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sábado, 21 de diciembre de 2024

El nazi que despertó a Francia.


Se cumplen 30 años del juicio del Carnicero de Lyon | Internacional
Klaus Barbie, con uniforme del ejército alemán, en 1944.




























Klaus Barbie, con uniforme del ejército alemán, en 1944.

El juicio a Klaus Barbie, celebrado hace 30 años, obligó al país galo a cambiar su visión sobre la parte más terrible de su pasado, la Ocupación.

A veces los países eligen cuándo se enfrentan a los momentos más terribles de su historia. Sin embargo, otras veces el pasado estalla de golpe. Eso fue lo que ocurrió durante el juicio al alemán Klaus Barbie, el jefe de la Gestapo en Lyon, celebrado hace ahora 30 años y que terminó, el 4 de julio de 1987, con su condena a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad. La expulsión de este antiguo oficial de las SS desde Bolivia en 1983 y su proceso cuatro años más tarde obligaron a los franceses a recordar que la II Guerra Mundial no fue el momento idealizado y fundacional que habían dibujado desde el regreso del general De Gaulle. El de Barbie fue el último gran proceso contra un criminal nazi y, seguramente, el más importante desde el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén en 1960. Pero su importancia radica sobre todo en su efecto sobre la sociedad.

Tras la guerra, el Carnicero de Lyon fue reclutado por los servicios secretos estadounidenses, que más tarde le ayudaron a huir a Bolivia Los franceses se vieron obligados a recordar que el jefe de la Resistencia en el interior, Jean Moulin, fue capturado por los nazis, sin duda, pero porque había sido traicionado por un compañero; también quedó claro que los ocupantes no actuaron solos, sino apoyados por una milicia formada por los ocupados; y que algunos ciudadanos sufrieron de manera atroz durante la Ocupación, mientras que otros muchos simplemente esperaron a que pasase la tormenta mirando hacia otro lado, sin comprometerse con ninguno de los dos bandos.

El juicio a Barbie también recordó otra verdad profundamente incómoda: que durante la incipiente Guerra Fría, el antiguo nazi fue fichado por los servicios secretos estadounidenses, porque les vendió que era un militar capaz de perseguir la infiltración comunista. Washington le ayudó luego a huir a Bolivia, donde trabajó al servicio de varias dictaduras. Sobre este tema dirigió Kevin MacDonald, el realizador de El último rey de Escocia, un documental, My Enemy’s Enemy (El enemigo de mi enemigo), que puede verse en Filmin. La presencia ante la corte del viejo nazi sacó a la luz que las líneas que separan lo bueno de lo malo en la memoria de los países y en las relaciones internacionales son siempre mucho más difusas y cambiantes de lo que queremos creer. El hecho de que el mismo país que ayudó a liberar a Francia con el desembarco en Normandía colaborase después con el torturador y asesino del héroe ejemplar de la 

La resistencia contra los nazis demuestra la complejidad de la posguerra europea.

El Carnicero de Lyon era un nazi de segunda fila, un sádico que disfrutaba torturando, pero no dejaba de ser un asesino a las órdenes de otros.

Su misión, como se le escucha decir en el documental en una vieja grabación, era “acabar con la Resistencia y matar”. Su notoriedad en la memoria colectiva francesa se debe a que fue el policía que capturó a Jean Moulin, el hombre enviado por De Gaulle para unificar la Resistencia en Francia, y que lo torturó hasta la muerte. 

“Hasta el proceso, se hablaba poco y mal de este periodo”, declaró recientemente a la prensa francesa Alain Jakubowicz, que entonces era un joven abogado. “Fue un acto fundador que marcó un antes y un después y que permitió los procesos contra Touvier y Papon”.

El abogado se refiere a Paul Touvier, el jefe de la milicia de Lyon, condenado a cadena perpetua después de la liberación, pero que fue amnistiado en 1971 por el presidente Georges Pompidou. Sin embargo, dado que sus crímenes eran imprescriptibles, temiendo un nuevo proceso, se esfumó, con la ayuda de algunos sectores ultraconservadores de la Iglesia católica. Fue localizado y condenado de nuevo. Cuando murió en prisión, en 1996, el diario Libération tituló: “Un odio se ha extinguido”, por su irreductible antisemitismo. 

El caso de Maurice Papon, el otro personaje al que alude el abogado, es todavía más complejo: ocupó cargos públicos entre 1931 y 1987, con Gobiernos del Frente Popular, pero también colaboracionistas y luego socialistas, hasta que fue desenmascarado por el semanario Le Canard Enchaîné, que publicó documentos que demostraban que dirigió la deportación de 1.645 judíos. Tras una batalla legal de dos décadas, fue condenado en 1998 por complicidad con crímenes contra la humanidad.

Como el del propio Barbie, que falleció de cáncer en prisión en 1991, a los 78 años, son dos casos que reflejan toda la complejidad de la historia de Francia y la enorme dificultad que tiene cualquier país para asimilar su pasado. Barbie no fue el único elemento que despertó la memoria más incómoda, aunque representó un desencadenante muy importante para el reconocimiento por parte del Estado francés de su parte de culpa en los crímenes cometidos durante el Holocausto. 

Paradójicamente, Barbie no fue juzgado por su crimen más célebre, la captura y asesinato de Jean Moulin, sino por su papel en la deportación de judíos hasta los últimos días de la Ocupación, porque se trata de crímenes contra la humanidad, que no pueden prescribir nunca. Pero su abogado, el célebre Jacques Vergès, que también acabaría defendiendo al terrorista Carlos, se ocupó de que aquel caso y las dudas sobre quién traicionó al héroe de la Francia libre sobrevolasen el proceso.

Una testigo relató en el juicio que Barbie la torturó de manera salvaje ante su madre para arrancarle información sobre sus hermanos “Lejos de su imagen de heroísmo, Vergès trató de demostrar que el grupo resistente estuvo lleno de traidores, muchos de los cuales temían todavía que la verdad fuese revelada. A causa de la idealización nacional de la lucha contra los nazis y ante el temor de que esa imagen resultase dañada, Vergès logró cambiar la atención del discurso público de la persecución de los judíos a la propia Resistencia”, escribió la historiadora Joan B. Wolf en el ensayo Harnessing The Holocaust. The Politics Of Memory In France (El uso del Holocausto. La política de la memoria en Francia).

Sin embargo, hubo un elemento que desbarató por completo la estrategia de defensa: los testigos. Ahí también, el proceso a Barbie encierra una profunda lección: la única forma de destruir, o por lo menos de dañar gravemente en su línea de flotación, a los negacionistas del Holocausto es escuchar a las víctimas, a aquellos que estuvieron allí. Han pasado más de 70 años desde el final de la II Guerra Mundial y sus voces se van extinguiendo. Por eso es más importante que nunca recordarlas.

Uno de los testimonios más impresionantes lo proporcionó Simone Lagrange, detenida junto a sus padres, cuando tenía 13 años, el mismo Día D, el 6 de junio de 1944. Su torturador no se arrepintió de nada, ni siquiera asistió a las sesiones del proceso porque no reconocía la legitimidad del tribunal, pero la voz de aquella mujer se escuchó en todo el mundo. Recordó que fue detenida junto a sus padres porque Barbie quería localizar a sus hermanos. Después de darle una paliza tremenda, con ella con la cara ensangrentada por los puñetazos, le tiró violentamente del pelo, le acercó a su madre y le dijo: “Mira lo que estás haciendo a tu hija”. Fueron deportados los tres y solo ella volvió de los campos. Su madre murió en la cámara de gas y su padre fue asesinado delante de ella. Lagrange falleció en 2016, a los 85 años, después de haber demostrado que es posible la justicia y que la memoria de las víctimas es más fuerte que cualquier mentira sobre el pasado.

martes, 30 de julio de 2024

_- Sentido y bello homenaje al exilio republicano. Reseña de España primer amor (Seix Barral, 2023), de Vladimir Pozner, prólogo de Isaac Rosa

_- Fuentes: Rebelión [Imagen: Exiliados españoles camino de Argelès-sur-Mer. Créditos: Manuel Moros, en el fondo Jean Peneff / Collection Mémorial d’Argelès-sur-Mer]


Louis Aragon escribió sobre España primer amor: «no es tanto un libro como un cuchillo que entra directo en el corazón». Efectivamente, es eso.

Hermosa, hermosísima historia de amor, en el marco del dramático exilio republicano de enero de 1939, un enero sin nombre (Max Aub). Con bellas referencias al poeta ligero de equipaje y con Argelès-sur-Mer y Colliure siempre presentes.

Léanla, no duden. Lo harán con nudos, con muchos nudos en la garganta. ¿Nos podemos llegar a imaginar el dolor, el sufrimiento, lo que pudo significar para centenares de miles de compatriotas, algunos de ellos familiares nuestros, casi desnudos, como los hijos de la mar, la huida de la España franquista en días de duro, de durísimo invierno?

Recomiéndenla. No es el autor alguien conocido entre nosotros (les hablo de él más tarde). España primer amor, magnífica, bellamente traducida por Adolfo García Ortega, no merece pasar desapercibida entre nosotros.

Nada les puedo ni debo adelantar a excepción de lo que se señala en la contraportada de la edición: «En 1939 el camino del exilio lleva a decenas de miles de españoles a cruzar la frontera de los Pirineos, donde hallan el cruel destino de los campos de concentración franceses. En Argelès-sur-Mer [allí nació el gran científico franco-barcelonés Eduard Rodríguez Farré], un miembro de una asociación humanitaria se compromete a liberar a tantos republicanos españoles como pueda. Allí encuentra a Pierre, un francés que busca desesperadamente a Pilar, una española a la que conoció en el camino. ¿Cómo ayudarlo a encontrar a este amor perdido cuyo rostro ahora se funde con el de España?»

La novela, editada por primera vez en castellano, se editó originalmente en francés, en 1965 (hay errata: se habla en la p. 6 de una edición en París, Éditions Julliard, en 1951; el propio autor la fecha en septiembre de 1964), 20 años después del final de la II Guerra Mundial, con heroico protagonismo, no siempre reconocido y muy tardíamente (un ejemplo reciente: Celestino Alfonso), de muchos de aquellos exiliados republicanos, especialmente en la liberación de París.

Un apunte sobre el autor: Vladimir Pozner nació en París en 1905. Su familia había vivido entre Francia y Rusia y en 1917 vería pasar la revolución a los 12 años bajo su ventana de lo que luego será Leningrado. En 1921 Pozner regresa a Francia. Estudia en La Sorbona, traduce a Tolstói, Dostoievski y la joven literatura soviética y decide empezar a escribir en francés: Tolstói ha muerto (1935, traducida el castellano en 2022) y Le Mors aux dents (1937). Después de un largo viaje por América en crisis publicó Les États-Désunis (1938). En 1939 trabajó por la liberación de los intelectuales españoles republicanos detenidos en los campos de concentración franceses (de cuya experiencia escribió este España primer amor). Antifascista y comunista, durante la II Guerra Mundial tuvo que exiliarse a Estados Unidos (era judío). Allí escribió guiones para Hollywood y varias novelas. Entre ellas: Deuil en 24 heures, celebrada por Heinrich Mann y Dashiell Hammett. Tras la liberación volvió a París. En 1959 publicó Le lieu du supplice, una crónica de la guerra de Argelia, debido a la cual la OAS atentó contra su vida haciendo explotar una bomba en su domicilio que le causó un prolongado trauma. Amigo de Chagall, Pasternak, Bukuel y Chaplin, falleció en París en 1992.

Son varias las obras de Pozner que no han sido traducidas al castellano.

El autor-narrador comete un error sin importancia en las páginas finales de la novela. Este: «La sardana es un corro catalán cuya cadencia solo se consigue seguir si eres catalán» «Exagera también cuando afirma: «Cada paso está calculado con precisión matemática…».

Con estas palabras cierra Isaac Rosa el excelente prólogo que ha escrito para la edición española: «[…] Y, sin embargo, en uno de esos agujeros de frío y desolación se refugiará el amor imposible de Pierre y Pilar, con esa mezcla de dulzura y amargura, belleza y horror, alegría y angustia que tensa la novela entera. Es esta una novela conmovedora y llena de verdad, que tiene además una poderosa lectura contemporánea y universal: la memoria de cuando fuimos nosotros los refugiados, sometidos al mismo maltrato y abandono que siguen sufriendo hoy los refugiados en buena parte del planeta, cerca de nuestras fronteras también. Gran literatura hasta ahora inédita en castellano, debemos agradecer y felicitarnos por su rescate».

Las hago mías, ustedes también las harán suyas.


sábado, 8 de junio de 2024

El franquismo diseccionado. Ludovic Lamant.

Casi cincuenta años después de la muerte de Franco, una exposición ofrece en Toulouse una "anatomía" de la dictadura española, una de las más largas de Europa. Y varios libros de historiadores abogan por escribir una historia "transnacional" de la dictadura, situándola en un contexto más amplio.

El proyectil no explotó. La basílica del Pilar de Zaragoza (España), contra la que había sido disparado el 3 de agosto de 1936, se salvó. Según la propaganda franquista, fue una señal de Dios, que había elegido su bando. Años más tarde, un obrero esculpió en la concha una Virgen del Pilar, que otros transformaron después en candelabro.

Es uno de los objetos de exaltación del franquismo, junto a innumerables carteles, revistas, manuales escolares y banderas, que se exponen en Toulouse en la muestra "Anatomía del franquismo", en el Museo de la Resistencia y la Deportación, hasta septiembre.

"Hay tal contraste entre la riqueza de las investigaciones sobre la España franquista de los últimos treinta años y la crasa ignorancia en la que se encuentra Francia, que era absolutamente necesario presentar estos nuevos trabajos", explica François Godicheau, historiador de la Universidad Toulouse-Jean-Jaurès y comisario científico de un ciclo sobre la España franquista, del que forma parte la exposición.

La elección de Toulouse no es baladí, ya que la más española de las ciudades francesas fue la "capital del exilio" durante la Retirada. Pero la exposición no repasa el conocido episodio del exilio de los republicanos durante y después de la guerra. Profundiza en los pilares del régimen franquista (la Falange, el ejército y la Iglesia), describe la hambruna de los primeros años (200.000 personas murieron de hambre en los años 40) y documenta el adoctrinamiento de los más pequeños a través de la escuela.

