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martes, 13 de diciembre de 2022

Piedra de Rosetta: la batalla entre Jean-Francois Champollion y Thomas Young por descifrarla (sin la que no conoceríamos la historia del Antiguo Egipto)

Indudablemente era una de las civilizaciones más grandiosas del planeta y sus impresionantes monumentos eran prueba de su magnificencia.
Pero sus secretos estaban ocultos.

La historia del Antiguo Egipto se la había llevado el viento del olvido.
Quizás las voces labradas en sus vestigios podrían contarla, pero por siglos los expertos habían intentado descifrar el código en vano.
Al final, una piedra y una batalla entre dos mentes brillantes ayudaron a resolver el misterio.
Fue un duelo en el que estaba tanto el orgullo personal como el nacional en juego, entre un genio de las lenguas francés, Jean-Francois Champollion, y un célebre polímata británico, Thomas Young.

La piedra
En su campaña para conquistar el Mediterráneo oriental y amenazar el dominio británico en India, Napoleón Bonaparte invadió Egipto en 1798.
El país había estado prácticamente cerrado a los europeos durante siglos, y su civilización perdida asombró a los franceses.
4.500 años después de su construcción, la gran pirámide de Giza seguía siendo la edificación más alta del mundo. (Batalla de las Pirámides, de Antoine-Jean Gros)
En julio de 1799, mientras excavaban cerca de la ciudad de Rosetta (hoy Rashid) en el delta del Nilo, se toparon con un hallazgo único.
Una piedra con tres tipos de inscripciones: los misteriosos jeroglíficos antiguos en la parte superior, un texto desconocido en el centro (que después se llamaría egipcio demótico) y, en la parte inferior, griego antiguo.

Además de soldados, Napoleón había llevado un ejército de 167 eruditos, incluidos anticuarios, artistas y lingüistas, que reconocieron su valor.
Ese octubre, el propio Napoleón, recién regresado de Egipto, le dijo al Instituto Nacional de París que la piedra era "un medio para adquirir cierta información de este, hasta ahora, lenguaje ininteligible".
El idioma griego era conocido, así que sabiendo qué decía la milenaria escritura, hallarían claves para entenderla.
La piedra de Rosetta, con jeroglíficos, egipcio demótico y griego antiguo.
La piedra de Rosetta, con jeroglíficos, egipcio demótico y griego antiguo. FUENTE DE LA IMAGEN.

Esa roca prometía desentrañar la antigua cultura de Egipto.
Pero hubo problemas.

La guerra
El primero fue el vicealmirante de la Marina Real británica, Horatio Nelson.
En la Batalla del Nilo en agosto de 1798, Nelson había atacado a la flota francesa en Alejandría y la había hecho trizas, atrapando a los franceses en Egipto.
Después de tres años de asedio, los británicos finalmente los expulsaron, y todo lo que le "pertenecía" a Francia pasó a manos de Gran Bretaña y sus aliados.
Incluida la piedra de Rosetta.
Los franceses, sin embargo, habían hecho copias.
Los mejores lingüistas en París ya estaban tratando de descifrarla, sin éxito.

Pero, entre tanto, en las provincias, un niño prodigio crecía alentado por su hermano mayor para que cultivara su don con los idiomas.
Fue su obsesión por saber cuál era el origen del mundo lo que lo llevó desde niño a estudiar idiomas antiguos. (Champollion el Jóven, por Madame de Rumilly)
Aunque eran demasiado pobres para una educación privilegiada, a los 13 años, Champollion ya había aprendido seis lenguas antiguas.

El griego
La inscripción griega en la piedra de Rosetta indicaba que era propaganda del 285º faraón de Egipto, Ptolomeo V.
Cuando la encargó en 196 a.C., la civilización egipcia había existido durante 3.000 años, pero sus días de gloria estaban en el pasado.
Tras una serie de invasiones, había sido conquistada en 332 a.C. por Alejandro Magno, quien se hizo faraón, trajo su propio gobierno y convirtió al griego en el idioma de los gobernantes.
Su presencia era resentida.
Desesperado, Ptolomeo V erigió tabletas de piedra en los templos, proclamando sus virtudes y subrayando que él era el faraón legítimo.
Pasarían 19 siglos antes de que una de ellas consiguiera por fin parte de su propósito: revivir la gloria de su civilización.

