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martes, 3 de octubre de 2023

_- Niños pobres en el país más rico del mundo




_- Quién podría pensar que en pleno siglo XXI, en Estados Unidos el país más rico del planeta, existan nueve millones de niños en la pobreza, mientras 975 estadounidenses son multimillonarios con un capital conjunto de 4,45 billones de dólares.

En solo un año, de 2021 a 2022, los menores que viven en la pobreza pasaron de cuatro millones a nueve millones, según datos oficiales, un alza debido a la desactivación de programas sociales en un sistema capitalista en extremo neoliberal.

Al unísono, en un período de 10 años, los multimillonarios aumentaron sus capitales en un 90 % y los que poseen más de un millón de dólares suman 22 millones, o sea 15,4 % de los 340 millones de habitantes.

Y es para asombrarse pues las 20 personas más ricas de Estados Unidos acumulan la increíble cifra de 1,6 billones de dólares.

Algunos de la lista son Elon Musk con 251 000 millones de dólares; Jeff Bezos con 151 000 millones y Bill Gates con 106 000 millones.

En contraposición, la tasa de pobreza general se incrementó de 7,8 % de la población a 12,4, según datos de la Oficina del Censo de gobierno emitidos a finales de agosto. Igualmente se reportó que el ingreso medio (no promedio) real también se desplomó como resultado de alzas de precios.

Para el sociólogo norteamericano Mathew Desmond, estas cifras no son accidentales, sino resultado directo de decisiones políticas deliberadas que dieron mayor prioridad a la reducción de impuestos para las clases medias y los ricos en lugar de programas que habían sido efectivos para ayudar a los más pobres. “Hoy día los principales beneficiarios de la asistencia federal son las familias prósperas”, enfatizó.

Un claro ejemplo es que Estados Unidos optó por gastar fondos en reducciones de impuestos (1,8 billones de dólares) para otorgarlos a dueños de casas e inversionistas, entre otras políticas que benefician a los ricos, mientras rehúsa dar créditos fiscales para los hogares pobres con niños que, cuando fueron implementados, llevaron a una reducción significativa de la tasa de pobreza para los menores de edad, señala Desmond en su libro Pobreza en América.

El sistema capitalista lleva intrínseco la desigualdad entre las clases y en Estados Unidos se agudizó en la década de 1980 cuando el presidente republicano Ronald Reagan desmanteló el ya imperfecto Estado de bienestar e impuso una serie de medidas de choque orientadas a drenar la riqueza de abajo hacia arriba, un programa que entonces fue bautizado como reaganomics, que hoy se denomina neoliberalismo.

La ecuación planteada fue la drástica reducción de las tasas fiscales cobradas a los ricos, bajo el postulado de que, al cobrar menos impuestos a los capitalistas, éstos tendrían mayores recursos disponibles para invertir en la creación de empresas productivas y la generación de empleos, llevando a un círculo virtuoso de bienestar.

Pero los ricos lo que han hecho en estos años ha sido incrementar por todos los medios sus capitales, comprar enormes edificios, terrenos, aviones, barcos, mientras miran desde arriba a las innumerables personas que deambulan sin hogares por las calles de cualquier ciudad.

La desesperación por la pérdida de empleos, la imposibilidad para muchos de pagar los altos costos de la salud al no contar con seguros médicos y la facilidad para obtener drogas o un arma de fuego, han incrementado los suicidios en el país.

Un reciente análisis de la Universidad Johns Hopkins indicó que los suicidios en 2022 aumentaron casi un 7 % en las personas de 45 a 64 años, y más de un 8 % en las de 65 o más.

Los nuevos datos indican que el suicidio se convirtió en la segunda causa de muerte en adultos de 25 a 44 años en 2022, cuando en 2021 era la cuarta.

Las declaraciones de Sharon Parrott, presidenta del Center on Budget and Policy Priorities, un centro de análisis independiente en Washington son irrebatibles: “El asombroso incremento en pobreza en Estados Unidos es el resultado directo de decisiones políticas”.

Claro, hay que aclarar que son decisiones políticas de las cúpulas de derecha que controlan todo el sistema capitalista estadounidense y que van en detrimento de la gran masa poblacional. El llamado sueño americano se desvanece para más de 200 millones de personas.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


martes, 6 de junio de 2023

INDIOS APACHES. No era buena cosa ser capturado vivo por ellos: una nueva historia de las guerras apaches recrea la larga lucha del pueblo de Cochise y Gerónimo.

El historiador estadounidense Paul Andrew Hutton repasa medio siglo de combates, brutalidad y aventura en la última frontera del salvaje Oeste.

Atraviesa el lector Las guerras apaches, del prestigioso historiador estadounidense Paul Andrew Hutton (Desperta Ferro, 2023), como si lo hiciera a caballo tras una banda de duros y esquivos mescaleros o chiricahuas camino de cruzar el río Bravo o de internarse en la Sierra del Diablo. Pasas las páginas tragando saliva y sintiendo todo el peligro de esos indómitos guerreros y la sobrecogedora impresión de un territorio fascinante e inhóspito, una tierra baldía y hostil, de climas extremos, de desiertos y montañas agrestes, en la que en cada desfiladero, tras cada roca y cada cactus, parecía aguardarte una flecha, una bala de Winchester o de carabina, o algo peor. “No era buena cosa ser capturado vivo por los apaches”, resume Hutton, concitando imágenes de La venganza de Ulzana, el icónico filme de Robert Aldrich que visualizó como nunca el viejo y sabio consejo de guardarte para ti la última bala al combatir contra los señores de la Apachería.

Estamos en los predios de los grandes jefes Mangas Coloradas, Cochise o Gerónimo, el mundo de Fort Apache, de Apache Pass, de los ataques a las diligencias, de los generales cazaindios Crook y Miles, del hombre de frontera, guía, agente y también general indian fighter Kit Carson, de los soldados de caballería persiguiendo a un enemigo que se desvanecía sin dejar huella (“si usted los vio, señor, no eran apaches”) y de la guerra más larga sostenida nunca por EE UU, muchas veces sin cuartel (“cuando los tenga a todos juntos, mate a todos los indios crecidos, capture a los niños y véndalos para cubrir el gasto de matarlos”, fue la orden que recibió un capitán del Ejército). Una guerra salvaje en una tierra mortífera (los actuales Nuevo México y Arizona) en la que, como describe con hálito narrativo Hutton, “cada planta tenía una púa, cada insecto un aguijón, cada ave una garra y cada reptil un colmillo”.

La bibliografía en castellano sobre los apaches, que ya contaba con obras como el canónico Las guerras apaches (Edhasa, 2005), de David Roberts —el título original es mucho más poético: Once they moved like the wind—; Los apaches, águilas del sudoeste, de D. E. Worcester (Península, 2013); Gerónimo, historia de su vida, contada a S. M. Barrret (Crítica, 2013), los libros del añorado Edward K. Flagler (como Diné, editado por el Instituto de Estudios Norteamericanos en 2006) o la apasionante y sorprendentemente divertida Ahora me rindo y eso es todo, de Álvaro Enrigue (Anagrama, 2018), sin olvidar los cómics de Blueberry, se enriquece ahora con este ensayo de Hutton, que resigue pormenorizadamente la larga historia del conflicto que enfrentó a la irreductible nación indígena con los españoles, los mexicanos y los estadounidenses y acabó siendo una guerra de exterminio. El libro es un amplísimo fresco cuajado de detalles dignos de John Ford, como el nombre despectivo que daban los apaches a los militares bisoños: Nantan Eclatten, “teniente novato y virgen”.