En el piso de arriba, se disecciona la "purga sistemática de la sociedad" a través de la puesta en marcha de un sistema represivo vertiginoso (miles de republicanos condenados a muerte en las grandes ciudades tras la victoria de 1939, 300.000 funcionarios víctimas de purgas, un millón de prisioneros civiles, políticos o de guerra en enero de 1940...). Esto llevó a los comisarios de la exposición a escribir que "esta larga procesión de medidas punitivas superó con creces a las dictaduras italiana o portuguesa, e incluso a la Alemania nazi, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial".

Respuesta a las falsificaciones
Entre los elementos más destacados de la exposición se encuentran los álbumes digitalizados del fotógrafo Martín Santos Yubero (que incluyen impresionantes instantáneas de la inauguración del Valle de los Caídos en 1959, la basílica de las afueras de Madrid, en presencia de Franco) y la reproducción de una obra maestra de la pintura española, Silencio, de Juana Francés (1953), que muestra el retrato de una mujer tapándose la boca con la mano, en una sociedad franquista ultrapatriarcal (el original pudo verse en el centro de una vibrante exposición en el Mnac de Barcelona el año pasado, sobre la figura humana después de la guerra).

Al final del recorrido, en una vitrina, se exponen tres objetos conmovedores: un reloj de bolsillo, un anillo y una suela de zapato fabricada con un neumático de caucho. Fueron descubiertos al abrirse en 2000 una fosa de víctimas de la represión franquista por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

En el verano de 2022, la publicación de una amplia entrevista al ensayista de extrema derecha Pío Moa, autor de tesis revisionistas sobre la Guerra Civil española, en una edición especial de "Le Figaro" desencadenó la ira y la movilización de numerosos especialistas de la España contemporánea en Francia. Es también en este contexto agitado del resurgimiento de la extrema derecha, incluido Vox en España, en el que entra en juego la exposición de Toulouse, con su preocupación por precisar el alcance de los conocimientos y responder a las falsificaciones.

"El asunto Moa demostró que ese desconocimiento del franquismo era fruto de la propia propaganda franquista", insiste François Godicheau. "Describir el franquismo como una dictadura paternalista, ciertamente autoritaria pero no mucho más, que además modernizó el país, es un desastre. Este tipo de discurso es hoy un punto de apoyo para Moa y otros, en el contexto de lo que la 'fachosfera' califica de batalla cultural".

Esta primera exposición, un poco apretada entre las paredes de este museo departamental (apenas tres salas), dejará paso el año que viene a una segunda parte, más centrada en la resistencia al franquismo y en el contexto internacional de la Guerra Fría. El laboratorio universitario Jean-Jaurès, coproductor del evento, también organizó en marzo una conferencia sobre el tema, con la esperanza de "descompartimentar" el franquismo. En ella participaron historiadores especializados en otros temas, como el nazismo, entre ellos Christian Ingrao y Marie-Anne Matard-Bonucci.

"¿Juzgar a Franco?"
Esta preocupación por situar la dictadura de Franco -la más larga de Europa Occidental después de la de Salazar en Portugal- dentro de una historia europea más amplia, e incluso internacional, está en el centro del importante libro de Sophie Baby sobre los problemas e impasses de la criminalización del franquismo (¿Juzgar a Franco?, La Découverte). Frente a una "trayectoria ibérica periférica", en la que "España sólo aparece como una línea de puntos en las historias generales de la historia contemporánea", la historiadora aboga por otorgar a España un lugar central "en la historia del enfrentamiento de las sociedades occidentales con la violencia de masas que las desgarró".

Sophie Baby busca entender por qué Franco "no ha sido juzgado y nunca lo será". En el debate público español, desde la izquierda y los movimientos de memoria, se suele culpar a la Transición, el periodo que va desde la muerte de Franco en 1975 hasta la victoria del Partido Socialista en las elecciones legislativas de 1982. En nombre de la reconciliación nacional, la ley de amnistía mutua de 1977 no supuso la ruptura institucional que habría permitido juzgar los crímenes del franquismo. Habría establecido un "pacto para olvidar", que las leyes de memoria aprobadas por los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y Pedro Sánchez en 2022 reabrieron finalmente.

Pero la originalidad del trabajo de Sophie Baby radica en que va mucho más allá para encontrar respuestas a la pregunta que sigue siendo tan sensible en España: ¿qué puede hacer la ley ante los crímenes de Estado? Recuerda que la demanda de amnistía ya fue planteada en 1937, en plena guerra, por republicanos que veían en ella una forma de poner fin al conflicto. Se detiene en las comisiones internacionales de investigación, entre ellas la creada por el trotskista David Rousset, que dio lugar al Libro Blanco sobre el sistema penitenciario español en 1953, acompañado de testimonios que fueron la primera expresión abierta de la represión franquista.

Pero Franco se escabulló, "aprovechando el entrecruzamiento de conflictos", de la Guerra Civil española a la Segunda Guerra Mundial y luego a la Guerra Fría, jugando con una "competencia de víctimas" que le permitió "difuminar la cadena de responsabilidades". Durante los juicios de Nuremberg, a partir de 1945, Franco no fue interrogado, a pesar de su alianza con los nazis. Y aunque hubo deportados españoles en el estrado -exiliados republicanos en Francia que posteriormente habían sido hechos prisioneros en campos de concentración- su destino "nunca fue considerado en su especificidad [...], sino sólo como un apéndice de una historia europea que casi inadvertidamente les había alcanzado".

El eco de los desaparecidos en Argentina
Basándose en particular en los trabajos de Nicole Loraux sobre la Grecia antigua, el historiador demuestra que el "paradigma de la amnistía", tal como fue formulado en los primeros años del franquismo por la oposición clandestina, y contrariamente a las ideas preconcebidas, no excluía "ningún sistema de justicia". Pero esta ambición fue pronto neutralizada por un discurso sobre la necesidad de "reconciliación" del país, que triunfó durante los años de la transición, y se reforzó aún más con el fallido golpe de Estado de 1981.

El matizado libro de Sophie Baby sobre los complejos años posteriores a 1975 rechaza las fáciles oposiciones entre venganza y perdón, memoria y olvido. También da voz a la minoría que se opuso a la amnistía de la Transición: desde los partidarios de un Tribunal Internacional para los Crímenes del Franquismo, defendido por un grupo revolucionario de extrema izquierda fundado por exiliados comunistas que habían roto con el PCE español, hasta los que iniciaron, clandestinamente, la vital labor de exhumar las fosas comunes de los fusilados del franquismo.

Sophie Baby amplía decisivamente su análisis a lo que denomina "Euroamérica", el área de movimiento político que se intensificó a finales del siglo pasado por los exiliados en ambas direcciones, a uno y otro lado del Atlántico, a medida que las dictaduras llegaban al poder. Muestra hasta qué punto la dictadura argentina (1976-1983) y la práctica de las desapariciones por parte de la Junta Militar impusieron el concepto de "terrorismo de Estado" en el debate español, rompiendo de golpe las certezas sobre los beneficios de la amnistía.

La España de Felipe González, que se preparaba para ingresar en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, estuvo en la vanguardia de esta batalla por el reconocimiento del delito de desaparición forzada. Un poco más tarde, fue la detención en Londres del ex dictador chileno Pinochet en 1998, bajo la presión del juez Baltasar Garzón, la que hizo historia. Al mismo tiempo, España se convirtió también en un actor importante -y ambiguo- en la lucha antiterrorista, en respuesta a las acciones armadas de la ETA vasca.

Este gran giro en los debates sobre la justicia internacional, de la petición de amnistía a la lucha contra la impunidad, dio lugar a una "paradoja flagrante", en palabras de Sophie Baby: "Que España se hubiera convertido en el paladín de la lucha contra la impunidad, que la justicia universal para la violencia del pasado hubiera tomado forma precisamente en un momento en el que la gente se negaba obstinadamente a criminalizar el franquismo, era una anomalía que todavía no se había cuestionado demasiado". La historiadora dedica las mejores páginas de su libro a explicar esta desconcertante paradoja, que España sólo muy recientemente ha empezado a desentrañar.

No fue hasta finales de los años 90 cuando el "espíritu de consenso" acabó por romperse, bajo el efecto combinado de la conmoción provocada por la exhumación de fosas comunes por parte de asociaciones, y la aparición poco después de nuevos partidos, entre ellos Podemos en 2014, críticos a la vez con "espíritu de la Transición" y que incluso reclamaban una "segunda Transición".

Contrabandistas y traficantes
Prueba de la viveza del campo de la investigación sobre España la da el historiador Pierre Salmon, que acaba de publicar Un antifascismo de combate (éditions du Détour). Fruto de su tesis, esta obra examina los años de la Guerra Civil (1936-1939) a través del prisma de las redes de contrabando de armas procedentes de Francia. Mientras que los voluntarios armados -no menos de 14.000 personas salieron de Francia durante la guerra para luchar en España- han sido estudiados en mayor medida, el mundo del contrabando, que por su propia naturaleza era ilegal y también más restringido, ha estado menos documentado hasta ahora.

En su prefacio, el historiador Nicolas Offenstadt resume el dilema moral al que se enfrentaban los antifascistas, y que Pierre Salmon expone con todo detalle: "¿Cómo permanecer fieles al ideal de la paz, apoyando al mismo tiempo la defensa armada de las fuerzas progresistas españolas?" La cuestión era tanto más dolorosa cuanto que el bando franquista se enfrentaba a un enorme déficit material, ya que contaba con el apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista en términos de armas y de hombres.

Basándose en una lectura crítica de los archivos policiales, Pierre Salmon traza la trayectoria de implicación personal en círculos anarquistas, trotskistas, socialistas y comunistas, e incluso describe las técnicas utilizadas para cruzar la frontera pirenaica. Para el lector general, el libro se vuelve adictivo cuando el historiador documenta las colaboraciones inesperadas -y a menudo infructuosas- entre estos militantes antifascistas y criminales profesionales, a menudo grandes nombres del hampa, a los que compraban armas.

El texto de Pierre Salmon también resulta fascinante cuando intenta ir más allá de los silencios de los archivos policiales sobre la implicación de las mujeres en el contrabando, señalando los "clichés virilistas" que se han pegado a la piel de los contrabandistas desde Henry de Monfreid o Arthur Rimbaud. También dedica algunas páginas a retratos inesperados de mujeres contrabandistas, lo que añade de nuevo complejidad a la realidad del antifascismo de entreguerras.

Cabe mencionar también un libro publicado el año pasado, quizá menos accesible al gran público, pero igualmente estimulante y rico en iconografía prácticamente desconocida a este lado de los Pirineos. En Compagnons de lutte. Avant-garde et critique d’art en Espagne pendant le franquisme, Paula Barreiro López, también profesora e investigadora en la Université Toulouse-Jean-Jaurès, aborda el periodo conocido como "tardofranquismo" (1957-1975), el más descuidado por la investigación hasta la fecha.

Sigue la trayectoria de un colectivo de siete críticos de arte que apoyaron la protesta contra el régimen, teorizando sobre la necesidad de reinyectar la política en el arte. Barreiro López también consigue descompartimentar la lectura del franquismo documentando las redes culturales, en particular las bienales y exposiciones entre España y Sudamérica. Junto a algunas de las figuras más influyentes (Picasso, Miró, Dalí, Tàpies), da a conocer otros colectivos, también vinculados a la escena internacional, pero que la historiografía oficial había dejado al margen.

***
"Anatomía del franquismo", exposición en el Museo Departamental de la Resistencia y la Deportación de Toulouse, hasta el 22 de septiembre de 2024. Entrada gratuita. Un número especial de la revista L'Histoire titulado "L'Espagne de Franco, un pays broyé" (La España de Franco, un país aplastado) acompaña la exposición.

Sophie Baby, ¿Juger Franco? Impunité, réconciliation, mémoire, La Découverte, 376 páginas, 24,50 euros. En el verano de 2023, Sophie Baby y otro historiador del franquismo, Nicolas Sesma, debatieron en un programa de Mediapart sobre la relación entre Vox, el grupo de extrema derecha español, y la historia nacional.

Pierre Salmon, Un antifascisme de combat. Armer l'Espagne révolutionnaire 1936-1939, prefacio de Nicolas Offenstadt, éditions du Détour, 256 páginas, 21,90 euros.

Paula Barreiro López, Compagnons de lutte. Avant-garde et critique d'art en Espagne pendant le franquisme, éditions de la MSH, 500 páginas, 30 euros, traducido del inglés por Phoebe Hadjimarkos Clarke.

Ludovic Lamant Después de trabajar para Reuters y Cahiers du Cinéma, estuvo en Bruselas de 2012 a 2017 cubriendo las crisis europeas para Mediapart. Continúa siguiendo la actualidad europea, estoy pendiente y la de algunos países sudamericanos (Argentina, Perú) y coprograma el espacio "documental" todos los sábados en Mediapart. Ha publicado una guía de Argentina (La Découverte, 2011), un ensayo sobre las políticas españolas nacidas del movimiento de los 'indignados' del 15-M (Squatter le pouvoir, Les mairies rebelles d'Espagne, Editions Lux, 2016) y otro sobre la arquitectura del barrio europeo de Bruselas, que revela las crisis del continente (Bruxelles chantiers, Une critique architecturale de l'Europe, Lux, 2018).
Temática: Francia Franquismo Reino de España

viernes, 29 de marzo de 2024

Cuáles son las teorías sobre los fenómenos aleatorios por las que Michel Talagrand ganó el “Nobel” de Matemáticas

-Nobel de las Matemáticas.


Michel Talagrand

FUENTE DE LA IMAGEN,PETER BADGE / TYPOS1 / ABEL PRIZE 2024

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Nuestras vidas están llenas de fenómenos aleatorios. Mucho de lo que nos sucede parece obra del azar, desde quiénes nos tocan como padres hasta cuándo y cómo morimos.

Michel Talagrand lo llama "la mano dorada del destino", y ha dedicado su vida a tratar de entender aquello que parece impredecible.

Por su trabajo, que revolucionó el campo de la probabilidad y la estadística, el matemático francés de 72 años ha sido galardonado con el Premio Abel 2023, otorgado por la Academia noruega de Ciencias y Letras, considerado por muchos el "Nobel" de las matemáticas.

"Talagrand es un matemático excepcionalmente prolífico cuyo trabajo ha transformado la teoría de la probabilidad, el análisis funcional y la estadística", dijo la Academia al anunciar al ganador.

"Su investigación se caracteriza por el deseo de comprender problemas interesantes en su nivel más fundamental, construyendo nuevas teorías matemáticas a lo largo del camino".