El británico
Young era una brillante personalidad de la Ilustración, con contribuciones notables a los campos de la visión, la luz, la mecánica de sólidos, la energía, la fisiología y la armonía musical.

Thomas Young (1773-1829) usó su teoría ondulatoria de la luz para explicar los colores de películas delgadas.
Cuando en 1814 asumió el reto de descifrar al Antiguo Egipto, aparte de su intelecto, prestigio y riqueza, tenía la ventaja de que la piedra de Rosetta estaba en el Museo Británico.
Traducirla antes que los franceses era cuestión de honor.
Pero el problema de Young y Champollion era que nadie sabía realmente qué eran los jeroglíficos.
¿Símbolos o letras que representaban los sonidos de un idioma hablado?

Los jeroglíficos
Los símbolos comunican ideas, pero no son un lenguaje: no se pueden leer de la misma manera que el texto de un libro.
Por siglos el pensamiento europeo reflejaba el de los antiguos griegos y romanos, quienes le atribuían a Egipto la invención de la escritura, como un regalo de los dioses, pero creían que los jeroglíficos eran símbolos impenetrables de la antigua sabiduría egipcia.
Afirmaban que eran signos conceptuales, en los que, por ejemplo, un pictograma de un halcón representaba la rapidez.
Algunos estudiosos habían aventurado conjeturas útiles, como el clérigo inglés Abbé Barthélemy, quien supuso -correctamente- en 1762 de que unos "paquetes de símbolos" atados por una cuerda -que los soldados franceses más tarde llamaron 'cartuchos'- podían contener los nombres de reyes o dioses.

En los cartuchos, una cuerda anudada rodea el nombre del faraón, protegiéndolo para la eternidad (y evitando una lectura equívoca).
Pero el consenso, en ese momento, era que los jeroglíficos eran símbolos silenciosos.

Matemáticas
La última frase escrita en griego en la piedra de Rosetta alentó a los posibles descifradores:
"Este decreto se inscribirá en una estela de piedra dura en caracteres sagrados y nativos y griegos...".
En otras palabras, las tres inscripciones eran equivalentes en significado.
Young abordó los ilegibles textos como un código que debía descifrarse con el poder de la lógica y el análisis numérico.
El método era sencillo: si contaba las veces que aparecía una palabra en griego -por ejemplo Ptolomeo- y encontraba grupos de símbolos que aparecieran un número similar de veces, podría ir dilucidando un alfabeto, unas palabras y unas frases.
Champollion adoptó un enfoque completamente diferente.

Copto
Había logrado el sueño de ir a París a estudiar lenguas orientales con el principal lingüista del país, Silvestre de Sacy, quien ya había tratado de desvelar el enigma de la piedra de Rosetta.
Ptolomeo escrito en la piedra de Rosetta, en jeroglífico, demótico y griego.
Y aunque el maestro lo desalentó, alegando que los jeroglíficos eran encarnaciones de ideas y entenderlas era tan monumentalmente difícil que, de poderse lograr, tomaría una vida entera, Champollion no desistió.
Estaba convencido de que los jeroglíficos conformaban palabras, y las palabras debían pronunciarse.
Como lingüista, pensaba que revelaría su significado a través del estudio de las lenguas antiguas de Egipto.
Así que se propuso aprender el último idioma conocido hablado en la época de los jeroglíficos: el copto.
El copto hablado descendía del idioma del antiguo Egipto, pero el escrito no era jeroglífico; era alfabético, como el griego y el latín.
Si los jeroglíficos estaban conectados al copto, eran la escritura de un idioma, no símbolos místicos vagos.

Cartuchos
En vez de colaboradores, Young y Champallion se volvieron rivales en una competencia a los ojos del mundo, con partidarios y opositores.
En esos jeroglíficos, algo llamaba la atención: aquellos cartuchos con los nombres de faraones a veces contenían los mismos elementos en el mismo orden pero podían ser verticales u horizontales y, lo que era aún más confuso, podían estar escritos de derecha a izquierda o viceversa.
Young notó que, en esos casos, eran un reflejo: como si escribieras 'HOLA' y 'ALOH'... entonces, ¿cómo saber en qué dirección se leía un texto?
Dos cartuchos con los mismos elementos en el mismo orden pero en diferentes direcciones.
Iguales pero al revés. La clave estaba en la cabeza del felino.
Descubrió que dependía de la dirección de las caras de los animales.
Además, trató de hacer coincidir las letras 'p, t, o, l, m, e, s' en Ptolmes, la ortografía griega de Ptolomeo, con los jeroglíficos en el cartucho con el nombre del gobernante y tras aplicar la misma técnica al nombre de una reina ptolemaica, Berenice, obtuvo un "alfabeto" jeroglífico tentativo.
Eran avances significativos que el polímata británico comenzó a publicar.