El estudioso, de 73 años y nacido en Fráncfort (lo adoptó una familia de una base militar de EE UU), profesor de historia en la Universidad de Nuevo México y que fue director de la Asociación de Historia del Oeste, coloca un rapto como centro de la compleja historia de recurrentes incursiones apaches y operaciones de castigo contra ellos, deportaciones a reservas áridas e insanas administradas por funcionarios corruptos, traiciones y venganzas, a lo largo de medio siglo. Es el de un muchacho blanco, Félix Ward, al que luego se conoció como Mickey Free, por apaches aravaipas, que asaltaron el rancho de su familia en 1861 y se lo llevaron para incorporarlo a la tribu. El secuestro desató una serie de acontecimientos que acabaron por condicionar el destino de la Apachería.

“La historia de Mickey Free siempre me ha fascinado”, apunta acerca de ese personaje a caballo (y nunca mejor dicho) entre dos formas de vida. “Era culturalmente mestizo, estaba atrapado en una cultura mixta entre dos mundos enfrentados. En ninguno de los dos confiaba nadie en él, pero lo necesitaban en ambos, los apaches y el ejército estadounidense. Vivía en el conflicto y la alienación de estar siempre en busca de saber quién era realmente. Como un huérfano europeo criado como estadounidense, yo puedo entender personalmente el drama en su alma”. Free, educado como apache, sirvió como guía, explorador e intérprete del ejército. Los chiricahuas lo consideraban una molestia por cuya causa habían sido arrastrados a la guerra: en unas conversaciones para liberarlo, los soldados trataron de capturar arteramente a Cochise y como represalia este y su banda lanzaron un raid sanguinario y en 60 días asesinaron a 150 blancos. El otro bando tampoco tenía aprecio a Free, al que el jefe de Scouts Al Sieber describió como “medio mexicano, medio irlandés y un completo hijo de puta”.

Del vasto fresco espacio temporal que abarca su libro y que incluye numerosísimos personajes (una impagable galería de indios y soldados) e incontables episodios sensacionales, Hutton dice: “He tratado de capturar la esencia de la gran lucha entre los apaches y los invasores europeos (españoles, mexicanos y estadounidenses) y de usarla como un ejemplo —incluso una metáfora— de la conquista del Oeste. Fue la última gran guerra india (y la más larga) y cuando terminó, en 1886, con la rendición de Gerónimo, el Salvaje Oeste acabó también. Para explicar la historia he tenido que introducir muchos personajes de ambos bandos y ojalá haya conseguido insuflarles vida. El paisaje se convierte en un importante personaje en el libro también. La gente respondía a ese duro, cruel, desértico terreno que daba forma a sus acciones”. En cuanto al uso de técnicas narrativas en su relato de los hechos, como en el magníficamente descrito funeral de Cochise, Hutton apunta: “Soy un gran admirador de la historia narrativa y de los historiadores que la han practicado con brillantez, como Samuel Morison, Allan Nevins, Barbara Tuchman, Walter Lord, Garrett Mattingly (su libro sobre la Armada Invencible es uno de mis favoritos), Bernard DeVoto, Robert Utley, Dee Brown y Hampton Sides, para nombrar solo a unos pocos. Me parece que son autores que escriben para la gente, y no únicamente para el mundo académico. Aunque yo soy profesor, quiero escapar de las restricciones que impone el estilo académico y hacer algo con gran fuerza narrativa; espero haberlo conseguido”.

Episodios de salvajismo
El libro describe episodios de un gran salvajismo. Ambos bandos se emplearon con brutalidad y ferocidad. Sin embargo, parece haber habido en los apaches, como ya apuntó David Roberts, una especial predisposición a la crueldad. Hutton describe la forma en que asaban vivos o desollaban a blancos que caían en sus manos, mataban a niños pequeños rompiéndoles la cabeza contra una piedra… “Los apaches eran asaltantes, incursores, saqueadores, los vikingos del Nuevo Mundo. Eran temidos en particular en la guerra y notorios por su diabólica tortura de prisioneros. Valoraban mucho al que tenía el ingenio de imaginar un suplicio más atroz. Realmente deseabas tener esa última bala a tu disposición, como se acostumbraba a decir en la frontera. Los apaches esperaban que los cautivos mostraran valor cuando se los torturaba, y los admiraban por eso. Ciertamente, el nivel de crueldad en las guerras apaches —en ambos bandos— fue particularmente brutal. Los estadounidenses se mostraron igual de despiadados en muchas ocasiones. A Mangas Coloradas, tras asesinarlo, le cortaron la cabeza y la prepararon para exhibirla en público. En mi libro he tratado de mostrar que todas las partes, españoles, mexicanos, apaches, estadounidenses, fueron capaces de gran crueldad. Es cierto que había una predisposición cultural entre los apaches a la crueldad. Pero en los estadounidenses había mucha hipocresía, dado que clamaban ser civilizados mientras se comprometían en acciones de enorme barbarismo. Todo era bastante medieval”.

¿Qué tal eran los apaches como guerreros? ¿tan duros como se los pintaba? “Crook llamaba a los apaches ‘los tigres de la especie humana’ y estaba en lo cierto. Eran muy duros, y poseían una resistencia increíble, y gran habilidad como guerreros. ¡Podían adelantar a la caballería a pie! Y poner en el aire siete flechas antes de que la primera cayese a tierra. Conocían el terreno y cómo emplearlo en su provecho. Eran, además, con su increíble movilidad, maestros en lo que hoy llamamos guerra de guerrillas. Por supuesto que sus adversarios exageraron a veces sus proezas de manera que pudieran hacer mayor su victoria sobre ellos y lograr más gloria. Eso lo vemos en las memorias de los soldados estadounidenses. Pero en realidad eran tan buenos guerreros como se contaba con temor alrededor de las hogueras al atravesar su territorio”. Guardaban algunas diferencias con los indios de las llanuras al norte: al ser muy pocos (“nunca en la historia de América”, sintetiza Hutton, “tantos habían tratado de matar a tan pocos”) eran más reacios a jugarse la vida alegremente en combate y, aunque valoraban mucho los caballos, no dudaban en comérselos.

Hutton no se limita a explicar los episodios bélicos sino que nos adentra en la mentalidad apache (que nunca se consideraron un solo pueblo, eran muy individualistas y tenían una solidaridad relativa con los suyos: lo que explica el éxito de la policía apache). Señala su dependencia del mezcal (de ahí el nombre de la tribu de los mescaleros), su respeto al oso, la importancia de la ceremonia de la pubertad de las muchachas, la obsesión por las apuestas, o que nunca comían pescado. No soportaban el confinamiento. Hay tres elementos que parecen condicionar mucho la cultura apache: el saqueo, la venganza (y el honor) y la superstición (y los tabúes). “Eran un pueblo empapado en superstición. Creían en brujas y maldiciones y especialmente en fantasmas. Para ellos era un gran tabú tocar a los muertos, así que raramente arrancaban cabelleras. Cuando lo hacían, a diferencia de otros indios, especialmente las tribus de las Grandes Llanuras, no conservaban las cabelleras como trofeos de guerra”.

El estudioso recuerda que en cambio los blancos practicaban con fruición el escalpelamiento. “Me sorprendió la escala con que se hacía, especialmente por parte de cazadores de cabelleras estadounidenses en busca de botín (se pagaba por cabellera arrancada). Los indios norteamericanos, aunque no los apaches, escalpaban antes de que los blancos llegaran, pero los europeos convirtieron la practica ritual en un negocio. Un negocio cruel”. Frecuentemente se cortaba el cuero cabelludo con las orejas incluidas, y también las cabezas enteras de los apaches.

