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lunes, 19 de febrero de 2024

_- ¿Por qué España no sale del agujero de la pobreza infantil? Las políticas son la mitad de eficaces que en Europa

_- El Gobierno ha pasado de negar la realidad, como pasaba hace una década, a admitir que algo falla en la respuesta institucional a que un 27,8% de la infancia y la adolescencia esté en riesgo de pobreza, el peor dato de todo el continente.

Cuando en el Congreso de los Diputados se hablaba hace una década de pobreza infantil, la respuesta de una parte mayoritaria del hemiciclo –la correspondiente al PP, entonces en La Moncloa– era de burla. La bancada popular reaccionó con un sonoro “oooh” a un discurso de Pedro Sánchez, líder de la oposición, sobre el asunto en otoño de 2014. La pobreza de niños, niñas y adolescentes no existía a base de negarla.

El posicionamiento del Gobierno es otro, diez años después: hubo un alto comisionado encargado exclusivamente de las políticas contra la pobreza infantil y el Ejecutivo de coalición admite que las cifras, “extraordinariamente altas, apenas varían con los años”. Así se refirió a esta realidad la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, en una comparecencia reciente en el Congreso.

Y no solo ha cambiado el discurso, también lo han hecho las políticas públicas dirigidas a los más vulnerables. El salario mínimo ha subido hasta los 1.134 euros y existe un ingreso mínimo vital con un complemento para los niños, además de deducciones por maternidad (ahora hasta los tres años). La última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, con datos de 2021, registró el número más bajo de hogares en riesgo de pobreza desde 2013 (un 20,4% frente al 21,7% previo).

Sin embargo, la tasa de pobreza infantil no sigue la misma senda. España no consigue despegar del vagón de cola de Europa. De hecho, en 2022 se situó como el país con mayor pobreza infantil monetaria del continente aunque los datos son de 2021: un 27,8% de los chicos y chicas menores de 18 años viven bajo el umbral de la pobreza.

Gráfico: España es el país de la UE con más pobreza infantil

¿Cómo se explica esto?

Fundamentalmente por dos razones: la inversión es insuficiente y, la que existe, no está bien enfocada, dicen economistas y expertos en infancia. España logró reducir diez puntos, del 37% al 27,8%, la tasa de pobreza infantil con sus políticas públicas. Se llaman oficialmente transferencias sociales y abarcan las prestaciones familiares, de desempleo, a la vivienda… y también las pensiones. Eurostat proyecta qué situación de pobreza tendrían los países antes de estas transferencias.

Esto convive con el hecho de ser el Estado de la Unión Europea donde el dato de antes y de después es más parecido. Es decir, el país donde las políticas dirigidas a intervenir en esta realidad son menos eficaces. La reducción en España se sitúa en el 26%, frente al 44% de media en la Unión Europea. O sea, es casi la mitad. Entre los Estados con menor tasa de población infantil en riesgo de pobreza están Polonia –con una política ultraconservadora favorable a la natalidad–, que consigue saltar del 40% al 14% con sus ayudas, y Finlandia, a la cabeza de la lista, con una caída del 29% al 10%.

“Hemos alcanzado el dudoso honor de ser el país con la mayor tasa de pobreza monetaria de la Unión Europea justo en un momento en el que, es justo reconocerlo, se han puesto en marcha políticas sociales que han mejorado la renta de los hogares. Sin ellas, el impacto habría sido mucho más fuerte, pero con ellas, si miramos la última Encuesta de Condiciones de Vida, vemos que la pobreza infantil se reduce muy tímidamente”, sostiene Gabriel González-Bueno, especialista en políticas de infancia de UNICEF España.

Gráfico: Las políticas de reducción de la pobreza infantil en España son las menos eficaces de Europa

La anomalía de la prestación universal

El agujero que no permite sacar la cabeza de una situación muy mala es la falta de una prestación universal por hijo a cargo, coinciden las fuentes consultadas. “No solo interviene sobre la pobreza, sino que protege a las familias de caer en ella”, defienden desde Unicef.

España es una isla en el entorno: 20 de los 27 países de la Unión Europea tienen una prestación de este tipo que va de los cerca de 300 euros mensuales de Países Bajos a los 40 de Eslovaquia o Letonia, enumera Olga Cantó, catedrática de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá y autora de un informe, encargado por el Alto Comisionado en la Lucha contra la Pobreza Infantil, que puso por primera vez en cifras cuánto nos cuesta a todos la pobreza infantil. La cifra asciende a 63.000 millones de euros al año (cotizan menos porque tienen salarios más bajos y a la vez gastan más en prestaciones sociales o en atención sanitaria).

El ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, avanzó en una entrevista con elDiario.es recién llegado al Gobierno que aspiraba a “acabar con la anomalía de que España sea uno de los países europeos sin prestación universal por crianza”. E insistió en ello en su primera comparecencia en la comisión del Congreso hace dos semanas. En la misma idea profundizó la ministra Sira Rego –ambos son de Sumar– también en la Cámara Baja unos días atrás. “La pobreza infantil es consecuencia directa de la pobreza de familias con menores a cargo y no se reducirá sin un apoyo al sostenimiento a esos hogares”.