El francés, quien en 2019 ya había ganado el Premio Shaw -considerado el Nobel oriental- trabajó toda su vida como investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (estuvo ahí desde 1974 hasta su retiro en 2017).

Talagrand es el quinto francés que gana el premio desde su fundación en 2003.

Se sumergió en sus estudios después de que una enfermedad genética amenazara su vista cuando era niño y posteriormente descubrió su talento para las matemáticas y la física.

Tras agradecer el premio, el matemático anunció que dedicará los cerca de US$700.000
 con el que está dotado, más el dinero que recibió por el Premio Shaw, a crear un nuevo galardón en sus "áreas favoritas de las matemáticas".

Seguramente, entre estas estén las tres áreas de trabajo en las que más destacó Talagrand, según la Academia noruega: la concentración de la medida, el vidrio de espín y el supremo de los procesos estocásticos.

Aquí te explicamos en qué consisten estas teorías.

Moneda 

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Si la lanzas solo una vez, tienes un 50% de posibilidades de que caiga de cara y otro 50% de que caiga de cruz.

La concentración de la medida
"Cuando un proceso depende de una variedad de diferentes fuentes de aleatoriedad, en lugar de volverse más complicado, es posible que los diferentes factores aleatorios se compensen entre sí y produzcan resultados más predecibles".

Así explica la Academia noruega el "contraintuitivo" fenómeno de la concentración de la medida.

"Talagrand ha dado estimaciones cuantitativas precisas al respecto", agrega. En otras palabras: logró la manera de dar algo de previsibilidad a procesos aleatorios.

El ejemplo que más se suele citar es el de la moneda lanzada al aire.

Si la lanzas solo una vez, tienes un 50% de posibilidades de que caiga de cara y otro 50% de que caiga de cruz. Pero si la sigues lanzando las probabilidades se hacen más complejas.

La mitad de las veces caerá según el valor esperado (50%-50%), y la otra mitad según el valor menos esperado (otra vez cara u otra vez cruz).

Gracias a la concentración de la medida se puede estimar que si lanzas la moneda 1.000 veces, hay una probabilidad del 99,7% de que caiga de cara entre 450 y 550 veces, mientras que solo hay dos millonésimas de un 1% de posibilidades de que caiga de cara 600 veces.

"Uno de los grandes logros de Talagrand ha sido examinar este fenómeno en detalle y mejorar enormemente nuestra comprensión del mismo", señaló la Fundación Shaw Prize, al distinguirlo en 2019.

"En particular, demostró desigualdades famosas, utilizando técnicas completamente nuevas, que dan nuevos resultados de concentración que se utilizan ampliamente en muchos entornos importantes diferentes".

Michel Talagrand tras recibir el Premio Shaw en Hong Kong 

Michel Talagrand tras recibir el Premio Shaw en Hong Kong

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En 2019 Talagrand recibió el Premio Shaw en Hong Kong.

El vidrio de espín

El vidrio de espín es un sistema magnético en el que los átomos se organizan de forma completamente aleatoria y desordenada.

Estos fenómenos son notoriamente difíciles de analizar ya que consisten de variables aleatorias que, a su vez, interactúan aleatoriamente.

Si bien el físico italiano Giorgio Parisi -ganador del Nobel de Física en 2021- logró desarrollar una fórmula para predecirlos, fue Talagrand quien pudo comprobar esta importante teoría física, proporcionándole una base matemática completa.

"Talagrand utilizó sus conocimientos de estadística y probabilidad para demostrar los límites de cómo se puede comportar la materia del vidrio de espín", explicó la Academia noruega.

De esta forma "completó" el trabajo del premio Nobel, señaló.

El supremo de los procesos estocásticos
Un proceso estocástico es una colección de variables aleatorias que interactúan.

El "supremo" es el valor más grande que se puede esperar de una colección de esos valores.

Poder calcular este supremo es de utilidad para el campo de la estadística.

La Academia noruega da el siguiente ejemplo: "Si la altura de las olas que rompen en una playa es un proceso estocástico, es útil saber cuál será probablemente la ola más grande que golpeará la playa el próximo año".

"Talagrand ha desarrollado innovadoras herramientas matemáticas para analizar estos máximos", señala.

El Premio Abel, que lleva el nombre del matemático noruego Niels Henrik Abel, fue creado por el gobierno de Noruega, en parte para compensar la falta de un Premio Nobel de Matemáticas.

El ganador es elegido por un comité de cinco matemáticos reconocidos internacionalmente. 

viernes, 16 de febrero de 2024

Éric Toussaint aboga por una ley anti-fondos buitre en la Asamblea Nacional francesa



Fuentes: CADTM internacional [Imagen: De izquierda a derecha: Michel Sala (diputado de France Insoumise), Éric Toussaint (portavoz del CADTM Internacional) y Éric Coquerel (diputado de France Insoumise y Presidente de la Comisión de finanzas de la Asamblea Nacional), el jueves 25 de enero de 2024 en la Asamblea nacional en París]

El jueves 25 de enero de 2024, Éric Toussaint fue invitado a la Asamblea Nacional francesa a iniciativa del diputado de France Insoumise Michel Sala. En su conferencia presentó la nueva crisis de la deuda que afecta a un gran número de países del Sur y que solo está en sus inicios. También hizo un llamado a los diputados y diputadas a tomar la iniciativa para una ley anti fondos buitre con el fin de mejorar la ley Sapin de diciembre de 2016. Les propuso también que adoptaran una ley que obligue a los acreedores privados a participar en las anulaciones de deudas cuando haya acuerdo con los acreedores públicos.

Después de la introducción del diputado y Presidente de la Comisión de finanzas de la Asamblea nacional Éric Coquerel que presentó su punto de vista sobre las deudas ilegítimas y, especialmente, sobre la necesidad de anular las deudas de la zona euro contraídas con el Banco Central Europeo, Éric Toussaint desarrolló su visión sobre la nueva crisis de la deuda de los países del Sur.

Apoyó sus conclusiones recordando que esta crisis de la deuda era debida a shocks externos exógenos provenientes del Norte, y en especial el fuerte aumento del precio de los cereales, de los fertilizantes y del combustible como consecuencia de la invasión de Ucrania por Rusia, y principalmente por el brutal aumento de los tipos de interés decidido unilateralmente por la Reserva federal de EEUU (FED), el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra.

Esta realidad podría permitir a los países sobreendeudados del Sur utilizar el cambio fundamental de circunstancias o la fuerza mayor, instrumentos del derecho internacional que permiten suspender el pago de una deuda en caso de modificación radical de una situación en relación al momento en que el préstamo fue contraído.

Luego Éric Toussaint propuso que la llamada ley Sapin sea reforzada en su aplicación siguiendo los pasos de la ley adoptada por Bélgica en 2015. La eficacia de una legislación como tal se basa principalmente en su adopción por varios países.

De la misma manera, es urgente que diferentes países aborden una ley para implicar a los acreedores privados en la reestructuración de las deudas. Estos acreedores se quedan callados y se aprovechan de las reestructuraciones firmadas por los acreedores bilaterales y multilaterales para continuar exigiendo el pago a los países sobreendeudados.

Un nuevo proyecto de ley será presentado al Parlamento belga antes de las elecciones de junio de 2024. Esta ley impondría a los acreedores privados anular las deudas de los países del Sur en la misma proporción que las anulaciones de deuda acordadas por los acreedores públicos.

Traducido por Griselda Piñero. 

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sábado, 28 de octubre de 2023

_- La segunda guerra Mundial

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UNA GUERRA GLOBAL

la segunda guerra mundial al completo, historia del conflicto que cambió el mundo El mundo cambió tras la Segunda Guerra Mundial, un conflicto complejo que modificaría el planeta. Repasamos su desarrollo, las batallas más importantes, los bandos que lucharon en ella, los personajes históricos que tomaron las decisiones más trascendentales, el papel que jugó España, las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki... Descubre todos los detalles de la guerra decisiva en el siglo XX. Segunda Guerra Mundial

Danzig Police at Polish Border (1939-09-01).jpg
Dominio público, Enlace

Guerras
Hitler
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Icónica foto de Joe Rosental de militares estadounidenses coronando la cima de Iwo Jima.

Foto: PD J. M. SadurníJ. M. Sadurní

Especialista en actualidad histórica

Actualizado a 21 de abril de 2023 · 14:46 · Lectura: 55 min

El origen de la Segunda Guerra Mundial
El periodo de entreguerras
El ascenso de Hitler al poder
La invasión de Polonia, comienza la Segunda Guerra Mundial
La blitzkrieg, la exitosa estrategia de Hitler
La "guerra de broma" y la huida de Dunkerque
Inglaterra entra en la Segunda Guerra Mundial
Los nazis invaden la Unión Soviética, la Operación Barbarroja
Pearl Harbor y la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial
La decisiva batalla de Stalingrado
Día D: el desembarco de Normandía
La caída de Berlín y el final del nazismo
La Segunda Guerra Mundial continúa en Japón
Las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki
Rendición y final de la Segunda Guerra Mundial
Vasili Záitsev, el francotirador más letal de Stalingrado
La defensa de Malta
El sitio de Sebastopol

EL ORIGEN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
sin lugar a dudas, la Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto armado más devastador de la historia de la humanidad. Las pérdidas en vidas fueron tremendas. Se calcula que entre 55 y 60 millones de personas murieron durante los seis años que duraron los enfrentamientos armados que se extendieron por todo el mundo, desde Europa hasta Asia y desde África hasta Oceanía. Sin embargo, para entender los orígenes de la Segunda Guerra Mundial debemos retroceder a finales de la Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra, que culminó con la firma del Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919 (a pesar de que el armisticio había sido firmado meses antes, el 11 de noviembre de 1918, para poner fin a las hostilidades en el campo de batalla). Este hecho sería, al menos en parte, el detonante de los acontecimientos que se desarrollaron durante los años siguientes y que acabarían por llevar a Adolf Hitler al poder y terminar desencadenando un nuevo conflicto que acarrearía episodios tan terribles como el Holocausto.

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La firma del tratado era un duro golpe de encajar para la delegación alemana. Tanto los representantes del país vencido, así como los periódicos y la población general, entendían que se trataba de un acto de imposición más que de una negociación. Sin embargo lo que acabó por irritar más a la sociedad alemana manipulada por la derecha fue la aceptación del artículo 231, el cual consideraron inaceptable y humillante. Este artículo era introductorio a la parte VIII del tratado, sobre las indemnizaciones, y lo introdujeron los negociadores estadounidenses. Sabían que los alemanes no podrían pagar (como querían principalmente franceses e ingleses) indemnizaciones que cubrieran todos los costes de la guerra. Así pues el artículo 231 reconocía la responsabilidad moral de Alemania por la guerra y su imputabilidad legal por los daños ocasionados. Pero por otra parte, el artículo 232 reconocía implícitamente su incapacidad económica para satisfacerlos. Pero desde la derecha alemana se utilizó este artículo como el elemento central de la campaña contra el tratado.

Destacados oficiales del Ejército y sectores conservadores de la sociedad alemana se mostraron reacios a firmar las condiciones impuestas por los vencedores, aun a sabiendas de que la alternativa era la reanudación de las hostilidades y la invasión del suelo alemán. Una humillación todavía mayor. En esa tesitura, los partidarios de la firma adujeron que no había otro remedio, y finalmente Alemania tuvo que renunciar a todas sus colonias y acceder a la entrega de los territorios invadidos a países como Francia, Dinamarca o Polonia.

para saber más

Dos actores recrean a unos soldados jugando a las cartas en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial en el War and Peace Show anual celebrado en Paddock Wood en Kent, Reino Unido.

EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

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Los "Cuatro Grandes" en la Conferencia de Paz de París de 27 de mayo de 1919. De izquierda a derecha David Lloyd George, Vittorio Orlando, Georges Clemenceau y Woodrow Wilson.

Foto: PD
EL PERIODO DE ENTREGUERRAS

Pero aquellas condiciones no fueron lo único a lo que Alemania tuvo que enfrentarse tras la firma del Tratado de Versalles. Se incluyeron asimismo una serie de cláusulas militares que obligaban a reducir drásticamente el Ejército alemán y se puso fin al servicio militar obligatorio. También se suprimió la aviación, la artillería pesada y los submarinos.

Además se pusieron ciertas condiciones económicas a Alemania como perdedores de la Primera Guerra Mundial. El tratado no establecía una cantidad a pagar, sino que se dejaba para una comisión que la fijaría en 1921, pero sí se haría antes un pago de 20.000 millones de marcos oro, que por otra parte incluía los alimentos que los Aliados tendrían que suministrar a una Alemania famélica y el coste de la ocupación de Renania por los aliados, todo lo cual sumaba unos 8.000 millones. Gran parte de este pago se hizo en especia. Los vapores y barcos de pesca que entregaron los alemanes en los dos años siguientes como parte del pago sumarían más de 2,6 millones de toneladas, pero los británicos había perdido más de 8 en la guerra.

En el Tratado de Versalles se incluyeron una serie de cláusulas militares que obligaban a reducir drásticamente el Ejército alemán.

Posteriormente, la cantidad establecida por la Comisión de Reparaciones fue de 132.000 millones de marcos de oro (unos 33.000 millones de dólares). El sistema de pagos se dividió en bonos A y B, que sumaban unos 50.000 millones, y bonos C, que sumaban el resto (82.000 millones), a empezar a pagar al cabo de 36 años. Los miembros de la Comisión sabían que probablemente nunca se pagarían, como así fue. En cuanto a los 50.000 millones iniciales, en la conferencia de Lausana de 1932 quedó claro que Alemania ya no haría más pagos, ascendiendo el total efectuado hasta el momento a entre 20.000 y 21.000 millones. Por entenderlo en contexto, menos de lo que Francia había pagado como indemnización por la guerra francoprusiana. Los pagos totales durante los 13 años de la República de Weimar supusieron una carga del 2,72% para la economía alemana.

Así pues, en realidad, las indemnizaciones no frenaron la reactivación, y la hiperinflación no tuvo que ver con ellas, sino con el hecho de que Alemania había financiado tanto la guerra y la posguerra como la resistencia a la ocupación del Ruhr por franceses y belgas entre 1923 y 1925 emitiendo papel moneda (en lugar de acudir a impuestos). De hecho, lo que provocó el ascenso del nazismo (y del comunismo) en Alemania fueron las consecuencias de la crisis de 1929, que llegó después que un período de estabilidad política, económica y social.

para saber más

Bundesarchiv Bild 102-14569, Berlin, Mai-Feier, Hindenburg und Hitler

¿CUÁNTO SABES SOBRE EL ASCENSO DE HITLER AL PODER?