Una imagen de la película 'La venganza de Ulzana'.
En Las guerras apaches juega un papel de primer orden una mujer, Lozen, hermana de Victori, que manejaba el rifle y el cuchillo como cualquier hombre. ¿Hasta qué punto había mujeres guerreras en el mundo apache? ¿y cómo se trataba a las mujeres en general? Hutton señala que no muy bien (se cortaba la nariz o se mataba a las que eran infieles) y que incluso el maltrato de género fue aducido, bastante cínicamente, por los blancos en la guerra para someter a los apaches… “Lozen fue realmente remarcable. No solo era una hábil guerrera, sino una persona espiritual a la que se le atribuía el don de la profecía. Es un personaje controvertido y algunos historiadores (como Bob Utley y Ed Sweeney) han rechazado los relatos sobre ella como fantasías. Pero los apaches, entonces y ahora, creían en sus grandes poderes”.

¿Cuál fue el mejor jefe apache? 
Al historiador no le cae especialmente bien Gerónimo, del que recuerda episodios atroces, como la vez en que propuso matar a los bebés de la tribu para que nos los delataran a los soldados con sus lloros. “Creo que Cochise fue el líder más grande de los apaches, seguido por Mangas Coloradas, y después Victorio. Gerónimo siempre pensaba en interés de Gerónimo y no en el del pueblo apache. En algunos aspectos era un matón y un asesino, pero por supuesto fue también un gran guerrero. Con el tiempo su propia gente se volvió contra él. Sus acciones provocaron la deportación final de los apaches de Arizona. Es irónico que se haya convertido en, quizá, el indio mejor conocido de la historia”. De los episodios de las guerras apaches, el favorito de Hutton es el de la amistad que mantuvieron Tom Jeffords y Cochise, y cómo esa relación trajo una breve paz. “La historia, claro, fue la base de una de mis novelas favoritas, Hermano de sangre, de Elliott Arnold, llevada al cine como Flecha rota”.

Hablando de películas que han retratado a los apaches, ¿cuál le parece mejor al historiador? y ¿qué piensa del tratamiento dado en pantalla a Cochise, Gerónimo, Massai, Chato…?, ¿el Ulzana real se parecía al de La venganza de Ulzana de Aldrich? “Flecha rota es mi favorita y también me gustan mucho los filmes de John Ford sobre la caballería: Fort Apache, La legión invencible y Río Grande. La venganza de Ulzana es otra de mis favoritas y me parece muy realista. Aldrich y Lancaster habían hecho antes Apache, acerca del famoso renegado Massai, que está basada en una novela de Paul Wellman. Como puede ver, soy un gran aficionado al wéstern”. ¡Y fue asesor histórico en Desapariciones, esa gran película de 2003 sobre los apaches! Es terrible lo que hace la banda de guerreros con el personaje de Aaron Eckhart. Y qué fascinante Eric Schweig como El Brujo, ¿está basado en un apache real? “Desapariciones fue una gran experiencia, y el director Ron Howard es tan agradable como parece. Mi hijo y yo hacemos una breve aparición en la escena en el pueblo. El hechicero no está basado en un personaje de verdad, sino en la creencia de los apaches en la brujería. Les hice usar en el filme búhos como símbolo del mal, reencarnación de los espíritus de los malvados, que es lo que los apaches creían. Howard tuvo asesores apaches también”

En cuanto a cómo es la vida de los apaches en la actualidad, apunta: “Como muchas tribus, los apaches a menudo viven hoy en la pobreza y el alcoholismo sigue siendo un problema. Las diferentes bandas (hay reservas apaches en Arizona, Nuevo México y Oklahoma) se esfuerzan por mantener vivas su historia y sus tradiciones. Algunos como los mescaleros y los montaña blanca, han sacado mucho provecho del juego y los casinos. Uno de los momentos que me han hecho sentir más orgullo fue cuando una anciana jicarilla me dijo lo mucho que le había gustado mi libro y me pidió que se lo dedicara. Espero haber hecho justicia a los apaches en el libro”.

Una de las mejores plasmaciones que han tenido los apaches en la cultura popular ha sido en los cómics del teniente Blueberry, el personaje de Giraud y Charlier. Sorprendentemente, Hutton conoce la serie. “Creo que tengo casi todos los álbumes, los he coleccionado durante años. Mickey Free incluso aparece en uno de los últimos. Los europeos siempre han hecho mejores cómics del Oeste que los estadounidenses”.

Paul Andrew Hutton es el editor del imprescindible volumen The Custer reader, un compendio de textos sobre el polémico general. “Custer continúa siendo un gran héroe para mí. Cuando era niño vi a Errol Flynn como Custer en Murieron con las botas puestas y quedé atrapado. Es un personaje tan fascinante y contradictorio… más grande que la vida misma. Para mi su Last Stand en Little Bighorn es el gran momento épico de la historia del Oeste. Por supuesto, hoy en EE UU se le acostumbra a presentar como un villano, lo que no es cierto. Su glorioso papel en la Guerra Civil se olvida y se le retrata como un genocida que odiaba a los indios. La mala historia triunfa gracias a la cultura popular y la ignorancia. Voy a ir al campo de batalla de Little Bighorn en junio, es un lugar inquietante y encantado. Hace años me nombraron comisionado para seleccionar el diseño del monumento a los indios que ahora se alza en el lugar. Custer y Toro Sentado van a ser personajes principales en el nuevo libro que estoy escribiendo, El país desconocido, que espero acabar este otoño”.

miércoles, 22 de junio de 2022

Los trabajadores de una tienda de Apple de Estados Unidos se sindicalizan por primera vez.


La oleada sindical se extiende entre las grandes compañías pese a las presiones en contra


La oleada sindical que recorre parte de las grandes empresas de Estados Unidos sigue marcando hitos. Este sábado los trabajadores de una tienda de Apple han votado por primera vez a favor de sindicalizarse. Se trata de la tienda de Towson (Maryland), en las afueras de Baltimore. El resultado ha sido contundente: 65 votos a favor y 33 en contra.

Los trabajadores de esta tienda se unen así a los de un almacén de Amazon en Staten Island (Nueva York) y a los de más de un centenar de cafeterías de Starbucks, que han dado previamente el mismo paso, generando anticuerpos en dichas compañías, que han redoblado sus presiones contra el avance sindical.

Con la votación realizada esta semana y cuyo resultado se conoció a última hora de este sábado, los trabajadores que habían organizado la Coalición de Empleados Organizados del Comercio Minorista (CORE, por sus siglas en inglés) aprueban integrarse en el sindicato IAM (Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales).

IAM es uno de los mayores y más diversificados sindicatos industriales de Norteamérica y representa a unos 600.000 miembros activos y jubilados de los sectores aeroespacial, de defensa, de líneas aéreas, ferroviario, de tránsito, sanitario, de la automoción y otros. En los últimos años, el sindicato ha lanzado campañas de organización en sectores no tradicionales para aumentar su fuerza, entre ellos en el sistema de bibliotecas públicas del condado de Baltimore, la industria tecnológica, la sanidad y la medicina veterinaria.

CORE e IAM enviaron una carta al primer ejecutivo de Apple, Tim Cook, en mayo pasado, informándole de la decisión de organizar su sindicato, enumerando “el acceso a los derechos” de los que no disfrutaban actualmente como una de las razones para ello. “Esto no es algo que hagamos en contra o para crear conflicto con la dirección. Más bien, nos hemos unido como sindicato por el profundo amor a nuestro papel como empleados de la compañía”, le decían, al tiempo que le pedían que no emprendiese una campaña antisindical contra ellos.

Un grupo de trabajadores de la tienda de Apple en Towson han acudido este sábado por la noche a celebrar el triunfo en la votación. Han difundido vídeos de su celebración en las redes sociales.

“Aplaudo la valentía demostrada por los miembros del CORE en la tienda de Apple en Towson por lograr esta histórica victoria”, ha dicho el presidente de la IAM Internacional, Robert Martínez Jr, a través de un comunicado. “Han hecho un enorme sacrificio por miles de empleados de Apple en todo el país que tenían todos los ojos puestos en esta votación. Pido al consejero delegado de Apple, Tim Cook, que respete los resultados”, ha añadido.

