medida efectuados por los regímenes anteriores, incluida el del dictador Antonio López de Santa Ana. Francia, Reino Unido y España, mientras ocuparon el país y fundaron un imperio que entregaron a Maximiliano de Austria.

Una reducción de 90% para Alemania
Una imagen de la URSS, que anunció en 1918 que no va a reembolsar deudas de Nicolás II (10), los Estados Unidos reitera su golpe de Estado en favor de Irak a principios del siglo XXI. Unos meses después de la invasión del país, el secretario del Tesoro, John Snow, anunció en Fox News: "Es evidente que el pueblo iraquí debería no ser abrumado por las deudas a favor del régimen de un dictador ahora fugitivo" ( 11 abril de 2003). La urgencia para Washington: garantizar la solvencia del poder que ha puesto en marcha en Bagdad.

Emerge entonces una idea que sorprender a los defensores de la "continuidad de los compromisos de pago de la deuda de los Estados caería dentro de una cuestión de principio que es matemática. "Lo más importante es que la deuda es sostenible", se atreve a exponer un editorial en el Financial Times el 16 de junio de 2003. La lógica es adecuada para Washington: las cifras han hablado, y los Estados Unidos quieren asegurarse de que su veredicto se impone a los ojos de los principales acreedores de Irak, Francia y Alemania a la cabeza (con respectivamente 3 y 2,4 mil millones de acciones en su posesión). Para mostrar prisa "justa y suave", que - se negó a aclarar más del 50% del valor de los títulos que poseían - finalmente conceden una reducción del 80% de sus créditos.

Hace tres años, ni la ley ni los números de derecho internacional habían sido suficientes para convencer a los acreedores de Buenos Aires para mostrar "flexibilidad". Sin embargo, alcanzando un máximo de alrededor de $ 80 mil millones durante el defecto en el año 2001, la deuda de Argentina resultó insostenible. De ello se desprende, además, un pasivo en gran medida creado por la dictadura (1976-1983), llamando bajo esas condiciones deuda odiosa. No hay problema: exigen que los acreedores pueden recuperar, de lo contrario van a prohibir el acceso Buenos Aires a los mercados financieros.

Argentina es válida.
Prometimos el desastre?
Entre 2003 y 2009, la economía registró una tasa de crecimiento que oscila entre el 7 y el 9%. Entre 2002 y 2005, el país ofrece a sus acreedores para intercambiar sus títulos contra el nuevo, un valor de 40% menor. Más de tres cuartas partes acuerdan aceptar. Más tarde, el paquete de estímulo del gobierno de las nuevas negociaciones que condujeron en 2010 a un nuevo intercambio de acciones con un 67% de los restantes acreedores. 8% de las acciones en suspensión de pagos desde 2001, sin embargo, todavía no se han acordado. Los fondos buitres están trabajando ahora para pagarlos, y amenazan con provocar en Argentina a un nuevo impago (11).

Por lo tanto, los acreedores aceptan a regañadientes la pérdida de valor de sus títulos. Sin embargo, se resignaron a ella en la conferencia internacional para aliviar la deuda de la República Federal de Alemania (RFA), que se celebró en Londres entre 1951 y 1952. Los debates del tiempo de rellamada las que rodean a la Grecia contemporánea, a partir de la contradicción entre "principios" y sentido económico.

"Miles de millones de dólares están en juego, a continuación, informa el periodista Paul Heffernan, a raíz de las discusiones acerca del The New York Times. Pero no es sólo una cuestión de dinero. Las conferencias en el Palace Lancaster House se ocupará principalmente de uno de los principios fundamentales del capitalismo internacional: el carácter sagrado de los contratos internacionales "(24 de febrero 1952). Con estas preocupaciones en mente, los negociadores - en su mayoría estadounidenses, británicos, franceses y alemanes - también tienen la intención de los de Alemania. En una carta de fecha 6 de marzo de 1951, el canciller Konrad Adenauer instó a sus interlocutores a "tener en cuenta la situación económica de la República Federal", "incluyendo el hecho de que la carga de la deuda aumenta y su economía se contrae" . Como se resume el economista Timothy W. Guinnane, pronto todo el mundo está de acuerdo en que "la reducción del consumo alemán no es una solución válida para garantizar el pago de su deuda (12)."