Sedición
Champollion también iba progresando en su tarea, pero con más dificultad, pues debía preocuparse por ganarse la vida.
En 1815 presentó su diccionario de copto para su publicación, pero su antiguo maestro, Sacy, lo bloqueó: era un poderoso enemigo que además de sentir animosidad personal y envidiarlo, también resentía sus afinidades republicanas.
Ese mismo año, la derrota en la batalla de Waterloo llevó al fin de Napoleón y la efímera República Francesa.
En el torbellino político, Champollion fue declarado culpable de sedición contra la Corona, removido de su trabajo en la Universidad de Grenoble y exiliado a la casa de su padre.

Libreta de jeroglíficos de Champollion. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Entre tanto, Young acumulaba conocimientos, descubriendo los jeroglíficos para palabras como dios, rey, Isis, sacerdote... pero eso no significaba que pudiera leerlas.

Cleopatra
En diciembre de 1821, llegó a Inglaterra otro antiguo artefacto egipcio encontrado en el templo de File que quizás ofrecería más pistas: un obelisco con inscripciones en jeroglíficos y en griego antiguo.
Había sido hallado y comprado por el egiptólogo británico William John Bankes, quien había identificado en él el cartucho de Cleopatra.
Debía haberle dado más ventaja a Young, quien crucialmente ya había demostrado que los signos demóticos eran una derivación de los jeroglíficos, y concluído, correctamente, que la escritura demótica consistía en "imitaciones de los jeroglíficos... mezclados con letras del alfabeto".
Sin embargo, no dio el siguiente paso lógico: entender que la escritura jeroglífica en su conjunto, no solo los cartuchos, podía ser una escritura mixta como la escritura demótica.
Ese fue su gran error y el avance revolucionario que le dio el triunfo a Champollion.
El obelisco de File en el que fue el palacio de William John Bankes: Kingston Lacy, en Reino Unido.
Para cuando llegó el obelisco, Champollion ya había compuesto un "alfabeto" jeroglífico, con el que podía escribir, por ejemplo, el nombre de Cleopatra.
Al comparar lo que él había escrito con el cartucho del obelisco, comprobó que iba por muy buen camino.

Pero la prueba reina sería poder leer nombres de gobernantes sin saber de antemano cuáles eran y en cartuchos anteriores a la llegada de Alejandro Magno, para que los jeroglíficos no tuvieran la huella del griego antiguo.
Y lo logró: en dibujos de los templos de Abu Simbel en Nubia, de los que no se sabía nada, pudo leer el nombre del faraón Ramsés II por primera vez en miles de años.
Tras analizar la abrumadora combinación de signos fonéticos y no fonéticos, en septiembre de 1822 -23 años después de encontrada la piedra de Rosetta- Champollion anunció que había logrado descifrar los antiguos jeroglíficos egipcios.
Y él era la única persona en el mundo que podía leerlos.
Pero le esperaban más batallas por lidiar.

Noé
No sólo la élite educada de Europa se mostró escéptica -y a menudo contraria- sino que su logro lo llevó a un territorio peligroso.
La Iglesia católica había seguido el duelo de Young y Champollion con profunda preocupación.
Papiro contemporáneo del antiguo zodíaco de Dendera, un bajorrelieve egipcio del techo de una capilla dedicada a Osiris en el templo de Hathor. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

La razón era el diluvio de Noé, que los eruditos bíblicos habían fechado en el año 2.349 a.C. y que, según la verdad de la Biblia, había aniquilado a todas las civilizaciones anteriores.
Si los jeroglíficos demostraban que la civilización egipcia existía antes y después del diluvio, las palabras de los faraones socavarían los pilares del cristianismo.
Pero Champóllion tuvo la oportunidad de acallar los temores de la Iglesia cuando declaró que el zodiaco de Dendera, un relieve tallado en el techo de un templo que llegó a París, no era, como habían dicho varios académicos, anterior a Noé.
Aliviados, los religiosos hicieron pública su evaluación: la opinión de un perito librepensador era más valiosa que cualquier otra.