El senador demócrata Bernie Sanders ha celebrado en Twitter el resultado de la votación: “Enhorabuena a los trabajadores de Apple en Towson, Maryland, por convertirse en la primera tienda de Apple en Estados Unidos en formar un sindicato. Lo que estamos viendo ahora mismo es un levantamiento histórico de los estadounidenses de clase trabajadora diciéndole a la élite corporativa que tiene que acabar con su avaricia” ha escrito.

Apple ha intentado resistirse a que sus empleados se sindiquen y alega que puede perjudicar a la empresa. La compañía argumenta que los trabajadores de sus tiendas están mejor pagados que la media del sector y que disponen de beneficios. La compañía elevó recientemente de 20 a 22 dólares por hora el salario base de sus empleados de tienda. Con esos argumentos y presiones sobre los trabajadores había logrado hasta ahora evitar que se sindicasen.

IAM denuncia que Apple envía a sus gerentes de tiendas argumentarios antisindicales y los entrena para desalentar a los trabajadores de sindicarse, diciendo que eso podría suponer que pierdan oportunidades de carrera, promociones basadas en el mérito y tiempo libre. En el argumentario, Apple califica al sindicato de “tercera parte”, aunque los organizadores del sindicato son empleados de las tiendas de Apple.

Pese a todo, hay algunas otras tiendas en Estados Unidos donde sus trabajadores están dando pasos también para sindicalizarse. Apple tiene unos 270 establecimientos comerciales por todo el país.

domingo, 19 de abril de 2020

“Por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos”.

(ENTREVISTA EN El Diario.es)
Rafael Poch ha sido corresponsal de La Vanguardia y colabora con Ctxt
Foto, Boris Svartzman

El inicio de la crisis del coronavirus en China fue descrita por algunos medios como “el Chernobyl chino”, sugiriendo el inicio de la decadencia de la potencia asiática. Un par de meses después, parece todo lo contrario…

Hay que ser muy prudentes, porque de este virus nos falta mucha información, pero de momento el Chernobyl no es tanto chino como americano. Hace unas semanas, cuando el principal foco era Europa, escribí que el siguiente problema gordo podía ser el de Estados Unidos, y eso es lo que tenemos ahora. En Estados Unidos se están confirmando las cosas más locas que se pensaban sobre ellos, como que es un país que pone el dinero por delante de la gente, que es incapaz de cesar sus sanciones que la crisis convierten en aun más criminales, o que tienen unos responsables políticos absolutamente disparatados, como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que tiene una población de ancianos muy abultada y que no ha hecho prácticamente nada, o el de Georgia, Brian Kemp. Y eso por no hablar del principal incompetente y negacionista que está en la Casa Blanca, lo que no le impide ofrecer mil millones a una empresa alemana para hacerse con la exclusiva de posibles remedios.… Y mientras eso pasa en Estados Unidos, en China parece que de momento están saliendo. La actitud exterior china no solo no ha sido negacionista sino que ha dado información muy fluida a la OMS y ha hecho una labor de ayuda extraordinaria brindando a los demás un tiempo que no todos han sabido aprovechar para prepararse. Esta es una crisis en la que por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos, y parece que algunas incluso van a venir de China.

¿Por qué cree que se no se espera que las soluciones vengan de EE.UU? ¿Muestra una decadencia del país como potencia única o es por otras razones?

La crisis ha puesto en evidencia una situación que ya teníamos, que es una tendencia a cierto relevo de potencias. No en el sentido de que China vaya a ser la próxima superpotencia hegemónica, no está claro que China quiera ser eso, pero sí en el sentido de que el vector que ya conocíamos de que la potencia estadounidense se iba relativizando mientras la china se iba aumentando. Esta pandemia nos ha ofrecido una fotografía de eso. Y todo aquello que barruntábamos, de repente, lo vemos.

Antes sugería que quizás China no quiere ser esa potencia a la que parece estar llamada a convertirse. ¿Por qué?

Por tradición secular, China ha sido un país y una cultura introspectiva, más bien cerrada en sí misma. No ha sido una potencia expansiva. Sí, ha tenido cierta expansión imperial en su inmediato entorno, pero no ha sido un imperio de comercio de gran distancia ni nada de eso, como fueron las potencias europeas. Y el motivo podría ser la gran fragilidad interna que siempre ha tenido China, un país en el que siempre han coincidido las sequías con las inundaciones y, en fin, que siempre ha tenido enormes problemas de gobernabilidad interna. También cierta idea de superioridad y autosuficiencia, de “nuestra civilización como la más perfecta por lo que hay que concentrarse en defenderse de los bárbaros”, lo que la Muralla China representa.

Pero todo esto puede ser música celestial si lo cotejamos con los imperativos de la globalización, cuando hablamos de una potencia industrial y de exportación, que necesita materias primas para funcionar, y eso cambia mucho las cosas. Desde el momento que eres la fábrica del mundo tienes que abandonar esa introspección y necesitas proyección exterior.

En Europa se ha instalado cierta idea fatalista de que, si vamos a competir con China, hace falta que demos un giro tecnocrático. ¿Es así?

Antes hablábamos de Chernobyl. En estos momentos Europa está en la UCI, clarísimamente. También ha ofrecido una fotografía en esta crisis de todas las miserias e insuficiencias que la Unión Europea demostró durante la crisis del 2008. El egoísmo de Alemania, la incapacidad de hacer una política solidaria dentro de un esquema diseñado como una autopista de la globalización neoliberal. Eso es muy difícil de transformar porque los tratados que regulan los principios neoliberales de la UE son inamovibles y están blindados contra el cambio, lo que agudiza la crisis interna.

Una crisis que parece recurrente entre el norte y el sur europeo.

En el caso de Alemania las posiciones han sido espectaculares, en una de las últimas reuniones, la del 26 de marzo, ante una presión considerable en pro de medidas solidarias, Merkel realizó una maniobra indecente. En manos de los cinco presidentes de las instituiciones de la UE (Consejo, Parlamento, Comisión, BCE y Eurogrupo) la posición de países como Francia, España e Italia en favor de los llamados coronabonos parecía ineludible, así que hizo que la decisión se tomara en el Eurogrupo donde los adversarios de esa política tenían más peso, con Holanda y Alemania en primer lugar. Este truco de Merkel lo explicaba el indecente Der Spiegel el dia 27. Este tipo de recursos ahora cada vez huelen más y son los que llevan a la UE a la UCI. La Comisión Europea, entre 2011 y 2018, exigió en 63 ocasiones a los países miembros que recortaran sus gastos en sanidad o privatizaran ámbitos enteros de su sistema público de sanidad. La contabilidad es de Martin Schirdewan, coopresidente del grupo de la Izquierda unitaria europea. Esto es muy difícil de olvidar…

Así como en la crisis pasada no parecía tan factible, en la actual crisis se habla en voz alta de la posibilidad de una ruptura de la UE. ¿Cree que es posible?

Creo que estamos hablando de cosas que en cierta manera ya han sucedido. Siempre pongo el ejemplo de la Sociedad de Naciones (1919), la antecesora de la ONU. Fue un acontecimiento histórico, por primera vez las naciones del mundo intentaban ponerse en común, conscientes de que debían tratar problemas generales. La práctica demostró que no pintaba nada, fue impotente ante las catástrofes del periodo de entreguerras y no digamos en la génesis de la Segunda Guerra Mundial, así que se acabó disolviendo en 1946 sin que nadie lo notara. Pero luego se creó la ONU. ¿Por qué? Porque la necesidad de una coordinación entre estados para un gobernanza mundial existía, permanecía y se incrementaba trasla experiencia de la guerra mundial. Pues yo creo que con la UE pasará lo mismo, no sirve para nada, está complicando las cosas con el corsé del euro y de sus irreformables tratados germánicos de cemento armado, nos ha quitado soberanía y democracia, es imposible de cambiar con el actual esquema pero, al mismo tiempo, la necesidad de una integración entre las naciones de Europa es por todos reconocida y fundamental.