Las organizaciones que trabajan en derechos de la infancia llevan una década empujando para convencer de que una ayuda para todas las familias que tengan descendencia, sin importar el nivel de renta, es la manera más eficaz de llegar a los entornos más pobres. Aunque parezca paradójico, el planteamiento tiene sentido si miramos las cifras. Por ejemplo, el complemento de infancia del ingreso mínimo vital –de 57,50 a 115 euros por menor, en función de la edad– tiene un “alcance limitado”. Así lo evalúa el segundo informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) sobre el despliegue de la prestación. Benefició a 274.000 hogares frente al millón y medio de familias que podrían percibirlo (un 18,3%).

La dificultad para acceder al ingreso mínimo vital –no solo a este complemento reciente– es un problema recurrente desde su implantación en 2021. El informe de la Airef, de julio de 2023, cifra el alcance de la ayuda solo en el 35% de los potenciales beneficiarios. La ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, reconoció la semana pasada que hace falta implementar mejoras que “faciliten su solicitud y tramitación” y poner en marcha “campañas específicas de divulgación”. Incluso buscar activamente a quienes pueden beneficiarse de la prestación, que ha ido sufriendo modificaciones a lo largo de su implantación.

“Mientras no tengamos datos para seleccionar familias, tenemos muchos problemas para llegar a clase baja con las prestaciones como el ingreso mínimo vital o el complemento de infancia”, confirma Cantó, que asegura que esto mismo pasa “en más países”. “Por eso las ayudas focalizadas, dirigidas a los más vulnerables, no son suficientes. A partidos como el PSOE les cuesta dar ayudas universales porque piensan que deben estar más centradas, pero tenemos claro que tenerlas ayuda al 10% más pobre y a los siguientes por abajo con más seguridad, y es ahí donde se concentran muchos menores, que están sobre todo en el 50% con menos ingresos”, continúa la economista, que coordina el grupo de investigación Bienestar, Desigualdad, Pobreza y Políticas Públicas de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).

La OCDE instó en un informe a España a estudiar una prestación económica universal por hijo a cargo. Ya entonces, la exministra de Derechos Sociales Ione Belarra había puesto sobre la mesa la propuesta de la medida. Finalmente se quedó fuera de la Ley de Familias, una norma que inició su trámite pero tuvo que interrumpirse por la convocatoria electoral anticipada de julio de 2023. Pese a la voluntad expresada ahora por los dos ministros de Sumar, no hay ninguna mención a la ayuda en el pacto de Gobierno entre el PSOE y el espacio que lidera Yolanda Díaz.

Irlanda es un ejemplo de éxito en políticas familiares para reducir la pobreza infantil, dicen los expertos. “Tiene una capacidad alta de bajarla con una prestación de 140 euros mensuales. Es curioso que las barreras que parecen injustas para hacer universal la prestación no lo son para otros colectivos, como las pensiones no contributivas. A veces hay un doble discurso y casi siempre perjudica a la infancia”, señala Gabriel González-Bueno. También Polonia. En este caso las políticas familiares no se pueden separar de las políticas pronatalidad.

Más eficacia de la que pintan los datos

Cantó matiza que para el caso de España, no obstante, el efecto de las políticas públicas dirigidas a las familias más vulnerables ha sido probablemente mayor que el que pintan los datos. ¿Por qué? Porque la gente más pobre, incluso con la ayuda, no supera los umbrales. “Esta medición no tiene en cuenta a la población cuyos ingresos suben pero no salen. Sin pasar el umbral también se puede mejorar porque se suben las rentas. Por eso decimos que es importante medir no solo la reducción de incidencia del fenómeno sino la intensidad. Esto en el día a día significa que no tienen eficacia para saltar el umbral pero sí para comer”.

Un ejemplo: en 2019 se subió la cuantía de una prestación por hijo disponible para hogares con ingresos de menos de 12.400 euros anuales de 24,2 euros a 49 mensuales. La reforma no disminuyó el porcentaje de menores por debajo del umbral de la pobreza, pero sí hizo caer tímidamente la intensidad: de un 38,1% a un 36,9%, según el informe Efectos redistributivos de las políticas familiares, publicado por el Observatorio Social de La Caixa en abril de 2020.

El riesgo de pobreza infantil no es un dato absoluto, sino relativo que mide la proporción de personas que tienen bajos ingresos en relación con el total de la población. Se trata, por ser más exactas, de la tasa de familias con hijos cuya renta es menor del 60% de la renta mediana del país. Ahí se fija el umbral.