Celos y secretos
Sin embargo, la amarga batalla con sus numerosos críticos, a los que se había unido Young -quien inicialmente aplaudió a Champollion pero después se ofendió pues éste no reconocía su contribución en sus escritos- continuaba.
Los académicos dentro y fuera de Francia lo atacaban constantemente.
Por ellos y por él, tenía que poner a prueba su habilidad en los templos y tumbas del Antiguo Egipto.
Y necesitaba apoyo.
La Iglesia se lo ofreció, con la condición de que nunca revelara ningún hallazgo que contradijera sus enseñanzas.
Aceptó y, con el respaldo de Leopoldo II de Toscana y Carlos X de Francia, reunió un equipo con el que viajó por Egipto, deteniéndose en tantas tumbas y templos como pudo.
En Saqqara, visitó la pirámide más antigua del mundo, pero lo que lo sacudió fue un descubrimiento que le dijo algo increíble sobre la edad del mundo.

Dibujos tomados de la tumba de Menofre y de Eïmei.
Era una tumba y los jeroglíficos revelaron que era de Menofre, un sacerdote real de una dinastía anterior al Diluvio, lo que, según la Biblia, era imposible.
Consternado, varias décadas antes de Charles Darwin, dudó de la fecha de la Creación. Sin embargo no pudo hacer más que consignar su hallazgo en su diario privado y llevarse el secreto a su tumba.
Pero fue al llegar al Valle de los Reyes que finalmente pudo hacer más que leer jeroglíficos: logró empezar a comprenderlos.

La victoria final
A lo largo de su viaje, había leído historias ilegibles e incognoscibles por cientos de años, reviviendo mundos olvidados, gloriosas batallas, elaborados rituales y conocimientos perdidos.
Sin embargo, algo le intrigaba intensamente: por qué la muerte era tan importante para los antiguos egipcios; por qué creaban obras tan fantásticas para ocultarlas.
Y ahí, en el que fue el cementerio real durante casi 500 años, por fin entendió que ese no era un valle de muerte.
Era un valle de renacimiento.
Descubrió la razón de la magnificencia de las tumbas del Antiguo Egipto: los faraones eran los protectores de todos los egipcios en la vida y en la muerte, así que su viaje al más allá era trascendental.
Si los faraones sobrevivían su paso por el inframundo, también lo haría su pueblo.
Por toda la eternidad.
Champollion abrió las puertas de esa gran civilización perdida, y su llave fue la piedra de Rosetta.

*Este artículo se basa en parte en el docudrama "Egipto" de la BBC.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-62958968

lunes, 24 de agosto de 2020

_- Theodor Kallifatides: «La única defensa frente al fanatismo es hacer preguntas y dudar».

_- El escritor griego recrea el relato de 'La Ilíada' en el contexto de la ocupación nazi en su última novela, 'El asedio de Troya'

A sus 81 años, Theodor Kallifatides (Mololai, Grecia, 1938) es un hombre intelectualmente inquieto. Desde hace cuatro meses estudia español por una aplicación de móvil y ya lo habla correctísimamente. “Me encanta la lengua y la cultura española –comparte-. Leí a Cervantes cuando tenía 14 años, amo la poesía de Lorca, me gustan mucho Buñuel y Almodóvar. Y los bailes, también los bailes. Todo. Pero lo más importante para mí es la tradición del humanismo que encuentro aquí”, reflexiona.

Nada queda ya del bloqueo creativo que le llevó hace algunos años a escribir Otra vida por vivir en su idioma materno, el griego, sobre la situación actual de su país natal. De viaje en España para recoger el premio Cálamo por aquella historia, aprovecha para presentar también su última novela, El asedio de Troya (Galaxia Gutenberg). Una vuelta a La Ilíada de Homero en el contexto de la ocupación nazi a partir de la voz de una profesora griega que trata de distraer a sus alumnos de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Miles de años separan ambos acontecimientos pero el escritor, que utiliza sus propios recuerdos biográficos para construir su texto, traza un claro paralelismo entre ambos hechos trágicos para recordarnos que al final todos somos los mismos y que, como decía Homero, con las guerras todo acaba en lágrimas.