¿Las democracias liberales están peor preparadas para afrontar una crisis como la del coronavirus o no tiene nada que ver con sistema político?

La pregunta es: ¿Para vencer al coronavirus tenemos que ser un régimen autoritario de partido único o mandar a centenares de miles de uigures a campos de reeducación? Pues creo que es una idea disparatada. Porque de momento, insisto en el “de momento”, quien lo ha hecho bien no es solo China sino Asia Oriental en general. Y ahí tenemos regímenes políticos muy diferentes: Japón, Taiwan, Corea del Sur… Y en China ha habido medidas de tipo autoritario (cuando el autoritarismo era necesario) pero también otras que simplemente tienen que ver con el buen gobierno y con anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía. Eso ha ocurrido bajo diferentes métodos. Ahora, sí que es necesaria cierta disciplina cívica y cierto regreso a una gobernanza estatal efectiva, cosas que en occidente se han perdido en beneficio de la gobernanza empresarial.

Uno de los debates es sobre las medidas de protección a la salud en contraposición con el impacto económico que podían generar. Y se le pueden sumar también los derechos. ¿Cree que en Europa se ha resuelto bien esta cuestión?

Respecto a las libertades, en condiciones de pandemia la solidaridad pasa por el distanciamiento social. Parece contradictorio, pero no, es absolutamente claro. El confinamiento por tanto no solo no es autoritario sino que es altruista y solidario. Ahora bien, el dilema entre la economía y la salud no es ninguna tontería. El actual parón va a provocar un colapso mayor. Otra cosa es que el capitalismo siempre prime la economía en detrimento de la población. Pero en una posición 100% humanista, atenta a los intereses de la población, la pregunta continúa siendo válida: ¿Hasta qué punto este confinamiento llevado más allá de lo razonable no se puede volver contra nosotros? Estamos ante sociedades de clase y los de abajo son los que más van a sufrir. El dilema este es muy serio, independientemente de que Trump, Bolsonaro o Merkel, a otro nivel, le hayan dado una respuesta asquerosa desde el principio.

En un sistema comunista también habría este dilema, ¿no?

Claro. Por eso hay que buscar un balance. Pero es muy difícil porque esta pandemia, sin ser históricamente nueva, es novedosa porque hace tantos años que no ocurría algo así, y nunca en una sociedad tan moderna, que estamos en terreno desconocido.

Rusia ha apostado por unas medidas mucho más blandas que China o el sur de Europa en relación con el coronavirus. Parece que se ha alineado más con los países negacionistas. ¿Por qué cree que ha sido así?

Hay un punto de misterio en la respuesta rusa a esta pandemia, aún no está claro si es que han tenido suerte, si han acertado mucho en las medidas preventivas, o si han sido de una incompetencia increíble. O podría ser una combinación de todas estas. En primer lugar, las características de la sociedad rusa dan ventajas: hay menos sociabilidad que en España o Italia, tienen un espacio físico enorme, las redes viarias son menos fluidas, hay mucho comercio con China, pero es sobre todo de petróleo y gas… todo esto ayuda a que el impacto sea menor. Además Rusia cerró ya en enero la frontera con China, y desde febrero los pasajeros a Moscú eran controlados por equipos médicos, y a quien daba fiebre se le confinaba en casa. Todo eso ocurrió.

Más allá de lo que dice el Gobierno de Putin, entonces, ¿la clave es que Rusia apostó por la prevención?

Sobre todo fueron medidas muy prontas, ya desde enero. A partir de ahí, la vida en Moscú ha continuado con menos cambios que aquí hasta hace bien poco. Pero tienen pocos casos y por eso, a la pregunta de si se falsea la información, pues es totalmente plausible. Yo sostengo que en este tipo de crisis la estadística se convierte en un recurso de Estado: cada uno cuenta los muertos como quiere. Y eso es aplicable tanto a China como a Rusia, a Estados Unidos, Alemania o España.

Hay quien sostiene que la crisis del coronavirus puede generar un giro hacia posiciones más solidarias o de defensa de los servicios públicos. ¿Lo ve de forma tan optimista?

Yo lo que veo claro es que las cosas van a cambiar. Pero, ¿En qué línea? Esta es la cuestión. ¿Hay oportunidades para un cambio negativo o positivo? ¿Puede acabar esto en una guerra? Por qué no. ¿Puede acabar en una revuelta social o en un despertar social contra el neoliberalismo? Pues también, puede ser. Ahora bien, también es posible una utopía de estas orwellianas, con más control social, a partir de los precedentes liberticidas creados por la emergencia. Recordemos la nueva y desastrosa ola imperalista abierta por el 11-S neoyorkino: la “guerra contra el terror”, es decir millones de muertos, Guantánamo y la NSA en nuestro teléfono móvil y nuestro ordenador. Mucho depende de la capacidad y exigencia de las sociedades para cambiar las cosas. Yo creo que el futuro está bastante abierto y tenemos que reconocer que simplemente no sabemos qué va a pasar. Hay condiciones para el desastre y también para un cambio socioeconómico que encare los retos del siglo (clima, recursos de destrucción masiva y desigualdad), pero no habrá “vuelta a la normalidad” porque ha sido esta normalidad la que ha creado el problema.

(Publicada en Diario.es y ampliada)

domingo, 24 de febrero de 2019

La realidad que esconde la coalición de Trump por el cambio de régimen en Venezuela.

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

El intento de Estados Unidos de derrocar a Maduro no tiene nada que ver con la democracia o los derechos humanos.

Al inicio de la década de los setenta, un puñado de sandinistas luchaba en las montañas de Nicaragua para derribar la brutal dictadura de 40 años de la familia Somoza, apoyada por Estados Unidos. Cuando en 1971 una gran erupción volcánica golpeó Nicaragua, los guerrilleros dijeron a los campesinos que Dios estaba castigándoles por no deshacerse de Somoza, tal y como narró posteriormente el sandinista Omar Cabezas.

Cuando los sandinistas triunfaron en 1979, Estados Unidos libró una sangrienta guerra para recuperar el país con una fuerza paramilitar terrorista llamada los Contras, que se dedicó a asesinar civiles. El presidente George H.W. Bush dejó claro durante la reelección de los sandinistas en 1990 que, aunque él no era Dios, continuaría castigando a los nicaragüenses con un embargo de armas y con la guerra si no se libraban de los sandinistas. Cansados de la guerra, la hiperinflación y el colapso económico, los nicaragüenses votaron a la oposición: los sandinistas perdieron.

En la actualidad, la Administración Trump está repitiendo la estrategia de castigo colectivo en Venezuela mediante un paralizante embargo financiero efectivo desde agosto de 2017 y, desde enero de este año, un embargo comercial. El embargo financiero ha impedido al gobierno utilizar medidas para acabar con la hiperinflación o lograr una recuperación económica, al paralizar la comercialización de miles de millones de dólares de producción petrolera. El embargo comercial se propone recortar alrededor del 60% de los ya magros ingresos de divisas, necesarios para comprar medicinas, alimentos, suministros médicos y otros bienes esenciales para la supervivencia de muchos venezolanos.

Con el propósito de fomentar un golpe militar, una rebelión popular o una guerra civil, la Administración Trump ha declarado que el castigo continuará hasta que caiga el gobierno actual. “Maduro debe irse”, volvió a afirmar el vicepresidente de EE.UU. Mike Pence a comienzos de marzo.