Por la naturaleza del indicador, conviene mirar también otros datos “más tangibles”, recomienda Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia de Save the Children, como la carencia material severa. “El dato de pobreza relativa es difícil de entender. La carencia material severa mide si un niño o niña puede tener su casa a una temperatura adecuada o comer lo que necesita, y eso lo entiende todo el mundo”. El 10,1% de los hogares con hijos menores sufren carencia material grave, según la última actualización del Instituto Nacional de Estadística correspondiente al año 2022. Es el dato más alto desde 2008, señaló recientemente la Plataforma de Infancia. Criar a un hijo fue de media casi 100 euros más caro en 2022 que en 2021, de acuerdo con un estudio de Save the Children.

A perfilar mejor la realidad, añade Cantó, ayuda otra variable que no se estudia tanto: la cronicidad de esa pobreza. Los estudios demuestran que la situación de pobreza infantil es cada vez más duradera para las familias. “Como no se atiende específicamente, se está cronificando. Las altas tasas vienen de los años noventa, cuando ya teníamos más de un 20% de pobreza infantil. Sin embargo, ahora sabemos que esa pobreza se alarga en el tiempo, con un porcentaje alto de niños y niñas que llevan tres o más años bajo el umbral”, afirma Cantó. “Las tasas son estructurales y, aunque se agudizan con las diversas crisis, existen sin ellas. Por eso hay que hacer frente a esta realidad no solo con medidas positivas y coyunturales, como la prohibición de los desahucios, por ejemplo”, confirma Del Moral.

En el horizonte español está la Garantía Infantil Europea. España envió en 2022 a Europa su plan para sacar de la pobreza al 28% de los niños y niñas que viven esta realidad. Esta hoja de ruta incluía medidas hasta 2030 como “ayuda a la crianza” para todos los menores en riesgo de pobreza. También el acceso de la infancia al dentista de manera pública y el acogimiento en familias de todos los niños tutelados con menos de seis años, que ya no deberían estar en centros, entre otras medidas.

“Se aprobó a nivel estatal en junio de 2021, pero no ha habido evaluación ni conocemos bien su desarrollo. Además, en los planes autonómicos –tienen muchas de las competencias–ahora mismo hay una gran parálisis, no sabemos cuáles se han aprobado y cuáles no. La situación es diferente en cada lugar. Por poner un ejemplo, los umbrales para acceder a la beca comedor no son los mismos en todas partes”, concluye Del Moral.

 Fuente: 

 Por Sofía Pérez Mendoza, Victòria Oliveres | 12/02/2024 | España Fuentes: El Diario

martes, 3 de octubre de 2023

_- Niños pobres en el país más rico del mundo




_- Quién podría pensar que en pleno siglo XXI, en Estados Unidos el país más rico del planeta, existan nueve millones de niños en la pobreza, mientras 975 estadounidenses son multimillonarios con un capital conjunto de 4,45 billones de dólares.

En solo un año, de 2021 a 2022, los menores que viven en la pobreza pasaron de cuatro millones a nueve millones, según datos oficiales, un alza debido a la desactivación de programas sociales en un sistema capitalista en extremo neoliberal.

Al unísono, en un período de 10 años, los multimillonarios aumentaron sus capitales en un 90 % y los que poseen más de un millón de dólares suman 22 millones, o sea 15,4 % de los 340 millones de habitantes.

Y es para asombrarse pues las 20 personas más ricas de Estados Unidos acumulan la increíble cifra de 1,6 billones de dólares.

Algunos de la lista son Elon Musk con 251 000 millones de dólares; Jeff Bezos con 151 000 millones y Bill Gates con 106 000 millones.

En contraposición, la tasa de pobreza general se incrementó de 7,8 % de la población a 12,4, según datos de la Oficina del Censo de gobierno emitidos a finales de agosto. Igualmente se reportó que el ingreso medio (no promedio) real también se desplomó como resultado de alzas de precios.

Para el sociólogo norteamericano Mathew Desmond, estas cifras no son accidentales, sino resultado directo de decisiones políticas deliberadas que dieron mayor prioridad a la reducción de impuestos para las clases medias y los ricos en lugar de programas que habían sido efectivos para ayudar a los más pobres. “Hoy día los principales beneficiarios de la asistencia federal son las familias prósperas”, enfatizó.

Un claro ejemplo es que Estados Unidos optó por gastar fondos en reducciones de impuestos (1,8 billones de dólares) para otorgarlos a dueños de casas e inversionistas, entre otras políticas que benefician a los ricos, mientras rehúsa dar créditos fiscales para los hogares pobres con niños que, cuando fueron implementados, llevaron a una reducción significativa de la tasa de pobreza para los menores de edad, señala Desmond en su libro Pobreza en América.

El sistema capitalista lleva intrínseco la desigualdad entre las clases y en Estados Unidos se agudizó en la década de 1980 cuando el presidente republicano Ronald Reagan desmanteló el ya imperfecto Estado de bienestar e impuso una serie de medidas de choque orientadas a drenar la riqueza de abajo hacia arriba, un programa que entonces fue bautizado como reaganomics, que hoy se denomina neoliberalismo.