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El Lebensraum se convirtió en un principio ideológico del nazismo que justificaba su expansión territorial por Europa Central y Europa del Este.

Foto: Cordon Press

En Alemania, en aquel contexto tan sumamente complicado, los militares y la derecha conservadora empezaron a soliviantar a la población con un claro mensaje: "Los demócratas nos han traicionado en Versalles". Así, con el único fin de revertir el giro revolucionario demandado por la clase trabajadora, llegaron a afirmar que las condiciones impuestas al pueblo alemán no eran ni mucho menos las que tradicionalmente se habían impuesto en Europa, menos duras y más respetuosas, a los perdedores de una guerra. Fue entonces cuando empezó a surgir una lectura geopolítica y en clave racial del desarrollo de los pueblos que y la necesidad de espacio vital para expandirse. Conocido como Lebensraum (espacio vital) fue una expresión acuñada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel, que estaba muy influido por el biologismo y el naturalismo del siglo XIX. Así, el este de Europa y el mundo eslavo se veían como el Lebensraum propio de una Alemania a la que el tratado de Versalles había impuesto unos límites que hacían inviable el desarrollo del pueblo alemán.

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Bundesarchiv Bild 102-14569, Berlin, Mai-Feier, Hindenburg und Hitler

¿CUÁNTO SABES SOBRE EL ASCENSO DE HITLER AL PODER?

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EL ASCENSO DE HITLER AL PODER
A finales de la década de 1920, los países del centro de Europa empezaron a experimentar una gran inestabilidad política provocada por la inestabilidad económica, especialmente devastadora para Alemania. Esta inestabilidad acabó convirtiéndose en un terreno fértil para que movimientos políticos de índole extremista y con ánimo de revancha lograrán un importante eco entre la población. Entre todos aquellos grupos sobresalió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, dirigido por Adolf Hitler, que poco a poco iba sumando simpatizantes y seguidores deseosos de revertir lo firmado en Versalles y situar a Alemania en el sitio que consideraban que le correspondía.

A partir de entonces, los acontecimientos se sucedieron con rapidez. Hitler fue nombrado canciller de Alemania el 30 de enero de 1933 por el presidente Paul von Hindenburg, el 27 de febrero tuvo lugar el famoso incendio del Reichstag y al día siguiente Hindenburg firmó el "Decreto del Presidente del Reich para la Protección del Pueblo y del Estado", por el cual las libertades individuales quedaban totalmente suspendidas "hasta nuevo aviso". Se restringió la libertad de expresión, de prensa, de asociación, de reunión y se estableció el secreto de las comunicaciones.

Concentración del partido nazi tras ganar las elecciones del año 1933.

Foto: CC
Una vez en el poder, Hitler contravino lo pactado en el Tratado de Versalles y ordenó de inmediato el rearme del país. De hecho, incrementó el gasto armamentístico hasta los 18.000 millones de marcos entre 1934 y 1938. Así, habiéndose asegurado la ayuda militar, Hitler empezó su política expansionista con la anexión de Austria en marzo de 1938, el episodio conocido como Anschluss, y durante el cual tuvieron lugar unas elecciones con el propósito de legalizar la anexión. Pero el "espacio vital" de Hitler no terminó allí. A Austria le siguieron los Sudetes, una zona fronteriza de Checoslovaquia habitada por tres millones de alemanes, una idea con la que Francia y el Reino Unido transigieron con los Acuerdos de Múnich, en septiembre de 1938, pensando que así aplacarían a Hitler. Nada más lejos de la realidad. Hitler en vez de amilanarse, decidió invadir Checoslovaquia en marzo de 1939.

para saber más

Revista de las tropas en la estación de Hendaya durante la reunión entre Franco y Hitler.

EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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Una vez ocupada aquella región, Hitler exigió también el corredor de Danzig, un territorio creado tras el Tratado de Versalles que se extendía por la desembocadura del río Vistula, y que servía para que Polonia tuviera acceso al mar Báltico. Cabe destacar que en ese momento Polonia era un Estado que, tras desaparecer en el siglo XVIII había sido impulsada su restauración por parte de Francia y el Reino Unido en los acuerdos de paz como parte de la creación de un "cordón sanitario" de países de Europa Central que contribuyeran a frenar la expansión de la Rusia revolucionaria.

Tras la negativa del gobierno polaco a ceder su soberanía, y después de que Alemania y Rusia firmasen un pacto de no agresión el 23 de agosto de 1939, Alemania invadiría Polonia una semana después.

9 dirigentes nazis claves en el Tercer Reich

LA INVASIÓN DE POLONIA, COMIENZA LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

"Esta noche, soldados regulares polacos han disparado por primera vez contra nuestro territorio”. Con esta mentira, Adolf Hitler intentaba justificar que al ejército alemán no le quedaba más remedio que invadir Polonia el 1 de septiembre de 1939. En realidad, el plan para llevar a cabo la invasión de Polonia se esbozó el 31 de agosto de 1939 en el marco de la Operación Himmler, cuando media docena de miembros de las SS, fingiendo ser unos agitadores, irrumpieron por la fuerza en una emisora de radio de Gleiwitz, una región de la alta Silesia, realizando disparos al aire. Una vez los tres empleados y el policía que se encontraban en el interior fueron reducidos, los asaltantes lanzaron violentas proclamas en contra del führer y del Tercer Reich. Fue entonces cuando conectaron el micrófono para que un interprete empezara a lanzar proclamas patrióticas y antialemanas en polaco: "¡Atención! Esto es Gleiwitz. La emisora está en manos polacas".

El plan para llevar a cabo la invasión de Polonia se esbozó el 31 de agosto de 1939 en el marco de la Operación Himmler.

Tropas alemanas retiran la barrera fronteriza entre Polonia y Alemania el 1 de septiembre de 1939.

Foto: Cordon Press
Para hacer que la escena fuera aún más creíble, los asaltantes llevaron hasta allí a un nacionalista polaco llamado Franz Honiok al que las SS había detenido el día anterior. Honiok era un agricultor de 43 años al que seleccionaron por haber participado en otras revueltas similares. Lo arrastraron hasta la emisora completamente drogado y, nada más llegar, le pegaron un tiro en la entrada de la emisora para que todo el mundo pudiera verlo. Para que no hubiera ningún tipo de confusión, vistieron a Honiok con un uniforme del ejército polaco que previamente habían robado y tras permanecer tan solo 15 minutos en la emisora de radio, el comando huyó sin darse cuenta de que solamente había podido emitirse una parte del falso discurso a causa de un problema técnico. A pesar de que la parte de la emisión que pudo escucharse no anunciaba la falsa invasión de Alemania, aquello fue suficiente para que Adolf Hitler tuviera su tan deseado casus belli y así justificar la invasión del país vecino. Antes de escapar de la emisora, el comando de las SS subió el cadáver de Franz Honiok a la sala de retransmisión, donde le tomaron unas fotos que posteriormente serían publicadas en toda la prensa.

La invasión de Polonia que daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial ya había sido anunciada días antes por Adolf Hitler.

A pesar de las argucias del ejército alemán para encontrar un motivo para la invasión de Polonia, esta ya había sido anunciada días antes por Adolf Hitler. Como explica Richard Lukas en su libro Out of the Inferno: Poles Remember the Holocausten el Discurso de Obersalzberg pronunciado el 22 de agosto de 1939, justo antes de la invasión de Polonia, Hitler dio permiso explícito a sus comandantes para asesinar "sin piedad ni pena, a todos los hombres, mujeres y niños de ascendencia o lengua polaca". Finalmente, la mañana del 1 de septiembre de 1939, y con la justificación de lo que había ocurrido el día anterior, el poderoso ejército alemán avanzó hacia Polonia a través de distintos puntos fronterizos. Polonia tenía un ejército fuerte y sus efectivos eran superiores en número a los invasores, pero no había decretado la movilización general a petición de franceses y británicos, que creía que eso podía ser la excusa para que Hitler atacara. Esta incapacidad de defenderse fue todavía mayor cuando el 17 de septiembre la URSS invadió Polonia, lo que hizo imposible toda resistencia, repartiéndose el país entre la URSSS y Alemania,

Hitler deseaba iniciar la guerra contra este país desde hacía mucho tiempo, pero lo que no previó es que en cuestión de pocos días Gran Bretaña y Francia se pondrían del lado polaco y le declararían la guerra. La Segunda Guerra Mundial había empezado.

para saber más

Inicio de la Segunda Guerra Mundial

ASÍ EMPEZÓ HITLER LA II GUERRA MUNDIAL

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LA BLITZKRIEG, LA EXITOSA ESTRATEGIA DE HITLER

Durante la primera fase de la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo, Alemania buscaba por todos los medios evitar un conflicto que se alargara en el tiempo. Su estrategia era derrotar por la vía rápida a todos sus oponentes en una serie de campañas cortas. Gracias a aquella táctica denominada Blitzkrieg, el ejército alemán invadió gran parte de Europa y salió victorioso durante varios años. El término Blitzkrieg es un vocablo alemán que literalmente se traduce como "guerra relámpago" y se usa para referirse a una táctica militar que está basada en desarrollar una campaña rápida y contundente. La táctica Blitzkrieg requería de una gran concentración de armas ofensivas como tanques, aviones y artillería pesada. La velocidad era el distintivo más característico de la Blitzkrieg. Tras el bombardeo inicial de la aviación, los carros de combate atacaban el objetivo rápidamente y de manera autónoma, lo que acababa causando una gran desorganización en las líneas defensivas enemigas.

Como apunta Martin H. Folly en su Atlas de la Segunda Guerra Mundial "El ejército polaco no era una fuerza insignificante, pero no estaba preparado para el nuevo tipo de guerra que los alemanes practicaban. Esta era la Blitzkrieg, la guerra relámpago». La punta de lanza era la división Panzer, una concentración de vehículos blindados, con infantería totalmente motorizada y un apoyo aéreo cercano proporcionado por la Luftwaffe y materializado por los temibles bombarderos en picado, los stukas. Alemania sólo disponía de tanques ligeros y el ejército no estaba totalmente preparado para la guerra, pero la clave de la Blitzkrieg era la rapidez, que arrollaría a las defensas enemigas antes de que éstas pudieran organizar sus fuerzas, o antes de que se descubrieran los puntos débiles ocultos de las fuerzas atacantes. El uso de la fuerza aérea contra objetivos civiles llenaría las carreteras de refugiados y contribuiría a la desintegración de la moral, un componente fundamental de toda Blitzkrieg eficaz. Los polacos eran superiores en número, con 30 divisiones y diez en la reserva, pero sus equipos y su doctrina estratégica estaban desfasados. Sus fuerzas estaban desplegadas en sus fronteras. Desgraciadamente para los polacos, sus principales áreas industriales se hallaban en Silesia, justo en sus fronteras, lo que les hacía extremadamente vulnerables a la Blitzkrieg.

Gracias a la táctica denominada Blitzkrieg, o guerra relámpago, el ejército alemán invadió gran parte de Europa.

Los Stuka fueron una parte importantísima de la guerra relámpago (Blitzkrieg).

Foto: Cordon Press

Alemania usó la Blitzkrieg durante la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939, así como en otros frentes como en Dinamarca (abril de 1940), Noruega (abril de 1940), Bélgica (mayo de 1940), Holanda (mayo de 1940), Luxemburgo (mayo de 1940), Francia (mayo de 1940), Yugoslavia (abril de 1941) y Grecia (abril de 1941). El poderío aéreo alemán eran tan abrumador que no permitía a los defensores ni reabastecerse, ni organizar sus efectivos, ni tampoco enviar refuerzos que pudieran defender las brechas abiertas por los carros de combate. Sin embargo, y a pesar de la evidente efectividad de la Blitzkrieg, hubo algunos países a los que Alemania no pudo derrotar con este sistema: Gran Bretaña, gracias a que las islas contaban con la inestimable ayuda del canal de la Mancha y de la eficaz Marina Real Británica, y la Unión Soviética, a pesar de que la Blitzkrieg había logrado empujar a los efectivos soviéticos hasta las puertas de Moscú en 1941.

para saber más

Hitler pasando revista a las tropas alemanas.

¿CUÁNTO SABES SOBRE HITLER?

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LA "GUERRA DE BROMA" Y LA HUIDA DE DUNKERQUE

Tras la invasión de Polonia, en septiembre de 1939, se sucedieron ocho meses de la conocida como drôle de guerre (la guerra de broma o guerra falsa), que acabaría con la invasión de Dinamarca y Noruega en abril de 1940. En realidad, lo que desconocían los Aliados era que, tras aquella supuesta calma, la idea de Hitler era avanzar hacia el oeste para asestar el primer gran golpe de la contienda: la toma de París. Envalentonado por la rápida caída de Polonia, Hitler pretendía hacer uso de la Blitzkrieg para hacer lo propio con Francia, a pesar de la mayor envergadura del rival y de la dificultad de tener que sortear la histórica línea Maginot para entrar en París de manera triunfal.

Lo que desconocían los Aliados era que la idea de Hitler era avanzar hacia el oeste para asestar el primer gran golpe de la contienda.

Soldados británicos disparan contra aviones alemanes durante la evacuación de Dunkerque.