Todo esto es ilegal de acuerdo con numerosos tratados firmados por Estados Unidos, incluyendo la Carta de Naciones Unidas, la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA) y otras leyes y convenciones internacionales. Para legitimar esta brutalidad –que probablemente ya ha causado miles de muertes al reducir el acceso de los venezolanos a bienes y servicios vitales–, la Administración Trump ha presentado las sanciones como fruto de un consenso de la “comunidad internacional”, lo mismo que hizo Bush cuando reunió a su “coalición de la voluntad” de 48 países para apoyar su desastrosa invasión de Irak en 2003.

Según esta narrativa, los gobiernos que han secundado a Estados Unidos (en su mayoría americanos y europeos) en el reconocimiento de un gobierno paralelo en Venezuela son “democráticos”; aquellos que no lo han hecho, o se han declarados contrarios al intento de derribar al actual gobierno, son “autoritarios”, con el ejemplo de Rusia, China y Turquía habitualmente mencionado en los informativos.

Echemos un vistazo a algunos de los gobiernos que han secundado a la Administración Trump en esta operación ilegal de cambio de régimen y que se han unido al embargo comercial al reconocer a Juan Guaidó como “presidente interino”. El aliado más importante y sólido de Trump en América Latina es el presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, famoso por haber dicho a una congresista brasileña que no la violaba porque “no se lo merecía”, por diversas observaciones racistas y contra los homosexuales y por glorificar la violencia política. Irónicamente, dado que la principal justificación de Trump para impulsar el cambio de régimen en Venezuela es que la elección de Maduro fue ilegitima, el propio Bolsonaro accedió al poder en una elección de cuestionable legitimidad. Su principal oponente, el expresidente Lula da Silva –entonces el político más popular del país– fue encarcelado tras un juicio en el que no se presentó prueba material alguna del delito cometido. El veredicto se basó en el testimonio forzado de un testigo convicto de corrupción, cuyo recurso de clemencia fue suspendido hasta que cambió su testimonio para hacerlo coincidir con el del juez que llevaba la acusación. Dicho juez, Sérgio Moro, demostró en numerosas ocasiones una gran animadversión contra Lula –incluyendo la publicación de conversaciones grabadas ilegalmente entre Lula y la entonces presidente del país, Dilma Rousseff, su abogado, y su esposa e hijos. Después de que estas y otras irregularidades e ilegalidades aseguraron la condena de Lula, este fue inconstitucionalmente encarcelado antes de la elección. Tras la elección que el juez Sérgio Moro ayudó a ganar a Bolsonaro, dicho juez fue nombrado ministro de justicia.

Otros gobiernos latinoamericanos de la Coalición de la Voluntad de Trump deben favores a Washington por haberles ayudado a alcanzar el poder. El gobierno de Honduras del presidente Juan Orlando Hernández es probablemente el ejemplo más extremo. Su partido llegó al poder en 2009 con el derrocamiento del presidente democráticamente elegido, Mel Zelaya, gracias a un golpe militar. La Administración Obama, junto con los republicanos, contribuyó a legitimar el golpe y las “elecciones” que le sucedieron. Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado, escribió posteriormente en sus memorias cómo maniobró para evitar que el presidente democráticamente electo recuperara su cargo. En 2017, Hernández retuvo el poder robando descaradamente las elecciones: se limitó a alterar el número total de votos. Periodistas y observadores de todo el espectro político llegaron a esta inexorable conclusión. Incluso uno de los líderes más fanáticos de la coalición de la voluntad de Trump, el actual secretario general de la OEA, Luis Almagro, rechazó los resultados y pidió la convocatoria de nuevas elecciones. Evidentemente, nada pasó, porque el equipo de Trump aceptó los resultados.

Colombia aporta probablemente el líder más belicoso de la coalición, tras Bolsonaro. El presidente Iván Duque es discípulo del anterior presidente, Álvaro Uribe, que ahora ejerce el poder en la sombra. Comunicaciones diplomáticas de Estados Unidos publicadas el año pasado dan muestra de la preocupación general de las autoridades estadounidenses por los vínculos de Uribe con el narcotráfico. En la década de los noventa, la Agencia de Inteligencia de la Defensa estadounidense descubrió que Uribe “había llevado la colaboración con el cartel de Medellín a los más altos niveles de gobierno”. También se relaciona a Uribe con los escuadrones de la muerte de su país. El año pasado, dimitió como senador en mitad de una investigación criminal en curso. Uribe lleva tiempo apoyando el cambio de régimen en Venezuela propiciado por Estados Unidos. En 2009, numerosos gobiernos sudamericanos se opusieron y bloquearon sus planes para ampliar la presencia militar estadounidense en Colombia.

El presidente de Argentina Mauricio Macri, otro influyente miembro de la coalición perteneciente a la derecha dura, también debe favores a Washington. En junio, esta relación le ayudó a conseguir el mayor préstamo del FMI de la historia, 50.000 millones de dólares, que posteriormente aumentarían a 56.300 millones cuando la economía se comportó de un modo mucho peor de lo que el FMI había previsto al firmar el acuerdo. Estados Unidos había bloqueado los créditos de las instituciones multilaterales de préstamo, como el Banco Interamericano de Desarrollo, al gobierno de su predecesora y rival. Este hecho fue relevante porque Argentina estaba inmersa en problemas financieros hacia el final del mandato de la presidenta Cristina Fernández. De todas formas, su gobierno sufrió un golpe aún más fuerte por parte de un juez neoyorkino al que aparentemente movían cuestiones políticas, que retuvo más del 90% de los créditos a Argentina al dictaminar que no podían desembolsarse mientras el país no pagara las deudas que había contraído con ciertos fondos buitre de EE.UU. Todos estos problemas con Estados Unidos se resolvieron en cuanto Macri asumió el poder en 2015.

Los medios de comunicación a veces señalan al presidente Lenín Moreno de Ecuador para mostrar que hay cierta presencia del “centro-izquierda” en esta empresa ilegal y en cierto modo barbárica. Es verdad que Moreno fue elegido en 2017 con el apoyo del partido de izquierda Alianza País, del anterior presidente Rafael Correa. Pero en seguida dio un giro radical a su mandato y se alió con los oligarcas derechistas y utilizó medios extraconstitucionales para consolidar el poder. Actualmente intenta meter en la cárcel a su antecesor basándose en lo que parecen ser falsas acusaciones. Washington ha recompensado a Moreno con préstamos de instituciones multilaterales por valor de 10.000 millones de dólares, incluyendo 4.200 millones del FMI concedidos la semana pasada. Si 10.000 millones de dólares no parece gran cosa, pensemos que dicho préstamo expresado como porcentaje de la economía de Ecuador sería como si EE.UU. recibiese 1,9 billones. No sorprende pues que Moreno se haya unido a la coalición de Trump.

El presidente de Paraguay tiene también razones para agradecer al padrino estadounidense. Su partido, el Partido Colorado, gobernó el país durante 61 años consecutivos, la mayoría de ellos bajo la dictadura de Alfredo Stroessner. En 2008, un obispo de izquierdas, Fernando Lugo, ganó las elecciones contra todo pronóstico. Pero fue derribado mediante un golpe parlamentario en 2012, al que se opusieron casi todos los gobiernos sudamericanos. Una vez más, Washington maniobró con la OEA para legitimar el golpe. Así que, ahí tenemos a otro presidente sudamericano encantado de unirse a las maniobras gringas para poner un dirigente de derechas en Venezuela. Otro sujeto que se ha apuntado a esta coalición es el presidente chileno, Sebastián Piñera, un simpatizante de Pinochet que el año pasado nombró ministros a dos antiguos aliados del dictador respaldado por EE.UU.

Así es como Estados Unidos logra sus apoyos, al menos en la actualidad. Hace unos años, cuando la mayor parte de la región estaba gobernada por gobiernos de izquierda o centro-izquierda, Trump no habría conseguido ni un solo apoyo para esta operación ilegal de cambio de régimen. El secretario de Estado de Obama, John Kerry, llegó a esa conclusión cuando en 2013 los opositores violentos se echaron a la calle en Venezuela para intentar derribar el primer mandato de Maduro. No hubo ninguna duda sobre el resultado de las elecciones y prácticamente todos los gobiernos del mundo las reconocieron. Kerry se encontró completamente aislado y Washington se rindió y tuvo que aceptar la elección de Maduro.