La ecuación planteada fue la drástica reducción de las tasas fiscales cobradas a los ricos, bajo el postulado de que, al cobrar menos impuestos a los capitalistas, éstos tendrían mayores recursos disponibles para invertir en la creación de empresas productivas y la generación de empleos, llevando a un círculo virtuoso de bienestar.

Pero los ricos lo que han hecho en estos años ha sido incrementar por todos los medios sus capitales, comprar enormes edificios, terrenos, aviones, barcos, mientras miran desde arriba a las innumerables personas que deambulan sin hogares por las calles de cualquier ciudad.

La desesperación por la pérdida de empleos, la imposibilidad para muchos de pagar los altos costos de la salud al no contar con seguros médicos y la facilidad para obtener drogas o un arma de fuego, han incrementado los suicidios en el país.

Un reciente análisis de la Universidad Johns Hopkins indicó que los suicidios en 2022 aumentaron casi un 7 % en las personas de 45 a 64 años, y más de un 8 % en las de 65 o más.

Los nuevos datos indican que el suicidio se convirtió en la segunda causa de muerte en adultos de 25 a 44 años en 2022, cuando en 2021 era la cuarta.

Las declaraciones de Sharon Parrott, presidenta del Center on Budget and Policy Priorities, un centro de análisis independiente en Washington son irrebatibles: “El asombroso incremento en pobreza en Estados Unidos es el resultado directo de decisiones políticas”.

Claro, hay que aclarar que son decisiones políticas de las cúpulas de derecha que controlan todo el sistema capitalista estadounidense y que van en detrimento de la gran masa poblacional. El llamado sueño americano se desvanece para más de 200 millones de personas.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


lunes, 6 de julio de 2020

_- La desigualdad y los niños de EE UU. De todo el daño que puede hacer la pobreza, el que causa a los menores es el que más nos debe preocupar.

_- JOSEPH E. STIGLITZ
28 DIC 2014

Hace ya mucho tiempo se reconoce que los niños conforman un grupo especial. Ellos no eligen a sus padres, y mucho menos las condiciones generales en las que nacen. No tienen las mismas capacidades que los adultos para protegerse o cuidar de sí mismos. Es por ello que la Sociedad de Naciones aprobó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño en 1924, y la razón por la que la comunidad internacional adoptó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña en 1989.

Lamentablemente, Estados Unidos no está cumpliendo con sus obligaciones. De hecho, ni siquiera ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño y de la Niña. EE UU, con su altamente valorada imagen de tierra de oportunidades, debería ser un ejemplo a seguir en cuanto al tratamiento justo e ilustrado de los niños. En cambio, emana la luz del fracaso —un fracaso que contribuye al aletargamiento global de los derechos del niño en el ámbito internacional.

Si bien puede que una infancia estadounidense promedio no sea la peor del mundo, la disparidad entre la riqueza del país y la condición en la que sus niños se encuentran no tiene parangón. Cerca de 14,5% de la población estadounidense en general es pobre, pero el 19,9% de los infantes —es decir, unos 15 millones de niños— viven en condiciones de pobreza. Entre los países desarrollados, únicamente Rumanía tiene un nivel de pobreza superior. La tasa de EE UU es dos tercios más alta que la del Reino Unido, y hasta cuatro veces la tasa de los países nórdicos. Para algunos grupos, la situación es mucho peor: más del 38% de los niños negros, y del 30% de los hispanos, son pobres.

Nada de esto ocurre porque los estadounidenses no se preocupan por sus hijos. Esto ocurre porque Estados Unidos durante las últimas décadas ha adoptado un programa de políticas que ha causado que su economía se torne en salvajemente desigual, dejando a los segmentos más vulnerables de la sociedad cada vez más y más atrás. La creciente concentración de la riqueza —y una reducción significativa de los impuestos sobre dicha riqueza— se tradujo en que se tiene menos dinero para gastar en inversiones destinadas al bien público, como por ejemplo en educación y protección para los niños.

Las dificultades en las primeras etapas de la vida están estrechamente ligadas con la desigualdad de oportunidades

Como resultado, la situación de los niños en Estados Unidos empeora. Su destino es un doloroso ejemplo de la forma como la desigualdad no solamente socava el crecimiento económico y la estabilidad —tal como al fin lo reconocen economistas y organizaciones, como el Fondo Monetario Internacional— sino que también viola nuestras más preciadas nociones sobre cómo debería ser una sociedad justa.

La desigualdad de ingresos se correlaciona con inequidades en los ámbitos de salud, acceso a la educación, y exposición a riesgos ambientales; todas estas desigualdades agobian más a los niños en comparación con el resto de segmentos de la población. De hecho, se diagnostica con asma casi a uno de cada cinco niños estadounidenses pobres; esta es una tasa superior en un 60% a la de los niños que no son pobres. Los problemas de aprendizaje son casi dos veces más frecuentes entre los niños de las familias que ganan menos de 35.000 dólares al año en comparación a lo que ocurre en los hogares que ganan más de 100.000. Y hay quien en el Congreso de Estados Unidos quiere eliminar los cupones de alimentos —pese a que 23 millones de hogares estadounidenses dependen de ellos— amenazando así con llevar al hambre a los niños más pobres.