Con El asedio de Troya, Kallifatides, que llega además con el que será el título de su próxima novela bajo el hombro –Amor y morriña-, vuelve a escribir en sueco, la lengua que ha dado cuerpo a casi toda su producción literaria durante más de medio siglo desde que emigró hasta allí en 1964. Neila García ha sido la encargada de traducirlo al castellano.

Pregunta. Dice que no pretende reemplazar a Homero pero, ¿qué le llevó a escribir su propia versión de La Ilíada?

Respuesta. Quería demostrar que el alma del hombre es inmensa y que nosotros tenemos la posibilidad de tomar el camino del bien y del mal al mismo tiempo. Aquiles y Héctor son como el capitán alemán y la profesora, son los mismos humanos, el mismo tipo de existencia, con la diferencia de tres mil años. Pero también quería mostrar, como Homero dijo, que la guerra es la fuente de todas las lágrimas. Ahora tenemos muchos conflictos armados por el mundo. Todo el tiempo. Mientras nosotros hablamos hay alguien en algún sitio que vive en guerra.

P. ¿Cree que todos los problemas actuales se pueden explicar con los autores clásicos?
R. Todos, efectivamente. Porque no solo los autores son clásicos, también los problemas son clásicos. Son los mismos conflictos todo el tiempo. Y nosotros tenemos que ser racionales para entender qué ocurre y tenemos que pensar con un corazón que nos permita saber lo que piensan los demás. Eso es todo. Razón y corazón.

«En mi Ilíada las mujeres son mujeres. Mujeres con hijos, con amores, con todo. Como los hombres. No son solo héroes. También son esposos, padres o amigos»

P. Comenta que en nuestro tiempo no se nos estimula para hacer frente a una lectura exigente como la que exige La Ilíada, ¿por qué cree que nos resulta tan complejo?
R. Entender los textos clásicos exige una educación y una disciplina. No se puede leer a Homero como se lee una revista. La diferencia hoy es más grande que nunca. Nosotros no leemos, solo miramos, escuchamos a veces, pero no leemos. Así que tenía que escribir una redacción de Homero en prosa porque 480 páginas de poesía es “un poco” difícil. Al mismo tiempo tenía que cambiar un poco la historia. En La Ilíada las mujeres son vistas más o menos como símbolos, pero en mi Ilíada las mujeres son mujeres. Mujeres con hijos, con amores, con todo. Como los hombres. No son solo héroes. También son esposos, padres o amigos. Y espero que el resultado sea útil para que los jóvenes de hoy la lean. No he querido competir con Homero, solo he querido hacerla más conocida entre la gente joven y los lectores en general. Y también quería contar la historia de mi pueblo durante la invasión alemana.

P. ¿Pase lo que pase, como escribe, al final siempre muere una mujer?
R. La historia es la historia. La Ilíada comienza con una chica de 14 años que es asesinada y durante la guerra son siempre las mujeres y los niños quienes pagan el precio. Los héroes mueren pero reciben todas las ceremonias oficiales mientras las mujeres son violadas sin que nadie proteste ni le importe a nadie. Esta es la historia de la humanidad hasta ahora.

P. ¿Diría que la mujer hoy esta mucho mejor que entonces?
R. Yo creo que la mujer hoy tiene muchos derechos pero no creo que esté todo hecho todavía. Después de la guerra civil en Grecia las mujeres tenían que trabajar porque los hombres habían muerto. Había hombres, claro. Pero muchos volvieron sin brazos o sin poder ver… Y las mujeres tuvieron que hacer el trabajo propio y el de los hombres. Cuidar a la familia, los hijos y la economía. Todo junto. Con el paso del tiempo, la mujer en Grecia se ha vuelto muy, muy diferente. Por ejemplo hoy tenemos una mujer como presidenta por primera vez -Ekaterini Sakelaropulu-. Pero ha sido un largo camino.

P. ¿Es la necesidad de amar más fuerte que la de odiar?
R. Antígona dice: “He nacido para amar”. Yo digo lo mismo, nosotros existimos para amar, no para odiar o para destruir al otro.