Foto: PD Los alemanes atacaron Bélgica haciendo creer que desde allí invadirían Francia, mientras que en realidad el ataque principal a Francia tuvo lugar cruzando la zona boscosa de las Ardenas, entre Bélgica y el extremo norte de la línea Maginot, cogiendo completamente por sorpresa a los franceses. Estas tropas avanzaron hasta el canal de La Mancha, acorralando a franceses, británicos y belgas contra el mar. Aunque Hitler contaba con sufrir un millón de bajas entre sus efectivos, cuando el ejército nazi desfiló por los campos elíseos de París se estimaba que las bajas entre sus filas habían sido de 27.000 hombres. para saber más batalla-dunkerque-

3 LA RETIRADA DE DUNKERQUE EN FOTOGRAFÍAS Leer artículo Pero a pesar del éxito obtenido, el gran triunfo del ejército alemán debe buscarse en un lugar imprevisto por todos dado lo inesperado de su trascendencia: las playas de Dunkerque, en el norte de Francia, donde terminaron acorralados más de 338.000 soldados Aliados, que vieron en el puerto galo la única vía de escape. Sería el general Gort, al mando de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB), el responsable de organizar la llamada Operación Dinamo, que consistía en la evacuación de las tropas aliadas en territorio francés, y que se llevó a cabo entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940. En las playas de Dunkerque, en el norte de Francia, terminaron acorralados más de 338.000 soldados Aliados. Aglomeraciones de soldados británicos en las playas de Dunkerque. Foto: PD En realidad, la operación no habría tenido éxito no habría tenido lugar si el 24 de mayo Hitler no hubiera ordenado detener sus divisiones blindadas. La decisión obedecía a la voluntad de poder utilizarlas contra las fuerzas francesas que se hallaban más al sur si estas conseguían reagruparse, y a la idea de Herman Göring, el jefe de las fuerzas aéreas alemanas, la Luftwaffe, de que podía frustrar cualquier intento de evacuación de los británicos. Ello permitió a los cercados preparar un perímetro defensivo que consiguió una eficaz resistencia. El fuego de la artillería alemana no logró detener la operación, y tampoco la actuación de los bombarderos alemanes, que no contaron con un apoyo efectivo de sus cazas que despegaban desde bases en Alemania frente a los Spitfire aliados llegados de bases mucho más cercanas, como Kent. A ello se sumó un mar en calma, lo que facilitó la evacuación. La operación de retirada no habría tenido éxito si Hitler no hubiera frenado el avance de sus tropas, algo que aún hoy en día es motivo de debate entre los historiadores. Soldados británicos esperando para desembarcar en Dover. Foto: PD La mayoría de efectivos aliados escaparon en barcos de la Royal Navy, como el crucero ligero HMS Calcutta o alguno de los más de 30 destructores desplegados en la zona, pero otros lo hicieron a bordo de embarcaciones civiles, que acudieron en su ayuda viendo que la marina no daba abasto para transportar a tantos hombres. El 4 de junio, el primer ministro británico Winston Churchill se dirigió a la nación con un mensaje muy claro: las guerras no se ganan con evacuaciones. El premier británico ofreció su discurso más recordado con frases tan famosas como "we shall go on to the end" (seguiremos hasta el final) o "we shall never surrender" (nunca nos rendiremos). Lo conseguido en Dunkerque sirvió para que Gran Bretaña se mantuviera en la lucha y, algo mucho más importante, sumase el reconocimiento y la simpatía de la opinión pública y la prensa norteamericana. para saber más Churchill con su famoso sombrero de copa en una foto tomada en 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin. 
CHURCHILL, EL POLÍTICO DECISIVO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Leer artículo 

INGLATERRA ENTRA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 
En el verano de 1940, la Alemania nazi ya tenía en su poder, en un tiempo de récord de Polonia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia con la inestimable ayuda de la Italia de Mussolini, que se acababa de sumar a las potencias del Eje con todos sus dominios en el mar Mediterráneo y África. Ante esta nueva situación estratégica en Europa, tras la gravísima derrota sufrida en las playas de Dunkerque y tras la ruptura de las conversaciones de paz entre diplomáticos ingleses y alemanes en Suiza, Inglaterra estaba a punto de enfrentarse a una nueva ofensiva por parte de Alemania: la Operación León Marino, que tenía la intención de hacer un uso masivo de la Fuerza Aérea Alemana, al mando del mariscal del aire Hermann Göring, con el objetivo de destruir a la Real Fuerza Aérea británica (RAF) y de esta manera lograr la superioridad aérea necesaria para invadir Gran Bretaña. Tras la gravísima derrota sufrida en las playas de Dunkerque, Inglaterra estaba a punto de enfrentarse a una nueva ofensiva. Un bombardero alemán Heinkel He 111 sobrevuela los muelles comerciales de Surrey en el sur de Londres el 7 de septiembre de 1940. Foto: PD El 30 de junio, el comandante Alfred Jodl y el mariscal de campo Wilhelm Keitel, haciendo gala de un optimismo desmedido, argumentaron que la victoria sobre Inglaterra era cuestión de tiempo, aunque no todos pensaban igual. Había otros, como Erich Raeder, comandante en jefe de la Marina alemana hasta el año1943, que habían advertido de la insensatez de aquel plan por carecer de embarcaciones capaces de acometer un desembarco de tal magnitud. A favor de los alemanes, tres flotas fondeadas en Francia, Noruega y los Países Bajos (La 5.ª Flota Aérea (Luftflotte 5) tenía el cuartel general en Oslo; la Luftflotte 3, en parís, y la Luftflotte 2, en Bruselas) y 3.600 aviones contra los apenas 870 aparatos con los que contaba la RAF. Pero el principal obstáculo para llevar a buen puerto la operación era el uso del radar por parte de los británicos y las limitaciones de los cazas alemanes, menos maniobrables que los Spitfire y Hurricane británicos. Durante el mes de julio, los BF109 bombardearon las defensas costeras y a los convoyes británicos en el canal de la Mancha, sin embargo la producción armamentista británica no cesó en ningún momento por temor a una completa aniquilación. para saber más Trabajadores londinenses rescatan a los pasajeros de un autobús gravemente dañado durante el bombardeo alemán. 

LAS VÍCTIMAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: EL COSTE HUMANO POR PAÍSES Leer artículo 

La mayoría de historiadores coinciden en afirmar que en aquellos momentos la actuación del primer ministro británico Winston Churchill fue providencial para convertir el miedo de los británicos en esperanza. Su trabajo incansable en ese sentido se vio recompensado en el hemiciclo de Westminster donde era aplaudido por laboristas y conservadores. El premier puso asimismo los cimientos para recibir ayuda de los Estados Unidos gracias a su amistad con el presidente Roosevelt y su vigilancia en el océano Atlántico. En realidad, podría decirse que Churchill, con su carisma, se convirtió en un antídoto contra el derrotismo que empezaba a hacer mella en la sociedad. Además, hizo gala de su astucia engañando a los alemanes, durante el mes de agosto, con falsos hangares para de este modo lograr evitar la destrucción masiva de los aeródromos británicos. El 20 de agosto, y como agradecimiento al trabajo llevado a cabo por los pilotos de la RAF, Churchill pronunciaría su legendaria frase "nunca tantos debieron tanto a tan pocos". La mayoría de historiadores coinciden en afirmar que en aquellos momentos la actuación del primer ministro británico Winston Churchill fue providencial. Imagen de una de las calles de Londres tras un bombardeo. Foto: PD De hecho, algunos historiadores también consideran que el mariscal Keitel fue un ingenuo al querer comparar Inglaterra con Polonia. Así, el 25 de agosto, las tornas empezaron a cambiar cuando la RAF se vengó del bombardeo alemán al East End londinense haciendo lo propio en el aeropuerto de Tempelhof en Berlín y en la fábrica de Siemens. Los daños fueron mínimos, pero suficientes para que Hitler se pusiera furioso y modificara todo lo planeado hasta el momento. El 17 de septiembre se pospone León marino y a partir de entonces, Hitler dio la orden de llevar a cabo los Blitz, unos bombardeos aéreos indiscriminados y sostenidos por parte de la Luftwaffe que tuvieron lugar desde septiembre a noviembre de 1940 contra Londres y otras ciudades industriales como Coventry. La RAF se vengó del bombardeo alemán al East End londinense haciendo lo propio en el aeropuerto de Tempelhof en Berlín y en la fábrica de Siemens. La ciudad de Coventry tras uno de los devastadores bombardeos alemanes. Foto: PD Aquellos tiempos fueron duros para los británicos, y de hecho el cine se ha encargado de mitificar aquellos meses en los que es fácil imaginar a los londinenses refugiándose en el metro. Churchill vislumbraba, impotente, una capital en ruinas, pero conservaba la tranquilidad al saber que sus radares se encontraban a salvo del fuego nazi. A mediados de septiembre, justo cuando los alemanes tenían previsto asestar el golpe definitivo y pisar suelo británico, la Royal Navy bombardeó los principales puertos de invasión como Calais, Cherburgo o Boulougne, apoyada por la RAF. Al parecer, las pérdidas en ambos bandos se exageraron por motivos propagandísticos y al final la Batalla de Inglaterra acabaría en tablas. Poco después, el 17 de septiembre, Hitler daría por finalizada la Operación León Marino y dirigió su mirada hacia un nuevo objetivo: la Unión Soviética. Cabe destacar además que tanto la Operación León Marino como la operación Día del Águila y el Blitz forman parte de la conocida como Batalla de Inglaterra. para saber más Conquista alemana en Europa durante los años 1939 y 1942. 

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EXPLICADA EN MAPAS Leer artículo 

LOS NAZIS INVADEN LA UNIÓN SOVIÉTICA, LA OPERACIÓN BARBARROJA 
Durante la Navidad de 1940, Adolf Hitler llegó a la conclusión de que para deshacerse definitivamente de la amenaza que representaba Winston Churchill para los intereses de Alemania era necesario llevar a cabo una gran demostración de fuerza. Para ello el dictador nazi concibió la Directiva 21, conocida más tarde como Operación Barbarroja, bautizada así en honor al emperador del Sacro Imperio, Federico I Barbarroja. El objetivo de esta operación era atacar a la Unión Soviética, acabar con el comunismo y desintegrar aquel país para lograr el tan ansiado Lebensraum (espacio vital), expulsando a la población eslava y ocupando el territorio soviético hasta los Urales, colonizándolo con alemanes y convirtiendo a la población local en siervos a su servicio. A los países vecinos, como Ucrania o la Confederación de Estados Bálticos, se les otorgaría una independencia tutelada desde Berlín. El dictador nazi Adolf Hitler concibió la Directiva 21, conocida más tarde como Operación Barbarroja. Al principio, el avance alemán fue imparable y sin oposición. Foto: CC Y es que en la génesis de la Operación Barbarroja también se escondía el profundo desprecio que Adolf Hitler sentía por los los eslavos, a quienes la doctrina nazi consideraba Untermenschen, "infrahombres". De este modo, a pesar del pacto de no agresión germano-soviético, firmado durante el mes de agosto de 1939, Hitler yStalin sabían que esta "paz" no podía ser duradera y que su enfrentamiento era inevitable. La Operación Barbarroja abrió, así, un segundo frente para la Alemania nazi, que llevó a la guerra a unas cotas de barbarie nunca vistas hasta entonces. Pero en realidad aquella operación no solamente representaría el principio del fin para Adolf Hitler, sino que además sería el inicio en toda Europa de la terrible persecución y asesinato sistemático de los judíos: el Holocausto. Hasta aquel momento la guerra iba viento en popa para los nazis, y tras la abrumadora conquista de Francia, Hitler supuso, erróneamente, que hacerse con la Rusia europea solo le llevaría unos tres o cuatro meses. Para llegar a Moscú, Hitler planteó una ofensiva en tres frentes: el frente norte atacaría por la costa báltica hacia Lituania y tomaría Leningrado (la actual San Petersburgo); en el centro operaría un ejército que se dirigiría primero a Minsk (la capital de la actual Bielorrusia), luego a Moscú, la capital soviética; finalmente, otro en el sur atacaría Ucrania, donde se encontraban las tierras más fértiles de la URSS; avanzaría luego hacia las principales regiones industriales soviéticas, las cuencas de los ríos Don y Donets, después ocuparía los campos petrolíferos del Cáucaso. Visto en retrospectiva, los especialista militares opinan que dividir la ofensiva en tres frentes fue un error crucial para Alemania. Una vez asegurada la zona, aquel mismo ejército sería el encargado de tomar la base naval de Crimea y los campos petrolíferos del Cáucaso. Pero visto en retrospectiva, los especialista militares opinan que dividir la ofensiva en tres frentes fue un error crucial. A su juicio, el objetivo principal tendría que haber sido la propia Moscú por ser esta el eje principal de comunicaciones además de un importante centro industrial. De esa manera, Hitler habría logrado dividir a la Union Soviética en dos y hubiera sido mucho más fácil conquistarla. El alto mando alemán, con Hitler a la cabeza, siguiendo las operaciones. Foto: CC Asimismo, una muestra más de la excesiva confianza con que los alemanes afrontaron la campaña es que solo un quinta parte de sus fuerzas disponía de ropa de abrigo para hacer frente al crudo invierno ruso, y es que en su mente Hitler albergaba el convencimiento de que para el mes de diciembre ya habría una nueva frontera oriental del Reich marcada por el río Volga. Pero con lo que no contaban ni Hitler ni su Estado Mayor era con no estar ocupando Moscú antes de que la meteorología se volviera más adversa. Las crecidas de los ríos tras las lluvias de primavera habían convertido todo el territorio en un autentico lodazal, lo que obligó a retrasar la invasión hasta el tórrido verano. Finalmente, a los casi cuatro millones de efectivos que luchaban del lado de la Alemania nazi, se unieron 3.400 tanques que se debían ver las caras frente a casi 11.000 tanques y tres millones de soldados soviéticos. Pero ¿por qué motivo emplearon los nazis tan pocos blindados? Según los especialistas fue debido a la escasez de combustible, que en aquellos momentos estaba bloqueado por los Aliados, algo que también obligó a los alemanes a hacer uso de animales de tiro para el transporte. para saber más Los tanques alemanes de Panzerabteilung 40 avanzan hacia la línea del frente en Vasonvaara el 1 de julio de 1941. 

LA OPERACIÓN BARBARROJA Y LA DEFENSA DE MOSCÚ Leer artículo 

La ofensiva del ejército alemán en territorio soviético empezó el 22 de junio de 1941 con un intenso bombardeo de la artillería pesada y de la Luftwaffe sobre las posiciones soviéticas. Su principal objetivo eran los aeródromos, algo que les podía asegurar el espacio aéreo durante los primeros meses de la invasión. Tras cuatro días de violentos combates, las tropas del general Hoth entraron en Minsk, donde apresaron a 324.000 soldados y capturaron 2.500 tanques. Los ejércitos del norte y del sur iban progresando de manera similar, y el ejército del general Hoth, que avanzaba una media de 32 kilómetros diarios, llegó a Smolensk (a 369 kilómetros de Moscú) el 18 de julio. El principal objetivo de la aviación alemana eran los aeródromos, algo que les podía asegurar el espacio aéreo durante los primeros meses de la invasión. Pero a pesar del éxito momentáneo de la operación, el dictador alemán ordenó priorizar la toma de Ucrania y de Leningrado. Así, desoyendo los consejos de sus generales, el 19 de julio, Adolf Hitler cursó la Directriz 33, por la que se ordenaba a los tanques del ejército central reforzar los otros dos frentes: el general Hoth cambiaría de rumbo para asegurar el cerco de Leningrado y el general Guderian haría lo propio parar invadir Kiev, las regiones carboníferas ucranianas y tomar la península de Crimea. Aquel cambio de estrategia facilitó que los soviéticos tuvieran tiempo para reorganizarse y rehacer sus defensa, contra las que se acabaría estrellando el ejército nazi. Por su parte, en la retaguardia, las SS alemanas ejercían una dura y cruel represión sobre la población civil, mientras los atentados perpetrados por grupos de partisanos organizados por la NKVD (la policía secreta rusa) convirtieron las calles de las ciudades tomadas en lugares muy peligrosos, lo que impedía a los alemanes consolidar sus conquistas y ralentizaba también el transporte de suministros. 