Dichas desigualdades en resultados están estrechamente ligadas a desigualdades en oportunidades. Inevitablemente, en los países en los que los niños tienen una alimentación inadecuada, un acceso insuficiente a los servicios de salud y educación, y una mayor exposición a los riesgos ambientales, los hijos de los pobres tendrán perspectivas de vida muy distintas que los hijos de quienes son ricos. Y, en parte debido a que las perspectivas de la vida de un niño estadounidense dependen más de los ingresos y educación de sus padres en comparación con lo que ocurre en otros países avanzados, EE UU tiene la menor igualdad de oportunidades entre todos los países avanzados. Por ejemplo, en las universidades estadounidenses de más alta categoría sólo aproximadamente un 9% de los estudiantes proviene de la población con ingresos que se ubican en la mitad inferior de la distribución de ingresos, mientras que el 74% provienen de la población con ingresos ubicados en el cuarto superior.

La mayoría de las sociedades reconocen la obligación moral de ayudar a garantizar que los jóvenes puedan alcanzar su potencial. Algunos países incluso imponen un mandato constitucional de la igualdad de oportunidades educativas.

Sin embargo, en Estados Unidos se gasta más en la educación de los estudiantes ricos que en la educación de los pobres. Como resultado, el país está perdiendo algunos de sus activos más valiosos, y algunos jóvenes —al verse desprovistos de habilidades— se dedican a actividades disfuncionales. Hay Estados, como por ejemplo California, que gastan casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más.

Estados como California gastan casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más

Si no se toman medidas compensatorias —incluyendo una educación preescolar que idealmente comience a una edad muy temprana— la desigualdad de oportunidades se traduce en resultados desiguales durante toda la vida en el momento que los niños llegan a la edad de cinco años. Esto debería incentivar a que se realicen acciones para implementar políticas.

En los hechos, si bien los efectos nocivos de la desigualdad son de amplio alcance, e imponen costos enormes a nuestras economías y sociedades, son también evitables en su gran mayoría. Los extremos de desigualdad observados en algunos países no son el resultado inexorable de las fuerzas económicas y de las leyes. Las políticas adecuadas —como tener redes de protección social más fuertes, aplicación de impuestos progresivos, y una mejor regulación (especialmente del sector financiero), por nombrar sólo unas pocas políticas— pueden revertir estas tendencias devastadoras.

Con el propósito de generar la voluntad política que tales reformas requieren, debemos confrontar la inercia y falta de acción de los formuladores de políticas mostrando los sombríos datos fácticos relativos a la desigualdad y sus efectos devastadores en nuestros niños. Podemos reducir las privaciones que se sufren durante la infancia y podemos aumentar la igualdad de oportunidades, con lo que sentaríamos las bases para un futuro más justo y próspero —un futuro que refleje los valores que nosotros mismos profesamos—. Entonces, ¿por qué no lo hacemos?

Del total del daño que inflige la desigualdad en nuestras economías, sociedades y ámbitos políticos, el daño que causa a los niños debería ser el más preocupante. Cualquiera que sea la responsabilidad que pudiesen tener los adultos pobres por su destino en la vida —puede ser que no trabajaron lo suficientemente fuerte, no ahorraron lo necesario o no tomaron buenas decisiones— las circunstancias particulares de los niños recaen bajo su responsabilidad, sin que ellos tengan ningún tipo de opción al respecto. Los niños, más que cualquier otra persona, necesitan recibir la protección que les brindan sus derechos, y EE UU debería proveer al mundo con un brillante ejemplo de lo que esto significa.

Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente, en coautoría con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.

https://elpais.com/economia/2014/12/26/actualidad/1419590452_449014.html

lunes, 3 de noviembre de 2014

De 395 iniciativas parlamentarias, sólo dos tuvieron que ver con la pobreza infantil y fueron rechazadas

Una de las peores consecuencias de la interminable lista de casos de corrupción es que no se puede hablar de otra cosa, excepción hecha, tal vez, de Cataluña. Hipnotizados entre la impotencia y la atracción que ejercen las espectaculares llamadas a la “regeneración”, estamos paralizados, quizás a la espera de unas elecciones en las que poder decir algo. Pero hay cosas que no pueden esperar. Cosas de las que tenemos que hablar urgentemente, porque responden a necesidades ineludibles que, si no se corrigen rápido, tendrán consecuencias muy graves en nuestro futuro.

Necesitamos un debate serio sobre la corrupción, por supuesto, lo necesitamos por razones políticas, para infundir un cierto grado de confianza y autoestima en la sociedad y para que se implanten normas sociales y controles administrativos que detecten las redes de corrupción y los comportamientos inmorales de los dirigentes políticos y que obliguen a actuar en consecuencia, en el plano político y judicial. Pero necesitamos todavía con mayor urgencia un debate sobre los niveles de pobreza infantil a que hemos llegado y sobre sus terribles consecuencias.