P. Y, sin embargo, en la Ilíada y en la historia muchas tragedias vienen provocadas por las relaciones sentimentales, ¿no?
R. No es el amor en sí mismo lo que causa problemas sino otras cosas que surgen alrededor de ese amor. Por ejemplo, si yo quiero a alguien que se enamora de otro, y yo le mato, eso no tiene que ver con el amor claramente. Es más bien porque yo soy un ser humano muy limitado y muy pequeño. Si realmente la amara, querría que ella fuera feliz y que ame a la persona de la que se ha enamorado. San Pablo decía que el amor no sirve a su propia ley y yo opino igual que él. El amor no me da privilegios sobre otras personas, el amor es mi problema.

P. ¿Hemos aprendido algo de nuestra historia?
R. No, no. Probablemente tendremos que vivir un poco más, siglos y siglos, para entender algunas cosas. La venganza es estúpida pero es una tradición arraigada a pesar de que no sirve de nada, no llegas a ninguna parte con ella. Mira el conflicto entre Palestina e Israel. Cada año alguien dice que la guerra tiene que acabar y cada año, viene otro y lo mata. Este conflicto lleva ya 70 años, ¿por qué? No sé por qué. No entiendo por qué. Me pregunto y no sé. El fanatismo es un problema que no podemos ignorar pero que no somos capaces de entender. No entendemos cómo funciona su mente.

P. Hábleme de ese Amor y morriña al que ha dado título en español usted mismo, ¿no somos todos un poco extranjeros hoy?
R. Los problemas clásicos otra vez -se ríe-. La cuestión no es intentar solucionar estos problemas para siempre. No es posible. Pero al menos irnos acercando, conocerlos, entenderlos y así nos acercamos poco a poco a su solución. Es como el sentido de la vida. La idea no es encontrarlo sino buscarlo. Mientras estés buscando un sentido de la vida, tu vida tiene sentido. De alguna manera pienso que buscamos una respuesta que nos sirva para siempre y esta es una de las razones de la existencia del fanatismo. Queremos tener una respuesta definitiva ahora. El ser humano, sin embargo, es más ser humano cuando pregunta que cuando encuentra. Y siempre encontrará su respuesta pero hay que ser conscientes de que al pasar el tiempo se habrá transformado en otra. Esta es la única defensa que tenemos frente al fanatismo. Hacer preguntas y dudar.

P. Ha escrito más de cuarenta libros de ficción, ensayo y poesía, si echara la vista atrás, ¿qué consejo daría a alguien que esté empezando a escribir?
R. Que lo primero que tiene que hacer es preguntarse por qué quiere escribir. Porque quiere hacer una carrera, porque está enamorado de alguien que también escribe… ¿por qué? Porque escribir es algo a largo plazo, lo haces durante toda tu vida, por eso tienes que saber muy bien por qué. Y disciplinarte mucho. Tienes que aprender cómo escribir cada día. Hay que leer mucho. Algunas personas piensan que lo que lees puede influirte en lo que escribes pero la influencia de la ignorancia es aún mayor. Y finalmente hay que tratar de evitar todo aquello que es cosmético. Hay que saber qué se quiere decir. Lo puedes elaborar de una manera u otra pero primero hay que saber eso. Hablando de mí mismo, yo soy capaz de escribir en dos lenguas, el griego y el sueco, pero primero tengo que saber qué quiero decir antes de decidirme por una, de pensar cómo, porque si no tienes una idea completa no funciona ni en un idioma ni en otro.

P. Le devuelvo entonces la pregunta, y usted, ¿por qué quiso escribir?
R. Escribo desde que tenía 5 años. Escribir es mi vida. No tengo otra. El tiempo que nosotros vivimos me da siempre cosas sobre las que pensar y discutir. Mi modo de vivir es escribiendo. Otras personas viven jugando, trabajando, yo vivo escribiendo. Eso es todo.

https://elcultural.com/theodor-kallifatides-la-unica-defensa-frente-al-fanatismo-es-hacer-preguntas-y-dudar

domingo, 5 de abril de 2020

Manolis Glezos, héroe de la resistencia griega

Estandarte de la izquierda helena, labró su leyenda al arriar la bandera con la esvástica de la Acrópolis durante la ocupación nazi de Atenas

La noche del 30 al 31 de mayo de 1941, dos chavales treparon a la entrada de la Acrópolis, donde ondeaba la bandera con la esvástica desde que, apenas un mes antes, las tropas nazis entraran en Atenas. Apóstolos Lakis Santas, de 19 años, y Manolis Glezos, de 18 años, arriaron la enseña y desaparecieron en la oscuridad, mientras daban a luz una leyenda. Lakis Santas murió en 2011 y Glezos, estandarte de la izquierda griega, soltó amarras a los 98 años este lunes, en Atenas, de una insuficiencia cardiaca.