Un acuerdo fue finalmente firmado el 27 de febrero 1953 incluyendo a Grecia (13). Se prevé una reducción mínima del 50% de las cantidades prestadas por Alemania entre las dos guerras mundiales; una moratoria de cinco años para el pago de las deudas; un aplazamiento indefinido de las deudas de guerra que habría podido aspirar en Bonn, lo que lleva a Eric Toussaint, del Comité para la anulación de la deuda del Tercer Mundo (CADTM), a estimar la reducción de la deuda alemana a 90% ( 14); la capacidad para reembolsar Bonn en su propia moneda; un límite en las cantidades gastadas en servicio de la deuda (5% del valor de las exportaciones) y la tasa de interés pagada por Alemania (5% también). No es todo. Dice Heffernan, "que tal acuerdo es sólo el preludio de un esfuerzo para estimular el crecimiento en Alemania," los acreedores proporcionan las oportunidades de generación de los alemanes que necesitaba y renunciar a vender sus propios productos a la República Federal. Para el historiador de la economía alemana Albrecht Ritschl, "estas medidas han salvado a Bonn y sentó las bases financieras del milagro económico alemán (15)" de la década de 1950.

Desde hace varios años, Syriza - en el poder en Grecia tras las elecciones del 25 de enero, el año 2015 - se aplica para una conferencia de este tipo, impulsado por las mismas preocupaciones. Dentro de las instituciones de Bruselas, sin embargo, parecen compartir el sentimiento de Leonid Bershidsky "Alemania lo merecía para aligerar su deuda, no Grecia. "En un artículo publicado el 27 de enero de 2015, el periodista del grupo Bloomberg desarrolla su análisis:" Una de las razones por las que Alemania Occidental se benefició de la reducción de la deuda es que la República Federal iba a convertirse en un bastión principal en la lucha contra el comunismo. (...) Los gobiernos de Alemania Occidental que se beneficiaron de estas medidas eran decididamente antimarxista. "

El programa de Syriza no es nada "marxista". La coalición reclama una forma moderada de la socialdemocracia, siendo común en las últimas décadas. De Berlín a Bruselas, al parecer, sin embargo, que esto incluso se ha vuelto intolerable.

Renaud Lambert

(1) Sur l’histoire de la dette, lire François Ruffin et Thomas Morel (sous la dir. de), Vive la banqueroute !, Fakir éditions, Amiens, 2013.

(2) Respectivement sur LCI, le 4 février 2015 ; dans International New York Times, les 31 janvier et 1er février 2015 ; et sur la British Broadcasting Corporation (BBC), le 30 décembre 2014.

(3) Ce qui suit puise dans les travaux d’Eric Toussaint et Renaud Vivien pour le Comité pour l’annulation de la dette du tiers-monde (CADTM).

(4) Cnuced, « The concept of odious debt in public international law » (PDF), Discussion Papers, n° 185, Genève, juillet 2007.

(5) Lire Eric Toussaint, « Une “dette odieuse” », Le Monde diplomatique, février 2002.

(6) Comme dans le cas de la France. Lire Jean Gadrey, « Faut-il vraiment payer toute la dette ? », Le Monde diplomatique, octobre 2014.

(7) Cf. Damien Millet et Eric Toussaint, La Dette ou la vie, Aden-CADTM, Bruxelles, 2011.

(8) Cité par Richard Gott dans Cuba : A New History, Yale University Press, New Haven, 2004.

(9) Anaïs Tamen, « La doctrine de la dette “odieuse” ou l’utilisation du droit international dans les rapports de puissance », travail présenté le 11 décembre 2003 lors du troisième colloque de droit international du CADTM à Amsterdam.

(10) Les fameux emprunts russes, stockés par de nombreux épargnants français et finalement remboursés, pour un montant de 400 millions de dollars, à la suite d’un accord entre Paris et Moscou, en 1996.

(11) Lire Mark Weisbrot, « En Argentine, les fonds vautours tenus en échec », Le Monde diplomatique, octobre 2014.

(12) Timothy W. Guinnane, « Financial Vergangenheitsbewältigung : The 1953 London debt agreement », Working Papers, n° 880, Economic Growth Center, Yale University, New Haven, janvier 2004.

(13) Il ne traite pas de l’emprunt forcé imposé par Berlin à Athènes en 1941.

(14) Entretien avec Maud Bailly, « Restructuration, audit, suspension et annulation de la dette », CADTM, 19 janvier 2015.

(15) Albrecht Ritschl, « Germany was biggest debt transgressor of 20th century », Spiegel Online, 21 juin 2011.

http://www.monde-diplomatique.fr/2015/03/LAMBERT/52735