La debilidad del debate público español es inquietante. Falta seriedad y precisión, exigencia en el debate parlamentario, incapaz de satisfacer ninguno de los elementos que estableció en su día el Índice de Calidad del Debate Democrático (el llamado DQI, siglas en inglés de Discourse Quality Index):
-elevado número de interlocutores,
-ausencia de discursos ofensivos,
-más amplia y mejor argumentación,
-mayor disponibilidad para el compromiso.
La debilidad del debate es tan grande que las propias autoridades no comprenden a veces el auténtico alcance de algunos de los problemas que afrontan.
¿Cómo es posible que en el Parlamento español, de 395 iniciativas en lo que va de legislatura, solo dos hayan estado directamente relacionadas con la pobreza infantil y que las dos hayan sido rechazadas?

Estamos hablando de que España es el país con mayor pobreza infantil de Europa, detrás de Grecia y Letonia, y que la tendencia no mejora. Hablamos de que la protección de los niños en España es ínfima, peor que la que obtienen los mayores de 65 años. De que los países de nuestro entorno, al margen de matices ideológicos, no han dudado un minuto en desplegar instrumentos para combatir esa feroz desigualdad. En el Reino Unido, por ejemplo, el Gobierno conservador se somete, periódica y voluntariamente, a un riguroso examen parlamentario para saber qué se ha logrado en esa lucha y qué hay que seguir mejorando... Más.  2 NOV 2014 - El País.

sábado, 25 de octubre de 2014

Las cinco cifras sobre pobreza infantil de las que se burla el PP

Las alarmas llevan sonando mucho tiempo, aunque muchos se empeñan en no escucharlas.

Desde que a principios de año el informe de Save The Children sobre pobreza infantil en Europa puso en la mesa datos muy preocupantes relacionados con la situación de casi un tercio de los niños y las niñas en España, el Partido Popular ha esquivado en no pocas ocasiones cualquier tipo de debate en torno a la cuestión apelando casi siempre al mismo argumento: no se puede hacer uso político de un problema tan grave.

El martes, durante el debate en el Congreso de los Presupuestos Generales del Estado, volvió a ocurrir. Esta vez, la mención al tema que hizo Pedro Sánchez en su discurso generó un sonado "¡ohhh!" en la bancada popular del hemiciclo, al que le siguieron acusaciones varias de demagogia.

Los indicadores, las cifras, los presupuestos decididos por los Gobiernos retratan la realidad sobre la pobreza infantil más allá de lo que al partido del Gobierno le cueste admitir:

1. Uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza relativa.
Aunque la pobreza infantil ya era un problema estructural en España (la cifra no bajaba del 20%), la crisis ha disparado los números hasta extremos dramáticos. Entre 2006 y 2008 la tasa bajó ligeramente hasta situarse en el 26,2%, pero desde 2010 el porcentaje ha aumentado año tras año. Hasta 2014.

Hoy, 2.500.329 niños viven en España en hogares con ingresos por debajo d el umbral de pobreza relativa. O, lo que es lo mismo, un 29,9% de nuestra población infantil, según datos de Eurostat que recoge el informe sobre pobreza infantil de la ONG Save The Children presentado en enero. La cifra trepa hasta 2.826.549 si lo que se mide es el número de menores que están en riesgo de pobreza o exclusión social (33,8%).

Este miércoles, la propia ONG, que ha leído las reacciones de los diputados del PP ante el discurso de Sánchez como una falta de apoyo en la lucha contra la pobreza de los menores, ha enviado una carta al portavoz del Grupo Popular en el Congreso en la que manifiesta su preocupación ante la ausencia de reconocimiento político del problema en España.

"Los datos oficiales y las evidencias de quienes trabajamos día a día en esta realidad han fundamentado nuestra reivindicación sobre la necesidad de un acuerdo de Estado para la lucha contra la pobreza infantil. Este acuerdo debería implicar un firme compromiso de todas las fuerzas políticas y debe tener carácter urgente. Los niños no pueden esperar a la recuperación económica", demanda Andrés Conde, director general de la organización.

2. El segundo país con la tasa más alta de pobreza infantil de Europa.
España es, según un informe de Cáritas Europa, el segundo país de la Unión Europea con más menores afectados por circunstancias de verdadera necesidad, solo por detrás de Rumanía. Casi a la cabeza del continente en pobreza infantil, el documento define a la población española como una de las más afectadas por la crisis económica. Mientras la tasa de pobreza media entre los países miembros fue del 25,1% en 2012, la de España escaló hasta el 28,2%.

Unas cifras cuyo agravamiento señala directamente a las medidas de austeridad impulsadas por la UE: "Estas políticas han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento", afirmaba el secretario general de Cáritas Europa, el español Jorge Nuño, en la presentación de un informe muy contestado desde el Gobierno.