Para saber más Lavrenti Beria fue jefe de la policía y el servicio secreto desde 1938 hasta 1953, durante la dictadura de Stalin. 
LAVRENTI BERIA, LA MANO DERECHA DE STALIN Leer artículo 

En realidad, con la puesta en marcha de la Directriz 33 los alemanes habían perdido más de dos meses, cruciales para el desarrollo con éxito de la Operación Barbarroja. Y los elementos parecieron también aliarse en su contra. El 15 de octubre, el ejército alemán se encontraban a tan solo 105 kilómetros de Moscú, dispuestos al asalto de la capital en la que llamaron Operación Tifón, cuando una fuerte tormenta, junto con la llegada de las primeras nevadas, dejaron las carreteras impracticables. Los soviéticos aprovecharon aquella circunstancia para reforzarse con efectivos procedentes de Siberia, y con un numero significativo de tanques y aviones al mando del general Gueorgui Zhúkov. A pesar de la llegada del frío, los alemanes no variaron su actuación y siguieron con sus tácticas habituales, pero los soviéticos les hicieron retroceder cuando estaban tan solo a ocho kilómetros de la capital. Las bajas temperaturas terminaron por dar al traste con la estrategia alemana en una de las campañas militares más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial. Las nieves frenaron el avance alemán hacía Moscú. Foto: CC 

PEARL HARBOR Y LA ENTRADA DE ESTADOS UNIDOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 

Mientras la Alemania nazi seguía con su imparable conquista de Europa, Estados Unidos era oficialmente neutral ante los conflictos que mantenían los japoneses en su expansión por China y ante la actitud de la Alemania de Hitler en Europa. Sin embargo, en 1940, Estados Unidos empezó a considerar amenazadora para sus intereses la expansión de Japón, y el Gobierno estadounidense decidió proporcionar ayuda a los chinos y sancionar a los japoneses. Así, tras la firma del pacto Antikominternen noviembre de 1941 entre la Alemania nazi, Italia y Japón, Estados Unidos congeló los activos japoneses y prohibió todas sus exportaciones al país del Sol naciente. 

 El USS Arizona se hunde tras el ataque japonés a Pearl Harbor. Foto: PD 

De este modo, a medida que Japón continuaba con su guerra con China, el conflicto con Estados Unidos se hizo inevitable. Ante el peligro que esto representaba, el alto mando japonés evaluó sus opciones, pero no tuvo más remedio que reconocer la superioridad de la Armada estadounidense, que les superaba en número, por lo que Japón carecía de los recursos necesarios para hacer frente al coloso americano. Fue entonces cuando Japón pensó que tenía un as en la manga: podía atacar a Estados Unidos utilizando el factor sorpresa. Así, el almirante Yamamoto convenció al alto mando japonés de que en lugar de declarar la guerra a Estados Unidos lo mejor sería causarles el mayor daño posible atacando a su flota fondeada en el Pacífico. para saber más 

 Fondeando el puerto LAS ESPECTACULARES IMÁGENES DEL ATAQUE A PEARL HARBOR Leer artículo 

El día escogido por los japoneses para realizar uno de los ataques más famosos de la Segunda Guerra Mundial, y que al final resultaría definitivo para el desarrollo de la contienda, fue el domingo 7 de diciembre de 1941. Poco antes del amanecer, la Armada Imperial Japonesa atacaba por sorpresa la base militar de Pearl Harbor, en Hawái, donde la Armada de Estados Unidos tenía el cuartel general de la flota del Pacífico. Para llevar a cabo el ataque, 353 aeronaves, entre cazas de combate, bombarderos y torpederos, atacaron sin una previa declaración de guerra con la única misión de borrar de la región a la flota estadounidense. Poco antes del amanecer, la Armada Imperial Japonesa atacaba por sorpresa la base militar de Pearl Harbor, en Hawái. En pocos minutos, gran parte de la flota norteamericana había sido gravemente dañada o completamente destruida. El ataque japonés se produjo en dos oleadas, en la primera los bombardeos destruyeron a los acorazados Oklahoma y Arizona, y dañaron seriamente al resto de naves. El segundo objetivo de los japoneses era destruir los aeródromos más cercanos. Pero aunque el ataque pilló por sorpresa a los estadounidenses estos consiguieron defenderse con sus cañones antiaéreos, e incluso lograron que algunos aviones despegaran y finalmente consiguieran derribar 29 aeronaves japonesas. Sin embargo, el ataque no fue tan efectivo como el ejército nipón hubiera deseado y la suerte quiso que el grueso de la flota naval estadounidense no se encontrara fondeada en el puerto en aquellos momentos. Aunque no fue este el único error cometido por los japoneses, que dejaron intactos varios enclaves estratégicos de la base de Pearl Harbor, como la central eléctrica, el astillero, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos, y los edificios del cuartel general y la sección de inteligencia estadounidense.  El bombardeo de Pearl Harbor supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Foto: CC 

Aunque el ataque fue un duro golpe para Estados Unidos, al día siguiente los norteamericanos declararon la guerra a Japón con lo que la gran potencia entró de lleno en el conflicto. Tres días después, el 11 de diciembre de 1941, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, las otras dos potencias del Eje, respondían a Estados Unidos con su propia declaración de guerra. Sin pretenderlo, el Ejército Imperial Japonés había despertado al gigante dormido. De hecho, el bombardeo de Pearl Harbor enfureció a la opinión pública estadounidense y aquel acto acabaría resultando decisivo en el desenlace de la mayor guerra de la historia de la humanidad. para saber más 

 Un niño perteneciente a la segunda generación de japoneses americanos espera para ser evacuado al campo de internamiento con la correspondiente etiqueta identificativa colgada de la chaqueta. 

CAMPOS DE INTERNAMIENTO PARA JAPONESES EN LOS ESTADOS UNIDOS Leer artículo 

LA DECISIVA BATALLA DE STALINGRADO Primavera de 1942. La Segunda Guerra Mundial continuaba en el frente oriental, pero la escasez de recursos, el agotamiento de ambos bandos y un invierno especialmente duro, al que seguiría el deshielo y el fenómeno conocido por los rusos como raspútitsa (un fenómeno estacional que convierte la tierra firme en un auténtico barrizal) hicieron que la guerra se ralentizarse. No obstante, en el año 1942 Hitler se planteó dar el golpe de gracia la Unión Soviética antes de que Estados Unidos pudiera movilizar todos sus recursos económicos y militares para la guerra. Así pues, el 28 de junio Hitler puso en marcha la llamada Operación Azul, cuyo objetivo era apoderarse de los pozos petrolíferos del Cáucaso, ya que la escasez de petróleo podía detener la maquinaria bélica alemana. Pero en su camino se encontraba Stalingrado. Hitler pensó que una vez conquistada esta ciudad se podría cortar el suministro de recursos al Ejército Rojo.

El 28 de junio Hitler puso en marcha la llamada Operación Azul, cuyo objetivo era apoderarse de las riquezas mineras y petrolíferas de Ucrania y el Caúcaso. 

 Bombardeo aéreo de la Luftwaffe alemana sobre Stalingrado en septiembre de 1942.

Foto: CC / German Federal Archives 

La Operación Azul (Fall Blau en alemán), la ofensiva estratégica de verano de 1942, se desarrollaba en dos direcciones: hacia el sur, donde estaban los campos petrolíferos; y hacia el este, en dirección a Stalingrado, siguiendo el río Don, para proteger el avance hacia el sur.

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 Francotiradores soviéticos

LAS IMÁGENES DE LA BATALLA DE STALINGRADO

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Así pues, el control de Stalingrado se había convertido en un punto clave de la ofensiva nazi en el frente oriental, y el 23 de agosto de 1942 empezaron los combates para hacerse con una ciudad que poseía una potente industria militar y era un importante nudo de comunicaciones ferroviarias. Un mes antes, Stalin había dado la orden de iniciar los preparativos para hacer frente a un más que posible ataque alemán no dejando salir a los civiles. Preocupado por que los alemanes pudieran partir al país en dos, el 28 de julio Stalin emitió la famosa orden 227, más tarde conocida como la orden "¡Ni un paso atrás!", por la que cualquier militar o civil que se rindiera sería fusilado al instante por traición.

El 23 de agosto de 1942 empezaron los combates para hacerse con una ciudad que poseía una potente industria militar y era un importante nudo de comunicaciones.

En este contexto, las tropas del fürher llegaron a una ciudad defendida contra viento y marea por los generales Emerenko y Chuikov. Así, los alemanes no podían saber que ambos militares les tenían reservada una sorpresa en forma de violenta lucha callejera en el escenario de una ciudad completamente en ruinas y contra un enemigo que conocía perfectamente cada rincón. Además, a pesar de las muchas bajas que había sufrido el Ejército Rojo, cada noche llegaban refuerzos nuevos a orillas del Volga. Sin embargo, y aunque el ejército alemán sufría el mismo número de bajas, parecía que lograba hacer retroceder al ejército soviético, lo que provocó el anunció de la conquista de Stalingrado el 8 de noviembre por parte de Hitler.

Los alemanes no podían saber que los soviéticos les tenían reservada en Stalingrado una sorpresa en forma de violenta lucha callejera. 

 Soldados de la Wehrmacht tirando de un coche embarrado por la terrible Raspútitsa en el mes de noviembre de 1941.

Foto: CC / German Federal Archives 

Pero aquella alegría se revelaría prematura. Lo que Hitler no sabía es que Stalin había dado orden de iniciar la Operación Urano, justo en mitad de la batalla de Stalingrado y cuyo objetivo era embolsar al Sexto ejército alemán, el Tercer y el Cuarto ejército rumano y partes del Cuarto ejército Panzer. Aquellos movimientos estratégicos de los soviéticos, unidos al error de cálculo de Hermann Göring, que aseguró que la Luftwaffe podría dar soporte aéreo a las tropas, aisló al Sexto Ejército alemán. Con la orden de Hitler de mantener sus posiciones, los alemanes vieron cómo el ejército rojo los iba cercando poco a poco. Así, finalmente, sin otra opción que la rendición, el 2 de febrero de 1943, el Mariscal Paulus desobedeció las ordenes directas de Adolf Hitler y se rindió.

Stalingrado fue el primer gran triunfo soviético pero no fue una batalla decisiva.

Tras perder la batalla de Stalingrado hay quien piensa que el frente oriental empezó a desequilibrarse en favor de los soviéticos, sin embargo no fue exactamente así. Stalingrado fue el primer gran triunfo soviético pero no fue una batalla decisiva. Sí que lo fue, sin embargo, la batalla de Kursk en julio de 1943, la mayor batalla de tanques de la historia, que marcó un punto de inflexión en la guerra en el Este. Hasta entonces, los alemanes había logrado mal que bien estabilizar el frente.

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 Revista de las tropas en la estación de Hendaya durante la reunión entre Franco y Hitler. 

EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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DÍA D: EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA Durante la Conferencia de Teherán, celebrada en la capital iraní a finales de 1943, a la que acudieron Stalin, Churchill y Roosevelt, los soviéticos ya habían solicitado que se abriera un nuevo frente occidental que aliviara la presión que estaban sufriendo sus tropas en el sector oriental. Finalmente los Aliados decidieron organizar la invasión de Europa a través de las playas de Normandía, la llamada Operación Overlord, cuyo inicio estaba previsto el 6 de junio de 1944 y su nombre en clave sería Día D. Aquel desembarco fue uno de los acontecimientos militares más importantes de la Segunda Guerra Mundial, que marcaría un antes y un después en el desarrollo de la contienda. La Operación Overlord empezó con una gigantesca maniobra militar terrestre, aérea y naval (Operación Neptuno), que dejó miles de muertos en tan solo unos pocos metros de playa entre las defensas alemanas conocidas como Muralla Atlántica y las aguas del canal de la Mancha. El desembarco de todos aquellos soldados estadounidenses, británicos y canadienses, muchos de los cuales dejaron su vida en la arena, permitió a los Aliados abrir un segundo frente en Europa que, sumado al avance soviético en el Este, que cambiaría definitivamente el rumbo de la guerra.

La Operación Overlord empezó con una gigantesca maniobra militar terrestre, aérea y naval (Operación Neptuno), que dejó miles de muertos. 

 Soldados estadounidenses a bordo de una lancha de desembarco mientras se aproximan a la playa Omaha, en Normandía.

Foto: PD 

Pero planificar la Operación Overlord fue una tarea sumamente compleja. Todo debía estar perfectamente planificado y tenía que ser llevada a cabo meticulosamente, como si de una operación quirúrgica se tratara, con el objetivo de conquistar Normandía para posteriormente avanzar hacia el centro de Europa. Adolf Hitler sabía que algo se estaba tramando, pero estaba convencido de que la invasión aliada tendría lugar a través de Calais y no en Normandía. Así, el despliegue del ejército aliado durante la Operación Overlord se efectuó durante las primeras horas del 6 de junio sobre una línea de 80 kilómetros de playa de este a oeste abarcando las siguientes cinco playas: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. En un mensaje transmitido a las tropas antes de partir, el general Eisenhower les dijo: "¡La marea ha cambiado! Los hombres libres del mundo marchan juntos hacia la victoria.... No aceptaremos nada menos que la victoria total".

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 El frente espera

LAS FOTOS DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA

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La noche previa a los desembarcos anfibios, alrededor de 23.000 paracaidistas aliados se lanzaron detrás de las líneas de defensa alemanas, en paracaídas y planeadores, con la misión de evitar que los alemanes pudiesen contraatacar durante la mañana del desembarco. La misión de este grupo de paracaidistas era conseguir accesos seguros a las playas, destruir puentes y establecer cabeceras de playa (líneas defensivas para dar tiempo a la llegada refuerzos que permitieran avanzar a las tropas) a la espera de que el grueso de los efectivos desembarcara.