Corrían los duros años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Grecia era un bocado apetitoso en disputa entre las fuerzas del Eje y el Tercer Reich. La ocupación nazi (1941-1944) desencadenó uno de los periodos más negros de la historia reciente del país: las matanzas de civiles en Dístomo o Kalávryta; una hambruna que mató a cientos de miles de personas; ejecuciones sumarias, como la del hermano menor de Glezos. Más tarde, una guerra civil (1946-1949) que hizo jirones a la izquierda griega. Desde el primer día de la ocupación, como un resistente y fecundo sarmiento, el combatiente Glezos encarnó entre la escombrera de siglas la llama de la resistencia, así como el compromiso sin componendas. A un superviviente como él no le dolieron prendas en romper con Syriza, formación de la que fue diputado (2012) y europarlamentario (2014), cuando la izquierda gobernaba por primera vez el país, tras el vergonzante rescate que Alexis Tsipras se vio obligado a aceptar en 2015.

Como otro gran titán, el compositor Mikis Theodorakis –compañero de viaje y de protestas–, las de Glezos fueron verdades del barquero: incluso dentro de Syriza se asumían por pertinentes sus tirones de orejas, mientras seguían acudiendo a él como quien va de romería a un santo laico. Numerosos dirigentes del partido, así como de la conservadora Nueva Democracia, en el poder, glosaron este lunes su figura como “símbolo de la nación”. El Gobierno anunció también que su sepelio será sufragado con fondos públicos.

El que el general De Gaulle llamó en su día “el primer resistente de Europa” ha muerto como vivió, peleón hasta el punto de batirse el cobre en primera fila, tragando gases lacrimógenos como cualquiera, en las infinitas protestas antiausteridad en Atenas. Glezos nunca dejó de reclamar a Berlín las compensaciones de guerra por la ocupación nazi, lo que no impidió que durante una ceremonia en memoria de las víctimas de la invasión, en 2017, auxiliara al embajador alemán en Grecia, abucheado por los asistentes, arguyendo que los hijos de los criminales no deben pagar por los delitos de sus padres.

Originario de Apírazos, un hermoso pueblecito de la isla de Naxos del que también fue alcalde, Glezos se trasladó a Atenas de pequeño con su familia. Y como Grecia era pobre, con una pobreza mansa, limpia y honesta como gusta recordar el escritor Petros Márkaris, hizo de todo para sobrevivir: fue mancebo en una farmacia, estudiante frustrado por la guerra, periodista amateur, escritor, poeta, librero. Y político sobre todas las cosas, con ese aspecto de viejo lobo de mar, una sonrisa inmarcesible bajo la fronda del bigote, y su pelambrera blanca como un golpe de luz entre la marea de claveles rojos que cada noviembre conmemoran la masacre del Politécnico de Atenas de 1973, que precipitó el fin de la dictadura de los coroneles.

En la hoja de servicios a la siempre menguada izquierda griega, Glezos apuntó torturas, dos condenas a muerte, 16 años de cárcel y periodos de destierro y extrañamiento en las islas-prisión del Egeo. La movilización internacional, con De Gaulle, los escritores Albert Camus y Jean Paul Sartre y el pintor Pablo Picasso a la cabeza, le sacó en dos ocasiones del atolladero.

En una de sus últimas entrevistas, Glezos rememoraba la hazaña que protagonizaron él y su amigo Lakis en 1941. “Me preguntan siempre por la bandera, pero el principal recuerdo que tengo de esa noche es mi madre. Cuando llegué a casa, pasada la medianoche, la vi esperándome en la escalera. Me cogió de la oreja, me llevó a la cocina y en voz muy baja, para no despertar al resto de la familia, me preguntó dónde había estado. Entonces yo abrí la bolsita que llevaba y le enseñé un trozo de la esvástica que había recortado. Me abrazó, me besó y me dijo: ‘Vete a dormir’. A la mañana siguiente, mi padrastro le preguntó dónde me había metido la víspera. Mi madre respondió: ‘Subió a la terraza a ver la Acrópolis’. Es el recuerdo más conmovedor que tengo [de aquella noche], el de mi madre”.