"Esto de que la pobreza se erradica con un poco más de presupuesto público está bien para las sociedades centralizadas", pero no para España. Fue la respuesta del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a unos datos que no dejaban en buena posición la política del Ejecutivo. Montoro también pidió a la organización responsable del informe que no provocara "un debate que no se corresponde con la realidad, la de una España que está superando la crisis con el esfuerzo económico y también con medidas de cohesión social".

3. La mitad de los estudiantes sin recursos repite curso
La escasez de recursos afecta a todos los ámbitos de la vida de los menores. También a su rendimiento en la escuela. Los alumnos y alumnas en situación socioeconómica desfavorable tienen hasta tres veces más posibilidades de repetir curso en la educación obligatoria que el resto de estudiantes. Más de la mitad (53%) han pasado dos veces por el mismo nivel.

Así lo revela un reciente informe de la OCDE del que se ha hecho eco el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y que señala que los chicos y chicas de familias más pobres no sólo tienen más dificultad para alcanzar cierto nivel de competencias, sino que, a igualdad de competencias, están abocados a fracasar más en los estudios que otros compañeros de familias con ingresos más altos.

En estos casos, que en los últimos años se han multiplicado, la educación compensatoria es el bote salvavidas que puede rescatar a los menores de la exclusión social. Una balsa de emergencia ya tocada que está a punto de hundirse. La partida de educación de los Presupuestos Generales del Estado de 2015 dedicada a programas especiales de apoyo es de 5,2 millones de euros. En 2014 fueron 70, lo que representa un recorte de más del 92%. En 2012 esa misma partida sumaba 169,8 millones.

4. Reducciones de hasta el 50% en becas de comedor y de libros
Las becas de libros y de comedor son recursos básicos para las familias con menos ingresos. A nivel nacional, las ayudas para la compra de libros de texto se han mantenido, con una ligera subida (de 64,2 a 64,7 millones de euros), para el año 2015, aunque en el curso 2012-2013 el presupuesto cayó a la mitad, de 130 a 64,2 millones. Los bocados presupuestarios tienen una traducción bien palpable: 700.000 estudiantes se han quedado sin beca desde 2010. Sólo en el último curso, los beneficiarios han pasado de casi un millón a 300.000.

A esto se le añade que no da igual dónde viva cada menor. Las comunidades autónomas tienen políticas distintas. Según la Confederacion Española de Asociaciones de Padres (CEAPA), Navarra y Andalucía tienen un modelo de gratuidad para todo el alumnado. Por su parte, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Galicia, un sistema de reutilización mixto. Aragón, Cantabria, Castilla La Mancha y Murcia otorgan ayudas.

Fuera de esta clasificación se encuentra Madrid, que asigna un presupuesto a cada centro escolar con el que se compran lotes de libros (reutilizables) para repartir entre las familias más desfavorecidas, aunque no siempre llegan a todas. Antes, se entregaba un cheque canjeable por cada niño para que fueran las propias familias las que adquirieran los materiales escolares.

Si hablamos de ayudas para comedor, también muy diversas en función de la comunidad autonóma, el panorama no es mucho más alentador. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el Gobierno de Ignacio González (PP) ha congelado en 2014 el presupuesto destinado a estas becas y en dos años el hachazo a estas ayudas ha dejado en la mitad los alumnos apoyados para su alimentación al pasar de 120.000 alumnos a alcanzar solo a 52.000, según los sindicatos. El presupuesto reservado para apoyar a las familias con más necesidades se ha reducido un 50 % desde 2011: de 32 millones de euros a 16.

Además, desde ese mismo año, todas las familias madrileñas están obligadas a pagar al menos una cuota reducida para que sus hijos coman en la escuela. La gratuidad no llega ni siquiera a los casos más extremos: los hogares que sobreviven con la Renta Mínima de Inserción (375 euros) y que deben abonar 1,20 euros diarios por cada menú.

Esos hogares pueden afrontar a duras penas un largo verano sin ayudas para que sus hijos mantengan una alimentación equilibrada. Por eso, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, recomendó a las comunidades autonómas que durante los meses estivales mantuvieran operativos los comedores de los colegios para proveer al menos de una comida completa a los niños y niñas con menos recursos. Una propuesta que fue negada sistemáticamente por el Partido Popular en muchas de las autonomías en las que gobierna para "no estigmatizar" a los menores.

5. Un presupuesto desinflado para infancia y protección social
En términos más generales, el presupuesto dedicado a infancia no es tampoco para tirar cohetes: las partidas han caído en un 14,5% entre 2010 y 2013, según datos de Unicef. Además, España invierte en políticas de protección a la infancia y la familia casi la mitad que la media europea: un 1,4% del PIB frente al 2,2% de nuestros vecinos comunitarios. Así, el gasto per cápita es de 270 euros frente a los 510 de la Unión Europea.