Alrededor de 23.000 paracaidistas aliados se lanzaron detrás de las líneas de defensa alemanas, en paracaídas y planeadores.

En las fauces de la Muerte, fotografía de Robert F. Sargent que muestra a las tropas estadounidenses desembarcando en la playa Omaha el 6 de junio de 1944.

Foto: CC / Robert F. Sargent

Para llevar a cabo una operación de aquella envergadura, las cadenas de fabricación aumentaron la producción de armamento, y durante la primera mitad de 1944, alrededor de 9 millones de toneladas de suministros y equipos cruzaron el Atlántico desde Estados Unidos hasta Gran Bretaña. Por otra parte, se sumó al contingente una importante dotación de soldados canadienses que se había estado entrenando en Gran Bretaña desde diciembre de 1939, y más de 1,4 millones de soldados estadounidenses llegaron a Europa entre los años 1943 y 1944 para tomar parte en los desembarcos.

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 Omaha beach LAS 5 PLAYAS DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA

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De este modo, el Día D se convirtió en la mayor operación naval, aérea y terrestre coordinada de la historia, ya que el desembarco en las playas de Normandia requirió de una cooperación total entre las fuerzas armadas que participaron en el operativo. En 1944, más de 2 millones de soldados de más de 12 países se encontraban en Gran Bretaña a la espera de recibir la orden de invasión. El día del desembarco, las fuerzas aliadas que participaron fueron fundamentalmente tropas estadounidenses, británicas y canadienses con el apoyo naval, aéreo y terrestre de tropas australianas, belgas, checas, holandesas, francesas, griegas, neozelandesas, noruegas y polacas.

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Robert Capa desembarco Normandia dia D 3 

LAS 11 MAGNÍFICAS DE ROBERT CAPA

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A menudo, el Día D, debido a su espectacularidad, ha eclipsado la importancia que tuvo en general la campaña de Normandía. Durante los tres meses posteriores al desembarco, los Aliados lanzaron una serie de ofensivas que les permitieron avanzar hacia las fronteras de Alemania. Aunque no todas las operaciones tuvieron éxito. Las tropas aliadas tuvieron que enfrentarse con una dura resistencia por parte de los alemanes y también con el bocage, una peculiaridad del paisaje de Normandía que se caracteriza por la presencia de senderos hundidos bordeados por setos altos y gruesos, algo que los alemanes utilizaron para hacerse fuertes. Pero a pesar de todas las dificultades, aquel sangriento 6 de junio y todos los días que le siguieron acabarían en una victoria decisiva para los Aliados que contribuiría a la liberación de una gran parte de Europa noroccidental.

Las tropas aliadas tuvieron que enfrentarse con una dura resistencia por parte de los alemanes y también con el bocage. 

 Desembarco de suministros en la playa Omaha en junio de 1944 durante el Día D.

Foto: PD 

Tras el Día D, las campañas en Italia llevadas a cabo por los Aliados alejaron a las tropas alemanas de los frentes occidental y oriental, al mismo tiempo que la Operación Bagration, una dura ofensiva emprendida por los soviéticos en el centro de Europa, logró mantener inmovilizadas a las fuerzas alemanas en el este. Finalmente, diez semanas después del Día D, los Aliados lanzaron una segunda invasión en la costa sur de Francia para avanzar hacia el corazón de Alemania. Con un frente tan dividido, las fuerzas de Adolf Hitler no podían hacer nada más que resistir en una guerra en la que la suma de graves errores de cálculo y el desgaste les acabaría por pasar una terrible factura.

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Aviones de combate durante la Segunda Guerra Mundial 

LOS BANDOS QUE LUCHARON EN LA II GUERRA MUNDIAL Leer artículo 

LA CAÍDA DE BERLÍN Y EL FINAL DEL NAZISMO 

Primavera de 1945. La situación de Alemania en este momento de la Segunda Guerra Mundial era un auténtico infierno. Invadido por las fuerzas de la Unión Soviética desde el este y por los Aliados por el oeste, el Tercer Reich no podía contar prácticamente para nada con la ayuda que le pudieran ofrecer sus aliadas Italia y Hungría, que ya habían sido ocupadas, ni por Japón, acorralado por los estadounidenses en el Pacífico. Este sería uno de los últimos y más sangrientos capítulos de la Segunda Guerra Mundial, el que a la postre conduciría al final del dictador nazi Adolf Hitler. 

 Soldados soviéticos izan una bandera desde el balcón del famoso Hotel Adlon en Berlín.

Foto: Cordon Press 

Aunque el alto mando militar nazi había asegurado que Berlín sería la tumba del Ejército Rojo, aquella predicción nunca se iba a cumplir. En esos días, Hitler se encontraba oculto en su búnker y había perdido por completo la noción de la realidad. El Tercer Reich que debía de durar mil años carecía de los medios necesarios para defenderse y se desmoronaba a ojos vistas. Para todos aquellos que habían estado en el frente (y que ahora se hallaban heridos o mutilados), las detonaciones que se escuchaban en la periferia de Berlín aquel 19 de abril de 1945 sonaban de manera muy distinta. Aquel sonido lo producían los obuses de la artillería soviética; no se parecía en nada al ruido de las bombas de la aviación aliada al que estaban acostumbrados. Eso solo podía significar una cosa: Berlín ya estaba al alcance de los cañones soviéticos y el fin se acercaba. En efecto, no iban desencaminados.

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 Soldados soviéticos levantan una bandera desde un balcón con la Puerta de Brandenburgo al fondo. Foto: Cordon 

LA BATALLA DE BERLÍN DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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A pesar de la superioridad del ejército atacante, las órdenes de Hitler eran claras: había que resistir hasta el final. El führer, refugiado en su búnker junto con otros jerarcas nazis, como Martin Borman, Albert Speer o Joseph Goebbels, no quería ni oír hablar de rendición. Al final, presa de los nervios, Hitler estaba dispuesto a sacrificar inútilmente a toda la población de Berlín: rendirse y mostrar la bandera blanca era castigado con la muerte, y quien desertaba o se escondía para evitar el combate era colgado sin contemplaciones. Hubo un momento en que los rusos ofrecieron una breve pausa en su avance, pero los alemanes no podían aprovechar aquella circunstancia para preparar la defensa de la ciudad. Berlín tan solo contaba con algunas unidades antiaéreas de las SS y la milicia popular (volkssturm), y a pesar de ello se decidió no emprender ninguna obra de fortificación.  Hitler se mostraba intratable, sumido constantemente en largas e infructuosas divagaciones. Pero su poder aún seguía intacto, hasta el punto de que promulgó la llamada Orden Nerón, por la que se establecía una política de tierra quemada frente el enemigo. En esencia se trataba de destruir cualquier infraestructura (de transporte, industrial, de comunicaciones, ...) que pudiera favorecer al enemigo, lo que suponía en la práctica la destrucción de Alemania. La orden no llegó a aplicarse.

El führer alternaba estados de euforia con estallidos de ira incontrolada contra todo y contra todos, en especial contra todos sus generales, a los que tachaba de ineficaces y de traidores. Abrumado por la situación, culpó a sus generales de no haber tomado las decisiones correctas en lo que respectaba a la defensa de Berlín, por lo que otorgó un permiso por mala salud al general Guderian, lo reemplazó como Jefe del Estado Mayor y nombró en su lugar al general Hans Krebs.

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 victimas bombardeo Dresde

EL BOMBARDEO DE DRESDE EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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El 20 de abril de 1945, justo el día en el que Hitler cumplía 56 años, aviones B-17 estadounidense y Lancaster británicos bombardearon el centro urbano de Berlín arrasando numerosos edificios, forzando la evacuación de 2.000 berlineses y dejando la ciudad sin electricidad. Dos días después, el 22 de abril, durante una reunión en el búnker de Hitler alguien alabó la excelente labor del 12º Ejército comandado por el general Walther Wenck que luchaba contra los norteamericanos en Magdeburgo. Al oír la noticia, los temblores que aquejaban al führer parecieron desaparecer y en uno de sus habituales cambios de humor pareció haber encontrado por fin la solución: el general Wenck daría media vuelta y salvaría Berlín. Evidentemente, Wenck no pudo conseguir aquel objetivo imposible: Berlín estaba cercada y agonizaba.

Finalmente, el general Helmuth Weidling intentó establecer una defensa operativa de la ciudad, pero solo podía contar con el apoyo de algunas tropas en descomposición. Junto a miembros del volkssturm, las Hitlerjugend y la policía, estos hombres construyeron barricadas con tranvías y llenaron los muros que aún quedaban en pie de pintadas con eslóganes que animaban a la resistencia y a la victoria final. Pero todo resultó en vano.

Los proyectiles soviéticos empezaban a caer sobre el mismo centro de Berlín. A pesar de ello, la capital resistió con la determinación del que sabe que no tiene otra opción. Inútilmente. Uno a uno, los barrios de Berlín fueron ocupados por los soviéticos, mientras la población civil se refugiaba en los túneles del metro invadidos por el humo.

La capital alemana resistió el ataque soviético con la determinación del que sabe que no tiene otra opción, aunque todo fue en vano.
La tarde del 30 de abril de 1945, un disparo de revólver procedente del dormitorio del führer rompió el impenetrable silencio del búnker. Tras haber ingerido una cápsula de cianuro, Hitler se acababa de pegar un tiro. Junto a él, Eva Braun, con quien se había casado el día anterior, yacía sin vida en el sofá. Los oficiales trasladaron ambos cuerpos hasta el jardín de la Cancillería, una operación complicada debido a los continuos bombardeos soviéticos. Tras arrojar los cadáveres a una fosa previamente excavada les prendieron fuego, y acto seguido, mientras los restos del dictador nazi se consumían entre las llamas, en el exterior, Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs realizaron el último saludo nacionalsocialista en su honor. De esta manera, Adolf Hitler, el fundador del Tercer Reich, desaparecía para siempre.

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 Eva Braun junto a Adolf Hitler EVA BRAUN, LA MUJER A LA SOMBRA DE HITLER

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El 2 de mayo, Berlin estaba a punto de caer, y muchos seguidores del régimen, entre los que se contaban numerosos miembros de las SS, prefirieron suicidarse antes que caer en manos de los soviéticos. El 7 de mayo de 1945, Alemania se rendía incondicionalmente ante los Aliados occidentales en Reims y el 9 de mayo hacía lo propio ante los soviéticos en Berlín. En la capital, el caos era total, ya que tras la victoria vino el pillaje. Los soldados rusos, procedentes en su mayor parte de las estepas y de las montañas del Cáucaso, nunca habían visto una ciudad como aquella y no conocían nada parecido al lujo berlinés. Robaron todo lo que pudieron, y tras el saqueo empezaron las violaciones masivas (un tema del que se habló poco durante la Guerra Fría). Aunque los medios rusos calificaron estos hechos como "inventos" de Occidente, muchas de las pruebas proceden del diario de un joven teniente judío originario de la región central de Ucrania llamado Vladimir Gelfand. 

 La Puerta de Brandeburgo, en Berlín, arrasada por las bombas.

Foto: CC / German Federal Archives 

En realidad, todavía hoy se desconoce el número exacto de mujeres que fueron violadas tras la caída de Berlín. Algunos historiadores hablan incluso de unas cien mil. En cualquier caso, muchas de ellas, jóvenes y adultas, pero también niñas y ancianas, se suicidaron o murieron a causa de la brutalidad del trato recibido. Las madres ocultaban a sus hijas para protegerlas, y los hombres que intentaban evitarlo lo pagaban con sus vidas, así como las mujeres que se resistían.

para saber más 

 Revista de las tropas en la estación de Hendaya durante la reunión entre Franco y Hitler.

EL PAPEL DE ESPAÑA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL CONTINÚA EN JAPÓN Mientras en Europa, con la caída y muerte de Adolf Hitler y el régimen nazi, empezaba a vislumbrarse un final a la Segunda Guerra Mundial, en el Pacífico Estados Unidos había liberado prácticamente todas las islas que se encontraban en poder de los japoneses y los norteamericanos estaban decididos a desembarcar en Japón. Así, tras las sonadas derrotas en Midway (junio de 1942) y Guadalcanal (noviembre de 1942), la flota nipona fue destruida en la batalla del golfo de Leyte (octubre de 1944), por lo que Japón ya no era rival en el mar y su rendición se preveía inminente. Con todo, Japón estaba dispuesto a negociar la paz con Estados Unidos mediante la cesión de territorios, pero sin que ello supusiera alterar el carácter divino del emperador, pero el objetivo final de los estadounidenses no era ese, sino lograr la rendición incondicional y total del Ejército Imperial japonés.

Estados Unidos había liberado prácticamente todas las islas que se encontraban en poder de los japoneses y los norteamericanos estaban decididos a desembarcar en Japón. 

 El USS Yorktown es alcanzado por torpedos japoneses en Midway.

Foto: PD 

De hecho, la guerra del Pacífico fue larga y cruenta. Uno de sus enfrentamientos más simbólicos fue el que tuvo lugar en Iwo Jima, y no solo por la fotografía de los soldados norteamericanos alzando la bandera de su país, tomada por el fotógrafo Joe Rosental y que fue difundida como un icono de la propaganda de los Aliados, sino también por su ferocidad y violencia. Esta campaña, que tuvo lugar entre febrero y marzo de 1945, no tuvo parangón hasta la fecha, pues los soldados japoneses, agazapados entre los volcanes y las galerías subterráneas, masacraron a miles de soldados norteamericanos que desembarcaron en las playas de arena negra durante su avance por las escarpadas montañas. Por ese motivo la campaña recibiría el macabro nombre de la "picadora de carne".

para saber más 

 Alzando la bandera en Iwo Jima LA BATALLA DE IWO JIMA EN IMÁGENES

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Otra fecha clave del conflicto que mantuvieron Estados Unidos y Japón sería el 9 de marzo de 1945 en las islas Marianas. Se trataba de la puesta en marcha de la Operación Meetenghouse, una misión que tenía como objetivo borrar Tokio de la faz del a Tierra en menos de veinticuatro horas. La primera oleada del ataque norteamericano la formaron 54 aviones y la segunda, 271 bombarderos más. La operación estaba diseñada para que empezara a las doce de la noche del 9 al 10 de marzo, ya que, según el alto mando estadounidense, sorprender dormidos y desprevenidos a los habitantes de la ciudad era la manera más fácil y segura de causar un gran número de víctimas.