https://elpais.com/internacional/2020-03-30/manolis-glezos-heroe-de-la-resistencia-griega.html

https://www.sinpermiso.info/textos/adios-al-rebelde-manolis-glezos-primer-partisano-de-europa

jueves, 21 de noviembre de 2013

Niños Prodigios de la informática: Quin Etnyre, el niño de 13 años que enseña en el MIT y Google ficha a Nikos Adam, un niño griego de 12 años para su equipo de programadores



 Quin Etnyre
En los últimos tres años, Quin Etnyre, de 13 años, aprendió a programar aparatos electrónicos y creó su propia empresa.
Recientemente, empezó a impartir clases a estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), uno de los centros educativos y desarrollo tecnológico más prestigiosos del mundo.
Quin da clases de Arduino, un sistema de minicomputadoras que se combinan con un software de código abierto, muy fácil de programar, ideado para que personas sin avanzados conocimientos de ingeniería puedan diseñar todo tipo de aparatos.
Uno de sus objetivos es revolucionar la educación y defiende la introducción en las escuelas de métodos que ayuden a los niños a aprender programación electrónica.

"Un don especial"
Sus padres, que no tienen ninguna formación en ingeniería, cuentan que desde muy pequeño Quin demostró tener un don especial.
Según su madre, desde el principio se dio cuenta de que su hijo tenía habilidades para la ingeniería, porque le encantaba alinear todo tipo de cosas y hacer puzzles. Con tan sólo tres años ya resolvía problemas matemáticos.
Gracias a los módulos de Arduino, Quin ha ingeniado todo tipo de aparatos, desde un robot limpiador a una gorra llamada "gas cap", un invento que tiene más que ver con algo que le suele interesar a un niño de su edad: los pedos.
Lo que hizo Quin es incorporar un sensor de metano en un pequeño dispositivo capaz de conectarse por vía inalámbrica a una gorra llena de luces.
El dispositivo se mete en el bolsillo y cuando el que lo porta se tira un gas, los sensores de metano lo detectan y emiten una señal a la gorra que hace que las luces se enciendan. A mayor concentración de metano mayor intensidad tienen las luces.

Tecnología interactiva
Quin Etnyre enseña a adultos a utilizar la plataforma Arduino.
Hace un año Quin fundó su primera empresa, Qtechknow, dedicada a distribuir equipos de soldadura para principiantes y placas de interfaz para usuarios intermedios.
También ofrece un equipo completo para aprender a programar en la plataforma Arduino.
Gracias a su pasión por Arduino, ahora se dedica a enseñar a otros niños, así como a adultos en clases como las del Club MIT.
En cinco años, Quin quiere cursar su carrera en el MIT para algún día convertirse en un educador y en un ingeniero electrónico.
Fuente: BBC

Google contrata al niño griego de 12 años Nikos Adam quien trabajará en el diseño de una nueva red social, un servidor para juegos y seguridad con Google.

Nikos Adam da una entrevista, en una foto subida a una red social por la cuenta de la Feria Internacional de Tesalónica.

El gigante informático Google ha fichado a un niño griego de 12 años para incorporarlo a su equipo de programadores, donde trabajará en el diseño de una nueva red social, un servidor para juegos en red y un sistema de seguridad. Nikos Adam, que este año ha empezado la educación secundaria, fue descubierto por Google durante la Feria Internacional de Salónica, cuando realizó una brillante exposición sobre ataques cibernéticos.

Tras comprobar los conocimientos de programación del chico, que ya ha creado dos aplicaciones informáticas, Google habló con sus padres para incorporarlo a su plantilla. Ahora Adam desarrolla diferentes programas para Google, entre ellos la web Tech is Social, una nueva red social.

"Será lanzada en enero de 2014 y será en griego. Funcionará de modo parecido a Facebook", ha afirmado este miércoles el niño durante una entrevista en el canal Skaï. Además, ha explicado que Tech is Social dará mucha importancia a la seguridad de las comunicaciones.

Otro de los programas que prepara Adam es un sistema de seguridad contra ataques de denegación de servicio (DoS attack) y en una plataforma que permitirá jugar a juegos en red sin necesidad de disponer de un servidor propio.
Fuente: El País.