Una inversión estatal que choca de frente con un escenario de crisis que impacta con más dureza en los hogares con hijos a cargo. Según las estadísticas de Unicef, mientras que la tasa de pobreza en familias con dos adultos sin hijos era de un 14,8% en 2013, la de hogares con uno o más hijos ascendía hasta el 23,3%. El índice de pobreza se eleva para los núcleos monoparentales hasta el 38% y para las familias numerosas hasta el 46,9%. Es decir, en las casas donde hay hijos e hijas, la necesidad económica se va agravando según desaparece el poder compensador del estado.

España además se va quedando rezagada respecto a su entorno. El porcentaje del PIB español dedicado a políticas de protección social es del 25,19%, 3,7 puntos por debajo de la media de la Unión Europea. España invierte actualmente 17 millones de euros (repartidos entre las comunidades autónomas) en combatir la pobreza infantil en el marco de un plan de inclusión social impulsado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y aprobado en diciembre.

Una cantidad que, a juzgar por la situación de desigualdad actual, no es suficiente. España se sitúa, según un estudio de la fundación Bertelsman Stifing, a la cola de la igualdad social en Europa: ocupa el puesto 21 de los 28, solo por delante de los países del este (Hungría, Bulgaria, Rumanía), Italia o Grecia.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/cifras-pobreza-infantil-gracia-PP_0_316368713.html

Más: Qué hacemos contra la pobreza. Fernández, Guillermo et al. Akal. 2014

sábado, 9 de agosto de 2014

En las familias que no tienen suficientes recursos económicos para vivir, se produce un tipo de estrés tóxico. Más sobre pobreza infantil.

...En las familias que no tienen suficientes recursos económicos para vivir, se produce un tipo de estrés tóxico que puede provocar alteraciones en la arquitectura cerebral. Los pobres enferman más que los ricos, sobre todo los pobres que viven en situaciones de desigualdad más pronunciada. Y esas situaciones más injustas les afectan. Es lo que se ha denominado el gap de renta: agujero que se provoca cuando las personas de una comunidad son muy desiguales entre ellos por causa de los ingresos o las trasferencias sociales. Esa diferencia económica se ha demostrado que puede afectar a la salud de la infancia y provoca problemas en esa etapa, que perduran toda la vida. Estudiando a personas que han vivido la desigualdad injusta y la privación, se ha demostrado que ese estrés de niños les ha afectado de adultos, tanto a sus emociones como a su inteligencia.

Es evidente que no podemos seguir exponiendo a la cuarta parte de los niños y niñas de nuestro país a una vida repleta de estrés crónico, provocado por sus condiciones económicas de vida y, por eso es un error de bulto del gobierno de España potenciar las causas de las causas de la desigualdad, haciendo más grande el agujero con medidas equivocadas o aplicando mal indicadores como el AROPE(1)...

(1) Arope (At risk of poverty and/or exclusión ; es un indicador de pobreza y exclusión social, que informa del porcentaje de población de cada comunidad que se encuentra en dicha situación. Para repartir los 16 millones de euros destinados a combatir la pobreza infantil el Ministerio de Sanidad ha utilizado este indice sin tener en cuenta el volumen total de niños en dicha situación en cada Comunidad. De manera que los niños en situación de pobreza o exclusión en Andalucía podrían recibir una ayuda de 1,9 euros (ibid). Fuente: El País

El Índice de Desarrollo Humano de la ONU sitúa a España por debajo de la media de los países más desarrollados y de la OCDE

jueves, 9 de enero de 2014

El progreso en la guerra contra la pobreza. El caso paradigmático de Norteamérica

"Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema"
Borja Monreal Gainza

La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"

Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".

Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.

Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.

Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.

En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.

No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.

Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.

Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.

Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.

Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.

La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados ​​de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.

Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.

Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.

Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.

Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.

Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.

Fuente: The NYT Nicholas Kristof

sábado, 22 de agosto de 2009

Análisis y propuestas sobre pobreza infantil en España

Las Jornadas celebradas en Madrid sobre Pobreza Infantil en España, revelaron que en España uno de cada cuatro niños vive en una familia que está por debajo del nivel de ingresos considerado como de “riesgo de pobreza”

Se ha publicado el documento que contiene los textos completos sobre Políticas Económicas, Sociales y Educativas presentados por los expert@s Olga Cantó, Lourdes Gaitán y Domingo Comas con motivo de la jornada, junto con los resúmenes de los debates, aportaciones y conclusiones de los grupos de trabajo que se desarrollaron tras las presentaciones. Una visión actualizada, amplia y contrastada de la situación de la pobreza infantil en nuestro país. El documento se puede descargar en la dirección de UNICEF o aquí. Una reseña del documento se recoge en la Revista de la UNICEF-Comité Español. Autor UNICEF-Comité Español Fecha 2009-04-28
“La verdadera medida del progreso de una nación es la calidad con que atiende a sus niños y niñas: su salud y protección, su seguridad material, su educación y socialización y el modo en que se sienten queridos, valorados e integrados en las familias y sociedades en las que han nacido”. Informe de UNICEF de 2007.