La Operación Meetenghouse era una misión que tenía como objetivo borrar Tokio de la faz del a Tierra en menos de veinticuatro horas.

La operación Meetenghouse arrasó Tokio y provocó miles de muertos entre sus habitantes.

Foto: PD 

Durante la mortífera descarga sobre la capital nipona, los aviones lanzaron bombas de racimo que los estadounidenses rebautizaron como "tarjetas de visita de Tokio". Una vez tocaban tierra, estos artefactos derramaban su contenido letal de fósforo blanco y napalm, un pegajoso gel de gasolina que los laboratorios de la Universidad de Harvard habían desarrollado. La atmósfera en Tokio llegó a alcanzar los 980 grados, haciendo hervir el agua de ríos y canales y fundiendo los cristales de las ventanas. El fuego consumió con rapidez muchas casas que estaban construidas con madera y papel, pensadas tan solo para resistir a los terremotos. Unos 260.000 hogares fueron arrasados hasta los cimientos y al menos 105.400 personas murieron en una ciudad de tres millones de habitantes. Se fundieron, literalmente. En total quedó arrasada una cuarta parte de la ciudad. Curtis LeMay, el general norteamericano que organizó la operación, se jactó del éxito obtenido con estas palabras: "Los hemos tostado y horneado hasta la muerte".

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 Vista aérea de la oficina central de correos de Tokio después de graves daños por ataques aéreos de bombarderos B29, con la estación de tren detrás 

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Antes de morir, en 2009, Robert S. McNamara, responsable intelectual de la Operación Meetenghouse y que era secretario de Defensa en el momento de los bombardeos, pidió disculpas por el ataque, aunque, sin dejar de justificarlo declaró: "Para hacer el bien, a veces tienes que hacer el mal". Por su parte, el general Curtis LeMay, comandante del Comando de Bombarderos XXI y responsable material de los ataques, consideraba que lo inmoral no era haber matado a unas 100.000 personas en una sola noche lanzando bombas incendiarias, sino que lo realmente imprudente hubiera sido no hacerlo y perder a miles de soldados norteamericanos en la batalla: "Creo que si hubiéramos perdido yo sería tratado como un criminal de guerra", declaró.

Mientras tenía lugar el bombardeo de Tokio, en el Pacífico los Aliados seguían con su imparable avance hasta llegar a la isla de Okinawa, la mayor de las islas Ryukyu (al sur de las cuatro grandes islas de Japón). Los japoneses ya no podían ofrecer resistencia y decidieron lanzar un desesperado ataque suicida contra la flota norteamericana, la llamada Operación Ten-Gō. El acorazado japonés Yamato, el más grande del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, zarpó junto con otras nueve naves de guerra desde Japón para realizar un ataque suicida contra las Fuerzas Aliadas que estaban luchando en Okinawa. Pero las fuerzas japonesas fueron interceptadas y destruidas casi por completo por la supremacía aérea estadounidense. De hecho, el Yamato y otros cinco barcos japoneses fueron hundidos. Aquella acción en la etapa culminante de la guerra confirmó la decisión de las autoridades japonesas de llevar al extremo los ataques kamikazes para intentar detener el imparable avance aliado hacia el archipiélago japonés. Finalmente Okinawa cayó en manos estadounidenses y fue declarada zona segura el 21 de junio de 1945.

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Kamikaze japonés ajustándose el "hachimaki" en la frente antes de despegar con su avión 

KAMIKAZE JAPONESES, LOS PILOTOS SUICIDAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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LAS BOMBAS NUCLEARES DE HIROSHIMA Y NAGASAKI

El ataque por sorpresa a Pearl Harbor fue suficiente para que, tan solo un día después, el 8 de diciembre de 1941, Estados Unidos, hasta el momento nominalmente neutral, tomara partido de forma activa y definitiva en el terrible conflicto que asolaba al mundo declarando la guerra a Japón. Durante los siguientes cuatro años, los estadounidenses libraron una dura lucha contra los japoneses, tanto en territorio chino como en aguas del Pacífico, donde la conquista de cada una de las islas se convirtió en una guerra a pequeña escala.

El 8 de diciembre de 1941, Estados Unidos, hasta el momento nominalmente neutral, tomara partido de forma activa en la guerra.

Detonaciones de las bombas lanzadas sobre Hiroshima (izquierda) y Nagasaki (derecha).

Foto: PD

Si bien es cierto que el enfrentamiento entre ambos países fue bastante equilibrado, la caída de la Alemania nazi pondría las cosas mucho más difíciles al ejército japonés. Sin embargo, lo que acabaría por decantar la balanza en favor de los Aliados sería el desarrollo y fabricación de una terrorífica arma secreta, un proyecto que los estadounidenses bautizarían con el nombre en clave de Proyecto Manhattan. Aquella arma definitiva fue desarrollada por Estados Unidos con la ayuda del Reino Unido y de Canadá. El proyecto, que agrupó a una gran cantidad de eminentes científicos como Robert Oppenheimer, Niels Böhr o Enrico Fermi, tenía como objetivo desarrollar la primera bomba atómica antes que pudieran hacerlo los nazis.

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Nagasaki, la segunda bomba 

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La investigación culminó con Trinity, nombre que se daría al primer ensayo atómico realizado en el desierto de Alamogordo, en Nuevo México, el 16 de julio de 1945. Finalmente, la bomba no sería usada contra los alemanes, sin embargo, aquella iba a ser el arma definitiva que utilizarían los estadounidenses para acabar de una vez con la guerra.

La madrugada del 6 de agosto de 1945, entre las 1:12 y 1:15 horas, el bombardero B-29 Enola Gay, al mando del coronel Paul Tibbets, despegaba del aeródromo de Tinian, en las islas Marianas, rumbo a Hiroshima. A bordo iba un artefacto nuclear cargado de Uranio-235 bautizado como Little Boy, que en pocas horas debía hacer blanco en el centro de aquella poblada ciudad japonesa. A las 7:09 horas de la mañana, las alarmas antiaéreas de Hiroshima alertaron a la ciudadanía cuando el Straight Flush, un B-29 al mando del comandante Claude Eatherley, efectuó un vuelo de reconocimiento sobre la ciudad. Sorprendentemente no fue interceptado ni por las baterías antiaéreas ni por los cazas japoneses, por lo que pudo avisar al Enola Gay de que todo estaba despejado.

Replica de la bomba nuclear Little Boy lanzada sobre Hiroshima.

Foto: PD

Aquel lunes 6 de agosto de 1945, en Hiroshima amaneció como cualquier otro día hasta las 8:11 horas de la mañana, cuando sus habitantes vieron aparecer por el horizonte tres bombarderos norteamericanos B-29, entre los que se encontraba el Enola Gay con su mortífera carga. Minutos después se abrieron las compuertas de carga del bombardero mientras los otros dos aparatos dejaban caer unos calibradores de onda expansiva en paracaídas (con la misión de comprobar posteriormente el efecto del arma). Little Boy empezó a descender en caída libre sobre Hiroshima. Era el principio del fin para todos quienes allí vivían.

A las 8:11 de la mañana, los habitantes de Hiroshima vieron aparecer por el horizonte tres bombarderos norteamericanos B-29, entre ellos el Enola Gay con su mortífera carga.

El coronel Paul Tibbets posando junto al Enola Gay.

Foto: Cordon Press

Tres días después, el jueves 9 de agosto de 1945,el B-29 Bockscar pilotado por el mayor Charles Sweeney fue el encargado de transportar una segunda bomba nuclear llamada Fat Man con la intención de lanzarla sobre la ciudad de Kokura. En realidad, Nagasaki era un objetivo secundario y solo estaba previsto dejar caer la mortal carga en la ciudad en el caso de que el primer objetivo no pudiera cumplirse. El plan para la misión fue prácticamente idéntico al de Hiroshima.

Cuando el avión llegó a Kokura, la ciudad estaba cubierta por las nubes, y después de sobrevolarla tres veces con el combustible bajo mínimos, el piloto decidió poner rumbo a Nagasaki. El indicador de combustible señalaba que el bombardero no tendría suficiente carburante como para llegar hasta Iwo Jima y se vería obligado a desviarse hacia Okinawa. Sweeney decidió entonces que si Nagasaki presentaba las mismas condiciones meteorológicas que Kokura regresarían con la bomba a Okinawa e intentarían lanzarla al mar.

Sweeney decidió que si Nagasaki presentaba las mismas condiciones meteorológicas que Kokura regresarían con la bomba a Okinawa e intentarían lanzarla al mar.

Pero en el último instante se abrió una brecha entre las nubes que también cubrían el cielo de Nagasaki, lo que permitió al avión estadounidense establecer contacto visual con el objetivo, por lo que al final pudieron soltar la bomba a las 11:01 de la mañana. Cuarenta y tres segundos después, Fat Man explotó a 469 metros de altura sobre la ciudad y a casi 3 kilómetros de distancia del objetivo original. La detonación fue de 22 kilotones y generó una temperatura estimada de 3.900 grados y vientos de 1.005 kilómetros por hora.

La detonación de la bomba que cayó sobre Nagasaki fue de 22 kilotones y generó una temperatura estimada de 3.900 grados y vientos de 1.005 kilómetros por hora.

Portada del 15 de agosto de 1945 del Jacksonville Daily Journal informando de la rendición de Japón.

Foto: Cordon Press

La tragedia humana que se abatió sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki se saldó con la vida de unas 140.000 víctimas en Hiroshima y unas 70.000 en Nagasaki, lo que incluye las víctimas directas del bombardeo y las que fallecieron a consecuencia de la radiación hasta finales de 1945. La noticia de la destrucción total de Nagasaki por una segunda bomba atómica fue un durísimo varapalo para el Imperio Japonés, que ese mismo día, 9 de agosto de 1945, sufría la inesperada agresión de la Unión Soviética en Manchuria. Aquello acabaría por precipitar los acontecimientos y el emperador Hiro-Hito anunció la rendición incondicional de Japón ante los Aliados el 15 de agosto de 1945.

La capitulación se hizo efectiva el 2 de septiembre con la firma de la paz a bordo del acorazado USS Missouri en la bahía de Tokyo. La Segunda Guerra Mundial había terminado.

RENDICIÓN Y FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
No cabe duda de que la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más destructivo y sangriento de la historia de la humanidad. Millones de personas perdieron la vida, sobre todo en Europa y Asia, en el oscuro período que abarcó los años 1939 a 1945. Todo ese baño de sangre tuvo su culminación con la caída de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, un acontecimiento que obligó al emperador Hiro-Hito a anunciar la capitulación de Japón y a firmar la paz de manera definitiva con los Aliados.

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más destructivo y sangriento de la historia de la humanidad.

El ministro de exteriores japonés Mamoru Shigemitsu firma el Acta de Rendición de Japón a bordo del USS Missouri.

Foto: PD

El año 1945 supondría un punto de inflexión. Ese año había tenido lugar la caída de la Alemania nazi tras el suicidio de Adolf Hitler, la destrucción del corazón del Tercer Reich y la firma del Armisticio de Reims el 8 de mayo de 1945. Aquel también fue el año de la muerte del dictador fascista Benito Mussolini y la disolución de la Italia fascista (República de Saló). Junto a la Alemania nazi y a la Italia fascista cayeron otras otros regímenes afines como los de Hungría, Eslovaquia y Croacia, a pesar de que esta última resistiría hasta mediados de junio, cuando fue absorbida por Yugoslavia.

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 Al borde del abismo CONSECUENCIAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: DE LA CREACIÓN DE LA ONU A LA GUERRA FRÍA

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 Portada de The Montreal Daily Star anunciando la rendición alemana.
Foto: PD

 La Segunda Guerra Mundial también fue el escenario de tremendas atrocidades. Durante el conflicto se produjeron ataques indiscriminados sobre la población civil y la persecución sistemática de diversos grupos por motivos políticos, de raza o religión. Con el final del conflicto salieron a la luz los horrores perpetrados por la Alemania nazi en los campos de concentración y de exterminio construidos a lo largo y ancho de toda la Europa conquistada y la llamada "solución final de la cuestión judía", que desembocaría en el Holocausto. Estremece escuchar nombres como Auschwitz, Belzec, Bergen Belsen, Buchenwald, Dachau, y así una larga lista de campos del horror que obligaron a los Aliados a poner en marcha toda una maquinaria judicial para procesar a los autores y a los cómplices del régimen nazi, acusados de delitos contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. La ciudad escogida para celebrar estos juicios fue Núremberg, la emblemática ciudad en la que el partido nacionalsocialista (NSDAP) había celebrado en el pasado sus multitudinarios congresos.

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 El fiscal general estadounidense Robert H. Jackson se dirige al tribunal de Nuremberg. 

LOS JUICIOS DE NÚREMBERG Leer artículo 

Conocidos como los Juicios de Núremberg, estos históricos procesos, sentaron las bases para el desarrollo de una justicia internacional y la creación de una nueva legislación que fuera más allá de la justicia propia de cada país. Las sesiones de estos juicios, en los que fueron encausados desde varios de los jerarcas nazis, como Göering, Hess o Ribbentrop, hasta simples funcionarios del régimen, duraron poco menos de un año (que tuvieron lugar desde el 20 de noviembre de 1945 al 1 de octubre de 1946) y se impusieron una duras condenas en las que se incluía la pena de muerte para doce de los acusados.

Los Juicios de Núremberg tuvieron lugar en esta ciudad alemana desde el 20 de noviembre de 1945 al 1 de octubre de 1946.

Pero Núremberg no fue el único tribunal que se formó para juzgar los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. También se estableció un tribunal para juzgar los crímenes perpetrados por los japoneses, el conocido como Tribunal Militar Internacional para Extremo Oriente (1946-1948), en el que se llevaron a cabo los Juicios o Procesos de Tokio. Sin embargo, allí no se aplicó el mismo rasero que en Núremberg. Un ejemplo de ello fue que el emperador Hiro-Hito no fue juzgado, sino que, por el contrario, se mantuvo en el cargo, y muchas de las penas que se dictaron terminaron siendo reducidas e incluso conmutadas. La situación política estaba cambiando. Japón ya no era el enemigo a batir, sino que iba a convertirse en un aliado imprescindible para hacer frente a la amenaza creciente del comunismo. para saber más

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