Luego tenemos a Europa, que por una serie de razones históricas casi nunca ha sido capaz de desarrollar una política exterior independiente de Estados Unidos. Esto es especialmente cierto para América Latina, donde se suele respetar la Doctrina Monroe, a la que se acogió descaradamente el Consejero de Seguridad Nacional John Bolton hace unos días. Dicho lo cual, hizo falta retorcer ligeramente el brazo del primer ministro español, Pedro Sánchez, que sorprendentemente se había opuesto hacía unos días a las sanciones de Trump contra Venezuela, incluso antes del embargo comercial y del reconocimiento de Guaidó en enero. Su ministro de exteriores, Josep Borrell, declaró a la prensa que el gobierno había recibido “presiones” de Washington. El gobierno socialista del PSOE de Sánchez también fue sometido a una gran presión por los grandes medios de comunicación españoles, que llevaban cierto tiempo en “modo cambio de régimen” ante las próximas elecciones generales que se celebrarán a finales de abril. España tiene una importancia clave a la hora de asegurar el apoyo europeo a esta empresa, ya que otros países, incluyendo a Alemania, suelen tomar en cuenta la opinión española en los temas relativos a su política latinoamericana.

Aunque el equipo de Trump gozara de una mayoría global –de la que carece, pues solo 50 países de 195 apoyan el cambio de régimen en Venezuela–, sus letales sanciones económicas, su robo de activos financieros, sus amenazas militares y otras acciones para derribar el gobierno no serían más legales o legítimas que la invasión de Irak de George W. Bush, o las múltiples iniciativas de cambio de régimen que se han producido en el hemisferio americano. Ello no sorprende a nadie, dado quién está al timón: el perenne defensor de los cambios de régimen, John Bolton, por ejemplo, o el enviado especial Elliott Abrams, que apoyó lo que posteriormente la ONU consideró un genocidio en Guatemala, así como las atrocidades promovidas por EE.UU. en El Salvador y Nicaragua en la década de los ochenta. La elección de quienes protagonizan el apoyo a esta iniciativa de cambio de régimen, ya sea en Washington o entre sus más próximos aliados, debería subrayar lo que es evidente: el intento de Estados Unidos de derrocar a Maduro no tiene nada que ver con la democracia o los derechos humanos.

Mack Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research, en Washington D.C. y presidente de Just Foreign Policy.

Fuente: https://newrepublic.com/article/153283/reality-behind-trumps-coalition-regime-change-venezuela

El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se mencione a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.

sábado, 5 de mayo de 2018

EE UU denuncia al exconsejero delegado de Volkswagen por el ‘Diesel Gate’ Martin Winterkorn, acusado junto a otros cinco ejecutivos de conspirar para evitar los controles a las emisiones

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha decididfo denunciar a Martin Winterkorn, antiguo consejero delegado de Volkswagen, por el fraude de las emisiones de sus coche diésel. En concreto le acusa de haber conspirado junto a otros ejecutivos del fabricante alemán para engañar a los reguladores medioambientales y violar la legislación medioambiental (Clean Air Act). Winterkorn se encuentra en Alemania, por lo que debería ser extraditado.

Los cargos se presentaron el pasado 14 de marzo ante un gran jurado en Detroit (Michigan), pero se desclasificaron este jueves. La acción judicial se conoce después de que dos antiguos directivos de Volkswagen, Oliver Schmidt y James Liang, fueran condenados el pasado año a prisión por participar en el desarrollo del sistema electrónico que permitió engañar los controles a las emisiones.

Martin Winterkorn dejó el cargo de consejero delegado del grupo automotriz en septiembre de 2015, a los pocos días de estallar el escándalo. También se denuncia a otros cinco ejecutivos: Richard Dorenkamp, Heinz-Jakob Neusser, Jens Handler, Bernd Gottweis y Jürgen Peter, acusados de participar en un fraude que duró seis años.

Los seis ejecutivos, según la investigación, sabían que sus coches no cumplían las normas medio ambientales. VW instaló en secreto un sistema informático que era capaz de identificar cuando el vehículo estaba siendo sometido a las pruebas de emisiones. El fraude, que afectó a 600.000 vehículos en EE UU, costó a la compañía 30.000 millones de dólares en compensaciones a los afectados.

En la documentación entregada por la fiscalía se explica que los empleados de Volkswagen hicieron presentaciones en PowerPoint al entonces consejero delegado en las que explicaban como funcionada el sistema y las consecuencias que podía tener si las autoridades en EE UU lo detectaban. Es más, llegaron a plantear un plan de acción para engañar a la agencia del medio ambiente. Winterkorn dio el aprobado.

El fiscal general de EE UU, Jeff Sessions, reiteró que las acusaciones presentadas contra los ejecutivos de Volkswagen son “muy serias” y señala que la investigación demostró que la trama fraudulenta llegó a las esferas más altas de la compañía. “Llevaremos este caso hasta la máxima extensión de la Ley”, advirtió. La compañía se limitó a decir por su parte que está cooperando pero evita comentar sobre la conducta de los seis ejecutivos imputados.

VW ya admitió desde el principio que había falseado los controles. El fraude no afectó solo al mercado de Estados Unidos. Cerca de 11 millones de vehículos equiparon el mismo sistema, de las marcas Volkswagen, Audi y Porsche. Winterkorn supo que los reguladores en EE UU descubrieron el engaño en julio de 2015 y que estaban amenazando con bloquear el proceso de certificación.

El fabricante alemán fue sancionado con 4.300 millones de dólares en Estados Unidos en enero de 2017, a pocos días del cambio de presidencia, tras admitir el fraude. Entonces ya se citó como imputados a Heinz-Jakob Neusser, Jens Hadler, Richard Dorenkamp, Bernd Gottweis y Jürgen Peter, junto a Oliver Schmidt. Algunos de ellos lideraron equipos de ingenieros que diseñaron el sistema.

https://elpais.com/economia/2018/05/03/actualidad/1525377165_856317.html

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Tres olas de repudio de deuda pública en Estados Unidos durante el siglo XIX


CADTM


¿Sabíais que en Estados Unidos, y por tres veces, hubo gobiernos que repudiaron con éxito deudas públicas que debían a banqueros privados?

En los años 1830 cuatro Estados de los Estados Unidos repudiaron sus deudas: Misisipi, Arkansas, Florida y Míchigan. Los acreedores eran principalmente británicos. Sack escribe sobre ello: «Una de las principales razones que justificaban estos repudios fue el derroche del dinero prestado: muy frecuentemente se había pedido prestado para el establecimiento de bancos o la construcción de ferrocarriles; ahora bien, esos bancos quebraron, las líneas de ferrocarril no fueron construidas. Estas operaciones sospechosas fueron a menudo resultado de un acuerdo entre miembros insensibles del gobierno y acreedores deshonestos.» (p. 158). Los intentos de los acreedores de llevar ante la justicia federal de Estados Unidos a los Estados que habían repudiado sus deudas fueron desestimados. Para fundamentar este rechazo de las denuncias, la justicia federal se basó en la 11ª enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que prescribe que «el poder judicial de Estados Unidos no puede llevar a cabo ningún proceso civil o en equidad en contra de uno de los Estados de Estados Unidos intentado por un ciudadano de otro Estado o por ciudadanos o súbditos de Estados extranjeros.» |1| Este acto unilateral de repudio fue coronado por el éxito. Sack no menciona esta decisión de la justicia federal, probablemente porque ello debilitaría su alegato a favor de la posibilidad de que los acreedores privados obtengan la condena para un Estado que no pague sus deudas. Los motivos del repudio eran el mal uso de los fondos prestados y la falta de honestidad, tanto de los prestamistas como de los prestatarios, y sobre este punto el resumen presentado por Sack es correcto. No se hacía referencia a ningún tipo de carácter despótico del régimen.

Tras la Guerra de Secesión (1861-1865), el gobierno federal obligó a los Estados sudistas a repudiar las deudas que habían contraído para llevar a cabo la guerra. Es el objeto de la 14ª enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que estipula que «neither the United States nor any State shall assume or pay any debt or obligation incurred in aid of insurrection or rebellion against the United States» (ni Estados Unidos, ni cualquier otro Estado asumirá o pagará una deuda o una obligación contratada para ayudar a una insurrección o una rebelión contra Estados Unidos). |2|

Los acreedores habían comprado en Londres y en París principalmente títulos emitidos por banqueros europeos por cuenta de los Estados sudistas. Entre los acreedores se encontraba la Banque Erlanger de París así como su filial londinense. Dicho banco organizó en 1865 la suscripción del «empréstito Erlanger», que permitía a los ahorradores hacerse reembolsar en algodón del Sur de los Estados Unidos, en la época de la Guerra de Secesión, bajo reserva de que los Estados Confederados del Sur ganasen. Esta apuesta era remunerada con una tasa de interés, relativamente elevada para la época, del 7% anual. El empréstito era también negociable en Londres. Durante la Guerra de Secesión, los Estados del Sur habían organizado una retención del algodón, que disparó las cotizaciones hasta un récord histórico de 1,89 dólares la libra, que sigue inigualado dos siglos más tarde. Esta subida representaba una multiplicación por veinte de la cotización en algunos meses, pero los industriales británicos habían tenido el tiempo de constituir stocks. En 1870, cinco años después del final de la guerra, el algodón americano había vuelto casi a su nivel de producción y el país seguiría siendo líder mundial del algodón hasta 1931, como lo era desde 1803. Pero los portadores de obligaciones no fueron jamás reembolsados, dado el repudio decretado por el gobierno federal y la aplicación de la sección 4 de la 14ª enmienda de la Constitución. |3| La motivación del repudio era que los préstamos habían servido para financiar la rebelión de los Estados del Sur, reagrupados en la Confederación, contra Estados Unidos. No se trataba de la naturaleza, despótica u otra, del régimen de los Estados del Sur. Fue la finalidad de los préstamos lo que fue invocado y sobre todo el hecho de que habían sido contratados por fuerzas rebeldes.

Una tercera ola de repudios tuvo lugar en Estados Unidos después de 1877. Ocho Estados del Sur |4| repudiaron sus deudas decretando que los empréstitos realizados durante el período que se extiende entre el fin de la Guerra de Secesión y 1877 habían dado lugar a empréstitos ilícitos, efectuados por políticos corruptos (entre ellos esclavos liberados) que estaban apoyados por los Estados del Norte. Este repudio fue, por lo tanto, decidido por gobernantes racistas (pertenecían en general al partido demócrata) que volvieron al poder en el Sur tras la retirada de las tropas federales que ocuparon el Sur hasta 1877. Sack no menciona este repudio.

Estos tres ejemplos de anulación de deudas públicas muestran que es perfectamente posible para los gobiernos repudiar sus deudas. Las razones invocadas fueron variadas, y el tercer caso de repudio, cuyas motivaciones eran contrarias a los derechos humanos, refuerza la idea de que los gobiernos, si quieren, pueden imponer a los banqueros pagar el precio de una anulación de deudas. Evidentemente, hay que asegurarse de que ese repudio sea legítimo y respetuoso de los derechos humanos.

Traducido por Alberto Nadal y Griselda Pinero

Notas
|1| Sobre la 11ª enmienda, véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Und%C...

|2| Es muy importante subrayar que la 14ª enmienda excluye igualmente toda indemnización a los propietarios de esclavos. Cuatro millones de esclavos fueron emancipados sin la menor compensación a sus antiguos dueños. Fuente Sarah Ludington, G. Mitu Gulati, Alfred L. Brophy, «Applied Legal History: Demystifying the Doctrine of Odious Debts», 2009, http://scholarship.law.duke.edu/cgi...

|3| Véase http://www.cadtm.org/Francia-se-apodero-de-Tunez-usando

|4| Se trata de Alabama, Arkansas, Florida, Georgia, Luisiana, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Tenessee. Para más detalles véase Sarah Ludington, G. Mitu Gulati, Alfred L. Brophy, op.cit.

Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de diversos libros, entre ellos: Procès d’un homme exemplaire, Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012. Este último libro ha recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro político de Lieja. Último libro: Bancocracia. Icaria Editorial, Barcelona 2015. Es coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda.

Fuente:
http://www.cadtm.org/Tres-olas-de-repudio-de-deuda

jueves, 30 de abril de 2015

Cómo Estados Unidos ayudó a la creación del Estado Islámico

El grupo extremista más fuerte de la actualidad, Estado Islámico, nació en el que debió ser el más improbable de los lugares: una prisión estadounidense en el desierto de Irak.


Así concuerdan al menos los analistas y los comandantes a cargo de la instalación y los soldados que trabajaron en ella. Camp Bucca no era su nombre original. Tras la invasión de Irak, las fuerzas británicas la llamaron Camp Freddy. Pero en abril de 2003, cuando los estadounidenses tomaron el control del campo de detención, lo rebautizaron en honor a Ronald Bucca, un jefe de bomberos de Nueva York que murió por las labores de rescate tras el ataque del 11 de septiembre de 2011 a las Torres Gemelas.

La prisión, situada a las afueras de la ciudad sureña de Basora, fue considerada la cárcel modelo de EE.UU., con unidades habitacionales de cemento y techo de madera, actividades gestionadas por los propios reclusos, y derecho a visita familiar y atención médica.

Llegó a tener 27.000 detenidos repartidos en 24 campos y clasificados con trajes de colores según su estatus; muchos de ellos transferidos de Abu Ghraib tras el escándalo por torturas y abusos a prisioneros. Por sus instalaciones pasaron, entre otros, nueve miembros de la cúpula de EI, de acuerdo al informe The Islamic State, de Soufan Group, una organización que ofrece servicios estratégicos de inteligencia de seguridad a gobiernos y multinacionales, publicado en noviembre del año pasado.

"Universidad de terroristas"
El líder del grupo yihadista, Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado califa y "líder de todos los musulmanes", por ejemplo, permaneció en Camp Bucca cinco años.

Lo trasladaron tras detenerlo en Fallujah, al oeste de la capital, Bagdad, en febrero 2004.

Tenía 33 años y no habían pasado muchos meses desde que ayudara a fundar Jeish Ahl al-Sunnah al-Jamaah, un grupo militante que había echado raíces en las comunidades sunitas alrededor de su ciudad natal, Samarra.

Eran tiempos en los que la insurgencia sunita contra EE.UU. estaba cobrando fuerza en el país.

Pero el grupo que ayudó a fundar no era muy conocido, así que llegó a la prisión con perfil bajo. "Los estadounidenses no sabían a quién tenían", dijo sobre él Hisham al-Hashimi, un asesor del actual gobierno iraquí.

Allí, en Camp Bucca, Al Baghdadi coincidió con el que después sería su número dos en EI, Abu Muslim al-Turkmani, así como con el experimentado militar Haji Bakr, hoy fallecido.

También permaneció en el campo de detención Abu Qasim, líder de los combatientes extranjeros, según Soufan Group. Y los analistas señalan que es probable que estos hombres fueran extremistas cuando entraron en la prisión, pero seguro que lo eran cuando salieron de ella.
... Más en: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/04/150422_eeuu_ayuda_crear_estado_islamico_irak_camp_bucca_lv